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FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y

CIENCIAS SOCIALES Y POLÍTICAS

CARRERA DE DERECHO

HISTORIA DEL DERECHO

ESTUDIANTES:

LENIN ADRIÁN PAZ IDROVO

DIMAS VIZUETA LAJE

DOCENTE:

ENRIQUE ESTARELLAS VELÁSQUEZ

TRABAJO DE TUTORÍA

CICLO: I
1.- Biografía de Augusto Comte.

Auguste Comte fue el padre del positivismo y el primer teórico que empezó a
hablar del término “sociología”. Su obra estuvo muy ligada a Saint-Simon, al
principio, pero acabó variando hasta ser algo completamente distinto, incluso
opuesto en algunos términos.
Nació el 19 de enero de 1798 en Montpellier y desde pequeño siempre se
interesó por los asuntos relacionados con la filosofía. Tras finalizar sus estudios
en 1817, empezó a trabajar como secretario del conde Henri de Saint-Simon.
Con él, Comte expandió su conocimiento sobre la filosofía y sobre el mundo que
le rodeaba pero pasados 7 años, decidió que era el momento de romper
definitivamente con la influencia del pensador francés y comenzar una etapa
propia.
Entre 1830 y 1842, Comte pasó una etapa de separación y ruptura frente a las
ideas de Saint-Simon. Para ello, trabajó en su obra titulada “Curso de filosofía
positiva”. Era un tratado en el que él elaboró su propia filosofía particular, a la
que presentó como una filosofía de las ciencias. Por una parte, Comte clasificó
las ciencias según un orden creciente de complejidad y, por otra, formuló la ley
de la historia del espíritu humano, también conocida como la “ley de los tres
estados”. Esos tres estados eran: el teológico, el metafísico y el positivo. Para el
filósofo, todos eran sucesivos y constituían tres etapas distintas del desarrollo
del espíritu humano.
Comte afirmaba que sólo el espíritu positivo representaba una auténtica
mutación del espíritu, tanto en el objeto de la investigación como en el método.
Por tanto, el positivismo consistía en aplicar los métodos utilizados en las
matemáticas y en las ciencias experimentales a los fenómenos sociales y
políticos. De esta forma, se podrían extraer las leyes que regían la estructura y
el desarrollo de las sociedades.
Las teorías que postuló Auguste Comte crearon así una física social, qué él
bautizó como “sociología” y que se clasificó entre las ciencias experimentales.
La exigencia del filósofo era la de realizar una reforma de la humanidad que
tuviese un orden más conforme con las aspiraciones humanas. Estas ideas las
formuló sobre todo en “El sistema de la política positivista” en 1854 y en “El
catecismo positivista” en 1852.
Poco antes de su muerte, su obra desembocó en una “religión de la humanidad”
y Comte se erigió en el sumo sacerdote. Finalmente, el 5 de septiembre de 1857
falleció en París, dejando tras de sí un legado filosófico considerable. El aspecto
más destacable de su positivismo es que influyó en muchos de los movimientos
sociales que azotaron Europa durante la segunda mitad del siglo XIX y a
principios del XX. (Muñoz, 2018)
2.- Vida y obras.
Poco después, en 1816, se estableció en París contra la voluntad de sus padres.
Allí conoció al líder socialista Saint-Simon (1760-1825), discípulo de D’Alembert,
que trabajaba en el proyecto de reorganizar la sociedad por medio de la ciencia
y de la técnica. Comte se dio cuenta entonces de la necesidad de una
reconstrucción moral e intelectual de la sociedad y colaboró con él como su
secretario desde 1817 hasta 1824. Durante este periodo, en 1822, escribió por
encargo de Saint-Simon el Plan des travaux scientifiques nécessaires pour
réorganiser la societé (obra que se editó de nuevo con el título de Système de
politique positive, y en la que sostiene la unidad indisoluble de ciencia y política).
Después de esta publicación, en 1824, se independizó de Saint-Simon y empezó
a dar lecciones en su casa a un grupo de discípulos. Entre sus alumnos se
encuentran algunos personajes ilustres: el naturalista Alexander von Humboldt,
el matemático Poinsot, el fisiólogo Blainville. Fruto de estas lecciones es su obra
más famosa, Cours de philosophie positive (1830-1842), que comprende seis
volúmenes.
En 1825 se casó con Caroline Massine y, un año después, apenas publicada su
obra Considérations sur le pouvoir spirituel, dio señales de locura y tuvo que
permanecer en el manicomio aproximadamente un año. Salió de la clínica con el
