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Lo que muchas esperaban. Dedicado a todas las amantes de Rosemary Beach, y por
supuesto, a las chicas del blog.
¡Disfruta la lectura!
Traducción y revisión
@josefina2102 y @justvabi
Usuarios de Wattpad.
http://perdidasentreletras.blogspot.cl/
Capítulo 1 Capítulo 13
Capítulo 2 Capítulo 14
Capítulo 3 Capítulo 15
Capítulo 4 Capítulo 16
Capítulo 5 Capítulo 17
Capítulo 6 Capítulo 18
Capítulo 7 Capítulo 19
Capítulo 8 Capítulo 20
Capítulo 9 Capítulo 21
Capítulo 10 Capítulo 22
del New York Times, la reconocida autora Abbi Glines llega con
La expresión del rostro de Rose gritaba que estaba ocultando algo. Joder,
prácticamente huyó de mí. Había algo allí. Lo sabía…
Rose
er pequeña apesta. No hubo un momento en mi vida donde pensara: Hey, ser
Yo no era admiradora de la jefa del servicio. Era hermosa y mala, sin mencionar
que era alta. Ella no tenía idea cuán difícil era para alguien que sólo medía un metro sesenta,
balancearse sobre un taburete de puntillas con sus manos llenas de vasos. O tal vez ella
sabía, y hacía esto por pura crueldad.
Inclinándome, deslicé otra copa con seguridad en una de las ranuras construidas en
la pared sólo para este propósito. El taburete se tambaleó y me quedé inmóvil, conteniendo
la respiración. Lentamente retrocedí, me las arreglé para mantener el equilibrio. Solamente
dos cajas más para desempaquetar, pensé, con el deseo de que cada una no contuviera diez
vasos.
Alguna vez, no se sintió así. Alguna vez, esa voz tranquilizaba mis miedos, me
protegía, y me daba un lugar seguro para escapar. Ahora todo lo que yo sentía era frialdad de
las palabras provenientes de él. Mantenía la idea que el dolor se esfumaría en algún
momento. Pero jamás lo hizo.
El tiempo nos ha cambiado a los dos. En lugar de amarlo hasta quedarme sin
aliento, sólo quería golpear su atractiva cara y dejar la ciudad.
En algún punto a lo largo de los diez años que han pasado, River cambió su nombre
a Captain y se volvió un hombre rudo. Intocable. Incluso ni su novia, la oh-muy-buena Elle,
parece llegar al lado suave de River. El lado que yo solía conocer tan bien. Nadie ha podido.
No creí que exista más.
—Elle me dijo que sacara los vasos —dije, saltando del taburete y parándome tan
derecha como podía. River medía un metro ochenta ahora, y siempre me hacía lucir
pequeña. Incluso cuando teníamos dieciséis.
Esta ventaja ha sido la primera real que había tenido. Así que la tomé. Obtener este
empleo fue más fácil de lo que pensé, y lo necesitaba. Esta ciudad no era grande, y era difícil
encontrar un trabajo. La casa que encontré para rentar estaba en los límites de la ciudad –y
era pequeña- pero segura y asequible. Eso era todo lo que necesitaba.
Sin este trabajo, no tendría motivo para acercarme a River. Y yo tenía una misión.
Una de la cual ya no estaba segura. Tenía que recordarme que no estaba haciendo esto por
mí. Mis necesidades y deseos se habían pospuesto nueve años atrás cuando Ann Frances
entró al mundo y se convirtió en mi razón de vivir.
El día en que Franny cumplió cinco, me pidió una cosa: conocer a su padre. Cada
año después, era lo único por lo que pedía, en su cumpleaños o Navidad, sin falta. Ella
deseaba conocer a su padre como sus amigos conocían a los suyos. Inventé excusas y traté
de compensarla con el hecho que sólo me tenía a mí. Pero luego, comencé a buscar al chico
que había amado tanto, por el cual sacrifiqué todo para mantenerlo a salvo.
—¿Acabarás el trabajo que ordené que hicieras o te quedarás ahí haciendo nada? —
la voz de Elle me sacó de mis pensamientos. Su largo cabello oscuro caía sobre sus
hombros, esos ojos verdes de gato me observaban. No estaba segura del motivo suyo para
odiarme, pero ella lo hacía.
Elle era uno de los mayores obstáculos en mi plan. No quería a nadie tan vicioso en
el mundo de Franny. Por mucho que mi hija quería conocer a su padre, tenía que decidir si
ese hombre era digno de Franny. Por desgracia, había descubierto después de dos semanas
de trabajo que él no era totalmente apto. No estaba segura de que alguna vez yo sería capaz
de cumplir con la petición de mi hija.
—Bien. Entonces ve. Estás desperdiciando el tiempo. Tenemos cosas que hacer —
ordenó, señalando hacia la cocina, como si yo no supiera donde estaba.
Estaba acabado con mi pasado, pero enfrentar el futuro no estaba resultando ser
fácil o prometedor. Tal vez necesitaba una nueva dirección. Una vez que este lugar estuviera
en marcha, lo dejaría en manos de otra persona para manejar e iría a buscar un pueblo de
pescadores en algún lugar con una barra en un muelle que podría comprar. El
funcionamiento de un bar para un grupo de pescadores de la zona parecía más mi camino.
Conseguir este lugar abierto y funcionando con éxito tenía que ser primero. No sólo porque
se lo debía a Arthur Stout, el propietario, sino porque yo siempre termino lo que empiezo.
Lo que Arthur estaba pagando me permitiría encontrar esa barra en un muelle, así finalmente
podría disfrutar la vida fácil.
No tenía que preguntar a quién se refería; ya lo sabía. Rose Henderson era chiquita,
con las curvas que pueden detener el tráfico y el rostro de un ángel. El lindo par de anteojos
que usaba no escondía su apariencia; sólo hacían que sus ojos destacaran. Eso hacía que Elle
la odiara más. No le gustaba la competencia, y podía decir que ella veía a Rose como una
amenaza. No porque yo le diera algún motivo, sino porque cada hombre que trabajaba acá
claramente notaban a Rose. Ella era difícil de pasar por desapercibida.
—¿Cuál sería esa pelirroja? —pregunté, sin levantar la vista de mis pedidos
pendientes.
—La bajita. La que no puede hacer ni mierda. Le dije que sacara esos vasos, y se
excusó contigo. Soy la encargada del servicio, Captain. Ella no puede pasar a llevar mi
cargo.
Había contratado a Elle como jefa de servicio porque había sido muy recomendada
por alguien de confianza para Arthur. Estuve de acuerdo poco después de conocerla y
Finalmente, la miré. Tenía sus labios regordetes fruncidos como si fuera a llorar.
Lucía ridícula, pero sabía cómo llevarlo a cabo en la forma correcta. Empujándome hacia
atrás de la mesa, di unas palmaditas en mi muslo. —Ven aquí, Elle —exigí, manteniendo mi
cara seria.
—Si quieres usar esa boca sexy para calentarme, entonces necesitas usarla para
hacer que me corra —le dije cuando se paró en frente de mí.
—Tan adentro como tu garganta lo puedo aguantar —le dije, cuando comencé a
acariciar su cuello expuesto.
—Eso es, nena, chupa duro —animé, poniendo una mano en la parte posterior de su
cabeza y empujándola suavemente para que se deslizara profundo en su garganta.
—Buena niña. Tan jodidamente bueno —elogié, sabiendo que sólo se conseguiría
mejor con elogio—. Mámalo. Más profundo, bebé. Tan bueno.
Cuando la persona no habló, palmeé su cabeza para que terminara. Lo cual hizo.
Una hora después que Elle dejara mi oficina, me dirigí hacia la cocina para ver si
Brad tenía todo en orden. Los niveles de mi estrés estaban bajos, y Elle parecía más segura y
menos ansiosa por despedir a Rose. Recordarle a Elle que ella era la única a quien yo estaba
follando había hecho maravillas con su actitud.
La risa fue lo primero que oí cuando entré en la cocina, la risa profunda de Brad
seguido por una femenina. Seguí el sonido hasta la parte trasera de la cocina y encontré a
Brad cubierto en lo que parecía harina, mientras que Rose se tocaba el estómago y reía al
punto de faltarle el aire. Rose se volteó a mirarme.
Muy pronto, su sonrisa cayó y se limpiaba las lágrimas que se habían formado de
tanto reír. Ella miró a Brad. Yo la había puesto nerviosa, y nunca había sido exactamente
amable con ella. No era más que una empleada que había contratado. Yo me iría muy
pronto. No estaba aquí para hacer amigos.
—Lo siento, jefe. Iba a sacar una caja de ese estante y una bolsa de harina cayó y,
bueno, puede ver lo que ha pasado —explicó Brad sin dejar de reír. Desvié mi mirada de
Rose a Brad. Le guiñó un ojo a ella y comenzó a intentar inútilmente de sacarse la harina de
encima. Necesitaba una ducha. No me importaría si Brad pusiera un poco de distancia entre
él y Rose.
Rose
os rizos rubios de Franny se balancearon cuando ella corrió desde la orilla
L del agua hacia mí. La señora Baylor sentada bajo un roble con una bebida
frutal en su mano y un sombrero de paja de ala ancha sobre su cabeza.
Ambas habían conectado, y la señora Baylor se había ofrecido a cuidar de
Fanny mientras yo trabajaba. Dijo que eso le daría algo que hacer y alguien
con quién pasar el tiempo.
Franny nunca había tenido ningún tipo de abuelo en su vida, pero quería una
familia. Era algo que siempre había notado sobre otros niños, la forma en que estaban
rodeados por una madre, un padre, hermanos, abuelos, primos, tíos y ella deseó lo mismo.
Fue lo único que no podía darle, porque yo tampoco había tenido una familia. Como una
niña de orfanato desde que tenía cinco años hasta que me escapé a los dieciséis, sólo tenía
una persona en mi vida que consideraba familia. También la única familia que tenía Franny:
River.
Ella tenía mi pelo o, al menos, mi color natural y mis ojos, y Dios bendiga su
corazón, ella también parecía haber heredado mi baja estatura. La única cosa sobre ella que
no era una réplica de mí era su tez. Yo era blanca, mientras que a Franny se tornó de un
color dorado por estar fuera expuesta al sol, aunque solo fuera por un rato. Ella consiguió
todo eso de su padre. También tenía su sentido del humor y su sonrisa. Pero esas eran cosas
que sólo una madre se daba cuenta. Para todos los demás, ella era igual que yo.
—¡Mamá, cogí un pescado! Un pez de carne y hueso. Excepto que tenía que tomar
el anzuelo de su boca y tirar de nuevo antes de que muriera. No quería matarlo. Espero que
el gancho no doliera tanto. La señora Diana dijo que estaba bien. Se supone que los peces
deben ser comidos, pero yo quería que encontrara su familia. Podría haberla extrañado —
Franny apenas respiró en su larga explicación, a continuación echó sus brazos alrededor de
mi cintura y me abrazó con fuerza—. Te extrañé hoy, pero nos divertimos. Hicimos
brownies de chocolate.
—Bien, gracias —respondí sonriendo—. Escuché que las dos se divirtieron hoy.
Ella sonrió afectuosamente a Franny. —Ella hace mi día más brillante. Pero no es
una pescadora.
Franny rio y tiró de mi mano. —Vamos adentro y come algunos brownies con
leche.
—Sí, vamos a echar a perder toda nuestra cena con la decadencia del dulce de
chocolate — acordó la señora Baylor, haciendo un gesto hacia la casa principal. Ella nunca
parecía ansiosa por que nosotras volviéramos a nuestra propia casa. Me preguntaba si ella
iba a extrañar a Franny cuando empezaran las clases la próxima semana. Habían llegado de
golpe. Al menos sabía que cuando Franny se bajara del autobús escolar todos los días,
tendría una golosina y un abrazo esperando por ella.
Eso hizo todo mucho más fácil. Había luchado con la decisión de dejar Oklahoma,
donde estábamos seguras. Franny tenía amigos allí, y mi trabajo como secretaria en su
escuela me mantuvo cerca de ella. Mudarnos aquí había sido un gran paso para nosotras,
pero lo había hecho por Franny. Y en el fondo, lo había hecho para River.
No quería lamentar esta decisión, aunque más observaba a River, más me gustaba
la idea de nunca haber dejado Oklahoma.
Cora estaba a mi lado, con su duro ceño fruncido y postura tensa. Ella tampoco
esperaba que yo durara aquí. Habíamos pasado por esto antes. Yo había sido transportada
de casa en casa en los últimos ocho años, desde que mi madre me había dejado en el
estacionamiento de la tienda de comestibles. Cora Harper fue mi trabajadora social y había
estado a cargo de mi incorporación en cada nuevo hogar.
—Estás bien aquí, Addison. No discutas con ellos. No te quejes. Cuando te den algo
que hacer, hazlo. Consigue buenas calificaciones, y no pelees en la escuela. Este hogar
puede ser el indicado para ti. Ellos quieres una hija. Sólo tienes que ser buena.
Cora me miró y dejó salir un pequeño suspiro. —Eres una niña hermosa. Si sólo
actuaras correctamente, encontrarías un hogar donde quedarte.
Seguí a Cora hacia arriba por las escaleras de la linda casa amarilla con un gran
porche blanco que la rodeaba.
Me gustaba la apariencia de esta casa. Las otras casas donde había vivido no
lucían así. Frecuentemente eran viejas y olían divertido.
Antes de que Cora golpeara la puerta, esta se abrió lentamente. Un chico alto se
quedó ahí. Tenía el cabello rubio, largo y lanudo. Sus ojos verdes fueron de Cora hacia mí.
Luego frunció el ceño. Realmente, nunca había visto un chico que fuera hermoso hasta
ahora, y estaba frunciéndome el ceño. Ni siquiera había arruinado algo aún.
La mano de Cora envolvió mi hombro, y apretó tan fuerte que hice una mueca de
dolor. Sus largas uñas se enterraron en mi piel, recordándome que tenía que hacer que esto
funcionara. Si no lo hacía, sería llevada al siguiente hogar de chicas, y sabía que las
pesadillas aguardarían allí. Había escuchado historias.
—Déjela en paz. La está lastimando —dijo furioso el chico, haciendo que pusiera
mi atención en su atractiva cara. Él estaba mirando a Cora como si estuviera listo para
cortarle la mano—. Jesús, ella es delgada. No tiene que apretar el infierno de ella —dijo
ceñudo.
—¡River Kipling! Cuida tu lenguaje —gritó una voz, justo antes que la figura de
una mujer, que se convertiría en mi peor enemiga, llenara la puerta.
M
cama antes de tomar una respiración profunda. Estaba cubierto de sudor
frío, y mi corazón todavía palpitaba. Este sueño era uno que conocía
bien, pero había pasado un tiempo desde que lo soñaba. Desde el
momento en que tenía dieciséis años, que había estado luchando contra
un demonio, el que rompió mi corazón y nunca lo devolvió.
Jodida muerte. Había matado. A tantos hombres. Que merecían morir. Hombres
que abusaban de niños. Hombres que no pertenecían a este mundo. Con cada uno, estaba
salvando a ella. Aquella que le había fallado. La mujer que no había sido capaz de salvar.
Traté de conquistar ese miedo de tantas maneras, después de diez años, todavía soñaba con
ella. Otras noches, soñaba con cómo la había perdido. Cómo no fui lo suficientemente fuerte
para salvarla. Apretando mis ojos, inhalé profundamente y enterré mi rostro en mis manos.
Cada respiración quemaba y mi pecho se abría con dolor.
Ella había sido mi alma gemela. Mi otra mitad. Incluso cuando éramos niños, sabía
que ella sería la mejor amiga que iba a tener. No me tomó tanto tiempo darme cuenta que la
amaba. Alguna vez, temí de amarla tanto.
Pensar en Addy dolía más de lo que podía describir. Seguía esperando para que
cesara, por el día en que pudiera recordarnos con una sonrisa. Pero era consciente que jamás
obtendría eso. Ella había perdido la vida por mi culpa. Tan hermosa y delicada. Todo lo que
alguna vez quise fue protegerla y mantenerla cerca.
Tenía que alejarme de esto antes de ir a trabajar. Hace meses que no soñaba con
Addy. Usualmente pasaba cuando algo me lo recordaba. No estaba seguro qué era esta vez.
Por qué estaba de vuelta en mis sueños, los cuales siempre se convertían en pesadillas. Pero
algo estaba haciendo que pensara en ella.
Incluso si eso me llevó a tomar las vidas de los otros. Mi pasado no era algo de lo
que me arrepentía. Había hecho lo que necesitaba hacer por mí y detener a los pervertidos de
lastimar a otros niños. No era legal, pero yo era alguien que le importaba una mierda la ley.
Me levanté y fui a tomar una ducha. Encontrar una manera para empujar los
recuerdos en la parte más profunda mi mente.
Dos horas después, cuando llegaba mi oficina, Major Colt estaba sentado en el sofá
frente a mi escritorio, con esa siempre-presente-sonrisa en su rostro. Si el chico no fuera tan
bueno como es, no lo hubiera ofrecido a Benedetto DeCarlo. Cualquiera que pudiera poseer
esa fachada de Playboy tolerante y matar a la gente por dinero en efectivo en su tiempo
libre, era impresionante. Parecido a lo que yo era: un capullo. No tenía su encanto.
Jodidamente no quería tenerlo, tampoco.
—¿Por qué estás aquí, Colt? —pregunté, lanzando mis llaves sobre mi escritorio.
—Parece ser que mi nuevo objetivo es unirme con alguien aquí. Así que me
divertiré un poco en Rosemary Beach mientras trabajo. ¿Has visto las piernas de estas
nenas?
Supuse que yo era el único que lidiaba personalmente con Benedetto. Él fue lo más
cerca de una figura paterna que tuve en mi vida. Él me acogió cuando era un chico asustado
y me dio un propósito.
Él era más que eso, pero Major se daría cuenta muy pronto.
—Tengo trabajo que hacer, Colt. ¿Tienes una cita para esto?
Esas gafas llamaron mi atención en primer lugar. Su risa de ayer volvió a mí, y mi
estómago se encogió. ¿Si fue eso lo que hizo que la pesadilla volviera? Jodidamente no lo
esperaba. No quería despedirla por esto. Pero no podía trabajar con ella si iba a despertar a
mis demonios.
Miró nerviosamente a Major y luego a mí. —Mi hija está enferma. Despertó con
fiebre esta mañana, y la persona que la cuida es una señora mayor. No puedo esperar
exponerla a lo que Franny pueda tener. También necesito llevar a Franny con un doctor.
El alivio de no volver a verla durante el día me llenó. —¿Cuánto tiempo crees que
te tomará hacerlo?
—Con suerte, voy a conseguir una receta del médico para ella, y va a estar lo
suficientemente bien como para que venga mañana —dijo, en un tono que comunica
exactamente lo que su cuerpo no estaba tratando de decir. Estaba enojada conmigo.
Rose
a faringitis. Esto no iba a mejorar en veinticuatro horas. Tendría que
L quedarme en casa con Franny por lo menos durante dos días, antes de que
los antibióticos hicieran su trabajo lo suficientemente bien como para
volver al trabajo. Sin embargo, contarle a mi jefe me ponía a temblar.
Las palabras de River –no, Captain- habían sido para mí. No había
ninguna razón para que nosotros nos quedáramos. No podría decir que fue un error. Al
menos sabía en qué se había convertido el chico que cargué en mi corazón por todos estos
años. No estaba privando a Franny de un buen padre. Captain era un idiota. Ella no
necesitaba conocerlo. Además, me preguntaba si acaso él me creería. Esto era suficiente.
Las palabras que yo había estado a punto de gritarle, se evaporaron mientras estaba
de pie en el silencioso temor de lo que estaba escuchando.
—¿Estás ahí? —preguntó. Me las arreglé para asentir con la cabeza, aunque él no
podía ver eso.
¿Estaba esperando que yo dijera algo más? Me había conmocionado. No sabía qué
decir.
—Sólo llámame cuando sepas que puedas volver. Nos las arreglaremos sin ti
mientras cuidas de tu hija —dijo, antes de finalizar la llamada. No esperó a que yo dijera
más. Pensé que había renunciado a mi respuesta.
—Mami —Franny llamó desde el interior. Me apresuré por ella. Averiguaría los
motivos de Captain más tarde.
—Te gusta comer, ¿verdad? —dijo arrastrando las palabras desde el otro lado de
la mesa, con una sonrisa divertida.
Asentí en respuesta.
—No van a parar de alimentarte —me aseguró, como si hubiera leído mi mente.
Este chico, a quien le habían dado esta vida, no sabía lo que era tener hambre. Yo
sí. También sabía que las cosas buenas no duraban. Tenías que aprovechar la oportunidad
al máximo si te ocurría.
—Puede que ellos nos alimenten esta noche, pero papá no volvió a casa a tiempo
para la cena. Mamá lo enfrentó. Esto ocurre muchas veces. Te acostumbrarás.
Pongo otro bocado de puré de patatas en mi boca. Con tal de que me dieran de
comer, no me importaba donde comían.
—Me gusta el pollo —dije finalmente, porque no estaba segura de qué más decir.
Las comisuras de los labios se levantaron, y el verde de sus ojos brillaba. —Me
gusta. Addy.
Su sonrisa permaneció y se encogió de hombros. —No creo que suene viejo, pero
Addy te queda.
Yo quería decirle. Nunca quise contarle a nadie, pero quería hacerlo con este
chico. —Me dejó hace mucho tiempo… en el estacionamiento de una tienda de comestibles.
C Ella continuaba confundiendo nuestra vida sexual con tener algún tipo de
poder por aquí. —Llama la próxima vez —le espeté sin levantar la vista.
No estaba de humor.
—Mis manos están llenas con tu café. Intercepté a esa chica tan
alta de cabello oscuro que sigue rondándote —respondió Blaire.
Levanté la mirada para ver a mi hermana de pie en la puerta con una sonrisa y una
taza de café.
—Pero pienso que con esa actitud, podría quedarme con este café.
Había conocido a mi hermana hace sólo unos años. Ni siquiera sabía que existía
hasta que mi padre biológico me encontró. Pero desde el momento en que nos encontramos,
ella había salido de su camino para asegurarse de que nos convirtiéramos en una familia. Y
tuvo éxito. A Blaire Finlay era difícil decir que no.
La comprensión iluminó sus ojos, tan parecidos a los míos, mientras se acercaba, y
dejó la taza sobre el escritorio. —En ese caso, te entiendo completamente. Ella es molesta.
—dejé a Blaire ser franca. Ella siempre decía lo que pensaba.
—¿A qué debo el placer? —pregunté, tomando mi café e inclinándome hacia atrás
para estudiar a mi hermana, que se acomodaba en la silla frente a mi escritorio.
Rush Finlay era su marido y el hijo del baterista de la banda de rock más famosa
del mundo, Slacker Demon. Habían comenzado el lanzamiento de éxitos número uno hace
veinte años y todavía estaban en ello. El mundo de Rush era muy diferente de Blaire, pero
ellos trabajaron juntos. Él adoraba el suelo que pisaba y era un sorprendentemente gran
padre para su hijo.
Blaire inclinó la cabeza, y su pelo rubio claro cayó sobre un hombro. —Entonces,
¿esto es un no a la cena?
Estaba ocupado, pero sabía que si le decía que no, ella estaría triste y me sentiría
como una mierda. Y después, tendría una visita. De Rush. Esa visita no sería fácil en
absoluto. Cedí. —Estaré allí. Dime cuando.
Ella me miró y pensé que hacerla sonreír de esa manera valía la pena por encontrar
el tiempo para pasar el rato con su familia. —¡Estupendo! ¿Qué tal mañana por la noche? —
preguntó, aplaudiendo como si le hubiera dado la mejor noticia.
—Perfecto. A las siete en punto. Y no traigas esa chica. Puedes llevar a alguien si
quieres, pero no ella. O puedo invitar a una amiga o algo así… —se interrumpió. No
conozco a ninguna de las amigas de Blaire que podrían estar solteras, pero no estaba seguro
de confiar en ella para tratar que yo me consiguiera pareja.
—No voy a llevar a Elle, pero no quiero que invites a cualquier otra persona. Será
sólo una cosa de familia.
Blaire sonrió mientras se levantaba, y algo acerca de esa sonrisa me puso nervioso.
Su mente ya estaba maquinando. Maldita sea. —Nos vemos luego —dijo—. No te excedas.
El lugar se ve muy bien y estoy segura de que será un éxito. Simplemente toma un tiempo
para ti.
Asentí. En toda mi vida, sólo una persona se preocupó lo suficiente para darme
estas pequeñas conversaciones sin sentido. Empujé el recuerdo lejos. Ya estaba soñando con
Addy otra vez; tampoco podía dejar que entrara en mí día a día.
—Lo tengo —le aseguré, con tal de que dejara los consejos y se fuera. No quería
que le importara. No cuando estaba tan cruda emocionalmente.
Tomé un largo trago de mi café y dejé que quemara todo el camino hacia abajo.
Había pendientes que leer y llamadas por hacer.
Ser un jefe duro-patea-culos, era más fácil cuando no conocías los detalles de la
vida personal de los demás. Pero ahora sabía que Rose era una madre soltera, y jodidamente
habían cambiado las cosas. Era tan joven. Sin embargo, ella había mantenido a su hija. Yo
respetaba eso.
Sus grandes ojos parpadearon detrás de sus gafas y me pregunté cómo era sin ellos.
Era hermosa, pero no podía imaginar lo mucho más atractiva que sería si ella no estuviera
escondida detrás de ellos.
—Sí, gracias. Está mucho mejor y lista para salir y jugar de nuevo —dijo Rose,
amor obvio y alivio en su voz. Amaba a su hija. No había ninguna duda al respecto.
—Bueno. Me alegro. No te preocupes por las horas extras. Puedes volver a las
horas de trabajo regular. No creo que estemos muy retrasados.
Ella asintió. —De acuerdo. ¿Es necesario buscar a Elle para obtener mis
indicaciones para el día?
Elle la comería viva, por lo que negué. Lo cual era ridículo, ya que Elle pronto sería
la jefe total del personal de servicio, y Rose tendría que responder a ella con el tiempo. No
podía protegerla de Elle para siempre, y jodidamente no debería. Tendría que arreglar eso.
Elle no tenía ni idea acerca de la vida de Rose. Necesitaba ir más despacio.
Rose
diaba mi risa, o tal vez era sólo el sonido de mi voz. ¿Él la reconocía? ¿Era
O eso? ¿Odiaba a la chica que pensó que había escapado y lo dejó? ¿Yo era
un recordatorio de algo que quería olvidar?
No estaba segura de lo que él pensaba que me había sucedido en todos estos años.
Mi elección había sido rápida, y sólo tenía una cosa en mente: protegerlo. Yo había causado
demasiados problemas, y permanecer allí solo nos habría destrozado al final. Ella se habría
ocupado de ello. Me había dejado sin otra opción. Hice lo que tenía que hacer.
Era obvio que mi risa provocó una reacción en él. Su mirada escrutadora, y la
frialdad en sus ojos me quitaron cualquier goce que estuviera teniendo. Él podría arruinar mi
capacidad de sonreír con esa mirada.
Brad también lo había notado hoy en la degustación. Yo no era la única que vio el
extraño comportamiento de River cuando me reí. Brad se había inclinado para susurrarme
algo acerca de Elle apenas probando bocado, y cuando dejé escapar una pequeña risa, los
ojos de River se concentraron en mí. Brad lo miro molesto y dijo por lo bajo: —¿Cuál es su
problema?
Si él estaba reconociendo mi risa, tenía que tener más cuidado. No estaba lista para
confesarle la verdad, aún. Él había mostrado cierta amabilidad, y por un momento, había
visto al chico que conocí bajo esa fría apariencia. Pero no era suficiente para permitirle
entrar en la vida de Franny.
—¿Te diriges a casa? —Brad me preguntó justo cuando llegué a mi coche. Había
estado tan absorta en mis pensamientos que no lo había escuchado caminar detrás de mí.
—Sí, mi hija debe estar esperando por mí —le dije con una sonrisa. Reconocí la
actitud coqueta que tenía conmigo. Yo había tratado con varios hombres a través de los
años. A veces salía con ellos, pero nunca duraba, porque no podían lidiar con el hecho de
que Franny estaba primero. Era una madre ante todo.
—Sé que preparo comidas gourmet como profesión, pero disfruto de una buena
pizza con queso tanto como cualquier otro. Hay un lugar al que voy en Grayton Beach que
está justo sobre el agua.
