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Historia de la Psicología

Cát. II
U.B.A
- Informe de Seminario-
Tema:
“Construcción de la noción de sujeto objetivo/pasivo desde una perspectiva
positivista de José Ingenieros y de sujeto subjetivo/activo desde una perspectiva
axiológica de Alejandro Korn.”

Alumno: Dinardi Julián O. A.


LU: 368514280

Profesores: Falcone, Rosa - Espacio Seminario


Ibarra, Florencia – Espacio Teórico
Sourigues, Santiago – Espacio Práctico

Comisión: 7

Email: julii.d-25@live.com.ar

- Primer Cuatrimestre 2019 –

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Introducción

En el siguiente informe se tratará de abordar la noción de sujeto psicológico tomando en


cuenta los aportes de dos autores clave en dos períodos históricos de la Argentina,
comprendiendo dicha estructura histórica en períodos de acuerdo a la participación
democrática de los habitantes inmigrantes llegados al país. Por un lado, se tomarán en
cuenta las nociones de sujeto pasivo/objetivo desde la perspectiva de José Ingenieros,
basado en un enfoque positivista y cómo la psicología desarrolló, basados en preceptos
biológicos el concepto de sujeto, abordándolo con parámetros ambientalistas
(darwinismo). Esta noción se tendrá en cuenta dentro del primer período histórico del
desarrollo de la psicología en Argentina llamado “Período de Democracia de
Participación Restringida”, que comprende sus inicios a principios de siglo (1900) hasta
1916/1918 donde se realiza la primer reforma universitaria en 1918; y por otro lado, se
tomarán en cuenta las nociones de sujeto activo/subjetivo desde la perspectiva de
Alejandro Korn, basado en un enfoque humanista y vitalista, y cómo la psicología post-
reforma universitaria comenzó a criticar el enfoque positivista, construyendo la noción
de sujeto en base a sus valores (Axiología o teoría de los valores) y la libertad del
hombre a través de una psicología subjetiva, escindiendo a la misma del ambientalismo
animal e incorporando la cultura como medio de desarrollo del mismo. Esta noción se
tendrá en cuenta dentro del segundo período histórico del desarrollo de la psicología en
Argentina llamado “Período de Democracia de Participación Ampliada” que comprende
su desarrollo entre los años 1916 a 1930.

Palabras clave

Psicología – sujeto – objetivo – subjetivo – democracia – positivismo - valores

Metodología

Para el desarrollo del trabajo se abordarán diversas fuentes primarias como “La libertad
creadora”, “Esquema gnoseológico” y “Axiología” de Alejandro Korn y “Psicología
biológica” de José Ingenieros para comparar su diversas posiciones ideológicas,
contrastadas con fuentes secundarias para la contextualización del trabajo.

Desarrollo

Para comenzar a desarrollar los temas pertinentes a este trabajo, que tiene como eje
fundamental la conceptualización y la construcción de la noción de sujeto desde la
perspectiva psicológica e histórica en Argentina es fundamental contextualizar y
delimitar los períodos en cuyos auges la noción de sujeto varió considerablemente,
basándose en tradiciones conceptuales, múltiples debates y polémicas, estableciendo
también como protagonista la participación popular en los ámbitos políticos y sociales
en cada período.
Tomando como punto de partida esto último, se puede denominar al primer período
histórico de la Argentina donde la psicología comenzó a tener preponderancia política,
educativa y académica (si bien ya contaba con antecedentes históricos desde la época
Colonial, con los primeros conceptos psicológicos desarrollados bajo la filosofía

