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La Calidad Docente en la Educación Superior Salvadoreña.

Entre los diez criterios de evaluación hay uno referido a lo académico, que entre

otras cosas busca dilucidar la idoneidad de los docentes que laboran en los centros de

educación superior salvadoreños, todos los centros de enseñanza superior presentan graves

problemas respecto a la idoneidad de los docentes, lo cual comprendería que hay

deficiencias en la formación, falta de experiencia y una pobre integración en cada uno de

los docentes de las funciones atribuidas a la educación superior (docencia, investigación y

proyección social).

La falta de programas institucionales de capacitación y actualización docente, los

docentes no investigan y no proyectan a la sociedad su quehacer, un alto porcentaje de

docentes no tiene acceso a internet, las pobres y desactualizadas bibliotecas que poseen las

universidades no permite a los docentes aumentar y renovar sus conocimientos por la vía de

la autoformación, etc. frente a este pobre perfil del docente real salvadoreño es importante

plantear un ideal y las condiciones necesarias para ello. Sobre la educación superior un

documento que contiene algunos elementos es la Ley General de Educación Superior no

define con claridad ni expresamente la figura del docente trata por lo tanto de comprenderlo

como un todo educativo, algo enteramente compatible con una filosófica de la educación.

“La educación superior integra tres funciones: la docencia, la investigación

científica y la proyección social” (Art. 2). Desglosando esto, dice que “La docencia busca

transmitir y despertar conocimientos y habilidades de investigación e interpretación en los

educandos, para su formación como profesionales”. “La investigación es la búsqueda

sistemática de nuevos conocimientos para enriquecer la realidad científica y social”. Y “La


proyección social es el medio a través del cual el quehacer académico interactúa con la

realidad social”.

La investigación es lo que lleva también al docente a establecer un nexo entre la

teoría y la práctica y la proyección social exige del docente profesionalismo, creatividad,

entrega, originalidad, etc.

El Art. 21 de la Ley de Educación Superior también señala que “Las instituciones de

educación superior gozan de libertad de cátedra. Las autoridades estatales y los particulares

que coarten dicha libertad, responderán de sus actos de conformidad a las leyes”.

El Art.6: “Toda persona puede expresar y difundir libremente sus pensamientos

siempre que no subvierta el orden público, ni lesione la moral, el honor, ni la vida privada

de los demás”.

El Art. 7: “Los habitantes de El Salvador tienen derecho a asociarse libremente y a

reunirse pacíficamente y sin armas para cualquier objeto lícito. Nadie podrá ser obligado a

pertenecer a una asociación”.

El Art. 24: “Se garantiza el libre ejercicio de todas las religiones, sin más límite

que el trazado por la moral y el orden público”.

La libertad de cátedra no implica idiologizar, ni mucho menos tolera la posibilidad

de tergiversar (falsear un dato para conseguir el apoyo de los estudiantes hacia una decisión

favorable al docente o a personas o grupos de su simpatía).

En el Art. 34 de la Ley de Educación Superior, sobre los “Requisitos mínimos de

funcionamiento de las instituciones de educación superior”, literal g, se establece que “Los


profesores a tiempo completo deberán participar en proyectos de investigación e impartir

consejería directa a los alumnos”.

En el Art. 35 de la misma Ley se dice que “Los docentes nacionales o extranjeros de

educación superior, deben poseer como mínimo el grado que se ofrece y el conocimiento

específico de la materia que imparten”. Es decir, no sólo debe ser graduado en la materia

que enseña sino dominarla.

Por otra parte, al lado de los elementos que nos refiere la aproximación anterior,

pueden agregarse otros, de los cuales quiero mencionar los siguientes:

En primer lugar, la actualización que el docente debe llevar a cabo en su vida

profesional. El Salvador es sometiendo a los docentes a seminarios o cursos relativamente

cortos cada cierto tiempo. Luego, cualquier voluntad por realizar estudios de postgrado se

ve truncada por la inexistencia de los mismos y cuando los hay, los bajos salarios hacen

imposible seguirlos.

La forma de obtención de todo esto puede ser variada, por ejemplo: postgrados,

seminarios, talleres, congresos, panel forum, investigaciones, adquisición de bibliografía

(libros, revistas, boletines y periódicos), navegar en la web, comunicación (vía postal o

electrónica) con colegas, etc.

En segundo lugar, el docente debe de situarse como tal frente a la realidad. Esa

realidad que bajo algunas conceptualizaciones puede catalogarse de social y natural. La

social, por su parte, siguiendo a Marx y a Weber, es la que comprendería lo económico, lo

político, lo jurídico y lo ideológico, y la natural, de acuerdo a los griegos, sería toda aquella
que no ha sufrido modificaciones “sustanciales” de parte del hombre y que sigue sus

“propias” leyes.