diagnóstico de “no curado”. Las recaídas y la estrechez económica serán
frecuentes durante el resto de su vida.
En 1840 sufrió una crisis aguda, que le llevó en 1842 a la separación definitiva
de su esposa. Comienza, entonces, una época de delirio mental, considerándose
el mesías de una misión social. Comte vivía entonces pobremente en su
condición de profesor auxiliar de L’École Polytecnique, sin conseguir que le
nombraran catedrático en la misma Escuela, ni le dieran la cátedra de Historia
de las ciencias en el Collège de France. Se mantuvo gracias a la influencia de
Stuart Mill y de sus discípulos ingleses, que le asignaron un subsidio.
En 1845 conoció a Clotilde de Vaux —que vivía separada de su marido—, y que
murió un año después. El encuentro con esta mujer inaugura una nueva etapa
de su pensamiento: si desde 1830 hasta ese momento había intentado construir
una filosofía positiva, en esta segunda fase desarrolló el proyecto de una nueva
religión, la religión de la Humanidad, esforzándose por organizarla como una
verdadera Iglesia. Algunos estudiosos consideran que este retorno a lo religioso
se debió, en parte, a la extravagancia de la pasión de Comte por Clotilde de
Vaux. Sin embargo, la opinión más común señala continuidad entre los dos
periodos y un reafirmarse de sus doctrinas sobre la ciencia y la sociología
positivas. El propio Comte afirma que la religión que instituyó al final de su vida
era algo que estaba en el corazón del positivismo desde los comienzos. No se
trata, sin embargo, del cristianismo, sino de la fuerza emotiva de lo religioso en
general.
Cuando no se ha comprendido la relación necesaria entre la base filosófica y la
construcción religiosa, las dos partes de mi carrera parecen discurrir en
direcciones diferentes. Es, pues, conveniente hacer comprender que la segunda
se limita a realizar el destino preparado por la primera. Este apéndice debe
inspirar espontáneamente una tal convicción al constatar que desde mi inicio he
intentado fundar el nuevo poder espiritual que ahora instituyo. El conjunto de mis
primeros ensayos me condujeron a reconocer que esta operación social exigía
en primer lugar un trabajo intelectual, sin el que no se podía establecer
sólidamente la doctrina, destinada a poner término a la revolución occidental. He
aquí por qué consagre la primera mitad de mi carrera a construir, a partir de los
resultados científicos, una filosofía verdaderamente positiva, única base posible
de la religión universal
Cuando en 1848 estalló la revolución, Comte se alineó con los revolucionarios,
viendo en ellos la clase destinada a realizar el tipo de sociedad que él auspiciaba,
pero pronto se desilusionó y en 1852 se unió a Napoleón III que, con un golpe
de estado, había instaurado el segundo imperio.
La última fase del pensamiento de Comte está expuesta en el Discours sur
l’ensemble du positivisme, de 1848 y, sobre todo, en el Système de politique
positive ou Traité de sociologie instituant la religión de l’Humanité (1851-1854),
en cuatro volúmenes, que retoma el título de su primera obra. De este último
periodo son también el Catéchisme positiviste ou Sommaire exposition de la
religion universelle (1852), Appel aux conservateurs (1855) y Traité de
philosophie mathématique (1856), primer volumen de los tres que deberían
constituir la obra titulada Synthèse subjective ou Système universel des
conceptions propres à l’état normal de l’Humanité (1856). En este escrito asocia
las matemáticas con el sentimiento religioso, llegando a asignar propiedades
taumatúrgicas a los números, y establece una trinidad positivista. Los otros dos
volúmenes que no llegó a publicar pensaba dedicarlos a la Moral positiva y a la
Industria positiva. Por estas fechas, y para resolver su penosa situación
económica, pidió al círculo de sus amigos positivistas ingleses y franceses un
subsidio anual permanente a cambio de las lecciones que les daba. Con esas
contribuciones vivió hasta el 5 de septiembre de 1857, año de su muerte. Su
voluminosa correspondencia se publicó póstuma.
Se han hecho muchas consideraciones sobre la incidencia que tuvieron en su
filosofía las crisis que padeció. Indudablemente, la vida de Comte conoció
momentos de desequilibrio psíquico, y no es sencillo distinguir el influjo que la
enfermedad tuvo en su doctrina. (Vitoria, 2009)

