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Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Traducido por Lucach

Capítulo 1
Bastien Smith sabía que había sido pillado. Por su propia Madre nada menos. La única cosa que
podía hacerlo soportable era si Sage había sido pillado, también.

—Dime que no sabías, —le dijo a su joven hermano con los dientes apretados, ambos apoyados en
la pared cerca de la puerta y un escape que no podían hacer.

Estrechado los ojos, Sage se cruzó de brazos. — ¿Me estás acusando de romper el código de
hermanos?

Bastien se pasó una mano por el pelo, las hebras de color rojo oscuro, sin duda, un desastre ahora.
—Lo siento. —Sólo lo correcto, se disculpó después de sospechar de Sage de algo tan atroz,
incluso si era el resultado de la frustración por pura agotamiento—. Mamá me dijo que necesitaba
ayuda para reordenar.

—Técnicamente lo hizo. —Sage asintió con la cabeza hacia la pesada mesa del comedor que su
madre les había pedido a los dos que cambiaran de lugar en la gran sala de estar de la casa donde
ambos habían crecido. Lograba, un montón de espacio a su alrededor para que los huéspedes de
su madre se mezclaran, sólo porque Bastien y Sage habían transportado primero el mobiliario
habitual de la sala de estar a otras habitaciones de la casa. No habían tomado mucho tiempo, los
dos felices de ayudar a su mamá a prepararse para el "almuerzo del club de libro " que había
estado esperando toda la semana.

Lo que había olvidado mencionar era que todas sus amigas del club de libro venían junto con sus
hijas núbiles, sobrinas, vecinas, y cualquier otra hembra joven casual que pudieran cazarles en
este ejercicio atroz.

Normalmente, Bastien hubiera gruñido, y se lo habría aguantado. Amaba a su madre, nunca le


lastimaría. Pero normalmente no estaba sin dormir dos semanas completas… porque no quería a
cualquier mujer. Él quería la suya, la mujer que sabía en sus entrañas que era su compañera, pero
que, en contra de todas las leyes conocidas de apareamiento cambiante, no podía encontrar.

Había saboreado por primera vez el olor de su esquiva amante en una calle del barrio chino hacia
catorce días, ocho horas y diecisiete minutos, el olor encendió una posesividad en él que era tan
feroz como alegre. Sí, había pensado, sí, y se volvió para seguir el olor que le hablaba en una
manera como nada la había hecho alguna vez... sólo para que se disipara en una niebla intangible
incluso sus agudos sentidos cambiante no podía penetrar.

Negándose a creer que la había perdido, había pasado horas buscando por la zona, el día
desvaneciéndose en la media noche más oscura, hasta que finalmente había tenido que volver a
casa con las manos vacías, su alma anhelando su toque. El leopardo dentro de su piel le había
arañado manteniéndole despierto sólo horas más tarde, seguro de que estaba un poco más allá
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de su alcance, lastimado y sufriendo. Desgarrado con la idea de que no estaba allí cuando su
compañera lo necesitaba, había ido de inmediato otra vez. El amanecer había llegado como una
mancha de luz que fue creciendo más brillante, trayendo consigo cientos de personas de todo
tamaño y forma y color, pero no a ella.

El resto del mundo podría estar en las garras de un tenso silencio mientras esperaban para ver si el
día del cambio histórico en la vida de los psi, la raza psíquica que comparte el planeta con los
cambiantes y los seres humanos, podría volcarse en nueva violencia, pero a Bastien sólo se
preocupaba por encontrarla.

Había repetido el patrón de esa primera noche todas las noches, ya que, rondando las calles vacías
y brumosas de la ciudad en su forma de leopardo mucho después de que los otros residentes
buscaran sus camas. Había descartado miles de senderos, percibió innumerables secretos, y tres o
cuatro veces, había cazado el salvaje, dulce, absolutamente único y tan embriagador aroma que
era suyo, pero nunca duraba. No como una esencia debería durar. Se desvanecía abruptamente
imposible en medio de un camino angosto entre los edificios, o en la mitad de un tramo de
escaleras; lugares en los que no podía haber ido a ninguna parte a menos que tuviera alas.

La idea de que podría ser un Cambiante aéreo, tal vez parte del ala halcón con el que la manada de
Bastien tenía una alianza, hubiera sido una respuesta que le hubiera dado una forma de
encontrarla, pero había un matiz felino a su olor que dijo estaba acechando una compañera
cambiante felina.

Alguien que estaba allí un instante, al siguiente desaparecía.

Siempre cuando el olor cambiante desaparecía, él atrapaba uno más suave por debajo que
también despertada sus instintos más primarios. A pesar de que sabía que un hombre Cambiante
no podía tener esa clase de reacción visceral a dos mujeres distintas, hubiera seguido ese olor,
también sólo que era demasiado suave, demasiado fácil perderle entre los amargos olores de un
café y especias fuera de un restaurante, o los aromas abrumadores que brotaban de un salón de
belleza, la ciudad un caleidoscopio a sus sentidos.

De verdad, ambas esencias eran menos intensas de lo que deberían ser. La única razón por la que
podía seguir el felino un tiempo más era que tenía un borde mordazmente primordial para él que
lo destacaba aún en medio de los otros olores cambiantes en la ciudad.

Estaba empezando a llevarlo a la locura.

—Ni siquiera conseguí un bocado de los brownies. —La voz lúgubre de Sage interrumpió sus
pensamientos, la mirada de su hermano en la mesa gimiendo con la comida al otro lado de la
pared de la carne femenina—. Estaba a punto de tomar una cuando comenzaron a llegar, e intenté
salir corriendo por la puerta trasera.

Entonces lo intento Bastien. Sólo para ser detenido por la firme orden de su madre para quedarse.
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— ¿Por qué es esto —Bastien se cruzó de brazos, un reflejo de la postura de su hermano—. Que a
pesar de que estamos aquí ostensiblemente están eligiendo, esto se siente como un mercado de
carne de dos hombres?

Sage enseñó los dientes a una alta rubia humana que giró en su dirección, su cuerpo en ángulo de
invitación. Apresuradamente miró en otra dirección, y Sage sonrió... hasta que se encontró en el
extremo receptor de una mirada maternal patentada, el cuerpo menudo de Lia Smith tan rígida
como una general.

La sonrisa boba se marchito, se apartó de la pared, un Cambiante leopardo duro y grande, con su
cola entre las piernas metafóricamente.

—Mierda, tengo que ir a hacer las paces ahora, o bien podría decir adiós a saborear uno de los
brownies de mamá por siempre. —Con los hombros encorvados, le disparo una mirada suplicante
a Bastien—. No me abandones, hombre.

Bastien se convirtió en una roca, con los pies pegados al suelo y los brazos aún cruzados.

—Por supuesto que no. E incluso ni hablar del código de hermanos, —añadió cuando Sage parecía
como si fuera a abrir la boca—. Hubiera sufrido mucho más con ellas gracias.

Mientras observaba su hermano metió las manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros e irse
cabizbajo a unirse a la encantadora de masas, perfumada de mujeres que bien podrían haber sido
un estanque de tiburones voraces, Bastien luchó contra el impulso de simplemente empujar abrir
la puerta y salir. No importaba cuán brutalmente atrapado se sentía en este momento, sabía que
su madre sólo estaba tratando de ayudar, porque aunque no le había comentado nada, Lia Smith
conocía a sus hijos.

Había percibido claramente que no estaba contento, incluso hizo la conexión que tenía que ver
con su estado de soltería. ¿Cómo podía explicarle lo imposible a su mamá? Un varón cambiante
nunca perdía el olor de su compañera una vez que lo había capturado. Debería haber sido capaz
de acecharla a través del fuego, el granizo, la nieve y la lluvia, mucho menos por las calles de la
ciudad.

Cariño, —la mano de su madre en el brazo, el aroma de su familiar y del hogar—. Ven a la cocina.
Necesito que saques algunos vasos de la parte superior del gabinete.

La siguió sin discusión, evitando incluso el contacto de mirar a otras mujeres. Su leopardo estaba
no tenía ganas de ser tocado por ninguna de las mujeres pareja, pero a la única no la podía
encontrar; Bastien no estaba seguro de que fuera capaz de controlar el impulso de gruñir si una de
las mujeres en la sala se atrevía incluso a los privilegios de piel de menor importancia. Mejor
asegurarse de que la situación no se diera.
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—Sé cuáles son, —dijo una vez que él y su mamá habían alcanzado el agradecido vacío de la
cocina. Al abrir él fácilmente agarró el juego de repuesto su madre habría tenido que utilizar un
taburete para hacerlo.

—Gracias, bebé, —Bastien no protestó su tratamiento. Hace tiempo había aceptado el hecho de
que, sin importar su edad o madurez o la posición en la jerarquía de la manada, él siempre seria su
cachorro. Ahora, le tomó su rostro con las suaves manos, con los ojos buscándolo, el marrón de su
iris rodeado de un verde amarillo intenso cuando su leopardo salió a la superficie de su mente—.
Cometí un error hoy, ¿no?

Abrumado por una oleada de amor por la mujer que había besado un sin número de rodillas
raspadas por él cuando era niño, cerró sus manos sobre sus muñecas.

—No me hagas caso. Estoy de mal humor.

—No, —Enderezó el cuello de la camisa blanca que llevaba sobre los pantalones negros, había
teniendo la intención de ir a la oficina para ponerse al día en el trabajo después de ayudar a mover
los muebles—. Algo está mal, y lo he empeorado. Sé que no debo interferir. —un tono arrepentido
a su expresión—, pero los amo a todos tanto que no puedo evitarlo.

—Lo sé, —Nunca había cuestionado el amor de sus padres para él y sus hermanos, que ese amor
era la base sobre la que fue construida su vida. Era el por qué no había salido cuando Lia les
ordenó permanecer a él y Sage; herirla no haría que ni el animal ni el humano se sintieran bien.

—¿Quieres hablar de ello?

—No, todavía no. —La arrastró a un fuerte abrazo, rozando su leopardo contra su piel, similar a la
forma en que se había frotado contra el costado de Lia como cachorro cuando ambos habían
estado en sus formas de leopardo—. Tengo que controlar esto por mí mismo.

Apretándolo con feroz afecto, Lia retrocedió y apartó el pelo de la frente, Bastien inclinándose
instintivamente para hacerlo más fácil para ella.

—Vete, —susurró con una sonrisa de complicidad—, puedes escapar por la parte trasera.

—Oh bien, —dijo Vera Robbins desde la puerta de la cocina, habiendo aparecido justo cuando Lia
habló—. Me puedes dar un aventón, joven Bastien.

Bastien apenas se abstuvo de gemir. La anciana era vigorosa y enérgica con ciento veinte y cinco
años, una mujer notable por su calidez y sabiduría. También se deleitaba revelando el pasado de
Bastien como “terror de las chicas”.

Bastien no negaba que se había entregado a los privilegios de la piel con el entusiasmo en sus
primeros veinte años, pero también lo hacia la mayoría de los cambiantes leopardo de esa edad,
su sexualidad un aspecto integral de su naturaleza. Vera se sorprendió al escuchar que no había
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tomado una amante en ocho meses, y ahora la única amante que quería era una ilusión que no
podía rastrear.

—Encantado, —dijo, porque mientras no estaba seguro de poder controlar las burlas de Vera en
su actual estado mental, negarse simplemente no figura en las cartas. Era manada, una ex soldado
que había puesto su vida en peligro para proteger a esta manada más de una vez.

Vera se había ganado el derecho a exigir lo que diablos quisiera muy bien seria complacida. Dio un
beso de despedida a su mamá en la mejilla, acompañó a Vera al coche negro elegante que era
suyo y consiguió acomodarla antes de dar la vuelta para tomar el asiento del conductor.

—Qué bonito coche, —Vera acarició el suave cuero negro sintético de su asiento—. Aunque no es
lo que esperaría de un dominante joven y sano en su mejor momento. —Alzo una ceja—. Estaba
deseando un aventón en ese ciclo jet tuyo.

Sonriendo a pesar de sí mismo, se puso reluciente la belleza de su coche en la unidad vuelo


estacionario y lo guió en silencio fuera de la zona boscosa alrededor de la casa de sus padres en
medio del territorio DarkRiver de Yosemite. —Lo traeré la próxima semana, te llevaré a dar una
vuelta.

—Humph, —golpeó con su bastón en el suelo—. Pudiste como mínimo haberte asegurado que
este coche fuera rojo.

—Tengo suficiente rojo en mi vida, —dijo, refiriéndose a la oscura sombra de su pelo.

Eso hizo que la anciana cambiante lanzara hacia atrás la cabeza y reír, un sonido grande y abierto.
—Supongo que eres demasiado grande para caber en esos enérgicos coches deportivos.

Bastien se había sentado una sola vez; había durado exactamente dos segundos antes de que la
claustrofobia le hiciera tener ganas de rasgar la maldita cosa en pedazos con sus garras.

—Todo hombro y músculo, —dijo Vera antes de que pudiera responder—. Muslos fuertes,
también.

—¿Estás echándome los perros a mí, Vera?

—En tus sueños, joven Bastien, —Otra carcajada, antes de que lo pinchara en el brazo—. ¿Por qué
no te apareas o una amante de largo plazo? Los dos sabemos que no tienen problemas para atraer
a las mujeres.

La pregunta raspado contra sus entrañas. —¿Nadie respeta mi vida privada?

—Estás en una manada. Desde luego que no, —fue la respuesta rápida, una que no podía
discutir—. Ahora respóndeme. Tengo ciento veinticinco y no tengo tiempo para holgazanear.

—Nadie puede superar las pruebas de Mercy, —dijo, queriendo a Vera fuera del doloroso y
actualmente enloquecedor tema de apareamiento.
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—Esa hermana tuya tiene una buena cabeza sobre sus hombros, — Al darse cuenta que Vera
tiraba del chal sobre los hombros, despacio aumento el calor—. Entonces, —dijo la anciana un
momento después—, ella es sobre protectora, ¿verdad?

Bastien pensó en las infames “herramientas para despellejar gatitos” con la que Mercy había
ahuyentado a la última mujer que había estado viendo; convenciéndola tras la primera cita que
Bastien comía gatitos vivos para el desayuno. Incluso había puesto una "jaula de gatitos" en uno
de sus armarios, para mejor horrorizar a su cita. Bastien ya sabía que la mujer en cuestión no era
la más adecuada, por lo que el hecho de que había creído la historia ridícula de Mercy
sencillamente había sido el último clavo en el ataúd.

—Si es la chica adecuada, —dijo—. Eso no importara.

La sonrisa de Vera hizo que su rostro se arrugara con las líneas de una vida generosa y
completamente vivida. —Sí, —fue todo lo que dijo, antes de acomodarse en su asiento.

Una media hora más tarde; haber sido forzado a insultar a su pantera de un coche por mantenerla
a una velocidad de rastreo que evitaba que Vera lo amenazara con golpearlo con su bastón;
Bastien estacionado frente a una vivienda de un único piso no lejos de la casa de la sanadora de la
manada. Caminar alrededor abrir la puerta de Vera, no cometió el error de su ofrecer una mano
amiga.

La anciana le haría sangrar por el insulto.

Su nuca se erizó un segundo después, una salvaje, e intoxicante fragancia con un matiz más suave
haciendo que sus fosas nasales y su golpe de pulso contra su piel: su olor, todo esto, lo suave y
agudamente primigenio, no dos mujeres, sino una.

Demasiado aturdido; demasiado feliz; para preguntarse cómo o por qué el olor de su compañera
se había dividido en dos en las calles, el leopardo de Bastien se sentó, los músculos temblando y
con la cabeza inclinada en atención absoluta. Durante todo este tiempo, él había estado buscando
por la ciudad, pero estaba aquí.

La mano apretando en el borde de la puerta del coche, se volvió para mirar hacia atrás por el
camino. Un puñetazo golpeando al corazón, una patada en el estómago, una sensación de
propiedad absoluta. Era como si hubiera estado viendo el mundo a través de una niebla brumosa
hasta este momento de penetrante claridad. Y lo que vio fue a una mujer pequeña, con muchas
curvas y masas de pelo color miel, grandes ojos color avellana contrapuestas con la piel de una
miel más oscura.

Un gato, pensó a la vez; había tenido razón, era un gato. Entonces el olor felino desapareció sutil e
inexplicablemente como había hecho en las calles, y lo único que podía saborear era el exuberante
dulce olor de una hembra humana que quería lamer de pies a cabeza. Gato o humano, una cosa
quedó clara: Ella era suya.
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—Kirby, cariño. Qué buena sincronización.

—Kirby, su nombre es Kirby.

Cerrando la puerta y cerrando sus dedos en las palmas de las manos para ocultar las garras que se
habían deslizado cuando su leopardo reaccionó a ella, esperó que Kirby los alcanzara en lugar de
abalanzarse como quería hacer con cada célula de su cuerpo.

Paciencia, le aconsejó a la mitad más primitiva de su naturaleza, y obligó a sus garras a retraerse.
El leopardo gruñó dentro de, pero asintió a la voluntad humana, porque asustarla lejos no estaba
en la agenda. No, la engatusaría, encantaría, y acariciaría el resto su vida, en sus brazos.

Bastien Michael Smith había encontrado a su compañera, e iba a cuidar de ella.

*****

VIVOS ojos verdes la observaban con un enfoque firme que levantó los diminutos pelos en los
brazos de Kirby y le hizo un nudo en el estómago, una extraña falta de aire en su pecho. No
reconoció al alto y musculoso hombre con la piel curtida de un hermoso dorado, pero tenía que
ser parte de la manada leopardo DarkRiver; había algo felino sobre la forma en que se puso de pie,
un depredador sigiloso en reposo.

Tuvo el loco impulso que ir hasta él, tocarlo, acurrucarse desnuda contra él, piel con piel.

La naturaleza inusual de la contundente, compulsión sensual le espetó a sus sentidos, y todo al


mismo tiempo, era consciente de Vera mirándola con una expresión claramente burlona en su
rostro. No estaba segura de cuánto tiempo había estado de pie inmóvil mirando al extraño, Kirby
levantó una pequeña caja blanca en sus brazos y dijo: —Horneé ayer. —Su pulso latía con fuerza y
rápido, sus palabras más roncas de lo que debería haber sido—. Pensé en dejar la mitad de la torta
para ti, ya sé que te gusta el bosque negro.

—Me gusta bosque negro, también.

Una voz masculina profunda que rozó sus sentidos, como la piel más exuberante, los labios que
habían dado forma a las palabras curvados en una sonrisa burlona, hasta que casi podía creer que
había imaginado la su intensidad salvaje cuando la había mirado la primera vez.

Golpeando el suelo con el bastón, Vera miró a aquel rostro de ojos verdes que había retorcido las
entrañas de Kirby con un gruñido casi imposible.

—¿Supuse que querías un poco?

—Si, por favor. —Las manos detrás de su espalda, la expresión inocente como de un niño de cinco
años.

Resoplando, Vera se sacudió la cabeza ante Kirby. —Este es Bastien. No dejes que cautive o lo
siguiente que sabrás, es que estarás desnuda.
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El rostro de Kirby se acaloro, el flujo de sangre era tan fuerte en sus oídos que casi se perdió las
protestas de Bastien.

Ignorándolos a los dos, Vera se dirigió hacia la puerta a un ritmo ágil, con una gracia de sus
movimientos, incluso a esta de edad que dejó claro que era cambiante. Incapaz de mirar a Bastien
a la cara cuando la suya era, sin duda, del color de un tomate demasiado maduro, Kirby comenzó a
seguir a la otra mujer... y se dio cuenta que había adquirido una sombra de más seis pies de alto.

—Siento que debo defenderme, —murmuró, las palabras un ronroneo sonando contra sus oídos.

Gato, sin duda un gato. Un grande, magnífico, gato al acecho. —¿En serio? —Se las arregló para
decir, la piel de gallina se levanta en su piel a su proximidad, el olor masculino limpio, jabón fresco
y la sangre caliente en cada respiración—. ¿No te gusta hacer que las mujeres se desnuden?

Fue una respuesta impulsada por una parte hasta ahora oculta de ella que le dijo que le mostrara
sus garras, a pesar del hecho de que era humana, no tenía garras. Sin importa si sentía como si las
puntas fuertemente curvadas empujaban contra su piel.
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Capítulo 2
Una pausa.

Kirby tuvo la sensación de que había sorprendido al leopardo a su lado, pero se recuperó
rápidamente.

—Oh, lo hago, —Su voz había bajado, adquiriendo un borde más áspero que lanzó a su estómago
en una peligrosa caída libre—. Sin embargo, y pese a la negativa de Vera a creerme, soy muy
exigente con quien hago que se desnude ahora que ya no soy un adolescente impulsado por las
hormonas. Por supuesto, cuando yo era un adolescente, una mujer desnuda hubiera hecho que las
cosas terminaran abruptamente, físicamente hablando.

De nuevo el ardor en la piel cuando apenas se había calmado, Kirby, no obstante, se negó a dar
marcha atrás. —Espero que tu capacidad de permanecer… firme —¿estaba diciendo realmente
esto?— contra la tentación ¿haya mejorado con el tiempo? —Nunca había coqueteado de manera
tan sexual y pecaminosamente, no sabía que podía.

Una mano en su espalda, el toque abrasador a través de la rebeca y la camisola que llevaba
debajo, y su cálido aliento contra su oreja mientras se inclinaba cerca para decir. —No tienes ni
idea, gatita.

Luchando contra el temblor que le amenazaba, entró en la casa de Vera y a la cocina, donde
colocó el pastel en el mostrador y dijo: —Haré el café, — antes de que Bastien o Vera pudieran
ofrecerse ellos.

El trabajo rutinario le dio algo que hacer, aunque si había pensado que le ayudaría a ignorar
Bastien, resultó un esfuerzo inútil. Tumbado en una silla frente a Vera en la mesa de la cocina,
decía algo que tenía su compañera manada riéndose.

—¿Por qué estás vestido así de elegante? — Vera preguntó una vez que su risa se había
desvanecido, levantando el bastón a la moda pero innecesario para golpear ligeramente el
antebrazo de Bastien—. ¿Fue para la elección de chica?

Bastien dejó caer la cabeza entre las manos, el impresionante color rojo oscuro de su pelo
capturaba la luz del sol que entraba por las ventanas de la cocina, todo lo cual daba a bosques
llenos de frondosos abetos verdes. Su camisa blanca estaba tensa sobre sus hombros en esta
posición, su aparente solidez.

—Pensé que mamá necesitaba ayuda unos pocos minutos para mover los muebles para un
almuerzo del club de lectura, —gruñó cuando levantó la cabeza—. Si hubiera sabido que se
trataba de buscar parejas, me hubiera llevado mis jeans raídos y una camiseta manchada.

Aguzando el oído para captar cada palabra enredada, Kirby encontró las tazas inmediatamente el
café comenzó a hervir.
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—Tu madre te ama, —Vera miró a Bastien—. Estás en plena forma, en la flor de tu vida, debes
encontrar una chica antes de llegar a viejo y arrugado.

—Vaya, gracias, Vera, —Un murmullo masculino mientras se recostaba de nuevo, con un brazo
apoyado perezosamente contra el respaldo de su silla, su gran cuerpo, las extremidades sueltas,
en gran medida un gato en reposo. —Esperaba tener algunos años más sin embargo.

La respuesta de Vera era una sonrisa brillante y llena de anticipación. —Voy a disfrutar viéndote
caer, Bastien Smith. Apuesto a que te envuelve con su dedo.

Un encogimiento de hombros, de esos deliciosamente anchos hombros que captaron la atención


de Kirby de nuevo.

—Por supuesto que lo hará, —Por imposible que fuera, sentía como si su voz era lanzada para
golpear sobre sus sentidos—. ¿Qué sentido tendría de otra manera?

La sonrisa de Vera se volvió cariñosa. —Me alegra ver que entiendes eso.

Mirando hacia arriba cuando Kirby llevó la bandeja con el café, la expresión de Vera se suavizó.

—¿Y tú Kirby? —Tiró de Kirby a un asiento—. ¿No has encontrado a alguien todavía?

—Sólo he estado en la ciudad dos semanas, —dijo, consciente de Bastien yendo inexplicablemente
aún para un solo, momento tenso, el verde de sus ojos ya no era humano, antes de levantarse
para ir por pastel.

—Por el acento, —dijo—. De Georgia.

Kirby asintió, feliz que hubieran cambiado el tema, pero Vera no había terminado.

—Dos semanas, semanas. Nunca es demasiado pronto para empezar a buscar. —Los ojos de la
mujer mayor brillaron, parpadeo de Kirby a Bastien—. Ustedes dos harían bonitos cachorros
juntos.

Kirby se quería morir. Cavar un agujero, saltar dentro, enterrarse hondo.

Bastien, por otro lado, ahora de pie entre ella y Vera sirviendo el pastel sin perder el ritmo, el calor
de su cuerpo lamiendo contra ella como una caricia táctil.

