El término de pobreza tiene, en general, la connotación de estado de carencia o falta de
algo, aplicable a personas, grupos, tendencias, culturas, etc. Pero sin duda, la connotación más popular o que primero se nos viene a la cabeza, es la de la pobreza económica. En éste sentido, nos solemos referir a la imposibilidad de una persona, grupo o sociedad, de solventar sus necesidades mínimas. La pobreza económica es aquella que priva a los individuos de la libertad necesaria para satisfacer las necesidades principales como el alimento, la salud y una buena calidad de vida. Amartya Sen, nobel de economía, sostiene que “La utilidad de la riqueza reside en las cosas que nos permite hacer, en las libertades fundamentales que nos ayuda a conseguir.” (Rabasco & Toharia, 2000, p. 6). Esto se puede interpretar de la siguiente manera, podemos determinar una canasta de necesidades mínimas consideradas como básicas y calcular su coste. La línea de pobreza se fija en ese coste. Las personas con ingresos por debajo de esa línea no pueden permitirse la adquisición de la canasta completa y algunas de sus necesidades básicas no quedan cubiertas. Por lo tanto, pueden ser considerados como pobres. Este problema nos agobia a nivel mundial, a pesar que se han desarrollado las tecnologías que facilitan la obtención y transformación de recursos. Las causas de la pobreza pueden ser variadas. En lo interno, la injusta distribución de la riqueza, que permite solo a un pequeño grupo adueñarse de la mayor parte de ella, la indiferencia de los gobiernos, tanto locales como distantes, ante el tema de la pobreza, la pesada carga que supone la deuda externa e interna. En lo externo, la existencia de estructuras económicas que impiden el desarrollo de algunos países, pues es cierto que los países ricos pueden obtener precios elevados por sus productos, mientras que los países pobres tienen que conformarse con los precios mínimos por sus materias primas no sofisticadas. A pesar de todo esto, la sociedad ve con indiferencia este tema, puesto que sus necesidades son satisfechas. Nosotros somos seres interdependientes, es decir, dependemos unos de otros para sobrevivir, pero hemos dejado de lado una pequeña parte de nuestra sociedad como lo son las zonas rurales. Entonces ¿Qué hacer para combatir la pobreza? Pues bien, en mi opinión, daré algunas ideas para luchar contra la pobreza. Primeramente se puede destinar inversión en tecnologías agropecuarias, que involucren a las personas de las zonas que más lo necesitan. Capacitándolos para el trabajo y a su vez cultivando su propia fuente de alimento, además de fomentar el comercio. También se debe fomentar la educación en grupos de ayuda. Así mismo coordinar con los gobiernos de las zonas pobres, para una recopilación de datos, llevando así un registro para empezar a desarrollar una identidad de la zona, de acuerdo a su propio crecimiento Así también, proveer de todos los elementos sanitarios para evitar enfermedades y epidemias, construir hospitales adecuados a las necesidades de los habitantes y concientizar a las personas sobre temas de salud. Si bien todo esto suena tan simple, es algo que nuestras autoridades no hacen. Puede que no sea su culpa, pero es necesario que den iniciativa a ideas o proyectos para la erradicación de la pobreza. Referencias Agoff, I. (2006). La pobreza (4 ª Ed.). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
Rabasco & Toharia. (2000). Desarrollo y libertad. Barcelona, España: Editorial Platena.