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La importancia de la

historia del trabajo


social para construir Dr. Miguel Miranda Aranda**

una identidad
profesional aceptada
internacionalmente*
Fecha de recepción: 5 de septiembre de 2014
Fecha de aceptación: 28 de noviembre de 2014

Resumen
Todas las profesiones se construyen social-
mente y todas ellas se apoyan en un con-
junto de conocimientos científicos que son
fruto del diálogo realizado internacional-
mente; el trabajo social no es una excepción.
* Artículo resultado de reflexión, producto del trabajo
Sin embargo, seguimos teniendo problemas realizado en el Grupo Internacional de Investiga-
de identidad profesional, uno de ellos es el ción en Trabajo Social (GIITS), codirigido por la
desconocimiento, cuando no el desprecio de profesora Bibiana Travi, Universidad de Lujan, Bue-
nos aires, Argentina.
la propia historia. Es urgente recuperar a las
** Trabajador Social y máster en Trabajo Social en
pioneras y avanzar en el consenso para cons- Psiquiatría, de la Universidad de Zaragoza, España;
truir los elementos identitarios comunes y si licenciado y doctor en Antropología Social y Cultu-
ral de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona,
es posible, como hacen las demás disciplinas, Zaragoza, España. Profesor titular de la misma uni-
definir un objeto disciplinar en el que todos versidad. Correo electrónico: mmiranda@unizar.es
nos veamos reflejados.
cómo citar: Miranda Aranda, M. (2015). La impor-
tancia de la historia del trabajo social para construir una
Palabras clave: trabajo social, identidad, identidad profesional aceptada internacionalmente. Ten-
historia, pioneras. dencias & Retos, 20(1), 21-34.

Tend. Ret. ISSN 0122-9729. Vol. 20, No. 1, enero-junio 2015, pp. 21-34


22 Miguel Miranda Aranda

The history of social work and A importância da história do


its importance in constructing trabalho social para construir
an internationally accepted uma identidade profissional
professional identity com aceitação internacional
Abstract Resumo
All professions are socially constructed Todas as profissões se constroem social-
and all of them are based on a set of scien- mente e todas elas se apoiam em um con-
tific knowledge resulting from internatio- junto de conhecimentos científicos que são
nal dialogues; social work is no exception. fruto do diálogo realizado internacional-
However, we still have professional iden- mente; o trabalho social não é uma exceção.
tity problems, one of which is ignorance, Porém, continuamos tendo problemas de
if not disdain for history itself. It is urgent identidade profissional, um deles é o des-
to rediscover the pioneers and to advance conhecimento, quando não o desprezo da
consensus in order to build common iden- própria história. É urgente recuperar as
tity elements and, if possible, as do other pioneiras e avançar no consenso para cons-
disciplines, to define a disciplinary object truir os elementos de identidade comuns
in which we all are reflected. e se é possível, como fazem as outras dis-
ciplinas, definir um objeto disciplinar no
Keywords: Social work, identity, history, qual todos nos vejamos refletidos.
pioneers.
Palavras chave: trabalho social, identida-
de, história, pioneiras.

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La importancia de la historia del trabajo social para construir una identidad profesional aceptada internacionalmente 23

