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EXPEDIENTE N° H.C.

00490-2016
ESPECIALISTA LEGAL: DRA. VELAZCO
ESCRITO N° 5
CUADERNO PRINCIPAL

INTERPONGO RECURSO DE APELACIÓN


CONTRA LA SENTENCIA DE FECHA
3/10/2016, NOTIFICADA EL 7/10/2016

AL VIGÉSIMO JUZGADO ESPECIALIZADO EN LO PENAL DE LA CORTE SUPERIOR DE


LIMA:

LUCIANO LÓPEZ FLORES , identificado con D.N.I. N° 25707722, Socio del Estudio Javier
Valle-Riestra, Abogados; con Registro C.A.L. N° 24795, en mi calidad de Abogado
Patrocinante del Sr. ROGER JOEL APARICIO AVENDAÑO, identificado con DNI N°
46138654, quien purga injusta condena en el Penal de Piedras Gordas II, Ancón, Lima;
señalando domicilio real en Calle Las Acacias N° 709, Urb. San Antonio, Distrito de
Miraflores – Lima 18, y con domicilio procesal en la Casilla N° 2752 del Colegio de
Abogados de Lima (sede 4° piso del Palacio de Justicia); ante usted, atentamente me
presento, y en la mejor forma que en Derecho proceda,

DIGO:

ÍNDICE

I. PRETENSIÓN IMPUGNATORIA………………………………………………..... 3

II. SOBRE LOS ERRORES DE HECHO Y DE DERECHO EN LOS QUE INCURRE LA


SENTENCIA IMPUGNADA……….……………………………………...……… 3
III. FUNDAMENTACIÓN DEL AGRAVIO QUE CAUSA AL FAVORECIDO EL CONTENIDO
DE LA SENTENCIA IMPUGNADA: ¿POR QUÉ LOS ARGUMENTOS DE LA JUEZA
AMAYA SALDARRIAGA MERECEN –Y DEBEN- SER DESESTIMADOS?...........….. 5

III.1. PLANTEAMIENTO……………………………………………………….. 5

III.2. SOBRE EL SUPUESTO CARÁCTER “NO FIRME” DE LA SENTENCIA


CONDENATORIA CUESTIONADA EN ESTE HABEAS CORPUS…………….. 5

III.3. SOBRE LOS MOTIVOS POR LOS QUE LA JUEZA CONSIDERA IMPROCEDENTE
LA DEMANDA POR VULNERACIÓN DE LOS DERECHOS A LA INTEGRIDAD
PERSONAL Y A NO SER VIOLENTADO PARA OBTENER
DECLARACIONES…………………………...………………………...… 8

III.3.1. PLANTEAMIENTO………………………………………….. 8

III.3.2. SER OBLIGADO A COLOCAR UNA HUELLA DIGITAL EN EL


“ACTA DE REGISTRO PERSONAL E INCAUTACIÓN”, ¿NO
CONSTITUYE UN ACTO DE VIOLENCIA PARA OBTENER UNA
DECLARACIÓN?..................................................................... 8

III.3.3. EL CASO DE LA VULNERACIÓN DE LA INTEGRIDAD PERSONAL DE


ROGER APARICIO, ¿FACULTA AL JUEZ A REALIZAR UNA REVISIÓN
DEL PROCESO PENAL EN SU CONJUNTO DONDE SE EMITIÓ LA
SENTENCIA CONDENATORIA?, ¿REQUIERE DE PRUEBAS DIRECTAS
O PUEDE SER SUFICIENTE EL EMPLEO DE INDICIOS
RAZONABLES?............................................................................. 10

III.4. SOBRE LOS MOTIVOS POR LOS QUE LA JUEZA CONSIDERA INFUNDADA LA
DEMANDA EN EL EXTREMO DE ALEGACIÓN DE VULNERACIÓN DEL
DERECHO A LA DEFENSA EFECTIVA Y DERECHO A LA PRUEBA……..….. 14

IV. NOTAS ADICIONALES……………………………………………………......... 18

ÚNICA NOTA ADICIONAL: COPIA SIMPLE DEL FALLO DE LA CORTE SUPREMA,


R.N. N° 2925-2012-LIMA……………………….…........................................
18

*****
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I.
PRETENSIÓN IMPUGNATORIA

He sido notificado el pasado viernes 7 de octubre del año en curso con la sentencia dictada
por su Despacho el pasado día 3 del mismo mes y año, motivo por el cual, ejerciendo el
derecho de impugnación que le asiste a mi patrocinado, interpongo RECURSO DE
APELACIÓN contra dicho fallo a efectos que elevados los autos a la Sala Superior ésta lo
REVOQUE y, modificándolo, declare FUNDADA la demanda de habeas corpus que interpuse
a favor de ROGER JOEL APARICIO AVENDAÑO en todos sus extremos, disponiendo su
inmediata libertad.

II.
SOBRE LOS ERRORES DE HECHO Y DE DERECHO EN LOS QUE INCURRE
LA SENTENCIA IMPUGNADA

La sentencia de fecha 3 de octubre del año en curso, notificada a mi parte el pasado viernes
7 del mismo mes, incurre, en mi concepto, en serios errores de hecho y de derecho que
seguidamente paso a resumir:

1. Según la Jueza Rosa Elisa Amaya Saldarriaga, la sentencia condenatoria objeto de


control constitucional vía este habeas corpus, no tiene carácter “firme”, al haber sido
consentida por el favorecido conforme lo señala el segundo párrafo del artículo 4° del
Código Procesal Constitucional1.

Como lo expondré más adelante (infra III), éste es un grave error de derecho.

2. Según la Jueza Rosa Elisa Amaya Saldarriaga es improcedente la demanda de habeas


corpus interpuesta a favor de Roger Joel Aparicio Avendaño en cuanto a la alegación
de vulneración del derecho a la integridad personal y a no ser violentado para obtener
declaraciones, debido a que2:

a) Para la jueza Amaya Saldarriaga, cuando alegué en la demanda la vulneración del


derecho a la integridad personal del favorecido, señalé que él fue violentado por el
personal policial (doblándole el brazo) “no para recabar una confesión, sino para
que imprima su huella digital en el acta de registro personal e incautación de
especies; consignando en ésta una firma falsa que a simple vista se identifica como
tal, e incluso con una pericia de parte que acompaña como anexo”.

