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Género y participación política: ¿Una combinación estratégica para el

Peronismo?1
Por Macarena Brechner Vega
maquis_b@hotmail.com

"Ha llegado la hora de la mujer que comparte una


causa pública y ha muerto la hora de la mujer
como valor inerte y numérico de la sociedad. Ha
llegado la hora de la mujer que piensa y juzga,
rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer
que asiste atada e impotente a la caprichosa
elaboración política de los destinos de su país"

Eva Duarte de Perón-12 de marzo de 1947

Introducción
Desde la década del ´50, la cuestión de la participación política de las mujeres en
la toma de decisiones políticas y en la democratización de las relaciones sociales,
comenzó a ser el centro de atención a la hora de hablar de igualdad de oportunidades, de
derechos, y de responsabilidades.

Debemos notar que en estos últimos años proliferaron una serie de publicaciones
que tratan sobre la cuestión de género y de participación política de la mujer en Latino
América (y especialmente en nuestro país). Los mismos ofrecen la posibilidad de
enriquecer aún más el análisis, gracias a la cantidad de estudios de caso y comparados,
que proveen a la Ciencia Política de teorías de alcance medio, y de una copiosa base de
datos.

Basándonos en la literatura especializada en el tema, el objetivo de este trabajo


es demostrar que las políticas públicas o leyes, implementadas en el país en 1947 y
1991, orientadas a enfrentar o resolver el problema de la escasa participación de la
mujer (como ciudadana y representante en los órganos de conducción del gobierno)
representan verdaderos cortes a la contradicción del principio de igualdad y no
discriminación entre sexos, que se daba en el pasado.

Sin embargo, demostraremos que estos cortes solo se dan en el plano


normativo2, ya que en la empiria, continúan existiendo prácticas culturales sexistas y
discriminatorias. Como sabemos, la persistencia de las mismas en los planos decisorios
y en los canales de acceso al poder de los Estados latinoamericanos, son evidencias de
democracias deficitarias y de “baja intensidad”.

Por ende, la ley 13.010 (1947), que consagra los derechos cívicos y políticos a
las mujeres de nuestro país, como la ley de cuotas, 24.012 (1991) configuran en

1
Agradezco los comentarios, aportes y correcciones que Carla Carrizo hizo a un primer borrador de este
trabajo.
2
Los avances en la legislación se dan solamente en el plano legal, sin obtener correlato alguno en la
realidad.

1
palabras de Nélida Archenti y María Inés Tula (2008: Pág. 8): “oportunidades
institucionalizadas para la construcción de un sistema de representación equitativo en
términos de género, y aunque estas no constituyen su garantía legal, son su condición de
posibilidad”. Dan fin, de esta forma, a la exclusión cívica y a cualquier intento por
atentar contra el principio de representatividad y legitimidad de nuestra democracia.

Queda expuesto entonces, que es en la reforma a la Constitución Nacional del


año 1949, donde queda formalizada la igualdad de la mujer y el varón en tanto
poseedores de derechos políticos3, como así también en la reforma del año 1994, más
específicamente en el articulo 37, Capítulo II, "Nuevos Derechos y Garantías". Aquí se
señala en el último párrafo que "La igualdad real de oportunidades entre varones y
mujeres para el acceso a cargos electivos y partidarios se garantizará por acciones
positivas en la regulación de los partidos políticos y en el régimen electoral.”

Paralelamente, en el articulo 75, más precisamente en el inciso 23, se establecen


protecciones especiales o medidas y acciones positivas que conducen a la igualdad de
trato y de oportunidades; tutelando de este modo los derechos de determinados
ciudadanos que se encuentran en situaciones particulares, garantizando la igualdad. En
tal sentido, la Constitución plantea “Legislar y promover medidas de acción positiva
que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio
de los derechos reconocidos por ésta Constitución y por los tratados internacionales
vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres, los
ancianos y las personas discapacitadas”.

Sin embargo, no debemos olvidar, que ante reformas de tal magnitud


(sumándole los contextos en las que se realizan: la primera en el período de pos segunda
guerra mundial y de ejecución del Primer Plan Quinquenal -1947-1951-, y la segunda
en un período de crisis económica, reformas de mercado y crisis de credibilidad de los
sistemas de representación y de los canales de mediación), las mujeres buscarán hacerse
de un lugar donde puedan utilizar su voz, superando “ el período de las tutorías
civiles”(Britos, 2002)4

Buscaremos dar cuenta, y éste será el objetivo específico de nuestro trabajo de


investigación, de cómo los líderes del Partido Justicialista ven en el vuelco masivo de
mujeres al padrón electoral como así también en la creación de una rama particular
dentro del movimiento, y en la afiliación partidaria o en puestos de conducción,
estrategias, o bien modos de contribuir a la supervivencia de la organización.

Para ello, tomaremos como ejemplo, tanto la norma 24.012, ley de cuotas; como
la norma 13.010, que reconoció el derecho a votar y a ser representadas en el congreso
nacional de 4.225.467 mujeres. Intentaremos demostrar entonces, que la incorporación
de alrededor del 48 % de la población (el 90% del padrón femenino concurrió a votar),

3
El artículo 1 de la Ley de Voto Femenino Nº 13.010/47 dispuso que las mujeres argentinas tienen los
mismos derechos políticos y las mismas obligaciones que las leyes les acuerdan o imponen a los varones
argentinos. Declaraba que “las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas
a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos”.

4
Discurso radial de Eva Perón.

2
funcionó como un cálculo electoralista por parte del Justicialismo, ya que dicha
participación fue determinante a la hora de que el peronismo obtenga mayorías en los
comicios nacionales del 11 de Noviembre de 1951. Asimismo, el hecho de generar y
consolidar un nuevo grupo de adhesión al liderazgo presidencial, contribuyó a aumentar
los márgenes de maniobra del ejecutivo.

Por lo tanto, buscaremos dar respuesta a una serie de interrogantes que guían
esta investigación: ¿cuales son las estrategias que utiliza el partido para incluir a la
mujer al ámbito decisional?, ¿porqué las reformas que permiten la inclusión política de
la mujer ocurren durante los gobiernos peronistas, y no en otros de distinto signo
político y cuales son los factores políticos que inciden en la decisión política de los
presidentes peronistas para integrarlas efectivamente?, ¿cómo ante un cambio en el
ambiente, la incorporación del genero femenino a la arena política contribuye a la
adaptación y reconversión del Partido Justicialista?

De este modo, queda expuesta nuestra hipótesis de trabajo: la decisión de los


presidentes justicialistas de implementar políticas que tiendan a garantizar la
participación efectiva de la mujer en la política se vincula menos a una cuestión
programática o simbólica con el ideario peronista y más a una estrategia presidencial
que cumple algunos objetivos más bien pragmáticos, como pueden ser la ampliación al
interior de un partido sub-institucionalizado del margen de maniobra del Poder
Ejecutivo, a través de la incorporación de nuevos grupos de adhesión sin intermediarios
o la ampliación de la fuerza electoral del partido en un ambiente competitivo,-y poco
propicio a la fidelización de adherentes por medio de contenidos programáticos-.5

Una explicación convencional pero que no logra dar una respuesta acabada a
nuestra inquietud es que la inclusión de las mujeres a la política ocurre bajo gobiernos
peronistas por una cuestión programática o de incentivos simbólicos-ideológicos
vinculados a la tradición política y a la liturgia justicialista, (pensemos en la relación:
cuestión de género y la figura de Eva Perón, como así también en la tradición erigida en
torno a los lemas de igualdad, soberanía política y de justicia social). No obstante ello,
esta explicación “popularmente aceptada” se torna insuficiente a la hora de encontrar
una salida a nuestras inquietudes propias de la Ciencia Política.

De este modo, y con el fin de responder a nuestras inquietudes, debemos primero


dar cuenta, de nuestra variable dependiente: por que dichas leyes ocurren -tanto en
situaciones de inestabilidad política como en situaciones de estabilidad- durante los
gobiernos peronistas. Paralelamente, intentaremos demostrar que existen factores que
podrían incidir en la toma de decisión de incluir a las mujeres en la participación
política, como ser: la base electoral del PJ, el funcionamiento de los partidos ubicados
en la oposición, el nivel de control que tiene el Presidente sobre el partido, el Estado
competitivo del sistema de partidos, etcétera Los mismos, formarán parte de nuestra
variable independiente.

Cabe señalar antes de proseguir con el desarrollo de este trabajo que los arreglos
institucionales implementados tanto por Juan Domingo Perón, como por Carlos Menem,
con respecto a la efectividad de la participación igualitaria de la mujer en la arena
política, (medidas tendientes a aumentar la participación política de las mujeres en los
5
Ambas políticas constituirán una ventaja electoral para el Partido Justicialista.
La hipótesis de trabajo fue mejorada gracias a las sugerencias de Carla Carrizo.

3
procesos decisorios de la Nación y del gobierno), produjeron un impacto positivo en el
incremento cuantitativo de las mujeres en el acto electoral, en los órganos legislativos,
en los cargos de gobierno, como así también contribuyeron a la capacidad adaptativa del
partido mayoritario.

Contemplemos que hoy en día las mujeres son mayoría poblacional, y por ende
mayoría en los padrones electorales. Con el pasar de las décadas, crecieron y
progresaron económicamente, constituyéndose en una fuerza más del mercado que
compite en igualdad de condiciones; aumentaron la cantidad de mujeres con matrículas
profesionales, en escolaridad, en las filas partidarias, en movimientos sociales, y hasta
en el Parlamento. De este modo, las mujeres quedan incorporadas a aquellos ámbitos
donde tradicionalmente estaban relegadas, a través de determinadas estrategias
institucionales (promovidas por líderes carismáticos) que incentivan el acceso de las
mismas a los procesos de decisión (Archentti & Tula, 2008). Se erigen entonces, como
un sector determinante a la hora de elegir a sus representantes y de tomar medidas.

Sin embargo, daremos cuenta también a lo largo de esta investigación, que a


pesar de obtener reconocimiento en el Congreso, en los hechos, el incremento
cuantitativo de las mujeres no se corresponde con un avance en las posiciones claves
dentro de la estructura parlamentaria (Tula, 1997). (No se verifican, entonces posiciones
de liderazgo en las comisiones más importantes6). Por lo que la competencia por la
distribución de recursos y posiciones no es en condiciones de igualdad. “Ciertas
medidas destinada a promover la igualdad ente varones y mujeres no tienen un efecto
automático sino que sus consecuencias solo se pueden observar a largo plazo” (Tula,
1997).

En tal sentido, debemos sostener que no se trata simplemente de darle a la mujer


un lugar formal, ya sea través de la igualdad de derechos políticos o a través de la ley
de cupos, sino más bien de darle a este sector una participación efectiva que no se quede
en la mera declaración.

Nuestro pequeño aporte será entonces, demostrar cual es la realidad política de


la mujer Argentina, y a su vez constatar que las medidas supuestamente destinadas a
proveer condiciones igualitarias entre los sexos, no tiene un efecto en el corto plazo ya
que se necesitaría un cambio en cuanto a los valores presentes en nuestras instituciones,
en nuestra sociedad, en nuestras prácticas y en nuestra cultura.7

Es un desafío para la mujer Argentina, (como así también para nuestros


representantes), dejar de ser pensada como una mera herramienta de proyección
electoral o de estrategia de gobierno: su incorporación es determinante a la hora
distribuir el poder político y a la hora de articular el sistema de partidos y las relaciones
entre la oposición y el gobierno. Está en cada una de ellas, “efervecer” y “renacer”
políticamente.

6
Sus tareas se desarrollan en los cargos de menor jerarquía y poder decisional. Por lo que podríamos
afirmar que la ley de cupos, no fue acompañada por transformaciones profundas de carácter cualitativo.
7
“Hasta la actualidad la mujer argentina no está representada proporcionalmente en las Instituciones
públicas, llámese partidos políticos, gobierno, ni tampoco en puestos de decisión en la educación
superior”. Ver ( Frisch-Soto, 2006,Pág.424)

4
Estado de la cuestión.

Los debates dados en la Literatura acerca del la incorporación de la mujer a la


arena política y como la misma agregación trae consecuencias inmediatas en la
distribución del poder político, han sido amplios y variados. Para esquematizar, y como
forma de simplificar mi trabajo, dividiré mi estudio en dos: por un lado, trataré las
diferentes etapas de politización de la cuestión de genero: previa a la llegada de Perón al
poder, el posterior posicionamiento del Partido Justicialista en torno a dicho eje una vez
ganada la primera presidencia, y finalmente la cuestión de genero en la época
Menemista.

Por el otro lado, intentaré clarificar el debate acerca de los derechos de


discriminación positiva en tanto si los mismos se conceden o se conquistan.

La primera etapa en la politización de la cuestión de género se inicia en el país,


allá por los primeros años del siglo XX8. Es así, que grupos de elite y de clase media y
alta, mujeres intelectuales y con acceso a la educación universitaria, de ideas
mayoritariamente socialistas o liberales 9, comienzan un largo peregrinar en la lucha para
la concreción de la igualdad de derechos y oportunidades.

El reclamo queda entonces vinculado a partidos como el Socialista que afirma


que la “problemática femenina estaba directamente relacionada con la situación de las
mujeres como trabajadoras” (Frisch-Soto, 2006, Pág. 422), o a grupos Feministas como
el de “Las sufragistas” que adopta una agenda reformista pero no de cambio radical en
torno a la cuestión de género.

Sin embargo, es en el año 1919, que el diputado radical Rogelio Araya presenta
la primera iniciativa en el Congreso sobre la concesión del voto a la mujer. 10

Tras una serie de avances en tanto los derechos cívicos de la mujer, en el año
1928 el Diputado Mario Bravo por el partido Socialista, presenta un proyecto de ley
acerca del sufragio femenino obligatorio. Tras insistir en el año 1932, el proyecto fue
aprobado en la Cámara Baja. No obstante ello, la Cámara Alta dilató su sanción, dando
fin al reclamo. Igual suerte corrieron los proyectos presentados en el año 1935 por éste
mismo diputado y por Palacios.

En 1938 y 1939, se vuelve a intentar la introducción del proyecto, sin obtener


resultado satisfactorio alguno.

