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Más información: Sobre los tiburones

© OCEANA / Carlos Suárez


Hay cientos de especies de tiburones, que en tamaño van desde el tiburón enano
(de 18 cm) hasta el tiburón ballena (de 13 m), que habitan en aguas de los
océanos y se alimentan de una gran variedad de especies. Contrariamente a la
creencia popular, los tiburones no se alimentan de todo lo que se encuentran, sea
lo que sea: muchos de ellos tienen presas específicas. Por ejemplo, el tiburón
ballena, el mayor de los tiburones, se alimenta de plancton.
Aunque cada tiburón es único, todos tienen características comunes. Todos los
tiburones tienen un esqueleto hecho de cartílagos, no de huesos. Esto les confiere
una gran fuerza y maniobrabilidad sin peso. Su cuerpo está cubierto por pequeñas
escamas con forma de diente, los dentículos, que se superponen unos sobre otros
por todo el cuerpo, hacia la cola. Por ello, si acariciamos un tiburón de la cabeza a
la cola el tacto es suave, pero si lo acariciamos de la cola a la cabeza el tacto es
áspero como un papel de lija. Estos dentículos los protegen y los hacen más
hidrodinámicos, reduciendo la fricción en el agua.

Muchos tiburones tienen un tipo de coloración críptica, oscura en la parte superior


y blanca en el vientre, para hacerlos menos visibles a depredadores o presas. A
diferencia de otros peces, los tiburones carecen de vejiga natatoria, una cámara
llena de gas que permite a los peces flotar. Por el contrario, los tiburones tienen
grandes hígados llenos de aceite de baja densidad que regula su flotabilidad y les
da una movilidad vertical, por lo que pueden nadar fácilmente hacia arriba y hacia
abajo en la columna de agua. Los tiburones de aguas profundas tienen hígados
mayores y, por tanto, con mayor cantidad de aceite. Así, son pesca objetivo por
este aceite, especialmente por su compuesto escualeno, utilizado en muchos
productos de cosmética.

Comportamiento y sentidos

Los tiburones tienen un comportamiento complejo, así como capacidad de


aprender, y su cerebro es tan grande como el de algunos mamíferos.

Los tiburones poseen un sistema sensorial muy desarrollado y sofisticado. Los


tiburones pueden oler miles de veces mejor que los humanos y detectar millones
de veces mejor sustancias químicas disueltas en el agua.

En contra de la opinión popular, los tiburones tienen una vista extraordinaria y a


menudo dependen de este sentido. Su visión está muy adaptada al ambiente
marino y a las distancias largas. Sus ojos son parecidos a los de otros
vertebrados, a diferencia de que no pueden cerrarlos.

A pesar de que no tienen orejas, cuentan con unas minúsculas aperturas en las
cabezas que llevan a los órganos auditivos internos similares a los de los
mamíferos. Los tiburones son sensibles al sonido, especialmente a las bajas
frecuencias de animales heridos, que pueden detectar desde hasta cientos de
metros de distancia.

Su sentido del tacto es algo diferente: consiste en una detección de los cambios
de presión que se aplican en el cuerpo, pero también pueden detectar los cambios
de presión que se producen en el agua que los rodea. Como ocurre en otros
peces, los tiburones y las rayas tienen una “línea lateral” que les recorre cada lado
del cuerpo. Estas células sensoriales ayudan al tiburón a detectar cambios de
presión y de la dirección del agua que puedan ser el resultado de movimientos y
vibraciones causadas por un animal. Como resultado, los tiburones pueden
detectar a sus presas incluso en la oscuridad total.

Los tiburones tienen sentido del gusto. Sus papilas gustativas están en la boca y
no en la lengua, ya que carecen de ésta. El sentido del gusto de un tiburón es
particularmente sensible a la presencia de grasa en los tejidos de sus presas,
pues necesitan una dieta rica en energía y grasas.

Además de los cinco sentidos estándar, los tiburones cuentan con un sexto
sentido llamado electrorrecepción. Lo utilizan para detectar los minúsculas campos
eléctricos que todos los seres vivos generan.

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