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escolástica a principios del siglo XVII), como “Período de Democracia de Participación
Restringida” que se comprende entre los años 1900 a 1916/18.
Este primer período, comprendido un poco antes del inicio del siglo XX, más
precisamente en 1880, se caracteriza por un lado, por una fuerte transformación
poblacional, debido en gran parte al advenimiento de grandes corrientes inmigratorias
provenientes de Europa, generando un tenso clima por las reivindicaciones sociales y
políticas; y por otro lado, por la presencia de un Estado conservador, de democracia de
participación fuertemente restringida, reconocido por su estilo político como el régimen
conservador u oligarquía, con Julio Argentino Roca en el poder ejecutivo y con un
modelo económico próspero basado en la apertura del mercado bajo un proyecto
agroexportador. Esta expansión económica significó grandes avances en el país, como el
reemplazo del viejo sistema de transporte (carretas de bueyes y mulas) por el ferrocarril,
el desarrollo de la agricultura y la ganadería, y la construcción y el comercio en las
ciudades asociadas con una industria pujante. Según las ideologías de este período, el
desorden político constituía un obstáculo para la expansión económica debido a esta
gran corriente inmigratoria que produjo una superpoblación y consigo, la amenaza
anarquista por parte de los trabajadores extranjeros que buscaban reivindicaciones
políticas y sociales; el orden se transformó entonces en un requisito indispensable que
debía garantizar el Estado, a través del cual el presidente Roca, junto a su lema paz y
administración, reflejó estas ideas. Debido a que estos dirigentes de la denominada
generación del ochenta adherían a los principios del liberalismo y estaban inmersos en
las ideas del positivismo (doctrina con vetas cientificistas que se había convertido en la
ideología dominante) y del evolucionismo, decidieron afrontar el problema
demográfico instrumentando una política institucional, que apuntaba a ordenar la
sociedad a través de la denominada “ingeniería social”. Para esto, se apoyaron en la
Universidad (la cual juega un rol determinante, ya que en este momento, la misma es
funcional a las políticas del Estado), en busca de una respuesta institucional (hospitales,
hospicios, asilos, cárceles, escuelas) para intentar dirigir este proceso desde un modelo
asistencial. Estas políticas institucionales proveen criterios clínicos-criminológicos
como herramientas conceptuales, basándose en diagnósticos diferenciales que
permiten diferenciar lo normal de lo patológico, lo ateniente a la clínica y lo
criminológico y detectar así los déficits que impiden la integración laboral, para de esta
manera derivar a esta gran parte de la población a las respectivas instituciones y prever
una posible solución al problema de la inmigración. Estos dos enfoques explicitan un
tratamiento para las disfuncionalidades del sujeto, que para esta perspectiva, tomando
además como referentes a H. Spencer y Charles Darwin desde un enfoque naturalista,
dicho sujeto además de ser considerado un insumo productivo (factor de producción
rentable para la producción de otros bienes) en el plano económico, es pasivo y
manipulable en el plano político, de escasa o nula participación política, cuyas
características se dan tanto por la condición de inmigrante sin derechos políticos como
por las restricciones del sistema democrático en sí. Este sujeto se articula en una
racionalidad positiva donde se supone que está determinado por un orden natural. En
síntesis, el gobierno se sustenta en un proyecto de psicología spenceriana-darwiniana,