8
Aunque como la historia lo demuestra, la actuación pública de las mujeres remonta al siglo XIX.
9
Entre estas mujeres encontramos a Elvira Rawson de Dellepiane (primer médica en el país que organizó
el primer centro feminista), Cecilia Grierson Julieta Lantieri; (fundadora del Partido Feminista Nacional),
Carmela Horne, Ema Costa, Carolina Muzzilli (militante socialista), Victoria Ocampo y Alicia Moreau
de Justo, entre otras tantas.
10
En el año 1922 y 1925 se presentaron nuevamente proyectos de ley con ese fin, pero ambos fueron
rechazados.

5
Queda expuesto entonces, que con el correr de los años fueron presentadas
diversas iniciativas legislativas en el Congreso, por parte de múltiples partidos, con el
fin de reglamentar el voto femenino. Ninguna de ellas alcanzó su cometido hasta que en
1947, y de la mano de Eva Perón, la mujer logró quedar finalmente reconocida en
igualdad de condiciones ante la ley madre, adquiriendo de este modo, un rol
protagónico en la escena política nacional y obteniendo los medios necesarios para
canalizar la efervescencia política del sector, mediante la creación de un partido
paralelo, único en la historia política latinoamericana, que logra institucionalizar a la
mujer argentina como sujeto político, en plano de igualdad con el género masculino 11.

De este modo, se da inicio a la segunda etapa de la concreción del derecho al


voto.
Con el fin de movilizar al sector femenino y de incorporarlas a la vida pública,
el Partido Justicialista asume el monopolio de la lucha por el sufragio femenino. La
figura de Perón aparece en escena ya por el año 1944, a través de la conformación de la
Comisión Pro Sufragio Femenino dependiente de la Secretaria de Trabajo y Previsión.
La figura de Eva Perón, (a la par de la del General) se erige como única líder del
movimiento femenino, haciéndose protagonista y conductora de la causa y de la
campaña iniciada por el Estado.

En el año 1946 - ya Perón en el poder-, el proyecto de ley iniciado por los


peronistas recibe media sanción por parte del Senado. Tanto gobierno como oposición
(cabe aclarar que partidos como la UCR o los Demócratas Progresistas, habían
presentado también su proyecto a favor de voto femenino) estaban de acuerdo en
aprobar dicha ley, aunque sectores de la alta burguesía se opusieron a la medida, a
pesar de estar de acuerdo con el voto femenino. No obstante ello, estos sectores
minoritarios no detuvieron el avance del protagonismo del peronismo en la sanción.

Los representantes por la Unión Cívica Radical se opusieron a que la Cámara se


constituyese en comisión para que se debata la ley, tras una moción por parte de los
peronistas. Los primeros juntos con los conservadores pidieron que se discutiese en un
día fijado, desplazando y postergando de este modo el debate.

A pesar de que la minoría podía cerrarlo, ya que el peronismo en ese momento


no lograba los 2/3 necesarios para imponer su criterio, la misma no lo hizo porque “el
tema tenía una gran proyección electoral” (Sebastiani, 2001, Pág. 51). Finalmente, se
acuerda fijar la fecha para votar la ley, para el 9 de Septiembre de 1947.

Como demuestra la 32 ª reunión- sesión especial de la Cámara de Diputados de


la Nación (Britos, 1999), tantos los peronistas como los radicales “Coincidían con la
mayoría en las cuestiones referentes a la inscripción electoral y al voto obligatorio, pero
insistieron en explicar los aspectos en que estaban en desacuerdo” (Sebastiani, 2001,
Pág. 51). En tal sentido, las divergencias no eran profundas, y de hecho ambos partidos
se opusieron a los Conservadores a la hora de plantear la no obligatoriedad del voto.

11
Ya desde el año 1946 “se piensa en la creación de estructuras especiales para incorporar a las mujeres.
El peronismo le abre la posibilidad de conformar un partido político nuevo” (Frisch-Soto, 2006, Pág.426)
que por un lado contribuya a romper el rol tradicional de la mujer y por el otro, que coordine y colabore
en la extensión de la obra y la doctrina de Perón.

6
Después de varios vaivenes, la ley fue aprobada por unanimidad de los diputados
presentes. Los radicales propusieron enmiendas, sin embargo ante el poder mayoritario
e inquebrantable del peronismo, terminaron desistiendo sus ansias de reformar
determinados artículos, quedando finalmente la ley 13.010 sobre voto femenino,
sancionada. 12

De aquí y hasta 1951, se libran numerosos capítulos en torno a modificaciones y


enmiendas en los artículos de la ley 13.010, ya que como afirma la Licenciada Adriana
María Valobra en “Las mujeres y sus luchas en la Historia Argentina” (Valobra, 2005,
Pág. 107): “el sufragio fue objeto de disputa pues en el fondo se trataba de apropiarse de
la idea de ciudadanía y refundarla”.

Por ende, ante el miedo de pensar el sufragio como un problema que podía llevar
a socavar las bases sociales y generar divisiones irresolubles, se privilegió pensarlo
como “peronista”, dejando sin objeto de lucha al resto de los partidos y especialmente
al feminismo.

De este modo, y viéndose el Partido Justicialista con el monopolio de la causa,


se busca ampliar la concepción de ciudadanía, explotando las potencialidades de la
mujer en la arena política y recuperando junto a ella, las cualidades maternales y
hogareñas de la figura femenina.

Es así que este “vigorosísimo movimiento democratizador, aseguró los derechos


políticos y sociales de vastos sectores hasta entonces al margen, culminando con el
establecimiento del voto femenino y la instrumentación de medidas concretas para
asegurar a la mujer un lugar en las instituciones”. (Romero, 1994, Pág. 154).

Claramente y como la historia lo demuestra, siempre existieron límites al poder


femenino en el acceso a los cargos de las diversas instituciones políticas.13

Retomando el pensamiento de D´Angelo y Reynoso (2006) “aun cuando los


efectos de las reformas institucionales han tenido un peso decisivo en la elección de
mujeres, todavía estamos lejos en materia de garantizar la equidad representativa que es
de esperar en un sistema equitativo de representación. (…)Las legislaciones existentes
en materia de acciones afirmativas tienen, por el momento, un alcance limitado que no
ha permitido eliminar la brecha entre el derecho a elegir y el derecho a ser elegidas de
las mujeres, pero que sí ha contribuido a disminuirla”. (Reynoso, Diego y Natalia
D’angelo, 2006, Pág. 305).

Finalmente, tomaremos como tercera etapa, a la sanción de la ley de cupos


(1991)14, durante la primera presidencia de Menem.

12
Sería insuficiente afirmar que la ley de voto constituye el único modo de ampliación de las bases de
sustentación del movimiento peronista. No debemos olvidar que el mismo, erigió nuevas formas de
integración y participación de las mujeres, por ejemplo a través de la creación de las Unidades Básicas
Femeninas. Ver (Levitsky, 2008)
13
Un fiel ejemplo de ello, es el propio “renunciamiento” de Eva Duarte de Perón a su candidatura en el
mes de Agosto de 1951. Paralelamente en la actualidad son pocos y raros los casos de mujeres que han
alcanzado posiciones de poder en las instituciones públicas. Aquellas que lo han logrado, se vieron
obligadas a adoptar una posición masculina o bien ambivalente. Por ende, siguiendo lo expuesto por
LLano (2006, Pág. 14) “no se trata de darles un lugar formal (…) sino más bien de darles a tales sectores
participación efectiva”.

7
De esta forma se inicia un nuevo período de cambio en tanto la estructura de
oportunidades electorales para las mujeres. Se modifica el panorama existente desde
1947 (siendo esta fecha el puntapié inicial de una serie de conquistas cívicas y
sinónimo de la herencia social y política de Eva Perón) lo cual brinda nuevas
posibilidades para que el género femenino vuelva a reposicionarse.

Dado este contexto, se establecerán las cuotas como una medida compensatoria
y redistributiva para el sexo femenino. Según Moreira y Johnson (2003, Pág. 18) “la
cuota por sexo se justifica como una medida temporaria y correctiva para hacer efectivo
el derecho político de las mujeres a ser elegidas, un derecho que se ha visto coartado en
los hechos por la incidencia de relaciones históricas de subordinación y discriminación
en las posibilidades reales que tengan de competir en condiciones de igualdad con los
hombres”.

Sin embargo, la misma, no es sinónimo de un acceso igualitario al ejercicio de


los cargos electivos ni de la conducción de los partidos políticos mayoritarios 15. Por lo
tanto, acompañando la apertura de una nueva etapa en el proceso histórico de
incorporación y ampliación de la representación femenina se generan reformas
institucionales que la facilitan y escoltan pero, como afirmamos anteriormente, no la
efectivizan.

Cabe destacar en este caso, la presencia activa de un grupo de mujeres


pertenecientes al Partido Justicialista con cargos en el Congreso, (lo cual implicó la
articulación de un movimiento que presiona por la sanción de este ley desde adentro)
como así también el sostén del Partido Radical, La Red de Feministas Políticas,
mujeres pertenecientes a determinados movimientos sociales que luchan por la causa
feminista, ONG s, sindicatos, etc. (Maria Rigat-Pflaum: 2008, Pág. 02).

El gobierno vio en la sanción de la ley de cuotas, una oportunidad política


positiva, viable, y efectiva para ampliar los márgenes de representatividad, legitimidad y
los niveles de democracia interna del partido. Es así, que reduciendo el número de
actores de veto dentro del ámbito legislativo, se buscó generar menores costos en
términos de negociación política, y por ende menores posibilidades de que se trabe la
sanción de cualquier ley que buscase modificar el status quo imperante ( por ejemplo
aquellas que remitían las reformas económicas). Menem ve aumentado su margen de
maniobra ya que consolida un nuevo grupo de adhesión sin intermediario alguno.

Paralelamente, como destaca María Inés Tula (2001, Pág. 211). “Después del
sufragio femenino, el cambio más importante en la representación política de las
Mujeres argentinas se produjo el 6 de noviembre de 1991 cuando el Congreso de la
Nación sancionó la ley 24.012 “.

14
Tanto la ley 13.010 como la 24.012, no tuvieron una aplicación inmediata, sino que se aplicaron al
tiempo que fueron sancionadas, en los comicios Nacionales de 1951 y en 1993 (renovación parcial de la
Cámara de Diputados de la Nación), respectivamente.
15
Las mujeres se enfrentaron con grandes dificultades para generar su propio espacio de poder partidario.
Como ser la reacción negativa de los partidos mayoritarios a la introducción de las cuotas en las cartas
orgánicas partidarias. Flavia Freidenberg (2006, Pág. 7) afirma –refiriéndose a las cuotas- que en la
práctica “muchos de los esfuerzos no se han traducido en una mayor participación de las mujeres en las
decisiones partidarias”.

8
De este modo, mediante la ley 24.012 se buscó disminuir la brecha entre ambos
géneros, corrigiendo las desigualdades y posibilitando la competencia por recursos,
cargos o posiciones en igualdad de condiciones.

No obstante, existen determinados condicionamientos para la efectividad de la


ley de cuotas, entre ellos: determinados rasgos en la cultura política, en el sistema
electoral y en los contenidos de las normas que establecen la acción afirmativa.
(Archenti & Tula: 2008, Pág. 14) Este tema será retomado luego, al tratar las diferentes
estrategias del PJ.

Paralelamente, debemos considerar a la cuotificación no como un acto


discriminatorio a favor de las mujeres, y en contra del sexo masculino. Constituye al
contrario, uno de los variados mecanismos de acción afirmativa16, cuyas metas son
corregir y/o minimizar las desigualdades percibidas como estructurales, a saber: étnicas,
ideológicas, sexuales.

Sin embargo, en nuestro país (como en otros tantos de América Latina) se


favorece muchas veces, por razones culturales, a los hombres antes que a las mujeres a
la hora de ordenar las preferencias en las listas partidarias. Es así, que de este modo, la
Ley de Cupo Femenino quedaría casi sin impacto y los niveles de representación
pasarían a ser muy bajos, a pesar de que su finalidad sea intentar frenar los efectos de
las barreras estructurales anteriormente citadas.

Siguiendo lo argumentado por diversos autores “en pocos casos los partidos
políticos asumen la responsabilidad de cambiar estas prácticas y normas
discriminatorias, o de implementar una política activa de reclutamiento y promoción de
mujeres entre sus cuadros de más jerarquía, y por lo tanto se lucha por la adopción de
medidas de discriminación positiva como una estrategia de último recurso”. (Moreira &
Jonson: 2003. Pág. 22). 17

Históricamente, el debate sobre los derechos de discriminación positiva en la


Argentina, se remonta a la aplicación de los instrumentos internacionales utilizados
desde 1958. No obstante ello, y lo largo de los años, se siguieron gestando disputas en
torno a la de la adecuación entre la igualdad formal garantizada por la Constitución
Nacional y la igualdad material, o de hecho, propia de la acción afirmativa.

Es así, que tras la reforma a la Constitución en el año 1994, se incorpora la


acción afirmativa a través del articulo 37 donde queda consignada la igualdad real de
oportunidades entre ambos sexos a la hora de acceder a los cargos electivos y
partidarios. Por el artículo 75 inciso 22, las mujeres adquieren una protección más
amplia, gracias a la adjudicación de jerarquía constitucional de los tratados

16
Entendemos por acción afirmativa “al conjunto coherente de medidas de carácter temporal dirigidas a
corregir la situación de los miembros del grupo al que están destinadas en un aspecto o varios de su vida
social para alcanzar la igualdad efectiva”. (Consejo Económico y Social, Comisión de Derechos
Humanos, 2001).
17
Meléndez (2007, Pág. 62-65) destacará una tendencia: en las organizaciones más antiguas, como ser
por ejemplo el PJ, y en comparación con las más jóvenes, la participación femenina se encuentra con
mayores niveles de institucionalización.

9
internacionales que tratan del tema 18. Finalmente, en el artículo 75, inciso 2319, se
unifica el principio de igualdad junto al de no discriminación20, de esta manera las
mujeres adquirieron un reconocimiento normativo para un accionar equitativo en la
esfera pública.

