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En plena vigencia desde 1993, nuestra actual constitución consagra al trabajo bajo una
dualidad. De un lado es un derecho y de otro lado es un deber. Se trata de un medio de
realización personal que constituye la base del bienestar social+. La Constitución señala,
además, la libertad de trabajo5 entendida como la capacidad de toda persona para elegir
su actividad ocupacional o profesional6, ya sea física o intelectual teniendo como límite
a la ley7. Y es que se trata de establecer el contenido esencial de la institución jurídica
por medio de la Constitución o, de lo contrario, hacer el seguimiento de su tratamiento
por parte del Tribunal Constitucional para entender la manera en que se desarrolla y
consagra a partir de casos concretos sometidos a su jurisdicción. Si bien el derecho al
trabajo pertenece a los derechos económicos y sociales, sigue en el rango de
constitucionalidad que le corresponde.
La Constitución se ocupa de tres temas conformantes del núcleo del Derecho Individual
del Trabajo: la cuantía de la remuneración, la duración de la jornada laboral y de los
descansos y la duración de la relación laboral.
La ley
EI Congreso de la República tiene la potestad de crear las leyes mientras que el Poder
Ejecutivo tiene el poder de reglamentar dichas leyes, salvo en los casos de delegación
legislativa expresa y aun con cargo de dar cuenta al Congreso.
El Convenio Colectivo