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junto con los conocimientos de la clínica francesa para institucionalizar al sujeto,
considerándolo como un sujeto pasivo desprovisto de derechos políticos y laborales.
Como bien se dijo, este proyecto político y positivista en el campo intelectual, encuentra
su apoyo en la Universidad. Esta depende directamente del poder Ejecutivo Nacional,
decidiendo sobre quienes serán designados como autoridades y profesores. El Estado y
la Universidad trabajan conjuntamente, promoviendo una Psicología objetiva,
naturalista, con fundamentos fisiológicos experimentales, basándose en el método
patológico de la clínica francesa y los hallazgos de la psicología experimental alemana
(mediciones sensoriales), coincidiendo ambas en un fundamento fisiológico. También,
para este punto la Universidad se respalda en la validez experimental del laboratorio, en
los métodos patológicos de la clínica francesa y en los modelos genéticos-funcionales
en el área criminológica, siendo José Ingenieros uno de sus más influyentes referentes.
Para entender mejor el pensamiento de estos agentes, se puede tomar como ejemplo una
de las crónicas enviadas por Ingenieros al diario La Nación donde dice: “Ha podido
advertirse que las diversas enfermedades cerebrales producen alteraciones,
disociaciones e involuciones de la actividad mental, destruyéndola o desviándola, total
o parcialmente. El estudio de esos trastornos permite inferir datos preciosos acerca de
las funciones normales; de ahí que para estudiar psicología, además de ser fisiólogo,
conviene ser médico. Los estudios del laboratorio deben complementarse con los de la
clínica. El resultado convergente de esa labor bilateral constituye la psicología
biológica, única digna del nombre de ciencia; su campo de investigaciones no se limita
a la «inteligencia» humana, pues abarca las funciones psíquicas de todos los seres
vivos”. (Fernández, Cristina B. 2017; p. 293)
En lo referente al campo académico universitario, se puede establecer el surgimiento de
la Psicología como Cátedra Universitaria en nuestro país recién en el año 1896 después
de la creación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires,
compartiendo el primer curso junto con la Lógica en el primer plan de estudios de la
facultad. Rodolfo Rivarola fue el encargado de dictar las primeras clases, siendo
profesor de la cátedra desde su creación hasta 1903; su enseñanza se enmarcaba dentro
del positivismo, con influencias de Ribot; Spencer, Wundt, Sergi y otros. Luego,
Antonio Dellepiane lo remplazó por un breve período y José N. Matienzo, profesor de
Lógica, lo hizo en 1901; ambos siguieron las líneas generales del programa de Rivarola.
La Psicología es mencionada también en la Facultad de Derecho, en el curso de
Filosofía General de Ernesto J. Weigel Muñoz, Ernesto Padilla, Amadeo Gras, Rodolfo
Rivarola y los cursos de psicología para el ingreso; también en la Escuela de Medicina
sólo se abordaban aspectos de la psicopatología o "patología mental", como también las
referencias hechas en los cursos de Fisiología, mencionados por Horacio G. Pinero.
Por otro lado, la Psicología surge como ciencia experimental enmarcada desde el
positivismo a finales del siglo XIX con el establecimiento de un modesto primer
Laboratorio de Psicología Experimental en 1891 en San Juan, de la mano de Víctor
Mercante (discípulo de Pedro Scalabrini Ortiz en la Escuela Normal de Profesores de
Paraná); aunque en realidad, si bien se registra el laboratorio de Mercante como el
primero en el país, se toma en cuenta como fundador del primer Laboratorio de
Psicología Experimental, equipado con aparatos de medición, al fisiólogo Horacio
Piñero, fundando el mismo en 1898 en el Colegio Nacional Central, y un par de años
después trasladando el laboratorio a la Facultad de Filosofía y Letras, donde estaba a
cargo de la enseñanza de psicología.

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Como se señaló anteriormente, Piñero es invitado en 1901 a dictar el primer curso de
Psicología llamado “Psicología Experimental y Clínica”, basado en la metodología
laboratorista de Wundt donde estudia la expresión fisiológica de los estados psíquicos,
midiéndola por medio de aparatos y apoyándose en criterios biológicos (fisiológicos o
sensoriales), donde inaugura la biotécnica con la confección de las fichas
antropométricas. Al ser un destacado fisiólogo, su trabajo se centra en la psicofisiología,
concibiendo a la conciencia como una cualidad de los fenómenos orgánicos,
manteniendo su enseñanza en el "criterio experimental en lo fisiológico y clínico en lo
patológico". Al enmarcarse dentro del Positivismo como campo teórico, busca al igual
que las nuevas corrientes positivistas europeas, emanciparse de la filosofía especulativa
para adentrarse a un campo del saber basado en la observación experimental. En este
sentido, su enfoque se encuentra determinado por la obra de Charcot, Wundt y Ribot,
utilizando e imitando los criterios y métodos de Pierre Janet aplicados en la proyección
del Museo Psicológico que formó como complemento de la Cátedra. En octubre de
1901 fue designado profesor suplente y en marzo de 1902 se hizo cargo de la Cátedra
como profesor titular, ocupándola con algunas interrupciones y ausencias debido a sus
viajes, por lo que fueron suplentes de su Cátedra a lo largo de su vigencia referentes
como José Ingenieros en 1904, el Dr. Francisco de Veyga en 1909 y 1910, el Dr.
Antonio Vidal en 1911 y 1914 y el Dr. Enrique Mouchet en Septiembre de 1919 donde
un mes después se hizo cargo de la cátedra, más de un año después de que muriera
Piñero en agosto de 1918, ya que su enfermedad lo había obligado a retirarse,
falleciendo en enero del año siguiente en la ciudad de Mar del Plata.
Por otro lado, ante la iniciativa del Dr. José Nicolás Matienzo se crea en 1906 un
segundo curso de Psicología en la Facultad de Filosofía y Letras a cargo del profesor y
psicólogo alemán Félix Krüger, quien al haber sido discípulo de Wundt influyó con sus
ideas y con la de otros autores de la filosofía alemana más reciente por aquellos
tiempos, como Windelband, Dilthey, Rickert, Cohn, Natorp, Cohén, entre otros. Este
curso estaba orientado al estudio de los procesos mentales superiores, los sentimientos,
la inteligencia, la voluntad y su resultado sintético: la personalidad consciente, el
estudio de los caracteres humanos, sus relaciones con la educación, con la psicología
colectiva y social, con la lógica, la estética y la moral; a diferencia del primer curso que
estaba orientado al estudio fisiológico-clínico de los órganos que desempeñan las
funciones psíquicas, mostrando su adquisición filogenética en la especie y su
desenvolvimiento ontogenético en el individuo, así como la correlación entre los
órganos y las funciones.
En 1908, Krüger renunció a la Cátedra de Psicología y fue reemplazado por el Doctor
José Ingenieros quien estuvo en la misma hasta 1911 y que dividió el curso en diez
partes, siendo estas la filosofía científica, la psicología genética, los orígenes de la
materia viva, la energética biológica y las funciones psíquicas, la filogenia, la
sociogenia y la ontogenia psíquicas, la función de pensar y las funciones psíquicas
conscientes y los métodos de la psicología.
Su enseñanza, delimitada dentro del método genético, se refiere al estudio descriptivo
de los caracteres y sentimientos humanos. En 1902 funda los "Archivos de
Criminología, Medicina Legal y Psiquiatría", siendo su director hasta 1913. En 1915
funda también la "Revista de filosofía, Cultura, Ciencias y Educación", dirigiéndola
hasta su muerte en 1925 y pasándose luego a manos de Aníbal N. Ponce hasta su
desaparición en 1929. También crea la colección "La Cultura Argentina", que publicó
en pocos años más de 150 títulos.
En 1905 conoce a Janet, Dumas, Lombroso, Ferri, Sergi, Morselli y otros intelectuales
de la época en el Quinto Congreso de Psicología realizado en Roma, y trae consigo