Por lo tanto la introducción de medidas correctivas bajo la forma de políticas de


acción afirmativa (como ser la ley de cuotas,-24.012-) busca entonces, enmendar
desigualdades, y eliminar o a lo sumo prevenir prácticas discriminatorias.

Marco Teórico
Antes de proseguir y teniendo en cuenta la tradición de Downs (1973),
definiremos que entendemos por partido político. Los concebiremos como agentes
maximizadores de votos, escaños o puestos. De este modo, los mismos “desarrollan
estrategias, invierten recursos (políticos, económicos, organizativos, etcétera) y
eventualmente conforman coaliciones con el fin de lograr la cantidad de votos
necesarios para lograr la mayor cantidad de cargos políticos posibles, con los menores
costos que sea posible.” (Alles, 2007, Pág. 3)

Es por ello que los partidos, intentarán incorporar a los padrones y/o a sus listas
partidarias candidatos capaces de representar a diversos sectores sociales como forma
de tener mayores posibilidades de ganar una elección, y hasta de obtener mayoría en las
cámaras21. En nuestros casos de análisis, mediante la incorporación de mujeres a los
ámbitos políticos, se contribuye a que este sector obtenga un mayor nivel de
representación, pero también a que muchas de las mujeres votantes apoyen al partido
que inicie o motorice la “causa”. Es decir, que las medidas de incorporación femenina,
configuran políticas que reportan un beneficio electoral redituable al gobierno.

De tal modo, y siguiendo con lo expuesto en el párrafo anterior, las listas


deberán estar conformadas, por candidatos eficientes en términos electorales y
representativos del sector. No olvidemos que el éxito del partido también radicará en el
mayor conocimiento y visibilidad de los candidatos, así como también en la capacidad
para atraer nuevos y potenciales votantes.

18
Entre ellos El Pacto de Dan José de Costa Rica, El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
y su protocolo Facultativo, La Declaración Americana de Derechos del Hombre, La Declaración
Universal de Derechos Humanos, y la Convención sobre la eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra las Mujeres.
19
Se ordena al Congreso “legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real
de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución
y los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, las
mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad”. (Dromi, Roberto y Menem, Eduardo ,1994).
20
A su vez mediante el recurso de amparo, ya sea individual o colectivo, (artículo 43 de la CN- sección
Nuevos Derechos y Garantías) se puede combatir a través de la vía judicial los actos anticonstitucionales
de discriminación. Ejemplo de ello, fue la causa “Merciadri Maria Teresa s/ presentación- Unión Cívica
Radical” (Fallo CNE 1.565/93), “Darci Beatriz Sampiero s/ impugnación lista de candidatos a diputado
nacional del PJ, distrito Entre Ríos (Fallo nº 1.602/93) entre otras tantas.
21
Ejemplo de ello, es el caso del presidente Perón quien decidía que candidatos serían los adecuados para
los cargos electivos a ocupar, generando de este modo un mecanismo de selección de candidatos
arbitrario y estratégico. A su vez, en el caso del cupo femenino a ocupar en el Congreso, muchas de las
legisladoras son seleccionadas en tanto, sean mujeres obedientes o las mujeres “de” o las hijas “de”.
Queda definido entonces, al cupo como un bien ganancial o de familia, lo cual muchas veces evita los
lazos de solidaridad y de compromiso con el género.

10
Una vez expuesto nuestro argumento, debemos poner foco en las variables
relevantes a fin de evaluar porque ambas leyes de integración efectiva ocurren en
gestiones peronistas y porqué el partido busca adaptarse en contextos tanto de
estabilidad como de inestabilidad política, electoral y económica. Dichos contextos se
erigirán como desafíos planteados por el ambiente o bien como factores que afectan a la
toma de decisión.

Para ello, debemos ordenar los datos recolectados con el fin de construir
determinadas dimensiones o indicadores (tres) que den cuenta del proceso de
incorporación de la mujer.

Es así, que a continuación trataremos la sanción de las dos leyes anteriormente


citadas y la creación de la rama femenina del Partido Justicialista, ya que afirmamos que
son determinantes a la hora de constatar un mayor grado de inclusión. De allí que nos
proponemos hacer una síntesis de las experiencias en perspectiva comparada, para
demostrar que constituyen estrategias presidenciales vinculadas a cuestiones
pragmáticas. (Y no simplemente a cuestiones programáticas o de incentivos simbólico-
ideológicos)

Se contemplará entonces, a ambas leyes de ampliación de la participación como


estrategias de supervivencia o de adaptabilidad de la organización, existiendo
determinados factores en ambiente que repercutirán de manera directa o indirecta en la
sanción de dichas políticas (a saber: la base electoral, los partidos de oposición, el nivel
del control del partido por parte del presidente, el estado competitivo del sistema de
partido).

Como hemos sostenido y siguiendo la propuesta de Malamud, desagregamos


nuestra variable dependiente en tres dimensiones, según cual sea el propósito de
adaptarse; (conseguir votos, cargos o llevar a cabo políticas públicas). Queda expuesto
entonces, dos tipos de estrategias: una electoral, que refiere a la primera dimensión y
otra gubernamental que se corresponde con la segunda y tercera. (Malamud, 2005).

De este modo, consideramos en este trabajo, que el Peronismo toma dos medidas
que le permiten llevar a cabo su adaptación22 con la finalidad de sobrevivir y
reconvertirse; ya sea a través de una primera estrategia electoral: La incorporación de la
mujer como ciudadana (1947) y la creación del Partido Peronista Femenino. Ya sea a
través de una segunda instancia de adaptación, una estrategia de gobierno, que implica
la incorporación de la mujer en las listas partidarias: ley de cuotas (1991) 23.
22
Esta fuerte adaptabilidad o bajo grado de institucionalización que posee el partido (Burgess y Levitsky,
2003), le permite adecuarse rápidamente a la coyuntura sin sufrir cuestionamiento alguno hacia el
interior. (Pensemos que es un partido caracterizado por poseer un alto grado de verticalidad y una fuerte
lealtad al líder, lo cual fomenta la toma de decisiones arbitrarias y la prevención de posibles planteos).
23
Siguiendo a Malamud en “A two tier approach to party adaptation (with application to Argentina, 1983-
2003) intentaremos definir a la estrategia electoral como la capacidad de determinado partido, (mediante
determinadas medidas y el apoyo de un sector), de ganar cargos políticos,-ya sea la presidencia o cargos
legislativos- a través de elecciones libres, plurales y competitivas. La estrategia gubernamental queda
definida como aquella capacidad del partido para finalizar su mandato presidencial en el cargo, (y según
lo establecido en la Constitución), dada su capacidad de cambiar, adaptarse y de flexibilizarse,
respondiendo siempre a los nuevos desafíos que impone el ambiente y sin tener la necesidad de alienar a
su electorado tradicional.

11
Por lo tanto, podríamos señalar que a pesar de contemplar períodos de tiempo
distantes en tanto la sanción de las leyes y su aplicación (1947-1951 y 1991-1993)
ambas políticas podrán ser ordenadas en un continuum de inclusión femenina, ya que
constituyen hitos de un proceso de evolución política y de perfeccionamiento en las
prácticas democráticas. Sostenemos entonces, teniendo a estos casos como ejemplos,
que cuando el Partido Justicialista controla el Poder Ejecutivo Nacional y posee
mayoría en las cámaras Legislativas, se sancionan políticas que incorporan a la mujer24.

Según este último criterio, podemos señalar que nuestra comparación es


diacrónica, ya que se observan distintos momentos de un mismo caso. Siguiendo a
Nohlen, la comparación es longitudinal, es decir, en tiempos distintos. Se desarrolla
primordialmente dentro de un país y el número de casos es escaso (dos), las variables de
contexto son relativamente constantes aunque, naturalmente, también sujetas al cambio.
Una ventaja de este modo de comparar, consiste en que se pueden tomar en cuenta
aspectos histórico-genéticos; una desventaja representa la situación desigual de los datos
que puede mantener limitada la comparación al nivel de los datos agregados. (Nohlen,
1988).

Como estrategia metodológica utilizamos, por un lado, el método comparado,


considerado como uno de los métodos de control de generalizaciones, al cuál la Ciencia
Política recurre con mayor frecuencia. De esta manera: “la razón que nos obliga a
comparar es el control (…), comparar implica asimilar y diferenciar en los límites (…),
las comparaciones que sensatamente nos interesan se llevan a cabo entre entidades que
poseen atributos en parte compartidos (similares) y en parte no compartidos (y
declarados no comparables)”. (Sartori, 1997: Pág. 29).

Nos encontramos ante la necesidad de aclarar, que la comparación agudiza la


capacidad de descripción y puede constituir un estímulo para formular conceptos. En
otras palabras: “la comparación permite, siguiendo rigurosamente las reglas lógicas de
la argumentación y recurriendo a enunciados descriptivos y no prescriptivos, alcanzar
ciertas explicaciones causales acerca de fenómenos históricos-políticos y ponerlos a
prueba”. (Castiglioni, 1997)

Por otro lado, utilizamos metodología cualitativa, a través del relevamiento de


documentos, tales como: estadísticas electorales; diarios (nacionales, provinciales);
normativa pertinente, como ser la Constitución Nacional, el Código Nacional Electoral,
la ley 13.010, la ley 24.012; y documentos oficiales entre ellos la Ley Orgánica del
Partido Justicialista, el Estatuto del Partido Peronista femenino, los diarios de sesiones,
y discursos pronunciados por Eva Perón.

Para obtener una visión holística, tratamos de capturar las perspectivas de los
actores frente a la incorporación de la mujer a la arena política, a través de la
realización de entrevistas personales y exploratorias a informantes claves, que hayan

24
La adhesión a la política presidencial en el Congreso es más fácil cuando el partido que gobierna posee
una baja institucionalización. De allí que Mustapic afirma que los sistemas que aseguran a los partidos el
control de la nominación de los candidatos y el control del orden en la lista tienden también a asegurar al
liderazgo del partido el control sobre el comportamiento de los legisladores” Ver en Mustapic Ana María
(2000b, Pág. 574) “Oficialistas y Diputados: las relaciones ejecutivo-legislativo en la Argentina”.

12
tenido una participación activa en el proceso.

De esta manera, recogemos fielmente las opiniones y los argumentos de los


actores participantes, por medio de una serie de preguntas, referidas a los objetivos
previstos, los intereses, la forma en que se involucraron, los recursos de los que
dispusieron, las relaciones con los funcionarios estatales, y demás organizaciones
civiles, entre otras.

El Partido Justicialista y la inclusión femenina.

Debemos notar, como lo hace Levitsky, que la estrategia de adaptación depende


substancialmente del tipo de organización. Es así, que una adaptación exitosa de un
partido populista puede ser entendida como “un conjunto de cambios en la estrategia y /
o en la estructura, realizada en respuesta a las cambiantes condiciones ambientales que
mejoran la capacidad de un partido, para ganar o mantener la base electoral” (Levitsky
& Burgess, 2003, Pág. 883).25

El Partido Justicialista, es uno con una amplia base de apoyo electoral (fiel e
incondicional), que le permite una rápida conversión en los momentos más álgidos y
de crisis.

Es decir, que esta distintiva configuración organizacional con una enorme


infraestructura de base, (que hunde sus raíces en la clase trabajadora; mayoritariamente
perteneciente al estrato bajo con bajos niveles educativos) y altos niveles de sub-
institucionalización, le permiten promover de manera más profunda y sin
cuestionamiento alguno, -gracias también a la extensa estructura de patronazgo-, metas
políticas diversas y hasta opuestas a los valores principales del partido. Queda expuesto
entonces, que este partido “popular de masas” combina fuertes lazos societales, altos
grados de “flexibilidad estratégica” (Levitsky, 1998b, Pág. 446) gran “fluidez interna”
(Levitsky, 2001), y por ende una amplia capacidad adaptativa.

En conclusión, la sub-institucionalización de las reglas partidarias, así como


también de los procedimientos (altos grados de informalidad), junto con su débil
burocratización y su raigambre netamente populista, permite cambios rápidos -
manteniendo siempre su base de apoyo-, otorgando gobernabilidad y altos grados de
legitimidad a las decisiones tomadas. (Levitsky 1998a; Levitsky 1998b, Levitsky,

25
Siguiendo a Levitsky (2003), para que un partido se adapte de manera exitosa, se debe cumplir con tres
requerimientos, a saber:
1. Los líderes deben elegir una estrategia apropiada.
2. Los reformistas deben “vender la estrategia” (o bien imponérsela al resto del partido).
3. El partido debe ofrecer la nueva estrategia al electorado, ya que ninguna será exitosa si no gana
votos.
Paralelamente, los incentivos para adaptarse, según Levitsky y Burgess (2003) serán :
1. Una crisis económica profunda.
2. La ausencia de un partido político de izquierda con posibilidad real de ganar las
elecciones.
3. Los altos grados de autonomía del Poder Ejecutivo.
4. Fluidez organizativa al interior del partido de gobierno.

13
1998c).Es así, que “el partido combina fuertes incentivos para adaptarse con una
sustancial capacidad para hacerlo”. (Levitsky & Burgess, 2003, Pág. 905).

Como hemos expuesto anteriormente, y siguiendo la postura de otros autores, la


capacidad adaptativa y las respectivas estrategias, buscan dar respuesta a determinados
cambios en el ambiente, ya sean éstos electorales o económicos. Esta capacidad puede
ser atribuida tanto a los bajos niveles de institucionalización del partido como a la
capacidad de maniobra y autonomía de los líderes. 26

Erigiéndose como uno de masas informal (Levitsky, 2001) y altamente


descentralizado, el partido extiende vínculos a lo largo de toda la sociedad, sin la
necesidad de que las ramas estén sujetas a la jerarquía central ni a la disciplina de la
burocracia partidaria. Gracias a este diseño organizacional se crean espacios que
contribuyen a la inclusión de fracciones y sectores antiguamente relegados de toda
posibilidad de participación política. (Ejemplo de ello, será la rama femenina.). De allí,
la multiplicidad de agrupaciones que en forma inorgánica siempre giraron en torno al
Peronismo (Mustapic, 2000a).

