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La razón de que éste no sea un verso popular es que profundiza en las
áreas más incómodas y complejas de nuestra vida, nos pide acciones
muy difíciles de nuestra parte, un esfuerzo sobrehumano. Pero a la vez,
nos enseña que, si vamos a ser receptores de la gracia de Dios,
entonces debemos dar gracia a los demás.
Jesús nos pone la prueba de que, si no perdonamos a los otros, nunca
recibiremos realmente el perdón de Dios mismo. Él nos está
enseñando la forma más práctica para mostrar al mundo que
entendemos y vivimos el Evangelio, que es mostrar al mundo que
sabemos cómo perdonar.
¿Qué es el perdón?
“El perdón es la gracia refrescante que nos devuelve de
inmediato al Corazón de Jesús” [Francisco Avello, “HDiosO,
la fórmula de la vida eterna / EWTN].
El perdón es la acción por la que una persona perdona a otro una
acción considerada como ofensa, renunciando a vengarse o a reclamar
un justo castigo o una restitución, optando por no tener en cuenta la
ofensa en el futuro, de modo que las relaciones entre ofensor-
perdonado y ofendido-perdonante no queden afectadas.
El perdón trata de sanar mis frustraciones y dolores; no es
necesariamente una forma de liberar al otro, pero busca que el otro
descanse algo de culpa por haber sido perdonado; no es un regalo para
el otro, sino un regalo para uno mismo, para descargar la mochila del
odio, porque la verdad es que la amargura y la ira son una carga muy
pesada y miserable para llevar.
Perdonar no cambia el pasado, pero nos pone en una mejor posición
presente y futura. También implica el deseo del bien para la persona
que te hizo daño. Un indicador de que has perdonado es responder
esta pregunta:
¿Soy capaz de rezar verdaderamente a Dios y pedirle al
Señor que bendiga a esa persona?
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No es fácil, al contrario: es extremadamente difícil.
Hay historias de vida que tienen verdaderas decepciones y
victimizaciones. En estos casos el perdón sólo puede venir de Dios,
porque se necesita un perdón del tamaño de Dios.
Razones por las que debemos bendecir a quien nos hizo daño
1. Amar a los enemigos como camino revolucionario: este es el
camino de Jesús, un camino revolucionario, emulando el ejemplo
de nuestro Padre. El Sermón de la Montaña es la contracultura,
es el manifiesto del Reino en que Jesús nos llama a vivir con
principios diferentes que el mundo en que vivimos. En El
Sermón de la Montaña, Él nos dio un mandato explícito:
“Ustedes han oído que se dijo: ´Amarás a tu prójimo y
no harás amistad con tu enemigo´. Pero yo les digo:
Amen a sus enemigos y recen por quienes los
persiguen” [Mateo 5:43-44].
Cuando hacemos esto, estamos emulando a Dios mismo, que
“hace salir su Sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos
e injustos” [Mateo 5:45]. Esto es parte de Su llamado a “ser
perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto” [Mateo
5:48]. Estamos llamados a ser del “linaje fino” de los hijos de
Dios, no a vivir en el barro ni en el pantano de la amargura.
Somos los hijos de un linaje especial… y exigente.
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2. Donde abundó el pecado, sobreabunda la gracia: Dios
muestra extraordinaria paciencia hacia aquellos que caminan en
la ignorancia y en la incredulidad. Hace unos años, hubo una
inspiración atea en Internet: miles de personas que registraron
pequeños videoclips de ellos mismos afirmando blasfemar contra
el Espíritu Santo; mientras miraban los videoclips, muchos
cristianos tuvieron la sensación de que en corto tiempo, a partir
de ese momento, muchas de esas personas serían salvadas y
compartirían sus testimonios de salvación en Internet, dando
gracias a Dios por Su misericordia. San Pablo lo explica:
“Porque yo fui en un comienzo un opositor, un
perseguidor y un violento. Pero Él me perdonó porque
obraba de buena fe cuando me negaba a creer, y la
gracia de nuestro Señor vino sobre mí muy abundante
junto con la fe y el amor cristiano. Esto es muy cierto,
y todos lo pueden creer, que Cristo Jesús vino al mundo
para salvar a los pecadores, de los cuales soy yo el
primero. Por esa razón fui perdonado, para que en mí
se manifestara en primer lugar toda la generosidad de
Cristo Jesús, y fuera así un ejemplo para todos los que
han de creer en Él y llegar a la vida eterna” [1 Timoteo
1:13,16].
3. La bendición rebota a nosotros: cuando bendecimos, una
bendición es devuelta a nosotros en muchas maneras.
Cosechamos lo que sembramos. Como San Pedro exhortó:
“No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más
bien bendigan, pues para esto han sido llamados; y de
este modo recibirán la bendición” [1 Pedro 3:9].
4. La paciencia da buenos frutos: palabras de gracia y paciencia
producen más frutos buenos que palabras de enojo y frustración.
Ciertamente, hay momentos en que se debe corregir y hasta
reprender, pero siempre se debe hacer con amor [con caridad],
como se lee en Efesios 4:15; y con paciencia, como lo instruye 2
Timoteo 2:24-26, recordando que:
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“Una respuesta amable calma la furia, una palabra
hiriente hace que aumente la cólera” [Proverbios 15:1].
Realmente no sabemos lo que está sucediendo en la vida de una
persona: una mujer defendía consistentemente el aborto en sitios
web cristianos, unos días después -cuando fue desafiada sin
agresión- publicó lo siguiente: “Quiero pedir disculpas por
escribir comentarios locos de matar a los bebés. Yo estaba
tratando de vivir sin Dios y sin Sus principios en mi vida.
Pensé en el momento más feliz de mi vida, fue entonces
cuando iba a la iglesia y vivía para Dios. Por favor, oren por
mí. Gracias”. Aquí había una mujer sufriendo, con ganas de
volver a Dios, pero no teníamos la menor idea de que esto era lo
que alimentaba su fuego a favor del aborto. Por desgracia, con
demasiada frecuencia somos culpables de dar respuestas rápidas
y sin pensar, con lo que reforzamos la posición contraria en lugar
de ayudar a los otros a ver su error.
5. Romper el círculo de odio: cuando bendecimos a quien nos
maldice, rompemos el ciclo de la ira y del odio, que puede ser
una espiral ascendente. Este fue el consejo dado por San Pablo a
los creyentes de Roma, a raíz de Proverbios 25:21-22:
“Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene
sed, dale de beber: éstas serán otras tantas brasas
sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal, más
bien derrota al mal con el bien” [Romanos 12:20-21].
Rompamos el ciclo malo y destructivo de la carne, sigamos los
pasos de nuestro Señor Jesucristo que perdonó a quienes lo
crucificaron: es el camino de la vida y de la bendición, no sólo
para nosotros sino también para aquellos que se nos oponen.
Para profundizar en ello, deberíamos hacerlo considerando los
errores típicos sobre el perdón que nos perjudican, confunden e
impiden experimentar la gracia del perdón de Dios.
