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A.

La persona humana: unión inseparable


de espíritu y cuerpo
B. El amor humano
C. La jerarquización de los amores: ¿a
quién debo amar primero?
1. Lo que deben tener en claro los cónyuges
2. Cómo vivir y mantener la intimidad
conyugal
3. ¿Cómo?… ¿cuándo?
Ámbitos:

Espiritual
Psicológico
Biológico
Químico
Potencias espirituales:
Inteligencia → Busca la verdad

Voluntad → Busca los bienes que la inteligencia le


presenta como tales

Emotividad → Percibe las emociones (pasajeras)

Afectividad → Percibe los sentimientos (pasajeros)


Potencias corporales:

Los sentidos → Perciben las sensaciones


“Amar es querer el bien del
otro en cuanto otro”
(Aristóteles)
Los niveles del amor:

1. La atracción física,
2. El enamoramiento y
3. La voluntad
1. La atracción física: fase sensitiva; genera
sensaciones

¡Me gusta!

En el amor matrimonial, el primer impulso


suele ser de atracción física.

Una sensación de tendencia más genital en


los varones y más afectiva en las mujeres.
La incapacidad de superar esta
sensación y convertirla en sentimiento y
después en amor cabal por la otra
persona, conduce a tratarla como si
fuera un objeto (sexual, intelectual, útil,
de diversión, de bienestar…).
Y, si esa persona ya no produce esa
sensación de atracción física,… se tendrá
que buscar otra que sí la proporcione.

Así, las personas se instrumentalizan: no se


aman por ellas mismas, sino por el placer,
utilidad o ventaja que proporcionan, se
vuelven intercambiables, como las cosas, lo
que es un atentado contra la dignidad de la
persona.
¿Es mala esta etapa? ¡No! Es humana y, por lo
tanto, buena para nuestra naturaleza mixta de
cuerpo y alma. El error consiste en considerarla
definitiva.

En ella comienza, pero no acaba, el amor.

Es una mera etapa que debe ser superada,


enriquecida y envuelta por las siguientes etapas,
que le dan la razón de ser y la elevan de
categoría, la humanizan.
2. Enamoramiento: fase afectiva; genera
sentimientos

¡Qué bien se está con ella!

Fase más elevada que la sensitiva, a la que


engloba y asume.

Se va descubriendo la persona del otro...


Esta fase es más rica y placentera que la
anterior: la satisfacción es también afectiva y
no sólo carnal, apela a una dimensión
superior del hombre: el sentimiento
propiamente dicho.

Estar enamorado es un sentimiento


agradable, embriagador, todo lo invade, uno
querría estar siempre enamorado.
Pero, si uno se enamora del enamoramiento y
no de la persona, cuando deja de sentirse
enamorado, piensa que el amor se ha
extinguido y se ve impulsado a sustituir al
amado por otro que le haga sentir lo que ya
no experimenta.

El enamoramiento es bueno: hay que volver


a él una y otra vez a lo largo de la vida
matrimonial, pero tampoco es el final del
recorrido, ni la esencia ni el núcleo del amor.
3. La voluntad

¡Quiero amarle!
Se trata de una voluntad que hace suya la
atracción física y decide mantenerla viva.

Que hace suyo el enamoramiento y decide


alimentarlo siempre.
Una voluntad que decide amar, que
descubre a la persona amada más allá de
las sensaciones y sentimientos, que decide
que vale la pena amarla.

Que afirma: la amo y quiero amarla.


Con esta voluntad sí se logra distinguir la
persona del sentimiento que provoca y
se puede decir, con hechos más que
con palabras: „¡qué bueno que tú
existas, que seas más cada día, no para
que yo disfrute, sino para que tú te
perfecciones como persona, qué
bueno que seas feliz!‟
Es un error casarse “para que me haga
feliz”;

Es un error casarse para ser feliz;

Es un error casarse “porque le amo”;

El matrimonio debe ser “para hacerle feliz”


Tarde o temprano, cuando los primeros
impulsos, casi involuntarios, se serenan y
nos encontramos con la entera persona
del otro, tenemos que identificar la
verdadera realidad del amor, so pena
de vivir en el engaño y hacer de
nuestra vida matrimonial una farsa.
¿A quién debo amar primero?

1. Los cónyuges deben tener en claro que:

En las raíces de la vida de familia se


encuentra el amor entre los esposos como
hombre y como mujer.

Ello se genera y se madura en la vida íntima


conyugal: concreción vivencial del amor
conyugal.
“Ser una sola carne” exige también:

Unión espiritual e íntima,


que se concreta en mil detalles de cariño,
aunque sigamos siendo dos almas distintas y
diferentes

Debemos “amurallar” nuestra intimidad frente a


todos; así, alimentamos nuestro amor.
2. ¿Cómo vivir y mantener la intimidad conyugal?

Con trato íntimo: en momentos difíciles, cuando nos


sentimos incapaces de dar y aún de recibir, recordar:
“nuestra vida familiar es lo más importante que tenemos”.

Sabiendo que nuestro camino de santidad tiene el


nombre de nuestro cónyuge: si lo abandonamos, no
llegaremos a puerto seguro.

Siendo conscientes de que las personas encuentran su


plenitud en el amor.
AMAR es cuidar al ser amado;
AMAR es curar;
AMAR es sufrir con el amado;
AMAR es ayudar;
AMAR es compartir;
AMAR es perdonar;…
AMAR es… en definitiva, un acto de la
voluntad acompañado del sentimiento y
de la sensación, en el que todo nuestro ser
cansado, agobiado, destrozado, se pone
a disposición del ser amado.
3. ¿Cómo,… cuándo?

Debemos hacer que el amor no se interrumpa.

Para ello:

Hay que tratarse.

Hay que dedicarse calidad y cantidad de


tiempo.
Debemos encontrar en cada día un momento:

♥ Para tomarnos de las manos;


♥ Otro para mirarnos a los ojos;
♥ Otro para preguntarnos cómo ha ido el día;
♥ Otro para comer juntos;
♥ Otro para arreglarnos para nuestro cónyuge;
♥ Otro para llamarnos por teléfono;
♥ Otro para darnos un beso; otro para reírnos
juntos…

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