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nuevo –como lo avisoró

La elaboración de un tratado de temas de economía política marxista Francisco Francisco Chaparro Za-
en las actuales condiciones, según nuestro nuevo esquema, confronta Chaparro
el gran amauta José Car- pana, hijo de una familia
una serie de dificultades, sobre todo si se perfila en perspectiva la tesis
los Mariátegui– continúa
de una economía de mercado socialista.
Zapana campesina de estirpe indí-
siendo posible, que ello gena, nació en la comuni-
solo depende de la capa- La teoría económica marxista, por su potencialidad explicativa del Francisco Chaparro Zapana dad de Isani, del departa-
cidad para defender nues- pasado y previsora del futuro, continúa arraigándose como elemento mento de Puno, en 1939.
tros derechos y el futuro cultural de la civilización moderna. Por tanto, con la presente obra Cursó sus estudios de

TEORÍA ECONÓMICA DEL CAPITALISMO


de la humanidad. aspiramos no solo a enriquecer el acervo teórico y el debate, sino primaria y secundaria en
también a contribuir a la renovación metodológica de la investigación la sureña Heroica Ciudad
En la actualidad el autor de Tacna. Posteriormente,
marxista de la economía.
comparte con entusias- estudió en la Universidad
mo y responsabilidad sus
tareas académicas y admi-
En ese sentido, el trabajo que proponemos en el presente texto tiene
por finalidad contribuir a la búsqueda de propuestas, principios y
TEORÍA de la Amistad de los Pue-
blos de Moscú (Unión
ECONÓMICA

Análisis marxista actualizado


nistrativas de autoridad métodos nuevos de orientación, dirección y gestión para democratizar Soviética), donde optó el
universitaria con las del la vida económica de la sociedad contemporánea. En esa perspectiva, título profesional de Eco-
estudio y la investigación,
habiendo tenido que pos-
poner momentáneamen-
asumimos el compromiso con un amplio y democrático debate teórico
que actualice y desarrolle con audacia y creatividad las concepciones DEL CAPITALISMO nomista y el grado acadé-
mico de Maestro en Cien-
cias Económicas en 1971.
te otras investigaciones
científicas –económicas, filosóficas, políticas y sociológicas– de Análisis marxista actualizado Posteriormente, en 1983,
los geniales maestros del proletariado: Marx, Engels y Lenin, para
–como Perú: tendencias se especializa en la misma
del desarrollo socioeconó-
ponerlas a la altura de las exigencias actuales. Porque, sin duda, la universidad en Teoría del
mico y perspectivas de de- renovación de sus postulados es la mejor forma de contribuir con la Desarrollo Económico, y
mocratización y La histo- creación heroica del nuevo socialismo humanista del siglo XXI. luego obtiene el Doctora-
ria, la ciencia y la lógica–, do de Filosofìa (PhD) en
para culminar la presente, Economía, entre 1984 y
considerando que esta 1986.
responde mejor al análisis
ISBN: 978-612-302-139-9
de la actual coyuntura de Desde sus años de adoles-
la economía mundial ca- cencia hasta hoy, el autor
pitalista. se identifica con la lucha
justa de los verdaderos
9 786123 021399
productores de la rique-
za, que son explotados
EDITORIAL SAN MARCOS
Oficina principal: Jr. Dávalos Lissón 135 Lima por el capitalismo, y se
Telfs.: 331-1535 / 331-0968 / 332-3664, fax: 330-2405 ratifica en la convicción
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teoria economica del capitalismo.indd 1 12/02/2010 06:27:30 p.m.


TEORÍA ECONÓMICA
DEL CAPITALISMO
ANÁLISIS MARXISTA ACTUALIZADO
Francisco Chaparro Zapana

TEORÍA ECONÓMICA
DEL CA P I TA L I S M O
ANÁLISIS MARXISTA ACTUALIZADO
Teoría económica del capitalismo
Francisco Chaparro Zapana

© Francisco Chaparro Zapana

Diseño de portada: Gonzalo Espinoza Lamas


Composición de interiores: Nathalie Bartolo

© Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica.



© Editorial San Marcos E.I.R.L., editor
Jr. Dávalos Lissón 135, Lima
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Primera edición: 2010


Tiraje: 1000 ejemplares

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú


Reg. n.° 2010-02212
ISBN: 978-612-302-139-9
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Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra,


sin previa autorización escrita del autor y el editor.

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Composición, diagramación e impresión:


Aníbal Paredes Galván
Av. Las Lomas 1600, Urb. Mangomarca, S. J. L.
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ÍNDICE

PRESENTACIÓN.................................................................................................... 29

INTRODUCCIÓN................................................................................................... 31

CAPÍTULO I: INTRODUCCIÓN A LA ECONOMÍA POLÍTICA: OBJETO Y


MÉTODO DE LA INVESTIGACIÓN ECONÓMICA
1. La producción de bienes materiales, base primaria del desarrollo de la
sociedad humana.............................................................................................. 37
1.1. El rol de la producción y su trascendencia social e histórica................... 37
1.2. Los elementos o factores del proceso productivo.................................... 38
2. El sistema económico o modo de producción social....................................... 41
2.1. Las fuerzas productivas del sistema......................................................... 41
2.2. Las relaciones sociales del modo de producción..................................... 42
3. Surgimiento de la Economía Política como disciplina independiente............. 43
4. El objeto de estudio de la Economía Política................................................... 46
5. El método de la Economía Política.................................................................. 49
5.1. La ciencia y el método científico en general............................................ 49
5.2. Principios teóricos del método de investigación...................................... 52
5.3. Las etapas del proceso de la investigación científica............................... 54
5.4. Los niveles cognitivos de las relaciones económicas.............................. 58
6. El carácter clasista de la Economía Política.................................................... 62

CAPÍTULO II: EL SISTEMA O MODO DE PRODUCCIÓN COMUNAL


PRIMITIVO
1. Etapa del salvajismo o del régimen pregentilicio: surgimiento y formación
del hombre....................................................................................................... 65
1.1. Estadio inferior del salvajismo: situación de completa dependencia
del hombre de la naturaleza..................................................................... 65
1.2. Estadio intermedio del salvajismo: producción de los primeros
instrumentos de trabajo............................................................................. 70
1.3. Estadio superior del salvajismo: aparición de la agricultura y la
ganadería incipientes................................................................................ 71
2. Período del régimen gentilicio: las fuerzas productivas y las relaciones
sociales comunitarias de producción............................................................... 74
6 Francisco Chaparro Zapana

2.1. Primera fase del régimen gentilicio: matriarcado.................................... 75


2.2. Segunda fase del régimen gentilicio: patriarcado.................................... 77
3. Rasgos generales y leyes fundamentales de desarrollo económico-social
de la sociedad primitiva................................................................................... 80
4. Desintegración del sistema comunal primitivo: el rol histórico de la
propiedad privada y la aparición de las clases sociales................................... 84
4.1. Consecuencias de las primeras dos grandes divisiones sociales del
trabajo: economía mercantil y economía individual................................ 84
4.2. Formación de las castas sociales sobre la base de la producción del
plusproducto............................................................................................. 87
4.3. Desintegración de la comunidad primitiva: el régimen gentilicio
desplazado por la sociedad de clases....................................................... 89

CAPÍTULO III: EL SISTEMA ECONÓMICO O MODO DE PRODUCCIÓN


ESCLAVISTA
1. Establecimiento del régimen económico-social esclavista.............................. 93
1.1. Significado histórico de la transición del régimen de la barbarie a la
civilización, al régimen esclavista........................................................... 93
1.2. Período de la democracia militar: premisas del tránsito al régimen
esclavista y las formas de esclavizamiento.............................................. 95
1.3. Economía mercantil urbana: la propiedad privada de los medios de
producción. La formación y rol del Estado.............................................. 98
2. Las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción en el
régimen esclavista.......................................................................................... 101
2.1. Los rasgos esenciales del régimen esclavista patriarcal........................ 101
2.2. Rasgos esenciales del esclavismo clásico: Grecia y Roma.................... 103
3. Rasgos generales y leyes económico-sociales fundamentales del régimen
esclavista........................................................................................................ 108
4. Crisis, decadencia y hundimiento del régimen esclavista...............................111
4.1. Estancamiento y crisis del sistema esclavista.........................................111
4.2. La necesidad histórica de que sean sustituidas las relaciones esclavistas
de producción..........................................................................................115

CAPÍTULO IV: EL SISTEMA O MODO DE PRODUCCIÓN FEUDAL


1. La génesis y el establecimiento del sistema económico feudal..................... 120
1.1. Premisas históricas del proceso de transición al feudalismo................. 120
1.2. Establecimiento del sistema económico feudal..................................... 124
2. Evolución de las relaciones sociales de producción y de las fuerzas
productivas del régimen feudal . ................................................................... 127
2.1. Las formas de explotación del campesinado siervo y la renta feudal.... 127
2.2. El desarrollo de las fuerzas productivas en el feudalismo..................... 129
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 7

2.3. Los rasgos esenciales y leyes económico-sociales


fundamentales del sistema.. ...................................................... 132
3. Las clases y las capas sociales en el feudalismo. La jerarquía social y el
Estado feudal.................................................................................................. 135
4. Rasgos característicos de la economía urbana medieval............................... 137
4.1. Los gremios y las hermandades artesanales........................................... 138
4.2. Las corporaciones de comerciantes....................................................... 140
5. Surgimiento de los elementos del capitalismo en el seno del feudalismo.
Crisis y hundimiento del sistema feudal........................................................ 141
5.1. Evolución del sistema económico mercantil.......................................... 141
5.2. El rol del capital comercial.................................................................... 142
5.3. El proceso de acumulación originaria del capital.................................. 144
5.4. La revolución burguesa y las luchas insurreccionales del
campesinado...................................................................................146

CAPÍTULO V: ECONOMÍA DE MERCADO CAPITALISTA: LA MERCANCÍA


Y LA LEY DEL VALOR
1. Lugar histórico y rasgos generales de la economía de mercado mercado
capitalista....................................................................................................... 149
1.1. Lugar histórico de la producción mercantil........................................... 149
1.2. La producción mercantil y los rasgos esenciales que la caracterizan.... 152
1.3. Economía mercantil simple y economía mercantil capitalista............... 153
1.4. El carácter universal de las relaciones mercantiles en el capitalismo... 154
2. La mercancía y sus propiedades.................................................................... 154
2.1. Definición de mercancía........................................................................ 154
2.2. La utilidad o valor de uso de la mercancía............................................ 155
2.3. El carácter histórico del valor de uso de la mercancía........................... 156
2.4. El valor de cambio de la mercancía....................................................... 156
2.5. El valor de la mercancía......................................................................... 157
2.6. La contradicción entre el valor y el valor de uso................................... 158
3. El carácter del trabajo contenido en la mercancía......................................... 158
3.1. El doble carácter del trabajo: el trabajo concreto y el trabajo
abstracto................................................................................................. 158
3.2. La contradicción fundamental de la economía mercantil simple........... 160
3.3. La importancia del análisis marxista sobre el doble carácter del trabajo.... 161
3.4. El tiempo de trabajo individual y el tiempo de trabajo socialmente
necesario........................................................................................ 162
3.5. La magnitud del valor y la productividad del trabajo social.................. 164
3.6. El trabajo simple y el trabajo complejo................................................. 165
4. El proceso histórico de desarrollo del cambio y las formas del valor........... 166
4.1. El valor y el valor de cambio................................................................. 166
A) El intercambio casual y la forma simple (o casual) del valor......... 166
A-1. La esencia y la magnitud del valor relativo (o precio de la
mercancía).............................................................................. 167
8 Francisco Chaparro Zapana

A-2. Las particularidades de la forma equivalente del valor.......... 168


A-3. La contradicción interna de la mercancía y su expresión
externa..............................................................................169
A-4. El tránsito de la forma casual del cambio a la forma regular...... 169
B) La forma plena o ampliada del valor............................................... 170
C) El desarrollo posterior del cambio y la forma general del cambio . .... 171
D) El tránsito de la forma universal a la forma dinero del valor.......... 172
4.2 La conclusión general del análisis de las formas del valor.................... 172
5. Las funciones de la ley del valor en la economía de mercado capitalista...... 173
5.1. El contenido esencial de la ley del valor................................................ 173
5.2. La ley del valor como instrumento regulador del desarrollo espontáneo
de la economía de mercado.................................................................... 173
5.3. La ley del valor como acelerador del desarrollo espontáneo de las
fuerzas productivas................................................................................ 175
5.4. La ley del valor como base del proceso de diferenciación entre los
productores............................................................................................. 175
5.5. La ley del valor en las formaciones económico-sociales
precapitalistas y en el capitalismo.......................................................... 176
6. El fetichismo mercantil.................................................................................. 177
6.1. El poder del fenómeno mercantil y el dominio de la mercancía sobre
los productores....................................................................................... 177
6.2. Las imágenes fetichizadas de la mercancía........................................... 178
6.3. El fetichismo mercantil en su sentido objetivo...................................... 179
6.4. El fetichismo mercantil como un fenómeno histórico........................... 179
7. Crítica a las teorías burguesas subjetivas del valor........................................ 180
7.1. Crítica a la teoría del valor de los clásicos............................................. 180
7.2. Crítica a la teoría de la demanda y la oferta........................................... 182
7.3. Crítica a la teoría de los gastos de producción....................................... 183
7.4. Crítica a la teoría de la utilidad marginal............................................... 184
7.5. Crítica a la moderna teoría ecléctica del valor....................................... 186
8. La teoría marxista del valor en el estudio del capitalismo imperialista
“globalizado”..........................................................................................188
8.1. Importancia actual de la ley del valor de Carlos Marx.......................... 188
8.2. La ley del valor como teoría crítica de las actuales contradicciones
de la globalización................................................................................. 191

CAPÍTULO VI: SISTEMA MONETARIO


PARTE I: EL DINERO: PROPIEDADES Y FUNCIONES
1. La propiedad esencial del dinero................................................................... 203
1.1. La mercancía y el dinero como la unidad de contrarios........................ 203
1.2. La forma dinero del valor resuelve la contradicción interna de la
mercancía........................................................................................204
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 9

1.3. El dinero como instrumento contable espontáneo del trabajo social en


la economía mercantil............................................................................ 205
1.4. El fetichismo monetario......................................................................... 205
1.5. El contenido de clase social del dinero.................................................. 206
2. Las funciones del dinero................................................................................ 206
2.1. El dinero como medida del valor........................................................... 207
2.2. El dinero como medio de circulación.................................................... 208
2.3. El dinero como medio de pago.............................................................. 210
2.4. El dinero como medio de atesoramiento.................................................211
2.5. Del dinero internacional......................................................................... 213
3. Las leyes de la circulación monetario-mercantil........................................... 213
3.1. La cantidad necesaria de dinero circulante............................................ 213
3.2. La primacía de la circulación mercantil sobre la circulación monetaria..... 215
3.3. La dependencia de la cantidad de dinero circulante en función de la
magnitud de su propio valor.................................................................. 215
3.4. La influencia de la función medio de pago sobre la cantidad de dinero
circulante................................................................................................ 216
3.5. La ley de circulación de los diversos tipos de dinero............................ 217
4. Análisis crítico de las teorías burguesas del dinero....................................... 217
4.1. Crítica a la teoría metalista del dinero................................................... 217
4.2. Crítica a la teoría nominalista del dinero............................................... 218
4.3. Crítica a la teoría cuantitativa del dinero............................................... 220
4.4. Crítica a la teoría de la “moneda regulable a voluntad”........................ 222

PARTE II: PROBLEMAS ACTUALES DE LA CIRCULACIÓN MONETARIA


5. La circulación de la moneda metálica . ......................................................... 223
5.1. El monometalismo y el bimetalismo .................................................... 223
5.2. El estándar monetario de oro................................................................. 224
6. Los instrumentos de crédito de la circulación .............................................. 224
6.1. La necesidad de instrumentos de crédito para la circulación . .............. 224
6.2. La circulación de las letras de cambio bancarias .................................. 225
6.3. La circulación de las notas de crédito bancarias . ................................. 225
6.4. Las notas de crédito no cambiables y su transformación en dinero papel... 227
6.5. La circulación de los cheques................................................................ 228
7. La circulación del papel moneda y la inflación............................................. 228
7.1. Las diferencias entre el dinero papel y el dinero de crédito.................. 228
7.2. Las leyes de la circulación del dinero papel.......................................... 229
7.3. La inflación............................................................................................ 230
7.4. El carácter social clasista de la inflación................................................ 231
7.5. Efectos negativos de la inflación sobre la economía nacional............... 231
7.6. Las reformas monetarias........................................................................ 232
7.7. Crítica a las diversas interpretaciones burguesas del proceso
inflacionario....................................................................................233
10 Francisco Chaparro Zapana

8. Las particularidades de la inflación en el capitalismo contemporáneo.......... 235


8.1. Las dimensiones mundiales de la inflación............................................ 235
8.2. El carácter prolongado de la inflación................................................... 235
8.3. La inflación sirve también como instrumento para obtener una
elevada ganancia de monopolio............................................................. 236
8.4. Los nuevos fenómenos en el mecanismo de la inflación....................... 237
8.5. El nivel inflacionario en los diversos países.......................................... 238
8.6. La actual crisis financiera global y la guerra monetaria........................ 240

CAPÍTULO VII: EL CAPITAL Y LA PLUSVALÍA


1. La propiedad privada capitalista de los medios de producción..................... 245
1.1. Los rasgos esenciales de la propiedad capitalista.................................. 245
1.2. Las principales formas de propiedad capitalista.................................... 245
2. La transformación del dinero en capital......................................................... 246
2.1. La circulación mercantil simple, la fórmula general del capital y su
contradicción.......................................................................................... 246
2.2. La imposibilidad de que la plusvalía se origine en la esfera de de la
circulación.............................................................................................. 248
2.3. El surgimiento de la plusvalía no puede prescindir de la
circulación.............................................................................................. 249
2.4. La contradicción de la fórmula general del capital................................ 250
3. La fuerza de trabajo como mercancía. La acumulación primaria del capital
o etapa del capitalismo mercantil................................................................... 250
3.1. La fuerza de trabajo y el trabajo............................................................ 250
3.2. La esencia de la acumulación primaria del capital................................ 251
3.3. El rol de la violencia en el origen del capitalismo................................. 251
3.4. La fuerza de trabajo como mercancía y su valor................................... 252
3.5. Las tendencias del valor de la fuerza de trabajo.................................... 253
4. El proceso del trabajo y el proceso de incremento del valor......................... 254
4.1. El proceso de la producción y sus particularidades............................... 254
4.2. La fuente creadora de plusvalía............................................................. 255
4.3. Particularidades de la explotación capitalista........................................ 257
4.4. La fórmula general del capital: solución de su carácter contradictorio........258
4.5. La esfera de circulación y la esfera de producción................................ 258
5. El capital y su estructura ............................................................................... 259
5.1. El capital como relación de producción................................................. 259
5.2. Crítica a las concepciones burguesas del capital................................... 260
5.3. Capital constante y capital variable....................................................... 261
5.4. El doble carácter del trabajo en la producción capitalista...................... 263
6. La tasa y el volumen de plusvalía.................................................................. 263
6.1. La tasa o norma de plusvalía.................................................................. 263
6.2. El volumen o masa de plusvalía............................................................. 264
6.3 El incremento de la tasa y el volumen de la plusvalía........................... 265
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 11

7. Las dos formas de incrementar la plusvalía................................................... 266


7.1. El método de la plusvalía absoluta......................................................... 266
7.2. La jornada diaria de trabajo y sus límites.............................................. 267
7.3. La prolongación y la limitación de la jornada diaria de trabajo............ 267
7.4. El método de la plusvalía relativa.......................................................... 269
7.5. El método de la plusvalía extraordinaria............................................... 270
7.6. La unidad indesligable entre la plusvalía absoluta y la plusvalía
relativa.................................................................................................... 271
8. La producción de plusvalía relativa en las tres etapas del desarrollo
industrial capitalista....................................................................................... 272
8.1. La cooperación capitalista simple y sus ventajas................................... 273
8.2. La naturaleza de clase de la cooperación capitalista simple.................. 274
8.3. La manufactura: origen y desarrollo...................................................... 274
8.4. Las formas de desarrollo de la manufactura.......................................... 275
8.5. La división social y manufacturera del trabajo...................................... 276
8.6. El carácter progresista de la manufactura.............................................. 277
8.7. La manufactura y la situación de la clase obrera................................... 277
8.8. El rol de la manufactura en el tránsito a la gran industria maquinizada.......278
8.9. La máquina y sus partes conformantes.................................................. 278
8.10. La revolución industrial y el desarrollo de la producción maquinizada...... 279
8.11. La aplicación de máquinas como medio de explotación del trabajador
asalariado. Sus limitaciones................................................................... 280
8.12. Los efectos negativos de la producción mecanizada sobre la situación
de la clase obrera . ................................................................................. 281
8.13. Las principales etapas del desarrollo de la producción maquinizada.... 282
8.14. La revolución científico-técnica contemporánea................................... 282
8.15. La crítica a la teoría reformista de la “segunda revolución industrial”...... 286
9. La subordinación formal y real del trabajo al capital. La contradicción
fundamental del capitalismo.......................................................................... 287
9.1. La subordinación formal y real del trabajo al capital............................ 287
9.2. Las dos formas de subordinación del trabajo al capital y las dos formas
de plusvalía............................................................................................ 288
9.3. El carácter progresista de la economía capitalista................................. 288
9.4. La contradicción fundamental del capitalismo...................................... 289
9.5. El rol del Estado en el capitalismo......................................................... 290
10. La ley de la plusvalía - Ley económica fundamental del capitalismo.
Importancia de la teoría de la plusvalía......................................................... 291
10.1. El rol de la ley económica de la plusvalía............................................. 291
10.2. El significado de la teoría de la plusvalía en la teoría económica objetiva...292
10.3. Crítica a las teorías que niegan el carácter explotador del capitalismo.... 294
12 Francisco Chaparro Zapana

CAPÍTULO VIII: LOS SALARIOS: LOS NIVELES DE LAS REMUNERACIONES


DE LOS TRABAJADORES
1. El salario como la forma transfigurada del valor y precio de la fuerza
de trabajo................................................................................................297
1.1. El salario no es la remuneración al trabajo............................................ 298
1.2. La transformación del valor y precio de la fuerza de trabajo en
valor y precio del trabajo....................................................................... 299
1.3. Las tres formas históricas de explotación.............................................. 300
1.4. Definición de la categoría de salario...................................................... 300
2. Las principales formas o sistemas salariales.................................................. 301
2.1. El salario por tiempo de trabajo............................................................. 301
2.2. El salario por piezas o al destajo............................................................ 303
2.3. Las “formas premiales” del salario........................................................ 305
2.4. Los modernos métodos y el empleo de los sistemas salariales para
consolidar el dominio del capital sobre el trabajo................................. 307
3. El nivel de los salarios................................................................................... 309
3.1. El salario nominal y el salario real.......................................................... 309
3.2 La diferencia de niveles del salario para las diversas categorías de
trabajadores............................................................................................ 310
3.3. Los niveles nacionales de los salarios.....................................................311
3.4. Dos tendencias en el movimiento del salario real.................................. 312
3.5. La regulación estatal del salario............................................................. 315
3.6. La legislación antilaboral y la lucha huelguística durante el período
de posguerra........................................................................................... 316
4. Crítica a las teorías burguesas y reformistas del salario................................ 317
4.1. Características generales y particulares de las teorías burguesas sobre
el salario................................................................................................. 317
4.2. Crítica a la teoría de los medios mínimos de subsistencia (o “ley de
hierro de los salarios”)........................................................................... 318
4.3. Crítica a la teoría de la productividad del trabajo.................................. 319
4.4. Crítica a la “teoria social” del salario.................................................... 321

CAPÍTULO IX: LA LEY GENERAL DE LA ACUMULACIÓN CAPITALISTA


Y LAS PARTICULARIDADES DE SU ACCIONAR EN LA ÉPOCA
DEL IMPERIALISMO
1. La composición orgánica del capital y su tendencia creciente con el
desarrollo del capitalismo.............................................................................. 323
1.1. Composición técnica, valorativa y orgánica del capital......................... 323
1.2. La acumulación del capital con una composición orgánica constante
del capital............................................................................................... 325
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 13

1.3. La creciente composición orgánica del capital y el desarrollo del


capitalismo..................................................................................... 325
2. Acumulación del capital y formación del ejército industrial de reserva........ 327
2.1. La creciente composición orgánica del capital y la aparición del
ejército industrial de reserva.................................................................. 327
2.2. La ley capitalista de la población........................................................... 328
2.3. Los factores que acrecientan el desempleo............................................ 329
2.4. El rol del ejército industrial de reserva.................................................. 329
2.5. Las formas de la superpoblación relativa............................................... 330
2.6. El carácter crónico del desempleo en el período de la crisis general
del capitalismo....................................................................................... 332
3. Crítica a la “teoría” malthusiana de la superpoblación y a la teoría
keynesiana del “pleno empleo”...................................................................... 333
3.1. La esencia de la “teoría” de Malthus..................................................... 333
3.2. Crítica a la teoría de Malthus................................................................. 333
3.3. El extremado carácter reaccionario de las actuales corrientes
malthusianas........................................................................................... 335
3.4. La teoría keynesiana del desempleo y su inconsistencia....................... 336
3.5. El programa keynesiano para garantizar el pleno empleo..................... 337
4. El empeoramiento relativo y absoluto de la situación de los trabajadores
en el capitalismo............................................................................................ 339
4.1. Ley general de la acumulación capitalista............................................. 339
4.2. El empeoramiento relativo de la situación del proletariado................... 339
4.3. El empeoramiento absoluto de la situación del proletariado................. 340
4.4. El empobrecimiento masivo de los pequeños productores.................... 342
5. La ley general de la acumulación capitalista en la época del capitalismo
monopolista.................................................................................................... 343
5.1. La caída posterior de la participación del salario en la renta nacional
y en el producto social........................................................................... 343
5.2. El crecimiento del desempleo................................................................ 343
5.3. La intensificación del trabajo................................................................. 344
5.4. La diferencia creciente entre el salario real y el valor de la fuerza de
trabajo.................................................................................................... 345
5.5. El rol del Estado burgués y de la militarización en el empobrecimiento
del proletariado...................................................................................... 345
5.6. La distorsión de la teoría marxista y de la realidad capitalista por los
teóricos burgueses.................................................................................. 347
5.7. La acumulación del capital y el enriquecimiento de la burguesía......... 348
6. La tendencia histórica de la acumulación capitalista..................................... 349
6.1. El surgimiento de las premisas materiales del socialismo en las
entrañas del capitalismo......................................................................... 349
14 Francisco Chaparro Zapana

6.2. La agudización de la lucha de clases del proletariado y la inevitabilidad


de la revolución socialista...................................................................... 351

CAPÍTULO X: LA GANANCIA Y EL COSTO DE PRODUCCIÓN.


LA GANANCIA Y EL PRECIO DE MONOPOLIO
1. Los costos capitalistas de producción............................................................ 353
1.1. El valor y los costos de producción....................................................... 353
1.2. Los gastos o costos de producción como categoría económica del
capitalismo............................................................................................. 354
1.3. La estructura de los costos de producción y sus variaciones................. 354
1.4. Los costos de producción ocultan las diferencias entre el capital
constante y el capital variable................................................................ 356
2. La ganancia es la forma figurada de la plusvalía .......................................... 356
2.1. La esencia de la plusvalía y su forma de manifestarse externamente.... 356
2.2. La ganancia y los costos de producción................................................. 357
2.3. La ganancia como la forma realizada de la plusvalía............................ 358
2.4. Conclusiones generales respecto a la ganancia...................................... 358
3. La tasa de ganancia y el volumen de ganancia.............................................. 359
3.1. Diferencia entre la tasa de ganancia y la tasa de plusvalía.................... 359
3.2. La importancia de la tasa de ganancia en la economía capitalista......... 360
3.3. Los factores determinantes de la tasa de ganancia................................. 360
3.4. Los métodos para elevar la tasa de ganancia......................................... 362
3.5. La tasa y el volumen de ganancia.......................................................... 363
4. La formación de la tasa media de ganancia................................................... 364
4.1. La desigualdad de las tasas de ganancia intersectoriales....................... 364
4.2. Las tasas sectoriales de ganancia desiguales no son permanentes......... 365
4.3. La competencia intrasectorial y la formación del valor social o valor
de mercado............................................................................................. 365
4.4. El valor de mercado y la diferencia de las tasas de ganancia dentro de
un determinado sector............................................................................ 366
4.5. La competencia intersectorial y la nivelación de las tasas de ganancia
entre los sectores de la economía........................................................... 367
4.6. La determinación de la tasa media de ganancia..................................... 368
4.7. Los factores que influyen sobre la tasa media de ganancia................... 369
5. El precio de producción como la forma figurada del valor............................ 369
5.1. La aparente contradicción entre la ley del valor y la ley de la tasa
media de ganancia.................................................................................. 369
5.2. La nivelación de las tasas de ganancia y la formación de los precios
de producción......................................................................................... 370
5.3. Las desviaciones de los precios de producción de los valores de las
mercancías.............................................................................................. 371
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 15

5.4. La tesis subjetiva acerca de la supuesta contradicción entre los tomos


I y III de El capital................................................................................. 372
5.5. El valor como la base de los precios de producción.............................. 372
5.6. El proceso histórico de transformación del valor en precio de producción...... 375
5.7. Particularidades de la ganancia media y del precio de producción
como categorías económicas.................................................................. 376
5.8. El contenido social de la teoría de la ganancia media y del precio de
producción.............................................................................................. 376
6. Crítica a las teorías subjetivas de la ganancia................................................ 377
6.1. Crítica a la teoría mercantilista (siglos XVI-XVII).............................. 377
6.2. Crítica a la teoría de los clásicos............................................................ 378
6.3. Crítica a la “teoría de la productividad del capital”............................... 379
6.4. Crítica a la teoría de la “renta del trabajo empresarial”......................... 381
7. La ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia............................. 382
7.1. El factor causal de la tasa media de ganancia decreciente..................... 382
7.2. El volumen creciente de la ganancia con una tasa de ganancia
decreciente............................................................................................. 383
7.3. Factores neutralizantes de la caída de la tasa de ganancia..................... 384
7.4. La ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y el
desarrollo de las contradicciones del capitalismo.................................. 386
8. La tasa de ganancia monopólica.................................................................... 387
8.1. Formación de la tasa de ganancia monopólica...................................... 387
8.2. Las diferencias entre la ganancia media y la ganancia monopólica...... 388
8.3. Las diferencias entre la superganancia monopólica y la superganancia
corriente................................................................................................. 389
8.4. Las fuentes de la ganancia monopólica................................................. 389
8.5. La ganancia monopólica es una categoría económica del capitalismo
monopolista............................................................................................ 391
8.6. La ganancia monopólica y la tasa media de ganancia........................... 391
8.7. La apología burguesa de la ganancia monopólica................................. 392
9. Los precios de monopolio y la ley del valor.................................................. 393
9.1. Las dos formas de precios de monopolio............................................... 393
9.2. Los elevados precios de monopolio....................................................... 394
9.3. El precio de monopolio y la ley del valor.............................................. 396

CAPÍTULO XI: REPRODUCCIÓN Y ACUMULACIÓN DEL CAPITAL.


FORMACIÓN Y DESARROLLO DE LOS MONOPOLIOS
1. Conceptos generales de la reproducción social. Las particularidades de la
reproducción capitalista................................................................................. 399
1.1. La producción y la reproducción........................................................... 399
1.2. Las particularidades de la reproducción capitalista............................... 399
16 Francisco Chaparro Zapana

1.3. La reproducción simple y la reproducción ampliada............................. 400


2. La reproducción capitalista simple y sus leyes.............................................. 402
2.1. La reproducción del capital variable...................................................... 402
2.2. La reproducción de todo el capital......................................................... 403
2.3. La reproducción de la fuerza de trabajo................................................. 404
2.4. La reproducción de las relaciones capitalistas de producción............... 405
3. La reproducción capitalista ampliada o acumulación del capital.................. 406
3.1. La necesidad de la acumulación del capital y su diferencia de la
reproducción social................................................................................ 406
3.2. Las condiciones materiales de la reproducción ampliada...................... 407
3.3. La esencia social de la acumulación del capital..................................... 407
3.4. La ley de apropiación capitalista............................................................ 408
4. Los factores que determinan las proporciones de la acumulación de capital.......408
4.1. La acumulación y el grado de explotación de la fuerza de trabajo........ 409
4.2. La acumulación y la productividad del trabajo...................................... 410
4.3. La dependencia de las dimensiones del capital acumulado de la
cantidad de capital invertido...................................................................411
4.4. Crítica a la “teoría de la abstinencia” de N. W. Senior...........................411
5. La concentración y la centralización del capital............................................ 413
5.1. La concentración del capital.................................................................. 413
5.2. Las dos formas de acrecentamiento del capital...................................... 414
5.3. Las dos formas de centralización del capital......................................... 416
5.4. La intensificación de la concentración y centralización del capital
en la época del imperialismo.................................................................. 418
6. La concentración de la producción y la formación de los monopolios
industriales..................................................................................................... 419
6.1. La concentración de la producción y sus causas.................................... 419
6.2. La intensificación de la concentración de la producción en la época
del imperialismo..................................................................................... 420
6.3. La concentración de la producción y las causas que originan los
monopolios............................................................................................. 421
6.4. La relación entre la ley económica fundamental del capitalismo y la
aparición de los monopolios.................................................................. 423
6.5. Las etapas de desarrollo de los monopolios........................................... 424
7. Las principales formas de asociación monopólica. Su dominio hegemónico
en el capitalismo contemporáneo................................................................... 424
7.1. Principales formas de asociación monopólica....................................... 424
7.2. El poder de los monopolios en el capitalismo contemporáneo.............. 427
7.3. La mayor concentración de la producción en el capitalismo
monopolista............................................................................................ 428
8. Los monopolios y la competencia.................................................................. 429
8.1. La unidad del monopolio y la competencia........................................... 429
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 17

8.2. La competencia entre las empresas no monopolizadas.......................... 429


8.3. La competencia entre los monopolios y los “outsiders”........................ 430
8.4. La competencia entre los propios monopolios....................................... 432
8.5. La competencia dentro de los propios monopolios................................ 433
9. Crítica a las teorías subjetivas acerca de los monopolios.............................. 434
9.1. Las pretensiones de ignorar las diferencias entre los monopolios
imperialistas y las formas anteriores de monopolios............................. 434
9.2. Contraposición entre monopolio y “oligopolio”.................................... 435
9.3. La desfiguración de las causas del origen y desarrollo de los
monopolios............................................................................................. 436
9.4. La teoría de las “fuerzas equilibrantes”................................................. 437

CAPÍTULO XII: LA ROTACIÓN CÍCLICA DEL CAPITAL INDUSTRIAL


1. La circulación del capital y sus formas.......................................................... 439
1.1. Las tres fases de la rotación cíclica del capital industrial y sus tres
formas.................................................................................................... 439
1.2. La primera fase del ciclo de circulación del capital............................... 440
1.3. La segunda fase del ciclo de circulación del capital.............................. 441
1.4. La tercera fase del ciclo de rotación del capital..................................... 441
1.5. El ciclo de rotación del capital dinero en su conjunto........................... 441
1.6. El ciclo de rotación del capital productivo............................................ 443
1.7. El ciclo de rotación del capital-mercancías........................................... 443
1.8. La unidad de las tres formas del ciclo del capital.................................. 444
2. La producción y la circulación capitalista. Crítica a la concepción
cambista......................................................................................................... 445
2.1. La unidad entre la producción y la circulación...................................... 445
2.2. La primacía de la producción sobre la circulación................................ 445
2.3. Crítica a la teoría subjetiva burguesa del cambio.................................. 447
3. La rotación del capital. El capital fijo y el capital circulante......................... 449
3.1. Concepto de la rotación del capital........................................................ 449
3.2. El capital constante y los elementos que lo conforman......................... 449
3.3. El capital fijo y el capital circulante....................................................... 450
3.4. Capital fijo: desgaste físico y desgaste moral........................................ 451
3.5. El incremento del capital fijo y la agudización de las contradicciones
del sistema capitalista............................................................................ 452
3.6. La tendencia decreciente del capital contenido en el producto.............. 453
4. El tiempo de rotación o circulación del capital.............................................. 454
4.1. El tiempo y el número de rotaciones del capital.................................... 454
4.2. El período de trabajo.............................................................................. 455
4.3. El tiempo de producción........................................................................ 456
4.4. Los métodos para reducir las diferencias entre el tiempo de
producción y el período de trabajo......................................................... 457
4.5. El tiempo de circulación........................................................................ 457
18 Francisco Chaparro Zapana

5. La influencia de la rotación del capital variable sobre la magnitud de la


plusvalía ........................................................................................................ 459
5.1. El volumen anual de plusvalía................................................................ 459
5.2. La tasa anual de plusvalía....................................................................... 460

CAPÍTULO XIII: EL CAPITAL COMERCIAL Y LA GANANCIA COMERCIAL


1. La esencia y el rol del capital comercial........................................................ 463
1.1. Concepto de capital comercial............................................................... 463
1.2. El capital comercial como una parte disociada del capital industrial
en la sociedad capitalista........................................................................ 464
1.3. El rol del capital comercial en el capitalismo........................................ 465
1.4. Acción inversa del capital comercial sobre la producción..................... 466
1.5. Las formas del capital comercial........................................................... 467
2. La ganancia comercial................................................................................... 467
2.1. Las fuentes de la ganancia comercial..................................................... 467
2.2. Crítica a las teorías burguesas sobre el comercio y la ganancia
comercial................................................................................................ 469
2.3. La magnitud de la ganancia comercial................................................... 469
2.4. El mecanismo de obtención de la ganancia comercial........................... 470
2.5. El rol del capital comercial en la elevación de la tasa media de ganancia... 471
2.6. La explotación a los trabajadores asalariados en el comercio............... 473
2.7. La explotación de los pequeños productores por los capitalistas
comerciantes.......................................................................................... 474
3. Los gastos de circulación en el comercio capitalista .................................... 475
3.1. Dos clases de gastos de circulación....................................................... 475
3.2. La amortización de los gastos de circulación........................................ 477
3.3. Los gastos de circulación y la ganancia comercial................................ 477
4. Las formas del comercio capitalista............................................................... 478
4.1. El comercio al por mayor y al por menor. La bolsa comercial.............. 478
4.2. Concentración y centralización del capital en el comercio al por menor.... 479
4.3. El comercio cooperativo. Crítica a la teoría del “socialismo
cooperativista”....................................................................................... 480
5. El comercio internacional capitalista............................................................. 481
5.1. La necesidad del comercio externo para el capitalismo......................... 481
5.2. La acción de la ley del valor y de la ley de la plusvalía en el comercio
exterior................................................................................................... 482
5.3. Los precios mundiales de monopolio y el intercambio desigual en
el comercio internacional....................................................................... 483
5.4. La balanza comercial y la política comercial externa............................ 484
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 19

CAPÍTULO XIV: EL CAPITAL DEL PRÉSTAMO Y EL CRÉDITO.


.LOS BANCOS EN LA ÉPOCA DEL IMPERIALISMO
1. El capital de préstamo.................................................................................... 489
1.1. La formación del capital de préstamo.................................................... 489
1.2. El capital de préstamo como una clase especial de capital.................... 490
1.3. La relación entre el capital de préstamo y el capital industrial.............. 492
1.4. El capital de préstamo y el capital real. El capital de préstamo y el
dinero..................................................................................................... 492
2. El interés y la tasa de interés.......................................................................... 493
2.1. El interés como precio del capital y como una forma de plusvalía....... 493
2.2. La naturaleza explotadora del interés negada por los economistas
burgueses................................................................................................ 493
2.3. La tasa de interés y los factores que la determinan................................ 495
2.4. La tendencia decreciente de la tasa media de interés............................. 496
3. El crédito capitalista y sus formas................................................................. 497
3.1. Las diferencias del crédito capitalista en relación al crédito usurario......... 497
3.2. El crédito usurario en el capitalismo...................................................... 497
3.3. El crédito comercial y el crédito bancario............................................. 498
3.4. El crédito de consumo............................................................................ 499
3.5. Los créditos estatales............................................................................. 500
4. Las sociedades accionistas y el capital ficticio.............................................. 501
4.1. Las acciones y las obligaciones............................................................. 501
4.2. El capital ficticio y su desarrollo expansivo en el capitalismo.............. 503
4.3. La bolsa de valores y la especulación en la bolsa.................................. 503
4.4. La ganancia institucional....................................................................... 504
4.5. Crítica a la teoría de la “democratización” del capital........................... 505
5. Las funciones del crédito en la economía capitalista y en el proceso
de su desarrollo contradictorio....................................................................... 506
5.1. Las funciones del crédito en el capitalismo........................................... 506
5.2. Las funciones del crédito en la agudización de las contradicciones del
capitalismo............................................................................................. 508
5.3. El doble carácter del sistema crediticio................................................. 508
5.4. Crítica a las teorías burguesas del crédito.............................................. 509
6. Los bancos y sus operaciones........................................................................ 510
6.1. Las funciones de los bancos................................................................... 510
6.2. Las clases de bancos.............................................................................. 512
6.3. Las operaciones bancarias...................................................................... 512
6.4. La ganancia bancaria.............................................................................. 514
7. La concentración y la centralización del capital bancario. Los monopolios
transnacionales bancarios............................................................................... 515
7.1. La concentración del capital bancario.................................................... 515
7.2. La centralización del capital bancario.................................................... 515
7.3. La separación de un puñado de bancos poderosos................................. 517
7.4. El surgimiento de los monopolios bancarios y sus formas.................... 518
20 Francisco Chaparro Zapana

7.5. La competencia entre los bancos............................................................ 519


8. La nueva función de los bancos en la época del imperialismo...................... 520
8.1. El crecimiento del crédito y la ampliación de sus plazos...................... 520
8.2. El crédito como arma de dominación del capital monopolista.............. 521
8.3. La expansión directa del capital bancario monopolista sobre la
industria.................................................................................................. 522

CAPÍTULO XV: EL CAPITAL FINANCIERO Y LA OLIGARQUÍA


FINANCIERA
1. Formación del capital financiero y su contenido........................................... 525
1.1. La fusión de los monopolios industriales y bancarios........................... 525
1.2. La esencia del capital financiero y su rol en el enrriquecimiento de la
burguesía monopolista........................................................................... 526
1.3. La fusión personal de los magnates de la banca y la industria.............. 528
1.4. Crítica a la teoría del capital financiero de R. Hilferding...................... 529
2. Los fenómenos actuales del capital financiero............................................... 530
2.1. El llamado “autofinanciamiento”........................................................... 530
2.2. Los cambios estructurales del capital financiero................................... 531
2.3. El rol de las operaciones crediticias en la fusión de los bancos con la
industria ................................................................................................ 533
3. Los grupos financieros monopolistas............................................................. 534
3.1. Concepto de grupo financiero monopolista........................................... 534
3.2. El número y el poder de los grupos monopolistas financieros
en los diversos países............................................................................. 534
3.3. La estructura de los grupos financiero-monopolistas ........................... 535
3.4. Ejemplo clásico de un grupo financiero monopolista............................ 537
3.5. La lucha entre los grupos financiero-monopolistas............................... 538
4. La oligarquía financiera................................................................................. 539
4.1. La esencia social de la oligarquía financiera ........................................ 539
4.2. Métodos de dominación de la oligarquía financiera.............................. 540
4.3. Crítica a la teoría del “sistema de gerenciamiento”............................... 543
4.4. El poder político de la oligarquía financiera.......................................... 544
4.5. La faz reaccionaria de la oligarquía financiera...................................... 545

CAPÍTULO XVI: LA RENTA DE LA TIERRA Y LAS RELACIONES


.AGRARIAS EN EL CAPITALISMO
1. Los orígenes de la renta capitalista de la tierra.............................................. 549
1.1. Las vías de instauración del capitalismo en la agricultura . .................. 549
1.2. Las diferencias entre la renta capitalista de la tierra y la renta feudal ........ 552
1.3. La renta, categoría económica de la sociedad capitalista...................... 553
2. La renta diferencial de la tierra...................................................................... 554
2.1. El monopolio de la tierra en la economía capitalista y la formación del
precio .................................................................................................... 554
2.2. Surgimiento de la renta diferencial de la tierra....................................... 555
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 21

2.3. Las formas y la diversidad de la renta diferencial................................. 556


2.4. La renta diferencial según la fertilidad del suelo................................... 557
2.5. La renta diferencial I según la ubicación del suelo................................ 559
2.6. La renta diferencial II ........................................................................... 560
2.7. Las diferencias entre ambas formas de renta diferencial y la renta
diferencial en su conjunto...................................................................... 561
2.8. Crítica a la llamada “ley de la fertilidad decreciente de la tierra”.
Su contenido clasista.............................................................................. 563
3. La renta absoluta de la tierra.......................................................................... 566
3.1. Las dos formas de monopolio en la agricultura..................................... 566
3.2. El mecanismo de formación de la renta absoluta ................................. 567
3.3. La fuente de la renta absoluta................................................................ 568
3.4. La propiedad de la tierra y la composición orgánica del capital
en la formación de la renta absoluta...................................................... 569
3.5. La renta monopolista en la agricultura ................................................. 569
3.6. La renta en la industria minera y en la construcción............................. 570
4. El precio de la tierra y su elevación en el capitalismo................................... 572
4.1. Los factores determinantes del precio de la tierra................................. 572
4.2. La elevación de la renta y del precio de la tierra con el desarrollo
del capitalismo....................................................................................... 573
5. El desplazamiento de la pequeña producción por la gran producción
capitalista en la agricultura............................................................................ 575
5.1. Las peculiaridades del capitalismo en la agricultura............................. 575
5.2. Las ventajas de la gran producción agrícola.......................................... 576
5.3. Crítica a la teoría de “estabilidad de la pequeña economía
campesina”............................................................................................. 578
6. El retraso de la agricultura respecto a la industria y la contradicción entre
la ciudad y el campo...................................................................................... 579
6.1. El retraso técnico y económico del agro en el capitalismo.................... 579
6.2. Causas del retraso agrario con respecto a la industria........................... 580
6.3. La contradicción antagónica entre la ciudad y el campo....................... 582
6.4. Consecuencias de la explotación del campo por la ciudad.................... 584
7. La renta y el desarrollo de la agricultura en la época del imperialismo........ 584
7.1. La unión del capital financiero con la propiedad de la tierra y la
apropiación de una parte de la renta por los monopolios capitalistas.... 584
7.2. El dominio del capital monopolista en la agricultura y los métodos
de explotación de los monopolios a los pequeños granjeros................. 585
7.3. La elevación de la composición orgánica del capital en la agricultura
y su influencia sobre la renta . ............................................................... 588
7.4. La regulación estatal en la agricultura y la política agraria de los
gobiernos burgueses............................................................................... 590
8. La nacionalización de la tierra y la renta de la tierra..................................... 591
8.1. La posibilidad de la nacionalización de la tierra en el capitalismo........ 591
8.2. La influencia de la nacionalización de la tierra sobre la renta............... 593
22 Francisco Chaparro Zapana

CAPÍTULO XVII: LA REPRODUCCIÓN Y LA CIRCULACIÓN DEL CAPITAL


SOCIAL
1. El problema de la reproducción del capital social......................................... 597
1.1. La reproducción del capital social y el problema de la realización....... 598
1.2. Los supuestos metodológicos del análisis en el problema de la
realización.............................................................................................. 599
2. El producto social global y su estructura....................................................... 600
2.1. La división del producto social según su valor y según su forma
natural.................................................................................................... 600
2.2. Las diferencias entre los sectores I y II . ............................................... 602
3. El modelo de la reproducción simple ........................................................... 602
3.1. Las magnitudes iniciales del modelo..................................................... 602
3.2. La realización de la producción del sector I.......................................... 603
3.3. La realización de la producción del sector II......................................... 603
3.4. Condiciones del equilibrio requeridas para la realización de la
reproducción simple............................................................................... 604
3.5. El intercambio mercantil intersectorial y el rol del dinero circulante...........605
3.6. La diversidad de proporciones de la reproducción capitalista............... 606
4. El modelo de reproducción ampliada. La ley del crecimiento preferente
de la producción de medios de producción.................................................... 606
4.1. Las condiciones de equilibrio de la reproducción ampliada.................. 606
4.2. El modelo de reproducción ampliada. Premisas iniciales...................... 607
4.3. La realización del producto en el primer año......................................... 607
4.4. La reproducción ampliada en los balances totales del segundo y
tercer años.............................................................................................. 608
4.5. Las leyes de la reproducción capitalista ampliada . .............................. 609
4.6. La ley del crecimiento preferente de la producción de medios de
producción ............................................................................................ 610
5. Las contradicciones antagónicas de la reproducción capitalista.
El aporte de Lenin a la teoría marxista de la reproducción .......................... 613
5.1. La contradicción fundamental de la reproducción capitalista................ 613
5.2. La contradicción entre la producción y el consumo.............................. 613
5.3. El desarrollo asimétrico de las diversas esferas y ramas de la
producción capitalista............................................................................ 614
5.4. El análisis leninista de la reproducción ampliada en condiciones de
creciente composición orgánica del capital........................................... 615
5.5. La posición leninista sobre el carácter contradictorio de la
reproducción capitalista......................................................................... 617
5.6. Crítica leninista a la teoría populista de los mercados........................... 618
5.7. Crítica de Lenin a las distorsiones de la teoría marxista de la
reproducción por los “marxistas legales”.............................................. 620
5.8. La lucha de Lenin librada en dos frentes............................................... 621
6. La renta nacional en la sociedad capitalista................................................... 621
6.1. Definición de renta nacional.................................................................. 621
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 23

6.2. Las fuentes generadoras de la renta nacional y los factores que


incentivan su crecimiento...................................................................... 623
6.3. La distribución primaria de la renta nacional........................................ 625
6.4. La redistribución de la renta nacional. Las funciones del presupuesto
nacional.................................................................................................. 627
6.5. El consumo de la renta nacional en el capitalismo................................ 630
7. Particularidades de la reproducción capitalista en la segunda mitad del
siglo XX......................................................................................................... 632
7.1. Influencia del Estado burgués sobre la reproducción capitalista........... 632
7.2. La militarización de la economía y el proceso de la reproducción........ 633
7.3. La influencia de la revolución científico-técnica sobre el proceso de
la reproducción....................................................................................... 636
7.4. Los ritmos de la reproducción capitalista ampliada en las actuales
condiciones............................................................................................ 637
8. Crítica a las teorías burguesas contemporáneas de la reproducción y de la
renta nacional................................................................................................. 638
8.1. Crítica a la teoría keynesiana de la reproducción.................................. 638
8.2. Crítica a la teoría del “crecimiento económico”.................................... 643
8.3. Crítica a los métodos del cálculo contable de la renta nacional............ 647
8.4. Crítica a las teorías burguesas de las tres fuentes “generadoras” de la
renta nacional......................................................................................... 648

CAPÍTULO XVIII: LAS CRISIS ECONÓMICAS DE SOBREPRODUCCIÓN


EN EL SISTEMA ECONÓMICO CAPITALISTA
1. La posibilidad de las crisis............................................................................. 651
1.1. La base general de posibilidades de las crisis........................................ 651
1.2. Las posibilidades abstractas de las crisis en la producción mercantil
simple..................................................................................................... 652
1.3. Las posibilidades reales de las crisis en el ciclo de rotación y
reproducción del capital......................................................................... 653
2. El carácter inevitable de las crisis en el capitalismo..................................... 654
2.1. La contradicción fundamental del capitalismo como causa de la
inevitabilidad de las crisis...................................................................... 655
2.2. La expansión de la producción capitalista por encima de los límites
de la capacidad adquisitiva.................................................................... 656
2.3. La anarquía y las desproporcionalidades en el desarrollo económico
capitalista............................................................................................... 657
3. La periodicidad de las crisis y el ciclo industrial........................................... 659
3.1. La periodicidad de las crisis y el concepto de ciclo............................... 659
3.2. Los rasgos característicos de las crisis económicas............................... 660
3.3. Los rasgos característicos de la depresión............................................. 661
3.4. Los rasgos característicos de las fases de la reactivación y el auge ..... 662
3.5. La crisis como la fase más importante del ciclo industrial.................... 663
24 Francisco Chaparro Zapana

3.6. El mecanismo de transición de la crisis a la depresión y a la


reactivación.....................................................................................664
3.7. La innovación del capital fijo y la transición de la reactivación al
auge........................................................................................................ 665
4. Las crisis agrarias en el capitalismo ............................................................. 666
4.1. La influencia de las crisis industriales sobre la economía agraria y
las crisis agrarias específicas.................................................................. 666
4.2. La crisis agraria europea de fines del siglo XIX.................................... 666
4.3. La crisis agraria mundial de los años veinte y treinta del siglo XX...... 668
4.4. El rol del monopolio de la propiedad privada sobre la tierra y el
de las rentas en la agudización de las crisis agrarias............................. 669
4.5. La crisis agraria de posguerra y sus particularidades............................. 669
5. Las crisis económicas y sus consecuencias en la época del imperialismo.... 671
5.1. La aceleración de las crisis durante el siglo XX.................................... 671
5.2. La profundización de las crisis durante el siglo XX.............................. 671
5.3. Particularidades de la crisis mundial de los años 1929-1933................ 674
5.4. El sui géneris ciclo industrial de los años treinta del siglo XX............. 676
5.5. La dinámica de la economía capitalista de los años 1939-1946............ 677
5.6. Particularidades del ciclo y de las crisis posteriores a la Segunda
Guerra Mundial...................................................................................... 679
5.7. La capacidad reguladora del Estado y la militarización de la
economía en el desarrollo cíclico del capitalismo................................. 682
6. La crisis actual del sistema financiero-productivo capitalista........................ 684
6.1. Antecedentes socioeconómicos y políticos . ......................................... 684
6.2. El rol del capital financiero y las actuales crisis del capitalismo........... 688
6.3. Visión panorámica de la actual crisis financiera.................................... 692
6.4. La esencia estructural de la sobreproducción tras la actual crisis
financiera . ............................................................................................. 695
6.5. Similitudes y diferencias entre la crisis de los años 2007-2009 y la de
1929-1933.............................................................................................. 702
7. Las consecuencias de las crisis y su significado............................................ 706
7.1. En el capitalismo: la falta de correspondencia de las relaciones de
producción con el carácter de las fuerzas productivas se expresa
mediante la crisis .................................................................................. 706
7.2. Las crisis y la agudización de las contradicciones del capitalismo....... 707
7.3. Las crisis y el carácter histórico transitorio del capitalismo.................. 708
8. Crítica a las teorías burguesas y pequeñoburguesas acerca de las crisis....... 709
8.1. Crítica a la teoría de la desproporcionalidad ........................................ 709
8.2. Crítica a la teoría del infraconsumo........................................................711
8.3. Crítica a la teoría monetario-crediticia.................................................. 713
8.4. Crítica a la teoría sicológica de Jhon M. Keynes................................... 714
8.5. Las concepciones teóricas de la apología burguesa acerca de un
desarrollo capitalista sin crisis............................................................... 715
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 25

CAPÍTULO XIX: EL SISTEMA ECONÓMICO MUNDIAL CAPITALISTA


1. El surgimiento y la esencia del sistema económico mundial capitalista ...... 719
1.1. Surgimiento y desarrollo del mercado mundial..................................... 719
1.2. La división internacional capitalista del trabajo.................................... 720
1.3. El sistema económico mundial capitalista............................................. 722
1.4. El sistema económico mundial capitalista como una categoría
económica del imperialismo.................................................................. 723
2. La exportación de capitales............................................................................ 724
2.1. La diferencia entre la exportación de capitales y la exportación de
mercancías.............................................................................................. 724
2.2. Particularidades de la exportación de capitales en la época del
imperialismo.......................................................................................... 725
2.3. La posibilidad y la necesidad de exportar capitales............................... 726
2.4. Los tipos y las formas de la exportación de capitales............................ 727
2.5. Las causas y las tendencias de la exportación de capitales.................... 728
2.6. La influencia de la exportación de capitales sobre los países
exportadores e importadores de capitales.............................................. 729
3. Las particularidades de la exportación de capitales en las condiciones del
capitalismo contemporáneo........................................................................... 732
3.1. La estrechez de las esferas de la exportación de capitales..................... 732
3.2. Los cambios estructurales en la exportación de capitales...................... 733
3.3. La tendencia creciente de la exportación de capitales estatales............. 736
4. La migración internacional de la fuerza de trabajo........................................ 738
4.1. Las escalas y direcciones de la migración de la fuerza de trabajo ........ 738
4.2. Las causas económicas de la migración internacional de la fuerza
de trabajo............................................................................................... 739
4.3. La relación entre la exportación del capital y la migración de la fuerza
de trabajo................................................................................................ 740
4.4. La trascendencia económica y social de la migración internacional
de la fuerza de trabajo............................................................................ 741
5. La balanza de pagos y el tipo de cambio....................................................... 742
5.1. La balanza de pagos y su estructura . .................................................... 742
5.2. La balanza de servicios y la balanza en cuenta corriente ..................... 743
5.3. La balanza de capitales.......................................................................... 744
5.4. Las particularidades de la balanza de pagos en la época del imperialismo.....745
5.5. Situación de las balanzas de pagos de las potencias imperialistas
después de la Segunda Guerra Mundial................................................. 747
5.6. Los tipos de cambio de las divisas......................................................... 748
5.7. El dumping monetario . ......................................................................... 750
6. Los monopolios transnacionales, el reparto económico del mundo y la
lucha por los mercados ................................................................................. 751
6.1. Las causas del surgimiento de los monopolios internacionales............. 751
6.2. El desarrollo de los monopolios internacionales................................... 752
6.3. Las formas de monopolios transnacionales........................................... 754
26 Francisco Chaparro Zapana

6.4. División económica del mundo y la lucha por una nueva repartición..........755
6.5. Agudización de la lucha por los mercados externos en la época del
imperialismo.......................................................................................... 756
6.6. El rol de los monopolios internacionales en la preparación de las
guerras.................................................................................................... 757
7. El reparto territorial del mundo y los sistemas colonial y neocolonial del
imperialismo.................................................................................................. 759
7.1. Los dominios coloniales de fines del siglo XIX y comienzos del XX........ 759
7.2. El reparto territorial del mundo y la política colonial en la época del
imperialismo.......................................................................................... 761
7.3. El sistema colonial del imperialismo..................................................... 763
7.4. El rol de las colonias durante el imperialismo....................................... 765
7.5. Evolución de la política de dominación imperialista: el
neocolonialismo..................................................................................... 766
7.6. La situación de los trabajadores en las colonias.................................... 770
7.7. Crítica a la apología burguesa del colonialismo.................................... 771
8. La acción de la ley del desarrollo desigual en el sistema capitalista de la
economía mundial.......................................................................................... 773
8.1. La desigualdad del desarrollo económico en el capitalismo.................. 773
8.2. La disparidad de ritmos de crecimiento de la producción en los países
capitalistas en la época del imperialismo............................................... 774
8.3. La consolidación de la disparidad de ritmos de crecimiento económico
de los países durante el imperialismo.................................................... 777
8.4. El carácter específico del desarrollo desigual de los países capitalistas
en la época del imperialismo.................................................................. 777
8.5. La ley del desarrollo económico y político desigual del capitalismo
bajo el imperialismo............................................................................... 779

CAPÍTULO XX: EL CAPITALISMO IMPERIALISTA GLOBALIZADO:


ORIGEN, DESARROLLO Y PERSPECTIVAS
1. El imperialismo: fase superior del capitalismo.............................................. 783
1.1. Rasgos esenciales del imperialismo....................................................... 783
1.2. El monopolio como la unidad en la diversidad...................................... 785
1.3. El imperialismo como la fase superior del capitalismo......................... 786
2. Capitalismo imperialista globalizado............................................................. 787
2.1. Los orígenes tendenciales de la globalización en el desarrollo económico....... 787
2.2. Características del actual imperialismo capitalista globalizado............. 791
3. Problemas centrales de la globalización........................................................ 797
3.1. Nivel esencial del capitalismo. Fases y estadios.................................... 797
3.2. La nueva división internacional “globalizada” del trabajo.................... 799
3.3. El Estado-Nación frente a la globalización............................................ 804
3.4. Los países subdesarrollados frente a la globalización........................... 805
4. Reflexiones finales y alternativas................................................................... 807
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 27

CAPÍTULO XXI: INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LAS DOCTRINAS


ECONÓMICAS
1. Economía política, historia de las ideas y doctrinas económicas.................. 815
2. Las ideas económicas en las sociedades precapitalistas................................ 816
2.1. En Grecia: Platón y Aristóteles.............................................................. 818
2.2. En Roma: Plinio y Cicerón.................................................................... 819
2.3. En la sociedad feudal: el derecho canónico escolástico......................... 820
3. Formación de las primeras doctrinas económicas......................................... 821
3.1. La corriente mercantilista..................................................................... 821
3.2. Las ideas económicas mercantilistas fundamentales............................. 821
3.3. Los fundadores de la economía política................................................. 824
3.4. La escuela económica fisiócrata............................................................. 826
3.4.1. Antecedentes y contenido............................................................ 826
3.4.2. Principales postulados teóricos de tipo burgués de los fisiócratas.....828
4. La escuela económica clásica: Adam Smith y David Ricardo....................... 830
4.1. Las premisas materiales para su surgimiento......................................... 830
4.2. Principales antecesores inmediatos de A. Smith.................................... 832
4.3. Principales aportes de los clásicos......................................................... 834
5. La teoría económica marxista........................................................................ 837
5.1. Los antecedentes históricos y sus fuentes teóricas................................ 837
5.2. Obras y aportes marxistas más importantes........................................... 841
5.3. El método marxista de investigación..................................................... 843
5.4. Economía política marxista-leninista del imperialismo......................... 844
6. Descomposición y crisis de la teoría económica burguesa............................ 847
6.1. Economía política burguesa vulgar o subjetiva.................................... 847
6.2. Economía política burguesa del imperialismo....................................... 850

BIBLIOGRAFÍA GENERAL................................................................................ 857


PRESENTACIÓN

Con motivo del 49.º Aniversario de Apertura y Funcionamiento de la Universidad


Nacional San Luis Gonzaga de Ica (UNICA) me es sumamente grato y honroso ren-
dir un justo homenaje a nuestra superior casa de estudios, la magistral obra Teoría
económica del capitalismo. Crítica marxista actualizada, resultado de un prolonga-
do y arduo trabajo de investigación, docencia y creatividad intelectual del Dr. Fran-
cisco Chaparro Zapana, distinguido docente y actual Vicerrector Administrativo de
la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica (UNICA), es, sin lugar a dudas,
una contribución académica de calidad magistral capaz de actualizar y repotenciar
en nuestra casa de estudios las sabias enseñanzas que nos legara el gran maestro y
filósofo Dr. César Guardia Mayorga; por todo ello, le expresamos nuestro reconoci-
miento personal e institucional. En tal sentido estamos seguros de que este valioso
libro preparado por él, será de gran utilidad no solo para los estudiantes, investigado-
res y docentes universitarios de todos los niveles y especialidades, sino también para
todos los lectores deseosos siempre de comprender, aprender y conocer.

Teoría económica del capitalismo es un compendio en el que se exponen los prin-


cipales temas de actualidad sobre los orígenes, estructuras, categorías, leyes y ten-
dencias del desarrollo del sistema capitalista, cuyo esquema metodológico –según el
autor– es incorrecto dividir en dos o tres secciones compartimentadas, tal como hasta
ahora se ha hecho, puesto que la acción y validez de las categorías y leyes econó-
micas del desarrollo capitalista mantiene su vigencia en todas sus etapas históricas.
De este modo, los problemas teóricos generales del capitalismo no se diseccionan
orgánicamente ni se analizan sus partes en forma aislada. Según este esquema, los
planteamientos teóricos se sustentan e ilustran con información concreta debida-
mente seleccionada; en la exposición de cada tema, en la medida de lo posible, se
emplean informes estadísticos actualizados. Y, simultáneamente, se le asigna una es-
pecial atención al análisis crítico de las teorías económicas subjetivas de la economía
política burguesa y pequeño-burguesa contemporánea.

Asimismo, cabe destacar que el trabajo objeto de mención es una magnífica


muestra de que su autor domina con elevada solvencia académica las categorías,
conceptos, tendencias y leyes del materialismo dialéctico e histórico que rigen
el origen y desarrollo de la vida económica del sistema capitalista. En cada uno
de los temas expuestos nos ilustra que el conocimiento científico de la realidad
económico-social comienza y avanza siempre por el conocimiento de los he-
chos, de lo simple a lo complejo, de lo inferior a lo superior y de lo concreto a
lo abstracto, y viceversa. Pero el hecho no es todavía ley ni la recopilación de
los hechos es todavía ciencia. Generalizando los hechos, la ciencia penetra en
las estructuras fundamentales de la realidad (el trabajo, la mercancía, el dinero,
la ganancia, el capital, etc.), refleja su esencia, las leyes y tendencias que le son
propias en forma de ideas y categorías, fórmulas y teoremas. Precisamente la
práctica respecto al mundo, o sea la transformación de la naturaleza y su adapta-
ción a las necesidades del hombre, torna imprescindible el conocimiento de to-
das las particularidades de los bienes y servicios útiles o perjudiciales al hombre,
de las leyes y propiedades que le son inherentes y que hacen posible el éxito de
su actividad transformadora y creadora.

Mg. JUAN MARINO ALVA FAJARDO


Rector de la UNICA
INTRODUCCIÓN

En la actualidad, después de la caída del Muro de Berlín y del llamado socialismo


real, se impone en el mundo la hegemónica dominación imperialista unipolar de los
EE. UU, cuyo irracional sistema socioeconómico capitalista no solo explota a los
trabajadores asalariados del mundo, sino que, incluso, agrava aún mucho más el pe-
ligro de la supervivencia misma de la especie humana (contaminando el medio am-
biente y provocando el calentamiento global; generando guerras y una desenfrenada
carrera armamentista, desempleo masivo, crisis económica y subdesarrollo, etc.);
ahora es cuando se hace más imperiosa la necesidad del estudio renovado e integral
de su sistema económico imperante.

Los temas expuestos en el presente compendio titulado Teoría económica del capi-
talismo. Crítica marxista actualizada –fruto de un prolongado trabajo de docencia e
investigación universitaria– tienen por objeto reformular y actualizar sus postulados
fundamentales (relacionados con el trabajo y la producción de bienes materiales, la
economía de mercado, la ley del valor-trabajo, el dinero, el capital, la plusvalía y
la ganancia, la acumulación y reproducción del capital social, la crisis del sistema
económico capitalista, etc.).

La estructura del presente compendio de teoría económica marxista, a diferencia


de otras publicaciones marxistas, ya sea de tendencia ortodoxa o heterodoxa, tiene
una configuración esquemática distinta de interpretación, exposición y análisis del
sistema económico capitalista de la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI.
Por eso consideramos pertinente sintetizar aquí brevemente el esquema aplicado en
el presente trabajo.

A nuestro criterio, metodológicamente no es correcto dividir el estudio del sis-


tema o modo de producción capitalista en dos o tres secciones compartimenta-
das: 1. Economía política del capitalismo mercantil, 2. Del capitalismo de libre
competencia y 3. Economía política del capitalismo monopolista o imperialismo
(y con esa lógica, se podría también agregar la del “imperialismo globalizado”).
Toda vez que la acción de la mayoría de las categorías y leyes económicas del
desarrollo económico del capitalismo mantiene su vigencia en todas sus etapas.

La Economía política no es la historia de la economía de la sociedad, y el orden de su


secuencialidad lógica no es idéntico ni coincide siempre con el curso del desarrollo
histórico. El método del materialismo dialéctico e histórico aplicado a la Economía
política de ningún modo presupone un análisis por separado de las diversas etapas
históricas de desarrollo del capitalismo. Este método se aplica mejor y con mayor
congruencia, si en el curso de toda la economía política del capitalismo las catego-
rías y las leyes económicas son analizadas en su integridad histórica, es decir, en su
accionar en las diversas etapas de desarrollo del capitalismo, incluyendo el actual
capitalismo imperialista “globalizado”.

Es necesario combinar orgánicamente la teoría general del capitalismo creada por


Carlos Marx con la teoría del imperialismo de Vladimir Ilich Lenin, impregnando
de actualidad a todos los importantes temas del compendio de Economía política del
capitalismo. Esta combinación dialéctica puede ser lograda solo si en los temas de
la teoría general las categorías y las leyes económicas respectivas son reactualizadas
en su interpretación, no solo en forma general, sino también en sus manifestaciones
específicas en la época del imperialismo.

En los primeros cuatro capítulos de la presente exposición se formulan los conceptos


generales de la Economía política y la caracterización general de los clásicos mo-
dos de producción precapitalistas de las sociedades europeas (comunidad primitiva,
esclavismo y feudalismo), y en la primera sección del capítulo V exponemos una
resumida caracterización de las tres etapas fundamentales del capitalismo, en coin-
cidencia aproximada con Immanuel Wallerstein. Hacemos esto para que el lector, al
iniciar el estudio de la teoría económica marxista, tenga ya clara idea (se sobreen-
tiende, por ahora aún en sus aspectos más generales) de qué ha de estudiar.

El rasgo más importante del imperialismo es el predominio de los monopolios, los


que surgieron sobre la base de la concentración del poder económico en las fases
premonopolistas (del comercio durante el capitalismo mercantil y de la producción
industrial y la banca en el capitalismo de libre competencia). Por ello es correcto
vincular orgánicamente el rasgo característico de los procesos de la concentración y
centralización del capital con el análisis de los monopolios industriales, que apare-
cieron como resultado del desarrollo de estos procesos. Esto también está formulado
en el capítulo XI (de la sección 1 al 4) donde dichos procesos son analizados en
los marcos de todo el desarrollo histórico del capitalismo, al mismo tiempo que se
muestra los monopolios capitalistas como el resultado final de la concentración y
centralización del capital. Y con relación a lo mismo. También en el mismo capítulo
XI (de la sección 5 a la 8) la ley general de la acumulación capitalista no solo es
analizada en forma general, sino que también es ilustrado el carácter de su accionar
en las condiciones del capitalismo contemporáneo.

Según el principio que establece una relación orgánica entre la teoría general del
capitalismo y la teoría del imperialismo, el tema “La ganancia y el precio de pro-
ducción” es suplido por el de “La ganancia media y el precio de producción. La
ganancia y el precio de monopolio”. En este tema la ganancia es analizada según la
secuencialidad del desarrollo histórico, es decir que se analiza no solo aquella forma
concreta de ganancia que era obtenida aún en las condiciones del capitalismo pre-
monopolista (la ganancia media), sino también su nueva forma concreta creada por
el capitalismo monopolista (la ganancia de monopolio). De igual modo, el problema
del mecanismo de acción de la ley del valor-trabajo en el capitalismo es examinado
aquí en forma aplicada no solo al capitalismo premonopolista, sino también al capi-
talismo monopolista.

El imperialismo se caracteriza por el dominio del capital financiero. Al definir el


lugar y la importancia de esta categoría económica en el curso de Economía política,
nos guiamos por la definición leninista de capital financiero, capital conformado por
la unificación de los más poderosos monopolios de la banca con los de la industria.
El punto de partida de la formación del capital financiero –el surgimiento y desarro-
llo de los monopolios industriales– es expuesto en el tema “La concentración y cen-
tralización del capital. La concentración de la producción y los monopolios”. Pero
para comprender el concepto de capital financiero, es necesario, además, esclarecer
el nuevo rol de los bancos en la época del capitalismo monopolista, el problema de
los bancos relacionados con el tema “El capital de préstamo y el crédito” (capítulos
XIV y XX). Por eso en este compendio el tema “El capital financiero y la oligar-
quía financiera” continúa después de aquel. Y esto se debe al orden en el que Lenin
definió estas categorías. Él investigó el capital financiero y la oligarquía financiera
después de analizar el nuevo rol de los bancos en la época del imperialismo.

En la actualidad el capitalismo se caracteriza no solo por los nuevos importantes


fenómenos de la industria y de la actividad financiero-bancaria, sino también por
los de la esfera de la circulación monetaria. Sin embargo, los problemas de la circu-
lación del dinero de los países capitalistas son estudiados con frecuencia de modo
tangencial en los cursos tradicionales de Economía política, asignándoseles la condi-
ción de “apéndice” del tema “Capital de préstamo y tasa de interés”. Considerando
que estos problemas tienen una importancia crucial, a este tema le dedicamos la par-
te II del capítulo VIII (del tema “Sistema monetario”), con el subtítulo “Problemas
actuales de la circulación monetaria”.

Guiándonos por el principio de la combinación orgánica de la investigación del ca-


pitalismo en general y del capitalismo monopolista en particular, incluimos en el
compendio, en el capítulo “La renta de la tierra y las relaciones agrarias en el capi-
talismo”, una sección especial dedicada a la renta y al desarrollo de la agricultura
en las condiciones del capitalismo monopolista, cuando la propiedad de la tierra se
une con el capital financiero. En el capítulo “Las crisis económicas” se incluyen sec-
ciones dedicadas a las crisis en la época del capitalismo monopolista, y también a la
reciente crisis financiero-productiva del “imperialismo globalizado”.

Entre los aportes de mayor actualidad de la presente publicación figuran los temas
“El sistema económico mundial capitalista”, y El capitalismo imperialista globali-
zado (capítulos XIX y XX respectivamente). En ellos son analizadas las diversas
formas de las relaciones económicas internacionales del capitalismo, al mismo tiem-
po se le presta una especial atención a los fenómenos que caracterizan al sistema
capitalista de la economía mundial en la época del imperialismo, en particular a los
de la llamada “globalización”.
La teoría del imperialismo no se circunscribe solo al análisis de los aspectos econó-
micos aislados del imperialismo, sino que también se refiere a cómo actúan las leyes
económicas aisladas en la época del imperialismo. La caracterización general del
imperialismo como una fase especial y última del capitalismo es de significativa im-
portancia para poder comprender el lugar histórico del imperialismo (incluido el del
“imperialismo globalizado”). En este capítulo se incluye también la caracterización
de la esencia y las etapas de la crisis general del capitalismo, por eso precisamente
en la crisis mundial del capitalismo se caracteriza en forma concreta la “decadencia”
del capitalismo, la descomposición y el ocaso inexorable como sistema.

Así como la Economía política proporciona la generalización teórica de diversos


procesos económicos reales, en el transcurso de todo este compendio los postulados
teóricos son expuestos en estrecha relación con el respectivo material fáctico con-
frontable. Además, así como empleamos profusamente informaciones estadísticas
de los años sesenta y setenta del siglo XX, también recogemos las suministradas en
las últimas décadas, aunque aún no sistematizadas del todo.

En especial, se debe señalar que a la crítica de las teorías burguesas y pequeño-


burguesas, en este compendio se le concede mucha atención. En calidad de objetos
de crítica se analizan principalmente aquellas teorías que ejercen influencia signifi-
cativa sobre la actual Economía política burguesa. Al mismo tiempo, la crítica a ellas
se orienta en cuatro direcciones: crítica metodológica, crítica lógica, crítica fáctica
y crítica sociológica. El autor se esmera en alcanzar a los lectores y estudiantes una
exposición resumida, objetiva del contenido de las teorías criticadas, y las somete
a crítica de forma más demostrativa que declarativa. Además de la serie de páginas
y secciones dedicadas a la crítica de las teorías antimarxistas en los capítulos por
temas separados, al final del curso formulamos un capítulo especial, que contiene en
sí la crítica selectivamente resumida de las teorías burguesas y pequeño-burguesas
del capitalismo en sus tres etapas.

La elaboración de un tratado de temas de Economía política marxista del capitalismo


en las actuales condiciones según este nuevo esquema confronta una serie de difi-
cultades, sobre todo si en él perfilamos en perspectiva la tesis de una economía de
mercado socialista. El autor es plenamente consciente de que el presente compendio
de teoría económica marxista no deja de adolecer de insuficiencias, y por ello esta-
remos muy agradecidos por las observaciones críticas que los lectores tengan a bien
alcanzarnos.

Hasta ahora, la teoría económica marxista ha sido objeto de múltiples interpretacio-


nes distorsionadas, sobre todo en su aplicación práctica. Una de las más ostensibles
es no haber logrado inculcar en los trabajadores una identidad cultural con suficiente
convicción en la necesidad de desarrollar sus facultades productivas, puesto que el
trabajo no solo debe ser fuente de subsistencia sino, también, fuente de creatividad
y satisfacción personal y social. Esta falla se pone de manifiesto en la actitud del
trabajador que tiende a enajenarse del proceso productivo, lo que es muchas veces
alentado por los propios dirigentes de sus organizaciones (llámense sindicatos o par-
tidos). Así, cuando sus reivindicaciones redundan en exigencias populistas en el ca-
pitalismo –más de redistribución del producto que de participación en la gestión de
su producción–, se traduce en una lucha mayormente economicista, sin la necesaria
visión histórica de una sociedad cualitativamente superior: el socialismo.

Según algunos textos de teoría económica marxista, se ha "difundido" la idea dis-


torsionada de que el mercado –en sentido económico– era un mecanismo exclusivo
del capitalismo y casi su máxima expresión, mientras que la planificación y la demo-
cracia eran creaciones exclusivas del socialismo, por lo que sus regímenes políticos
se sustentaban en una "gestión infalible" incuestionable. Entonces se planteaba que
en el socialismo, mercado, planificación y democracia eran incompatibles, no obs-
tante que dichos elementos –por ser conquistas valiosas de la humanidad– pueden
ser también medios de desarrollo económico y social de este sistema. Por tanto, el
mencionado antagonismo irresoluble es una desviación teórica en la que incurrió la
versión estaliniana del marxismo por influencia de vicisitudes propias de la etapa
inicial de la construcción del socialismo.

Hoy, una visión histórica retrospectiva nos muestra que el mercado, como punto de
confluencia de productores y consumidores –tanto de bienes como de servicios– está
en proceso de desarrollo desde las más antiguas civilizaciones y con el paso del
tiempo ha sido escenario creciente –en profundidad y extensión– del intercambio y
la consiguiente competencia. En el capitalismo llega a un nuevo nivel cuantitativo
y cualitativo, por lo que sufre un cambio esencial, pero no es causa sino medio de
explotación. De igual forma, la planificación y la democracia, como métodos y téc-
nicas de regulación de la producción, la distribución, el intercambio y el consumo de
bienes y servicios, tampoco son exclusividad del socialismo, ya que en las antiguas
sociedades –como, por ejemplo, en la antigua Grecia o en el Imperio de los incas– ya
habían sido practicadas. Lo que sucede en el socialismo es que pueden llegar a un
nuevo nivel de expresión. Mercado, planificación y democracia cambian de conte-
nido según la esencia de cada sistema económico-social y los intereses de clase que
representan.

Por tanto, al retomar una concepción teórica objetiva, hay que distinguir entre his-
toria de la humanidad –que corresponde al desarrollo de los sistemas económico-
sociales– e historia de la hominización, entendida como la búsqueda y realización
de los valores supremos del hombre, esto es, la satisfacción de sus crecientes nece-
sidades materiales, sociales y espirituales en un mundo de ascendente liberación y
respeto de los derechos humanos, sin que sean el capitalismo y el socialismo puntos
únicos de partida o de llegada. Si bien hace 25 siglos Protágoras dijo que el hom-
bre debe ser la medida de todas las cosas, hoy la ciencia económica debe darnos la
medida del hombre; y el mercado, la planificación y la democracia son los medios
inobjetables de su realización.

Por eso es indispensable la búsqueda de una concepción socialista del mercado


–distinta en su esencia a la del capitalismo–, así como de un sistema de precios
y medios de distribución que tengan en cuenta que el socialismo también es una
sociedad mercantil, en donde la ley del valor-trabajo mantiene plena vigencia. Por
consiguiente, tampoco puede soslayarse las contradicciones entre valor y precios,
y entre producción y consumo; para las que debe encontrarse soluciones distintas a
las del capitalismo, no tanto por la forma cuanto por el contenido. Hay que buscar la
síntesis entre la planificación estatal que regula el proceso económico, de un lado, y
el espacio garantizado para las relaciones mutuas entre los productores y consumido-
res de mercancías, de otro lado. En esta búsqueda se encontrarán caminos nuevos e
insospechados, que ayudarán mucho a quienes aspiramos conseguir un nuevo orden
social de veras democrático, más humano, justo y libre: la sociedad socialista.

Así, el pensamiento económico marxista continúa confirmándose como la expre-


sión teórica de los genuinos intereses no solo de la clase obrera, sino también de
las más amplias fuerzas revolucionarias y democráticas de nuestra época. Por su
potencialidad explicativa del pasado y previsora del futuro continúa arraigándose
como elemento cultural de la civilización moderna, pese a las estridentes campañas
de desprestigio de parte de los representantes más reaccionarios del pensamiento
económico neoliberal, quienes sueñan con haberlo sepultado. Precisamente por eso,
el trabajo que a continuación proponemos pretende no solo enriquecer el acervo teó-
rico y el debate, sino servir también como una fuente válida de información teórica
para la investigación.

Como corolario, a 160 años de la publicación de El Manifiesto Comunista y a 141


años de El capital, los economistas marxistas, al mismo tiempo que buscamos pro-
puestas, principios y métodos nuevos de orientación, dirección y gestión para demo-
cratizar la vida económica de los pueblos en todo el mundo, estamos comprometidos
en un amplio y democrático debate teórico que actualice y desarrolle, con audacia
y creatividad, las concepciones científicas –económicas, filosóficas, políticas y so-
ciológicas– de los geniales maestros del proletariado: Marx, Engels y Lenin, para
ponerlas a la altura de las exigencias actuales. Porque, sin duda, la renovación de sus
postulados es la mejor forma de contribuir con la creación heroica del nuevo socia-
lismo humanista del siglo XXI.

El autor
CAPÍTULO I

Introducción a la economía política:


objeto y método de la investigación económica

1. LA PRODUCCIÓN DE BIENES MATERIALES, BASE PRIMARIA DEL DE-


SARROLLO DE LA SOCIEDAD HUMANA

1.1. El rol de la producción y su trascendencia social e histórica


La vida de la sociedad humana de todos los tiempos gira en torno a la pro-
ducción de bienes materiales. En su acepción conceptual más genérica, bien es todo
aquello capaz de satisfacer alguna necesidad humana, por ejemplo, las carnes, los
granos, la vivienda y los vestidos, entre los bienes materiales de primera necesidad;
o la música, los ritos religiosos y los espectáculos artísticos entre los bienes espiri-
tuales. Para vivir, los hombres necesitan de bienes materiales elementales como el
alimento, el vestido, el abrigo y otros, sin los cuales su existencia es inconcebible.
La importancia de la producción de bienes materiales radica fundamentalmente en el
trabajo del hombre, al respecto Marx advertía que: “Hasta el último de los chiquillos
sabe que cualquier nación moriría de hambre si suspendiese el trabajo no ya por un
año, sino incluso por unas cuantas semanas” 1.

Los bienes materiales son los objetos tangibles que sirven al hombre para sa-
tisfacer sus necesidades, sean estos de consumo personal o de consumo productivo.
Si son obtenidos directamente de la naturaleza se les denomina bienes naturales, y
cuando son creados por los hombres se les denomina bienes económicos o bienes
producidos. Para poseerlos se tiene que trabajar. La producción de bienes materiales
consta de la fabricación de medios de producción, cuando estos son empleados pos-
teriormente para producir otros bienes materiales (herramientas, máquinas, materias
primas, insumos, etc.), y de medios de consumo, cuando son destinados a satisfacer
directamente las necesidades del hombre (alimentos, ropas, vivienda, calzados, etc.).
Este proceso productivo debe renovarse permanentemente porque “ninguna socie-
dad puede dejar de consumir ni puede tampoco, por tanto, dejar de producir” 2.

1 Marx, Carlos y Federico Engels. Cartas escogidas. Moscú, Gospolizdat, 1947, p. 208.
2 Marx, Carlos. El capital. T. 1, Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1980, p. 512.
38 Francisco Chaparro Zapana

Los hombres, al producir los bienes materiales, es decir, cuando libran su


lucha frente a la naturaleza, nunca actúan individualmente, sino colectivamente, en
grupos, en sociedades. Por eso, la producción es siempre, bajo cualesquiera condi-
ciones en las que se realice, una producción social, y el trabajo una actividad del
hombre social. Tesis reconocida y compartida también por el renombrado economis-
ta burgués Robert L. Heilbroner, quien dice: “Desde que el hombre bajó de las ramas
de los árboles, encaró el problema de supervivencia, no como individuo, sino como
miembro de un grupo social” 3.

Así, en todas las etapas del desarrollo de la sociedad humana, la producción


de bienes materiales ha tenido siempre un carácter social. El hombre no puede vi-
vir al margen de la sociedad, de las relaciones de producción con sus semejantes.
Los Robinsones, los personajes aislados que tanto gustan resaltar especulativamente
muchos economistas burgueses, jamás existieron más allá de su imaginación. De
ser cierta la historia de Robinson Crusoe, este solo pudo haber sobrevivido como
portador de las habilidades productivas de la sociedad en la que se formó como ser
racional. Los hombres intercambian sus actividades de manera ininterrumpida en el
proceso de producción de bienes materiales. Por cuanto cualquier tipo de producción
es social, resulta natural que entre los hombres que la realizan se establezcan siem-
pre, en la producción misma y en todo lo referente a ella, determinadas relaciones a
las que llamamos relaciones sociales de producción.

La producción social de cualquier formación económico-social represen-


ta siempre la unidad de las fuerzas productivas con las relaciones de producción
correspondientes, en cada etapa histórica, o sea un modo de producción o sistema
económico. Y la humanidad en su desarrollo transita por cinco modos de producción
hasta ahora conocidos, nítidamente diferenciados en el espacio y el tiempo: a) Pri-
mitivo, b) Esclavista, c) Feudal, d) Capitalista y e) Socialista, obviando varios otros
sistemas intermedios, yuxtapuestos y/o atípicos, o en perspectiva histórica como el
de la sociedad comunista.

1.2. Los elementos o factores del proceso productivo


En cualquier proceso de producción de bienes materiales, sea cuales fueran
las condiciones sociales en que se lleva a cabo, concurren siempre los siguientes
elementos o factores productivos: 1. El trabajo del hombre; 2. El objeto del trabajo,
y 3. Los medios de trabajo, a cuyo conjunto la teoría económica burguesa cataloga
también como recursos económicos.

El trabajo es la actividad consciente del hombre orientada hacia un determi-


nado fin, mediante la cual transforma y adapta los objetos de la naturaleza para ob-

3 Heilbroner, Robert L. Vida y doctrina de los grandes ecomistas. T. I, Barcelona, Ed. Orbis. 1972, p. 25.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 39

tener los bienes con los cuales satisface sus necesidades. El trabajo es una exigencia
natural y una condición indispensable de la existencia del hombre. Sin el trabajo,
hasta la misma vida humana sería imposible. Federico Engels destacaba que el tra-
bajo “es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado
que, hasta cierto punto, podemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre” 4. Sin
el hombre no hay trabajo. Solo el hombre, a diferencia de los animales, puede poner
en movimiento los medios y los objetos de trabajo, haciéndolos participar en una
determinada función en el proceso de producción. Según palabras de Marx, solo “el
trabajo vivo tiene que hacerse cargo de estas cosas, resucitarlas de entre los muertos,
convertirlas de valores de uso potenciales en valores de uso reales y activos” 5. El
hombre, al actuar sobre la naturaleza e introducir en ella modificaciones mediante el
trabajo, modifica su propia naturaleza, evoluciona él mismo a la par que se desarrolla
la producción, se perfeccionan sus órganos naturales en especial su cerebro, progresa
su intelecto y adquiere nuevos hábitos. El hombre es el único ser de la naturaleza que
se ha creado y se recrea a sí mismo. Esto ha sido posible gracias a su actividad cons-
ciente, a la práctica humana. El ser humano para sobrevivir y desarrollarse requiere
del éxito de su práctica social y la base de su éxito depende de la objetividad de su
pensamiento; para conocer y reflejar correctamente los fenómenos de la naturaleza
en sus distintos aspectos y relaciones internas y externas, para intervenir en los pro-
cesos de cambio de acuerdo con sus propias necesidades.

Solo gracias al trabajo ha podido el entendimiento humano lograr grandiosos


descubrimientos técnicos como el empleo de la energía atómica, el lanzamiento de
las naves cósmicas, etc. Y gracias al trabajo la mano del hombre ha conseguido
crear obras maravillosas, descubrir muchas propiedades de la materia y distinguir los
vínculos entre los diversos fenómenos de la naturaleza y la sociedad. Al inventarse
nuevas maquinarias productivas, cambia también de nivel el desarrollo de la propia
fuerza de trabajo. La moderna producción maquinizada presupone un elevado grado
de evolución de los hombres, quienes han de ser capaces, gracias a una determinada
experiencia productiva, de poner en movimiento la maquinaria. Así, el empleo de la
electricidad, del gas o de la energía atómica requiere un nuevo y elevado nivel de
conocimientos del hombre, un mayor perfeccionamiento de su intelecto.

En la sociedad humana en general la principal fuerza productiva son siempre


todos los productores directos; y en la sociedad capitalista, los trabajadores asala-
riados. Son ellos quienes producen la mayor parte de los bienes materiales, contri-
buyendo, a su vez, a crear los valores de la cultura material y espiritual, además de
transformar y perfeccionar los instrumentos de producción. Lenin destacaba que “la

4 Marx, Carlos y F. Engels. Obras escogidas. T. II, Ed. Ciencias del Hombre. Buenos Aires, 1973, p. 71.
5 Marx, Carlos. El capital, óp. cit., t.1, p. 145.
40 Francisco Chaparro Zapana

primera fuerza productiva de toda la humanidad es el obrero, el trabajador” 6, o sea


el productor directo y fundamental del sistema económico capitalista.

El trabajo se divide en: a) trabajo simple, que es aquella actividad cuya eje-
cución no requiere de un aprendizaje previo, sino que es suficiente la capacidad bio-
lógica elemental del hombre, por ejemplo: bolear ladrillos en la construcción, reco-
ger y cargar leña, cavar la tierra, etc.; y b) trabajo complejo, cuando se trata de una
actividad productiva que requiera de un previo aprendizaje (breve o prolongado), por
ejemplo: el trabajo del sastre, del ingeniero, del maestro, del científico, etc.

La realización de cualquier trabajo solo es posible gracias a la participación de


la fuerza de trabajo. Y se llama fuerza de trabajo al conjunto de capacidades físicas
e intelectuales del hombre para llevar a cabo una determinada actividad productiva.
Por eso, la mayor o menor productividad del trabajo por cada unidad de tiempo de-
pende fundamentalmente del grado de calificación de la mano de obra o fuerza de
trabajo.

El objeto del trabajo es todo aquello sobre lo que recae el trabajo del hombre,
es decir, las cosas susceptibles de ser transformadas por el trabajo en bienes. Los
objetos de trabajo pueden ser: a) la materia bruta, cuando son elementos suminis-
trados directamente por la naturaleza, como ocurre, por ejemplo, con las tierras vír-
genes, los árboles de los bosques, los minerales del subsuelo o los peces de los ma-
res y los ríos, susceptibles de ser extraídos o transformados por el trabajo humano;
b) las materias primas, cuando son elementos sometidos previamente a la acción
del trabajo, como los minerales sustraídos del subsuelo, el algodón cosechado en la
agricultura, etc.; c) los insumos, los que son bienes semielaborados que sirven para
producir bienes acabados, como los hilados o la hilaza de lana o algodón utilizados
en la industria textil, las láminas metálicas en la industria metal-mecánica, etc.; d) la
tierra, cuando es transformada en su estructura físico-química como en la agricul-
tura o en la minería.

Los medios de trabajo son todas las cosas de que se sirve el hombre para
actuar sobre los objetos del trabajo y transformarlos o adaptarlos a sus necesidades
de consumo. Figuran a la cabeza de ellos los instrumentos de producción. Estos
elementos se clasifican en: a) medios directos, cuando sirven o participan directa-
mente en el proceso mismo de la producción de bienes, como los instrumentos
de producción: herramientas, maquinarias e insumos, tanto en la industria como
en la agricultura; b) medios indirectos, cuando sirven como elementos condi-
cionantes del proceso productivo, por ejemplo, las carreteras, los canales, los
almacenes, puertos, aeropuertos, etc., y c) la tierra, cuando sirve como lugar de

6 Lenin, Vladimir Ilich. Obras completas. T. 29. Ed. Cartago. Buenos Aires, 1970, p. 334.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 41

ubicación tanto de los centros de producción como de los medios indirectos. Enton-
ces, los más importantes de todos los medios de trabajo son los instrumentos de
producción, que comprenden las más diversas herramientas empleadas por el hom-
bre para trabajar, desde los toscos instrumentos de piedra del hombre primitivo hasta
las máquinas modernas más sofisticadas. El grado de desarrollo de los instrumentos
de producción mide el poder de la sociedad sobre la naturaleza y el nivel al que ha
llegado la producción. Las épocas económicas se distinguen unas de otras no por lo
que se produce, sino por el modo cómo se producen los bienes materiales, es decir,
por la calidad de instrumentos de producción empleados.

Los objetos de trabajo más los medios de trabajo en su conjunto conforman


los medios de producción o elementos materiales productivos. De por sí solos, ais-
lados de la fuerza de trabajo, los medios de producción no pueden crear nada en
absoluto. Para que el proceso de trabajo, de creación de bienes materiales, se inicie
es necesario que a los medios de producción se les incorpore la fuerza de trabajo.
Por eso, la fuerza de trabajo constituye el elemento más activo de la producción, el
elemento que crea y pone en movimiento los medios de producción disponibles. Al
perfeccionarse los instrumentos de producción se perfeccionan también la capacidad
de trabajo del hombre, su conocimiento, su destreza, sus hábitos y sus experiencias
productivas.

2. EL SISTEMA ECONÓMICO O MODO DE PRODUCCIÓN SOCIAL

2.1. Las fuerzas productivas del sistema


Los medios de producción con que se crean los bienes materiales y los hom-
bres que los ponen en acción constituyen las fuerzas productivas de la sociedad.
“Cualesquiera que sean las formas sociales de la producción, sus factores son siem-
pre dos: los medios de producción y los trabajadores” 7. Las fuerzas productivas no
están conformadas solamente por los instrumentos de producción, sino también por
los objetos del trabajo. Y aunque los instrumentos de producción tengan una impor-
tancia determinante, el desarrollo de los objetos de trabajo (el descubrimiento de
nuevos tipos de materias primas, incluyendo los materiales; para fabricar instrumen-
tos de producción, la invención de nuevos recursos energéticos, etc.) constituye un
exponente muy importante del nivel de las fuerzas productivas. Se sabe, por ejem-
plo, qué tan enorme importancia tuvieron para la producción de los instrumentos de
trabajo el paso del uso de la piedra al de los metales, la aplicación del petróleo, de la
energía eléctrica; y, en los últimos tiempos, los cambios que han experimentado los
objetos de trabajo en relación con el desarrollo de la química, la producción de los
novísimos metales y la utilización de la energía nuclear. Sin embargo, la fundamen-
tal fuerza productiva de la sociedad humana, en todas las etapas de sus desarrollo,
han sido y lo serán siempre las masas trabajadoras.

7 Marx, C. El capital. óp. cit., T. 2, p. 38.


42 Francisco Chaparro Zapana

2.2. Las relaciones sociales del modo de producción


Es preciso establecer, desde ya, que en la producción existen y se van confor-
mando relaciones de carácter ambiguo.

En el proceso de la producción, los hombres no solo actúan sobre la naturale-


za, sino que, al mismo tiempo, entran necesariamente en interacción mutua, relacio-
nándose unos con otros. Para producir, los hombres contraen determinados vínculos
y relaciones, a través de los cuales, y solo a través de ellos, es que se relacionan con
la naturaleza y se efectúa la producción. Las relaciones sociales de los hombres en el
proceso de producción de bienes materiales forman las relaciones de producción.
Estas relaciones económicas incluyen las formas predominantes de propiedad sobre
los medios de producción; la situación que ocupan las clases y los grupos sociales en
la producción; las relaciones mutuas que existen entre ellos; y las formas de distribu-
ción, cambio y consumo del producto social.

Cualquier forma de producción presupone necesariamente una u otra forma de


propiedad, es decir, una forma social históricamente determinada de apropiación por
los hombres de los bienes materiales, sobre todo, de los medios de producción. El
carácter de las relaciones de producción depende, ante todo, de quiénes dispongan en
propiedad los medios de producción (las tierras, los bosques, los edificios donde se
produce, los medios de comunicación, etc.), de que estos sean propiedad de ciertos
individuos, grupos sociales o clases que los usen para explotar a los trabajadores, o
de que pertenezcan a la sociedad, la cual se proponga como fin la satisfacción de las
necesidades materiales y culturales de las masas populares. La forma de propiedad
sobre los medios de producción ejerce, por tanto, una influencia determinante y
decisiva sobre el sistema de las relaciones de producción.

La forma de propiedad sobre los medios de producción determina la posición


que los hombres ocupan dentro del sistema de la producción social, la estructura de
clases de la sociedad. Donde impera la propiedad privada capitalista sobre los me-
dios de producción, los obreros carecen de medios de producción propios, por lo que
están obligados a trabajar para los capitalistas, quienes se apropian del producto de
su trabajo. Asimismo, ello determina que las relaciones de producción, bajo el ca-
pitalismo, se caractericen por la existencia de contradicciones antagónicas, por una
aguda lucha de clases entre obreros y capitalistas, y por la aciaga competencia entre
unos y otros capitalistas con el fin de obtener la ganancia máxima.

Las relaciones de producción determinan, a su vez, las relaciones de distribu-


ción congruentes con ellas. La distribución sirve de nexo, de engarce, entre la pro-
ducción (oferta) y el consumo (demanda). Todo lo producido por la sociedad puede
servir ya sea para el consumo productivo o para el consumo personal. Se llama con-
sumo productivo al empleo de los medios de producción (o bienes de capital) para
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 43

fabricar otros bienes materiales, como las herramientas, máquinas, insumos, etc. Y
se llama consumo personal a la satisfacción directa o indirecta de las necesidades
individuales o colectivas del hombre, como los alimentos, los vestidos, la vivienda,
el transporte, los valores culturales, etc.

La distribución de los productos del trabajo depende del modo en que se en-
cuentran asignados los medios de producción. Si pertenecen a las clases explotado-
ras, los productos se distribuyen siempre en función al enriquecimiento de estas y en
detrimento de los intereses del trabajador. En cambio, si los medios de producción
son (o tienden a ser) de propiedad social socialista, la distribución de los productos
del trabajo deberá tener como meta la expansión cada vez mayor de la producción
socialista, además de la elevación constante del bienestar material y del nivel cultu-
ral de la sociedad y sus trabajadores.

La producción, la distribución, el cambio y el consumo forman una unidad


cuyo factor determinante es la producción. A su vez, las formas de distribución,
cambio y consumo, aunque estén determinadas por la producción, repercuten activa-
mente sobre ella, estimulándola o entorpeciéndola en su desarrollo.

3. SURGIMIENTO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA CIENTÍFICA

A medida que la sociedad humana se desarrolla –lo que implica ante todo el
desarrollo de la producción–, se va acumulando gradualmente, en el proceso del
trabajo, la experiencia y las habilidades para la elaboración de distintos tipos de
productos. Estos conocimientos se conservan y se transmiten de generación en ge-
neración en forma de hábitos, costumbres y normas determinados. A la vez, junto
con la transmisión de los medios y procedimientos utilizados para la fabricación de
unos u otros productos, surgen y se consolidan los conocimientos relativos a cómo
organizar la producción, es decir, cuántos hombres deben ocuparse de cierto tipo de
producción, qué debe hacer cada uno de ellos, en qué sucesión debe realizarse el
proceso productivo, cuánto tiempo se requiere para llevarlo a cabo, etc. Todo ello
ha quedado registrado en forma de distintos preceptos y normas de conducta, y nos
ha sido revelado por los papiros egipcios, la Biblia cristiana, las tablas del rey Ha-
mmurabi, los antiguos Vedas hindúes, etc., cuyos restos se conservan hasta nuestros
días. Estos fueron precisamente los embriones de la futura ciencia económica, o sea
la ciencia de la organización, dirección y evaluación de la producción.

Claro está que inicialmente los conocimientos económicos se incluían en las


normas generales de conducta de los hombres; estaban diseminados en la compi-
lación general, pequeña todavía, de informaciones sobre la organización social y
las relaciones humanas. Empero, ya en la antigua Grecia, Aristóteles introduce el
término oikonomia, cuya traducción literal significa administración de la casa. Para
44 Francisco Chaparro Zapana

los griegos la oikonomia era un código de preceptos que se aplicaba en la dirección


administrativa de la casa. Como hijos de la época esclavista, Aristóteles y otros gran-
des pensadores griegos consideraban simples y naturales las relaciones dentro de la
“casa”; es decir, entre los señores y los esclavos: al esclavo, como cualquier otro
objeto perteneciente al amo, hay que alimentarlo, al igual que al buey, concederle
tiempo para descansar, apalearlo de cuando en cuando si es indolente, etc. Y así, para
ellos eran más importantes y complejas las relaciones entre las “casas”, es decir, los
métodos y normas que regían para el intercambio, etc. En sus trabajos hay no pocos
datos interesantes sobre estos problemas y en cuanto a Aristóteles, como lo señalara
Marx, ya había abordado intuitivamente el concepto de valor.

Durante un prolongado período histórico, en el término “economía” se con-


centró todo un cúmulo de conocimientos y proposiciones sobre las normas de or-
ganización y administración de la hacienda, de la “casa” esclavista primero, y de la
finca feudal, posteriormente. La superación de la dispersión feudal y la formación de
estados centralizados trajeron como consecuencia intentos de establecer normas para
la dirección, no ya de una finca aislada, sino de la economía. Conocida desde hacía
tiempo, adquiere un nuevo significado, se convierte en economía política.

El francés Antoine de Montchrétien fue el primero en introducir este tér-


mino. En 1615 se publica su Tratado de economía política, que contiene consejos
para la dirección de la economía estatal, para conservar y acrecentar la riqueza. De
este modo la ciencia económica en cierto grado empieza a bifurcarse: a la par que la
antigua economía (dirección de una casa, de una hacienda, como unidad microeco-
nómica), surgía la economía estatal o economía política (dirección de la economía
social, o sea en su acepción macroeconómica).

Es preciso destacar que al recibir una denominación la nueva ciencia está aún
muy lejos de precisar su objeto de estudio claramente delimitado, pues en aquel tiem-
po el concepto de economía política era todavía muy genérico e incluía: el comercio
exterior, la emisión de dinero y la política impositiva, es decir, abarcaba la política
exterior, la legislación y otros tipos de actividad del Estado. Por ello la economía po-
lítica de aquel período, a diferencia de la anterior “administración de la casa”, puede
ser caracterizada como un código sobre la conducción de la economía estatal, como
una suma de preceptos y conocimientos para la “administración del Estado”.

El carácter genérico de la economía política se reflejó también en el hecho de


que se dedicaban a ella, preferentemente, hombres a quienes no se podía considerar
todavía economistas “netos”. La cantidad relativamente limitada de conocimientos
científicos que había acumulado la humanidad hasta entonces, permitía a los hom-
bres cultos ser bastante versados en varias ramas científicas, como Filosofía y Ma-
temáticas, Medicina y Economía Política, etc. Y muchas veces filósofos, escritores
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 45

o científicos que se dedicaban preferentemente a las ciencias naturales, por ejemplo,


escribían extensos e interesantes estudios económicos. Hasta el angloirlandés Sir
William Petty, a quien Marx llamaba Padre de la Economía Política, era médico
de profesión, marino y constructor de barcos por vocación, tenía el título cientí-
fico de doctor en física y se desempeñaba como profesor de anatomía. Por eso es
completamente natural que en los tratados científicos de ese período los problemas
político-económicos estuvieran estrechamente entrelazados con conocimientos de
otros ámbitos del saber.

Sin embargo, se puede decir que la economía política, como una rama cien-
tífica especializada sobre los métodos de organización y dirección de la eco-
nomía estatal, nació entre fines del siglo XVI y comienzos del XVII, cuando en
las entrañas de la sociedad feudal comenzaron a dar señales de existencia el nuevo
sistema de economía mercantil capitalista y dos nuevas clases sociales: la burguesía
(con su naciente poder explotador) y la clase obrera.

Marx señala en El capital que la burguesía surge y actúa primero en la esfera


de la circulación, en el comercio y no en la producción, donde todavía continúa pre-
dominando el régimen feudal. El nuevo sistema económico se manifiesta en forma
de riquezas que se acrecientan rápidamente en manos de los individuos del “tercer
estamento”, los que se dedican al comercio y las operaciones monetarias. El oro lle-
gó a ser la más clara materialización de estos nuevos tipos de riquezas. Así, la prime-
ra doctrina político-económica fue el mercantilismo, que se difundió con bastante
amplitud a principios del siglo XVII en Italia, Inglaterra y Francia, y algo más tarde
en otros países. En síntesis, la esencia de esta doctrina se reducía a lo siguiente:
la riqueza es, en primer término, el oro, con el cual se puede comprar todo. El
comercio trae consigo la riqueza. Al mismo tiempo, se enriquecían los estados que
estaban en condiciones de importar mucho oro, evitando su exportación. Por eso, el
Estado debía estimular las manufacturas que producían artículos para el comercio
que se dedica a la exportación de mercancías, y prohibir la exportación del oro, así
como restringir la importación de mercancías de otros países que deben ser pagadas
con oro 8.

No obstante, “La verdadera ciencia de la economía moderna –señala Marx–


comienza solo cuando el examen teórico pasa del proceso de circulación al de pro-
ducción” 9. Al subrayar que la verdadera fuente de la riqueza de la nación es el tra-
bajo agrícola, los fisiócratas (Quesnay, Turgot y otros) criticaron el régimen feudal
vigente en Francia por la coerción con la que los señores feudales sometían a los
campesinos mediante recaudaciones e impuestos de todo tipo. Propusieron al rey que

8 Roll, Eric. Historia de las doctrinas económicas. México D. F., 1974, pp. 63-88.
9 Marx, C. El capital, óp. cit. T. 3, pp. 537-538
46 Francisco Chaparro Zapana

introdujera una reforma que liberase al campesino de innumerables y graves trabas y


le abriera las posibilidades para desarrollar su laboriosidad e iniciativa, lo que asegu-
raría la riqueza y la prosperidad del Estado. Los fisiócratas no exhortaron a realizar
una transformación revolucionaria del régimen feudal, consideraban suficiente la
ayuda del poder real para modificarlo. Pero como lo acotara con acierto Marx, tras el
rótulo feudal, en realidad, comenzaba a tomar cuerpo en los fisiócratas la concepción
de la organización capitalista de la producción.

En Inglaterra, donde el régimen feudal fue quebrantado mucho antes que en


Francia y donde la burguesía actuaba ya sin subordinación, la economía política si-
guió un rumbo distinto, y sus más caracterizados representantes –los clásicos: Adam
Smith y David Ricardo– se liberaron definitivamente del iluso papel “transforma-
dor” del rey y el Estado. Según esta doctrina, la riqueza de los pueblos es creada por
el trabajo productivo (a diferencia de los fisiócratas, que consideraban como rama
productiva solo a la agricultura, ellos incluían también a la industria). ¿Pero quién
otorga al trabajo la posibilidad de producir riqueza? ¡Los empresarios!, quie-
nes organizan la producción, invierten su dinero en la industria o en la agricultura,
y de ese modo aseguran un salario a los obreros, una renta a los propietarios de la
tierra, impuestos al Estado, y una “modesta” renta sobre su capital para sí mismos.
Contribuir a la “riqueza de los pueblos” significa dar plena libertad de acción (por lo
que a esta concepción también se la conoce como liberalismo) a estos magnánimos
empresarios. El Estado debe eliminar todo aquello que los obstaculice, dejando que
la marcha económica de la sociedad solo sea regulada por la “sagrada” propiedad
privada capitalista de los medios de producción y la “libre competencia” basada en
la ley de la oferta y la demanda.

Al caracterizar a las raíces históricas de la teoría económica científica del


marxismo, Lenin señala que esta es continuación directa de la economía política
clásica inglesa. Pero, al referir el nexo histórico entre la economía política marxista
y la escuela clásica burguesa, se debe subrayar que Marx, una vez que hubo enmen-
dado las limitaciones de Smith, Ricardo y otros, continuó sus investigaciones a partir
del punto en que aquellos se habían detenido. Según él, la economía política es la
ciencia que trata el desarrollo de las relaciones sociales de producción; estudia las
leyes económicas que rigen la producción, la distribución, el cambio y el consumo
de los bienes materiales en la sociedad humana, durante sus diversas etapas. (Todo
lo aquí expuesto sobre el origen y la evolución de la Economía política no es más
que un esbozo inicial de la exposición contenida en el capítulo XXI del presente
compendio).

4. EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

Todas las ciencias que reflejan el mundo que nos circunda se dividen en cien-
cias naturales (que estudian los fenómenos de la naturaleza, como la geología, bio-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 47

logía, física, química, etc.) y ciencias sociales (que estudian los fenómenos de la
sociedad humana, como la historia, economía, antropología, filosofía, psicología, el
derecho, etc.). La economía política figura entre las ciencias sociales porque estudia
las leyes de la producción social y distribución de los bienes materiales en las dife-
rentes fases de desarrollo de la sociedad humana, o sea en el contexto de los distintos
sistemas o modos históricos de producción.

Todo proceso productivo presenta un aspecto técnico y un aspecto social. El


primero lo estudian las ciencias naturales y técnicas, es decir, la física, química,
metalurgia, mecánica, agronomía, etc. Mientras que la economía política estudia lo
segundo, que son las relaciones sociales de producción o sea las relaciones econó-
micas entre los hombres. “La economía política -escribe V. I. Lenin– no se ocupa en
modo alguno de la “producción” sino de las relaciones sociales de los hombres en la
producción, del régimen social de la producción” 10.

La economía política estudia las relaciones de producción en su interdepen-


dencia con las fuerzas productivas. Las fuerzas productivas y las relaciones de pro-
ducción, en conjunto, forman un sistema económico o modo de producción.

El elemento más dinámico y revolucionario de la producción son las fuerzas


productivas (y entre ellas la fuerza de trabajo). Por eso, el desarrollo de la produc-
ción parte siempre de los cambios operados en las fuerzas productivas y, principal-
mente, de los cambios y desarrollo de los instrumentos de producción, a tono con
los cuales se efectúan luego los cambios congruentes en el campo de las relaciones
de producción. Además, al desarrollarse las relaciones de producción entre los hom-
bres, de acuerdo con el progreso de las fuerzas productivas, influye activamente
sobre estas últimas.

Es necesario que las relaciones de producción sean congruentes con el carác-


ter de las fuerzas productivas de la sociedad para que estas puedan progresar más
o menos sin problemas que las obstaculicen. Las fuerzas productivas, al llegar a un
determinado nivel de su desarrollo, rebasan el marco existente de las relaciones de
producción y entran en conflicto con ellas. En consecuencia, las relaciones de pro-
ducción empiezan a frenar el desarrollo de las fuerzas productivas.

A consecuencia de ello, las viejas relaciones de producción se ven despla-


zadas, más tarde o más temprano, por otras nuevas más compatibles con el nuevo
nivel de desarrollo y con el carácter de las fuerzas productivas de la sociedad. Las
premisas materiales para el cambio surgen y se desarrollan en el seno del viejo modo
de producción; y las nuevas relaciones de producción desbrozan el camino para el
progreso y perfeccionamiento de las fuerzas productivas.

10 Lenin, Vladimir Ilich. El desarrollo del capitalismo en Rusia. Editorial Progreso. Moscú,1950, pp. 40-41.
48 Francisco Chaparro Zapana

Por tanto, la ley de la correspondencia entre las relaciones de producción y el


carácter de las fuerzas productivas es una ley económica del desarrollo de la sociedad.

En una sociedad basada en la propiedad privada y en la explotación del hom-


bre por el hombre, los conflictos entre las fuerzas productivas y las relaciones de
producción se expresan y materializan en la lucha de clases. En tales condiciones, la
sustitución del viejo modo de producción por el nuevo se lleva a cabo mediante la
transformación revolucionaria de la sociedad.

Las “relaciones de producción forman la estructura económica de la sociedad,


la base real sobre la que se levanta la supraestructura jurídica y política y a la que co-
rresponden determinadas formas de conciencia social”11. Y, a su vez, al formarse esta
supraestructura reacciona activamente sobre la base, acelerando o entorpeciendo su
desarrollo. Al cambiar la base económica de la sociedad, también cambia en forma
dialéctica la supraestructura.

La economía política estudia las relaciones de producción, la base estructural


de la sociedad y su interaccionar con la supraestructura, esto es, con la política, la
ideología, la jurisprudencia, las concepciones e instituciones socioculturales, etc.

La economía política estudia la producción material bajo su forma social his-


tóricamente determinada, y las leyes y tendencias económicas inherentes al modo de
producción correspondiente. La ley económica expresa la esencia de los fenómenos
y procesos económicos, el nexo causal, necesario y permanente, es decir, constante-
mente reiterado, y las relaciones de dependencia que conllevan estos fenómenos y
procesos.

La economía política “investiga, ante todo, las leyes específicas de cada fase
de desarrollo de la producción y del cambio. Solo después de haber realizado esta
investigación puede formular algunas leyes verdaderamente generales, aplicables a
la producción y al cambio en su conjunto”12. Por tanto, el desarrollo histórico de los
diferentes regímenes económico-sociales está determinado, al igual que las leyes
económicas específicas de cada fase, por las leyes económicas que rigen con carácter
universal para todos los modos de producción, como son, la ley de la corresponden-
cia de las relaciones de producción con el carácter de las fuerzas productivas; la ley
de la creciente productividad del trabajo; la ley de la división social del trabajo, y
otras. Lo que quiere decir que las formaciones sociales, aun diferenciándose las unas
de las otras por las leyes económicas específicas inherentes a un determinado modo
de producción, se hallan enlazadas entre sí por algunas leyes económicas de vigencia
general para todas las formaciones.

11 Marx, Carlos. “Contribución a la crítica de la economía política”, en C. Marx y F. Engels. Obras escogidas, óp. cit., p. 331.
12 Engels, Federico. El anti-Duhring. Berlín, 1955, p. 179.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 49

La economía política estudia los siguientes tipos fundamentales de relaciones


de producción conocidos por la historia: el régimen de la comunidad primitiva, el
régimen esclavista, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo. La comunidad
primitiva es el régimen social anterior a la existencia de clases. Los otros representan
diferentes formas de sociedad basadas en la propiedad privada sobre los medios de
producción, en el sojuzgamiento y la explotación de las masas trabajadoras. El socia-
lismo es el régimen basado en la propiedad social sobre los medios de producción,
que tiende a eliminar la explotación del hombre por el hombre.

Estudia, además, la trayectoria de desarrollo que va desde las fases inferiores


y elementales de la producción social hasta sus fases superiores y más complejas.
Expone cómo nacen, se desarrollan y son derrocados los regímenes sociales basados
en la explotación del hombre por el hombre. Pone de manifiesto cómo todo el curso
del progreso histórico va preparando siempre el advenimiento de un sistema econó-
mico superior, del modo socialista de producción en definitiva.

Por consiguiente, la economía política es la ciencia del desarrollo de las


relaciones sociales de producción, es decir, de las relaciones económicas entre
los hombres, y esclarece las leyes que gobiernan la producción y la distribución
de los bienes materiales en la sociedad humana, a lo largo de las diversas fases
de su desarrollo.

5. EL MÉTODO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

5.1. La ciencia y el método científico en general


El término ciencia es una palabra de amplio uso en nuestros días, tanto por
los científicos y profesionales calificados como por la población en general, lo que
nos permite imaginar que la mayoría de las personas tenemos una idea más o menos
clara de su significado. No obstante, se debe precisar los aspectos formales y de con-
tenido que entrañan esta definición y otras conexas a ella.

La ciencia en su sentido más amplio es un sistema de conocimientos racio-


nales y verdaderos o probables sobre la naturaleza, la sociedad y el pensamiento
(de conceptos, categorías, principios, teorías, leyes y otras expresiones) obtenidos
como resultados de la investigación empleando el método científico y que encierra
en un determinado momento histórico todo el desarrollo del hombre 13. Y según lo
enunciado, a ello hay que agregar, fundamentalmente, que la ciencia es también
un método de acercamiento, un camino para llegar a la esencia de los fenómenos;
un medio de descubrimiento de las relaciones de causa-efecto, particular-general,

13 Sagaró del Campo, Nelsa María y Meydis María Macías Navarro. El método científico. Apuntes, p. 1. Fuente:
malito:nsagaroasierra.scu.sid.cu, publicado el 24/11/2005.
50 Francisco Chaparro Zapana

forma-contenido, etc. Así, para que la ciencia llegue a la predicción, lo hace solo
a condición de presentar un marco teórico que permita comprender el mundo en la
medida en que lo comprende por medio de la abstracción y al apropiarse de él, lo
transforma, transformándose a la vez a sí misma.

De este modo, el paso de lo abstracto a lo concreto y de lo concreto a lo abs-


tracto es el método específico de las ciencias sociales. Y la relación íntima entre la
teoría y la praxis aclara la confusión que existe entre la teoría y el fenómeno, entre
lo abstracto y lo concreto.

Son varias las propiedades que diferencian al conocimiento científico del no


científico (o vulgar), pero sin duda la discrepancia más sustancial radica en que el
primero se adquiere aplicando el denominado Método Científico, mientras que el
segundo se obtiene de forma coyuntural.

“El materialismo dialéctico dice que el método, o sea el camino o el medio


de conocimiento de la realidad, solamente puede considerarse científico cuando
refleja la verdad objetiva, las leyes objetivas por las que se rigen las relaciones
y la acción mutua entre los fenómenos reales, las leyes objetivas de su constante
cambio y desarrollo, leyes que son independientes de la conciencia y de la vo-
luntad de los hombres. Por esto, la exigencia más elevada del método dialéctico
es la comprobación de las leyes investigadas en la práctica y, ante todo, en la
práctica social, que es la base y el criterio para comprobar la verdad de nuestros
conocimientos de la naturaleza, de la sociedad y de nosotros mismos”14. Y para
el Diccionario de la Lengua Española, el método es un “modo ordenado de pro-
ceder para llegar a un resultado o fin determinado, especialmente para descubrir
la verdad y sistematizar los conocimientos”15.

El Método Científico se define como una regularidad interna del pensa-
miento humano empleada de forma consciente y planificada como un instru-
mento para explicar y transformar al mundo. De esta definición se desprende
que el método es el modo en que se actúa para conseguir un propósito, lo cual lleva
implícito la aplicación de un sistema de principios y normas de razonamiento que
permiten establecer conclusiones de forma objetiva, es decir, explicaciones de los
problemas investigados sobre determinado objeto de estudio.

14 Academia de Ciencias Pedagógicas de la RSSFR. Instituto de Investigación Científica. Psicología, México D. F.,
1960. Redactado por A. A. Smirnov, A. N. Leontiev, S. L. Rubinshtein y B. M. Tieplov, p. 28.
15 Diccionario de la Lengua Española, cita tomada de los apuntes de Sagaró del Campo, Nelsa María y Meydis María
Macías Navarro, El método científico, óp. cit, p. 2.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 51

CUADRO N.° 1: CLASIFICACIÓN DEL MÉTODO CIENTÍFICO*

Se emplea en todas las


esferas en la realidad y
Universal Materialismo dialéctico e histórico
todas las etapas del proceso
(Filosofía).

Observación
Empleado por todas las Empíricos Medición
Generales ciencias pero solo en Experimentación
determinadas etapas.
• Hipotético-
deductivo
• Análisis y
síntesis
• Deducción e
inducción
• Histórico y
Empleado en una sola Teóricos lógico
ciencia para investigar • Generalización
Particulares
determinado fenómeno de y abstracción
la realidad. • Inducción
matemática
• Ensayo clínico
• Intervención
comunitaria, etc.

Reproducido del cuadro N.° 1.1 de Sagaró del Campo, Nelsa María y Meydis María Macías Navarro, La ciencia y
la activida científica. El método científico, pp. 3-4.

Un verdadero método científico de obtención de conocimiento da la dirección


correcta al trabajo del investigador, le ayuda a escoger el camino más corto para el
logro de conocimientos verdaderos.

Con vistas a clasificar el Método Científico han surgido numerosos ejes taxo-
nómicos, de los cuales, por su grado de utilidad expositiva, abordamos el siguiente
que lo clasifica en:
a) método universal, b) métodos generales y c) métodos particulares. Esta
clasificación (ver: cuadro N.° 1) parte de los límites de las áreas de aplicación de los
métodos en el proceso cognitivo.

Según los teóricos marxista-leninistas, el método universal de la ciencia está


constituido exclusivamente por el materialismo dialéctico e histórico. Los méto-
52 Francisco Chaparro Zapana

dos generales resultan útiles para la obtención del conocimiento científico de varias
ciencias, en tanto que los métodos particulares son aquellos que se emplean en la
investigación en las diversas ramas de la ciencia (ciencias particulares).

La relación entre estos tres tipos de métodos es estrecha e interactuante. Así,


el método dialéctico e histórico señala la orientación general del proceso cognitivo,
revela los principios metodológicos del conocimiento16, pero no puede sustituir, ni
mucho menos, a todos los métodos de la lógica formal.

El materialismo histórico es la base científica (teoría y método) de las cien-


cias sociales (en especial, de la economía política). La interconexión de los fenóme-
nos conduce a la unidad y concatenación de las ciencias sociales. Ningún fenómeno
puede ser válidamente analizado con exclusión de los demás. Si bien los fenómenos
económicos adquieren un carácter fundamental, existe una relación dialéctica entre
estos y los fenómenos de la superestructura. Es por eso que ningún fenómeno social
puede ser aislado, en primer lugar, de su base económica, y por consiguiente de su
base social. Por ello la economía política no puede ser aislada de la sociología, o de
la antropología, etc. Por lo que a la historia se refiere, es la realidad social misma,
en su movimiento dialéctico, en su perpetuo devenir, fuera del cual ella no existe.
La integración total de la historia en la sociología es un principio fundamental de la
teoría marxista.

Las corrientes científicas en el mundo occidental están divididas, grosso


modo, en las corrientes que tienen como base el materialismo dialéctico e histórico y
las que no lo toman en cuenta (las de la economía política burguesa) como punto de
apoyo. La falta de esta base científica conduce al aislamiento de las diversas disci-
plinas científicas. Sin una teoría científica general se ven obligadas a elaborar teorías
parciales en el marco de cada disciplina particular. De este modo, se pierde de vista
(el panorama de) la conexión entre todos los fenómenos sociales. Es más, diríamos
en lo que respecta a las ciencias sociales, el hecho de que la ideología de las clases
dominantes exprese intereses que contradicen el desarrollo de la sociedad y el pro-
greso de las ciencias sociales conduce a la frustración y la confusión de las llamadas
teorías sociales que pierden de vista el conjunto, la totalidad social concreta.

5.2. Principios teóricos del método de investigación


El método de la economía política científica es el del materialismo dialéctico
e histórico. La economía política marxista aplica los principios del materialismo dia-
léctico e histórico al estudio de los regímenes económicos de la sociedad.

16 Dentro de ellos se incluyen, entre otros, el principio de la concatenación universal de los fenómenos, el de flexibilidad
y movilidad de los conceptos y representación es, el de historicismo, el de la objetividad y la multilateralidad en el
análisis del objeto de investigación. (Una exposición detallada se puede encontrar en Andreiev, Iván Amitrievich.
Problemas lógicos del conocimiento científico. Editorial Progreso. Moscú, 1984).
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 53

Al estudiar el régimen económico de la sociedad, la economía política, a di-


ferencia de las ciencias naturales, no puede recurrir a los ensayos y experimentos en
los laboratorios, donde el investigador prescinde de los fenómenos que entorpecen
el análisis del proceso bajo su forma más pura. Según Marx, “En el análisis de las
formas económicas de nada sirven el microscopio ni los reactivos químicos. El único
medio de que aquí disponemos es la capacidad de la abstracción”17.

Entre los rasgos distintivos de cada ciencia figuran las particularidades del
método de conocimiento, que están condicionadas por la especificidad del objeto que
se estudia. Es por ello que también la economía política, como rama independiente
de las ciencias económicas, o sea, con un objeto de estudio y con tareas propias,
posee un conjunto de rasgos específicos en el método de estudio, generalización y
exposición del material informativo o de análisis.

El problema del método de investigación es extraordinariamente importante


porque se refiere a los instrumentos con que se trabaja, al mecanismo interno de
la cognición científica y señala, al mismo tiempo, la cuestión de las posiciones de
enfoque desde las cuales se debe partir, los principios sobre la base de los cuales se
selecciona y se analiza el material de estudio. En resumen, los resultados a los que
llega el investigador dependen del método empleado.

El mérito revolucionario de la economía política científica radica en la elabora-


ción y aplicación de un método esencialmente nuevo a la investigación de las relaciones
económicas, basado en los principios de la objetividad dialéctica e histórica (la filosofía
provee a todas las ciencias de las posiciones iniciales en el método de cognición).

En el terreno de las relaciones económicas, los principios más importantes son:


a) Que lo primario que existe objetivamente en el desarrollo social es la vida
material (la producción material), cuyo proceso está subordinado a leyes.
b) Que al observar, estudiar y generalizar los fenómenos y procesos que ope-
ran en la producción material, los hombres conocemos sus causas, sus nexos e inter-
dependencias internas, es decir, descubrimos las leyes que regulan el desarrollo de
la producción social.
c) Que en el curso del estudio de cualquier fenómeno de la vida económica,
este debe ser examinado en interdependencia con los otros fenómenos y procesos
(simultáneos, anteriores y posteriores).
d) Que la vida económica, lo mismo que todos los otros aspectos de la natura-
leza y la sociedad, está en incesante proceso de movimiento, cambio y desarrollo.
e) Que el proceso de este desarrollo se da sobre la base de las leyes fundamen-
tales de la dialéctica: ley de la transición de la cantidad en calidad, ley de la unidad
y lucha de contrarios, y ley de la negación de la negación.

17 Marx, Carlos. El capital, óp. cit., T. 1, p. XIII.


54 Francisco Chaparro Zapana

Tales son las posiciones metodológicas iniciales sobre cuya base debe reali-
zarse cualquier investigación científica en el campo de la economía política. Solo
a partir de ellas se puede llegar a resultados auténticamente científicos. Porque el
propósito de la teoría –no solamente de la económica sino de la teoría general– es
predecir y explicar. Es decir, una teoría se abstrae de los detalles de un aconteci-
miento y concentra su atención en una o dos relaciones consideradas como las más
importantes para predecir y explicar el acontecimiento o fenómeno.

Asimismo, cada ciencia tiene también su método de investigación con parti-


cularidades específicas, un conjunto especial de procedimientos, medios y formas
de estudio, generalización y manejo científico del material. En consecuencia, ¿por
dónde se debe empezar la investigación? Guiándonos por los principios de la dia-
léctica materialista debemos apoyarnos en los hechos existentes objetivamente, por
ende, comenzar por reunir y estudiar los hechos y fenómenos de la realidad. “... En
todos los campos de la ciencia –anotó Engels en Dialéctica de la naturaleza–, tanto
en las naturales como en la historia, hay que partir de los hechos dados”18. “Hechos
exactos, hechos indiscutibles –señaló Lenin– (...) son especialmente necesarios si
queremos formarnos una idea justa de este problema complicado, difícil...”19.

La ciencia se asemeja a un árbol: por alto que se eleve su copa, sus raíces
siempre estarán en la tierra. Incluso las teorías científicas más abstractas tienen su
origen en el mundo realmente existente, en la práctica de la actividad humana, en los
hechos de la vida cotidiana. Por eso la recopilación de información sobre las relacio-
nes económicas de los hombres en la producción, la distribución, el intercambio y el
consumo; o la circulación de las mercancías y el dinero; las formas de los precios; el
salario y otros elementos de la vida económica de la sociedad, constituyen el inicio
del camino que recorre cada proceso de investigación económica.

Pero no todos los hechos y no toda recopilación de información son útiles


como base para extraer generalizaciones y conclusiones científicas. Aislados, disper-
sos, desgajados del vínculo general (esencial) no pueden servir de base a verdades
científicas. Porque con hechos y pequeñeces de ese tipo se puede “demostrar” cual-
quier cosa, por ejemplo, que el financista estafador Bernie Madoff es el hombre más
honrado de los EE. UU., o que el Papa es un conspicuo materialista.

5.3. Las etapas del proceso de la investigación científica


En consecuencia, hay una serie de exigencias para seleccionar los hechos que
se utilizan en la investigación científica: a) es necesario examinar no hechos aislados,
“desmembrados”, sino la totalidad de los mismos que atañe a uno u otro fenómeno

18 Engels, F. Dialéctica de la naturaleza. Ed. Cartago, Buenos Aires, 1975, p. 47.


19 Lenin, V. I. Obras completas, óp. cit., T. XXIV, p. 303.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 55

o proceso económico, que lo caracterice en todos sus aspectos. Un material fáctico


debe tener carácter masivo, lo que es especialmente importante para las investigacio-
nes político-económicas 20; b) los hechos (datos) deben ser fidedignos y reflejar en
forma correcta la realidad; y c) los hechos sometidos a análisis deben ser uniformes
y comparables.

De tal modo que ya la primera etapa de la cognición científica exige una


habilidad determinada bastante grande. La recopilación, selección, elaboración y
análisis de los hechos de la vida económica es tarea de varias disciplinas económi-
cas, sobre todo de la contabilidad, la estadística, la planificación, etc. Estas ciencias,
como auténticas pioneras, suministran el material fáctico a todas las otras disciplinas
económicas. Por eso, refiriéndose al significado que tienen para la economía política
los estrechos vínculos con las ciencias que le proporcionan material fáctico, Lenin
decía que: “No se puede estudiar economía política... sin conocimientos previos, sin
haberse familiarizado con los muchos e importantes problemas relativos a la historia,
la estadística”21.

Por consiguiente, el acopio de hechos, su elaboración por medio de procedi-


mientos estadísticos, matemáticos y otros, es la primera etapa de la cognición políti-
co-económica (igual que en otras ciencias). Se debe tener en cuenta que los hechos
no son toda la verdad, sino solo la materia prima de la cual se debe extraer la autén-
tica verdad. Por sí solos, los hechos aún no garantizan la obtención de conclusiones
teóricas y prácticas correctas. Para extraer conclusiones científicas de la masa de
hechos escogidos es preciso comprenderlos teóricamente.

Esta segunda etapa de la cognición científica es más importante y más com-


pleja. En el proceso de la captación teórica debe resolverse un conjunto de proble-
mas: primero, de la masa de material fáctico hay que tomar lo fundamental típico,
desechando todo lo casual y secundario; segundo, es preciso poner de manifiesto
los nexos recíprocos entre los diversos hechos o grupos de hechos (es decir, cumplir
una de las primordiales exigencias del método dialéctico); tercero, del sistema de
interconexiones establecidas deben destacarse las más esenciales, firmes, reiteradas,
los nexos causa-efecto. Dicho de otro modo, en el proceso de aprehensión teórica,
el investigador debe ir de la superficie de los fenómenos y procesos, o sea de lo que
ve y percibe directamente, hacia el interior de los mismos, revelando las leyes de su
movimiento y desarrollo. En el lenguaje de la ciencia esto se denomina movimiento
de la investigación de lo concreto a lo abstracto.

Las abstracciones científicas son conceptos elaborados por los hombres en el


proceso del pensamiento teórico, conceptos separados de la diversidad inmediata de

20 Se entiende que en la investigación es posible operar también con ejemplos aislados, pero deben ser hechos típicos,
confrontables con los datos masivos de la realidad.
21 Lenin, V. I. Obras completas, óp. cit., T. IV, p. 49.
56 Francisco Chaparro Zapana

los fenómenos concretos, pero que reflejan su contenido fundamental y característi-


co. El método de la abstracción científica es particularmente importante en economía
política, en la que, a diferencia de las ciencias naturales, no es posible crear condicio-
nes artificiales a fin de examinar uno u otro fenómeno en su forma pura. Por ejemplo,
no es posible crear y variar a voluntad de los investigadores “trocitos” y “núcleos”
de los distintos tipos de relaciones de producción, por ejemplo, organizar en algún
sitio “una región de esclavismo puro” o, menos aún, “una zona socialista en el seno
del capitalismo”.

Por supuesto que esto no quiere decir que en las ciencias económicas el expe-
rimento sea absolutamente imposible. Pero es mucho más complejo y, en ocasiones,
sencillamente imposible organizar un experimento de orden político-económico. “El
análisis de las formas económicas no cuenta con la ayuda del microscopio o de los
reactivos que proporciona la química; la abstracción es la única fuerza que puede
servirle de instrumento” 22.

La abstracción, es decir, la separación mental de cualquiera de los caracteres


secundarios, accesorios, colaterales, etc., del objeto o fenómeno que se investiga,
permite poner en evidencia sus rasgos más esenciales, determinar su contenido. Pero
a pesar de toda la importancia que tiene el método para estudiar las relaciones econó-
micas, debemos tener en cuenta que será un procedimiento de cognición realmente
científico si la abstracción posee un carácter racional, o sea, si no se aparta de la rea-
lidad, del contenido fundamental de los fenómenos y procesos objetos de estudio.

Cuando, por ejemplo, los economistas burgueses contemporáneos se dedican


a bosquejar infinidad de macro y micromodelos del funcionamiento de los diferentes
sistemas económicos (empresas, ramas, la economía del país en su totalidad) y lo
hacen apartándose del carácter de las relaciones de producción en el capitalismo,
de las contradicciones antagónicas que le son inherentes, estas no son abstracciones
científicas, sino escolásticas. No constituyen un procedimiento para conocer la reali-
dad, sino que las velan y tergiversan artificialmente. En esos casos, las abstracciones
se apartan de la verdadera ciencia e incluso pueden poner de cabeza la correlación
entre el ser y la conciencia, presentando a esta última (ideas, intenciones, deseos,
etc.) como desarrollo primario, determinante del mundo material.

El método de abstracción es un medio poderoso de cognición solo en caso de


que se base en los principios ya mencionados del materialismo dialéctico, cuando los
conceptos abstraídos reflejan no el “movimiento de la razón pura”, sino la realidad
objetivamente existente.

22 Marx, C. y F. Engels. Obras escogidas, óp. cit., T. I, pp. 21-22.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 57

Por consiguiente, en la etapa de aprehensión teórica de los hechos acumulados


y sistematizados es preciso guiarse por las reglas o más exactamente por las leyes
que rigen la investigación, y que surgen de la lógica dialéctica, a fin de que la labor
siga un curso acertado y científico.

La primera de ellas consiste en que los fenómenos y procesos complejos y


multifacéticos de la vida económica real sean divididos mentalmente en niveles, en
etapas diferentes. Así, por ejemplo, al examinar el sistema de relaciones de produc-
ción de cualquier formación económico-social, una vez separados sus elementos
componentes, se debe destacar de entre ellos las relaciones más simples, las que se
repiten más a menudo, para determinar de ese modo los puntos de partida de la in-
vestigación. Esas relaciones elementales, las más simples, del sistema capitalista son
la producción y el intercambio de mercancías. La mercancía es la célula primaria,
elemental del sistema de producción capitalista; por eso Marx comienza la investi-
gación del capitalismo precisamente por la mercancía.

Esta etapa del proceso de captación teórica es la del análisis23 en la cual el


pensamiento se mueve del objeto concreto, o sea real, complejo, multifacético, a lo
abstracto, a la elaboración de conceptos más simples y elementales, mediante los
cuales se investigan las distintas partes integrantes o aspectos del objeto.

Una vez cumplida la primera tarea es preciso pasar gradualmente de lo sim-
ple a lo más complejo, de las particularidades al todo. El ascenso de lo simple a lo
complejo es, a la vez, el movimiento de lo abstracto a lo concreto, es decir, de los
conceptos y categorías abstraídas a los procesos existentes en la realidad con su va-
riedad e interdependencia. Esta etapa es la síntesis.

Por consiguiente el proceso de aprehensión teórica consiste de dos partes o


etapas: análisis y síntesis, en las cuales el pensamiento se mueve de lo concreto a
lo abstracto y, a la inversa, de lo abstracto a lo concreto. En el curso del análisis se
ponen de manifiesto los rasgos característicos y esenciales de cada parte del objeto
investigado (por ejemplo, cierto sistema de relaciones económicas), se determinan
sus caracteres o propiedades primarias y derivadas, esenciales y no esenciales. Al
efectuar la síntesis se restablece el cuadro íntegro, o sea que el objeto investigado se
examina tal como existe en la realidad. Para aclarar lo dicho veamos el proceso eco-
nómico, bastante complejo, de circulación de las mercancías. Al analizar este proce-
so ponemos de relieve sus elementos: mercancías, dinero, precio, acto de compra-
venta, etc. Después de definir las propiedades de cada elemento, es decir, de destacar
los rasgos esenciales de la mercancía, el dinero, etc., podemos, mediante la síntesis

23 El concepto de análisis es –en este caso– la división mental del todo en sus partes. No se lo debe confundir con el
concepto usual de análisis como sinónimo de concepto de investigación. En el segundo caso, análisis constituye el
proceso de examen científico multilateral del objeto, aplicando todos los procedimientos y medios conocidos.
58 Francisco Chaparro Zapana

de los conocimientos obtenidos en el curso del análisis, llegar a una noción integral
sobre este proceso, pero ya en un nivel distinto de su cognición, más profundo que
el inicial.

Engels señaló que “el pensamiento científico consiste tanto de la división de


los objetos (por consiguiente, de los fenómenos y procesos) en elementos, como de
la unión de los elementos vinculados entre sí en un sistema, en una unidad, ya que
sin análisis no hay síntesis”24.

Un principio muy importante de la lógica dialéctica es combinar en la inves-


tigación lo lógico y lo histórico. Esta unidad deriva de que lo “lógico” (el concepto)
está condicionado por lo “histórico” (el mundo objetivo); es decir, la conciencia es
determinada por la existencia y la teoría, por la práctica.

Sin embargo, dicha unidad no significa identidad plena. Al caracterizar el mé-


todo de investigación aplicado por Marx en sus trabajos económicos, Engels ob-
servó que el método lógico de Marx es el mismo método histórico, pero corregido,
depurado de los detalles secundarios, de los zigzags y desviaciones de diverso tipo
que se producen en la historia. (De este modo, Marx examina en El capital la trans-
formación de la producción mercantil simple en producción mercantil capitalista, la
génesis de la renta del suelo y otros procesos de desarrollo del modo de producción
capitalista). Lo lógico como lo histórico “corregido” refleja más profundamente la
realidad que lo meramente histórico, repleto de una serie de hechos casuales.

Por último, al hablar de los rasgos que caracterizan el método de las investiga-
ciones político-económicas, es preciso señalar que cualquier trabajo científico en este
campo debe ser una unidad de análisis cualitativo y cuantitativo (y por consiguiente
de síntesis). Por la especial importancia que tiene este principio en las circunstancias
actuales, más adelante nos detendremos a estudiarlo de manera particular.

5.4. Los niveles cognitivos de las relaciones económicas


Después de haber dado una caracterización general de los rasgos básicos del
método que aplican las investigaciones político-económicas, podemos examinar
más concreta y demostrativamente los niveles y etapas del proceso cognitivo de las
relaciones económicas, cuyo estudio constituye la tarea fundamental de la economía
política de cada modo de producción.

El primer nivel de la cognición por los hombres de sus relaciones económicas


es el conocimiento empírico, que resulta de la observación y percepción directas de
los hechos que tienen lugar en la vida cotidiana. Se entiende que en la percepción

24 Marx, C. y F. Engels. Obras escogidas, óp. cit., T. VI, p. 39.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 59

(contemplación) directa solo se reflejan en la conciencia de los hombres los rasgos


exteriores, superficiales, de unos u otros fenómenos y procesos, así como también
las interconexiones superficiales entre los mismos (por ejemplo, las mercancías se
venden por dinero, y cuanto más cara es una mercancía es necesario pagar más di-
nero por ella).

Hay que hacer notar que ya la cognición empírica va elaborando algunos con-
ceptos e impone a los hombres determinadas reglas de conducta, pues se opera una
acumulación de experiencia y una adaptación intuitiva a las circunstancias. Así como
el herrero de una aldea que no tiene una noción clara de las leyes de la mecánica,
pero actúa en correspondencia con ellas, los pequeños comerciantes y artesanos no
conocían la ley del valor; sin embargo, basándose en la experiencia diaria, se adap-
taban a su acción al producir y vender sus mercancías.

Ya hemos señalado al comienzo de este capítulo, que la economía política


empezó a transformarse de ciencia descriptiva de la “administración de la casa” o
“administración del Estado” a una ciencia auténtica solamente cuando se desarro-
llaron suficientemente las relaciones capitalistas, tanto en la producción como en el
intercambio de mercancías, es decir, cuando estos procesos adquirieron un carác-
ter regular y masivo. Observarlos y generalizarlos permitió a los hombres captar el
contenido de estos procesos, responder a interrogantes del tipo: cómo y por qué las
mercancías se intercambian por dinero, en qué se basa la diferencia de precios de las
distintas mercancías. De este modo, en el proceso del conocimiento de la realidad se
fue operando el paso gradual de la contemplación directa (etapa empírica) al pensa-
miento teórico abstracto. En su curso, a medida que el pensamiento se movía de la
superficie de los fenómenos y procesos hacia su profundidad, se iban precisando y
modificando sus nociones anteriores sobre uno u otro objeto (se pueden comparar,
por ejemplo, las ideas sobre las fuentes de la riqueza de la sociedad en los mercanti-
listas, los fisiócratas y los clásicos ingleses de la economía política burguesa).

Es preciso advertir que el conocimiento de la realidad, en especial su capta-


ción teórica, es un proceso prolongado y en constante desarrollo. Para que adopte
un carácter científico hace falta –además de hechos masivos– un método correcto de
estudio. Y aunque los representantes de la economía política clásica burguesa dieron
un enorme paso en lo referente a la transformación de los conocimientos económicos
en ciencia, su imagen teórica del sistema capitalista distaba de reflejar plenamente
la realidad, porque no llegaron a conocer el método de la dialéctica materialista. Por
eso, solamente Marx y Engels dotaron de una auténtica base científica al proceso de
cognición de las relaciones económicas.

Durante el estudio y aprehensión teórica de la realidad, los diversos aspectos y


procesos del sistema de relaciones económicas son registrados por la conciencia en
forma de conceptos lógicos generalizados o categorías económicas.
60 Francisco Chaparro Zapana

Como todas las categorías científicas, las económicas son peldaños lógicos en
la escalera infinita de la cognición del mundo objetivo que nos rodea. Fijan y graban
los conocimientos obtenidos en el proceso de la cognición. “Las categorías econó-
micas –señaló Marx– no son más que expresiones teóricas, abstracciones de las rela-
ciones sociales de producción” 25. La particularidad fundamental de estas categorías
consiste en que son efímeras en su mayoría, porque las relaciones económicas que
se reflejan en ellas están en un proceso incesante de modificación y desarrollo. Por
eso, “estas categorías tan poco son eternas como las relaciones a las que sirven de
expresión. Son productos históricos y transitorios” 26.

Existen, por cierto, categorías que reflejan las condiciones más generales de
la producción social tales como los elementos integrantes de las fuerzas productivas
y los vínculos entre ellas, por ejemplo, “producción de bienes materiales”, “produc-
tividad del trabajo social”, “medios de producción”, “fuerza de trabajo”, “división
del trabajo”, “producto social global”, etc. En cierto sentido se puede decir que son
verdades eternas. Pero la cantidad de dichas categorías es limitada, y operando solo
con ellas es imposible descubrir y comprender los rasgos característicos y las parti-
cularidades de un sistema económico históricamente determinado.

Cada sistema o modo de producción, que se distingue por su tipo de relacio-


nes de producción, posee también su propio sistema de categorías económicas. Por
ejemplo, son categorías específicas de la producción capitalista: “propiedad capita-
lista de los medios de producción”, “mercancía-fuerza de trabajo”, “trabajo asalaria-
do”, “capital”, “plusvalía”, “ganancia”, “competencia”, etc.

La deducción de las categorías económicas es un paso muy importante, pero


no el último en el camino que lleva a penetrar en la esencia de las relaciones eco-
nómicas. Por medio de las categorías estudiamos algunos aspectos, formas y condi-
ciones de la vida económica de la sociedad, ascendiendo poco a poco en espiral los
peldaños del conocimiento científico: de lo inferior a lo superior y de lo simple a lo
complejo.

El paso más importante y más complejo en el proceso de aprehensión cientí-


fica de la realidad es aclarar y descubrir las leyes económicas objetivas inherentes a
cada sistema de relaciones de producción, lo cual constituye precisamente la meta
fundamental de la economía política. No es casual que Engels, al definir su conteni-
do subrayara que “es la ciencia de las leyes que rigen la producción y el intercambio
de los medios materiales de vida en la sociedad humana” 27.

25 Ibídem, T. VII, p. 74.


26 Ibídem.
27 Ibídem, T. VI, p. 121.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 61

Para responder a la pregunta: ¿qué es una ley económica?, nos remitimos a la


tesis de Lenin sobre el concepto de leyes de la ciencia en general. “Ley es lo perma-
nente (lo persistente) en los fenómenos (...). Ley y esencia son conceptos del mismo
tipo (del mismo orden); o más bien del mismo grado, y expresa la profundización del
conocimiento, por el hombre, de los fenómenos del mundo, etc.” 28. “El concepto de
ley es una de las etapas de la cognición por el hombre de la unidad y de la conexión,
de la dependencia recíproca y la totalidad del proceso mundial” 29.

Teniendo como base estas tesis podemos determinar que la ley económica es
el nexo y la interdependencia permanente, esencial, causa-efecto en los fenómenos
y procesos de la vida económica de la sociedad.

El desarrollo económico de la sociedad es regulado por la acción de leyes


objetivas. Las leyes surgen, independientemente de la voluntad de los hombres, a
consecuencia de determinadas condiciones económicas, cuya vigencia se extingue al
desaparecer las mismas. Las leyes económicas regulan el desarrollo de las relaciones
de producción; gobiernan las relaciones sociales de producción y distribución de los
bienes materiales y espirituales de la sociedad.

Los hombres no pueden destruir ni crear a su antojo las leyes económicas.


Pueden únicamente llegar a conocerlas y apoyarse en ellas para hacer cambiar las
condiciones económicas en interés de la sociedad. Pero, actuando sobre la vida eco-
nómica en consonancia con las leyes que se conocen y con las necesidades ya madu-
ras de su desarrollo, los hombres contribuyen a que surjan nuevas relaciones econó-
micas con nuevas leyes inherentes a ellas.

En una sociedad clasista, la utilización de las leyes económicas tiene siem-


pre un carácter de clase. Las clases de avanzada o de vanguardia de la formación
socioeconómica de que se trata se valen de las leyes económicas para impulsar el
desarrollo progresivo de la sociedad, mientras que las clases caducas y conservado-
ras se oponen a ello.

Cada modo de producción lleva consigo su ley económica fundamental.


Esta expresa la esencia del modo de producción de que se trata; es la ley que rige
su movimiento y define la trayectoria central de desarrollo de la sociedad. Además,
se halla en interdependencia con las demás leyes económicas de la sociedad en
cuestión y ejerce sobre ellas una influencia predominante.

28 Lenin, V. I., Obras completas, óp. cit., T. XLII, p. 146.


29 Ibídem.
62 Francisco Chaparro Zapana

Tanto las categorías como las leyes económicas reflejan una misma realidad
objetiva, o sea, las relaciones sociales de producción de los hombres; esto las une y
las hace semejantes entre sí. En cierto sentido, se puede decir que la ley es también
una categoría del conocimiento científico. Pero mientras que en las categorías eco-
nómicas se ilumina, se destaca un aspecto cualquiera o una faceta de las relaciones
de producción, la esencia de un fenómeno (por ejemplo, de la mercancía, el dinero,
la fuerza de trabajo, el salario, etc.), en las leyes económicas se descubre la interco-
nexión, la dependencia interna de algunos o muchos fenómenos del mismo orden.
En otras palabras, en las categorías se registra lo estático, en tanto que en las leyes se
expresa la dinámica, los procesos de movimiento y desarrollo de la vida económica
de la sociedad. La deducción de las categorías es resultado del análisis, el estableci-
miento de las leyes es fruto de la síntesis científica.

Lo dicho evidencia que la revelación de las leyes económicas constituye la


etapa más elevada de la cognición científica, la cual puede llevarse a cabo solo sobre
la base de la definición previa de las categorías económicas. Por ende, descubrir y
estudiar las leyes económicas es la tarea primordial de la economía política.

6. EL CARÁCTER CLASISTA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

En la sociedad de clases, toda ciencia, sea esta una ciencia natural o social, es
instrumento de la lucha de clases, puesto que cada clase la utiliza en su propio prove-
cho y para el logro de sus objetivos. Ello sucede también con la Economía política al
estudiar los problemas reales y de más candente actualidad que afectan los intereses
vitales de las diferentes clases de la sociedad. Sin embargo, el contenido, los datos
objetivos de las ciencias que estudian la naturaleza y se ocupan del aspecto técnico
de la producción son indiferentes respecto a las clases sociales, ya que se ocupan de
las relaciones entre el hombre y la naturaleza, de los procesos concretos de la pro-
ducción material. Por tanto estas ciencias pueden ser utilizadas en igual medida por
los integrantes de diferentes clases, en beneficio de cualquiera de ellas. Por ejemplo,
la ley de la gravitación universal ha servido con igual éxito y sigue sirviendo a todas
las clases de la sociedad. Mas el hecho de que las ciencias naturales, según su índole,
no sean clasistas en su esencia, no descarta la posibilidad de su uso partidista.

Tampoco las ciencias naturales y técnicas se desarrollan al margen de deter-


minadas relaciones de producción. Los intereses y los criterios de la clase dominante
influyen en su metodología o en su interpretación filosófica de las conclusiones. La
clase dominante, sea cual fuere la sociedad, tiende a aprovecharse de la ciencia para
su propio interés. La burguesía, por ejemplo, propende a la utilización de datos de
las ciencias naturales y técnicas para incrementar sus ganancias. A diferencia de las
ciencias naturales y técnicas, la Economía política es clasista y partidista incluso por
su contenido. Dado que estudia las leyes de la aparición, desarrollo y extinción de
los diversos períodos y fases de la producción y, por consiguiente, de las diversas
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 63

clases de la sociedad, se ocupa de los intereses más vitales de todas estas, y explica
el hecho de que las distintas clases enfoquen y aprecien de manera distinta tales o
cuales fenómenos de la vida económica.

Por eso, refiriéndose a la Economía política en la sociedad burguesa, Marx


advirtió que “la libre investigación científica tiene que luchar con enemigos que
otras ciencias no conocen. El carácter especial de la materia investigada levanta
contra ella las pasiones más violentas, más mezquinas y más repugnantes que anidan
en el pecho humano: la furia del interés privado. La venerable Iglesia Anglicana, por
ejemplo, perdona de mejor grado que se nieguen 38 de sus 39 artículos de fe que el
que se le prive de un 1/39 de sus ingresos pecuniarios” 30.

Así se explica, precisamente, por qué no existe una Economía política úni-
ca, imparcial y común a todas las clases de la sociedad, sino que existen varias: la
Economía política burguesa, la proletaria y la pequeño-burguesa (de las clases
medias). De ahí se desprende que los economistas burgueses se equivocan de medio
a medio al afirmar que la economía política es una ciencia neutral, situada al margen
de los partidos, que nada tiene que ver con la lucha de clases que se libra en el seno
de la sociedad capitalista ni guarda relación, abierta o embozadamente, con ninguna
agrupación política.

¿Es posible una economía política objetiva, imparcial, que no tema a la ver-
dad? Sí, sin duda que es posible. Pero esta solamente puede ser la de las clases, que
no se hallan interesadas en ocultar las contradicciones; las lacras del capitalismo; las
clases cuyos intereses se confunden con la meta de liberar a la sociedad de la explo-
tación y se identifican con los intereses del desarrollo progresivo de la humanidad.
Estas son las clases trabajadoras, en especial la clase obrera. Por tanto, no hay ni pue-
de haber más economía política objetiva que la que se apoya en los intereses de las
clases explotadas. Y esta es la economía política marxista científicamente objetiva.

La economía política burguesa nació en el período en que la clase represen-


tada luchaba contra el feudalismo con vistas a consolidar el régimen de producción
capitalista. Mientras la burguesía era una clase progresista, sus intereses coincidían
en cierta medida con el curso objetivo del desarrollo económico de la sociedad. En-
tonces estaba interesada en el estudio objetivo de las leyes de la realidad económica.
Los clásicos de la economía política burguesa, Adam Smith y David Ricardo, podían
hasta cierto punto combinar en sus obras el partidismo burgués con la exposición
objetiva y con la escrupulosa investigación científica, aunque su partidismo no podía
menos que conducirles a la distorsión y el subjetivismo en cuanto a las apreciaciones
de las perspectivas del desarrollo histórico de la sociedad capitalista.

30 Marx, Carlos. El capital, óp. cit., T. 1, p. XII (Prólogo).


64 Francisco Chaparro Zapana

Con la evolución del capitalismo y al incrementarse la lucha de clases, cuando


el proletariado sale a la palestra como clase independiente, la burguesía deja de ser
una clase progresista, y su economía política pasa al campo de lo anticientífico y lo
vulgar. En vez de descubrir las leyes del desarrollo del capitalismo, pretende lograr
un fin: negar, ocultar y distorsionar las contradicciones flagrantes del capitalismo y,
con ello, poner a salvo su existencia, al extremo de sostener que sus estructuras son
imperecederas31.

Los dirigentes y teóricos más destacados de la clase obrera, Carlos Marx y Fe-
derico Engels, fueron también los fundadores de la Economía política proletaria. En
su genial obra El capital, Marx descubrió las leyes sobre la aparición, el desarrollo y
el hundimiento del capitalismo y señaló los fundamentos económicos sobre los que
descansa el carácter inevitable de la revolución socialista. Marx y Engels expusieron
en sus rasgos más generales la doctrina del período de transición del capitalismo al
socialismo, cuyos postulados son totalmente compatibles con las necesidades de la
democratización y la moralización de la sociedad capitalista contemporánea.

La teoría económica marxista encontró posteriormente en Vladimir Ilich Le-


nin, fundador del Partido Comunista y del Estado Soviético, al genial continuador
de la obra de Marx y Engels. Lenin creó la teoría económica marxista de la etapa del
capitalismo imperialista y la nueva teoría de la revolución socialista. Por tanto, estos
tres pensadores fueron los que crearon la economía política objetivamente científica,
la que pe rtrecha a la clase obrera y a toda la humanidad progresista con una podero-
sa arma ideológica en su lucha por liberarse de la explotación capitalista. La fuerza
vital de la teoría económica del marxismo-leninismo reside en que fortalece a las
masas trabajadoras con el conocimiento de las leyes del desarrollo económico de la
sociedad, les da claridad de perspectivas y les infunde la convicción científica del
triunfo final del socialismo, de un mundo nuevo sin explotadores ni explotados.

31 Ver: Fukuyama, Francis. El fin de la Historia y el último hombre. Buenos Aires, 1998. Toffler, Alvin. El shock del futuro.
Barcelona, 1980; y otros.
CAPÍTULO II

El sistema económico o modo de producción


comunal primitivo

La información para el estudio del primer sistema económico-social de la his-


toria de la humanidad nos la proporcionan ciencias como la antropología, paleonto-
logía, geología, arqueología, etnografía, lingüística, entre otras.
El estudio del régimen comunal primitivo, aunque muy lejano para nosotros,
es de enorme importancia en la historia de la sociedad humana, porque en ella co-
menzaron a formarse los primeros elementos básicos de toda la evolución posterior
de la vida material y espiritual del hombre (capacidades productivas y hábitos de
consumo, normas de convivencia, etc.). Por eso cuando estudiamos los fenómenos
económico-sociales contemporáneos de mayor complejidad para alcanzar un cono-
cimiento coherentemente científico, casi siempre debemos escudriñar sus raíces en
las entrañas de la sociedad primitiva.
La época del régimen comunal primitivo (que duró aproximadamente hasta
el IV milenio antes de nuestra era, para los pueblos más adelantados de entonces)
comprende varias fases y especies intermedias. Esta época se caracteriza por la sepa-
ración del hombre del reino animal, o sea su tránsito del estado zoológico al estado
social. Según el esquema de periodización histórica de Engels y Lewis Henry Mor-
gan, esta época comprende dos grandes tramos: la etapa pregentilicia (o período del
estado salvaje, anterior a las “gens”) y la etapa gentilicia (o período de la barbarie,
o de las “gens”)1.

1. ETAPA DEL SALVAJISMO O DEL RÉGIMEN PREGENTILICIO:


SURGIMIENTO Y FORMACIÓN DEL HOMBRE

1.1. Estadio inferior del salvajismo: situación de completa dependencia del


hombre de la naturaleza
Hace aproximadamente 30 millones de años habitaron la Tierra los Parapite-
cos, variedad más remota de simios que dio origen a los Driopitecos que, según la

1 Ver: Engels, Federico. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Marx, C. y Engels F. Obras escogidas.
T. 21. (cita traducida del ruso por Francisco Chaparro Zapana).
66 Francisco Chaparro Zapana

ciencia, constituyen el tronco ancestral común más remoto del hombre y de los an-
tropomorfos actuales. Hacia los 7 millones y los 300 000 mil años atrás2, entre fines
de la era terciaria y comienzos de la cuaternaria, en diversas regiones templadas y
húmedas de África, Europa y Asia habitaron diversos especímenes de antropoides
altamente desarrollados (de caminar casi regularmente erguido y con una masa encé-
falo-craneana que bordeaba entre los 600 y 900 gramos), como el ATLANTROPO,
el AUSTRALOPITECO, el PITECÁNTROPO, el SINÁNTROPO, etc., dentro de
los cuales, a través de un largo proceso de desarrollo de sus habilidades productivas
de trabajo semiinstintivo, emergió el Homo sapiens3, entre los 600 y 300 mil años
a.n.e., aproximadamente. Su aparición representa, pues, una de las más grandiosas
transformaciones operadas en el desarrollo de la naturaleza.

El hombre en su primer estadio de desarrollo, durante la época pregentilicia, o


período de transición de la fase animal a la social, vive un largo tiempo consumiendo
plantas, frutas, semillas, raíces y algunos animales menores, a los que él accede con
su incipiente actividad “productiva”, cuya práctica continua le permite adoptar gra-
dualmente la posición de caminar erguido y desarrollar, al mismo tiempo, el pulgar
opuesto a los demás dedos de la mano, por lo que podía coger los objetos con mucha
más ventaja que los demás antropoides4. Esta transformación se inicia cuando los
antepasados comienzan a usar productos de la naturaleza como instrumentos de tra-
bajo. Sin embargo, la diferencia definitiva entre el hombre y los animales arranca del
momento en que él crea sus propios instrumentos de trabajo, por más rudimentarios
que hayan sido aún. En cambio, los simios podrán continuar usando el palo o la pie-
dra para derribar los frutos del árbol, para atacar o para defenderse, pero hasta ahora
no han llegado nunca a producir el más rústico de los instrumentos de trabajo.

2 National Geographic Channel, junio-2006. El Comercio, suplemento El Dominical, 02.01.2005, pp. 1 y 8-9.
3 Visto desde la perspectiva de las ciencias naturales, el hombre es un ser constituido de acuerdo a las leyes que
rigen el conjunto entero de la naturaleza. Las ciencias biológicas lo consideran como una especie incluida dentro del
orden zoológico de los primates. Hoy ningún biólogo pone en duda la teoría de la evolución de las especies, según
la cual unas especies han surgido de otras, siguiendo un proceso de desenvolvimiento que se remonta a la aparición
de la vida sobre la Tierra hace mucho más de mil millones años.
4 La originalidad biológica humana “puede determinarse teniendo en cuenta los siguientes rasgos: posición vertical,
erecta; constitución y uso de la mano como órgano de aprehensión; rostro pequeño en relación al volumen del
cráneo; un cerebro excepcionalmente grande; y órganos de fonación especiales. Es su unidad dinámica la que da
al hombre originalidad biológica. Estos rasgos son particularmente importantes tomados en conjunto y consideran-
do su funcionamiento correlacionado. Cada uno de ellos está vinculado con los otros en su surgimiento evolutivo.
En efecto, la posición vertical ha posibilitado la liberación de las manos y su especialización como órgano prensor
para el trabajo, lo cual ha permitido a su vez la liberación de las mandíbulas y su orientación hacia los usos de la
fonación. El aligeramiento de las mandíbulas ha hecho posible el crecimiento del cráneo en la medida necesaria
para permitir una gran expansión del cerebro. Por su parte, el cerebro así desarrollado ha determinado el desen-
volvimiento del lenguaje articulado y este, a su vez, por el paso de la expresión oral a la escritura, una acentuación
del uso instrumental de la mano. Es preciso también destacar que el cerebro del hombre es notable no solo por su
tamaño, es decir, por el número de neuronas que lo componen (catorce mil millones), sino además y sobre todo
por la complejidad y variedad de las relaciones nerviosas que ese gran número de células permite, o sea, por su
enorme riqueza funcional. Considerando todos estos caracteres y sus interconexiones se puede pues decir que el
tipo humano es una nueva estructura biológica en movimiento. (Salazar Bondy, Augusto y Francisco Miró Quesada.
Introducción a la Filosofía y la Lógica. Lima. Ed. Universo; 1978, pp. 15-16.; palabras en cursiva y negrita por F.
Ch .Z.).
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 67

Desde esta perspectiva resulta interesante determinar el salto dialéctico en


donde las leyes de la evolución biológica quedan subsumidas por las leyes de la evo-
lución histórica, es decir, el punto crítico en donde se puede legítimamente hablar de
la historia humana en lugar de la evolución natural. La historia humana –si bien se
divide convencionalmente a la historia en el sentido más amplio– existe desde que
los homínidos fueron capaces de transformar de manera más o menos consciente su
propio entorno y con ello transformarse a sí mismos y sus relaciones sociales (crean-
do cultura, lenguaje, arte, instituciones sociales y estatales, etc.)5.

