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LUCHA HASTA VENCER, FE EN TI MISMO: GLENN CUNNINGHAM

En la pequeña escuelita rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un chiquito tenía asignada
la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para encender el fuego y calentar el aula antes de que
llegaran su maestra y sus compañeros.

Una mañana, llegaron y encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño inconsciente más
muerto que vivo del edificio. Tenía quemaduras graves en la mitad inferior de su cuerpo y lo llevaron de
urgencia al hospital del condado.

En su cama, horriblemente quemado y semi-inconsciente, el niño oía al médico que hablaba con su madre.
Le decía que seguramente su hijo moriría – que era lo mejor que podía pasar, en realidad -, pues el fuego
había destruido la parte inferior de su cuerpo.

Pero el valiente niño no quería morir. Decidió que sobreviviría. De alguna manera, para gran sorpresa del
médico, sobrevivió. Una vez superado el peligro de muerte, volvió a oír a su madre y al médico hablando
despacito. Dado que el fuego había dañado en gran manera las extremidades inferiores de su cuerpo, le
decía el médico a la madre, habría sido mucho mejor que muriera, ya que estaba condenado a ser inválido
toda la vida, sin la posibilidad de usar sus piernas.

Una vez más el valiente niño tomó una decisión. No sería un inválido; ¡caminaría! Pero desgraciadamente,
de la cintura para abajo, no tenía capacidad motriz. Sus delgadas piernas colgaban sin vida

Finalmente, le dieron de alta. Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación,
ni control, nada. No obstante, su determinación de caminar era más fuerte que nunca.

Cuando no estaba en la cama, estaba confinado a una silla de ruedas. Una mañana soleada, la madre lo
llevó al patio para que tomara aire fresco. Ese día en lugar de quedarse sentado, se tiró de la silla. Se
impulsó sobre el césped arrastrando las piernas.

Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran esfuerzo, se subió al
cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco, decidido a caminar. Empezó a hacer lo mismo
todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto al cerco. Nada quería más que darle vida a esas
dos piernas.

Por fin, gracias a los fervientes masajes diarios de su madre, su persistencia férrea y su resuelta
determinación, desarrolló la capacidad, primero de pararse, luego caminar tambaleándose y finalmente
caminar solo y después correr.

Empezó a ir caminando al colegio, después corriendo, por el simple placer de correr. Más adelante, en la
universidad, formó parte del equipo de carrera sobre pista.
Y aun después, en el Madison Square Garden, este joven que no tenía esperanzas de que sobreviviera,
que nunca caminaría, que nunca tendría la posibilidad de correr, este joven determinado, el
Dr. Glenn Cunningham, ¡corrió el kilómetro más veloz del mundo!

UNA BREVE BIOGRAFIA

Glenn Cunningham
Glenn V. Cunningham (4 de agosto de 1909 – 10 de marzo de 1988) fue un corredor de fondo y atleta
estadounidense considerado por muchos como el mejor corredor de una milla de América de todos los
tiempos. En 1933 recibió el premio James E. Sullivan como el mejor deportista amateur en los Estados
Unidos.

Cunningham marcó un récord mundial de los récords mundiales millas e interior para los 1.500 metros y
la milla. Partició en los JJOO 1932 y |1936. En la final de 1.500 metros en Berlín, Cunningham corrió más
rápido que el récord mundial, pero fue derrotado por Jack Lovelock y recibió la medalla de
plata. Cunningham se retiró de la marcha después que los Juegos Olímpicos de 1940 fueron cancelados.

Nació en Elkhart, Kansas, Cunningham fue apodado como “Kansas Flyer”, la “Elkhart Express” y el “Caballo
de Hierro de Kansas”.

A la edad de ocho años, Glenn Cunningham sufrió un grave accidente al incendiarse la escuela donde
estudiaba al lado de su hermano Floyd de diez años de edad, Floyd no sobrevivió al incendio. Las piernas
de Glenn quedaron con muy graves quemaduras por lo que los médicos recomendaron su amputación,
fue tan triste, que sus padres no lo permitieron. Los médicos predijeron que nunca podría volver a
caminar. Había perdido toda la carne en las rodillas y espinillas y todos los dedos de su pie izquierdo.
Además, su arco transversal quedó prácticamente destruido. Sin embargo, su gran determinación, junto
con los masajes diários que le daban sus padres, le permitió recuperar gradualmente la capacidad de
caminar y después correr. Fue a principios del verano de 1919 cuando por primera vez intentó volver a
caminar, casi dos años después del accidente. Tenía una actitud positiva, así como una fuerte fe religiosa.

Su versículo bíblico favorito :

“Pero los que esperan a Dios tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas, correrán y no se
cansarán, caminarán y no se fatigarán”.

Isaías 40,31
La ilusión en la vida

La ilusión en la vida es algo fundamental si se quiere hacer algo grande y que merezca la pena. Es
imprescindible si se quiere arrastrar las dificultades que conlleva toda vida humana.

Sin la ilusión no hubieran existido los grandes líderes (un gran hombre, un gran país, una gran causa, una
gran ilusión), ni los grandes inventores, ni los santos. ¿Acaso Edmund Hillary hubiera podido escalar el
Himalaya sin una ilusión que ardiera en su interior? La ilusión debe ser el «habitat» de todo hombre si no
quiere caer en pasotismo, en la mediocridad, en el «ahí se va», en el derrotismo.

¿Cuánta ilusión hay en la balanza de mi vida? ¿Esa ilusión es capaz de sacarme de mi tibieza y lanzarme a
arrostrar las dificultades, a superar las crisis y tentaciones, a entregarme a Cristo con todas las fuerzas de
mi corazón? ¿Se me nubla con frecuencia esta ilusión por el Ideal? ¿La renuevo cada día en mi oración,
misa, en cada acto del reglamento?

I. QUE ES LA ILUSIÓN Y QUE NO ES

Hay que distinguir muy bien entre: vivir de ilusiones y vivir con ilusión mi vida humana.

1) Vivir :

Es perder tiempo, energías, no vivir de realismo; es engañarse vilmente, ir aplazando la maduración de mi


personalidad. Es sumergirse en un subterfugio que a la larga acarrea consecuencias desastrosas y grandes
remordimientos: «cuando yo salga de la Universidad, entonces sí me entregaré…cuando yo sea
profesional, entonces sí comenzaré a tomarme en serio mi vida…».

Es encontrarse al final de una vida con las manos vacías de obras auténticas, tangibles. Sólo habría bonitos
propósitos a colores, «quisieras platónicos», humo que se escapa.

El hombre que vive de ilusiones no batalla, no se pone metas concretas a corto plazo, no es incisivo en la
sociedad, vive encastillado en un mundo irreal, atrincherado y envuelto en sus pompas de jabón. Siempre
está con lamentaciones, excusas.

2) Vivir con ilusión:

Es otra cosa muy distinta a lo descrito anteriormente. La persona ilusionada vive su jornada cotidiana
animada por el amor, con entusiasmo (etimológicamente entusiasmo significa: endiosado, lleno de Dios,
que desborda a Dios en sus palabras, actitudes y comportamientos). Con entusiasmo no quiere decir que
no haya dificultades. Pero el

entusiasmo le hace ver las cosas de otro modo, le da fuerzas para seguir adelante a pesar de esas
adversidades. Quien no vive de entusiasmo siempre está escarbando como las gallinas en el suelo de su
egoísmo; sólo quejas, disgustos, enfados, protestas, egoísmo, desgana en todo.

La persona ilusionada además vive polarizada por el Ideal, con todas sus facultades en tensión sana que
le saca de la absurdidad de una vida oscura y monótona y le da brillo, sentido, fuerza.

su mente: el hombre ilusionado no piensa sino en su ideal, que está siempre por encima de él.

su corazón: el hombre ilusionado vive volcado totalmente a su ideal…ama ese ideal con locura, lo defiende
y no permite que en su corazón se alberguen otros amores que manchen o enturbien su amor.
memoria: el hombre ilusionado vive recordando continuamente los grandes beneficios, gracias de su
Ideal. Sólo así podrá cada día sentir de nuevo el imán poderoso de ese ideal.

