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TALLER 3 - APRENDIZAJE COLEGIAL E INNOVACIÓN

MILTON AUGUSTO HERRERA MONTES

LUZDARIS EDIILMIS MEJIA OBREDOR (TUTORA)

COMPETENCIAS COMUNICATIVAS - 90003A_614

UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA

ADMINISTRACION DE EMPRESAS

VALLEDUPAR

2019
INTRIDUCCION

Al Leer el artículo de la revista Semana con título Las consecuencias del maltrato infantil,
escrito por el pedagogo Julián de Zubiría, se realizará una estrategia de comprensión lectora.
Donde se aplicarán los pasos de comprensión lectora con los cuales lograremos inicialmente
leer el texto detenidamente, y hallaremos las palabras claves, identificar las ideas principales,
conocer palabras nuevas y su significado. De esta forma podremos retroalimentarnos en el tema
de competencias comunicativas.
ESTRATEGIAS DE COMPRENSION LECTORA

1. Leer el texto detenidamente.

2. Hallar palabras claves del texto (utilizar el resaltador).

3. Descubrir la idea principal del texto (esta puede estar implícita o explícita)

(utilizar el resaltador si la idea está explícita)

4. Señalar las ideas principales párrafo por párrafo (utilizar el resaltador)

5. Encontrar el significado de palabras por contexto e identificar palabras que necesitan ser
aclaradas (buscar en el diccionario y textos académicos)

6. Identificar el orden o las partes en que está estructurado el texto (introducción, desarrollo y
conclusión)

7. Representar el texto de manera visual y esquemática; para ello elaborar un mapa conceptual o
mapa mental

8. Relacionar lo mencionado en el texto con situaciones reales del lector

9. Indicar la conclusión a la que llega el autor en el texto

1. Articulo

Julián De Zubiría

Las consecuencias del maltrato infantil

El pedagogo analiza los resultados de diversas investigaciones sobre el castigo físico a los
menores y reflexiona sobre las consecuencias que dichas prácticas generan en el
desarrollo de la personalidad de los niños y en la cultura del país.

“Al ver que unos cuantos gritos de amenaza no producían efecto, me sacaste de la cama, me
llevaste a la terraza y allí me dejaste (…), en camisón, ante la puerta cerrada. No voy a decir que
estuviese mal hecho; es posible que no hubiese realmente otra manera (…); pero lo que
pretendo, al mencionar este hecho, es caracterizar tu sistema educativo y su efecto sobre mí. Sin
duda después me mostré ya obediente, pero quedé interiormente dañado”.

Con estas palabras, Franz Kafka en su célebre Carta al Padre, describe uno de los efectos más
lesivos y prolongados del maltrato infantil. Los niños maltratados son muy fácilmente
reconocidos por los profesores: son huraños, miedosos y, especialmente tristes. Saben que los
rechazan en su propia casa y eso produce profundo dolor ¡se les ve en su mirada!

Inicio esta columna con la cita de Kafka, ya que, la Carta al Padre, es una de las joyas
universales de la literatura. Todos los padres y madres deberíamos leerla en algún momento de la
vida y debería ser lectura obligada en caso que se sospeche autoritarismo o maltrato del padre o la
madre hacia su hijo o hija.

Según el último estudio adelantado en Colombia por la Universidad de la Sabana, el 52 % de


los padres actuales maltrata a sus hijos. Lo hacen en su mayoría con palmadas, pero también es
muy alto el porcentaje que recurre al rejo o al palo (47 %). La conclusión es clara: cerca de la
mitad de los hogares en Colombia, maltratan a sus hijos. La cifra debería preocupar a la sociedad,
porque un niño maltratado tenderá a tener dificultades emocionales, afectivas y sociales a
mediano y largo plazo. Estudios realizados por la investigadora Yolanda Puyana, permiten pensar
que, 30 años atrás, los niveles de castigo físico y golpizas eran todavía mayores, pues se
producían en el 62 % de los hogares.

