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1. INTRODUCCIÓN
Unas de las quejas que se escuchan con más frecuencia a profesores de todos los niveles
educativos pero, especialmente, a partir de tercero o cuarto de Primaria, es que muchos de
sus alumnos no muestran interés por los contenidos escolares ni ponen el esfuerzo necesario
para adquirir los conocimientos y capacidades que constituyen el objeto de la actividad
docente.
Este problema requiere una reflexión sobre las características de los alumnos y el clima
motivacional del aula. Una metodología que motive a un alumno puede no hacer el mismo
efecto en otro porque las variables personales relacionadas con su contexto social,
autoestima y metas del aprendizaje no son las mismas.
2. PALABRAS CLAVE
Motivación, Metodología, Contexto, Aprendizaje y variables personales.
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1.- COMIENZO DE LAS ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE: ¿CÓMO CAPTAR LA
ATENCIÓN DE LOS ALUMNOS Y HACIA DÓNDE DIRIGIRLA?
Todo profesor debe lograr al comienzo de una clase, como condición necesaria para activar la
motivación de sus alumnos:
Comenzar directamente a explicar puede contribuir a que los alumnos consideren que la
meta es memorizar y aprobar. Y esto lleva al aburrimiento. Por el contrario, dedicar un breve
tiempo al inicio de cada tema a plantear situaciones y preguntas que activen la curiosidad
puede ser una ayuda muy útil ya que supone orientar el aprendizaje hacia la comprensión de
fenómenos, no hacia la memorización de hechos.
Iniciar la clase con una actividad manipulativa, rompiendo expectativas y haciendo algo
“distinto.
Utilizar la técnica “Torbellino de ideas” al presentar el tema. Consiste en que los alumnos
digan todo lo que se les ocurra sobre un tema elegido siguiendo tres reglas básicas: Toda
crítica está prohibida, escuchar a los demás y proceder con rapidez sin pararse en
discusiones de ningún tipo, cada sujeto suelta una frase o expresión sin largas
explicaciones.
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1.2.- Explicitación de la relevancia de la tarea:
El segundo factor que condiciona la intención con que el alumno va a abordar el trabajo
escolar es la percepción de la relevancia de los contenidos que debe aprender o de la tarea
que ha de realizar. Todo alumno se plantea la pregunta “¿Para qué necesito saber esto?”.
Implica la búsqueda del significado, instrumental o de meta, de lo que se ha de aprender y de
su respuesta depende la atención, el estudio o realización de una tarea y, en consecuencia, el
esfuerzo que va a poner en todo ello.
Estos factores están en parte supeditados a la actividad de los profesores, ya que podemos o
no relacionar el contenido de la instrucción con las experiencias, los conocimientos previos y
los valores de los alumnos.
Por ejemplo si damos a nuestros alumnos un texto sin ningún signo de puntuación y les
pedimos que lo lean y no lo comprenden será útil para mostrarles la relevancia de aprender el
uso adecuado de los signos de puntuación. El profesor debe plantearse algunas preguntas:
Además de diseñar situaciones como la descrita, podemos hacer más o menos explícita la
meta para que pueda ser importante aprender lo que se presenta o realizar la actividad que
se propone simplemente diciéndolo, esto es, indicando directamente su funcionalidad. Por
ejemplo en una clase en que se va a trabajar la redacción de textos que contienen
instrucciones o procedimientos, el profesor puede señalar los siguientes objetivos, cada uno
tiene que ver con una meta distinta:
a) “Vamos a aprender a dar instrucciones de modo preciso para que quien las lea haga lo
que indicamos sin cometer errores”. Este mensaje subraya la relevancia interna, directa, de
la tarea.
b) “Vais a estudiar esta lección y hacer la redacción que se indica porque luego os voy a
poner un control y el que no lo pase tendrá suspenso la evaluación “. Este mensaje subraya
que el aprendizaje ayuda a evitar una situación aversiva.
c) “Vamos a ver quien es capaz de escribir mejor una redacción”. Aquí lo importante no es
aprender sino superar a los demás.
