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DÍA DEL SEÑOR MISIÓN SAN JERÓNIMO DE BELÉN

—LITURGIA DOMINICAL—
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p RITO ANGLICANO Año "C" — 22° Ordinario — 2019 — Color Verde


ORACIÓN COLECTA
Omnipotente y sempiterno Dios, tú estás siempre más
presto a escuchar que nosotros a orar, y a ofrecer más de lo
que deseamos o merecemos: Derrama sobre nosotros la
abundancia de tu misericordia, perdonándonos todo
aquello que perturba nuestra conciencia, y otorgándonos
aquello que no somos dignos de pedirte, sino por los
méritos y mediación de Jesucristo nuestro Salvador; que
vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
LECTURA DEL ANTIGUO TESTAMENTO Lamentaciones 1:1–6
Ven, Espíritu Santo de la verdad; condúcenos a toda la verdad.
¡Cuán solitaria ha quedado ¡No hay nadie que venga a las fiestas!
la ciudad antes llena de gente! Las puertas de la ciudad están
¡Tiene apariencia de viuda desiertas,
la ciudad capital de los pueblos! los sacerdotes lloran,
¡Sometida está a trabajos forzados las jóvenes se afligen
la princesa de los reinos! y Jerusalén pasa amarguras.
Se ahoga en llanto por las noches;
Sus enemigos dominan,
lágrimas corren por sus mejillas.
sus adversarios prosperan.
De entre todos sus amantes
Es que el Señor la ha afligido
no hay uno que la consuele.
por lo mucho que ha pecado.
Todos sus amigos la han traicionado;
Sus hijos fueron al destierro
se han vuelto sus enemigos.
llevados por el enemigo.
A más de sufrimientos y duros trabajos,
Judá sufre ahora el cautiverio. Desapareció de la bella Sión
La que antes reinaba entre los pueblos, toda su hermosura;
ahora no encuentra reposo. sus jefes, como venados,
Los que la perseguían, la alcanzaron andan en busca de pastos;
y la pusieron en aprietos. arrastrando los pies, avanzan
¡Qué tristes están los caminos de Sión! delante de sus cazadores.

1
Palabra del Señor. Demos gracias a Dios.
Lamentaciones 3:19–26
1 Recuerdo mi tristeza y soledad,
mi amargura y sufrimiento;
Me pongo a pensar en ello
y el ánimo se me viene abajo.
2 Pero una cosa quiero tener presente
y poner en ella mi esperanza:
El amor del Señor no tiene fin,
ni se han agotado sus bondades.
3 Cada mañana se renuevan;
¡qué grande es su fidelidad!
Y me digo: ¡El Señor lo es todo para mí;
por eso en él confío!
4 El Señor es bueno con los que en él confían,
con los que a él recurren.
Es mejor esperar en silencio
a que el Señor nos ayude.
LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO 2 Timoteo 1:1–14
Señor, santifícanos en la verdad: tu Palabra es la verdad.
Pablo, apóstol de Cristo Jesús, enviado por voluntad de Dios de acuerdo con la
promesa de vida que se obtiene por medio de Cristo Jesús, saluda al querido hijo
Timoteo. Que Dios Padre y Cristo Jesús nuestro Señor derramen su gracia, su
misericordia y su paz sobre ti.
Al recordarte siempre en mis oraciones de día y de noche, doy gracias a Dios, a
quien sirvo con una conciencia limpia, como sirvieron también mis antepasados.
Me acuerdo siempre de tus lágrimas, y quisiera verte para llenarme de alegría.
Porque me acuerdo de la fe sincera que tienes. Primero la tuvieron tu abuela
Loida y tu madre Eunice, y estoy seguro de que también tú la tienes.
Por eso te recomiendo que avives el fuego del don que Dios te dio cuando te
impuse las manos. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un
espíritu de poder, de amor y de buen juicio. No te avergüences, pues, de dar
testimonio a favor de nuestro Señor; ni tampoco te avergüences de mí, preso por
causa suya. Antes bien, con las fuerzas que Dios te da, acepta tu parte en los
sufrimientos que vienen por causa del evangelio. Dios nos salvó y nos ha llamado
a formar un pueblo santo, no por lo que nosotros hayamos hecho, sino porque
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ése fue su propósito y por la bondad que ha tenido con nosotros desde la
eternidad, por Cristo Jesús. Esa bondad se ha mostrado gloriosamente ahora en
Cristo Jesús nuestro Salvador, que destruyó el poder de la muerte y que, por el
evangelio, sacó a la luz la vida inmortal.
Dios me ha encargado de anunciar este mensaje, y me ha enviado como apóstol
y maestro. Precisamente por eso sufro todas estas cosas. Pero no me avergüenzo
de ello, porque yo sé en quién he puesto mi confianza; y estoy seguro de que él
tiene poder para guardar hasta aquel día lo que me ha encomendado.
Sigue el modelo de la sana enseñanza que de mí has recibido, y vive en la fe y el
amor que tenemos gracias a Cristo Jesús. Con la ayuda del Espíritu Santo que vive
en nosotros, cuida de la buena doctrina que se te ha encomendado.
Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO
PROCLAMACIÓN DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 17:5–10
¡Gloria a ti, Cristo Señor!
Los apóstoles pidieron al Señor: —Danos más fe.
El Señor les contestó: —Si ustedes tuvieran fe, aunque sólo fuera del
tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a este árbol:
“Arráncate de aquí y plántate en el mar”, y les haría caso.
»Si uno de ustedes tiene un criado que regresa del campo después de haber
estado arando o cuidando el ganado, ¿acaso le dice: “Pasa y siéntate a comer”?
No, sino que le dice: “Prepárame la cena, y dispónte a atenderme mientras yo
como y bebo. Después podrás tú comer y beber.” Y tampoco le da las gracias al
criado por haber hecho lo que le mandó. Así también ustedes, cuando ya hayan
cumplido todo lo que Dios les manda, deberán decir: “Somos servidores inútiles,
porque no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación.”
El Evangelio del Señor.
Te alabamos, Cristo Señor.
SANTORAL Y CITAS BÍBLICAS PARA LA SEMANA
Lunes Gá 1.6–12; Sal 111.1–6; Lc 10.25–37
Martes Gá 1.13–24; Sal 139.1–9; Lc 10.38–42
Miércoles Gá 2.1–2, 7–14; Sal 117; Lc 11.1–4
Jueves Gá 3.1–5; Cántico: Benedictus; Lc 11.5–13 10 Paulino,Obispo de York, 644
Viernes Gá 3.7–14; Sal 111.4–10; Lc 11.15–26 Felipe el Diácono
Sábado Gá 3.22–29; Sal 105.1–7; Lc 11.27–28