Esta realidad que el docente debe integrar a su quehacer debe hoy comprenderse

también como la nacional, regional e internacional. En un sentido específico, cada docente

en su especialidad debe abordar la dimensión de la realidad propia de su campo y en la

medida de lo posible relacionarla con las otras dimensiones de la realidad.

Sin temor a resultar pésimo o resbalar en la exageración, considero que el docente

salvadoreño medio está divorciado de la realidad, y cuando mucho posee una visión de la

realidad obtenida no científicamente, sino “a ojo de buen cubero” o a partir de su

experiencia personal, la hominización consistiría en un proceso natural que permite al

hombre evolucionar filogenéticamente (en la dirección del phylum humano o en la línea

genética específicamente humana), apunta a desarrollar la realidad del hombre, en el

sentido de la especialización de sus órganos y su capacidad adaptativa al medio.

¿Qué tópicos de la realidad nacional son prioritarios o tienen que estar a la base de

la realidad que refiera el docente?

Un docente no debe reducir su práctica educativa al marco de su aula, debe

posibilitar el contacto de su quehacer y visión con el quehacer y visión de otros. Podríamos

preguntarnos también: nuestros estudiantes ¿cómo conciben la educación: como un

pasatiempo, un requisito para conseguir un trabajo, algo útil para construir un mundo

mejor, una obligación fundada en una imposición paterna o materna, un pretexto para

conseguir amigos (as) o novios (as), un instante donde evadir los problemas familiares o

nacionales, una forma de alcanzar un estatus social más elevado?


En tercer lugar, el docente debe emplear métodos y técnicas de enseñanza

pertinentes. La palabra "método" deriva de las raíces griegas μετά (metá) y ώδος (odos).

Dice Raúl Rojas Soriano, el método se refiere a criterios y procedimientos generales

que orientan el trabajo científico para lograr un conocimiento objetivo de la realidad. De

forma parecida, los métodos y técnicas de enseñanza han de variar, por una parte, de

acuerdo a la ciencia de que se trate y al objeto de estudio en cuestión, y por otra, en función

de los propósitos buscados en la docencia, esto es, principalmente: transmitir contenidos

científicos, desarrollar capacidad de análisis y sentido crítico, investigar la realidad y crear

conocimiento nuevo, y generar debate entre estudiantes y docentes.

Por su parte, la palabra castellana “técnica” procede del latín technícus que traduce el

griego τεχνικός, derivado de la raíz τεχνή, que en su uso más original denota habilidad

manual para hacer cosas. Llevado al plano pedagógico, las técnicas deben acompañar a

los métodos educativos, como recursos metodológicamente adecuados para accesar a la

comprensión de los objetos en estudio. Algunas técnicas pedagógicas pueden ser: exposición

magistral, debates, investigación bibliográfica (desarrollo de temas, análisis, síntesis,

ensayos), investigación de campo (observación de realidades, entrevistas, encuestas,

sondeos de opinión), lectura comprensiva, etc. Tanto los métodos como las técnicas

pedagógicas requieren de recursos, entre los cuales pueden utilizarse: pizarras, carteles,

proyectores, data shows, computadoras, internet, videos, casetes, fotos, objetos, etc.

Y, por último, para medir el comportamiento del docente, Personalmente, sostengo

que la evaluación debe abarcar todo el proceso educativo, es decir, lo implicado en la

dinámica enseñanza – aprendizaje en su marco más general posible. Esto significa que debe
involucrar a las distintas partes que intervienen en los aspectos más decisivos. Esto es, en

primer lugar, al docente: dominio y amplitud de conocimiento, actualización, investigación

de la realidad, producción personal de conocimiento, pedagogía, ética, relaciones humanas,

disciplina, planificación, y sistema de evaluación de acuerdo a los contenidos y a los fines

de la asignatura. En segundo lugar, al estudiante: asistencia a clase, vacíos que arrastra de

niveles anteriores o de otros cursos, motivación, entrega, asimilación, investigación,

análisis, producción, y participación. Y, en tercer lugar, a la institución educativa: planes de

estudio y programas de las asignaturas, condiciones de las salas de clase (amplitud,

aireación, ruido, etc.), biblioteca, tecnología educativa, espacios de esparcimiento (zonas

verdes, canchas, etc.), imagen que proyecta la universidad, trato que da al estudiante la

administración en general (de parte de rector, decanos, responsables de carreras,

administración académica, administración financiera, personal de servicio, etc.), etc.

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