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Lacan

El concepto de Transferencia en los


Escritos

Juan Manuel Martínez


2

Martínez, Juan Manuel

Lacan : El concepto de transferencia en los Escritos

- 1ª ed. – Mendoza, Argentina, 2018

© 2018, Juan Manuel Martínez


juanmanuel.martinez@hotmail.com.ar

Primera edición: Febrero de 2018

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra bajo cualquier método, incluidos la

reprografía, la fotocopia y el tratamiento digital, sin la previa y expresa autorización por escrito de

los titulares del copyright.


3 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS
4

Índice

Agradecimientos ................................................................................. 5
Prólogo .............................................................................................. 6
Introducción ..................................................................................... 11
Reproducción de las Imagos primitivas ................................................ 12
La detención de la dialéctica ............................................................... 33
La Res Analítica ................................................................................ 54
Preguntar con el sujeto ...................................................................... 71
La transferencia como clasificación ..................................................... 85
Máscaras de la transferencia ............................................................. 103
5 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Agradecimientos

A Valeria Frachia por su insistencia en que esto podía ser un libro. A Mariana GM Bonham por su

fiel transcripción. A María Sol Perlbach y Alighieri Daniel Amador Cruz por su atenta lectura y

agudas sugerencias. A Agustín Briceño por poner el límite siempre un paso más allá.
6

Prólogo

Ensayar un prólogo siempre es harto más un riesgo que una presentación de texto; e

invariablemente –creo- una alegría. Pero es la misma contingencia a la que uno se aventura

cuando decide oficiar de psicoanalista y hacerse cargo del Horror al Acto.

El autor que hoy está destinado al lector es tan polifacético como preciso y nos invita a recorrer un

tema por demás complejo –incluso delicado- en el campo psicoanalítico: la pregunta por la

Transferencia; vocablo por demás controvertido (¿qué Cosa se transfiere, a quién?) que podríamos

suavizar un poco con un giro dialéctico, apropiándonos de la etimología: ¿A dónde pretendemos

mover al analizante? o, para decirlo mejor: ¿A dónde pretende mover el analizante al analista?

Convendría plantearlo así, máxime si recordamos que ese lazo particular comienza a pensarse por

Sigmund Freud en función de un fracaso: Anna O. y Joseph Breuer. Y este es el Horror al Acto que

se juega en el fantasma del analista.

Juan Manuel Martínez nos invita -a partir de este fallido encuentro- a recorrer un trazo teórico

que no es más que el hilvanado dialéctico de –lo enuncio aunque suene disparatado- todo el

problema clínico en psicoanálisis.


7 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

La Übertragung freudiana nunca estuvo desligada de presentarse clínicamente como una dificultad:

Freud menciona la cuestión por primera vez en sus Escritos sobre Histeria en 1895 y lo asocia con el

“falso enlace” y los avatares del amor. Como sabemos esto no es nuevo: ya está en Fedro, en

Pausanías, en Aristófanes, en Diotima, y en todos los personajes Platónicos. De allí que Sócrates se

amalgama a Lacan en el pivote donde el deseo del analista llama a seguir analizando; en el punto

donde el psicoanalista no puede desconocer que se trata de un amor verdadero –claro- pero del

mejor engaño: “sirven al amor para servirse de él”. He llegado a afirmar alguna vez que todos los

Seminarios de Lacan estaban destinados a entender cómo el analista se posiciona frente a esta

pregunta: la pregunta por la Transferencia.

Enunció alguna vez Umberto Eco que los libros se refieren siempre a otros libros, de los cuales

derivan. En esta obra, el lector encontrará muchos libros. Puede resultar paradójico que en un

texto sobre la Transferencia en (la obra de) Lacan, el autor apenas mencione una única vez una

cita del Seminario 8; pero es que justamente Juan Manuel Martínez nos lo aclara desde el inicio en

su título: “…en los Escritos”. De allí que en su Hoja de Ruta especifique puntualmente el eje que

preparará la traza de la obra: parajes –señales- para el trabajo de investigación que nos propone. Y

creo que en dicho trayecto hace honor al título del Seminario que hacemos mención Up Supra: “…

en su disparidad subjetiva, su pretendida situación, sus excursiones técnicas.”

En su recorrido cronológico intentará especificar el aspecto lógico (y metodológico) al que el

mismo Jacques Lacan se vio interpelado con el fenómeno de la Transferencia. Al igual que Freud

nos recordará Martínez que la Transferencia se nos presenta a los analistas como “el motor de la

cura” pero –a diferencia del Vienés- nos hará un guiño clave para anclar la Transferencia en un

Lacan topológico (y ya no Cartesiano) en el marco de un dispositivo Möbiano (de invernadero,

como metaforiza citándolo) que incluye ipso facto la presencia (estoy tentado a decir: el trabajo) del

analista. Esto que puede sonar a verdad de Perogrullo sin embargo no siempre se ha entendido así:

para Freud de un lado está el analista y del otro el neurótico con sus catectizaciones, imagos y

resistencias. Para Lacan (al ser el dispositivo un espacio –incluso un momento- topológico) el

analista hace existir al sujeto: o –para decirlo todo- no hay analista sin analizante. Como en el

fenómeno cuántico, se podría decir –sin pecar de un idealismo Berkeliano- que se crea la neurosis en

el momento que el sujeto le habla al analista. Recordemos el kóan búdico, del cual los analistas
PRÓLOGO 8

deberíamos aprender algo: "Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún

sonido?" De allí que la presunta psicopatología está en el discurso. De allí, claro, que una histeria

no es ni más ni menos que un constructo del discurso (del discurso de Freud ante todo; del

discurso del Otro). Esto hace que el analista se convoque (sea convocado) por un único deseo (sin

fantasma, pongamos por caso) en donde lo inconsciente sea un invento (de allí que Martínez tome

el texto lacaniano de 1960) y donde no haya trampa más absolutamente imaginaria (como en el

amor) que creer en la tan manceba y postfreudiana Contra-Transferencia. Trampa en que millones

de analistas se sostienen para justificar un real que no es tal.

Juan Manuel Martínez toma sus primeros párrafos para recurrir a un ejemplo específico: el modo

en que muchos analistas leen la abstinencia e interpretan absolutamente todo; recordado con un

enunciado bien metafórico: “…Freud siempre los vuelve [a los pacientes] a sentar en la silla”. Me

parece una rúbrica muy acertada porque el analista suele leer ciertos dichos/hechos como una

sublevación hecha y derecha. Esto, en el contexto de La agresividad en psicoanálisis –texto que

inaugura la obra de Martínez- queda perfectamente ligado: ¿qué hace un analista con su propia

agresividad cuando debería saber desde el inicio que no existe psicoanálisis sin resistencia? Y es

justamente este punto que se escucha en los colegas que traen sus analizantes a control: “No avisa si

falta”, “Nunca paga en término”, “Volvió a reincidir con su goce”; falta que digan: “No asocia”.

Porque claro, muchos han leído unos cuantos libros, tienen un par de postgrados que ciertas

Universidades les vendieron, pero ahora se encuentran con que inventar lo inconsciente no se

aprende en las aulas de ninguna institución; de allí que no pueden leer el texto del paciente (de la

máscara, de la persona) para hacer aparecer al Sujeto. Y tampoco entienden que eso que se erigió

como un pedestal ahora es una pared (imaginaria) donde el amor traba el análisis: “…su principal

motor y su principal obstáculo”.

En las Sesiones siguientes se nos conduce susceptiblemente (y uso la adjetivación a modo de

connotar la sensibilidad intelectual del autor) para que descubramos un final inevitable.

De allí que en la tercera Sesión Juan Manuel Martínez comienza a perfilar el tema dialéctico del

deseo (analista/analizante) bajo un título no azaroso obviamente y bien connotativo: La Res

Analítica, que precede a una ineludible pregunta por (y con) el Sujeto. Ese deseo que circula (como

en el 8-interior) se posiciona aún con mayor énfasis –casi yo diría a modo de tesis- en la penúltima
9 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Sesión de esta obra donde el autor cita unas líneas del texto lacaniano de 1958: “Si la transferencia

recibe su virtud del hecho de ser reducida a la realidad de la que el analista es el representante, y si

se trata de hacer madurar el Objeto en el invernadero de una situación confinada, no le queda ya al

analizado sino un objeto, si se nos permite la exposición, que llevarse a la boca, y es el analista.”

Cita a la que creo era necesario arribar para entender mejor lo que planteábamos al comienzo de

este prólogo, Horror al Acto mediante. La Transferencia, en el campo Lacaniano, se abre con un

Significante Cualquiera (Sq) en cuyo matema se juega lo que conocemos como Sujeto Supuesto (todo

Sujeto lo es) al Saber. Y Juan Manuel Martínez lo especifica casi en el epílogo de su obra. En el

capítulo que bautiza Máscaras de la Transferencia (epíteto por demás sugerente) relaciona estos

problemas del dispositivo con la concepción que el analista pueda tener de lo Inconsciente, y

obviamente, del movimiento de la cura que hace a la promesa del análisis. Cito: “…no es que el

pasado se resignifique, es que el pasado cambia. Creo que la clínica se convierte en algo muchísimo

más poderoso si la pensamos así.”

Estas problemáticas, incluidas en el sombrío y plomizo Horror al Acto, hace que escuchemos

historias de nuestros colegas que rayan con el disparate: hace poco una nueva paciente me

comentó –por ejemplo- que su ex analista le dijo que deje de ir porque ella (la paciente) había

decidido operarse los párpados “sin previo aviso ni previa autorización” de la profesional. La

paciente sale del “análisis” y cae en un cuadro depresivo por primera vez en su vida. Ya medicada la

colega la vuelve a alojar al dispositivo. Esto es lo que Juan Manuel Martínez transmite cuando

habla (en el capítulo sobre La Pregunta en el Sujeto) sobre las cuestiones del deseo, de la repetición y

de la diferencia con la representación; y sobre el inconveniente clínico en que caen los colegas

cuando entienden a lo Inconsciente y al Trauma como un descubrir lo profundo y no como un

invento que es provocado y producido por la sola presencia del (A)nalista. Por eso insisto –y creo

es la intencionalidad de nuestro autor- que la temática de la Transferencia hace a toda la

problemática clínica. De allí que esté ligada –en esta obra- con la Pregunta “en” el Sujeto, cito: “Por

ende, lo que ustedes verán entrar en el consultorio es la articulación de una pregunta que el ser

plantea con el sujeto como herramienta. Esta idea es muy diferente de aquella que sostiene que el

problema son las relaciones de los pacientes con sus seres queridos.” De allí también que en la

última Sesión, el autor vuelva sobre la fisura Freud-Lacan criticando a los conocidos analistas
PRÓLOGO 10

mudos (que quizás estaría mejor bautizarlos como sordos) en cuya constelación afásica niegan

totalmente que el fenómeno de la Transferencia les incumbe y les afecta: “De hecho, los analistas

lacanianos justifican su silencio en el argumento de que ellos no saben nada y quien realmente sabe

es el paciente ¿No han escuchado esto miles de veces? ¡Es otra forma de eliminar la idea del Otro!

Es como si el análisis fuera un autoanálisis, con un analista allí sentado en silencio. Es otra forma

de sostener la idea científica freudiana de no influir sobre el experimento.” De alguna manera esto

nos remite a la Sesión sobre La transferencia como clasificación cuando Martínez –apropiándose del

texto princeps La Instancia de la letra…- nos puntualiza que “Vamos a establecer qué tipo de

psicoanálisis se practica dependiendo de la forma en que cada uno entiende el concepto de

transferencia.”

Lo cierto es que el trabajo analítico no es sin Transferencia; porque el analista forma parte del

síntoma; porque el analista produce lo inconsciente a partir del hablaje del analizante: es decir, lo

causa. Como en Las Meninas, de Velázquez, el psicoanalista forma parte del cuadro. O -como

menciona nuestro autor-: en el cuadro de Giuseppe Arcimboldo, el bibliotecario es esos libros.

“Dios te libre lector, de prólogos largos”- sentenció alguna vez otro Maestro: Jorge Luis Borges.

Dejemos aquí pues el íntimo momento de amistad que el lector encontrará en las palabras de Juan

Manuel, de este potente inquisidor de la letra lacaniana; que me premia hoy con su elección de ser

yo quien les presente a ustedes su primer artificio en papel. Autor que, como Jacques Lacan,

provoca al mismo tiempo que revela. Ojalá disfruten esta obra que tiene la calidez de un

testimonio oral y que no sólo investiga, sino que además murmura por lo bajo la aventura de este

oficio imposible.

Marcelo Augusto Pérez

Enero / 2018
11 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Introducción

Este libro consiste en la transcripción de un Seminario dictado por Juan Manuel Martínez en abril

de 2015, que llevó por título El concepto de transferencia en los Escritos de Lacan. A lo largo del mismo

se exponen, explican y analizan diez citas de Lacan que van desde mayo de 1948 hasta noviembre

de 1960. El mapa de ruta de los textos recuperados consiste en: La agresividad en psicoanálisis

(1948), Intervención sobre la transferencia (1951), Función y campo de la palabra y del lenguaje en

psicoanálisis (1953), Variantes de la cura-tipo (1955), La instancia de la letra en el inconsciente o la razón

desde Freud (1957), La dirección de la cura y los principios de su poder (1958) y Posición del Inconsciente

(1960).
12

Reproducción de las Imagos primitivas

Vamos a iniciar la sesión de hoy tratando de articular una serie de citas que he seleccionado para

ustedes dentro del texto La agresividad en psicoanálisis1 de Mayo de 1948. Sólo para brindar un poco

de contexto general, quisiera recordar que este texto de Lacan, leído en el Congreso de los

Psicoanalistas de Lengua Francesa en Bruselas, conlleva un intento de crítica a la noción de

agresividad en psicoanálisis. Una noción que se había convertido en una moneda de cambio común

en la época en la cual dentro de la IPA se desarrollaba, cada vez con más fuerza, un modelo de

psicoanálisis de orientación Kleiniana. Era común –al menos así lo sostienen algunos autores- que

en los pasillos de la IPA se escuchara la pregunta: «Y tú, ¿ya analizaste tu agresividad?».

Teóricamente, la noción de agresividad era un punto central para los psicoanalistas de aquella

época, punto bastante debatible desde la perspectiva de Lacan quien apuntaba a ir más allá de lo

imaginario, y quizás por eso destina todo un artículo formal y enérgico a analizarlo y criticarlo.

En la primera cita que quisiera que revisáramos, Lacan comienza exponiendo la noción de diálogo.

Noción que era concebida, al menos clásicamente, como una forma contraria a la agresividad: se

1
Lacan, Jacques. La agresividad en psicoanálisis en Escritos 1, págs. 107-127, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
13 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

suponía que dialogando no hacía falta batallar. Lacan sostiene que la suposición de que el diálogo

es una renuncia a la agresividad, es un supuesto socrático. Aquí la cita:

“He subrayado que el analista curaba por el diálogo, y locuras tan grandes como ésa;

¿qué virtud le añadió pues Freud? La regla propuesta al paciente en el análisis le deja

adelantarse en una intencionalidad ciega a todo otro fin que su liberación de un mal o

de una ignorancia de la que no conoce ni siquiera los límites”2

Es decir, está equiparando la noción clásica de diálogo con el dispositivo clínico en psicoanálisis.

Esto es sumamente importante, ya que ustedes saben de la existencia de colegas que sostienen que

el psicoanálisis no es un diálogo. Pero después pregunta: ¿Qué le añade Freud a esa noción de

diálogo que estaba ya presente en los diálogos socráticos? Y se responde: la propuesta al paciente de

decir todo lo que le venga a la mente ¡Eso es novedoso! Eso no lo hallarán antes en ninguna noción

de diálogo. Es decir, ésa es la novedad freudiana.

Lo que ustedes van a encontrar en los Diálogos platónico/socráticos es al personaje de Sócrates

cuestionando sobre ciertos tópicos a su interlocutor y tratando de arribar a conclusiones como,

por ejemplo, qué es el amor, la justicia, la verdad. «Una intencionalidad ciega a todo otro fin que no sea

la liberación de un mal, o de una ignorancia», esto es importante, porque en el sistema freudiano el

padecimiento está relacionado, en cierto sentido, con la ignorancia: la clave está en lo represivo.

Piensen en la laguna histérica, donde la clave está en que existe cierto punto del material que el

paciente desconoce, por ende, lo que enferma es el desconocimiento. Por lo menos en el primer

momento freudiano, lo que enferma es el desconocimiento. Por eso el objetivo clínico del

psicoanálisis era hacer consciente lo inconsciente. Si uno hacía consciente lo inconsciente,

levantaba la represión y el material reprimido –olvidado- reaparecía. Entonces, si el problema era

la ignorancia, Freud curaba la ignorancia llenándola con saber, el saber del inconsciente -si ustedes

quieren- que reaparecía cuando se levantaba la represión. El sistema freudiano es muy claro en

este primer momento: ese no saber, producto de la represión, es lo que genera síntoma.

2
Ibíd., pág. 111.
REPRODUCCIÓN DE LAS IMAGOS PRIMITIVAS 14

Continuemos un poco más con el texto a través de otra cita:

“Su voz será la única que se hará oír durante un tiempo cuya duración queda a

discreción del analista. Particularmente le será pronto manifiesta, y además confirmada,

la abstención del analista de responderle en ningún plan de consejo o de proyecto”3

Aquí se está describiendo una cuestión técnica. Entramos a analizar la abstinencia, otra regla clave

del sistema freudiano. Es decir, si el paciente pide consejo, el analista se abstiene. Continúo:

“¿Qué preocupación condiciona pues, frente a él, la actitud del analista? La de ofrecer al

diálogo un personaje tan despojado como sea posible de características individuales“4

La pregunta cuestiona el porqué de la actitud del analista: ¿Qué le preocupa al analista? Lo que le

preocupa es, justamente, una inquietud que es también central en el sistema propuesto por Freud:

presentarle al paciente un personaje que no tenga características individuales, que no sea un

individuo. El analista como persona tiene características propias de sí; es decir, es alto, es bajo, es

gordo, es flaco, es de derecha, es de izquierda, es progresista o conservador... tiene características,

pero a lo que obliga el dispositivo es a presentar un personaje que carezca de características

individuales. Por eso es que Freud utiliza la metáfora del lienzo en blanco, del espejo, porque la

clave está en eliminar esas características individuales.

“Nos borramos, salimos del campo donde podría percibirse este interés, esta simpatía,

esta reacción que busca el que habla en el rostro del interlocutor, evitamos toda

manifestación de nuestros gustos personales, ocultamos lo que puede delatarnos, nos

despersonalizamos…”5

Esto es central, porque al parecer hay algo que la persona que habla busca en el rostro de su

interlocutor: interés, simpatía, una mirada, una respuesta, lo que sea. Ahora bien, creo que

3
Ibídem.
4
Ibídem.
5
Ibíd., pág. 112
15 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

debemos entender despersonalizar en tanto despojarse de cualquier cualidad que pueda describirnos

como persona. A eso se debe que podamos proponer que el psicoanalista, como tal, no es una

persona. Es común escuchar en el mundo Lacaniano la afirmación que sostiene que el psicoanalista

es una función; y no es una mala idea, pero habría que explicarla un poco más. Es decir, si al entrar

al consultorio el psicoanalista se despoja de aquellas características personales que lo definen, lo

que queda en aquel lugar es algo impersonal, despersonalizado, que cumple una cierta función

técnica y nada más. A eso se debe que cuando el paciente lo deja plantado, el analista no se enoja

como quizás se enojaría fuera del consultorio, en su papel de persona, con un amigo o con su

pareja. Porque quien ha sido plantado no es la persona que cumple la función ¿Quién ha sido

dejado plantado si el paciente falta? El analista.

Aquí vemos salir a relucir toda la intención freudiana de que el analista alcance un ideal de

impersonalidad. Porque, en sentido estricto, el encuadre tiene esa intención, al igual que el análisis

personal y la supervisión; todo el sistema freudiano está basado en esa premisa: No revelamos

características de nosotros en cuanto persona.

Y sólo así es posible aquella intervención de Freud, cuando el paciente lo increpa y le pregunta: «¿Y

usted por qué no me quiere atender, doctor?» Freud dirá, entonces: «Yo nunca dije que no lo quería
atender. Si yo no lo dije y nunca lo demostré -porque siempre actúo de la misma forma abstinente y
despersonalizada-, debe ser que usted proyecta en mí la sensación de que yo no quiero atenderlo». Esa

intervención sólo es posible en un sistema en el cual ustedes se mantengan abstinentes y

despersonalizados.

Sigo un poco más:

“...nos despersonalizamos, y tendemos a esa meta que es representar para el otro un

ideal de impasibilidad.”

¿Se entiende a lo que se refiere Lacan con impasible? Que nada le afecta. Nuestra meta parece ser

representar para el otro el ideal de aquel a quien nada le afecta. Está claro que una persona nunca

puede ser un ideal, puesto que un ideal tiene como característica ser de otra naturaleza, moverse
REPRODUCCIÓN DE LAS IMAGOS PRIMITIVAS 16

en otro mundo, en un mundo perfecto en el sentido platónico, en el de las ideas. Por tanto,

ninguno de ustedes es un ideal… pero pueden representar uno. Es decir, representan frente al otro

un ideal de impasibilidad.

Recuerdo –y ésta es una referencia un tanto pop-, recuerdo alguna vez haber visto una serie de

televisión que se llamaba In treatment6. Alguna vez vi un capítulo en el cual el personaje principal,

que era una especie de psicólogo, psicoanalista pero de Estados Unidos –entienden a lo que me

refiero-, recibe a uno de sus pacientes, y toma el té con él -tomar el té no tiene nada de malo,

Freud tomaba el té con sus pacientes-. A lo que me refiero es que le sirve el té y entonces el

paciente comienza a decirle una serie de cosas y le agrede, le insulta, y le humilla, hasta que,

finalmente, el psicoanalista le arroja el té en la cara al paciente. Si Freud hubiera visto eso, ¿Qué

hubiera dicho? Quizás hubiera señalado un error técnico, puesto que el psicoanalista se lo tomó de

manera personal, como cualquier otra persona que se enoja y actúa. Volvamos al texto:

“No expresamos sólo en esto esa apatía que hemos tenido que realizar en nosotros

mismos para estar en situación de comprender a nuestro sujeto, ni preparamos el

relieve de oráculo que, sobre ese fondo de inercia, debe tomar nuestra intervención

interpretante. Queremos evitar una emboscada, que oculta ya esa llamada, marcada por

el patetismo eterno de la fe, que el enfermo nos dirige”7

Es decir, no es únicamente por nuestra apatía –en el sentido de la ausencia de pathos- o por

mantener esa imagen de oráculo que actuamos de esa manera, ¿qué es lo que sí estamos haciendo?

Queremos evitar una emboscada. Es decir, queremos evitar ser atacados, y no en el campo de

batalla, sino como las guerrillas solían atacar. Ustedes saben que el paso de la guerra antigua a la

guerra moderna se dio con un cambio táctico fundamental. Antes se encontraban los dos

contrincantes en el campo de batalla uno frente al otro y comenzaban a dispararse, después se

inventó algo distinto, que se vio por primera vez en la Guerra de Secesión, y que se llamó la Guerra

de Guerrillas. El encuentro ya no se daba en el campo de batalla y de manera consensuada, ahora

6 García, R. (productor). (2008). In treatment [serie de televisión]. Los Ángeles, Estados Unidos: HBO.

7 Ibídem.
17 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

estas personas se ocultaban y atacaban de forma sorpresiva y en cualquier lugar. Eso es una

emboscada, una trampa.

¿Por qué hacemos todo esto? pregunta Lacan. Para evitar una emboscada, esto es sumamente

importante. ¡La emboscada que Freud advirtió –tarde, lamentablemente- con Dora! Piénsenlo

bien, esto describe claramente la situación: estamos en 1948, vemos a un Lacan sumamente

freudiano, lo que él realmente quiere es criticar la noción de agresividad, pero no tiene ningún

problema con las nociones técnicas freudianas. Todavía no lo tiene, eso vendrá más adelante.

«Queremos evitar una emboscada, que oculta ya esa llamada, marcada por el patetismo eterno de la fe, que

el enfermo nos dirige». ¿Cuál es la llamada que el enfermo nos dirige?, dice Lacan:

“Échate encima -nos dicen- este mal que pesa sobre mis hombros”8

Entonces ahí la tienen: una noción de transferencia. La transferencia es una emboscada, una

trampa, ¿cómo se nos presenta esta trampa? En la llamada del paciente. ¿Cuál es la llamada, el

pedido, la demanda? ¿Qué es lo que quiere el paciente? Que nos echemos encima este mal… que es,

en realidad, su mal.

Las primeras aproximaciones de Freud a la noción de transferencia surgen tras haber atendido a

Dora. Es más, todo el postulado de la transferencia proviene del error técnico que él mismo

reconoce haber cometido, y cuya elucidación podrán encontrar en el epílogo del caso9. Freud

designa, en ese primer momento, a la transferencia como neurosis de transferencia, porque puede

entenderse como una enfermedad, como un tipo particular de neurosis. La idea fundamental por la

cual llamar neurótica a la transferencia se sostenía en que el paciente comenzaba, a la vez, a mejorar

las relaciones en su vida y a empeorar en la relación con el analista dentro del dispositivo.

¿Recuerdan? Freud aseguraba que los síntomas remitían rápidamente, el paciente comenzaba a

sentirse mejor pero el conflicto se mudaba en una batalla dentro del consultorio. Se empieza a

sentir mejor con los parientes, se lleva mejor con los amigos, con la madre, pero se empieza a

8
Ibídem.
9
Freud, Sigmund. Obras Completas, Tomo VII, págs. 98-107, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2003.
REPRODUCCIÓN DE LAS IMAGOS PRIMITIVAS 18

pelear con su analista. Esto se daba como un desplazamiento de la enfermedad, es decir, como la

neurosis puesta en el vínculo. Por eso Freud le llama neurosis de transferencia.

Entonces, aquí Lacan está siendo bastante freudiano y afirma que la trampa consiste en que el

paciente nos diga:

“Échate encima este mal que pesa sobre mis hombros; pero tal como te veo, ahíto,

asentado y confortable, no puedes ser digno de llevarlo”10

Esa es la respuesta que recibe con nuestra actitud de abstinencia. Por tanto, lo que aquí tienen es a

un paciente diciendo «Carga esto en tus hombros», que se encuentra con la imagen de alguien

absolutamente impasible, y entonces piensa «Así, con este tipo, no. Con este no, porque éste no está
funcionando, con esa actitud tan asentada, confortable no puede ser digno de llevar todo este problemón que
tengo». Por eso choca contra la pared de la abstinencia, una y otra vez. Es decir, -y quizás ya

dejando un poco de lado el aparato freudiano- cuanto más histérico sea el paciente más va a chocar

una y otra vez contra esa pared. Porque, si bien el obsesivo también piensa muchas cosas sobre el

analista, tiene muchísimas dudas, muchas preguntas que le gustaría hacer al analista, rara vez las

dice, las calla, al igual que hace en su vida. Pero el paciente más histérico tiende a preguntar

aquellas cosas, tiende a romper el encuadre, trata de generar algo, y se encuentra una y otra vez

con la pared de la abstinencia. Que, además, siempre va acompañada de una interpretación, al

menos en el sistema freudiano. Siempre el intento de mover al psicoanalista de lugar es respondido

con una interpretación; a veces buena, a veces mala, a veces el paciente se enoja, a veces no se

enoja, pero Freud siempre los vuelve a sentar en la silla con unas cuantas palabras: «Claro, usted me

hace esto porque... Claro, usted quiere que yo le ayude porque...», y siempre los regresa a su lugar.

Ahora, entre paréntesis, esto genera, a su vez, un problema técnico con el cual nuestra práctica

colinda todo el tiempo, separado por una línea sumamente delgada. Por ejemplo, conozco el caso

de un paciente que llevaba prácticamente cuatro o cinco años en análisis y comenzó a pensar que

éste ya debía llegar a su término. Entonces un cierto día se anima a decírselo al analista y el analista

le responde que no. Siguieron. A los siete años le dice «Yo creo que ya sería buen momento de

10
Lacan, Jacques. La agresividad en psicoanálisis en Escritos 1, pág. 112, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
19 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

terminar», y entonces el analista comienza a interpretarle el hecho de que él estaba enojado por una

interpretación que había recibido la semana pasada y ese enojo lo motivaba a interrumpir. ¡Ojo!

Puede ser, es posible -no digo que no lo sea-, pero si lleva dos años diciéndotelo no creo esté

enojado por la sesión anterior. Hay veces en que los pacientes se enojan por algo que sucedió en

una sesión y no vuelven más, está bien; y eso es claramente resistencial. En este caso, yo creo que

lo que se ve es una situación en la cual tenemos a un paciente que ya va queriendo terminar y a un

analista que utiliza las interpretaciones para impedirlo ¿Recuerdan a Freud explicando que el

psicoanalista siempre gana? Uno nunca le puede ganar a un psicoanalista, porque si el paciente está

de acuerdo con la interpretación, el analista tiene la razón; y si el paciente no está de acuerdo,

entonces es resistencia. Pero el analista siempre gana, nunca pierde. Freud ya se daba cuenta del

problema. Es como lanzar una moneda y afirmar que si sale cara yo gano, y si sale cruz tú pierdes.

Si es un problema que el mismo Freud notó, todos deberíamos poner un poco más de atención en

él.

“Ciertamente, en una más insondable exigencia del corazón, es la participación en su

mal lo que el enfermo espera de nosotros”11

Así define Lacan la transferencia en el año 1948. Por supuesto ustedes saben que en el texto que

vamos a leer al final de este Seminario, fechado en 1960, no sostiene lo mismo. Pero eso para mí es

irrelevante, porque no hay más verdad en el 60 que en el 48. Yo sé que a ustedes les gusta pensar

en el Último Lacan y que tienen una especie de fascinación por creer que lo último es lo mejor, pero

lo último no es necesariamente lo mejor, ni viceversa. Aquí tenemos un mismo autor

desarrollando el mismo concepto de distintas maneras a lo largo del tiempo.

Entonces, en 1948 Lacan afirma que «Es la participación en su mal, lo que el enfermo espera de

nosotros». Es decir, ¿qué espera el paciente? Que formemos parte de y en su mal. No es cualquier

cosa, es fortísima la definición. Y ahí yace una diferencia con Freud porque, aunque al final de las

citas que traemos para el día de hoy se va a terminar sosteniendo que la intención de la

transferencia es reproducir la imago de los vínculos originales, aquí ya hay un quiebre, puesto que

11
Ibídem.
REPRODUCCIÓN DE LAS IMAGOS PRIMITIVAS 20

Freud no piensa como tal en la transferencia como una intención de introducirnos en su mal. Lo

que Freud especula es: si hay neurosis de transferencia, el paciente se enferma con nosotros como

se enferma con todos. Lacan le da un giro más: sí, se enferma con nosotros como se enferma con

todos y, por ende, quiere que nosotros reaccionemos como los demás. Es un giro clave a la noción

de transferencia porque ahora se puede entender que si ustedes se mantienen abstinentes podrán ir

observando cómo el paciente se va metiendo en el embrollo. Ustedes no dicen nada, no hacen

nada, y él se enoja, se pelea, se molesta. Porque lo que él eventualmente desearía es que ustedes

reaccionen igual que como reaccionan los otros -la madre, el padre, el novio, la novia- y esto

puede ser tomado como una reacción transferencial.