Introducción el contrario, aquellas mujeres fueron hace


ya décadas repudiadas y olvidadas en algu-
¿Quiénes son los asistentes sociales? Se nos ámbitos, aun sin ser conocidas simple-
preguntaba para comenzar su libro El tra- mente porque eran norteamericanas.
bajo social individualizado, en 1962, Helen
Harris Perlman (1980), considerada una ¿Qué es eso que llaman trabajo social? era
de las pioneras de esta profesión/discipli- la pregunta con la cual César A. Barrantes
na, capaz de proponer un modelo-síntesis iniciaba su ponencia presentada al Primer
con las aportaciones de la Escuela de Nue- Congreso Nacional de Trabajo Social,
va York y las posteriores de la de Pensilva- en Costa Rica, en 1985. What social wor-
nia, las ideas de Gordon Hamilton y Flo- kers do titulaba su libro en 1997 Gibelman
rence Hollis y las de Virginia Robinson y y el mismo autor publicaba The Search for
Julia Jesie Taft, aparentemente enfrentadas Identity: Defining Social Work. Past, Present,
de manera irreconciliable. Pionera pues, Future. Las mismas preocupaciones que yo
pero diríamos, de segunda o mejor, ter- mismo mostraba en De la caridad a la cien-
cera generación, si consideramos a Mary cia: pragmatismo, interaccionismo simbólico
Richmond y Jane Addams de la primera y trabajo social, en 2004. Podíamos añadir
generación y a las involucradas en el deba- muchos más títulos elaborados intentando
te entre el modelo psicosocial y el modelo responder a las mismas preguntas.
funcional (no confundir con el funciona-
lismo, con el que no tiene nada que ver), de 1. Planteando la cuestión
la segunda. El libro de Perlman, traducido de la identidad
al castellano en Buenos Aires y publicado
¿Asistentes sociales o trabajadores sociales,
en 1971 intenta responder a la siguiente
servicio social o trabajo social?: el mismo
pregunta, entre otras: ¿qué es el servicio
índice del libro de Perlman refleja ya una
social?, ¿qué hace el asistente social?, ¿dón-
dispar denominación de lo que creemos que
de trabajan los asistentes sociales?, ¿cómo se
es la misma profesión y los mismos profe-
llega a ser asistente social?, ¿dónde se pue-
sionales; todavía hoy seguimos utilizando
de obtener información? La edición argen-
diferentes palabras para denominar lo mis-
tina del texto incluye, además del Código
mo. Pero no es solo una cuestión de palabras.
de Ética de los trabajadores sociales de los
Décadas después del intento divulgador de
Estados Unidos, una relación de las escue-
Perlman (1980) seguimos debatiendo so-
las de servicio social en América Latina y
bre una cuestión más de fondo, como es la
en España que se añaden a la lista de las
propia identidad del trabajo social y utiliza-
estadounidenses y canadienses.
ré la denominación que se emplea mayori-
Otras preguntas que surgen son si Helen tariamente en los ámbitos internacionales,
Harris Perlman es reconocida y valorada aunque en Portugal, Francia o en Italia, y
como tal por todos los trabajadores socia- desde luego en no pocos países latinoameri-
les y si hay en esta profesión unas figuras canos, se utilicen las otras denominaciones
internacionalmente reconocidas por el pa- o ambas, a la vez incluso expresando mati-
pel en los orígenes del trabajo social o, por ces o circunstancias diferentes.

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En algunos casos se diseña el rol profe- han de ser irrenunciables para cualquiera
sional como técnicos de recursos o media- que ejerza esta profesión. En trabajo social
dores entre las necesidades y los recursos parece que, como mantiene César A. Ba-
sociales, en otros como técnicos de desa- rrantes en un excelente artículo, (2005, p. 12),
rrollo social; se sigue poco menos que re- se proclama “la vuelta al primer marxis-
clamando un papel central en los procesos mo considerado el verdadero y auténtico
de cambio social y en un cambio diseñado como única vía posible de exorcizar al ser-
específicamente desde el marxismo que vicio social de su pecado original religioso,
antepone el compromiso político a la acti- conservador, reformista, empirista y prag-
vidad profesional y que reniega, además de matista y darle a éste una nueva identidad”.
la historia, de las corrientes de pensamien- Este mismo autor sostiene que el trabajo
to consolidadas en otros muchos países, social “tiene un origen espurio, en tanto
de eso que Payne (1995) identifica como religioso, en virtud de lo cual su sustancia y
común a nivel internacional, a pesar de que, especificidad no deja de ser una protofor-
por ser una actividad socialmente construi- ma reaccionaria que se presta, sin solución
da, varíe según las culturas. Evidentemente de continuidad, a los fines burgueses que se
había diferencias entre la antropología so- ocultan en los instrumentos que están a su
cial y la cultural, entre la que se desarrolló servicio: los prototipos protoasistenciales”
en el Reino Unido y la de Estados Unidos. (2006, p. 182).
¡Qué vamos a decir de las diferencias entre
la sociología de Park y Burguess (Escuela Coincido con este colega cuando afirma
de Chicago) -ojo, no se habla aquí de la que “no sé si existe otra disciplina que,
posterior de Economía con la que no tie- como el trabajo social, persevere en la crí-
ne nada que ver- y el funcionalismo o el tica a su razón práctica a su razón de ser y
propio marxismo! ¿Hay que insistir mucho estar en el mundo” (Barrantes, 2006, p. 180).
para explicar las diferencias entre la psico- En pocos lugares he visto expuesto con
logía conductista y el psicoanálisis? tanta claridad uno de los problemas a los
que me refiero en este artículo. Su posi-
Evidentemente, en estas disciplinas citadas, ción es que podemos encontrar los ecos
que comparten con nosotros la casa común del estallido académico que conocemos
de las ciencias sociales, hay muchos profe- como reconceptualización de la asistencia/
sionales que se adscriben a uno u otro pa- servicio social, que puso en el primer plano
radigma, pero no niegan carta de identidad profesional la utopía transformadora de es-
a los colegas que se identifican con otros tructuras y la construcción de un hombre
o militan simplemente en el eclecticismo nuevo y la búsqueda de nuevas formas de
metodológico, utilizando teorías, técnicas encarnar una ciencia liberadora. Además,
o instrumentos de unas u otras escuelas se- como fenómeno añadido:
gún convenga. Todo esto sin ignorar que
[…] haber propiciado un cambio en el
los modelos de intervención, métodos y
dispositivo conceptual de la profesión
técnicas han de ser coherentes con los prin- mediante la crítica a los métodos, teorías
cipios éticos y objetivos profesionales que y metateorías anteriores, aunque redu-
forman parte de la identidad profesional y ciendo la lucha epistemológica al exor-