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Errores sobre el perdón
El perdón significa que hay que olvidar: desafortunadamente,
no tenemos la capacidad de borrar nuestros recuerdos a nuestro
antojo. Los recuerdos son muy reales, sobre todo si están
envueltos en dolor; ellos siempre pueden estar allí; sin embargo,
hay una maravillosa oportunidad de decir: “No he podido
olvidar, lo recuerdo muy bien y, sin embargo, por la gracia
de Dios quiero perdonar”.
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El perdón viene de una disculpa: decir “lo siento” no cura las
heridas; sin embargo, el verdadero perdón no puede venir de una
declaración concisa, sino más bien de Dios Padre Todopoderoso.
Dios debe perdonar primero. Es un diálogo con Dios, donde le
pedimos que nos dé la fuerza y la perseverancia, la paciencia y la
humildad para perdonar a la otra persona. En pocas palabras: el
perdón viene de Dios, no de nosotros.
El Papa Francisco dice que “no hay santo sin pasado ni pecador sin
futuro”. Las personas que han hecho mal pueden hacer algo bueno,
¡siempre! Quien ha hecho mal puede hacer después el bien. La
verdadera seguridad no la da una justicia vengativa, sino una justicia
reeducativa que pasa a través de recorridos de recuperación, porque un
hombre recuperado ya no herirá más a los demás.
Nunca hay tanta maldad en este mundo que Dios no pueda usarla para
bien, siempre y cuando uno esté dispuesto a entregarle el dolor a Él.
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El perdón es un proceso que no debe ser apresurado. El perdón trae libertad
y sanación, pero no lo empuje demasiado temprano. Se trata de una
relación con Dios y no con quien le ofendió.
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Hay una guerra espiritual que no podemos ver con nuestros ojos ni
escuchar con nuestros oídos. Ruge en nuestros corazones, en nuestra
cultura y en nuestro mundo. Nos quieren tentar para que nos pasemos
al bando perdedor.
En la Sagrada Escritura, Dios advierte continuamente a su pueblo que
debe prepararse para la guerra. Él es el Rey victorioso, y Satanás y todo
el infierno saben que no hay esperanza de la victoria final, pero por
despecho él y todos los demonios luchan para arruinar a la mayor
cantidad de almas que puedan.
Nuestra guerra no se combate con armas hechas de nuestras propias
manos, sino por la gracia de Dios. Una gracia fundamental es la
razón, la capacidad de examinar las cosas que nos llegan,
determinar cuáles son tentaciones y cuáles no lo son, cuáles son
buenas [vienen de Dios] y cuáles hay que desechar [no vienen de Dios].
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El maligno busca nuestra pérdida del razonamiento
La pérdida de la razón se ha convertido en el campo de batalla del
diablo en la cultura moderna, lo que nos impide apreciar en detalle las
tentaciones a las que estamos expuestos para combatirlas.
Hoy en día, se está extinguiendo la capacidad de argumentar y analizar
con detenimiento y raciocinio nuestra vida. CS Lewis enmarca la
situación de esta manera en “Cartas del Diablo a su sobrino”:
“En ese momento [siglos antes] los hombres todavía sabían bastante bien
cuándo se demostraba una cosa y cuándo no; y si se demostraba realmente,
creían. Estaban dispuestos a modificar su forma de vida como resultado de
una cadena de razonamientos” [Screwtape Letters, 1].
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Es obvio que el diablo odia un retorno a la razón y que razonemos
sobre las cosas que nos suceden, él quiere adormecernos para poder
dominarnos, porque de lo contrario no puede hacerlo. Él evitará a toda
costa hipnotizarnos, para que no estemos en guardia.
Como dice Escrutopo:
“El problema sobre la argumentación es que mueve toda la lucha al campo
del Enemigo [de Dios]. Nosotros también podemos argumentar, pero el acto
mismo de argumentar despierta la razón del paciente, y una vez que está
despierto ¿quién puede prever el resultado?”.
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Por más que hayamos crecido en el camino de Cristo, todos somos
propensos a la duda. La comprensión de cómo guía el Espíritu Santo
y cómo engaña el diablo puede ayudarte a seguir los pasos que el Señor
ha ordenado para ti, en vez de caer en la trampa del león rugiente;
pero siempre es necesario orar, en cada paso particular.
Una lección del apóstol San Pablo puede ayudar: él observó con
agudeza la diferencia entre sus propios planes, los planes del Espíritu
Santo y los planes del diablo. Pablo fue llamado a predicar el Evangelio
a los gentiles y se puso a realizar los pedidos de su Padre con fervor,
todo lo que se muestra en la persecución a la Iglesia; viajó por el
mundo en su época, pero cuando él y su equipo apostólico pasaron por
algunas ciudades para predicar la Palabra, el Espíritu Santo se lo
impidió a favor de una misión más estratégica. Por una visión en un
sueño, Pablo llegó a la conclusión de que el Señor quería que él
predicara el Evangelio en Macedonia sólo después de que el Espíritu
Santo le impidió en dos ocasiones predicar en otras ciudades. Luego, le
dio una visión que claramente estableció la siguiente etapa de su viaje
misionero… no ha cambiado esto para nosotros, que también viajamos
con Cristo.
En otras palabras: Pablo tenía sus propios planes, pero el Espíritu
Santo tenía un plan diferente para él. ¿Cuántos de nosotros, hoy,
hemos tenido una visión del Espíritu Santo alguna vez? También hay
que considerar visiones retrospectivas, post-dicciones y no
predicciones.
Cuando nos abandonamos en el camino de Dios que va surgiendo en nuestra vida -
sin poner resistencias- y echamos una mirada para atrás, vemos la estela que deja
nuestra historia. Y ahí será más claro cuál es el rumbo e incluso por qué no sucedió
una cosa y sí sucedió la otra, aunque ambas habrían sido válidas para el Plan de
Dios según nuestro juicio.
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Pregunta al Espíritu Santo QUÉ ESTÁ PASANDO. Ora y
pregunta al Señor. En caso de duda, el primer paso es confiar en
el Señor y NO en nuestro propio entendimiento.
Sólo porque hemos visto un patrón de cómo se mueve el Espíritu Santo
o cómo obra satanás, no significa que automáticamente se puede
presumir qué o Quién está detrás de algo. Hay algunos indicios
demoníacos discernibles:
• ¿Dios ya te dijo que lo hicieras? Si estás convencido de
que el Espíritu Santo te dijo expresamente que hicieras
algo y te encuentras con obstáculos, es probable que el
enemigo esté tratando de evitar frutos para el Reino.
Satanás trabaja constantemente para impedir el plan de
Dios, a pesar de que ya está vencido.
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Los ojos de Dios recorren la Tierra con el fin de
fortalecer a aquellos cuyos corazones están
totalmente comprometidos con Él [2 Crón. 16:9].
¿Consejo?
“Encomienda tu camino al Señor, confía en Él, y Él
hará que pase” [Salmo 37:5].
No hay diablo en el infierno que pueda impedir la voluntad de Dios, si
aceptas Su plan.