II. FISONOMIA DE HOMBRE ILUSIONADO

1) Es alegre: abierto, jovial, servicial… porque tiene su corazón de amor a su ideal y desea comunicarlo,
hacer a los demás partícipes de esa misma pasión que le arde dentro. Es ilusión hecha caridad, deferencia,
donación desinteresada, cordialidad, disculpa, atención, perdón, colaboración ingeniosa, buen humor. El
hombre ilusionado contagia. Esta alegría no es un don que se recibe, sino que se manifiesta, se contagia
una vez que ha madurado en el alma. Por tanto, nace de la ilusión interior.

2) Es militante: vive en actitud ofensiva en su vida personal, familiar, profesional. Por tanto, no es un
hombre apocado, tímido, mezquino, raquítico…sino líder, guía de sus hermanos, eficaz en su trabajo,
atento a las oportunidades, sobrenatural en sus aspiraciones, luchador infatigable. No es el hombre
perezoso, desordenado, cuentista, charlatán.

3) Es líder dentro de la sociedad: Para el bien. Con su ejemplo, su testimonio, su palabra. En las
conversaciones, en el trabajo, en su casa, en la oficina.

Vivamos ilusionados toda la vida. La ilusión es como una vitamina interior.


DETERMINACIÓN DE EDMUND HILLARY Y TENZIN NORGAY - PRIMEROS HOMBRES EN LLEGAR AL
EVEREST

La primera vez que una misión escaló el monte Everest, con la esperanza de que 2 personas puedan llegar
a la cima se hizo el intento con 10 escaladores de altura. En conjunto los hombres debían cargar 2.5
toneladas de equipos y comida. Estas cosas no podían ser llevadas a la base de la montaña ni en camiones
ni por aire.

Tendrían que cargarlas hasta la base del campamento hombres y mujeres desde Katmandú, a 290
kilómetros de allí, por un camino que subía y bajaba por los contrafuertes del Himalaya y sobre ríos que
tendrían que atravesar por puentes construidos con cordeles y tablas. Se tuvieron que contratar entre
doscientas y trescientas personas solo para que llevaran la carga lo más cerca posible de la montaña.

Las cosas que se necesitarían más arriba de la base del campamento tendrían que ser subidas por otros
cuarenta cargadores, cada uno de ellos sherpas con amplia experiencia en la montaña. El mejor tercio de
ese equipo continuaría trabajando en la parte más alta de la montaña, cargando 340 kilogramos de equipo
necesario en pacas de aproximadamente 14 kilogramos cada una. Solo el lider de los cargadores Tenzing
y otros tres porteadores tenían la fuerza y la capacidad para llegar a los campamentos más altos cerca de
la cumbre.

Por cada nivel que los escaladores alcanzaran se necesitaría un grado más alto de trabajo en equipo. Un
grupo de hombres quedaría exhausto con solo llevar el equipo montaña arriba para el siguiente grupo.
Equipos de dos hombres irían haciendo el camino hacia la cumbre, buscando los lugares más apropiados,
haciendo escalones allí donde se pudiera, asegurando las cuerdas. Y entonces, una vez que lo hubieran
hecho quedaría listo el camino para el siguiente turno que seguiría escalando.

Del trabajo de equipo, Tenzing dijo:

“No se sube una montaña como el Everest tratando de trabajar solo o en competencia
con sus compañeros. El trabajo en equipo se hace lenta, cuidadosamente y sin
egoísmos. Por supuesto que me gustaría llegar a la cumbre por mí mismo; es lo que he
soñado toda mi vida. Pero si lo logra otra persona, lo asumiré como un hombre y no me
pondré a llorar como un niño. Para eso está la montaña ahí.”
El equipo de escaladores, siguiendo la vía abierta para ellos finalmente logró que dos pares de ellos
intentaran alcanzar la cima. El primero estaba formado por Tom Bourdillon y Charles Evans. Cuando lo
intentaron y fracasaron, le tocó el turno al otro equipo. Este estaba formado por Tenzing y Edmund Hillary.
Acerca del primero de los dos equipos, Tenzing escribió:

“Estaban extenuados, enfermos, exhaustos, y por supuesto, terriblemente


decepcionados por no haber logrado llegar a la cima. Pero aun así … hicieron todo lo
que pudieron para aconsejarnos y ayudarnos. Y, yo pienso, así es como debe ser en la
montaña. Así es como la montaña hace grandes a los hombres. Porque ¿dónde
estaríamos Hillary y yo sin los demás? ¿Sin los escaladores que abrieron la ruta y los
sherpas que transportaron la carga? ¿Sin Bourdillon y Evans, Hunt y Da Namgyal, que
fueron delante de nosotros allanando el camino? ¿Sin Lowe y Gregory, Ang Hyima, Ang
Tempra y Penba, que lo único que hicieron fue ayudarnos? Fue solo gracias al trabajo y
sacrificio de todos ellos que ahora teníamos la oportunidad de llegar arriba.”
Ellos aprovecharon al máximo la oportunidad que se les brindaba. Y el 29 de mayo de 1953, Tenzing
Norgay y Edmund Hillary lograron lo que hasta entonces ningún otro ser humano había alcanzado:
¡Pararse en la cima del Monte Everest, el pico más alto del mundo!

Desde entonces, gracias a mejores equipos y a la experiencia previa de otras expediciones llegar al Everest
no es tan difícil como antes. Pero pensemos en esa primera expedición. En ese equipo, ¿encontraron algo
ahí arriba que les cambió la vida? No. Pero con seguridad que no fueron las mismas personas al descender
de esa montaña, tuvieron que tener una preparación física y mental que no hubieran tenido en otra
situación, aprendieron el valor del verdadero trabajo en equipo que de otra forma no hubieran
conseguido. Y esto no fue solo para Tenzing y Edmund Hillary que fueron los únicos que llegaron a la cima
en esa ocasión. Todos salieron fortalecidos de esa situación, volvieron siendo mejores hombres y lo más
importante, un mejor equipo.

La conclusión de esto amigos es que debemos trazarnos metas gigantes como organizaciones, como
empresas y como personas porque esta es la forma de llevar nuestras habilidades al límite, de poder medir
la situación en la que nos encontramos, de identificar todo lo que necesitamos mejorar para alcanzar esa
meta, de conocer a la gente con la que contamos y descubrir potenciales que no habíamos visto antes, de
conocernos, ver nuestras fortalezas y debilidades y descubrir de qué estamos realmente hechos.

Si nos quedamos estáticos, si no nos planteamos metas o nos planteamos algunas muy fáciles pues la
mejora nunca vendrá, seguiremos iguales o incluso iremos decayendo por la monotonía.

Les planteo ahora el reto de trazarse las metas más grandes que puedan y que desarrollen un plan para
lograrlas. ¿Cuál será la meta que se planteen individualmente que los hará mejor personas? ¿Cuál será la
meta que se planteen como organización que los hará un mejor equipo? Eso ya les toca a ustedes decidir.
Y como decía Sir Edmund Hillary, el primer hombre en escalar el Everest junto a su Sherpa Tenzing: “No
es a la montaña a la que conquistamos, sino a nosotros mismos.”
enfoque

Aunque parezca increíble, personas como Ryan Hreljac han demostrado que se puede cambiar el mundo
independientemente de lo joven que se sea. Y es que, cuando este canadiense contaba apenas seis años
de edad, se ofreció voluntario para recaudar dinero con el objetivo de construir con él pozos de agua en
África.

Todo comenzó cuando una de las profesoras de Ryan le explicó en clase que, mientras que ellos disponían
de una fuente de agua cada pocos metros en la escuela, los niños de África no podían ir al colegio por la
escasez del líquido elemento. Esto le pareció totalmente injusto.