Es decir, tomen dos momentos diametralmente opuestos: Freud establece que transferencia es

superponer la imago parental12 al analista. Entonces observamos el «Usted me quiere como me quiere

mi padre» o «Usted me odia como me odia mi padre», usted actúa de forma tal, al igual que tal. Ahora

tomen la versión posterior de Lacan, un segundo tiempo de la transferencia que no vamos a

revisar aquí, por ejemplo, la del sujeto supuesto saber: «Hay alguien que sabe». Estas nociones son

diametralmente opuestas, no tienen nada que ver, lo único que comparten, es que el Otro está

involucrado. Y quizás porque esto sea lo importante de la transferencia. Es decir, -no recuerdo si

Lacan lo dice en este texto o lo dice en el que revisaremos la semana que viene pero- la clave de la

noción de transferencia es la intromisión del Otro, y sin ella no hay análisis. Sin transferencia no

hay análisis. Entonces, si ustedes fuerzan un poquito el razonamiento, pueden llegar a la

conclusión de que sin el Otro no hay análisis. Porque, estrictamente hablando, Freud afirma que

hasta que no haya transferencia, no hay análisis.

Ahora bien, ¿a qué se refiere Freud?, ¿Qué significa «hasta que no haya transferencia»? Hasta que no

se presente la proyección de los vínculos primarios –o para ser bien freudianos- la proyección de

las imagos de los vínculos primarios. Es decir, hasta que no se superpongan esas imagos sobre la

figura del analista. Lo que Freud sostiene es que cuando el paciente comience a ver al analista

12
“Imago: Prototipo inconsciente de personajes que orienta electivamente la forma en que el sujeto

aprehende a los demás; se elabora a partir de las primeras relaciones intersubjetivas reales y fantaseadas

con el ambiente familiar”. Laplanche, J. y Pontalis, J.B. Diccionario de psicoanálisis, pág. 191, Ed. Labor,

Barcelona, 1993.
21 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

como su padre o como su madre, allí habrá transferencia: cuando se enferma con el analista. Porque

está claro que lo que sucede fuera del dispositivo Freud lo toma con pinzas. Después analizamos si

esto es correcto o incorrecto, estamos intentando comprender la propuesta de Freud. Freud, como

cualquiera de nosotros, se pudo haber equivocado, pero él afirmaba eso.

Entonces, Freud sostenía que uno no estaba haciendo psicoanálisis si no veía surgir la

transferencia. Es decir, hasta que el paciente no estableciera los mismos vínculos que establece

afuera pero dentro del dispositivo. Por eso, si se pasa cuatro años contándole lo que le sucede

afuera, ¿hay psicoanálisis ahí? No, dirá Freud. Lo que tiene que haber es neurosis de transferencia:

Que se enoje con el analista, que le cuestione sobre por qué le cobra tan caro, sobre por qué lo

atiende tan tarde, sobre por qué prefiere al paciente anterior. Para decirlo entonces de forma

categórica: cuando los involucre a ustedes en su neurosis. Sin eso no hay transferencia para Freud.

En ese sentido, lo que ustedes pueden ir pensando es que en tanto ustedes no estén, no hay

transferencia y, por ende, no hay psicoanálisis. Para que haya psicoanálisis es necesaria vuestra

presencia. ¿Recuerdan la cita de Freud en La interpretación de los sueños?13 Cuando él dice: «Si no

puedo con los dioses de los cielos, bajaré por los demonios del infierno», un pasaje perteneciente a la

Divina Comedia. Creo que a eso se refiere Freud, es decir, hasta que ustedes no estén en el infierno

de la transferencia, eso no es psicoanálisis. En el infierno de la neurosis del paciente, donde se

hallan en medio de un torbellino y no saben muy bien qué está sucediendo. A eso se refiere la

introducción de la transferencia freudiana, por ende, si esto es cierto, no es tan errado lo que dice

Lacan. Ciertamente es la participación en su mal lo que el enfermo quiere de nosotros, ahí hay

transferencia. Ahora bien, eso es lo que el paciente espera, que ustedes lo hagan o no, eso ya es

otro tema. Pero el hecho de que él lo espere es lo que entenderemos por transferencia.

Continúo con la cita: «Pero es la reacción hostil la que guía nuestra prudencia…», ¿qué significa hostil?

Vulgarmente se utiliza como sinónimo de agresivo pero, en realidad, hostil significa contrario.

Entonces la reacción que él recibe, la que guía nuestra prudencia, es la contraria a la que él

desearía. Es decir, que ustedes no participan en su mal, precisamente se abstienen de participar.

13
Freud, Sigmund. Obras Completas, Tomos IV y V, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2003.
REPRODUCCIÓN DE LAS IMAGOS PRIMITIVAS 22

Entonces, la ética en el dispositivo funciona más o menos de esta manera: Ustedes llegan, él llega.

Ustedes se presentan, él se presenta. Despliega su locura y los quiere meter en ella. Y ustedes dicen:

«No».

La clave para Freud es que ustedes digan «no», puesto que lo que el paciente quiere es

involucrarlos. Por ejemplo: «¿Sabe qué doctor? Ya no me acomoda este horario, ¿Podría cambiármelo por

otro?». Es una demanda común, pero sigue siendo una demanda. Después ustedes tendrán que

descifrar si hay o no algo transferencial en el pedido. Hay pedidos que no tienen nada de

transferencial, como terminar la primera sesión y preguntar dónde puede tomar un taxi por la

zona. Quizás esa pregunta no tiene nada de transferencial, quizás sí.

Como Freud sabía que estaba lidiando con gente que no era muy brillante, propuso lo que

proponen todos aquellos que se dan cuenta que los demás no son muy brillantes: «ante la duda, no

lo hagas». Pero el mismo Freud lo hacía, entonces ahí es donde nos damos cuenta que hay una ética

para los aprendices y hay otra para el maestro. Freud le dijo al hombre de las ratas14: «¿Sabe qué?,
independientemente de si usted quiere o no hablar, este análisis en seis meses se termina. Usted verá si lo
aprovecha o no». ¡Y funcionó! Por supuesto que hay gente que hoy lee esa actitud de Freud y la

califica de abiertamente contratransferencial. Claro, porque el padre del hombre de las ratas, le daba

patadas en el culo, entonces Freud, al echarlo, le está dando una patada en el culo. ¿Entienden el

planteamiento de esta postura? Yo no sé si es contratransferencial o no, pero lo que quiero que

noten es que si en alguna supervisión alguno de sus estudiantes le hubiera dicho: «A este paciente lo

voy a echar porque no asocia», Freud quizás hubiera dicho: «No, no lo eche». A veces da la sensación

de que Freud decía una cosa y hacía otra.

Con el encuadre sucede algo similar. La sesión debería llevarse a cabo siempre en el consultorio, el

lugar es parte del encuadre. Pero Freud analizaba donde quería. Si él quería dar un paseo por el

jardín, daban un paseo por el jardín. Si estaba en el tren, escuchaba en el tren.

14
Freud, Sigmund. A propósito de un caso de neurosis obsesiva en Obras Completas, Tomo X, Ed. Amorrortu,

Buenos Aires, 2003.


23 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Quizás la exhortación freudiana de no meterse en la locura del paciente proviene de haber sido ese

el gran error que él mismo cometió con Dora, meterse en la locura. Si el paciente les dice: «¿Me

puede cambiar el horario?» La respuesta será no. «¿Me puedo ir de vacaciones con usted, doctor?» Y la

respuesta será No. Son demandas, unas más extremas que otras, pero demandas al fin.

La clave parece estar en que lo que impide la abstinencia es que uno participe de la locura del otro.

Por ende uno no entra en el mal del enfermo, que es lo que el enfermo pide transferencialmente.

¿Entienden por qué para mí esta es una definición de transferencia? Porque la transferencia sería

que él les pida que participen en su mal, y la contratransferencia sería participar. Yo leo en esto una

definición de transferencia, un pedido transferencial de que se introduzcan en la locura. De hecho,

si piensan en el amor, y si ustedes se remontan al Seminario VIII15, al fin y al cabo, el amor es

transferencia y la transferencia es amor. ¿Qué hace uno en el amor sino entrar en la locura del

otro?, ¿Es posible el amor si uno no entra en la locura del otro?, ¿No es el pedido de amor una

demanda para que el otro entre en mi locura? Que compartamos esto que me pasa, esto que es mi

vida. A veces es algo hermoso, otras veces no tanto, pero uno siempre comparte el mal con el otro.

La idea de Freud es que dentro del dispositivo las cosas no deberían resultar así, sino sería como

enamorarse de los pacientes.

“Es la reacción hostil la que guía nuestra prudencia y la que inspiraba ya a Freud su

puesta en guardia contra toda tentación de jugar al profeta. Sólo los santos están lo

bastante desprendidos de la más profunda de las pasiones comunes para evitar los

contragolpes agresivos de la caridad”16

Esto es algo que Freud también advierte: «¡Cuidado con meter la pata creyendo que ustedes son

profetas!», puede traerles serios problemas técnicos. Y otra advertencia que Freud solía repetir:

«¡Cuidado con la gente que es siempre tan buena!». Cuidado con la gente que es tan buena, porque

cuanto más buena sea... más mala es. Sólo basta con recordar los mecanismos defensivos en Freud.

15
Lacan, Jacques. El seminario de Jacques Lacan, libro 8: la transferencia, Ed. Paidós. Buenos Aires, 2009.
16
Lacan, Jacques. La agresividad en psicoanálisis en Escritos 1, pág. 112, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
REPRODUCCIÓN DE LAS IMAGOS PRIMITIVAS 24

¿Recuerdan el que fue traducido –al menos de acuerdo con la traducción de Amorrortu Editores-

como vuelta en lo contrario?17 Cuando Freud hablaba de las personas buenas, de caridad, él advertía

que hay que tener cuidado, justo porque es directamente proporcional «lo bueno que uno es, con lo

malo que uno es».

“Debemos sin embargo poner en juego la agresividad del sujeto para con nosotros,

puesto que esas intenciones, ya se sabe, forman la transferencia negativa que es el nudo

inaugural del drama analítico”18

¿Por qué es la transferencia negativa el nudo inaugural? Porque el consejo de Freud es que si hay

transferencia positiva, no la cambien, no la afecten, la cosa va bien. ¿Qué es transferencia positiva?

Que el paciente se apegue al encuadre, que llegue a tiempo a sus sesiones, etc.

¿Qué sería transferencia negativa? Que no asista a las sesiones, que rompa el encuadre, que piense

que no le está sirviendo para nada. Que, en general, son los comentarios que hacen los parientes,

«Esto no te está sirviendo para nada, ¿Para qué vas? Estás gastando mucho dinero». Que lo digan los

parientes no es tan importante, yo diría que es incluso esperable, el problema es que el paciente

comience a pensarlo también. Ese es el momento clave del surgimiento de la transferencia

negativa. Y en ese momento ustedes pueden hacer como que no viene, pero la ola viene y viene

fuerte, y si ustedes no la ven venir, se acercará cada vez con más fuerza. Entonces en eso Freud era

tajante: en cuanto perciban la presencia de transferencia negativa, intervengan. Porque no saben si

habrá siguiente sesión, no pierdan un sólo segundo. A veces cuando uno tiene poca experiencia

clínica nota algo y piensa que puede mencionarlo en la siguiente sesión No creo que sea buena

idea, yo creo que habría que decirlo en el momento porque quizás no haya siguiente sesión. De

todas maneras la situación estaba yendo en un camino directo al precipicio, entonces, con la

intervención pueden darle ese último empujón o quitarlo de ese camino de no retorno.

Imaginen esta conversación: «La verdad, empecé a pensar si realmente tiene sentido seguir viniendo a mi

análisis», «¿Por qué lo dice?», preguntarán ustedes. «Bueno, lo que sucede es que ya llevo un par de meses

17
Freud, Sigmund. Pulsiones y destinos de pulsión en Obras Completas, Tomo XIV, pág.122, Ed.

Amorrortu, Buenos Aires, 2003.


18
Lacan, Jacques. La agresividad en psicoanálisis en Escritos 1, pág. 112, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
25 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

y noto que la cosa no mejora, doctor». Golpeen directo, dice Freud. En cambio, si la transferencia es

positiva el paciente tiende a pensar que ustedes son los mejores, que hacen todo bien, les cuentan a

sus amigos lo bien que interpretan. Allí el análisis no hallará ninguna traba. El drama analítico

empieza en lo negativo, y si el drama empieza ahí, entonces es necesario, dice Lacan, poner en

juego la agresividad del sujeto. Es necesario porque ahí está el drama. El drama en toda la

extensión de la palabra: desde la sensación de lo terrible hasta lo dramático en el sentido de lo

teatral, de lo trágico y literario.

“Este fenómeno representa en el paciente la transferencia imaginaria sobre nuestra

persona de una de las imagos más o menos arcaicas que […] degrada, deriva o inhibe el

ciclo de tal conducta que, por un accidente de represión, ha excluido del control del yo

tal función y tal segmento corporal, que por una acción de identificación ha dado su

forma a tal instancia de la personalidad”19

Esto es Freud I, lo más básico. Por una cuestión represiva, por la intervención de ciertas

motivaciones inconscientes algo se reprime y el yo pierde el control sobre las imagos. Entonces las

imagos, más o menos arcaicas -dependerá de cada caso específico- se colocan sobre el analista. Es

entonces cuando el paciente comienza a repetir. Cuando uno comprende esta noción, comprende

claramente la razón de las interpretaciones de Freud. Es decir, ¿por qué interpretarle a Dora, una y

otra vez, en los términos de una superposición Padre-Señor K.-Freud? Porque él suponía que era

su padre para ella. Freud lo suponía todo el tiempo. De hecho, en el Escrito Intervención sobre la

transferencia20 que leeremos para la semana que viene, veremos que para Lacan allí radica

justamente el error. El error es ponerse demasiado en el lugar del padre. Ponerse demasiado es

ponerse allí muy ingenuamente, entrar en la invitación transferencial que el paciente dispone.

Para decirlo en otros términos, el supuesto freudiano es que sobre ustedes va a estar superpuesta la

imago que reproduce la relación arcaica. Así parte la cuestión transferencial en Freud, pero

entonces desde allí habrá dos opciones: que ustedes se den cuenta o no se den cuenta.

19
Ibídem.
20
Lacan, Jacques. Intervención sobre la transferencia en Escritos 1, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
REPRODUCCIÓN DE LAS IMAGOS PRIMITIVAS 26

Por ejemplo, alguna vez supervisé a una persona que me decía: «Al finalizar la sesión de hoy, el
paciente mi pidió si le podía prestar veinte pesos para el transporte público. Me pagó la sesión y luego dijo
que se le había olvidado el dinero para pagar su pasaje. Me pidió que se lo prestara y él me los devolvería la
siguiente semana». Entonces yo le pregunté qué hizo, cómo lo resolvió, me contestó: «Y… se los

presté». Ella sabía que había cometido un error técnico, pero quiero que noten el tipo de cosas que

hacen los pacientes por tratar de hacerlos partícipes de su mal. Supongan –desde un esquema muy

freudiano- que este paciente ve a su analista como si fuera su madre, quien le brinda dinero. Si la

imago de la madre nutricia está superpuesta en la analista ¿Qué termina haciendo ella? Comportarse

como la madre nutricia que le da dinero.

Pero, ¿por qué hace un momento relacioné todo esto con las cuestiones del amor? ¿Es posible que

ustedes un día se den cuenta que su esposa es igual a su madre o a su padre? Sí, y ahí está el vínculo

transferencial establecido. Por eso el amor no cura nadie. El amor es lindo, el amor está bueno, el

amor es poesía… pero curar, no cura. Porque continúa siendo la repetición transferencial, el

síntoma no se va a curar con amor, porque el síntoma es el amor. Lo que cura el síntoma es el no-

amor del analista. Que cuando el paciente le pida los veinte pesos, el analista responda: «¿Cómo

veinte pesos? ¿Y yo por qué se los voy a prestar?». Y cuando el paciente regrese a su próxima sesión

enojadísimo, porque no haberle prestado esos veinte pesos fue peor que darle un puñetazo en el

estómago, prepárense para el reclamo: «Sí doctor, porque usted no fue capaz de prestarme veinte pesos…

con lo que le pago yo por sesión ¿qué le costaba prestármelos?». Entonces ahí comienza el análisis.

Lo que parece sostener Lacan es que si ustedes se mantienen abstinentes lo que van a lograr es que

el paciente se enoje. Y cuando esto sucede, comienza el análisis. Después de los gritos, la pelea, y

todo lo que va a venir a hacer los primeros cinco o diez minutos de la sesión, ustedes podrían

preguntarle: «Y a todo esto, ¿por qué yo tendría que prestarle dinero a usted?, ¿Quién soy yo?». Ahí se

gesta algo que no es cualquier pregunta. A mí no me importa si éticamente deben o no prestarle

los veinte pesos, porque el problema allí no son los veinte pesos. El problema es que no haya

análisis. A mí lo que me preocupa es que no haya análisis, porque vuestra función es propiciar el

análisis. Y si ustedes no se dan cuenta y le dan los veinte pesos igual que su mamá, ahí no está

pasando nada.
27 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Ahora bien, no es igual de pertinente que si el paciente les cuenta: «No sabe lo que me pasó el otro día
doctor. Mi novia me dijo ¿Me prestas trescientos pesos para salir?, y se los presté. Luego le dije, ¿Me prestas
veinte pesos que me tengo que ir en transporte público? Y me respondió que no. ¡Y no fue capaz de prestarme
veinte pesos, doctor!». ¿Es pertinente que el paciente se enoje con su novia porque no le prestó veinte

pesos? Sí, puede ser que tenga sentido. Y la verdad es que, ¿por qué no le prestó veinte pesos, qué

le costaba? Pero allí es sumamente distinto: ella está entregada al amor transferencial, no tiene

nada que ver. Nuestra posición difiere, porque nosotros nos mostramos con una abstinencia

técnica, sino no hay análisis.

“Puede verse que el más azaroso pretexto basta para provocar la intención agresiva, que

reactualiza la imago, que ha seguido siendo permanente en el plano de

sobredeterminación simbólica que llamamos el inconsciente del sujeto, con su

correlación intencional”21

Ahí está lo que les decía hace un momento, es por eso que Freud era obsesivamente cuidadoso,

porque cualquier cosa que ustedes hagan puede detonar la agresividad. ¡Cualquiera! Si le prestan, si

no le prestan, si lo pasan, si no lo pasan, si pasan a otro antes que él.

Imaginen la situación en que un paciente llega tarde a su sesión. Ustedes citan al paciente A a las

cinco y tienen citado al siguiente paciente, B, a las seis menos cuarto. Imaginen que el paciente

A llega media hora tarde, llega cinco y media. Ustedes saben que el paciente B llega a las seis menos

cuarto y que el horario de las seis y media está libre ¿Qué harían si se encontrasen en esta

situación?

No hay una respuesta correcta, pero las opciones parecen ser:

1) Pasar a A y a los 15 minutos terminar la sesión

2) Pasar a A sin importar la hora en que la que llegue B

3) Pasar a B y proponerle a A que espere hasta el horario de las seis y media

21
Lacan, Jacques. La agresividad en psicoanálisis en Escritos 1, pág. 113, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
REPRODUCCIÓN DE LAS IMAGOS PRIMITIVAS 28

La mala noticia es que, al parecer, cualquier cosa que hagan va a propiciar la agresividad en el

paciente. Porque el mínimo pretexto es suficiente para desplegar la agresividad y que arda Troya.

Lo único que yo no haría sería atenderlo por sólo quince minutos, porque creo que se vería

comprometido mi trabajo por tener que guiarme por el uso del reloj.

Lo primero que hace ese enojo es superponer la imago. Qué imago y cómo se superpondrá

dependerá ya de cada caso en específico. Quizás si el paciente de las seis siempre llegaba puntual,

puede que ahora comience a llegar tarde. Pero quizás el paciente de las cuatro no haga eso, y

continúe llegando puntual pero haga algo de otro orden. Todo dependerá de la transferencia en la

que intente involucrarlos. Porque si transferencia es querer que el otro participe en su mal, lo que el

paciente lleve a cabo dependerá de cuál sea su mal.

Una vez que ustedes ya estén involucrados en su mal, puede llegar a decir: «Usted no me quiere»,

como cree que no lo quiere su madre. «Claro, yo a usted le importo muy poco, de todos sus pacientes yo

soy el menos importante». Pero tengan algo en claro, primero se arma un escenario en el cual la

imago se va a superponer sobre la figura del analista. Lo que quiero señalar es que primero él llega

tarde, los pone en la disyuntiva de elegir en qué horario atenderlo, y luego va a reaccionar

negativamente a cualquiera que sea vuestra elección.

Entonces más bien la idea sería que en vez de quejarse conmigo, y de enojarse porque yo no lo

quiero, piense en por qué ha llegado tarde. Por supuesto, no es que se lo vayan a decir así, pero

hacia allí podría apuntar la intervención. En una frase más certera: «¿Cuál es el mal en el que usted

quiere introducirme a mí?» ¿En el de la mala persona que no lo quiere, que no lo atiende? ¿Cuál es el

mal? Y si logran descifrar eso, habrán avanzado un largo trecho. Y si logran cuestionarlo sobre por

qué es para él tan importante no ser dejado por los otros en un segundo lugar, quizás obtengan la

tan ansiada respuesta: «Nunca lo había pensado».

Continuemos trabajando la cita: «El más azaroso pretexto basta para provocar la intención agresiva, que
reactualiza la imago, que ha seguido siendo permanente en el plano de sobredeterminación simbólica que
llamamos el inconsciente del sujeto, con su correlación intencional». La imago, aunque sea arcaica, sigue

en lo inconsciente. Eso es clave, porque permite explicar cómo es posible que sea superpuesta a la

figura del analista aunque este no tenga nada que ver con el conflicto inicial. Además aquí hay una

definición de inconsciente, la cita dice: «el plano de sobredeterminación simbólica que llamamos el
29 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

inconsciente», es decir que el inconsciente es un plano de sobredeterminación simbólica donde la

imago se mantiene latente, permanente, pero aún inconsciente.

Vamos ahora a la «correlación intencional». Si tratamos de esquematizarlo un poco, verán que por

un lado tenemos lo inconsciente y por el otro su correlación intencional. ¿Cuál es la correlación

intencional del inconsciente? Claro está: la consciencia. Para ponerlo en términos de Lacan, ¿es

intencional la llegada tarde? No. Podría ser que lo fuera, pero en ese caso ya no tendría nada de

inconsciente. Eso se analiza de otra manera, es algo de otro orden. Lo inconsciente no es

intencional, no depende de la intención, no es que ustedes un día se propongan: «A partir de

mañana haré un síntoma que no me deje ir a la escuela»; como tampoco es posible que digan: «A partir

de mañana me quito el síntoma», porque no depende de la voluntad o la intencionalidad. Pero en el

correlato que es la consciencia, sí, allí está todo en el nivel de la intención. Por eso, si el problema

de su paciente es de intencionalidad, mejor envíenlo con un psicoterapeuta o con un coach de vida.

Si él está mal porque quiere estar mal, ustedes no tienen nada que hacer ahí. Si él no es feliz porque

decide no ser feliz, o porque aún no ha leído el libro de autoayuda indicado y no sabe que tiene que

decretar ser feliz, ese no es un paciente para ustedes. ¿Cuál es el paciente para ustedes? Aquél que sí

quiere ser feliz, pero no puede.

Después será necesario que emprendan otro razonamiento que es medio delirante pero que habría

que evaluar, y es: ¿Quién querría estar mal? -Que lo habrá, seguramente que lo habrá, porque hay

de todo en el mundo-. Pero hoy en día la psicología moderna parece plantear la cuestión como si

de lo que se tratara es que la gente quisiera estar mal. Es decir, yo estoy mal porque decido estar mal,

como si fuera una cuestión de elección: «Yo podría elegir que mi vida sea perfecta, pero elijo que sea una

basura», «Yo podría elegir ser feliz, pero elijo ser miserable».

El tipo que elige ser miserable tampoco es paciente para ustedes, de él no se preocupen, porque no

va a tocar la puerta de vuestro consultorio. Lo sostengo por el hecho de que él quiere ser miserable

y lo está siendo. En cambio, la clave en los pacientes que vemos llegar está en que hay algo que no

funciona, algo no marcha bien y él no lo puede cambiar solo. Primero porque no sabe por qué no

marcha bien y segundo porque no tiene idea de cómo cambiarlo, y además nunca lo había pensado.

Lo importante sería analizar la idea de la intencionalidad y la traigo a colación porque hoy está muy
REPRODUCCIÓN DE LAS IMAGOS PRIMITIVAS 30

de moda toda esta cuestión de la intencionalidad. «Si tú quisieras estarías bien», le dice el primo al

paciente deprimido. El paciente deprimido le responde: «Pero es que yo quiero estar bien», y escucha:

«Es que si lo quisieras de verdad, si lo quisieras más o si realmente lo quisieras harías algo para mejorar».

Nosotros sabemos que esto no es necesariamente cierto, porque hay algo que no depende de la

intención y es, precisamente, lo inconsciente. Quizás por eso sea tan frecuente que el psicoanálisis

sea la última opción de muchos pacientes, van con el psicólogo, con el coach, con el chamán y el

psiquiatra hasta que se dan cuenta que se trata de algo que no depende de la intención y, entonces,

visitan al psicoanalista.

Una cita más:

“Lo que tratamos de evitar para nuestra técnica es que la intención agresiva en el

paciente encuentre el apoyo de una idea actual de nuestra persona suficientemente

elaborada para que pueda organizarse en esas reacciones de oposición, de denegación,

de ostentación y de mentira que nuestra experiencia nos demuestra que son los modos

característicos de la instancia del yo en el diálogo”22

Así dicho, resulta muy freudiano. Lo que nosotros queremos evitar es que el paciente encuentre un

hueco para ponernos la trampa, un pretexto para enojarse, un pretexto para no venir; que al fin y

al cabo él buscará todo el tiempo. La idea de Freud es que nuestra tarea será, al menos, dificultarle

esa búsqueda. Si ustedes llegan siempre a tiempo, y el paciente les dice: «Doctor, yo siento que usted

no me quiere atender. Porque, por ejemplo, siempre llega tarde a mi sesión». «¡Qué raro! –Podrían

responder ustedes- Porque yo nunca he llegado tarde». Esa es la idea freudiana, ustedes cuentan con

el hecho de poder decirle que la razón por la que él siente que no quieren atenderlo no puede ser

que hubieran llegado tarde porque, de hecho, no han llegado tarde.

Permítanme un comentario, esto no quiere decir que si un día llegan realmente tarde se cae todo el

dispositivo. Pero sí es cierto que el paciente los pondrá contra la pared y es una cuestión

complicada. Porque cómo le explican a este neurótico que el mundo no gira en torno a él, que

llegaron tarde porque había tráfico, no porque no lo quieran atender. Es justo por eso que Freud

plantea lo que decíamos hace rato: Si no saben cómo arreglarlo, mejor no se metan en el lío, mejor

22
Ibídem.
31 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

lleguen media hora antes. A menos que ustedes lleguen tarde porque realmente no lo quieren

atender, pero esa es otra historia. Porque ya habría cuestiones contratransferenciales involucradas.

Está muy bien la forma de exponerlo de Lacan, lo que nosotros tratamos de hacer es ni siquiera

darle una excusa mediante la cual él pudiera llegar a pensar que nosotros actuamos como aquellas

imagos primitivas -quererlo, no quererlo, llegar tarde, no llegar tarde, cobrarle, no cobrarle, lo que

sea-, y esa es una idea ya presente en Freud.

Pero si nosotros hilamos más fino, notaremos que aquí tenemos un problema bastante más

complejo. ¿Y si el analista se equivoca y no se da cuenta que se equivocó?, ¿Y si entra, sin darse

cuenta, en la demanda de la transferencia? Supongamos que el mal de este paciente está

relacionado con el hecho de que nadie lo quiere, entonces a partir de cierto día, y sin previo aviso, el

analista comienza a llegar tarde, se confunde y agenda otro paciente en su hora, comienza a

equivocarse. Quizás el problema allí sea que la transferencia ya surtió efecto, y un día el paciente le

dirá: «¿Ve doctor? A mí nadie me quiere, ni siquiera usted me quiere atender». Y ahí ya ganó el síntoma.

No el paciente –que se entienda bien la diferencia-, el paciente sufre muchísimo, pero el síntoma

ganó. Porque, al final, tiene razón: ni siquiera ustedes lo quieren tener como paciente.

No aborden este tema desde una perspectiva moral, es un problema técnico, porque si el paciente

se va se interrumpe el análisis. Imaginen al analista diciendo: «¿Sabe qué? Es cierto, yo no lo quiero

atender. Ya supervisé muchísimo, y me esforcé por hacerlo, pero la verdad es que no quiero». ¿Qué

respondería el paciente?: «Está bien doctor, ya estoy acostumbrado». ¡Listo! ¡Ganó el síntoma! El

verdadero problema es que si interrumpe ya no hay análisis, y ¿cuál es el problema de que no haya

análisis? Quizás el paciente buscará a alguien más que tampoco lo quiera, él cree que buscará a

alguien que lo quiera pero lo que va a conseguir -¡Vaya casualidad!- es a alguien que no lo quiera.

¡Porque ese es el síntoma! Por eso, si el analista entra de cabeza a la transferencia, y de pronto ya

no lo quiere atender, es algo que en apariencia no tendría nada de malo, excepto si eso fue

generado como efecto del síntoma, porque entonces ese analista falló técnicamente.

Lo que vimos hoy es que en el año 1948 la idea general de transferencia es hacer entrar al analista

en un juego en el cual se representa el mal del paciente, y la regla técnica es que el analista no debe

entrar. Esta noción no es única y no es mejor o peor, pero es la de 1948. Si ustedes hubieran ido al
REPRODUCCIÓN DE LAS IMAGOS PRIMITIVAS 32

consultorio con Lacan en ese momento, probablemente, lo que él hubiera hecho es permitir que se

desplegara vuestra locura para luego abstenerse, bien freudiano.


33 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

La detención de la dialéctica

En esta oportunidad trabajaremos con una serie de citas pertenecientes al texto Intervención sobre la

transferencia23, que es el resultado de una conferencia pronunciada por Lacan en el Congreso de

Psicoanalistas de Lengua Romance en el año 1951 –tres años más tarde que el escrito que

revisamos en nuestra primera sesión-. En este texto Lacan propone una lectura dialéctica para

explicar los fenómenos propios de la clínica y utiliza como ejemplo el caso de la señorita Dora

publicado por Freud en 1905. La propuesta se organiza en planteamientos de la verdad por parte del

paciente e inversiones dialécticas establecidas por el analista, y conlleva una profunda crítica al

manejo transferencial de Freud en el caso.