Miré hacia él en estado de shock. Nunca nadie me había preguntado para salir con
Franny. La mayoría de las veces, cuando los chicos se enteraban sobre Franny, ponían
excusas y se alejaban. Brad, sin embargo, parecía estar completamente bien con el hecho de
que tuviera una hija de nueve años.
Brad era probablemente dos años mayor que yo, alto, de ojos oscuros y cabello
color avellana. Parecía ser alguien que pasaba tiempo de calidad en el gimnasio. Había siete
camareras en el restaurante que eran jóvenes, solteras, y hermosas. ¿Por qué me perseguía a
mí? Sabía que dos de esas chicas tenían un flechazo con él, y siempre estaban inventando
razones para ir a la cocina a hablarle. Él era educado y lo tomaba con calma, pero nunca las
De acuerdo, tal vez solo se trataba de un amigo siendo amable. Quiero decir, él
invitó a Franny sin pestañear. Habíamos disfrutado de la compañía del otro en los pocos días
que River nos había reunido para preparar la gran inauguración.
Ese no era mi River. Cuanto más tiempo pasaba a su alrededor, mi corazón lloraba
aún más por el chico al que había amado. Algo lo había convertido en ese hombre. Un
hombre solitario, hermoso y duro. No quería que mi estado de ánimo cayera en picada así
que aparte la mirada y conduje sin mirar atrás.
—¿Dónde está Addy? —le preguntó River a su madre. Podía oírlo desde el armario
donde estaba encerrada. Estaba oscuro, y realmente tenía que ir al baño, pero sabía que no
debía golpear o hacer ruido. Ella me dejaría aquí por más tiempo.
—¿Por qué Addy está siendo castigada? ¿Dónde está ella, mamá? —River sonaba
enojado.
—Tengo trece años. No me hables como si tuviera cinco. Ya soy un adulto, mamá.
Así que dime dónde está Addy. ¡Ahora!
Rugió en la última parte, y apreté los ojos con fuerza, rezando para que ella no lo
golpeara. Él no se defendería. Nunca lo hacía. Simplemente dejaba que lo golpeara hasta
que se cansara. Entonces ella corría a su habitación, y él venía por mí.
—Su nombre es Addison. Addy suena ridículo. Y no me grites —dijo ella, seguía
sonando demasiado feliz—. Tu padre estará aquí en cualquier momento. No vamos a
discutir. Con ella fuera del camino, podremos disfrutar de nuestra comida.
—Por favor, por favor, por favor, Dios —rogaba en silencio en la oscuridad. Él la
estaba presionando demasiado.
—En el armario del vestíbulo —ella dejó escapar un gruñido de enojo—. Pero si
vas tras ella, te encerraré en el ático.
Me hubiera gustado que me dejara aquí. Nosotros tendríamos que pagar por esto
más tarde. Ella haría algo terrible.
El pomo de la puerta giró y entrecerré los ojos por la luz mientras levantaba la
vista hacia él. Era tan alto, y en ese momento, con esa expresión feroz en su cara, estaba
segura de que era mi ángel. Tal vez Dios me había escuchado y me había enviado a River.
Él se puso de rodillas y tendió una mano hacia mí. —Está bien, Addy. Estoy aquí —
su voz era suave. Nada parecida a la que le había oído usar con su madre.
—Si la sacas de ese armario, voy a llamar a servicios sociales y la enviaran lejos.
No tengo por qué mantenerla aquí. Ella no es lo que quería. Es una niña mala.
—Si la envías lejos, le diré a papá que estás tomando píldoras de nuevo —dijo
River, girándose para mirarla—. Lo sé. Tengo pruebas. Le diré, y él se irá esta vez. Por tu
bien.
No estaba segura de que píldoras le estaba hablando, pero su rostro palideció. Ella
no dijo nada, dio media vuelta y se alejó.
—Tu papá está volviendo a casa —le susurré, con miedo de que ella pueda oírme y
regrese.
E
muchas oportunidades de evaluarla. Decirme a mí mismo que la risa de
Rose me recordaba a la de ella era una subestimación. Rose tenía la risa de
Addy. Incluso la forma en que sus ojos bailaban y como inclinaba la cabeza
hacia atrás eran idénticas a las de Addy. Era difícil de ver y escuchar.
Había tenido que reprimir un gruñido para decirle dos veces hoy que dejara de reír.
Odiaba la forma en que el sonido de su risa me hacía sentir, porque junto a su calidez
llegaba el agudo dolor de la pérdida. Algo que pensé había superado hace años. Tendría que
mantener a Rose a distancia. Ella era muy trabajadora y una madre soltera. No podía
despedirla. Sólo tenía que evitarla, o me rompería. Un daño emocional vino con esos
recuerdos. Incluso después de todos estos años, era un trauma que nunca olvidaría. Mis
acciones siguientes a la muerte de Addy me habían cambiado. Nunca sería la misma persona
de nuevo.
Con cada hombre que maté, perdí un poco más de mi alma. Incluso si esos hombres
merecían morir, ser el responsable de haberle puesto fin a sus vidas se llevó un pedazo de
mí. Yo sabía que nunca podría amar a alguien otra vez, porque ya no podía. Mis emociones
no eran normales. Estaba tan obsesionado con los recuerdos y bloqueado de una manera que
no podía ser curado.
Había vivido en un bote la mayor parte de mi vida desde que me convertí en adulto.
Ya que se movía conmigo, lo que significaba que podía salir en cualquier momento. Me
gustaba la libertad que me daba. Lo había echado de menos cuando estuve en Texas, mi más
reciente estado de residencia. Las casas me traían malos recuerdos. No me atrevía a
permanecer en una. Mi bote me daba paz
Su largo cabello castaño cayó sobre su hombro mientras se giraba hacia mí. Luego
sonrió. Esa sonrisa era segura. No causaba dolor en mi pecho. Ella no me recordaba a todo
lo que había perdido.
Ella podía reír, y no me afectaría. Era otra razón por la que me gustaba Elle.
—Sé que dijiste que no estabas de humor para tener compañía, pero supuse que
necesitarías comer algo, y yo estaba hambrienta, así que nos prepare unos sándwiches. Al
menos podemos comer juntos. Luego me iré.
Ella sabía que no se iba a marchar tan bien como yo. Pero solo me limite a asentir y
me acerqué a la nevera para tomar una cerveza. —¿Quieres algo? —le pregunté.
—Una cerveza está bien —respondió, un poco demasiado feliz. Ella sabía que
había ganado. Yo estaba demasiado cansado para preocuparme por esto.
Comí un bocado, me incliné hacia atrás y vi las oscuras olas en el exterior. Estaba
tranquilo esta noche. No había viento que complicara las cosas.
—Pareces algo tenso hoy. Como si estuvieras listo para explotar en cualquier
momento.
Ella me miraba muy de cerca. Si relacionaba mi estado de ánimo con Rose, las
cosas se pondrían feas. Esa era otra razón para distanciarme de Rose.
La idea estaba allí antes de que pudiera alejarla de mi mente. Era la verdad, por
supuesto. Estaba protegiendo a Rose. Simplemente porque su risa me recordaba a Addy. Yo
podría mentirme a mí mismo y decir que estaba intrigado por ella porque era una madre
soltera y trabajadora. Pero eso no era todo. Sabía que no lo era.
Pude ver a Elle jugando con su sándwich en lugar de comerlo. Ella quería más de
mí. Hubiera sabido que llegaría el día en que ella me pediría más. Siempre lo hacían. Y
siempre las enviaba a seguir su camino. Yo no daba más.
—Me gustaría que te abras más conmigo. Estoy aquí para escucharte. Me preocupo
por ti. Pensé que nos estábamos acercando. Ayer mismo, en tu oficina…
Mis palabras eran frías, pero ese era yo. Necesitaba oírlo.
—Tú no eres ese chico duro e intocable que quieres que yo crea que eres. Te he
visto bajar la guardia. Así que, ¿es por mí? ¿No es así? ¿Tú no me quieres?
Este era el momento. Yo podría hacerle daño y mentir, decirle que sí, y enviarla a
seguir su camino. Pero ella era mi camarera principal. No la quería, pero tampoco sería tan
cruel.
Era más que eso, pero simplemente asentí con la cabeza y bebí de mi cerveza.
—¿Quién es? ¿Dónde está ella? —preguntó Elle, alzando la voz lo suficiente para
hacerme saber que estaba cabreada.
—¿No quieres hablar de ello? —casi gritó detrás de mí—. Hemos estado follando,
como tú lo llamas, por semanas, y ¿omites el hecho de que estás enamorado de otra persona?
¿Qué estamos haciendo, entonces? ¿Eh?
—Eres un... eres un... ¡ugh! No puedo creer que yo… —Se detuvo y dejó escapar
un gruñido, luego se dirigió a la puerta—. No vas a utilizarme—dijo ella, justo cuando
estaba a punto de salir.
Esta era la forma en que siempre terminaba. A pesar de que yo les advertía desde
un principio que nunca querría más. —¿Te he dicho desde el principio que haríamos algo
más que follar?
Pude ver el dolor en sus ojos, y me sentí culpable por eso. Me sentía culpable cada
maldita vez que hacia esto.
Rose
F
ranny estaba acurrucada en el sofá durmiendo cuando llegué a casa. La
Señora Baylor estaba sentada en el sillón reclinable con un libro en su
regazo. Me sonrió, levantando la vista de lo que estaba leyendo y me saludo
en un susurro.
—Gracias por lo de hoy. Sabía que se divertiría —le dije, mientras miraba a mi
hija. Ella era mi mundo. Nunca sería capaz de agradecerle lo suficiente por ser tan buena con
Franny.
—Bueno, parece que tienes compañía —su voz tenía un tono divertido.
—Él es un amigo del trabajo. Voy a ir a explicarle que Franny está dormida y
enviarlo de nuevo a casa.
—Vas a estar aquí. Pero eso no significa que no puedas darle a ese joven una copa
de vino e invitarlo a sentarse en tu porche. Las estrellas están hermosas esta noche.
Dudaba que Brad bebiera vino. Parecía más como un bebedor de cerveza. Y tenía
hambre. Todo lo que tenía era sobras de pastel de pollo de la noche anterior. Aunque
también había ingredientes para hacer una pizza. Franny y yo teníamos noche de pizza una
vez por semana, por lo que siempre mantenía la cocina equipada con todo lo necesario.
La Señora Baylor palmeó mi brazo mientras caminaba junto a mí. —Ya entenderás
—luego le sonrió a Brad antes de caminar por el patio y dirigirse hacia su casa.
No estaba segura sí debería siquiera plantear la idea de hacer una pizza aquí. Él
parecía muy entusiasmado con el lugar en Grayton Beach. Pedirle a un chico que venga a
casa para cenar era algo que nunca había hecho. Y a pesar de que se estaba convirtiendo en
un amigo, todavía me hacía sentir algo nerviosa.
—¿Todo está bien? —preguntó, mientras caminaba hacia mí. Frunció el ceño,
preocupado.
—Sí, es sólo que Franny se quedó dormida. Ella estuvo enferma a principios de esta
semana, y no está recuperada al cien por ciento todavía —hice una pausa en lugar de ofrecer
hacerle una pizza. Brad tuvo la gentileza de aceptar incluso si él no quería.
—Eso es comprensible —respondió, luego miró por encima del hombro hacia la
casa antes de volver la mirada a mí—. ¿Te gustaría pedir una pizza en su lugar?
Esa era la tranquilidad que necesitaba. —De hecho, tengo todo lo que necesitamos
para hacer pizza aquí. Yo podría cocinar para ti —le ofrecí.
—Aquí tienes —dije con una sonrisa, mientras le entregaba a Brad el vaso de
vidrio—. Sólo dame un segundo para mover a Franny —tenía muchas ganas de pedirle que
saliera un rato afuera mientras yo la despertaba, pero eso parecería grosero.
—Voy a disfrutar la vista del agua desde tu porche trasero —dijo con un guiño,
antes de dirigirse a la puerta.
Era como si pudiera leer mi mente. Casi le dije gracias, pero me detuve. Cuando me
asegure de que estuviera afuera, fui hasta el sofá y suavemente pasé la mano por el pelo de
Franny. —Tú tienes que estar en la cama —le susurré al oído.
—Yo no puedo cargarte, así que vas a tener que ponerte de pie. Te acompañaré a la
cama.
—Mmm… está bien —dijo de nuevo, y levantó un brazo para que lo tomara.
Sonriendo, la ayudé a ponerse de pie y la acurruque a mi lado.
Ella sonrió, y luego cerró los ojos otra vez, tirando de las mantas hasta su barbilla.
—Déjame un trozo de pizza para mañana.
Con una sonrisa, besé una vez más su cabeza antes de ir a unirme con Brad en el
porche.
E
speré fuera de la escuela hasta que Addy saliera. Cada día, ella me
encontraba aquí, y volvíamos caminando juntos a casa. Una vez habíamos
tomado el autobús, pero cuando le di un puñetazo a un niño por empujar a
Addy fuera de su asiento y tirarla al suelo, quede suspendido de los privilegios del
transporte. Aunque, nosotros estábamos bien con eso. Disfrutábamos de ir a casa a pie.
Las puertas se abrieron, y Addy salió. Sus rizos rubios caían por su espalda, y ella
entrecerró los ojos a la luz del sol para mirarme. Dando un paso adelante, agité mi mano, y
su rostro se iluminó. Una vez más, esa sonrisa me pertenecía. Ella solo me la dio. Mi pecho
se apretaba cada vez que lo hacía.
—Hey, River, ¿seguimos con lo del viernes por la noche? Mis padres estarán fuera
de la ciudad, por lo que podrías venir y ver una película —Era Mallory Buchanan, quien se
acercó a mí y se echó el pelo sobre su hombro de forma espectacular.
Mallory había estado coqueteando conmigo durante dos semanas, por lo que la
había invitado a salir el viernes. No suelo coquetear con las chicas o hablar con ellas
delante de Addy. Pude ver que la hacía sentirse incómoda cada vez que lo hacía. Miré de
nuevo a Addy y vi que su sonrisa se había ido y estaba caminando más despacio. Ella no
tenía prisa por llegar hacia mí ahora. ¿Por qué Mallory tenía que hablar conmigo aquí?
—Hey —respondió ella, y sus mejillas se volvieron de color rosa claro—, no quise
interrumpirte.
—No seas tonta. Eres mi chica favorita. Tú lo sabes —dije, y puse mi brazo
alrededor de sus hombros tirando de ella para darle un abrazo rápido—. ¿Qué tal si
cuando lleguemos a casa, vamos hasta el estanque y hacemos nuestros deberes allí? —le
encantaba el estanque. Teníamos que caminar a lo largo de un sendero por el bosque detrás
de nuestra casa para llegar allí, pero le encantaba ir.
La sonrisa que había estado buscando estaba de vuelta mientras ella asentía con la
cabeza. —Me gustaría eso.
Estaba soñando con ella de nuevo. Pero esta vez, no había sangre. Simplemente
éramos nosotros. A nuestra manera. La manera en que me sentía a su alrededor. Cuando me
sonreía, me hacía sentir completo.
De pie en la proa de mi barco con una taza de café, vi salir el sol, mientras los
recuerdos de Addy volvían a mí. No era como si me hubiera olvidado de esos momentos.
Me acordaba de todo lo relacionado con ella.
Cada momento que habíamos tenido quedaría grabado para siempre en mi cerebro.
Simplemente había pasado demasiado tiempo desde que me había detenido a pensar en ellos.
Hubiera sido una aventura. Durante el tiempo que ella había pasado conmigo,
estuvo dispuesta a todo.
Oí pasos que venían detrás de mí. Sabía por la pesadez de las pisadas que se trataba
de un hombre. Alguien con un propósito. Yo no tenía necesidad de darme la vuelta.
Escuchar era más importante que ver en mi anterior trabajo.
—Cope —dije, y luego tome otro sorbo de café mientras el sol brillaba sobre el
agua.
—Cap —respondió. Nuestros nombres habían sido acortados por DeCarlo. El suyo
era Copeland, pero todo el mundo lo llamaba Cope.
—Ya no trabajo más para DeCarlo. No entiendo por qué estás aquí —nunca dudé
que DeCarlo intentara meterme de nuevo en esto. No había querido que yo me fuera. Pero el
pequeño trozo de mi alma que había sido capaz de conservar era la única pieza que mantenía
los recuerdos de Addy vivos. No había estado dispuesto a perder eso.
Se encogió de hombros. —No lo sé. Solo has sido rastreado. Mantén tus ojos
abiertos.
—Tengo que arreglar un poco de la mierda de Major —dijo Cope, luego se dirigió
de vuelta hacia el muelle. Él no era un hombre de muchas palabras, pero yo siempre le había
gustado.
Rose
M
e había retocado las raíces anoche después de que Brad se fuera, así que
ahora mi cabello era de un tono rojo oscuro. Teñir mi pelo rubio no era
algo que había querido hacer. Requería mucho mantenimiento, pero era
parte de mi cubierta. Eso y las gafas me hacían lucir lo suficientemente diferente de la chica
que había sido. Además había crecido, mis pómulos eran más definidos ahora, mis pechos se
habían llenado, y mis caderas se habían ensanchado luego de dar a luz. También había
perdido ese brillo de asombro en mis ojos.
Anoche, cuando Brad y yo tuvimos nuestra cita de pizza, me di cuenta que echaba
de menos tener ese tipo de conexión con alguien. Yo no la había experimentado en mi vida
adulta. Alguien con quien reírse y hablar sobre cosas de adultos. No estaba diciendo que
podría enamorarme de Brad, porque sinceramente, no pensaba que existiera incluso una
probabilidad. Por mucho que no quisiera admitirlo, River aún tenía un gran pedazo de mi
corazón que Captain no había sido capaz de matar.
Nadie levantó la mano. La mirada tensa en el rostro de Captain los había silenciado.
Dando un paso adelante, sostuve mi mano en alto. —Yo puedo hacerlo —había ido a dos de
las clases de Elle, y ella había tomado todas las oportunidades para usarme de ejemplo. Yo
había envuelto más de treinta conjuntos un día, porque ella seguía diciendo que mi trabajo
era descuidado. No tenía ninguna duda de que podía hacerlo.
Los ojos de Captain se clavaron en mí, cogió una servilleta de lino y un juego de
cubiertos. —Muéstrame.
—Parece que alguien estuvo prestando atención —el alivio era evidente en su
voz—. Elle estará fuera los próximos días. Necesito que tú le enseñes a este grupo cómo
hacer esto —dijo en un tono suave, luego levantó su mirada hacia todos los demás—. Si no
pueden envolver los putos cubiertos adecuadamente en dos días, estarán despedidos.
¿Entendido?
—Buen trabajo —dijo Captain, con una voz que agitaba mis recuerdos. No había
amabilidad en su tono. Casi como si sintiera que éramos un equipo. Habíamos sido el mejor
equipo de una vez.
—Si alguno de ellos te hace pasar un mal rato, házmelo saber. No voy a abrir este
lugar con cualquier vago a bordo. Hay un montón de solicitudes en mi escritorio de personas
que con mucho gusto querrían tomar sus lugares.
—Hey, Rose, ¿estás bien? —me preguntó Brad, mientras entraba en el comedor de
la cocina.
Levanté una servilleta con la mano y le di una sonrisa forzada. —Tengo que
enseñarle a todos cómo envolver cubiertos —expliqué.
Varias de las mujeres le sonrieron a Brad como diciéndole que ellas harían lo que él
quería que hicieran. Era soltero y atractivo, así que no las culpo. Dejaron los chismes acerca
de dónde podría ir Elle y escucharon mientras comenzaba con la primera de muchas
lecciones ese día.
Una vez que todos estuvieron al tanto sobre por qué Elle no estaba en el trabajo,
parecían estar más dispuestos a escuchar la lección de cubiertos. Brad me registraba cada
treinta minutos más o menos para asegurarse de que tenía su atención. Me gustaba eso de él.
Era servicial y parecía importarle. De nuevo, sentía una sensación muy agradable. Una que
no había tenido en mucho tiempo.
—Hey —dijo Brad—, invente un nuevo plato para el menú de hoy. ¿Estás
interesada en ayudarme a probarlo? Podemos comer aquí o ir a tu casa y compartirlo con
Franny. La opinión de un niño puede ser buena.
Levanté la vista para encontrarme con sus ojos mientras pulía las mesas. No lo
había oído entrar, pero allí estaba de nuevo, siendo amable. —Uh, sí. Eso suena bien. Quiero
decir, ir a mi casa. Así Franny tendrá la cena.
Con una sonrisa de satisfacción en mis labios, me agaché para terminar de pulir la
madera de caoba gruesa de la mesa donde estaba trabajando. Captain había dicho que tenía
que brillar.
—¿Tú y Brad se están viendo? —la profunda voz de Captain llenó la habitación, y
mi corazón dio un aleteo.
—Somos, uh, amigos. Creo —Le contesté. Porque, sinceramente, no estaba segura
de lo que éramos todavía.
Una sonrisa tocó sus labios, inclinó la cabeza ligeramente hacia un costado, pero su
mirada era dura. Nada como River. No cuando lucia así. —Brad es el mejor chef en el
sureste. No lo voy a despedir. Pero se irá, si las cosas no salen bien. ¿Entendido?
El dolor en mi pecho estaba de vuelta. Odiaba ver este lado de él. Era algo que
nunca había experimentado. Dejar ir el pasado era duro, pero se hacía más fácil con
momentos como estos. Nunca sería capaz de decirle adiós a River, siempre será una parte de
mí, pero estaba preparándome para dejarlo ir.
Captain hizo un gesto rígido y salió de la habitación sin decir una palabra.
E
staba en un estado de ánimo de mierda. Cenar con mi hermana no era algo
que quería hacer esta noche, pero cancelarlo tampoco era una opción. Si
intentara echarme para atrás, ella pondría mala cara, y su marido aparecería
en mi casa cabreado. Así que para evitar el drama, me decidí a ir.
Cuando llegué a la puerta, llamé al timbre y esperé. Podía oír pequeños pies
corriendo dentro justo antes sentir un golpe contra la puerta.
—¡Lo tengo! —mi sobrino gritó. Él había cumplido tres años el pasando veinte.
La puerta se abrió, y miré hacia abajo para ver Nate Finlay con una gran sonrisa, de
esas que muestra sus dientes. Sus ojos de color gris plata eran como los de su padre.
Diablos, la mayor parte del niño era como su padre. Blaire no podía pedir más.
—Hey, tio Cap —dijo, mientras extendía su puño para que lo golpeara.
Me agaché y choque su puño, luego me aseguré de hacerlo "volar por los aires", o
si no él haría que lo hiciera otra vez hasta que esté bien. Había aprendido esa lección ya. —
Oye, chico —le dije.
—Esa es la única opción del menú que le importa —dijo Blaire, viniendo detrás de
él—. Prometo que hice algo más que puré de papas.
Los olores procedentes de la cocina dieron hambre. Estaba listo para obtener un
poco de comida. Lo que Brad había cocinado en el restaurante había olido increíble, pero
luego había utilizado esa comida para impresionar a Rose.
Decirle que estaba despedida hubiera sido cruel y fuera de lugar, pero en el fondo,
yo quería hacer precisamente eso. Quería tener una excusa para alejarla de mí. Ella era,
posiblemente, el mejor trabajador que tenía, pero yo estaba tratando de echarla debido a mi
pasado atormentado. No era justo para ella, y una vez más, le debía una disculpa.
—¿Por qué tienes el ceño fruncido?, el puré de papas no es tan malo —dijo Blaire,
estudiándome de cerca.
Blaire no sabía nada de mi pasado, y yo quería que siga siendo así. —Me encanta el
puré de papas. Acabo de tener un largo día, eso es todo. Tengo muchas cosas en mi mente,
con la apertura del restaurante en una semana.
Blaire sonrió de nuevo. —Dejé que se cocinaran a los lados. Lo puse para controlar
la parrilla.
El chico no tenía idea de lo buena que era su vida. Su padre lo adoraba, y su madre
lo amaba incondicionalmente. Su mundo era tan diferente del que yo había vivido. La vida
de Blaire había comenzado bien, pero después de que su hermana gemela muriera en un
accidente de coche, todo se había ido al infierno. Me alegré de que hubiera conseguido una
segunda oportunidad. Se lo merecía.
Blair tenía la vida que yo había querido para Addy. La que solíamos sentarnos a
soñar juntos. Addy habría sido una madre increíble. Ella tenía un corazón tan
condenadamente grande que había derrotado cualquier mal por el que tuvimos que pasar. Si
yo no la hubiera necesitado tanto, la podría haber salvado. Se habría ido antes. Pero yo la
había querido cerca de mí.
Ni siquiera entré a casa cuando llegué de mi cita. Sabía Addy que no estaría
dentro. Mamá estaba en su más reciente evento de recaudación de fondos esta noche. Era la
única razón por la que había accedido a ir a ninguna parte sin Addy. Yo sabía que ella
estaría a salvo.
Pisé una rama y revelé mi presencia. Ella se sacudió, dándose la vuelta para ver
que me acercaba a ella. La mirada de miedo en su rostro se desvaneció rápidamente en una
sonrisa de satisfacción. Esa que sólo que yo podía ver. Había visto su sonrisa hacia otros
chicos. Nadie obtiene esta sonrisa más que yo. La sonrisa que hacía que sus ojos se
iluminaran y salieran chispas. Si otro individuo siquiera provocara eso, no estaría seguro
de poder manejar la situación. Le habría hecho daño a alguien.
Ella sonrió, luego miró lejos de mí, de vuelta hacia el agua. —¿Acaso ella no pudo
convencerte lo suficientemente rápido? —hubo una amargura que no me gustaba.
Addy volteó la cabeza hacia mí lentamente, y sus ojos parecían que estaban
buscando en mi rostro cualquier signo de mentira. —¿De verdad?
No estaba seguro. Porque, ¿yo sabía que iba tener sexo? Porque… diablos, no lo
sabía. Preferiría estar con Addy. Siempre prefiero estar con Addy, pero últimamente,
cuando la miré, pensé cosas. Cosas que tenía que dejar de pensar. Ella era mi mejor amiga,
y me necesitaba tanto como yo la necesitaba. Hemos luchado una batalla diaria en esa
casa, y nos apoyamos el uno en el otro para superar todo.
Era sólo que cuando me dejo llevar, imaginaba cómo sería probar y besar sus
labios, cómo se sentiría la suavidad de su piel. ¿Qué tipos de sonidos ella haría cuando la
tocara debajo de su camisa o deslizara mis manos hacia sus bragas?
Joder, no podía pensar en eso. Aparté la vista de ella, hacia el agua. Addy era
especial. Ella era perfecta y mía para proteger. Incluso de mí. —Me fui porque tenía
necesidades, eso es todo. Estoy aquí ahora. Donde quiero estar —finalmente le contesté.
—¿Quieres entrar y hacer un poco de palomitas de maíz antes de que ella llegue a
casa? —preguntó Addy, con una sonrisa en su voz.
Mi respuesta había sido suficiente. Ella no iba a presionar por más. Nunca lo hizo.
Me di la vuelta para mirarla y entonces supe, sin lugar a dudas, que era mi centro. Ella era
mi hogar. Esa casa, a cargo de los padres que estaban demasiados jodidos para conocer la
diferencia, no era un hogar para mí. Addy lo era. Ella siempre lo sería. Un día, me gustaría
darle una mansión, y nos gustaría tener hijos. Ella viviría como una princesa.
La sonrisa en su rostro era mejor que cualquier bocado pudiera alguna vez ser.
Rose
F
inalmente, llego la gran noche de inauguración del restaurante y el lugar
estaba completamente lleno. Durante la última semana, todos habíamos
trabajado hasta la medianoche para conseguir que estuviera listo para el gran
evento. Brad no había llegado, otra vez, pero se había asegurado de que me alimentara bien
durante mi hora de descanso enviándome las cosas que él estaba probando para el menú.
Incluso me mandó a casa con un sándwich gourmet de queso a la parrilla y papas fritas, las
mismas que había hecho en casa para Franny hace un par de noches atrás. Ella le había
encantado, algo que no era sorprendente. Franny tenía ese efecto en la gente.
¿Me gustaba? Sí, lo hacía, pero éramos solo amigos. Coqueteábamos a veces, pero
sobre todo nos gustaba hablar y reír. —Um, bueno, es un buen tipo. Me gusta pasar tiempo
con él, pero no estamos en una relación ni nada parecido. Sólo somos amigos.