Por entonces, hacer un pozo de agua en África costaba 70 dólares, así que este inquieto chico se propuso
conseguir el dinero. Lo primero que hizo fue contar el proyecto a sus padres, quienes se ofrecieron a
pagarle una pequeña cantidad de dinero a cambio de hacer las tareas del hogar. Ryan consiguió, limpiado
cristales y ayudando a su madre, los 70 dólares para el pozo. Pero había un problema: el pozo costaba
realmente 2.000 dólares.

Sin embargo, eso no fue problema para el pequeño. Éste, se puso a trabajar en su comunidad cortando el
césped a sus vecinos, vendiendo limonada, e involucrando al barrio y al colegio y, finalmente, consiguió
el dinero y que se construyera el primer pozo en África.

Por ese esfuerzo invertido, sus vecinos le compraron un billete de avión para ir y ver el pozo que -gracias
a su trabajo- logró construir en Uganda. Allí Ryan se quedó estupefacto. Al llegar todo fue una fiesta:
cientos de personas bailaban alegres mientras daban la bienvenida al pequeño que les había cambiado la
vida por el simple y valioso hecho de llevarles agua potable. En esos días conoció a Jamie, el que más tarde
se convertiría en una persona fundamental en su vida.

Pero Ryan era muy cabezota. Entendió que había más colegios en su ciudad y más vecindarios, que le
podían ayudar y por eso decidió continuar con su labor: construir más pozos en África. Esta sana ambición
de querer cambiar las cosas ha hecho que ahora Ryan y su fundación construyeran un total de 878 pozos,
ayudando así a más de 800.000 personas en diferentes países de África, cambiándoles la vida.

El destino de Jaime

¿Qué sucedió con Jaime? La respuesta está clara: gracias a la ayuda del pequeño, su vida ha cambiado
raadicalmente. Este niño antes tenía que recorrer varios kilómetros, muchas horas andando, para ir a por
agua antes de acudir a la escuela. Ahora, por el contrario, disfruta de un pozo cerca de su hogar.

Desgraciadamente, tras la vuelta de Ryan a Canadá la aldea de Jamie sufrió un asalto y unos guerrilleros
se llevaron a varios niños, incluido Jamie, para entrenarlos como niño soldado. Jamie consiguió escapar,
pero, en consecuencia, los guerrilleros quemaron su aldea a modo de venganza y por ello Jamie fue
marginado en su pueblo y finalmente abandonado.

Por correspondencia Ryan se enteró de lo sucedido y junto con sus generosos padres decidieron pagarle
una educación e involucrarse más en este asunto. Jamie fue adoptado por los Hreljac, y así pasó de ser el
mejor amigo, a ser el hermano mayor de Ryan.

Ryan Hreljac continúa su labor para conseguir que haya más pozos en este continente, porque se dio
cuenta que un solo pozo puede cambiar la vida de una aldea. Por eso ahora da charlas y congresos para
que la gente conozca su historia y se anime a hacer voluntariado, porque como él mismo dice «No hay
edad para la solidaridad».
Rodeado pero No Vencido

Sabremos si nuestra actitud está en el carril apropiado cuando seamos como el modesto hombre de
negocios cuya tienda de ropa estaba amenazada con desaparecer.

La tienda de una cadena nacional se había instalado allí y había adquirido todas las propiedades de su
manzana. Este hombre muy particular se rehusó a vender. «Muy bien, entonces construiremos a su
alrededor y lo sacaremos del negocio», le dijeron los competidores.

Llegó el día cuando el pequeño comerciante se encontró encerrado, con una nueva tienda por
departamentos rodeando por ambos lados a su pequeño negocio. Los cartelones de los competidores
anunciaban «¡Gran inauguración!»

El comerciante puso un cartel a todo lo ancho de su tienda que decía: «Entrada principal».

Los grandes líderes surgen cuando ocurren las crisis. En las vidas de las personas que triunfan vemos
repetidamente terribles problemas que les fuerzan a levantarse por encima del promedio común.

No sólo encuentran las respuestas sino que descubren un tremendo poder dentro de sí mismas. Como el
agua subterránea produce olas muy adentro en el océano, esta fuerza interior explota en una poderosa
onda cuando las circunstancias parecen superarse. Entonces transpone el límite el deportista, el autor, el
estadista, el científico o el hombre de negocios.

David Sarnoff dijo: «Hay mucha seguridad en el cementerio; anhelo las oportunidades».

Tomado del libro: . Actitud de Vencedor. John C Maxwell

Siempre hay una salida frente a las crisis de la vida. La clave para encontrar la puerta de salida esta siempre
en nuestra actitud. Cuál es la tuya hoy?
"Un hombre llamado Costumbre siempre iba a trabajar siguiendo el mismo camino. A veces se planteaba
si no habría otros caminos interesantes y otras posibilidades que él pudiera encontrar. Cuando esos
pensamientos pasaban por su cabeza, sentía una excitación inicial a la que pronto seguía un desagradable
"nudo en el estómago". ¿Qué podría pasar si se encontraba con algún peligro o con alguna situación que
no fuera capaz de resolver? Esta cuestión siempre acababa afianzándole en la decisión de no abandonar
nunca el viejo camino.

Un día Costumbre se levantó, se vistió y emprendió su camino, pero pronto empezó a darse cuenta de
algunas cosas sorprendentes en las que en su ensimismamiento habitual no había caído. De pronto, todo
su cuerpo reaccionó con angustia al comprender que se había perdido: estaba en medio de un bosque
desconocido, y frente a él, apoyado en un árbol, había un anciano.

Costumbre se acercó e intentó despertarle para que le ayudara a encontrar su camino, pero por más que
lo intentó, no consiguió que aquel hombre abriera los ojos. Acababa de darle la espalda cuando oyó con
absoluta claridad:

- ¡Coge lo que encuentres en tu camino!

Costumbre se giró rápidamente pero sólo vio al mismo anciano que permanecía profundamente dormido.
Como empezaba a oscurecer, Costumbre se puso a andar sin saber en absoluto en qué dirección iba. Al
fin, la noche cayó y en medio de una gran oscuridad Costumbre llegó a lo que parecía un río. Estaba a
punto de cruzarlo cuando oyó de nuevo y con absoluta claridad:

- ¡Coge lo que encuentres en tu camino!

Costumbre se enfureció al no ver a nadie y se puso a gritar:

-¿Qué voy a coger aquí, donde sólo hay barro y piedras?

Sin embargo y por alguna razón desconocida, Costumbre se agachó y cogió a oscuras algunas piedras de
la orilla y se las metió en el bolsillo. Agotado después de cruzar el río, Costumbre se tumbó en la blanda
arena y notó que las piedras le molestaban para dormir. Al amanecer, Costumbre se levantó enfurecido,
se metió la mano en el bolsillo y cuando estaba a punto de arrojarlas, vio que de entre sus dedos salían
rayos de luz. Aquello que en la oscuridad de la noche había tomado como simples piedras,

eran raros y valiosos diamantes."

(Madera de Lider. Dr Mario Alonso Puig. Empresa Activa)

Todos en mayor o menor medida tenemos un señor Costumbre dentro de nosotros. Es esa parte que
busca la comodidad y que quiere que las cosas sigan como hasta ahora. Protegido en nuestra zona de
confort el señor Costumbre nos previene de los "posibles" peligros que nos acechan si nos aventuramos
fuera de ese recinto conocido. Sin embargo, en su afán de protegernos también nos impide descubrir esos
diamantes en forma de nuevas experiencias, nuevas personas, nuevos retos haciendo que día a día
vayamos perdiendo la ilusión y nos preguntemos por el sentido de nuestra vida.

