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La predicación es la proclamación de las Buenas Nuevas de salvación, por parte de una persona hacia
otras personas. Sus dos elementos principales son una persona y un mensaje – una personalidad y la
verdad. No se trata de una predicación cuando lo que se proclama es cualquier otra clase de mensaje
que no sea el mensaje del Evangelio, el cual es la verdad de Dios revelada en la Biblia. El mensaje de la
verdad de Dios, proclamado por una persona a otras personas – eso es predicación. De acuerdo con
Pattison, en su libro The Making of The Sermon (La Preparación del Sermón), la predicación es la
comunicación oral de la verdad divina desde un punto de vista encaminado a la persuasión. Si
aceptamos ésta como una buena definición, existen tres cosas que nos interesan en un sermón: 1. El
contenido de la comunicación 2. La manera en la cual se realiza la comunicación 3. El propósito de la
comunicación.
1. El contenido de la comunicación debe ser la verdad divina. Esto nos dice sobre qué predicar. La
predicación se limita a la proclamación y aplicación de la verdad de Dios revelada en Su Santa Palabra.
Debemos reconocer que predicar no es argumentar, y aún más enfáticamente, no es especular sobre la
verdad. Predicar es simplemente comunicar un mensaje de Dios a las personas.
El Espíritu Santo, Fuente del Interés. El interés por las personas es un don que llega a nuestra vida a
través de la presencia del Espíritu Santo. Al recibir el don del Espíritu Santo, la personalidad se abre
como un canal por el cual se manifiesta la presencia de Dios. El Espíritu irradia Su presencia a través del
predicador y de la palabra hablada. Los predicadores, aunque estén muy bien preparados y ansiosos de
transmitir gran cantidad de ideas y material, deben reducir los mensajes a una forma comprensible para
la audiencia; las ideas más complejas se deben reservar hasta que la audiencia esté lista para
comprenderlas.
La vida Cristiana es una batalla. El mensaje del predicador para aquellos dentro del pueblo de Dios que
están cargados y cansados, que sufren y están lastimados, es que las pruebas terrenales no tienen poder
para destruir al santo de Dios, sino que al final éste prevalecerá en luz, vida y victoria eterna.
La predicación es eficaz cuando el predicador hace el trabajo de un evangelista, el trabajo de un maestro
y el trabajo de un pastor; cuando gana almas, instruye a los creyentes y une a la iglesia en adoración y
servicio.Sin importar cuáles sean las circunstancias, ninguno debe pensar que Dios le llamó al ministerio
para fracasar. El hecho que Dios te llamó es la evidencia de que puedes tener éxito como predicador; si
lo tendrás o no, sólo tú lo puedes determinar.
El predicador eficaz debe seguir adelante como el jinete del caballo blanco: y salió venciendo, y para
vencer (Apocalipsis 6:2). Hay tierra que es más difícil de cultivar y por ende la cosecha es más lenta que
en otros lugares, pero debemos tener la seguridad de que nuestra labor ha sido diseñada en el cielo, por
lo que debemos sembrar en todo tiempo y lugar y entonces podremos reclamar para nosotros ese
premio especial para los predicadores y los que ganan almas: Irá andando y llorando el que lleva la
preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas (Salmo 126:6).
Los sermones se pueden clasificar de acuerdo a la forma precisa en que se trata el texto y al tema
específico que el predicador presenta a discusión. Según este criterio de clasificación existen tres clases
de sermones: el sermón temático, en el cual el tema es prominente; el sermón textual, en el cual se
presta mayor atención a las palabras del texto; y el sermón expositivo, en el cual, como regla general,
una porción más amplia de la Biblia se toma como base para la predicación.
Un sermón temático es aquel que se construye alrededor de un tema más que de las palabras
específicas de Dios. Con frecuencia el sermón temático, en vez de ser una proclamación de la Palabra de
Dios.
Provee una oportunidad especial para la oratoria. Si el predicador desea construir su sermón sobre el
modelo de la oratoria y convertirlo en una obra de arte, entonces adoptará el método temático de
forma instintiva. Sin embargo, C.G. Finney dijo: Un gran sermón fija la atención de la audiencia sobre el
predicador, pero un buen sermón fija su atención sobre Cristo
Cuando el texto bíblico es el que define el tema y las divisiones del sermón, éste se considera un sermón
textual. Algunas veces las ideas centrales del texto se presentan de manera correcta y fidedigna durante
la predicación, aún cuando no sean expresadas de forma literal con el lenguaje exacto del texto.