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diferentes concepciones y nociones de la Psicología, enmarcadas dentro del campo de la
Criminología. En 1907 es designado Director del Instituto de Criminología en la
Penitenciaría Nacional y también se lo reconoce por ser uno de los fundadores de la
Sociedad de Psicología y su segundo presidente en remplazo de Pinero en 1910.
Ingenieros, además de heredar de Ramos Mejía el interés por el estudio de la psicología
patológica y más que nada de las neurosis, también defiende y discute la postura de
Lombroso sobre la degeneración y las clasificaciones de Ferri, buscando además la
independencia de la Criminología como ciencia, debido a que en relación al primer
período, con un Estado conservador y restringido en la actividad popular, el rol del
psiquiatra cobra preponderancia en la sociedad, ya que las fuertes corrientes
inmigratorias de Europa hacia Argentina significó también un notable aumento de la
delincuencia y otros efectos como el hacinamiento, la deficiencia sanitaria,
enfermedades, vagancia, alcoholismo y prostitución. Como se planteó al principio del
desarrollo, el Estado debía garantizar un orden social, por lo que se crean penitenciarias,
asilos y servicios especiales. El médico pasa a convertirse en un agente importante en
pro de este orden social y bienestar y el enfermo, el loco o el criminal pasa a ser un
problema social específico, donde al aislarse y confinarse en las diversas instituciones
propuestas por las políticas del estado apoyado por la Universidad, como las cárceles,
los hospitales y los manicomios, encuentran su próxima regeneración.
En este marco político, social y académico se encuentran con amplia difusión las ideas
hereditarias de la enfermedad, a las que Ingenieros adhiere para denominar al sujeto.
Para él, la Psicología es entendida como la “historia natural de las funciones psíquicas”
(Ingenieros, J. 1913; p. 294), es decir, es una ciencia natural que estudia las funciones
psíquicas, y sosteniéndose desde el enfoque genético-funcional, tratará de establecer los
vínculos que tienen lo biológico y lo psicológico. Propone como método la observación
exterior de la conducta y los modos de expresión, tomando en cuenta los aspectos
sociogenéticos, filogenéticos y ontogenéticos del hombre.
Para José Ingenieros, el sujeto se inscribe bajo un determinismo naturalista, alegando
que las funciones psíquicas están determinadas por las condiciones ambientales y más
precisamente tienen su origen en lo que él denomina las “permutas energéticas” o
intercambio de energía entre los organismos vivientes y su medio. Según este principio,
él dice: “Un ser vivo es, ante todo, un sistema que, de manera constante, recibe energía
del exterior y la emite. Como su forma permanece estable durante ese proceso o, si
cambia, lo hace con lentitud, un carácter esencial de la vida será, para nosotros, el
cambio constante de energía con conservación de la forma.”(Ingenieros, J., 1913; p.
84). A este sistema lo denomina sistema estacionario, es decir, los seres vivos son seres
estacionarios y para mantener ese equilibrio energético, representado por la energía
química, los seres vivos tienen una fuente que reemplaza la energía emitida de sus
cuerpos para dicho intercambio, en este caso una fuente alimentaria. Volviendo a la
concepción de sujeto, Ingenieros justifica en primer lugar su rol como sujeto pasivo
tomando como principios básicos las permutas energéticas que realiza el mismo,
diciendo que todas las manifestaciones vitales de los mismos se producen como
respuesta a excitaciones exteriores, a las acciones de la energía del ambiente. Por este
motivo, este doble proceso de excitación y reacción, es considerado por él como la etapa
inicial de todas las manifestaciones vitales y psíquicas de los seres vivos, dejando
entrever concepciones del naturalismo darwiniano al establecer que al variar la energía
del ambiente, provoca en el sujeto la tendencia a reaccionar con movimientos dirigidos
a restablecer el equilibrio para su adaptación a su medio. También, al hacer referencia a
las funciones psíquicas, toma la idea de Aristóteles de que el alma es algo que pertenece
al cuerpo, y dice: “ […] el <<alma>> es una función del organismo vivo, cuyas