En momentos de lucidez intuimos que hay algo más fuera de esa zona de confort que nos hemos
construido, pero el miedo y el desconocimiento hacen que demos marcha atrás y volvamos a nuestro
reducto de "comodidad". Pero en el fondo no estamos cómodos sentimos que nos estamos perdiendo
algo, que la vida es mucho más y que al otro lado de ese mar inmenso que rodea nuestra isla hay mucha
vida.

"No se pueden descubrir nuevos océanos si no se tiene el coraje de perder de vista la playa"

Te invito a que crees tu propio señor Costumbre. Imagínate como va vestido, como habla, si es hombre o
mujer, que tipo de diálogo utiliza contigo... Sácalo fuera de ti y si eres buen dibujante haz un dibujo que
lo represente. ¿Qué te aporta? ¿Qué le da el poder? ¿Cuál es el valor que representa en tu vida? Este
ejercicio te permitirá empezar a dejar de identificarte con él. Ese no eres tú, es sólo un personaje de los
múltiples que te componen.

¿Qué papel quieres que juegue en tu vida?


Cuenta corriente de confianza

La confianza en la base de las relaciones personales. La gente hace negocios con quien tiene confianza.
Mantenemos una cuenta corriente de confianza con cada una de las relaciones de nuestra vida. Cada vez
que interactúas con alguien estás haciendo depósitos en esa cuenta o efectuando reintegros.

Cada vez que cumples con un compromiso que has adquirido, cada vez que encuentras un momento para
dar las "gracias", cada vez que demuestras verdadero interés por alguien y cada vez que ayudas de verdad
a alguien estás haciendo un depósito.

Cada vez que no haces lo que dijiste que harías, olvidas devolver una llamada, hablas mal de alguien a sus
espaldas, llegas tarde a una cita, pospones hasta un mejor momento, o no entregas un producto de calidad
estás haciendo un reintegro.

Los depósitos diarios profundizan la relación y los reintegros la disminuyen.

Al igual que pasa con una cuenta corriente cuando has hecho muchos depósitos, has invertido mucho en
tu cuenta de confianza, puedes efectuar algunos reintegros sin muchos problemas.

Imagina que en tu relación con tu pareja te muestras puntual, la llamas cuando dices que lo vas a hacer,
le dedicas tiempo y atenciones, le das las gracias por su apoyo y la apoyas cuando lo necesita. Es decir
tienes una saneada cuenta corriente de confianza. ¿Qué pasaría si tuvieses que cancelar alguna cita por
una complicación en el trabajo? Lo normal es que no se molestase y entendiese la situación debido a los
depósitos que has hecho.

Ahora imagina que eres una persona que habitualmente llega tarde, cancela las citas programadas, se te
olvida felicitar los cumpleaños, no llama cuando prometiste hacerlo. Es decir has hecho muchos reintegros
en tu cuenta. ¿Qué pasaría si tuvieses que cancelar alguna cita por una complicación en el trabajo?
Probablemente no te crea. Y si tu cuenta corriente de confianza ya está en números rojos ese sea el fin
de la relación.

¿Cómo de saneada esta tu cuenta corriente de confianza con cada relación de tu vida? ¿Con tu pareja?
¿Con tus hijos? ¿Con tus amigos? ¿Con tus compañeros de trabajo? ¿Con tu jefe? ¿Tus padres,
alumnos....?

¿Y cuál es el estado de tu cuenta corriente de confianza contigo mismo?


Te invito a que durante esta semana te retes a ti mismo a hacer un depósito diario en la cuenta corriente
de confianza de cada una de tus relaciones personales.

"La vida es un espejo que refleja nuestro interior"

La semana pasada me hicieron llegar el libro, "La ley del Espejo", que ya había leído hace tiempo y decidí
volver a leerlo. Es una novela muy corta pero muy profunda que habla del perdón de una manera clara y
sencilla. Al final del libro hay un resumen en forma de ocho pasos para liberarnos del pasado. Os dejo con
parte del texto.

Cuando pienso, "no se lo puedo perdonar" significa que todavía vivo atado al pasado, que el corazón está
repleto de rencor hacia alguna persona.

Si siento resentimiento hacia alguien y me digo que "¡no se lo puedo perdonar!", no conseguiré nunca la
paz interior. Estamos trastornados porque una fuerza extra está actuando sobre nosotros. Y si esta
situación se prolonga se acabará conviertiendo en sufrimiento.

En este momento, nosotros tenemos dos opciones: "perdonar" o "no perdonar".

Si en el pasado resultamos heridos en la relación con alguien, podemos escoger "no perdonar". En este
caso significa que nos permitimos quedarnos anclados en el acontecimiento del pasado. Y debido a esta
situación pasada eliminamos la posibilidad de tener una vida llena de paz.

Por otro lado tenemos también la opción de "perdonar". Si perdonamos, entonces tanto nuestro cuerpo
como nuestro interior se calman y podemos relajarnos.

Nos liberamos del hechizo del pasado, y conseguimos paz y libertad de espíritu.

"Perdonar" no significa que damos el visto bueno a lo que nos han hecho, ni que lo pasamos por alto.
Tampoco significa que tengamos paciencia a pesar de que "él/ella tiene la culpa".

"Perdonar" significa que nos liberamos del pasado que nos ata, que dejamos de hacer reproches, y que
escogemos la calma del momento presente.
¿Y usted? ¿Siente en este momento resentimiento hacia alguien?

¿Estaría dispuesto a perdonar a esa persona con tal de conseguir una vida feliz para usted?

Debe tener en cuenta que perdonar a alguien es sólo para usted mismo/a. No es para nadie más.

Creo que el perdón es un paso clave si queremos vivir una vida de paz y alegría. Dejar ir viejos re-
sentimientos que lo que provocan es que re-vivamos determinadas situaciones una y otra vez dentro de
un círculo vicioso que convierte nuestra vida en una reproducción de "El día de la Marmota".

Rendirse es soltar el miedo

A un visitante que a sí mismo se definía como “buscador de la verdad” le dijo el Maestro: “Si lo que buscas
es la verdad, hay algo que es preciso que tengas por encima de todo”.

“Ya lo sé: una irresistible pasión por ella” contestó el buscador.

“No, una incesante disposición a reconocer que puedes estar equivocado”.

Rendirse es soltar el control, y el control es miedo, luego rendirse es soltar el miedo. En cualquier
situación problemática que estés enfrentando en este momento en tu vida hay un primer miedo evidente
a que la situación no se resuelva, que continúe, que lo que estoy viviendo y quiero cambiar permanezca.
La situación que estás viviendo en este momento es la forma que está tomando tu vida en este instante.
Pero tú sigues mirando a la forma sin darte cuenta de lo que lo alimenta. Y hay formas que te gustan más
que otras, y hay algunas que quieres vivir y otras no.

Imagínate cubitos de hielo de diferentes formas y tamaños. Aunque cada uno de ellos sea diferente y haya
algunos que te gusten más que otros, todos en esencia son lo mismo, agua, y sirven a un mismo propósito.
Las situaciones de tu vida son como esos cubitos de hielo, diferentes en la forma pero lo que los compone
es lo mismo. Es tu vida lo que se está manifestando en cada uno de ellos. Pero no podrás darte cuenta de
esto mientras sigas luchando contra algunas de ellas o poniendo tu atención en el aspecto con el que se
presentan y no en el contenido. Resistirse a estar en esa situación es tener miedo de vivir.

Luchar o resistirse a lo que estoy viviendo, a lo que está presente en mi vida en este momento es elegir el
miedo como compañero de viaje.

Permitir por contraposición es rendirse, aceptar la vida independientemente de la forma que tome en
este instante. Aceptar es elegir el amor como acompañante, confiar en una sabiduría que no conoce el
miedo, la pérdida o el dolor, mucho menos el sufrimiento.

Rendirse no es resignarse, en la resignación está presente todavía el deseo de que las cosas sean
diferentes, por lo tanto sigue habiendo oposición, resistencia al fluyo vital. En la resignación sigo pensando
que es mejor que sea diferente, sigo queriendo tener razón y mantener de esta forma el control. La
resignación es orgullo herido. La rendición es humildad. Es ponerse de rodillas y reconocer honestamente
que no sabemos lo que es mejor o peor puesto que desconocemos el camino.