—Indudablemente, —dijo—, pero no si aterrorizas a Kirby lejos con advertencias sobre la


probabilidad de acabar desnuda mientras está conmigo.

Kirby respondió por pura autodefensa, impulsada por esa extrañeza en ella que le dijo que no
podía permitir que se apoderase de ella. Ni ahora, ni nunca. Tal vez no fuera una dominante, pero
era crítico que no la viera como débil. Las puntas de sus dedos le escocían por ese pensamiento
feroz, dolor agudo, mordaz. Dejando a un lado la taza de café que estaba claramente más caliente
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de lo que se había dado cuenta, dijo: —Esa probabilidad se reduce más con cada palabra que
dices.

Riendo, Vera abofeteó su muslo.

Bastien volvió a tomar su asiento con una expresión mansa desmentida por el hecho de que se
había desplazado a su silla para que su muslo presionara contra la propia Kirby. Lo que incitó una
escalada en su conciencia zarpazos por él, su piel hormigueando de una manera que se sentía
como si viniera tanto de adentro y hacia fuera. Casi como si tuviera un leopardo bajo su piel,
también, que se frotaba contra ella en un esfuerzo para acercarse a este precioso gato que hacía
que sus terminaciones nerviosas se descontrolan. Sacudiendo la curiosa sensación, se centró en su
conversación con Vera. Inteligente, ingenioso, un poco travieso, Bastien era el tipo de hombre que
nunca tendría problemas para atraer a una mujer.

Kirby estaba lejos de ser inmune. Si era brutalmente honesta, nunca había reaccionado a nadie tan
fuerte como lo había hecho con Bastien. Esa ola violenta de necesidad, de falta al comienzo,
seguido por un creciente deseo de saber más sobre él, saberlo todo... era profundamente
inquietante.

Como lo era el decepcionante desgarro tenía los uñas clavadas en sus palmas y sus ojos
amenazando con quemar cuando miró su reloj y dijo: —Mejor me voy a la oficina. Con la
inestabilidad causada por la situación política Psy, tengo que mantener un ojo extra en las cosas.

—Todo trabajo y sin juegos, —Vera negó con la cabeza mientras Kirby miró deliberadamente a su
taza de café medio vacía en un esfuerzo por ocultar su reacción perturbadora, su piel
ruborizándose alternativamente de caliente a fría—. Ten cuidado de no convertirte en un chico
aburrido.

—¿Pensé que estaba desnudando a una mujer regularmente? —Levantándose con ese chiste,
Bastien dio la vuelta para besar Vera en la mejilla—. ¿Te puedo dar un aventón a algún lugar,
Kirby? —preguntó, con la mano en el respaldo de la silla.

Asustada por lo mucho que quería inclinarse hacia atrás, frotar su mejilla contra su brazo, jalar
hacia abajo su boca, ella negó con la cabeza.

—No seas tonta, —dijo Vera—. No tienes coche.

Sus dedos flexionados, el hormigueo en ellos aumentando en fuerza.

—No es ningún problema tomar el…

El aliento de Bastien susurró caliente y sedoso sobre su oreja, su rostro una caricia alejado de ella.

—Te prometo que no muerdo.

Era un desafío.
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Kirby había dejado de aceptar desafíos estúpidos cuando era adolescente, pero el desafío
primitivo subió en su interior ante sus palabras. Que la inundó cerca del pánico de lo que la había
captado la comprensión de que estaba a punto de salir, totalmente abrumada el sentido de auto
conservación que dijo que tenía que poner un poco de distancia entre ellos para que pudiera
pensar.

—Trato con niños de cinco años cada día, —dijo, su mandíbula rosando por su sien cuando giró un
poco la cabeza. El contacto la hizo querer estremecerse, pedir más. Tragada por la necesidad
desgarradora que era demasiado poderosa para tener cualquier tipo de sentido racional, de
alguna manera se las arregló para mantener su tono incluso cuando ella añadió: —Eres un gatito
en comparación.

—Cuidado, Bastien. —La sonrisa de Vera era amplia—. Kirby tiene cerebro.

Retirándose de la silla de Kirby para que pudiera levantarse, aunque se mantuvo lo


suficientemente cerca como para tocarla, Bastien dijo: —Me gustan las mujeres con cerebro.

Un resoplido. —¿Ah, sí? Pensé que algunos otros atributos tenían prioridad.

—Adiós Vera. —Bastien comenzó a caminar hacia atrás fuera de la cocina, agitando sus dedos a la
mujer de más edad que, por su sonrisa, estaba claramente encantada con el compañero de
manada al que había estado tomando el pelo.

Cuando Kirby cogió su bolso y se unió a él, se giró para mirar el camino correcto, y luego puso su
mano en su espalda de nuevo. El contacto renovó la extraña sensación de roce en su interior de
piel contra piel, haciendo que sus dedos se doblasen mientras sus pechos le dolían. Kirby sabía que
debía alejarse, y no sólo por su respuesta cada vez más fuera de control hacia él. Gracias a un
amigo Cambiante de la secundaria, entendía el concepto de privilegios de piel: el derecho a tocar,
dentro y fuera de la manada, las diferentes capas de contacto aceptable para diferentes
situaciones. La mano de un varón en la parte posterior inferior de una mujer era un acto íntimo en
la sociedad humana, más aún en el mundo de los cambiantes.

Si no hacía nada acerca de Bastien reclamando el derecho, lo tomaría como aquiescencia


silenciosa a su cacería. Si decía que no, tendría retroceder inmediatamente, DarkRiver era una
manada que se adhería a los códigos estrictos y disciplinados de conducta.

Kirby sabía eso porque Vera le había dicho después de señalar que Kirby era una joven, mujer
soltera que vivía en territorio de Cambiantes fuertes y por lo tanto tenía una buena oportunidad
de entrar en contacto con varones interesados.

—Si se trata de un depredador, leopardo o lobo, será directo, —había dicho la anciana—. La
sutileza no funciona cuando se fijan en una mujer. Pero ningún hombre ni en DarkRiver o
SnowDancer irá donde no ha sido específicamente invitado.
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Así que Kirby no tenía la excusa de la ignorancia. Pero no se apartó, no le dijo a Bastien que dejara
de tocarla. Porque a pesar de su preocupación por el carácter ingobernable de sus reacciones, su
enorme cuerpo a su lado, la presión de su mano, se sentía bien... mejor que nada había sentido en
mucho, mucho tiempo.

La sensación cálida de que era lo correcto era suficientemente potente como para cortar el nudo
frío que había sido parte de ella todo el tiempo que podía recordar, un bulto fuerte centrado en su
pecho que dolía profundamente en la noche y la hacía llorar inexplicables lágrimas. En estos días,
lloró en silencio, despertaba para encontrar su rostro mojado. Cuando era niña, se había
despertado gritado, su garganta áspera y el terror en su sangre.

—Hey. —La mano de Bastien haciendo círculos suavemente en su espalda—. ¿Todo bien?

Asintiendo con la cabeza, se deslizó en el coche negro costoso que le dijo que todo lo que Bastien
hacía, era muy exitoso, y lo vio caminar alrededor para llegar al asiento del conductor. Apoyando
su brazo en el respaldo de su asiento, esperó hasta que lo miró a los ojos.

—Si no quieres estar aquí, —dijo en voz baja—, o si te sientes incómoda conmigo, dímelo. —El
leopardo la miraba por sus ojos—. ¿Quieres irte?

—No. —Su respuesta fue impulsada por el instinto, el momento embarazoso con un significado
que no podía captar conscientemente—. Recuerdos, —se encontró diciendo al hermoso macho
que había sido un desconocido hacía una hora—. Recordé algo que me puso triste.

Bastien se acercó a meter el pelo detrás de la oreja, sus dedos rozando la curva de la misma la
brillante sensación a través de cada centímetro suyo. —¿Recuerdas a menudo?

Negó con la cabeza cuando la picazón en la piel disminuyó para ser reemplazada por un deseo
ávido por más.

—No. —El llorar en sueño se había desvanecido de su inexistencia al final de su infancia, sólo para
regresar con creces, cuando se trasladó a San Francisco—. Creo que debe ser del estrés de la
mudanza a un nuevo lugar.

Bastien hizo como si fuera a jugar con otro mechón de su cabello, y luego echó un vistazo a la casa
de Vera. —Nos acusara de bloquear su parqueo si no nos vamos.

Las palabras secas la hicieron reír, la tristeza desvaneciéndose, y sabía que lo había hecho a
propósito, este leopardo que no conocía... y sin embargo lo hacía en sus huesos. Puso en marcha
el coche, su sonrisa devastadora, dijo: —¿Qué ruta?

Kirby le dio su dirección, entonces se dio cuenta de que nunca había le pregunto su destino
original. —¿Te vas a salir de tu ruta? —Debería haberse ofrecido a bajarse en la parada de
tránsito, pero no podía decirlo.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Una mano confiada en el volante mientras se retiraban, Bastien se inclinó para proceder con los
nudillos de su mano libre a rozar su mejilla.

—Nunca podrías estar fuera de mi camino, Kirby.

Cada centímetro de ella se fundió por esa caricia sedosa del sonido. —Vera tiene razón, eres
peligroso.

—¿Quién, yo? Sólo trato con acciones y bonos durante todo el día.

Fascinada por él, obligada a saberlo todo, se inclinó en el asiento para que pudiera mirar a su
perfil, la dura línea de su mandíbula bien afeitada.

—¿En serio? —pregunto.

Asintió. —Estoy a cargo de los activos financieros de DarkRiver.

Kirby pensó en lo que había leído en los periódicos sobre la manada y cómo era efectivamente una
de las corporaciones más grandes de la ciudad, una sociedad con una salud financiera sólida, y
supo que tenía razón. Bastien era muy bueno en su trabajo.

—¿Tiene otros clientes también?

—Unos pequeños. ¿Por qué, qué quieres invertir? —Una ceja levantada—. Sin duda, podríamos
llegar a un acuerdo acerca de mis honorarios, —añadió con una sonrisa que la invitaba a jugar.

Kirby quería disponer de esa sonrisa, besarlo en su propia boca.

—Los maestros de kindergarten no ganan lo suficiente para invertir.

Una mirada de interés antes de volver su atención a la carretera.

—¿Cuál jardín de infantes?

—Uno en Chinatown cerca del cuartel general de DarkRiver en la ciudad. —Como resultado de
ello, tenía mayor cantidad de estudiantes cambiantes que humanos, y había pasado el último mes
aprendiendo a tratar a los niños que todavía no tienen un control total sobre su cambio.

—El otro día, —le dijo, el recuerdo un encanto—, no podía encontrar a un estudiante hasta que mi
ayudante de profesor señaló que estaba en forma de cachorro en una rama de árbol oscilando
encima. —Kirby finalmente había engatusado al muchacho, que al parecer había tenido una pelea
con un amigo, para saltar a sus brazos—. Lo ocultaron en mi entrenamiento.

Bastien se volvió a la carretera principal de regreso a San Francisco.

—Deberías hablar con Annie, —dijo—. Enseña a niños de siete años, creo, entre ellos muchos
niños cambiantes, probablemente podría darte algunas sugerencias.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

—¿Le importaría? —Kirby amaba a su nueva posición y quería hacer un buen trabajo; no era
demasiado orgullosa para pedir ayuda a los profesores con más experiencia.

—No, es un amor. Voy a conseguir su número del directorio telefónico de la manada, le diré que te
dé una llamada. —Sus labios se curvaron de nuevo—. Por supuesto, eso significa que tienes que
darme tu número.

—O podría preguntarle a Vera por los datos de contacto de Annie, —bromeó, el impulso de
tocarlo tan agresivo que tenía que abrazarse para no alcanzarlo. Aun así, una parte salvaje,
desconocida de ella se abalanzó sobre él, como si fuese a empujarse fuera de su propia piel.

—Oh, eso sólo significa. —El ceño fruncido oscureciendo sus rasgos, que alcanzo a tirar través de
su pelo—. ¿Conociste a Vera en el jardín de infantes?

—Dos de sus nietos asisten y viene como voluntaria un par de veces a la semana. —La otra mujer,
por razones propias, había tomado a Kirby bajo su ala en su primera reunión, convirtiéndose en su
primera amiga en esta ciudad—. ¿Siempre trabajas los domingos?

—Sólo cuando sea necesario. —Acomodándose en su asiento mientras ellos entraban en la


carretera, dijo—, dime más historias sobre los niños que enseñas.

Sonriendo, Kirby lo hizo, entonces Bastien le habló de su manada, sobre los bosques que amaba, le
preguntó cómo había sido vivir en Georgia. El tiempo pasó en un instante, hasta que parpadeó
sorprendida al darse cuenta de que estaban casi a su apartamento.

Yo… —entre dientes dejo escapar el aliento.

—¿Kirby? —La mirada de Bastien se posó en ella y volvió rápidamente a la carretera un segundo
más tarde—. Me orillare.

—No es nada. —Haciendo una mueca, se frotaba el abdomen, la sensación punzante menguando,
como lo había hecho las otras tres veces que la había sentido desde que se mudó a San
Francisco—. He estado comiendo demasiada comida rápida en el muelle, —admitió, arrugando la
nariz. Todo era tan nuevo y diferente: el agua, las gaviotas, la rica sopa de pescado servido en un
tazón masa fermentada que había disfrutado ya dos veces esta semana, incluso para el almuerzo
de hoy—. Sólo tengo que volver al buen camino y estaré bien.

—Bastien frunció el ceño. —Iremos a una clínica, por si acaso.

Sacudiendo la cabeza, le indicó una plaza de aparcamiento en frente del edificio de tres pisos en el
barrio chino, donde había encontrado por cortesía un apartamento económico, de hecho era del
tamaño de una caja de zapatos. No le importaba. Lo importante era que estaba a poca distancia a
pie del jardín de niños y en el corazón de la ciudad, lo que significa que nunca experimenta el beso
helado de soledad absoluta.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

—No me siento realmente enferma. —Era un dolor agudo, feroz al golpear, pero luego se
desvanecía, y por eso seguía hablando de la comida de muelle.

Después de haber aparcado el coche, Bastien tocó con el dorso de la mano en su frente.

—No hay fiebre al menos. —Sacó una tarjeta de la cartera que había arrojado a un soporte cuando
entró en el coche—. Este es mi número. Llámame si te sientes peor. Voy a pasar por aquí de
camino a casa para revisarte.

—Estoy acostumbrada a cuidar de sí misma, —dijo—. No es necesario. —El comentario se dirigió


directamente en contra de gran parte de lo que ella quería, meterse en su regazo y pedirle que no
la abandonara, su piel dolorida por eso.

—Kirby, soy un dominante depredador cambiante macho, —dijo, como si eso lo explicara todo, su
tono repentinamente inflexible—. También tengo una madre que haría cajas con mis oídos si te
dejo sola en esta situación, por no hablar de lo que Vera me haría. —Una profunda sonrisa que
arrugó sus mejillas—. Ten piedad.

Kirby no tuvo que discutir con ella para responder. No, la lucha era mantener algún tipo de control
sobre un cuerpo y una mente que estaba yéndose por las nubes fuera de su control.

—De acuerdo, —dijo, el estómago revoloteando de una manera que no tenía nada que ver con el
dolor—. ¿Trabajas desde el edificio DarkRiver?

Al salir, abrió la puerta del pasajero para ella y esperó hasta que estaba de pie antes de inclinarse
hacia atrás contra el coche para decir, —No. Mi equipo y yo tenemos un espacio reservado en el
distrito financiero. —A sólo unos minutos de distancia, la locura susurrando—. Voy a estar allí
hasta las siete. —Se irguió en toda su estatura, Bastien curvó su mano alrededor del lado de su
cuello por un momento—. Vendré directamente. —Pasó el pulgar sobre su pulso—. ¿Sí?

Con la garganta seca, asintió. —Sí.

Su mirada bajó a sus labios y por un segundo pensó que la besaría, pero luego retiró su mano, el
verde de los ojos del leopardo salvaje.

—Descansa. —Una orden brusca—. Nos vemos en unas horas.

El corazón un tambor entrecortado contra sus costillas, lo observaba merodear alrededor para
llegar al asiento del conductor. Gato, sin duda un gato.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Capítulo 3
Bastien amaba los números, me encanta la energía de alto riesgo del mundo financiero; pero
gracias a su familia y la manada, tenía una sólida, y estable cabeza sobre los hombros. Eso era lo
que le hacía tan bueno en lo suyo.

La mayor parte de las inversiones de DarkRiver eran de medio a alto rendimiento y de bajo riesgo,
lo que significa que si se gestionaba cuidadosamente como Bastien los administraba, la manada
era inmune a las fluctuaciones del mercado.

Sin embargo, y con el conocimiento y autorización de su alfa, también tenía un pequeño


porcentaje de rendimiento extremadamente alto, con inversiones de muy alto riesgo que evitaba
que su cartera se estancara.

A través de los años desde que se había hecho cargo de esa cartera, había aumentado los activos
financieros del DarkRiver exponencialmente, y no tenía intención de parar esa trayectoria. Así que
sí, le gustaba su trabajo, le gusta lo que ayudaba a mantener y apoyar a su manada, pero hoy, las
horas no podían pasar lo suficientemente rápido. Su leopardo gruñía dentro de su mente, con
ganas de ir por Kirby, y le tomó toda su fuerza de voluntad humana para no rendirse, de no
encontrarla, morder en el cuello, marcándole.

Empujando una mano por el pelo, agarró una botella de agua fría en un vano intento de enfriar las
cosas. Podía ser tan posesivo como cualquier cambiante depredador, pero nunca había sentido
una necesidad tan salvaje para marca a una mujer. No es que su respuesta a ella fue exactamente
una sorpresa.

Kirby, después de todo, era su compañera.

No siempre ha ocurrido tan difícil, tan rápido. Mercy y su compañero, Riley, se habían conocido el
uno al otro durante años antes de que la danza de apareamiento los abofeteó a ambos. Pero para
algunos, ocurría en ese primer, impresionante instante de contacto.

El saber era visceral, como si se hubiera revelado la otra mitad de sí mismo, su presencia
intoxicante a sus sentidos.

El suave y el salvaje, los dos olores que eran ambos suyo.

Frunció el ceño. El rumor felino en la fragancia de Kirby no había vuelto a aparecer otra vez
durante todo el tiempo que había estado con ella y lo que era imposible para un cambiante, por lo
que definitivamente era humana.

Su humana. El Leopardo y el hombre, las dos partes sonriendo, pensando que tendría un montón
de tiempo para batallar con el complejo misterio de su fragancia.

Si hubiera sido cambiante por otro lado, no tendría, que hacer exactamente que pensaba hacer
para ganarse a su pequeña sexy compañera humana. La iba cortejar, seducir, darle placer... y para
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

cuando se diera cuenta de lo que estaba pasando, ya sería suya. Lo último que podía darse el lujo
de hacer era se perseguirla tan fuerte que le provocara temor.

Con ese pensamiento en mente, se arremangó la camisa y se centró en las cifras que hoy parecían
tan secas y tan aburridas como el polvo, a pesar de la crisis financiera causada por el reciente
cambio de política entre los psi. Eso es lo que mucha gente no entendía —la raza psíquica podría
haber sido distante, en gran medida, hasta hace poco, pero las tres razas (humanos, cambiantes y
psi) estaban conectadas a nivel global; una guerra civil en una de las esferas afectaría a las otras.

A veces, era sutil, como con las fluctuaciones del mercado, otras veces evidente.

La boca de Bastien una línea sombría mientras consideraba la bomba tóxica descubierta diez días
antes en la estación central del metro aéreo de la ciudad.

Pero eso, —murmuro—, no es en lo que necesitas estar pensando en este momento. Manos a la
obra para que puedas pasar el mayor tiempo posible con Kirby la próxima semana.

Hizo exactamente eso, estaba listo para un descanso cuando su teléfono sonó un par de horas más
tarde, número de Grey en la pantalla. —¿Qué quieres, camarón?

—¿Quieres venir esta noche? —su hermano pequeño le preguntó—. Sage y yo vamos pedir una
pizza y ver el partido de baloncesto.

—Gracias, pero esta noche no.

—¿Una mejor oferta?

—Mucho mejor. —Todo su cuerpo se tensó ante la idea de Kirby; si ya no se sentía enferma, tenía
toda la intención de hablar la manera de su permanencia. Dios, quería acariciarla, abrazarla, rozar
su cara en la curva de su cuello y aspirar ese olor intrigante que no tenía ningún sentido.

Si, sin embargo, todavía estaba enferma, la persuadirla para ir a una clínica. Y si Kirby resultaba
obstinada al respecto, la cargaría y la llevaría. Podía estar enojada con él más tarde, después de
que los médicos la chequearan. Bastien no perdía el tiempo a la hora de cuidar de las personas
que le importaban.

—¿No es uno de las mujeres de la comida? —La voz de Grey interrumpió sus pensamientos, la
sorpresa de su hermano libre—. Me pareció que Sage dijo que te escapaste temprano que estabas
de mal humor al respecto, por cierto.

—No es nadie que conozcas. —No estaba dispuesto a compartir a Kirby con su familia o su
manada todavía. No sólo la quería toda para él hasta que estuviera borracho de ella, no quería
correr el riesgo de fuera abrumada por el clan Smith o sus compañeros de manada cariñosamente
entrometidos—. Nos vemos más tarde esta semana. Y dile a Sage que puede estar de mal humor
cuando ha sido emboscado por un montaje tantas veces como yo.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

—¿Cuándo debo empezar a preocuparme?

—No por algunos años todavía. —Colgando después de un rato más de intercambios con su
hermano, con puso a trabajar de nuevo.

Hubo tres llamadas más, dos de compañeros de manada que necesitaban asesoramiento sobre
asuntos financieros personales, la tercera de su padre. Michael Smith, obviamente, había estado
hablando con su pareja, y estaba comprobando a su hijo. Encantado de responder a su padre
honestamente, Bastien le dijo que estaba bien. Demonios, estaba extasiado.

Esa excitación visceral se había intensificado al punto álgido en el momento en que salió de la
oficina.

*****

Kirby sonaba dulcemente encantada cuando contestó el intercomunicador y le abrió el paso de su


edificio, su acentuado aroma de julepe de menta y magnolias. Decidió que iba a besarla en esa
exuberante boca suya tan pronto como fuera posible, lamiendo, saboreando y disfrutando, subió
los escalones a su apartamento de tres en tres, llegando justo cuando abría la puerta.

Un leve suspiro, seguido de una tímida sonrisa que le dieron ganas de morder, su bonito pelo color
miel con una cola de caballo que le mostraba la delicada piel de su nuca.

—Eso fue rápido.

Leopardo estirado bajo la piel ante su proximidad, se permitió tirar de un mechón rizado de
cabello que se había soltado del lazo.

—Traigo regalos para engatusar mi acceso adentro. —Levantó la bolsa de un restaurante familiar a
una manzana—. Sopa de fideos con pollo. Bueno para curar ciertas enfermedades. Y que si te
sientas mejor. —Le mostró el yogur helado que tenía fantasías de la alimentación de cucharada en
cucharada, y sí, tal vez quería lamer de su piel su propio postre, pero era un gato. Kirby no podría
estar demasiado sorprendida si cedió a la tentación—. ¿Entonces? —bromeó con cuidado cuando
no dio un paso atrás, su mirada acariciando sus hombros, su pecho. Era todo lo que podía hacer
para no tomar su mandíbula, y reclamar un profundo y caliente beso, decirle que podía tocarlo en
cualquier momento que quisiera.

Con las mejillas coloreadas, le invitó a entrar en el pequeño espacio como si lo hubiera hecho
habitualmente hizo a su leopardo agitarse sin control.

—Me siento bien, —dijo—. Tuve un par de punzadas justo después de que te fuiste, pero luego
nada.

Por el olor y el aspecto de ella, su piel brillante, no parecía enferma. Sin embargo, una vez más,
captó una pizca de ese otro olor, salvaje e inexplicable, que confundía a su leopardo.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

—¿Has estado pasando mucho tiempo alrededor de otro gato últimamente? — preguntó, aunque
el olor estaba demasiado integrado en su cuerpo para ser sino propio.

Sin embargo, su forma de moverse, todo lo demás a su alrededor, era humano.

Kirby inclinó la cabeza hacia un lado, las líneas que forman entre ricos, poco común de los ojos
avellana, motas de verde mezcladas con amarillo.

—No, ¿Por qué?

—Creí captar un aroma. —Excepto que no había nada en el aire ahora excepto la cálida suavidad
de Kirby superpuesta con un acento de durazno que procedía probablemente de su loción para el
cuerpo. Por supuesto, pensar en Kirby frotándose loción sobre su carne desnuda, probablemente
no era la mejor de las ideas en este momento—. Podría ser uno de tus vecinos, —lo dijo para que
se sintiera cómoda, mientras su mente se preocupada por el rompecabezas que era ella.

—Tal vez. —se mordió el labio inferior, y quería gruñir que ese era su trabajo.

