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MIGUEL LORENTE ACOSTA, «Mi marido me pega juegan su papel.

A partir de esto se entiende me-


lo normal». Agresión a la mujer: realidades y mi- jor un problema que ha sido abordado desde muy
tos. Barcelona, Editorial Crítica, 2001 distintos puntos de vista y muy diferentes enfo-
ques, pero es ahora, «gracias» a Lorente, que se
Miguel Lorente Acosta, médico forense, presenta desde todos ellos a un mismo tiempo.
doctor en Medicina y Cirugía, nos presenta Mi «El análisis nos muestra que la agresión a la
marido me pega lo normal, dentro de una línea mujer ha estado presente desde el inicio de la
de trabajo que inició con su obra Síndrome de sociedad patriarcal como forma de sumisión de
agresión a la mujer, premiada por la Real Acade- la mujer» (p. 28). La agresión no es un proble-
mia de Medicina y Cirugía de Granada. ma reciente, ni aislado; ha estado presente a lo
El prólogo de Victoria Camps sirve de por- largo de los siglos y, como ahora, ha sido justifi-
tal a un discurso de denuncia sobre la brutal cada, ocultada y considerada como algo que en-
normalidad de la agresión. Denuncia Lorente la cuadraba dentro de la normalidad. Las funcio-
existencia de elementos que hacen que la agre- nes atribuidas a la mujer pasan por establecer y
sión aparezca como algo que puede ocurrir den- perpetuar una situación de sumisión, dependen-
tro de la normalidad, sin aceptar que se trata de cia, falta del reconocimiento de ser independien-
un problema. Este fenómeno, la normalización te al hombre, ya sea el padre o el marido. La
de lo anormal, es el faro conductor que nos guía lucha de las mujeres es terminar con esta situa-
a lo largo del análisis de un problema que afecta ción de desigualdad que sirve de base a la co-
al conjunto de la sociedad. Lorente nos presenta lumna de la agresión a la mujer. Lo que demues-
el escenario donde se sucede esa normalización, tra que las transformaciones y cambios impul-
los factores que la motivan y alimentan, y los sados por el feminismo están aún muy lejos de
grupos a los cuales beneficia, por un lado, y per- conseguir la igualdad es la existencia hoy del
judica por otro. Nos introduce, con lenguaje sen- maltrato, la agresión sexual, el acoso laboral... E
cillo pero severo, a través del mundo oculto y incluso más significativo es que la respuesta so-
ocultado de la agresión a la mujer. El esqueleto cial a la agresión pase por la justificación al agre-
formal de la obra está compuesto por once capí- sor, la minimización de los hechos o responsa-
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tulos, prólogo y apartado para una extensa bi- bilización de la mujer. Ante esto, es evidente que
bliografía específica. La estructura discursiva no podemos afirmar que se haya alcanzado la
presenta dos espacios: la exposición del discurso igualdad.
como tal y la presentación de los elementos que Normalizar, justificar o minimizar la agre-
protagonizan esta triste y gris historia de la agre- sión a la mujer, por cualquier vía o sirviéndose
sión a la mujer. La exposición del discurso está de cualquier argumento, es la respuesta lógica de
integrada por el análisis del estado de la cues- un entorno hetero-patriarcal que se beneficia del
tión y acercamiento al tema, el posicionamien- estado de discriminación, maltrato y desventaja
to y la denuncia, las respuestas dadas por los dis- de la mujer. Este proceso pasa por la creación de
tintos agentes sociales, las propuestas, medidas mecanismos que convierten el problema en cir-
y soluciones del propio autor, y, por último, los cunstancial, lo emborronan con mitos de ori-
datos y cifras. Los elementos que orquestan el gen patriarcal, eliminan el castigo por lo que
adagio de la agresión a la mujer son, según el hacen desaparecer la gravedad del delito, etc.
autor, el escenario, es decir, el entorno social Aislar los casos de agresión a determinadas
político, jurídico-legal, policial, médico y míti- circunstancias de marginación social (alcoholis-
co; la víctima, el agresor, los descendientes y las mo, bajo nivel social, educación deficiente...) es
personas que actúan como espectadoras (fami- un intento académico y social de minimizar el
lia, amistades...), con la posibilidad de una cor- problema de la agresión. Un problema estructu-
ta y fatídica aparición en escena. ral se convierte en circunstancial, superando la
La cuestión de la agresión a la mujer se debe consecuencia lógica que es la quiebra social y la
entender de forma integral, donde se pueda ob- crisis de los valores morales que sustentan esa
servar cómo todos los factores y todos los agentes sociedad. Con este falso planteamiento circuns-

