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1.

SER NUESTRO PROPIO REFUGIO

1.1 Nadie Puede Purificar a Otro

“Uno es su propio refugio; ¿Qué otro refugio puede haber?”


Pureza e impureza dependen de uno mismo. Nadie puede
purificar a otro.

Estas palabras tomadas del Dammapada nos indican dónde recurrir para alcanzar ese deseo
instintivo de felicidad. Somos nuestro propio refugio. Buda afirma con claridad que si de
verdad queremos la felicidad debemos buscar en nosotros mismos. La llave para alcanzarla
está en nosotros mismos no fuera.

"Uno es su propio refugio; ¿Qué otro refugio puede haber?". Esto es de un realismo poderoso.
Y a la vez muy asequible. Aquí dentro de nosotros está todo lo que necesitamos. No tenemos
que buscar fuera. Y más aún, ¡Es barato!. ¡No tenemos que pagar por nuestra felicidad!

No puedo enfatizar lo suficientemente el poderoso realismo que encierra este verso. Todos y
en todo momento estamos intentando lograr ese deseo instintivo de felicidad y evitar la
infelicidad. Pues aquí está la verdad: la fuente de nuestra propia felicidad está en nosotros
mismos.

El Buda dijo que debíamos investigar esta fuente y comprenderla plenamente, pero nosotros
no estamos del todo conscientes de ello. Nosotros todavía no hemos conseguido ese refugio,
por eso aún no podemos acceder a ese manantial. Seguimos buscando la felicidad fuera de
nosotros. Hasta que no hayamos desarrollado ese refugio interior no habrá manera de que
podamos satisfacer nuestro deseo instintivo de felicidad.

¿Si está dentro de nosotros, cómo la exploramos, cómo la desarrollamos, cómo podemos dar
vida a esta fuente?

En otro verso del Dammappada, el 276, Buda mismo dice muy claramente que debemos
trabajar para nuestra propia liberación, porque los Tathagatas o Budas sólo pueden
mostrarnos el camino. Somos nosotros mismos los que tenemos que trabajar por nuestra
liberación. Los Budas sólo pueden darnos el método para dar vida a este refugio interior que
hay en todos nosotros.

1.2 Los Dos Extremos que se debe Evitar

Un punto, muy importante que el Buda recalcó en su primera enseñanza es este: “Hay dos
extremos que no deben practicarse.”

“Monjes, estos dos extremos no deberían ser practicados por alguien que ha traspasado el
umbral de la vida doméstica. ¿Cuáles son estos dos? La complacencia indulgente, hacia los
placeres sensuales, lo cual es bajo, común, el modo de la gente ordinaria, indigno e
improductivo; y la devoción a la automortificación, lo cual es doloroso, indigno e
improductivo.”
Cuando comenzamos nuestra práctica del Dharma es muy fácil caer en uno de estos dos
extremos y es importante que no sea así. Es por eso que el Buda advirtió del peligro desde el
principio, cuando enseñaba a los cinco monjes.

La complacencia indulgente hacia los placeres sensuales es un extremo y la automortificación


(la autonegación, a las necesidades de nuestra vida) es el otro. Buda dio esta enseñanza a
monjes, pero sirve igual fuera del contexto monástico y tiene mucho sentido en nuestras vidas
de cada día. Si caemos en el extremo de la complacencia indulgente hacia los placeres
sensuales, viviendo para obtener este placer, dedicaremos toda nuestra vida a algo inútil y no
nos quedará suficiente energía para nada que valga la pena.

El otro extremo podría parecer no tan peligroso hoy día. No hay mucha gente que se vaya
hacia él: flagelar su cuerpo, no comer, no beber agua, no dar al cuerpo lo que necesita,
diciéndose que con ello van a la búsqueda de algún tipo de salvación. Hay cierto tipo de
personas que se exigen en demasía en su búsqueda de la espiritualidad y terminan enfermos
e infelices. La autonegación es también una compulsión del ego. Pero la búsqueda del placer
es el peor peligro para la mayoría de nosotros. Nuestra sociedad, los medios de comunicación
(en especial la publicidad), parecen admirar esta necesidad de autoindulgencia, hacia los
placeres sensuales. La publicidad nos está incitando permanentemente a que necesitamos
esto y lo otro... Y si ponemos atención, comprobaremos que nuestras necesidades están sobre
todo relacionadas con la satisfacción de los placeres sensuales.