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cismo del pasado filantrópico-caritativo encontrado nunca una autodefinición en


y benéfico-asistencial eclesial, liberal y términos semejantes.
conservador, lo cual se tradujo en des-
precio y abandono de los métodos clási- Es verdad que las pioneras del trabajo so-
cos y auxiliares (Barrantes, 2006, p. 180).
cial diseñaron una profesión con vocación
A estas alturas y leyendo a los autores que de disciplina científica, es decir, apoyada
mantienen las posiciones mencionadas, en las incipientes ciencias sociales del mo-
a los que evidentemente, aunque aquí los mento, con un carácter aplicado. Es más,
cite someramente, he leído y suelo seguir en algún momento iniciaron un camino
en la medida que las revistas online lo per- autónomo respecto a la sociología cuan-
miten, no solo fueron los métodos clásicos do sospecharon que el límite de la ciencia,
los que se despreciaron, sino toda la historia para algunos, era el mero conocimiento
del trabajo social, la obra de sus pioneras, de la realidad social. Ellas siempre quisie-
sus valiosas aportaciones. Todo ello, man- ron conocer, desde luego; conocer lo más
tengo, sin siquiera molestarse en conocer- científicamente posible. Pero conocer para
las, en saber de sus afanes, de sus relaciones transformar, conocer para modificar la
sociales, de sus vidas, de sus compromisos realidad social, conocer para intervenir lo
políticos, del diálogo que establecieron más eficazmente posible. El debate que en
con el contexto intelectual, social y polí- otras disciplinas ha llegado hasta nuestros
tico en el que vivieron y en el que de manera días sobre si las ciencias sociales han de ser
sorprendente fueron incluso protagonistas o no aplicadas (y hay posturas para todos
en primer plano. Sospecho que una vez los gustos) nunca se planteó en el caso del
puesta la etiqueta (origen religioso, carita- trabajo social. Basta con leer a cualquie-
tivo, liberal, conservador, funcionalista…) ra de las pioneras para ver que el trabajo
se tira todo en conjunto a la basura, rompe- social o es aplicado, o sencillamente no es
mos con esas tradiciones y nos inventamos trabajo social. Será otra cosa, pero no lo
otra cosa que ya no será la misma, aunque que iniciaron Richmond y Addams.
tampoco se sabe qué tiene que ser, cuál su
fundamento científico, si estamos hablando Cabe preguntarse cuál es el papel de los
de una opción política o una profesión, o si profesionales formados en estos presu-
convertimos en los principales protagonis- puestos puramente ideológicos, en su día a
tas de la revolución social a unos profesio- día como funcionarios de un Ministerio de
nales, tesis que sin duda pondría “los pelos Bienestar Social o del de Educación, o
de punta” del propio Marx, para quien el en instituciones penitenciarias. Ya no diría
sujeto del cambio es el pueblo, y nadie más que esta sería como Richan y Mendelsohn
que el pueblo. Siempre me extrañó que esta (1973) sugieren, una profesión poco queri-
identificación como agente de cambio y da, sino sencillamente imposible, inviable.
casi como permanente “sujeto revoluciona- Leyendo a algunos colegas siempre me
rio” se produjese solo y exclusivamente en pregunté, después de 40 años dedicado a
el caso del trabajo social y no en el caso de ejercer, investigar y enseñar trabajo social,
los sociólogos, antropólogos, politólogos, si formo parte de una profesión apoyada en
etc. Ni en estos, ni en ningún otro caso he una disciplina científica, que se construye

