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Perfil de un místico:
su importancia para el
mundo moderno
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CAPÍTULO UNO
Un santo que resplandece
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Introducción a la mística de San Juan de la Cruz
2. Vida
Ofrecemos solamente unas pinceladas. Nace en 1542 en
Fontiveros, Ávila, de Gonzalo de Yepes y Catalina Álvarez. A los
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Un santo que resplandece
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Introducción a la mística de San Juan de la Cruz
3. Escritos
Se ha indicado que la intención primordial de toda su vida fue la
de encaminar las almas por los senderos más seguros del espíritu.
Su vocación no fue la de escribir. No fue el teólogo que dedicó su
vida a la pluma. Las más de las veces escribió a ruego de otras per-
sonas. Por ello, no se detuvo en pulir sus escritos ni ordenarlos. A
veces dan la sensación de desorden, como la Subida del Monte
Carmelo. También adolecen de un lenguaje técnico y escolástico.
Sin embargo, para los iniciados en esos saberes, el decir del Santo
es claro, lúcido y preciso.
Sus escritos le han ganado títulos en los campos de la psicología,
teología, espiritualidad, mística y poesía. No podía ser menos de
una personalidad tan rica.
A los treinta y cinco años, estando preso en un cuartucho
pequeño y oscuro, sufriendo el extremado clima toledano, conge-
lándose de frío en invierno y ardiendo de calor en verano (1577-78),
escribe las 31 primeras estrofas del Cántico espiritual, junto a
Romances a la Trinidad, “Super flumina” y La Fonte que mana y corre.
Entre sus obras menores se han de mencionar poesías: 5 poemas,
2 romances, 5 glosas, unas 30 cartas. Dichos de luz y amor; Cautelas;
Cuatro avisos a un religioso.
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Un santo que resplandece
4. El objetivo de su vida
En la personalidad del Santo, uno quisiera ver al hombre polifa-
cético renacentista: reformador y co-fundador, místico y teólogo,
filósofo y pensador, poeta y literato, artista pintor; el dibujo de su
Cristo inspiró a Salvador Dalí una de las pinturas más famosas y
populares de nuestro tiempo. Con todo, sería erróneo querer ver en
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Introducción a la mística de San Juan de la Cruz
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Un santo que resplandece
5. Autoridad doctrinal
Su autoridad doctrinal es reconocida por toda persona dedicada
a temas espirituales. Allison Peers puede afirmar que “cualquier
contemplativo por muy avanzado que se encuentre podrá recurrir
a él y hallar en él iluminación e inspiración. Porque el Santo ha
avanzado más que la inmensa mayoría y no se encuentra bajo el
nivel de nadie”.
Thomas Merton confirmará que “quienes han conocido la doc-
trina de san Juan de la Cruz observarán que la mayoría de lo que
se enseña sobre doctrina contemplativa sigue las línea marcadas
por el carmelita español”. “Su figura y sus enseñanzas atraen el
interés de los más variados ambientes religiosos y culturales, que
en él hallan acogida y respuesta a las aspiraciones más profundas
del hombre y del creyente”, ha dicho el papa Juan Pablo II. Con
toda razón fue declarado Doctor de la Iglesia.
El mismo Santo, al paso que reconoce repetidamente lo difícil en
comunicar su experiencia mística, afirma en el prólogo de la Subida
que ofrece doctrina “sana”, “buena y harto necesaria”, “sustancial
y sólida” y que tratará de ayudar a los ya iniciados en el camino
místico que conduce a “la unión con Dios” (S pról. 8; II 5,2).
Sobre la purificación pasiva del espíritu dirá que tiene “grave
palabra y doctrina” (N I, 13, 3). En la Llama y en otras partes no
duda en afirmar que va a tratar “del más perfecto grado de perfec-
ción a que en esta vida se puede llegar, que es la transformación en
Dios” (Ll pról. 3). Ésta es una afirmación verdaderamente asom-
brosa, ¿cómo podría uno hacerla si no lo hubiera vivido?
La verdadera base de su autoridad doctrinal no es ni la Escritura,
que domina a la perfección, ni la lectura de otros místicos (Agustín,
Gregorio Magno, Pseudo Dionisio, Taulero, Herp, santa Teresa, y
probablemente también leyó a Ruusbroec, Casiano, los Victorinos
y Osuna) ni la teología estudiada (san Bernardo, santo Tomás de
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Introducción a la mística de San Juan de la Cruz
6. Significado espiritual
En un mundo de creciente secularización, ¿por qué sigue en cres-
cendo la fama de este carmelita, quien de otro modo pudo ser des-
conocido? Sin duda alguna, porque él tiene la respuesta al vacío
que angustia al ser humano. Nos invita a liberarnos de cualquier
esclavitud para que nos entreguemos por completo al Dios creador
del universo que nos manifiesta su poder y su amor constante-
mente.
En el siglo XX se dieron más conflictos bélicos que todos los ocu-
rridos en el conjunto de la historia de la humanidad. La angustia y
el terror cundieron en demasía. Luego llegaron la prosperidad, la
abundancia, y el desatino en la exaltación de un espíritu humano
libre de barreras y cortapisas. La desorientación se ha ido apode-
rando de unos y otros, y de ahí la nueva búsqueda de algo que
llene de verdad.
En los últimos años han proliferado los métodos de oración y
meditación trascendental. Y es precisamente en esa búsqueda de
algo firme y permanente donde muchos se han topado con san
Juan de la Cruz. Sin embargo, toda la novedad y originalidad doc-
trinal y poética del Santo carecen de sentido ante su principal obje-
tivo, que consiste en un esfuerzo titánico por demostrar a todo ser
humano que en la unión con Dios radica toda la felicidad humana.
San Juan de la Cruz, al paso que canta la belleza de la creación en
sus sublimes poemas, nos recuerda que toda la belleza creada es
nada comparada con la divina. Quien renuncie a lo pasajero, super-
ficial e ilusorio, se encontrará con el Todo de Dios, con la Felicidad.
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