Esto no quiere decir que debamos negarnos nuestras necesidades básicas. En el último
párrafo del Samyuttanikaya-sutra, el Buda dice:

“El satisfacer las necesidades de la vida no es malo. Mantener el cuerpo saludable es un


deber, pues de otro modo no seríamos capaces de encender la llama de la sabiduría y
conservar nuestra mente fuerte y clara.”

En resumen dice:

“El agua rodea la flor del loto, pero no moja sus pétalos.”

Aunque la flor del loto crece en agua, el agua no molesta a los pétalos. Su significado es:
mientras estamos en este reino de deseo, estamos rodeados por todos los objetos de los
sentidos -la vista, el oído, el olfato, el tacto, el gusto- que incrementan los placeres sensuales
de nuestro alrededor. Por eso debemos aprender a no dejarnos llevar por ellos, pues si esto
sucede en primer lugar no tendremos tiempo para practicar el Dharma y en segundo lugar,
mientras más los busquemos e intentemos conseguirlos, más los necesitaremos. Esta es la
naturaleza del deseo sensual. A menudo se compara con beber un vaso de agua salada para
apagar la sed y cuanto más bebemos, más sed nos produce.

1.3 El Camino del medio

Antes de empezar cualquier práctica del Dharma debemos aprender a mantenernos en el


Camino del Medio. Estamos en este mundo que es el reino del deseo, todos tenemos una
conciencia sensual y todos los objetos de esta conciencia que necesitemos están a nuestro
alcance. ¿Así, qué podemos hacer para permanecer en el medio? Necesitamos aprender esto,
porque si caemos en uno de los dos extremos puede pasar que no tengamos tiempo ni energía
para desarrollar este deseo instintivo hacia la felicidad. Vivir en el Camino del Medio sin
caer en los extremos es la mejor manera de vivir.

Buda recalcó ambos extremos, porque en su época ambos se practicaban por igual. Había
muchos practicantes que deliberadamente se torturaban, ignorando las necesidades de su
cuerpo con la idea de que de este modo obtendrían la salvación.

El Buda mismo lo hizo. Después de abandonar su vida de lujos como príncipe, pasó seis
años como un religioso asceta. Practicaba la autodisciplina, negando su cuerpo. Si miramos
la historia de aquel tiempo para la mayoría de las religiones, la práctica principal, era la vida
ascética, irse al bosque y vivir sin las necesidades de la vida. Al comienzo de la vida religiosa
del Buda, esto es justo lo que él hizo. Si leemos algunos de sus sutras, dice claramente que
haciendo sólo este tipo de práctica no se obtiene la total realización. Este no es el modo de
alcanzar la felicidad libre de sufrimiento y de dificultades.

Para ello, el único medio que él encontró válido, fue lo que llamó el Camino del Medio.
Y ese Camino del Medio consistía en seguir el Noble Camino Óctuplo, como la única manera
de lograr nuestra felicidad y librarnos de dificultades y problemas.

Miraremos el Noble Camino Óctuplo en la Cuarta Noble Verdad, la Verdad del Camino que
conduce a la Cesación, pero antes veamos la manera de buscar la realización de ese deseo
instintivo hacia la felicidad. Primero necesitamos estar convencidos de que nuestro
sentimiento es genuino, verificable y que no se basa en falsas ideas. Si es así entonces, como
dijo Buda: ¿Qué tipo de vida tenemos que llevar?

El consejo de Buda es que llevemos una vida que evite caer en estos dos extremos y seguir
el Camino del Medio. Tener claro esto nos dará una enorme motivación para practicarlo con
sinceridad. No hay duda de que si el Buda Dharma tiene ese potencial de al menos reducir
los problemas y dificultades que afrontamos hoy entonces es nuestra responsabilidad, hacer
lo más que podamos para practicarlo.