Es decir, la Magistrada entiende que en mi demanda, cuando he indicado que a


Roger Aparicio le doblaron el brazo para que imprima su huella digital en el
documento denominado “Acta de Registro e Incautación” y los policías
consignaron una firma falsa de Aparicio, existe una clara distinción entre el empleo
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de violencia para obtener una confesión del empleo de violencia para imprimir una
huella digital en un documento. Pareciera que esto último, según la Jueza, “no es
1
Véase el numeral 3.2.1. de la sentencia impugnada.
2
Véase el numeral 3.2.2. de la sentencia impugnada.
una confesión” y, por ende, se trata de un acto no amparado por el literal h) del
inciso 24º del artículo 2º de la Constitución.

Desde luego que este argumento constituye un severo error de hecho y de


derecho.

b) Arguye la jueza Amaya Saldarriaga que fluye de autos “la ausencia de


actuados y demás instrumentales que puedan merecer un pronunciamiento de
fondo conforme se alega en la medida en que no se aprecian elementos que
generen verosimilitud en cuanto a la denuncia presentada, siendo que, por el
contrario, la demanda se sustenta en una mera alegación”. Es más, agrega la jueza
que como en la demanda presenté una pericia grafotécnica de parte, con dicho
elemento pretendo “generar certeza respecto a la tesis de Aparicio Avendaño con
incidencia en el proceso penal que se instauró en su contra, hecho que en la
presente sede constitucional no puede realizarse”. Concluye la jueza que no le
atañe a la justicia constitucional el rol de “revaloración de los elementos de prueba
o cuestiones de responsabilidad penal, pues hacerlo sería constituirse en una doble
instancia, característica que no posee”.

Este argumento constituye, también, un severo error de hecho y de derecho.

3. Finalmente, según la Jueza Rosa Elisa Amaya Saldarriaga es infundada la demanda de


habeas corpus interpuesta a favor de Roger Joel Aparicio Avendaño en cuanto a la
alegación de vulneración de los derechos a la asistencia letrada efectiva y a la prueba 3.
La razón esencial de tal pronunciamiento estriba en que: (i) En el caso de la defensora
pública Luisa Irene Arroyo Reyes, si bien es cierto que se desistió de la pericia
grafotécnica de descargo que debía practicarse sobre el “Acta de Registro Personal e
Incautación”, el beneficiario Roger Aparicio Avendaño pudo “cuestionar lo actuado
por su defensora, lo cual no hizo”. Y la Sala Superior encargada del juicio oral, al
aceptar el desistimiento, “no infringió la ley, máxime si el desistimiento es un pedido
de la parte que la ofreció”; y, (ii) En el caso del defensor público Oswaldo Freddy
Mata Landauro, pese a que éste manifestó su disconformidad con la sentencia
condenatoria, Roger Aparicio sí convino en no formular recurso de nulidad, por lo que
la “recomendación” que alega el demandante “no puede dilucidarse en el presente
proceso, en tanto y en cuanto de conformidad con el artículo 9° del Código Procesal
Constitucional, la actividad probatoria en los procesos constitucionales es muy
limitada”.

Nuevamente, este argumento de la jueza Amaya constituye un grave error de hecho y


de derecho.

Planteados los errores de hecho y de derecho incurridos por la Jueza Rosa Elisa Amaya
Saldarriaga en la sentencia impugnada, a continuación pasaré a fundamentar los agravios
que le causan al favorecido tales errores.
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3
Véanse los numerales 3.2.3. y 3.2.4. de la sentencia impugnada.
III.
FUNDAMENTACIÓN DEL AGRAVIO QUE CAUSA AL FAVORECIDO EL CONTENIDO DE LA
SENTENCIA IMPUGNADA: ¿POR QUÉ LOS ARGUMENTOS DE LA JUEZA AMAYA
SALDARRIAGA MERECEN -Y DEBEN- SER DESESTIMADOS?

III.1. PLANTEAMIENTO

1. De lo expuesto en el capítulo anterior, el Superior Jerárquico podrá advertir que existen


tres grandes bloques argumentativos en la sentencia impugnada. El primero de ellos se
centra en la alegación de que éste habeas corpus es improcedente en la medida que el
favorecido “consintió” la sentencia materia de control constitucional. El segundo versa
sobre los motivos por los que la Jueza considera improcedente la demanda por
vulneración de los derechos a la integridad personal y a no ser violentado para obtener
declaraciones. Y, finalmente, el tercero consiste en las razones expuestas por la jueza
para considerar infundada la demanda en el extremo de alegación de vulneración del
derecho a la defensa efectiva y derecho a la prueba.

Note el Superior Jerárquico que los dos últimos bloques argumentativos están
compuestos, a su vez, de dos líneas argumentales cada uno.

2. Pues bien, la fundamentación del agravio que le causa al favorecido cada uno de estos
“argumentos” de la Jueza Amaya Saldarriaga consistirá en rebatir, una a una, tales
razones expuestas por la A-Quo, de tal forma que el Superior Jerárquico aprecie por
qué merecen -y deben ser- desestimados.

III.2. SOBRE EL SUPUESTO CARÁCTER “NO FIRME” DE LA SENTENCIA CONDENATORIA


CUESTIONADA EN ESTE HABEAS CORPUS

3. Según la Jueza Rosa Elisa Amaya Saldarriaga, la sentencia condenatoria objeto de


control constitucional vía este habeas corpus, no tiene carácter “firme”, al haber sido
consentida por el favorecido conforme lo señala el segundo párrafo del artículo 4° del
Código Procesal Constitucional.

4. Lamentablemente, la Jueza Amaya realiza: (i) distinciones en el texto del segundo


párrafo del artículo 4º del Código Procesal Constitucional (en adelante “CPC”) que no
fluyen de su contenido; y, (ii) una interpretación aislada de la disposición legal en
mención de lo que estatuye el primer párrafo de aquella.