De ahí la importancia de que evaluemos los mensajes mediante los que transmitimos la idea
de las metas que están en juego y de que , si procede, las modifiquemos.
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Si no ponemos de manifiesto el valor de lo que se realiza o si no hacemos explícito dicho
valor lo más probable es que muchos de nuestros alumnos no perciban su relevancia y no
afronten el trabajo escolar con la motivación apropiada.
Cuando han de resolver problemas, hacer una redacción, realizar dibujos, etc, los factores
que controlan el mantenimiento de la atención son fundamentalmente de tipo personal. Por un
lado está el hecho de que la tarea no sea trivial, que supongan un cierto desafío y, por otra
parte, está la capacidad de autorregulación de la propia actividad mediante
autoinstrucciones y automensajes
Por ej. Para resolver un problema hay que pensar: ¿Qué me piden hallar?, ¿Qué necesito
saber para poder responder? ¿Qué información necesito para averiguarlo?¿Qué datos me
permiten hallarlo? Veamos ¿Qué me pedían?.
Recordarles que lo importante es aprender a realizar la tarea más que el hecho mismo de
resolverla. No se debe buscar la perfección, sino progresos parciales. Por ej. Una profesora
de Inglés al poner a sus alumnos un CD que deben escuchar puede indicarles “No hace falta
que entendáis todo lo que dicen, sí la idea principal”. Así proporcionamos objetivos
intermedios, evitando bloqueos y perdida de interés.
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ACTUACIÓN DEBEN ADOPTARSE?
Hay estudios que demuestran que el rendimiento escolar aumenta cuando el alumno capta
que el profesor les “escucha”, de una manera activa, se preocupa de que cada uno
aprenda, sin compararles con los demás y señalando los progresos y no sólo lo negativo, sin
existir favoritismos. En la medida en que se sientan escuchados y que sienten que el profesor
quiere ayudarles, tienden a rendir más.
Para que el trabajo sea autónomo, uno de los objetivos que es preciso conseguir es que el
alumno trabaje sin encontrarse obligado, sino de buena gana. Algunos consejos:
Todo lo anterior no nos sirve si el alumno no percibe que progresa y que cuando lo intenta,
aprende. Es decir que experimenten que si se esfuerzan serán más competentes. Para
ayudarles a ello tenemos que analizar:
Cinco objetivos deben conseguirse al diseñar las tareas de aprendizaje para que motiven
realmente a aprender:
Centrar la atención de los alumnos en los aspectos más significativos y relevantes de los
contenidos.
Despertar en ellos la curiosidad y el interés mediante actividades novedosas y diversas.
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Plantearles acciones que impliquen un desafío razonable.
Ayudarles a plantearse metas realistas a corto plazo.
Apoyar el desarrollo y uso de estrategias de aprendizaje efectivas.
Los cuatro primeros ya los hemos comentado. Respecto al último, se considera que es uno de
los elementos con mayor repercusión motivacional. Hay que facilitar estrategias que
posibiliten aprender autónomamente y a "aprender a pensar". Es decir enseñar a aprender y
enseñar a pensar. Existen numerosas investigaciones realizadas en relación con la
adquisición de habilidades cognitivas básicas (observar, recoger información, comparar, etc) y
con la mejora de capacidades diversas (de razonar, de resolver problemas, de comprender la
información al leer, de expresarse por escrito, de aprender y recordar información) recogidas
en trabajos de diversos autores como Feuerstein y otros, 80 y Alonso Tapia, 91, 95. , que han
puesto de manifiesto la efectividad con que aprendemos a pensar y, como consecuencia, la
experiencia de progreso en nuesTro aprendizaje con la consiguiente motivación que tal
experiencia genera.
- Los mensajes dirigidos por el profesor antes, durante y después de las tareas
escolares.(Ver cuadro resumen). Mensajes del tipo "Cómo sigas así no vas a llegar a ninguna
parte", "Te estás quedando la última", etc deben eliminarse del repertorio de todo profesor
que intente mejorar la autoestima de sus alumnos.