Durante centenares de miles de años, el hombre primitivo vivió principal-


mente de la recolección de productos alimenticios de la naturaleza, cuya labor la
realizaba colectivamente con ayuda de herramientas muy rústicas, utilizando piedras
y palos tal como se encontraban. Entre el estadio de la utilización de piedras y palos,
tomados y usados en su estado natural, y el de su elaboración, media una época muy
larga en la que, si bien los instrumentos aún no eran elaborados en lo mínimo, no
todos los palos y piedras eran considerados como instrumentos aptos, sino que eran
escogidos del derredor con cierto criterio. La existencia de la comunidad primitiva
se inició el día en que el hombre dejó de buscar por la mañana la piedra y el bastón
necesarios para procurarse el alimento, y lo consiguió con la piedra y el palo que
había recogido y conservado del día anterior, o quizá del día tras anterior aun; es
decir, cuando empezó a agenciarse su propio alimento provisto con los instrumentos
usados ya con anterioridad.

Entonces, la fabricación de herramientas, la transformación social del hombre


conjuntamente con sus herramientas (conjunto llamado fuerzas productivas), consti-
tuye la clave de la historia humana porque es el factor decisivo que nos diferencia del
resto del reino animal y nos sitúa en el terreno de la sociedad humana: una realidad
cambiante que se emancipa de las leyes de la biología y que se rige por las leyes
objetivas de la historia; leyes descubiertas por Marx y Engels. Por eso en el estudio
del surgimiento y desarrollo dialéctico de los primeros homínidos se encuentran las
claves del desarrollo y funcionamiento del cerebro y la ruta que nos lleva del “mono”
al hombre; los elementos que nos conducen, pues, de la evolución biológica a la
historia humana se encuentran en germen en estos antepasados de más de 6 millones
de años de antigüedad, en ellos residen las claves del surgimiento de la historia: la
locomoción bípeda y una mano estructuralmente capaz de fabricar herramientas.

La esencia del ser humano radica en la capacidad de transformar su entorno,


sus relaciones sociales y a si mismo por medio del desarrollo de herramientas, en

5 No obstante, Marx afirma en la ideología alemana que solo con las revoluciones socialistas comienza la historia de
la humanidad y constituye su prehistoria.
68 Francisco Chaparro Zapana

supeditar la naturaleza a sus propìas relaciones sociales objetivas que reflejan el


desarrollo de las fuerzas productivas, un desarrollo que no depende esencialmente
de la subjetividad humana, sino que, al contrario, refleja e interactúa dialécticamente
con su base material. No existe una esencia metafísica, inmutable, separada del des-
envolvimiento histórico humano; paradójica y dialécticamente la esencia humana es
permanentemente cambiante, y está dada en la transformación conciente del medio
por el hombre, a través de la creación y transformación de ciencia y tecnología y
gracias a ello la transformación del hombre en sus relaciones sociales, físicas e in-
telectuales.

Así, el trabajo realizado sistemáticamente contribuyó a transformar todo el or-


ganismo humano, consolidando definitivamente su posición vertical y diferenciando
completamente sus extremidades anteriores de las posteriores. Asimismo, gracias a
la utilización de los instrumentos naturales, inicialmente, los hombres primitivos po-
dían alimentarse no solo de vegetales, sino también de la carne de diferentes anima-
les, que regularmente les suministraba las proteínas indispensables para el desarrollo
de todo el organismo y en especial del cerebro. Debido al desarrollo del cerebro, el
trabajo poco a poco fue dejando de ser una actividad enteramente instintiva para
tornarse cada vez más consciente.

Simultáneamente, en todo este proceso va surgiendo y desarrollándose el len-


guaje articulado como medio de comunicación. En los inicios, cuando los hombres
vivían en grupos muy pequeños, a lo más de 15 a 25 individuos, la comunicación se
hacía a través de gritos y gestos (modulados con diferentes intensidades de acuerdo
con lo que se pretendía expresar, transmitiéndose solamente las ideas más sencillas
y rudimentarias), que se van transformando gradualmente en sílabas y palabras aún
poco coherentes. Los hombres tienen la necesidad de sintetizar las imágenes de la
realidad que los circunda en conceptos que se expresan a través de las palabras. Por
eso, más tarde, cuando los hombres viven ya en grandes grupos aislados entre sí,
estas palabras llegan a configurar los idiomas, los cuales son diferentes del resto de
lenguajes articulados de los demás grupos humanos. Así, el lenguaje desempeña la
función de instrumento imprescindible del desarrollo de la sociedad, permitiendo
sobre todo la comunicación en la organización y la ejecución mancomunadas de las
actividades productivas de los hombres.

“Por lo demás, el habla no es únicamente un vehículo por medio del cual


los padres transmiten sus propias experiencias a los hijos. También es un medio de
comunicación entre todos lo miembros de un grupo humano que habla el mismo
lenguaje, o sea, que observa convenciones comunes respecto a la pronunciación de
los sonidos y a los significados atribuidos a ellos. Cada uno de los miembros puede
comunicar a los demás lo que ha visto y hecho, y todos pueden comparar sus accio-
nes y reacciones. Así se mancomunan las experiencias de todo el grupo. Lo que los
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 69

padres imparten a sus hijos no son simplemente las lecciones de su propia experien-
cia personal, sino algo mucho más amplio: la experiencia colectiva del grupo. Tal
es la tradición que pasa de generación en generación, cuyo método de transmisión,
con ayuda del lenguaje, parece ser una peculiaridad de la familia humana Y esta
peculiaridad constituye la diferencia vital definitiva entre la evolución orgánica y el
progreso humano”6.

Como los antepasados más remotos del hombre, que vivían en el mundo
animal en manadas salvajes, también los primeros hombres vivieron en manadas y
hordas semisalvajes. Simultáneamente a la aparición del hombre surgió la sociedad
humana. A lo largo de un proceso de desarrollo bastante prolongado, fueron estre-
chándose entre los hombres relaciones diferentes a las del mundo animal, relaciones
económicas y socioculturales basadas en el trabajo. A diferencia de sus predecesores,
solo el hombre comenzó a producir los medios de sustento necesarios valiéndose de
instrumentos de trabajo.

La escasez de alimentos motivaba, a veces, que se manifestase entre los hom-


bres primitivos la antropofagia. En aquel entonces dependían casi íntegramente de
la naturaleza que los circundaba. El proceso que permitió al hombre dominar las
fuerzas de la naturaleza transcurrió con extremada lentitud, porque sus instrumentos
de trabajo eran también extremadamente rudimentarios. Entre las primeras herra-
mientas toscamente talladas que actuaban potenciando artificialmente los órganos
de su cuerpo destacan: la piedra, que ejercía como la prolongación del puño para la
acción de golpear; y el palo, como la prolongación del brazo extendido para coger,
empujar o golpear.

En aquella fase más remota de la época pregentilicia, las condiciones de vida


del hombre eran muy precarias. Por lo general los hombres estaban subalimentados,
y el alimento, además de insuficiente en cantidad, era pésimo en su calidad nutriti-
va. Por tanto, la fuerza de trabajo que podían desplegar era mínima. Graham Clark
ilustra de manera muy elocuente esta situación, suponiendo que “si fijamos la fuerza
de un hombre en un décimo de caballo de fuerza y consideramos que la fuerza de
los niños, de los ancianos y de los enfermos era inferior, nos encontramos con que la
energía máxima de los mayores grupos sociales de la edad salvaje alcanzaban apenas
un caballo de fuerza. Comparada con la unidad de medida moderna, la energía total
de los hombres que vivieron en Europa en la edad salvaje no superó quizá nunca a
la energía de un cuatrimotor de bombardeo. También se debe tener presente que esta
fuente de energía tan magra solo podía ser utilizada de manera insuficiente, por las

6 Childe, Gordon. Los orígenes de la civilización.htm//www.noda50.org/ciencia_popular/articulos/childe.htm


- 07/07/2009
70 Francisco Chaparro Zapana

malas condiciones de alimentación y por la consiguiente incapacidad para trabajar


en forma continuada durante un período muy prolongado”7.

En aquella época no hubo en general ninguna forma de división del trabajo,


ni siquiera entre los sexos, porque varones y mujeres compartían actividades pro-
ductivas del mismo género. Por eso, durante mucho tiempo, el trabajo del hombre
primitivo a duras penas rendía solo el producto necesario para satisfacer sus necesi-
dades de vida más elementales, era todavía incapaz de crear el excedente económico
o plusproducto.

1.2. Estadio intermedio del salvajismo: producción de los primeros instru-


mentos de trabajo
El hombre “completo”, el hombre que produce instrumentos y que utiliza el
fuego, vive en un nivel relativamente superior al del ser primitivo y prehumano del
primer estadio de la época salvaje. Por una parte, ya no utiliza palos y piedras tal
como caen en sus manos, sino que los trabaja; por otra, ya no vive solo de los frutos
de la naturaleza que recoge afanosamente, buscándolos por aquí y por allá, sino que
está en condiciones de proveerse medios de alimentación que hasta ahora le eran
inaccesibles, que solo la caza y la pesca los convierten en su presa.

Pero aún tienen lugar otras transformaciones: las mejores condiciones de ali-
mentación requieren que se extienda el espacio vital de los hombres. El territorio
dentro del cual buscan sus medios de sustento se amplía extraordinariamente hasta
abarcar centenares de kilómetros, que son recorridos durante el año para proveerse
de carne en mayor abundancia. La captura de peces para la alimentación restringe,
por otra aparte, la superficie a través de la cual deben desplazarse los hombres en
busca de aquellos medios. En parte, la pesca empieza a emancipar a los hombres de
las estaciones, y hacia fines de la época salvaje, en el período de transición a la bar-
barie los conduce a cierto estado sedentario. Los primeros campamentos con alguna
estabilidad estaban situados en zonas donde los hombres podían vivir, en proporción
no desechable, de la pesca. Sin embargo, la actividad de la mujer, que recolecta
plantas, frutos, raíces, semillas, etc., conserva gran importancia tanto en las tribus de
cazadores como en las de pescadores.

Estos progresos, que determinaron sustanciales modificaciones en el proceso


de desarrollo del hombre, se potenciaron con el descubrimiento del fuego, al que
siguió más tarde su encendido y conservación. El descubrimiento de las propiedades
del fuego fue una de las conquistas de mayor trascendencia para el hombre primitivo
en su lucha con la naturaleza, porque cambió sustancialmente las condiciones mate-
riales de su vida. El fuego lo utilizaba tanto para asar sus alimentos: carne, pescado,

7 Clark, Graham. From Savagery to Civilization. London, 1946, p. 26.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 71

plantas, raíces feculentas, tubérculos, etc., como para elaborar algunos instrumentos
de trabajo, además, para protegerse del frío y de las fieras. Solo así, después de
centenares de miles de años, a tientas y a fuerza de rodar a la ventura acumulando
experiencias muy lentamente, el hombre aprendió a producir los más elementales
instrumentos aptos para golpear, cortar, remover la tierra y para realizar algunas
otras operaciones muy simples a las que se reducían entonces casi todas sus activi-
dades productivas.

En el transcurso de un tiempo muy prolongado –al cabo del cual se diferencia-


ron del mundo animal–, los hombres habían vivido en manadas, en hordas. Pero, al
perfeccionarse los instrumentos de trabajo, la horda primitiva fue cediendo su lugar,
necesariamente, a una colectividad de producción más sólida y dotada de mayor
cohesión interna. Fueron ensanchándose más y más los límites de la cooperación
simple entre los hombres. En aquella época de desarrollo, los lazos de parentesco
adquieren una importancia decisiva para la agrupación de sus miembros. Surge así
la necesidad de pasar de la horda primitiva salvaje a la organización gentilicia de la
sociedad. En los primeros tiempos, la “gens” era un grupo circunscrito solo a unas
cuantas decenas de personas unidas entre sí por vínculos sanguíneos.

En la sociedad primitiva, los instrumentos de trabajo eran tan rudimentarios


que no permitían al hombre hacer frente por sí solo a las fuerzas de la naturaleza.
De ahí la necesidad del trabajo colectivo y de la propiedad también colectiva o co-
munitaria de la tierra y demás medios de producción. Por eso, no fue posible que el
hombre primitivo conociera la propiedad privada sobre los medios de producción,
ni que existieran clases sociales que posibilitaran la explotación del hombre por el
hombre. Simplemente, no existían productos excedentes de los cuales apropiarse.
Solo algunos instrumentos de producción, que servían al mismo tiempo como ar-
mas para defenderse de las fieras, pertenecían en propiedad personal a determinados
miembros de la comunidad por la necesidad de su uso. La propiedad social existía
dentro de los límites de cada comunidad por separado; se trataba de comunidades
relativamente pequeñas, más o menos aisladas unas de otras.

1.3. Estadio superior del salvajismo: aparición de la ganadería y la agricultu-


ra incipientes
Hacia fines de la época salvaje, en el período de transición del salvajismo a la
barbarie, la pesca emancipa al hombre de los períodos estacionales, conduciéndolo a
cierto estado sedentario en los primeros campamentos construidos por él. Así como
la pesca funda lo que podemos llamar la civilización doméstica, sedentaria, la caza
trae consigo la primera división del trabajo; la división natural de trabajo según el
sexo y la edad al interior de la propia comunidad. En efecto, la constitución física
permite que los hombres tiendan a especializarse en la caza (incluida la preparación
de los instrumentos); mientras que las mujeres, tanto en las tribus cazadoras como
72 Francisco Chaparro Zapana

en las pescadoras, debían especializarse –además de amamantar a sus hijos el ma-


yor tiempo posible– en todos los trabajos restantes, como recoger plantas, semillas,
frutos, raíces, etc. Cuanto mayor importancia llega a tener la caza en la vida de los
hombres, tanto más nítida se hace la división del trabajo. Entre los instrumentos de la
última fase de la época pregentilicia, usados para la caza y la recolección, figuran: el
puñal, el arco y la flecha, aparecidos después de la invención del bastón, la clava, el
raedor y la lanza con punta; y para la pesca: la red, el anzuelo, el arpón y las prime-
ras embarcaciones primitivas. Estos instrumentos hicieron posible una caza mayor y
dieron impulso a la pesca. Con todos estos logros, los hombres empiezan a liberarse
más o menos de las condiciones del clima y del lugar, lo que les permite poblar una
mayor extensión territorial.

Al establecerse la organización social gentilicia, las relaciones entre los sexos


experimentaron un cambio radical. Anteriormente, en el seno de la horda prevale-
cían unas relaciones sociales muy desordenadas entre hombres y mujeres. Se prac-
ticaba el incesto, y ello obstruía su crecimiento. Era una necesidad imperiosa que
las relaciones entre los sexos se ordenasen, imponiéndose la exogamia (prohibición
de relaciones conyugales entre consanguíneos). El resultado fue que las comunida-
des primitivas que no practicaban el incesto se desarrollaban más rápidamente que
aquellas donde las relaciones matrimoniales entre consanguíneos eran habituales. Se
comenzó a difundir la exogamia, la práctica de casarse entre individuos de distintas
“gens”, con lo que se ampliaban las posibilidades de la cooperación simple y se im-
pulsaba el desarrollo de las fuerzas productivas. Al pasar el tiempo, fue aumentando
el número de personas agrupadas dentro de cada “gens”, hasta llegar a contarse cen-
tenares de individuos. Fue extendiéndose la costumbre de la vida comunal. Las ven-
tajas del trabajo colectivo estimulaban cada vez más a los hombres a formar grupos.
Así, varias “gens” conformaban una tribu, que fue la forma superior de organización
en la sociedad comunal primitiva.

En aquella sociedad, las actividades de trabajo de los hombres se basaban


en la cooperación simple, que era la aplicación simultánea de una cantidad más
o menos grande de fuerza de trabajo para la ejecución de labores homogéneas. La
cooperación simple brindaba ya al hombre primitivo la posibilidad de ejecutar tareas
que eran irrealizables para un solo hombre, por ejemplo, la caza de fieras de gran ta-
maño. Los productos del trabajo, conseguidos a duras penas, escasamente satisfacían
las necesidades más elementales del hombre primitivo. Esta insuficiente producción
de bienes de consumo imponía la necesidad de una distribución equitativamente
proporcional del producto social.

En la vida de la sociedad primitiva, el inicio del proceso de la división del


trabajo fue un acontecimiento histórico trascendental. Su forma más elemental fue la
división natural del trabajo, o sea la división del trabajo dentro de la misma unidad
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 73

productiva (la comunidad) con arreglo al sexo y la edad, entre hombres y mujeres,
niños y ancianos. La división natural del trabajo fue consolidándose paralelamente
con el desarrollo de las fuerzas productivas. La especialización de los hombres en la
caza y de las mujeres en la recolección de alimentos vegetales además de las faenas
domésticas, contribuyó a elevar significativamente la productividad del trabajo.

En este punto, es necesario destacar la importancia que tiene para el incre-


mento de la producción el trabajo en común y el precaverse en común ante la nece-
sidad de alimentos. El proceso de la simple cooperación, o la simple colaboración,
contiene dos importantes elementos de progreso, señalados ya por Marx. En primer
lugar, la capacidad de rendimiento de un grupo humano es superior a la suma de la
capacidad de rendimiento por separado de cada uno de los individuos que lo com-
ponen. La presión de un hombre sobre un elefante puede ser nula; pero la presión de
veinte hombres sobre un elefante no es una nada multiplicada por veinte, sino algo
considerable. En segundo lugar, “el simple contacto social engendra en la mayoría
de los trabajos productivos una emulación y una excitación especial de los espíritus
vitales, que exaltan la capacidad individual de rendimiento de cada trabajador”8.

La imposibilidad de la existencia del individuo aislado imponía la necesidad


del trabajo colectivo. Al mismo tiempo, el extremado bajo nivel de la producción y
la insuficiencia de medios de subsistencia imponían la necesidad de una distribu-
ción igualitaria entre los miembros de la comunidad primitiva. La desigualdad en
la distribución habría condenado a morir de hambre a una parte de sus miembros,
poniendo en peligro con ello la vida misma de toda la colectividad. El debilitamiento
del colectivo a causa de la pérdida de alguno de sus miembros podía significar la
imposibilidad de que la actividad productiva continúe, y podía provocar que los res-
tantes puedan morir. La falta del producto excedente no solo excluía la explotación
del hombre por el hombre, sino que también imponía la práctica de la distribución
equitativa.

El principal material empleado durante un prolongadísimo período para hacer


armas fue la piedra. Por eso, se conoce con el nombre de Edad de Piedra a la época
de empleo de instrumentos de este material, que abarca cientos de miles de años.
Durante la Edad de Piedra, la invención del arco y la flecha fue otro importante acon-
tecimiento en el camino de perfeccionamiento de los instrumentos de trabajo. Con
esta invención, la caza comenzó a suministrar al hombre los medios de sustento más
variados y abundantes. Y, a su vez, el progreso de la caza hizo surgir la ganadería
primitiva mediante la domesticación de animales salvajes, cuyo primer exponente
fue el perro. Tras él vinieron –según las características de las distintas regiones en

8 Marx, Carlos. El capital. Crítica de la economía política. T. 1. Ed. Ciencias Sociales, La Habana 1980, p. 282, pala-
bras en cursiva por F. Ch. Z.
74 Francisco Chaparro Zapana

que se estableció el hombre– la cabra, la vaca, el cuy, la llama, el cerdo, el caballo,


etc. De igual forma que de la caza surgió la ganadería primitiva, la agricultura pri-
mitiva surgió y se desarrolló a partir de la recolección de granos, frutas, hojas y
raíces, mediante la domesticación de plantas silvestres comestibles. El cultivo de
la tierra permaneció durante largo tiempo en un estado sumamente incipiente. Al
principio se removía la tierra con la mano, con un simple palo en su forma natural; y
corvado, más tarde, por uno de sus extremos, en forma de azada. En las tierras ribe-
reñas de los ríos y lagos, las semillas eran echadas en el limo depositado por las cre-
cidas. La domesticación de los animales permitió utilizar el ganado como fuerza de
tracción. Más adelante, ya en la últimas etapas de desarrollo de la sociedad primitiva,
el hombre aprendió a fundir los metales y aparecieron las herramientas metálicas, su
empleo hizo más productivo el trabajo agrícola. La agricultura se asentó así sobre
bases más sólidas.

La agricultura y la ganadería incipientes empezaron a ser practicadas en una


época que puede ser ubicada entre los quince y diez mil años antes de nuestra era.
El cultivo de los campos, la domesticación de los vegetales silvestres –que origina-
riamente lo eran el trigo, el centeno, la cebada, la quinua y la papa– precede a la cría
de ganado, a la domesticación de animales salvajes, que según los descubrimientos
más actualizados, puede remontarse, a lo más, a diez mil años a. n. e. Al principio,
la agricultura tuvo en el bastón su instrumento más importante. Con el perfecciona-
miento creciente de los instrumentos –del puro y simple palo con que se removía el
suelo para plantar semillas o almácigos, se pasó al bastón y la azada para excavar–
aumentó la extensión del terreno cultivable. Entonces le cupo a la mujer la obliga-
ción de cultivar el campo y, a diferencia de lo que ocurría en la caza y en la búsqueda
de bayas, a menudo muy extenuantes, aquí fue posible emplear a los niños de tierna
edad, lo que contribuyó a un desarrollo considerable de las fuerzas productivas. Esta
actividad económica consolidó luego la posición de la mujer, entonces ya más sig-
nificativa que la del hombre debido a la nueva forma social de la “vida familiar”9, la
“gens” matriarcal.

2. PERÍODO DEL RÉGIMEN GENTILICIO: LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Y


LAS RELACIONES SOCIALES COMUNITARIAS DE PRODUCCIÓN
Durante el régimen gentilicio (o época de la barbarie) –que a su vez compren-
de dos fases: matriarcado y patriarcado–, los hombres practican sistemáticamente el
cultivo de la tierra y la cría de animales para consumo doméstico. A diferencia del
régimen pregentilicio, en esta etapa una parte muy considerable de los hombres llega

9 Puesto que la función del hombre en el proceso de la procreación era, en un principio, ignorada y más tarde, cuando
ya se la conoció, no tuvo peso sobre la asignación de los hijos debido a los numerosos casos de promiscuidad, la
mujer tuvo en la sociedad una función directiva en la edad del estado salvaje (matriarcado).
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 75

ya a vivir en estado sedentario por lo menos temporalmente, conformando pequeñas


colonias relativamente estables en sus inicios.

2.1. Primera fase del régimen gentilicio: el matriarcado


La época gentilicia aporta un progreso económico decisivo, un aumento ex-
traordinariamente importante de las fuerzas productivas en la sociedad primitiva. En
ella, el hombre llega a practicar en forma regular la agricultura y la cría de ganado
para uso doméstico. Las consecuencias de estas dos actividades económicas –in-
terdependientes entre sí– son enormes. Ante todo se insertan en la cadena de otros
progresos, de los que ya hemos hablado, en cuanto reducen ulteriormente el espacio
vital del que se extraen los medios de sustento. Si los progresos técnicos registrados
en la caza y especialmente en la pesca habían hecho disminuir la frecuencia de las
migraciones (en el caso de la pesca ya habían conducido alguna vez a cierta forma de
vida sedentaria), ahora con la agricultura y con la cría de ganado esta tendencia es fa-
vorecida de tal manera que, entrando en la época gentilicia, encontramos un número
cada vez mayor de colonias relativamente estables. Es natural que la agricultura y la
cría de ganado no determinen necesariamente la aparición de colonias de este tipo.
En particular, cuando la cría de ganado no está ligada a la agricultura, aún encontra-
mos muy a menudo una vida nómada muy acentuada. La infecundidad del suelo y
el primitivismo de los medios de cultivo, con frecuencia obligaban a abandonar los
campos ya cultivados luego de un período relativamente corto, para roturar nuevas
tierras. Pero, a diferencia de la época salvaje, en los inicios de la etapa gentilicia una
parte significativa de hombres ya vivía en estado sedentario, por lo menos de manera
temporal.

La productividad del trabajo en la agricultura no solo creció tan rápido como


para que una zona territorial relativamente pequeña bastara para sostener a un cre-
ciente número de hombres, permitiéndoles instalarse hasta formar colonias estables,
sino que hizo posible nutrir a un número mayor de hombres en un espacio menor.
La productividad creciente de la agricultura y la ganadería hizo posible la concen-
tración de una mayor población en un espacio restringido, hasta el punto de hacer
surgir más tarde las primeras aldeas y ciudades10. Estas dos especialidades no solo
aseguraron una alimentación más abundante en un territorio menos extenso, sino que
entre otras cosas posibilitaron una seguridad y regularidad mayores en la aliment-
ación misma. Las consecuencias de un mejoramiento sustancial de la alimentación
también se manifiestan en un mejoramiento de las condiciones generales de salud,
lo que a su vez permite que nazcan más niños vivos y que lleguen en número mayor
a la madurez, es decir, que la población aumente cada vez más rápido. Y como las

10 Al respecto, es útil recordar que siempre se consideró como un gran progreso en la historia de la humanidad el
hecho de que los hombres pudieran vivir mejor en un espacio vital más exiguo. Solo en la época del imperialismo, y
en particular con el nazismo alemán, nace la teoría de que “cuanto mayor es el nivel alcanzado por un pueblo o por
una raza” tanto más extenso debería ser el espacio vital que necesitan.
76 Francisco Chaparro Zapana

capacidades de aprovisionamiento se iban incrementando más aceleradamente que


la población, se comprende cómo una población en crecimiento puede vivir mejor11.
Además, los medios de sustento no solo aumentan, no solo afluyen de un modo más
seguro y continuo, sino que se distribuyen de modo equitativamente proporcional
durante todo el curso del año. En parte esto depende del hecho de que se pueda or-
deñar y carnear ganado también en el invierno, y en parte, de que con el transcurso
del tiempo se proceda al almacenamiento de productos agrícolas. Los cereales no
solo eran trillados y molidos, también eran guardados; es evidente que entonces se
construían, aunque de manera totalmente primitiva, silos para conservar provisiones
suficientes para determinados períodos.

Hacia fines de la época del estado salvaje y comienzos del período gentilicio
(entre los quince y diez mil años a. n. e.), los hombres vivían en pequeñas comu-
nidades conforme a la exigua duración de sus vidas y en consonancia con las difi-
cultades en la obtención de los medios de subsistencia. Al mejorar las condiciones
de alimentación y con el crecimiento de cada una de las comunidades, debido a la
mayor duración de la vida humana y la natalidad creciente, la esfera de las relaciones
sexuales se fue restringiendo hasta evolucionar en matrimonio monogámico.

Mientras la relación sexual se desarrollaba en promiscuidad, en general, solo


había certeza sobre la madre, quien daba nacimiento al niño. Este hecho no tenía
importancia, era insignificante en una época en que la especie humana aumentaba
lentamente y en la que la duración de la existencia individual era breve. En efecto, en
estas condiciones, la comunidad no crecía al extremo de tener que subdividirse con
cierta frecuencia. Pero, cuando los grupos aumentaron hasta tener que subdividirse
con mucha más continuidad, para poder asignar a cada nuevo grupo un territorio
especial en el que pudiera agenciarse sus medios de sustento, llega a ser importante
encontrar un criterio por el cual fuera factible llevar a cabo la separación. Entonces,
basándose en el criterio biológico, se dispone que los hijos puedan continuar vivien-
do con la madre, y que hermano y hermana no fueran separados. Así, la madre asume
una función especial. En torno a su persona se agrupaba la comunidad y, a veces,
determinaba la composición de una nueva. Esta función de la madre llega a ser de
fundamental importancia social solo cuando está sostenida y sustentada por factores
económicos, cuando a las mujeres les corresponden las actividades más importantes
de la producción de medios de subsistencia, con excepción de la caza. En realidad,
el período del derecho matriarcal se inicia en la época del salvajismo y dura hasta la
plena época de la barbarie. La división de un grupo en dos, efectuada según las reglas

11 La “teoría” según la cual los hombres se reproducen más rápidamente que los medios de sustento, es solo el pro-
ducto de una concepción apologética orientada a mantener relaciones sociales en que la gran masa de los hombres
vive en condiciones de explotación, atraso y miseria.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 77

del matriarcado, no creaba ninguna dificultad desde el punto de vista de la propiedad


de grupo, por cuanto esta propiedad aún era exigua y podía ser subdividida con suma
facilidad. La propiedad personal se circunscribía únicamente a una mínima cantidad
y no ejercía función de importancia alguna.

En resumen, en la primera fase del régimen gentilicio (o matriarcado), la mu-


jer asumía una posición dominante, según las condiciones materiales de vida de
entonces. La caza, realizada con armas muy rústicas y que corría a cargo de los hom-
bres, no podía garantizar a plenitud la existencia de una población creciente, pues
sus resultados eran más o menos fortuitos e insuficientes. En esas condiciones van
adquiriendo mayor importancia la agricultura y la ganadería, pese a su grado de pre-
cariedad e incipiencia, constituyéndose en una fuente de vida más segura y estable
que la caza. Mientras la agricultura y la ganadería se mantuvieron en su fase rudi-
mentaria (domesticación de plantas y animales), estaban preferentemente a cargo de
la mujer, que permanecía en el campamento mientras el hombre salía a la caza. La
mujer, cuyo trabajo por mucho tiempo fue la fuente de sustento de la comunidad gen-
tilicia, asumió en esta un rol hegemónico. El parentesco se computaba entonces por
línea materna. Tal fue el régimen del matriarcado, período de florecimiento máximo
de la sociedad primitiva. Todos los pueblos han conocido el matriarcado como la
forma más temprana del régimen gentilicio, pero en algunas sociedades este sistema
llegó a alcanzar un desarrollo mayor y más prolongado. Se han conservado no pocos
vestigios del matriarcado en las etapas posteriores del desarrollo de la sociedad.

2.2. Segunda fase del régimen gentilicio: patriarcado


En las postrimerías del período matriarcal, el hombre empezó a producir in-
strumentos de metal. Primero de metal nativo, principalmente de cobre (aunque este
metal, por su blandura, se empleó relativamente poco en la producción de armas).
Más tarde, de bronce (aleación de cobre y estaño) y, posteriormente, de hierro. Con
el desarrollo posterior de las fuerzas productivas, la agricultura de azada pasó a una
etapa superior, a la agricultura de arado. Al emplearse el ganado como fuerza de tiro
y desarrollarse la ganadería (el pastoreo), estas actividades, encomendadas ahora
al hombre, comenzaron a desempeñar un rol decisivo en la vida de la comunidad
primitiva; entonces, el matriarcado fue desplazado por el patriarcado. El hombre
pasó a ocupar el lugar predominante en este tipo de sociedad, convirtiéndose en jefe
de la comunidad gentilicia, en el patriarca. El parentesco se empieza a computar,
ahora, por línea paterna. El patriarcado constituye la última fase del régimen comu-
nal primitivo.

La invención del arado y la innovación que le siguió muy pronto, y hasta casi
simultáneamente, de utilizar el ganado como medio de tiro y tracción –cuyo acon-
78 Francisco Chaparro Zapana

tecimiento se remonta a no menos de cinco mil años a. n. e.–, permitieron el paso a


la agricultura propiamente dicha12, sin que se abandonaran las formas más rudimen-
tarias de cultivo. Con el empleo del arado hizo su aparición en la agricultura el hom-
bre desplazando a la mujer, hecho que tuvo importantes consecuencias posteriores
para la vida social. Por tanto, el paso de la agricultura incipiente a esta fase superior
de desarrollo es el resultado de la utilización de nuevos y más complejos medios de
producción, que facilitaron extraordinariamente la producción misma.

Si bien en la época pregentilicia es la pesca la que más progreso técnico apor-


ta, en el régimen gentilicio es la agricultura la que hace avanzar más rápidamente la
producción. El empleo del ganado como medio de tracción revoluciona el empleo
de las fuerzas productivas. Por primera vez una fuerza extraña, una fuerza superior a
la del hombre, es puesta al servicio de la producción (poco después, o quizá simul-
táneamente, se introduce el empleo de la fuerza natural del viento: la vela). Junto
al arado, los principales instrumentos que encontramos son: la guadaña, la piedra
de moler, el molino a mano y la prensa para la uva. Además, hay otros importantes
medios para acrecentar la producción. De este modo hace su aparición el abono,
primero humano y después animal. También adquiere gran importancia la irrigación
de la tierra y, en particular, el paso de la irrigación natural a la artificial, del simple
aprovechamiento de lagos y ríos a la creación de sistemas de irrigación que, hacia
fines de esta época, ya no son tan primitivos.

A los inicios de la agricultura sigue la domesticación de los animales. En un


comienzo, la cría del ganado, al igual que la caza, fue una obligación del hombre
antes que de la mujer. En el período gentilicio ya encontramos todos los tipos posi-
bles de animales domésticos: cerdos, ovejas, vacas, cabras, y además los animales
propios de las distintas regiones, como por ejemplo el reno en el extremo norte o la
llama en las culturas andinas. También se empieza a criar abejas. El perro y el caba-
llo se convierten en animales domésticos.

En un comienzo, la cría de ganado fue practicada sobre todo para hacer frente
a las necesidades de alimentación, en especial para el ordeño, y solo posteriormente
se llega a carnear. La crianza de animales es superior al simple cultivo de los campos
(Feldbau), en la medida que a menudo asegura una mayor afluencia de medios de
sustento. En cambio es inferior su influencia sobre el desarrollo cultural y civil, por
cuanto raramente conduce al estado sedentario, promoviendo más bien la vida nó-
mada. La agricultura y la crianza de ganado no solo suministran una mayor cantidad
de medios de sustento, sino que también permiten hacer más variada la selección de

12 Traducimos como “agricultura propiamente dicha” el término Ackerbau. El autor distingue Ackerbau, agricultura en
la que ya se hace uso del arado, de Feldbau, que es el cultivo de los campos practicado solo con la mano o con la
azada. (N. del T.).
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 79

las comidas que en el estado salvaje. Ahora se incluyen en el consumo: mantequilla,


queso, miel, salchichas, sopas, asados, vino, cerveza, sidra, etc. Salsas, condimentos
y hierbas aromáticas estimulan el gusto. Se comienza a usar la mesa y el plato. De
todo ello derivó la posibilidad de una vida más sana y un acrecentamiento tanto de
la familia como de la colonia.

Pero, es en pleno período de la barbarie cuando crece la importancia de la


propiedad personal y luego también cambia el carácter de esta. A los adornos, al-
gunos utensilios de uso doméstico y armas de defensa personal, se suman ahora los
instrumentos de trabajo y el ganado. Así, de la propiedad personal se pasa a la pro-
piedad privada de los medios de producción. Además, como la división del trabajo
por el sexo se hace cada vez más compleja y una parte cada vez mayor de medios
de producción proviene del trabajo de los hombres, mientras que las mujeres se
concentran en la producción de los medios de consumo, los problemas relativos a la
propiedad se combinan con los del sexo y los del trabajo especializado. Todos estos
hechos deberán ser tomados en cuenta, a su vez, cuando se examinen las modifica-
ciones ocurridas en la misma vida sexual. El matrimonio monogámico suscita en los
hombres un interés por sus hijos a los que ahora sí reconocen, así como, a la inversa,
el interés por los propios hijos contribuye a difundir el matrimonio monogámico.
En la división por grupos surgen los siguientes problemas: En primer lugar, el de
diferenciar la propiedad privada de la propiedad común, distinción que no siempre
habrá sido fácil de establecer. Y en segundo lugar, el de establecer cómo debe ser
distribuido el grupo, ahora que los hombres se interesan en sus hijos. El padre empie-
za a ejercer una función más activa ya que la descendencia por línea materna no es
más un factor decisivo. Luego surgen problemas de herencia. Antes solo se heredaba
–siempre que esto ocurriera– la escasa propiedad personal de la madre; en cambio
ahora se desarrolla en el padre el interés por asegurar la propiedad personal para sus
hijos –propiedad que antes era devuelta por los hombres a la comunidad– en particu-
lar porque, con el transcurso del tiempo, crecería en importancia y se transformaría
en propiedad privada.

Todo esto ocurre en un ambiente de creciente rivalidad entre el hombre y la


mujer. En primer lugar, la mujer es desplazada de su posición dominante de cabeza
de familia natural. Y en segundo lugar, la mujer es relegada a una posición disminui-
da, en la medida en que los hombres tienen en su poder la creación y administración
de la mayor parte de la riqueza y de los medios de producción. Bajo el dominio de la
mujer el hombre se encontraba –es cierto– en una posición subordinada, pero no en
una condición de categórica opresión13. En cambio, cuando el patriarcado suplantó

13 Esto no excluye una opresión en algunos casos, por ejemplo, en la costumbre de las “reinas”, sobre la que existen
varios testimonios, de elevar al hombre a los honores de divinidad y hacerlo morir luego de haber sido fecundadas
por él. (S. Thomson, Studies in Ancient Greek Society. London, 1949, p. 158).
80 Francisco Chaparro Zapana

al matriarcado comenzaron la opresión y la degradación de la mujer, sobre todo


sobre la base de la propiedad privada y a la institución del matrimonio monogámi-
co, difundida hacia fines de la época de la barbarie y precedido por un período en
el que cada hombre tenía a su lado una mujer “suya” durante largo tiempo. En esta
situación, “suya” significa que ella no podía pertenecer a otros hombres, ya que de
tener relación sexual con otros, la descendencia sería impura y el hombre no podría
estar seguro de sus hijos. La situación del hombre era totalmente distinta. Él podía
tener una vida sexual libre sin encontrarse por eso con una prole mixta en su casa.
A propósito del significado histórico-cultural de la monogamia, F. Engels escribe
que: “Fue la primera forma de familia que no se basaba en condiciones naturales,
sino económicas, y concretamente en el triunfo de la propiedad privada… Preponde-
rancia del hombre en la familia y procreación de hijos que solo pudieran ser de él y
destinados a heredarle”14. “Solo es monogamia para la mujer, y no para el hombre”15.
“Por lo tanto, la monogamia no aparece de ningún modo en la historia como una re-
conciliación entre el hombre y la mujer, y menos aun como la forma más elevada de
matrimonio. Por el contrario, entra en la escena bajo la forma de esclavizamiento de
un sexo por el otro, como la proclamación de un conflicto entre los sexos, descono-
cido hasta entonces en la prehistoria… El primer antagonismo de clase que apareció
en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer
en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el
masculino”16. Y ahora consideremos también su ulterior observación, que podremos
repetir siempre en la historia de la humanidad y que tan bien expresa la abismal
desigualdad del desarrollo y su carácter dialéctico: “La monogamia fue un gran pro-
greso histórico, pero al mismo tiempo inaugura, juntamente con la esclavitud y con
las riquezas privadas, aquella época que dura hasta nuestros días y en la cual cada
progreso es al mismo tiempo un retroceso relativo, y el bienestar y el desarrollo de
unos se verifican a expensas del dolor y la represión de otros”17.

El régimen de la comunidad primitiva alcanzó su máximo florecimiento du-


rante el matriarcado. El patriarcado llevaba ya en su seno los gérmenes de la desin-
tegración de este régimen.

3. RASGOS GENERALES Y LEYES FUNDAMENTALES DE DESARROLLO


ECONÓMICO-SOCIAL DE LA SOCIEDAD PRIMITIVA
El bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, el insuficiente perfec-
cionamiento de los instrumentos de trabajo y su escasa productividad, la propiedad

14 Engels, Federico. El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado. En: Obras escogidas, óp. cit., p. 596.
15 Ibídem, p. 594.
16 Ibídem, p. 596.
17 Ibídem, p. 596.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 81

social, colectiva, de los medios de producción y de los frutos de esta, en su forma


específica comunal, determinan el peculiar carácter igualitario de las relaciones de
distribución. Como los productos del trabajo eran todavía escasos y apenas cubrían
las necesidades más elementales de los hombres, en aquella época no cabía la des-
igualdad en la distribución de los productos –tal como se anotó líneas arriba– porque
ello, en primer lugar, habría significado la muerte de una parte de la comunidad o de
algunos miembros, lo cual habría reducido la vitalidad de la colectividad entera, y, en
segundo lugar, no hubiera sido admisible esta situación, puesto que los integrantes
de la comunidad eran copropietarios, dueños comunes de los medios de producción
y de los productos del trabajo conjunto. Por tanto, la distribución de los productos
elaborados u obtenidos se llevaba a cabo en condiciones de igualdad entre los
miembros de la comunidad primitiva.
En esas condiciones, de una parte, era imposible que alguien dejara de traba-
jar, porque nadie podía vivir a expensas de los demás y porque el trabajo de todos era
necesario a la sociedad. De otra parte, porque el pleno empleo de todos sus miem-
bros era una condición imprescindible para la existencia de la comunidad entera. Por
ello, en la sociedad primitiva fue inevitable, en primer lugar, que la actividad laboral
de todos los miembros o de un colectivo fuera terriblemente agobiante, y en segundo
lugar, no hubo ni pudo haber una población excedente o una superpoblación relativa
determinada por las relaciones de producción. Aquellos miembros de la comunidad
que no podían trabajar –como los inválidos, ancianos y enfermos graves– podían ser
eliminados o bien podían autoeliminarse (suicidándose) para no ser una carga para
la tribu ni sus parientes.

A medida que el hombre va apartándose del mundo animal, elevándose sobre


la naturaleza circundante y avanzando por el camino de su desarrollo, crecen sus
necesidades tanto cuantitativa como cualitativamente, aunque este proceso fue muy
lento. Este crecimiento paulatino de las necesidades crea nuevas exigencias de canti-
dad y de calidad respecto a la producción social, estimulando su desarrollo. En esto
consiste la esencia y la importancia de la ley general del crecimiento de las necesi-
dades, ley que comenzó a regir ya en la sociedad primitiva.

Para satisfacer las necesidades de los hombres, en aumento paulatino, es ne-


cesario intensificar la producción de bienes materiales y elevar el rendimiento del
trabajo social. El aumento de la productividad del trabajo constituye una necesidad
objetiva del desarrollo de la producción en la sociedad, por tanto, es una ley gene-
ral del desarrollo económico. Surgió con la aparición de la sociedad humana, y
su vigencia comenzó a hacerse más patente, por primera vez, en el régimen de la
comunidad primitiva.

Es una peculiaridad de la economía comunal primitiva el hecho de que sus


miembros consumían en conjunto, dentro de la comunidad y en forma natural, todo
82 Francisco Chaparro Zapana

lo obtenido mediante su trabajo social colectivo. El carácter natural de la econo-


mía, de consumo directo, es uno de los rasgos específicos y preponderantes de la
sociedad primitiva, una particularidad de su existencia y de su evolución.

Entre las leyes económicas específicas privativas de esta sociedad, se debe


destacar, ante todo, la ley económica fundamental que expresa el rasgo más acusado
y esencial de su desarrollo económico, el fin objetivo y la orientación de su dinámica.
Esta ley económica surgió y tuvo vigencia sobre la base de determinadas condicio-
nes económico-políticas de la producción social. Las condiciones de la producción
primitiva, determinadas por el bajo nivel de las fuerzas productivas, eran tales que
cada agente de la producción, miembro de la comunidad gentilicia, no podía existir
ni satisfacer sus necesidades individualmente, de por sí, sino solo gracias al trabajo
conjunto de la colectividad entera, es decir, que el individuo pudo subsistir, salir
adelante en la lucha contra la naturaleza y garantizar la vida de sus descendientes
únicamente como miembro de la comunidad, como partícipe de la propiedad colec-
tiva comunal sobre los medios de producción. A partir de ello, podemos formular
aproximadamente que la ley económica fundamental del régimen comunal pri-
mitivo se manifiesta en la necesidad objetiva y la posibilidad de producir los bienes
indispensables para la subsistencia de los miembros de la comunidad, basándose en
instrumentos rudimentarios de producción de propiedad colectiva, el trabajo comu-
nitario y una distribución proporcionalmente igualitaria del producto social.

En la sociedad primitiva se observa la ley económica específica del intercam-


bio de actividades y de productos entre los propios miembros de la comunidad,
sobre la base del trabajo conjunto, de la propiedad común y de la división del trabajo
en el seno de la comunidad. Esta es una división natural, limitada al marco de cada
comunidad y en función a sus necesidades y posibilidades. La división intracomunal
del trabajo y el intercambio de actividades, basado en ella, determinaron el estable-
cimiento de ciertas proporcionalidades establecidas de acuerdo a la distribución del
trabajo en la comunidad, de acuerdo con el nivel de desarrollo de los instrumentos de
trabajo, la productividad del mismo, las necesidades de la colectividad, la magnitud
de esta y las condiciones de vida. Las proporciones en cuestión, surgidas en virtud de
los mencionados factores, se fueron modificando lenta y paulatinamente.

A menudo, la división del trabajo se hacía tradicional, convirtiéndose en cos-


tumbre. Al respecto es ilustrativo el ejemplo de la comunidad en la India, que C.
Marx hace referencia en El capital: “Aquellas antiquísimas y pequeñas comunida-
des indias, por ejemplo, que en parte todavía subsisten, basándose en la posesión
colectiva del suelo, en una combinación directa de agricultura y trabajo manual y en
una división fija del trabajo, que, al crear nuevas comunidades, servía de plano y de
plan”18.

18 Marx, Carlos. El capital, óp. cit., T. 1, p. 312.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 83

La ley de la población de la sociedad primitiva se distinguía por algunos ras-


gos específicos. En opinión de muchos investigadores, en la época de la horda primi-
tiva, la reproducción del hombre era relativamente lenta a causa de la baja natalidad
resultante de los matrimonios precoces, de la escasez de alimentos y de la ausencia
de una higiene elemental. La transición al régimen gentilicio, con el consiguiente in-
cremento de las fuerzas productivas de la sociedad, contribuyó a una más rápida re-
producción poblacional, a un mayor crecimiento demográfico en comparación con la
época del salvajismo. Al diseminarse los hombres hacia nuevas latitudes del planeta,
rebasando gradualmente los límites de las zonas de climas templados y moderados,
se expandían más allá de las regiones pobladas ya antes. La ley de la población de
la sociedad comunal primitiva podría formularse aproximadamente: como la incor-
poración al trabajo y el empleo en la producción de todos los miembros hábiles de
la comunidad, de toda la población con capacidad de trabajo, dentro de las posi-
bilidades que ofrecía el bajo nivel de las fuerzas productivas, con un crecimiento
lento de la población.

Bajo el régimen de la comunidad primitiva, la reproducción se llevaba a cabo


dentro de cada comunidad gentilicia por separado. Produciéndose los elementos vi-
tales para la existencia de los hombres primitivos, se garantizaba la reproducción
de los individuos como miembros de la comunidad gentilicia y la de su fuerza
de trabajo, y también se reproducían las relaciones económico-sociales entre los
miembros de la comunidad. El carácter natural de la economía primitiva –cuyos
artículos eran producidos y consumidos directamente en el seno de la comunidad por
sus propios miembros– predeterminaba la relativa lentitud del aumento de la pro-
ducción. Por ello, la reproducción comunal primitiva era eminentemente simple, es
decir, constituía una repetición rutinaria de la labor de los miembros de la comunidad
en la misma escala anterior de producción. Sin embargo, la producción no se hallaba
estancada, crecía en consonancia con el incremento gradual de las necesidades de
la sociedad. Este incremento no era sensible ni visible, a lo largo de la existencia
de una sola generación de hombres primitivos, sino de muchas. No existía tampoco
esa fuente constante y sólida de crecimiento de la producción que aparece más tarde
en forma de trabajo excedente. Todo esto confirma que en la sociedad primitiva no
había reproducción ampliada como sistema; solo aparecía en casos esporádicos y,
además, en estado aún muy embrionario.

En la sociedad primitiva aún no había un poder estatal, pues la existencia


de este presupone la división de la sociedad en clases. “En la sociedad primitiva…
–decía Lenin– no vemos todavía síntomas de la existencia del Estado. Observamos
el reinado de las costumbres, observamos la autoridad, el respeto y el poder de que
gozaban los jefes de tribu; vemos que a veces esta autoridad se les reconocía a las
mujeres (...) pero en ningún caso vemos un tipo especial de hombres que se desta-
84 Francisco Chaparro Zapana

quen para dirigir a los otros y que para dirigir mantengan sistemáticamente un cierto
aparato coercitivo, un aparato de violencia...”19.

Estas son, en líneas generales, la esencia, las peculiaridades y las principales


leyes de desarrollo del régimen económico de la sociedad primitiva.

4. DESINTEGRACIÓN DEL SISTEMA COMUNAL PRIMITIVO: EL ROL HIS-


TÓRICO DE LA PROPIEDAD PRIVADA Y LA APARICIÓN DE LAS CLA-
SES SOCIALES

4.1. Consecuencias de las primeras dos grandes divisiones sociales del tra-
bajo: economía mercantil y economía individual
Hasta la época del patriarcado, las comunidades humanas habían vivido prác-
ticamente en una economía autárquica. Ahora, en cambio, por un lado con la ex-
tensión de las instalaciones estables, por el otro, con la introducción de la cría de
ganado y, por tanto, con el acrecentamiento de los medios de sustento, comienza
paulatinamente a tomar forma un intercambio de bienes entre comunidades dis-
tintas. Comunidades dedicadas al pastoreo comienzan a visitar más a menudo los
centros poblados para intercambiar animales y productos derivados de la crianza con
productos agrícolas. Los centros habitados pasan a ser, de lugares de encuentro oca-
sionales, metas fijas. Del intercambio espontáneo y casual se pasa a un acto premedi-
tado. La crianza de ganado llega a ser una fuente regular de objetos de intercambio,
que impide al grupo dedicado al pastoreo la producción de otros bienes que, con una
vida nómada, no pueden ser elaborados tan fácilmente como en un centro poblado.
Poco a poco, los bienes intercambiados se transforman en mercancías. Con el paso a
la ganadería y la agricultura se configura la primera gran división social del trabajo:
la división entre unas comunidades que practican de modo sistemático la agricultura;
y otras, el pastoreo que suministra carne, pieles, animales de tiro, etc. Este aconteci-
miento trajo consigo un aumento significativo de la productividad del trabajo. Así,
surge al mismo tiempo el comercio y lo hace precisamente como comercio exterior,
por llevarse a cabo entre comunidades distintas.

A su vez, el comercio crea la mercancía. Ahora no solo se producen valores


de uso, sino también valores de cambio. De manera premeditada se producen “exce-
dentes” de un bien, se producen valores de intercambio, mercancías, para intercam-
biarlos por otros bienes. Naturalmente, el proceso no comenzó como intercambio de
mercancías. Al principio, cuando el trueque aún tenía un carácter casual y fortuito,
solo se producían valores de consumo que luego se convertían, casual y fortuitamen-
te, en valores de intercambio. Pero con el correr del tiempo, ya en la época de la bar-
barie nace lo que nosotros podemos llamar la economía de mercado embrionaria,

19 Lenin, Vladimir Ilich. Obras completas. T. 29. Ed. Cartago. Buenos Aires, 1970, p. 681.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 85

porque ella representa apenas un sector mínimo del sistema económico general. En
otras palabras, nace la economía fundada en el intercambio de mercancías entre dis-
tintas comunidades. Como anota C. Marx, “El intercambio de mercancías comienza
allí donde termina la comunidad, allí donde esta entra en contacto con otras comuni-
dades o con los miembros otras comunidades”20.

Con el comercio y la economía mercantil también aparece el dinero. No en


forma de moneda sino en forma de collares preciosos, de vestimentas (paño, pieles,
granos, cueros), de herramientas (puntas de arado, anzuelos) o de conchas marinas21.
Y muy pronto con el dinero también aparece la figura del comerciante profesional.

De este modo, vemos cómo la mayor producción de medios de subsistencia


conduce a un nuevo tipo de economía: la economía mercantil, basada en la división
social del trabajo (a diferencia de la que se sustentaba en las diferencias de sexo y
edad).
Con el tiempo, y particularmente en relación con el aumento del ganado, la
producción crece más rápidamente que el consumo individual. Cada uno puede pro-
ducir más de lo que necesita para su propio sustento. Pero antes de llegar a ello, este
proceso insumió mucho tiempo cultivando primitivamente los campos. Al comien-
zo, cosechas favorables fueron utilizadas para equilibrar años desfavorables o bien
para intercambiar unos productos agrícolas por otros. El cuidado puesto en la cría
del ganado condujo, sin embargo, a un aumento tal de cabezas que, tras las primeras
empresas, colocó a los hombres ante una situación totalmente nueva. Si hasta en-
tonces el aumento de los medios de subsistencia había sido un recurso para nutrirse
mejor y asegurarse la supervivencia cotidiana con un menor esfuerzo, luego se daría
la posibilidad, al principio solo en las poblaciones sedentarias y en combinación con
la agricultura, de liberar a algunos hombres, cuyo número crecía cada vez más, de
la producción de los medios de subsistencia. Esto no significaba que estos hombres
fueran liberados del trabajo en general. Sino que podían dedicarse completamente, o
por lo menos de manera preeminente, a otras ocupaciones, sobre todo a lo que noso-
tros podemos llamar artesanía. Ya en esta época el hombre aprendió los trabajos de
alfarería. Más tarde surgió la elaboración manual de tejidos. Así empieza a configu-
rarse la segunda gran división social del trabajo, con la aparición de la manufactura
artesanal como una actividad independiente. La causa de esta segunda gran división
social del trabajo no es un simple aumento de la producción, sino una plusproduc-
ción. Los artesanos, que se ocupan preferentemente en la fabricación de nuevos ins-
trumentos, practican aún la cría de ganado y el cultivo de los campos, pero poco a
poco, particularmente al desarrollarse las villas y ciudades, se concentran cada vez
más en la producción de otros productos, no destinados a la alimentación.

20 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 1, p. 54.


21 Sedillot, René. Historia de las principales monedas. Ed. Guadarrama. Madrid, 1975, p. 179.
86 Francisco Chaparro Zapana

En las postrimerías del patriarcado, con la aparición de herramientas más per-


feccionadas (de metal), con las que una sola familia podía cultivar una parcela de
tierra y procurarse los medios necesarios de sustento, los estrechos marcos de la pro-
piedad colectiva y la distribución igualitaria de los productos del trabajo comenzaron
a frenar el desarrollo de las fuerzas productivas de la naciente economía individual.
Así se van configurando las premisas para el paso de la economía colectivista co-
munitaria a la economía individual, la cual, en tales condiciones históricas, resultaba
más productiva.

Junto a la creciente producción de instrumentos también hizo su aparición


la producción de las correspondientes materias primas, extraídas sobre todo de las
minas. La industria minera, así como la instalación de un sistema artificial de irriga-
ción, presupuso la creación de un plusproducto, por cuanto los hombres dedicados a
la minería o a la construcción del sistema de irrigación debián ser dispensados, por
lo menos en parte, de la producción de los medios de subsistencia. Se ocupaban de
la extracción de sílice y metales, utilizando como instrumentos la zapa y los troncos
de árbol estribados (primera forma de escalera) para descender a los pozos, que al-
canzaban una profundidad de hasta veinte metros. A esto se agregaba la producción
artesanal de bienes de consumo, como los tejidos y objetos domésticos; aunque esta
producción no fuera muy a menudo objeto de ocupación especial, pues la asumían
las mujeres junto a sus otras ocupaciones. Como el intercambio de ganado y de
productos de la ganadería por productos agrícolas creó el “comercio exterior”, la
división del trabajo entre producción de medios de subsistencia y producción arte-
sanal de otras mercancías –consecuencia de la plusproducción agrícola–, condujo a
la creación del comercio exterior, pero no inmediatamente, ya que al principio los
productos de la agricultura y de los oficios eran aún de propiedad comunal. Mas al
constituirse la propiedad privada, la división del trabajo entre agricultores y artesa-
nos llega a ser a la postre la base del comercio interior.

El surgimiento de la artesanía como oficio, o sea la creación de una ocupación


especializada que no está directamente dirigida a procurar los medios de subsisten-
cia, es solo el primer efecto de la plusproducción. La segunda y aún más importante
consecuencia llega a ser comprensible solo si tenemos en cuenta otro desarrollo que
se remonta a un período más antiguo, durante el cual tuviera lugar el rápido incre-
mento de los medios de subsistencia y, por lo tanto, es una época anterior aún a la
plusproducción.

Entonces, el principal objeto de las operaciones de cambio era el ganado. Las


comunidades de pastores poseían grandes rebaños de ovejas, cabras y vacunos. Los
jefes y patriarcas, en quienes se había ido concentrando un poder notable dentro
de la comunidad, solían disponer de estos rebaños como si fuesen de su propiedad
personal. Y los demás miembros de la comunidad reconocían su derecho efectivo a
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 87

proceder de tal modo. Así, la propiedad privada comenzó encarnándose primero en


el ganado, extendiéndose luego, gradualmente, a todos los demás instrumentos de
producción. La forma que durante más tiempo se mantuvo en vigencia fue la propie-
dad colectivista comunitaria sobre la tierra.

4.2. Formación de las castas sociales sobre la base de la producción del


plusproducto
Con el incremento del número de instrumentos y, en particular, con la domes-
ticación del ganado y la cría de rebaños, el concepto de riqueza (patrimonio) adquie-
re, a diferencia de la utilidad, una importancia siempre mayor en la economía. En
verdad, la riqueza en un principio pertenece a todos. No es siquiera capital, riqueza
que explota a otros, sino que promueve el beneficio del bienestar. En el período del
salvajismo aún no existe la riqueza, solo hay beneficio. El bastón y la piedra, que son
utilizados por poco tiempo como instrumentos y que al día siguiente son desechados
y sustituidos por otros, aún no constituyen una riqueza. Pero ya la elección del ins-
trumento –aún sin elaboración– confiere a este una forma de riqueza, en cuanto la
elección incluye el trabajo de la búsqueda, un trabajo que tiende a reducir el esfuerzo
utilizando más veces y continuadamente los instrumentos seleccionados cierto día.
Es de este modo que la riqueza hace su aparición en la vida económica. Sin embargo,
en la práctica aún no ejerce ninguna función. Pero cuanto más se desarrolla y afina la
actividad económica, cuanto más avanza el progreso técnico, tanto más importante
llega a ser la función de la riqueza. Durante el régimen gentilicio esta función ya
es tan grande que en cierto modo contribuye a determinar el carácter del régimen
económico, al extremo de que la riqueza comienza a ejercer más bien una acción
que tiende a minar la base social de la economía, tal como se presenta en la época
del estado salvaje y durante gran parte de la barbarie, o sea, a socavar la propiedad
comunal institucionalizada de los medios de producción.

La creciente producción de ganado, que se incrementa más rápidamente que


los hombres, al principio no condujo a una considerable plusproducción, sino sim-
plemente a una falta de hombres que cuidaran del ganado. En virtud de ello, la plus-
producción desaparecía inmediatamente en gran parte o se perdía, volviendo a caer
en el estado salvaje. En cierto modo se disponía de un plusproducto, pero no se lo
podía utilizar por falta de condiciones para su conservación. A causa de esta escasez
de hombres se inició la búsqueda del plusproducto, tomándolo de otras comunidades
mediante métodos de coacción física violenta: saqueos, asesinatos y matanzas.

Pero los asesinatos y matanzas se llevaban a cabo mucho antes de que el ace-
lerado aumento del ganado provocara la escasez de hombres. Con estos actos se
despojaba a otras comunidades de sus “propias” reservas de caza; más tarde se agre-
día a estas comunidades para robarles su ganado. Los hombres de las comunidades
derrotadas por lo general eran asesinados y devorados. No se podía hacer nada con
88 Francisco Chaparro Zapana

ellos, porque no producían ningún plusproducto y, en tales circunstancias, hubiera


afectado sus propios medios de subsistencia. Por eso, el ganado y los hombres ro-
bados representaban solo un excedente, un suplemento de víveres. Constituían un
feliz descubrimiento, logrado con muchos esfuerzos, pero sin ellos las cosas habrían
avanzado igualmente. De ningún modo, los asesinatos y las matanzas eran recursos
indispensables para satisfacer las necesidades de alimentación ni una forma necesa-
ria de supervivencia de la sociedad.

La situación cambió completamente cuando, al mejorar los métodos de la


crianza de ganado, este registró un aumento capaz de suministrar con regularidad un
plusproducto. Hasta entonces, los asesinatos y las matanzas se transformaron en gue-
rras para procurarse cuidadosamente de ganado y, eventualmente, también de fuerza
humana de trabajo destinada a otras actividades económicas como, por ejemplo, a la
agricultura y el pastoreo. El enemigo derrotado y capturado, en vez de ser muerto y
devorado como alimento, empezó a ser utilizado como trabajador.

Así, tanto la guerra como el robo de hombres se convierten en sólidos e in-


dispensables elementos constitutivos de la economía. Durante un largo período la
humanidad progresa a costa de enormes sacrificios. “De este modo –dice F. Engels–
la violencia fue puesta al servicio de la situación económica”. Sin la guerra hubiera
sido imposible una economía en sus nuevas formas. Esta evoluciona hasta llegar a
ser una condición natural. Aristóteles no solo considera a la guerra como un tipo de
industria, sino que la incluye junto al robo, la caza y la pesca, entre las actividades
económicas naturales; considero en cambio actividades económicas no naturales al
comercio y a los negocios con dinero.

Así, cuando se disponía de hombres en mayor cantidad para cuidar el ganado,


cada nuevo pastor estaba en condiciones de aumentar el rebaño en la cantidad que
necesitaba para vivir y de obtener también algo de plusproducción. De modo que
cada vez era más ventajoso el agredir a otras comunidades y capturar prisioneros,
que devienen en esclavos. Con esto hemos llegado a una de las más importantes
instituciones que se apoyan en la existencia de la plusproducción: la esclavitud.
Por ser esta resultado de la creación del plusproducto, su función será crear siempre
nuevo plusproducto. Así surge la división de la sociedad en clases, según la cual
los esclavos trabajan más rudamente y más tiempo que los trabajadores libres y re-
ciben menos para alimentarse; el “excedente”, el plusproducto de su trabajo pasa a
ser de los libres. Debió transcurrir mucho tiempo antes que –quizá en el período de
transición de la comunidad primitiva a la civilización– la esclavitud, apoyada en el
plusvalor, lograra liberar a otros hombres del trabajo manual en general, poniendo
las bases para la aparición de hombres profesionalmente dedicados a las actividades
científico-culturales como los sacerdotes, astrónomos, filósofos, artistas, etc.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 89

La primera forma de esclavitud fue la esclavitud patriarcal, en cuyo sistema


el esclavo era un colaborador del amo esclavista, quien también era todavía un traba-
jador. En algunos pueblos esta constituye, entre la diversidad de variantes, la única
forma de esclavitud en su historia, como en las antiguas sociedades aborígenes de
Alemania, Rusia, Asia y América.

Los dos grandes resultados de la formación del plusproducto son pues: por
una parte, una división del trabajo entre hombres dedicados a la producción de ins-
trumentos artesanales, de materias primas o de productos artesanales acabados; y por
otra, la división de los hombres en libres y esclavos, en una clase explotadora y otra
explotada. En resumen, en la época de la barbarie la esclavitud no conduce aún a una
nueva división del trabajo, en el sentido de que un determinado tipo de trabajo sea
hecho solo por los esclavos y otro solo por los hombres libres.

4.3. Desintegración de la comunidad primitiva: el régimen gentilicio despla-


zado por la sociedad de clases
La aparición de la propiedad privada –posesión privada de los medios de pro-
ducción y de las fuerzas productivas en general– se procesa con gran lentitud y está
ligada estrechamente al desarrollo de las fuerzas productivas. Se inicia cuando el
principio de la distribución en partes iguales dentro de la comunidad primitiva pierde
fuerza. Aparece primero en la esfera de la distribución, en forma muy vaga, y aún
irreconocible como tal. Cuando todos los medios de subsistencia ya no deben ser
distribuidos en partes iguales para mantener con vida a cada miembro de la comuni-
dad, aparecen costumbres por las que, por ejemplo, el que ha golpeado primero con
la lanza o con la flecha al animal, tiene derecho a una parte mayor del producto de la
caza. De este modo se abre, en cierta medida, una primera brecha en el sistema eco-
nómico de la comunidad primitiva. Una segunda brecha se abrirá con el considerable
aumento de la productividad, logrado por una guerra victoriosa y por la conquista
de nuevas fuerzas productivas. Es de suponer que los comandantes de guerra fueron
los primeros grandes poseedores de una propiedad privada. Al comandante de gue-
rra se le reservaba un trato especial, poniendo a su disposición una parte de lo que
había sido capturado para la comunidad. El individuo sobresaliente, no solo recibía,
como en los comienzos de la caza, privilegios especiales en el consumo, sino una
alícuota personal de fuerzas productivas. Luego este trato privilegiado se extendía a
un mayor número de guerreros y la constitución de la propiedad privada de bienes
patrimoniales (ganado y a veces también esclavos) llegó a generalizarse y difundirse
cada vez más. Sin embargo, la institución de la propiedad comunal no desapareció
del todo. Pero el orden social de la comunidad primitiva –en el que todos los medios
de producción eran de propiedad común, cuando nadie poseía medios de producción
por cuenta propia– comenzó a decaer. Al principio lo sustituyó un régimen econó-
90 Francisco Chaparro Zapana

mico mixto, en el que la tierra aún queda como propiedad comunal, mientras que
ganado e instrumentos llegan a ser propiedad privada.

Con la propiedad privada aparece también la división de la sociedad en ricos


y pobres, apoyada en la desigual distribución de los medios de producción. Es una
división que solo comprende a los hombres libres. División que desempeñará una
gran función en la historia posterior de la humanidad y que ya en la época gentilicia
comienza a corroer las bases de la comunidad primitiva y la organización de la so-
ciedad según grupos ligados por vínculos de sangre.

El desarrollo de las fuerzas productivas, el surgimiento de la propiedad priva-


da y la aparición de la economía individual trajeron consigo la desintegración de la
“gens”. Esta se fue disgregando en una serie de grandes familias patriarcales. Más
tarde, se formaron en el seno de la gran familia patriarcal pequeños núcleos fami-
liares aislados, que convirtieron en propiedad privada suya, familiar, los utensilios
domésticos y el ganado. A medida que se iba desarrollando la propiedad privada,
se debilitaban los vínculos gentilicios. La comunidad gentilicia fue desplazada por
la comunidad rural. La comunidad rural o de vecinos, a diferencia de la gens, se
hallaba formada por individuos no necesariamente unidos entre sí por vínculos con-
sanguíneos. A cada familia pertenecían en propiedad privada la casa, la economía
doméstica y el ganado. En cambio, los bosques, las praderas, las aguas, etc., así
como también las tierras labrantías, hasta llegar a cierto período, seguían siendo de
propiedad colectiva. Al principio, las tierras de labor se distribuían periódicamente
entre los miembros de la comunidad, hasta que más tarde pasaron a ser de propiedad
privada.
El trabajo colectivo fue desplazado por el trabajo individual; la propiedad
social, por la propiedad privada; y el régimen gentilicio, por la sociedad de cla-
ses. Y las relaciones de colectivismo primitivo son sustituidas por las relaciones de
dominación y dependencia. En consonancia con las alteraciones que va sufriendo la
vida económica se producen cambios en la vida social. La democracia gentilicia es
suplantada por la democracia militar, y luego, al fortalecerse las relaciones de clase,
de sometimiento, de dependencia y desigualdad, la democracia militar será sustitui-
da por el Estado.

Según F. Engels: “Acababa de surgir una sociedad que, en virtud de las condi-
ciones económicas generales de su existencia, había tenido que dividirse en hombres
libres y en esclavos, en explotadores y explotados pobres; una sociedad que no solo
no podía conciliar estos antagonismos, sino que, por el contrario, se veía obligada a
elevarlos a su límites extremos. Una sociedad de este género no podía existir sino en
medio de una lucha abierta e incesante de estas clases entre sí o bajo el dominio de
un tercer poder que, puesto aparentemente por encima de las clases en lucha, supri-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 91

miera sus conflictos abiertos y no permitiera la lucha de clases más que en el terreno
económico, bajo una forma “legal”. El régimen gentilicio era ya algo caduco. Fue
destruido por la división del trabajo, que dividió la sociedad en clases, y reemplaza-
do por el Estado”22.
En adelante, toda la historia de la humanidad se convertirá en la historia de la
lucha de clases, bajo diversas formas (o sistemas) de explotación y en sus distintas
etapas de desarrollo.

22 Marx, Carlos y Engels Federico. Obras escogidas, óp. cit. T. II, p. 296.
CAPÍTULO III

El sistema o modo de producción esclavista

Al igual que los demás modos o sistemas de producción, el régimen escla-


vista ocupa un sitial histórico destacado. Su rol histórico consiste en que aseguró el
tránsito de la humanidad de su estado primitivo, semianimal, a la civilización. Y una
vez agotadas sus posibilidades, el modo esclavista de producción se extinguió y fue
sustituido por un nuevo sistema económico, más avanzado y progresista.

Según el esquema de análisis económico marxista sobre el desarrollo de la


mayoría de culturas del Viejo Mundo, el régimen esclavista transita en su desarro-
llo por dos etapas: 1. La del esclavismo patriarcal, y 2. La del esclavismo clásico,
haciendo la salvedad de que en las antiguas culturas de Asia y del Nuevo Mundo,
América, se desarrolló casi contemporánea y paralelamente el modo asiático de pro-
ducción1, a cuyo sistema se asemeja más el modo de producción andino o incaico2.
El sistema económico esclavista alcanzó su máximo desarrollo en las antiguas cultu-
ras de Egipto, Grecia y, sobre todo, en la Roma clásica.

1. ESTABLECIMIENTO DEL RÉGIMEN ECONÓMICO-SOCIAL ESCLAVISTA

1.1. Significado histórico de la transición del régimen de la barbarie a la civi-


lización, al régimen esclavista
Históricamente, el régimen esclavista viene a ser el segundo sistema del de-
sarrollo social de la humanidad, pero, el primero de clases sociales antagónicas.
Surgió al desintegrarse el régimen comunal primitivo, dando origen a la división
de la sociedad en clases y la instauración de la explotación de los hombres, o sea la
esclavitud. Esta primera forma de explotación del hombre por el hombre representa
un nuevo tipo de relaciones sociales, en el cual los poseedores (señores esclavistas)
de los medios de producción se apropian del producto del trabajo ajeno, de los pro-
ductores directos (los esclavos) de los bienes materiales, privados en absoluto de
medios de producción.

1 Núñez Anavitarte, Carlos. “Teoría del desarrollo incásico”. En Espinoza Soriano, Waldemar. Los modos de produc-
ción en el Imperio de los incas. Ed. Amaru, Lima, 1989, pp. 15-87.
2 Ibídem, pp. 15-87.
94 Francisco Chaparro Zapana

La esclavitud es el método coercitivo de obligar a trabajar a los productores


directos. Y como los esclavos eran propiedad de los dueños de los medios de produc-
ción, o sea de los esclavistas, eran empleados por los amos en los trabajos más pe-
sados y extenuantes, de preferencia en las grandes unidades productivas (haciendas,
minas y construcciones) para obtener el mayor plusproducto posible.

No obstante, el paso del régimen comunal gentilicio al esclavismo en general


representa un avance extraordinariamente grandioso en el desarrollo económico, so-
cial y cultural de la humanidad.

Sin embargo, pese al relativo progreso que significó la individualización de la


producción en el seno de la comunidad patriarcal, la tecnología productiva de aque-
lla época seguía siendo bastante primitiva y limitada. Por eso, el trabajo individual
no era lo suficientemente productivo como para satisfacer a plenitud y sin interrup-
ciones las crecientes necesidades del desarrollo social ni de garantizar la sucesiva
expansión de la producción. En esas condiciones, el progreso de la sociedad solo era
posible liberando del trabajo físico a una parte de la población y satisfaciéndole sus
necesidades a expensas del trabajo de los esclavos.

Al interpretar el significado histórico de la necesidad del tránsito de la barba-


rie al sistema económico esclavista, Engels decía: “La introducción de la esclavitud
fue en aquellas circunstancias un gran progreso. Es, en efecto, un hecho que la hu-
manidad ha empezado en la animalidad, y que, por tanto, ha necesitado medios casi
animales y bárbaros para conseguir salir a flote de la barbarie”3.

La esclavitud imperó, en mayor o menor medida, en todas las sociedades y


pueblos de mayor desarrollo cultural de la Antigüedad. Si bien la característica esen-
cial de las relaciones de producción del esclavismo en general es la explotación de
los esclavos por los esclavistas, este sistema económico presenta, en los diversos
pueblos y culturas del mundo, peculiaridades propias y esenciales.

El curso posterior que siguió la producción social trajo consigo necesariamen-


te la formación de clases, la aparición y la consolidación de un nuevo sistema de pro-
ducción, el esclavista, mucho más progresista que el régimen primitivo. La aparición
de la sociedad clasista marca uno de los momentos cruciales de la evolución de la
humanidad, a partir del cual toda su historia posterior, hasta el inicio de la edificación
de la sociedad socialista, es la historia de las clases sociales, del nacimiento y la for-
mación de unas, y la descomposición y hundimiento de otras. Es la historia de una
lucha de clases irreductible, en cuyo campo de acción se confrontan, conviven y/o
alternan en función a la correlación de sus fuerzas y capacidad de negociación.

3 Engels, Federico. Anti-Dühring. Ed. Grijalbo. México, 1964, p. 175.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 95

1.2. Período de la democracia militar: premisas del tránsito al régimen escla-


vista y las formas de esclavizamiento
El tránsito de la barbarie a la esclavitud se caracteriza por la transformación de
la comunidad primitiva, fundada en lazos de consaguinidad, de constitución gentili-
cia, en sociedad de clases, en estado esclavista. Esta transición la podemos estudiar
en la historia de los egipcios y los babilonios, los asirios y los persas, los fenicios y
los hebreos, las antiguas culturas de China e India, como también en sus manifesta-
ciones sui géneris en las culturas de los pueblos aborígenes de América.

Hemos visto cómo la propiedad privada tuvo su origen sobre todo en la parte
especial del botín de guerra asignada al comandante de guerra. En cuanto la guerra
llegó a ser cada vez más una institución permanente como factor necesario de la
economía y como medio para procurarse hombres, tanto mayor sería también la
función del comandante en la sociedad. La función de jefe militar se convierte, de
actividad ocasional que era antes, en profesión permanente después. “El jefe militar
del pueblo –dice Engels– llegó a ser un funcionario indispensable y permanente”4.
En consecuencia las asignaciones extraordinarias que el jefe y sus ayudantes recibían
en ocasión de las operaciones de guerra, se transformaron en un donativo de carácter
permanente, el cual en un primer momento era aún conferido por la comunidad5.
Por eso esta época es llamada período de la democracia militar. “Militar porque la
guerra y la organización para la guerra constituían ya funciones regulares de la vida
del pueblo”6; democracia porque la asamblea popular es todavía un órgano de la so-
ciedad al que efectivamente corresponde el poder de decidir. La democracia militar
ejerce, hacia fines del período gentilicio y en el de tránsito al régimen esclavista, una
función muy importante.

Al período de la democracia militar sucede el período de transferencia y cen-


tralización gradual de las funciones de la comunidad en la persona del jefe mili-
tar. Y para afianzar su posición personal, el comandante militar promueve, a menudo
con éxito, que las asignaciones de parte del botín destinadas a los jefes subordinados
a él pasaran por sus manos para su distribución. De la función profesional del co-
mandante en jefe surge a continuación la figura del rey, quien luego, con el correr del
tiempo, legará su cetro por derecho hereditario a sus descendientes. Para consolidar
aún más su posición, el rey asume también la dirección ideológica, sobre todo, la
dirección mágico-religiosa del pueblo, arrogándose el derecho a ser el intermediario
entre los hombres y los poderes sobrenaturales. Y, al pasar por sus manos las ofren-
das del pueblo a los dioses, el rey obtiene también beneficios materiales adicionales.

4 Engels, Federico. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Óp. cit., p. 653.
5 Por ejemplo, compárense muchos pasajes de la Ilíada de Homero, algunos de los cuales cita S. Thomson. Studies
in Anciente Greek Society, óp. cit., London, 1949, p. 329.
6 Engels, Federico. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Óp. cit., p. 653.
96 Francisco Chaparro Zapana

De este modo pudo disponer de una doble fuente de ingresos: la terrenal, que le
pertenece por su condición de rey y comandante en jefe, y la mágico-religiosa, que
proviene de sus funciones de mediador entre el pueblo y los dioses. Con el tiempo,
también los comandantes de grado inferior llegaron a ostentar los mismos derechos.
Ellos también logran transmitir por herencia sus funciones de comando de guerra y
muy pronto, cuando el comandante en jefe consigue convertirse en monarca, llegan
a ser príncipes o virreyes. Paralelamente, estos virreyes también pudieron ejercer
oficios religiosos que ya eran inherentes a la función del rey. Por ejemplo, Ulises
como señor de Ítaca era un importante subordinado de Agamenón, rey legendario
de Mecenas y de Argos. Pero frente a los príncipes de Ítaca Ulises era un rey. Y los
sacerdotes de Apolo en Delfos –reclutados dentro de un exclusivo círculo de familias
nobles– percibían ingresos considerables provenientes en parte del ejercicio de las
funciones religiosas.

En la época de la que tratan los poemas homéricos, la principal riqueza de


los reyes y príncipes ya no solo consistía en ganado sino, como consecuencia del
rápido incremento de la productividad agrícola, en tierras en gran parte y también
en riquezas muebles (como los tesoros) obtenidas mediante el saqueo, lo mismo
que el ganado y los hombres (y por esto a su vez la esclavitud ejercía una particular
influencia sobre la producción de los medios de guerra). Estos eran prisioneros de
guerra7 o bien comprados a los mercaderes8. Los tesoros eran botín de guerra o bien
resultado de ventajosos negocios. Los héroes de la Ilíada, Menelao, Ulises y todos
los demás, eran ladrones y piratas profesionales. Como lo advierte con mucha clari-
dad Heichelheim9, la disputa entre Aquiles y Agamenón, motivo básico de la Ilíada,
versa precisamente sobre un botín robado. Pero la verdadera base del poderío no
reside en los tesoros robados o acumulados con el comercio, sino en la propiedad te-
rritorial. Esta es la fuente más importante y regular de la que provienen los ingresos.
La subdivisión de esta propiedad, que a través de los virreyes y príncipes es repartida
entre los restantes miembros de la tribu, con el correr del tiempo llega a ser uno de
los principales pilares de poderío.

La fragmentación progresiva de la propiedad territorial se veía favorecida,


sobre todo, por el nuevo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. La labranza
agrícola con ganado y arado ya no necesita de la cooperación comunal, sino que bien
puede ser practicada por la unidad económica familiar; esto es, bajo la forma de pro-
piedad personal. De modo que la familia patriarcal reemplaza a la familia gentilicia
basada en el derecho matriarcal, en un principio en el interior de la comunidad más

7 Homero. Ilíada, XXI, 102.


8 Homero. Odisea, XV, 482.
9 Ver: Heichelheim, Fritz M. Wirtschaftsgeschichts des Altertuns. Vol. I. Leiden, 1933.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 97

vasta ligada por vínculos de parentesco, más tarde ya en una comunidad similar a la
estatal.

El tipo particular de acumulación en forma de tesoros estaba condicionado por


el hecho de que la acumulación se producía más rápidamente que las posibilidades
de su empleo. Así, con los robos se acumulaba más que cuanto podía ser consumido
e invertido en nuevos medios de saqueo. Cuando la acumulación supera las posi-
bilidades de uso, el tipo ideal de acumulación es el atesoramiento, ya que cuando
se ofrece la oportunidad de ampliar la base productiva, el tesoro permite convertir
inmediatamente el producto congelado en riqueza activa para el aprovechamiento de
los otros.

De la necesidad de congelar los productos bajo la forma de objetos preciosos,


generalmente metales, se hizo costumbre acumular grandes tesoros sin limitar las
posibilidades productivas ni acumular negativamente instrumentos de producción,
sino provocando guerras, más numerosas que para saquear ganado y esclavos, solo
con la intención de robar oro y otros metales preciosos. Así acrecentaban hasta el
máximo de posibilidad el tesoro mismo. Por esta razón, también la industria mine-
ra ejerció una función muy importante en la economía del mundo antiguo, ya que
suministraba, además de materia prima necesaria para la producción, los objetos
preciosos. Se podía producir cuanto se deseara, de modo que, como ya lo señalara
Marx, la intensidad del trabajo y la explotación de los esclavos en las minas llega-
ron a escalas nunca antes alcanzadas. Por eso el comercio exterior pudo superar en
su desarrollo a muchos otros sectores de la economía, pues además de importantes
bienes económicos de empleo inmediato, también suministraba objetos preciosos,
siempre bienvenidos. Jamás se podía decir que se los poseía en exceso. Por ejemplo,
según la correspondencia cursada entre monarcas de la Antigüedad, en el siglo XIV
a. ºn. e., un rey babilonio lamenta que los suministros de oro provenientes de Egipto
fuesen tan limitados, mientras que un rey chipriota desea intercambiar cobre con
plata egipcia.

Toda esta avidez insaciable por los objetos preciosos no nos debe hacer ol-
vidar que lo socialmente decisivo no era la posesión de tesoros, sino la propiedad
territorial. Por lo general, el rey estaba en condiciones de regular en líneas genera-
les la distribución de la propiedad territorial. Los jefes militares de grado inferior
recibían del rey grandes propiedades en asignación, que ellos, a su vez, subdividían
en parte entre su propia gente. De este modo, junto a la propiedad común surgió y
se difundió ampliamente la forma de propiedad privada de la tierra. En un princi-
pio esta propiedad privada era otorgada a cada persona por un período breve y más
tarde por un período más largo, hasta que finalmente se convirtió efectivamente en
posesión privada, heredable. En otros casos se hace costumbre, en particular en las
comunidades de aldeas, realizar nuevos repartos de la tierra en el ámbito mismo de la
98 Francisco Chaparro Zapana

propiedad común subsistente, la que es asignada a título personal para ser cultivada
con medios de producción y de explotación privados.

Por tanto, para transitar al régimen esclavista, la sociedad se basó en el incre-


mento de las fuerzas productivas concentradas en unidades económicas individuales
y en el desarrollo de la división social del trabajo y el intercambio de productos
(comercio).

1.3. Economía mercantil urbana: la propiedad privada de los medios de pro-


ducción. La formación y el rol del estado
El progreso de los oficios y del cambio condujo ya en la más remota antigüe-
dad, en los albores del régimen económico esclavista, a la formación de las ciudades.
Al principio, la ciudad –residencia del comandante militar y centro administrativo de
la comunidad, donde se depositaban las armas de reserva– no se diferenciaba en gran
medida de la aldea; pero, poco a poco, fueron concentrándose en ella los oficios y el
comercio. La cuidad fue diferenciándose cada vez más de la aldea por la naturaleza
de las ocupaciones de sus habitantes y por su nuevo estilo de vida. Así se inició el
proceso de disociación entre la ciudad y el campo y de contraposición entre ellas.

Al aumentar el poder del comandante militar y transformarse en rey, la ciu-


dad se convirtió, lentamente, de centro militar en centro administrativo e ideológico
(religioso). Aunque otras veces, una ciudad surgió por el progresivo desarrollo de
un núcleo de intercambio, de un mercado, que luego también llegaría a ser lugar
fortificado, en parte como protección del mismo mercado, y en parte para dominar,
por medio de este centro económico, el territorio circundante. La base económica de
las ciudades es esencialmente la práctica de la economía mercantil, el comercio y las
actividades artesanales. Y el rasgo característico esencial de la economía mercantil
es la producción de bienes para el cambio. La segregación de los oficios artesanales
de la agricultura y la conversión de estos en actividades independientes determinó el
nacimiento de la producción mercantil (la mercancía es el producto que no se desti-
na directamente al consumo del productor, sino al cambio, a la venta en el mercado),
configurando así la segunda gran división social del trabajo.

Mientras el cambio tuvo un carácter puramente fortuito o casual, unos pro-


ductos del trabajo se cambiaban directamente por otros (trueque). Pero, a medida
que el cambio fue extendiéndose y convirtiéndose en una operación generalizada, se
destacó poco a poco, de entre todos ellos, una mercancía que todo el mundo aceptaba
de buen grado a cambio de otra cualquiera. Esta mercancía de aceptación universal
(forma del valor anterior al dinero) sirve para medir el valor de todas las demás y
actúa como intermediaria en las operaciones del cambio. A medida que aumentaba
el volumen de mercancías destinadas al cambio, iban ensanchándose también los
límites territoriales de su circulación. Surgió así la necesidad de intermediarios en-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 99

tre vendedores y compradores, cuyas funciones fueron desempeñadas inicialmente


por los mercaderes. La segregación de la clase social de los mercaderes, personas
dedicadas no a producir sino solo a cambiar productos, constituye la tercera gran
división social del trabajo. Los mercaderes, empujados por el afán insaciable de lu-
cro, compraban mercancías a los productores para llevarlas a los mercados, situados
muchas veces a grandes distancias del lugar de producción, y venderlas a los consu-
midores obteniendo pingües ganancias.

El incremento de la producción y del cambio acentuó considerablemente las


desigualdades patrimoniales. En manos de los ricos se acumularon el dinero, el ga-
nado de labor, los aperos y las simientes. Los pobres se veían obligados a recurrir
a los ricos, cada vez con mayor frecuencia, en solicitud de préstamos en especie, la
mayoría de veces, pero también en dinero. Los ricos les prestaban con fines de lucro
los aperos de labranza y la simiente, les daban dinero a crédito con elevadas tasas de
interés; tenían sojuzgados a sus deudores y si no pagaban los despojaban de sus tie-
rras y los reducían a la esclavitud. Surgió la usura, que contribuyó al enriquecimiento
de unos pocos y al sojuzgamiento económico de muchos.

Al extenderse la propiedad privada a la tierra, esta comenzó a venderse y a


hipotecarse. Engels advierte que: “Apenas se introdujo la propiedad privada de la
tierra, se inventó la hipoteca”10. Pero la hipoteca presuponía el préstamo a interés.
Tomar a interés era una cosa obvia, si se piensa que los primeros préstamos fueron
en ganado o en cereales, luego de una mala cosecha o de una mortandad de ganado a
causa de enfermedades o por una sequía. Era lo más natural exigir la restitución del
ganado o de los cereales prestados más una parte adicional de la cosecha o del gana-
do joven. Y si el campesino no podía pagar era obligado a hipotecar una parte de su
propia tierra y de sus rebaños. Por ejemplo, según las leyes de Hamurabi de hace dos
mil años a. n. e., los préstamos en dinero o en cereales debían ser restituidos luego
de la cosecha con un interés del 33%. Y como originariamente el préstamo fuera de
cosas, era natural que a cambio de él se entregara una cosa en garantía: la forma más
primitiva de la hipoteca.

Esta garantía material pronto fue explotada por los prestamistas –terratenien-
tes más ricos y afortunados– para procurarse nuevas tierras. Cuando Engels dice
que con la creación de la propiedad privada también se descubrió la hipoteca, puede
agregarse que también se descubrió la concentración de la riqueza, el avasallamiento
y la reducción a esclavitud por endeudamiento. Porque si el deudor no podía pagar
al prestamista, se veía obligado a despojarse de su tierra y a vender en esclavitud su
persona y la de sus hijos para saldar la deuda. Así, los grandes terratenientes, hacien-
do uso de su poder, arrebataban a las comunidades rurales campesinas parte de sus

10 Engels, Federico. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, p. 655.


100 Francisco Chaparro Zapana

prados y pastizales. O luego de una serie de malas cosechas, a menudo una cantidad
numerosa de campesinos era obligada a entregar su propia tierra o a empeñarse en el
pago de tributos anuales particulares.

En manos de los esclavistas ricos fueron concentrándose cada vez más las
tierras, las riquezas en dinero y grandes masas de esclavos. Mientras los pequeños
campesinos se iban hundiendo más en la miseria, la economía esclavista se ensan-
chaba y fortalecía, extendiéndose a todas las ramas de la producción. El trabajo de
los esclavos se convirtió en la base de existencia de la sociedad. Y esta terminó
escindida en dos clases antagónicas fundamentales: la de los esclavos y la de los
esclavistas.

Así se estableció e impuso el sistema o modo esclavista de producción.

Además, en el régimen esclavista la población se dividió también en hombres


libres y esclavos. Los hombres libres disfrutaban en mayor o menor grado de los de-
rechos cívicos, patrimoniales y políticos. En cambio, los esclavos carecían de todos
estos derechos. Los hombres libres, a su vez, se dividían en la clase de los grandes
terratenientes, que eran al mismo tiempo grandes esclavistas, y la clase de los peque-
ños productores (campesinos y artesanos), entre los que existían capas acomodadas
que también explotaban el trabajo de los esclavos y compartían la posición de es-
clavistas. Los sacerdotes, cuya importancia era grande en la época de la esclavitud,
pertenecían o se identificaban por su posición (de defensores espirituales del orden
establecido) con los intereses de clase de los grandes terratenientes esclavistas.

En sus inicios, al desarrollarse la división social del trabajo y el cambio, las


“gens” y las tribus fueron contactándose y agrupándose entre sí. Fue cambiando el
carácter de las instituciones gentilicias. Los órganos del régimen gentilicio fueron
perdiendo poco a poco su carácter democrático popular y se convirtieron en órganos
de dominación sobre el pueblo, en instrumentos de despojo, usurpación y opresión
violenta sobre sus tribus y las tribus vecinas. De los jefes y caudillos militares de las
“gens” y las tribus –como ya lo vimos– surgieron los reyes y príncipes. Su autoridad
emanaba en otro tiempo del hecho de haber sido elegidos democráticamente por las
“gens” o agrupaciones de estas. Ahora, empleaban su poder para defender los inte-
reses de la minoría de propietarios, para tener a raya a los miembros arruinados de
su “gens” y para reprimir a los esclavos. Tal era la finalidad de los primeros destaca-
mentos armados, tribunales y demás órganos de represión.

Por tanto, la división del trabajo, el comercio y la producción de mercancías,


la creación del plusproducto y, como consecuencia, la organización de la sociedad
en clases sociales de explotadores y explotados, en ricos y pobres, la disolución de
la propiedad comunal por obra de la propiedad privada, el interés y la usura son en
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 101

definitiva los factores que destruyeron la constitución gentilicia y crearon el Estado


como única forma de organización social apropiada a las nuevas circunstancias. El
Estado, organización política de la clase económica dominante, tiene como objeto
mantener el orden de cosas existentes y aplastar la resistencia de las otras clases11.
En él los hombres se distribuyen territorialmente, organizados según censo y oficio
y donde los vínculos de consanguinidad aún ejercen una función en cuanto crean
relaciones y hacen posible la transmisión hereditaria de la propiedad.

Según Lenin: “La historia demuestra que el Estado, como aparato especial
de constricción de los hombres, solo ha surgido allí donde y cuando aparece la di-
visión de la sociedad en clases, vale decir cuando los hombres se dividen en grupos
tales que los unos pueden apropiarse continuamente del trabajo de los otros, que los
unos exploten a los otros”. “Solo cuando apareció la primera forma de división de
la sociedad en clases, cuando apareció la esclavitud, cuando fue posible, para una
determinada clase de hombres, concentrándose en las formas más rudas del traba-
jo agrícola, producir cierto excedente, cuando este excedente no fue absolutamente
necesario para la misérrima existencia del esclavo y cayó en manos del dueño de es-
clavos, cuando de este modo se consolidó la existencia de esta clase de amos, y para
que esta se pudiese consolidar, fue necesario que apareciera el Estado”12.

Y así surgió el poder del Estado, que nació con el fin de someter a la mayoría
explotada, en interés de la minoría explotadora.

El Estado esclavista desempeñó un importante papel en el desarrollo y afian-


zamiento de las relaciones de producción de la sociedad basada en la esclavitud.
Mantenía a las masas de esclavos sujetas a obediencia y acabó convirtiéndose en
un frondoso aparato de sojuzgamiento y de violencia. La democracia de Grecia y
de Roma antiguas, que tanto ensalza la historiografía burguesa, eran, en realidad,
apenas democracias de esclavistas.

2. LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Y LAS RELACIONES SOCIALES DE PRO-


DUCCIÓN EN EL RÉGIMEN ESCLAVISTA

2.1. Los rasgos esenciales del régimen esclavista patriarcal


En la sociedad esclavista, las ramas fundamentales de la producción de bienes
materiales tenían un orden de prioridades: la agricultura, la ganadería y las industrias
estrechamente vinculadas entre sí; las cuales dieron un gran paso adelante al implan-
tarse el régimen esclavista.

11 Rosental, M. M. Diccionario Filosófico. Ed. Pueblos Unidos. Buenos Aires, 1990, p. 199.
12 Lenin, Vladimir Ilich. “Sobre el Estado”, en Marx, Engels y el marxismo. Ed. Lenguas Extranjeras. Moscú, 1947, pp.
453 y 457.
102 Francisco Chaparro Zapana

Para que este desarrollo fuese posible era necesario que se perfeccionaran
los instrumentos de trabajo en comparación con los de la época anterior. Tuvieron
que aparecer nuevos instrumentos, elevando la productividad del trabajo social y el
dominio del hombre sobre la naturaleza. En ese sentido, el paso de las herramientas
de piedra a las de metal ensanchó enormemente el campo de acción humana (de
trabajo). Dentro de la economía rural, que siguió siendo la principal actividad pro-
ductiva, se perfeccionaron los métodos de la agricultura y la ganadería. Surgieron en
consecuencia, una tras otra, nuevas ramas en la economía agraria: la horticultura, la
viticultura, el cultivo del lino, los cultivos de plantas oleaginosas, etc. Se ampliaron
los pastizales y se incrementaron los rebaños de las familias ricas, por lo que cada
vez se necesitaban más pastores para cuidar el ganado. Asimismo, se perfeccionaron
gradualmente la producción textil, la alfarería, la minería, elaboración de los meta-
les, la construcción, los medios de transporte, etc.

“A consecuencia del desarrollo de todos los ramos de la producción –ganade-


ría, agricultura, oficios manuales domésticos–, la fuerza de trabajo del hombre iba
haciéndose capaz de crear más productos que los necesarios para su sostenimiento.
También aumentó la suma de trabajo que correspondía diariamente a cada miembro
de la “gens”, de la comunidad doméstica o de la familia aislada. Era ya conveniente
conseguir más fuerza de trabajo, y la guerra la suministró: los prisioneros fueron
transformados en esclavos”13.

Durante un largo período de aquella fase de su desarrollo, la esclavitud tuvo un


carácter doméstico, patriarcal. La cantidad de esclavos era, entonces, relativamente
limitada. Su trabajo no constituía aún la base de la producción, sino que desempeñaba
un rol secundario y complementario en la economía. La finalidad de esta economía
seguía siendo la satisfacción de las necesidades de la gran familia patriarcal, cuya
institución apenas empezaba a recorrer el proceso de su transformación. Sin embar-
go, el poder del señor sobre sus esclavos era ya en aquel tiempo ilimitado, absoluto,
no obstante que el campo de acción del trabajo de los esclavos aún no había llegado a
desarrollarse. Por ejemplo, en los países esclavistas del antiguo Oriente estaban muy
enraizadas las formas comunales y estatales de propiedad de la tierra. La existencia
de estas formas de propiedad guardaba relación con el sistema agrario de regadío.
“La irrigación artificial es, en estas regiones, condición primordial de la agricultura e
incumbencia del municipio, de la provincia o del gobierno central”14. La agricultura
de regadío, en las tierras ribereñas de los ríos del Oriente, requería enormes obras
para la construcción de diques, canales, embalses y desecación de pantanos. Para dar
cima a estas empresas, había que recurrir al régimen de centralización de los trabajos
y aplicar los sistemas de irrigación a grandes zonas, funciones que solo podían ser

13 Rosental, M. M. Diccionario Filosófico. Ed. Pueblos Unidos. Buenos Aires, 1990, p. 289.
14 Carta de Federico Engels, a Carlos Marx, 6 junio 1853. En: Marx-Engels. Gasmtausgabc. Sección III, T. I.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 103

realizadas por el poder estatal. Al desarrollarse la esclavitud, las tierras comunales


fueron concentrándose en manos del Estado. El más poderoso poseedor de tierras era
el rey, dotado de poderes ilimitados.

En aquella época el Estado esclavista sometía a los trabajadores del campo


a un régimen de sojuzgamiento y, con frecuencia, de esclavitud, imponiéndoles tri-
butos desmesurados y obligándolos a ejecutar diversas clases de prestaciones; re-
solviendo así parte del problema de la necesidad de mano de obra para trabajar las
grandes propiedades de tierras concentradas en su poder. Desde entonces empieza a
adquirir gran importancia el sistema de esclavitud por endeudamiento. Si el cam-
pesino miembro de la comunidad no podía pagar una deuda al usurero prestamista,
o la renta al dueño de la tierra, era esclavizado. Por entonces, las comunidades que
basaban su economía en la combinación de la industria doméstica con la agricultura
primitiva eran de carácter cerrado y estancado. Como resultado de este estancamien-
to, la concentración de las tierras en manos del Estado esclavista determinaba que la
comunidad no fuera otra cosa que una sólida base del despotismo oriental, es decir,
del poder autocrático y absoluto del monarca. En los países esclavistas del Orien-
te, desempeñaba un papel extraordinariamente importante la aristocracia sacerdotal.
Las extensas tierras de propiedad de los templos eran cultivadas también mediante
el trabajo de los esclavos.

Al desarrollarse la economía esclavista, el cambio de productos fue adqui-


riendo poco a poco mayor importancia, sobre todo en la fase de apogeo del régimen.
En una serie de ramas de la producción, cierta parte de los productos se elaboraban
regularmente como mercancías y se vendían en el mercado. Pero al desarrollarse el
cambio, fue aumentando la importancia del dinero. Generalmente, la función del
dinero era ejercida por la mercancía más conocida como objeto de cambio. Muchos
pueblos, especialmente los que se dedicaban al pastoreo, empleaban como dinero,
en sus inicios, el ganado. Después de numerosas transformaciones y cambios, la
función del dinero fue asumida por diversas mercancías particularmente aptas por
sus cualidades naturales. Nos referimos a los metales, entre los cuales terminó im-
poniéndose el oro.

2.2. Rasgos esenciales del esclavismo clásico: Grecia y Roma


Si bien en el período de la esclavitud patriarcal, el esclavo era considerado
como miembro de la familia, dentro del régimen de producción esclavista clásico ya
no era considerado un ser humano, sino un simple objeto de propiedad íntegra de su
señor. Los esclavos no eran solamente explotados, sino comprados y vendidos como
bestias, y sus dueños podían, incluso, matarlos con toda impunidad. El esclavista se
apropiaba del producto íntegro del trabajo de sus esclavos, del cual les suministraba
apenas una mínima cantidad de medios de sustento, lo suficiente como para que no
104 Francisco Chaparro Zapana

muriesen de hambre y pudieran seguir trabajando para él. El esclavista se beneficia-


ba no solo con el plusproducto, sino también con una parte considerable del producto
necesario del trabajo del esclavo.

“El esclavo no vendía su fuerza de trabajo al esclavista, del mismo modo


que un buey no vende su trabajo al labrador. El esclavo es vendido de una vez y
para siempre, con su fuerza de trabajo, a su dueño”15. El trabajo del esclavo tenía
un carácter abiertamente conminatorio. Se le obligaba a trabajar mediante la más
brutal coacción física y el empleo del látigo, en tanto que sus más leves faltas eran
castigadas con severas penas. Se le marcaba a fuego para poder capturarlo fácil-
mente si se fugaba. Muchos portaban permanentemente un collar de hierro con la
grabación del nombre de su amo, afrentoso estigma de esclavitud.

La base económica de la antigua Grecia era la explotación de los esclavos.


Esto no quiere decir que los hombres libres no fueran también explotados. Sin em-
bargo, el rasgo esencial característico de esta etapa es la expoliación de los esclavos,
quienes constituían la mayoría.

En general, el esclavo por ser comprado, o ser botín de guerra, representaba


una inversión considerable. Por eso el propietario de esclavos tenía interés en hacer
trabajar al esclavo de continuo durante toda su vida, además, el trabajo esclavista
solo era altamente rentable si era aplicado en una ocupación de carácter duradero,
o si podía ser continuada en otras, por ejemplo, en las labores domésticas, en las
minas, en el trabajo de remeros de las naves, los oficios artesanales o las grandes
propiedades de tierra en las que hay variedad de ocupaciones todo el año. Pero para
que la rentabilidad fuera factible, también era importante que el trabajo del esclavo
pudiera ser vigilado con facilidad y que no requiriese de ninguna habilidad particu-
lar. Como todo lo producido terminaba en manos del amo, el esclavo no tenía el más
mínimo interés por su trabajo ni por su calidad. El trabajo esclavista se adaptaba me-
nos a las pequeñas empresas en las que se requería de un trabajo calificado, porque
el adiestramiento del esclavo requería de mucho tiempo. Enseñar un oficio al esclavo
equivalía a renunciar al empleo de su fuerza de trabajo durante un lapso prolongado
para su aprovechamiento. Luego, cuanto más progresaba y se elevaba el nivel téc-
nico en el mundo antiguo, tanto más se reducían las posibilidades de empleo de los
esclavos. A la recíproca, se puede decir que el empleo de esclavos en gran escala
como fuerza de trabajo impedía superar cierto nivel de desarrollo técnico, ya que la
mayor parte de trabajadores estaba conformada por esclavos incapaces de realizar
un trabajo calificado. En ese aspecto el trabajo esclavista impedía el progreso técnico
del mundo antiguo.

15 Marx, Carlos y Federico Engels. “Trabajo asalariado y capital”. Obras escogidas. T. I. Ed. en español, Moscú, 1952,
p. 70, cursiva en negrita por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 105

Además, la tendencia ambigua a reducir o ampliar el empleo de esclavos en-


cuentra una expresión interesante, por ejemplo, en el desarrollo de la industrial textil
y la confección de vestidos. En general, durante toda la antigüedad griega, los tejidos
y piezas de vestuario se producían en el hogar. Solo dos tipos de tejidos y de vestidos
se producían cada vez más por vía industrial: los de lujo y los destinados a la masa.
Los tejidos de lujo, cada vez más refinados, eran producidos en Grecia, sobre todo,
por artesanos libres; en cambio, los más corrientes y destinados al consumo masivo
se confeccionaban en grandes talleres donde trabajaban los esclavos.

Pero la economía del mundo antiguo no solo se caracterizó por el empleo de


esclavos, sino también por la ocupación de personas libres. La proximidad de es-
clavos y trabajadores libres en la producción tenía sus ventajas particulares para el
empresario esclavista. En efecto, podía contraponer hasta cierto punto a los dos es-
tratos entre sí. El éxito de esta maniobra se revela en el hecho de que eran muy raros
los levantamientos de esclavos coronados, por lo menos en parte, por el triunfo, y
las rarísimas victorias siempre fueron de corta duración. Al mismo tiempo, también
fueron raramente eficaces las asociaciones de trabajadores libres en su lucha, pues se
empleaba a los esclavos contra ellas.

Así vemos que la situación de los esclavos y de los libres está determinada
por las tendencias más dispares y contradictorias, y que las condiciones de vida de
unos y otros se agravan recíprocamente. Mientras la existencia de los esclavos ejerce
una gran influencia sobre la situación de los trabajadores libres, la de estos sobre la
situación de los esclavos es relativamente mucho menor, porque el número de los
esclavos supera al de los trabajadores libres y, sobre todo, porque la vida de los es-
clavos está determinada por su particular posición de ser propiedad del empresario;
en cambio, la situación de los trabajadores libres está condicionada, en parte, por su
estado de mano de obra explotada y, en parte, por su posición de ciudadanos libres,
por lo que son en algunos aspectos iguales a los empresarios y a los otros ciudadanos
libres.

Con el transcurso del tiempo, los campesinos libres son cada vez más opri-
midos y se endeudan cada vez más con los grandes terratenientes. Al aumentar sus
deudas terminan por ser reducidos en general a la servidumbre, de la que pasan lue-
go a la esclavitud por deudas. Por eso, dentro de un mismo pueblo encontramos a
menudo un tránsito directo de la libertad a la esclavitud. No es extraño entonces que
en la antigua Grecia la lucha de clases entre ciudadanos libres adquiera a menudo la
forma de una lucha entre deudores y acreedores, por lo que la consigna de los cam-
pesinos pobres será la reforma territorial y anulación de las deudas.

La esclavitud por deudas provocaba, sobre todo en el campo, la transforma-


ción de cierto número de ciudadanos en esclavos, estos en su mayoría eran extranje-
106 Francisco Chaparro Zapana

ros. En gran parte, los esclavos eran capturados en las guerras o en las expediciones
de saqueo. A menudo fueron esclavizadas ciudades enteras con millares y millares
de hombres. El número de esclavos nacidos como tales y que habían sido reducidos
a esclavitud por endeudamiento era relativamente limitado frente a los prisioneros
de guerra. Pero un cierto número de esclavos provenía también del comercio pacífico
con jefes de tribus extranjeras que vendían a sus súbditos Con el transcurso del tiem-
po el comercio de esclavos llegó a ser una de las actividades más rentables.

Además del comercio, se desarrolló el sistema de alquiler de esclavos, es de-


cir que empezó a producirse una separación entre propietarios de esclavos y personas
que empleaban esclavos. Esta separación acrecentó la posibilidad de emplear a los
esclavos, quienes ahora también podían ser colocados en trabajos de corta duración
para ser luego alquilados a otro empresario. Pero, al mismo tiempo, este sistema
reducía aún más el rendimiento de los esclavos, ya que a cada cambio de ocupación
debían pasar por un período de aprendizaje. Por eso, la institución del arriendo de
esclavos no significó un aumento sensible de su empleo en los trabajos estacionales
o de corta duración, ni pudo establecerse en todas partes. En otros casos no era rara
la manumisión de esclavos. Los emancipados vivían entonces en Atenas como me-
tecos, como extranjeros libres. En otros Estados a menudo formaban sectores de la
población. No obstante, la cantidad total de emancipados siguió siendo muy baja.

De este modo, durante todo este período, desde comienzos del siglo VI hasta
fines del siglo IV a. n. e., en el curso de unos 300 años, el número de esclavos en la
antigua Grecia creció continuamente hasta alcanzar, en todos los países dominados
por los griegos, una cifra de muchos miles.

La economía griega, como toda la economía antigua y también la feudal, se


basaba en la agricultura. Solo en algunas importantes ciudades, como Atenas, en
la segunda mitad del siglo VII, la primacía pasó de la agricultura al comercio. Las
ciudades, donde se verifica esta transición, luego de haber llegado a ser durante el
período aristocrático centros políticos, ahora se convierten también en centros eco-
nómicos. En varias de estas ciudades, y por la misma época, el dominio de la nobleza
fue abatido por los regímenes de las tiranías; los tiranos eran en parte hombres de
la vieja nobleza, en parte nuevos ricos, pero casi siempre gente cuya base económica
principal había dejado de ser la agricultura. No se trataba de tiranos en el sentido de
enemigos del progreso, sino muy a menudo de hombres detrás de los cuales estaban
los campesinos pobres y una parte considerable de la pequeña y mediana burguesía
urbana.

Al llegar el siglo VII, los reyes en general habían perdido el poder y, ya en la


segunda mitad del mismo, el propio régimen aristocrático se encontraba en decaden-
cia. Así, alrededor del año 650 a. n. e., Cipselo llega a ser tirano de Corinto, entonces
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 107

primera ciudad de Grecia, sobresaliente por la amplitud de su movimiento comer-


cial, que ya se realizaba sobre la base del sistema monetario. En el año 630 a. n. e.
aparece la tiranía de Teógenes en Megara, ciudad célebre por su intensa actividad
industrial. Sición, Mileto y otras ciudades siguieron el ejemplo. Atenas, retrasada en
su desarrollo para esta etapa, se incorporó a este movimiento recién en el año 560
con la tiranía de Pisístrato, después del fracaso de numerosas tentativas precedentes
para abatir el poder de la aristocracia rural.

Con estas fechas concernientes a la aparición de las tiranías, coincide el ascen-


so de la industria y el comercio al poder político (y por ende también la supremacía
sobre la agricultura). El comercio, surgido de las dos primeras grandes divisiones
sociales del trabajo, terminó, entonces, por hacer de la ciudad el centro económico
en la historia de los hombres, abatiendo en consecuencia por primera vez la posición
económica de la gran propiedad territorial, que hasta entonces siempre había deten-
tado el poder. Y así como la división entre la producción de los medios de subsisten-
cia y el artesanado fue originada por el comercio interno, el comercio externo fue,
a su vez, el factor que en Grecia promovió el artesanado de manera extraordinaria.
Si bien el comercio exterior en gran escala comenzó en el siglo VIII a. n. e., sobre
todo en forma de intercambio de cereales por otros productos agrícolas o en forma
de compra-venta de esclavos, también en este siglo se configura como una fuerte
corriente exportadora de productos industriales desde la metrópoli hacia las colo-
nias. Por eso, en este período, fue el comercio el que intensificó la industria. Cabe
anotar que el comercio en la Antigüedad conservó siempre su preeminencia sobre la
industria. Esta, elaborada en establecimientos pequeños y medianos, al igual que la
minería y las construcciones públicas, no pudo desarrollarse hasta convertirse en el
sector principal del sistema económico esclavista; y como el comercio se apoyaba
por igual en la agricultura y en la industria, estaba llamado a ser la actividad econó-
mica predominante en Atenas y, temporal, en Grecia.

El desarrollo del sistema esclavista de producción iba acompañado por el au-


mento de la demanda de esclavos. El trabajo humano era, en aquel tiempo, muy poco
productivo y arrojaba un escaso remanente sobre los medios indispensables para el
sustento del trabajador. Esto determinaba que la economía esclavista solo podía ser
lucrativa si se basaba en la explotación del trabajo de grandes masas de esclavos y en
la baratura de la mano de obra esclava. La rapaz expoliación de los esclavos se tradu-
cía en su rápido agotamiento físico. El contingente de esclavos tenía que reponerse
a cada paso, cubriendo el gran número de bajas que se producía, sobre todo por lo
extenuante del trabajo. La procreación era insuficiente para satisfacer la creciente de-
manda de esclavos. Además, al esclavista no le convenía mantener a los hijos de los
esclavos en la edad en que aún no estaban aptos para trabajar y rendir plusproducto.
108 Francisco Chaparro Zapana

En Roma, al igual que en Grecia, aparte del comercio de esclavos y de otras


mercancías, llegó a adquirir gran importancia el comercio de artículos de lujo impor-
tados de los países de Oriente. Y el comercio se hallaba frecuentemente relacionado
con el saqueo a las poblaciones aborígenes y con la piratería.

Bajo el régimen esclavista, el dinero ya no era solo un instrumento intermedia-


rio de la compra y venta de mercancías, sino también un medio de apropiación del
trabajo ajeno a través del comercio y la usura. Así, el dinero invertido con el fin de
apropiarse del plustrabajo y el plusproducto ajenos empieza a convertirse en capital,
es decir, en medio de explotación.

Marx demostró que el capital comercial y el capital usurario preceden al modo


capitalista de producción. Ambos nacen en las entrañas del régimen esclavista y
no modifican las relaciones de producción basadas en la esclavitud, sino que, por
el contrario, contribuyen mediante la competencia desigual a la conversión de los
pequeños productores libres en esclavos al empujarlos a la ruina. Al mismo tiem-
po, estas formas de capital, que no intervienen en la producción, contribuyen a la
concentración de grandes recursos pecuniarios en manos de los mercaderes y los
usureros. Además, una parte considerable de estos recursos se destina a su consumo
parasitario. Por tanto, no tienen razón los historiadores burgueses que suponen las
relaciones esclavistas existentes en Roma y Grecia antiguas como relaciones de tipo
capitalista, porque las relaciones capitalistas de producción surgen y se erigen en las
relaciones económicas predominantes cuando aparecen las clases de obreros asala-
riados y de capitalistas industriales.

Así, la sociedad esclavista alcanzó su apogeo en el mundo antiguo, en Grecia,


en Fenicia y en Roma.

3. RASGOS GENERALES Y LEYES ECONÓMICO-SOCIALES FUNDAMEN-


TALES DEL RÉGIMEN ESCLAVISTA
En la sociedad esclavista no solo los medios de producción son propiedad
de los esclavistas, sino también los productores directos, los esclavos. Si bien en el
período de la esclavitud patriarcal el esclavo era considerado como miembro de la
familia, dentro del régimen de producción esclavista clásico ya no era ni siquiera un
ser humano, sino un simple objeto de propiedad íntegra e ilimitada de su señor.

El amo se apropiaba del producto íntegro del trabajo de sus esclavos, del cual
les suministraba apenas una mínima cantidad de medios de sustento, lo suficiente
como para que no muriesen de hambre y pudieran seguir trabajando. De este modo
el esclavista se beneficiaba no solo con el plusproducto, sino además con una parte
considerable del producto necesario del trabajo del esclavo.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 109

La guerra era la principal fuente de suministro de nuevos esclavos. Los Es-


tados esclavistas del antiguo Oriente sostenían incesantes guerras para someter por
la fuerza a otros pueblos. La historia de la Grecia antigua nos relata de las constan-
tes guerras libradas entre los diversos Estados-ciudades, entre las metrópolis y las
colonias y entre los Estados griegos y los orientales. Roma, por su parte, no dejó
de guerrear nunca y, en el período de su apogeo, sometió a la mayor parte de los
territorios hasta entonces conocidos. La esclavitud era la suerte reservada, no solo a
los prisioneros de guerra, sino también a una parte importante de la población de los
territorios conquistados.

Otra importante fuente de suministro de esclavos eran las provincias y las


colonias. Desde allí se enviaba para los esclavistas la “mercancía viva”, junto a otras
remesas de productos. El comercio de esclavos constituía una de las actividades
más lucrativas y florecientes de la economía. Existían mercados especiales para el
comercio de esclavos, donde se organizaban ferias con este fin y a las que afluían
mercaderes y compradores procedentes de lejanas tierras.

La economía esclavista era, fundamentalmente, una economía natural, por-


que los productos del trabajo en su gran mayoría eran agrícolas y destinados al con-
sumo interno de la propia unidad productora. En ella la producción artesanal se su-
bordinaba a la agrícola. No obstante ello, el cambio continuó desarrollándose. Al
principio, los artesanos laboraban manufacturas por encargo, por lo que aun con
posterioridad siguieron explotando durante largo tiempo pequeñas parcelas, las que
cultivaban para cubrir sus necesidades de alimentación. Los campesinos mantenían,
básicamente, una economía natural, pero también se veían obligados a vender en el
mercado una parte de sus productos agrícolas, para poder comprar a los artesanos y
pagar los impuestos en dinero. Todo esto determinó que una parte de lo producido
por el trabajo de los artesanos y los campesinos fuera convirtiéndose poco a poco en
mercancía.

La producción esclavista tenía como finalidad suprema obtener el producto


excedente creado por el trabajo de los esclavos, del cual se apropiaban los esclavis-
tas. El desinterés de los esclavos por el trabajo que desempeñaban para sus amos y la
baja productividad del mismo hacían que los esclavistas, para obtener el plusproduc-
to, tuvieran que recurrir a la cooperación simple en gran escala, basada en el trabajo
de masas de esclavos y su inhumana explotación. Esto era posible debido a que ellos
pertenecían en propiedad omnímoda a los esclavistas y a la enorme afluencia de es-
clavos baratos como resultado de las guerras de conquista.

El sistema económico esclavista significaba mayores posibilidades de desa-


rrollo de las fuerzas productivas que el régimen de la comunidad primitiva. El gran
número de esclavos concentrados en manos del Estado y de los esclavistas permitía
110 Francisco Chaparro Zapana

emplear en gran escala la cooperación simple del trabajo. Así lo atestiguan las gi-
gantescas construcciones levantadas en la Antigüedad por los pueblos de Babilonia,
Egipto, India, China, Grecia, Roma, Transcaucásica, el Asia central, etc., así como
los sistemas de riego, calzadas, puentes, acueductos, caminos, obras de fortificación
y otros monumentos culturales.

La división social del trabajo adquirió un desarrollo considerable, que se tra-


dujo en la especialización de la producción agrícola y artesanal, y creó las condicio-
nes necesarias para elevar la productividad del trabajo.

En Grecia, el trabajo de los esclavos era aprovechado en vastas proporciones


dentro de la producción artesanal. Surgieron grandes talleres, los ergasterios; en
cada uno de los cuales trabajaban varias decenas de esclavos. El trabajo de los escla-
vos se realizaba también en la rama de la construcción y en las minas de hierro, plata
y oro. En Roma, se empleaba a los esclavos en grandes proporciones en la agricul-
tura. La nobleza romana poseía vastas extensiones de tierras, los latifundios, en los
que trabajaban cientos y miles de esclavos. Estos latifundios se formaron mediante
la usurpación de las tierras de los campesinos y de las tierras públicas pertenecientes
al Estado.

La depreciación del trabajo de los esclavos y el aprovechamiento de las venta-


jas de la cooperación simple permitieron a los esclavistas producir en sus latifundios
el trigo y otros productos agrícolas con costos menores que en las pequeñas tierras de
los campesinos libres. Estos eran despojados de sus tierras, caían en la esclavitud o
pasaban a engrosar las filas de las capas indigentes de la población urbana: el lúmpen
proletariado.

La ley económica fundamental del régimen esclavista se define, por tanto,


como la producción del plusproducto para la clase esclavista, mediante la explota-
ción coactiva del trabajo forzado de las masas de esclavos y la propiedad esclavista
de los medios de producción. Económicamente este régimen se basaba en la violen-
cia que significaba el obligar físicamente a los esclavos a realizar un trabajo forzado,
y en la apropiación natural y directa del producto de su trabajo por los esclavistas.

Entre los objetos de propiedad esclavista más importantes figuraba la tierra,


medio universal de producción. En determinadas etapas y en diversos países, la pro-
piedad del suelo tenía formas distintas: comunal, estatal, eclesiástica y privada. Las
tierras comunales, del Estado y de los conventos eran en esencia formas de pro-
piedad conjunta o, a su modo, colectiva. La forma más generalizada de propiedad
territorial esclavista era la privada. Además, existía la pequeña propiedad de arte-
sanos libres en las ciudades, que ocupaba un lugar considerable en la producción
social. Conforme se expande el sistema esclavista, la pequeña propiedad campesina
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 111

y artesana se reduce gradualmente, pasando, en la mayoría de casos, al poder de los


grandes propietarios, de los esclavistas ricos. Además, cabe señalar que por ser una
propiedad sobre las condiciones naturales de producción representa, según Marx,
“simplemente un atributo de la propiedad de determinadas personas sobre las perso-
nas de los productores directos…”16.

La contradicción entre la ciudad y el campo, que había surgido ya en la época


del tránsito del régimen de la comunidad primitiva al régimen esclavista, fue ahon-
dándose cada vez más. Las ciudades se convirtieron en los centros de aglomeración
de la nobleza, de los mercaderes, los usureros y los funcionarios del Estado esclavis-
ta, dedicados a esquilmar a las grandes masas de población campesina.

El empleo en gran escala de la mano de obra servil eximía a los esclavistas de


todo trabajo físico, el que descargaban sobre los hombros de los esclavos. Los es-
clavistas menospreciaban el trabajo físico, en el que veían una ocupación indigna de
hombres libres, y entonces llevaban una vida parasitaria. Conforme iba extendiéndo-
se la esclavitud, una parte cada vez mayor de la población libre volvía las espaldas a
las actividades productivas. Los negocios públicos y el cultivo de las ciencias y las
artes, que alcanzaron en la Antigüedad un considerable desarrollo, se concentraban
en manos de una parte de la minoría esclavista y del resto de la población libre.

El régimen esclavista, al sentar las bases de la separación contrapuesta entre


el trabajo físico y el trabajo intelectual y crear la escisión entre uno y otro, consumó
la cuarta gran división social del trabajo.

4. CRISIS, DECADENCIA Y HUNDIMIENTO DEL RÉGIMEN ESCLAVISTA

4.1. Estancamiento y crisis del sistema esclavista


El período de crisis de la historia romana, anterior a la disolución del Imperio,
abarca la época imperial hasta fines del siglo IV d. n. e.

El Imperio se iba ampliando ulteriormente con nuevas conquistas, mientras en


muchos países conquistados en forma contemporánea se elevaba el nivel económico.
En África, por ejemplo, se cultivaron los territorios de Túnez y Argelia –cosa que
no había ocurrido bajo el dominio de Cartago–; y Galia, España y Britania fueron
convertidos en regiones exportadoras de cereales. Es decir que, en muchos territorios
ya poseídos por Roma se habían introducido nuevas formas de cultivo, mientras que
otras regiones eran conquistadas y sus agriculturas elevadas al nivel técnico de los
países ya integrantes del Imperio. Sin embargo, en el interior del mismo, la técnica
no registraba perfeccionamientos posteriores. Se puede apreciar que al finalizar la

16 Marx, Carlos. El capital. T. III. Fondo de Cultura Económica. México - Buenos Aires, 1959, p. 591.
112 Francisco Chaparro Zapana

República, la agricultura empezó a estancarse; el progreso había alcanzado su cul-


minación.

En los métodos mismos de cultivos, encontramos una ulterior subdivisión par-


celaria de la gran propiedad, que pasa a manos de pequeños arrendatarios. De este
modo, junto a los cultivos extensivos, apareció el pequeño cultivo intensivo sobre la
base de la gran propiedad. Pero ni siquiera el incremento de este llevó a una supera-
ción técnica. Por el contrario, la inseguridad de la posesión y la situación financiera
cada vez más gravosa condujeron a cierto retroceso de la producción, que a partir
del siglo II, cuando cesaron las búsquedas de nuevas tierras cultivables, se tradujo en
una regresión general de la renta agrícola en el Imperio romano.

Por su parte, el continuo aumento de los gravámenes fiscales, que condujo a


grandes zonas del Imperio romano a una parcial desolación y a un completo empo-
brecimiento, indica simplemente que la clase dominante ya no estaba en condiciones
de continuar operando con los métodos de producción existentes. Las fuerzas pro-
ductivas entraron en frontal contradicción con las relaciones de producción y fue la
masa de la población quien debió asumir los costos de este conflicto, hasta que no
surgieran nuevas relaciones sociales de producción.

De la misma forma que en la agricultura, en el comercio exterior observa-


mos un creciente desarrollo, luego un estancamiento y finalmente un retroceso. Era
lógico que en el período de las nuevas conquistas, a comienzos de la era imperial,
el volumen del comercio exterior aumentara pero sin crecer ya en intensidad pro-
porcional a la población. Pronto empezó a estancarse, para comenzar a retroceder a
partir del siglo II d. n. e. Este retroceso, en parte, fue provocado por el agotamiento
de las provincias a consecuencia de los enormes tributos en especie; por el nivel re-
lativamente bajo de los transportes; y, también en parte, por los fuertes gravámenes
financieros que se extendían a lo largo y ancho de todo el Imperio. Estos impuestos y
el retroceso consiguiente del comercio afectaron, a su vez, el nivel de los transportes,
cuya racionalización se mostraría cada vez menos ventajosa. Mientras el comercio
a gran distancia iba disminuyendo, el comercio interno, en el ámbito de su distrito
aduanero, todavía se mantenía en un nivel elevado. De este modo se desarrolló una
especie de autarquía provincial. Aunque el mercado de Roma siguió siendo cosmo-
polita hasta el último día de su poderío de capital imperial. Si se tiene en cuenta las
otras grandes ciudades del Imperio, se observará que estas llegan a ser cada vez más
provinciales respecto al tipo de mercancías que podían ofertar.

El nivel técnico se estancó también en la industria. Si bien en muchos y diver-


sos sectores se afirmó una producción en masa, esta fue acompañada sobre todo por
un deterioro de la calidad, que constituye el primer factor negativo. En segundo lugar
se llegó a ese punto acumulando pequeños talleres artesanales y combinando a veces
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 113

varios oficios en una empresa más grande. La producción en masa no fue implanta-
da sobre nuevos métodos particulares de producción que representaran un progreso
técnico con respecto a la producción del mundo griego –como sucedería más tarde
con el capitalismo en muchas ramas de la industria–. Predomina aquí la misma ten-
dencia que por un período más largo también podemos observar en la agricultura:
un incremento de los centros de producción y una expansión en la extensión de la
producción, pero sin incremento alguno de la productividad, sin ninguna mejora en
la utilización de las fuerzas productivas.

Finalmente, podemos hacer la misma observación para la industria minera. Si


Claudio desplegó enormes fuerzas en la conquista de Britania; y Domiciano, en la
de algunas regiones meridionales de Germania, fue porque los atraía la riqueza mi-
nera de estos países, entre otras cosas. Aumentó el número de minas y se acrecentó
la extracción de metales nobles, pero este incremento no fue resultado de mejoras
técnicas, sino solo de una explotación más extendida de la industria minera.

Así llegamos a la conclusión de que con el ocaso de la República, también,


el desarrollo de la productividad del trabajo llegó en conjunto a su punto máximo.
Luego, solo hubo una ampliación extensiva de la economía, pero no un desarrollo
ulterior. Esta ampliación no dio resultados de naturaleza cualitativa, ni siquiera allí
donde estos resultados habrían de verificarse: desmembró al Imperio en muchas uni-
dades económicas cerradas, de modo que la ampliación fue más aparente que real.
Como en el campo de la industria la formación de empresas más grandes, por lo
general, no se produce sino agrupando diversos oficios, así el Imperio romano no fue
económicamente otra cosa que una suma de potencialidades provinciales.

Un examen del nivel técnico alcanzado en la época de la República nos mues-


tra progresos mínimos con respecto a los niveles alcanzados por Grecia en la época
de su florecimiento. En suma, Roma reproduce en proporciones gigantescas la eco-
nomía del mundo antiguo, sin aportar innovación sustancial alguna. Este imperio
es la última y la mayor realización de un sistema que llevó a la humanidad, durante
algunos milenios, a realizar grandes progresos en el campo de la actividad económi-
ca. Pero la economía esclavista impide cumplir el salto de la cantidad a la calidad,
solo conduce a una multiplicación de la cantidad, no a una integración y formación
de una nueva base sobre la que pudiera cumplirse el repentino tránsito a un estado
de desarrollo superior de las fuerzas productivas; había agotado su función. Lo que
los hombres podían encontrar de progresivo en ella, ya lo habían obtenido. Llegó el
momento de pasar a nuevos métodos de producción. Así como en nuestra época, la
humanidad del llamado mundo capitalista globalizado se está viendo ante la alterna-
tiva de pasar a un nuevo régimen económico o retroceder hacia la barbarie, el caos
y la destrucción del mundo, llevado por los más graves fenómenos de decadencia y
114 Francisco Chaparro Zapana

aniquilación de la humanidad, para los hombres del siglo IV d. n. e. la única salva-


ción consistía en pasar a formas económicas nuevas y más avanzadas.

La gran descentralización, la integración económica relativamente muy esca-


sa y la organización yuxtapuesta de las distintas partes del Imperio se revelaban tam-
bién nítidamente en que las principales tareas de la autoridad central solo consistían
en defenderse de los enemigos externos e imponer nuevas tasas y aduanas. Todas
las demás funciones eran ejercidas por las provincias y por administraciones locales
aún más restringidas. Esta situación se refleja en el presupuesto, en el sentido de que
la mayor parte de los gastos es absorbida por el ejército, incluyendo cifras consi-
derables como emolumentos para los veteranos de las distintas guerras. El término
“gastos” no es solo el primero en orden de importancia, sino también el que supera
ampliamente a todos los demás. Si tenemos en cuenta también que a fines de la era
imperial, más o menos a partir del siglo II, el segundo lugar del balance está ocupado
por las dádivas en especies otorgadas a la población y por los gastos para los juegos
(“pan y circo” en el argot común), es fácil comprender el carácter parasitario de esta
economía, en la cual, para una minoría siempre creciente de la población, empieza a
decaer la relación entre el trabajo y la renta.

Asimismo, los soldados caen, en cierto modo, en esta posición parasitaria. Du-
rante toda la Antigüedad, hasta llegar a esta época, la guerra había sido un elemento
esencial de la economía, servía al pueblo más desarrollado para acumular riquezas,
generalmente, a costa de pueblos menos desarrollados. En esta etapa, en cambio, el
saqueo y la guerra dejan de ser económicamente rentables. No obstante, las guerras
siguen proporcionando grandes botines, pero se han vuelto demasiado costosas, ya
que la ganancia neta es mínima o se convierte en pérdida. La función de la guerra y el
Ejército comienza a ser negativa: sus propósitos serán impedir, dentro de lo posible,
la merma del número de esclavos, defender al Imperio contra las incursiones de los
pueblos enemigos o, en algunos casos, realizar algunas conquistas para redondear
los confines o por razones de mayor seguridad; pero estas conquistas revelan, en
razón de su costo, ganancia mínima o pérdida total. Además, estas empresas gravan
económicamente de un modo muy fuerte a la grande y a la pequeña propiedad, a los
latifundios y a los pequeños arrendatarios, con el resultado de que la base de todo
el sistema económico, la agricultura, se hace cada vez menos rentable y el Imperio
romano se empobrece cada vez más.

Vemos así cómo durante la era imperial la economía del mundo antiguo se va
agotando, en el sentido más literal de la palabra; cómo determinadas ramas impor-
tantes de la economía pierden sus funciones; cómo ciertas fuentes de recaudación se
agotan; y cómo se abren grietas cada vez más peligrosas en la base de la sociedad.
Las viejas estructuras económicas ya han dejado de ser útiles. Refiriéndose a la si-
tuación creada en vísperas de la caída de la esclavitud, Lenin decía: “La esclavitud
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 115

ya no producía más de lo que costaba, y por eso acabó por desaparecer. Pero al morir
dejó detrás de sí su aguijón venenoso bajo la forma de proscripción del trabajo pro-
ductivo por los hombres libres. Tal es el callejón sin salida en el cual se encontraba
el mundo romano: la esclavitud era económicamente imposible, y el trabajo de los
libres estaba moralmente proscrito. La primera no podía ya y el segundo no podía
aún ser la forma básica de la producción social. La única salida posible era una re-
volución radical”17.

4.2. La necesidad histórica de sustituir las relaciones esclavistas de pro-


ducción
El régimen esclavista, entonces, representó una etapa necesaria en el proceso
de desarrollo de la sociedad humana. La explotación milenaria de generaciones de
esclavos sirvió de pedestal a la cultura que impulsaría el progreso ulterior de la hu-
manidad. Muchas ramas del saber –las matemáticas, filosofía, astronomía, mecánica,
arquitectura y la literatura– llegaron a alcanzar importantes progresos en el mundo
antiguo. Tanto los conocimientos científicos como las obras de arte que nos ha lega-
do la Antigüedad, las obras cumbres de la literatura, la escultura y la arquitectura han
quedado incorporados para siempre al gran acervo de la cultura universal.

Pero el régimen esclavista encerraba en su seno irreductibles contradicciones


que habrían de llevarlo a la ruina. Las relaciones de producción de la sociedad es-
clavista abrieron posibilidades más amplias al desarrollo de las fuerzas productivas
que el régimen de la comunidad primitiva. Posibilidades que se cifraban, sobre todo,
en el aprovechamiento en gran escala de las ventajas de la cooperación simple del
trabajo de los esclavos. Pero estas posibilidades fueron agotándose cada vez más.
Por otra parte, el hecho de que los esclavos no tuvieran el más mínimo interés por los
resultados de su trabajo impedía que sus actividades se encauzaran por una senda de
progreso técnico más o menos sostenible. A medida que se propagaba la esclavitud,
iba estampándose en el trabajo el sello de una tarea solo propia de esclavos e indigna
de hombres libres. “Esta contradicción arruina toda producción basada en la esclavi-
tud y a la comunidad cimentada sobre ella”18.

Esto significaba que el régimen esclavista había dado ya de sí todo lo que


podía. Se agudizaba cada vez más la contradicción fundamental de clases de la so-
ciedad esclavista, la contradicción entre esclavos y esclavistas. La forma esclavista
de explotación aniquilaba la fuerza productiva básica de esta sociedad, que eran los
propios esclavos. La lucha de estos contra las brutales formas de expoliación a que
se veían sometidos se traducía con frecuencia cada vez mayor en sabotajes a la pro-

17 Marx, Carlos y Federico Engels. Obras escogidas. T. II, Ed. en español, Moscú, p. 280.
18 Engels, Federico. Anti-Dühring, óp. cit., p. 434.
116 Francisco Chaparro Zapana

ducción y sublevaciones armadas. Estas acciones minaron los propios cimientos de


la economía esclavista.

A la par con ello, se agudizaban las contradicciones de clase entre los campe-
sinos libres y los grandes terratenientes. La competencia que hacía la gran produc-
ción, basada en el trabajo esclavizado desplazaba a los pequeños productores libres,
campesinos y artesanos, quienes también se veían agobiados por toda suerte de tri-
butos y cargas que el Estado les imponía, además de ser explotados por el capital co-
mercial y el usurario. Empujados los pequeños productores a la ruina, se convertían
en personas privadas de medios de producción y de sustento.

La afluencia constante de esclavos y su baratura fueron la condición funda-


mental de existencia y desarrollo de la economía esclavista. La principal fuente de
suministro de esclavos era la guerra. La potencia militar de los estados esclavistas
descansaba sobre la población campesina y artesana. De ella se nutrían las filas del
Ejército y sobre sus hombros recaía el peso fundamental de los tributos necesarios
para financiar las guerras. La expoliación y la ruina de los campesinos libres y de los
artesanos socavaron el poderío económico y la potencia militar y política de los esta-
dos esclavistas, entre ellos el Imperio romano. A las victorias siguieron las derrotas.
Tras las guerras de conquista vinieron las guerras defensivas. Se cerró la fuente de
la que fluía un torrente incesante de esclavos baratos. Como consecuencia, dejaron
de ser rentables los grandes latifundios agrícolas y los talleres artesanales de las
ciudades. Y las inconveniencias del trabajo de los esclavos cada vez eran mayores.
Los últimos dos siglos de existencia del Imperio romano fueron una época de crisis
generalizada de la producción. El comercio cayó en la postración, las tierras que
habían sido fértiles se empobrecieron, los oficios decayeron, la población comenzó
a decrecer y las ciudades se fueron despoblando.

Por lo tanto, las relaciones de producción basadas en el trabajo de los esclavos


devienen en obstáculos que impiden el desarrollo ulterior de las fuerzas productivas
de la sociedad. Se plantea así la necesidad histórica de que las relaciones de pro-
ducción del régimen esclavista sean sustituidas por otras nuevas, que cambiaran la
situación de la fuerza productiva fundamental de la sociedad, es decir, de las masas
trabajadoras. La ley de la correspondencia de las relaciones de producción con el ca-
rácter de las fuerzas productivas exigía la sustitución de los esclavos por trabajadores
interesados, hasta cierto punto, en los resultados de su trabajo.

Como la gran producción esclavista había dejado de ser económicamente ren-


table, los esclavistas comenzaron a dividir sus haciendas en pequeñas parcelas, que
eran entregadas en determinadas condiciones a los antiguos esclavos manumitidos o
a ciudadanos antes libres. Pero ahora estaban obligados a soportar numerosos tribu-
tos y prestaciones en beneficio del terrateniente. Los nuevos cultivadores quedaban
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 117

vinculados al terruño y podían ser vendidos con la tierra que trabajaban, sin embargo,
habían dejado de ser esclavos. Así surgió una nueva capa de pequeños productores,
quienes ocupaban una posición intermedia entre los hombres libres y los esclavos y
se hallaban más o menos interesados en su trabajo. Recibieron el nombre de colonos
y fueron los predecesores de los siervos de la Edad Media.

De esta manera, en el seno de la sociedad esclavista fueron gestándose los


elementos de un nuevo modo de producción: el régimen feudal. La historia de las
sociedades esclavistas de los países del antiguo Oriente, Grecia y Roma, demuestra
cómo, al desarrollarse la economía esclavista, fue en aumento la lucha de clases
de las masas sojuzgadas contra los opresores. Las sublevaciones de los esclavos se
fundían con la lucha de los pequeños campesinos explotados contra la minoría escla-
vista, contra los grandes terratenientes esclavistas.

La contradicción entre los pequeños productores y los grandes terratenientes


nobles engendró ya, en una temprana fase de desarrollo de la sociedad esclavista, un
movimiento democrático de hombres libres, que se proponía como objetivos acabar
con la esclavitud por deudas, propiciar un nuevo reparto de la tierra, la supresión de
los privilegios de la democracia agraria y la entrega del poder al “demos”, es decir,
al pueblo.

Las sublevaciones de las masas explotadas, y principalmente las de los escla-


vos, minaron las bases del otrora todopoderoso Imperio romano. Los golpes descar-
gados desde dentro fueron entrelazándose cada vez más con los embates desde fuera.
Los pueblos y tribus libres que habían sufrido el yugo, la rapiña y la expoliación de
los tributos impuestos por los estados esclavistas constituyeron la fuerza decisiva en
el derrumbamiento de los imperios y otras potencias semejantes de la antigüedad.
Las sociedades esclavistas del antiguo Oriente y de otros países sucumbieron, al
igual que el Imperio romano, bajo las acometidas de tribus libres (o pueblos bárba-
ros) en lucha contra la esclavitud.

Así fue cómo el régimen de la esclavitud se hundió en la antigua Roma para


ser sustituido por el régimen feudal.
C CAPÍTULO IV

El sistema o modo de producción feudal

El modo de producción feudal sustituyó al régimen económico esclavista, en


particular, en las sociedades más desarrolladas de Europa occidental. El feudalismo,
que tiene como base la propiedad privada feudal de los medios de producción y, ante
todo, de la tierra, es un sistema específico de explotación de los productores directos
(la gran masa de campesinos siervos), personalmente subordinados a los señores
feudales a cambio de obtener una mínima economía de subsistencia familiar.

La tierra asignada en esas condiciones se llamaba feudo. De ahí el nombre del


naciente régimen social.

Los primeros elementos de servidumbre feudal empezaron a germinar en las


propias entrañas del esclavismo, cuando los terratenientes esclavistas empiezan a
entregar parcelas de sus tierras a los productores directos (esclavos manumitidos o
trabajadores libres y pobres), a quienes se les denomina colonos. En el sistema del
colonato, que se gestó en proporciones limitadas aún en el seno de la sociedad escla-
vista (ver: capítulo anterior)1, los colonos estaban obligados a trabajar las tierras de
su señor (el terrateniente), a pagarle determinada renta en dinero o con una parte de
los productos de su cosecha y a realizar otras prestaciones en su favor. No obstante,
los colonos tenían mayor interés que los esclavos en los resultados de su trabajo,
puesto que poseían su propia hacienda.

En Europa Occidental se distinguen, más o menos, tres etapas de desarrollo


del feudalismo: 1. Alta edad media (siglos V a IX), que se caracteriza por la forma-
ción de la propiedad feudal y por el sometimiento paulatino a la servidumbre de los
campesinos de las comunidades libres y de los antiguos esclavos y colonos; 2. Edad
Media Propiamente Dicha (siglos X a XIV), período de apogeo del feudalismo, y
3. Baja Edad Media (desde fines del siglo XVI hasta fines del siglo XVIII), período
de desintegración del feudalismo y de gestación en su seno del sistema de las nuevas
relaciones de producción capitalistas2.

1 Avdakov, Polianski y otros. Historia económica de los países capitalistas. Ed. Grijalbo. México, 1965, pp. 98-104.
2 Editorial Grijalbo. Curso Superior de Economía Política. T. 1, México, 1965, pp. 53-54.
120 Francisco Chaparro Zapana

1. LA GÉNESIS Y EL ESTABLECIMIENTO DEL SISTEMA ECONÓMICO


FEUDAL

1.1. Premisas históricas del proceso de transición al feudalismo


La transición de un sistema histórico de producción a otro está condicionada
por la incapacidad de continuar produciendo con las formas y los métodos econó-
micos tradicionales de explotación. En general, son las clases sociales oprimidas
las que promueven este cambio mediante la fuerza, en la medida en que su propia
existencia es amenazada o agredida por el accionar de las viejas formas sociales
imperantes.

¿Cuáles eran las clases oprimidas amenazadas por las formas de produc-
ción esclavistas? En primer lugar, los esclavos y los campesinos; en segundo lugar,
los ciudadanos pobres y los trabajadores libres. Pero los esclavos eran incapaces de
consumar una revolución que derribara las viejas estructuras de la sociedad. Ellos
solo pudieron dar lugar a grandes insurrecciones (por ejemplo, la de Espartaco, en el
año 73 a. n. e. abrazó a más de cien mil combatientes efectivos), que solo llegaron
a obrar en un sentido destructivo en el seno de la sociedad esclavista, por cuanto
ellas no eran portadoras de las premisas para un nuevo y mejor orden social; de ahí
su incapacidad para desarrollar una ideología positiva, constructiva. Además, por
carecer de propuestas con perspectivas de poder, ningún otro estrato de la población,
ya sea artesanos o campesinos libres, aceptaba conformar con ellos un frente común
en sólida alianza contra el poder de la clase opresora. Por eso el Imperio romano
esclavista no fue derribado por la insurrección directa de sus clases oprimidas contra
la clase dominante.

Solo en sentido traslaticio, podemos decir que el Imperio romano (expo-


nente máximo del régimen esclavista clásico) y la sociedad antigua no fueron de-
rribados por obra de las clases directamente oprimidas, sino por acción de grupos
“nacionales”3 oprimidos (externos) o amenazados en su libertad más que todo. Junto
a la opresión social, la “nacional” fue la que, sobre la base de una decadencia política
y social generalizada, hizo saltar finalmente en pedazos a la sociedad esclavista. No
fueron los esclavos, los campesinos, los trabajadores libres o los ciudadanos pobres
quienes destruyeron definitivamente la vieja estructura social ya maltrecha desde
sus cimientos, sino los germanos, una agrupación “nacional” de pueblos residentes
en el exterior del Imperio romano y que aún vivían en el estadio superior de la edad
bárbara, al igual que galos, eslavos y otros, que poblaban las regiones oriental y
septentrional de Europa.

3 Ponemos la palabra “nacional” entre comillas para subrayar el hecho de que no se trata todavía de naciones consti-
tuidas plenamente, sino de comunidades de las que nacieron, en el curso de la lucha contra Roma, “nuevas nacio-
nalidades” (Engels) y que ya en esa época tenían “características nacionales” (Engels).
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 121

Con la lucidez que lo caracteriza, Engels analiza este fenómeno de la siguiente


manera: “Pero ¿qué misterioso sortilegio permitió a los germanos infundir una fuer-
za vital nueva a la Europa agonizante? ¿Era un poder milagroso e innato a la raza
germana, como nos cuentan nuestros historiadores patrioteros? De ninguna manera.
Los germanos, sobre todo en aquella época, eran una tribu aria muy favorecida por
la naturaleza y en pleno proceso de desarrollo. Pero no fueron sus cualidades nacio-
nales específicas las que rejuvenecieron a Europa, sino sencillamente su barbarie, su
constitución gentilicia.

Su capacidad y valentía personales, su espíritu de libertad y su instinto demo-


crático, que veía como asunto propio todos los negocios públicos; en una palabra,
todas las cualidades que los romanos habían perdido, únicas capaces de formar, con
el cieno del mundo romano, estados nuevos y nacionalidades nuevas, ¿qué eran sino
los rasgos característicos de los bárbaros del estadio superior de la barbarie, frutos
de su constitución gentilicia?

“Toda la fuerza y la animación vitales que los germanos aportaron al mundo


romano, era barbarie. En efecto, solo bárbaros eran capaces de rejuvenecer un mun-
do servil que sufría una civilización moribunda. Y el estadio superior de la barbarie,
al cual se elevaron, y en el cual vivieron los germanos antes de la migración de los
pueblos, era precisamente el más favorable para ese proceso. Esto lo explica todo”4.

Entonces, las verdaderas causas de la decadencia del Estado romano y de


la invasión victoriosa de las tribus germanas fueron naturalmente de orden eco-
nómico, por cuanto su clase dominante, para mantenerse en pie, exigió impuestos
tan numerosos y desmesurados que a la gran masa de trabajadores apenas si le
quedaba con qué vivir. La agricultura fue afectada fuertemente, pero también la
artesanía industrial, lo que ocasionó la desaparición de todo dinamismo en pro de
la plusproducción. El Estado, instrumento de poder y explotación al servicio de un
círculo restringido de ricos, y “protector” de otro círculo nada restringido de solda-
dos profesionales (reclutados entre los estratos más dispares de la población), se vio
obligado a imponer un agobiante sistema de tributación que liquidó toda iniciativa
económica; por lo que la economía no pudo continuar produciendo los medios que
asegurasen el poder de la clase explotadora.

Las tribus germanas que sometieron a Roma transitaban la época del régimen
patriarcal en pleno proceso de descomposición. Se trataba pues de un estadio inferior
de desarrollo de la sociedad que se imponía aquí frente a un estadio más evoluciona-
do. Esto era posible porque este último se encontraba en profunda crisis y en proceso
de regresión hacia la barbarie, hacia una forma social inferior; y también porque es-

4 Engels, Federico. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, óp. cit., pp. 648-649.
122 Francisco Chaparro Zapana

taba en franco proceso de disolución social, debido a las permanentes insurrecciones


de esclavos.

Originariamente, los germanos libres estaban agrupados en comunidades de


la marca, organizaciones territoriales democráticas ligadas por vínculos de con-
sanguinidad. Esta forma de organización comunal aún se mantenía cuando la gran
propiedad territorial y el señorío feudal habían reducido a una situación de depen-
dencia a numerosas personas libres, y aun cuando el elemento gentilicio había sido
eliminado de todos los ámbitos importantes de la nueva sociedad. De modo que el
patrón del fundo, el gran feudatario, permanecía frecuentemente como miembro de
la comunidad de la marca. Mientras en un principio la comunidad de la marca fue
la única organización democrática de hombres libres dentro de un territorio, de las
relaciones de dependencia constituidas bajo el feudalismo, se desarrolló poco a poco
un segundo tipo de comunidad: la comunidad de la “villa”. Esta abarcaba la hacien-
da del propietario y las granjas de todos los campesinos que se habían convertido en
sus siervos.

La comunidad de marca era, pues, una organización democrática que abarcaba


todo el territorio; la comunidad de la villa, una relación de clase entre el patrón del
fundo y los campesinos que vivían dispersos. Como el territorio comunal era natural-
mente utilizado por los habitantes del lugar, o sea por todos aquellos que pertenecían
a un centro poblado, independientemente del hecho de estar ligados a uno u otro
propietario, se comprende por qué los grandes terratenientes tuvieron un interés muy
concreto en continuar formando parte de la comunidad de marca. Era de este modo
que fácilmente podían asegurarse el derecho de utilizar en común con los demás el
territorio comunal.

Por lo tanto, la comunidad rural, a la que los germanos llamaban “marca”, era
aún de gran importancia en la vida social de las tribus invasoras. En ella, según las
regiones y las tribus, los germanos practicaban en parte la agricultura y en parte la
cría de ganado. Durante mucho tiempo cultivaban una mitad de la tierra, mientras que
la otra servía para pastoreo. Con el transcurrir del tiempo, al influjo de los progresos
técnicos, aumenta el número de tribus sedentarias o la duración de su sedentarismo.
Y la alternancia entre tierras de cultivo y de pastoreo llegó a ser más regular y con
intervalos más breves. Finalmente se llegó a la triple alternancia, ya muy difundida
en el siglo IX: un tercio de tierras queda por un año en barbecho, mientras en los dos
tercios restantes se cultivan cereales estivales e invernales. Al prosperar este sistema
de cultivos, ya en un estadio posterior del cultivo con pastizal, también se desarrolla
la propiedad privada de modo cada vez más intenso. Mientras originariamente la
tierra era sorteada cada año entre los miembros de la marca, con el transcurso del
tiempo el sorteo anual tiende a desaparecer; entonces, la tierra será trabajada con más
frecuencia por una misma familia durante largo tiempo, de modo que solo una parte
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 123

quedaría como propiedad comunal: las tierras baldías, los pastizales, los bosques y
las aguas. Este desarrollo, característico de los pueblos germánicos, tuvo lugar en
las regiones de Alemania, Francia, Bélgica, Dinamarca, Suecia, Noruega, Inglaterra,
España, Austria e Italia. Posteriormente, las tierras de cultivo y los prados fueron
distribuidos por trienios entre los miembros de la comunidad. Pero, poco a poco, las
tierras más próximas a la casa y, más tarde, las de labranza comenzaron a ser trans-
mitidas en usufructo hereditario dentro de cada familia.

Cuando los germanos invaden Italia y saquean Roma en el año 410, no se tra-
ta de una conquista estrictamente económica, realizada con la expresa intención de
acumular riqueza; lo que ocurre es mucho más primitivo. Entonces, los germanos se
lanzan, como lo hacían antes, a la conquista de nuevos pastizales o de nuevas tierras
cultivables. Engels describe este proceso del siguiente modo: “Por haber librado a
los romanos de su propio Estado, los bárbaros germanos se apropiaron de dos tercios
de sus tierras y se las repartieron. El reparto se efectuó según el orden establecido
en la gens; como los conquistadores eran relativamente pocos quedaron indivisas
enormes extensiones, parte de ellas en propiedad de todo el pueblo y parte en pro-
piedad de las distintas tribus y gentes. En cada gens, los campos y los prados fueron
divididos en partes iguales, sorteándoseles entre todos los hogares… Los bosques y
los pastos permanecieron indivisos para su uso colectivo; este uso, lo mismo que el
modo de cultivar la tierra repartida, se regulaba según la antigua costumbre y por
acuerdo de la colectividad. Cuanto más tiempo llevaba la gens en su poblado, más
se iban confundiendo germanos y romanos y borrándose el carácter familiar de la
asociación ante su carácter territorial. La gens desapareció en la marca, donde, sin
embargo, se encuentran bastante a menudo huellas visibles de parentesco original
de sus miembros. De esta manera, la organización gentilicia se transformó desaper-
cibidamente en una organización territorial y se puso en condiciones de adaptarse
al Estado, por lo menos en los pueblos donde se sostuvo la marca (norte de Francia,
Inglaterra, Alemania y Escandinavia)”5.

Durante el medio milenio subsiguiente al primer ataque victorioso contra el


Imperio romano (entre los años 400 y 900 d. n. e.), los germanos no habían alcanza-
do una evolución suficiente como para dirigirlo políticamente. Pudieron destruirlo,
pero no sustituirlo con un imperio germánico. El Imperio romano se disgrega y los
germanos se apoderan de cuantas tierras posibles. En ellas viven libres, aunque poco
seguros, dada la sucesión de desórdenes y guerras. Los germanos, en primer lugar,
aportan a la historia económica la figura del trabajador libre, del hombre que vive de
los frutos de su trabajo y no por “gracia” de su amo, como sucedía con los esclavos.
En resumen, era el hombre que, si bien es cierto, no había absorbido la sabiduría de la
ciencia antigua, pero que sí poseía iniciativa democrática, esa iniciativa tan necesaria
e importante para el progreso de la economía. En segundo lugar, aportan nuevas

5 Ibídem, pp. 645-646.


124 Francisco Chaparro Zapana

formas de sociedad, aunque como embrión primitivo y nebuloso de Estado nacional,


cuyo pleno desarrollo solo será realidad, de manera natural, mil años después. Así,
dan impulso a la creación de comunidades mucho más grandes que las simples uni-
dades económicas, de verdadera vida provincial bajo el abrigo del Imperio romano,
rechazando sin embargo la decadente estructura que las envolvía.

Al finalizar el período de transición, los hombres han encontrado un nuevo


camino en su actividad económica y comienzan a transitarlo activamente, aunque
no todos a la vez, pero con un gran movimiento que abarca a todo el mundo civi-
lizado. Por tanto, la humanidad ha sido empujada hacia este nuevo camino por los
oprimidos sublevados contra la opresión: los esclavos, quienes con sus insurreccio-
nes agrietaron las bases del dominio esclavista sin haber podido avizorar un nuevo
rumbo para el desarrollo social; las masas de ciudadanos pobres que luchaban de
modo permanente contra los ricos que los explotaban6; y, finalmente, por las tribus
bárbaras, sojuzgadas o en peligro de ser sometidas, que destruyeron definitivamente
a la sociedad esclavista romana.

1.2. Establecimiento del sistema económico feudal


Los distintos pueblos transitaron al feudalismo por diversas vías; sin embargo,
pese a la diversidad y especificidad de condiciones del origen de la sociedad feudal,
las características económicas esenciales de este proceso fueron las mismas en todas
partes: 1. La creación de la gran propiedad territorial (el feudo), y 2. La transforma-
ción de los productores directos en siervos dependientes de los señores feudales.

Como ya lo señalamos, la formación de la gran hacienda latifundista como


una unidad económica –base del régimen feudal– empezó en el siglo III d. n. e., al
disgregarse casi simultáneamente el régimen esclavista y la comunidad rural, y cul-
minó solo a fines del siglo VIII, cuando las tierras comunales y las propiedades cam-
pesinas desprendidas de las comunidades, así como los diversos tipos de propiedad
territorial del régimen esclavista (allí donde existía un esclavismo desarrollado como
en Roma), pasaron a manos de la nueva casta aristocrática seglar y eclesiástica. Y
esta se feudaliza en la medida en que los jefes de los nuevos Estados y sus allegados,
los gobernadores civiles y jefes militares, algunos esclavistas y el alto clero, se su-
man a esta emergente casta de poder.

Las tribus invasoras, al conquistar el Imperio romano, se apropiaron de enor-


mes extensiones de tierras del Estado y muchas otras de propiedad de los grandes te-

6 Marx señala en el prefacio de El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, que “en la antigua Roma la lucha de clases
solo se ventilaba entre la minoría privilegiada, entre los libres ricos y los libres pobres, mientras la gran masa pro-
ductiva de la población, los esclavos, formaban un pedestal puramente pasivo para aquellos luchadores”. (Obras
escogidas, p. 158).
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 125

rratenientes esclavistas. Con el tiempo, las tierras repartidas pasaron a ser propiedad
privada de los campesinos. Fue formándose así, una amplia capa de pequeños cam-
pesinos relativamente libres. Pero estos no pudieron conservar por mucho tiempo
su independencia; porque la consolidación de la propiedad privada sobre la tierra y
otros medios de producción fue acentuando inevitablemente la desigualdad patrimo-
nial entre los diferentes miembros de la comunidad rural. De entre los campesinos
aparecieron familias acomodadas y familias pobres. En unos casos, al profundizarse
las desigualdades, los miembros enriquecidos de la comunidad asumían cada vez
más una posición dominante dentro de la propia comunidad. En otros, las parcelas
campesinas pasaron a manos de los labradores más pudientes, quienes por una serie
de motivos se habían independizado de las comunidades y ampliado sus tierras a
expensas de la ruina económica de los vecinos. Así, las mejores tierras resultaron
concentradas en manos de las familias más ricas de la nobleza gentilicia y los jefes
militares. Y la gran masa de campesinos resultó despojada de sus tierras y sometida
al yugo de la dependencia personal de los nuevos grandes terratenientes, los señores
feudales.

De esta forma, fueron surgiendo y consolidándose las nuevas relaciones de


producción, que solo en la época feudal alcanzaron su pleno desarrollo. Solo a partir
del siglo IX podemos considerar la plenitud del nuevo período, el establecimiento
del sistema feudal estructurado en todos sus caracteres7.

De otro lado, la conquista del Imperio romano aceleró el proceso de desinte-


gración del régimen gentilicio entre las tribus invasoras. Para consolidar su poderío
sobre la gran masa de campesinos sometidos a su servidumbre, la nueva clase terra-
teniente necesitaba órganos de poder para defender sus privilegios, de cuyo proceso
de institucionalización resultó configurándose el nuevo Estado. Los jefes militares,
apoyándose en la nobleza gentilicia y en sus tropas, fueron concentrando la supre-
macía y acabaron por convertirse en reyes, en monarcas absolutos del nuevo poder
estatal.

Sobre las ruinas del Imperio romano se levantaron nuevos Estados menores.
Los terratenientes y el rey encabezaban la conducción del Estado. El rey distribuía
las tierras conquistadas entre sus allegados y estos, en reciprocidad, se comprome-
tían a servirle en la guerra bajo su mando. Así, él y sus jefes subalternos recibían en
propiedad gigantescas extensiones. La Iglesia (que cumple el rol de sostén ideológi-
co del naciente régimen feudal) se asocia con ellos. Esta no solo se asegura posesio-
nes cada vez mayores mediante guerras y conquistas, tal como lo hacen los príncipes
seculares, sino que también recibe en herencia grandes dominios a cambio de pro-
mesas de “vida eterna”. Inmensas extensiones de tierras terminan en manos de las

7 Kuczinski, Jürgen. Breve historia de la economía. México, 1976, pp. 102-103.


126 Francisco Chaparro Zapana

mesnadas reales y los servidores de la corona, de la Iglesia y los monasterios. Dichas


tierras eran cultivadas por la gran masa de campesinos siervos, obligados entonces a
realizar una serie de prestaciones a favor de los nuevos señores.

La propiedad territorial de la Iglesia (sobre todo de los claustros) y del rey


crece de tal manera hasta el siglo XII, que las numerosas investiduras con concesio-
nes de tierras a los jefes subordinados no impiden el ulterior engrandecimiento de
aquella. La concentración de las tierras se da en parte mediante las guerras y nuevas
conquistas, en parte por el despojo de que son objeto los campesinos. A comienzos
del feudalismo el número de campesinos libres no era considerable, sin embargo, la
inseguridad reinante induce a muchos a ponerse bajo la protección de los grandes
señores (comprendidos los príncipes eclesiásticos), aunque esto significaba renun-
ciar a su derecho de propiedad. También se daba el hecho de que muy a menudo los
campesinos eran obligados a prestar servicio militar, siéndoles requisada la tierra
durante su ausencia. Además, el endeudamiento consiguiente al alejamiento de sus
tierras se convertía en causal de pérdida del título de propiedad sobre estas. Marx
observa que: “el servicio militar, que tanto aceleró la ruina de la plebe romana, fue
también el medio principal de que se valió Carlomagno para fomentar, artificialmen-
te, la transformación de los campesinos alemanes libres en siervos y vasallos”8. No
son raros los casos en que el campesino transfiere el título de propiedad de su tierra
al señor feudal, a cambio del usufructo y también de la provisión de ganado y semi-
llas; o casos en que los señores feudales conceden tierras a la gente que ha luchado
por ellos, pero reservándose siempre la propiedad sobre estas. Como contraparte del
usufructo, el campesino es sometido a la servidumbre, o a dar tributos en productos
naturales y ponerse bajo la jurisdicción del terrateniente.

Aunque el proceso de establecimiento del feudalismo discurriera de diversas


formas en los diferentes pueblos, su contenido esencial fue en todas partes el mismo:
los campesinos antes libres iban cayendo bajo la dependencia personal de los seño-
res feudales, que se apoderaban de sus tierras. Esta relación de dependencia era, en
unos casos, más flexible; y en otros, más rígida. Con el tiempo, fueron borrándose
las diferencias entre los antiguos esclavos, los colonos y los campesinos libres, para
convertirse todos ellos en una masa única de campesinos vasallos, quienes en deter-
minadas circunstancias devinieron en siervos de la gleba. Así se llegó, poco a poco,
a la situación que expresa la máxima medieval de “no hay tierra sin señor” (es decir,
no sujeta a los vínculos del señorío feudal).

La historia de la humanidad nos enseña que no necesariamente cada pueblo


debe transitar de manera secuencial todas las etapas del desarrollo social.

8 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 3, p. 588.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 127

La desintegración del régimen comunal en Rusia trajo consigo la aparición de


la esclavitud patriarcal. Pero aquí la sociedad no siguió, en lo fundamental, el cami-
no del esclavismo clásico, sino la vía feudal. El paso del régimen comunal primitivo
al feudalismo en Rusia se realizó cuando en Europa occidental hacía ya mucho que
el régimen esclavista se había extinguido y se habían consolidado las relaciones
feudales.

Al establecerse el feudalismo en otros pueblos, los campesinos también fue-


ron quedando gradualmente atados a la tierra de propiedad de los señores feudales.
Este proceso se llevó a cabo durante el período colonial de los pueblos latinoameri-
canos, particularmente en el Perú, durante los siglos XVI al XIX, estructurándose un
régimen feudal atípico9, bajo la administración de un Estado colonial dependiente de
la Corona española.

2. EVOLUCIÓN DE LAS RELACIONES SOCIALES DE PRODUCCIÓN Y DE


LAS FUERZAS PRODUCTIVAS DEL RÉGIMEN FEUDAL

2.1. Las formas de explotación del campesinado siervo y la renta feudal


La característica esencial de este régimen es la explotación de los campesinos
siervos por los señores feudales. El campesino sojuzgado no era ya un esclavo, pero
se hallaba en estado de servidumbre. A diferencia del esclavo, poseía su propia eco-
nomía, basada en su trabajo personal. El sistema económico feudal presuponía ne-
cesariamente una relación de dependencia personal del campesino respecto al señor
feudal, que era de coerción extraeconómica bajo formas y grados diversos, desde la
servidumbre hasta la desigualdad estamental del campesino.

Una mayor parte de las tierras pertenecía a la hacienda del señor feudal. Otra
parte era entregada por este en usufructo a los campesinos, en condiciones muy gra-
vosas. El señor concedía (“parcelaba”) la tierra a los campesinos. Y quienes vivían
en las tierras del señor feudal dependían personalmente de este. Los campesinos se
hallaban, de un modo u otro, vinculados a la tierra. La parcela (o lote) entregada al
campesino aseguraba al propietario la mano de obra que le era necesaria. Los campe-
sinos, que usufructuaban hereditariamente sus lotes, estaban obligados a trabajar de
por vida y de generación en generación para el terrateniente, cuyos campos labraban
con sus propios aperos y su ganado de labor, o bien debían entregarle el plusproduc-
to, en especie o en dinero.

