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NOTAS DE CLASE: FILOSOFÍA MODERNA II Y FILOSOFÍA

CONTEMPORÁNEA
3.3 IDEALISMO ALEMÁN
Se desarrolló en Alemania a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Surgió
a partir de la obra de Immanuel Kant en los años 1780 y 1790, vinculado estrechamente
con el Romanticismo, la Ilustración y el contexto histórico de la Revolución francesa. Se
basa en el esquema dialéctico sugerido por Platón (Tesis – Antítesis – Síntesis) que es
considerado como el elemento regulador de la naturaleza y de las relaciones humanas. El
conocimiento no puede llegar a la realidad en sí, por lo que consideran que el
conocimiento se limita a la imagen mental que tenemos de esa realidad, a eso se le llama
idealismo.
En el caso de las teorías del idealismo objetivo, esta doctrina epistemológica se
complementa con la teoría metafísica de que el objeto conocido no tiene más realidad que
su ser pensado por el sujeto; mediante la autoconciencia de éste, la verdadera esencia del
objeto se desvela como la actividad subjetiva de pensamiento como algo real y lo no
abstracto. Tal definición corresponde en concreto a Kant. No obstante Kant es al mismo
tiempo materialista, pues contempla la existencia del mundo exterior, independientemente
del hombre, cognoscible para éste, aunque no en su totalidad: la «cosa en sí» es para Kant
un residuo del materialismo. El objeto del conocimiento es conocer y ello no es una actividad
exclusiva del hombre.

3.4 EXISTENCIALISMO
El existencialismo es una corriente filosófica que tuvo su origen en el siglo XIX y se
prolongó aproximadamente hasta la segunda mitad del siglo XX. Sostiene que
la existencia precede a la esencia y que la realidad es anterior al pensamiento y
la voluntad a la inteligencia. Los filósofos existencialistas se centraron en el análisis de la
condición humana, la libertad y la responsabilidad individual, las emociones, así como
el significado de la vida.
Hegel, como idealista, diría que lo “uno” lleva a lo “otro” para que ambos acaben por
identificarse en el “uno que es el otro”. Pero Kierkegaard nos da a escoger: “o lo uno o lo
otro” porque para él la vida es un acto de libertad constante, un acto de constante
compromiso y decisión. Kierkegaard no niega solamente a Hegel. Niega de hecho cualquier
interpretación excesivamente sistematizada de la vida. El ser es el hombre individual, vivo
y concreto. El sistema de los filósofos no toca la verdad de la vida. A la teoría abstracta
opone Kierkegaard la experiencia concreta; a las elucubraciones del pensamiento puro y
distraído de la vida, la existencia.
La vida es contradictoria. El modo de expresar las contradicciones de la vida deberá
encontrarse en la contradicción real y no solamente en la contradicción aparente. A la
contradicción tan solo abstracta de la dialéctica hegeliana, Kierkegaard opone la
contradicción real de la paradoja. Con lo cual Kierkegaard no quiere decir que la existencia
carezca de sentido. Si la vida es lucha, si es contradicción, habrá que buscar, ciertamente
el sentido de esta lucha y de esta contradicción. Pero para encontrar el verdadero sentido
de la existencia habrá que vivir la contradicción misma, no como algo externo, sino como
parte integrante de la vida que vamos viviendo.

FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA
4.1 FILOSOFÍA DE LOS VALORES
Max Scheler se ocupó, principalmente, de una de las regiones ontológicas que
Husserl había dejado intocada: la región de los valores. Los valores son. Como las esencias
de Husserl, objetos intencionales, y como ellas, son universales y necesarios. Pero a
diferencia de las esencias, cuyo conocimiento es propiamente intelectual, los valores se
conocen por el sentimiento. Pascal había buscado las “razones del corazón”. Scheler trata
de establecer la existencia de principios universales que no pueden aprehenderse como las
esencias, por medio de la inteligencia, pero que tienen una función decisiva para la
conducta humana puesto que son las bases universales y necesarias de la conducta.
Ya Kant había tratado de establecer los principios a priori de la conducta en la Crítica
de la razón práctica. No obstante, Kant había buscado tan solo formas generales y su ética
era una ética formal. La revolución scheleriana consiste en afirmar que existen valores
universales y necesarios que son a la vez materiales (es decir, concretos). Con esta doctrina
Scheler logra, por una parte, evitar el formalismo de la moral kantiana y, por otra,
universalizar la existencia de los valores concretos y vitales. Al establecer la validez
universal y necesaria de los valores concretos. Scheler logra, en oposición a Kant. Hacer
que el deber ser dependa del valor. En efecto, si existen valores morales a priori. Nuestra
conducta está ligada a ellos y depende de ellos y nuestra voluntad, nuestro sentido del
deber, dependen de la realización o de la no realización de un valor. Estos valores, como
las ideas platónicas, son inmutables. Así por ejemplo, el bien es siempre el mismo. Lo que
es relativo es nuestro punto de vista hacia el bien o nuestra manera de realizar el bien.
Después de haber establecido la existencia de valores a priori, ligados a nuestra
conducta cotidiana y a nuestra vida concreta, Scheler establece una jerarquía de los
valores. Los valores más elementales son los valores sensibles que nos dan las cualidades
de agradable o desagradable. En un escalón intermedio están los valores vitales (nobleza,
valentía, generosidad, honor). Los valores más altos son de tipo religioso.
Esta jerarquía permite proponer escalas de conducta. La conducta más elemental
será la conducta sensible; la más alta, la conducta religiosa. Lo cual no quiere decir, ni
mucho menos, que la conducta sensible sea negativa. Scheler no piensa que debamos
realizar en todo momento valores religiosos. Piensa más bien que, en mayor o menor grado,
los valores religiosos se realizan también en los valores de la vida cotidiana. En ello Scheler
concuerda plenamente con la doctrina del cristianismo. Aun el menor de nuestros actos, si
esta realizado con conciencia de amor, es un acto superior. La conducta moral positiva
consistirá entonces en realizar valores positivos, valores que, cuanto más positivos sean,
harán que más positiva sea también la conducta moral. Por ello Scheler puede escribir que
“la existencia de un valor positivo es ella misma un valor positivo”.46 Este axioma básico
de la moral scheleriana quiere decir que un valor positivo se realiza en el acto mismo de la
conducta humana y que quien realiza un valor positivo (la caridad o el bien, por ejemplo) es
ya de por si portador del valor positivo mismo.
Hasta aquí, esquematizada, la idea scheleriana de la universalidad concreta de los
valores. Cabe ahora preguntarse: ¿quién realiza el valor?, ¿cómo se realizan los valores?
A la primera pregunta responde Scheler con una doctrina de la persona humana: a la
segunda con una doctrina del amor que le conduce a una suerte de metafísica que parte
del hombre o si se quiere, a una suerte de metantropología.

4.2 NEO-POSITIVISTA
Es una corriente en la filosofía de la ciencia que surgió durante el primer tercio del
siglo XX alrededor del grupo de científicos y filósofos que formaron el célebre Círculo de
Viena (Wiener Kreis en alemán). Si el positivismo defendía el método científico como única
forma válida de conocimiento, el neopositivismo va un paso más allá, y limita el método
científico a lo empírico y verificable.
Brunschvicg quería mostrar que, frente a las filosofías biográficas y autobiográficas,
es necesaria una filosofía objetiva, una filosofía de la ciencia. Esta filosofía ha adquirido en
nuestro siglo muchas y varias formas. El propio León Brunschvicg desarrolla un sistema
idealista de la ciencia; Emile Meyerson, también en Francia, trata de reducir la ciencia a la
identidad; en cierto sentido James, Dewey o los neokantianos son filósofos de la ciencia.
Las filosofías de la ciencia de mayor originalidad en nuestro siglo son, sin embargo, las que
derivan de la lógica matemática, iniciada por Leibniz y precisada con todo rigor a partir del
siglo XIX.
En algunos casos las teorías contemporáneas son tan especializadas que no
entrarían fácilmente en el intento de este libro ni en las intenciones ni posibilidades del
autor. Entre dar una guía general de las diversas doctrinas y renunciar a ellas, hemos
preferido tratar de dar esta guía general. Esta guía seguirá el orden siguiente: se iniciara
con un breve recuento de las principales ideas de Bertrand Russell, seguirá con una
presentación del positivismo lógico y concluirá con algunas referencias al nuevo análisis del
lenguaje.