5. En efecto, aprecie el Superior Jerárquico el contenido del texto completo de los dos
primeros párrafos del artículo 4º del CPC, dado que el tercero define el contenido
enunciativo de la tutela procesal efectiva. Transcribo:
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“Artículo 4.- Procedencia respecto de resoluciones judiciales


El amparo procede respecto de resoluciones judiciales firmes dictadas con manifiesto
agravio a la tutela procesal efectiva, que comprende el acceso a la justicia y el debido
proceso. Es improcedente cuando el agraviado dejó consentir la resolución que
dice afectarlo.

El hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme vulnera en forma
manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva”.

[negritas y subrayados agregados]

6. Como se aprecia, el primer párrafo del artículo 4º del CPC señala, taxativamente, que
el proceso de amparo “es improcedente cuando el agraviado dejó consentir la
resolución que dice afectarlo”.

Pero, ¿dice lo mismo el segundo párrafo del artículo 4° del CPC (citado por la jueza
Amaya Saldarriaga) en lo que concierne al habeas corpus contra resolución judicial
firme? Rotundamente NO. Por eso digo que la Jueza Amaya hace distingos que no
fluyen del texto de la ley, puesto que según el primer y segundo párrafo del artículo 4°
del CPC, el amparo no es procedente contra resoluciones judiciales consentidas,
mientras que dicha prohibición no está prevista para el habeas corpus.

¿Podría decirse, entonces, que a pesar que el segundo párrafo del artículo 4° del CPC
no dice nada sobre la prohibición de interponer un habeas corpus contra sentencia
condenatoria consentida, debiera interpretarse que en estos casos no procede el habeas
corpus, puesto que así está previsto, por ejemplo, para el proceso de amparo?

Considero que ésta última interpretación no podría ser considerada puesto que se
trataría de una extensiva de la prohibición contenida en el primer párrafo del artículo 4°
del CPC, a pesar que lo pertinente es realizar una interpretación restrictiva de dicha
disposición, dada su naturaleza prohibitiva de tutela de los derechos 4. Y es que resulta
evidente que la jueza ha extendido la prohibición legal de promover un amparo contra
resolución consentida para el habeas corpus, a pesar que la disposición que ella invoca
como base de tal prohibición, expresamente no la contiene. Es más, un parecer
interpretativo de este tipo sería contrario con los principios pro homine y pro libertatis
de la interpretación constitucional y que el Tribunal Constitucional ha concebido en los
términos siguientes en el fundamento 6° de la STC N° 0075-2004-AA/TC5:
4
En efecto, como bien anota el profesor Marcial Rubio Correa (“El Sistema Jurídico. Introducción al
Derecho”; Lima: 2009; cuarta reimpresión de la décima edición; Fondo Editorial de la Pontificia Universidad
Católica del Perú; p. 257.) en lo que atañe a la distinción entre interpretación extensiva y restrictiva:

“La interpretación ex extensiva cuando la conclusión interpretativa final es aquella en que la norma
interpretada se aplica a más casos que los que su tenor literal estricto parecería sugerir. La interpretación
extensiva no implica integración jurídica, sino solo una extensión interpretativa de la frontera fáctica a la
cual se aplica el supuesto de la norma para permitir que se produzca la necesidad lógico-jurídica de la
consecuencia. Caso típico es el que se reclama la interpretación extensiva es en la protección de los
derechos constitucionales de la persona. El método literal es el único que no puede producir este tipo de
interpretación por sí mismo.
La interpretación es restrictiva cuando la conclusión interpretativa final, es que la norma interpretada se
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aplica solo y estrictamente a los casos en los que no existe ni la menor duda. Si existe duda sobre la
verificación del supuesto normativo en la realidad, entonces la conclusión será no aplicar la norma. La
interpretación restrictiva se aplica, sobre todo, a las normas especiales y a las normas prohibitivas.
Cualquier método puede ser utilizado para tal fin”.
5
Cfr. http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2004/00075-2004-AA.html
“4. (…) los principios pro homine y pro libertatis, según [los] cuales, ante diferentes
interpretaciones de un dispositivo legal, se debe optar por aquella que conduzca a una
mejor protección de los derechos fundamentales, descartando así las que restrinjan o
limiten su ejercicio. Vale decir, el principio pro homine impone que, en lugar de
asumirse la interpretación restrictiva, e impedir el derecho a la efectiva tutela
jurisdiccional, se opte por aquella que posibilite a los recurrentes el ejercicio de dicho
derecho”.

7. Finalmente, para que no quepa duda alguna de que el legislador del CPC no ha previsto
la prohibición de interponer un habeas corpus contra sentencia condenatoria
consentida por el favorecido de dicho proceso constitucional, apréciese que el habeas
corpus tampoco exige que existan vías igualmente satisfactorias para la protección del
derecho constitucional amenazado o vulnerado o que se requiera el agotamiento de las
vías previas. Así lo señalan los incisos 2° y 4° del artículo 5° del CPC:

“Artículo 5.- Causales de improcedencia


No proceden los procesos constitucionales cuando:

2. Existan vías procedimentales específicas, igualmente satisfactorias, para la


protección del derecho constitucional amenazado o vulnerado, salvo cuando se trate
del proceso de hábeas corpus.

(…)

4. No se hayan agotado las vías previas, salvo en los casos previstos por este Código y
en el proceso de hábeas corpus”.

[negritas y subrayados agregados]

8. En atención a todo lo expuesto, el argumento de la jueza Amaya Saldarriaga no solo es


manifiestamente erróneo porque afirma la existencia de una causal de improcedencia
del proceso de habeas corpus que no fluye expresamente del texto del dispositivo legal
citado por ella misma (segundo párrafo del artículo 4° del CPC); sino que, además, tal
proceder resulta contrario a la labor tutelar de los derechos fundamentales que debe
asumir todo Juez Constitucional.

Y, peor aún, el criterio empleado por la jueza y que he contradicho en este apartado del
presente recurso de apelación, como lo analizaré más adelante, no toma en cuenta que
el propio consentimiento de la sentencia condenatoria materia de control constitucional
es un asunto que es objeto de controversia en esta vía, dado que he señalado
expresamente en la demanda que se trata de un consentimiento viciado por mala
defensa técnica.