En una sociedad tan enferma emocionalmente como la colombiana, es relativamente


comprensible el maltrato. Lo que no debe generar la más mínima duda de la necesidad de
rechazarlo como práctica que viola los derechos humanos, y que expone a la sociedad a
complejos problemas de convivencia en el mediano plazo. En los barrios, los conflictos suelen
resolverse a las patadas; lo mismo en los bares, en las canchas deportivas y en las calles. Nunca
hay que olvidar que hemos convivido con la guerra, las mafias, los secuestros, las masacres, las
desapariciones y el asesinato. Se nos endureció el corazón de ver tantas muertes: ¡ya hemos
perdido la cuenta! Por eso, a algunos llega a parecerles casi natural, que asesinen los líderes
sociales, que se generalice la corrupción o que un presidente del Congreso haga trampas para
beneficiar a su partido y viole, en medio de marrullas, los derechos de la oposición. Al propio
presidente de la república le pareció que la violación de los derechos de la oposición por parte del
senado, era un problema menor y que no deberíamos preocuparnos por ello. Es cierto, en
Colombia la ética ha sido un problema menor para la sociedad, las empresas, el gobierno y las
familias. Tal vez por eso la reconciliación y el perdón, le están quedando grandes a un país que se
acostumbró a resolver a bala, machete, y sin ética, los problemas que enfrenta a diario.

De tiempo atrás, los educadores sabemos que el autoconcepto es uno de los factores más
asociados al éxito en la vida. Es relativamente común que lleguen más lejos, los niños que sienten
más apoyo, seguridad y confianza de sus padres y profesores. Esto ha sido ampliamente
estudiado en la psicopedagogía y se le ha denominado con el bello nombre de Efecto Pigmalión.
La teoría concluye que, los niños no responden a sus capacidades, sino a las expectativas que de
ellos tienen sus padres y maestros. Si el niño siente que sus padres y maestros tienen expectativas
altas y realistas, llegará lejos, porque así se genera la seguridad necesaria para avanzar en la vida.
Pero si el niño siente que sus padres y profes creen que no podrá llegar lejos, entonces, perderá la
confianza y la seguridad, dos de los motores esenciales de la vida, que serán decisivos para
vencer obstáculos y para convertir cada dificultad en una nueva oportunidad en la vida, en lo que
se ha dado en llamar la resiliencia. Por el contrario, los niños maltratados tienen el autoconcepto
por el suelo. Se sienten rechazados y, por eso, su confianza y seguridad son ínfimas. Son niños
que viven con miedo, porque temen que, en cualquier momento, los van a golpear, sin saber
cuándo, dónde, ni por qué. La arbitrariedad la han aprehendido conviviendo con sus padres:
¡Paradójicamente son maltratados por quien afirma quererlos!

Otro efecto del maltrato infantil, lo expresa Kafka de manera clara: Me volví obediente –dice-,
pero –y esto es lo más importante- “quedé interiormente dañado”. El niño maltratado, debilita su
personalidad. Son niños amargados, con enorme debilidad en sus interacciones sociales. En
ocasiones se vuelven muy agresivos, y en otras, muy huraños. En cualquier caso, no aprehenden a
interactuar con sus congéneres, porque lo que han visto es que las personas se relacionan a las
patadas, a los gritos y mediante humillaciones. Por lo general, en sus hogares se respira temor y
muy poca confianza.

En los hogares muy autoritarios se disminuye la comunicación, porque la única voz que se
escucha es la del padre o la madre. Se vive un eterno monólogo. Padre o madre hablan, y el niño
se somete. En cualquier caso, no se sabe lo que quiere el menor, lo que piensa o lo que quisiera
decir. No se le consulta para nada. Él no participa en las decisiones, ya que se supone que debe
obedecer para poder ser formado. Aunque resulte increíble, el maltratador cree que a golpes se
“formará” el carácter del niño o niña. Supuestamente, así se volverá un adulto más fuerte. Si él
hablara y escuchara a sus hijos, sabría que eso no es cierto, que le mienten sus creencias.

