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libertaddigital.com/internacional/europa/2014-04-27/juan-pablo-ii-clave-en-la-caida-del-comunismo-
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27 de abril de
2014
Tras la crisis de los misiles de 1962, se puso de manifiesto el interés de EEUU y la URSS
en evitar que un conflicto fuera de control desencadenara un enfrentamiento nuclear
que ninguna de las dos superpotencias deseaba. En este contexto, el Principio de la
Destrucción Mutua Asegurada (MAD) marcaría una nueva etapa de la Guerra Fría, la
de la distensión, que se prolongó hasta finales de los años 70.
Sin embargo, esta nueva era de las relaciones internacionales no era más que una
política de apaciguamiento en la que Occidente hacía concesiones al comunismo. El
nuevo statu quo reforzaba así aun más las posiciones totalitarias de la doctrina del
"socialismo real" de la URSS hasta la irrupción en escena de tres personajes que fueron
capaces de cambiar el rumbo de la historia.
El Papa Juan Pablo II, Ronald Reagan y Margaret Thatcher llegarían al poder entre
1978 y 1981 para poner el fin de la distensión en nombre de la lucha por un mundo libre
y democrático.
Así pues, Juan Pablo II dejó claro que su resistencia al comunismo se expresaría a través
de la religión, la moral y la cultura. Un mes después de su elección, el papa visitó la
ciudad italiana de Asís donde volvió a desafiar el comunismo al mostrar su compromiso
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con las Iglesias católicas perseguidas de Europa Central y del Este, que "ahora hablan con
mi voz". Además, en otra visita a México en enero de 1979, el Pontífice calificó el
marxismo de "un error antropológico".
Juan Pablo II se convirtió en el peor adversario para unos dirigentes comunistas, que
veían cómo él derrumbaba dos de sus principios básicos de la sociedad socialista, el
de la internacionalización de la clase obrera y la negación del individuo como tal.
La lucha del papa quedó patente durante su primera visita a Polonia en junio de 1979
que, según afirman varios historiadores, supuso el comienzo del final de la URSS. El
régimen comunista polaco hizo todo lo posible para impedir esta visita y rebajar su
impacto: agentes comunistas tenían órdenes de infiltrarse entre grupos católicos para
provocar todo tipo de dificultades durante la visita del papa.
Durante nueve días, millones de personas acudieron a ver a Juan Pablo II que consiguió
despertar la conciencia y la valentía del pueblo polaco. Ante la enorme multitud en
Varsovia, el papa celebró la misa e hizo un llamamiento a la historia y la cultura de
los polacos, a su verdadera identidad, algo que el comunismo ya no podía combatir. Así
pues, el pueblo polaco redescubrió su propia fuerza y también la debilidad del régimen
comunista. En este sentido, se puede afirmar que la fundación del sindicato Solidaridad
tan solo un año más tarde no hubiera sido posible sin el impacto moral de los "nueve
días" de Juan Pablo II.
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