1.4 Observando ese Deseo Instintivo

Si observamos cómo otros seres, incluso los animales, reaccionan físicamente si son dañados
aún en lo más mínimo, nos damos cuenta de que por naturaleza intentan protegerse. Los
científicos dicen que esto es una reacción biológica. Tienen el deseo instintivo de protegerse,
el instinto de supervivencia. Pero nuestra existencia es más que un proceso biológico, es una
combinación de elementos biológicos, mentales y de sentimientos y sensaciones. Una de las
mejores cosas para observar de nuestra vida diaria -si realmente estamos interesados- es lo
que hacemos y con qué objetivo lo hacemos.

Puede que algunas veces, accidentalmente o sin pensarlo, sin ninguna intención, hagamos
algo. Por medio de la atención podemos captar esa acción y haciendo un repaso de ella nos
damos cuenta de que hay un deseo natural, instintivo de querer alcanzar la felicidad o de
obtener algún placer sensual, o de reducir nuestras dificultades.

Es de gran ayuda buscar en nuestros actos las intenciones que nos motivan y comprobar que
son exactamente iguales a las de los demás seres. Entonces podremos empezar a ver cómo
ayudarles.

1.5 La Responsabilidad hacia nosotros y hacia los demás

Para poder seguir el Camino del Medio y así alcanzar la felicidad, necesitamos
comprometernos con nosotros mismos. Buda dijo con claridad en el Samyuttanikaya sutra
que debíamos mantener nuestro cuerpo sano, pues de lo contrario no podríamos encender la
llama de la sabiduría y conservar nuestra mente fuerte y clara. Para ello, para cultivar una
auténtica y profunda felicidad es muy importante llevar una vida libre de los dos extremos.

Cuando llevamos un estilo de vida sano, exento de los dos extremos ¿Dónde empezamos la
búsqueda de la realización de ese deseo instintivo? Él dijo que debíamos buscar dentro de
nosotros mismos. Él sólo puede mostrarnos el camino, cómo explorar en nuestro ser para
llegar a la fuente.

Esto es un proceso. Hay pasos definitivos que debemos tener en cuenta; todo este curso está
estructurado de esa manera desde el primer módulo sobre las Cuatro Nobles Verdades, hasta
la vacuidad. Esta es una aproximación paso a paso para alcanzar ese conocimiento interior
desde el que podemos hallar nuestra fuente.

Todos deseamos tener la felicidad para nosotros y evitar la infelicidad. Me gustaría ir un poco
más lejos y preguntar: ¿Por qué sólo para nosotros y no para los demás, también? Aquí es
bueno volver a citar a Su Santidad el Dalai Lama en Ancient Wisdom, Modern World
(Sabiduría Antigua, Mundo Moderno, página 29):

“Mi propia visión que no se apoya sólo en la fe religiosa, ni siquiera en una


idea original, sino más bien en el sentido común es que establecer
comprometedores principios éticos es posible, cuando tomamos como punto
de partida, el que todos deseamos, alcanzar la felicidad y evitar el sufrimiento.
No tenemos modo de discriminar entre correcto e incorrecto, si no
tenemos en cuenta los sentimientos y los sufrimientos de los demás... La
conducta ética no es algo a lo que nos comprometemos, porque sea correcta
en sí, si no porque, al igual que nosotros, todos los demás desean alcanzar la
felicidad y evitar el sufrimiento.”

Creo correcto que desde el principio tengamos en cuenta lo que él ha dicho: "No tenemos
medio de discriminar entre correcto e incorrecto si no tenemos en cuenta los sentimientos y
los sufrimientos de los demás”. No sólo es importante satisfacer nuestro propio deseo de
felicidad, sino también tratar de satisfacerlo para los demás. Deseo dar el mayor énfasis a
este hecho.
Sin dogma religioso alguno o cualquier cosa parecida, usando simplemente el sentido común
es importante discernir qué es correcto o incorrecto, qué es felicidad e infelicidad. Para
discernir este tipo de realidad, los sentimientos, los derechos y las necesidades de los demás,
son tan importantes como nuestro propio deseo instintivo hacia la felicidad.

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