Les propongo que comencemos nuestra articulación con una cita que podrán encontrar en la

página 210 del texto:

23
Lacan, Jacques. Intervención sobre la transferencia en Escritos 1, págs. 209-219, Ed. Siglo XXI, México,

2009.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 34

“En un psicoanálisis, en efecto, el sujeto, hablando con propiedad, se constituye por un

discurso donde la mera presencia del psicoanalista aporta, antes de toda intervención, la

dimensión del diálogo”24

Desde esta primera cita podemos notar cuestiones sumamente relevantes que habría que comenzar

a señalar de a poco. En primer lugar, se hace presente una noción que no ha generado dentro del

ámbito del psicoanálisis lacaniano el debate que amerita, y es la noción de sujeto. Ustedes pueden

haber leído distintas definiciones, haber escuchado distintas formas de aproximarse al concepto,

pero conocen bien cuál es la mía. La mía surge de mi lectura de Alfredo Eidelsztein y de su forma

de entender este concepto. Para mí, sujeto significa tres cosas distintas en los Escritos de Lacan, es

decir, una misma palabra que, dependiendo del contexto en el cual se encuentra inmersa, puede

tener tres significados diferentes. La primera sería sujeto en equivalencia con persona, por ejemplo:

«Un sujeto femenino de treinta y cinco años». La segunda, sujeto como adjetivo, es decir, alguien o

algo que está sujetado a alguna otra cosa, por ejemplo: «La promoción está sujeta a disponibilidad». Y

la tercera, que es la que quisiera destacar aquí –porque es la forma en la que quiero proponerles

leer la cita-, es la tercera acepción que encontrarán en el diccionario si buscan la palabra sujeto. Una

acepción mucho más común en francés -sujet- o en inglés -subject-, en la que sujeto significa tema,

asunto o materia sobre la que se habla o escribe. Si ustedes aceptan esta forma de leer la cita, lo que

Lacan sostiene es que en un psicoanálisis, el sujeto –es decir, el tema, el asunto- se constituye por

un discurso donde la mera presencia del psicoanalista aporta la dimensión del diálogo.

Ahora bien, dejando de lado la cuestión específica del concepto de sujeto, la cita es sumamente

importante porque además insiste en la idea del psicoanálisis como un diálogo. Lo recalco porque

hay muchos colegas que sostienen fervientemente que el psicoanálisis no es un diálogo sino, más

bien, un monólogo. Creo que esa lectura es pertinente debido a que Freud gustaba de pensar al

psicoanálisis como un monólogo del paciente, pero quisiera puntualizar cómo el tema está

establecido de diferente manera en Lacan. Cualquiera que lea esta afirmación podría cuestionar:

¿Cómo es posible que el psicoanálisis sea un diálogo si el analista no dice nada? La duda surge de la

frecuente confusión de suponer que únicamente podría ser un diálogo aquella situación en la que

ambos participantes hablen, y allí reside la clave de la cita: es la mera presencia del analista, incluso

antes de que diga alguna palabra, la que inaugura la dimensión del diálogo. Lacan parece afirmar

24
Ibíd., pág. 210
35 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

que el sólo hecho de que haya otro introduce una dimensión de diálogo, aunque este otro

permanezca en silencio o hable poco. Con esto Lacan comienza a desmarcarse de la conclusión a la

que fue posible llegar la semana pasada, puesto que en el sistema establecido por Freud no

hallamos un diálogo como tal, lo que encontramos es, a lo sumo, a un paciente que habla y que

proyecta cosas sobre el analista, pero no un diálogo. Continúo articulando otra cita en el mismo

sentido:

“El psicoanálisis es una experiencia dialéctica, y esta noción debe prevalecer cuando se

plantea la cuestión de la naturaleza de la transferencia”25

Entonces, para continuar el argumento, si concebimos al psicoanálisis como diálogo, como una

experiencia dialéctica, esto también debe ser tenido en cuenta al plantear la problemática de la

naturaleza de la transferencia. Por ende podría sostenerse que la idea de Lacan sobre la

transferencia plantea un quiebre frente a Freud si se la entiende como una experiencia dialéctica,

puesto que en la propuesta freudiana nunca podría serlo: con la abstinencia el psicoanalista está

impedido para introducir cosas al dispositivo y, por ende, aunque éste cuenta con la presencia de

dos personas, el analista funciona únicamente como espejo. Si uno de aquellos participantes no

introduce nada, entonces es imposible afirmar la existencia de un diálogo, porque es únicamente

uno quien habla y el otro se abstiene, la escena es más parecida a la de un monólogo con un

espectador.

La noción de transferencia que podía encontrarse en el texto que trabajamos la clase anterior tenía

mucho más que ver con la idea de un personaje: el psicoanalista no como una persona, sino como

un personaje que representaba a alguien para el paciente. Es más, para Freud, la transferencia no

depende del analista, el analista únicamente se sienta allí, presta el cuerpo, y el paciente deposita

sobre él todo aquello inconsciente propio de vínculos anteriores. Pero no es necesario que el

psicoanalista haga algo, de hecho el analista tiene por orden no hacer nada. En esta cita, Lacan

parece estar sosteniendo algo diferente: la naturaleza de la transferencia es dialéctica y esto ya

implica un papel activo del analista y, por ende, un giro fundamental en comparación con la

noción que encontrábamos tanto en Freud como en el mismo Lacan del año 1948.

25
Ibídem.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 36

Para continuar, deberíamos cuestionarnos por qué Lacan elige el caso de la señorita Dora para

exponer su trabajo sobre transferencia. Les leo la siguiente cita:

“Fundaré mi demostración en el caso de Dora, por representar en la experiencia todavía

nueva de la transferencia el primero en que Freud reconoce que el analista tiene en ella

su parte”26

Yo no creo que esta afirmación de Lacan sea necesariamente cierta. Si ustedes leen el texto

publicado por Freud, verán que él nunca reconoce haber tenido su parte en la aparición de la

transferencia. Lo que acepta es que cometió un error. Pero, ¿cuál fue tal error? No alcanzar a ver

cómo la transferencia se aproximaba hacia él como una ola gigante dispuesta a aplastarlo, acaso no

preverlo y dejarse aplastar, nada más.

De todas maneras es relevante que Lacan lo exponga de esa manera, porque es posible empezar a

observar cómo irá desprendiéndose lentamente de Freud. En el texto que trabajamos la semana

pasada se mantenía una lógica casi estrictamente freudiana, pero aquí la idea parece distanciarse.

¿Por qué el caso Dora? Porque allí Freud reconoce –en todo caso así gusta de pensarlo Lacan- que

el analista también tiene su parte en lo relacionado a la transferencia. Continúo con otra cita en el

mismo tenor:

“Es la primera vez que Freud da el concepto del obstáculo contra el que ha venido a

estrellarse el análisis bajo el término de transferencia”27

Creo que esa afirmación sí es más acertada, el caso Dora es el caso en el que Freud descubre -

¿podríamos acaso decir inventa?- la transferencia. Si ustedes se adentran, por ejemplo, en los

Estudios sobre la histeria28, no van a encontrar nociones propiamente transferenciales, porque éstas

surgen y se articulan en 1901 y son publicadas en 1905 con motivo del caso clínico. Es en aquella

época cuando a Freud se le presenta la transferencia como el primer obstáculo con el cual el

psicoanalista tropieza en la cura, y quizás eso da cuenta de la razón por la que Lacan retoma el caso

Dora para su Intervención sobre la transferencia.

26
Ibíd., pág. 211
27
Ibíd., pág. 212
28
Freud, Sigmund. Estudios sobre la histeria en Obras Completas, Tomo II, Ed. Amorrortu, Buenos Aires,

2003.
37 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Permítanme plantear una aclaración, y es que tanto Freud como Lacan sostienen que en el caso de

Dora existió un error, sólo que no hay coincidencia en cuál fue aquel error. Pongo esto sobre la

mesa rápida y casi irresponsablemente, pero lo retomaré más adelante. Si ustedes revisan el texto

de 1905 -publicado en el tomo VII de la edición de Amorrortu29-, podrán observar cómo, desde la

perspectiva de Freud, su error consistió, básicamente, en no percatarse del surgimiento de la

transferencia. ¿Qué significa esto? La idea de Freud consiste en pensar que la señorita Dora lo

coloca transferencialmente en un lugar similar al del señor K. y, por ende, puede suponer que ella

abandona el tratamiento tal y como abandona al Sr. K. Imagino que pensarlo de esta manera no

genera ninguna dificultad para ustedes: Dora sostuvo inicialmente un vínculo con un objeto

primordial/arcaico que es su propio padre, posteriormente aquel vínculo se recrea con otra

persona en su lugar, el Sr. K y, por último, el mismo vínculo se reactiva con el analista. Pienso que

hasta aquí no hallamos ninguna dificultad ¿Cuál es el error, entonces, de Freud? El error de Freud

–desde su propio punto de vista- consistió en no percatarse de que la paciente lo estaba ubicando

justamente en ese lugar transferencial. A raíz de este caso, Freud plantea la existencia de algo que

él mismo denomina neurosis de transferencia, en la que el paciente revive los vínculos primarios con

y sobre la figura del analista. Justamente por eso puede observarse un fenómeno particular en el

cual los síntomas del paciente fuera del dispositivo clínico remiten claramente, pero el vínculo con

el analista se ve afectado por la problemática neurótica. Ahora bien, la pregunta que aun quedaría

pendiente por responder, y en torno a la que les propongo analizar todo lo que articularé a

continuación, es: ¿cuál es el error de Freud, según Lacan?

Quisiera leerles una cita más. Recuerden que durante el texto Lacan analiza las afirmaciones de la

paciente y las intervenciones de Freud en una correlación dialéctica, pero sostiene que la

inteligencia de Freud le permitió, únicamente, efectuar dos de esas inversiones dialécticas. Es

precisamente la ausencia de una tercera la que interrumpe el desarrollo y, como consecuencia, el

tratamiento. Pero, ¿cuál habría sido para Lacan aquella tercera inversión que faltó pronunciar? Les

comparto la cita:

29
Freud, Sigmund. Fragmento de análisis de un caso de histeria, Tomo VII, Ed. Amorrortu, Buenos Aires,

2003.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 38

“Si Freud en una tercera inversión dialéctica hubiese pues orientado a Dora hacia el

reconocimiento de lo que era para ella la señora K…, obteniendo la confesión de los

últimos secretos de su relación con ella, ¿qué prestigio no habría ganado él mismo (no

hacemos sino tocar aquí la cuestión del sentido de la transferencia positiva), abriendo

así el camino al reconocimiento del objeto viril? Ésta no es mi opinión sino la de

Freud”30

Cuando el analista interviene de forma correcta, genera una cierta transferencia positiva. Quizás lo

que Lacan está tratando de decir es que si Freud se hubiera dado cuenta y hubiera reorientado a

Dora hacia comprender qué era realmente lo que se tornaba tan atractivo para ella de la Sra. K.,

hubiera quedado muy bien, hubiera generado una transferencia positiva. Sin embargo no pudo

hacerlo, claro está. Continúo un poco más:

“Pero el hecho de que su falla fuese fatal para el tratamiento, lo atribuye a la acción de la

transferencia […], al error que le hizo posponer su interpretación”31

Acaso esta sea la razón por la cual la transferencia resulta tan relevante para Freud en el caso Dora,

porque le orilla a fallar y esto desemboca en la interrupción del tratamiento. De hecho, el auténtico

título de publicación del caso Dora es Fragmento de análisis de un caso de histeria, y es un fragmento

porque nunca se completó. ¿Qué más hubiera querido Freud que publicar un caso completo? ¡Él

parecía tener una fascinación por publicar! Pero le fue imposible debido a la interrupción de la

paciente. Sin embargo, el gran descubrimiento que Dora le deja a Freud –“descubrimiento”, entre

comillas, por supuesto- es que la aparición del fenómeno transferencial puede resultar en la

interrupción de un análisis.

Les propongo ahora que recuperemos la cita en la que Freud mismo sostiene que su gran error fue,

justamente, no reparar en la aparición de la transferencia. Error que, insisto, no es el mismo que

señala Lacan. La cita es un poco extensa32 pero pueden encontrarla en el Tomo VII de las Obras

Completas editadas por Amorrortu. Cito textual de Freud:

30
Lacan, Jacques. Intervención sobre la transferencia en Escritos 1, pág. 216, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
31
Ibídem.
32
Freud, Sigmund. Obras Completas, Tomo VII, págs. 103-104, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2003.
39 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

“Me vi obligado a hablar de la trasferencia porque sólo este factor me permitió

establecer las particularidades del análisis de Dora. Lo que constituye su ventaja y lo

hizo parecer apto para una primera publicación introductoria -su particular

trasparencia- guarda íntima relación con su gran falla, la que llevó a la ruptura

prematura. Yo no logré dominar a tiempo la trasferencia; a causa de la facilidad con que

Dora ponía a mi disposición en la cura una parte del material patógeno, olvidé tomar la

precaución de estar atento a los primeros signos de la trasferencia que se preparaba en

otra parte de ese mismo material, que yo todavía ignoraba. Desde el comienzo fue claro

que en su fantasía yo hacía de sustituto del padre lo cual era facilitado por la diferencia

de edad entre Dora y yo”

¿Con cuántos años contaba Dora cuando llegó al consultorio de Freud? En la historia clínica se

afirma que Dora tenía dieciséis años, y Freud contaba ya con cuarenta y dos. Es decir, es claro que

tranquilamente podría haber sido su hija.

“Y aun me comparó conscientemente con él; buscaba angustiosamente asegurarse de mi

cabal sinceridad hacia ella, pues su padre «prefería siempre el secreto y los rodeos

tortuosos»”

Freud intenta dejar extremadamente claro el desplazamiento transferencial. Es como si Dora le

dijese: «Usted se parece a mi padre Dr. Freud, ojalá usted no me mienta como mi padre me miente». ¿Por

qué supondría Dora que Freud puede mentirle? Por transferencia pura.

“Después, cuando sobrevino el primer sueño, en que ella se alertaba para abandonar la

cura como en su momento lo había hecho con la casa del señor K., yo mismo habría

debido tomar precauciones, diciéndole: «Ahora usted ha hecho una trasferencia desde el

Señor K. hacia mí. ¿Ha notado usted algo que le haga inferir malos propósitos,

parecidos (directamente o por vía de alguna sublimación) a los del Señor K.? ¿Algo le ha

llamado la atención en mí o ha llegado a saber alguna cosa de mí que cautive su

inclinación como antes le ocurrió con el Señor K.?»”

¿Se alcanzan a entender las preguntas de Freud? Él mismo propone lo que tendría que haber

hecho: ahondar en el problema transferencial, avanzar directamente y atacar frontalmente la


LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 40

transferencia. No trata de maniobrar para no abordarla, y es justamente lo que él aconseja hacer en

estas situaciones.

“Entonces su atención se habría dirigido sobre algún detalle de nuestro trato, en mi

persona o en mis cosas, tras lo cual se escondiera algo análogo, pero

incomparablemente más importante, concerniente al Señor K. Y mediante la solución

de esta trasferencia el análisis habría obtenido el acceso a un nuevo material mnémico,

probablemente referido a hechos”

En la cita que acabo de leer puede observarse la solución que propone Freud para el problema

transferencial. En un primer momento, en el momento del descubrimiento, la transferencia se le

presentó a Freud como un obstáculo técnico, pero en un segundo momento parece entenderla,

más bien, como una herramienta. Es decir, si aquel obstáculo se analiza y ese análisis brinda nuevo

material mnémico en las asociaciones, entonces la transferencia pasa de ser un obstáculo a una

herramienta de trabajo.

“Pero yo omití esta primera advertencia; creí que había tiempo sobrado, puesto que no

se establecían otros grados de la trasferencia y aún no se había agotado el material para

el análisis. Así fui sorprendido por la trasferencia y, a causa de esa x por la cual yo le

recordaba al Señor K., ella se vengó de mí como se vengara de él, y me abandonó, tal

como se había creído engañada y abandonada por él. De tal modo, actuó un fragmento

esencial de sus recuerdos y fantasías, en lugar de reproducirlo en la cura. No puedo

saber, desde luego, cuál era esa x: sospecho que se refería a dinero, o eran celos por otra

paciente que tras su curación siguió vinculada a mi familia. Cuando en el análisis es

posible replegar tempranamente las transferencias, su curso se vuelve más oscuro y se

retarda, pero su subsistencia queda mejor asegurada frente a resistencias repentinas e

insuperables”

Bien, hasta aquí la cita. Creo que ya expuesta de este modo, la opinión de Freud queda bastante

clara: para él su falla fue no haberse percatado de la transferencia de Dora.

Les propongo volver al texto de Lacan. Quisiera retomar una cita en la que, a mi parecer, queda

esclarecido cuál es el error que Lacan sostiene que Freud cometió:


41 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

“Es por haberse puesto un poco excesivamente en el lugar del Sr K... por lo que Freud

esta vez no logró conmover al Aqueronte”33

Es justamente en estas palabras donde puede observarse una diferencia clave entre Freud y Lacan:

el problema para Freud es la transferencia y el problema para Lacan es la contratransferencia.

Freud sostiene que su error fue no alcanzar a ver el surgimiento de la transferencia, pero el error

para Lacan va mucho más allá. Consiste en colocarse en un lugar, haberse puesto un poco

excesivamente en ese lugar. La diferencia entre ser puesto -se entiende que de forma pasiva- por la

paciente, y haberse puesto –de forma activa-, plantea una posición radicalmente distinta. Él se puso

allí, no fue que ella lo pusiera allí. En cierto sentido, el hecho de que la paciente lo hubiera puesto

en el lugar del Sr. K. –de forma tan claramente transferencial- es incluso esperable, pero el hecho

de que él se haya colocado allí, no lo es tanto, y para Lacan ese parece ser el error. Continúo con

otra cita en ese mismo tenor:

“Freud en razón de su contratransferencia vuelve demasiado constantemente sobre el

amor que el señor K... inspiraría a Dora y es singular ver cómo interpreta siempre en el

sentido de la confesión”34

Quien revise el texto podrá observar a Freud increpando constantemente a Dora con frases que

sugieren que ella está enamorada del Sr. K. Pienso que la hipótesis de Freud es que Dora, en

realidad, gusta de aquella situación de acoso por parte del Sr. K., e insiste una y otra vez

interpretando en ese sentido. ¿Recuerdan la escena sucedida en la tienda del Sr. K.? Recordarán

que el Sr. K. arrincona a Dora para besarla, y cuando ella le cuenta el suceso a Freud, le explica que

lo vivió con mucho asco. Freud pregunta por qué, y ella responde que debido al olor a cigarro que

tenía el Sr. K. Freud no se muestra muy convencido por esa idea, y afirma que lo que seguramente

había sucedido es que en ese momento el Sr K. tenía una erección y ella sintió en el abdomen la

presión del pene, que eso le agradó y, por ende, le dio asco. No será este el lugar ni el momento

para discutir si Freud está o no en lo correcto, pero lo que parece quedar claro es que su tesis sería

33
Lacan, Jacques. Intervención sobre la transferencia en Escritos 1, pág. 217, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
34
Ibídem.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 42

que Dora está enamorada del Sr. K. De hecho, existen varios momentos del texto en los que da la

sensación de que Freud desearía que Dora confiese estar enamorada del Sr. K.

Ahora bien, Lacan da un paso más allá y propicia otra vuelta de tuerca: no es que Dora realmente

estuviera enamorada del Sr. K., sino que debemos adjudicarle esta idea a la contratransferencia de

Freud. ¡Ésta parece ser la hipótesis de Lacan! Sigan el planteamiento lógico: Tenemos dos

personajes iniciales, Dora y el Sr. K., ¿Cuál es la hipótesis de Freud? Que Dora está enamorada del

Sr. K. Posteriormente surge en Freud otra hipótesis, una de orden transferencial ¿Cuál es? Que por

obra de la transferencia el lugar que en la mente de Dora ocupaba el Sr. K. vino a ser ocupado por

Freud. Entonces, ¿Cuál es el la conclusión? ¡Freud piensa que Dora está enamorada de él!

¿Cuál es la aclaración que, con este escrito, Lacan trata de introducir? Que, en realidad, se trata de

los deseos inconscientes del propio Freud puestos en Dora. Entonces queda tácitamente planteada

una pregunta, y es: ¿Quién está enamorado de quién?

En el Seminario 8 sobre la transferencia, Lacan prácticamente comienza su argumento diciendo: “Al

comienzo de la experiencia analítica, recordémoslo, fue el amor”,35 acaso parafraseando a los textos

sagrados. Pero ¿A qué se refiere? Quizás se refiera a que la experiencia inicial del movimiento

psicoanalítico fue la del amor. Cualquiera podría llegar a pensar que se está haciendo referencia a la

señorita Anna O. y al hecho de su enamoramiento del doctor Breuer, pero Lacan afirma

claramente otra cosa:

“El accidente inaugural, que hizo desistir al eminente Breuer de permitir la

continuación de la primera experiencia, no obstante sensacional, de la talking cure, es

muy evidente que era una historia de amor. Esta historia de amor no existió sólo por

parte de la paciente, de esto tampoco cabe duda […] Está claro que Breuer amó a su

paciente”36

La historia oficial que Freud relata en la biografía escrita por Jones sostiene que la paciente se

enamoró de su médico, pero quizás habría que resaltar no únicamente que Anna O. estuviera

35
Lacan, Jacques. El seminario de Jacques Lacan, libro 8: la transferencia, pág. 12, Ed. Paidós. Buenos Aires,

2009.
36
Ibíd., págs. 216.
43 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

enamorada de Breuer, sino también a la inversa: si allí existió amor, éste no provenía de un sólo

lado. Creo que lo que Lacan deja entrever en el análisis Freud/Dora parece ser una situación

similar. Pero por lo pronto, y si no quisiéramos ahondar más en este tema, al menos tendríamos

que aceptar que lo que está planteando abiertamente es que la cuestión de que Freud se pusiera en

la posición del Sr. K., tiene que ver más con Freud que con Dora.

Fue necesario introducir todas estas cuestiones preliminares para poder comenzar a trabajar la

noción de transferencia que podemos encontrar en este texto. Continúo con otra cita para

profundizar de lleno en el tema:

“Así la detención del proceso dialéctico arroja como saldo un aparente retroceso...”37

Lacan se refiere a la detención del proceso dialéctico que, en este texto en particular, podría

describirse así: Dora postula un primer desarrollo, «Mi padre me entrega a otro hombre, a modo de

intercambio, para poder sostener su amorío con la esposa de dicho hombre». A esta primera afirmación,

Freud opone una primera inversión dialéctica. Ahora bien, a esta inversión dialéctica se le

presenta una segunda afirmación de la verdad, a la cual Freud opone una segunda inversión

dialéctica. Luego del tercer desarrollo de la verdad efectuado por Dora, el análisis se vio

interrumpido. Pero –al menos desde la perspectiva de Lacan- si Freud hubiera podido plantear una

tercera inversión dialéctica nos hubiera sido revelado el valor real del objeto que era la Sra. K. para

Dora ¿Cuál es éste? No un individuo, no una persona, sino un misterio, el misterio de la

femineidad: ¿Qué es una mujer?38

Es justamente a esto a lo que Lacan llama el movimiento dialéctico que se genera dentro del

análisis: cuando se postula una hipótesis, una antítesis y una síntesis, a la cual se le opone,

posteriormente -puesto que esa síntesis termina convirtiéndose en una nueva hipótesis-, otra

antítesis. Es decir, quizás tendríamos que entender dialéctico en el sentido en que podrán hallarlo

en la obra de Hegel y no en el sentido que encontrarán en Platón.

Continúo con una cita en la que pienso que Lacan postula su idea de transferencia:

37
Lacan, Jacques. Intervención sobre la transferencia en Escritos 1, pág. 218, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
38
Ibíd., págs. 212-214.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 44

“¿Qué es finalmente esa transferencia de la que Freud dice en algún sitio que su trabajo

se prosigue invisible detrás del progreso del tratamiento y cuyos efectos por lo demás

‘escapan a la demostración’? ¿No puede aquí considerársela como una entidad

totalmente relativa a la contratransferencia […]?”39

Y aquí ya podemos encontrar un quiebre. Freud no habló nunca de contratransferencia en sus textos

publicados, solamente lo hizo en su correspondencia epistolar. El concepto de contratransferencia es

un concepto creado por Freud, pero trabajado, extensa y fundamentalmente, por los

postfreudianos y los kleinianos.

Acaso sea pertinente tomarnos un momento para analizar el concepto de contratransferencia. ¿Qué

significa contratransferencia dentro del paradigma clásico psicoanalítica de la IPA de los años treinta

o cuarenta? ¿Por qué se llama contratransferencia para empezar? Justamente por ser la contraparte

de la transferencia. Para decirlo todo, la contratransferencia es aquello que siente el analista debido a

la transferencia del paciente. Es decir, supongamos que un paciente se ubica siempre en la posición

de ser odiado, y por ende su analista descubre, un día, que lo odia ¡Eso es contratransferencia! Lo

que el paciente hace sentir al analista debido a su forma de transferencia. Lo que trato de preguntar

es qué sucedía antes de la publicación de este texto, cómo se concebía la noción de

contratransferencia. En realidad, si somos estrictos, y al menos en su concepción clásica, la

contratransferencia no tiene nada que ver con el analista. De hecho, al asistir a congresos de

psicoanalistas no lacanianos podrán observar que el paradigma que allí se sostiene propone que si

el psicoanalista tiene sueño durante la sesión eso proviene del paciente, si el analista siente hambre

eso proviene del paciente, si el analista se aburre durante la sesión eso proviene del paciente ¿La

contratransferencia siempre proviene del paciente? ¡Al parecer sí! Porque la contratransferencia es

relativa a la transferencia, es únicamente el efecto de lo que el paciente deposita sobre el

psicoanalista.

De esta manera es fácil comprender cómo comienza a utilizarse la contratransferencia como una

herramienta de trabajo: puesto que lo que yo siento habla de él por ser relativo a él, yo puedo saber

sobre él a partir de eso que siento. No encontrarán un psicoanalista de aquella época que pudiera

afirmar: «Yo sentí esto o lo otro por mis ideas o prejuicios», «Yo sentí sueño porque anoche no dormí bien».

39
Ibíd., pág. 218.
45 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

La contratransferencia es posible puesto que trabajan con la noción freudiana de encuadre, y si

siempre se mantiene el encuadre, uno es igual con todos los pacientes. La idea sería: «con todos los
pacientes me comporto igual, por ende, si con alguno me comporto de forma diferente debe ser que hay algo
de ese paciente implicado» ¿Se alcanza a ver la idea que está de fondo? Que la contratransferencia es

relativa a la transferencia. Es más, ¿cuál surge primero? La transferencia, allí no hay duda: el

paciente transfiere primero sus complejos inconscientes -generalmente edípicos- sobre la figura

del analista y, como efecto de eso, el analista comienza a pensar o sentir cosas. Lo que el analista

siente contratransferencialmente, surge de lo que el paciente siente transferencialmente. Quisiera ser

muy claro en una cuestión, esta concepción específica genera una ética y una técnica específicas, una

cierta posición por parte del analista.

Por eso quise compartirles esta cita, porque a mí me parece una bomba que Lacan coloca en el

centro de la IPA: «¿Qué es la transferencia?, ¿No puede aquí considerársela como una entidad totalmente

relativa a la contratransferencia?» ¡Lacan invierte los términos! En lugar de suponer que la

contratransferencia surge de la transferencia, propone lo contrario: ¿No será que, en realidad, la

transferencia surge de la contratransferencia? Es diametralmente opuesto. Pero quizás lo más

fuerte de la cita sea la forma en que va a definir contratransferencia, continúo leyendo textualmente:

“¿No puede aquí considerársela [a la transferencia] como una entidad totalmente

relativa a la contratransferencia definida como la suma de los prejuicios, de las pasiones,

de las dificultades, incluso de la insuficiente información del analista en determinado

momento del proceso dialéctico?”40

Parece que la contratransferencia es el conjunto de una serie de cosas terribles. Vamos a analizarlas

por partes. Los prejuicios del analista como las formas predispuestas de aproximarse hacia las

cuestiones que envuelven la clínica. Sus pasiones, a las que habría que entender en el sentido, por

ejemplo, de La pasión de Cristo; no como algo que al analista le gusta o le atrae, sino como lo que le

apasiona en el sentido del pathos griego, aquello de lo que padece, de lo que sufre. Cuando Lacan

dice dificultades o insuficiente información está dando un golpe bajo, porque lo que está señalando

son las dificultades intelectuales y la ignorancia que observa en los analistas.

40
Ibídem.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 46

Volvamos al ejemplo de Freud. Si el error contratransferencial de Freud fue ponerse demasiado en

el lugar del Sr. K. ¿Podríamos decir que aquella contratransferencia surge como un efecto de los

prejuicios, las pasiones, las dificultades y la insuficiente información de Freud? Tiene sentido. Lo

que Lacan sostiene es que si Freud no se hubiera puesto en ese lugar, nunca hubiera visto surgir la

transferencia en Dora. Esta es la propuesta radicalmente novedosa de Lacan.

Me interesa que observen el desarrollo de esta inversión fundamental. Si la aparición del

contenido contratransferencial genera una detención en el proceso dialéctico y, por ende, la

aparición de la transferencia, la responsabilidad por esa detención recae sobre el analista. Este

simple hecho –estén o no ustedes de acuerdo con él- coloca ya al analista en una posición distinta.

La lectura de la situación ya no es la misma, varía mucho de aquella posición que podría sostener

que si el paciente interrumpe el tratamiento es debido a que tiene mucha pulsión de muerte, o una

compulsión a repetir, o mucho goce mortífero. Desde esta perspectiva, si el paciente interrumpe

estamos técnicamente obligados al menos a cuestionarnos si no hay algo relativo a nosotros puesto

en juego. Ya no podemos evaluar igual las apariciones transferenciales del paciente. Cuando Dora

interrumpió su análisis, ¿había allí algo de Freud en juego? Para Lacan, sí.

Continúo con la cita para dejar clara la idea de transferencia:

“Dicho de otra manera, la transferencia no es nada real en el sujeto, sino la aparición, en

cierto momento de estancamiento de la dialéctica analítica, de los modos permanentes

según los cuales constituye sus objetos”41

Si Freud hubiera escuchado que la transferencia no es nada real en el sujeto, probablemente hubiera

expulsado a Lacan del movimiento psicoanalítico. Pero el planteamiento es sumamente interesante.

Imaginen el trabajo clínico: el paciente sostiene una cosa, el analista introduce otra y esto les lleva

automáticamente a algo diferente. Si el paciente llega y expone un planteamiento de la verdad, lo

esperado será que el analista genere una inversión dialéctica y ésta, a su vez, desencadene otro

planteamiento. Ese es el movimiento dialéctico. Pero si el paciente establece un tercer

planteamiento de la verdad y el analista no dice nada, ¿qué sucederá con el desarrollo dialéctico? Se

interrumpe.

41
Ibíd., pág. 219.
47 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Claramente, el siguiente paso debería consistir en plantearnos por qué en este desarrollo dialéctico

el analista no agregaría otra inversión. Quizás por prejuicioso, por apasionado, por tonto o

ignorante. Lo que está claro es que si no se plantea otra inversión se interrumpe el proceso

dialéctico. ¿Y qué sucede cuando se interrumpe el proceso dialéctico? ¿Qué surge aquí antes de la

interrupción del análisis? Lo que surge es la transferencia.

Cuando se detiene el proceso, cuando se interrumpe el movimiento, cuando el análisis se estanca,

el analista nota el cambio, la situación se torna pantanosa. Un análisis que venía bien, en el que el

paciente asociaba y en el que había movimiento, de pronto comienza a volverse tedioso, pantanoso,

y uno tiene la sensación de que algo no anda bien. Incluso es en ese momento cuando el analista

llama al supervisor. Algo no camina, la cosa parece atorada. Es en ese contexto en el que vemos

surgir cuestiones transferenciales que se tornan muy incómodas, sobre todo para los analistas

jóvenes. ¿Por qué es incómoda la transferencia? Tan sólo imaginen esta situación: Ustedes

atienden a un paciente cuyo análisis va muy bien, asocia libremente, habla de su madre, de su

padre y luego de su novia. Pero de pronto, un día, aparentemente de la nada, el paciente les dice:

«¡Ay doctora! Qué bonita se ve hoy»; o podría decirles: «¿Sabe qué doctora? Hoy llegué diez minutos antes

y me quedé esperándola en la puerta. Noté que llegó un poquito tarde, ¿Por qué?» Comienzan a surgir

cosas que antes ustedes no escuchaban en el discurso de ese paciente, cosas que no se habían

presentado. Él comienza a hablar sobre si ustedes son bonitas, o son feas, sobre si llegan tarde,

sobre el porqué de la posición del diván, sobre si el techo está sucio. Y eso, a nosotros, que nos han

entrenado para tratar de mantenernos fuera del dispositivo, nos es incómodo. A medida que la

transferencia se hace presente, el analista comienza a verse cada vez más involucrado en el discurso

del paciente.