Sus ojos de color marrón oscuro se iluminaron, y batió las pestañas antes de
volverse hacia los dos hombres. Esta vez, su mirada estaba fija en Brad. —Estupendo.
¡Gracias! —dijo, antes de dirigirse hacia ellos con una oscilación de caderas y un brillo
decidido en los ojos.
Me podría haber quedado allí a ver, o podría ir a terminar de configurar las tablas y
encender las velas. Elegí la segunda opción y me puse a trabajar. Si Brad estaba interesado
en ella, entonces sería bueno para él. No arruinaría nuestra amistad. O al menos, eso
pensaba.
A cada uno le dieron tres mesas para cubrir. Captain quería asegurarse de que a
cada huésped se le diera la mayor atención posible. Yo tenía dos mesas para cuatro y una
para dos, así que no estaba sobrecargada, pero la presión estaba en ser perfecto.
Brad estaba recibiendo elogios por parte de los comensales, y todo el mundo estaba
disfrutando de la comida. El restaurante iba bastante bien, teniendo en cuenta que esta era la
primera noche que abría.
Bueno, eso tenía sentido. Asentí con la cabeza y me dirigí a la cocina. La orden de
la mesa siete estaba casi lista.
—El siete está listo —me dijo Henry, uno de los cocineros.
Una de las cosas en las que Captain insistía era en que el camarero principal de la
mesa no debía llevar la comida. Tenían que ir detrás, listos para hacer frente a todo lo que
estuviera mal o darles a los clientes todo que solicitaron.
Sin saber si ese saludo era para mí, me detuve y mire hacia él.
—Coquetea en tu tiempo libre. Tienes gente a la cual servir, y él tiene comida para
cocinar. Sin distracciones, Rose —la dura voz de Captain me sorprendió, levante mi mirada
para verlo observarme con gesto furioso desde la puerta de la cocina.
Había estado trabajando para estar más allá de bien esta noche, quería estar
excelente, y ¿él me trataba de esta manera? No he estado ligando, muchas gracias, ¡he estado
Sus ojos se dilataron por un momento, y me preguntaba que había hecho para
ponerlo tan furioso. —No me ignores cuando te dé instrucciones —su voz era baja, y el tono
de advertencia en ella solo me hacía enojar.
—Te dije que Brad es el mejor. No quiero que tenga la cabeza en cualquier lugar
más que en la comida,
Eso era todo. Captain había ido demasiado lejos. —Voy a terminar de trabajar esta
noche, y luego me iré. Eso es lo que quiere, después de todo. No voy a trabajar aquí sólo
para ser acusada de cosas que no hice —fui más dura de lo que debería haber sido, pero no
me importaba. Giré sobre mis talones y me alejé de ese hombre exasperarte.
Había cometido un gran error al lanzar mi vida por la borda para venir aquí por él.
M
ierda. Me quedé mirando a Rose mientras caminaba a través de la puerta
en dirección al comedor. Ella tenía razón. Era Brad quien había estado
coqueteando con ella. Los había estado observando toda la noche, y
noté que cuando Patricia le dijo a Brad que Rose había dicho que ellos eran sólo amigos, a él
no le había gustado. Imaginé que no podría esperar para discutir con ella hasta después del
cierre.
El fuego que vi en sus ojos, incluso detrás de las gafas, me recordó a Addy. Cuando
se enojaba, Addy tenía el mismo fuego. Esa misma determinación. Sentía otra vez dolores
en el pecho. Siempre dolía cuando la recordaba, y Rose me hacía recordarla todo el maldito
tiempo. Los recuerdos solamente estaban empeorando. No tenía ninguna pistola en mano y
no estaba la venganza en mis planes ahora. Había dejado esa vida atrás.
Y mi mente una vez más volvía hacia las partes buenas de mi vida. La mejor parte.
A pesar de que había estado viviendo un infierno en esa casa con mis padres, Addy lo había
hecho perfecto. Había hecho que todo valiera la pena. Creía que yo la había salvado, pero
ella me había salvado a mí. Me había dado un propósito. Me había mostrado lo que era
sentir amor verdadero.
—Mierda, esto se ve genial. No es necesario que estés ahí con el ceño fruncido —la
voz de Major me sacó de mis pensamientos.
Major ladeó la cabeza y me estudió. —¿Estás diciendo que quieres volver? DeCarlo
se pondrá histórico, estará tan feliz.
Él podría parecer un niño bonito, siempre listo para bromear, pero Major Colt era
un tipo jodido. Tal vez no tan jodido como Cope, yo no estaba seguro de que incluso tuviera
alma, pero al menos podrías saber en lo que te estabas metiendo con Cope. Major podría
engañar a cualquiera. Incluso a su propia familia. Cosa que hacía de manera brillante.
—Sí —respondí.
La vida no era un juego. Era un regalo. Y la decisión de arrebatarle ese regalo a otra
persona no era fácil. Lo que hicimos, lo que Major hacía, nunca sería correcto. Eso no
significaba que lo cambiaría. Cada vez que jalaba el gatillo, sabía los costos. Sabía lo que
significaba. Y aunque no era Dios, y la elección de quien debía vivir o morir no era mi
trabajo, había elegido de todas formas. Corregí la mierda que estaba mal en el mundo, con la
esperanza de que cada vez que mataba a alguien estuviera salvando a Addy.
—¿Por qué sigues aquí? Tengo trabajo que hacer —le dije, caminando delante de
él, dirigiéndome hacia la puerta.
Me detuve en la puerta. —Me iré de aquí temprano. Pero te quiero fuera y con el
trabajo de DeCarlo hecho antes de irme. No quiero esta mierda cerca de mi hermana y su
familia. Olvídate de las vaginas por un momento, y céntrate en tu tarea —No esperé por su
respuesta antes de abrir la puerta para volver al comedor.
—¿Tú crees que Mase le dijo a Reese algo acerca de lo que hizo DeCarlo? —
preguntó Major en voz baja.
No esperé por más. Fui a comprobar el comedor. Necesitaba que esta noche fuera
un éxito para poder salir y averiguar qué haría con el resto de mi vida.
Arthur estaba feliz. Los clientes estaban felices. Y yo estaba jodidamente feliz de
que todo hubiera terminado. Pronto este lugar sería entregado al hijo de un amigo de Arthur,
Jamieson Tynes. Todo lo que tenía que hacer era entrenarlo durante las próximas semanas y
luego lo dejaría a cargo.
—Sí —respondí en un tono sin sentido. No quería tener ningún drama con ella.
Especialmente no esta noche.
—¿Podemos hablar?
—No.
—En serio, ¿así es cómo te vas a comportar? Dormimos juntos durante semanas.
Estábamos en una relación. Tú no puedes simplemente apagar las emociones como si nada.
—¿Qué pasa con tu amor por ella, entonces? ¿Eh? ¿Dónde está ella? —Elle alzó la
voz y dio un paso hacia mí—. Si ella es tan condenadamente maravillosa, ¿por qué no está
aquí luchando por ti? Yo estoy aquí. Yo te amo. Ella no lo hace, sino estaría aquí.
La emoción que no sentía por Elle fue superada por la emoción que siempre
acompañaba a cualquier mención de la chica que amaba. La única que se adueñó de mi
corazón de una manera que nadie más lo haría. —Ella no tiene nada que ver contigo. Era
pura y amable. Ella era desinteresada, y cuando sonreía, el mundo se iluminaba. Ella era mi
mejor amiga. Mi razón para levantarme por las mañanas. Eso es lo que sentía al follar con
ella. Nadie va a competir con eso. Nunca.
Elle alzó las manos como si fuera un loco. —¿Te estas oyendo? Estás hablando en
pasado. Ella se ha ido. Supéralo. ¡Sigue adelante! Ella obviamente lo ha hecho.
La odiaba en ese momento. Odiaba su voz. Odiaba la forma en que vestía. Odiaba
el aire que respiraba. Quería que cerrara la boca. Mi cuerpo se tensó con furia, y tuve que
reprimir el impulso de enterrar mi puño en la pared. Ni siquiera podía rugir de rabia hacia
ella para que saliera de mi vista. No podía perder la calma aquí. No ahora.
Toda la repugnancia y el odio que sentía hacia ella estaban contenidos en la mirada
que le dirigí. Ella lo vería, y si era tan inteligente como yo pensaba que era, nunca se
acercaría a mí de nuevo.
Mi madre estaba cantando en la cocina. Eso nunca era una buena señal. Me detuve
en la puerta y puse una mano protectora frente a Addy. Era un acto reflejo. Como si mi
madre pudiera escucharnos y viniera corriendo como una loca a atacarla. Sabía que eso no
iba a suceder, pero también me estaba preparando por lo que esto podría significar. Mi
madre cantando quería decir que estaba feliz, y por lo general eso significaba que pensaba
que mi padre estaría pronto en casa para cenar.
Mi padre nunca llegaba a casa para la cena. No lo había hecho en más de cuatro
años, desde que empezó a dormir con su secretaria. Incluso ahora que tenía un hijo con
otra mujer y había pasado la mayor parte de sus noches con su otra familia, mi madre
todavía pretendía que no era así.
Vi la botella vacía de tequila en la mesa de café y miré a Addy, que estaba mirando
hacia ella, también. Esto era sin duda otra mala señal. Mi madre actuando como una loca
era una cosa. Mi madre borracha actuando como una loca era otra.
Ella me miró con esos grandes ojos suyos. Había miedo en ellos, pero también
determinación. Sacudió la cabeza. —No te dejaré solo con ella. Si me encierro en mi
habitación, sabes que luego vendrá por mí, y tú lucharás con ella, y ella te golpeara —Yo
—No me duele que me golpee. Pero no voy a dejar que te haga daño a ti —dije en
voz baja. No quería que nos escuchara. Quería que Addy esté segura, encerrada en su
cuarto, antes que nada.
—No, Addy. Por favor. Hazlo por mí, quédate allí. Voy a hacerle daño si tengo que
hacerlo —no quería hacerle daño a mi madre. La odiaba por cómo trataba Addy. La odiaba
porque no podía ser una madre normal. Pero no quería herirla físicamente. Sólo quería
tenerla lo más lejos posible. Sabía que si le hacía daño, ella me haría pagar, enviando a
Addy lejos. Sin mí, ella no tendría a nadie para protegerla la próxima vez. Debía
mantenerla a salvo.
Habíamos estado diciéndonos eso desde hace un tiempo, pero pensé que
significaba algo diferente para ella. Yo estaba enamorado de Addy, pero ella no me veía de
la misma forma. Ella nunca coqueteaba o trataba de llamar mi atención de la forma en que
lo hacían otras chicas. Yo no podía evitarlo, sin embargo. En algún momento, paso de ser
mi mejor amiga a la persona con la que quería compartir mi vida para siempre. Éramos
jóvenes, pero la mierda con la que había estado tratado me había hecho crecer rápido. A
ambos. Yo sabía lo que sentía. Addy me pertenecía. Pero ella no lo sabía.
Addy me dio una última mirada suplicante, pero volví a señalar las escaleras, firme
en mi decisión. Finalmente, se dio la vuelta y en silencio se dirigió a la habitación que una
vez había sido la pequeña oficina de mi padre. Teníamos otra habitación de invitados que
Addy podría haber ocupado, pero mi madre le había dado la habitación más pequeña en la
casa. A menudo me preguntaba si era porque era la habitación más alejada de la mía.
Mierda. Ella estaba con la cosa del bebé otra vez. Desde que papá tuvo un bebé
con la secretaria, mamá a veces pretendía que ella y papá también tenían un bebé. Era tan
jodidamente extraño. Se lo dije a papá, le pedí que nos sacara a Addy y a mí de la casa y
que le consiga un poco de ayuda a mamá, pero como siempre, me ignoró. No creía que
fuera tan malo. Sin embargo, nunca vino a casa para ver lo loca que su esposa se había
vuelto. Todo lo que papá hacía era pagar las facturas y mantener dinero en la cuenta de
mamá.
—Tengo tarea que hacer. Te dejaré para que sigas con lo tuyo. Tú y el bebé
disfruten el pollo y las albóndigas —dije. Si le seguía el juego, por lo general se mantenía
calmada. Cuando intentaba convencerla de que lo que ella decía no era real, perdía la
cabeza.
—Lo haremos. Ven a comer con nosotros cuando papá llega a casa —dijo en voz
alta detrás de mí.
Luego, el llanto comenzó, y me quedé helado. Mierda. Esto nunca terminaba bien.
Rose
N
o era una cobarde, pero había arrojado el guante la noche anterior en mi
momento de ira, y ahora tenía que seguir con ello. Luego debía buscar otro
empleo. Llegando al restaurante, me di vuelta y miré a Franny. Tenía que
llevarla a su cita con el dentista hoy. —Quédate aquí y traba las puertas. Voy a estar de
vuelta en un momento —le dije antes de salir.
—Desearía poder entrar a verlo —dijo ella, estudiando el exterior del lugar.
Realmente era un edificio bonito. Arthur Stout no había elegido cualquier lugar, eso era
seguro.
—Lo sé, y lo siento. Pero ahora no es un buen momento —le expliqué. No quería
decirle que estaba despedida. Aún no. Necesitaba encontrar otro empleo en primer lugar. Mi
niña podría preocuparse.
Cerré la puerta y esperé hasta que ella echara la llave, luego me dirigí hacia la
entrada. Tenía que dejar mi carta de renuncia. Supuse que no iba a conseguir una buena
referencia de él de todos modos, pero quería hacer esto correctamente.
—Pensé que habías renunciado —escuché la voz de Captain, y me volteé para verlo
salir de su furgoneta. No lo había visto aparcado allí, estaba centrada pensando en lo que
debía hacer.
No podía ver su expresión detrás de sus gafas de sol, pero en este momento, no me
importaba. Yo sabía cuan distante y frío podría ser. Probablemente tiraría el papel a la
basura tan pronto como se metiera dentro y nunca pensaría en mí de nuevo.
Hice una pausa. ¿Por qué estaba preguntándome eso? Se había enfadado conmigo
ayer en la noche por algo que yo no había hecho.
—Tú no eres un jefe justo. No te agrado, y no estoy muy segura de por qué. Trabajo
duro, y me esfuerzo para ser lo más profesional que puedo. Pero anoche tú estabas…
Cerré la boca, luego la abrí de nuevo, antes de cerrarla una vez más. No sabía qué
decir ante eso. Había visto este lado de Captain antes, cuando se había disculpado por ser
duro conmigo cuando Franny estuvo enferma. Pero no lo había visto actuar así desde
entonces.
—Escucha, Rose, no voy a estar aquí mucho más tiempo. El lugar está abierto por
ahora, y voy a estar entrenando al nuevo gerente en las próximas semanas. Sé que hemos
tenido un par de roces entre nosotros, pero eres una buena trabajadora. Este lugar te necesita.
El hecho de que nosotros no nos llevemos bien... eso no quiere decir que no vayas a trabajar
bien con el chico nuevo. Quédate. Dale otra oportunidad.
¿Él se iría pronto? ¡¿Qué?! —¿A dónde iras? —pregunté, ignorando por completo
el hecho de que él me hubiera pedido que me quedara.
No debería importarme. Pero de alguna manera lo hacía. Renunciar era una cosa,
pero no saber dónde se encontraría, era otra. No podía cambiar el hecho de querer saber si
River estaría seguro y se encontraría bien. Durante diez años me había hecho la idea de no
saber dónde estaba, y todos los días me preocupaba y esperaba que él fuera feliz.
Saber que se había convertido en este hombre, tan diferente del niño que había
amado, era difícil, pero al menos ahora sabía dónde se encontraba. Sabía que no tenía una
familia aquí. Eso me daba paz. Si él se iba, la perdería de nuevo. Y sólo porque River se
hubiera convertido en Captain, no cambiaba el hecho de que me importaba. Siempre me
importaría, porque lo amaba. Era una parte de mí.
—Te ves muy molesta por eso, Rose. ¿Alguna razón en particular? —dijo Capitán
arrastrando las palabras, como si le divirtiera.
—Oh, sí... —me voltee hacia Captain, pero él no estaba mirándome. Su atención
estaba centrada en Franny—. Tengo que llevarla dentro, necesita usar el baño. ¿Está bien?
—le pregunté.
Ella movía sus pies mientras nos miraba. La pequeña sonrisa en sus labios cuando
se encontró con mi mirada me golpeó duro. Oh Dios. No había pensado en eso.
Mi corazón estaba golpeando duro contra mi pecho, mientras sentía una mezcla de
ansiedad y miedo. Esto no debía suceder. No delante de Franny. Ahora no.
—Prometo que no lo estoy inventando sólo para ver el interior del restaurante —
añadió Franny, mientras empezaba a caminar hacia mí—. Quiero decir, claro que quiero
verlo, pero realmente tengo que ir al baño.
Sus rizos rubios, así como mi propio pelo natural, rebotaron mientras caminaba, y
su sonrisa parecía casi idéntica a la mía. Sus ojos azules brillaban con malicia, y todo lo que
podía hacer era esperar que Captain no lo hubiera visto.
Volviéndome de nuevo hacia él, pude ver que incluso a través de las gafas de sol
que llevaba puestas, estaba siguiendo cada movimiento de Franny. Esta no era la forma en
que un hombre reaccionaba al ver a una niña de nueve años, a la cual no conocía. Me había
visto, mejor dicho, había visto a su Addy en ella.
La mano de Franny que estaba envuelta alrededor de la mía se apretó. Ella le sonrió
al hombre silencioso que estaba observándola. —Hola. Soy Franny. ¿Tú trabajas con mamá
al igual que Brad? —preguntó inocentemente.
—Mi nombre es Ann Frances, pero todo el mundo me llama Franny. ¿Quién eres
tú?
Apreté la mano de Franny. —Ve por esas puertas, justo allí, y gira a la derecha.
Verás el baño a tu izquierda.
Ella asintió con la cabeza, antes de dirigirse hacia el interior para ver exactamente
lo que quería ver.
Una vez que ella se fue, me di la vuelta para mirar otra vez a Captain.
¿Quién creía que era? Si él vio las similitudes entre Franny y la chica que una vez
fui, entonces, ¿porque no podía ver más allá de mi color de pelo, mis gafas, y mi cuerpo
ahora maduro, también?
Captain respiró hondo y miró por encima de mi hombro, hacia el edificio. —¿Esa
es tu hija?
—Sí.
—Quítate las gafas —las palabras de Captain sonaron como una orden, aunque su
voz era poco más que un susurro.
Levante la vista hacia él. Esta vez, estaba paralizado. ¿Me veía ahora? ¿Era eso? Si
me quitaba las gafas, todo habría terminado. Él lo sabría, ¿y luego qué? ¿Yo solo debería
apostar que él aceptaría a Franny? ¿Que aceptaría que le había estado ocultando mi identidad
durante todos estos años?
—Pero tú querías mantener tus dientes sanos —le recordé, como siempre lo hacía.
Era más que consciente del par de ojos que estaba siguiendo cada uno de mis movimientos,
pero aunque podía sentir el calor de su mirada en cada parte de mi cuerpo, no mire hacia
atrás. Seguí caminando hacia el coche, rezando para que él nos dejara ir.
Franny se volteó y lo saludó con la mano, y yo cerré los ojos con fuerza, deseando
que mi hija no fuera tan condenadamente amable a veces. Ella se volvió a subir al coche, y
yo hice lo mismo.
F
ui directamente hacia los archivos de los empleados y saqué la carpeta de
Rose Henderson. Había leído sobre su información personal, sus trabajos
anteriores, y su dirección. Había recibido un GED. Pero no había mención
de la universidad en su archivo. Ella había estado trabajando desde que tenía dieciocho años
y tenía excelentes referencias de todos sus ex jefes. Especialmente de la escuela primaria en
Oklahoma donde recientemente había trabajado como secretaria.
—No quiero a tus hombres, hazlo tú. Solo quiero que tú compruebes esto. Nadie
más.
DeCarlo se quedó en silencio por un momento. —Me vas a decir por qué.
—Creo... Joder, yo creo... —¿Qué es lo que creía? Esa niña me había mirado al
igual que Addy lo hacía, pero ¿qué significaba eso? Addy se había ido. Entonces, ¿quién era
Rose? —. Creo que está conectada a ella —Yo sabía que él lo entendería. Había solo una
ella en mi vida que siempre me había importado.
La expresión que había visto en el rostro de Rose gritaba que estaba ocultando algo.
Infiernos, ella prácticamente había huido de mí. Sabía que tenía algo que ver en esto. Yo no
estaba imaginando toda esta mierda. ¿Quién demonios era Rose Henderson?
Aquí nadie conocía a Rose. Excepto, tal vez, Brad. Pero estaba enfadado
irracionalmente con él en este momento, porque estaba cerca de alguien que posiblemente
estaba conectado de alguna manera con Addy. No tenía ningún sentido, pero no me gustaba.
Lo quería lejos de ella.
Pero en este momento, quería saber lo que él sabía sobre Rose. Tal vez ella le dijo
algo que podría servirme como pista. Me dirigí directamente hacia la cocina, él seguramente
estaba allí trabajando. En el momento que abrí la puerta, Brad levantó la vista.
—Tenemos que hablar —le dije, antes de que él pudiera empezar a hablarme de un
nuevo plato que quería probar o lo bien que resultó el que estaba haciendo. El hombre
siempre hablaba de comida.
—Está bien —dijo, con un ligero ceño fruncido, mientras dejaba el cuchillo y se
limpiaba las manos en la toalla que colgaba de la cintura de sus pantalones.
—Sí —respondí en un tono cortante. Me dirigí de nuevo hacia mi oficina, con Brad
siguiéndome detrás.
Una vez que cerró la puerta detrás de él, no esperé a que pudiera preguntar
cualquier otra cosa. Este era mi momento para hacer preguntas.
El ceño fruncido de Brad se hizo más profundo, y luego sacudió la cabeza. —No —
dijo.
—Ella no tiene más familia. Era una niña de acogida —dijo las palabras como si
fueran algo simple. Sin embargo, el impacto que me causó, había roto el poco control que
tenía sobre algo que no quería creer.
—Sí, me dijo que dejó el sistema cuando tenía dieciséis años a causa de una mala
situación, no me habló sobre nada más. Es muy reservada.
Me senté en el borde de mi escritorio y me agarre a los lados con las dos manos
para evitar gritar de alivio o rabia o... mierda, ni siquiera sabía lo que me estaba pasando en
este momento. Esto no podía ser real. No podía creerlo.
—¿Ella hizo algo malo? Es una persona muy buena y genuina, Captain. Y una gran
madre soltera también. Por lo que sé, nunca ha estado casada.
Quería estar solo, así podría llamar a DeCarlo. Pero tenía una pregunta más. —
¿Qué edad tiene su hija?
—Nueve.
Joder.
Rose
C
uando llegamos a casa y vi que la camioneta de Captain no estaba aparcada
en la entrada, sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que eso
sucediera. Tomé a Franny y la llevé a visitar a la señora Baylor, le expliqué
que tendría compañía más tarde, asegurándome de que Franny podía quedarse aquí hasta que
viviera por ella.
La señora Baylor parecía preocupada por mí, pero en aquel momento estaba
luchando contra la ansiedad, el miedo y la incertidumbre con tanta fuerza que era imposible
de ocultarlo. Debía mantener a Franny oculta, a salvo y enfrentar esto yo sola hasta que
Captain se presentara, sería lo mejor. Tenía que tomar una decisión.
Captain sabía algo. Él debería estar atando cabos sueltos. Era muy probable que ya
me hubiese reconocido, pero me odiara tanto que me había dejado ir. No, conocía lo
suficiente al hombre en el que se había convertido para saber que iba a querer más
respuestas. Y yo esperaba que sus preguntas llegaran más pronto que tarde.
Volví a casa luego de una hora, antes de que su camión se detuviera en la calzada.
Cuando oí el crujido de la grava bajo los neumáticos, supe sin mirar que era él. Esperé
sentada en la mesa de la cocina mientras él se dirigía a la entrada.
Sus pasos se detuvieron, y esperó un momento antes de llamar a la puerta. Esto era
todo. Había llegado la hora de la verdad. Tenía que lidiar con las consecuencias y mantener
a Franny lo más a salvo que fuera posible.
De pie, respiré hondo y trate de calmar los latidos de mi corazón, luego me quité las
gafas y las dejé sobre la mesa. No había ningún motivo para utilizarlas ahora. Cuando llegué
aquí, sabía que este día llegaría. Me había preparado para ello varias veces durante el año
anterior. Pero me di cuenta ahora que nunca podrías prepararte para algo como esto.
Al abrir la puerta, cada recuerdo que tenía de River regreso a mí. Cada buen
momento que pasamos juntos, cada cambio que hubo en mi vida, cada vez que me había
hecho sentir segura. Se lo debía a ese chico, por ello debía responder a este hombre. Debía
decirle toda la verdad.
Apreté los ojos con fuerza, tratando de luchar de nuevo para quitarme la imagen
que vi hoy de la cabeza. Se suponía que River me esperaría para que fuéramos juntos hasta
casa, pero él no se encontraba allí todavía. Creí que había salido de mi clase temprano, así
que fui a buscarlo para reunirme con él fuera de su clase. Quería decirle que había
aprobado el examen de historia para el que me había ayudado a estudiar.
No había sido difícil encontrarlo. Tenía a Delany O'Neil sobre su casillero, con las
manos sobre sus pechos y su boca pegada a la de ella. Incluso vi su lengua, o era la de ella,
no estaba segura. Era difícil asimilarlo todo mientras mi corazón explotaba en mil pedazos
dentro de mi pecho.
Delany tenía sus manos enredadas en los mechones de pelo, bañados por el sol, de
River que siempre he querido tocar, pero nunca lo hice. Su pierna se deslizo hasta su
La casa estaba vacía. Y agradecía no tener que preocuparme por recibir un golpe
o un injusto castigo solo por estar viva. Mi habitación era el único consuelo que quería.
Encerrarme dentro, sola. Solo yo y mi angustia.
Sabía que a River le gustaba Delany. Lo había visto mientras la miraba cuando
caminaba por los pasillos. Era hermosa, y era sólo cuestión de tiempo antes de que se
cruzara en su camino. Se enamoraría de ella pronto. Luego querría pasar más tiempo con
ella, y me dejaría aquí sola.
Al menos no tendría que preocuparme más porqué él resultase herido o tenga que
ver a su madre actuar como loca. Tomaría un descanso de todo esto cuando estuviera con
Delany. Yo sólo debía aprender a vivir con ello y sobrevivir sin él durante su ausencia. No
era como si lo tendría alrededor protegiéndome para siempre.
La voz de River estaba presa del pánico. No le había dicho que me había ido, pero
pensé que se había olvidado de mí cuando Delany se pegó a él.
—Mierda, ¿estás bien? ¿Por qué has vuelto sin mí? ¿Te duele algo? Joder, Addy, abre
la puerta.
Estaba preocupado por mí. Él siempre estaba preocupado por mí. Yo era su carga,
y odiaba eso incluso más de lo que odiaba mis pecas. Sorbí por la nariz y me limpié la cara,
sabiendo que estaría toda roja.
Me puse de pie y me dirigí hacia la puerta, deseando no tener que enfrentarme a él.
Todavía podía ver su mano en Delany y su lengua en su boca. Estremeciéndome de celos y
disgusto, abrí la puerta.
River empujó la puerta antes de que pudiera conseguir abrirla del todo. —¿Qué
pasó? —preguntó, ahuecando mi cara con sus manos y estudiándome detenidamente en
busca de signos de abuso.
—Y una mierda que estás bien. Ni siquiera me miras, ¿y desde cuándo me echas de
tu habitación? Addy, sé que algo sucedió, y quiero saber a quién carajos tengo que golpear
—siempre estaba listo para salvarme. A la pequeña, y pecosa mejor amiga que estaba
enamorada de él.
—Nadie. No es lo que crees. Sólo estoy algo sensible —admití. Caminé de regreso
a mi cama y me senté allí.
No se daba cuenta que en realidad no quería saber lo que estaba mal. Él pensaba
que lo hacía, pero en realidad no. ¿Cómo iba a manejarlo? Yo no era una de esas chicas a
las que podría evitar. Vivía en su casa. En el mismo infierno diario que él. —¿Confiarías en
mí si te dijera que no quieres saber esto, y que no se puede arreglar? —le pregunté.
Él negó con la cabeza. —Quiero saber que mierda te hace llorar, porque sé que
puedo solucionarlo.
—Te vi con Delany —susurré. Tan pronto como lo dije, deseé no haberlo hecho.