4.3 NEO-EXISTENCIALISTA
La filosofía de la existencia se inició como ya vimos, con el pensamiento de Soren
Kierkegaard de quien, por lo demás, deriva buena parte de la filosofía existencialista actual.
Esta derivación no es siempre una fidelidad total. En algunos casos, como el de Miguel de
Unamuno y Karl Jaspers, asistimos a una prolongación moderna del pensamiento
kierkegaardiano. En otros, como en el caso de Heidegger o, sobre todo de Sartre, el
existencialismo, a pesar de referencias a temas kierkegaardianos, es no solo diferente sino
aun opuesto al del pensador danés.
Así el primer problema que plantea el existencialismo es el de las relaciones entre
los pensadores de la existencia. Y si bien en todos ellos se encuentran algunos elementos
comunes, predominan tanto las diferencias que es mejor hablar de los existencialismos que
del existencialismo.
Empecemos por enumerar algunos elementos que todos los existencialistas tienen
en común. El primer punto de coincidencia es el punto de partida. Todos los existencialistas
parten de la existencia humana. Esto quiere decir que, contrariamente a los filósofos
clásicos, para quienes la esencia es anterior a la existencia, para los existencialistas la
existencia precede a la esencia. Todos los existencialistas podrían decir: existo en primer
lugar y luego pienso; todos ellos coincidirían en decir que la existencia humana es el dato
fundamental de todo pensamiento. En este sentido, todos los existencialistas son filósofos
de lo concreto, si por concreto entendemos la existencia humana; todos ellos son también
filósofos de la dinamicidad de la existencia porque la existencia es lo que cambia, lo que se
altera del nacimiento a la muerte. Filósofos de lo concreto, los existencialistas tienden a ser
filósofos para quienes el sistema cuenta menos que la vida. No podría ser de otro modo si
la existencia es cambio y, más radicalmente, el cambio concreto de mi existencia. Es verdad
que algunos de los existencialistas -Jaspers, Heidegger. Sartre- presentan sus ideas en
forma sistemática. Conviene recordar aquí aquella distinción que Heidegger lleva a cabo
entre ciencias exactas y ciencias rigurosas. Las matemáticas y la física matemática son
ciencias exactas y su verdad está en su exactitud. La historia, en cambio, es una ciencia
rigurosa cuya verdad cesaría de serlo si tratáramos de hacer de ella una ciencia exacta. Si
aplicamos estos conceptos a los existencialistas mismos podremos decir que son más o
menos rigurosos, pero que no pueden ser exactos. Y, en este punto y solo en el coinciden
plenamente con Bergson. También para Bergson aplicar las matemáticas a la conciencia,
a la vida o. en general, a la metafísica es un error que conduce a una deformación. La
exactitud aplicada al terreno de la vida –o de la existencia- es una falta de rigor.
Si los existencialistas son, todos ellos, filósofos de la existencia humana, coinciden
también en una serie de notas que los colocan como filósofos que expresan la crisis de
nuestro siglo. Y ello quiere decir, sin jugar con las palabras, que por una parte ponen en
tela de juicio a nuestro tiempo y que, por otra parte son filósofos de esta misma crisis que
critican. Preocupación por la muerte, angustia por la existencia, insistencia en la necesidad
de una comunicación que a veces se antoja imposible, afirmación de una libertad intima
frente a la presencia de las nuevas fuerzas mecánicas de la técnica, del Estado o de la
masa, son temas que se repiten en casi todos los pensadores existencialistas con mayor o
menor acento en uno u otro de ellos; también, con mayor o menor acento, la idea central
del desamparo que Jaspers llama “naufragio”, Unamuno, “abismo” , Heidegger, “caída”, y
Sartre, “infierno”. El hombre moderno puede difícilmente decir como Don Quijote, “yo sé
quién soy”. Los existencialistas buscan el ser muchas veces con la conciencia de que no
pueden encontrarlo.
Seria fácil y falaz acentuar más las semejanzas. Predominan, en esta visión
subjetiva, existencial del mundo, las diferencias. Todo un grupo de existencialistas es
primordialmente religioso. En mayor o menor grado, este grupo deriva de Kierkegaard.
Tales son los casos de Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Karl Jaspers. Gabriel
Marcel, existencialista católico, Nicola Berdiaev. Leon Chestov o de los teólogos Martin
Buber, judío, y Paul Tillich, protestante. En un segundo grupo habría que situar los
existencialistas que, a falta de mejor definición podemos llamar agnósticos: entre ellos,
sobre todo. Martin Heidegger. Por fin los existencialistas que se definen a sí mismos ateos,
entre los cuales el mas señalado es Jean-Paul Sartre.

A esta distinción en el orden de las creencias cabe añadir una matización en el orden
de los métodos. Los existencialistas del primer grupo suelen estar más cerca de
Kierkegaard que los de los dos grupos restantes y. por lo mismo, a ser pensadores
intuitivos. Es verdad que en Heidegger y aun en Sartre se encuentran abundantes temas
kierkegaardianos. En ellos predomina, sin embargo, el método fenomenológico que no debe
confundirse, como indicábamos más arriba, con la filosofía de Husserl.
A estas diferentes direcciones del pensamiento existencial. A estos existencialismos
prestaremos atención ahora con especialinsistencia en las personalidades filosóficas más
importantes de cada uno de los grupos.

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