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tancial nadie podrá admitir que la violencia con- rasgos denominados por Leonore Walker como
tra las mujeres puede ser un mecanismo de con- «síndrome de la mujer maltratada», por el que a
trol y poder; el propio lenguaje otorga a la vio- pesar de su grave situación la mujer no es cons-
lencia contra las mujeres una terminología re- ciente de ello, y se sigue culpando de su propio
sultado de este intento de suavizar el problema estado. Su entorno tampoco le es propicio, las
y convertirlo en circunstancial: «violencia do- personas que la rodean no son conscientes de su
méstica» o «violencia familiar». «No es violencia estado crítico, y este círculo se cierra cuando el
doméstica porque es salvaje, ni es familiar por- agresor consigue aislarla del exterior y recluirla
que no sólo se produce en las relaciones o en el entre los muros del «hogar». El agresor utiliza la
ambiente familiar» (p. 38). La mujer es agredi- violencia porque eso le permite conseguir su
da por el hecho de ser mujer; «La mujer sufre objetivo: controlar y someter a la mujer sin que
determinadas agresiones por el hecho de ser ello le resulte costoso desde el punto de vista
mujer» (p. 37). Ser mujer es un hecho universal, social y judicial. Obtiene una situación de pri-
no circunstancial ni accidental, por lo tanto las vilegio sin entregar nada a cambio. Del uso de la
causas no pueden ser, ni son, circunstanciales ni violencia y de la agresión a la mujer Lorente es-
accidentales, son estructurales. Hay que enten- tablece tres efectos fundamentales:
der la agresión a las mujeres como el Síndrome
de Agresión a la Mujer: 1) A corto plazo, el agresor impone su criterio
y se ve reforzado.
Este síndrome hace referencia a todas aquellas 2) A medio plazo, el agresor consigue la sumi-
agresiones que sufre la mujer como consecuen- sión y control sobre la mujer.
cia de los condicionamientos socioculturales que 3) A largo plazo, se establece un tipo de comu-
actúan sobre el género masculino y femenino, nicación donde predomina la violencia y
situando a la mujer en una posición de inferio- donde el hombre posee privilegios de do-
ridad y subordinación al hombre, y manifesta- minación sobre la mujer.
das en los tres ámbitos básicos en los que se rela-
ciona una persona: en el seno de una relación de La importancia de los mitos entra no sólo

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pareja en forma de maltrato; en la vida en socie- en el ámbito de lo socio-cultural, sino que viola
dad como agresiones sexuales; y en el medio la- el espacio de la «racional justicia». Dentro de esos
boral como acoso sexual. (p. 39) mitos se desarrollan las justificaciones sociales
más comunes a la agresión: los celos y el alco-
La violencia contra las mujeres es así una hol. En ambos casos se presupone que la agre-
violencia estructural. Si la mujer no puede evi- sión es circunstancial, debida a un arrebato pa-
tar ser una mujer, pero por ello es víctima de la sional o al trastorno provocado por la ingestión
agresión, será pecado el simple hecho de ser del alcohol, evitando reconocer que es una si-
mujer. tuación contextualizada en un medio violento,
Sostiene Lorente que la agresión a la mujer, donde la agresión va precedida de la amenaza, la
por ser estructural y parte del orden social del coacción, el maltrato psíquico y verbal; que tie-
patriarcado, se debe abordar teniendo en cuenta ne, además un objetivo: perpetuar la subordina-
sus especificidades. La agresión a la mujer tiene ción y sumisión de la mujer y el estatus privile-
características diferenciales respecto de otro tipo giado del hombre. Utilizar como atenuante los
de agresiones. Aparecen tres fases típicas en la celos en un caso de agresión a la mujer ante un
agresión a la mujer: 1) fase de tensión creciente, juez, y que éste lo admita, es un triunfo del mito
violencia psicológica y verbal; 2) agresión física; «si te pega es que está celoso porque te quiere».
3) amabilidad y falso arrepentimiento / justifi- Los mitos se convierten en argumentos funda-
cación del agresor. Éste es un ciclo que se va re- mentales de tal forma que ante su desaparición
pitiendo, pero donde la violencia va en aumen- son sustituidos por otros. Los avances en el aná-
to y se hace más corto el espacio que separa una lisis de la agresión y el maltrato han servido para
agresión de otra. La mujer presenta una serie de desmitificar muchos aspectos que son tradicio-