¿Qué sucede, entonces, cuando se estanca la dialéctica propia del análisis? Aparecen los modos

permanentes según los cuales el paciente constituye sus objetos. Es precisamente eso lo que

observó Freud, por eso se le hizo patente la repetición, la estrecha relación entre este vínculo y los

vínculos primarios. El paciente no se quejará de cualquier cosa, cada paciente se quejará de cosas

que le sean relevantes, y serán o no relevantes dependiendo de la forma en que constituye sus

objetos.
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 48

Si destaco esto es porque queda clara la razón por la cual Freud entiende como transferencia el

hecho de que el paciente vea al analista como si fuera alguien perteneciente a su propia historia,

porque lo que se transfiere es una forma particular de constituir objetos, una forma particular de

amar, para decirlo en otros términos. Es cierto que el analista observará un cierto modo de

constitución de objetos, pero no porque esto sea algo real, dice Lacan. En realidad, si la

transferencia surge se debe a que un error fue cometido.

Esta es la hipótesis de este texto sobre la transferencia. En el año 1951, la hipótesis podría

resumirse en esta frase: Si hay transferencia, hay error. Lacan lo expondrá más adelante: la

transferencia funciona como una forma de ver cómo vamos, como una brújula o un indicador.

Quizás por eso, la pregunta por la transferencia es importante en la supervisión. Aunque, de todas

maneras, allí tenemos un problema grave. Y es que el psicoanalista –en general- sólo recurre a la

teoría y a la supervisión cuando las cosas van mal.

Continúo un poco más en esta misma línea:

“¿Qué es entonces interpretar la transferencia? No otra cosa que llenar con un engaño el

vacío de ese punto muerto. Pero este engaño es útil, pues aunque falaz, vuelve a lanzar

el proceso”42

Creo que el planteamiento es sumamente claro: La transferencia, ¿es algo real en el sujeto? No. ¿Es

útil? Sí. ¿Por qué? Porque en un momento de estancamiento vuelve a echar a andar el proceso

dialéctico. Para Lacan, la interpretación transferencial es un engaño, es señalar un punto que en

realidad no es nada, pero con esta interpretación –que es esencialmente falaz- se vuelve a lanzar el

proceso.

¿Qué será entonces interpretar la transferencia en el dispositivo? ¡Un engaño! Útil, quizás, pero un

engaño al fin. Imagino que Freud no hubiera estado de acuerdo con este planteamiento, quizás

porque para Freud el análisis tenía una cierta relación con la verdad. Ustedes recordarán que él

sostenía que el analista no debía mentir al paciente, por dos razones fundamentalmente. La

primera, porque así como se exige que el paciente diga todo, la posición correspondiente para el

analista es la de la veracidad. Y, en segundo lugar, porque si por alguna situación descubriese que

42
Ibídem.
49 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

le mentimos, la confianza necesaria para el establecimiento del dispositivo se vería afectada. Esa

era la idea de Freud.

Pero, ¿qué está diciendo Lacan aquí? Pareciera proponer al engaño como una posibilidad técnica,

¡Técnica! No ética. Es decir, si fuera técnicamente necesario, el analista puede engañar al paciente.

Si para volver a lanzar el proceso es necesario engañarlo interpretando la transferencia, entonces

engáñenlo. Interpreten la transferencia aunque ésta no sea veraz.

Quisiera insistir en este punto: si el analista no hubiese cometido inicialmente un error, el paciente

nunca se hubiera enfrentado al surgimiento de la transferencia –lo explicaré en un momento-.

Pero una vez cometido aquel error, es posible interpretar dicha transferencia para volver a

propiciar la cadencia dialéctica propia de la situación analítica.

La posición de Lacan frente al engaño es curiosa, porque Freud –y probablemente una gran

cantidad de psicoanalistas- no estarían de acuerdo en obrar de ese modo. Pero quizás lo debamos al

hecho de que para Lacan esas interpretaciones transferenciales no son otra cosa que llenar con un

engaño el vacío de aquel punto muerto surgido en el dispositivo. Entonces este engaño es útil,

porque aun cuando es realmente falaz, vuelve a lanzar el proceso dialéctico.

Si nosotros estableciéramos un corte en el desarrollo del concepto de transferencia en Lacan

situándonos en el año 1951, podríamos decir que la transferencia se presenta como un error

técnico. Acaso deberíamos decir que funciona, cuando menos, como un indicador del error: si no

hay error, no hay transferencia. Es cierto que la transferencia conlleva algo de repetición, y que

aquello que se repite es el modo permanente de constitución del objeto, pero no se hará presente si

no existe una detención del proceso dialéctico. Cualquiera podría entonces preguntarse: ¿Uno

podría atravesar todo un análisis sin la aparición de cuestiones transferenciales en el dispositivo?

No puedo responder a esa pregunta, pero sí podríamos decir que -insisto, al menos en este

momento- la transferencia surge como reflejo de un error del analista y es de índole

contratransferencial,

“Así la transferencia no remite a ninguna propiedad misteriosa de la afectividad, e

incluso cuando se delata bajo un aspecto de emoción, éste no toma su sentido sino en

función del momento dialéctico en que se produce. Pero este momento es poco
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 50

significativo puesto que traduce comúnmente un error del analista, aunque sólo fuese el

de querer demasiado el bien del paciente cuyo peligro ha denunciado muchas veces

Freud mismo”43

Si no conlleva per se ninguna propiedad misteriosa relacionada con lo afectivo, aun cuando se

presente bajo el aspecto de emoción, la esencia de lo transferencial y su sentido particular

dependen exclusivamente de en qué momento se interrumpa el proceso, el sentido puede leerse

únicamente en ese contexto. Momento en el cual se produce un error por parte del analista,

aunque el error sea el de querer demasiado el bien del paciente, que es un error ya señalado por

Freud: Furor Sanandis ¿Recuerdan? Desear demasiado el bienestar del paciente puede orillar al

analista a cometer errores técnicos.

Técnicamente, la relevancia de la transferencia es su función de brújula, cuando el analista

comienza a verla presente en el dispositivo puede intuir que algo no va bien. Aquí puede

observarse una relación estrecha y clara con la idea inicial de Freud sobre la transferencia como

resistencia. El valor resistencial de la transferencia puede verse incluso cuando ésta sea positiva: si

el paciente destina toda la sesión a divagar sobre cuán inteligente es su analista esto es tan

resistencial como si hablara de cuánta inteligencia le falta; la clave está en cómo se utiliza para

resistir. Les comparto una última cita:

“Creemos sin embargo que la transferencia tiene siempre el mismo sentido de indicar

los momentos de errancia y también de orientación del analista y el mismo valor para

volvernos a llamar al orden de nuestro papel: un no actuar positivo con vistas a la

ortodramatización de la subjetividad del paciente”44

Justamente a eso me refiero con que la función de la transferencia pareciera similar a la de una

brújula, pareciera que va a dar cuenta de momentos en los que el analista puede estar

equivocándose y momentos en los que no, según su presencia o su ausencia. Y también puede

leerse en ella una invitación ética y técnica -porque nuestra ética es técnica, al fin y al cabo-, que es

la de llamarnos a nuestro papel como analistas. Lo señalo porque la pregunta por nuestro papel es

una pregunta muy recurrente. Es común que la gente pregunte qué hace un psicoanalista, y quizás

43
Ibídem.
44
Ibíd., pág. 220.
51 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

lo más preocupante no es que la gente lo pregunte sino que los analistas casi nunca sepamos qué

responder. Es un problema que Lacan trabajó muchísimo. Los invito a que piensen si no es algo

grave que hacia el interior de una disciplina, sus miembros, quienes ejercen un papel, desconozcan

cuál es ese papel y cómo se ejerce.

Y, sinceramente, no creo que toda esta idea actual sobre el psicoanálisis como una disciplina oscura,

intrincada, artística o misteriosa, nos ayude a salir del problema. A veces pienso que es más una

forma de ocultar nuestra ignorancia sobre lo que realmente hacemos que una verdadera definición

de lo que el análisis es. Pienso que un verdadero conocedor, alguien que entiende y manipula con

fluidez los conceptos y los lineamientos técnicos de su disciplina debería poder explicar la esencia

de dicha disciplina a un chico de ocho años y que éste le entienda. Es un tanto sectaria y fanática la

postura que sostiene que uno sólo puede entender cómo funciona el psicoanálisis si asiste a un

tratamiento psicoanalítico o si gusta de esta disciplina. A mí me gusta pensar que es posible

transmitir racionalmente lo que el psicoanálisis es, incluso, si la otra persona no está de acuerdo.

Uno puede entender cómo funciona el psicoanálisis y, posteriormente, concluir que es una

disciplina infértil.

En esta cita hay una noción de lo que un psicoanalista hace, ahora trataremos de explicar cuál es.

¿Qué es un no actuar? Claramente un no hacer ¿Y qué significa positivo? Lo pregunto porque la cita

se refiere a un no actuar positivo. Para tratar de aclarar un poco la situación, piensen que si cualquier

persona se sienta frente al panadero y comienza a contarle sobre el pesar que le genera el hecho de

que su familia no lo quiera, el panadero podría darse la media vuelta e irse. Ese también es un no

actuar. Por eso es pertinente preguntar qué es un no actuar positivo. Creo que Lacan se refiere a un

no hacer activo, a que uno elige activamente no hacer algo. No es que uno no lo haga porque no le

da la gana, o porque simplemente no le interesa. Si alguien se sentara en un café y le dice a la

persona de al lado: «Disculpe, ¿le puedo contar algo? Es que estoy un poco triste», la otra persona podrá

responder: «No, estoy trabajando en mis cosas». E, insisto, ese también es un no hacer, pero no un no

hacer positivo, es decir activamente no hacer. A lo que me refiero es que uno puede activamente

decidir no actuar, y esto sería un no actuar positivo. Pero, ¿con vistas a qué? ¿No actuar en función

de qué? Sería la siguiente pregunta obligada. ¡En función de la ortodramatización subjetiva del

paciente! Entonces es un no actuar positivo con vistas a ésta forma en la que se dramatiza el sujeto
LA DETENCIÓN DE LA DIALÉCTICA 52

del paciente, es decir, la forma regia mediante la cual se despliega, para el paciente, un escenario en

el cual hay personajes. Frente a eso el analista no actúa.

¿Recuerdan la noción freudiana de La novela familiar del neurótico45? En la novela familiar de un

neurótico, él es uno de los personajes pero hay otros. La sesión pasada destacábamos cómo es que

el paciente pretende que el analista forme parte de aquella novela, que represente a un personaje:

quien lo ama, quien lo odia, quien lo desprecia, algún personaje. Esta representación dramática es

algo que se alcanza a ver muy claramente en las constelaciones familiares –tan populares en este

último tiempo-. Hay gente que cree que las constelaciones implican algo en el orden de lo mágico,

nosotros, en psicoanálisis, hace cien años que las hacemos. La única diferencia es que nosotros, al

no tener un prejuicio sustancialista, no requerimos que los personajes estén representados por

gente de carne y hueso. Pero, al fin y al cabo, el sujeto del psicoanálisis es una constelación.

Entonces, a modo de resumen de lo expuesto el día de hoy podríamos decir que la idea general del

texto propone a la transferencia como una suerte de indicador que refleja el curso del análisis. Si se

hace presente la transferencia puede inferirse que se detuvo el movimiento dialéctico -que en este

momento es lo más importante para Lacan-. Surge la transferencia, la figura del analista es

construida según el modo permanente de constitución de los objetos por parte del paciente y, por

ende, la intervención debe apuntar a generar que el analista regrese a su papel. A diferencia de lo

que sucedió con Freud en el caso de la señorita Dora, el analista deberá regresar a su papel ¿Cuál es

su papel? Un no actuar positivo en función de la ortodramatización que depende, a su vez, del

sujeto de cada caso. Pero el papel es justamente el no actuar. Actitud que es diametralmente

opuesta a la noción de contratransferencia, puesto que en ella lo que mueve al analista a actuar son

sus prejuicios, pasiones, dificultades, y su falta de información.

Una falta de información que puede analizarse desde el aspecto más básico. Si algún analista llegase

a enamorarse de su paciente, pero previamente ha leído a Freud, lo más probable es que piense que

está cometiendo un error técnico. ¿Cómo lo sabe? ¿De dónde lo aprendió? Lo dice aquí, uno lo

aprende leyendo el libro. Pero si aquel analista no ha leído a Freud y se enamora de su paciente, ¿Es

posible que aquella contratransferencia provenga de su ignorancia? La pregunta es si deberíamos

45
Freud, Sigmund. La novela familiar del neurótico en Obras Completas, Tomo IX, Ed. Amorrortu, Buenos

Aires, 2003.
53 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

juzgar igual el caso de un psicoanalista que se casa con su paciente al de un psicólogo que hace lo

mismo. Quizás el psicólogo siente amor, pero el analista estaría obligado a sospechar de eso que

siente como amor. Les recomiendo la lectura de la tesis doctoral de Lacan,46 el caso Aimé. A Lacan

le sucedió algo sorprendentemente similar a lo que le sucedió a Breuer con Anna O, y a Freud con

Dora, no puede ser casualidad.

46
Lacan, Jacques. De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires,

2006.
54

La Res Analítica

En esta tercera clase quisiera proponer el trabajo con un conjunto de citas tomadas del Escrito

Variantes de la cura-tipo47, un texto redactado por Lacan en la Pascua del año 1955 y aparecido en la

Encyclopédie médico-chirurgical. El tema abordado a lo largo de todo el texto es un tema central y

característico de los primeros años de trabajo de Lacan: la desviación técnica del psicoanálisis.

Generalmente se alude a la crítica por la desviación como si ésta estuviese dirigida exclusivamente

a los analistas ipaístas post-freudianos o a las innovaciones propias del kleinismo, quizás si uno lee

más a detalle puede darse cuenta que la crítica de Lacan siempre apunta a los psicoanalistas como

una generalidad, y no a cierta subespecie. Variantes de la cura-tipo versa justamente sobre cómo las

nociones del psicoanálisis comenzaron a dispersarse y a extender los márgenes del paradigma,

propiciando serios problemas de índole científico. Al parecer, la versatilidad en el entendimiento

de ciertos conceptos psicoanalíticos propició múltiples formas de aproximación al dispositivo

clínico.

La primera cita que quisiera compartirles surge en un contexto en el cual Lacan está discurriendo

sobre los problemas que emanan de propiciar una cierta concepción mística del psicoanálisis que

surge, probablemente, del hecho de que los psicoanalistas ignoren la forma de funcionamiento de

47
Lacan, Jacques. Variantes de la cura-tipo en Escritos 1, págs. 311-346, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
55 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

su dispositivo. Lacan sostiene que esta concepción es frecuente en el ámbito analítico de los

Estados Unidos, con el agravante de la gran cantidad de analistas que empezaron a desarrollarse en

ese medio. Comencemos a analizarla:

“Que el medio considere necesaria la coherencia entre técnica y teoría no es por ello

más tranquilizador. Sólo una aprehensión de conjunto de las divergencias, que sepa ir a

su sincronía, puede alcanzar la causa de su discordia” 48

Ya es un gran avance que el medio considere necesaria la coherencia entre técnica y teoría, aunque

por supuesto no lo es todo y no por ello es más tranquilizador. Pero incluso menos tranquilizador

debería ser para nosotros saber que en la actualidad existen analistas de orientación lacaniana que

sostienen la no relación entre las nociones teóricas de la disciplina y los efectos técnicos que éstas

conllevan. Es común escuchar que la técnica no debería tener una influencia teórica, y que en

realidad no existe una relación entre ambas. Esta es una idea propia de los postulados freudianos:

Freud gustaba de pensar que la técnica nace espontáneamente dentro del dispositivo, que no está

fundada en conceptos teóricos sino que se funda en sí misma, en el desarrollo de su propia

experiencia. Freud pensaba que todas las cuestiones propias de la técnica psicoanalítica surgen de

la técnica psicoanalítica misma, de una especie de aprendizaje de prueba y error que él llevaba a

cabo con sus pacientes en la clínica. La idea de la predominancia de la práctica sobre la teoría es

una idea muy presente en el conocimiento popular de nuestra época, y a Freud le llegó a través de

la enseñanza de Charcot.49 Era de esperarse que los lacanianos sostuvieran esta idea porque –creo

ya haberles compartido esta opinión- los lacanianos son básicamente freudianos, y a diferencia de

Lacan, comparten con Freud la idea de la predominancia técnica.

48
Ibíd., pág. 315.
49
“Y Charcot nunca cesó de abogar por los derechos del trabajo puramente clínico, que consiste en ver y

ordenar, contra los desbordes de la medicina teórica. Cierta vez estábamos reunidos un pequeño grupo

de extranjeros, formados en fisiología académica alemana, y lo fastidiábamos objetando sus novedades

clínicas: «Eso no puede ser –le opuso uno de nosotros-, pues contradice la teoría de Young-Helmholtz».

No replicó «Tanto peor para la teoría; los hechos de la clínica tienen precedencia», o cosa parecida, pero

nos dijo algo que nos causó gran impresión: «La théorie, c´est bon, mais ça n´empêche pas d´exister»”. Freud,

Sigmund. Charcot en Obras Completas, Tomo III, pág.15, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2003.
LA RES ANALÍTICA 56

La opinión de Lacan parece diferir bastante, para él existe una relación entre los conceptos

teóricos y la técnica, para poder aplicar la técnica en la práctica clínica es necesario conocer los

conceptos que la fundan, y esta idea tiene cierta lógica: ¿Cómo podría uno ejecutar la técnica de

forma correcta si desconoce los conceptos teóricos que están en su fundamento?

Pero, ¿cómo comprender la causa de la discordia que reina dentro del psicoanálisis? Logrando que

estas divergencias técnicas, clínicas y teóricas que se generaron dentro del movimiento sean

aprehendidas en su conjunto; es decir, deberíamos lograr entender cómo es que funciona esta

dispersión y cada una de las divergencias.

Ahora bien, la discordia generada por las divergencias es profunda puesto que éstas se dan en la

interpretación de los conceptos fundamentales, interpretaciones que terminan contradiciéndose

entre sí y acaban siendo excluyentes. El problema es que dentro de nuestro propio constructo

teórico tenemos discrepancias que son incluso incompatibles. Esto genera problemas científicos

graves, puesto que la disciplina pierde mucha robustez cuando dentro de ella las discrepancias

comienzan a extender los límites del paradigma reinante. En caso de que este tema sea de su

interés, recomiendo ampliamente el texto La estructura de las revoluciones científicas50 de Thomas

Kuhn, allí encontrarán qué es lo que sucede cuando dentro de un mismo paradigma comienzan a

surgir diversas formas de pensar que generan tensión hacia el interior y amenazan con romper

dicho paradigma para formar uno nuevo. Al parecer, el planteamiento de Lacan es similar: hacia el

interior del psicoanálisis han surgido divergencias discordantes que generan tensión dentro de la

disciplina y podrían generar una ruptura del paradigma. Continúo con una cita en el mismo

sentido:

“Por lo menos esto es lo que sugiere la dispersión que se comprueba tanto en la

coordinación de los conceptos como en su comprensión“51

Es decir, ¿dónde podemos notar la existencia de una dispersión en psicoanálisis? Por un lado, en la

coordinación de los conceptos, entendida como el orden que se establece dentro del marco

conceptual, y por otro, en su comprensión, en cómo son entendidos aquellos conceptos.

50
Kuhn, Thomas. La estructura de las revoluciones científicas, Ed. Fondo de Cultura Económica, Argentina,

2004.
51
Lacan, Jacques. Variantes de la cura-tipo en Escritos 1, pág. 315, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
57 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

El problema de la coordinación y la compresión de los conceptos en psicoanálisis sea quizás la

motivación principal para que Lacan dictara su Seminario XI: Fundamentos,52 en el cual se definen

los cuatro conceptos clave para comprender la lógica fundacional del psicoanálisis. Pienso que

parte de lo que se critica en este Seminario es la actualidad de conceptos fundamentales –como la

transferencia, por ejemplo- sobre los cuales distintas escuelas psicoanalíticas sostienen diferentes

nociones. No es lo mismo transferencia dentro del paradigma de los ingleses kleinianos, que

dentro de aquel de los estadounidenses annafreudianos, o del de los franceses, por ejemplo.

Ubicamos allí un problema interno al movimiento; es decir que el verdadero problema con el que

se las ve el psicoanálisis es un problema interno. Un problema que surge por cómo se ordenan y

cómo se entienden ciertos conceptos en psicoanálisis.

“Se llega así a celebrar que la debilidad de la invención no haya permitido más destrozos

en los conceptos fundamentales”53

Por suerte estas invenciones novedosas son tan débiles -conceptualmente hablando- que no

propiciaron más destrozos, sólo impactaron de forma laxa en los conceptos fundamentales

freudianos. ¿Por qué? Por su debilidad, por su escasa fuerza de impacto.

Ahora bien, quisiera destacar otra situación que sucede muy comúnmente: la costumbre de

algunos analistas que, para definir algún concepto freudiano, requieren de explicaciones teóricas

de orden lacaniano o kleiniano. Por ejemplo, para explicar el Edipo de Freud, citan lo que Lacan

sostiene sobre el caso Hans en el Seminario IV54. Yo veo allí un problema porque, siendo realmente

estrictos, las apreciaciones de Klein sobre la transferencia o las apreciaciones de Lacan sobre el

Edipo, no explican la transferencia o el Edipo freudianos. El Edipo en Freud se explica sólo -

conceptualmente hablando-, o no se explica sólo y entonces podemos concluir que es un muy mal

concepto, pero no puede requerir de postulados posteriores para su elucidación, se presenta un

problema incluso temporal. Esto implicaría que uno podría continuar analizando, por ejemplo, el

concepto de transferencia y podría ubicar un Freud-y-después-Lacan y no un Freud-Lacan. Por

52
Lacan, Jacques. El seminario de Jacques Lacan, libro 11: los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,

Ed. Paidós. Buenos Aires, 2009.


53
Lacan, Jacques. Variantes de la cura-tipo en Escritos 1, pág. 316, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
54
Lacan, Jacques. El seminario de Jacques Lacan, libro 4: la relación de objeto, Ed. Paidós. Buenos Aires, 2009.
LA RES ANALÍTICA 58

supuesto que con esta crítica Lacan no está hablando de sí mismo, pero nosotros podríamos

aplicarlo también a él: por suerte, las invenciones de Lacan son tan débiles que no afectan a los

conceptos de Freud. Es decir, los conceptos fundamentales del psicoanálisis se los seguimos

debiendo a Freud.

A diferencia de estos nuevos conceptos, estas nuevas invenciones que tratan de modificarlos,

parecería ser que los conceptos originales de Freud se mantienen con gran resistencia. ¿Por qué

pueden ser resistentes a estos embates novedosos? Porque son consistentes, firmes y sólidos,

sostendrá Lacan. Y, justamente, hablando de aquello que nos compete a nosotros, leo la siguiente

cita:

“Tal es el caso de la transferencia que se muestra a prueba de toda teoría vulgarizante,

cosa que debe a la robustez hegeliana de su constitución”55

En primer lugar, querría destacar una cuestión que podría ser una obviedad pero hay que decirlo:

si en esta cita Lacan menciona a la transferencia como un ejemplo de un concepto freudiano

fundamental que se ve puesto a prueba por las innovaciones, es porque él considera a la

transferencia como un concepto. Esto es importante, puesto que antes de ser un fenómeno clínico

la transferencia es un concepto. Y dependerá de las características que conlleve aquel concepto –es

decir, lo que cada uno piense que es la transferencia- el fenómeno clínico que cada analista

observará como transferencia en el dispositivo.

Justamente aquello que sosteníamos hace un momento que sucede con los conceptos en

psicoanálisis, sucede también con la transferencia. Pero, ¿por qué vulgarizante? Hace referencia a

lo popular, lo que le corresponde al vulgo, a la gente en general, la teoría vulgar. Simplemente

piensen cuántos conceptos psicoanalíticos tienen en la actualidad una utilización vulgar.

¡Muchísimos! Por ejemplo, inconsciente, represión, mecanismo de defensa. Que reparemos sobre esta

diferencia es clave puesto que cuando un paciente dice: «Esto lo hago inconscientemente», nosotros

deberíamos preguntarnos qué hay de inconsciente allí. La utilización del término es radicalmente

opuesta porque para nosotros inconsciente es un concepto, yo no creo que cuando los pacientes lo

dicen se refieran a aquel concepto. La transferencia es un concepto que se ha mostrado a prueba de

55
Lacan, Jacques. Variantes de la cura-tipo en Escritos 1, pág. 316, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
59 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

toda teoría vulgar, que ha tratado de utilizar la palabra para designar algo distinto que aquello con

lo que trabajamos nosotros.

¿Y por qué ha logrado mantenerse este concepto? Porque está fundamentado en la robustez

hegeliana de su constitución. Analicemos esto un poco más, ¿a qué se refiere Lacan? ¿Por qué sería

hegeliana la robustez que recibe constitucionalmente la transferencia?

Creo que a lo que Lacan se refiere aquí es a las reformulaciones planteadas por Hegel a un

concepto griego clásico: la dialéctica. Las nociones dialécticas de la filosofía hegeliana le fueron

introducidas a Lacan a través del seminario impartido por Alexander Kojève en 1933-1934 sobre

La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel 56. Todos los grandes pensadores parisinos de la época

asistieron a ese seminario, grandes personajes entre los cuales se encontraba el doctor Lacan. El

curso puede conseguirse hoy en día, está editado por Leviatán en una transcripción

extremadamente compleja del contenido impartido por Kojève. Fue allí donde Lacan aprendió la

noción del amo y el esclavo.

Tenemos entonces a dos personajes -amo y esclavo- enfrascados en una relación esencialmente

dialéctica, caracterizada por el hecho de que ambos se necesitan mutuamente. El amo y el esclavo

emprenden una lucha a muerte, pero Hegel llega a la conclusión de que, si en algún punto de la

batalla, cualquiera de los dos tuviera la posibilidad de asesinar al otro, no podría hacerlo debido al

fenómeno de que cada uno depende del otro.

Es posible pensar que muchas de las ideas que Lacan sostiene sobre El Otro provengan de esta

lectura de Hegel. Incluso la definición de deseo –El deseo del hombre es el deseo del otro- es una

definición hegeliana, Lacan no la inventó. Quizás la trabajó a profundidad, quizás incluso modificó

su sentido, pero la idea es propia de Hegel y podrán encontrarla bastante bien resumida en la

introducción al texto al que me referí hace un momento. Les comparto una cita para esclarecer

este punto:

“El Deseo antropógeno difiere pues del Deseo animal (que constituye un ser natural,

sólo viviente y que no tiene más sentimiento que el de su vida) por el hecho de que se

56
Kojève, Alexander. La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel. Ed. Leviatán, Buenos Aires, 2006.
LA RES ANALÍTICA 60

dirige no hacia un objeto real, ‘positivo’, dado, sino sobre otro Deseo. Así en la relación

entre el hombre y la mujer, por ejemplo, el Deseo es humano si uno desea no el cuerpo,

sino el Deseo del otro, si se quiere ‘poseer’ o ‘asimilar’ el Deseo tomado en tanto que

Deseo, es decir, si quiere ser ‘deseado’ o ‘amado’, o más todavía: ‘reconocido’ en su valor

humano […] Todos los Deseos del animal son en última instancia una función del deseo

que tiene de conservar su vida. El Deseo humano debe superar ese deseo de

conservación. Dicho de otro modo, el hombre no se ‘considera’ humano si no arriesga

su vida (animal) en función de su Deseo humano”57.

El deseo animal tiene por objeto algún objeto concreto. Por ejemplo, si el animal tiene hambre,

desea alimento; si tiene sed, desea beber; si el animal tiene la necesidad de reproducirse, el objeto

concreto de su deseo es el aparato reproductor de otro miembro de su especie. En el hombre la

situación es más complicada. Si fuéramos ingenuos podríamos pensar que lo que el hombre desea

es a la mujer, y la mujer al hombre. Si así fuera, el deseo tendría como objeto algo concreto, es

decir, al otro. La tesis hegeliana es que esto no es así, que el deseo del hombre no es el otro; puesto

que si el deseo del hombre fuera el otro, el hombre sería un animal.

Lo que el hombre desea –en cuanto deseo humano- es que el otro lo desee. Lo que el hombre

quiere no es a la mujer, sino su deseo. Que el deseo del hombre sea el deseo del otro, implica que

no es un deseo por el otro sino por su deseo. Esto dificulta la situación. Lo que el humano desea es

ser deseado, ser querido.

Volvamos a la dialéctica del amo y del esclavo, pues allí vemos esta idea reflejada ¿Por qué el amo

no puede matar al esclavo? ¿Por qué el esclavo no puede matar al amo? El amo no puede matar al

esclavo por dos razones: La primera es que si lo matara tendría que ponerse a trabajar; la segunda,

porque si lo matara ¿de quién sería amo?

Recuerdo un pasaje de El Principito de Saint-Exupéry. En aquel pasaje se relata lo acontecido

cuando el Principito llega al planeta del Rey. El Rey, al igual que todo adulto, habla de cosas

irrelevantes y absurdas que aburren al principito y lo orillan a marcharse; pero antes de que lo

haga, el Rey le exhorta:

57
Ibíd., págs. 12-13.
61 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

“-No partas –respondió el rey, que estaba muy orgulloso de tener un súbdito-. ¡No

partas, te hago ministro!

-¿Ministro de qué?

-De… ¡de justicia!

-¡Pero no hay a quién juzgar!

-No se sabe –le dijo el rey-. Todavía no he visitado mi reino. Soy muy viejo, no tengo

lugar para una carroza y me fatiga caminar.

-¡Oh! Pero yo ya he visto –dijo el principito, que se asomó para echar otra mirada hacia

el lado opuesto del planeta-. No hay nadie allí tampoco…

-Te juzgarás a ti mismo –le respondió el rey-. Es lo más difícil. Es mucho más difícil

juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un

verdadero sabio.

-Yo –dijo el principito- puedo juzgarme a mí mismo en cualquier parte. No tengo

necesidad de vivir aquí.

-¡Hem! ¡Hem! –Dijo el rey-. Creo que en algún lugar del planeta hay una vieja rata. La

oigo por la noche. Podrás juzgar a la vieja rata. La condenarás a muerte de tiempo en

tiempo. Así su vida dependerá de tu justicia. Pero la indultarás cada vez para

conservarla. No hay más que una”58

¿Por qué uno no podría matar al otro? Por una situación muy similar a ésta, y es debido a que la

relación entre ellos es dialéctica, uno no es sin el otro.

