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MARCO TEORICO

El feminismo, como teoría y como movimiento social ha recorrido un largo camino repleto de
dificultades hasta llegar a redefinir la violencia contra las mujeres como un problema social y
político. Y es que la visión tradicional, es decir, patriarcal, de este tipo de violencia ha oscilado y
oscila entre su consideración como algo normal y necesario en el sentido de natural, anclado en la
naturaleza diferente de los sexos y en sus relaciones personales, a su consideración como problema
patológico en los casos más graves.

La violencia contra las mujeres, aún en medio de un universo de violencia, presenta claves
específicas. Es decir, formas específicas de legitimación, basadas no en su condición de personas
sino de mujeres. Esta legitimación procede de la conceptualización de las mujeres como inferiores
y como propiedades de los varones, a los que deben respeto y obediencia.

Las mujeres, encuentran protección en instrumentos internacionales específicos, principalmente en


la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (en
adelante, cedaw, por su sigla en inglés) y en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar
y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará). Estos instrumentos basados
en la condición jurídica y social de las mujeres y en el principio de igualdad y dignidad humana
brindan criterios generales para superar las formas de violencia y discriminación que las afectan.

A las mujeres, aún cuando dejaron de ser dependientes y obtuvieron derechos de propiedad se le
siguió negando el derecho al sufragio y al ser elegidas.

La mujer se muestra subordinada al hombre como producto de las costumbres, la cultura y la


ideología que no cambió durante muchos siglos, hecho que se ve reflejado en la constitución de
1886, en la que la mujer no tenía libertad alguna, no era considerada una ciudadana, sólo un ser ni
más, ni menos importante que los animales o los criados; menos aún era tenida en cuenta su opinión
o participación, además de la falta de libertad para cubrir sus necesidades básicas.

La participación activa e independiente de la mujer, sólo llegó después de un largo camino y de


muchas reformas a la Constitución en los aspectos referentes a sus derechos, incluido el derecho a
la educación, que le permitirían adquirir capacidades intelectuales para su participación activa en la
sociedad y la democracia. “La mujer estuvo representada por los hombres; primero por el padre y
luego por el esposo quien ejercía, en virtud de la potestad marital, todos los derechos y obligaciones.

La agencia de mujeres buscaba mejorar el nivel de vida y la libertad en la toma de decisiones, lo que
se lograría únicamente mediante la educación al mismo nivel que los hombres y no cursando
materias diferentes según el sexo. La educación de la mujer ha permitido una participación activa
en la toma de decisiones, el bienestar de los hijos, la disminución de la morbi-mortalidad y la
explosión demográfica. El mejoramiento en las condiciones de salud viene precedido de logros en
la educación
REFERENCIAS

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