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a sí misma igual que la sociología, la an- medida de lo posible trato de contribuir a que
tropología o la psicología; es decir, en per- sean más conocidas. Lo lamentable es que las
manente diálogo con las ciencias sociales posiciones de rechazo se defienden demasia-
y por tanto (con todas las características do a menudo desde el desconocimiento, la
peculiares que afectan a todas las profesio- ignorancia, los estereotipos, los prejuicios o el
nes sin excepción, dependiendo del lugar desprecio a sus aportaciones, cosa realmen-
en el que se ejercen) atenta al ámbito inter- te sorprendente. Ningún sociólogo desprecia
nacional, porque ninguna profesión puede hoy las obras de Spencer, Weber, Durkheim,
cerrarse en el ámbito nacional o continen- Merton o Parson. Son autores que se si-
tal. O si, por el contrario, me reclutaron, guen estudiando en todas las Facultades de
allá por los setenta, para otra cosa que no Sociología como se estudia a Malinowski
tiene que ver ni con una profesión ni con o Radcliffe Brown en las de Antropología;
algo construido desde elementos teórico- de la misma manera que los psicólogos in-
prácticos procedentes de las ciencias, sino clinados al psicoanálisis conocen qué es lo
meramente desde la ideología, cuando no que aportaron a su disciplina Paulov, Skin-
desde la teología. Desde que tengo memo- ner o Bandura. Solo por razones similares,
ria, siempre milité sindical y políticamente cualquier trabajador social, o cualquiera que
entre las fuerzas que se proponen cambiar el sin serlo, o aunque no haya ejercido la pro-
mundo, defender los derechos humanos, fesión nunca, escribe sobre trabajo social o se
construir una sociedad más justa e iguali- permite desde otras disciplinas, con muchos
taria. Comencé a estudiar marxismo hace aires de superioridad, salvarnos de nuestra
muchos años, en la clandestinidad que nos secular desorientación, debería molestarse
imponía la dictadura franquista, y todo ha en conocer aquella generación de mujeres
evolucionado mucho desde entonces. Pero realmente dignas de admiración por haber
creo que siempre tuve clara la diferencia ideado esta profesión y haberla configurado
entre mis opciones ideológicas y políticas en sus inicios, por cierto, con las influencias
y el ejercicio honrado y riguroso de la pro- teóricas más progresistas que encontraron en
fesión que elegí. El trabajo social es una su entorno, justo cuando las ciencias sociales
profesión, es decir, una actividad humana daban sus primeros pasos.
capacitada universitariamente y reconoci-
da en la sociedad como digna y necesaria, ¿Algún sociólogo latinoamericano despre-
escribía Enrique Di Carlo (2005) en un cia todo lo que viene de Estados Unidos,
texto memorable en defensa de quienes incluido a Wright Mills, por ejemplo? O,
mantienen que los servicios sociales tienen ¿se permite desconocer las brillantes apor-
un carácter conservador y reaccionario, taciones de Erving Goffman (norteameri-
tanto en lo institucional como en lo pro- cano) o pasar de conocer a Adorno, Ben-
fesional. Por supuesto me alineo con Di jamin, Horkheimer, Marcuse, Löwental, es
Carlo. decir, la Escuela Crítica o de Frankfurt, por
muy alemana que fuera? Estoy seguro de
Pues bien, reivindico a aquellas mujeres pio- que no, porque conozco las librerías bonae-
neras en trabajo social, y cuanto más conozco renses y no pocos libros de mi biblioteca
su obra, las admiro con más fuerza y en la particular los he adquirido en la librería de