La rendición es un acto mental, es la decisión de dejar de creerme lo que me cuento, soltar mis
expectativas y entrar en ese espacio de humildad del "no sé".

Y entonces dejas de hundirte y empiezas a flotar...

19 Claves para Reinventarse

por Patxi Giménez | Coaching

19 Claves para Reinventarse

Recientemente acudí a presenciar al Dr. Mario Alonso Puig en su conferencia perteneciente al 1º Congreso
de Felicidad y Productividad en la empresa. Tras escucharle acudí ávido a hacerme con uno de sus libros.
Dados mis procesos vividos, el proceso que atravieso recientemente y los procesos que me esperan en el
futuro, “Reinventarse” resaltó para mi sobre sus demás obras.
Después de su constructiva lectura, paso a listar las 19 claves que considero conforman un proceso de
reinvención extraídas del libro del Dr. Mario Alonso Puig.

Para reinventarse hay que:

1. Enfocarse en lo que se quiere.

Una de mis maestras de vida solía decir “Todo no se puede”, esta enseñanza que finalmente aprendí viene
a decir que ante nosotros tenemos infinidad de posibilidades, y hay que renunciar a muchas para enfocar
nuestra energía y atención en la que queremos alcanzar, de esta forma nuestro avance será eficiente.

2. Obviar lo que se teme.

Debajo de muchos de nuestros miedos más profundos, subyace la convicción de que se es incapaz. Esto
es así debido a que durante nuestra vida vamos formando creencias que fuera del contexto en el que las
creamos pueden llegar a limitarnos. Hay que realizar un trabajo de cambio de creencias que pueden estar
limitándonos por nuevas que nos potencien.

Reinventarse

3. Cultivar momentos de silencio y reflexión.

Debemos recordar que tenemos talentos ocultos a nuestra consciencia actual. Dedicar parte de nuestro
tiempo a reflexionar y mirar en nuestro interior permitirá descubrir facetas nuestras que antes se
escapaban a nuestra consciencia.

4. Acercarse a lo que ya conocemos con espíritu abierto.

Muchas veces, lo más valioso está oculto a nuestros ojos. Mirar las cosas con espíritu abierto puede ayudar
a descubrir mucho más.

5. Confiar.

Hay que confiar. Confiar en uno mismo, confiar en nuestro entorno, confiar en el mundo, confiar en el
universo, confiar en la vida. Todo va a salir bien.

6. Ser los dueños de nuestra atención.


El precio de la libertad es la vigilancia permanente. Donde vaya la atención irán las emociones y la energía.
Donde se pone la atención se hace siempre más real.

7. Descubrir que hay detrás de las palabras YO SOY.

En esencia ya somos perfectos, esto es, completos. Cada vez que nos describimos estamos fijando una
pequeña parte de lo que realmente somos y limitando el resto. ¿Somos nuestras posesiones? ¿Somos las
capacidades que tenemos actualmente (las que más hemos ejercitado)? ¿Somos como nos comportamos
habitualmente?

8. Fijarse en el estado de ánimo.

Cuando vemos a una persona, debemos tener en cuenta el estado de ánimo en el que se encuentra. Los
estados de ánimo nos afectan e influyen en nuestros comportamientos, pero recordemos que son
circunstanciales. Muchas veces el conectar con otra persona dependerá del estado de ánimo en el que
ambas se encuentren. “Se amable siempre. Desconocemos la batalla que la otra persona está librando”.

Reinventarse

9. Hacernos preguntas que nos permitan explorar cosas nuevas.

Esto será muchas veces más relevante que los conocimientos o las experiencias que dispongamos.

10. Buscar palabras para ayudar.

Las palabras crean realidades, conectan nuestro cerebro e inciden en las personas de nuestro entorno. Es
importante cuidar las palabras que usamos.

11. Cuidar el cuerpo.

El cuerpo es el inconsciente, y por eso, cuando se cuida el cuerpo, se cuida la mente y cuando cuida la
mente, también se cuida el cuerpo.

12. Tomar el control de la respiración.

Este es el paso más eficiente para acceder de nuevo a un estado de equilibrio y sentirse sereno y confiado.

13. Sustituir la vergüenza y la culpa por el ejercicio de la responsabilidad.


Cuando hagamos algo que nos desagrade, cuando cometamos un error, es momento de ejercitar la
compasión con nosotros mismos. Seamos firmes. Asumamos la responsabilidad de nuestras acciones,
apliquemos consecuencias a nuestros actos y avancemos, sigamos adelante.

14. Hacer interpretaciones que nos ayuden.

Entre cualquier hecho que ocurra y la respuesta emocional se encuentra siempre la forma de evaluar la
situación, la cual depende de cada uno. En nuestra mano está hacer interpretaciones que nos ayuden ante
los sucesos que ocurran.

15. Cambiar la resistencia y la resignación por la aceptación y el agradecimiento.

Esto permitirá acceder a cosas que pueden parecer imposibles.

16. Actuar en base a nuestras elecciones.

Cuando trabajamos para actuar en base a nuestras elecciones, en lugar de en base a nuestras emociones,
es cuando actuamos en libertad.

17. Escuchar la voz que surge del corazón.

El silencio es la ausencia de ruido. Sólo cuando paramos el torrente de pensamientos que nos bombardea,
podemos conseguirlo. La meditación puede ayudarnos a ello, así como la práctica del deporte o cualquier
actividad que permita abstraernos.

18. Tener presentes todas nuestras dimensiones.

Todas ellas están interconectadas, la cognitiva, la emocional, la corporal y la espiritual. Esto nos permitirá
experimentar una mayor energía y vitalidad.

19. Ejercer nuestra libertad para elegir desde donde queremos observar la realidad.

Si nosotros fuéramos exclusivamente materia, estaríamos determinados como lo está todo aquello cuya
esencia es solo material. Hay una realidad mucho más profunda y verdadera que la que nuestros sentidos
son capaces de captar. Podemos elegir.

EL VERDADERO VALOR DEL ANILLO

El verdadero valor del anillo


-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que
no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo
hacer para que me valoren más?

El maestro, sin mirarlo, le dijo:

-Cuánto lo siento, muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás
después…- Y haciendo una pausa agregó -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con
más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

-E..encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades
postergadas. – Bien- asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano
izquierda y dándoselo al muchacho, agregó:

-Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo
que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos
de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban
con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la
moneda de oro, algunos reían, otros le daban la vuelta a la cara y solo un viejito fue tan amable como
para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio
de un anillo. En su afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el
joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.

Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido
por su fracaso, montó su caballo y regresó.

Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela
entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la
habitación. – Maestro – dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera
conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero
valor del anillo.

– Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el
verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él, para saberlo. Dile que
quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas.
Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego
le dijo: – Dile al maestro muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más de 58 monedas de oro
por su anillo.

– ¡¿58 monedas?! -exclamó el joven.

– Sí, replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé…
Si la venta es urgente…

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

– Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única. Y
como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que
cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y, diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo meñique de su mano izquierda.

Érase una vez, una carrera de ranas.

El objeto era llegar a lo alto de una gran torre.

Muchas personas se juntaron para verlas y animarlas.

La carrera comenzó. Pero en realidad, las personas no creían que las ranas pudieran alcanzar la cima y lo
único que se oía eran frases del tipo: "¡Eres inútil" ¡No llegarán jamás!".

Las ranas empezaron a desanimarse, menos una que continuaba subiendo.

Las personas decían: "..No vale la pena. ¡No llegarán nunca!".

Y las ranas se dieron por vencidas menos una que continuaba subiendo...
Al final todas abandonaron menos la rana que sola y gracias a sus esfuerzos alcanzó la cima. Las otras,
extrañadas, quisieron saber cómo lo había hecho.