Por ende, estas subunidades son autónomas27, y permiten constituir un


entramado laxo y heterogéneo. Esto último le otorga al peronismo su carácter de
movimiento28. Asimismo, la clave de supervivencia de un partido de estas
características se encuentra también en la capacidad de autonomizar la organización del
líder, lo que es lo mismo, que dotar a la organización de un orden sucesorio propio.
(Mustapic, 2000a).

No obstante de que muchos teóricos afirmen que la capacidad de supervivencia


de un partido este relacionada al alto grado de institucionalización de sus reglas y
practicas, así como también a la capacidad efectiva de metamorfosearse según el
contexto que le toque atravesar, el partido peronista es un caso paradigmático, ya que a
pesar de poseer bajos niveles de institucionalización, su flexibilidad como su
informalidad se convierten en atributos funcionales a la hora de adaptarse y de
sobrevivir a los contextos cambiantes .

Siguiendo lo expuesto por Melendez (2007), acerca de que los partidos previos a
las tercer ola democratizadora (“los partidos antiguos” 29) son los que mayor

26
Por ejemplo, el giro programático neoliberal del presidente Carlos Saúl Menem, en la década del ´90,
ante los cambios rápidos, económicos y sociales, del ambiente.
A pesar del abandono del proyecto socioeconómico tradicional del PJ y de la manipulación constante de
las reglas, la mayoría de los líderes partidarios como así también los activistas, quedaron ligados al
partido. (Levitsky, 1998). Por ende, podríamos afirmar, que el partido no enfrentó un desafío electoral-
partidario serio ni decisivo, ya que conservó sus bases de apoyo.
27
Son las subunidades autoorganizadas quienes controlan el poder, los recursos, la información, las
carreras y la asignación de cargos políticos de menor rango. Las mismas poseen vínculos débiles, no
burocráticos, informales y altamente descentralizados, ya que no son creadas ni financiadas por el
partido. Ejemplo de ello, son las unidades básicas femeninas que se encontraban instaladas en todos los
barrios. Las mismas no recibían dinero para el mantenimiento cubriendo los gastos con sus propios
ingresos.
28
Pensemos que la idea de “movimiento” denota un cambio de posición experimentado por un cuerpo
con respecto al mismo, o con arreglo a otro. Describiendo de este modo una trayectoria.
29
El Partido Justicialista se caracteriza por ser uno de ellos ya que posee un alto grado de
institucionalización en tanto sus niveles de inclusión de la mujer.

14
institucionalizan la participación femenina, creemos pertinente analizar primero, el
proceso mismo de integración de la mujer argentina al mercado de trabajo pago y las
reacciones que trajo aparejado a nivel político e ideológico.

Constituyéndose como parte del incipiente proletariado nacional, la mujer


argentina se vio obligada a modificar y a romper con las viejas estructuras y ataduras
tradicionales, que la sometían.

Ante este mayor nivel de autonomía se independiza del rol antiguamente


asignado, sirviéndose del movimiento peronista como marco para una incipiente
movilización política. La mujer argentina pasa de ser un grupo marginado, reducido al
estado legal de minoría de edad y explotado dentro de la clase trabajadora, a parte activa
y determinante a la hora de que el partido de gobierno gane las elecciones del año 1951,
(constituyéndose como partido mayoritario en la cámara legislativa).

De esta manera, la mujer logró erigirse como un actor relevante de la realidad


nacional, gracias a la combinación de su costado social y de gestión práctica, con su
creciente protagonismo en la esfera pública.

A partir el año 1947, y a pesar de duras objeciones sobre la concesión de los


derechos electorales a la mujer y su participación en la arena política (objeciones
referidas a los graves daños que podría traer aparejada en la organización familiar) la
obtención del derecho al sufragio, permite a las mujeres convertirse en ciudadanas,
viéndose modificado su status en lo respectivo a los asuntos públicos. El voto femenino
por primera vez les garantiza la posibilidad de ser electoras, ocupar cargos electivos y
también afiliarse a los partidos políticos.

Sin embargo, a pesar de este espíritu eminentemente progresista en materia


institucional, algunos autores afirman que “no resultaron en el ejercicio igual el derecho
a ser representantes; tampoco se tradujeron en la distribución equitativa de cargos
públicos de responsabilidad ni de puestos de decisión en los partidos políticos”
(Archentti & Tula, 2008).

De este modo, como podemos observar, a pesar de existir un avance cualitativo,


en tanto el número de mujeres incorporadas a los padrones electorales y uno en tanto el
reconocimiento de las mismas como sujetos políticos con derechos y obligaciones, en la
esfera de la praxis, persistieron ciertas dimensiones donde todavía se las excluía, como
ser en el acceso a las posiciones de mando.

No obstante el progreso en la vida política, la ley no garantizaba en los hechos,


la igualdad de los sexos en el campo político. “La participación del hombre sigue siendo
excluyente en la toma de decisiones de todo el espectro político y económico”
(Allegrone, 2002, Pág. 47). Al continuarse con una “distribución no igualitaria del
poder político en términos de género” (Archentti & Tula, 2008) se ve manifiesta la
necesidad de implementar reformas que den fin a la inequidad de género.

El único modo que permitió ampliar en el corto plazo la participación, fue


mediante la incorporación de medidas en la legislaciones nacionales y luego
provinciales, (en el año 1991), a través de la sanción de la ley de Cuotas. La misma
obligaba a tener un mínimo de mujeres en la boleta partidaria que se presenta a

15
determinada elección, para contribuir a aumentar el peso cuantitativo de las mujeres en
cámara.

Este hecho fue determinante para terminar de consolidar y fortalecer la


ciudadanía 30 de las mujeres, sancionada el 9 de Septiembre de 1947. Ambas leyes
pueden ser consideradas como un doble proceso, que implica la igualación, (ya que las
barreras que antiguamente dividían y separaban a los sexos, van cayendo en virtud de
un procesos de asimilación social) y otro que afirma tendencias de diferenciación.

De esta manera, se suprimen normativamente las diferencias arbitrarias que


impedían a la mujer emplear sus aptitudes y revelar sus verdaderas capacidades de
decisión y dirección. Sin embargo y en los hechos se observa, la inclusión queda, la
mayoría de las veces, reducida a la mera declaración.

Por ello consideramos que la actuación política de la mujer es obligatoria y


universal. Negarle el derecho de conformar la voluntad general es negarla y someterla a
las decisiones arbitrarias de un grupo, que no contempla los requerimientos de
universalidad, legitimidad y soberanía.

Tras un hecho tan esperanzador como fue la vuelta a la democracia, en el año


1983, las mujeres se insertan en las legislaturas (de 254 diputados electos, el 4.33%, es
decir 11 son mujeres y de 46 senadores, el 6.52%, 3 son mujeres) 31 y de forma
creciente en las organizaciones partidarias (aunque como afirmamos anteriormente en
los planos elementales de la pirámide organizacional.).

En la década del '90 ante una profundización de la desigualdad entre los sexos,
las mujeres se vieron perjudicadas y tomaron conciencia que eran un grupo que corría
en desventaja a la hora de tomar decisiones. Los movimientos de mujeres, con apoyo de
determinados partidos políticos y demás sectores, conquistaron la Ley de Cuotas o de
Cupo Femenino en los cuerpos colegiados electivos, (es decir, tanto en el Parlamento
como en las Legislaturas Provinciales).

"En los '90, la lucha por el reconocimiento de los derechos políticos de las
mujeres se orientó hacia el proceso de toma de decisiones, en particular hacia los cargos
de representación legislativa. La exclusión de las mujeres del proceso decisional que se
traducía en un ejercicio incompleto de su ciudadanía fue considerado un déficit de la
democracia” (Archenti, 2002, Pág.4).

30
Tomaremos el concepto de ciudadanía de Marshall (1998), entendiendo por este un status legal
determinado compuesto por tres elementos, los derechos civiles, los derechos políticos y los derechos
sociales. Se la concibe entonces, como una práctica de derechos y responsabilidades que se desarrolla y
extiende en un tiempo y espacio específico. La igualdad ante la ley y la participación en una comunidad
son dos rasgos definitorios del concepto, que se materializan en la adquisición y ejercicio de derechos y
deberes. Siguiendo los lineamientos de Marshall, en este trabajo me propongo a analizar específicamente
la ciudadanía política femenina.

31
Datos obtenidos del Consejo Nacional de la mujer.

16
La estrategia electoral del PJ
Como sabemos, las causas que llevan a un partido a adaptarse, pueden ser por
cambios en “el ambiente electoral” (Levitsky, 2003, Pág.10), por ejemplo en las
preferencias de los electores o en la composición del mismo, es decir en su estructura,
como así también puede responder a los cambios en el “ambiente económico”, por
ejemplo ante una crisis de gran envergadura, como la acaecida en los ´90 en la
Argentina. (Levitsky, 2003, Pág. 10.)

En tanto estrategia electoral utilizada por el Partido Justicialista para adaptarse


exitosamente al nuevo contexto eleccionario, el proceso de incorporación de la mujer a
la política en el año 1947 constituyó la forma de ampliar el padrón electoral; y la
creación del Partido Peronista Femenino, el modo de conformar un movimiento
compuesto exclusivamente por mujeres al servicio del Peronismo, de mantener la
cohesión interna y de fomentar la unidad de acción. Como demostraremos luego, Perón
vio en la creación de la rama femenina, es decir en este arreglo institucional, una
estrategia para encauzar las escisiones internas que se venían gestando.

Carolina Barry, especialista en el tema, afirma que “este tipo de partido busca
organizar y movilizar a nuevos sectores antes excluidos de la competencia política, tarea
que los partidos tradicionales de representación individual no pueden llevar a cabo”
(Barry, Carolina, “Puntos y contrapuntos de la militancia femenina peronista en el
barrio de Belgrano (1946-1955)”).

Es así, que mediante la creación de esta rama el 29 de julio de 1949,en el marco


de la primera Asamblea Organizativa del PJ, se permitió la incorporación masiva de la
mujer a la política para dar fin a las negaciones e injusticias “ de no tener derecho a
elegir ni ser elegida, como si ella, que era la garantía del hogar y de la vida y la
educación de sus hijos, desde la cuna hasta la madurez, resultara un peso muerto para el
perfeccionamiento político de la colectividad” ( Eva Perón,1949)32.

Evita presidía al movimiento que supuestamente “no hacía política sino acción
social” (Barry, 2008, Pág. 3).El mismo formaba parte del movimiento peronista junto al
Partido Peronista y a Confederación General de Trabajo33, sin embargo la creación de
este partido paralelo, de esta organización política dividida por sexos y autónoma, no
era una parte accesoria o un simple derivado, sino que una entidad en sí misma y
diferenciada, con objetivos diversos y metas establecidas, todas ellas referidas a
políticas destinadas a las mujeres.

Erigiéndose Eva como nueva y única líder carismática a la par de la figura del
General Perón, se buscaba evitar toda corriente interna que quisiera disputarle su
preeminencia. De tal modo, se fomentaba la unidad de todos los centros femeninos
ubicados a lo largo y ancho del país y por medio de la ejecución de un censo “de
mujeres peronistas” se buscaba sumar nuevas y potenciales electoras para aumentar el

32
Discurso pronunciado por Eva Duarte de Perón, en el teatro Cervantes el 26 de Julio de 1949
33
Se establece que las tres ramas actuarán de manera independiente una de la otra, teniendo sus propias
autoridades, sedes y unidades básicas –“estructuras políticas y celulares” (Barry, 2008. Pág. 7)-. A pesar
de que tuviesen los mismos objetivos generales se ocuparían de sectores diferentes y de problemas
distintos. De esta manera, se fomenta la creación de un formato organizativo, nunca antes dado en la
historia argentina, ya que era un fiel reflejo de la diversidad tanto política como social de los integrantes
del movimiento.

17
número de mujeres que apoyarían la reelección de Perón en las elecciones nacionales de
195134.

Para esto las unidades Básicas femeninas, que poseían una fuerte presencia
política en todo el territorio argentino, funcionaban como el órgano centralizador para
capacitar, adoctrinar, difundir, adherir, afiliar y especialmente generar identidad y
conciencia de “clase”o de “genero”.

Para captar a nuevas afiliadas a la estructura partidaria, la participación política


se escondía tras el velo de la mera acción social.

Paralelamente, debemos afirmar, que una vez sancionada la ley 13.010, se


comenzó con el empadronamiento de todas las mujeres. Los números demuestran que
las mismas constituían la mayoría de la población del país. Es así, que en la elección del
11 de Noviembre de 1951 más cantidad de mujeres que hombres concurrieron a votar
por el peronismo.

El voto femenino se distribuyó de la siguiente manera: de un total de 3.816.654


mujeres:

Partido Político Cantidad de votos femeninos obtenidos


Partido Peronista 2.444.558
Unión Cívica Radical 1.117.051
Partido Demócrata 80.987
Partido Comunista 29.644
Partido Socialista 23.270
Otras fuerzas 4.249
En blanco o Anulado 59.985
Fuente: elaboración propia sobre la base de la fuente del Consejo Nacional de la Mujer.
(http://www.cnm.gov.ar/areainterv/particpolit/lugdedecis.htm).
Nota: Por los años 40, en la Argentina, la mayoría o un porcentaje alto de los analfabetos, eran mujeres.

Debemos aclarar que la supervivencia y el activismo del partido “esta


crecientemente basado en incentivos” (Mustapic, Pág. 15), por eso podemos sostener la
suposición de que existe patronazgo a cargos en el Partido Justicialista.

Un fiel ejemplo de ello, fue la selección de candidatos femeninos para la


elección del ´51, dada la importancia que había logrado la rama femenina en el
movimiento (el partido aseguraba el 33,33 % de los cargos para el sector, siendo éste

34
Carolina Barry (2008) afirma que la “incursión política (de las mujeres) fue determinante para el
triunfo de Perón a la segunda presidencia”, siendo este “uno de los objetivos políticos mas importantes
del partido” (Barry, 2008, Pág. 7). Es así que la creación del PPF, funciona no solo como un método de
control social sino también como una táctica electoral El propio partido construye su base política para la
reelección y refuerza de manera conjunta, la adhesión a la causa peronista.