Descubrir las tentaciones y luchar contra ellas
La razón enfocada en las señales que tenemos es la que nos permite
descubrir cuáles de las cosas que nos suceden son tentaciones, para
combatirlas y no arruinarnos, y cuáles son cosas de Dios.
Este es un proceso que se hace en silencio y en oración, tratando de
ver más allá de las coloridas propuestas del mundo; y reflexionando
sobre las consecuencias de los actos que se nos proponen.
Ahora es el momento de luchar contra las tentaciones, durante
nuestras vidas. Ahora es el momento de ponernos la armadura de Dios,
como soldados Suyos que somos, y tomar la espada. Porque en cada
cosa que decidimos, estamos eligiendo un bando en esta guerra: “El
que no está conmigo, está contra mí”.
Estrategias para luchar en esta guerra y vencer la tentación
Evita y/o huye de ella: a veces la discreción es la mejor parte del
valor.
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Supera el egoísmo: el verdadero amor no conoce el egoísmo,
porque si amas a Jesús, tú no te perteneces a ti mismo. [“Y
vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios”, 1 Corintios 3:23].
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La rendición de cuentas es muy importante: nos ayuda a
evitar el pecado. Cuando somos responsables ante el hombre y
ante Dios, eso nos ayuda a superar la tentación. [“Yahvé
preguntó a Caín: “¿Dónde está tu hermano?” Respondió: “No
lo sé, ¿soy acaso el guardián de mi hermano?” Entonces
Yahvé le dijo: “¿Qué has hecho? Clama la sangre de tu
hermano y su grito me llega desde la tierra”, Génesis 4:9-10].
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El Santo Nombre de Jesús es, ante todo, una oración
Todopoderosa. Nuestro Señor nos promete solemnemente
que todo lo que pidamos al Padre en Su nombre, lo
recibiremos. Por tanto, cuando decimos “Jesús”, pidamos a
Dios por todo lo que necesitamos con absoluta confianza de
ser escuchados ¡porque somos escuchados!
Cada vez que decimos “Jesús”, le damos a Dios alegría
infinita y gloria, porque Le ofrecemos todos los méritos
infinitos de la Pasión y Muerte de Jesucristo. Cada vez que
decimos “Jesús”, dejamos saber claramente que deseamos
ofrecer a Dios todas las Misas que se dijeron de todo el
mundo para todas nuestras intenciones. Cada vez que
decimos “Jesús”, es un acto de amor perfecto: nosotros
ofrecemos a Dios el amor infinito de Jesús.
El Santo Nombre de Jesús llena poco a poco nuestra alma
con una paz y una alegría que nunca antes hemos conocido
ni tenido. El Santo Nombre de Jesús nos da fuerza para que
nuestros sufrimientos y nuestras luchas diarias se
conviertan en luz y sean fáciles de llevar.
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1. Brinda ayuda a las necesidades corporales. Según la promesa
de Cristo, “en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en
lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque
beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los
enfermos y se pondrán bien” [Marcos 16, 17-18]. En el Nombre de
Jesús, los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados [Hechos 3,6] y
vida a los muertos [Hechos 9,40].
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5. Disfrutamos las riquezas de Cristo. Romanos 10:12 nos dice
que El Señor de todos es “rico para con todos los que le
invocan”. Escuchen bien: “rico”. Invocar no sólo nos salva de
muchas cosas negativas y destructivas, además es la manera de
que disfrutemos en nuestra experiencia ¡cuán rico es Cristo!
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9. Obtenemos un espíritu de arrepentimiento. Todos cargamos
con pecados y culpas, de algunos tenemos conciencia y de otros
aún no. Al ser expuesta nuestra verdadera condición, por la
fuerte iluminación del Señor -a través de invocar Su Santo
Nombre- experimentamos un cambio de manera de pensar y de
vivir. Descubrimos lo que hacemos mal y podemos obtener la
gracia, la fuerza y la perseverancia para rectificar nuestro
comportamiento y reorientar nuestra vida.
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Una forma simple para invocar el Nombre de Jesús
“Oración a Jesús” [“oración del corazón”] – desarrollada por
los monjes y los padres del desierto –: “Señor Jesús, Hijo de
Dios, ten piedad de mí”.
Algunas veces se dice: “Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad
de mí, pecador(a)”.
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Esto es lo que la Iglesia ha discernido sobre el Juicio Final.
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“Cristo vendrá en su gloria acompañado de todos sus
ángeles […] Serán congregadas delante de él todas las
naciones, y él separará a los unos de los otros, como el
pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su
derecha, y las cabras a su izquierda […] E irán éstos a un
castigo eterno, y los justos a una vida eterna” [Mateo 25, 31-
32-46].
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¿Cómo se verá?
¿Cómo será Su gloria?
¿Cómo ha de ser?
Definitivamente, Jesús es amor; por lo tanto, no puede separarse del
amor grande que nos ha tenido, dando Su vida por nuestra salvación y
obedeciendo al Padre; por ello, traerá los estigmas de Su Crucifixión.
Las heridas en pies, manos y costado serán la señal de que es Cristo, no
alguien más. Ya alguna vez el enemigo quiso pasarse por Cristo glorioso,
y los santos han notado este detalle: Jesús traerá las heridas, heridas de
Amor.
Pues, como todo poder se Le ha dado, vendrá con todo Su esplendor y
la Cruz le precederá.
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tesoro. Como no habéis depositado nada en sus manos, no
poseéis nada en Mí” [San Agustín, Sermón 18, 4].
Ante Jesús, todo se sabrá entre cada hombre y Dios. Todo, hasta lo más
insignificante, será puesto al descubierto. Cada cosa que se hubiera
hecho en lo terreno estará “registrada”. San Agustín nos dice que Dios
se vuelve hacia cada persona y le dirá que no le dieron de comer, y el
Evangelio sigue diciendo si fueron a ver a los enfermos, a los presos,
etc. Este es el tema de las obras de misericordia físicas [visitar a los
enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar
posada al peregrino, vestir al desnudo, visitar a los presos, enterrar a
los difuntos]. También están incluidas las obras de misericordia
espirituales: enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo
necesita, corregir al que se equivoca, perdonar al que nos ofende,
consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo, y rezar
a Dios por los vivos y por los difuntos.
Santa Faustina ha insistido en que ser misericordioso nos ayudará
para que Él lo sea con nosotros. Porque Jesús juzgará lo que hiciste
en la Tierra, pero verá también los detalles.
La misericordia pesará más que la justicia y le ganará. Por eso, Jesús ha
de decirles a los Apóstoles y a los que predicaba:
“Sean misericordiosos como Su Padre es misericordioso”.
Él hace salir el Sol sobre buenos y malos. Por eso vivan
portándose como si ya fuera a suceder. Jesús no reveló cuándo
juzgará, sólo mencionó que será al final de los tiempos. Ni
siquiera Él sabe cuándo pasará, sólo el Padre sabe el día y la hora.
Este juicio triunfará sobre toda injustica cometida. En ese momento, se
sabrá la última palabra que dará sobre toda la historia, hacia dónde
Dios nos quería conducir, cómo la Providencia llevó a todos por
caminos admirables conduciendo todo hacia el fin último.