Dada su lealtad reverente a la Palabra santa, el sermón textual debería ganar la estima de todo
verdadero hombre de Dios. El predicador no está predicando teorías u opiniones de hombres, sino las
de Dios. Por lo general no toma mucho tiempo para que la audiencia se percate de ello. De manera
instintiva la audiencia se dará cuenta de que el predicador se ha colocado en el lugar que le corresponde
delante de ellos – como el mensajero de Dios, el embajador de Dios. La reacción normal de los oyentes
ante tal entendimiento es prestar atención para escuchar lo que Dios tiene que decirles.
El sermón textual en su forma más simple puede exponer el texto frase por frase o aún palabra por
palabra. Si el texto se expone cuidadosamente, la voz divina se escucha en cada párrafo.
El sermón textual deductivo es un adelanto con respecto al propio sermón textual. Cuando las divisiones
del sermón son insinuadas lógicamente, sin mencionarlas de manera explícita, a esta forma de sermón
textual se le conoce como sermón textual deductivo. Este tipo de sermón se mantiene fiel al
pensamiento y al espíritu del texto, así como a muchas de sus palabras, pero en ocasiones conduce a
deducciones lógicas que son innegables. La fuerza de este tipo de sermón depende de la presentación
clara y convincente del razonamiento. Puede ser un arma poderosa de la verdad cuando el predicador
tiene una mente lógica y agudeza de razonamiento.
Hay cuatro razones principales para predicar sermones textuales: (1) Mantienen al predicador en el
lugar que le corresponde como embajador de Cristo; (2) Cultivan en el predicador una reverencia
profunda por la verdad de la Palabra de Dios; (3) Hacen que las personas sientan que Dios les está
hablando a través de los labios del predicador; y (4) Proveen una gran variedad y frescura en la
ministración desde el púlpito. Un famoso predicador de antaño retó a los predicadores cuando dijo:
Aprendan a predicar sermones textuales. El error que cometí en los comienzos de mi ministerio fue
predicar casi únicamente sobre temas. Si predican sermones textuales, siempre tendrán de qué
predicar. La predicación textual, preparada en oración y fiel al texto bíblico, es el camino hacia un largo
pastorado y un ministerio fructífero.
De acuerdo con Braga, el sermón expositivo es la forma más efectiva de sermón, porque produce una
congregación instruida en la Biblia. Una definición de sermón expositivo es “aquel sermón en el cual una
porción más o menos extensa de las Escrituras es interpretada en relación con un tema. La mayor parte
del material para el sermón se extrae directamente del pasaje y el bosquejo consiste en una serie de
ideas progresivas que giran en torno a una idea principal.
Una buena introducción tiene la intención de despertar tal interés. El negocio del orador es presentar su
mensaje de forma tan interesante que la audiencia no pueda evitar escuchar y mostrar interés. Así que
otro propósito de la introducción es despertar el interés de la audiencia por el tema.
No hay un tipo de conclusión que sea adecuado para todo tipo de sermones. El carácter del sermón es el
elemento clave para decidir qué tipo de conclusión usar. Cualquiera que sea la naturaleza de su
conclusión, el ministro hará bien de cerrar con las palabras de su texto. Asegúrese de que éstas
permanezcan como la impresión final. Continuar hablando después de que se ha llegado al fin del
sermón. Este bien puede ser el peor de los pecados al llegar a la conclusión.
Terminar antes de llegar al final. Esto también es peligroso. No es tan riesgoso como el punto anterior.
Pero aún así es un peligro. A toda costa, el sermón debe desarrollarse por completo. Asegúrese de
exponer todos los puntos. Y entonces debe terminar. Las conclusiones abruptas no se dan con
frecuencia, pero son mucho más efectivas que las conclusiones que se alargan demasiado.
Concluya con una actitud genuina. Después de todo, en este punto usted comparte sus convicciones
más profundas. Cualquier indicio de falta de autenticidad destruye la fortaleza de dichas convicciones.
Permita que las emociones poderosas del evangelio eterno toquen a las personas en su ser interior. Esto
no se logra por medio de trucos de oratoria, sino compartiendo sus creencias más profundas, probadas
y halladas verdaderas en los acontecimientos de nuestro diario vivir.