El tiempo de trabajo del siervo de la gleba se divide nítidamente en dos partes:


el tiempo necesario, durante el cual el campesino elaboraba el producto necesario
para sustento propio y el de su familia. Y el tiempo adicional que creaba el plus-

9 Macera, Pablo. Trabajos de historia. Lima, 1986, pp. 157-178.


128 Francisco Chaparro Zapana

producto, del que se apropiaba el señor feudal. El plusproducto del campesino que
trabajaba en las tierras del señor y el creado en su propia microhacienda (del que
también era despojado), en conjunto, adoptan la forma de renta feudal del suelo.
Esta renta absorbía frecuentemente no solo el plustrabajo del campesino, sino in-
cluso una parte de su trabajo personal y el de sus familiares. La base de esta renta
eran la propiedad feudal sobre la tierra y el señorío directo del terrateniente sobre los
campesinos que dependían de su fundo.

En el feudalismo, históricamente, la explotación del campesino por el terra-


teniente se materializaba en la producción de la renta del suelo bajo tres formas:
1. Renta en trabajo, 2. Renta en especie y 3. Renta en dinero.

La renta en trabajo o prestación personal predominó en las primeras etapas


de desarrollo del feudalismo. El campesino estaba obligado a trabajar cierta parte de
la semana –tres o más días– con sus propios instrumentos de producción (el arado,
el ganado de labor, etc.) en las tierras del señor; dedicando los restantes días de la
semana a cultivar su parcela. Así pues, el campesino araba la tierra, sembraba y cose-
chaba, apacentaba el ganado, hacía trabajos de carpintería, talaba árboles y acarreaba
con su caballo los productos agrícolas y materiales, todo al servicio de su señor. En
la prestación personal, el trabajo necesario y el plustrabajo del campesino aparecían
nítidamente separados en el tiempo y en el espacio. Las formas de prestación perso-
nal eran muchas y diversas. En este sistema, el siervo de la gleba solo tenía interés
en elevar la productividad de su trabajo mientras laboraba en su propia parcela de
tierra. En cambio, no era lo mismo cuando labraba las tierras del señor. Por eso, para
obligar a trabajar a los campesinos siervos, los señores feudales optaron por mante-
ner mayordomos encargados de vigilar su cumplimiento.

En el transcurso de su desarrollo, la renta en trabajo se convierte más y más en


renta en especie, en el censo en productos. Bajo esta modalidad de renta, el campesi-
no estaba obligado a entregar regularmente al terrateniente determinadas cantidades
de ganado, aves, cereales y otros productos agrícolas. Sin embargo, el campesino ha-
bía adquirido, relativamente, más independencia. Además, distribuía todo su trabajo
–tanto el necesario como el plustrabajo– según creía conveniente. Esto estimulaba
hasta cierto punto la elevación de la productividad del trabajo.

En la etapa de desarrollo feudal de la Baja Edad Media, cuando ya el comercio


había alcanzado un desarrollo bastante amplio, se propaga cada vez más la renta
en dinero, que adopta la forma de tributo en metálico. La renta en dinero es rasgo
característico del período de desintegración del feudalismo y de la aparición de las
relaciones económicas capitalistas.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 129

Los señores feudales, a fin de incrementar sus ingresos, abrumaban al campe-


sino con una serie de exacciones. En muchos casos monopolizaban la tenencia de los
molinos, las fraguas y otros instrumentos. El campesino se veía obligado a requerir
estos servicios pagando precios exorbitantes en especie o en dinero. Además de pa-
gar el censo en frutos o en dinero al señor, debía satisfacer toda clase de tributos al
Estado, como las contribuciones locales, y en algunos países el diezmo, es decir, la
entrega a la Iglesia de un décimo de sus cosechas.

El rasgo esencial del feudalismo en todas partes es la explotación de los cam-


pesinos siervos por los señores feudales, pero en cada país presenta sus propias pecu-
liaridades. En los países orientales estas relaciones se conjugaron –en mayor o menor
medida– por mucho tiempo con las relaciones esclavistas. Así fue en China, India,
Japón y otras culturas. En el Oriente, era importante la propiedad privada feudal del
Estado sobre la tierra. Por ejemplo, en el califato de Bagdad, durante la dominación
árabe (en los siglos XVIII y XIX d. n. e.), gran parte de campesinos comunales vivía
en las tierras del califa y pagaba la renta feudal directamente al Estado. Además, las
aguas y las obras de irrigación también eran estatales. Sin embargo, entre los pueblos
nómades, las tierras eran usadas como pastizales. También el feudalismo oriental se
caracteriza por la vigencia de las relaciones patriarcales gentilicias, en las cuales los
señores feudales se apoyan para reforzar la explotación de los campesinos. La ex-
tensión de las posesiones feudales dependía de la cantidad de ganado del señor. Los
grandes ganaderos feudales, que sojuzgaban y explotaban a los campesinos, eran, al
mismo tiempo, propietarios de extensos pastizales.

En el feudalismo, la producción beneficiaba mayormente a los señores feuda-


les, quienes –por su condición de propietarios de la tierra– se apropian de la renta
feudal del suelo, producto de la explotación a los campesinos avasallados. El trabajo
excedente de los campesinos, que cultivaban la hacienda del señor, o el plusproduc-
to creado en la propiedad de aquel era aprovechado por el señor valiéndose de las
relaciones de dependencia personal. La renta del suelo expresa una relación social
asimétrica entre los hombres y una relación entre ellos y la tierra como objeto de
propiedad.

2.2. El desarrollo de las fuerzas productivas en el feudalismo


El modo de producción feudal aseguró el incremento de las fuerzas producti-
vas de la sociedad y un progreso considerable en la historia de la humanidad. La pro-
ducción de bienes materiales ascendió, aunque lentamente, a un nivel superior al de
las sociedades anteriores, elevándose, asimismo, la productividad del trabajo social.

En el seno de la sociedad feudal, en general las fuerzas productivas alcanza-


ron un grado más alto de desarrollo que en la época del esclavismo, repercutiendo
130 Francisco Chaparro Zapana

en todas las ramas de la economía, tanto urbana como rural, y se caracterizaron


por la supremacía de la agricultura sobre la industria y, en relación con esto, del
campo sobre la ciudad. Y eso debido principalmente al perfeccionamiento de los
medios de producción y a la ampliación de la división del trabajo. El desarrollo de
las fuerzas productivas fue influido en gran medida por los adelantos en la técnica, la
minería, la siderurgia, la metalurgia, la energética y en otras ramas productivas, lo-
grados a comienzos de la Baja Edad Media, en especial durante los siglos XV-XVI.

Pero en la etapa del Alto Feudalismo, los aperos agrícolas eran muy escasos.
Los instrumentos de trabajo del labrador se reducían al arado primitivo con reja de
hierro, la hoz, la guadaña y la azada. Para moler el trigo, durante mucho tiempo se
empleó solo el molino de mano. Pero, una vez consolidado el régimen feudal, pro-
gresaron todas las ramas de la agricultura. Se perfeccionaron los instrumentos de
producción y los métodos de cultivo. El mejoramiento de los aperos ejerció influen-
cia decisiva en el avance de las labores agrícolas; se difundieron el arado de cuerpo
de hierro y otros instrumentos del mismo metal. Por entonces se inventó el molino
de viento y se perfeccionó el de agua, así como la prensa para la uva y algunos otros
dispositivos y mecanismos. Va imponiéndose poco a poco la rotación trienal de culti-
vos. Surgen nuevas ramas de cultivo, y se desarrollan en considerables proporciones
la viticultura, vinicultura, oleicultura, fruticultura y la horticultura. Se incrementó
también la ganadería, en especial la cría de ganado equino, estimulada por las nece-
sidades del servicio de transporte y el servicio militar de los señores feudales.

Más tarde se perfeccionaron gradualmente las herramientas de los artesanos y


los métodos de elaboración de las materias primas en la industria, que paulatinamen-
te vuelve a renacer. Comenzaron a especializarse los antiguos oficios. En los siglos
XVI y XVII se extendió por Europa el torno de hilar. En el año 1600 se inventó el
telar de cintas. Entre otros progresos cabe mencionar también las bombas hidráuli-
cas, los ascensores de minas, los hornos de fundición, las máquinas-herramientas
simples para la elaboración del metal, el perfeccionamiento del molino de viento y
de la rueda hidráulica, la invención de la rueca y de la imprenta, los progresos de las
construcciones navales, etc. Y en determinada etapa de la sociedad feudal, el incre-
mento de la producción, gracias a la especialización de los oficios, trae consigo una
nueva separación entre la industria y la agricultura, que ya había tenido lugar en la
época del establecimiento del régimen esclavista.

En el curso del siglo XIII, se agotan las posibilidades de procurarse superficies


muy grandes de nuevo territorio para la agricultura, a no ser a través de sangrientas
campañas de colonización, como la de la parte oriental de Germania; o bien con es-
fuerzos extraordinarios, por ejemplo, cuando se ganan nuevas tierras arrancándolas
al mar, a los pantanos, a los aguazales, como ocurre en el norte de Inglaterra, en Bél-
gica, Holanda, en algunas zonas de Germania y en muchas regiones de Francia. Para
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 131

estas nuevas colonias de difícil creación era necesario ofrecer mejores condiciones,
porque de otro modo no se encontraba la fuerza de trabajo necesaria.

Por otro lado, después de las epidemias llegadas de Oriente y que ocasiona-
ron grandes pérdidas, la población retrocedió de tal modo que a las malas cosechas
determinadas por factores climáticos, a menudo, se sumaban otras por causa de una
aguda deficiencia de mano de obra apta. La deficiencia de mano de obra que ya se
hacía sentir en el siglo XIII, en el XIV llega a ser aún más fuerte. Por primera vez,
bajo el feudalismo, la falta de mano de obra se constituye en factor relevante en la
transformación de la estructura económica, como lo subraya M. Dobb en sus intere-
santes estudios. Y en efecto, para obtener y mantener mano de obra disponible, los
grandes señores feudales deberán hacer concesiones a los campesinos que a menudo
significan importantes libertades para estos. Lo que no denota un período de ímpetu
y progreso general para los campesinos europeos, pues a esta tendencia se opondrá
otra, en parte de igual eficacia, que conducirá a una más fuerte limitación de la liber-
tad y a la imposición de gravámenes aun más onerosos.

La separación entre la industria y la agricultura representó uno de los mo-


mentos cruciales en el desarrollo de las fuerzas productivas durante la época feu-
dal, en la división social del trabajo en gran escala, cuyo exponente más expresivo
fue la creación de las ciudades feudales, y en la separación de la ciudad y el
campo.

Los progresos logrados en la fundición y elaboración del hierro contribuye-


ron, de modo decisivo, al perfeccionamiento de las herramientas. Al principio, este
metal se obtenía por procedimientos muy primitivos. En el siglo XIV comenzó a ser
usada la rueda hidráulica como fuerza motriz de los molinos que movían fuelles y
pesados martillos para triturar el mineral. Al reforzarse el tiro de los hornos, en vez
de una masa maleable, fue posible obtener una masa de hierro fundido. El empleo
de la pólvora en las guerras y la aparición de la artillería (en el siglo XIV) requerían
gran cantidad de metal fundido para las balas. A comienzos del siglo XV empezaron
a fabricarse municiones de hierro colado. Cada vez se necesitaba más metal para la
fabricación de armas, aperos de labranzas y muchas otras herramientas. En la prime-
ra mitad del siglo XV aparecieron los altos hornos. Tuvo gran importancia el invento
y la difusión de la imprenta. Por su lado, la invención de la brújula imprimió mayor
impulso a la navegación e hizo posible los grandes descubrimientos.

Las fuerzas productivas y la cultura alcanzaron ya un considerable desarrollo


en la China de los siglos VI al XI, sobrepasando en muchos aspectos a la Europa de
entonces. Los chinos fueron los inventores de la brújula, la pólvora, el papel de escri-
bir y, en forma rudimentaria, la imprenta. Sin embargo, los estrechos marcos en los
que se desenvolvían las relaciones feudales de producción, frenaban cada vez más el
132 Francisco Chaparro Zapana

desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. Los campesinos, sometidos al


yugo de la explotación feudal, cada vez eran más renuentes a continuar incrementan-
do la producción agrícola. La productividad del trabajo campesino, con su carácter
forzado, era extremadamente pobre. Mientras tanto en la ciudad, el ascenso de la
productividad del trabajo del artesano tropezaba con las barreras impuestas por las
normas y reglamentos gremiales. Por eso, en general, el régimen feudal se caracteri-
zó por el lento progreso de la producción, por la fuerza de la tradición y la rutina.

Al desarrollarse en el seno de la sociedad feudal, las fuerzas productivas entra-


ron en contradicción con las relaciones feudales de producción. La ley de la corres-
pondencia de las relaciones de producción con el carácter de las fuerzas productivas
requería imperiosamente el paso del feudalismo al capitalismo.

2.3. Los rasgos esenciales y las leyes económico-sociales fundamentales


del sistema
No obstante las particularidades de cada país, el modo de producción feudal
se desarrolla en todas partes con sujeción a las leyes generales que son inherentes al
sistema.

La hacienda del señor feudal –como también la pequeña hacienda del campe-
sino siervo– era, en esencia, una unidad de economía natural. Por tanto, cada feudo,
formado por la hacienda del señor y las aldeas de su jurisdicción, desarrollaba una
vida económica cerrada. Las necesidades del señor feudal y de su familia y las de su
numerosa servidumbre las satisfacían predominantemente, en los primeros tiempos,
con los productos obtenidos en la hacienda señorial y los que aportaban los campesi-
nos tributarios. Las grandes haciendas disponían también, más o menos, del número
requerido de artesanos para sus necesidades, reclutados la mayoría de ellos entre los
siervos domésticos. Estos artesanos confeccionaban los vestidos y calzados; fabrica-
ban y reparaban las armas, los aparejos de caza y los aperos de labranza; y construían
los edificios. La base existencial de la sociedad feudal era, por tanto, el trabajo de los
siervos de la gleba. Los campesinos, además de atender las faenas de campo, tenían
a su cargo una serie de trabajos relacionados con la producción de materias primas en
la misma hacienda, como hilar, tejer, confeccionar utensilios, aperos, etc.10.

La economía feudal, durante mucho tiempo, se caracterizó por combinar la


agricultura y la industria doméstica; destacándose la primera como su rama funda-
mental y la segunda como una actividad accesoria. Los contados productos ajenos,
de los que no se podía prescindir –por ejemplo, la sal o los artículos de hierro–, los
suministraban en los primeros tiempos los mercaderes ambulantes. Más tarde, al

10 Editorial Grijalbo. Manual de economía política. México, 1969, p. 42, de la Academia de Ciencias de la URSS, Insti-
tuto de Economía.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 133

crecer las ciudades y aparecer los artesanos, progresaron ampliando la división del
trabajo y el intercambio comercial entre la ciudad y el campo.

La base de las relaciones feudales de producción, como la de cualesquiera


otras, radica en la propiedad de los medios de producción. Las relaciones de produc-
ción constituyen el rasgo esencial y determinante del modo de producción. Como
lo que caracterizaba al feudalismo era el predominio de la agricultura sobre las
industrias, la propiedad del medio fundamental de producción –la tierra– adquiría
excepcional trascendencia para la vida económica de la sociedad. Marx decía al
respecto que “la propiedad territorial era el auténtico cimiento de la sociedad feudal
del Medioevo”11. En tal sentido, el elemento característico del régimen feudal era el
monopolio de los grandes propietarios sobre la tierra; así los productores directos,
los campesinos, carecían de toda forma de propiedad territorial.

De por sí, la propiedad feudal, privada por su contenido económico-social, no


era, sin embargo, una propiedad totalmente privada. Por el contrario, le era inherente
una condición muy bien definida: cada señor feudal recibía la tierra de manos de
otro señor siempre y cuando asumiese determinados compromisos; si se compro-
metía a servirle, a participar en sus campañas bélicas y, a veces, a ayudarle con su
consejo y con sus medios pecuniarios si llegaba el caso. En virtud de esta peculia-
ridad, se creaba una serie escalonada de dependencia de unos señores a otros. De ahí
el sistema jerárquico, signo característico del régimen feudal, sancionado jurídica-
mente, en lo que se refiere al feudalismo europeo en particular.

El fraccionamiento político de los estados feudales se origina en la desmem-


bración de la propiedad feudal en los países europeos. En Oriente, sobre todo durante
la primera etapa del feudalismo e incluso durante la etapa de madurez de este régi-
men, las peculiaridades específicas de la vida material de la sociedad motivaron que
la propiedad feudal no siguiese, en la mayoría de los casos, el camino de la división
de la tierra entre señores feudales aislados, sino el de la observancia y mantenimien-
to de la propiedad feudal estatal sobre la tierra y los canales, depósitos de agua e
instalaciones de riego. Esta es la razón por la que en Oriente no se observa el frac-
cionamiento político, sino la centralización de los estados feudales, particularmente
en el primer período del feudalismo.

La mayor parte de la tierra, propiedad de los señores, se componía de numero-


sas parcelas que los propietarios otorgaban en usufructo perpetuo a los campesinos,
lo que permitía a estos mantener su economía en las pequeñas haciendas individua-
les. Por consiguiente, durante la época feudal, el productor directo no es dueño de

11 Marx, Carlos y Federico Engels. Obras escogidas. T. 3, p. 253.


134 Francisco Chaparro Zapana

la tierra, sino un usuario, que se limita a usufructuarla cultivándola al servicio


del terrateniente.

El monopolio de los señores feudales sobre la tierra determinaba la depen-


dencia económica del campesino respecto del señor feudal. Pero el hecho de que
los campesinos poseyeran economías individuales, y disfrutaran de una relativa in-
dependencia económica, no era suficiente para que se concretara el proceso de pro-
ducción feudal. La coacción y la dependencia económica iban acompañadas de una
presión violenta y descarnada, para obligar a los labriegos a trabajar en las tierras
de los propietarios feudales. Al respecto, Lenin precisaba que: “Si el terrateniente
no hubiera dispuesto de autoridad directa sobre la persona del campesino, no habría
podido obligar a trabajar para sí a un hombre dotado de tierra y dueño de su econo-
mía. Como dice Marx cuando caracteriza este régimen económico (…) Las formas
y el grado de coacción pueden ser los más diversos, comenzando por el derecho de
servidumbre y terminando por la desigualdad estamental del campesino”12.

La dependencia económica territorial de los campesinos respecto de los se-


ñores feudales, unida a la coacción extraeconómica, constituía el sistema de de-
pendencia feudal de los campesinos.

Si ahora imaginamos las relaciones sociales imperantes bajo el modo feudal


de producción, es decir, en el seno de la clase de los propietarios feudales de la
tierra, caracterizadas como una escala jerárquica y el sistema de dependencia de
los productores directos (campesinos y artesanos) respecto de los señores feudales,
podemos definirlas, en su conjunto, como relaciones de dependencia personal. “Aquí
el hombre independiente ha desaparecido, todo el mundo vive sojuzgado: siervos y
señores de la gleba, vasallos y señores feudales, seglares y eclesiásticos. La sujeción
personal caracteriza, en esta época, así las condiciones sociales de la producción
material como las relaciones de vida cimentadas por ella”13.

La dependencia personal que impera en el feudalismo no representa otra cosa


que relaciones directas de dominio y subordinación. La dependencia personal de
los campesinos respecto de los señores, su sometimiento y obligación de permane-
cer atados a la tierra –propiedad de la tierra– significaban que bajo el feudalismo
existían, en esencia, peculiares relaciones de propiedad incompleta de los señores
feudales sobre los campesinos siervos.

La superioridad del feudalismo con respecto al esclavismo consiste en que


el campesino siervo se halla relativamente interesado en su trabajo, puesto que

12 Lenin, Vladimir Ilich. Obras completas. T. 3, p. 159.


13 Marx, Carlos. El capital, óp. cit., T. 1, p. 44.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 135

posee su propia economía y trabaja parte de su tiempo para sí mismo. El paso de


la renta en trabajo a la renta en especie, y de esta a la renta en dinero, confiere a los
campesinos un margen mayor de libertad en cuanto a la posibilidad de disponer de
su tiempo y su trabajo, lo que acrecienta su interés con respecto a los resultados de
su trabajo. Este hecho se tradujo en el incremento paulatino de la producción feudal.
Pero, a la par, se acentúa la explotación de los campesinos vasallos por los señores
feudales y se acrecienta la renta feudal.

La ley económica fundamental del feudalismo se la puede definir como: la


necesidad objetiva y la posibilidad de producir mediante el trabajo forzado de los
productores directos (campesinos siervos), dependientes de los señores feudales, el
producto excedente del que los señores se apropian en forma de renta del suelo.

La producción feudal, como cualquier otra, se llevaba a cabo de manera inin-


terrumpida y, por consiguiente, tenía lugar el proceso de una reproducción sistemá-
tica. El rasgo característico fundamental del feudalismo era la reproducción simple,
aunque en ciertos momentos tuviera lugar, en mayor o menor grado, una reproduc-
ción ampliada.

3. Las clases y las capas sociales en el feudalismo. La jerar-


quía social y el estado feudal
La esencia de las relaciones feudales de producción se reflejaba en su estruc-
tura de clases sociales. Esta se dividía, ante todo, en dos clases fundamentales: la de
los señores feudales y la de los campesinos siervos. La primera, detentadora de la
tierra, medio esencial de producción, donde imponía su dominio. Sin embargo, la
clase aristocrática feudal dominante no constituía un todo homogéneo.

La estructura jerárquica de la propiedad territorial en el feudalismo determi-


naba también la jerarquía social. Los señores feudales menores pagaban tributo a
los grandes y les ayudaban en las guerras, en retribución, se amparaban bajo su
protección. El protector se llamaba “señor”; y el protegido, “vasallo”. Los señores,
a su vez, eran vasallos de otros potentados feudales más poderosos que ellos. Así se
formó la piramidal jerarquía de la dependencia feudal.

Los terratenientes feudales y el rey, como clase dominante, encabezaban la


conducción del Estado. Formaban la capa social de la nobleza. Los nobles disfruta-
ban, además de grandes privilegios económicos, sociales y políticos, de los honores
reservados a la capa social más alta. El segundo estamento lo constituía el clero (re-
gular y monacal), que ocupaba la posición privilegiada de capa social dominante al
lado de la nobleza, por poseer también grandes dominios territoriales (con numerosa
población campesina dependiente y muchos siervos).
136 Francisco Chaparro Zapana

La masa de campesinos siervos conformaba la amplia base de la gran “pirámi-


de feudal”. Estos se hallaban sujetos a los terratenientes y a la autoridad suprema del
más poderoso señor feudal que era el rey. Los campesinos formaban una capa social
explotada económicamente y privada de derechos políticos. El terrateniente feudal
podía llegar a vender a sus siervos, como también imponerles severos castigos cor-
porales. Por eso, Lenin calificó la dependencia del siervo como “esclavitud feudal”.
La explotación de los siervos de la gleba era casi tan brutal como la de los esclavos.
No obstante, el siervo podía cultivar su parcela –fuente de vida familiar– con parte
de su trabajo y era dueño, hasta cierto punto, de su propia persona.

La contradicción fundamental de clases de la sociedad feudal era la que me-


diaba entre la aristocracia y la gran masa de los siervos de la gleba. La lucha de
los campesinos explotados contra los terratenientes explotadores tuvo vigencia a lo
largo de toda la época feudal y cobró un carácter especialmente agudo en sus postri-
merías, al recrudecer en proporciones extremas la explotación de la que eran objeto
los siervos.

También en las ciudades se observa una diferenciación de clases sociales. La


mayor parte de la población se componía de artesanos y comerciantes. Sin embargo
estas clases no estaban definitivamente articuladas ni eran homogéneas. Entre los
artesanos cabía distinguirse a maestros, oficiales, aprendices y peones, los cuales
tenían diferencias e intereses contradictorios.

En las ciudades emancipadas de la tutela feudal, el poder era monopolio de los


vecinos ricos: mercaderes, comerciantes, usureros y los grandes propietarios de tie-
rras y casas en la ciudad, quienes conformaban la élite dirigente denominada patri-
ciado urbano, al que podían incorporarse los maestros enriquecidos, quienes, en su
mayoría, habían sido activos dirigentes gremiales. Los artesanos agremiados –parte
importante de la población urbana– actuaban a menudo contra las capas altas de la
ciudad, pugnando por participar en su gobierno al lado de la aristocracia urbana.
Los maestros ordinarios, los oficiales, los aprendices, los jornaleros y los mercade-
res arruinados integraban la plebe urbana. Entre los distintos grupos sociales de la
población de las aldeas y de las ciudades tenía lugar una encarnizada lucha de clases
que muchas veces llegaba incluso a la confrontación armada.

En las postrimerías de la época feudal, la población urbana estaba ya muy


escindida. Por un lado, se encontraban los comerciantes y los maestros ricos de los
gremios; por el otro, las amplias capas de oficiales y aprendices y la gente pobre de la
ciudad. Las capas bajas luchaban contra las fuerzas unidas de la aristocracia urbana
y los señores feudales. Y esta lucha se fundía de modo espontáneo en una corriente
única con la lucha que los siervos de la gleba libraban contra la explotación feudal
en el campo.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 137

La economía feudal, así como la lucha de clases suscitada en su seno, deter-


minaba el carácter de la superestructura política de la sociedad feudal. El Estado
feudal desempeñaba el papel más relevante entre las instituciones políticas que con-
formaban la superestructura de la base económica feudal. Este, cuya función esen-
cial era crear y defender el sistema de explotación feudal, sometiendo a la obediencia
a los productores directos, adquirió formas diversas. Durante el establecimiento del
feudalismo se fundaron grandes monarquías (como el imperio de Carlomagno, por
ejemplo), en las que se aglutinaron los señores feudales en torno al jefe del Estado.

Una vez consolidado el sistema feudal, las monarquías se fraccionaron en


numerosos estados pequeños, independientes o semidependientes, hecho que marca
el comienzo del desmembramiento feudal y que corresponde, en muchos países, al
período del feudalismo desarrollado. Posteriormente, debido al sucesivo progreso
económico –al multiplicarse la división social del trabajo y difundirse las relaciones
monetario-mercantiles gracias a la ampliación del mercado– se llega a situaciones
en las que desaparece el aislamiento de los feudos y surge la tendencia a suprimir
el fraccionamiento político y a constituir estados centralizados. Entonces, los reyes,
apoyándose en la capa social más numerosa de la baja nobleza terrateniente, en los
“vasallos de sus vasallos”, y también en las ciudades que iban en ascenso, asesta-
ron golpes decisivos a la nobleza feudal y reforzaron con ello su propia autoridad,
convirtiéndose no solo nominalmente, sino de facto, en los soberanos del Estado. Se
constituyeron grandes estados nacionales bajo la forma de monarquías absolutas. La
superación del fraccionamiento feudal y la creación de grandes estados centraliza-
dos facilitaron el nacimiento y aceleraron el desarrollo de las relaciones económico-
sociales del capitalismo.

La agudización de la lucha de clases y la necesidad de defenderse de los ene-


migos externos contribuyeron, en gran medida, a la formación de los Estados feuda-
les centralizados. Se crearon Estados nacionales con instituciones estamentales re-
presentativas (en Inglaterra, el Parlamento; en Francia, los Estados Generales, etc.),
o bien estados multinacionales, como en el caso de Rusia. Pese a la diversidad de for-
mas del Estado feudal, su esencia clasista fue en todas partes la misma. Lenin decía
al respecto: “Hemos visto diferentes formas de Estado; hemos visto aquí monarquía
y república, aunque esta última bastante menos acusada; pero los terratenientes feu-
dales han sido siempre la única clase dominante. Los campesinos siervos han estado
absolutamente excluidos de todo cuanto se asemeje a derechos políticos”14.

4. RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LA ECONOMÍA URBANA MEDIEVAL


Las ciudades habían nacido y desarrollado ya bajo el régimen esclavista, ge-
neralmente junto a las vías fluviales y en ubicaciones estratégicas de las riveras ma-

14 Lenin, Vladimir Ilich. Obras completas. T. 29, p. 444.


138 Francisco Chaparro Zapana

rítimas. El desmoronamiento del esclavismo trajo consigo la decadencia de muchas


de estas.

4.1. Los gremios y las hermandades artesanales


En los inicios del feudalismo, los agricultores en las aldeas elaboraban ma-
terias primas accesorias suministradas por la agricultura. Más tarde, de entre los
campesinos aparecieron los artesanos que producían para la aldea. Al alcanzar cierto
grado de desarrollo, los oficios artesanales se separaron definitivamente de la agri-
cultura. Se producían más artículos que los necesarios para el señor feudal o para los
campesinos de la aldea. Los artesanos comenzaron a establecerse alrededor de los
castillos feudales, en los extramuros de los monasterios, en los grandes poblados y
en otros centros comerciales. Los terratenientes feudales comenzaron a comprar los
productos artesanales en la ciudad, pues ya no les satisfacían los artículos que les
suministraba su propia servidumbre.

Durante las dos primeras etapas de la Edad Media, las ciudades y los oficios
progresaron débil y muy lentamente. Los artesanos de las ciudades producían para la
venta, pero era su propia parcela de tierra la que les suministraba la mayor parte de
los bienes necesarios de subsistencia. Con el tiempo, cuando los artesanos alcanzaron
un mayor perfeccionamiento en sus oficios y fue aumentando la productividad de su
trabajo, la actividad artesanal fue haciéndose cada vez más diversa y lucrativa.

Las ciudades nacidas en los dominios de los señores feudales, seculares o


eclesiásticos, estaban sometidas a su poder. Los vecinos de la ciudad debían cumplir
una serie de prestaciones en beneficio del señor feudal. Le pagaban diversos tipos
de censo, en especie o en dinero, y estaban sujetos a su jurisdicción administrativa y
judicial a cambio de su “protección”. La población urbana comenzó pronto a luchar
por liberarse de la dependencia feudal. En parte por la fuerza y en parte redimiéndose
de sus cargas, las ciudades fueron conquistando el derecho de gobernarse por sí mis-
mas, a tener su propia fuerza de seguridad, sus propios tribunales y las prerrogativas
de acuñar moneda y cobrar contribuciones.

La población urbana estaba formada, principalmente, por artesanos y comer-


ciantes. En muchas ciudades encontraban refugio los siervos campesinos que huían
de la explotación terrateniente feudal. La ciudad pasó a ser un centro de producción
de mercancías, a diferencia de la aldea, donde seguía imperando la economía natural.
La intensificación de la competencia por parte de los siervos fugitivos que afluían
a la ciudad y la lucha contra la explotación y las vejaciones de los señores feudales
obligaron a los artesanos a agruparse en gremios.

Los artesanos de la ciudad que ejercían un determinado oficio o varios afines


se agrupaban en los gremios, donde solo los maestros disfrutaban de plenos dere-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 139

chos. Cada maestro tenía un pequeño número de oficiales y aprendices. El gremio


defendía celosamente el derecho exclusivo de sus miembros a ejercer el oficio a que
estaban dedicados y reglamentaba los detalles del proceso de producción estable-
ciendo: la duración de la jornada de trabajo, el número de oficiales y aprendices que
podía tener cada maestro en su taller, la calidad de las materias primas y del produc-
to acabado (la mercancía), y el precio a que debía venderse este; además, muchas
veces, el propio gremio se encargaba de comprar las materias primas. Todos esta-
ban obligados a acatar los métodos de trabajo sancionados por una larga tradición.
Esta rigurosa reglamentación tenía por finalidad evitar que ningún maestro artesano
descollara sobre los demás. Además, los gremios actuaban como organizaciones de
asistencia mutua.

Entonces, la forma feudal de organización de los oficios fueron los gremios.


En sus inicios, estos cumplieron un rol progresista contribuyendo a fortalecer y de-
sarrollar los oficios en las ciudades. Pero a medida que se intensificaba la producción
mercantil y se ampliaba el mercado, se iban convirtiendo cada vez más en un freno
para el progreso de las fuerzas productivas. Por tanto, la principal función econó-
mica y política de los gremios era utilizar al máximo el mercado local, ya que la
lucha por los mercados distantes tropezaba con innumerables dificultades de orden
económico-cultural y rebasaba los límites de las posibilidades económicas del taller
artesanal.

La severa reglamentación de la producción artesanal por los gremios frenaba


la iniciativa de los artesanos y entorpecía el desarrollo de la técnica. Para restringir la
competencia, imponían toda una serie de trabas a los artesanos que deseaban adquirir
el rango de maestros. A los aprendices y oficiales, cuyo número crecía en grandes
proporciones, en la práctica, se les cerraba el camino para convertirse en maestros
independientes, viéndose obligados a permanecer toda la vida en situación de tra-
bajadores asalariados. Esto determinaba que las relaciones entre el maestro y sus
subordinados perdiesen su anterior carácter, más o menos patriarcal. Los maestros
reforzaban la explotación de los trabajadores que dependían de ellos, obligándolos
a trabajar jornadas diarias de 14 o 16 horas a cambio de un salario mísero. Los ofi-
ciales comenzaron también a agruparse en asociaciones secretas –las hermandades–
para defender sus intereses. Los gremios y las autoridades de la ciudad reprimían a
las hermandades de oficiales.

Allí donde iba surgiendo la manufactura capitalista, la reglamentación gremial


de la técnica resultaba reaccionaria. Eso venía sucediendo en determinadas ciudades
durante los siglos XIV y XV (particularmente en Italia y en Flandes), y en el siglo
XVI en todas partes. Así, el régimen gremial resultó una organización corporativa de
140 Francisco Chaparro Zapana

la producción mercantil al servicio del feudalismo; fruto de la estrechez del sistema


económico medieval, al que le eran inherentes la tradición y rutina de la técnica y la
reproducción simple.

4.2. Las corporaciones de comerciantes


Dentro de las ciudades uno de los efectos de la sucesiva división del trabajo
fue la separación entre la producción y la circulación, entonces aparece el comer-
ciante. Ello fue de singular trascendencia para acelerar el ascenso económico de las
ciudades y de la sociedad en su conjunto. Con la expansión del comercio, las villas
entablaban relaciones cada vez más estrechas y frecuentes entre sí; de esta manera
desaparece la limitación local. En consonancia con la estructura feudal de la propie-
dad de la tierra y con la organización gremial, corporativa, de las industrias urbanas,
se crea una organización determinada en la esfera del comercio llamada corpora-
ción. Las corporaciones comerciales, es decir, las asociaciones de comerciantes, te-
nían como fin combatir la competencia de los comerciantes de fuera, reglamentar los
precios, las pesas y medidas y defender los intereses de los comerciantes frente a los
señores feudales.

Las personas más ricas de la población urbana eran los comerciantes. Las
actividades comerciales habían ido desarrollándose tanto en las ciudades originarias
de la época esclavista como en las de la época feudal. En casi todos los pueblos exis-
tieron durante el feudalismo corporaciones de comerciantes. Durante los siglos IX
y X alcanza particular desarrollo el comercio entre los países de Oriente y Europa,
con activa intervención del Estado.

Convertidas en centro de la industria y del comercio, las ciudades progresan


con mucha más rapidez que el campo; el desarrollo de las fuerzas productivas es
mucho más acelerado, y las ciudades constituyen el motor de la producción mer-
cantil.

El crecimiento de las ciudades y el desarrollo del comercio repercutieron fuer-


temente sobre las aldeas feudales. La hacienda del señor fue incorporada a la órbita
del mercado. Los señores, para adquirir los objetos de lujo y los artículos elaborados
por los artesanos de las ciudades, necesitaban dinero; por eso requerían que los cam-
pesinos les pagasen los censos en moneda y las prestaciones personales en especie.
La transformación de estas cargas en censos en metálico recrudeció aún más la ex-
plotación feudal. También fue agudizándose la contraposición entre la ciudad y el
campo; contradicción surgida y experimentada también bajo el esclavismo.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 141

5. SURGIMIENTO DE LOS ELEMENTOS DEL CAPITALISMO EN EL SENO


DEL FEUDALISMO. CRISIS Y HUNDIMIENTO DEL SISTEMA FEUDAL

5.1. Evolución del sistema económico mercantil


La economía mercantil en la época feudal fue desarrollándose gradual y es-
pontáneamente. Se extendieron los oficios en las ciudades, y los productos de la
economía rural se vieron atraídos cada vez más a la órbita del mercado.

La producción de los pequeños artesanos y campesinos, basada en la propie-


dad privada de los medios de producción y en el trabajo personal, y materializada
en mercancías para el mercado, constituye la economía mercantil simple, que ya
existía en los primeros tiempos del feudalismo y que apareció antes en la ciudad
que en el campo. La producción mercantil simple constituyó el punto de partida de
la posterior producción mercantil capitalista. La producción capitalista fue surgien-
do, en el seno del feudalismo, en forma de talleres, sobre la amplia base del trabajo
asalariado de los operarios. Esta utilización se lleva a cabo, en mayor o en menor
escala, en la forma de la cooperación capitalista simple. Posteriormente, gracias a
esta cooperación y su desarrollo, aparecieron las manufacturas, que fueron grandes
talleres basados ya no solo en la unión, sino en la división del trabajo sistemático de
los obreros allí ocupados.

La cooperación capitalista simple y la manufactura elevaron el rendimiento


de la mano de obra e impulsaron la producción social. Los talleres impulsados por
la cooperación simple del trabajo asalariado y también las manufacturas fueron los
gérmenes de la gran producción capitalista. Aparecieron en Europa en los siglos XIV
y XV, y, ante todo, en las ciudades-repúblicas de Italia.

La mercancía es, como ya lo definimos, el producto creado para ser cambiado


por otro. Los distintos productores invierten en la producción de mercancías simila-
res una cantidad distinta de trabajo. Esto depende de la diversidad de condiciones en
las que son elaboradas: quienes disponen de herramientas más perfeccionadas gas-
tan en la producción de la misma mercancía menos trabajo que los demás. Influyen
también en esto las diferencias existentes con respecto a la fuerza, la destreza y la
habilidad de cada trabajador, etc. Pero al mercado le son indiferentes las condiciones
en que se produce tal o cual mercancía y las herramientas que para ello se emplean.
Una misma mercancía obtiene en el mercado, como precio, la misma cantidad de
dinero, cualesquiera hayan sido las condiciones individuales de trabajo en las que se
elaboró.

De ahí que los productores de mercancías cuya inversión individual de trabajo


es superior a la inversión media, debido a las peores condiciones en que producen,
142 Francisco Chaparro Zapana

solo pueden cubrir con la venta de sus mercancías una parte de sus gastos de produc-
ción, y, en consecuencia, se arruinan. Por el contrario, los productores cuyos gastos
individuales, gracias a las mejores condiciones de producción, son inferiores a la
media, se encuentran en situación ventajosa al vender sus mercancías y, por tanto,
se enriquecen. Por eso, la existencia de una producción mercantil más o menos de-
sarrollada determinó que ya en la sociedad feudal actuaran las leyes del valor y de
la competencia. La ley del valor se manifestaba, sobre todo, como la fuerza promo-
tora de la diferenciación de los pequeños productores, cuya mayoría se empobrecía
mientras que una minoría se enriquecía cada vez más, en especial en la época de la
desintegración del feudalismo y la acumulación primaria del capital.

La fragmentación política propia del feudalismo era el mayor obstáculo para


el desarrollo de la producción mercantil. Los señores feudales –al imponer arbitra-
riamente toda clase de aranceles a la importación de mercancías que cruzaban por
sus dominios– obstruían el desarrollo del comercio. Las exigencias del desarrollo
comercial y del progreso económico de la sociedad, en general, imponían la necesi-
dad de acabar con la fragmentación feudal. El incremento de la producción artesanal
y agrícola y el desarrollo de la división social del trabajo entre la ciudad y el campo
reforzaron los nexos económicos entre las distintas regiones de cada país y contribu-
yeron a la formación del mercado nacional; hecho que sentó, a su vez, las premisas
económicas para la centralización del poder estatal. La naciente burguesía urbana,
que era partidaria de la creación de un Estado centralizado, estaba vivamente intere-
sada en la desaparición de las barreras feudales.

5.2. El rol del capital comercial


La formación del mercado mundial se debió en gran medida a la aparición y
consolidación del tipo de economía capitalista como sistema.

Los turcos, en la segunda mitad del siglo XV, se apoderaron de Constantinopla


y de toda la parte oriental del Mediterráneo. Quedó cortada, así, la importantísima
arteria comercial que unía a la Europa Occidental con el Oriente. Buscando una ruta
marítima a la India, Colón descubrió América en 1492, y en 1498 Vasco de Gama,
con su viaje de circunnavegación del continente africano, abrió la ruta marítima a
la India. Como resultado de estos descubrimientos geográficos, el epicentro del co-
mercio europeo se desplazó del mar Mediterráneo al océano Atlántico, con lo que el
predominio comercial pasó a los Países Bajos, Inglaterra y Francia.

Al aparecer el comercio y el mercado mundiales, los oficios ya no eran su-


ficientes para satisfacer la creciente demanda de mercancías. Esto aceleró el paso
de la pequeña producción artesanal a la gran producción capitalista, basada en la
explotación de trabajadores asalariados. Las empresas capitalistas donde trabajaban
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 143

manualmente obreros asalariados, debido a la división del trabajo, se llamaron ma-


nufacturas.

Los gremios pudieron poner coto a la competencia y a la diferenciación de


los artesanos mientras la producción mercantil estaba débilmente desarrollada. Al
intensificarse el comercio, se hizo cada vez mayor la competencia. Los maestros de
los gremios, que ahora contaban con un mercado más amplio, procuraban unas veces
modificar las restricciones gremiales y otras, sencillamente, prescindían de ellas.
Fueron prolongando la jornada de trabajo de los oficiales y los aprendices, aumen-
tando su número y aplicando métodos de trabajo más productivos. Los maestros más
ricos se convirtieron gradualmente en capitalistas; y los maestros más pobres, los
aprendices y los oficiales, en obreros asalariados.

El capital comercial, al desintegrar la economía natural, contribuyó al naci-


miento de la producción capitalista. Al principio, las funciones del mercado eran:
la de intermediario del cambio de mercancías entre los pequeños productores (ar-
tesanos y campesinos), y la de convertir en dinero una parte del plusproducto, del
que se apropiaban los señores feudales. Más tarde, el mercader comenzó a comprar
regularmente a los pequeños productores sus mercancías y a revenderlas luego en
un mercado más amplio. El comerciante se convirtió en mayorista. Este adelantaba
dinero, materias primas y otros materiales a los maestros artesanos empobrecidos, a
condición de que le vendiesen los artículos de su producción a un bajo precio, fijado
de antemano.

Así, muchos maestros empobrecidos fueron cayendo paulatinamente bajo la


férula de dominación de los mayoristas ricos. Estos les facilitaban la materia prima,
por ejemplo, hilados, para que los transformasen en tejidos a un determinado precio,
convirtiéndose en empresarios distribuidores. Más tarde, los mayoristas también les
suministraron los instrumentos de trabajo. Con ello, el artesano se vio privado hasta
de la última traza de independencia y deviene, de manera definitiva, en obrero asala-
riado, mientras los mayoristas se convierten en capitalistas industriales.

Al desarrollarse la producción mercantil y aumentar la importancia del dinero,


en la aldea se produjo el mismo proceso de desintegración de las relaciones feudales.
Los terratenientes feudales sustituyeron por censos en dinero las prestaciones que
los campesinos venían tributando en especie. Esto obligó a los campesinos a vender
los productos de su trabajo para poder pagar a los señores feudales con el dinero
obtenido. Los campesinos empezaron a sentir una necesidad permanente de dinero.
Los mayoristas y usureros se aprovechaban de ello para tenerlos sujetos económica-
mente. El yugo feudal se acentuaba y empeoraba la situación de los siervos.
144 Francisco Chaparro Zapana

El desarrollo de las relaciones monetario-mercantiles imprimió un fuerte im-


pulso a la diferenciación entre los campesinos, es decir, a su escisión en diversos
grupos sociales. La inmensa mayoría de ellos fue cayendo en la pobreza, y se arruinó
agobiada por el peso de un trabajo extenuante. Y, a la par, comenzaron a surgir en la
propia aldea campesinos ricos. Eran los que se dedicaban a esquilmar a los vecinos
pobres por medio de préstamos expoliadores y comprando a bajo precio los produc-
tos agrícolas, el ganado y los aperos de labranza.

5.3. El proceso de acumulación originaria del capital


El llamado proceso de acumulación primaria u originaria del capital consti-
tuyó el punto de partida del capitalismo industrial, es decir, del establecimiento del
modo de producción capitalista. Este proceso representa la prehistoria del capitalis-
mo, pues precedió al proceso de acumulación que luego se desarrolló sobre una base
netamente capitalista.

La consolidación del sistema de producción capitalista presupone dos pre-


misas fundamentales: a) la existencia de una masa de indigentes, libres estos en el
sentido personal, pero a la vez privados de medios de producción y de subsistencias
y, por consiguiente, obligados a vender su fuerza de trabajo a los empresarios capita-
listas; y b) la acumulación de medios pecuniarios indispensables para crear grandes
empresas capitalistas.

En estas premisas radica la acumulación primaria del capital. Al analizar esta


última, Marx reveló su esencia y desenmascaró los falaces argumentos de los his-
toriadores y economistas burgueses que describen un nacimiento “idílico” del ca-
pitalismo, alegando que la acumulación de riquezas se llevó a cabo en la remota
Antigüedad gracias a “la laboriosidad y el ahorro” de unas pocas personas y a “la
pereza y el despilfarro” de muchas otras. Pero los hechos históricos evidencian que
la acumulación originaria del capital acarrea una nueva forma de opresión y que fue
acompañada de una violencia directa y descarnada.

Al referirse a la acumulación originaria del capital, Marx decía: “El régimen


del capital presupone el divorcio entre los obreros y la propiedad sobre las condi-
ciones de realización de su trabajo (…) Por tanto, el proceso que engendra el capi-
talismo solo puede ser uno: el proceso de disociación entre el obrero y la propiedad
sobre las condiciones de su trabajo, proceso que de una parte convierte en capital
los medios sociales de vida y de producción, mientras de otra parte convierte los
productores directos en obreros asalariados. La llamada acumulación originaria no
es pues, más que el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios
de producción”15.

15 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 1, p. 655.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 145

Un ejemplo clásico de cómo transcurrió la acumulación originaria del capital


fueron los acontecimientos que se dieron durante los siglos XVI y XVII en Inglate-
rra, donde la producción capitalista adquirió un desarrollo considerable antes que en
cualquier otro país.

A fin de aprovechar las tierras transformándolas parcialmente en pastizales


para las ovejas, cuando la creciente industria manufacturera incrementó la demanda
de lana, la nobleza aburguesada expulsó de estas tierras mediante la violencia a los
campesinos, quienes, privados de toda posibilidad de mantener una economía inde-
pendiente, se vieron obligados a contratarse en las empresas capitalistas. Paralela-
mente se verifica el proceso de formación del capitalismo agrícola, representado por
los granjeros. La expropiación de los productores agrarios fue el fundamento de todo
el proceso de acumulación inicial del capital. “El recuerdo de esta cruzada de expro-
piación –describe Marx– ha quedado inscrito en los anales de la historia con trazos
indelebles de sangre y fuego”16. Los campesinos arruinados y desposeídos formaron
la enorme masa indigente que, en busca de trabajo y de medios de subsistencia, in-
vadió los caminos y ciudades de Inglaterra. Así, se crearon las premisas para que los
capitalistas dispusieran de una mano de obra barata.

El siguiente paso del proceso de acumulación originaria del capital fue la crea-
ción de una nueva disciplina del trabajo de los productores directos, subordinándolos
al sistema de explotación capitalista. Los poderes públicos, en apoyo al despojo de
tierras de los campesinos por los capitalistas, aprobaron leyes especiales para regular
el “amojonamiento de tierras”, e implantaron la nueva disciplina, aplicando una “le-
gislación sanguinaria” contra los “vagabundos” e “indocumentados”, para obligarlos
a acudir en busca de trabajo a las empresas capitalistas. Así, no solo los campesinos
despojados de sus tierras fueron convertidos en obreros asalariados, sino también los
artesanos arruinados por la competencia de la gran industria en desarrollo.

La creación de reservas de mano de obra era solo un aspecto del proceso de


acumulación originaria del capital. El segundo aspecto era la concentración, en ma-
nos de unas pocas personas, de sumas cuantiosas para organizar empresas capitalis-
tas basadas en el trabajo asalariado.

Con frecuencia, las riquezas amasadas por los mercaderes y usureros sirvie-
ron de base para fundar numerosas empresas capitalistas. Pero habían también otros
métodos de acumulación de riquezas, entre los cuales destacan: el saqueo colonial de

16 Ibídem, pp. 608-609.


146 Francisco Chaparro Zapana

los pueblos; el comercio colonial; el tráfico de esclavos; las guerras comerciales; el


sistema de préstamos; los impuestos y la política proteccionista del Estado.

Así fue como se crearon las premisas para el desarrollo de la producción ca-
pitalista en el seno del feudalismo, mediante el saqueo y la ruina de la gran masa de
pequeños productores; mediante la guerra entre países por la dominación hegemóni-
ca, y mediante la esclavización de los pueblos coloniales.

5.4. La revolución burguesa y las luchas insurreccionales del campesinado


Las bases económicas del feudalismo se debilitaron a causa de la paulatina
emancipación de los siervos, la expropiación posterior, la conversión de antiguos
campesinos y de artesanos arruinados en obreros asalariados, y la concentración
de los recursos monetarios fundamentales en manos de la naciente burguesía. Las
relaciones feudales de producción acabaron por desintegrarse y desaparecer. Pero
los regímenes económico-sociales no dejan de existir automáticamente, de por sí.
Tampoco lo hizo el feudalismo. Su derrumbamiento fue fruto de la lucha de los cam-
pesinos contra los terratenientes feudales, la cual abarca toda la época del feudalismo
pero adquiere un carácter especialmente agudo a fines de este período.

Históricamente, son famosas las insurrecciones campesinas como, por ejem-


plo, la liderada por Wat Tyler en Inglaterra, en el siglo XIV; la de las Vendas Ama-
rillas, que estalló por la misma época en China; la de los campesinos franceses
(Jacquerie) también en el siglo XIV; las guerras husitas en Bohemia, en el siglo XV;
la guerra campesina en Alemania encabezada por Tomás Munzer en el siglo XVI; las
insurrecciones campesinas de Rusia, lideradas por Iván Bolótnikov y Stepán Razin
en el siglo XVII, y en el siglo XVIII la que encabezó Emilián Pugachev, y muchas
otras.

Pese a su espontaneidad y carencia de organización, las luchas campesinas


conmovieron los pilares del régimen feudal, preparando y acelerando su caída.

Las aspiraciones igualitarias de las masas explotadas del campo y la ciudad se


expresaban en el postulado de la comunidad de bienes.

En las postrimerías de la época feudal, surgieron dos descollantes socialistas


utopistas: el inglés Tomás Moro, que escribió el Libro de oro, tan útil como ameno,
sobre el régimen ideal de Estado y la nueva isla Utopía (siglo XVI), y el italiano
Tomás Campanella, cuyo libro lleva el nombre de la Ciudad del Sol (siglo XVII).
Estos pensadores, ante las crecientes desigualdades y las contradicciones de la so-
ciedad en crisis en que vivían, expresaron bajo una forma peculiar sus ideas acerca
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 147

de las causas de los males sociales: trazaron la pintura de las condiciones, a su juicio
ideales, de la sociedad en la que estos males podrían ser superados.

Los libros de estos utopistas describen un régimen social sin propiedad pri-
vada y sin ninguno de los vicios inherentes a ella. En esta sociedad, todos trabajan,
unos como artesanos, otros en la agricultura. Ninguna ocupación excede de seis e
incluso de cuatro horas al día, y los frutos de este trabajo bastan para satisfacer todas
las necesidades. Los productos se distribuyen con arreglo a las necesidades. La edu-
cación de los niños es de incumbencia social.

Las obras de Tomás Moro y Campanella influyeron progresivamente en el


desarrollo del pensamiento social. Había en ellas ideas que se anticipaban conside-
rablemente al progreso de la sociedad de aquel tiempo. Pero ni uno ni otro conocían
las leyes del desarrollo social; sus ideas eran irrealizables, utópicas. En aquel tiempo
no era posible acabar con la desigualdad social; el nivel de las fuerzas productivas
requería el paso de la explotación feudal a la explotación capitalista.

El nuevo tipo de economía capitalista que iba desarrollándose rápidamente,


y el régimen económico y político del feudalismo entraron en contradicción. Este
conflicto solo podía resolverse por la vía de un cambio revolucionario. Y el tránsito
del feudalismo al capitalismo en Europa Occidental se operó a través de las revolu-
ciones burguesas. La burguesía ascendente encabezó la lucha por el derrocamiento
del feudalismo. Se aprovechó de la lucha de los campesinos contra los terratenientes
para acelerar el hundimiento del feudalismo, sustituir la explotación feudal por la
explotación capitalista y capturar el poder en sus manos. En las revoluciones burgue-
sas, los campesinos conformaban la gran masa de combatientes contra el feudalismo.
Así sucedió en la primera revolución burguesa de los Países Bajos, en el siglo XVI;
como también en la revolución inglesa del siglo XVII; y lo que ocurrió en la revo-
lución burguesa de Francia, a fines del siglo XVIII. Posteriormente tuvieron lugar
revoluciones burguesas en muchos otros países, entre ellos EE. UU. en 1776, en
Rusia en 1905 y 1917, y en el Perú recién en 1968.

Generalmente, las conquistas de la lucha revolucionaria del campesinado fue-


ron aprovechadas por la burguesía, que se encaramó sobre sus hombros para ascen-
der al poder. La fuerza de los campesinos radicaba en su odio a los opresores. Pero
las insurrecciones campesinas tenían un carácter espontáneo. Los campesinos, como
clase de pequeños propietarios privados, se hallaban diseminados y no eran capaces
de enarbolar un programa claro de reivindicaciones ni una organización fuerte y
unida para la lucha. Las sublevaciones campesinas solo habrían podido triunfar si se
aliaban con un movimiento organizado de la clase obrera y demás capas democráti-
148 Francisco Chaparro Zapana

co-progresistas del pueblo. Pero en los siglos XVII y XVIII, la clase obrera era aún
muy débil, poco numerosa y se hallaba desorganizada.

En las entrañas de la sociedad feudal fueron madurando, más o menos defini-


das, las formas de la economía capitalista. Fue creciendo la nueva clase explotadora,
la clase de los capitalistas; y al lado de esta apareció una masa de gente carente de
medios de producción: los proletarios.

Las revoluciones burguesas dieron al traste con el régimen feudal e instaura-


ron la dominación del capitalismo.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 149
CAPÍTULO V

Economía de mercado capitalista: la mercancía 1

y la ley del valor

1. LUGAR HISTÓRICO Y RASGOS GENERALES DE LA ECONOMÍA DE


MERCADO CAPITALISTA

1.1. Lugar histórico de la producción mercantil


El sistema económico capitalista –cuarto modo histórico de producción y
tercero de clases sociales antagónicas– se basa en el predominio de la propiedad
privada sobre los medios de producción y la explotación del trabajador asalariado.
Históricamente, le precedieron los sistemas económicos: primitivo comunal, escla-
vista y feudal.

La economía capitalista difiere completamente de la economía natural del ré-


gimen comunal primitivo, pero comparte rasgos comunes con las economías escla-
vista y feudal, a la vez que también se diferencia sustancialmente de aquellas. El ras-
go común más importante es el predominio de la propiedad privada de los medios
de producción. La forma concreta de este tipo de propiedad, tanto en el esclavismo,
el feudalismo, como en el capitalismo, es que dichos medios pertenecen a propieta-
rios privados y no a la sociedad en su conjunto. Otro rasgo común a los tres sistemas
es la división de la sociedad en clases antagónicas, cuyos intereses económicos son
contradictorios e irreconciliables entre sí.

Pero cada sistema económico tiene sus particularidades. El capitalismo se di-


ferencia del esclavismo y el feudalismo por las siguientes particularidades:

En primer lugar, el capitalismo se caracteriza por el predominio de la eco-


nomía mercantil, mientras que las economías precapitalistas se caracterizan por el
predominio de la economía natural (cerrada), en la que los bienes producidos por el
trabajo social son consumidos directamente por las propias unidades productoras.

En segundo lugar, la economía capitalista se basa en la explotación del trabajo


asalariado, a diferencia de las formas de explotación del trabajo de los esclavos y de

1 El término “Economía de mercado”, en el presente texto contiene dos acepciones: una como sinónimo de sistema
de economía capitalista y otra como expresión general de cualquier tipo de economía de intercambio mercantil,
incluyendo a sus formas pre o poscapitalistas.
150 Francisco Chaparro Zapana

los siervos en el esclavismo y en el feudalismo, respectivamente. La explotación del


trabajo asalariado presupone la transformación de la fuerza de trabajo en una mercancía
“específica”, la cual es vendida por los productores directos (o trabajadores asalariados,
privados de los medios de producción). En las formas precapitalistas de explotación de
la fuerza de trabajo imperaban las modalidades de economía autoritaria, por las cuales el
productor directo (esclavo o siervo campesino), debido a que era considerado patrimonio
del amo esclavista o feudal, estaba obligado mediante la coerción extraeconómica (la
violencia institucionalizada bajo la forma del trabajo forzado) a participar como agente
activo de la producción. Pero en el capitalismo, el trabajador asalariado está obligado
económicamente (para no morirse de hambre) a vender su fuerza de trabajo al capitalista
y producir para este, porque carece de los medios de producción.

En tercer lugar, en la econ omía capitalista, sus problemas microeconómicos


centrales (de qué, cómo y para quién producir) se resuelven mediante un sistema
de precios de mercado, de ganancias y pérdidas. En ella las empresas producen las
mercancías que proporcionan las ganancias más altas (el qué) mediante el empleo de
las técnicas menos costosas (el cómo), y el consumo de los individuos deriva de sus
decisiones sobre las formas de gastar los ingresos o rentas generados, aparentemen-
te, por la propiedad capitalista (la ganancia) y el trabajo de los obreros (el salario,
el para quién). Mientras que en las economías esclavista y feudal las decisiones
relativas a la producción y distribución de bienes y servicios las imponían autorita-
riamente el amo esclavista o el señor feudal, aplicando la violencia institucionalizada
por el régimen correspondiente.

El capitalismo en su desarrollo transita por tres etapas fundamentales:

La primera etapa, la del capitalismo mercantil, comprende desde los oríge-


nes formativos del sistema económico-social capitalista de fines del siglo XV hasta
el último tercio del siglo XVIII, y se caracteriza por el proceso de acumulación pri-
maria del capital patrocinado por la política expoliadora del Estado colonial sobre
las clases y pueblos explotados y por el predominio de la política proteccionista en
el comercio internacional.

La segunda etapa, la del capitalismo librecambista o concurrencial, desde


fines del siglo XVIII hasta las postrimerías del XIX. En el sistema capitalista “se
distinguían tres procesos relativamente autónomos: a) el proceso de producción;
b) el proceso de circulación y c) el proceso de realización de la producción, re-
gido cada uno por sus propios capitales: el capital industrial, el capital comercial
y el capital bancario, los dos últimos obteniendo su parte de beneficios de la
plusvalía extraída a los trabajadores en el proceso de producción” 2.

2 Palloix, Christian. L’èconomie mondiale capitaliste et les firmes multinationales, T. II. Edit. Francois Maspero, París,
abril 1975, p. 103.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 151

Y la tercera etapa, la del capitalismo monopolista o imperialismo, desde


fines del siglo XIX hasta la actualidad. “Con el surgimiento del capitalismo monopo-
lista a fines del siglo XIX y comienzos del XX, que se consolida en la segunda mitad
del siglo XX con la llamada revolución científica y técnica (electrónica, informática,
etc.) se producen dos hechos fundamentales en la economía mundial: el papel hege-
mónico que asume el capital financiero en el sistema capitalista y la desaparición de
la competencia como mecanismo autorregulador (o relativamente autorregulador)
del mercado. Las sociedades transnacionales pasan a ser las estructuras básicas del
actual sistema económico-financiero mundial y sustituyen al mercado como método
de organización de la economía internacional” 3. Sin que por ello deje de existir la
competencia entre los grandes monopolios, que suele ser encarnizada y sin cuartel.

A las tres etapas también les son comunes rasgos esenciales, entre los cuales
destacan, ante todo, la propiedad privada sobre los medios de producción y la explo-
tación del trabajo asalariado. Las leyes económicas generales del capitalismo, como
la del valor-trabajo, la ley de la plusvalía, las leyes de la circulación monetaria, de
la acumulación y concentración del capital y muchas otras, también, tienen vigencia
en sus tres etapas.

Pero, a su vez, la etapa monopolista o imperialista tiene sus rasgos particula-


res, los que la diferencian de las formas premonopolistas. Mientras que a la primera
etapa le fue característico el predominio del proteccionismo mercantil amparado por
el Estado y a la segunda, la libre competencia entre los empresarios privados, a la ter-
cera le es característico el predominio hegemónico de los monopolios. En esta última
etapa los monopolios empiezan a predominar sobre todo en la industria, en cuyo sec-
tor las posiciones rectoras y hegemónicas las desempeñan los conglomerados mono-
pólicos de las más grandes empresas capitalistas (carteles, sindicatos, trusts, consor-
cios y corporaciones). Posteriormente, los monopolios también avasallan la esfera
de la banca, las finanzas y la tecnología, en cuyos campos los bancos más poderosos
controlan el movimiento de la mayor parte de capitales financieros de cada país. La
dominación monopólica no solo se circunscribe al contexto de las fronteras de cada
país; sus actividades traspasan los límites de las economías nacionales y se expanden
a la esfera de la economía mundial capitalista. En ella dominan los monopolios bajo
la forma de corporaciones transnacionales. Y como instrumento de dominación en
el mercado le sirven tanto la exportación de bienes y servicios como la exportación
de capitales, las cuales constituyen la forma típica de las relaciones económicas con-
temporáneas en la época del imperialismo de economía globalizada.

El capitalismo monopolista se distingue del premonopolista no solo por haber


trastocado profundamente las relaciones capitalistas de libre competencia por las

3 Ibídem, pp. 106 y 107, en cita a Stephen Hymer (“The efficency (contradictions) of multinacional corporations” en
The American Economic Review, mayo 1970, n.° 2, p. 441).
152 Francisco Chaparro Zapana

de dominación monopólica, sino también por haber profundizado la irracionalidad


económica del sistema, cuyas consecuencias a nivel mundial son: un desarrollo de
mayor desigualdad social; el derroche improductivo de colosales cantidades de re-
cursos y la contaminación ambiental; la generación de una monstruosa deuda ex-
terna; un mayor desempleo y deterioro sistemático de la capacidad productiva de
grandes sectores sociales de la humanidad, entre los problemas de mayor actualidad
de la sociedad contemporánea.

1.2. La producción mercantil y los rasgos esenciales que la caracterizan


La economía de mercado –a diferencia de la economía natural, en la cual
los productos del trabajo son consumidos directamente por los mismos producto-
res– es aquel sistema de producción cuyos productos (las mercancías) son desti-
nados al cambio, al mercado.

Los rasgos esenciales que caracterizan a la economía de mercado son:

A) La división social del trabajo. En la economía de mercado, la producción


social está conformada por muchas unidades económicas heterogéneas, cada
una de las cuales se especializa en la producción de determinados bienes. Así,
al separarse la industria de la agricultura, aquella, a su vez, se subdivide en
una serie de ramas de especialización diversa, como la de alimentos, tejidos,
calzados, metalurgia, etc. De modo que la división social de trabajo es una
premisa histórica indispensable para el surgimiento de la economía mercantil,
aunque por sí sola la división social del trabajo no es capaz de engendrarla.
Por lo tanto, es inconcebible la economía mercantil sin la respectiva división
social del trabajo; sin embargo, es posible que esta última funcione sin una
economía mercantil. Por ejemplo, en las sociedades primitivas ya tenía lugar
la división social del trabajo, pero en ellas predominaba la economía natural,
mas no la economía mercantil.

B) La producción sistemática del plusproducto. Al elevarse la productividad a


consecuencia de la división social del trabajo, la sociedad logra consolidar su
capacidad de producir sistemáticamente el plusproducto o excedente econó-
mico (parte del producto no consumido por los productores directos), cuyo
elemento es la base material sobre la cual surge y se amplía la propiedad pri-
vada de los medios de producción.

C) El predominio de la propiedad privada capitalista sobre los medios de pro-


ducción. Por ser los medios de producción propiedad privada de los empre-
sarios capitalistas, los productos del trabajo (las mercancías) les pertenecen
íntegramente. En tales condiciones, los empresarios como productores indi-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 153

viduales, vinculados solo por la división social del trabajo, están obligados a
intercambiar sus productos en calidad de mercancías.
D) El carácter espontáneo y anárquico de la producción social. Al interior de cada
unidad empresarial (microeconomía), el proceso productivo es organizado pla-
nificadamente, pero por acción del sistema predominante de propiedad privada
de los medios de producción, que fragmenta la economía nacional en numerosas
empresas privadas autónomas, se excluye la planificación del ámbito nacional,
generándose así inevitable y permanentemente la anarquía de la producción y el
mercado, la cual trae consigo pérdidas y destrucción de recursos.

1.3. Economía mercantil simple y economía mercantil capitalista


Desde el punto de vista histórico y según la lógica del análisis científico, se
distinguen dos tipos de economía mercantil:

La economía mercantil simple, en la cual las mercancías son producidas y


comercializadas directamente por los mismos pequeños productores independientes
(artesanos y campesinos), quienes son propietarios de sus micro y pequeñas empresas.

La economía mercantil capitalista, que es dirigida por los empresarios ca-


pitalistas (en mérito a su condición de dueños de los medios de producción), y está
basada en la explotación del trabajo asalariado de la clase obrera (o proletariado).

Ambas modalidades forman parte de un mismo sistema económico interco-


nectado, cuya base común está estructurada en función a la división social del traba-
jo y al imperio de la propiedad privada de los medios de producción. Pero al mismo
tiempo, entre ambas modalidades de economía también existen las siguientes dife-
rencias sustanciales:

En primer lugar, según su forma de realización, la economía mercantil simple


se expresa mediante la fórmula M-D-M (mercancía-dinero-mercancía), cuyo proce-
so se inicia con la venta de una mercancía (M-D) y concluye con la compra de otra
mercancía (D-M).

En segundo lugar, en la producción mercantil simple los medios de produc-


ción pertenecen al productor, mientras que en la producción mercantil capitalista los
medios de producción pertenecen a los empresarios capitalistas, y los productores
directos (trabajadores asalariados) que, por carecer de estos medios, están obligados
a vender su fuerza de trabajo.

En tercer lugar, en el capitalismo, el obrero solo se vincula a los medios de


producción después de vender su fuerza de trabajo a los capitalistas; aquí el trabajo y
la propiedad de los medios de producción se encuentran divorciados, a diferencia de
la producción mercantil simple, donde ambos elementos están íntimamente unidos.
154 Francisco Chaparro Zapana

En cuarto lugar, la producción mercantil simple se basa en el trabajo perso-


nal, mientras que la producción mercantil capitalista, en el empleo del trabajo asala-
riado, que es el que produce el mayor volumen del excedente económico o plusvalía,
fuente material de la ganancia capitalista.

Y en quinto lugar, en la economía mercantil simple los artesanos y campe-


sinos producen ellos mismos sus mercancías, mientras que en el capitalismo labora
todo un colectivo de trabajadores asalariados en cada empresa.

1.4. El carácter universal de las relaciones mercantiles en el capitalismo


Pese a su prolongado desarrollo histórico, la economía mercantil alcanza su más
elevado desarrollo en el sistema económico capitalista. El predominio de la economía
mercantil se manifiesta en que todos los bienes y servicios, por lo general, son produci-
dos para el cambio, propiedad esencial que los convierte en mercancías.

Y lo que es más, el carácter universal de las relaciones mercantiles en el ca-


pitalismo se manifiesta en que la propia fuerza de trabajo de la gran masa de pro-
ductores directos también se convierte en mercancía. Por eso, en el capitalismo las
relaciones económicas entre las diferentes empresas no solo se realizan mediante las
transacciones de compra y venta de mercancías, sino que también las relaciones en-
tre empresarios y trabajadores asalariados adquieren la forma de relaciones mercan-
tiles, las mismas que se materializan en la compra y venta de la fuerza de trabajo.

Por cuanto la riqueza capitalista está conformada por un enorme arsenal de


mercancías, y las relaciones mercantiles tienen en el capitalismo un carácter general,
Marx tipificó a la forma mercantil del producto del trabajo como la célula económica
de la sociedad capitalista.

Toda ciencia inicia su investigación a partir de los elementos más simples


y generales, y solo después pasa de lo simple a lo complejo. Como el intercambio
mercantil constituye en sí el fenómeno más simple, masivo y generalizado de la
economía capitalista, el análisis de la mercancía sirve de punto de partida de la in-
vestigación del sistema económico capitalista.

En esa secuencia, la mercancía es la categoría teórica que precede a las demás


categorías económicas del sistema, la de dinero, mercado, capital, plusvalía, salario,
ganancia, etc., no solo desde el punto de vista lógico de la investigación sino también
desde el punto de vista histórico, ya que la economía mercantil existió varios mile-
nios antes de que se forme el sistema económico capitalista.

2. LA MERCANCÍA Y SUS PROPIEDADES

2.1. Definición de mercancía


Durante largos períodos históricos, los hombres han producido bienes mate-
riales no en calidad de mercancías, sino en calidad de productos destinados direc-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 155

tamente al consumo. Y en la economía socialista, los productos, en la medida que


vayan dejando de ser mercancías, también tenderán a pasar directamente de la pro-
ducción al consumo. Por consiguiente, la mercancía no es un fenómeno eternamente
perdurable sino históricamente transitorio.

La mercancía –en la sociedad capitalista– es todo bien o servicio capaz de


satisfacer alguna necesidad humana y producida para el cambio.

Toda mercancía posee dos propiedades esenciales: 1. Su capacidad de satis-


facer alguna necesidad humana (utilidad o valor de uso) y 2. Su capacidad de ser
cambiada por otras mercancías (valor de cambio) en determinadas proporciones
cuantitativas, expresada mediante los precios monetarios.

2.2. La utilidad o valor de uso de la mercancía


Se llama valor de uso a la capacidad que posee un bien para satisfacer al-
guna necesidad humana, al margen de que su consumo beneficie o perjudique al
hombre. El valor de uso de la mercancía depende directamente de sus propiedades
naturales. Por ejemplo, el trigo, la carne, la mantequilla, las frutas, las legumbres,
etc., tienen valor de uso alimenticio porque contienen proteínas, grasas, hidratos de
carbono y vitaminas que son necesarios al organismo humano; los libros, las revis-
tas, los periódicos, la radio y la televisión satisfacen necesidades culturales porque
contienen informaciones y conocimientos; o, por otro lado, las armas y las drogas
que pueden servir como medios de defensa o destrucción de la integridad física del
hombre. Por tanto, productos diferentes son capaces de satisfacer necesidades hu-
manas diferentes.

El valor de uso de un determinado producto no depende de la cantidad de


trabajo gastado en su producción. Por ejemplo, una arroba de trigo cultivada con
ayuda de un tractor contiene una cantidad mucho menor de trabajo que una arroba
producida con solo la ayuda de una chaquitaclla. Sin embargo, el valor de uso de
ambas arrobas de trigo es el mismo.

El valor de uso se manifiesta como tal en cualquier sociedad humana y en


cualquier etapa histórica de su desarrollo. Sin embargo, con el progreso los hom-
bres modifican sus hábitos de consumo. Por ejemplo, las necesidades de transporte
han venido siendo satisfechas, según cada época, por el caballo, la carreta, la bicicle-
ta, el tren, el automóvil, el avión, etc.

Las propiedades utilitarias de las cosas son descubiertas por los hombres
como resultado del desarrollo histórico. Por ejemplo, los árboles han sido usados
desde la más remota antigüedad para construir viviendas y muebles, pero el empleo
de la madera para elaborar fibra sintética es muy reciente.
156 Francisco Chaparro Zapana

2.3. El carácter histórico del valor de uso de la mercancía


El valor de uso de la mercancía se diferencia del valor de uso de los productos
de la economía natural por las siguientes particularidades:

En primer lugar, en la economía natural los productos poseen valor de uso


para sus propios productores, mientras las mercancías poseen valor de uso social, o
sea valor de uso para los demás miembros de la sociedad.

Pero en una economía natural los objetos también pueden tener un valor de
uso social. Así, el trigo, entregado en forma de tributo natural al terrateniente por el
siervo campesino era un valor de uso “para otros”.

En segundo lugar, el valor de uso de una mercancía es aquella utilidad que,


a través del cambio, es transferida del productor al consumidor. Por consiguiente,
el valor de uso de la mercancía tiene un carácter histórico específico. En la economía
de mercado los valores de uso llegan a ser portadores esenciales del valor de cambio.

2.4. El valor de cambio de la mercancía


Solo el valor de uso aún no convierte a un producto en mercancía. La segunda
propiedad fundamental de la mercancía es su valor de cambio, que le permite ser
canjeada por otras mercancías en determinadas proporciones cuantitativas. Las pro-
porcionalidades del intercambio de mercancías, sujetas a frecuentes variaciones, a
primera vista se presentan como fenómenos casuales, sin embargo estas variaciones
son impuestas por determinadas regularidades. Así, por ejemplo, un par de botines podría
ser cambiado por 100 kilogramos de trigo un día, pero al día siguiente por 90 o 110.

Las proporcionalidades de intercambio de las mercancías son reguladas por


su tendencia de oscilación en torno a un determinado nivel promedio. Por ejem-
plo, en el caso de los botines y el trigo, sus proporcionalidades de cambio oscilan en
torno al nivel promedio de:
1 par de botines = 100 kilogramos de trigo

Este nivel promedio entre ambas mercancías actúa en calidad de PROPOR-


CIÓN NORMAL DE CAMBIO. Y las desviaciones, por arriba o por debajo de ese
nivel promedio durante un período relativamente largo (por ejemplo, una década), se
equilibran mutuamente.

Los poseedores de mercancías no pueden equiparar una mercancía con otra en


las proporciones que se les ocurra. La equiparidad de las mercancías entre sí en el
proceso de cambio presupone una igualdad objetiva entre ellas, cuya existencia es
anterior a que se produzca el cambio.

¿Es acaso el valor de uso lo que le otorga la igualdad a las mercancías


equiparadas en el cambio? De ningún modo. Como valores de uso las mercancías
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 157

no son equiparables entre sí; entre ellas hay diferencias cualitativas. Por ejemplo, el
trigo tiene un determinado valor de uso, un traje sirve como vestido, una silla para
sentarse, etc. Según sus valores de uso las mercancías son inequiparables porque
no es posible calcular, por ejemplo, en cuántas veces es más útil un par de anteojos
que un par de zapatillas. Sin embargo, como valores de cambio las mercancías son
equiparables entre sí, lo que se expresa perfectamente en determinadas proporciones
cuantitativas. Por ejemplo:

1 par de anteojos = 2 pares de zapatillas

La propiedad común y objetiva que les permite a las mercancías equiparar-


se unas con otras es la cantidad de trabajo social gastada en su producción. Las
mercancías, como materialización del trabajo social, son cualitativamente homo-
géneas en medio de la enorme diversidad de valores de uso. Por ello, el trabajo
social contenido en ellas las hace equiparables cuantitativamente. En consecuencia,
el trabajo social es la base del valor de cambio de la mercancía, permitiéndolas equi-
pararse entre sí en determinadas proporciones cuantitativas.

2.5. El valor de la mercancía


El trabajo social materializado en la mercancía constituye su valor, que se
pone de manifiesto al ser intercambiada una por otra. Las mercancías que poseen
valores equivalentes son intercambiables entre sí.

El valor de la mercancía está estrechamente ligado al valor de cambio (o pre-


cio), pero no por eso son categorías económicas idénticas. El valor es una propiedad
interna de la mercancía, mientras que su valor de cambio es la expresión externa del
valor mediante el cambio de una mercancía por otra.

La expresión indirecta del trabajo social –a través de la equiparación y el inter-


cambio de mercancías– es un rasgo característico propio de la economía mercantil,
y diferencia el valor de la mercancía del gasto de trabajo como tal. En la economía
natural los hombres calculaban y medían su trabajo directamente en unidades de
tiempo de trabajo (horas, días o semanas), y en esas condiciones el trabajo no se
manifestaba en forma de valor. En cambio, en la economía mercantil el trabajo social
no se expresa directamente en unidades de tiempo de trabajo, se manifiesta indirec-
tamente a través de los precios de intercambio mercantil. Por ejemplo, cuando un
castor se equipara con dos ciervos, solo entonces se descubre por esta vía que en la
producción de ambos bienes se ha gastado la misma cantidad de trabajo social.

De este modo, el valor no es un simple gasto de trabajo. El valor es aquel


trabajo social gastado en la producción de una mercancía, el cual solo se pone de
manifiesto al ser cambiada esta mercancía por otra. Por consiguiente, el valor es
una categoría económica histórica tan solo propia de la economía mercantil; y es
158 Francisco Chaparro Zapana

una categoría indesligable de la categoría “mercancía”; no puede existir fuera de la


mercancía. En la economía natural no existía el valor, no obstante que entonces el
trabajo social ya existía.

Según Marx y Lenin, el valor no es una propiedad intrínseca de los objetos


como tales, sino que expresa las relaciones sociales de producción de los hombres en
las condiciones de la economía de mercado.

2.6. La contradicción entre el valor y el valor de uso


En la mercancía, el valor y el valor de uso son propiedades que conforman una
sola unidad, porque no puede existir el uno sin el otro. Por ejemplo, si el hombre va a
producir una cosa que es incapaz de satisfacer alguna necesidad, entonces el trabajo
no estará creando valor alguno. De igual forma, el valor de uso de la mercancía tam-
poco puede existir sin el valor, ya que aquella solo podrá ser consumida después de
que su valor se haya realizado en el proceso del cambio (o comercializado).

Pero, al mismo tiempo, el valor y el valor de uso son propiedades contradic-


torias de la mercancía: como valores de uso las mercancías son heterogéneas (dis-
tintas) cualitativamente e inconmensurables cuantitativamente; pero al contrario,
como valores las mercancías son homogéneas cualitativamente y conmensurables
cuantitativamente.

Por lo tanto, una misma mercancía no puede servir al mismo tiempo a una
misma persona en calidad de valor de uso y valor porque una forma excluye a la
otra. Para su productor la mercancía no posee valor de uso; esta le sirve solo como
medio de cambio por otra mercancía, es decir, se la emplea como valor y valor de
cambio. Al retener en sus manos el valor, el productor se desprende del valor de uso
de una determinada mercancía. Al contrario, en manos del comprador la mercancía
es empleada en calidad de valor de uso. De esta forma, no obstante que el valor de
uso y el valor de la mercancía se presuponen mutuamente, al mismo tiempo se
excluyen entre sí. Por lo tanto, el valor de uso y el valor representan en sí una unidad
de contrarios.

3. EL CARÁCTER DEL TRABAJO CONTENIDO EN LA MERCANCÍA

3.1. El doble carácter del trabajo: el trabajo concreto y el trabajo abstracto


Las dos propiedades de la mercancía están determinadas por el doble carácter
del trabajo contenido en ella.

El trabajo de cualquier productor posee, ante todo, un aspecto cualitativo, ya


sea este del agricultor, del minero, del tejedor, del cerrajero, o de cualquier otro tipo
de trabajo concreto. Cada forma particular de actividad económica, diferenciándo-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 159

se cualitativamente de las demás, representa en sí el trabajo concreto. Los trabajos


concretos se diferencian entre sí:

1. Según la finalidad productiva. Al ejecutar los diversos trabajos concretos,


los hombres se proponen obtener bienes concretos diferentes. Por ejemplo, el
sastre confecciona de las telas los trajes, el panadero elabora de la harina el
pan, el zapatero confecciona del cuero los calzados, el pescador extrae del mar
los peces, etc.
2. Según los objetos de trabajo. Al desarrollar diferentes clases de trabajo se
transforman distintos objetos de trabajo, cuya fuente primaria es la naturaleza,
como las telas, la harina, los cueros o el mar, en los ejemplos mencionados
anteriormente.
3. Según el carácter de las operaciones productivas. Cada actividad productiva
presupone determinados procedimientos y métodos, los cuales son singulares
para la obtención de cada producto. Así, el hilandero produce el hilado del algo-
dón, el tejedor teje las telas del hilado, la costurera confecciona los vestidos de las
telas, etc.
4. Según los instrumentos de trabajo. Los diversos trabajos concretos requieren
de instrumentos de trabajo diferentes. Así, la máquina tejedora sirve como
instrumento de trabajo del tejedor; los hornos de fundición, a los fundidores
de acero; la máquina de coser, a la costurera; la locomotora, para el transporte
ferroviario, etc.
5. Según el resultado. El resultado de cada trabajo concreto es siempre un determi-
nado valor de uso. Por ejemplo, el resultado final de la hilandería es el hilado; el
automóvil, de la industria automovilística; el pan, de la panadería. Por consiguien-
te, el trabajo concreto es aquel que crea un determinado valor de uso.

Pero el trabajo del hombre no es la única fuente que crea el valor de uso: la
riqueza social, que es el conjunto de valores de uso, se obtiene como el resultado de
la interacción del trabajo humano con los recursos naturales.

El trabajo concreto, principal fuente creadora de los valores de uso concretos,


no puede ser al mismo tiempo la fuente creadora del valor de las mercancías. Porque
el valor es aquella propiedad común que hace equiparables entre sí a las diferentes
mercancías, en tanto que los trabajos concretos cualitativamente son heterogéneos.

Por lo tanto, en medio de la gran diversidad de trabajos concretos, hay un


común denominador: el gasto de fuerza humana de trabajo en el sentido fisiológi-
co. La presencia de este rasgo común en las diversas actividades productivas permite
a los hombres migrar de unas formas de trabajo concreto a otras. En la economía
de mercado esta migración se realiza espontáneamente, como resultado de las osci-
160 Francisco Chaparro Zapana

laciones parciales de la demanda de fuerza de trabajo. Por ejemplo, si se reduce la


demanda de mano de obra en la minería y en la pesca, pero se amplía en la industria
textil, una parte de trabajadores mineros y pesqueros se verán obligados a convertir-
se en hilanderos y tejedores.
El consumo de la fuerza de trabajo en general materializado en todas las
mercancías es lo que las hace homogéneas y equiparables, porque representa en sí
el trabajo abstracto. El concepto “abstracto” significa en este caso la prescindencia
de las formas concretas del trabajo, cuyo fenómeno tiene lugar no en el pensamiento
sino en el propio objeto, en la realidad objetiva. Porque cuando los poseedores de
mercancías diferentes las equiparan unas con otras, ellos en realidad se abstraen de
la diversidad de trabajos concretos, y las mercancías son intercambiadas como partí-
culas de un trabajo humano abstracto y homogéneo.

El trabajo abstracto se caracteriza:

En primer lugar, porque es un fenómeno material. No es algo imaginario,


sino un gasto efectivo de fuerza de trabajo en la acepción fisiológica de la palabra.

Y en segundo lugar, porque es un fenómeno social e histórico solo propio


de la economía de mercado. En la economía natural los productos de los diversos
trabajos concretos son transferidos directamente del productor al consumidor, y los
gastos de trabajo concreto se miden directamente en unidades de tiempo de trabajo:
horas, días, semanas-hombre de trabajo. Por eso los hombres no tenían ninguna nece-
sidad de enajenarse de las formas concretas de su trabajo. En cambio, en la economía
mercantil los hombres están obligados a equiparar unas formas de trabajo con otras
a través del intercambio de mercancías. De este modo un determinado gasto objetivo
de fuerza de trabajo en sentido fisiológico se convierte en trabajo abstracto solo bajo
determinadas condiciones históricas, es decir, en la economía de mercado.

A diferencia del trabajo concreto, que crea el valor de uso, el trabajo abs-
tracto es la forma de trabajo que crea el valor. Por eso, allí donde no hay producción
mercantil, tampoco hay trabajo abstracto. El trabajo concreto existe en cualquier for-
ma de economía, pero su desdoblamiento en concreto y abstracto es un fenómeno
específico propio de la economía mercantil.

3.2. La contradicción fundamental de la economía mercantil simple


El trabajo concreto de los productos actúa directamente en calidad de trabajo
privado. Se entiende por trabajo privado: en primer lugar, como el trabajo gastado
en una determinada unidad económica (empresa) privada, basada en la propiedad
privada sobre los medios de producción; y en segundo lugar, como el trabajo gasta-
do al azar y espontáneamente, sin conocimiento ni cálculos previos de las necesida-
des sociales. Los empresarios privados, aislados unos de otros, eligen independien-
temente una u otra forma de trabajo concreto, guiándose, como lo prescribe Adam
Smith, según sus propios intereses individuales.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 161

Pero los productores no solo gastan trabajo privado, sino también trabajo so-
cial, por cuanto entre ellos hay una división social del trabajo, en la práctica coope-
ran entre sí, porque unos trabajan para otros. Sin embargo, en la economía mercantil,
basada en la propiedad privada, el trabajo de los productores de mercancías solo está
encubierto (directa e indirectamente) por la forma social, y su carácter social llega a
descubrirse como tal solo a través del intercambio mercantil.

La contradicción entre trabajo privado y trabajo social es solo una particu-


laridad de la economía mercantil basada en la propiedad privada de los medios de
producción. En cambio, en la economía natural el trabajo no tenía carácter privado.
Por ejemplo, en la economía primitiva el trabajo poseía carácter social directo: el tra-
bajo concreto era al mismo tiempo social. Por el contrario, en la economía mercantil,
el trabajo concreto perdió su carácter social directo, convirtiéndose en trabajo priva-
do; la función del trabajo social es desempeñada no por el trabajo concreto de uno u
otro tipo, sino por el trabajo abstracto, el cual se pone de manifiesto solo mediante la
vía indirecta del intercambio mercantil.

La contradicción entre el trabajo privado y el trabajo social es la contradic-


ción fundamental de la economía mercantil simple. Esta se manifiesta bajo diversas
formas concretas en la producción y el intercambio de mercancías. De esta contra-
dicción deriva la posibilidad (aunque todavía no la necesidad) de la sobreproducción
de mercancías y la crisis. La contradicción fundamental de la producción mercantil
simple provoca también las oscilaciones espontáneas de los precios de las mercan-
cías, empobreciendo a la gran mayoría y enriqueciendo a unos pocos productores.

La contradicción que nació en las entrañas de la producción mercantil sim-


ple adquiere vigencia plena en la economía capitalista. Sin embargo que en los
centros de producción capitalista laboran centenares e incluso miles de trabaja-
dores asalariados, su trabajo tiene un carácter directamente privado, ya que este
es consumido en empresas privadas y sin un cálculo previo de las necesidades
sociales. Al mismo tiempo, de modo encubierto, su trabajo tiene un carácter so-
cial, por cuanto existe la división social del trabajo y ellos producen mercancías
para sí y para los demás miembros de la sociedad. El carácter social del trabajo
en el capitalismo se manifiesta solo en forma indirecta, a través del intercambio
de las mercancías en el mercado.

3.3. La importancia del análisis marxista sobre el doble carácter del trabajo
El significado trascendental del análisis sobre el doble carácter del trabajo,
efectuado por Carlos Marx, radica en que la base de este análisis contiene la fun-
damentación científica de la teoría del valor-trabajo en su expresión más elevada.
Los clásicos de la economía política llegaron a la conclusión correcta de que la
fuente del valor es el trabajo, no obstante, ellos no llegaron a esclarecer qué clase
162 Francisco Chaparro Zapana

de trabajo crea el valor. Se quedaron a medio camino. Por consiguiente, el valor


no es simplemente el trabajo, sino el trabajo social abstracto contenido en las
mercancías.

El análisis del doble carácter del trabajo, realizado por primera vez por Marx, es
de excepcional importancia porque revela la naturaleza contradictoria de la producción
mercantil. La contradicción entre el trabajo concreto, privado, y el trabajo abstracto, so-
cial, es el punto de partida del desarrollo de todas las contradicciones no solo de la pro-
ducción mercantil simple, sino también de la producción mercantil capitalista.

3.4. El tiempo de trabajo individual y el tiempo de trabajo socialmente necesario


El valor representa en sí el trabajo social materializado en la mercancía, por
ello la magnitud del valor depende de la cantidad de trabajo gastada en su produc-
ción. Y la cantidad de trabajo se mide según las unidades de tiempo de trabajo –ho-
ras, días, semanas, etc.–; por eso la magnitud del valor es demasiado genérica. El
problema radica en que la cantidad efectiva de trabajo gastada en producir una de-
terminada mercancía no es igual para todas las empresas, debido a la diversidad de
niveles de productividad del trabajo. Por ejemplo, en los EE. UU., después de la
primera guerra mundial, había fábricas de calzados en las cuales se confeccionaban
dos pares de zapatos por cada día-hombre de trabajo, pero al mismo tiempo había fá-
bricas en las que su elevado nivel de productividad les permitía producir doce pares
de zapatos por día-hombre de trabajo.

El tiempo de trabajo gastado en la producción de una mercancía en una determina-


da empresa se llama TIEMPO INDIVIDUAL DE TRABAJO. Si la magnitud del valor
por la que se comercializa una mercancía fuera determinada por el tiempo individual de
trabajo, entonces mercancías similares tendrían valores diferentes y deberían ser vendi-
das a precios también diferentes. Pero esto no es así. El mercado no opera en función de
las condiciones individuales de producción. En él todas las mercancías de una misma es-
pecie (por ejemplo, el calzado o el paño de una determinada calidad) se despersonifican
y actúan como parte de un todo, y son vendidas por un valor social único, independien-
temente del tiempo individual del trabajo contenido en ellas.

La magnitud del valor de una mercancía no está determinada por el tiempo


individual de trabajo, sino por el tiempo de trabajo socialmente necesario; es decir,
por el tiempo promedio de trabajo gastado en la producción de cada unidad de
dicha mercancía en el contexto de la sociedad. Según Carlos Marx, “El tiempo de
trabajo socialmente necesario es aquel que se requiere para producir un valor de
uso cualquiera, en las condiciones normales de producción y con el grado medio
de destreza e intensidad de trabajo imperantes en la sociedad” (subrayado y cursi-
va corresponden a F. Ch. Z.) 4.

4 Marx, Carlos. El capital., Óp. cit, T.1, p. 7.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 163

Por condiciones socialmente normales de producción se entiende aquellas


condiciones típicas y predominantes en la sociedad en un determinado momento.
El tiempo de trabajo socialmente necesario oscila en torno al tiempo de trabajo
individual de las empresas que producen para el mercado el mayor volumen de
una determinada mercancía.

En la determinación del tiempo de trabajo socialmente necesario cumplen un


rol decisivo no el número de empresas ni la cantidad de trabajadores ocupados en la
actividad productiva, sino la cantidad de mercancías producidas en estas. Por ejem-
plo, existen y operan siempre muchas más empresas micro y pequeño-productoras
artesanales que grandes empresas capitalistas; sin embargo, el peso específico de su
producción en el volumen total de la producción mercantil es insignificante, mientras
que la producción de las grandes empresas es muchísimo mayor. En consecuencia el
tiempo de trabajo socialmente necesario oscila en torno a la cantidad de tiempo del
trabajo individual gastado en la producción de cada unidad de las mercancías de las
grandes empresas.

En semejante situación el destino de las pequeñas empresas es la incertidum-


bre y la ruina. El mercado no les reconoce sus gastos individuales de trabajo, porque
2, 3, 5 o más horas de trabajo individual del pequeño productor las equipara tan sólo
con 1 hora de trabajo socialmente necesario. A consecuencia de ello, los pequeños
productores se arruinan porque no pueden competir con las grandes empresas. De
esta forma, la ley económica del valor-trabajo (según la cual la magnitud del valor
de las mercancías es determinada por el trabajo socialmente necesario) logra dar una
explicación profunda sobre el importante fenómeno económico relacionado con el
sistemático desplazamiento de las pequeñas empresas por las grandes en el fragor de
la lucha competitiva.

Por eso, el tiempo de trabajo socialmente necesario no es precisamente la


media aritmética de los diferentes gastos individuales de trabajo. Esto significa que
si en una rama industrial, un primer grupo de empresas gasta 1 hora de trabajo, un
segundo grupo 2 horas y un tercer grupo 3 horas, entonces el tiempo de trabajo so-
cialmente necesario no puede ser calculado como la suma de gastos individuales de
trabajo (1 + 2 + 3) dividida entre tres. Al calcular el tiempo de trabajo socialmente
necesario, es necesario considerar el peso específico de la producción de las diversas
categorías de empresas en el contexto de toda la producción social, el cual se expre-
sa en el aporte de cada grupo de empresas al volumen total de la producción de una
determinada rama.

En el proceso de determinación de la magnitud del valor pueden configurarse


tres variantes: En la primera, que el tiempo de trabajo socialmente necesario coin-
cide con el tiempo de trabajo gastado por las empresas de tecnología intermedia; en
164 Francisco Chaparro Zapana

la segunda, que éste tiende hacia el tiempo de trabajo gastado por las empresas de
mejor tecnología; y en la tercera, que éste tiende hacia el tiempo de trabajo gastado
por las empresas de tecnología más atrasada. Todo depende del peso específico de
los diversos grupos de empresas en la producción de un determinado tipo de mercan-
cía. En todos los casos, la determinación de la magnitud del valor de una mercancía,
según el tiempo de trabajo socialmente necesario, se efectúa en forma espontánea a
través de los mecanismos de la competencia en el mercado.

3.5. La magnitud del valor y la productividad del trabajo social


En general, la productividad del trabajo se mide a través de la cantidad de
bienes producidos por cada unidad de tiempo de trabajo. A mayor productividad
del trabajo –es decir que si en cada hora-hombre de trabajo se produce una mayor
cantidad de mercancías– menor será la cantidad de trabajo contenida en cada unidad
de dichas mercancías, por consiguiente, tanto menor será su valor. Además se tiene
en cuenta el nivel de productividad de trabajo en el contexto de toda la sociedad,
ya que la magnitud del valor de las mercancías está determinada por el tiempo de
trabajo socialmente necesario, y no por el trabajo individual. En consecuencia, la
magnitud del valor de una mercancía es directamente proporcional a la cantidad
de trabajo social e inversamente proporcional a la productividad de trabajo.

El nivel de la productividad del trabajo depende de los siguientes factores:

A) De la técnica y la tecnología de la producción. A mayor nivel de desarrollo


técnico, a mayor perfeccionamiento de los métodos tecnológicos y en cuanto
sean aplicados con mayor amplitud en la producción sus logros, tanto mayor
será la productividad del trabajo.
B) De la organización del trabajo y la producción. Cuanto mejor organizada
esté la producción (en especial, cuanto más ampliamente se emplee el trabajo
colectivo de muchos trabajadores, así como la división técnica de trabajo entre
ellos) y menos sean interrumpidos los procesos productivos, tanto mayor será
la productividad del trabajo.
C) De la calificación y destreza de la mano de obra. Cuanto más perfeccionados
sean los conocimientos y los hábitos productivos del trabajador (su destreza,
ingenio creativo y disciplina de trabajo), tanto mayor será la productividad del
trabajo.
D) De las condiciones naturales. Los factores naturales influyen particularmente
en la agricultura y en las industrias extractivas. Por eso, a mayor fertilidad del
suelo mayor será la productividad del trabajo agrícola, y cuanto más ricos sean
los yacimientos mineros, tanto más productivo será el trabajo en la minería.

La función inversamente proporcional de la magnitud del valor de las mer-


cancías en relación al nivel de la productividad del trabajo social, la confirman los
datos reales sobre el movimiento de los precios, mediante los cuales se expresan sus
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 165

valores. Por ejemplo, a mediados del siglo XIX, cuando la tecnología productiva del
aluminio era aún rudimentaria, el precio de un kilogramo de aluminio en el mercado
mundial era aproximadamente de 45 dólares, y después que su fundición pasara a
procesarse con energía eléctrica, la productividad del trabajo en la siderurgia se ele-
vó varias veces y el precio del aluminio descendió a 0,55 dólares por kilogramo en
1913. En los EE. UU. el precio de una libra de aluminio descendió, posteriormente,
de 0,61 a 0,23 centavos de dólar entre 1916 y 1963.

3.6. El trabajo simple y el trabajo complejo


Se llama trabajo simple al trabajo no calificado, aquel que puede ser ejecu-
tado por cualquier persona saludable, sin previo proceso de aprendizaje. Y se lla-
ma trabajo complejo a toda actividad productiva calificada, que sólo puede reali-
zarse previo proceso de aprendizaje de la especialidad requerida. Como ejemplo de
trabajo simple tenemos la actividad de un obrero que cava una zanja o carga ladrillos
en una construcción, o el que paña algodón en el campo, etc.; y de trabajo complejo:
las actividades del joyero, el carpintero, el albañil, el ingeniero, etc.

Las mercancías producidas por el trabajo complejo contienen mayor valor que
las mercancías producidas por una cantidad igual de trabajo simple. Por ejemplo,
supongamos que 1 m3 de leña contiene 10 horas de trabajo simple, y un anillo de oro,
10 horas de trabajo del joyero; al intercambiarse ambas mercancías, lo más probable
es que el anillo no se cambie por 1 m3 de leña, sino por 10, 20 o más metros cúbicos
de leña. A primera vista pareciera que esta relación contradice a la teoría del valor-
trabajo, pero es sólo en apariencia.

El hombre, para calificar su mano de obra, debe aprender durante algún tiem-
po una determinada especialidad, invirtiendo en ese proceso también una determi-
nada cantidad de trabajo. Además, durante el aprendizaje el trabajador consume y
malogra muchos materiales en los cuales también está materializada una cantidad de
trabajo social. Entonces, para la sociedad el gasto de trabajo complejo representa:
a) los gastos de trabajo de quien aprende un oficio o profesión; b) los gastos de
trabajo de las personas que le enseñan; y c) los gastos de trabajo contenidos en
los materiales utilizados en el proceso de aprendizaje-enseñanza.

Por eso, el trabajo complejo representa para la sociedad un trabajo simple


multiplicado varias veces, y es capaz de crear un valor superior que el valor del
trabajo simple. Por ejemplo, si 1 hora de trabajo simple produce un valor equivalen-
te a un dólar, y si a cada hora de trabajo complejo le corresponde 4 horas de gastos
previos de trabajo en la calificación de la mano de obra, entonces el valor producido
por una hora de trabajo complejo representa 5 horas de trabajo simple. Por consi-
guiente, el valor del producto acabado será igual a 5 dólares.

Semejante reducción del trabajo complejo a trabajo simple se lleva a cabo en


forma espontánea, a través de los mecanismos de mercado.
166 Francisco Chaparro Zapana

4. EL PROCESO HISTÓRICO DE DESARROLLO DEL CAMBIO Y LAS FOR-


MAS DEL VALOR

4.1. El valor y el valor de cambio


La esencia del valor es el trabajo abstracto. Pero así como el valor se revela
en forma indirecta a través del intercambio de mercancías, así también el valor de
cambio sirve de forma necesaria de expresión del valor. Por ejemplo, cuando el trigo
es cambiado por paño, hierro, libros u otras mercancías, tras estas formas se está
manifestando el trabajo abstracto, es decir sus respectivos valores.

Al mismo tiempo que el valor es una propiedad interna de la mercancía, la


forma del valor, o valor de cambio, es la expresión externa de los valores de las
mercancías equiparadas unas con otras a través del intercambio.

Las formas del valor en su evolución histórica son: a) la forma simple del
valor; b) la forma ampliada del valor; c) la forma general del valor; y d) la forma
dinero del valor.

A) El intercambio casual y la forma simple (o casual) del valor

En las etapas aurorales del desarrollo de la sociedad primitiva tenía lugar sólo
la forma casual y esporádica del cambio. Por ejemplo, si en una comunidad, en forma
casual, como resultado de una caza abundante se disponía del producto excedente y
en otra comunidad, también en forma casual, se disponía de una cantidad excedente
de peces, entonces, al entablar relaciones entre sí ambas comunidades podían inter-
cambiar sus respectivos productos excedentes: carne por peces.

La forma de cambio casual puede ser representada mediante la fórmula:


x cantidad de la mercancía A = y cantidad de la mercancía B
Ejemplo: 1 venado = 100 bonitos

La forma del valor, cuando el valor de una mercancía se expresa en otra


única mercancía, se llama la forma simple del valor. Al mismo tiempo, esta es la
forma casual del valor, por cuanto en ella se expresa un hecho casual del cambio.

La forma simple del valor presupone la existencia de dos mercancías: La pri-


mera de nuestro ejemplo (el venado), al expresar su valor por intermedio de la se-
gunda, cumple un rol activo, porque representa en sí la forma relativa del valor. En
tanto que la segunda, sirviendo de medio de expresión del valor de la primera, asume
un rol pasivo: se opone a la primera mercancía en calidad de valor equivalente, y
representa como tal la forma equivalente del valor.

Ninguna mercancía puede expresar su valor en sí misma; su valor se expresa


siempre mediante otra mercancía. Por eso la forma relativa del valor es imposible
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 167

sin la forma equivalente. La forma equivalente del valor, a su vez, no es posible sin
la forma relativa.

De otro lado, los dos elementos de la forma simple del valor se excluyen
mutuamente el uno al otro. En el proceso del cambio, cada mercancía asume bien el
rol de forma relativa o bien la forma equivalente del valor, pero no puede encarnar
ambas formas al mismo tiempo. De modo que las formas relativa y equivalente son
los dos polos de una misma expresión del valor.

A-1. La esencia y la magnitud del valor relativo (o precio de la mercancía)


A primera vista la ecuación, x cantidad de mercancía A = y cantidad de mer-
cancía B, se nos presenta solo como una relación cuantitativa del cambio, pero con
una análisis más detenido del problema percibimos su aspecto cualitativo. Que cada
cabeza de ganado se cambie por 100, 50 o 150 bonitos depende de las circunstancias
concretas; pero en cualquiera de ellas la carne de venado y los bonitos son iguales
entre sí por cuanto ambos productos contienen en sí trabajo social. La esencia del
cambio consiste en que mediante el intercambio de mercancías, los hombres (e in-
cluso las naciones) intercambian su trabajo.

Se llama VALOR RELATIVO (o precio) al valor de una mercancía expre-


sado en una determinada cantidad de mercancía equivalente. Las variaciones de
la magnitud del valor relativo dependen de las magnitudes de los valores de las
mercancías A y B.

PRIMER CASO: cuando el valor de la mercancía B es constante, el valor


relativo de la mercancía A varía en proporción directa a las variaciones de su propio
valor. Por lo tanto, si en el ejemplo inicial el valor del venado disminuye en 50%,
entonces su valor relativo también disminuirá en esa misma proporción:
*De: 1 venado = 100 bonitos
(100 h-h. de t. s.) (1 bonito = 1h-h de t. s.)
a: 1 venado = 50 bonitos
(50 h-h. de t. s.) (1 bonito = 1 h-h. de t. s.)

SEGUNDO CASO: cuando el valor de la mercancía A es constante, la magni-


tud de su valor relativo variará en proporción inversa a las variaciones de la magnitud
del valor de la mercancía B. Por ejemplo, si el valor de cada unidad de la mercancía
B disminuye en 50%, entonces:
A: 1 venado = 200 bonitos
(100 h-h de t. s.) (1 bonito = 1/2 h-h de t. s.)

TERCER CASO: cuando varían simultáneamente las magnitudes de los va-


lores de ambas mercancías (A y B), sus valores relativos variarán en proporción

* Horas-hombre de trabajo social: h-h. de t.s.


168 Francisco Chaparro Zapana

directa al sentido y grado de variación de las magnitudes de sus propios valores. Por
ejemplo, si el valor de A disminuye en 50% y el de B aumentan en 100% entonces:
A: 1 venado = 25 bonitos
(50 h-h de t. s.) (1 bonito = 2 h-h de t. s.)

CUARTO CASO: cuando las magnitudes de los valores de ambas mercancías


(A y B) varían simultáneamente en el mismo sentido y grado, entonces sus valores
relativos se mantienen constantes. Por ejemplo: si los valores de las mercancías A y
B se reducen simultáneamente en 50% o se elevan en 100%, entonces:
1 venado = 100 bonitos
(50 h-h de t. s.) (1 bonito = 1/2 h-h de t. s.)

O en su defecto:
1 venado = 100 bonitos
(200 h-h de t. s.) (1 bonito = 2 h-h de t. s.)

En consecuencia, los ejemplos aludidos demuestran que no se puede iden-


tificar las variaciones de la magnitud del valor relativo de una mercancía con las
variaciones de la magnitud de su propio valor. Porque el valor relativo de la mer-
cancía puede variar incluso cuando su propio valor no sufre ninguna variación, y
otras veces, a pesar de variar el valor de una mercancía, su valor relativo se mantiene
constante.

A-2. Las particularidades de la forma equivalente del valor

La mercancía-equivalente (el dinero, en su expresión más evolucionada),


como cualquier otra mercancía, posee su propio valor de uso. Por ejemplo, el valor
de uso del bonito radica en que sirve como producto alimenticio. Pero su papel de
mercancía-equivalente consiste en que sirve no como valor de uso, sino que a través
de él se expresa el valor de la mercancía-venado. Por consiguiente, en relación a la
primera mercancía (A) la mercancía-equivalente (B) actúa como la materialización
del valor.

Para comprender mejor este problema podemos apelar a la analogía. Cuando


se averigua el peso de un cuerpo hace falta colocar a este en un platillo de la balanza,
y en el otro, las pesas de hierro. El hierro tiene una serie de propiedades físico-quí-
micas, por ejemplo, es un buen conductor del calor, es altamente oxidable, etc., pero
al servir como medida del peso, aquellas propiedades del hierro pierden importancia,
salvo la de poseer peso. De forma análoga, para la mercancía-equivalente su valor de
uso no tiene importancia; ella sirve solo como la materialización del valor.

Y así, la primera particularidad de la forma equivalente del valor es que el


valor de uso de la mercancía-equivalente sirve como forma de expresión del valor
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 169

de la mercancía opuesta. Es decir, el valor de la mercancía A se expresa a través del


valor de uso de la mercancía B.

La mercancía-equivalente como valor de uso es el resultado de un determina-


do trabajo concreto. Por ejemplo, los bonitos son producto de la pesca. Sin embargo,
para el productor de la mercancía, al cambiarla por la mercancía opuesta, el trabajo
concreto contenido en el equivalente sirve solo de materialización del trabajo huma-
no abstracto y homogéneo, creador del valor. Por lo tanto, la segunda particularidad
de la forma equivalente del valor consiste en que el trabajo concreto contenido en la
mercancía-equivalente sirve como forma de expresión de su contrario, el trabajo
abstracto.

El productor de la mercancía A, al cambiar esta por la mercancía B, logra el


reconocimiento social de su trabajo. Por eso el trabajo materializado en la mercancía
B, pese a que el mismo posee también directamente carácter privado, participa en
relación al productor de la mercancía A no como trabajo privado, sino, al contrario,
como la personificación del trabajo social. Por eso, la tercera particularidad de la
forma equivalencial del valor es que el trabajo privado contenido en la mercancía-
equivalente actúa como su contrario, directamente en calidad de trabajo social.

A-3. La contradicción interna de la mercancía y su expresión externa


Las contradicciones internas de la mercancía –entre trabajo privado y trabajo
social, y entre valor de uso y valor– adquieren formas de expresión externa cuando
dos mercancías son intercambiadas entre sí.

La mercancía que asume la forma relativa del valor actúa directamente como va-
lor de uso, como producto de un trabajo privado concreto. No es necesario, por ejemplo,
equiparar una tela con un trozo de hierro para descubrir que la tela es producto del teje-
dor, que posee un valor de uso y que de ella se puede confeccionar vestidos.

Pero la mercancía por ser, al mismo tiempo, materialización del trabajo social
abstracto, posee valor. Sin embargo, este segundo aspecto se encuentra camuflado en
la mercancía y sólo se descubre al equiparársela con otra. Por eso la mercancía que
asume el papel de equivalente participa en forma directa como la materialización del
valor, como la personificación del trabajo social abstracto.

De esta forma, en la relación cuantitativa de las mercancías A y B, la pri-


mera actúa directamente como valor de uso, como producto de un trabajo privado
concreto, y la segunda mercancía se le contrapone como la materialización directa
del valor, como resultado del trabajo social abstracto.

A-4. El tránsito de la forma casual del cambio a la forma regular


La primera gran división social del trabajo –la división entre tribus agricul-
toras y tribus ganaderas (y pesqueras en la antigua costa del Perú)– trajo consigo el
170 Francisco Chaparro Zapana

establecimiento regular del cambio. Las tribus pastoras o ganaderas producían car-
nes, pieles, grasas y otros productos pecuarios por encima de sus elementales nece-
sidades, y la tribus agricultoras producían granos, frutas, verduras y otros productos
en cantidades también mayores a las necesarias para satisfacer su consumo interno.
Sobre esta base surgió y se consolidó el intercambio sistemático entre las primeras
comunidades ganaderas y agricultoras.

Así como los medios de producción y los productos del trabajo eran de propie-
dad social, también el intercambio de mercancías se llevaba a cabo no entre personas
individuales privadas, sino entre comunidades primitivas, a través de sus jefes triba-
les. Entonces, la necesidad del cambio estaba determinada por la división social del
trabajo y por la existencia de diferentes colectividades de propietarios de los me-
dios de producción y de los productos del trabajo (cada comunidad se contraponía
a otra como propietaria independiente). Posteriormente, al desarrollarse las fuerzas
productivas de la sociedad, cuando el régimen comunal empezó a descomponerse y
los productos del trabajo (ganado, tierras de cultivo, granos, etc.) se transformaron
de propiedad colectiva a propiedad privada, el tipo de intercambio colectivo también
fue sustituido gradualmente por el tipo de intercambio individual. La necesidad de
la forma privada del cambio fue impuesta por la división social del trabajo y por la
propiedad privada de los medios de producción y de los productos de consumo.

B) La forma plena o ampliada del valor

El tránsito de la forma casual a la forma regular del cambio trajo consigo el


tránsito de la forma casual, o simple, a la forma ampliada del valor, la cual se repre-
senta de la siguiente forma:

x mercancía A = y mercancía B = z mercancía C, o = n mercancía D, etc.

Por ejemplo:
= 1 frazada, o
= 1 carnero, o
1 saco de trigo = 6 moldes de queso, o
= 1 piel de vacuno, o
= 2 brazadas de paño, etc.

La forma ampliada del valor se diferencia de la forma simple porque en


aquella intervienen como objetos del cambio diversos productos del trabajo social
y no dos únicos productos, y por ello a cada mercancía que asume la forma rela-
tiva del valor se le contrapone una multitud de equivalentes. Semejante sistema de
intercambio mercantil era practicado hasta hace poco por algunos pueblos nativos.
Por ejemplo, aún en pleno siglo XX los turistas podían observar que la tribu africana
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 171

batúa cambiaba carne disecada por bananas, frutas secas, maíz u otros productos a
las tribus vecinas, al igual que muchas tribus de la Amazonía peruano-brasileña.

Mientras el cambio era un fenómeno casual y esporádico, las proporcionali-


dades cuantitativas, por las cuales las tribus cambiaban una mercancía por otras, no
tenían mayor importancia. Al transitar hacia el cambio regular, las proporciones re-
gulares empezaron a jugar un rol esencial y también fueron adquiriendo un carácter
regular relativamente estable. Si una tribu ganadera cediera siempre en el cambio
los productos de su trabajo a una tribu de agricultores por debajo de su valor, enton-
ces parte de su trabajo no sería compensado, sería obsequiada gratuitamente, lo que
redundaría en perjuicio de su propia economía. La necesidad de reponer sistemá-
ticamente el trabajo social gastado impone la necesidad de que una mercancía sea
cambiada en promedio según su valor.

C) El desarrollo posterior del cambio y la forma general del cambio

La forma plena o ampliada del cambio adolecía de serias limitaciones:

En primer lugar, el valor de cada mercancía difícilmente llegaba a expresarse


a cabalidad, porque el número de mercancías equivalentes con el desarrollo del mer-
cado podía multiplicarse ilimitadamente.

En segundo lugar, el valor de la mercancía carecía de un patrón único de


cambio, porque tenía formas múltiples y distintas de expresión. Por ejemplo, el valor
del trigo o de las frutas se manifestaba a través de la carne, el aceite, la lana, etc. En
semejante diversidad de formas de expresión del valor, a los dueños de las mercan-
cías les resultaba muy difícil establecer las proporciones cambiarias, y orientarse en
qué, cómo y para quién producir.

En tercer lugar, el cambio directo de una mercancía por otras se hacia impo-
sible con frecuencia, porque el trabajo de los productores privados requería de un
reconocimiento social generalizado, pero eso no era posible porque la mercancía
producida poseía valor de uso no para todos los miembros de la sociedad, sino sola-
mente para una parte de ella.

Con el desarrollo del cambio de la economía mercantil, de entre todas empezaron


a destacar determinadas mercancías, las cuales en un momento dado y en el ámbito de al-
gún mercado local empezaron a cumplir el papel de principales medios de cambio. Tales
mercancías eran el ganado, en algunas tribus: los granos, la sal o las pieles, en otras, etc.
Pero con el transcurso del tiempo todos los miembros de la sociedad empezaron a ex-
presar el valor de sus mercancías a través de una determinada mercancía, la cual debido
a esa función se convierte en EQUIVALENTE UNIVERSAL. Así, la forma ampliada
del valor fue sustituida por la forma general del valor, según la cual el valor de todas
las mercancías se expresa en un equivalente general.
172 Francisco Chaparro Zapana

x A = 5 carneros =
y B = 10 sacos de trigo =
z C = n mercancía G 30 moldes de queso = 1 res
n D = 20 Kg. de lana =
p G = 10 sacos de trigo =
Etc.

Según la forma ampliada del valor, a la mercancía que asume la forma rela-
tiva del valor se le oponen muchas mercancías equivalentes. Por el contrario, bajo
la forma general del valor, al conjunto de mercancías que asumen la forma relativa
del valor se les opone un equivalente universal. Entonces, cada mercancía no es ya
intercambiada directamente por otras mercancías diferentes, porque sus poseedores
las cambiarán por una sola mercancía que servirá de equivalente general y solo des-
pués cambiarán a esta última por las mercancías que les son necesarias (o sea, M-D
y D-M).

Pero el rol de equivalente universal del cambio no se consolidó en forma in-


mediata y exclusivamente en una sola mercancía, ya que esta función era desem-
peñada alternadamente por una u otra mercancía. De acuerdo a las condiciones y
etapas de desarrollo de los diversos mercados locales, el rol de equivalente universal
era asumido por diferentes mercancías. Por ejemplo, en la antigua Irlanda el rol de
equivalente universal del cambio lo desempeñaron el ganado, así como costales de
cebada; en el imperio de los Incas, el maíz, la coca, la sal, etc.

D) El tránsito de la forma universal a la forma dinero del valor

Como resultado del desarrollo posterior del cambio, de entre dos o más mer-
cancías, que alternadamente cumplían el rol de equivalente general o universal, fue
destacando una que empezó a desempeñar esta función en forma permanente. Así
es como fue surgiendo gradualmente la forma dinero del valor. La diferencia entre
la forma dinero del valor y la forma universal no consiste en qué objeto (ya sea el
ganado o el oro) sirve como equivalente universal, sino en si el rol de equivalente
general se consolidó en una determinada mercancía (cualquiera que ella fuera) o no.
Mientras el rol de equivalente general aún no se consolida en una mercancía única,
cuando una determinada mercancía (por ejemplo, el ganado) sirve de equivalente
general solamente por un tiempo corto y en el ámbito de un mercado local, ésta con-
tinúa siendo la forma general del valor. Pero cuando una determinada mercancía
(aunque fuera el ganado) monopoliza en forma permanente el rol de equivalente
general, entonces estamos ante la forma dinero del valor.

4.2. La conclusión general del análisis de las formas del valor


El análisis de las diversas formas del valor permite establecer que las formas
del cambio han evolucionado históricamente, y que, como resultado de un prolonga-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 173

do desarrollo natural y espontáneo, apareció la forma dinero del valor. Con la apari-
ción del dinero, todas las mercancías empezaron a expresar con regularidad su valor
en una forma valorativa única, a través de la mercancía-dinero, la cual monopoliza
la función de equivalente general. Y al valor de la mercancía expresado en dinero
se llama PRECIO de las mercancías.

5. LAS FUNCIONES DE LA LEY DEL VALOR EN LA ECONOMÍA DE MERCA-


DO CAPITALISTA

5.1. El contenido esencial de la ley del valor


La ley del valor es el vínculo causal entre el trabajo social, el valor y el pre-
cio de las mercancías. Los rasgos esenciales de la ley del valor son: a) que solo en
determinadas condiciones históricas, en las condiciones de la economía de mercado,
el trabajo social adquiere la forma de valor, es decir que se manifiesta mediante la
equiparación de unas mercancías con otras; b) que la magnitud del valor de las mer-
cancías está determinada por la cantidad de trabajo socialmente necesaria para su
producción; y c) que los precios, por los que se intercambian las mercancías entre sí,
se sustentan en la base objetiva del valor, porque al fin y al cabo están determinados
por este. Por lo tanto, la fuente del valor de las mercancías es el trabajo abstracto,
la magnitud del valor está determinada por el tiempo de trabajo socialmente nece-
sario, y las proporcionalidades del intercambio de mercancías, al fin de cuentas,
están determinadas por sus valores.

La ley del valor actúa en cualquier forma de economía mercantil, pero la natu-
raleza de su accionar depende de la forma imperante de propiedad de los medios de
producción. Tanto en la economía mercantil simple como en la mercantil capitalista,
la ley del valor actúa de modo espontáneo, ya que ambas se basan en la propiedad
privada de los medios de producción. Por el contrario, en la economía socialista,
cuya base es la propiedad social, la ley del valor será usada consciente y planificada-
mente según los intereses de la sociedad.

5.2. La ley del valor como instrumento regulador del desarrollo espontáneo
de la economía de mercado
Para satisfacer adecuadamente las múltiples necesidades de la sociedad, la
suma total de su trabajo social debe ser distribuida para producir los diversos bie-
nes y servicios en las proporciones correspondientes. Por ejemplo, la extracción del
carbón de piedra debe encontrarse en proporción con la fundición de los materiales
ferrosos necesarios; asimismo, la producción de hierro y acero debe guardar propor-
ción con la producción de máquinas, herramientas y otros artefactos elaborados con
esos materiales.

Sin embargo, como resultado de la espontaneidad y la anarquía de la pro-


ducción, propias de la economía mercantil, las proporcionalidades entre los diver-
174 Francisco Chaparro Zapana

sos sectores de la producción se rompen inevitablemente, y los diversos tipos de


mercancías son producidos en cantidades excesivas o deficientes. Supongamos que
para mantener las proporcionalidades de la producción social de un millón de traba-
jadores, en la industria textil deben laborar doscientas mil personas; en la industria
de calzado, cien mil; pero si, como resultado de la anarquía de la producción, la so-
ciedad dispone de cien mil tejedores y doscientos mil zapateros, la producción textil
será insuficiente y la del calzado será excesiva. ¿Qué sucederá entonces?

Una desmesurada oferta de calzado en relación a su demanda provocará la


caída de sus precios por debajo de su valor. Y a la inversa, una reducción drástica
de la oferta de productos textiles en relación a su demanda provocará la elevación
de sus precios por encima de su valor. En tal situación, la producción de calzado no
será rentable; esto obligará a una parte del empresariado a transferir sus inversio-
nes de la producción de calzado a la industria textil, ocasionando: a) la reducción
de la producción y oferta de calzado, y la consiguiente elevación de sus precios; y
b) el incremento de la producción y oferta de tejidos, y la caída de sus precios. De
esta forma, los precios tenderán a desplazarse con dirección hacia el valor, y en el
momento en que la demanda y la oferta se equilibren, cuando sean alcanzadas las
proporciones necesarias en la distribución del trabajo social, entonces el precio será
igual al valor.

Pero como la producción mercantil es anárquica, el tránsito de una parte de los


productores de la industria del calzado a la industria textil motivará que su número
en esas ramas no solo alcance la norma necesaria, sino que se volverá a alejar de su
nivel normal, pero ahora en el sentido contrario. En tal caso, los tejidos serán produ-
cidos en exceso y el calzado en cantidad insuficiente; así, el precio de los tejidos cae-
rá por debajo de su valor y el precio del calzado de elevará por encima de su valor.
Pero entonces empezará a migrar una parte de los trabajadores de la industria textil a
la del calzado, como resultado de ello los productos textiles escasearán y sus precios
se elevarán, mientras la producción de calzado aumentará y sus precios caerán.

De esta manera, la ley del valor-trabajo es la fuerza reguladora espontánea


de las dimensiones de la producción mercantil y de las proporcionalidades de la
producción entre las diferentes mercancías, mientras que la tendencia hacia una
distribución proporcional del trabajo social se realiza solo como un término medio
de las constantes desproporcionalidades.

De lo expuesto se desprende que las desviaciones entre lo que es el precio y el


valor de la mercancía no contradice la ley del valor-trabajo en la economía mercantil. Las
desviaciones de los precios de la magnitud del valor orientan a los productores mostrán-
doles qué mercancías han sido producidas en exceso y cuáles en cantidades insuficientes.
Sin las señales de este barómetro económico los productores no sabrían qué mercancías
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 175

y en qué cantidades producirlas. Pero en el largo plazo estas desviaciones entre los pre-
cios y el valor, hacia arriba y hacia abajo, se equilibran mutuamente, de modo que en
promedio las mercancías son comercializadas según su valor.

5.3. La ley del valor como acelerador del desarrollo espontáneo de las fuer-
zas productivas
La comercialización de las mercancías según su valor, trae consigo mayores
beneficios para aquellos productores cuyos gastos individuales de trabajo son meno-
res que el tiempo de trabajo socialmente necesario, ya que ellos no solo compensan
el trabajo gastado, sino que además obtienen una ganancia adicional.

Supongamos que 1 metro de paño contiene 5 horas de trabajo socialmente ne-


cesario, y que 1 hora de trabajo produce un valor por el equivalente monetario de 2
dólares. En este caso el valor social de 1 m de paño será 10 dólares. Supongamos que
algunos productores de paño han introducido innovaciones técnicas en sus fábricas,
a consecuencia de las cuales el tiempo de trabajo individual gastado en la confección
de cada metro de paño se redujo a 2,5 horas; estos no lo venderán por 5 dólares (que
es su valor individual), sino por 10 dólares (que es su valor social). Entonces, al
mismo tiempo que el ingreso del productor medio (que labora en condiciones social-
mente normales de producción) es de 20 dólares por jornada diaria de 10 horas de
trabajo, el productor que en la misma jornada de 10 horas produce 4 m de paño, en
lugar de 2 m, percibe un ingreso de 40 dólares. Por consiguiente su ingreso adicional
por cada metro de paño es 5 dólares, y por la jornada diaria, 20 dólares.

En su afán por obtener una ganancia adicional, los productores reducen el


valor individual de sus mercancías aplicando innovaciones técnicas en sus empresas.
La lucha competitiva empuja a los demás empresarios a enrolarse en el proceso de
la innovación tecnológica. En consecuencia, tarde o temprano, los nuevos métodos
tecnológicos alcanzan difusión masiva. En tales circunstancias, la ley del valor de
la economía mercantil cumple el rol de acelerador espontáneo del desarrollo de las
fuerzas productivas de la sociedad.

5.4. La ley del valor como base del proceso de diferenciación entre los pro-
ductores
Muchos economistas burgueses (por ejemplo, Gray en Inglaterra, Proudon en
Francia) consideraban la ley del valor como la “ley del cambio justo” y suponían
que si su accionar no se obstruía, reinaría la armonía y la igualdad más plena. Se-
mejante idealización de la ley del valor es errada. Por lo general la ley del valor no
promueve de manera espontánea la igualdad económica entre los empresarios, como
equivocadamente afirman algunos economistas burgueses; por el contrario, de modo
permanente se genera entre ellos la desigualdad y el desequilibrio económico de la
sociedad, cuyas consecuencias extremas son las crisis económicas del sistema.
176 Francisco Chaparro Zapana

Esto se explica por el hecho de que los gastos individuales de trabajo no coinci-
den con los gastos de trabajo socialmente necesarios. Figuremos que con un tiempo de
trabajo socialmente necesario de 5 horas para producir 1 metro de paño, hay un primer
grupo de productores que gasta 5 horas efectivas de trabajo; un segundo grupo que solo
gasta la mitad, o sea 2,5 horas; y un tercer grupo que gasta el doble de tiempo, es decir 10
horas de trabajo individual. En consecuencia, al venderse el paño según su valor social
de 10 dólares cada metro (suponiendo que cada hora de trabajo socialmente necesario
produce un valor de 2 dólares), unos productores obtendrán de la venta de los productos
de su trabajo diario (con una jornada diaria de 10 horas) 20 dólares; los otros, 40 dólares;
y los terceros, solo 10 dólares. En definitiva, tanto el enriquecimiento de algunos em-
presarios como el empobrecimiento, e incluso la ruina económica de muchos otros, es
el resultado inexorable de la acción espontánea de la ley del valor.

Hasta ahora suponemos que las mercancías son vendidas sobre la base de sus
valores. Pero las desviaciones espontáneas de los precios en relación a la magnitud
del valor, agudizan aún más las diferencias entre los empresarios. Está claro que con
la elevación de los precios los dueños de las mercancías ganan, y con la caída de los
mismos, pierden.

La diferenciación que se lleva a cabo entre los empresarios-productores de


mercancías, debido a la acción de la ley del valor, en determinadas condiciones
históricas, promueve el tránsito espontáneo de la economía mercantil simple a
la economía mercantil capitalista. Si las condiciones son tales que a los pequeños
productores empobrecidos no les queda otra salida que vender su fuerza de trabajo,
entonces un reducido grupo de productores enriquecidos se convertirá en grupo de
empresarios capitalistas, y en reemplazo de la producción mercantil simple se im-
pondrá una típica producción capitalista.

5.5. La ley del valor en las formaciones económico-sociales precapitalistas


y en el capitalismo
Tanto en el esclavismo como en el feudalismo predominaba la economía na-
tural; entonces la ley del valor actuaba no en el contexto de toda la economía social,
sino solo en el contexto de aquella parte relativamente pequeña de la economía mer-
cantil.

En el capitalismo, la producción mercantil se generaliza y se integra final-


mente como un sistema de producción predominante. La ley del valor, a la vez que
alcanza su pleno desarrollo, se constituye también en regulador espontáneo de toda
la producción social. Sin embargo, en el capitalismo el rol de la ley del valor no solo
se limita a ser lo que anteriormente enunciamos.

Lo nuevo y específico para el capitalismo es que sobre la base de la ley del


valor se realiza la explotación de los trabajadores asalariados por los capitalistas.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 177

Esta función de la ley del valor la revelaremos con mayor amplitud en el siguiente
capítulo.

6. EL FETICHISMO MERCANTIL

6.1. El poder del fenómeno mercantil y el dominio de la mercancía sobre los


productores
A consecuencia de la anarquía de la producción, generada por la propiedad
privada de los medios de producción, los productores de mercancías no están en
condiciones de establecer un control sobre la producción y el mercado. El valor y
los precios de las mercancías son fenómenos sujetos a variaciones espontáneas, y las
variaciones espontáneas del mercado ejercen una influencia decisiva sobre el destino
de los empresarios-productores, ya que los puede conducir hacia el enriquecimiento
o a la ruina.

La escritora australiana K. S. Prichard describe crudamente el poder del fe-


nómeno mercantil sobre los productores en su obra El granjero feliz, donde relata
cómo el granjero Tom se arruina a consecuencia de la caída de los precios del trigo,
por lo que termina suicidándose. “Durante los primeros tres años –acota la escrito-
ra– todo marchaba de maravilla. Las cosechas de trigo eran abundantes y sus precios
altos, parecía que el futuro estaba asegurado, la vida se tornaba de ensueño… Pero
inesperadamente en el mercado empezó a gestarse algo increíble. Los precios del
trigo cayeron de modo tal que la venta total de la cosecha no cubría ni los gastos des-
embolsados para la compra de las semillas… El corazón de Molly se despedazaba
pensando en Tom. De todo su gran amor, de su valentía y energía inagotables, con
que crearon su empresa, no quedaba nada, fuera de los sufrimientos de un hombre
arruinado e indefenso ante la fuerza ciega que lo despoja sin clemencia de todo por
lo que valía la pena vivir”.

A causa del predominio de la propiedad privada y la anarquía de la produc-


ción, el destino del productor mercantil en la sociedad capitalista está a expensas
de la buena o mala suerte de sus mercancías en el mercado, ya que en él los hom-
bres no dominan las cosas, sino que son las cosas, las mercancías las que dominan
a los hombres.

La prosperidad o la ruina de los productores de mercancías, toda su suerte,


está sujeta al movimiento de los precios de sus mercancías, sobre el cual no tienen
poder de decisión. Por eso las mercancías adquieren un carácter enigmático y mis-
terioso. La situación se presenta como si los objetos –o las mercancías en este caso–
poseyeran una fuerza mágica propia que les permite intercambiarse entre sí.

El producto del trabajo no adquiere un carácter misterioso por sí mismo, sino


solo en la medida que adopta la forma de mercancía y se la cambia por otras mer-
178 Francisco Chaparro Zapana

cancías. Precisamente, no es el valor de uso ni el trabajo por sí mismos los que


determinan el embrujo y el carácter misterioso del producto del trabajo, sino su
forma mercantil, su valor de cambio.

En la sociedad capitalista, el intercambio mercantil es el fenómeno más di-


fundido, masivo y general, que se repite infinidad de veces. Los hombres ven que
día a día las mercancías son vendidas e intercambiadas entre sí en determinadas
proporciones cuantitativas; por eso les parece que lo que se cambia son las propie-
dades inherentes de las cosas. En realidad, el carácter espontáneo de las variaciones
de la magnitud del valor de las mercancías y las desviaciones espontáneas de los
precios en relación al valor, ocultan la relación entre las proporciones de cambio de
las mercancías y sus valores. Todo esto motiva que a los ojos de los poseedores de
mercancías el valor actúe como si fuera una propiedad misteriosa de las cosas como
tales, la cual en apariencia les es inherente por naturaleza.

6.2. Las imágenes fetichizadas de la mercancía


No solo los poseedores de mercancías comunes y corrientes, sino también
destacados economistas burgueses atribuyen la propiedad de cambio a las cosas
como tales. Como ejemplo elocuente de ello citan las siguientes expresiones del
economista inglés de comienzos del siglo XIX Bayle: “El valor (el valor de cambio)
es propiedad de las cosas, y la riqueza (el valor de uso) es un atributo del hombre”. Y
en la segunda mitad del siglo XIX, el economista austriaco E. Böhm-Baberk sostenía
que el valor de cambio es “la fuerza o la propiedad inherente a los bienes materia-
les”. Semejantes interpretaciones distorsionan la realidad; porque en los hechos el
valor de uso está determinado por la naturaleza de los mismos objetos, y el valor
de cambio de ningún modo es inherente a las cosas, sino que es la forma específica
de expresión del trabajo social en la producción mercantil. Por eso, Marx equipara
irónicamente las palabras de Bayle con la afirmación de un personaje cómico, quien
pretende hacer creer que “una apariencia feliz es un atributo de las circunstancias, y
el arte de leer y escribir es un don de la naturaleza”.

En realidad, el valor de cambio de ningún modo es “inherente a los propios


bienes materiales” sino que representa en sí un fenómeno social propio de la produc-
ción mercantil.

Atribuir a las cosas como tales el valor y la capacidad de ser intercambia-


das unas por otras es una suposición fetichizada de la mercancía, o el fetichismo
mercantil en sentido subjetivo, que tiene algo común con las ideas religiosas. Desde
las épocas primitivas los hombres rendían culto a los ídolos, a los objetos, a los cua-
les atribuían sus propias cualidades humanas, pero en calidad de virtudes divinas y
sobrehumanas. De modo análogo, las ideas fetichizadas de la mercancía radican en
que el cambio, no obstante ser una relación económica entre los hombres, se presenta
como una relación entre las mismas cosas, como si su capacidad de ser cambiadas
entre sí fuera una propiedad natural.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 179

6.3. El fetichismo mercantil en su sentido objetivo


El fetichismo mercantil no solo tiene un aspecto subjetivo sino también un
aspecto objetivo.

En una economía mercantil, el trabajo interviene directamente en calidad de


trabajo privado y su carácter social se expresa solo de modo indirecto, soterradamen-
te, a través del cambio de las mercancías. Los poseedores privados de mercancías
se relacionan socialmente entre sí mediante el intercambio. Por eso los objetos-mer-
cancía cumplen una función social especial, porque a través de estos se entabla el
contacto social entre los diseminados productores privados.

En el cambio, los hombres de hecho equiparan su trabajo, pero, externamen-


te, la igualdad de los trabajos de los hombres adopta la forma de igualdad de los
objetos-mercancía. Por ejemplo, si el trabajo del tejedor se equipara con el trabajo
del zapatero, del panadero, etc., en la economía mercantil logra una expresión indi-
recta en forma de equiparación en el intercambio de paño por zapatos, o de pan por
otras mercancías.

Así como el trabajo social de los hombres en la economía de mercado adquie-


re la forma del valor de los objetos-mercancía, así también la cantidad de trabajo
solo adquiere una expresión indirecta mediante las proporcionalidades de cambio
de las mercancías. Si en la producción de una arroba de trigo la sociedad gasta 10
horas-hombre de trabajo, y en la producción de 1 metro de paño, 1 hora, entonces
se expresará como la forma de “capacidad” que tiene una arroba de trigo para ser
cambiada por 10 metros de paño.

En conclusión, el trabajo social de los productores mercantiles privados adquiere


la forma de valor, y la cantidad de trabajo, la forma de la magnitud del valor de las mer-
cancías, de lo cual se deriva que las relaciones sociales de producción de los hombres
adquieren la forma de relaciones entre objetos. Cuando el agricultor produce trigo y el
tejedor, el paño para el mercado, y después ambos intercambian sus mercancías, aquí se
hace presente una relación económico-social entre los hombres; pero la relación de una
persona con otra (el agricultor y el tejedor) se realiza solo mediante las relaciones de una
cosa con otra (el cambio del trigo por el paño). La socialización objetiva de las relacio-
nes de producción de los hombres, propia de la economía mercantil, constituye en sí el
fetichismo mercantil en el sentido objetivo.

6.4. El fetichismo mercantil como un fenómeno histórico


El fetichismo mercantil no es un fenómeno imperecedero. Este no existió en
las condiciones de la economía natural. Por ejemplo, en el régimen de la sociedad
primitiva los hombres disponían colectivamente de los medios de producción, produ-
180 Francisco Chaparro Zapana

cían bienes con el trabajo colectivo y los distribuían entre sí en forma igualitaria. El
trabajo social conjunto no estaba conformado por un complejo de trabajos privados,
sino que cada trabajo concreto representaba una partícula del trabajo social. En tales
condiciones las relaciones sociales de producción de los hombres no se cosificaban,
no adoptaban las formas de relaciones entre cosas u objetos.

En la economía natural esclavista y feudal tampoco se cosificaban las rela-


ciones de producción. Los esclavistas y los terratenientes feudales explotaban di-
rectamente, y no a través del intercambio mercantil, a los esclavos y a los siervos
campesinos, se apropiaban de su trabajo mediante la coacción violenta y directa.

Tanto la producción mercantil como el fetichismo mercantil son típicos de la


sociedad capitalista. Aquí la forma mercantil se hace universal, todo es susceptible
de ser comprado y vendido, y las relaciones de producción de los hombres se reali-
zan a través de los objetos-mercancía. Precisamente aquí, los objetos dominan a los
hombres, las mercancías se imponen sobre los productores mercantiles.

Con el tránsito de la sociedad capitalista al socialismo, se liquida o limita


la propiedad privada capitalista de los medios de producción y sus nefastas conse-
cuencias, incluida la anarquía de la producción. En el socialismo los hombres de-
ben producir, distribuir e intercambiar los bienes y servicios en forma consciente y
planificada. La situación del hombre en la sociedad dependerá de su trabajo y no de
las oscilaciones espontáneas del mercado. Solo entonces los hombres se impondrán
sobre las cosas, y no viceversa. En ese momento, le habrá llegado su final al poder
de la anarquía del mercado, a la vez que al fetichismo mercantil. Y esta será una de
las pruebas contundentes de la superioridad del sistema económico socialista sobre
el capitalista.

7. CRÍTICA A LAS TEORÍAS BURGUESAS SUBJETIVAS DEL VALOR

7.1. Crítica a la teoría del valor de los clásicos


El mayor mérito de los clásicos de la economía política burguesa –los eco-
nomistas ingleses William Petty (1623-1687), Adam Smith (1723-1790) y David
Ricardo (1772-1823)– fue que ellos crearon la teoría del valor-trabajo. Ellos fueron
los primeros en diferenciar los precios de mercado del valor, llegando a la conclusión
correcta de que el valor de las mercancías está determinado por el trabajo 5.

El verdadero autor de la teoría del valor-trabajo fue William Petty. Él sostenía


que si la producción de una onza de plata cuesta la misma cantidad de trabajo que la
que se necesita para producir un quintal de harina, entonces una onza de plata tendrá

5 Ver: Backhaus, Hans Georg. Dialéctica del valor. Contribución à la théorie marxista de la connaissance/Beisträge zur
marxistischen Erkenntnistheorie. Alfred Schnidt editor, Frankfort, Suhrkamp Verlag, 1969.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 181

el mismo precio natural que un quintal de harina; pero si la productividad del trabajo
en la extracción de plata se duplica, entonces el precio natural de un quintal de harina
será de dos onzas de plata. De esta forma, W. Petty hizo un análisis correcto de la
magnitud del valor de las mercancías.

Smith consideraba el intercambio mercantil como un intercambio de trabajo


humano, y a la magnitud del valor –continuando a Petty– la definía como una canti-
dad de trabajo. “El precio real de cualquier objeto, es decir, lo que realmente le cues-
ta cada objeto a quien quiera adquirirlo –decía Smith– es el trabajo y los esfuerzos
necesarios para la adquisición de este objeto”6. También Petty, al analizar preferen-
temente el valor de cambio en su forma monetaria, identificaba el trabajo que crea el
valor con una determinada forma de trabajo concreto –con el trabajo dedicado a la
extracción del oro y la plata–. También, según Smith, todo trabajo gastado en cual-
quier rama de la producción era capaz de crear valor.

Sin embargo, este autor no fue capaz de desarrollar hasta sus últimas conse-
cuencias la teoría del valor-trabajo; él compartía diversas definiciones del valor con-
tradictorias entre sí. En algunos pasajes, Smith sostiene que el valor de la mercadería
está determinado por la cantidad de trabajo gastada en su producción, pero en otros,
dice que el valor está determinado por la cantidad de trabajo comprado a cambio de
una mercancía dada. Además, él relacionó la definición del valor de las mercancías
con el trabajo de “la sociedad en su estadio primitivo”, en cuya interpretación incluía
la economía mercantil simple. Para el capitalismo, Smith deducía el valor de la suma
de tres clases de rentas: el salario, la ganancia y la renta. Pero esta definición del va-
lor a través de los ingresos se contradecía con la definición basada en el trabajo.

A David Ricardo le cupo el mérito de liberar la teoría del valor de las limi-
taciones y contradicciones de Smith. Proclamaba resueltamente que “el valor de
cambio de las mercancías está determinado por la cantidad de trabajo materializado
en ellas”7, es decir, gastada en su producción. Al mismo tiempo, Ricardo aplicó la
ley del valor a la producción capitalista, superando la interpretación estrecha y limi-
tada de Smith en el sentido de que esta ley solo actúa en el período de la producción
mercantil simple.

Sin embargo, en toda la economía política clásica, incluida la de Ricardo, la


teoría del valor adolecía de las siguientes insuficiencias cardinales:

1. La perpetuación de las categorías “mercancía” y “valor”. La mayor insufi-


ciencia de la teoría del valor de los clásicos de la economía política burguesa
era su interpretación de la producción mercantil, de la mercancía y el valor
como fenómenos eternos y ahistóricos, como si fueran propias de cualquier
sociedad.

6 Smith, Adam. La riqueza de las naciones. T. 1, Moscú, 1935, p. 30.


7 Ricardo, David. Principios de economía política y la tributación. Moscú, 1935, p. 7 (en ruso).
182 Francisco Chaparro Zapana

2. El enfoque unilateral de la magnitud del valor. Orientando toda su investi-


gación al análisis cuantitativo del valor, Petty, Smith y Ricardo perdieron de
vista el análisis cualitativo. Ellos no llegaron a descubrir la esencia del valor
como la expresión de las relaciones de producción de los hombres en las con-
diciones históricas de la economía mercantil.
3. Una teoría del valor-trabajo inconclusa. Ellos afirmaban que en la base del
valor se encuentra el trabajo, pero no aclararon ni precisaron qué clase de tra-
bajo es el que crea el valor. Ninguno de ellos logró analizar el doble carácter
del trabajo materializado en la mercancía. Se quedaron en medio camino.

Las limitaciones de la teoría del valor-trabajo de los clásicos de la economía


política burguesa fueron superadas por Marx, quien por primera vez demostró que la
mercancía y el valor son categorías históricas de la producción mercantil, descubrió
su esencia, formuló y resolvió el problema del doble carácter del trabajo. La teoría
del valor de Marx significó un vuelco revolucionario en la ciencia económica.

7.2. Crítica a la teoría de la demanda y la oferta


La economía política burguesa subjetiva –a diferencia de la economía política
burguesa clásica (predominantemente objetiva), que fue científica aunque no en su
integridad– se sustenta en posiciones pseudocientíficas, en la medida en que asume
la función apologética del capitalismo. En el campo de la teoría del valor, la degene-
ración de la economía política burguesa, de su versión clásica a la subjetiva –o vul-
gar, según Marx–, se puso de manifiesto en su rechazo a la teoría del valor-trabajo,
sustituyéndola por diversas pseudoteorías.

Según la teoría de la demanda y la oferta, el valor se reduce solo a las propor-


ciones de cambio de las mercancías, las cuales son determinadas exclusivamente por
las condiciones del mercado, por la correlación entre la demanda y la oferta. Según
palabras de uno de los más acérrimos defensores de esta teoría, el economista inglés
McKleod, “el único regulador del precio es la ley general de la economía política que
relaciona la demanda y la oferta” 8.

La principal insuficiencia metodológica de la teoría de la oferta y la deman-


da radica en que ella concede un significado preponderante al cambio, al merca-
do. En la vida real, las mercancías deben ser producidas antes de ser intercambiadas,
por eso el principal significado en el quehacer económico lo tiene la producción, y
no el cambio.

La teoría de la oferta y la demanda es inconsistente en la medida en que


identifica exclusivamente el valor con los precios de mercado. Los precios de las
mercancías en el mercado en realidad oscilan en función de las variaciones de la de-
manda en torno al valor, y tanto la demanda como la oferta determinan las desviacio-

8 McCleod, G. D. Los fundamentos de la economía política. 1865, p. 117, en ruso.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 183

nes de los precios del valor, pero no dan ninguna explicación científica de la esencia
del propio valor. Si en el mercado la demanda de hierro se equilibra con su oferta, y,
a la vez, la demanda de cobre se equilibra con su oferta, entonces el hierro y el cobre
se intercambiarán según sus valores, pero la referencia a la demanda y la oferta no
puede explicar por qué, por ejemplo, en el proceso del intercambio: 1 castor es igual
a 2 ciervos o 1 kg de cobre es igual a 5 kg de hierro.

Finalmente, la inconsistencia de la teoría de la oferta y demanda radica en que


la misma se enreda y se pierde en un círculo vicioso; toda vez que explica los precios
de las mercancías mediante la demanda y la oferta, pero resulta que ambas, a su vez,
dependen de los precios. Así, cuanto más bajo sea el precio de la mercancía, tanto
mayor será su demanda; y cuanto más elevado sea el precio, tanto menor será su de-
manda. Los precios de las mercancías influyen también sobre la oferta: la elevación
de los precios estimula a incrementar la producción, y por consiguiente, también la
oferta de mercancías; y a la inversa, la caída de los precios conduce a la disminución
de la producción y de la oferta de las mercancías. Es evidente la inconsistencia de
semejante teoría, porque se mueve en un círculo vicioso: define el significado de
los precios mediante la oferta y la demanda y, a su vez, la oferta y demanda me-
diante los precios.

7.3. Crítica a la teoría de los gastos de producción


Según la teoría de los gastos o costos de producción, el valor de la mercancía
está determinado por los gastos demandados en su producción, entre los cuales se
incluyen la suma de gastos monetarios del capitalista efectuados en la compra de
medios de producción y fuerza de trabajo. El economista inglés R. Torrens (1780-
1864), partidario de esta teoría, sostiene que si, por ejemplo, el propietario de una
fábrica de paño gasta 3000 dólares en la compra de máquinas y 1000 dólares en la
compra de materias primas y fuerza de trabajo, y en forma simultánea, el propietario
de una fábrica de sedas gasta 1000 dólares en máquinas y 3000 en materia prima y
fuerza de trabajo, entonces los gastos de producción de cada uno de ellos son iguales
a 4000 dólares, y por eso el paño y la seda, producidas en sus respectivas empresas,
tendrán igual valor de cambio.

La inconsistencia de la teoría de los gastos de producción radica, antes que


nada, en que ella gira en un círculo vicioso de explicaciones de los precios me-
diante los precios. Según esta teoría, el precio del paño lo determina la suma de
gastos efectuados en la compra del tejido, en combustible, tintes, máquinas de tejer
y demás medios de producción, gastados en la confección del paño, así como de los
salarios pagados a los trabajadores. Sin embargo, estos gastos representan en sí no
otra cosa que una suma de precios. De esta forma, el precio de una mercancía (en el
ejemplo dado del paño) está determinado por los precios de otras mercancías (del
hilado, combustible, tientes, máquinas, fuerza de trabajo), o sea que un elemento
desconocido se explica por otros elementos también desconocidos.
184 Francisco Chaparro Zapana

Además, la teoría de los gastos de producción es inconsistente porque se con-


tradice con la realidad de los hechos, ya que el precio de la mercancía en la economía
capitalista no es igual a los gastos de producción, porque en aquel se incluye también
la ganancia obtenida por los capitalistas, cuya base es la plusvalía.

7.4. Crítica a la teoría de la utilidad marginal


Cuando las ideas de Marx adquieren una amplia difusión desplazando las vie-
jas teorías vulgares, la economía política burguesa en su lucha contra el marxismo
recurre a la formulación de una nueva teoría vulgar, la teoría de la utilidad marginal.
En la segunda mitad del siglo XIX apareció la teoría de la utilidad marginal, formu-
lada por el economista inglés W. S. Jevons y los economistas austriacos K. Menger,
F. Wieser y Böhm-Bawerk. Esta teoría tiene amplia difusión incluso en la moderna
economía política burguesa.

Los partidarios de la teoría de la utilidad marginal sostienen que, a medida


que aumenta la cantidad de bienes que se encuentran a disposición del hombre, la
demanda de estos se satura cada vez más y su utilidad disminuye. Los economistas
burgueses llaman utilidad marginal a la menor utilidad, o a la utilidad de la última
unidad de un determinado bien material, con cuya ayuda se satisface la necesidad
menos apremiante.

La idea central de la teoría de la utilidad marginal radica en que el valor de


cambio objetivo de las mercancías depende de una “valoración subjetiva”, es decir,
de la forma como los “sujetos económicos” valoran los bienes materiales: de cómo
los valoran según el principio de la “utilidad marginal”.

Böhm-Bawerk ilustraba esto con el ejemplo del “colono primitivo que vive
solo en su cabaña del bosque”. Él supone que el colono dispone de cinco sacos de
granos, de los cuales el primer saco le sirve para saciar su hambre y no morir; el
segundo saco, para mejorar la dieta alimenticia; el tercero, para alimentar a sus aves
de corral; el cuarto, para preparar licor, y finalmente el quinto saco lo emplea para
alimentar a los loros, domesticados para la distracción. Según la teoría de la utilidad
marginal, el segundo saco de granos tiene menor valor que el primero, el tercer saco
menos que el segundo, etc., de modo que la utilidad puede ser expresada mediante
una serie de cifras decrecientes: 10, 9, 8, 7 y 6. La utilidad del quinto saco de granos,
representada por la cifra 6, es la utilidad marginal, la cual determinaría el valor de
cambio de los granos.

La teoría de la utilidad marginal es inconsistente por las siguientes razones:

En primer lugar, porque ella le asigna un significado determinante en la


vida económica al consumo y no a la producción. La teoría de la utilidad marginal
ignora en absoluto el significado del trabajo, se enajena de la producción de bienes
materiales, la cual cumple un rol primordial en la vida económica de la sociedad.
Considera a los hombres no como productores, sino solo como consumidores. Los
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 185

defensores de la sociedad burguesa requieren de borrar el rol del trabajo en la vida


económica para ocultar la verdadera fuente del valor y, al mismo tiempo, atenuar la
cruda realidad de que todo el sistema capitalista se basa en la explotación del trabajo
de los obreros asalariados.

En segundo lugar, porque la metodología de la teoría de la utilidad marginal


es subjetiva e idealista, ya que esta teoría coloca en primer plano la conciencia de los
hombres, y porque extrae de sus valoraciones psicológico-subjetivas el concepto de
un fenómeno económico objetivo, el valor de cambio de las mercancías. De la mis-
ma forma, los fenómenos de la vida social son colocados literalmente en la cabeza
de los hombres: en la vida real los precios de las mercancías no son determinados por
las valoraciones subjetivas de los hombres, al contrario, los poseedores de mercan-
cías aun en sus valoraciones subjetivas están obligados a basarse en los precios de
las mercancías estructurados objetivamente.

En tercer lugar, porque el carácter metafísico y antihistórico de la teoría


de la utilidad marginal es también uno de sus defectos metodológicos capitales.
Esta teoría analiza la economía de la sociedad humana fuera del movimiento, fuera
de la historia e inventa una ley del valor, cuya argumentación se cifra en la “ley de
la utilidad marginal”, como si fuera una ley universal y eterna. En la realidad de los
hechos el valor expresa, en las condiciones de la economía mercantil, las relaciones
de producción de los hombres. No solo en la mítica economía de Robinson Crusoe,
sino también en la economía natural, que existió durante un dilatado período históri-
co, los objetos no eran mercancías y, por lo mismo, no tenían valor.

En cuarto lugar, porque la inconsistencia de la teoría de la utilidad marginal


radica en que ella intenta medir lo inconmensurable. Según su valor de uso, las
diferentes mercancías son cualitativamente heterogéneas y cuantitativamente incon-
mensurables, por eso no se puede determinar el valor de cambio mediante el valor
de uso o mediante la utilidad. “Como valores de uso, las mercancías representan,
ante todo, cualidades distintas; como valores de cambio, solo se distinguen por la
cantidad: no encierran, por tanto, ni un átomo de valor de uso” 9.

Y en quinto lugar, porque la teoría de la utilidad marginal se confunde en


sus propias contradicciones internas. Ella mide la magnitud del valor de las mer-
cancías mediante su utilidad marginal, y la utilidad marginal mediante la intensidad
de las necesidades humanas y según la escasez de los bienes materiales. Pero la “es-
casez” de ningún modo puede ser una propiedad inherente a los bienes materiales, ya
que en su mayor parte ella misma depende del valor. Aquellas mercancías que tienen
un elevado valor se consumen en menores cantidades; solo por eso ellas son poco
producidas y resultan “escasas”. De este modo, resulta el absurdo círculo vicioso,
como que la magnitud del valor de la mercancía depende de su utilidad marginal, y
esta última de la escasez, y la escasez de la magnitud del valor.

9 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 1, p. 5.


186 Francisco Chaparro Zapana

La esencia social de clase de la teoría de la utilidad marginal consiste en que


sirve a la burguesía como arma ideológica, orientada contra la clase trabajadora asa-
lariada. Los economistas burgueses, en su afán de justificar y perpetuar el régimen
capitalista, niegan su esencia explotadora y niegan que la verdadera fuente del valor
sea el trabajo, además de ser fuente de la plusvalía expropiada por los capitalistas, la
cual es producto del trabajo adicional de los obreros asalariados.

7.5. Crítica a la moderna teoría ecléctica del valor


A fines del siglo XIX y comienzos del XX surge la teoría ecléctica del valor de
la escuela angloamericana de la moderna economía política burguesa, cuyo fundador
más destacado fue el economista inglés Alfred Marshall (1842-1924). Esta teoría no
aportó ninguna explicación teórica nueva acerca del valor, pero representa en sí un
intento por injertar combinadamente las tres teorías antes analizadas: la teoría de la
demanda y la oferta, la teoría de los gastos de producción y la teoría de la utilidad
marginal. La economía política burguesa contemporánea también se caracteriza por
compartir el enfoque ecléctico de la teoría del valor. En particular, el más destacado
representante de esta explicación trinitaria del valor es el economista estadounidense
Paul A. Samuelson.

La teoría ecléctica del valor tiene como punto de partida “la ley de la
oferta y la demanda”, a la cual considera como reguladora de los precios de las
mercancías. De ahí es que los capítulos 4 y 18 del manual de P. A. Samuelson y
W. D. Nordhaus –Economía– se intitulan: “La oferta y la demanda: sus elemen-
tos básicos” y “La determinación de la producción y el precio por la oferta y la
demanda”, respectivamente. Asimismo, los partidarios de dicha teoría reconocen
que la oferta y la demanda, a su vez, dependen de los precios, mientras la deman-
da de una mercancía varía en proporción inversa a la variación del precio (cuanto
más alto es el precio de una mercancía tanto menor es su demanda), y la oferta
varía en proporción directa al precio (cuanto más elevado sea el precio de la mer-
cancía tanto mayor será su oferta). Marshall delimitó “los precios de demanda”
y “los precios de oferta”, incluyendo entre los primeros aquellos precios por los
cuales los compradores estarían dispuestos a pagar por una determinada mercan-
cía, y entre los últimos a aquellos precios por los cuales los vendedores estarían
dispuestos a vender su mercancía. Si el precio de una mercancía es menor, enton-
ces su demanda será mayor, y su oferta será pequeña, ya que la demanda supera
a la oferta, lo que trae consigo la elevación del precio. A medida que se eleva el
precio, la demanda de la mercancía será menor, y su oferta será mayor. Al fin de
cuentas, el precio de la mercancía se establece en un nivel dado, en el cual se
alcanza el equilibrio entre la demanda y la oferta. Samuelson y Nordhaus sostie-
nen: “Nuestra tarea consiste en poner a trabajar los instrumentos de la oferta y la
demanda: para mostrar cómo nos sirven para explicar las variaciones del precio,
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 187

tanto a corto plazo como a largo plazo (...) Siempre nos preguntaremos en qué
medida y con qué grado de eficiencia cumple nuestro equilibrio de la oferta y
la demanda sus funciones básicas, y comprobaremos la equidad o la justicia del
sistema de precios, además de su eficiencia” 10.

Esta teoría considera a la oferta y demanda como factores determinantes di-


rectos de los precios, aunque no definitivos. En relación a ello se formula la pregun-
ta: ¿qué elementos determinan la propia oferta y demanda? Intentando responder
a esta pregunta, Marshall, Samuelson y otros representantes de la teoría ecléctica del
valor recurren a otros dos factores: a los gastos de producción y la utilidad marginal.
Según ellos, la oferta de las mercancías la determinan los costos de producción, y
la demanda la determina la utilidad marginal. Para Samuelson y Nordhaus “El costo de
producción solo afecta al precio competitivo en tanto afecte a la curva de oferta” 11. Al
mismo tiempo, ellos sostienen que “Cuando los economistas pensaron sobre la utilidad,
proclamaron la ley de la utilidad marginal decreciente, según la cual la cantidad
de utilidad adicional o marginal disminuye a medida que una persona consume una
mayor cantidad de un bien” 12. Es más, ellos también sostienen que gastando su in-
greso en comprar las diversas mercancías, el consumidor hace una elección racional,
guiándose por el principio de la utilidad marginal, es decir que este organiza su con-
sumo y las compras de mercancías, de modo tal que cada mercancía individualmente
le reporte la utilidad marginal, en rigurosa propensión a su precio.

Matemáticamente, “la ley de las utilidades marginales iguales en dólares” se


expresa de la siguiente forma:
MU Mercancía 1 MU Mercancía 2 MU Mercancía 3 media MU por un
= = = dólar de ingreso
P1 P1 P1
Donde MU: Es la utilidad marginal
P : precio de la mercancía

La teoría ecléctica del valor es inconsistente, antes que nada, porque en sí


misma es una amalgama de una serie de teorías falsas. Por cuanto la teoría de la
demanda y la oferta, la teoría de los costos de producción y la teoría de la utilidad
marginal, son erróneas e inconsistentes cada una por separado, como ya lo hemos
demostrado. Entonces está claro que la unión de estas tres teorías falsas no puede
arrojar una explicación científica del valor de las mercancías.

La teoría ecléctica del valor, al igual que las demás teorías burguesas vul-
gares y subjetivas, se caracteriza por reducir el valor a las simples correlaciones
cuantitativas y a las proporcionalidades del cambio de las mercancías, en tanto

10 Samuelson, P. A. y W. D. Nordhaus. Economía. México D. F., 1987, p. 457.


11 Ibídem, p. 471.
12 Ibídem, p. 496.
188 Francisco Chaparro Zapana

que se ignora el aspecto cualitativo del valor, su esencia como expresión de un


trabajo social específico materializado en las mercancías, como una relación de pro-
ducción de los hombres en la economía mercantil. Al igual que la teoría de la oferta
y la demanda, la teoría ecléctica mezcla y confunde el valor de las mercancías con
los precios de mercado.

La pretensión de esta teoría por reducir la demanda a la utilidad marginal es


también erróneo. Sin duda, la inconsistencia de las demandas de las diversas mercan-
cías ejerce una determinada influencia sobre la forma como el consumidor dispone
la demanda entre ciertas mercancías. Pero la demanda de mercancías depende fun-
damentalmente de la magnitud de su valor y de cómo se distribuye la renta nacional
entre las diferentes clases de la sociedad. Por ejemplo, los obreros y los campesinos,
quienes en el capitalismo perciben ingresos precarios, están obligados a plantear solo
una demanda de las mercancías más baratas; mientras que los capitalistas, quienes
perciben enormes ingresos, pueden plantear con preferencia una demanda de las
mercancías de lujo. La estructura y las dimensiones de la demanda en el capitalismo
se conforman en función del carácter antagónico de la distribución de la renta nacio-
nal. La teoría ecléctica del valor se esfuerza por evadir y ocultar los antagonismos
de clase, definiendo la demanda mediante una supuesta utilidad marginal desligada
de las clases sociales.

En lo que respecta a las fórmulas matemáticas, con cuya ayuda se enmascara


la esencia anticientífica de esta teoría, cabe destacar lo siguiente:

En primer lugar, la representación de la utilidad marginal mediante la sigla


MU no le da de ningún modo una definición cuantitativa. Ningún “agente econó-
mico” es capaz de expresar las “valoraciones psicológicas” de los bienes materiales
en cantidades concretas. En segundo lugar, de ningún modo debe deducirse, según
la fórmula de Samuelson y Nordhaus, que los precios de las mercancías están de-
terminados por las utilidades marginales; al contrario, más bien se puede sostener
con fundados argumentos que las utilidades marginales están determinadas por los
precios de las mercancías. Dicho de otro modo, esta fórmula no contribuye un ápice
al descubrimiento de los vínculos causales de los fenómenos económicos.

8. LA TEORÍA MARXISTA DEL VALOR EN EL ESTUDIO DEL CAPITALISMO


IMPERIALISTA “GLOBALIZADO”

8.1. Importancia actual de la ley del valor de Carlos Marx


En las reflexiones del economista nicaragüense Israel Benavides13 se confirma
que la ley del valor de Carlos Marx es un principio según el cual todo nuevo valor

13 Extracto resumido de Benavides, Israel, 06 de mayo del 2005, www.nicaraguita.org


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 189

creado es producto del trabajo del hombre y todos los factores restantes, como el
capital, la tecnología, las materias primas, el sistema de organización e inclusive
todo el know how de las empresas, son resultados del trabajo pretérito del hombre, es
decir, es trabajo materializado o trabajo muerto.

Por lo anterior es de suponer que toda la función productiva de las empresas


entendiendo como tal la asociación de trabajo, capital, tecnología y organización en
la perspectiva de la economía convencional no son más que el resultado del trabajo
abstracto del hombre (todo el desgaste de energía física e intelectual que el hombre
invierte), para producir, digamos, los edificios, las maquinarias y demás equipos
(demanda derivada), necesarios para la producción bienes y prestación de servicios
de consumo personal (o demanda directa).

Ahora bien, semejante análisis presupone que el eje central que regula la de-
manda y la oferta de una mercancía en el mercado es la ley de valor, y que el pre-
cio como su expresión monetaria estará determinado más o menos en función de
la cantidad de trabajo abstracto necesario para su producción; si un producto tiene
valor, es por ser resultado del trabajo del hombre, no obstante, algunos fácilmente
argumentan que en la era digital o período de la globalización hay muchos bienes
y servicios en los que el trabajo no tiene mucha relevancia y, sin embargo, tienen
mucho valor, sobre todo los productos de alta tecnología y que por lo tanto la noción
de valor asociado únicamente con el trabajo no tiene validez.

El argumento anterior cae por su propio peso sencillamente porque en el marco


de la globalización es el ser humano con su cultura creativa, inventiva e innovadora,
el que crea un alto valor agregado, es decir, el desgaste de neuronas para desarrollar
el talento creativo e innovador, la creación de ideas útiles que es parte del trabajo
abstracto crea mucho más valor que el desgaste de energía física, y la tecnología no
es más que trabajo pretérito materializado.