Una de ellas se acercó para preguntarle cómo había hecho para llegar al final de la prueba, y descubrió
que... ¡era sorda!

La lectura de la historia es sencilla. Se sordo, tremendamente sordo ante la gente que tiene la mala
costumbre de ser siempre negativa y pesimista... te robarán tus sueños. Son auténticos ladrores.

Se valiente y ves por aquello que en lo que realmente crees, te mereces creer en ti y luchar por tus sueños.
Helen Keller, una historia de superación

27 de junio, un nuevo aniversario del nacimiento de Helen Keller, ejemplo de superación personal y
símbolo de la lucha por los derechos de las personas con discapacidad.

La vida de Helen Keller es la historia de una superación; de la lucha por sobrevivir en un mundo oscuro y
silencioso. Una extraña fiebre dejó a Helen sorda y ciega siendo todavía un bebé indefenso. Mientras
todos esperaban su indefectible muerte, el destino quiso que Helen viviera. Consiguió aprender a
comunicarse, gracias a otra gran mujer, su institutriz, Anne Sullivan, se licenció con honores en la
universidad, plasmó en varios libros su periplo vital y pasó toda su existencia viajando para enseñarle al
mundo cómo el ser humano se puede superar. Helen Keller luchó también por los derechos de los más
desfavorecidos, por los disminuidos, por el sufragio femenino, por los trabajadores y por otras muchas
causas. Fue, sin lugar a dudas, un ejemplo de vida.

Una fiebre fatal

Helen Adams Keller nació el 27 de junio de 1880 en una pequeña ciudad de Alabama llamada Tuscumbia.
Era la mayor de las dos niñas de Arthur H. Keller y Katherine Adams Keller. Tenía también dos
hermanastros mayores que ella. La familia de Helen vivía de las plantaciones de algodón y del dinero que
ganaba su padre como editor de un semanario local.

“El mundo está lleno de sufrimiento… pero también está lleno de superación del sufrimiento” ~Helen
KellerHelen nació totalmente sana. Era un bebé normal que balbuceaba y evolucionaba como cualquier
otro bebé. Pero en 1882, cuando aún no había cumplido los dos años, contrajo una fiebre que los médicos
identificaron con una extraña fiebre cerebral y que muy posiblemente hubiera podido ser escarlatina o
meningitis. La fiebre pasó y en principio parecía que todo había sido una enfermedad infantil sin
importancia. Pero a los pocos días, la madre de Helen se dio cuenta de que la niña no reaccionaba ante
los sonidos ni pestañeaba al ver pasar la mano de su madre por su cara. Con 18 meses de edad, la pequeña
Helen se quedaba ciega y sorda. Y a pesar de que nadie pensaba que sobreviviría, aprendió a comunicarse
con Martha, la hija de la cocinera de la familia. Las dos niñas desarrollaron un lenguaje de señas con las
que se relacionaban entre sí.

A pesar de que la pequeña parecía seguir adelante, su madre quiso que Helen recibiera una atención
especial. Por eso se puso en contacto con el doctor Julian Chisolm quien a su vez les ayudó a conocer a
Alexander Graham Bell (quien inventaría el teléfono), que por aquel tiempo trabajaba como profesor con
niños sordos. Bell aconsejó a la familia de Helen que ingresara en el Instituto para Ciegos del Sur de Boston.
Allí le fue asignada una institutriz e instructora. Se llamaba Anne Sullivan y también tenía deficiencias
visuales. Aquella jovencita de 20 años se convertiría en la compañera incansable de Helen durante casi 50
años.

Helen y Anne Sullivan

Anne Sullivan se instaló con los Keller en marzo de 1887. Como regalo de bienvenida traía para la pequeña
Helen una muñeca. Anne empezó a enseñarle a deletrear los nombres de los objetos con su propia mano
empezando por aquella muñeca y sus letras (doll en inglés). Los primeros momentos fueron muy duros
porque Helen no conseguía entender a su profesora pero con el tiempo consiguió identificar cada objeto
por su propio nombre.
Así, con duro trabajo, desesperación y constancia, Anne Sullivan consiguió que Helen aprendiera a
comunicarse. Helen aprendió a escribir gracias a un sencillo tablero acanalado y posteriormente con el
sistema Braile. También llegó a hablar mediante la identificación de las vibraciones de su garganta.

En mayo de 1888 Helen asistió al Instituto para ciegos Perkings y años después, en 1894 ingresó en la
Escuela para ciegos Wright-Humason de Nueva York. Tras asistir a otros centros educativos como la
Escuela de Cambridge para Señoritas en 1896, llegó a la Universidad de Radcliffe en 1900. Se convertía así
en la primera persona sorda y ciega en conseguir alcanzar unos estudios universitarios. Su esfuerzo y la
incansable ayuda de Anne dieron sus frutos y el 28 de junio de 1904 Helen se graduaba cum laude en sus
estudios de arte.

Durante los largos y duros años de estudio Helen había estado escribiendo sobre su vida. Quería que el
mundo supiera de su superación. Y así, sorda y ciega, no sólo plasmó sobre papel su vida sino que se
dispuso a explicarla en público al mundo entero. El mismo año de su graduación lo hacía por primera vez
en Saint Louis.

Ejemplo de vida

Helen y Anne pasaron los siguientes años con una maleta en la mano. Viajaron por todo el mundo dando
conferencias sobre su ejemplarizante experiencia con la intención de explicar al mundo que era necesario
mejorar las condiciones de vida de las personas disminuidas como ella. Para ese fin recaudó fondos que
ayudaran a su causa. Pero Helen tuvo también tiempo para convertirse en una activista de los derechos
de otros colectivos desfavorecidos y apoyó a las sufragistas.

En octubre de 1961 Helen sufrió un derrame cerebral. No sería el único, lo que le impidió seguir con su
intensa vida pública. Desde entonces, y hasta su muerte, pasó buena parte del tiempo descansando en su
hogar en Arcan Ridge, Connecticut.

El 1 junio de 1968 la muerte le llegó estando dormida. Atrás quedaba una larga vida de lucha por la
supervivencia en un mundo de sombras y silencios. Múltiples reconocimientos públicos y una extensa
obra, 12 libros publicados y muchos otros artículos, mayoritariamente autobiográficos, quedaban como
testimonio de su vida.
La inspiradora historia de Ben Carson

Esta es la historia de un niño de color llamado Ben Carson. Cuando era pequeñito, su hermano, su madre
y él fueron abandonados por su padre. Eran gente muy pobre que vivían en un barrio muy peligroso y
violento de Detroit.

Este niño era considerado el estúpido de la clase. Imaginaros lo que significa que alguien, cuando te mira,
te vea como un estupido. Al final, Ben cargaba con una etiqueta que acabó creyéndosela. Tenía tanta
tensión, tristeza y rabia que en un momento de desesperanza cogió un cuchillo y se lo intentó clavar a un
amigo suyo con la fortuna que se le partió la hoja al chocar contra la hebilla del cinturón.

En aquel momento, el joven Ben, experimentó una crisis emocional y se dio cuenta de que tenía que hacer
algo diferente, que así no podía seguir su vida… pero no sabía qué hacer.

Un niño norteamericano pasa una media de 7.5 horas al día viendo la televisión. Ben no era una excepción
en aquella época. Sin embargo, un día su madre le dijo que había tenido una revelación durante un sueño
y que lo que ellos tenían que hacer, tanto su hermano como Ben, era leer. Ellos no leían prácticamente
nada.

Ben Carson. Como no tenían dinero para comprarse libros, iban a la Biblioteca Pública de Detroit.

Ben empezó a interesarse por la naturaleza: por los minerales, los vegetales y por los animales.