III.3. SOBRE LOS MOTIVOS POR LOS QUE LA JUEZA CONSIDERA IMPROCEDENTE LA
Página14

DEMANDA POR VULNERACIÓN DE LOS DERECHOS A LA INTEGRIDAD PERSONAL Y A


NO SER VIOLENTADO PARA OBTENER DECLARACIONES
III.3.1. PLANTEAMIENTO

9. Según la Jueza Rosa Elisa Amaya Saldarriaga es improcedente la demanda de habeas


corpus interpuesta a favor de Roger Joel Aparicio Avendaño en cuanto a la alegación
de vulneración del derecho a la integridad personal y a no ser violentado para obtener
declaraciones, debido a que:

a) Cuando alegué en la demanda la vulneración del derecho a la integridad personal


del favorecido, señalé que él fue violentado por el personal policial (doblándole el
brazo) “no para recabar una confesión, sino para que imprima su huella digital en
el acta de registro personal e incautación de especies; consignando en ésta una
firma falsa que a simple vista se identifica como tal, e incluso con una pericia de
parte que acompaña como anexo”; y,

b) Porque fluye de autos “la ausencia de actuados y demás instrumentales que


puedan merecer un pronunciamiento de fondo conforme se alega en la medida en
que no se aprecian elementos que generen verosimilitud en cuanto a la denuncia
presentada, siendo que, por el contrario, la demanda se sustenta en una mera
alegación”. Es más, agrega la jueza que como en la demanda presenté una pericia
grafotécnica de parte, con dicho elemento pretendo “generar certeza respecto a la
tesis de Aparicio Avendaño con incidencia en el proceso penal que se instauró en
su contra, hecho que en la presente sede constitucional no puede realizarse”.
Concluye la jueza que no le atañe a la justicia constitucional el rol de
“revaloración de los elementos de prueba o cuestiones de responsabilidad penal,
pues hacerlo sería constituirse en una doble instancia, característica que no
posee”.

10. Estos motivos expuestos por la Jueza Amaya Saldarriaga son erróneos como lo
sustentaré a continuación.

III.3.2. SER OBLIGADO A COLOCAR UNA HUELLA DIGITAL EN EL “ACTA DE REGISTRO


PERSONAL E INCAUTACIÓN”, ¿NO CONSTITUYE UN ACTO DE VIOLENCIA PARA
OBTENER UNA DECLARACIÓN?

11. En el escrito de demanda cité el fundamento 2° de la RTC N° 2333-2004-HC/TC (caso


Natalia Foronda Crespo y otras)6 en la cual el Tribunal Constitucional fue enfático en
decir lo siguiente:

“El derecho a la integridad personal se encuentra consagrado en el inciso 1° del


artículo 2° de la Constitución Política vigente.

En puridad se trata de un atributo indesligablemente vinculado con la dignidad


de la persona, y con los derechos a la vida, a la salud, a la seguridad personal y
al libre desarrollo y bienestar.
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El reconocimiento de su importancia es tal, que obligó al legislador


constituyente no sólo a establecer su protección a través de lo dispuesto en el

6
Cfr. http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2004/02333-2004-HC%20Resolucion.html
referido precepto, sino también, adicionalmente, a ratificarlo tuitivamente a
través de lo dispuesto en el apartado h) del numeral 23 del artículo 2° de la
Constitución; el cual, textualmente, señala que toda persona tiene derecho: “A la
libertad y seguridad personales. En consecuencia:

h) Nadie debe ser víctima de violencia moral, psíquica o física, ni sometido a


tortura o a tratos inhumanos o humillantes. Cualquiera puede pedir de inmediato
el examen médico de la persona agraviada o de aquella imposibilitada de recurrir
por si misma a la autoridad. Carecen de valor las declaraciones obtenidas por la
violencia. Quien la emplea incurre en responsabilidad”.

12. Queda claro que el derecho a la integridad personal constituye una garantía contra
cualquier acto de violencia física, psíquica o moral 7. Y cobertura que aquellas
declaraciones obtenidas vulnerando la integridad personal carezcan de valor
probatorio. Dicho de otro modo, la declaración de parte obtenida por medio de
violencia física, psíquica o moral constituyen lo que se denomina prueba prohibida.

13. Como ya lo he dicho antes, el criterio empleado por la jueza en la sentencia impugnada
consiste en señalar que cuando alegué en la demanda la vulneración del derecho a la
integridad personal del favorecido, señalé que él fue violentado por el personal policial
(doblándole el brazo) “no para recabar una confesión, sino para que imprima su
huella digital en el acta de registro personal e incautación de especies; consignando
en ésta una firma falsa que a simple vista se identifica como tal, e incluso con una
pericia de parte que acompaña como anexo”.

14. Tal argumento revela un grave error de hecho. Y es que he sido muy claro en mi
demanda de habeas corpus (ítem 10 del numeral IV.2. del Capítulo IV “Fundamentos
de hecho y de derecho de la pretensión principal”, página 13 del escrito de demanda)
que la colocación forzada, con empleo de violencia, de la huella digital de Roger
Aparicio en el “Acta de Registro Personal e Incautación de Especies” importa una
declaración de aceptación del contenido de dicho documento.
7
En este mismo fundamento del fallo citado, el Tribunal Constitucional dijo respecto a la integridad personal:

“Asimismo, el derecho a la integridad personal tiene implicación con el derecho a la salud, en la medida
que esta última tiene como objeto el normal desenvolvimiento de las funciones biológicas y psicológicas
del ser humano; deviniendo, así, en una condición indispensable para el desarrollo existencial y en un
medio fundamental para alcanzar el bienestar individual y colectivo.

Igualmente, el derecho a la integridad personal se entronca con el derecho a la seguridad personal,


puesto que supone la convicción y certeza del respeto de uno mismo por parte de los demás, en tanto se
ejercita un derecho y se cumple con los deberes jurídicos. En efecto, la seguridad personal representa la
garantía que el poder público ofrece frente a las posibles amenazas por parte de terceros de lesionar la
indemnidad de la persona o desvanecer la sensación de tranquilidad y sosiego psíquico y moral que debe
acompañar la vida coexistencial.

