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Utopía, país de ninguna parte, como denominó Tomás Moro a su Isla Feliz
unas décadas después del descubrimiento del Nuevo Mundo, “se convirtió en
el sustantivo que designa todo proyecto irrealizable y dio origen a dos adjetivos,
“utópico”: el carácter imposible de un deseo, de una intensión, “utopista” que
califica a los inspiradores de sueños” (Servier, pág. 7)
Al igual que “Utopía”, “La Ciudad del Sol”l (Campanella) también manifiesta
una organización para funcionar como Estado, coincidiendo ambas en la
negación de los valores comerciales, el rechazo del dinero y la aceptación de
una especie de religión natural basada en el principio metafísico.
Esto último lo vemos en “El hombre de la Multitud”, Edgar Allan Poe: en este
cuento se destacan las relaciones contingentes que el narrador establece con
la ciudad y sus habitantes, así como también un predominio de la mirada sobre
el paisaje urbano.
“El hombre de la Multitud”, es una obra que muestra lo actual, la ciudad
de hoy, pero a su vez manifiesta lo que criticaban los autores antes
mencionados, lo urbano, el comercio, el dominio, el consumo monótono y
alienante de la sociedad.
Esta obra muestra el espacio histórico impulsado por el Renacimiento; la
Modernidad, período que dará respuestas a las complejidades de la
experiencia social vivida entre extraños, sistema de relaciones que realza el
dinero, el intercambio mercantil , y por sobretodo la individualidad.
El narrador, ejerce su poder de libre desplazamiento (metáfora de viaje)
a lo desconocido, la ciudad, asumiendo así una nueva forma de experiencia
pública.
Surge aquí la figura del fláneur: el caminante sin rumbo, un hombre
exclusivamente moderno.
El hombre en la multitud, goza del privilegio de la observación, de una
amplia movilidad a través de la ciudad, simbolizando la anhelada condición de
lo incógnito, jugando con los límites de lo visible-invisible.
El surgimiento del fláneur es gracias a la ideología del burgués moderno,
donde los espacios sociales de la ciudad han quedado divididos en los ámbitos
de lo público y lo privado.
Aquí también el centro es la ciudad, pero ya no hablamos de una ciudad
ideal como las de las utopías, sino que nos encontramos en lo urbano, lo
agobiante, tedioso, abrumador, lo netamente criticado y temido por los
utopistas: la Modernidad. Lo nuevo está en lo fugaz, en la movilidad, lo que
convierte a la ciudad en el mundo de las apariencias, donde la individualidad se
vuelve pública, donde la dinámica es la simultaneidad, espacio y tiempo
dialogan.
Poe muestra la ciudad en toda su amplitud, pero no desde el ideal, el
sueño o anhelo de bien colectivo, sino desde lo real, crudo y abrumador de la
misma.
No menciona identidades, clara muestra de lo que genera la ciudad. A
su vez aquí no hay un centro como en las ciudades utopistas, ya que el
desplazamiento, el nomadismo concibe la diversidad de centros, impulsa a la
novedad.
En esta ciudad de: “El hombre de la Multitud” el suceso del narrador es
sinónimo de utopía, ya que podemos ver que detrás de esa aventura, hay un
deseo de desplazamiento, de romper fronteras, de llegar a otro lugar, y
concebir así otra perspectiva del espacio y tiempo.