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condiciones de existencia y adaptación al medio determinan la adquisición progresiva
de las funciones psíquicas en el curso de la evolución biológica. Pensar es vivir: <<la
vida mental es un caso particular de la biología>>.” (Ingenieros, J. 1913; p. 104),
disponiendo de esta manera que las funciones psíquicas quedan relegadas y
determinadas por un cuerpo en constante adaptación con el medio, estas son una
consecuencia natural de la evolución biológica; también dice que las diferencias
mentales entre los seres vivos está determinada por la estructura y disposición de los
órganos vitales. Debido a esto, Ingenieros se pregunta como de la vida surge el
pensamiento, y para esto intenta demostrar la continuidad en la doble serie de
fenómenos que se observan en los seres vivos, por un lado, entre la excitabilidad
(desequilibrio físico-químico) y la sensibilidad (percepción consiente) y entre la
reacción defensiva (movimiento adaptativo) y la actividad voluntaria (adaptación
consciente); es decir, trata de correlacionar las condiciones de la energética biológica y
las de la energía psíquica. Para esto, intenta explicar y superar la opinión de autores
como Spencer y Haeckel, que intentan definir las funciones biológicas de los fenómenos
psíquicos como forma adaptativa y con una misión protectora de los seres vivos,
diciendo que ninguno pudo explicar ni demostrar el carácter más significativo de esta
relación, que es la revelación subjetiva del fenómeno mismo, es decir, su conocimiento
consciente por el sujeto, llegándose a preguntar en efecto cómo la excitabilidad que es
inconsciente tiene el carácter de sensibilidad que es consciente. Ingenieros sostiene
entonces que la dificultad esta en buscar las circunstancias que permiten al hombre y a
los seres vivos en general transformar las impresiones de la realidad exterior en
representaciones incorporadas a nuestra personalidad individual, y en conclusión, lo
resuelve diciendo que cuando se produce una excitación o un desequilibrio causado por
un agente energético externo o interno, se vuelve consciente si el sujeto la conoce o la
siente a través de experiencias precedentes, y a través de la sistematización de estas
sensaciones por la memoria, constituye la experiencia individual y así contribuye a la
formación progresiva del “yo individual” o “personalidad consciente”. En síntesis, para
Ingenieros hay solo un fenómeno (la excitación) y no dos aspectos separados de ese
fenómeno (excitación como aspecto objetivo y sensación como aspecto subjetivo) y lo
que varía es la relación entre esa excitación y la experiencia anterior (la personalidad);
no tiene carácter consciente si no se lo relaciona con la personalidad. Sin memoria no
habría experiencia, ninguna excitación podría referirse a ella ni podría haber
sensaciones conscientes. Bajo estos términos no se concibe a la consciencia como una
realidad autónoma superpuesta a los propios fenómenos biológicos, sino como un
atributo de ciertos fenómenos psíquicos ya que estos no son concientes sino bajo
determinadas condiciones. El carácter consciente de un fenómeno, como bien se dijo
anteriormente, depende de sus relaciones con la anterior experiencia (filogenética y
ontogenética). El carácter evolutivo de estos fenómenos en su curso filogenético se
explicita en los procesos de excitación y reacción destinados a las funciones de
adaptación biológica que se complican gradualmente sin alterar su esencia o naturaleza.
En lo que respecta a la evolución individual, la “personalidad consciente” no tiene un
origen sino un desarrollo, no aparece sino que se organiza, no entra ya formada del
exterior al organismo, se forma en él mediante el desarrollo de actividades potenciales
acumuladas por la herencia.
Partiendo de este análisis que realiza Ingenieros, se puede ver que la noción de sujeto
desde la perspectiva naturalista sigue siendo pasiva porque para que se produzca esta
personalidad consciente, debe ser el sujeto “excitado” por los diferentes estímulos del
medio para generar sus diferentes experiencias individuales. Para esto va a afirmar:
“Los agentes energéticos del medio van determinando en los seres vivos sistemas de