Si metodológicamente podemos separar el trabajo en abstracto y concreto, po-


dríamos también separar el trabajo abstracto en dos partes: la primera simplemente como
desgaste de energía física (trabajo abstracto simple o tangible), que en el proceso de
producción crea determinado trabajo concreto como pan, maíz, frijoles etc., y la segunda
como desgaste de energía intelectual y profesional (trabajo abstracto complejo o intangi-
ble), que crea valores agregados exponenciales, aquí lo que prima es lo que no podemos
ver: las ideas creativas, el talento, la innovación, la inteligencia, la experiencia que se
materializan en un nuevo producto, la creación de un nuevo software, el diseño de un
nuevo computador, de un nuevo negocio, la producción de productos biotecnológicos
hasta la creación de nuevos sistemas de comunicación satelital, etc.

Pero debemos diferenciar el trabajo abstracto y concreto de la economía con-


vencional y el trabajo abstracto y concreto de la nueva economía, así como también
190 Francisco Chaparro Zapana

diferenciar la parte de trabajo abstracto simple orientado a la producción de trabajo


concreto simple y la parte del trabajo abstracto complejo orientado a la producción
del trabajo concreto complejo.

En la época de la agricultura el trabajo abstracto simple tenía preeminencia


sobre el trabajo abstracto complejo, porque la demanda directa estaba constituida en
su mayoría por productos básicos elementales o simples, evidentemente el hombre
mismo era más elemental y obviamente una demanda directa simple presuponía una
demanda derivada sencilla. No obstante, en la época de la globalización el trabajo
abstracto complejo, tiene más relevancia porque la demanda está constituida de pro-
ductos mucho más sofisticados cuya producción implica trabajo altamente calificado
o trabajo abstracto complejo.

Es más bien irónico que a medida que la era de la información se cierra en tor-
no a nosotros, las organizaciones se están volviendo más dependientes de la gente de
lo que nunca lo habían sido. La capacidad de los ordenadores para captar, procesar
y distribuir información nos deja perplejos. Pero las empresas siguen hoy más que
nunca dependiendo del trabajo abstracto complejo, es decir, de la inteligencia, crea-
tividad y experiencia para convertir esa información en conocimiento útil y buenas
decisiones, es tan así la dependencia de las organizaciones respecto al ser humano
que el trabajo abstracto complejo (creatividad, experiencia y conocimiento), está
desplazando al capital, el conocimiento humano es la fuerza motriz del desarrollo de
las organizaciones, por eso no importa cuánto capital tenga una empresa si los seres
humanos que ahí laboran son mediocres la organización siempre será mediocre. La
grandeza de Microsoft o de Linux no se deriva del capital sino de la inteligencia, del
ingenio creativo de sus fundadores.

Evidentemente, como el capitalismo es un sistema de contradicciones dialéc-


ticas que no tienen soluciones inherentes, la era de la globalización como estadio his-
tórico del desarrollo del capital, presenta contradicciones cualitativamente diferentes
al capitalismo de libre competencia, en primer lugar, la globalización discrimina
al trabajo abstracto simple y por ende a la producción de trabajo concreto simple:
maíz, frijoles, arroz, trigo etc., su precio es marginal en los mercados internaciona-
les, aunque este último representa la alimentación básica del ser humano; en segundo
lugar, aun cuando estimula el trabajo abstracto complejo creador de grandes valores
agregados, el resultado de esa producción de valores agregados exponenciales se
concentra en grupúsculos élites mientras la inmensa mayoría vive en la miseria.

Otra de las características intrínsecas del sistema capitalista es la desigualdad


extrema entre diferentes regiones del mundo, mientras en las regiones capitalistas
desarrolladas se utiliza de manera intensiva el trabajo abstracto complejo creador de
bienes y servicios con altos valores agregados, otras regiones siguen dependiendo
de productos intensivos en trabajo abstracto simple con poco valor agregado y con
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 191

mucha dificultad para penetrar en mercados desarrollados. De ahí que los términos
de intercambio en el mercado internacional sean desiguales. Ahora bien dicha divi-
sión del trabajo abstracto, en trabajo abstracto simple y trabajo abstracto complejo,
solo es una orientación metodológica para vislumbrar el hecho real de que aun con
la tecnología más avanzada el ser humano con su trabajo simple o complejo es el
único que crea valores agregados y que la telemática, la informática así como la
creación de nuevos software y hardware inteligentes aceleran la productividad en la
producción y como resultado aumenta la cuota de plusvalía, ¿pero son acaso estos
últimos los que crean valor? Por supuesto que no, ellos (el software y el hardware),
son trabajo anticipado o trabajo pretérito creado por el trabajo abstracto complejo
(inteligencia, creatividad e innovación).

Sin duda el sistema capitalista es un entramado de contradicciones que tienen


un efecto en cascada y cada vez que se cree que se soluciona un conflicto surge
otro, de la misma naturaleza pero con mucha más sofisticación. Hace muchos años
se creía por ejemplo, que el problema de la lucha de la clase obrera sería eliminado
con el surgimiento de la Revolución Industrial y la utilización de maquinarias en la
producción lo cual condicionó la disminución de la jornada laboral y la consecuente
obtención de plusvalía relativa. Sin embargo, esto desencadenó otra contradicción:
el capitalista, al modernizar su taller, incrementó la productividad dando lugar a la
reducción de la jornada laboral, creando de esta manera plusvalía relativa, pero la
posibilidad de obtener plusvalía relativa era posible solamente a costa de un cambio
relativo en la composición orgánica del capital; es decir, la relación entre el capital
constante y el capital variable o entre el trabajo muerto y el trabajo vivo. Lo anterior
creó un conflicto: como la teoría del valor plantea que todo nuevo valor agregado es
producto del capital variable (fuerza de trabajo), y no del trabajo pretérito (maqui-
narias, equipos, edificios; es decir, trabajo muerto), entonces la tasa de plusvalía se
reduce y esto entra en flagrante contradicción con la lógica del sistema, que debe ser
la del permanente crecimiento de la plusvalía.

8.2. La ley del valor como teoría crítica de las actuales contradicciones de la
globalización
La teoría del valor de Marx actualmente es una reflexión esencial por las ideas
críticas que contiene para captar integralmente el siglo XXI14, así como las prin-
cipales formas, funciones y estructuras contradictorias y destructivas que tiene la
dinámica económica y global de la sociedad capitalista. A continuación la extracta-
mos sucintamente en las siguientes tesis de mayor vigencia y trascendencia por su
potencialidad crítica:

1. La teoría del valor de Marx es la primera y, hasta ahora, la única teoría cientí-
fica crítica que ha captado el conjunto de la economía como una totalidad or-

14 Ver: Cobière, Emilio J. El mito de la globalización capitalista. Socialismo o barbarie, editado por e-libro.net, enero
2002.
192 Francisco Chaparro Zapana

gánica de fuerzas, relaciones y procesos sociales. Esta es el basamento central


de su crítica total a la sociedad burguesa; la cual, a su vez, forma parte de una
visión crítica materialista de toda la historia humana, denominada por Engels
como crítica general de la civilización.

A diferencia de lo que muchos creen, la teoría crítica del valor de Marx no se


limita a ofrecer una interpretación de lo que ocurre en el proceso del intercam-
bio mercantil. Lo más relevante de su visión está en la manera en que capta la
totalidad de la economía y la sociedad burguesa como riqueza humana.

La teoría del valor no solo está construida siguiendo la manera en que se


relaciona la totalidad de la producción (o división del trabajo), con la to-
talidad de la distribución y el consumo; a la vez que estudia la manera en
que se desenvuelven progresivamente la producción, la reproducción glo-
bal y el desarrollo general. Sino que la mercancía, el dinero, el capital, la
ganancia, etc., como riqueza, son vistos como la unidad de un contenido
material y su forma social. Por lo mismo, como un conjunto de relaciones
materiales sociales en curso de desarrollo. De ahí que Marx ponga mucho
énfasis en la comprensión de la manera en que todas las estructuras eco-
nómicas son creadas y revertidas históricamente por el trabajo y la praxis
general de la sociedad.

La explicación del valor como tiempo de trabajo socialmente necesario,


si bien comienza con el análisis de las contradicciones presentes dentro
de la forma mercancía, la forma dinero y la metamorfosis general de la
economía mercantil simple, después de un extraordinario periplo, tiene el
sentido de concluir con la interpretación de la totalidad del metabolismo
capitalista de la riqueza a escala mundial. Descifrando la manera en
que dentro del mercado mundial se acumulan y escalan todas las contra-
dicciones, neutralizaciones manipulatorias de las contradicciones, así
como las crisis intermedias y finales del sistema. El cuadro completo de
la crítica total de Marx se condensa genéticamente, como si se tratara de
un complejísimo organismo vivo, en las progresivas etapas expositivas de
su crítica de la economía política.

2. La teoría del valor de Marx se distingue de la economía política clásica bur-


guesa por la manera en que logra explicar críticamente cómo el trabajo social-
mente necesario en un colectivo atomizado en propietarios privados se vuel-
ve una realidad invisible y misteriosa, que solo puede comunicarse mediante
representaciones fetichizadas que trastocan por completo la comprensión de
las relaciones sociales. Conjunto de ideas que incluyen la demostración de
cómo todas las mistificaciones de la economía mercantil capitalista se organi-
zan como una superposición interminable de capas que se encuentran unas a
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 193

otras, ocultando las verdaderas relaciones entre las capacidades y necesidades


colectivas, la manera en que estas son dominadas por el capital, la manera en
que este explota a los productores de la riqueza, etc. Desmantelamiento y re-
construcción de las apariencias mistificantes que culmina con la demostración
de cómo las creencias mistificadas de los economistas vulgares funcionan
orgánicamente como el último velo autoencubridor de la irracionalidad
capitalista.

No es casual que con la globalización del capitalismo todos los misterios y


fetichismos de la mercancía, el dinero, el capital, el salario, la circulación,
el Estado, etc., se hayan extendido y profundizado, escalando al extremo
todos los engaños de la economía capitalista. Lo que ha desembocado en
la conversión de la “teoría económica” en la forma más estratégica del ac-
tual pensamiento único o dogma fundamentalista neoliberal. La necesidad
de invertir esta nueva y sofisticada economía política vulgar, colocándola
de nuevo sobre sus pies, evidencia la imprescindible utilidad actual de la
vieja crítica marxista.

3. La ley del valor describe la tendencia del desarrollo histórico de la cre-


ciente necesidad humana de enriquecer y universalizar las capacidades y
necesidades creadas por las diversas formas civilizatorias y culturales. De
ahí que esta teoría permita entender en el proceso histórico del largo plazo
al proceso neoliberal actual de unificación general de todas las capacida-
des y necesidades humanas del planeta, correspondientes a toda la produc-
ción y todo el consumo globales. Pues dicha unificación lleva a término
un trabajo histórico de apertura de fronteras culturales y civilizatorias ini-
ciado hace miles de años por el mercado (ver: parágrafro 4 del capítulo
II). En la medida en que este ha venido derribando durante siglos, desde
adentro y desde afuera de las diversas comunidades, las murallas de todas
las civilizaciones organizadas de forma comunitaria, la actual integración
del libre mercado global del capitalismo neoliberal aparece con una fuerza
arrolladora.

Para Marx, el mercado mundial es la fase final de un largo y doloroso ciclo de


transición histórica entre las culturas y civilizaciones precapitalistas, aisladas
y limitadas pero centradas en torno del valor de uso; y una nueva era humana
en la que sin disolverse ni erosionarse la diversidad cultural podrá existir una
unidad global armónica, así como una relación equilibrada pero abierta entre
la sociedad y la naturaleza. Nueva era en la que el valor de uso, la calidad de
vida y el respeto por las condiciones naturales y ambientales de existencia
retornarán como nunca al centro del metabolismo social, pero produciendo y
reproduciendo un valor de uso tendencialmente ilimitado.
194 Francisco Chaparro Zapana

La globalización neoliberal acorrala actualmente a la humanidad entre dos


callejones sin salida: un mundo hipertecnologizado que pretende suplantar
definitivamente la otredad con el cuidado de la naturaleza y terminar de una
vez y para siempre con el cuidado de la naturaleza externa e interna; y otro
mundo hipotecnologizado que retorna a la fragmentación cultural del mundo,
a la mistificación sobrenatural de la naturaleza y de sus ciegos dictámenes
sacrificiales. Si bien, en ambas pesadillas se termina asfixiando a un creciente
segmento de la población considerada como sobrante. Entre este futuro de
ciencia ficción donde el sujeto diluye al objeto y este otro futuro arcaico don-
de el objeto diluye al sujeto, destaca la pertinencia que hoy tiene pensar a la
riqueza desde el punto de vista de la sociedad y la naturaleza en el contexto
de su verdadero desarrollo histórico y pensar a la riqueza material como una
solución a la felicidad de todos.

A estos dilemas históricos se refiere la teoría del valor de Marx cuando


fundamenta a la teoría del valor aludiendo a lo “socialmente necesario”.

4. La ley del valor de Marx no se restringe a reconocer la profunda necesi-


dad transhistórica que cumple el mercado de universalizar capacidades
y necesidades, y enriquecer la producción y el consumo general de las
diversas sociedades que coexisten en el mundo, sino que al mismo tiempo
reconoce la forma social progresivamente represiva en que se “integran”
las comunidades dispersas que comienzan a intercambiar mercancías o
los propietarios privados atomizados en que se fragmentan las anterio-
res comunidades. Esta explicación del intercambio mercantil reconoce la
necesidad que existe en este período histórico de transición de organizar
progresivamente −conforme las comunidades se atomizan en propietarios
privados− el metabolismo de la riqueza tomando como clave distributiva
la medición del desgaste o sacrificio que sufre el trabajador en el proceso
directo de producción.

La ley del valor explica adicionalmente que la expresión colectiva del trabajo
y las necesidades propias de la sociedad mercantil no ocurre como un proceso
de comunicación directamente comunitario y autogestivo, como comunica-
ción abierta y transparente entre los miembros de la sociedad, sino como un
extraño y absurdo proceso de “conversación” indirecto cedido a las relaciones
de intercambio entre las mercancías mismas. Lo que les impide a las personas
reconocer cotidianamente la vida de sus propias relaciones interpersonales
al momento de crear, reproducir y desarrollar la riqueza objetiva y subjetiva.
La ineludible necesidad de comunicación es satisfecha entonces mediante un
proceso represivo de representaciones simbólicas cosificadas e inconscientes
generadas mediante el poder autónomo que la mercancía y el dinero adquieren
mediante su grado de fetichización (ver: sección 6 del presente capítulo).
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 195

5. Cuando la teoría crítica del valor descifra la necesidad histórica que la socie-
dasd tiene de organizar la distribución de la riqueza partiendo de la medición
del desgaste promedial del trabajador, dando pie al intercambio equivalente
de mercancías como intercambio de magnitudes de valor o de mortificación
laboral, también se descifra la magnitud de valor como la base general so-
bre la que se levanta la sociedad burguesa. La ley del valor muta en ley de
la plusvalía como expresión del deseo de apropiación de las magnitudes de
aquel desgaste laboral que miden los valores de las mercancías, pero ya no
como deseo de intercambio recíproco de desgastes laborales entre productores
privados, sino como afán por apropiarse unívocamente del desgaste laboral de
los otros.

Si el productor privado de una mercancía no podía recibir más riqueza de la


que aportaba su trabajo, pues el propietario de una mercancía no podía reci-
bir del intercambio más valor del que contenía la mercancía que ofrecía; sin
embargo el dinero, al momento de comprar la peculiar mercancía fuerza de
trabajo, permite que el propietario del dinero, aun cuando no sea un trabaja-
dor, pueda comprar medios de producción además de la fuerza de trabajo, y
con ello apropiarse de la riqueza resultante del proceso de producción. La cual
encarna más valor del originalmente desembolsado.

El principio represivo de solo querer reconocer el desgaste laboral como único


criterio para distribuir la riqueza, da un paso adelante cuando se convierte en
codicia del dueño del dinero por apropiarse porciones cada vez mayores del
desgaste laboral que padecen los vendedores de fuerza de trabajo.

Siguiendo su propia lógica interna de miedo a la escasez y de aprehensiva


medición igualitaria de los desgastes laborales, la democrática y fraterna
sociedad mercantil se transforma en la sociedad de clase y explotación
más brutal de todos los tiempos. Miedo desbocado por la escasez de rique-
za y la muerte que parece concentrarse hasta el extremo como condición
creadora de las nuevas condiciones materiales que podrían superar esa
escasez.

Entonces, el culto neoliberal por el valor de las mercancías y el dinero se


devela entonces como una pesadilla que solo sabe de los sacrificios labora-
les de los otros y la represión de las necesidades de toda la sociedad. Pero el
neoliberalismo apuntala la creencia del amor fanático por el trabajo ajeno al
exacerbar como nunca antes el miedo a la extinción, a la muerte. Por ello en
este período se le da rienda suelta a este miedo, sobre todo en la globalización
neoliberal se crean artificialmente todas las condiciones, medios y formas que
lo recrean, reproducen y escalan. El neoliberalismo es la acumulación amplia-
da y el desarrollo catastrófico del ancestral miedo social a la muerte.
196 Francisco Chaparro Zapana

6. Como la organización del proceso productivo bajo la forma de relaciones


sociales contractuales entre trabajadores asalariados y capitales implica que
todos los productores deben ser paulatinamente despojados de la propiedad
directa de sus medios de producción (acumulación originaria del capital), el
resultado más significativo de este proceso es la modificación de la relación
general entre la sociedad y la naturaleza. Pues la codicia infinita por el desgas-
te laboral ajeno (o sed insaciable de plusvalía) solo resulta viable en el largo
plazo cuando se logra sustentar en una tendencia a la manipulación laboral de
la naturaleza como uso científico técnico de las fuerzas infinitas de la misma
naturaleza como base para la producción de la plusvalía relativa.
Por eso, la globalización de las capacidades y necesidades a las que conduce
la ley del valor deviene en globalización de la acumulación originaria del ca-
pital, así como globalización de la codicia por el trabajo ajeno, estimulando el
desarrollo de la forma y el contenido de todos los mercados, mientras simul-
táneamente se escala su medida nacional e internacional.

La maduración de una ley de la plusvalía se impone a su vez como globaliza-


ción de una nueva relación científico-técnica entre la sociedad y la naturaleza
apropiada para la extracción de plusvalía. No es casual que el desarrollo de la
tecnología de los siglos XX y XXI permite integrar unitariamente todos los
procesos de trabajo del mundo, es cuando mejor se globaliza la subordinación
de la forma del proceso de trabajo inmediato bajo el capital, como globali-
zación del comando del capital sobre el trabajo, y como globalización de la
explotación y superexplotación de los trabajadores.

7. Sin embargo, esta codicia ilimitada de plusvalía (en forma de ganancia) no


produce una mediación neutral científico-técnica entre la sociedad y la na-
turaleza, sino un conjunto de conocimientos y herramientas unilateralmente
organizados en función de la codicia y explotación del trabajo ajeno. Lo que
desde su base ocasiona una gestión histórica deforme del desarrollo científico
técnico, que además se promueve de forma ilimitada. Por ello, el sometimien-
to real del proceso de trabajo inmediato bajo el capitalismo implica la gestión
de una manipulación represiva ilimitada de todas las posibilidades de pensar
científicamente y manipular tecnológicamente los medios de producción y
con ellos a toda la naturaleza exterior e interior.

El hecho de que sea la ley del valor y la plusvalía la que empuja el desarrollo
de la revolución científico-técnica, implica que la automatización creciente
del proceso de trabajo desde su origen es distorsionada siempre íntegramente
para extorsionar mejor a los trabajadores asalariados. Pero, más allá de esta
finalidad mezquina, de modo contrafinalista para el propio capital, ocurre que
el desarrollo de la automatización del proceso de producción ocasiona que
la elaboración unitaria de cada mercancía requiera tendencialmente de cada
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 197

vez menos tiempo de desgaste laboral en su producción. Desarrollo que, en


el largo plazo, progresivamente resulta en la destrucción del principio básico
sobre el cual se levanta la ley del valor y la plusvalía: la necesidad de medir el
desgaste laboral como criterio de intercambio y la necesidad de extorsionar el
desgaste ajeno como criterio productivo. Desarrollo que en el mediano y largo
plazo se manifiesta como caída tendencial de la tasa de ganancia.

Por eso, el capital también se ve obligado a desarrollar una segunda ronda de


deformaciones en la ciencia y la tecnología, ahora directa e increíblemente en-
caminadas a evitar el colapso de la base del capitalismo (la medida del valor),
promoviendo el desarrollo de fuerzas productivas que mutan en destructivas
(guerras, armamentismo, obsolescencia industrial programada, destrucción
sistemática de la salud y el medio ambiente, destrucción de población so-
brante, etc.), para de esta forma ampliar artificialmente la escasez general de
la riqueza y, con ella, la necesidad absurda de cada vez más desgaste laboral
humano.

8. Es así como la globalización del mercado capitalista y su ley del valor han
terminado produciendo un descomunal autómata disforme y perverso de
escala global. Un autómata que está organizado como redes crecientes inter-
conectadas de forma supranacional, a la manera de fábricas inmuebles globa-
les de alta tecnología (caso de la industria automotriz, o aérea); en ocasiones
como redes jerarquizadas verticalmente a la manera de fábricas inmuebles y
semimuebles (como el caso de la industria textil y sus sistemas de sofisticadas
fábricas y maquiladoras periféricas); o como un nuevo sistema creciente de
fábricas completamente móviles (caso de los barcos factoría de la talabartería
asiática, los barcos pesquería o los barcos de procesamiento industrial del pe-
tróleo, o también es el caso de los “conteiners factoría” de la industria minera
o la nueva megaestación espacial apta para las nuevas manufacturas de la
nanotecnología, la ingeniería genética, etc.).

La gran red del autómata global es una nueva realidad que sobre todo madura
en el hemisferio norte como un entramado cada vez más orgánico e integrado
por el tupido desarrollo de diversas y yuxtapuestas infraestructuras físicas de
servicios de redes intermodales, electroinformáticas, energéticas y de agua,
que enlazan de forma compleja pero en tiempo real (simultánea) a la totalidad
de los centros de producción urbano-industrial (o tecnopolis globales).

Gracias a las nuevas tecnologías de red se han desarrollado todo tipo de


autómatas, sofisticadamente estructurados por los micro y nanocircuitos
electroinformáticos (ya pronto de orden micro y nanobiológico), y geo-
gráficamente articulados por los macrocircuitos fabriles, urbanos, de in-
fraestructuras y corredores (urbano-industriales y biológicos). Es el caso
198 Francisco Chaparro Zapana

ejemplar de las nuevas redes tejidas por las tecnologías transgénicas que
parten del empleo de complejos biotools electroinformáticos pero que a la
vez tejen una trama entre los monopolios metropolitanos de semillas y sus
códigos genéticos con el control de la totalidad de los campos de cultivo y
la totalidad de las granjas del mundo.

Sobre esta compleja base material discurren los flujos de capitales productivos
(industriales, agropecuarios, etc.), que a su vez brindan una base a los flujos
de capitales comerciales y financieros. Operaciones financieras y comerciales
que a su vez apuntalan la expansión progresiva del capital industrial. Por eso
la ley de la plusvalía deviene en ley de integración mundial del capital, y esta
en ley de la globalización específicamente capitalista, siempre y cuando la
globalización total se base en la globalización del capital industrial (y no en
la del capital financiero o la del capital comercial, según rezan las teorías del
imperialismo).

9. El desarrollo de la ley de la plusvalía como ley de la automatización crecien-


te del proceso de producción dispara un proceso de reproducción general en
el cual se escalan las contradicciones entre las fuerzas productivas técnicas
(FPT) y las fuerzas productoras de población (FPP). No solo porque el desa-
rrollo de esta reproducción de capital implique una concentración y centrali-
zación progresiva del capital, a la vez que una dispersión y segmentación pro-
gresiva de la población (como ejército obrero activo-EOA y ejército industrial
de reserva-EIR). Sino, sobre todo, por la manera caótica y catastrófica con
que el desarrollo de las FPT gobierna al desarrollo de las FPP. Propiciando
crónicamente que la población crezca más cuando o donde en realidad ya no
lo considera socialmente necesaria.

De ahí que la viciada necesidad de tener que crear una problemática su-
perpoblación creciente y el resultante plustrabajo de los empleados, sean
los dos resultados básicos ocasionados por el violento desgobierno y los
progresivos desencuentros entre la técnica y la demografía.

Desencuentros, contradicciones neutralizaciones, miserias y relaciones catas-


tróficas que tienden a globalizarse. Pues no solo se mundializa la concentra-
ción y centralización del capital o los ejércitos obreros en activo y el ejército
industrial de reserva. También se globalizan las contradicciones generales (por
progreso técnico y reincidencia cíclica de las crisis) entre el desarrollo técnico
global y el desarrollo demográfico global. Masificando la neutralización del
EIR mundial y el sobretrabajo mundial.

10. La integración de un mercado mundial de mercancías y de fuerza de trabajo


acentúan el peso muerto que la circulación tiene sobre el autómata global.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 199

Para neutralizar la contradicción se intensifica la eficiencia y se globalizan


todos los servicios de la rotación del capital. Al tiempo que los servicios fi-
nancieros acentúan su función impulsora de la producción y todas sus fuerzas
productivas.

De manera que el dinero de crédito sirve para expresar el tiempo de trabajo


futuro que aunque no se ha objetivado todavía, la sociedad (el capital social y
por eso el Estado) considera como extraordinariamente útil. Por eso, la expan-
sión global del autómata exige el desarrollo de la mediación crediticia, como
una fe en el desarrollo de las fuerzas productivas, sobre todo como una fe en la
expansión de las tecnologías de red y en la red de las infraestructuras de comu-
nicaciones, transportes, energía y agua. Por ello, el crédito financiero global
permite metabolizar el intercambio entre parte del gasto laboral ya objetivado
en el mundo y parte del desgaste futuro mundial con posibilidad de resultar
socialmente necesario.

En los momentos cíclicos de mayor euforia, la ley del valor y las funciones ca-
pitalistas del dinero estimulan la neurótica ceguera regulatoria del Estado; de
la misma manera que estimulan las crisis económicas, y muy especialmente
las crisis en la fe financiera del Estado como prestamista de rescate (Klinde-
berger), cuando la crisis crediticia muta en crisis industrial, recesión, crisis de
los servicios financieros, comerciales, etc.

La globalización de la producción capitalista implica entonces el desarrollo


de una ley del control cada vez más integral de la reproducción en su conjun-
to. De ahí que la creación del autómata global sea el punto de partida para la
organización de la reproducción global madura, en la cual se redisciplina y
resubordina el capital financiero (aparentemente automatizado como un es-
peculador) como una mediación al servicio del capital industrial. Si bien el
desarrollo del autómata global va mucho más lejos pues también es el tras-
fondo que organiza la aplicación de la totalidad de los servicios de transporte,
comunicación, almacenamiento, circulación y la reproducción técnica y social
como la columna vertebral del proceso general de subordinación real del con-
sumo bajo el capital.

Pero el control integral también muta en globalización de la reproducción


capitalista, y de todos sus elementos.

11. Por este motivo, la ley del valor, aunque parte de la consideración de la tota-
lidad de las relaciones orgánicas entre la producción y el consumo, no supone
ni implica ingenuamente la existencia de un equilibrio reproductivo armóni-
co dentro del metabolismo capitalista. Pues parte de la consideración de la
manera progresivamente compleja en que operan los principios sacrificiales
200 Francisco Chaparro Zapana

del desgaste de los trabajadores y sus necesidades, así como los principios
sacrificales de la explotación del trabajo y la tierra implícitos en la máquina,
o los principios sacrificiales operantes en las contradicciones entre las FPT y
las FPP, y en las contradicciones de la circulación y la producción, o entre
las divergentes composiciones orgánicas de capital de los diversos capitales
industriales de la ramas de la división social del trabajo (que requieren de la
tasa media de ganancia), así como entre los diversos tipos de capital (indus-
trial, comercial y financiero), entre el trabajo presente y el trabajo futuro (que
encarna en la fe del crédito) o entre los capitales y los terratenientes. Pues todo
este tipo de contradicciones sacrificiales no implican ni pueden implicar un
equilibrio ecológico.

La ley del valor y la plusvalía, por el contrario, reiteradamente hablan de di-


versas y progresivas relaciones de unidad subordinada represiva, cada vez más
complejas y peligrosas, que tienen como base principios sacrificiales de todo
tipo, que necesariamente terminan creando condiciones generales destructivas
y autodestructivas. ¿Cómo una entidad que por esencia es autodestructiva
podría a final de cuentas sostener una propuesta sustentable? No por ca-
sualidad el capitalismo usa gratis y depreda toda la naturaleza que puede, sin
contabilizar durante siglos estos pasivos ambientales.

Por lo tanto, no es Marx, sino el funcionamiento regular del capitalismo el


que no contabiliza los pasivos ambientales. Pues para contabilizarlos debería
tener una verdadera visión histórica de largo plazo. (Sino recordemos el cinis-
mo nihilista con que Keynes se refería al problema… en el largo plazo todos
estaremos muertos). Por eso la ley del valor y la plusvalía no contabilizan
verdaderamente las externalidades.

¿La manera en que la crisis ambiental actual –según los Foros Mundiales
de Kyöto y Copenhague– ha obligado a tenerlo relativamente en cuenta,
querrá decir que el capitalismo cambió de forma de operar, o que en tanto
la teoría del valor ignora los pasivos ambientales ha vuelto obsoleta su capa-
cidad científica? En primer lugar, lo que el capitalismo podría contabilizar a
lo más es solo un segmento de las consecuencias ambientales, no el equilibrio
de la sociedad con la naturaleza, en el largo plazo. En segundo lugar, la teoría
del valor nunca se ha dedicado a calcular cual es el TTSN. Pues considera que
este es intangible. El caos ambiental lo único que ocasiona es que torna más
invisible al TTSN.

Por eso el marxismo no contabiliza pasivos, pues si los contabilizara se estaría


implicando un tratamiento equilibrado que no supone sacrificios, contradic-
ciones y más sacrificios. Marx no incluye las externalidades porque las ignore
teóricamente y cometa con ello un error de cálculo. Sino que quien las ignora
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 201

es el capital. Y sabiendo de tales externalidades, su ausencia en la ley del valor


es más bien una denuncia, contenida de forma abstracta, de cómo es que el
capital tiene razones civilizatorias que le llevan a la acumulación de destruc-
ciones ambientales que se entretejen con la acumulación del capital.
Y aunque el marxismo no contabiliza pasivos ambientales sí que se dedica a
desnudar contradicciones sacrificiales que destruyen severa, peligrosa y no
sabemos si ya de manera irreversible a la totalidad social ambiental, volviendo
cada vez más ininteligible el destino de la totalidad y, por ende, lo que debe ser
considerado como el tiempo de trabajo socialmente necesario.

El tiempo de trabajo socialmente necesario sí que supone todos los pasivos


ambientales, e incluso los sociales. Pero que los suponga como ley gravitato-
ria no quiere decir que su tarea sea contabilizarlos; sino más bien identificarlos
cualitativamente como necesidad que se impone y regula el decurso de la
historia y la revolución.

Por ello, aunque la teoría del valor no sirve para facilitar la organización prag-
mática de los mercados de servicios ambientales, si que sirve como una ex-
traordinaria herramienta para movernos ante la disyuntiva crucial de nuestro
tiempo: socialismo o barbarie capitalista.

En consecuencia, la ley del valor y la ley de la plusvalía terminan necesa-


riamente en proletarización total y global, en extorsión total y global de la
tierra.
CAPÍTULO VI

Sistema monetario

PARTE I: EL DINERO: PROPIEDADES Y FUNCIONES

1. LA PROPIEDAD ESENCIAL DEL DINERO

1.1. La mercancía y el dinero como la unidad de contrarios


El dinero es una mercancía especial que sirve como instrumento de cambio,
o sea como equivalente universal de las mercancías equiparadas en el mercado
entre sí.

El dinero, ante todo, es una mercancía que, desde su propio origen, se disgre-
gó de modo espontáneo y paulatino del universo restante de mercancías en circula-
ción, mediante un prolongadísimo proceso de desarrollo de las formas históricas del
cambio (o del valor). Históricamente, en diversas épocas y en distintos pueblos del
mundo, el rol de dinero-mercancía ha sido desempeñado por diferentes productos: el
ganado, la sal, el tabaco, la coca, los granos, las conchas marinas, etc.1. Con el correr
del tiempo, la función del dinero terminó encarnándose en los metales preciosos (oro
o plata), cuyas propiedades de homogeneidad, divisibilidad, conservabilidad y trans-
portabilidad le permitieron adaptarse con mayor facilidad al cumplimiento de sus
funciones. Pero después de separarse del universo mercantil, el dinero no pierde su
condición de mercancía, continúa conservando las propiedades esenciales inherentes
a toda mercancía: valor y valor de uso.

Por eso, el dinero no es una mercancía cualquiera; cumple un rol social muy
especial contraponiéndose y equiparándose con todas las demás mercancías en cir-
culación.

Con la aparición de la forma dinero del valor todo el universo mercantil se di-
vide en dos polos contrapuestos: la mercancía y el dinero. Cada una de las mercan-
cías comunes y corrientes a menudo actúa directamente solo como valor de uso; pero
el valor se encuentra oculto en la mercancía, y se descubre cuando esta es equiparada
con el equivalente universal: el dinero. De esta forma, el dinero, en contraposición

1 Ver: Sedillot, René. Historia de las principales monedas. Cap. XIII, Madrid, 1975, p. 179.
204 Francisco Chaparro Zapana

a todas las demás mercancías, actúa como la encarnación universal y directa del
valor.
Tanto en la mercancía como en el dinero están contenidos en sí el trabajo con-
creto y el trabajo abstracto. Pero cada mercancía actúa en forma directa solo como
producto del trabajo concreto, mientras que el trabajo abstracto permanece oculto en
aquella y se manifiesta solo al ser equiparada con el dinero. Por eso el dinero, en
contraposición a todas las demás mercancías, actúa como la encarnación univer-
sal y directa del trabajo abstracto.

Al producir mercancías en forma aislada y a tientas, sus productores, recién al


cambiarlas por dinero, logran enterarse si su trabajo es o no necesario a la sociedad.
En contraposición a todas las demás mercancías, el dinero tiene la propiedad de ser
cambiado directamente, por eso el dinero actúa como la materialización directa del
trabajo social.

Así, el dinero como una mercancía específica, que sirve de equivalente uni-
versal, posee los siguientes rasgos que lo caracterizan: 1. A través de su valor de uso
se manifiesta el valor de todas las otras mercancías; 2. El trabajo concreto contenido
en el dinero sirve de forma universal de manifestación del trabajo abstracto; y 3. El
trabajo privado contenido en el dinero actúa directamente como trabajo social.

1.2. La forma dinero del valor resuelve la contradicción interna de la mercancía


A cada productor, su propia mercancía solo le sirve como valor de cambio;
a la inversa, las mercancías de los demás le sirven como valores de uso. Sin em-
bargo, las necesidades del productor son múltiples, al mismo tiempo que él por lo
general produce solo un determinado tipo de mercancías. Por ejemplo, el carpintero
solo produce muebles, que tienen un valor de uso específico y limitado, mientras que
requiere de alimentos, abrigo, vivienda, herramientas, etc. Sin embargo, si quisiera
cambiar una mesa por cualquiera de las demás mercancías solo sería posible en el
caso de que poseyera valor de uso para todos los miembros de la sociedad; es decir,
un valor de uso universal; atributo que a la postre también resultaría siendo un equi-
valente universal. De la misma manera sería la situación con todas las demás mer-
cancías. Pero todas las mercancías no pueden servir al mismo tiempo como valores
de uso específico y como equivalente universal.

La contradicción interna de la mercancía –contradicción entre el valor de


uso y el valor–, puesta de manifiesto mediante el proceso del cambio, se resuel-
ve mediante la bifurcación de todo el mundo mercantil en mercancías y dinero.
Precisamente el dinero es aquella mercancía especial que posee la capacidad de ser
cambiada por otras en forma directa y universal, o sea que tiene valor de uso univer-
sal. Por eso el productor, al cambiar su mercancía por dinero, logra la posibilidad de
adquirir cualquier mercancía que le sea necesaria.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 205

1.3. El dinero como instrumento contable espontáneo del trabajo social en la


economía mercantil
La contradicción entre el trabajo privado directo y el trabajo social encubier-
to también logra resolverse a través del cambio de las mercancías por dinero. Si el
productor de mercancías produjo objetos innecesarios para la sociedad, entonces no
podrá venderlos ni convertirlos en dinero, y su trabajo privado no obtendrá reconoci-
miento social. Pero si logra cambiar su mercancía por dinero, entonces se confirmará
que su trabajo es útil a la sociedad. El dinero otorga al productor privado el reco-
nocimiento social por su trabajo.

El dinero permite descubrir no solo si un determinado trabajo concreto es


necesario o no a la sociedad, sino también la cantidad en la que es necesario este tra-
bajo. Por ejemplo, si un determinado trabajo necesario a la sociedad es empleado en
excesiva cantidad, solo al vender la mercancía –producto del trabajo– en el mercado
por una menor cantidad de dinero que la que le corresponde a su valor, el productor
de mercancías descubrirá que su trabajo fue en parte malgastado.

De todo lo expuesto se desprenden las siguientes conclusiones:


1. Que el dinero, debido a su condición de mercancía especial, cumple el rol de
equivalente universal.
2. Que en la economía de mercado, basada en la propiedad privada, el dinero
sirve espontáneamente de instrumento de cálculo del trabajo social de los pro-
ductores privados.

1.4. El fetichismo monetario


En la economía mercantil, bajo la forma monetaria del valor se realizan todas
las relaciones de producción de los hombres a través del cambio de las mercancías
por el dinero. De este modo, la realización de la relaciones de producción de los
hombres encuentra en el dinero su forma de expresión general.

Este es un fenómeno objetivo que surge de la propia naturaleza de la econo-


mía mercantil, reflejada en forma distorsionada en la conciencia de los hombres: la
capacidad general del cambio les parece a los hombres una propiedad natural del oro
como tal, de manera semejante a la propiedad que tiene el imán para atraer el hierro.
El dinero es visto como un objeto que por su propia naturaleza está dotado de una
cualidad mágica para ser cambiado por todos los demás objetos.

En la sociedad burguesa el dinero actúa como una fuerza todopoderosa, in-


vestida de un enorme poder avasallante sobre los hombres. Este poder del dinero
es descrito pintorescamente por Guy de Maupassant, en su novela El Monte-Ariol,
206 Francisco Chaparro Zapana

mediante las palabras del banquero Andermath: “En las grandes batallas de nuestros
días se enfrentan las monedas. Para mí las monedas de cien son como pequeños sol-
daditos en pantalonetas rojas; las monedas de veinte francos, los tenientes brillantes;
los billetes de cien francos, los capitanes; y los de mil francos, los generales. Y yo
también tomo parte en esta batalla. Yo combato desde el amanecer hasta el anoche-
cer: con todos y contra todos en este mundo, ¡que Dios me ampare!”.

Al descubrir magistralmente el secreto del fetichismo mercantil, Marx tam-


bién descubre y desenmascara el fetichismo monetario. Él demuestra que el dinero
no es un objeto como tal, sino una relación de producción de los hombres y que
está materializado en un objeto.

1.5. El contenido de clase social del dinero


En las sociedades clasistas el dinero sirve como instrumento de explotación
del hombre por el hombre.

Durante el régimen esclavista, el dinero ya era usado como medio para comprar
esclavos y, a la vez, servía como elemento influyente que ampliaba la explotación
esclavista. Además, tanto en el esclavismo como en el feudalismo los comerciantes
y los usureros empleaban sus tesoros monetarios para explotar a los pequeños pro-
ductores: los comerciantes compraban los productos de los artesanos y campesinos
a precios inferiores a su valor, y los usureros otorgaban a los pequeños productores
préstamos con tasas de interés expoliadoras. El dinero servía también como instru-
mento de explotación a los pequeños productores de parte de los estados esclavista y
feudal, imponiendo elevados aranceles a los artesanos y campesinos. Finalmente, en
la última etapa del feudalismo, al descomponerse la economía natural y producirse el
tránsito de las formas de renta en trabajo y en especie a la forma monetaria, el dinero
contaminó las relaciones entre el señor feudal y los campesinos, constituyéndose en
el medio de enajenamiento del trabajo adicional.

La esencia clasista del dinero como medio de explotación adquiere pleno


desarrollo en el capitalismo. A las sociedades clasistas precapitalistas les fueron
típicas la economía natural y la apropiación del trabajo ajeno mediante la coacción
directa no económica, o sea a través del trabajo forzado. Por el contrario, la explo-
tación de los trabajadores asalariados por los capitalistas siempre se realiza a través
del dinero, mediante la compra-venta de la fuerza de trabajo.

2. LAS FUNCIONES DEL DINERO


El dinero cumple una serie de funciones en las cuales se pone de manifies-
to su naturaleza. El dinero sirve como: 1. Medida del valor; 2. Medio de circula-
ción; 3. Medio de pago; 4. Medio de atesoramiento; y 5. Dinero internacional.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 207

2.1. El dinero como medida del valor


El valor de todas las mercancías se expresa en forma generalizada y homo-
génea en el dinero, y la magnitud del valor de estas mercancías se mide al equi-
parárselas con determinadas cantidades de dinero. De este modo, el dinero es la
materialización universal y medida del valor de todas las mercancías. Pero esto
no significa que el dinero las haga equiparables y conmensurables. La base para
que las mercancías sean equiparables es el trabajo abstracto socialmente necesario
contenido en ellas (o sea la magnitud de sus valores), en representación de cuya ma-
terialización actúa el dinero.

La particularidad de la función del dinero como medida del valor es que esta
puede ser asumida por el dinero ideal, cuando los poseedores de las mercancías lo re-
presentan solo imaginariamente en tanto no disponen del dinero en efectivo. Porque
antes de ser intercambiadas, las mercancías son equiparadas imaginariamente, y así una
gran suma de valor puede ser expresada en dinero sin necesidad de la presencia física
de una pizca de oro en manos del poseedor de la mercancía.

Sin embargo, la función de medida del valor no la cumplen los signos conven-
cionales, sino el dinero real de pleno valor, es decir, aquel que posee su propio valor
autónomo. Porque medir el valor de algo que no tiene valor es tan imposible como
medir el peso de algo que carece de peso.

El valor de una mercancía expresado en dinero es su precio. Pero así como las
magnitudes del valor de las diversas mercancías no son iguales, así también estas se
expresan en diferentes cantidades de oro (o plata). Para equiparar aquellas magnitudes
de valor, es decir, para comparar los precios de las mercancías, es necesario establecer
una determinada cantidad del metal-dinero como una unidad de medida o patrón. El
patrón de precios es una determinada cantidad de oro en peso adoptada como unidad
monetaria en un país dado, que sirve para medir los precios de todas las demás mercan-
cías. Por ejemplo, en los EE. UU. el dólar está considerado por mandato de ley igual a
1/35 de onza de oro puro, o sea cerca de 0,89 gramos de oro puro.

No se deben de confundir los conceptos: “medida del valor” y “patrón de


precios”; entre ambos median diferencias significativas. En primer lugar, como medi-
da del valor, el oro se relaciona con las demás mercancías expresando y midiendo sus
valores; como patrón de precios, el oro se relaciona consigo mismo; o sea que se toma
por unidad una determinada cantidad de oro, y con el conjunto de unidades se mide
cualquier cantidad de oro que exprese el precio de una mercancía. Y en segundo lugar,
como medida del valor el dinero funciona espontáneamente, pero el patrón de precios
lo establecen los gobiernos mediante dispositivos legales. Inicialmente el patrón de pre-
cios coincidía con el peso-patrón, pero más tarde se desvinculó de aquel. La principal
causa de esto fue el paso de la función de dinero de unos metales a otros. Por ejemplo,
208 Francisco Chaparro Zapana

cuando en Inglaterra la plata fue reemplazada por el oro, la denominación de “libra


esterlina” a cada unidad monetaria se mantuvo, pero esta ya no representaba el peso
de una libra, sino un peso mucho menor en oro. Otra causa de esta desvinculación fue
el deterioro de las monedas por las medidas de política económica gubernamentales,
a consecuencia de las cuales el contenido metálico de cada libra esterlina se redujo en
más de tres veces desde 1290 hasta 1616.

Cuando la demanda iguala a la oferta, las magnitudes de los precios de las


mercancías, por ser estas la expresión monetaria del valor, dependen: 1. Del valor
de las propias mercancías; y 2. Del valor del dinero. Cuanto menor sea el valor de
una mercancía, tanto menor será su precio. Cuando el valor de las mercancías es
constante, sus precios son mayores en la medida en que es menor el valor del dinero.
Por ejemplo, después del descubrimiento de América y sus ricos yacimientos de oro
y plata, el valor de los metales preciosos disminuyó drásticamente. Como resultado
de aquello, los precios de todas las mercancías en Europa descendieron en dos y tres
veces; desencadenándose la llamada “revolución de los precios”.

De esta forma, los precios de las mercancías, en promedio, varían en propor-


ción directa a su propio valor y en proporción inversa al valor del dinero. Al variar
el valor del dinero metálico, la escala de precios no varía en absoluto. El valor del
oro puede reducirse en la mitad, pero 10 gramos de oro será igualmente 10 veces
más que 1 gramo.

2.2. El dinero como medio de circulación


Según Carlos Marx, los precios son como las miradas amorosas que las mer-
cancías le prodigan al dinero. Pero los poseedores de mercancías no se conforman
con su amor platónico por el dinero, ellos se afanan por disfrutar a plenitud del obje-
to de su pasión. Después de expresarse el valor de una mercancía mediante el dinero
ideal, cuyo proceso ocurre antes de ser vendida, continúa la transformación de esta
en dinero real (su venta efectiva), y solo después su dueño compra otras mercancías
con el dinero obtenido. El proceso de la circulación mercantil en su conjunto se
expresa como: M - D - M, es decir una transacción de venta (M - D) para realizar
una transacción de compra (D - M). En este proceso el dinero cumple la función de
intermediario del cambio de mercancías y cumple la función de medio de circula-
ción, igual que en la economía mercantil simple.

La circulación mercantil, valiéndose de la intermediación del dinero, se diferencia


sustancialmente del trueque o cambio directo de una mercancía por otra (M - M). En
primer lugar, porque no requiere de la correspondencia mutua de necesidades entre
dos poseedores de mercancías dispuestos a intercambiar. Por ejemplo, para que se
lleve a cabo el intercambio directo de una tela por un par de zapatos hace falta
que el tejedor necesite de zapatos y, a la vez, que el zapatero demande de la tela.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 209

Al contrario, con la intermediación del dinero el cambio puede realizarse en el mo-


mento en que al tejedor le hagan falta los zapatos, y cuando al zapatero le haga falta
pan y no tela. En ese caso el tejedor comprará los zapatos solo después de vender
su tela, digamos, al agricultor y no al zapatero. En segundo lugar, en la circulación
mercantil no es necesario que las transacciones de venta y compra coincidan en el
tiempo. Por ejemplo, un tejedor puede vender la tela un día, y con el dinero obteni-
do comprar hilados después de un mes. Y en tercer lugar, la circulación mercantil
tampoco requiere que dichos actos coincidan en el espacio: el poseedor de una mer-
cancía puede venderla en un mercado, y con el dinero obtenido comprar mercancías
en otro mercado.

De ese modo, el dinero como medio de circulación supera aquellas limita-


ciones (individuales, temporales y de lugar) con las cuales tropieza el trueque y, al
mismo tiempo, dinamiza el desarrollo del intercambio mercantil.

Sin embargo, la aparición del dinero no elimina las contradicciones del


proceso del cambio, sino que por el contrario, las agrava. En el trueque la ena-
jenación de una mercancía significaba al mismo tiempo la adquisición de otra
mercancía. En cambio, la circulación mercantil M - D - M se separa en dos actos
contrapuestos: M - D y D - M, venta y compra, respectivamente. Entre la venta y
la compra es posible una interrupción: al vender su mercancía, el poseedor puede
no comprar mercancías ajenas, sino quedarse con el dinero.

Pero si después de vender una mercancía su propietario no compra otra, sig-


nifica entonces que la mercancía de algún otro vendedor se quedará sin realizarse; y
por consiguiente, este no podrá comprar la mercancía de algún tercer vendedor, etc.
De igual modo a como los rayos de luz se concentran en el foco, las relaciones socia-
les espontáneas entre los productores privados encuentran su expresión concentrada
en el dinero. Por eso, la ruptura del vínculo entre la venta y la compra en uno de los
eslabones de la circulación mercantil ocasiona el rompimiento de una serie de otros
eslabones, a consecuencia del cual en el mercado puede ponerse de manifiesto la
sobreproducción de un volumen de mercancías. La posibilidad de ruptura entre las
ventas y las compras, vinculada a la función del dinero como medio de circulación
constituye la primera posibilidad de crisis. Sin embargo, esta es solo una posibili-
dad; porque lo inevitable de la crisis no se genera en la economía mercantil simple,
sino en el sistema económico capitalista.

La función del dinero como medio de circulación se diferencia de su función


como medida del valor en dos aspectos. En primer lugar, el dinero ideal no sirve
como medio de circulación, sino el dinero en efectivo. Se puede representar el valor
de las mercancías en sumas grandes sin requerir de la presencia física del oro; pero
para poder comprar una mercancía, el dinero debe encontrarse en manos del com-
210 Francisco Chaparro Zapana

prador y no solo en su imaginación. Y en segundo lugar, el dinero de pleno valor


no necesariamente debe ser medio de circulación. En el proceso de la circulación
el dinero se transfiere permanentemente de mano en mano. Hoy el dinero puede ser
recibido por un productor al vender su mercancía, pero mañana pasará a otras manos,
cuando este compre otras mercancías ajenas. La existencia del dinero como medio
de circulación es parecida a la existencia de la chispa eléctrica que en el momento
de la descarga aparece y desaparece instantáneamente. Como en la función medio
de circulación el dinero actúa solo como intermediario transitorio del intercambio
mercantil, el dinero de pleno valor (oro o plata) puede ser reemplazado por los signos
representativos, en dicha función.

Inicialmente, el dinero metálico circulaba en forma de lingotes. Pero como


esto creaba grandes incomodidades para la circulación, en cada transacción se hacía
necesario pesar los lingotes, fraccionar los lingotes grandes en pequeñas porciones,
etc. Por eso más tarde apareció la acuñación de monedas, empezando en la antigua
Grecia de los siglos VIII-VII a. n. e., para continuar después en escala cada vez ma-
yor. Se llama moneda a una determinada porción de metal precioso, dotada de una
determinada forma y provista de un sello nacional que certifique el peso y los qui-
lates que contiene. Con el desarrollo posterior de la circulación monetaria apareció
junto a las monedas el dinero-papel.

2.3. El dinero como medio de pago


Las mercancías no siempre son vendidas a cambio de dinero en efectivo.
Cuando un vendedor oferta su mercancía en el mercado sus compradores con fre-
cuencia aún no disponen del dinero en efectivo. Y esta situación se debe a que: 1. Los
períodos de producción de las diferentes mercancías son desiguales; 2. Los períodos
de circulación de las distintas mercancías también son de duración desigual; y 3. La
producción y la comercialización de muchas mercancías tienen carácter estacional.

Por ejemplo, cuando un tejedor y un zapatero ofrecen sus productos en el mer-


cado, podría ser que el agricultor no disponga de dinero para comprarlos, ya que aún
no ha podido cosechar ni vender sus productos. Por eso, ante semejante situación surge
la necesidad de comprar y vender al crédito, es decir, se posterga el pago en dinero. Y
cuando las mercancías son vendidas al crédito, intervienen como medio de circulación
las obligaciones de pago a largo plazo, por ejemplo, las letras de cambio bancarias, al
vencimiento de cuyos plazos el deudor está obligado a pagar al acreedor la suma estipu-
lada de dinero. Así, sirviendo como medio de amortización de una obligación de pago,
el dinero cumple la función de medio de pago o instrumento de crédito.

Si la mercancía es vendida al contado, entonces transcurre el acto inicial M - D


(la venta) y luego el acto D - M (la compra). Pero si se lleva a cabo la compra-venta
de mercancías al crédito, entonces se produce la compra de una mercancía ajena a
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 211

cambio de una obligación de pago, luego continúa la venta de la propia mercancía y,


finalmente, el pago en dinero amortizando la obligación contraída. Este circuito puede
ser representado por las siguientes fórmulas: 1. O - M; 2. M - D; y 3. D - O, en las que
O representa la obligación de pago. Mientras que en la función de medio de circulación
el dinero sirve como intermediario pasajero del intercambio de mercancías, en su fun-
ción como medio de pago el dinero es el eslabón culminante del proceso del cambio,
actuando como la materialización independiente del valor mercantil.

El dinero funciona como medio de pago no solo cuando se tiene que cancelar por
las mercancías compradas al crédito, sino también cuando se amortizan otras obliga-
ciones de pago, por ejemplo, cuando se devuelven los préstamos de dinero, o cuando se
cancelan los abonos por pagos de alquiler de la tierra, o al pagarse los impuestos, etc.

En el ínterin entre la compra de mercancías al crédito y su cancelación en dinero


efectivo puede ocurrir algún hecho imprevisto por el prestatario, como la caída de los
precios de sus mercancías. O que, en su defecto, la comercialización de las mercancías
requiera de más tiempo que el previsto. En ambos casos, al momento de vencer el
plazo de las obligaciones de pago, el prestatario no dispondría de la suma necesaria
de dinero para su amortización, poniéndose entonces de manifiesto su incapacidad de
pago. Además, cuando muchos productores se venden sus mercancías unos a otros al
crédito, la incapacidad de pago de alguno de ellos provocará la incapacidad de pago de
un segundo, o de un tercero, y así sucesivamente.

En consecuencia, en la función del dinero como medio de pago radica la po-


sibilidad de que el circuito sea interrumpido en algún momento, situación esta que
constituye la segunda posibilidad de las crisis del sistema económico.

2.4. El dinero como medio de atesoramiento


Por ser un medio que permite adquirir cualquier mercancía en cualquier mo-
mento, el dinero se constituye en la personificación universal de la riqueza social. El
afán de poseer riqueza empuja a los productores de mercancías a acumular dinero.
Pero para ello es necesario que tras la venta de una determinada mercancía (M - D)
no continúe la compra inmediata de otra mercancía (D - M). En tal caso el dinero se
separa de la circulación y se convierte en tesoro.

Cuando el cambio era aún poco desarrollado, solo los valores de uso exce-
dentes se transformaban en tesoro, al que se solía enterrar para su conservación.
Con el desarrollo de la economía mercantil, la acumulación de tesoros se hace una
condición indispensable para el funcionamiento regular de la misma. El productor de
mercancías debe comprar permanentemente artículos de consumo personal y medios
de producción; pero la venta de sus propias mercancías depende de factores espontá-
neos del mercado, los que no siempre funcionan con regularidad. Sin embargo, du-
212 Francisco Chaparro Zapana

rante el período en que sus mercancías todavía no logran ser vendidas, el productor
necesita comprar mercancías ajenas. Y para comprar sin vender, hace falta primero
vender sin comprar, es decir, que es necesario convertir previamente en tesoro el
dinero obtenido a cambio de las mercancías.

Con el desarrollo de las relaciones monetario-mercantiles, el poder del dine-


ro crece en la sociedad. El dinero se transforma en una poderosa fuerza social, que
puede ser usada en beneficio de quien lo posee, a fin de lograr poder y dominio sobre
las demás personas. Esto infunde nuevos estímulos a la acumulación del dinero.

El ser factor de estímulo para la acumulación de tesoros monetarios constituye


el carácter especial que tiene el dinero como mercancía universal, cuyo poder es su
capacidad de ser cambiado por cualquier mercancía. Pero, a pesar de que el dinero
cualitativamente es ilimitado, en la medida en que puede transformarse en cualquier
mercancía, cuantitativamente toda suma de dinero es limitada, ya que posibilita a su
poseedor comprar solo una determinada cantidad de mercancía. La contradicción
entre el carácter cualitativamente ilimitado del dinero y su carácter cuantitati-
vamente limitado inspira en los hombres una avaricia insaciable por acumular
tesoros.

Como ya lo dijimos, solo el dinero de pleno valor puede medir el valor, ya


que él actúa en forma ideal, representado imaginariamente. En cambio, como medio
de circulación necesariamente debe actuar el dinero efectivo, aunque para ello no es
imprescindible que sea el dinero de pleno valor. Aquellas dos propiedades, las que
en momentos diferentes son inherentes a las funciones de medida del valor y medio
de circulación (valor pleno y existencia efectiva), se unen en el dinero como tesoro:
para cumplir la función de tesoro este debe ser al mismo tiempo dinero en efectivo
y de pleno valor.

Como medio de circulación el dinero se encuentra en permanente movimiento;


y como tesoro, por el contrario, se encuentra inmovilizado, fuera de la circulación.
Pero ambas funciones están estrechamente vinculadas entre sí; por cuanto un mismo
dinero con frecuencia pasa de la función de medio de circulación a la de medio de
atesoramiento, y viceversa.

En épocas diferentes de la historia, el dinero como medio de atesoramiento se


manifiesta bajo formas distintas. Antes del capitalismo se encontraba más o menos
disperso en manos de muchos coleccionistas individuales de tesoros. En el capita-
lismo adquieren mayor importancia los tesoros acumulados en los bancos centrales
y las arcas fiscales. A fines de 1966 las reservas de oro centralizadas de todos los
países capitalistas eran de aproximadamente 412 000 millones de dólares.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 213

2.5. Del dinero internacional


Las relaciones económicas y políticas internacionales, el comercio internacio-
nal, los préstamos internacionales, los gastos militares, etc., requieren del funciona-
miento del dinero en el mercado mundial. Allí el dinero se despoja de sus uniformes
nacionales.

Si bien al interior de cada país pueden circular simultáneamente en forma


indistinta el dinero de pleno valor, los signos monetarios y el dinero-papel, en el sis-
tema internacional los signos del valor necesarios para ser aceptados por los ciudada-
nos de cualquier Estado pierden su fuerza. El dinero internacional actúa en su forma
natural, como lingotes de metal noble, y sobre todo en el capitalismo desarrollado,
en forma de oro.

El dinero internacional cumple tres funciones:

1. Medio de pago internacional. Gracias al amplio desarrollo del crédito in-


ternacional, la compra de cada mercancía en el extranjero comúnmente no
requiere de su cancelación inmediata al contado. Pero al finalizar cada año
el país debe hacer efectivo el pago de una determinada suma de dinero a los
otros países (por los bienes y servicios importados, por los préstamos recibi-
dos con anterioridad, etc.), pero a su vez dicho país también cobrará de los
demás países una determinada suma de dinero por sus exportaciones. Si los
pagos efectuados superan a sus ingresos, entonces el país debe exportar oro en
calidad de medio de pago.

2. Medio de compra internacional. Si algún país, en circunstancias especiales


(por ejemplo, en el caso de una mala cosecha, o de alguna tempestad), necesita
importar mercancías de pago inmediato en oro, en tal caso, el dinero interna-
cional actúa como medio de compra y no como medio de pago.

3. Como la materialización absoluta de la riqueza social. El dinero en la socie-


dad capitalista, por ser la materialización absoluta de la riqueza, sirve de me-
dio para transferir la riqueza de un país a otro. El dinero internacional cumple
esta función en los pagos por las contribuciones de guerra, en los pagos por los
servicios de la deuda externa, etc.

3. LAS LEYES DE LA CIRCULACIÓN MONETARIO-MERCANTIL

3.1. La cantidad necesaria de dinero circulante


Circulación monetaria es el movimiento del dinero en la esfera de la circula-
ción mercantil, cumpliendo sus funciones de medio de circulación y medio de pago.
En un período dado en cada país circula una determinada cantidad de dinero.

Los factores determinantes de la cantidad necesaria de dinero circulante (D) en el


cumplimiento de la función de medio de circulación son: 1. La cantidad de mercancías
214 Francisco Chaparro Zapana

que han de venderse en el mercado; 2. El nivel de precios de las mercancías (P); y 3. El


número promedio de ciclos (o ritmo) de rotación de cada unidad monetaria (T).

A) La cantidad de dinero circulante depende, antes que nada, de la cantidad


de mercancías puestas en circulación. Si, por ejemplo, el volumen de mer-
cancías vendidas en el país aumenta en dos veces, entonces, en condiciones
estables que garanticen la circulación mercantil, hará falta una cantidad de
dinero dos veces mayor que antes. Supongamos que el volumen inicial de
producción sea de mil toneladas de acero, cuyo precio unitario, es 200 dó-
lares y el ritmo de rotación de cada unidad monetaria igual a 10, entonces
D será igual a 20 000 dólares, según las siguientes operaciones:

Q # P 1000 # 200
D=
T = 10 = 20 000 dólares

Y luego, si la producción se duplica: D = 40 000 dólares, porque:

Q # P 2000 # 200
D=
T = 10 = 40 000 dólares

B) El nivel de precios de las mercancías también influye decisivamente sobre


la cantidad de dinero circulante. Si los precios de todas las mercancías se
elevan en dos veces, cuando su volumen físico (medida en unidades como:
toneladas, metros, litros, etc.) no varía, entonces para garantizar su comercia-
lización hará falta una cantidad dos veces mayor de dinero.

Q # P 1000 # 400
D= = 40 000 dólares
T = 10

Ambos factores, cantidad de mercancías vendidas y nivel de precios de las


mismas, pueden expresarse en una sola idea general “suma de precios” (SP),
que representa en sí la sumatoria de los productos del volumen de cada mer-
cancía por su precio (Q × P).

C) El tercer factor determinante de la cantidad de dinero circulante es el núme-


ro promedio de ciclos de rotación de cada unidad monetaria en un período
dado. Así como durante un año una misma unidad monetaria pasa varias veces
de mano en mano, sirviendo como intermediario en la venta de muchas mer-
cancías, en esa medida, la cantidad de dinero circulante debe ser menor que la
suma total de los precios de dichas mercancías. De la misma forma que en un
comedor universitario, donde –supongamos– almuerzan mil estudiantes, no es
indispensable disponer de mil cubiertos, porque cada día un mismo cubierto
sirve a varios comensales; así también en el país no se necesita disponer de
una suma de dinero circulante igual a la suma de los precios de las mercancías
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 215

vendidas. Si la suma de precios de las mercancías vendidas en el país en un


año es 20 000 dólares, y cada dólar realiza 10 ciclos promedios de rotación
por año, entonces la cantidad necesaria de dinero circulante solo será de 2000
dólares:
Q P
D = # = SP = 2000 = 2000 dólares
T T 10
De lo expuesto se desprende que la cantidad necesaria de dinero circulante
(D) varía en proporción directa al volumen de las mercancías en circulación
(Q) y al nivel de sus precios (P), y en proporción inversa al ritmo de circula-
ción del propio dinero (T). Esta es una de las leyes básicas de la circulación
monetaria.

3.2. La primacía de la circulación mercantil sobre la circulación monetaria


Externamente, la circulación monetaria aparenta cumplir un rol decisivo en
comparación con la circulación mercantil, como si el dinero pusiera en movimiento
a las mercancías. Pero en realidad la circulación monetaria depende de la circulación
mercantil. Porque en la realidad de los hechos el movimiento del dinero se basa en la
circulación de las mercancías. En efecto, las dimensiones de la circulación mercantil
aumentan y disminuyen a consecuencia del incremento o la reducción de la produc-
ción mercantil, y no debido al flujo o reflujo de la cantidad de dinero circulante. Las
variaciones de la circulación mercantil, causadas por las condiciones de la produc-
ción, provocan a su vez las variaciones de la circulación monetaria.

Todos los factores que determinan la cantidad de dinero circulante dependen,


en última instancia, de las condiciones de la producción. Así, a mayor desarrollo de
la división social del trabajo, mayor será la cantidad de mercancías vendidas en el
mercado; y a mayor productividad del trabajo, tanto menores serán los valores y los
precios de las mercancías.

Es importante destacar que los precios de las mercancías no están determina-


dos por la cantidad de dinero circulante, como lo sostienen muchos autores, sino,
al contrario, la cantidad de dinero circulante depende del nivel de los precios de las
mercancías. Los precios, por ser expresión monetaria del valor de las mercancías, se
configuran antes del proceso de la circulación, razón por la que a este último solo debe
ingresar la cantidad de dinero que sea necesaria para la realización de una determinada
suma de precios mercantiles.

3.3. La dependencia de la cantidad de dinero circulante en función de la


magnitud de su propio valor
La cantidad de dinero circulante depende del nivel de los precios de las mercan-
cías, y los precios están determinados por los valores de las propias mercancías y del
216 Francisco Chaparro Zapana

dinero mismo. De ello se desprende que la cantidad de dinero circulante se encuentra en


función inversamente proporcional al valor del propio dinero. Por ejemplo, si el valor
del oro disminuye en dos veces a consecuencia de que la productividad del trabajo en la
industria aurífera se ha elevado al doble, entonces, en condiciones de igualdad estables,
los precios de las mercancías se elevarán al doble; por consiguiente, para garantizar su
realización hará falta una doble cantidad de dinero. “La ley según la cual –dice Carlos
Marx–, una vez dadas la velocidad de rotación de la moneda y la suma de los precios de
las mercancías, la cantidad de medios de circulación está determinada, puede también
expresarse como sigue: cuando los valores de cambio de las mercancías y la velocidad
media de sus metamorfosis están dadas, la cantidad del oro en circulación depende de
su propio valor”2.

Esta ley explica los fenómenos económicos de la vida real, los que a simple vista
se presentan en forma distorsionada. Por ejemplo, después del descubrimiento de Amé-
rica los precios de las mercancías en Europa se elevaron vertiginosamente. Muchos
estudiosos explican este fenómeno como un simple incremento de la cantidad de dinero
circulante. Pero, en realidad, la causa de fondo fue otra: la elevación de la productividad
del trabajo en la extracción de metales preciosos provocó la disminución del valor del
oro y la plata; esto ocasionó la elevación de los precios de todas las mercancías y, a
consecuencia de esta elevación, aumentó la cantidad de dinero circulante.

3.4. La influencia de la función medio de pago sobre la cantidad de dinero


circulante
Cuando las mercancías son vendidas al crédito, los pagos de compra en dinero
se postergan, y por eso el funcionamiento del dinero como medio de pago disminuye
la cantidad total de dinero necesario para la circulación. Esto se debe a que una parte
significativa de las obligaciones de pago es saldada no con dinero efectivo, sino me-
diante las amortizaciones mutuas de exigencias y obligaciones de pago. Por ejemplo,
si A debe pagar por una letra de 1000 dólares a B, B debe pagar en el mismo plazo
también 1000 dólares por una letra a C, y este último, a su vez, debe pagar el mismo
día 1000 dólares a A, por consiguiente, A, B y C pueden saldar entre sí sus exigencias
y obligaciones sin la mediación de pago de dinero en efectivo.

De todo lo expuesto se deduce lo siguiente:


1. Que el volumen de la producción mercantil influye directamente sobre la
masa de dinero circulante.
2. Que el nivel de los precios de las mercancías también influye en forma direc-
ta sobre la cantidad de dinero circulante.
3. Que el grado de desarrollo del crédito ejerce una influencia inversa sobre la
cantidad de dinero: cuanto más desarrollado esté el crédito, tanto menor can-
tidad de dinero hará falta para la circulación mercantil.

2 Marx, Carlos. Contribución a la crítica de la economía política. Buenos Aires, 1975, pp. 100-101.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 217

4. Que el grado de desarrollo de las compensaciones bancarias ejerce una in-


fluencia inversa sobre la cantidad de dinero circulante: cuantas más obliga-
ciones de pagos sean amortizadas mediante compensaciones bancarias, tanto
menor será la cantidad necesaria de dinero circulante.
5. Que el ritmo de la rotación monetaria influye en proporción inversa sobre la
masa de dinero circulante. Como velocidad de circulación monetaria se consi-
dera el número promedio de ciclos de rotación del dinero en el cumplimiento
de las funciones de medio de circulación y medio de pago.

En general, la ley que determina la cantidad de dinero circulante puede ser


representada por la siguiente fórmula:
D = SP - C + P - M
T
Donde:
D: cantidad necesaria de dinero circulante.
SP: suma de precios de las mercancías.
C: suma de precios de las mercancías vendidas al crédito.
P: suma de pagos por deudas y obligaciones.
M: suma de pagos que compensan mutuamente.
T: número promedio de ciclos de rotación de cada unidad monetaria.

3.5. La ley de circulación de los diversos tipos de dinero


La que acabamos de analizar es la ley general de la circulación monetaria,
relacionada con cualquier forma de dinero. A la vez existen también leyes especiales
de circulación del dinero metálico, dinero papel y dinero de crédito.

La particularidad de la circulación del dinero metálico consiste en que en ella


la cantidad de dinero circulante siempre se sustenta en el nivel necesario, es decir,
que en la circulación no existe excedente ni insuficiencia de dinero. Al contrario,
la particularidad de la circulación del papel moneda radica en que en ella se emite
con frecuencia una cantidad crecientemente mayor de signos monetarios que el oro
requerido para la circulación. Una emisión excedente de dinero papel trae consigo
su devaluación, y en el capitalismo sirve como medio de enriquecimiento de la gran
burguesía a expensas de la explotación de las clases trabajadoras. Este fenómeno,
llamado inflación, lo analizaremos más adelante.

4. ANÁLISIS CRÍTICO DE LAS TEORÍAS BURGUESAS DEL DINERO

4.1. Crítica a la teoría metalista del dinero


Durante los siglos XVI y XVII los representantes de las tesis mercantilistas
–en especial el economista inglés Thomas Mun– proclamaron al dinero como una ri-
218 Francisco Chaparro Zapana

queza social plena. Esta concepción expresaba las condiciones históricas de aquella
época, en la que se acumulaban ingentes riquezas en manos de la burguesía, sobre
todo en forma de dinero. Los mercantilistas se caracterizaron no solo por identificar
la riqueza con el oro, sino también por identificar el dinero con los metales precio-
sos, que es donde radica la teoría metalista del dinero. Según esta teoría, los metales
preciosos se erigen en dinero debido a su propia naturaleza.

Los metalistas no comprendían la esencia socioeconómica del dinero y ca-


yeron en el fetichismo, atribuyendo las propiedades del dinero al oro y a la plata
como tales. Pero en realidad el dinero no es el objeto, no lo son el oro ni la plata por
sí mismos, sino las relaciones de producción de los hombres expresadas a través del
objeto en la economía mercantil. La función del dinero no proviene en absoluto de
la naturaleza del oro y la plata.

Los metales preciosos se convierten en dinero solo en la economía mercantil,


porque la esencia del dinero radica no en su caparazón material ni en el hecho de ser
oro y plata, sino en su rol social de equivalente general.

Distorsionando la esencia del dinero, la teoría metalista interpreta unilateral-


mente las funciones de este. Esta teoría solo focaliza su atención en aquellas funcio-
nes para cuyo cumplimiento es necesario el dinero metálico (de medida del valor, de
tesoro y de dinero internacional), pero ignora las demás (de medio de circulación y
medio de pago), funciones que pueden también ser asumidas por los signos del valor.
Uno de los partidarios de la teoría metalista del dinero es el economista alemán Knis,
quien llegó a la conclusión de que el concepto de “dinero papel” es tan absurdo como
decir el “pan de papel”. Pero semejantes razonamientos se contradicen flagrante-
mente con la porfiada existencia real del dinero papel.

Por tanto, la inconsistencia de la teoría metalista del dinero radica en que:


1. Identifica el dinero con los metales preciosos, y al no advertir su rol social
específico cae en el fetichismo, en la medida en que atribuye las propiedades del
dinero al oro y la plata como tales; 2. Analiza unilateralmente solo algunas funcio-
nes del dinero, pero ignora las demás; y 3. Es incapaz de explicar con objetividad la
existencia del dinero papel.

4.2. Crítica a la teoría nominalista del dinero


En contraposición a la teoría metalista, la teoría nominalista considera al di-
nero como si fuera solamente un signo convencional, que no tiene nada en común
con las mercancías. Para los nominalistas es fundamental la asignación de la unidad
monetaria (la libra esterlina, el franco, el marco, etc.), pero el contenido metálico no
tiene ningún significado. Uno de los partidarios de la teoría nominalista del dinero es
el filósofo inglés G. Berckeley del siglo XVIII, quien negaba que el dinero fuera una
mercancía, sino más bien, una unidad contable convencional.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 219

Entre los más visibles representantes del nominalismo del siglo XX destacan
los economistas Knapp (Alemania) y H. D. Dickinson (Austria). La teoría nomina-
lista del dinero de Knapp era al mismo tiempo la teoría oficial del dinero, ya que él
proclamaba al dinero como “producto del orden legal”, como obra del poder estatal.
El dinero creado por el Estado, sostiene Knapp, es aquel aceptado para los pagos en
total independencia de su contenido metálico; el dinero se “libera” de toda vincu-
lación con el metal y se constituye como “medio de pago a la carta” (de la palabra
“carta”, signo), es decir, como signo convencional, al cual el Estado le confiere una
determinada capacidad de pago.

F. Bendicksen opta como punto de partida de la teoría del dinero el principio


del “intercambio de servicios”, el cual se encuentra en la base de la economía capita-
lista. Alabando al capitalismo, él destacaba que: “Este admirable mecanismo social,
este trabajo de todos para todos en base al principio del equilibrio individual de los
servicios, tiene dos propuestas: en primer lugar, una capacidad general para medir
las valoraciones mediante la aplicación de una unidad valorativa reconocida por la
generalidad; y en segundo lugar, el empleo de los signos que expresan una unidad
valorativa y da testimonio de reconocimiento general por los servicios prestados y la
valoración de estos últimos. El dinero satisface estas premisas”3. Según Bendicksen,
el dinero es aquel signo convencional de valor y testimonio por el servicio prestado
a los demás miembros de la sociedad, otorgando el derecho para obtener un servicio
opuesto.

El principal error de la teoría nominalista es que niega la naturaleza mer-


cantil del dinero. Ignora el origen natural del dinero del mundo mercantil, niega,
además, la unidad entre la mercancía y el dinero. Pero como ya lo aclaramos ante-
riormente, el dinero no es un signo convencional, sino una mercancía sui géneris.
La teoría nominalista del dinero está impregnada de una concepción idealista, ya
que traslada la esencia del dinero de las relaciones de producción existentes a la con-
ciencia humana. Así, el nominalista estadounidense contemporáneo John S. Gambs
sostiene que “el dinero es más una idea que una cosa”4.

Los nominalistas tergiversan simultáneamente tanto la esencia como el rol


del Estado. A este último, Knapp lo supone “creador” del dinero. Pero en realidad el
dinero expresa las relaciones de producción que los hombres contraen objetivamente
en el contexto de la economía mercantil. No obstante que el Estado puede establecer
mediante disposición legal una escala de precios, no está en condiciones de fijar ar-
bitrariamente el valor del dinero. Al atribuir al Estado la capacidad de crear dinero y
de fijar su valor, la teoría nominalista estatista confunde la función del dinero como

3 Bendicksen, F. El dinero. Petrogrado, 1923, p. 25, en ruso.


4 Gambs, J. S. Man, Money and Goods. Nueva York, 1952, p. 216.
220 Francisco Chaparro Zapana

medida del valor con la escala de precios, transformando al dinero de categoría eco-
nómica en categoría jurídica.

A Bendicksen le sirve como punto de partida de su teoría del dinero, la inter-


pretación apologético-burguesa del capitalismo en el supuesto de un sistema eco-
nómico armónico, en el cual todos los hombres se prestan “servicios” unos a otros.
Pero al mismo tiempo ella oculta la esencia explotadora del capitalismo, el cual de
ningún modo está basado en “el intercambio de servicios”, sino en la explotación de
los trabajadores asalariados por los capitalistas.

La teoría nominalista del dinero oculta también el carácter espontáneo de la


producción capitalista. Considerando al dinero como un “signo convencional”, una
“certificación”, etc., compara el dinero con los vales o las fichas de un guardarropa,
que otorgan el derecho de reclamar la devolución de los abrigos entregados para su
cuidado. Sin embargo estos vales se emiten planificadamente, pero el dinero en la
economía mercantil, basada en la propiedad privada, funciona espontáneamente.

Los nominalistas no solo sitúan en un mismo plano el dinero metálico y el


dinero papel, proclamando a ambos como “signos convencionales”, sino que a la
vez ensalzan al dinero papel como la forma más perfecta del dinero, cuya forma de
“signo convencional” o de “certificación” es la que más corresponde a la naturaleza
del dinero. La esencia social de clase del nominalismo contemporáneo radica en que
ella justifica las políticas antipopulares de los estados burgueses, aplicados a favor de
los intereses de los monopolios mediante la emisión del dinero papel.

De esta forma, la teoría nominalista del dinero es inconsistente porque:


1. Niega la naturaleza mercantil del dinero; 2. Confunde la función de medida
del valor con la escala de precios; 3. Sobredimensiona el rol del Estado burgués
imaginándolo como el “creador” del dinero; y 4. Oculta la naturaleza explotadora del
capitalismo y el carácter espontáneo de la economía capitalista.

4.3. Crítica a la teoría cuantitativa del dinero


La idea fundamental de la teoría cuantitativa del dinero radica en el supuesto
de que la magnitud del valor del dinero es inversamente proporcional a su propio
volumen, o sea que a mayor volumen de dinero circulante, menor sería su valor. Los
padres de la teoría cuantitativa del dinero fueron en el siglo XVIII: Montesquieu en
Francia y Hum en Inglaterra. A comienzos del siglo XIX, David Ricardo se empeño
en combinar la teoría cuantitativa del dinero con su teoría del valor-trabajo. En el
siglo XX, la teoría cuantitativa del dinero se ha difundido con mayor amplitud en la
economía política burguesa.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 221

El economista estadounidense Irwin Fisher pretende fundamentar la teoría cuanti-


tativa del dinero matemáticamente, mediante la “ecuación del cambio”: M x V = P x Q,
donde: M es la cantidad de dinero circulante, V es la velocidad de rotación del dinero,
P el nivel medio unitario de precios de las mercancías y Q es la cantidad de mercancías
vendidas. Fisher proclama que: “Del simple hecho que la cantidad de dinero gastada en
la compra de bienes, debe ser igual a la cantidad de dichos bienes multiplicada por sus
precios, se desprende la conclusión de que el nivel de los precios se eleva o baja en
proporción de las variaciones de la cantidad de dinero, siempre que al mismo tiempo
no se produzcan variaciones en la velocidad de su circulación o en el volumen de los
bienes cambiados”5.

La teoría cuantitativa del dinero ignora la importancia que tiene la función


del dinero como medida del valor. Los partidarios de esta teoría ven en el dinero so-
lamente la función de medio de circulación, suponiendo que antes de la circulación
del dinero no se tienen ningún valor y que solo en la circulación el dinero adquiere
“capacidad de compra”. Esto es totalmente falso. El dinero, antes de funcionar como
medio de circulación, cumple la función de medida del valor. Pero para cumplir esta
función el dinero mismo debe poseer su propio valor, el cual es determinado en él
por el trabajo socialmente necesario. Como advertía Marx, el error fundamental de
la teoría cuantitativa del dinero consiste en que “por esta absurda hipótesis de que
las mercancías se lanzan al proceso circulatorio sin precio y el dinero sin valor y que
luego, allí, una parte alícuota de la masa formada por las mercancías se cambia por
una parte alícuota de la montaña de metal”6.

El otro craso error de la teoría cuantitativa del dinero consiste en que niega
las leyes objetivas de la circulación monetaria. Según los partidarios de esta teoría,
a la circulación puede ingresar cualquier cantidad arbitraria de dinero, pero cuanto
mayor sea esta tanto menor será su capacidad adquisitiva. Pero en los hechos, a la
circulación no ingresa cualquier cantidad de dinero de pleno valor, sino tan solo
aquella que sea necesaria para la circulación.

La teoría cuantitativa del dinero distorsiona el verdadero vínculo causal


entre el valor del dinero, los precios de las mercancías y la cantidad del dinero en
circulación. Sostiene que la cantidad de dinero en circulación determina el nivel de
los precios de las mercancías, y que este nivel determina el valor (la “capacidad ad-
quisitiva”) del dinero. En los hechos el vínculo causal de los fenómenos es al revés:
con un valor dado de las mercancías el nivel de sus precios se encuentra en propor-
ción inversa al valor del dinero, y la cantidad de dinero en circulación se encuentra
en proporción directa al nivel de los precios de las mercancías.

5 Fisher, I. La capacidad adquisitiva del dinero. Moscú, 1926, p. 17.


6 Marx, Carlos. El capital. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1980, p. 88.
222 Francisco Chaparro Zapana

Por tanto, los principales errores de la teoría cuantitativa del dinero consisten
en que: 1. Ignora todas las funciones del dinero, excepto la función de medio de
circulación; 2. Niega la ley objetiva que determina la cantidad de dinero en la cir-
culación; y 3. Distorsiona el verdadero vínculo causal entre el valor del dinero, los
precios mercantiles y la cantidad de dinero en la circulación.

4.4. Crítica a la teoría de la “moneda regulable a voluntad”


En la época de la crisis general del capitalismo, los economistas burgueses,
uniendo las teorías nominalista del dinero y cuantitativa, crearon la teoría de la “mo-
neda voluntariamente regulable”. El más visible representante de esta teoría es el
economista inglés John M. Keynes. Él –quien considera al dinero metálico un “re-
zago bárbaro”– sostiene que el dinero papel es significativamente superior al dinero
metálico. La ventaja del dinero papel, según Keynes, es que su volumen circulante
puede ser regulado por el Estado.

La apología del dinero papel fue copiada por Keynes de la teoría nominalista
del dinero. Según él, mediante la regulación del volumen de dinero papel circulante
el Estado burgués puede regular el nivel de los precios de las mercancías, el nivel del
salario y de toda la economía capitalista. El dinero papel se le revela como la “mo-
neda voluntariamente regulable”, y en la capacidad de incrementar su volumen ve la
llave tanto para ampliar la demanda de mercancías como para liquidar gradualmente
el desempleo y las crisis.

La teoría apologético-burguesa de la “moneda voluntariamente regulable” es,


a su vez, parte conformante de la teoría del “capitalismo regulable”. Pero ambas teo-
rías son erróneas, porque la propiedad privada absoluta de los medios de producción,
en la que está basado el capitalismo, genera inevitablemente la anarquía de la pro-
ducción y las crisis; ella excluye la posibilidad de una regulación planificada tanto
de la economía nacional en su conjunto como también de la circulación monetaria
en particular.

El dinero papel en la sociedad burguesa no es una “moneda regulable a


voluntad”, y menos es capaz de liquidar el desempleo y las crisis; al contrario, es
la peor forma de dinero circulante, expuesta a devaluaciones violentas y devasta-
doras. Por eso, al defender al papel-moneda circulante, los partidarios de la teoría de
la “moneda regulable a voluntad” en el fondo están justificando la emisión extraor-
dinaria de dinero-papel, porque, mediante la inflación, enriquece a la gran burguesía
monopolista a costa de un mayor empobrecimiento de las clases trabajadoras.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 223

PARTE II: PROBLEMAS ACTUALES DE LA CIRCULACIÓN MONETARIA

5. LA CIRCULACIÓN DE LA MONEDA METÁLICA

5.1. El monometalismo y el bimetalismo


Según la clase de metal que se desempeñe como divisa metálica, es decir, que
es adoptado en calidad de equivalente universal y de base del dinero circulante, se
diferencian dos tipos de sistemas monetarios: a) el monometalismo, en el cual el rol
de divisa metálica corresponde a un solo metal: bien sea la plata o bien el oro; y b) el
bimetalismo, en el cual este rol es compartido por ambos metales preciosos.

Según el sistema del monometalismo en cada país se adopta como unidad


monetaria un determinado peso de un metal, ya sea de plata (en el monometalismo
de la plata), ya sea de oro (en el monometalismo del oro), en tanto que a la libre acu-
ñación7 de monedas accede solo un determinado metal.

En el sistema del bimetalismo se adopta en calidad de unidad monetaria tanto


una determinada cantidad de peso en plata como también una determinada cantidad
de peso en oro, mientras las monedas son acuñadas libremente de ambos metales.

Durante los siglos XVI al XVIII, el bimetalismo se propagó con mayor am-
plitud. Pero este es un sistema monetario frágil. La correlación (o patrón) de precios
establecida por el Estado entre el oro y la plata, que actúa en la reacuñación de sus
lingotes en monedas, tarde o temprano entra en contradicción con las variaciones
espontáneas de los valores de mercado de estos metales. Resulta que uno de los
metales preciosos está sobrevaluado según disposición legal por encima de su valor
de mercado, y el otro por debajo de su valor. Entonces entra en acción la ley de Gres-
ham8; las monedas del metal devaluado desplazan de la circulación a las monedas
del otro metal.

Como un ejemplo didáctico de la acción de esta ley puede servir el período de


las décadas del sesenta y setenta del siglo XIX, cuando se produjo la caída del valor
de mercado de la plata en comparación con el oro. La relación del valor del oro con
el de la plata entre 1866-1870 era de 15.5: 1; y entre 1876-1880 de 17.8: 1. Mientras
tanto en varios países europeos –Francia, Bélgica, Suiza e Italia– se mantuvo por ley
en la correlación de 15.5: 1. En consecuencia, por disposición legal la plata resultó
revaluada por arriba de su valor de mercado y el oro, por debajo. Por eso era ventajo-

7 Se entiende por libre acuñación al derecho que tienen todos los poseedores de metal adinerable para acuñar mone-
das de los lingotes de este metal en la Casa de la Moneda (gratuitamente o con un pequeño pago por derecho de
acuñación).
8 Esta ley lleva el nombre del político y financista inglés del siglo XVI, Thomas Gresham. Aunque en realidad dicha ley
ya era conocida antes de él.
224 Francisco Chaparro Zapana

so cambiar el oro en lingotes por plata a la cotización de mercado, obteniendo cerca


18 kg de plata por 1 kg de oro, reacuñando plata en monedas y saldando las cuentas
según la cotización de mercado de 15.5: 1. Como resultado, las monedas de oro eran
apartadas de la circulación y se refundían en lingotes; al devaluarse la plata afluían
en gran cantidad a la circulación. El peligro de un desplazamiento total de las mone-
das de oro por las de plata indujo a los mencionados estados a dejar el bimetalismo.

5.2. El estándar monetario de oro


El monometalismo del oro fue introducido en Inglaterra recién a fines del siglo
XVIII. A fines del siglo XIX este ya era un sistema monetario predominante en todo
el mundo capitalista. Asimismo, el monometalismo, o el estándar oro, tuvo vigencia
hasta antes de la Primera Guerra Mundial en forma de estándar monetario de oro,
cuyos principales rasgos característicos fueron los siguientes: 1. La libre acuñación
de monedas de oro con un determinado contenido constante de oro en cada unidad
monetaria; 2. El libre cambio de los signos del valor en monedas de oro; y 3. La li-
bertad de exportar e importar oro. Este sistema monetario fue relativamente estable
(pese a que de ningún modo garantizaba la estabilidad de los precios) y contribuyó
al desarrollo de la economía capitalista.

Según la ley determinante de las proporciones de la circulación monetaria (ver


la primera parte), la cantidad de dinero circulante depende de la suma de los precios
de las mercancías vendidas, de la amplitud del crédito y las cuentas no efectivas,
además de la velocidad con la que circula el dinero. En las condiciones de circu-
lación del oro, cuando se reducen las necesidades del dinero en movimiento, una
parte de las monedas de oro se aparta de la circulación y se convierte en tesoro. Por
el contrario, si se empieza a necesitar gran cantidad de dinero para servir al movi-
miento mercantil y monetario, entonces una parte del oro atesorado retorna, en forma
de monedas, a los canales de la circulación. De esta forma, la ley específica de la
circulación del dinero metálico consiste en que mediante un traslado constante de
dinero metálico de la esfera de la circulación al atesoramiento y del atesoramiento
a la esfera de la circulación, la cantidad efectiva de dinero de pleno valor que se
encuentra en circulación se adapta espontáneamente a las necesidades de pago
del movimiento mercantil; es decir, se iguala con la cantidad de dinero necesaria
para la circulación.

6. LOS INSTRUMENTOS DE CRÉDITO DE LA CIRCULACIÓN

6.1. La necesidad de los instrumentos de crédito para la circulación


La circulación monetaria metálica pura requería de la abstracción no produc-
tiva de una parte significativa del trabajo social para la extracción de los metales
amonedables y del enorme aumento de los gastos netos de la circulación, debido
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 225

al incremento de la producción y la circulación mercantil. El incremento de la pro-


ducción se obstruye por la estrechez de la base metálica de la circulación. Esto hace
necesario la sustitución del dinero metálico por instrumentos de créditos para la
circulación, los cuales no tienen valor independiente, pero sirven como signos de
crédito en representación del dinero de pleno valor. Los instrumentos de crédito para
la circulación intervienen en forma de: 1. Letras de cambio bancarias; 2. Notas de
crédito bancarias; y 3. Cheques.

6.2. La circulación de las letras de cambio bancarias


Representan en sí, ante todo, obligaciones de pago de largo plazo (o exi-
gencias de largo plazo), basadas en el crédito comercial 9. El capitalista, al vender
sus mercancías al crédito, en lugar de guardar consigo la letra de cambio bancaria
hasta que culmine su plazo, puede usarla para comprar mercancías. En tal caso, re-
gistra en dicha letra la firma de transferencia (o endosamiento), y la traspasa a otro
comprador, quien, a su vez, puede usar aquella letra para comprar otras mercancías
a un tercer capitalista, etc. Sin embargo, la letra está habilitada solo para rotar en un
círculo limitado de capitalistas, conocedores del librador de la letra y de su solvencia
de pago.

Los estrechos límites de circulación de la letra de cambio hacen necesaria la


sustitución de letras corrientes por letras especiales, las cuales deberán poseer una
circulación generalizada. Así surgen las notas de crédito bancarias.

6.3. La circulación de las notas de crédito bancarias


La nota de crédito bancaria es un documento impreso en formularios de los
bancos, que se emplea para efectuar depósitos de dinero, cheques, giros u otros va-
lores entre dichos establecimientos; por ello se denomina comúnmente boleta de
depósito. Se llama nota de crédito bancaria porque el banco acredita en sus libros al
depositante el importe del depósito10.

Según Marx: “El billete de banco no es otra cosa que una letra de cambio
librada sobre el banquero, pagadera a la vista y al portador y que el banquero lo
emite en vez de letras privadas” 11 (la forma cursiva corresponde a F. Ch. Z.). Las
notas de crédito bancarias se diferencian de las letras comerciales por las siguientes
particularidades: 1. Son emitidas por los bancos y no por los capitalistas industria-
les ni comerciales; 2. Son obligaciones de largo plazo sin límites, por los cuales el

9 La letra de cambio bancaria simple es una obligación del prestatario-portador o librador de una letra de cambio ban-
caria por la que se debe pagar una determinada suma de dinero en un determinado plazo a su acreedor; la letra de
cambio bancaria es una orden del prestatario-librador de la letra a su librado o deudor sobre el pago de una suma
dada de dinero en un plazo fijo.
10 Diccionario de contabilidad. Terminología empresarial. Lima, 1999/2000, p. 426.
11 Marx, Carlos. El capital. En: Marx, Carlos y F. Engels. Obras. T. 25, Parte I, p .444, cita traducida por F. Ch. Z.
226 Francisco Chaparro Zapana

banco emisor que las puso en circulación está obligado a hacer efectivo su pago en
cualquier momento, cambiándolas por metal; y 3. Poseen capacidad de circulación,
porque son emitidas por un banco central o por un conjunto de grandes bancos emi-
sores, cuya capacidad de pago está fuera de dudas.

Las notas de crédito bancarias son una forma del dinero de crédito. Su emisión
se realiza mediante las operaciones de crédito y a través de la cuenta de las letras de
cambio de los bancos emisores.

Por intermedio de las letras de cambio comerciales, la circulación bancaria


empalma con las necesidades de dinero para la circulación mercantil. Al ampliarse
esta última, la circulación requiere de una mayor cantidad de dinero que antes. Al
mismo tiempo surge también una mayor cantidad de letras bancarias comerciales,
la cual se presenta en la caja del banco emisor, y sobre la base de la cuenta de estas
letras en circulación se emite mayor cantidad de notas de crédito bancarias. Al re-
ducirse la circulación mercantil y disminuir sus necesidades de dinero, la emisión
de notas de cambio bancarias también se reduce. Por consiguiente, si las notas de
cambio se emiten tomando en cuenta las letras comerciales, las dimensiones de la
circulación de las notas de cambio bancarias oscilarán en función a las necesidades
de la circulación expresadas en dinero.

Así como las notas de cambio bancarias se emiten en función a la concesión


de un crédito, y los créditos al vencer su plazo son sujeto de devolución, al fin de
cuentas, las notas de cambio bancarias retornan a los bancos que las emitieron. La
emisión de las notas de cambio bancarias depende del otorgamiento del crédito y
el flujo regular de su retorno al banco emisor. Así es la ley de circulación de las
notas de cambio bancarias.

Las notas de cambio bancarias pueden retornar al banco emisor no solo me-
diante la amortización del crédito. En el transcurso de un largo período, las notas de
cambio bancarias eran cambiadas libremente entre los bancos emisores por mone-
das metálicas. Mientras las notas de crédito bancarias son objeto de libre cambio,
no pueden circular en cantidad excedente, ya que sus poseedores siempre podrán
cambiar por metal aquellas notas de crédito que no son más necesarias para la circu-
lación, y el metal se transforma en tesoro.

El libre cambio de notas de crédito bancarias tiene gran significado, ya que


excluye la posibilidad de estancamiento en la circulación de la cantidad excedente de
notas de crédito y previene su devaluación en relación al oro. El carácter crediticio
de la emisión de las notas de crédito por sí solo no es una garantía automática contra
la aparición del excedente de las mismas en circulación. El problema radica en que
además de las letras comerciales, surgidas sobre la base de transacciones reales de la
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 227

compra-venta de mercancías, existen las letras de banco (del tesoro) emitidas por los
Estados capitalistas y que no tienen ninguna relación con la circulación mercantil.
Si los bancos emisores consideran también las letras de cambio, emitiendo en su
reemplazo notas de cambio bancarias, entonces la cantidad de estas notas en circu-
lación puede superar a la demanda de la cantidad de dinero para la circulación. Sin
embargo, con el libre cambio de las notas de crédito bancarias por oro, el excedente
de notas de cambio no se mantiene en circulación y las notas de crédito bancarias por
sí mismas no pueden devaluarse en relación al oro.

De esta forma, la ley específica de la circulación de las notas de cambio


bancarias cambiables consiste en que, en realidad, la cantidad de notas de crédito
bancarias cambiables que se encuentran en circulación es igual a la cantidad de
oro necesaria para la circulación y cada nota de crédito bancaria representa una
cantidad de oro asignada a ella.

6.4. Las notas de crédito no cambiables y su transformación en dinero papel


Es necesario diferenciar las notas de crédito bancarias no cambiables, típi-
cas del capitalismo contemporáneo, de las notas de crédito bancarias cambiables
por metal. Aún durante la Primera Guerra Mundial en muchos países capitalistas
fue suspendido el cambio de las notas de crédito bancarias por oro. Después de la
guerra, a consecuencia de las reformas monetarias del período 1924-1928, se resta-
bleció el cambio, pero en forma recortada. En algunos países (Inglaterra y Francia)
se introdujo el estándar de oro en lingotes, sistema monetario en el cual las notas de
crédito bancarias son cambiadas no por monedas de oro, sino por oro en lingotes. En
muchos otros países se introdujo la divisa estándar de oro, sistema monetario en el
cual las notas de crédito bancarias se cambian por divisas (divisas extranjeras). Sin
embargo, en la década del treinta, el libre cambio de las notas de crédito bancarias
por oro quedó prohibido en todos los países capitalistas, y desde entonces no volvió
a restablecerse12.

En ausencia del libre cambio por oro, las notas de crédito bancarias no
cambiables se asemejan al dinero papel. En la medida en que las notas de crédito
bancarias no cambiables se emitan en función de las necesidades del crédito en la
circulación mercantil, estas llegan a cumplir las funciones de dinero de crédito, aun-
que no sean de primera clase. Pero si la emisión de las notas de crédito bancarias
se usa para el financiamiento del Estado burgués, para cubrir sus gastos militares,
entonces las notas de crédito bancarias se transforman de dinero de crédito en dinero
papel. Las notas de crédito bancarias no cambiables, al igual que el dinero papel,
pueden emitirse en cantidad excedente y propensa a devaluarse en relación al oro.

12 Desde fines de 1958 en una serie de países (Inglaterra, Francia, RFA y otros) se introdujo la así llamada convertibi-
lidad de divisas, es decir que para los tenedores extranjeros de divisas quedó reservado el derecho de cambiarlos
(por ejemplo, las libras esterlinas, los francos, los marcos) por divisas extranjeras (el dólar y otros). Sin embargo,
esto no significa restablecer el libre cambio de notas de cambio bancarias por oro.
228 Francisco Chaparro Zapana

La transformación del dinero de crédito en papel moneda se produjo aun du-


rante la Primera Guerra Mundial. Entonces quedó prohibido cambiar las notas de
crédito bancarias por oro, y en lugar de su emisión en reemplazo de los cheques co-
merciales, comenzaron a emitirlas como garantía del Estado sobre las obligaciones
de largo plazo. En la medida en que los países en guerra emitían estas obligaciones
y las cambiaban por notas de crédito bancarias en los bancos emisores para cubrir
sus gastos militares, el incremento de la circulación de las notas de crédito bancarias
perdió todo vínculo con el volumen de la circulación mercantil, más bien, empezó a
reflejar el incremento de los gastos militares de los estados capitalistas. Tras la más-
cara de la emisión de notas de créditos bancarias se escondía la emisión de papel mo-
neda. De igual forma volvió a repetirse durante la Segunda Guerra Mundial. Después
de la guerra, en muchos países, la emisión de las notas de créditos bancarias continúa
sirviendo como fuente de financiamiento del Estado, el que las usa para cubrir sus
déficits presupuestales. Y las notas de crédito bancarias que reciben semejante deno-
minación, en realidad, son papel moneda.

6.5. La circulación de los cheques


Los cheques representan es sí las obligaciones giradas a los bancos para un
pago en dinero, los cuales son endosados por quienes poseen cuenta corriente en
vales especiales desglosados de un talonario de cheques. El cheque puede ser usa-
do directamente para obtener dinero del banco, pero también puede ser usado para
pagar las compras de mercancías o servicios. En la medida en que los cheques circu-
lan sirviendo como instrumentos de compra-venta de mercancías, estos cumplen la
función de medio de circulación.

En el contexto del capitalismo desarrollado, la circulación de los cheques cum-


ple una función muy importante. A la vez que en el comercio al por menor circula la
mayor parte de dinero en efectivo, en el comercio al por mayor en lo fundamental se
emplea la circulación de cheques.

7. LA CIRCULACIÓN DEL PAPEL MONEDA Y LA INFLACIÓN

7.1. Las diferencias entre el dinero papel y el dinero de crédito


El papel moneda se diferencia del dinero de crédito o de las notas de crédito
bancarias, por las siguientes referencias:
A) Según su origen, el papel moneda está vinculado a la función del dinero como
medio de circulación, mientras que las notas de crédito bancarias surgen sobre
la base de la función del dinero como medio de pago. Entonces, el Estado dota
al papel moneda de una fuerza artificial de pago.
B) Según el carácter de la emisión, el papel moneda se diferencia de las notas de
crédito bancarias porque no es emitido para acreditar la circulación mercantil,
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 229

sino para cubrir el déficit presupuestal relacionado estrechamente con fuertes


gastos militares.
C) Según su carácter de circulación, una vez emitido, el papel moneda tiene la
propiedad de estancarse sostenidamente (por largo tiempo) en los canales de
circulación, mientras que las notas de crédito retornan regularmente al banco
que las emite.
D) Según su relación con el oro, durante mucho tiempo las notas de crédito ban-
carias solían cambiarse por oro, mientras que el papel dinero se caracterizaba
por no ser libremente cambiable.
E) El dinero papel se diferencia por su inestabilidad, porque, por lo general, se
devalúa en relación con el oro, mientras que las notas de créditos bancarias
cambiables son estables.

7.2. Las leyes de la circulación del dinero papel


El dinero papel no cambiable es el representante del oro (o de la plata), pero
no de la cantidad nominal de oro que está consignada en él, sino de aquella cantidad
a la que en realidad sustituye. El Estado puede poner en circulación cualquier canti-
dad de dinero papel, pero no puede asignarle capacidad de compra a su antojo. Todo
el volumen de cualquier suma de dinero que fuese puesta en circulación representa
solo aquella cantidad de oro que en un determinado momento es necesaria para la
circulación. Por eso, si se emite papel dinero en una cantidad mayor que la cantidad
de oro requerida para la circulación, en un determinado momento, su devaluación en
relación al oro y las mercancías es una reacción natural frente a la emisión excesiva
de papel dinero. Si, por ejemplo, para servir a la circulación de mercancías y de pa-
gos se requieren 15 000 millones de dólares de dinero oro, y se han emitido 30 000
millones de papel moneda, entonces 1 dólar papel representará 0,5 de dólar oro, es
decir, el dinero papel se devalúa en la mitad.

Las leyes de la circulación del dinero papel se basan en las leyes de la circu-
lación del dinero metal. Pero la circulación del dinero papel se diferencia sustancial-
mente de la circulación del metálico, y sus leyes específicas se resumen en que:
1. El valor, representado por todo el volumen de dinero papel, está determinado
por el valor de aquella cantidad de oro (o plata) que se necesita para la circu-
lación.
2. El valor, representado por cada unidad de dinero papel (por ejemplo, el dólar
papel o el franco papel), corresponde al valor de aquella cantidad de oro (o
plata) necesaria para la circulación dividida entre la cantidad que en realidad
se encuentra en la circulación del dinero papel.
230 Francisco Chaparro Zapana

7.3. La inflación
La inflación no debe ser confundida con cualquier forma de devaluación del
dinero. La elevación de los precios de las mercancías, al igual que la devaluación del
dinero, puede producirse independientemente de la inflación; por ejemplo, a conse-
cuencia de la caída del valor del oro o como resultado de la elevación de los precios
por los monopolios. Semejante devaluación del dinero se produce incluso en presen-
cia de la divisa de oro; entonces, la inflación es un concepto aplicado solo al dinero
papel o a las notas de crédito bancarias.

La inflación es una sobresaturación de la esfera de la circulación por una


cantidad excesiva de signos monetarios, la misma que provoca su devaluación y
trae consigo la redistribución de la renta y la riqueza nacionales en provecho de
las clases explotadoras y en desmedro de las clases trabajadoras explotadas.

El Estado burgués recurre a la emisión excesiva del dinero papel cuando sus
finanzas atraviesan por una situación crítica13. En particular, la inflación es el rasgo
característico de los períodos de las grandes conflagraciones bélicas. Los enormes y
crecientes gastos militares no pueden ser financiados solo con los impuestos, ya que
el aumento de los impuestos a los trabajadores provoca siempre un rechazo frontal,
y las ganancias de los capitalistas son exoneradas de carga impositiva por el Estado
burgués. Entonces este recurre a la emisión del dinero papel, porque este mecanis-
mo tiene la ventaja de permitirle confiscar, de manera camuflada, una parte de los
ingresos de los trabajadores para el presupuesto nacional. La inflación actúa como
un impuesto encubierto.

La historia del capitalismo conoce numerosos ejemplos de inflación, aun des-


de los siglos XVIII y XIX. Así, una aguda inflación tiene lugar en los Estados Unidos
en los años 1775-1780, cuando libraban la guerra de la Independencia con el Rei-
no Unido. La segunda inflación, en los mismos Estados Unidos, se produjo en los
años 1861-1865, en el período de la guerra civil entre los estados del norte y el sur.
Una inflación descomunal se desató en Francia durante la revolución burguesa del
siglo XVIII. La cantidad de dinero emitida para la circulación (de las así llamadas
asignaciones) se incrementó de 400 millones en 1790 hasta los 46 000 millones de
libras en 1796, y el papel dinero se devaluó en relación a la plata casi en 280 veces.
En Inglaterra, la inflación sucedió a la suspensión del libre cambio de las notas de
crédito bancarias por oro en 1797 y continuó en el curso de las dos primeras décadas
del siglo XIX. El surgimiento de esta inflación estuvo ligado a la guerra de Inglaterra
contra Francia.

13 En algunos países (en particular en Rusia) la emisión excesiva de dinero papel la realizaba el Estado aun durante el
feudalismo.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 231

7.4. El carácter social clasista de la inflación


La inflación perjudica, antes que nada, a la clase trabajadora. A consecuencia
de la constante lucha de la clase obrera, el salario nominal empieza a elevarse, pero
después y más lentamente que los precios de los artículos de consumo de los traba-
jadores, lo que significa la caída del salario real.

Los campesinos pequeños productores de mercancías y los artesanos también


sufren pérdidas por la inflación, porque los precios de sus mercancías siempre se ele-
van más tarde y más lentamente que la producción de los grandes capitalistas indus-
triales, en consecuencia, su ingreso real cae. La pequeña burguesía también soporta
pérdidas y por eso en el curso de la inflación se devalúa el dinero ahorrado.

La inflación perjudica también a los empleados y pensionistas, en la medida


en que sus sueldos y pensiones no se elevan en correspondencia con la elevación de
los precios mercantiles, por cuya causa sus ingresos reales también caen.

Al ocasionar enormes pérdidas al proletariado y a las demás clases trabaja-


dores, las clases explotadoras se enriquecen empleando el mecanismo de la infla-
ción. La caída del salario real de los obreros, ocasionada por la inflación, trae consi-
go la elevación de las ganancias capitalistas. En adelante, los capitalistas industriales
y comerciales ganan como acreedores, amortizando los préstamos obtenidos de los
bancos con dinero devaluado. Los capitalistas de la industria bélica obtienen enor-
mes ganancias con la inflación, ya que el Estado burgués hace uso de la emisión del
dinero papel para la adquisición de armamentos con elevados precios.

Junto a los capitalistas (excepto los capitalistas del dinero, quienes soportan
pérdidas por la devolución monetaria), también se benefician con la inflación los
grandes terratenientes, quienes tienen la posibilidad de amortizar sus deudas con
dinero papel devaluado. Además, muchos terratenientes son al mismo tiempo em-
presarios agrícolas, por eso se benefician a costa de la disminución del salario real
de los obreros agrícolas.

7.5. Efectos negativos de la inflación sobre la economía nacional


La inflación ejerce una influencia destructiva sobre la economía nacional. Una
de sus principales consecuencias es la agudización de las desigualdades en la econo-
mía capitalista. Por estar ligada frecuentemente al incremento de los gastos militares,
la inflación favorece en gran medida a la elevación de los precios del armamento, a
la elevación de la tasa de ganancia en la industria bélica, hacia donde fluyen los capi-
tales expandiendo la industria bélica en perjuicio de la industria civil. La influencia
perniciosa de la inflación sobre la producción, también se manifiesta en que estimula
la fuga de capitales de la esfera de la producción a la esfera del comercio especula-
232 Francisco Chaparro Zapana

tivo, donde se obtienen en especial ganancias elevadas, debido a una rotación más
rápida del capital y por la elevación ostensible de los precios mercantiles.

Una inflación intensa genera la destrucción del comercio. A consecuencia


de la propagación desigual de la demanda inflacionaria hacia las diversas regiones,
se forman significativos desniveles de precios para unas mismas mercancías en los
diversos mercados del país, lo que conduce a la destrucción de las vías normales
del movimiento mercantil y a una especulación desenfrenada. La inflación también
desorganiza el comercio, porque distorsiona la normal estructura de demanda de
bienes de consumo; en tiempos de aguda inflación se observa “la fobia al dinero”, los
consumidores compran cualquier mercancía para librarse de una rápida devaluación
de dinero. Semejante “fobia al dinero” con frecuencia es acompañada por los fenó-
menos de una aguda escasez de mercancías.

La inflación, cuando alcanza elevados niveles, ejerce una influencia destructi-


va del sistema crediticio. Con semejante inflación resulta poco beneficioso el otorga-
miento del crédito, por cuanto los acreedores reciben en devolución por las deudas
un dinero devaluado. Por eso, en condiciones de una aguda inflación se observa una
contracción del crédito.

La inflación provoca una profunda depresión del sistema monetario. Du-


rante una aguda inflación, la circulación descarta el empleo del dinero papel, incluso
como unidad contable (ya que no puede ser más medida del valor) y obliga a trans-
ferir las cuentas al oro o a divisas extranjeras. El dinero papel, al ser confirmada la
devaluación, también es incapaz de servir como medio de atesoramiento. Con el es-
tallido de la inflación se reducen de igual modo las posibilidades de funcionamiento
del dinero papel en calidad de medio de pago, por cuanto los acreedores empiezan
a reclamar de los prestatarios pagos en oro o en divisas extranjeras. Finalmente,
cuando la inflación alcanza un punto culminante, el dinero papel termina siendo
incapaz de servir incluso como medio de circulación, los poseedores de mercancías
empiezan a exigir a cambio oro u otras mercancías, produciéndose el retorno de la
circulación mercantil al cambio directo de mercancías (o trueque).

De esta forma, la inflación, cuando adquiere mayor profundidad, provoca


un desbarajuste de todo el proceso de la reproducción capitalista. A la vez que se
profundiza el descontento de la clase obrera y demás sectores de la gran masa traba-
jadora, la inflación trae consigo la agudización de las contradicciones y la lucha de
las clases sociales.

7.6. Las reformas monetarias


Cuando la inflación ocasiona una fuerte destrucción de la economía nacional
también ocasiona una agudización de las contradicciones de clase, la cual se perfila
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 233

como una amenaza para el régimen existente. Es entonces que la misma clase capita-
lista termina interesándose por superar la inflación y estabilizar el sistema monetario.
Con este objeto, los estados burgueses llevaron a cabo muchas reformas monetarias,
mediante los siguientes métodos: 1. La nulidad del dinero papel devaluado, es decir,
declarándolo no vigente; 2. La restauración de la divisa monetaria anterior, es decir,
el restablecimiento del cambio de los signos monetarios por oro según su valor no-
minal; y 3. La devaluación del dinero, es decir, mediante la disminución del conteni-
do metálico de cada unidad monetaria.

La anulación del dinero papel se llevó a cabo en Francia por una ley de 1797,
la que disponía la nulidad del dinero papel circulante fuertemente devaluado (los
así llamados “asignatarios” y los “mandatos de la tierra”). Desde entonces Francia
retornó a la circulación metálica.

La restauración de la divisa de oro tuvo lugar en Inglaterra en 1821, cuando se


restableció el cambio de las notas de crédito del Banco de Inglaterra según su valor
nominal, es decir, que por cada libra esterlina cambiada por notas de crédito banca-
rias se podía obtener del banco una libra esterlina en moneda oro.

Como ejemplos de devaluación podemos tomar las dos reformas monetarias


llevadas a cabo en el siglo XIX en Rusia. La reforma de 1839-1843 se puso de ma-
nifiesto en que los billetes de papel moneda devaluados eran cambiados por billetes
de crédito bancario –con una tasa de cambio de 3,5 rublos por 1 rublo de plata–, los
cuales, a su vez, eran sujetos de cambio por oro y plata conforme su valor nominal.
Según la reforma monetaria de 1897, los así denominados “billetes de crédito”, los
cuales de hecho se habían transformado en dinero papel, y cuya cambiabilidad ha-
bía sido suspendida desde la época de la guerra de Crimea (1853-1856), volvieron
nuevamente a ser cambiados por monedas de oro según su valor nominal (rublo por
rublo), pero a su vez el contenido de oro del rublo quedó disminuido en un 1/3 (de
26,1 hasta 17,4 partes de oro puro).

7.7. Crítica a las diversas interpretaciones burguesas del proceso inflacio-


nario
Tergiversando la esencia y las causas de la inflación, los economistas bur-
gueses frecuentemente identifican la inflación con la elevación general de los pre-
cios mercantiles. Así, por ejemplo, los economistas burgueses estadounidenses F.
Luthringer, L. V. Chandler, D. C. Cline y otros comparten la siguiente definición:
“Cualquier período, en el cual el nivel de los precios se eleva, sea este un cambio
secular, cíclico o irregular, es un período inflacionario”14.

14 Luthringer, G. F.; L. V. Chandler and D. C. Cline. Money Credit and Finance. Boston, 1938, p. 140.
234 Francisco Chaparro Zapana

La falsedad más importante de esta definición radica en que bajo el concepto


de “inflación” se comprende todas las formas de elevación general de los precios
mercantiles sin considerar las causas que las provocan. Pero el incremento de precios
puede tener tanto un carácter inflacionario como no inflacionario. Si la elevación
de los precios está determinada por la sobresaturación de los canales de la circu-
lación por signos monetarios, entonces esta es una inflación. Si la elevación de
precios es provocada por otras causas, por ejemplo, por la disminución del valor del
oro, la imposición de precios elevados por los monopolios, o por el incremento de la
demanda por encima de la oferta de las mercancías en los momentos de expansión
industrial, entonces, no hay ningún fundamento para adscribirla al concepto de “in-
flación”. Al proceder así, los economistas burgueses pretenden expiar de culpa a los
monopolios por la elevación de los precios y, también, explicar la alternancia del
auge y la crisis como consecuencia de las oscilaciones de la circulación monetaria y
no como obra de las contradicciones de la producción capitalista.

Los economistas burgueses, por lo general, ocultan la relación entre la infla-


ción y la elevación de los gastos militares de las potencias imperialistas. También
ocultan o incluso niegan abiertamente las consecuencias perniciosas de la inflación
para la clase obrera. Por ejemplo, el economista inglés G. Hutton, tergiversando la
realidad, anuncia que con la inflación “los obreros más sólidamente organizados
actúan en mejores condiciones: los trade-uniones”15.

Muchos de aquellos economistas incluso responsabilizan a la clase obrera por


la inflación. Para este propósito sirve la difundida teoría burguesa contemporánea de
la “espiral inflacionaria de los salarios y los precios”. Por ejemplo, los partidarios de
esta teoría, los economistas estadounidenses Hart, Chandler y otros, como también
los socialistas de derecha, sostienen que la elevación del salario que obtienen los
obreros con ayuda de los sindicatos provoca el incremento de los precios, y que este
trae consigo una nueva elevación del salario, y así sucesivamente. En ello se expresa
la afamada “espiral inflacionaria”.

La base teórica de esta errada concepción se fundamenta en la teoría burguesa


de los gastos de producción, según la cual el salario, por ser uno de los elementos de
los gastos de producción, elevaría el nivel de los precios mercantiles. Sin embargo,
los precios de las mercancías son determinados por el valor y no por los gastos de
producción. La elevación del salario en condiciones uniformemente estables trae
consigo no una elevación de los precios, sino una reducción en la ganancia de los
capitalistas.

La teoría de “la espiral inflacionaria del salario y los precios” es inconsis-


tente desde sus propias raíces, ya que tergiversa la relación causal de los fenóme-

15 Hutton, G. Inflation and Society. London, 1960, p.107.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 235

nos presentando la consecuencia como la causa. La inflación, puesta de manifiesto


en la elevación de los precios mercantiles, concita una lucha tenaz de los trabajado-
res por la elevación del salario monetario, y no al revés. Es decir, que la elevación
del salario de ningún modo es la causa de la inflación. La orientación clasista y el
carácter reaccionario de la teoría de la “espiral inflacionaria” consiste en que, deposi-
tando la responsabilidad de la inflación en la clase obrera, justifica la brutal ofensiva
de la burguesía sobre el nivel de vida de los trabajadores, e intenta fundamentar la
política de “congelamiento” de salarios aplicada por los Gobiernos burgueses (bajo
el eslogan de la “lucha contra la inflación”).

8. LAS PARTICULARIDADES DE LA INFLACIÓN EN EL CAPITALISMO CON-


TEMPORÁNEO

8.1. Las dimensiones mundiales de la inflación


En los siglos XVIII y XIX, la inflación tenía un carácter mayormente local, es
decir, que afectaba en uno u otro período solo a un país. Por el contrario, en la época
de la crisis general del capitalismo la inflación no se localiza, sino que envuelve al
mundo capitalista entero. Aun en los años de la Primera Guerra Mundial, la inflación
se producía al mismo tiempo en varios países protagonistas de la guerra –Inglate-
rra, Francia, Alemania, Rusia y otros–. La crisis económica mundial de 1929-1933,
tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados, y la Segunda Guerra
Mundial desencadenaron el torbellino de una enorme inflación en todo el mundo
capitalista.

La dimensión mundial de la inflación está relacionada no solo con la dimen-


sión mundial de la guerra, sino con las causas que en forma directa generan la in-
flación, como son las enormes sumas en gastos militares y los déficits en los presu-
puestos nacionales, los cuales se ponen de manifiesto en todos los países del sistema
capitalista.

8.2. El carácter prolongado de la inflación


La inflación tuvo un carácter esporádico durante los siglos XVIII y XIX, en-
tonces, los períodos de su relativa corta duración se alternaban con otros de larga
duración de funcionamiento de las divisas estables16. Por el contrario, en la época
de la crisis general del capitalismo, la inflación se hace casi un fenómeno crónico.
Los períodos de permanencia de las divisas relativamente estables se presentan solo
como intervalos relativamente breves en medio de los períodos de inflación prolon-
gada. Así, de los 25 años transcurridos desde el inicio de la Primera Guerra Mundial
hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de divisas capitalistas se

16 La Rusia zarista fue una excepción, donde la inflación se prolongó, y la moneda de oro estable fue introducida solo
a fines del siglo XIX.
236 Francisco Chaparro Zapana

mantuvo estable solamente durante 5 años (1924-1928). En los siguientes 25 años,


que incluyen la Segunda Guerra Mundial y los años posteriores, en algunos países
capitalistas la inflación fue permanente, y en otros, de un prolongado período.

La inflación prolongada, casi crónica, era determinada por una profunda


contracción de la economía capitalista y sus finanzas en las condiciones de la
crisis general del capitalismo. En la etapa premonopolista del capitalismo, su eco-
nomía era relativamente estable.

Las grandes guerras transcurridas de tiempo en tiempo generaban en uno u


otro país una inflación de corta duración, pero al final de la guerra la inflación como
siempre era superada rápidamente. La situación, sin embargo, es otra durante la cri-
sis general del capitalismo, cuando la economía capitalista experimenta profundas
conmociones y no por breves plazos, sino que es permanentemente inestable. El mi-
litarismo se transforma en el mundo capitalista en un fenómeno crónico; los gastos
militares alcanzan dimensiones colosales, se desbarajustan las finanzas del Estado y
la inflación se hace casi crónica.

8.3. La inflación sirve también como instrumento para obtener una elevada
ganancia de monopolio
En las condiciones del capitalismo monopolista, la inflación sirve también
como una de las palancas empleadas por la burguesía monopolista para obtener ele-
vadas ganancias. Como los precios de las mercancías de las empresas monopolistas,
en especial en los períodos de inflación, se incrementan fuertemente, los monopolios
se apropian de la mayor parte de la superganancia inflacionaria total obtenida por
toda la clase capitalista.

Los monopolios no solo se valen en mayor grado de la situación inflacionaria


para elevar los precios de sus mercancías, sino que disponen de mayores posibilida-
des de reacción contra la elevación del salario nominal, empleando tanto su propio
poderío económico como también la fuerza del Estado burgués para aprobar leyes
que disponen el “congelamiento” de los salarios.

Los monopolios se valen de la inflación para reforzar no solo la explotación de


los asalariados, sino también de los pequeños productores. Aquí tiene gran importan-
cia el hecho de que en las condiciones de una inflación, los precios de los productos
de los pequeños productores se elevan más lenta y menos intensamente que los pro-
ductos de la industria monopolizada.

Como los monopolios venden sus mercancías a precios elevados y compran


productos de los campesinos y artesanos a precios relativamente bajos, se enriquecen
a costa de apropiarse de una parte significativa del valor creado por el trabajo de los
pequeños productores.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 237

Los monopolios usan también la inflación para redistribuir a su favor la plus-


valía en perjuicio de la burguesía no monopolista. El problema radica en que la de-
manda inflacionaria adicional la plantea el Estado burgués, ante todo, para las mer-
cancías de las empresas monopolistas (armas, pertrechos, equipos militares, etc.), las
cuales se benefician con precios elevados de los pedidos estatales. Con esa finalidad
la emisión monetaria adicional se la emplea abiertamente para el financiamiento de
los monopolios. Mientras tanto, a las empresas no monopolistas la demanda infla-
cionaria les llega más tarde y en menor grado, por cuya razón los precios de sus mer-
cancías se elevan más lentamente que las mercancías de la industria monopolizada.
Por eso, la inflación altera la correlación de los precios de las diversas mercancías en
favor de la burguesía monopolista y en perjuicio de los productores independientes
(out saiders), y trae consigo la redistribución del volumen total de la plusvalía en
beneficio de los monopolistas.

8.4. Los nuevos fenómenos en el mecanismo de la inflación


Durante los siglos XVIII y XIX, la inflación se realizaba generalmente a través
del mecanismo de emisión del papel moneda por el tesoro público. En el siglo XX los
Estados burgueses, como regla, no usan la emisión de bonos del tesoro público para
financiar sus déficits presupuestales, sino la emisión de notas de crédito bancarias no
cambiable por los bancos emisores. Debido a ello es que la inflación externamente
actúa en forma de crédito; su mecanismo opera así: el Estado emite letras de cambio
del tesoro público y las deposita en la cuenta del banco emisor, obteniendo de este
último préstamos en forma de notas de crédito bancarias no cambiables por oro, y
también sumas de dinero colocadas en la cuenta corriente del tesoro público. Con
estos medios monetarios, el Estado cancela cuentas con los abastecedores de armas,
con los oficiales militares, con los funcionarios, etc. Tras la careta de la emisión de
notas de crédito y cheques bancarios, aquí se esconde la emisión inflacionaria del
dinero papel.

En el contexto del capitalismo contemporáneo, el proceso inflacionario in-


cluye en sí no solo la emisión de una cantidad excesiva de notas de crédito banca-
rias, sino también una elevación inflacionaria de los depósitos bancarios. Cuando
los bancos abren en una línea de crédito las cuentas corrientes a sus clientes y estos
firman los cheques y los usan para comprar los papeles estatales valorados, enton-
ces, la circulación de cheques bancarios gira en base a tales “depósitos ficticios”,
se desvincula de las reales necesidades de la circulación mercantil, haciéndose tan
excesiva como la circulación de las notas de crédito bancarias.

En las condiciones del capitalismo contemporáneo las devaluaciones mone-


tarias también adquieren un nuevo aspecto. En el siglo XIX las devaluaciones por
lo general eran acompañadas por el restablecimiento del cambio de los signos del
valor por oro, mientras ellas servían como método de estabilización de las divisas.
238 Francisco Chaparro Zapana

Pero, desde la década del treinta de siglo XX las devaluaciones ya no se acompañan


por las vueltas al estándar oro, y tampoco conducen a la estabilización de las divisas.
Por ejemplo, en 1934 se produjo la devaluación del dólar (su contenido de oro fue
disminuido de 1/20 a 1/35 de una onza de oro) sin el respectivo restablecimiento de
la divisa de oro, y en adelante el dólar continuó devaluándose. En 1949, 37 países
capitalistas, incluida Inglaterra, y en 1967, Inglaterra y 20 países más, devaluaron
sus unidades monetarias, igualmente, sin introducir una divisa de oro estable.

8.5. El nivel inflacionario en los diversos países


En resumen, tanto durante la inflación del período de la guerra como en la de
posguerra, se observa una gran desproporción entre el incremento de la masa mone-
taria y la ampliación de la producción. Esto se evidencia en el siguiente cuadro:

Índices de la masa monetaria y de


la producción industrial en 1966
Masa monetaria en circulación
(1937 = 100)
PAÍSES
En miles de millones Producción
Masa monetaria
1937 1966 industrial

Estados Unidos 5,5 39,0 709 370


Inglaterra 0,46 2,8 609 200
Francia 0,94 69,9 7436 294
Italia 18 4567 25372 462
Japón 2 2589 129450 530

Fuente: International Financial Statistics de los años correspondientes.

Los datos del cuadro muestran que en los países capitalistas, desde 1937 hasta
1966, la masa monetaria se incrementó significativamente: en los Estados Unidos en
7 veces; en Inglaterra en 6,1; en Francia en más de 74; en Italia casi en 254; en Japón
en 1295 veces. En todos estos países este crecimiento supera en mucho al crecimien-
to de la producción industrial, producción que durante este período se incrementó en
los Estados Unidos en 3,7 veces; en Inglaterra en 2; en Francia en 2,9; en Italia en
4,6; en Japón en 5,3 veces. Además de poner en circulación los bancos emisores una
cantidad excedente de signos monetarios, tenía lugar también un aumento inflacio-
nario de los depósitos bancarios.

La inflación se puso de manifiesto en la caída significativa de la capacidad


adquisitiva del dinero. El índice de precios al por mayor se elevó de 1937 a 1966 en
los Estados Unidos en 2,2 veces; en Inglaterra, en 3,9 veces; en Francia, casi en 40
veces; en Italia, en 56; en Japón, en 272 veces. La inflación en los países capitalistas,
posterior a la Segunda Guerra Mundial, está estrechamente ligada a la carrera arma-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 239

mentista y confirma la profunda contracción de la circulación monetaria, que es una


de las expresiones de la crisis de todo el sistema capitalista.

Tanto en amplitud como en su grado de profundad y agudeza, los procesos


inflacionarios son distintos en los diversos países y en los diferentes períodos histó-
ricos. Para las principales potencias imperialistas la inflación fue mayor en Francia,
Italia y Japón durante la Segunda Guerra Mundial y en los primeros años posteriores
a la misma. Esto se debió a que en dichos países, a consecuencia de la guerra, al
enorme incremento de la masa monetaria se le contraponía una producción decre-
ciente de mercancías (el volumen de la producción industrial anterior a la guerra solo
fue recuperado en Francia e Italia en 1948 y en Japón en 1952). En los años cincuen-
ta y en la primera mitad de los sesenta, el ritmo de crecimiento de la masa monetaria
en los países capitalistas desarrollados se redujo significativamente en comparación
con el de los años cuarenta, mientras que el volumen de la producción creció noto-
riamente, en contraposición al desarrollo del proceso inflacionario.

La expansión de la masa monetaria en la mayoría de países continúa, más


o menos, superando al crecimiento de la producción, lo que motiva un proceso
inflacionario. Así, desde 1960 hasta 1966, en Inglaterra, la cantidad de dinero
en circulación aumentó en 34% y la producción industrial solo en 19%; para
Francia los índices respectivos son 73% y 36%; para Italia, 91% y 54%; y para
Japón, 136% y 95%.

Una muestra innegable de inestabilidad monetaria en la segunda mitad del


siglo XX fue la devaluación de la libra esterlina inglesa en noviembre de 1967,
puesta de manifiesto en la disminución del tipo de cambio de L1 = $2,8 a L1 = $2,4.
La devaluación de la libra esterlina trajo consigo la elevación generalizada de los
precios en Inglaterra. Esta devaluación afectó a los sistemas monetarios de más de
veinte países.

En esta misma etapa, la inflación ha sido más aguda en los países económica-
mente menos desarrollados, en especial en América Latina. En estos países, por su
mayor dependencia económica de los EE. UU., los gastos de sus presupuestos nacio-
nales han superado sistemáticamente a sus ingresos, y el déficit se cubre mediante la
emisión inflacionaria de dinero papel. En un período relativamente corto, de 1960 a
1966, la cantidad de dinero en circulación se incrementó en Argentina en 3,6 veces;
en Brasil en 12,8 veces; y en Chile en 6,4 veces. Este incremento supera significati-
vamente a la circulación mercantil (por ejemplo, durante este período, en Argentina
la producción industrial aumentó solo en 22%; y en Chile, en 46%), ocasionando una
aguda devaluación de las monedas latinoamericanas.

De todo lo expuesto, se evidencia que el capitalismo contemporáneo se carac-


teriza por un profundo desorden en su sistema monetario.
240 Francisco Chaparro Zapana

8.6. La actual crisis financiera global y la guerra monetaria


Harry Dexter White, uno de los fundadores de las instituciones de Bretton
Woods (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, etc.), comentó en cierta
ocasión que las guerras monetarias son la forma más destructiva de guerra económi-
ca. La guerra económica conduce por último a la guerra armada.

A inicios del 2010 la actual crisis financiera global lleva ya tres años de su
irrupción en escena, y desde entonces no hace más que agravarse. En sus expresio-
nes manifiestas, esta crisis –como dice Raúl Sagastizabal17– es el resultado de una
combinación peligrosa: especulación y avaricia, promoción abierta y activa de la
apertura de los mercados de capital a bancos extranjeros e instrumentos financieros
innovadores, y falta de control y regulación. Y los culpables directos son: la banca
y las instituciones financieras privadas, con la complicidad de las calificadoras de
riesgo crediticio, los organismos multilaterales de crédito, promotores activos de la
apertura de los mercados de capital y de los instrumentos financieros estructurados,
y finalmente los Gobiernos, que deciden en exclusiva, por un lado, en qué invierten
sus fondos soberanos, y por otro la regulación y los controles internos. Los miles de
millones de dólares volcados en la banca en sucesivos rescates ponen en evidencia la
magnitud del problema en las potencias imperialistas industrializadas.

El foro elegido para buscar una salida concertada, el Grupo de los 20 (G-20),
hace suponer que estamos ante la incapacidad de los líderes de las grandes potencias de
dar una respuesta desde foros más cerrados, como el G-5 o el G-8, o bien, simplemente,
ante una estrategia de reparto de costos para cuando repercutan los mayores impactos
globales. Los países en desarrollo y las economías en transición, muchos de las cuales
no tienen ni arte ni parte en la crisis ni en la solución, pagarán culpas ajenas con más
pobreza y desempleo, y endeudándose nuevamente, a cambio de promesas de mayor
participación en la toma de decisiones, que tendrá lugar, si es que se concretan, entre el
2010 y el 2011. De los países en desarrollo de América Latina, hay dos señales a tener en
cuenta: Brasil aportará 10 000 millones de dólares para recapitalizar el FMI; México, por
el contrario, solicita una línea de crédito del organismo por 47 000 millones. Una tercera
señal es la falta de un foro político regional para actuar como bloque, con más fuerza
que aisladamente, para tratar de evitar las consecuencias más penosas y obtener algo en
contrapartida por cargar con costos ajenos.

China, por su parte, que es la tercera economía del mundo, cobra fuerza como
actor en la toma de decisiones reclamando un lugar de par en la mesa chica, y a cam-
bio acepta poner más recursos para reactivar la economía mundial, mientras mantie-
ne su propia estrategia de liderazgo comercial de facto, mediante acuerdos y swaps
bilaterales y regionales. En los últimos tres meses el gigante asiático ha celebrado
swaps por más de 100 000 millones de dólares, ingresando como país miembro en

17 Sagastizabal Raúl. "Crisis financiera global y guerra monetaria". In Depth News Analisis That Matters. Montevideo, 2009.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 241

el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y liderando el reclamo de reforma de


la condicionalidad del FMI y de la redistribución del poder de voto en el organismo
(su poder de voto en el FMI es de tan solo 3,67%, en tanto que el de EE. UU. es de
16,83%). Los países industrializados, aunque en forma calculada, culpan a EE. UU.
por la crisis, en tanto este sostiene que su capacidad de consumo no puede ser el
único motor del crecimiento, y que este último arrastró al mundo durante el reciente
ciclo ascendente. Sin embargo, en esta crisis hay muchas responsabilidades y culpas
compartidas.

Entre tanto, sobre la crisis se ha montado un debate económico y monetario,


casi una guerra monetaria. Algunos líderes del mundo hablan de un nuevo orden eco-
nómico internacional y otros adelantan un nuevo orden mundial multipolar. Desde
comienzos de marzo del 2008 la ruta a la cumbre de Londres aparecía jalonada de
obstáculos insalvables. En particular, en cuanto a las medidas inmediatas: la posi-
ción de EE. UU., que pedía un gran estímulo fiscal y rechazaba la idea de crear un
superregulador y la de la Unión Europea que se negaba a inyectar dinero público en
la economía y hacía hincapié exclusivamente en una mayor regulación y supervisión
interna e internacional.

En el camino aparecieron otros debates, como el papel de China en la mesa


de las decisiones, urgencia de fondos de algunas economías emergentes y países
en desarrollo, los paraísos fiscales y la reforma de los organismos multilaterales
de crédito. Y algunas sorpresas, como el documento del gobernador del Banco de
China, proponiendo la creación de una nueva supermoneda de reserva, que podría
ser el derecho especial de giro (DEG) del FMI. De inmediato la propuesta fue apo-
yada por Rusia, que ya había hecho un pedido similar, considerada legítima por el
FMI, e impulsada rápidamente por el premio Nobel Joseph Stiglitz, quien desde su
Comisión en la ONU adelanta que podría estar en curso en apenas doce meses. La
otra sorpresa, tal vez mayor, es que todos coinciden en reflotar a los organismos
multilaterales de crédito, FMI y Banco Mundial, que llevan ya una larga década de
desprestigio, tras tantos fracasos en la prevención y solución de crisis, episodios de
corrupción y cuestionados resultados en materia de desarrollo, y que además, como
ya se mencionó, son parte del problema. Los líderes del G-20 han acordado aumentar
sus recursos para apagar el incendio en las economías emergentes y países en desa-
rrollo y por ahora han prometido un cambio en la condicionalidad y poder de voto.
La magnitud del aumento indica la gravedad de los impactos previstos. Entre tanto
varios países iniciaron una devaluación competitiva de los tipos de cambio y otros
tantos adoptaron una gran cantidad de medidas proteccionistas.

El presidente Barak Obama llegó a la cumbre morigerando el tono de las dife-


rencias. Reconoció que las medidas que propone son costosas y que los contribuyen-
tes reclaman certeza sobre el destino de ese dinero. Que temen que los Gobiernos
sigan poniendo dinero en rescatar a la banca, a la que consideran responsable de
esta catástrofe, sin consecuencias para la solución de sus problemas concretos. Sos-
242 Francisco Chaparro Zapana

tuvo, asimismo, que EE. UU. no podía solo, que no estaba allí buscando culpables
sino soluciones, y que la gente esperaba una muestra firme de esfuerzos concerta-
dos. No dejó de mencionar, sin embargo, que los países no podían esperar aumentar
sus ingresos de exportación sobre el irracional consumo estadounidense. Finalmente
sostuvo que confiaba en llegar a una postura común. Contó no solo con el apoyo
británico frente al eje Alemania-Francia en la pelea entre estímulo fiscal o mayor
regulación, sino que otros países, como los del BRIC (Brasil, Rusia, India y China),
por ejemplo, compartieron su postura de impulsar la demanda y el consumo para
reactivar el comercio y la economía en general. La suerte estaba echada: lo peor que
podía pasar en Londres era que entre todos empeoraran las cosas. Entre bastidores
primó la urgencia, y finalmente llegaron, por temor, a una solución de compromiso.

Ahora parece asomar un mundo multipolar en el que ya se vislumbran tres


grandes bloques: el anglosajón; el de Alemania y Rusia + Francia, y el de China y sus
vecinos asiáticos. Cada polo parece dispuesto a pelear por su espacio y suponemos
nuevamente a arrastrar a los países menores, que a lo sumo solo podrán elegir dónde
alinearse. Repasemos escuetamente la nueva agenda planteada por los principales
actores de este tiempo turbulento:

Por ejemplo, la Unión Europea adopta un enfoque diferente frente a la crisis


financiera. Las autoridades de EE. UU. han pedido repetidamente a los países de la
UE que tomen medidas de estímulo fiscal para impulsar la demanda, como medio
para salir de la actual crisis financiera. En vísperas de la cumbre de la UE, Angela
Merkel y el presidente francés Nicolás Sarkozy recalcaron que la posición común
de la UE para la cumbre de Londres se centrará en la construcción de un nuevo sis-
tema financiero internacional. Esta posición fue adoptada por todos los líderes de
la UE. En la reunión de los ministros de finanzas y autoridades de bancos centrales
de los países del G-20, del 14 de marzo de 2008, Brasil, Rusia, India y China, que
conforman el BRIC, pidieron la adopción de medidas inmediatas para ampliar el
poder de esos cuatro países en el FMI. Aparentemente existen desacuerdos incluso
entre los tres grandes de la UE, Gran Bretaña, Francia y Alemania. Estos dos últimos
temen ahora que en la cumbre de Londres, Gran Bretaña cambie su actual postura y
apoye finalmente a EE. UU., lo que debilitaría la posición europea común. La actual
crisis financiera mundial trae consigo una oportunidad para crear un nuevo orden
económico, sostuvieron la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro
holandés, Jan Peter Balkenende.

Las máximas autoridades de Alemania culpan a EE. UU. por la crisis financie-
ra. “Estados Unidos, y permítanme enfatizarlo, Estados Unidos, es el único culpable
por la crisis financiera (…) no Europa, ni la República Federal de Alemania”. El mi-
nistro de Finanzas alemán predijo además que “el mundo nunca más será como era
antes de la crisis; el sistema financiero se volverá más multipolar. Wall Street nunca
más será lo que fue”.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 243

Las medidas adoptadas por Suiza encienden la chispa de una guerra mo-
netaria. El Banco Nacional de Suiza intervino en el mercado de cambios para
devaluar el franco suizo: esta es la primera vez que un gran banco central in-
terviene en este sentido, desde que Japón hizo lo propio en 2004, para devaluar
el yen. “Esta medida es el inicio de guerras monetarias”, dijo Chris Turner, de
ING Financial Markets. Países de todo el mundo, enfrentados con el problema
de tasas de interés cero, pueden considerar aceptable intervenir para devaluar sus
monedas a modo de facilitar las condiciones monetarias, dijo, y agregó que otras
economías dependientes de las exportaciones, como Japón, probablemente estén
“a la cabeza de la cola”.

El estallido de la actual crisis y su propagación en el mundo nos plantea una


pregunta de larga data que aún no tiene respuesta; qué tipo de moneda de reserva
internacional necesitamos para garantizar la estabilidad financiera global y el creci-
miento económico mundial, que fue uno de los objetivos del FMI. Confiar parte de
las reservas de los países miembros a la administración centralizada del FMI debe
mejorar la capacidad de la comunidad internacional para enfrentar las crisis y man-
tener la estabilidad del sistema monetario y financiero internacional, ampliando el
papel de los derechos especiales de giro (DEG).

China pide la creación de una nueva moneda que eventualmente reemplace


al dólar como parámetro mundial, reflejando un creciente descontento con el papel
de los EE. UU. en la economía global. La inusitada propuesta, formulada por el
gobernador del Banco Central de China, Zhou Xiaochuan, en un ensayo publicado
ayer en Beijing, es parte del firme y progresivo enfoque de China en la búsqueda de
una respuesta global a la crisis financiera. La propuesta del gobernador Zhou fue
presentada en medio de los preparativos para la Cumbre de Países Industrializados
y en Desarrollo, el Grupo de los 20, prevista para la próxima semana, en Londres.
En el pasado, en esas reuniones, las naciones desarrolladas han criticado las políticas
económicas y monetarias de China. Esta vez China está a la ofensiva, respaldada
por otras economías emergentes, como Rusia, dejando claro que quiere un nuevo
orden económico mundial menos dominado por los EE. UU. y otras naciones ricas.
Al igual que China, Rusia recomienda que sea el FMI el que emita la nueva moneda,
e hizo hincapié en la necesidad de actualizar el “obsoleto orden económico mundial
unipolar”.

La nueva moneda de reserva podría llegar rápidamente. La propuesta de un


sistema de moneda de reserva basado en la unidad del FMI, en lugar del dólar de
los EE. UU., presentada por China, podría introducirse paulatinamente en el curso
de un año, reiteró el economista premio Nobel Joseph Stiglitz, porque “El sistema
de reserva basado en el dólar es deflacionario, inestable y conlleva además algunas
desigualdades”.
CAPÍTULO VII

El capital y la plusvalía

1. LA PROPIEDAD PRIVADA CAPITALISTA DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN


Ningún fenómeno de la sociedad capitalista puede ser comprendido ni ex-
plicado a cabalidad sin el estudio de las relaciones de producción del sistema. La
base esencial del régimen burgués es la propiedad capitalista sobre los medios de
producción, a la cual no se la debe confundir de ningún modo con la propiedad
privada de los medios de consumo.

1.1. Los rasgos esenciales de la propiedad capitalista


A diferencia de la pequeña propiedad privada de la economía mercantil simple,
caracterizada por la unidad entre la propiedad y el trabajo, la propiedad capitalista
se caracteriza por la disociación entre la propiedad y el trabajo. En el capitalismo,
los medios de producción son de propiedad privada de los capitalistas, quienes al
producir bienes y servicios no gastan su propio trabajo, sino el trabajo ajeno, porque
los productores directos son los trabajadores asalariados. La característica esencial
de la propiedad capitalista es que sirve como base de la explotación del trabajo
asalariado.

En el capitalismo, cuyo sistema de propiedad privada es el más evolucionado


de los modos de producción, los agentes económicos fundamentales son: la clase
empresarial capitalista, propietaria de los medios de producción, y la clase traba-
jadora asalariada, privada de aquellos medios. La interacción económica de ambas
clases se reproduce sobre la base de la sistemática reproducción del plusproducto
bajo la forma de plusvalía (fuente material de la ganancia capitalista), cuyo elemen-
to constituye, a su vez, la fuerza motriz propulsora del propio sistema económico
capitalista.

1.2. Las principales formas de propiedad capitalista


La primera forma de propiedad capitalista es la propiedad individual de los
medios de producción, predominante durante las etapas del capitalismo mercantil y
de la libre competencia.

Al desarrollarse y consolidarse la producción capitalista en gran escala, se ini-


cia el desarrollo acelerado de la forma de propiedad capitalista asociativa o corpo-
246 Francisco Chaparro Zapana

rativa, o sea la propiedad de las compañías accionistas. En la época del imperialismo


esta segunda forma de propiedad se hace predominante, la cual actúa en gran medida
como propiedad monopólica u oligopólica de las más grandes corporaciones.

Los economistas burgueses ocultan la naturaleza social de clase de la propie-


dad capitalista corporativa, presentándola en forma de propiedad “popular” y al capi-
talismo contemporáneo como “capitalismo popular”. Pero en realidad la naturaleza
económico-social esencial de la propiedad capitalista corporativa no difiere de la
forma de propiedad individual. A una y otra les son característicos dos rasgos fun-
damentales, inherentes a cualquier forma de propiedad capitalista: 1. La separación
entre el trabajo y la propiedad de los medios de producción, los cuales pertenecen a
los capitalistas; y 2. El uso de la propiedad de los medios de producción como medio
de explotación del trabajo asalariado.

La tercera forma de propiedad es la propiedad capitalista estatal. Aún en el


siglo XIX, en algunos países capitalistas (Alemania, Francia, EE. UU., incluso el
Perú), los ferrocarriles y algunas empresas productoras de bienes y servicios también
eran de propiedad del Estado, pero dicha forma de propiedad adquiere su mayor de-
sarrollo en el capitalismo contemporáneo. Por ejemplo, después de la Segunda Gue-
rra Mundial en Inglaterra fueron estatizados: la industria del carbón, las centrales
eléctricas, el transporte ferroviario y la banca; y en el Perú, durante la primera mitad
de la década del setenta, se constituyeron la gran mayoría de empresas estatales,
entre ellas: Petroperú, Mineroperú, Hierroperú, Electroperú, etc.

Los economistas burgueses, al distorsionar la naturaleza de la propiedad es-


tatal capitalista, tratan de presentarla como una forma de propiedad no capitalista.
Incluso hay corrientes teóricas reformistas de diversas tendencias que sostienen que
la propiedad estatal en los países capitalistas constituye un elemento del socialismo,
cuyo fenómeno es tema de ardua discusión. Sin embargo, semejantes teorías aún no
tienen suficiente asidero en la realidad, porque el Estado burgués continúa siendo
un órgano de dominación de la clase capitalista. Mientras tanto, la propiedad estatal
burguesa sobre algunos medios de producción es solo una variante especial de la
propiedad capitalista, ya que: 1. Ella pertenece y sirve a la clase capitalista, mientras
acapare el poder en beneficio de los capitalistas y en desmedro de las clases trabaja-
doras; y 2. Porque sirve de instrumento de explotación del trabajo asalariado.

2. LA TRANSFORMACIÓN DEL DINERO EN CAPITAL

2.1. La circulación mercantil simple, la fórmula general del capital y su con-


tradicción
En la sociedad capitalista, tanto los medios de producción como el dinero, al
concentrarse en manos de los capitalistas, se transforman en capital.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 247

A diferencia de la circulación mercantil simple (M - D - M), la circulación del


dinero como capital (D - M - D) se pone de manifiesto en que el capitalista compra
inicialmente con dinero determinadas mercancías y solo después de vender sus mer-
cancías recupera de la circulación su dinero. La fórmula D - M - D es la fórmula
general del capital, porque en todos los sectores de la economía capitalista el movi-
miento del capital transcurre de esta forma.

Los rasgos comunes entre la circulación mercantil simple y la circulación del


dinero como capital son:
En primer lugar, ambos procesos de circulación están conformados de dos
fases: la venta y la compra.
En segundo lugar, en cada una de esas dos fases figuran los mismos elemen-
tos: la mercancía y el dinero.
Y en tercer lugar, en ambos procesos de circulación los hombres se vinculan
entre sí como vendedores y compradores.

Pero, al mismo tiempo, entre ambos procesos de circulación hay diferencias


sustanciales:

La primera diferencia es que las mismas fases de la circulación tienen una


continuidad contrapuesta. La circulación mercantil simple se inicia con la venta
y culmina con la compra. La circulación del dinero como capital se inicia con la
compra y culmina con la venta. Por consiguiente, la circulación mercantil simple
representa en sí una venta para efectuar una compra, mientras que la circulación del
dinero como capital es una compra para efectuar una venta.
La segunda diferencia consiste en que en la circulación mercantil simple el di-
nero se gasta definitivamente en un solo proceso de rotación sin retornar a manos
del productor de la mercancía; pero, al contrario, en el ciclo mercantil capitalista
D - M - D el empresario solo anticipa una suma de dinero que debe ser recuperada
de nuevo al finalizar este.
La tercera diferencia, la más importante entre ambas formas de circulación,
radica en que los objetivos finales que motivan su movimiento son totalmente dife-
rentes.

En la circulación mercantil simple, el productor vende su mercancía porque


esta no representa para él un valor de uso (por ejemplo, un paño), pero compra una
mercancía ajena capaz de servirle como valor de uso (por ejemplo, el trigo). Aquí la
causa motriz propulsora de las transacciones de intercambio es la satisfacción de las
necesidades, o sea la obtención del valor de uso.

En la fórmula general del capital la situación es completamente distinta. En


ella, el valor de uso no sufre ninguna modificación, por cuanto el dinero tiene el mis-
248 Francisco Chaparro Zapana

mo valor de uso al iniciar y al finalizar su circuito. Evidentemente, si el capitalista


pusiera en circulación una determinada suma de dinero, digamos 5000 dólares, y lo-
grara recuperar de la circulación exactamente la misma suma, entonces toda aquella
circulación monetaria carecería de sentido. La presente circulación monetaria tendrá
sentido solo si la suma final de dinero, obtenida por el capitalista al vender sus mer-
cancías, supera a la suma inicialmente anticipada.

Por eso la fórmula general del capital debe expresarse como: D - M - D’,
donde D’ = D + dD, es decir que la suma final de dinero obtenida por el capitalista,
luego de vender sus mercancías, es igual a la suma de dinero inicialmente anticipada
más algún incremento, que representa en sí la plusvalía. Del mismo modo que para
la circulación M - D - M la finalidad es la obtención de un valor de uso, para la
circulación D - M - D’ la finalidad es el incremento del valor, la obtención de plus-
valía bajo la forma de ganancia.

Y, finalmente, la cuarta diferencia entre la circulación mercantil simple y la


fórmula general del capital radica en que la primera tiene su límite en la necesidad
del productor mercantil, mientras que la finalidad del capitalista es el incremento
ilimitado del valor, el enriquecimiento permanente, por cuanto la codicia capitalista
por obtener mayores ganancias es insaciable.

2.2. La imposibilidad de que la plusvalía se origine en la esfera de la circulación


A primera vista pareciera que el capitalista logra incrementar el valor del ca-
pital en el proceso mismo de la circulación mercantil (en el comercio), como si
lograra vender a más precio las mercancías compradas por él. Esta es la explicación
que dan muchos economistas burgueses sobre la obtención de la plusvalía por los
capitalistas. Sin embargo, Marx demostró que semejante interpretación es absurda1,
fundamentando sus conclusiones con los siguientes argumentos:

Si la oferta y la demanda son iguales (O = D), entonces procede un intercam-


bio de equivalentes, en cuyo proceso de circulación no se puede dar incremento de
valor alguno. El intercambio de equivalentes significa que se produce solamente
una mutación de las formas del valor, sin variar la magnitud del mismo.

La plusvalía no puede originarse en el proceso de la circulación y tampoco en


los distintos casos del intercambio desigual.

Primera variante: supongamos que todos los capitalistas venden sus mercan-
cías con 10% más de su valor. En tal caso, ellos ganarían al vender sus mercancías
exactamente la misma suma que perderían al comprar las mercancías ajenas sobre-
valuadas. En consecuencia, no puede originarse incremento alguno de valor.

1 Marx, Carlos. El capital. T. 1 Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1980. pp. 123-126.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 249

Segunda variante: si todos los capitalistas compraran mercancías con un 10%


menos de su valor, entonces ellos ganarían al comprarlas la misma suma que perde-
rían al venderlas, o sea que tampoco habría incremento alguno del valor.

Y así, tanto las ventas sobrevaluadas de todas las mercancías como las com-
pras subvaluadas de todas las mercancías no pueden originar plusvalía alguna,
porque todos los capitalistas a su turno, alternadamente, intervienen ya sea como
vendedores o como compradores.

Tercera variante: el intercambio desigual entre capitalistas aislados. Supon-


gamos que antes de la circulación, el capitalista A posee mercancías con un valor
de 90 000 dólares, y el capitalista B, mercancías con un valor de 110 000 dólares;
posteriormente, el capitalista A logra engañar al capitalista B, de modo que a conse-
cuencia del proceso de circulación en las manos de A aparecen las mercancías con
un valor de 110 000 dólares, en tanto que en las manos de B aparecen las mercancía
con un valor de solo 90 000 dólares. En tal caso los 20 000 dólares ganados por el
capitalista A son exactamente la misma suma perdida por el capitalista B. Pero la
suma conjunta de valores de ambos capitalistas continúa siendo la misma, o sea
200 000 dólares. El intercambio desigual entre capitalistas individuales puede
ocasionar la ganancia de unos y la pérdida de otros; pero toda la clase capita-
lista no puede lograr por esta vía un incremento del valor. La clase capitalista no
puede enriquecerse a costa de sí misma.

2.3. El surgimiento de la plusvalía no puede prescindir de la circulación


La esfera de la circulación está conformada por el conjunto de todas las rela-
ciones monetario-mercantiles, contraídas por los productores entre sí a través de las
transacciones de compra y venta de mercancías. Si se prescinde de la circulación,
significaría prescindir de aquellas relaciones por las que un poseedor de mercancías
contrae relaciones con otros. Pero ¿podrá obtener plusvalía el capitalista que no ha
logrado comercializar sus mercancías por no haberse relacionado con los demás
capitalistas poseedores de mercancías? No, es imposible que pueda obtenerla.

El productor de mercancías puede aplicar sobre la materia prima comprada


su trabajo personal y convertirla en producto acabado. Por ejemplo, el carpintero
produce muebles de la madera. Pero la diferencia entre el valor de los muebles,
confeccionados por el carpintero, y el valor de la madera no se la puede considerar
como plusvalía. Porque la plusvalía es el incremento del valor del cual se apropia el
capitalista, quien en el proceso de producción no gasta trabajo personal alguno; el
valor creado por el trabajo personal del productor mercantil no es plusvalía.
250 Francisco Chaparro Zapana

2.4. La contradicción de la fórmula general del capital


De este modo, como lo destaca Marx, se arriba a una conclusión ambigua:
“... el capital no puede brotar de la circulación, ni puede brotar tampoco fuera de
la circulación. Tiene necesariamente que brotar en ella y fuera de ella, al mismo
tiempo”2 (cursiva en negrita corresponde a F. Ch. Z.). En ella se resume la contradic-
ción de la fórmula general del capital.

Al analizar la forma en que se resuelve esta contradicción, es necesario exa-


minar el cambio de equivalentes, por cuanto las desviaciones de los precios por
encima o por debajo del valor en el curso de un determinado período se equilibran
mutuamente y, en promedio, los precios de las mercancías se igualan a sus valores.
A primera vista, el origen de la plusvalía se contradice con el cambio de equivalentes
realizado sobre la base de la ley del valor. En realidad la plusvalía no se encuentra
en contradicción con la ley del valor, sino, todo lo contrario, se forma basándose en
ella. Y esto se explica en la sociedad capitalista por la existencia de una mercancía
especial: la fuerza de trabajo.

3. LA FUERZA DE TRABAJO COMO MERCANCÍA. LA ACUMULACIÓN PRI-


MARIA DEL CAPITAL O ETAPA DE CAPITALISMO MERCANTIL

3.1. La fuerza de trabajo y el trabajo


La fuerza de trabajo es el conjunto de capacidades físicas e intelectuales del
hombre, desplegadas en el proceso mismo de la producción. El concepto “fuerza
de trabajo” como categoría económica, no debe confundirse con el concepto “tra-
bajo”. La fuerza de trabajo es la capacidad para trabajar, mientras que el trabajo es
el proceso mismo de gasto o consumo de la fuerza de trabajo. La distinción de estas
dos categorías fundamentales fue dada por primera vez por Carlos Marx, y ella sirve
de punto de partida para comprender el origen de la plusvalía.

La fuerza de trabajo es el principal elemento de las fuerzas productivas de


cualquier sociedad. Pero de ningún modo la fuerza de trabajo actúa en todas las
sociedades como mercancía ni se vende en el mercado. Los esclavos y los siervos
no eran propietarios libres de su fuerza de trabajo, y por eso no la podían vender. La
primera condición para que la fuerza de trabajo se convierta en mercancía es que el
trabajador sea formalmente libre.

La segunda condición es que el productor sea “liberado” (separado) de los


medios de producción. El pequeño productor, poseedor de medios de producción,
vende en el mercado los productos de su trabajo. Para verse obligado a vender su

2 Ibídem, p. 128.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 251

fuerza de trabajo, él debería estar privado o despojado de la propiedad de los medios


de producción.

Y así, la libertad individual del trabajador crea la posibilidad de que su fuer-


za de trabajo sea vendida, y que la carencia de medios de producción de parte del
trabajador convierta esa posibilidad en una necesidad. +

3.2. La esencia de la acumulación primaria del capital


Históricamente, la transformación masiva de la fuerza de trabajo en mercancía
se produjo por primera vez en gran escala en la etapa del capitalismo mercantil (a la
que Marx denomina como la acumulación primaria del capital), la cual comprende
en Europa Occidental desde fines del siglo XV hasta inicios del XIX. La acumula-
ción primaria del capital es el proceso de formación del proletariado y la burgue-
sía. Ella sirvió de punto de partida para la formación del sistema económico capita-
lista. La base inicial de este proceso fue el despojo de tierras al campesinado, que se
tradujo en separación masiva de los productores de sus medios de producción.

Simultáneamente, al formarse la clase obrera también se formó la burguesía


capitalista. El desarrollo de las relaciones monetario-mercantiles en el campo, por
acción espontánea de la ley del valor, trajo consigo la descomposición del campesi-
nado, por cuya razón los miembros de su cúpula enriquecida se convirtieron primero
en granjeros y después en hacendados capitalistas, y los campesinos empobrecidos
y arruinados, en obreros asalariados. Como factores que contribuyeron al rápido
enriquecimiento de los granjeros capitalistas actuaron las devaluaciones monetarias
de los siglos XVI y XVII, debido a que la elevación de los precios de sus productos
no estaba acompañada de la respectiva elevación de los salarios de los obreros agrí-
colas. Además, los granjeros se enriquecían no solo esquilmando a sus trabajadores,
sino también a costa de los terratenientes, en la medida en que con la devaluación del
dinero también se devaluaban las rentas pagadas a los terratenientes.

La burguesía industrial la conformaron en gran medida los comerciantes y los


usureros enriquecidos. Con el desarrollo de la artesanía y el comercio se produjo una
creciente diferenciación entre los artesanos, de los cuales los maestros acomodados de
las secciones se convirtieron en acaparadores inicialmente, y en empresarios industriales
posteriormente, cuando lograron instalar los primeros talleres industriales.

3.3. El rol de la violencia en el origen del capitalismo


La violencia cumplió un rol muy importante en acelerar el tránsito del feu-
dalismo al capitalismo. Se la empleó principalmente para despojar de sus tierras al
campesinado. Por ejemplo, en Inglaterra de los siglos XVI y XVII los señores feuda-
les “cercaron” por la fuerza las tierras comunales del campesinado, convirtiéndolas
en propiedad privada y, a la vez, en pastizales para la crianza de ovejas, fuente pro-
veedora de la principal materia prima industrial, la lana. Al sistema de despojo ilegal
252 Francisco Chaparro Zapana

y directo de tierras, le sucedió la forma legalizada de despojo, en el siglo XVIII; a


petición de los lores, el Parlamento inglés aprobó muchas “leyes de cercas”.

El poder estatal, aplicando métodos violentos, cumplió así un rol muy impor-
tante en la formación de la burguesía industrial:

En primer lugar, el sistema colonial, instaurado después de los grandes des-


cubrimientos geográficos de fines del siglo XV e inicios del XVI, sirvió como el
principal y más eficaz instrumento de enriquecimiento de la burguesía industrial.
La naciente burguesía no solo saqueó a los pueblos coloniales bajo la bandera del
comercio, sino que se apoderó por la fuerza de sus tesoros en oro y plata, así como
de sus tierras.También se enriqueció con el tráfico comercial de esclavos.
En segundo lugar, el régimen colonial estuvo estrechamente vinculado al
sistema de préstamos estatales. La conquista de las colonias y las guerras de los si-
glos XVI y XVII por la hegemonía en el comercio mundial entre España, Inglaterra,
Francia, Holanda y Portugal, demandaron enormes gastos estatales, los cuales en su
mayoría se financiaron con préstamos. Y con el otorgamiento de préstamos al Estado
se enriquecieron los comerciantes y los usureros, quienes obtenían elevados intere-
ses y especulaban con las obligaciones de pago por dichos préstamos.
En tercer lugar, en estrecha relación con los préstamos estatales actuaba el
sistema tributario: los gastos fiscales, entre ellos los pagos de la deuda, se financia-
ban con los impuestos; por eso la creciente deuda pública repercutía inevitablemente
elevando los impuestos que empobrecían a los pequeños productores. Mientras que
los grandes comerciantes y usureros, quienes recibían “por derecho” la recaudación
de impuestos de la población, se enriquecían rápidamente.
En cuarto lugar, el proteccionismo industrial fue otra poderosa palanca de
la acumulación primaria, sobre todo los incentivos a la industria nacional mediante
aranceles elevados a los productos industriales importados, así como los premios por
la exportación. Limitando la importación, el proteccionismo permitía a los empresa-
rios nacionales vender sus mercancías a precios altos en el mercado interno, para que
de ese modo se enriquecieran rápidamente.

Durante la acumulación primaria del capital, la fuerza de trabajo se convirtió


en mercancía y el dinero, en capital.

3.4. La fuerza de trabajo como mercancía y su valor


La fuerza de trabajo como tal existe en cualquier sociedad, pero la fuerza
de trabajo como mercancía es una categoría histórica solamente propia de una
determinada formación socioeconómica, del capitalismo. En las formaciones pre-
capitalistas, la fuerza de trabajo no era una mercancía, como gradualmente dejará de
serlo en una futura sociedad de economía socialista de mercado.

El valor de la mercancía-fuerza de trabajo, al igual que el valor de cualquier


otra mercancía, está determinado por la cantidad de trabajo necesario para su pro-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 253

ducción. Pero la producción de la fuerza de trabajo consiste en que el trabajador la


renueva mediante la satisfacción de sus necesidades, es decir, reproduce su fuerza
de trabajo.

Los medios de subsistencia requeridos para reproducir la fuerza de trabajo


incluyen los siguientes elementos:
En primer lugar, los medios de subsistencia requeridos para satisfacer las ne-
cesidades físicas del trabajador, por ejemplo: la alimentación, el vestido, la vivienda,
el descanso, etc.
En segundo lugar, las necesidades socioculturales del trabajador correspon-
den a determinadas condiciones históricas. Por ejemplo, en la actualidad el obrero de
los países capitalistas desarrollados tiene necesidad de libros, revistas, cine, televi-
sión, etc. Estas necesidades no las experimentaron los obreros de esos mismos países
de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, y aún hoy no las conocen los obreros
de algunos países subdesarrollados. Como lo precisara Marx, “A diferencia de las
otras mercancías, la valoración de la fuerza de trabajo encierra, pues, un elemento
histórico moral”3.
En tercer lugar, el trabajador necesita de medios de sustento familiar, sin los
cuales no podría mantener a su familia, y se interrumpiría, al agotarse la vida de cada
generación, la afluencia de mano de obra al mercado, mientras que los capitalistas
demandan de la afluencia de nueva fuerza de trabajo. Por eso el valor de la fuerza de
trabajo incluye en sí no solo el valor de los medios de subsistencia del propio obrero,
sino también el valor de los medios de subsistencia necesarios para el mantenimiento
de una familia promedio.
Y, en cuarto lugar, el trabajador necesita de medios para instruirse y capaci-
tarse, y cuantos mayores sean estos, más calificada y productiva será su mano de obra.

En conclusión, el valor de la fuerza de trabajo es igual al valor de los medios de


subsistencia necesarios para satisfacer, en un país dado y en un determinado período,
las necesidades físicas, culturales y educativas del trabajador y su familia.

3.5. Las tendencias del valor de la fuerza de trabajo


Los factores determinantes de la tendencia decreciente del valor de la fuerza
de trabajo son: la elevación de la productividad del trabajo, la explotación del trabajo
de la mujer y el niño y la reducción de los gastos de capacitación.