Un buen día, el profesor de ciencias llegó a la clase con una roca de color negro. Una roca extraña.
Seguidamente dijo a la clase: “¿Qué es?” Ben inmediatamente supo que esa roca era oxidiana. Sin
embargo, Ben era considerado el tonto de la clase… para qué iba a hablar. espero a que hablaran los más
inteligentes, los que sabían más, los que tenían más conocimiento… pero esos chicos estaban callados.
Entonces esperó que hablaran los otros, los que eran un poquito menos inteligentes… pero tampoco
dijeron nada. Al final, tímidamente levantó la mano.

Al levantar la mano, el resto de sus compañeros le miraron sorprendidos como diciendo: “Jejeje… pero
Ben… pero ¿cómo te atreves?” El profesor podría haber dicho: “Venga Ben, tu esto no lo sabes” y haber
guardado la roca. Pero el profesor le miró a Ben y le dijo:

– Ben, ¿tú sabes qué es esto?

– Sí, yo lo sé- respondió tímidamente Ben.

-¿Qué es?- inquirió el profesor.

– Es oxidiana- respondió Ben.

– Sí, es oxidiana.

En ese momento Ben observó cómo la cara de sus compañeros cambiaba. El profesor podría haber dicho:
“Sí Ben, oxidiana, muy bien, has acertado.” Sin embargo dijo:

– Ben, ¿tú sabes algo más de la oxiadiana?

Vaya que si sabía Ben de la oxiadiana. Empezó a hablar de la oxidiana con todo detalle. Todos estaban
perplejos.
Este niño que era el tonto de la clase, que tenía una crianza muy dura en la pobreza y en la dificultad…
este niño experimentó un cambio muy profundo. Tan profundo fue el cambio que quedó el número 1 de
la clase, el número 1 del colegio, el número 1 de todas las escuelas de Detroit, fue becado por la
Universidad de Yale y es el mejor neurocirujano infantil del mundo: el doctor Ben Carson, jefe de
neurocirujía infantil del Johns Hopkins en Baltimore, Maryland.

Ben Carson, una persona aparentemente condenada al fracaso por sus cirscuntancias social y
demogrñaficamente tan adversas, se convirtió en el mejor neurocirujano infantil del mundo, la persona
que más experiencia tiene en craniopagus, siameses unidos por el cráneo. Hablamos de operaciones de
100 horas.

Ben Carson es un ejemplo de cómo alguien puede deshacerse de las etiquetas impuestas por los demás y
que nos las acabamos creyendo.

Extraído de una conferencia de Mario Alonso Puig.


«Creo firmemente que la vida es un regalo…y no pienso desperdiciarla, nunca se sabe que cartas te
repartirán la próxima vez. Aprendes a aceptar la vida tal como viene, así cada día cuenta» – Jack Dawson

En esta semana se cumplirán 100 años del hundimiento del Trasatlántico más famoso del mundo TITANIC.
Muchos de nosotros recordamos las escenas románticas mostradas en la película protagonizada por Kate
Winslet y Leonardo DiCaprio, pero muy pocos recordamos que este accidente cobró más de 1500 vidas.
Este incidente trae una gran enseñanza a nuestras vidas que no debemos olvidar. Al “Titanic” tambien lo
llamaban el buque de los sueños y probablemente puedas sentir que muchos de los sueños que tienes se
están hundiendo. Quiero compartir algunos principios que aplican para todas las áreas de nuestra vida.

El principio de la humildad. La imagen que se vendió es que era un barco “insumergible”. Sin embargo en
su primer viaje se hundió antes de llegar a su destino. Lo contrario a la humildad es el orgullo o soberbia.
Cuídate de no ser autosuficiente pero también ten cuidado de la falsa humildad. Tu liderazgo o tu vida
empieza a menguar cuando te llenas de orgullo.

El principio de la responsabilidad. Con el lema de que era “un barco tan insumergible que ni Dios podría
hundir” no tomaron las suficientes previsiones en cuanto a botes y solamente contaban para 1178
personas de los 2227 pasajeros. Las personas responsables buscan la excelencia y hacen lo que es correcto
para evitar futuras crisis.

El principio de la visión. Se dicen que los vigías olvidaron sus binoculares en Inglaterra, por lo cual no
pudieron alcanzar a ver a tiempo el iceberg. Podemos ver nuevamente la falta de responsabilidad, pero
lo que buscamos mostrar es la importancia de la visión. Si tú no sabes hacia dónde vas terminaras en
cualquier parte. “Sin visión el pueblo perece”.

El principio de la cooperación. Solo llegó a salvarse 705 pasajeros aunque se pudieron salvar otros, pero
no lo alcanzaron por la desesperación y el egoísmo reinante en el ambiente. La cooperación de acuerdo a
Stephen Covey permitirá facilitar la labor de coordinar las iniciativas particulares, combinarlas con el
esfuerzo del equipo y obtener siempre mejores resultados.

El principio de la sabiduría. ¿Cuántas cosas se pudieron evitar en esta tragedia? No pudieron controlar su
lengua, tomaron malas decisiones, no anticiparon los problemas, presumieron, mal liderazgo,
prepotencia. La Biblia enseña que la sabiduría proviene de Dios y ellos no lo entendieron. El salmo 14:1
“Sólo los necios dicen en su corazón: «No hay Dios»…”. Cuando alejamos a Dios de nuestras vidas lo más
seguro es que nos enfrentemos a una gran tragedia.

¿Cómo esta su vida? ¿Sus sueños? ¿Están como el “Titanic”?


No espere a que llegue un “iceberg” y destruya sus sueños, su matrimonio, familia, negocio, carrera. Hoy
puede comenzar a vivir estos principios y de seguro va a llegar a buen puerto. Manténgase en humildad,
practique la responsabilidad, busque la sabiduría, desarrolle una visión poderosa para sus sueños y ejerza
la cooperación. Si necesita ayuda le invitamos a estar en contacto con nosotros.
Las 11 enseñanzas vitales que podemos obtener del naufragio del Titanic

No hay nada de lo que se puedan obtener más enseñanzas que de un gran error, se señala con frecuencia
en el mundo de la educación.

Tiempo de lectura 9 min

No hay nada de lo que se puedan obtener más enseñanzas que de un gran error, se señala con frecuencia
en el mundo de la educación. No sólo de los nuestros, sino también de los demás: la psicología ha señalado
que el aprendizaje vicario nos conduce a imitar las actitudes de los demás en caso de que estas obtengan
resultados positivos, pero también a no reproducirlas si dan lugar a consecuencias negativas. En ese caso,
¿no puede el naufragio del Titanic, del que este año se cumple un siglo, enseñarnos más lecciones que
ningún otro acontecimiento histórico, en cuanto que ha sido considerado como uno de los grandes fail de
la Historia?

Aunque la distancia temporal que nos separa del acontecimiento y su repetida aparición en la cultura
popular (de la oscarizada película de James Cameron a Tempest, último disco de Bob Dylan) haya
convertido el trágico incidente en poco más que una ficción, es necesario recordar que de las 2.200
personas que se encontraban a bordo, 1.514 murieron en el naufragio. Producto del optimismo
tecnológico que marcó el comienzo de siglo (y que las dos guerras mundiales y el crack del 29
contribuyeron a diluir), el Titanic señaló algunas de las principales fallas de un sistema caracterizado por
un excesivo optimismo.

