Sie sind auf Seite 1von 4

Citas de Vivencia y convivencia: Teoría social para una era de la información, de Alberto

Melucci, 2001, Editorial Trotta


Selección de textos: Hacerse personas, Diferencia y solidaridad, Puntos de vista,
Inclusión/Exclusión; Sistemas y actores, El lugar del individuo, Identidad y ambivalencia; La
identidad como problema, Fronteras y permanencia, Narrar para existir; Identidad étnica y
cultural, La identidad como problema; Ritmos interiores, ritmos sociales, Metamorfosis y
fronteras; La dificultosa búsqueda de la identidad: los ritos de paso, La construcción de la
experiencia y el problema del tiempo

Capítulo: Hacerse personas Nuevas fronteras para la identidad y la ciudadanía en una


sociedad planetaria
* Hacerse personas (pág. 43): “Hoy en día nos hallamos frente a una crisis del concepto
moderno de individuo y, al mismo tiempo, ante la aparición y el desarrollo de demandas y
necesidades que tienen que ver con la realización de la individualidad. Este proceso se hace
visible precisamente en el momento en que los individuos adquieren los recursos suficientes
para pensarse como individuos y actuar en cuanto tales, es decir, cuando son capaces de
construir su identidad como algo que ya no les viene dado y, sobre todo, no les viene dado de
una vez para siempre, sino que depende de las potencialidades de las que cada persona puede
sentirse responsable. […] Esta disponibilidad de recursos de autorrealización genera
demandas difusas que ponen en juego el deseo y la capacidad de cada persona para ser
aquello que él o ella desea y puede ser”
“El individuo moderno es todavía una entidad sustancial dotada de una esencia, con un núcleo
metafísico al que referirse y contra el que luchar para liberarse de las cadenas de la tradición.
[…] Se afirman como individuos en la lucha prometeica contra las fuerzas oscuras de la
naturaleza para subyugarlas bajo el poder de la razón y de la tecnología, así como contra el
orden social y sus reglas tradicionales” (pág. 44)
“El individuo es una potencialidad que se construye; es utilización e inversión continua de
capacidad y de recursos. […] Este individuo-como-proceso, que trabaja constantemente por
construirse a sí mismo, debe no obstante salvaguardar sus límites y preservar sus raíces
biológicas y sociales. Es, pues, un individuo que debe tomar en cuenta no sólo su
autorrealización, sino también los confines de su acción; debe responder constantemente a la
pregunta ‘¿quién soy yo?’, situándose al mismo tiempo en un ecosistema y en un sistema de
relaciones sociales que ya no existen con independencia de su acción.” (pág. 44)
“En el nivel sistémico los individuos tienen a su disposición potencialidades de
autorrealización que no son comparables con las de ninguna sociedad precedente: disponen
de oportunidades que desarrollan sus capacidades cognitivas y comunicativas mediante los
procesos de producción y circulación de las informaciones; la extensión de los derechos
civiles ensancha la esfera de la libertad personal y el ejercicio de decisiones voluntarias; la
libertad de elección en las relaciones afectivas permite a cada uno establecer vínculos que
dependen sólo de la elección individual; la riqueza de posibilidades que se abren en la vida
asociativa permite a los individuos participar libremente en numerosas redes de relaciones,
etc.” (págs. 44-45)
“Todos estos procesos abren un amplio campo de acción donde todo individuo puede
desarrollar potencialidades, efectuar elecciones, realizar su propia individualidad.” (pág. 45)
“Parece que los sistemas contemporáneos contienen un impulso muy fuerte hacia la
autonomía de los individuos y, al mismo tiempo, tendencias hacia la masificación de los
procesos sociales basados en la exclusión, la despersonalización, la manipulación de la
información, el consumo estandarizado, el conformismo y la apatía. Estas son en realidad las
dos caras contradictorias de un mismo proceso: en sociedades con alta diferenciación y
basadas en la información, resulta cada vez más complicado asegurar la integración y el
control, las fuerzas centrífugas son poderosas, los riesgos de fragmentación y el potencial de
conflicto, muy altos.” (págs. 45-46)
“[…] No existe ya aquella pertenencia obvia y natural provista de frenos sociales estables. En
su lugar, sale a relucir la capacidad individual de reconocerse activamente como parte de una
identidad común y, por ello, la posibilidad de actuar de modo autónomo y en-relación para
construir tal identidad y para contribuir a la co-existencia humana.” (pág. 46)
* Diferencia y solidaridad (pág. 46): “En los últimos años han emergido diferentes formas de
identidad postmoderna y postnacional. Pueden verse como respuestas a una búsqueda de
sentido en sociedades que ya no son capaces de suministrar formas de afiliación o pertenencia
y de identificación que respondan a las necesidades de autorrealización de los individuos y de
los grupos, a sus exigencias de interacción comunicativa y de reconocimiento. La diferencia ha
llegado a ser una clave fundamental tanto en las relaciones interpersonales como en la
sociedad en su conjunto. La cuestión que se plantea es cómo pueden preservarse la