1. La elevación de la productividad del trabajo. Cuando se eleva la productivi-


dad del trabajo en los sectores que producen bienes de consumo para los traba-
jadores, así como también en los sectores que producen medios de producción
para producir los medios de subsistencia necesarios, entonces se produce la
caída del valor de la fuerza de trabajo.

3 Ibídem, p. 133.
254 Francisco Chaparro Zapana

2. La explotación del trabajo de la mujer y del niño. Al emplearse el trabajo


femenino e infantil, una parte de gastos del trabajador en sustento familiar es
financiada con los salarios de las mujeres y los niños que han sido enrolados
a la producción. En consecuencia, estos gastos son, al menos en parte, exclui-
dos del valor de la fuerza de trabajo de los obreros varones mayores de edad,
por cuya razón repercuten en la caída del valor de la fuerza de trabajo en su
conjunto.
3. La reducción de los gastos de capacitación. Con el desarrollo del capitalis-
mo, el trabajo de la gran mayoría de productores tiende a simplificarse debido
a la creciente división del trabajo por operaciones, a la introducción de la
producción en cadena, etc. En la medida en que la mayoría de trabajadores ya
no necesita de prolongados procesos de aprendizaje, disminuyen los gastos de
instrucción. Así este tercer factor tiende a disminuir el valor de la fuerza de
trabajo.

A los factores anteriores se contraponen otros que neutralizan sus efectos:


En primer lugar, con el desarrollo del capitalismo y la elevación del nivel
cultural de la clase obrera, crecen sus necesidades y, por consiguiente, se amplía la
canasta de vida familiar necesaria para la reproducción de la fuerza de trabajo. En
segundo lugar, con el desarrollo del capitalismo se eleva la intensidad del trabajo,
y cuanto más intensamente trabajen los obreros, tantos más medios de vida deman-
darán para restablecer su fuerza de trabajo. Estos dos factores contribuyen a elevar
el valor de la fuerza de trabajo; y aunque son incapaces de eliminar los efectos del
primer conjunto de factores, sí logran moderar significativamente la caída del valor
de la fuerza de trabajo.

El valor de la fuerza de trabajo se realiza en el mercado, en la esfera de circu-


lación, pero su valor de uso se realiza en el propio proceso de producción capitalista.
El consumo de la mercancía-fuerza de trabajo es el trabajo mismo.

4. EL PROCESO DEL TRABAJO Y EL PROCESO DE INCREMENTO DEL


VALOR

4.1. El proceso de la producción y sus particularidades


En todas las épocas históricas y en cualquier sociedad, el proceso de trabajo,
o proceso de la producción, es necesario para la existencia del hombre. Este proceso
(ver: parágrafos 1.2. y 2.1. del capítulo I y parágrafo 8.1. del capítulo V) siempre
incluye en sí tres elementos: 1. El trabajo mismo, 2. Los objetos de trabajo y 3. Los
medios de trabajo.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 255

El trabajo no solo es la acción del hombre sobre la naturaleza, sino es también


un proceso social en el cual los hombres establecen determinadas relaciones econó-
micas entre sí. En el capitalismo, el proceso de trabajo se realiza como consumo de la
fuerza de trabajo comprada por el capitalista. Le caracterizan dos particularidades:
En primer lugar, este es el trabajo de los obreros asalariados controlado por
el capitalista. Por ser propietario de los medios de producción, el capitalista controla
el trabajo de los obreros, quienes actúan como una propiedad del capital.
En segundo lugar, el producto íntegro del trabajo es propiedad del capita-
lista. Por lo mismo que los medios de producción se encuentran en manos de los
capitalistas, a ellos les asiste el derecho de apropiarse en su integridad del producto
del trabajo de los obreros asalariados.

4.2. La fuente creadora de plusvalía


El proceso de producción en el capitalismo tiene carácter ambiguo: de una
parte, es producción de valores de uso. Por ejemplo, en la industria textil se producen
tejidos, en la de metal-mecánica se construyen máquinas, etc. Pero el valor de uso
como tal no es lo que más interesa al capitalista. A él le es indiferente producir ali-
mentos o tejidos, centrales de energía eléctrica o bombas atómicas, libros o drogas,
etc. De otra parte, la producción capitalista es un proceso de crecimiento del valor, o
sea que es un proceso de producción de plusvalía. La finalidad suprema del capita-
lista no es la producción de valores de uso, sino la obtención de plusvalía, que es la
fuente material de la ganancia capitalista.

Como lo demuestra Marx, la plusvalía se crea en el proceso mismo del con-


sumo de una mercancía específica, de la mercancía-fuerza de trabajo.

La fuerza de trabajo, convertida en mercancía, encierra en sí dos propiedades:


el valor y el valor de uso. El valor de la fuerza de trabajo está determinado por el
trabajo pasado, el cual está contenido en los medios de vida necesarios al obrero y
su familia. Y el valor de uso se pone de manifiesto en el trabajo vivo que él ejecuta
en el proceso de producción. Pero el trabajo pasado y el trabajo vivo son magnitudes
distintas. Según Marx, “el valor diario o semanal de la fuerza de trabajo es algo com-
pletamente diferente del gasto diario o semanal de dicha fuerza, así como el forraje
necesario para alimentar al caballo y el tiempo en el que este pueda transportar al
jinete de ningún modo representan en sí la misma cosa. Aquella cantidad de trabajo,
que limita el valor de la fuerza de trabajo del obrero, de ningún modo es el límite de
aquella cantidad de trabajo que su fuerza de trabajo es capaz de realizar”4.

Supongamos que el valor diario de la fuerza de trabajo es igual a 5 horas, o


sea a 10 dólares, si convenimos que una hora-hombre de trabajo es igual a 2 dólares.
¿Significa esto que el capitalista empleará la fuerza de trabajo tan solo durante 5

4 Marx, Carlos. “El salario, el precio y la ganancia”. En: Marx, C. y F. Engels. Obras completas. T. 16, pp. 134-135, en
ruso, traducido por F. Ch. Z.
256 Francisco Chaparro Zapana

horas al día? De ningún modo. El capitalista, al comprar la mercancía-fuerza de tra-


bajo, adquiere el derecho de disponer de su valor de uso. En otras palabras, él puede
obligar a trabajar al obrero no solo 5 horas, sino 10 ó 12 horas.

Con cada hora de su trabajo concreto el obrero crea un determinado valor de


uso, y con su trabajo abstracto crea el nuevo valor materializado en la mercancía
producida. La magnitud de este nuevo valor depende del tiempo que dure la jorna-
da diaria de trabajo. La duración de la jornada diaria en las empresas capitalistas
siempre es mayor que el tiempo de trabajo equivalente al valor diario de la fuerza de
trabajo. Por eso el nuevo valor, creado por el trabajo de los obreros, supera al valor
de su fuerza de trabajo (o sea que: (v + p) > v). El valor excedente, creado por el tra-
bajador asalariado por encima del valor de su fuerza de trabajo, es la plusvalía 5.

En el ejemplo de la mercancía-frazada, supongamos que el valor del hilado de


algodón transformado en tejido durante una jornada diaria por un obrero es igual a
10 horas de trabajo, o a 20 dólares (expresado en forma monetaria), el desgaste de la
máquina y las herramientas de tejer por día de funcionamiento es igual a 3 horas, o a
6 dólares, el valor diario de la fuerza de trabajo (o salario) es de 5 horas, o sea igual
a 10 dólares. En este caso, la suma total de gastos efectuados por el capitalista en
medios de producción y en fuerza de trabajo (K = c + v) será igual a 36 dólares.

Entonces, ¿cuál será el valor de la nueva mercancía acabada? Siendo la


jornada diaria de trabajo de 10 horas y creándose en cada hora un valor de 2 dólares,
dispondremos de los datos del cuadro siguiente:

FORMACIÓN DE LA ESTRUCTURA DE COSTOS DE PRODUCCIÓN Y DEL


VALOR DEL PRODUCTO ACABADO (MERCANCÍA-FRAZADA)
(En horas-hombre de trabajo social (T) y en unidades monetarias de dólar (D))

GASTOS DE PRODUCCIÓN VALOR DEL PRODUCTO ACABADO

T. D. T. D.
Valor del hilado Valor de los medios de
de algodón ................ 10 h. = $ 20 producción consumidos,
transferidos al nuevo
Desgaste de máquinas producto ................ 13 h. = $ 26
y herramientas .......... 3 h. = $ 6
Valor nuevo creado por el
Valor diario de fuerza trabajador asalariado ................ 10 h. = $ 20
de trabajo .................. 5 h. = $ 10

TOTAL: 18 h. = $ 36 TOTAL: 23 h. = $ 46

5 Marx señala la plusvalía con la letra M (de la palabra alemana Mehrwert, que significa plusvalía. En Spiridonova.
Atlas y otros, Curso superior de Economía política. Ed. Grijalbo, México, 16. D. F., 1965. p. 116.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 257

En este ejemplo, el valor de los medios de producción consumidos (el hilado


de algodón, las máquinas y herramientas) es igual a 26 dólares, suma de gastos que
conforma el capital constante, cuya magnitud de valor es transferida sin ninguna
variación al valor de la mercancía producida (la frazada). Completamente distinta es
la situación de la fuerza de trabajo, ya que el capitalista paga al obrero 10 dólares por
la fuerza de trabajo, suma que es reproducida por el obrero con 5 horas de su trabajo,
pero él está obligado a trabajar no 5 horas, sino 10 horas creando un nuevo valor por
20 dólares. El valor excedente, creado por el trabajo del obrero por encima del valor
de su fuerza de trabajo, es de 10 dólares ($20 – $10), cuya suma es la plusvalía.

En la economía capitalista, la jornada de trabajo del productor directo se divi-


de en dos partes. Durante la primera parte el trabajador produce el valor equivalente
a su fuerza de trabajo. Esta parte de la jornada es necesaria para la existencia del
propio trabajador, porque con ella reproduce su fuerza de trabajo, por ello representa
en sí el tiempo necesario de trabajo, y el trabajo gastado en ese lapso es el TRABAJO
NECESARIO. Durante la segunda parte de la jornada de trabajo se crea la plusvalía.
Esta parte de la jornada representa en sí el tiempo adicional de trabajo, y el trabajo
gastado en ese lapso es el TRABAJO ADICIONAL.

En general, la fuente creadora de plusvalía es el trabajo adicional no re-


munerado de los trabajadores asalariados. Los capitalistas obtienen la plusvalía
apropiándose directamente del trabajo adicional de los trabajadores asalariados, e
indirectamente del trabajo adicional de los pequeños y medianos productores inde-
pendientes, a través del intercambio desigual de los productos en el mercado capi-
talista.

4.3. Particularidades de la explotación capitalista


La explotación capitalista –a diferencia de las formas precapitalistas de ex-
plotación, basadas en los métodos de coacción directa no económica– se realiza
mediante las relaciones monetario-mercantiles y representa en sí la explotación
del trabajo asalariado. Los trabajadores asalariados no son propiedad del capitalista,
porque jurídicamente son libres. Sin estar obligados formalmente a trabajar para los
capitalistas, los obreros económicamente están obligados a hacerlo, ya que por care-
cer de los medios de producción, ellos no tienen otra alternativa que vender su fuerza
de trabajo a los capitalistas para poder subsistir. Por lo tanto, así como en las socie-
dades esclavista y feudal la motivación laboral la imponía la disciplina del látigo y el
garrote, en la sociedad capitalista esta es impuesta por la disciplina del hambre.

La expropiación del trabajo no remunerado por parte de los capitalistas a los


trabajadores asalariados no se contradice con la ley del valor. Al contrario, la ex-
plotación capitalista se realiza sobre la base de la acción de la ley del valor. La
258 Francisco Chaparro Zapana

plusvalía no se origina porque el capitalista paga por la fuerza de trabajo con un equi-
valente inferior a su valor, sino porque al consumirla se crea un nuevo valor (o valor
agregado), cuya magnitud es mayor que el valor de la propia fuerza de trabajo.

4.4. La fórmula general del capital: solución de su carácter contradictorio


Aquella contradicción de la fórmula general del capital, a la que nos referi-
mos ya antes, se re suelve en la mercancía-fuerza de trabajo: el capital en realidad
se origina en la circulación y fuera de la circulación. La transformación del dinero
en capital se realiza ya en la esfera de la circulación; por cuanto, la fuerza de trabajo
ha sido comprada por el capitalista en el mercado, y sin esa compra sería imposible
la aparición de la plusvalía. De otro lado, el capital no se origina en la circulación,
ya que la compra de la fuerza de trabajo es solo la fase preparatoria del proceso de
producción. La creación misma de plusvalía transcurre en la esfera de producción y
no en la esfera de circulación. De esta forma, la plusvalía es creada por el trabajo
adicional de los obreros asalariados en el proceso de la producción capitalista,
pero, con la intermediación ineludible del proceso de circulación.

La mercancía-fuerza de trabajo se vende en el mercado como cualquier otra


mercancía, pero se la consume en el proceso de la producción. En la transacción de
la compra-venta de la fuerza de trabajo se realiza su valor de cambio, y después de
ser comprada esta fuerza de trabajo por el capitalista, se realiza su valor de uso en
el proceso de producción; precisamente, es allí donde se produce el incremento del
valor: la plusvalía. El valor de uso específico de la mercancía-fuerza de trabajo
radica en su capacidad de crear plusvalía.

4.5. La esfera de circulación y la esfera de producción


En la esfera de la circulación se contraponen entre sí el obrero y el capitalista
solamente como vendedor y comprador, como propietarios poseedores de mercan-
cías con igualdad de derechos. El obrero vende su mercancía-fuerza de trabajo, el
capitalista compra esta mercancía y, como se presupone, paga según su valor, aunque en
los hechos no siempre sucede así. De esta forma, se crea la apariencia externa de que en
la sociedad capitalista imperan a plenitud la libertad, la igualdad y la justicia.

Pero, si profundizamos mediante la fuerza del análisis científico en el secreto


mundo de la producción capitalista, entonces descubrimos algo totalmente distinto.
En la esfera de la producción no existe una real igualdad entre capitalistas y obreros.
Los trabajadores asalariados son productores directos, privados de los medios de
producción, obligados por eso a trabajar para los capitalistas, produciendo la plus-
valía. Los capitalistas son los propietarios de los medios de producción, quienes se
apropian, en forma de plusvalía, del trabajo adicional no remunerado a los trabaja-
dores asalariados. Solamente el análisis del proceso de producción capitalista dado
por Marx permite descubrir la esencia de la explotación capitalista.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 259

5. EL CAPITAL Y SU ESTRUCTURA

5.1. El capital como relación de producción


En la superficie de los fenómenos, el capital actúa como un conjunto de cosas:
oro y plata, materias primas, máquinas y herramientas, mercancías acabadas, etc.
Pero el capital no es un conjunto de cosas. Las formas materiales de manifestación
del capital cambian en el proceso de su movimiento, no obstante el capital perma-
nece siendo el mismo. Por ejemplo, si un fabricante textil posee inicialmente un
millón de dólares de capital en forma de dinero, cuya suma adopta luego las formas
de algodón, tejidos, máquinas hilanderas, telares, y también de fuerza de trabajo de
los hilanderos, tejedores, etc.; más tarde este capital adquiere la forma de tejidos
acabados; y, finalmente, luego de ser vendidos en el mercado, el capital retorna al
capitalista bajo la forma de dinero. Pero por más que cambien las formas materiales
de su manifestación, el capital recupera su forma inicial.

El capital no es un conjunto de cosas, sino una determinada suma de valores,


es decir, de valores sociales. Pero no toda suma de valores es capital. En la economía
mercantil simple los pequeños productores de mercancías disponían de determina-
das sumas de valores, pero en sus manos estas no se acrecentaban, y por eso ni el
dinero ni las mercancías llegaban a constituirse en capital. Una suma de valores se
convierte en capital solo cuando se concentra en manos de los capitalistas y se la
emplea para obtener plusvalía. Dicho de otro modo, el capital es aquella suma de
valores que produce plusvalía, o “valor que crece por sí mismo”. Esta es la definición
marxista del capital más breve y precisa.

Pero es evidente que el valor por sí mismo no puede crear plusvalía. Para que
el valor se acreciente, para que produzca plusvalía, este debe ser usado como instru-
mento de explotación de una fuerza de trabajo ajena. Por consiguiente, el capital es
aquella suma de valores concentrada en manos de los capitalistas, que sirve para
producir plusvalía en base a la explotación del trabajo asalariado. En esta defini-
ción se revela la esencia de clase del capital.

La sociedad capitalista está dividida en dos clases sociales antagónicas: en un


polo están los capitalistas–propietarios de los medios de producción, y en el otro es-
tán los obreros asalariados privados de medios de producción. Al contraer relaciones
con los obreros, los capitalistas emplean los valores a su disposición para explotar
el trabajo asalariado y apropiarse de la plusvalía. Solo con semejantes relaciones de
producción el valor se transforma en capital. De esta manera, la categoría “capital”
expresa las relaciones de producción entre las dos clases sociales antagónicas de la
sociedad capitalista, entre capitalistas y trabajadores asalariados.
260 Francisco Chaparro Zapana

La producción y la apropiación de la plusvalía existen únicamente en la socie-


dad capitalista. Por eso, el capital, al igual que la plusvalía, es una categoría socio-
económica solo propia del sistema de producción capitalista.

5.2. Crítica a las concepciones burguesas del capital


Los economistas burgueses identifican el capital con los medios de produc-
ción. Así, en la primera mitad del siglo XIX, el economista francés F. Bastiat soste-
nía: “Los instrumentos, los materiales, los repuestos, he ahí a lo que Robinson, sin
duda, llama su capital...Trasladémonos ahora a un centro de una estructura social.
El capital aquí también está conformado por los instrumentos de trabajo, los ma-
teriales y repuestos, sin los cuales nadie, ni solo ni en sociedad, podría emprender
ninguna labor continuada”6. En pleno siglo XX, los economistas burgueses también
continuaron sosteniendo que el capital es el conjunto de medios de producción. Por
ejemplo, según el economista estadounidense Jh. B. Clark, “el capital está constitui-
do por los medios de producción, los cuales siempre son concretos y materiales”7. Y
según su compatriota el economista S. Kuznets: “El capital es un stock de medios,...
destinados a la producción de bienes o de ingreso”8.

En el mismo sentido refiere el economista social-demócrata inglés C. A. R.


Crosland: “...El capital, es decir, los medios de producción”9.

El talón de Aquiles de las definiciones burguesas del capital radica en que,


debido a su grado de fetichización, identifican el capital con las cosas y, a su vez,
castran del capital su contenido social. Según su naturaleza, los medios de produc-
ción de ningún modo son capital; solo las relaciones capitalistas de producción les
permiten convertirse en capital.

Al margen de las relaciones capitalistas de producción es imposible que los me-


dios de producción se constituyan en capital. Por ejemplo, en la sociedad primitiva los
medios de producción no eran capital, ya que estos eran de propiedad social, y en general
no servían como instrumento de explotación. En las sociedades esclavista y feudal los
medios de producción ya servían de instrumentos de explotación, pero aquella explota-
ción no transcurría en forma de apropiación de plusvalía; por eso los medios de produc-
ción aún no eran capital. Solamente en el capitalismo los medios de producción se con-
vierten en instrumento de extracción de plusvalía, instrumento de explotación del trabajo
asalariado, y por eso se transforman en capital. Al ser sustituido el capitalismo por una
sociedad con economía socialista de mercado, los medios de producción, en la medida

6 Bastiat, F. Las armonías económicas. “Biblioteca de los economistas”. Ed. VII. Moscú, 1896, p. 209, traducido del
ruso por F. Ch. Z.
7 Klark, Jh. B. La distribución de la riqueza. Moscú, 1934, p. 108.
8 Kuznets, S. Capital in the American Economy. N. Y., 1961, p. 15.
9 Crosland, C.A.R. The Future of Socialism. L., 1957, p. 69.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 261

que sean transformados en propiedad social, dejarán de ser instrumentos de explotación


y, por consiguiente, perderán su carácter de capital.

Carlos Marx equiparaba la identificación del capital con los medios de pro-
ducción, con la identificación de los esclavos con la gente de raza negra. De la misma
manera que el negro no es esclavo por naturaleza, tampoco los medios de producción
sirven como capital por naturaleza. “Un negro –decía Marx– es un negro. Solamente
en determinadas condiciones este se convierte en esclavo. Una máquina hilandera de
algodón es una máquina para la hilandería de algodón. Solamente en determinadas
condiciones ella se convierte en capital”10.

Las definiciones subjetivo-burguesas del capital, al castrarlo de su conteni-


do social, lo despojan al mismo tiempo de su carácter histórico. Los economistas
burgueses ven en el capital un fenómeno imperecedero, ahistórico11. El contenido de
clase de sus concepciones radica en que perpetuando al capital pretenden perpetuar
el sistema capitalista.

En la actualidad la identificación del capital con los objetos es empleada tam-


bién para ocultar la contradicción entre los sistemas capitalista y socialista. Por ejem-
plo, L. Belco y M. Addler proclamaron en el libro El manifiesto capitalista (1958),
que todo el desarrollo de la sociedad se divide en dos períodos: 1. La economía de
trabajo, cuando el rol fundamental en la producción lo cumple el trabajo manual,
y 2. La economía capitalista, cuando el rol fundamental lo cumple el capital, al
cual estos autores identifican con la máquina y la técnica. Ellos calificaban también
a la economía soviética como “economía capitalista”. Desnaturalizando la esencia
del capital, castrándole de su contenido social, estos ideólogos estadounidenses pre-
tendían negar la diferencia de principios entre el socialismo y el capitalismo. Sin
embargo, el empleo de las máquinas y otros medios de producción de ningún modo
convierte a la economía socialista en capitalista. Los medios de producción en el
socialismo, que por supuesto se emplean, irán perdiendo su carácter de capital en la
medida que vayan dejando de pertenecer a los capitalistas y no continúen sirviendo
como medio de explotación de los trabajadores asalariados.

5.3. Capital constante y capital variable


En el proceso del trabajo intervienen dos factores: En primer lugar, el factor
objetivo o material; y en segundo lugar, el factor subjetivo o personal, es decir la
fuerza de trabajo. Estos factores, sin embargo, cumplen roles completamente distin-
tos en el proceso de formación y de incremento del valor.

10 Marx, Carlos. “El trabajo asalariado y el capital”. Ver: Marx, C. y F. Engels. Obras completas. T. 6. Moscú, 1962,
p. 441, traducido del ruso por F. Ch. Z.
11 Fukuyama, Francis. El fin de la Historia y el último hombre. Buenos Aires, 1998.
262 Francisco Chaparro Zapana

El trabajador asalariado, al gastar una determinada cantidad de trabajo en la


empresa capitalista, crea un nuevo valor. Simultáneamente, él transforma los medios
de producción en producto acabado. En el proceso de producción, los medios de pro-
ducción: materias primas, combustibles, máquinas, etc., se consumen y transforman
en un nuevo valor de uso (por ejemplo, el algodón y los husos de hilar se convierten
en hilado). Por eso, el valor de los medios de producción consumidos no desaparece
sin dejar huellas, sino que se transfiere al nuevo producto. Por ejemplo, si 1 kg de
algodón tiene un valor igual a 0,5 de dólar, y si 10 kg de algodón se transforman en
hilado, entonces su valor equivalente a 5 dólares será transferido a dicho hilado. De
modo parecido, si una máquina tejedora cuesta 6000 dólares y sirve durante tres mil
días de trabajo, entonces cada día transferirá una tres milésima (1/3000) parte de su
valor, es decir, se transfiere al hilado un valor de 2 dólares.

El valor de los medios de producción solo es transferido al nuevo producto, y


por eso no crea ningún incremento de valor. Por el contrario, en el proceso de con-
sumo de la fuerza de trabajo, el trabajo de los obreros asalariados crea un valor con
una magnitud mayor que el propio valor de la fuerza de trabajo.

De esta forma, todo capital que funciona en el proceso de producción está con-
formado de dos partes: Una parte del capital, materializado en fuerza de trabajo, es
el capital variable, porque el consumo de la sui generis mercancía-fuerza de trabajo,
o sea el trabajo de los obreros asalariados, crea el incremento del valor. La otra parte
del capital, materializado en medios de producción, constituye el capital constante,
porque al ser consumidos los medios de producción, su valor se transfiere al nuevo
producto en proporciones invariables, sin ningún incremento.

Al variar la productividad del trabajo en la producción de los medios de pro-


ducción su valor también varía. Pero esto no significa de ningún modo que los me-
dios de producción dejen de ser capital constante. Es importante destacar que la
magnitud del valor de los medios de producción no sufre cambio alguno cuando se
les usa como tales en la producción. Pero, cuando ellos no actúan como medios de
producción, sino como productos, su valor está sujeto a cambios. Por ejemplo, si se
eleva la productividad del trabajo en la producción de medios de producción, enton-
ces su valor disminuirá.

La división del capital en constante y variable, formulada por primera vez por
Marx, tiene una gran importancia. El capital constante y el variable se diferencian
entre si categóricamente según el rol que cumplen en el proceso de producción de
plusvalía. El capital constante solo sirve de premisa para la creación de plusvalía,
mientras que el capital variable crea la plusvalía. Sin comprender la división del
capital en constante y variable es imposible comprender correctamente el mecanis-
mo de producción de la plusvalía y, por ende, el origen de la ganancia capitalista.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 263

5.4. El doble carácter del trabajo en la producción capitalista


El valor de los medios de producción se transfiere al nuevo producto única-
mente cuando sobre estos actúa o se aplica el trabajo vivo. El obrero crea un nuevo
valor en cada hora de su trabajo y transfiere al nuevo producto el valor de los medios
de producción. Este doble resultado, logrado al mismo tiempo, se explica por el do-
ble carácter del trabajo.

Al gastar trabajo abstracto, los trabajadores asalariados crean un nuevo


valor, el cual no depende de la calidad, sino de la cantidad de trabajo gastado por los
trabajadores. Por ejemplo, si una hora de trabajo social promedio crea un valor de
2 dólares, entonces en 10 horas el trabajador crea un valor por 20 dólares, indepen-
dientemente de ser un tejedor, un zapatero o un mecánico.

Al mismo tiempo, al gastar trabajo concreto, los trabajadores asalariados


transfieren al producto el valor de los elementos del capital constante, por lo que
esta transferencia de valor depende del aspecto cualitativo del trabajo. Así, para
transferir al producto el valor del algodón y de los husos de hilar, precisamente, hace
falta el trabajo concreto de los hilanderos. Si el trabajador cambia la forma concreta
de su trabajo, por ejemplo se convierte en tornero, entonces él ya no transferirá al
producto el valor del algodón, sino el valor del metal y del torno.

El doble carácter del trabajo, que ya existía en el trabajo de los productores


mercantiles simples, adquiere nuevas manifestaciones en el capitalismo. Lo novedo-
so es que el trabajo abstracto de los obreros asalariados no solo crea un valor en ge-
neral, sino la plusvalía; y el trabajo concreto de los obreros asalariados no solo crea
valor de uso, sino que transfiere a las nuevas mercancías el valor de los elementos
del capital constante. Gracias al trabajo de los obreros asalariados, los capitalistas
pueden al mismo tiempo conservar su capital constante y obtener plusvalía.

6. LA TASA Y EL VOLUMEN DE PLUSVALÍA

6.1. La tasa o norma de plusvalía


El capital constante está materializado en los medios de producción y lo repre-
sentamos por la letra c; y el capital variable, en fuerza de trabajo, y lo representamos
por la letra v. Así, todo el capital invertido en la producción lo representamos por la
letra K, la cual es igual a la suma de los capitales constante y variable, o sea: K = c +
v. Como resultado del proceso de producción el capital se acrecienta en la magnitud
de la plusvalía. Y a la plusvalía la representamos por la letra p. Al capital acrecentado
lo representamos por W, cuya fórmula es:
W=K+p
264 Francisco Chaparro Zapana

Como el capital constante no crea plusvalía, entonces, al analizar su mag-


nitud nosotros prescindimos de analizar el capital constante.

La plusvalía es el incremento del capital variable, por eso, para precisar la


magnitud de la plusvalía hace falta equipararla con el capital variable. La relación
cuantitativa de la plusvalía con el capital variable se llama norma o tasa de plus-
valía. La norma de plusvalía la representamos mediante p’ y la expresamos en tanto
por ciento (%).

Como ya está aclarado, la plusvalía es creada por el trabajo adicional de los


trabajadores asalariados, y el capital variable, o sea el valor de la fuerza de trabajo, es
reproducido por el trabajo necesario de los obreros asalariados. Por eso, la relación
de la plusvalía con el capital variable es igual a la relación del trabajo adicional con
el trabajo necesario, a la cual la representamos así:
p’ = p / v = trabajo adicional / trabajo necesario

Expliquemos esto con el ejemplo de una jornada diaria de trabajo de 10 horas,


en la cual el trabajo necesario es de 5 horas y el trabajo adicional también de 5 horas,
y en cada hora de trabajo el obrero produce un valor de 2 dólares. Entonces, el valor
de la fuerza de trabajo es de 10 dólares. En este ejemplo la norma de plusvalía se la
puede calcular, ya sea relacionando la plusvalía con el valor de la fuerza de trabajo,
es decir, con el capital variable:
p’ = p / v = $ 10p / $ 10v 100 = 100%

O, lo que es lo mismo, relacionando el trabajo adicional con el trabajo necesario:


p’ = 5 horas TA / 5 horas TN 100 = 100%
La norma o tasa de plusvalía es el índice económico que expresa con exacti-
tud el grado de explotación del trabajo asalariado por el capital. Si ella es igual al
100%, significa que a cada hora de trabajo necesario (remunerado), o sea trabajo del
obrero para sí mismo, le corresponde 1 hora de trabajo adicional (no remunerado),
es decir de trabajo para el capitalista. En otras palabras, por cada dólar de salario
percibido por el trabajador, el capitalista se apropia de un dólar de plusvalía. Si la
tasa de plusvalía es del 200% significa que a 1 hora de trabajo necesario corresponde
2 horas de trabajo adicional, o que a cada dólar de salario percibido por el obrero le
corresponden 2 dólares de plusvalía percibidos por el capitalista.

6.2. El volumen o masa de plusvalía


La masa o volumen de plusvalía, a diferencia de la norma de plusvalía que
expresa la magnitud relativa de la plusvalía, constituye la magnitud absoluta de la
plusvalía. Pero entre la norma y la masa de plusvalía existe una determinada estre-
cha relación. De la fórmula p’ = p/v se desprende que p = p’ . v. Supongamos que el
valor diario de la fuerza de trabajo es de 10 dólares, la norma de plusvalía del 100%,
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 265

entonces la masa de plusvalía producida por día-hombre de trabajo es: p = (100)


($10)/100 = 10 dólares. Si en condiciones sólidamente estables la norma de plusva-
lía aumenta al 200%, entonces la masa de plusvalía será: p = (200)($10)/100 = 20
dólares. Según este ejemplo, la norma de plusvalía aumenta en el doble y por eso la
masa de plusvalía se incrementa también en el doble.

Para calcular la masa de plusvalía obtenida por el capitalista por explotar a


todos sus trabajadores asalariados (P), se debe multiplicar la norma de plusvalía (p’)
no por el valor de la fuerza de trabajo de un obrero (v), sino por la cantidad total de
capital variable (V). Por ejemplo, si la norma de plusvalía es del 200% y la suma
de capital variable invertida por el capitalista en la compra de fuerza de trabajo de
un año es de 10 millones de dólares, entonces la masa de plusvalía obtenida por el
capitalista durante un año será, según la fórmula:

P = 200 / 100 . $10 millones = 20 millones de dólares


Y así: P = p/v . V, donde:
P es la masa total de plusvalía obtenida en un año.
V es la suma total de capital variable gastado en un año.
p es la plusvalía producida en un día por un obrero.
v es el capital variable gastado diariamente en la compra de la fuerza de tra-
bajo de un obrero.

O sea que, “la masa de plusvalía producida es igual a la magnitud del capi-
tal variable anticipado multiplicado por la cuota de plusvalía” 12.

6.3. El incremento de la tasa y el volumen de la plusvalía


El mayor interés de los capitalistas es elevar la tasa y el volumen de plusva-
lía, cuyo propósito se cumple en la práctica diaria de la vida real. Así, la norma de
plusvalía en la industria de transformación de los EE. UU. se elevó de 117 a 351%
entre 1859 y 1963. Un cuadro parecido muestra la dinámica de la norma de plusvalía
en los demás países capitalistas. Por ejemplo, en Inglaterra, este mismo indicador se
elevó de 170 a 238%, entre 1938 y 1963.

Con el desarrollo del capitalismo, el volumen de plusvalía se eleva aun con


mayor rapidez que la tasa de plusvalía. Y este incremento se debe a la acción simul-
tánea de dos factores: a la elevación del grado de explotación a los trabajadores y al
mayor número de trabajadores explotados.

¿De qué manera los capitalistas extraen de los obreros asalariados una ma-
yor plusvalía?

12 Marx, Carlos. El capital, óp. cit., 1980. T. 1, p. 259, cursiva en negrita corresponde a F. Ch. Z.
266 Francisco Chaparro Zapana

7. LAS DOS FORMAS DE INCREMENTAR LA PLUSVALÍA


El grado de explotación a la clase trabajadora asalariada puede elevarse:
1. Prolongándose la jornada diaria de trabajo, y 2. Elevándose la productividad
del trabajo. En el primer método se pone de manifiesto la producción de plusvalía
absoluta, y en el segundo, la producción de plusvalía relativa.

7.1. El método de la plusvalía absoluta


Con un valor dado de la fuerza de trabajo, el tiempo de trabajo adicional puede
aumentar solo prolongándose la jornada diaria de trabajo; y como resultado aumen-
tará la tasa o norma de plusvalía.

Supongamos que inicialmente la jornada diaria de trabajo es de 10 horas, de


las cuales 5 horas son el tiempo necesario de trabajo y 5 horas, el tiempo adicio-
nal de trabajo. Representamos gráficamente la jornada de trabajo de la siguiente
forma:

JORNADA DIARIA DE TRABAJO: 10 HORAS

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

TNT = 5 horas TAT = 5 horas

Si convenimos que en cada hora de trabajo se crea un valor equivalente a 2


dólares, entonces el valor diario de la fuerza de trabajo será igual a 10 dólares. Por
consiguiente, aplicando al cálculo de la tasa de plusvalía las fórmulas anteriormente
conocidas, obtendremos:
p’ = $10 p/$10 v . 100 = 5 horas TA/5 horas TN . 100 = 100%

Además, el capitalista logra prolongar la jornada de trabajo en 2 horas, mientras


que el tiempo necesario de trabajo se mantiene constante en 5 horas, entonces el tiempo
adicional de trabajo aumentará en 2 horas, ampliándose en total hasta 7 horas.

JORNADA DIARIA DE TRABAJO: 14 HORAS

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

TNT = 5 horas TAT = 7 horas



En 7 horas de trabajo adicional el obrero crea una plusvalía de 14 dólares, mien-
tras que el valor diario de su fuerza de trabajo se mantiene constante en 10 dólares. Por
consiguiente, la tasa de plusvalía, luego de alargarse la jornada de trabajo, será:
p’ = 14p/10 v . 100 = 7 horas TAT/5 horas TNT . 100 = 140%
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 267

A consecuencia de prolongarse la jornada diaria de trabajo de 10 a 12 horas,


la tasa de plusvalía se eleva de 100 a 140%. La plusvalía acrecentada mediante la
prolongación de la jornada diaria de trabajo se llama plusvalía absoluta.

7.2. La jornada diaria de trabajo y sus límites


La prolongación de la jornada diaria de trabajo tropieza con dos clases de
limitaciones. De un lado, el límite máximo de la jornada diaria de trabajo está de-
terminado por el límite físico de la fuerza de trabajo. La jornada diaria no puede
extenderse hasta las 24 horas, ya que el obrero requiere de determinadas horas de
sueño, de descanso y de satisfacción de una serie de necesidades físicas. De otro
lado, la prolongación de la jornada diaria de trabajo tropieza también con los límites
sociales. El obrero requiere de un determinado tiempo para satisfacer sus necesida-
des socioculturales, cuya duración depende de las características del nivel cultural
general del país al que pertenece.

El capitalista, al comprar la fuerza de trabajo, adquiere el derecho de emple-


ar a “plenitud” el valor de uso de esta mercancía específica, es decir, el derecho a
obligar al obrero a trabajar el máximo de horas posibles al día. Pero, de otro lado,
el obrero como vendedor de la fuerza de trabajo está en el derecho de exigir el pago
completo de su valor. Sin embargo, si la jornada diaria de trabajo se prolonga de-
masiado, la fuerza de trabajo se desgastará rápidamente, disminuyendo la esperanza
de vida del trabajador, quien en realidad durante toda su existencia no percibirá la
magnitud íntegra del valor creado por su fuerza de trabajo.

De modo que si el capitalista como comprador de la fuerza de trabajo está en


el derecho de exigir la prolongación máxima de la jornada diaria de trabajo, el obrero
como vendedor de la fuerza de trabajo está en su derecho de exigir la reducción de
la misma a niveles normales. La duración efectiva de la jornada diaria de trabajo
depende de la correlación de fuerzas entre la clase obrera y la clase capitalista, y
de la capacidad de negociación y/o concertación entre ambas en los marcos de la
sociedad capitalista.

7.3. La prolongación y la limitación de la jornada diaria de trabajo


En el largo plazo, la correlación de fuerza en la lucha de clases por la jornada
diaria de trabajo se inclina en general a favor de la clase capitalista, hecho en el que
cumple un rol importante la prolongación de la jornada diaria de trabajo.

Antes del tránsito a la gran industria maquinizada, los capitalistas lograban pro-
longar la jornada diaria de trabajo valiéndose de la aplicación de leyes compulsivas del
Estado. En Inglaterra, por ejemplo, mediante las leyes de 1349 y 1496, fijaron la duración
de la jornada diaria en 11-12 horas, y en 1562, fue aprobada una ley que reducía el tiempo
de refrigerio, permitiendo ampliar la jornada diaria en 0,5 -1 hora.
268 Francisco Chaparro Zapana

Con la aparición de la industria capitalista maquinizada aparece también el


ejército de desocupados, cuya competencia con los obreros ocupados dio la posibili-
dad a los capitalistas de ampliar la jornada diaria sin necesidad de leyes estatales. La
duración máxima de la jornada diaria se alcanzó en Inglaterra a comienzos del siglo
XIX, cuando esta repuntó, en una serie de ramas, hasta las 14-16 y más horas.

Solo al elevarse la capacidad de lucha organizada del proletariado, se pudo


lograr del Estado burgués la aprobación de leyes que limitaran la jornada diaria de
trabajo.

La nueva legislación fabril que limitaba el tiempo de trabajo apareció primero


en Inglaterra. Una ley de 1833 prohibió en las fábricas textiles el trabajo infantil
hasta los 9 años de edad, y limitó en 8 horas la jornada del trabajo para los niños
de 9 a 13 años de edad, y en 13 horas para los adolescentes de 13 a 18 años. Pero
otra ley de 1844 redujo la jornada de trabajo infantil hasta las 6,5-7 horas y limitó la
jornada diaria de 12 horas para las mujeres. La ley de 1847, limitó la jornada diaria
para los adolescentes y para las mujeres en 11 horas, durante el primer año, y para lo
posterior, en 10 horas.

Todas las leyes que limitaban la duración de la jornada de trabajo en Inglaterra


aparecieron primero para la industria textil, pero en los años 60 del siglo XIX se amplia-
ron también a otras ramas de la industria. Posteriormente, fueron aprobadas una serie de
leyes fabriles; y, finalmente, la ley de 1901, reduciendo en su conjunto todas las leyes
anteriores sobre el trabajo, prohibió el trabajo infantil hasta los 12 años y limitó el trabajo
infantil de 12 hasta 14 años a una jornada diaria de 6-7 horas, y el trabajo de los adoles-
centes (de 14 a 18 años) y las mujeres hasta las 56,5 horas a la semana.

En el último tercio del siglo XIX, a iniciativa de la I Internacional liderada


por Carlos Marx, se desplegó la lucha de la clase obrera por reducir la jornada diaria
de trabajo a las 8 horas. Pero solo después del triunfo de la gran Revolución Socia-
lista de Octubre en Rusia, en 1917, y el establecimiento de la jornada de 8 horas de
trabajo en la República Soviética, la clase obrera de los países capitalistas, gracias a
su abnegada lucha, pudo conquistar una legislación que consagrara el principio de
la jornada de las 8 horas. En 1919, en la primera sesión de la Organización Interna-
cional del Trabajo, fue aprobada la convención que limita desde 1921 la jornada de
trabajo en 8 horas diarias, o en 48 horas semanales, en las empresas industriales. Esta
resolución fue ratificada por todos los estados.

En la actualidad, en la mayoría de países capitalistas desarrollados la jornada de


las 8 horas es legalmente reconocida, y, en algunos países, la jornada semanal de 48 horas
(en Francia y en los EE. UU. para las empresas estatales y paraestatales). Pero las normas
de la jornada diaria establecidas mediante legislación aún no fijan la duración real, ya que
están ampliamente admitidos y difundidos los trabajos de sobretiempo.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 269

En 1963, la duración promedio de la jornada semanal en la industria de trans-


formación en los EE. UU. era de 40,4 horas; en Francia, de 45,9 horas; en Alemania,
de 44,3 horas, y en Inglaterra, de 45,5 horas. Sin embargo, por lo general en los pa-
íses capitalistas tras las cantidades promedio se ocultan una en extremo prolongada
jornada diaria de trabajo, de una parte, y un siempre creciente desempleo parcial, de
otra parte.

La legislación laboral es mucho peor aun en los países en vías de desarrollo y


en la mayoría de pueblos neocoloniales, aun del Asia, incluidos China comunista y el
Japón capitalista, modernos y desarrollados, donde casi no existen leyes que permi-
tan la sindicalización ni que limiten la duración de la jornada diaria de trabajo.

7.4. El método de la plusvalía relativa


Con una determinada duración de la jornada de trabajo, el capitalista puede
extraer de sus trabajadores una mayor plusvalía solo en el caso de que logre reducir
el tiempo necesario de trabajo (TNT). Supongamos que en el ejemplo inicial de una
jornada diaria de trabajo de 10 horas, donde el tiempo necesario de trabajo era de 5
horas y el tiempo adicional también de 5 horas, el capitalista logra reducir el tiempo
necesario de trabajo de 5 a 4 horas; en tal caso el tiempo adicional de trabajo se am-
pliará, dentro de los límites de la misma jornada de 10 horas, de 5 a 6 horas.

JORNADA DIARIA DE TRABAJO

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

TNT = 5 horas TAT = 5 horas


O sea: p’ = 5 h TAT / 5 h TNT x 100 = 100%

JORNADA DIARIA DE TRABAJO

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

TNT = 4 horas TAT = 6 horas

O sea: p’ = 6 h TAT / 4 h TNT x 100 = 150%

En el ejemplo anterior, la norma de plusvalía se elevó del 100 al 150% debido


a que la correlación entre el tiempo necesario y el tiempo adicional de trabajo ha
variado en el contexto de la misma jornada diaria de trabajo. Así, la plusvalía obte-
nida mediante la elevación del tiempo adicional de trabajo a costa de reducirse el
tiempo necesario de trabajo se llama plusvalía relativa.
270 Francisco Chaparro Zapana

¿A qué se debe la reducción del tiempo necesario de trabajo? Como el tiempo


necesario de trabajo es aquel durante el cual el obrero reproduce el valor de su fuerza
de trabajo, entonces para ser reducido se requiere que el valor de la propia fuerza de
trabajo sea reducido. Si el valor diario de la fuerza de trabajo disminuye de 10 a 8
dólares, entonces de modo simultáneo el tiempo necesario de trabajo disminuye de 5
a 4 horas (en el supuesto de que en una hora se produzcan 2 dólares de valor).

Para que el valor de la fuerza de trabajo disminuya es necesario que disminuya


el valor de los bienes y servicios que consumen los trabajadores asalariados, lo que,
a su vez, presupone la elevación de la productividad del trabajo en los respectivos
sectores de la economía.

De esta forma, la elevación de la productividad del trabajo es la base de la


plusvalía relativa. La elevación de la productividad del trabajo en la producción de
los medios de vida necesarios a los trabajadores contribuye a reducir el valor de la
fuerza de trabajo; en consecuencia se lleva a cabo la reducción del tiempo necesario
de trabajo, lo que a su vez permite incrementar el tiempo adicional de trabajo.

7.5. El método de la plusvalía extraordinaria


La elevación de la productividad del trabajo no se realiza simultáneamente en
toda la sociedad ni en todos los sectores de la economía, se inicia siempre a partir de
algunas empresas y la elevación de la productividad del trabajo de algunas empresas
trae consigo la reducción del valor individual de la mercancía, en tanto que su valor
social se mantiene constante. Por ejemplo, si el tiempo de trabajo socialmente nece-
sario para producir un metro de paño es de 2 horas, cuando en una hora se produce
un valor de 2 dólares, entonces el valor social de un metro de paño es de 4 dólares. Y
si después en alguna fábrica de paños se introduce una máquina más moderna, como
resultado la productividad del trabajo se duplica y en la producción de un metro de
paño en dicha fábrica se gasta solamente una hora-hombre de trabajo, entonces el
valor individual de un metro de paño será solo de 2 dólares. Sin embargo, en el mer-
cado las mercancías se venden según su valor social, y no según su valor individual.
La diferencia entre el valor social y el valor individual es la plusvalía extraordina-
ria (o sea, $4 – $2 = $2), con la cual se beneficia el propietario de dicha empresa.

La plusvalía extraordinaria es una forma de plusvalía relativa, porque no se


basa en la prolongación de la jornada diaria de trabajo, sino en la elevación de la
productividad del trabajo. Pero se diferencia de la plusvalía relativa porque de esta
se apropia toda la clase capitalista. En primer lugar, la plusvalía extraordinaria no
la obtiene toda la clase capitalista, sino solo algunos capitalistas aisladamente,
aquellos que aplican una innovación tecnológica de punta en sus empresas, la misma
que aún no ha sido difundida en toda la sociedad. En segundo lugar, la plusvalía
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 271

extraordinaria la obtienen los capitalistas en forma temporal, solo mientras que


la productividad del trabajo de sus empresas sea mayor que el nivel promedio de la
productividad del trabajo en toda la sociedad.

Por lo mismo que todos y cada uno de los capitalistas compiten entre sí por
obtener el máximo de plusvalía, las innovaciones técnicas empiezan aplicándose
primero en algunas empresas, y solamente después se extienden a las demás, ele-
vándose entonces la productividad del trabajo de toda la sociedad. De esta forma, la
lucha por obtener la máxima plusvalía extraordinaria constituye la fuerza motriz
del progreso técnico en el capitalismo.

Pero, al mismo tiempo, los capitalistas innovadores, al pretender usufructuar


por el mayor tiempo la obtención de plusvalía extraordinaria, suelen monopolizar
las innovaciones técnicas, impidiendo que los demás accedan a sus beneficios. Al
mantener en secreto y monopolizar temporalmente las patentes de los perfecciona-
mientos técnicos, los capitalistas innovadores impiden que se generalice su difusión
y, al mismo tiempo, frenan el progreso técnico. Así se pone de manifiesto el carácter
contradictorio del desarrollo de las fuerzas productivas en las condiciones de la eco-
nomía de mercado capitalista.

7.6. La unidad indesligable entre la plusvalía absoluta y la plusvalía relativa


Las diferencias entre la plusvalía absoluta y la plusvalía relativa de ningún
modo excluyen la estrecha unidad entre ambas.

Si la jornada diaria de trabajo se limitara a los marcos del tiempo necesario


de trabajo, entonces no habría trabajo adicional, y por consiguiente tampoco habría
plusvalía. Toda plusvalía es absoluta, porque presupone una duración de la jorna-
da diaria por encima del tiempo necesario de trabajo.

Además, si la productividad del trabajo fuera bajísima, al extremo que duran-


te toda la jornada de trabajo apenas se reprodujera el valor de la fuerza de trabajo,
entonces no habría plustrabajo alguno y, por ende, tampoco habría plusvalía. Solo a
consecuencia de elevarse la productividad del trabajo se reduce el tiempo necesario
de trabajo a una parte de la jornada diaria, y la otra parte se convierte en tiempo
adicional de trabajo, durante el cual se produce la plusvalía. En ese sentido, toda
plusvalía es relativa, porque presupone siempre una determinada elevación de la
productividad del trabajo social.

Los métodos con los que los capitalistas consolidan la explotación sobre los
trabajadores asalariados son diversos; pero la esencia de esa explotación es la misma
en ambas formas de plusvalía. Tanto la plusvalía absoluta como la relativa expresan
la relación entre dos clases sociales antagónicas: la explotación que ejercen los ca-
272 Francisco Chaparro Zapana

pitalistas sobre los trabajadores asalariados. De este modo, las formas de plusvalía
absoluta y relativa son portadoras de una misma esencia económico-social.

En el capitalismo, el primer método con el que se eleva el grado de explo-


tación es la producción de plusvalía absoluta. Pero sería absurdo pensar que los
capitalistas recurren a la producción de plusvalía relativa solo después de agotar la
aplicación del método de prolongación absoluta de la jornada diaria de trabajo. Aún
en los siglos XVI - XVIII, o sea mucho antes de que se estableciera el límite máximo
de la jornada diaria, los capitalistas ya empleaban la elevación de la productividad
del trabajo para intensificar la explotación a los obreros, o sea que ya aplicaban el
método de producción de plusvalía relativa.

De otra parte, incluso en la economía capitalista desarrollada contemporánea,


la producción de plusvalía absoluta continúa teniendo vigencia. Por ejemplo, durante
la Segunda Guerra Mundial, en la mayoría de países capitalistas desarrollados se
amplió de modo inusitado la jornada diaria de trabajo.

La elevación de la intensidad del trabajo es un importante método para conso-


lidar la explotación sobre la clase obrera, o sea la elevación de los gastos de trabajo
por cada hora-hombre de trabajo. La intensificación del trabajo, como es sabido,
equivale a prolongar la jornada diaria; en ambos casos el trabajador gasta durante la
jornada diaria mayor cantidad de fuerza de trabajo, lo que conlleva su agotamiento
acelerado. Por cuanto la intensificación del trabajo equivale a prolongar la jornada
diaria, esta es un medio de producción de plusvalía absoluta.

Al mismo tiempo, una elevación de la intensidad del trabajo conduce también


a la elevación de la productividad del trabajo: con un trabajo más intenso el obrero
produce en cada hora mayor cantidad de bienes. Mientras una intensidad elevada del
trabajo se aplica solamente en algunas empresas, esta no repercute en el valor de las
mercancías de toda la sociedad. Pero cuando una elevada intensidad del trabajo logra
difundirse con amplitud, entonces se altera el nivel medio de intensidad del traba-
jo; se reduce tanto el tiempo socialmente necesario de trabajo como el valor de las
mercancías. Por eso en el contexto de una misma jornada diaria se reduce el tiempo
necesario de trabajo y, en consecuencia, se eleva el tiempo adicional de trabajo. En
la medida en que la elevación de la intensidad del trabajo conduce a tales consecuen-
cias, aquella significa producción de plusvalía relativa.

Y así, la intensificación del trabajo sirve tanto como método de producción


de plusvalía absoluta como de plusvalía relativa.

8. LA PRODUCCIÓN DE PLUSVALÍA RELATIVA EN LAS TRES ETAPAS DEL


DESARROLLO INDUSTRIAL CAPITALISTA
En el capitalismo, el proceso de elevación de la productividad del trabajo, que
trae consigo el incremento de la plusvalía relativa, comprende tres etapas históricas
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 273

fundamentales: 1. La cooperación capitalista simple del trabajo; 2. La división del


trabajo y la manufactura; y 3. La gran industria maquinizada.

8.1. La cooperación capitalista simple y sus ventajas


El punto de partida de la producción capitalista fue la cooperación simple, es
decir, el trabajo colectivo de muchas personas que ejecutan operaciones iguales.

A la cooperación simple le antecedió el sistema doméstico de producción ca-


pitalista, por el cual el empresario distribuía a domicilio las materias primas para su
transformación. El afán de ampliar los volúmenes de la producción y de ejercer un
control más efectivo sobre los trabajadores obligó a los capitalistas a pasar de aquel
sistema a la instalación de sus propios talleres. Así surgió la cooperación capitalista
simple, como la unificación de un grupo de trabajadores asalariados de la misma
especialidad en el taller del capitalista.

La cooperación simple tenía las siguientes ventajas económicas frente a la


producción artesanal:

A) La nivelación de las diferencias individuales de la fuerza de trabajo. De cada


decena de trabajadores que laboran en un taller, siempre destacan dos o tres
como los más fuertes, así como otros dos o tres son los más débiles, inexpertos
y menos hábiles, y los restantes son los del nivel promedio. De esta forma, las
desviaciones por arriba o por debajo del nivel promedio se compensan mutua-
mente, y el trabajo colectivo actúa como trabajo social promedio.
B) La economía de medios de producción. Por ejemplo, la construcción y el
equipamiento de un taller para 20 obreros es más barato que construir y equi-
par 10 talleres para que trabajen solo 2 obreros en cada uno; los gastos de
mantenimiento, administración y alumbrado son mayores que en las grandes.
C) La creación de una fuerza de trabajo social nueva. La cooperación simple
permite realizar trabajos que no pueden ser ejecutados individualmente, por
ejemplo, el transporte pesado, la construcción de canales, etc.
D) La elevación de la productividad del trabajo individual a consecuencia de
la competencia entre los trabajadores. Debido a la naturaleza humana emi-
nentemente social –como decía Aristóteles, el hombre es un animal social–,
un colectivo de 10 trabajadores que laboran juntos produce en cada jornada
de trabajo una cantidad mayor de productos que igual número de trabajadores
que laboran en forma individual.
E) La garantía de una mayor continuidad del proceso productivo. Por ejemplo,
en la construcción de un edificio, los albañiles pueden formar una cadena para
el boleo de ladrillos; esta cadena evita aquellas interrupciones del trabajo que
son inevitables si cada albañil tuviera que transportarlos y asentarlos.
274 Francisco Chaparro Zapana

F) La ampliación del campo de acción del trabajo y la acción simultánea sobre


el objeto de trabajo desde diversos ángulos. Así, trabajando colectivamente
se pueden construir en simultáneo todas las paredes de un edificio, economi-
zando el tiempo que se gastaría en trasladarse de un rincón a otro.
G) Un empleo más racional de los momentos críticos en las ramas estacionales
de la producción. Por ejemplo, en la cosecha de trigo, la cooperación permite
ejecutar las faenas en plazos más breves, previniendo las pérdidas inevitables
de productos cuando estos plazos se retrasan.

Y así, la socialización del trabajo y la consecuente elevación de su producti-


vidad constituyen el aspecto progresista de la cooperación capitalista simple.

8.2. La naturaleza de clase de la cooperación capitalista simple


La unificación de muchos trabajadores asalariados para un trabajo conjunto no
se realiza por iniciativa de los propios trabajadores, sino a voluntad del capitalista.
La naturaleza clasista de la cooperación capitalista simple radica en que esta es
una cooperación de trabajadores asalariados sometidos a la voluntad y el poder
del capitalista.

Asimismo, las escalas de la cooperación capitalista tampoco dependen de los


mismos trabajadores, sino de las dimensiones del capital, que es propiedad de capi-
talistas particulares.

A su vez, con la ampliación de la cooperación, la separación entre el


capital y el trabajo es cada vez mayor. La explotación de un gran número de
obreros le dará al capitalista el ingreso suficiente que le permitirá dejar de parti-
cipar en la producción.

Al momento de contratar a los obreros, el capitalista negocia con cada obrero


por separado, y paga solo por el valor de cada fuerza de trabajo individual. Aque-
lla fuerza social productiva adicional, obtenida del trabajo combinado de muchos
trabajadores, el capitalista no la paga; le resulta una donación. De esta forma, el
capitalista se apropia gratuitamente de la fuerza productiva social del trabajo, y la
cooperación del trabajo le sirve de medio de consolidación de la explotación y para
incrementar la plusvalía. La cooperación simple en el capitalismo fue el primer
peldaño del desarrollo de la producción de plusvalía relativa.

8.3. La manufactura: origen y desarrollo


La manufactura es la segunda etapa del desarrollo industrial capitalista,
o sea del tipo de empresa capitalista relativamente grande, basada en la técnica
manual de la división del trabajo por piezas entre los obreros. A diferencia de la co-
operación simple, la manufactura representa en sí una cooperación compleja basada
en la división del trabajo.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 275

Históricamente, la manufactura se formó por dos vías. La primera es que surge


de la cooperación capitalista simple mediante la fragmentación del proceso producti-
vo en una serie de operaciones individuales. Por ejemplo, en el oficio de la cuchille-
ría, a comienzos del siglo XIX, en la provincia rusa de Ciudad Baja, cada trabajador
elaboraba en el taller de principio a fin un cortaplumas; pero, a partir de la década
del 60 del siglo XIX, en la manufactura de Zavialov, cada cortaplumas pasaba por
las manos de ocho a nueve trabajadores: el herrero, cortador, acoplador de mangos,
templador, lustrador, rematador, coordinador, estampillador, etcétera.

La segunda vía de origen de la manufactura fue el tipo de trabajo capitalista


a domicilio, según el cual, trabajadores de diferentes oficios eran unificados por el
capitalista-contratista. Por ejemplo, la manufactura de carruajes reunía al carruajero,
talabartero, tapizador, cerrajero, al especialista en reparaciones de cobre, al tornero,
vidriero, pintor, barnizador, etc.

Las manufacturas, por ser grandes empresas, requerían de un mercado amplio


para sus ventas, razón por la que se formaron inicialmente en los principales centros
del comercio internacional. Las primeras manufacturas hicieron su aparición entre
los siglos XI y XV en las ciudades italianas de Florencia, Génova y Venecia. Y desde
comienzos del siglo XVI, a consecuencia de los grandes descubrimientos geográfi-
cos, y al trasladarse los centros del comercio mundial de las costas del mar Negro
a la zona noroccidental de Europa, las manufacturas terminaron difundiéndose con
más intensidad en Inglaterra y Holanda.

Para que se desarrollaran las manufacturas fue imprescindible la presencia


de una clase trabajadora asalariada. A mediados del siglo XVI, una enorme masa de
campesinos fue despojada de sus tierras y convertida en obreros asalariados. Este
acontecimiento marcó el inicio del período manufacturero, el mismo que se prolongó
en Europa Occidental hasta el último tercio del siglo XVIII.

8.4. Las formas de desarrollo de la manufactura


A) La manufactura heterogénea. En la que el producto se obtiene mediante la
integración mecánica de productos parciales elaborados de manera inde-
pendiente. Por ejemplo, en la manufactura de relojes cada trabajador elabora
alguna de las piezas, como los resortes, cuadrantes, esferas del reloj, etc., cu-
yas partes son unificadas por obreros especializados.
B) La manufactura orgánica. Es aquella en la que el producto es el resultado
de una serie consecutiva de operaciones independientes entrelazadas entre
sí. Un ejemplo típico es la manufactura de alfileres que Adam Smith describió
de la siguiente forma: “en el estado en que hoy en día se halla este oficio no
solo es un artefacto particular la obra entera o total de un alfiler, sino que in-
cluye cierto número de ramos, de los cuales cada uno constituye un oficio dis-
276 Francisco Chaparro Zapana

tinto y particular. Uno tira el metal o alambre, otro lo endereza, otro lo corta,
el cuarto lo afila, el quinto lo prepara para ponerle la cabeza; y el formar esta
requiere dos o tres distintas operaciones; el colocarla es otra operación parti-
cular; es distinto oficio el blanquear todo el alfiler; y muy diferente, también,
el de colocarlos ordenadamente en los paquetes”13.
Además de la división antes descrita, la manufactura se subdivide en: 1. La
manufactura centralizada, en la cual todo el proceso de elaboración de un
producto se desenvuelve en la empresa del capitalista; y 2. Las manufacturas
descentralizadas, que comprende una serie de operaciones que eran ejecuta-
das por el obrero en su domicilio.

8.5. La división social y manufacturera del trabajo


La división social del trabajo es la diferenciación de actividades entre las
diversas esferas y sectores de la producción, por ejemplo, entre la ganadería, la agri-
cultura y la artesanía; o entre los diversos sectores industriales, como la producción
de carbón, la metalurgia, la construcción de maquinarias, etc. En cambio, la división
manufacturera del trabajo es aquella diferenciación de actividades que se produce
entre los propios trabajadores al interior de cada empresa manufacturera.

Entre ambas formas de división del trabajo se observan las siguientes di-
ferencias:
En primer lugar, en la división social del trabajo, el producto de cada produc-
tor independiente es la mercancía; y los productores independientes se relacionan
entre sí a través de las transacciones de compra y venta de sus mercancías. Pero,
en la división manufacturera del trabajo, el producto personal de cada obrero no es
una mercancía; y la relación entre los obreros se establece cuando venden en forma
conjunta su fuerza de trabajo a un mismo capitalista.
En segundo lugar, la división social del trabajo en el capitalismo se caracte-
riza por fragmentar los medios de producción entre distintas empresas; al contrario,
la división manufacturera del trabajo se caracteriza por concentrar los medios de
producción en manos de un solo capitalista.
En tercer lugar, la división social del trabajo en el capitalismo tiene un carác-
ter espontáneo y anárquico; por el contrario, la división manufacturera del trabajo es
organizada planificadamente. Pero bajo esta forma de organización laboral todos los
trabajadores están sometidos a la voluntad despótica del capitalista.

Entre ambas formas de división del trabajo existe un determinado tipo de in-
terrelación. La división manufacturera del trabajo presupone, por sobre todo, la exis-
tencia anterior de un determinado nivel de división social del trabajo. De otro lado,

13 Smith, Adam. La riqueza de las naciones. Barcelona, 1983, p. 49.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 277

la división manufacturera del trabajo, a su vez, posibilita el desarrollo posterior de la


división social del trabajo. En especial, el desarrollo de la manufactura dio un impul-
so al proceso de separación posterior entre la industria y la agricultura.

8.6. El carácter progresista de la manufactura


Los factores que contribuyeron a elevar la productividad del trabajo en el pe-
ríodo de la manufactura fueron:
A) La especialización de los obreros. La renovación permanente de las mismas
operaciones productivas permitió a los obreros de la manufactura perfeccionar
su destreza y elevar la productividad de su trabajo.
B) La eliminación de las pausas y elevación de la intensidad del trabajo. En
la cooperación simple, el obrero durante una misma jornada tenía que pa-
sar varias veces de una operación productiva a otra, ocasionándole la pérdi-
da improductiva de una parte de su tiempo de trabajo. Pero, con la división
manufacturera del trabajo, el obrero ejecutaba de manera ininterrumpida una
misma operación, por lo que se eliminaban o reducían a su mínima expresión
las pérdidas en tiempo de trabajo, y tanto la intensidad como la productividad
se incrementaban.
C) La diferenciación entre los instrumentos de trabajo. La especialización de
los obreros requería de la especialización de los instrumentos de trabajo. Así,
en Birmingham, en el período de la manufactura, se producía hasta 500 espe-
cies diferentes de martillos. La diferenciación de los instrumentos de trabajo,
acompañada de su perfeccionamiento, contribuyó a elevar la productividad
del trabajo.

La manufactura, pese a todo su potencial progresista, fue incapaz de impulsar


una verdadera transformación social de la producción por carecer de una sólida base
técnica. Por esta razón, en el período manufacturero, un reducido grupo de grandes
empresas coexistía con un considerable número de pequeñas empresas, ya que la
gran producción, valiéndose solo de las técnicas manuales, aún era incapaz de des-
plazar a la pequeña producción.

8.7. La manufactura y la situación de la clase obrera


En la cooperación simple, las dimensiones del capital en manos de un solo
capitalista aún no eran significativas y, por eso, las contradicciones entre el capital y
el trabajo no eran tan agudas todavía. Mientras que la manufactura presuponía una
división categórica entre los representantes del capital y el trabajo, la concentración
de un capital considerable en manos del empresario y un numeroso contingente de
trabajadores asalariados explotados por él.
278 Francisco Chaparro Zapana

La división manufacturera del trabajo significó la transformación de los


obreros en apéndices del taller del capitalista, deformándolos física e intelectual-
mente. A consecuencia de semejante división social del trabajo, los obreros se trans-
formaron en especialistas muy estrechos, calificados parcialmente e incapaces de
producir en forma personal ningún producto acabado. Esta situación los expuso a la
total dependencia del capital, convirtiéndolos en pertenencia de la empresa capita-
lista. A consecuencia de la división manufacturera del trabajo, algunos órganos del
cuerpo humano se desarrollaban de modo deformado en perjuicio de los demás ór-
ganos. La división manufacturera generó una masa de personas lisiadas, con manos
o piernas mal formadas, jorobadas, etc. La rutinaria repetición del mismo trabajo
físico simple agotaba al obrero, limitándolo en las posibilidades de su desarrollo
intelectual. La manufactura ahondó así la contradicción entre el trabajo físico y el
intelectual.

Finalmente, la manufactura capitalista, al incrementar la productividad del


trabajo, trajo consigo el incremento de la plusvalía relativa.

8.8. El rol de la manufactura en el tránsito a la gran industria maquinizada


La manufactura, cumpliendo un rol progresista, creó las condiciones para
el tránsito a la siguiente fase superior del desarrollo de la producción capitalista,
a la gran industria maquinizada. En primer lugar, el fraccionamiento del proceso
productivo en operaciones simples, así como la diferenciación de los instrumentos
de trabajo crearon las condiciones para la aplicación de las máquinas. En segundo lu-
gar, la manufactura fue la escuela de calificación de los obreros para la gran industria
maquinizada. Estaban disciplinados y dotados de los hábitos técnicos requeridos.

La base técnica artesanal de la manufactura limitaba las posibilidades de cre-


cimiento de la producción. La estrechez de aquella base técnica artesanal entró en
contradicción con la vigorosa expansión de los mercados nacional e internacional.
Para resolver esta contradicción fue necesario sustituir la técnica manual por la gran
producción maquinizada.

8.9. La máquina y sus partes conformantes


La máquina es un conjunto de instrumentos combinados que recibe una de-
terminada energía para TRANSFORMARLA y restituirla en otra más apropiada,
la misma que es aplicada en la transformación de los objetos de trabajo en produc-
tos acabados. Una máquina está conformada por las siguientes partes: 1. El motor,
que pone en movimiento a la máquina (la rueda hidráulica, el motor a vapor, el motor
electrónico, el motor de combustión interna); 2. El mecanismo de transmisión que
regula y transmite el movimiento recepcionado (constituido de ruedas motrices
dentadas, árboles de cigüeñales invisibles, cinta de transmisión, correas, etc.); y
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 279

3. La máquina de trabajo que actúa directamente sobre el objeto de trabajo. La má-


quina de trabajo generalmente consta de aquellos instrumentos que se emplean me-
diante el trabajo manual, por ejemplo la máquina de hilar está conformada por husos;
sin embargo, la máquina de trabajo es operada al mismo tiempo por un conjunto de
instrumentos que la diferencian sustancialmente del instrumento artesanal.

8.10. La revolución industrial y el desarrollo de la producción maquinizada


El tránsito de la manufactura a la industria maquinizada significó la revolu-
ción industrial que consolidó al capitalismo como sistema económico predominante.
La revolución industrial se realizó primero en Inglaterra, donde se inició a fines
del siglo XVIII y culminó en las primeras décadas del siglo XIX. Según Marx14,
en el desarrollo de la gran producción maquinizada se observaron las siguientes
tendencias:
En primer lugar, la innovación de máquinas en algunos sectores de la pro-
ducción trajo consigo la innovación en otros sectores contiguos. Por ejemplo, en la
década de los 60 del siglo XVIII, en Inglaterra, la hilandería se retrasó en relación a
la tejeduría, ya que con la lanzadera volátil (inventada en 1733) un tejedor podía pro-
cesar en un día la cantidad de hilos producidos por muchos hilanderos. Esto planteó
la necesidad de mecanizar la hilandería. Después de la invención (1765) e introduc-
ción de la máquina de hilar de J. Hargreaves, se produjo una nueva desproporción;
esta vez fue la tejeduría la que se retrasó respecto de la hilandería. Se hizo necesaria,
entonces, la implantación de máquinas en la tejeduría y en 1776 Karthaith inventó
una máquina mecánica de tejer. La mecanización de la tejeduría, a su vez, planteó la
necesidad de mecanizar los procesos de estampado y colorido de las telas.
En segundo lugar, el desarrollo de la máquina de trabajo trajo consigo la
modificación del motor. En un comienzo, las máquinas de trabajo eran puestas en
movimiento por la fuerza humana o por la tracción animal. Dada su limitación, aque-
llos tipos de fuerza fueron sustituidos por la fuerza de la caída de agua. Sin embargo,
los motores hidráulicos sólo podían instalarse en las cercanías de las fuentes hídri-
cas. Con el desarrollo de la producción maquinizada surgió la necesidad de aplicar
un motor que se pudiera instalar en cualquier lugar y que obedeciera a plenitud a la
voluntad humana. Este tipo de motor fue la máquina a vapor, construida en Rusia, en
1783, por I. I. Polsunóv, y en Inglaterra, en 1784, por James Watt.
En tercer lugar, la revolución técnica industrial trajo consigo la revolución
técnica en el transporte. El empleo de las máquinas en la industria motivó un creci-
miento considerable de la producción. El transporte de una gran masa de productos
industriales y de materias primas por los antiguos medios (arreo, carreteo, barcos
de vela) tomaba mucho tiempo y era muy caro. Los antiguos medios de transporte
entraron en crisis con la industria capitalista en desarrollo. Se hizo necesaria también
la aplicación de máquinas al transporte. Este problema fue resuelto a comienzos del
siglo XIX, a raíz de las invenciones de la locomotora y el vapor.

14 Ver: Marx, Carlos. El capital, óp. cit., T. 1, pp. 324-465.


280 Francisco Chaparro Zapana

En cuarto lugar, la aplicación masiva de máquinas en los diversos sectores


de la producción impuso la necesidad de renovar la técnica en la construcción de
las mismas. Al comienzo las máquinas eran construidas con medios manuales en las
manufacturas, pero sus costos eran muy elevados y el volumen de su producción era
muy limitado. La construcción de máquinas se retrasó de su demanda en otros secto-
res de la economía. Esto hizo necesaria la mecanización de la propia construcción de
máquinas. Como resultado del tránsito de la producción manual a la producción ma-
quinizada de las propias máquinas, el capitalismo creó una adecuada base técnica.
En quinto lugar, con el desarrollo de la producción maquinizada, se pro-
dujo el tránsito de la cooperación maquinizada simple al sistema maquinizado. El
empleo de muchas máquinas homogéneas en una empresa es la cooperación maqui-
nizada simple. Posteriormente, las máquinas se diferencian entre sí, y el objeto de
trabajo antes de ser transformado en producto acabado tiene que ser procesado me-
diante una serie de diferentes máquinas especializadas. Este complejo de máquinas
que se complementan entre sí conforma el sistema maquinizado. Su expresión más
elevada es el sistema automatizado de maquinarias, en el que todas las operaciones
productivas son ejecutadas por un complejo de maquinarias y la labor de los trabaja-
dores se limita a controlar su funcionamiento.

8.11. La aplicación de máquinas como medio de explotación del trabajador


asalariado. Sus limitaciones
Se debe diferenciar la máquina como tal de su aplicación capitalista. La má-
quina como tal es instrumento para producir valores de uso y es, al mismo tiempo, un
poderoso factor que contribuye a elevar la productividad del trabajo. Las máquinas
por sí mismas no son de naturaleza clasista: en diferentes condiciones históricas ellas
sirven a clases sociales diferentes. En las condiciones de un capitalismo ultraliberal
sirven fundamentalmente al gran capital transnacional. Pero, en el contexto de las
relaciones de producción capitalistas la máquina sirve como medio de producción
de plusvalía, o sea como capital.

El beneficio social de la máquina se mide por la economía de trabajo humano,


es decir, por la diferencia entre la cantidad de trabajo vivo, a la cual una determi-
nada máquina sustituye, y la cantidad de trabajo pesado, materializado en la propia
máquina. No obstante, el beneficio de la máquina para los capitalistas no se mide
mediante la economía de trabajo, sino mediante la economía de capital, por la
diferencia entre el valor de la máquina y el valor de la fuerza de trabajo a la que
sustituye. Si el valor de una máquina es mayor que el valor de la fuerza de trabajo
sustituida por ella, entonces, desde el punto de vista capitalista, semejante máquina
no es útil, aunque representara una significativa economía de trabajo humano.

Supongamos que el valor de una máquina es igual a 10 000 horas de trabajo o


20 dólares (si convenimos igualar una hora de trabajo a 2 dólares), la aplicación de
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 281

esta máquina durante el plazo de su funcionamiento sustituirá 12 000 horas de traba-


jo vivo, y el valor de la fuerza de trabajo sustituida por la máquina será igual a 6000
horas, o sea 12 000 dólares (suponiendo una tasa de plusvalía del 100%). En este
ejemplo, la máquina brinda a la sociedad una economía de 2000 horas; no obstante
la aplicación de la máquina no le será beneficiosa al capitalista, razón por la cual él
preferirá el trabajo manual, ya que la fuerza de trabajo resultará más barata que la
máquina (42 000 dólares contra 20 000). Cuanto más barata sea la fuerza de trabajo,
tanto menos beneficioso le resultará al capitalista el empleo de la máquina.

Y así, el empleo capitalista de la máquina como medio de producción de


plusvalía limita las posibilidades de la innovación técnica en el capitalismo. Esto
confirma que las relaciones capitalistas de producción entran en contradicción con el
desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad.

8.12. Los efectos negativos de la producción mecanizada sobre la situación


de la clase obrera
Las consecuencias negativas de la producción maquinizada sobre la clase
obrera son:
A) La aplicación creciente del trabajo femenino e infantil. El tránsito de la ma-
nufactura a la producción maquinizada, que ya no requiere de un gran es-
fuerzo de la fuerza de trabajo del obrero, permitió explotar más ampliamente
el trabajo de la mujer y del niño. Esto no solo significó ampliar la esfera de
explotación capitalista, sino también la elevación del grado de explotación a
los obreros, ya que el trabajo de la mujer y del niño ocasionó la caída del valor
de la fuerza de trabajo. En el capitalismo contemporáneo, el peso específico
del trabajo infantil ha descendido en comparación al siglo XIX, pero el del
trabajo femenino continúa incrementándose. Por ejemplo, en los EE. UU., en
la estructura de la población económicamente activa (excepto las fuerzas ar-
madas), la mano de obra de la mujer fue del 25% en 1940 y del 35% en 1965.
En Inglaterra, dicho índice se incrementó del 34% al 36,4% de 1952 a 1965.
B) La prolongación de la jornada de trabajo. El empleo de la máquina sirvió de
pretexto a los capitalistas para alargar la jornada de trabajo. Al haber invertido
enormes sumas de capital en la adquisición de máquinas, el capitalista tiene
especial interés en que ese valor se transfiera con la mayor rapidez a las mer-
cancías acabadas, y esta transferencia de valor ocurre tanto más rápido cuanto
más prolongada sea la jornada de trabajo. El empleo de las máquinas creó
nuevas posibilidades objetivas para prolongar la jornada de trabajo: el paso
a la industria maquinizada, que condujo a la difusión del trabajo femenino e
infantil, y a la aparición de un ejército de desocupados, reforzó la competencia
entre los obreros y, por eso mismo, facilitó a los capitalistas la prolongación de
la jornada de trabajo.
282 Francisco Chaparro Zapana

C) La intensificación del trabajo. Acelerando los ritmos de funcionamiento de


las máquinas y aumentando su número de por cada obrero, los capitalistas
obligan a los obreros a gastar una mayor cantidad de energías en cada hora de
trabajo. En consecuencia, el obrero agota más rápido y en períodos más cortos
sus fuerzas, y se multiplica el número de accidentes de trabajo.
D) La transformación del obrero en apéndice de la máquina. En la fábrica capi-
talista, los obreros están obligados a adaptarse al movimiento de las máquinas,
y se constituyen en apéndices vivos de un mecanismo sin vida.
E) La agudización de la contradicción entre el trabajo físico e intelectual. En la
producción capitalista maquinizada, las funciones del trabajo intelectual son
separadas bruscamente de las funciones del trabajo físico, las primeras de las
cuales son desempeñadas por una plana de funcionarios administrativos, in-
genieros y técnicos especializados, generalmente opuestos a los obreros como
agentes de los capitalistas.
F) La formación y el crecimiento del ejército de desocupados. Luego de que la
manufactura fuera desplazada por la gran industria maquinizada, se formó el
ejército de los desocupados.

8.13. Las principales etapas del desarrollo de la producción maquinizada


La producción capitalista maquinizada comprende tres etapas:
La primera etapa: abarca la revolución técnica de fines del siglo XVIII y co-
mienzos del siglo XIX, en la que se realiza el paso de la técnica manual a la técnica
maquinizada con el empleo de la máquina de vapor para convertir el calor en movi-
miento mecánico. La sustitución del instrumento artesanal por la máquina motoriza-
da y la aplicación generalizada del vapor en calidad de fuerza motriz constituyeron
una revolución en las fuerzas productivas.
La segunda etapa: es la revolución electrotécnica de fines del siglo XIX y
comienzos del XX. Este período se caracteriza cualitativamente por la aparición de
un nuevo tipo de motores, los eléctricos, en correspondencia a los cuales cambiaron
radicalmente las fuentes energéticas. Se produjo el tránsito del “siglo del vapor” al
“siglo de la electricidad”; la energía eléctrica empezó a ser empleada con gran am-
plitud no solo en los motores eléctricos para poner en acción la máquina de trabajo,
sino también en los procesos tecnológicos.
La tercera etapa: es la actual revolución científico-técnica, la cual se inició a
partir de los años cincuenta del siglo XX.

8.14. La revolución científico-técnica contemporánea


La particularidad de la revolución científico-técnica contemporánea (RCT),
en la llamada era de la globalización, es que comprende a todos los elementos de la
producción. En primer lugar, se caracteriza por la transformación sustancial de los
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 283

medios de trabajo, por el paso de la mecanización a la automatización de la produc-


ción y por la más amplia introducción del sistema automatizado contemporáneo de
máquinas. En segundo lugar, la RCT se extiende también a los objetos de trabajo.
Con el desarrollo de la química y su creciente aplicación en la producción, aparece
una serie de nuevos objetos de trabajo; entre ellos destacan, por ejemplo, la fibra
sintética, la masa plástica. Con la quimificación de la producción, los materiales
tomados directamente de la naturaleza por el hombre empiezan a ser sustituidos por
sustancias creadas artificialmente, dotadas previamente de ciertas propiedades. Y
en tercer lugar, la RCT contemporánea comprende también a las fuentes energé-
ticas. Este proceso no se limita a sustituir el carbón por el creciente empleo del petró-
leo y el gas natural en calidad de recursos energéticos; aparece una forma de energía
completamente nueva: la energía atómica, la cual abre grandiosas posibilidades para
el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad.

Como la automatización de la producción en la RCT contemporánea tiene


gran importancia, nos detendremos más detalladamente en esta:

El cambio cualitativo de la técnica en la automatización de la producción ra-


dica en que el sistema automatizado de máquinas incluye en sí no solo aquellos tres
elementos consustanciales a cualquier máquina (motor, mecanismo de transmisión
y máquina de trabajo), sino también un cuarto elemento, el mecanismo de control
direccional. Del mismo modo que la mecanización de la producción transfirió al me-
canismo la acción directa del hombre sobre los objetos de trabajo, pero conservando
para él las funciones de control, regulación y dirección del proceso tecnológico, la
automatización de la producción transfiere estas funciones a unos artefactos mecáni-
cos especiales. Este nuevo fenómeno fue el resultado inevitable del progreso técnico.
Al aumentar las potencialidades y hacerse más compleja la construcción de las má-
quinas, con la introducción de procesos tecnológicos intensivos de grandes veloci-
dades y altas presiones y temperaturas, al hombre le es más difícil controlar y dirigir
los procesos de la producción. Por eso, se pasa a la automatización del control, de la
regulación y dirección de dichos procesos.

Además de los aparatos de control automático, que registran la velocidad del


movimiento de las máquinas, la temperatura, la presión y los gastos de vapor, o de
combustible, como también la calidad del producto, se dispone de una dirección que
garantiza el trabajo automático de las máquinas según un programa preestablecido,
de los aparatos de dirección automática e incluso de tales aparatos de regulación
automática, capaces de cambiar en el proceso de la producción su programa y el
régimen de realización de los indicadores óptimos.

A fines de 1962, en los EE. UU. funcionaban cerca de 3000 tornos con direc-
ción programada, de cambio automático de instrumentos y de encendido automático;
284 Francisco Chaparro Zapana

el número de máquinas calculadores electrónicas era de 12 000, en 1963, y a fines de


1966, alcanzaba los 30 ó 40 000. Sin embargo, el progreso colosal de la técnica en
la sociedad burguesa no sirve a los intereses de los trabajadores, sino a los intereses
de los capitalistas.
Las conquistas de la actual RCT en los países capitalistas son empleadas
para producir mayor plusvalía. A mayor productividad del trabajo de los obreros,
mayor es el grado de explotación y de la norma de plusvalía. De otro lado, cuanto
más producen los trabajadores asalariados, tanto menor es su participación en el
producto producido por ellos. Se observa, por ejemplo, que en la industria de trans-
formación de los EE. UU. entre los años 1953-1964, la parte de los salarios de los
obreros en el producto neto descendió de 38,1 al 31,9%.

En el capitalismo, la RCT conduce a la intensificación del trabajo. Eviden-


temente, con la automatización de la producción decae la necesidad de una gran
tensión de las fuerzas físicas del trabajador. Pero el uso del sistema automatizado de
máquinas exige de él una enorme tensión nerviosa. Por ejemplo, según los datos de
una encuesta, en una estación eléctrica estadounidense no automatizada se encuentra
en situación de tensión nerviosa frecuente o de tiempo en tiempo el 51% de los tra-
bajadores, y en una estación automatizada, el 74%.

No es raro que la técnica automatizada contemporánea, en las empresas ca-


pitalistas, se la emplee para reforzar el control sobre la intensidad del trabajo de los
obreros. Así, de las 751 empresas norteamericanas que fueron investigadas, en 1965,
el 13% ejercía el control sobre los obreros con la ayuda de una instalación electróni-
ca. Por ejemplo, en las fábricas de la Westinhouse-Electric y la Chrysler, para asegu-
rar el máximo rendimiento de los trabajadores se aplican artefactos electrónicos.

Una de las consecuencias sociales de la RCT contemporánea es el reforza-


miento de la explotación de los obreros ocupados. La otra consecuencia social es el
crecimiento de la desocupación. Así, después de ser instalados los equipos automá-
ticos en la fábrica de automóviles de la compañía Ford, el número de obreros dismi-
nuyó de 68 a 47 mil; en una de las fábricas estadounidenses de artefactos eléctricos,
el número de obreros se redujo en un 25%, como resultado de la automatización de
la producción. En un folleto editado por la “General Electric” se dice abiertamente
que: “El empresario debe recurrir a la automatización para poder sobrevivir... Para
él es de necesidad apremiante eliminar de la planilla de salarios cualquier número
considerable de obreros innecesarios”.

La RCT contemporánea influye sobre la conformación profesional y califi-


cada de la mano de obra. En primer lugar, en relación a la automatización de la
producción, aparecen nuevas profesiones a las que pertenecen, por ejemplo, quienes
operan las máquinas calculadoras electrónicas. En segundo lugar, la automatización
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 285

y la quimificación de la producción elevan las exigencias del nivel general de educa-


ción de los trabajadores y de su calificación. Del mismo modo que la mecanización
de la producción impuso el fraccionamiento del proceso productivo en una serie de
operaciones laborales simples que podían ser ejecutadas por obreros no calificados,
la automatización de la producción impone la integración y combinación de esas
operaciones; y el servicio de un complejo equipo automático exige del trabajador un
nivel adecuado de educación general y conocimientos técnicos serios. Sin embargo,
la tendencia a elevar la calificación de los obreros es lenta. Por ejemplo, en los
EE. UU., en los años de la posguerra, de 1947 a 1965, el número de obreros cali-
ficados solo aumentó del 33,1 al 34,7% del total de obreros; en la RFA, este número
se incrementó del 36,6 al 39,8% entre 1957 y 1962.

En las condiciones de la RCT contemporánea, se pone de manifiesto una ten-


dencia de aproximación entre las actividades del trabajo manual y del trabajo intelec-
tual. Los trabajadores que operan los equipos automáticos ejecutan operaciones que,
si bien reducen el desgaste de energía física, requieren de un trabajo intelectual. De
otro lado, la situación del núcleo principal de ingenieros y técnicos se asemeja a la
de los obreros: unos y otros están sometidos al yugo de la explotación capitalista. La
mayor parte de trabajadores ingenieros, técnicos y administrativos pasan a integrar
los contingentes del proletariado.

La RCT acentúa la migración de la fuerza de trabajo. Carlos Marx había cons-


tatado que la industria capitalista maquinizada fue la que originó la ley del cambio
de trabajo.

Al calificar de revolucionaria la base técnica de la industria contemporánea,


Marx decía que: “Por medio de la máquina, de los procesos de la química y otros
métodos, revoluciona constantemente la base técnica de la producción, y con ella las
funciones de los obreros y las combinaciones sociales del proceso de trabajo. De este
modo, revoluciona también, no menos incesantemente, la división del trabajo dentro
de la sociedad, lanzando sin cesar masas de capital y de obreros de una a otra rama
de producción. El carácter de la gran industria lleva, por tanto, aparejados constan-
tes cambios de trabajo, desplazamientos de función, una completa movilidad del
obrero”15. La ley del cambio de trabajo se pone de manifiesto con mayor fuerza en
las actuales condiciones de la RCT, o etapa de la “globalización”, provocando un
desplazamiento masivo del trabajo de las antiguas ramas de la industria (por ejem-
plo, de la industria del carbón) a las nuevas (por ejemplo, a la electrónica y otras).
Pero esta mutación del trabajo se realiza bajo las formas más contradictorias, porque
condena a muchos obreros, que han perdido su calificación anterior al haber sido
obligados a abandonar las antiguas ramas de la producción, a la desocupación pro-
longada y a penosos esfuerzos de adaptación a las cambiantes circunstancias.

15 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 1, p. 437.


286 Francisco Chaparro Zapana

A las mencionadas consecuencias sociales de la RCT contemporánea se suma


la consolidación del dominio del gran capital monopolista. La automatización y otras
transformaciones del proceso de producción requieren de colosales inversiones de
capital y, por eso, solo tiene acceso a estas la gran burguesía; en primer lugar, las
grandes corporaciones monopólicas u oligopólicas. Esto posibilita el desarrollo de la
propiedad capitalista corporativa. Al ser discutido en 1960 el problema de la automa-
tización por la comisión económica del Congreso de los EE. UU. se destacaban las
consecuencias destructivas de la automatización de la producción para las pequeñas
empresas, las cuales son insolventes para asimilar la tecnología moderna, razón por
la que se arruinan masivamente.

Finalmente, la RCT contemporánea trae consigo la consolidación de la in-


tervención del Estado monopolista en la economía. El perfeccionamiento de los
nuevos métodos de la producción y la creación de una técnica automatizada requie-
ren de fuertes sumas de inversión en la investigación científico-técnica. Estos gastos
en su mayor parte son asumidos por el Estado. En los EE. UU. entre 1950 y 1966,
los gastos destinados a la investigación científico-técnica se incrementaron de 2900
millones de dólares a 22 000 millones. En 1966, dichos gastos fueron financiados
en un 70% con recursos del presupuesto nacional. Sin embargo, los resultados de
las investigaciones científico-técnicas, en su mayor parte, los emplean las empresas
monopolistas, que los introducen en la producción y aplican el progreso científico-
técnico para obtener fabulosas ganancias.

8.15. La crítica a la teoría reformista de la “segunda revolución industrial”


Muchos economistas burgueses y socialistas de derecha (como el socialde-
mócrata alemán K. Shmid, el socialista austriaco H. Beyer y otros) llaman “segunda
revolución industrial” a los actuales acontecimientos técnicos (automatización de
la producción, descubrimiento de la energía atómica, etc.), equiparándolos con la
revolución industrial de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX.

La teoría de la “segunda revolución industrial” es inconsistente porque con-


funde la revolución técnica con la revolución industrial. La revolución ocurrida en
Inglaterra a fines del siglo XVIII, y poco más tarde en otros países, fue no solo una
revolución en la técnica, también fue una revolución en la economía, sellando la con-
firmación definitiva de las relaciones de producción capitalistas. En lo que concierne
a la automatización y a otros avances técnicos en los actuales países capitalistas, es-
tos transcurren en los marcos de las relaciones de producción capitalistas existentes y
no significan revolución alguna en el régimen económico de la sociedad, no obstante
que provocan determinados cambios en la economía.

La esencia antimarxista de la teoría reformista de la “segunda revolución téc-


nica” consiste en que los socialistas de derecha pregonan la idea de que junto con la
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 287

automatización de la producción, en los marcos del capitalismo, se forman los ele-


mentos de la economía socialista. Pretenden hacer creer que el actual Estado burgués
es un “Estado del bienestar general”, al que le atribuyen la capacidad de instaurar
gradualmente las transformaciones socialistas en la sociedad. Por ejemplo, en 1956,
en el congreso del Partido Socialista de Austria, Hans Bayer, en su discurso dedicado
a la “segunda revolución industrial”, sostenía que: “Una economía organizada por el
Estado puede transformar la revolución técnica en revolución socialista”. Con esta
propuesta se descarta la necesidad de un gobierno democrático popular en manos de
la clase trabajadora, para preservar el Estado burgués. De esta forma, tras las rim-
bombantes frases sobre la “segunda revolución industrial”, los socialistas de derecha en
realidad ocultan su rechazo a la revolución proletaria, y su engañosa propaganda de la
teoría reformista de la gradual “transformación” del capitalismo en socialismo.

9. LA SUBORDINACIÓN FORMAL Y REAL DEL TRABAJO AL CAPITAL. LA


CONTRADICCIÓN FUNDAMENTAL DEL CAPITALISMO

9.1. La subordinación formal y real del trabajo al capital


El desarrollo de la producción capitalista se caracteriza por la intensificación
de la explotación a los trabajadores asalariados y la acentuación del dominio del
capital sobre el trabajo. Inicialmente, se articuló la subordinación formal del trabajo
al capital, cuyo proceso comprende los siguientes momentos: 1. La separación de los
productores de sus medios de producción y su transformación en obreros asalaria-
dos; 2. La concentración de la propiedad de los medios de producción en manos de
los capitalistas, y 3. la explotación de los obreros asalariados por los capitalistas.

En un comienzo, al producirse la subordinación formal del trabajo al capital


aún no ocurrían cambios sustanciales en el proceso real del trabajo. Cuando el ar-
tesano arruinado se transformó en obrero asalariado, frecuentemente, este continuó
trabajando en el mismo taller de su casa y con los mismos instrumentos de trabajo,
pese a que los instrumentos y la materia prima los recibía del capitalista. La relación
de producción capitalista ya había aparecido, pero las fuerzas productivas y el pro-
ceso del trabajo continuaban siendo como antes.

Comenzando con la subordinación formal del trabajo al capital, en adelante,


el capitalismo revoluciona el propio régimen de trabajo, lo que significa la subordi-
nación real del trabajo al capital.

Las transformaciones de la naturaleza real del proceso del trabajo, realizadas


por el capitalismo, comprenden en sí: 1. La cooperación simple de los obreros asa-
lariados, que sustituyó al trabajo unipersonal de los artesanos; 2. Una activa división
técnica del trabajo en el interior de cada empresa capitalista; y 3. La sustitución de la
técnica manual por la gran producción maquinizada.
288 Francisco Chaparro Zapana

9.2. Las dos formas de subordinación del trabajo al capital y las dos formas
de plusvalía
Al desarrollarse la subordinación del trabajo al capital se desarrolla también
la producción de plusvalía. La plusvalía absoluta tuvo lugar aún en las condiciones
de la subordinación formal del trabajo al capital, ya que para ser producida solo
se requería prolongar la jornada diaria sin mayores transformaciones en el proceso
del trabajo.
Con la cooperación capitalista simple se inició la subordinación real del traba-
jo al capital y, a la vez, la producción de plusvalía relativa. Más adelante, continuó la
manufactura introduciendo nuevas y reales transformaciones al proceso del trabajo
y conduciendo al desarrollo posterior de la producción de plusvalía relativa. Final-
mente, en la tercera fase del desarrollo de la producción capitalista, durante la gran
industria maquinizada, el proceso de trabajo fue sometido a una transformación pro-
funda de todas las relaciones (el carácter colectivo del trabajo, la división del trabajo
y la técnica maquinizada), y la producción de plusvalía relativa se elevó a un grado
superior; el nivel de subordinación real del trabajo al capital alcanzó un desarrollo
más elevado.

De este modo, la subordinación formal del trabajo al capital encuentra su


expresión en la plusvalía absoluta, y la subordinación real del trabajo al capital
encuentra su expresión en la plusvalía relativa.

9.3. El carácter progresista de la economía capitalista


En el contexto de las relaciones capitalistas de producción, las fuerzas produc-
tivas de la sociedad se elevan sin parangón a las más altas cimas de su desarrollo,
superando a todas las épocas anteriores.

En el capitalismo, la elevación de la productividad del trabajo y la sociali-


zación del trabajo son tendencias que están estrechamente vinculadas entre sí. Las
principales manifestaciones de la segunda tendencia son: la división social del traba-
jo y la concentración de la producción en grandes empresas.

Con el crecimiento de la industria capitalista maquinizada se produjo un am-


plio desarrollo de la división social del trabajo, mientras que la industria se sepa-
ró definitivamente de la agricultura y se subdividió en una serie de ramas. Todas
las ramas de la producción capitalista están estrechamente interconectadas, y en el
producto de cada empresa se materializa no solo el trabajo de sus obreros, en lo
fundamental, sino el de muchas otras empresas y otras ramas de la producción. Por
consiguiente, la producción capitalista adquiere un carácter social amplio.

El capitalismo socializa el trabajo sustituyendo a la pequeña producción frag-


mentada por la gran producción maquinizada, basada esta última en el trabajo colec-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 289

tivo de muchos obreros asalariados, quienes se hallan concentrados principalmente


en las grandes empresas capitalistas.

9.4. La contradicción fundamental del capitalismo


Reconocer el rol histórico progresista del capitalismo no significa ensalzar ni
mistificar los logros del régimen capitalista, como lo hacen los neoliberales y social-
demócratas. Al respecto, Lenin decía que: “El reconocimiento del rol progresista del
capitalismo es totalmente compatible... con el reconocimiento pleno de sus aspectos
negativos y sombríos, con el pleno reconocimiento de todas las profundas contra-
dicciones sociales que le son congénitas, las cuales ponen de manifiesto el carácter
histórico transitorio de este régimen económico“16.

La contradicción fundamental del capitalismo es la que existe entre el ca-


rácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación. A
consecuencia del desarrollo de la técnica maquinizada y de la mayor socialización
del trabajo, la producción en el capitalismo asumió un carácter social. Sin embargo,
a la producción social se contrapone la apropiación capitalista privada. La sociedad
capitalista se divide en dos clases antagónicas, al mismo tiempo que los productos
del trabajo social de los obreros asalariados se adueña la clase de los propietarios
que los explotan, los capitalistas. La contradicción entre el carácter social de la pro-
ducción y la forma de apropiación privada capitalista engendra todas las lacras del
capitalismo, entre ellas las crisis económicas.

La contradicción fundamental del capitalismo encuentra su expresión en el


antagonismo de clase entre el proletariado y la burguesía, en el desarrollo y la agudi-
zación de la lucha de clases del proletariado. Aquí tiene un gran significado el hecho
de que la producción maquinizada unifique en las grandes fábricas capitalistas a una
masa de obreros asalariados, creando así las condiciones favorables para que estos
consoliden su unidad orgánica y perfeccionen sus métodos de lucha.

El proletariado y la burguesía capitalista son las dos clases fundamentales, y


las relaciones de explotación que tienen lugar entre ambas clases son las relaciones
de producción fundamentales de la sociedad burguesa.

Al mismo tiempo, la contradicción antagónica entre la burguesía y el proleta-


riado es la contradicción fundamental de clases de la sociedad capitalista. Estas dos
clases se contraponen entre sí como fuerzas sociales antagónicas, cuyos intereses son
abiertamente contradictorios e irreconciliables en las condiciones de un desarrollo
capitalista espontáneo y anárquico. Los capitalistas están interesados en conservar
y consolidar la explotación del trabajo asalariado; por el contrario, los obreros están
interesados en liberarse de la explotación capitalista.

16 Lenin, Vladimir Ilich. “El desarrollo del capitalismo en Rusia”. Obras completas. T. 3, p. 597, en ruso, traducido por F.
Ch. Z.
290 Francisco Chaparro Zapana

Antes del inicio del siglo XIX, la lucha de clases del proletariado se mani-
festaba bajo formas primitivas, instintivas e incongruentes. Por ejemplo, a fines del
siglo XVIII, los obreros, aún sin comprender que la raíz de los males eran las re-
laciones capitalistas de producción, culpaban de sus desgracias a las máquinas (el
movimiento de los ludistas-destructores de máquinas).

Con el transcurrir del tiempo el proletariado empezó a comprender mejor su


situación y sus intereses. La lucha de clases del proletariado se elevó a un nivel
superior. En el siglo XIX, la clase obrera creó los sindicatos, los que, mediante las
huelgas, empezaron a canalizar una lucha organizada contra los capitalistas por la
reducción de la jornada de trabajo, por la elevación de los salarios y mejora de las
condiciones de trabajo.

Pero el proletariado no podía limitarse a la lucha económica, ya que por esta


los obreros pueden lograr solo mejoras parciales, pero no están en condiciones de
cambiar de modo cualitativo su situación. Para liquidar toda forma de explotación
capitalista se necesita derribar el sistema capitalista, y esto solo es posible mediante
la revolución proletaria. Por eso con el desarrollo de la conciencia de clase, el pro-
letariado comenzó a organizarse en partidos políticos, enarbolando las banderas de
lucha por el socialismo. El surgimiento y difusión del marxismo cumplió un gran rol
en el ascenso de la lucha de clase del proletariado, por haber descubierto su potencia-
lidad histórica de sepulturera del capitalismo y creadora de la sociedad socialista.

La contradicción entre la producción social y la apropiación privada, puesta


de manifiesto en el antagonismo de clases entre el proletariado y la burguesía, es irre-
soluble en los marcos del capitalismo. Esta podrá ser resuelta solo si una revolución
socialista y democrática limita y/o liquida la propiedad privada sobre los medios de
producción.

9.5. El rol del estado en el capitalismo


El Estado burgués cumple un rol importante en el sistema de explotación ca-
pitalista.
En primer lugar, asume el rol de gendarme de la explotación capitalista. Las
constituciones de los estados capitalistas proclaman el principio de la inafectabilidad
de la “sagrada” propiedad privada. Valiéndose de la policía, los jueces, las cárceles y
demás medios de represión, el Estado sanciona severamente los atentados contra la
propiedad privada y sostiene el sacrosanto orden capitalista.
En segundo lugar, el Estado burgués contribuye por todos los medios a con-
solidar la explotación capitalista. En las etapas tempranas del desarrollo capitalista
él la estimulaba activamente mediante leyes que prolongaban la jornada de trabajo.
Y en las actuales condiciones del capitalismo el Estado continúa activamente con-
solidando la explotación capitalista mediante métodos tales como las legislaciones
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 291

antilaborales y atentatorias de los derechos humanos, recortando los derechos de


sindicalización, subsidiando a los monopolios capitalistas con recursos captados me-
diante los impuestos a las clases trabajadoras, etc.
En tercer lugar, el propio Estado burgués actúa en calidad de explotador del
trabajo asalariado. Cumple de modo directo el rol de explotador en las empresas
capitalistas estatales, donde los obreros producen plusvalía, la cual es captada como
ingresos del presupuesto nacional. Además, somete a los obreros a una explotación
adicional como contribuyentes.

A la luz de todo lo expuesto, se desmienten las afirmaciones de los economis-


tas burgueses, en el sentido de que en las actuales condiciones, en el capitalismo,
el Estado es una institución neutral (supraclasista), que se preocupa del bienestar
general de toda la sociedad. En los hechos, el Estado burgués contemporáneo no ga-
rantiza el bienestar del pueblo, sino el de los magnates del capital, a costa de reforzar
la explotación del proletariado y de todos los trabajadores.

10. LA LEY DE LA PLUSVALÍA - LEY ECONÓMICA FUNDAMENTAL DEL CA-


PITALISMO. IMPORTANCIA DE LA TEORÍA DE LA PLUSVALÍA

10.1. El rol de la ley económica de la plusvalía


Carlos Marx destacaba que “la producción de plusvalía es la finalidad propul-
sora de la producción capitalista”17. La ley de la plusvalía representa en sí el vínculo
causal interno entre la explotación de la clase obrera y la apropiación de la plusvalía
por la clase capitalista. Señala en nombre de qué y cómo se conduce la producción
capitalista. De lo expuesto, es posible resumir la esencia de la ley de la plusvalía de
la siguiente forma: la plusvalía expropiada por los capitalistas, supremo objetivo
de la producción capitalista, es producida por el trabajo adicional de los obreros
asalariados y se incrementa al reforzarse su explotación.

La ley de la plusvalía expresa, ante todo, la esencia de la explotación capita-


lista. Como la explotación capitalista es la explotación del trabajo asalariado, esta
última consiste en que los capitalistas se apropian de la plusvalía producida por los
trabajadores asalariados. La plusvalía expresa las principales relaciones de produc-
ción de la sociedad burguesa. Por eso la ley de la plusvalía es la ley fundamental
del capitalismo.

En base a esta ley transcurre el desarrollo de la producción capitalista. Preci-


samente, la búsqueda incesante de plusvalía incentiva a los capitalistas a innovar la
técnica y elevar la productividad del trabajo en sus empresas. El incremento de las
fuerzas productivas de la sociedad capitalista es consecuencia de la acción de la ley
de la plusvalía.

17 Marx, Carlos. El Capital, óp. cit. T. 1, p. 187.


292 Francisco Chaparro Zapana

Todos los procesos económicos más importantes, en las condiciones del sis-
tema capitalista de producción, son determinados, al fin de cuentas, por la ley de la
plusvalía. Así, por ejemplo, la acumulación del capital se basa en la ley de la plusvalía,
ya que los capitales adicionales empleados para ampliar la producción capitalista son
extraídos de la plusvalía. A consecuencia de la ley de la plusvalía ocurren el deterioro
de la situación del proletariado y las crisis económicas propias del capitalismo. Por
acción de esta ley se da la creciente agudización de las contradicciones de clase entre
el proletariado y la burguesía. Por consiguiente, esta es la principal ley del modo de
producción capitalista. Cumple un rol decisivo en el sistema económico capitalista.

10.2. El significado de la teoría de la plusvalía en la teoría económica objetiva


Con toda la investigación económica que realizó, en especial con la creación
de la teoría de la plusvalía, C. Marx logró un verdadero cambio revolucionario en
la economía política. La economía política burguesa clásica no había logrado resol-
ver el problema de la plusvalía. A. Smith y D. Ricardo partían de la errada premisa
de que los obreros venden su trabajo a los capitalistas. Si se parte de esta premisa,
suponiendo un intercambio de equivalentes, entonces no se logra explicar la plusva-
lía. Marx fue el primero en resolver este problema, diferenciando los conceptos de
fuerza de trabajo y trabajo. Él demostró que los obreros no venden su trabajo a los
capitalistas, sino su fuerza de trabajo; pero, en el proceso del consumo de la fuerza
de trabajo aparece el trabajo que crea el nuevo valor, y, además, con una mayor mag-
nitud de valor que el de la propia fuerza de trabajo. De esta forma Marx descubrió la
fuente de la plusvalía.

La solución del problema de la plusvalía tuvo un enorme significado en la


transformación del socialismo de utopía en ciencia. Los grandes socialistas utópicos
que antecedieron a Marx desenmascararon la explotación en la sociedad capitalista;
sin embargo, ellos no pudieron explicar científicamente este fenómeno. Conside-
rando equivocadamente que los obreros vendían su trabajo, los socialistas utópicos
explicaban la obtención de la plusvalía por los capitalistas como resultado de un
quebrantamiento de la ley del valor. Según esta opinión, los capitalistas compran la
mercancía-trabajo, pero sin remunerarla nunca en su valor. De esta manera, la apro-
piación de la plusvalía se reducía al simple engaño que los capitalistas hacían a los
obreros, un cambio no equivalente entre ellos. Superando esta concepción superficial
no científica del problema, Marx demostró por primera vez que la plusvalía no se
origina a consecuencia de quebrantar la ley del valor, sino como resultado de su
accionar.

El mérito de Marx no radica solamente en constatar el fenómeno mismo de la


explotación capitalista, sino en el descubrimiento de la ley económica objetiva de la
explotación, la ley de la plusvalía. Al señalar que el problema sobre el origen de la
plusvalía se resolvía solo por la vía económica, excluyendo factores como el engaño
o la violencia y partiendo del intercambio de valores equivalentes, Engels decía que:
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 293

“La solución de esta cuestión es el mérito de la obra de Marx que más decisivamente
ha abierto una época. Esa solución arroja una luz meridiana sobre terrenos económi-
cos en los que antes los socialistas, igual que los economistas burgueses, tanteaban
a ciegas en la mayor oscuridad. De esa solución dada, y en torno de ella se articula,
el socialismo científico”18.

La teoría de la plusvalía de Marx descubrió por primera vez la esencia sobre


la cual se fundamenta todo el sistema de explotación capitalista.

Al descubrir el secreto de la plusvalía, halló a la vez la llave maestra para com-


prender todas sus formas concretas: de la ganancia industrial, de la ganancia comer-
cial, de la tasa de interés y de la renta de la tierra. Los antecesores de Marx a menudo
analizaban unas u otras formas concretas de la plusvalía; pero, el concepto general
de “plusvalía” aún no existía para los clásicos de la economía política burguesa,
quienes ya operaban con los conceptos de “ganancia”, “tasa de interés” y “renta”.
Marx fue el primero en investigar la plusvalía en su conjunto, sin depender de sus
diversas formas concretas, y demostró que es la fuente común de las ganancias de
todas las clases explotadoras y grupos de poder de la sociedad capitalista.

La teoría de la plusvalía sirvió a Marx como base para analizar científicamente


el capital. Por primera vez, estableció una relación indesligable entre el capital y la
plusvalía, al definir el capital como la suma de valores que crea plusvalía. Estableció,
además, que la plusvalía y el capital representa en sí categorías económicas históri-
cas del sistema capitalista. En base a la teoría de la plusvalía, él descubrió también la
división entre capital constante y capital variable.

Aplicando en la economía política el método del materialismo dialéctico,


Marx analizó la plusvalía no en su estado estático, sino en movimiento, en desarro-
llo. Realizó un análisis profundo de los diversos métodos empleados para elevar el
grado de explotación de los trabajadores asalariados, investigando las dos formas de
plusvalía: absoluta y relativa. Asimismo, describió magistralmente el rol determi-
nante de la producción de plusvalía en el desarrollo histórico del capitalismo.

De esta manera, Marx, con su teoría de la plusvalía, desentrañó la esencia de


la explotación capitalista, descubrió la ley económica fundamental del capitalismo y
explicó el desarrollo histórico de la producción capitalista. Todo esto brindó a V. I.
Lenin una sólida fundamentación para formular la siguiente conclusión: “La teoría
de la plusvalía constituye la piedra angular de la teoría económica de Marx”19.

18 Engels, Federico. Anti-Dühring. La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring, Ed. Grijalbo, México, 1981.
pp. 198-199.
19 Lenin, Vladimir Ilich. “Tres fuentes y tres partes conformantes del marxismo”. Obras completas. T. 23, p. 45, cita
traducida del ruso por F. Ch. Z.
294 Francisco Chaparro Zapana

10.3. Crítica a las teorías que niegan el carácter explotador del capitalismo
Los economistas burgueses consideran a los capitalistas y obreros no como
explotadores y explotados, sino como agentes del proceso económico, necesarios
en pie de igualdad, cuyos intereses se encuentran en armonía. Entre los primeros
propagadores de esta teoría se encuentra el economista francés F. Bastiat. Una de sus
principales obras se titula “Las armonías económicas”. Exaltando las virtudes del ca-
pitalismo, él decía: “...Acaso la sociedad contemporánea... no es la más maravillosa,
perfecta, sólida, universal y justa de todas las asociaciones”20.

Las ideas de la economía política vulgar del siglo XIX fueron asimiladas y
continuadas por la economía política burguesa del siglo XX, con la intención de sus-
tituir el antagonismo abismal entre el trabajo asalariado y el capital por una supuesta
armonía de intereses. Como ejemplo característico de esto tenemos a la teoría de J.
B. Clark, enunciada en el libro “Distribución de la riqueza”, publicada en 1899 y
reeditada en el siglo XX. Su principal tesis sostiene que: “Si el salario, el interés y la
ganancia... son determinados según un sólido principio, entonces las diversas clases
de personas, que conjugan sus fuerzas en la producción, no pueden tener pretensio-
nes entre sí”21. De esta forma, según Clark, la sociedad capitalista no está conforma-
da por clases antagónicas, ni de explotadores y explotados, sino por clases amigas
que conjugan sus fuerzas en la producción. Más aún, muchos economistas burgueses
contemporáneos difunden el mito del capitalismo “sin clases”. Por ejemplo, el eco-
nomista estadounidense K. E. Boulding niega totalmente la existencia de la clase
obrera. Él sostiene que: “En la realidad la “clase obrera” como tal cosa no existe;
sólo hay una masa heterogénea de escultores, fundidores, taquígrafos, médicos, co-
merciantes y muchos otros, entre quienes apenas hay un interés muy general”22.

Tales afirmaciones son totalmente inconsistentes y distorsionan la realidad,


por cuanto Bouling sustituye la división clasista de la sociedad por la división según
las profesiones. No obstante, la división de la sociedad capitalista en clases antagó-
nicas –proletariado y burguesía– tiene un significado de mayor importancia que la
división de los trabajadores en profesiones distintas. Al ser un obrero picapedrero o
fundidor, minero o mecánico, él es en todo caso un proletario, que no posee medios
de producción, obligado a vender su fuerza de trabajo y someterse a la explotación
por parte del capitalista.

La variante más moderna de la teoría apologético-burguesa de los “intereses


armoniosos” es la concepción de la “sociedad integrada”, difundida en 1965 por el
canciller alemán L. Erhard. Según esta teoría, el capitalismo en su desarrollo transita

20 Bastiat, F. Las armonías económicas. “Biblioteca del economista”, Edición VII. Moscú, p. 168, en ruso, traducido por
F. Ch. Z.
21 Clark, Jh. B. La distribución de la riqueza, p. 40, en ruso, traducido por F. Ch. Z.
22 Boulding, K.R. The Economics of Peace. Leningrado, 1946, p. 211, en ruso, traducido por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 295

por tres fases: 1. La “sociedad clasista del siglo XIX”; 2. La “sociedad pluralista de
alianzas”; y 3. la “sociedad integrada”. Como en el siglo XIX, los antagonismos de
clase se hacían ostensibles, el proletariado ya luchaba en contra el régimen capita-
lista. Con posterioridad a la primera y segunda guerras mundiales, aparentemente,
el antagonismo radical entre las clases desaparece, y aparece la “sociedad pluralista
de alianzas”, conformada por las organizaciones empresariales y sindicales, entre
las cuales ya no se da la lucha por el problema de la existencia o destrucción del
capitalismo, sino la lucha por la distribución de la renta nacional. Y, finalmente, en la
actualidad, aquella misma lucha pareciera tender a su extinción; y en reemplazo de
la “sociedad pluralista” se estaría abriendo paso la “sociedad globalizada”, en la cual
reina la armonía más plena de intereses.

La teoría de la “sociedad globalizada”, que representa en sí una clamorosa


deformación de la realidad, tiene por finalidad hacer apología de la injusta sociedad
capitalista actual. Los hechos demuestran que en ella no hay armonía de intereses de
ninguna clase. El capitalismo está más polarizado que antes en clases antagónicas,
cuyas confrontaciones son cada vez más agudas, porque al intensificarse y globali-
zarse la explotación del proletariado mundial, se está incentivando inevitablemente
una mayor lucha de clases.
CAPÍTULO VIII

Los salarios: los niveles de las remuneraciones


de los trabajadores

Después de cuanto hemos expuesto, es evidente que al hablar de la categoría


salario debemos entender que se trata de una categoría específica, propia de la eco-
nomía capitalista, que presupone ciertas condiciones: la existencia de propietarios
de medios de producción, quienes puedan emprender el proceso productivo, y la
de personas carentes de medios de producción, poseedoras tan solo de su fuerza de
trabajo. Estas últimas, para poder vivir, se ven obligadas a vender en el mercado su
fuerza de trabajo, a cederla a cambio de un salario a los propietarios de los medios
de producción, quienes la compran al igual que los combustibles, el hierro y otras
materias primas y bienes de capital para poner en marcha el proceso productivo.

Esta situación es típica de la sociedad capitalista, y tiene como premisa funda-


mental la libertad individual. Esto se refiere al hecho de que el trabajador desprovisto
de medios de producción puede vender su fuerza de trabajo a cualquier capitalista
y en cualquier parte. De haber persistido las reglamentaciones medievales que exi-
gían un tiempo de aprendizaje para poder ser maestro, además de que regulaban y
limitaban la producción y establecían severas limitaciones al desplazamiento de las
personas, no se podría hablar del mercado de trabajo (como se denomina, aun por
los economistas académicos). El mercado de trabajo nace cuando el empresario ca-
pitalista tiene la posibilidad de encontrar y comprar la fuerza de trabajo dondequiera
y puede hacerla venir de todas partes. Así, por ejemplo, hace confluir en Lima, la
capital del Perú, obreros de Trujillo, Arequipa, Huancayo, etc.

Si la fuerza de trabajo se convierte en una mercancía en la sociedad capitalis-


ta, es obvio que su precio esté regulado por las mismas leyes que rigen el precio de
todas las demás mercancías.

1. EL SALARIO COMO LA FORMA TRANSFIGURADA DEL VALOR Y


PRECIO DE LA FUERZA DE TRABAJO

La teoría de la plusvalía de Marx –que revela la fuente originaria de plusva-


lía y el secreto de la explotación capitalista– pone al descubierto las frontales con-
tradicciones entre la clase burguesa y el proletariado. Sin embargo, la explotación
capitalista se enmascara hasta casi esfumarse en apariencia. A ello contribuye, ante
298 Francisco Chaparro Zapana

todo, el sistema de los salarios que proyecta la falsa imagen de que la burguesía no
explota a la clase obrera.

Por eso, al examinar el salario en la sociedad capitalista, Marx se impone la


tarea de descubrir lo que hay tras la apariencia del salario, la esencia de este y su
verdadero contenido, a partir de los siguientes elementos de juicio:

1.1. El salario no es la remuneración al trabajo


Superficialmente, el salario actúa como una determinada suma de dinero que
el obrero recibe a cambio de su trabajo. Pero esta es solo la apariencia externa del
fenómeno, porque el trabajo –como lo demostró C. Marx–, por no ser una mercancía,
no es vendible. Solamente la mercancía es objeto de venta o de compra. Al respecto,
sus principales premisas teóricas se resumen en que:

A) Toda mercancía posee valor antes de ser vendida, pero el trabajo –por no ser
una mercancía– no posee valor. El valor es el trabajo abstracto materializado
en las mercancías, que se manifiesta solo a través del cambio; se sobrentiende
por ello que el trabajo no puede materializarse en sí mismo y, por consiguien-
te, resulta absurdo hablar del “valor del trabajo”.
B) Toda mercancía existe realmente antes de ser vendida, pero el trabajo to-
davía no existe en el momento de la transacción de la compra-venta entre
el obrero y el capitalista. El obrero, al concurrir al mercado en calidad de
vendedor aún no está disponiendo del trabajo, sino de su capacidad para tra-
bajar, de su fuerza de trabajo. El obrero empieza a trabajar solo después que el
capitalista le compra su fuerza de trabajo.
C) Las supuestas transacciones de compra y venta del trabajo entrarían en
contradicción inevitablemente con las leyes económicas del capitalismo.
Supongamos por un instante que el trabajo es una mercancía y que, según
las leyes del intercambio mercantil, es remunerado por el íntegro de su valor.
Evidentemente, en este caso, el capitalista no podría obtener plusvalía ni ga-
nancia alguna. En consecuencia, la supuesta venta del trabajo íntegramente
remunerado estaría negando la ley de la plusvalía, base material de la ganancia
capitalista.

Asimismo, supongamos ahora que el trabajo es una mercancía, pero que, pres-
cindiendo de las leyes del intercambio mercantil, nunca se le remunera en su integri-
dad; o sea que el capitalista al comprarle al obrero 8 horas de trabajo, le paga solo
por 3 ó 4 horas. Pero esto contradiría a la ley del valor, porque la equivalencia es la
base del intercambio mercantil.

De todo lo expuesto, se desprende la conclusión de que el trabajo no es una


mercancía, por lo tanto el salario no es la remuneración al trabajo. Tras el salario se
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 299

esconde el pago por el valor de una mercancía específica, de la mercancía-fuerza


de trabajo. Entonces, ¿por qué el salario se manifiesta externamente como valor y
precio del trabajo?

1.2. La transformación del valor y precio de la fuerza de trabajo en valor y


precio del trabajo
Al capitalista, la compra de la mercancía-fuerza de trabajo se le configura
siempre como si fuera una compra de trabajo, ya que de la transacción de compra
de la fuerza de trabajo lo que más le interesa en la práctica es la plusvalía, es decir,
la cantidad de trabajo excedente que pueda sustraer al obrero. Para el capitalista, la
transacción contraída con el obrero es el intercambio de una determinada cantidad
de dinero por una determinada cantidad de trabajo, por cuya razón, aquel está afano-
samente interesado en que por la menor cantidad de dinero pueda obtener la mayor
cantidad de trabajo.

¿Por qué al obrero la venta de su fuerza de trabajo también se le presenta


como si fuera la venta de su trabajo? En principio, al vender una mercadería cual-
quiera, al vendedor no le interesa qué utilidad pueda darle al comprador; en cambio,
al obrero lo que más le interesa es saber si el capitalista utilizará su fuerza de trabajo
durante 8 ó 12 horas de trabajo diario. Por eso, la duración de la jornada diaria se
establece al comprar la fuerza de trabajo. Y por este hecho, el obrero cree que lo que
él vende al capitalista no es su capacidad de trabajo, sino su trabajo mismo.

Al obrero asalariado, el gasto de trabajo le sirve solo como un medio para


obtener el salario necesario para subsistir. Por eso, la venta de su fuerza de trabajo a
él le parece el cambio (o la venta) de una determinada cantidad de trabajo por una de-
terminada cantidad de dinero. De esta manera, los intereses del obrero se contradicen
frontalmente con los intereses del capitalista; el obrero está empeñado siempre en
entregar la menor cantidad posible de trabajo a cambio de la mayor cantidad posible
de dinero como salario.

Pero, dejando de lado las actitudes subjetivas del capitalista y el obrero, la


transacción de compra-venta objetiva de la fuerza de trabajo adquiere, indepen-
dientemente de la conciencia de ambos, la forma externa engañosa de compra-
venta de trabajo.
El obrero asalariado asume en realidad el rol de acreedor del capitalista. Al
vender su fuerza de trabajo, él debe trabajar antes durante una semana, dos semanas
o un mes, para después percibir su salario. Sin embargo, el obrero gasta diariamente
tanto trabajo necesario como trabajo adicional. Por cuanto el salario es cancelado
cuando el trabajo ha sido culminado, surge la apariencia engañosa de que con el sa-
lario se está pagando por todo el trabajo realizado. Además, los gastos de la fuerza de
trabajo se miden en unidades de tiempo de trabajo, en cuyo transcurso es consumida;
300 Francisco Chaparro Zapana

pero, en la transacción llevada a cabo entre el capitalista y el obrero, se fijan tanto la


cantidad del salario como la duración del tiempo de trabajo. De esa forma, el salario
borra los límites entre el tiempo necesario y el tiempo adicional de trabajo, entre
el trabajo remunerado y el trabajo no remunerado; pero, externamente, todo el
trabajo actúa en calidad de trabajo remunerado.

1.3. Las tres formas históricas de explotación


En la sociedad esclavista, el esclavo carecía de libertad personal y de me-
dios de producción, trabajaba todo el tiempo en la hacienda del amo esclavista, de
quien percibía en forma natural los escasos medios de subsistencia. Entonces, todo
el trabajo del esclavo aparentaba externamente ser un trabajo íntegro para el amo
esclavista, es decir, que parecía ser solo plustrabajo, trabajo no retribuido. Pero en
realidad, todo el trabajo de los esclavos no era adicional, por cuanto una parte de este
era gastada en la producción de los medios necesarios de subsistencia de los propios
esclavos. Sin embargo, el trabajo necesario de los esclavos no trascendía con nitidez
a la superficie de los fenómenos; lo visible era solo el trabajo adicional, el trabajo
para los amos esclavistas.

En la sociedad feudal, los siervos de la gleba –a diferencia de los esclavos–


disponían en propiedad algunos medios de producción y administraban su propia
hacienda (microeconómica), a condición de entregar la renta de la tierra y prestar
sus servicios a los señores feudales; por eso, el trabajo de los siervos se dividía cla-
ramente en trabajo necesario y trabajo adicional.

En cambio, en el sistema capitalista, las relaciones monetario-mercantiles en-


tre capitalistas y obreros asalariados, la aparente igualdad de derechos entre posee-
dores de mercancías, vendedores y compradores, enmascaran el fenómeno de la ex-
plotación del trabajo asalariado por el capital. Así, en el capitalismo, todo el trabajo
de los obreros asalariados adquiere la falsa apariencia de trabajo necesario o de
trabajo remunerado, y el trabajo adicional, o trabajo no remunerado, desaparece
del panorama.

1.4. Definición de la categoría de salario


El contenido esencial del salario fue descubierto, por primera vez, por C.
Marx. Todos los economistas burgueses ven al salario solamente como el precio
monetario del trabajo, sin llegar a comprender lo principal, que tras la forma
del precio del trabajo se esconde el valor de la mercancía específica fuerza de
trabajo. Según Marx, el salario es la forma transfigurada (o metamorfoseada)
del valor y del precio de la fuerza de trabajo. Por lo tanto, “... el salario no es lo
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 301

que parece ser, es decir, el valor (o el precio) del trabajo, sino solo una forma
disfrazada del valor (o del precio) de la fuerza de trabajo” 1. Esto significa que
el salario expresa, sobre todo, el valor y el precio de la fuerza de trabajo, y que la
base del salario es la transacción de compra-venta de la fuerza de trabajo.

Al mismo tiempo, la definición de Marx se refiere a la “forma transfigurada”,


lo que significa que el valor (y el precio) de la fuerza de trabajo no se manifiesta en
forma directa, sino que adopta una forma enmascarada, expresando las relaciones
reales en forma distorsionada (o transfigurada). Externamente, los fenómenos del va-
lor y el precio de la fuerza de trabajo adoptan las formas de valor y precio del trabajo,
es decir, que en el salario la forma de expresión enmascara la esencia.

De ello se desprenden las siguientes conclusiones:


A) Que en el capitalismo, según su contenido esencial, el salario es un pago por
el valor de la fuerza de trabajo.
B) Que según su forma de expresión externa, el salario aparenta ser una remune-
ración por el valor íntegro del trabajo de los obreros.
C) En suma, el salario es el valor y el precio de la fuerza de trabajo, el cual en
la superficie de los fenómenos actúa en forma de valor y precio del trabajo.

Por consiguiente, el “valor del trabajo” y el “precio del trabajo” son catego-
rías ficticias o expresiones irracionales del valor de la mano de obra. El salario es el
valor de la fuerza de trabajo expresado en dinero, es decir, el precio de la mercancía
fuerza de trabajo. Es la expresión monetaria de solo una parte del valor creado por el
trabajo de los obreros, del valor de su fuerza de trabajo, en el que está materializado
el trabajo necesario. Mientras que el trabajo adicional es del que se apropian –en
forma de plusvalía– los capitalistas. De esta manera, el salario bajo el capitalismo
representa una forma transfigurada del valor y del precio de la fuerza de trabajo y,
al mismo tiempo, expresa en forma velada las relaciones de explotación del trabajo
asalariado por el capital.

2. LAS PRINCIPALES FORMAS O SISTEMAS SALARIALES

En el régimen capitalista, existen tres formas fundamentales de salario: 1. El


salario por tiempo de trabajo; 2. El salario por piezas, o a destajo; y 3. Las formas de
“salarios premiales”.

2.1. El salario por tiempo de trabajo


El salario por tiempo de trabajo es, según su contenido esencial, el valor

1 Marx, C. y F. Engels. Obras escogidas. T. II, Moscú, 1952, p. 22, traducido del ruso por F. Ch. Z.
302 Francisco Chaparro Zapana

y precio de la fuerza de trabajo calculado en función a la cantidad de tiempo de


trabajo gastada en horas, días, semanas o meses. La tarifa salarial por hora-hombre
de trabajo, denominada “precio del trabajo”, sirve como unidad de medida básica
de esa cantidad de tiempo de trabajo. Al examinar este sistema se debe establecer
la diferencia entre la suma general del salario y el “precio del trabajo”. En el fondo,
el precio del trabajo representa una forma peculiar de expresión del valor por hora
y del precio de la mano de obra. Al emplear los términos “valor del trabajo” y “pre-
cio del trabajo”, Marx hacía la salvedad de que los aplicaba como términos usuales
para significar el “valor de la fuerza de trabajo”. Pero el llamado precio del trabajo
–que es el cociente que resulta de dividir el valor diario de la fuerza de trabajo entre
el número de horas de la jornada– es solo una forma de expresión del valor de la
mercancía-fuerza de trabajo.

Precio cuantitativo del trabajo = Valor dario de la fuerza de trabajo


Duración promedio de una jornada

Por ejemplo, si el valor diario de la fuerza de trabajo es de 32 dólares y la du-


ración de la jornada diaria es de 8 horas, entonces, al modificarse la jornada, el precio
de una hora de trabajo sería 4 dólares.

Pj 32 dólares
Pt = d . o L =
Hj H j = 8 horas = 4 dólares

De las fórmulas aplicadas se desprenden dos conclusiones:

1. Con una duración dada de la jornada diaria de trabajo, el precio del trabajo
varía en proporción directa de las variaciones del valor de la fuerza de tra-
bajo. Por ejemplo, si el valor diario de la fuerza de trabajo disminuye de 32
a 28 dólares, es decir en un 1/8; entonces, el precio del trabajo (con la misma
jornada diaria de 8 horas) disminuye de $32/8 a $28/8, es decir, de 4 dólares a
3,5 dólares, o sea en 1/8.
2. Con un valor dado de la fuerza de trabajo, el precio del trabajo varía en
forma inversamente proporcional a las variaciones de la duración de la jor-
nada diaria de trabajo. Supongamos que con un valor diario de la fuerza de
trabajo de 32 dólares, la duración de la jornada diaria aumenta de 8 a 10 horas.
En tal caso el precio del trabajo disminuye:
32 dólares 32 dólares , es decir, de 4 a 3,2 dólares, o sea en 1/5.
8 h. = 10 h
El salario por tiempo de trabajo lo emplean los capitalistas para intensificar la
explotación de los trabajadores asalariados a través de la prolongación de la jornada
diaria de trabajo, rebajando el precio de cada hora de trabajo y manteniendo inaltera-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 303

ble el salario. Aprovechándose de la desocupación masiva, los capitalistas imponen


bajas tarifas salariales por cada hora de trabajo; en consecuencia, los trabajadores
están obligados a laborar una mayor cantidad de horas por día, para poder sufragar
su mínimo de subsistencia.

La imposición de tarifas salariales ambiguas por hora de trabajo (muy bajas


cuando se paga por tiempo “normal” de trabajo y elevadas por tiempo suplementario
de trabajo, o sobre tiempo) sirve también para ampliar la jornada de trabajo. Debido
a esto los trabajadores se ven obligados a laborar suplementariamente.

El salario por tiempo de trabajo también es utilizado por los capitalistas para
reducir el tiempo de trabajo, en especial en los períodos de crisis económica. Al
transferir sus empresas a un funcionamiento de tiempo incompleto, manteniendo
constante el precio del trabajo, los capitalistas reducen la suma total del salario hasta
un nivel significativamente más bajo que el valor de la fuerza de trabajo.

En el capitalismo contemporáneo hay una gran cantidad de trabajadores se-


miempleados, que solo laboran jornadas incompletas. Por ejemplo, en los EE. UU.,
en 1966, en todas las ramas económicas, incluida la agricultura, había 12,8 millo-
nes de personas que trabajaban solo de 1 a 34 horas a la semana. Los trabajadores
semiempleados perciben también un salario incompleto, muy inferior al valor de la
fuerza de trabajo.

Con el desarrollo del capitalismo, el salario por tiempo de trabajo en sus ini-
cios fue desplazado por el salario a destajo. Pero, posteriormente, el salario por tiem-
po de trabajo volvió a ser aplicado con amplitud en los países capitalistas. Así, a
fines de 1957, en la industria de los EE. UU., el 70% de sus trabajadores percibían
sus salarios según el tiempo de trabajo. Esto se debió a la aparición de nuevas téc-
nicas y métodos de organización de la producción (la cadena móvil, la automática),
según los cuales el ritmo de trabajo es establecido anteladamente y no depende del
trabajador.

2.2. El salario por piezas o al destajo


El salario por piezas, o a destajo, consigna el pago a cada trabajador según el
número de piezas fabricadas. Sin embargo, este sistema representa una forma modi-
ficada del salario por tiempo de trabajo. Al establecerse el precio de cada pieza, los
capitalistas lo calculan de acuerdo con el pago por tiempo: se divide el salario de un
día por el número de piezas que un obrero puede producir durante la jornada.

Por ejemplo, supongamos que inicialmente el capitalista aplicaba el salario


por tiempo de trabajo, cuando el valor diario de la fuerza de trabajo equivalía a 5
dólares, la duración diaria de la jornada de trabajo es de 10 horas, entonces el precio
304 Francisco Chaparro Zapana

del trabajo será: 5 dólares / 10 horas = $0,5. Y supongamos que se aplica más ade-
lante el salario por piezas. En este caso, el capitalista calculará el salario por piezas
a partir de dos elementos: 1. del precio del trabajo y 2. del rendimiento productivo
por hora-hombre de trabajo. Si el precio del trabajo es igual a 5 dólares y el rendi-
miento promedio por hora-hombre es de 5 piezas, entonces el salario por piezas será
establecida en la proporción de: $5 / 5 piezas = $1. Por consiguiente, el salario por
piezas es igual al precio del trabajo dividido entre el rendimiento promedio por
hora-hombre de trabajo.

En consecuencia, el salario por piezas enmascara a su manera la explotación


capitalista, creando la falsa apariencia de que al trabajador se le remunera por todo el
producto de su trabajo. Al respecto Marx dice: “El salario por piezas no es más que la
forma transfigurada del salario por tiempo, del mismo modo que este, a su vez, no es
más que la forma transfigurada del valor o precio de la fuerza de trabajo”2. Porque la
verdad es que el obrero vende al capitalista solo su fuerza de trabajo. Si el valor de la
fuerza de trabajo cae por debajo del rendimiento promedio anterior del obrero o si se
incrementa este rendimiento, entonces se reducirán las tarifas del salario por piezas.

El salario por piezas es empleado efectivamente por los capitalistas para acen-
tuar la explotación de los obreros asalariados:

A) El salario por piezas es un medio de intensificación del trabajo. En su afán


por obtener un mayor salario, el obrero trabaja con todas sus fuerzas para
elevar su rendimiento. Pero el incremento del salario es muy fugaz, dura muy
poco, porque cuando muchos obreros elevan la norma de rendimiento, el ca-
pitalista disminuye los pagos por piezas. De esta manera, el salario a destajo
es empleado por los capitalistas para intensificar el trabajo de los obreros y
mediante este procedimiento logran elevar el volumen y la tasa de plusvalía.
B) El salario a destajo es un medio de recortes tramposos del salario. Al esta-
blecer un determinado salario a destajo, el capitalista paga al obrero solo por
la unidad productiva de “calidad óptima”; esto le permite amplias posibilida-
des de aplicar descuentos significativos a su salario con el pretexto de que los
productos están fallados o son de baja calidad.
C) El salario a destajo es un medio que permite reducir los gastos de vigilancia
sobre los obreros. Con el salario a destajo desaparece la necesidad de un nu-
meroso personal de inspectores, por cuanto la propia forma del salario actúa
en calidad de “controlador”, exigiendo de los trabajadores la máxima intensi-
dad de rendimiento. La economía de gastos por vigilancia eleva las ganancias
de los capitalistas.
D) El salario a destajo es un medio corrosivo de enfrentamiento entre los pro-

2 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T.1, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, p. 497.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 305

pios trabajadores. El salario a destajo en las condiciones del capitalismo tiende


a incentivar una competencia desleal entre los trabajadores. Los trabajadores,
en forma personal, considerando sus intereses directos, elevan la intensidad
del trabajo en comparación con el rendimiento promedio de otros trabajadores,
por lo que momentáneamente perciben un salario superior al nivel promedio.
Pero, al fin y al cabo, se eleva el nivel promedio de intensidad del trabajo y, a
consecuencia de ello, disminuyen las tarifas del salario a destajo.
E) El salario a destajo es un factor que eleva el desempleo. Como el trabajo por
piezas eleva la intensidad del trabajo, entonces, se reduce la demanda de los
capitalistas por fuerza de trabajo, lo que trae consigo un incremento de desem-
pleo y una caída del salario de los obreros ocupados.

2.3. Las “formas premiales” del salario


Estas formas incluyen una serie de sistemas:

A) El de Taylor es el sistema “científico” de exprimir el sudor. Con este siste-


ma, puesto en práctica por primera vez en los EE. UU., a comienzos del siglo
XX, se aplica la llamada Organización Científica del Trabajo. El proceso de la
producción se fracciona en numerosas operaciones ordenadas: con ayuda del
cronometraje se establece en minutos y en fracciones de segundo el tiempo
de trabajo gastado en cada operación detallada, tomándose como referente
el rendimiento de los trabajadores más fuertes y hábiles. Sobre esta base, se
establecen elevadas normas de rendimiento para todos los trabajadores, indis-
criminadamente.
La forma del salario en el sistema de Taylor es el salario diferenciado por
piezas, que se caracteriza por la aplicación de las tarifas más altas de salario a
destajo para los obreros que cumplen (o sobrecumplen) la norma establecida
de rendimiento, y de las tarifas más bajas para los obreros que no cumplen
dicha norma. Este salario sirve como “anzuelo y látigo” al mismo tiempo:
los obreros que laboran con una elevada norma son los premiados; pero,
los obreros que no superan la norma son sancionados con severos recor-
tes salariales. Así, por ejemplo, en una de las empresas estadounidenses
donde se aplicaba el salario a destajo simple, el salario por piezas era de
0,50 céntimos de dólar, el rendimiento diario promedio del obrero era 5
piezas, y el salario diario promedio de 2,5 dólares. Después de imponerse
el sistema de Taylor fue establecida una elevadísima norma de rendimiento
de 10 piezas, y se impusieron 2 tarifas de salario por piezas: 0,35 centavos
para los casos de cumplimiento (o sabrecumplimiento) de la norma, y 0,25
centavos por incumplimiento de la norma. Los resultados fueron los si-
guientes: aquellos obreros que, al derrochar todas sus energías, producían
10 unidades productivas al día, recibían 0,35 centavos × 10 = 3,5 dólares,
o sea que con un incremento de la productividad del 100% (de 5 a 10 pie-
306 Francisco Chaparro Zapana

zas) el salario se incrementaba solo en 40% (de 2,5 a 3,5 dólares). Pero si
el obrero producía 9 piezas al día, entonces obtenía 0,25 centavos × 9 = 2,25
dólares, es decir, menos que antes.
V. I. Lenin, al llamar al sistema de Taylor sistema “científico” para exprimir el
sudor, advertía que este promueve simultáneamente una desenfrenaba inten-
sificación del trabajo, el despido de muchos trabajadores y el crecimiento del
desempleo. Pero, al mismo tiempo, reconocía la importancia y el significado
del aspecto progresista de la organización científica del trabajo.
B) El sistema de “participación en las ganancias”. Este sistema consiste en que
el salario es dividido en dos partes: 1. El salario básico, que lo perciben los
obreros en el transcurso de todo el año y 2. La “participación en las ganan-
cias”, que la perciben solo a fin de año. En 1952, el sistema de “participación
en las ganancias” era llevado a la práctica por 15 000 empresas de los EE. UU.
y 550 empresas de Inglaterra, con una cantidad total superior a los 500 000
trabajadores.

El sistema de “participación en las ganancias” era una novedosa forma más


disimulada de enmascarar la explotación capitalista, porque el propio traba-
jador podía sentirse “capitalista”. Aunque en realidad el obrero nunca llega a
constituirse en “partícipe” de la empresa capitalista y receptor de una “parte”
de la ganancia. Simplemente él recibe una parte del valor y del precio de su
fuerza de trabajo bajo el nombre de “salario”, y la otra parte, bajo el nombre
de “participación en las ganancias”.

Este sistema es un medio de engaño a los obreros, porque les inculca la ilu-
sión perniciosa de que ellos “comparten” con los capitalistas la gestión em-
presarial, ya que supuestamente reciben una parte de las ganancias, por lo
que deben trabajar con la máxima intensidad, preocupándose ante todo por la
prosperidad de las empresas. El sistema de “participación en las ganancias” lo
usan los capitalistas para provocar las divisiones y los enfrentamientos entre
los trabajadores, alejándolos y enajenándolos de la lucha de clases.

C) Los sistemas premiales de salario. Pese a que entre estos sistemas existen
diferencias concretas en aspectos parciales, sus rasgos comunes son los si-
guientes:
a) Determinan una norma de rendimiento para los obreros;
b) Establecen una tarifa básica del salario (sea por tiempo, o por piezas); y
c) Establecen como premio un salario adicional por rendimiento para quien
supere la norma establecida. Aquí lo principal consiste en que, en cual-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 307

quiera de los sistemas capitalistas premiales, el premio se calcula de tal


modo que el incremento del salario, para el obrero que sobrecumple la
norma, se rezaga de manera significativa del incremento de su produc-
tividad.

Aclaremos este mecanismo de funcionamiento de los sistemas premiales del
salario con el ejemplo de uno de ellos –del sistema de Helsey– aplicado en los
EE. UU., Inglaterra, Francia y otros países. Según el sistema de Helsey, si el
obrero gasta efectivamente menos tiempo en uno u otro trabajo que el estable-
cido por la norma, entonces recibe un premio por “el tiempo ahorrado”, pero
no en proporción completa de la tarifa salarial por hora-hombre multiplicada
por el “tiempo ahorrado”, sino solo en la medida de un 30 a 70% de esa can-
tidad. Como resultado se obtiene que cuanto más eleva el obrero la intensidad
de su trabajo, tanto más se rezaga el incremento de su salario en relación al
incremento de su rendimiento.

Supongamos una norma de tiempo de 1 hora para producir 1 pieza; la tarifa


básica del salario 1 dólar por hora; el premio = 0,5 dólar × “tiempo ahorrado”.
Si el obrero en 8 horas produce 8 piezas, él percibirá un solo salario básico de
8 dólares. Si él produce el doble de la norma, elaborando 16 piezas al día en
lugar de 8 (según la norma), entonces obtendrá el salario básico de 1 dólar por
hora, es decir 8 dólares por la jornada diaria de 8 horas, y como premio, 0,5
dólar por cada hora de tiempo ahorrado. Así como para la elaboración de
16 piezas la norma de tiempo es de 16 horas (1 hora × 16), cuando en la
práctica el tiempo gastado es de 8 horas, entonces “el tiempo ahorrado” es
igual a 16 – 8 = 8 horas. Por este “tiempo ahorrado” se paga un premio en
la proporción de 0,5 dólar × 8 = 4 dólares. Por tanto, el obrero, al elevar la
intensidad de su trabajo en un 100%, obtendrá un incremento total de su
salario solo en un 50% más.

Todos los demás sistemas premiales del salario funcionan de manera análoga.
De modo que las formas “premiales del salario” “incentivan” al obrero a laborar
hasta quedar extenuado, a la vez que “recompensan” al capitalista con una mayor
plusvalía como resultado del incremento de la intensidad del trabajo.

2.4. Los modernos métodos y el empleo de los sistemas salariales para con-
solidar el dominio del capital sobre el trabajo
Uno de los métodos más modernos es el sistema de la “calificación analíti-
ca de los puestos de trabajo”, ampliamente difundido en los EE. UU., Alemania y
otros países capitalistas. En este sistema todos los trabajos son “calificados” según
una serie de parámetros: según el tipo de trabajo, su calidad y cantidad, la pesadez
308 Francisco Chaparro Zapana

del trabajo, la atención y el empeño del trabajador, su actitud frente al trabajo y los
equipos, etc. En la base de las “calificaciones analíticas” se establece un conjunto de
tarifas individuales de salario. Por ejemplo, en EE. UU., en la empresa United States
Steel Corporation se establecieron 1150 clases de trabajo, 32 categorías y 131 sub-
categorías salariales; y en la firma Opel en Alemania se aplicaron 157 tarifas básicas
y todo un conjunto de tarifas salariales complementarias. La finalidad suprema de la
aplicación de todos estos métodos es dividir a los trabajadores, obstaculizarlos en su
lucha colectiva e impedir que eleven sus salarios.

El “sistema de premiación colectiva”, aplicado primero en Francia, represen-


ta en sí un híbrido intermedio entre el sistema premial en su expresión cabal y el sis-
tema de “participación en las ganancias”. Con el primero lo asocia el supuesto de que
la base del pago de los premios es la elevación de la productividad del trabajo; y con
el segundo, el hecho de que los llamados “premios colectivos” son pagados también
con la elevación de las ganancias de la empresa. El sistema de la “premiación colec-
tiva”, al igual que el sistema de la “participación en las ganancias”, está orientado a
distraer a los trabajadores asalariados de la lucha en defensa de sus intereses de clase
para atraerlos a la “colaboración” con los empresarios.

El “sistema de relaciones humanas en la industria” actúa como el más mo-


derno método de enmascaramiento de la explotación capitalista. Consiste en que
los empresarios crean “fondos especiales”, por los cuales asignan los medios para
la construcción de viviendas de los obreros, la organización de comedores, los ser-
vicios médicos, el pago de pensiones, etc. En algunas empresas se establecen los
“comités consultivos” con representantes de los obreros y de la administración, quie-
nes discuten los problemas salariales, la disciplina del trabajo y otros problemas; se
editan los periódicos de las fabricas con participación de los obreros; se crean las
organizaciones deportivas y culturales, etc.

Valiéndose del “sistema de relaciones humanas en la industria”, los capita-


listas pretenden aislar a los obreros de la lucha de clases, debilitar el movimiento
obrero y, por ende, fortalecer el régimen capitalista.

Este sistema está orientado también a la intensificación posterior del trabajo


mediante el empleo del factor moral. Los partidarios de estos sistemas pretenden
convencer a los obreros de que ellos ya no están sometidos a la explotación, o que
el bienestar de los obreros depende de la prosperidad de las empresas, por lo que
deben trabajar con más dedicación y entrega. Y así, bajo la máscara del “sistema de
relaciones humanas en la industria” se esconde un arma nueva de reforzamiento del
sistema de explotación capitalista.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 309

3. EL NIVEL DE LOS SALARIOS

3.1. El salario nominal y el salario real


Se llama salario nominal a la suma de dinero recibida por el obrero a cam-
bio de su fuerza de trabajo. Pero, la cantidad de dinero obtenida por los obreros
aún no nos dice nada sobre las reales dimensiones de su consumo. Por eso debemos
prestar una mayor atención no tanto al salario nominal sino al salario real; porque el
salario real viene a ser aquella cantidad de bienes y servicios que el obrero puede,
en realidad, adquirir con su salario monetario.

El salario real se calcula con la ayuda de los índices del costo de vida. Estos
índices se obtienen mediante la comparación de diversos períodos de aquella suma
de precios, la cual debe ser pagada por el obrero cuando adquiere los medios nece-
sarios de subsistencia. Por ejemplo, si en el período inicial al obrero le era necesario
gastar 10 000 dólares para comprar mercancías, consumidas corrientemente
por él y su familia, y si después de 5 años por las mismas mercancías y ser-
vicios debe pagar 12 000 dólares, entonces el índice del costo de vida será
igual a (12 000/10 000) × 100 = 120%.

Para calcular el movimiento del salario real es necesario dividir el índice del
salario nominal entre el índice del costo de vida. Supongamos que después de varios
años el salario nominal se elevó de 10 000 a 11 000 dólares, es decir, hasta el 110%,
con una elevación del índice del costo de vida hasta de 120%, en este caso el índice
del salario real será (110/120) × 100 = 91,7.

En el ejemplo dado el salario nominal se elevó en 10%, pero el salario real


cayó en 8,3%. De ello podemos sacar las siguientes conclusiones:

A) Que con un nivel dado de precios de las mercancías y servicios consumidos


por los obreros, el salario real varía en proporción directa a los cambios del
salario nominal.
B) Que con un nivel dado de salario nominal, el salario real varía en proporción
inversa a la variación del nivel de los precios (o del costo de vida).
C) Que con variaciones simultáneas del salario nominal y del nivel de precios,
el movimiento del salario real depende de la correlación entre el índice del
salario nominal y el índice del costo de vida.

Con un significativo incremento del salario nominal la elevación del salario


real puede ser insignificante, si al mismo tiempo que crece el salario nominal se
310 Francisco Chaparro Zapana

eleva también el índice del costo de vida. Por ejemplo, en la industria de transfor-
mación de los EE. UU., de 1960 a 1965, el salario nominal semanal promedio del
obrero fabril (sin descuento de impuestos) se elevó en 20%, y el índice del costo de
vida se incrementó en 7%; en consecuencia la elevación del salario real fue de 12%.
En algunos períodos, el encarecimiento del costo de vida supera a la elevación del
salario nominal y, entonces, el salario real cae.

Sobre el salario real también influyen los impuestos. Para determinar el salario
real es necesario descontar del salario nominal los impuestos directos pagados por
los obreros, y el salario restante, después del descuento, expresarlo en valores reales,
en mercancías y servicios.

3.2. La diferencia de niveles del salario para las diversas categorías de tra-
bajadores
En cada país capitalista se observan diferencias en el nivel de los salarios en
función a los siguientes conceptos:

A) Según el grado de calificación. El salario de los obreros calificados es más


alto que el de los no calificados, lo que está condicionado por el mayor valor
de la fuerza de trabajo calificada.
En la época del imperialismo, la mayor remuneración a los obreros calificados
es empleada por la burguesía monopolista para atraer a la casta “aristocratiza-
da” de la clase obrera y para provocar la división en sus filas.
B) Según el sexo. En el capitalismo, el trabajo femenino es significativamente
menos remunerado que el del varón. Así, en los EE. UU., en 1960, el salario
anual promedio de los obreros varones era de 4977 dólares y el de las mujeres
solo de 2970 dólares, o sea un 40% menos. En el RU, en abril de 1964, la
remuneración semanal promedio del obrero plenamente ocupado era de 17
libras esterlinas con 12 shilings y 5 peniques, y el de la mujer obrera era solo
de 8 libras esterlinas, 16 shilings y 4 peniques, es decir, dos veces menos.
C) Según la raza y la nacionalidad. Así, por ejemplo, en los EE. UU., los capi-
talistas aplican una política reaccionaria de discriminación racial, pagando a
los obreros negros un salario inferior que a los obreros blancos. En 1961, el
salario promedio de los obreros de color en los EE. UU. fue en 38% menos
que el salario promedio de los blancos.
Similar política reaccionaria de salarios aplicaban también los colonizadores
en los países coloniales, donde a los obreros del lugar se les pagaba bastante
menos que a los de origen europeo. Y en la actualidad en los países del “tercer
mundo”.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 311

D) Según las ramas de la producción. El nivel promedio del salario es inferior


en aquellas ramas donde es mayor el peso específico de los obreros no califi-
cados y donde se aplica más ampliamente el trabajo de la mujer. El salario es
más bajo en la agricultura, donde hay un gran excedente de fuerza de trabajo.

3.3. Los niveles nacionales de los salarios


En los diversos países capitalistas, los niveles de los salarios no son iguales.
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), por hora-hombre,
el salario real en la industria de transformación, en comparación con los salarios de
los EE. UU., tomados como 100, los de 1950: en Inglaterra fue de 42; en Francia, 30;
en la RFA, 33, y en Italia de 29.

Las principales causas de las desigualdades de los niveles salariales es la di-


ferencia del valor de la fuerza de trabajo en los distintos países, debido a que en el
valor de la fuerza de trabajo no se incluye en igual medida el “elemento moral e
histórico”.

Sobre los niveles nacionales del salario ejerce gran influencia la composición
de los obreros en los diversos países. Cuanto más alto es el peso específico de los
obreros no calificados, de las mujeres y niños, tanto menor es el nivel nacional pro-
medio del salario.

Una importancia significativa tiene también la desigual composición del mer-


cado de la fuerza de trabajo en los distintos países. Por ejemplo, en el Perú, el cam-
pesinado empobrecido oferta al mercado el excedente de la fuerza de trabajo, y esta
situación, además del bajo nivel de desarrollo socioeconómico y cultural del país,
determina el bajo nivel del salario. En cambio, otra es la situación histórica en los
EE. UU.: donde durante mucho tiempo ha existido una insuficiencia de mano de obra
para su acelerado desarrollo industrial capitalista, por lo que el nivel del salario se
estableció en un nivel más elevado que en otros países.

Sin embargo, comparativamente, un salario elevado en uno u otro país puede


no cubrir el valor de la fuerza de trabajo. Así, en los EE. UU., el salario promedio
en la industria de transformación, desde 1945 a 1961, constituía solo del 63 al 77%
del mínimo vital.

En general, el nivel de los salarios es más bajo tanto en los países coloniales
como en los subdesarrollados dependientes. Y esto se debe a las siguientes causas:

En primer lugar, como en los países coloniales de la antigüedad, la formación


del “elemento moral e histórico” ha sido diferente que en los países desarrollados,
entonces su influencia sobre el valor de la fuerza de trabajo y, por ende, sobre el
salario, es menor.
312 Francisco Chaparro Zapana

En segundo lugar, en los actuales países neocoloniales y dependientes el peso


específico de los obreros no calificados es mucho mayor que en los países desarro-
llados; por eso aquí tiene mayor significado el peso específico del trabajo femenino
e infantil y es elevada la cantidad de obreros de “color”.

En tercer lugar, especialmente fuerte es la presión que ejerce sobre el nivel del
salario la mano de obra excedente, la cual generalmente es desplazada de las activi-
dades agrícolas del campo hacia la ciudad.

Y en cuarto lugar, en estos países la clase obrera es menos unida y organizada


que en los países capitalistas desarrollados, y por eso no son capaces de lograr una
elevación sustancial de sus salarios.

3.4. Dos tendencias en el movimiento del salario real


Partiendo del análisis del sistema económico capitalista, Marx descubrió las
leyes de la dinámica del salario bajo en el capitalismo: “La tendencia general de la
producción capitalista no es a elevar el nivel medio de los salarios, sino, por el con-
trario, hacerlo bajar”3.

En el transcurso del desarrollo del capitalismo actúa una serie de factores


sobre el salario real, que lo presiona hacia su reducción. El más importante de estos
es el incremento del desempleo. Al analizar teórica y abstractamente el problema del
salario, suponemos que su magnitud es igual al valor de la fuerza de trabajo. Pero en
los hechos, debido a la oferta excedente de mano de obra en relación a su demanda,
el salario tiende a caer por debajo del valor de la fuerza de trabajo, y el incremento
del desempleo ejerce una influencia descendente del nivel del salario.

En el mismo sentido actúa el cambio en la composición de la clase obrera


según la calificación y el sexo. La elevación del peso específico de los obreros poco
calificados y la elevación del peso específico del trabajo de la mujer ejercen una in-
fluencia tendente a disminuir el nivel medio del salario.

Durante la época del imperialismo se agrega un nuevo factor: la elevación


sistemática del “costo de vida” a consecuencia de la elevación de los precios mono-
pólicos. Esta ejerce una influencia tendente a reducir el nivel del salario real.

Sin embargo, junto a la tendencia ascendente del salario real actúa también
una tendencia opuesta que lo presiona en el sentido de su reducción. Pero sería inco-
rrecta la tesis de que el salario real disminuye en tendencia sistemática e ininterrum-
pida en el curso del desarrollo histórico del capitalismo. La vida real es compleja y

3 Marx, C. Obras escogidas, óp . cit. T. 1, pp. 463-464


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 313

contradictoria; a los factores que actúan en el sentido de la tendencia descendente del


salario real, se le oponen otros factores que actúan en el sentido contrario, hacia su
elevación. Los principales de estos son:

1. La elevación de la magnitud de las necesidades de los obreros con el desa-


rrollo del capitalismo. Con la elevación del nivel del desarrollo económico
y cultural del país en su conjunto y del nivel cultural de su clase obrera en
particular, se amplía el universo de necesidades de los obreros. Al descubrir la
ley de las necesidades crecientes, V. I. Lenin afirmaba que: “... El desarrollo
del capitalismo trae consigo inevitablemente la elevación del nivel de las ne-
cesidades de toda la población y del proletariado obrero”4.
2. La lucha de la clase obrera por la elevación del salario. Mediante la or-
ganización de la lucha de clases, el proletariado puede lograr en uno u otro
período la elevación no solo del salario nominal, sino también del salario real.
Los revisionistas y reformistas sostienen infundadamente que Marx negaba el
rol de los sindicatos en la lucha por mejorar los salarios. Pero en realidad el
propio Marx decía que “… la lucha de los obreros por elevar el salario está
íntimamente ligada al sistema del trabajo asalariado”5. Lenin le concedió una
gran atención a la lucha de la clase obrera en su empeño por elevar el salario.
Así, en su artículo “La lucha huelguística y el salario”, apela a los datos que
demuestran que en Rusia, a consecuencia de la elevación de la lucha huelguís-
tica, el salario después de la revolución de 1905 se elevó en 15,5%.

La teoría marxista no niega de ningún modo la importancia de la lucha de la


clase obrera organizada en defensa de sus reivindicaciones económicas, promovida
por sus sindicatos. Es más, las organizaciones proletarias, tanto los partidos como los
sindicatos orientados por el marxismo, siempre han participado activamente lideran-
do esta lucha, la misma que hoy continúa realizándose y renovándose en el contexto
del capitalismo mundial en proceso de globalización. No obstante, el marxismo le
asigna un significado prioritario a la lucha política del proletariado, orientada a sus-
tituir el capitalismo por el socialismo.

De las dos tendencias históricas contradictorias del movimiento del salario


real, en determinados períodos, predomina su tendencia descendente, y en otros, su
tendencia ascendente. En el período posterior inmediato a la Revolución industrial,
en los países de Europa occidental predominó la tendencia decreciente del salario
real. Así, en Inglaterra, entre los años 1789-1798 a 1809-1818, el nivel del salario
real descendió en un 26%; en Francia, de 1820-1829 a 1852-1858, el descenso del

4 Lenin, Vladimir Ilich, “A propósito del llamado problema de los mercados”. Obras completas. T. 1, pp. 14 y 101.
5 Marx, C. “El salario, el precio y la ganancia”. En: Marx, C. y F. Engels. Obras completas. T. 16, p. 154, traducido del
ruso por F. Ch. Z.
314 Francisco Chaparro Zapana

salario real fue de 21%; y en Alemania en el mismo período el nivel del salario real
disminuyó en 23%.

El siguiente período (de los años 20 a los 90 del siglo XIX en Inglaterra, y de
los 60 a los 90 en Francia y Alemania) se caracterizó por el predominio de la ten-
dencia ascendente del salario real. Por ejemplo, en Inglaterra de los años 1820-1826
a 1895-1903, el nivel del salario real se elevó en el doble; en Francia, de 1852-1858
hasta 1895-1903, se elevó en 1,6 veces; y en Alemania, de 1952-1859 a 1894-1902,
se elevó en 1,5 veces.

Durante el paso del capitalismo premonopolista a su etapa monopolista, se


distinguió en la mayoría de países el sobrepeso de la tendencia descendente del sala-
rio real; esto se debió a que la elevación del salario nominal se rezagó del incremento
de los precios mercantiles. El nivel del salario real descendió en Inglaterra de 1901
hasta 1912 en 13%. En EE. UU., de 1880 a 1890, el salario real creció significativa-
mente, pero a partir de los años 90 empezó a predominar su tendencia descendente:
desde los años 1892 al período 1908-1913 el nivel del salario real descendió en 4%.

La Primera Guerra Mundial y el período inicial de la posguerra se caracteriza-


ron también por el predominio de la tendencia descendente del salario real, lo que se
debió a la elevación vertical de los precios de las mercancías. En especial tuvo lugar
una fuerte caída del nivel del salario real en Alemania, donde descendió entre 1919-
1921, en comparación con los años 1910-1913 en más de veces. Entonces se puso de
manifiesto una hiperinflación descomunal en este país.

En el período comprendido entre la primera y la segunda guerras mundiales,


en los EE. UU. predominó la tendencia ascendente del salario real: de 1919 a 1939,
el salario real anual en la industria de transformación se elevó en un 25%. En otros
países capitalistas no fue claro el predominio manifiesto de alguna de las tendencias
en el transcurso de todo el período entre las guerras, porque algunos años se obser-
vaba una elevación y en otros un descenso del nivel del salario real. Por ejemplo, el
salario real semanal en Inglaterra en el período 1920-1923 se redujo en 10%, de 1923
a 1927 se elevó en 8%, en los años 1928-1929 volvió a disminuir un poco, pero en
los años 30 se elevó en comparación con los años 20.

La Segunda Guerra Mundial trajo consigo una reducción del nivel del salario
real en una serie de países. En el período de posguerra, a la clase obrera de los países
capitalistas desarrollados le fue posible lograr una elevación significativa del salario
real. Así, en los EE. UU., en el período de 1944 a 1964, el salario real promedio por
cada hora-hombre de trabajo se elevó en 33%, y el promedio anual en 17% (la dife-
rencia entre uno y otro se explica por el incremento de la desocupación); en Inglate-
rra de 1947 a 1964 el salario real semanal promedio se elevó en 42%.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 315

Durante las décadas posteriores, la ampliación del universo de necesidades de


los obreros y la intensificación de su lucha de clases lograron la elevación del nivel
del salario real. Uno de los factores que contribuyó a ello fue la presencia del sistema
socialista mundial: por un lado, el ejemplo de los países socialistas inspiraba al pro-
letariado de los países capitalistas una actitud de lucha de clases más firme y, por otro
lado, gracias a la presencia del sistema mundial socialista, los capitalistas se veían
obligados a hacer determinadas concesiones reivindicativas a los trabajadores. Pero,
la situación se tornó totalmente adversa para la clase obrera internacional durante las
últimas dos décadas del siglo XX e inicios del siglo XXI, en especial a partir de la
caída del sistema mundial socialista.

Por eso, es necesario tener en cuenta que el incremento del nivel del salario
real en todos los países capitalistas, en general, se rezaga significativamente del in-
cremento de la productividad del trabajo. Por ejemplo, en los EE.UU., durante los
años 1944-1964, el rendimiento del obrero en la industria de la transformación se
elevó en 77%, mientras que el salario real anual se elevó solo en 17%. Esto prueba
fehacientemente que la explotación al proletariado se consolida de manera significa-
tiva por parte de la clase capitalista.

3.5. La regulación estatal del salario


En las actuales condiciones del capitalismo, se lleva a cabo la regulación es-
tatal de los niveles del salario, la cual actúa de dos formas fundamentales: 1. El es-
tablecimiento de las tarifas mínimas del salario por el Estado; y 2. La ingerencia del
control estatal sobre el salario y su posterior “congelamiento”.

Por presión de la lucha de clases del proletariado, en una serie de países, el


Estado burgués se ve obligado a establecer mediante ordenamiento jurídico el nivel
mínimo del salario, por debajo del cual no deben descender las tarifas salariales. Por
ejemplo, en EE. UU., según ley de 1956, la tarifa salarial mínima por hora-hombre
fue establecida en 1 dólar (pese a que los sindicatos exigían una tarifa mínima de
1,25 dólares). A consecuencia del encarecimiento del costo de vida, la lucha de la
clase obrera contribuyó a la elevación de esta tarifa mínima: inicialmente hasta 1,15
dólares, después hasta 1,25 dólares y finalmente hasta 1,5 dólares. El establecimien-
to del salario mínimo necesario en el ordenamiento jurídico de la regulación estatal
representa en sí una conquista contundente de la clase obrera. Sin embargo, el Estado
burgués pretende establecer este mínimo en el más bajo nivel, así busca limitar o
burlar su aplicación. Por ejemplo, en los EE. UU., la legislación del salario mínimo
no se extiende en una serie de categorías de trabajadores ocupados en la agricultura,
en el pequeño comercio y en otras actividades.

La segunda forma de regulación estatal del salario es la política de estable-


cimiento de un “techo” para las tarifas del salario, es decir, la fijación de un nivel
316 Francisco Chaparro Zapana

tope del cual no deberá exceder. Semejante política de “congelamiento” del salario
fue practicada ampliamente por los gobiernos burgueses en el período de la Segun-
da Guerra Mundial, la misma que entonces determinó la caída del salario real, por
cuanto los órganos gubernamentales encargados de controlar no permitieron que las
tarifas del salario monetario fueran elevadas en correspondencia con la elevación
del costo de vida. Posteriormente, el gobierno inglés aplicó una política de congela-
miento del salario que afectó los intereses de los trabajadores. Política que, debido
a su esencia antilaboral, fue condenada severamente por el congreso de 1967 de las
trade-uniones británicas.