3
SANTO DE LA SEMANA: San Felipe Diácono. Fue uno de los 7 diácono ordenados
por los Apóstoles (Hch 6,5). Posiblemente fuera un judío procedente de la
diáspora, perteneciente a la comunidad de Jerusalén, de tendencia helenista.
Con el nombramiento de estos diáconos, se abrió la universalidad de la Iglesia.

La muerte de san Esteban, provocó la diáspora de muchos cristianos, entre ellos


Felipe que trabajó en Samaria; “Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les
predicaba a Cristo. La gente escuchaba con atención y con un mismo espíritu lo
que decía Felipe, porque le oían y veían las señales que realizaba; pues muchos
posesos salían los espíritus inmundos dando grandes voces y muchos paralíticos
y cojos quedaban curados. Y hubo una gran alegría en aquella ciudad” (Hch 8, 5-
8). Bautizó a Simón el Mago (Hch 8,13). Su predicación hizo que la comunidad
de Jerusalén les enviaran a san Pedro y a san Juan. La semilla había sido
arrojada y llegaba ahora la cosecha; con su presencia reconocían de la tarea
evangelizadora de Felipe; a esto se añade, que el bautismo comienza a estar
vinculado a la confirmación por el Espíritu Santo (Hch 8,17).

La evangelización de Felipe viene de lo alto y Felipe es su fiel ejecutor y así lo


demuestra el episodio ocurrido en el camino de Gaza con el eunuco etíope que
era ministro de Candaces, reina de los etíopes, y un judío de la diáspora que iba
a Jerusalén de peregrinación; Felipe lo bautizó, y este eunuco a su regreso a
Etiopía predicó el Evangelio (Hch. 6-8).

Felipe estableció su residencia entre Asdod y Cesarea del Mar; allí volvemos a
encontrarlo hacia el año 58. Por entonces san Pablo y san Lucas regresaban de
su tercer viaje y se encaminaban a Jerusalén y Felipe les hospedó en su casa
durante unos días (Hch 21, 8-10). Sus cuatro hijas (Hch 21, 9) son honradas
como santas. Una tradición bizantina dice que Felipe habría sido obispo de
Tralles, en Lidia.

San Felipe Diácono

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