Sí, él estaba teniendo problemas para controlar tanto al animal y como al hombre.

—No he conocido a todos mis vecinos todavía. —La sonrisa sosteniendo una timidez tranquila de
nuevo, se alisó una arruga inexistente en la parte frontal de su camiseta verde mar—. No soy muy
valiente con extraños. —Una confesión en voz baja.

La necesidad de Bastien por ella hizo la transición a una ternura violenta, y en ese momento, lo
único que quería hacer era abrazarla. Sólo sostenerle.

—Pienso que eres más valiente de lo que crees, —murmuró, cruzando los brazos para contener su
instinto—. No toda mujer empaca y se mueve por todo el país por su propia cuenta. —Había ido a
él, si lo sabía o no, y que era un regalo que jamás olvidaría—. Estoy malditamente feliz de que lo
hayas hecho, gatita.

El enrojecimiento de la piel un delicado color rosa, se volvió para poner el postre en el congelador,
el tejido negro de sus pantalones de yoga se pegaba a sus curvas.

—Deberíamos comer antes de la sopa se enfríe.

*****

BASTIEN se sentó al lado de Kirby cuando llegó el momento de comer, su brazo en el respaldo de
la silla y sus ojos en su perfil. Nerviosa, dijo, —Estás mirando.

Al igual que él quería tomar un gran bocado goloso de ella, con los ojos de un tono vivo verde
increíblemente y primitivo que le dijo que no era sólo la parte humana la que la observaba.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

—Hmm. —Un ruido sordo que la hizo querer presionar su mano en el pecho, sentir la vibración de
él—. Come. —Cogió la cuchara, la sumergió en la sopa, y la llevó a sus labios—. Te quiero
saludable para todas las cosas depravados que planeo hablar contigo esta noche.

El calor áspero de su otra mano se curvo alrededor de su nuca y le robó las palabras de su lengua.
Durante toda su vida, había sufrido por contacto con otro ser vivo, el hambre de tocar y ser
tocado. La falta de contacto táctil en la vida le dolía. De niña en el sistema de hogares de guarda,
había tenido pocas opciones; lo que debería haber sido diferente para el adulto que se había
convertido, pero a pesar de su necesidad, Kirby no podía imaginar estar con alguien sin lazos de
afecto, de cuidado. Sin embargo, la construcción de esos lazos era increíblemente difícil para ella
después de una vida de no pertenecer a nadie.

Luego había llegado Bastien.

—Hey. —La cuchara tintineo nuevo en el recipiente, los nudillos recorriendo su mejilla—. No era
mi intención hacerte sentir incómoda.

Esa voz, un profundo ronroneo bajo, que le acariciaba la piel.

—Tú no, —respondió ella, su propia voz ronca—. Sencillamente no estoy acostumbrada a...

—A ser tan querida.

Nadie en su vida la había perseguido como Bastien lo estaba haciendo, nunca importaba lo
suficiente para conseguirle sopa cuando estaba enferma, y mucho menos tocarla con cualquier
tipo de ternura.

—¿A un gato mal educado? —dijo, el pulgar de la mano que tenía alrededor de su nuca
acariciando sobre su el punto de su pulso.

—Te traigo sopa luego no permito que te la comas.

Su calor un beso oscuro, cogió la cuchara de nuevo.

—Déjame compensarte. —El estómago revoloteando a las palabras seductoras, separó los labios
para decir qué, no sabía, y él deslizó la cuchara dentro. De alguna manera —Kirby no estaba muy
segura de cómo— terminó en su regazo, una de sus manos extendida en la parte baja de la
espalda, los hombros fuertes musculosos bajo el brazo y los muslos duros como piedras bajo ella.

Cuando se dio cuenta con retraso donde estaba e intento bajarse, juguetonamente la amenazó
con ponerse de mal humor... y luego le dio de comer más sopa. Todo el tiempo acariciándola
verbalmente con afectuosas, atractivas palabras que la le hicieron sentir embriagadoramente
sensual, una mujer hermosa.

—No has comido, —dijo después, cálida, llena y excitada en el nivel más profundo.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Pellizcó su labio inferior en un contacto sorprendente que, sin embargo, no era molesto, sus
muslos cambiando bajo su cuerpo mientras una de sus manos apretaba la curva de la cadera. —
Tengo la intención de mordisquearte.

Su piel hormigueo con esa extraña, conciencia casi dolorosa, y su corazón un tambor palpitante,
Kirby rozó sus dedos en su mandíbula. Entonces supo que estaba a punto de invitar a este
precioso, leopardo encantador a su cama tras haberlo conocido un solo día. Su necesidad de él era
más profunda que el simple deseo sexual, sin embargo. Alguna parte a largamente latente de ella,
angustiada y doliente, susurraba que solo Bastien podría aliviar el terrible vacío en su interior.

Sentía como si hubiera estado esperándolo durante toda su vida.

Tal pensamiento peligroso. Y aun así, no iba a dar un paso atrás, no iba a ser racional sobre esto.

—Seria…

La agonía rasgo por su abdomen, se dobló con un grito sorprendido, su visión borrosa.

—Correcto. —La expresión sombría, de Bastien se levantó con ella en sus brazos y se dirigió a la
puerta—. Vas a ver a un médico, sin ninguna maldita replica.

Sintiendo demasiado dolor como para responder, sus entrañas desmenuzándose abiertas al ser
arañadas por cuchillas que cortaban y desgarraban, se acurrucó en la fuerza protectora de su
cuerpo. Fue un viaje rápido a la clínica de veinticuatro horas más cercana, pero el dolor se
desvaneció rápidamente en aquellos minutos fugaces, hasta el punto de que, aunque se sentía
magullada de adentro hacia afuera para el momento en que llegaron, estaba por lo demás bien.

Desconcertada, la Psy Médico de guardia hizo una serie de exploraciones utilizando su capacidad
de ver a través de la piel; incluso pidió una segunda opinión de un colega humano.

Tampoco tenía ninguna respuesta.

—¿Desea quedarse toda la noche? —la psy-M pregunto—. En caso de que el dolor se vuelva a
producir.

Kirby estaba sacudiendo la cabeza antes de que la médico terminara de hablar.

—Odio los hospitales, —le dijo Bastien cuando frunció el ceño—. Me sentiré mejor en casa. —
Independientemente del hecho de que nunca había necesitado atención médica intrusiva del tipo
que podría explicar su disgusto, era una desgarradora, y cerca de una fobia si era sincera. El olor
de un determinado desinfectante aparentemente utilizado en todos los centros médicos le daba
ganas de vomitar. Incluso ahora, con sus músculos lastimados rígidos, le revolvía el estómago—.
No seré capaz de descansar aquí.

Bastien le apretó la mano y sólo entonces se dio cuenta de que tenía un apretón de muerte en él.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

—Bien. —No volvió a hablar hasta que la médico le había recetado algunos analgésicos y estaban
en el coche en el camino de regreso a su apartamento—. Me llamas si ocurre de nuevo. —Una
orden.

Se giró en el asiento del pasajero para enfrentarse a él, curvo la su punta de los dedos
hormigueando sus palmas.

—Estás siendo prepotente y mandón.

—Me surge cuando estoy preocupado por alguien que me importa. —Estaba cerca de un
gruñido, con los nudillos las manos blancas en el volante—. ¿Me dirás?

Sacudida por la declaración contundente de cuidado, dijo, —Sí, —su irritabilidad una espiral sin
previo aviso, un placer tan penetrante que la aterrorizaba. Dios, estaba cayendo demasiado duro,
y rápido, su equilibrio emocional inexistente alrededor del cambiante en asiento del conductor.

Un dolor aserrando su pecho, tres cuchillos desgarrando por interior de su piel.


Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Capítulo 4
Bastien la miró a la vez, aunque no lo había hecho ningún ruido.

—Sientes dolor —Sus dedos rozaron la mejilla antes de volver su atención de nuevo a la carretera,
su tensión evidente en la aspereza de su voz—. Estaremos en casa pronto.

La garganta de Kirby se hizo un nudo. Era tan maravilloso. ¿Cómo se suponía que debía proteger
su ya maltrecho corazón?

—No sé lo que me pasa, —dijo, asustada de tal manera que la hizo balbucear el pulso. Esta vez,
cuando Bastien se acercó, era para apretar suavemente la nuca.

—Lo averiguaremos. —Mantuvo la cálida fuerza de su mano sobre la sensible y vulnerable piel,
hasta que tuvo que retirarla para maniobrar el coche en un lugar de estacionamiento media
cuadra abajo de su edificio de apartamentos—. Espera aquí.

Con el ceño fruncido, sólo porque entendía su actitud protectora, incluso lo adoraba, no
significaba que le iba a permitir darle órdenes, empujó para abrir la puerta derecha del lado del
pasajero mientras él llegaba. Levantó la vista... para encontrarse a sí misma en el foco de los ojos
verde del leopardo que brillaba en la oscuridad.

—Puedo caminar, —dijo, mientras su respiración se detenía ante la pura, belleza salvaje de él.

Se negó a moverse de delante de ella. —Estás descalza.

Bastien —deseaba poder gruñir, también— no me cargaras de nuevo. —Era una mujer adulta
independiente y era crítico que Bastien la viera de esa manera, no como un ser débil que tenía que
mimar—. Muévete —dijo, y cuando simplemente se cruzó de brazos, cedió a la extraña,
abrumadora necesidad de desnudar sus dientes contra él, el sonido que salió de su garganta
peligrosamente cerca de un gruñido—. Ahora estás tratando de llevarme a la cama, —Su sonrisa
se transformó su casi molestia salvaje en una sensación de felicidad tan fuerte que parecía
imposible que pudiera existir... la felicidad porque él era suyo.

Con los ojos todavía de resplandecientes, Bastien descruzo sus brazos. —Te voy a dar un paseo
en hombros. Vamos. —Volviendo a ponerse en posición, le disparó a una mirada de “Te reto” por
encima de su hombro que le daban ganas de pellizcar en su boca, aspirar el aroma en el hueco de
su cuello.

Estaba jugando con ella, pensó de pronto, encantada.

Incapaz de resistirse, se puso de pie en el borde del marco de la puerta del coche y envolvió sus
brazos alrededor de su cuello. La levantó con facilidad y sin esfuerzo, los brazos musculosos se
cerraron bajo su trasero. Enterrando la nariz subrepticiamente en su cuello, cooperó cuando se
volvió y le pidió que empujar la puerta cerrada con el pie, el coche se en llevó automáticamente.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Luego anduvo por la calle mientras aumentaba la embriaguez por la limpia y estimulante piel, la
masculinidad de su olor, luchando contra el impulso de utilizar sus dientes, morder con fuerza. De
modo que lo hubiera marcado. Entonces todos sabrían que él era suyo. A continuación habría
rasgado su ropa con sus manos desnudas, besando, tocando y lamiendo, impregnando su perfume
en su piel, asegurándose de que incluso después de que la marca se desvaneciera, el olor
permanecerá.

El rubor en su piel por la posesividad indómita de sus pensamientos, sin embargo, se agarró con
fuerza, sus huesos fundiéndose por la sensación de su cuerpo fuerte y duro en movimiento contra
el suyo. Cuando una pareja de ancianos paseando les sonrió, les devolvió la sonrisa, sintiéndose
verdaderamente joven por primera vez en su vida.

El mundo podría estar en un estado de confusión como resultado de la reciente guerra civil Psy,
pero el mucho más pequeño mundo de Kirby estaba lleno de una alegría que nunca había
conocido.

—¿Cómo está el servicio? —preguntó Bastien unos segundos más tarde.

—Pasable.

—Cuidado. —Era un gruñido de advertencia, un chillido escapando de su garganta mientras fingía


dejarla caer—. No deseas conducirme a la locura.

Oh, te adoro

Su necesidad por él un dolor profundo en el interior, Kirby se rindió y le acarició el cuello. Mientras
daba libremente tranquilizadores abrazos cuando se trataba de los niños que enseñaba, era difícil
para ella mostrar afecto en su vida personal. Nadie le había amparado así.

Bastien lo hacía. Inclinando su cuello en una silenciosa petición de más, hizo un sonido que vibraba
contra su cuerpo superior.

Una sonrisa de oreja a oreja estalló en su cara. —¡Ronroneas!

—Quizás.

Encantada con todo acerca él, incluida la mandona protección que le había hecho gruñirle; se
aferró mientras corría por las escaleras hasta la puerta de su edificio. Había esperado que tomara
el ascensor una vez que estuvieran en el interior, pero corrió arriba los tres pisos a su lugar sin
sudar o perder el aliento. Fue un impresionante despliegue de fuerza, tirando el carácter engañoso
de su acecho perezoso usual en una base seria.

Kirby no podía dejar de imaginar cómo iba a moverse contra ella... en ella, en un ambiente mucho
más íntimo, todo el poder y la fuerza y saludable piel de oro frotando sobre la suya.

Mariposas en el estómago, la parte inferior de su cuerpo derritiéndose.


Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Hey, ahora. —Una onda de sonido retumbando contra las puntas de sus pezones tensos—. No
estés pensando esas cosas esta noche. Vas a descansar.

Las mejillas ardiendo, presionó su palma al escáner al lado de la puerta del apartamento.

—¿Cómo supiste…?

—Soy cambiante, gatita, —le recordó—. Puedo olerte —una inhalación profunda— y eres
deliciosa.

Segura de que moriría de mortificación, se bajó en el instante en que se encontraban dentro.

—Eso es tan injusto, —dijo, no encontrando su mirada. Envolviendo un brazo alrededor de su


cintura, tiró de ella a ras contra él, el grueso del calor de su erección presionando agresivamente
contra su vientre a través de su ropa.

—¿Cómo es eso? —Maldad pura en su sonrisa—. ¿Lo suficientemente justo?

Kirby fue a responder, pero encontró su boca reclamada por un beso suntuoso y perezoso, la
lengua de Bastien acariciándole lenta y caliente. Como si tuviera todo el tiempo del mundo para
darle un beso, como si estuviera degustando su sabor. Haciendo un sonido reclamante en la parte
posterior de su garganta cuando rompió el contacto, se levantó de puntillas, los puños apretados
en la seda de color rojo oscuro de su pelo. Gimió, su boca abierta sobre la suya y las palmas de las
manos se deslizaban por su costado, el segundo beso tan opulento como el primero, los pechos de
ambos jadeantes para el momento, que él levantó la cabeza de nuevo.

Pero esta vez, él presionó su dedo índice contra su boca húmeda por el beso cuando ella trató de
iniciar otro.

—No me tientes. —Una severa expresión, pero su cuerpo latía por ella, su piel caliente—. No voy a
aprovecharme de una mujer enferma.

Besando su garganta ya que no podía llegar a su boca sin su cooperación, lamió el sabor de él. —
Estoy bien.

Otro gruñido masculino, su mano apretando su pelo antes de alejarla, los ojos resplandecientes
medio cerrados por la pasión dentro de sí.

—Cuando nos pongamos salvajes entre las sábanas, —dijo ásperamente—. Te quiero saludable y
lo suficientemente fuerte para que pueda morder, —el pequeño corte de su labio inferior que la
hacía temblar— acariciar —su mano libre acariciaba por su costado— y tomarte toda la noche, y
luego volver un momento después.

Entrecerrando los ojos, se aferró a su camisa, su latido ni de lejos estable después de la


declaración sensual.

—Eres tremendo.
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La sonrisa felina satisfecha, y tan, tan mala para su autocontrol, la empujó hacia su dormitorio.

Lava tus dientes y ponte tus pijamas. —Sus labios se arquearon, el calor enredado con una ola
cruda de afecto.

—Lo haré tan pronto como en llave la puerta detrás de ti, te lo prometo.

—No hay necesidad. —Cruzando sus brazos, se apoyó contra la puerta—. Dormiré en el sofá.

Kirby parpadeó. —Bastien…

El brillo duro de nuevo en sus ojos, negó con la cabeza. —La única manera que voy a dejarte es si
llamas a alguien más para acompañarte. No deberías estar sola después de lo ocurrido.

Había querido que se quedara, pero no porque pensara que tenía que cuidar de ella. Metiendo la
mano por el pelo, soltando su cola de caballo, dijo, —He estado sola antes cuando he estado
enferma. —Cada vez desde que alcanzó la mayoría de edad. Incluso antes de eso, cualquier
"compañía" que había tenido había sido superficial en el mejor de los casos—. Yo…

—¿Alguna vez has sentido tanto dolor? —El gruñido de Bastien levantó cada diminuto pelo en su
cuerpo—. Estabas doblada. Podía sentir que temblabas en mis brazos de la conmoción.

Incapaz de mentirle, admitió la verdad. —No. Nunca algo tan violento. —Había dolido, como si
algo estaba tratando de abrirse paso desde su interior.

—Entonces, me quedo.

—Supongo que si haces algo ruin, —murmuró, preguntándose quién era él para ella, este leopardo
macho ocasionalmente exasperante en quien ya confiaba hasta el hueso—, Vera te cazaría
eternamente.

Deslizando sus manos en los bolsillos, los músculos tan tensos, él se estremeció. —Tienes una
vena malvada.

Su boca entreabierta en un enorme bostezo a medio camino su risa, y todo al mismo tiempo,
estaba exhausta. Como si hubiera estado corriendo una carrera de la que no tenía conocimiento.

Cuando Bastien la cogió por los hombros y la giró hacia el dormitorio, se fue, arrastrándose
directamente a la cama sin molestarse en cambiarse. Era consciente de Bastien apagando su
lámpara de noche, tirando las mantas sobre ella... entonces nada.

*****

PREOCUPADO por el rápido descenso de Kirby en un sueño profundo, Bastien velo por ella durante
varios minutos, saliendo sólo después de que estaba seguro de que su respiración era suave y su
olor limpio de cualquier signo de enfermedad. Una vez en sala de estar del tamaño de un sello
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postal que su leopardo toleraba sólo porque significaba que Kirby siempre estaba muy cerca;
dirigió una mirada enfermiza a su diminuto sofá de dos plazas.

Demonios, no.

Le tomó menos de un minuto a desnudarse y cambiar a su forma de leopardo. Acomodó los


cojines de la habitación, antes de acurrucarse en la alfombra.

Con suerte Kirby no se asustaría si se despertaba en la noche al verle antes de que pudiera
cambiar de nuevo. El leopardo resopló en respuesta a la idea, Kirby podía ser un poco tímida de
vez en cuando, pero tenía agallas. Su gruñido anterior había sido hermoso. Bostezando con ese
pensamiento orgulloso, satisfecho, apoyó la cabeza sobre sus patas delanteras y dormía la siesta,
levantándose regularmente para entrar en el dormitorio del apartamento a comprobar a la mujer
menuda que yacía acurrucada bajo tres mantas gruesas. Eso hizo que el ser humano dentro del
gato sonriera, pensando en cómo iba a envolverla en sus brazos por la noche Una vez que fuera
suya, por lo que tendría de acurrucarse contra él para entrar en calor.

Fue en algún momento de la mañana que sus oídos captaron ruidos susurrantes de la habitación.
Entró para encontrar a Kirby retorciéndose y girando, su piel brillante de sudor y las mantas
empujada hasta el fondo de la cama, las sábanas mismas arrancadas del colchón enredadas
alrededor de sus brazos y piernas.

Cambiando en una agonía feliz de placer y dolor, su cuerpo disolviéndose en un caleidoscopio de


luz antes de volver a tomar su forma humana, se agachó junto a la cama y comprobó su
temperatura.

Caliente.

Demasiado caliente para un ser humano.

Acercándose para intentar despertarla para que pudiera determinar si simplemente tenía fiebre, o
si podría ser algo más serio, apenas escapó de ser golpeado por su mano mientras la lanzó en
sueños.

Cerrando su propia mano instintivamente alrededor de su delgada muñeca, cuidado de moderar


su fuerza para no lastimarla, frunció el ceño ante el rápido ritmo de su pulso. Un ruido sordo
contra su piel tan violento como un tambor.

—Kir… —Su nombre se congeló en sus labios cuando verdaderamente vio lo que tenía en sus
manos.

Una pequeña mano femenina, la piel enrojecida por el calor... y las puntas con garras. Pequeñas
aseadas garras, adorables, en contraste con las suyas, pero definitivamente no humanas. Su
leopardo merodeaba en la superficie de su mente, olfateándola. Todavía olía deliciosa e
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intoxicante humana, a excepción de ese enloquecedor matiz, salvaje que tiraba de sus sentidos
hasta que casi podía identificarlo... justo antes de que se deslizara fuera de su alcance.

Algo que había pillado, era sin duda un gato de alguna clase.

—Kirby, —dijo suavemente, demasiado bajo para los oídos humanos, su tono casi sub vocal. Sus
gruesas pestañas revolotearon, luego se levantó… las garras enfundadas ellas mismas de vuelta a
su piel, sin señales de que alguna vez habían estado allí.

—Bastien, —Un murmullo somnoliento, su piel empezando a refrescarse, los latidos del corazón se
estabilizándose—. Duele.

Los instintos de protección se despertaron violentamente, sus palabras salieron duras, cerca de un
verdadero gruñido. — ¿Donde, bebé?

—Duele mucho, — Sus ojos se cerraron, su aliento yéndose—. Contacto…

Estaba dormida de nuevo, pero no en reposo, su llanto silencioso, desgarrador. Incapaz de


soportarlo, se metió en la cama con ella y la envolvió en sus brazos, su necesidad de aliviar su
dolor, que se olvidó de que estaba desnudo. Kirby no se asustaría al despertarse.

Volviendo inmediatamente contra su pecho, metió sus brazos entre los suyos, restregó la mejilla
contra su piel, surcos de sus propias lágrimas silenciosas.

Contacto, había dicho, así que eso fue lo que hizo, mimándola y acariciándola a un estado más
tranquilo, el suspiro que lanzó una bendición. Su compañera, se dio cuenta con una ola de rabia
que tenía sus propias garras deslizándose rebanando su piel, estaba hambrienta de contacto.

La falta de afecto físico era dolorosa para los humanos, pero era agónica para la mente de una
manada cambiante.

—Nunca más, — prometió en un susurro feroz, y, con las garras retraídas, deslizó una mano justo
debajo de su camiseta por lo que estaba sobre su piel, acunando la otra sobre su nuca.

Eso la hizo soltar un gemido suave antes de al parecer caer en un sueño tranquilo y profundo, el
extraño matiz inexplicable en su aroma una vez más opaco y oculto. Le tomó tiempo a su ira
disminuir, pero cuando lo hizo, tuvo que enfrentarse a los hechos fríos y duros: O Kirby estaba
mintiendo acerca de ser un humano en lugar de cambiante o ella no lo sabía.

Esto último debería haber sido imposible.

Dorian, uno de los centinelas DarkRiver, había estado latente hasta hace aproximadamente un año
y medio, pero aunque no había sido capaz de cambiar a su forma de leopardo, el otro hombre
siempre había sabido de ese leopardo. Había olido como un gato, tenía la vista de un gato, los
instintos de uno. No sólo eso, sus movimientos en forma humana le habían marcado de inmediato
como un felino cambiante.
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Kirby, por otro lado, olía totalmente —si extraña y delicadamente— humana la mayoría de las
veces, y mientras era tan sensual y tan cariñosa como cualquier cambiante DarkRiver debajo de su
timidez, no había nada inherentemente felino sobre su presencia física. Si lo sabía, era la mejor
actriz que había visto nunca, pero incluso la actriz más talentosa no podía disimular su olor en esa
medida, no de un compañero cambiante.

Independientemente de eso, una cosa era clara: Bastien tenía que informar a su alfa.

La idea de exponer a Kirby hizo su rugir a su leopardo, y sus brazos se ceñían alrededor de su
forma confiada, pero Bastien sabía que no tenía elección. Si no le decía a Lucas y otro miembro de
DarkRiver detecta el secreto de Kirby, estaría frente a un duro castigo por infringir la regla férrea
que indicaba ningún adulto cambiante depredador podía cruzar hacia el territorio de otro sin
permiso, excepto en los casos de riesgo inminente.

El aroma de Bastien sobre ella debería mantenerla a salvo. Lucas no impartiría la pena sin
consultar antes con él, pero Kirby estaría aterrorizada en el ínterin. Y, dado que todavía no eran
amantes, no podía estar seguro de que su aroma se mantendría en su piel.

De ninguna manera iba a arriesgarse.

Lucas tenía que saberlo.

Bastien se ocuparía de las consecuencias.

—Eres mía, gatita, —murmuró, rozando sus labios sobre su sien—. Y no te dejaré ir. —Ni ahora, ni
nunca.
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Capítulo 5
Bastien se levantó antes que Kirby, y estaba completamente vestido cuando se levantó feliz y
enérgica. Eso tranquilizó al hombre y al leopardo tanto por verla de esa manera, y se aseguró de
colarle un beso juguetón, con el cuerpo envuelto alrededor de ella, antes de acompañarla la corta
distancia a la guardería.