3.6. La legislación antilaboral y la lucha huelguística durante el período de


posguerra
La burguesía monopolista emplea ampliamente al Estado para reprimir a la
clase obrera y para comprimir el salario real. A esta finalidad sirven las leyes antila-
borales que recortan los derechos de los sindicatos.

El ejemplo más claro es la ley de Taf-Hartly, aprobada en 1947, en los


EE. UU. Esta ley prohibió los convenios colectivos, que obligaban a los empresarios
admitir en el trabajo solo a los miembros de los sindicatos (el sistema de las llama-
das “corporaciones cerradas”); impuso a los sindicatos notificar anticipadamente a
los empresarios anunciando las huelgas y estableció un período de 60 días de “con-
gelamiento” hasta el comienzo de la huelga, en el transcurso del cual una comisión
gubernamental debería estudiar la situación del conflicto; prohibió a los sindicatos
reclutar libremente a sus miembros y formar los piquetes de huelga; también pro-
hibió a los sindicatos descontar las cuotas sindicales o realizar gastos con fines po-
líticos; obligó a los sindicatos a registrarse en el Ministerio de Trabajo y presentar
los balances de sus actividades financieras; les exigió declaraciones juradas de que
ningún dirigente sindical fuera miembro del Partido Comunista; prohibió totalmente
las huelgas en el sector público. La aprobación de esta ley estuvo orientada a destruir
los sindicatos, incentivar los actos rompehuelgas, disminuir el salario y empeorar las
condiciones de trabajo de los obreros estadounidenses.

Después de publicada esta ley, con vigencia en todo el territorio de EE. UU.,
muchos estados aprobaron sus propias leyes antilaborales que limitaban los derechos
de los sindicatos, en especial el derecho de huelga. En los 18 estados donde fueron
aprobadas estas leyes, el salario por hora-hombre fue afectado en promedio en un
30% menos que en otros estados.

Las leyes antilaborales fueron aprobadas no solo en los EE. UU., sino también en
otros países capitalistas. Sin embargo, los estados burgueses no lograron frenar ni mucho
menos liquidar la lucha de clases del proletariado. Durante los años de posguerra, el mo-
vimiento huelguístico adquirió un nivel más intenso que antes de la guerra.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 317

LAS HUELGAS EN LOS PAÍSES CAPITALISTAS DESARROLLADOS


(Información oficial)

Número de Número de Huelgas en


AÑOS huelgas huelguistas días-hombre
(miles) (millones) (millones)

1919-1939 ................................................ 165,6 74,5 1119,8

1946-1964 ................................................ 260,0 236,8 1213,6

Incremento de índices anuales


promedio (en %) ..................................... + 73,4 + 251,0 + 20,0

FUENTE: 6 “Economía mundial y relaciones internacionales”, Moscú, 1965, n.° 11, p. 52.

De esta forma, durante los años de posguerra en los países capitalistas partici-
paron anualmente en las huelgas un promedio de 3,5 veces más obreros y empleados
que durante las 2 décadas anteriores a la guerra.

Durante los años posteriores continuó elevándose el movimiento huelguístico.


Así, en los EE. UU., durante los años 1964-1967, el número de huelgas se incremen-
tó de 3655 a 4500, y el número de los trabajadores participantes: de 22,9 millones a
41 millones.

4. CRÍTICA A LAS TEORÍAS BURGUESAS Y REFORMISTAS DEL SALARIO

4.1. Características generales y particulares de las teorías burguesas sobre


el salario
Los economistas burgueses no ven las diferencias entre las categorías: trabajo
y fuerza de trabajo; ellos confunden la apariencia con la esencia, porque consideran
erradamente que los obreros venden su trabajo a los capitalistas y reciben a cambio
una remuneración íntegra por este. Por ejemplo, el economista inglés J. R. Hicks
proclama que: “El salario es el precio del trabajo”7, y la Enciclopedia Británica de-
fine el salario como “una retribución por los esfuerzos desplegados en la produc-
ción de bienes y servicios”8. Al mismo tiempo, los economistas burgueses niegan la
existencia de la explotación del trabajo asalariado, y se empeñan en enmascarar las
contradicciones antagónicas del capitalismo. Tras sus pasos se desplazan también
muchos otros reformistas y revisionistas.

6 Ver: Revista Economía mundial y relaciones internacionales, n.° 11, Moscú, 1965, p. 52.
7 Hicks, J. R. The Theory of Wages. N. Y., 1963, p. 1.
8 Enciclopedia Británica. Vol. 23, 1963, p. 267.
318 Francisco Chaparro Zapana

No obstante compartir las mismas posiciones en el problema relacionado con


la esencia del salario, las teorías burguesas, sin embargo, se diferencian entre sí en el
problema relacionado con los factores que determinan los niveles salariales.

4.2. Crítica a la teoría de los medios mínimos de subsistencia (o “ley de hie-


rro de los salarios”)
Según esta teoría, la competencia entre los obreros tiende inevitablemente a
contraer el salario hasta un nivel mínimo de medios físicos de subsistencia, indispen-
sables para sufragar las condiciones de vida de los obreros. Las bases de esta teoría
fueron formuladas por el fundador de la economía política clásica W. Petty. Desa-
rrollada y perfeccionada por el economista francés Roberto Turgot (1727-1781), y
durante los años sesenta del siglo XIX, fue expuesta en la teoría del mínimo de me-
dios de subsistencia, concepto pregonado por el socialista alemán Fernando Lasalle
(1825-1864), quien la bautizó como la “ley de hierro de los salarios”. He aquí cómo
él pretendía fundamentar esta “ley”: El salario (según, F. Ch. Z.) “... no puede ele-
varse durante mucho tiempo por encima de esta cantidad promedio (del mínimo de
medios de subsistencia), porque entonces al mejorar las condiciones de vida de los
obreros y hacerse más frecuentes los matrimonios entre ellos, se estaría reforzando la
reproducción poblacional de la clase obrera, y por ello se incrementaría la oferta de
la mano de obra, lo que a su vez provocaría el retorno del salario al nivel anterior o
por debajo de este. El salario no puede mantenerse por mucho tiempo por debajo del
nivel indispensable de subsistencia, porque entonces se producen las migraciones,
la soltería y el control de la natalidad y, finalmente, la disminución del número de
obreros debido a la miseria, lo que debilita la oferta de mano de obra y retrotrae el
salario al nivel anterior”9.

La llamada “ley de hierro de los salarios” es inconsistente en el plano teórico,


y en la práctica esta teoría perjudica al movimiento obrero.

Antes de todo, es incorrecta la reducción del salario al nivel mínimo de los


medios físicos de subsistencia, ya que esto significa que se ignora el “elemento moral
e histórico”, el cual se incluye en la determinación del valor de la fuerza de trabajo.

Es totalmente falsa la tesis de que el salario sea regulado por el crecimiento


o decrecimiento de la masa poblacional. Esta tesis está muy vinculada con la errada
y reaccionaria teoría de la población de Thomas R. Malthus (1766-1834), a la que
someteremos a un análisis crítico amplio en un capítulo posterior. Aquí solo adverti-
mos que las oscilaciones del nivel del salario no están determinadas del todo por la
natalidad o la mortalidad de la población obrera, sino principalmente por los cam-
bios de la correlación entre el ejército activo de obreros ocupados en la producción
y el ejército de desempleados.

9 Lasalle, F. Obras. T. II, Moscú, 1925, pp. 59-60, traducido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 319

La teoría de la “ley de hierro de los salarios” desmoviliza a la clase obrera,


porque pretende convencerla de que es innecesaria la lucha económica, por cuanto
–según aquella– el nivel del salario tiende inexorablemente hacia un mínimo de me-
dios de subsistencia. El proletariado que lucha en defensa de sus intereses no puede
compartir semejantes posiciones fatalistas y desmoralizantes.

Distorsionando la tesis de Marx, muchos economistas burgueses, entre ellos el


economista estadounidense P. Samuelson y el teórico inglés laborista Jhon Streich,
le adjudican sutilmente “la ley de hierro de los salarios”. Según Samuelson y Nord-
haus, Marx “... dio una versión totalmente distinta de la ley de hierro de los salarios.
Hizo un gran hincapié en el “ejército de reserva de los desempleados”. De hecho
se suponía que los empresarios acercaban a sus trabajadores a las ventanas de las
fábricas para que vieran los desempleados que esperaban a sus puertas, deseosos de
trabajar. Según Marx (o así han interpretado su pensamiento algunos marxistas inge-
nuos), esto deprimiría los salarios hasta el nivel de subsistencia”10. Pero lo cierto es
que Marx destacó que el valor de la fuerza de trabajo, cuya expresión es el salario,
no se reduce al mínimo de medios físicos de subsistencia, ya que incluye en sí el “el
elemento moral e histórico” y está sujeto a los cambios del desarrollo del capitalis-
mo. En su trabajo “Crítica al programa de Gota”, Marx criticó a Lasalle refutando
frontalmente su “ley de hierro de los salarios”.

4.3. Crítica a la teoría de la productividad del trabajo


La esencia de esta teoría radica en afirmar que el salario es una remuneración
íntegra al trabajo, y que su magnitud depende directamente del nivel de la producti-
vidad del trabajo.

La “teoría de la productividad del trabajo” tiene su origen ya en las tesis del


economista francés J. B. Say, de la primera mitad del siglo XIX. Él identificaba la
fuerza de trabajo con el trabajo y consideraba el salario como una compensación
por el “servicio productivo” del trabajo. Esta teoría tiene por finalidad enmascarar
la explotación capitalista bajo el supuesto de que el salario es el pago íntegro por el
trabajo de los obreros.

Entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, los economistas burgueses, en
especial el economista estadounidense J. B. Clarck, modernizaron la “teoría de la
productividad”. Clark alegaba que en todas las ramas de la producción actúa la ley
de la productividad decreciente, según la cual la producción se incrementa en menor
grado que la cantidad de trabajo vivo gastada. Por ejemplo, si con un determinado
capital de 20 obreros se producía 140 unidades de producción, es decir, un prome-
dio de 7 unidades por obrero, entonces, con la adición de un obrero, la producción

10 Samuelson, Paul A. y William Nordhaus. Economía, México D. F., 1986, p. 753.


320 Francisco Chaparro Zapana

aumentaría no en 7 unidades, sino en una cantidad menor, supongamos que en 5


unidades. He aquí este incremento de la producción, debido a la existencia del
obrero “marginal” (es decir, del número 21 en el ejemplo dado), al cual Clark
llama “producto marginal del trabajo”; y a la productividad marginal del obrero,
“productividad marginal del trabajo”. La principal tesis de la teoría de la “pro-
ductividad marginal” sentencia que el “salario tiende a ser igual al producto del
trabajo marginal”11.

La teoría de la productividad del trabajo adolece de los mismos defectos


que la vieja “teoría de la productividad”, entre los cuales se incluyen: 1. La
sustitución del concepto fuerza de trabajo como mercancía por el de trabajo; y
2. La negación de la explotación capitalista y la interpretación del salario
como el pago íntegro al trabajo.

Además de ello, el defecto específico de la teoría de la “productividad


marginal” radica en que se basa en la mítica “ley de la productividad de-
creciente”. Pero, las caídas de la productividad con una cantidad creciente de
trabajo no se producen como regla general. Un incremento del número de tra-
bajadores a menudo está acompañado del progreso técnico, del cual la teoría de
la “productividad marginal” se desentiende injustificadamente; con el progreso
de la técnica no tiene lugar una productividad decreciente, por el contrario la
productividad es creciente.

La teoría de la “productividad marginal” promueve la absurda tesis sobre


la igualdad del salario con el producto del trabajo del “obrero marginal”. Si así
fuera, el “obrero marginal” no entregaría al capitalista plusvalía alguna. Enton-
ces, ¿para qué lo contrataría el capitalista?

Finalmente, la teoría de la “productividad marginal” recurre al consiguien-


te truco: identifica el “producto del trabajo” con el producto del “obrero margi-
nal”. Pero, si se supone que la productividad del trabajo del último obrero (“mar-
ginal”) es la más baja, entonces, ¿por qué razón se adscribe esta productividad
más baja a todos los obreros? Es evidente que se hace esto con el propósito de
declarar solemnemente que el salario es la remuneración íntegra al trabajo de los
obreros y de ocultar la naturaleza explotadora de la ganancia de los capitalistas.

El objeto de la teoría de la “productividad marginal” es convencer a los


obreros de que no son objeto de ningún tipo de explotación, por lo que ellos no
tienen razón de aspirar a ninguna revolución socialista. En opinión del econo-

11 Clark, J. B. La distribución de la riqueza. p. 101, traducido del ruso por F. Ch. Z.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 321

mista estadounidense D. Dunlop, el objetivo de la teoría de la “productividad


marginal” es “la defensa del régimen vigente contra la acusación marxista sobre
la explotación del trabajo por el capital”12.

Lo característico de la teoría de la productividad es que es enemiga jurada de


la clase obrera. Adoptada lamentablemente por los reformistas, quienes pretenden
convencer a los obreros sobre la necesidad de elevar la productividad del trabajo.
“Solo el incremento de la productividad da la posibilidad de elevar el salario”, sen-
tencia el socialdemócrata alemán H. Smith13. Lo cierto es que el incremento de la
productividad en las condiciones del capitalismo provoca una reducción del valor de
la fuerza de trabajo y una elevación del grado de explotación de los obreros.

4.4. Crítica a la “teoría social” del salario


A comienzos del siglo XX, el economista ruso M. I. Tugán-Baranovski (1825-
1919) formuló, en contraposición a la teoría de Marx, su propia teoría del salario, a
la cual denominó “teoría social del salario”.

Tugán-Baranovski vio en el salario solo una categoría distributiva de la parte


percibida por la clase obrera en la distribución del producto social. Escribió que:
“...El nivel del salario en una sociedad dada está determinado por dos factores,
por la productividad del trabajo social, que determina cuan grande es el producto
social sujeto a ser dividido entre las clases sociales, y por la fuerza social de la
clase obrera, del cual depende una parte del trabajo social que pasa a disposición del
obrero”14.

La “teoría social” del salario fue adoptada por los reformistas. Al propagan-
dizarla, el socialdemócrata alemán Helting sentenciaba que: “Ahora el problema del
salario es solo un problema de la fuerza de la organización”. El líder sindical refor-
mista Green llamaba al actual salario “salario social”.

La inconsistencia de la “teoría social” del salario consiste en que:


En primer lugar, el salario no solo es una categoría de la distribución; en
primer lugar, es una categoría de la economía capitalista, que expresa el valor de
la fuerza de trabajo. Contrariamente a Tugán-Baranovski, el concepto “valor” es
aplicado a la fuerza de trabajo, por cuanto para su reproducción son necesarios los
medios de subsistencia que son productos del trabajo.
En segundo lugar, el defecto esencial de la “teoría social” del salario consis-

12 Dunlop, D, The Theory of Wages determination. Proceedings of Conference. Help by the International Economy
Asociation. N. Y., 1957, p. 8.
13 Smith, H. 12/ “Handbuch socialdemokratischer Politik”, Mannheim, 1953, p. 162.
14 Tugán-Baranovski, M. I. Principios de economía política, Moscú, 1915, p. 436, en ruso, traducido por F. Ch. Z.
322 Francisco Chaparro Zapana

te en la negación de una ley económica objetiva, de la ley del valor de la fuerza de


trabajo que determina el nivel del salario. Esta teoría siembra la ilusión como si en
los marcos del capitalismo el salario pudiera elevarse todo el tiempo, y por ende, los
obreros no están interesados en derrocar el capitalismo.
En tercer lugar, la “teoría social” del salario empalma con la “teoría de la
productividad” al afirmar que el nivel del salario depende directamente del nivel
de la productividad del trabajo. En realidad, no es el salario de los obreros sino la
plusvalía de los capitalistas la que se eleva en función directa a la elevación de la
productividad del trabajo.
Y en cuarto lugar, tras las frases altisonantes sobre la “fuerza social” de la
clase obrera y sobre la “lucha” entre obreros y empresarios se esconde el afán de
distraer a la clase obrera de la lucha revolucionaria contra el capitalismo y reem-
plazar la lucha política por la lucha económica. La “teoría social” del salario es una
teoría contrarrevolucionaria, que representa en sí, según su contenido esencial, una
variante apologética más del capitalismo, pese a estar mucho más enmascarada que
las demás teorías burguesas.
CAPÍTULO IX

Ley general de la acumulación capitalista y


las particularidades de su accionar en la
época del imperialismo

1. LA COMPOSICIÓN ORGÁNICA DEL CAPITAL Y SU TENDENCIA


CRECIENTE CON EL DESARROLLO DEL CAPITALISMO

1.1. Composición técnica, valorativa y orgánica del capital


Según sus elementos materiales, el capital invertido en la producción está con-
formado por los medios de producción y la fuerza de trabajo. Carlos Marx llama
COMPOSICIÓN TÉCNICA DEL CAPITAL a la relación cuantitativa entre el vo-
lumen de los medios de producción y la cantidad de trabajo vivo que los ponen en
acción.

La búsqueda afanosa de plusvalía y la lucha competitiva obligan a los capita-


listas a aplicar nuevas técnicas de producción; a causa de lo cual se produce la eleva-
ción de la composición técnica del capital. Por ejemplo, en la industria de tejidos de
algodón de Inglaterra, la cantidad de máquinas de hilar promedio por cada obrero se
elevó en la proporción de 0,9 a 2,1 entre 1820 y 1878.

Como índice de crecimiento de la composición orgánica del capital en toda la


industria capitalista puede servirnos el incremento de la capacidad productiva pro-
media de los motores por cada obrero. En la industria de transformación de los
EE. UU., de 1899 a 1962, el potencial de los motores se elevó en 15,5 veces (de 9,8
millones a 151,5 millones de caballos de fuerza), y el número de obreros empleados
solamente en 2,7 veces (de 4,5 millones a 12,1 millones de personas). La potencia de
los motores correspondientes a cada cien obreros empleados, se elevó de 218 a 1249
c.d.f., es decir casi en 6 veces.

Según su valor, el capital se divide en capital constante, o valor de los me-


dios de producción, y capital variable, o valor de la fuerza de trabajo. A la relación
cuantitativa del capital constante con el capital variable, Marx la llamó COMPO-
SICIÓN ORGÁNICA DEL CAPITAL.
324 Francisco Chaparro Zapana

“Además de la composición técnica del capital hay que distinguir su com-


posición expresada en valor. La composición del capital expresado en valor es la
proporción entre el valor de los medios de producción y el valor de la fuerza de
trabajo”1. Esta COMPOSICIÓN VALORATIVA DEL CAPITAL puede ser distinta
con una misma composición técnica del capital. Supongamos que en dos fábricas de
hilar se tiene el mismo número de obreros y la misma cantidad de medios de produc-
ción, pero que en la primera se emplea el algodón de mejor calidad. En tal caso, la
suma de capital constante y la composición orgánica del capital en la primera fábrica
será mayor que en la segunda, mientras la composición técnica del capital es igual.

La composición valorariva del capital puede variar incluso cuando su com-


posición técnica es constante; esto tiene lugar cuando se encarecen o abaratan los
medios de producción.

Sin embargo, como regla, en el curso de períodos prolongados, la composi-


ción valorativa del capital varía a consecuencia de la variación de su composición
técnica. Con el progreso de la técnica, el volumen de los medios de producción crece
más rápidamente que el número de trabajadores, y debido a ello la suma de capital
constante aumenta más rápidamente que la suma de capital variable.

La estrecha relación entre la composición valorativa y técnica del capital se


expresa mediante un concepto especial: la composición orgánica del capital. La
composición orgánica del capital –según definición de Marx– es “la composición
de valor, en cuanto se halla determinada por la composición técnica y refleja los
cambios operados en esta”2.

De la definición dada por Marx se deduce que, en primer lugar, la composi-


ción orgánica del capital se mide mediante la relación del valor de los medios de pro-
ducción con el de la fuerza de trabajo, y no por la relación del volumen de los medios
de producción con el número de obreros; en segundo lugar, la composición orgánica
del capital no es cualquier composición de valor del capital, sino solo aquella que
refleja la composición técnica y su variación. Pero, si la composición de valor del
capital se eleva por haberse encarecido la materia prima en las condiciones de una
composición técnica constante del capital, entonces esto representará una elevación
de la composición orgánica del capital.

En las fases tempranas de desarrollo del capitalismo, la reproducción amplia-


da transcurría en su mayor parte sobre una base técnica constante, y la composición

1 Ríndina, M. y Chernicov G. Economía política del capitalismo. Ed. Estudio, Buenos Aires, 173, p. 84.
2 Marx, Carlos. El capital. T. 1. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1980, p. 557, sombreado en cursiva por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 325

orgánica del capital en el curso de un relativo prolongado período permanecía cons-


tante.

1.2. La acumulación del capital con una composición orgánica constante del
capital
Si no varía la composición orgánica del capital, entonces el capital constante
y variable se elevan con los mismos ritmos. Por consiguiente, con una acelerada
acumulación del capital con la misma rapidez rítmica se elevará también la demanda
de fuerza de trabajo, la cual depende de la cantidad de capital variable. Como conse-
cuencia puede llegar el momento en que la demanda de fuerza de trabajo supere a su
oferta, y por ello se eleve el nivel del salario.

Pero incluso en las condiciones más favorables para los obreros no se produce
una mejora significativa de su situación.

En primer lugar, la elevación del salario no cambia cualitativamente la si-


tuación de clase del proletariado en el seno de la sociedad capitalista; el obrero per-
manece siendo proletario, privado de medios de producción y obligado a continuar
trabajando para el capitalista.

En segundo lugar, cuantitativamente, la elevación del salario está limitada por


estrechos marcos y no puede prolongarse de manera permanente. El problema es que
la elevación del salario en condiciones igualmente estables (es decir, con una dura-
ción invariable de la jornada diaria, y con una productividad e intensidad del trabajo
invariables) trae consigo una disminución de la plusvalía, y esto al fin de cuentas
repercute disminuyendo los ritmos de acumulación del capital. Si la acumulación
del capital se rezaga, entonces disminuye también el crecimiento del capital variable
y, al mismo tiempo, cesa el incremento de la demanda de mano de obra, provocando
la disminución del salario. Por consiguiente, el mecanismo espontáneo de la repro-
ducción capitalista mantiene el salario en el nivel que garantice las posibilidades de
acumulación para los capitalistas.

1.3. La creciente composición orgánica del capital y el desarrollo del capita-


lismo
Para el capitalismo desarrollado es típica la acumulación acompañada por una
creciente composición del capital.

La elevación de la composición técnica y orgánica del capital está condicio-


nada ante todo por la acción de la ley de la plusvalía. Al tratar de obtener plusvalía
adicional, los capitalistas se interesan en reducir el valor individual de las mercancías
en sus empresas por debajo del valor social. En esa perspectiva deben aplicar nuevos
326 Francisco Chaparro Zapana

perfeccionamientos técnicos, los cuales los motivan a incrementar la composición


orgánica del capital. En esa misma dirección actúa la competencia capitalista. Si el
capitalista continuara sin renovar la técnica en su empresa, entonces muy pronto será
desplazado por sus competidores.

Y así, a medida que se desarrolla el capitalismo, el crecimiento de la compo-


sición orgánica del capital es una necesidad económica objetiva. Este crecimiento
se aprecia en el ejemplo de EE. UU. en el cuadro siguiente:

LA DINÁMICA DE LA COMPOSICIÓN ORGÁNICA DEL CAPITAL EN LA


INDUSTRIA DE TRANSFORMACIÓN DE EE. UU. (AÑOS 1889-1959)

Tratando de esforzarse, precipitarse, ambicionar 1889 1959

Capital constante ( c) (en miles de millones de $) Capital va- 303,8


riable (v) (en miles de millones de $) 8,3 43,2
Composición orgánica del capital (c : v) ………… 1,8 7:1
4,6 : 1

FUENTE: Vigodski, Sergei L. Ensayos sobre la teoría del capitalismo contemporáneo. Edit. de Economía. Moscú,
1961, p. 150.

De esta forma, en la industria de EE. UU., a cada dólar de capital variable le


correspondía un capital constante de 4,6 dólares en el año 1889 y de 7 dólares en
1959. Esta variación de la composición de valor del capital se llevó a cabo en base
a la elevación de su composición técnica y, por consiguiente, representa en sí la
elevación de la composición orgánica del capital. En 1963, la relación del capital
constante y variable en la industria de los EE. UU. era ya de 7,5 : 1.

Los factores determinantes del crecimiento de la composición orgánica del


capital son la concentración y la centralización del capital. La concentración del
capital está acompañada por la elevación de la composición orgánica del capital, al
mismo tiempo la mayor parte de la plusvalía capitalizada está invertida en capital
constante y una menor parte, en capital variable. Como resultado de la transforma-
ción de una parte de la plusvalía capitalizada en capital variable adicional, la mag-
nitud absoluta del capital variable crece, pero, al mismo tiempo, el capital constante
crece con mayor rapidez que el capital variable. La centralización del capital, a su
vez, coadyuva a un crecimiento de la composición orgánica del capital porque en las
grandes empresas capitalistas el peso específico del capital constante es mayor que
en las pequeñas.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 327

La composición orgánica del capital con frecuencia se eleva más lentamente


que la composición técnica. Esto se explica en que al incrementarse la cantidad de
máquinas e instrumentos de trabajo, de materias primas, etc., por cada trabajador,
simultáneamente se produce una disminución del valor de cada unidad de los medios
de producción a consecuencia de la elevación de la productividad del trabajo en las
ramas donde son producidos. Por eso, el valor total de los medios de producción
empleados se eleva más lentamente que su cantidad.

2. ACUMULACIÓN DEL CAPITAL Y FORMACIÓN DEL EJÉRCITO INDUS-


TRIAL DE RESERVA

2.1. La creciente composición orgánica del capital y la aparición del ejército


industrial de reserva
La elevación de la composición orgánica del capital significa que el creci-
miento del capital variable se lleva a cabo con ritmos menores que el crecimiento
del capital constante y el crecimiento de todo el capital en su conjunto.

Supongamos que el capital funcional en una empresa inicialmente era de 100


millones de dólares, mientras la relación de c : v era igual a 1,5 : 1, y la tasa de
plusvalía de 100%. En tal caso, el valor de la producción anual (suponiendo que ella
incluye todo el capital constante) será (en millones de dólares):
60c + 40v + 40p = 140

Supongamos, además, que el capitalista gasta la mitad de la plusvalía en con-


sumo personal, y la otra mitad la transforma en capital adicional; pero, en este capital
adicional la composición orgánica es mayor que en el capital inicial, y se expresa
mediante la relación 3 : 1. En tal caso, la plusvalía capitalizada de 20 millones de dó-
lares se divide en 15 millones de dólares c y 5 millones de dólares v, y en el siguiente
año el valor de la producción será (en millones de dólares):
75c + 45v + 45p = 165

Como podemos ver, todo el capital se incrementó de 100 a 120 millones de


dólares, es decir en 20%, mientras que el capital constante aumentó en 25% (de 60
millones a 75 millones de dólares) y el capital variable, solo en 12,5% (de 40 a 45
millones de dólares).

Como resultado de la elevación de la composición orgánica del capital, la par-


ticipación del capital variable en todo el capital conjunto cae de 1/2 a 1/3, 1/4, etc.
Pero así como la demanda de fuerza de trabajo depende precisamente de la magnitud
del capital variable, entonces la relativa reducción del capital variable trae consigo
la reducción de la demanda de fuerza de trabajo. La acumulación del capital con
328 Francisco Chaparro Zapana

una elevación de su composición orgánica conduce a una absorción menor de fuerza


de trabajo adicional para la producción.

La elevación de la composición orgánica, que inicialmente comprende los


capitales acumulados de nuevo, en adelante se expande también a los antiguos capi-
tales, a los que funcionaban desde antes. Cada capital con el transcurso del tiempo
debe ser renovado, porque así como todos los elementos del capital constante se
agota al fin de cuentas. Pero con la renovación del capital antiguo, su composición
técnica y orgánica a menudo no se quedan sin renovar, sino que se elevan. Esto trae
consigo una reducción absoluta de la demanda de fuerza de trabajo, un desplaza-
miento de la producción de una parte de los obreros antes ocupados.

Supongamos que el capital antiguo es de 10 millones de dólares, conformado


de 5 millones de capital constante y 5 millones de capital variable. Después llega el
momento de la renovación de este capital, mientras se renueva en una nueva estruc-
tura: la relación c : v ya no es de 1 : 1, sino de 3 : 1. En este caso, de los 10 millones
de dólares a la parte del capital constante le corresponde 7,5 millones de dólares, y
a la participación del variable, solamente 2,5 millones. Por consiguiente, el capital
variable, y con ello también la demanda de fuerza de trabajo, disminuye a la mitad.

Como resultado de ambos procesos, es decir, de la atracción retrasada de fuer-


za de trabajo adicional debido a la elevación de la composición orgánica de capitales
nuevamente invertidos y del desplazamiento de la producción de una parte de los
obreros antes empleados a consecuencia del crecimiento de la composición orgánica
del capital, se forma inevitablemente el ejército industrial de reserva, el ejército de
desempleados.

2.2. La ley capitalista de la población


La formación y crecimiento del ejército industrial de reserva representa en
sí una ley específica de la población misma del capitalismo. Marx formuló esta ley
de la siguiente forma: “… La población obrera produce también, en proporciones
cada vez mayores, los medios para su propio exceso relativo”3. La esencia de la ley
capitalista de la población consiste en que la clase obrera, al producir la plusvalía,
crea la fuente para la acumulación del capital, este último, a través del mecanismo
de crecimiento de la composición orgánica del capital, engendra el ejército industrial
de reserva.

El ejército industrial de reserva representa por sí misma la sobrepoblación re-


lativa. La fuerza de trabajo en la sociedad capitalista solo tiene excedente en compa-

3 Ibídem, p. 575.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 329

ración con la demanda planteada por los capitalistas. Esto de ningún modo significa
que haya un excedente absoluto de la población.

La ley capitalista de la población es una ley histórica propia de la formación


capitalista. Al liquidarse el capitalismo, en reemplazo de esta ley entrará en acción
la nueva ley socialista de la población, según la cual, cualquier incremento de la
población encuentra aplicación de su fuerza de trabajo en la economía socialista.
Esta es una de las más importantes ventajas del sistema económico socialista frente
al sistema capitalista.

2.3. Los factores que acrecientan el desempleo


Los factores que refuerzan el crecimiento del desempleo son: 1. La prolonga-
ción de la jornada diaria de trabajo y la elevación de su intensidad; 2. La difusión del
trabajo de la mujer y el niño; y 3. La ruina económica de los pequeños productores.

La prolongación de la jornada diaria y la intensificación del trabajo conducen


a que el capitalista obtenga la mayor cantidad de trabajo de cada obrero, por lo que se
reduce la demanda de más fuerza de trabajo y crece el ejército industrial de reserva.
A su vez, el crecimiento del desempleo y la competencia entre los obreros facilitan
a los capitalistas a prolongar la jornada diaria o a intensificar el trabajo. Así, el tra-
bajo desmesurado de la parte empleada del proletariado condena a la vagancia a
su otra parte, a los desempleados, y el desempleo creciente, a su vez, condena a la
parte empleada de la clase obrera a un trabajo desmesurado.

La aplicación amplia del trabajo de la mujer (en determinados períodos, tam-


bién del niño) en la industria capitalista maquinizada, conduce al desplazamiento de
una parte de los hombres de la producción.

En esa misma dirección actúa la quiebra y expropiación masiva de los peque-


ños productores. Los artesanos y campesinos arruinados en la lucha competitiva de
mercado, de donde son desplazados por la fuerza arrolladora de la gran producción
capitalista, pasan a engrosar el ejército de los desocupados.

Sin embargo, los tres factores ya enumerados no corresponden a la forma-


ción primaria del ejército industrial de reserva, estos solo refuerzan el desempleo
creciente; la principal causa es la creciente composición orgánica del capital. Por
consiguiente, es la acumulación capitalista misma la que genera el desempleo.

2.4. El rol del ejército industrial de reserva


La presencia del ejército industrial de reserva conduce, ante todo, a reforzar
la explotación de la clase obrera ocupada. Cuanto mayor sea el ejército industrial
330 Francisco Chaparro Zapana

de reserva, con tanta mayor facilidad los capitalistas pueden –bajo la amenaza de
despedirlos o reemplazarlos– disminuir el salario de los obreros, ya sea prolongando
la jornada de trabajo o elevando su intensificación.

Consolidando la explotación de los obreros ocupados, el creciente ejército


industrial de reserva facilita a los capitalistas a obtener una mayor cantidad de plus-
valía. Y cuanta mayor plusvalía obtienen los capitalistas tanto mayor son las pro-
porciones de la acumulación del capital. Por consiguiente, el ejército industrial de
reserva es también resultado de la acumulación del capital y, a la vez, una poderosa
palanca de la acumulación capitalista.

El ejército de desempleados sirve también como reserva de la cual se ex-


trae la fuerza de trabajo adicional necesaria en los períodos del auge industrial
capitalista. Durante las crisis, la producción capitalista se reduce bruscamente, una
masa de obreros es despedida de las empresas y pasa a engrosar las filas del ejército
de desocupados. Cuando se produce un nuevo auge industrial, entonces parte de los
desocupados se incorpora al ejército activo de obreros. Así, la existencia del ejército
industrial de reserva es la premisa necesaria para el desarrollo de la industria ca-
pitalista y de la existencia misma del modo de producción capitalista.

2.5. Las formas de la superpoblación relativa


La superpoblación relativa se manifiesta bajo tres formas principales:

A) La superpoblación flotante. Es la parte del ejército industrial de reserva de las


ciudades, conformada por los obreros desempleados temporalmente. Con ella
se relacionan ya sean los obreros desplazados de la producción, o aquellos de
nuevo enrolados.
La superpoblación flotante está vinculada al desarrollo desigual de las diver-
sas ramas de la industria capitalista. En aquellas donde crece la producción
y la acumulación del capital se lleva a cabo con ritmos más rápidos que el
crecimiento de la composición orgánica del capital, se requiere una cantidad
adicional de obreros. Por el contrario, en las ramas donde el crecimiento de la
composición orgánica del capital supera al crecimiento de la producción y de
la acumulación del capital, una parte de los obreros antes ocupados es despe-
dida. Por eso, la amenaza de ser privado de un trabajo se parece a la espada de
Damocles, que siempre pende sobre los obreros.
B) La superpoblación latente. Es aquella que se oculta principalmente en el
campo y representa en sí la superpoblación agraria.
La acumulación del capital en la agricultura se lleva a cabo con ritmos más
lentos que en la industria. En esas condiciones, la elevación de la composición
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 331

técnica y orgánica del capital en la agricultura tiende a empujar hacia una re-
ducción absoluta de la demanda de obreros en la agricultura.
Al mismo tiempo, el desarrollo del capitalismo en la agricultura se caracteri-
za por el desplazamiento de la pequeña producción por parte de la grande y
por la quiebra masiva de los pequeños campesinos, quienes pasan al ejército
industrial de reserva. No obstante, estos campesinos se aferran aún por largo
tiempo a sus parcelas de tierra y a su pequeña economía, a pesar de que esta
ya no puede sostenerlos. Estos pequeños granjeros semiarruinados se ocupan
de su economía solamente una parte del tiempo, y el resto, trabajan como
obreros contratados en las granjas capitalistas o se desplazan a los “empleos
temporales” en la ciudad.
La superpoblación agraria es una superpoblación oculta, porque a los peque-
ños campesinos semiarruinados formalmente se les sigue considerando eco-
nomías independientes. La estadística capitalista no los considera como des-
empleados.
C) La superpoblación intermitente. Incluye ante todo a los obreros que labo-
ran para los capitalistas no en las fábricas, sino en sus propios hogares. Los
obreros del sistema capitalista de producción a domicilio son empleados com-
pletamente solo en determinadas temporadas, el resto de tiempo quedan des-
empleados. El desplazamiento de la producción manual por la gran industria
maquinizada actúa como factor de crecimiento de esta forma de sobrepobla-
ción. Muchos de los artesanos arruinados se transforman en obreros contrata-
dos a domicilio.
La capa inferior de la superpoblación intermitente la conforman los despe-
didos de la producción y privados para siempre de la posibilidad de volver a
ella. También se incluyen los ancianos y los inválidos para el trabajo, así como
los elementos desclasados: ladrones, prostitutas, mendigos, etc.

El estrato inferior de la superpoblación relativa vive en la miseria. Marx indica


que si prescindimos de los vagabundos, de los delincuentes y de los elementos que
viven de la prostitución, es decir, si prescindimos del lumpen-proletariado en el sen-
tido estricto de la palabra, esta capa inferior de la superpoblación relativa consta de
tres categorías: 1. Las personas aptas para el trabajo. La estadística demuestra que la
miseria crece en las épocas de crisis y se reduce en los períodos de reactivación y de
auge. 2. Los huérfanos e hijos de los elementos más pobres, todos ellos son candida-
tos al ejército de reserva de mano de obra. 3. Los degenerados, arruinados, personas
no aptas para el trabajo. Estos son los que se hunden por no haber podido cambiar su
profesión, que ha pasado a ser innecesaria para el capital, los que han alcanzado una
edad que les impide trabajar y, por último, las víctimas de la industria, los inválidos,
los enfermos, las viudas, etc.
332 Francisco Chaparro Zapana

Paralelamente al desarrollo del capitalismo, aumenta la superpoblación relati-


va. En nuestros días, o sea en la época de la crisis general del capitalismo y de la glo-
balización, el paro forzoso abarca a decenas de millones de obreros y ha adquirido
ya el carácter de fenómeno permanente, crónico. El actual proceso de globalización
amplía el ejército de desempleados a centenares de millones de seres humanos de los
países en vías de desarrollo, al destruirles sus fuentes primigenias de subsistencia e
incorporarlos a la anarquía de la economía mercantil capitalista.

2.6. El carácter crónico del desempleo en el período de la crisis general del


capitalismo
En el período de la crisis general del capitalismo, el ejército industrial de
reserva se transforma en un ejército masivo de desempleados. Esto significa que
incluso en los años de reactivación y auge, la industria capitalista no puede dar ca-
bida a las masas de desempleados, debido a que el desempleo no desaparece y más
bien tiene un carácter crónico.

En Inglaterra, en los años 80 y 90 del siglo XIX, el desempleo durante los


períodos de auge industrial se redujo hasta el 2%; mientras que de 1920 a 1939, el
desempleo (con excepción solamente de un año) superó el 10%, y algunos años,
incluso el 20%. El porcentaje promedio de desempleados en Inglaterra fue 4,6% de
1907 a 1913; 12% de 1921 a 1929, y 17,8% de 1930 a 1936. En 1929, al concluir el
período de auge industrial, en 20 países capitalistas se contaba, aun sin una informa-
ción completa, más de 6 millones de desocupados. Durante la crisis económica mun-
dial de los años 1929-1933, el número de desocupados en esos mismos países era de
más de 25 millones, y en todo el mundo capitalista de 35 a 40 millones. Después de
la Segunda Guerra Mundial continúa la desocupación masiva crónica, de la que nos
ocuparemos en la sección 5.

El desempleo masivo crónico está condicionado porque en el período de la


crisis general del capitalismo, el crecimiento posterior de la composición orgánica
del capital, que está ligado al progreso de la técnica y a la elevación de la intensi-
dad del trabajo, se lleva a cabo con ritmos lentos de acumulación del capital. En
el período de crisis, también corresponde un rol esencial en el aumento del desem-
pleo crónico a la quiebra forzada de los pequeños productores. El desempleo masivo
crónico, rasgo típico del capitalismo contemporáneo, de ningún modo excluye la
presencia de las formas latente y flotante de la superpoblación relativa.

El desempleo masivo crónico representa un derroche explotador de la princi-


pal fuerza productora de la sociedad. Según algunos cálculos, durante los últimos 80
años en las seis principales potencias capitalistas, superó los 300 millones de años-
hombre de trabajo, solo como resultado del desempleo total oficialmente calculado.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 333

La incapacidad del capitalismo contemporáneo para emplear la fuerza de tra-


bajo disponible confirma fehacientemente que como sistema económico frena el de-
sarrollo de la principal fuerza productiva de la sociedad.

3. CRÍTICA A LA “TEORÍA” MALTHUSIANA DE LA SUPERPOBLACIÓN Y A


LA TEORÍA KEYNESIANA DEL “PLENO EMPLEO”

3.1. La esencia de la “teoría” de Malthus


En 1798 el sacerdote inglés Thomas R. Malthus (1776-1834) publicó su libro
Ensayo sobre el principio de la superpoblación. Allí sostiene que el crecimiento de
la población se lleva a cabo en progresión geométrica, ya que aquella experimenta
la tendencia a duplicarse cada 25 años, mientras que la cantidad de medios de sub-
sistencia se incrementa en progresión aritmética. De esta forma, el crecimiento de
la población puede ser graficado numéricamente como: 1, 2, 4, 8, 16, 32, etc., y el
incremento de la cantidad de medios de subsistencia puede ser representado por la
serie: 1, 2, 3, 4, 5, 6, etc. De aquí Malthus saca la interesante conclusión de que con
el tiempo a cada persona le corresponde una menor cantidad de medios de subsisten-
cia; configurándose esta desproporción como la principal causa del desempleo, del
hambre y la pobreza.

Según él mismo, la esencia de su “principio de la superpoblación” radica en


“… la tendencia permanente, propia a todas las especies vivientes, a multiplicarse
más rápidamente que la alimentación disponible…”, por tanto esta ley actúa “… en
todos los tiempos y en todas las condiciones posibles, en las cuales ha vivido o conti-
núa viviendo el hombre”4. Malthus anunció abiertamente que cada persona que nace
entre los trabajadores, cuando el mundo ya está repleto, es una persona excedente y
no tiene derecho a la existencia. Partiendo de su “teoría”, Malthus bendijo cínica-
mente a las epidemias, las enfermedades y a la elevada mortalidad como un bien para
la humanidad, ya que ellas contribuyen a reducir el excedente poblacional.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, los partidarios de Malthus, los mal-
tusianos, incriminaban a la clase obrera como si fuese la culpable del desempleo y
la miseria, porque esta se multiplica más rápidamente, además predicaban la idea de
que para mejorar su situación los obreros deberían abstenerse de procrear.

3.2. Crítica a la “teoría” de Malthus


Esta teoría es inconsistente sobre todo en su aspecto metodológico, ya que se
propone descubrir una supuesta ley eterna de la población, propia a todas las épocas
históricas. Sin embargo, como lo señaló Marx “… todo régimen histórico concreto

4 Malthus, Thomas Robert. Ensayo sobre la Ley de la población. T. I, San Petesburgo, 1868, p. 18, traducido del ruso
por F. Ch. Z.
334 Francisco Chaparro Zapana

de producción tiene sus leyes de producción propias, leyes que rigen de modo histó-
ricamente concreto. Leyes abstractas de población solo existen para los animales y
las plantas mientras el hombre no interviene históricamente en estos reinos”5.

El defecto de la “teoría” de Malthus radica en que distorsiona la realidad y


se contradice con los hechos, posteriormente este vicio incluso fue advertido en su
tiempo por el gran escritor ruso Nicolái G. Chernishevski. La progresión geométrica
de Malthus se basaba en una abierta falsificación, es decir, en las cifras de crecimien-
to poblacional de EE. UU. en el siglo XVIII, ignorando que el número de habitantes
en ese país aumentaba no tanto por el incremento natural de la población como por
la creciente inmigración de entonces.

Los hechos posteriores demuestran que las proporciones de la producción no


se rezagan del crecimiento de la población, sino, por el contrario, lo sobrepasa. Por
ejemplo, en EE. UU., de 1930 a 1963, el número de la población se incrementó en
54%, mientras que la producción de la agricultura creció en 62%, la crianza de ani-
males en 70%, y la producción de la industria de transformación en 3,9 veces.

Los estudios de Malthus no solo son incoherentes con la práctica, sino que
también teóricamente son inconsistentes porque ignora el progreso técnico y el cre-
cimiento de las fuerzas productivas de la sociedad, a consecuencia de los cuales
la cantidad de medios de subsistencia se eleva más rápidamente que el crecimiento
poblacional. Al desenmascarar la “teoría” de Malthus, Federico Engels anotó que:
“…la fuerza productiva que se encuentra a disposición de la humanidad es ilimitada.
La productividad de la tierra puede ser elevada infinitamente mediante la aplicación
del capital, el trabajo y la ciencia” 6.

La más contundente refutación de la “teoría” de Malthus son las crisis


económicas, las cuales transcurren periódicamente en el capitalismo. Durante las
crisis de superproducción aumentan los volúmenes de mercancías almacenadas en
los depósitos sin poder ser vendidas y, al mismo tiempo, aparece una gran masa de
desocupados, privados de medios de subsistencia. Por tanto, la población excedente
no puede ser explicada por la insuficiencia de medios de subsistencia. Además, el
número de desocupados crece durante las crisis independientemente del crecimiento
de la población.

La esencia clasista de la “teoría” de Malthus radica en que para justificar


el capitalismo, liberándolo de su responsabilidad por la pobreza de las masas, ex-

5 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 1, p. 576.


6 Engels, Federico. “Apuntes para una crítica de la Economía Política”. En: Marx, C. y Engels F. Obras… T. I, p. 563,
traducido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 335

plica el desempleo y la miseria como una ley eterna de la naturaleza. Esta “teoría”
reaccionaria pretende inculcar en las masas trabajadoras la idea de que carece de
sentido la lucha contra el capitalismo, porque ningún cambio en el régimen social
podría salvar a la población del desempleo y la miseria. De esta forma, la “teoría” de
Malthus tiene un carácter claramente apologético burgués.

La “teoría” de la población de Malthus fue también refutada por la expe-


riencia histórica de la Unión Soviética y otros países socialistas. Porque demostró
en la práctica –aunque solo haya sido transitoriamente– que el tránsito del capitalis-
mo al socialismo es capaz de liquidar el desempleo y la miseria. Por consiguiente,
estos fenómenos son generados por el modo de producción capitalista, y de ningún
modo es una ley eterna de la naturaleza.

3.3. El extremado carácter reaccionario de las actuales corrientes malthu-


sianas
Muchos economistas burgueses difunden en pleno siglo XX la “teoría” de la
población de Malthus. En especial, algunos teóricos maltusianos estadounidenses
afirman unilateralmente que las reservas de recursos alimenticios disponibles en la
tierra, en comparación con el pavoroso crecimiento poblacional, tienden a disminuir.
De este modo, ignoran el progreso de la ciencia y la técnica y el crecimiento de la
productividad del trabajo.

Lo novedoso en el malthusianismo contemporáneo es que sus argumentos


son usados, en primer lugar, para justificar las guerras imperialistas y, en segundo
lugar, para justificar la política de saqueo del neocolonialismo.

Los malthusianos explican las guerras mediante la mentada “superpoblación”.


Así, los sociólogos estadounidenses G. J. Burch y E. Pendel manifiestan: “La su-
perpoblación no solamente es la principal causa de la guerra, sino que ella es… la
causa inevitable de la guerra”7. Si esto fuera así, entonces se concluiría que la guerra
es motivada por la ley “natural” de la población y, que por consiguiente, por sí misma
es un fenómeno “natural”. Los malthusianos contemporáneos justifican las guerras
arguyendo que ellas liquidan a la población excedente. Por ejemplo, los neomalthu-
sianos F. A. Pearson y Don Paarlberg (EE. UU.) anotan “por más dolorosa que sea la
guerra, ella en sí es un método efectivo de equilibrio de la cantidad poblacional con
la cantidad correspondiente de recursos alimenticios”8.

La apología del neocolonialismo en los malthusianos contemporáneos con-


siste en que explican el bajo nivel de vida de los pueblos dependientes y neocoloni-

7 Burch, George y Pendell E. Human Breeding and Survival. New York, 1947, p. 42, traducido del inglés por F. Ch. Z.
8 Pearson, F. A. and Paalberg Don. Starvation Truths and Half-Truths. Untruths, Itaca, 1946, p. 13, traducido del inglés
por F. Ch. Z.
336 Francisco Chaparro Zapana

ales no como secuela de la explotación por los imperialistas, sino como excedente
de la población. Por ejemplo, el neomalthusiano inglés G. F. McCleary, al advertir
la “pobreza extrema” de los pueblos de los países subdesarrollados, anuncia con
cinismo: “Su producción de alimentos y otros medios de subsistencia era en gran
medida insuficiente para sus necesidades. No obstante su producción de hijos es sig-
nificativamente mayor que sus necesidades”9. Los actuales malthusianos pretenden
así responsabilizar de la miseria a los pueblos coloniales y dependientes y, al mismo
tiempo, exculpar completamente a las potencias imperialistas.

De esta manera, la “teoría” de Malthus que siempre ha sido reaccionaria ad-


quiere hoy un nuevo carácter mucho más reaccionario, sirviendo como justificativo
de las guerras imperialistas y del yugo neocolonial de explotación.

3.4. La teoría keynesiana del desempleo y su inconsistencia


En las condiciones del capitalismo contemporáneo apareció una nueva varian-
te de la apologética burguesa, la cual actúa bajo la máscara del reconocimiento de
algunos males del capitalismo y pretende descubrir los “antídotos” para su mejoría.
El más destacado representante de esta nueva línea es el economista inglés Jhon Ma-
ynard Keynes, quien formula la tesis sobre la posibilidad de lograr el pleno empleo
en los marcos del capitalismo.

Keynes explica el desempleo crónico mediante la insuficiencia de la capacidad


adquisitiva de mercancías. Pero, ¿por qué es insuficiente la demanda? Al responder
a esta pregunta este autor divide la demanda en artículos de consumo personal y la
demanda de medios de producción.

La causa de la insuficiencia de la demanda de consumo, según Keynes, radica


en el retraso del crecimiento del consumo personal en relación al crecimiento de los
ingresos. Él considera como una ley psicológica eterna la propensión de los hombres
a emplear, a medida que crecen sus ingresos, una mayor parte para el ahorro y no
para el consumo personal. “La psicología de la sociedad –afirma– es tal que con el
crecimiento del ingreso real conjunto se eleva también el consumo en conjunto, pero
no en la misma medida que crece el ingreso”10.

En lo que concierne a la demanda de medios de producción, esto más bien


depende del volumen de las inversiones, o sea de las inversiones de capital en las
empresas. En las condiciones del capitalismo contemporáneo –según Keynes–, los
estímulos a las inversiones son insuficientes, ya que uno de los principales factores

9 McCleary, G. F. The Malthusian Population Theory. London, 1953, p. 138, traducido del inglés por F. Ch. Z.
10 Keynes, John Maynard. Teoría general del empleo, del interés y del dinero. Leningrado, 1948, p. 26, traducido del
ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 337

que frenan las inversiones es el elevado nivel de la tasa de interés. Y así –dice–,
el desempleo se origina por la débil propensión al consumo y los también débiles
estímulos para las inversiones. “Si la propensión al consumo y el nivel de las nue-
vas inversiones conduce a la insuficiencia de la demanda efectiva, entonces el nivel
real del empleo será menor que la oferta potencial de trabajo con un salario real
existente…”11.

El principal defecto metodológico de la teoría keynesiana radica en que su


punto de partida está en las concepciones idealistas sobre la vida económica de la
sociedad. En su explicación del desempleo, Keynes aplica el método psicológico,
típico en muchos economistas burgueses y que se sintetiza en la deducción de los
fenómenos económicos por causas psicológicas, mediante las cuales se conducen los
hombres en su actividad económica.

Pero el método psicológico es errado en la medida que las leyes económicas


no están determinadas por la conciencia de los hombres, sino que tienen un carácter
objetivo y actúan independientemente de la conciencia humana.

El método psicológico es usado por los economistas burgueses para ocultar


las contradicciones del capitalismo. Los partidarios de este método pretenden de-
ducir los fenómenos propios del capitalismo de supuestas propiedades eternas de la
psicología humana. En realidad, la limitación de la demanda de bienes de consumo
se explica en general no por una débil propensión mítica de los hombres a consumir,
sino por la penosa situación de las masas populares en el capitalismo que los obliga
a recortar su consumo.

La teoría de Keynes es inconsistente en su esencia, en tanto ella explica el


desempleo mediante la insuficiencia de la demanda de mercancías por el mercado,
cuando la demanda es un fenómeno que de ningún modo tiene carácter primario,
sino secundario, condicionado por la producción. El desempleo no es originado
por el poco consumo de las mercancías, debido a la débil propensión de los hombres
a consumir, sino por el crecimiento de la composición orgánica del capital, condicio-
nado por la reproducción capitalista ampliada, completamente independiente de las
“propensiones” subjetivas.

3.5. El programa keynesiano para garantizar el “pleno empleo”


Según Keynes, el desempleo puede ser eliminado en los marcos del capitalis-
mo mediante la elevación de los márgenes del consumo. Considera el crecimiento
de los gastos del Estado burgués como el más importante medio de elevación de la
demanda, a la vez que justifica el crecimiento de los gastos improductivos bajo el

11 Ibídem, p. 29.
338 Francisco Chaparro Zapana

pretexto de que estos conducen al incremento del empleo. “La construcción de las
pirámides, los terremotos, incluso las guerras –dice él– pueden servir para incremen-
tar la riqueza…”12.

Tras Keynes, su partidario estadounidense Alvin Hansen ve el antídoto contra


el desempleo en el crecimiento de los gastos estatales. Este sostiene que “… en un
país desarrollado moderno es poco probable que usted pueda contar para el empleo
de sus abundantes recursos económicos sin disponer de grandes recursos estatales”13,
y con la ayuda de esos gastos se puede liquidar el desempleo. Al mismo tiempo,
Hansen aconseja un “financiamiento deficitario”, proponiendo al Estado aumentar
sus gastos y cubrir los déficit presupuestarios mediante la emisión de nuevos y nue-
vos préstamos.

Sería ingenuo tomar en serio los anuncios de los economistas burgueses sobre
sus propósitos de liquidar el desempleo, ya que este, como es sabido, permite a los
capitalistas reducir el salario de los obreros y aumentar sus ganancias. Los keynesia-
nos en el fondo no son adversarios consecuentes del desempleo, porque solo consi-
deran que, en las actuales condiciones del capitalismo, aquel es demasiado grande y
debe ser reducido al nivel “necesario”.

El contenido real de la teoría keynesiana del crecimiento de los gastos es-


tatales radica ante todo en la apología de los gastos en la carrera armamentista, ya
que precisamente estos ocupan un primer lugar en los presupuestos de los estados
imperialistas.

Los keynesianos de hecho defienden un financiamiento a favor de los mono-


polios capitalistas con recursos del presupuesto estatal, así como circula una parte
significativa de medios, movilizados por el Estado burgués con la ayuda de la emi-
sión de préstamos, para pagar los enormes pedidos con fines militares y para diversas
formas de subsidio directo o indirecto a los monopolios. La argumentación sobre la
influencia positiva del incremento de la deuda estatal para crear empleo distorsiona
la realidad. Así, en EE. UU., en el siglo XX se observa simultáneamente un creci-
miento colosal de la deuda pública y un crecimiento similar del desempleo.

En su conjunto la teoría burguesa del “pleno empleo” está orientada a de-


fender el capitalismo, a justificar la ofensiva posterior de los monopolios sobre
el nivel de vida de la clase trabajadora y para hacer apología del militarismo.

12 Ibídem, p. 124.
13 Hansen, Alvin. Fiscal Policy and Full Employment. N. Y. 1946, p. 1, traducido del inglés por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 339

4. EL EMPEORAMIENTO RELATIVO Y ABSOLUTO DE LA SITUACIÓN DE


LOS TRABAJADORES EN EL CAPITALISMO

4.1. Ley general de la acumulación capitalista


La acumulación del capital condiciona el crecimiento de la riqueza en un
polo –la clase capitalista– y empeora la situación del proletariado en el otro polo.
Tal es la esencia de la ley general de la acumulación capitalista, que fue formulada
por Marx de la siguiente forma: “Cuanto mayores son la riqueza social, el capital
en funciones, el volumen y la intensidad de su crecimiento y mayores también, por
tanto, la magnitud absoluta del proletariado y la capacidad productiva de su trabajo,
tanto mayor es el ejército industrial de reserva…Y cuanto mayor es este ejército de
reserva en proporción al ejército obrero en activo, más se extiende la masa de la su-
perpoblación consolidada, cuya miseria se halla en razón inversa a los tormentos de
su trabajo. Y finalmente, cuanto más crecen la miseria dentro de la clase obrera y el
ejército industrial de reserva, más crece también el pauperismo oficial. Tal es la ley
general, absoluta, de la acumulación capitalista”14.

El empeoramiento de la situación del proletariado en la sociedad capitalista


se manifiesta de dos formas: 1. Como un empobrecimiento relativo, y 2. Como un
empobrecimiento absoluto.

4.2. El empeoramiento relativo de la situación del proletariado


Esto se refleja ante todo en la disminución parcial del salario en la renta
nacional, lo que está condicionado por la consolidación del sistema de explotación
capitalista. A medida que se desarrolla el capitalismo, la tasa de plusvalía (p’ = p ÷ v)
se eleva. En lo que respecta a la participación de la clase obrera en la renta nacional,
esta se expresa mediante la relación de la suma total del salario de la clase obrera con
la renta nacional, es decir v ÷ (v + p). Entonces, está claro que tan pronto el coefi-
ciente de la relación p ÷ v crece, el de la relación v ÷ (v + p) tiende a disminuir.

Por ejemplo, desde 1860 hasta 1905 toda la renta nacional de Inglaterra creció
en 2,3 veces, mientras que la suma del salario aumentó solo en 1,9 veces; por eso la
participación de la clase obrera en la renta nacional disminuyó de 47,1% a 38%. En
Francia, de 1826 a 1906, la renta nacional aumentó en 216%, y la suma de salarios,
solo en 172%; la participación de los trabajadores en la renta nacional de Francia
durante este tiempo disminuyó de 64 a 56%.

La renta nacional es solamente una parte del producto social global producido
durante un año. De todo este producto, una parte, materializada por el capital cons-

14 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 1, p. 588.


340 Francisco Chaparro Zapana

tante (c), es apropiada completamente por la clase capitalista, y la otra parte, materia-
lizada en el valor creado de nuevo (v + p), se distribuye entre obreros y capitalistas.
En el total del producto social global, cuyo valor es igual a c + v + p, a la clase obrera
le corresponde solo v, y a la clase capitalista c + p. Por eso el empeoramiento re-
lativo de la situación de la clase obrera se manifiesta tanto como una disminución
v ÷ (v + p), como también en una disminución de v ÷ (c + v + p), es decir, en una
participación decreciente de la clase obrera en el producto social global.

Finalmente, el empeoramiento relativo de la situación del proletariado se ex-


presa también en una participación decreciente de la clase obrera en la riqueza na-
cional, la que está conformada por todos los bienes materiales de la sociedad, produ-
cidos no solamente en el curso de un determinado año, sino también en el curso de
muchos años anteriores.

4.3. El empeoramiento absoluto de la situación del proletariado


Como empeoramiento absoluto de la situación del proletariado se debe com-
prender el deterioro de su nivel de vida, es decir, el empeoramiento de un conjunto
de condiciones en las que vive y trabaja el proletariado. Para definir el nivel de vida
del proletariado es necesario prestar atención a los índices del empleo y desempleo,
el nivel del salario monetario y el nivel de los precios de los artículos de consumo,
las proporciones de los impuestos, la duración y la intensidad del trabajo, las con-
diciones de salud, vivienda, cultura y las condiciones políticas en las cuales vive la
clase obrera.

Entre los principales factores que deterioran de modo absoluto la situación del
proletariado figuran:

A) El crecimiento del desempleo. El crecimiento del ejército de desocupados


empeora en gran medida la situación del proletariado. En primer lugar, se
eleva el número de proletarios que no poseen ninguna clase de medios de sub-
sistencia y que experimentan la miseria extrema. En segundo lugar, así como
los desocupados viven principalmente a cuenta del salario de los trabajadores
ocupados, entonces el desempleo disminuye la suma del salario que le corres-
ponde en promedio a cada miembro de la familia obrera. Y en tercer lugar, el
incremento del desempleo trae consigo una disminución del nivel del salario
de los obreros ocupados e influye empeorando las condiciones de trabajo.
B) La caída del salario real por debajo del valor de la fuerza de trabajo. Con la
ayuda del salario real los obreros reproducen su fuerza de trabajo; por eso es
necesario equiparar el salario real con el valor de la fuerza de trabajo. Si la ele-
vación del salario real es poco significativa, cuando los obreros requieran de
una cantidad significativamente mayor de bienes materiales y servicios para
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 341

una reproducción normal de su fuerza de trabajo, a consecuencia de la varia-


ción del volumen de sus necesidades, entonces se llevará a cabo una caída del
salario real por debajo del valor del salario.
C) El crecimiento de la carga tributaria. Los impuestos pagados por los obreros
son descontados de su salario real. Cuanto más impuestos sustraídos de los
trabajadores por el Estado burgués tanto menor es el nivel de vida de los obre-
ros, siempre que las condiciones se mantengan estables.
D) La elevación de la intensidad del trabajo. La intensificación del trabajo en
muchos aspectos empobrece absolutamente la situación de los obreros. En
primer lugar, provoca un agotamiento prematuro de la fuerza de trabajo y
el despido de los obreros aun antes de realizarse su edad más fructífera; en
segundo lugar, refuerza el crecimiento del desempleo; en tercer lugar, con-
tribuye a elevar el número de accidentes en la producción; y en cuarto lugar,
conduce a la caída del salario real por debajo del valor de la fuerza de
trabajo.
E) El empobrecimiento de las condiciones de vivienda de los trabajadores. La
elevación de los alquileres de las viviendas obliga a muchas familias obreras a
refugiarse en viviendas precarias en las barriadas marginales. En las primeras
décadas del siglo XX, los barrios pobres abarcaban el 20% del área urbana de
las ciudades de EE. UU., en las cuales vivía el 33% de la población, y el 60%
de todos los enfermos de tuberculosis. Según manifestaba un grupo de sena-
dores de entonces: “Los tugurios aumentan como un tumor cancerígeno, ellos
a menudo se asientan en las barriadas de nuestras ciudades y se extienden más
o menos rápidamente a lo largo y ancho, portando una infección terrible. Esto
es una vergüenza para la nación…”15.

La situación del proletariado está determinada por un complejo de factores


condicionantes. Por eso, el empeoramiento absoluto de la situación del proleta-
riado es del todo compatible con la mejora parcial de su situación, según algunos
índices individuales, si es que esta mejora es contrapesada con el empeoramiento
según otra serie de índices.

La vida real es compleja y contradictoria. Con el desarrollo del capitalismo,


la clase obrera de los países capitalistas desarrollados ha logrado algunas conquistas
parciales como resultado de su lucha persistente: reducción de la jornada diaria de
trabajo, aumento por temporadas del salario real, introducción del seguro por desem-
pleo, etc. Pero en otros aspectos se deteriora la situación del proletariado: se elevan
brutalmente el desempleo y la intensidad del trabajo, el salario real cae por debajo
del valor de la fuerza de trabajo, etc. A diferencia del empeoramiento relativo de la

15 Citado por Stein, G. El mundo construido con el dólar. Leningrado, 1954, p. 248, traducido del ruso por F. Ch. Z.
342 Francisco Chaparro Zapana

situación del proletariado, que se da durante todo el desarrollo del sistema capita-
lista, el empeoramiento absoluto no tiene lugar todo el tiempo, sino en los períodos
en que la acción de los factores que deterioran la situación contrarresta las mejoras
parciales arriba enumeradas.

Es necesario tener en cuenta que el empeoramiento de la situación de la clase


obrera no es un proceso uniforme, tanto en los distintos países como en distintos
períodos. En unos países del mundo capitalista la clase obrera logra determinadas
mejoras, mientras en otros reinan el atraso y la miseria.

De la misma manera, la situación de la clase obrera no es igual en todos los


períodos del auge industrial o de crisis económicas. Durante el auge industrial los
obreros pueden lograr determinadas mejoras: elevar el salario, disminuir el desem-
pleo, etc. Pero tras los auges industriales en el capitalismo inevitablemente conti-
núan las crisis y depresiones. Las crisis y los períodos de estancamiento industrial,
a su vez, arruinan a los pequeños productores, profundizan aún más la dependencia
del trabajador asalariado y empujan con mayor rapidez al empobrecimiento relativo
y, a veces, hasta al empobrecimiento absoluto del proletariado.

4.4. El empobrecimiento masivo de los pequeños productores


El modo de producción capitalista deteriora no solo la situación del proleta-
riado, sino también la situación de los pequeños productores, de los artesanos en las
ciudades y de los campesinos en el campo. Lenin subrayaba: “… Nosotros culpa-
mos al capitalismo por la miseria de las masas (y no solo de la miseria de la clase
obrera)…”16.

El empobrecimiento de los pequeños productores está condicionado, antes


que nada, por la acción de la ley del valor. Los pequeños productores –provistos
de una técnica primitiva– operan con un tiempo de trabajo individual mayor que el
socialmente necesario. Pero en el mercado están obligados a vender sus mercancías
según el valor social, por cuya razón sus gastos de trabajo no son amortizados en
su integridad, es así como muchos productores de mercancías se empobrecen y se
arruinan.

La ruina de los pequeños productores está estrechamente ligada también con


las leyes de la concentración y centralización del capital. Las grandes empresas ca-
pitalistas tienen ventajas decisivas sobre los pequeños productores de mercancías.
Estos últimos están obligados a sustituir la técnica y la organización de trabajo pri-
mitivas, la producción y la venta de mercancías les resultan más costosas que a los

16 Lenin, Vladimir Ilich. “Reseña sobre el proyecto de programa de Plejánov”. Obras completas. T. 6, p. 238, traducido
del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 343

grandes capitalistas, además, por el crédito deben recurrir a los usureros y recibirlo
en condiciones desfavorables. Por ejemplo, en EE. UU., después del período 1940-
1961 el número de granjeros disminuyó de 6097 a 3704; en Francia, entre 1949 y
1959 se contaban más de 300 000 artesanos.

El empobrecimiento absoluto de los pequeños productores se pone de mani-


fiesto en su desmesurado trabajo, en el abarcamiento de una mayor cantidad de su
desempleo oculto, en la caída de su economía y, finalmente, en su pobreza extrema.

5. LA LEY GENERAL DE LA ACUMULACIÓN CAPITALISTA EN LA ÉPOCA


DEL CAPITALISMO MONOPOLISTA

5.1. La caída posterior de la participación del salario en la renta nacional y


en el producto social
Los monopolios combinan el uso de nuevas técnicas y la organización cien-
tífica de la producción con extenuantes sistemas salariales, logrando un incremento
significativo de la intensificación y productividad del trabajo. Esto conlleva la ele-
vación de la tasa de plusvalía y la caída de la participación de la clase trabajadora en
todo el valor producido por ella.

En Inglaterra, la participación del salario en la renta nacional era de cerca del


43% en 1891 y del 39% en 1963, y solo del 26% con descuento de impuestos. En
Francia, en 1938, la participación del salario en la renta nacional era del 50% y en
1952 esta se reduce al 34%. En EE. UU., de todo el así llamado “valor agregado”
en la industria de transformación, a la participación del salario le correspondía a
mediados del siglo XIX el 51%; a fines del mismo siglo, el 41% y en 1964, menos
del 32%.

Aún más rápidamente cae la participación de los obreros en toda la producción


creada por ellos. Así, en la industria de transformación de EE. UU., la participación
del salario de los obreros productivos (después de descontárseles los impuestos) en
el valor de la producción global disminuyó desde 1929 hasta 1963 del 14,5 al 9,7%.

5.2. El crecimiento del desempleo


Los alegatos de los economistas burgueses, en el sentido que el capitalismo
contemporáneo garantiza a los obreros el “pleno empleo”, representan en sí una bur-
da distorsión de la realidad. En la época del capitalismo monopolista el desempleo
no solo que no es liquidado, sino que, por el contrario, se incrementa de manera
significativa.

En primer lugar, la concentración y centralización del capital consolidadas


traen consigo la elevación de la composición orgánica del capital y, al mismo tiem-
344 Francisco Chaparro Zapana

po, el crecimiento del ejército industrial de reserva. El principal factor del creci-
miento del desempleo es la automatización capitalista de la producción. Según datos
oficiales, en 1965, la automatización privaba de trabajo en EE. UU. a más o menos
treinta y cinco mil personas semanalmente.

En segundo lugar, en las condiciones del capitalismo monopolista, la inten-


sificación del trabajo de los obreros ocupados ejerce una gran influencia sobre el
crecimiento del desempleo.

Y en tercer lugar, bajo la influencia de los monopolios se arruinan millones de


pequeños productores de la ciudad y el campo, por lo que muchos de estos pasan a
engrosar las filas de los desempleados.

El número de los totalmente desempleados en los países capitalistas, según


información oficial, era durante los años 1960-1965 de 11-12 millones.

5.3. La intensificación del trabajo


El dominio de los monopolios facilita la elevación de la intensidad del traba-
jo, sobre todo porque las escalas y la técnica de la producción de las empresas mono-
polizadas permiten acelerar mayormente los ritmos del trabajo. Por ejemplo, el torno
fue aplicado en el siglo XX en las fábricas de Henry Ford, uno de los monopolistas
de la industria del automóvil de los EE. UU. La automatización de la producción,
que en las condiciones capitalistas va acompañada por la intensificación del trabajo,
también se la introduce preferentemente en las empresas monopolizadas.

Los monopolios poseen los medios necesarios, el personal técnico y adminis-


trativo para introducir diversos “sistemas de organización científica del trabajo”, los
cuales en el capitalismo refuerzan la intensificación del trabajo de los obreros. Los
monopolios aplican con amplitud diversas formas “premiales” del salario, las cuales
conducen a los mismos resultados.

La productividad hora-hombre en la industria de Alemania se elevó de 1958


a 1966 en 71,5%, y en los EE. UU., de 1947 a 1965, el rendimiento hora-hombre
en todas las empresas privadas se elevó en promedio en 81%. Se presupone que, en
parte, el incremento del rendimiento se relaciona con la elevación de la producti-
vidad como resultado del progreso técnico, sin embargo, no en menor medida está
determinado también por la intensificación del trabajo.

Una de las consecuencias de la intensificación más deplorable para los


obreros es el incremento del número de accidentes en la producción, muchos de
los cuales están relacionados con el agotamiento extenuante de sus energías. En
EE.UU., el número promedio de víctimas de accidentes de trabajo en el proceso de
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 345

producción, después de la Segunda Guerra Mundial, fue de 2 millones de obreros,


frente a los 1,5 millones de antes de la guerra. En 1964, los accidentes de trabajo en
la producción afectaron a 2 millones 50 000, de los cuales fallecieron 14 200 obre-
ros. En 1955, en la RFA el número de accidentados por cada mil asegurados fue de
36% más que en 1938. Durante los años 1962-1965 se registró un promedio anual de
cerca de 2,7 millones de accidentes en la RFA.

5.4. La diferencia creciente entre el salario real y el valor de la fuerza de tra-


bajo
El establecimiento de precios elevados de los artículos de consumo de los tra-
bajadores por los monopolios afecta negativamente sobre el nivel del salario real. En
relación con ello, el paso del capitalismo premonopolista al monopolista se inauguró
con la caída del salario real. Mientras que durante la segunda mitad del siglo XIX el
nivel del salario real en los países capitalistas desarrollados se elevó. Entre 1900 y
1914, el salario cayó en EE. UU. en 6% y en Inglaterra en 9%.

No sería objetivo considerar que en todo el curso del capitalismo monopolista


el salario real cae. En los países capitalistas desarrollados, a consecuencia de una
lucha persistente, la clase trabajadora logra elevar el salario real por temporadas.
Por ejemplo, de 1944 a 1964, en la industria de transformación de los EE. UU., la
elevación del salario real en promedio semanal fue de 36%.

Pero la situación de los obreros puede deteriorarse incluso cuando se eleva el


salario real, si es que esta elevación no cubre el incremento necesario de gastos en
la reproducción de la fuerza de trabajo. El problema es que los obreros con el paso
del tiempo tienen una mayor exigencia de medios de subsistencia. En primer lugar,
como consecuencia de elevarse el “elemento histórico y moral”, cuyo factor se in-
corpora en el valor de la fuerza de trabajo; y, en segundo lugar, como resultado de
la elevación de la intensidad del trabajo, que impone la necesidad de consumir una
mayor cantidad de bienes materiales para el restablecimiento de la fuerza de trabajo
desgastada. Por eso, la elevación absoluta del salario real puede ir acompañada por
su caída significativa por debajo del valor de la fuerza de trabajo. Era peculiar que,
después de la Segunda Guerra Mundial, el salario del obrero estadounidense en la
industria de transformación cubriera sistemáticamente no más de las 4/5 partes del
vital mínimo de una familia obrera. A comienzos de la década del 60 del siglo XX, en
los EE. UU., el salario era menor que el mínimo vital en 29%; en Alemania en 25%;
en Francia en 30%, y en Japón en 35%.

5.5. El rol del estado burgués y de la militarización en el empobrecimiento


del proletariado
Para el capitalismo monopolista es natural que el Estado sea utilizado por los
monopolios para agredir al proletariado en su nivel de vida. Las leyes antilaborales
346 Francisco Chaparro Zapana

promulgadas por los estados y la aplicación del “congelamiento” del salario en bene-
ficio de los monopolios, es una de las más duras medidas que perjudican la situación
de la clase obrera.

En el mismo sentido actúa el militarismo. El enorme incremento de los gastos


militares tiene que ir a la par del recorte de los gastos estatales para las necesidades
socioculturales (educación, salud, etc.) de la población. Todos los crecientes gastos
militares de los estados son financiados mediante la elevación de impuestos a la
población, por lo que la carga tributaria representa un peso descomunal sobre los
sectores laborales. Por ejemplo, en Inglaterra, la suma de impuestos de las utilidades
de obreros y empleados ascendía en 1938 a 45 millones de libras esterlinas y en 1965
a 1968 millones de libras esterlinas, lo que representa un incremento de casi en 43
veces, y descontando la devaluación de la libra esterlina, en más de 14 veces. En la
actualidad en los principales países capitalistas, los impuestos directos e indirectos
absorben aproximadamente 1/4 de todo el salario.

La situación de los trabajadores se deteriora en especial durante las guerras


imperialistas, cuando los estados prolongan la jornada diaria de trabajo, introdu-
cen el control sobre el salario congelándolo en un nivel bajo, prohíben las huelgas
y recortan forzosamente el consumo de los trabajadores valiéndose del sistema de
tarjetas.

Al caracterizar la situación del proletariado en la sociedad capitalista, no po-


demos limitarnos solo a los países capitalistas desarrollados; es necesario considerar
también la situación de la clase obrera en los países atrasados económicamente. En
estos, el proletariado se encuentra en situación especialmente precaria: la propia jor-
nada diaria de trabajo es mayor, el salario más bajo, y las condiciones de trabajo son
peores. La doble explotación –de parte del capital nativo y extranjero– engendra una
alarmante miseria entre la clase obrera.

Los monopolios explotan también al campesinado de los países coloniales y


dependientes. El campesino soporta además las secuelas feudales de explotación.
Todo esto hace que la situación de las masas populares en los países coloniales y
dependientes sea cada vez más precaria. (Este tema será desarrollado con mayor
amplitud en los capítulos 19, sección 8).

Al analizar la situación de la clase obrera se debe evitar dos tipos de errores.


Por una parte, no se debe sobredimensionar el significado de las mejoras parciales,
que puedan ser logradas por los trabajadores en los países capitalistas, para hacerlas
pasar como mejoras sustanciales tal como lo hacen los economistas burgueses. Y,
por otra parte, tampoco es correcto considerar que la situación del proletariado se
deteriora permanentemente en todos sus aspectos, ya que ello significaría ignorar las
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 347

reales conquistas que esta clase social es capaz de conquistar con una lucha clasista
persistente.

5.6. La distorsión de la teoría marxista y de la realidad capitalista por los


teóricos burgueses
A fines del siglo XIX, el socialdemócrata Eduard Bernstein postuló su tesis re-
visionista de los estudios de Marx, en especial sobre el problema relacionado con la
situación del proletariado. Bernstein sostenía que con el desarrollo del capitalismo la
situación del proletariado no se deteriora, sino que, por el contrario, tiende a mejorar,
y que junto con el crecimiento de la producción capitalista se eleva sistemáticamente
el bienestar general, garantizando a sus miembros el derecho al trabajo. A partir de
estas consideraciones, Bernstein sacó la conclusión de que las contradicciones de
clase tienden a desaparecer, por lo que es innecesaria la revolución proletaria. Acon-
sejaba al proletariado que en lugar de luchar por la revolución socialista, luche por
lograr reformas en los marcos del capitalismo. Esta era una clara muestra de rechazo
al marxismo para reemplazarlo por el reformismo contrarrevolucionario.

Por aquella misma época, interviene el teórico socialdemócrata alemán Karl


Kautski en contra de Bernstein. Sin embargo, simulando la defensa de la teoría mar-
xista, deslizó sus tesis revisionistas. En primer lugar, Kautski no consideraba al em-
peoramiento de la situación del proletariado como una ley objetiva del capitalismo,
sino solamente como una propensión a la violencia propia de los capitalistas para
someter al proletariado. Esta tendencia, según sus palabras, puede ser anulada por
la capacidad de resistencia de la clase obrera. En segundo lugar, contraponía el em-
peoramiento relativo de la situación del proletariado al empobrecimiento absoluto,
negando por completo este último. Al mismo tiempo, reducía el empeoramiento ab-
soluto solo a la caída absoluta del salario real, ignorando otros importantes aspectos,
en particular el crecimiento del desempleo.

Los socialistas de derecha posteriores continúan sus ataques contra la teoría de


Marx. Mientras tanto, como si fuera una regla, van tras las huellas de Bernstein. Por
ejemplo, el socialdemócrata alemán W. Theimer sentenció: “Hoy se puede decir que
en principio Eduard Bernstein tenía razón. Después de transcurridos 50 años desde
entonces, las reformas sociales y el mejoramiento de la situación de los obreros han
configurado un cuadro distinto de la sociedad del que pudiera haberse esperado se-
gún las profecías de Marx”17.
Revisando la teoría de Marx, los socialistas de derecha parten de un enfoque
metodológico antimarxista e idealista. Por ejemplo, los laboristas ingleses sostenían
que los hombres y los gobiernos pueden eliminar en los marcos del capitalismo la

17 Theimer, W. Der Marximus. Lebre - Wirkund - Kritik. Bern, 1950, p. 174.


348 Francisco Chaparro Zapana

tendencia al empeoramiento de la situación del proletariado. En realidad el empobre-


cimiento del proletariado es la expresión de una ley económica objetiva e imposible
de ser superado en los marcos del capitalismo.

Al formular sus críticas al marxismo, los reformistas falsifican sus argumen-


tos. Uno de los métodos típicos de esa falsificación es la identificación del empeora-
miento absoluto de la situación del proletariado con la caída absoluta del salario real.
Adjudicando esta confusión a Marx, los reformistas intentan refutarlo afirmando que
el nivel del salario en los países capitalistas desarrollados en la actualidad es superior
al de hace 100 ó 150 años. Este método de “refutación” es compartido por el socialis-
ta francés Rembere, quien escribe sobre “una absurda teoría de la pobreza absoluta,
es decir de la caída del salario real”18. Asimismo, el revisionista francés Erbe reduce
el empeoramiento absoluto de la situación del proletariado calificándolo como “una
abstracción económica”, que no tiene ninguna relación con la vida real.

Sin embargo, Marx nunca colocó en píe de igualdad el empeoramiento de la


situación del proletariado y la caída del salario real. Considerando que el nivel de
vida de los trabajadores depende de un complejo conjunto de condiciones y no solo
del nivel del salario real, Marx anotaba: “… a medida que se acumula el capital,
tiene necesariamente que empeorar la situación del obrero, cualquiera que sea su
retribución, ya sea esta alta o baja”19. Por consiguiente, según el análisis de Marx,
el empeoramiento de la situación del proletariado es compatible con la elevación
del salario, con esta afirmación hecha por tierra los argumentos de los reformistas y
revisionistas sobre la tan mentada elevación.

Al distorsionar la teoría marxista, los reformistas también distorsionan la ac-


tual realidad capitalista, porque, al igual que los keynesianos, interpretan el “pleno
empleo” cerrando los ojos ante el desempleo masivo. También desfiguran los hechos
en relación a la dinámica del salario como si su crecimiento fuese constante, pese a
que en los períodos de elevación del salario real en unos y otros países hay períodos
de su caída. Con la finalidad de limpiar la imagen del capitalismo contemporáneo,
estos teóricos silencian la intensificación del trabajo y otras importantes manifesta-
ciones del empeoramiento de la situación del proletariado. Toda esta parafernalia
seudocientífica les fue necesaria para propagar las ideas de la desaparición de las
contradicciones de clase del capitalismo y negar la necesidad histórica de la revolu-
ción socialista.

5.7. La acumulación del capital y el enriquecimiento de la burguesía


Junto al empeoramiento de la situación de las masas trabajadoras ocurre el en-
riquecimiento de la clase capitalista. En el proceso de acumulación del capital, crece

18 La Revue Socialiste, 1957, abril, p. 420, traducido por F. Ch. Z.


19 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 1, p. 589.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 349

con ritmos más acelerados el capital constante, cuyo incremento aumenta de año en
año la participación de la riqueza nacional concentrada en manos de la clase capita-
lista. De 1900 a 1958, los equipos de producción en EE. UU. –cuya mínima parte era
de los pequeños productores– estaban concentrados en mayormente en manos de los
capitalistas, quienes crecieron de 6500 millones hasta 200 000 millones de dólares
(a precios corrientes).

Con la acumulación del capital se eleva también cada año la plusvalía expro-
piada por los capitalistas, lo que les permite aumentar su consumo personal parasita-
rio y, al mismo tiempo, consolidar la posterior acumulación del capital.

Como signos más visibles de este mayor enriquecimiento de la gran burguesía


en las condiciones del capitalismo contemporáneo pueden servirnos los siguientes
datos:

LA GANANCIA PROMEDIO ANUAL DE LAS CORPORACIONES DE EE. UU.


SIN DESCUENTO DE IMPUESTOS DURANTE LOS AÑOS 1936-1965
(En miles de millones de dólares)

1936-1940..................... 6,1 1951-1955.............. 38,6


1941-1945..................... 19,9 1956-1960 ............. 42,8
1946-1950..................... 27,1 1961-1965.............. 60,8

Fuente: Cálculos según los datos de Historical Statistics of the United States Colonial Times to 1957. Wash,
1960, p. 141; Statistical Abstract of the United States, 1966, p. 325.

De esta forma, las ganancias de las corporaciones accionistas de EE. UU.


crecen rápidamente de un quinquenio a otro, pero en el período 1961-1965 sus ga-
nancias se incrementaron, comparadas con las de 1936-1940, en 10 veces expresadas
en dinero. Si se considera que durante este período la capacidad adquisitiva del dólar
disminuyó en más del doble, entonces esto significa que según su real valorización
total, las ganancias de la gran burguesía de EE. UU. crecieron en más de 4 veces en
comparación con el nivel anterior a la guerra. Este gran incremento de los capitales
y las ganancias ocurre también en otros países capitalistas.

6. LA TENDENCIA HISTÓRICA DE LA ACUMULACIÓN CAPITALISTA

6.1. El surgimiento de las premisas materiales del socialismo en las entra-


ñas del capitalismo
Después de analizar minuciosa e integralmente la ley de la acumulación capi-
talista y sus efectos, Marx demuestra a dónde conduce, en perspectiva, la acumula-
ción del capital, haciendo un examen de su tendencia histórica.
350 Francisco Chaparro Zapana

Al capitalismo le antecede el régimen feudal, incluida la pequeña producción


basada en la propiedad privada del productor directo de sus medios de producción.
Esta producción basada en la técnica manual primitiva era fraccionada y excluía la
concentración de los medios de producción, la cooperación y la división del trabajo
al interior de las unidades productivas, además, limitaba extremadamente las posibi-
lidades de desarrollo de las fuerzas productivas.

El incremento de las fuerzas productivas en el seno de la sociedad feudal dio


origen al germen de la industria capitalista. En tales circunstancias, la producción
mercantil simple, al descomponerse, comienza a engendrar las formas económicas
del capitalismo. Por consiguiente, al llegar a un cierto grado de evolución, la econo-
mía mercantil simple crea las premisas de su propia destrucción. Este proceso culmi-
na en la expropiación violenta de la tierra y demás medios de producción del peque-
ño productor, que tiene lugar en el período de acumulación primaria del capital. En
consecuencia, la propiedad privada basada en el trabajo personal fue desplazada por
la propiedad privada capitalista, la cual se fundamenta en la explotación del trabajo
ajeno, del trabajo asalariado.

Después de expropiarse a los pequeños productores, se produce la expropia-


ción de los pequeños capitalistas por los grandes, mediante la lucha competitiva de
mercado; en tanto el capital se concentra más en manos de un puñado de magnates
industriales y financieros.

En el capitalismo, el proceso de la producción adquiere un carácter social,


que se manifiesta tanto en el amplio desarrollo de la división social del trabajo como
también en la concentración de la masa de trabajadores asalariados en las grandes
empresas capitalistas, las cuales no producen las mercancías en forma individual,
como lo hacían los pequeños productores, sino colectivamente, en base al trabajo
común. Creando la gran industria maquinizada y socializando el trabajo, el capi-
talismo crea al mismo tiempo las premisas materiales del socialismo.

Sin embargo, con la elevación de la concentración y centralización del capital


se agudiza la contradicción fundamental del capitalismo, que se da entre el carácter
social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación. Pese a que el
propio proceso de la producción adquiere cada vez mayor carácter social, los medios
de producción y los productos del trabajo social son apropiados por un grupo de
propietarios privados, los capitalistas. Al mismo tiempo, esta contradicción alcanza
su mayor agudización en la época del capitalismo monopolista.

Al descubrir la contradicción fundamental del capitalismo, la teoría marxista-


leninista demostró científicamente el carácter histórico transitorio del sistema eco-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 351

nómico capitalista y la necesidad inevitable de su tránsito al socialismo. La falta


de correspondencia entre la forma privada de apropiación y el carácter social de la
producción significa la incompatibilidad de las relaciones capitalistas de producción
con el carácter de las fuerzas productivas. Pero esta situación no puede mantenerse
indefinidamente. Al fin de cuentas, las relaciones de producción, que entran en con-
flicto con el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, deben encontrar su
correspondencia con estas. Esto puede ser realizado solo mediante la sustitución de
las relaciones capitalistas de producción –convertidas en grilletes del desarrollo de
las fuerzas productivas– por las relaciones socialistas de producción, que garanticen
a las fuerzas productivas un amplio campo de desarrollo.

6.2. La agudización de la lucha de clases del proletariado y la inevitabilidad


de la revolución socialista
Contar solamente con algunas premisas objetivas para el tránsito del capita-
lismo al socialismo es insuficiente. Las clases decadentes nunca abandonan la esce-
na histórica voluntariamente, incluso si aquel régimen económico, en el cual ellos
ocupan una posición dominante, ya que se convirtieron en freno de desarrollo de las
fuerzas productivas de la sociedad. Esto se refiere a la burguesía, la que se aferra por
todos los medios al poder económico y político, oponiendo una férrea resistencia a
las fuerzas progresistas de la sociedad. Por esta razón, es una condición necesaria
para el tránsito del capitalismo al socialismo la conquista del poder político por el
proletariado y la realización de transformaciones revolucionarias del régimen econó-
mico de la sociedad. No solamente las condiciones objetivas son importantes para el
tránsito del capitalismo al socialismo, sino también el factor subjetivo, la existencia
de un proletariado revolucionario, consciente de sus intereses de clase y capaz de
conquistar o acceder al poder político.

El capitalismo mismo en el proceso de su desarrollo crea no solamente las


premisas objetivas, sino también las premisas subjetivas requeridas para su elimi-
nación. En la personificación del proletariado, el capitalismo creó su propio sepultu-
rero. Junto al desarrollo del capitalismo crecen el poder y la organicidad de la clase
obrera. El trabajo conjunto en las grandes empresas capitalistas permite la unifica-
ción de los obreros y la elevación de la conciencia de clase del proletariado. A la vez,
a medida que se desarrolla el capitalismo, se deteriora la situación del proletariado.
Todo esto conduce inevitablemente a la agudización de la lucha de clases.

De esta forma, con el desarrollo del capitalismo y la agudización de sus con-


tradicciones se crean las premisas objetivas y subjetivas para la destrucción del ré-
gimen capitalista y el tránsito hacia un régimen social progresista, el socialista. Al
caracterizar esta tendencia histórica de la acumulación capitalista, Marx anota: “El
monopolio del capital se convierte en grillete del régimen de producción que ha
352 Francisco Chaparro Zapana

crecido con él y bajo él. La centralización de los medios de producción y la sociali-


zación del trabajo llegan a un punto en que se hacen incompatibles con su envoltura
capitalista. Esta salta hecha añicos. Ha sonado la hora final de la propiedad privada
capitalista. Los expropiadores son expropiados”20.

20 Ibídem, pp. 699-700.


CAPÍTULO X

La ganancia y el costo de producción.


La ganancia y el precio de monopolio
El capital, a la vez que se divide en sus distintas formas funcionales (estudia-
das ya con anterioridad), también se divide en sus respectivas formas concretas, cada
una de las cuales tiene su propio movimiento. Estas tres formas son: el capital indus-
trial, el capital comercial y el capital financiero. Vinculadas directamente con los tres
grupos de poder en los que se divide la clase capitalista: industriales, comerciantes
y banqueros. Según esta división, la plusvalía adopta también las respectivas formas
concretas: la ganancia industrial para el primer grupo, la ganancia comercial para el
segundo y el interés bancario para el tercero.

Como ya fue analizada la plusvalía en su conjunto, ahora toca el análisis de la


ganancia como su forma de expresión concreta.

1. LOS COSTOS CAPITALISTAS DE PRODUCCIÓN

1.1. El valor y los costos de producción


La estructura del valor de cualquier mercancía, producida en una empresa
capitalista, está conformada por tres elementos: el capital constante (c), el capital
variable (v) y la plusvalía (p). Entonces, si representamos dicho valor por W, obten-
dremos la siguiente fórmula:
W=c+v+p

No obstante que para la sociedad el valor real de la mercancía contiene en sí


los tres elementos enumerados, para el capitalista su costo es significativamente me-
nor, debido a que cuando él produce mercancías no gasta trabajo, sino capital. Con
ese fin, una parte del capital es invertida en la compra de medios de producción, y
otra, en la compra de fuerza de trabajo. Por consiguiente, el valor de la mercancía
no es medido como gasto de trabajo, sino como gasto de capital en la producción
de una determinada mercancía.

Entonces, se llama costo o gasto de producción a lo que cuesta producir una


mercancía. Los costos capitalistas de producción son la suma de capital constante
y variable invertida en la producción de mercancías. Si se representan estos gastos
por K, entonces obtendremos la fórmula: K = c + v
354 Francisco Chaparro Zapana

Comparando ambas fórmulas es evidente que K < W, porque K = W – p. En


consecuencia, los costos de producción no representan el valor íntegro de la mer-
cancía sino solo una parte; exactamente, su valor menos la plusvalía. Por ejemplo,
si al producir una mercancía se gastan 16 dólares de capital constante y 4 dólares de
capital variable, siendo la norma de plusvalía del 100%, entonces el valor de dicha
mercancía (W) será de 24 dólares, y su costo de producción (K) de 20 dólares. La
plusvalía es parte del valor de la mercancía, pero no es parte conformante del costo
capitalista de producción, porque ella no le significa costo alguno al capitalista.

1.2. Los gastos o costos de producción como categoría económica del capi-
talismo
En el tipo de economía mercantil simple, los artesanos y campesinos son due-
ños de sus medios de producción. Al producir mercancías gastan su trabajo personal,
y aquellos medios de producción comprados por ellos contienen en sí el trabajo de
los demás productores mercantiles. Por eso, todos los gastos de los pequeños pro-
ductores se reducen al trabajo. Entonces, el valor real de la mercancía coincide con
lo que esta le cuesta a los pequeños productores.

En el capitalismo, quienes gastan trabajo son los obreros asalariados, pero los
dueños de los medios de producción son los capitalistas. El divorcio entre el trabajo
y la propiedad motiva la diferenciación del valor de los costos de producción: a
los gastos de trabajo se le contraponen los gastos de capital, y solo mediante estos
últimos se miden los costos de producción de los capitalistas.

A diferencia del valor –categoría económica que es propia tanto a la produc-


ción mercantil simple como a la producción mercantil capitalista–, el costo de pro-
ducción aparece solo como una categoría específica propia del capitalismo.

El costo de producción, como inversión de capital en sí, no coincide con


el capital desembolsado, por cuanto: 1. El capital fijo anticipado constituye solo
parte de los costos de producción del producto anual, equivalente a la suma de su
amortización anual; y 2. El capital circulante desembolsado con anticipación puede
figurar varias veces en los costos de producción, si este realiza varias rotaciones en
el curso de un año.

1.3. La estructura de los costos de producción y sus variaciones


El primer elemento de los costos de producción es el capital constante, que
representa en sí un valor viejo (materializado en medios de producción producidos
con anterioridad), cuya magnitud es transferida sin incremento alguno a las nuevas
mercancías producidas. Mientras que el segundo elemento –el capital variable– es
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 355

la parte del nuevo valor creado por el trabajo vivo en un determinado proceso de
producción; pero, el capital variable empleado no solo reproduce su valor, sino que
se incrementa al producir la plusvalía.

Así como el valor de los medios de producción se transfiere a la mercancía


producida, así también el incremento o la reducción del valor de los medios de
producción empleados trae consigo el incremento o la reducción correspondiente
del valor de la mercancía producida. En el supuesto de que el valor inicial de la
mercancía está conformado por 16 dólares de capital constante, 4 dólares de capital
variable y 4 dólares de plusvalía, entonces el valor de la mercancía es de 24 dólares.
Pero, ¿qué sucedería si el valor de aquellos medios de producción se elevara de
16 a 20 dólares o si, al contrario, disminuyera de 16 a 12 dólares? Entonces, en
el primer caso el valor de la mercancía sería de 28 dólares (20c + 4v + 4p), y en el
segundo caso de 20 dólares (12c + 4v + 4p).

La variación de la magnitud del segundo elemento de los costos de producción


–el capital variable– trae consigo consecuencias totalmente distintas.

La fuerza de trabajo no transfiere su valor al producto, sino que al ser consu-


mida en el trabajo crea un nuevo valor, una parte del cual compensa el valor de la
fuerza de trabajo, la otra parte constituye la plusvalía. La magnitud del nuevo valor
no depende en absoluto de la magnitud del valor de la fuerza de trabajo; esta depende
solo de la cantidad de trabajo gastada durante el consumo de la fuerza de trabajo. Por
eso, un incremento del valor (o del precio) de la fuerza de trabajo de ningún modo
significa un incremento del valor de las mercancías, como tampoco una reducción
del valor (o del precio) de la fuerza de trabajo significa una reducción del valor de las
mercancías. Si el valor o precio de la fuerza de trabajo varía dentro de los límites
de una determinada jornada diaria de trabajo, mientras la intensidad y la produc-
tividad del trabajo son constantes, entonces el valor de las mercancías producidas
permanece constante, pero la magnitud de la plusvalía varía en proporción inver-
sa al valor (o al precio) de la fuerza del trabajo.

Supongamos que inicialmente el valor de la mercancía es igual a:


16c + 4v + 4p = 24 dólares, y que después el valor o precio de la fuerza de trabajo,
gastada en producir dicha mercancía, disminuye de 4 a 2 dólares. En tal caso, el
valor (o precio) de la fuerza de trabajo habrá disminuido exactamente en la misma
proporción en la que ha aumentado la plusvalía, mientras que el valor bruto de la mer-
cancía no sufre ninguna alteración. Su estructura valorativa sería: 16c + 2v + 6p = 24.
Supongamos ahora el caso contrario, en que, por ejemplo, el obrero mediante
la lucha reivindicativa logra elevar su salario (por cada unidad de mercancía), de 4 a
6 dólares. En este caso la plusvalía disminuirá de 4 a 2 dólares, mientras que el valor
bruto de la mercancía es: 16c + 6v + 2p = 24 dólares.
356 Francisco Chaparro Zapana

Considerando los costos de producción como el factor determinante del pre-


cio, los economistas burgueses atribuyen también esta propiedad al salario, como
elemento de los costos de producción. Ellos sostienen que la elevación del salario,
al igual que el encarecimiento de los medios de producción, también eleva el precio
de las mercancías. Esta errada y absurda tesis es empleada para justificar las políti-
cas antilaborales de “congelamiento de salarios”, aplicadas en especial hoy por los
gobiernos de tendencia neoliberal.

1.4. Los costos de producción ocultan las diferencias entre el capital


constante y el capital variable
Aunque los costos de producción están conformados por el capital constante
y el capital variable, se oculta la diferencia entre ambos elementos en los costos de
producción. Para el empresario capitalista el capital constante y el capital variable
se fusionan entre sí bajo la forma de los costos de producción.

Al determinarse los costos de producción no aparece en escena la división del


capital en constante y variable, sino su división en capital fijo y circulante. Cuando
el capitalista contabiliza su costo de producción, fusiona los costos de las materias
primas, de los combustibles y la fuerza de trabajo, porque estos gastos son recupe-
rados en su totalidad al ser vendido el producto acabado; los gastos en edificios y
maquinarias los consigna en otro rubro, ya que al vender el producto recupera el
valor de la parte desgastada.

La fusión del capital variable con una parte del capital constante en un
solo rubro –como “costos de producción”– borra las diferencias teóricas entre las
partes integrantes del capital, lo que permite camuflar la naturaleza explotadora
del capitalismo.

Pero los costos de producción no son una idea inventada por los capitalistas,
sino una categoría económica realmente existente en el sistema, que representa los
gastos de capital en la producción de mercancías. Los costos de producción deben
ser regularmente revertidos como parte de la suma monetaria por la que el capitalista
ha comercializado sus mercancías. Aquella parte del valor (o precio) de las mercan-
cías vendidas que contiene en sí el capital constante gastado, deberá ser reinvertida
en la compra de nuevos medios de producción; y aquella parte del valor (o precio)
que contiene en sí el capital variable, deberá ser invertida de nuevo en la compra de
fuerza de trabajo. En caso contrario, se interrumpiría el proceso de la reproducción.

2. LA GANANCIA ES LA FORMA FIGURADA DE LA PLUSVALÍA

2.1. La esencia de la plusvalía y su forma de manifestarse externamente


En la economía capitalista, la esencia de las relaciones de producción y sus
formas de manifestarse son muy diferentes. Así, el salario, por su esencia, es al mis-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 357

mo tiempo el valor y el precio de la fuerza de trabajo, y, según su forma de expresar-


se externamente, es el valor y el precio del trabajo. La forma de expresión enmascara
la esencia de las relaciones económicas.

Con la plusvalía sucede lo mismo. Como sabemos, la plusvalía es creada por


el trabajador asalariado y, por esencia, representa en sí el incremento del capital
variable. Pero, para el capitalista, cada dólar de capital desembolsado es valorado
de igual forma, al margen de si es invertido en capital constante o variable. Porque
en los costos de producción, el capital variable se fusiona con el capital constante;
entonces la plusvalía actúa no como incremento de capital variable, sino como un
incremento todo capital, como si esta emanara en igual medida de ambas partes del
capital desembolsado. Pero esto también significa la transformación de la plusvalía
de ganancia. De esta forma, la ganancia es la plusvalía que ha adoptado la forma
de producto de todo el capital anticipado.

2.2. La ganancia y los costos de producción


La categoría “ganancia” está estrechamente relacionada con la categoría “cos-
tos de producción”. El valor de las mercancías para el capitalista toma la forma de
costos de producción, en la cual no se distinguen las diferencias entre el capital
constante y variable; por eso, la plusvalía aparece en la superficie de los fenómenos
económicos en forma de ganancia.

Representamos la ganancia por la g, mientras que los costos de producción,


por la K. Cuando K = c + v, luego al sustituir estas representaciones en la fórmula
anterior, obtendremos: W = K + g, o sea que el valor de la mercancía es igual al costo
de la producción más la ganancia.

Aunque desde el punto de vista cuantitativo no hay ninguna diferencia entre


las ecuaciones: W = c + v + p y W = K + g (por cuanto K = c + v y g = p); sin em-
bargo, entre ambas hay una diferencia cualitativa sustancial.

La fórmula W = c + v + p, en especial si la representamos como W = c + (v + p),


permite descubrir la estructura interna del valor de las mercancías producidas por la for-
ma capitalista. Muestra que en el valor de las mercancías están contenidos un valor
viejo, transferido de los medios de producción, y un valor nuevo, creado por el tra-
bajo vivo. En el nuevo valor están contenidos: el capital variable (que compensa el
valor de la fuerza de trabajo) y la plusvalía creada por los trabajadores asalariados.

La fórmula W = K + g enmascara y distorsiona la verdadera estructura del va-


lor. Aquí el capital constante y variable, pese a la sustancial diferencia entre ambos,
están fusionados en el volumen total de los costos de producción (K), y la plusvalía
en forma de ganancia (g) aparece no solo como un incremento del capital variable,
sino como un incremento de todo el capital en su conjunto.
358 Francisco Chaparro Zapana

2.3. La ganancia como la forma realizada de la plusvalía


La plusvalía se forma en el proceso de la producción y se materializa en las
mercancías producidas. Tan pronto como los obreros gastan trabajo adicional por
encima del trabajo necesario, la plusvalía ya ha sido creada y existe independiente-
mente de ser realizada, transformada o no en dinero. La ganancia es la plusvalía no
solo producida, sino también realizada. Si debido a la crisis, las mercancías no se
realizan, no son convertidas en dinero, entonces el capitalista no podrá obtener la ga-
nancia, no obstante que la plusvalía haya sido creada por los obreros y se encuentre
materializada en las mercancías.

Como los empresarios obtienen la ganancia después de ser realizadas sus mer-
cancías, da la impresión engañosa de que la ganancia se origina en la esfera de la
circulación, en el mercado, o en las transacciones de compra y venta del comercio.
Y esto no es cierto. La verdadera fuente de la ganancia es la plusvalía creada en el
proceso mismo de la producción.

Según su magnitud, es posible que la ganancia no coincida con la plusvalía.


Que la magnitud de la ganancia sea o no igual a la magnitud de la plusvalía de-
pende de que las mercancías sean vendidas según su valor, ya sea por encima del
valor o por debajo de este.

La magnitud real de la ganancia es igual a la diferencia entre el precio de venta


de las mercancías y sus costos de producción. Por eso, si el precio es igual al valor,
entonces la magnitud de la ganancia es igual a la de la plusvalía; si el precio difiere
del valor, entonces la magnitud de la ganancia difiere en la misma proporción de la
magnitud de la plusvalía.

Entre los costos de producción y el valor se pueden seriar precios, por los cua-
les los capitalistas podrán vender sus mercancías por debajo del valor, pero de todos
modos con ganancia. Supongamos que el costo de producción de una determinada
mercancía es de 50 dólares y su valor de 60 dólares. En este caso, el capitalista ob-
tendrá ganancia tanto al venderla por 60 dólares, como cuando la venda por 59, 58,
57 dólares, etc. A fin de competir con éxito, el capitalista puede bajar temporalmente
los precios de sus mercancías, aunque obteniendo menores ganancias al venderlas a
precios inferiores al valor.

2.4. Conclusiones generales respecto a la ganancia


Las diferencias entre la ganancia y la plusvalía son:

En primer lugar, que la ganancia es la plusvalía con apariencia de ser pro-


ducto de todo el capital anticipado.

En segundo lugar, la ganancia es la plusvalía realizada, que no solo culminó


la fase de la producción, sino también la fase de la circulación.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 359

En la primera eventualidad se enmascara el verdadero origen de la ganancia,


porque esta aparenta ser engendrada en igual medida tanto por el capital constante
como por el capital variable, pese a que el capital constante no crea plusvalía. Y en
la segunda eventualidad, también se oculta el origen de la ganancia, porque da la
impresión de que esta se origina en la esfera de la circulación, en el proceso de la
comercialización de las mercancías.

Ambas circunstancias distorsionan la verdadera naturaleza de la ganancia,


porque en realidad la ganancia, cuya base material es la plusvalía, tiene su origen
en la explotación del trabajo asalariado en el proceso mismo de la producción de
plusvalía.

3. LA TASA DE GANANCIA Y EL VOLUMEN DE GANANCIA

3.1. Diferencia entre la tasa de ganancia y la tasa de plusvalía


Para saber en qué grado se incrementa el capital, es necesario equiparar el
volumen anual de plusvalía con la suma de capital anticipado. La tasa de ganancia
es la relación de la plusvalía con todo el capital anticipado, es decir, con la suma
de capital constante más capital variable. Si representamos la ganancia por g’,
tendremos la siguiente fórmula:
p p
g, = = c v
K +
, p
Al mismo tiempo que la tasa de plusvalía ( p = v ) muestra el grado en el que
p
se incrementa el capital variable, la tasa de ganancia g = c v es el índice que mide
+
el grado en el que se incrementa todo el capital.

Así como (c + v) > v, así g’ < p’. Por consiguiente, la tasa de ganancia siem-
pre es menor que la tasa de plusvalía.

Supongamos que el capital constante es de 8 millones de dólares, el capital va-


riable de 2 millones y la plusvalía de 3 millones. En este ejemplo, la tasa de plusvalía
p
es igual a: p’ = v # 100 = 3 # 100 = 150%. Y la tasa de ganancia:
2
p 3 # 100 30%
g, = # 100 = =
(c + v) (8 + 2)
La tasa de plusvalía es el índice exacto del grado de explotación a los traba-
jadores asalariados. Pero la tasa de ganancia no refleja el grado de explotación a los
trabajadores asalariados, sino que la distorsiona y minimiza. Pero el hecho de que en
la tasa de ganancia la plusvalía se la relacione con todo el capital, refuerza la visión
ilusa como si aquella fuera producto de todo el capital, sin precisar diferencia alguna
entre el capital constante y el capital variable. De esta forma se oculta y desnaturaliza
el verdadero origen de la plusvalía.
360 Francisco Chaparro Zapana

3.2. La importancia de la tasa de ganancia en la economía capitalista


La tasa de ganancia es muy importante para el capitalista, porque le permi-
te medir las utilidades de su inversión, puesto que su objetivo es la obtención del
máximo incremento del valor de todo su capital anticipado. Por eso los capitalistas
se orientan siempre hacia donde la tasa de ganancia es mayor, es decir, que la tasa de
ganancia regula las inversiones de capital.

Marx hace mención de un renombrado periodista inglés de su época, quien


describió magistralmente el rol trascendente de la tasa de ganancia en los siguientes
términos: “El capital (dice el Cuarterly Reviewer) huye de los tumultos y las riñas
y es tímido por naturaleza. Esto es verdad, pero no toda la verdad. El capital tiene
horror a la ausencia de ganancia o a la ganancia demasiado pequeña, como la natura-
leza tiene horror al vacío. Conforme aumenta la ganancia, el capital se envalentona.
Asegúresele un 10 por 100 y acudirá adonde sea; un 20 por 100, y se sentirá ya ani-
mado; con un 50 por 100, positivamente temerario; al 100 por 100 es capaz de saltar
por encima de todas las leyes humanas: el 300 por 100, y no hay crimen a que no se
arriesgue aunque arrostre el patíbulo”1.

Y más adelante, Marx concluía en que: “La cuota de ganancia es el resorte


propulsor de la producción capitalista, que solo produce lo que puede producirse con
ganancia y en la medida en que esta puede obtenerse”2.

3.3. Los factores determinantes de la tasa de ganancia

La tasa de ganancia depende, antes que nada, de la tasa de plusvalía. Su-


pongamos que el capital anticipado es 90c + 10v, y que la tasa de plusvalía es
igual al 100%. En tal caso el volumen de plusvalía es de 10 unidades, y la tasa de
ganancia será: g’ = 10 # 100 = 10% . Supongamos además que el capitalis-
90c + 10v
ta logra elevar el grado de explotación de los obreros al 200%. Entonces la masa
de plusvalía se incrementará hasta 20 unidades, y la tasa de ganancia se elevará:
20p
g’ = # 100 = 20%
90c + 10v
En el ejemplo dado, un incremento de la tasa de plusvalía en el doble determi-
na también un incremento de la tasa de ganancia en el doble.

En líneas generales, la tasa de ganancia depende directamente de la tasa de


plusvalía, pudiéndosela deducir de las siguientes fórmulas:

1 Marx, Carlos. El capital. La Habana, 1980. T. 1, p. 697.


2 Ibídem, T. 3, p. 281.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 361

p, p
g’ = = c v ... 1
K +
p
p’ = v ... 2
De la segunda fórmula se deduce que:
p = p’ × v ... 3
donde el volumen de la plusvalía es igual a la tasa de plusvalía por el volumen
de capital variable.

Sustituyendo el significado de p de la tercera fórmula por la primera, tendremos:


g’ = p’ # v = p’ # c v v ... 4
K +
La cuarta fórmula muestra claramente que cuando las condiciones son esta-
bles la tasa de ganancia es directamente proporcional a la tasa de plusvalía.

El segundo factor que influye sobre la tasa de ganancia es la composición va-


lorativa del capital. Esto se puede ilustrar con el siguiente ejemplo de dos capitales
con diferente estructura del valor:
1. 90c + 10v; p = 10; g’ = 10 # 100 = 10%
100
2. 80c + 20v; p = 20; g’ = 20 # 100 = 20%
100

En el ejemplo dado la tasa de ganancia para el segundo capital es mayor que


para el primero, porque la estructura o composición del valor del segundo es menor
que la del primero. Por consiguiente, cuando las condiciones son estables, la tasa
de ganancia es inversamente proporcional a la composición valorativa del capital.
Esto se debe a que el incremento del valor no es producto del capital constante, sino
del capital variable. Por eso, cuanto menor sea la composición valorativa del capital,
cuando el capital variable es mayor, tanto mayor será la plusvalía que se obtenga
por cada cien unidades de capital anticipado, es decir, que la tasa de ganancia será
mayor.

El tercer factor que influye sobre la tasa de ganancia es la velocidad con la


que circula el capital. Así como la aceleración del ritmo de circulación del capital
variable permite elevar el volumen anual de plusvalía, cuando las magnitudes de
capital desembolsado son iguales, así también al acelerarse el ritmo de circulación
del capital se eleva la tasa de ganancia.

Cuando las condiciones son estables, la tasa de ganancia es directamente


proporcional al número de ciclos de rotación anual del capital. Aclaremos esto con
un ejemplo de dos capitales:
362 Francisco Chaparro Zapana

1. Cuando el capital anticipado es 90c + 10v; el número de ciclos de rotación del


capital es igual a 1; el capital de retorno anual = 90c + 10v; el volumen anual
de plusvalía = 10 unidades; entonces la tasa de ganancia es:
10p
g’ = # 100 = 10%
90c + 10v
2. Cuando el capital anticipado es 90c + 10v; el número de ciclos de rotación
del capital = 1; el capital de retorno anual = 180c + 20v; el volumen anual de
plusvalía = 20; entonces la tasa de ganancia es:
20p
g’ = # 100 = 20%
90c + 10v
Si representamos el número de ciclos de rotación anual del capital por n, en-
tonces la fórmula completa de la tasa de ganancia anual será:
g’ = p’ # n # v = p’ # n # c v v
K +
Esta fórmula muestra la incidencia de tres factores sobre la tasa de ganancia:
la tasa de plusvalía, la estructura valorativa del capital y el ritmo de rotación del
capital.

3.4. Los métodos para elevar la tasa de ganancia


Así, cuando las condiciones son estables, la tasa de ganancia es más alta cuan-
ta más alta es la tasa de plusvalía, entonces los capitalistas, en su afán por obtener
la máxima tasa de ganancia, tienden a elevar el grado de explotación de sus tra-
bajadores. La prolongación de la jornada diaria de trabajo, la elevación de la inten-
sidad y productividad del trabajo y la reducción del salario por debajo del valor de
la fuerza de trabajo son los métodos clásicos de los que se valen los capitalistas para
obtener mayores ganancias.

Con una determinada tasa de plusvalía, la tasa de ganancia es mayor mientras


menor sea la participación del capital constante y mayor sea la participación del ca-
pital variable en el volumen total del capital. Por eso, los capitalistas tienen interés
en reducir los gastos de capital constante, por cuanto esto les promete una tasa de
ganancia más alta. Por ejemplo, si los gastos de capital constante son 80 millones de
dólares y los de capital variable de 20 millones, con una tasa de plusvalía del 100% y
con un solo ciclo de rotación del capital en el año, entonces la tasa de ganancia será
de 20%, o sea:
20p
g’ = # 100 = 20%
80c + 20v
Si en otras condiciones estables, el capitalista logra disminuir los gastos de ca-
pital constante hasta 60 millones de dólares, entonces la tasa de ganancia se elevará
al 25%, o sea:
20p
g’ = # 100 = 25%
60c + 20v
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 363

Existen dos formas de economizar capital constante: 1. Abaratando los me-


dios de producción, mediante la reducción de sus valores; y 2. Economizando capital
constante, lo que se logra mediante la concentración de la producción, que permite
una explotación más racional de los edificios y equipos, como también una reduc-
ción de gastos en materias primas, combustibles y otros materiales por cada unidad
del producto acabado.

El deterioro de las condiciones de trabajo de los obreros es otro importante


método aplicado por los capitalistas para economizar capital constante. Así, a fin
de economizar capital constante para obtener una mayor tasa de ganancia, los capi-
talistas reducen los gastos en medidas de seguridad técnica, ocasionando con ello un
mayor número de accidentes en las empresas.

Por ejemplo, en 1962, en la mina de carbón “Louisenthal” de la entonces


Alemania Federal, se produjo una explosión de gas inflamable debido a la mala
ventilación, en la que murieron cerca de 300 mineros y 90 quedaron heridos. Al
interrogarse acerca de quién era el responsable de la catástrofe, uno de los mineros
respondió: “Lo más probable es que sea la pésima técnica de seguridad. Así hacen
economía, pero pretenden hacernos creer que todo ha estado bien. Y no es la primera
vez que sucede esto en nuestra mina”. En 1965, en Japón, en la mina denominada
“Yamano”, por la inobservancia de las reglas técnicas de seguridad, una explosión
de gas provocó la muerte de cerca de 240 trabajadores.

De esta forma, los capitalistas, en su desmedido afán por elevar la tasa de ga-
nancia, no descartan métodos de “economía” que no solo perjudican la salud de los
trabajadores, sino que también ponen en grave riesgo sus propias vidas.

Además de la tasa de plusvalía y la composición valorativa del capital, sobre


la tasa de ganancia ejerce influencia también el ritmo de rotación cíclica del capital.
En consecuencia, la aceleración del ritmo de rotación cíclica del capital es otro de los
métodos que sirve para elevar la tasa de ganancia.

3.5. La tasa y el volumen de ganancia


Al vez que la tasa de ganancia g’ es una magnitud relativa, el volumen de
ganancia g’ es la magnitud absoluta de la ganancia. El volumen de ganancia es
directamente proporcional a la tasa de ganancia y a la magnitud del capital ini-
cialmente invertido. La ganancia es igual al producto del capital anticipado por la
tasa de ganancia, o sea: g = K × g’. Por eso los capitalistas, en su afán de lograr la
ganancia máxima, están interesados en elevar tanto la tasa de ganancia como el vo-
lumen de las inversiones de sus empresas.
364 Francisco Chaparro Zapana

La tasa de ganancia y la magnitud del capital anticipado no necesariamente se


mueven en la misma dirección: es posible que la tasa de ganancia caiga a la vez que
el capital anticipado crezca. En tal situación, la dinámica del volumen de la ganancia
dependerá de cuál de estas magnitudes varía con más fuerza. Si la tasa de ganancia
cae con mayor intensidad que el ritmo de elevación del capital anticipado, entonces
el volumen de la ganancia disminuye. Por el contrario, si el capital anticipado se in-
crementa en mayor grado que la celeridad con la que desciende la tasa de ganancia,
entonces el volumen de la ganancia aumenta. Por ejemplo, supóngase que la tasa de
ganancia se reduce del 25 al 20%, y que el capital anticipado se eleva de 100 a 200
millones de dólares; en tal caso, el volumen de la ganancia aumentará de 25 a 40
millones de dólares.

4. LA FORMACIÓN DE LA TASA MEDIA DE GANANCIA

4.1. La desigualdad de las tasas de ganancia intersectoriales


Los factores que influyen sobre la tasa de ganancia no pueden actuar de igual
forma en todas las ramas de la economía. Así, el grado de explotación de los obreros
no es igual en todas las ramas, por ejemplo, en algunas ramas la jornada de trabajo
es más larga que en otras y el nivel del salario es menor, por lo que los trabajadores
soportan una mayor explotación. Son mayores aún las diferencias en la composición
del valor del capital. Estas diferencias son inevitables a consecuencia de las enormes
diferencias en la composición técnica del capital. Por ejemplo, en los EE. UU., en
1962, a cada 100 trabajadores ocupados les correspondía 3,614 caballos de fuerza
(en motores) en la metalurgia; 643 caballos de fuerza (c. f.) en la industria textil; y
solo 191 c. f. en la industria del cuero.

Además, la velocidad con la que circula el capital en las diferentes ramas de


la producción no es la misma. Por ejemplo, en ramas parecidas a la construcción de
barcos, el capital circula lentamente, pero en aquellas que se asemejan a la panifica-
ción, el capital circula con mayor rapidez.

De todo lo expuesto, concluimos que en las diferentes ramas de la economía


capitalista, desde sus inicios, se forman diferentes tasas de ganancia. Esto se puede
ilustrar tomando como ejemplo las diferencias en la composición del capital solo
cuando las condiciones son estables. Supongamos que tenemos tres grupos de ramas:
con alta, media y baja composición del valor del capital. Mientras que en el primer
grupo, por cada 100 unidades de capital anticipado se incluyen: 90c + 10v; en el
segundo grupo: 80c + 20v, y en tercer grupo: 70c + 30v. En este ejemplo, con una
norma de plusvalía del 100% en todas las ramas y con una misma rotación cíclica del
capital, el volumen de plusvalía será de 10 unidades en el primer grupo, de 20 en el
segundo y 30 en el tercero; y las respectivas tasas de ganancia: 10%, 20% y 30%.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 365

4.2. Las tasas sectoriales de ganancia desiguales no son permanentes


Es imposible que durante siglos en algunas ramas de la economía la tasa de
ganancia sea siempre baja y en otras, alta. Por lo mismo que la tasa de ganancia es la
fuerza motriz que dinamiza la economía capitalista, no es posible encontrar capita-
listas que inviertan en forma permanente sus capitales en ramas poco rentables de la
economía, mientras existan ramas de alta rentabilidad.

Una baja tasa de ganancia se forma en las ramas que tienen una elevada com-
posición orgánica del capital, entre las cuales destacan: la construcción de máquinas,
la industria química y otras ramas que producen medios de producción. Pero si los
capitalistas dejaran de invertir en aquellas ramas, entonces sería imposible todo el
proceso mismo de la reproducción.

La condición básica para que los capitalistas inviertan con las mismas expec-
tativas en cualquier sector o rama de la producción es que la tasa de ganancia sea
igual en todos los sectores. Con una tasa de ganancia única pueden desarrollarse
exitosamente ramas de la producción con diferentes composiciones de capital. Por
esta razón, la nivelación de las tasas de ganancia en los diferentes sectores de la
economía capitalista es una necesidad objetiva.

El proceso de nivelación de las tasas de ganancia transcurre de forma espon-


tánea, como resultado de la pugna competitiva entre los capitalistas de las diversas
ramas y sectores de la economía.

En el capitalismo hay dos formas de competencia: 1. La competencia intrasec-


torial; y 2. La competencia intersectorial.

4.3. La competencia intrasectorial y la formación del valor social o valor de


mercado
En cada sector económico actúa un conjunto de empresas con diferentes ni-
veles de productividad del trabajo. Como los gastos individuales de trabajo no son
homogéneos, los valores individuales de las mercancías de las diferentes empresas
tampoco son homogéneos.

Sin embargo, en un mismo mercado y en un mismo período, mercancías si-


milares no pueden venderse con valores individuales diferentes. Si un capitalista,
cuya empresa posee una elevada productividad del trabajo, vendiera una unidad de
mercancía por un dólar, y otro capitalista, propietario de una empresa con baja pro-
ductividad del trabajo, quisiera cobrar 2 dólares por su mercancía, entonces a este
último nadie le compraría su mercancía.
366 Francisco Chaparro Zapana

A consecuencia de la competencia intrasectorial se produce la transforma-


ción de muchos valores individuales en un solo valor social o valor de mercado.
El valor social siempre está determinado por el trabajo socialmente necesario, pero
las condiciones concretas de su determinación pueden ser distintas, según el peso
específico grupal de las empresas de cada sector: de elevada, mediana y baja pro-
ductividad del trabajo. Si la mayor parte de la producción mercantil es realizada por
las empresas de productividad intermedia de trabajo, mientras que las empresas de
elevada (las mejores) y baja (las peores) productividad del trabajo producen solo una
pequeña parte, entonces el valor de mercado coincidirá con el valor individual de las
mercancías de las empresas intermedias. En cambio, si la mayor parte de mercancías
fueran producidas por las mejores o peores empresas, entonces el valor de mercado
tendería a coincidir con el valor individual de las mejores o de las peores empresas.

Es necesario diferenciar los precios de mercado de las mercancías de su


valor de mercado. Si la demanda supera a la oferta, el precio se elevará por encima
del valor de mercado. Pero si la oferta supera a la demanda, entonces el precio será
inferior al valor de mercado. Debido a la anarquía de la producción capitalista, tales
diferencias entre los precios y el valor son inevitables.

4.4. El valor de mercado y la diferencia de las tasas de ganancia dentro de


un determinado sector
Cuando las mercancías son vendidas según su valor de mercado, entonces,
aquellos capitalistas en cuyas empresas el valor individual de sus mercancías es me-
nor obtendrán no solo la ganancia media, sino también una ganancia extraordinaria
en proporción a la diferencia entre el valor de mercado y el valor individual. Por el
contrario, aquellos capitalistas con empresas que producen mercancías de elevado
valor individual, obtendrán menor ganancia que la mediana del nivel promedio, y
en determinadas circunstancias pueden incluso sufrir pérdidas. De esta forma, la co-
mercialización de las mercancías según el valor de mercado determina tasas des-
iguales de ganancia entre los capitalistas al interior de cada sector económico.

Naturalmente, esta desigualdad no puede dejar de reflejarse en la situación


de las diversas empresas. Los capitalistas que obtienen elevadas ganancias pueden
acumular capital rápidamente y ampliar sus empresas. Los capitalistas que obtie-
nen menos ganancias acumulan capital más lentamente y en menores proporciones.
Aquellos capitalistas cuyas empresas producen mercancías con elevado valor indivi-
dual sufren pérdidas y finalmente terminan en la ruina.
Por ejemplo, en los EE. UU., después de la Segunda Guerra Mundial, el número
de quiebras de las empresas industriales se elevó de 1129 en 1946 a 13 514 en 1965.

La competencia intrasectorial y el afán por obtener siempre las más elevadas ga-
nancias obligan a los capitalistas a renovar la técnica y reducir los costos de producción.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 367

4.5. La competencia intersectorial y la nivelación de las tasas de ganancia


entre los sectores de la economía
La competencia no se circunscribe solo a los límites de cada rama o sector
económico, sino también al ámbito de los diversos sectores de la producción na-
cional e internacional. Esta es una encarnizada lucha por las esferas de inversión
de más elevada rentabilidad. La competencia intersectorial se manifiesta en el
desplazamiento de los capitales de las ramas de baja tasa de ganancia a las de
elevada ganancia.

La huida del capital de un sector de baja tasa de ganancia provoca la reduc-


ción del volumen de la producción. Y esto, a su vez, provoca la disminución de la
oferta de mercancías de dicho sector al mercado. En las dimensiones anteriores de
la demanda, la reducción de la oferta de mercancías conduce a la elevación de sus
precios. Si, por ejemplo, el valor de las mercancías era de 90c + 10v + 10p = 110,
entonces los precios de mercado debido a la fuga del capital, de la disminución de
la producción y reducción de la oferta de mercancías tenderán a elevarse a 111, 112,
113, 114, 115, etc. Pero la elevación de los precios, cuando los gastos de producción
son constantes, trae consigo la elevación de la tasa de ganancia. El punto de partida
del nivel de la tasa de ganancia (con un precio de 110, igual al valor de mercado) fue
de 10%, luego se eleva a 11% (con un precio 111) 12% (con un precio 112), etc. Y
así, en la rama o sector con más alta composición orgánica del capital y con una baja
tasa de ganancia se producirá: 1. La fuga del capital, 2. La reducción de la produc-
ción; 3. La disminución de la oferta de mercancías; 4. La elevación de precios; 5. La
elevación de la tasa de ganancia.

Fenómenos totalmente contrapuestos se observarán en aquella rama, o sector


de la producción, donde inicialmente se haya establecido una elevada tasa de ga-
nancia. Supongamos que esta es una rama de baja composición orgánica del capital,
en el cual el valor de mercado de las mercancías es 70c + 30v + 30p = 130. Con un
precio igual al valor, la tasa de ganancia será igual a 30%. Tan elevada rentabilidad
actúa como un imán que atrae capitales de las ramas o sectores de más baja rentabi-
lidad. A consecuencia de ello empezarán a afluir los capitales hacia dicha rama, pro-
vocando la expansión de la producción. Al mismo tiempo, crecerá también la oferta
de mercancías en el mercado y, por consiguiente, empezarán a descender los precios
de mercado, de 130 a 129, 128, 127, 126, 125, etc. Y como consecuencia, también la
tasa de ganancia tenderá a descender, a 29, 28, 27, 26, 25%, etc. De esta forma, en la
rama de baja composición orgánica del capital y de elevada tasa de ganancia inicial
ocurrirá el siguiente circuito de causas y efectos: 1. La afluencia de capitales; 2. La
expansión de la producción; 3. El incremento de la oferta de mercancías; 4. La caída
de precios; 5. La caída de la tasa de ganancia.
368 Francisco Chaparro Zapana

Así como en las ramas de baja rentabilidad, la fuga de capitales eleva la tasa
de ganancia, así también en las ramas de elevada rentabilidad la afluencia de capi-
tales provoca el descenso de la tasa de ganancia; por eso, al fin de cuentas, deberá
producirse indefectiblemente la nivelación de las tasas de ganancia de todas las ra-
mas y sectores de la producción. En consecuencia, la redistribución espontánea de
capitales trae consigo la formación de una tasa media de ganancia única para
todas las ramas de la producción.

4.6. La determinación de la tasa media de ganancia


La tasa media de ganancia es el índice de rentabilidad del capital social en su
conjunto. Por eso, la tasa media de ganancia es igual a la relación del volumen
total de la plusvalía, producida por toda la clase trabajadora, con el capital social
global, invertido en todas las ramas y sectores de la economía.

Si representamos el volumen de la plusvalía producida en el primer sector


económico por p1, en el segundo sector por p2, en al tercer sector por p3, etc., y los
capitales invertidos en los respectivos sectores por: K1, K2, K3, etc., entonces la
tasa media de ganancia será:

p1 + p2 + p3 + ... Rp
g’ =
K1 + K2 + K3 + ... = RK
Los datos del siguiente cuadro nos permiten ilustrar la fórmula de la tasa me-
dia de ganancia, en el supuesto de que en la sociedad operen tres sectores: con el-
evada, media y baja composición orgánica del capital:

Tasa de
Sectores Capitales Plusvalía
ganancia
I 500c + 100v 100 16.6
II 300c + 100v 100 25.0
III 100c + 100v 100 50.0

TOTAL 900c + 300v 300 -

La tasa media de ganancia será:


300p
g’ = # 100 = 25%
900c + 300v
Sería un error calcular la tasa media de ganancia sumando aritméticamente las
tres tasas sectoriales y dividiéndolas entre tres. Por esa vía se obtendría una conclu-
sión falsa, que hace aparecer como tasa media de ganancia el 30,8%. Semejante mé-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 369

todo de cálculo de la tasa media de ganancia es incorrecto, porque asigna el mismo


significado a cada una de las tasas de ganancia sectoriales. En la vida práctica estas
tienen significados distintos para la sociedad, por cuanto en dichos sectores están
invertidos capitales de diferentes proporciones.

4.7. Los factores que influyen sobre la tasa media de ganancia


La tasa media de ganancia depende de los mismos factores de los que depen-
de la tasa de ganancia de cada sector, en relación al conjunto de la clase obrera y al
capital social global. Por consiguiente, la tasa media de ganancia es directamente
proporcional al grado de explotación de la clase obrera y al ritmo de rotación del
capital social; y, a su vez, es inversamente proporcional a la composición del valor
del capital social.

Con una determinada distribución del capital social entre los diversos sectores
económicos, la tasa media de ganancia depende de las tasas de ganancia sectoria-
les. Si en todos los sectores económicos la tasa de ganancia sube o baja, entonces, se
sobrentiende que la tasa media de ganancia también aumenta o disminuye.

Además, la tasa media de ganancia depende de la distribución del capital


social global entre los diversos sectores de la economía. Con tasas de ganancia
sectoriales iguales, la tasa media de ganancia será tanto menor cuanto mayor sea la
parte del capital social que se invierta en los sectores de baja tasa de ganancia, y será
tanto mayor cuanto mayor sea la parte de capital que se invierta en los sectores de
elevada tasa de ganancia.

5. EL PRECIO DE PRODUCCIÓN COMO LA FORMA FIGURADA DEL VALOR

5.1. La aparente contradicción entre la ley del valor y la ley de la tasa media
de ganancia
A primera vista, pareciera que la nivelación de la tasa de ganancia es incom-
patible con la acción de la ley del valor. Si las mercancías de los diferentes sectores
fueran vendidas según su valor, entonces las tasas de ganancia de dichos sectores
no serían iguales. Pero como en todos los sectores económicos se obtiene una tasa
media de ganancia única, esto niega que las mercancías puedan venderse según su
valor.

En consecuencia, se nos plantea la siguiente disyuntiva falsa: o bien admiti-


mos la ley del valor y prescindimos de la ley de la tasa media de ganancia, lo que sig-
nificaría entrar en contradicción con la realidad (por cuanto la migración de capitales
y la tendencia de la tasa de ganancia hacia su nivelación en todos los sectores tienen
una existencia inobjetable); o, por el contrario, se acepta la realidad capitalista y se
370 Francisco Chaparro Zapana

reconoce la acción de la ley de la tasa media de ganancia, pero se niega la ley del va-
lor, en cuya vigencia se fundamenta el análisis científico de la realidad económica.

Los clásicos de la economía política no lograron resolver esta aparente con-


tradicción entre ambas leyes. En sus inicios, el problema de la concordancia de la
ley del valor con la ley de la tasa media de ganancia fue resuelta por primera vez
por Marx, quien demostró que: 1. A consecuencia de la nivelación de las tasas de
ganancia, las mercancías no se venden según su valor, sino según los denominados
precios de producción; y 2. Diferenciándose del valor, los precios de producción se
basan más o menos en el valor.

Ahora, pasaremos a un análisis más detallado del problema.

5.2. La nivelación de las tasas de ganancia y la formación de los precios de


producción
Los precios que compensan los costos de producción y garantizan a los ca-
pitalistas la obtención de la ganancia media se llaman precios de producción. El
precio de producción de una mercancía es igual a sus costos de producción más la
ganancia media, es decir, la ganancia del capital anticipado, calculada según la tasa
media de ganancia.

Analicemos en un ejemplo concreto la transformación de los valores en pre-


cios de producción, a partir de los siguientes supuestos: 1. La existencia de tres
sectores económicos –de elevada, media y baja composición orgánica del capital–,
cuyas magnitudes de capital anticipado son: 80c + 20v en el primer sector, 70c + 30v
en el segundo, y 60c + 40v en el tercero; 2. La tasa de plusvalía en todos los sectores
es igual al 100%; 3. Una sola rotación cíclica anual del capital de todos los sectores
del 100%; y 4. El desgaste anual del capital constante de cada sector (incluyéndose
la amortización del capital fijo y el valor de la materia prima, combustibles y otros
materiales) es la mitad del capital constante anticipado. En tales condiciones el valor
de las mercancías de cada sector será:

Tasa de Capital
Capital Masa de
Sectores plusvalía constante Valor de las mercancías
avanzado plusvalía
(en %) gastado
I 80c + 20v 100 20 40c 40c + 20v + 20p = 800

II 70c + 30v 100 30 35c 35c + 30v + 30p = 95

III 60c + 40v 100 40 30c 30c + 40v + 40p = 110

TOTAL 210c + 90v 90p 105c 105c + 90v + 90p = 285


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 371

Si las mercancías de cada sector fueran vendidas según su valor, entonces la


tasa de ganancia del primer sector sería 20%; del segundo, 30%, y del tercero, 40%.
Pero como ya lo aclaramos, las tasas de ganancia de todos los sectores de la produc-
ción se nivelan debido a la competencia intersectorial. Entonces, la tasa media de
ganancia en el ejemplo dado será de 30%, o sea:
90p
g’ = # 100 = 30%
210c + 90v
Calculemos ahora los precios de producción. El primer elemento del precio
de producción es los costos de producción, los cuales son iguales a la suma de ca-
pital constante y capital variable anticipados. El segundo elemento es la tasa media
de ganancia, la cual es igual a la tasa media de ganancia multiplicada por el capital
anticipado. En nuestro ejemplo, los precios de los productos pueden ser calculados
de la siguiente manera:

Capital constante Capital Costo de Ganancia Precio de


Sectores
gastado variable producción media producción
I 40c 20v 60 30p 90

II 35c 30v 65 30p 95

III 30c 40v 70 30p 100

Total 105c 90v 195 90p 285

5.3. Las desviaciones de los precios de producción de los valores de las


mercancías
En la mayoría de sectores económicos, el precio de producción de la mercan-
cía no coincide con su valor, ya sea porque el precio de producción se desvía hacia
arriba o hacia abajo del valor. Esto se observa en la comparación siguiente:

Valor de las Precio de Diferencia entre el precio


Sectores
mercancías producción de producción y valor
I 80 90 + 10
II 95 95
III 110 100 – 10
Total 285 285

En el sector de elevada composición orgánica del capital (sector I), el precio


de producción supera en 10 unidades al valor de las mercancías. En el sector de me-
372 Francisco Chaparro Zapana

diana composición orgánica del capital (sector II), el precio de producción coincide
con el valor. Y en el sector de menor composición orgánica del capital (sector III) el
precio de producción es inferior al valor en 10 unidades.

5.4. La tesis subjetiva acerca de la supuesta contradicción entre los tomos I


y III de El capital
El tercer tomo de El capital, donde se expone la teoría de los precios de pro-
ducción, fue editado en 1894, con posterioridad a la muerte de C. Marx. Entonces,
muchos economistas burgueses retomaron la crítica a la teoría marxista, suponiendo
que el tercer tomo de El capital contradecía frontalmente al primer tomo. Ellos afir-
maban que en el primer tomo Marx se basaba en el supuesto de que las mercancías
son vendidas según su valor, y que en el tercer tomo él se desdice, viéndose obligado
a reconocer que las mercancías no se venden según su valor, sino según sus precios
de producción.

Al respecto, el economista austriaco E. Bhëm-Baberk decía que: “En el pri-


mer tomo de El capital se afirmaba con extraordinaria convicción que todo valor se
basa en el trabajo y solo en el trabajo, que los valores de las mercancías se relacio-
nan unos con otros, como tiempo de trabajo, necesario para su producción. … Pero
ahora, en el tercer tomo, nos dice con claridad y frescura que en la realidad no hay
y no puede haber aquello que debía haber según las tesis del primer tomo, que las
mercancías individuales –no en forma casual ni esporádica, sino necesaria y per-
manentemente– se cambian y deben cambiarse en relación totalmente diferente que
en la relación del trabajo social contenido en ellas…Yo veo aquí solo una flagrante
contradicción. El tercer tomo de Marx refuta al primero”3. A su turno, también el
economista italiano Loria sostenía que lo escrito por Marx en el tercer tomo de El
capital significaba “una negación completa de su investigación”, afirmando que se
había “suicidado científicamente”, ya que su teoría del valor había sufrido una “total
quiebra argumental”4.

Todas estas afirmaciones de los críticos de la teoría marxista son falsas o son
groseras deformaciones. En el tercer tomo de El capital, Marx no se retracta de la
teoría del valor-trabajo; al contrario, él fundamenta la teoría de los precios de pro-
ducción en base a la teoría del valor-trabajo.

5.5. El valor como la base de los precios de producción


No obstante que los precios de producción de la casi totalidad de mercancías
no coinciden con sus valores, el precio de producción, oscilando más o menos por

3 Bhëm-Baberk, Eugenio. Crítica a la teoría de C. Marx. Edición El Obrero Moscovita, pp. 36-37, traducido del ruso por
F. Ch. Z.
4 Ibídem, p. 37.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 373

encima o por debajo del valor, en término medio se basa en el valor. Esto queda cla-
ramente demostrado según las siguientes razones:

En primer lugar, la suma de los precios de producción de todas las mercan-


cías es igual a la suma de sus valores. Como es evidente en el ejemplo del cuadro
anterior, por cuanto en las ramas (o sectores) de elevada composición orgánica del
capital, el precio de producción se eleva por encima del valor (en + 10 en la rama I),
exactamente en la misma proporción que el precio de producción desciende por debajo
de valor en la rama de baja composición orgánica del capital (en – 10 en la rama III). Así
como estas desviaciones se equilibran mutuamente, así también a escala de toda la socie-
dad. “Si nos fijamos en la totalidad de las ramas de producción, la suma de los precios de
producción de las mercancías producidas equivale a la suma de sus valores”5. En nuestro
ejemplo la suma de los precios de producción es: 90 + 95 + 100 = 285, y la suma de los
valores es: 80 + 95 + 110 = 285.

En segundo lugar, todos los elementos del precio de producción de cada


mercancía al fin de cuentas están determinados por el valor. Esto es posible de
ser demostrado mediante el análisis de los dos elementos integrantes del precio de
producción.

Los gastos de producción, como ya lo aclaramos antes, incluyen en sí el capi-


tal constante y variable desembolsado: K = c + v. Y así como el capital constante es
el valor de los medios de producción, el capital variable es el valor de la fuerza de
trabajo, por consiguiente, los gastos o costos de producción representan en sí la suma
de dos magnitudes de valor. Solo a partir del valor de los medios de producción (c) y
el valor de la fuerza de trabajo (v), pueden ser calculados los costos de producción.

El segundo elemento del precio de producción –la ganancia media– también


se basa en el valor. La ganancia media es igual al producto del capital desembolsado
por la tasa media de ganancia: g = K . g’. En lo que se refiere a la tasa media de ga-
nancia, el capital mismo es una suma de valores que produce plusvalía, ya que tanto
en el numerador como en el denominador de la fracción con la que se calcula la tasa
media g’ = Sp / S(c + v) se encuentran magnitudes valorativas: la plusvalía, que es el
valor excedente creado por la clase trabajadora por encima del valor de la fuerza de
trabajo, y el capital, para el que esta plusvalía se divide, también es una suma de va-
lores. “Puesto que el valor total de las mercancías determina la plusvalía global y que
esta regula el monto del beneficio medio, por lo tanto la cuota general de ganancia
–sea como norma general, sea regulando las fluctuaciones–, la ley del valor regula a
su vez los precios de producción”6.

5 Marx, C. El capital, óp. cit. T. 3, p. 182.


6 Ibídem, p. 202.
374 Francisco Chaparro Zapana

En tercer lugar, el movimiento de los precios de producción está determi-


nado por el movimiento de los valores de las mercancías. El factor determinante
directo del movimiento de los precios de producción es el movimiento de los gastos
de producción; pero las variaciones de los gastos de producción, a su vez, están con-
dicionadas por las variaciones del valor. Por ejemplo, si se produce una elevación de
la productividad del trabajo y el valor de la mercancía disminuye, entonces descen-
derán los gastos de producción de la mercancía dada, y a causa de ello descenderá
también el precio de producción. Por consiguiente, “la ley del valor preside el movi-
miento de los precios, ya que al disminuir o aumentar el tiempo de trabajo necesario
para la producción, los precios de producción aumentan o disminuyen”7.

Y en cuarto lugar, el punto de partida histórico y la base del precio de pro-


ducción es el valor. La producción y el cambio de mercancías surgieron mucho antes
que el capitalismo, pero entonces las mercancías no se vendían según sus precios de
producción, sino en promedio según su valor.

El período en el que la ley del valor actuaba sin que el valor se transformase
en precio de producción, se prolongó desde la aparición de la producción mercantil
hasta la formación del sistema económico capitalista. Al respecto, F. Engels señala
que, “la ley del valor predominó en el curso de 5000 a 7000 años”8.

La conclusión general de todo lo expuesto es que el precio de producción


no es en nada autónomo ni independiente del valor; está basado íntegramente en el
valor. El precio de producción es la forma transfigurada del valor. Por eso carecen
de fundamento las críticas que sostienen que entre los tomos I y III de El capital de
Marx existe una supuesta contradicción.

En el capitalismo no se extingue la ley del valor, continúa actuando, pero de


otra forma, a través de los precios de producción. En la economía mercantil simple,
el mecanismo del accionar de la ley del valor era relativamente simple: esta operaba
a través del mecanismo de la oscilación de los precios de mercado de los productos
en torno a sus valores. En el capitalismo, el funcionamiento de la ley del valor se
hace más complejo: entre el valor y los precios de mercado surge un eslabón inter-
medio en forma de precio de producción. En la economía capitalista, el precio medio
de la mercancía ya no coincide con el valor, y los precios de mercado no oscilan en
torno al valor, sino alrededor del precio de producción. Sin embargo, la ley del valor
continúa actuando, ya que el mismo precio de producción es la forma transfigurada
del valor.

7 Ibídem, p. 201.
8 Engels, Federico. Complemento al tercer tomo de El capital. “La ley del valor y la cuota de ganancia”. Ver: Marx, C.
y Engels, F. El capital en Obras completas. T. 25, parte II, p. 475, traducido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 375

5.6. El proceso histórico de transformación del valor en precio de producción


Antes del capitalismo, las mercancías se intercambiaban en promedio según
la cantidad de trabajo socialmente necesario. El valor se transformó en precio de
producción solo como resultado de la transición de la economía mercantil simple
a la economía mercantil capitalista.

Históricamente, al capital industrial le precedió el capital comercial; la tasa


media de ganancia se formó inicialmente en la actividad comercial. Durante los si-
glos XVI y XVII, los comerciantes formaron compañías comerciales para adminis-
trar el comercio internacional. Dentro de estas, las ganancias se dividían entre los
socios en proporción al capital invertido por cada uno de ellos, según el principio: a
igual capital, igual ganancia.

Sin embargo, aquella aún no era la tasa media de ganancia en el sentido cabal
de la palabra, por cuanto las diversas compañías mercantiles que operaban en las
distintas esferas del comercio obtenían tasas desiguales de ganancia. Pero semejan-
tes tasas de ganancia desiguales no podían mantenerse por mucho tiempo. Es que en
la esfera comercial, el capital es sumamente móvil, y si un sector del comercio (por
ejemplo, el comercio con América) proporcionaba una tasa de ganancia comercial
más alta que cualquier otro (por ejemplo, el comercio con la India), entonces esto
ocasionaba un inevitable trasiego espontáneo de capitales del primer sector al segun-
do y, al fin de cuentas, una nivelación de las tasas de ganancia en ambos sectores.

Al aparecer la industria capitalista, en sus inicios, las tasas de ganancia de


los diversos sectores eran desiguales debido a los diferentes grados de explotación
de los trabajadores, a la composición orgánica del capital y al ritmo de su rotación.
Entonces la migración de capitales tropezaba con enormes dificultades, ya que los
talleres artesanales oponían tenaz resistencia al establecimiento de empresas capita-
listas y al movimiento de la mano de obra de unos sectores a otros.

Al destruirse las barreras aduaneras, al abolirse las leyes que limitaban el mo-
vimiento de capitales y mano de obra, y establecerse la libre competencia, los ca-
pitales empezaron a invadir los sectores industriales de mayor tasa de ganancia. El
principal factor de la migración de capitales de unos sectores a otros fue la aparición
del sistema de crédito capitalista: los bancos acumulaban capitales monetarios libres
que eran orientados, prioritariamente, mediante el crédito hacia los sectores indus-
triales de mayor rentabilidad. Esta redistribución de capitales condujo gradualmente
a la nivelación de las tasas de ganancia de los distintos sectores industriales y a la
formación de la tasa media de ganancia. Y, al mismo tiempo, los valores se transfor-
maron en precios de producción.
376 Francisco Chaparro Zapana

De este modo, el precio de producción representa en sí la forma transfigurada


del valor en doble sentido: 1. Por lógica, en la medida que el precio de producción
está determinado en última instancia por el valor, es imposible comprender el precio
de producción al margen del valor; y 2. Históricamente, el valor se fue transforman-
do en precio de producción solo en la medida en que surgió y se desarrolló el sistema
económico capitalista.

5.7. Particularidades de la ganancia media y del precio de producción como


categorías económicas
Al igual que la plusvalía, la ganancia media y el precio del producto expre-
san las relaciones de producción capitalistas. Pero estas categorías económicas se
diferencias entre sí. La plusvalía expresa solo las relaciones de producción entre
las dos clases sociales fundamentales de la sociedad capitalista –entre trabajadores
asalariados y empresarios capitalistas–. En cambio, la ganancia media y el precio
del producto expresan tanto las relaciones entre ambas clases sociales como tam-
bién las relaciones al interior de la propia clase capitalista. Entre la clase obrera y la
clase capitalista se entablan relaciones de explotación; pero, al interior de la clase
capitalista se desencadenan las pugnas por la distribución de la plusvalía. La plus-
valía producida por la clase obrera se distribuye entre los capitalistas de los diversos
sectores de la economía en proporción a la magnitud de sus capitales desembolsados
anticipadamente.

Pero semejante distribución de la plusvalía refuerza la imagen fetichizada de


las relaciones capitalistas, enmascara extremadamente la explotación capitalista. Ya
que capitales de iguales proporcionan ganancias iguales sin tener nada que ver con la
división entre capital constante y variable, se tiene la apariencia de que la ganancia
es creada por el capital en su conjunto y que se incrementa por sí mismo al margen
de cualquier forma de explotación del trabajo asalariado.

5.8. El contenido social de la teoría de la ganancia media y del precio de


producción
A consecuencia de la formación de la tasa media de ganancia y la venta de las
mercancías según los precios de producción, los capitalistas de cada sector econó-
mico no se apropian de la plusvalía creada directamente por sus obreros, sino de una
parte de plusvalía creada por toda la clase obrera.

En cada rama de la producción, el volumen de plusvalía, con una determinada


tasa de plusvalía, es directamente proporcional a la magnitud del capital variable.
Pero la plusvalía producida por toda la clase obrera se distribuye entre los capitalis-
tas de los diversos sectores económicos, no en proporción a la magnitud del capital
variable, sino a la magnitud de todo el capital anticipado, según el principio: a igual
capital, igual ganancia. En el ejemplo anterior, el capital variable, y también la plus-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 377

valía, es de 20 unidades en el primer sector, 30 en el segundo y 40 en el tercero, pero


así como todo el capital anticipado de cada sector es 100 ó 1/3 del capital social
global, así también los capitalistas de cada sector obtienen una ganancia media en la
proporción de 1/3 de la plusvalía total, es decir, de 30.

De lo anterior se desprenden las siguientes conclusiones:


En primer lugar, la explotación capitalista es la explotación de toda la clase
obrera por la clase capitalista en su conjunto, ya que cada capitalista individual-
mente se apropia de una parte de la plusvalía producida por todos los trabajadores
asalariados.
En segundo lugar, cada capitalista está interesado en elevar el grado de ex-
plotación no solo a los obreros de su empresa, sino también a los obreros de las
demás empresas de todos los sectores de la producción. En efecto, la elevación del
grado de explotación en las demás empresas y en otros sectores económicos permi-
tirá elevar la plusvalía conjunta creada por la clase obrera de toda la sociedad capi-
talista. Como los capitalistas de cada sector obtienen una determinada parte de esta
plusvalía conjunta, al incrementarse esta última aumentan también sus ganancias.
Esta es la razón de ser de la solidaridad de clase de la burguesía en su lucha contra la
clase obrera. Al respecto, Marx decía: “Tenemos, pues, aquí la prueba matemática-
mente exacta de porqué los capitalistas, a pesar de las rencillas que les separan en el
campo de la concurrencia, constituyen una verdadera masonería cuando se enfrentan
con el conjunto de la clase obrera”9.
En tercer lugar, al ser explotados por toda la clase capitalista, los obreros
no solo se limitan a luchar organizadamente en contra de sus patrones, sino que
en conjunto se ven obligados a luchar en contra de la clase burguesa también en
su conjunto. De este modo, la teoría marxista de la ganancia media tiene una gran
importancia para la clase obrera, al explicar teóricamente las causas de su justa lucha
contra la clase capitalista en su conjunto.

6. CRÍTICA A LAS TEORÍAS SUBJETIVAS DE LA GANANCIA

6.1. Crítica a la teoría mercantilista (siglos XVI-XVII)


La teoría mercantilista de la ganancia es el primer intento de la economía
política por explicar el origen de la ganancia. Esta sostenía que la ganancia se origi-
na en el comercio exterior, como consecuencia de que los comerciantes venden las
mercancías en el extranjero a precios más altos que los precios por los que fueron
comprados. “El comercio exterior –sostenía Thomas Mun– nos otorga tres clases de
beneficios: en primer lugar, un arancel para el Estado… En segundo lugar, la ganan-
cia para el propio comerciante... En tercer lugar, la renta para el Rey...”10.

9 Marx, C. El capital, óp. cit. T. 3, p. 219.


10 Thomas Mun. La riqueza de Inglaterra en el comercio exterior. “El Mercantilismo”. Moscú, 1935, p. 166, traducido del
ruso por F. Ch. Z.
378 Francisco Chaparro Zapana

El mayor defecto de los mercantilistas radicaba en que su teoría de la ganancia


estaba imbuida de una concepción exclusivamente cambista y, por ello, se empeña-
ban en descubrir el origen del incremento del valor en la esfera de la circulación. Pero
en la realidad, el incremento del valor solo se realiza en la circulación mercantil, ya
que la verdadera fuente de la ganancia es la plusvalía producida por los trabajadores
asalariados en el proceso mismo de la producción (Ver capítulo 7).

6.2. Crítica a la teoría de los clásicos


Adam Smith y David Ricardo comprendieron la inconsistencia de la teoría
mercantilista de la ganancia. El mérito de ambos es haber descubierto el origen de la
ganancia en el proceso de la producción y no en el de la circulación. Smith sostenía
que “el valor que los trabajadores adicionan al valor de los materiales se desagrega
en dos partes, con una de las cuales se paga el salario, y con la otra se paga la ganan-
cia del empresario”11. Él consideraba la ganancia como un descuento que el capita-
lista hace del producto del trabajo asalariado. Al mismo tiempo, confundía de hecho
la ganancia con la plusvalía, no obstante que esta última, como categoría económica
específica, no figuraba en sus estudios.

Pero Smith no fue consecuente con su teoría de la ganancia primigenia. Por-


que además de considerar la ganancia como un descuento del producto del trabajo
de los obreros, también concebía la ganancia como una de las fuentes del valor y
como una retribución al capitalista por invertir su capital en la producción. Pese a ser
esta teoría científicamente inconsistente, fue continuada en su desarrollo y empleada
posteriormente por todas las corrientes de la economía política burguesa, en su afán
de negar la esencia explotadora de la ganancia capitalista. Smith tampoco logró re-
solver el problema de la tasa media de ganancia. A él le parecía que la tasa media de
ganancia era incompatible con la ley del valor, y que la acción de la ley del valor solo
se limita a la economía mercantil simple.

David Ricardo renunció a la interpretación del valor de Smith, como las sumas
del salario, la ganancia y la renta. Investigó consecuentemente la ganancia como una
parte deducida del producto del trabajo de los obreros, por lo que estuvo muy cerca
de comprender la contradicción de clases entre obreros y capitalistas. Ricardo for-
muló la ley según la cual las magnitudes del salario y la ganancia son inversamente
proporcionales entre sí. Afirmaba que: “…la ganancia será mayor o menor en la
medida que el salario sea menor o mayor”12.

Pero él tampoco logró resolver integralmente el problema de la ganancia. So-


bre todo, porque confundió la ganancia con la plusvalía en lugar de descubrir el

11 Smith, Adam. La riqueza de las naciones. Moscú. T. I, p. 46, traducido del ruso por F. Ch. Z.
12 Ricardo, David. Principios de economía política y tributación, p. 60, traducido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 379

carácter específico de la ganancia como la forma metamorfoseada de la plusvalía.


Tampoco comprendió la transformación de la ganancia en ganancia media, ni la
transformación del valor en precio de producción. Ricardo consideró erróneamente
que tanto en el capitalismo como en la economía mercantil simple, las mercancías
son vendidas según su valor.

6.3. Crítica a la “teoría de la productividad del capital”


Todas las teorías subjetivas sobre la ganancia están orientadas a ocultar la
contradicción de clase entre el trabajo y el capital, a negar la esencia explotadora de
la ganancia, pretendiendo así justificar la vigencia histórica de un sistema capitalista
obsoleto, cuyo único estímulo es el afán insaciable de obtener ganancia.

Una de las primeras teorías de la ganancia, aún hoy ampliamente difundida


por la economía política burguesa subjetiva, es la teoría de la “productividad del
capital”. Durante la primera mitad del siglo XIX, esta se constituye en uno de los ele-
mentos de la llamada teoría trifactorial de la producción, difundida por el economista
francés J. B. Say. Él sostenía que en el proceso de la producción de cualquier época
histórica intervienen siempre tres factores: el trabajo, el capital y la tierra, que actúan
como fuentes independientes generadoras de tres tipos de ingresos: el trabajo como
fuente del salario, el capital como fuente de la ganancia y la tierra como fuente de la
renta. Aquí, Say confunde el capital con los medios de producción.

A fines del siglo XIX, la “teoría de la productividad del capital” –que pre-
tendía explicar el salario como fruto de la productividad del trabajo, y la ganancia
como creación del capital– fue desarrollada por el economista norteamericano J. B.
Clark, quién intentó desagregar en forma cuantitativa el “producto industrial” en dos
partes: “producto del trabajo” y “producto del capital”. Como ya fue aclarado con
anterioridad, Clark fundamenta su tesis en el principio de la productividad decre-
ciente del trabajo, según el cual el producto del “trabajador marginal” es considerado
como “producto del trabajo”, cuyo valor sería percibido por los obreros en forma
de salario. De donde concluye que toda la parte restante, es decir, que el “producto
industrial” menos el “producto del trabajo” es el “producto del capital”, retribuido
al capitalista. Por ejemplo, si 20 obreros producen 140 unidades de producción, y
el “obrero marginal” número 21 produce 5 unidades más, entonces, el “producto in-
dustrial” es igual a 145 unidades; el “producto del trabajo”, o salario, es igual a 105
unidades (5 × 21), y el “producto del capital”, o ganancia, es igual a 40 unidades (o
sea, 145 – 105).

El mayor defecto de la teoría de la “productividad del capital” es, antes


que nada, su concepción errónea del capital mismo, al que con frecuencia los eco-
nomistas subjetivos lo reducen y limitan a las cosas, al conjunto de los medios de
producción. “Pero el capital no es una cosa material, sino una determinada rela-
380 Francisco Chaparro Zapana

ción social de producción, correspondiente a una determinada formación histórica


de la sociedad, que toma cuerpo en una cosa material y le infunde un carácter social
específico”13. Por eso, el capital de ningún modo es uno de los factores insustituibles
de la producción junto al trabajo y la tierra: la producción de bienes y servicios real-
mente no puede prescindir del trabajo y los medios de producción (incluida la tierra),
pero puede perfectamente prescindir del capital.

Otro defecto de origen de esta teoría radica en que atribuye a los medios de
producción –erróneamente considerados como capital– una capacidad productiva
independiente y diferente a la productividad del trabajo. En efecto, los hombres
producimos los bienes con la ayuda de los medios de producción, sobre todo, máqui-
nas y herramientas. El grado de desarrollo y perfeccionamiento de los instrumentos
de trabajo ejercen enorme influencia sobre el nivel de la productividad del trabajo,
pero no poseen ninguna clase de productividad autónoma.

Finalmente, la teoría de la productividad del capital confunde la producción


de valores de uso con la producción de plusvalía. Los medios de producción son
elementos indispensables del proceso productivo de valores de uso, pero estos no crean
ningún valor nuevo por sí mismos, como tampoco crean plusvalía ni ganancia.

La teoría de la productividad del capital expresa una posición ideológica de


clara apología de la sociedad burguesa. Falseando los hechos, pretende hacer creer
que en el capitalismo no existe la explotación de clases. Clark proclama abierta-
mente que: “Si a cada función productiva se le retribuye según la magnitud de su
producto, entonces cada persona obtiene su producto personal. Si la persona trabaja,
recibe lo que produce su trabajo; además, si él aporta capital, él recibe lo que pro-
duce su capital...”14. El cuento de que la ganancia no es producto de la explotación
capitalista, sino fruto del propio capital, una retribución justa a los capitalistas por
los “servicios” prestados por su capital, es la función ideológica de defensa del capi-
talismo que cumple esta teoría.

En las actuales condiciones del capitalismo, la teoría de la productividad del


capital es difundida ampliamente por muchos economistas burgueses. Así, por ejem-
plo, el economista norteamericano E. H. Chamberlain, quien considera al capital
como un factor especial del proceso productivo junto al trabajo, sostiene que “en la
competencia perfecta cada factor obtiene el valor de su producto marginal”, y llega
a la conclusión de que “la búsqueda de un explotador es una búsqueda absurda”15.
Es evidente que esta teoría de la productividad del capital pretende refutar la teoría

13 Marx, C. El capital, óp. cit. T. 3, p. 821.


14 Clark, John B. La distribución de la riqueza, pp. 42-43, traducido del ruso por F. Ch. Z.
15 Chamberlain, E. H. La teoría de la competencia monopólica, p. 213, traducido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 381

marxista del valor-trabajo, porque esta última demuestra que la ganancia de los capi-
talistas es fruto de la explotación del trabajo asalariado.

6.4. Crítica a la teoría de la “renta del trabajo empresarial”


Los partidarios de esta teoría suponen a los capitalistas como un género espe-
cial de trabajadores, cuyas funciones son: la organización y administración de la pro-
ducción. Por consiguiente, ellos borran toda diferencia cualitativa entre la ganancia
y el salario. Por ejemplo, a medianos del siglo XIX, el economista alemán B. Rosher
definía la ganancia como “salario empresarial”.

En el siglo XX, la concepción de la ganancia como renta del trabajo fue de-
sarrollada por el economista alemán R. Sholthman. Ignorando que el móvil de la
producción capitalista es la obtención de plusvalía, él sostiene que “el fin de la eco-
nomía nacional” es “garantizar el sustento” de todos los miembros necesarios de la
sociedad, tanto a los obreros como a los capitalistas. Según Shtolhman, unos y otros
cumplen “funciones sociales necesarias”, en tanto que la función de los obreros es el
trabajo operativo, la función de los capitalistas es el trabajo organizativo. Él sostiene
también que tanto el salario de los obreros como la ganancia de los capitalistas cons-
tituyen “las rentas de necesidad social”. Son retribuciones justas por las “funciones
socialmente necesarias”. A tenor de sus palabras, la magnitud de cada una de estas
rentas por obra de la competencia se reduce al “mínimo vital” para los representantes
de cada clase, y la suma de las rentas socialmente necesarias forma el valor de las
mercancías.

Esta concepción teóricamente es inconsistente, y en la práctica cumple una


función apologética del capitalismo. Deduce equivocadamente el valor a partir de
los ingresos, y a estos últimos a partir de los “servicios sociales”. Sin decir ya que
el valor comprende en sí no solamente los ingresos (el salario y la plusvalía), sino
también el capital constante, elemento ignorado por Shtolthman, aquí se distorsiona
la relación causal de dos fenómenos. En la vida real no es la magnitud de los ingresos
la que regula la magnitud del valor, sino, a la inversa, es la ley del valor la que regula
las dimensiones de los ingresos de los obreros y de los capitalistas, determinando
tanto el salario como la plusvalía.

Es totalmente erróneo englobar en un mismo rubro el salario de los obreros


y la ganancia de los capitalistas, imaginándolos como la retribución a las “fun-
ciones socialmente necesarias”. Los propios capitalistas, como regla general, están
lejos de cumplir las funciones directivas y/o administrativas del proceso productivo,
ya que para ello contratan personal calificado.

Finalmente, es disparatado imaginar la ganancia como un cierto “mínimo vi-


tal”, cuando los capitalistas no solo viven con lujo y holgada comodidad, sino que
382 Francisco Chaparro Zapana

también acumulan capitales en proporciones crecientes. Mal que les pese a los apo-
logistas burgueses, la ganancia no es un ingreso generado por el trabajo, ni es una
retribución por la labor empresarial, sino un ingreso obtenido por los capitalistas a
costa de la explotación del trabajo asalariado.

Los intentos por hacer creer que la ganancia es una especie de renta labo-
ral, para justificar su razón de ser, son también pretensiones de muchos econo-
mistas burgueses contemporáneos. Por ejemplo, el economista inglés R. F. Ha-
rrod, destacado representante del keynesianismo, proclama que “la ganancia... la
obtienen los hombres a cambio de sus servicios, con sus esfuerzos personales,
con su creatividad imaginativa, con su audacia”, exige “restablecer el respeto
social al empresariado libre, a la ganancia” y “acabar con los ataques al capita-
lismo desde las posiciones colectivistas”16. Esta es una apología desembozada de
la ganancia y el sistema capitalista.