Los niños maltratados tienen gran dificultad para expresar sus sentimientos. Es como si
tuvieran un gran peso encima, porque sus vidas han sido invadidas. A eso se refiere Kafka
cuando dice que quedó “interiormente dañado”: disminuido, arrugado emocionalmente, incapaz
de decir lo que siente. Estos niños vivirán como jóvenes y adultos, con mayor tristeza, depresión
y soledad. Sin ninguna duda, son niños más propensos al suicidio, porque carecen de identidad,
seguridad, proyectos y esperanza.

Es importante resaltar que, el maltrato impacta la estructura profunda emocional, social y


comunicativa del menor. De allí, que, por lo general, el daño provocado sea difícilmente
reparable. Estudios psicoanalíticos de seguimiento concluyen que los padres maltratadores
tienden a subvalorar al hijo y que privilegian la disciplina y el rigor. Por ello, se tornan con
frecuencia arbitrarios: quieren demostrarle al hijo, que ellos siempre son los que mandan. Se
sienten dueños de sus hijos y actúan como si lo fueran. Kafka lo dice de manera brillante: “Tu
opinión era justa; cualquier otra era disparatada, extravagante, absurda. La confianza que
tenías en ti mismo era tan grande, que no necesitabas ser consecuente para seguir teniendo
siempre la razón.”

Los estudios psicológicos de seguimiento han permitido encontrar dos tipos de padres
maltratadores: los de personalidad muy fuerte, que avasallan al menor o, al contrario: un padre
que busca en su hijo la reafirmación del yo. Pese a lo paradójico que resulte, un tipo de
autoritarismo es el ejercido por quien presenta tan poco reconocimiento social, que busca en el
autoritarismo un mecanismo compensatorio de autoafirmación.

El padre o madre autoritario, centraliza la autoridad en el hogar e impone la disciplina sin


ningún tipo de consulta, comunicación, diálogo o participación del hijo. Lo más grave, es que el
contexto social y cultural tan violento en el que hemos vivido como sociedad, tiende a justificar
el maltrato, el golpe y la humillación. Muchos padres y madres todavía creen que es necesario
golpear y castigar a sus hijos, ya que presuponen que, a futuro, los hará más fuertes. De hecho, la
mitad lo sigue haciendo. Son expresiones de una sociedad enferma y violenta, que termina por
justificar el castigo, el maltrato y la violencia a la mujer y a los niños. Los maltratadores siempre
se ponen como ejemplo: “A mí me pegaron y no tuve problema en la vida”. No son conscientes
de los efectos que el maltrato ha tenido en ellos y en los niveles de intolerancia y violencia que
suele permear las relaciones entre los colombianos. Deberíamos decirles: precisamente por eso
estamos como estamos en la Colombia de hoy. La cultura del vivo, de la desconfianza, de la
violencia y de la trampa, se aprehende, principalmente, en los hogares colombianos. Esas familias
maltratantes, también han generado una nación que obedece por miedo a los líderes autoritarios y
que impide la participación democrática de la sociedad.

En el hogar tiene que haber límites y es indiscutible que también están equivocados los padres
que no los establecen y que dejan a sus hijos hacer lo que quieran. Dicen ser amigos de ellos sin
darse cuenta que tenemos infinidad de amigos, pero un solo padre y madre en la vida. Por eso la
pérdida de autoridad en los hogares, es un nuevo y creciente problema en las sociedades
modernas, al que tendremos que referirnos en una próxima columna. Paradójicamente, la familia
permisiva también expresa autoritarismo, en este caso el maltratante es el hijo y los maltratados
son los propios padres.

En las familias ocurre algo similar a lo que sucede en las naciones: las democráticas son las
que forman hijos más felices y sanos emocionalmente. Del mismo modo, sólo las naciones
democráticas garantizan el desarrollo humano. Si queremos construir familias más democráticas,
debemos elevar la calidad de la comunicación en el hogar, crear condiciones para ampliar la
participación de todos los miembros; aceptar y respetar los derechos y las diferencias, y mantener
las decisiones en cabeza de los padres. La autoridad no se cede, pero la participación y el diálogo,
tienen que elevarse.