Nunca su compañera tendría hambre de contacto de nuevo.

Con las mejillas sonrojadas todavía, lo sorprendió inclinándose otro lado de la asiento del pasajero
para demandar su boca en un cariñoso adiós una vez que llegaron a su lugar de trabajo. —¿Te veré
esta noche?

Jugueteaba con el cinturón del vestido de la bata verde oscuro que llevaba encima un traje del
Jardín de Infantes más apropiado que los pantalones vaqueros y una camisa blanca con mangas
hasta el codo.

Quería decirle que era su compañero, que siempre estaría ahí para ella, pero su vida ya era
complicada; Kirby necesitaba que sea su roca en este momento, no usar su vulnerabilidad para
empujarla en la apasionada intensidad del vínculo de pareja.

—A menos que planees seducir a otro hombre desamparado, —dijo con una sonrisa burlona.

Haciendo una mueca, se bajó, luego se inclinó para sonreír por la ventana abierta.

—No puedo esperar para verte de nuevo.

Su valentía en decir lo que había en su corazón le esclavizó más. Forzándose dejarla una vez que
entró en el pequeño edificio alegre que pronto se llenaría de las voces de los niños, se fue a su
apartamento sólo el tiempo suficiente para ducharse y cambiarse. Diez minutos más tarde, estaba
vestido con pantalones vaqueros combinados con una camiseta gris oscuro, y en el teléfono con su
asistente, dándole instrucciones sobre lo que había que hacer en su ausencia.

Entonces colgando en el teléfono para usar el del coche con capacidades inalámbricas no se dirigió
a la sede de Chinatown de DarkRiver sino a la extensión verde del territorio de la manada en
Yosemite. Según la asistente de administración de Lucas, el alfa DarkRiver trabajaba desde su casa
hoy. La propia asistente de Bastien continuó en contacto con la base con él a través de la unidad,
pero como él alineo las consultas, parte de su mente estaba en la conversación que había tenido
con Kirby durante el desayuno.

—¿Tienes algún antepasado cambiante?

La risa de Kirby había sido tan luminosa como la luz de la mañana que entraba por la ventana
estrecha en un extremo de su cocina.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

—No, humano simple y llano hasta donde yo sé, —Una sonrisa abierta que le dio una patada en el
corazón—. ¿Crees que?

—Creo que eres perfecta incluso si fueras una helada Psy.

Bastien apostaría su vida en el hecho de que no había habido engaño en ella entonces, o en
cualquier momento antes. En lo que se refiere a Kirby, era humana. Excepto, que simplemente no
era posible. La mitad animal de un cambiante era parte integral de su vida como la mitad humano
de su naturaleza; Bastien no podía ser humano, y o leopardo.

Era cambiante, acostumbrado a la sensación de su leopardo estirándose perezosamente bajo su


piel cuando llevaba esta forma, y a pensar con la mente de un hombre, si es necesario, mientras
estaba en forma de gato. La idea de que Kirby podría haber separado los dos de alguna manera,
ahogando su lado animal... no sólo no tenía ningún sentido, sino que debería haber sido
fisiológicamente imposible de acuerdo a todas las leyes conocidas de la ciencia y la naturaleza.

Sin embargo, su olor argumentaba lo contrario. Finalmente se había dado cuenta de por qué había
tenido tantos problemas para seguirla, era porque el olor de Kirby no estaba integrado como
debería ser. La parte felino era demasiado primordial para un cambiante, no equilibrada por el
aspecto humano, mientras que la parte humana era demasiado suave sin que el borde felino en
ella. Kirby no tenía la profundidad natural que el aroma humano tendría, porque no era humana,
su perfume destinado a ser una combinación de los dos lados de su naturaleza.

—Bas, —La voz de su ayudante interrumpió sus pensamientos turbulentos—. Acabo de recibir el
informe sobre las acciones.

—Adelante. —Arrancando su atención al asunto actual, escuchó, entonces dio instrucciones


adicionales, después de lo cual se pasó a hablar con otro colega, antes de tocar un tema menor
para un anciano de la manada.

El trabajo era bienvenido; evito que su mente diera vueltas en círculos.

Estaba de nuevo en contacto con su asistente en el momento en que estacionó el vehículo en


Yosemite, dirigiendo al hombre más joven para hacer varias pequeñas maniobras financieras
diseñadas para beneficiar a la manada. Una vez hecho esto, dio orden de "no molestar" y metió su
teléfono en el bolsillo delantero izquierdo del pantalón antes de lanzarse en una carrera, el nido
de águilas de la pareja alfa en una parte del bosque inaccesible para vehículos.

A pesar de que corrió en forma humana, le entregó el control de su cuerpo al leopardo. Amaba la
libertad del bosque, le encantaba sentir el murmullo del viento a través de su abrigo, la alfombra
de suaves restos del bosque y silencioso bajo las almohadillas de sus patas. Eso leopardo, sin
embargo, era también de mente muy estratégica y disfrutaba lo Bastien hacía por la manada a el
gato, la materia financiera le parecía similar a un juego, una cacería.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Al ver a un joven soldado de patrulla en el perímetro extendido alrededor de nido de águilas de


Lucas, se detuvo, la mitad humana de su naturaleza subiendo a la superficie una vez más.

—¿Está Luc adentro?

El alto varón de pelo castaño rojizo asintió, una sonrisa brillante. —Está exactamente de niñera.

—Gracias.

Diez minutos más tarde, se encontró con Lucas sentado en una pequeña mesa puesta debajo del
dosel en expansión de un gigante de los bosques, la vivienda acunada en sus ramas ocultas por el
follaje denso. La cabaña que el alfa había construido cuando el embarazo de su pareja se hizo
demasiado avanzado para que ella subiera la escalera de cuerda al nido había desaparecido, ni
rastro en el suelo del bosque.

Lucas tenía una computadora Tablet en su regazo, un teléfono elegante fijado a un lado de la
mesa, y lo que parecía un conjunto de contratos marcados por el otro. En ese momento, sin
embargo, su atención estaba en la niña que yacía felizmente en su espalda en la manta de picnic
azul y verde junto a la mesa, pateando sus piernas en el aire.

Como Bastien observó, Luc apagó la tablet para bajar a la manta. Hacer cosquillas a Naya
suavemente en la plantas de los pies diminutos cubiertos por la tela amarilla soleada de sus
pantalones Footsie, empujó hacia arriba su suéter esponjoso blanco para soplar una pedorrera
contra su estómago, el pelo el mismo rico negro como su cachorra.

Las risitas de Naya flotaban en el aire, su deleite contagioso.

—No muerde, Bas. —Una mirada divertida.

—Estaba tomando una foto para mamá.

Apartando su teléfono, se extendió en la manta sobre su espalda, y con una mirada a Lucas
recogió a Naya hasta colocarla en su pecho. Lo golpeo con sus puños del bebé, su sonrisa dulce e
inocente. Capturando esas manos suaves, fingió morder y gruñir, lo que la hizo convulsionarse de
la risa de la manera en que sólo los bebés podían.

—Y el patentado encanto Smith ataca de nuevo. —El seco comentario apenas había salido de la
boca de Lucas cuando su teléfono sonó.

Agarrándolo de la mesa sin abandonar su posición de sentado en la manta de picnic, pasó un par
de minutos discutiendo un cambio de horario en relación con un proyecto de construcción para el
que Bastien estaba manejando las finanzas. Cuando colgó, era para dar Bastien toda su atención.

—¿Qué es? —La pregunta de un alfa a un miembro de su manada, no de un hombre a otro.


Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Su leopardo inmediatamente consciente de la diferencia, Bastien se elevó a una posición sentada,


también, y colocó Naya cuidadosamente sobre su espalda en la manta, donde tomó la mano de su
padre con la yema de los dedos.

— Es posible que haya una situación.

Era difícil hablar más allá de su actitud protectora con Kirby estaba preocupado, pero se obligó a
exponerlo todo.

Los ojos verdes de la pantera le observaban sin interrumpir hasta que termino.

—¿Estás convencido que no lo sabe?

—No es una mentirosa, Luc. —De eso, las dos partes de su naturaleza estaban gruñendo de
acuerdo—. Sea lo que sea, no es un caso donde está tratando de colarse en nuestro territorio.

—De acuerdo. —Lucas se inclinó para golpear ligeramente a su hija en la punta de la nariz en lo
que era claramente un juego entre ellos, las pequeñas manos de Naya tratando de atrapar el
dedo; cada vez que fallaba la hacía reír abiertamente, la risa brillante, y volvía a intentarlo—.
Mantente al tanto de eso y mantenme informado.

Bastien parpadeo. —¿Sólo así?

Dado el clima político volátil, toda la manada en alerta a los signos de agresión de cualquier
esquina, había esperado un poco más interrogación.

Los labios de Lucas curvados. —Puedo oler la sangre; te has cortado las palmas con tus garras, has
estado luchando muy duro para no ir a mi garganta porque te pregunté por tu Kirby.

Bastien se miró las palmas de las manos, por no haberse dado cuenta de lo que había hecho.

—Y, —continúo Lucas, permitiendo que su hija agarrara su dedo un grito jubiloso—, ya que eres
uno de los más estables y centrados, miembros de la manada, tu lealtad fuera de toda duda, es
condenadamente obvio que no es sólo una amiga o una amante ocasional.

—Es mía, —respondió simplemente Bastien.

Lucas recogió a Naya hasta sostenerla contra su pecho, presionando un beso en la parte superior
de la cabeza.

—Ningún alfa que se precie se interpone entre otro leopardo y su mujer. —Contacto visual
constante, de alfa a compañero de manada, dominante al dominante—. No eres un muchacho
inexperto, Bas. Confío en tu juicio.

Eso, pensó Bastien, por eso Lucas era alfa. No era sólo acerca de la fuerza bruta, sino de la
inteligencia para conocer a su gente, y el corazón para tener fe en ellos.
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—Sé que tienes que informar a los altos grados en la manada sobre ella en el territorio —
garantizando la seguridad de Kirby— pero ¿te importa si yo le digo a Mercy? —Su hermana y su
compañero estaban actualmente fuera del estado, poniendo las bases con los halcones.

—¿Por qué no le hablas cuando ella y Riley regresen de Arizona? Lucas miró hacia abajo mientras
su cachorro bostezaba, la sonrisa en el rostro del alfa DarkRiver más apacible de lo que Bastien
antes lo había visto en su vida. —También pensaría hablar con Dorian, lo más pronto posible.

El centinela rubio, había imaginado Bastien, era el único que hubiera estado por cualquier cosa
que pudiera ser análoga a la situación de Kirby. —Estaba planeando llamarlo desde el coche.

Extendiendo la mano, tocó el puño de Naya donde reposaba contra el corazón de Lucas y la bebé
enredo sus delicados dedos a su alrededor.

—¿Cómo lo llevas, Luc? —Murmuró, su propio crudo corazón con emoción por esta pequeña
nueva compañero de manada—. Están vulnerables, tan frágiles.

La pantera de Lucas contempló a Bastien a través de un rostro humano. —¿Morirías por


protegerla?

—Eso ni siquiera se pregunta. —Bastien sangraría por cualquiera de sus compañeros de manada,
pero los más pequeños, más vulnerables tenían un lugar especial en todos sus corazones.

—Así es como lo llevo, —dijo Lucas—. Al recordándome a mí mismo que todo hombre, mujer y
joven en esta manda lucharían hasta su último aliento para protegerla del daño. —Un estruendo
calmante en su pecho mientras Naya hizo un pequeño sonido, el leopardo hablando con su
cachorro—. Somos una familia, Bas, y la familia está unida. Lo que está pasando con tu Kirby, lo
resolveremos.

Las palabras lo centraron, calmaron a su leopardo. No importa qué, Kirby ya no estaba sola. Le
tenía; y tenía la fuerza de DarkRiver apoyándola.

*****

BASTIEN acababa de llegar al borde de la ciudad, después de haber pasado unos buenos cuarenta
minutos hablando con Dorian sobre lo que había sido cambiar después de una vida de ser latente,
cuando recibió otra llamada.

—¿Kirby? —dijo, habiendo programado su número en el teléfono.

—Bastien. —Un suspiro tembloroso—. ¿Pu… pu… puedes venir a buscarme? Me he tomado el
resto del día libre, he dispuesto un sustituto.

—Estaré ahí en diez minutos.

Se detuvo para encontrar Kirby esperando a pocos metros arriba del jardín de infantes.
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—Lo siento, —dijo tan pronto como salió del asiento del conductor—. No sabía a quién llamar. —
Los ojos enormes, tragó saliva—. Debes haber estado haciendo algo importante.

—Shhh, —Envolviendo su cuerpo tembloroso en sus brazos, le pasó la mano firmemente hacia
arriba y abajo de su espalda, asegurándose de tocar la piel desnuda de su nuca con cada caricia—.
Me alegro de que me llamaras.

Podría haberla sostenido por siempre, pero era consciente de que aunque tranquilo, éste era un
lugar público. Más importante aún, estaba cerca del lugar de trabajo de Kirby. —Vamos, gatita.
Iremos a algún lugar privado para hablar.

Una vez que la tuvo en el coche, puso a plena potencia el calentador y los condujo una corta
distancia a un parque de la ciudad salpicado comparativamente de pequeños árboles de hoja
perenne, alrededor del cual serpenteaba un sendero para caminar.

Hoy, estaba vacío, la hierba de un profundo verde joya bajo la luz del sol. Bastien salió tan pronto
como llegaron, visceralmente consciente de la continua angustia de Kirby, y sintiendo que estaría
mejor a la intemperie.

Kirby no discutió cuando la tomó en el parque, envolviendo un brazo alrededor de sus hombros
para que pudiera acariciarla estrechamente.

—Dime qué te pasa.

Deteniéndose, se giró hacia él junto al tronco recto de un joven de pino.

—Algo extraño me está sucediendo.

Las palabras eran totalmente inadecuadas para expresar el caos arrasaba dentro de ella, pero eran
las que Kirby tenía.

—Sigue.

La mirada fija de Bastien, su voz profunda, su toque —oh, cómo le encantaba la forma que la
tocaba con tanta facilidad— que le daba un ancla mientras describía su extraña locura.

—Yo estaba en el cuarto de atrás consiguiendo un vaso con agua para uno de los niños, —
comenzó, todavía incapaz de darle sentido—, y de una vez, podía oír cada uno de los niños en el
salón principal. No sólo un borrón de voces, sino voces específicas, cada palabra clara como el
cristal. —Frotándose manos sobre su cara, se metió atrás los mechones de pelo que se había
escapado de su cola de caballo—. Lo descarté como un efecto acústico raro cuando se desvaneció
después de unos segundos, —dijo—, su corazón empezando a correr de nuevo como lo había
hecho entonces.

—Luego salí con el agua... y una avalancha de olores. No podía respirar, sentía como si me
asfixiaba bajo el peso de la misma.
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La intención en la mirada, Bastien pasó su mano libre de arriba abajo de su brazo, el otro todavía
cálido y fuerte alrededor de sus hombros, pero no la interrumpió.

—Dejé caer el agua —gracias a Dios que había sido una taza plástica elegida para las pequeñas
manos— y se regó sobre la alfombra. Los olores desaparecieron casi al mismo tiempo, pero yo
sabía que no podía quedarme, arriesgar a los niños cuando no podía predecir lo que podría
suceder a continuación.

Envolviendo sus brazos a su alrededor, se hizo la pregunta que había estado atormentando desde
entonces.

—¿Está todo en mi cabeza? —No podía olvidar el hecho de que los médicos de la clínica no habían
descubierto absolutamente nada de malo con ella—. Podía estar teniendo algún tipo de crisis
psicótica.

Bastien la agarró por la barbilla. —No te estás volviendo loca.

Kirby se quedó inmóvil, atrapada por la certeza sin adulterar de su tono, como si supiera algo que
ella no.

—Bastien.

—Aquí no. —Echó un vistazo al parque, y supo que había tomado nota de las tres personas
ancianas que habían llegado en los últimos minutos—. Iremos a mi apartamento. No es el mejor
lugar para esta discusión, pero nuestro territorio boscoso no está lo suficientemente cerca.

Kirby se mordió la lengua hasta que estaban de vuelta en el coche, con las mejillas ardiendo con
una emoción que le había apretado los dientes.

—Si sabías algo, ¿por qué no lo dijiste? —Las palabras salieron bruscas, su rabia por haberle
mentido —incluso por omisión— aplastada, desconcertada contra la herida.

Las manos apretando en el volante, Bastien comenzaron a conducir. —Porque lo que sea esto,
—dijo, con la voz áspera— no es nada sencillo.

Kirby quería gruñirle porque no le respondía.


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Capítulo 6
Estaremos en el apartamento en pocos minutos, —dijo Bastien en el tenso silencio.

No estando de humor para hacer conversación, Kirby no obstante se encontró cautiva por su
infinita curiosidad por Bastien.

—No pensé que a un leopardo Cambiante le gustaría un apartamento.

Había hecho todo lo posible por ocultarlo, pero había estado tenso por ella.

—Yo no. Es por eso que compré un lugar tan ridículamente caro.

Kirby entendió por qué el apartamento había sido tan caro el instante en que entró en ella. Aparte
de un pequeño recinto privado en la parte posterior, no había paredes internas en el espacio que
tenía que cubrir la mitad de un piso. La pared delantera entera era transparente de vidrio
reforzado, los suelos de madera color miel reluciente.

Por encima, y a su derecha había un espacio tipo loft que debía albergar una cama, mientras que
la parte izquierda del área central un arreglo de sofás y grandes cojines en el suelo que parecían
decadentemente cómodos, una cocina abierta en el otro lado. Todo el lugar estaba empapado en
la luz.

—Hermoso, —murmuro.

Las líneas de estrés suavizándose de su expresión —y por qué eso hacía le doliera el corazón, que
quería darle un beso, incluso mientras continuaba luchar contra el impulso más primitivo de
morderlo— el estrechó su mano. Suspirando silenciosamente en el contacto que se sentía
profundamente correcto, le permitió halarla hacia la pared de vidrio, y la puerta hábilmente oculta
en ella.

Había un amplio balcón más allá, con una vista de la bahía, con las resplandecientes aguas como
zafiros destrozadas bajo el sol. Agarrando la barandilla, el metal cavando en sus palmas, lo miró
fijamente.

—Eres rico.

Recostado contra la barandilla, con los brazos apoyados en ambos lados, se encogió de hombros.

—Soy bueno en haciendo dinero, he estado invirtiendo mis propios ingresos desde que era menor
de edad. ¿Hace alguna diferencia para ti?

Los ojos verdes le brillaban desde debajo de las pestañas medio cerradas.

Kirby luchó contra el impulso de mostrarle sus dientes. ¿Qué estaba mal con ella últimamente? El
pensamiento apenas se había formado cuando se movió más rápido de lo que había creído
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

posible. Halando su cabeza con la mano empuñando su cabello, mordisqueó fuertemente su


mandíbula.

—No me hagas enloquecer aún más de lo que ya me siento, —Su sonrisa arrugó sus mejillas, los
brazos de cerrados alrededor de su cintura—. Morderme nuevo. Con su mirada de ojos estrechos,
acarició el costado de su cara antes de decir, —la verdad es que prefiero estar en mi nido.

El ritmo del leopardo detrás de sus ojos, su presencia tan fuerte que Kirby casi podía verlo. Casi
tocar el oro y negro de su piel.

—Los días que puedo trabajar desde allí, —continuó Bastien—, Dejo que mis hermanos, u otros
compañeros de manada que desean una noche en la ciudad, utilicen este lugar, así que
conseguimos un valor extra.

Se traicionó tanto de cómo veía el mundo que él lo dijo de forma natural “conseguimos” un lugar
que, para muchos otros hombres, hubiera sido un símbolo de estatus. Para Bastien, se dio cuenta,
eran su manada, su familia, quienes son importantes, quienes le importaban. Le dolía por querer
lo mismo nunca pudiendo encajar, siempre la constante forastera. Y ahora…

—Por favor, dime lo que sabes, —dijo en voz baja, el miedo un sabor metálico en la parte
posterior de su boca, un escalpelo temblando sobre su piel.

Con expresión despojada de cualquier asomo de humor, Bastien tomó una de sus manos, una
mano que Kirby no se había dado cuenta había apretado a su lado.

—Ábrete para mí, gatita. —A medida que la sangre corrió de vuelta a la carne blanca tensa, dirigió
un dedo por la punta—. ¿Tus dedos siempre cosquillean?

Con el corazón golpeando con fuerza contra sus costillas y la boca seca asintió.

—Hace muy poco. —Se quedó mirando sus propios dedos—. No es doloroso, pero pica.

Bastien siguió sosteniendo su mano, acariciando su pulgar distraídamente sobre su piel.

—En este fin de semana, el dolor que sentías, —sus ojos verdes salvajes capturándola—. Si dijera
que se sentía como que algo estaba tratando de abrirse camino fuera, ¿Estaría a estar en lo cierto?

Incapaz de aceptar lo que le estaba pidiendo que creyera, negó con la cabeza, rompiendo la
intimidad abrasadora del contacto visual.

—No puede ser. Soy humana.

Bastien ahuecó las manos en su mandíbula, volviendo la cara hacia él, el roce de su piel sobre la
suya casi tuvo éxito en calmar el pánico deslizándose dentro.

—Háblame de tus padres.


Secretos a la medianoche – Nalini Singh

—Yo… — Su sangre volvió fría—. Mis padres murieron cuando era una niña, —susurró, la
brutalidad de su historia algo que prefería olvidar… una historia que llevó a una conclusión
inevitable, sino por la imposibilidad de eso—. Los servicios de atención difícilmente hubieran
confundido a una niña cambiante con una humana.

—No necesariamente. Los cambiantes no cambian hasta alrededor de un año de edad.

—Esa es la edad que tenía cuando ocurrió. —Se obligó a recordar el pequeño número de hechos
que se habían filtrado en su memoria a través de los años, a pesar de su negativa a acceder a sus
propios registros—. Mi fecha de nacimiento es desconocida, pero, de acuerdo con uno de mis
trabajadores sociales, fui examinada por un pediatra y juzgó que tenía aproximadamente doce
meses de edad. Si aún no había cambiado, yo debería haberlo hecho poco después que me
encontraron.

—Sí. —Bastien frunció el ceño—. ¿Cómo perdiste a tus padres?

—En un incendio. —No sabía mucho más que los detalles básicos de ese fuego, su ira con sus
padres desconocidos por abandonarla una herida abierta que nunca había sanado—. Me
encontrado en la calle en pijama de una sola pieza cubierta de hollín, las plantas de mis pies
quemadas y ensangrentadas. Estaba claro que había llegado desde una casa cercana que había
sufrido un incendio, pero mientras que la policía no pudo identificar los restos de un hombre
adulto y una mujer que deben haber sido mis padres —tragó saliva— por alguna razón, esos restos
nunca fueron identificados.

—Ah, infiernos. —La exclamación de Bastien era dura—. Experimentaste un hecho traumático
grave por la misma época que estabas destinada a completar tu primer cambio, —dijo,
manteniéndola cerca—. Debió haber alterado fundamentalmente tu desarrollo.

Sonaba bien... pero incorrecto.

—No, —susurro, un escalofrío en su sangre—. ¿Qué pasa si cambio por primera vez ese día? Tan
feliz, tan emocionada. Y luego… luego cosas malas ocurren.

Bastien dio un paso atrás, le tomó la cara entre las manos de nuevo. —¿Te acuerdas?

—No, — Todos lo que quedaba eran duros ecos de emoción—. Pero sé que fue lo que sucedió. —
Casi como si lo pudiera ver—. ¿No podría un bebé pensar que los dos eventos estaban conectados;
el cambio y el fuego? —El dolor perforando su corazón—. La mitad humana culpando al animal, y
el animal culpándose a sí mismo.

—Y, —dijo Bastien con dureza—, no podías entender lo que estaba pasando dentro de ti. Sin
compañero de manada que te consolara, asegurándote que no era tu culpa. —La besó en las
mejillas, su mandíbula, sus labios.

Encontrando la fuerza en el afecto, le contó el resto.


Secretos a la medianoche – Nalini Singh

—La única razón por la alguien sabía mi nombre de pila era que estaba cosido en mi pijama. —Su
apellido, Rosario, al parecer, había sido el nombre de la calle donde había sido hallada—. Es la
única otra pieza de información que tengo.

—Tus padres adoptivos podrían…

—Me crié en el cuidado. —A Kirby no le gustaba pensar en los diecisiete largos años,
agónicamente solitarios que había pasado en el sistema, pero si la verdad a su presente yacía en
su pasado, entonces tenía que encontrar la voluntad—. Tenía terribles pesadillas, gritaba de niña.
—Un trabajador social simpático le había dado esa información después de que creció lo suficiente
para preguntarse por qué no tenía una familia cuando se adoptaban rápidamente otros bebés y
niños pequeños.