7. LA LEY DE LA TENDENCIA DECRECIENTE DE LA TASA DE GANANCIA

7.1. El factor causal de la tasa media de ganancia decreciente


Como ya lo aclaramos, la tasa de ganancia es inversamente proporcional a la
composición del capital según su valor. Con el desarrollo del capitalismo la compo-
sición valorativa del capital se eleva sobre la base del progreso técnico, es decir, se
eleva la composición orgánica del capital, debido a ello desciende la tasa de ganan-
cia. Esta caída de la tasa de ganancia expresa la tendencia creciente de las fuerzas
productivas de la propia sociedad capitalista.

Se debe tener en cuenta que tanto el perfeccionamiento técnico en una em-


presa, como la elevación de la composición orgánica del capital individual, en ab-
soluto traen consigo la caída de la tasa de ganancia. Al contrario, el capitalista que
hace una innovación técnica obtiene una sobreganancia igual a la diferencia entre el
precio social y el precio individual de producción. Por eso, también está interesado
en emplear la técnica más avanzada en su empresa. Pero al generalizarse el proceso
técnico a toda la sociedad capitalista se reducen los precios sociales de producción y
desciende la tasa media de ganancia de toda la clase capitalista.

Y así, la elevación de la composición o estructura orgánica del capital indi-


vidual trae consigo la elevación de la tasa de ganancia individual del capitalista,
pero la elevación de la composición orgánica del capital social trae consigo la
disminución de la tasa media de ganancia. Impulsados por el afán de obtener una
superganancia, los capitalistas elevan la composición técnica y orgánica del capital,

16 Harrod, R. F. Acerca de la teoría de la dinámica económica. Nuevas conclusiones de la teoría económica y su apli-
cación en política económica. IL, 1959, p. 189, traducido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 383

cada cual en su empresa, y el resultado objetivo de la elevación de la composición


orgánica del capital, cada cual en su empresa, y el resultado objetivo de la elevación
de la composición orgánica del capital, cada cual en su empresa, y el resultado ob-
jetivo de la elevación de la composición orgánica del capital en toda la sociedad es
la tendencia decreciente de la tasa media de ganancia. En esto, evidentemente, se
expresa el fenómeno típico de las leyes económicas espontáneas del capitalismo: los
resultados objetivos de la acción de los hombres con frecuencia no corresponden a
sus fines subjetivos.

7.2. El volumen creciente de la ganancia con una tasa de ganancia decre-


ciente
Con el desarrollo del capitalismo, no obstante que la tasa de ganancia es des-
cendente, el volumen de ganancia se acrecienta. Esto está determinado, en primer
lugar, porque aumenta el número de obreros ocupados en la producción capitalista;
y en segundo lugar, porque se eleva el grado de explotación a los obreros. Pero am-
bos factores contribuyen a elevar el volumen de plusvalía. Y como el volumen de
ganancia, del que se apropia la clase capitalista, está determinado por el volumen de
plusvalía producida por la clase obrera, entonces, con el desarrollo del capitalismo
se eleva el volumen de la ganancia.

Supongamos que en determinados intervalos el capital constante aumenta en


cuatro veces, mientras que el capital variable solo aumenta en dos veces, y que la
tasa de plusvalía es de 100%. En ese caso tendremos:

Norma de
Capital Capital Masa de plusvalía Tasa de
plusvalía
constante variable y ganancia ganancia (en %)
(en 100%)
100 100 100 100 50
400 200 100 200 33.3
1600 400 100 400 20
6400 800 100 800 11.1

Aquí una reducción de la tasa de ganancia del 50 al 11% está acompañada de


un incremento del volumen de ganancia de 100 a 800 unidades, mientras que este
último está determinado por el correspondiente incremento del capital variable. El
incremento del volumen de ganancia podría ser mayor, si se toma una tasa de plus-
valía creciente en lugar de una constante (100%).

El proceso de acumulación del capital trae consigo un resultado ambiguo:


por un lado, provoca un incremento absoluto del capital a la vez que incrementa el
volumen de ganancia; por otro lado, está acompañado por una relativa disminu-
384 Francisco Chaparro Zapana

ción del capital variable (es decir, por una disminución de su participación en todo
el capital, en relación al crecimiento de la composición orgánica del capital), lo que
motiva una tasa de ganancia decreciente.

7.3. Factores neutralizantes de la caída de la tasa de ganancia


Con el desarrollo del capitalismo, la composición orgánica del capital crece
con relativa rapidez, pero casi nunca se produce una caída demasiada rápida de la
tasa de ganancia. Esto se debe a que a la acción de la creciente composición orgánica
del capital se le opone una serie de factores. Entre ellos destacan:

A) La elevación del grado de explotación del trabajo. Con el desarrollo del capi-
talismo, como ya lo analizamos con anterioridad, se eleva la tasa de plusvalía,
la que influye elevando la tasa de ganancia o neutralizando su caída provocada
por la creciente composición orgánica del capital. Esto lo podemos ilustrar
con los datos del siguiente ejemplo:
Norma de Masa de
Capital Capital Tasa de ganancia
plusvalía plusvalía y
constante variable (en %)
(en 100%) ganancia
100 100 100 100 50
400 200 120 240 40
1600 400 150 600 30
6400 800 225 1800 25

En este ejemplo, la tasa de ganancia disminuye en menor grado que en el an-


terior, porque la elevación del grado de explotación del trabajo neutraliza la
caída de la tasa de ganancia.
B) La caída del salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo. Según las
causas analizadas en los temas anteriores, el salario desciende por debajo del
valor de la fuerza de trabajo. Cuando los capitalistas compran la fuerza de tra-
bajo a cambio de salarios inferiores a su valor, obtienen ganancias adicionales,
lo que modera la caída de la tasa media de ganancia.
C) El abaratamiento de los elementos del capital constante. Este abaratamiento
determina que la composición orgánica del capital crezca más lentamente que
su composición técnica. Por ejemplo, si inicialmente a cada obrero le corres-
pondían una máquina de 4000 dólares y una tonelada de materia prima cuyo
valor era de 1000 dólares, y, posteriormente, la cantidad de máquinas y ma-
teria prima requerida por cada trabajador aumenta en cuatro veces, mientras
que el valor de cada máquina y de cada tonelada de materia prima disminuye
en dos veces, o sea que una máquina costaría 2000 dólares y la tonelada de
materia prima, 500 dólares. En este caso, el valor total de máquinas y materia
prima por trabajador aumentará solo en dos veces (de 5000 a 10 000 dólares).
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 385

Por consiguiente, el abaratamiento de los elementos del capital constante hace


más lenta la elevación de la composición orgánica del capital, y al mismo
tiempo hace también más lenta la caída de la tasa media de ganancia.
D) La superpoblación relativa. Al reducirse el nivel del salario por debajo del
valor de la fuerza de trabajo, con mucha frecuencia la superpoblación relati-
va permite a los capitalistas emplear la mano de obra barata con mucha más
ventaja que las máquinas. La superpoblación relativa es la base para que se
mantengan empresas y ramas de la producción con tecnología anticuada, cuyo
principal apoyo es el trabajo manual. Esto en alguna medida obstaculiza el
ascenso de la composición técnica y orgánica del capital en la sociedad, lo que
a su vez contiene la caída de la tasa media de ganancia.
E) El comercio exterior. Este impide la caída de la tasa de ganancia por tres razo-
nes. En primer lugar, el comercio exterior permite a los capitalistas importar
materia prima barata de los países subdesarrollados, lo que abarata los ele-
mentos del capital constante. En segundo lugar, el comercio exterior permite
a los capitalistas la posibilidad de importar productos alimenticios baratos, lo
que repercute reduciendo el valor de la fuerza de trabajo y elevando la tasa
de plusvalía. Y en tercer lugar, el comercio exterior reporta superganancias a
los empresarios de los países desarrollados, debido a que en el mercado mun-
dial, los precios de las mercancías están determinados por los costos interna-
cionales promedios de producción, y los costos de producción de los países
desarrollados son inferiores al nivel promedio internacional. En la época del
imperialismo a esta superganancia se suma otra obtenida como resultado de
las ventas de productos manufacturados por las potencias industrializadas a
los países subdesarrollados a elevados precios de monopolio, succionando de
estos últimos las materias primas y los productos alimenticios a bajos precios
de monopolio. Las superganancias del comercio exterior aumentan la suma
total de ganancias de la gran burguesía de los países desarrollados, cuya ac-
ción también tiende a contener la caída de la tasa media de ganancia del siste-
ma mundial capitalista en su conjunto.

De todo lo expuesto se desprende la conclusión de que: “Las mismas causas
que producen la baja de la cuota general de ganancia provocan efectos con-
trarios que entorpecen, amortiguan y en parte paralizan aquella acción. No
anulan la ley, pero sí atenúan sus efectos… Por eso, esta ley solamente actúa
como una tendencia cuyos efectos solo se manifiestan palmariamente en de-
terminadas circunstancias y en el transcurso de largos períodos”17.

17 Marx, C. El capital, óp. cit. T. 3, p. 261.


386 Francisco Chaparro Zapana

7.4. La ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y el desarrollo


de las contradicciones del capitalismo.
La ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia actúa en las condicio-
nes del desarrollo cíclico de la economía capitalista, su proceso transcurre periódica-
mente por las fases de crisis, depresión, reactivación y expansión. Durante la expan-
sión industrial, a pesar de elevarse la composición orgánica del capital, los efectos
de esta ley no se manifiestan inmediatamente, porque en esta fase los precios de las
mercancías se elevan por arriba de sus precios de producción, entonces también se
eleva la tasa de ganancia. Pero tras cada fase expansiva continúa de modo inminente
la crisis económica, y durante la crisis los precios descienden bruscamente, situán-
dose por debajo de los precios de producción. Simultáneamente, ocurre una caída
brusca de la tasa de ganancia. Así, durante el ciclo industrial, la tasa de ganancia
experimenta fuertes oscilaciones: de alzas en las fases de expansión industrial y
de caídas bruscas durante la crisis.

Semejante carácter contradictorio del movimiento de la tasa de ganancia agu-


diza, a su vez, las contradicciones del capitalismo. La búsqueda afanosa de la ga-
nancia es el único estímulo que dinamiza la producción capitalista. Por eso, cuando
la tasa de ganancia es alta, los capitalistas amplían desenfrenadamente la capacidad
instalada de sus empresas y construyen otras nuevas, y los volúmenes de producción
se expanden con mayor o menor rapidez. Al contrario, en los períodos de crisis,
cuando la tasa de ganancia desciende bruscamente, el crecimiento de la producción
no les conviene a los capitalistas, y por ello reducen los volúmenes de la producción.
En consecuencia, la caída de la tasa de ganancia debido al desarrollo de las fuerzas
productivas del capitalismo, termina siendo un serio obstáculo al desarrollo de las
propias fuerzas productivas.

A primera vista, durante la crisis se grafica una situación paradójica: de una


parte, hay un stock excedente de capitales que no son usados y, de otra parte, apa-
rece un contingente excedente de trabajadores, debido a que muchos de ellos son
despedidos de las empresas y pasan a engrosar el ejército de los desocupados. En
semejante situación: ¿por qué no poner en marcha una producción de pleno em-
pleo combinando los medios de producción excedentes con la fuerza de trabajo ex-
cedente? Pero no es la falta de fuerzas productivas lo que impide la expansión de la
producción, sino las relaciones capitalistas de producción que estrechan la demanda.
La producción capitalista “… se paraliza, no donde lo exige la satisfacción de las ne-
cesidades, sino allí donde lo impone la producción y realización de la ganancia”18.

Al accionar la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, se


manifiesta claramente un conflicto entre la expansión de la producción y el incre-

18 Ibídem, p. 281.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 387

mento del valor. Mientras la expansión de la producción promete a los capitalistas


un significativo incremento del valor, es decir, la obtención de una elevada tasa de
ganancia, ellos amplían febrilmente la producción. Pero tan pronto la elevación del
valor se torna en contracción brusca, es decir, cuando la tasa de ganancia cae, los
capitalistas dejan de ampliar la producción y, por el contrario, reducen sus propor-
ciones. Esto muestra las limitaciones del sistema económico capitalista, su incapa-
cidad para garantizar un crecimiento sostenido. Y un sistema económico incapaz de
garantizar un desarrollo libre de sus fuerzas productivas, tarde o temprano tiende a
colapsar inexorablemente.

En el socialismo, la producción debe expandirse no solo para obtener la máxi-


ma ganancia, sino para garantizar la más plena satisfacción de las crecientes necesi-
dades materiales y espirituales del pueblo. Esta debe ser una de las mayores ventajas
del sistema económico socialista frente al capitalismo.

8. LA TASA DE GANANCIA MONOPÓLICA

8.1. Formación de la tasa de ganancia monopólica


La formación de la tasa media de ganancia la hemos analizado en base al su-
puesto de una libre competencia perfecta. Sin embargo, en la época del capitalismo
monopolista, la competencia perfecta es más utópica que real, porque los monopo-
lios dominan la producción y el comercio de mercancías.

La concentración de un enorme poder económico en sus manos permite a los


monopolios obtener ganancias colosales, cuyos volúmenes superan en mucho a la
tasa media de ganancia.

Las elevadas ganancias obtenidas por los monopolios industriales compren-


den los siguientes elementos: 1. La ganancia media; 2. La superganancia como la
diferencia entre el valor social y el valor individual de las mercancías; y 3. La super-
ganancia monopólica, debido a los precios de monopolio19.

Los monopolistas se apropian de la ganancia media no por ser tales, sino sen-
cillamente por su condición de capitalistas. Los monopolios se apropian de la di-
ferencia que hay entre el valor social y el valor individual de las mercancías de las
mejores empresas, en la medida que ellos, por disponer de mayores capitales que los
capitalistas no monopolistas, tienen mayores posibilidades de aplicar las mejores
técnicas, tecnologías y métodos organizativos de la producción.

19 Se debe tener en cuenta que las ganancias de la burguesía monopolista son significativamente mayores, en su
conjunto, que la ganancia industrial monopólica, analizada en este tema.
388 Francisco Chaparro Zapana

Finalmente, la superganancia monopólica, debido ante todo a los precios mo-


nopólicos de venta superiores a sus valores (o precios de producción), es una forma
económica específica en la que se manifiesta la dominación de los monopolios.

En adelante, por el término “ganancia monopólica” se entenderá toda la ga-


nancia de la que se apropian los monopolios industriales, la que está incluida en los
precios de las mercancías que ellos comercializan.

8.2. Las diferencias entre la ganancia media y la ganancia monopólica


La ganancia de monopolio se diferencia de la ganancia media:

A) Según el destinatario. En la época de la libre competencia del capitalismo,


la ganancia media la obtenía cualquier capitalista cuya empresa operara en
condiciones socialmente normales de producción. Sin embargo, la ganancia
monopólica solo la obtienen los capitalistas que participan de las asociaciones
monopólicas de empresarios.
B) Según su número. La ganancia monopólica es mayor que la ganancia media,
y mucho mayor que la ganancia de las empresas que no están monopoliza-
das. Por ejemplo, en 1960, en los EE. UU., las ganancias de todas las com-
pañías de la industria de transformación constituían el 14,8% en relación
a sus propios capitales. Pero en las grandes corporaciones, con activos
mayores de 1000 millones de dólares, esta tasa era del 17,4%: mientras
que en las pequeñas corporaciones, con activos de 1 millón a 5 millones
de dólares, era solamente del 8,2%. En el último trimestre de 1965, las
mayores corporaciones de la industria de transformación de los EE. UU., con
activos mayores a los 100 millones de dólares, obtenían por cada dólar de sus
ventas 11,8 centavos de dólares de ganancia; mientras que las pequeñas cor-
poraciones con activos de 1 millón de dólares obtenían por cada dólar de venta
solo 3,8 centavos de dólar de ganancia. “... El monopolio –decía V. I. Lenin–
da una superganancia, o sea una ganancia excedente superior a la normal y
corriente del mundo de la ganancia capitalista”20.
Los monopolios, por disponer de enormes capitales y obtener elevadas tasas
de ganancia, se apropian de colosales sumas de ganancias crecientes. Las ga-
nancias obtenidas por las grandes corporaciones norteamericanas confirman
esta situación. De las 183 mil corporaciones de la industria de transformación,
solo 177 corporaciones más grandes (o sea, menos de 1/1000 del número to-
tal) captaban en 1963 cerca del 64% de la ganancia total de las compañías
industriales. La suma anual de ganancias de estas 177 mayores corporaciones
industriales se incrementó, entre 1948 y 1965, de 7 900 millones a 22 000
millones de dólares.

20 Lenin, Vladimir Ilich. “El imperialismo y la escisión del socialismo” (1916). En: Obras completas. T. 30, p. 173, tradu-
cido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 389

C) Según las fuentes. Al analizar la ganancia media constatamos que su única


fuente es la plusvalía creada por los trabajadores asalariados. En lo que se re-
fiere a la ganancia monopólica, por analogía, tiene también como su principal
fuente la plusvalía. Sin embargo, como lo demostraremos a continuación. La
ganancia monopólica no solo succiona la plusvalía, sino también parte del
valor creado por el trabajo de los pequeños productores, tanto de los propios
países desarrollados como en mayor grado de los países subdesarrollados.

8.3. Las diferencias entre la superganancia monopólica y la superganancia


corriente
La superganancia monopólica se diferencia sustancialmente de la superganan-
cia del tipo anterior, la que existía antes del capitalismo premonopolista y que aún
continúa subsistiendo en la época del imperialismo. Las principales diferencias entre
ambas formas de superganancia son:

A) Según los destinatarios. En la época del capitalismo de libre competencia,


la superganancia la obtenían solo algunos capitalistas, en cuyas empresas el
valor individual de las mercancías resultaba ser menor que su valor social.
Pero la superganancia monopólica la perciben no los capitalistas individuales,
sino los capitalistas que integran los grupos monopólicos. De ella se apropian
todos los monopolios, aunque en diversas proporcionalidades.
B) Según la forma de obtenerla. La superganancia corriente se obtiene mediante
la innovación técnica en las empresas en forma aislada, lo que motiva la re-
ducción del valor individual de las mercancías por debajo de su valor social.
Muchos monopolios también perciben esta superganancia. Pero, el dominio
monopólico en la producción y en el mercado se realiza en una superganancia
monopólica específica, obtenida mediante la imposición de altos precios de
monopolio, al margen de la innovación técnica.
C) Según los plazos de su obtención. La superganancia corriente se la obtiene
por un plazo más corto, en tanto una determinada empresa de punta posea un
nivel de productividad superior al promedio social. Por el contrario, la super-
ganancia monopólica representa en sí un ingreso permanente de la burguesía
monopolista, aun cuando su magnitud está expuesta a oscilaciones en las dis-
tintas fases del ciclo industrial.

8.4. Las fuentes de la ganancia monopólica


Las elevadas ganancias monopólicas tienen tres fuentes fundamentales:

La principal fuente de las ganancias monopólicas es la plusvalía producida


por los trabajadores asalariados y, en parte, el valor de la fuerza de trabajo. En
390 Francisco Chaparro Zapana

las empresas monopolistas el grado de explotación es elevado, en especial debido


a diversos sistemas aplicados para lograr la más desenfrenada intensificación del
trabajo. Los monopolios no solo explotan a sus propios trabajadores, sino también a
los trabajadores de las empresas no monopolizadas mediante el mecanismo de venta
de mercancías a precios superiores a su valor. Cuando los monopolios elevan los
precios de los productos de consumo que venden a la masa trabajadora, provocan la
caída del salario real por debajo del valor de la fuerza de trabajo. A consecuencia de
ello, se convierte en ganancia monopólica no solo el valor excedente creado por los
trabajadores asalariados por encima del valor de la fuerza de trabajo, sino también
parte del valor de la propia fuerza de trabajo. Dicho de otro modo, los monopolios
explotan a los trabajadores asalariados apropiándose además del trabajo excedente,
también de una parte de su trabajo necesario.

La segunda fuente de la ganancia monopólica es el valor creado por el tra-


bajo de los pequeños productores de los países desarrollados. Los monopolios no
solo explotan a los trabajadores asalariados, sino también a las capas trabajadoras no
asalariadas, a los pequeños productores del campo y la ciudad (artesanos y campesi-
nos). Esta explotación la realizan estableciendo precios elevados para los productos
de las empresas monopólicas y bajos precios para los productos comprados por ello
a los pequeños productores.

La tercera fuente de la ganancia monopólica es el valor creado por los tra-


bajadores de los países en vías de desarrollo. Los monopolios extraen sus ganan-
cias y superganancias internamente y también en el exterior, sobre todo mediante
la explotación de los pueblos de los países en vías de desarrollo. Esta explotación
adquiere formas variadas de las que nos ocuparemos con detalle más adelante. Aquí
nos limitamos a señalar el intercambio desigual como una de esas formas en que los
monopolios venden sus mercancías en los países pobres a precios mayores que su
valor y comprándoles, a su vez, productos a precios inferiores a su valor, tal como
sucedió durante tanto tiempo con el petróleo antes de la OPEP. Las superganancias
obtenidas anualmente a través del intercambio desigual por los capitalistas de los
países desarrollados, según cálculos preliminares, en los años sesenta, bordeaban
entre los 14 000 y 16 000 millones de dólares.

La ganancia monopólica también es obtenida, en parte, mediante la redis-


tribución de la plusvalía al interior de la misma clase capitalista en mayor prove-
cho de la burguesía monopolista. Cuando los monopolios venden sus mercancías
a precios superiores a su valor a los capitalistas no monopolistas, y cuando estos no
pueden responderles de la misma forma, entonces se produce la transferencia de una
parte del valor del sector de la burguesía no monopolista al sector monopolista. En
este caso, la fuente de la ganancia monopólica sigue siendo la plusvalía creada por
los trabajadores de las empresas no monopolizadas.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 391

8.5. La ganancia monopólica es una categoría económica del capitalismo


monopolista
La ganancia media expresa, antes que nada, las relaciones entre las clases
trabajadora asalariada y la capitalista, y también las relaciones al interior de esta
última.

La ganancia monopólica expresa un conjunto más complejo de relaciones de


producción, entre ellas:
A) Las relaciones de explotación entre la burguesía monopolista y la clase obre-
ra.
B) Las relaciones de explotación entre la burguesía monopolista y los pequeños
productores de los países capitalistas desarrollados.
C) Las relaciones de explotación entre la burguesía monopolista de las potencias
imperialistas y las masas trabajadoras de los países subdesarrollados.
D) Las relaciones de competitividad entre la burguesía monopolista y la burgue-
sía no monopolista, como también entre los propios monopolios, cada uno de
los cuales lucha contra los demás, esforzándose por arrebatar para sí el máxi-
mo de ganancia.

Como la ganancia monopólica es producto de la explotación no solamente


del proletariado, sino de todos los trabajadores, entonces, los intereses de las más
amplias masas populares se contraponen a los intereses de la burguesía monopolista,
razón por la cual los pueblos explotados están profundamente interesados en frenar
y, en lo posible, liquidar el poderío omnímodo de los monopolios. En esa perspectiva
se movilizan y tienden a unificarse las fuerzas democráticas de todas las latitudes del
planeta, desplegando su lucha en contra de la oligarquía financiera internacional y el
poderío de los monopolios.

8.6. La ganancia monopólica y la tasa media de ganancia


La aparición de la ganancia monopólica no ha significado la desaparición de
la tasa media de ganancia como categoría económica. Como ya lo expusimos, la
tasa media de ganancia es aquel índice referido a todo el capital social, y es igual a
la relación de la plusvalía global con el capital social global. Si bien en la época del
imperialismo la burguesía monopolista tiene la hegemonía del poder, no obstante,
no constituye toda la clase capitalista, ni tampoco la suma de sus capitales es todo el
capital social. La burguesía monopolista convive con la burguesía no monopolista,
la que también invierte capitales y explota a los trabajadores asalariados. Por eso,
en la época del capitalismo monopolista conservan su significado las magnitudes
variables, tales como: la plusvalía global, el capital social global y la tasa media de
ganancia.
392 Francisco Chaparro Zapana

Sin embargo, esto de ningún modo significa que se produzca una nivelación
de la tasa de ganancia entre los monopolios y las demás empresas capitalistas no mo-
nopolizadas. La tasa de ganancia de las empresas monopolistas sobrepasa siempre a
la tasa media de ganancia, mientras que la tasa de ganancia de los capitalistas que no
participan de los consorcios monopólicos permanentemente tiende a ser inferior a la
tasa media de ganancia.

Pero, al mismo tiempo, los monopolios no pueden eliminar la competencia in-


tersectorial, lo que se pone de manifiesto en la migración de capitales de los sectores
de más baja tasa de ganancia a los de mayor tasa de ganancia. Al elevar los precios de
las mercancías, los monopolios aseguran para sí la obtención de las superganancias.
Pero eso no solo estimula la creación de nuevas empresas no monopolizadas, sino
también la invasión de otros monopolios al sector dado. Por ejemplo, las elevadas
ganancias del trust petrolero “Standard Oil Company”, de Rockefeler, atrajeron la
invasión de los grupos Morgan y Mellon hacia la industria petrolera estadounidense;
las altas ganancias del magnate del automóvil Ford llevaron hacia esta industria a
otras compañías (General Motor Corporation, Chrysler, etc.). A su vez, la acción del
mecanismo de la competencia intersectorial determina la tendencia hacia la nivela-
ción de la tasa de ganancia entre los diversos sectores económicos, sin embargo que
en cada uno de estos se mantiene una enorme desigualdad entre las tasas de ganan-
cias de los monopolios y las de empresas no monopolizadas.

8.7. La apología burguesa de la ganancia monopólica


Al desnaturalizar la esencia del monopolio, los economistas burgueses conci-
ben también una idea distorsionada de la ganancia de monopolio. Tal distorsión, en
especial, se manifiesta en la concepción teórica de Chamberlain sobre la ganancia de
monopolio, cuyos argumentos ya fueron refutados páginas antes.

Chamberlain rompe la relación entre el monopolio y la ganancia monopó-


lica. Él sostiene, en forma errónea, que la esencia de los monopolios es la “diferen-
ciación del producto”, la que puede requerir de elevados costos debido a los cuales,
incluso en presencia del monopolio, no habrá elevada ganancia de monopolio. Esta
apreciación desnaturaliza la realidad, porque los monopolios se forman precisamen-
te para apropiarse de la superganancia monopólica; por lo tanto el monopolio sin la
ganancia monopólica es un absurdo.

La otra tergiversación de Chamberlain radica en que niega la principal fuente


de la superganancia monopólica, es decir, niega que esta sea fruto de la sobreex-
plotación del proletariado. Según él, esta ganancia se obtiene solo a costa de los
compradores.

Finalmente, según la tercera tergiversación de Chamberlain, los propios obre-


ros también perciben ganancia de monopolio. Muchos economistas burgueses con-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 393

sideran a los sindicatos como una de las variantes del monopolio. Compartiendo
ese punto de vista, Chamberlain proclama que: “Aquí el asunto es que no solo en el
mercado del trabajo actúan los elementos del monopolio y la competencia, sino que
también los mismos trabajadores actúan como pretendientes a una parte de la renta
total de aquellas firmas cuyos productos son vendidos en los mercados de competen-
cia monopólica”21. Esto significa que él niega totalmente la esencia explotadora de
la ganancia de monopolio, a la vez que pretende sustituir la contradicción de clases
por una aparente armonía de intereses entre los monopolios y los trabajadores. Sin
embargo, en la realidad de los hechos, los monopolios y los obreros no son “socios
copartícipes” en la obtención de la ganancia de monopolio, porque sus intereses son
antagónicos.

9. LOS PRECIOS DE MONOPOLIO Y LA LEY DEL VALOR

9.1. Las dos formas de precios de monopolio


El mecanismo de los precios cumple un rol muy importante en la obtención de
elevadas ganancias monopólicas, por cuanto la ganancia de los monopolios indus-
triales es igual a la diferencia de la suma de los precios de los productos vendidos
menos la suma de sus costos de producción. Los precios de monopolio, en la acep-
ción más amplia de la palabra, son aquellos establecidos por los monopolios, cu-
yos niveles difieren del valor (y de los precios de la producción) de las mercancías
y aseguran la obtención de la ganancia de monopolio.

Se debe diferenciar las dos formas de precios de monopolio: 1. Los altos pre-
cios de monopolio, o sea los precios establecidos por los monopolios sobre las mer-
cancías producidas por ellos, y 2. Los bajos precios de monopolio, o sea los precios
establecidos por los monopolios sobre las mercancías compradas por ellos. Entre
estas últimas: a) las mercancías producidas por los campesinos y artesanos en los
países capitalistas desarrollados; y b) las mercancías producidas por las economías
de los países subdesarrollados.

Las dos formas de los precios de monopolio representan en sí la realización


económica del doble dominio de los monopolios capitalistas. En primer lugar, el do-
minio monopólico en la producción y comercialización de sus mercancías la realizan
imponiendo elevados precios de monopolio sobre dichas mercancías. En segundo
lugar, el dominio monopólico en el mercado –al comprar las mercancías de los cam-
pesinos y artesanos de su propio país, y de los países subdesarrollados– se realiza
mediante el establecimiento de bajos precios de monopolio sobre estas mercancías.

Como resultado de la imposición, tanto de los elevados como de los bajos


precios de monopolio, hacen su aparición los llamados precios recortados. Antes que

21 Chamberlain, E. H. Óp. cit. p. 380, traducido del ruso por F. Ch. Z.


394 Francisco Chaparro Zapana

nada, los precios recortados se establecen para los productos industriales y agrícolas.
Por ejemplo, si tomamos como 100 el nivel de los precios de los años 1910-1914
de todos los productos de las granjas de los EE. UU., como también el nivel de los
precios de las mercancías compradas por ellas, pues en 1965 el nivel de los primeros
era 248, y el de los últimos, 321. En otras palabras, al comprar mercancías a los gran-
jeros norteamericanos se debía pagar precios más altos en 3,2 veces que en la víspera
de la Primera Guerra Mundial, pero al vender sus mercancías ellos ganan no en 3,2
veces, sino en 2,5 veces más. Esto significa que a cambio de una determinada canti-
dad de su producción un granjero podía adquirir en 1965 aproximadamente 1/5 parte
menos de productos industriales que en vísperas de la Primera Guerra Mundial.

También hay recortes de precios entre los precios de las mercancías exporta-
das por los países imperialistas y los precios de las mercancías importadas por ellos
de los países subdesarrollados. Si tomamos para 1881-1885 como 100 la relación
del índice de precios de las materias primas exportadas por los países subdesarrolla-
dos con relación al índice de precios de las manufacturas exportadas por los países
capitalistas desarrollados, pues para 1936-1938, esta relación es solo 63. Por consi-
guiente, por la misma cantidad de productos los capitalistas de los países altamente
desarrollados lograban adquirir aproximadamente en 2/5 más de los productos de los
países subdesarrollados.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el intercambio desigual entre los paí-


ses económicamente desarrollados y subdesarrollados se ha acrecentado de manera
ostensible. Por ejemplo, los países del África, Asia y América Latina en 1962 podían
importar con las ganancias de sus exportaciones artículos industriales acabados en
un 20-25% menos que en 1952. La importación de un tractor Hanna en 1962 se can-
celaba con 3 toneladas de cacao, y en 1965 con 7 toneladas.

9.2. Los elevados precios de monopolio


A diferencia del precio de producción, que representa los costos de produc-
ción más la ganancia media, un elevado precio de monopolio equivale a los costos
de producción, más la ganancia media y más la superganancia monopólica. Por
eso un elevado precio de monopolio siempre es superior al precio de producción y,
generalmente, también es superior al valor de las mercancías monopolizadas.

En su afán por obtener una superganancia, los monopolios elevan sistemáti-


camente los precios de las mercancías, y el establecimiento de poderosos consorcios
monopólicos en uno u otro sector de la industria contribuyen, al mismo tiempo, a
elevar los precios. Por ejemplo, el precio de 100 kilogramos de cobre en el mercado
mundial en 1886 era 163 francos, pero, al organizarse en 1887 el Sindicato Interna-
cional del Cobre, su precio se elevó hasta 267 francos, en 1888. En 1926 se organizó
el cártel europeo del acero, y en aquel mismo año el precio del hierro de alta calidad
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 395

en el mercado mundial se elevó de 96 a 118 marcos por tonelada. Mientras que en


las épocas del capitalismo premonopolista las caídas de los precios de las mercancías
eran mantenidas durante períodos largos, en la época del capitalismo monopolista
tienen lugar las elevaciones de los precios de mercado.

El establecimiento de elevados precios, por los monopolios, para sus mercan-


cías cumple un importante rol en la elevación de sus ganancias. Por ejemplo, desde
1953 a 1959, los monopolios del acero de los EE. UU. elevaron el precio de este en
36%, y la tasa de ganancia se elevó de 8 a 16,6%.

Los elevados precios de monopolio son una variante especial de los precios
de mercado, mediante la cual se pone de manifiesto el poder de los monopolios en
la producción y comercialización de las mercancías. Mientras que en la época del
capitalismo de libre competencia los precios de mercado pueden superar a los precios
de producción solo durante períodos cortos, en la época del capitalismo monopolista
los precios de producción de la industria monopolizada tienden a mantenerse durante
períodos largos por encima del precio de producción y del valor. La diferencia entre
los precios de monopolio y el valor puede ser mayor incluso cuando los precios son
estables o ligeramente descendentes, aun si se produjera una caída significativa del
valor de las mercancías.

Se sobrentiende que para que el precio de mercado supere durante un largo


tiempo al valor y precio de producción no es suficiente solo el deseo de los monopo-
listas de inflar los precios. Las condiciones objetivas que permiten a los monopolios
mantener los precios en un nivel elevado dependen de la limitación indirecta que
ellos imponen sobre la oferta de mercancías. Los propios monopolistas restringen la
producción en sus empresas; además, la acondicionan hasta arruinar a muchas em-
presas no monopolizadas. Esto limita la producción y la oferta de mercancías de las
empresas no monopolizadas. Finalmente, los monopolios con la ayuda de la política
proteccionista aplicada por el Estado burgués limitan la importación de mercancías
del extranjero, lo que también contribuye al establecimiento y mantenimiento de los
elevados precios de monopolio.

El contenido de clase de los precios de monopolio radica en que estos sirven


de medio de consolidación de la explotación a todos los trabajadores. Los precios
elevados de las mercancías monopolizadas son usados para reforzar la explotación
no solo del proletariado, sino también de los pequeños productores mercantiles.
Mientras que la imposición de bajos precios de compra para los productos del trabajo
de los pequeños productores, por parte de los monopolios compradores, contribuye
a consolidar en gran medida la explotación de los sectores de trabajadores no prole-
tarizados, en especial del campesinado.
396 Francisco Chaparro Zapana

9.3. El precio de monopolio y la ley del valor


No obstante que los precios de monopolio de las mercancías, como regla ge-
neral, superan su valor, esto no significa que la ley del valor en la época del capita-
lismo monopolista haya perdido su vigencia.

En primer lugar, en la época del capitalismo monopolista la ley del valor


determina la suma general de los precios de las mercancías. Es cierto que la suma
general de los precios de monopolio elevados supera la suma total del valor de las
mercancías monopolizadas; pero, a la venta de estas mercancías por encima de su
valor, se contrapone la venta por debajo del valor de las mercancías de las empresas
no monopolizadas, en particular de los pequeños productores, como también del
valor de la mercancía específica fuerza de trabajo. De esta forma, todo lo ganado
por los monopolios es lo que han perdido los obreros y los pequeños productores,
como también las masas trabajadoras de los países en vías de desarrollo. Si bien los
elevados precios de monopolio no incrementan la suma general de los valores mer-
cantiles, imponen la redistribución de dicha suma en beneficio de los monopolios.

En segundo lugar, la ley del valor mediante el mecanismo de la competencia


impone determinados límites a la elevación de los precios de monopolio. Una ele-
vación brusca de estos precios agudiza la competencia, ocasionando la aparición de
nuevas empresas no monopolizadas y desplazando las mercancías cuyos precios se
han elevado desmesuradamente por otras que las sustituyan. A su vez, esto ocasiona
con frecuencia la caída de los precios de monopolio. Por ejemplo, a fines de los años
veinte los precios del cobre –que inicialmente fueron elevados fuertemente por el
sindicato internacional del cobre– cayeron debido a la competencia entablada por el
aluminio y otros elementos sustitutos.

La acción de la ley del valor también se manifiesta cuando la productividad


del trabajo en un sector altamente monopolizado se eleva con más fuerza que en
otros sectores, y por consiguiente, el valor de las mercancías en aquel sector descien-
de más fuertemente que en toda la sociedad. Esto se refleja también en la correlación
de precios: se reducen los precios allí donde el valor de las mercancías ha descendi-
do con más fuerza. Por ejemplo, en los EE. UU., de 1895 hasta 1964, el precio del
aluminio descendió en 2,5 veces, mientras que el índice general de precios se había
elevado en 3,7 veces. De esta manera, el aluminio resultó más barato en más de 9 ve-
ces que otros productos; debido a que el incremento de la productividad del trabajo
en dicha rama industrial transcurría más rápidamente, y el valor de las mercancías
cayó con más fuerza que en toda la industria.

Y en tercer lugar, los monopolios no están en condición de mantener en forma


permanente los precios elevados en un determinado nivel, debido a las oscilaciones
cíclicas de la economía capitalista. Con la reactivación y la expansión de la indus-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 397

tria, los monopolios elevan fuertemente los precios de las mercancías; sin embargo,
al desencadenarse la crisis, se produce la caída de los precios, y con frecuencia de
manera brusca. Por eso es necesario tener en cuenta que los propios precios de mo-
nopolio constituyen el factor que agudiza la crisis, ya que, al empeorar la situación
de las masas trabajadoras, ahondan la desproporcionalidad entre el crecimiento de la
producción y la reducción relativa de la capacidad adquisitiva. El efecto de la caída
de los precios durante las crisis confirma que los monopolios no pueden regular a su
antojo los precios de las mercancías. La ley espontánea del valor continúa actuando
en la época del capitalismo monopolista, pero su acción se manifiesta bajo formas
mucho más agudas y destructivas especialmente durante las crisis económicas.
C CAPÍTULO XI

Reproducción y acumulación del capital.


Formación y desarrollo de los monopolios

1. CONCEPTOS GENERALES DE LA REPRODUCCIÓN SOCIAL. PARTICU-


LARIDADES DE LA REPRODUCCIÓN CAPITALISTA

1.1. La producción y la reproducción


La satisfacción de las necesidades de los hombres y, por consiguiente, la exis-
tencia misma de la sociedad serían imposibles sin la renovación mínima y sistemáti-
ca del proceso de la producción. Según Carlos Marx, “todo proceso social conside-
rado en sus constantes vínculos y en el flujo ininterrumpido de su renovación es,
al mismo tiempo, un proceso de reproducción” 1.
La renovación sistemática del proceso de producción presupone la reproduc-
ción sistemática de la fuerza de trabajo. Esta reproducción se da como resultado de la
satisfacción de las necesidades personales de los productores, cuya fuerza de trabajo
se restablece para que puedan gastarla nuevamente en ella.

En el proceso de la producción, los hombres establecen relaciones entre sí.


Las relaciones de producción también se renuevan sistemáticamente, es decir, que
los hombres no las contraen una sola vez, sino de día en día, de mes en mes, de año
en año.

Así, la existencia de la sociedad no se concibe sin la renovación permanente


y sistemática del proceso de la producción de bienes y servicios. La sociedad no
puede dejar de producir, por lo mismo que no puede dejar de consumir. En cualquier
sociedad la reproducción comprende los siguientes principales momentos: a) la re-
producción de bienes materiales; b) la reproducción de la fuerza de trabajo; y c) la
reproducción de las relaciones de producción.

1.2. Las particularidades de la reproducción capitalista


La reproducción capitalista no es solo la reproducción de bienes y servicios,
sino también la reproducción del capital y la plusvalía. El elemento propulsor fun-

1 Marx, Carlos. El capital. T. 1, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1980, p. 512, el resaltado corresponde a F. Ch. Z.
400 Francisco Chaparro Zapana

damental de la reproducción capitalista no es la satisfacción de las necesidades


sociales (o demanda de mercado), sino la avidez por obtener plusvalía bajo la for-
ma de ganancia capitalista. La ganancia como fin último y determinante es, pues, el
factor que impulsa en esta sociedad no solo la producción, sino también la reproduc-
ción; es decir, no solo el cómo y el porqué del proceso del trabajo y la distribución de
los productos sino también el alcance y el sentido en que el proceso del trabajo ha de
reanudarse una vez que el período anterior de trabajo haya llegado a su término. Ahí
donde la producción adquiere forma capitalista, también la reproducción la adquiere
necesariamente. En el régimen capitalista de producción el proceso de trabajo no es
más que un medio de valorización, del mismo modo, la reproducción es simplemen-
te un medio para reproducir con capital, es decir, como valor que se valoriza, el valor
desembolsado.

La reproducción de la fuerza de trabajo en la sociedad capitalista adquiere un


rasgo característico peculiar: la reproducción de la fuerza de trabajo en la sociedad
capitalista es la reproducción de la mercancía-fuerza de trabajo, la cual es con-
sumida, en las empresas capitalistas, en el proceso de la producción de plusvalía.
La particularidad de la reproducción capitalista es que en ella se reproducen las rela-
ciones capitalistas de producción, se renuevan las relaciones entre los capitalistas y
obreros, que son relaciones de explotación del trabajo asalariado por el capital.

En cualquier sociedad se reproducen no solo los bienes materiales, sino tam-


bién las relaciones de producción entre los hombres. Por ejemplo, en el régimen de
la de la sociedad esclavista se reproducen las relaciones entre los esclavistas y los
esclavos; en el régimen feudal se renuevan las relaciones entre los señores feudales
y los siervos campesinos. Una particularidad de la reproducción capitalista es que en
ella se reproducen las relaciones capitalistas de producción, las relaciones entre los
capitalistas y los obreros, cuyo proceso se pone de manifiesto en la explotación del
trabajo asalariado por el capital.

En síntesis, la reproducción en la sociedad capitalista es la reproducción


del capital social productivo (conformado por medios de producción y bienes de
consumo que sirven de sustento necesario a la fuerza de trabajo). Este proceso se
llevará a cabo en la medida que, con su desenvolvimiento, se asegura una relación
normal entre la plusvalía (de la cual se apropia la clase capitalista) y el capital inver-
tido en él mismo. En otras palabras, la reproducción se realizará si la tasa de ganan-
cia existente en la empresa, y por rama de la actividad económica, es considerada
como atractiva por la clase capitalista propietaria.

1.3. La reproducción simple y la reproducción ampliada


La reproducción simple en el capitalismo indica que el próximo período pro-
ductivo y los siguientes se realizarán sobre la misma base material que el primero.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 401

O sea que la reproducción simple es aquella forma de reproducción cuyo proceso


productivo se renueva de año en año en las mismas proporciones, cuyo volumen
de capital en la producción no varía de un período a otro. Para que suceda así, en el
proceso de reproducción se deberá volver a generar en su valor, así como en su forma
material, el capital total insumido en el proceso productivo anterior. Deberá, además,
mantenerse la forma anterior de ese capital en bienes de producción y en bienes de
consumo. Marx se refiere a la producción simple en los términos siguientes: “Como
incremento periódico del valor-capital, es decir, como fruto periódico de capital en
acción, la plusvalía reviste la forma de renta producida por el capital.

Cuando el capitalista solo se aprovecha de esta renta como fondo de consumo


o se la gasta con la misma periodicidad con que la obtiene, el proceso es, suponiendo
que las demás circunstancias permanezcan idénticas, un proceso de reproducción
simple. Aunque esta no es más que la simple repetición del proceso de producción
en la misma escala, la mera repetición o continuidad imprime al proceso ciertas
características nuevas, o, mejor dicho, disuelve las características aparentes que pre-
senta el acto aislado”2.

Y se llama reproducción capitalista ampliada a la forma de reproducción


cuyo proceso productivo se renueva periódicamente en mayor escala, en propor-
ciones crecientes. Por lo tanto, la reproducción ampliada es la base de cualquier for-
ma de crecimiento económico. Y para ello es necesario que en cada proceso produc-
tivo se reproduzca el capital original más un cierto plusvalor, el cual será destinado,
en parte, a incrementar el capital (acumulación del capital).

En términos físicos, como consecuencia del proceso productivo, se deberán


crear medios de producción y bienes de consumo que permitan no solo reponer los
medios empleados en ese proceso, sino ampliar la escala de producción en el próximo
período. Para que estos nuevos elementos materiales puedan convertirse en capital
es necesario que el capitalista los adquiera y los introduzca en el proceso productivo.
Ello exige que una parte de la plusvalía sea empleada en incrementar el capital, o sea
que se la utilice productivamente en la adquisición de nuevos medios de producción
y en la contratación de nueva fuerza de trabajo. El nuevo proceso productivo tendrá,
pues, por base, un capital mayor.

La reproducción simple representa en sí un elemento real de la reproduc-


ción ampliada. Así, por ejemplo, si durante un año se ha producido mercancías por
100 000 millones de dólares y solo 2000 millones representan el incremento de la
producción. No se puede entender el fenómeno complejo de la reproducción am-

2 Ibídem, pp. 512-513.


402 Francisco Chaparro Zapana

pliada sin investigar antes su parte conformante elemental que es la reproducción


simple.

Pero cualquiera sea la forma de la reproducción capitalista, esta presenta siem-


pre un rasgo esencial que no cambia, inherente a su propia naturaleza social. El pro-
ceso capitalista de producción, al reproducirse, también reproduce el divorcio entre
la fuerza de trabajo y las condiciones de trabajo y, por consiguiente, las condiciones
sociales que determinan la explotación de la clase obrera. A pesar de que el obrero es
jurídicamente “libre”, económicamente debe vender su fuerza de trabajo para poder
vivir, lo que permite al capitalista apropiarse del trabajo excedente, enriqueciéndo-
se. “Ya no es la casualidad la que pone frente a frente, en el mercado de mercan-
cías, como comprador y vendedor, al capitalista y al obrero. Es el molino triturador
del mismo proceso capitalista de producción, que lanza constantemente a los unos
al mercado de mercancías, como vendedores de su fuerza de trabajo, convirtiendo
constantemente su propio producto en medio de compra para los otros. En realidad,
el obrero pertenece al capital antes de venderse al capitalista. Su vasallaje económico
se realiza al mismo tiempo que se disfraza mediante la renovación periódica de su
venta, gracias al cambio de sus patrones individuales y a las oscilaciones del precio
del trabajo en el mercado.

Por tanto, el proceso capitalista de producción, enfocado en su conjunto o


como proceso de reproducción, no produce solamente mercancías, no produce sola-
mente plusvalía, sino que produce y reproduce el mismo régimen del capital: de una
parte al capitalista y de la otra al obrero asalariado”3.

2. LA REPRODUCCIÓN CAPITALISTA SIMPLE Y SUS LEYES


La reproducción capitalista simple es aquella forma de renovación de la
producción de bienes en la cual el capital funcional se reproduce de año en año
en las mismas proporciones. Y tiene lugar en el supuesto de que todo el volumen de
plusvalía es consumido en su integridad por los capitalistas en la satisfacción de sus
necesidades personales.

2.1. La reproducción del capital variable


Para que en una empresa capitalista se realice sistemáticamente el proceso
de la reproducción, el empresario debe, también de forma sistemática, renovar la
compra de la fuerza de trabajo. Entonces, cabe la pregunta: ¿de dónde obtiene él los
medios monetarios para pagar al trabajador asalariado?

Mientras analizamos un solo proceso de la producción aisladamente, da la


impresión de que el capitalista hace un pago adelantado al trabajador al comprar su

3 Ibídem, pp. 486-487.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 403

fuerza de trabajo. Y esto es lo que alegan los economistas burgueses. Sin embargo,
en la realidad no es así, no hay nada que se parezca a un adelanto.

El problema radica en que el dinero con el que los capitalistas pagan por la
mercancía-fuerza de trabajo (el salario) es la forma figurada del valor de las mercan-
cías producidas por los obreros en procesos de producción anteriores; este dinero
es obtenido por el capitalista en la realización (comercialización) de los productos
elaborados por un trabajo anterior de los obreros. El salario que paga el capitalista al
obrero, en el fondo, no es otra cosa que el retorno al obrero de una parte del valor de
su propio trabajo materializado en las mercancías bajo la forma de plusvalía.

Así, la primera conclusión derivada del análisis de la reproducción capitalista


simple es que no es el capitalista quien da un adelanto a los obreros, sino al revés,
son los obreros los que dan un adelanto al capitalista, ya que la fuente del salario
pagado por la fuerza de trabajo de un período dado es el valor creado por los pro-
pios obreros en un período anterior.

2.2. La reproducción de todo el capital


¿De dónde extrae el capitalista todo el capital que invierte en la producción?
Cuando analizamos un acto aislado de la producción, da la impresión de que el ca-
pital es en sí una suma de valores acumulados con anterioridad por el capitalista,
que no tiene nada que ver con la explotación del trabajo asalariado. Esta apariencia
es usada premeditadamente con fines apologéticos por los economistas burgueses,
quienes sostienen que la fuente del capital es la virtud personal de “laboriosidad” y
“abstinencia” del capitalista. El análisis del proceso de la reproducción desmiente
esta apariencia engañosa. A continuación ilustraremos con un ejemplo la falsedad de
esta hipótesis:

Supongamos que un capital de 10 000 dólares nace, según lo que sostienen los
economistas burgueses, como fruto de los “sacrificados ahorros” del capitalista (la
real acumulación primaria del capital se realiza por otra vía completamente distinta:
mediante la explotación y la expropiación más brutales a los trabajadores). Suponga-
mos también que invirtiendo este capital en la producción el capitalista anualmente
se apropia de 2000 dólares de plusvalía. En la reproducción simple el fondo de con-
sumo personal del capitalista es igual a la suma total de la plusvalía. Por consiguien-
te, si el capitalista viviera solo de los “ahorros de su trabajo”, entonces, su capital
disminuiría anualmente en 2000 dólares y en el curso de 5 años desaparecería. Sin
embargo, el capital no desaparece, sino que funciona de año en año en las proporcio-
nes anteriores. Por lo visto, después de 5 años el capital dado no contiene ni una gota
404 Francisco Chaparro Zapana

de los famosos “ahorros del trabajo”, sino que contiene en sí la plusvalía acumulada
en ese período (2000 dólares × 5), de la cual se ha apropiado el capitalista explotando
a los trabajadores asalariados.

De esta forma, la segunda conclusión del análisis de la reproducción capita-


lista es que: en el proceso de la reproducción todo capital, incluso si al comienzo
fue un patrimonio fruto del trabajo, al fin y al cabo termina siendo plusvalía acu-
mulada.

El período durante el cual todo capital se transforma en plusvalía acumulada


es igual a la división de la suma de capital inicial avanzado dividida entre la plusvalía
anual consumida por el capitalista. En nuestro ejemplo este período es igual a:
$10 000 / $2000 = 5 años. Si suponemos que con un capital de 10 000 dólares la plus-
valía constituye 1000 dólares, entonces el número de años aumentará hasta 10. Pero
esto no es lo esencial; lo importante es que, tarde o temprano, todo capital termina
siendo la materialización del trabajo no retribuido a los trabajadores asalariados.

De este razonamiento, Marx saca la siguiente conclusión teórica: que cuando


en la revolución socialista el proletariado expropia las empresas capitalistas, esto no
significará de ningún modo la expropiación de ahorros de los capitalistas.

2.3. La reproducción de la fuerza de trabajo


Debemos de recordar siempre la diferencia entre el consumo productivo y el
consumo personal. El consumo productivo tiene lugar en el propio proceso de la
producción, cuando se produce el gasto de la fuerza de trabajo y cuando se consumen
los medios de producción: materias primas, insumos, máquinas, etc. Y el consumo
personal del trabajador se pone manifiesto en la satisfacción de sus necesidades
fisiológicas y socioculturales.

A primera vista pareciera que solo en el consumo productivo el trabajador se


sometiese íntegramente al capital, como si fuese su propiedad, pero cuando el traba-
jador satisface sus propias necesidades pareciera como si no dependiese del capital,
sino que se perteneciera a sí mismo. Sin embargo, esta es una apariencia engañosa
que se disemina en el análisis de la reproducción del capital.

En verdad, el consumo personal de los obreros no es otra cosa que la repro-


ducción de la fuerza de trabajo al servicio del capital. Al comprar con el salario los
medios de subsistencia y consumirlos, los obreros reproducen al mismo tiempo su
fuerza de trabajo y tienen la posibilidad de venderla al capitalista de nuevo. Asimis-
mo, como estos medios de subsistencia son consumidos por los trabajadores asala-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 405

riados y los medios de producción se encuentran en manos de los capitalistas, enton-


ces, la venta renovada de la fuerza de trabajo es una necesidad para los obreros.

2.4. La reproducción de las relaciones capitalistas de producción


El trabajador entra al proceso de la producción como proletario, privado de
medios de producción y vendiendo su fuerza de trabajo al capitalista. De todo el pro-
ducto creado por la clase trabajadora, solo le retorna aquella parte que le es necesaria
para reproducir su fuerza de trabajo. La parte restante del producto social beneficia a
la clase capitalista. Por eso el obrero sale del proceso capitalista de producción nue-
vamente en calidad de proletario, separado de los medios de producción y obligado
otra vez a vender su fuerza de trabajo al capitalista.

El capitalista inicia la producción como propietario de los medios de produc-


ción. Como resultado del proceso de la producción él obtiene las mercancías, cuyo
valor contiene en sí tanto el capital invertido como también la plusvalía creada por
el obrero. De esta forma, el empresario que inició el proceso de producción como
empresario-propietario de los medios de producción y explotando el trabajo asalaria-
do sale de este proceso repotenciado como capitalista.

Por cuanto al final del proceso de la producción, al igual que en su inicio,


el trabajador permanece privado de los medios de producción, el capitalista conti-
núa como propietario de los mismos en la medida que las propias relaciones entre
ellos se reproducen inexorablemente. El obrero nuevamente vende su fuerza de
trabajo y está obligado a trabajar otra vez para el capitalista produciendo la plusvalía,
mientras el capitalista compra de nuevo la fuerza de trabajo, explota al obrero y se
apropia de la plusvalía. En todo este proceso, se sobrentiende que un trabajador no
necesariamente debe continuar relacionándose con el mismo capitalista, aquel puede
trasladarse de la empresa de un propietario de medios de producción a la de otro.
Pero esto no cambia la esencia del problema: la clase obrera en su conjunto continúa
obligada a contraer una y otra vez relaciones de producción específicas, las relacio-
nes de explotación capitalista.

Al caracterizar la naturaleza de la reproducción de las relaciones capitalistas


de producción, Marx estableció la siguiente conclusión: “Por tanto, el proceso capi-
talista de producción, enfocado en conjunto o como un proceso de reproducción, no
produce solamente plusvalía, sino que produce y reproduce el régimen del capital:
de una parte al capitalista y de la otra al obrero asalariado”4.

4 Ibídem, p. 524.
406 Francisco Chaparro Zapana

3. LA REPRODUCCIÓN CAPITALISTA AMPLIADA O ACUMULACIÓN DEL


CAPITAL

3.1. La necesidad de la acumulación del capital y su diferencia de la repro-


ducción social
El afán insaciable por obtener la máxima ganancia empuja a los capitalistas a
ampliar incesantemente su producción. En la competencia entablada en el mercado
triunfan aquellas empresas que han producido la mayor cantidad de mercancías con
el menor valor individual. Así, la competencia obliga a los capitalistas a realizar la
reproducción ampliada.

En un proceso de reproducción ampliada el capital crece permanentemente,


de período en período, de año en año. Por consiguiente, la reproducción capitalis-
ta ampliada significa acumulación del capital. Pero la reproducción ampliada en
forma de acumulación del capital no se da en cualquier condición histórica, sino
solamente en el modo de producción capitalista. En las condiciones del socialismo
tampoco es posible la reproducción ampliada sin la acumulación de fondos produc-
tivos, pero esta deberá ser una acumulación de carácter socialista y no una acumu-
lación del capital.

En la reproducción capitalista ampliada, la masa de plusvalía obtenida se di-


vide en dos partes: a) la plusvalía destinada a satisfacer las necesidades personales
del capitalista; y b) la plusvalía capitalizable que conforma el fondo de la acumula-
ción capitalista. De esta forma, la acumulación del capital no es otra cosa que la
transformación de la plusvalía en capital. La plusvalía capitalizada, a su vez, se
subdivide también en dos partes: una parte gastada por el capitalista en la compra de
medios de producción adicionales, es decir, transformada en capital constante adi-
cional; y la otra parte destinada a la compra de fuerza de trabajo adicional, es decir,
se transforma en capital variable adicional.

Supongamos que todo el capital es de un millón de dólares, de los cuales el


capital constante es de 800 000 dólares y el capital variable de 200 000 dólares. Con
una tasa de plusvalía del 100%. En tal caso (suponiendo que todo el capital cons-
tante es materializado en el valor de la producción anual), el valor de las mercancías
producidas en la empresa capitalista durante el primer año constituye un millón dos-
cientos mil dólares. Supongamos que el capitalista usa la mitad de la plusvalía para
su consumo personal, y la otra mitad la capitaliza, es decir, la transforma en capital
adicional. Por consiguiente, la plusvalía capitalizada constituye 100 000 dólares, si
el capital adicional se desdobla en capital constante y capital variable en aquellas
proporciones, es decir, en la relación de 4 : 1, entonces el capital constante adicional
es de 80 000 dólares, y el capital variable adicional, de 20 000 dólares. Con una
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 407

norma de plusvalía invariable del 100%, las proporciones de la producción (en miles
de dólares) serán:

1 año: 800c + 200v + 200p = 1200

2 años: 880c + 220v + 220p = 1320

3.2. Las condiciones materiales de la reproducción ampliada


Para que se realice la reproducción ampliada se requieren: a) los medios de
producción adicionales; b) los medios adicionales de subsistencia para los nuevos
trabajadores integrados a la producción; y c) la fuerza de trabajo adicional.

La fuente de acumulación de medios de producción adicionales y de medios


de subsistencia adicionales para los trabajadores es el plus producto, producido
por la sociedad capitalista en un período anterior. Esto significa que el producto
adicional en la reproducción ampliada tiene una estructura material distinta que en
la reproducción simple. Mientras que en la reproducción simple todo el producto
adicional de la sociedad capitalista se materializa en objetos de consumo de los ca-
pitalistas, en la reproducción ampliada una parte del producto adicional deberá estar
conformada por medios de producción, la segunda parte, por medios de subsistencia
para los trabajadores, y la tercera parte, por medios de consumo de los capitalistas.

A los medios de producción adicionales se les deberá aplicar una fuerza de tra-
bajo adicional. Como es sabido, el valor de la fuerza de trabajo está determinado por
el valor de los medios necesarios de subsistencia no solo del trabajador, sino también
de su familia. Esto garantiza la reproducción ampliada de la fuerza de trabajo nece-
saria para la acumulación del capital.

3.3. La esencia social de la acumulación del capital


En la base de la acumulación del capital no está el trabajo del propio capita-
lista, sino la explotación del trabajo asalariado. El capital adicional, desde el mismo
momento inicial, representa en sí no otra cosa que plusvalía acumulada, es decir,
el resultado del trabajo no retribuido a los obreros.

La reproducción ampliada presupone la compra de la fuerza de trabajo adicio-


nal por el capitalista. Supongamos que el capitalista paga el íntegro de su valor, en-
tonces, externamente las relaciones entre trabajador y capitalista aparecen en forma
de un cambio equivalente. Sin embargo, su esencia es completamente diferente:

En primer lugar, cuando el capitalista contrata a los nuevos trabajadores adi-


cionales, utiliza como fuente de pago para esta fuerza de trabajo, el trabajo no re-
408 Francisco Chaparro Zapana

munerado de los trabajadores ocupados en anteriores procesos de producción. La


compra de la fuerza de trabajo adicional por parte de los capitalistas a cambio de
una parte de plusvalía expropiada con anterioridad, es parecida a la compra de mer-
cancías por parte de un asaltante a las víctimas a cambio del dinero que les habría
robado.
En segundo lugar, como resultado del consumo de la fuerza de trabajo adicio-
nal, el capitalista se apodera de una mayor plusvalía que la que gastó en su compra.
Así, en nuestro ejemplo, el capitalista gasta 20 000 dólares en la compra de fuerza
de trabajo adicional y obtiene como resultado de su consumo un valor nuevo por 40
000 dólares, de los cuales 20 000 dólares representan el equivalente del valor de la
fuerza de trabajo, y 20 000 dólares, la plusvalía.

Entonces, la esencia del problema radica en que tras la forma del cambio
de equivalentes se esconde un trabajo anterior no remunerado, expropiado a los
obreros por el capitalista, el que le sirve como medio para una nueva expropiación
de trabajo no remunerado.

3.4. La ley de apropiación capitalista


En las condiciones de la producción mercantil simple, la propiedad privada de
los medios de producción se basaba en el trabajo personal. En cambio, la propiedad
capitalista privada está basada en la explotación del trabajo ajeno. A consecuencia
de ello, también los productos del trabajo de los obreros asalariados son apropiados
por los explotadores capitalistas. La ley de la apropiación capitalista se expresa en
el derecho del capitalista de apropiarse del trabajo ajeno no remunerado, debido
a que los propios obreros están privados de la posibilidad de obtener los productos
de su trabajo.

Es necesario tener en cuenta que la transformación de la propiedad privada,


basada en el trabajo personal, en propiedad capitalista, basada en la explotación del
trabajo ajeno, se produce no como resultado de la destrucción, sino como consecuen-
cia de la acción de las leyes económicas objetivas de la producción mercantil. La ley
del valor, que actuaba aún en las condiciones de la producción mercantil simple, en
el capitalismo, se extiende a una nueva y específica mercancía, la fuerza de trabajo.
Comprando esta mercancía y pagando por su valor de cambio, el capitalista adquiere
el derecho de disponer de su valor de uso. Y el hecho de que la mercancía-fuerza de
trabajo sea capaz de crear plusvalía, en nada contradice a la ley del valor.

4. LOS FACTORES QUE DETERMINAN LAS PROPORCIONES DE LA ACU-


MULACIÓN DE CAPITAL
Con un determinado volumen de plusvalía, las dimensiones de la acumula-
ción del capital dependen de la correlación entre el consumo personal y el valor
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 409

de la plusvalía acumulable. En condiciones sólidamente estables, la plusvalía capi-


talizable y, por ende, las proporciones de la acumulación del capital, es tanto mayor
cuanto menor sea la plusvalía de consumo personal.

Pero el volumen de la plusvalía de ningún modo es una magnitud dada para


siempre. A medida que aumenta el capital variable y se eleva el grado de explotación
de la masa trabajadora, crece todo lo que permiten incrementar las proporciones de
la acumulación del capital.

En su afán por obtener la ganancia máxima, los empresarios capitalistas am-


plían la producción. En la lucha competitiva del mercado triunfan aquellos capita-
listas cuyas empresas producen la mayor cantidad de mercancías con el menor valor
individual. Por eso, la competencia obliga a los capitalistas a efectuar la reproduc-
ción ampliada, o sea el crecimiento económico.

Con una proporción dada de la división de la plusvalía entre consumo per-


sonal y consumo productivo, las dimensiones de la acumulación del capital de-
penden del volumen de la plusvalía. Por eso, todos los factores que contribuyen a
incrementar el volumen de la plusvalía, al mismo tiempo, contribuyen a incrementar
las dimensiones de la acumulación del capital.

4.1. La acumulación y el grado de explotación de la fuerza de trabajo


Cuanto mayor sea el grado de explotación de los trabajadores asalariados,
tanto mayor será la masa de plusvalía creada por ellos y, luego, tanto mayor las pro-
porciones de la acumulación del capital.

Supongamos que todo el capital total es 1 millón de dólares, de los cuales 800
000 es capital constante y 200 000 es capital variable. Y la tasa de plusvalía inicial-
mente es del 100%. En este caso, la masa de plusvalía será de 200 000 dólares. Si
la mitad de esta plusvalía es destinada al consumo personal del capitalista, y la otra
mitad es capitalizada, entonces, el tamaño de la acumulación del capital será 100 000
dólares. Y supongamos que más adelante, en condiciones estables, el capitalista ele-
va el grado de explotación de sus trabajadores hasta en 200%. En este caso, la masa
de plusvalía será de 400 000 dólares, y la proporción de la acumulación del capital
será de 200 000 dólares. En el ejemplo dado, las proporciones de la acumulación se
incrementaron en dos veces a consecuencia de que la tasa de plusvalía se incrementó
en dos veces.

De aquí se desprende que todos los métodos de elevación del grado de ex-
plotación de los trabajadores asalariados sirven al mismo tiempo como medios
de elevación de las proporciones de la acumulación del capital. Como es sabido,
410 Francisco Chaparro Zapana

los capitalistas elevan el grado de explotación de los trabajadores tanto mediante la


prolongación absoluta de la jornada de trabajo como también mediante la reducción
del tiempo necesario de trabajo. Lo uno y lo otro trae consigo el crecimiento del
volumen de la plusvalía y, al mismo tiempo, la elevación de las proporciones de la
acumulación del capital.

Además, el grado de explotación se eleva como resultado de la caída del sa-


lario por debajo del valor de la fuerza de trabajo. Con esto tiene lugar la transfor-
mación de una parte del fondo de consumo necesario de los trabajadores en fondo
de acumulación del capital. En especial –esto es característico del imperialismo–,
cuando los monopolios establecen precios elevados sobre los artículos de consumo
de los trabajadores, porque provoca una caída brusca del salario por debajo del valor
de la fuerza de trabajo. La ganancia adicional obtenida por los monopolistas como
consecuencia, parcialmente, se transforma en objeto de la acumulación.

4.2. La acumulación y la productividad del trabajo


A mayor productividad del trabajo en las ramas productoras de medios de pro-
ducción, tanto más baratos serán estos y, en consecuencia, el capitalista podrá com-
prar mayor cantidad de medios de producción adicionales a cambio de la plusvalía
capitalizable. Por ejemplo, si el capitalista asigna para la compra de máquinas adi-
cionales 800 000 dólares, y cada una de ellas cuesta 20 000 dólares, entonces podrá
adquirir 40 máquinas; si el precio de cada máquina baja a 10 000 dólares, entonces
el capitalista podrá comprar con la misma suma de dinero 80 máquinas.

A mayor productividad del trabajo en las ramas productoras de los medios de


subsistencia necesarios a los trabajadores, tanto menor será el valor de la fuerza de
trabajo. Por eso, con una misma cantidad adicional de capital variable expresada en
dinero, el capitalista, como resultado del abaratamiento de los medios de subsisten-
cia de los trabajadores, podrá adquirir mayor cantidad de fuerza de trabajo.

Así, con un mismo fondo monetario de acumulación, las dimensiones rea-


les de esta acumulación serán mayores cuanto más baratos sean los medios de
producción y la fuerza de trabajo, mientras que el abaratamiento de estos es el
resultado de la elevación de la productividad del trabajo.

El incremento de los elementos materiales del capital influye al fin de cuentas


también sobre la acumulación del capital expresado en valor. En tal caso, a conse-
cuencia de la elevación de la productividad del trabajo y del abaratamiento de los
elementos del capital, el capitalista tiene la posibilidad de adquirir mayor cantidad
de medios de producción y de fuerza de trabajo con una misma magnitud de valor
de capital adicional. Y cuanto mayor sea el número de trabajadores que él explota
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 411

tanto mayor será el volumen de plusvalía del que se apropia; por ende, tanto mayor
también será el fondo de acumulación del capital.

4.3. La dependencia de las dimensiones del capital acumulado de la canti-


dad de capital invertido
Cuanto mayor sea el capital dividido en una determinada proporción de capi-
tal constante y capital variable, tanto mayor será el volumen de la plusvalía, incluso,
con un mismo grado de explotación, y por eso, tanto mayores las proporciones de
acumulación del capital.

Supongamos que se tiene dos capitales, de los cuales el primero es de 1 mi-


llón de dólares y el segundo de 2 millones de dólares, mientras las 4/5 partes
es capital constante y 1/5 es capital variable. En tal caso, el primer capital
será de: 800 000c + 200 000v, y el segundo capital: 1600 000c + 400 000v. La tasa
de plusvalía (o grado de explotación) en ambos casos es 100%. Por consiguiente,
el volumen de plusvalía para el primer capitalista es de 200 000 dólares, y para el
segundo, 400 000 dólares. Si suponemos, además, que la mitad de la plusvalía se
destina al consumo personal del capitalista y la otra mitad se capitaliza, entonces las
proporciones de la acumulación del capital en el primer caso es 100 000 dólares, y
en el segundo de 200 000. De esta forma, las proporciones de la acumulación del
capital en condiciones sólidamente estables son directamente proporcionales a la
cantidad del capital inicialmente avanzado.

4.4. Crítica a la “teoría de la abstinencia” de N. W. Senior 5


Muchos economistas burgueses pretenden negar la explotación capitalista
sosteniendo que la base de la acumulación del capital depende de la capacidad del
capitalista de “abstenerse” del consumo personal, y que el incremento de la acumu-
lación del capital es posible solo a costa de una mayor abstinencia. En particular,
semejante teoría era difundida en el siglo XIX por N. W. Senior. Él sostenía que en
el proceso de la producción intervienen tres elementos: el trabajo, las fuerzas de la
naturaleza y la capacidad de abstención del hombre, en tanto que la abstención se la
adscribía al capitalista, y la definía como “una manera de actuar del hombre, quien
o se abstiene de un consumo improductivo de medios que se encuentran a su dispo-
sición, o premeditadamente prefiere la producción de productos más alejados que la
producción de productos que se obtienen inmediatamente”6.

5 Senior, Nassau William (1790-1864). Economista inglés, educado en Eton y en la Universidad de Oxford; en 1819
se le admitió como abogado y, en 1836, fue nombrado Maestro de la Cancillería. En 1825, fue nombrado Drummond
Profesor de Economía Política de la Universidad de Oxford. Senior fue una persona muy activa, tanto en el mundo
académico como en el político, sirviendo en diversas comisiones del gobierno. En sus obras principales, Introduc-
tory Lectures on Political Economy y And Outline of the Science of Political Economy (1836), formuló sus principios
doctrinarios sobre el campo y el método de la economía política, a la que consideró como una ciencia puramente
deductiva. Sus obras le sitúan entre los fundadores de la economía pura.
6 Senior, Nasau William. Outlines of the Science of Political Economy. London, 1863, p. 58, traducido por F. Ch. Z..
412 Francisco Chaparro Zapana

A fines del siglo XIX, la teoría de Senior, con algunas modificaciones, fue
rebautizada por el economista inglés Alfred Marshall, quien solamente cambió la
palabra “abstinencia” por la de “expectativa”. Según sus propias palabras, “la oferta
del capital depende del hecho de que para acumular, los hombres deben actuar con
expectativa: ellos deben “esperar” y “ahorrar”, deben sacrificar el presente en aras
del futuro”7.

Crítica a la “teoría de la abstinencia”. Esta teoría es inconsistente por las


siguientes razones:

En primer lugar, la “abstinencia” es una actitud puramente negativa, es la


renuencia a actuar, la cual es incapaz de crear capital alguno. El capital adicional
invertido por el capitalista en la producción se extrae de la plusvalía producida con
anterioridad y no es la “abstinencia” de los capitalistas la que la crea, sino el trabajo
asalariado.

En segundo lugar, generalmente en la vida real no existe “abstinencia” al-


guna de los capitalistas. La acumulación del capital de ningún modo excluye el
incremento del consumo personal de los capitalistas. Con la intensificación de la
explotación de los trabajadores asalariados y el incremento de la plusvalía, crecen,
simultáneamente, el consumo personal de los capitalistas y la acumulación del ca-
pital.

Si, por ejemplo, la plusvalía extraída por los capitalistas aumenta de 10 mi-
llones de dólares a 20 millones, esta plusvalía es dividida en dos partes iguales: una
mitad para el consumo personal y la otra para la acumulación, entonces se producirá
un incremento simultáneo de las dimensiones del consumo personal del capitalista
de 5 millones de dólares a 10 millones. Por consiguiente, la intensificación de la ex-
plotación de los trabajadores asalariados permite a los capitalistas aumentar simultá-
neamente su consumo parasitario, gastando enormes recursos en toda clase de lujos,
y acumular más capital sin ninguna clase de “abstinencia”.

En tercer lugar, “la teoría de la abstinencia” distorsiona la realidad, confun-


diendo cualquier forma de reproducción ampliada con la acumulación del capital,
según dice, basada en la “abstinencia” de los capitalistas. La acumulación del
capital es solo una determinada forma histórica de la reproducción ampliada propia
del capitalismo; sin embargo, la reproducción ampliada misma tiene lugar no solo
en el capitalismo. Su presencia en el socialismo refuta a la “teoría de la abstinencia”,
según la cual la sociedad sería incapaz de realizar la reproducción ampliada sin la
mentada “abstinencia” de los capitalistas.

7 Marshall, Alfred. Principles of Economics. London, 1927, p. 81, traducido por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 413

La esencia social de la “teoría de la abstinencia”. El contenido social de


clase de la “teoría de la abstinencia” se expresa en la justificación y la exaltación
de las “virtudes” del capitalismo. Sus partidarios imaginan falsamente la ganancia
como una recompensa justa de los capitalistas por su “abstinencia”, ocultando así la
explotación de los trabajadores asalariados.

La realidad capitalista contemporánea desmiente esta teoría mostrando el des-


enfrenado lujo y derroche de recursos, propios de los magnates del capital. Por ejem-
plo, Paul Getty, uno de los más ricos magnates estadounidenses, coleccionó en una
de sus residencias de los Ángeles los más preciados cuadros de pintura; solo por un
par de ellos había pagado, en 1962, la friolera de más de 500 000 dólares. Asimismo,
en 1959, compró una enorme y antigua hacienda de un duque inglés, cuya residencia
tenía 72 habitaciones y 30 chalets para sus invitados, muchas piscinas, una decena de
campos de tenis y viviendas para su numerosa servidumbre. Además, los multimillo-
narios norteamericanos poseen yates y aviones personales. En 1963, los periodistas
franceses fueron impresionados por una “maravillosa joya” exhibida en una tienda
norteamericana: esta era una isla de 50 cm de oro puro, con escalinatas de platino,
un bosque de palmas de esmeraldas y un Robinson Crusoe de brillantes; el precio de
esta preciosidad era nada menos que 100 000 dólares. En 1964 fue publicada en una
revista el “estilo de vida” de una perrita, propiedad de otro magnate norteamericano;
tenía su propio tocador, una maquilladora, una sirvienta, un sastre y dos automóviles
para pasear.

Semejantes lujos demenciales y despilfarros se permiten los magnates del ca-


pital de muchos otros países.

Los casos antes mencionados –que apenas son botones de muestra– ridiculi-
zan la “teoría de la abstinencia” y confirman las palabras de Marx en el sentido de
que “su derroche aumenta, a pesar de todo, a la par con su acumulación, sin que la
una tenga por qué echar en cara a la otra”8.

5. LA CONCENTRACIÓN Y LA CENTRALIZACIÓN DEL CAPITAL

5.1. La concentración del capital


Se entiende por concentración del capital al aumento del volumen de este
como resultado del proceso de capitalización, vale decir, de la acumulación de plus-
valía. La concentración del capital se realiza mediante la transformación de una parte
de la plusvalía en capital. Capitalizando la plusvalía se incrementa el capital produc-
tivo que sirve de base para ampliar las dimensiones de la producción, premisa de la
que se parte para que se incremente la productividad del trabajo social y aumente la

8 Marx, C. El capital, óp. cit. T. 1, p. 539.


414 Francisco Chaparro Zapana

ganancia de los capitales. La concentración del capital y de la producción fue la base


económica del surgimiento de los monopolios y de la transición a la fase imperialista
del capitalismo. En la actualidad, más de una tercera parte de la producción indus-
trial del mundo capitalista se halla concentrada en solamente los 200 más grandes
monopolios.
A la vez que se concentra el capital en la industria, se concentra el capital
bancario. El exponente de esto es el aumento del volumen de las operaciones que
realizan los grandes bancos, su fusión y la absorción de los bancos pequeños. Por
ejemplo, el volumen de las operaciones de 10 a 15 bancos de Nueva York supera a
toda la renta nacional de los EE. UU. Los “cinco grandes” entre los mayores bancos
ingleses poseían en sus cuentas, en 1957, el 77,3% de la suma total de depósitos
de todos los bancos por acciones del país. La concentración del capital bancario se
produce aceleradamente en todos los países capitalistas. Concentrando en sus manos
inmensos capitales sociales, los bancos controlan en sus manos un inmenso volumen
de capitales ajenos y disponen de gran parte de los medios y de las fuentes de mate-
rias primas en el interior del país y más allá de sus fronteras. Se establece la unión
entre los monopolios bancarios y los industriales, y sobre esta base se forman el
capital financiero y la oligarquía financiera, que dominan por completo la economía
y la política de los estados imperialistas.

5.2. Las dos formas de acrecentamiento del capital


La primera es la concentración del capital que representa en sí el incremento
del capital mediante la capitalización de una parte de la plusvalía. Los capitalistas
son empujados hacia la concentración del capital por su desmedido afán de enrique-
cimiento y la ley de la competencia.

Concentración del capital. Es el incremento del volumen del capital como


resultado de la capitalización, es decir, de la acumulación de plusvalía. La con-
centración del capital se efectúa a costa de transformar una parte de la plusvalía en
capital. Así, se aumenta el capital utilizable para ampliar las proporciones de la pro-
ducción, que a su vez es la base para que se incremente la productividad del trabajo
social y aumente la ganancia de los capitalistas. La concentración del capital y de la
producción sirvió de base económica al nacimiento y desarrollo de los monopolios
y al proceso de la transición a la fase imperialista del capitalismo. En la actualidad,
más de una tercera parte de la producción industrial del mundo capitalista se halla
concentrada en las manos de menos de doscientos grandes monopolios transnaciona-
les. A la vez que se concentra el capital en la industria, se concentra el capital banca-
rio. De ello es un exponente el aumento de volumen de las operaciones que realizan
los grandes bancos, su fusión y absorción de los bancos pequeños. Por ejemplo, el
volumen de las operaciones de 10-15 bancos de Nueva York supera a toda la renta
nacional de los EE. UU. Los “cinco grandes” entre los mayores bancos ingleses
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 415

poseían en sus cuentas, en 1957, el 77,3% de la suma total de depósitos de todos


los bancos por acciones del país. La concentración del capital bancario se registra
a ritmos acelerados en todos los países capitalistas. Concentrando en sus manos in-
mensos capitales sociales, los bancos controlan un volumen inmenso de capital ajeno
y disponen de gran parte de los medios de producción y de las fuentes de materias
primas en el interior del país y más allá de sus fronteras. Se establece una unión entre
los monopolios bancarios y los industriales, y, sobre esta base se forman el capital
financiero y la oligarquía financiera, que dominan por completo la economía y la
política de los Estados imperialistas.

La centralización del capital. Es el aumento del capital en manos de un


solo capitalista o de un grupo de capitalistas, por medio de la absorción o la uni-
ficación con otros capitalistas. La centralización del capital difiere de la concentra-
ción según la fuente de crecimiento del capital. La fuente de incremento del capital
en el proceso de la concentración es la plusvalía; y en la centralización, la fuente del
incremento del capital son otros capitales ya existentes.

Este proceso significa que entre los capitalistas se redistribuyen capitales ya


acumulados. La particularidad del proceso de centralización del capital estriba en
que tal proceso refleja las relaciones entre los propios capitalistas, sobre todo. Para
acelerar la centralización del capital sirve de palanca la lucha competitiva entre los
capitalistas y el desarrollo del crédito capitalista. La centralización del capital hace
que la riqueza social se concentre en un pequeño grupo de grandes magnates del ca-
pital o en una unión de capitalistas. Una de las formas en que el capital se centraliza
es la sociedad anónima. En el proceso de centralización del capital –con su consi-
guiente concentración–, ciertos propietarios de medios de producción se arruinan y
son absorbidos por otros, así crece la riqueza en manos de los mayores capitalistas.
La centralización del capital, lo mismo que su concentración, hace que el trabajo y la
producción se condensen en grandes empresas, acentúa el proceso de socialización
de la producción y, al mismo tiempo, intensifica los contrastes sociales y los antago-
nismos de clase en la moderna sociedad capitalista.

Si un capitalista posee un capital de 50 millones de dólares y obtiene, median-


te la explotación de los trabajadores, 10 millones de dólares por concepto de plusva-
lía, y de esta suma él capitaliza 5 millones de dólares, en el siguiente año su capital
se incrementará de 50 a 55 millones de dólares. Esto es la concentración del capital.
Pero si el capitalista poseedor de 50 millones de dólares de capital, en el transcurso
de la lucha competitiva absorbe a un pequeño empresario que se arruina con un capi-
tal de 5 millones de dólares, entonces, su capital también crecerá de 50 a 55 millones.
Pero esto ya no es concentración, sino centralización del capital.
416 Francisco Chaparro Zapana

De esta forma, la concentración del capital expresa las relaciones entre el tra-
bajo y el capital; es la transformación de la plusvalía en capital adicional, que servirá
para explotar de nuevo a los trabajadores. La centralización del capital expresa di-
rectamente las relaciones entre los mismos capitalistas, el incremento de un capital a
costa de otros capitales. Pero también la centralización del capital, al fin de cuentas,
influye sobre las relaciones entre trabajadores y capitalistas, así como posibilita la
elevación del grado de explotación de los trabajadores.

La concentración del capital significa el incremento de un solo capital y


también del capital social en su conjunto; mientras que la centralización del ca-
pital puede ser lograda sin un incremento del capital social a consecuencia de
una redistribución del capital solo entre capitalistas individuales. Por ejemplo, un
capital de 100 millones de dólares puede ser dividido tanto entre 100 capitalistas
como también entre 10 capitalistas. En el primer caso, a cada uno de ellos en pro-
medio le correspondería solo 1 millón de dólares, y en el segundo caso, 10 millones
de dólares. En el segundo caso tiene lugar una centralización del capital sin una
variación de la suma total de capital.

La concentración y la centralización del capital son estrechamente interdepen-


dientes entre sí. De un lado, la concentración del capital sirve como la forma prin-
cipal de acrecentamiento del capital, y de otro lado, es la base de la centralización
del capital. En la medida en que los grandes capitalistas concentren mayor capital,
tanta mayor facilidad tendrán para desplazar del mercado a los medianos y pequeños
capitalistas, y, por consiguiente, se efectuará una más rápida centralización del capi-
tal. La centralización del capital, a su turno, favorece a su concentración, porque las
proporciones del capital de los grandes capitalistas es mayor que el de los pequeños
empresarios. Así, la acumulación del capital se consolida a consecuencia de su cen-
tralización.

5.3. Las dos formas de centralización del capital


La primera forma de centralización es la expropiación a los pequeños pro-
ductores por los grandes como resultado de la lucha competitiva. Esta expropiación
se explica por las ventajas de la gran producción sobre la pequeña. Las principales
ventajas son las siguientes:

A) La superioridad técnica. Cuanto más poderosa sea la empresa capitalista,


más elevado será su nivel técnico y menores serán los gastos en la producción
de cada unidad de la mercancía producida. Por eso, los grandes capitalistas
pueden vender sus mercancías más baratas que los pequeños, desplazándolos
del mercado.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 417

B) Economía de gastos generales. Los gastos generales son más o menos cons-
tantes no obstante la ampliación de las escalas de la producción. Entre estos se
incluyen, los pagos a la plana del personal administrativo, gastos en ilumina-
ción de la fábrica, etc.
C) Mejor organización del proceso productivo. En las grandes empresas capi-
talistas se emplean con mayor amplitud que en las pequeñas los métodos de
la cooperación simple y la división del trabajo. Esto eleva la productividad
del trabajo, abarata las mercancías y refuerza la capacidad competitiva de los
grandes capitalistas.
D) Las ventajas en la esfera de la circulación. Entre estas: el transporte de
grandes partidas de productos al mercado resulta más barato que el transporte
de pequeñas cantidades; los gastos por conservación y comercialización de las
mercancías al venderlas al por mayor son menores (por cada unidad de mer-
cancía) que al venderlas al por menor; la compra de materias primas e insumos
al por mayor resulta más barata que la compra al por menor, etc.
E) Amplio uso del crédito. Los bancos capitalistas otorgan créditos de buen gra-
do a las grandes empresas capitalistas, en mérito a su capacidad de pago, y se
los niegan a las pequeñas empresas, cuya capacidad de pago es muy dudosa.
El amplio uso del crédito permite a las grandes empresas ampliar más rápida-
mente su producción y disminuir el valor de sus mercancías. De esta manera
compiten más exitosamente con las pequeñas empresas capitalistas.

A consecuencia de sus ventajas, la gran producción capitalista llega a des-


plazar por completo a los pequeños productores, muchos de ellos quiebran y sus
empresas son transferidas a manos de los grandes capitalistas. Las dimensiones de la
expropiación de los pequeños capitalistas por los grandes se puede juzgar por lo que
sucedió en EE. UU.; solamente en el período de 1946 a 1965, se habían arruinado
cerca de 220 000 empresas industriales y comerciales.

La segunda forma de centralización del capital es aquella que consiste en la


unión voluntaria de una serie de capitalistas que unifican sus capitales individua-
les mediante la organización de sociedades accionistas o de alianzas estratégicas.

El capital individual es insuficiente, por ejemplo, para construir prolongadas


vías férreas y canales, o para construir grandes fábricas y usinas, etc. La ampliación
del capital individual mediante su concentración es un proceso relativamente lento.
Por esta razón, se hace necesaria la centralización del capital mediante la creación
de las sociedades accionistas. Al respecto, C. Marx decía que: “Aún no existirían
ferrocarriles si para ello hubiera habido que aguardar a que la acumulación permitie-
418 Francisco Chaparro Zapana

se a unos cuantos capitalistas individuales acometer la construcción de vías férreas.


La centralización lo consiguió en un abrir y cerrar de ojos, gracias a las sociedades
anónimas”9.

5.4. La intensificación de la concentración y centralización del capital en la


época del imperialismo
En la época del imperialismo, las dimensiones de la concentración del capital
se acrecientan enormemente. En las condiciones del capitalismo monopolista, las
más grandes empresas adquieren una posición de dominio hegemónico en función a
los grandes volúmenes de inversión de sus capitales. Cuanto mayor es la cantidad de
capital avanzado, mayores son los volúmenes de plusvalía y las dimensiones de con-
centración del capital. Además, en la época del imperialismo se intensifica el grado
de explotación a la clase trabajadora, lo que también contribuye a elevar el volumen
de plusvalía, así como las dimensiones de la concentración del capital.

La centralización del capital también se intensifica en la época del imperia-


lismo.

En primer lugar, el período de tránsito al capitalismo monopolista se inició


gracias a significativos avances en la técnica. Esto reforzó la superioridad de las más
grandes empresas sobre las pequeñas, ya que la nueva técnica podría ser usada sola-
mente por las primeras. Como consecuencia, empezaron a acelerarse los ritmos de
expropiación de los pequeños capitalistas por los grandes, lo que significó una mayor
y más rápida centralización del capital.

En segundo lugar, también se intensificó la centralización del capital median-


te el desarrollo de las sociedades anónimas. Las primeras de estas surgieron a co-
mienzos del siglo XVII en la esfera del comercio internacional. En 1600 fue fundada
la Compañía Inglesa de la India Occidental, y en 1602, la Compañía Holandesa de
la India Occidental. En adelante, las sociedades anónimas empezaron a proliferar en
la banca, el transporte y la industria. Pero el mayor crecimiento de las sociedades
anónimas tuvo lugar en el siglo XX. Las grandes empresas son típicas de la época del
imperialismo, cuya creación era solamente posible mediante la fusión de capitales
de muchos empresarios individuales. En los EE. UU., entre 1909 y 1963, el número
de sociedades anónimas activas se incrementó de 262 000 a 1 323 000 y sus activos
conjuntos se incrementaron, desde 1926 hasta 1963, de 262 000 millones hasta
1480 000 millones de dólares. En Inglaterra, desde 1884 hasta 1962, el número de
las sociedades anónimas se incrementó de 9000 hasta 428 000, y su capital conjunto,
de 500 mil millones hasta 9200 millones de libras esterlinas.

9 Ibídem, p. 572.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 419

En la época del imperialismo las empresas accionistas adquirieron un signifi-


cado de primer orden. En 1947, en los Estados Unidos, las corporaciones obtenían el
69% de todos los ingresos empresariales, y en 1962, el 78%.

En tercer lugar, a consecuencia de la fusión de las compañías anónimas, de


la absorción de muchas pequeñas compañías por las grandes y del más rápido in-
cremento de estas últimas, se produce una centralización más acelerada del propio
capital accionista. Por ejemplo, en Alemania, en 1938, las más grandes compañías
anónimas, con capital mayor a 100 millones de marcos cada una, constituían el 0,5%
del número total de compañías y el 26% de la suma total del capital accionariado;
en la República Federal Alemana, en 1962, el peso específico de estas compañías
alcanzó el 2,7% del número total de compañías y el 53% de la suma total del capital
accionariado. En los EE. UU., de 1951 a 1961, las 500 más grandes corporaciones
industriales y 50 más grandes corporaciones comerciales adquirieron, mediante las
fusiones y las absorciones, 3736 compañías. El número de fusiones y absorciones en
la industria norteamericana se incrementó, durante el período 1948-1956, de 3129
hasta 7382, en el periodo 1957-1965.

6. LA CONCENTRACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y LA FORMACIÓN DE LOS


MONOPOLIOS INDUSTRIALES

6.1. La concentración de la producción y sus causas


El resultado directo de la concentración y centralización del capital es la
concentración de la producción en gran escala, lo que significa la consolidación
de la producción y la concentración de una mayor cantidad de fuerza de trabajo y
de medios de producción en manos de las más grandes empresas.

La concentración de la producción en las condiciones del capitalismo está


determinada, antes que nada, por la concentración del capital. Cuando una parte de
la plusvalía se transforma en capital adicional, entonces se incrementa la masa de
medios de producción que funcionan en las empresas y la masa de la fuerza de tra-
bajo. En este incremento de las magnitudes de la producción, lidera el aumento de
medios de producción y mano de obra concentrados en la empresa, ya que gracias
al progreso técnico y a la organización de la producción, se eleva la productividad
del trabajo.

La expropiación de los pequeños capitalistas por los grandes conduce inevita-


blemente a la concentración de una mayor parte de los medios de producción, de la
fuerza de trabajo y de la producción en las grandes empresas capitalistas y a la caída
simultánea de las pequeñas empresas capitalistas. En este mismo sentido actúan tam-
bién las sociedades accionistas.
420 Francisco Chaparro Zapana

6.2. La intensificación de la concentración de la producción en la época del


imperialismo
La principal causa para que se intensifique la concentración de la producción
en la época del imperialismo es el incremento de las fuerzas productivas de la socie-
dad capitalista expresada en el progreso técnico. En el último tercio del siglo XIX, es
decir, en el período de transición del capitalismo de libre concurrencia al capitalismo
monopolista, el crecimiento de las fuerzas productivas transcurría en las siguientes
principales direcciones: 1. En la introducción de nuevos tipos de máquinas en la
producción; 2. En cambios radicales en la energética; 3. En grandes progresos en la
tecnología de la producción; y 4. En el desarrollo de nuevas ramas de la industria y
diversificación de su estructura.

En este período se inició la aplicación de nuevos modelos de motores: los ge-


neradores de corriente constante (desde la década del 70 del siglo XIX); el perfeccio-
namiento de las máquinas a vapor de dos y tres cilindros (1874); el uso del motor de
explosión interna de cuatro tiempos (1878), de la turbina a vapor (1884), y el motor-
Diésel (1893). La introducción de los motores de explosión y los motores eléctricos
tiene un significado especial, porque posibilita la aplicación del combustible líquido
y la energía eléctrica en la producción, permitiendo disminuir significativamente los
gastos de producción, además de ampliar las escalas de producción.

En la década del 90 del siglo XIX fue resuelto el problema de la transmisión


de energía eléctrica a distancia. Con la aplicación de los electromotores en la produc-
ción se realizaron grandes cambios en la energética: se inició la transición del “siglo
del vapor” al “siglo de la electricidad”.

El crecimiento de las fuerzas productivas se manifiesta también en la apari-


ción de nuevos y más perfeccionados métodos tecnológicos en la producción. Así,
en la metalurgia, desde 1864, se empezó a aplicar el método de fundición de Martin,
con el que se inicia la producción de acero mediante la fundición de hierro colado
con chatarra en los hornos Martin. Y desde 1879 se empieza a aplicar el método
de Thomas, que consiste en refundir el hierro colado fosforoso en acero líquido.
Posteriormente, en diversos procesos tecnológicos se aplica cada vez más energía
eléctrica: en las últimas décadas del siglo XIX aparecieron la soldadura eléctrica, la
fundición electrolítica del acero y el procedimiento electrolítico de la producción de
aluminio.

En este período se llevaron a cabo grandes cambios estructurales de la indus-


tria: se promovió al primer lugar la industria pesada. Entre 1870 y 1900 el volumen
de la producción industrial mundial aumentó en tres veces, y la producción mundial
de acero en 56 veces. A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX se inicia el
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 421

desarrollo de nuevas ramas de la industria: química, petrolera, automovilística, de


aluminio, etc.

No solo en la industria se produjeron grandes progresos, sino también en el


transporte y comunicaciones: en el último cuarto del siglo XIX aparecieron el tran-
vía, el automóvil, la locomotora, el aeroplano, el aparato telegráfico perfeccionado,
el teléfono, el radiotelégrafo.

Con el desarrollo de la técnica se reafirmó la concentración de la producción,


debido a que solo las grandes empresas capitalistas tienen acceso a la nueva técni-
ca, la que les permite imponerse en la furibunda lucha competitiva del mercado.

Las crisis económicas de la época del imperialismo cumplen un rol impor-


tante en la consolidación de la concentración de la producción, a consecuencia de
las cuales un gran número de micro y pequeñas empresas se arruinan masivamente,
aumentando el peso específico de las grandes empresas.

La consolidación de la concentración de la producción en la época del im-


perialismo se ve confirmada por los siguientes datos: En Alemania las grandes em-
presas (con más de 50 trabajadores) conformaban en 1882 el 0,3% de todas las em-
presas, mientras que concentraban el 22% de toda la masa trabajadora; en 1925 les
correspondía el 1,2% del número total de empresas y cerca del 48% de la cantidad
total de trabajadores, y en 1939 en las grandes empresas se concentraba cerca del
81% de todos los trabajadores. En los EE. UU. las más grandes empresas (con pro-
ducción superior al millón de dólares al año) constituían en 1904 el 0,9% del total de
empresas, y en 1939, el 5,2%. El peso específico de estas empresas, por el número
de trabajadores empleados en ellas, entre 1904 y 1939 aumentó del 26% al 55%, y la
producción global, del 38% al 68%. Así, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial,
1/20 de todas las empresas (las más grandes) concentraba más de la mitad del total
de trabajadores y más de los 2/3 de toda la producción industrial.

6.3. La concentración de la producción y las causas que originan los mono-


polios
El resultado de la concentración y la centralización del capital es la con-
centración de la producción, la misma que se manifiesta en la ampliación de la
producción y la concentración creciente de la mayor parte de la fuerza de trabajo,
de los bienes de capital y la producción en manos de las más grandes empresas.

La concentración de la producción en el capitalismo está determinada, an-


tes que nada, por la concentración del capital. Cuando una parte de la plusvalía se
transforma en capital adicional, aumenta el volumen de los medios de producción en
422 Francisco Chaparro Zapana

funcionamiento en las empresas, así como también el número de trabajadores asala-


riados. Mientras tanto el incremento de las dimensiones de la producción supera al
incremento de la cantidad de medios de producción y fuerza de trabajo concentrados
en la empresa, ya que con el progreso de la técnica y la organización de la produc-
ción se eleva la productividad del trabajo.

La concentración de la producción en el capitalismo también está determinada


por la centralización del capital. La expropiación a los pequeños capitalistas por los
grandes, inevitablemente, conduce a la concentración de una mayor parte de medios
de producción, fuerza de trabajo y de producción en las mayores empresas capita-
listas con una caída simultánea del peso específico de las pequeñas empresas. En el
mismo sentido opera también la conformación de las sociedades anónimas.

El vínculo interno entre la concentración de la producción y la formación de


los monopolios radica en lo siguiente:

En primer lugar, la concentración de la producción, alcanzada en el escalón


superior del desarrollo capitalista, crea las posibilidades para el surgimiento de
los monopolios. Mientras la concentración de la producción era relativamente poco
significativa, todavía no fue posible el surgimiento de las agrupaciones monopólicas,
ya que muchos miles de empresas aisladas no podían llegar a ponerse de acuerdo
sobre el establecimiento de precios únicos de las mercancías. Cuando decenas de
grandes empresas asumen una posición hegemónica en cada rama de la industria,
recién pueden ponerse de acuerdo y crear los grupos monopólicos.

En segundo lugar, la concentración de la producción en la fase superior de


desarrollo determina la necesidad del surgimiento de los monopolios. La compe-
tencia entre las grandes empresas tiene un carácter particularmente destructivo y está
repleta de enormes peligros. En las empresas con mayores escalas de producción y
elevado nivel técnico, la mayor parte del capital se materializa en edificios fabriles
y construcciones, máquinas y equipos. Pero esta parte del capital no puede ser fácil-
mente retirada de ciertas ramas de la producción y ser trasladada a otras, porque en el
caso de que caigan los precios de las mercancías, a las grandes empresas les aguarda
pérdidas enormes. Con el fin de impedir la competencia, establecer elevados precios
para las mercancías y obtener la ganancia máxima, las grandes empresas se unifican
en grupos monopólicos: carteles, sindicatos, truts, consorcios y corporaciones.

Los monopolios industriales representan en sí las más grandes empresas o


grandes grupos de capitalistas industriales, quienes concentran en sus manos una
parte significativa de la producción de mercancías y usan su poder para obtener
una elevada tasa de ganancia monopólica.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 423

A propósito de la relación causal interna entre la concentración de la produc-


ción y la formación de los monopolios, V. I. Lenin anotó: “... la concentración, al
llegar a un determinado grado de su desarrollo, puede decirse que conduce por sí
misma de lleno al monopolio, ya que a unas cuantas decenas de empresas gigantes
les resulta fácil ponerse de acuerdo entre sí y, por otra parte, la competencia, que se
hace cada vez más difícil, y la tendencia al monopolio nacen precisamente de las
grandes proporciones de las empresas”10.

Además de la concentración de la producción, la cual es la causa principal de


la formación de los monopolios, hay otros factores que actúan en la misma direc-
ción. Por ejemplo, la política de protección aduanera al obstruir a los competidores
extranjeros su acceso al mercado interno, contribuye con el surgimiento y fortaleci-
miento de los monopolios. Los bancos también influyen bastante en el acelerado cre-
cimiento de los monopolios industriales. Sin embargo, no es correcto buscar la raíz
de los monopolios industriales en la política de los bancos o en la política de los
gobiernos, como erradamente lo hacen muchos economistas burgueses, porque la
causa principal que origina los monopolios se encuentra en la esfera de la pro-
ducción capitalista. Al respecto es muy importante la siguiente hipótesis de Lenin:
“Los hechos demuestran que las diferencias entre los diversos países capitalistas,
por ejemplo, en lo que se refiere al proteccionismo o al librecambio, traen aparejadas
únicamente diferencias no esenciales en cuanto a la forma de los monopolios o al
momento de su aparición, pero que la aparición del monopolio, debido a la con-
centración de la producción, es una ley general de la presente fase de desarrollo del
capitalismo”11.

6.4. La relación entre la ley económica fundamental del capitalismo y la apa-


rición de los monopolios
Los monopolios, por ser resultado directo de la concentración de la produc-
ción, están vinculados con la acción de la ley económica fundamental del capitalis-
mo. En la afanosa búsqueda de mayor plusvalía, los capitalistas se enfrentan entre sí
en una aguda lucha competitiva. En el curso de la lucha competitiva el gran capital
desplaza al pequeño, y la producción cada vez se agranda más. Finalmente, cuando
la concentración de la producción alcanza un nivel superior de desarrollo, el surgi-
miento de los monopolios industriales se hace no solo posible, sino necesario. Por
consiguiente, el concatenado vínculo causal interno de los fenómenos es la siguiente:
la acción de la ley de la plusvalía –la competencia entre los capitalistas – la concen-
tración de la producción – el surgimiento de los monopolios industriales.

10 Lenin, Vladimir Ilich. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Ed. Progreso. Moscú, 1975, p. 13.
11 Ibídem, pp. 16-17.
424 Francisco Chaparro Zapana

6.5. Las etapas de desarrollo de los monopolios


Lenin distinguió tres etapas del desarrollo de los monopolios industriales:

La primera etapa comprende la década de los años 60 hasta comienzos de los


70 del siglo XIX. En este período los monopolios fueron gérmenes apenas adverti-
dos, que representaban en sí un fenómeno aún aislado. Así, por ejemplo, en Alema-
nia en 1865 había solo 4 carteles, en los EE. UU. en 1870 se formó el primer trust, el
petrolero “Standard Oil Company”.

La segunda etapa del desarrollo de los monopolios se inició después de la


crisis económica mundial de 1873 y se prolongó hasta fines del siglo XIX. Esta
crisis trajo consigo la quiebra de una multitud de pequeñas empresas y permitió, en
mayor medida, que se consolidase la concentración de la producción. Después de la
crisis de 1873, los monopolios alcanzaron una difusión más o menos amplia. Así,
en Alemania en 1887 se contaban ya 70 carteles. Sin embargo, en aquella etapa los
monopolios aún representaban en sí una exclusión y no jugaban un rol decisivo en
la economía.

La tercera etapa del desarrollo de los monopolios se inicia a fines del siglo
XIX. En este período, en especial después de la crisis de 1900-1903, la concentra-
ción de la producción se consolida aún más, lo que originó una gran cantidad de
asociaciones monopólicas, las cuales adquirieron un significado decisivo en la eco-
nomía capitalista. Por ejemplo, el número de carteles en Alemania aumentó de 250
en 1896, a 600 en 1911; el número de trusts en los EE. UU. aumentó de 185 en 1900,
a 250 en 1907. Precisamente en la referida etapa los monopolios constituían una de
las bases de la vida económica, y el capitalismo se transformó en imperialismo.

7. LAS PRINCIPALES FORMAS DE ASOCIACIÓN MONOPÓLICA. SU DOMI-


NIO HEGEMÓNICO EN EL CAPITALISMO CONTEMPORÁNEO

7.1. Principales formas de asociación monopólica


A) Las uniones simples. Las formas más simples de agrupaciones monopólicas
son los acuerdos temporales sobre precios; sus protagonistas se comprometen
por un determinado período a vender sus mercancías por los mismos precios.
Tales asociaciones tienen en diversos países ciertos propósitos, como los con-
venios, rings, corners, etc.
B) Las formas superiores de unificación monopólica, típicas del capitalismo
monopolista son los carteles, los sindicatos, los trusts y los consorcios.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 425

LOS CARTELES. El cartel es una agrupación monopólica cuyos inte-


grantes, manteniendo sus respectivas empresas como unidades independientes,
se ponen de acuerdo acerca de las condiciones de ventas y los plazos de pagos, se
reparten los mercados, determinan la cantidad de mercancías que han de produ-
cirse y fijan los precios. Los acuerdos de los carteles incluyen el establecimiento de
elevados precios únicos de monopolio, por los cuales los integrantes del cartel se
comprometen a vender sus mercancías en el mercado. Pero esta medida por sí sola,
con frecuencia es insuficiente. Si todos los miembros del cartel pudieran vender li-
bremente sus mercancías en cualquier mercado, entonces sus precios se reducirían a
consecuencia de un significativo incremento de la oferta. Por ello, los acuerdos del
cártel con frecuencia incluyen también la limitación de los mercados de venta. Esto
significa que cada miembro se compromete a vender sus productos solo en determi-
nadas regiones.

No obstante, todo ello es insuficiente aún. Para poder mantener elevados pre-
cios es necesario limitar la oferta de mercancías en el mercado, y esto presupone li-
mitar el volumen de la producción. Por eso no es raro que los acuerdos consideren el
establecimiento para todo el cartel de un determinado contingente de la producción
de las diversas mercancías con la limitación de una determinada porción, o “cuota”,
para cada miembro. La cantidad de mercancías que cada uno de los integrantes tiene
derecho a producir y vender se llama cuota. Quien infrinja la cuota tiene que abonar
una multa que pasa a engrosar la caja del cartel.

Además, los acuerdos del cartel contienen en sí cláusulas orientadas en contra


de los obreros, estableciendo la creación de fondos antihuelgas, la separación del
trabajo de los participantes activos en el movimiento huelguístico, la organización
de los look aut, etc.

La forma de cartel de las asociaciones monopolistas fue ampliamente difundi-


da en Alemania, donde su número aumentó de los 300 en el año 1900 a los 2200 en
1943. Mientras tanto, en los EE. UU. los acuerdos de cartel fueron legalmente pro-
hibidos, pero en los hechos existe una multitud de carteles bajo las formas de las así
llamadas asociaciones comerciales e institutos. En las vísperas de la Segunda Guerra
Mundial su número superaba las 2000 unidades.

LOS SINDICATOS. El sindicato es una agrupación monopólica de empre-


sarios independientes que realiza la venta de mercancías y, a veces, la compra de
materias primas, a través de una oficina común. Mientras que cada integrante de
un cártel comercializa independientemente su producción en el mercado, pese a que
el precio es establecido por su organización, los acuerdos sindicales disponen la en-
trega de toda la producción de las empresas que se incorporan al sindicato para que
la comercialice sus agencias de ventas.
426 Francisco Chaparro Zapana

LOS TRUSTS. El trust es el monopolio en el que se aglutina la propiedad


de todas las empresas, y sus copartícipes se convierten en accionistas de una gran
empresa común, disfrutando de las ganancias en proporción a las acciones que
poseen. Al frente del trust se encuentra un consejo de administración, encargado de
dirigir toda la producción, la venta de los productos y las finanzas de las empresas
antes independientes. El trust no solo realiza toda la producción de sus empresas
afiliadas, sino que también dispone íntegramente de estas. Además, los trusts forman
con frecuencia asociaciones más amplias, los consorcios.

Junto a los trusts, que unifican a las empresas de una misma rama industrial
(ya sean petroleras, azucareras, tabacaleras, etc.), también existen aquellas que unifi-
can entre sí a empresas de ramas industriales diferentes, pero vinculadas entre sí. Por
ejemplo, empresas extractoras de carbón, siderúrgicas, metalúrgicas, constructoras
de máquinas. Semejantes trusts constituyen los llamados combinados. Como ejem-
plo de combinados pueden servir el trust siderúrgico alemán Fereynigte Stalbarke y
el siderúrgico estadounidense United Steel Corporation.

El trust siderúrgico alemán fue organizado en 1926 con un capital de accio-


nistas de 800 millones de marcos; a su seno se integraron minas de carbón, fábricas
de coque, minas de hierro, fábricas metalúrgicas y centrales eléctricas. Antes de la
Segunda Guerra Mundial el trust siderúrgico alemán concentraba en sus manos cerca
del 15% de la extracción del carbón de piedra del país, cerca del 30% de la fundición
de acero y casi el 40% de la fundición de hierro. El trust siderúrgico estadounidense,
fundado en el año 1901, también es un combinado y controla muchas empresas que
extraen minerales, funden acero, etc. En 1966, las empresas de la United Steel Cor-
poration empleaban 206 000 trabajadores, y sus activos constituían 5800 millones
de dólares.

Los combinados son preferidos en comparación a otros tipos de asociación. El


hecho de que albergan en su seno empresas de distintas ramas industriales garantiza
a las mismas la obtención de ganancias estables. De producirse una caída de la ga-
nancia, debido a la caída de los precios de unas mercancías, se compensa mediante
la elevación de precios de otras mercancías. Dentro del combinado, la materia prima
y los productos semiacabados son trasferidos directamente de unas empresas a otras,
lo que reduce los gastos y eleva las ganancias. Los combinados gozan de una mayor
estabilidad durante las crisis.

LOS CONSORCIOS. Constituyen la forma superior de asociación monopo-


lista. El consorcio es la unión de varias empresas de diversas ramas de la pro-
ducción, casas comerciales, bancos, compañías de transporte y de seguros, sobre
la base de la supeditación financiera común a un grupo de capitalistas podero-
sísimos, mediante la compra de acciones. Los consorcios se diferencian de otras
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 427

formas de asociación monopolista por las siguientes dos particularidades. En primer


lugar, porque ellos incluyen mayormente en su seno no solo empresas de distintas
ramas industriales y comerciales, sino también empresas de transporte, de la banca
y las finanzas. En segundo lugar, la formación del consorcio no se produce mediante
el acuerdo entre las empresas independientes para su organización y la pérdida de su
autonomía, sino mediante la compra de acciones de una multitud de empresas por
los magnates financieros. En consecuencia, estas empresas, no obstante que jurídica-
mente conservan su autonomía, en los hechos caen bajo el control de los capitalistas
más poderosos. Por ejemplo, el consorcio alemán Reynigshe Stalbarke, que a fines
de la década del 50 del siglo XX operaba con un capital de 848 millones de marcos,
controlaba 113 compañías en la metalurgia, construcción de máquinas, construcción
de barcos, en la industria química, y otras ramas. El consorcio italiano Fiat, de la
familia Angeli-Nazi, controla 150 compañías de la automovilística, aviación, cons-
trucción de máquinas y otras ramas; en 1964 sus activos eran de 1300 millones de
dólares, y sus empresas ocupaban 124 000 trabajadores.

7.2. El poder de los monopolios en el capitalismo contemporáneo


En el capitalismo contemporáneo un número reducido de compañías mono-
polistas ocupan una situación predominante en todas las ramas de la industria. Así,
en los EE. UU., según informes estadísticos de 1954, en las diversas ramas de la in-
dustria en manos de las cuatro corporaciones más poderosas se concentraban: en 43
ramas, el 75% de toda la producción lanzada; en 102 ramas, del 50 hasta 74%; y en
162 ramas, del 25 hasta el 49%. Entre los monopolios norteamericanos más grandes
se encuentran la General Motor Corporation y la Ford Motor Company, a las que en
1962 les correspondía el 83% de toda la producción de automóviles; en la industria
del petróleo, la Standard Oil Company (Nueva Jersey), Sokony Movil Oil Com-
pany, Texas Company y Golf Oil Corporation, que concentraban el 55% de todas
las operaciones comerciales de la industria petrolera norteamericana; en la industria
electrotécnica, la General Electric Company y la Western Electric Company; en la
metalurgia ferrosa, la United State Steel Corporation y la Bethelhem Steel Corpo-
ration. En 1965, a las 500 compañías más poderosas les correspondía el 60% de las
operaciones comerciales y el 70% de las ganancias de todas las compañías industria-
les de los EE. UU. En 1964, en las empresas de las 550 compañías más poderosas del
mismo país operaban 10,5 millones de trabajadores, o sea el 60% de toda la mano de
obra empleada en la industria.

En otros países capitalistas desarrollados los monopolios también predominan


en la industria. Por ejemplo, en Inglaterra, nueve de los monopolios metalúrgicos
más poderosos concentraban cerca de las 3/4 partes de todo el acero fundido, dos
compañías monopólicas de la electrotecnia (AEI y la General Electric), cerca de la
1/2 de toda la producción de artefactos de iluminación; tres monopolios de la indus-
428 Francisco Chaparro Zapana

tria automotriz (Bretain Motor Cooporation, Ford Motor Company y la Backsholl


Motors), cerca de las 3/4 partes de la producción de automóviles; el trust químico
Imperial Quimical Industries monopolizaba la producción de cerca de 40 productos
químicos más importantes.

En Alemania Occidental, los monopolios más poderosos poseían en sus ma-


nos del 70 al 95% de toda la producción de las ramas de la industria de vanguar-
dia. Entre los monopolios alemanes más poderosos figuraban: en la industria del
automóvil, Walls Wagen y Daymler-Benz A. G.; en la electrotecnia, las compañìas
Simens y AEG; en la metalurgia, Krupp, Mannesman, Gutehofnunzjiote, Reynish
Stalbarke.

7.3. La mayor concentración de la producción en el capitalismo monopo-


lista
Los nacientes monopolios sobre la base de la concentración de la produc-
ción, a su turno, influyen también activamente sobre el proceso de la concentra-
ción de la producción. En la medida que los monopolios poseen capitales gigantes-
cos, estos pueden emplear en sus empresas la tecnología de punta. Al mismo tiempo,
los monopolios, mediante la compra y la monopolización de patentes de las nuevas
máquinas y perfeccionamientos técnicos, impiden que las empresas no monopoliza-
das puedan acceder al empleo de las técnicas más modernas. De esta forma, la mo-
nopolización de la producción acentúa el sobrepeso de las empresas más fuertes en la
lucha competitiva y, a su vez, desplaza forzosamente a las pequeñas empresas.

Los siguientes datos confirman la consolidación de la concentración de la pro-


ducción bajo el dominio de los monopolios: En la industria de transformación de los
EE. UU., a 1,9 miles de empresas más poderosas (con más de mil trabajadores) les
correspondía cerca del 33% en 1947, y en 1958 cerca ya del 36% del valor neto de la
producción. En la industria de transformación en Inglaterra, la parte correspondiente
a las empresas más poderosas (con más de mil trabajadores) se incrementó entre
1935 y 1961 del 22 al 34% en el número total de trabajadores. En Alemania, entre
1952 y 1963, el peso específico de las empresas más poderosas (con más de mil tra-
bajadores) se elevó del 34 al 39% en el número total de empleados en la industria. Y
en Francia, solo en los primeros siete años posteriores a la Segunda Guerra Mundial,
se redujo en 40% el número de pequeñas empresas (con menos de 50 trabajadores)
en comparación con el período anterior a la guerra, mientras que el número de las
grandes empresas (con más 500 trabajadores) se elevó en más del 20%. En 1958, en
la industria y el comercio de Francia, 1/500 parte del número total de las empresas
concentraba en sus manos cerca del 30% del número total de trabajadores.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 429

8. LOS MONOPOLIOS Y LA COMPETENCIA

8.1. La unidad del monopolio y la competencia


Según Lenin, el imperialismo se caracteriza por la unidad de dos aspectos con-
trapuestos: el monopolio y la competencia. Esta importante tesis de la teoría leninista
sobre el imperialismo es distorsionada y divulgada por los economistas burgueses
como la teoría del capitalismo “planificado” u “organizado”. Difunden la idea de que
los monopolios han eliminado la competencia y la anarquía en la producción.

En realidad, cuanto más se desarrollan los monopolios tanto más se agudiza


la competencia. Como observaba el mismo Lenin, “los monopolios, que derivan de
la libre competencia, no la eliminan, sino que existen por encima de ella y al lado
de ella, engendrando así contradicciones, rozamientos y conflictos particularmente
agudos y bruscos”12.

En la etapa del imperialismo, la lucha competitiva tiene un carácter extrema-


damente agudo y se manifiesta a través de una diversidad de formas. Entre ellas:
a) la competencia entre las empresas no monopolizadas; b) la competencia entre los
monopolios y los outsiders, es decir, los capitalistas no incluidos en las uniones mo-
nopolistas; c) la competencia entre los diferentes monopolios; y d) la competencia
dentro de las mismas uniones monopolistas.

8.2. La competencia entre las empresas no monopolizadas


Esta es la antigua forma de libre competencia que imperaba sobre todo en las
condiciones del capitalismo premonopolista. Con el tránsito a la etapa del imperia-
lismo aquella no desaparece, continúa teniendo lugar, ya que junto a los monopolios
operan una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas no absorbidas por las
uniones monopolistas. Así, en 1962, los EE. UU. contaban con 5,7 millones de em-
presas individuales (sin incluir las granjas), abarcando en este número 2 millones de
empresas sin obreros asalariados.

Al constatar que junto a las empresas monopolistas continuaba existiendo un


gran número de empresas no monopolizadas, Lenin caracterizó al capitalismo mo-
nopolista como la “superestructura cimentada sobre el viejo capitalismo”. Por eso,
él refutó categóricamente la teoría del “imperialismo puro” de M. Bujárin, según
la cual los monopolios pareciera que envuelven a toda la producción social. Esta
concepción no solo es superficial teóricamente, sino también perniciosa en el aspec-
to político, ya que desplaza el problema sobre la alianza entre la clase obrera y el
campesinado. Si toda la producción fuera monopolizada, entonces no existirían los

12 Ibídem, p. 87.
430 Francisco Chaparro Zapana

pequeño-productores campesinos, y por consiguiente no cabría siquiera pensar sobre


la posibilidad de una alianza entre la clase obrera y el campesinado. Pero en realidad
el “imperialismo puro” no existe, porque, además de las empresas capitalistas mono-
polistas, existen las empresas capitalistas no monopolistas, y también una gran masa
de micro y pequeños productores. Por eso, en la etapa del imperialismo incluso la li-
bre competencia no se extingue ni se elimina, pese a que deja de ser predominante.

Junto a esta forma de competencia, heredada del capitalismo premonopolista,


en la etapa del imperialismo surgen y se desarrollan nuevas formas de competencia,
en especial entre los monopolios y los outsiders, entre los propios monopolios y en
el interior de las asociaciones monopólicas.

8.3. La competencia entre los monopolios y los “outsiders”


Los grupos monopólicos libran una enconada lucha competitiva contra las
empresas no monopolizadas o “outsiders”, aplicando determinados métodos.

Uno de esos métodos es privarlas del acceso a las materias primas. Para esto,
los carteles, sindicatos y trusts capturan bajo su control las fuentes abastecedoras
de aquellas. En determinadas circunstancias los monopolios usan para sí el aparato
del Estado. De este modo, durante la Segunda Guerra Mundial, al distribuir las es-
casas materias primas, las instituciones estatales abastecían de materias primas a las
empresas monopolistas más poderosas preferentemente, negándose a proporcionar
materias primas a las pequeñas empresas, lo que provocaba la ruina de muchas de
ellas.

Otro método de lucha monopolista contra los outsiders es la privación del


transporte. Los monopolios industriales firman convenios con las compañías ferro-
viarias logrando establecer descuentos en las tarifas de transporte para las cargas de
las empresas monopolistas, pero dificultando el traslado de las cargas de los outsi-
ders. Ya en los años 70 del siglo XIX, el joven trust petrolero estadounidense Stan-
dard Oil of New Jersey logró para sus empresas tarifas ferroviarias con descuentos
especiales, el transporte de cada tonelada de petróleo le resultó 3½ veces más barato
que los precios fijados por la tarifa general. Además, en una serie de casos las com-
pañías ferroviarias, por encontrarse bajo el control del trust petrolero, se negaban
abiertamente a disponer sus vagones para el traslado del petróleo de las empresas
outsiders.

En adelante, los trusts aplican un método específico tal como el de la priva-


ción de mercados de venta para los outsiders. Para ese fin, los monopolios industria-
les firman convenios con las compañías comerciales, las cuales se comprometen a
comprar mercancías solo a las empresas monopolizadas.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 431

El método de lucha más efectivo de los monopolios contra los outsiders es la


caída manipulada de precios. Pese a que los monopolios generalmente aplican la
política de elevación de los precios de sus mercancías, ellos provocan por tempora-
das una significativa disminución de los precios con el objeto de arruinar a los outsi-
ders y desplazarlos del mercado. Por ejemplo, a comienzos de 1961, tres compañías
que monopolizaban el 80% de la producción de azúcar en Italia (Eridania, Italiana
y Montezi) disminuyeron el precio del azúcar en 12 a 13%, como resultado de lo
cual muchas empresas pequeño-productoras en esta rama se arruinaron. Entonces,
en marzo de 1961, los azucareros monopolistas elevaron nuevamente el precio del
producto en casi el 25%, o sea, a un nivel mayor que antes.

Otro importante sistema de lucha de los monopolios en contra de los outsiders


es la privación del crédito. Los carteles, sindicatos y trusts, por estar estrechamente
asociados con los grandes bancos, influyen sobre estos para que no otorguen créditos
a las empresas no monopolizadas, extremando así las dificultades a las actividades
de las mismas.

Finalmente, en su lucha contra los outsiders, los monopolios apelan a la apli-


cación del boicot y el chantaje desembozado. He aquí un ejemplo típico de la histo-
ria de los monopolios en los EE. UU. Después de que en 1870 fue fundado el trust
petrolero, en 1879 los petroleros outsiders construyeron en Ohio su propio oleo-
ducto. Entonces, el trust desencadenó contra ellos una lucha furibunda: perforaron
secretamente el oleoducto de los outsiders atravesándolo con un trozo de viga, lo que
de inmediato disminuyó en tres veces su capacidad impulsora. En 1894, el tubo prin-
cipal de este oleoducto apareció cercenado y el mismo día se incendió la refinería de
propiedad de la compañía del presidente de los outsiders. Con el objeto de liquidar
mediante la fuerza bruta las empresas no monopolistas, los trust norteamericanos
contrataban incluso a las mafias, las cuales se encargaban de eliminar del camino a
los competidores indeseables, ya sea dinamitando sus instalaciones o asesinando a
su dueños, así como aplicando sin el menor escrúpulo muchos otros actos criminales
de lesa humanidad.

De todo lo expuesto, se desprende la conclusión de que la lucha competitiva


de los monopolios en contra de los outsiders tiene un carácter extremadamente agu-
do y se realiza en gran medida mediante la aplicación de métodos violentos. Según
V. I. Lenin, “Nos hallamos en presencia, no ya de la lucha competitiva entre grandes
y pequeñas empresas, entre establecimientos de técnica avanzada. Nos hallamos ante
la estrangulación por los monopolistas de todos aquellos que no se someten al mono-
polio, a su yugo, a su arbitrariedad”13.

13 Ibídem, p. 23.
432 Francisco Chaparro Zapana

8.4. La competencia entre los propios monopolios


La competencia de los monopolios entre sí se lleva a cabo bajo las siguientes
formas: a) la lucha entre los monopolios de una misma industria, b) la lucha de los
sustitutos; y c) la “lucha por el dinero del consumidor”.

Frecuentemente en cada rama de la industria no actúa una sino varios grupos


monopólicos, los que despliegan una aguda lucha competitiva entre sí. En esta con-
frontación, los monopolios ponen en práctica el método de la reducción artificial y
temporal de los precios, el método del otorgamiento de descuentos especiales a su
clientela permanente, el de la firma de convenios comerciales para comprar mercan-
cías solo a determinados monopolios, y el de la negativa de comprar a los monopo-
lios competidores.

Como un ejemplo concreto puede servirnos la competencia entre los trusts


tabacaleros estadounidense e inglés. En el año 1901, un trust tabacalero estadouni-
dense compró en Inglaterra una gran fábrica tabacalera y propuso a los comerciantes
ingleses un descuento de 7,5% si ellos se comprometían a comercializar solamente
sus artículos. Entonces, 13 fábricas tabacaleras inglesas se asociaron conformando
un trust y empezaron a bajar los precios para desplazar del mercado los productos
del trust estadounidense. El trust inglés ofreció a los comerciantes un premio de
50 000 libras esterlinas por semestre y 20% de sus ganancias anuales si se negaban a
comprar a su competidor estadounidense. Ante semejante respuesta, el trust nortea-
mericano ofreció a los comerciantes un premio de 200 000 libras esterlinas y toda la
ganancia neta de las ventas en Inglaterra durante cuatro años si se negaban a aceptar
la oferta del trust inglés. Según cálculos estimados, en un año de lucha competitiva
ambos gastaron más de 1,5 millones de libras esterlinas. Pero, al fin y al cabo, los
trusts del tabaco estadounidense e inglés arribaron a una negociación repartiéndose
el mercado.

También se lleva a cabo la competencia entre los monopolios de diversas ra-


mas. Existen ramas de la industria cuyos productos son sustitutos, es decir que pue-
den ser reemplazados unos por otros. Por ejemplo, el petróleo sirve de sustituto del
carbón, el aluminio del cobre, la seda artificial como sustituto de la seda natural, el
caucho artificial del caucho natural, etc. Entre los monopolios de tales ramas de la
industria se produce la llamada competencia de sustitutos. A su vez, como métodos
de lucha usan la propaganda, la manipulación de los precios, los acuerdos entre los
consumidores (por ejemplo, las compañías petroleras negociaban con las compañías
ferroviarias para que estas usen combustible líquido en lugar del carbón), el soborno
a las empresas competidoras, etc.

En los últimos tiempos, como un ejemplo palpable de la lucha de sustitutos


puede servir la pugna librada entre las compañías cinematográficas y las de tele-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 433

visión. Al competir con la televisión, las compañías cinematográficas se niegan a


venderle sus filmes y procuran atraer la clientela a su favor valiéndose de écranes
panorámicos, cine tridimensional y otras novedades técnicas.

Además de la lucha de sustitutos, se da la competencia entre monopolios de


las más diversas ramas, los cuales a primera vista no tienen nada en común entre sí;
por ejemplo, las compañías automovilísticas compiten con las compañías produc-
toras de radios, de muebles o de confección de ropa. El asunto es que la capacidad
adquisitiva de la mayoría de los consumidores es limitada, y el dinero gastado en la
adquisición de una mercancía no puede ser usado al mismo tiempo por el consumi-
dor en la compra de otra mercancía. En relación con esto, se entabla una enconada
“lucha por el dinero del consumidor” entre los monopolios de las más distintas ramas
de la producción. Como método preferido sirve la propaganda más sensacionalista e
inescrupulosa de los productos de cada compañía.

Por ejemplo, transmiten por radio propagandas dirigidas a los oyentes en ver-
so y en prosa, o como piezas musicales. Un compositor advierte con ironía que
cualquier propaganda puede interrumpir para comunicar que si usted no consume
queso de una determinada marca, corre el riesgo de morir joven, pobre y solitario.
Cierta vez, cuando se transmitía una pieza de la obra El rey Lear de Shakespeare,
puesta en escena, Lear, saliéndose del texto clásico, maldice a sus hijas por no haber
bebido el jugo de manzana marca Óptimus. O cuando la Coca Cola se vale de la
ópera Pagliacci, de Ruggero Leoncavallo, poniendo a un niño que sube al escenario
con una botella de la famosa bebida para consolar al protagonista en el momento más
dramático de la obra.

Como uno de los métodos más modernos de competencia practicado entre los
monopolios está la industria del espionaje. Por ejemplo, los monopolistas estado-
unidenses instalan en las oficinas y departamentos de sus competidores, valiéndose
de detectives privados, aparatos telefónicos para enterarse de los proyectos secretos
de la competencia. En el Japón, según informes publicados en 1963, actuaban cerca
de 15 mil espías industriales, ocupados a tiempo completo en el robo de secretos
industriales.

8.5. La competencia dentro de los propios monopolios


Al interior de cada cartel suele haber una pugna intensa por los precios. Los
intereses de los distintos integrantes para el establecimiento del precio de cartel sue-
len dividirse entre sí. No son raros los casos de empresas sucursales que poseen
bajos costos de producción e incumplen los acuerdos para ampliar las ventas de sus
mercancías con precios más bajos que los del cartel.
434 Francisco Chaparro Zapana

También en el interior de los cárteles ocurre una lucha intensa por los merca-
dos. En la distribución de estos, cada integrante lucha por apoderarse de los mejores
mercados. Sucede a veces que alguno de los miembros llega a vender sus mercancías
transgrediendo los acuerdos de cártel.

Entre los miembros de los sindicatos y carteles se entabla, además, la lucha


por las cuotas. Cada miembro del cártel o del sindicato aspira a obtener la cuota
más alta. Los capitalistas incluso elevan artificialmente la capacidad instalada de sus
empresas para fundamentar su derecho a una cuota mayor. Con frecuencia los em-
presarios insatisfechos exigen el otorgamiento de una cuota mayor, o en su defecto
abandonan el cartel.

Dentro de los trusts y consorcios se produce la lucha por el control de las


empresas, por copar en ellas los cargos de dirección. En esta pugna, la compra de
acciones suele ser el método más usado, lo que permite a unos y a otros capitalistas
capturar los cargos de dirección en los monopolios y emplearlos en función a sus
intereses.

De todo lo expuesto se debe concluir que en la época del imperialismo la


lucha competitiva no desaparece sino que, por el contrario, se agudiza al extremo
porque adquiere una mayor variedad de formas y sus contradicciones se profun-
dizan.

9. CRÍTICA A LAS TEORÍAS SUBJETIVAS ACERCA DE LOS MONOPO-


LIOS

9.1. Las pretensiones de ignorar las diferencias entre los monopolios impe-
rialistas y las formas anteriores de monopolios
Los economistas burgueses, pretendiendo ocultar el carácter hegemónico-
dominante del monopolio capitalista, dan una definición de los monopolios como
si la naturaleza de estos fuese igual en todas las épocas históricas. Así, por ejemplo,
el economista norteamericano E. H. Chamberlain da la siguiente definición: “Mono-
polio con frecuencia significa control de la oferta y, por lo mismo, del precio”14.

Esta definición es puramente formal y unilateral, no permite descubrir la esen-


cia de los monopolios imperialistas. En efecto, ya en la edad media los talleres arte-
sanales controlaban la producción y la oferta de mercancías, así como también sus
precios. En la época de la acumulación primaria del capital, las grandes compañías
comerciales se atribuían el derecho del control monopólico del comercio con las co-
lonias. Controlaban la oferta de mercaderías en los mercados coloniales establecien-

14 Chamberlain, E. H. Teoría de la competencia monopolista. IL, 1959, p. 38, traducido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 435

do precios elevados. Pero ni a las corporaciones monopólicas de la edad media, ni a


los monopolios comerciales del período mercantil del capitalismo cabe equipararlos
con los monopolios de la época imperialista.

El monopolio de las corporaciones artesanales tenía como base la pequeña


producción artesanal, y no eliminaba su carácter fragmentario. El monopolio de las
compañías compradoras era generado por el débil desarrollo del sistema económico
capitalista y actuaba exclusivamente en la esfera de la circulación. Por el contrario,
el monopolio imperialista es engendrado por un sistema económico capitalista alta-
mente desarrollado y se basa en la concentración de la producción, que ha alcanzado
un elevado nivel. Este monopolio actúa en la esfera de la producción y en la esfera
de circulación. La identificación cualitativa de distintas formas de monopolio condu-
cen solamente a error y confusión de los límites entre los conceptos de feudalismo,
capitalismo premonopolista y capitalismo monopolista.

9.2. Contraposición entre monopolio y “oligopolio”


Partiendo del significado etimológico puro de “monopolio” (palabra prove-
niente de dos vocablos griegos: monos que significa uno y poleti que significa ven-
der), muchos economistas burgueses consideran tendenciosamente que el monopolio
existe solo cuando una mercancía dada es vendida por una única firma o compañía.
Si la producción y la venta de la mercancía las realizan aunque sea algunas pocas
compañías, entonces no habría monopolio sino un “oligopolio” (de la palabra oligos
–algunos). Semejante concepción fue lanzada por Chamberlain y Joan Robinson
(economista inglesa continuadora de la teoría keynesiana).

De esta forma, junto a la difundida interpretación de monopolio –según la cual


esta definición se relaciona no solo con el capitalismo monopolista sino también con
épocas históricas anteriores–, en la economía política burguesa tiene también lugar
una interpretación restringida de monopolio, en la cual esta definición se presenta
poco aplicable incluso al capitalismo monopolista. Semejante situación de las cosas,
cuando todas las mercancías de alguna especie son vendidas por una sola compañía,
fenómeno que se encuentra raramente, porque lo típico del capitalismo monopo-
lista es la concentración de la mayor parte de la producción y comercialización de
las mercancías de cada rama en manos de varias asociaciones monopolistas. Si se
contrapone el concepto de “monopolio” (como la existencia de un vendedor) al de
“oligopolio” (como la existencia de algunos vendedores), entonces los monopolios
resultarían siendo casos excepcionales, no típicos del capitalismo contemporá-
neo. Este procedimiento está orientado a ocultar el carácter hegemónico del mo-
nopolio.
436 Francisco Chaparro Zapana

9.3. La desfiguración de las causas del origen y desarrollo de los mono-


polios
Los economistas burgueses con frecuencia pretenden desligar el vínculo cau-
sal entre la concentración de la producción y el monopolio.

Una de las teorías nuevas que desnaturalizan la esencia de los monopolios y


las causas que los originan es la teoría de la “competencia monopolista”, también
del economista norteamericano Chamberlain. Este diferencia 1. La “competencia
pura”, en la cual participa una gran cantidad de compradores y vendedores, y donde
las mercancías vendidas se caracterizan por ser homogéneas; 2. El “monopolio”,
cuando todo el producto de una rama dada se concentra en manos de un solo ven-
dedor; y 3. La “competencia monopolista”, en la cual hay un número limitado de
vendedores y se dispone del “producto diferencial”.

Precisamente, a este “producto diferencial” Chamberlain le asigna un rol de-


cisivo en la formación de los monopolios. Él sostiene que: “Si los productos son
idénticos, entonces tenemos las condiciones de una competencia pura (suponiendo
también que el número de vendedores es muy grande). En lugar de la diferenciación
aparece el monopolio, y a medida que se consolida la diferenciación los elementos
del monopolio se hacen más significativos”15. Y por “producto diferencial” Cham-
berlain comprende cualesquiera particularidades, tanto de la propia mercancía como
del vendedor (incluso hasta sus cualidades personales y prestigio). “La diversifi-
cación del producto –afirma él– puede relacionarse con el cambio de calidad del
mismo producto, con el cambio de sus particularidades técnicas, con la creación de
una nueva construcción, con el surtido de un mejor material; ella puede expresarse
en un servicio más eficiente, en una nueva forma de organización del comercio o,
probablemente, en la elección de una nueva ubicación”16.

Esta teoría contiene las siguientes insuficiencias teóricas: En primer lugar,


ella tipifica como la base de los monopolios a los factores secundarios, ignorando
su verdadero fundamento, la concentración de la producción. Partiendo del signo
de la “diferenciación”, Chamberlain resume bajo el concepto equivocado de mono-
polistas a los médicos, abogados, artistas y otros profesionales eximios, mientras que
el rol de los monopolios verdaderos –los carteles, sindicatos, trusts y consorcios–
pasa desapercibido.

En segundo lugar, semejante interpretación del monopolio se contradice con


la realidad, ya que en las ramas industriales más altamente monopolizadas la produc-

15 Ibídem, p. 41.
16 Ibídem, pp. 123-124.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 437

ción es estandarizada y no “diferenciada”, como en las ramas industriales del carbón,


del petróleo, la metalurgia y otras.

En tercer lugar, la teoría dada representa en sí una analogía de los mono-


polios, por cuanto ve en ellos el resultado de la adaptación de las empresas a las
encuestas y al gusto de los consumidores, a favor de la mejor satisfacción de estos
últimos, como si los monopolistas “diferenciaran” los productos. Al mismo tiempo,
se camufla la esencia explotadora de los monopolios y su yugo sobre la sociedad.

9.4. La teoría de las “fuerzas equilibrantes”


Otro intento sui géneris de definición de capital monopolista es la teoría del
economista norteamericano J. K. Galbraith. Esta admite el rol decisivo de las pode-
rosas corporaciones en la economía capitalista contemporánea, pero, al mismo tiem-
po, sostiene que los monopolios no están en una condición plena de hacer efectivo
todo su poder sobre el mercado para explotar a la población, ya que se le oponen
las “fuerzas equilibrantes” representadas por las organizaciones de los trabajadores,
granjeros y consumidores, y también por el Estado “En realidad –escribe Galbraith–
aparecieron nuevas limitaciones del poder de los individuos privados, reemplazando
a la competencia. Estas fueron engendradas por el proceso de concentración, el cual
debilitó o destruyó la competencia. Pero ellas aparecieron en oposición al mercado,
no del lado de los competidores, sino del lado de los consumidores o de los pro-
veedores. Si se debe dar una denominación a este binomio de la competencia, yo lo
llamo fuerza equilibrante”17.

Entre la serie de “fuerzas equilibrantes” que “neutralizan” el poder de los mo-


nopolios y que anulan sus tendencias explotadoras, Galbraith considera tanto a los
sindicatos, a los grandes supermercados o compañías comerciales, a las cooperativas
de consumo, como también a las asociaciones de industriales, de compradores de la
producción de los monopolios, y finalmente, al Estado.

La finalidad de la teoría de las “fuerzas equilibrantes” es evidente, es un inten-


to refinado de justificación del capitalismo monopolista. Antes que nada, no es cierta
la afirmación de Galbraith, en el sentido de que en el capitalismo contemporáneo
la competencia está debilitada, y menos que esté eliminada. Como ha quedado
demostrado antes, los monopolios no han eliminado la competencia, sino que la han
hecho más compleja agudizando sus contradicciones.

Es totalmente inconsistente también la afirmación de que los sindicatos


“neutralizan” las consecuencias negativas de los monopolios para la clase traba-

17 Galbraith, John K. American Capitalism. The Concept of Countervailing Power. Boston, 1952, p. 118, traducido por
F. Ch. Z.
438 Francisco Chaparro Zapana

jadora. Los sindicatos pueden lograr solo mejoras parciales para los trabajadores,
porque el grado de explotación del proletariado en la época del capitalismo mono-
polista se eleva permanente y desmesuradamente. De igual manera, es infundado
adjudicar el rol de “fuerza equilibrante” a las cooperativas de consumo. Los hechos
confirman que el cooperativismo no puede conjurar la inflación de los precios, im-
puesta por los monopolios.

Es una distorsión de la realidad de las grandes compañías capitalistas comer-


ciales la interpretación de “fuerza equilibrante” con relación a los monopolios in-
dustriales, o de algunos de estos con relación a otros. La difusión de los monopolios
hacia las diversas ramas de la industria, y también al comercio, no “neutraliza” las
consecuencias negativas de los monopolios ya existentes, más bien refuerza el yugo
del capital monopolista sobre las masas populares.

Finalmente, es totalmente incorrecto suponer al Estado burgués como una


“fuerza equilibrante” en relación a los monopolios. En los hechos, los estados se
someten a los monopolios y sirven a sus intereses.

La teoría de la “fuerza equilibrante” tiene una esencia y un propósito apologé-


tico-burgués, porque oculta el carácter hegemónico predominante de los monopolios
sobre toda la sociedad y maquilla al capitalismo monopolista.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 439
CA CAPÍTULO XII

La rotación cíclica del capital industrial

Hasta este punto, se han analizado las relaciones económicas que se forman
en el proceso de la producción capitalista. En la economía capitalista los bienes son
producidos para el mercado, por lo que tras cada proceso de producción debe nece-
sariamente continuar el proceso de circulación. La finalidad del presente capítulo es
analizar el ciclo y la rotación del capital como una unidad de los procesos de pro-
ducción y circulación para comprender la dinámica del capital, examinar los factores
que aceleran su movimiento y mostrar la influencia que ejerce esta aceleración sobre
la magnitud de la plusvalía. Aquí nos referimos a la dinámica del capital industrial 1,
o sea del capital cuya función es crear plusvalía.
.
1. LA CIRCULACIÓN DEL CAPITAL Y SUS FORMAS

1.1. Las tres fases de la rotación cíclica del capital industrial y sus tres
formas
El movimiento de cualquier capital invertido en una empresa, que produce
determinados bienes materiales, atraviesa siempre tres fases y adquiere tres formas
distintas, ejecutando determinadas funciones en cada una de ellas:
M
a) D - M M P que representa la compra de la mercancía-fuerza de trabajo
T

(M) y la compra de las mercancías-medios de producción (M) a cambio de una suma


anticipada de dinero; b) ... P ... que representa el proceso mismo de la producción
o consumo productivo de las mercancías adquiridas; y c) M’ - D’, que representa la
realización (o comercialización) de la nueva mercancía producida, en la cual está
contenida la plusvalía.

Así, todo el ciclo del capital industrial se expresa mediante la fórmula:


D - M ... P ... M’ - D’

1 Debemos advertir que con el concepto de “capital industrial” nos referimos a todo capital invertido en cualquier esfe-
ra o rama de la producción de bienes y servicios, y no solamente en la industria capitalista
440 Francisco Chaparro Zapana

La primera y tercera fases del ciclo del capital conforman el proceso de cir-
culación, y la segunda, el proceso mismo de la producción.

En la primera fase de su ciclo, el capital industrial actúa bajo la forma de


capital dinero. Aquí el dinero empleado por el capitalista industrial para obtener
plusvalía no es un dinero cualquiera, sino un dinero capital.

En la segunda fase de su ciclo, el capital industrial actúa como capital pro-


ductivo, representado por los medios de producción y la fuerza de trabajo empleados
por el capitalista en la producción, en cuyo proceso se crea la plusvalía.

Finalmente, en la tercera fase de su ciclo, el capital industrial actúa como


capital-mercancía, o sea en forma de mercancías acabadas, en las cuales están con-
tenidos el valor del capital inicialmente invertido y la plusvalía.

Las tres formas del capital industrial cumplen funciones económicas distin-
tas, por cuya razón se las denominan formas funcionales del capital. La función del
capital dinero es preparar las condiciones para la obtención de la plusvalía; la del
capital productivo es la creación directa de la plusvalía; y la del capital-mercancía es
la realización del valor capital y la plusvalía.

1.2. La primera fase del ciclo de circulación del capital


Diferenciemos la forma de esta fase de su contenido. Por su forma, D - M es
un simple acto de la circulación monetario-mercantil, la compra de mercancías a
cambio de dinero. Pero no es la forma del acto D - M, sino su contenido material el
cual hace de este la primera fase del ciclo del capital. El dinero sirve como capital no
por el simple hecho de encontrarse en circulación (por ejemplo, el dinero con el que
el capitalista o el obrero compran bienes de subsistencia no es capital), sino cuando
con él se compran determinadas mercancías, cuyo uso permite obtener plusvalía.

La primera fase de la circulación del capital industrial comprende dos actos


simultáneos: D - Mt: la compra de mercancía-fuerza de trabajo, y D - Mm: la compra
de mercancías-medios de producción. El primer acto es solo una particularidad del
sistema económico capitalista. En cambio, la compra de medios de producción se
practicaba ya mucho antes del capitalismo; entonces los compradores eran general-
mente los pequeños productores. Pero la compra de la fuerza de trabajo solamente
la realizan los capitalistas y presupone la existencia del sistema de producción capi-
talista.

En el acto D - Mt, el capitalista y el obrero actúan como comprador y vende-


dor, y la relación entre ellos aparece como una simple relación monetario-mercantil.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 441

Pero tras la relación del cambio se esconde la relación de producción entre los repre-
sentantes de dos clases sociales opuestas. La condición necesaria para que la fuerza
de trabajo sea vendida es la disociación del trabajador de los medios de producción y
la concentración de estos últimos como propiedad en manos de los capitalistas.

1.3. La segunda fase del ciclo de circulación del capital


La segunda fase de la circulación del capital representa en sí el proceso de
producción no solamente de bienes materiales, sino también de plusvalía.

Los medios de producción y la fuerza de trabajo son factores necesarios para


producir bienes económicos en cualquier sociedad; pero solo en el contexto de las
relaciones de producción capitalistas se convierten en capital productivo: El conjun-
to de medios de producción, patrimonio de los capitalistas, y la fuerza de trabajo,
comprada por ellos, conforman el capital productivo. En otras etapas históricas,
cuando aún los medios de producción no eran propiedad capitalista ni la fuerza del
trabajo actuaba como mercancía, el conjunto de estos factores no constituía capital
productivo.

1.4. La tercera fase del ciclo de rotación del capital
En la tercera fase de su ciclo de rotación, el capital actúa bajo la forma mer-
cantil.

El rasgo característico del capital-mercancía, a diferencia de las mercan-


cías comunes y corrientes, consiste en que él encarna en sí la plusvalía. Por ejem-
plo: la mercancía-paño producida por un artesano con su propio trabajo no es capital,
porque no contiene en sí la plusvalía. Pero si el paño es producido por una fábrica
capitalista, entonces sí es capital-mercancía, por cuanto el valor de dicho paño con-
tiene en sí la plusvalía. Por consiguiente, la característica de las mercancías como
capital-mercancía no depende de su valor de uso, sino que está determinada por la
plusvalía contenida en ellas.

Solo como consecuencia de que el capitalista comercializa las mercancías, su


capital retorna a su forma monetaria inicial; y la plusvalía, que inicialmente tenía
forma mercantil, recién adquiere la forma monetaria después de ser comercializadas
las mercancías.

1.5. El ciclo de rotación del capital dinero en su conjunto
En cada ciclo de su rotación el capital industrial adopta tres formas conse-
cutivas: la monetaria, la productiva y la mercantil, retornando al final del ciclo a su
forma monetaria.
442 Francisco Chaparro Zapana

La renovación del ciclo de rotación del capital presupone la mutación inin-


terrumpida de sus tres formas. “El ciclo del capital solo se desarrolla normalmente
mientras sus distintas fases se suceden sin interrupción. Si el capital se inmoviliza en
la primera fase D - M, el capital en dinero queda paralizado como tesoro; si se inmo-
viliza en la fase de la producción, quedarán paralizados los medios de producción,
de un lado, mientras que la fuerza de trabajo permanecerá ociosa, de otro lado, si se
inmoviliza en la última fase M’ - D’, las mercancías almacenadas sin vender pondrán
un dique a la corriente de la circulación”2.

Si todo el capital permaneciera durante un determinado tiempo solamente en


su forma monetaria o mercantil, entonces se interrumpiría todo el proceso de pro-
ducción; y si solo permaneciera en su forma productiva, entonces se interrumpiría
el proceso de circulación. Por eso, el curso de un ciclo ininterrumpido del capital
exige de cada capitalista disponer que las diversas partes de su capital se encuentren
distribuidas simultáneamente en sus diversas formas. Y en los hechos ocurre así:
en cada coyuntura dada una parte del capital funciona en forma monetaria; otra,
en forma productiva, y una tercera, en forma de capital-mercancía. De este modo,
la disponibilidad de una parte del capital en forma monetaria permite al capitalista
continuar comprando más fuerza de trabajo y más medios de producción, sin que aún
la empresa haya terminado de producir y comercializar las mercancías. La existencia
de la otra parte del capital en forma productiva le permite continuar el proceso de
la producción mientras las mercancías ya producidas aún esperan ser vendidas en el
mercado.

Y así, las partes fragmentadas del capital pasan consecutivamente de una


forma a otra, y todo el capital se encuentra al mismo tiempo en las tres formas.

El ciclo D - M ... P ... M’ - D’, analizado anteriormente, es el ciclo del capital-


dinero, ya que en este el movimiento del capital se inicia y concluye en forma de
dinero. En esta fórmula, el proceso de producción solo cumple la función de eslabón
intermedio del cual no puede prescindir el capitalista, aunque ese no sea su objetivo
final. La fórmula del ciclo del capital monetario expresa claramente el fin supremo
de la producción capitalista: la obtención de plusvalía, que aquí aparece como si
fuera solamente “fruto del dinero”.

La codicia del capitalista por obtener plusvalía es insaciable, por eso, el ca-
pitalista mantiene el capital en permanente movimiento durante la producción. Las
frecuentes rotaciones cíclicas del capital comprenden el ciclo del capital monetario
además de los ciclos de los capitales productivo y mercantil.

2 Marx, Carlos. El capital. T. II. La Habana, Cuba, 1980, p. 51.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 443

1.6. El ciclo de rotación del capital productivo


Al visitar una sección de una fábrica capitalista, podremos observar que las
máquinas y los equipos para transformar una gran masa de materias primas son pues-
tos en funcionamiento por muchos trabajadores. Mientras tanto el capital industrial
se encuentra allí en forma de capital productivo. A continuación, las mercancías
acabadas salen del proceso de producción y son destinadas al mercado para su rea-
lización, donde finalmente se convierten en dinero. Después de esto, el capitalista
nuevamente compra fuerza de trabajo y medios de producción, entonces, el proceso
de la producción se renueva. Y así, el ciclo de rotación del capital productivo se ex-
presa mediante la siguiente fórmula:

P ... M’ - D’ - M ... P

Por tanto, ¿en qué se diferencia esta circulación de la que analiza-


mos anteriormente?

En primer lugar, en que durante el ciclo del capital productivo, el


proceso de producción figura como el punto inicial y final, y el proceso
de circulación, solamente como un eslabón intermedio entre dos pro-
cesos de producción. En el ciclo del capital-dinero la circulación destaca
en el primer plano, mientras que en el ciclo del capital productivo, la produc-
ción.

En segundo lugar, en que el ciclo del capital productivo no solo


expresa el proceso de producción, sino también el proceso de repro-
ducción, mostrando el carácter renovable del proceso de producción.

En la fórmula analizada, la magnitud del capital productivo es la misma


al comienzo y al final del ciclo; por consiguiente, se trata de una reproduc-
ción simple. En cambio, en la reproducción ampliada, la magnitud final del
capital productivo es mayor que la inicial, o sea:
P ... M’ - D’ ... P’

1.7. El ciclo de rotación del capital - mercancías


En cualquier empresa capitalista además de secciones de producción existen
también depósitos de productos acabados, donde se conservan las mercancías pro-
ducidas que aún no han sido comercializadas. Aquí el capital se encuentra en forma
de M’, es decir, en forma de capital-mercancías. Su movimiento posterior es así: las
mercancías se realizan (o comercializan) en el mercado, y a consecuencia de ello el
valor capital junto con la plusvalía se transforma de su forma mercantil a la mone-
taria; después, el capitalista compra fuerza de trabajo y medios de producción, y su
444 Francisco Chaparro Zapana

capital se transforma en capital productivo; finalmente, del proceso de la producción


salen las mercancías, que contienen en sí la plusvalía, y el capital nuevamente adop-
ta o recupera su forma mercantil. Por consiguiente, el ciclo de rotación del capital
mercantil se expresa así:
M’ - D’ - M ... P ... M’

¿En qué se diferencia esta rotación cíclica de la anterior?

En primer lugar, el ciclo de rotación del capital-mercancía se inicia a partir


de un valor de capital ya incrementado, porque M’ es equivalente al valor inicial
del capital más la plusvalía. Por eso, el ciclo del capital mercantil comprende el
movimiento del capital, y también el movimiento dinámico de la plusvalía.

En segundo lugar, el ciclo de rotación del capital-mercancía incluye en sí


tanto el consumo productivo como el consumo personal, por cuanto la realización
de toda la producción mercantil de la sociedad capitalista presupone: a) la compra de
los medios de producción que efectúan los capitalistas para consumirlos productiva-
mente; y b) la compra de medios de consumo personal que efectúan los capitalistas
y los trabajadores asalariados.

El ciclo del capital mercantil, que se inicia con las transacciones de venta y
compra, muestra la importancia que tiene la comercialización de las mercancías para
la economía capitalista. Ya que si las mercancías producidas (M’) no fueran reali-
zadas, el capitalista no dispondría del dinero para comprar la fuerza de trabajo ni
los medios de producción, por cuya razón sería imposible la renovación del proceso
productivo.

1.8. La unidad de las tres formas del ciclo del capital


Antes que nada los ciclos del capital monetario, productivo y mercantil tienen
una base común: el modo de producción capitalista. En perspectiva les une la misma
finalidad; esa finalidad es incrementar el valor u obtener plusvalía. Finalmente, el
común denominador de todos los ciclos es que cada uno representa en sí el proceso
en el cual el capital se encuentra en permanente movimiento, mutando de una forma
a otra, y adoptando consecutivamente las tres formas: monetaria, productiva y mer-
cantil.

En el primer tomo de El capital C. Marx reveló la esencia de clase del capital,


demostrando que este es una suma de valores que produce plusvalía, y que expresa
las relaciones de producción entre dos clases sociales antagónicas, el proletariado y
la burguesía. En el segundo tomo, Marx completó el análisis de esa categoría, funda-
mentando la importante tesis: “El capital, como valor que se revaloriza, no encierra
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 445

solamente relaciones de clase, un determinado carácter social, basado en la existen-


cia del trabajo como trabajo social. Es un movimiento, un proceso cíclico a través de
diferentes fases, que, a su vez, se halla conformado por tres diferentes etapas. Solo se
le puede concebir, pues, como movimiento, y no como estado yacente”3.

2. LA PRODUCCIÓN Y LA CIRCULACIÓN CAPITALISTA. CRÍTICA A LA


CONCEPCIÓN CAMBISTA

2.1. La unidad entre la producción y la circulación


La circulación capitalista es imposible sin la respectiva producción capita-
lista. En primer lugar, las mercancías, antes de ingresar al proceso de circulación,
son producidas por las empresas capitalistas. En segundo lugar, la fuerza de trabajo
se convierte en mercancía e ingresa al proceso de circulación solo porque existe la
producción capitalista.

A su turno, la producción capitalista es inconcebible sin el respectivo proceso


de circulación. La circulación permite a los capitalistas comprar la mercancía-fuerza
de trabajo (y también los medios de producción), sin la cual no puede iniciarse nin-
gún proceso de producción. En la circulación se realizan las mercancías producidas
con anterioridad, y sin ella tampoco podría desenvolverse la producción capitalista.

De esta forma, en la economía capitalista, la producción y la circulación


están estrechamente interconectadas, ninguno de ambos procesos puede llevarse
a cabo prescindiendo del otro.

2.2. La primacía de la producción sobre la circulación


En el proceso de producción capitalista, los trabajadores asalariados producen
con su trabajo concreto determinados valores de uso, y con su trabajo abstracto crean
el valor y la plusvalía.

En el proceso de circulación, los valores de uso solo se transfieren de las ma-


nos de un propietario a las de otro, y el valor de las mercancías solo se transforma
de la forma monetaria a la mercantil y de la mercantil a la monetaria. Por cambiar
solamente las formas del valor, el proceso de circulación no aumenta en nada los
valores que se encuentran en circulación.

Por eso, entre las metamorfosis del capital, es decir, entre las transformacio-
nes de unas formas a otras, Marx distinguió las metamorfosis reales y formales. La
metamorfosis real del capital se lleva a cabo en el proceso de producción, donde el

3 Ibídem, p. 100.
446 Francisco Chaparro Zapana

valor capital cambia su magnitud; precisamente allí, el trabajo adicional o plustraba-


jo de los obreros crea la plusvalía. Por el contrario, en el proceso de circulación se
producen solamente las metamorfosis formales del capital, o sea que este cambia
en su forma, más no en su magnitud.

De ello se desprende que en la economía capitalista el rol fundamental le


corresponde al proceso de producción, y no al proceso de circulación. En efecto, la
plusvalía es la piedra angular del sistema capitalista, y ella se forma en el proceso
mismo de la producción. La importancia del proceso de circulación en la economía
capitalista consiste, en primer lugar, en que esta prepara la producción de la plusva-
lía (a través de la compra de los medios de producción y la fuerza de trabajo) y, en
segundo lugar, realiza el valor y la plusvalía ya antes producidos. Pero el proceso de
circulación no interviene en la creación misma del valor y la plusvalía.

Además, a la producción le corresponde la primacía sobre la circulación por


las siguientes razones:

1. La existencia de la producción mercantil determina la necesidad de la cir-


culación. La producción de bienes materiales existe en cualquier clase de so-
ciedad, pero la circulación tiene lugar solo en la economía mercantil.
2. El carácter de la producción determina el carácter de la circulación. Por
ejemplo, como la producción capitalista determina la circulación capitalista,
la anarquía de la producción deriva en una circulación también de carácter
anárquico y espontáneo.
3. El grado de desarrollo de la producción determina también el grado del
desarrollo de la circulación. Antes que nada, la división social del trabajo es
la base material de la circulación, sin la cual en general no podría existir el
intercambio mercantil. Luego, las magnitudes de la circulación y del mercado
dependen del grado de desarrollo de la división social del trabajo: cuanto más
desarrollada es la división social del trabajo, tantas más mercancías produci-
das ingresan a la circulación, y tanto más amplio es el mercado.

La primacía de la producción sobre la circulación significa también la pri-


macía del capital productivo sobre el capital monetario y mercantil. El dinero se
transforma en capital monetario solo porque con él se compran los elementos del
capital productivo: la fuerza de trabajo y los medios de producción. A su vez, las
mercancías actúan como capital mercantil solo porque ellas surgen del proceso de la
producción capitalista, como resultado del funcionamiento del capital productivo.

Del principio teórico de la primacía de la producción sobre todos los demás


aspectos de la vida económica, en particular sobre la circulación, se derivan impor-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 447

tantes conclusiones políticas. Como en el sistema capitalista la producción de plus-


valía tiene un significado crucial y porque la explotación del trabajo asalariado se
enraíza precisamente en la producción capitalista, es que el proletariado solamente
podrá liberarse de la explotación mediante la transformación revolucionaria del pro-
pio modo de producción, sustituyendo mediante una revolución social la producción
capitalista (basada en la propiedad privada) por la socialización de la producción
misma, basada en la creciente socialización de la propiedad. Las reformas en la esfe-
ra de la circulación (o en la esfera de la redistribución) por sí solas son insuficientes
para liquidar la explotación capitalista.

2.3. Crítica a la teoría subjetiva burguesa del cambio


En contraposición a la teoría de la plusvalía, la economía política burguesa
sustenta la teoría subjetiva del cambio, es decir, la creencia teórica de la primacía
del proceso de circulación sobre el proceso de producción. Esta concepción fue
formulada hace más de siglo y medio por los economistas burgueses. Por ejemplo,
el economista francés F. Bastiat sustituyó las relaciones sociales de producción por
las relaciones del cambio, argumentando que “las relaciones recíprocas de los hom-
bres... no pueden ser otras que las del intercambio mutuo de servicios”4.

La negación del rol decisivo de la producción de bienes económicos y la atri-


bución de este rol al cambio tiene una clara connotación apologética de la sociedad
capitalista. La finalidad es presentar las relaciones entre obreros asalariados y capi-
talistas no como relaciones de explotación, sino como un “intercambio de servicios”
entre pares.

La concepción cambista también es la más caracterizada en la economía polí-


tica burguesa del siglo XX. Así, el economista estadounidense W. Mitchel sustituye
el concepto “capitalismo” por “sociedad contemporánea del dinero”, a la que des-
cribe de la siguiente forma: “En lugar de tener que producir los bienes que les son
necesarios a sus familiares, los hombres procuran obtener dinero y con sus ingresos
monetarios compran para su consumo las mercancías producidas por otros”5.

El economista inglés John M. Keynes también sustituye el concepto de capi-


talismo por el de “economía monetaria”, asignándole una importancia decisiva no
a la producción, sino al mercado. Según su concepción cambista, Keynes explica el
desempleo mediante la insuficiencia de la demanda de mercado para las mercancías
y propone la “receta” contra ella a través del incremento de aquella demanda.

La sustitución del término capitalismo por la de “sociedad del dinero”, ba-


sada en la concepción cambista, es totalmente inconsistente porque ignora los ras-

4 Bastiat, F., Las armonías económicas. “Biblioteca de los economistas”. Moscú. Ed. VII, p. 168 (traducido del ruso).
5 Michel, U. K. Los ciclos económicos. El problema y su planteamiento. Moscú, 1930, pp. 63-64.
448 Francisco Chaparro Zapana

gos esenciales del modo de producción capitalista. El capitalismo se diferencia de


los otros sistemas económicos no por la presencia de una “economía del dinero” (esta
ya existía mucho antes del capitalismo), sino, en primer lugar, porque la producción
mercantil es la forma generalizada de la producción, y, en segundo lugar, porque la
producción capitalista está basada en la explotación del trabajo asalariado, por lo
que necesita de la transformación de la fuerza de trabajo en mercancía. Al destacar
en primer plano la “sociedad del dinero” o esfera de la circulación, los economistas
burgueses ocultan la explotación capitalista que tiene lugar en la esfera productiva.
Pero según Marx: “…es lógico que la mentalidad burguesa, que solo ve lo que se
refiere al negocio, no comprenda que es el carácter del régimen de producción lo que
sirve de base al régimen de tráfico correspondiente, y no a la inversa”6.

La concepción cambista es también compartida por algunos teóricos refor-


mistas. Por ejemplo, el socialista derechista austriaco K. Rennier, revisando la tesis
marxista sobre la primacía de la producción sobre la circulación, sostenía que “el
proceso de la circulación es para la administración de la economía capitalista no solo
un momento característico, sino decisivo”. Partiendo de la concepción cambista,
Rennier negaba en lo esencial la contradicción fundamental del capitalismo entre el
carácter social de la producción y la forma de apropiación capitalista del producto
social, sustituyéndola por la contradicción entre la producción y la circulación. Se-
gún él, la producción en las condiciones del capitalismo contemporáneo ha adquirido
ya un carácter planificado, pero en la circulación aún se conservan elementos anár-
quicos y espontáneos. De aquí saca la conclusión de que para transitar del capitalis-
mo al socialismo falta solamente aplicar la política de la planificación a la esfera de
la circulación.

Rennier formuló la teoría de la “socialización a través de la circulación”. En


oposición a la teoría marxista, sostenía que el tránsito del capitalismo al socialismo
debe ser llevado a cabo no mediante la expropiación de los más importantes medios
de producción por el poder proletario, sino mediante una gradual participación y
control estatal en las ramas de la circulación monetaria, del comercio y la banca. Así,
la concepción cambista ha sido empleada por los socialistas de derecha en contra
de la teoría marxista de la revolución socialista, para difundir la teoría antimarxista
de la “conversión gradual” del capitalismo en socialismo.

Los reformistas contemporáneos también recurren a la concepción cambista


para los mismos fines. Por ejemplo, después de la Segunda Guerra Mundial, el Par-
tido Laborista inglés en su programa electoral anunciaba que: “El eje principal de
cualquier sistema económico es el control de la circulación monetaria, del sistema
bancario y de los métodos de la inversión de capitales”. De esta forma, asignándole

6 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 2, p. 111.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 449

un rol sobredimensionado a la esfera de la circulación en la economía capitalista, los


laboristas ingleses, como también los socialistas de derecha de otros países, niegan
el camino al socialismo a través de la socialización de los principales medios de
producción, sino mediante la “regulación” estatal del proceso de la circulación. Aquí
el carácter antimarxista y reaccionario de la concepción cambista se desenmascara
totalmente.