Están equivocados quienes creen que se necesita golpear a los niños para que aprendan. No
aprendemos así los adultos, ¿por qué van a aprender de esa manera los menores? Están
equivocados quienes siguen creyendo en pleno siglo XXI, que “la letra con sangre entra”. No se
educa con rejo, ni con palos. Sin duda, hay que educar a los padres para que aprendan a poner los
límites, y para que lo hagan escuchando y respetando la identidad y los derechos de cada hijo. En
palabras más cotidianas, necesitamos una Pedagogía Dialogante y no una humillante. A eso se
refería Kafka, cuando caracterizaba el “sistema educativo” de su padre: es un sistema para formar
niños obedientes, pero dañados interiormente. ¿Eso es lo que queremos para nuestros hijos y para
la sociedad?

2. Palabras claves del texto

 El castigo físico a los menores y reflexiona sobre las consecuencias que dichas prácticas
generan en el desarrollo de la personalidad de los niños y en la cultura del país.
 Los niños maltratados son muy fácilmente reconocidos por los profesores: son huraños,
miedosos y, especialmente tristes. Saben que los rechazan en su propia casa y eso produce
profundo dolor ¡se les ve en su mirada!

3. La idea principal del texto es explícita.

Según el último estudio adelantado en Colombia por la Universidad de la Sabana, el 52 % de los


padres actuales maltrata a sus hijos. Lo hacen en su mayoría con palmadas, pero también es muy
alto el porcentaje que recurre al rejo o al palo (47 %). La conclusión es clara: cerca de la mitad de
los hogares en Colombia, maltratan a sus hijos. La cifra debería preocupar a la sociedad, porque
un niño maltratado tenderá a tener dificultades emocionales, afectivas y sociales a mediano y
largo plazo. Estudios realizados por la investigadora Yolanda Puyana, permiten pensar que, 30
años atrás, los niveles de castigo físico y golpizas eran todavía mayores, pues se producían en el
62 % de los hogares.

4. Señalar las ideas principales párrafo por párrafo

 son huraños, miedosos y, especialmente tristes. Saben que los rechazan en su propia casa
y eso produce profundo dolor
 La cifra debería preocupar a la sociedad, porque un niño maltratado tenderá a tener
dificultades emocionales, afectivas y sociales a mediano y largo plazo.
 Es cierto, en Colombia la ética ha sido un problema menor para la sociedad, las empresas,
el gobierno y las familias. Tal vez por eso la reconciliación y el perdón, le están quedando
grandes a un país que se acostumbró a resolver a bala, machete, y sin ética, los problemas
que enfrenta a diario.
 Si el niño siente que sus padres y maestros tienen expectativas altas y realistas, llegará
lejos, porque así se genera la seguridad necesaria para avanzar en la vida. Pero si el niño
siente que sus padres y profes creen que no podrá llegar lejos, entonces, perderá la
confianza y la seguridad, dos de los motores esenciales de la vida, que serán decisivos
para vencer obstáculos y para convertir cada dificultad en una nueva oportunidad en la
vida, en lo que se ha dado en llamar la resiliencia.
 El niño maltratado, debilita su personalidad. Son niños amargados, con enorme debilidad
en sus interacciones sociales
 En cualquier caso, no se sabe lo que quiere el menor, lo que piensa o lo que quisiera decir.
No se le consulta para nada. Él no participa en las decisiones, ya que se supone que debe
obedecer para poder ser formado
 Los niños maltratados tienen gran dificultad para expresar sus sentimientos.
 Es importante resaltar que, el maltrato impacta la estructura profunda emocional, social y
comunicativa del menor.
 Esas familias maltratantes, también han generado una nación que obedece por miedo a los
líderes autoritarios y que impide la participación democrática de la sociedad.
 En el hogar tiene que haber límites y es indiscutible que también están equivocados los
padres que no los establecen y que dejan a sus hijos hacer lo que quieran.
 La autoridad no se cede, pero la participación y el diálogo, tienen que elevarse.
 Están equivocados quienes creen que se necesita golpear a los niños para que aprendan.
No aprendemos así los adultos, ¿por qué van a aprender de esa manera los menores?