Señales de Su segunda venida
✓ Los cristianos serán perseguidos y odiados. Todo el tiempo
hemos sido perseguidos a muerte.
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✓ Muchos nos traicionarán. Desde los primeros cristianos hay
mártires y apóstatas.
✓ La caridad se enfriará.
✓ La Buena Nueva será proclamada en todo el mundo.
Estas señales son ambiguas, pero no por ello se debe relajar el espíritu.
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Quedarán definitivamente respondidas las frecuentes preguntas:
¿Por qué Dios permite la injusticia?
¿Por qué los malos triunfan y los buenos fracasan?
La Sabiduría Divina destapará todo aquello que para nosotros no tiene
sentido hoy.
Por eso, para salvarse se necesita fe, confianza en Dios. Y obras de
misericordia.
Los santos han sido siempre una guía para conocer la
misericordia y el amor de Dios: ellos, como seres humanos, han
cometido errores, pero también han sabido superarlos. Son un
ejemplo de perseverancia en el encuentro hacia Dios.
En el camino al Gólgota, Jesús caminó con la Cruz a cuestas, la llevó
dignamente en Su hombro; pasó hambre, ya que no comió desde el día
anterior; azotado y coronado de espinas, vejado, escupido, lleno de
llagas, varón de dolores. Sufrió por lo que sentía, por lo que oía y por lo
que veía. Los dolores de Cristo son externos, pero también
internos. Y Él nos enseña a que, cada vez que caigamos, nos
levantemos. Sin tener culpa de nada, fue maltratado, mostrando que sí
se puede levantarse, por más profundo que sea el dolor o el agujero.
Santa Teresa de Jesús, monja carmelita descalza, nos ha dejado unas
hermosas frases convertidas en oración, que nos recuerdan la
salvación. Pero más que ser premiados o castigados, es el amor el que
nos debe conducir a Jesús -nuestro Dios:
“No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera”.
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Y así como nació en un humilde pesebre, volverá.
Vendrá a juzgar a vivos y a muertos, a llevarnos hacia el Cielo… o lejos
de Él.
Amarle a Él, vivir para Él, como si no hubiera infierno, como si no
hubiera cielo. Entonces, Le veremos a Él, que es Amor. En nubes, con
ángeles y serafines, todo hermoso, ¡magnánimo! Con sus cinco llagas, y
reinará por los siglos de los siglos.
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Hay una parábola de Jesús que nos explica -de manera muy particular y
didáctica- la misericordia de Dios y Su Amor. Con ella se puede
entender de una mejor forma el tema del juicio particular.
El Evangelio según San Mateo lo relata así:
«El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que
salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para
su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario
al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y
al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: “Id
también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo”. Y
ellos fueron.
«Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo.
Todavía salió a eso de la hora undécima, y al encontrar a
otros que estaban allí, y les dice: “¿Por qué estáis aquí todo
el día parados?”. Y ellos dijeron: “Es que nadie nos ha
contratado”. Y les dijo: “Id también vosotros a la viña”.
«Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador:
“Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los
últimos hasta los primeros”. Vinieron, pues, los de la hora
undécima y cobraron un denario cada uno. Al venir los
primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también
cobraron un denario cada uno. Y al cobrarlo, murmuraban
contra el propietario diciendo: “Estos últimos no han
trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros,
que hemos aguantado el peso del día y el calor”.
«Pero él contestó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna
injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues
toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo
mismo que a ti. ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que
quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?”.
«Así, los últimos serán los primeros, y los primeros serán los
últimos» [San Mateo 20, 1-16].
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Amor y misericordia
El dueño de la viña ha encontrado personas a diversas horas; a cada
una la ha contratado en diferente momento; todas van a trabajar. Si
bien les pagan a todos lo mismo, ¿acaso el que trabajó más merece
igual que los que trabajaron menos?
EL TEMA NO ES EL TRABAJO, ES LA MISERICORDIA.
Analizando cada personaje y cada detalle:
¿Quién es el propietario? Dios, el dueño de todo lo que hay.
¿Quién es el obrero? Todos nosotros en general, pero con una
característica: nos hemos encontrado con el dueño de la vid.
Si el jefe es el Señor y el obrero soy yo, ello significa que es un
encuentro, es la conversión personal.
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En este caso, no hay ninguno que se niegue: todos los que se
encontraron con Dios en diferentes momentos de la vida se han
salvado, por Su misericordia y Su amor. Pues nadie pagaría a una
persona algo sin que trabaje.
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Dios llama, no quiere perder a nadie. El negocio de la vid es “la excusa
perfecta” para que la gente se tope con Él, se convierta y se salve. Así le
pagará a cada uno en el juicio particular.
El precio de tu elección
En la parábola anterior, Dios nos muestra que quiere que todos se
salven y que será misericordioso a la hora del juicio particular.
Pero, ¿y si alguno de éstos se hubiese negado a trabajar?
Entonces, vemos que sucede en otra parábola [San Mateo 22, 1-13]:
«Tomando Jesús de nuevo la palabra, les habló en
parábolas, diciendo: “El Reino de los Cielos es semejante a
un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió a
sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no
quisieron venir. Envió todavía a otros siervos, con este
encargo: Decid a los invitados: ´Mirad, mi banquete está
preparado, se han matado ya mis novillos y animales
cebados, y todo está a punto; venid a la boda´.
«Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el
otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los
escarnecieron y los mataron. Se airó el rey, y enviando sus
tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a
su ciudad. Entonces dice a sus siervos: ´La boda está
preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los
cruces de los caminos, y a cuantos encontréis, invitadlos a
la boda”.
«Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los
que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó
de comensales. Entró el rey a ver a los comensales, y al
notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice:
´Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?´. Él se
quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: Atadle
los pies y las manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí
será el llanto y el rechinar de dientes».
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En esta parábola se ve que Dios llama a la boda del hijo [JESÚS]. Unos
no vienen, por lo tanto, no reciben nada ni comen nada.
A los que les ruega que lleguen, tampoco hacen caso.
Los que mataron a los siervos son como los que en el Antiguo
Testamento mataron a los profetas.
¿Quién recibe el premio del Cielo, el que cumple la misión del
Señor, o quien la ignora?
¿Cuál fue la reacción? ¡Muerte, fuego!
El rey necesita llenar el salón para la boda, y por ello dice que venga el
que sea. Pero que vengan. Aquí es cuando llega el rey y ve que todos,
buenos y malos, han cambiado su ropa por una de bodas.
La ropa es nuestra vida, nuestras elecciones.
Nos han anunciado a Cristo y en ese encuentro hemos dejado todo.
Malos y buenos renunciaron a su vida pasada y se vistieron con el traje
de bodas.
Pero hay uno que se cuela: piensa que puede engañar al rey.
Sabe que es un buen banquete, un buen premio lo que va a recibir,
pero no ha querido cambiar su ropa. Esto se refiere a que no ha
cambiado su forma de vida: por ello piensa que puede meterse en el
banquete y que entre tanta gente nadie se dará cuenta, ni el rey. Al
verse descubierto por el rey, se queda callado. Y por ello lo echan:
porque no quiso cambiar su vida, a pesar de haberse encontrado
con Cristo.
