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La economía del bienestar y la política económica colombiana

Las reformas pensional, en salarios y en impuestos introducidas por el nuevo gobierno del
presidente Duque profundizan la pobreza y la desigualdad impidiendo que se pueda consolidar
un estado de bienestar puesto que Colombia cada vez es más excluyente e injusta. Un claro
ejemplo de esto es que el gobierno va a ampliar el IVA a todos los productos, incluyendo la
canasta básica, va a reducir la tarifa de renta a las personas jurídicas, pero la va a aumentar para
personas naturales; además va a clientelizar aún más la entrega de subsidios a los sectores más
requeridos de ellos, y va a llevar a cabo una reforma pensional con la que se busca incrementar
los años de edad y trabajo para poder acceder a pensión.

De ahí, se puede deducir que el gasto social es cada vez menor para las poblaciones más
vulnerables siendo ineficiente; y que el gobierno en vez de buscar crear más oportunidades de
desarrollo para dichas poblaciones, está desarrollando medidas para favorecer a los de sectores
privilegiados y lucrarlos. De seguir esto así, el país se alejara cada vez más de proporcionar a la
clase trabajadora un estado de bienestar.

Para garantizar el estado de bienestar es necesario que el gasto público social sea el suficiente
para garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos, de ahí que el gobierno debe
desarrollar programas y estrategias para los diferentes sectores: hacienda, educación, salud,
pensional y laboral de manera que satisfaga las necesidades de los ciudadanos y se mejore su
calidad de vida.

El estado de bienestar hace posible que se consolide un modelo de económico sostenible y


que el país se puede defender mejor de las crisis económicas que empeoran la calidad de vida de
las personas debido a mayores niveles de endeudamiento, quiebras y desempleo. Se piensa que el
estado de bienestar, atenta contra libre comercio porque una mayor inversión en gasto social
desestabiliza las finanzas públicas impidiendo el desarrollo económico.

El modelo neoliberal ha hecho que cada vez menos los estados busque un estado de bienestar
y se concentren más en el crecimiento económico, en ser competitivos, etc., bajo el argumento
que el gasto público no es necesario si hay crecimiento económico porque toda la población se
beneficia gracias a que hay más empleo ya que hay más inversión y que por eso se deben reducir
los impuestos a las clases altas o empresarios para que inviertan más generando más riqueza
para el país.

Más sin embargo, esto perpetua la inequidad en la distribución de la riqueza y la desigualdad


porque los ricos se enriquecen y los pobres se empobrecen. Lo que los gobiernos no ven es que
la desigualdad y el no gasto público afectan la productividad de los trabajadores porque sus
condiciones de vida empeoran y esto va a afectar el desempeño empresarial, y por ende el
crecimiento económico.

El problema del país actualmente es que el gobierno propone una política que favorece el
crecimiento económico acosta del gasto social, es decir una política que aumenta la desigualdad.
El gobierno no comprende que una población trabajadora sin acceso a la educación, a la salud, y
en general a sus derechos fundamentales, no es posible que alcance un nivel deseable de
acumulación de riqueza.

El otro problema es que la población trabajadora no entiende que tiene derechos


fundamentales y que el gobierno debe garantizarlos y otorgar ayudas y medios para mejorar sus
niveles de vida y, por el contrario, apoyan las iniciativas de ultraderecha, tales como un estricto
ajuste fiscal, mayores impuestos y menor gasto social.

Cuando se desarrollan estados de bienestar, el desempleo es bajo, el crecimiento es alto y la


inflación es baja y estable y gasto social alto. Esto fue lo que ocurrió en la Segunda Guerra
Mundial y hasta la década de los setenta cuando se consideraba al Estado importante para el
desarrollo. Políticas ajenas al estado de bienestar respaldan la reducción del poder sindical, la
flexibilización del mercado laboral y la eliminación del control de capitales.

Pero lamentablemente en Colombia va por el camino de alejarse cada vez del estado de
bienestar porque lo que propone el gobierno es una reforma tributaria de inspiración neoliberal
en la que se plantea aplicar el impuesto al valor agregado IVA a todos los productos incluyendo
la canasta básica y reducir la tarifa de renta a las personas jurídicas. Un ejemplo de que
permanece la tendencia es que la desigualdad del ingreso colombiano no es corregida ni por el
estatuto tributario ni por el gasto público social.

La propuesta de aplicar el impuesto al valor agregado IVA a todos los productos incluyendo
la canasta básica es la mejor muestra de la corrupción del país, de un gobierno que propone
reformas nocivas para la mayoría de los ciudadanos con lo que se busca beneficiar a los fondos
privados que administran pensiones y cesantías, beneficiando a las clases ricas y empeorando las
condiciones de vida de la clase trabajadora y población de ingresos medios y bajos, así que el
estado de bienestar está lejos de materializarse por un gobierno que no toma acciones para
garantizar los derechos fundamentales.

Un efecto negativo del capitalismo y del afán de los gobiernos por hacer crecer un país a
cualquier costo es la contaminación, una externalidad de la economía. Las actividades humanas
que se han desarrollado para desarrollar los países y hacerlos competitivos producen muchas
sustancias contaminantes y la población simplemente está obligada a sufrir sus consecuencias,
tales como el deterioro del medio ambiente, aire y agua contaminada que conlleva problemas de
salud, desaparición de recursos naturales, etc.

Externalidades de la economía son casi que todos los problemas causados por el hombre hacia
la sociedad porque la economía no busca su bienestar sino aumentar ingresos a cualquier precio.
Frente a esto, se ha empezado a proponer que la economía genere también externalidades
positivas, por ejemplo, climas organizacionales donde prime la comunicación, el respeto, el
afecto, la amabilidad y la colaboración puede contribuir a tener trabajadores con mejor
desempeño y más productivos; o ambientes laborales que consideren la salud y seguridad de sus
empleados puede conducir a grupos de trabajo motivados y felices.

Por ejemplo, para minimizar el impacto negativo en el medio ambiente, los estados han
buscado generar externalidades positivas desarrollando mecanismo e instrumentos para que los
países contribuyen a desarrollar actividades productivas no contaminantes, que sean sostenibles
ambientalmente, de ahí el principio “el que contamina, paga”

Bibliografia
El arte de las externalidades
Villamil, J. La economía del bienestar y la política económica colombiana.

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