Universidad del Balamand

Instituto de Teología San Juan Damasceno

P.A.S.E. (Program for Arabic – Spanish Exchange)

Lección 10 Sección 1
El Levítico
1. Introducción
La semana pasada pudimos leer la historia del Éxodo y como Dios saca a su
pueblo de la opresión de Egipto. Hoy vamos a leer el tercer libro de la Biblia: el libro
de Levítico. El autor de la primera carta de Pedro escribe a sus lectores: “Sean santos
en todo vuestro proceder como es
Santo el que los ha llamado, pues está
escrito: Sean santos, porque yo soy
santo” (I Pe 1:15-16). Esta cita
procede precisamente del tercer
libro del Pentateuco, el Levítico
(Lv 19:2). Sin embargo, aunque
esta fórmula sólo se cite en el
Nuevo Testamento por la primera
carta de Pedro, es comentada por
todos los textos, que llaman a los cristianos a vivir la santidad, es decir, a vivir en el
Espíritu Santo. Esta cita figura en el libro de Levítico cuatro veces (Lv 11:44-45; 19:2;
20:7 y 26). Y también se encuentran en él fórmulas emparentadas, como “Yo soy el
Señor, que los santifica” (20:8; 21:23; 22:16 y 32). Esto sugiere que el Levítico tiene
mucho que decir sobre la santidad, a la que están llamados todos los miembros del
pueblo de Dios.

2. El propósito de la obra
En primera instancia, este libro les parecerá una colección de reglas y leyes, que
tratan acerca de la pureza de los rituales de los sacerdotes, los líderes y el pueblo en
general; así como también acerca de los sacrificios, sus tipos, variedades, y funciones.

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De hecho, este libro describe, de manera detallada, qué deben hacer los sacerdotes y
el pueblo en términos de adoración a Dios, y como deben estar preparados para esta
adoración. Sin embargo, a fin de comprender el propósito del libro de Levítico de
manera más profunda, debemos tomar en consideración las siguientes
observaciones:

A) Una característica impactante del Levítico es la ausencia total de cualquier

concepción de templo clásico, dentro del cual todas las regulaciones con
respecto a la pureza y los sacrificios serían mejor comprendidas. Para explicar
esta ausencia obvia del templo, algunos comentaristas creen que las
regulaciones mencionadas aquí iban a ser aplicadas en cuanto los israelitas
construyeran su propio templo. Nos parece que esta explicación es más que
nada una proyección de prácticas tardías en el texto de Levítico. Si el autor se
hubiese valido del contexto del templo para escribir sus regulaciones, tendría
por lo menos que haberlas aludido. En vez, vemos que Levítico se enfoca en el
“Tabernáculo” como lugar central de la adoración y todo se relaciona con él. El
Tabernáculo simplemente no es el templo, ni es su substituto, por la simple
razón que el lugar del Tabernáculo es muy diferente que el del templo.
Mientras que el templo solo puede existir en una ciudad, se dice del
Tabernáculo que está
localizado en el desierto.
Después de todo, es un
“Tabernáculo”, una
“tienda”. En este aspecto,
Levítico continúa el tema
del Éxodo, el cual, como
hemos visto, describe al
desierto como el lugar en
el cual Dios hace a su
pueblo, les da su ley, y los reúne alrededor de Él y de Su presencia en vez de
alrededor de un rey y un templo normal en la ciudad capital de cierto
imperio. Esto hace que la adoración en el Tabernáculo sea muy importante ya
que ha sido concebido para contrastar con la adoración en el templo, la cual
será criticada fuertemente por los profetas tales como Isaías, Amós, Oseas,
Jeremías y otros. Estos profetas han dirigido, cada uno en su propio estilo y
con sus propias palabras, fuertes críticas en contra de los sacrificios y de todas
las festividades relacionadas con el templo de Jerusalén, porque, de acuerdo

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con ellos, fueron realizadas solo formalmente, sin ningún compromiso leal por
parte de la gente (Ver Jeremías 7, Isaías 1:11, Amós 4:4-5, Oseas 6:6 y Ez 22).
Dada esta adoración “falsa e hipócrita”, los Profetas mencionados
anteriormente anuncian que Dios abandonará el templo lo destruirá
definitivamente, porque todos los que vienen a adorar en él lo hacen
automáticamente y a pesar de que su comportamiento esté en contra de la
voluntad de Dios. A la luz de lo que dicen los Profetas, Levítico está
reajustando el significado de la adoración haciendo dos cosas:

I. Sustituyendo el templo en la ciudad con el Tabernáculo en el desierto y esto

para reubicar la adoración lejos de las abominaciones del Templo en la
ciudad.

II. Emitiendo regulaciones con las intenciones de instar a la gente (que podría
estar adorando a Dios, y ser santos no solamente durante la adoración o
cuando están presentando sus ofrendas a Dios) a adorar a Dios en todo
momento de sus vidas; en su forma de tratarse los unos con los otros (19),
en el matrimonio (18), en la enfermedad (14), etc.