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nalmente medio de contención y minimización ben que dicha conducta no les va a suponer nin-
del problema. No obstante, ante el derrumbe de gún perjuicio (inician y aumentan de intensi-
ciertos mitos se crean e inventan otros nuevos; dad la agresión cuando la relación se refuerza,
uno de los mitos más recientes es el de la mujer de modo que la dependencia afectiva de la mu-
agresora (recordemos que el rasgo común entre jer es mayor), y mostrando un elevado control
todos los agresores es ser hombre, y el de la víc- durante la agresión, lo cual les permite dirigir
tima el ser mujer). El mito de la mujer agresora los golpes hacia determinadas zonas donde las
se centra por lo general en el maltrato psicológi- lesiones no van a ser visibles cuando la mujer
co, para así hacerlo más creíble; aunque en algu- salga a la calle, controlando la intensidad y utili-
nos casos se recurre incluso a la figura de la agre- zando toda una argumentación verbal paralela
sora física, imagen ésta muy alejada de la reali- que responsabiliza a la propia víctima de la agre-
dad. La mujer no es agresora porque no hace un sión y justifica sus conductas violentas.
uso similar al hombre de la violencia. La mujer Según la consideración que se tenga del
parte de un binomio de desigualdad donde ella agresor, si se le justifica, e incluso se le despren-
es la parte inferior y discriminada; por lo tanto de de cualquier tipo de responsabilidad en la
no poseen los recursos de superioridad para ha- agresión, se presenta el debate sobre los progra-
cer del uso de la violencia una acción rentable. mas destinados a su tratamiento. Sobre esta cues-
Lorente expresa una opinión confusa sobre la tión Lorente plantea que existen tres grupos de
posibilidad de que exista la mujer agresora. En razones por las cuales se defienden este tipo de
un primer momento afirma que se trata de una programas:
construcción, un invento, un mito; más tarde
critica que a los casos de mujeres agresoras se les 1) Basadas en la actitud de la víctima de la agre-
dé una mayor publicidad en los medios de co- sión que, atrapada en una relación de su-
municación, estableciendo que sí existen. puesta afectividad, no quiere que el agresor
Sobre el agresor, Lorente nos advierte: si la sea condenado por la justicia. Simplemen-
agresión se desarrolla dentro de la normalidad, te quiere que el agresor deje de maltratarla.
el agresor será una persona normal. Los estudios La mujer se siente responsable del maltra-
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que se realizan sobre los agresores son en exceso to, y considera por ello que el agresor no
sesgados, ya que se denuncia sólo el 10% de los debe ser condenado. El resultado es un agre-
casos de maltrato, y de este 10% sólo el 30% va sor que refuerza su situación de privilegio,
a tener procedimiento judicial; y de éstos, no pues se le reconoce que su conducta no
todos van a tener condena para el agresor. Del merece condena, sino una terapia dirigida
reducido número de maltratadores denunciados a consolidar la relación de pareja que él
es menor el de los que están dispuestos a ser en- domina a través de la violencia.
trevistados. Pero es cierto que de cualquier estu- 2) Basadas en la idea de que hay que corregir
dio realizado, o que se pueda realizar, la conclu- una conducta determinada del agresor ge-
sión incuestionable es que lo que tienen en co- nerada por alguna situación circunstancial
mún todos los maltratadores-agresores es su con- por la cual no es capaz de controlar la vio-
dición de hombres. Si la mujer es agredida en lencia: patología, alcoholismo, celos, pa-
última instancia por ser mujer, el agresor mal- sión... Supone defender que el agresor es
trata en última instancia por ser hombre. irresponsable de sus actos, que es una vícti-
La agresión a la mujer no es obra de enfer- ma de las circunstancias.
mos ni de hombres con trastornos de personali- 3) Basadas en cuestiones políticas, que consi-
dad, ni de individuos que llevan a cabo sus agre- deran que crear mecanismos para ayudar a
siones bajo los efectos del alcohol o de otras sus- la mujer víctima de la agresión y no meca-
tancias tóxicas. Los agresores son personas «nor- nismos para integrar al agresor es una acti-
males» que deciden recurrir a la violencia y a la tud discriminatoria hacia el hombre. Esto
agresión para conseguir su objetivo (controlar y no es más que el resultado de una política
someter a la mujer), haciéndolo cuando perci- inmersa en un mundo patriarcal y andro-