18
uno de los pocos partidos35 que decidió implementar la decisión. Esto modificó el
carácter de “espacio cerrado a la participación femenina” de la arena parlamentaria)36.

Sin embargo, en los niveles superiores o jerárquicos de la estructura del partido


se torna invisible la presencia femenina más allá de la figura de Evita. Con el correr del
tiempo la incorporación de las mujeres en las listas partidarias fue reducida de manera
considerable. Como los hechos demuestran, el Partido Justicialista no volvió a aplicar el
porcentaje del 33% de mujeres en la conformación de sus listas, empleado aquella vez
en las elecciones presidenciales de 1951.

La estrategia gubernamental.

A pesar de que tanto las mujeres justicialistas como las radicales y las
pertenecientes a otras organizaciones políticas y sociales - tanto gubernamentales como
no-, cooperaron con la aprobación unánime y sin enmiendas de la ley 24.012, podemos
considerar la obtención de la ley de cupos, como una estrategia gubernamental
conservadora por parte del Ejecutivo peronista37, ya que como demostraremos luego, la
misma no garantiza una llegada efectiva al poder por parte de las mismas. En tal
sentido, “se cambia algo para que nada cambie”.

El apoyo a la ley por parte del Presidente Menem figura ser una simple
respuesta a los reclamos de las mujeres del partido (Barrancos, 2002), una forma de
mantener el status quo en tanto la asignación de posiciones de poder, como así también
una forma de generar grados de cohesión y disciplina hacia el interior del partido, y
hacia el interior de las cámaras38. Debemos notar a su vez, que gracias a la
subinstitucionalización propia del PJ, se ve facilitada la remoción de determinados
líderes y la entrada de nuevos, en nuestro caso, las mujeres.

Paralelamente, una vez sancionada y aplicada la normativa, aquellas mujeres


que logran acceder a los cargos, se muestran poco inclinadas a dejar de lado la imagen
femenina tradicional de una mujer dominada, obediente y retraída al ámbito privado,
propia de nuestra cultura política machista, a su vez se ven poco incentivadas a llevar a

35
Cabe aclara aquí, que el radicalismo no tuvo mujeres en las listas de 1951. Aquellas que votaron por
dicho partido, lo hicieron pero en menor medida que el sector masculino. El socialismo y comunismo
también llevaron muchas mujeres en las listas, pero las mismas no consiguieron banca alguna.
36
En el año 1952, sólo las peronistas lograron acceder a puestos en la Cámara de Diputados y Senadores.
Ocuparon sus bancas 23 diputadas (15.5 %) y 6 senadoras (9%). Sumando legisladoras nacionales,
provinciales y delegadas se contabilizaron 109 mujeres electas. Ver en
http://www.cnm.gov.ar/areainterv/particpolit/lugdedecis.htm

37
El propio Presidente Carlos S. Menem hizo suya la demanda por la introducción de acciones
afirmativas. Creemos que su apoyo se debió, además de ser un símbolo de modernización, a la necesidad
de dar respuesta a los reclamos planteados por las mujeres de su propio partido (Barrancos, 2002) y a la
de capitalizar el voto femenino, tanto al interior de la Cámara de Diputados, como hacia el exterior.
38
Según Jones, durante el período 1989-1991 la disciplina en el Congreso ha sido relativamente alta.
( Jones, 1998)

19
cabo políticas públicas que promuevan cambios profundos en las condiciones de vida
de las mujeres, y especialmente en la política.

Ante la inminente subrepresentación de las mujeres en los órganos


representativos de nuestra Nación desde los primeros años de la transición democrática
hasta la sanción de la ley de cupo (1991)39, el sistema de cuota, surgió como modo de
cooperar en la superación de los problemas de escasa participación de género. Es así,
que se constituye como “un mecanismo institucional para corregir gradualmente el
desequilibrio existente en los ámbitos de decisión entre los hombres y las mujeres”
(Tula, 2001, Pág.209) imponiendo que en las listas de los partidos políticos, frentes o
alianzas electorales, se respete un mínimo de 30% de mujeres en lugares expectables,
es decir en lugares que tengan posibilidades reales de acceder a una banca. (A pesar de
ello, debemos aclarar que, al interior de los partidos se continuaba con un proceso de
selección de candidatos del tipo cerrado, lo cual no garantizaba la participación de
mujeres al interior de la organización).

Como los hechos demuestran la aprobación de la ley de cupo responde a una


estrategia gubernamental propia del Peronismo, ya que permite mantener el status quo
imperante, no poniendo en jaque la estructura y la distribución de poder existente .A su
vez, cumple con parte de la tradición política-ideológica-simbólica del peronismo en
tanto la cuestión de género.

La sanción de la misma. “nunca significó una gran amenaza para las


aspiraciones de los políticos hombres”. (Tula, 2001, Pág. 218).Ello demuestra que
mediante el ingreso de las mujeres a las esferas de la representación, se producen
nuevas brechas en los ámbitos reales del poder público. Por lo que se busca cumplir
minimamente con lo estipulado en la ley electoral, obstruyendo el ingreso justo y
equitativo. Claramente, la sanción de la ley no significó un cambio radical a favor de
políticas pro-femeninas. Es por esto, que un aumento cuantitativo en el número de
bancas no significó obtener más poder40.

En síntesis, las mujeres siguen relegadas a la hora de obtener una cuota de poder
al interior del parlamento, muchas de ellas, como hemos afirmado anteriormente, han
sido designadas gracias a las relaciones de parentesco- hijas, hermanas, esposas-”o
“vínculos de confianza” con hombres relacionados a la esfera pública. Esto implica en
cierto modo, controlar informalmente cualquier instancia de oposición a la hora de
aprobar una ley.

39
En el período que va de 1983 a 1991 las mujeres ocuparon -en promedio- el 4% de las bancas.
Paralelamente, el registro más alto alcanzado fue el año 1989 con el 6,7%.
Ante la aplicación de la ley de cupos, la tendencia se revierte: las mujeres ocuparon el 13,6% de los
escaños para subir al 27,2% en 1995, mantenerse en un 28% en 1997, descender al 26,2% en 1999 y
finalmente aumentar en el 2001 – a partir de este año la ley de cupo opera también para el Senado- al
30,4%. (Tula, 2001). Gracias al decreto reglamentario numero 379/93 se dispuso que se amplíe la
participación femenina a todos los ámbitos parlamentarios, sean éstos nacionales, provinciales,
municipales y/o vecinales, siendo el 30% un porcentaje minino y no un techo máximo como llegó a ser
considerado por la oposición
40
Ejemplo de ello, es que los bloques y las comisiones más importantes y de mayor peso político están
presididos por varones (pocas mujeres pudieron ubicarse en las posiciones de liderazgo pero ninguna en
el cargo de mayor jerarquía del bloque partidario: la presidencia), lo que implicaría un retroceso en la
participación de las mujeres en los lugares claves de las diversas instituciones y su designación para las
comisiones consideradas femeninas o menores.

20
Podríamos finalmente, afirmar que en el Partido Justicialista, prevalecen
conductas reacias, conservadoras, tradicionalistas, y arraigadas, al armar sus listas
partidarias y efectivizar la representación estipulada por la ley. Es por esto, que la
sanción de la misma, no tiene un correlato categórico, sino que funciona como un
simple “cumplimiento burocrático”.

Los Factores Políticos

Más allá de hacer una breve descripción acerca de las dos estrategias, nuestra
motivación también es darle un marco a ambas leyes en el entorno de la política
argentina, es decir que procuraremos entender cuales son los factores políticos que
inciden (tanto de manera directa, como indirecta) en la decisión de incluir (y de normar)
la participación efectiva de la mujer.
Es por ello que consideraremos relevantes ciertos aspectos que se asocian con
esta regularidad originada durante los procesos democráticos peronistas, como ser:

 La Base electoral del Partido Justicialista.

A la hora de vislumbrar cual es la base electoral que apoya al Peronismo


debemos notar la diferencia existente entre aquella que le da sustento en el periodo que
va de 1945-1951 y aquella que lo apoya durante 1989-1995.

En tanto la primera etapa cabe aclarar que el peronismo se caracterizó por su


policlasismo, era más que un movimiento de base obrera o de clase baja.

Siendo un movimiento socialmente complejo y con “una poderosa infraestructura


de base” (Levitsky, 2000, Pág.8) estaba compuesto por diversos sectores
“populares”con distintos recursos y objetivos. Es así, que Perón se erigía como
conductor y aglutinador de una alianza frágil, y no de una clase o bloque homogéneo y
monolítico.

Para dar cuenta de los sectores que apoyaban su candidatura, debemos


remontarnos a los tiempos anteriores a la creación del movimiento.

Tras constituirse la alianza entre la Junta Renovadora (Radicalismo Pro-Peronista


o también denominados disidentes de la UCR), sectores conservadores e independientes
del nivel local y el Laborismo, el líder logró hacerse de los votos de actores
ideológicamente diversos: los políticos profesionales y los principiantes, los
trabajadores independientes, los obreros del sector primario (no sindicalizados) como
así también, los dirigentes sindicales y los grupos de afiliados pertenecientes a las clases
bajas de las ciudades provinciales.

Es así que autores como Germani, Mora y Araujo y Llorente (1980), señalan que
en las elecciones de 1946, Perón obtuvo votos provenientes de variados sectores: de los
trabajadores manuales “viejos” del ámbito urbano41, de los trabajadores rurales

41
A pesar de que el Partido peronista abarca un amplio espectro de sectores y de variadas corrientes
ideológicas, Perón obtuvo su apoyo más fuerte en las zonas industriales de las grandes ciudades, que se
encontraban densamente pobladas y con una gran cantidad de analfabetos y de desplazados. (Las mismas
poseían una estructura ocupacional más bien tradicional) Es así, que el proletariado industrial nativo, fue
el actor que cumplió el papel político más decisivo y consecuente.

21
(pequeños hacendados y empresarios agrícolas de las zonas rurales relativamente
pequeñas, atrasadas económicamente y poco desarrolladas- más que de un proletariado
rural o campesinado-) y finalmente de lo migrantes internos (que habían sido
desplazados a las grandes ciudades producto de lo grandes cambios socioeconómicos y
socioculturales que atravesaba en país42.

Por ende, podríamos afirmar que Perón tuvo éxito con dos clases específicas de
trabajadores, aquellos que se encontraban desocupados e iban a incorporarse a la nueva
industria, y aquellos bien pagos; “ambos (sectores) vivamente susceptibles a los temas
económicos” (Mora y Araujo, 1980, Pág. 69).

Paralelamente se le asigna también un rol preponderante a los trabajadores


sindicalizados, a los sindicatos y a la CGT. Estos últimos se transformarán en
instrumentos administrativos, de movilización y de socialización como así también, en
factores relevantes en la creación de la base electoral y política que sustentará durante
estos tiempos al peronismo y especialmente a Perón como líder carismático indiscutido.
(Mora y Araujo, 1980). Asimismo no debemos olvidar el rol que juega la mujer a partir
del ´47, como apoyo electoral y político y la figura de Eva como conductora de la rama.

La mayoría de las mujeres que acompañan al Peronismo, eran mujeres de bajos


niveles educativos, dedicadas al cuidado del hogar y a la crianza de los hijos. Sin
embargo, no debemos dejar de aclarar que durante este período, la Argentina atraviesa
una época de reactivación económica y cambios sociales, gracias a la transformación
sustancial de su política económica -mediante la aplicación del Primer Plan Quinquenal:
(1947-1951)-, en tal sentido a la hora de analizar la base electoral debemos también
contemplar a la mujer trabajadora, incorporada a la industria, a la producción y a la
comercialización.

En cuanto a la base electoral que apoya el peronismo de la década del ´90


debemos considerar antes de proseguir, el giro ideológico y por ende la abrupta
transformación del partido 43.

Es decir, que el hecho de haber dejado de lado las políticas estatistas,


nacionalistas, distribucionistas y proteccionistas implicó el acercamiento de nuevos
sectores nunca antes imaginados. -Esto mismo sin generar amplios niveles de oposición
y sin perder su tradicional caudal de votos-.

Por ende, como afirma Gervasoni (1998, Pág. 4) “la estabilización y


liberalización de la economía coexistió con resultados electorales favorables al
oficialismo”. Los sectores populares mantuvieron su apoyo electoral, (constituyéndose
como una masa fiel al partido y a la identidad peronista), a pesar de que luego vieron
las consecuencias que el programa de reformas trajo aparejado.

Como argumenta dicho autor en el desarrollo de su investigación, el PJ en el ´89,


logró retener una cantidad mucho mayor de votantes que la UCR 44. Por ende, se lo
considera al primero, como “el partido con más continuidad” ya que es el único que

42
Luego los mismos pasarán a constituir el “nuevo” proletariado industrial.
43
Gervasoni (1998) considera al “nuevo” PJ, como un partido liberal conservador.
44
Este ultimo, cede parte de sus votos -un 21.2%- , al Partido Justicialista.

22
logra retener a sus votantes anteriores (los del ´83), y a su vez se nutre de los votos de
los ex radicales y Alfonsinistas y ya para el año 1995, cautiva los votos de la derecha
liberal. (Gervasoni, 1998).

Es así, que ante la aparición del FREPASO en la arena electoral, el PJ perdió


votos por la izquierda, pero los recupero por la derecha: los de los “Liberales y radicales
de centro derecha, tácticamente menemistas” (Gervasoni, 1998, Pág. 14), que se vieron
beneficiados con las políticas ortodoxas de gobierno implementadas.

En síntesis, el gobierno Menemista fue apoyado por una vasta estructura de


apoyos, provenientes de sectores diversos y antagónicos, y con objetivos e ideologías
diferentes: aquellos “leales al PJ o peronistas menemizados45”, identificados con el
partido y especialmente con Menem; de nivel económico, educativo y ocupacional algo
menor al promedio; los “atraídos por el PJ”: que eran hombres de buen nivel
económico, educativo y ocupacional, que casi nunca antes habían votado por el PJ ( si
por la Alianza de Centro y por la derecha radical), y que si lo hicieron fue por la política
económica llevada a cabo por el gobierno. De ideología liberal, privatistas,
productivistas e históricamente antiperonistas y de centro derecha; y finalmente un
sector mínimo de los “fugados de la UCR o radicales desencantados. Los mismos, de
nivel socioeconómico y educacional por encima del promedio y de tradición radical se
vuelcan de manera minoritaria por el nuevo perfil del PJ. (Gervasoni, 1998, Pág. 14).