Si hubiese dicho “no tengo para comprarme otro traje”, el rey le
hubiese dado uno. Pero esa no era su intención.
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Cada quien lo usa de acuerdo con lo que se le “ocurre”, tal vez un poco
bien o un poco mal. Ha de morir, cuando ya no tiene nada. Su paga es
lo que cosechó. Para poder estar con el Padre Dios, debe arrepentirse y
cuidar cerdos [EL PURGATORIO]: una forma para llegar limpio al
Cielo.
Por eso, al terminar su tiempo con los cerdos, Dios lo recibe con los
brazos abiertos: uno más en el Cielo.
Aquel que no se arrepiente, va al Infierno, como el que quiso engañar a
Dios. Aquel que ha obrado de buena forma, va al Cielo, siempre y
cuando esté sin mancha; de lo contrario, va al Purgatorio y de allí, ya
con Dios.
DIOS ES AMOR
Aún hay tiempo. Mientras estés vivo, Dios te espera.
Lo que cosechaste será tu recompensa. Porque en ese instante de tu
muerte, serás juzgado y con ello se decidirá tu vida eterna, si necesitas
purificación irás al purgatorio con la esperanza de haberte salvado;
teniendo que pagar, sí, pero sabiendo que un día estarás en el Cielo.
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Cuando en 1857 Jesús se aparece a la Beata Madre Encarnación, es
para recordarle al mundo que Él sufre, porque no quiere que ninguno
de Sus hijos se pierda. Es como si le clavasen un dardo en el Sagrado
Corazón y se lo retorcieran. Él ama mucho y no quiere que se pierda
ninguno… ¡nadie!
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Creemos que tenemos ciertas áreas “bajo control” y que no
necesitamos más instrucción sobre ellas. Creemos que hemos
aprendido a caminar por la fe, porque nos sentimos muy unidos a
Cristo, a la Virgen María, a los santos y a los ángeles. Creemos que ya
aprendimos a confiar en Dios.
Pero a veces Dios nos vuelve a probar ¡porque Él nos conoce mejor de
lo que nos conocemos a nosotros mismos! Y podemos llegar a
sorprendernos al descubrir que, en realidad, no sabemos todo lo que
pensábamos que sabíamos.
Dios traerá pruebas a tu vida para aprendas las lecciones que Él está
tratando de enseñarte. Recuerda, Jesús es el Divino Maestro y un
Maestro enseña, alecciona, corrige, prueba.
Él sólo quiere nuestro avance espiritual, que no nos quedemos para
siempre en el “kínder espiritual”. Es como un águila madre enseñando
a sus aguiluchos a volar: cuando llega el momento en que deben
hacerlo, la madre águila tiene un método poco ortodoxo e incluso
brusco de fomentarlo… básicamente, inicia a empujones a los
aguiluchos fuera del nido; esa es una larga caída, porque las águilas
construyen sus nidos en los picos más altos de las montañas. Después
de que la madre empuja al aguilucho fuera del nido, espera hasta que
haya descendido unos 100 metros, y entonces se abalanza sobre él y lo
ataja, poniéndolo de nuevo en el nido; y luego, comienza nuevamente
la lección, empujándolo hasta que caiga un poco más abajo, y vuelve a
atraparlo; y nuevamente la lección.
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Entonces, ¿por qué Dios hace eso? Él quiere que crezcamos
espiritualmente, nos está puliendo y tallando, somos Su diamante.
Él quiere que aprendamos a volar más alto. Quiere que aprendamos
que Él es quien dice ser, quiere que confiemos ABSOLUTAMENTE en
Él -incluso cuando no lo entendamos-, quiere que seamos pacientes
con Él como Él lo es con nosotros -incluso cuando parece que Él no
hace funcionar nuestras agendas-. Él quiere que crezcamos y seamos
fuertes espiritualmente para luego llevarnos con Él.
En la Carta de Santiago, se nos da algo de información acerca de las
pruebas:
“Hermanos, considérense afortunados cuando les toca
soportar toda clase de pruebas. Esta puesta a prueba de la
fe, desarrolla la capacidad de soportar, y la capacidad de
soportar debe llegar a ser perfecta si queremos ser
perfectos, completos, sin que nos falte nada” [Carta de
Santiago 1:2-4].
¿No entendemos que la prueba es una oportunidad para crecer?
Pues sí: es una oportunidad para aprender. Dios no quiere seguidores
part time [a tiempo parcial]. Él no quiere ser considerado un “amigo
celestial” en el Cielo. Tampoco quiere que le sigamos por lo que nos da,
porque nos hace sentir mejor con nosotros mismos o porque
necesitamos “un poco de cielo” en nuestra vida. Él quiere que le
sigamos porque Le amamos y queremos conocerlo más para
servirle más y mejor.
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Danos HOY el pan de cada día
Durante el ministerio de Jesús en la Tierra, Él sabía que la gente Le
seguía por las razones equivocadas y por los motivos equivocados, e
intencionalmente hizo cosas y dijo otras que ralearon [depuraron] sus
filas. Esto puede ser una sorpresa para nosotros, pero es cierto.
Jesús enseñó a sus discípulos a orar: “Danos hoy nuestro pan de cada
día” [Mateo 6:11]. Él no dijo: “Danos nuestro pan para todo el año”
ni “Danos el pan para todo el mes”, incluso tampoco dijo “Danos
pan para toda la semana”. Él dijo: “Danos hoy nuestro pan de cada
día”. Cuando Jesús nos enseñó a orar de esa manera, Él nos estaba
mostrando que tenemos que depender de Dios, que tenemos que
estar buscando al Señor para proveernos de las cosas que
necesitamos.
Pero antes de pedir: RECONOCER Y ALABAR. Porque Jesús oró
primero: “Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu
nombre, venga a nosotros Tu Reino. Hágase Tu voluntad en la
Tierra como en el Cielo” [versículos 9-10].
Antes de pronunciar una palabra de petición personal, hemos de
contemplar la grandeza de Dios y permitirnos sumirnos en Él.
Probablemente entonces, después de hacer esto, puedas cambiar sobre
lo que estás a punto de orar. Al pensar en Dios y en Su Grandeza,
podrás ver el problema en perspectiva.
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En realidad, nosotros perdemos usualmente la dimensión de las cosas.
Muchas veces se diluye en nuestra mente lo grande que es Dios y
consideramos nuestros problemas fuera de proporción, que son mucho
peores de lo que en realidad son.
Lo que tenemos que hacer es poner las cosas en su justa dimensión, y
ver cuán grande y cuán poderoso es nuestro Dios. Ello nos ayudará a
ver nuestros problemas como lo que son: cosas que se pueden
resolver por Dios.
Así que, cuando Dios nos da una prueba, cuando la prueba se te
presente, no la trates como a un intruso indeseable: ¡dale la bienvenida
como a un amigo! Es una oportunidad para que Dios muestre Su
poder en tu vida, es una oportunidad de aprender cosas que
necesitas aprender.