5. El significado de palabras que necesitan ser aclaradas.

Lesivos: Que causa o puede causar lesión o perjuicio.

Resiliencia: En psicología, capacidad que tiene una persona para superar circunstancias
traumáticas como la muerte de un ser querido, un accidente, etc

Arbitrariedad: Forma de actuar basada solo en la voluntad o en el capricho y que no obedece a


principios dictados por la razón, la lógica o las leyes

Congéneres: Que tiene el mismo origen, género o clase que otro


6. Identificar el orden o las partes en que está estructurado el texto (introducción,
desarrollo y conclusión)

Introducción del texto

El pedagogo analiza los resultados de diversas investigaciones sobre el castigo físico a los
menores y reflexiona sobre las consecuencias que dichas prácticas generan en el
desarrollo de la personalidad de los niños y en la cultura del país.

“Al ver que unos cuantos gritos de amenaza no producían efecto, me sacaste de la cama, me
llevaste a la terraza y allí me dejaste (…), en camisón, ante la puerta cerrada. No voy a decir que
estuviese mal hecho; es posible que no hubiese realmente otra manera (…); pero lo que
pretendo, al mencionar este hecho, es caracterizar tu sistema educativo y su efecto sobre mí. Sin
duda después me mostré ya obediente, pero quedé interiormente dañado”.

Con estas palabras, Franz Kafka en su célebre Carta al Padre, describe uno de los efectos más
lesivos y prolongados del maltrato infantil. Los niños maltratados son muy fácilmente
reconocidos por los profesores: son huraños, miedosos y, especialmente tristes. Saben que los
rechazan en su propia casa y eso produce profundo dolor ¡se les ve en su mirada!

Inicio esta columna con la cita de Kafka, ya que, la Carta al Padre, es una de las joyas
universales de la literatura. Todos los padres y madres deberíamos leerla en algún momento de la
vida y debería ser lectura obligada en caso que se sospeche autoritarismo o maltrato del padre o la
madre hacia su hijo o hija.

Desarrollo del texto.

Según el último estudio adelantado en Colombia por la Universidad de la Sabana, el 52 % de


los padres actuales maltrata a sus hijos. Lo hacen en su mayoría con palmadas, pero también es
muy alto el porcentaje que recurre al rejo o al palo (47 %). La conclusión es clara: cerca de la
mitad de los hogares en Colombia, maltratan a sus hijos. La cifra debería preocupar a la sociedad,
porque un niño maltratado tenderá a tener dificultades emocionales, afectivas y sociales a
mediano y largo plazo. Estudios realizados por la investigadora Yolanda Puyana, permiten pensar
que, 30 años atrás, los niveles de castigo físico y golpizas eran todavía mayores, pues se
producían en el 62 % de los hogares.

En una sociedad tan enferma emocionalmente como la colombiana, es relativamente


comprensible el maltrato. Lo que no debe generar la más mínima duda de la necesidad de
rechazarlo como práctica que viola los derechos humanos, y que expone a la sociedad a
complejos problemas de convivencia en el mediano plazo. En los barrios, los conflictos suelen
resolverse a las patadas; lo mismo en los bares, en las canchas deportivas y en las calles. Nunca
hay que olvidar que hemos convivido con la guerra, las mafias, los secuestros, las masacres, las
desapariciones y el asesinato. Se nos endureció el corazón de ver tantas muertes: ¡ya hemos
perdido la cuenta! Por eso, a algunos llega a parecerles casi natural, que asesinen los líderes
sociales, que se generalice la corrupción o que un presidente del Congreso haga trampas para
beneficiar a su partido y viole, en medio de marrullas, los derechos de la oposición. Al propio
presidente de la república le pareció que la violación de los derechos de la oposición por parte del
senado, era un problema menor y que no deberíamos preocuparnos por ello. Es cierto, en
Colombia la ética ha sido un problema menor para la sociedad, las empresas, el gobierno y las
familias. Tal vez por eso la reconciliación y el perdón, le están quedando grandes a un país que se
acostumbró a resolver a bala, machete, y sin ética, los problemas que enfrenta a diario.