Tenía la esperanza de que no me hubiera oído. Cuando él no respondió, pensé que tal vez
tuve suerte y él había perdido la audición. Cerrando los ojos con fuerza, contuve la
respiración.
—¿Es por eso que estás llorando? —preguntó, demasiado suave, en un tono que me
dijo que le importaba. Eso sólo me hizo sentir peor. Él odiaría pensar que me había hecho
llorar. Había sido egoísta al decirle aquello—. Addy, habla conmigo. ¿Es por eso que te
fuiste de la escuela sin mí, por eso estás llorando ahora mismo?
Su mano tocó mi brazo, y di un salto, pero no lo mire. Me sentía tan culpable. Era
mi culpa que él no pudiera practicar deportes, y ahora le estaba haciendo pensar que no
podría salir con nadie o yo lloraría como un bebé.
—Lo siento. Sólo ignorarlo. Juro que nunca volveré a reaccionar de esta manera
otra vez —dije, con tanta convicción como pude. Quería que me creyera.
Me estremecí, odiaba oír como sonaba su nombre junto al suyo. Pero ella era alta
y hermosa y popular. Tenía sentido. Ellos encajaban.
River se sentó a mi lado, manteniendo su mano en mi brazo. —Es eso. Es por eso
que estás llorando. Porque me viste con Delany, y te molesta.
—¿Por qué esto te molesta? —preguntó. Su voz era un murmullo bajo cuando se
acercó a mí y su pulgar acarició mi brazo—. Siempre has hablado conmigo. No te detengas
ahora. Necesito que lo digas, Addy. Por favor. Habla conmigo —la petición desesperada de
su voz era mi perdición. Le estaba haciendo daño, y él no lo merecía.
Volví la mirada hacia él, mis ojos llenos de lágrimas derramadas. —Lo siento... Sé
que somos amigos, y qué harías cualquier cosa por mí. Así que esto es injusto, y no quería
decírtelo, porque no quería que te sintieras mal por mí.
River no se movió. Sus ojos me suplicaban que continuara, así que lo hice.
—Estaba celosa. Era difícil de ver... —tragué el nudo que tenía en la garganta—.
Yo no quería... No quiero... —cerré los ojos. No podía decírselo mirándolo a la cara—. No
quiero dañar nuestra amistad, pero estoy enamorada de ti —Listo. Lo había dicho.
Antes de que pudiera pensar en otra cosa, las manos de River ahuecaron mi rostro,
pero esta vez era diferente. Sentía una intimidad en esto que no había cuando él me
revisaba para ver si tenía contusiones. —Mírame, Addy.
Él me dio una sonrisa, luego se movió más cerca. —Estoy enamorado de ti. Eres lo
único que me importa.
Con el ceño fruncido, miré hacia abajo y traté de quitar mi cara de su agarre, pero
él se aferró a mí con un toque firme y suave. —También te importa Delany.
—No, eso que has visto, era yo siendo un chico. No pensé que sintieras algo más
que amistad por mí, así que cuando Delany se me acercó, tomé la oportunidad. Yo no la
quiero. Ella solo se ama a sí misma. No fue más que una distracción.
River hizo una mueca, como si eso le doliera. —No me gusta que hallas visto eso.
Pero nunca voy a hacerlo de nuevo. Lo juro por Dios. Si me amas, Addy, entonces seré tuyo.
He sido tuyo durante años.
N
o llevaba sus gafas, y sin esos grandes marcos que cubrían la mitad de su
cara, pude ver claramente. Los ojos que me habían perseguido durante
años. Ella había cambiado su color de pelo, pero era Addy. Sólo que una
versión más adulta. ¿Cómo lo había pasado por alto?
Debido a que no creía que estuviera viva. Nunca la había mirado con la esperanza
de ver a Addy.
—Addy —dije, necesitaba que me asegurara que no estaba alucinando y que esto
era real. Que ella era real.
Ella se apartó de la puerta para que pudiera entrar. —River —se limitó a responder,
y era la única respuesta que necesitaba.
Todas las preguntas que había tenido de camino aquí, cuando todavía estaba el
miedo de creer que Rose fuera Addy, desaparecieron. No podía formar palabras. Lo mejor
que pude decir fue. —¿Cómo?
Addy cerró la puerta una vez que estuve en el interior y se volvió a mirarme. —
¿Cómo qué? ¿Cómo te encontré?
¿Encontrarme? ¿Ella me había estado buscando? Habían pasado diez años. Negué
con la cabeza. Sí, quería la respuesta a es también, pero en primer lugar... —¿Cómo es que
estás viva?
¿Ella no creía que eso era lo primero que me gustaría saber? Joder, yo pensé que
estaba muerta durante diez malditos años. Si hubiera tenido alguna idea de que estaba viva,
habría llegado tras ella. La hubiera encontrado. Tenía ese tipo de poder con DeCarlo.
Encontrarla habría sido fácil, pero había visto lo que mi madre le había hecho a ella.
—No entiendo la pregunta. Me fui sin decir una palabra porque te estaba
protegiendo de tu madre. De mí y del destino que te esperaría si yo me quedaba. Yo nos
salve a ambos, en realidad. ¿Por qué creías que estaba muerta?
—La sangre era mía —dijo en voz baja. Pero eso ya lo sabía. Los policías lo habían
confirmado—. Ella me sacó de la escuela ese día. Había pedido en recepción que por favor
te llamen desde allí, pero ella se había estado comportando demasiado bien y había
explicado que no quería que te vieras perturbado solo por mi cita con el médico. Así que fui,
aunque sabía que no había ninguna cita con el médico.
>>Me dijo que estaba sucia por lo que había hecho, y ella ya no me quería allí. Si
no me iba, me enviaría de nuevo al sistema, y si estaba embarazada, se llevarían a mi bebé
lejos de mí. Tenía mi periodo atrasado. Aun no quería confirmarlo, porque no estaba segura
de sí era una preocupación todavía, pero cuando la escuché decir que no solo te perdería a ti
sino también a nuestro bebé, fue suficiente para asustarme.
>>Tomé el dinero y comencé a salir del coche cuando ella me agarró del brazo y lo
retorció hasta hacerme gritar. Luego dijo que si alguna vez intentaba ponerme en contacto
contigo, ella nos mataría a los dos. Y yo le creí. Pero cuando pude permitirme el lujo de ver
cómo estaban las cosas un par de años más tarde, me enteré que ella estaba en un hospital
mental. Comencé a buscarte pero no pude encontrar nada referido a River Kipling. Sin
embargo, nunca he dejado de buscar.
—Tú solo tenías dieciséis —susurré, con miedo de escuchar cómo había
sobrevivido y si Franny... si Franny era mía.
Addy asintió, su rostro permanecía tenso. —No fue fácil. Estuve en un refugio para
desamparados, donde conseguía comida gratis, hasta que el olor de las hojas de nabo me
dieron náuseas, y la esposa del ministro que ayudaba a servir los alimentos, inmediatamente
vino a mi lado y me ayudó a limpiarme. Deborah Posey fue mi heroína. Ella descubrió que
tenía dieciséis años y estaba sola así que me llevó a su casa. Me compró una prueba de
embarazo y confirmó que estaba embarazada. Quise llamarte luego de saberlo, pero tenía
miedo de perderte a ti, al bebé... no podía hacerle eso a ninguno de los dos. Deborah me dejó
vivir con su familia hasta que mi embarazo comenzó a notarse y no pude ocultarlo más. Eran
Bautistas del Sur, y la congregación no aceptaría a una adolescente embarazada viviendo en
la casa del ministro. Así que ella me ayudó a conseguir un trabajo en Oklahoma, donde vivía
su hermana, y fue allí donde construí una vida para Franny y para mí.
El odio que sentía hacia mi madre había sido algo que acepté hace mucho tiempo.
Sin embargo, había odiado a mi padre con la misma intensidad, porque él nos había dejado
con ella. No nos había ayudado. Pero ahora, sabiendo que Addy había pasado por ese
infierno me hacía odiar a la mujer que me había dado la vida aún más. Tantas cosas podrían
haberle sucedido a Addy. Tantas cosas malas, y yo no había estado allí para impedirlo.
—Ella es mía —tenía que decirlo en voz alta. Ya sabía que Franny era mía, pero
escuchar a Addy decirlo lo hacía real.
Pero la mujer que estaba frente a mí era una extraña ahora. La chica a la que había
amado una vez y conocido mejor que nadie, ahora era distante y reservada. Era una mujer
fuerte e independiente. Ella ya no me necesitaba. Tampoco parecía gustarle demasiado.
Éramos extraños, y la punzada que sentí al saberlo me destrozó por dentro.
Cuando notó que no decía nada más, Addy se dirigió hacia la pequeña sala de estar.
—¿Por qué no nos sentamos? Te puedo conseguir algo para tomar.
—Tu pelo —dije, sonando más acusador de lo necesario, pero maldita sea, ella
misma se había escondido de mí. Se había estado ocultando justo en frente de mí puta nariz.
Se tocó un mechón de cabello más oscuro y me dio una pequeña sonrisa. —No
quería entrar en tu mundo como Addy. Necesitaba estar segura de que el hombre en el que te
habías convertido era alguien que quería saber sobre Franny. Ella ha estado preguntando por
su padre durante años, por lo que he estado buscándote. Cuando te encontré, no quise traerte
a su vida hasta estar segura de que la aceptarías y ella no saldría dañada.
Tan cabreado como estaba, la comprendía. Ella era una madre amorosa y
protectora. Algo que nunca había tenido en su propia vida. Algo que ninguno de nosotros
había tenido.
—Soy diferente. He hecho cosas que me han cambiado —dije, mirándola mientras
se sentaba frente a mí.
Ella me dio una sonrisa tensa y apartó la mirada. —Sé que eres diferente. Lo he
visto.
Esas palabras me hicieron sentir como si le hubiera fallado. Había luchado para
sobrevivir. Ella no sabía nada de lo que había tenido que sufrir. Sabía que su vida había sido
dura, pero la mía no había sido fácil, tampoco. No hubo ninguna mujer para ayudarme. Yo
había matado a hombres. Había perdido mi maldita alma porque su muerte me había
arruinado.
—Quiero conocer a mi hija —no iba a dejar que alejara a Franny de mí. Si ella no
estaba contenta con el hombre que veía, no tenía problemas con eso. Pero tenía derecho a
saber de mi hija. Quería estar involucrado en su vida.
Addy poso su mirada en mí. —Bien. Ella también quiere conocer a su padre.
Llamé una vez a la puerta de Addy. Mi madre se había dormido de lo borracha que
estaba, pero quería tener cuidado de no hacer ruido para no despertarla. Quería que se
quedara dormida. Addy había permanecido oculta en su habitación, tal como le había
dicho, durante toda la noche. Ni siquiera habíamos llegado a hablar sobre nuestro día. Sólo
quería estar cerca de ella. Ahora me dejaba sostener su mano en la escuela, y ayer por la
noche, me dejó quedarme con ella hasta que se durmió. Y quería más de eso.
La puerta se abrió lentamente, y Addy me dio una sonrisa tímida antes de dar un
paso atrás para dejarme entrar. Estar cerca de ella, sabiendo que podía tocarla, me hacía
sentir un poco fuera de equilibrio. Quería hacer tantas cosas con ella, pero no quería
asustarla. No quería perder lo que me había dado. Mi corazón siempre latía más rápido
cuando ella estaba cerca.
Su cabello rubio caía sobre su hombro. Quería jugar con su pelo. Pasar mis dedos
a través de él y ver cómo se deslizaba sobre mi mano. —¿Necesita ayuda con algo? —
pregunté.
Dejó los libros en la mesita junto a la cama y negó con la cabeza. —No, esta noche
no —luego se sentó y dio unas palmaditas en el lugar junto a ella, para que me sentara—.
Te ves listo para huir. ¿Qué pasa?
Mi corazón golpeó contra mis costillas, y tomé una respiración profunda. Calma.
Tenía que mantener la maldita calma. Me senté a su lado. —Entonces, ¿cómo te fue en la
escuela hoy? —pregunté, con la esperanza de que no sonara tan nervioso como estaba.
Ella se acercó más a mí, y su mano se deslizó sobre la mía. —Estuvo bien. Igual
que cualquier otro día.
Giré la mano de manera que nuestras palmas se tocaran y entrelacé mis dedos con
los suyos, más pequeños. Incluso su pálida piel contra mi piel bronceada me encendía. Esto
iba a matarme. Quería tanto de ella, y tenía que dejar de pensar en cómo sería tocar su
suave y dulce piel debajo de esa ropa.
Este sería su primer beso y mi último primer beso. Porque una vez que hiciera esto,
nunca volvería a tocar a cualquier otra chica de nuevo. Sólo a Addy.
Addy
M
uchas veces durante los últimos diez años, había imaginado este día. El
día en que vería a River otra vez para decirle por qué me había escapado
y para hablarle sobre Franny. Ni una sola vez pensé que sería así en mi
imaginación. Pero hasta entonces, todo lo que había tenido en mi memoria eran recuerdos
sobre River. No sabía nada de Captain. El hombre en el que se había convertido era alguien
a quien no le importaba mucho.
Pero él quería ser parte de la vida de Franny, y se merecía eso. No era un hombre
malo. Simplemente no era el hombre que yo había conocido. Por otra parte, yo tampoco era
la chica que él había amado. Era difícil enfrentarlo, pero ahora que lo tenía frente a mí como
River, no como mi jefe Captain, debía tratar con él.
—¿Ella sabe que soy su padre? ¿O al menos que su padre se encuentra en esta
ciudad? —preguntó, mirándome con atención, como si estuviera tratando de determinar si le
estaba mintiendo.
Negué con la cabeza. —Ella no tiene ni idea. Como te he dicho antes, tenía que ver
quién eras ahora —le dije. No le gustó cuando dije eso. Me di cuenta por la forma en que sus
ojos se achicaron, pero no estaba aquí para ser amiga de él. Franny estaba primero. Ella
necesitaba esto.
Me gustó que se refiriera a "nosotros", como si estuviera listo para tomar un papel
real en su vida. Sin embargo, yo estaba acostumbrada a ser la única que tomaba las
decisiones en la vida de Franny, y una parte de mí no estaba lista para compartir eso. —
Puedo sentarme a y hablar con ella esta noche, pero tengo que hacerlo sola. Una vez que
entienda por qué la traje aquí, querrá conocerte, entonces podremos hacer frente a esto
juntos. Los tres.
Nos sentamos en silencio, sin siquiera mirarnos. Había un abismo entre nosotros
que nunca hubiera imaginado que sería posible. Él había sido mi alma gemela, mi mejor
amigo, había llevado en mi memoria recuerdos nuestros juntos todos estos años. Era
doloroso, porque sabía que tenía que dejarlos ir.
Mirando mis manos, le pregunté: —¿Por qué no podía encontrarte? ¿Por qué
cambiaste tu nombre? —Le había contado todo sobre mi pasado, sin embargo, él aún no me
había dicho nada.
—Papá se divorció de mamá cuando ella fue ingresada en la clínica, luego se casó
con Carlotta, su secretaria. Así que hui. Salí de la ciudad y no miré hacia atrás. Luego conocí
a un hombre que me dio trabajo y una vía de escape. Una manera de lidiar con mis
demonios.
¿Eso era todo? ¿No me diría nada más que eso? —¿Qué hiciste? ¿Cambiaste de
nombre porque habías huido? —insistí.
Él negó con la cabeza y se levantó. —Lo cambié porque quería olvidar lo que había
sufrido River Kipling. Quería empezar una vida nueva y olvidar mi pasado —Eso era todo.
Todo lo que iba a decir. Cuando me puse a su lado, dijo: —Dame tu teléfono. Te agendaré
mi número.
Me quede de pie allí, esperando que dijera algo más, pero él se volteó y se dirigió a
la puerta. Lo observé hasta que se detuvo y se giró para observarme. —No voy a aceptar tu
carta de renuncia. Fui una mierda la otra noche. No volverá a suceder. Fue una noche
estresante, y Brad merecía que lo corrigiera, no tú. Nos vemos mañana por la tarde en el
trabajo. Y habla con Franny. Ya he perdido bastante tiempo con ella. Llámame tan pronto
como esté lista.
Nunca hubiera imaginado que así sería cómo terminaría esta noche.
Me acerqué a la ventana para ver a Captain subirse a su camioneta. Una vez que se
fue, salí de casa y me dirigí hacia lo de la señora Baylor para buscar a Franny.
Empecé a hacer tortitas con trocitos de chocolate, que eran las preferidas de Franny,
y le envié un mensaje a Captain.
Hablaré con Franny hoy. Ella querrá verte pronto. Avísame cuando estés
disponible.
Ese era River. Yo no podría acercarme a él nunca más pero, tal vez, por Franny,
volvería a ser el hombre que una vez había conocido. El hombre protector que podría hacer
o ser lo que ella necesitara.
—Hoy vamos a pasar el rato, sólo tú y yo. No hay clases. ¿Qué te parece? —le dije
sonando un poco, demasiado alegre.
Yo negué con la cabeza y sonreí. —No, pero quiero hablar acerca de algo contigo.
Es algo bueno. Así que vamos a comer, y luego podremos hablar todo lo que quieras.
No debería haberlo mencionado todavía. Ella era una niña impaciente. Le gustaba
saber el final de un libro antes de leerlo o incluso el final de una película. Debí suponer que
querría saber de lo que hablaba antes que lo hiciéramos. —Primero comeremos, luego
vamos a hablar —le contesté, antes de tomar un bocado.
N
o había dormido en toda la noche. Cuando llegué a mi barco, lo primero
que hice fue agarrar una botella de whisky y tome varios tragos largos,
antes de estrellar mi puño en la pared. Luego lancé una silla y me rompí
una pierna. Me recosté sobre una pared y acuné mi cabeza entre mis manos, mientras las
furiosas emociones que se desataban dentro de mí me destruían.
Addy estaba viva. Teníamos una hija en común. Y había perdido todos estos años
con las dos. Había matado a hombres y perdí cada pieza de mi puta alma a excepción de la
que aún se aferraba al amor que sentía por esa chica. Una chica que ni siquiera estaba seguro
de que me siguiera queriendo. ¿Quién coño podría culparla?
Había sido una mierda con ella. Había actuado como un cabrón cuando su hija -no,
nuestra hija- estaba enferma, y ella había estado cuidando de ella, sola. ¡Maldito infierno!
Mi hija. Ella había estado cuidando de mi hija, y me había hecho sentir como si eso fuera un
problema. El nudo de malestar que sentía en el estómago me hizo retorcer mientras
recordaba todas las conversaciones que había tenido con ella desde que había entrado de
nuevo en mi vida.
Mirarla a los ojos la noche anterior había sido mi perdición. Tuve que salir
corriendo de la casa. Necesitaba tomar cierta distancia. Estuve tan cerca de caer de rodillas y
pedirle que me perdone. Creo que esa podría haber sido la mejor cosa que pudiera haber
hecho. Pero estaba tan descontrolado emocionalmente que no estaba seguro de poder decir
mucho más.
Saqué el teléfono de mi bolsillo de nuevo solo para mirar el simple texto que me
había enviado, para poder ver su nombre en mi pantalla. Addy. Sentí una opresión en mi
pecho, y tome una respiración profunda. Ella estaba aquí. Esto era real.
Había permanecido despierto tantas noches, imaginando cómo sería nuestra vida
ahora, si yo hubiera estado allí para protegerla. Ella era mi única razón en la vida para
luchar. Cada batalla que tuve que pelear, cada error que intenté corregir, había sido por ella.
¿Pero para qué? Ella se había distanciado de mí. Le había fallado. Había matado al
chico que una vez conoció. Este era yo ahora. Era todo lo que había quedado de mí. Y nunca
sería suficiente para ella. Ella se merecía mucho más.
Mis padres habían estado gritándose el uno al otro durante más de una hora.
Sostenía a Addy en mis brazos mientras nos sentamos en su cama, escuchando en silencio.
Ambos queríamos que mi papá hiciera algo, pero nunca lo hizo. Sin embargo, eso no nos
impedía tener esperanzas.
—¿Crees que debería conducir? —susurró Addy, a pesar de que no había nadie en
la casa que pudiera oírnos.
—No, pero no puedo detenerla —le contesté. Probablemente podría, pero eso
significaba traerla aquí de vuelta y Addy se convertiría en su objetivo. No estaba dispuesto
a hacer eso.
—Él no va a volver, ¿verdad? —preguntó ella, había miedo en su voz. Los dos
sabíamos que si este caso iba a la corte, Addy se iría de nuestra casa y sería enviada a otro
lugar. No dejaría que ellos la alejaran de mí. ¿Quién sabía en qué tipo de situación se
encontraría en otro lado? Al menos aquí, ella me tenía a mí.
Mi respuesta era siempre la misma. —Sí, no quiero estar en ninguna otra parte.
Movió sus manos para agarrar mis brazos con fuerza. —Bésame, por favor.
Sus labios eran tan suaves que me daban ganas de tener cuidado, pero ella siempre
se presionaba más fuerte contra mí, y profundizábamos nuestros besos, hasta que me
olvidaba de tratarla como si fuera frágil. Sus manos se deslizaron por mi pecho, mientras
agarraba puñados de mi camisa y arqueaba su cuerpo contra el mío. Cada una de sus
curvas se apretaba contra mí. La redondez de sus pechos se burlaba de mí, porque no la
había tocado allí todavía. Realmente no. Pero Dios, lo quería, y por la forma en que se
frotaba contra mí, sabía que ella también lo quería. Ya estaba lista.
Sus ojos se abrieron, y ella me miró con una mezcla de necesidad e incertidumbre.
—Eres hermosa —le dije, inclinándome para presionar un beso en sus labios.
Ella abrió su boca para mí fácilmente y envolvió sus brazos a mí alrededor. Sus
pezones duros, ahora desnudos, presionaban contra mi pecho, y mi pene se movió otra vez.
Deje un rastro de besos desde su mandíbula hasta su cuello y luego demoré un tiempo en su
clavícula, antes de mover mis manos para cubrir cada pecho redondo, y cremoso, sus
pezones eran de color rosa pálido, más perfectos que cualquier cosa que jamás hubiera
visto, se me hacía difícil resistirme a ellos, ya que mi boca se movía cada vez más cerca, y
capturé uno en mi boca.
Addy gritó mi nombre, y sus manos fueron hacia mi cabeza, se aferró a mi pelo
mientras se retorcía debajo de mí. Esta noche me tendría que detener aquí, pero yo sabía
que esto era sólo el comienzo. Había estado enamorado de Addy desde hace un tiempo, y
ella me había dado una muestra de lo que podía dar. Nunca querría a nadie más que a ella.
Esto estaba tan cerca del cielo como cualquier hombre podría estar.
Addy
F
ranny me miraba sin decir una palabra. Estaba preocupada, tal vez me había
apresurado, no lo había pensado demasiado bien o quizás ella estaba molesta
conmigo por haberle ocultado esto desde que llegamos.
—Así que... ¿él quiere reunirse conmigo, también? —preguntó finalmente, con los
ojos abiertos bien grandes por el asombro. Esto era lo que ella había querido durante mucho
tiempo. Tener que estar delante de ella para decírselo era abrumador. Dejé escapar el aliento
que estaba conteniendo cuando me di cuenta de que su silencio no era porque estuviera
enfadada, era porque le estaba dando algo que ella quería desesperadamente.
—Sí, claro que sí. Él no tenía idea de que tú existías. Hubo un malentendido que
nos mantuvo alejados, y me ha tomado mucho tiempo poder encontrarlo. Pero estoy
contenta de haberlo hecho. Quiere conocerte y ser parte de tu vida.
—Él quiere conocerte, cariño. Eres su hija. Nos amamos mucho una vez, y tú fuiste
concebida a partir de ese amor. Pero hemos crecido y cambiado desde entonces. Ya no
tenemos esos sentimientos.
Sabía que esto pasaría. Una vez que ella se decidía por algo, lo quería en ese mismo
momento.
Esto era todo. Todos esos años de preguntas, y esto era todo. River sería alguien en
la vida de su hija. Había querido que esto sucediera hace tiempo. Franny lo merecía.
¿Quieres que vaya allí, o sería más fácil para ella si nos vamos por un helado o
algo?
Él respondió inmediatamente.
Nos vemos en el Sugar Shack cuando ella esté lista. Estaré esperando.
—Vamos a reunirnos con él en Sugar Shack por un helado —le dije con una
sonrisa. Ella ya había estado en Sugar Shack una vez. Había sido su regalo cuando me
dieron mi primer cheque de pago la vez que nos mudamos aquí. Era una heladería pintoresca
llena de todos los dulces que puedas imaginar, en medio de la playa.
Yo observaba desde la distancia como Delany coqueteaba con River. Debido a que
posiblemente conseguiría que me echen de casa si un profesor llegara a notar que River y
yo éramos una pareja, no actuábamos de manera diferente en la escuela. Yo quería sostener
su mano en los pasillos, pero los dos sabíamos que si alguien le decía a sus padres, ellos me
enviarían lejos. Seguramente a un hogar para niñas hasta que cumpliera los dieciocho
años. Esos lugares tenían terribles reputaciones, nunca vería a River otra vez.
Delany tocó su pecho, y yo dejé de respirar, pero seguí mirando, deseando poder
caminar lejos y confiar en él. Pero era más que solo confianza. Quería ver su rostro. Ver si
él la quería, también. Era todo lo que tenía que hacer para tranquilizarme.
Esos labios que tanto amaba hicieron una mueca de desagrado mientras él retiraba
su mano de su pecho y se alejaba retrocediendo. Estaba demasiado lejos de ellos para
oírlos, pero él se veía molesto. La opresión que sentía en el pecho, que sabía eran celos, se
desvaneció lentamente, así que comencé a retroceder para marcharme de allí cuando sus
ojos se encontraron con los míos.
Delany lo llamó, pero él no volvió a ver hacia atrás. Su mirada de odio se clavó en
mí, antes de que ella girara sobre sus talones y se alejara con rabia. No me importaba si
pensaba que River estaba conmigo. Ella
no podía hacernos daño.
—¿Disfrutas del espectáculo? —preguntó River con una sonrisa suavizando sus
palabras.
Sentí como mis mejillas se calentaban y agaché la cabeza incapaz de mirarlo a los
ojos. Yo era culpable, esto era embarazoso.
Su mano acarició mi cabello, ese era el único contacto que se atrevía a tener en la
escuela además de hablar. —Eres mi chica, Addy. Lo sabes. No quiero a nadie más —su
voz era un susurro ronco.
—Lo sé. Yo solo...estaba...Lo siento —dije finalmente. No había nada más que
pudiera decir. Él sabía que lo había visto. No iba a mentir.
River rio. —Creo que si tu chica está celosa, ella te quiere tanto como tú la quieres
a ella. Si ella deja de ser celosa, es porque quiere a otra persona. Mejor me quedo con los
celos. Es dulce.
Sonriendo, lo miré a los ojos. —Iba a decirte que no estaba celosa, pero si así es
como tú lo ves, entonces yo estaba muy celosa —susurré para que nadie más pudiera oírme.
River me hizo un guiño. —Bueno. Ya que cualquier tipo que se pare a mirarte de
cualquier manera me hace verlo todo rojo. Mejor vamos a clase.
Caminé junto a él de nuevo por el pasillo, con el pecho tan grande y lleno de amor
que era un milagro que no explotara justo allí.
M
e senté en un banco a las afueras del Sugar Shack, buscando el coche de
Addy. Había llegado aquí diez minutos después que ella enviara un
mensaje, sabiendo que podría ser una hora antes de que llegaran, pero
no iba a permitir estuvieran primero en este lugar. Yo quería esto. También necesitaba para
ver Addy de nuevo, porque había sido un desastre anoche. Casi no había sido capaz de
hablar o dar sentido a nada; había estado tan distraído por ella, sentada frente a mí.
Sólo deseaba haber podido estar allí. La vida que Addy y yo habíamos imaginado,
abrazados juntos en su cama, nunca sucedería, pero al menos tenía esto. Yo tenía una parte
de ella que era mía. Compartimos algo. No, compartimos alguien. El producto del único
amor que jamás había experimentado.
La idea de que Addy podría haber amado de nuevo se sentía como un cuchillo
carnicero en el estómago. Hubo otras mujeres para mí, pero nunca había dado mi corazón a
nadie más. ¿Y si lo había hecho? ¿Y si no había sido su único amor, sólo el primero? ¿Qué
podría hacer yo frente a esa información? Joder, no. Tendría que romper más mierda, porque
cuando se trataba de Addy, yo era irracional.
