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LECTIO ADVIENTO1

Leo (Mt 24, 37–44)

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:


Lo que pasó en tiempos de Noé pasará cuando venga el Hijo del Hombre.
Antes del diluvio la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y
cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando
venga el Hijo del Hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo
dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el
dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete
en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis
viene el Hijo del Hombre.

Entiendo
En esta parte del evangelio, Mateo nos habla de la venida del Hijo del Hombre (Mt 24, 4–35) y
de lo cerca que está utilizando el símbolo de las hojas de la higuera que nos anuncian el verano
cuando se abren. Pero este texto subraya que no sabemos el momento en que vendrá.
Se alude a la historia del diluvio (Gn 6–7) para señalar las consecuencias negativas de no estar
preparado: el Señor se hará presente cuando todo el mundo esté haciendo su vida de cada día,
en los momentos más ordinarios. Y quien está atento, lo podrá acoger y vivir con Él.

Jesús desvía la atención de los discípulos: de fijarse en la fecha de la venida futura les hace fijarse
en el presente. La preocupación de los que seguimos a Jesús no tiene que ser cuando se acabará
este mundo sino qué actitud tenemos que mantener mientras vivimos en él. Como no sabemos
ni el día ni la hora, se nos propone vivir vigilando, estar a punto para el encuentro con el Señor.
La imagen del “ladrón” refuerza esta invitación, remarcando el carácter imprevisible de la venida
de Cristo.

Después de este pasaje encontramos la imagen de los dos sirvientes (Mt 24, 45–51), así como
las parábolas del capítulo siguiente (Mt 25,1-30), que aclaran qué significa “estar en vela”: dar
fruto actuando según la voluntad de Dios. Después (Mt 25,31-46) se dice que, el día del ‘juicio’,
el criterio de valoración será el amor vivido cada día, en el ‘hoy’, en el presente.

Contemplo
Comenzamos el tiempo de Adviento. Un tiempo que nos invita a mantener la esperanza ante la
novedad que supone la presencia de Dios en nuestra vida de cada día, una Navidad que se
actualiza cada día en momento y nos desinstala de nuestras seguridades.
Ante esto, el Evangelio nos recuerda que estamos tentados de dejar para otro momento el dar
fruto, que estamos necesitados de señales… porque la sorpresa de la novedad de Dios en el
mundo nos desborda… Estad en vela, no para controlar nuestra vida sino para dejarse
descontrolar por el Señor que se hace presente.
 ¿Qué me produce la novedad, la sorpresa, lo inesperado en mi vida? ¿Vivo con el
piloto automático y prefiero no verla?
 ¿Vivo preparado para descubrir al Hijo del Hombre en lo menos esperado? ¿Recuerdas
algún momento en que la novedad te hizo verle?

Actúo
Toma un compromiso relacionado con lo que te sugiere la oración de este pasaje.

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