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Eudeba, en la plaza del Congreso argenti- Y unieron sus esfuerzos a los académicos
no, o en la pequeña librería de la Univer- que intentaban construir un conocimiento
sidad de Lujan, o en cualquier otra de las científico sobre lo que pasaba en los nuevos
envidiables librerías porteñas que siempre escenarios: las ciudades nacientes que cre-
visito con tanto placer y curiosidad. Entel cían sin orden ni concierto y en las que
et al. (2008) publicaron en la editorial de se planteaban multiplicados hasta el infi-
la Universidad de Buenos Aires un libro nito los problemas sociales viejos y otros
titulado Escuela de Frankfurt. Razón, arte muchos nuevos. Hay que decir también
y libertad. Baste como ejemplo. Frecuente- que cuando marcaron diferencias frente a
mente y en lo que se refiere al interior del la sociología que también daba entonces
trabajo social —y de manera tan diferente sus primeros pasos, lo hicieron porque lle-
a lo que hacen en otras profesiones— per- garon al convencimiento de que algunos
cibo una desconfianza, cuando no cierto académicos y sus asociaciones estaban muy
desprecio, a todo lo que no nace, crece y se interesados en conocer, pero poco en trans-
desarrolla en la “patria grande”. En política formar, poco en incidir en la realidad social,
puede ser o no, útil y legítimo. Cuando se poco en solucionar los problemas que afec-
trata de construir una ciencia, simplemen- taban a la inmensa mayoría de la población,
te es suicida. Nunca escuché a ninguno de los trabajadores, hecho que los acercaba a la
mis colegas antropólogos latinoamerica- miseria. Ellas marcaron definitivamente
nos hablar de colonialismo cuando juntos diferencias con las influencias religiosas
estudiábamos a los clásicos de la disciplina que sí estaban en la Charity Organization
que obviamente no eran españoles ni lati- Society (COS) o en los Settlements de la
noamericanos. Los primeros pasos en an- vieja Europa, y supieron diseñar lo que en
tropología los dieron quienes los dieron y todo momento querían como una disci-
plina científica aplicada. Querían conocer
el trabajo social lo inventó quien lo inven-
para transformar, no solo para hacer avan-
tó: una generación admirable de mujeres
zar el mero conocimiento científico, acti-
que, aprovechando todo lo que de positivo
tud de la que acusaban a algunos de sus
tenían las experiencias europeas y lo que
contertulios barones. Estamos hablando
podían aprovechar de las nuevas ciencias
de Mary Richmond, de Jane Addams y de
sociales que nacían en aquellos momen-
sus múltiples relaciones con Park y Thomas,
tos (no se olvide este dato), supieron idear
con Mead; es decir, con lo que se conoce en
una profesión que ya no desde la caridad ni
ciencias sociales como la Escuela de Chicago
desde la pura ideología, sino desde el ám-
(volveremos sobre esto más adelante) (Mi-
bito científico, se propusiese intervenir en
randa, 2004, 2010, 2011).
la realidad social para cambiarla. Supieron
configurar un conjunto de conocimientos Antes de seguir, y para no desalentar a los
metodológicos al principio, pero también su- alumnos y alumnas que nos puedan leer,
pieron muy tempranamente investigar so- afirmaré que este debate sobre la identidad
bre la realidad social y sobre los problemas disciplinar no afecta solo al trabajo social.
acuciantes que planteaba la industrializa- Por ejemplo, citaré el trabajo recientemen-
ción y el capitalismo salvaje. te publicado por Juan Pedro Blois (2014)