Asimismo, debemos notar que según en análisis de los datos cuantitativos, el PJ


logró dar fin a su tradición de “partido de los desposeídos” y a la de “partido de las
mujeres”, por lo que el voto a su favor no siguió estando atado al nivel económico de la
clase que lo elegía (como dijimos ciertos sectores de las clases medias y altas votaron
por el mismo) ni tampoco atado a la cuestión de genero. Sin embargo, su asociación con
los sectores menos educados, siguió profundizándose ya que los sectores terciarios/
universitarios mantuvieron su antiperonismo. (Gervasoni, 1998, Pág. 20- 21).

Paralelamente, los desocupados fueron quienes votaron en mayor medida a favor


del oficialismo en las elecciones presidenciales y en las legislativas, a pesar de que el
gobierno tomase medidas que iban en contra de la equidad y la justicia social. Es as, que
“el castigo electoral al oficialismo asociado con estar desempleado fue solo moderado”
(Gervasoni, 1998, Pág. 26).

En conclusión, la coalición justicialista logra retener a su electorado típico a


pesar, de hacerse “menos popular y obrera”. Pasará a ser una coalición “horizontal, más
policlasista y con una ideología liberal y capitalista”, que representa a nuevos sectores
que antiguamente negaban al peronismo, comos ser las clases medias y altas.
(Gervasoni, 1998, Pág. 28). De este modo, pierde importancia el clivaje
peronismo/antiperonismo gestado en los `50, ya que los sectores oscilan de un campo al
otro.

45
Cabe aclarar, que en 1989, la lealtad y la identificación partidaria para con el PJ fue mayor que en el
año 1995. Dicho resultado está asociado con el giro programático implementado por Menem. Por lo tanto,
cualquier acercamiento al peronismo en estas épocas, se relaciona más con la aceptación a las políticas
introducidas, que con “la opinión que se tiene acerca del partido”.(Gervasoni, 1998, Pág. 19)

23
 El rol de los partidos de oposición.

A pesar de que la medida de incorporación de la mujer a la política de 1947, era


una cuestión compartida históricamente por varios partidos46, ya que acarreaba grandes
implicaciones institucionales, la definición del tema por parte del peronismo significó
una nueva distribución del poder político y una nueva estrategia electoral que
redefiniría la relación gobierno- oposición47.

Es así, que el debate llevó a que ambos sectores (gobierno y oposición)


defendieran cuestiones que serían determinantes para el diseño institucional de la
Nación, oponiéndose a la posición conservadora, que no veía al sufragio como un
derecho propio del régimen democrático.

No obstante de que el tema gozaba de consenso entre los primeros, se generaron


dificultades – no sustanciales- en torno a cuestiones técnicas, a quien había dado origen
a la medida, y en torno a la fecha en que debía ser votada.

La oposición quería desplazar el debate para otro momento, (desviando la


atención de los demás Congresistas), ya que su sanción implicaba un cambio
fundamental en la vida institucional y en el mismísimo sistema de partidos- si la UCR
se enfrentaba al PJ de manera tajante, no habría posibilidad de hacerse del voto
femenino en las próximas elecciones; en tal sentido, solo mediante una posición análoga
a la del PJ, podrían llegar a obtener un margen importante de votos-. De hecho, tanto
Peronistas como Radicales buscaban capitalizar la cuestión en debate.

Asimismo, los radicales, demostraron tener ciertos grados de poder y control


parlamentario, cumpliendo de esta manera su rol de oposición, ejemplo de ello fue el
pase del debate para otra fecha. Sin embargo, a la hora de imponer ciertas cuestiones
relativas a los artículos que conformaban la ley,- de forma de demostrar que también
ellos también tenían fuertes y fundados argumentos acerca del tema- terminaron
desistiendo de sus propuestas al ver que la mayoría se mostraba impenetrable. La
oposición de esta forma, (y a pesar de sus protestas) vio restringido su poder de veto
quedando, finalmente, aprobada la ley por unanimidad de los presentes.

En tanto a la ley de voto femenino, el radicalismo en particular la vio como un


obstáculo mas en su carrera electoral, sumado a la figura que Eva Perón representaba
para las potenciales electoras48. Esto último era también garantía de que la mayoría de
los votos femeninos se volcarían a favor del peronismo (Grossi & Gritti, 1989). Y con
respecto a la creación de la rama femenina, la oposición argumentó que era sinónimo de
“fraude electoral”, un “instrumento” de Perón, ya que “el desdoblamiento de los
partidos políticos al servicio del oficialismo permitía combinaciones que podría resultar
en la elección de una cámara de diputados con una misma lista por equipos políticos,

46
Tanto el partido radical como los demócratas progresistas presentaron proyectos que trataban acerca del
tema.
47
En tanto el rol de la oposición o minoría parlamentaria, quedó en manos de los radicales, los
conservadores, los demócratas progresistas, los Bloquistas de San Juan y a los radicales antipersonalistas
de Corrientes.
48
De este modo, el derecho de la mujer argentina a sufragar y a ser elegida quedó fuertemente asociado
al peronismo y especialmente, a la figura de Eva Perón

24
que pretendieran o simulasen disputarse la mayoría y la minoría de un comicio”. (Barry,
2008, Pág. 11).

Dado que el derecho al sufragio no había sido suficiente para que las mujeres
pudieran efectivamente participar en las estructuras decisorias de la Nación y de los
partidos políticos, en los noventa, se comenzaron a generar argumentos en el Congreso
tanto a favor como en contra de la participación de las mujeres en dicho ámbito. De este
modo, algunos de nuestros representantes se vieron ante la necesidad de llevar a cabo
una medida de acción afirmativa ya que las mujeres - más de la mitad del electorado-
constituían una pequeña minoría en el Parlamento, no estando debidamente
representadas en el recinto.

La oposición que ejercieron determinados legisladores49 (en ambas cámaras) y


las organizaciones feministas, en tanto a la institución de cupos legales, giró en torno a
que los mismos trasgredían al juego democrático y claudicaban la lucha de las mujeres
políticas. (Archenti & Tula, 2008). Es decir, que las razones para hacerlo se sintetizan
en el cuestionamiento acerca de la constitucionalidad de la norma, su pertinencia, los
problemas técnicos derivados de su implementación y de la sobre-representación de
mujeres que de una mala aplicación podría resultar. (PNUD, 2007).

De esta manera se oponían a la visión de considerar a las cuotas como aquel


mecanismo mediante el cual la mujer queda limitada a conformar un grupo especial y
diferenciado, que necesita de derechos especiales para ejercer una cuota de poder en las
instituciones Argentinas. Asimismo, planteaban que dicho sistema era una medida que
buscaba contrarrestar las ventajas políticas detentadas históricamente por los hombres,
pero de manera ilegítima.

En tanto la oposición ejercida especialmente por la UCEDE “se inscribió


fundamentalmente en la defensa del liberalismo” (PNUD, 2007, Pág.185).De allí, que
argumentó en contra de la ley, ya que constituía una negación al principio de igualdad y
libertad, y un factor que implicaba la participación del Estado en los asuntos públicos:
“la instauración de una cuota femenina por ley implicaba una injerencia desmedida del
Estado en la dinámica interna de las organizaciones partidarias. Una medida especial
para apuntalar candidaturas femeninas lesionaría el reconocimiento de aquellas mujeres
que, por su trayectoria, habían logrado conquistar espacios propios en la política
institucional de la Argentina” (PNUD, 2007, Pág. 185).50

Paralelamente, muchos políticos varones de la UCEDE, vieron en la


incorporación de la mujer a la arena política un desafío y una amenaza, ya que su
agregación significaba la potencial perdida de ciertos lugares en las listas partidarias.

El cuanto al Movimiento al Socialismo (MAS) el argumento en contra a la


incorporación de la mujer al recinto Legislativo, se basó en que ello “no modificaría la
situación de las mujeres, cuya situación de explotación no les permitiría dedicarse a la

49
A pesar de ello la sanción de la ley contó con el apoyo de los partidos mayoritarios y el respaldo del
presidente Menem. En tanto los partidos de oposición que impugnan la sanción de la ley encontramos a:
Unión del Centro Democrático (UCeDé)- que votó en contra-, y Movimiento al Socialismo (MAS)- que
se abstuvo-.
50
Ver también en Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la Nación. Reunión 46.Sesión ordinaria de
prórroga (especial).Ciudad de Buenos Aires, 6-7 de Noviembre de 1991

25
política. No tienen tiempo para hacer política dado que viven totalmente explotadas”.
(Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la Nación. Reunión 46.Sesión ordinaria de
prórroga (especial).Ciudad de Buenos Aires, 6-7 de Noviembre de 1991). Claramente,
concebían a la ley de cupos como una mera concesión otorgada por los hombres.

 Liderazgo presidencial y nivel de control del partido por parte del


Presidente.

El partido Justicialista se destaca por sus bastas redes o infraestructuras


informales, por su debilidad burocrática, sus altos grados de descentralización, y por el
surgimiento de fuertes liderazgos que aglutinan y unen las divergencias.

Con el fin de dar cuenta la manera en que el líder, ya sea este Perón o Menem,
controlan al partido, primero debemos señalar que es lo que entendemos por liderazgo
presidencial, y cuales son las características primordiales de los liderazgos durante los
gobiernos justicialistas.

Entendemos por liderazgo presidencial a aquella capacidad del presidente de


conducir y controlar el proceso de toma de decisiones y de formulación de políticas
públicas en el marco de las instituciones de gobierno. (Llanos & Margheritis, 1998).

Tanto el de Juan Domingo Perón como el de su sucesor, Carlos Saúl Menem,


pueden caracterizarse de carismáticos, siendo éste, aquel tipo de liderazgo donde la
legitimidad del dominio se basa en las cualidades sobrenaturales o extraordinarias del
líder propiciadas gracias a una situación de crisis moral, política, social o económica
(Weber, 1972).

Una vez aclarado terminologicamente el concepto, afirmaremos que los


mandatos de Perón se caracterizaron por su fuerte liderazgo personalista, incentivando
el verticalismo, relaciones de patronazgo, altos grados de centralización y una cultura a
su figura, nunca antes vista en la historia argentina.

“La presencia del carisma, el vigor de su mensaje y la capacidad de suscitar


fuertes adhesiones” (Mustapic, 2000a, Pág. 3) así como también obediencia,
permitieron deshacer cualquier tipo de tensión que se gestaba al interior del partido
entre las diversas fuerzas y grupos que convivían y lo apoyaban. Por lo tanto, la figura
del líder, permitía unir, aglutinar, dar estabilidad y cohesión a sus bases de apoyo,
superando así, cualquier línea de fractura interna o cualquier intento de deserción por
parte de alguna fracción.

De allí, que este “polo organizativo carismático”, en torno a la centralidad de


Perón, hacia de los cuadros dirigentes unos menos expresivos y más sintonizados a las
directivas del líder (Mackinnon, 2002).

Sin embargo, y a pesar del arduo intento por mantener la estabilidad del partido y
de neutralizar las disidencias (dadas mayoritariamente por las diferencias sociales,
políticas, e ideológicas -pensemos en la heterogeneidad de sus integrantes-), las
divisiones no desaparecieron.

26
El líder (sinónimo de partido 51) se vio ante la necesidad de encauzarlas mediante
un arreglo institucional nunca antes visto en la realidad latinoamericana: la creación de
tres ramas, (entre ellas la femenina, que hemos tratado anteriormente). Ello genera
espacios propios, recursos diferenciados para cada sector, y sobre todo contribuye a la
consolidación de una posición de “líder indiscutido” con poder casi absoluto sobre la
organización que monopoliza, controla y centraliza.

Moira Mackinnon afirma que el partido peronista se mueve hacia una salida
organizativa que”legitima las diferencias y se propone administrarlas, dándoles una
organización separada dentro de la rama Sindical, la Política, y la Femenina”.
(Mackinnon, 2002, Pág. 121)

Por lo tanto, viéndose Perón asegurada la contención de la diversidad 52 y la


unidad del accionar de las diferentes redes (sean estas formales- ramas- como
informales -Unidades básicas autónomas que se autoorganizan y autooperan;
agrupaciones, etc.-), advierte la capacidad de poder imponer sus criterios personales y
hasta arbitrarios, obviando cualquier estructura partidaria burocrática, así como también
las reglas y procedimientos estandarizados que regulaban la vida interna del PJ.

En tanto en la época menemista, se retuvieron ciertos aspectos propios del


peronismo como movimiento, como ser la permanencia de las sub-unidades informales
y autónomas: unidades básicas, agrupaciones53, redes interpersonales, instancias de
patronazgo estatal, una baja burocratización del partido, reminiscencias carismáticas en
la nueva figura del partido, y una densa infraestructura territorial. (Levitsky, 2001).

Sin embargo, con la llegada del Menem al poder, se colapsa con los altos niveles
de centralismo propio de Perón, ya que no hay una estructura que logre coordinar las
actividades de los diferentes grupos que integran al peronismo. Ante esta situación de
segmentación y semianarquía, Menem busca (muchas veces invocando a la figura de
Perón) proveer de dirección al partido y otorgar centralidad y estabilidad política a su
conducción. De este modo, busca acumular recursos políticos e institucionales, como
ser aquellos arreglos establecidos en la Constitución Nacional.

Mediante estrategias variadas, sumado a sus atributos especiales que


caracterizaban un estilo de gestión carismática, busca resolver los conflictos que se le
presentan de manera unilateral (herencia peronista) así como también la reorganización
del partido.