De tiempo atrás, los educadores sabemos que el autoconcepto es uno de los factores más
asociados al éxito en la vida. Es relativamente común que lleguen más lejos, los niños que sienten
más apoyo, seguridad y confianza de sus padres y profesores. Esto ha sido ampliamente
estudiado en la psicopedagogía y se le ha denominado con el bello nombre de Efecto Pigmalión.
La teoría concluye que, los niños no responden a sus capacidades, sino a las expectativas que de
ellos tienen sus padres y maestros. Si el niño siente que sus padres y maestros tienen expectativas
altas y realistas, llegará lejos, porque así se genera la seguridad necesaria para avanzar en la vida.
Pero si el niño siente que sus padres y profes creen que no podrá llegar lejos, entonces, perderá la
confianza y la seguridad, dos de los motores esenciales de la vida, que serán decisivos para
vencer obstáculos y para convertir cada dificultad en una nueva oportunidad en la vida, en lo que
se ha dado en llamar la resiliencia. Por el contrario, los niños maltratados tienen el autoconcepto
por el suelo. Se sienten rechazados y, por eso, su confianza y seguridad son ínfimas. Son niños
que viven con miedo, porque temen que, en cualquier momento, los van a golpear, sin saber
cuándo, dónde, ni por qué. La arbitrariedad la han aprehendido conviviendo con sus padres:
¡Paradójicamente son maltratados por quien afirma quererlos!

Otro efecto del maltrato infantil, lo expresa Kafka de manera clara: Me volví obediente –dice-,
pero –y esto es lo más importante- “quedé interiormente dañado”. El niño maltratado, debilita su
personalidad. Son niños amargados, con enorme debilidad en sus interacciones sociales. En
ocasiones se vuelven muy agresivos, y en otras, muy huraños. En cualquier caso, no aprehenden a
interactuar con sus congéneres, porque lo que han visto es que las personas se relacionan a las
patadas, a los gritos y mediante humillaciones. Por lo general, en sus hogares se respira temor y
muy poca confianza.

En los hogares muy autoritarios se disminuye la comunicación, porque la única voz que se
escucha es la del padre o la madre. Se vive un eterno monólogo. Padre o madre hablan, y el niño
se somete. En cualquier caso, no se sabe lo que quiere el menor, lo que piensa o lo que quisiera
decir. No se le consulta para nada. Él no participa en las decisiones, ya que se supone que debe
obedecer para poder ser formado. Aunque resulte increíble, el maltratador cree que a golpes se
“formará” el carácter del niño o niña. Supuestamente, así se volverá un adulto más fuerte. Si él
hablara y escuchara a sus hijos, sabría que eso no es cierto, que le mienten sus creencias.

Los niños maltratados tienen gran dificultad para expresar sus sentimientos. Es como si
tuvieran un gran peso encima, porque sus vidas han sido invadidas. A eso se refiere Kafka
cuando dice que quedó “interiormente dañado”: disminuido, arrugado emocionalmente, incapaz
de decir lo que siente. Estos niños vivirán como jóvenes y adultos, con mayor tristeza, depresión
y soledad. Sin ninguna duda, son niños más propensos al suicidio, porque carecen de identidad,
seguridad, proyectos y esperanza.