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titulado ¿Para qué sirven los sociólogos? Esa cial en el conjunto de las profesiones y de
misma pregunta la formulan habitualmente las disciplinas sociales? Esta es la pre-
los antropólogos (mi otra identidad discipli- gunta sobre la que llamamos a la reflexión.
nar), por no hablar de los psicólogos u otros ¿Cómo se construye esa identidad que nos
muchos profesionales. Habrá que insistir en hace ser trabajadores sociales y no otra cosa,
que las profesiones, y el conjunto de conoci- no sociólogos, ni psicólogos? ¿En qué nos
mientos teórico-prácticos en el que se apo- diferenciamos para ser lo que somos? ¿Con
yan, son construcciones sociales, culturales y qué elementos construimos esa identidad
por tanto no están inscritas en el orden de la propia que nos hace diferentes a los demás?
naturaleza. Como tales construcciones so- Queda dicho que las profesiones, la nuestra
ciales admiten diferencias propias de la cul- y las demás, son construcciones sociales y
tura en la que se ejercen y de las condiciones por tanto todo es mutable y por supuesto
materiales impuestas por el medio social. sometido a discusión. Se entiende perfec-
Un médico es un médico en cualquier lado, tamente además que cualquier profesión ha
pero su visión de la medicina y la forma de de ser capaz de adaptarse a situaciones nue-
ejercerla difiere mucho si trabaja en un hos- vas, como sin duda estamos haciendo los
pital altamente tecnificado o si está en un colegas españoles en una realidad lamen-
humilde centro de atención primaria de un table a la que nunca pensamos que po-
país africano, por ejemplo. Dice Payne (1995) díamos llegar y a la que nos ha llevado esta
que “no disponemos de una definición con- estafa llamada crisis económica, diseñada y
sensuada porque no es un concepto simple potenciada hace décadas por la desregula-
y por ello resulta difícil determinar qué es lo ción financiera propia del neoliberalismo,
que puede considerarse como trabajo social, empeñado en acabar con el llamado Estado
cuáles son sus objetivos y sus métodos, quié- de Bienestar y reducir a su expresión míni-
nes son sus clientes o beneficiarios” (p. 17), ma al propio Estado. La situación de dete-
y es verdad, a pesar de que hay definiciones rioro de los pilares del bienestar, construidos
internacionales mayoritariamente acepta- con tanto esfuerzo durante muchos años, es
das. Pero también es verdad que sí hay ele- nueva, pero la profesión, no. En toda Euro-
mentos comunes, como reconoce el mismo pa (como empezaron hace años los colegas
autor, que pasan por un cuerpo teórico más ingleses ante las políticas del tacherismo),
o menos común, un vocabulario compartido, no nos ha quedado más remedio que insta-
unos métodos y técnicas, unos modelos de larnos en la defensa de los servicios sociales,
intervención reconocidos internacionalmen- de la sanidad, las pensiones y la educación
te, similares ámbitos donde se ejerce la pública, y enfrentarnos con imaginación a
profesión, unas declaraciones de principios unas nuevas circunstancias de empobreci-
éticos comúnmente aceptadas, unos funda- miento masivo en las que el desempleo y el
mentos que forman parte de esa identidad simultáneo recorte de prestaciones y dere-
común que realmente existe en la inmensa chos conquistados sumen en la desespe-
mayoría de los países. ración a cada vez más ciudadanos.

Dicho lo anterior, volvemos a nuestro pro- Así pues, cambian las circunstancias y ten-
blema: ¿cuál es la identidad del trabajo so- drán que cambiar los objetivos profesiona-

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les, programas, métodos y procedimientos. ro trabajo de Torres Díaz (1987) sobre la


