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Los niños pueden hablar mejor sobre cualquier tema (incluyendo el alcohol y las
otras drogas) con aquellos padres que saben escuchar. Pero cierto tipo de
respuestas de los padres hacen difícil que los preadolescentes compartan sus
sentimientos. Los siguientes estilos de respuesta paterna se han mostrado
inadecuados:
Juzgar.
Ser autovirtuoso o hipócrita.
Dar demasiados consejos o pretender tener todas las respuestas.
Criticar o ridiculizar.
Tomar a la ligera los problemas del niño.
Ser incongruente entre lo que se dice y lo que se hace.
Escuchar con atención pone de manifiesto una preocupación cariñosa por los
hijos; pero escuchar supone algo más que no interrumpir mientras el otro habla.
Escuchar realmente requiere concentración y práctica.
Al igual que las demás personas, sus hijos necesitan hablar sobre sus enfados y
frustraciones. Cuando están disgustados, quieren comprensión, no soluciones.
Estarán preparados para las soluciones una vez que se hayan “desahogado”. Una
manera de mostrarles que les comprende es repetir con sus propias palabras lo
que ellos han dicho. A esto se llama “escuchar reflexivamente”.
Escuchar reflexivamente cumple tres propósitos: asegura a sus hijos que usted
escuchó lo que estaban diciendo; permite a sus hijos oír en palabras de otros sus
propias afirmaciones y así reconsiderar sus sentimientos; y le asegura a usted que
puede entender correctamente a sus hijos.
Madre/Padre: “Parece que estás disgustado con Juan por no haberte invitado a
su fiesta”.
HABILIDAD 2: Cuando hable con sus hijos, observe sus rostros y el lenguaje
corporal.
Esto puede incluir ofrecer una sonrisa, un abrazo, un guiño, mover la cabeza, tomar contacto
visual, una palmada en el hombro, o coger la mano de sus hijos.
HABILIDAD 4: Utilice el tono de voz adecuado a la respuesta que usted está
dando
Recuerde que su tono de voz envía mensajes de una forma tan clara como sus
propias palabras. Asegúrese de que su tono no parezca sarcástico o el de un
“sabelotodo”.
“¿De verdad?”
“Háblame de eso.”
“Parece como si tú…”
¿Qué pasó después?”
Hijo/hija: “Paré en casa de Francisco cuando venía. Su madre había salido. Sacó
una cerveza y nos dio a probar a Juan y a mí. Yo tiré la mía por el lavabo, pero
Francisco se enfadó”.
Padre/madre: “Te sentiste confuso y no supiste qué hacer. Ahora que ya pasó,
dime, ¿crees que podías haberte comportado de otra manera?”
Hijo/hija: “Pude haberle dicho: No, gracias, no tomo cerveza. O que tenía algo
que hacer, y haberme ido”.
Padre/madre: “Situaciones como ésta pueden ser difíciles. ¿Cómo podrías actuar
en el futuro ante algo parecido?”
Hable con sus hijos acerca del alcohol, el tabaco y las otras
drogas
Usted puede ayudar a cambiar las ideas que pudieran tener sus hijos
respecto a que “todas las personas beben alcohol, fuman tabaco o
consumen otras drogas”.
Tanto si los adultos de casa fuman o toman alcohol como si no, puede estar
seguro de que los niños conocen su uso por los amigos, otros adultos, la
publicidad, etc. Cuando hable con sus hijos acerca del alcohol o el tabaco,
descubrirá que probablemente ya han adquirido algunas ideas erróneas.
Por otra parte, a estas edades comienzan los primeros consumos. La “Encuesta
sobre drogas a la población escolar 1998” pone de relieve una preocupante
tendencia, cuál es la mayor precocidad de los escolares en el contacto con las
distintas drogas; además señala la creciente incorporación femenina al uso de
drogas legales.
Mito 2: “Cuando las cosas van mal, tomar una copa puede ayudar”
PREGUNTA: “¿Qué podría pasarle a una persona que bebe mucho cuando las
cosas no van bien en su vida?”
Si las expectativas del niño o de los padres son demasiado elevadas, el hecho de
no lograr todo lo que se desea puede resultar un duro golpe. A la niña que siendo
una deportista aceptable, decide ser del equipo de baloncesto del colegio, se le
podría sugerir que el mero hecho de formar parte del equipo es ya una meta
maravillosa y un gran honor, y que, posteriormente, incluso podría llegar a ocupar
posiciones cada vez más destacadas dentro del equipo.
HABILIDAD 4: No compare los resultados de sus hijos con los de los demás
Siempre habrá niños mejores o peores deportistas que los suyos, más o menos
inteligentes, más o menos creativos, hábiles o simpáticos. Sus hijos deben saber
que un serio esfuerzo tiene el mismo mérito que conseguir una medalla.
Ejemplo negativo: “No debiste subir a la tapia. ¿No tienes sentido común?”