Es importante resaltar que, el maltrato impacta la estructura profunda emocional, social y


comunicativa del menor. De allí, que, por lo general, el daño provocado sea difícilmente
reparable. Estudios psicoanalíticos de seguimiento concluyen que los padres maltratadores
tienden a subvalorar al hijo y que privilegian la disciplina y el rigor. Por ello, se tornan con
frecuencia arbitrarios: quieren demostrarle al hijo, que ellos siempre son los que mandan. Se
sienten dueños de sus hijos y actúan como si lo fueran. Kafka lo dice de manera brillante: “Tu
opinión era justa; cualquier otra era disparatada, extravagante, absurda. La confianza que
tenías en ti mismo era tan grande, que no necesitabas ser consecuente para seguir teniendo
siempre la razón.”

Los estudios psicológicos de seguimiento han permitido encontrar dos tipos de padres
maltratadores: los de personalidad muy fuerte, que avasallan al menor o, al contrario: un padre
que busca en su hijo la reafirmación del yo. Pese a lo paradójico que resulte, un tipo de
autoritarismo es el ejercido por quien presenta tan poco reconocimiento social, que busca en el
autoritarismo un mecanismo compensatorio de autoafirmación.

El padre o madre autoritario, centraliza la autoridad en el hogar e impone la disciplina sin


ningún tipo de consulta, comunicación, diálogo o participación del hijo. Lo más grave, es que el
contexto social y cultural tan violento en el que hemos vivido como sociedad, tiende a justificar
el maltrato, el golpe y la humillación. Muchos padres y madres todavía creen que es necesario
golpear y castigar a sus hijos, ya que presuponen que, a futuro, los hará más fuertes. De hecho, la
mitad lo sigue haciendo. Son expresiones de una sociedad enferma y violenta, que termina por
justificar el castigo, el maltrato y la violencia a la mujer y a los niños. Los maltratadores siempre
se ponen como ejemplo: “A mí me pegaron y no tuve problema en la vida”. No son conscientes
de los efectos que el maltrato ha tenido en ellos y en los niveles de intolerancia y violencia que
suele permear las relaciones entre los colombianos. Deberíamos decirles: precisamente por eso
estamos como estamos en la Colombia de hoy. La cultura del vivo, de la desconfianza, de la
violencia y de la trampa, se aprehende, principalmente, en los hogares colombianos. Esas familias
maltratantes, también han generado una nación que obedece por miedo a los líderes autoritarios y
que impide la participación democrática de la sociedad.

Conclusión del texto:

En el hogar tiene que haber límites y es indiscutible que también están equivocados los padres
que no los establecen y que dejan a sus hijos hacer lo que quieran. Dicen ser amigos de ellos sin
darse cuenta que tenemos infinidad de amigos, pero un solo padre y madre en la vida. Por eso la
pérdida de autoridad en los hogares, es un nuevo y creciente problema en las sociedades
modernas, al que tendremos que referirnos en una próxima columna. Paradójicamente, la familia
permisiva también expresa autoritarismo, en este caso el maltratante es el hijo y los maltratados
son los propios padres.

En las familias ocurre algo similar a lo que sucede en las naciones: las democráticas son las
que forman hijos más felices y sanos emocionalmente. Del mismo modo, sólo las naciones
democráticas garantizan el desarrollo humano. Si queremos construir familias más democráticas,
debemos elevar la calidad de la comunicación en el hogar, crear condiciones para ampliar la
participación de todos los miembros; aceptar y respetar los derechos y las diferencias, y mantener
las decisiones en cabeza de los padres. La autoridad no se cede, pero la participación y el diálogo,
tienen que elevarse.