Pero la identidad profesional, la nuestra historia del trabajo social colombiano y el
y la de otros, no cambia. Somos trabaja- de Burgos Ortiz (1998/2001), por lo que
dores sociales. Y en nuestro caso, como se refiere a las pioneras de la profesión en
en cualquier otro, la cuestión de la iden- Puerto Rico, o el más reciente de Alcina de
tidad no es baladí. Es la identidad propia Castro Martins en Portugal (2010); pero,
la que permite el trabajo en equipo. Ejer- como es obvio, estos trabajos no son sino
cí la profesión en un equipo psiquiátrico unas piezas de un puzzle que es la historia
hospitalario durante más de una década, del trabajo social a nivel internacional. En
y estoy seguro de que si cada profesional esta tarea todas las piezas son necesarias,
no tiene clara su identidad, el conflicto está incluidas desde luego las que se refieren a
asegurado porque es esa identidad la que las que fueron las pioneras, creadoras del
determina la aportación específica al equi- invento, que sorprendentemente siguen
po, las funciones que cada cual desarrolla siendo desconocidas (Miranda, 2004).
de manera autónoma sin entrometerse en
aquellas que corresponde a otros. En los últimos años no pocos colegas nos
hemos propuesto rescatar esa historia que
En la formación de esa identidad que no en gran parte era una incógnita que perma-
cambia, un elemento sustancial es la historia necía, al menos en nuestros ámbitos profe-
disciplinar. En antropología y en psicolo- sionales, como parte de la búsqueda sobre
gía esto se conoce bien. Cada pueblo, cada la identidad profesional. El GIITS es un
colectividad y cada sujeto individualmente buen ejemplo y nuevos colegas se suman al
considerado necesita utilizar su pasado, su proyecto compartiendo su importancia para
historia, para saber quién es en este mo- seguir construyendo profesión y disciplina,
mento, de dónde viene, cuáles son sus orí- colaborando en la resolución de algunos de
genes, quiénes fueron sus ancestros, sus los problemas identitarios que nos afectan
progenitores, es decir, su historia, sea la que (Travi, 2006, 2007; Ibáñez, 2010).
sea. A menudo percibo (como ya lo dije)
que en el caso del trabajo social se despre- 2. Las influencias recibidas
cia esa historia como si fuera vergonzan- en los primeros pasos de
te, como algo para olvidar cuando no para la profesión, procedentes
ocultar. Solo se cita para estigmatizar y re-
negar de ella. Me refiero a esos elementos
de la principal escuela de
históricos a nivel internacional imprescin- pensamiento social que había
dibles para entender lo que ha sido desde en aquel momento.
finales del siglo XIX, fechas en las que ya M. E. Richmond, J. Adams
había profesionales, esto que conocemos y la Escuela de Chicago de
como trabajadores sociales. Comprendo y
aplaudo los intentos de construir la his-
Park y Thomas
toria de la disciplina en cada uno de los El lector podrá encontrar en la bibliogra-
países; tarea que es conveniente e impres- fía múltiples referencias (espero que los
cindible incluso. Cito por ejemplo el pione- editores sean comprensivos con tantas

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referencias, pues en el ámbito académico las primeras residentes en los Settlements


compartir las fuentes es imprescindible) ya consiguieron vencer esos prejuicios con
que indican el creciente interés interna- su tenacidad y el valor de sus propias in-
cional por conocer y recuperar la obra de vestigaciones. Eran trabajadoras sociales
las pioneras del trabajo social comenzando investigadoras, comprometidas en el cam-
por las dos más importantes. Una desde bio social y a la vez docentes.
las COS y otra, con historia, presupuestos
¿Desde qué presupuestos ideológicos, se pre-
ideológicos y opciones metodológicas di-
guntará el lector?, pues por lo que sabemos
ferentes, desde los Settlements. Las limita-
desde los más progresistas del momento.
ciones de espacio nos impiden extendernos
La primera generación de trabajadoras socia-
en la exposición de su obra, pero sí resulta
les participó en las principales “batallas so-
imprescindible afirmar que cada vez es más ciales” del momento. Las de los Settlements
urgente y necesaria esa labor de recupera- estaban presentes en permanente diálogo
ción y de reinterpretación de sus vidas y de con el movimiento sindical, se presentaron
sus aportaciones. Veremos entonces que a a las elecciones como candidatas socialistas
ambas las guía el interés por pasar de la ca- (a principios del siglo XX y en Estados Uni-
ridad a la ciencia. Comprobaremos cómo dos), potenciaron el asociacionismo de los
buscaron apoyos en aquellos centros uni- afroamericanos, de los consumidores. Su la-
versitarios pioneros en el desarrollo del bor de acogida y defensa de los inmigrantes
conocimiento social, y en concreto, y no fue inmensa, eran sufragistas militantes y en
podía ser de otra manera puesto que ellos 1914 fueron antibelicistas, lo que le valió a
mismos eran pioneros en la sociología y Jane Addams el reconocimiento internacio-
antropología norteamericana, en el Depar- nal y el premio Nobel de la Paz.
tamento de la Universidad de Chicago. De
la herencia que este Departamento legó Mary Richmond, la versión más progresis-
a las ciencias sociales no sabemos en qué ta de las COS (no juzgar en el mismo pa-
medida influyeron las posiciones de Jane quete las COS de finales del siglo XIX con
Addams. Si atendemos a la pionera obra lo que representa Richmond en las prime-
ras décadas del XX), además de poner los
de Mary J. Deegan (1990), esta influencia no
pilares metodológicos del trabajo social in-
fue poca, precisamente, pues era el escena-
dividualizado, estuvo comprometida per-
rio urbano, en el que todos los problemas
sonalmente con problemas sociales como
sociales se multiplicaban, donde coincidían
la atención a la infancia, el problema de la
los académicos con las trabajadoras sociales.
vivienda de los trabajadores y la atención
Hombres y mujeres, y no por casualidad.
a las viudas que quedaban desamparadas.
En la intervención social eran las mujeres
las que mandaban, Jane Addams era la lí- En ambos casos, como demostramos en su
der indiscutible en Hull House y los hom- momento, hay un diálogo permanente con
bres, cargados de todos sus prejuicios sobre el pragmatismo progresista de W. James, J.
la producción intelectual femenina, se re- Dewey y G.H. Mead que impregnó filo-
sistían a la incorporación de las mujeres sóficamente aquellos años y que subyacía
como profesoras universitarias. Algunas de en las numerosas producciones de toda la