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reacciones adaptativas, con las cuales se correlacionan todas las experiencias
posteriores. El resultado de la experiencia es una adaptación progresiva de los seres
vivos a la realidad que los rodea. Esto no significa que tengamos implícita en nosotros
una facultad de conocer; es la realidad misma la que actúa sobre los seres vivos y
determina en ellos la formación natural de la experiencia.”(Ingenieros, J. 1913; p 295).
En contraposición a las postulaciones positivistas de este período, se puede denominar
al segundo período histórico de la Argentina como “Período de Democracia de
Participación Ampliada” que se comprende entre los años 1916/18 a 1930.
Tomando como contexto internacional la primera guerra mundial, el positivismo había
significado el declive de un dogma en Europa y comienza a tener vigencia un fuerte
espíritu humanista y las corrientes “antipositivistas” encuentran favorable el terreno
para el auge de los estudios filosóficos; por otro lado, en 1916 y a nivel político de
nuestro país, se producen las primeras elecciones democráticas facilitando el acceso al
sufragio de amplios sectores poblacionales gracias a la “Revolución de las Urnas” (ya
que en 1912 se sanciona la Ley Sáenz Peña que promueve el voto secreto y obligatorio).
A nivel institucional, influenciado por estos cambios políticos, se produce la llamada
“Reforma Universitaria” iniciada por el movimiento estudiantil en la Universidad
Nacional de Córdoba de Argentina en 1918, logrando la autonomía universitaria del
poder ejecutivo y obligando a los profesores a acceder a los claustros a través de los
concursos. Esta autonomía se encuentra garantizada además por un gobierno tripartito y
con participación estudiantil.
Con la reforma universitaria y un gobierno nacional que propicia la participación amplia
de los sectores populares, la Universidad se hace eco de estas ideas y propone otro tipo
de psicología, no ya la psicología positivista donde el sujeto se enmarcaba dentro de
parámetros naturalistas y era concebido como un sujeto pasivo y de poca participación
política, sino una psicología enmarcada dentro de un humanismo espiritualista, siendo el
sujeto participativo, responsable y activo dentro del ámbito político y laboral,
integrándose laboralmente y progresando en lo social a través de la educación y el
trabajo. Si bien este escenario reformista y fuertemente popular propició una fuerte
corriente contra el positivísimo de la época, cabe destacar que unos años antes,
alrededor de 1910, comienzan a establecerse posturas firmes contra el positivismo, por
un lado del lado de Coriolano Alberini como estudiante de Filosofía y Letras (egresado
en 1911) y por otro lado de mano de figuras de prestigio como Alejandro Korn, quien es
de mayor importancia porque se pronuncia en disidencia contra esta corriente ya desde
la Cátedra de Gnoseología y Metafísica cuando fue nombrado decano de la Universidad
en 1906. Aquí, Korn establece contacto con Rodolfo Rivarola, que enseñaba la Crítica
de la Razón Pura, con Wilhelm Keiper, que indudablemente venía de Alemania
impregnado del cambio que se había producido en Europa con la caída del positivismo,
y también establece contacto con Félix Krüger, quien pasó por la Facultad de Filosofía y
Letras durante los años 1907 y 1908, contribuyendo este último a la evolución filosófica
de Korn.
Cuando se producía el movimiento reformista universitario en 1918, Alejandro Korn se
posiciona como un fuerte colaborador de la reforma. Fue el primer decano de la
Reforma en la Facultad de Filosofía y Letras. Su gestión se extendió desde 1918 hasta
1921. Con él se inicia el nuevo período de la Facultad de Filosofía y Letras, retirándose
algunos profesores que venían actuando desde los primeros años de la Facultad:
Horacio Pinero, Carlos Octavio Bunge, José Ingenieros, Radolfo Senet, Ernesto
Quesada, Juan Agustín García. Otros se jubilarán después durante el decanato de
Ricardo Rojas, entre los años 1921 y 1924.