Cambié mi mirada a Addy; tenía el pelo largo y rojo que acomodó a un lado en una
cola de caballo baja por encima del hombro. Tenía los hombros al descubierto, y su piel
blanca mostraba un puñado de pecas. Solía bromear con ella sobre ellos mientras besaba
cada uno de ellos. Eso siempre la hacía reír.
El azul pálido de su camiseta sin mangas hacía juego con sus ojos, haciéndolos
brillar aún más mientras me miraba. Hubo una ligera advertencia en ellos, pero también
había confianza. Ella me estaba confiando entrar en la vida de Franny, pero pude ver que la
madre protectora en ella. Una vez más, algo que nunca había tenido la oportunidad de
conocer antes. Me encantó que se asegurara de que nuestra hija tuviera lo que siempre
habíamos deseado. Desde ahora, me aseguraría de que Franny consiguiera eso de ambos
padres.
—Hola, Captain —dijo Addy, con una pequeña sonrisa—. Franny probablemente
tiene un montón de preguntas para ti. Espero que estés preparado para una niña curiosa. Pero
vayamos por un poco de helado primero y acabamos de conocer unos a otros. Ir lento —ella
tenía el control, y yo estaba bien con eso. Ella sabía lo que ponía cómoda a Franny. Incluso
si quería mirar a Franny y preguntarle acerca de la escuela y su música favorita y el tipo de
películas que le gustaban, aún no era el momento.
Los ojos de Addy se ampliaron y me miró antes de voltear hacia Franny. —Um,
menta con chispas de chocolate —repitió.
Franny sonrió a los dos. —Ella siempre pide eso. No dejo de pensar que va a
cambiar de opinión. Ella nunca lo hace —explicó Franny, mientras miraba por encima de los
diferentes sabores.
—Y tú nunca pides el mismo sabor dos veces —dijo Addy, luego echó un vistazo
rápido a mí—. Como alguien que conozco —susurró ella, sonriendo. Ella no sólo estaba
haciéndome saber que recordaba que a mí me gustaba probar todos los sabores, sino que
también me demostraba que nuestra hija tenía algunos de mis rasgos. Franny podría ser una
mini Addy, pero tenía su propia personalidad. Yo ya podía confirmarlo.
—Quiero el de almendras con nuez. Tiene trozos de nueces, ¿ves? —dijo Franny,
apuntando al helado.
Giró su rostro emotivo hacía mí. —Me gustan los conos hechos de waffles.
Ya sabía lo que le gustaba a Franny. Miré hacia el joven que esperaba para tomar
nuestras órdenes. —Dos bolas de almendra con nuez en cono de waffle, dos bolas de menta
con chispas de chocolate en cono de azúcar y una bola de cada uno en un cono de waffle.
—Mami jamás pide de doble sabor —advirtió Franny, sus ojos grandes cuando
miró a su madre.
Ella sonrió y negó con la cabeza, antes de alcanzar el cono lleno de crema de
almendras que el chico entregó sobre el mostrador. —Aquí tienes, cariño. Vamos a
encontrar un buen lugar en la sombra para comer esto.
Franny se apuró hacia la puerta mientras lamía su helado y Addy me miró. —Yo
pagaré por nosotros.
Como el infierno que ella lo haría. —Yo me encargo —dije, luego tomé su cono de
las manos del chico—. Ve con Franny. Ayúdala a encontrar un sitio.
Addy
l era diferente. Este no era el hombre que yo había conocido hace un mes. No
É era tan duro y distante. El hecho de que recordara mi sabor de helado favorito
me derritió un poco. Tuve, por un breve momento, a River otra vez. Sin
embargo, no albergaba ninguna esperanza. Pero me alegraba que Franny conociera a este
hombre.
Alto y fuerte. Eso era lo que ella pensaba hasta ahora. Sonreí cuando nos
sentábamos en una mesa redonda con una gran sombrilla bloqueando el sol.
Acordé con un asentimiento. —Es un buen hombre —yo lo sabía, muy en el fondo.
—Buen sitio —dijo Captain, cuando empujaba una silla a un lado de Franny y
frente a mí—. ¿Es rico el sabor? —preguntó mirando a Franny.
Ella limpió su boca con el dorso de su mano mientras asentía. —Me encanta aquí.
Venimos una vez cuando recién nos mudamos. Pero era muy costoso así que no regresamos.
—Venir por helado todo el tiempo te quita la emoción. Te aburres. Debes venir de
vez en cuando —comentó Captain. Pude sentir su mirada en mí, y cambié mi vista desde mi
helado de cono. Él me dio una pequeña sonrisa y disfrutó de su helado.
Durante años, cualquier cosa que ella preguntaba sobre su padre, me pedía que le
revelara algo. Ella recordaba cada una de las historias. Observé mi helado. Tuve la
esperanza que él entendiera que no llené la cabeza de Franny con cosas, esperando que algo
sucedería entre nosotros; simplemente le di algunas piezas de él.
—No lo creo. Esto sabe muy bien. Nos dan helado para el almuerzo en la escuela
los miércoles. Pero no sabe de esta manera, sólo tienen vainilla o chocolate.
—Luego los viernes, nos ofrecen magdalenas para celebrar todos los cumpleaños
de la semana, y a veces, son de frutos rojos. Son mis favoritos. Excepto para mi amiga Anna,
que le gustan más los de chocolate, así que su semana favorita no es la misma que la mía
y… —Franny tenía toda la atención de su padre, y ella hablaba mucho. Me recliné en el
asiento y disfruté de mi helado, mientras nuestra hija le decía a Captain todo lo que él quería
saber de la vida de ella. Apenas se detenía por aire. El único momento de descanso fue
cuando regresaba a su postre, e incluso ahí, él apenas tenía la oportunidad de tomar un
respiro antes de que ella volviera hablar.
La forma en que él interactuaba con ella me hizo entender que estaba equivocada de
ocultar la verdad; no decirle que tenía una hija. Esconderla de él había sido mi manera de
protegerla, pero ¿realmente pensé que ese corazón que una vez conocí podría ser tan
diferente después de diez años? Incluso si él había cambiado y endurecido su corazón, su
bondad e instinto protector seguían allí. Sabía que Franny se acababa de convertir en una de
las niñas más suertudas en todo el mundo.
Porque cuando River Joshua Kipling decide que eras valiosa de proteger, él lo hacía
con todo lo que tenía la alcance.
Ella estaba gritando y podíamos oírla desde afuera. River se detuvo en la puerta
principal y puso su mano frente a mí, haciéndome retroceder. —Ve a nuestro sitio en el
estanque. Yo lidiaré con ella y luego te veré allá.
—Ella está al teléfono con papá —dijo, alcanzando mi mano para darle un
apretón—. Ve al estanque por mí.
River suspiró, luego dio la vuelta para enfrentarme y posicionó ambas manos en
mis hombros. Me pasaba por unos cuantos centímetros más. —Addy, por favor. Yo puedo
Me quedé viéndole, deseando que no tuviera razón. —Odio tener que dejar que
lidies con ella. Odio ser el motivo.
Me atrajo hasta él y acercó su boca a mi oído. —Tú eres mi razón para todo —
luego besó mi mejilla y se enderezó.
Sonrió. —Recuerdo cómo era la mía, y no quiero vivir sin ti otra vez.
D
espués de nuestra cita de helado, Addy acordó traer a Franny a cenar en
tres días más, en su noche libre. Yo estaba tratando de darles tiempo para
adaptarse a tenerme en su vida, pero aseguro como el infierno que no
quería esperar. Ver a Franny charlar era fascinante. Era una bola de energía, y me sentí
como si tuviera una vida con ella para compensar.
Brad abrió la puerta y dio un paso dentro. Yo había dejado un mensaje para él
pidiendo que viniera a verme. Tenía algo que necesitábamos discutir, y la cocina no era el
lugar para hacerlo.
—¿Larga noche? —pregunté, esperando que dijera que sí. Quería su atención lejos
de Addy.
Asintió. —Sí, me quedé despierto pensando en una nueva idea para el menú. Me
tomó tres intentos, pero creo que lo logré. Lo prepararé hoy y dejaré que lo pruebes —el
chico estaba obsesionado con la comida, pero eso era lo que le hacía ser el mejor.
Hoy, el nuevo gerente venía al restaurante, y me daría más tiempo para estar con
Franny, y su madre. Debido a que tenía la intención de pasar tiempo con Addy. Incluso si
ella parecía insegura acerca de mí.
—Brad, ¿cuál es tu relación con Ad…, quiero decir Rose? —me corregí
rápidamente. Llamarla Rose era difícil ahora. Recordarlo en el trabajo sería difícil. Explicar
un cambio de nombre a todo el mundo no sería fácil.
Brad frunció el ceño y se removió en su asiento. —Nada aún. Es decir, yo creo que
somos amigos. Me gusta pasar tiempo con ella. ¿Es que está contra la política de trabajo?
Asumí desde que saliste con Elle, que estaba bien.
Brad me quedó mirando un momento, luego se puso de pie. —No estoy seguro de
cómo, yo siendo su amigo y verla después del turno, afecta todo de eso. Ella es la mejor
empleada que tenemos, y lo sabes. Ella no deja que nada afecte.
Él necesitaba dar marcha atrás. Mis manos se cerraron con fuerza mientras me
fulminó con la mirada. —No me presiones —dije, bajando la voz para encontrarme con su
desafío.
—¿Te gusta ella? ¿De eso se trata? Porque la última vez que me fijé, ella no es tu
tipo. Prefieres las Elle del mundo. Y Rose no es como Elle. Ni un poco.
Estoy de acuerdo con él por completo. —Estoy cuidándola. Eso es todo. Puedes irte
ahora —no quería dejar ningún espacio para más argumentos.
Parecía como si quisiera decir algo más, pero no lo hizo. Yo sabía cómo él me veía
ahora. Él no iba a decir nada, a causa de la advertencia en mi mirada. Con una expresión de
frustración, se volteó y salió de mi oficina.
Eso había ido como esperaba, pero tenía que hacerlo. Brad era el mejor cocinero
por aquí, y no me gustaría despedirlo porque no podía mantenerse alejado de Addy.
Mi dolía el pecho ante la idea. La quería de vuelta. Deseaba que me mirara como si
supiera que yo mejoraría todo. Sabía que ella era fuerte. Dios, ella ya lo había demostrado de
la forma en que había sobrevivido y crio a nuestra hija. Ella era mucho más fuerte de lo que
pensaba.
Pero yo no quería que ella tuviera que ser tan jodidamente fuerte. Quería estar allí
para darle alguien en quien apoyarse. Para compartir la vida. Mis sentimientos por ella
nunca habían cambiado. Incluso cuando pensaba que estaba muerta, me había controlado.
Ella era la única razón por la que me aferraba a una pequeña porción de alma que me
quedaba. Quería mantener una parte de mí para ella. Incluso si ella no estaba aquí.
Me puse de pie y le tendí la mano. —Si ese soy yo. Asumo que tú eres Jamieson.
Así que, él estaba aquí. —No te preocupes. Tenía cosas que necesitaba arreglar esta
mañana. Voy a pasar el resto del día enseñándote el lugar y presentarte a los empleados.
Jamieson era más joven que yo, pero tenía ese aspecto fresco recién salido de la
escuela de negocios con sus pantalones y camisa Oxford. Yo sabía que se fijaba en mis
vaqueros desteñidos y camiseta negra. Claro, yo siempre me cambiaba de ropa antes que
comenzara el servicio de cena, pero durante el día, estaba cómodo. Él también tendría que
relajarse.
Me abstuve de rodar mis ojos. Él era un niño. Perdería ese entusiasmo muy pronto.
Estaba a punto de entrar en el mundo real.
Addy
F
ranny me había rogado para acompañarme al trabajo esta noche. Ella quería
estar con Captain. No entendía que él estaba ocupado toda la tarde, y no
podía atenderla. Pero desde el momento que regresamos al auto luego de ir
por un helado, ella no había dejado de hablar de su padre. Ya no lo llamaba Captain. Se
refería a él como su papá cuando me comentaba sobre él. Supe que a ella le gustaba como
sonaba eso, pero me preocupaba que estuviera apresurando las cosas.
O tal vez yo necesitaba que fueran más lento. Quizás era yo quien necesitaba
espacio y tiempo para ajustarme. Franny había sido mía por tanto tiempo. Compartirla de
esta forma –sus emociones, su amor– era difícil. No me lo esperaba. Quería que ella tuviera
todo. La observé conocer a su padre. Simplemente no deseaba que sintiera que yo no era
suficiente. Esa era mi inseguridad, y lo sabía.
—Comedor, ahora. Todos —llamó Elle con un tono autoritario cuando entró a la
habitación. Encontró mi mirada, luego dio la vuelta y se marchó.
Realmente esperaba que lo hiciera, pero eso era egoísta. No necesitaba pensar en
eso.
—No estás usando tus anteojos —dijo Natalie Orchard, sonriéndome—. Sabía que
había algo diferente en ti. Me gustan tus lentes de contactos. Tus ojos son asesinamente
asombrosos.
Ahora no había razón para usar anteojos falsos. No expliqué que no necesitaba de
contactos. En su lugar, sólo le agradecí y seguí a todos hasta el comedor.
—Porque ella está ligando con él —respondió Daniel—. Está tratando de darle
celos a Captain o marcar su territorio.
—Captain ni siquiera le pone atención. Él está mirando hacia acá —susurró Kyle.
Volteó para mirarme y luego a Captain—. O está mirando a Rose. Te ves malditamente bien
sin anteojos.
No quise mirar, pero estaba curiosa. Lentamente, miré hacia él, y sus ojos
estuvieron en mí de inmediato. Estaba observándome. Una pequeña sonrisa tiró de las
esquinas de su boca, y no pude evitar sonreírle de vuelta.
—Esa mierda es caliente —Kyle arrastró las palabras y desvié la mirada hacia mis
pies. Kyle soltó una risa y Natalie dejó salir un silbido bajo—. Oh, oh. Alguien capturó la
atención del chico malo. Él es misterioso y caliente al mismo tiempo.
—Alguien tiene la cara sonrojada. ¿De qué me perdí? —preguntó Hillary mientras
se posicionada a mi lado.
—Bueno, las cosas tienen que ordenarse. Él es mío ahora. Elle está avanzando con
el chico nuevo, y quiero ese culo de chico malo conmigo. Él luce como alguien a quien
puedo entretener por cinco minutos —dijo Hillary, luego hizo su camino con un meneo de
sus caderas, directo hasta Captain.
Quise continuar mirando el suelo o la ventana. A cualquier lado pero mi mirada era
determinada. Tenía que mirar y no estaba segura del por qué. ¿Y qué si él coquetea con
alguien? Él era el padre mi hija. Era mi pasado. No tenía derecho en él. Pero cuando ella se
inclinó para susurrarle al oído y capturó su atención, mi corazón se quebró un poco. No pude
evitarlo. Las viejos hábitos nunca mueren.
—¿Estas saliendo con Brad? —preguntó Daniel. Lo miré y esperé que la confusión
interna que experimentaba no se notara en mi cara.
—No, no realmente. Sólo somos amigos —le corregí. Brad coqueteaba, pero no
hacía más que eso. No me llamaba ni mandaba mensajes. Nosotros hablábamos en el
trabajo, y era un buen chico, pero yo no quería más de él. Me agradaba la amistad que
compartíamos.
—Ah, él te mira mucho, así que deduje que había algo más —explicó Daniel.
—Oh, mierda, ahí viene —susurró Kyle. Levanté la mirada y vi al grupo separarse
como el Mar Rojo.
Captain
—Rose, ven conmigo —dijo él, suficientemente alto para que los otros escucharan,
aun cuando era una suave demanda.
Cuando la puerta de su oficina se abrió, entré justo detrás de él, preguntándome que
había hecho mal. Él tenía un humor extraño, y yo no tenía idea por qué yo estaba
relacionada. Cuando di un paso dentro, él cerró la puerta, y me sobresalté ante el sonido del
click.
Captain dio un paso hacia mí, y el resto del oxígeno se evaporó. Necesitaba
afirmarme de algo. Este no era un humor que había visto antes en él. No tenía idea de cómo
manejarlo. —No la quiero. Ella se ofreció. La rechacé. Pero no me miraste —dijo, su voz
tan profunda y ronca que no pude controlar mi pecho de bajar y subir con cada breve
respiración.
Porque no me gustaba eso. No tenía ninguna razón para sentirme así, pero lo hacía
de todos modos. —No lo sé —mentí.
—Addy —su voz se volvió aún más profunda y temblé ante el sonido de mi
nombre saliendo de esos labios. Él murmuró una maldición que me distrajo de la vista de sus
labios.
Mirar sus ojos no era más fácil. Estaban oscuros ahora, sus pupilas grandes con la
intensidad de su mirada. —No me mientas. ¿Por qué no me miraste?
Me obligué a dar un paso hacia atrás, esperando para tomar un poco de distancia,
pero Captain se movió conmigo cuando dio un paso hacia adelante. Sentí como si estuviera
siendo enjaulada, y por mucho que eso debió aterrorizarme, no lo hizo. Mi cabeza sabía que
este era River. No podía estar asustada de él. Teníamos mucho entre nosotros.
—Por un momento. Tenía que aclarar las cosas con la chica. Mis ojos fueron donde
justamente los quería, pero —hizo una pausa y su mano se movió para cepillar sus nudillos
por mi brazo tan suave como un susurro— no me miraste de vuelta. No pude concentrarme.
Ni siquiera estoy segura de qué le he dicho al personal. Sólo quería tus ojos en mí. No me
gustó verte observar el suelo. Deseaba que me vieras.
Oh mi. Está bien. Este no era el hombre que solía conocer. No era el de la
heladería. ¿Quién infiernos era este? ¿Y por qué hacía que mi corazón latiera tan rápido que
corría peligro de romper una costilla en cualquier segundo? —No esperaba esto —dije,
finalmente capaz de decir algo que tuviera sentido, que demostrara lo que estaba sintiendo.
Sus manos grandes agarraron mi cintura. Su toque era eléctrico; pude sentir el calor
en mi piel, incluso a través de la ropa. Podría ser que estuviera desnuda.
—Cuando te vi por primera vez, como Rose, fui incapaz de apartar la mirada.
Nadie me había capturado así. No desde… tú. No me agradaba mirarte porque te movías
como mi Addy. Te reías como mi Addy. Eras pequeña y femenina, tan parecida a mi Addy,
y yo no quería nadie a mi alrededor que me recordara lo que había perdido. Me mantuve
alejado de cualquiera que te pareciera en lo más mínimo. Pero tú eras difícil de ignorar. Te
observaba más de lo que debí. Odié que estuvieras llamando algo en mi interior que había
reservado para una persona. ¿Y luego descubrí que tú eras esa persona? Estabas aquí, y está
jodiendo con mi cabeza, Addy.
Esto era honestidad. El tipo de honestidad emocional que jamás esperé. Yo había
sabido quien era él todo el tiempo; estuvo en la oscuridad, sin embargo, él me había sentido.
Era por mí de quien se había sentido atraído, no importó cómo me había presentado.
—Estaba Elle —dije simplemente, recordando tanto a él como a mí. Puede que me
haya sentido, pero era Elle quien estaba doblada en su escritorio, en esta oficina.
Sus ojos se nublaron con arrepentimiento. —Ella era una distracción. Todas fueron
una distracción. Fueron cientos –no voy a mentirte. Pero no me importaba ninguna de ellas.
Nunca las dejé que me tuvieran de la forma que tú lo hiciste. Nadie tocó mi alma, Addy.
Sólo tú.
Mi piel odió esas palabras. Yo no había dormido con nadie más desde él. Pasaron
diez años, y es difícil de creer, pero nunca quise estar con alguien más. Y hasta que me
enamorara otra vez, no iba a darle esa parte de mí a otro. Tener intimidad con alguien los
traía a mi vida, y también a la vida de Franny. Nadie había sido lo suficientemente bueno.
—¿Cientos? —repetí. Deseé que eso no doliera. Pero él había pensado que yo
estaba muerta. ¿Podría escucharlo decir que enamorarse de una o dos mujeres era fácil? No.
Eso podría matarme.
—Nunca me importaron. Nunca veía sus caras. A ninguna. No podía ver a nadie
más que a ti —repitió cuando movió su mano para acunar un lado de mi cara.
Tropecé hacia atrás, agarrando la parte trasera de la silla para mantenerme estable.
Captain se dio vuelta y caminó hasta su escritorio. Posicionó ambas manos en la parte de
arriba y dejó caer su cabeza mientras se quedaba parado ahí, luciendo como si se encontrara
en una batalla interna.
No dije nada. Había pensado que él quería saber. Pero su reacción fue confusa.
Finalmente fui capaz de recuperar la respiración; él estaba lo suficientemente lejos que su
energía y presencia no consumía todo el aire a mi alrededor.
—No soy el mismo. Soy sombrío, Addy. He hecho cosas que me han roto. El chico
que te adoró y trató con cuidado ya no está. Ya no lo conozco. Él no es yo. Soy… intenso.
Incluso contigo, especialmente contigo, me he perdido, y… —negó, se enderezó y volteó—.
Lo que deseo, lo que me gusta, no es algo que tú conozcas. No puedo avanzar allí contigo.
Esa mirada. Una mirada que yo no había visto en tanto tiempo me golpeó con
fuerza. Era la mirada que yo deseaba. —Eres demasiado especial, tan jodidamente preciosa,
para lo que yo me he convertido.
Pero él no quería ser nada para mí. Me quedé sin habla, pero él era sincero. La
realidad se deslizó dentro de mí de una manera que jamás lo superaré, pero yo era fuerte.
Era una sobreviviente, y no rogaría a nadie para quererme. Ya lo había hecho cuando era
niña una vez, y mi madre me dejó de todos modos. Nunca más. Ni siquiera por River Joshua
Kipling.
M
i estado de ánimo se había ido al infierno. Había gruñido respuestas a
cualquiera lo suficientemente valiente para preguntar y Jamieson estaba
molestando la mierda fuera de mí, con su traje y su iPad Mini. Esta
noche no podría terminar tan pronto. Mantenerse ocupado era todo lo que me permitió estar
alejado de Addy y observar cada movimiento que hacía.
Cuando ella salió de mi oficina sin decir una palabra, supe que había estado muy
cerca de atraerla hacia mí. Podría haberla besado. Ella lo habría permitido. Cuando se
inclinó hacia mí y su cuerpo había respondido a mis manos, me sentí como el rey del
mundo. Entonces me dijo lo que ya me había temido. La inocencia que brillaba a través de
sus ojos no era un acto.
Si bien había cambiado con los años, asegurándome de destruir mis emociones para
matar el dolor, Addy había permanecido esencialmente la misma. Se había vuelto dura, y
había aprendido a sobrevivir, pero eso sólo la hacía más especial. ¿Cómo iba a tocarla?
¿Cómo era incluso que yo fuera digno de estar cerca de ella? Joder, si ella supiera lo que
quería hacerle, estaría aterrada. Todo lo que ella había tenido era un chico que estaba tan
enamorado de ella, y el dulce y fácil sexo que había sido perfecto.
Pero yo no quería eso con ella. La quería desnuda e inclinada sobre el escritorio con
las piernas abiertas, para poder arrodillarme entre ellas y saborear, algo que nunca había
hecho. Quería sus rodillas dobladas mientras las sostenía con mis manos y pasaba la lengua
a través de su calor hasta que ella gritara mi nombre, temblando por mi beso. Entonces
quería estrellarme duro contra ella por detrás y mirar su cara en un espejo mientras se corría
en mi pene. Debido a que no habría ningún condón con ella. No quería nada entre nosotros.
Cerrando los ojos, consideré irme temprano. No podía seguir con esto. Cada
movimiento que hacía, yo lo sabía. Incluso si no la estaba viendo como deseaba, yo la sentía.
Sabía que ella estaba hablando y haciendo.
Su risa resonó y mis ojos se abrieron de golpe, y una opresión fuerte rodó sobre mí.
Ella estaba en la cocina. El hijo de puta estaba haciéndola reír. La furia hirviendo en mis
venas era más de lo que podía aplacar. Él había sido advertido.
Sus ojos se ampliaron y pude ver desconcierto y miedo. Yo quería eso. Él tenía que
jodidamente temer de mí. Yo no era un hombre completo. Estaba quebrado, jodido, y él se
estaba acercando demasiado a la mujer que me pertenecía.
Mantuve mis ojos en Brad hasta que él asintió y enfocó su atención en la comida
frente a él.
Volteé para mirar por sobre su cabeza algún punto en la pared. No podía dejar que
viera mis ojos. Conocía la maldad que había en ellos. La maldad que había surgido de mí.
—No dejes que se acerque a ti —fue todo lo que dije, antes de marcharme.
Si ella no comprendía ahora por qué yo había hecho eso, entonces no estaba seguro
que entendiera jamás. Tenía que salir y calmarme. No había ningún gimnasio abierto a esta
hora en esta pequeña ciudad, y ahora mismo, lo necesitaba. Necesitaba golpear algo hasta
tan estar exhausto para levantarme.
—La mesa cinco no está feliz con su carne, a pesar que está cocinada a la
temperatura que ellos requirieron —dijo Jamieson, apresurándose hacia mí.
Me importaba una mierda que la mesa cinco estuviera de mal humor. —Encárgate.
No hay tiempo como el presente para lidiar con mierda —mascullé, con un gruñido que no
pude controlar, antes de dirigirme hacia fuera.
Había pensado en ella de esta manera. Sabía que era hermosa pero nunca imaginé
cuan perfecta sería. Ella tembló, y eso fue suficiente para despertar de mi trance y así
cerrar la puerta y bloquearla. Estaba desnuda y esto no era un accidente.
—Hey —dijo suavemente, y mi pene, que ya estaba listo para poner atención, se
levantó. ¿Qué estaba haciendo ella?
Mis ojos bajaron por su estómago plano y la peca justo al lado de su ombligo que
me encantaba. Entonces contuve el aliento mientras bajé la mirada para ver el pequeño
triángulo de pelo rubio.
Dios, ¿acaso jamás se había mirado en un espejo? Esto era… joder, esto era cada
fantasía que había tenido. —Completamente —le aseguré, arrancando mis ojos de su
cuerpo para mirar su rostro. Ella sonrió tímidamente—. ¿Qué está pasando, Addy? —yo
temía de esperar algo más.
Di un paso hacia ella, y mis manos temblaron mientras me aproximaba. Esto era.
Esta noche la tendría de una forma en que nadie la iba a tener. Sería completamente mía.
Nos conoceríamos más profundamente. Nuestra conexión ya era algo que jamás yo había
experimentado en mi vida, pero esto sería inquebrantable.
Pero esto era diferente, quería memorizar cada segundo. Cada centímetro de su
cuerpo. Cuando me sumergiera dentro de Addy, le daría todo de mí que ya le pertenecía. —
Te amo demasiado —dije contra sus labios mientras nos dirigía hacia su cama.
Ella sonrió y escondió la cabeza en mi pecho. —Lo sé, pero con tus brazos a mí
alrededor, no importará. Estaremos tan cerca como podamos. Eso es lo que quiero más que
nada.
—Quítate la camiseta, River. Quiero sentirte contra mí con nada que se interponga
entre nosotros —dijo contra mi pecho, luego retrocedió para que yo pudiera hacer lo que
me pedía.
Sus pechos bajaban y subían rápido cuando su respiración se aceleró. Sus ojos
estaban en mi camiseta, y alcancé el borde de esta para sacarla por sobre mi cabeza. Sus
apretados pezones rosados se burlaban de mí, y la idea de sentirlos contra mi pecho
desnudo me trajo peligrosamente cerca a correrme en mis vaqueros. Esto podría ser más de
lo que yo podía manejar.
—Sí —respondí, moviendo mis manos hacia abajo hasta acunar gentilmente su
culo desnudo. La levanté, apretándola contra mí, y luego ella envolvió mi cintura con sus
piernas, ubicando su centro justo sobre mi erección. Su calor atravesó mis vaqueros. La
imagen de ella, abierta como ahora y presionada contra mí, me tenía a punto de derribarme
hasta caer de rodillas. Tenía que recostarla en la cama, sostenerla.
Ella movió sus caderas ligeramente, y el calor en sus ojos se encendió. —Oh, eso…
oh —sollozó.