—Seguí siendo elegida para la adopción, y luego regresada. —Como una máquina rota era enviada
de vuelta al almacén de devolución—. Finalmente dejaron de intentar colocarme cuando tenía seis
años y pase tres años, en instituciones estatales para niños con problemas antes de que las
pesadillas se desvanecieran —en lo que al mundo se refería por lo menos—. Y me hice un espacio
en el sistema de cuidado de crianza temporal.

Las garras de Bastien amenazaron con liberarse. Quería romper algo, triturar a los que habían
herido a su compañera cuando había sido una pequeña, cachorro vulnerable incapaz de luchar por
sí misma.

Lo recuerdo, sabes —dijo en voz baja, con los ojos en el suelo—. Ser adoptada por personas que
dijeron que me querían, me sentía feliz y esperanzada, y luego ser devuelta porque no era lo
suficientemente buena.

—Bastardos. —Estaba tan enojado que temblaba, cerró su mano alrededor de un lado de su cuello
y apretó los labios contra su sien.

Kirby llevó la mano a su cabello, acariciándolo en movimientos suaves.

—No era tan malo, estando en cuidados. No fui abusada o cualquier cosa.

Leopardo de Bastien gruñó dentro en esa crítica inconsciente en su infancia.

—Eres jodidamente increíble, ¿lo sabías? —Presionó su frente contra la de ella, su rabia cortando
con orgullo violento.

—No, soy una cobarde. —Separándose con un movimiento agitado, mientras paseaba hasta el
final del balcón y de vuelta—. Me digo a mí misma que todavía estoy enojada con mis padres por
haberme dejando, que es por eso que nunca he solicitado mi expediente. La verdad es que tengo
miedo. —Sus ojos brillaban húmedos, sus hombros tensos—. Porque si leo esos registros,
entonces no puedo evitar la verdad por más tiempo, no puedo pretender que tal vez no estoy sola,
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que un día alguien va a venir por mí. —Se enjugó las lágrimas—. Tengo veinte y cuatro años y
todavía estoy esperando. ¿Cómo de estúpido es eso?

—No consigues hacerlo. —Bastien tiró a su cuerpo rígido a sus brazos, su furia por lo que se había
hecho una feroz tormenta dentro—. No te hagas daño, y nunca digas que eres estúpida.

Golpeó con puños contra su costado.

—¿Por qué? ¿Quién eres para darme esa orden?

Bastien ni siquiera pensó en ello, su compañera estaba haciendo daño y necesitaba consuelo.

—Soy tuyo, —dijo sin rodeos, envolviendo su mano alrededor de su cola de caballo y tirando hacia
atrás su cabeza para poder mirar esos hermosos, llenos de dolor, ojos color avellana—. No estás
sola. ¿Lo comprendes? —No había nada en su vida más cierto que lo que sentía por ella, y ya no
era simplemente la atracción primordial del vínculo de pareja. Se trataba de Kirby. Dulce, fuerte, a
veces confundida Kirby—. Siempre estaré ahí para ti.

La respiración errática, de Kirby no respondió a su declaración. En cambio, tironeó su cabello


suelto y dijo, —Enviaré por correo electrónico la solicitud registros hoy. —Se negó a mirarlo a los
ojos, su propia obstinación sobre el agua resplandeciente en la distancia—. Probablemente
tomara unos días para que envíen los archivos.

Bastien apretó los dientes para contener la ira del leopardo mientras subrepticiamente limpiaba
las huellas que sus lágrimas habían dejado en su rostro. No era culpa de Kirby no creía él, sin duda,
todos aquellos padres adoptivos le habían prometido para siempre, también.

Pero no era el chico más testarudo de su madre por nada.

Kirby no tardaría en descubrir que cuando Bastien Michael Smith hacía una promesa, la mantenía.

*****

Se sentía mallugada por dentro, Kirby no discutió contra el empujoncito de Bastien de nuevo en el
calor de la vivienda, pero cuando le hizo una taza de té dulce y le ordenó que lo bebiera, puso sus
manos en las caderas.

—¡Deja de gruñirme! —Podría estar inestable, horriblemente tentada a creer en todas su


promesa, pero no era y nunca sería una presa fácil.

—No te estoy gruñendo, —gruñó, tirando la taza de té del mostrador.

Por supuesto, el líquido caliente salpicó por toda la mano.

Agarrando su muñeca cuando siseó y se echó hacia atrás, ella la metió bajo el grifo de agua fría.
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—No te muevas, —le espetó cuando iba a sacar a la basura, disparándole una mirada mientras
gruñía de nuevo, el sonido vibrante contra su piel—. Eres peor que mis estudiantes. —Sin
advertencia, ni nada, sólo se inclinó y le mordisqueó la punta de la oreja fuertemente con sus
dientes—. Bastien.

Saltado, soltó su muñeca lo suficiente como para que él la envolviera en su brazo, atrapándola
entre su peso y el fregadero.

Su cuerpo entero cantó la cercanía del suyo, duro y caliente y deliciosamente abrumador contra su
espalda, pero su preocupación por él la mantuvo enfocada.

Tomando de nuevo su muñeca, la puso bajo el grifo. —Está un poco roja.

Acariciándola, lamió su piel. Kirby no podía controlar su escalofrío.

—Gata. —Una sonrisa contra su piel—. Me gusta tu sabor. —Otra lamida, su mano libre se
preparó contra el fregadero para bloquear todo escape.

Kirby no quería escapar de esta musculosa trampa masculina. —Entonces, —dijo, tratando
de mantener su cerebro en marcha—, Tengo un poco de sangre cambiante…

—No, es más que eso. —La besó en la nuca, haciendo que sus dedos se doblen, y pensó que, tal
vez, este magnífico hombre estaba tratando de distraerla del dolor de la pérdida de su infancia
que la marco tan gravemente.

Con los ojos ardiendo, se volvió y apretó los labios contra su mandíbula.

Frotando su mejilla contra la suya, continuó hablando.

—Los genes cambiantes son dominantes, al menos cuando se trata de cambiar. Un niño cambiante
puro o medio siempre cambia; y tu olor me dice que caes en esa última categoría. Incluso si eres
latente, deberías saber lo que eres.

—Así que soy una especie de fenómeno, —murmuró Kirby. —Estupendo.

El gruñido de Bastien levantó cada pelo en su cuerpo. —¿Qué te dije acerca de lastimarte?

Con ese comentario furioso con una voz que apenas parecía humana, rompió su agarre, cerró el
grifo, y la hizo girar hacia él.

Kirby se mantuvo firme, reconociendo al depredador en él, pero estaba segura que moriría antes
de hacerle daño. Esa certeza se mantuvo incluso cuando él puso sus manos en sus caderas, y sus
garras rebanando contra la tela de su abrigo.

—No eres un fenómeno. Eres Kirby.

Su tono la retaba a estar en desacuerdo.


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La piel incómodamente en llamas, bajó las manos al cinturón de su abrigo y lo deshizo, quitándose
la tela gruesa para arrojarla a un lado. Las manos de Bastien regresaron a donde habían estado,
fuerte, peligroso y encima de mezclilla y algodón.

—Sexy inteligente, hermosa Kirby, —era un sonido de ronroneo.

Y entonces la besó.

Una mano soltando su cola de caballo, la otra deslizante debajo de la camiseta apoyándose en la
curva de su cintura, su piel más áspera que la de ella, y su boca esclavizando la suya.

Sintió sus garras, pero no la rasguño, sino más bien la saboreo, como si fuera su postre favorito.
Con mordisquitos y largos lentos lametones, que exigían que se uniese a él. Cuando lo hizo,
acariciando su lengua contra la suya, ronroneó, la vibración hizo temblar todo su cuerpo y se
preguntó cómo sería si ambos estuvieran desnudos.

—Bastien. —Sus pezones puntos apretados, agarro sus hombros, exquisitamente consciente de él
desplazando una gran mano a su trasero para ayudarla a alcanzar el ángulo correcto para frotar
contra la rígida tentación de su polla. Sus garras sobándolo… apartando con un pequeño grito, se
miró las manos—. Oh, Dios. —Las garras retraídas casi antes de que estuviera segura de que las
había visto—. Yo…

Bastien puso las manos a cada lado del cuerpo de Kirby, una vez más, atrapándola contra el
mostrador y manteniéndola al alcance de la mano.

—Sí, —dijo—. Acabas de semi cambiar. — Y, porque odiaba verla tan perdida, tan asustada, le
mordisqueó la oreja de nuevo.

—¡Argh! —Agarrando su pelo, movió su cara hasta encontrarse con la de él—. Deja de hacer eso o
realmente te morderé.

Allí estaba su Kirby dura que había construido una vida por sí misma mediante agallas y
determinación.

—¿Lo prometes?

Su gato bateó juguetonamente por ella, queriendo salir de la piel humana de Bastien para que
pudiera jugar con él en la realidad. Pronto, prometió al leopardo.

—Eres… —Liberándolo después de un beso furioso fuerte que hizo retumbar su pecho en otro
ronroneo, dijo—. Creo que es mejor pedir licencia en el trabajo hasta que todo esto se resuelva.

Bastien asintió.

—Soy tan nueva que voy a perder mi trabajo si no regreso en una semana. —Su temperamento se
desvaneció en una tristeza que había envuelto sus brazos a su alrededor—. Realmente me gusta
este trabajo.
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Protector como era, Bastien quería arreglarlo todo para ella, pero sabía que Kirby no se lo
agradecería.

—Mi hermana me dice que es el mejor jardín de infantes en la ciudad. —El compañero de Mercy
al parecer ya había iniciado a investigar, aunque faltaban seis meses antes incluso del nacimiento
de sus bebés—. No te habrían contratado a si no fueras la mejor; encontrarás otro puesto cuando
estés lista.

Un pequeño movimiento de cabeza contra su pecho. —Al menos, mi renta esta pagada por las
próximas dos semanas.

Esa afirmación, Bastien no podía dejarla pasar, porque así como Kirby necesitaba tener orgullo en
su trabajo, él tenía que cuidar de ella.

Se movió para poder mirarla a la cara, y dijo, —Nunca más tienes que preocuparte por un lugar
donde vivir. —Había escondido sus intenciones al principio para no precipitarse, pero después de
enterarse de lo que había atravesado de niña, quería que supiera que era querida, adorada—. En
este momento, tenemos que ir al nido. —El entorno natural pondría a su animal de más tranquilo.

Dientes blancos y pequeños se hundieron en el labio inferior.

—Apenas te conozco, —susurró, pero no hizo ademán de alejarse, en su lugar acaricio su pecho
con pequeños golpes, ausentes, como para suavizar el impacto de sus palabras.

—Algunas personas, —cerró su mano sobre la suya— se conocen en un santiamén. —El leopardo y
el hombre miraron hacia el inusual avellana de sus ojos y vieron su futuro—. A otros, nunca los
conocemos, aunque les hablemos por mil años.

Parpadeando rápidamente, Kirby se enterró contra su pecho. —Estoy asustada, Bastien. —Su voz
temblada.

—Estoy contigo cada paso del camino, gatita. —La estrechó, el lado de su cara presionada contra
la suavidad de su pelo—. Haremos esto juntos.
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Capítulo 7
Con el pecho apretado, Kirby hizo la petición de archivos en su camino a su apartamento para
recoger lo que necesitaría durante unos días en el nido. Cuando Bastien se inclinó para recorrer
con los nudillos su mejilla, se apoyó en el toque, tan dolorosamente feliz de que estuviera en su
vida.

Algunas personas se conocen en un santiamén.

Tenía razón, y a pesar de su miedo a la violenta profundidad de su relación en ciernes, de lo


mucho que le dolería si cambiaba de opinión y la rechazó, no iba a retroceder. Bastien era
demasiado importante, demasiado maravilloso, y quería que fuera suyo, sólo suyo, los
pensamientos posesivos a la vez tímidos y salvajes. Cuando sugirió que se detuvieran en el
mercado de productos frescos en la salida de la ciudad, con mucho gusto acepto la idea.

—Creo que hacer algo mundano es lo correcto justo ahora.

Cuarenta y cinco minutos y un aperitivo en la cafetería adjunta después, el malvado gato a su lado
la estaba engatusando a rendirse a la tentación de una rebanada de pastel de zanahoria orgánica
con crema de queso guinda, cuando oyó, —Bas.

Sorprendida, alzó la vista de la tentadora pantalla para ver a un hombre con un rico cabello y ojos
color avellana marrón más oscuro que el suyo andando en su dirección. A pesar de la diferencia en
la coloración, el sello familiar Smith era inconfundible.

—Sage. —Bastien frunció el ceño—. ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

—Mamá envió un mensaje, preguntando si podía tomar unas cuantas cosas para ella, y llevárselas
de camino a casa.

Las palabras de Sage pudieron haber sido para Bastien, pero sus ojos no se movieron de Kirby.

—Soy el hermano guapo, —dijo con una sonrisa tan encantadora, que era adorable—. Sage.

A Kirby le gustó de inmediato, cómoda, de una manera que rara vez lo era con extraños... pero
claro, era el hermano de Bastien, y confiaba Bastien hasta el hueso—. Kirby.

—Pastel, ¿eh? —Sage se frotó la mandíbula, dejando escapar un suspiro—. Yo iría a por el doble
chocolate con glaseado de vainilla para mí.

Pasando un brazo alrededor de sus hombros, Bastien dijo, —Deja de coquetear, eres terrible en
eso, —a su hermano, pero podía decir que sólo fingía, los dos hombres, obviamente amigos, así
como familia.

*****
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Quince minutos después de que se toparon con Sage, Bastien metió los alimentos frescos en el
maletero del coche y señaló con el dedo a su hermano. —No le digas a Mercy, Herb.

Sage se meció sobre los talones, con un brillo en sus ojos. —Preocupado que vaya a ahuyentar a tu
chica, ¿Frenchie?

—No creo que Kirby sea del tipo de salir huyendo, ¿verdad, gatita? —Orgulloso de la mujer
que era suya, tomó la mejilla, pasó el pulgar por su labio inferior.

Ruborizada, no obstante, dio un beso en la palma. —Si lo fuera, —señaló—, todos tus gruñidos lo
hubieran hecho ya.

Bastien vio los ojos de Sage ir a leopardo en ese instante y sabía que su hermano se había dado
cuenta exactamente lo que estaba en juego. No es que no le diría a Mercy y Grey de todos modos,
pero no lo mencionaría más allá de ese círculo apretado. Todavía no, no hasta que Bastien
estuviera listo. Él y sus hermanos podrían bromear sobre otras cosas, pero nunca harían estropicio
con algo tan importante.

Inclinándose cerca de Kirby, Sage susurró; —Pregúntale sobre el infame episodio de


destripamiento de gatitos.

—Recuérdame estrangularte después.

Bastien abrió la puerta del acompañante para Kirby, vio a su vez la sonrisa de su hermano con una
mueca cuando Kirby lo saludó con la mano después de entrar en el coche, con los ojos brillantes.

—Frenchie, ¿eh? —dijo, una vez que estaban en camino de nuevo, la risa en su tono bienvenida.

—Realmente necesito estrangularlo. Seguramente, mis padres no notaran un hijo menos.

Con los hombros temblando, Kirby se volvió en su asiento para mirarlo de frente. —Son cercanos.

—Sí, nosotros cuatro somos un nudo bastante estrecho. —Cada uno de sus recuerdos de infancia
incluía a uno u otro de sus hermanos—. No es que no nos peleáramos como lobos salvajes en
ocasiones. —le dijo—. En un incidente notorio, Grey, que era sólo un pequeño cachorro en el
momento, se enojó con Sage y apretó los dientes en la punta de la cola de Sage.

La sonrisa de Kirby iluminó todo su rostro.

—¿Qué paso?

Queriendo besarla hasta dejarla sin aliento, dijo; —el terco bastardo se negó a soltarlo, a pesar de
que Mercy y yo tratábamos con todas nuestras fuerzas. —El recuerdo hizo resoplar al leopardo de
risa—. Cuando Sage trató de quitárselo de encima, simplemente clavó las garras en la tierra y
gruñó con la parte posterior de la garganta. Finalmente tuvimos que admitir la derrota y llamar al
Poder de la Mamá.
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La risa de Kirby llenó el coche. —Dime más.

Iba a hacer precisamente eso cuando sonó su teléfono. —Lo siento. Probablemente trabajo.

Para su alivio, a Kirby no pareció importarle el hecho de que tenía que estar en contacto con la
oficina de la mayor parte del viaje, con los ojos en el paisaje. Aun así, no le gustaba su
tranquilidad, con los dedos entrelazados unos alrededor de otros la tensa blancura.

—¿Qué música te gusta? —le pregunto entre llamadas.

—Romántica, pop alegre.

Haciendo una mueca, puso una estación que proporcionaba exactamente eso. —Me lo debes.

—Vamos, —se giró en su asiento para mirarlo de frente una vez más—, no es tan mala.

—¿Lo siento? No puedo escuchar más allá del azúcar bloqueando mis tímpanos.

Le dio un puñetazo y burlándose su leopardo ronroneó. Quería disfrutar del lujo en su toque,
quería exigir los privilegios de la piel, los más privados más íntimos, pero mientras se deleitaba en
contacto piel a piel con ella, no la empujaría a consumar su relación. Si se despertaba para ver
pesar en los ojos de Kirby, sería jodidamente quebrarle. No, cuando asumieron ese paso,
necesitaba a su compañera consigo todo el camino, confiada, apasionada y demandante por
derecho propio.

—No es una larga caminata desde aquí, —dijo un poco más tarde, el aparcando en un área
designada dentro de territorio boscoso de la manada—. Tenemos que tener cuidado con la
vegetación natural.

Después de haber estado torciendo el cuello para mirar en todas direcciones mientras conducía,
Kirby salió a dar vueltas alrededor feliz sobre la alfombra esponjosa creada las hojas caídas y
agujas de pino.

—¡Quiero explorarlo todo!

Su no escondido deleite alivió cualquier preocupación que pudiera haber tenido sobre que
estuviera a gusto en la rica naturaleza verde que le cantaba a su alma cambiante. Se colgó el
petate con sus cosas encima de su hombro, estrechó su mano con la suya, con ganas de tenerla en
su casa. —Regresare por las compras.

No podía esperar para mostrarle todos sus lugares favoritos en el bosque, su leopardo tan
emocionado como un cachorro. Cuando un lince con espeso pelaje marrón dorado acercó justo
cuando estaban a punto de llegar al nido, Kirby se congeló en un grito de asombro preguntando;
—¿Es eso…

—No es cambiante. —Agachándose, le pasó la mano por la espalda de la criatura, sus orejas
peludas paradas—. Pero es amigo mío.
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Kirby llegó a su lado, una de sus manos apoyadas en el muslo la tortura más dulce.

—¿Permitiría que le acaricie? —la anhelante necesidad.

—Aquí. —Asiendo su mano después que se puso de rodillas, la acerco a la nariz del lince—. No te
sientas mal si decide ignorarte. —Dijo Bastien, queriendo que disfrutara de su primer contacto con
la fauna natural de la zona—. La maldita bestia tardó seis meses en dignarse aceptarme.

Excepto que el lince olfateo a Kirby y saltó hasta colocar sus patas delanteras en los muslos. —
Bastien, oh, él es precioso. —Con la cara impregnada de alegría, Kirby empezó a acariciar al gato.

Bastien examinó el intrigante cuadro. Independientemente de la especie, ninguna de las criaturas


salvajes eran así de agradables con nadie fuera de la manada. Por supuesto, Kirby tenía esas
aseadas pequeñas garras... sí, podrían ser de un lince.

Instalándose con la espalda contra un árbol, con las piernas al frente de él, la vio acariciar a la
criatura totalmente perezoso, mimado ahora tumbado en su regazo. Ese lince iba a seguir a su
alrededor cada vez que estuviera en la zona, pensó con una sonrisa afectuosa para su homólogo
salvaje. Bastien probablemente lo encontraría en los alrededores fuera de su nido, esperándola.

Bien hecho, gato, pensó un poco triste, su propio leopardo aún privado de su toque.

*****

Kirby y Bastien finalmente llegaron a su destino a media hora de la reunión, con el lince
habiéndose ido diez minutos antes con un roce afectuoso de su cuerpo contra las piernas de Kirby.
Ahora, Kirby observaba Bastien subir al nido oculto en los brazos de un enorme árbol, uno tan
grande, que no podía verlo completo.

Este mundo que la embriagó con su magnificencia, la forma en que Bastien se trasladó en él la
fluidez de sus músculos, una canción primaria. Había subido al árbol usando sus garras, pero había
dejado sólo leves marcas en el tronco que pronto se cerrarán, ni una sola marca se veía. Sólo una
señal más de que él no era un intruso aquí, sino una parte aceptada de este increíble ecosistema,
que respeta el tierra que lo nutria.

—¡Escalera de cuerda bajando! —gritó después de desaparecer detrás de las hojas con su petate.

—Gracias… Ella gritó cuando Bastien saltó de su lugar en lo alto... a la tierra con la gracia del gato
que era, su poderoso cuerpo terminando en cuclillas.

—Lo siento si te asusté. —Una mirada tímida—. Olvide que parece peligroso.

—No. —Kirby hizo un gesto de la mano que había arrojado en un vano intento de detenerlo—.
Estoy acostumbrada a cambiantes saltando de los árboles, —dijo a través de su corazón aún
acelerado—. La mayoría de ellos tienen cinco años de edad, y los árboles son sólo cien veces más
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pequeños que éste, pero es el mismo principio. —En verdad, él había estado magnífico, un hecho
que pudo apreciar ahora que no estaba hundida en el terror.

Su sonrisa arrugó sus mejillas, sus ojos verdes a contraluz con un resplandor salvaje.

—Una culo inteligente. Me gusta. —Tirando de ella para que cayera sobre su pecho, recorrió sus
manos audazmente a su trasero, apretando—. Me gusta este culo aún más. Me dan ganas de
morder.

Todo el cuerpo de Kirby estaba fundido, pero no estaba dispuesta a dejarlo salirse con sus burlas
de forma tan escandalosa sin repercusiones. Lo acercó con una mano en la nuca, con la otra en el
pelo, demandó un caliente, beso enmarañada con este hombre que le hacía olvidar que no tenía
experiencia, sus acciones impulsadas por el instinto desnudo. Un segundo después, estaba de
espaldas contra el tronco del árbol más cercano, sus manos acariciando y moldeando su carne
mientras sus bocas participan en la batalla erótica.

Gimiendo regresó beso por beso, toque por toque, deliciosamente consciente del duro empuje de
su excitación contra su abdomen. Era tan grande, tan fuerte, su toque una droga para sus
sentidos. Jadeando respiró entre besos, regreso a su guerra privada, enganchando sus piernas
alrededor de su cintura cuando él se las se subió.

Un gruñido, desgarrando de su boca a la suya, aunque no había peligro por lo que podía ver, no
hay razón para parar. El rayo de calor de su mirada la hizo entrecerrar los ojos, sus dedos
hormigueando. —¿Qué?

—¿Qué? ¿Qué? —Cerró una mano con garras muy cuidadosamente alrededor de su garganta—.
Estoy intentando ser un buen tipo al no seducirte cuando has tenido un shock del infierno, y qué
es lo que haces, me besas toda sexy, excitada y húmeda. —Gruñó sus palabras—. ¿Cómo diablos
se supone que voy a evitar devorarte?

Kirby quiso abalanzarse sobre él por esa contundente declaración.

—No me siento vulnerable o que te estés aprovechando, —le aseguró, acariciando su hermoso
pecho a través de su camiseta.

Su gruñido retumbó contra su pecho.

—A decir verdad, —murmuró, mirándolo a través de las pestañas medio cerradas—. ¿Por qué no
me aprovecho de ti? —La idea de tener su cuerpo desnudo como su patio de recreo personal la
hizo contener el aliento seguramente había entendido las cosas mientras estaban juntos, sobre
todo porque tenía un compañero que no ocultaba desearla—. Voy a ser amable. —No sabía de
dónde venía esta confianza sexual, pero se sentía muy, muy bien jugar con Bastien—. Lo prometo.
—Besando su garganta, deslizó las manos sobre sus hombros.
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Mío. Era un pensamiento salvaje, que debería haberla asustado. No lo hizo. No, le daba ganas de
ronronear como Bastien había comenzado a hacer. Después de haber aprendido que era su punto
débil, continuó besando su garganta, su sabor su propio afrodisíaco personal.

Así es cómo debe reaccionar a mí, dijo la naturaleza salvaje despertando en su interior, posesiva y
sensual y sin tiempo para las reglas de comportamiento civilizado. Así es como debería ser entre
nosotros.

—Grr. —Apartando la boca de su garganta, Bastien chasqueó los dientes, haciéndole saltar... antes
de que sus pezones estuvieran dolorosamente apretados, su cuerpo miel resbaladiza en señal de
bienvenida.

Las fosas nasales de Bastien se ensancharon. —No.