El derecho a la integridad personal reconoce el atributo a no ser sometido o a no autoinflingirse medidas


o tratamientos susceptibles de anular, modificar o lacerar la voluntad, las ideas, pensamientos,
Página14

sentimientos o el uso pleno de las facultades corpóreas.

El reconocimiento de la indemnidad humana, in totum, se expresa, como regla general, en la no


privación de ninguna parte de su ser; por ende, proscribe toda conducta que inflinja un trato que
menoscabe el cuerpo o el espíritu del hombre”.
Véase lo que textualmente dije:

“10. No cabe duda, pues, que el “Acta de Registro Personal e Incautación”


recoge en su contenido: (i) los resultados de la diligencia de registro de la
persona intervenida; (ii) la incautación de especies encontradas; y, (iii) la
declaración de conformidad con la realización y resultados de la diligencia
que se evidencia mediante la suscripción del acta por parte del intervenido
y el instructor”.

15. Y no podría entenderse de otra forma puesto que si dicho documento consigna la
supuesta existencia de un cuchillo, la firma del intervenido en el mismo o la colocación
de su huella digital importa la declaración de aceptación de la existencia de ese objeto
incautado. Por tanto, dicho acto sí calza en el derecho contemplado en el literal h) del
inciso 24° del artículo 2° de la Constitución.

III.3.3. EL CASO DE LA VULNERACIÓN DE LA INTEGRIDAD PERSONAL DE ROGER


APARICIO, ¿FACULTA AL JUEZ A REALIZAR UNA REVISIÓN DEL PROCESO PENAL
EN SU CONJUNTO DONDE SE EMITIÓ LA SENTENCIA CONDENATORIA?,
¿REQUIERE DE PRUEBAS DIRECTAS O PUEDE SER SUFICIENTE EL EMPLEO DE
INDICIOS RAZONABLES?

16. La segunda razón invocada por la jueza Amaya Saldarriaga para desestimar el habeas
corpus por vulneración del derecho a la integridad personal por empleo de prueba
prohibida, se nutre de lo siguiente:

a) Porque fluye de autos “la ausencia de actuados y demás instrumentales que


puedan merecer un pronunciamiento de fondo conforme se alega en la medida en
que no se aprecian elementos que generen verosimilitud en cuanto a la denuncia
presentada, siendo que, por el contrario, la demanda se sustenta en una mera
alegación”;

b) Porque agrega la jueza que como en la demanda presenté una pericia


grafotécnica de parte, con dicho elemento pretendo “generar certeza respecto a la
tesis de Aparicio Avendaño con incidencia en el proceso penal que se instauró en
su contra, hecho que en la presente sede constitucional no puede realizarse”; y,

c) Finalmente, porque alega la jueza que no le atañe a la justicia constitucional


el rol de “revaloración de los elementos de prueba o cuestiones de responsabilidad
penal, pues hacerlo sería constituirse en una doble instancia, característica que no
posee”.

Estos argumentos constituyen graves errores de hecho y de derecho.


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17. En efecto, es lamentable que la jueza exponga los argumentos reseñados en el numeral
anterior sin que haya tomado en cuenta aquello que expresamente dije en el ítem 14 del
numeral IV.2. del Capítulo IV “Fundamentos de hecho y de derecho de la pretensión
principal”, página 18 del escrito de demanda. Transcribo:

“14. Todos estos medios de prueba, apreciados en conjunto, arrojan indicios


razonables de que el documento denominado “Acta de Registro Personal e
Incautación” es una prueba prohibida puesto que fue obtenida mediante el empleo
de violencia física.

Aquí debo llamar la atención de su Juzgado en el sentido de que no debe entenderse


con esta afirmación de que mediante este habeas corpus estoy buscando un reexamen
de los hechos y de la prueba de cargo empleada (específicamente del “Acta de Registro
Personal e Incautación”) en sede de la justicia constitucional. No. Lo que busco es
persuadir a su Judicatura de que siempre existieron (desde el inicio de la
investigación prejudicial y durante el proceso penal) pruebas e indicios razonables
que ameritaban CORROBORAR si el “Acta de Registro Personal e Incautación” era
una prueba lícita o si había sido practicada falseando la firma del intervenido y
empleando la violencia para consignar su huella digital. Esta corroboración nunca
se realizó pese a que resultaba necesaria de cara a determinar su inadmisibilidad como
prueba de cargo en caso que fuera una prueba prohibida. Y es que es ese, justamente,
el contenido esencial del derecho a no emplearse prueba prohibida de cargo: que ésta
no se admita para acreditar la imputación”.

[negritas, subrayados y mayúsculas agregados]

18. Como podrá apreciar el Superior Jerárquico, NUNCA hablé de una revaloración
probatoria. Hablé de identificación de indicios razonables de que hubo violencia física
sobre Roger Aparicio y que ese hecho NUNCA fue investigado.

Dicho en otras palabras, si al beneficiado con este habeas corpus se le investigó por la
presunta autoría de robo agravado y él, desde la investigación policial, siempre arguyó
que fue violentado físicamente para consignar su huella digital en señal de aceptación
del contenido del “Acta de Registro Personal e Incautación” donde figuraba que
supuestamente se le encontró un cuchillo con el cual supuestamente amenazó a la
víctima del robo; lo correcto debió consistir en que la Fiscalía investigue los dos
hechos: la autoría del robo y si Aparicio fue violentado físicamente para aceptar en un
documento que tenía un cuchillo. Los autos del proceso penal muestran que sólo se
investigó el robo, nunca la validez del “Acta de Registro Personal” a pesar de los
múltiples indicios que arrojan los autos de dicho proceso.