El hecho de que ella estuviera lo suficientemente excitada para pedirme cosas, tan
valiente y fuera de su carácter, me tenía sonriendo. Addy me pedía que me desnudara. Si yo
estaba durmiendo, iba a despertar tan jodidamente molesto.
Addy
E
scuchar a Franny hablar sobre nuestra cena con Captain en los próximos
dos días era difícil. Yo no estaba lista para verlo, menos cenar con él. Tan
pronto como deje a Franny en la escuela, llamaría para decir que estaba
enferma. No quería enfrentarlo hoy. No después de la montaña rusa de anoche.
—Y le dije a Cameron que tan alto era mi papá y que tenía músculos grandes. Él
tiene grandes músculos, ¿verdad, mami?
—Ella dijo que su padre era más grande, pero él no lo es. Mi papi es más lindo. Lo
sé. Creo que nadie tiene un papi tan lindo como el mío.
Ella tenía razón. Sin embargo, no iba a ser algún comentario. Sólo seguí
revolviendo mi avena.
—No lo sé, Franny. Aún queda tiempo, y recién estamos integrándolo a nuestras
vidas. Él podría irse —yo había escuchado que él pretendía no quedarse por mucho—.
Puede visitarte cuando tenga tiempo. Sólo que ahora no sé.
La luz en los ojos de Franny disminuyó un poco. Odiaba ser la causa de eso, pero
¿cómo podía prometerle algo de lo que no estaba segura?
—Sí él puede estar ahí, lo estará. Eso lo sé —le aseguré, esperando arreglar mi
respuesta anterior.
Luego, ella sonrió. —Apuesto que si querrá. Puedes hacer un gran y delicioso
pastel con cubierta de frutos rojos. Me encanta. A él también le gusta. Le pregunté. Ama
cuando tú cocinas. Haces los mejores.
Ella parecía muy feliz con esto. Levantándose, camino hacia mí y besó mi mejilla.
—Cepillaré mis dientes y luego estaré lista para la escuela.
Asentí, dándole una abrazo y observando a mi pequeña saltar lejos. Quería que lo
tuviera todo. Y para ella, Captain era parte de eso.
Una vez que Franny estaba en la escuela y yo de vuelta en casa, me puse un par de
pantalones cortos y un top corto y decidí que era buen momento para limpiar la casa de
arriba hasta abajo. Estuve agradecida que fuera Jamieson quien atendiera mi llamada. Me
había dicho que esperaba que me mejorara pronto y fue muy profesional y educado. Me
pregunté cuanto duraría su entusiasmo.
El plan de hoy era limpiar y olvidarme por completo de ayer. Especialmente del
momento en su oficina cuando quedé como una tonta por derretirme frente a él como una
idiota. La manera en que me rechazó tan fácilmente se había sentido como un balde de agua
fría. Después de observar cómo él trababa a las mujeres hace un mes, pensé que tenía que
ser más inteligente que eso.
Una vez, yo había sido lo que él quería. El hecho de que había estado sólo con él
nos hizo más cercanos. River se había sentido orgulloso y me hizo sentir especial. Nuestros
ojos se encontraban en los pasillos de la escuela, y nos conectábamos sin palabras. Nos unió
de una manera que me arruinó para todos los demás. No había deseado esa clase de
conexión con otra persona.
Sin embargo, eso había cambiado para él. Ahora quería otras cosas y no pretendía
enseñarme. Bien. Como sea. Tampoco lo necesitaba. La única cosa que me molestaba era
que sus acciones desfloraban el recuerdo de lo que una vez tuvimos. Yo conservaba un
recuerdo en particular y me mantenía cálida cuando estaba sola. Ahora no era suficiente. O
tal vez, yo no era suficiente.
Me quedé viendo mi reflejo en el espejo. ¿Podían otros ver que estaba diferente?
Me sentía distinta y era capaz de notarlo.
River me había abrazado por horas después de tener sexo la última noche. Luego
me limpió y se encargó de mis sábanas temprano por la mañana, antes de atraerme hacia
sus brazos por un beso y volver a su habitación.
Yo no había sido capaz de dormir después de que se marchara. Todo lo que pude
hacer fue sonreír mientras miraba el techo, recordando cada momento. Había dolido, pero
la forma en que me sostuvo y susurraba en mi oído cuanto me amaba ayudó para aliviar la
molestia palpitante hasta que él pudiera moverse otra vez.
Su rostro cuando se quedó quieto y bajaba la vista hacia mí, su mandíbula aflojada
y sus ojos perdidos, habían sido hermosos. Deseaba ver eso otra vez. Ver el condón
mientras se lo sacaba, manchado con mi sangre, me sorprendió, pero él cogió su camiseta y
limpió entre mis piernas, diciéndome que era normal en la primera vez. Le creí. Ahora,
decirle que lo amaba no parecía suficiente. Era mucho más que eso. Él era lo que me
completaba. Llenaba mi vida.
Ahora, River apareció por detrás, deslizó sus brazos alrededor de mi cintura, y
miró nuestro reflejo en el espejo. Lo observé cuando giró su cabeza para besar mi sien
antes de volver a mirarme. Nuestros ojos decían más lo que nosotros podíamos.
S
u coche estaba en el camino de entrada cuando llegué a casa de Addy.
Cuando había llegado a la oficina y descubrí que ella había llamado para
avisar que estaba enferma, yo había girado y regresé por la carretera. Ella no
estaba enferma. Al menos, esperaba que no lo estuviera. Estaba más que seguro de que había
llamado para mantenerse alejada de mí. Yo lo merecía, maldición. La noche anterior había
salido mal. Quería acercarme a ella y tener una relación con mi hija.
Quería a Addy. Sí, lo dije. Jodidamente la quería. La idea de ella con alguien más,
me volvía loco. Pero ¿cómo podría tenerla? El hombre que era ahora nunca podría ser
alguien a quien ella adorara.
Aparqué mi camioneta y me dirigí a la puerta, sin saber lo que pretendía decir, pero
tenía que explicarme. Esta cosa entre nosotros tenía que arreglarse por Franny, y mi cordura.
Dormir la noche anterior fue imposible. La expresión en el rostro de Addy antes de que ella
volteara y saliera de mi oficina, jugaba con mi mente. ¿Cómo podría protegerla de mí? La
había protegido de todos los demás, pero nunca había tenido que protegerla de mí.
El pequeño porche de la casa de huéspedes que habían alquilado estaba limpio, con
macetas de flores le daba al lugar un toque casero. Incluso las huellas fueron barridas. Addy
le dio tanto nuestra hija. Nunca sería capaz de darle lo que Addy podía. Pero quería
entregarle todo lo que estuviera en mi poder.
Antes de alcanzar el escalón más alto, la puerta se abrió, y Addy se quedó allí,
mirándome. Eso debería haber sido lo primero en preocuparme: lo que iba a decir para
solucionar este problema. Pero eso no fue lo que me llamó la atención.
Ella no llevaba sujetador. Sus pechos mucho más grandes fueron metidos en un top
que no era lo suficientemente grande como para contenerlos. Dios me ayude, la quería
desnuda.
Tuve que sacudir mi cabeza y enfocar mis ojos lejos de sus tetas para recuperar la
concentración. Mirar hacia arriba, a su cara enfadada, ayudó. No quería que se enojara
conmigo. Tenía que encontrar una manera de compensarla por la noche anterior y la forma
desagradable con que manipulé las cosas. Pero ella necesitaba un sujetador. Un saco de
patatas sería aún mejor. —Vine a hablar —dije.
—¿Puedo entrar?
—No.
Iba a tener que hacerlo mejor. —Addy, lo siento. Fui un idiota anoche, y me
gustaría hablar de lo sucedido. Por favor.
Eso la ablandó un poco. Pude ver deslizarse la ira que estaba usando como un
escudo. Ella mordió su labio inferior y dio un paso atrás. Esa fue una buena señal. —De
acuerdo. Bien.
Alejé la mirada fuera de su trasero antes de sacudir la cabeza. —No, estoy bien,
gracias.
—Bien, entonces, habla —ella me miró con una franqueza de la que no estaba
acostumbrado. Últimamente, casi no me miraba a los ojos. Pero yo había logrado que fuera
así. Me indicó que me sentara en el sofá, y ella lo hizo en una silla al frente.
Me hubiera gustado venir más preparado. Había tomado una decisión apresurada
cuando supe que ella había faltado al trabajo, pero ahora que la tenía para mí solo, no sabía
por dónde empezar. Se veía molesta. Una vez más, yo no estaba acostumbrado a eso.
La mirada de Addy bajó a su regazo mientras se retorcía las manos. Habría dado
cualquier cosa por saber lo que estaba pensando. Repetí lo que había dicho en mi cabeza,
esperando que sonara de la forma en que lo sentía. Minimizar lo que había pasado entre
nosotros no era lo que deseaba hacer. No con Addy. Debido a que había estado perdido en
ella en ese momento y no volvería hacerlo.
—Creo que me perdí, también. Eras River por un momento. Por lo que entiendo —
ella levantó la mirada para encontrarse con la mía, y vi dolor allí que me retorcía las tripas—
. ¿Pero qué sucedió en la cocina? ¿Por qué te enojas tanto? Ni Brad ni yo hicimos algo para
encender tu furia.
Mierda. Joder. No tenía una respuesta, y si esto era por qué ella parecía herida, lo
odiaba incluso más. La idea de que ella podría tener sentimientos por Brad casi me deshizo.
No podía manejarlo. No, no éramos Addy y River de nuestro pasado, pero como infierno si
iba a sentarme y dejar que se enamorara de otro hombre cuando yo había sido el único que
ella había conocido.
Ese conocimiento me había mantenido despierto durante toda la noche. Addy había
sido tocada solamente por mí. Se había entregado a mí, y seguía siendo de esa manera. Si
quería admitirlo o no, ella se había salvado debido a mí. En su corazón, ella me pertenecía.
Joder si eso no me hacía sentir como un hombre de las cavernas. Yo quería eso. Me
encantaba. Me obsesionaba. Y quería que siguiera siendo así. Lo cierto era que no podía
mantener a cada Brad fuera de su vida, ni ella se merecía eso. No era justo.
Sobre todo porque yo estaba demasiado jodido para ser lo que ella necesitaba.
Yo sabía que ella estaba esperando una respuesta de mi parte. Podría mentir. Sería
más fácil para los dos. Pero yo no quería.
Addy dejó escapar un suspiro y asintió. Ella mantuvo su expresión neutra. La única
cosa que mostraba alguna reacción eran sus ojos. No estaban seguros. Eso sí lo sabía. Yo no
daría lugar a más inseguridad. No podía hacer eso a ella o a nuestra hija. Lo que
necesitábamos era una amistad. Eso era algo que podía darle. Mantendría la suciedad de mis
manos lejos de ella.
—Quiero estar en la vida de Franny. Es perfecta. Pensé que ella era completamente
igual a ti, pero solamente tiene tu apariencia. Tiene de mí dentro de ella, y observar eso es el
regalo más precioso que alguna vez me han dado. Durante todo este tiempo, tú has sido la
única familia en mi vida que me importaba. Ahora me has dado alguien que es parte de mí.
Alguien a quien puedo amar incondicionalmente.
Los ojos de Addy se llenaron de lágrimas, sorbió y asintió con la cabeza. —Está
bien. Sí. Yo también quiero que estés en su vida. Ella te quiere allí. Ella ya está contando a
todos en la escuela que su padre es el hombre más grande y fuerte en la tierra —parpadeó
para contener las lágrimas—. Nuestro pasado saldrá en alguna conversación. Es imposible
que no suceda. Las emociones se enredarán, y no creo que podamos evitarlo. Pero quiero
que Franny te tenga en su vida. Deseo que viva lo que nosotros no pudimos.
Addy ya se lo había dado, pero yo entendía lo que quería decir. También lo quería.
Sólo tenía que proteger a Addy de mí mientras que les daba lo que ellas necesitaban.
Addy
L
as cosas en el trabajo se calmaron con Captain después de que fuera casa.
Intenté no desear más. Cada vez que me sonríe o hace bromas,
observándome si me yo me ría, mi corazón se derretía un poco más.
Conocía a ese chico. River comenzaba a surgir, y cada vez que lo hacía, yo caía otro poco
más.
Brad había dado un paso hacia atrás, y realmente estaba aliviada. No quería
sentirme como si necesitara tener cuidado cada vez que Brad coqueteara conmigo. Captain
había dicho que no lo volvería hacer, pero no me agradaba la idea de Captain molestándose
de ver a Brad y a mí juntos. Tal vez, eso era algo de una mujer débil, y tal vez debería ser
más fuerte. Hacerlo sufrir. Pero yo no jugaba. No iba a empezar ahora.
Yo no estaba interesada de forma romántica por Brad, usarlo para llegar a Captain
era erróneo. Por suerte, Brad captó la indirecta de Captain y se hizo a un lado por completo.
Ahora él sólo asentía cuando me veía. Y raramente lo hacía.
Sabía que Brad simplemente había estado llenando el vacío que yo había vivido por
diez años. Él merecía algo mejor que eso. Era un buen chico. Simplemente, no era el que yo
quería.
Esta noche era nuestra cena con Captain. Franny ha estado escalando las paredes
desde que llegó de la escuela. Me había preguntado tres veces si su vestido era lindo. Era
uno de sus favoritos, y verla ansiosa por complacer a Captain me hizo sonreír.
—Ven aquí —le dije, secando mis manos luego de terminar de lavar los platos de
esta mañana.
Camino hacia mí, mirándome con esos ojos tan parecidos a mí.
Ese tipo de miedo era algo que jamás quise que ella lidiara. Iba a hablar con
Captain sobre eso. Yo había sido honesta con ella a cerca de no tener control de lo que
pasará con Captain. Él aún querrá irse de Rosemary Beach, pero esperaba que no lo hiciera.
Tenía que saber que Franny estaba esforzándose. Sólo Captain podía aclarar su mente. No
yo. Ella sabía que yo siempre estaría aquí. Éramos un equipo. Captain todavía no era parte.
Ella no confiaba de la misma forma. Él debía ganarse eso.
—Disfrutemos de esta noche. Tendrás toda su atención —le dije, ignorando el resto
de su comentario.
Él había llegado diez minutos antes. Eso significaría mucho para Franny. Esperé
donde estaba y dejé que ella abriera la puerta y lo saludara.
Los ojos de Captain cayeron de inmediato en ella mientras ella abría la puerta
cuando él pisaba el último escalón.
—Hey —dijo ella, en su tono chispeante que significaba que todo estaba bien en su
mundo. Gracias a él.
Captain sonrió y las esquinas de sus ojos se arrugaron, lo que era nuevo para mí.
Esas eran marcas de un hombre. Uno que había sonreído a lo largo de los años. Él había
tenido razones para sonreír. Yo estaba agradecida por eso. No quería pensar que fue infeliz.
—Es mi vestido favorito —le dijo ella a él, y dio una vuelta en círculo para
mostrarle cuan acampanado era al final.
—Como la madre, es la hija —dijo con una sonrisa pequeña—. No es cualquier día
que un hombre consigue salir con las chicas más bellas de la ciudad.
Franny rio y volteó para verme. Me las arreglé para controlarme y sonreír de vuelta.
Caminé hasta la mesa, donde había dejado mi bolso. De espaldas, respiré profundo y me
animé en mi mente.
—Está bien, suertudo, vámonos —traté de sonar divertida, pero temí que mi voz me
delatara.
N
o pude salir de mi camioneta tan pronto. Charlar con Franny era increíble.
Ella quería contármelo todo, y me encantó. Pero, Dios me ayude, Addy
olía tan bien que mis manos sudaban. Su esencia había envuelto mi coche,
y cada pequeño movimiento que hacía era como una sacudida eléctrica a mis sentidos.
Estaba tan acabado hasta el momento en que aparcamos, abrí de golpe la puerta y salí sólo
para tomar un respiro y no estar tan lleno de Addy.
Tomé una respiración más, libre del aire de Addy, antes de caminar alrededor de la
parte delantera de la camioneta para abrir la puerta de Franny y ayudarla a bajar. Addy abrió
su propia puerta y salió. También quería ayudarla, pero ella no había esperado, así que lo
dejé pasar. Ella quería definir lo que éramos, y tuve que dejarla.
—Es el mejor lugar de hamburguesas en todo el sitio, y está sobre el agua. Pensé
que nos gustaría salir de la playa de Rosemary, para variar. Esta es la playa de Grayton. Te
gustará. Hay música en vivo al aire libre en el agua si deseas escuchar después de comer.
Sonrió y asintió. Comenzaba a pensar que ella estaría feliz de hacer cualquier cosa
que yo sugiriera. Eso era humildad. Esta niña apenas me conocía y ya quería estar cerca de
mí, para hablar conmigo y tenerme en su vida. Esto debería haber sido más difícil, pero con
Franny, nada lo era.
Esta noche lo haría. Sostenerla no causaría un dolor imborrable ahora. Cuando sea
el momento correcto, se la devolvería a su dueña.
Addy levantó la mirada para encontrar la mía, y una sonrisa tocó sus labios. —Ella
es innata —dijo.
—Ella solía tocar para mí en las noches y cantaba hasta que yo me quedara
dormida. Luego me enseñó —continuó Franny.
—¡Hey, ellos tienen tarta de lima casera aquí! —chilló Franny, saltando de
felicidad—. Mira el cartel. Es lo mejor del mundo. Adoro la tarta de lima.
Ella rio, luego miró a su madre. —Creo que él está jugando. No comeré hasta
vomitar.
—¿Yo? ¿Jugando? Soy completamente serio —miré por sobre mi hombro para
guiñarle.
Franny soltó mi mano y corrió por las escaleras hasta la puerta del restaurante. La
seguí y di nuestros nombres a la anfitriona. Cuando di vuelta para encontrar a las chicas, vi
Franny estudiar el gran tanque de peces de agua salada. Addy estaba detrás de ella,
señalando peces diferentes y diciéndole lo que eran. Ambas eran mucho que asimilar. Podía
ver a los demás mirarlas. Un tipo del bar estaba observando con interés Addy. Le dirigí una
mirada de advertencia mientras yo caminaba detrás de ellas y ponía mi mano sobre la
espalda baja de Addy.
Me tomó un momento darme cuenta de que mi mano le había puesto de esa manera.
No había manera de negar el hecho de que yo sólo le había tocado en un gesto de posesión.
Por mucho que no quería, dejé caer mi mano y observé el tanque. —Estoy impresionado que
tu mamá conozca todos los nombres de estos peces.
Franny me miró y sonrió. —Mami sabe todo —me informó con completa
sinceridad, luego se volteó hacia el estanque de peces.
No estaba de acuerdo. Si ella supiera todo, sabría que ese vestido que usaba y el
perfume me volvían loco. Mi toque en su espalda, como si ella fuera mía, no la sorprendería.
Si ella supiera todo, sabría que estaba tocándola como advertencia para los demás.
—Mira, están jugando voleibol allá —dijo Franny, apuntando algunos niños en la
playa.
Addy
P
ara el momento en que Captain llegó a nuestra casa, Franny había caído
dormida en el asiento delantero. Se estacionó y me miró con una pequeña
sonrisa. —Tenemos que sacarla.
Bajé justo cuando Captain caminaba hasta nuestro lado. Empezó abrir la puerta de
Franny pero se detuvo y me miró. —¿Tuviste una buena noche? —su pregunta era sincera.
Como si quisiera que le dijera que sí.
Había tenido una noche maravillosa, pero hubo momentos en que me olvidé
quienes éramos y donde estábamos. Los límites se habían borrado otra vez, y la fantasía de
ser una familia feliz era fácil de creer. No podía dejar que Franny esperara eso. —Fue
realmente buena. Gracias.
El hecho de que este hombre necesitara asegurarse era dulce. Quise besar esa
mirada en su rostro, pero rápidamente salí de mi ensueño y retrocedí.
Se acercó, hasta que nuestros pechos casi se tocaban. Ya habíamos estado así antes.
Y no terminó bien. Pero aunque mi mente estaba gritando que me detuviera, mi corazón
latía, y las mariposas en mi estómago volaron.
Sus palabras hicieron a mi cerebro vagar un poco. Nada bueno. Una mano tocó mi
cintura y recorrió el camino hasta mi cadera.
Debí moverme. Debí decir algo. En su lugar, me aferré a sus bíceps para
equilibrarme. Era una idiota, pero en el momento, no me importó. Quería más.
Cuando sus labios tocaron la base de mi garganta, inhalé tan fuerte que me
sorprendí y apreté mi agarre en él. —Sólo déjame probarte un poco. Necesito una probada
de ti. Juro que pararé —no estaba segura si me rogaba o trataba de convencerse a sí mismo.
Si pudiera hablar, le diría estaba bajo su misericordia, y que era libre de hacer lo
que quisiera. Había pasado tanto tiempo desde que fui tocada de esta manera. Mucho
tiempo.
Su otra mano se deslizó por mi cadera y luego detrás de mi espalda, hasta que
presionó contra mi trasero. Me empujó hacia él mientras sus labios dejaban un camino de
besos por mi clavícula y de vuelta a mi cuello.
Mi cabeza cayó hacia atrás, dándole más acceso a mi cuello. Mi cuerpo comenzaba
a derretirse y estaba segura de que él podía hacer cualquier cosa, y yo lo dejaría.
Su otra mano fue hasta mi cabello y acunó la parte trasera de mi cabeza cuando
besaba mi cuello, deteniéndose para darme pequeñas lamidas donde mi pulso latía furioso.
Presionó su lengua contra un punto en particular y gruñó.
Franny estaba dormida en el coche, pero si se despertaba, ella nos vería y estaría
confundida. Podría pensar que sucedía algo que realmente no era. Debido a que esto no
cambiaba nada. Él había dicho que quería una amistad. Entonces, ¿por qué me daba esto?
—No podemos hacer esto —dije, sonando como si hubiera corrido kilómetros.
La mirada en los ojos de Captain era demasiado, así que miré sobre su hombro,
hacia la luna. No podía mirarlo en este momento. También sentí el calor que emanaba su
cuerpo. No sabía lo que íbamos a hacer con eso. Debido a que las sesiones de folladas
rápidas no eran lo mío.
Bueno, obtiene puntos por ser honesto. Miré de vuelta a la camioneta, agradecida
de que Franny siguiera durmiendo. —Necesito llevarla a la cama. Es tarde.
—Yo la cargaré —dijo Captain, dando la vuelta para abrir la puerta de la camioneta
y sacar a nuestra hija.
—Quiero protegerte. De todo. Siempre lo hago. Pero no creo que pueda protegerte
de mí. Pensé que podía —su voz estaba tan cerca que podía sentir la calidez de su aliento—.
No puedo. Te quiero demasiado. Quiero ser capaz de tocarte. No se ha ido para mí, Addy.
Nada de esto se ha ido.
Di un paso atrás y tropecé con la barra. —¿Por qué crees que necesito ser protegida
de ti? —pregunté. ¿Cuándo alguna vez había necesitado eso?
Dejó caer su mirada esta vez, y pensé que iba a dejarme, pero en cambio, recorrió
mi brazo con dorso de sus dedos y sobre mi mano, en una suave caricia. —He hecho muchas
cosas. Cosas que me han dañado. Pensaba que estaba demasiado roto para sentirme de esta
manera otra vez. No pensé que mi alma ennegrecida podría necesitar, desear, querer, a nadie
más.
A pesar de que yo quería saber lo que él había hecho, eso no era a lo que me
aferraba ahora. Él me quería, necesitaba y deseaba.
—Todo. Hacemos todo. Estoy dispuesto. Siempre lo he estado contigo. Eso jamás
ha cambiado.
Acunó mi cara con su mano libre. Su otra mano seguía en la mía. —Te quiero.
Quiero a nuestra hija. Quiero ser algo más que una parte de sus vidas. Deseo estar en sus
vidas. Pero ahora mismo, te deseo. Te deseo tanto que me cuesta concentrarme.
—Ven a mi camioneta. Sólo necesito tocarte un poco, Addy. Por favor —rogó,
atrayéndome hacia él. No me besó. Mantuvo su mirada en la mía mientras esperaba que le
respondiera.
Franny tenía el sueño pesado. Ir a su coche era seguro. Ella no podría oírnos afuera.
—De acuerdo —susurré.
Cerró los ojos por un momento, y luego su mano se apretó alrededor de la mía
mientras se movía tan rápido que casi perdí el equilibrio. Él casi me tiró hacia la puerta.
Cuando llegamos a los escalones, me cogió y dio varios pasos largos hasta que estaba en su
camioneta, con la puerta abierta.
Caí sobre mis codos en el asiento de atrás y lo miré mientras se movía sobre mí.
Sus ojos recorrieron lentamente mi cuerpo, hasta que aterrizaron en el borde de mi vestido
de verano, que se había subido cuando me deslicé hacia atrás, exponiendo mis muslos
desnudos y una visión de las bragas rojas a juego.
El vestido no era sexy. Era un simple vestido rojo de verano. Me gustaba la forma
en que me quedaba.
Su boca tocó la mía y me arqueé para probarlo. Me encantaban sus labios. Entre
más me besaba, más obsesionada estaba. Deseé mordisquearlos y lamerlos. Quería sentirlos
en mi cuerpo. Temblé cuando mis pensamientos se volvieron más sucios de los que habían
sido en mucho tiempo.
Captain movió su mano hasta que su dedo rozó el satín entre mis bragas. Estaba
húmeda, y lo sabía, pero había pasado tanto tiempo, y tenía muchas ganas que no pude
evitarlo.
Quise suplicarle que simplemente lo hiciera, pero en su lugar, gemí. Todo lo que él
necesitaba.
Captain maldijo con un gruñido, y luego ambas de sus manos estuvieron bajo mi
vestido, arrastrando las bragas por mis piernas. Levanté las caderas, ayudándolo a liberarme
de la barrera no deseada.
Levantó las bragas a su nariz y aspiró con una sonrisa maliciosa, a continuación, las
dobló cuidadosamente y las puso en su tablero de mandos como si tuviera todo el tiempo del
mundo. Me moví, necesitando algo. El gesto era dulce y muy sexy, pero mi cuerpo se sentía
como si estuviera en llamas.
Con cada lamida, quería arañar algo. Rogar y suplicar. El placer estaba
construyéndose rápido, y mi cuerpo estaba listo para lo que venía. Cuando el calor explotó
Cuando bajé de mi cielo, él besó la cara interna del muslo y lentamente removió
mis piernas de sus hombros y subió para cubrirme. A través de mi neblina de felicidad,
quedé mirando hacia él.
La sonrisa en su rostro me hizo reír. Él se regodeaba por dentro por hacerme perder
el control de esa manera. Me sentía tan bien que no me importaba. Él podría presumir todo
lo que quería. Si tan sólo pudiera tener algo más de eso de nuevo.
—Sabes increíble —dijo, su voz ronca—. Tan bien que podría probar más.
Moví mi muslo para encontrarme con su erección, y siseó entre sus dientes.
—Es mi turno —dije, moviéndome otra vez. Esta vez, meció sus caderas, causando
la fricción.
—Nada de turnos. Esta noche es sólo para ti. Deseo eso —habló, sujetándome para
que no pudiera llegar a su bragueta y liberar lo que yo quería.
—Pero yo lo quiero —dije, dejando a mis piernas caer abiertas; él estaba entre
ellas. Todo lo que Captain tenía que hacer era subir un poco para presionar donde yo
deseaba que estuviera.
—Joder, Addy —sin aliento, levantó sus caderas para encontrarse con mi calor.
Quise más que esto. Quise darle más. —Déjame —moví mi mano para tocarlo por
encima de sus vaqueros. Cerró los ojos cuando recorrí su dureza—. Quiero tocarlo —dije,
tratando de desabotonar sus vaqueros.
Rápidamente bajé sus pantalones hasta que lo tenía desnudo en mis manos. Silbó
entre dientes de nuevo, y su cabeza golpeó la parte trasera del asiento, pero no me quitaba
los ojos de encima. Me gustó saber que quería verme hacer esto. Bajando mi boca, besé la
punta, y se puso a temblar bajo mi tacto. Me encantó el poder que esto me daba.
—Joder —se quejó, y levanté la vista para ver que me observaba tocarme—. Voy a
jodidamente correrme por presenciar eso, bebé.
Sonriendo, deslicé mis labios hasta que la cabeza golpeó la parte posterior de la
garganta, dándome nauseas.
Succioné fuerte cuando lo sacaba de mi boca con un pop. —Me gusta de esa
manera —le dije, luego lo llevé de vuelta a mi boca mientras la suya se aflojaba.
M
e gusta de esa manera.