No puedo imaginar ninguna condición por la cual un barco actual pueda hundirse, las construcciones
modernas han conseguido superar esas problemas. En la trágica historia del Titanic se citan líderes
fracasados –el capitán retirado Edward John Smith–, pasiones humanas –la del presidente de White Star
Line, J. Bruce Ismay, que hizo prevalecer su interés personal por encima del éxito de la empresa– y, ante
todo, un cúmulo de pequeños errores que derivaron en una de las grandes tragedias de la era
contemporánea. Un cóctel letal del que aún nos queda mucho por aprender, como muestran ensayos
como Nada o húndete: cómo el Titanic puede ayudarte a salvar tu negocio familiar (Praeger), escrito por
Priscilla M. Cale y David C. Tate, que aborda desde el punto de vista de los pequeños negocios las moralejas
que este naufragio nos enseña. Pero se trata de una historia con la suficiente enjundia como para poder
aplicarla a diferentes campos de nuestra vida:

–Exceso de confianza. “No puedo imaginar ninguna condición por la cual un barco actual pueda hundirse,
las construcciones modernas han conseguido superar esas problemas.”. Se puede decir más alto, pero no
más claro: si de algo estaba seguro el capitán Edward J. Smith es de que el Titanic era, como anunciaban
los mensajes publicitarios, “inhundible”. El exceso de confianza puede llevarnos a olvidarnos de las
posibles dificultades e incidentes con los que nos encontremos durante nuestro camino, y que cuando la
tragedia se produzca sea demasiado tarde para ponerle remedio.

–Todos viajamos en el mismo barco (ricos y pobres). Como ocurre con la muerte, los grandes accidentes
demuestran que las clases sociales y el dinero sólo son útiles en la estabilidad del día a día social, no en
los momentos de hecatombe. Aunque la película de James Cameron sugiere que muchos adinerados
intentaron comprar su supervivencia, es poco probable que muchos consiguiesen salvar su vida gracias a
un fajo de billetes: en los momentos críticos, el dinero no lo compra todo. ¿La principal diferencia entre
unos y otros? Que los cadáveres de los fallecidos de primera clase pudieron descansar en ataúdes de
madera, mientras que los de clase baja tuvieron que conformarse con bolsas de lona.

–Hacer caso omiso de los comentarios negativos. Si te dicen hasta siete ocasiones diferentes que existe
el riesgo patente de colisión con un iceberg, quizá deberías tenerlo en cuenta y no seguir pisando a fondo.
Infravalorar las posibilidades de que algo pueda ir mal es una de las consecuencias de la crisis financiera,
como se puede comprobar revisando las declaraciones de los gobernantes durante los primeros meses
de la crisis (¿recuerdan el “la crisis es una falacia, puro catastrofismo” de Zapatero?).

Bruce Ismay pidió al capitán que acelerase para batir todos los récords de velocidad–Si no se trabaja en
equipo, el barco se va a pique. Uno de los principales problemas que causaron la debacle del Titanic fueron
los problemas comunicativos de los miembros de la tripulación. El radiotelegrafista tardó más de la cuenta
en alertar de la amenaza glaciar y la tripulación de las cubiertas inferiores no gozaba de toda la
información necesaria, por lo que fueron de los primeros en perecer. Además, el vigía no contaba con los
prismáticos necesarios para poder avistar un iceberg hasta que ya era demasiado tarde, y el telegrafista
no transmitió el último mensaje de alarma. Como canta Bob Dylan en Tempest, la canción de su último
álbum que glosa el accidente del transatlántico, “el vigía yacía dormido mientras soñaba que el Titanic se
hundía en el inframundo”.

–Un proyecto no está terminado hasta que está terminado. ¿Ansioso por poner en marcha esa nueva idea
que se te ha ocurrido y que tanto te emociona y cuyos errores se pueden solucionar por la marcha, según
aparezcan? El optimismo propio del comienzo del siglo XX condujo a la compañía White Star Line a poner
a flote su transatlántico quizá de manera prematura y a construir el Titanic en los astilleros de Irlanda del
Norte con demasiada prisa. ¿Se hubiesen necesitado más pruebas antes de lanzarlo a cruzar el Atlántico?
Probablemente sí, pero las prisas por ser los pioneros hizo que miles de los hombres más ricos de la
sociedad del momento se montasen en un barco cuyo destino era el holocausto.

–Las prisas no son buenas consejeras. Muchos han atribuido parte de la responsabilidad del descalabro
del gran barco a las encendidas peticiones del multimillonario J. Bruce Ismay, director de White Star Line
(la compañía que diseñó el barco) para pisar a fondo el acelerador y llegar a Nueva York cuanto antes, tal
y como señalan los testimonios de algunos testigos. Esta historia también nos enseña algo sobre la
vanidad, y es que las ansias (personales) del capitán Smith por batir todos los récords probablemente le
hicieron pasar por alto las advertencias que estaba recibiendo.

–El tamaño sí que importa (para mal). En el idioma inglés se utiliza la expresión too big to fail, empleado
frecuentemente durante la crisis económica, para referirse a aquellas grandes firmas cuyo hundimiento
arrastraría consigo al resto de la economía. Una vez que la burocracia de una organización ha aumentado
hasta tal punto en que cualquier decisión necesita pasar por diferentes estancias hasta que se apruebe,
es muy complicado poder ofrecer una respuesta inmediata a una dificultad acuciante, lo que ralentiza la
capacidad de reacción y entorpece cualquier acción. Una pequeña embarcación no habría sufrido los
mismos problemas de toma de decisiones que el transatlántico, aunque tampoco habría sido capaz de
cruzar el Atlántico. Una curiosidad: J.P. Morgan, uno de los principales inversores del barco, estuvo a
punto de subir al malogrado barco pero instantes antes canceló su reserva, alegando motivos de salud.
–Los cálculos aparentemente correctos no siempre son acertados. Lo que aprendieron inmediatamente
los navegantes de la época es que la aritmética había sido utilizada de manera perversa en el diseño de
los sistemas de evacuación del barco. Los directivos de White Star Line se justificaron señalando que
habían superado en mucho el número de botes salvavidas con que debía contar el transatlántico, y según
los cálculos oficiales, así era: contenía exactamente veinte botes, cuatro más de lo exigido. ¿El problema?
Que según la legislación de la época, el número de embarcaciones de rescate no se encontraba en función
del número de pasajeros que se encontrasen a bordo, sino del tonelaje de la embarcación, lo que da como
resultado que las plazas disponibles no cubriesen más que a la mitad de pasajeros. Debido a ello, se revisó
la legislación de 1894 y desde entonces, el cálculo se realiza para que las plazas de rescate sean siempre
al menos un 25% más que el número de pasajeros.

Una novela de 1898 escrita por Morgan Roberston ya contaba la historia del hundimiento de un
transatlántico–En mitad del océano, nadie puede escuchar tus gritos. Ser el pionero de un proyecto de
este tipo provoca que, a la fuerza, tengas que viajar solo. Sin embargo, a apenas quince kilómetros del
barco se encontraba el S.S. Californian, que no atendió a las llamadas del buque en problemas y cuya
participación podría haber salvado unos cuantos cientos de vidas. Por ello, algunos han acusado de
negligencia a su capitán, Stanley Lord, mientras que otros han creído su versión en la que aseguraba que
su distancia relativa no era la que se pensaba.

–Lo barato sale caro. La prisa con la que se construyó el barco provocó que algunos de los componentes
de los remaches del barco que sujetaban las planchas de acero fuesen construidos con materiales de una
calidad mucho inferior a la que fue presupuestada desde un primer momento, ya que la demanda era tan
grande que una única compañía no podía producir todo lo necesario. Nunca sabremos si otros materiales
habrían cambiando sensiblemente la situación, pero es altamente probable que la rotura de algunas
secciones no se habría producido con tal rapidez.

–Hay que leer más. Una novela publicada en 1898 por el oficial de la marina americana Morgan Robertson
ya relataba la historia del naufragio un “inhundible” transatlántico, el Titán, después de chocar con un
iceberg. Bajo el título de El hundimiento del Titán (Nordica) (en inglés, Futility or the wreck of the Titan),
el relato ha atraído a lectores de toda clase por sus evidentes similitudes con el accidente ocurrido catorce
años después de la publicación del relato de Robertson. ¿La moraleja? No tanto que tengamos que revisar
la historia de la literatura para localizar posibles profecías como que debemos mostrarnos alerta a las
advertencias que otros han señalado antes que nosotros. Al fin y al cabo, el término “futilidad” encaja
como anillo al dedo en la historia del Titanic.

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