Y esta es, además, la razón por la que acompañé a la demanda la pericia de parte
practicada con posterioridad a la conclusión del proceso penal. No para probar la
existencia de prueba prohibida, sino para aportar un indicio más a todos los que fluyen
de autos que conllevan a considerar que es altísimamente probable que Roger Aparicio
fue violentado en su integridad personal para que acepte el contenido del “Acta de
Registro Personal e Incautación” mediante su huella digital, por un lado, y con el
falseamiento de su firma, por otro.
Página14
19. Pero además de lo anterior, tampoco ha tomado en cuenta la jueza Amaya Saldarriaga
lo que expresamente ha dicho el Tribunal Constitucional dijo en el fundamento 21° de
la STC N° 0655-2010-PHC/TC (caso Alberto Químper Herrera)8:

“21. Para evaluar la incidencia de las pruebas prohibidas en la situación jurídica del
beneficiario, este Tribunal considera necesario examinar en abstracto el
conjunto del proceso penal a fin de verificar la afectación del derecho al debido
proceso, y si la decisión sobre la situación jurídica del demandante se
fundamenta, o no, en pruebas prohibidas. Como el proceso penal aún no ha
concluido, la presente demanda ha sido presentada en forma prematura, por lo
que deviene en improcedente.

Debe destacarse que el criterio del análisis global para evaluar la relación entre
prueba prohibida y debido proceso penal también es utilizado por el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos. Así, en la sentencia del Caso Schenk vs. Suiza,
del 12 de julio de 1988, se precisó que no se puede “excluir en principio y en
abstracto que se admita una prueba conseguida ilegalmente” porque sólo “le
corresponde averiguar si el proceso” considerado “en su conjunto fue un proceso
justo”.

[negritas y subrayado nuestros]

20. Pues bien, el Tribunal Constitucional ha sido claro y enfático, basándose en la


jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos: el proceso penal debe
haber concluido para que se realice el análisis “en conjunto” de todo el proceso penal y
verificar la observancia de las garantías del debido proceso y, en particular, del empleo
de prueba prohibida. En consecuencia, la jueza Amaya debió haber cumplido con
tomar en cuenta este criterio jurisprudencial, como así lo ordenan los artículos VI del
Título Preliminar del CPC y la Primera Disposición Final de la Ley Orgánica del TC,
Ley N° 28301.

21. Lo grave del asunto estriba en que el “Acta de Registro Personal e Incautación” fue
tomada en cuenta por los Magistrados de la Primera Sala Penal Permanente de Reos
Libres de la Corte Superior del Cono Norte al momento de emitir sentencia
condenatoria contra el Sr. Roger Aparicio Avendaño imponiéndole la pena privativa de
libertad de diez (10) años.

En efecto, dicha decisión se basó, principalmente, en la “prueba” consistente en un


cuchillo con mango de madera que supuestamente se le requisó al Sr. Aparicio en el
“Acta de Registro Personal e Incautación” de fecha 4 de febrero de 2010. Con este
documento se consideró que Aparicio fue el autor del delito de robo agravado en
agravio del Sub Oficial PNP César Ramón Aquino Jave, tal como así se lee en la parte
“II. Valoración Probatoria”:
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8
http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2010/00655-2010-HC.html
22. Es evidente de la cita correspondiente de la sentencia condenatoria impuesta al
favorecido con este habeas corpus, que los Magistrados suscriptores de dicho fallo
sustentaron su decisión en el “Acta de Registro Personal e Incautación”. Es decir, no
sólo permitieron la admisión de dicho medio de prueba sino que lo valoraron. Y lo
hicieron a pesar que en autos existe sobrada evidencia de que dicho documento
contiene declaraciones falsas y que la huella digital del Sr. Aparicio fue consignada
contra su voluntad empleando violencia física (como lo acredita el Certificado Médico
Legal, obrante a fojas 328 de estos autos) que no fue investigada en el proceso penal
que se le siguió a efectos de descartar que se trate de una prueba ilícita.

23. En consecuencia, aún cuando la jueza Amaya considerase que debía evaluar los medios
de prueba de dicho proceso penal a fin de determinar si en la investigación preliminar y
en el proceso penal seguido contra Roger Aparicio se empleó prueba prohibida; pasó
por alto que estaba autorizada a hacerlo por el fundamento 21° del fallo Químper
Herrera antes citado. Así, no “evaluó la incidencia” de la prueba prohibida en el
juzgamiento y en la imposición de la pena. No se detuvo a realizar una revisión
exhaustiva de dicha prueba cuestionada desde una perspectiva indudablemente
valorativa de ésta, así como de los indicios razonables que surjan. Probablemente esta
debe ser la excepción a la regla de que en los procesos constitucionales no se realiza un
reexamen o reevaluación de la prueba actuada en los procesos ordinarios. De allí que el
TC enfatice en el “examen abstracto del proceso penal en su conjunto”.
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Y este error de derecho, además, resalta el siguiente severo error de hecho en el que
incurre la Jueza Amaya Saldarriaga al cual también ya me he referido antes (supra 17):
en el escrito de demanda y en el informe oral del 30 de septiembre fui enfático y claro
al señalar que no debía entenderse de que mediante este habeas corpus estoy buscando
un reexamen de los hechos y de la prueba de cargo empleada (específicamente del
“Acta de Registro Personal e Incautación”) en sede de la justicia constitucional. No. Lo
que busco es persuadir a la Judicatura de que siempre existieron (desde el inicio
de la investigación prejudicial y durante el proceso penal) pruebas e indicios
razonables que ameritaban corroborar si el “Acta de Registro Personal e
Incautación” era una prueba lícita o si había sido practicada falseando la firma
del intervenido y empleando la violencia para consignar su huella digital. Es decir,
se debió haber investigado dos (2) hechos concretos: (i) si Roger Aparicio fue
autor, coautor o partícipe del robo agravado que se le imputó; y, (ii) si Roger
Aparicio fue violentado físicamente para obtener su declaración de aceptación
mediante la colocación de su huella digital en el documento “Acta de Registro
Personal e Incautación” donde figura que se le halló un cuchillo con mango de
madera.