¿Qué mierda quería decir? Ella había dicho que no había estado
con nadie más, y la última vez que hizo esto, no fue tan osada. La
observé cuando la punta de mi erección se deslizaba por su
garganta. En el momento, no me jodidamente preocuparía acerca
de lo que quería decir.
Cambié mi atención a la mano que ella tenía entre sus muslos abiertos, y mi polla
palpitaba en su apretada y cálida boca. Nunca me habían hecho una mamada tan buena.
Ella no era una experta, pero el hecho de que estaba dando todo lo que tenía, cuando su
culo redondo estaba en el aire mientras se tocaba, hacía realidad mi propia fantasía.
—Joder, Addy, joder, bebé —gruñí cuando el placer me sacudió. Verla tomar todo
de mí me tenía con las ganas de convertir esto en algo sucio. El tipo de sucio que me
gusta. La idea sólo hizo que mi pene se contrajera de vuelta a la vida mientras lentamente
ella abría sus labios y me dejaba ir con una sonrisa antes de lamer lo poco que se había
escapado hacia la comisura de su boca.
Cuando tuve sus dedos limpios, dejé caer su mano y le pregunté lo único que
realmente necesitaba saber pero temía preguntar. —¿Cómo sabes que te gusta hacerlo
así?
Con la expresión más sincera que jamás había visto, simplemente dijo: —Tú. ¿Con
quién más podría fantasear?
Cuando ella presionó su húmedo y desnudo coño sobre mi polla semidura, tuve que
romper el beso para alejarla. Si hacía eso, yo iba a jodidamente terminar aquí en el
asiento trasero, y estaría en este camión durante toda la noche. No era un lugar que
quisiera para nosotros cuando durmiéramos juntos otra vez. Ella merecía más. Ya había
dejado que me chupara. Tuve que controlarme. Ella no era una zorra. Era mi Addy.
—No. Aquí no. No de esta manera —mi voz se vio afectada. El dolor de necesidad
era imposible pasar por alto. Addy se acercó más. Apartándola iba en contra de todo
instinto que tenía, pero yo no dejaría que sucediera de esta manera. Me odié a mí mismo
por ello. —Addy, bebé, no en este maldito camión. Al menos, no la primera vez.
Deslizó su mano en la mía, y quise mantenerla así por siempre. En este toque. Parte
de mí temió de despertar en cualquier momento para darme cuenta que estaba soñando.
Que no tenía a Addy ni a Franny. Que mi vida estuviera ausente de emoción. Carente de
necesidad.
Eso no era suficiente para ella. Detuvo sus pasos y dio un apretón a mi brazo para
captar mi atención. —No digas eso. Te conozco. Es el ceño de “River está pensando en
cosas malas”. ¿Qué te preocupa?
Alguna vez, había sido capaz de contarle todo. Ahora no podía. Había una
oscuridad en mi vida que ella jamás entendería. Yo no podía compartir esas cosas, no si
quería mantenerla cerca de mí. Debía valer la pena para ella y Franny. Mi pasado era algo
que guardaría como un secreto.
—Es sólo que no quiero despertar y descubrir que todo esto es un sueño —respondí
finalmente. Era toda la verdad que podía decirle. Recompensaría las mentiras.
—He tenido mucho en qué trabajar. He cambiado, pero no tiene nada que ver
contigo. Estar a tu lado me hace recordar al antiguo yo, él que pensé que había perdido.
Esperé que ella me creyera. Alejarme esta noche me asustaba. Una vez que ella
tuviera tiempo para pensar en el imbécil que he sido desde que llegó, podría arrepentirse.
Addy
C
ómo sabes que te gusta hacerlo así?
Sacudí mi cabeza. —No, gracias, bebé. Creo que café es suficiente para mí ahora.
Sonrió y se sentó en la mesa. —Creo que también disfrutó estar contigo. Te mira
mucho.
Ayer por la noche, yo había estado con River de nuevo, pero no podía olvidar que
había visto el lado de Captain. Y Captain no era alguien en que yo estaba dispuesta a confiar
en todo el camino. Aún no.
—No estoy haciéndome ideas. Sólo digo que lo vi mirándote bastante. Apuesto que
si te ve con tu pelo rubio, realmente pensará que eres hermosa.
—No lo creo, si ese fuera el caso. Pero sí pienso que es tiempo de volver a mi color
natural.
Franny comenzó a comer, y bebí mi café, suspirando con alivio de que esta
conversación había llegado a su fin.
Ella quería tanto que él estuviera cerca. —¿Por qué mejor lo invito aquí para cenar
en mi próxima noche libre? Podemos cocinar para él.
Franny me sonrió. —Sí, eso es aún mejor. Pero cocinemos la mejor comida. No
sólo pizza. Puedo hacer galletas.
Mi cara enrojeció de vergüenza una vez más, y agaché la cabeza mientras caminaba
por la puerta trasera.
—Llegas tarde —el tono agudo de Elle me sorprendió, y levanté la vista para verla
salir de la oficina de Captain y cerrando la puerta detrás de ella.
—Llegué minutos más temprano —le contesté. Nunca llegaba tarde. Ella lo sabía, y
lo odiaba.
Quería rodar los ojos, pero no lo hice. Tomando el camino correcto, pasé junto a
ella, hacia los armarios en la sala de empleados para dejar mi bolso y conseguir mi delantal.
Cuando pasé junto a la puerta de Captain, resistí el impulso de patearla. No sabía lo que ella
estaba haciendo allí, pero odiaba lo celosa que yo me encontraba.
—La última noche estuvo llena de gente. Agradece haber estado libre.
Un breve charla. Algo más no lo habría esperado. —¿Sí? Espero que esta noche no
sea tan mala.
—Espero que este nuevo chico pueda manejar las cosas cuando Captain se vaya.
—Estoy segura de que Captain lo tendrá listo cuando él se vaya —dije para llenar
el silencio. Porque en este momento, no quería pensar en Captain.
—Tienes razón. Lo haré —la voz de Captain llegó desde la puerta. Me puse tensa,
pero no volteé a mirarlo.
—Oh, sí. Sé que lo harás. Sólo quería decir que él no es como tú. No pongo en duda
tus habilidades —Brad sonaba un poco nervioso.
—Ahora, Rose —su voz bajó, y pude escuchar una pequeña advertencia en su tono.
Por mucho que quería gritarle que se fuera, asentí y cerré mi casillero con más
fuerza de la necesaria, antes de volver a seguirlo hasta su oficina.
Esta no era la escuela secundaria, pero yo estaba actuando como una adolescente
loca.
Suspiré. No había nada que pudiera decir al respecto, salvo que lo lamentaba. Sin
embargo no pensé que mi orgullo iba dejar que me disculpara.
Capitán se volvió y se dirigió hacia su despacho. Todo lo que podía hacer era ir
detrás de él. Podía sentir los ojos de Brad en mi espalda, pero no había manera de
despedirme de él o siquiera mirarlo. Puede que no sea capaz de hacer contacto visual con él
de nuevo después de esto. De alguna manera me las había arreglado para avergonzarme a mí
mismo.
—¿Novia? —dijo en voz baja, ronca, cuando me apoyó contra la puerta—. Que yo
sepa, fue tu coño el que estaba saboreando.
—Elle no tiene poder para joderte las cosas. Sus amenazas no tienen sentido. No
voy a dejar que te haga daño, y lo sabes. Debes saberlo —se detuvo y bajó la cabeza hasta
que sus labios besaron mi cuello—. Que te pongas celosa me molesta y jodidamente excita,
todo al mismo tiempo.
—He intentado todo lo que había que intentar. Hice todo lo que pude para sacarte
de mi cabeza. Pero no pasó un solo día que no aparecieras. Que no vi tu cara cuando cerraba
los ojos.
Su boca dejó besos por mi cuello, hasta que colocó uno pequeño en la esquina de
mi boca. Luego apoyó la frente contra la mía y me cogió por la cintura hasta que estaba a la
altura de los ojos.
—Dime que te ha molestado. ¿Fue Elle saliendo de mi oficina? El hecho de que ella
entre siendo una perra no quiere decir que la quiero aquí. Es necesario que confíes en mí.
Una lenta sonrisa tiró de sus labios, y él negó con la cabeza. —Te estaba dando un
poco de espacio para aceptar esto. A nosotros. Ayer por la noche fue intenso, y no quería
abrumarte. Pero si hubiera pensado por un segundo que estabas esperando a que te llamara,
jodidamente lo habría hecho.
Cuando lo hice, me acercó al sofá y se dejó caer mientras se mantenía sobre mí. —
Creo que te tendría toda la noche aquí —agregó con una sonrisa arrogante.
Riendo, me incliné para besarlo de nuevo. Porque cuando estábamos así, yo estaba
en casa.
M
e quedé mirando a Addy en el comedor, en una de sus mesas. Seguí
tratando de concentrarme en el trabajo, pero siempre terminaba
volviendo aquí. Ella se reía del anciano que le contaba alguna historia
de la que su esposa parecía divertida también. Ella poseía un encanto que ponía a todos muy
cómodos. Me descubrí con la idea de querer todo eso para mí.
—Así que es por esto que estás distraído últimamente —la voz de Blaire susurró
detrás de mí. Volteándome, miré a mi hermana, quien estudiaba a Addy con una sonrisa
en su rostro.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, un poco molesto de ser descubierto de esta manera
por Blaire.
—He venido para descubrir por qué has estado ignorando mis dos últimas llamadas
y respondiendo mensajes con un par de palabras —movió la cabeza hacia la dirección de
Addy—. Me agrada lo que veo. Es una buena razón para evadirme. Bethy dijo que te vio
con una atractiva pelirroja y una adorable niña rubia la última noche. Pensé en visitarte y
preguntarte al respecto. Ahora puedo verlo por mí misma. Así que, ¿ella tiene una hija?
Retrocedí un paso hacia el pasillo antes que Addy pudiera dar la vuelta y pillarnos
observándola y hablando. No había notado a la amiga de Blaire, Bethy, en Grayton.
Aunque, siendo sincero, había tenido ojos sólo para mis chicas. Nada más importó.
—Ven a mi oficina —le dije. Si Blaire iba a realizar preguntas, quería algo de
privacidad.
—No te imaginaba como una persona que salía con una madre soltera, pero me
gusta este lado tuyo.
—La niña, Franny. Ella es mía —listo, lo había dicho. Necesitaba decírselo a
alguien. Quería hacerlo. Los ojos de Blaire se abrieron, y su boca cayó abierta mientras
me miraba.
Negué y levanté la mano para calmar a mi hermana. —No es así. Ella no podía
encontrarme. Yo dejé esa vida y hui. Cambié mi nombre, tomé mañas decisiones.
Encontrarme no fue fácil. Pero ella siguió hasta conseguirlo.
Asentí. —Sí. Ella no ha tenido un buen momento. Me culpo por eso, pero me tiene
ahora, y no me iré a ningún lado.
Se quedó en silencio. Pude ver las tuercas girando dentro de la mente de Blaire. Yo
sólo tenía que dejar que lo procesara.
Si sólo supiera la historia real… pero nunca se la diría. Mi pasado era algo que se
quedaría entre Addy y yo. Blaire había entrado a mi vida hace unos pocos años.
Compartíamos el mismo padre, pero yo era hijo de una madre adolescente que me dio en
adopción. Cuando decidí mis padres biológicos, también encontré a Blaire. Una hermana
que no sabía que tenía. Estábamos conectándonos, pero esto seguía siendo más de lo que
quería compartir con ella.
La sonrisa de Blaire se amplió. —Me agrada. Es una mamá protectora. Dice mucho
de una persona.
—Deja que hable con ella. Ver si está de acuerdo con esto. Todo es nuevo para
nosotros, y no quiero hacer nada que sea demasiado para Franny.
Una vez que mi hermana se marchó, volví para revisar las cosas. No era que me
sintiera necesitado, pero quería ver a Addy.
—No —respondí, molesto de que Elle estuviera atacando a Addy por celos.
—¿Por qué? ¿Estás saliendo con ella? ¿Es eso? Si alguien llega atrasado, tú lo
dejarías ir. ¿Por qué a ella no?
Por mucho que deseaba decirle que sí, que yo estaba con Addy, no podía. Ella
atacaría a Addy con ferocidad. Terminaría despidiéndola y causándome problemas con
Stout.
Addy
M
e había estado observando toda la noche. Eso me hizo sentir
emocionada y nerviosa al mismo tiempo. Me gustaba saber que se
encontraba allí, pero también me preocupaba de olvidar lo que hacía si
volvía a mirarlo.
La puerta de su despacho estaba abierta, y pude ver que estaba vacía. Pensé en
escribirle un texto pero cambié de opinión. Necesitaba llegar a casa con Franny. Esperaría
hasta que él se contactara conmigo. Quizás él había tratado de decirme algo, pero nunca
miré en su dirección para descubrir que podría ser.
Habían varias situaciones corriendo por mi mente, pero cuando me detuve afuera,
me di cuenta que ninguna era verdadera; su camioneta seguía en el estacionamiento, y él
también. En la oscuridad, pude verlo en una conversación con una rubia alta, su cabello
recogido en una coleta alta, vestida en cuero negro y ajustado. No podían estar más cerca el
uno del otro sin tocarse. Me detuve y los observé. Incluso en las sombras, pude ver que el
rostro de Captain era intenso mientras la escuchaba.
Nunca la había visto antes, pero él parecía conocerla. Era importante para él. La
forma en que su cuerpo se inclinaba hacia el de ella mientras hablaban significaba algo.
Había un aire de intimidad sobre ellos que hacía retorcer a mi estómago.
No fue hasta que llegué a la carretera que las lágrimas picaron mis ojos, y tuve que
pestañear para alejarlas. Llorar por esto no era algo que aceptaría. Mañana, estaba segura
que él tendría una excusa. No creía que me importara escucharlo. Nada podía explicar lo que
había visto.
Contuve mis lágrimas todo el viaje hasta casa, y cuando finalmente llegué, estaba
tan exhausta de mi fuerza de voluntad que no hice nada más que correr hasta entrar a casa.
Escribió tres veces y llamó cinco, dentro de una hora. Las ignoré todas. Me
acurruqué con Franny en la cama, silencié el móvil y observé mientras se iluminaba cada
vez. No iba a responder. Si él estuviera tan preocupado de que yo llegara sana y salva a casa,
debió haber estado allí cuando saliera del trabajo. No con la rubia extraña. Él siquiera había
notado que me marché. Cada vez que recordaba eso, me daba fuerzas para mantenerme
firme.
Abrí mis ojos y miré hacia arriba para ver que estaba inclinada hacia mí. Tratar de
comprender exactamente lo que quería decir me tomó un momento.
—Él está afuera durmiendo. En su camioneta —dijo, con una expresión confusa y
ansiosa—. ¿Voy a despertarlo?
¿Quién estaba afuera? —¿Qué? —pregunté cuando me senté y froté mis ojos,
intentando concentrarme en mi hija.
Asentí en señal que había entendido lo que me estaba diciendo. —Vamos a ver por
qué está ahí fuera. Quédate aquí y haz un poco de desayuno. Estoy segura de que va a venir
cuando está despierto. Haz algunos panqueques, también —sugerí, esperando que esto la
mantuviera en la casa.
Al verlo dormido, con la cabeza inclinada hacia atrás contra el asiento, no ayudó a
mi temperamento. Incluso se veía bien. Eso no era justo. Maldito sea.
Golpeé con fuerza en la ventana y en silencio disfruté verlo levantarse de golpe con
el sonido repentino. No le di tiempo para despertar antes llamar de nuevo y lo miré. Franny
estaba viendo, pero yo estaba lo suficientemente lejos que no podía ver mi cara.
Captain se incorporó y abrió la puerta. Di un paso atrás, cruzando los brazos sobre
el pecho defensivamente.
—¿Así que tiene sentido para ti dormir en tu coche a la entrada de mi casa? Franny
está dentro en este momento, preocupada por ti y haciendo panqueques. Lo que significa que
vas a entrar y comer los malditos panqueques con ella. Asegurarle que estás bien, y llegar
con alguna razón de por qué tuviste que dormir afuera.
Al menos eso. Ahora, él tenía alguna pista de lo tonto que era esto.
Me reí. ¿Cómo podría responder a eso? —Ven adentro y come galletas con nuestra
hija. Luego te vas —giré de regreso a la casa.
—¿Por qué estás enojada? ¿Me viste hablando con Alexa anoche? ¿Es que se trata
de eso?
Genial, ella tenía un nombre. —Si ese es el nombre de la rubia, entonces sí —le
contesté, sin disminuir la velocidad.
No me detuve. Estaba muy enojada con Alexa, por ser una vieja amiga, y conmigo
por preocuparme.
No dijo nada más, pero podía oír sus pasos detrás de mí. Miré hacia arriba para ver
Franny asomándose por la ventana, como si supiera que ella lo haría.
—No hay nada que explicar —respondí, todavía no estaba lista para ceder. El
hecho de que había dormido fuera de mi casa no fue suficiente para solucionar este
problema. Si tuviera que hacer frente a las mujeres en su coche, en su oficina, y Dios sabía
dónde si no, entonces yo no me metería en esto. No competería por su atención—.
Simplemente haz a Franny feliz, Captain. Eso es todo lo que necesito de ti —dije con una
sonrisa, por el bien de mi hija, y luego me dirigí a la casa.
—Voy a querer dos —le dije. Ella me miró y sonrió, sorprendida de que fuera a
comer, pero no lo cuestionó.
E
lla estaba molesta y yo no tenía idea de cómo mierda iba a explicar esto.
Alexa trabajaba para DeCarlo. Ha estado con él casi tanto tiempo como yo
lo había hecho, pero ella no tenía intenciones de salir del negocio. En este
mundo, había poca gente tan implacable como lo era Alexa. Era una asesina entrenada y
nadie la veía venir, porque no cometía errores.
Sus objetivos más fáciles eran hombres, porque podía usar su cuerpo y su aspecto
para llamar su atención antes de liquidarlos. Era más fácil para ella deshacerse de sus
marcas, ya que lo hacía sin ninguna emoción. La había observado en acción más de alguna
vez, y fue intenso, la manera en qué asesinaba sin una pizca de remordimiento.
La noche anterior, ella había llegado al restaurante para hacerme saber que los
miembros de una banda venían por mí, o eso se creía. Ellos tenían algo de información
privilegiada de la persona que había matado a su “hermano”, y deseaban la venganza.
Saber que había una posibilidad de que mi pasado volviera para arruinar las cosas
ahora, era la mierda más aterradora que he tenido que tragar. Si han estado observándome,
no tardarían mucho en averiguar quiénes eran Addy y Franny. Había venido aquí la última
noche para asegurarse de que estaban a salvo. Cuando Addy no había respondido, no me
marché. No las dejaría en paz hasta que Cope y Alexa encontraran a los bastardos que
estaban buscándome.
Jodido infierno. La única excusa que tenía para Addy era que Alexa era una vieja
amiga. Contarle la verdad no era algo que me permitiese hacer. La perdería si lo hiciera. Se
llevaría a nuestra hija y escaparía lejos.
Miré por encima de la mesa, hasta el otro extremo, a mi hija, mientras ella hablaba
felizmente, completamente ignorante de que su madre estaba lista para apuñalarme con el
tenedor que usaba para comer sus panqueques.
—Está bien, pero ¿puede papi llevarme? —preguntó, mirando de su madre a mí,
con esperanza.
—Me encantaría llevarte —hablé, antes de que Addy pudiera responder. Escuchar a
Franny llamarme papá tan natural, hizo que me pecho se hinchara.
Addy asintió. —De acuerdo. Ahora, apresúrate para que él no tenga que llegar tarde
Cambié mi atención a Addy, quien limpiaba la mesa antes de que Franny siquiera
dejara el cuarto.
Ahora tenía su atención, y nada era más preciado. Era como si sólo tuviera cinco
segundos para hacer que me escuchara, y el calor estaba en el aire. —Cuando te digo que
ella es una vieja amiga, es verdad. Ella está en la ciudad con otro viejo amigo. Un chico.
Ellos están juntos. Ellos tienen información que darme sobre mi antiguo trabajo. Eso es
todo.
Estaba más que seguro de que Cope y Alexa follaban. Así que no era
completamente una mentira. Estaba insinuando que ellos eran algo más, pero fue lo mejor
que se me ocurrió para decir, y por la mirada de Addy, parecía creerlo, así que continué.
Addy pestañeó y se alejó de la mesa para voltearse y ver a nuestra hija. —Sí, eso
está lindo. ¿Por qué no usas tus tenis blancos con eso?
Ella no me miró; en su lugar se quedó con una postura tensa. —No lo sé, Captain.
Se volteó para mirarme, y había un miedo obvio en sus ojos. Estaba asustada de
confiar en mí. —Ella te necesita. Te quiero en nuestra vida. Pero, también tengo miedo de
necesitarte.
Addy volvió para limpiar. —No te olvides de tu bolsa del almuerzo en la nevera.
Franny corrió hacia la nevera y sacó una bolsa de color rosa de lunares, y luego se
acercó a Addy y envolvió sus brazos alrededor de su cintura.
La mirada de Addy encontró con la mía, y asintió ligeramente. Ese fue todo el
estímulo que necesitaba.
Addy
L
o había hecho de nuevo. Yo había sacado conclusiones apresuradas. No
dejé que explicara. ¿Cuándo yo había dejado de confiar? ¿Cuándo había
llegado a ser tan negativa? Me hacía estas preguntas, mientras limpiaba la
cocina y tomaba una ducha antes de que Captain regresara.
Al abrir la puerta, Captain entró, su mirada en mí. —Tienes que dejar de hacerme
esto, Addy. Después de todo lo que ha ocurrido en los últimos dos días y todo lo que he
dicho, me gustaría pensar que sabrías donde están mi mente y corazón. Donde siempre han
pertenecido.
Dio un paso más cerca. —No me gusta pensar que estás molesta conmigo.
Mi corazón se apretó con sus palabras, y era difícil pensar en cualquier otra cosa.
Cuando sus manos estuvieron alrededor de mi cintura y tiró de mí, fui de buena gana. Este
era mi River. El chico que robó mi corazón y nunca lo devolvió.
—Ven aquí —dijo en voz baja, antes que su boca presionara contra la mía.
Deslicé mis manos por su pecho y las posicioné sobre sus hombros mientras me
levantaba de puntillas. Era lo más alto que podía llegar.
—Tan pequeña —murmuró contra mis labios, luego me recogió y nos llevó a la
barra. Me subió para que mi boca estuviera al nivel de la de él—. Siempre quise abrazarte y
protegerte. No pude. Pero Dios, quería. Te he fallado tantas veces. Durante diez años, estuve
vacío… roto —se detuvo y cerró los ojos, y luego tomó una respiración profunda—. Pensé
que te había perdido. He vivido sin ti, la lucha contra los demonios que no podía matar.
Moví mi mano para tocar suavemente el lado de la mandíbula sin afeitar. —Estoy
aquí ahora. No hay más demonios para luchar.
Él se quedó quieto, y pasé las manos por debajo de su camisa para sentir su pecho
musculoso.
Sus las manos apretaron mis muslos y me acercó lo suficientemente cerca que
podía sentir su erección presionada entre mis piernas. Mi clítoris latía de emoción. Esto era
real. No como mi fantasía. Era mejor.
Con un gruñido, su boca cubrió la mía de nuevo, y me aferré a sus lados, sintiendo
sus músculos flexionándose bajo mi tacto. El olor de su piel era intoxicante, y me sentí
mareada por la inhalación rápida, tratando de obtener más de él. Me encantó tenerlo
cubriendo mi cuerpo con el suyo. Me encantaba sentir que estábamos conectados.
No fue hasta que susurró: —Alza tus brazos —que me di cuenta que estaba
tomando mi camisa. Obedecí, temblando de emoción. Cuando sus manos cubrieron mis
pechos y apretó su plenitud, no podía no gemir. Se sentía tan bien. El dolor en los pezones
disparó directamente a mi centro, y podía sentir la humedad en mi ropa interior. Era como si
él estuviera encendiendo lentamente un petardo; en cualquier momento, tocaría el lugar
correcto, y me desmoronaría.
Descolgó el sujetador con una mano y lo retiró lentamente, dejándolo caer al suelo.
—Tan jodidamente hermoso —murmuró, sus ojos obteniendo una vista de mis pechos
desnudos. Mis pezones estaban tan duros que tenía miedo si tocaba uno, me correría. No es
que no quería tener un orgasmo, pero ¿Qué tan patética me vería si tuviera uno tan pronto?
Sus manos se movieron para sostenerlos, y rozó su pulgar sobre las cimas sensibles. Deseé
que esto nunca terminara. Haber sido afectada de esta manera fue suficiente. Más de lo que
podía haber esperado.
Besó su camino por mi cuello, y me eché hacia atrás, arqueando el cuello para que
pudiera tener más acceso. Yo quería su boca en todos lados. Que me llevara a lugares que
nunca había estado y lugares que sólo quería estar con él.
B
uscar la fuerza para tomar esto con calma era la cosa más difícil que alguna
vez he hecho. No quería ir lento. Quería a Addy desnuda y envuelta a mí
alrededor mientras me enterraba tan profundamente en él hasta perderme.
Mi cuerpo tembló cuando pensé en cómo se iba a sentir.
La vida sin ella había sido un infierno, pero tenerla ahora, me di cuenta que había
encontrado mi cielo. Lo había logrado. Perderla ahora era imposible. Nunca lo superaría.
Ella no era del tipo que sobrevivías dos veces después de perderla.
Deslizando mi mano por su muslo interno hasta sentir la humedad entre sus bragas,
contuve mi aliento.
—Por favor, ahora —dijo, sus uñas enterradas en mis brazos—. Te quiero dentro de
mí.
Sus manos temblaban mientras trabajaban en el botón de mis vaqueros. Por mucho
que deseaba verla desnudarme, todo lo que podía pensar era sobre cuán cálido se sentiría
cuando deslizara mis dedos en ella.
Sostuve sus piernas más abiertas y observé cómo lentamente nos juntamos para
mirar su rostro fascinado, mientras poco a poco me deslizaba dentro de ella. Yo la había
tocado. Sabía el grado de tensión en que se encontraba. Fue todo lo que me impedía chocar
contra ella, con la necesidad arañando mi cuerpo.
Bajé mi boca hasta tocar sus oídos. —No te disculpes por ser tan malditamente
perfecta, Addy. Te sientes tan bien que estoy tan cerca de volverme loco.
Abandonó mis brazos para rodearme el cuello, y su boca gesticuló un bajo “oh” al
segundo que estaba completamente enterrado en ella. —Oh, Dios —dijo, inclinándose para
presionar su pecho desnuco contra el mío.
Cuando mecí mis caderas, ella hizo pequeños sonidos sexys que hicieron que mis
bolas se apretaran. Iba a explotar muy pronto si ella no se detenía con esa actitud
provocadora.
—¿Se siente bien? —le pregunté, necesitando que se sintiera perfecto para ella más
que cualquier otra cosa.
—Sí, oh, sí, tan bien —dijo en mi cuello, donde su cara estaba escondida. Su lengua
salió y lamió un pequeño pedazo de mi piel.
Su mano se deslizó por mi pecho y se posó en mis abdominales. Ella miró hacia
abajo justo cuando su cuerpo se endureció y comenzaba a temblar. Levantando su cabeza,
Dos horas después, sostuve a Addy en su cama mientras ella dormía. Después de
arreglar la cocina, la cargué hasta aquí, e hicimos el amor otra vez. Esta vez, más lento y
exhaustivo. Había dejado que se corriera dos veces antes de seguirla. Luego, ella había
cerrado sus ojos y se acurrucó en mí antes de caer en un profundo sueño.
Otra cosa que me había perdido. Sostener a Addy mientras dormía había sido parte
de mi vida. Era lo que me ayudó a dormir por la noche. Sin ella en mis brazos, dormir había
sido casi imposible durante años.
Mi teléfono vibró en la mesa junto a mí. Estiré la mano para cogerlo suavemente y
no molestar a Addy.
Era DeCarlo.
Major
E
staba oscuro como la mierda. Odiaba trabajar en la oscuridad. En tiempos
como estos, me preguntaba en qué infiernos me había metido. Imploraba
por peligro y emoción. Algo más de lo que tenía. Pero, ¿era eso lo que
realmente quería?
Trabajar con Captain había sido genial. Él no era un asesino a sangre fría. El
hombre tenía compasión y sabía cuándo definir y cruzar los límites.