Volvamos a la noción de dialéctica. El primer paso fundamental para poder pensar en este sistema

es establecer una tesis. Es decir, plantear una argumentación positiva desde la cual sea posible

comenzar el movimiento. Si pensáramos en la propuesta de Rousseau podríamos decir, por

ejemplo:

El hombre es bueno

A esta tesis tenemos que contraponerle una antítesis, para ello podríamos pensar en la

argumentación fundamental de Hobbes:

58
Saint-Exupéry, Antoine. El Principito, págs. 49-50, Ed. Emecé, Buenos Aires, 1995.
LA RES ANALÍTICA 62

El hombre es malo

De la contraposición de una y otra, surgirá algo distinto, que no será la tesis ni la antítesis, algo

novedoso a lo que los autores de herencia hegeliana denominaron síntesis. La síntesis es el efecto de

la contraposición de la tesis con la antítesis. Ahora, el movimiento dialéctico no se detiene allí: en

cierto punto esta síntesis va a ser establecida como una nueva tesis, contrapuesta con una nueva

antítesis y como efecto de aquel razonamiento surgirá una nueva síntesis, cuyo futuro será

convertirse en otra nueva tesis, y así continuar el movimiento. Esto hace sentido con lo que

leíamos la vez pasada sobre la interpretación que hace Lacan, en el Caso Dora, de la transferencia

como un sistema dialéctico.

Retomemos lo que veníamos trabajando. La idea fundamental de Lacan es que el concepto de

transferencia ha logrado mantenerse fuerte frente a los nuevos desarrollos psicoanalíticos

justamente por la robustez hegeliana de su constitución. No digo que esto sea correcto o

incorrecto, no necesariamente lo tienen que pensar así, pero si la transferencia es dialéctica, la

situación analítica es, sin duda, una relación.

Recuerdo, por ejemplo, el planteamiento de Marcelo Augusto Pérez en el que sostenía conocer

muchos analistas que pagan cuotas muy caras en instituciones sumamente reconocidas, que van a

todos los cursos y seminarios, que siempre están presentes –porque la parte política es, a veces,

muy importante- pero no atienden un sólo paciente. El cuestionamiento es: ¿eso los convierte en

psicoanalistas? Para él, no. Lo que nos hace analistas no es pagar la cuota de la institución, ser

miembro, pertenecer o estudiar, lo que nos hace analistas es el paciente. Insisto, más allá de si están

de acuerdo o no con él, quisiera que repararan en la forma dialéctica de concebirlo: lo que a uno lo

convierte en analista es tener un paciente y lo que convierte en tal a un paciente es tener un

analista. En ese sentido la relación es dialéctica.

En el marco conceptual freudiano no es necesariamente así: uno es analista en el sentido esencial

del término, y del otro lado tenemos al neurótico. ¿Qué lo hace neurótico? Por ejemplo, no poder

dormir por las noches, o despertar sin haber descansado bien, no poder ir a trabajar o no poder

encender el auto, no poder salir de su casa ¿No es el síntoma lo que lo hace neurótico? Quizás sí.

Pero la pregunta que estoy tratando de forzar es: ¿un síntoma para quién? Porque quizás el
63 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

paciente le dice a su tía Martita que hace tres meses que no duerme y ella le contesta: «¿Enserio?

Mira… Qué raro», y la cosa termina ahí.

Si hubieran dos amigos conversando en la calle y uno de ellos confunde el nombre de su madre

con el de su novia, ¿es un lapsus? La pregunta es para quién, porque quizás sea un lapsus para un

analista pero sin analista no hay lapsus. Y es así como comenzamos a pensar dialécticamente: sin

analista no hay lapsus, sin amo no hay esclavo, sin paciente no hay analista. Pero insisto con que

esto no funciona así en Freud, para él allí está el inconsciente, allí está el lapsus, allí están las

formaciones del inconsciente, el acto fallido, ya si uno quiere o no analizarlos posteriormente es

otro tema. Claramente, pueden ver cómo esta idea de Freud surge del modelo científico clásico.

Y, por supuesto, el cuestionamiento de Marcelo Augusto Pérez nos introduce en un tema

sumamente problemático, y es el de preguntarnos qué es lo que convierte a alguien en

psicoanalista. Un problema que no hemos logrado solucionar desde la muerte de Freud. Lo digo

así porque antes de la muerte de Freud la cosa no era tan difícil: Freud decidía quién era

psicoanalista y quién no.

Desde su muerte, determinar quién es o no analista se volvió algo sumamente complejo, porque

ahora qué determina que alguien sea analista ¿La cuota que paga en la institución?, ¿Ser reconocido

en el medio?, ¿El título de la maestría en psicoanálisis? Como pueden ver, es realmente un

problema.

Continuemos articulando las citas:

“¿Qué otro concepto hay, en efecto, que haga resaltar mejor su identidad con la cosa,

con la cosa analítica [que el de transferencia]?”59

Quizás ninguno, está claro que Lacan está dejando entrever que quizás ningún concepto tenga más

que ver con la Res Analítica que el de transferencia, y sitúa a la transferencia en un punto central

dentro del constructo teórico psicoanalítico.

Y esto nos lleva directamente hacia otra cuestión, que sería la de plantear qué significa, en realidad,

psicoanalítico. Es decir, ¿Qué define, por ejemplo, los límites de una práctica que pueda ser llamada

59
Lacan, Jacques. Variantes de la cura-tipo en Escritos 1, pág. 316, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
LA RES ANALÍTICA 64

psicoanalítica? ¿La utilización del diván, la duración de la sesión, el análisis de la transferencia, la

forma de vestir, la forma de hablar, usar lentes, tener barba? Como pueden ver, hay cuestiones

profundamente imaginarias involucradas.

Creo que lo que está proponiendo Lacan es que no hay ningún concepto que se acerque más a la

cosa psicoanalítica que la transferencia. Es decir, cuando la pregunta sea cómo saber si esta práctica

es psicoanalítica, la respuesta podrá ser: porque en ella se trabaja bajo transferencia. Es un indicador

interesante, si aceptamos que sería imposible pensar el trabajo analítico sin transferencia.

Para ir recapitulando, lo que quisiera que noten es que en el año 1955 la noción de transferencia es

central para Lacan. La transferencia puede entenderse entonces como:

“[El concepto que] hace resaltar mejor su identidad con la cosa, con la cosa analítica en

este caso, cuando se pega a él con todas las ambigüedades que constituyen su tiempo

lógico”60

La transferencia parece ser el concepto que más se apega a la cosa analítica. Incluso en su

ambigüedad con el tiempo lógico. La transferencia es central conceptual y técnicamente, una

herramienta fundamental del trabajo clínico.

Les propongo continuar un poco más y adentrarnos en el tema, siempre complejo, del tiempo

lógico. Por supuesto los remito al texto que pueden encontrar en los Escritos 1, El tiempo lógico y el

aserto de certidumbre anticipada61. Hay varias nociones de tiempo en la obra de Lacan, la del tiempo

lógico sea quizás una sea de las más sencillas. Les leo una cita para introducirlos de a poco:

“Este fundamento de tiempo es aquel con que Freud la inaugura y que nosotros

modulamos: ¿retorno o memorial?”62

Esto no es algo que deba sorprenderles a ustedes, en la obra de Lacan encontrarán una y otra vez la

afirmación de que el problema del sujeto es un problema temporal. Quizás todo el problema del

psicoanálisis sea, en cierto sentido, un problema de tiempo. El tiempo es el problema más grave

60
Ibídem.
61
Lacan, Jacques. El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma en Escritos 1, Ed.

Siglo XXI, México, 2009.


62
Lacan, Jacques. Variantes de la cura-tipo en Escritos 1, pág. 316, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
65 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

que ustedes deben solucionar en la experiencia clínica. Es más, ¿no es la transferencia un problema

temporal incluso desde Freud?

Si nosotros aceptamos que la transferencia en el marco conceptual freudiano es superponer sobre

la figura del analista imagos de vínculos primarios, tenemos allí un problema que involucra

cuestiones temporales. ¿Dónde ubicarían ustedes, temporalmente, los vínculos primarios del

paciente? Podríamos suponer que en el pasado. Pero la relación transferencial con el analista se da

en el presente, en este momento. Si esto es así, ¿Por qué supondría el paciente que yo voy a tratarlo

como su papá lo hacía? ¿Alcanzan a ver el problema temporal? Una de las reglas del inconsciente

freudiano es que éste es atemporal –o, como diría Borges, intemporal-, entonces el problema de la

transferencia es también de índole temporal, porque es justamente el tiempo lo que se juega allí:

¿Quién soy yo y cuándo? ¡Esa es la pregunta! Y entonces el sujeto se convierte en un problema

temporal.

Justamente por esto mismo, es curioso que haya psicoanalistas que practiquen un análisis de niños o

un análisis de adultos mayores. Es una locura. Recientemente una alumna me solicitó bibliografía

psicoanalítica que versara sobre el trabajo con adultos mayores, pero adulto mayor no es un

concepto psicoanalítico. ¿Qué es un adulto mayor? ¿Qué es un niño en psicoanálisis? Si algo nos

enseña Freud es que el inconsciente no tiene tiempo ¿Cuántos años tiene el sujeto de nuestra

clínica?

Ahora bien, si ustedes se preguntan por cuántos años tiene ese cuerpo biológico en particular, hace

cuánto que salió del útero, cuánto falta para enterrarlo, ese es, claramente, otro tema. Lo que yo les

invito a pensar es si eso es algo que nos interesa clínicamente. Porque, por supuesto, si ese cuerpo

biológico tiene tres años, van a existir ciertas modificaciones técnicas que uno va a tener que hacer

en el dispositivo, pero eso también sucede cuando el paciente tiene cincuenta, y depende de todas

sus particularidades, no solamente de su edad. Cada paciente es diferente, y ustedes tendrán que

plantear modificaciones que permitan que aquel paciente pueda hablar, independientemente de la

edad que tenga.

A mí me molesta que se haya gestado lo que llamo una infantilización del paciente neurótico. Por eso

cuando los analistas sostienen cosas como: «¡Claro! El paciente se comporta como un niño», ustedes
LA RES ANALÍTICA 66

deberían cuestionarles a qué se refieren con eso y probablemente les responderán a que es

caprichoso, hace pataletas, se enoja y grita. Esa no es la descripción de un niño ¡Es la descripción de

un neurótico! A lo sumo será un niño neurótico, pero hay niños que no hacen eso… lo que se está

describiendo allí es a un neurótico, no a un niño. Un tipo que hace berrinche, que se enoja por

todo, que hace pataletas, que grita, que golpea o rompe cosas, no es un niño o un adulto, es un

neurótico, independientemente de su edad. Hay neuróticos que no son niños y hay niños que no

son neuróticos. Esta equiparación, que es propia de una cierta lectura de Freud, y que tiende a

equiparar la niñez con la neurosis, propicia errores clave que eran típicos de los inicios de Freud.

Pensemos, por ejemplo, en la idea de detención del desarrollo. Es una idea propia de los primeros

planteamientos freudianos pero que posteriormente quedará invalidada cuando el inconsciente

adquiera su característica de atemporalidad. ¿Qué significa detención del desarrollo? No hay ninguna

detención de nada, lo que hay son puntos particulares de fijación -si ustedes quieren pensarlo así-.

Pero eso no genera que alguien sea más berrinchudo, genera una fijación oral, anal o fálica. Lo que

trato de destacar es cómo la noción de neurosis se equipara con la noción de niñez. Pero los niños

no son necesariamente neuróticos, y los adultos que actúan de forma infantil no son niños, son

neuróticos nada más.

Entonces puede existir un paciente neurótico de seis años, como puede existir un paciente

neurótico de treinta y una paciente de cuatro que no sea neurótica. Lo que trato de decir es que

esta equiparación surge de una mala comprensión del tiempo que compete al psicoanálisis. Si ustedes

son estrictos y estudian la noción de tiempo en psicoanálisis descubrirán que no hay relación entre

ser niño y ser neurótico, puesto que el paciente no puede actuar como niño porque los niños no

actúan de cierta forma, y puesto que niño no es un concepto psicoanalítico.

Ahora bien, avancemos todavía un poco más: ¿Retorno o memorial? Ese es un gran problema.

Para plantearlo de diferente manera: La transferencia, ¿tiene que ver con volver a vivir o tiene que

ver con recordar? ¿Uno vuelve a vivir la situación como cuando tenía tres años o esto está más

relacionado con una forma particular de recordar? Eso es lo que se está planteando:
67 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

“Lagache interroga sobre el concepto: ¿necesidad de repetición a repetición de la

necesidad?”63

¡Qué forma tan sagaz de plantearlo! Es una gran pregunta la que establece Lagache, vamos a

analizar un poco esto. Recuerden cómo se intitula el texto de Lagache: El problema, la transferencia.

Porque puede entenderse la transferencia como un problema, de hecho fue justo así como Freud la

concibió inicialmente. Pero para responder si es una necesidad de repetición o una repetición de la

necesidad, es necesario pensar en dos momentos distintos de los postulados freudianos.

Empecemos por el segundo, ¿Qué sería la repetición de una necesidad? Imaginen, por ejemplo, la

vida particular de un paciente cuya madre se caracterizó por no cuidarlo ¿Recuerdan la idea de

Freud sobre la madre nutricia? Bueno, digamos que no fue esa madre. Eso generaría una cierta

necesidad, supongamos, por ejemplo, la de ser cuidado y que equivaldría a ser amado. Entonces,

esa es una necesidad que se establece casi como punto de fijación puesto que, como lo recordarán,

las experiencias propias de la infancia tienen repercusiones en toda la vida. Esta necesidad en

particular, que surge de una forma de relación con las imagos primarias, terminará por repetirse

una y otra vez en la vida del sujeto.

Ahora vamos al primero, ¿Qué es una necesidad de repetición? Y aquí será necesario plantear una

distinción, puesto que está relacionada con la segunda tópica. Situémonos temporalmente: la época

posterior a la primera guerra mundial. En el texto Más allá del principio del placer64 queda

ampliamente desarrollado el concepto de pulsión de muerte.

Hablemos un poco sobre el contexto de descubrimiento. La historia oficial freudiana habla sobre

un paciente que había vuelto de la guerra, y que tenía sueños recurrentes sobre el campo de batalla,

sueños de angustia, que le impedían dormir. Este sólo hecho pone en jaque a Freud y a todo el

marco teórico que había dilucidado: porque en la teoría de Freud los sueños eran cumplimientos

de deseo. Pero la pregunta obvia era: ¿este paciente sueña con el campo de batalla porque quiere

estar allí? ¿Cómo puede desear algo así? Entonces Freud genera un cambio teórico bastante

63
Ibídem.
64
Freud, Sigmund. Más allá del principio del placer en Obras Completas, Tomo XVIII, Ed. Amorrortu,

Buenos Aires, 2003.


LA RES ANALÍTICA 68

abrupto, la idea general de Más allá del principio de placer: existe algo que nos impulsa a repetir y

que tiende hacia un momento anterior a la vida, una tendencia hacia lo inanimado. La conclusión

es que más allá del principio de placer hay una repetición que es el efecto de la pulsión de muerte,

que posteriormente se entremezclará con la pulsión de vida y dará lugar a todo lo que ustedes ya

conocen. Entonces, al parecer, habría en la transferencia una necesidad de repetir.

Es así como se resuelve generalmente el caso de la paciente que se casó y se divorció de tres

hombres distintos ya que los tres eran alcohólicos y golpeadores. Como si hubiera una tendencia a

repetir una y otra vez lo mismo. Creo que quedan claras las dos propuestas: en la primera hay una

necesidad que se repite, y en la segunda lo que se necesita es repetir. No es lo mismo.

Entonces la pregunta de Lagache está muy pertinentemente planteada: ¿Es esto o lo otro? ¿Es que

el paciente necesita repetir o que repite lo que necesita? Quizás parte y parte, porque se relaciona

con dos momentos distintos de la obra de Freud. Ninguna es necesariamente equivocada. Por

ejemplo, si ustedes piensan en Dora verán allí una necesidad que se repite ¿Cuál? La forma en que

ella considera a Freud como su padre o como el Señor K. En cambio en el sueño de angustia que

les conté hace un momento, lo que verán es una necesidad de repetición, una necesidad de repetir

el evento de la guerra. Tal y como los pacientes que después de sufrir un abuso sexual sueñan con

ese abuso. ¿Por qué habría que volver allí? Pareciera que hay algo que necesita repetirse. Es lo que

los psiquiatras llaman postraumático. Pero decir postraumático no describe nada, más que el hecho

de que advenga después del trauma. La pregunta es por qué se repite.

Continuemos un poco más. La próxima cita francamente rebasa los límites de lo incisivo y casi

llega a ser agresiva. Se las comparto:

“Se capta aquí que los dilemas en que se enmaraña el practicante proceden de los

rebajamientos por los cuales su pensamiento está en falta con su acción”65

Es decir, ¿por qué tiene dilemas el practicante? Porque su pensamiento está en falta para con su

acción. La acción de atender pacientes le requiere una cierta inteligencia que no tiene, porque su

pensamiento está rebajado y no alcanza el nivel mínimo para llevarla a cabo. ¿Ven a qué me refiero

con agresiva? Creo que la intención es claramente ofensiva, más allá de si esto es cierto o no.

65
Lacan, Jacques. Variantes de la cura-tipo en Escritos 1, pág. 316, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
69 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

“Así una coherencia exterior persiste en esas desviaciones de la experiencia…”

¿Recuerdan lo que habíamos visto al inicio? La experiencia analítica comienza a resquebrajarse

porque no existe coordinación ni comprensión de los conceptos que la fundan.

“… de la experiencia analítica que enmarca su eje, con el mismo rigor con que las

esquirlas de un proyectil al dispersarse, conservan su trayectoria ideal en el centro de

gravedad del surtidor que trazan”66

¿Saben lo que son las esquirlas? Hay de varios tipos pero, por ejemplo, durante la Guerra de secesión

se usaban balas de fragmentación con las que se podían matar hasta 20 o 25 personas debido a que

al abrirse liberaban muchos proyectiles que seguían trayectorias diferentes… allí está la metáfora.

Continúo:

“La condición del malentendido, de la cual hemos observado que traba al psicoanálisis

en la vía de su reconocimiento se muestra pues redoblada por un desconocimiento

interno a su propio movimiento”67

Es decir, ¿Por qué el psicoanálisis no es reconocido? O, al menos, ¿por qué la vía de su

reconocimiento está trabada? Por una condición de malentendido ¿Cuál? ¿Qué es malentender?

Entender mal.

Entonces, lo que detiene al psicoanálisis en la vía de ser reconocido como una disciplina seria es

que no se le ha comprendido. Hasta aquí no hay nada novedoso, incluso Freud postulaba que había

resistencias afectivas que no permitían a la gente de su época comprender el psicoanálisis y, por

ende, lo rechazaban. Pero, al mismo tiempo, aunque es cierto que ellos no comprendieron lo que

es el psicoanálisis, este malentendido se vio redoblado por el hecho de que nosotros, los mismos

psicoanalistas, desconocemos el movimiento, es un desconocimiento interno que reina en las filas

del propio movimiento. Quizás el público en general no entiende el psicoanálisis, pero los analistas

lo desconocemos. ¿Alcanzan a ver el problema? Lo que está diciendo Lacan es que es cierto que

ellos no entienden, pero también es cierto que nosotros no sabemos; y si no sabemos, ¿cómo

66
Ibídem.
67
Ibídem.
LA RES ANALÍTICA 70

vamos a hacerles entender algo que no sabemos? Es una locura. Es como un mudo hablándole a un

público de sordos, es imposible. ¿Y qué genera este desconocimiento interno? La dispersión del

entendimiento de los conceptos.

Este parece ser un momento clave debido a que Lacan piensa a la transferencia como un concepto

central dentro del constructo psicoanalítico y como lo que más se acerca a la cosa psicoanalítica.

Pero, a su vez, acepta que hay un malentendido que frena al psicoanálisis en la vía de su

reconocimiento, redoblado por un desconocimiento interno al movimiento, es decir, un

desconocimiento de nosotros, los analistas, sobre nuestra propia disciplina.


71 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Preguntar con el sujeto

Hoy vamos a trabajar con una serie de citas pertenecientes al texto La instancia de la letra en el

inconsciente o la razón desde Freud68. Este texto proviene de una conferencia dictada por Lacan en

mayo de 1957. Habrá que recalcar la evolución que hemos intentado rastrear hasta ahora: 1948,

1951, 1953, 1955 y 1957, teniendo siempre presente la idea de evolución del concepto de

transferencia a lo largo de los años. Comencemos por la primera cita:

“Y los enigmas que propone el deseo a toda «filosofía natural», su frenesí que imita el

abismo del infinito, la colusión íntima en que envuelve el placer de saber y el de

dominar con el goce, no consisten en ningún otro desarreglo del instinto sino en su

entrada en los rieles –eternamente tendidos hacia el deseo de otra cosa- de la

metonimia”69

68
Lacan, Jacques. La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud en Escritos 1, págs. 461-

495, Ed. Siglo XXI, México, 2009.


69
Ibíd., pág. 485.
PREGUNTAR CON EL SUJETO 72

Les propongo que desmenucemos la cita. ¿A qué se refiere Lacan cuando dice que el deseo propone

enigmas a toda filosofía natural? El problema es que la introducción de la noción de deseo implica

fuertes problemas para la idea de una filosofía natural. Una filosofía natural apuntaría –por

ejemplo, como se dice tanto últimamente- a suponer que la cuestión de la infidelidad del hombre

se remonta a cierto momento del desarrollo natural en el cual los machos procuraban fecundar a la

mayor cantidad de hembras posible. Es decir, suponer que existe una razón natural que explicaría

ciertas conductas. Otro ejemplo es esta idea realmente reciente de que los seres humanos no

deberíamos tomar leche de vaca. Y este planteamiento se sostiene en la idea de que somos el único

mamífero que continúa tomando leche incluso cuando ya es adulto y, para colmo, toma leche de

otro animal. El argumento de que somos el único mamífero es un poco pobre, porque, para el caso,

también somos el único mamífero que hace genocidios, crea tecnologías y practica bodas. Esta

noción sólo es aplicable si se plantea desde una filosofía natural, pero la idea de Lacan es que la

introducción de la noción de deseo genera muchos enigmas a esta forma de pensar. Dice más

adelante:

“…la colusión íntima en que envuelve el placer de saber y el de dominar con el goce”

Es muy fuerte la idea, porque afirma que el deseo genera que se logren coludir el placer de saber y

el de dominar, con el goce. Surgen entonces estos enigmas que el deseo propone a la filosofía

natural, y que no consisten en ningún otro desarreglo del instinto más que su entrada en los rieles

de la metonimia. ¿Por qué tenemos una pérdida de lo “natural”? –y lo planteo entrecomillado

porque también sería un gran problema definir qué es lo natural- La clave de la cita redunda en

cuál es nuestro problema con lo natural y por qué el deseo plantea desafíos en esta materia.

¿Qué es la metonimia? Hablando desde la lingüística, por ejemplo, es la forma en la que están

ordenados los significantes de manera diacrónica. Ustedes, para leer en nuestra lengua, suelen

desplazarse de izquierda a derecha, y así se plantea el desplazamiento significante. Lo importante

de este desplazamiento es que Lacan lo tomará como una de las características fundamentales del

deseo. Por ende, tendrán siempre un deseo en movimiento.

Pienso que aquí sucede algo muy curioso, a Lacan y a Freud les sucedió algo muy similar, me

refiero a una confusión. Por ejemplo, inicialmente, Freud confundió la histeria con la neurosis,

pensaba que toda neurosis era una histeria, y posteriormente se dio cuenta de que no era así. A
73 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Lacan le sucedió lo mismo, pensó que el deseo histérico era el deseo, y como el deseo histérico es

claramente metonímico –es decir, la paciente histérica experimenta un cambio constante en lo que

desea-, pensó que el deseo siempre es metonímico.

Pero, ¿qué sucede con el deseo al entrar en los rieles de la metonimia? Siempre será deseo de otra

cosa, puesto que cuando se piensa sobre él, se desplaza metonímicamente. Esto no tiene

absolutamente nada que ver con el objeto del instinto. El objeto del instinto es estático –lo

analizamos la vez pasada con la propuesta de Hegel-. Si quieren pensar una diferencia fundamental,

háganlo en relación al hambre. El objeto del hambre, como instinto, es el alimento. En cambio, de

este lado, podríamos oponerle a eso la noción de satisfacción alucinatoria de deseo. La propuesta de

Freud sostiene que cuando el bebé tiene hambre y llora, la madre se hace presente y lo alimenta.

Pero en caso de no ser así, en caso de verse enfrentado a la frustración, es esa misma frustración la

que genera pensamiento. ¿Cómo es que lo genera? Debido a que el niño satisface su necesidad

alucinatoriamente: se chupa el dedo y se imagina comiendo. Por supuesto que eso no satisface el

hambre, porque no tiene que ver con el objeto del instinto. Pero ahí ven desarrollarse la idea de

pulsión: es decir, satisfacer el deseo de formas que no tienen nada que ver con un objeto en

particular.

¿Por qué el niño es un perverso polimorfo para Freud? Porque el objetivo de su sexualidad no

apunta a la reproducción heterosexual, sino al placer que genera la satisfacción. Revisen los Tres

ensayos y verán que esa es la clave de la perversión, por eso para Freud casi todo es perverso. Y el

polimorfismo refiere a que existen múltiples formas de satisfacer la pulsión. Piensen, por ejemplo,

en la pulsión oral. Hay múltiples formas de satisfacerla: comiendo, bebiendo, chupándose el dedo,

fumando, etc.

No quiero ir demasiado rápido, pero ya les digo que Lacan intentará equiparar la transferencia con

un desplazamiento. De hecho, si ustedes buscan desplazamiento en la Traumdeutung70 esa es la idea

que encontrarán, que el objeto de satisfacción se desplaza.

70
Freud, Sigmund. La interpretación de los sueños en Obras Completas, Tomos IV y V, Ed. Amorrortu,

Buenos Aires, 2003.


PREGUNTAR CON EL SUJETO 74

“No hay ningún modo de concebir la indestructibilidad del deseo inconsciente -cuando

no hay necesidad que, al ver que se le prohíbe su saciedad, no se resquebraje”71

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre el deseo inconsciente y la necesidad? Que si ustedes prohíben

la necesidad ésta se resquebraja, se acaba, se elimina. De hecho, si la satisfacen también se elimina.

Es precisamente lo que sucede cuando la gente va a un buffet. La gente imagina que va a alcanzar a

comer todo lo que hay, pero al llegar sucede que al segundo plato se acaba el hambre. Mientras lo

que realmente desearían es seguir comiendo. Esa era precisamente la función del vomitorium

romano. Cuando los romanos hacían festines –aquí se ve claramente el sentido freudiano de lo

perverso- comían a grandes cantidades y, en cierto momento, se llenaban y no podían comer más.

¿Qué hacían entonces? Llegaban al vomitorium, tomaban la pluma de un pavorreal y se provocaban

el vómito. Esto les permitía seguir comiendo. Lo perverso allí, es que comer no era una forma de

erradicar el hambre, sino una forma de generar placer en sí mismo, comer por el puro hecho

placentero de comer. Tanto que si el estómago estaba lleno y no permitía seguir comiendo, podían

vaciarlo para volver a comer. Lo mismo pasa con el buffet, llevan dos o tres platos y ya no pueden

más. Porque lo que sucede con la necesidad es que es fácilmente resquebrajable, en oposición a la

indestructibilidad del deseo inconsciente. Indestructibilidad que sólo puede explicarse si aceptan la

noción de desplazamiento. Sigamos un poco más:

“Es en una memoria […] donde reside esa cadena que insiste en reproducirse en la

transferencia, y que es la de un deseo muerto”72

Lo que tienen aquí es un deseo en oposición a un instinto, un deseo en oposición a una necesidad y

un cierto tipo de memoria donde reside esa cadena que insiste. Hay una cadena que insiste en lo

transferencial, que a fin de cuentas es sintomático. Pero noten la diferencia entre decir que la

transferencia es una repetición y decir que es una insistencia, no es lo mismo.

Repetición es x, y otra vez x y luego otra vez x. En cambio, una representación implica que cada

vez que aparezca x estará representando a y. ¿La transferencia tiene más de repetición o de

representación? Imaginen que toman un vínculo primordial, por ejemplo con la madre, y un

71
Lacan, Jacques. La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud en Escritos 1, pág. 485, Ed.

Siglo XXI, México, 2009.


72
Ibídem.
75 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

segundo término que vincularán cuando insista la relación, por ejemplo con la novia.

Estrictamente hablando, ¿la relación con la novia es una repetición de la relación con la madre? O,

más bien, ¿la relación con la novia es una representación de la relación con la madre? No es lo

mismo. Si el 1 no se repite como 1’, entonces es otro. De hecho, la novia es otro, sólo que en ambos

vínculos hay situación extremadamente similares. No es lo mismo pensar que la novia es como la

madre, a pensar que la novia es la madre.

La diferenciación reside en lo que en la teoría postkleiniana solía llamarse ecuación simbólica, y que

es un síntoma de psicosis. Recuerdo el ejemplo de Hanna Seagal, en la obra de introducción a

Melanie Klein. Seagal contaba el ejemplo de un paciente violinista que se rehusaba a tocar en

público, ¡y allí recae toda la diferencia! ¿Ustedes podrían aceptar que para un neurótico tocar el

violín en un concierto sea –inconscientemente- como masturbarse en público? Es decir, ¿que el

violín sea como su pene? Quizás sí, podría ser. Pero ella cuenta el caso de un violinista psicótico y

que cuando lo invitan a tocar, se niega y dice: «¡No! ¿Cómo voy a tocar delante de ustedes? ¡Esas cosas se

hacen en privado!» ¿Ven la ecuación? Para él, tocar el violín es masturbarse, para el neurótico tocar

el violín es como masturbarse, allí tienen la diferencia.

Entonces, en sentido estricto no es lo mismo repetición que insistencia, porque un vínculo parece

representar al anterior. Lo aclaro porque es muy frecuente escuchar a colegas afirmar que la

transferencia es una repetición, pero Lacan destina toda una sesión del Seminario XII a decir que

no, que si bien la transferencia tiene ver con la repetición, no es precisamente eso.

Esa cadena que insiste reside en una memoria y vemos reproducirse esa insistencia en la

transferencia. ¿Son ustedes la madre del paciente? No, pero sí son el lugar donde eso insiste. La

cuestión con la madre insiste con la primera novia, insiste con la segunda novia, insisten con el

analista.

“Es la verdad de lo que ese deseo fue en su historia lo que el sujeto grita por medio de su

síntoma”73

Ahí tienen una definición de síntoma, por si les interesa trabajar la noción. ¿Qué es un síntoma? La

verdad de lo que ese deseo fue en la historia del sujeto. El síntoma es una noción freudiana y habla,

73
Ibídem.
PREGUNTAR CON EL SUJETO 76

cuenta cosas. ¿Qué nos cuenta? La verdad de lo que ese deseo fue, y quizás por eso valga la pena

descifrarlo. Porque si esto es así, si el síntoma cuenta la verdad del deseo, entonces hay algo de esa

cadena que insiste en el síntoma también. Y si ustedes pueden descifrar el síntoma, pueden

empezar a descifrar cuál es esa verdad que insiste todo el tiempo. Eso es leer en sentido

psicoanalítico.

“Ésta es también la razón de que sólo el psicoanálisis permita diferenciar, en Ia

memoria, la función de la rememoración”74

Esto es importante, porque justamente si nosotros entendimos que ese síntoma cuenta una verdad

sobre ese deseo, sólo entonces podremos saber que hay algo de lo que sucedió que fue importante.