Insisto: esta corroboración nunca se realizó pese a que resultaba necesaria de cara a
determinar su inadmisibilidad como prueba de cargo en caso que fuera una prueba
prohibida. Y es que es ese, justamente, el contenido esencial del derecho a no
emplearse prueba prohibida de cargo: que ésta no se admita para acreditar la
imputación. Al no haberse realizado tal investigación, pese a la existencia de indicios
razonables de empleo de violencia contra Aparicio, el habeas corpus es fundado.

III.4. SOBRELOS MOTIVOS POR LOS QUE LA JUEZA CONSIDERA INFUNDADA LA


DEMANDA EN EL EXTREMO DE ALEGACIÓN DE VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA
DEFENSA EFECTIVA Y DERECHO A LA PRUEBA

24. Finalmente, según la Jueza Rosa Elisa Amaya Saldarriaga es infundada la demanda de
habeas corpus interpuesta a favor de Roger Joel Aparicio Avendaño en cuanto a la
alegación de vulneración de los derechos a la asistencia letrada efectiva y a la prueba
debido a que:

(i) En el caso de la defensora pública Luisa Irene Arroyo Reyes, si bien es cierto
que se desistió de la pericia grafotécnica de descargo que debía practicarse sobre
el “Acta de Registro Personal e Incautación”, el beneficiario Roger Aparicio
Avendaño pudo “cuestionar lo actuado por su defensora, lo cual no hizo”. Y la
Sala Superior encargada del juicio oral, al aceptar el desistimiento, “no infringió
la ley, máxime si el desistimiento es un pedido de la parte que la ofreció”; y,

(ii) En el caso del defensor público Oswaldo Freddy Mata Landauro, pese a que éste
manifestó su disconformidad con la sentencia condenatoria, Roger Aparicio sí
convino en no formular recurso de nulidad, por lo que la “recomendación” que
alega el demandante “no puede dilucidarse en el presente proceso, en tanto y en
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cuanto de conformidad con el artículo 9° del Código Procesal Constitucional, la


actividad probatoria en los procesos constitucionales es muy limitada”.
25. Nuevamente, este argumento de la jueza Amaya constituye un grave error de hecho y
de derecho.

Es un error de hecho, puesto que la jueza, al parecer, no quiso evaluar las carencias
sociales del beneficiario: su posición económica, de formación educativa, su oficio,
cultura; aspectos que no son ninguna cuestión baladí porque constituyen una exigencia
legal para el juez ordinario al momento de aplicar la pena, tal como así lo establece el
artículo 45° del Código Penal9.

Lo digo, además, porque en el informe oral del 30 de septiembre del año en curso
enfaticé ante la Jueza Amaya Saldarriaga que Roger Aparicio, al momento de dictársele
la sentencia condenatoria, tenía 23 años de edad, no tenía trabajo fijo, su oficio era la
albañilería, proveniente de una familia de condición social de pobreza y, lo más
resaltante, había cursado estudios escolares hasta el primero de secundaria. Esto último
consta a fojas 325 donde obra la declaración a nivel policial de Aparicio, en cuyos
generales de ley se aprecia:

“En el distrito de Independencia, siendo las 00:15 horas del 05FEB2010, presente ante
el instructor en una de las oficinas de DEINPOL, delitos de esta Sub Unidad Policial,
la persona de Roger Joel Aparicio Avendaño de 20 años de edad, quien al ser
preguntado por sus generales de ley dijo llamarse como queda escrito, ser natural de
Lima, soltero, primero de secundaria, sin trabajo (…)”.

[negritas y subrayados agregados]

26. Las condiciones sociales, económicas y formativas de Aparicio son medulares para
resolver este caso constitucional por dos motivos:

Primero, porque tanto en el escrito de demanda como en el informe oral del 30 de


septiembre se puso en conocimiento de la jueza Amaya el criterio de la Sala Penal
Transitoria de la Corte Suprema de Justicia en el fallo recaído en el R.N. N° 2925-
2012-LIMA (ponencia del Dr. César San Martín Castro), donde estableció que es nulo
el proceso penal en el cual el imputado careció de una defensa efectiva,
entendiendo que tal indefensión se produce en situaciones en las que:

 Si el procesado tiene un grado de formación educativa básica incompleta;


 Si el procesado muestra una conducta procesal de rechazo de los cargos desde
el inicio de la investigación o del juicio oral;
 Si la defensa técnica alegó inocencia durante el juicio oral, sobre todo en el
alegato de clausura;

9
Código Penal
“Artículo 45. Presupuestos para fundamentar y determinar la pena
El juez, al momento de fundamentar y determinar la pena, tiene en cuenta:
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a. Las carencias sociales que hubiese sufrido el agente o el abuso de su cargo, posición económica, formación,
poder, oficio, profesión o la función que ocupe en la sociedad.
b. Su cultura y sus costumbres.
c. Los intereses de la víctima, de su familia o de las personas que de ella dependan, así como la afectación de
sus derechos y considerando especialmente su situación de vulnerabilidad."
 Si el procesado, pese a la ocurrencia de las premisas anteriores, se acoge al
proceso especial de la terminación anticipada, debe inferirse que el abogado
indujo a error al procesado, puesto que la conformidad procesal es un instituto
que se sustenta en el principio del consenso y supone una “aceptación libre e
informada -con el concurso del abogado defensor- por el imputado”. Esa
voluntad libre e informada queda “viciada”.

Para que el Superior Jerárquico compruebe que estas premisas son las que ha
establecido la Corte Suprema en el fallo en mención, reproduzco el contenido de los
fundamentos “segundo” y “tercero”:

Segundo: Porque las premisas jurisprudenciales establecidas en este fallo de la Corte


Suprema calzan de manera perfecta en el caso concreto de Roger Aparicio, como paso
a demostrarlo a continuación:

 Roger Aparicio tenía un grado de formación educativa básica incompleta como


así da cuenta el contenido de sus generales de ley en su primera declaración a
nivel policial (fojas 325);
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 El procesado muestra una conducta procesal de rechazo de los cargos desde el


inicio de la investigación o del juicio oral, tal como así consta en su primera
declaración a nivel policial (fojas 325), declaraciones rendidas en juicio oral el
7 de septiembre de 2012 (foja 380), confrontación del 17 de diciembre de 2012
(foja 395-396); y declaraciones en juicio oral del 31 de julio de 2013 (fojas
418-419) y 14 de agosto de 2013 (fojas 426-427);

 La defensa técnica alegó inocencia durante el juicio oral, sobre todo en el


alegato de clausura, tal como así consta en la declaración explicativa del
abogado Oswaldo Freddy Mata Landauro del 13 de abril de 2016, obrante a
fojas 308. Note el Superior Jerárquico que el letrado señala “siempre he creído
en su inocencia”; y,

 Finalmente, Roger Aparicio, pese a la ocurrencia de las premisas anteriores,


consiente la sentencia condenatoria.