Una forma constructiva de compartir sus propios sentimientos negativos sobre una
situación particular es utilizar mensajes en primera persona. Estos mensajes no
permiten que los niños se sientan atacados o que se sientan “malos” por
naturaleza.
Ejemplo negativo: “A veces eres un cerdo. ¿Cuándo vas a aprender a dejar las
cosas en su sitio?.”
Los niños que tienen quehaceres en la casa, saben que están haciendo algo
importante para ayudar. Aprenden a verse a sí mismos como personas útiles y
parte integrante de un grupo. Cumplir con sus obligaciones también les produce
una sensación de logro.
Hay muchas cosas que niños y niñas pueden hacer y no hacen. Si son capaces de
jugar con el ordenador o la vídeo-consola, también son capaces de poner y quitar
la mesa u ordenar su ropa.
El sentido del humor resulta básico para que las personas se sientan bien. Reír
juntos toda la familia es una experiencia de buena convivencia, que ayuda a los
niños y niñas a sentirse cómplices de los adultos. No dude en reírse de usted
mismo, pues es una manera de aceptarse tal como es.
Los besos, los abrazos y los “te quiero” ayudan a sus hijos a sentirse bien consigo
mismos. Los niños nunca son demasiado pequeños o mayores para decirles que
son queridos y valorados.
En las familias en las que los padres se han divorciado, es importante que el padre
o la madre que no vive con los niños les exprese también amor y apoyo. En contra
de lo que se cree, los hijos de padres divorciados no tienen mayores
probabilidades de abusar del alcohol y de otras drogas.
PASO 4
Ofrezca un buen ejemplo
Los hábitos y actitudes que usted tenga respecto al consumo del alcohol
y las demás drogas influirán fuertemente en las ideas que sus hijos
desarrollen al respecto.
Los padres y madres son modelos para sus hijos aunque no lo pretendan.
Probablemente, ya habrá notado que a veces sus hijos actúan o hablan como uno
de ustedes. Pueden utilizar este tipo de influencia para ayudarles a evitar el
alcohol y otras drogas. Puede ser un modelo con sus propios hábitos saludables y
en sus actitudes hacia los hábitos de los demás.
Numerosos estudios demuestran que buena parte de los adultos se parecen a sus
propios padres en la forma en que beben alcohol. Quienes beben alcohol en
grandes o pequeñas cantidades, o quienes no beben, tienden a tener hijos que en
la edad adulta se comportan de un modo similar. La cantidad de alcohol que bebe
no es la única cosa que muestra a sus hijos. Ellos también perciben otros
aspectos:
¿Por qué bebe? (porque está deprimido, para relajarse, para celebrar, etc.)
¿Cuándo bebe? (después del trabajo, mientras ve la televisión, en las
comidas, etc.)
Si después de beber conduce o realiza actividades que puedan ser
peligrosas.
Los efectos que sobre su conducta tiene el alcohol.
Todos estos comportamientos son claves para que sus hijos formen sus propias
ideas sobre el consumo de alcohol. Las investigaciones no han demostrado que
beber alcohol delante de los hijos sea perjudicial, pero sugieren que no está bien
beber en exceso. Mostrarles que los adultos son capaces de abstenerse del
alcohol, o utilizarlo de modo ocasional y controlado es, sin duda, un ejemplo más
positivo.
Padres y madres también son modelos para los hijos en su forma de reaccionar
ante situaciones que impliquen que los otros abusen del alcohol. Los padres que
consideran aburridos a aquellos que no beben, que se ríen de una borrachera o no
le dan importancia al alcoholismo, están enviando a sus hijos mensajes equívocos.
Dichos mensajes pueden hacer que sus hijos prueben el alcohol.
Algunas de las formas en las que puede ser un buen modelo para sus hijos son
las que se relacionan a continuación:
Los hijos de padres o madres alcohólicos corren un mayor riesgo de llegar a ser
también alcohólicos. Esto es debido a que cierta tendencia al alcoholismo puede
ser heredada y, sobre todo, a que el modelo negativo del padre o la madre
alcohólicos puede reforzar esta tendencia.
La actitud del padre o la madre alcohólicos, como la del padre o la madre no
alcohólicos, pueden fomentar modelos de comportamiento perjudiciales para los
hijos. El progenitor no alcohólico no suele darse cuenta de cómo maneja la
situación de su compañero alcohólico, pero los efectos de su conducta afectan
seriamente a los hijos. Algunas maneras de afrontar el alcoholismo en el hogar
son las siguientes:
Si sus hijos tienen valores firmes, tendrán la suficiente fuerza y firmeza para
resolver de manera positiva las situaciones de riesgo, en lugar de dejarse
llevar por lo que digan sus amigos.