Están equivocados quienes creen que se necesita golpear a los niños para que aprendan. No
aprendemos así los adultos, ¿por qué van a aprender de esa manera los menores? Están
equivocados quienes siguen creyendo en pleno siglo XXI, que “la letra con sangre entra”. No se
educa con rejo, ni con palos. Sin duda, hay que educar a los padres para que aprendan a poner los
límites, y para que lo hagan escuchando y respetando la identidad y los derechos de cada hijo. En
palabras más cotidianas, necesitamos una Pedagogía Dialogante y no una humillante. A eso se
refería Kafka, cuando caracterizaba el “sistema educativo” de su padre: es un sistema para formar
niños obedientes, pero dañados interiormente. ¿Eso es lo que queremos para nuestros hijos y para
la sociedad?
7. Mapa conceptual

8. Relacionar lo mencionado en el texto con situaciones reales del lector

Teniendo en cuenta lo planteado por la persona que ha escrito el Articulo sobre las
consecuencias sobre el maltrato infantil, podemos tener en cuenta que mucho de hemos vivido
esta situación o hemos hecho parte de la experiencia de algún ser querido o amigo cercano a
nosotros y ver lo que hoy en día son de adultos comprendemos lo que todas esas vivencias que
tuvo desde niño le han afectado hoy día.

9. Indicar la conclusión a la que llega el autor en el texto

La equivocación que muchos padres tienen que al haber maltrato sea fico o verbal los niños
serán unos adultos ejemplares donde en cierta forma estamos anulando a ese adulto en un
mañana, por que al no permitir desarrollarse libremente y sin ningún tipo de traumas lo estamos
destinando a ser un adulto que pueda desarrollar al máximo sus capacidades debido a lo vivido en
su infancia.
RESUMEN

Resumen del texto Curso de Sintaxis, plantea que el castigo físico a los menores y las
consecuencias que dichas prácticas generan en el desarrollo de la personalidad de los niños.

Cita las palabras de Franz Kafka en su célebre Carta al Padre, donde el autor expresa por
medio de este escrito las consecuencias que producen en un niño el maltrato.

Es preocupante las cifras que determinan la cantidad de hogares colombianos que maltratan
los niños en Colombia, de esos niños que tendrán dificultades emocionales, afectivas y sociales a
mediano y largo plazo. También ahí que tener en cuenta la sociedad en que vivimos en donde se
ha convivido con la guerra, las mafias, secuestros, masacres, desapariciones y asesinatos. Se nos
endureció el corazón de ver tanta indolencia.

El niño sabe cuándo sus padres y maestros ven en ellos futuro y que son capaces de lograr
muchas cosas y en en ellos el potencial para ser alguien en la vida, al ellos sentir esto ellos lo
pueden lograr y motivarse a seguir adelante. Los niños maltratados les es mas difícil lograrlo por
que no sienten apoyo ni motivación para hacerles sentir que lo van a lograr.

Ahí madres y adres muy autoritarios que anulan en sus hijos el poder expresarse y así poder
enfrentar al mundo, no sabe como tomar decisiones ya que para el solo es obseder y aceptar lo
que el mundo le quiera imponer sin tener la libertad del poder decidir. También les es difícil
expresar lo que sienten y solamente se reprimen, quedan disminuidos y eso les generara mucha
tristeza, soledad y en muchos casos depresión. En el hogar debe haber límites ahí padres que no
colocan reglas y permiten que sus hijos hacer lo que quieran y eso también trae consecuencias
garrafales para sus hijos, quieren establecer un vínculo de amigos olvidando que debe haber una
diferencia porque ellos tendrán muchos amigos, pero solo unos padres para guiarlos en la vida.

.
CONCLUSION

Mediante el desarrollo de esta actividad se ha logrado no solo conocer y aprender sobre


estrategias de comprensión lectora, que hacen parte de las competencias comunicativas que nos
permiten ir reforzando y fortaleciendo esta área y nos hará mejores profesionales. Y también nos
permite conocer un poco mas sobre el entorno que nos desenvolvemos y aprender a identificar en
el momento que un niño es victima de abuso sea físico o psicológico.
BIBLIOGRAFIA

De Zubiría, J. (2019 julio 25). Las consecuencias del maltrato infantil. Semana. Recuperado
de
https://www.semana.com/opinion/articulo/las-consecuencias-del-maltrato-infantil-columna-de-
opinion-julian-de-zubiria/624996

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