3.- División de la Historia según Comte.

La segunda doctrina de orden Filosófico para dividir la Historia del Derecho, es


la de Augusto Comte. Al analizar el criterio de la división de la Historia sigue en
cierta forma el criterio pospuesto por Vico, aunque le introduce algunas
modificaciones. Por este motivo Comte habla de la Ley de los tres estados:
teológico, metafísico y positivo. A esto se suma, que cada rama del conocimiento
humano pasa sucesivamente por estos tres estados. (Estarellas, 2018)

El escritor Nicolás Abogando señala que: “La parte de la obra de Comte que ha
tenido mayor resonancia, directa o polémica, es la doctrina de la ciencia. Pero el
verdadero propósito de Comte era establecer una filosofía de la historia.
(Abbagnano, 1956)

Estado Teológico.
Es el punto de partida necesario de la inteligencia humana. Se identifica
totalmente con el período divino de Vico.
Igual predominio de lo religioso, idéntica explicación teológica de todos los
fenómenos de la naturaleza, igual gobierno teocrático e igual origen divino del
Derecho. (Estarellas, 2018)

Estado Metafísico.
Está destinado únicamente a servir de transición. Éste período es distinto al
período heroico de Vico.
Predomina la razón, pero una razón que señala Comte “está desvinculada o
divorciada de la experiencia y de los sentidos, una razón que muchas veces
explica el mundo no tal como es, sino como pretende que sea”. (Durant, 1964)

Estado Positivo.
Es un estado fijo y definido. Aquí encontramos el predominio de la ciencia
experimental. Por estas razones el hombre ya no confía ni en la fe ni en la razón,
sino en el testimonio de la realidad inmediata por medio de su experiencia. A
este período corresponde el gobierno democrático que para Comte es el
gobierno de los industriales, el gobierno de los comerciantes, el gobierno
burgués en definitiva; corresponde también a un derecho que surge como
voluntad de un gran número de asociados.

La filosofía positivista

Inducido por el propósito de mostrar que la tendencia que sigue la filosofía es la


de acabar siendo absorbida por la ciencia, Augusto Comte enfocó su estudio
hacia el conocimiento de los hechos y de la sociedad, prescindiendo de cualquier
tipo de anteposición de doctrina filosófica alguna. Así pues, convencido de que
el objeto de la ciencia eran indudablemente el progreso y la paz, la metafísica
tradicional (a la que tildó de especulativa por recrearse en polémicas insolubles)
fue el blanco de sus críticas, si bien no como defensa de una postura filosófica o
tesis elaborada, sino como una conclusión ineludible: el final de la metafísica era
el resultado natural de la madurez que iba alcanzando la humanidad en su
proceso evolutivo.
El positivismo de Comte es un discurso complejo que comprende al menos una
teoría sobre el conocimiento, una interpretación sobre el sentido de la historia y
una posición política ante la sociedad. En cuanto a lo primero, el positivismo
afirma que, en sentido estricto, el conocimiento lo es sólo de datos verificables o
“hechos” (esto es, de fenómenos cuya regularidad puede ser contrastada al
modo de, por ejemplo, una ley física o química) y que todo conocimiento, además
de cierto (indudable, exacto) y sistemático, ha de ser útil, es decir, ha de
traducirse no en teorías, sino en un aumento de la capacidad de control e
intervención tecnológica sobre los fenómenos.