—¿No? —Los músculos se apretaban en torno a un vacío que sabía que sólo él podía llenar, Kirby
le dio un codazo en el pecho—. ¿No intentas decirme sabes que es lo mejor?

Se inclinó con las manos apoyadas en el tronco a cada lado de la cabeza, la voluntad masculina
obstinada y mal genio felino.

—Cuando estás magullada y herida por dentro, maldita sea que lo haré.

Le enseñó los dientes a él.

—¿Quién hizo esa regla?

—Yo. —Un pellizco en su hinchado labio inferior por el beso.

Gruñó bajo en su garganta, queriendo arañar. No para hacer daño. Nunca para hacer daño. Sólo
para que supiera que no estaba indefensa, que era una digna compañera de juegos.

Bastien susurró un suspiro, sus labios curvados. —Hola, gatita.

Frente a él, Kirby le arrebató las manos que había tenido en su pecho, mirando una vez más las
puntas curvadas de sus garras. El cambio más impresionante, sin embargo, era uno que no podía
ver; sus ojos se habían vuelto un dorado pálido claro con una pupilas negras vivas.

Tocando una garra, Bastien sonrió.

—Lindas.

Una pausa peligrosa.

—¿Lindas? —Colocando una mano de nuevo en su pecho, ella clavó esas bonitas garras basta con
que lo sintió—. ¿Quieres tomarla de nuevo?
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—Infiernos no. — No cuando tenía sus garras en él. Incapaz de resistir a pesar de su intento de
buen comportamiento, la besó otra vez, meciendo su cuerpo dolorosamente excitado dentro de la
acogedora suavidad de ella.

Derritiéndose, se frotó contra él, sus garras subiendo clavándose en sus hombros mientras
amasaba.

Su polla amenazaba con explotar y avergonzarlo con ese signo inequívoco de bienvenida.

Ahuecando su mandíbula, daban rienda suelta de uno en el otro, el beso crudo profundo antes de
poner al menos un metro entre él y su compañera que había extraído sólo la suficiente sangre
para que fuera juego previo.

Con el rostro ruborizado, bajó la mano para deshacer su abrigo y tirarlo a un lado.

—Estoy toda caliente, —dijo, sus pechos presionando contra la camisa que llevaba debajo.

Bastien pensó por un segundo que tenía la intención de ganar su batalla sensual por desnudarse
—y sí, a quien pretendía engañar, nunca duraría si Kirby presionaba sus curvas desnudas contra
él— pero entonces ella tiró de su cuello, diciendo—; estoy realmente caliente. —Se quitó los
zapatos, se arrancó sus calcetines—. Bastien, ¿por qué tanto calor? —Fue una declaración de
culpabilidad, sus ojos cambiaban de oro a avellana una y otra vez.

Y comprendió que se habían quedado sin tiempo.


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Capítulo 8
Pensando rápidamente en lo que Dorian le había dicho, dijo; —Kirby, mírame, —poniendo cada
onza de su dominio en su voz. Sin importa la naturaleza de la criatura que vivía dentro de Kirby, no
era tan dominante como el leopardo de Bastien. Ese conocimiento era instintivo, un mecanismo
de supervivencia integrada en cada cambiante, predador o no.

Lloriqueando, Kirby encontró su mirada, incapaz de rechazar el pedido. Era por eso que nunca le
había dado dicha orden en su tiempo juntos, hasta ahora, y nunca lo haría en su vida ordinaria. No
quería que su compañera le obedeciera simplemente porque su animal lo veía como más
dominante, se desgarraría en pedazos antes de robarle su libre albedrío.

Hoy, sin embargo, estaba asustada, el pánico, el miedo a la oscuridad temblando en sus ojos;
ambas partes de su naturaleza lo necesitaban para hacerse cargo. Y aunque él no estaba
preparado para un cambio tan violento y repentino, después de haber esperado a tener tiempo
para aliviarla con la ayuda de la sanadora de la manada, no había manera en el infierno que
permitiera que algo saliera mal.

—Cede, —ordenó, el consejo de Dorian acerca de la necesidad de Kirby para confiar en la criatura
atrapada dentro, resonando en su mente—. Cede, Kirby.

Gritando, Kirby cayó de rodillas, apretando la mano empuñada en su abdomen.

Sus ojos eran enormes y estaban húmedos cuando levantó la vista.

—Bastien, ¡me está arañando!

Estaba, se dio cuenta, demasiado confusa para entender, su enfoque. Descendiendo delante de
ella, puso las manos a ambos lados de su cabeza, su anclaje en el presente.

—No, sólo quiere salir. —Mantuvo su tono firme y constante—. No está tratando de hacerte daño.
—Cuando su respiración pasó a ser superficial, el sudor rompiendo a lo largo de su piel en un fino
brillo, centro sus ojos en los de ella—. Dejar de luchar, Kirby, —dijo, una vez más usando su
dominio para obligarla a centrarse. —Acepta a tu animal. Eso es todo lo que quiere.

Su rostro desapareció bajo su toque y sintió el beso de la afelpada piel antes regresar, el terror en
cada respiración irregular, con los ojos completando un ciclo entre humano y gato demasiado
fuerte, demasiado rápido.

—No, no, algo malo... algo malo está sucediendo.

Cambios parciales podían ocurrir a propósito, pero tomaba una considerable habilidad.

Esto era peligroso, partes de ella entrando y saliendo, porque el brazo acababa de hacer lo mismo.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Kirby, —gruñó, demasiado asustado por ella para moderar su voz—. Escúchame. Nada malo está
sucediendo. —Había sido el llanto de una niña el que había salido de su boca, de la cachorra que
había sido cuando su mundo se incendió—. Esto es algo bueno, algo hermoso.

Otro grito, un hilo de sangre de su nariz.

No, no, no. El cambio no debe ser nunca este horrible dolor. —No puedes luchar, bebé. Si lo haces,
podrías destrozarles por la separación. —Controló el impulso de gritar, consciente de que
podría asustar al animal dentro de ella, hacerla aplanarse aún más—. Confía en el cambio. Deja
que suceda.

Sacudió la cabeza, su piel húmeda y garras clavándose en sus muñecas con salvaje desesperación.

—No voy a ser capaz de regresar. —Sus piernas cambiando dentro y fuera el terror perforando,
como para abandonar la lucha.

—Podrás, —la sujetó—. Podrás.

Esta vez, cuando gritó, su piel burbujeaba con alfilerazos de sangre, como si su cuerpo estaba
siendo volteado.

Frenético, la parte humana se volvió hacia el leopardo, encontró una respuesta en el pensamiento
lineal del animal.

—Voy a cambiar primero, —dijo, sacudiendo sus muñecas lo suficiente para captar su atención. —
Tu gato seguirá al mío. —Era una apuesta, que se basaba en el nivel de su confianza en él—. Soy
más dominante.

—¿Gato? —Aturdidos iris dorados se encontraron con los suyos.

—Sí. —El hecho de que ella sin duda asuma que quería decir que era un leopardo, también
funcionaría a su favor—. Tu gato hará lo que diga. —Por lo menos hasta que su Kirby encuentre
su confianza de nuevo.

A sus manos bajaron las garras excavando en las hojas caídas, su cuerpo temblaba con tanta
fuerza que sus dientes repiqueteaban.

—Tengo tanto miedo.

—No lo tengas. —Ahuecando su cara, la besó, esperando que la calma táctil le permitiera oírle—.
No es un intruso, bebé. Es sólo otra parte de ti.

*****

OTRA parte de mí.


Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Una parte que había olvidado y mantuvo atrapada durante toda la vida.

Por supuesto que dolía. Es —que— duele tanto.

—¿Voy a ser capaz de regresar? —sollozaba, ahogándose de la vergüenza por haber hecho esto
horrible... y entonces su mente cambió y se sentía tan avergonzada por haber dejado a su mitad
humana sola todo este tiempo... antes de que la parte humana estaba mirando a Bastien, una vez
más.

—Sí. —Absoluta confianza en la voz de Bastien, sin lugar a discusión—. Ahora, sólo piensa en tu
gato y convertirte en tu otro yo. —Se disolvió en un millón de partículas de luz rompiendo, su ropa
desintegrándose, y luego había un gran leopardo, muy musculoso delante de ella, su frente
chocando suavemente la suya.

Su corazón tronando a la proximidad de una criatura tan peligrosa y extraordinaria, sintió una
necesidad, tan terrible de ser lo mismo, para correr, para mirar el mundo con ojos mucho más
agudos que los humanos que eran lo único que podía utilizar ahora. Dolía estar encerrado, estar
atado, para ser solamente la mitad. ¿Por qué le estaba haciendo esto a ellos? Era el momento de
correr, de jugar, de estar juntos... para estar con él.

Terriblemente consciente de que sus pensamientos no eran exactamente humanos, Kirby intentó
arrebatar de nuevo el control. Abrasador dolor en la caja torácica, garras rastrillando, sangrando.

Bastien gruñó en un sonido de furia violenta.

Y el dolor se detuvo.

Tu gato seguirá al mío.

Todavía asustada, sostuvo la mirada verde primaria del leopardo que le había hecho una promesa,
y confiaba.

Era una agonía, pero no era doloroso. Era un impresionante, éxtasis deslumbrante y eso la hizo
pedazos y luego la puso de nuevo junto.

Después, se tambaleó, el centro de gravedad de su cuerpo alterado dramáticamente. Su punto de


vista, también había cambiado a ser bajo —estaba mirando el pecho dorado manchado con negro
del leopardo ante de ella.

Pequeña, pensó que gato era ella, inclinando su cabeza para mirar el depredador más grande.
Cuando él embistió su rostro contra el suyo, ella se sintió feliz... entonces tímida, agachando la
cabeza... al ver que su piel era gruesa de color gris plateado con trozos ocultos de negro. Al
levantar una pata que parecía demasiado grande para un gato pequeño, la miró con curiosidad,
pero luego el leopardo la acarició y dejó caer la pata, muy feliz de estar con él que de preocuparse
el por qué su piel era del color equivocado.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

¡Me reconoce!

Era un pensamiento alegre. A pesar de que había estado escondida durante tanto tiempo,
asustada, culpable y con temor, que la conociera. Había luchado con el feo miedo para despertar,
porque lo había encontrado, necesitaba que la viera, que la aceptara, que la reclamara. La otra
mitad de ella había sido valiente de todo este tiempo; ahora tenía que ser valiente.

El leopardo mordisqueó sus orejas. Saltó con un aullido de sorpresa. Cuando el leopardo bufó de la
risa, decidió abalanzarse, lo que pudiera para mostrar que también sabía jugar.

Excepto su cuerpo se fue por el camino equivocado y terminó desplomada a un lado.

Rondando por encima, el leopardo la levantó regresándola a sus cuatro patas, a continuación,
puso una de sus patas con mucho cuidado frente a la otra. Una y otra vez.

No entendía por qué se movía tan lentamente cuando ya era fuerte y elegante. Quería verlo
correr, quería correr con él, el viento recorriendo por su piel.

Con la cabeza inclinada hacia un lado, continuó observando su comportamiento extraño, y porque
no quería que se moviera muy lejos, llevó las patas hacia adelante como lo había hecho. Y no se
cayó, ¡estaba caminando! ¡Oh! ¡Oh! Ahora lo comprendía, sabía que le estaba enseñando.

Adorándolo aún más, rozó su cola sobre el... pero no alcanzó. Atinando el ángulo de la cabeza para
mirar hacia atrás, para ver lo que estaba mal con su cola, sentía su hilo a su alrededor.
Nuevamente tímida, bajó la mirada, su atención atrapada una vez más por sus extrañas patas de
color plateado. Levantando una, la miró con atención, retrayendo y liberando sus garras,
extendiendo los dedos de los pies. Gran pata. Gato pequeño. Todavía un gato.

Satisfecha, la bajo y recostó su cuerpo contra el suyo, el ritmo caliente de su corazón un pulso
constante contra su piel.

Cuando caminó de nuevo, lo siguió entrelazando su cola una y otra vez a su alrededor, y ella
rozaba su cuerpo.

La llevó a un lugar que no estaba muy lejos, pero tenía muchos olores. Eso la confundió.

Hasta que le mostró cómo elegir uno y rastrearlo, luego le mordisqueó la oreja de nuevo cuando
intentó hacer demasiadas cosas a la vez.

Esta vez, barrió su pierna con sus garras para recordarle que no era débil.

Gruñendo por el golpe, le enseñó los dientes.

Le enseñó los propios de regreso a él.


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Y el leopardo se agachó para mirarla a los ojos. Le devolvió la mirada, estiró una pata con garras y
le acarició la cara. Le mordisqueó su nariz, no como reproche esta vez, sino con afecto. Feliz, tan
feliz, que embistió la cabeza contra la suya y luego jugaron, salvaje y libre y sin miedo.

*****

BASTIEN cambió a forma humana, y con cuidado levantó el magnífico lince canadiense que era
Kirby en sus brazos. Se había quedado dormida después de dos horas de juego y exploración, su
pequeño cuerpo vibrante con energía. Ahora, no se movía mientras juzga la distancia al nido y
comenzó a correr, logro subir hasta el balcón exterior a pesar de que tenía solamente el uso de sus
pies y una mano.

Retrayendo sus garras, llevó a Kirby dentro del espacio abierto de la planta y la puso sobre su
cama. Su olor sería un consuelo para ella en su sueño, ya que mientras la mitad humana de Kirby
todavía no se había dado cuenta de lo que era para ella, el lince sabía. Ese lince tenía la piel de un
color gris plateado sorprendentemente exuberante marcado con pequeñas manchas de negro en
las patas. El negro aparecía de nuevo en los adorables mechones de sus puntiagudas orejas y al
final de su corta cola.

—Dios, eres tan hermosa, como humana o gata.

Dándose un capricho a sí mismo con varios trazos exuberante a través de su piel, por fin se forzó a
levantarse y ponerse unos jeans. Luego, seguro que Kirby dormiría por un tiempo todavía, saltó y
corrió hacia el coche para coger los comestibles. Su compañera se moriría de hambre al
despertarse, la energía cambiante ardía como un reguero de pólvora, por no hablar de la forma en
que habían explorado juntos.

Manteniéndola vigilada mientras preparaba la comida, no fue menor la sorpresa cuando cambió
de forma espontánea durante el sueño, una mujer desnuda con deliciosas curvas ahora en su
cama, su piel de miel perfecta.

Gimió. —Debería obtener hasta la santidad. —Encontrando una manta, él cubrió su cuerpo
dormido... y sonrió al somnoliento murmullo de su nombre antes de acurrucarse de nuevo.

Unos minutos después, llamó a Lucas para actualizar los datos y especies de Kirby, entonces le
pidió a su alfa extender la mano por la red de aliados y amigos de DarkRiver para ver si alguien
sabía de una manada de linces que hubiera perdido un bebe lince canadiense hace
aproximadamente veintitrés años. No podía asumir que Kirby había venido de Canadá, sin
embargo, ya que había manadas estadounidenses que incluían linces canadienses. Incluso Varios
habían emigrado a unirse a manadas en los climas más fríos de Europa.

Mientras los linces salvajes tendían a ser solitarios, o se adherían en grupos muy pequeños, el lince
cambiante había sido influenciado por la mitad humana de su naturaleza —parecidos a otros
cambiantes felinos— para crear, manadas de mayor tamaño firmemente unidas. Alguien tenía que
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extrañar a un niño, aunque el hecho de que Kirby nunca había sido reclamada argumentó en
contra de eso.

Bastien esperaba que estuviera equivocado. Su compañera había estado sola tanto tiempo, quería
que tuviera una familia, una manada. Estaba dispuesto a ofrecerle la suya en un santiamén, pero
también sabía que tendría preguntas sobre su pasado, su existencia como un lince que él y sus
compañeros de manada no serían capaz de responder.

—¿Bastien?

Después de haber revuelto el guiso rico en proteínas que había hecho para ella, se volvió para
encontrar a Kirby sentada en la cama, con la manta envuelta en su cuerpo. Cálida y suave por el
sueño, era tan perfecta que su corazón le dolía.

—Ahí estás, gatita.

Apagando la cocina, fue a la cama y, tomando asiento, ella se acurrucó en su regazo.

Un bostezo, su nariz cálida mientras le acariciaba la garganta.

—Realmente soy. Un gato pequeño.

—Eres un lince canadiense, —dijo, su leopardo rodando por el sabor dulce y salvaje de ella, sus
dos fragancias diferentes ahora magníficamente combinados en un solo hilo fuerte y único—.
Lindas orejas peludas y todo.

Se quedó inmóvil, una sombra oscura pasando por su cara. —¿Un lince?

—Hey. —Empuño su mano en el pelo, frotando su nariz sobre la suya—. ¿Qué pasa?

—¿To… todavía podemos estar juntos? —Kirby se obligó a preguntar, la idea de perder a Bastien
haciendo a su gato —un lince— sisear y gruñir—. ¿Si soy un lince? No es que importara; lucharía
por él hasta con sus garras ensangrentadas y su cuerpo roto. Él era suyo.

—¿Alguna vez te hable acerca del compañero de Mercy? —Le dijo Bastien con una leve sonrisa
que le hizo un nudo en el abdomen.

—Sí. Su nombre es Riley.

—Es un lobo.

El gato de Kirby se sentó en su interior, negó con su cabeza. Kirby tenía ganas de hacer lo mismo.
—¿Un lobo?

—Sí, eso es lo que mis hermanos y yo dijimos. —El ceño fruncido—. Planeamos darle una paliza
por ello, también, pero adora Mercy así que lo toleramos.

Kirby vio justo a través las bravatas.


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—Realmente te gusta, —dijo, la alegría burbujeante en ella.

—Tal vez. —Una mordida juguetona en su mandíbula, los dientes rozando su piel.

—Grr…

Riendo de las profundidades de su pecho cuando golpeó una mano sobre su boca, apartó la mano
para dejar un tierno beso en el centro de la palma.

—Necesitas comer, mi lince feroz, —dijo, pero parecía impotente para detenerse de sumergir su
cabeza y pasar sus labios hasta la línea sensible de su garganta.

Se arqueó por la caricia.

—Eres toda bonita piel, curvas y calor voluptuoso. —Un beso húmedo en el punto justo encima de
su pulso; que la hizo estremecerse y envolver la mano en su nuca—. Quiero empujar esta manta
—otro beso— y pasar toda la noche explorando cada delicioso centímetro de ti.
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Capítulo 9
Una hora más tarde, vestida con una camisa de Bastien y un par de bragas de su bolsa de viaje,
Kirby terminó de comer y decidió que alegremente podría matar al hombre a su lado.

A pesar de su excitado cuerpo y besos eróticos, había dejado claro que no tenía la intención de ir
más lejos, a pesar de sus reiteradas garantías de que de ninguna manera estaría tomando ventaja
de ella.

—Me siento gloriosamente, claramente viva, —dijo mientras le daba de comer una rebanada
delgada de pera madura, el oscuro aroma, masculino haciendo a sus pechos hincharse, su gata
frotándose contra su piel en un esfuerzo por acercarse a él—. Es como si sólo he estado medio
despierta todo este tiempo.

Lo dejó deslizar una segunda rebanada de fruta suculenta entre sus labios, una gota de jugo
goteando por la barbilla. Bastien se inclinó de donde estaba tumbado en la silla a su lado, todavía
con sólo esos jeans muy queridos que colgaban distraídamente debajo de sus caderas, y lamió. Sus
pechos más tensos, el lugar entre sus muslos húmedo. Cuando sus ojos se fueron a media asta, el
resplandor nocturno brillando verde en ella mientras su pecho se elevó en una inhalación
profunda, tuvo que luchar para retener un gemido.

—Voy a hacer cosas verdaderamente malas contigo en un minuto, —amenazó cuando pudo
hablar, los dedos curvándose a su sonrisa impenitente.

—Abre esa linda boca. —Pintó sus labios con otra rebanada jugosa, a continuación, las pupilas
dilatadas, observando la actuación a su petición oh—tan—lenta.

Kirby se tragó el primer bocado que ofreció, regresó para lo último de la rebanada, lamiendo su
lengua sobre su piel para conseguir todo el jugo. Ni la mujer ni el gato lo tomó con resignación
cuando retiró la mano.

—Vamos un poco más arriba, —ronroneó... y sólo entonces se dio cuenta de que había cortado la
mezclilla con sus garras, estaba excavando en la piel de su muslo.

La piel palpitante como su sangre corriendo por ella, las retrajo.

—Lo siento mucho. —El control era obviamente una destreza aprendida—. ¿Te lastimé?

—¿Quieres besar mejor?

Los ojos de Kirby cayeron a la erección que tensaba la cremallera de sus pantalones vaqueros y, el
corazón la pateo decidió tomar el desafío. Pero ni siquiera había movido la cabeza una pulgada
antes de que la detuviera con un beso que sabía a madura, y jugosa pera y a Bastien.

Gimiendo, se derritió en él, todo su cuerpo canturreando en anticipación.


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Había estado esperando tanto, tanto tiempo y ahora le dolía.

—¡Bastien! —un enfurecido grito, sus labios ya no le pertenecían.

—¿Cuál es la prisa? —Le dio de comer otro bocado—. Quiero jugar.

Tragando el fruto, decidió que su idea de juego podría hacerla incontestable.

Había aproximadamente decidido a saltar sobre él y maldición las consecuencias, cuando del
comunicador de energía solar construido en la pared sonó una llamada entrante.

Bastien se volvió perezosamente para mirar al código... y se puso de pie con rapidez felina.

—Código de emergencia, —dijo, respondiendo a la llamada.

Fuera de la vista de la cámara donde estaba sentada a la mesa, Kirby todavía era capaz de ver a la
niña asustada en la pantalla, una chica, que, resultó, había estrellado su coche y necesitaba un
viaje a casa.

—Rompí las reglas, —admitió, con voz temblorosa—, y fui a un club nuevo por mi cuenta. No hay
nadie más por aquí.

Kirby vislumbró la oscura calle detrás de la adolescente, sintió que se le hacía un nudo en el
estómago.

Bastien, sin embargo, no perdió la calma. En primer lugar, se aseguró que la niña no estaba herida,
luego obtuvo los detalles exactos de su ubicación.

—Voy a tener a alguien allí lo antes posible. —Ya estaba sacando su teléfono mientras hablaba—.
¿Necesitará ser remolcado el coche?

—Sí.

En los próximos minutos, Kirby oyó a Bastien organizar un rescate con un hombre llamado Teijan,
así como un remolque, a la vez que tranquiliza a su ansiosa joven compañera de manada. La
mantuvo en la línea de comunicación hasta que fue recogida de manera segura por un hombre
guapo, de ojos oscuros con un traje negro sobre negro nítido.

—Gracias, —dijo Bastien al otro macho—. Lo siento por interrumpir tu cita.

—No hay problema; iba cuesta abajo de todos modos. —Un ágil encogimiento de hombros—. Voy
a llevar a su hogar a la cachorra descarriada.

La llamada termino, Bastien finalmente se sentó de nuevo.

Dándole de comer una rebanada de pera, dijo Kirby, —¿Es una pariente? —Tenía curiosidad por
saber todo de él, pero cuidando con no presionar demasiado, a pesar de que su gato recién
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despertado rodó sus ojos y dijo que estaba siendo tonta. Era difícil confiar en los instintos que
habían estado latentes durante toda la vida.

Bastien la engatusó a horcajadas sobre su regazo antes de decir, —No de sangre, pero es de la
manada, y la manada es familia. —Una declaración simple que encerraba tanto—. Soy uno de los
contactos de emergencia para su grupo de edad. —Fingió morder sus dedos cuando le dio de
comer una segunda rebanada—. También sucede que soy el menos probable que pierda la cabeza
con un novato durante la ayuda; espero hasta después.

Fue a buscar otro trozo de fruta del plato para encontrar que ya había tomado la última rebanada.

—Entonces, —dijo, el tacto de sus muslos debajo una lenta seducción—, ¿tienes el derecho de
imponer castigos a compañeros de manada más jóvenes? Yo creía que era el alfa quien lo hacía.

—Todos asumimos la responsabilidad por los cachorros. —Le tocó el labio inferior con la rebanada
en la mano, recubriéndolo con jugo antes de lamer lo pegajoso de una manera muy felina, todo
gestos y lamidas—. Esta vez, el delito es bastante grave por lo que va ser disciplinada por las
hembras maternales. —Se estremeció—. He estado allí, y no es un lugar placentero.

Kirby tenía tantas preguntas, acerca de estas "maternales", sobre la vida en una manada, y cuando
Bastien no parecía molesto o cansado por éstas, seguía preguntando, memorizando lo aprendido.

—¿Voy a tener que ser parte de tu manada ahora? —Se había enamorado de DarkRiver con sus
palabras; ser parte de una “familia” tan unida… no podía imaginárselo.

Bastien se quedó inmóvil, su atención aguda y ojos humanos; sin embargo podía sentir el gato
rozarse contra ella.

—Normalmente, no, —dijo—. Eres lince y de fuera del territorio.