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Alejandro Korn es llamado para actuar en la elaboración del nuevo Estatuto de la
Universidad de Buenos Aires, que fue aprobado por el Poder Ejecutivo de la Nación el
2 de setiembre de 1918. En este se incorporaron los principios básicos de la reforma
universitaria. En la Facultad de Filosofía y Letras, el doctor Korn renueva el
ordenamiento legal de la misma, su reglamento interno, las normas para la expedición
de diplomas, para los exámenes y la docencia libre, etc.
Volviendo a los debates ideológicos, en contraposición al positivismo cientificista,
representado por José Ingenieros, se presenta la propuesta de una psicología axiológica
y una filosofía de la subjetividad humanista dentro de las ciencias del espíritu,
representada por Korn, Alberini y Rouges. En esta nueva corriente, se concibe al sujeto
como dueño de sus actos y fundamentalmente libre basándose en la nocion de
“personalidad”, utilizando conceptos como valoración, voluntad y libertad creadora. En
este punto se torna crucial establecer como punto central el “acto criminal” tomado del
campo de la criminología, ya que según los preceptos positivistas, estos actos obedecían
a un determinismo biológico y naturalista, delimitados por la herencia (en la filogenia) y
por los hábitos (ontogenia) adquiridos en el hombre. Los ideólogos de la Reforma sitúan
la emergencia de lo psíquico en la capacidad valorativa misma que supone una
responsabilidad por parte del sujeto. Korn y Alberini conciben lo psíquico como
“máxima expresión de la evolución creadora”, donde el sujeto es prospectivo, es decir,
tiene voluntad de un yo autónomo proyectado al futuro.
Con respecto a esto, queda marcado que el acto entonces es el producto de un sujeto que
valora, decide con libertad y por lo tanto es responsable. Ante esto, Korn dice: “La
libertad es, pues, el rasgo intrínseco del sujeto; afirmarla es la expresión más genuina
de su ser; personalidad y libertad son dos nombres para el mismo hecho” (Korn, A.
1922; p. 40).
En lo que respecta al aspecto subjetivo del sujeto, Korn comienza diciendo que el “yo
consciente” (sujeto) como unidad de la conciencia, piensa el no-yo (objeto) mediante
conceptos, que constituye una red conceptual entre ambas partes. Estos conceptos
constituyen el andamiaje lógico que hace posible el conocimiento de este mundo
objetivo, pero este no trasciende los límites de la conciencia, ni tampoco se puede hablar
de este mundo como algo real, ya que al hablar de realidad, se está implicando un
aspecto de estabilidad y en la conciencia nada es estable, todo es actividad constante y
cambio, nada se inscribe como real fuera de la conciencia. Por eso, Korn dice que no
sabemos nada acerca de un problemático mundo exterior. Las leyes, rigurosas y
necesarias, la estabilidad y unidad de los hechos, la espacialidad y temporalidad física
de los mismos, la causalidad, etc., son atribuciones, son formas de representarnos y
pensar la realidad. Estas conclusiones de Korn se oponen a las ideas cientificistas que
determinan el supuesto de la existencia del mundo exterior. El conocimiento para él
tiene un valor pragmático, por eso mismo enmarca su pensamiento en el desarrollo de la
Axiología, diciendo: “Ante cada hecho reaccionamos, lo afirmamos o lo negamos, lo
apreciamos desde nuestro punto de vista, es decir, estatuimos valores pragmáticos,
lógicos, éticos y estéticos. El estudio de esta reacción de la personalidad humana ante
el mundo objetivo, constituye la teoría de los valores que llamamos Axiología” (Korn,
A. 1924; p 70). La subjetividad en este campo, en el mundo del yo queda evidenciada
en sus actividades y valoraciones y no trascienden los límites de la consciencia. Según
él, la valoración es la reacción humana ante un hecho o un acontecimiento y esta
reacción que concede o niega valor es la manifestación de la voluntad (quiero o no
quiero). El sujeto (yo) reacciona frente a un mundo objetivo (no-yo) o frente a los
demás sujetos, pero siempre y cuando se presenten dentro de la consciencia. Estas
valoraciones van a ser siempre subjetivas, porque van a emerger del sujeto y el término