B) Una segunda característica de la adoración descrita por Levítico es la ausencia

total de cualquier tipo de figura de realeza. La ausencia del rey va de la mano
con la ausencia del templo. De hecho en las ciudades del Oriente Medio, la
compleja idea de palacio-templo solía ser el centro y el significado de la vida de
la ciudad. Como el rey solía ser visto como el hijo o el representante de Dios,
la localización de su pueblo, junto, o a veces dentro de los edificios del templo
era más que normal. Como representante de Dios,
el rey era también considerado el Máximo
Pontífice (Pontifex Maximum) del Templo (ver
Amós 7:10-17). Al no mencionar al rey en su
descripción de la adoración en el Tabernáculo, el
autor del Levítico quiere separar la adoración a
Dios de cualquier intervención por parte de un
rey. Si leen los libros históricos del Antiguo
Testamento podrán ver, que los reyes de Judea e
Israel son criticados fuertemente por que su
comportamiento estaba en contra de la voluntad

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y ordenanzas de Dios, una verdad que llevó a la caída de la realeza y a la

destrucción de Israel y Judá.

C) La ausencia del templo y la ciudad llevan en Levítico a la reducción del rol del
Sumo Sacerdote. En el capítulo 16, el texto habla de la muerte de los hijos de
Aarón porque se atrevieron a estar ante la presencia de Dios. Aarón es
prevenido también de no entrar en el Santo de los santos más que una vez
cada año, solo para ofrecer los sacrificios por sus pecados y por los pecados
del pueblo. El Sumo Sacerdote ya no es el gobernador absoluto de los asuntos
del templo ni de la adoración. Su rol se limita a ofrecer sacrificios por sus
pecados y los del pueblo. En 16:21, leemos: “Aarón pondrá ambas manos sobre la
cabeza del macho cabrío y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel
y todas sus transgresiones, todos sus pecados”. Lo que tiene ordenado hacer aquí
Aarón, como Sumo Sacerdote claramente se contradice con el rechazo de parte
del Sumo Sacerdote de admitir que Israel ha caído en pecado (Amos 7:10).
También contradice con la actitud de aquellos viniendo a adorar a Dios en
Jeremías 7 pensando que ellos son puros y que Dios los ha salvado mientras
que Jeremías decía que sus caminos se oponían a las leyes y reglas de Dios.
Todo esto apunta a la realidad siguiente: todos aquellos que piensan que están
practicando una adoración formalmente perfecta creen que están siendo
santificados por ella, sin importar sus caminos. Sin embargo, Levítico presenta
una idea totalmente diferente: una adoración impecable debe ser emparejada
con una clara admisión de las transgresiones y pecados de cada uno. Es un
regreso a Dios, un arrepentimiento. Si es practicado con esta actitud, se
convierte en fuente de santidad y de santificación. Esta es una actitud
claramente profética reflejada en el Levítico y es corolario a la ausencia del
templo, el rey y la reducción del rol del Sumo Sacerdote. Está expresado en el
hecho que Moisés, quien es descrito en el Pentateuco como un Profeta, es el
que da las órdenes al Sumo Sacerdote con respecto a su labor. El Sumo
Sacerdote no actúa independientemente pero sigue las instrucciones de Dios
reveladas a través de su profeta. Aquí Moisés juega un papel central. A través
de él es revelada la voluntad de Dios, y a través de él es reajustada la
adoración y recibe su significado último.

D) La dimensión profética que introduce el libro del Levítico en las prácticas de

adoración a Dios, encuentran su expresión más alta en el capítulo 19, el cual
es introducido por una declaración poderosa: “Serán santos porque yo, el Señor

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vuestro Dios, soy santo” (Lev 19:2). Después de esta declaración, el texto se
enfoca en leyes regulando la relación del adorador a extraño y recibe su
apogeo en el verso 18: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Tal vez el autor
está tratando de decir que la santidad es alcanzada cuando uno ama a su
prójimo, acepta extraños, y se comporta con ellos como si fueran parientes.
Esto corresponde claramente con lo que dice Jeremías en el capítulo 7 sobre el
buen comportamiento con los marginalizados como una condición para una
adoración aceptada en el templo de Dios, y con la declaración de Oseas:
“Porque misericordia quiero yo, y no sacrificios” (6:6). Creemos que esta
dimensión es la más importante en lo que hemos mencionado, puesto que es
revelada la clara enseñanza profética, la cual ha influenciado o dado mejor
forma al lenguaje y las ideas del Levítico.

En conclusión podemos decir que Levítico insta a los lectores a participar en una
nueva adoración, libres de la rigidez de la adoración dentro de la institución oficial
del Antiguo Oriente Medio. El templo ya no es el nuevo centro de la adoración, ni el
rey ni el Sumo Sacerdote. El centro de la adoración se encuentra en la presencia de
Dios, y se traduce con mayor claridad en el gesto de amar al prójimo.

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