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Hay baches en la vida que encontramos en algún tramo de la vida. Un
bache significa un agujero, un pozo profundo, un defecto en la
carretera, un revés de cualquier tipo; algo que nos detiene; algo que
puede causarnos daño, pero también puede hacer que cambiemos
nuestro camino y ése puede ser el punto central de los baches.
¿Estás dirigiéndote a Dios por el camino que vas, a la gloria? O
por el contrario ¿vas por el camino del mundo, que es siempre
destructivo?
El camino del mundo puede parecer suave al principio, pero siempre
está lleno de peligros ocultos.
Cada vez que llegamos a la rutina, tenemos que asegurarnos de que
nuestro papel no se haya desviado del plan de Dios, de nuestra misión;
no es la gloria de este mundo [poder, placeres, popularidad,
ensimismamiento, orgullo, glotonería, frivolidad] sino que es el
resplandor auténtico y la gloria del Cielo.
Satanás, “el príncipe de este mundo”, seduce como sólo él lo sabe
hacer, cegándonos, no podemos ver lo que viene cuando estamos
conectados con el mundo y desconectados de Dios. Satanás es “la
oscuridad brillando”.
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Más importante aún: mira lo que ellos te indican.
Baches grandes, baches pequeños, medianos, significativos o
insignificantes; problemas cotidianos; a veces, enfermedad; a veces,
una trampa. Nunca es agradable estar yendo bien y de repente, sentir
que un neumático revienta contra algo destinado a estar allí. No lo vio
venir, o no podía desviarse. Éstos son peores cuando nos estamos
moviendo demasiado rápido o nuestros ojos están vagando por ahí. Y
cuando nos estamos moviendo demasiado rápido, no nos detenemos a
pensar por qué ocurrieron.
Por lo tanto, con demasiada frecuencia nos dirigimos a otros baches
más grandes o retornamos y otra vez hacemos lo mismo.
Piensa también en esto: cómo los baches pequeños en tu vida
precedieron a los grandes baches. Si no son baches, golpes.
A veces, hay un precipicio [ejemplo: para Juan Pablo II, un
precipicio fue el atentado que sufrió por un disparo de bala;
aunque, por supuesto, en un hombre de la calidad de santidad de
Karol Wojtyla, podría deducirse que aquel incidente formó parte
del plan de Dios para hacerlo santo, ya que al parecer fue elegido
desde su nacimiento para el destino que tuvo, como todos los
grandes santos lo fueron].
Durante un tiempo, no será posible que sigas adelante. Pudo haber
sido causado por un neumático desinflado, eso podría haber sido un
punto de Dios: para pararte en tu ruta y hacer que vuelvas a evaluar
dónde estabas y hacia dónde te dirigías.
Los baches nos ponen en “la trilla”: para separar la paja, las ramas y las
cosas malas, del trigo; para que evitemos el Purgatorio. Dios no nos
juzga por nuestros problemas, sino por la forma como
respondemos a ellos. Podría ser una factura que no podemos pagar,
la venta de la casa que se cae a punto de cerrar el trato, un divorcio,
una enfermedad terminal…
A menudo, los pequeños baches se convierten en grandes baches
cuando no se tratan y remedian de inmediato.
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¿Qué hacer ante un bache? Corrige tu camino y ejercita el optimismo
realista. Puede que ahora no seas capaz de ver a través del agujero
profundo, pero recuerda: más allá está la respuesta. No te impacientes,
no te desesperes, no dejes de confiar en Dios.
Renuncia al reino de este mundo y conviértete diariamente en Dios.
Evita la autocrítica, que no sirve para nada; evita juzgar a los demás y
tratar de controlar todo en tu vida y/o en la vida de quienes te rodean.
Si te frustras porque las cosas no van como quieres, sólo estás
preparándote para la negatividad, que es una manera de permitir a los
demonios invadir tu espacio. Tú no tienes control sobre todas las
cosas que te suceden, pero sí tienes control total sobre cómo
responderás a ellas; tómalo con calma y perspectiva.
Toma toda esa energía desperdiciada en tratar de forzar la vida para
adaptarte a tu percepción de “cómo debería ser”, y canalízala, en lugar
de tratar de enfrentar lo que la vida te trae. Fluye con todo, así serás
digno a la vista de Dios, porque responderás con serenidad, paz y
amor, inteligencia y sabiduría, que son Sus dones.
Muchas personas vienen a la fe en Cristo creyendo que “una varita
mágica” se posará sobre ellos y todo estará bien. Pero la genuina
sanación y salvación NO funciona de esa manera. Siempre que estás en
el camino de Dios, estás viviendo; y quien vive, experimenta
temporadas de pruebas, quebrantamientos y remodelaciones de Dios.
Recuerda que él talla diamantes, no cristales, porque somos Su joya.
No le des oportunidad a Satanás de hacerte daño, destruir tu confianza
en Dios y aniquilar tu fe; no le abras la puerta con tristeza, quejas,
reclamos ni peleando con Dios porque nada funciona en tu vida.
Cuando Dios nos quebranta, es para nuestro propio bien. Además, es
una buena noticia que Él lo haga, pues eso significa que estamos en Su
corazón y Él está en el nuestro; ya lo dijo Santa Teresa de Calcuta: “si
duele, es amor”.
Dios tiene que sacar toda la escoria y el mal que hay en mí. El proceso
NO es agradable, pero Él nos permite pasar por ese tipo de dificultades
porque Él sabe que nos bendecirán al final… y nos santificarán… y al
Cielo no llega quien no es puro, para hacerse santo en Él y con Él.
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Abandonándose totalmente en Él, las pruebas tienen otro sabor
Sí, incluso son dulces. ¿¡Cómo?! Muy sencillo:
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corriera para resolver las cosas e interviniese con frecuencia, Dios
eliminaría la libertad humana, su gran regalo.
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A continuación, por qué es tan importante quedarse en la iglesia en
conversación íntima con el Señor, después de comulgar, para una
acción de gracias al final de la Santa Misa.
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Despedida del pueblo por el diácono o el sacerdote,
llamando a volver al mundo haciendo obras buenas y
bendiciendo constantemente a Dios
El beso del altar por parte del sacerdote y del diácono
Su salida por el pasillo central
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“PERO LAS ALMAS NI SIQUIERA ME PRESTAN
ATENCIÓN, Me dejan a Mí y se ocupan de otras cosas.
“¡Oh, qué triste es que las almas no reconozcan el Amor!
ME TRATAN COMO UN OBJETO MUERTO” [#1385].
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3. Le hacemos sentir lo que más nos preocupa en este
momento en particular
4. Ponemos nuestra vida totalmente en Sus Manos
5. Le pedimos que no nos deje, que no permita que nos
separemos de Él, que nos acompañe durante el día y
durante toda nuestra vida, y le reconfirmamos que
confiamos en Él para todo lo que suceda en nuestra
vida terrena y para llegar a sus brazos en la vida eterna.