La decepción aplastó la alegría de la esperanza en su corazón. —¡Oh!

Al ver la forma en que los hombros de Kirby se desplomaron, la luz salir de sus ojos, la sangre de
Bastien rugió con una nueva oleada de rabia, la furia dirigida a la gente que la había enseñado a
esperar abandono. Luchó contra la rabia con la fuerza brutal de la voluntad, porque eso no era lo
que su compañera necesitaba ahora.

—Sí, sin embargo, —le sostuvo la mirada, asegurándose que escuchaba—. Sí deseas unirte, la
manada puede adoptarte. Sólo tienes que pedírselo a Lucas y tomar el juramento.

No era tan sencillo, por supuesto, pero se aseguraría de que para Kirby, lo fuera. El hecho era, que
sería bienvenida de forma automática en la manada tan pronto como se aparearan; pero maldita
sea si usaría su hambre para precipitarse en el vínculo. Necesitaba que ella lo eligiera, el leopardo
la adoraba demasiado para aceptar cualquier otra cosa.
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—Te apadrinare, —dijo, ahogando su propia necesidad y centrándose únicamente en la suya, la


protección, su corazón posesivo no podía verla herida de ninguna manera—. Primero tienes que
prometerme que no eres una espía que se propone hacer acciones indignas.

Su sonrisa una huella en su corazón. —Eres maravilloso.

El leopardo arqueándose bajo las caricias verbales, dijo, —También tendremos que discutir el
hecho de que puedes encontrar algún día tu manada lince y quieras estar con ellos. —Las manadas
cambiantes no eran propensos a dejar ir a sus miembros, pero la situación de Kirby podría
hacerlos flexibles.

—No puedo imaginármelo. —Una pregunta susurrada, sus garras frotado sus hombros.

No tenía ni puta idea de cómo le hizo verla tan cómoda consigo misma en su compañía.
Decidiendo que mejor se levantaba antes de que sus instintos más primitivos actuaran en cuando
ella concernía, ambos se pusieron de pie. Luego mientras limpiaban la mesa se deleitaba con su
cabello rodeándola, pequeña, sexi, y oliendo a él, era perfecta.

Cuando tiró juguetonamente su oreja después de que vino a darle un abrazo, se estremeció, luego
se sonrojó. Sonriendo, le mordisqueó una oreja.

—Así que, a mi lince le gusta que toquen tus orejas. —El descubrimiento deleitó a las dos partes
de su naturaleza.

—Es raro. —Pero ronroneó contra él cuando repitió la caricia.

Dios, iba a tener tanta diversión con ella su cuerpo quería ya divertirse en cama. Apretando los
dientes, se recordó que había pasado un enorme infierno en las últimas treinta y seis horas,
sujetándose se controlo.

—¿Quieres ver una película y tomar algo fuera?

—No. —El resplandor de los translúcidos ojos dorados desapareció —. No cuando solo hablas, sin
acción.

—Estás en problemas. —Adorándola para sin esforzarse ocultar su deseo, la acechó haciéndola
retroceder a los grandes cojines en el suelo delante de la pantalla de comunicación—. Grandes
problemas.

—Estoy temblando en mis botas. —Con ese descarado comentario, y aunque el rubor sombreaba
sus mejillas, deslizó una pequeña mano sobre su erección.

Bastien se perdió.

Sus pechos estaban aplastados contra el suyo en el instante siguiente, mientras tomaba su boca
en un beso tan sexual que ardía, sus pezones puntos duros que querían ser tocados, a gusto.
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Levantando una mano, fue a cerrarla en un montículo rechoncho cuando su leopardo barría sus
garras a través de sus entrañas en un duro recordatorio de lo que estaba en juego.

Rompiendo el beso tan de repente que los dejó fuera de balance, le tomó la cara, habló antes que
ella.

—Quiero que nunca te arrepientas de estar conmigo, —dijo, sin esconder nada de lo que sentía
por ella—. No quiero que cuestiones la primera noche que pasamos juntos, preguntándote si tu
elección fue impulsada por el impacto o miedo. —La agonía le abrasó ante la sola idea de eso—.
Eso jodidamente romperá mi corazón, Kirby.

Kirby había estado cayendo por Bastien desde el segundo que se conocieron, pero en ese instante
cayó perdidamente. Era de suyo y era maravilloso.

Retrayendo las garras que le habían rebanado cuando tan abruptamente rompió el contacto,
acarició su pecho.

—Nunca lamentaría estar contigo. —Sólo Bastien lo haría por ella, nadie más. No le hacía falta
experiencia para saber que lo que tenían era especial, un regalo—. Pero —presionó dos dedos
sobre sus labios cuando se separaron como si fuera a hablar, una feroz emoción amenazando con
ahogarla— Puedo ver cómo un leopardo terco protector podría pensar que esta noche podría no
ser el mejor momento para desnudarse y tener un muy, muy buen momento.

Gruñó profundamente en su pecho.

Arrugando la nariz ante él, dijo, —Prometo proteger tu virtud. —Fue entonces cuando se dio
cuenta que le había dado las riendas sexuales, este, macho dominante fuerte, que, el instinto le
decía, le gustaba tomar la iniciativa. ¿Cómo podía hacer nada más que adorarlo? —Me conformo
con primera base.

Los ojos verdes se habían ido se encontró con el resplandor nocturno.

—Estoy siendo constantemente pillado por las mujeres de mi vida, —murmuró, y cuando ella
levantó las cejas, añadió—, pensar te tomé por tímida.

Sonriendo, acarició un beso a su garganta.

—En lugar de una película, tal vez ¿podríamos hablar de tu familia? —sugirió, todavía tímida sobre
cómo pedir la intimidad emocional.

Tardó menos de quince minutos tenerla en un ataque de histeria con historias de su infancia
"salvaje". Cuando comenzó con las ideas inspiradas de Mercy para correr a las mujeres que no
creía que fueran lo suficientemente buenas para sus hermanos —incluyendo el "infame" incidente
de los gatitos despellejados— Kirby tragó gordo.

—Supongo que mejor me preparo.


Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Bastien frunció el ceño cuando yacía en un gran cojín en el suelo, con los brazos musculosos
cruzados detrás de la cabeza.

—Estaba planeando decírselo pronto, pero…

—No te preocupes por dejarme sola por unas horas, —le interrumpió antes de que pudiera
evitarlo, poniéndose de rodillas en su propio cojín. La familia de Bastien era una parte
fundamental de su vida y necesitaba saber que aceptarían a ella. Si no lo hacían… —Qui… Quiero
que le digas.

Con el ceño más pesado ante su declaración; Bastien la arrastró abajo a amplio pecho.

—Diría que Sage va a chismorrear de todos modos, por lo que puedo esperar.

Kirby asintió, pero claramente no hizo un buen trabajo ocultando sus nervios porque, con los ojos
entrecerrados, siguió hablando.

—Si fuera por mí, te habría presentado a la totalidad del maldito lote en el instante después de
conocernos. —El orgullo no adulterado en su tono hizo que sus ojos ardieran—. Yo simplemente
no quiero espantarte para que enseguida entres en el asilo para lunáticos.

La risa de Kirby era inestable, un poco mojada.

—¿En serio?

Bastien le acarició el pelo de la cara.

—En serio.

Maldita la gente que había enseñado a su compañera que no era lo suficientemente buena, las
cicatrices tan profundas incluso que el conocimiento del vínculo de su lince no podía evitar la
herida abierta. Sólo el amor y el afecto constante lograrían ese objetivo.

Bastien tenía toda la intención de empapar a Kirby en ambos. Sería su placer y su privilegio.

—En el segundo que mi madre te conozca, —advirtió—, va a empezar a tejer escarpines para sus
nietos —y te llamara, para preguntar que patrones prefieres. Mercy tiene apenas tres meses y ya
está en posesión de suficientes botines para un equipo de fútbol. Uno con pequeños jugadores
pequeñitos.

Los hombros de Kirby temblaban mientras luchaba por mantener una cara seria. —¿No?

—Oh, sí. Ten miedo, mucho miedo.

Una sacudida firme de su cabeza. —Ya me gusta tu familia.


Secretos a la medianoche – Nalini Singh

—Te van a amar —después de que te desafíen. Porque sabes, podrías ser una moza tortuosa que
romperá mi corazón. —Pensó en Mercy, y decidió que otra advertencia estaba bien—. Mi
hermana es muy sobre protectora. No muestres miedo.

Kirby enseñó los dientes. —Trae las herramientas para destripar gatitos.

—Esa es mi lince.
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Capítulo 10
Después de una noche de tortura exquisita sosteniendo el cálido y curvilíneo cuerpo de Kirby, sin
ir más lejos, Bastien pasó el día entrenándola sobre cómo cambiar a voluntad, así como la forma
de manejar los sentidos que se habían vuelto mucho más agudos ahora que su lince estaba fuera
de la hibernación.

Con el vínculo de pareja aún no escrito en piedra, era brutalmente posesivo con ella, pero sugirió
que llamaran a Dorian durante un par de horas

—Dorian aprendió a moverse en forma de gato en la edad adulta, —le dijo a Kirby—, por lo que
será capaz de explicar las cosas mejor.

El otro hombre también estaba emparejado, por lo tanto, menos propenso a desencadenar los
instintos agresivos de Bastien, instintos que no podía controlar totalmente tan lejos en la danza de
apareamiento.

Kirby estuvo de acuerdo con las instrucciones, pero no se fiaba de Dorian.

Sin embargo, y a pesar de su dominio violento, el centinela rubio casi blanco resultó ser un
maestro paciente que tenía a Kirby sonriéndole para el momento que la sesión terminó.

—Gracias, —dijo—. Estoy tan contenta de que Bastien solicitara que vinieras.

Dorian no respondió a las sentidas palabras con un toque cariñoso, como Bastien sabía que haría
normalmente; el centinela sin duda había recogido el precario equilibrio de Bastien.

—Me estás haciendo un favor, —dijo el otro macho en su lugar—. Finalmente puedo enseñarle a
alguien. —Metió la mano en el pelo—. No tienes idea de la tomadura de pelo de los demás cuando
me caí de culo en mis primeras cacerías. —Una mueca dirigida a Bastien—. Bas aquí me envió una
bonita tarjeta sensible con un leopardo en pañales en el frente.

Kirby quedó boquiabierta. —Bastien, no lo hiciste.

La abrazo cerca, frotó su mandíbula a lo largo de su sien. —Joder, Kirby, no es como si fuera a
abrazarlo y decirle chorradas motivacionales.

El gruñido de Dorian fue desmentido por la diversión en sus vivos ojos azules. Ambos sabían la
tomadura de pelo había sido cariñosa, toda la manada rebosante de alegría en su capacidad de
cambiar.

—Los veré más tarde a ambos, —dijo el centinela—. Le prometí a mi compañera y mi hijo llevarlos
después de la escuela a tomar un helado.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

No pasó mucho tiempo después de la salida de Dorian que sonó el teléfono de Kirby, la solicitud
de archivos que había presentado no había sido contestado por los servicios sociales, pero si por
una detective que había estado trabajando en el momento del incendio.

—Nunca te olvidé, —dijo la detective Shona Bay, la intensidad de su oscura mirada evidente
incluso a través de la pequeña pantalla—. Eras tan pequeña, tan asustada. Te llevé al hospital, tus
pobres pies estaban en tan mal estado.

Entonces, cuando Bastien sostuvo a Kirby, la detective le contó por qué no se habían identificado a
las víctimas.

—Tu familia estaba de paso. Llegó en el tren, alquiló la casa con dinero en efectivo por una
semana. Sin rastro de papel fuera de la casa, y todo se convirtió en humo cuando una falla
eléctrica provocó una sobrecarga fatal temprano esa mañana.

—¿El propietario? —Bastien no podía creer que él o ella no recordara los nombres de las personas
a las que había alquilado una casa.

La detective se frotó las manos sobre su cara.

Le fui a buscar el primer día, tuve un mal presentimiento que podía haber sido un alquiler efectivo,
dada su costumbre de ellos, —dijo, torciendo sus labios—, resultó que había tenido una caída al
hacer mantenimiento en otra de sus propiedades dos días antes, se dio un grave golpe en la
cabeza. Se terminó recuperando totalmente, a excepción de alguna pérdida de memoria a corto
plazo.

Bastien no necesitaba que la detective explicara para darse cuenta que el lapso de tiempo de la
memoria pérdida había incluido la reunión del arrendador con una pequeña familia lince. Pensó,
que la suerte no había estado del lado de su gatita aquel lejano día en Georgia, sosteniendo con
más fuerza mientras flexionaba su mano y puños convulsivamente contra su espalda, el brazo
envuelto alrededor de él.

—Por lo que pudimos averiguar, —la detective continuó, los ojos en Kirby—, debes haber salido al
exterior por una puerta para mascotas tus padres probablemente no esperaban que cupieras por
ella. —Sacudiendo la cabeza, dijo—, Tus palmas se quemaron también, hollín y los rasgones en tu
cara.

—¿Ha podido recuperar algo? —Bastien deslizó su mano por la espalda de Kirby, capaz de sentir
los finos temblores sacudiéndola—. La pieza más pequeña podría ayudar a Kirby rastrear a su
familia.

—Encontré una foto que parece que fue tomada en un cuarto de maternidad de dos adultos con
un bebé, —dijo la detective—. La publique en todas partes que pude pensar, la usaron para buscar
en los archivos de personas pedidas durante años, pero cometí un error. —Sus hombros se
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hundieron—. Busqué sólo en lo etiquetado como personas pérdidas humanas, pensamos que
parecería lo correcto por qué eras humana.

Kirby, su fuerte Kirby con el corazón valiente, negó con la cabeza. —Usted no tenía forma de
saber. —Respirando profundamente, dijo—, la foto... ¿todavía la tiene? Incluso ¿Una copia de una
base de datos?

Shona Bay dejó escapar un suspiro. —El servidor principal que teníamos colapso hace diez años
afectó a una gran cantidad de sistemas, así que no puedo prometértelo. Lo siento. —La otra mujer
dio unos golpecitos con el dedo en su escritorio—. Voy a buscar el archivo físico y la fotografía
original, pero dado el tiempo que ha pasado, hay una buena probabilidad de que haya sido
destruido.

Kirby asintió, sosteniéndose juntos hasta que la detective se despidió. Entonces gritó, golpeando
sus puños contra el pecho de Bastien.

—¡No es justo! Sólo quiero saber ¡Quién soy! sólo ¡Quiero saber!

Consciente de que no podía oírlo en este momento, Bastien simplemente la mantuvo a salvo
mientras expulsaba su rabia y dolor, luego la sostuvo piel contra piel toda la noche, su propia furia
un animal salvaje en su interior. Quería arreglar esto para ella, hacerlo mejor, pero no había nada
que pudiera hacer, pero estar con ella cuando construyera una nueva vida de las cenizas de la
vieja.

*****

En los tres días que siguieron, en Bastien se incrementó aún más el orgulloso por la fuerza de
Kirby.

Volvió a la lucha, decidida a no dejar que el callejón sin salida de la búsqueda de registros le
impidiera vivir su vida.

—Lo hice hasta aquí sola, —dijo, y entonces tocó con sus dedos tímidamente su mandíbula—.
Ahora te tengo a ti. No hay excusas para no ir hacia adelante.

Poseído completamente, la llevó a conocer a Lucas para que supiera que tenía aprobación de la
alfa DarkRiver para unirse a la manada. Manejó la reunión con una dulce seguridad en sí misma
que tenía a Lucas dándole una mirada de aprobación y un beso suave que era algo más que la
simple aceptación; era la bienvenida de un alfa cambiante depredador contento con este nuevo
miembro de su manada.

Petulante y feliz porque era de él, Bastien le mostró a Kirby más acerca de ser cambiante, velando
por ella durante otra sesión con Dorian, le enseñó sobre la vida en la manada, y le presentó a una
familia lince que vivía en el territorio.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Los Bakers eran una pareja madura, con un hijo adulto y una hija más joven, pero Enid y Kirby
hicieron clic inmediatamente.

Como resultado, se sintió lo suficientemente cómoda para salir en viajes exploratorios al bosque
con la mujer mayor, tanto Bastien como Kirby conscientes que Enid tenía mucho que enseñarle
sobre sus únicos sentidos de lince.

Bastien permanecía violentamente orgulloso de su compañera por su coraje, pero tuvo que luchar
contra su actitud protectora cada vez que desaparecía entre los árboles. Se negó, sin embargo, a
reprimir su confianza o dañar su nueva amistad, al insistir en acompañar a las mujeres.

En su lugar, pasó el tiempo trabajando por un enlace de comunicaciones con la oficina... y


preocupándose, consciente de cómo la nueva Kirby era en su forma animal, sus tiempos de
reacción lentos. El bosque era su casa, pero tenía sus peligros, y aún no los conocía todos ellos.

Ahora, la tarde del tercer día, tiró de él con sus manos agarrando su pelo y le mordisqueó el labio
inferior.

—Ve a cenar con tus hermanos. —Fue una apasionada orden, su oscura ceja—. De lo contrario
harás un agujero en el suelo, y no voy a ser capaz de concentrarme por pensar en ti.

Al ver la verdad de esto último en el desaparecido oro pálido de los ojos lince y odiando que le
estaba causando ansiedad, se obligó a hacer lo que le pedía.

De alguna manera, se las arregló para engañar a Sage y Grey haciéndoles creer que estaba en un
nivel estable mientras los tres decidieron por unanimidad invitar a Mercy y Riley a la cena, la
pareja había regresado de Arizona la noche anterior.

—Vamos a pedir el pastel de piña volteada como soborno, —Grey dijo con astucia felina traviesa—
. Mercy no puede resistirse.

Bastien no era el menos sorprendido al descubrir que su hermana ya sabía que estaba viendo a
alguien, aunque Sage aparentemente había guardado silencio hasta entonces. El normal
nerviosismo de sus hermanos ayudó a que el tiempo pasara, calmó los bordes irregulares en su
interior. En especial se deleito al decirle a Mercy que hiciera su mejor esfuerzo, pensó gruñendo
con confianza, su lince podría manejarlo.

De vuelta en el nido poco después de las nueve y media, no entró en pánico cuando lo encontró
vacío, a pesar de que el plan hubiera sido que las dos mujeres regresaran a las nueve. Siguiendo el
olor de Kirby; tan vivo para él como si fuera propio; la encontró a poca distancia, teniendo un gran
momento jugando con una partida con tres lince no cambiantes.

Saltando a él en el instante en que apareció, lo miró dándole una bienvenida salvaje. Y puesto que
Bastien no tenía resistencia cuando se trataba de Kirby, se desvistió y cambió... para encontrarse a
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

sí mismo abalanzado sobre su compañera de muy buen humor que se trasladó en su forma
humana cuando regresaron veinte minutos más tarde.

Ronroneando en sus brazos en la cama, con la piel enrojecida, Kirby lo besó con una lentitud
exquisita.

—¿Por qué nos estamos torturando de nuevo?

—No tengo ni puta idea.

Su pecho se movía arriba y abajo, el pelaje de su leopardo rozándose contra el interior de su piel.

Kirby pasó los dedos por los labios húmedos por su beso. —Te quiero.

En ese instante, no podía pensar en algún motivo racional para no tomarla, marcarla. Así que
cuando el panel de comunicaciones sonó, no le hizo caso, hasta que se dio cuenta de que era el
código de su alfa. Gimiendo, salió de la calidez erótica de los brazos de Kirby para contestar la
llamada, sólo el audio.

Lo que Lucas tenía que decir cambiado el contexto de toda la noche.

—Tuvimos noticia de una manada lince en Calgary que ha estado buscando una pequeña unidad
familiar que desapareció hace veintitrés años.

Kirby empezó a temblar, la esperanza de un susurro tembloroso en su interior.

Avanzando para acunarla en su regazo, Bastien hizo la pregunta que no podía realizar ella.

—¿Qué dijeron?

—Uno de sus miembros decidió tener una existencia solitaria en gran medida cuando cumplió
dieciocho, —respondió Lucas—. Mantuvo contacto irregular con la manada a veces nada más que
una postal garabateada después de un año.

Su naturaleza lince, Kirby entendió, debió haber sido muy fuerte.

—Un año y medio después de que hubieran escuchado por última vez de él, —continúo Lucas—,
los contactó para decir que se había enamorado y apareado con una mujer humana, tenía una
niña, con la intención de volver a casa con su compañera y su cachorra en un mes. Nadie nunca
llegó, y tampoco las fotos que había prometido de su nueva familia.

Con frío en la sangre, Kirby encontró su voz. — ¿Por qué estaba yo… —no podía decirlo, no podía
preguntar por qué la manada no había venido por ella.

—No podían encontrarte.

—¿Qué?
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Bastien gruñó.

—¿Perdieron una niña?

—El último mensaje sólo decía que la familia estaba en la carretera, yendo a casa. —La voz
contenía la frustración tensa de Lucas—. Significaba que la manada no tenía idea de dónde buscar
cuando Kirby y sus padres no llegaron. Enviaron rastreadores, solicitudes a un sinnúmero de
agencias locales e internacionales, pidiendo noticias sobre una familia compuesta de un lince
macho adulto, una mujer humana, y una cachorra de lince.

—Pero nunca cambie. —Kirby se pasó una mano temblorosa por el pelo, sus pensamientos en
fragmentos— ¿Qu… que ocurre ahora?

—Luces muy parecida a la anciana que se puso en contacto conmigo —le dijo Lucas—, así que no
hay mucha duda en mi opinión acerca de la relación familiar. Aún así, me gustaría sugerir una
prueba de ADN para confirmarlo, y rápidamente. Tu abuela no me parece que sea una señora
paciente. Está lista para reclamar a su cría y tu abuelo está dispuesto luchar por ti contra todos
nosotros.

El labio inferior de Kirby se estremeció cuando Lucas se despidió, con la garganta estrecha.

—Tengo una abuela y un abuelo.

Bastien la envolvió en la seguridad sólida de sus brazos.

—Sí, y suenan tan duros como su nieta.

Kirby empezó a llorar en serio. Tenía una familia, y que no la había abandonado. La querían, la
habían buscado todos estos años. Eso alteraba los fundamentos de su existencia.

*****

La prueba de ADN fue hecha por la compañera científica de Dorian, y apenas veinticuatro horas
después de la llamada de Lucas, Kirby entró en la sala de estar de la sanadora de DarkRiver. Para
encontrarse cara a cara con una mujer mayor que tenía ojos de lince a juego con el dorado pálido
en un rostro que resonó con tanta fuerza como Bastien lo hacía con sus hermanos para Kirby.

Le echó un vistazo a Kirby y la encerró en un abrazo tan feroz, que Kirby apenas podía respirar.
Pero todo estaba bien, Kirby aferrándose con la misma fuerza. Luego estaba siendo abrazada por
un hombre de mediana estatura, con el pelo blanco como la nieve que tenía lágrimas en los ojos y
la llamó “cachorra de mi cachorro” cien, mil palabras habladas una sobre la otra, al tratar de
ponerse al día sobre su vida.

—Mi hijo, —su abuela dijo una hora más tarde, los tres caminando solos en el bosque detrás de la
casa de la sanadora—, era fuerte, salvaje, y te amó. —Sus manos tocaron las mejillas de Kirby—.
Ni se te ocurra poner en duda eso.
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La garganta en carne viva por la tormenta emocional que había pasado, Kirby asintiendo, le
preguntó, —El nombre de mi madre, ¿Me lo puedes decir?

—No, gatita, lo siento, —dijo su abuela, apretándole la mano—. El muchacho tonto, era tan
posesivo; la llamó a su compañera en el mensaje que envió. —Vieja pena en su mirada, antes de
que el oro pálido se llenara de determinación—. Pero ahora que tenemos tu nombre, deberíamos
ser capaces de utilizarlo junto con el de nuestro hijo para rastrear a tu madre.

Puede ser que tome tiempo, Kirby se dio cuenta en una ola golpeando su esperanza, pero era
muy, muy factible. Debe haber un registro de nacimiento de Kirby en alguna parte. Existirían esos
registros. Incluso si no, tenía que haber registros de viaje, o un contrato de alquiler, un préstamo
co-firmado... Tomando una respiración temblorosa mientras abrazaba a sus dos abuelos, a la vez.

—Gracias por buscarme.

—Siempre vamos a estar ahí para ti.

Su abuelo la abrazó alrededor de sus hombros, mientras su compañera le acarició el cabello a


Kirby otra vez con las manos suaves y dijo —Tenemos algo para ti.

Era un regalo invaluable.

Una grabación del último mensaje de mi padre a casa, —dijo a Bastien esa noche—. ¿Vas a verla
conmigo? No podía imaginar compartir esta dolorosa, bella instantánea con nadie pero su
leopardo de ojos verdes, fuerte y protector y su roca.

—Sería un honor. —Inserto el cristal de datos, envolvió sus brazos alrededor de ella por detrás y
vieron el comunicador. La pantalla se lleno con la imagen de un hombre rubio hermoso con
inusuales ojos color avellana verde y moteados de amarillo que se iluminaron cuando habló de su
compañera y su hija.