Cuando sus hijos no se interesan o apasionan por nada de lo que les rodea, su
universo individual tiende a llenarse de pequeños problemas que se
desproporcionan. Se ha de mirar “hacia fuera” para alcanzar valoraciones y
comportamientos más objetivos respecto de uno mismo y respecto de los otros.
Por ello precisan de su ayuda para superar el subjetivismo y el egocentrismo.
Procure que se interesen por las noticias aparecidas en los diarios o en la
televisión, los acontecimientos cotidianos del barrio o de la ciudad: políticos,
HABILIDAD 2: Explore
sociales, deportivos, con sus hijos el significado de la palabra amistad
culturales…
Pídales que hagan un listado de “lo que es ser un amigo” y de “lo que es no ser un
amigo”. Haga su
HABILIDAD 2: propia lista. Juegue
Promueva el hechocondeellos a identificar
hablar y pensar lassobre
caracterizaciones
uno mismoeny
las cuales
sobre están de cuando
el entorno acuerdo.lasLos siguientes
cosas van bienson ejemplos que pueden aparecer en
su lista:
¿Quién es un amigo?
Ha de encontrar un espacio para la reflexión ética en la vida cotidiana y no
relegarla sólo a momentos de broncas, de conflictos o de fracasos. No espere a
que le lleguen los momentos difíciles para hablar de ética, o sus hijos la asociarán
a tensión y enfrentamiento. Existen muchas más ocasiones de las que parece
recursos:
Edúqueles para la vida en el mundo tal como es, asumiendo que también hay
gente malintencionada, abusos, agresiones…, por lo que resulta preciso que
desarrollen un cierto instinto de protección y que no se dejen tomar el pelo.
A medida de que sus hijos van creciendo, les puede explicar, siempre con mucha
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delicadeza, ejemplos concretos de casos en los que han tenido lugar abusos o
agresiones.
Actúe como padre… y como ciudadano
Con la mayoría de los niños resulta difícil saber cuándo han probado alcohol, ya
que, generalmente, no beben tanto como para que se produzcan efectos
evidentes. Sin embargo, aunque sus hijos no muestren signos de haber probado,
al hablar con ellos acerca de cómo ocupan su tiempo libre puede deducir si se ha
iniciado o no en el consumo.
Si sospecha que sus hijos están consumiendo alcohol, hable con ellos sin
acusarlos. Las acusaciones harán que se pongan a la defensiva y le darán más
importancia a su enfado que al mensaje que les transmite acerca del uso del
alcohol. Hable de los efectos indeseables que tiene sobre el organismo en
desarrollo, y de los peligros que conlleva el que los niños lo consuman. La prensa
y la televisión son un buen recurso para hablar de hechos reales que resultan del
abuso de drogas y alcohol.
Analice con sus hijos los resultados, para uno mismo y para los demás, de las
conductas irresponsables.
Si sus hijos de entre 8 y 12 años, por iniciativa propia, le cuentan que han
experimentado con el alcohol, las siguientes sugerencias pueden ser útiles:
Por ejemplo: “Me gustaría hacerlo amigos, pero si se enteran mis padres de
lo que he bebido nadie me va a librar de su sanción”. Esto puede ayudar a
su hijo cuando no quiere hacer lo mismo que los demás, pero tiene
dificultades para decir “NO” por sus propias razones. Procure siempre, de
todos modos, que desarrolle sus propios motivos y se atreva a expresarlos.
Cuando los hijos crecen y caminan hacia la adolescencia, se inicia una nueva
etapa de relación padres-hijos, y es preciso prepararse. Se hacen mayores y su
autonomía se consolida poco a poco, es un momento deseado y temido a la vez.
Podría pensar que ya vuelan solos, que su opinión cada vez cuenta menos. Como
padres y madres pueden no tener tan claro su papel, pero lo cierto es que su
presencia es necesaria.
Ahora bien, si desea contrastar sus opiniones y orientaciones con otras familias, si
está preocupado o interesado por facilitar a sus hijos un ambiente más saludable,
únase a otros padres y madres. Cuando las familias se unen en asociaciones, dan
grandes pasos para reforzar las orientaciones que ofrecen en el hogar:
Podrían intercambiar opiniones acerca del dinero de que disponen sus hijos los
fines de semana, o para fijar la hora de regreso y discutir las estrategias más
convenientes para que estas normas sean aceptadas y respetadas. Sentarían así
una base consensuada para negociar luego con sus respectivos hijos.
Podrían, además, abordar el tema del alcohol y las otras drogas con
organizaciones comunitarias como asociaciones de jóvenes, organismos de salud,
asociaciones de padres y madres, profesorado, etc.
Podrían utilizar la voz del grupo para influir sobre las políticas escolares o
gubernamentales que puedan afectar al uso de alcohol por parte de los menores.
Podrían presionar a las autoridades locales para que hagan cumplir la prohibición
de vender alcohol a menores y pongan en marcha iniciativas de prevención.
Fuente EDEX
www.edex.es