Lo que caracteriza el advenimiento de una ciencia es el paso de una explicación


teológica (las causas de los fenómenos son atribuidas a divinidades), o bien
metafísica (las causas de los fenómenos son abstracciones personificadas), a
una explicación positiva. Un saber positivo es un saber que instituye unas
relaciones entre los hechos y renuncia a la explicación absoluta; no busca las
esencias ni las causas de las cosas sino las leyes que las gobiernan. La ciencia
positiva aspira a saber únicamente aquello que es posible saber; es una actitud
de pensamiento que sustituye la pregunta "¿por qué?" por la pregunta "¿cómo?".

En cuanto a la historia, Augusto Comte considera que la humanidad progresa


hacia el bienestar y la felicidad generales, poniendo el desarrollo científico y
tecnológico como motor y meta de ese proceso. Es la llamada ley de los tres
estados, según la cual la humanidad había ya pasado por dos etapas,
denominadas por el propio Comte “teológica” y “metafísica”.

En la etapa teológica, los fenómenos naturales se explicaban por causas


extrínsecas a la naturaleza e intervenciones sobrenaturales (por ejemplo, dioses
o seres mitológicos); en la etapa metafísica, las fuerzas sobrenaturales fueron
sustituidas en la explicación por esencias, causas o fuerzas inmanentes a la
naturaleza pero ocultas, que sólo podían ser confiadas al pensamiento abstracto
(por ejemplo, el concepto de gravedad en física). La época contemporánea
corresponde, a su entender, a una tercera etapa: la “científica” o “positiva”. En el
estado “positivo” acabarán por borrarse los vestigios de las etapas anteriores, y
el pensamiento abstracto y deductivista será sustituido por la comprobación
experimental.

Por esa misma razón, la filosofía se convertirá en “positiva”, y su característica


será que reconocerá que el verdadero saber humano se halla en las ciencias
(una matemática, física, química o biología desarrolladas ya de manera
autónoma); tal filosofía, ajena a cualquier intento de definir esencias, se dirigirá,
en cambio, al establecimiento de los hechos y de las leyes que los regulan. En
sus últimos años, sin embargo, Comte estableció una síntesis subjetiva de sus
planteamientos anteriores resumida en el concepto de “religión de la
humanidad”, duramente criticada por su discípulo Émile Littré por considerarla
una vuelta al espíritu teológico.
Por último, el positivismo de Comte entiende los problemas sociales como
desórdenes orgánicos del sistema y propone como solución reformas
(ejecutadas por el poder y a la fuerza, si es necesario) que integren
funcionalmente a todos los miembros de la sociedad, a la humanidad entera.
Comte considera que el progreso social es paralelo al desarrollo de las ciencias
positivas, advirtiendo en las ciencias una relación inversamente proporcional
entre el grado de complejidad y el ámbito de aplicación. Así, la primera ciencia
serían las matemáticas, aplicables a todos los campos, pero de complejidad
reducida. Después vendrían la física, la química, etc., hasta llegar a la ciencia
más compleja de todas y cuyo único ámbito de aplicación sería la sociedad
humana: la sociología. El objetivo último de la sociología sería controlar el
sistema social estableciendo de manera positiva y útil relaciones entre sus
diversos fenómenos.

Bibliografía
Abbagnano, N. (1956). Historia de la filosofía: Romanticismo y positivismo, filosofía
contemporánea, Volumen3. Barcelona: Montaner y Simón.
Durant, W. (1964). Lecciones de historia.
Estarellas, E. (2018). Historia del Derecho: Evolución cronológica en Ecuador, América y
el Mundo. En E. Estarellas, & C. Estarellas, Historia del Derecho: Evolución
cronológica en Ecuador, América y el Mundo. (págs. 30-31). Guayaquil:
Dirección de Publicaciones de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.
Muñoz, V. (8 de Agosto de 2018). Red historia. Obtenido de Red historia:
https://redhistoria.com/biografia-de-auguste-comte-padre-del-positivismo/
Vitoria, M. Á. (2009). Philosophica: Enciclopedia filosófica on line. Obtenido de
Philosophica: Enciclopedia filosófica on line:
http://www.philosophica.info/archivo/2009/voces/comte/Comte.html

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