Entonces, dentro del terreno de la memoria, nosotros somos los únicos –al menos eso afirma

Lacan- que ponen el peso en la rememoración. ¿Qué es la rememoración? El hecho de poder

recordar. Quizás ustedes estén al tanto de que uno de los problemas fundamentales del

psicoanálisis, para Freud, es que los pacientes no recuerdan –y con esto quiero hacer hincapié en el

problema de la insistencia-. Es decir, freudianamente podríamos decir que el paciente ha olvidado

algún punto central del entramado traumático y viene a verlos al consultorio para poder recordar.

O pueden pensarlo de forma distinta tomando en cuenta la idea de insistencia de Lacan, y aceptar

que lo que el paciente no puede hacer es olvidar. No puede olvidar lo que le hizo su padre, no

puede olvidar lo que le hizo su esposa, no puede olvidar lo que dijo ese compañero de la secundaria

el día de la presentación de la bandera… y viene con ustedes a olvidar. Porque si ustedes tienen en

cuenta la noción de insistencia, pueden empezar a pensar que el síntoma siempre insiste, esa

cadena está allí todo el tiempo.

“Arraigado en el significante, el psicoanálisis resuelve, por el ascendiente de la historia

en el hombre, las aporías platónicas de la reminiscencia”75

Vamos despacio, ¿qué función tenían las reminiscencias en Platón?76 Hay seres de carne y hueso

que viven sobre la tierra. Pero hay otro nivel de existencia, que no es el de estos seres, que es el

mundo de las ideas. Ideas en el sentido que comenté la vez pasada, de eidos. Las ideas viven junto a

74
Ibídem.
75
Ibídem.
76
Platón. Menón en Diálogos, Tomo II, 81a-82a, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2003.
77 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

las almas en un lugar llamado Topus Uranus que está en el cielo -desde aquella época la deidad

estaba arriba-. En el mundo de las ideas y de las almas, podrán encontrar la noción ideal de

hombre, de mujer, de silla, de amor, de valentía, etc. Y en el mundo de las cosas materiales

encontrarán hombres, mujeres y sillas concretas. Allá arriba las formas o ideas, acá abajo las cosas

en su materialidad.

Ahora bien, las almas viven en el mundo de las ideas, y en este mundo las almas ya lo saben todo,

todos los fundamentos de la filosofía, de la geografía, de los desarrollos de la medicina, todo. Pero,

¿cuál es el problema? El problema es que al caer desde el Topus Uranus hasta aquí, al entrar en estos

cuerpos, sufren un gran golpe y ese golpe propicia que olviden todo lo que sabían. Esas es la razón,

para Platón, por la que al ver un bebé podrán darse cuenta de que no sabe nada, porque esa alma

ha olvidado lo que sabía tras el impacto de entrar en ese cuerpo. ¿Qué tiene que hacer uno,

entonces, cuando llega a cierta edad? Comenzar a aprender. Aprendizaje que en la propuesta

platónica no es más que recordar aquellas cosas que uno ya sabía pero olvidó. Aprender es,

entonces, recordar, esa es la reminiscencia, ese es el recuerdo del que hablé hace un momento.

Pero, ¿por qué Lacan utiliza este ejemplo? Volvamos a la frase:

“Arraigado en el significante, el psicoanálisis resuelve, por el ascendiente de la historia

en el hombre, las aporías platónicas de la reminiscencia”

Una aporía es un problema filosófico, un callejón sin salida. Y la reminiscencia como idea

platónica conlleva algunas aporías. Porque podrían cuestionarse cómo es que existe un lugar en el

cielo donde habiten todas las ideas y todas las almas. Además, la noción de alma no está muy en

boga en los últimos años, nosotros ahora le llamamos mente. Si nosotros ya no creemos en la

existencia del alma, la teoría platónica genera muchas aporías. ¿Y el Topus Uranus, y las formas,

quién las puso ahí, Dios? ¡Ahí estamos en un problema! Entre el período de la Grecia Clásica y

nosotros encontramos una brecha de, al menos, mil años de cristianismo que nos viene a golpear

muy duro en la cabeza, cuando nos enseñaron exactamente la misma teoría pero nos cambiaron

todos los nombres.

Lo que creo que Lacan trata de decir es que el psicoanálisis resuelve este problema apegándose a la

noción de significante. Es una noción sumamente importante porque ustedes pueden pensar el

significante desde lo más concreto hasta lo más abstracto. El significante estaba antes que ustedes
PREGUNTAR CON EL SUJETO 78

nacieran y seguirá aquí cuando ustedes mueran, los trasciende como individuos. Así como

transcendió a sus padres, abuelos, bisabuelos y tátara abuelos. Lo que trasciende es siempre un

problema, pero apegándose a la noción de significante el psicoanálisis resuelve este problema.

Permítanme ponerles un ejemplo que le escuché algunas veces a Alfredo Eidelsztein. Imaginen que

un paciente llega a la sesión con el tema sobre si el pudiera ser adoptado en mente. Toda la sesión

se habla de ese tema, y al finalizar se concluye que es muy probable. Se marcha, y regresa la

próxima sesión. ¿Qué pasaría si al entrar nuevamente al consultorio dijera algo como esto?:

«Doctor, hablé con mi madre. Le pregunté sobre lo que hablamos la última vez, y efectivamente soy
adoptado. Pero ella me confesó que a mí nunca me lo dijeron. No querían que yo sufriera al enterarme, así
que nuca me lo dijeron. Entonces, lo que hablamos la última sesión no era cierto, porque yo no tenía forma
de saberlo».

¿Se entiende el razonamiento del paciente? ¿Cómo se resuelve esta aporía? ¿El paciente pudo haber

sabido que era adoptado? Si ustedes responden que no sabía, entonces cómo explicarían que se

habló de eso en una sesión anterior. ¿Cómo sale a tema algo que el paciente no sabe?

Quizás puedan resolverlo admitiendo que hay cosas que no necesariamente se tienen que saber

para ser habladas, eso es apegarse a la noción de significante. El significante no depende de ustedes

para existir, aún más, los trasciende completamente, existía antes y existirá después.

Pueden pensarlo así, hay veces en que se nos enseñan cosas y nosotros sabemos que ya habíamos

pensado algo parecido, pero nunca habíamos encontrado a nadie que lo pusiera expresamente en

palabras. ¿Les ha pasado que leen a un autor y dice exactamente lo mismo que algo que ustedes ya

habían pensado? Sería un poco ingenuo creer que esa idea es de ustedes o de ese autor, y que por

una casualidad ambos la pensaron.

Un ejemplo más, hay una lista impresionante de desarrollos científicos que han sido descubiertos –

descubiertos es sólo una forma de decir- por científicos en la misma época pero en distintos puntos

del planeta. ¡Como el heliocentrismo! La idea de que la tierra gira alrededor del sol fue pensada por

dos físicos distintos, que no tenían nada que ver entre sí, al mismo tiempo y en distintos países,

uno en Italia y el otro en Alemania. Es por eso que los científicos corren a publicar, porque el que

publica primero es quien oficialmente lo inventó. Pasó también con la relatividad o la cuántica,

busquen en internet una lista de descubrimientos hechos por dos personas al mismo tiempo en

diferentes lugares del mundo y verán ¡Es impresionante!


79 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Entonces sería ingenuo creer que la idea proviene del cerebro de cada uno, de ese ente biológico.

Al menos podríamos decir que Lacan no sostiene eso, puesto que las ideas no son mías y las

palabras no son mías, no me pertenecen… a lo sumo yo les pertenezco a ellas. Creo que la relación

entre la reminiscencia platónica y la propuesta del psicoanálisis de Lacan queda bien explicitada.

Avancemos un poco más para entender la idea de lo insiste, lo que retorna:

“Basta con leer los tres ensayos sobre Una teoría sexual, recubiertos para las multitudes

por tantas glosas seudobiológicas , para comprobar que Freud hace derivar toda acceso

al objeto de una dialéctica del retorno”77

¡Porque el objeto en el psicoanálisis es un objeto perdido y recuperado! La idea freudiana es que el

objeto de amor es un objeto esencialmente perdido en el Edipo. Un objeto siempre perdido y, por

lo tanto, siempre reencontrado, a eso debemos la sensación de completud en el amor. Una

sensación realmente muy interesante porque no es placentera únicamente por el hecho de

completarme, sino de recompletarme.

Demos un paso más en este desarrollo:

“Fóbica, histérica u obsesiva, la neurosis es una pregunta…”

Es una muy buena forma de decirlo. Pero si ustedes pecaran de ingenuos podrían pensar que se

trata de una pregunta por sí mismo o por lo que realmente desea. Para nada, la propuesta de Lacan es

muchísimo más interesante:

“Fóbica, histérica u obsesiva, la neurosis es una pregunta que el ser plantea para el

sujeto desde antes de que el sujeto viniese al mundo” 78

La idea me recuerda a la frase que Freud le dice al pequeño Hans en uno de sus escasos encuentros.

Es algo que generalmente pasa desapercibido en la lectura de Freud, pero Freud le dice a Hans que

llegará el momento en que se sentirá muy enojado con su padre y tendrá muchas ganas de estar

con su madre. Entonces Hans lo mira con la sorpresa que genera este tipo de retorno, la sorpresa

77
Lacan, Jacques. La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud en Escritos 1, pág. 486, Ed.

Siglo XXI, México, 2009.


78
Ibíd., pág. 487.
PREGUNTAR CON EL SUJETO 80

que provoca lo de adentro cuando viene desde afuera. Esa es la frase que utiliza Freud para explicar

al pequeño Hans el complejo de Edipo.

Entonces la pregunta que el ser le plantea al sujeto, o podríamos llamarla también neurosis, es

planteada desde el lugar del ser, lugar que estaba aquí desde antes de que el sujeto apareciera en

escena.

Fíjense cómo la neurosis no es una pregunta que el sujeto se plantea a sí mismo, es una pregunta

que está planteada desde antes de que él llegara. Se entiende por qué es necesario articular la

noción de significante, porque hay algo que es anterior y que no le pertenece particularmente al

individuo, ni se lo puede responsabilizar por eso. En ese sentido, la propuesta de Lacan es

diametralmente opuesta a la de Freud y todos sus seguidores.

Déjenme plantearlo en otros términos. Si el paciente afirma cosas como: «Yo, inconscientemente… »

¿Esa frase es aceptable desde la propuesta de Freud? Sí. ¿Desde la de Melanie Klein? Sí. ¿Desde la

propuesta de Lacan? No, porque yo e inconsciente son dos conceptos que no pueden relacionarse. El

paciente de quien hablábamos hace un rato, ¿sabía que era adoptado? Él, como individuo, no lo

sabía. Quizás eso se sabía –así, dicho impersonalmente-, quizás era un saber inconsciente, pero ese

saber no le pertenece al paciente como individuo, porque el inconsciente en Lacan no es personal,

a diferencia de Freud.

Bajo la definición del inconsciente como discurso del Otro, es imposible pensarlo en la clave de lo

personal o de la responsabilidad subjetiva. Pero a su vez resuelve un problema bastante grave en el

sistema de Freud y es cómo es posible saber cosas que no son sabidas por el paciente ¿Se entiende?

Se plantea un gran problema epistemológico.

El paciente no sabe sobre sus contenidos inconscientes, puesto que si supiera de ellos no

necesitaría al analista: lo alberga y lo replica pero no sabe de él. Ahora, presten atención al

problema que se genera, ¿cómo harán ustedes para conocer algo de él que ni siquiera él mismo

conoce? La verdad es que la respuesta de Freud es bastante pobre. Freud afirma que lo conocerá

con su propio inconsciente, el suyo, ¡El de Freud! Porque, supuestamente, el inconsciente de Freud

y el de sus pacientes se comunican, y a eso él le llama comunicación de inconsciente a inconsciente.

La verdad es que es un gran problema porque no queda claro cómo dos instancias –aunque una sea

mía y la otra del paciente- que son desconocidas para nosotros, puedan comunicarse entre sí, y de
81 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

ahí eso se comunique a mi consciencia.

Ese problema en Lacan queda resuelto porque el inconsciente no es una instancia interior a

ninguno de nosotros. De hecho, si para el paciente el inconsciente es el discurso del Otro, para el

analista también, y entonces no le pertenece. Si el inconsciente es el discurso del Otro, eso explica

cómo Freud podía acceder a contenidos inconscientes de sus pacientes incluso si ellos los

desconocieran. Aún más, eso explica cómo alguien puede saber más de mí incluso que yo mismo.

Continuemos con la cita de Lacan:

“Se trata aquí de ese ser que no aparece sino durante el relámpago de un instante en el

vacío del verbo ser, y ya dije que plantea su pregunta para el sujeto”79

Como siempre en Lacan, el ser del que se habla es un ser sin sustancia ni esencia, es por eso que

aparece durante un instante en el vacío que genera el verbo ser. Continúo:

“No la plantea ante el sujeto, puesto que el sujeto no puede venir al lugar donde la

plantea, sino que la plantea en el lugar del sujeto...”80

Fíjense cómo para Lacan siempre es tan importante la cuestión espacial, es un problema

sumamente importante en su psicoanálisis –junto a la cuestión temporal-. Sigo un poco más:

“...sino que la plantea en el lugar del sujeto, es decir que en ese lugar plantea la cuestión

con el sujeto...”81

Lo que quiero que noten claramente de esta definición es que el sujeto opera como una

herramienta para la pregunta, la pregunta se plantea con el sujeto.

“...como se plantea un problema con una pluma y como el hombre antiguo pensaba con

su alma”82

Creo que son dos grandes metáforas, porque revelan claramente cómo puede el ser plantear la

79
Ibídem.
80
Ibídem.
81
Ibídem.
82
Ibídem.
PREGUNTAR CON EL SUJETO 82

pregunta con el sujeto.

Por ende, lo que ustedes verán entrar en el consultorio es la articulación de una pregunta que el ser

plantea con el sujeto como herramienta. Esta idea es muy diferente de aquella que sostiene que el

problema son las relaciones de los pacientes con sus seres queridos. Ese no es el problema de la

neurosis, el problema de la neurosis es la pregunta que fue planteada con el sujeto. Es tanto como

decir que la vida del sujeto es una pregunta, la vida del sujeto ha sido dispuesta para plantear una

pregunta. Lo que ya deben estar pensando en este momento es si lo que a nosotros realmente nos

interesa es la pregunta o el instrumento con el cual ella ha sido planteada. Lo que yo siempre les

digo es que claramente el instrumento no, el paciente no, puesto que sería analizar la pluma con la

que fue escrito el problema.

Y cuando esto no queda claro, es cuando vemos a los colegas analizando durante cinco años una

pluma, cuando quizás la clave estaba en analizar el problema que ella escribe. Por eso cuando

ustedes piensan demasiado en si viene o no viene, si lo quieren o no lo quieren, si paga o no paga,

lo que se les escapa como arena entre las manos es el hecho de cuál fue la pregunta planteada con

ese sujeto como instrumento, ¿se entiende lo que trato de decir?

“Para interpretar el inconsciente como Freud, habría que ser como él una enciclopedia

de las artes de las musas, además de un lector asiduo de las Fliegende Blätter. Y la tarea

no nos sería más fácil poniéndonos a merced de un hilo tejido de alusiones y de citas, de

juegos de palabras y de equívocos”83

Volvemos a lo mismo, para interpretar el inconsciente como Freud deben entender claramente

qué es aquello que se les exige interpretar, ¿cuál es el contenido que debe llamar su atención,

realmente? Por eso deberíamos destacar los tres libros canónicos en materia de inconsciente en

opinión de Lacan: La Traumdeutung84, La psicopatología de la vida cotidiana85 y El chiste (Witz) y su

83
Ibíd., pág. 488.
84
Freud, Sigmund. La interpretación de los sueños en Obras Completas, Tomos IV y V, Ed. Amorrortu,

Buenos Aires, 2003.


85
Freud, Sigmund. Psicopatología de la vida cotidiana en Obras Completas, Tomo VI, Ed. Amorrortu,

Buenos Aires, 2003.


83 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

relación con lo inconsciente86:

“Los libros que pueden llamarse canónicos en materia de inconsciente […] no son sino

un tejido de ejemplos cuyo desarrollo se inscribe en las fórmulas de conexión y

sustitución”87

Lo que hallarán allí una y otra vez son ejemplos de cómo las palabras se conectan entre sí y se

sustituyen de formas que a veces pueden ser sorprendentes. El texto sobre el Witz no es para nada

gracioso, pero en todos los ejemplos que Freud brinda allí queda revelado cómo el juego de

palabras es necesario para que se produzca esa chispa creativa, espontánea y novedosa.

A su vez, en la Traumdeutung, encontrarán a Freud analizando sus propios sueños siempre en clave

de la sustitución de palabras. Verán cómo las interpretaciones giran en torno a las relaciones

significantes que pueden establecerse. Es decir, si bien el contenido del sueño analizado es

importante, la atención de Freud parece deslizarse especialmente hacia las palabras con las que ese

sueño es contado.

Volvamos a la cita en la que Lacan habla de transferencia:

“...no son sino un tejido de ejemplos cuyo desarrollo se inscribe en las fórmulas de

conexión y sustitución […] que son las que damos del significante en su función de

transferencia”88

Entonces aquellas mismas fórmulas de conexión y sustitución que encontrarán en los tres textos

recomendados son, precisamente, las que Lacan sostiene del significante en su función de

transferencia. Sigamos con la cita:

“...Porque en la Traumdeutung (La interpretación de los sueños ), es en el sentido de

semejante función cómo se introduce el término Ubertragung o transferencia”

86
Freud, Sigmund. El chiste y su relación con lo inconsciente en Obras Completas, Tomo VIII, Ed.

Amorrortu, Buenos Aires, 2003.


87
Lacan, Jacques. La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud en Escritos 1, pág. 488, Ed.

Siglo XXI, México, 2009.


88
Ibídem.
PREGUNTAR CON EL SUJETO 84

Si ustedes viajan hasta La interpretación de los sueños de 1900 y analizan el texto, van a encontrar la

palabra transferencia. Pero ahí transferencia tiene por significado mover características o impulsos

afectivos de una figura a otra. Acción que, posteriormente, dentro del marco de la interpretación

de sueños llevará el nombre de desplazamiento.

Sigamos con la cita:

“...que dará más tarde su nombre al resorte operante del vínculo intersubjetivo entre el

analizado y el analista”

Esto es importante, porque otra vez vuelve a decir que el vínculo es intersubjetivo, cosa que en

Freud no sucede. Pero la clave es que esa noción que tenía que ver con desplazar ciertas

características particulares de una figura del sueño a otra, posteriormente, técnicamente, se va a

utilizar para describir el vínculo entre analista y paciente. ¿Por qué? Porque el vínculo entre

analista y paciente, conlleva algo de movimiento, de desplazamiento. Cosas que se transfieren de

una figura a otra -de una figura primordial en la figura del analista-.

Lo que quiero que noten es el peso que Lacan da a esta noción de movimiento en la transferencia.

Cómo se desplaza el deseo en una cadena metonímica que insiste también en la transferencia, pero

cómo también la transferencia es mover cosas de un lado al otro. Mover demandas, mover deseos,

mover síntomas, mover formas de representación, mover relaciones de objeto. Entonces, este

movimiento que estoy tratando de señalarles es sumamente importante porque para este

momento de Lacan lo importante es la palabra per se, lo importante es la palabra transferencia. No

el concepto, porque aquí hay dos conceptos distintos, pero la clave está en la palabra y transferencia,

como palabra, significa mover. Y, por ende, en este momento de Lacan, lo importante de la

transferencia será el movimiento.


85 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

La transferencia como clasificación

Hoy quiero proponerles trabajar una serie de citas tomadas del tercer apartado del texto La

dirección de la cura y los principios de su poder89, apartado que lleva por título ¿Cuál es la situación

actual de la transferencia? Pienso que la intención del texto es criticar la noción de transferencia tan

frecuente en aquella época.

Lacan comienza por mencionar una noción que nosotros ya hemos trabajado, y que él mismo

menciona en apartados anteriores de este mismo texto. Me refiero a la idea de Daniel Lagache,

sobre la necesidad de repetición y repetición de la necesidad. Dos formas muy peculiares de

entender la idea de transferencia, pero que nosotros no retomaremos el día de hoy.

Para iniciar formalmente, quisiera leerles una cita proveniente de la página 575, cito textual:

“El empleo ordinario del término [transferencia], en el análisis mismo, sigue siendo

adherente a la manera más discutible, aunque la más vulgar, de abordarlo: hacer de él la

89
Lacan, Jacques. La dirección de la cura y los principios de su poder en Escritos 2, Ed. Siglo XXI, México,

2009.
LA TRANSFERENCIA COMO CLASIFICACIÓN 86

sucesión o la suma de los sentimientos positivos o negativos que el paciente abriga con

respecto a su analista”90

La cita plantea la idea más común de transferencia, aquella que, en realidad, aún sostienen los

freudianos. Es decir, aquella que afirma que la transferencia es la forma en la cual el paciente siente

cosas positivas o negativas con respecto al analista. La idea de Lacan es que el empleo ordinario del

término transferencia sigue siendo la forma más discutible de entenderlo, pero al mismo tiempo la

más vulgar, coloquial, común. Desde aquí ya pueden ir viendo cómo se avecina la crítica. Continúo

un poco más:

“Para medir la situación en que nos encontramos en nuestra comunidad científica,

puede decirse que no se han hecho ni la luz ni el consenso sobre los puntos siguientes

exigibles:”91

A partir de allí, Lacan va a plantear tres puntos fundamentales sobre el concepto de transferencia,

puntos que nosotros trabajaremos a continuación.

El primero es:

“¿Es el mismo efecto de la relación con el analista el que se manifiesta en el

enamoramiento primario observado al principio del tratamiento y en la trama de

satisfacciones que hace tan difícil de romper esa relación, cuando la neurosis de

transferencia parece rebasar los medios propiamente analíticos?”92

Es decir, ¿es exactamente el mismo efecto de la relación con el analista en el enamoramiento

primario y en la trama de satisfacciones que vienen después? Entiendan que aquí estamos hablando

de dos momentos distintos, el enamoramiento primario observado al principio del tratamiento, y

un segundo momento en la trama de satisfacciones que es la que hace tan difícil romper esa

relación cuando la neurosis de transferencia parece rebasar los medios únicamente analíticos. ¿Se

entiende a qué se refiere? Ahora vamos a trabajar justo eso. Esa es la primera de las preguntas.

La segunda:

90
Ibíd., pág. 575
91
Ibídem.
92
Ibídem.
87 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

“¿Sigue siendo con seguridad la relación con el analista y su frustración fundamental la

que, en el periodo segundo del análisis, sostiene la escansión: frustración, agresión,

regresión, en la que se inscribirían los efectos más fecundos del análisis?”93

Entonces, ¿sigue siendo la relación con el analista la que sostiene los efectos más fecundos del

análisis? Es una crítica bastante fuerte, en un momento más voy a explicarla.

Y la tercera:

“¿Cómo debe concebirse la subordinación de los fenómenos cuando su movilidad es

atravesada por las fantasías que implican abiertamente la figura del analista?”94

Son tres preguntas sumamente complicadas, así que les propongo que las trabajemos una por una.

¿Es el mismo efecto de la relación con el analista en el enamoramiento primario y en la trama de

satisfacciones que vienen después? Es decir, si ustedes pudieran dividir el análisis en dos

momentos, tendrían un primer momento en el cual se da un enamoramiento con el analista y un

segundo momento en el que se da una trama de satisfacciones que, según afirma Lacan, genera que

sea difícil romper esa relación cuando la neurosis de transferencia rebasa los medios analíticos. La

pregunta clave es si existe el mismo efecto en la relación en los dos momentos, si la relación tiene

ese mismo efecto en ambos momentos.

Por supuesto la propuesta de Lacan será que no. Que se generan y sostienen de formas distintas. Es

decir, que cuando uno recién comienza su análisis puede encontrarse con un momento en el que la

figura del analista se le presente como algo sumamente atractivo, sumamente novedoso, que llame

poderosamente la atención, y es por eso que Lacan lo relaciona con el enamoramiento, puesto que

es algo que también sucede con las otras relaciones al inicio. Ahora bien, tanto la relación analítica

como cualquier otro tipo de relación, pueden sostenerse incluso cuando este tipo de

enamoramiento inicial pasa. No toda relación se termina cuando se termina el enamoramiento.

La pregunta es si el efecto de la relación con el analista es la misma en los dos momentos. Y la

verdad es que podría ser que no.

93
Ibídem.
94
Ibídem.
LA TRANSFERENCIA COMO CLASIFICACIÓN 88

Cuando vemos este tipo de transferencia que Lacan define como la correspondiente al inicio, el

analista podría dar una interpretación equivocada y aún así el paciente podría pensar que es

correcta. Voy a ponerles un ejemplo de este tipo de transferencia inicial. El otro día, una persona

me contó que llegó al consultorio de su analista, y él estaba aún ocupado con el paciente anterior.

Entonces le pide a la persona que lo espere unos momentos en la sala de espera. Cuando termina

con el paciente anterior, pasa a la siguiente y se lleva a cabo su sesión. Esta persona me contaba que,

al salir de la sesión, pensó: «claro, me dejó en la sala de espera porque yo nunca sé esperar, trató de

decirme que a veces tengo que saber esperar». ¿Qué piensan de esto? A mí me suena, más bien, a que el

analista estaba atendiendo a otro paciente y le pidió que espere un momento en la sala de espera –

donde esperan todos los pacientes-, pero la lectura que hace esta paciente es que esa acción del

analista encierra algún mensaje dirigido hacia ella.

Un ejemplo más, el otro día estaba leyendo el libro El día que Lacan me adoptó95 de Gérard Haddad

en el que relata su experiencia como paciente y como alumno de Lacan. Hay un pasaje del texto en

el que Hadad afirma que cuando llegaba al seminario, Lacan le indicaba con los ojos dónde debía

sentarse. Si a mí un paciente me dice algo así pienso que se ha vuelto completamente loco, pero el

amor es algo bastante delirante en realidad.

Si el analista bosteza, cierra la puerta, llega temprano o llega tarde, lo hace esperar o no lo hace

esperar, cualquier cosa puede ser tomada por el paciente como un «¡Claro! ¡Es un genio! ¿Cómo no me

di cuenta?». Eso es algo muy característico del momento inicial del análisis. Pero ese momento

inicial pasa y el análisis se sostiene –bueno, a veces se sostiene y otra veces no-, pero cuando se

sostiene, surge la pregunta sobre si la relación es igual o distinta a la que acabamos de describir.

Creo que lo que está tratando de decir Lacan es que hay dos formas distintas de transferencia: una

en la cual la cuestión es propia del enamoramiento, de la idealización, de la perfección de la

relación, de la inteligencia del analista, y otra que está en otro nivel, pero que igualmente sostiene

la relación. Es decir, si no hubiera transferencia de ningún tipo la relación caería y el análisis

fracasaría. Entonces, ¿de qué índole es esa otra relación que implica una forma distinta de abordar

la cuestión analítica? Creo que esa es la primera pregunta.

95
Haddad, Gérard. El día que Lacan me adoptó, Ed. Letra Viva, Buenos Aires, 2006.
89 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

La segunda pregunta cuestiona si, en este segundo periodo del análisis, la relación con el analista

sostiene los efectos más fecundos. Es una muy buena pregunta porque pone en duda si lo más

fecundo de un análisis sigue teniendo que ver con la relación transferencial y su frustración. Creo

que Lacan está yendo un paso más allá, está estableciendo una crítica, porque está claro que desde

la idea clásica de transferencia la respuesta sería que sí –pueden verlo en Freud, incluso en los

primeros textos que analizamos de Lacan-. Si no había transferencia y, por ende, su consecuente

frustración, no había análisis allí. Pero la pregunta es: ¿sigue siendo así? Quizás no. ¿Será que el

material más fecundo que tenemos y sobre el cual operamos sigue proviniendo de la relación

transferencial? Es una crítica seria y potente la que comienza a articularse.

La tercera pregunta podríamos parafrasearla así: ¿cómo deben entenderse los fenómenos

atravesados por las fantasías que implican a la figura del analista? Es una duda más que pertinente,

porque si en efecto estamos mudando nuestra noción de transferencia, ¿cómo deberíamos empezar

a entender todos esos fenómenos que están atravesados por las fantasías del paciente sobre la

figura del analista, como las llegadas tarde, las preguntas al analista, las dudas sobre el amor, y

demás? ¿Cómo vamos a entender eso ahora?

Son tres preguntas clave a través de las cuáles vemos cómo la propuesta comienza a expandirse y

cómo la noción de transferencia comienza a desplazarse.

Ya planteadas esas tres preguntas, quisiera leerles una cita que podrán encontrar aún en el segundo

apartado, en la página 575. Lacan está hablando sobre la transferencia:

“Es una noción tan central para la acción analítica que queremos alcanzar aquí, que

puede servir de medida para la parcialidad de las teorías que consagran algún tiempo a

pensarla. Es decir que no se engañará quien las juzgue según el manejo de la

transferencia que ellas acarrean”96

Creo que lo que Lacan está tratando de decir es, ¿saben cómo vamos a analizar ahora las distintas

formas de concebir la acción analítica? A través de cómo entienden la transferencia.

96
Lacan, Jacques. La dirección de la cura y los principios de su poder en Escritos 2, pág. 575, Ed. Siglo XXI,

México, 2009.
LA TRANSFERENCIA COMO CLASIFICACIÓN 90

Generalmente, ¿cómo se organizan los tipos de psicoanálisis que hay? ¡Por el nombre del autor!

Hay psicoanálisis freudiano, kleiniano, lacaniano, etc. La propuesta de Lacan es que los ordenemos

de otra manera. Vamos a establecer qué tipo de psicoanálisis se practica dependiendo de la forma

en que cada uno entiende el concepto de transferencia. Si ustedes entienden transferencia como la

forma en que el paciente deposita las imagos parentales sobre la figura del analista, párense de este

lado. Si ustedes entienden transferencia como la forma en que el paciente se relaciona con el

analista, párense de este otro. Si ustedes entienden por transferencia que el paciente concibe al

analista como encarnando a un saber al que se le supone un sujeto, entonces párense por acá.

Lo que creo que Lacan está diciendo es que al ser la transferencia un concepto tan fuerte dentro del

marco teórico del psicoanálisis la podemos usar como una forma de ordenar los distintos tipos de

psicoanálisis que hay, y que cada escuela será caracterizada por cómo entienda este concepto. Es

una propuesta muy interesante que eleva el concepto de transferencia a una posición casi

predominante. Podríamos, entonces, decir que los dos conceptos fundamentales del psicoanálisis

son el inconsciente, desde una perspectiva teórica, y la transferencia, hablando técnicamente. No

creo que haya ningún tipo de psicoanálisis que deje fuera estos dos conceptos, más allá de cómo se

los entiendan.

Continuemos con otra cita de la misma página:

“Este pragmatismo está justificado. Pues éste manejo de la transferencia es inseparable

de su noción, y por poco elaborada que sea ésta en la práctica, no puede dejar de

acomodarse a las parcialidades de la teoría”97

Ésta es una idea sumamente recurrente en Lacan. Afirma que es tan radical en proponer que cada

noción teórica conlleva su propia idea de transferencia porque su aplicabilidad técnica está

determinada por la parcialidad teórica. Lo que Lacan propone una y otra vez es que existe una

relación fundamental entre lo teórico y lo clínico, puesto que la práctica no puede ignorar las

nociones teóricas que la fundan.

En este punto Lacan difiere radicalmente de todos los psicoanalistas que existen y existieron,

incluso difiere de Freud. Ustedes recordarán que cuando Freud cuenta su historia sobre el

97
Ibídem.
91 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

psicoanálisis argumenta que éste surge de la experiencia clínica en el consultorio. Ustedes podrán o

no estar de acuerdo, pero Freud pensaba que él había descubierto el psicoanálisis atendiendo

pacientes, como un biólogo explorador descubre una nueva especie que habita un terreno hasta ese

momento inexplorado ¿Se entiende la idea? Los invito a rastrearla, podrán encontrarla en su texto

Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico98.