No obstante, Cope era un jodido maniaco. Lo juro, el tipo mataba por diversión.
Nunca actuó como si le afectara o se arrepintiera por un momento. Y este era el hombre del
que recibía mis órdenes.
—Captain ha sido alertado. Esto terminará pronto —la voz de Cope salió de las
sombras. Maldita sea. Él siempre salía de la nada. Nunca podía oír al hijo de puta. Era como
un maldito ninja.
Captain había dicho que terminó con los crímenes. El hecho de que él tenía que
entrar a causa de un antiguo trabajo no me cayó bien. Quería saber que cuando yo me
alejara, me gustaría ser verdaderamente libre.
—Él ya no está trabajando —le contesté—. ¿Por qué no podemos hacerlo nosotros?
Infiernos, yo lo haré.
Parecía molesto por mí. Todavía no entendía todos los trabajos internos de esta
cosa. Lo que sí sabía era que DeCarlo no estaba completamente en todo. Había algo más en
juego, más que matar a quien debía ser eliminado. Todo lo que tengo son órdenes de Cope, y
hasta ahora, yo no había sido capaz de cerrar un acuerdo por mi cuenta.
—La chica que estás vigilando es donde necesitas enfocarte. Pensamos que ella
sabe lo que necesitamos. Te voy a dar los detalles mañana. Esta noche terminamos esto para
Cap.
El trabajo para el que me enviaron aquí se hacía cada vez más complicado. Ni
siquiera estaba seguro de los detalles. Sólo que había un hombre que buscábamos; secuestró
a un niño hace diez años y se salió con la suya. No habían dicho nada más.
Cope buscó su teléfono y comprobó la pantalla. —Él está ahí. Alexa le ha avisado,
y él esta dentro. Vamos yendo en caso de que necesite más seguridad —dijo Cope, dejando
caer el cigarrillo encendido y pisándolo fuerte. Comenzó a moverse hacia el bosque detrás
de nosotros.
Cabrón. Él realmente era molesto como el infierno. Había estado aquí viendo esta
casa durante tres horas y tenía alrededor de un millón de picaduras de mosquitos.
—Al hacer el jodido trabajo que te han dado —respondió, mientras seguía
avanzando—. Ahora, cierra la boca y deja de putear como una mujer. Concéntrate. Cap
puede necesitarnos.
Quería discutir o al menos llamarlo un hijo de puta, pero mantuve la boca cerrada.
En realidad, no me habían dado un trabajo fácil. Ser mandado para acechar a la hermana de
Y no podría incluso decirle a Mase sobre él, si quería que ambos viviésemos.
Addy
D
espués de la más sorprendente mañana de mi vida, me había despertado
con un Captain distante e incómodo. No había esperado que se retirara de
esa manera. Cuando éramos más jóvenes, habíamos conectado más cada
vez que dormimos juntos. Esta experiencia fue totalmente diferente.
Sus pensamientos habían estado en otro lugar. Cuando él me había dado una excusa
de que tenía que ir a trabajar para solucionar algunas cosas, sus ojos decían otra cosa. Me
sentí desechada. Mi estómago se retorció en un nudo para el resto del día.
La llegada de Franny a casa había ayudado a aclarar algunas cosas. Tener la charla
sobre su día y escuchar su risa ante sus programas favoritos de televisión era una distracción
definitiva. No tenía que trabajar esa noche, y estaba agradecida. Enfrentar a Captain ahora
parecía imposible.
La charla constante de Franny sobre lo divertido que fue que Captain la llevara a la
escuela, no ayudó. Cuando por fin dejó de hablar de él y comenzó en su tarea, me sentí
aliviada.
Un golpe en mi puerta me sobresaltó, y salté mientras secaba mis ojos. Tal vez era
Captain, que venía a verme y explicar por qué no había llamado en todo el día. Me apresuré
hasta la puerta y la abrí, esperando a Captain, pero me congelé cuando un hombre alto y
aterrador, con los hombros más anchos que yo había visto alguna vez, posó sus fríos y
azules ojos en mí.
Apreté el teléfono en mi mano. No tenía idea de quién era este hombre, pero tuve el
presentimiento que necesitaría marcar a emergencias. Me pregunté si podría hacerlo lo
suficientemente rápido.
—Deja de pensar en escapar. No estoy aquí para dañarte. Trae a tu vecina para que
cuide de tu hija, y ven conmigo. Captain te necesita.
Dos cosas que jamás quise escuchar en mi vida eran “Captain” y “hospital”, juntas
en una frase. Tal vez eran tonterías, o era miedo por Captain…. O simplemente no podía
imaginar que alguien que querría hacerme daño me hablaría como si fuera una niña
desobediente, pero saqué mi teléfono, todo el tiempo con mis ojos en el hombre alto, y
marqué a la señora Baylor.
—Oh, mi Dios. Espero que todo esté bien. Estaré allí ahora.
—Trabajábamos juntos.
Lo primero que oí fue una sonrisa ahogada. —Joder, no —fue la única respuesta
que obtuve antes de que él subiera a su camioneta.
La señora Baylor se apresuró por el jardín y llegó hasta los escalones de mi entrada.
—Yo me encargo. Ve a visitar a tu amigo.
Una vez que estuve en la camioneta, abroché mi cinturón y giré para estudiar al
hombre que manejaba.
Una pequeña y casi elusiva sonrisa tocó la esquina de su boca. —Bien —fue su
única respuesta, antes de que su rostro volviera a su estado natural. Tan raro como se veía,
su respuesta fue tranquilizadora.
—Addison Turner. Viviste en la casa de River Kipling como una niña de orfanato
por cuatro años. Su madre era loca y abusaba de ti. Se todo de ti, así que guárdatelo.
Mi boca se abrió mientras escuchaba a este hombre hablar de todo mi pasado con
River en cuatros frases. ¿Cómo lo sabía? ¿Realmente era cercano a River? —Así que,
¿Captain está en el hospital? ¿Es verdad?
Asintió.
—Joder, sí. Captain ha sobrevivido a más que una bala en la pierna. Estará bien,
pero te va a necesitar.
—No es mi asunto compartirlo contigo. Captain lo hará. Pero sí, él estará bien.
Incluso conservará su pierna. Fue una bala limpia.
—Habitación 345. Ve. Necesito café —dijo, como si pudiera leer mi mente.
Captain
M
antener mis ojos abiertos era jodidamente duro. Los medicamentos para
el dolor que me daban eran intensos. Había sentido el desgarro de la
bala en mi pierna cuando el hijo de puta se hundió con un último tirón
de su gatillo. Sin embargo, mi mente no había pensado en el hecho de que mi pierna estaba
herida. Todo lo que me importaba era que iba a vivir. No iba a dejar a Addy y Franny.
No era la primera vez que había recibido un disparo, pero era la primera vez que no
deseaba morir. Tenía un motivo para vivir ahora. Eso cambió todo. Yo había matado a dos
hombres esta noche. Cope había llevado a cabo el tercer asesinato cuando yo había caído a
causa de mi pierna.
Este fue el fin. Tenía una familia ahora, y esta vida no era lo que quería para ellas o
para mí.
Sin embargo, tenía que aclarar esto. Si muriera esta noche, ella no sabría el motivo.
Ellos jamás le explicarían. Mi secreto moriría conmigo. Addy necesitaba saber. Lo merece.
Tengo que confiar en que me ama lo suficiente para perdonarme por todo lo que he
hecho.
Alexa camino hacia la puerta, luego se detuvo y me miró. —Ella subió a un coche
con Cope, un chico que no conoce, sólo porque él le dijo que estabas en el hospital. Ella
Todos ellos conocían mi pasado con Addy. Tuve que darles algunos indicios, pero
Cope ya había investigado y supo todo. Incluso sabía que Rose era Addy antes que yo. El
bastardo era un jodido genio.
La puerta se había cerrado hace unos momentos antes que fuera abierta otra vez, y
Addy entró en la habitación, sus ojos abiertos y su cara sonrojada, como si hubiera estado
corriendo.
—River —dijo sin aliento. Luego su mano cubrió su boca, y dejó salir un sollozo
mientras caminaba lentamente hacia a mí.
—Ven acá —murmuré, usando toda mi fuerza para alzar mi brazo hacia ella para
que se recostara en mi pecho.
Era por esto que tenía que decirle. Ella necesitaba saber. Yo tenía que enfrentarlo,
pero al menos ya todo estaba hecho. Yo había acabado. Esto jamás sucedería otra vez.
Benedetto me lo prometió. —Sí, pero voy a estar bien. Lo prometo.
Ella sorbió. Odiaba que estuviera llorando. —¿Qué sucedió? ¿Por qué no estabas en
el trabajo? ¿O estabas?
Cuando había recibido el texto, sabía que debía lidiar con esta mierda antes de
tocarla o a Franny. —No fui a trabajar. Al menos, no el trabajo que conoces. Este era desde
antes. La vida que experimenté antes de llegar a Rosemary. La razón por la cual no pudiste
encontrarme en diez años.
—Es una larga historia. Comienza cuando pensé que estabas muerta y dejé a mis
padres. Estuve perdido y sin hogar por un tiempo, hasta que conocí a un hombre. Él me dio
Ella se acercó y rozó mi cabeza con su mano, cepillando mi cabello con gentileza.
—Descansa. No me iré. No te dejaré.
Mis ojos se cerraban mientras ella continuaba jugando con mi cabello. —Cuando te
lo diga… quizás lo intentes. Pero te seguiré —dije con mi lengua pesada.
Saber que ella estaba aquí y no me dejaría era todo lo que necesitaba en este
momento, y dejé que el sueño me llevara.
Cuando abrí mis ojos otra vez, no tuve que buscar a Addy. Su cabeza estaba a mi
lado, y su mano sobre la mía mientras ella dormía. Estaba sentada en la silla que ella
había acercado a mi cama. Miré hacia abajo y disfruté de la vista. Ella siempre parecía
tan pacifica mientras dormía. Adoraba observarla. Saber que se quedaba cerca de mí de
esta forma mientras dormía, me hacía sonreír.
—Ha estado dormida hace una hora —la voz de Blaire me sorprendió, y volteé
la cabeza para ver a mi hermana sentada al otro lado de la cama, mirándome de cerca—.
Major llamó a Mase, quien llamó a Rush. Estoy agradecida por escuchar a través de
rumores que mi hermano había sido disparado y estaba en el hospital —ahora lucía
molesta.
—Los chicos con quien solía trabajar no sabían que debían llamarte —le dije.
Alzó las cejas. —Pero, ¿sabían que tenían que llamarla a ella?
Blaire dejó salir una suave risa para no molestar a Addy. —Estaría ofendida por
eso si no estuviera tan feliz de ver a alguien tan dulce y amable sosteniendo tu mano
como si fueras todo su mundo. Me gusta ver eso.
—¿Vas a contarle de esto? ¿El motivo por el cuál estás aquí? —preguntó Blaire.
Había una preocupación fraternal que esperaba. Pero, ¿Qué sabía exactamente ella de
todo esto?
Ella se inclinó hacia adelante y sostuvo mi mirada. —¿Crees que soy estúpida?
En esta ciudad no le disparan a la gente porque sí. Algo más está pasando. Te vas a
Dallas y conoces a Mase y Reese. Un hombre que merece morir amenaza a Reese, y
luego está muerto. Después de eso, regresas. He pensado sobre eso, y algo no tiene
sentido. Tú no luces o actúas como un hombre que quiere trabajar en un restaurante de
negocios. Pareces como un hombre que sabe sostener un arma. Así que te disparen una
pierna me está diciendo que no eres sincero conmigo. Y para ser claros, no tienes que
decirme nada. Sólo quiero que sepas que sé que algo pasa contigo. Tu pasado es tan vago,
sin detalles. No sabemos mucho respecto a tus padres adoptivos, y no hablas de ellos. Así
que sí. ¿Al menos le dirás la verdad a ella?
Asentí. Porque lo hice, pero eso era todo lo que ella podía saber.
Blaire sonrió y apretó mi mano. —Si necesitas algo, llámame. Cuando estés
listo, quisiera traer a Nate aquí para visitarte. Estaré cerca, pero creo que tienes toda la
ayuda que necesitas, y probablemente también quieres estar a solas con ella.
—Todo va estar bien. Ella te ama —me aseguró Blaire, luego dio la vuelta y
dejó el cuarto.
Una vez que ella se marchó, volví mi atención a Addy mientras dormía. Era la
mañana ahora, y aunque conocía a Addy lo suficientemente bien como para saber que
tenía todo manejado con Franny, todavía estaba preocupado por la chica despertando sin
su madre al lado.
Pronto nos tendría a los dos allí cada mañana. Ella también tendría su propia
habitación, y la llevaría a la escuela cada mañana. Yo quería compensar todos esos años
que había perdido, con la madre y la hija.
Addy
E
scuché voces profundas hablando bajo cuando lentamente abrí mis ojos.
Pude sentir la calidez de la mano de River mientras se aferraba a la mía. No
estaba segura de cuanto había dormido, pero cuando desperté, descubrí que
su hermana, Blaire, había estado ahí. No la había conocido, pero antes de que River
descubriera quien era yo realmente, yo la vi visitar el restaurante antes.
Ahora sonaba como si él tuviera más visitas. Sentí el apretón de la mano de River.
Su rostro se iluminó con una sonrisa de satisfacción mientras ofrecía su mano libre
para mí. —Hola, soy Reese. Es tan agradable conocerte —dijo ella, luego volvió su mirada
hacia el hombre a su lado—. Y este es mi marido, Mase.
Mase era alto, con el pelo oscuro y suficiente largo para mantenerlo recogido en
una coleta baja. Sus vaqueros gastados le encajan muy bien, y la camisa a cuadros con
botones de manga larga, enrollada hasta los codos.
—Estoy contento que este encontró una mujer que puede aguantarlo —dijo Mase.
Reese rio y golpeó el brazo de Mase. —Detente antes de que ella te patee el trasero
—me miró—. Él está tomándote el pelo. Los dos estamos muy contentos de que Captain ha
encontrado a alguien que se preocupa por él, como es obvio que tú lo haces. Queremos que
él sea feliz.
—Verás que tengo en mi mundo un colorido grupo de personas a las que llamo
“amigos” —dijo River detrás de mí.
—Basta, los dos. Ella va a odiarnos, y yo quiero que le agrademos —habló Reese
con un gesto de preocupación—. Estos dos no siempre hicieron esto, pero al final, se
convirtieron en amigos. Vivimos en Fort Worth, y al segundo que hemos oído de Blaire
sobre tu accidente, nos subimos a un avión.
Mase rodó los ojos, y Reese se limitó a sonreír aún más. —De acuerdo, bien, era un
avión privado, pero teníamos prisa.
¿Ellos tenían un jet privado? Parecían pertenecer a Texas, pero no como para tener
un avión privado.
Conocía ese nombre pero, ¿Quién era? Lo había escuchado antes. No estaba segura
de dónde.
Reese rio y miró a Mase. —Ves, ella ni siquiera sabe quién es Kiro. Estás salvo.
Nada de fanáticas.
Miré a River.
Fue ahí cuando mi mandíbula cayó abierta. Porque puede que no recordara los
nombres de los integrantes, pero estaba segura como el infierno que conocía a Slacker
Demon. River apretó mi mano y frunció el ceño.
—¿Su padre está en la banda? —pregunté en un susurro, aun cuando podían oírme.
Yo estaba ligeramente abrumada. ¿Cómo fue que River conocía a esta gente?
Reese palmeó su brazo. —Lo sé, bebé. No eres nada como él.
—Creo que ha sido suficiente. Dejemos que Captain descanse, y vendremos más
tarde. Rush y Blaire nos han pedido por meses que los visitemos. Estaremos allí si necesitas
nuestra ayuda —informó Reese.
—Gracias. Lo aprecio, pero todo está bien. Abraza a mi sobrino por mí —dijo
River.
Captain
M
ase había comenzado a descubrir las cosas. Pude verlo en sus ojos
mientras me estudiaba. Cuando les dije que Addy era de mi pasado y la
he amado desde que era un adolescente, sólo había mejorado sus
sospechas de por qué yo había estado tan concentrado en Reese antes de casarse. Él sabía
que su padre tuvo algo que ver con la muerte de su padrastro, que la había molestado.
DeCarlo no pudo resistirse a darles una pequeña pista.
Pero eso era todo lo que sabía Mase. Ahora estaba seguro de que había empezado a
juntar el rompecabezas. Lo que significaba que tenía que hablar con Addy antes que las
cosas explotaran en mi cara y escuchara la verdad de otro lugar. Tenía que ser el que se lo
explicara a ella. No es que tuviera una excusa que valiera. Matar a alguien era difícil de
aceptar para cualquier persona. Incluso para la escoria bajo la tierra.
No era bueno. Era oscuro y retorcido y completamente jodido. Pero también era
parte de lo que yo era y la razón de estar aquí. Si hubiera sabido por un momento que ella
Sin embargo, así no fueron las cosas y el pasado era algo que no podía cambiar.
—Escapé. No pude lidiar con el hecho de que no estabas. Odiaba a todo el mundo.
Especialmente a mi papá, quien nunca se tomó el tiempo para ayudar a mamá. Él nos dejó
allí con ella, y creí que ella había acabado con tu vida. Yo estaba tan furioso y tan
jodidamente vacío —esa era la parte más fácil de decir.
Su mano apareció y cubrió la mía. Ese pequeño toque ayudó algo, pero no estaba
seguro de que ella siguiera tocándome de esta manera una vez que supiera toda la verdad.
—Viví en las calles por más de un año. Me volví bueno en eso, o tan bueno como
puedas serlo cuando vives por tu cuenta a los dieciséis. Una noche, decidí robarle a un
hombre rico. Normalmente marcaba sus carteras y las obtenía sin un problema. Yo era
rápido. No me quedaba con las tarjetas de crédito. Incluso las destruía para que nadie las
usara. Tenía algún código moral. Pero sí tomaba el dinero, simplemente para mantenerme
alimentado. Hice amigos en los callejones para conseguir un poco de ropa —me detuve,
esperando por si ella comentaba. Robar era el menor de mis pecados. Si ella aceptaba eso, lo
que tenía que contarle ahora iba a destruirme.
—Esa noche, le quité con éxito la cartera al más gran criminal de Chicago. Y él
pudo asesinarme. Tenía muchos hombres que lo rodeaban, pero jamás los vi hasta que corrí
con su cartera, la cual él no tenía idea de que se la había robado. Pero uno de sus hombres lo
notó, y ellos me detuvieron. Él no podía creer que yo lo había hecho, porque no había
sentido nada, pero uno de sus hombres la sacó del bolsillo de mi abrigo y se la mostró. El
hombre me estudió por unos segundos. Sabía, por la mirada en sus ojos, que yo estaba en
problemas. En ellos había un poder que asustaría a una persona normal. Pero, yo no tenía
motivo para vivir.
Su mano apretó la mía, y supe que a ella no le gustaba escuchar eso. Cogí su mano
y la llevé hasta mis labios antes de continuar.
—Preguntó mi nombre y que edad tenía. Luego me preguntó que pensaba de vivir
en un bote. No supe que decir a eso, así que sólo fui honesto y le dije que sería mucho mejor
que vivir en una caja. Esa noche, me llevó a casa y me dio un lugar donde vivir en su bote.
Durante el próximo año, él me arregló. Me entrenó. Para cuando tenía dieciocho, era uno de
ellos. Observé su mundo, sabiendo que yo no estaba de acuerdo con la mayoría de las cosas.
Hice una pausa y me preparé para lo que aún debía decir. Addy me miraba de cerca.
Yo no quería destrozarla. Contarle la verdad era todo lo que podía hacer.
—Yo tenía una regla. Una de la cual nunca me retracté. Solo aceptaría los trabajos
cuando el objetivo era un hombre que había abusado de un niño. Eso era todo. Nadie más.
Benedetto se convirtió en el padre que jamás tuve. Me había dado seguridad y un hogar
cuando lo necesité. Yo le obedecía. También tenía demonios apareciendo en mis sueños que
me comían vivo lentamente. Sabía que lo que me ofrecía era una salida. Un lugar para
perderme mientras encontraba una manera de vivir otra vez.
Me detuve y miré su rostro. Tenía los labios fruncidos ligeramente mientras estaba
sentada, tranquila, aun sosteniendo mi mano. Ella no entendió y yo no había sido tan
detallista. La idea de confesar que maté a hombres parecía jodidamente imposible.
—Un trabajo era alguien a quien Benedetto quería que despareciera o despidieran.
Un objetivo era una persona que debía… morir —antes de poder entrar en pánico,
continué—. Maté a hombres, Addy. Muchos hombres. Cada uno había hecho cosas terribles
a un niño. Los investigué. Si los consideraba culpables, terminaba con sus vidas. Así fue
como conocí a Reese. Ella había sido abusada por su padrastro por años. Él la había
convencido de que era tonta e inútil, cuando, de hecho, ella sólo tenía dislexia y no sabía. Su
padre biológico fue el hombre que me salvó. Él quería venganza, y yo se la di. Pero ese fue
uno de los muchos casos. Fue el último hombre al que asesiné. Después de eso, terminé.
Dejé a Benedetto y comencé una nueva vida. Aquí.
La mano de Addy se deslizó de la mía y dejé que se alejara. Ella necesitaba espacio
y, por mucho que eso me dolía, tenía que respetarla. Estaba preparado para esto.
Mantuvo sus manos juntas frente a ella y se quedó mirando al suelo. —¿A cuántos?
—cuestionó tranquilamente.
Ella dio varios pasos hacia atrás hasta topar con la pared, mirándome.
Quise saber lo que ella pensaba. La mirada de repulsión que temía, no estaba en su
rostro, pero ella no estaba de acuerdo con esto. Yo podía asegurarlo.
—¿Otros te rastrearán?
Negué. —Esa fue una situación inusual. La mayoría no sabe quién hizo el trabajo.
La banda sabía porque habían tenido negocios con Benedetto en el pasado.
—No. Iba con apoyo y tenía un arma. Soy un profesional. Estaba a salvo.
Eso no era lo que yo quería que ella pensara. —No me refería a eso. Sabía lo que
estaba haciendo. Estaba a salvo.
—¿Qué pasa si vienen más? ¿Si lastiman a Franny? —cubrió su boca y sacudió su
cabeza, como si la idea la golpeara.
Addy volteó, moviéndose hacia la puerta. —No puedo —dijo, negando con la
cabeza—. Simplemente no puedo —luego corrió por la puerta.
Addy
l asesinó a gente.
Lo amaba.
Esa era la única cosa que no saldría de mi cabeza. Lo amaba, a pesar de las
circunstancias. Quizás más. ¿Qué tan jodida me convertía eso? ¿Cómo podía amar más a
alguien por matar gente? ¿Por se encargaban de aquellos que abusaban de niños? ¿Eso lo
corregía todo? En mi corazón, lo hacía. Deseaba que los pervertidos que arruinaban las vidas
de los niños murieran. Sólo pensar en alguien lastimando a Franny me ponía furiosa. Si
alguien se atreviera, lo mataría yo misma.
Él me dijo la verdad con no tenía por qué hacerlo. Eso era algo que jamás debió
contarme. Podría haber mentido. Inventado una historia que tuviera sentido. Decirle la
verdad fue algo grande. Más, incluso. Lo que me hizo amarlo más.
Todavía estaba ordenando esto. Había escapado del hospital después de que River
terminara su historia. Todo lo que fui capaz de hacer en el momento fue ver el rostro de
¿Tenía razón él que no sería así? ¿No más contragolpes de su pasado que podrían
amenazar potencialmente a nuestra hija? Yo quería creer y seguir adelante, pero ella era mi
primera prioridad. Me necesitaba para protegerla. Ser egoísta porque por amar tanto a River
que no podía respirar, no era aceptable. Tenía que hacer lo que era mejor para ella.
Pero estar cerca de su padre se sentía correcto. Yo quería que fuera así. Para estar
seguras. Y quería confiar en él para mantenerla a salvo.
Dejé mi taza de café en el mostrador. Sabía lo que iba a hacer. Podía aceptarlo o
huir. Yo nunca había escapado antes. Excepto cuando traté de salvar la vida de River.
Esta vez, deseé darnos, a los tres, la vida que nos habían rebatado. Eso estaba en
mi poder ahora. No era una adolescente asustada con nada en sus manos. Era fuerte. Aprendí
a sobrevivir por mi cuenta, y lo había logrado.
Dos horas después, tenía a Franny conmigo, y caminamos hacia la habitación del
hospital donde se encontraba River. Le había explicado a ella que él fue disparado en la
pierna por accidente, y que iba a estar bien. Ella entró en pánico, por supuesto, pero la
calmé. Luego me hizo ir a la tienda y conseguirle una bolsa de chocolates, rosquillas,
—¿Crees que esté despierto? —preguntó, cuando hacíamos nuestro camino por el
pasillo directo a su cuarto.
—No lo sé, pero lo esperaremos en silencio si lo está dormido —le aseguré, porque
sabía que una vez que llegásemos, ella no querrá irse.
Cuando nos acercamos a la puerta abierta, escuché una voz femenina que sonaba
molesta. Me detuve, no segura aún de llevar a Franny.
—No puedes marcharte —escuché—. ¡Deja de ser tan terco! Yo la llamaré. Haré
que venga. Ni siquiera puedes caminar, Captain —la voz de Blaire era tan alta que se
entendía muy bien sus palabras.
—Me iré de este jodido hospital y —sus palabras de detuvieron cuando vio a
Franny y a mí. Nos observó, tanto a nosotras como a los artículos en nuestras manos.
Ella había escuchado suficiente de la angustia de Blaire para saber lo que él estaba
a punto de hacer era estúpido. Hermosamente perfecto, pero estúpido.
—Recuéstate, River. Por favor —ordené, caminando para dejar las cosas en la mesa
antes de acercarme a él—. Hemos regresado. No nos iremos.
—Gracias a Dios —Blaire sonaba aliviada—. Por mucho que quería conocer a
Franny y tener un momento en familia, creo que esta familia necesita un tiempo a solas.
—Te conseguí globos. Bueno, mami, también. Y te hemos traído para comer
porque la comida de hospital es asquerosa. ¿Por qué querías irte? ¿Fue porque la comida es
mala?
Sus preguntas trajeron una sonrisa a las esquinas de la boca de River. —La comida
es mala, pero si me has traído algo más, entonces puedo relajarme y quedarme aquí más
tiempo.
Franny le sonrió y comenzó a sacar las rosquillas para ponerlas frente a él. —No
trajimos leche, porque mami dijo que aquí hay. Necesitas leche con rosquillas
No estaba segura todavía de que él podía comer cualquier cosa como rosquillas,
pero me ocuparía de aquello cuando llegaran las enfermeras. Él iba a decirle a Franny lo que
quisiera oír en este momento, y yo lo amaba aún más por ello. Ella estaba haciendo un buen
trabajo de no mostrar lo molesta que estaba por verlo en cama, con la pierna vendada.
Él volvió a mirarme, tan suavemente que sentí que podría derretirme. —Regresaste.
—Sí.
—Entonces, ¿crees que puedes amarlo con el pasado que viene con él?
Me encogí de hombros y di un paso más cerca de él. —Lo he amdo la mayor parte
de mi vida. No puedo parar ahora.
River tendió me tendió la mano, y deslicé la mía en la suya. Me atrajo más cerca y
fui de buena gana.
—Esperen… ¿amas a mami? —el tono de Franny era una mezcla de admiración y
entusiasmo.
—La amo desde que tenía doce años. Nunca he dejado de hacerlo —respondió.
—¿Esto significa que te vas a casar con ella? —preguntó Franny, juntando las
manos, con los ojos muy abiertos mientras no miraba.
—Eso no es —empecé a decir, pero fue interrumpida cuando River me llevó hacia
abajo para un beso rápido.
—Sí, si ella me deja. Eso me haría el hombre más afortunado del planeta por
tenerlas en mi vida.
Sonreí contra sus labios, giré la cabeza para ver que Franny nos miraba con una
expresión de esperanza. —Creo que es seguro decir que ambas te amamos y queremos
quedarnos contigo.
Ella asintió con la cabeza con entusiasmo. —¡Sí, nos casaremos contigo! —
exclamó.
Ella corrió hacia él y fue cuidadosa de no lastimarlo cuando dejó que su papi la
atrajera a su lado.
—Tengo a mis chicas —dijo él, besando la cima de su cabeza—. Hace que todos
los caminos que tomé para llegar hasta aquí valieran cada último kilómetro.
FIN