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céntrico, que supone que la agresión a la a las autoridades policiales y judiciales los casos
mujer es una cuestión privada con posibili- de maltrato que atienden en sus consultas, aun-
dades de convertirse en instrumento poli- que la víctima intente esconder las causas reales
tizado, donde no se plantea en ningún de su estado. Lorente hace referencia a la sexua-
momento la responsabilidad moral y judi- lidad y cómo ésta es percibida de forma diferen-
cial del agresor. te según se trate de una mujer o de un hombre.
Un hombre puede adquirir mayor prestigio
Las tesis y argumentos de Lorente no son cuantas más relaciones sexuales mantenga; por
novedosas. Dice lo que todas las feministas han el contrario, una mujer tendrá una mala reputa-
dicho siempre: que las mujeres son víctimas de ción si accede a mantener muchas relaciones. En
la violencia por ser mujeres; que la violencia con- este contexto habla de la agresión sexual a la
tra las mujeres es estructural; que existen mu- mujer, la violación, y de cómo se puede absolver
chos y poderosos mecanismos para deformar la al violador argumentando que la víctima real-
violencia contra las mujeres y minimizar el pro- mente no rechazaba la relación sexual, sino que
blema convirtiéndolo en circunstancial, domés- dice no querer acceder al acto sexual por la re-
tico y familiar; que la sociedad es hetero-patriar- putación. «No obstante, hemos mejorado en este
cal; que se nace mujer o se nace hombre, pero sentido, puesto que trabajos más recientes indi-
que el «femenino» o «masculino» son construc- can que las mujeres extrañamente dicen ‘no’
ciones socioculturales del género determinadas cuando quieren decir ‘sí’. Todo este juego de noes
por la sociedad heteropatriarcal. La trascenden- y síes en parte está en relación con un mecanis-
cia del discurso de Lorente, que llega incluso al mo sutil de controlar a las mujeres: la reputa-
Parlamento de los diputados, donde fue presen- ción» (p. 70). De alguna forma, Lorente respal-
tado este libro, viene dada porque es un hombre da las sentencias que absuelven a los violadores
y porque es médico, dos poderosos respaldos: el cuando en el contexto no queda claro, según los
androcentrismo y la ciencia. Es por eso que cae jueces, si la víctima dice «no» porque no quiere
en algunas trampas que él mismo denuncia. Por o por razones culturales. La gravedad de lo ex-
ejemplo la idea de familia, una de las principa- puesto por Lorente aquí es un ejemplo más de

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les instituciones que favorecen la perpetuación otros patinazos con los que se puede tropezar la
del hetero-patriarcado, que no recibe ni la más persona que lea este libro. Demuestra que Lo-
mínima crítica. La confusión en el uso del len- rente secuestra argumentos feministas pero sin
guaje no sexista, donde aparece en ocasiones la terminar de creérselos.
distinción entre femenino y masculino, y otras, Quizá son miles, o quizá son millones, los
donde no está claro si se refiere al masculino es- libros escritos por mujeres desde los albores del
pecífico o genérico. Se presenta como un médi- feminismo moderno. No han llegado al Parla-
co forense, pero su discurso no es un discurso mento; pero sí lo ha hecho la obra de Lorente,
médico, sino cercano a la sociología. Es así que cuyo título, Mi marido me pega lo normal, sirve
la presentación como facultativo le sirve para de perfecta síntesis para el horrible y continua-
respaldar su discurso, no para anunciar que nos do atentado contra las mujeres, lo que el autor
hablará de la medicina legal en el ámbito de la llama la agresión a la mujer.
agresión a la mujer. Su declaración, como miem-
bro del cuerpo de la Medicina, es la de acusar la LEONOR CEBALLOS HERNÁNDEZ
insensibilidad de sus compañeros (los médicos Centro de Estudios de la Mujer
aparecen sólo en masculino) que no denuncian Universidad de La Laguna

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