51
Siguiendo a Mustapic (2000a) el partido se identifica y se compenetra con el líder, se subordina a su
voluntad, generando vínculos personales y de lealtad. Pues entonces, el líder será “el único interprete de
la doctrina” (Mustapic, 2000a, Pág. 7).
52
Pensemos que luego del ascenso de Perón a la presidencia, se inicia un proceso conflictivo entre los
distintos sectores que dieron apoyo a su candidatura. El conflicto de intereses y de ideologías entre los
grupos que habían formados la coalición peronista, se inicia tras el desacuerdo en torno al formato
organizativo y en torno a la dirección del partido (Mackinnon, 2002).
De este modo, el liderazgo carismático de Perón surge, como fuerza unitiva, como nexo que imposibilita
la formación de líneas internas de fractura.
53
Las mismas controlan el poder, los recursos, la información, las carreras políticas e incluso la selección
de los candidatos.

27
Dado el apoyo y la legitimidad popular y partidaria (en este caso Menem
impone estrategias y hasta candidatos a los lideres locales del partido, mediante
practicas disciplinantes como ser el mecanismo de premios y castigos, es decir
mecanismos basados en el carisma y en el patronazgo tradicional) sumado a la ausencia
de un alternativa opositora, logra el éxito en las cámaras, contribuyendo de esta forma, a
la construcción de una posición de liderazgo tanto al interior del PJ como en el
Parlamento, (que luego refrendará su giro programático).

En síntesis, su autonomía de acción (y de decisión) con respecto al aparato


partidario, su oportunismo, su rapidez, su capacidad de mando, su flexibilidad
ideológica, su adaptación pragmática y su ruptura a las ataduras dogmáticas, hace de
este personaje, un líder movilizador y dúctil que da fin al disenso al interior del partido,
neutralizando los poderes de veto.

De este modo, Menem se transforma en un dirigente que concentra y centraliza


el poder de decisión hasta llegar a los límites autocráticos. Cuenta con amplios
márgenes tanto para persuadir y presionar como para moldear el proceso de toma de
decisión, controlando su formulación, su definición y solución.

A pesar de ello, y de las críticas formuladas en torno a las políticas


implementadas por dicho gobierno, tanto las organizaciones peronistas, los militantes,
como el electorado tradicional y el nuevo, se comprometieron y se mantuvieron
estables, reforzando la figura del líder, el formato organizativo de movimiento
descentralizado, y sosteniendo la subcultura y la identidad partidaria que se extiende a
través del peronismo. (Levitsky, 2001).

 El estado competitivo del sistema de partido y la competencia


intrapartidaria.

En tanto el estado competitivo del sistema de partido debemos notar que en el


año 1945, el peronismo funcionaba como “partido predominante”, es decir que existía
una desigual distribución del poder institucional a favor de este, no existiendo
posibilidad alguna de que haya alternancia de partidos en el poder. De este modo, se
instaura un formato de bipartidismo predominantemente polarizado54, donde la
estructura de la competencia era “cerrada y predecible” (Abal Medina & Cao, 2002)

Ante la existencia de un único partido opositor relevante, se busca negarlo y


neutralizarlo. Se gesta así, según De Riz (1991) “una tradición de desconfianza mutua,
de identidades difusas y debilidades programáticas y organizativas” (De Riz &
Adrogue, 1991, Pág. 242) que impiden cualquier tipo de acuerdo con el partido
opositor: El Partido Radical.

Queda demostrado entonces, que desde la década del cuarenta, y ante la


existencia de un alto grado de fragmentación; se funda el clivaje peronismo/
antiperonismo –rol asumido por el radicalismo-55. Aunque debemos aclarar antes de

54
La polarización llega a su clímax, en el año 1949, con la radicalización de la oposición, ante la negativa
a la reforma de la Constitución Nacional. Ver en Abal Medina & Cao, 2002.
55
“A lo nacional y popular, se opone la dominación, la oligarquía antipatria” (Grossi & Gritti, 1989, Pág.
40).

28
proseguir, que entre ambos “concentraban mas del 90% del caudal electoral” (Zelaznik
& Rovner, 1995, Pág. 201).

Este periodo se caracterizo por ser uno donde había “competencia pero con (un)
bajo grado de competitividad” (Grossi & Gritti, 1989, Pág. 30), ya que se buscaba
restringir los márgenes de la oposición política, es decir, se buscaba constantemente
negar al adversario y erigirse como dominante. De esta forma, tanto el PJ como la UCR,
buscaba crear un sistema de partido predominante excluyendo al otro.56 El peronismo se
postulara como el partido que represente lo popular, y de las mayorías nacionales, y el
radicalismo como única oposición posible.

Finalmente, durante 1949 y 1951, el Peronismo logra erigirse como “fuerza


mayoritaria imponiendo un sistema de partido predominante” (Grossi & Gritti, 1989,
Pág. 56) ejerciendo un control total sobre la oposición.

Ya a partir del año 1951, podemos notar el transito hacia un sistema de partido
hegemónico. (Nuevamente la dimensión competitiva sobre la cual se desarrolla, fue la
oposición Peronismo/ antipernosimo). Como afirmamos anteriormente y señalan
Zelaznik & Rovner, “tal polarización se siguió basando principalmente en “visiones
alternativas de la política y de la sociedad” (Zelaznik & Rovner, 1995, Pág. 202)).

A nivel competencia intrapartidaria debemos aseverar, como ya lo hemos hecho


previamente, que el peronismo de esta época, se caracterizó por la gestación de luchas
internas y enfrentamientos entre las diversas fuerzas de base que compusieron en sus
orígenes a la coalición peronista: el sector laboral-sindical y el renovador-político.

Dichos enfrentamientos fueron “motorizados por las divisiones originales pero


también por las rivalidades provinciales y la lucha por cargos” (Mackinnon, 2002, Pág.,
121). Por ende, la disputa quedo planteada en torno a la distribución del poder y de los
recursos al interior del partido, como así también en torno al diseño del formato
organizativo57.

Sin embargo, gracias a mecanismos alternativos de transacción, como ser la


representación por cuotas en las listas electorales y partidarias, de ambos sectores, y
más tarde, en 1950, la separación de la organización en ramas, se logro encauzar dichos
puntos de inflexión, legitimando y administrando las diferencias ( Mackinnon, 2002).

El año 1989 constituye un hito en nuestra historia, ya que se consolida un


formato bipartidista de competencia, donde se alternan dos partidos en el poder a través

56
Siguiendo el planteo de Grossi y Gritti (1989, Pág. 52) “el sistema a doble partido con intención
dominante es un sistema con un formato bipolar en el cual los partidos en competencia reclaman para si la
representación de las mayorías nacionales y operan con la lógica de partido dominante”. El mismo “puede
transformarse según cualquiera de las tipologías propuestas por Sartori, aunque el resultado mas probable
(especialmente en un sistema presidencialista) es el bipartidismo o el sistema predominante”. En síntesis,
a partir de 1949, este sistema de doble partido tiende a comportarse como uno de partido predominante
como fuerte tendencia a la hegemonía.
57
“El problema era como alcanzar la tan necesaria estabilidad organizativa en un partido cuyos
integrantes, con sus distintos orígenes sociales y diversas experiencias políticas, no solo se miraban con
profunda desconfianza y hostilidad, sino que también tenían visiones muy diferentes sobre la forma que
debía adoptar la organización partidaria” ( Mackinnon, 2002, Pág. 119)

29
de elecciones libres y competitivas, es decir sin proscripciones. Las distancias
ideológicas se acortan, moderándose el sistema y perdiendo así su condición de
polarizado.

En paralelo a la creciente despolarizacion resultante de la fuerte disminución de


los votos obtenidos por la UCR y de la alta volatilidad del mismo 58, Adrogue sugiere
que para esta época, se comienzan a incluir nuevos actores partidarios a la competencia
política, y permanecen o se fortalecen fuerzas políticas a nivel distrital o provincial. Lo
cual lleva a generar una tensión entre la fragmentación de la vida política regional, y el
bipartidismo –aunque moderado- a nivel nacional, dominado por el PJ y la UCR.
(Adrogue, 1995).

Abal Medina & Cao (2002), señalan que la estructura de competencia se


trasforma en una “abierta e impredecible (Abal Medina & Cao, 2002, Pág. 177), ya que
ningún actor político tiene asegurado el lugar que ocupará tras la elección. Es aquí,
donde las opciones se disputan el centro, (ya que ideológicamente se acercan),
posibilitando una alternancia real y efectiva.

De este modo, este formato logra poner fin al de partido dominante que venia
gestándose desde la aparición del peronismo en la esfera pública, allá por 1946, y a su
vez, impide el surgimiento de otra fuerza que busque disputarle a los partidos
mayoritarios su predominio a nivel nacional.

Haciendo memoria, tras el desgaste del gobierno radical, tanto el PJ como


algunos partidos provinciales, vieron incrementado el número de votantes 59. Sin
embargo y a pesar de que se geste esta tendencia decreciente en la polarización del voto,
la misma “continuo siendo lo suficientemente alta como para que ningún otro partido
cuente con perspectivas razonables de acceder a la presidencia”, (De Riz & Adrogue,
1990, Pág.246).

Es por ello que Adrogue señala que “la fragmentación de la vida política a nivel
provincial y el bipartidismo nacional no han significado ingobernabilidad o fragilidad
del sistema en su conjunto” es decir, que la misma fragmentación no ha “afectado la
estabilidad del sistema de partidos, por lo que ambas realidades podrían seguir
coexistiendo en forma paralela” (Adrogue, 1995).

En tanto, la competencia (y a diferencia de los años cuarenta) giró en torno a


“cuestiones”, (dificultando establecer un clivaje ideológico) y luego en torno “a los
candidatos”. De esta manera los electores otorgan su voto ya no más en función de
identidades partidarias o programas.

58
La clara declinación del potencial político de la UCR, la perdida de su rol de oposición y la
consecuente división del voto opositor hacia otras fuerzas políticas, se vio acompañado por un leve
incremento del potencial y de la performance del PJ (De Riz & Adrogue, 1990, Zelaznik & Rovner,
1995). Es así, que el radicalismo vio reducido su margen de maniobra al “no poder canalizar el voto de la
oposición al gobierno”. ( Zelaznik & Rovener, 1995, Pág. 209)
59
Pensemos que al poseer ambos partidos mayoritarios, ideologías difusas y ubicarse en el centro del
espectro ideológico, comparten gran parte del electorado, lo que hace que una gran porción del mismo
pueda cuestionar la mala gestión de gobierno y castigue al partido, votando a la oposición, sea este el PJ o
terceras fuerzas.

30
Paralelamente, y en tanto a la competencia intrapartidaria del PJ en la década del
`90, esta posee rasgos característicos como ser la posibilidad de poder escindirse y
conformar un nuevo partido político sin renunciar al peronismo como identidad 60
(Mustapic, 2000a). En palabras de Mustapic, “el Justicialismo admite, entonces, la
posibilidad de reformular los términos de la competencia”. (Mustapic, 2000a, Pág. 21),
transformándose el propio partido, en un espacio más para la competencia. De este
modo la sub-unidades que componen al partido, poseen altos grados de autonomía,
permitiendo la creación de líneas internas con poder y recursos, que contribuyen a la
supervivencia de la organización.

Queda así demostrado que la escisiones al interior del PJ (sea ésta en ramas o en
sub-unidades) son funcionales a la reconversión y conservación del partido en la arena
electoral y también gubernamental. Claramente, el líder es determinante a la hora de
soldar las líneas de fractura.

Conclusión
En conclusión, este estudio constituye una primera aproximación en la
búsqueda por resolver mi hipótesis de trabajo, a partir de la sistematización de la
información acerca de lo que las leyes prescribían para la participación efectiva de la
mujer en la esfera política.

De este modo, he avanzado tímidamente en la suposición que guía la


investigación, demostrando que la decisión del PJ de incluir a las mujeres en ambas
gestiones responde, más a una estrategia para consolidar o ampliar la base electoral del
partido, o bien para garantizar la supervivencia en contextos de alta competitividad, de
volatilidad o contextos donde existían dificultades para consolidar a las organizaciones
en base a criterios estrictamente ideológicos61. Es así, que la incorporación de la mujer,
se vincula menos a una cuestión programática o simbólica del ideario peronista y más a
una estrategia pragmática y presidencial.

Como hemos constatado, las mujeres de nuestro país traen consigo una historia
de exclusión y marginación de la arena político institucional.

A pesar de ello, en el año 1947 se le abre paso a la mujer en la hasta el momento,


restingada esfera pública, mediante la sanción de la ley de sufragio femenino (13.010).
Como pudimos observar, el hecho significó una estratégica ampliación de la base
electoral para las posteriores elecciones de 1951- donde se jugaba la reelección de Perón
y la supervivencia del partido en el poder-, ya que determinados factores ambientales
contribuían a que la mayoría de las mujeres optaran por éste último candidato.
(Pensemos que la sanción de la ley era sinónimo de que la mayoría de los votos
femeninos se volcaran a favor del peronismo ya que era el partido que motorizaba
realmente la causa).

60
Se evita que la escisión sea penalizada, para un posible retorno del candidato al partido ante un
potencial éxito electoral. De esta formar se suma o acumula apoyos. ( Mustapic, 2000)

61
Ver Gervasoni, Carlos (1998), “Del Distribucionismo al Neoliberalismo: los Cambios en la Coalición
Electoral Peronista Durante el Gobierno de Menem”. Latin American Studies Association. Chicago.
September 24-26

31
Es así, que la incorporación femenina y la creación de una rama particular para
aglutinar al sector, significaron una nueva distribución del poder político (favoreciendo
y fortaleciendo el liderazgo de Perón y Evita). Además, representó una nueva estrategia
electoral que le permitía al partido hacerse de la hegemonía, siendo en aquel momento
la única opción viable y posible, al quedar la oposición relegada a un segundo plano por
no poseer los recursos necesarios para competir en igualdad de condiciones.

Durante varias décadas, y a pesar de haber conquistado el derecho político más


elemental y trascendente para el género, como ser la posibilidad de emitir su voto, las
mujeres no lograron integrarse efectivamente –como miembros legítimos elegidos
soberanamente- en las instituciones representativas. De hecho, en un lapso de tiempo
bastante prolongado y tras la sucesión de diferentes gobiernos, de color político
opuestos al peronismo, algunos democráticos y otros autoritarios; no hubieron avances
contundentes en tanto la incorporación femenina.