- Las recompensas que da a los alumnos. Los elogios y las recompensas tangibles son unos
reforzadores positivos muy efectivos para la motivación extrínseca. No podemos
acostumbrara nuestros alumnos a trabajar pensando siempre en un reforzador.
- Los modelos de actuación que ofrece con su comportamiento. "No hables tanto y predica
con el ejemplo": este dicho se aplica también al tema que nos ocupa. Debemos expresar
en voz alta lo que pensamos sobre nuestros aciertos y errores, nuestras preferencias
respecto al trabajo, nuestras expectativas.
Por ej, cuando tratamos de resolver un problema podemos ir diciendo "Veamos esto es
fácil, ¿Porqué no me sale? ¿Qué hago mal?...Voy a pensarlo.
Somos modelos para los alumnos y así le enseñamos cómo afrontar una dificultad. Esto debe
ser objeto de reflexión de todo profesor.
- Los mensajes que un profesor emite al término de una tarea tienen repercusiones
motivacionales de distinto signo. Ej. “Pensad que lo importante es que hayaís aprendido el
procedimiento para resolver este tipo de problemas, no que ahora los tengaís bien resueltos” .
Se facilita que los alumnos se fijen en el proceso que han seguido, que tomen conciencia de
lo que han aprendido. No importa ir despacio y cometer errores, siempre que se avance.
Patrones de actuación inedecuados serían comentarios del tipo: “ Como sigas así no vas a
llegar a ninguna parte” o realizar comparaciones con los compañeros “Te estás quedando la
última, a ver si te esfuerzas” (amenazas contra la autoestima).
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2.3.3.- Tipos de interacciones entre iguales que se producen a lo largo de las clases.
Las distintas formas de interacción promovidas por el profesor tienen diferentes efectos sobre
la motivación:
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fuerza a los alumnos a interactuar entre sí, propiciando los procesos cognitivos y
relacionales.
Serían necesarias dos sesiones semanales como mínimo.
Es importante que los grupos sean heterogéneos: respeto a las diferencias de
opinión. El profesor puede indicar quienes participan en cada grupo.
Dentro del aprendizaje cooperativo el tipo de liderazgo del profesor debe ser
democrático. El profesor tiene preparadas actividades, materiales, ideas, temas...,
pero deja que los alumnos también propongan y decidan dentro de lo que se les
puede ofrecer: se busca un consenso.
Son técnicas motivadoras del aprendizaje, porque activan la curiosidad, mantiene la
atención y la evaluación suele ser positiva y les refuerza.
Los profesores que trabajan con grupos cooperativos hacen las clases más amenas
y participativas, dando protagonismo a todos los alumnos, incluso a los que con
métodos tradicionales suelen buscarlo con conductas disruptivas, con lo que reduce
los problemas de indisciplina así como la necesidad de que el profesor deba
controlarlas y sancionarlas, mejorando con ello el clima del aula para todos los que
en ella se encuentran, incluido el propio profesor.
Algunas Técnicas de Aprendizaje Cooperativo son: Tutoría entre iguales, El
rompecabezas, Grupos de investigación, Torneos de Equipos, TAI (Equipo asistido,
STAD ("rendimiento por divisiones "), etc…
5. BIBLIOGRAFÍA
-Fritzen, S.J. (1988) Ejercicios prácticos de Dinámica de grupos. Editorial Sal Terrae,
Santander.
-Garaigordobil Landazabal, Maite (2003): Juegos cooperativos y creativos para niños
de 8 a 10 años. Ediciones Pirámide. Madrid.
-Pallarés, M (1986). Técnicas de grupo para educadores. Publicaciones ICCE, Madrid.
-Bueno Álvarez, J.A(2004): “La Motivación del alumno en el aula”. Madrid, 2004. Ed.
ICCE. Madrid.