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Nosotros somos un lugar de habitación de la Santísima
Trinidad en la gracia, pero no sustancial.
En definitiva, la digestión es lo que elimina la Presencia física real
de Jesucristo en nosotros. Por lo tanto, ello hace que sea un error
grave irse de Misa inmediatamente luego de haber tomado la
Sagrada Comunión, sin acción de gracias, sin esos 15 minutos
[como mínimo] de quedarse a solas con Nuestro Señor.
Porque salimos llevando con nosotros mismos la Presencia física de
Dios.
Una anécdota de San Felipe Neri, cuenta que uno de sus feligreses
devotos que asistían a Misa todos los días, se iba inmediatamente
después de recibir la Comunión. El sacerdote resolvió el problema:
pidió a dos monaguillos que caminaran a su lado con sus cirios
encendidos hasta la puerta, luego de lo cual él salía de la iglesia y
subía a su carruaje. Después de varias veces, el caballero -turbado y
avergonzado- le preguntó al sacerdote por qué había ordenado
hacer eso; San Felipe Neri le contestó que cuando él salía de la
iglesia, Cristo todavía estaba presente en él y Su Sagrada Presencia
debía ser honrada con velas encendidas.
Obviamente, la explicación personal hizo que el caballero se
quedara en acción de gracias por un tiempo después de recibir
la Sagrada Eucaristía.
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San José Cottolengo anhelaba tanto esta anticipación de
Cielo, que les decía a las Hermanas que hacían las Hostias,
que las fabricaran más gruesas para que Jesús
permaneciera más tiempo en él y así poder darle gracias
por más tiempo.
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celebración, si es posible quedándose en el templo para
orar por un momento”. [Inaestimabile Donum No. 17].
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San Juan Crisóstomo afirma:
“Cuando una persona ha comido algo delicioso en
un banquete, tiene cuidado de no poner nada
amargo en la boca inmediatamente después, por
temor a que pierda el sabor de tales delicadezas. De
la misma manera, cuando hemos recibido el
Precioso Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo,
debemos cuidarnos de no perder Su Sabor Celestial
al volvernos demasiado pronto a los asuntos y a las
preocupaciones del mundo”.
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“Recibimos un aumento de la caridad, la más
elevada de las virtudes, que vivifica y anima a todas
las demás, y es el principio mismo del mérito.
“A menudo, Cristo daba gracias a Su Padre por
todos Sus beneficios, en particular por el de la
Encarnación Redentora; con toda Su alma
agradecía a Su Padre, por haber revelado Su
misterio a los pequeños, no a los sabios ni a los
ricos. En la Cruz, Le dio las gracias al pronunciar
Su Consummatum est. En el Sacrificio de la Santa
Misa, de la cual Él es el Sacerdote principal,
Jesucristo no deja de agradecerle”.
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La comprensión de que Dios Padre está mirando el alma de
cada uno de nosotros después de la Sagrada Comunión,
buscando nuestro amor.
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que tenemos que hacer, las opciones que tenemos; PORQUE
ES NUESTRO AMIGO Y ESTAMOS HABLANDO CON
NUESTRO AMIGO ÍNTIMO MÁS IMPORTANTE, decirle que
necesitamos Su consejo, Su dirección, Su ayuda y que nos dé
fortaleza; estamos ante nuestro mejor Amigo y mejor
Consejero, preguntarle qué debemos hacer y cómo debemos
hacerlo -porque queremos hacer bien las cosas de acuerdo
con lo que Él decida-; ir a lo concreto, al grano: plantearle la
tentación que tienes, el problema que se te presenta ahora y
cómo superarlo, también lo relacionado con tus seres
queridos; discute con Él los problemas del trabajo y la
familia, las dudas que tengas y los inconvenientes que ves.
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ofrecerás todas las acciones diarias. En forma concreta, le
prometes algo con respecto a algún pecado o a una tentación
frecuente. EN TODO ESTE PROCESO DE ACCIÓN DE
GRACIAS, NO OLVIDES A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:
nadie se preparó como Ella para la venida de Cristo, nadie Lo
amó humanamente como Ella y nadie cumplió lo que Él
quería como Ella. Y A NADIE JESUCRISTO CUMPLE SUS
DESEOS COMO A ELLA.
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https://www.youtube.com/watch?v=TVA6dbIIaLE
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Pequé, Señor, ingrato Te he ofendido
infiel Te fui, confieso mi maldad.
Me pesa ya, ¡perdón, Señor, te pido!
Eres mi Dios, apelo a Tu Bondad,
Eres mi Dios, apelo a Tu bondad.
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Sor Lucía de Fátima y el Santo Rosario
Sor Lucía Dos Santos, una de las tres videntes de Fátima, dio varias
razones para rezar el Santo Rosario todos los días.
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Están consignadas en el libro escrito por la Sierva de Dios -fallecida
en 2005-, “Llamadas del Mensaje de Fátima”. En éste, recuerda
que la Madre de Dios hizo esta invitación desde su primera
aparición en Fátima [Portugal] el 13 de mayo de 1917.
“Reza el Rosario todos los días, para obtener la paz para
el mundo y el final de la guerra”, alentó la Santísima
Virgen en Su mensaje inicial.
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“Si ese no fuera el caso -dice la Sierva de Dios- Nuestra
Señora no lo habría pedido con tanta insistencia”.
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nada que los sustente… y terminan por perderse en el
materialismo de la vida terrenal”.
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{Mensaje de Fátima} “El infierno es una realidad. Es un fuego
sobrenatural y no físico, y no puede ser comparado al fuego que arde,
de madera o de carbón (…) Continúen predicando sobre el infierno,
porque Nuestro Señor mismo habló del infierno y está en las Sagradas
Escrituras. Dios no condena a nadie al infierno. Dios dio a los hombres
la libertad de escoger, y Dios respeta esa libertad humana”.
{El fin de los tiempos} “La batalla final entre el Señor y el reino de
satanás será acerca del MATRIMONIO y de LA FAMILIA. No teman,
porque cualquiera que actúe a favor de la santidad del matrimonio y de
la familia, siempre será combatido y enfrentado en todas las formas,
porque éste es el punto decisivo. Sin embargo, Nuestra Señora ya ha
aplastado su cabeza”.
{La visión del infierno; Nuestra Señora les dijo} “Visteis el infierno, a
donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios
quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón.
Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán
paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejan de ofender a Dios, en
el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche
iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios
os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la
guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.
Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a Mi
Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros
Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz…”.
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bien catequizados, que, sin otra instrucción, pudieron
bautizarlos”, cuenta fray José Jiménez Samaniego, general de la
Orden Franciscana, años después de los hechos. Habían sido
enseñados por esta misteriosa “Dama Azul”, quien siguió
haciéndolo durante años y a quien, con el tiempo, los frailes
terminaron identificando como Sor María Jesús de Ágreda;
cuando en la iglesita de Isleta los frailes mostraron a los indios
diversos retratos de monjas, todos sin excepción señalaron
espontáneamente a Sor María Jesús como ´la mujer joven y
hermosa vestida de azul que nos habló de Dios´.