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de las mismas va a constituirse en los confines de la consciencia. Otro rasgo de esta
rama filosófica es el voluntarismo. Las valoraciones son reacciones de la voluntad,
siendo para Korn una función psíquica de carácter sintético. La voluntad es el eje de
nuestra vida subjetiva, dirige nuestra vida, nuestra acción. La vida se define por la
voluntad, por la acción. Tomando como referencia a Bergson, podríamos decir que en
Korn vivir es actuar.
El mundo de la subjetividad, centrado en la voluntad, es el mundo de la libertad y se
opone al mundo objetivo de la ciencia, que es el mundo de la necesidad, en todo caso de
la necesidad y la contingencia. En cambio el mundo subjetivo es el mundo de la libertad
y la coerción. La libertad es la raíz misma de toda nuestra vida interior y de sus
valoraciones. Pero en Korn no se trata de la libertad metafísica, como raíz de todas las
libertades. Para Korn la voluntad y la libertad son empíricas y se presentan en la
experiencia interna de cada cual. Como último rasgo, Korn dice que las valoraciones
son relativas, es decir, los valores son siempre relativos con respecto a los sujetos que
valoran, a las épocas, lugares y comunidades; cada sujeto reacciona a su manera. La
apreciación de un mismo hecho por sujetos distintos ofrece las contradicciones más
inesperadas; para éste es bueno lo que para aquél es malo.
En síntesis, la acción, para este autor, constituye un rasgo fundamental del subjetivismo,
es una exigencia de la vida, no podemos dejar de actuar. En la acción entra en juego
nuestra libertad, ya sea en relación con el mundo de la naturaleza (causal y determinista)
o en relación con la coerción que ejercen las trabas interiores de nuestra vida psíquica.
La libertad es siempre relativa y se encuentra condicionada por las particularidades
históricas y geográficas. Podemos utilizar el conocimiento de las leves de la naturaleza
con nuestra libertad, pero no la podemos violentar. Mediante, la acción, que crea la
técnica, la industria, la economía, las artes, las ciencias, la cultura en suma, el hombre se
libera del imperio de la necesidad de la naturaleza. Por un camino se marcha hacia la
emancipación de la humanidad y por el otro hacia la liberación de nosotros mismos,
hacia una mayor autarquía y autodominio, que no es otra cosa que el consciente
ejercicio de la libertad. En ambos casos se trata de la libertad creadora.

Conclusiones

En conclusión, se puede ver a lo largo de estos dos períodos históricos como la fuerte
corriente ideológica europea enmarcó y encausó los devenires ideológicos de nuestro
país, siendo Francia el gran referente de nuestras ideas. Dichas corrientes se
contraponen entre ambos períodos desarrollados, ya que en el primero se delimita
notablemente la influencia de la doctrina positivista en el campo político y académico,
dentro de un Estado fuertemente restringido en su participación democrática,
estableciendo un sujeto pasivo y desprovisto de derechos, estudiado y patologizado por
diversas mentes de la época, siendo José Ingenieros desde el campo de la Criminología
uno de aquellos agentes que estudiaron al sujeto de forma objetiva y bajo un régimen
naturalista y evolutivo; y en el segundo período surgen corrientes que discuten y ponen
en evidencia la defectuosidad de los argumentos positivistas para estudiar al sujeto,
siendo estudiado en este caso en un marco de amplia participación popular en la
política. El sujeto en este caso se lo considera un sujeto libre, activo, con valores y con
la responsabilidad de decidir voluntariamente, siendo Alejandro Korn uno de los
filósofos humanistas y vitalistas más destacados de este período.

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