No obstante ello y a partir del proceso de redemocratización iniciado en la


década de los ´80, las mujeres comenzaron a reclamar y a luchar por medidas que
permitiesen dar fin o bien neutralizar las desventajas y diferencias que se erigían en la
arena competitiva.

Sin embargo, podemos asegurar que las instituciones representativas continúan


siendo hoy en día, trincheras donde imperan los códigos, las lógicas, las dinámicas y
las maniobras masculinas, lo cual indicaría que en la realidad no han sido superados los
estereotipos que asocian a la mujer al hogar y al cuidado de los hijos 62.

En tal sentido, podemos apreciar fielmente, la “creencia popular” en que la


mujer posee una competencia política menor, para ocupar cargos públicos de manera
eficiente y eficaz en las diferentes instituciones. De ahí deviene la “necesidad”,
(amparada bajo pretextos inocuos), de determinados actores de seguir excluyéndolas.

En el año 1991, ante un nuevo panorama político más moderado, y signado por
una creciente despolarización y una alta volatilidad, se realiza la reforma a la legislación
electoral y se sanciona la Ley de Cupo Femenino -24.012 –. La misma implicaba que el
conjunto de partidos políticos se vea obligado a incorporar mujeres en sus listas
electorales “en un mínimo del 30% de los candidatos a los cargos a elegir y en
proporciones con posibilidad de resultar electas”63; de esta manera la Argentina se
transformó en el primer país del mundo que adoptó una cuota mínima de candidaturas
legislativas para el sexo femenino, intentado poner fin y reconociendo la necesidad de
superar los déficit estructurales que atravesaban a las mujeres a la hora de competir por
un puesto.

62
A pesar de que hoy en día muchas de las mujeres que posen una banca en las cámaras, poseen elevados
niveles educativos y amplias trayectorias en la participación política en las arenas de socialización
política.
63
En un principio, esta norma solamente se aplicó para las listas de candidatos a diputados nacionales,
dada la elección indirecta de los senadores. Sin embargo, en el año 2001, la ley de Cupo comenzó a
aplicarse a las candidaturas también de la Cámara Alta, ante el cambio en la forma de elegir a los
Senadores: de indirecta a directa.

32
Por lo tanto, a lo largo de este trabajo de investigación, consideramos a la ley de
voto femenino y a las cuotas, como políticas de acción afirmativa y a su vez como
estrategias en manos del PJ, cuyos objetivos eran: delimitar modestamente el
predominio histórico y político del hombre moderno (dando, de este modo, fin a los
obstáculos que se erigían en contra de la mujer); y contribuir a la supervivencia de la
organización.

A pesar del reconocimiento explicito y normativo que implicó la sanción de


ambas leyes en términos de la igualdad de condiciones, en la praxis, el déficit todavía
no está superado ni resuelto, ya que muchas veces las mujeres no pueden hacer uso de
su derecho a sufragar al no tener los medios económicos para acceder al recinto donde
se lleva a cabo la votación, no poseer los niveles mínimos de instrucción, o simplemente
“no tener con quien dejar a sus hijos”. Paralelamente tampoco en nuestro país existe un
efectivo acceso a los puestos decisionales de los ámbitos institucionales y por ende, al
ejercicio real del poder en condiciones de libertad e igualdad.

Es habitual que a la hora de seleccionar a los candidatos que ocuparán un lugar


en las lista partidarias, sean los hombres más importantes del partido, en nuestro caso
los que se hacían del poder Ejecutivos: Perón y Menem, quienes negocien y decidan las
candidaturas, pues la incorporación de la mujer significaba para los mismos, un desafío
político a resolver: la potencial perdida de determinados lugares claves en las listas y en
el Parlamento.

De este modo, gracias a los recursos políticos e institucionales, y a la baja


institucionalización del partido, ambos líderes concentraban y centralizaban el poder
de decisión, contando con amplios márgenes para persuadir, presionar y negociar, como
así también para moldear los procesos de selección y de decisión.

Por lo tanto, el nivel de participación y de injerencia de las mujeres en la toma


de decisión es muy limitado, o más bien nulo, ya que supone ser más estratégico
gubernamentalmente (ante la necesidad de mantener los niveles de autoridad, de
disciplina, de liderazgo y de poder), que sean los hombres (fieles a la organización)
quienes tengan a cargo la banca o alguna mujer que tenga un fuerte lazo con algún
hombre importante del partido.

De hecho, pudimos inferir, mediante el análisis de datos, que una proporción


considerable de las representantes mujeres poseían algún familiar que ejerció o ejerce
algún cargo público y/o partidario. Por lo tanto, nos animamos a señalar la importancia
y la influencia de las relaciones de las parlamentarias con su entorno familiar a la hora
de postularse, de conservar el poder partidario y de apoyar ciertas políticas “arbitrarias”
de gobierno.

“Muchas veces el cupo se utiliza para que [las candidatas] sean las parientes de,
las mujeres de, las novias, las esposas, las primas, y no realmente por la capacidad que
tiene que tener la mujer” (PNUD, 2008, Pág. 155). Por ende, varias mujeres
parlamentarias tienen una posición podríamos denominarla, “machista” y muy pocas
veces, presentaron proyectos “feministas” o a favor a los de los derechos de las mujeres.

Serán entonces las relaciones familiares un factor condicionante y determinante


para que ciertas mujeres se dediquen a la política así como también para que mantengan

33
el poder en “ buenas manos”, ya que como pudimos observar mediante las entrevistas
realizadas, la incorporación de ciertas mujeres gracias al cupo femenino, posiciona y
aumenta el poder de algunos lideres partidarios tradicionales.

Finalmente, debemos considerar que a pesar de que ambas legislaciones queden


habitualmente relacionadas con el Partido Justicialista, constituyendo un aspecto más de
la liturgia peronista, según nuestro punto de vista, las leyes exceden la mera cuestión
programática y forman parte de una serie de decisiones convenientes y redituables al
partido de gobierno.

Es así, que como pudimos constatar, existen determinados factores políticos que
deben ser tenidos en cuenta al describir y explicar el proceso de incorporación de la
mujer, ya que son relevantes a la hora de que los líderes evalúen y tomen posteriormente
una decisión política de tal envergadura.

Tras la exposición de estos resultados espero poder completar la investigación


que en este artículo simplemente he esbozado, y avanzar luego en la línea de
interrogantes y planteos que he trazado hasta aquí, con el objetivo de poder realizar un
estudio más abarcativo y sustancioso sobre el fenómeno de la incorporación de la mujer
en la política.

Es por ello, que como buenos politólogos, no debemos quedarnos en la “minoría


de edad” y contentarnos con lo que nuestros ojos ven (y muchas veces quieren o nos
imponen ver), sino ir más allá; siendo el cuestionamiento, la deliberación, el debate y la
reflexión, el camino correcto para poder develar que es lo que se esconde tras el velo.

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Informe especial para la Sra. Senadora Ada Maza, sobre la reforma electoral en la
provincia de La Rioja. “Hacia una mayor participación de la mujer en la representación
legislativa de la provincia”.

Carta Orgánica.
Partido Justicialista
Partido Peronista Femenino

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 http://www.idea.int/publications/wip/upload/chapter_03a-CS-Argentina.pdf

40
Anexo
Legislación

Ley 13.010
Ley del voto femenino.

Art. 1 - Las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a
las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos.

Art. 2 - Las mujeres extranjeras residentes en el país tendrán los mismos derechos
políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las
leyes a los varones extranjeros, en caso de que éstos tuvieran tales derechos políticos.

Art. 3 - Para la mujer regirá la misma ley electoral que para el hombre, debiéndosele dar
su libreta cívica correspondiente como documento de identidad indispensable para todos
los actos cívicos y electorales.

Art. 4 - El Poder Ejecutivo, dentro de los dieciocho meses de la promulgación de la


presente ley, procederá a empadronar, confeccionar e imprimir el padrón femenino de la
Nación en la misma forma en que se ha hecho el padrón de varones. El Poder Ejecutivo
podrá ampliar este plazo en seis meses más.

Art. 5 - No se aplicarán a las mujeres las disposiciones ni sanciones de carácter militar


contenidas en la Ley 11.386. La mujer que no cumpla con la obligación de enrolarse en
los plazos establecidos estará sujeta a una multa de cincuenta pesos moneda nacional o a
la pena de quince días de arresto en su domicilio, sin perjuicio de su inscripción en el
respectivo registro.

Art. 6 - El gasto que ocasione el cumplimiento de la presente ley se hará de rentas


generales, con imputación a la misma.

Art. 7 - Comuníquese al Poder Ejecutivo.

Reforma de la Ley

En el año 1948 fue modificado el artículo 4°, que sufrió el siguiente agregado: "Con la
sola excepción de que en la impresión del padrón femenino no se consignará el año de
nacimiento".

Ley 24.012 y decreto reglamentario 379/93


Ley de cupo.

Código Electoral Nacional - Sustitución del art.60 del dec 2135/83

41
Sanción: 6 de Noviembre de 1991

Promulgación: 29 de noviembre de 1991

Publicación: BO 3/12/91

Citas legales: Ley 23247 XLV-D 3531; Ley 23476: XLVII-A, 109;d 2135/83: XLIIIC,
2815

Art.1º - Sustituyese el art. 60 del dec. 2135/83 del 18 de agosto de 1983, con las
modificaciones introducidas por las leyes 23247 y 23476, por el siguiente:

Art. 60 Registro de los candidatos y pedido de oficialización de listas. Desde la


Publicación de la convocatoria y hasta 50 días anteriores a la elección, los partidos
registrarán ante el juez electoral la lista de los candidatos públicamente proclamados,
quienes deberán reunir las condiciones propias del cargo para el cual se postulan y no
estar comprendidos en alguna de las inhabilidades legales.

Las listas que se presenten deberán tener mujeres en un mínimo del 30% de los
candidatos a los cargos a elegir y en proporciones con posibilidad de resultar electas. No
será oficializada ninguna lista que no cumpla estos requisitos.

Los partidos presentarán juntamente con el pedido de oficialización de listas datos de


filiación completos de sus candidatos y el último domicilio electoral. Podrán figurar en
las listas con el nombre con el cual son conocidos, siempre que la variación del mismo
no sea excesiva ni dé lugar a confusión a criterio del juez.

Art.2º Comuníquese etc.

Visto la ley 24012 y Considerando:

Que la citada Ley estatuye la participación efectiva de la mujer en las listas de


candidatos a cargos electivos que representan los Partidos Políticos, obligatoriedad que
llega hasta la prohibición de oficialización de listas que no contemplen el porcentaje
mínimo exigido por la Ley.

Que la misma es de aplicación para la presentación de listas de candidatos a cargos


electivos nacionales y de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.

Que la finalidad de la Ley es lograr la integración efectiva de la mujer en la actividad


política, evitando su postergación al no incluirse candidatos femeninos entre los
candidatos con expectativa de resultar electos.
Que se hace necesario por vía de la reglamentación unificar los criterios generales en la
aplicación de la norma citada en el Visto a fin de dar un tratamiento homogéneo al tema
en todos los Partidos Políticos evitando así posteriores impugnaciones partidarias o
judiciales.

Que el presente se dicta en uso de las atribuciones conferidas en el Artículo 86 inciso 2)


de la Constitución Nacional.

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EL PRESIDENTE DE LA NACION ARGENTINA DECRETA

Artículo 1º: El ámbito de aplicación de la Ley 24012 abarcará la totalidad de los cargos
electivos de parlamentarios nacionales y en la Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires de Concejales y Consejeros Vecinales.

Artículo 2º: El TREINTA POR CIENTO (30%) de los cargos a integrarse por mujeres,
según lo prescrito por la ley 24012, debe interpretarse como una cantidad mínima. En
los casos en que la aplicación matemática de este porcentaje determinara fracciones
menores a la unidad, el concepto de cantidad mínima se regirá por la tabla que como
Anexo A integra el presente decreto.

Artículo 3º: El porcentaje mínimo requerido por el Artículo 1º de la Ley 24012 se


considerará cumplido cuando dicho porcentaje alcance a la totalidad de candidatos de la
lista respectiva, incluyendo los que cada Partido Político, Confederación o Alianza
transitoria renueve.

Artículo 4º: Cuando algún Partido Político, Confederación o Alianza Transitoria se


presentara por primera vez, renovara un candidato o no renovara candidatos se tomará
en cuenta, a los fines de lo establecido en el Artículo anterior, que la cantidad de cargos
es igual a uno. En este caso será indiferente colocar en el primer puesto a mujer o
varón, pero en los siguientes lugares de la lista se incluirán regularmente UNA (1)
mujer por cada DOS (2) varones hasta que se cubra el porcentaje mínimo que exige la
Ley 24012 dentro del número total de cargos.

Artículo 5º: En el caso en que el Partido Político, Confederación o Alianza Transitoria


renueven dos cargos, al menos uno de los candidatos propuestos debe ser mujer.

Artículo 6°: Las Confederaciones o Alianzas Transitorias deberán ajustarse a lo


establecido en los Artículos precedentes, garantizando la representación del Treinta Por
Ciento (30%) de mujeres en la lista oficializada, con independencia de su filiación
partidaria y con los mismos requisitos establecidos por los Partidos Políticos, sin
excepción alguna.

Artículo 7º: Los Partidos Políticos, Confederaciones y fusiones tanto de distrito como el
orden nacional deberán adecuar sus respectivas normas internas para posibilitar la plena
vigencia del régimen establecido en la Ley 24.024 antes de la elección de renovación
legislativa de 1993.

Artículo 8º: Si por el procedimiento del Artículo 61 del decreto Nº 2135 del 18 de
agosto de 1983 modificado por las Leyes 23247, 23476 y 24012 el Juez con
competencia electoral determinara, que algunas de las candidatas que componen el
mínimo exigido del TREINTA POR CIENTO (30%) no reúnen las calidades exigidas
por la Ley, el Partido Político, Confederación o Alianza Transitoria deberá proceder a
su sustitución en el término de cuarenta y ocho horas (48hs).

Artículo 9º: Regístrese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y
archívese.

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