Esto se debe a que el modelo con el que Freud piensa el psicoanálisis es el modelo científico de las

ciencias naturales. A veces da la sensación de que Freud cree que es como su ídolo, Darwin, y cree

ser un científico que se acerca con la lupa a observar un grupo de células. Esto es lo que él cree, no

digo que lo sea o no, pero podemos estar seguros que él se piensa así. Y por ende sostiene un

modelo, donde él entraría al consultorio con una postura ingenua, sin ideas preconcebidas y, casi

por casualidad, ¡descubre el psicoanálisis!

Para Freud todos estos son fenómenos que se le presentan a su ojo de investigador al aproximarse

a la cuestión sin un conocimiento teórico previo. Por ende, la teoría freudiana es el resultado de la

experiencia clínica, o para decirlo en términos que les sonarán a ustedes más familiares, es el

resultado de lo que los pacientes nos enseñan.

Esta no es para nada la postura de Lacan, puesto que su afirmación sostiene que ustedes serán

capaces de ver diferentes fenómenos transferenciales dependiendo del concepto que sostengan

sobre lo que es la transferencia. En esta propuesta hay una estricta relación entre la idea de

transferencia y la transferencia como fenómeno. Por ende, estas son teorías tan diferentes que, a su

vez, proponen clínicas diferentes. Dependiendo del marco teórico con el cual sean abordados los

fenómenos clínicos, uno encontrará precisamente lo que sabe que debe buscar, ni más ni menos.

Entonces deberíamos volver a afirmar que la gran mayoría de los analistas del mundo –incluso los

que se llaman a sí mismos lacanianos- son freudianos en este sentido. Puesto que ponen el peso

fundamental en lo clínico, y propician una supuesta predominancia de lo clínico sobre lo teórico.

Pero tratemos de ir un paso más allá.

98
Freud, Sigmund. Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico en Obras Completas, Tomo XIV,

Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2003.


LA TRANSFERENCIA COMO CLASIFICACIÓN 92

Incluso a pesar de lo que el propio Freud afirme, nosotros podríamos estar de acuerdo en que él

conocía la obra de Schopenhauer desde su adolescencia, por ejemplo. Sin ir más lejos, es posible

rastrear en la biografía escrita por Ernest Jones sobre Freud99 –una biografía políticamente

correcta, no como la nueva de Elisabeth Roudinesco-100 el pasaje donde él mismo afirma haber

leído un texto sobre cómo llegar a ser un gran escritor en tres días. Técnica que consistía en

escribir sin pensar sobre lo que uno estaba escribiendo durante tres días seguidos. ¿No les suena

muy similar a «Diga todo lo que le venga a la mente»? A mí me suena extremadamente parecido a la

regla fundamental del psicoanálisis.

Entonces, la pregunta que queda planteada hacia ustedes es: ¿La propuesta clínica del uso de una

regla de asociación libre surge, realmente, cuando Freud recibe a sus pacientes en el consultorio y

una de ellas le exige que la deje hablar mientras él asiente muy obedientemente, o surge cuando

Freud lee un texto en el que se propone una práctica similar y él lo moldea para que haga sentido

con su noción de repetición? Para decirlo de otra manera: ¿La regla fundamental tiene un origen

teórico o un origen clínico?

Volviendo a lo que nos compete, la propuesta de Lacan es importante porque afirma que se

podrán anudar los fenómenos observados en la clínica a una idea de transferencia, y organizar a

través de ella los diversos tipos de psicoanálisis que existen.

Cuando uno comienza su formación, claramente influenciada por Freud, ¿qué encuentra

constantemente en la clínica? Sexualidad y muerte. Después conoce la obra de Melanie Klein y

todo se torna en objetos, envidia, exclusión. Posteriormente uno se interioriza en los postulados de

Lacan, ¿y qué encuentra en el consultorio? La intersubjetividad del deseo, «¿qué es lo que yo quiero?»,

«¿qué es lo que el Otro quiere?». Porque la clínica que uno pone en práctica está ligada al marco

teórico desde el cual uno la aborda, y es un delirio total que los analistas afirmemos que podemos

encarar la práctica sin teoría en la cabeza.

Aún podría decirles más, la idea de que uno debe abordar la práctica clínica sin teoría de por

medio… ¡Es algo que uno aprende teóricamente! A nosotros nos enseñan teóricamente que la teoría

99
Jones, Ernest. Vida y obra de Sigmund Freud, Ed. Anagrama, Barcelona, 1981.
100
Roudinesco, Elisabeth. Freud, en su tiempo y en el nuestro, Ed. Debate, Francia, 2014.
93 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

no sirve. Tenemos una teoría que afirma rechazar la teoría y resaltar la clínica, pero esto no es ni

más ni menos que una teoría.

Es más, nadie aquí estaría de acuerdo con que alguien inaugure su consultorio de la nada y se

ponga a atender pacientes. No funciona así. Lo que en realidad sucede es que uno primero estudia

y aprende, y luego le enseñan que eso que aprendió no sirve para nada, que es contraproducente

en la clínica, y que habría que olvidarlo. Pero la idea de que eso no sirve, es precisamente una idea

teórica. Entonces ya nos vemos envueltos en un problema lógico: yo les enseño -teóricamente-

que la teoría no sirve. Pero si lo que yo les enseño es teórico, entonces también es falso. Si esa frase

es cierta, entonces mi argumento es falso. Se da un fenómeno similar al que se presenta con la

frase: esta frase es mentira, la falsa paradoja de Epiménides. Sólo que, en psicoanálisis, nadie parece

percibirlo.

Y si ustedes ya no están entendiendo nada, la cosa va bien. Porque les están enseñando cosas que se

contradicen entre sí. Freud les enseña, en un libro, que los libros no sirven para nada. Si lo que

dicen los libros no sirve para nada, entonces ¿Freud miente o dice la verdad? ¡Las dos cosas a la vez!

Entonces ustedes ya no entienden nada, y nosotros les hacemos creer que no entienden porque

son idiotas ¡Bienvenidos al psicoanálisis! Aunque, en realidad, los idiotas somos nosotros, que les

enseñamos cosas que no tienen sentido.

Bueno, les propongo que continuemos. En la página 576, Lacan plantea una propuesta, y esta es:

“Para traer ya un poco de orden aquí, reduciremos a tres esas particularidades de la

teoría”101

¿Se entiende qué son las particularidades de la teoría? Las formas de entender el concepto de

transferencia desde cada marco teórico, que Lacan enumerará a continuación. La primera es el

genetismo, la segunda la relación de objeto y la tercera es la introyección intersubjetiva.

Empecemos por el genetismo:

101
Lacan, Jacques. La dirección de la cura y los principios de su poder en Escritos 2, pág. 576, Ed. Siglo XXI,

México, 2009.
LA TRANSFERENCIA COMO CLASIFICACIÓN 94

“Conectaremos el genetismo, en la medida en que tiende a fundar los fenómenos

analíticos en los momentos del desarrollo interesados en ellos y a alimentarse de la

observación llamada directa del niño”102

¿Qué escuela psicoanalítica es la que se funda en la idea del genetismo? Yo diría que los

annafreudianos. Es decir, si bien es cierto que es una idea fundamentalmente freudiana, tenemos

que aceptar que la corriente annafreudiana que llega a Estados Unidos la rescata particularmente.

Por ende, el psicoanálisis en los Estados Unidos ha sido siempre –y sigue siendo hasta el día de

hoy- profundamente genetista.

Sólo para recordar un poco la novela psicoanalítica, diremos que Freud muere exiliado en Londres

por el auge del nazismo. Ustedes recordarán que todos los miembros de la colectividad judía

reconocidos en el ámbito intelectual o artístico comenzaron a abandonar las zonas tomadas por el

nazismo. De hecho, Estados Unidos les abrió las puertas a los grandes intelectuales judíos. Quizás

sea por eso que todos los grandes desarrollos científicos posteriores a la segunda guerra provienen

de Estados Unidos pero hechos por judíos alemanes, austríacos y polacos. Freud también fue

exhortado a abandonar Viena, pero se resistía, él no quería irse. Un tipo realmente necio. ¿Cuándo

decide, finalmente, dejar Viena? Cuando la Gestapo secuestra a Anna durante todo un día. Por esa

razón Freud acepta exiliarse en Londres, donde moriría un año después. La pregunta es, ¿qué iba a

ser del psicoanálisis una vez muerto Freud? Pueden darse cuenta cómo era un verdadero problema,

puesto que todos se habían analizado con Freud, leído los textos de Freud, supervisado con Freud.

Freud era el gran psicoanalista, el gran padre de Tótem y tabú.

Muerto Freud, ¿qué harían los hijos de la horda primitiva? Pelearse entre ellos. Y ahora había dos

grandes antagonistas: la señorita Anna Freud –de apellido envidiable- que sostenía la idea del

genetismo y que posteriormente fundaría la Psicología del yo una vez llegada a Estados Unidos,

junto con la idea del psicoanálisis como una paideia o una profilaxis. La propuesta no es

absolutamente descabellada si tienen en cuenta ciertas coordenadas teóricas: si el complejo de

Edipo descrito por Freud concluye a los cinco años de vida, y es allí cuando se instaura

definitivamente la represión y adviene el Súper Yo, es imposible que existan niños neuróticos

menores a esa edad. Puesto que no hay represión de los impulsos inconscientes, no es posible que

102
Ibídem.
95 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

se desarrollen las piezas elementales para entablar una neurosis. Por ende, la señorita Anna Freud

pensó que la única tarea posible para un psicoanalista de niños sería enseñar y guiar para que

nunca advenga una neurosis grave.

En la otra esquina, tenemos a Melanie Klein, casada con el Dr. Klein, no había estudiado medicina,

analizada con Abraham, quien a su vez se había analizado con Freud, y que había resuelto el

problema teórico con el que se encuentra Anna Freud con su concepto de Edipo temprano.

Cuentan que las discusiones eran tan extensas y tan acaloradas, que los analistas de aquella época

no reparaban en que, mientras discutían, la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana, estaba

bombardeando Londres.

La historia termina con la victoria de los Kleinianos afirmándose en la idea fundamental de que la

función del analista no puede ser enseñar, que a los niños hay que analizarlos e interpretar tal y

como se haría con un adulto. Pero, ¿cómo resuelve Klein el problema denunciado por Anna

Freud? Con una trampita teórica, que consistió en adelantar el Edipo propuesto por Freud, y

proponer un Edipo primitivo o arcaico.

Al bando perdedor sólo le queda el exilio. Se instalan en Estados Unidos y allí despliegan un

psicoanálisis basado en las propuestas más biologicistas de Freud: las etapas psicosexuales, las ideas

sobre la perversión de Tres ensayos, y demás.

Continuemos con otra cita de Lacan sobre este mismo tema, cito textual:

“Puede decirse que las esperanzas que Anna Freud colocaba en semejante exploración

fueron frustradas: nada se reveló en esa vía que fuese esclarecedor para la técnica, si

bien los detalles que una observación del niño iluminada por el análisis permitió

percibir son a veces muy sugestivos”103

Lacan afirma que la propuesta annafreudiana no funcionó y la observación genetista de los niños

no generó grandes aportes técnicos al psicoanálisis. Por supuesto que la Ego Psychology trajo

conceptos teóricos nuevos: el yo libre de conflicto, la coraza, el Self, pero desde una perspectiva

técnica todo se mantuvo relativamente inmóvil.

103
Ibídem.
LA TRANSFERENCIA COMO CLASIFICACIÓN 96

Otra cita de la misma página:

“La noción de pattern, que viene a funcionar aquí como coartada de la tipología puesta

en jaque, patrocina una técnica que, persiguiendo la localización de un pattern inactual,

se inclina fácilmente a juzgar sobre su apartamiento de un pattern que encuentra en su

conformismo las garantías de su conformidad”104

Vemos aquí surgir la crítica a la idea de pattern, pero ¿qué es un pattern? Es la palabra inglesa para

patrón, algo que se caracteriza por ser constante y repetirse. ¿Vieron los azulejos del baño que

tienen un motivo? Esos que individualmente son idénticos, y que puestos en continuidad generan

formas. Eso también es un pattern. Pero, ¿de dónde surge la idea de que una de las funciones de la

clínica era encontrar un pattern? ¿Por qué un pattern? ¿Qué es lo que se buscaba? Un patrón de

relación. Entender en qué medida esa persona se relaciona de cierta forma con todo el mundo.

Continúo:

“No se evocarán sin vergüenza los criterios de éxito en los que desemboca ese trabajo

postizo: el paso al escalón superior de salario, la salida de emergencia de la aventura con

la secretaria, regulando el escape de fuerzas estrictamente sometidas en el conjungo, la

profesión y la comunidad política”105

¿A qué se ha reducido el éxito del tratamiento psicoanalítico? A cosas como éstas: que le paguen un

poquito más, que ya no engañe a su mujer con la secretaria ¡Esos eran criterios de éxito! Yo

recuerdo, durante mi formación, ver en los pasillos de la facultad a mis profesores psicoanalistas

que fumaban como locos, y nosotros ingenuamente pensábamos: «Si es psicoanalista, ¿cómo va a

fumar así?» En nuestra ingenuidad creíamos que cuando uno se analiza ya no hace cosas de ese tipo.

También recuerdo haber tenido un profesor muy gordo, y recuerdo pensar: «¿Cómo puede ser que

siendo psicoanalista se así de gordo, no habrá analizado sus pulsiones orales?» Bueno, una estupidez total.

Pero alcanzan a entender la idea, es como si el éxito psicoanalítico implicara algo sumamente

concreto, como no fumar o no comer demás, como si uno terminara el análisis como un Buda.

Pero, ¿esos pueden ser criterios de éxito: conseguir un aumento, no engañar a mi mujer, no fumar,

104
Ibídem.
105
Ibídem.
97 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

comer menos? ¿No sería más conveniente buscar como resultado de un análisis, la verdad? ¿Quizás

ser más feliz?

Lo que creo que Lacan trata de criticar es que los criterios de éxito terminan siendo algo muy

superfluo en este tipo de propuestas analíticas. Prendan la televisión, analicen las series donde

aparecen psicólogos o psicoanalistas americanos y verán cuál es ese tipo de tratamiento.

Ahora los invito a que analicemos el segundo punto, la siguiente forma de transferencia, que tiene

que ver con la lógica de la relación de objeto:

“Menos degradada en su relieve analítico nos parece la segunda faceta en que aparece lo

que se hurta de la transferencia: a saber, el eje tomado de la relación de objeto. Esta

teoría, por muy bajo que haya caído últimamente en Francia, tiene como el genetismo

su origen noble. Fue Abraham quien abrió su registro, y la noción de objeto parcial es

su contribución original”106

Ustedes saben bien que la idea de objeto parcial es de Abraham. Se hizo famosa con Klein, pero fue

propuesta originalmente por él. Recuerden que Freud divide el desarrollo psicosexual en cuatro

etapas, y Abraham las subdivide. Por ejemplo, la fase que en Freud se llama anal, Abraham la

subdivide en retentiva y expulsiva. Esa distinción también se hizo famosa con Klein.

Quiero que reparen atentamente en el hecho de que Lacan dice que no es éste el lugar para

demostrar su valor. Es decir, jamás deja entrever que no tenga valor, puesto que al igual que el

genetistmo la teoría de las relaciones objetales tiene un origen noble. Aunque Lacan pueda disentir en

cómo evolucionó el proyecto teórico, no hay mala intención en la crítica, puesto que afirma que su

origen es noble. Me llega a la mente una frase de Jacques-Alain Miller de su biografía sobre Lacan:

“Nunca vi que elogiara a nadie sin clavarle una espina, y esto se aprecia en todo lo que se lee de

él”107. Cada uno la interpreta como quiere.

Volvamos a lo que nos interesa.

106
Ibíd., pág. 577.
107
Miller, Jacques-Alain. Vida de Lacan: escrita para la opinión ilustrada, pág. 17, Ed. Grama, Buenos Aires,

2011.
LA TRANSFERENCIA COMO CLASIFICACIÓN 98

“Estamos más interesados en indicar su nexo con la parcialidad del aspecto que

Abraham desprende de la transferencia para promoverlo en su opacidad como la

capacidad de amar: o sea, como si fuese éste un dato constitucional en el enfermo donde

puede leerse el grado de su curabilidad”108

¿Entienden? La capacidad de amar fue una forma de evaluar la curabilidad del paciente. Esto

también lo repitió Bion, incluso todavía lo pensaba Meltzer hasta hace poco, todos postkleinianos

por supuesto. Meltzer pensaba que la locura era pensar demasiado rígidamente. Entonces el

obsesivo para Meltzer era, prácticamente, un psicótico. Y yo les pregunto, ¿No es, el obsesivo, casi

un psicótico? Lo dejo ahí, y seguimos.

El punto clave es que la trasferencia funciona como un indicador fundamental, puesto que si el

paciente puede amar, su pronóstico es más promisorio que si no. Entonces el modo particular en

que se establezca la transferencia les dará a ustedes un indicador de qué tan complicados estamos

desde un inicio. Y no es tan disparatado, ustedes pueden ver a pacientes que están graves y aún así

reconocen en nuestra labor un intento de ayudarlos. Se dan cuenta que a la familia no les importa,

al psiquiatra no le importa, y a ustedes sí. Entonces, la idea sería que Abraham desprende de la

transferencia un aspecto para promoverlo como capacidad de amar, y a su vez hacer de este dato

un indicador donde puede leerse el grado de curabilidad. Y aquí viene la crítica:

“Tenemos aquí dos ecuaciones. La transferencia calificada de sexual

(Sexualübertrangung) está en el principio del amor que ha sido llamado objetal (en

alemán: Objektliebe). La capacidad de transferencia mide el acceso a lo real. No se podría

subrayar demasiado lo que hay aquí de petición de principio”109

La transferencia en un sentido sexual es lo que está en la base fundamental de la idea de amor

objetal. ¿Qué es el amor objetal? Yo sé que estas nociones les quedan un poco alejadas porque

entraron al psicoanálisis directo por Freud y Lacan, pero hay una parte de la historia que también

es importante conocer.

108
Lacan, Jacques. La dirección de la cura y los principios de su poder en Escritos 2, pág. 577, Ed. Siglo XXI,

México, 2009.
109
Ibídem.
99 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

¿Qué es el amor objetal? Bueno, en él tenemos al sujeto, que en este marco teórico es una persona,

que catectiza –es decir, inviste con energía libidinal- a un objeto. En contraposición a otro tipo de

amor que se caracteriza por no tener objeto, entonces la energía libidinal está depositada en su

totalidad sobre el sujeto. Es por eso que, en psicoanálisis, el narcisismo no tiene absolutamente

nada que ver con creerse mucho. Es, en realidad, una forma de posicionar la libido. Podemos decir

que soy narcisista si la libido está puesta en mí y el objeto no existe para mí. Por ende, la idea de la

transferencia sexual es una clave fundamental del amor objetal.

¿Por qué afirmaba Freud que no podía atenderse pacientes psicóticos con psicoanálisis? Porque

para que haya psicoanálisis es necesario que haya transferencia. Y, transferencia, en un sentido

metapsicológico, energético, económico freudiano, significa catectizar al analista con energía

libidinal. Busquen dentro del texto Introducción al narcisismo, 110 cómo durante el narcisismo primario

la libido del bebé está puesta únicamente en él y después, a través del contacto, esta se va

deslizando hacia la madre, que es el primer objeto mediante el cual surge el descubrimiento de la

existencia de otro que no es el bebé. Ahora bien, el narcisismo secundario, propio de procesos

melancólicos o trastornos psicóticos, consiste en que la libido depositada ya en el objeto retorna al

sujeto y se queda allí, no vuelve a depositarse en otro objeto. Es el argumento explicado por Freud

en Duelo y melancolía. 111 Este narcisismo es secundario porque la libido retorna después de haber

estado en un objeto. De cualquier manera, la hipótesis principal de Freud es que si los pacientes

psicóticos se caracterizan por tener la libido en ellos mismos, será imposible que catecticen al

analista y, por ende, establecer transferencia. Con todo este contexto expuesto, la tesis de Abraham

no suena tan descabellada, puesto que amar no es más que mover energía libidinal.

“Si la transferencia recibe su virtud del hecho de ser reducida a la realidad de la que el

analista es el representante, y si se trata de hacer madurar el Objeto en el invernadero

110
Freud, Sigmund. Introducción al narcisismo en Obras Completas, Tomo XIV, Ed. Amorrortu, Buenos

Aires, 2003.
111
Freud, Sigmund. Duelo y melancolía en Obras Completas, Tomo XIV, Ed. Amorrortu, Buenos Aires,

2003.
LA TRANSFERENCIA COMO CLASIFICACIÓN 100

de una situación confinada, no le queda ya al analizado sino un objeto, si se nos permite

la exposición, que llevarse a la boca, y es el analista”112

Este punto es realmente importante en la argumentación de Lacan, porque el hecho de que la

transferencia tenga como personaje principal al analista es el efecto del dispositivo que nosotros

mismos hemos planteado: un dispositivo donde sólo existen el paciente y el analista. ¿Saben cómo

funciona un invernadero? Es un espacio propicio para que las plantas crezcan, debe ser expuesto al

sol y cubierto con una lona de plástico y regado por dentro. El ambiente que se genera en el

interior es vaporoso y tropical, húmedo y caluroso, excelente para que crezcan las plantas. Pero la

clave es que sea un ambiente cerrado, ustedes podrán entrar y salir pero deben procurar que el

calor se mantenga allí dentro. ¡Por eso a nuestra catástrofe climática le llaman el efecto

invernadero!

La clave de la metáfora utilizada por Lacan es que sea cerrado. Si el dispositivo clínico opera como

un invernadero, ¿con quién creen que va a fantasear el paciente? Pero no tenemos que olvidar que

este no es un fenómeno que proviene de la naturaleza del inconsciente, sino del hecho de haber

planteado el dispositivo como un invernadero. Que nosotros seamos el objeto que el paciente se

lleva a la boca es el producto de esta situación artificialmente confinada.

Para terminar, les propongo analizar la tercera forma de entender la transferencia: la introyección

intersubjetiva. Voy a leerles la primera cita:

“De allí la noción de introyección intersubjetiva, que es nuestro tercer error, por

instalarse desgraciadamente en una relación dual”113

Ustedes saben bien cuál es el problema que Lacan tiene con el dos, con lo dual, y es que las

relaciones de dos términos generan todo aquello de la índole del registro imaginario. Y no es que

este registro tenga algo de malo, pero comprender todo lo que sucede en un análisis desde este

registro ha llevado al psicoanálisis a un nivel de imaginarización preocupante.

112
Lacan, Jacques. La dirección de la cura y los principios de su poder en Escritos 2, pág. 579, Ed. Siglo XXI,

México, 2009.
113
Ibídem.
101 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

“Es la función privilegiada del significante falo en el modo de presencia de sujeto en el

deseo la que es ilustrada aquí, pero en un experiencia que puede llamarse ciega: esto a

falta de toda orientación sobre las relaciones verdaderas de la relación analítica, la cual,

del mismo modo que cualquier otra situación de la que se habla, no puede, si se la

quiere inscribir en una relación dual, si no quedar aplastada”114

Si ustedes reducen cualquier relación, cualquier situación, y tratan de inscribirla en la lógica de una

relación dual, terminarán por aplastarla. ¿Por qué aplastarla? Porque la reducen, la compactan. En

realidad, la situación analítica no se refiere a una situación dual si tenemos en cuenta la función

privilegiada que allí tiene el significante falo. La teoría kleiniana es esencialmente dual porque

pone el acento en lo que ellos denominan preedípico, es decir, un momento en el que el padre aún

no hace su aparición y, por ende, tenemos únicamente dos personajes: la madre y el niño. Tanto

así, que en el paradigma kleiniano se sostiene la idea de la pareja parental combinada. Esto quiere

decir que aún concibiendo la existencia del padre, en la fantasía del niño forman uno con la madre,

son una pareja combinada. ¿Combinada en qué? ¡En un sólo individuo! Madre y padre

condensados en una imagen que tiene pene y vagina, pechos y bebés, todo en un solo personaje.

Lo que nos deja, una vez más, con sólo dos personajes: el niño y la pareja parental combinada.

Piensen ahora en la idea de la envidia, otro de los conceptos centrales de la teoría kleiniana.

¿Cuántos se necesitan para tener envidia? Sólo dos, uno que envidie y otro envidiado. Con dos

personajes no podemos si quiera acceder a la teoría de Freud sobre los celos, porque allí se

necesitan al menos tres. Lo que creo que Lacan trata de decir es que al restringir la experiencia

analítica al mundo imaginario del dos, no se hace más que aplastarla.

Dos citas más para trabajar la noción de objeto, noción clave en este tipo de psicoanálisis:

“Hacer de la distancia la dimensión única donde tienen lugar las relaciones del

neurótico con el objeto engendra contradicciones insuperables”115

Es clave que Lacan nos advierta de las contradicciones insuperables a las que lleva hacer de la

distancia la única dimensión donde tienen lugar las relaciones entre el neurótico y el objeto.

114
Ibíd., pág. 580.
115
Ibídem.
LA TRANSFERENCIA COMO CLASIFICACIÓN 102

Primero, porque parte de una noción extremadamente simplista e intuitiva de qué es la distancia.

Y segundo, porque es una lógica excesivamente imaginaria para pensar los problemas clínicos

entre sujeto y objeto. Seguramente recordarán las barbaridades que se han dicho en este sentido: si

el fóbico se aleja, si la histérica se acerca, y demás. Pero, claramente, nadie sabe cuál es la distancia

correcta a la que se debe tener al objeto, entonces caemos en una serie de contradicciones que no

nos llevan a ningún lugar.

Bien, les leo una última cita:

“Demasiada o demasiado poca distancia al objeto parecerán a veces confundirse a veces

confundirse hasta el punto de embrollarse. Y no es la distancia del objeto sino más bien

su intimidad demasiado grande para el sujeto la que parecería a los ojos de Ferenczi

caracterizar al neurótico”116

¿Entonces? ¿Es un problema de distancia o no lo es? Por supuesto que no lo es, sino todos los

desarrollos topológicos de Lacan no tendrían ningún sentido. El giro de Ferenczi es que no se trata

de un problema de distancias, de estar cerca o lejos del objeto, se trata más bien de una forma de

estar la que caracteriza al neurótico.

116
Ibídem.
103 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Máscaras de la transferencia

Hoy les propongo trabajar en torno al texto Posición del inconsciente117, un texto proveniente de una

intervención de Lacan en el Congreso de Bonneval en el año 1960. Para dar un poco de contexto,

quisiera contarles que se había organizado un ciclo de conferencias que duraba tres días, entre el

31 de Octubre y el 2 de Noviembre de 1960, y que tenía por objetivo trabajar el tema del

inconsciente freudiano. La intervención de Lacan en ese ciclo fue lo que posteriormente se

convertiría en este texto, y les recomiendo ampliamente que lo revisen en su totalidad. De aquí

tomaremos únicamente una serie de citas que he elegido para ustedes y que podrán encontrar en la

página 794 del segundo volumen de los Escritos editados por siglo XXI.

Antes de empezar quiero compartirles una clave de lectura: noten cómo, ya desde este texto,

podrán comenzar a vislumbrarse muchos de los conceptos lacanianos más famosos que se

desarrollarán posteriormente. Verán que incluso el lenguaje utilizado en la exposición es bastante

más lacaniano que lo que veníamos leyendo.

Comencemos, entonces, con las citas:

117
Lacan, Jacques. Posición del inconsciente en Escritos 2, Ed. Siglo XXI, México, 2009.
MÁSCARAS DE LA TRANSFERENCIA 104

“El efecto del lenguaje es la causa introducida en el sujeto. Gracias a ese efecto no es

causa de sí mismo, lleva en sí el gusano de la causa que lo hiende”118

La idea es francamente interesante porque es absolutamente inversa a aquella que se sostiene en el

paradigma psicológico que reina hoy en día. Es decir, el paradigma psicológico actual afirma que el

sujeto es causa de sí mismo. Se causa a sí mismo, se crea a sí mismo y, por ende, su posibilidad de

cambio reside únicamente en sí mismo. Esta no es para nada la propuesta de Lacan. Dentro de su

obra, lo que introduce la causa en el sujeto es el efecto del lenguaje. Allí vemos una diferencia

fundamental: el lenguaje como causa de la constitución del sujeto.

Para decirlo en términos más simples: lo que causa al sujeto es el lenguaje. Y puesto que el lenguaje

no proviene de uno mismo, nuestro punto de partida es diametralmente opuesto al que

mencionaba hace un momento. El lenguaje nos es dado por el Otro, y está presente incluso desde

antes que naciéramos, así que es absolutamente falso que cada uno de nosotros hable su propio

lenguaje. Pero, volvamos a la cita. Continúo:

“Pues su causa es el significante, sin el cual no habría ningún sujeto en lo real. Pero ese

sujeto es lo que el significante representa, y no podría representar nada sino para otro

significante: a lo que se reduce por consiguiente el sujeto que escucha”119

En un momento explicaré puntualmente la frase. Pero desde ya queda claro que lo que causa al

sujeto es, propiamente el significante. Hace unos pocos días alguien me preguntaba qué significa la

afirmación que sostienen frecuentemente los colegas sobre que, en psicoanálisis, el sujeto está

desdoblado. Yo contesté que, estrictamente hablando, la respuesta dependerá desde qué marco

teórico tratemos de responderla. En la obra de Freud, el desdoblamiento es producido por la

existencia de lo consciente y lo inconsciente. Desdoblarse significa dividirse, y en el paradigma

freudiano el desdoblamiento es un efecto de la operación represiva. Es decir, frente al

advenimiento de contenidos de índole sexual o agresiva, que no pueden ser tolerados por el

sistema consciente, opera un esfuerzo de desalojo y son reprimidos.

118 Ibíd., pág. 794.

119 Ibíd., pág. 795.


105 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

A partir de ese momento, podríamos aceptar una división en el sujeto, entre lo conocido

consciente, y lo desconocido inconsciente-reprimido. Por supuesto que en la teoría de Freud

queda entendido que para que alguien pueda reprimir es necesario que atraviese cierto proceso y,

por ende, es posible afirmar que hasta antes del Edipo freudiano el niño no está dividido. Puesto

que la división es generada por el proceso represivo y, antes del Edipo, y sin superyó, no hay qué

reprimir.

Dicho esto, vamos a la propuesta de Lacan. El problema del desdoblamiento en el paradigma

lacaniano se introduce por la noción de significante, por ende es un problema preexistente, un

problema anterior a la existencia de cualquier sujeto. Este punto es realmente importante y debe

ser entendido a detalle porque la gran mayoría del mundo lacaniano aún no lo comprende. El

estado de unidad previo a la Ichspaltung propuesta por Freud -aquella Escisión del yo en el proceso

defensivo-120 es inexistente en la propuesta de Lacan.

Seguramente han escuchado aquella idea que sostiene que «primero nace un cacho de carne y luego el

significante lo atraviesa», esa es una forma torpemente freudiana de comprender la propuesta de

Lacan. Porque sostiene algo así como un momento en el que el humano fue una especie de animal

al cual el lenguaje, posteriormente, atravesó y convirtió. Una lectura bastante aristotélica, ¿no? ¿O

no es ese el sentido del famoso animal-racional?

