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En el Perú enfrentamos una situación, a todas luces, paradójica somos un país potencialmente
rico, por los ingentes recursos naturales que poseemos: Bio-diversidad; Gas Natural, Oro,
Plata, Zinc; Tierras fértiles (calidad y cantidad de tierras productivas), Productos Agrícolas de
Exportación e Industria Textil, para mencionar lo más importante.
Sin embargo, mantenemos una profunda exclusión y desigualdad que se expresa en que: el
10% de la población más rico se apropia del 81% de la riqueza y el 39,3 % de la población,
que se encuentra en situación de pobreza, sólo se apropia (distribuye) el 19 % de la riqueza.
Riqueza que, por lo demás, todos, pobres y ricos, producimos. Lo que nos pone frente a un
gran desafío ético, económico, político y social toda vez que es humanamente inaceptable,
seguir tolerando esta situación.
Debemos entender, y lo proponemos así, que el desafío ético consiste en informar y generar
conciencia entre toda la población y especialmente entre los pobres respecto de que la
condición de pobreza que afecta al 39,3 %2 de los peruanos no es un hecho natural, ni
producto de la fatalidad o del, mal entendido, destino. Sino que, responde, fundamentalmente,
a la forma injusta y poco equitativa en que se ha organizado la sociedad, la economía, la
representación y la toma de decisiones políticas en el Perú.
Lamentablemente, la Clase Política hasta hoy, sólo ha estado interesada en atender y
consolidar las necesidades e intereses de los ricos en desmedro de las legítimas e
impostergables necesidades e intereses de los pobres.
Los Elementos del contexto, por lo tanto, ponen de manifiesto que el Perú atraviesa por: Una
estabilidad, crecimiento y mejora económica al tiempo que, por el debilitamiento de la
institucionalidad política y la desesperanza en la situación social, en particular de las familias
que viven en situación de pobreza.
El punto de partida para graficar la situación social es: El crecimiento económico al no mejorar
la distribución del ingreso ni generar oportunidades para todos ni tampoco mayor inclusión
social. Ha aportado poco en la reducción de pobreza y nada, o casi nada, en la ansiada y
necesaria reducción de la desigualdad.
Hoy el debate está centrado no sólo en cuanto ha bajado el número de personas que se
encuentran en situación de pobreza sino en cómo se generan mecanismos y políticas claras
para mitigar la desigualdad.
La población empieza a preguntarse si la democracia promueve la vigencia de los derechos
sociales, para todos y todas. Tengo la impresión que para que esto sea una realidad es
necesario transitar por una ruta que debe tener como orientación tres aspectos: El primero de
ellos, a mi modo de ver, está referido al establecimiento de políticas y metas concretas y
medibles para mejorar la distribución del ingreso, bajando la, hasta hoy, abusiva,
concentración del mismo. Debería ser materia de denuncia permanente y definido como
inaceptable que el 10% de la Población (los más ricos) se apropien del 81 % de la riqueza.
Que por lo demás, todos, incluidos los pobres, la generamos.
En segundo lugar, es necesario que entendamos que la política social debe estar encaminada,
centralmente, a la generación de pleno empleo ó empleo decente para todos y todas, y
En tercer lugar, propiciar programas de asistencia, a los más pobres, en alimentación,
educación y salud con metas concretas y medibles como medidas necesarias para mitigar la
desigualdad pero no como lo único que hay que hacer.
En lo que va del gobierno actual, se ha venido insistiendo en el desarrollo de programas de
asistencia y en mejorar la eficiencia de los llamados programas sociales, para los más pobres,
con medidas como: elaborar un padrón único, evitar la duplicidad de beneficiarios, una mayor
coordinación entre las instituciones que ejecutan programas sociales y la llamada focalización.
Acciones que van dando frutos. Sin embargo, es necesario desconcentrar recursos y
decisiones para aumentar la eficiencia.
Podemos, afirmar, entonces que: La mejora de las condiciones de vida de las grandes
mayorías como producto del, sin duda necesario, crecimiento económico no se ha producido
hasta hoy. A pesar de siete años de ininterrumpido crecimiento de la economía.
Por lo que el "Chorreo" se ha convertido, una vez más, en "goteo" hacia los más necesitados,
que son, dicho sea de paso, los que contribuyen decisivamente a esa bonanza. Situación que
queda clara al analizar la opinión de ciudadanas y ciudadanos de Lima Metropolitana, en el
sondeo de opinión realizado en el mes de diciembre del 2,009 por la unidad de investigación
de la universidad de Lima. En el mencionado sondeo ante la pregunta ¿cómo califica su
situación económica?; los entrevistados responden de la siguiente manera: el 63% la califica
de manera regular, mientras que el 22%, la siente como mala o muy mala.
Hay que ver, entonces, en que clave y con qué notas hacemos música para todos y cuáles
son los límites que no podemos ni debemos seguir soportando. Mitigar la pobreza y la
exclusión no puede esperar. Más allá de ser liberales o no.
Es necesario prestar especial atención a la urgente necesidad de distribuir mejor los costos y
los beneficios, del crecimiento económico. Es hora de que el crecimiento beneficie a todos los
ciudadanos y ciudadanas del Perú. Y, sobre todo, que el que más tiene pague más impuestos.
La Política y la Economía deben ser caras de una misma moneda, es necesario empezar un
camino sin retorno para que los derechos sociales, políticos y económicos puedan ser
gozados por todos y todas. Esa, qué duda cabe, es una condición necesaria para el
fortalecimiento y vigencia de la democracia.
Derecho Empresarial
Catedrático
Magt. Troy Cristian Becerra Martínez
Fecha 20/09/19