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PERCEPCIÓN Y REALIDAD DEL CRISTIANISMO

Mas del 90% de la población en el mundo entero cree que hay un ser
supremo que creó todas las cosas y rige el universo. Aun los ateos
confesos reconocen en su mayoría tener necesidades metafísicas o
espirituales que no llenan con su incredulidad diaria.

La mayoría de estas personas, incluidos no cristianos, según revela una


encuesta del Grupo Barna – que cubre el período 2004 al 2017 - no
tiene mayores problemas teológicos relacionados con Jesús y la Biblia.

Su problema es con las actitudes que perciben de parte de los


cristianos.

38% de los no cristianos encuestados tienen una “mala impresión” de


los cristianos especialmente por lo que perciben como actitudes
“hipócritas” y de “juicio”.

No debe extrañar que el número de no cristianos se haya incrementado,


según el mismo estudio divulgado como parte del libro “Unchristian”
publicado por David Kinnaman y Gabe Lyons. El grupo Barna indica en
su estudio que 23% de las personas de más de 61 años se declaran no
cristianos; 27% de las personas entre 42 y 60; y 40% entre 16 y 29.

Este es un cambio tremendo, si tomamos en cuenta que los que se


declaran cristianos y asistentes regulares a iglesias locales en edades
entre 16 y 29 años coinciden en que el cristianismo es “hipócrita -
diciendo una cosa y haciendo otra” en un 52% de los casos.

EL PROBLEMA DE IMAGEN DEL CRISTIANISMO

Hay un problema evidente de imagen entre los no cristianos y los


cristianos. No es un problema teológico repito, sino que tiene que ver
con el liderazgo y los seguidores. No es un problema de conocimientos
teológicos o logos, sino de vida con frutos del Espíritu o Rhema.

En mi servicio como creyente y coach en liderazgo he topado con todo


tipo de actitudes no cristianas entre “cristianos”.
Acepto que las personas neófitas, recién convertidas, requieren un
tiempo de proceso para madurar emocional y espiritualmente, pero
cuando uno se encuentra con personas, especialmente en puestos de
autoridad e influencia sobre congregaciones y ministerios, con más de
una década de convertidos, echando mano del chisme, la mentira, la
difamación, la calumnia y hasta el abuso verbal para perseguir a otros
creyentes- con los que pueden discrepar y hasta competir, pero que les
guste o no tratan de servir a Dios sinceramente - uno no puede escapar
al hecho de que la percepción de hipocresía por parte de creyentes y no
creyentes tiene un asidero fáctico.

La mayoría de las veces en que he sido blanco de alguna de estas


acciones – y aceptemos que esto puede pasar como consecuencia de
cumplir los propósitos de Dios, porque cuando hacemos lo que a Dios le
agrada habrá ataque y persecución – he dejado todo en manos de mi
“abogado” Jesucristo. Al fin y al cabo, la obra es de Dios y yo soy solo
uno de sus obreros.

No hace mucho, las palabras y referencias infundadas de una hermana


en la fe, que servía en un influyente ministerio estadounidense,
comunicadas con intenciones malsanas a amigos y consiervos en
Sudamérica, me llevó a elevar el asunto a la atención de su superior.
Este con apego a la ética ministerial actuó inmediata y
responsablemente.
Podemos y debemos "mostrar la otra mejilla" ante cualquier persona,
pero entre los creyentes hay un proceso y una disciplina que no deben
evitarse.

Ninguno es perfecto como líder siervo, pero eso no nos exime ante Dios
cuando por arrogancia y falta de compasión los celos o envidias nos
llevan a tratar con ligereza la reputación de un consiervo o una
consierva. Entendamos, el daño no es causado sólo a la reputación de
este o esta, sino a los que iban a ser bendecidos mediante su servicio,
es decir al cuerpo de Cristo. Esto es un ejemplo claro de abuso
espiritual.

CÓMO PROCEDER BÍBLICAMENTE

La Biblia nos ha dejado un procedimiento claro a seguir cuando


tengamos diferencias importantes con otros creyentes, especialmente
por causa del pecado, y ningún líder siervo tiene derecho a ignorarlo.

En Mateo 18:15-17 claramente se nos indica que “si tu hermano peca,


ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano” (v.15)
entonces el primer paso siempre debe ser como Jesús nos enseña entre
los de la familia de la fe, hablar de frente, cara a cara, y sin testigos.

Pero, si la persona rehúsa, no escucha, estamos autorizados a llevar uno


o más testigos. (v.16) Y si continúa empecinado(a) en pecar, puede ser
denunciado ante la iglesia. (v.17)

Nunca dejamos de aprender. Hace unos años, me enfrenté a una


autoridad que tras lanzar un furibundo e injustificado ataque verbal se
negó a aceptar el consejo de Jesús, y respondió que “eso era para bebés
espirituales”.

Podría escribir un anecdotario con las muchas experiencias similares que


he cosechado como creyente y servidor en los últimos veintidós años de
mi vida cristiana. Entiendo que lo que las estadísticas muestran esta
fundado en un problema real de testimonio, ya que no vivimos siempre
lo que enseñamos. Esto se llama inmadurez emocional y espiritual.

Un líder siervo auténtico, posición a la que todos en mayor o menor


grado hemos sido llamados, necesita reconocer que la imagen percibida
por cristianos y no cristianos no es obra de las tinieblas, sino de los
complejos, heridas y malos hábitos que, por un lado, no aceptamos con
humildad rendir a Dios diariamente, y por el otro, no confiamos
intencionalmente a un compañero de transparencia para rendir cuentas
ante Dios y las otras personas.

Es tiempo ya de vernos en el espejo, y reconocer que el principal


enemigo que tenemos para vivir íntegramente es aquel que vemos
reflejado en el espejo, nosotros mismos. Jesucristo sigue esperando que
nuestra fe de frutos, para que no muramos.

Oro para que comprenda que Dios nos refina, pero que nosotros somos
a la vez instrumentos de refinamiento para otros.

Juan Carlos Flores Zúñiga


FUNDACION LIDERINNOVA

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