—No puedo esperar a que conozcan a mi preciosa compañera. —Su orgullo se derramaba fuera de
la pantalla—. Es pequeña y humana, pero feroz como cualquier lince. ¿Y nuestro cachorro? Una
hermosa cosa, salvaje. —El amor llenaba su expresión—. Su risa al verme, mamá. Estoy chocho
por mis chicas, no puede soportar la idea de separarme de ellas. Hemos explorado el mundo
juntos, pero nuestro bebé estará cambiando pronto, y queremos que sea capaz de jugar como un
lince con sus primos, vivir rodeada de una manada como yo. —Pasando una mano por el pelo,
apretó dos dedos en su boca, y luego en la pantalla—. Estamos vagando por el camino largo a
casa, pero vamos a estar allí pronto. Entonces puede decirme lo tonto que era por pensar que
nunca querría vincularme con nadie. —Riendo, su autocrítica sonrisa contagiosa— Los amo a
ambos. Nos vemos en un mes.
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Kirby volvió a llorar en los brazos de Bastien, por todo lo que se había perdido, por el hecho de que
nunca encontraría a su madre y a su padre, y por la alegría de haber encontrado a sus abuelos, de
saber que ella nunca había sido no deseada.

Era Kirby.

Era cambiante.

Era una lince.

Adoraba a cierto felino pelirrojo.

Tenía familia. Tenía amigos. Su vida estaba llena a rebosar.


Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Capítulo 11
Los dos días siguientes fueron ambos extraños y maravillosos para Kirby. Primero llegó un sobre
de la detective Shona Bay.

En ella había una nota garabateada en tinta azul:

Resulta que yo jamás regresé el archivo a registros después de la última vez que lo comprobé. Un
mal comportamiento de mi parte, pero significa que no se destruyó según el protocolo. Me alegro
de que te puedo dar esto por lo menos. Ojalá pudiera haber hecho más.

Shona.

Por debajo de la nota estaba la foto original que se encontró en la casa devastada por el fuego, el
hombre Kirby ya lo había visto en el mensaje, un pequeño bebé envuelto en una manta blanca, y
una mujer con el pelo marrón claro brillante y una enorme sonrisa, sus ojos vueltos con amor
hacia la niña en sus brazos.

La alegría resplandecía en la imagen, y fue suficiente para curar la última de las irregulares heridas
en el alma de Kirby.

—Tengo su rostro ahora, —le susurró a Bastien, los dos sentados en el borde del balcón del nido,
su amigo lince salvaje acurrucado a su lado—. Puedo ver con mis propios ojos que me amaba, que
ambos me amaban. Un día, voy a descubrir su nombre, pero hasta entonces —el llanto mancho su
visión, la voz se volvió ronca— La llamaré mamá.

Envolviéndola en sus brazos, Bastien dijo, —Me atreví a llamar a mamá por su nombre una vez
cuando era un cachorro. No terminó bien para el joven Bastien.

Kirby se rió, el sonido húmedo. —Creo que mi madre habría sido igual. Mi papá, también. —Se
sentía bien decir eso, reconocer a las dos amorosas personas que la había traído a esta vida.

Sus abuelos lloraron cuando les dio una copia de la fotografía, a continuación, le pidieron que se
quedara con ellos en el nido de invitados que les había sido asignado en la tierra DarkRiver. Odiaba
estar separada de Bastien —en esto, ella era la hija de su padre, pensó, su garganta un nudo—
pero con hambre de conocer más acerca de su familia, aceptó.

Sin embargo, cuando su abuela le pidió que fuera a Canadá, a unirse a su manada, no dudó en
negar con la cabeza.

—Quiero visitarlos, conocer a mis tías, mis primos, pasar más tiempo con usted, pero mi lugar está
aquí. —Con Bastien, su nombre marcado en su corazón tan profundo, que sabía que nada podría
nunca borrarlo.

Compañero. El lince pasó una garra dentro de su mente, un poco exasperado por la mitad humana
muy aturdida. Compañero. ¡Oh!
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Champagne en su torrente sanguíneo, su efervescente alegría, Kirby tuvo que obligarse a


permanecer en el lugar en vez de correr para saltar sobre Bastien. Enid le había estado explicando
los hechos más íntimos de la vida de los cambiantes a ella durante su tiempo juntas, cosas que un
padre podría normalmente enseñar a su cachorro en crecimiento. Kirby había sido reticente con
sus preguntas al principio, pero Enid era tan de hecho al respecto, que ya había criado un hijo, su
hija apta para ser de lo más curioso cuando se hiciera mayor, que no existía incomodidad.

Una de las cosas que Enid había hablado con ella era sobre la maravillosa y profunda conexión del
alma que era el vínculo de pareja. Así Kirby entendió el don precioso de la misma.

Más, sintió la belleza de su profundidad.

Una vez, se había preocupado que Bastien no hubiera iniciado el vínculo porque no estaba seguro
de que la quería para su vida. Y pensar que ahora sería un insulto a su leopardo, fuerte y leal y tan
increíblemente protector que sabía que se iban a dar cabezazos al respecto de forma regular.

No podía esperar.

—¿Qué? —Su abuela le frunció el ceño—. Tu leopardo demasiado encantador ¿Se niega a
trasladarse a nuestro territorio?

Kirby sabía muy bien su "leopardo demasiado encantador" haría cualquier cosa para hacerla feliz.
Sentía lo mismo por él. Y las obligaciones de Bastien a su familia, su manada, habían crecido
durante toda la vida, haría daño al arrancarle, mientras que los de ella sólo estaban en ciernes. El
cuidado de su corazón era el más importante, pero no es el único motivo de su decisión.

Cerrando su mano sobre su abuela, dijo, —Esta tierra se ha convertido en mi hogar. —Una verdad
absoluta—. He hecho amigos —acarició los dedos por la piel del lince salvaje que la había seguido
al nido de invitados— he comenzado a echar raíces, he sido tratada como una compañera de la
manada.

Fue su abuelo quien puso su mano en el hombro, apretándolo.

—Siempre supe que mi hijo podría engendrar una fuerte cachorra. Fuerte como otro lince que
conozco.

Haciendo una mueca, su abuela palmeó la mano de Kirby.

—Estoy orgullosa de ti por construir una vida para ti, pero soy codiciosa de tenerte en la mía,
también. —Un beso presionado a la frente, los ojos de la mujer mayor se estrecharon cuando
dijo—, Espero que nos visites varias veces al año. Trae a tu leopardo para que podamos
asegurarnos de que te está el tratamiento bien.

En la voz de su abuela, Kirby escuchó el eco del viejo dolor de la agonía de esperar por una joven
familia que nunca llego.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

—Lo hare, —prometió—, Voy a llamar cada pocos días, también, si no te molesta. —Nunca iba a
tomar este regalo por hecho.

—¿Molestarme? —Una sonrisa deslumbrante—. Voy a esperar cada llamada.

El resto de la visita de sus abuelos paso en una instantánea de felices de charlas y risas, y sí, más
de un momento lloroso. Volviendo al nido de Bastien la tarde que los dos partieron para Calgary,
decidió hacer la cena mientras esperaba que volviera de la ciudad. Su piel estaba tensa por la
anticipación, la mujer y el lince ambos en posesivo acuerdo.

Era la hora que Bastien Michael Smith comprendiera que su compañera ya no estaba vulnerable o
conmocionada o de cualquier manera inestable. Había tomado su decisión y era una decisión que
nunca, nunca cambiará. Él era de ella y ella lo cuidaba.

Tan absorta estaba en sus planes que casi perdió el sonido de unos pies que golpean en el balcón,
como si alguien hubiera subido sobre el barandal de otro árbol. Un segundo después, una
impresionante mujer con pantalones vaqueros y una simple camiseta blanca estaba en la puerta
abierta, su pelo rojo recogido en una coleta alta y sus piernas largas.

Incluso si Kirby no hubiera visto las fotos repartidas por todo el apartamento y nido, habría
adivinado la conexión familiar en un santiamén. No era sólo el pelo, pensó, pero había algo en la
forma de sus ojos, la manera que tenían de moverse.

—Debes ser Mercy. —Las manos un poco húmedas, sin embargo, sonrió, recordando las palabras
de Bastien: no muestres miedo—. Soy Kirby. Pasa.

—Gracias. —Paseando dentro, su caminar perezosamente felino, Mercy tomó de la comida que se
preparaba en el mostrador de la cocina, su cuerpo tan ágilmente musculoso que su embarazo —su
múltiple embarazo, de acuerdo con Bastien— no era evidente a primera vista—. ¿Qué hay para
cenar?

Kirby se mordió el interior de su mejilla y decidió qué demonios.

—Chuletas de gatito frescas. ¿Quieres una?

Un tirón en el paso de Mercy, antes de que se diera la vuelta y saludara a Kirby con dos dedos, sin
asomo de sonrisa en su cara.

—Touché.

Consciente que no estaba fuera de peligro, Kirby se dio la vuelta para acabar de preparar las
chuletas —de un prosaico pollo— antes de lavarse las manos y poner en una olla de café. Mercy
no dijo nada en todo el tiempo, simplemente se apoyó en una pared cercana, con los brazos
cruzados y la mirada vigilante. Su dominio era potente, la otra mujer una teniente de DarkRiver.

—Entonces, —dijo Kirby, no queriendo dejarse intimidar—, ¿pistolas al ocaso?


Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Los ojos de Mercy brillaron. —Bastien me dijo que eras una maestra de jardín de infancia.

—Sí. —Para su dicha, tenía un trabajo al que volver la próxima semana, el consejo había sido
comprensivo con sus circunstancias específicas—. Tal vez le enseñe a tus crías cachorro un día.

Bastien le había explicado entre risas que desde que nadie sabía si los bebés de Mercy cambiarían
a cachorros de lobo o crías de leopardo, todo el mundo había empezado a llamarlos crías
cachorro.

—Tal vez.

Sí, Mercy era un hueso duro de roer, pero Kirby no estaba a punto de darse por vencido, su lince
cavando con sus garras.

—¿Leche? ¿Azúcar?

—Ambos. Dos de azúcar. —Una pausa—. A las cría cachorro les gusta el azúcar.

Kirby consideró si ese pequeño dato indicaba un deshielo en el estado de ánimo de Mercy, decidió
no ser demasiado optimista.

—Aquí tienes. La mezcla de Bastien; más agradable que las cosas instantáneas que solía beber
hasta que me echó a perder.

—Bastien tiene buen gusto. Mercy descruzo sus brazos para aceptar la taza—. ¿Te gusta su
apartamento en la ciudad?

—Claro, es impresionante, pero me encanta más este nido. —El sonido de las hojas de los árboles
que susurran en el viento, los linces salvaje que a menudo se aparecían, los olores en el aire, y
sobre todo, la felicidad de Bastien aquí, todo se mezclaba en una canción de regreso a casa—. Aún
tengo que usar la escalera de cuerda para bajar, —admitió—. No acabo de confiar en mí para
saltar incluso en forma de gato.

—Mejoraras, —Mercy tomó un sorbo de café—. Dorian dijo que habló contigo.

—Sí, ha estado muy atento. También todos los demás que he conocido de la manada.

—No siempre damos la bienvenida a extraños, fue bueno que conocieras a Bastien de ante mano.

Kirby decidió dejar el intercambio de palabras. Esto era demasiado importante.

—Lo adoro, Mercy, —dijo, sosteniéndole la mirada a la otra mujer, aunque ella sabía que corría el
riesgo de que su lince hiciera enojar a un depredador mucho más peligroso—. Le habría adorado si
no tuviera un centavo a su nombre o una manada para llamar propia, o si viviera en una tienda de
campaña. —Le dolía el pecho por la furia de sus emociones, conteniendo su respiración—. Es
inteligente, magnífico, maravilloso, sobre protector y lo suficientemente terco para conducirme a
la locura y no puedo vivir sin él.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

—Si piensas que Bas es terco, —dijo arrastrando las palabras Mercy—, no has visto a Grey en
acción. Una sonrisa lenta del modo que le recordaba a Bastien a quien Kirby extrañaba
insoportablemente. —Me ofreciste unas chuletas de gatito.

Estallando en carcajadas, Kirby puso a un lado su café antes de que lo derramara.

—Dios, tu cara de piedra es legendaria.

Mercy le dio unas palmaditas la mejilla, la risa de su leopardo en sus ojos.

—Bienvenida a la familia, hermanita.

*****

BASTIEN no envidiaba el tiempo que estaba pasando Kirby con sus abuelos, pero había sido
jodidamente difícil no tenerla cerca. Ni siquiera se había molestado en intentar negarse el placer
de vigilarla desde la distancia las dos noches que se quedó en el nido de invitados.

Sí, racionalmente sabía que sus abuelos no iban a hacerle daño, pero atrapado en los anillos del
impulso de apareamiento, no estaba pensando exactamente con la clara lógica. Si Kirby decidía ir a
Canadá para conocer más de la manada de su padre, condenadamente que él la acompañaba.

Olvidándose de ser civilizado y comprensivo; necesitaba estar con su pareja.

Le había parecido la decisión correcta no empujarla a la intimidad al principio, pero ahora deseaba
que hubiera utilizado el calor apasionado entre ambos para vincular a Kirby con él en el plano
físico por lo menos. ¿Y si comenzaba a retirarse ahora que había visto todas las opciones abiertas
para ella? ¿Y si decidía que podría preferir explorar su sensualidad con un compañero lince?

Los celos agonizante inspirados por el pensamiento de que alguien más tocara a Kirby, y
alimentado por su cruda necesidad de reclamarla, lo atravesaron, cuando llegó al nido para
encontrarla esperando en forma lince, lista para una carrera.

Apenas controlando su deseo de arremeter contra ella, se desnudó y se movió. Kirby se frotó
contra él, su piel gruesa y suave, la forma en que fingió morderle cariñosa. Como si pudiera sentir
su tensión salvaje, quiso calmarlo... como una pareja podría hacer. Su leopardo disponiéndose en
las caricias, aunque se mantuvo en un borde brutal, la llevó en una carrera a la parte baja de la
Sierra.

No había nieve todavía, pero habría muy pronto. Construido para ese medio ambiente, sus patas
raquetas naturales, su lince puede ser que apenas le superará. Esperaba con interés el desafío, a
jugar con Kirby en su territori natural. Ahora, sin embargo, estaba contento simplemente de estar
con ella bajo la noche estrellada, la luna un foco de plata que le acariciaba la piel como una
amante.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Al llegar a casa a la medianoche, el mundo callado alrededor de ellos, Bastien cambió de nuevo a
su forma humana, mientras que Kirby se quedó como lince. Estaba teniendo problemas para
acostumbrarse a la desnudez que mayoría los cambiantes crecieron aceptando como algo natural.

—Yo podría saltar hasta el nido, y arrojar algo de ropa.

Asintió con la cabeza, las orejas peludas balanceándose.

—O, —dijo arrastrando las palabras, su intestino apretado con una necesidad que sólo Kirby
podría cumplir—, podría estar justo aquí y ver a una mujer bonita, sexy cambiar, a continuación,
recorrer con mis manos por todo su mordible cuerpo.

Esperaba un aullido de desafío, pero el mundo se fracturó en luz y luego una mujer deliciosamente
sensual —su compañera— se levanta de cuclillas, el pelo color miel cayendo sobre su espalda
mientras sonreía y doblaba un dedo... y el vínculo de pareja se estrelló contra él, la conexión
vibrante, primitiva y sabiendo a Kirby.

Aturdidos, se miraban el uno al otro.

Bastien se abalanzó al instante siguiente, con las manos en sus caderas, sus labios sobre los suyos.

Envolviendo sus brazos alrededor de él, abrió la boca y él se aprovechó, dando rienda suelta a sus
manos para explorar sus curvas.

—Eres mía, —gruño en su boca—. Siempre mía. Te amo tanto que no puedo respirar. —El vínculo
de pareja podría haber construido juntos, pero ahora se ha enredado en un fuerte vínculo en el
corazón.

—Tú eres mío también. —El puño de la mano en su pelo en esa reclamación feroz, gimió y se
agarró con fuerza, su cuerpo tenso mientras se levantaba de puntillas. Cuando hizo un sonido de
frustración, le enganchó en sus caderas y se volvió al tronco del árbol, luego hizo una pausa. —
¿Bastien? —Besos a lo largo de su mandíbula, su piel suave como la seda contra él.

—La corteza podría lastimar tu espalda. —murmuró, mordisqueando la punta de la oreja porque
sabía que la volvía loca.

Temblando, ronroneó, buscó sus labios por un beso. Abrió la boca por su cuenta, lamió y probo,
pero no fue suficiente. Quería su cuerpo bajo el suyo, quería estar dentro de ella, alimentando a su
placer.

—Arriba, —dijo, su aliento desigual—. Trepa.

Apretó los muslos a su alrededor.

—No. —Los pezones frotándose sobre la dura pared de su pecho, lo besó de nuevo, lamiendo
como a él le gusta—. Aquí.
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Casi cedió, le golpeó en el suelo del bosque, se detuvo sólo por la sospecha de que había echado
raíces, cuando se dio cuenta de cómo el contacto de hambre había estado.

—¿Has hecho esto antes? —preguntó, demasiado excitado para ser cualquier cosa pero no
insensible.

—No. —No se detuvo atormentándolo, su hábil tentación erótica contra su abdomen—. Estoy tan
lista, Bastien. —Su cuerpo moviéndose sinuosamente contra el suyo—. Quiero estar contigo. Solo
contigo. —Beso tras beso—. Te amo. Te amo. Te amo.

Dios lo hizo su esclavo.

Decidido a darle un buen recuerdo a pesar de su control irregular, se acercó a la escalera de


cuerda y comenzó a escalar. Se aferró pero no hizo nada más para ayudarlo, mordisqueando y
besando su mandíbula hasta que pensó que lo volvería loco.

—Compórtate, —gruñó, mordiéndole la oreja, pero con cuidado de no hacerle daño.

Otro escalofrío, una sonrisa maliciosa.

—No. —Otro beso, esta vez en la boca.

Balanceándose hacia arriba al balcón, de alguna manera encontró la puerta, tropezó en el interior
y en la cama. Cuando por fin, por fin, tenía sus curvas bajo los planos rígidos de su propio cuerpo.
Fijando sus manos sobre su cabeza con una mano alrededor de sus muñecas, acomodo la parte
inferior de su cuerpo contra su acogedor calor húmedo.

Eso le hizo gemir.

Kirby se arqueó, deslizando sus pliegues sobre su polla erecta.

—Mala lince. —Con el pecho agitado, chasqueó los dientes en ella.

Ella se soltó, luego arqueó el cuello a modo de invitación. Inclinándose, succionó en el alboroto de
su pulso. Lamiendo la lengua por la marca roja con posesividad no oculta, cerró una mano sobre su
pecho, jugueteó con su pezón.

—Eres tan bonita por todas partes.

Una tímida sonrisa dulce, chispeantes ojos nublados por el placer, su lengua coqueteando con él
hasta que se apoderó de su mandíbula para mantenerla en su lugar por un beso con la boca
abierta, húmeda y caliente y un preludio al sexo. Las piernas seguían cerradas alrededor de él, se
abrió para él, exigió más, el almizcle húmedo de ella tan embriagador sus garras deslizándose para
rasgar las sabanas.

—Mierda. —Retrayéndolas, presionó su frente contra la de ella—. Lo siento, bebé. Estoy teniendo
problemas para contenerlas sin sac…
Secretos a la medianoche – Nalini Singh

La pelvis arqueada contra él, le chupaba su garganta como había hecho en la suya —posesiva y
decidida— y eso fue todo. Todo lo que quería, necesitaba, era Kirby. Era calor líquido y miel
caliente en los dedos cuando la tocó entre sus muslos.

—Bastien.

Si hubiera tenido alguna esperanza de tomar esto lento, lo perdió en las ondas de su placer.
Empujando dulcemente la curva un muslo más amplio, esperó sólo hasta que su cuerpo había
dejado de apretar en el orgasmo antes de comenzar a deslizarse. Ella gimió, sus garras excavando
lo suficiente en sus hombros que se sentía increíble.

—Dime si te duele, —rechinando los dientes, porque no por nada iba a herir a su Kirby.

Besando su garganta, un ronroneo en la parte posterior de la suya. —Se siente taaaaaaaaan bien.

Temblando, se retiró después de esa primera penetración poco profunda y se deslizó de nuevo,
frenando su instinto de empujar; estaba tan tensa extendida a su alrededor, muy pequeña. Pero
también estaba deliciosamente excitada, su deseo no oculto que amenaza con borrar los últimos,
débiles destellos de su control.

Era insoportable.

Era preciosa.

Entonces, por fin, estaba enterrado hasta la empuñadura y se besaron.

La mano apretando en su muslo, su sabor en todos sus sentidos, entrando, saliendo lentamente.

Uno. Dos. —Joder.

La columna vertebral bloqueada se vino en una carrera violenta, con el rostro enterrado en la
curva del cuello de su compañera. Su absoluta falta de control hubiera sido vergonzoso... excepto
que la sintió jadear mientras entraba de nuevo, su cuerpo sujetando posesivamente su polla.

El orgullo masculino restaurado, Bastien se derrumbó sobre ella. Sus dedos acariciaban su cabello,
sus brazos y piernas encerraban su muy feliz cuerpo, sus palabras un susurro ronco.

—¿Podemos hacerlo de nuevo? Realmente, realmente, realmente me gustó.

Bastien le sonrió. —Infierno sí.


Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Epílogo.
Kirby miró a Bastien mientras la conducía hacia el frente de una casa preciosa en lo profundo del
bosque el siguiente día.

— ¿Es esta la casa de tus padres?

—Sip.

Se detuvo. —Estoy a punto de conocer a tu mamá y tu papá y ¿No podrías haberme advertido? —
Sus viejos pantalones vaqueros y su desteñida camiseta difícilmente daba la mejor primera
impresión, por no hablar de las hojas que sin duda tenía en el pelo por la juguetona lucha que
había tenido con su compañero no hacía mucho tiempo—. Nos vamos ahora mismo, así puedo
cambiarme.

Bastien la hizo avanzar en su lugar, despreocupado. —No te preocupes, gatita. Van a ver lo que
veo.

Kirby no estaba tan segura, pero la puerta ya se estaba abriendo para revelar a una pequeña mujer
con el pelo de un rico dorado oscuro.

— ¿Bastien? ¿Por qué está al acecho fuera…?— Una deslumbrante sonrisa estalló en su cara.

—Bueno, —dijo, acercándose para tomar a Kirby en sus brazos—, ahí estás.

El calor maternal del tacto, las palabras, borraron cualquier nervio que Kirby podría haber tenido.
Y cuando Lia Smith dijo, —Estoy tan feliz de dar la bienvenida a otra hija a esta familia, —sabía que
iba a adorar a la madre de Bastien tanto como amaba al hijo de Lia.

—Hey, ¡Frenchie! —Asomando Sage la cabeza por la puerta, el sol golpeando el marrón de su
cabello para revelar hilos ocultos de rojo—. ¿Trajiste algún bocadillo?

— ¿Por qué no te vas a cazar algo, Herb?

Los hombros de Kirby temblaban mientras Lia Smith miraba a cada hombre a su vez.

—Les di los dos nombres hermosos. Úsenlos.

—Sí, ma.

Kirby no dejó de sonreír todo el tiempo que estuvo en la casa de Smith, fue lo mismo cuando
habló con sus abuelos por el comunicador más tarde esa noche.

—Nuestros futuros bebés van a ser totalmente mimados, —le dijo a su compañero después,
encantada con la idea.

En caso de que lo olvidaras, —murmuro—, también van a ser unos demonios.


Secretos a la medianoche – Nalini Singh

Kirby se rió, complacida con la idea de sus propios pequeños demonios pelirrojos.

—Si Mercy y Riley tendrán crías cachorros, —reflexionó—, ¿qué vamos tendremos?

—Linpardos.

—No tiene suena igual.

—Hmm. —Una larga pausa antes de que Bastien se echó a reír tan fuerte que casi se cayó de la
cama—. Tendremos pequeños birbys (1), eso es lo que vamos a tener.

Le dio una palmada en el pecho. —No te atrevas a decirlo en frente de tus hermanos o nunca
paras de oírlo.

Por supuesto que se le escapó y por supuesto los futuros birbys se convirtieron en parte del léxico
familiar. Sentados alrededor de la mesa se burlaban de ella por enésima vez dos meses después,
sus abuelos de visita riendo tan duro como los Smith, Kirby sabían que querría que no fuera de
otra forma.

—Creo que deberíamos visitar Vera mañana y llevarle una grandísima torta.

Bastien sonrió. —Sí. Creo que deberíamos. Nos dio el mejor regalo, ¿no?

—Sí.

(1) No supe como traducirlo así que lo deje sin cambio.

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