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Escuela de Chicago. Por otro lado, el inte- lo que define y marca las diferencias con
raccionismo simbólico (Mead estaba en las demás disciplinas.
Chicago y fue profesor y amigo de M. H.
En rigor, pues, no se puede mantener la
Richmond) proporcionó soluciones teóricas
acusación de asistencialismo, de funciona-
respecto a la cuestión del binomio-sociedad,
lismo y de no sé qué más al trabajo so-
determinando de manera definitiva mar-
cial pionero norteamericano (Miranda,
car distancias con las posiciones iniciales 2010). Muchos estamos convencidos de
que culpabilizaban a los menesterosos, que, conociéndolas, acercándose a ellas sin
buscando siempre los factores individuales prejuicios preconcebidos ni dogmas prefi-
como causas explicativas de los problemas jados, serían muchos más los trabajadores
sociales. Hay que volver a leer a M. Rich- sociales que se sentirían orgullosos de la
mond para comprobar cómo ella misma herencia de aquellas mujeres increíbles que
explicaba en 1922, que las teorías sobre el soñaron, diseñaron y protagonizaron esta
“yo ampliado” de George Herbert Mead (a finales del XIX) nueva profesión que se
“constituyen la piedra angular del Trabajo vino en llamar trabajo social. Lo dejo aquí
Social individualizado” (Richmond, 1982, e invito al lector bienintencionado a hacer
p. 87). Si profundizáramos en la solución su propia investigación apoyándose en la
interaccionista veríamos seguramente cómo bibliografía proporcionada.
era más fácil construir consensos a nivel
internacional superando algunas polémi-
A modo de conclusión
cas que ya nuestras pioneras resolvieron. Es cierto que las profesiones son construc-
La mente humana es el resultado de las ciones sociales y que en cualquier profe-
influencias sociales; no hay individuo si no sión influyen elementos locales, pero ello
hay sociedad. No se puede explicar la con- no hace perder de vista los elementos que
ducta individual si no es teniendo en cuen- configuran dicha profesión a nivel mundial,
ta el grupo, la sociedad en la que el sujeto en la división social del trabajo. Es legíti-
se ha desarrollado como ser humano. El mo y saludable debatir sobre la definición
del trabajo social; la sociología y la antro-
todo es anterior a la parte y no al revés,
pología, por ejemplo, lo siguen haciendo.
mantenía Mead, y en cuanto Richmond lo
Lo que no parece muy útil ni inteligente
comprendió, vio resueltas muchas dudas y
es echar a la basura, sin conocerlas en mu-
abiertas muchas posibilidades. Cualquier
chas ocasiones, a las pioneras del trabajo
definición de objeto del trabajo social que
social, simplemente porque no cuadran en
se plantee ha de partir de esta perspectiva ne- mi concepción política. El conocimien-
cesariamente, porque eso sí, alguna defi- to científico exige rigor y la exclusión de
nición del mismo habremos de tener porque prejuicios y estereotipos. En este sentido,
es imprescindible para construir la propia construir la trayectoria del trabajo social
identidad y relacionarse en ámbitos inter- desde la perspectiva de la historia de la
profesionales e interdisciplinares; no son ciencia es todavía una tarea en gran parte
los paradigmas, ni las teorías, ni los méto- pendiente. La ciencia no sabe mucho de
dos, ni las técnicas utilizadas. Es el objeto fronteras nacionales.

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