27. Aprecie su Judicatura que si se toma en cuenta que Roger Aparicio tenía un grado de
formación educativa básica incompleta como así da cuenta el contenido de sus
generales de ley en su primera declaración a nivel policial (fojas 325), su nivel de
comprensión de lo que a nivel legal estaban haciendo sus abogados de oficio,
razonablemente, era difícil -por no decir imposible- que pudiera objetarlo. De allí que
la alegación de la jueza Amaya Saldarriaga de que él no cuestionó que la abogada
Luisa Irene Arroyo Reyes se desistiera de la prueba de descargo consistente en la
pericia grafotécnica que debía practicarse sobre el “Acta de Registro Personal e
Incautación”, constituye un acto muy grave porque revela que la Jueza Amaya no
desarrolla su función tutelar de los derechos fundamentales a cabalidad.

28. Pero no sólo ello, sino que también este mismo aspecto de la carencia formativa
educacional de Roger Aparicio, sumado a su realidad socio-económica que brindó en
sus generales de ley las veces que fue interrogado a nivel fiscal y durante el juicio oral,
también razonablemente permite inferir que su voluntad de estar conforme con la
sentencia condenatoria estaba viciada tal como en el caso del fallo de la Corte Suprema
que antes cité en donde también el procesado carecía de formación educativa y su
realidad socio-económica permitió que el Supremo Tribunal considere su voluntad
viciada con el consentimiento de aquel de acogerse al juzgamiento anticipado a pesar
de que durante todo el proceso alegó inocencia.

En este fallo de la Corte Suprema, aprecie el Superior Jerárquico que el máximo


Tribunal califica la conformidad de la condena como consecuencia de la vulneración
del derecho a una defensa “efectiva”, dadas las carencias formativas y realidad socio-
económica del inculpado. Es lo mismo, como podrá apreciar el Superior Jerárquico,
que aconteció con Roger Aparicio. Y simplemente, la jueza Amaya, a pesar que lo
indiqué en la demanda y en el informe oral, simplemente no calificó la aplicación de
este criterio de la Corte Suprema de Justicia.

29. Finalmente, todo lo anterior también pesa sobre el argumento formalista de la jueza
Amaya de que cuando la abogada de oficio Luisa Irene Arroyo Reyes se desistió de la
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pericia grafotécnica, ni ella ni el Colegiado que aceptó el desistimiento, lesionaron el


derecho a la prueba de Roger Aparicio.
Dicho argumento, nuevamente, no toma en cuenta las carencias formativas y realidad
socio-económica del inculpado, probadas en autos. Si la jueza Amaya hubiese tomado
en cuenta tales elementos, podría haber llegado a la conclusión que el nivel de
comprensión de Roger Aparicio sobre la materia jurídica, en el momento en que su
abogada de oficio se desiste de una prueba de descargo, fue mortal, porque luego el
documento sobre el cual se iba a practicar dicha prueba, sirvió como prueba de cargo
medular para la imposición de la condena de 10 años de pena privativa de libertad que
actualmente se encuentra purgando. Y lo propio en lo que concierne al rol del
Colegiado Superior que admitió el desistimiento de la prueba puesto que consta en la
sesión del juicio oral que obra a fojas 383-384 que la Sala ni siquiera consultó el
desistimiento con el Ministerio Público o siquiera le preguntó e informó a Aparicio
sobre lo que estaba haciendo su “defensa”. Nada de eso. Al parecer, el rol del juez en el
Estado Constitucional de defensa de los derechos fundamentales simplemente no existe
en el criterio jurisdiccional de la jueza Amaya, lo cual es, sin duda, muy grave.

30. Por todas estas razones, es evidente que estos argumentos de la jueza Amaya
contenidos en la sentencia impugnada no tienen asidero constitucional alguno y
constituyen una gran arbitrariedad que espero sea enmendada en la instancia superior.

IV.
NOTAS ADICIONALES

ÚNICA NOTA ADICIONAL: ANEXO ÚNICO, COPIA SIMPLE DEL FALLO DE LA CORTE
SUPREMA, R.N. N° 2925-2012-LIMA

A pesar de que obra a fojas 160 de estos autos, vuelvo a remitir como ANEXO ÚNICO,
copia simple del fallo recaído en el R.N. N° 2925-2012-LIMA (ponencia del Dr. César San
Martín Castro) emitido por la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia, donde
estableció que es nulo el proceso penal en el cual el imputado careció de una defensa
efectiva, entendiendo que tal indefensión se produce en situaciones en las que:

 Si el procesado tiene un grado de formación educativa básica incompleta;


 Si el procesado muestra una conducta procesal de rechazo de los cargos desde el inicio
de la investigación o del juicio oral;
 Si la defensa técnica alegó inocencia durante el juicio oral, sobre todo en el alegato de
clausura;
 Si el procesado, pese a la ocurrencia de las premisas anteriores, se acoge al proceso
especial de la terminación anticipada, debe inferirse que el abogado indujo a error al
procesado, puesto que la conformidad procesal es un instituto que se sustenta en el
principio del consenso y supone una “aceptación libre e informada -con el concurso
del abogado defensor- por el imputado”. Esa voluntad libre e informada queda
“viciada”.

Lima, 10 de octubre de 2016.


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ANEXO ÚNICO

Copia simple del fallo recaído en el R.N. N° 2925-2012-LIMA (ponencia del Dr. César San
Martín Castro) emitido por la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia, donde
estableció que es nulo el proceso penal en el cual el imputado careció de una defensa
efectiva

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