Esta no es para nada la propuesta de Lacan. Pueden pensarlo incluso de la forma más intuitiva

aceptando que la mayoría de nosotros ya nace con un nombre asignado. Es decir, es falso que

adviniéramos como una entidad biológica a la que posteriormente el significante se superpusiera.

Es falso puesto que nuestros padres habían pensado en un nombre desde antes de que naciéramos.

Y este es únicamente un ejemplo, pero hay muchas cuestiones –por ejemplo el orden de

combinación de deseos- que ya están dadas desde mucho antes de nuestra aparición biológico-

sustancial. Este período mítico en el que podríamos haber sido animal-y-luego-humanizarnos, no

existe en la obra de Lacan debido a que el significante es siempre preexistente.

120
Freud, Sigmund. La escisión del yo en el proceso defensivo en Obras Completas, Tomo XXIII, Ed.

Amorrortu, Buenos Aires, 2003.


MÁSCARAS DE LA TRANSFERENCIA 106

En este mismo sentido, el desdoblamiento propuesto por Lacan, basado en la lógica del

significante, da cuenta que nunca no fue así. ¿Se entiende la frase? «Eso da cuenta que nunca no fue así»,

nunca estuvimos no-divididos. Aunque en el sistema freudiano, las cosas son muy diferentes.

Volvamos a nuestra cita: «Sin la causa que introduce el significante no habría ningún sujeto en lo real.

Pero ese sujeto es lo que el significante representa para otro significante», dice Lacan. Que un

significante sea lo que representa a un sujeto para otro significante, es una definición de

significante que distingue la noción que usamos en psicoanálisis de aquella que utiliza, por ejemplo,

la lingüística estructural. Para la lingüística estructural, un significante es la unidad mínima del

componente material del signo lingüístico que tiene la función de apuntar hacia el significado.

Piensen en la propuesta de signo lingüístico de Saussure y cómo la imagen acústica apunta siempre

al concepto, y el concepto, a su vez, rellena la imagen acústica. Allí el significante y el significado están

en una estricta relación –aunque arbitraria– de correspondencia.

Para el psicoanálisis de Lacan, el significante ya no significa nada sino que representa, y no para

alguien sino para otro significante. Y de esa manera todo queda reducido -¿reducido? ¿Por qué

decir reducido?- a significantes. Por ende, cuando ustedes se definen a ustedes mismos, se definen

en relación a otras personas –que es la única forma que tienen de definirse- y tanto ustedes como

los otros, quedan reducidos a significantes. Serán hijo para su madre, padre para su hijo, analista

para sus pacientes y paciente para su analista. Tanto ustedes como los otros quedan reducidos a

calidad de significantes.

Permítanme continuar un poco más:

“Al sujeto pues no se le habla. «Ello» habla de él, y ahí es donde él se aprehende, y esto

tanto más forzosamente cuanto que, antes de que por el puro hecho de que «ello» se

dirige a él desaparezca como sujeto bajo el significante en el que se convierte, no era

absolutamente nada”121

No solamente al sujeto no se le habla sino que el sujeto tampoco habla, Ello habla de él. La postura

más ingenua sobre nuestra clínica nos orilla a pensar que en ella el sujeto habla y nosotros le

121
Ibídem.
107 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

hablamos a él. La propuesta de Lacan es que eso habla de él, eso habla en él, lo trae a la existencia

por un efecto de representación significante.

Voy a tomarme un momento para esclarecer algunas consideraciones sobre el problema del Ello.

Como instancia freudiana lo encontrarán perteneciente a la segunda tópica, junto con el yo y el

superyó. Pero resta la duda del porqué de su nombre, por qué Freud lo llama Ello –Es en alemán-.

¿Lo habían pensado? ¿Qué significa Ello? Nosotros casi no utilizamos la palabra ello en el español

moderno, utilizamos más bien eso, pero la idea es parecida. Eso, ello o aquello es, por definición,

algo que está alejado de mí, algo que no soy yo. El Ello, como instancia, es algo ajeno, algo otro, que

proviene desde otro lado y que no soy yo.

La clave en la cita es que al sujeto no se le habla y el sujeto no les habla a ustedes, Eso habla de él y

es allí donde se le aprehende –con h, en el sentido de agarrar-. Esta es una gran pista técnica puesto

que les propone no operar con lo que el paciente dice de sí. Cuando el paciente habla de sí, no es el

tipo de comunicación que a nosotros nos compete. Todo aquello que proviene de lo que el

paciente sabe de sí o piensa de sí, proviene desde la instancia intraspsíquica yoica que, en la

propuesta de Lacan, es una instancia absolutamente falseadora surgida de manera imaginaria de la

experiencia del espejo. Por eso el ejemplo de Narciso es tan bueno, porque es casi como si el

paciente se mirara en el espejo y se dijera a sí mismo «soy muy hermoso» o «soy muy horrendo». Pero

todas esas frases que inician con un Yo soy –criticado múltiples veces por Lacan en un sinnúmero

de lugares de su Enseñanza- son de índole estrictamente consciente, racional e imaginaria.

Lo que Lacan afirma en la cita es que lo que puede aprehenderse del sujeto lo encontrarán en lo

que Ello dice de él. La aprehensión del sujeto no se da en lo que él dice de sí, sino en lo que eso dice de

él.

Continuando un poco más en la segunda parte de la cita, dice Lacan: «…y esto tanto más
forzosamente cuanto que, antes de que por el puro hecho de que «ello» se dirige a él desaparezca como sujeto
bajo el significante en el que se convierte, no era absolutamente nada».

Es decir, por el puro hecho de que Ello se dirija hacia el sujeto, éste desaparece bajo el significante

en el que se convierte. Lo que uno Es queda aplastado bajo lo que Eso dice de mí. O para decirlo

todo, uno queda reducido a un significante precisamente por lo que eso dice de uno y por ende
MÁSCARAS DE LA TRANSFERENCIA 108

uno no es más que un decir. Pero la aclaración final es realmente la más relevante de toda la cita.

Porque es preciso aclarar que antes de ese momento en el que Ello lo hizo desaparecer bajo el

significante en el que lo convirtió, el sujeto no era nada ¡Absolutamente nada!

Y, como pueden ver, volvemos al mismo punto. Puesto que si ustedes piensan en un tiempo

mítico en el cual el sujeto era antes de ser atravesado por el significante, y que luego eso que el

sujeto era quedara aplastado por su nueva existencia significante, ya están atrapados en la falacia

milleriana del resto del cuerpo de goce y demás extravagancias. Si bien por el significante se convierte,

eso no implica que antes del significante hubiera algo. En la obra de Lacan no hay «antes de la

aparición del significante», antes del significante el sujeto no era nada.

Es por eso que es tan peligroso pensarlo freudianamente, porque podrían quedar atrapados en el

engaño de que había algo, que los pacientes eran esencialmente algo y posteriormente se les

depositó lo que se dijo de ellos.

El otro día alguien me preguntó si se trata de algo similar a una máscara. Y la verdad es que no. La

metáfora de la máscara puede terminar siendo muy perjudicial, puesto que podrían llegar a pensar

que se trata de una máscara, como algo ficticio y artificial, que se sitúa sobre algo esencial y

verdadero. Tengo que darles una muy mala noticia: cuando quiten una máscara, abajo encontrarán

otra máscara. Y tras esa habrá otra, y así sucesivamente. Si pudieran seguir retirando máscaras

hasta el infinito, se daría cuenta que bajo las máscaras no había nada. No se trata de que los

pacientes acudan a su consultorio ocultando una esencia por debajo de una serie de máscaras

significantes que los han convertido en otra cosa. Se trata, más bien, de darse cuenta que ellos son la

suma de aquellos significantes, tienen una existencia propiamente significante.

No quisiera que ustedes repliquen la idea sustancialista de que los significantes vienen después del

cuerpo, como si nuestros pacientes fueran pedacitos de materia que pueden nombrarse de distintas

formas. Quisiera que entiendan que si quitan esos nombres el paciente ya no es, que los pacientes

realmente son significantes.

Recuerdo haber leído una frase de Eduardo Galeano –quien falleció hace poco- en la que afirma:

«Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de

historias». La propuesta de Galeano no es que seamos átomos que tienen historias, es que somos

aquellas historias, de ellas estamos hechos.


109 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

La postura contraria es la que encontrarán en Freud, y quizás a eso debamos que sea tan difícil

hacerle entender esto a los psicoanalistas. Acaso por estar atrapados por la misma idea intuitiva

por la que Freud quedó tan profundamente atrapado. Él cayó en la trampa de pensar que somos un

cuerpo infatuado de energía libidinal, ¿entienden? Un cuerpo hecho de átomos que arriba lleva

energía, historias, traumas y palabras.

Otro ejemplo con el que quizás pueda rescatar la postura de Lacan es el cuadro de Giuseppe

Archimboldo intitulado El bibliotecario. En él encontrarán un personaje que está conformado por

libros, ¿entienden? No es que el bibliotecario tenga libros, él es los libros. Si ustedes quitan uno a

uno los libros, ¿qué queda? ¡Nada!

Es por esto que aquí la utilización de términos como prediscursivo no tiene ningún sentido, no hay

ninguna materialidad anterior a la existencia del lenguaje. El lenguaje estaba antes de que

llegáramos aquí, e incluso podríamos afirmar que continuará operando cuando nosotros ya no

estemos. La buena noticia es que podrán seguir hablando de nosotros como nosotros hablamos

hoy de Lacan o de Freud. Acaso sea por eso que el mundo humano es tan paradójico, estamos

muertos de antemano pero eso mismo nos hace inmortales de alguna manera.

Con estos puntos aclarados podrán entender por qué detesto la tan difundida propuesta de

resignificar. Y la detesto por ser una propuesta basada en la sustancia. ¿A qué me refiero con lo que

los colegas llaman resignificar? A tener, por ejemplo, un trauma que el paciente haya sufrido y

entienda como tal, e intentar darle un nuevo significado. Que tras unos cuantos años de análisis

ese trauma signifique otra cosa. Fíjense cómo se trata de sustancializar la cuestión. Se trata de

suponer que el paciente experimentó ciertas cosas que sucedieron en el pasado, y que nosotros en

el presente podríamos cambiar la interpretación sobre el significado de aquel suceso. ¡Qué

propuesta tan vulgar! Ya mismo tengo que decirles que yo no apunto a cambiar el significado

porque, para mí, no hay acceso al significado, no existe una relación entre significado y

significante.

Si ustedes dedican su clínica a descubrir qué significan los significantes para cada paciente, verán

que tratando de definirlos siempre obtendrán otro significante, nunca un significado. Si ustedes le

preguntan «infeliz, ¿en qué sentido?», verán que la respuesta se asocia a otro significante que podría
MÁSCARAS DE LA TRANSFERENCIA 110

ser –no lo sé, estoy inventando- triste, solo, vacío. El acceso al significado es imposible en la

propuesta de Lacan, debido a que un significante, como tal, no significa nada, pero puesto en

relación de representación con otro genera un efecto de significado.

Lo potente del planteamiento es que cualquier cosa puede ser significante: el trauma, el abuso del

padre, el hecho de que la madre no lo quiera, el hecho de que ella prefiera a sus hermanos, todo eso

es significante. Pero si ustedes no operan con esta lógica significante pueden caer en la propuesta

de la resignificación que, finalmente, no hace más que postular que el trauma efectivamente sucedió

y que «a ese pasado nosotros no lo podemos cambiar». ¿Han escuchado esa frase alguna vez? A mí me

parece antilacaniana, porque sostiene que uno no puede cambiar lo que pasó, pero sí puede

cambiar lo que el paciente piensa de lo que pasó o lo que siente sobre lo que pasó.

Pero lo que pasó es, en realidad, significante, y puede cambiar su sentido como cualquier

significante al ponerlo en relación con uno diferente. Entonces no es que el pasado se resignifique,

es que el pasado cambia. Creo que la clínica se convierte en algo muchísimo más poderoso si la

pensamos así.

Para recuperar un poco la idea diremos que no es que primero haya un sujeto y luego el

significante lo atraviesa y lo aplasta, desapareciéndolo y dejando en su lugar puro significante. Es,

más bien, que nunca hubo otra cosa que no fuera significante, y entonces si ustedes quitan el

significante no queda nada. Acaso a eso debemos la utilización por parte de Lacan de la figura del

toro, ¿recuerdan el toro? Esa superficie formada por un sistema de anillos en movimiento que

generan una figura tórica –la raíz etimológica es torus, no taurus-. La clave es que en el centro del

toro no hay nada más que vacío, un agujero central en torno al cual se organiza toda la superficie.

Sigamos analizando las citas:

“Efecto de lenguaje por nacer de esa escisión original, el sujeto traduce una sincronía

significante en esa primordial pulsación temporal que es el fading constituyente de su

identificación. Es el primer movimiento”122

Por ser un efecto del lenguaje, el sujeto nace de una escisión original. Es decir, la división del sujeto

es una herencia de la división del significante, por ende es original, constitutiva y genética –en el

122
Ibídem.
111 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

sentido de génesis-. Esto me permite insistir en que es falso que hubiera un momento previo,

prediscursivo. Siempre fue dividido, nació constitucionalmente dividido por lo que genera el

significante en él.

Y entonces el sujeto traduce una sincronía significante en esa pulsación temporal que es el fading,

el desvanecimiento. El desvanecimiento propio del sujeto es constitutivo por el hecho de provenir

de un fenómeno lingüístico mediante el cual es imposible definir un significante por sí mismo, se

necesita de otro para otorgarle sentido. Es debido a esto que el significando es evanescente y, por

ende, el sujeto padece también de esta escisión original.

Pero, ¿a qué se refiere Lacan con que el sujeto traduce una sincronía significante? Ustedes

recordarán que Lacan equipara la condensación y el desplazamiento freudianos con dos mecanismos

propios de la lingüística, metáfora y metonimia. Hagamos un poco de memoria, ¿qué significa

condensación en la propuesta de Freud? Es un mecanismo mediante el cual al menos dos personajes

quedan condensados en uno sólo dentro de la lógica de los sueños. Un ejemplo podría ser aquellos

sueños donde nuestros pacientes sueñan con su maestra de la primaria pero, al mismo tiempo,

afirman saber que en realidad era también su madre. ¿Qué significa desplazamiento? Es el

mecanismo por el cual los afectos correspondientes a un personaje del sueño se desplazan hacia

otro. Un ejemplo podría ser un sueño donde aparecía el panadero y el soñante recuerda que en el

sueño lo odiaba muchísimo aunque acepta que, durante la vigilia, no lo odia. Es posible que toda la

carga afectiva de un personaje se deposite en otro.

Ahora bien, si Lacan equipara estos dos mecanismos con metáfora y metonimia, ¿qué es lo que nos

quiere decir? Que en la metáfora hay varias palabras condensadas en una. Si durante en un poema

ustedes escriben «Tus labios carmesí», en la palabra carmesí están, en realidad, condesadas otro gran

número de palabras como rojo, carmín, de sangre, de fuego, y muchas otras formas decir carmesí. A

su vez, la metonimia es un desplazamiento, puesto que refleja el movimiento propio del lenguaje

en donde una palabra viene siempre después de otra y se van encadenando en un orden diacrónico.

Entonces, dicho esto, preguntémonos ¿a qué se refiere Lacan cuando dice que el sujeto traduce una

sincronía significante? Es posible afirmar algo así ya que, si bien contamos con el S1 y el S2, el sujeto

es un efecto de la puesta en relación de ambos. Lo que se produce es que dos significantes


MÁSCARAS DE LA TRANSFERENCIA 112

diacrónicos generan en un único resultado. Si el significante de Lacan es «lo que representa a un

sujeto para otro significante» podríamos decir que en sentido estricto es uno y a la vez es dos. Debido

a que un significante como tal no significa nada, su existencia es absolutamente relativa a un

segundo significante.

Pienso que a lo que Lacan se refiere con que el sujeto traduce una sincronía significante es que en

él convergen dos significantes que no tienen una existencia independiente sino relativa el uno al

otro.

Esta existencia relativa del significante resalta el problema del fading. Porque si no podemos

aceptar la existencia esencial de uno de los significantes en cuanto tal, entonces el sujeto siempre

está a punto de disolverse, al no ser más que el encuentro virtual y tangencial de dos significantes

entre sí. Dos significantes que, por separado, carecen de existencia individual. Este no es un

problema de corte psicoanalítico, es un problema estrictamente lingüístico. Hay algo que se pierde,

se desvanece y ese es un fenómeno propio del lenguaje.

Continúa Lacan entonces:

“Pero en el segundo, toda vez que el deseo hace su lecho del corte significante en el que

se efectúa la metonimia, la diacronía (llamada "historia") que se ha inscrito en el fading

retorna a la especie de fijeza que Freud otorga al anhelo inconsciente”123

Aquí está la cuestión, ¿la alcanzan a ver? Siempre que el deseo ubique su lecho en el corte

significante propio de la metonimia, la diacronía de la que hablábamos hace un momento que

siempre da la sensación de desvanecimiento, retorna a la fijeza que Freud observa en aquello que

anhela lo inconsciente. ¡Por eso la apariencia de lo inconsciente insistiendo sobre lo mismo! Por

eso la apariencia de repetición y de compulsión, porque el deseo se ubica justamente en el corte

significante en el que se efectúa la metonimia. ¡Pero esa fijeza es aparente! No hay en la teoría de

Lacan nada realmente estático, nada a lo que se le pueda atribuir un anclaje sólido y sustancial. Y

mucho menos habrá que confundir lo corporal con lo sustancial porque podríamos caer en el

engaño que analizamos anteriormente, aquel que entiende al cuerpo como algo previo al

significante.

123
Ibídem.
113 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Insisto en este punto porque veo cómo en psicoanálisis –al menos en los últimos años- se trabajan

siempre los mismos temas: el cuerpo, lo indecible, el goce, lo femenino… y allí queda enmarcada

una noción de cuerpo que los lacanianos llaman real. Como si el cuerpo real fuera el organismo del

viviente, aquello que resta por fuera del poder nominador del significante. Para empezar, tengo

que decir que esta es una idea muy imaginaria de real, y en segundo lugar quiero que noten cómo

gracias a apreciaciones como éstas el psicoanálisis comienza a introducirse en un campo que

anteriormente le tenía sin cuidado: me refiero al del cuerpo, al de la célula, al de la biología… ¡La

biología lacaniana! Como le gusta llamarla a Miller. Aunque en su discurso los colegas afirmen un

rechazo a los postulados de la biología, proponen –casi sin darse cuenta- una vuelta sumamente

biologisista, aunque más no sea desde esta noción imaginaria de la biología.

Pero nosotros no trabajamos con un concepto tal como cuerpo biológico. Nosotros trabajamos con

el significante y esa materialidad, ¿cuántas dimensiones tiene? Dos. Calculo que habrá otras

disciplinas que se dediquen a analizar cuerpos de tres dimensiones, pero nosotros trabajamos en

otro nivel. Claro que podemos concebir la existencia de un cuerpo, pero nunca un cuerpo como el

que está creado con células, ese no es objeto de nuestro estudio. Si ustedes apuntan a cuerpos de

otras índoles es probable que queden engañados por lo imaginario de la consistencia, porque

podrían llegar a pensar que esto soy yo y esto es lo mío, mientras que esto es del otro y le

pertenece al otro, y habrán muchos fenómenos a los que el psicoanálisis tendría que responder que

se les escaparían de las manos por la imposibilidad de pensarlos desde esta lógica.

Por ejemplo, ¿qué sería entonces el fading del sujeto? Hay lacanianos que lo piensan muy distinto

que yo. Que afirman que el fading es un fenómeno en el que el sujeto aparece y desaparece, surge y

luego se esconde. Como ese juego en el que las ardillitas asoman la cabeza, ustedes las golpean y

luego aparece otra ¡Así creo que lo imaginan! Pero no creo que a eso se refiera Lacan sino, más

bien, a que cuando ustedes desarticulan los dos significantes, allí no queda nada, era un holograma.

El sujeto es un holograma que se crea por un modo de lectura, tiene una existencia enteramente

virtual que surge de relacionar dos significantes. Pero no es que aparezca y desaparezca porque se

les esconde, no es que el sujeto no quiera ser atrapado y vuelve a esconderse en el inconsciente de

Freud -¡gran lugar para esconderse!-.


MÁSCARAS DE LA TRANSFERENCIA 114

Se trata de un problema lingüístico fundamental, y es que si ustedes eliminan una de las partes que

le brinda su virtual existencia, el sujeto deja de existir. Puesto que él no es más que lo que un

significante representa para otro.

Pero esto que menciono aquí no puede pasar con Roberto, su paciente de treinta y cinco años,

porque Roberto es un ente material, de tres dimensiones, conformado por células. Mientras que

nuestra práctica opera en un nivel muy diferente.

Entonces, retomando. Este dinamismo propio del lenguaje es el que Lacan propone para el deseo,

para el inconsciente, para el sujeto, y proviene de la influencia de la lingüística. Nunca iba a surgir

de la influencia de Freud puesto que Freud provenía de la medicina, y para la medicina la mente es

un efecto del funcionamiento del cerebro como parte fundamental del cuerpo biológico. Tomen,

por ejemplo, a los terapeutas del lenguaje. Ellos suponen que el lenguaje está dado por una cierta

zona del cerebro, y por eso creen que únicamente quienes tenemos neocortex hablamos. ¿Por qué?

¿Porque tenemos cuerdas vocales? ¿La lluvia no habla? ¿Los animales no hablan? Cuando ustedes

llegan tarde a casa y el gatos los mira, los mira de esa manera, y ustedes dicen: «Sí, perdón, yo sé que

es tarde». ¿Qué hay ahí? ¿No hay un fenómeno lingüístico? ¡Las cosas también hablan!

Piensen en casi cualquier cultura no occidental, ¡allí la naturaleza habla! Si llovió demasiado y se

inundaron las cosechas es porque debimos haber hecho algo malo. Pero si de ahora en más nos

comportamos como deberíamos ¡la próxima no llueve! ¿No es Eso hablando allí? Y ahí no hay

cuerdas vocales, ni boca, ni cerebro. Hablar es otra cosa en psicoanálisis lacaniano.

La siguiente cita que quiero leerles es brutal:

“En esto es en lo que todo discurso está en el derecho de considerarse , de ese efecto,

irresponsable”124

Todo discurso debe considerarse irresponsable de ese efecto, afirma Lacan. ¿Por qué

irresponsable? Piénsenlo, es una gran idea. Es decir, ¿cada uno es responsable de lo que dice? El

otro día un paciente me contó que leyó un libro en el cual la propuesta era que uno tenía que ser

impecable con las palabras que utilizaba –es un libro que propone cuatro acuerdos para tener una

vida mejor, o algo por el estilo-. La noción es muy clara, uno debe ser impecable con lo que dice

124
Ibídem.
115 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

puesto que lo que uno dice determina muchas cosas y uno es responsable por ese efecto. En esta

cita, la afirmación de Lacan es diametralmente la contraria. Tanto a la propuesta de aquel libro

como a lo que generalmente se piensa, puesto que siempre ronda el fantasma de la responsabilidad

del hablante en lo que dice. Pero, ¿por qué? ¿Por qué sería alguien responsable de los efectos de un

discurso que sostiene, si ese discurso estaba antes de él y continuará existiendo cuando él ya no

esté? Es muy fuerte la idea.

Si yo no soy responsable del discurso es porque el discurso me atraviesa a mí, porque no es mío y

la fuerza clínica de esta idea es brutal, puesto que permite entender la idea de inconsciente, acto

fallido o de lapsus. Para Lacan no hay responsabilidad subjetiva, un concepto muy frecuente en la

clínica freudiana y la de los lacanianos. Pero, entonces, ¿de dónde heredamos esta lectura? Muy

probablemente de la obra freudiana.

Pongamos un ejemplo para entender la propuesta de la responsabilidad moral del soñante, de Freud.

Si el paciente soñaba con una mujer mayor y le dice a Freud: «¡No vaya usted a creer que es mi

madre!», Freud automáticamente pensaba que se trataba de la madre. Pero hay allí un dejo de

ingenuidad porque ¿qué pasaría si el paciente hubiera leído todos los libros de Freud y conociera su

hipótesis de que casi cualquier mujer con la que se sueña es representante de la madre? Quizás el

paciente estaba advirtiéndole que había leído sus libros, y que sabía la tendencia de Freud por

pensar que siempre era la madre, pero que no lo era. ¿Cuál es la responsabilidad allí? Es una

pérdida de tiempo que ustedes destinen valiosos minutos de la sesión a averiguar quién dijo. Es

irrelevante si lo piensa el paciente, o su madre lo pensaba o lo dijo alguna vez su amigo de la

primaria, o si el tatarabuelo lo había pensado.

Cuestionar la idea es indispensable, pero tratar de rastrear de dónde proviene es irrelevante,

puesto que ¿de dónde vienen las palabras? ¿Cuándo empezaron las ideas? ¿Quién es responsable

por esas palabras o por esas ideas? Es en estos puntos que la radicalidad de la obra de Lacan es

silenciosamente rechazada.

A continuación voy a leerles una cita más donde podrán observar cómo Lacan se dedica a criticar

la noción de subjetividad, la idea de subjetivación:


MÁSCARAS DE LA TRANSFERENCIA 116

“Una comunidad de la subjetivación subyace a ella, la cual objetiva las falsas evidencias

del yo y desvía toda prueba de una certidumbre hacia su postergación”125

Lacan denuncia la existencia de una comunidad de la subjetivación, y es cierto, todavía hoy existe

toda una comunidad que sostiene la idea subjetiva –en el sentido de lo personal, lo propio, lo

individual-. De hecho, existe una orientación clínica que se llama a sí misma lacaniana, y que trata

de diferenciar el deseo del sujeto del deseo del Otro. Han entendido la famosa afirmación de Lacan

–tomada de Hegel- sobre que El deseo del hombre es el deseo del Otro, como si el objetivo clínico fuera

distinguirlos, ayudar en su diferenciación y separación. ¡Otra vez la idea de las máscaras! Como si

en el fondo estuviera mi deseo aplastado, opacado u obturado por el del Otro.

La pregunta es si hay algo subjetivo en el orden del deseo o qué significaría un deseo realmente

mío. Pero es cierto que hay una comunidad de la subjetivación, gente que apunta hacia esa lógica y

creo que casi todas las propuestas de nuestra época apuntan hacia allá. Mientras que la propuesta

de Lacan –por si no lo habían notado hasta ahora- es la introducción del Otro: del deseo del Otro,

la demanda del Otro, el discurso del Otro. Pienso que lo que trata de eliminar Lacan es el

solipsismo que emana de la obra freudiana, y que es tan frecuente en los postfreudianos y en los

lacanianos actuales. Es así como entienden el silencio del analista, la falacia aquella del goce autista y

el no hay relación sexual.

De hecho, los analistas lacanianos justifican su silencio en el argumento de que ellos no saben nada

y quien realmente sabe es el paciente ¿No han escuchado esto miles de veces? ¡Es otra forma de

eliminar la idea del Otro! Es como si el análisis fuera un autoanálisis, con un analista allí sentado

en silencio. Es otra forma de sostener la idea científica freudiana de no influir sobre el

experimento. Pero yo siempre digo que el único problema de tener un amigo imaginario es que de

él no puede escucharse nada nuevo. Lo mismo sucede con un analista imaginario.

Continúo:

“Este aporte de doctrina tiene un nombre: es sencillamente el espíritu científico, que

falta absolutamente en los lugares de reclutamiento de los psicoanalistas. Nuestra

enseñanza es anatema por el hecho de que se inscribe en esa verdad”126

125
Ibíd., pág. 795.
117 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

Un anatema es una excomunión, una maldición o una imprecación. Cuando Lacan afirma que su

enseñanza se inscribe en esa verdad, ¿a qué verdad se refiere? A la verdad del espíritu científico que

está tan claramente ausente en los lugares de reclutamiento de psicoanalistas. Es fuerte, porque si

ustedes escuchan hablar a los seguidores de Lacan afirman una y otra vez que el psicoanálisis no

tiene nada que ver con la ciencia. Algún día ustedes tendrán que tomarse el trabajo de estudiar el

problema de la transmisión del psicoanálisis, el problema –en el que Freud reparó muy

puntualmente- de la imposibilidad de enseñar. Para Lacan, treinta años de enseñanza culminaron

con la disolución de su escuela antes de morir y con la afirmación del fracaso rotundo de su

enseñanza –a propósito de este problema les recomiendo el trabajo127 de Alfredo Eidelsztein- ¡Esto

no es cualquier cosa!

Con el problema de la relación entre psicoanálisis y ciencia sucede algo parecido. Lacan destina

decenas de citas a afirmar que su enseñanza se inscribe en la ciencia, pero fallece y sus alumnos

sostienen que Lacan se alejó de la ciencia. Yo lo he escuchado muchísimas veces, afirman que

Lacan se alejó de la ciencia y se acercó a la filosofía y las artes. No sé por qué sucede este fenómeno,

y no sólo le pasó a Lacan. Tendrán ustedes que estudiarlo.

Bueno, voy a leerles la última parte de la cita:

“La objeción que se ha hecho valer de su incidencia en la transferencia de los analistas

en formación dará risa a los analistas futuros, si gracias a nosotros los hay todavía para

quienes Freud existe. Pero lo que prueba es la ausencia de toda doctrina del psicoanálisis

didáctico en sus relaciones con la afirmación del inconsciente”

Al parecer, a Lacan se le objetaba que inscribir su enseñanza en la verdad del espíritu científico

podía incidir en la transferencia de los analistas en formación. Una crítica a la que él mismo

responde afirmando que los analistas futuros reaccionarán de manera irrisoria si es que gracias a su

propia enseñanza, Freud aún existe para ellos.

126
Ibídem.
127
Eidelsztein, Alfredo. El fracaso de Lacan en El rey está desnudo N° 2, Ed. Letra Viva, Buenos Aires,

2009.
MÁSCARAS DE LA TRANSFERENCIA 118

La verdad es que, independientemente, de si la crítica es irrisoria o no, es cierto que mucho del

temor de los analistas sobre estudiar y acercarse a los postulados científicos reside en este punto.

Pienso que se debe en gran medida a lo que los psicoanalistas aún mantienen una idea bastante

ingenua sobre lo que es la ciencia y cómo funciona –aunque esto sí que no podemos achacárselo al

pobre Freud-.

¿Por qué podría la verdad científica incidir en los analistas en formación? Muy sencillo, porque les

obligaría a entender cómo es que los análisis didácticos sólo funcionan dentro de esta comunidad –

Lacan utiliza la palabra griega κοινέ- psicoanalítica, donde los resultados de la experiencia se

falsean por el solo hecho de registrarse dentro de la comunidad. Es por eso que la propuesta de

Lacan es una enseñanza que quebrante este espíritu comunitario.

Al contrario de lo que generalmente se piensa, es falso que la ciencia brinde respuestas absolutas y

acabadas mientras que el psicoanálisis brinda la posibilidad de una respuesta única, individual y

particular. La ciencia es un método de producción de conocimiento que suele resaltar los agujeros

de imposibilidad con los que se encuentra y suele aceptar que no hace más que buscar respuestas

siempre parciales e inacabadas.

En oposición a esto, el psicoanálisis dogmático, que se perpetúa ad infinitum en los análisis

didácticos y en una idea ilusoria de transferencia, que se sostiene en la propuesta de que el sujeto

supuesto saber de Lacan significa creer que el psicoanalista sabe mucho, no ha hecho más que

aislarnos de las otras disciplinas y situarnos en un lugar de burla y escarnio.


119 LACAN: EL CONCEPTO DE TRANSFERENCIA EN LOS ESCRITOS

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