comunicación y la solidaridad cuando la identidad se basa en diferencias irreducibles” (pág.
46)
“Cuanto más se expande el espacio de la experiencia social, mas se multiplican los
significados, más se diferencian los valores y más proliferan los sistemas de reglas. No hay ya
un único cuadro de referencia para los miembros de una sociedad, de una organización, de un
grupo o incluso de una familia. Asistimos a la pluralización del sentido y a la vez a la
multiplicación de las afiliaciones. Los individuos son miembros de diferentes sistemas y en
cada uno de ellos despliegan solo una parte de su identidad. Finalmente, el ámbito en el que
actúan […] es inestable y los individuos se enfrentan constantemente a la incertidumbre.”
(págs. 46-47)
“En una sociedad diferenciada los individuos son miembros, ciudadanos y personas: a través
de estas diferentes modalidades de afiliación, los individuos contemporáneos actúan en los
confines de diversos sistemas y tienen necesidad creciente de identidades permeables que les
permitan transitar a través de las distintas regiones de significado y de los diversos marcos
institucionales” (pág. 47.)
“[La visión de la sociedad, con sus valores y fines compartidos, como una máquina] ya no es
verdad hoy, si es que alguna vez lo fue: si el tejido social está compuesto por una red de
relaciones diferenciadas y por una pluralidad de intereses, el logro de la unidad solo puede ser
el resultado de intercambios, de comunicaciones y de mediaciones” (pág. 47)
“El hecho de vivir con la diferencia alberga un potencial intrínsecamente ambivalente: está,
por un lado, el riesgo de la entropía, desde el momento en que la explosión de las diferencias
puede llevar a la desintegración, a la pérdida de los vínculos fundamentales que permiten la
solidaridad y la búsqueda de fines comunes. Pero, por otro lado, las diferencias tienen
también un enorme potencial dinámico porque generan aquellas sinergias, aquellas
conexiones que en un mundo homogéneo no eran posibles. Una sociedad planetaria debe
tomar en cuenta la diversidad, dado que ya no puede basarse en un funcionamiento
automático y predecible […] El vínculo social depende de cómo logremos hacerlo existir y de
cómo lo cultivemos constantemente” (pág. 47)
“[…] Ya no hay inevitabilidad en los resultados que se pueden lograr, porque son cada vez más
el fruto de procesos que nosotros mismos activamos. Se hace necesaria una constante
capacidad de negociación, y debemos ser capaces de revisar las reglas que establecemos
consensualmente. Los vínculos sociales son cada vez más el resultado de los pactos que
seamos capaces de estipular” (pág. 48)
“[…] Hoy en día los modelos culturales de las sociedades centrales se imponen como códigos
universales de comportamiento y comunicación. Tienden a borrar las diferencias culturales y
a eliminar la misma posibilidad de comunicar, algo que siempre requiere igualdad, pero
también diversidad. […] Efectivamente, en la sociedad de la comunicación global los
individuos y los grupos exigen el derecho a ser diferentes y se resisten a la absorción de sus
diversidades dentro de los modelos dominantes. De esta resistencia nacen nuevos y
dramáticos retos respecto a la posibilidad misma de hallar un fundamento común para el vivir
social.” (pág. 48)
“Los estados-nación han visto cómo se ponía progresivamente en cuestión su autoridad: por
arriba, la interdependencia planetaria y la emergencia de fuerzas políticas y económicas
transnacionales han desplazado los verdaderos centros de decisión fuera de los confines del
estado; por abajo, la multiplicación de centros autónomos de decisión […] ha hecho que la
sociedad adquiera el poder del que no había disfrutado durante el desarrollo de los estados
modernos. Tras los problemas planteados por los conflictos étnicos y nacionales comparece
una llamada, todavía confusa, para que la sociedad asuma el poder de decidir sobre su
existencia y de controlar su desarrollo. Esto requiere que se establezca un nuevo cuadro de
relaciones entre los varios componentes de una realidad planetaria (grupos, intereses,
culturas, naciones).” (págs. 48-49)
“Pero si el impulso más relevante en los sistemas complejos es el de la autorrealización y la
afirmación de las diferencias, podemos preguntarnos qué es lo que asegura el mantenimiento
del vínculo social y de la solidaridad, qué es lo que todavía nos permite reconocernos
colectivamente y sentir que pertenecemos a una entidad más amplia, comoquiera que la
definamos.” (pág. 49)
“Si el vínculo social es cada vez más objeto de elección y de decisión, ¿en qué se basa y qué nos
asegura su persistencia en el tiempo, más allá de la afirmación de las diferencias y de la
emergencia de conflictos? Aquí podemos referirnos a la solidaridad […] en términos de
igualdad y diferencia. En el primer caso el vínculo social se basa en el reconocimiento de
aquello que es compartido, de aquello que permite el reflejo de sí en el otro. En el segundo
caso el vínculo se funda en la diferencia, es decir, en la capacidad de reconocer en el otro
aquello de lo que carecemos y que es necesario para nuestra plenitud” (págs. 49-50)

Das könnte Ihnen auch gefallen