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desierto, a su lugar, donde es alimentada por tiempos y
tiempos, y la mitad del tiempo fuera de la cara de la serpiente.
Y la mujer arrojó el dragón de su boca. Y el dragón se indignó
contra la mujer y fuese para hacer guerra a los demás de su
generación, que guardan los mandamientos de Dios y tienen
el testimonio de Jesucristo.
1
La unión hipostática es un término técnico que designa la unión de las dos naturalezas, divina y
humana, que en la teología cristiana se atribuye a la persona de Jesús. De esta manera, Cristo es
Dios en la carne (Casiodoro de Reina; Cipriano de Valera (1909).
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Y fue como decirles a los ángeles: No castigaré yo de esta manera a
las creaturas que he de crear, porque de la naturaleza humana
descenderá esta mujer en cuyas entrañas tomará carne mi
Unigénito, que será el restaurador de mi amistad y apaciguará mi
justicia, y abrirá el camino de la felicidad que cerrará la culpa.
Tuvo también otro efecto aquella gran señal en los ángeles buenos,
que como de la porfía y contienda con Lucifer estaban como
afligidos y contristados, y casi turbados, quiso el Altísimo que, con
la vista de aquella señal, se alegrasen; y con la gloria esencial, se les
acrecentase este gozo accidental, merecido también con su victoria
contra Lucifer [¿Quién como Dios?, San Miguel Arcángel] y viendo
aquella vara de clemencia que se les mostraba en señal de paz,
conociesen luego que no se entendía con ellos la ley del castigo,
pues habían obedecido a la Divina Voluntad y a sus preceptos.
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97. Y como todo esto fue de grande alegría y gozo para los ángeles
buenos, fue también de grande tormento para los ángeles malos, y
como principio y parte de su castigo -que luego conocieron- de lo
que no se habían aprovechado, y de aquella Mujer que los había de
vencer y quebrantar la cabeza. Todos estos misterios, y muchos que
no puedo explicar, comprendió el evangelista en este capítulo y
más en esta señal grande; aunque lo refiere en oscuridad y enigma,
hasta que llegase el tiempo.
99. La corona de doce estrellas, claro está, son todas las virtudes
que habían de coronar a esta Reina de los cielos y la tierra; pero el
misterio de ser doce fue por las doce tribus de Israel, adonde se
reducen todos los efectos y predestinados, como los señala el
evangelista en el capítulo 7 del Apocalipsis. Y porque todos los
dones, gracias y virtudes de todos los escogidos habían de coronar
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a su Reina en grado superior y eminente exceso, se le pone la
corona de doce estrellas sobre su cabeza.
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Que todo esto conocería y conoció la Reina, por la ciencia de las
Escrituras; y, por el natural amor de tal Madre a tal Hijo,
naturalmente lo había de sentir, aunque conforme con la voluntad
del Eterno Padre. También se comprende en este tormento, el que
había de padecer la Madre piadosísima conociendo los tiempos que
había de carecer de la Presencia de Su Tesoro, desde que saliese de
su tálamo virginal; que si bien, en cuanto a la divinidad le tenía
concebido en el alma, pero en cuanto a la humanidad santísima
había de estar mucho tiempo sin Él y era Hijo sólo suyo.
103. [Dragón grande y rojo que tenía siete cabezas y diez cuernos y
siete diademas en sus cabezas; y con la cola, arrastraba la tercera
parte de las estrellas del Cielo y las arrojó en la Tierra] Después de lo
que está dicho, se siguió el castigo de Lucifer y sus aliados. Porque
a sus blasfemias contra aquella señalada Mujer, se siguió la pena de
hallarse convertido de ángel hermosísimo en dragón fiero y feísimo,
apareciendo también la señal sensible y exterior figura. Y levantó
con furor siete cabezas, que fueron siete legiones o escuadrones, en
que se dividieron todos los que le siguieron y cayeron; y a cada
principado o congregación de éstas, le dio su cabeza, ordenándoles
que pecasen y tomasen por su cuenta incitar y mover a los siete
pecados mortales -que comúnmente se llaman CAPITALES-, porque
en ellos se contienen los demás pecados, y son como cabezas de los
bandos que se levantan contra Dios: estos son soberbia, envidia,
avaricia, ira, lujuria, gula y pereza; que fueron las siete diademas
con que Lucifer, convertido en dragón, fue coronado, dándole el
Altísimo este castigo.
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Y habiéndolo negociado él, como premio de su horrible maldad,
para sí y para sus ángeles confederados, que a todos fue señalado
castigo y penas correspondientes a su malicia y de haber sido
autores de los siete pecados capitales.
104. Los diez cuernos de las cabezas son los triunfos de la iniquidad
y malicia del dragón, y la glorificación y exaltación arrogante y vana
que él se atribuye a sí mismo en la ejecución de los vicios. Y con
estos depravados afectos, para conseguir el fin de su arrogancia
ofreció a los infelices ángeles su depravada y venenosa amistad y
fingidos principados, mayorías y premios. Y estas promesas, llenas
de bestial ignorancia y error, fueron la cola con que el dragón
arrastró la tercera parte de las estrellas del Cielo; que los ángeles,
estrellas eran, y si perseveraran lucieran después con los demás
ángeles y justos como el Sol, en perpetuas eternidades. Pero
arrojólos el merecido castigo en la Tierra de su desdicha, hasta el
centro de ella, que es el infierno, donde carecerán eternamente de
luz y de alegría.
Pero la respuesta del Altísimo Señor fue, que aquella Mujer había
de parir un hijo varón que había de regir las gentes con vara de
hierro. Y este varón, añadió el Señor, será no sólo Hijo de esta
Mujer, sino también Hijo mío, hombre y Dios verdadero, y
fuerte, que vencerá tu soberbia y quebrantará tu cabeza.
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Será para ti y para todos los que te oyeren y siguieren, juez
poderoso que te mandará con vara de hierro, y desvanecerá
todos tus altivos y vanos pensamientos. Y será este Hijo
arrebatado a Mi Trono, donde se asentará a Mi Diestra, y juzgará, y
le pondré a sus enemigos por peana de sus pies para que triunfe
sobre ellos; y será premiado como hombre justo; y que, siendo Dios,
ha obrado tanto por sus criaturas; y todos Le conocerán y darán
reverencia y gloria. Y tú, como el más infeliz, conocerás cuál es el día
de la ira del Todopoderoso; y esta Mujer será puesta en la soledad,
donde tendrá lugar aparejado por Mí.
Esta soledad adonde huyó esta Mujer, es la que tuvo nuestra gran
Reina, siendo única y sola en la suma santidad y exención de todo
pecado; porque, siendo mujer de la común naturaleza de los
mortales, sobrepujó a todos los ángeles en la gracia y dones y
merecimientos que con ellos alcanzó. Y así, huyó y se puso en una
soledad entre las puras criaturas, que es única y sin semejante en
todas ellas; y fue tan lejos del pecado esta soledad, que el dragón no
pudo alcanzarla de vista, ni desde su concepción la pudo divisar.
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