3. LA ROTACIÓN DEL CAPITAL. EL CAPITAL FIJO Y EL CAPITAL CIRCU-


LANTE

3.1. Concepto de la rotación del capital


Los ciclos del capital se suceden uno tras otro, renovándose y repitiéndose
permanentemente. Los ciclos del capital que transcurren uno tras otro conforman
la rotación cíclica del capital, la cual se prolonga desde el momento que el capital
se anticipa hasta su retorno al capitalista en su forma primigenia.

La rotación del capital no coincide con su ciclo. Como resultado de cada ciclo
de rotación retorna al capitalista en forma de dinero tan solo una parte del capital an-
ticipado; el capital realiza a plenitud su rotación cuando todo el valor capital retorna
al capitalista bajo su forma monetaria inicial, y para ello se requiere frecuentemente
de varias rotaciones cíclicas del capital; tal como se verá más adelante.

Para comprender esto es muy importante diferenciar aquellos elementos del


capital cuyos ciclos de rotación transcurren de modo desigual.

3.2. El capital constante y los elementos que lo conforman


Los medios de producción, en los cuales se materializa el capital constante, se
dividen en: a) Los objetos de trabajo, que comprenden: la materia prima, los com-
bustibles y la energía eléctrica, los insumos y los materiales auxiliares; y b) Los me-
dios de trabajo, que comprenden: las máquinas y herramientas, así como los locales
de las empresas y sus equipos. Estos dos grupos de elementos se diferencian entre sí
según las siguientes características:

1. Por la forma de su funcionamiento en el proceso de la producción. Los


objetos de trabajo (por ejemplo, el algodón, las frutas, el carbón, etc.) son
consumidos íntegramente en cada proceso de la producción, al término del
cual deben ser reemplazados por otros nuevos. Por el contrario, los medios de
trabajo funcionan por un tiempo más o menos largo (por ejemplo, el edificio
de una fábrica que dura 50 años, una máquina que dura 10 años, etc.) conser-
vando su forma anterior.
450 Francisco Chaparro Zapana

2. Por la forma cómo transfieren su valor. Como los medios de trabajo fun-
cionan en el proceso de la producción durante varios años, entonces su valor
es transferido a las nuevas mercancías de modo gradual y por partes. Si, por
ejemplo, una máquina funciona 10 años, y el edificio de la fábrica dura 50
años, entonces se transferirá al valor anual de la producción 1/10 del valor
de la máquina y 1/50 del valor del edificio. Una parte del valor de los medios
de trabajo, correspondiente a su desgaste, cuya magnitud ha sido transferida
a las mercancías acabadas, se llama amortización. Con los objetos de trabajo
la situación es diferente. La materia prima y los insumos, el combustible y la
energía eléctrica son consumidos íntegramente en cada proceso de produc-
ción, por cuya razón estos transfieren íntegramente su valor (y no por partes)
al valor de las mercancías acabadas.
3. Por la forma de circulación del valor capital. La parte del capital con la que
se compran los objetos de trabajo retorna al capitalista en forma de dinero
después de cada ciclo del capital; pero aquella parte con la que se compran
los medios de producción, retorna en su integridad en forma de dinero solo
después de transcurrir una serie de ciclos.

3.3. El capital fijo y el capital circulante


Se debe distinguir el capital fijo y el capital circulante a partir de las diferen-
cias anotadas sobre el modo de circulación del valor capital. El capital fijo es aquella
parte del capital productivo cuyo valor se transfiere en forma gradual al nuevo pro-
ducto, y que retorna al capitalista por partes en forma monetaria. En el capital fijo se
incluye el valor de todo el equipamiento de las empresas (máquinas, herramientas,
medios de transporte, etc.), de sus locales, construcciones y demás instalaciones.

La parte que resta del capital constante, materializada en las materias primas,
combustibles y materiales auxiliares, se incorpora al capital circulante, cuyo valor
íntegro retorna al capitalista en forma monetaria después de cada ciclo del capital.

Pero el capital circulante no se limita solo a la parte mencionada del capital


constante; en él se incluye también el capital variable. Por más que se diferencie la
fuerza de trabajo de todos los medios de producción (solamente el consumo de la
mercancía-fuerza de trabajo, es decir, el trabajo de los obreros asalariados, crea la
plusvalía), en cierto sentido, el capital gastado en comprar la fuerza de trabajo guar-
da semejanza con el capital gastado en comprar materias primas e insumos, combus-
tibles y energía eléctrica: tanto el uno como el otro se incorporan de manera íntegra
al valor de las mercancías acabadas, retornando de igual manera al capitalista en
forma de dinero después de ser vendidas las mercancías. Esta es la razón por la que
el capital circulante incluye en sí: 1. El valor de los medios de trabajo y 2. El valor
de la fuerza de trabajo, es decir, una parte del capital constante y todo el capital va-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 451

riable. Por consiguiente, el capital circulante es aquella parte del capital productivo
cuyo valor se incorpora íntegramente al producto y retorna también íntegramente al
capitalista en forma monetaria al finalizar cada ciclo del capital.

El capital circulante incluye en sí una parte del capital constante, cuyo valor se
transfiere a las mercancías, y también el capital variable, cuyo valor no se transfiere,
pero se retribuye con una parte del nuevo valor creado por el trabajo de los obreros
asalariados.

La división del capital en fijo y circulante se diferencia sustancialmente de su


división en constante y variable. Esta última división es importante para comprender
el origen de la plusvalía; responde a la pregunta: ¿cómo se lleva a cabo el incremen-
to del valor? Mientras que la división del capital en fijo y circulante es importante
para comprender el carácter del ciclo del capital y responder a la pregunta: ¿cómo
transcurre la circulación del valor capital y de qué manera se transforma el ca-
pital? Se sobreentiende que la división del capital en constante y variable es la más
importante.

3.4. Capital fijo: desgaste físico y desgaste moral


El desgaste físico del capital fijo es el proceso mediante el cual los elementos
que lo conforman se vuelven materialmente inservibles para su funcionamiento pos-
terior. Tarde o temprano las máquinas se estropean y se les da de baja, los edificios
envejecen y sus instalaciones no pueden continuar funcionando.

El desgaste moral del capital fijo es su depreciación o su retiro del proceso


productivo debido a la aparición de un equipo más económico o más perfeccionado.
Hay dos formas de desgaste moral del capital fijo. La primera de ellas consiste en que
los modelos de las máquinas antiguas, con las mismas propiedades técnicas, logran
ser producidas con menor gasto de trabajo y, por ello, no solo disminuye el valor de
las nuevas máquinas producidas, sino que también se deprecian las ya anteriormente
instaladas. La segunda forma de desgaste moral del capital fijo es el desplazamiento
directo de las máquinas obsoletas por otras nuevas debido al progreso técnico.

El desgaste moral del capital fijo se caracteriza por una serie de particulari-
dades:

En primer lugar, el desgaste moral del capital fijo es un proceso que transcurre
espontáneamente. La competencia obliga a los empresarios a renovar su anticuada
capacidad instalada por otra nueva para bajar los costos de producción de las mer-
cancías y así lograr éxitos en su lucha con los competidores.
452 Francisco Chaparro Zapana

En segundo lugar, el desgaste moral del capital fijo ocasiona la ruina econó-
mica de una parte del empresariado, sobre todo de los pequeños y medianos empre-
sarios, quienes con frecuencia carecen de los recursos necesarios para modernizar
sus instalaciones de capital fijo. Explotando un capital fijo anticuado, al no poder
competir con los grandes capitalistas, estos terminan en la ruina.

En tercer lugar, el desgaste moral masificado del capital fijo es expresión de


la crisis económica. Precisamente, a consecuencia de las crisis de sobreproducción,
cuando los precios caen bruscamente, la explotación de una anticuada capacidad
instalada no se justifica y esto obliga a los capitalistas a sustituirla con urgencia por
otra nueva.

A fin de reducir los riesgos del desgaste moral del capital, los empresarios se
esmeran en acortar los plazos de transferencia de su valor a las mercancías. Y esto lo
logran incrementando la explotación a los trabajadores, mediante la prolongación de
la jornada diaria y la intensificación del trabajo.

En las condiciones del capitalismo contemporáneo, los monopolios se valen


del desgaste moral del capital fijo para incrementar sus ganancias. Esto lo logran ace-
lerando su amortización. Así, en los EE. UU., durante la Segunda Guerra Mundial,
mediante una ley de 1941, el gobierno otorgó a los empresarios el derecho de incluir
en la amortización hasta el 20% del valor de la capacidad industrial instalada y de los
edificios empleados para fines militares, liberándolos de pagar impuestos por dichas
sumas. Un dispositivo similar fue aprobado en 1950 debido a la guerra contra Corea.
Con una amortización tan acelerada el capital fijo se considera “amortizado” en el
curso de solo cinco años, no obstante que su desgaste real se prolonga por un período
mucho mayor. En la actualidad en EE. UU. y otros países industrializados se aplican
sistemas de amortización acelerada para las modernas capacidades instaladas de la
industria. Lo que significa que los monopolios, con el pretexto de amortizar el capital
fijo, acumulan ingentes sumas de ganancias y burlan los impuestos.

3.5. El incremento del capital fijo y la agudización de las contradicciones del


sistema capitalista
Con el progreso científico-técnico el capital fijo crece más rápidamente que el
circulante. Por ejemplo, según cálculos aproximados, en la industria de transforma-
ción de los EE. UU., desde 1889 hasta 1959, el capital fijo en su expresión monetaria
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 453

se incrementó en 41 veces, mientras que el capital circulante, en 31 veces solamente.


En el capital fijo crece con mayor rapidez aquella parte que está invertida en equipa-
miento. Así, de 1930 a 1963, el valor de las construcciones y del equipamiento en la
industria de transformación de los EE. UU. aumentó de 59 500 millones de dólares
a 96 000 millones (a precios constantes de 1954), o sea en 1,6 veces; mientras que el
valor de las construcciones creció de 40 600 millones de dólares a 45 500 millones,
es decir solo en un 12%, y el valor del equipamiento de 18 900 millones de dólares
a 50 400 millones, o sea en 2,7 veces.

El crecimiento del capital fijo agudiza la contradicción fundamental del ca-


pitalismo: a mayores magnitudes de capital fijo el proceso de producción se socializa
más, y más evidente es la contradicción entre el carácter socializante de la produc-
ción y el de apropiación capitalista privada.

El crecimiento del capital fijo también agudiza las contradicciones entre las
clases de la sociedad capitalista.

En primer lugar, el incremento del capital fijo eleva la productividad del tra-
bajo debido al progreso científico-técnico, lo que trae consigo la elevación del grado
de explotación de los trabajadores.

En segundo lugar, el crecimiento acelerado del capital fijo, al elevar la com-


posición orgánica del capital, eleva y acelera también la desocupación de la mano
de obra.

En la época del capital monopolista se acentúa el carácter contradictorio del


crecimiento del capital fijo. Las grandes corporaciones monopólicas u oligopólicas,
al invertir sumas fabulosas en el capital fijo de sus empresas, se ponen a salvo de la
depreciación de su capital a consecuencia del progreso técnico. Las antiguas inver-
siones en capital fijo se convierten en un serio obstáculo para su renovación. Esta es
una de las manifestaciones de las contradicciones entre las fuerzas productivas y las
relaciones de producción capitalistas.

3.6. La tendencia decreciente del capital contenido en el producto


Cuanto con mayor eficacia sea explotado el capital fijo, tanta mayor cantidad
de productos será producida por cada unidad de capital fijo. El progreso técnico y el
empleo más eficaz del capital fijo en las condiciones del capitalismo contemporáneo
determinan que la intensidad del capital por producto, medido como la relación:
capital fijo/producto, observe en general una tendencia decreciente. Esto está deter-
minado por el hecho de que el crecimiento de la producción supera al crecimiento
del capital fijo. Por ejemplo, en el período 1947-1964 la producción industrial de los
454 Francisco Chaparro Zapana

EE. UU. aumentó en 2 veces, en tanto que las inversiones en capacidad instalada se
incrementaron en 1,3 veces. Mientras que en 1929, al capital fijo le correspondía el
46,9% de cada dólar de producción de la industria de transformación de los EE. UU.,
en 1963, la intensidad del capital bajó hasta el 23,5% por cada dólar de producción.

Sin embargo, la tendencia general creciente de efectividad en la explotación


del capital fijo y la recíproca tendencia decreciente de la intensidad de capital por
cada producto se abre paso a través de una serie de oscilaciones, ya que en algunos
períodos se observan fenómenos contrapuestos.

Hay otro factor que influye en el ritmo de la rotación del capital: la duración
del tiempo de producción y del tiempo de circulación.

4. EL TIEMPO DE ROTACIÓN O CIRCULACIÓN DEL CAPITAL

4.1. El tiempo y el número de rotaciones del capital


El tiempo de rotación del capital es el período que comprende desde el mo-
mento que se anticipa (o invierte) el capital en su forma monetaria hasta su retor-
no al capitalista bajo la misma forma.

El tiempo de rotación del capital circulante es igual al período de un ciclo del


capital. El tiempo de rotación del capital fijo comprende una serie de ciclos. Los
diferentes elementos del capital fijo tienen también tiempos diferentes de rotación:
estos son mayores para los edificios, menores para las máquinas y mucho menores
para los instrumentos. Para calcular el tiempo de rotación del capital fijo en su con-
junto es preciso dividir la suma de capital fijo anticipado entre la suma de amortiza-
ción anual. Supongamos que el capital fijo anticipado es de 80 millones de dólares,
en cuya suma se incluyen: 30 millones en edificios, 40 millones en máquinas y 10
millones en instrumentos. Además, que los edificios se amortizan en 30 años, las
máquinas en 8 años y los instrumentos en 5 años. En tal caso la suma anual de amor-
tización será: 1 millón + 5 millones + 2 millones de dólares, y el tiempo de rotación
del capital fijo: 80 / 8 = 10 años.

Para calcular el tiempo de rotación de todo el capital (fijo y circulante) es


necesario sumar la amortización anual del capital fijo y la suma anual de capital
circulante de retorno, y dividir después la suma total de capital anticipado (fijo y
circulante) entre la suma de estos dos sumandos.

Supongamos que el capital fijo invertido por una empresa es 80 millones de


dólares, el capital circulante anticipado es de 20 millones, en tanto que el primero re-
torna en 8 años, el segundo lo hace en 6 meses, es decir, 2 veces al año. En ese caso,
el capitalista recupera cada año 1/8 de su capital fijo en forma monetaria, o sea 10
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 455

millones de dólares, y una suma cuádruple de capital circulante, o sea 40 millones de


dólares, siendo en total 50 millones de dólares. Por consiguiente, el tiempo de rota-
ción de todo el capital, que es igual a 100 millones de dólares, es 100 / 50 = 2 años.

El tiempo de rotación del capital depende de las proporciones en las que está
divido entre capital fijo y capital circulante. A mayor peso específico del capital fijo
en el conjunto del capital, mayor será el tiempo de rotación del capital, siempre que
sean constantes todas las demás condiciones.

El número de rotaciones del capital es un concepto correlativo con el tiempo


de rotación del capital. Además, ambos elementos son inversamente proporcionales
entre sí: a menor tiempo de rotación del capital, mayor será el número anual de sus
rotaciones. Entonces, es evidente que si el tiempo de rotación del capital es de 6 me-
ses, el capital rotará dos veces al año; pero si el tiempo de rotación del capital es de
12 meses, entonces el capital rotará una sola vez al año.

Como regla general: el número de rotaciones del capital es igual a un año


dividido entre el tiempo de rotación del capital. Esto puede ser expresado por la
fórmula: n = O / o, donde n es el número de rotaciones del capital, O es el año, o los
12 meses, y o es el tiempo de rotación del capital.

4.2. El período de trabajo


El tiempo de rotación del capital consta de las siguientes dos partes: 1. El
tiempo de producción, que es el período durante el cual el capital se encuentra en la
esfera de producción y en la forma de capital productivo; y 2. El tiempo de circula-
ción, o sea el período en el que el capital se encuentra en la esfera de circulación y
actúa bajo las formas de capital monetario y mercantil.

El elemento más importante del tiempo de producción es el período de traba-


jo. El período de trabajo es el número de días de trabajo que se gasta en la produc-
ción, al finalizar el cual se obtiene el producto acabado.

La duración del período de trabajo depende antes que nada de las particula-
ridades de una u otra rama de producción, o de la naturaleza del producto acabado
de una determinada rama. Por ejemplo, el período de horneado del pan se mide en
horas, minutos e incluso segundos; en los astilleros, la construcción de una embarca-
ción grande requiere de varios meses, y así sucesivamente.

En cada rama de la industria, el período de trabajo depende tanto de la duración


de la jornada diaria como del nivel de la productividad del trabajo. Al mecanizarse o
automatizarse la producción y elevarse la productividad, el período de trabajo tiende
456 Francisco Chaparro Zapana

a reducirse. Por ejemplo, antes, la construcción de un edificio requería de varios


años, pero hoy, al mecanizarse la construcción, un edificio puede ser construido con
partes prefabricadas en escasas semanas e incluso días.

El período de trabajo representa en sí el principal elemento del tiempo total


de rotación del capital, ya que precisamente durante su transcurso se crean el valor
y la plusvalía.

Cuanto más se prolongue el período de trabajo, tanto mayor capital debe in-
vertirse en la producción. Tomemos como ejemplos la construcción de un alto horno
y la elaboración de un hilado. Para construir el alto horno se necesitan varios meses,
durante los cuales el capitalista debe gastar capital circulante en metal, combustibles,
salarios, etc. Para transformar el algodón en hilado se requiere de un período de tra-
bajo muy corto; en la fábrica de hilados diariamente se producen productos acabados
para su venta. Por eso, para la construcción de un alto horno, el capitalista debe anti-
cipar un capital mucho mayor que para la elaboración de los hilados.

4.3. El tiempo de producción


El tiempo de producción es aquel durante el cual el capital se encuentra en la
esfera de la producción. Comprende, en primer lugar, el tiempo en el que son trans-
formados directamente los objetos de trabajo; en segundo lugar, el tiempo en el que
las fuerzas de la naturaleza despliegan su acción sobre el objeto de trabajo, así como
las pausas en el proceso de la producción; y, en tercer lugar, el tiempo durante el cual
el capital productivo permanece bajo la forma de reservas productivas.

Una causa particular de las interrupciones o pausas en el proceso de trabajo es


que, en ciertas ramas de la economía, la tecnología productiva requiere de un deter-
minado tiempo para unos u otros procesos físicos o químicos. Por ejemplo, después
de ser teñidos los tejidos, estos deben secarse; después de elaborarse el vino, este
debe fermentarse por algún tiempo; después de sembrarse los granos se requiere de
un período de crecimiento y maduración de las espigas. Mientras se secan los tejidos,
fermenta el vino, o cuando los granos se transforman en espigas, estos procesos se
llevan a cabo sin nuevos gastos de trabajo; por tanto, el período que transcurre no se
puede considerar como tiempo de trabajo, sin embargo, se incluye en el tiempo de
producción.

La diferencia más notable entre el tiempo de producción y el tiempo de trabajo


se da en la agricultura. En esta, desde el arado de la tierra hasta la cosecha, transcu-
rren varios meses, mientras que el período de trabajo dura mucho menos.

Además, el tiempo de producción no coincide con el período de trabajo, por-


que las materias primas y los combustibles después de ser comprados no ingresan en
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 457

su totalidad a la producción inmediatamente, ya que una parte de estos permanece


por algún tiempo en forma de reservas productivas. El tiempo de permanencia de la
materia prima y el combustible como reservas productivas se incluye en el tiempo de
producción, pero no en el período de trabajo.

4.4. Los métodos para reducir las diferencias entre el tiempo de producción
y el período de trabajo
Es muy importante diferenciar el tiempo de producción del período de trabajo.
Este último es aquella parte del tiempo de producción en cuyo transcurso se producen
el valor y la plusvalía. Toda la parte restante del tiempo de producción –ya sean las
noches, los pausas tecnológicas en el proceso de trabajo, el tiempo de permanencia
del capital productivo en forma de reservas– no crea valor ni plusvalía, por cuanto en
esos lapsos no se gasta trabajo en general, y menos aún trabajo adicional. Por eso los
capitalistas tienen gran interés en reducir la diferencia entre el tiempo de producción
y el período de trabajo, es decir, convertir a como dé lugar la mayor parte del tiempo
de producción en período de trabajo, porque solo este último reporta plusvalía.

El establecimiento de turnos nocturnos es uno de los métodos para reducir las


pausas en el proceso de trabajo. Los capitalistas obligan de buen grado a los traba-
jadores a laborar día y noche, ya que cuanto más se aproxime el tiempo de trabajo
a las 24 horas, ellos obtienen mayor plusvalía. Pero las limitadas posibilidades de
venta de las mercancías, por la insuficiente capacidad adquisitiva de la gran masa
de consumidores, no permiten que las empresas funcionen las 24 horas del día. En
tiempos de crisis económica muchas fábricas pasan a trabajar a tiempo parcial, por
lo que las pausas del proceso de trabajo y la diferencia entre el tiempo de producción
y el período de trabajo se acrecientan.

Para reducir las pausas tecnológicas en el proceso de trabajo, los capitalistas


apelan a las innovaciones tecnológicas de la producción. Por ejemplo, a mediados
del siglo XIX el cuero para ser curtido era depositado en cubetas con ácido, proceso
que duraba de 16 a 18 meses; posteriormente, con la aplicación de las bombas de
aire, el tiempo de curtido se redujo a menos de 2 meses, y con el paso al sistema
electrificado de curtiembre, su proceso se acortó a menos de 4 días.

Los capitalistas también se esmeran en reducir los plazos de permanencia de


los elementos del capital productivo en calidad de reserva productiva. Con esa fina-
lidad reducen al mínimo posible las reservas en materias primas y combustibles en
sus empresas.

4.5. El tiempo de circulación


A todo proceso de producción de mercancías le precede la compra de medios
de producción y fuerza de trabajo. Ese tiempo que comprende la fase D - M en el
458 Francisco Chaparro Zapana

ciclo del capital es el tiempo de compra. Al término del proceso de producción, las
mercancías acabadas ingresan a la esfera de circulación. Aquel tiempo requerido
para la realización de las mercancías, la fase M’ - D’ del ciclo del capital, es el tiem-
po de venta. El conjunto de los períodos de compra y venta conforman el tiempo de
circulación.

El tiempo de venta constituye una parte muy importante del tiempo de circu-
lación. La conversión de las mercancías en dinero, cuyo proceso es relativamente
más difícil que la conversión del dinero en mercancías, muchas veces requiere de un
mayor tiempo. Los principales factores que influyen sobre el tiempo de venta y, por
ende, sobre todo el tiempo de circulación son:

1. La distancia entre los mercados de venta y los centros de producción. A ma-


yor distancia de los mercados de venta, tanto mayor tiempo se requiere para
colocar las mercancías para su realización.
2. Las condiciones del transporte. Cuanto más modernos sean los medios de
transporte, con tanta mayor rapidez serán transportadas las mercancías de sus
centros de producción a los lugares de su venta y, en condiciones estables,
menor será el tiempo necesario para su realización.
Ambos factores pueden influir sobre el tiempo de circulación en sentidos con-
trapuestos. Al desarrollarse la economía y ampliarse los mercados, son mayo-
res las distancias entre estos y los centros de producción de las mercancías, lo
que motiva la prolongación del tiempo de circulación. Pero, al mismo tiempo,
mejoran los medios de transporte y las comunicaciones, y esto influye redu-
ciendo el tiempo de circulación.
3. La coyuntura de mercado. Con una coyuntura favorable de mercado, la de-
manda supera a la oferta y las mercancías se realizan con rapidez. Pero cuando
la coyuntura de mercado se deteriora, la realización de las mercancías se en-
torpece y el tiempo de circulación es mayor.

Se debe diferenciar rigurosamente el tiempo de circulación del tiempo de pro-


ducción, por cuanto aquel transcurre improductivamente. Durante el tiempo de cir-
culación no se produce plusvalía. Por eso los capitalistas se interesan en reducir al
mínimo el tiempo de circulación y aplican con esa finalidad diversos métodos. Así,
para acelerar el proceso de realización, los capitalistas publicitan ampliamente sus
mercancías, y también las venden al crédito a plazos. Aquellos capitalistas cuyas
empresas producen medios de producción se empeñan en acelerar la realización de
sus mercancías aceptando pedidos con anticipación de parte de las empresas com-
pradoras.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 459

Sin embargo, a pesar de que los capitalistas tienden a reducir el tiempo de cir-
culación, sus esfuerzos tropiezan con las contradicciones engendradas por el sistema
económico capitalista. En particular, las crisis de sobreproducción propias del capi-
talismo, que conducen a la acumulación de reservas mercantiles no realizadas y a la
prolongación del tiempo de circulación. Son enormes las reservas mercantiles en las
condiciones del capitalismo contemporáneo, en especial, debido a la desproporción
entre las magnitudes de la producción y la estrechez de la capacidad adquisitiva.
Así, en los EE. UU., de 1945 a 1964, las reservas mercantiles en el comercio al por
mayor crecieron de 8000 millones de dólares hasta 28 600 millones. Las mayores
dificultades para la comercialización impiden la reducción del tiempo de circulación
y provocan el estancamiento de enormes capitales en forma de reservas de mercan-
cías no realizadas.

5. LA INFLUENCIA DE LA ROTACIÓN DEL CAPITAL VARIABLE SOBRE LA


MAGNITUD DE LA PLUSVALÍA

5.1. El volumen anual de plusvalía


No hay que confundir el volumen de plusvalía producido durante un ciclo de
rotación del capital variable con el volumen de plusvalía producido en el curso de
un año.

El volumen de plusvalía producido durante una rotación cíclica del capital


variable depende: 1. De la magnitud del capital variable y 2. De la tasa de plusvalía.
Esta relación se expresa mediante la fórmula: p = p’. v, donde p es el volumen de
plusvalía, p’ es la norma o tasa de plusvalía, y v es el capital variable. Por ejemplo,
si el capital variable es de 1 millón de dólares, y la tasa de plusvalía, 200%, entonces
el volumen de plusvalía será de 2 millones de dólares.

Además de los dos factores mencionados, sobre el volumen anual de plusvalía


también influye un tercer factor: el número de rotaciones cíclicas del capital variable
durante el año. Si el capital variable realiza dos o tres rotaciones al año en lugar de
una, entonces, con igual suma de capital anticipado el capitalista podrá comprar fuer-
za de trabajo en dos o tres veces más y obtener la mayor plusvalía correspondiente.

Esto se aclara con un ejemplo en cifras. Supongamos que el capital variable


anticipado7 es de 10 000 millones de dólares y que se realiza en el año una sola rota-
ción cíclica. Además, que el salario promedio anual de cada trabajador es de 10 000 dó-
lares. En este caso, con 1 millón de dólares el empresario podrá contratar mil trabaja-

7 El término “anticipado” se emplea aquí convencionalmente, en tanto que como tal se sobreentiende el capital varia-
ble invertido inicialmente. En verdad no es el capitalista quien da un “avance” de capital variable, sino que son los
trabajadores quienes dan anticipo a los capitalistas creando el valor hasta el momento que reciben su salario.
460 Francisco Chaparro Zapana

dores. Si la norma de plusvalía es del 200%, entonces cada trabajador, recibiendo un


salario anual de 10 000 dólares, producirá al año una plusvalía de 20 000 dólares, y
1000 trabajadores, un volumen anual de plusvalía de 20 millones de dólares (20 000
dólares × 1000 trabajadores). Luego, imaginemos que cada capitalista logra duplicar
en el año el número de rotaciones del capital variable. En tal caso, el capital variable
de 10 millones de dólares que retorna a manos del capitalista en forma de dinero al
finalizar el primer semestre del año, será utilizado nuevamente durante el segundo
semestre para pagar los salarios. Esto significa que, con un capital variable anticipa-
do de 10 millones de dólares, durante el año se gastarán 20 millones de dólares en
la compra de fuerza de trabajo. Por consiguiente, el capitalista podrá contratar 2000
trabajadores en lugar de mil, y como resultado obtendrá un volumen de plusvalía de
40 millones de dólares en vez de 20 millones.

Por lo expuesto, es evidente que la masa anual de plusvalía es igual al volu-


men anual de plusvalía producido en una rotación cíclica del capital variable multi-
plicado por su número de rotaciones. Si representamos el volumen anual de plusvalía
por V, la masa de plusvalía producido durante una rotación del capital variable por p
y el número de rotaciones del capital variable de un año por n, entonces tendremos
la fórmula: V = p . n

5.2. La tasa anual de plusvalía


Si equiparamos la plusvalía producida en una rotación del capital variable con
el capital variable anticipado, entonces obtendremos la tasa de plusvalía, la que en
realidad expresa el grado de explotación de los trabajadores asalariados. Según el
ejemplo antes expuesto, ella será igual:
p’ = 20 millones de dólares / 10 millones de dólares × 100 = 200%

Exactamente la misma norma de plusvalía se obtendrá si atribuimos un volu-


men anual de plusvalía a un capital variable que ha retornado en un año. En nuestro
ejemplo esta magnitud será:
p’ = 40 millones de dólares / 20 millones de dólares × 100 = 200%

Pero, además de ello, se puede equiparar la masa anual de plusvalía con el ca-
pital variable anticipado (pero no con el que en realidad ha rotado en el año). En este
caso la tasa de plusvalía resulta mucho mayor. En nuestro ejemplo, el volumen anual
de plusvalía es 40 millones de dólares y el capital variable anticipado, 10 millones.
Por consiguiente, tendremos una norma de plusvalía:
p’ = 40 millones de dólares / 10 millones de dólares × 100 = 400%

Este indicador viene a ser la tasa anual de plusvalía, es decir, la relación del
volumen anual de plusvalía con la suma inicial de capital variable anticipado.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 461

La tasa anual de plusvalía en realidad es igual a la norma de plusvalía multi-


plicada por el número de rotaciones del capital en el año. Si representamos la tasa
anual de plusvalía por P’, la tasa real de plusvalía por p’ y el número de rotaciones
del capital variable en el año por n, entonces tendremos:
P’ = p’ . N

Por lo visto la tasa anual de plusvalía refleja tanto el grado real de explotación
de la mano de obra como también la velocidad de la rotación del capital variable. En
consecuencia, la tasa anual de plusvalía muestra en qué grado se incrementa anual-
mente el capital variable anticipado.
CAPÍTULO XIII

El capital comercial y la ganancia comercial

1. LA ESENCIA Y EL ROL DEL CAPITAL COMERCIAL

1.1. Concepto de capital comercial


El capital comercial y el capital usurario preceden históricamente al capital
industrial. En el sistema de producción capitalista, las dos primeras formas de capital
pierden su anterior independencia, para convertirse en servidora del capital indus-
trial. Esto determina que el capital comercial y el capital otorgado a interés, tal como
funcionan en el capitalismo, difieren sustancialmente de sus formas precapitalistas.

En el proceso de su rotación cíclica, el capital industrial adopta las formas


consecutivas de capital-dinero, capital productivo y capital-mercancía. Estas formas
funcionales, al llegar a un cierto grado de su evolución histórica, se separan una
de otra, convirtiéndose el capital-mercancía en capital-mercancía del comercio y el
capital-dinero en capital-dinero del comercio.

Es necesario examinar el proceso de la disociación entre los capitales comer-


cial e industrial, definir el lugar del capital comercial en el sistema de las relaciones
capitalistas de producción, además de esclarecer las peculiaridades de la distribución
y redistribución de la plusvalía entre los industriales y los comerciantes, analizando
el papel del capital comercial en la agudización de las contradicciones del capitalis-
mo contemporáneo.

No se debe confundir el capital comercial con el comercio mismo. En la histo-


ria de la sociedad en general, el comercio ocupa un lugar relevante. Los mercaderes
de diversas épocas y naciones, en calidad de intermediarios, como también los pro-
pios productores de las mercancías, se ocupaban del comercio. Según el economista
estadounidense Benjamín Franklin, por su esencia material, “el comercio no es sino
el cambio de unos trabajos por otros…” [Tan atinada definición es recogida y cita-
da por Carlos Marx1, el resaltado pertenece a F. Ch. Z.]. En su sentido económico-
social, la naturaleza y el carácter del comercio están plenamente de acuerdo con el

1 Marx, Carlos. El capital. La Habana, 1980. Ed. CC. SS. T. 1, p. 18.


464 Francisco Chaparro Zapana

sistema de producción al que sirven. En los regímenes económico-sociales basados


en la diversidad de formas de propiedad privada de los medios de producción, el
comercio es la esfera de inversión del capital comercial.

En el capitalismo, el capital comercial desempeña un papel excepcionalmente


importante, porque actúa como parte integrante del capital social en su conjunto. Su
principal función consiste en realizar el precio de coste, los gastos de circulación del
capital y la plusvalía. En esa función, el capital comercial que en líneas generales
está determinado por el movimiento del capital productivo posee, sin embargo, cier-
ta autonomía. En ciertos aspectos, y dentro de esta dependencia general, obedece y
se subordina a su propia mecánica, adquiriendo en el transcurso de su movimiento
algunos rasgos y peculiaridades específicos.

1.2. El capital comercial como una parte disociada del capital industrial en la
sociedad capitalista
El capital monetario y el capital mercantil son partes conformantes del capital
industrial, relacionados directamente con la esfera de la circulación y, por eso, ambas
formas tomadas en su conjunto se incluyen en el concepto “capital circulante”. Pero
si el capital circulante se encuentra operando en manos de los capitalistas industria-
les, entonces todavía no es capital comercial, aun cuando los capitalistas industriales
contratasen personal especial que se ocupara solamente de la venta de las mercancías
(agentes comerciales, distribuidores).

Pero con el desarrollo del capitalismo, la comercialización de las mercancías


se convierte en una función exclusiva de un género especial de capitalistas, quienes
administran las empresas comerciales e invierten capital en ellas. Los capitalistas
industriales no son quienes venden sus mercancías a los consumidores, ellos las
venden a los capitalistas comerciantes, y es problema que compete a estos últimos
la realización final de las mercancías. Aquí el capital circulante se disocia del capital
industrial y actúa como capital comercial, de esta forma, el capital comercial es
aquella parte del capital en la circulación, disociada del capital industrial, desem-
bolsada por una categoría especial de capitalistas y que funciona exclusivamente
en la esfera de la circulación.

Capital comercial es el capital invertido en la esfera de la circulación de mer-


cancías. Pero en la esfera de la circulación no se produce plusvalía. Entonces, ¿de
dónde es obtenida la ganancia del comerciante?

Si el propio capitalista industrial tuviera que ocuparse de comercializar sus


mercancías, se vería obligado a invertir una parte de su capital en instalar locales,
pagar sueldos a dependientes y empleados y en otros gastos relacionados con el co-
mercio. Necesitaría, para esto, aumentar las proporciones del capital desembolsado
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 465

o, sin incrementar este capital, reducir el volumen de la producción. En ambos casos


disminuirían sus ganancias.

Por eso, el industrial prefiere vender sus mercancías a un intermediario, al


capitalista comercial, especializado en la realización de las mercancías para hacer-
las llegar a los consumidores, prestando sus servicios simultáneamente a muchos
capitalistas. Esta especialización del capital comercial en las funciones propias de la
circulación mercantil permite reducir los gastos de circulación mercantil. El capital
comercial, al disminuir los gastos de realización de las mercancías, reduce la parte
del capital social que se sustrae de la producción para ser invertida en la esfera de la
circulación mercantil. Al transferir al comerciante las operaciones correspondientes
a la realización de las mercancías, el capitalista industrial acelera la rotación de su
propio capital, elevando así sus ganancias. Descargarse de las operaciones de venta
de las mercancías y de los gastos relacionados con ellas permite al industrial, bene-
ficiándose a sí mismo, ceder al intermediario una parte de la plusvalía en forma de
ganancia del capitalista comercial.

La rotación del capital comercial, D - M - D’, se diferencia de la rotación del


capital industrial, D - M … P … M’ - D’, en que esta última no incluye en sí el pro-
ceso de la producción, sino que solo se limita al proceso de la circulación. El capital
industrial en su ciclo de rotación adopta tres formas: el monetario, el productivo y el
mercantil, mientras que el capital comercial adopta solamente dos formas: el mone-
tario y el mercantil.

1.3. El rol del capital comercial en el capitalismo


Con el paso del feudalismo al capitalismo el capital comercial pierde su ante-
rior autonomía y empieza a jugar un rol dependiente del capital industrial.

El movimiento del capital comercial sirve al ciclo de rotación del capital in-
dustrial, en especial a la fase final de este ciclo, a la transacción M’ - D’, a la realiza-
ción de las mercancías. Después de que el capital industrial adopta la forma de capi-
tal mercancía, se produce la venta de las mercancías por los capitalistas industriales
a los capitalistas comerciales. Lo que para el capitalista industrial es el acto M’ - D’,
la venta; para el capitalista comercial es el acto D - M, la compra.

Pero, al pasar las mercancías de manos de los capitalistas industriales a manos


de los capitalistas comerciales aún no se da la verdadera realización de las mercan-
cías. Aunque, por ejemplo, el fabricante de calzados considera realizado su producto
tan pronto lo vende al comprador, de hecho el calzado aún no ha llegado al consu-
midor final porque continúa manteniéndose en la esfera de la circulación. Solo el
segundo acto del ciclo de rotación del capital comercial, cuando el capitalista comer-
466 Francisco Chaparro Zapana

cial vende las mercancías y estas pasan de la esfera de la circulación a la esfera del
consumo, representa la realización plena de las mercancías. De esta forma, todo el
ciclo de rotación del capital comercial D - M - D’ sirve al proceso de la realización
de las mercancías, a la fase M’ - D’ en el ciclo de rotación del capital industrial.
Una función específica del capital comercial también es el servicio de la realización
de las mercancías para el capital industrial.

1.4. Acción inversa del capital comercial sobre la producción


Cuando una categoría especial de capitalistas –los capitalistas comerciantes–
se especializan en la ejecución exclusiva de las funciones de la circulación, el pro-
ceso de la comercialización de las mercancías se acelera en relación a cuando esta
tarea era desempeñada por los propios capitalistas industriales. Esto explica por qué
los capitalistas comerciantes, para quienes la comercialización de las mercancías no
es una actividad secundaria sino su principal función, pueden estudiar mejor la situa-
ción de los mercados, y por eso conocen bien cuándo y a dónde deben ser destinadas
las mercancías para su más rápida comercialización.

De esta forma, la disociación del capital comercial trae consigo la acele-


ración de la circulación del capital social en su conjunto, lo que permite un cre-
cimiento de la producción capitalista en escala social. La especialización de un
determinado grupo de capitalistas en la ejecución y conducción de las operaciones
comerciales permite reducir el tiempo de circulación, como también trae consigo la
reducción de la parte del capital social que se encuentra en forma de capital circulan-
te y un incremento del volumen del capital productivo; por consiguiente, contribuye
a incrementar las proporciones de la producción capitalista y, al mismo tiempo, a
incrementar el volumen de la plusvalía. Aunque el capital comercial por sí mismo
no crea la plusvalía, en forma indirecta contribuye a incrementarla.

La disociación del capital comercial del industrial consolida la separación de


la producción capitalista del consumo. En la presencia del capital comercial entre
los productores y consumidores interviene una serie de intermediarios: el capitalista
industrial vende sus mercancías a los grandes comerciantes mayoristas, estos pue-
den, a su vez, venderlas a otros comerciantes mayoristas de menor cuantía, quienes
terminan vendiéndolas a los comerciantes minoristas, y estos últimos terminan de
trasladar las mercancías hasta los consumidores finales. Prescindiendo de su con-
tacto directo con la demanda de consumo, los capitalistas industriales se orientan
solo por aquella demanda de mercancías planteada por los capitalistas comerciantes.
Estos, haciendo un amplio uso del crédito muy a menudo, continúan comprando
mercancías a los capitalistas industriales, no obstante que las mercancías compradas
con anterioridad aún no han sido realizadas.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 467

Al vender sus mercancías a los comerciantes, los industriales continúan am-


pliando la producción aunque su volumen ya exceda la capacidad adquisitiva de los
consumidores efectivos. Y esto refuerza la superproducción de mercancías. Así, de
modo simultáneo, la disociación del capital comercial contribuye a agudizar las
crisis económicas.

1.5. Las formas del capital comercial


El capital comercial existe bajo dos formas: 1. El capital mercantil-comer-
cial, cuya función consiste en la realización del capital-mercancía y la plusvalía; y
2. El capital monetario-comercial que realiza el comercio con mediación del dinero
y cumple las operaciones relacionadas con la permanencia del capital bajo la forma
monetaria para toda la clase capitalista.

Ya durante el feudalismo, además del comercio de mercancías, se había desa-


rrollado el comercio del dinero. En aquellos tiempos cada señor feudal acuñaba sus
propias monedas, y los compradores en sus frecuentes viajes de un lugar a otro nece-
sitaban cambiar unas monedas por otras. Para el cumplimiento de las operaciones en
el comercio de monedas se especializaban los cambistas. Cuando algún comprador
consideraba necesario viajar a la feria de otras ciudades u otro país, compraba a los
cambistas las monedas nativas a cambio de la moneda local. En la persona del cam-
bista nació o se originó el capital monetario-mercantil.

El capital industrial y el monetario-comercial, en su movimiento, intervienen


en forma de dinero momentáneamente. El dinero obtenido de la venta de mercan-
cías, requiere ser contabilizado, conservado durante algún tiempo, y luego sirve para
comprar más mercancías. En lugar de que cada industrial y el comprador mismo
recibiera el dinero, lo conservara y lo entregara, el cumplimiento de estas funciones
para todos los capitalistas las asume para sí mismo el capital monetario-comercial.
Esto reduce los gastos relacionados con el cumplimiento de tales operaciones. En las
condiciones del capitalismo desarrollado la función del capital monetario-comercial
se traslada a los bancos, cuya actividad será analizada posteriormente.

2. LA GANANCIA COMERCIAL

2.1. Las fuentes de la ganancia comercial


En las sociedades esclavista y feudal, la ganancia comercial era obtenida prin-
cipalmente a costa de la explotación de los pequeños productores; los comerciantes,
aprovechándose de la desvinculación de los pequeños productores del gran mercado,
les compraban sus mercancías a precios menores a su valor y las vendían con precios
superiores a su valor.
468 Francisco Chaparro Zapana

También en las formaciones económico-sociales precapitalistas, la ganancia


comercial era obtenida a costa de la explotación de los esclavos y siervos. Cuando los
comerciantes vendía artículos de lujo a los amos esclavistas o a los señores feudales
a precios superiores a sus valores, y, al mismo tiempo, les compraban la producción
excedente a precios por debajo de su valor, una parte del plus producto, sustraído por
el amo esclavista o por el señor feudal mediante la explotación de esclavos y siervos,
era transferida a manos de los comerciantes.

En el capitalismo, los capitalistas comerciantes, que continúan explotando a


los pequeños productores, en lo fundamental obtienen la ganancia comercial de la
explotación a los trabajadores asalariados.

El capital comercial, que no funciona en la esfera de la producción, “no crea


valor ni plusvalía, es decir, no los crea directamente”. Pero, como “contribuye a
abreviar el tiempo de circulación, puede ayudar a aumentar indirectamente la plus-
valía producida por el capital industrial”2. Es más, aun sin crear plusvalía, el capital
comercial se apropia de una parte de ella. Toda la clase capitalista, incluidos los
comerciantes capitalistas, vive a costa de la explotación a la clase trabajadora asa-
lariada. La ganancia comercial es una forma especial de plusvalía, y su fuente
principal es la plusvalía creada por la clase obrera en el proceso de la producción
capitalista.

2.2. Crítica a las teorías burguesas sobre el comercio y la ganancia co-


mercial
A diferencia de la industria, el comercio es la esfera improductiva de inversión
del capital, en la cual no se crea plusvalía ni valor alguno. Sin embargo, los econo-
mistas burgueses con frecuencia consideran la actividad comercial como una rama
especial de la producción. Así, el economista alemán R. Lifman definía el comercio
como una forma especial de la actividad artesanal, orientada a la recolección, la
conservación y distribución de bienes a los consumidores3. Semejante definición,
ante todo, encubre la naturaleza clasista del comercio capitalista. La finalidad de
los comerciantes capitalistas no es “recolectar, conservar y distribuir los bienes”
sino la apropiación de la ganancia. Los ideólogos burgueses pintan la imagen de
los comerciantes capitalistas como una especie de benefactores desinteresados de la
sociedad.

Viendo en el comercio “una forma especial de actividad artesanal”, estos eco-


nomistas, al mismo tiempo, identifican el comercio con la industria. En realidad el
comercio se diferencia esencialmente de la industria en cuanto aquel no produce ni

2 Ibídem. T. 3, p. 301.
3 Ver: Lenin, Vladimir Ilich. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Moscú. Ed. Progreso, 132 pp.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 469

mercancías ni plusvalía, sino que solo realizan los productos. La fuente de la ganan-
cia comercial no se encuentra en el mismo comercio, sino fuera de él, en la produc-
ción capitalista. Además, los comerciantes capitalistas no son “recolectores”, conser-
vadores ni distribuidores de bienes, sino una parte de la clase capitalista explotadora,
copartícipe de la explotación a la clase asalariada por los capitalistas industriales.

2.3. La magnitud de la ganancia comercial


La tasa de ganancia comercial en promedio es igual a la tasa de ganancia
industrial. Esto se explica en que el capital comercial participa en la redistribución
espontánea de los capitales y en la nivelación de la tasa de ganancia en toda la so-
ciedad capitalista.

Supongamos que en la industria la tasa media de ganancia es igual al 20% y en


el comercio, solo al 10%. En tal caso, una parte de los capitales tendería a trasladarse
del comercio hacia la industria. Esto traería consigo una disminución de la demanda
de productos industriales de parte de los comerciantes con una elevación simultánea
de esta última, y como resultado los precios de las mercancías industriales empeza-
rían a caer y la tasa de ganancia en la industria disminuiría. Pero si la tasa de ganan-
cia en la industria resultara inferior que en el comercio, entonces empezaría a ocurrir
un proceso contrario, el traslado o fuga de capitales de la industria al comercio, lo
que acarrearía consecuencias contrapuestas. Es por este mecanismo que en la indus-
tria y en el comercio se establece una única tasa promedio de ganancia.

Según el capítulo anterior, la tasa de ganancia se determina como la relación


de toda la plusvalía con la suma de capital constante y capital variable en toda la
sociedad. Mientras tanto se abstraía del análisis la existencia del capital comercial.
Si se considera la presencia del capital comercial y su participación en la nivelación
de la tasa de ganancia, entonces será necesario determinar la tasa media de ganancia
un tanto de otro modo. La tasa media de ganancia en la industria y en el comercio
es igual a la relación de la suma total de plusvalía, creada en la producción, con la
suma de los capitales industrial y comercial. Si representamos el capital industrial
por Kl, y el capital comercial mediante KC, obtendremos la siguiente fórmula:

p
g' =
KI + KC

Donde r’ representa la tasa de ganancia.


Supongamos que todo el capital industrial de la sociedad está conformado por
450 000 millones de dólares, de los cuales 400 000 millones son capital constante
y 50 000 millones, capital variable. Y que la tasa de plusvalía es igual al 200%. En
tal caso el volumen de la plusvalía, creado en toda la sociedad, estará constituido
470 Francisco Chaparro Zapana

por 100 000 millones de dólares. Imaginemos, además, que el capital comercial que
opera en la realización de toda la producción industrial conforma 50 000 millones de
dólares. Entonces la tasa media de ganancia será igual a:

100
g' = × 100 = 20%
(400c + 50 v) + 50TK
Por consiguiente, los capitales industrial y comercial participan conjuntamen-
te en la explotación de la clase obrera, y la plusvalía obtenida se distribuye entre
ellos según el principio: a igual capital, igual ganancia.

Sin embargo, la igualdad de las tasas de ganancia en la industria y en el co-


mercio no significa que también el volumen de la ganancia comercial es igual al
volumen de la ganancia industrial. Así, como la suma del capital invertido en el
comercio es menor que la suma del capital invertido en la industria, el volumen de la
ganancia comercial deberá ser también proporcionalmente menor que el volumen de
la ganancia industrial. En nuestro ejemplo, con una tasa media de ganancia del 20%,
el volumen de la ganancia industrial será de 90 000 millones de dólares (20% para un
capital de 450 000 millones de dólares) y el volumen de la ganancia comercial será
de 10 000 millones de dólares (el 20% para un capital de 50 000 millones).

Con el desarrollo del capitalismo, junto al crecimiento de la ganancia indus-


trial crece también el volumen de la ganancia comercial. Por ejemplo, en los
EE. UU., las ganancias de las corporaciones comerciales desde 1930 hasta 1964 se
incrementaron en 8 veces, alcanzando la suma de 6800 millones de dólares.

2.4. El mecanismo de obtención de la ganancia comercial


En la superficie del fenómeno, la ganancia comercial actúa como la diferencia
entre el precio de venta (por el que los comerciantes realizan las mercancías en el
mercado) y el precio de compra (por el que ellos compraron estas mercancías de los
capitalistas industriales). Pareciera, a primera vista, que la ganancia comercial se ob-
tiene mediante la venta de las mercancías a precios por encima de sus valores. Pero
en realidad el asunto no es así. “El que la ganancia mercantil constituye un simple
recargo, un alza nominal del precio de las mercancías por encima de su valor, no pasa
de ser una mera apariencia”4. En realidad, el mecanismo de obtención de la ganan-
cia comercial opera así: los capitalistas comerciales compran las mercancías a los
capitalistas industriales a precios por debajo de sus valores, y los venden según su
valor. Ellos se apropian del excedente de valor sobre el precio de compra.

El precio por el que los industriales venden las mercancías a los comerciantes
es igual a los gastos de producción más la ganancia media sobre el capital indus-

4 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 3, p. 304.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 471

trial. Para los comerciantes capitalistas, este es el precio de compra. Pero como la
ganancia industrial es menor que toda la plusvalía, entonces este precio de compra
es también un poco menor que el valor de las mercancías. Luego, los comerciantes
capitalistas venden las mercancías a precios cercanos al precio de compra más la
ganancia media sobre el capital comercial, en tanto que este precio de venta a escala
social es igual al valor.

Si se representa la ganancia industrial mediante la letra g, y la ganancia co-


mercial por medio de la h, entonces el precio de venta de los capitalistas industriales
(la misma que para los capitalistas comerciales es el precio de compra) será K + g, y
el precio de venta de los capitalistas comerciales: K + g + h, pero como g + h = p, en-
tonces la suma de la ganancia industrial y comercial es igual a la plusvalía5, entonces
K + g + h = c + v + p, o sea que el precio de venta para los capitalistas comerciales
es igual al valor de las mercancías.

Supongamos que el capital industrial es de 400c + 50v, y el valor de las mer-


cancías producidas de 400c + 50v + 100p = 550 (cada unidad puede representar, por
ejemplo, mil millones de dólares). Suponiendo, más adelante, que el capital comer-
cial es igual a 50, en tal caso obtendremos una tasa media de ganancia de:

100 p
g' = × 100 = 20%
450KI + 50 KC

Donde la ganancia industrial:

450 × 20 50 × 20
g' = = 90 h= = 10
100 100

la ganancia comercial: h = (50 x 20) / 100 = 10; el precio de venta para los capita-
listas industriales o precio de compra para los comerciantes capitalistas de: = 400c
+ 50v + 90p = 540; y el precio de venta para los comerciantes capitalistas de: = 540
+ 10h = 550.

2.5. El rol del capital comercial en la elevación de la tasa media de ga-


nancia
A primera vista, pareciera que gracias a la presencia del capital comercial la
tasa media de ganancia de toda la clase capitalista disminuyera, ya que en ausencia
del capital comercial la tasa media de ganancia sería igual a la relación de toda la
plusvalía con la suma total del capital industrial, mas con la presencia del capital

5 Esta igualdad tiene lugar si se prescinde de la existencia de la clase terrateniente y de la renta de la tierra.
472 Francisco Chaparro Zapana

comercial ella es igual a la relación de toda la plusvalía con la suma del capital in-
dustrial y comercial.

Pero en realidad, el capital comercial contribuye a elevar la tasa media de ga-


nancia. Si no existiese aquel, entonces los capitalistas industriales estarían obligados
a invertir capital no solo en la producción de mercancías, sino también en su comer-
cialización, para que sean transferidas a los consumidores finales. Por ausencia del
capital comercial especializado, la realización de las mercancías transcurriría más
lentamente, además de que el capital para la circulación del que deberían disponer
los capitalistas industriales resultaría siendo bastante mayor. Por eso, en ausencia
del capital comercial la tasa media de ganancia resultaría siendo menor que con su
presencia.

Supongamos que, en ausencia del capital comercial, los capitalistas indus-


triales tienen un capital productivo por la suma de 700c + 100v y un capital para la
circulación (KO) por una suma de 200. Entonces, con una tasa de plusvalía de 200%
el volumen de plusvalía es de 200, y la tasa media de ganancia:

200 p
g' = × 100 = 20%
700 c + 100 v + 200 KO

En el numerador de la fracción, además del capital productivo de 800 (700c +


100v), figura un capital de 200 para la circulación (KO). Ahora imaginemos que las
funciones de la circulación son asumidas por el capital comercial y que gracias a su
especialización, el tiempo de circulación de todo el capital social se reduce, mientras
el capital para la circulación, convertido en capital comercial, disminuye hasta 100.
En tal caso la tasa media de ganancia será:

200 p
g= × 100 = 22, 2%
700 c + 100 v + 200 KC

Como se ve en el ejemplo dado, gracias a la transformación del capital de la


circulación en capital comercial y a la disminución de su magnitud, la tasa media de
ganancia se eleva de 20 a 22,2%6, sino también un capital en la circulación). Esto se
explica porque “a consecuencia de la división del trabajo, el capital destinado exclu-
sivamente a comprar y vender… es menor de lo que sería si el capitalista industrial
tuviese que explotar directamente toda la parte mercantil de su industria”7.

6 El ejemplo dado simplifica en algo la realidad: en los hechos y en presencia del capital comercial, los capitales
industriales no solo tienen un capital productivo (c + v), sino también un capital en la circulación.
7 Marx, Carlos. El capital, óp. cit., T. 3, p. 297.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 473

De aquí se desprende que la disociación del capital comercial del industrial


responde a los intereses de toda la clase capitalista, ya que eleva la tasa media de
ganancia.

2.6. La explotación a los trabajadores asalariados en el comercio


Los capitalistas comerciales invierten capital no solo en la compra de mercan-
cías, sino también en la organización de las empresas comerciales, incluido el capital
para contratar trabajadores comerciales (vendedores, cajeros, contadores, comisio-
nistas y otros dependientes).

La cantidad de trabajadores comerciales en los países capitalistas es grande.


Por ejemplo, en el comercio de los EE. UU., en 1966, estaban ocupados 12,7 mi-
llones de personas, quienes constituían aproximadamente el 21% del total de traba-
jadores asalariados y empleados de todas las ramas de la economía, excluyendo la
agricultura. Entre las firmas comerciales de inicios de la segunda mitad del siglo XX
figuran aquellas que contratan decenas de miles de empleados. Así, en 1959, en las
empresas de la Compañía del Té del atlántico y el Pacífico de los EE. UU. trabajaban
cerca de ciento 50 000 personas; en los 2200 establecimientos de la firma Wallforth,
más de 85 000 empleados, y en la firma “Sears-Roebuck”, que poseía agencias y
supermercados en diversas regiones del país, trabajaban más de 20 000 empleados.

El trabajo gastado en la ejecución de las operaciones comerciales netas sirve


solamente a la esfera de la circulación y su carácter es predominante no producti-
vo. Sin capacidad para crear bienes materiales ni valor, este trabajo no genera su
propia fuente de remuneración. La plusvalía sirve de fuente para el pago de los
trabajadores comerciales no productivos, la cual es creada por los trabajadores
productivos.

Al mismo tiempo, los trabajadores comerciales son sometidos a la explota-


ción por los capitalistas. El problema es que ellos, al igual que los trabajadores de la
producción, venden a los capitalistas su fuerza de trabajo, cuyo valor corresponde
al tiempo necesario de trabajo (por ejemplo, 3 ó 4 horas al día), mientras que ellos
gastan en las empresas comerciales (como los trabajadores productivos en la indus-
tria) no solo el tiempo necesario, sino también el tiempo adicional de trabajo (por
ejemplo, 8 horas al día). De esta manera, una parte del trabajo de los empleados en
el comercio representa en sí el trabajo no remunerado, del cual se apropian gratuita-
mente los capitalistas comerciales. La apropiación del trabajo no remunerado de
los trabajadores comerciales por parte de los capitalistas, representa la explota-
ción de la que son objeto.
474 Francisco Chaparro Zapana

Sin embargo, la explotación a la que son sometidos los trabajadores asalaria-


dos de la actividad comercial se diferencia de la explotación a los trabajadores de la
actividad productiva: el trabajo no remunerado de los obreros de la producción es la
fuente creadora de la plusvalía. Como el trabajo no remunerado (o trabajo adicional)
de los trabajadores del comercio no crea plusvalía, se requiere descontar una parte
de la plusvalía de los capitalistas para pagarles. Así, cuanto mayor sea el trabajo no
remunerado de los trabajadores del comercio, tanto menor será aquel descuento y,
por consiguiente, tanto mayor será la ganancia neta de toda la clase capitalista.

Es de esta manera que el trabajador del comercio es sometido a la explotación


de parte de los capitalistas. “Lo que le cuesta al capitalista y lo que este saca de ella
son dos magnitudes distintas. Este obrero asalariado no le rinde al capitalista creán-
dole directamente plusvalía, sino ayudándole a reducir los gastos de realización de la
plusvalía, realizando el trabajo, en parte no retribuido, necesario para ello”8.

La situación de los trabajadores del comercio en las condiciones del capitalis-


mo contemporáneo no solo no es mejor, sino que en algunos aspectos es peor que la
de los trabajadores de la industria. Así, por ejemplo, a comienzos de 1965, el salario
semanal promedio era de 103 dólares en la industria de transformación, y en el co-
mercio al por menor, solo de 70 dólares. El más importante factor del bajo nivel del
salario en el comercio capitalista era el elevado peso específico del trabajo femenino.
En los EE. UU., desde 1970 hasta 1965, el peso específico de las mujeres entre los
trabajadores comerciales se elevó del 27 al 39%, mientras que en el comercio la par-
ticipación del trabajo femenino se elevó significativamente más que en otras ramas
de la economía.

2.7. La explotación de los pequeños productores por los capitalistas comer-


ciantes
También los pequeños productores mercantiles son objeto de la explotación
del capital comercial. Como los capitalistas comerciales se ocupan de la compra y
venta de la producción, no solo de la industria sino también de los artesanos y cam-
pesinos, aprovechan la desvinculación de los pequeños productores de los lejanos
mercados de venta y les compran sus productos a precios bajos, inferiores a su valor.
De esta forma se apropian de una parte del valor creado por el trabajo de los artesa-
nos y campesinos.

La explotación de la que son objeto los pequeños productores por parte del
capital comercial se acentúa con el capitalismo monopolista. Tanto en el comercio
como en la industria, las posiciones predominantes son ocupadas por un reducido
grupo de grandes compañías monopolistas que imponen precios bajos a los peque-

8 Ibídem. T. 3, pp. 321-322.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 475

ños productores. Por ejemplo, en los EE. UU., las compañías comerciales monopo-
listas compran a los granjeros sus productos agrícolas a precios bajos y los revenden
a los consumidores a precios elevados, obteniendo a costa de esta operación enormes
ganancias. Por eso, en el curso del siglo XX, la participación de los granjeros esta-
dounidenses tendía a reducirse de manera sistemática, debido al precio al por menor
por el que los capitalistas comerciales solían revender sus productos. En 1913, esta
participación constituía el 56,5%, y en 1964, solo el 37%

3. LOS GASTOS DE CIRCULACIÓN EN EL COMERCIO CAPITALISTA

3.1. Dos clases de gastos de circulación


Además de los gastos relacionados con la producción de las mercancías, exis-
ten los gastos requeridos por la circulación, a los cuales se les denomina gastos ca-
pitalistas de circulación. Con estos se relacionan los gastos de transporte, embalaje
y clasificación de las mercancías; gastos por conservación de repuestos (manteni-
miento de los almacenes y del personal a su servicio); gastos en locales comerciales
y en salarios de los trabajadores comerciales; gastos por recepción, conservación,
contabilización y entrega de dinero; gastos en publicidad, etc.

Los gastos de circulación se subdividen en: 1. Gastos complementarios de


circulación (PK), los cuales por su esencia representan en sí la continuación de los
gastos de producción; y 2. Los gastos netos de circulación (TK), los cuales son re-
queridos por el proceso de la circulación como tales, como el propio cambio de las
formas del valor, como la transformación del dinero en mercancías y de las mercan-
cías en dinero.

Entre los gastos complementarios de circulación destacan, antes que nada,


los gastos de transporte. A la mercancía como valor de uso se la puede considerar
acabada totalmente no cuando esta ha sido producida, sino cuando ha sido transferi-
da al consumidor. Por eso el proceso de transportar las mercancías es por su esencia
una continuación directa de su proceso de producción, y un trabajo gastado en el
transporte es un trabajo productivo. Este realiza la creación del valor de uso y a la
vez crea el valor y la plusvalía. Los gastos de transporte integran el valor de las mer-
cancías por encima de los gastos de producción.

Pero esto no solamente se relaciona con los gastos normales de transporte,


ocasionados por la necesidad de transferir las mercancías a los consumidores. En
el capitalismo, el transporte de las mercancías frecuentemente está condicionado
también por otras circunstancias. Por ejemplo, cuando las mercancías enviadas a una
determinada región no logran ser vendidas debido a la estrecha demanda solvente,
entonces deben ser transportadas para su venta en otras localidades. Además surgen
476 Francisco Chaparro Zapana

los gastos adicionales de transporte cuya naturaleza es de carácter no productivo y se


relacionan con los gastos netos de circulación.

Además de los gastos normales de transporte y de los gastos de clasificación,


empacamiento y embalaje de las mercancías, entre los gastos complementarios de
circulación se incluyen los gastos normales por la conservación de las reservas
mercantiles, necesarias para un desenvolvimiento ininterrumpido del proceso de re-
producción capitalista.

En el capitalismo con frecuencia se forman reservas mercantiles excedentes


a consecuencia de los gastos de comercialización de las mercancías y por las crisis
económicas. Los gastos en la conservación de aquellas reservas de mercancías, no
son productivas, sino gastos netos de circulación.

En los gastos netos de circulación están expresados todos los gastos vincu-
lados con las transacciones de la compra-venta. Por ejemplo, el pago a los ven-
dedores, a los cajeros, al personal contable y demás administrativos de los centros
comerciales, los gastos por el manejo de la correspondencia comercial, los gastos
relacionados con la recepción, conservación y entrega de dinero, son todos gastos
netos de circulación. El trabajo gastado en la operación de la propia compra-venta de
las mercancías, no tiene origen en las necesidades de la producción, sino solo en la
existencia de las relaciones monetario-mercantiles. Este no es un trabajo productivo,
porque no incrementa ni en un ápice el valor de las mercancías.

En las condiciones del capitalismo contemporáneo, con mayores dificultades


para vender las mercancías y por la agudización de la lucha competitiva, se produce
una enorme expansión del aparato comercial y de los gastos para su mantenimiento.
Así en EE. UU., entre 1919 y 1916, el peso específico de los ocupados por contrato
en el comercio en relación al número de empleados de todas las ramas, excepto la
agricultura, aumentó del 17,4% hasta el 20,5%, y los gastos en pagos a los trabaja-
dores en el comercio minoritario alcanzaron en 1963 cerca del 12% de la circulación
mercantil al por menor.

Un elemento importante de los gastos netos de circulación lo constituyen los


gastos relacionados con la presencia del mecanismo monetario. Las monedas me-
tálicas tienen una finalidad no productiva, es decir, servir al proceso de circulación,
y por eso todos los gastos relacionados con su obtención, acuñación, circulación y
conservación son gastos no productivos.

Un ejemplo típico de gastos netos de circulación son los gastos de propagan-


da. Al llevar a cabo la lucha competitiva entre sí, los capitalistas se esmeran por
arrancharse los compradores entre competidores y atraerlos para que prefieran sus
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 477

mercancías. Con esta finalidad emplean la publicidad en diarios y revistas, réclames


a todo color, avisos clasificados por radio y televisión, etc. Al agudizarse la lucha
competitiva y aumentar las dificultades para vender las mercancías a consecuencia
de la estrechez de la capacidad adquisitiva, los gastos de propaganda se incrementan
fuertemente. Así, en los EE. UU., estos gastos constituían 1700 millones de dólares
en 1935; 2900 millones en 1945, y 15 100 millones de dólares en 1965.

En su mayor parte, los gastos de circulación en el comercio capitalista repre-


sentan en sí los gastos netos no productivos de la circulación. El incremento de los
gastos en publicidad y otros gastos netos de circulación es una de las muestras más
expresivas de la decadencia del capitalismo contemporáneo.

3.2. La amortización de los gastos de circulación


La amortización de los gastos adicionales de circulación se lleva a cabo
mediante su inclusión al valor de las mercancías. Por ejemplo, si los gastos de la
producción misma de cualquier mercancía son de 7 dólares, los gastos normales de
transporte 1 dólar y la plusvalía, materializada en dicha mercancía, 2 dólares, enton-
ces el valor de la mercancía será de 10 dólares.

Es diferente la situación de la amortización de los gastos netos de circulación.


Por ser estos no productivos, no incrementan el valor de las mercancías, y se amor-
tizan a costa de una plusvalía creada con anterioridad. En otras palabras, para toda
la clase capitalista, los gastos netos de circulación son descontados del total de la
plusvalía. Se presupone que esto tiene lugar cuando las mercancías son vendidas
según su valor. En la época del capitalismo imperialista, cuando se incrementan en
especial los gastos netos de circulación, los monopolios inflan los precios de sus
mercancías. Al vender las mercancías con precios que superan su valor, los gastos
netos de circulación se trasladan a los consumidores, en primer lugar a las masas tra-
bajadoras. De esta forma, en la medida que el incremento de estos gastos determina
un incremento de los precios de monopolio, determina también el deterioro de las
condiciones de vida de los trabajadores.

3.3. Los gastos de circulación y la ganancia comercial


Cualquier gasto del capitalista comercial, relacionado con la gestión comer-
cial, conforma los gastos de capital. Por eso los capitalistas comerciales obtienen
una ganancia media no solo de aquel capital desembolsado por ellos para la compra
misma de mercancías, sino también por aquel capital invertido para cubrir los gastos
de circulación. Por ejemplo, si el comerciante invierte en la compra de mercancías
10 millones de dólares, y para cubrir los gastos de circulación, 2 millones de dólares,
entonces obtendrá una ganancia por los 12 millones de dólares invertidos.
478 Francisco Chaparro Zapana

Pero como ya quedó aclarado antes, los gastos netos de circulación en la com-
pra de mercancías, según su valor, se cubren a cuenta de la plusvalía creada en el
proceso de producción. Se sobreentiende que este descuento no puede afectar solo
a los capitalistas comerciales, ya que en este caso obtuvieron una tasa de ganancia
menor que los capitalistas industriales. La igualdad de tasas de ganancia en el comer-
cio y en la industria presupone que el descuento para cubrir los gastos de circulación
proviene no de la ganancia comercial, sino del total de la plusvalía. Solo después
de este descuento, la plusvalía total se distribuye entre los capitalistas industriales y
comerciales en proporción a sus capitales invertidos.
p – Io
De esta forma, la tasa media de ganancia es igual a g’ = , donde lo
representa los gastos netos de circulación. PK + TK

La disociación del capitalista comercial del industrial determina una relativa


reducción de los gastos de circulación. La situación en la que los capitalistas comer-
ciales se ocupan en especial y exclusivamente de la compra y venta de mercancías
permite organizar mejor la administración de las operaciones comerciales (que cuan-
do las funciones de producción y comercialización de las mercancías corrían a cargo
de los propios capitalistas) y en consecuencia reducir los gastos de circulación. En-
tonces, el capital comercial también contribuye a elevar la ganancia neta (ganancia
que se descuenta de los gastos de circulación) para toda la clase capitalista.

4. LAS FORMAS DEL COMERCIO CAPITALISTA

4.1. El comercio al por mayor y al por menor. La bolsa comercial


El comercio capitalista actúa de dos formas: 1. El comercio al por mayor, o
sea la venta de mercancías en gran escala por unos capitalistas a otros; y 2. El co-
mercio al por menor, o aquella forma de venta directa de mercancías que realizan
los capitalistas a los consumidores. En el comercio al por mayor las mercancías
vendidas son transferidas de manos del capitalista al comerciante mayorista, todo lo
cual transcurre aún en los canales de la circulación. Por el contrario, como resultado
del comercio al por menor, las mercancías salen de la esfera de la circulación y pasan
a la esfera del consumo.

Como ejes del comercio al por mayor funcionan las bolsas de comercio. Estos
son los mercados donde se comercian las mercancías sin necesidad de estar presen-
tes, sino tan solo por muestras y estándares. Los fines de la bolsa de comercio son
también las mercancías, cada una de las cuales no posee particularidades especia-
les; puede ser reemplazada a plenitud por otra mercancía de la misma especie, por
ejemplo, el trigo, el algodón, el azúcar, el café, etc. En las bolsas con frecuencia son
vendidas las mercancías que se encuentran en otros lugares o en el extranjero. Así,
en la bolsa de Londres pueden ser vendidos: el algodón estadounidense, el trigo ca-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 479

nadiense, la lana australiana, el café brasileño, etc. En esas transacciones pueden ser
vendidas incluso mercancías que aún no han sido producidas, como por ejemplo el
trigo o el café de la próxima cosecha.

Al cerrarse una transacción de bolsa, el vendedor se compromete a abastecer


al comprador con una determinada cantidad de una u otra mercancía a un determi-
nado precio y en un determinado plazo. La concentración del comercio al por mayor
en las bolsas permite la nivelación de los precios en los diversos mercados. Si en
una bolsa los precios son más altos que en otras, los capitalistas inmediatamente se
aprestan a ofrecer allí una mayor cantidad de sus mercancías, lo que trae consigo una
caída de precios al nivel de los precios de otras bolsas.

En el comercio de bolsas se fomenta la especulación de mercancías. Así, como


las transacciones de bolsa se llevan a cabo dentro de un plazo (por ejemplo, un mes),
en el transcurso de este los precios pueden sufrir oscilaciones, entonces, alguno de
los participantes del convenio necesariamente resultará perdedor y el otro, ganador.
Supongamos que Mendoza ha vendido a Castro una cantidad de trigo a un precio de
200 dólares por tonelada para ser entregado en un mes, pero en ese tiempo el precio
de una tonelada de trigo se ha elevado a 220 dólares, el vendedor Mendoza perderá
20 dólares por cada tonelada, mientras que el comprador Castro ganará esa suma
por cada tonelada. Pero en el caso de una caída de los precios, el vendedor gana y el
comprador pierde. Muchas transacciones de bolsa se realizan con fines especulativos
para obtener ganancias de la diferencia en los precios al momento de cierre de la
transacción y al de vencimiento del plazo.

4.2. Concentración y centralización del capital en el comercio al por menor


El comercio al por menor en las anteriores etapas del capitalismo la realizaban
principalmente los pequeños comerciantes, posteriormente empezó a fortalecerse.
Las actuales formas del gran comercio capitalista al por mayor son los grandes su-
permercados, que comercializan un variado stock de mercancías como los llamados
sistemas en cadena, en los cuales muchos supermercados especializados pertenecen
a una sola gran compañía comercial y venden una sola clase de mercancías. Por
ejemplo, en los EE. UU. existe la Compañía del Té del Atlántico y del Pacífico, a la
que, en 1959, pertenecían 4252 tiendas, que comercializaban el té con una circula-
ción mercantil mayor a los 5000 millones de dólares. El número de tiendas en cadena
en los EE. UU., desde 1900 hasta 1963, se incrementó de 4500 a 220 000, y su peso
específico en la circulación mercantil al por menor se elevó del 5% en 1919 al 37%
en 1963.

Las grandes empresas comerciales tienen muchas ventajas frente a las peque-
ñas. Pueden abrir tiendas en distintos lugares y atraer hacia sí una amplia clientela;
usan en mayor medida y con más eficacia la publicidad; los gastos vinculados con
480 Francisco Chaparro Zapana

la realización de las operaciones comerciales son relativamente menores en grandes


escalas del comercio, etc. Todas estas ventajas permiten a las grandes compañías
comerciales desplazar a los pequeños comerciantes. Así, en los EE. UU., en el año
1963, le correspondía cerca del 50% de toda la circulación mercantil a la participa-
ción de las grandes compañías comerciales al por menor, con una circulación mer-
cantil superior a los 300 000 dólares, contra el 25% en 1929. En Francia, durante el
período de 1949 a 1959 se cerraron cerca de 35 000 empresas comerciales pequeñas.
La quiebra de los pequeños comerciantes también se produce en muchos otros países.

A la cabeza de todo el comercio capitalista, en las actuales condiciones, se


encuentran unos pocos monopolios. Por ejemplo, en los EE. UU., donde se cuentan
1,7 millones de empresas comerciales al por menor, 50 de los grandes monopolios
comerciales vendieron mercancías por una suma superior a los 41 000 millones de
dólares, en 1963, concentrando en sus manos cerca del 17% de todo el comercio
mercantil al por menor.

4.3. El comercio cooperativo. Crítica a la teoría del “socialismo cooperati-


vista”
Además de los comerciantes independientes y las compañías comerciales ac-
cionistas, las asociaciones cooperativistas también realizan operaciones comerciales.
Las cooperativas de consumo, cuyos miembros son obreros, empleados o campesinos
pequeño-productores, compran mercancías a los capitalistas industriales y las ven-
den a sus socios con un pequeño descuento en relación a los precios establecidos por
los comerciantes capitalistas. Los cooperativistas agrarios, que unifican a una parte
del campesinado, organizan la comercialización conjunta de la producción de sus so-
cios; por ejemplo, las asociaciones de comercialización de la leche, que asumen las
ventas de productos lácteos. Las organizaciones cooperativistas invierten capitales
en el comercio, movilizados bajo la forma de cuotas de sus socios-cooperativistas, y
toman también capitales prestados por los bancos.

Los cooperativistas pequeño-burgueses difunden la teoría del “socialismo


cooperativista”. Esta sostiene que, en los marcos del capitalismo, la cooperación po-
dría reestructurar gradualmente toda la economía sobre los principios del socialismo.
Los representantes más destacados de la teoría del “socialismo cooperativista” son:
en los EE. UU., Jh. Yorbass, (quien fue presidente honorario de la liga cooperativista
de ese país) y el profesor B. Lavergh en Francia. En Inglaterra esta teoría es promo-
vida por los laboristas.

La teoría del “socialismo cooperativista” es consistente desde el punto de vista


científico, pero por su sentido político práctico tiene un claro carácter reformista. Su
principal defecto radica en que las organizaciones cooperativistas, que actúan en los
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 481

países capitalistas, son consideradas como un germen potencial del socialismo. Sin
embargo, las cooperativas que se desarrollan en el capitalismo están lejos de consti-
tuirse en formas socialistas de la economía, mientras ellas funcionen en una sociedad
basada en la propiedad privada y actúen bajo el imperio espontáneo de las leyes eco-
nómicas del capitalismo. De otro lado, el peso específico del comercio cooperativista
en los marcos de la circulación mercantil de los países capitalistas es insignificante.
Por ejemplo, en EE. UU., en el año 1963, a las cooperativas le correspondía apenas
un 0,3% de todas las empresas comerciales al por menor, y su circulación mercantil
fue menos del 0,9% de toda la comercialización al por menor. En 1961, en Inglaterra
–donde el cooperativismo alcanzó mayor desarrollo– a la participación del comercio
cooperativista le correspondió solo el 10% de todo el comercio minorista.

Pero el problema no solo radica en la escasa participación del comercio coo-


perativista en los países capitalistas. Lo más resaltante es que, históricamente, el
comercio cooperativista ha sido incapaz de cambiar un modo de producción y menos
aún puede significar una forma de “socializar” la economía. Los partidarios de la
teoría del “socialismo cooperativista” ignoran la importancia del carácter básico de
la propiedad de los medios de producción; operan a partir de la concepción cambista,
asignando erróneamente al comercio cooperativista la capacidad de cambiar todo el
régimen económico de la sociedad.

Lenin desenmascaró la inconsistencia de esta teoría. Al caracterizar la natura-


leza de la cooperación en las condiciones del capitalismo, él señalaba que: “la coo-
perativa en medio del Estado capitalista es una institución capitalista colectivista”9.
Es un hecho que las organizaciones cooperativistas en los países capitalistas reportan
importantes ventajas a sus socios; por ejemplo, una cooperativa de consumo bene-
ficia a los trabajadores y empleados en la medida que abarata las mercancías. Sin
embargo, como subrayaba Lenin, “las mejoras logradas por las cooperativas son
muy limitadas en tanto los medios de producción y de cambio pertenezcan a una
clase, de cuyas manos el socialismo tiene por objeto expropiarlos”10. Lo negativo de
la teoría del “socialismo cooperativista” para los trabajadores radica en que con ella
se pretende distraerlos de la lucha revolucionaria, sembrando ilusiones reformistas
sobre la posibilidad de un tránsito evolutivo del capitalismo al socialismo.

5. EL COMERCIO INTERNACIONAL CAPITALISTA

5.1. La necesidad del comercio externo para el capitalismo


Jean Charles Sismondi y los populistas explicaban erradamente la necesidad
del comercio exterior para los países capitalistas, como la imposibilidad de realizar
la plusvalía en el mercado interno. Pero C. Marx y V. I. Lenin demostraron que la

9 Lenin, Vladimir Ilich. “Sobre la cooperación”. Obras completas. T. 45, p. 374, traducido del ruso por F. Ch. Z.
10 Lenin, Vladimir Ilich. El proyecto de resolución sobre las cooperativas de la delegación socialdemócrata rusa en
Congreso de Copenhague. Obras completas. T. 19, p. 310, traducido del ruso por F. Ch. Z.
482 Francisco Chaparro Zapana

realización de todos los elementos conformantes del valor del producto social, entre
ellos el de la plusvalía, es también posible en el mercado interno. Sin embargo el
comercio externo es una realidad inobjetable. Entonces, ¿qué premisa determina la
necesidad de su existencia? Al analizar este problema, Lenin observa los siguientes
aspectos:

En primer lugar, que la formación del mercado mundial fue una de las pre-
misas históricas del surgimiento del modo de producción capitalista. Aún en la
época de la acumulación primaria del capital la circulación mercantil rebasa los mar-
cos de un solo país.

En segundo lugar, que la necesidad del comercio externo está determinada


por la desigualdad del desarrollo de las distintas ramas de la producción capi-
talista. Los capitalistas de aquellas ramas, que crecen más rápidamente que otras,
no pueden realizar todas sus mercancías en el mercado interno y tienden hacia los
mercados externos.

En tercer lugar, que al capitalismo le es inherente la tendencia hacia la am-


pliación ilimitada de las escalas de la producción, como la capacidad del mercado
interno está limitada por la condición proletaria de las masas. Por eso la produc-
ción capitalista inevitablemente traspasa las fronteras del mercado interno, y los ca-
pitalistas de cada país libran una tenaz pugna por los mercados externos.

Con el desarrollo del capitalismo la circulación comercial externa se incre-


menta significativamente: la circulación general del comercio internacional (expor-
tación e importación) en el año 1900 era de $33 000 millones de dólares, y en 1966
sobrepasa los 367 000 millones de dólares.

5.2. La acción de la ley del valor y de la ley de la plusvalía en el comercio


exterior
Hasta cuando las mercancías eran vendidas en el mercado nacional, fue nece-
sario socialmente aquel tiempo de trabajo que en promedio (es decir en condiciones
socialmente necesarias de producción y el nivel promedio de destreza e intensidad
del trabajo) era el requerido para su producción en el referido país. Pero cuando las
mercancías empiezan a realizarse en el mercado mundial, el tiempo de trabajo so-
cialmente necesario termina siendo aquel que en promedio es el requerido para su
producción en el ámbito del sistema económico mundial capitalista. Porque en los
mercados externos las mercancías no se venden según su valor nacional, sino según
su valor internacional.
Sin embargo la productividad del trabajo en los países altamente desarrolla-
dos es mayor que en los económicamente atrasados; por eso el valor nacional de
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 483

una determinada mercancía es inferior en los países altamente desarrollados que en


los económicamente atrasados, y también que el valor mundial. De aquí deriva que
los capitalistas de los países altamente desarrollados, al realizar las mercancías en
los mercados externos, obtienen una plusvalía adicional o superganancia, la cual es
igual a la diferencia entre el valor mundial y el valor nacional de las mercancías. Esto
fue advertido ya por Marx, cuando advierte que: “El país favorecido obtiene en el
intercambio una cantidad mayor de trabajo que la que entrega, aunque la diferencia,
el superávit, se lo embolse una determinada clase, como ocurre con el intercambio
entre capital y trabajo en general”11. Precisamente la afanosa búsqueda de la superga-
nancia sirve de estímulo para los capitalistas en la realización del comercio externo
con los países económicamente menos desarrollados.

5.3. Los precios mundiales de monopolio y el intercambio desigual en el


comercio internacional
El dominio monopólico en el comercio mundial permite a los cárteles y trusts
establecer precios elevados de monopolio para sus mercancías, las mismas que son
realizadas en los mercados externos, en especial en los mercados de los países co-
loniales. De otro lado, acaparando en sus manos la compra de las materias primas
en los países en vías de desarrollo, para las cuales las corporaciones transnacionales
establecen precios bajos de monopolio. De este modo la burguesía monopolista de
los países imperialistas vende sus mercancías en los mercados de los países eco-
nómicamente atrasados a precios por arriba del valor, y les compran sus materias
primas con precios por debajo de su valor. Este cambio no equivalente permite a
los monopolistas obtener gigantescas ganancias. Las pérdidas de los países agrario-
mineros, debido tan solo a la reducción de precios de sus productos de exportación
y por las sobre ganancias obtenidas, con las cuales se benefician los monopolios
imperialistas, sumaron entre los años 1952-1960 casi 56 000 millones de dólares, o
sea más de 6000 millones por cada año.

La consolidación del cambio no equivalente entre los países imperialistas y


los países en vías de desarrollo económico se pone de manifiesto en la expansión
del ángulo de los “precios tijeras” sobre las mercancías de exportación de unos y
otros. Así, desde el año 1955 hasta 1964 los precios de exportación de los artículos
acabados, exportados de los países capitalistas desarrollados, se elevaron en 10%,
mientras que los precios de exportación de las materias primas agrícolas, exportadas
por los países menos desarrollados, descendieron en un 14%, y los precios de ex-
portación de la materia prima y de los productos alimenticios, tomados en conjunto,
descendieron en 6%. Esto significa que, por la misma cantidad de mercancías ex-
portadas, los monopolios de los países imperialistas obtuvieron en el año 1964 una

11 Marx, C. El capital. T. 3. La Habana, 1980. Editorial de Ciencias Sociales, p. 260.


484 Francisco Chaparro Zapana

cantidad mayor en mercancías de los países en vías de desarrollo económico, casi


con una quinta parte más que en el año 1955.

El cambio no equivalente se eleva aún en mayor grado en un período de mayor


duración. Por ejemplo, en el año 1937 el comercio externo de Inglaterra obtenía por
cada tonelada de equipos de exportación 1,8 toneladas de materia prima en cueros
importados, y en 1960 obtenía 4,2 toneladas, o sea en más de dos veces.

5.4. La balanza comercial y la política comercial externa


El comercio exterior incluye en sí la exportación e importación de mercan-
cías de un país. La correlación de los volúmenes de exportación e importación se
llama balanza comercial (BC). Una balanza comercial activa tiene lugar cuando
la exportación de mercancías de un país supera a su importación de mercancías
del extranjero; y una balanza comercial pasiva resulta cuando las importaciones
superan a las exportaciones.

El saldo positivo de estas dos grandes cuentas macroeconómicas forma la


capacidad de pagos de la Balanza de Servicios del país. El saldo negativo significa la
erosión a corto plazo de las reservas internacionales. La balanza comercial es el más
impotante componente del ingreso de fondos externos, aún para aquellos países con
un ingreso considerable por turismo (ingreso por balanza de servicios)12.

Una BC activa o pasiva depende en gran medida de la posición del país en el


mercado mundial, de la potencialidad y capacidad competitiva de su industria. Por
ejemplo, en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial los EE. UU. poseían
un enorme saldo activo en su balanza comercial. La exportación de mercancías de
los EE. UU. superaba en promedio anual a su importación: durante los años 1941-
1950 por la suma de 11 700 millones de dólares, durante 1951-1960 en 10 000 millo-
nes y durante 1961-1966 en 5900 millones, esta tendencia superavitaria alcanza en
1979 su máxima expresión, la suma de 9000 millones de dólares, pero se revierte en
déficit crónico posteriormente, ascendiendo de 26 000 millones de dólares en 1980 a
427 000 millones en el 2001. Estos datos –ya sea en uno u otro sentido– confirman
la hegemonía comercial expansiva de los EE. UU. en el mercado mundial. Por el
contrario, la balanza comercial de Inglaterra es crónicamente deficitaria. El déficit
comercial externo de Inglaterra alcanzó en 1966 los 2100 millones de dólares.

La balanza comercial es el determinante del comportamiento de las demás


balanzas de la balanza de pagos (Ver: capítulo XIX, sección 5). Debido a que aporta

12 Ver: Giudice Baca, Víctor M. Ensayos de Economía Internacional. Lima, 1989, Apuntes – Facultad de Ciencias Eco-
nómicas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pp. 79-130.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 485

por lo general el 80% de los ingresos externos, la balanza comercial es la principal


cuenta de la balanza de pagos.

La BC se compone por lo general de saldos de formación a corto plazo. La


BC produce ingresos inestables por materias primas e ingresos estables en las manu-
facturas. Así mismo, la exportación de bienes proporciona el grueso de los ingresos
anuales. Los países de elevado ingreso por turismo (España y Grecia o Hungría)
combinan sus ingresos de bienes y servicios, pero los países con grandes grupos de
trabajadores en el exterior (Italia, Yugoslavia y Turquía) consideran sus ingresos por
remesas de emigrantes como “exportación de servicios”. La función, estabilizadora
de la BC proviene de los saldos de exportación e importación. Los saldos de la BC
miden la posibilidad de pagos por nuevas importaciones autónomas del monto de
divisas netas del país. Los saldos de la BC funcionan como un “colchon financiero”
para atender obligaciones de la balanza de servicios. Los saldos de la BC (positivos)
constituyen un monto adicional al ingreso nacional, aunque de corto plazo:

La BC negativa indica el monto de corto plazo que deberá cancelarse con


créditos bancarios del exterior; en caso contrario el monto negativo indicará la ero-
sión de reservas internacionales de la autoridad monetaria. Un saldo negativo en la
BC indica la porción de ingreso nacional que ha sido transferido al exterior y es una
pérdida neta cuando el déficit proviene de importaciones de productos de consu-
mo. Si el déficit es causado por importaciones de inversión, estaremos frente a una
capitalización de la economía nacional y la pérdida del ingreso nacional solo será
contable, pues la capitalización se ha producido en una sobreimportación de bienes
de inversión.

Los estados burgueses aplican determinadas políticas en la esfera del comer-


cio externo. Existen dos sistemas de política de comercio externo: el sistema protec-
cionista y el sistema de libre comercio.

El proteccionismo se caracteriza por la aplicación de elevados aranceles


aduaneros sobre las mercancías importadas. A los elevados aranceles de importa-
ción, orientados a limitar la importación de mercancías extranjeras, con frecuencia
se les acompaña con los premios a la exportación, a fin de estimular la exportación
de mercancías. La aplicación del sistema de libre comercio significa el ingreso de
mercancías liberadas totalmente de aranceles o gravadas por aranceles insignifi-
cantes a la importación. A distintas fases del desarrollo histórico del capitalismo les
son característicos sistemas diferentes de política comercial externa.

En la época auroral del capitalismo el proteccionismo fue el sistema típico del


comercio exterior. Con la ayuda de elevados aranceles de importación sobre las mer-
cancías industriales, la industria nacional era protegida de la competencia externa, y
486 Francisco Chaparro Zapana

la burguesía realizaba con mayor celeridad la acumulación primaria del capital. En


aquella época el proteccionismo cumplió un rol progresista, promoviendo un rápido
crecimiento de la industria capitalista y un mayor desarrollo del capitalismo. Des-
pués de la revolución industrial Inglaterra se convirtió en la “fábrica industrial del
mundo” y pudo dejar de preocuparse de la competencia externa. Esto motivó que la
burguesía industrial inglesa renunciara al proteccionismo y transitara al libre comer-
cio. Durante los años 20 del siglo XIX, los aranceles gravados a la importación de los
artículos industriales en Inglaterra fueran reducidos del 50% al 20% en relación al
precio de las mercancías correspondientes, y sobre una serie de otras mercancías del
20% al 10%. En 1846 fueron eliminados también los altos aranceles de importación
sobre los granos, medida aprobada en favor de los terratenientes. Después de Ingla-
terra, durante los años cincuenta y sesenta del siglo XIX el viraje del proteccionismo
hacia el libre comercio empezó a difundirse y aplicarse también en otros países.

En la época del imperialismo la política comercial externa cambia: su forma


típica vuelve a ser el proteccionismo, el cual, sin embargo, no tiene ya aquel carácter
ni aquel significado que tuvo en la época de la acumulación primaria del capital. El
proteccionismo monopolista sirve a los intereses de los monopolios capitalistas y
tiene un carácter “defensivo, sino agresivo. En la época del capitalismo monopolista
las mercancías son gravadas por aranceles de exportaciones no porque su producción
en un país dado esté débilmente desarrollada. Al contrario, las ramas industriales
más desarrolladas son objeto de los más elevados aranceles, para impedir que los
productos extranjeros accedan al mercado interno y así garantizar la vigencia a los
altos precios de monopolio; tales son los fines específicos del proteccionismo mo-
nopolista.

En la época de capitalismo monopolista el proteccionismo es combinado


con el dumping, o “exportación rechazada”, es decir, con la exportación de mer-
cancías a precios artificialmente rebajados en el extranjero, los cuales son inferio-
res al nivel corriente (de un período dado) de los precios mundiales, y a veces incluso
inferiores a los costos de producción.

¿Para qué aplican los monopolios el dumping? Para proteger en el merca-


do interno los altos precios de monopolio, se requiere limitar los volúmenes de la
producción. Pero los costos de producción de cada unidad de una mercancía, como
regla, cuanto menores sean, tanto mayores serán los volúmenes de la producción. La
política del dumping permite a los monopolios ampliar la producción y reducir los
costos de producción sin aumentar la oferta de mercancías y sin reducir los precios
en el mercado interno. En consecuencia las ganancias de monopolio crecen incluso
pese a la venta de una parte de las mercancías en el extranjero a precios de dumping.
Las superganancias por la venta de mercancías a precios de monopolio dentro de un
país son mayores que los compensados por la reducción de precios de dumping.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 487

Existe un vínculo estrecho entre el proteccionismo monopolista y el dumping.


El proteccionismo garantiza el aumento de las ganancias en la venta de las mercan-
cías en el mercado interno; y a costa de estas ganancias los monopolios financian el
dumping.

Se debe, además, tener en cuenta que el dumping tiene como finalidad la con-
quista de los mercados externos por los monopolios de un determinado país, despla-
zando de allí a los competidores extranjeros. Cuando este objetivo se ha cumplido,
entonces los monopolios pueden permitirse elevar también los precios de las mer-
cancías exportadas.

En general, el carácter proteccionista de la política comercial externa no ex-


cluye la posibilidad de una reducción transitoria o local de las tarifas aduaneras. Du-
rante los años 70 del siglo XX la reducción se produjo en los marcos del así llamado
“mercado común”, –la unión de seis países de Europa Occidental (RFA, Francia,
Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo). El convenio de unificación del “mercado
común”, firmado en 1957, estipula una reducción gradual, y al fin de cuentas la eli-
minación de los aranceles en el comercio mutuo entre estos seis países. A comienzos
de 1966 los aranceles en el comercio mutuo de mercancías industriales fueron redu-
cidos en un 80% en relación al nivel del año 1957. Sin embargo esto no significa un
tránsito definitivo del proteccionismo al libre comercio. En realidad aquí tiene lu-
gar un fenómeno nuevo– el paso hacia un proteccionismo colectivo: reduciendo los
aranceles en el comercio mutuo entre sí, los países del “mercado común” levantan
una barrera de elevados aranceles de importación en relación a los países que no han
ingresado al “mercando común”. Semejante reducción de aranceles para sí mismos
cuando se conservan los aranceles altos para “terceros” países sirve como un arma
de la lucha por los mercados.

Es conocido que Inglaterra, considerada por mucho tiempo como la patria


del “libre comercio”, hace tiempo que –desde los años de la crisis de 1929-1933
–retornó al proteccionismo. Durante los años 50 y parte de los 60 en este país fueron
elevados aún más los aranceles aduaneros, incrementándose en 1964 las cobranzas
aduaneros en un 15% adicional a la importación de artículos acabados (desde abril
de 1965 este cobranza fue reducida hasta el 10%). El proteccionismo se mantiene en
el capitalismo contemporáneo. El proteccionismo mantiene su vigencia en el capita-
lismo contemporáneo.
C CAPÍTULO XIV

El capital de préstamo y el crédito.


Los bancos en la época del imperialismo

1. EL CAPITAL DE PRÉSTAMO

1.1. La formación del capital de préstamo


Además de los capitalistas industriales y comerciantes, en la sociedad bur-
guesa existen los capitalistas del dinero, quienes no administran ninguna clase de
empresa, pero otorgan su capital en calidad de préstamo. El capital de préstamo es el
capital dinero concedido por los capitalistas-propietarios en calidad de préstamo,
con el cual se obtiene un interés porcentual basado en la explotación del trabajo
asalariado y que sirve fundamentalmente a la circulación del capital funcional.

El capital dinero sirve como fuente primaria del capital de préstamo, el cual
ha sido liberado del proceso de rotación cíclica del capital industrial (y también del
comercial).
En primer lugar, semejante liberación del capital dinero está condicionada
por el carácter de la rotación cíclica del capital fijo. Después de ser vendidas las
mercancías, una parte desgastada del capital fijo es retenido por los capitalistas como
fondo de amortización, en tanto no llega el momento de la renovación del capital
fijo. Si, por ejemplo, una máquina cuesta 10 000 dólares y funciona 10 años, enton-
ces, se libera anualmente en forma de dinero 1/10 parte del valor de dicha máquina.
En segundo lugar, la liberación del capital en forma de dinero está condicio-
nada por el carácter de la circulación cíclica de una parte constante del capital circu-
lante. Entre la venta de las mercancías acabadas y la compra de nueva materia prima,
combustibles y materiales, frecuentemente, transcurre algún tiempo (por ejemplo,
con las compras del algodón según las estaciones, la lana, etc.). Por eso, luego de
realizadas las mercancías acabadas, una parte del dinero obtenido (o ingresado), que
representa el valor de la materia prima y los materiales empleados, es retenida por un
tiempo bajo la forma de capital monetario temporalmente liberado.
En tercer lugar, una parte del capital variable es liberada bajo la forma de di-
nero, por un plazo comprendido desde el momento de realización de las mercancías
hasta el momento que se paga el salario.
490 Francisco Chaparro Zapana

Finalmente, en cuarto lugar, el capitalista deberá acumular durante varios


años la plusvalía en forma de dinero, mientras este no alcance las proporciones ne-
cesarias para ampliar la producción.

Así, la aparición temporal de un capital monetario liberado es una necesidad


objetiva. Pero, mientras este capital se encuentra en forma de dinero ocioso, no re-
porta plusvalía alguna, o sea que pierde su carácter de capital y se transforma en un
tesoro inerte.

De esta forma, se produce una contradicción entre la separación de capita-


les monetarios libres y ociosos y la naturaleza del capital como valor, según la cual
debe estar en permanente movimiento creando plusvalía. Esta contradicción se re-
suelve mediante el crédito. El capital monetario liberado en manos de un capitalista
no se queda con él en forma de dinero ocioso, sino que es transferido como préstamo
a otro capitalista, quien compra con este dinero medios de producción y fuerza de
trabajo para extraer plusvalía mediante la explotación del trabajo asalariado. El ca-
pital monetario, cedido por un capitalista como préstamo a otros, se transforma en
capital de préstamo.

La segunda fuente del capital de préstamo son los capitales rentistas, es decir,
las sumas monetarias disponibles de los capitales del dinero.

La tercera fuente del capital de préstamo son los ingresos monetarios y los
ahorros de los diversos estratos de la sociedad capitalista. No obstante ser asignados
para atender necesidades de consumo personal, estos actúan de momento en forma
de colocaciones disponibles para créditos a las instituciones, transformándose así en
capital de préstamo.

Además, los recursos monetarios del presupuesto nacional liberados momen-


táneamente, de las compañías de seguros y otras organizaciones también se convier-
ten en capital de préstamo.

1.2. El capital de préstamo como una clase especial de capital


Las principales diferencias entre el capital de préstamo y los capitales indus-
triales y comerciales son:

A) El capital de préstamo es el capital-propiedad en contraposición al capital


operativo. Marx denominó capital funcional al capital que opera de mane-
ra efectiva en una empresa industrial o comercial. El capital de préstamo en
manos del propio capitalista prestamista no funciona si no es invertido en
una empresa. El capitalista prestamista es solamente el propietario del capital
dinero, cedido en calidad de préstamo. Al mismo tiempo, la propiedad del ca-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 491

pital y su empleo se dividen. El capital otorgado como préstamo es transferido


para ser usado en forma temporal por el prestatario-industrial o capitalista co-
mercial, pero la propiedad de este capital se mantiene en manos del acreedor,
a quien debe ser devuelto al término del plazo de préstamo.
B) El capital de préstamo como capital mercancía. En el capitalismo, el dinero,
además de su valor de uso como equivalente universal, adquiere un valor de
uso adicional, el cual radica en su capacidad de servir como capital, como
medio de obtención de plusvalía. Los capitalistas prestamistas transfieren a
los capitalistas funcionales no solo dinero, sino dinero en calidad de capital.
Al mismo tiempo, el capital actúa bajo la forma específica de mercancía, la
que es “vendida” por capitalistas prestamistas a los capitalistas funcionales.
El capital como mercancía, a diferencia de otras mercancías, posee un valor
de uso específico, que consiste en la capacidad de generar ganancia en base a
la explotación del trabajo asalariado.
C) El capital de préstamo tiene una forma especial de movimiento. Mientras
que el capital industrial adopta tres formas: monetaria, productiva y mercantil,
y realiza la rotación cíclica: D - M …P… M’ - D’; y el capital comercial adop-
ta dos formas: monetaria y mercantil, y realiza el ciclo de rotación D - M - D’;
el capital de préstamo no actúa en forma productiva ni en forma mercantil,
este se encuentra todo el tiempo en la forma monetaria. El movimiento del
capital de préstamo se expresa mediante la fórmula D - D, es decir, se agota
en la entrega del capital dinero en forma de préstamo y su devolución con
intereses.
D) El capital de préstamo tiene una forma específica de enajenación. La ena-
jenación de las mercancías comunes y corrientes se realiza bajo la forma de
la compra-venta; la enajenación del capital como capital se produce en forma
de préstamo. En la compra-venta la mercancía se transfiere del vendedor al
comprador, y la suma equivalente de dinero es transferida del comprador al
vendedor. En el préstamo tiene lugar solo un traslado unilateral del valor, del
acreedor al prestatario. La devolución del capital transcurre solo al vencimien-
to de un determinado tiempo.
E) El capital de préstamo es la forma más fetichizada del capital. En el mo-
vimiento del capital de préstamo D - D’ no se perciben los eslabones inter-
medios entre el momento de otorgamiento del capital en préstamo y el de su
devolución con su respectivo incremento (el interés). Por eso pareciera como
que el dinero se incrementara por sí mismo. “La relación social queda redu-
cida aquí a la relación de una cosa, el dinero, consigo misma”1. En realidad,

1 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 3, p. 412.


492 Francisco Chaparro Zapana

el dinero arroja un incremento solo porque en manos de los prestatarios se


transforma en capital real, al empleársele en la obtención de plusvalía.
F) El capital de préstamo es la forma más parasitaria del capital. El capitalista
prestamista no solo no trabaja, sino que incluso no desempeña ningún tipo de
funciones en la dirección ni en la administración de la producción.

1.3. La relación entre el capital de préstamo y el capital industrial


El prestatario tiene la posibilidad de devolver al acreedor el dinero con inte-
reses gracias a que mientras estuvo en sus manos tal dinero se realizó en la rotación
cíclica real como capital, el que se usa en la obtención de plusvalía mediante la
explotación de los trabajadores asalariados en el proceso de la producción. Todo el
movimiento del capital otorgado como préstamo puede ser representado mediante la
fórmula: D - D - M… P… T’ - D’ - D’’. Donde el primer acto representa la entrega
del dinero capital en préstamo (D - D); el último acto, la devolución de este capital
con sus intereses (D’ - D’’), y toda la parte intermedia es la rotación cíclica del
capital en manos del prestatario (capitalista funcional). Solamente en base a esta
rotación D - M… P… M’ - D’ puede realizarse el movimiento específico del capital
de préstamo: D - D’. Por consiguiente, el movimiento del capital de préstamo se
realiza sobre la base de la rotación cíclica del capital industrial.

Al no tener que administrar ninguna clase de empresa, el capitalista prestamis-


ta no tiene necesidad de contraer relaciones directas con los trabajadores asalariados.
Estos entablan relaciones en forma directa solo con el capitalista prestatario, ya sea
industrial o comercial. Pero el capitalista industrial, al obtener en préstamo capital
dinero del capitalista prestamista, contrata y explota a los obreros, extrae la plusvalía
y una parte de ella la cede en forma de intereses al capitalista prestamista. Por con-
secuencia, en los hechos, el capitalista prestamista no contrae relaciones directas
con los trabajadores asalariados, sino solo a través de la función mediadora del
capitalista industrial, quien es el que los explota directamente.

1.4. El capital de préstamo y el capital real. El capital de préstamo y el


dinero
A consecuencia de que cada vez una gran parte de capitalistas se transforma en
capitalistas del dinero, o sea en rentistas, y también porque cada vez es más intenso
el flujo de medios monetarios libres hacia los bancos y las cajas de ahorro, la acu-
mulación del capital de préstamo transcurre a ritmos mucho más rápidos que el
crecimiento del capital real que funciona en las empresas. Por ejemplo, desde 1930
hasta 1963, en los EE. UU., la deuda pública y privada conjunta (que representaba
la cantidad de capital de préstamo) se incrementó en su expresión real (a precios
constantes) en 2,8 veces, mientras que el valor real de los edificios y equipos de la
industria de transformación solo se incrementó en 1,6 veces.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 493

El capital de préstamo se diferencia no solo del capital real, sino también del
dinero que cumple las funciones de medio de compra y medio de pago, mientras
que el volumen de los capitales de préstamo supera muchas veces a la masa mone-
taria. Esto se explica en que cada unidad monetaria puede ser usada muchas veces
en forma de colocaciones aportadas a los bancos. De esta manera, en el proceso del
movimiento de una suma monetaria de 1000 dólares se pueden constituir capitales
de préstamo por la suma de 5 000 o 10 000 dólares. En los EE. UU., en junio 1967,
los depósitos de todos los bancos (en los cuales la cantidad del capital de préstamos
se expresa solamente de modo parcial) estaban conformados por cerca de 410 000
millones de dólares, y el volumen del dinero circulante era solo de 39 000 millones
de dólares, aproximadamente.

2. EL INTERÉS Y LA TASA DE INTERÉS

2.1. El interés como precio del capital y como una forma de plusvalía
En la superficialidad de los fenómenos, los capitalistas actúan como “compra-
dores” de una “mercancía-capital” específica, así también el interés, con el que ellos
pagan a los capitalistas prestamistas, aparenta ser el “precio” del capital. Pero este es
un “precio” completamente sui géneris. Para las mercancías comunes y corrientes, el
precio es la expresión monetaria de su valor. Pero para el capital otorgado en présta-
mo, el interés no es una expresión monetaria del valor, por cuanto el propio capital
de préstamo ya está expresado en forma de dinero. En el caso dado, el interés sirve
de pago por el valor de uso del capital como el de una mercancía, por su capacidad
de producir una ganancia. Por eso C. Marx llamó al interés “la forma irracional del
precio”.

El interés por el préstamo es aquella parte de la plusvalía que los capitalis-


tas funcionales están obligados a transferir a los capitalistas prestamistas. La ga-
nancia obtenida por el capital prestado se divide en dos partes: 1. El interés, obtenido
por el capitalista prestamista-acreedor por su condición de simple propietario del
capital; y 2. La ganancia empresarial, obtenida por el capitalista prestatario funcional
(industrial o comercial). Como las relaciones del crédito en el capitalismo se desa-
rrollan ampliamente y cada capitalista por separado puede dar en préstamo su capi-
tal, así también la división de la ganancia en interés y ganancia empresarial adquiere
un significado general y es aplicada no solo a la ganancia obtenida por el capitalista
prestatario, sino incluso a la ganancia del propio capital de los empresarios.

2.2. La naturaleza explotadora del interés negada por los economistas bur-
gueses
La división de la ganancia en interés y ganancia empresarial enmascara la
explotación capitalista. De una parte, la naturaleza explotadora del interés está en-
494 Francisco Chaparro Zapana

mascarada debido a que el capitalista prestamista no entabla relaciones directas con


los trabajadores asalariados y, por eso, el interés se presenta como fruto del propio
capital. De otra parte, la esencia explotadora de la ganancia empresarial está escon-
dida también en este caso porque su obtención aparenta una retribución o “pago por
las funciones gerenciales y de inspectoría”.

Los economistas burgueses niegan la naturaleza explotadora de ambas formas


de plusvalía. Ellos consideran que la ganancia empresarial es una forma de “salario”
percibido por los capitalistas industriales y comerciales a cambio de su “trabajo” en
la dirección de sus empresas. Respecto al capital de préstamo, también pretenden
castrar por todos los medios su esencia explotadora. Así, por ejemplo, el economista
suizo Bhem-Baberk interpretó el interés como resultado derivado de la psicología
del “sujeto económico” de más alta valoración de los bienes presentes en compara-
ción con los futuros, mientras sostenía que el interés no es una categoría solo de la
sociedad burguesa, sino que es un fenómeno imperecedero. A su vez, el economista
estadounidense Irwin Fisher, suponiendo el interés como retribución justa al capita-
lista por el rubro del consumo, proclama abiertamente que: “Sería absurdo condenar
cualquier tipo de interés porque se basa en la explotación”2.

A diferencia de los economistas burgueses, Marx descubrió una única esencia


explotadora tanto en la ganancia empresarial como en el interés, señalando que tanto
la primera como el segundo provienen de la plusvalía. Al criticarlos él decía que: “La
forma antagónica de las dos partes en que se divide la ganancia y, por tanto, la plus-
valía, hace que se olvide que se trata simplemente de dos partes de la plusvalía, sin
que su división altere en lo más mínimo su naturaleza, su origen ni sus condiciones
de existencia”3.

En determinadas proporciones de ganancia: cuanto mayor es el interés, tan-


to menor es la ganancia empresarial, y a la inversa. En base a la distribución de
la plusvalía surgen contradicciones flagrantes entre los capitalistas prestamistas y
capitalistas funcionales-prestatarios: los primeros están interesados en un elevado
nivel de intereses y en un nivel bajo de la ganancia empresarial; y los últimos, por el
contrario, están interesados en un bajo nivel del interés y en un elevado nivel de la
ganancia empresarial. Pero las contradicciones entre los diversos grupos al interior
de la clase capitalista, surgidas de la distribución de la plusvalía, de ningún modo eli-
minan los intereses comunes de clase de los capitalistas prestamistas y funcionales,
quienes conjuntamente explotan al proletariado.

2 Fisher, I. Elementary Principles of Economics. New York. 1923, p. 371.


3 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 3, p. 401.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 495

2.3. La tasa de interés y los factores que la determinan


La tasa de interés representa la relación entre la suma de la renta anual
obtenida por el capital de préstamo y la suma del capital otorgado como préstamo.
Si, por ejemplo, un capital de 100 000 dólares, otorgado en préstamo, obtiene una
ganancia anual, en forma de interés, de 4 000 dólares, entonces la tasa de interés será
del 4%.
Ti = (4000 / 100 000) . 100% = 4000

La tasa de interés depende en determinado grado de la tasa media de ganan-


cia. Como el interés es una parte de la ganancia media, entonces el límite máximo de
la tasa de interés es la tasa media de ganancia. En condiciones iguales y estables, la
tasa de interés es más alta cuanto más alta sea la tasa de ganancia.

Pero esto de ningún modo significa que la tasa de interés esté determinada
directamente por la tasa de ganancia y que ambas se muevan paralelamente. La tasa
de interés en un período dado es determinada por la correlación entre la oferta y
la demanda de capitales de préstamo. Si la oferta de capitales de préstamo se eleva,
cuando su demanda se estanca o crece a menor ritmo, entonces la tasa de interés tien-
de a descender; pero si la demanda de capitales de préstamo crece, cuando su oferta
es constante o crece más lentamente, entonces la tasa de interés tiende a elevarse.

La tasa de interés de mercado, o sea aquella tasa que se configura en el mer-


cado de capitales de préstamo en cada momento dado, está sometida a frecuentes
y a veces a fuertes oscilaciones. La tasa de interés alcanza su máximo nivel en el
fragor de la crisis, es decir, en el momento preciso en que la tasa de ganancia cae
hasta su nivel mínimo. En la historia del capitalismo son conocidos los casos (por
ejemplo, en EE. UU. durante la crisis de 1907) en que la tasa de interés anual alcanzó
el 100-130%. Esto se explica en el hecho de que durante la crisis, las mercancías no
se realizan y los capitalistas requieren desesperadamente de dinero para pagar sus
obligaciones asumidas a largo plazo; por eso se desencadena la desesperada búsque-
da masiva de dinero como medio de pago y la demanda excepcional de capitales de
préstamo, lo que provoca una elevación brusca de la tasa de interés.

Después del momento culminante de cada crisis, la tasa de interés tiende a


disminuir, pero desciende hasta su nivel más bajo en el período de la depresión,
porque en ese momento abundan los capitales monetarios liberados de la industria
y el comercio, los mismos que son ofertados para ser prestados, pero su demanda es
muy limitada. Al pasar de la crisis a la depresión, la tasa de interés cae fuertemente,
mientras que la tasa de ganancia, al contrario, se eleva un poco.
496 Francisco Chaparro Zapana

De todo lo expuesto, se deduce que en el curso del ciclo industrial, “el movi-
miento del capital de préstamo, tal como se refleja en el tipo de interés, discurre en
conjunto en dirección inversa a la del capital industrial”4.

2.4. La tendencia decreciente de la tasa media del interés


Así como con el desarrollo del capitalismo la tasa media de ganancia obser-
va una tendencia decreciente debido al incremento de la composición orgánica del
capital, de la misma forma deberá inevitablemente tender a disminuir también la
tasa media de ganancia (es decir en promedio la tasa de ganancia de todo el ciclo
industrial). Si esto no fuera así, entonces el interés absorbería la mayor parte de la
ganancia y en casos extremos absorbería la ganancia íntegra, lo que imposibilitaría a
los capitalistas el empleo mismo del crédito.

El movimiento descendente de la tasa media de interés está determinada,


además de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, por dos factores espe-
cíficos: 1. El crecimiento del sector rentista y 2. El desarrollo del sistema crediticio
capitalista.

Con el desarrollo del capitalismo crece rápidamente el sector de capitalistas,


quienes otorgan sus capitales en préstamo y viven de los intereses. La principal causa
de esto es la ley de la concentración de la producción que promueve la inversión en
las empresas de grandes capitales, mientras que los pequeños y medianos capita-
listas con frecuencia son obligados a la función rentista. Con la transformación de
un mayor número de capitalistas industriales y comerciales en rentistas, aumenta
rápidamente la masa de capitales de préstamo, entonces este crecimiento aventaja
al crecimiento de la producción capitalista. En consecuencia, la oferta de capitales
de préstamo aumenta en mayor medida que su demanda, y la tasa media del interés
desciende.

El desarrollo del sistema de crédito capitalista es factor importante para una


rápida acumulación del capital de préstamo. Se produce el crecimiento de la red
bancaria y sus filiales, como también de las cajas de ahorro en capitales de préstamo,
los cuales en ausencia de instituciones crediticias se quedarían como tesoros ociosos.
La acumulación de estos medios en el sistema crediticio capitalista también aumenta
la acumulación de los capitales de préstamo, y contribuye al descenso de la tasa de
interés.

La ley de la tendencia decreciente de la tasa de interés, descubierta y analizada


por Marx, es confirmada por los hechos. La tasa media de ganancia de la Banca In-
glesa (contabilizando los cheques) durante los años 1857-1866 era de 4,53%; en los

4 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 3, p. 504.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 497

años 1866-1872 descendió a 3,55%; durante 1873-1881 bajó a 3,33%; entre 1882 y
1889 se elevó a 3,55%, y durante 1890-1899 volvió a descender hasta 2,98%. A un
nivel incluso más bajo descendió la tasa de interés durante el siglo XX. Por ejemplo,
desde 1933 hasta 1951 (excepto 1939), la tasa de interés porcentual de la Banca
Inglesa se mantuvo en el nivel del 2%. Durante la primera mitad del siglo XX, la
tasa de interés de la Banca Inglesa fue en promedio de 3,4% contra el 3,6% durante
la segunda mitad del siglo XIX. En los EE. UU., la tasa de interés de los bancos de
las principales ciudades por préstamo de corto plazo en promedio, durante los años
1919-1938 era igual a 4,7%, mientras que durante los años 1939-1965 fue de 3,4%.

3. EL CRÉDITO CAPITALISTA Y SUS FORMAS

3.1. Las diferencias del crédito capitalista en relación al crédito usurario


El crédito capitalista es la forma de movimiento del capital de préstamo. Es
engendrado por el modo de producción capitalista y se diferencia sustancialmente
del crédito usurario –fenómeno típico de las formaciones precapitalistas– en los si-
guientes aspectos:

A) Según el carácter de los prestatarios. En el crédito usurario los prestatarios


eran los pequeños productores, los esclavistas y feudales, mientras que en el
crédito capitalista son los capitalistas industriales y comerciales.
B) Según la forma de empleo del dinero otorgado en préstamo. El dinero re-
cibido por los capitalistas industriales y comerciales en calidad de préstamo,
con frecuencia, es usado no solo como dinero, sino como capital, sirviéndoles
como medio de apropiación de la plusvalía.
C) Según la función económica. El crédito usurario trajo consigo la caída de la
producción; el crédito capitalista contribuye, de un lado, al crecimiento de la
producción, y, del otro, profundiza las contradicciones del sistema capitalista
(Ver: párrafo 5).
D) Según la fuente y el nivel de la tasa de interés. En el crédito usurario el inte-
rés se obtenía a costa de la explotación a los esclavos, siervos campesinos y
artesanos, y el nivel de interés era extremadamente alto. Con el crédito capi-
talista el interés se basa en la explotación del trabajo asalariado y su nivel está
limitado por la tasa media de ganancia.

3.2. El crédito usurario en el capitalismo


Pese a que la usura fue un fenómeno típico de los sistemas económicos preca-
pitalistas, continúa operando en el capitalismo. Para obtener un préstamo de los usu-
reros, generalmente, acuden quienes no tienen acceso al crédito bancario: pequeños
498 Francisco Chaparro Zapana

artesanos, campesinos, etc. Balzac en su cuento “Gobsek” el usurero dice: “Ninguna


persona que tenga un crédito bancario acude a mi tienda, donde desde el primer paso
a la puerta de mi tienda es una osadía, casi un saqueo en toda su expresión y en parti-
cular una negativa de dinero de parte de todos los bancos. Así es como se me permite
ver solo a los siervos acorralados, rodeados por una manada de acreedores”.

En especial, la usura se ha difundido con mayor amplitud en los países colo-


niales, e incluso en los países liberados del yugo colonial. En la India, la suma total
de deudas del campesinado a los agiotistas (por deudas contraídas en productos y
en dinero) estaba valorizada a comienzos de los años 60 del siglo XX en 18 000
millones de rupias.

Los gobiernos de los países subdesarrollados aplican medidas que tienden


a limitar al capital usurario. Por ejemplo, en Birmania, en 1963, fue aprobada una
ley en defensa de los derechos de los campesinos, prohibiendo a los terratenientes
entablar demandas de confiscación de tierras, herramientas agrícolas, ganado vacuno
y cosechas en contra de los deudores. Sin embargo, la eliminación total del capital
usurario hasta ahora no ha sido posible.

3.3. El crédito comercial y el crédito bancario


En el capitalismo, el crédito opera bajo diversas formas. Las principales son:
los créditos comerciales y bancarios. El crédito comercial bancario, es el crédito de
forma mercantil que se otorgan los capitalistas funcionales unos a otros; consiste
en prorrogar el pago en dinero por las mercancías vendidas. En cambio, el crédito
bancario, es el crédito otorgado por los capitalistas del dinero y los bancos a los
capitalistas funcionales en forma de préstamos en dinero. El objeto del crédito
comercial es el capital mercancía, el objeto del crédito bancario es el capital dinero
de préstamo.

La producción y comercialización de las diferentes mercancías requieren de


plazos también diferentes y a veces coincidentes con determinadas estaciones. En-
tonces, cuando un capitalista ofrece sus mercancías en el mercado, otro capitalista
que las requiere puede no disponer del dinero en efectivo. Por eso se hace necesaria
la venta de las mercancías al crédito. El instrumento de crédito bancario es la letra de
cambio –un documento escrito de endeudamiento–, que otorga a su portador el pleno
derecho de reclamar del deudor, al vencer un determinado plazo, la cancelación de
la suma estipulada en aquella.

Tanto como acreedores y prestatarios del crédito comercial actúan los capita-
listas funcionales. Por ejemplo, el fabricante de maquinarias vende al fabricante de
tejidos máquinas de tejer al crédito, y el fabricante de tejidos vende al comprador
telas al crédito. En cuanto al crédito bancario, en el que solo el prestatario actúa en
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 499

el rol de capitalista funcional, el acreedor actúa siempre en calidad de capitalista


prestamista.

El crédito comercial tiene campos limitados. En primer lugar, está limitado


por las dimensiones de los capitales de reserva de los capitalistas funcionales, o sea
que cada uno de ellos puede otorgar un crédito comercial solo en la medida que aquel
capital, en un momento dado, no le es necesario para la circulación. En segundo lu-
gar, el crédito comercial está limitado también por su orientación: lo pueden otorgar
las ramas productoras de medios de producción a las ramas que consumen medios
de producción, pero no al revés. Por ejemplo, el fabricante de maquinarias puede
vender a crédito máquinas de tejer al fabricante textil; pero este último no puede
otorgar crédito comercial al primero, ya que los tejidos no sirven como medios de
producción en la fabricación de máquinas.

El crédito bancario supera los límites del crédito comercial. Los capitales mo-
netarios libres se apartan de cualquier rama de la producción capitalista y a través del
crédito bancario pueden deslizarse en cualquier dirección. Así, un fabricante textil
puede colocar su capital monetario libre en el banco, y el banco puede otorgar este
capital en préstamo al fabricante de maquinarias. Además, con ayuda del crédito
bancario, puede realizarse no solo la redistribución de capitales entre los capitalistas
funcionales, sino también la atracción por ellos de todos los capitales adicionales (a
cuenta de los capitales rentistas, que confluyen a los bancos).

3.4. El crédito de consumo


Además del crédito comercial y el crédito bancario, cuyos receptores son los
capitalistas industriales y comerciales, existe una forma especial de crédito, el cré-
dito de consumo, cuyos usuario-receptores pueden ser también representantes de
las clases no capitalistas. El crédito de consumo se manifiesta principalmente en
que los capitalistas permiten a las personas compradoras diferir el pago por las
mercancías destinadas al consumo. La venta con el otorgamiento del crédito de
consumo y la división de los plazos se pone en práctica mayormente para la comer-
cialización de las llamadas mercancías de uso prolongado, como los muebles, auto-
móviles, refrigeradoras, televisores, etc. En las actuales condiciones del capitalismo,
se observa un crecimiento enorme de los créditos de consumo; en EE. UU., la suma
total del crédito de consumo otorgado para la compra de diversos productos, sin con-
siderar las viviendas, desde el año 1939 hasta mayo de 1967 aumentó en 13 veces,
de 7 200 millones a 93,9 000 millones de dólares. Además, la deuda de la población
urbana por crédito hipotecario (la compra de viviendas a plazos) alcanzó en el año
1965 cerca de 321 000 millones de dólares. En Inglaterra solo desde 1958 hasta 1964
la suma del crédito de consumo aumentó en 2,5 veces, o sea de 556 000 millones a
1386 000 millones de dólares. El desmesurado crecimiento del crédito de consumo
500 Francisco Chaparro Zapana

fue incentivado por la limitada capacidad adquisitiva de los trabajadores, entonces,


para ampliar la venta de sus mercancías los capitalistas recurren a la venta a plazos.

Para los trabajadores, el crédito de consumo equivale a una esclavitud prolon-


gada, porque luego deberán pagar grandes sumas en forma de intereses. Si por causa
de la desocupación o la crisis ellos son privados de su salario, será imposible que
amorticen la deuda, entonces las mercancías compradas al crédito serán recogidas
por los capitalistas, pero el dinero ya pagado no es devuelto. Se debe tener en cuenta
también que para las mercancías vendidas a crédito se establecen precios más altos.
En los pagos de los créditos de consumo y otras deudas, en 1951, se gastaba el 14%
de los ingresos de una familia americana promedio, y el 20% en 1964.

3.5. Los créditos estatales


Una forma especial del crédito capitalista es el crédito estatal obtenido por los
estados burgueses mediante la emisión de préstamos (bonos). El déficit presupues-
tal de estos estados aumenta este tipo de crédito, por causa, principalmente, de las
guerras y los gastos militares, tornándose en situación crónica en el capitalismo con-
temporáneo. Para cubrir los déficit presupuestales, los estados siempre han apelado a
la emisión de préstamos. Desde 1914 hasta 1966, la suma de la deuda estatal en
EE. UU. creció de 1 200 millones de dólares a 330 000 millones; en Inglaterra, de
0,7 000 millones a 31,3 000 millones de libras esterlinas.

El rasgo característico del crédito estatal en las condiciones del capitalismo,


es el uso improductivo por el Estado burgués de los recursos movilizados mediante
los préstamos. Estos se gastan principalmente en sostener el aparato burocrático del
Estado, la policía, el ejército, en la preparación y conducción de las guerras, etc.

Al significar momentáneamente ingresos adicionales al Estado, los préstamos,


al fin de cuentas, traen consigo un crecimiento de los gastos estatales, ya que por él
se pagan intereses y amortizaciones. Para realizar los pagos, el Estado eleva los im-
puestos a la población y en primer lugar a los trabajadores.

La suma de pagos por intereses de los préstamos estatales crece junto con la
expansión de las deudas estatales. En EE. UU. esta suma creció desde 23 millones de
dólares en 1913/14 hasta 12,8 000 millones en 1966/67. En Inglaterra esta se elevó
de 16 millones de libras esterlinas en 1913/14 hasta 630 millones en 1965/66. Los
medios para el pago de los intereses por los préstamos se toman principalmente a
cuenta de la imposición tributaria a los trabajadores, el principal receptor de estos
intereses es la gran burguesía, la cual concentra en sus manos la parte preponderante
de las obligaciones de los préstamos. Por eso los préstamos estatales sirven de medio
de redistribución de la renta nacional en perjuicio y en beneficio de la burguesía.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 501

Los monopolios capitalistas sacan ventajas de los préstamos estatales no solo


mediante la apropiación de los intereses, sino también porque una parte significativa
de los préstamos, es gastada por los estados en la concesión de pedidos de armamen-
to con superganancias por parte de los monopolistas.

Por consiguiente, la esencia clasista de los préstamos estatales en el capitalis-


mo consiste en que: 1. Financian a los estados burgueses, los cuales están al servicio
de los capitalistas; 2. Conducen al deterioro las condiciones de vida de las masas
trabajadoras; y 3. Contribuyen con el enriquecimiento de la gran burguesía.

4. LAS SOCIEDADES ACCIONISTAS Y EL CAPITAL FICTICIO

4.1. Las acciones y las obligaciones


La sociedad accionista representa en sí una empresa cuyo capital está confor-
mado por los aportes de muchos capitalistas a través de la compra de sus acciones.
La junta general de accionistas elige al directorio de la sociedad accionista, la cual
dirige todos sus negocios. La ganancia neta de una empresa accionista se distribuye
anualmente entre los accionistas por medio de una cantidad proporcional de accio-
nes, de modo que por cada acción se obtiene una parte conocida de la ganancia en
forma del así llamado dividendo.

La acción es el comprobante que acredita la inversión de una determinada


parte del capital de la sociedad accionista, otorgándole a su propietario el derecho
a recibir un dividendo. Las acciones son objeto de compra-venta, y se constituyen
en el mercado en papel valorado. Una suma de dinero, representada en acciones,
se llama valor nominal de la acción, y el precio por el cual se vende la acción en el
mercado se llama curso de cotización de la acción.

Las acciones son compradas para obtener por medio de ellas las ganancias;
por eso, el curso de las acciones se encuentra en función directa del dividendo obte-
nido. De otra parte, el curso de las acciones se encuentra en función inversa al nivel
de la tasa de interés; cuanto más baja es la tasa de interés, tanto más alto se cotizan
las acciones. Como el capitalista del dinero puede disponer su capital ya sea como
préstamo o ya sea comprando acciones, siempre comparará el dividendo por accio-
nes con el interés que obtendría si depositara su capital en el banco. Cuanto más baja
es la tasa de interés, tanto mayor será el dinero que debe ser prestado para obtener
un determinado beneficio; por eso será mayor el precio que pagarán los compradores
de las acciones.

La formación del curso de las acciones está ligada a la así llamada “capita-
lización de las utilidades”, la cual debe ser entendida como la determinación de la
magnitud del capital en base a la magnitud de la utilidad reportada por una u otra
502 Francisco Chaparro Zapana

empresa de la propiedad. En el capitalismo, cualquier utilidad percibida regularmen-


te no como producto del trabajo sino por la posesión de especies valoradas es consi-
derada como un interés por algún capital, pese a que este último en realidad podría
incluso no existir. El curso de las acciones es el dividendo capitalizado, o sea que es
igual en promedio a una suma dada de capital monetario, la cual, al ser otorgada en
préstamo, reporta un beneficio equivalente al dividendo obtenido por la acción. En
otras palabras, el curso de una acción = (Dividendo × 100) / Tasa de interés.

Supongamos que una acción con valor nominal de 100 dólares da un divi-
dendo de 6 dólares al año, y la tasa de interés es igual a 3%. El curso de la acción
entonces será = ($6 × 100) / 3 = $200. La compra de una acción dada por 200 dólares
tendría para el capitalista no menor sentido que entregar 200 dólares de préstamo con
3% de interés anual. Si en último caso él recibiese 6 dólares de ganancia anual, pagar
por esa acción una suma grande, por ejemplo 300 dólares, le resultaría desventajoso,
ya que esta suma, otorgada en préstamo con una tasa de 3%, daría un beneficio anual
de 9 dólares.

Pese a que en promedio el curso de una acción es igual al dividendo capita-


lizado, en un momento dado depende directamente de la oferta de las acciones y
de la demanda de que son objeto. Por eso, los cursos de las acciones sufren fuertes
oscilaciones en relación a las de su oferta y demanda. Una gran demanda de acciones
puede producirse cifrada en una futura elevación de ganancias de las empresas accio-
nistas, y en relación con esto el curso de las acciones puede elevarse en mayor me-
dida que las ganancias y dividendos. Este hecho tuvo lugar en EE. UU., en los años
1950-1967, cuando los cursos de las acciones se elevaron en más de cinco veces.

Además de las acciones, las sociedades accionistas emiten otra clase de es-
pecies valoradas, las obligaciones de pago. Estas especies valoradas, las que están
sujetas a un determinado plazo fijo de compra y según el cual se paga anualmente
un interés establecido con anterioridad 5. Las obligaciones no otorgan a sus posee-
dores el derecho de participar en las asambleas generales de accionistas. Aquellas
son emitidas no solo por los capitalistas empresarios, sino también por los estados
burgueses que buscan préstamos para cubrir sus déficit presupuestales.

La cotización promedia de las obligaciones depende de la ganancia que estas


reportan y del nivel de la tasa de interés; su grado de oscilación depende de los nive-
les de oferta y demanda de las obligaciones.

5 Además de las acciones corrientes, por las cuales se pagan dividendos, que oscilan en torno a las variaciones de la
magnitud de la ganancia de las empresas accionistas, se practica la emisión de las llamadas acciones especiales,
por las cuales se pagan tasas de interés establecidas anteladamente. En ese sentido, las acciones especiales es-
capan de las obligaciones.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 503

4.2. El capital ficticio y su desarrollo expansivo en el capitalismo


Las especies valoradas sirven como capital a los propietarios en la medida
que les permiten apropiarse de una parte de la plusvalía. Pero las especies valoradas,
que no son un capital real sino ficticio, porque no poseen valor propio, no cumplen
ninguna función real en el proceso de la producción ni crean plusvalía. El capital fic-
ticio representa en sí solo títulos de propiedad que otorgan el derecho de expropiar
plusvalía bajo la forma de dividendo o tasa de interés por los préstamos.

Las acciones y obligaciones de las empresas constituyen capital ficticio, inclu-


so si el dinero obtenido por su venta es usado para las inversiones en la producción.
El capital real de una empresa se materializa en fábricas, máquinas, materias primas,
etc., mientras que las acciones, que solo son duplicados en papel del capital real, no
incrementan sus dimensiones.

El carácter particular de capital ficticio de las especies valoradas se pone de


manifiesto claramente en las obligaciones generadas por los préstamos estatales. El
dinero obtenido por la venta de estas obligaciones el Estado lo gasta a menudo im-
productivamente: en armamentos, en provocar guerras, etc. Por consiguiente, este
dinero en la práctica no funciona como capital. Pero para quien posee obligaciones
por un préstamo al Estado, estas actúan más o menos como capital porque permiten
obtener una determinada ganancia anual.

El capital ficticio se incrementa significativamente con mayor rapidez que


el capital real. Esto se explica por una serie de razones: En primer lugar, porque
con el desarrollo del capitalismo disminuye la tasa media de interés, lo que motiva
una elevación de las cotizaciones de las especies valoradas independientemente del
incremento del capital real. En segundo lugar, porque la mayor cantidad de empresas
individuales se transforman en empresas accionistas, lo que significa la emisión de
nuevas acciones y un aumento del capital ficticio sin un incremento del capital real. Y
en tercer lugar, que el incremento de las deudas estatales trae consigo un incremento
del capital ficticio, lo que no significa una acumulación de capital real.

Una enorme expansión del capital ficticio es lo que caracteriza a la etapa del
imperialismo. Por ejemplo, en EE. UU., desde 1900 hasta 1955, la suma de especies
valoradas se incrementó de 22 300 millones a 824 000 millones de dólares, es decir,
casi en 37 veces; mientras que el valor de los equipos productivos durante ese mismo
período aumentó en 27 veces, y toda la riqueza nacional del país, solo en 16,5 veces
(a precios corrientes).

4.3. La bolsa de valores y la especulación en la bolsa


Las acciones y las obligaciones son objeto de compra y venta en la bolsa de
valores, la cual constituye el mercado de las especies valoradas. La especulación
504 Francisco Chaparro Zapana

en la bolsa con las especies valoradas obedece a las oscilaciones privadas de sus
cotizaciones; se realiza principalmente en las transacciones de bolsa a corto plazo,
es decir, en las transacciones en las cuales el vendedor de las especies valoradas se
compromete colocarlas ante el comprador al vencimiento de un plazo determinado,
y el comprador se compromete a pagar también al vencimiento de un determinado
plazo el precio convenido al cerrar el trato. Si el especulador calcula o prevé una ele-
vación de las cotizaciones de unas u otras especies en la bolsa, entonces él apostará
por la elevación, o sea que comprará anteladamente a plazo estas especies, y después
los revenderá con una cotización mayor. Pero si, por el contrario, el especulador
prevé un futuro descenso de las cotizaciones de las especies valoradas, entonces
él apostará por el descenso, es decir, venderá anticipadamente estas especies con
una determinada cotización, con el fin de colocarlas al comprador cuando caiga su
cotización.

En las transacciones corrientes de bolsa, algunos socios ganan a costa de su


contratante. Por tanto, la bolsa sirve como medio de saqueo. Por lo que la especula-
ción en bolsa trae consigo, al mismo tiempo, la redistribución del capital dinero entre
los capitalistas individuales. También sirve a los grandes capitalistas como medio de
saqueo a la masa de pequeños portadores de especies valoradas, quienes en los mo-
mentos de quiebra de la bolsa se ven obligados a vender sus papeles devaluados.

4.4. La ganancia institucional


Los grandes capitalistas, fundadores y dueños de las sociedades accionistas,
obtienen enormes ganancias no solo bajo la forma de dividendos por las acciones y
por las ganancias de bolsa obtenidas de la especulación, sino también por concepto
de ganancia institucional. La ganancia institucional es igual a la diferencia entre la
suma de precios de las acciones, vendidas a los fundadores, y la suma del capital
realmente invertido por ellos en la empresa accionista.

Suponiendo que en la organización de una sociedad accionista, los fundadores


invierten un capital de 100 millones de dólares, cuya ganancia líquida es de 8 millo-
nes de dólares al año. Si emiten 1 millón de acciones con un valor nominal de 100
dólares cada una, entonces, el dividendo anual por cada acción será de 8 dólares. Si
se supone que la tasa de interés es de 4%, entonces, la cotización de cada acción (Ca)
será de 200 dólares:

Ca = $ 8 (dividendo) × 100 = 200 dólares
4% (de interés)

Por consiguiente, por la venta de 1 millón de acciones se obtendrá 200 millo-


nes de dólares, mientras que el capital realmente invertido por los fundadores solo
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 505

fue de 100 millones de dólares. De esta forma, la ganancia institucional en el ejem-


plo dado es: $ 200 millones – $ 100 millones = $ 100 millones de dólares.

La ganancia institucional es una variante especial de la plusvalía. Por su esen-


cia es una ganancia capitalista empresarial. Así, en el ejemplo dado de 8 millones de
dólares de ganancia, 4 millones representa en sí el interés (4% por un capital de 100
millones de dólares) y los restantes 4 millones constituyen la ganancia empresarial.
Si los fundadores vendiesen todas las acciones, entonces obtendrían esta ganancia
empresarial en forma capitalista:

$ 4 millones × 100 = 100 millones de dólares


4

En los hechos los fundadores no llegan a vender todas las acciones, sino una
parte de ellas, la otra parte se la quedan consigo para controlar en el largo plazo las
empresas accionistas y obtener de ellas una ganancia anual.

4.5. Crítica a la teoría de la “democratización” del capital


Los apologistas burgueses –como los economistas Zombart (Alemania), Car-
bert y Berly (EE. UU.), incluso E. Berstein, entre otros– proclaman la teoría de la
“democratización” del capital. Sostienen que si las masas obreras optaran por com-
prar acciones también podrían convertirse en “capitalistas”, lo que permitiría atenuar
la diferencia abismal entre el capital y el trabajo. Después de la Segunda Guerra
Mundial, la teoría de la “democratización” del capital se torna en uno de los elemen-
tos confortantes de la actual teoría del llamado “capitalismo popular”.

Sin embargo, los hechos han demostrado que solo una parte insignificante de
los trabajadores llega a poseer acciones. Así, en EE. UU., en 1965, el 84% del nú-
mero total de familias y personas con ingresos independientes no poseían acciones.
Una parte preponderante de todas las acciones se concentra en manos de la gran
burguesía.

En las compañías accionistas, el rol preponderante lo asumen unos cuantos


grandes capitalistas, quienes tienen en sus manos el control del paquete de acciones,
o sea aquella parte del total de acciones que les permite ejercer un control efectivo
sobre las sociedades accionistas. Este paquete de control a menudo es mucho menor
que el 50% de la suma total de acciones, ya que los pequeños accionistas no inter-
vienen ordinariamente en las asambleas generales de accionistas, porque su parte de
acciones emitidas no les otorga el derecho a voto. Durante los años 1961 y 1962, en
79 corporaciones industriales más grandes de EE. UU., los paquetes de acciones de
control eran de menos del 10% de la cantidad total.
506 Francisco Chaparro Zapana

El desarrollo de las sociedades accionistas no trae consigo la supuesta “de-


mocratización” del capital, sino al contrario, una mayor centralización. En lo que
respecta a la emisión de las pequeñas acciones, tampoco sirve a los intereses de los
trabajadores, sino más bien a los intereses de los magnates de la industria y la banca,
ya que les da la posibilidad de usar incluso los pequeños ahorros en calidad de fuente
adicional para incrementar sus capitales y sus ganancias. Desenmascarando la teoría
de la “democratización” del capital, V. I. Lenin anotaba: “Los profesores –defensores
acérrimos del capitalismo– charlatanean acerca del número creciente de pequeños
propietarios accionistas. Porque en la práctica lo que crece es el poder (y las ganan-
cias) del puñado de multimillonarios…”6. De esta forma, la teoría de la “democrati-
zación” del capital, que distorsiona la realidad por los afanes apologético-burgueses,
pretende ocultar las reales contradicciones clasistas propias del capitalismo.

5. LAS FUNCIONES DEL CRÉDITO EN LA ECONOMÍA CAPITALISTA Y EN


EL PROCESO DE SU DESARROLLO CONTRADICTORIO

5.1. Las funciones del crédito en el capitalismo


El crédito cumple funciones muy importantes en la economía capitalista, por-
que permite: 1. La redistribución de los capitales y la nivelación de las tasas de
ganancia; 2. Una economía en los gastos de producción; 3. La centralización de los
capitales; y 4. La concentración y acumulación del capital.

El capital invertido en las diversas ramas de la producción está materializa-


do bajo una determinada forma natural (por ejemplo, en la industria textil, bajo la
forma de máquinas de hilar y de tejer, de algodón, hilados, etc., y en la metalurgia
en forma de hornos de fundición, de mineral de hierro, de coque, etc.) y no puede
ser transferido de una rama a otra. Estas dificultades de transferencia de capitales
son superados con la ayuda del crédito. El capital de préstamos representa en sí un
capital monetario libre, que puede ser empleado para invertir en cualquier rama de
la producción. De una rama de baja rentabilidad, los capitales se liberan en forma de
dinero y confluyen a los bancos de donde son orientados mediante el crédito priori-
tariamente hacia las ramas de más alta rentabilidad. Por eso, el crédito es en sí un
mecanismo indispensable del proceso de la redistribución de los capitales y de la
nivelación de la tasa de ganancia.

Además, el crédito también es un importante factor que permite economizar


dinero, economía que se logra mediante: 1. La compensación mutua de cuentas de
las obligaciones de largo plazo, es decir de las cuentas a la orden; 2. La aceleración
de la velocidad de circulación del dinero, y 3. La sustitución del dinero metálico por
las formas de dinero crediticio.

6 Lenin, Vladimir Ilich. “El crecimiento de la riqueza capitalista”. Obras completas. T. 23, p. 186, traducido del ruso por
F. Ch. Z.).
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 507

Las obligaciones de largo plazo, que se otorgan unos a otros los capitalistas,
tienen en gran medida carácter recíproco; por eso una gran parte de pagos no se
realiza con la mediación del dinero en efectivo, sino mediante las cuentas compensa-
torias, que son realizadas tanto por los bancos como también por otras instituciones
especializadas: las cámaras de comercio y la bolsa de valores. Por ejemplo, la suma
del circulante nominal procedente de los pagos compensatorios procesados por los
bancos londinenses, aumentó, durante los años 1948-1965, de 80 000 millones a
412 000 millones de libras esterlinas.

El crédito permite también aumentar la velocidad de la circulación del dinero.


El dinero, que en ausencia del crédito quedaría como un tesoro muerto, se concentra
en los bancos y estos lo otorgan en préstamo a los capitalistas funcionales, y estos
últimos lo ponen en circulación. Como resultado, se incrementa el número promedio
de ciclos de rotación del dinero y, en consecuencia, disminuye la cantidad de dinero
necesario para la circulación. Finalmente, la economía del dinero metálico se logra
como resultado de la emisión del dinero crediticio por los bancos, o mediante las
notas bancarias.

La economía de dinero lograda gracias al crédito, como también a otras formas


de gastos de circulación (por ejemplo, el crédito comercial, al acelerar la realización
de las mercancías, contribuye a disminuir los stocks y los gastos en su conservación),
ocasiona la disminución del peso específico del capital no productivo (monetario y
mercantil) y eleva a su costa el peso específico del capital productivo. Esto significa
la ampliación de las dimensiones de la producción y al mismo tiempo un aumento de
la masa y la tasa de ganancia.

El crédito es un instrumento de centralización del capital, antes que nada,


porque consolida las posiciones de las grandes empresas capitalistas en su lucha
competitiva con las pequeñas. Los bancos otorgan créditos principalmente a los
grandes capitalistas, de cuya capacidad de pago están seguros, al mismo tiempo que
se los niegan a las microempresas. También dificultan las condiciones de otorga-
miento del crédito a los pequeños y medianos capitalistas. Por ejemplo, en 1965, los
bancos cobraban por créditos de corto plazo a las microempresas con un capital de
1000 a 10 000 dólares una tasa de 5,9% de interés, mientras que por los préstamos
a las empresas con 200 000 dólares y más, una tasa de 4,9%. Al mismo tiempo,
el crédito contribuye activamente a la expropiación de los microempresarios como
también de los pequeños y medianos capitalistas por parte de los grandes capitalis-
tas, lo que representa en sí una de las formas de centralización del capital. Además,
el crédito cumple un rol importante también bajo otra forma de centralización del
capital, en la formación de las sociedades accionistas.

El crédito contribuye activamente en la concentración y acumulación del


capital. En primer lugar, acelera la transformación de una parte de la plusvalía en
508 Francisco Chaparro Zapana

capital. Las sumas dispersas de plusvalía, las cuales por separado son insuficientes
para las nuevas inversiones, confluyen a los bancos y en su conjunto alcanzan di-
mensiones como para ser usadas en la reproducción ampliada. En segundo lugar,
gracias al crédito, los dineros ahorrados y las rentas de los estratos sociales popula-
res no capitalistas también se convierten en fuente de acumulación del capital. Los
bancos y las cajas de ahorro movilizan estos medios y los ponen a disposición de las
empresas capitalistas.

5.2. Las funciones del crédito en la agudización de las contradicciones del


capitalismo
El crédito, al mismo tiempo que sirve al proceso capitalista de la reproduc-
ción y acelera el desarrollo de las fuerzas productivas, contribuye a agudizar las
contradicciones propias del sistema capitalista.

El crédito desarrolla y agudiza la contradicción fundamental del capitalismo,


de igual forma que, acelerando la concentración y centralización del capital, de una
parte, acelera la socialización de la producción y, de otra, acentúa el poder de un
puñado de propietarios privados sobre esta producción, de los grandes magnates del
capital, quienes se apropian de la mayor parte de productos del trabajo social.

El crédito también profundiza la contradicción entre el trabajo y el capital.


En primer lugar, influye indirectamente consolidando la explotación de los trabaja-
dores, por cuanto fortalece la concentración y centralización del capital, al mismo
tiempo que eleva la tasa de plusvalía. En segundo lugar, además de la explotación
a la que son sometidos los trabajadores asalariados en el proceso mismo de la pro-
ducción, cuya significación es decisiva, el crédito contribuye a que sean explotados
adicionalmente mediante el crédito de consumo por el que pagan intereses.

También, el crédito contribuye a agudizar las crisis económicas, aunque no


las origina. El amplio uso del crédito en los períodos del auge económico permite a
los capitalistas ampliar aceleradamente las dimensiones de la producción y hace que
esta desborde los límites de la demanda solvente de los trabajadores, lo que, a su vez,
provoca una mayor agudización de las crisis.

5.3. El doble carácter del sistema crediticio


Sirviendo al proceso de la reproducción capitalista y acelerando el desa-
rrollo de las fuerzas productivas del capitalismo, el crédito profundiza al mismo
tiempo las contradicciones inherentes al capitalismo. Marx señaló: “La doble ca-
racterística inmanente al sistema de crédito: de una parte, el desarrollar los resortes
de la producción capitalista, el enriquecimiento mediante la explotación del trabajo
ajeno, hasta convertirlos en el más puro y gigantesco sistema de juego y especula-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 509

ción, reduciendo cada vez más el número de los contados individuos que explotan la
riqueza social y, de otra parte, el establecer la forma de transición hacia un régimen
de producción nuevo”7. Al acelerar el crecimiento de las fuerzas productivas del
capitalismo, el crédito contribuye al mismo tiempo con la preparación de las condi-
ciones materiales necesarias para el tránsito del capitalismo al socialismo. Además,
el complejo sistema bancario puede servir a la revolución proletaria como una pode-
rosa palanca para la realización del tránsito del capitalismo al socialismo.

5.4. Crítica a las teorías burguesas del crédito


Los economistas burgueses interpretan incorrectamente el rol del crédito, ya
sea porque lo subestiman o bien porque lo sobredimensionan.

La subestimación del rol del crédito es característica de la teoría naturalista


del crédito. A. Smith y D. Ricardo veían en el crédito solo la forma de la redistri-
bución del capital social ya disponible entre los capitalistas independientes, más no
el factor de la reproducción ampliada. Lo unilateral y erróneo de esta concepción
consiste en que se limita a la dependencia del crédito de la producción, pero ignora
la acción activa contraria del crédito sobre la producción. En realidad el rol del cré-
dito no se limita solamente a la redistribución del capital. Como lo señalamos antes,
contribuye también a incrementar las dimensiones del capital que funciona en toda
la producción social.

En la teoría económica burguesa, actualmente tiene una difusión amplia la


sobrestimación del rol del crédito, la que caracteriza a la llamada teoría del crédito
capitalista. Sus fundadores fueron los economistas ingleses Jhon Loo (s. XVIII) y
MacCleod (s. XIV), y sus más destacados representantes en el siglo XX son los eco-
nomistas alemanes Hun y Schumpeter. Esta teoría sostiene que los bancos crean el
crédito y el capital, pero el volumen de los créditos otorgados depende de la política
de los propios bancos, los cuales mediante una ampliación ilimitada del crédito po-
drían garantizar una ampliación ilimitada de la producción capitalista.

La teoría capitalista del crédito es inconsistente en todos sus aspectos. El cré-


dito contribuye a la acumulación del capital y a la ampliación de la producción
capitalista, pero por sí mismo no crea capital. Las dimensiones del crédito otorga-
dos por los bancos no dependen totalmente de la opinión de estos mismos, sino de
las condiciones objetivas de la reproducción capitalista. Durante el auge industrial,
las empresas capitalistas experimentan una gran demanda de crédito, entonces, los
bancos pueden ampliar significativamente el crédito a la industria, lo que contribuye
al crecimiento de la producción. Pero tras el auge se desencadena la inevitable crisis,

7 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 3, p. 461.


510 Francisco Chaparro Zapana

en la que junto a la caída de la producción se reduce también el crédito. La teoría del


crédito maquilla el sistema capitalista, camuflando sus contradicciones; al mismo
tiempo maquilla el crédito capitalista presentándolo como la panacea que garantiza
un crecimiento ilimitado de la producción.

Los economistas apologistas del crédito ocultan su función agravante en la


agudización de las contradicciones del capitalismo y pretenden incluso adjudicarle la
capacidad “curativa” de los males del capitalismo. Tal es en particular la teoría de la
“regulación crediticia” del economista inglés Jh. M. Keynes, quien supone al crédito
como instrumento de regulación planificada de la economía capitalista. Según Key-
nes, una de las principales causas del desempleo crónico en las actuales condiciones
es el nivel excesivamente alto de la tasa de interés, lo que limita el volumen de las
inversiones de capital. De ahí saca la conclusión de que mediante la reducción del
interés se puede crear el “estímulo a las inversiones” y liquidar el desempleo. Por
este medio se podrían conjurar también las crisis económicas.

La teoría keynesiana carece de consistencia tanto en su aspecto metodológico


como en su contenido. Por estar premunida de una concepción cambista, no recono-
ce el significado decisivo de la esfera de la producción, sino de la esfera de la circu-
lación, e intenta eliminar el desempleo y las crisis que son fenómenos engendrados
inevitablemente por el sistema capitalista de producción. Keynes distorsiona la rea-
lidad asignando a la tasa de interés el rol de principal regulador de los volúmenes
de la inversión y el empleo. Su tesis de que la reducción del interés pueda servir de
remedio contra el desempleo es refutada por la propia realidad. Durante los años 30
del siglo XX, en los países capitalistas se produjo una reducción violenta y prolonga-
da de la tasa de interés; en tanto, el desempleo no solo no desaparece, sino que, por el
contrario, se incrementa en dimensiones colosales. Por ejemplo, en EE. UU., desde
1929 hasta 1938, la tasa de interés por préstamos de corto plazo, otorgados por los
bancos a las empresas, se redujo de 5,8 a 2,5%, y la cantidad de desempleados au-
mentó de 1,6 millones a 10,4 millones de personas. Esto demuestra que los cálculos
de los economistas burgueses para alcanzar una prosperidad estable del capitalismo
mediante la reducción de la tasa de interés y la ampliación del crédito sufren un fra-
caso a la luz de las crisis económicas que se han venido dando.

6. LOS BANCOS Y SUS OPERACIONES

6.1. Las funciones de los bancos


Los bancos en el capitalismo son de por sí empresas capitalistas especializa-
das, cuyas funciones son la intermediación en el crédito y en los pagos, la trans-
formación de los ahorros y ganancias monetarias en capital y la creación de los
mecanismos crediticios de la circulación.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 511

La realización directa de los vínculos crediticios entre los capitalistas del di-
nero y los capitalistas funcionales es dificultada por la falta de coincidencia entre las
dimensiones del capital otorgado en préstamo y las dimensiones de su demanda; y la
falta de coincidencia entre el plazo de liberación del capital monetario del acreedor y
el plazo por el que es requerido por el prestamista. Por ejemplo, cuando el capitalista
A libera en un plazo de tres meses un capital de 100 000 dólares; pero el capitalista
B requiere un capital adicional no por 100 000, sino por 500 000 dólares, y no para
tres meses, sino para seis. En tal caso, la acreditación directa del capitalista A al capi-
talista B resulta imposible. Además, la acreditación directa tropieza con la dificultad
de que el acreedor puede no estar seguro de la solvencia del prestatario.

La intermediación de los bancos en el crédito supera todas las dificultades


señaladas. Los bancos aceptan colocaciones de muchos clientes en diversas cantida-
des y a plazos diferentes, por cuya causa ellos llegan a acumular capitales moneta-
rios que no están en condiciones de ser otorgados en crédito en las medidas ni plazos
requeridos a los prestatarios. Al mismo tiempo los bancos, al especializarse en la
conducción de operaciones crediticias, pueden evaluar mejor la solvencia crediticia
de los prestatarios en forma individual.

Cuando unos capitalistas movilizan sus capitales monetarios en forma de co-


locaciones en el banco, y otros reciben estos capitales como préstamo del banco, en
los hechos, los primeros son acreedores, y los segundos son prestatarios, sirviendo el
banco solo como un intermediario entre ellos.

Otra función de los bancos es la intermediación en los pagos. Esta función


inicialmente era cumplida por los capitalistas comerciantes del dinero (cambistas),
pero después fue transferida a los bancos. Al concentrar el efectivo monetario libre
de los capitalistas, los bancos efectúan los pagos en dinero por encargo de los indus-
triales y los comerciantes, captan el dinero en sus cuentas y contabilizan todos los
ingresos y egresos. La centralización de los pagos en los bancos contribuye a reducir
los gastos de la circulación.

Una función especial de los bancos consiste en transformar los pequeños


ahorros y una parte de los ingresos de las diversas clases sociales en capital. Si
faltaran los bancos (y cajas de ahorros), los pequeños ahorros, como también una
parte de los ingresos monetarios no consumidos temporalmente, se quedarían como
tesoros congelados. Solo gracias a los bancos y a las cajas de ahorro, estos son acu-
mulados y transferidos mediante el crédito a los capitalistas, en cuyas manos funcio-
nan como capital.

Otra de las funciones de los bancos es crear también los instrumentos credi-
ticios de la circulación, la que será analizada en el capítulo siguiente.
512 Francisco Chaparro Zapana

6.2. Las clases de bancos


El sistema bancario de los países capitalistas incluye en si: 1. Los bancos co-
merciales; 2. Los bancos emisores, y 3. Los bancos de función especializada.

Los bancos comerciales: se ocupan principalmente del crédito a la industria y


al comercio, a cuenta de los capitales monetarios movilizados mediante la captación
de colocaciones.

Los bancos emisores: son los bancos cuyos recursos se forman principalmen-
te mediante la emisión de notas bancarias y también mediante la concentración de
las reservas de los bancos comerciales. Con el desarrollo del capitalismo la emisión
de notas bancarias en cada país se centraliza en uno o varios bancos emisores. Estos
bancos emisores centralizados otorgan créditos, como regla, a los bancos comercia-
les y al Estado.

Los bancos especializados: se ocupan de otorgar préstamos con hipoteca de


tierras y residencias (bancos hipotecarios), de la acreditación a la agricultura (ban-
cos agrarios), del comercio exterior (bancos de comercio exterior), etc. Una nueva
forma importante de bancos de función especializada, que se han desarrollado en las
condiciones del capitalismo monopolista, son los bancos de inversión. Estos movi-
lizan los capitales monetarios preferentemente mediante la emisión de acciones y
obligaciones propias, mientras invierten (colocan estos capitales) a plazos largos en
las compañías industriales, mineras y otras.

Los bancos se vinculan con las compañías de seguro, estas obtienen pagos
de quienes aseguran sus bienes o su vida, y pagan primas en casos de incendio, ac-
cidentes, muerte, etc. Pese a que el problema del seguro representa en sí una forma
independiente de empresariado junto al problema bancario, las compañías de seguro
están estrechamente ligadas con el sistema crediticio e incluso compiten con los
bancos. Las compañías de seguro emplean los recursos monetarios movilizados en
calidad de recursos crediticios mediante la compra de especies valoradas de las em-
presas capitalistas y de obligaciones de préstamos estatales. En marzo de 1967, en
EE. UU., los activos de las compañías de seguro de vida eran aproximadamente de
170 000 millones de dólares (cuando los activos de los bancos comerciales supera-
ban los 395 000 millones de dólares).

6.3. Las operaciones bancarias


Las operaciones crediticias de los bancos se dividen en: 1. Operaciones pasi-
vas, o sea operaciones con cuya ayuda se forman los recursos bancarios y 2. Operacio-
nes activas, o sea operaciones mediante las cuales los bancos colocan sus recursos.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 513

Los recursos bancarios incluyen: a) los capitales propios de los bancos y b) las
colocaciones o depósitos captados de los clientes por los bancos8. El peso específico
de los depósitos sobrepasa largamente el peso específico de los capitales propios de
los bancos. Por ejemplo, en EE. UU., en 1966, el 91% de la suma total de capitales y
depósitos de todos los bancos correspondía a los depósitos y solo un 9% era capitales
propios.

Entre las colocaciones bancarias, o depósitos, se deben diferenciar9: 1. Los


depósitos a plazo, o sea aquellas sumas de dinero colocadas en un banco que solo
pueden ser retiradas por los depositantes al término de un determinado plazo (se-
mestral, anual, etc.) y/o que no pueden ser retiradas sin previa notificación; y 2. Los
depósitos a la vista, o sea aquellos que pueden ser retirados por los depositantes en
cualquier momento, sin previo aviso y sujeto siempre a comprobación. Los depósi-
tos a la vista, a su vez, se dividen en: a) los depósitos sin plazo fijo, que pueden ser
retirados solo en su suma total, y b) los depósitos en cuenta corriente, que pueden
ser retirados tanto en su totalidad como por partes mediante la firma de cheques.

La mayor parte de colocaciones corresponde a los depósitos a plazo. En


EE. UU., en junio del año 1967 más del 50% de la suma total de depósitos de los
bancos comerciales eran colocaciones a plazo.

Las operaciones activas de los bancos también incluyen en sí los préstamos a


plazos y sin plazos, los cuales son otorgados a sus clientes. Los primeros son suje-
tos de pago al vencimiento de un determinado plazo (trimestral, anual, etc.); en los
préstamos sin plazo fijo, el banco tiene derecho de reclamar al cliente su devolución
en cualquier momento.

Según su finalidad, las actividades operativas de los bancos se subdividen en:


1. Letras de cambio; 2. Mercantiles; 3. De fondos, y 4. Créditos de endose.

Las operaciones bancarias con letras de cambio: se refieren a la compra de


letras de cambio por los bancos a los capitalistas y la concesión de un préstamo a
cambio de una letra. El capitalista que vende sus mercancías al crédito posee una
letra de cambio que le da derecho a recibir dinero del comprador al vencerse un de-
terminado plazo. Pero con frecuencia al capitalista le hace falta dinero en efectivo,
aun antes del vencimiento del plazo, para comprar otras mercancías, para pagar los
salarios a los trabajadores, etc., en este caso, puede vender la letra de cambio al ban-
co. Esta operación se llama inventario de letras de cambio. Al contabilizar la letra de

8 Además de las colocaciones de los clientes que ingresan a los bancos, existen las llamadas colocaciones aparentes
que surgen cuando los bancos suspenden el crédito a sus clientes en forma de notas en sus cuentas de determina-
das sumas monetarias.
9 Ver: Diccionario de Contabilidad. Terminología empresarial. Lima, 1999/2000, 1.a. Ed., pp, 226-228.
514 Francisco Chaparro Zapana

cambio, el banco desembolsa dinero y por eso cobra al portador de la letra la llamada
tasa de inventario, o sea que no paga toda la suma monetaria consignada en la letra
de cambio, sino aquella suma menos la tasa de inventario. En lugar de la cuenta de
las letras de cambio, su portador puede recibir préstamos bajo fianza hipotecaria
de las letras de cambio; al vencer el plazo del préstamo, el prestatario lo amortiza y
recobra la letra del banco.

Las operaciones bancarias bajo fianza hipotecaria de mercancías: son aque-


llos préstamos otorgados bajo fianza hipotecaria de mercancías u otros documentos
mercantiles, para continuar la compra de equipos y materias primas, para pagar sa-
larios, etc., los capitalistas, aun antes de la realización de las mercancías que han de
ser producidas, reciben préstamos de los bancos a cuenta de las mismas.

Las operaciones bancarias con letra de cambio e hipoteca de mercancías con-


tribuyen con acelerar la circulación, al mismo tiempo, ambas contribuyen también
con el desarrollo de la especulación y la sobreproducción, por cuanto los empresa-
rios con la ayuda de los créditos bancarios amplían la producción por encima de los
límites de la demanda solvente.

Las operaciones bancarias con fondos se realizan con especies valoradas,


como acciones y obligaciones. Ellas incluyen: a) préstamos a cuenta de especies va-
loradas, y b) inversiones bancarias consistentes en la compra de especies valoradas
por los bancos.

Además de los préstamos bancarios garantizados con letras de cambio, con


mercancías y especies valoradas, los bancos otorgan también préstamos bancarios,
es decir, préstamos que no tienen una determinada garantía. Estos préstamos se
otorgan en su mayor parte a las grandes empresas, con las cuales los bancos se en-
cuentran estrechamente vinculados y de cuya solvencia económica están seguros.

6.4. La ganancia bancaria


La actividad de los bancos capitalistas está sujeta a la búsqueda de la ganan-
cia. Al igual que todas las otras formas de ganancia capitalista, la ganancia bancaria
es extraída de la plusvalía y se basa en la explotación del trabajo asalariado. Pero la
ganancia bancaria es una forma especial de plusvalía, y es obtenida de una manera
también especial: los bancos pagan intereses a sus clientes por los depósitos y cobran
intereses más altos por los préstamos. La diferencia entre la suma de descuen-
tos y la suma de intereses pagados por el banco constituye la ganancia bancaria.
Además, en la ganancia bancaria se incluyen las ganancias por el capital del propio
banco, colocados en préstamos e inversiones. La ganancia neta del banco es igual a
su ganancia total menos el descuento por los gastos de ejecución de las operaciones
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 515

bancarias. Esta ganancia neta del banco, tomada en relación a su propio capital,
constituye la tasa de ganancia bancaria. La tasa de la ganancia bancaria tiende a ser
igual a la tasa media de ganancia de la industria y el comercio, así como el mecanis-
mo del transvase espontáneo de capitales conduce hacia una nivelación de la tasa de
ganancia en todas las ramas de la economía capitalista.

7. LA CONCENTRACIÓN Y LA CENTRALIZACIÓN DEL CAPITAL BANCARIO.
LOS MONOPOLIOS TRANSNACIONALES BANCARIOS

7.1. La concentración del capital bancario


Una de las causas de la concentración del capital bancario es la enorme con-
centración de la producción en la época del imperialismo. Cuanto más grande sea el
tamaño de las empresas industriales, tanto mayores serán los capitales monetarios
liberados en estas que se concentrarán en los bancos. De otra parte, la demanda de
crédito de las grandes empresas industriales puede ser satisfecha solo por los bancos
que disponen de enormes recursos. Por consiguiente, la concentración de la produc-
ción conlleva la necesaria concentración de los bancos.

La concentración del capital bancario se pone de manifiesto no solo en el in-


cremento de la suma total de los recursos bancarios, sino también en el incremento
de los recursos de cada banco. Por ejemplo, en Inglaterra, desde 1895 hasta 1958, la
suma de recursos de los bancos comerciales accionistas aumentó de 559 millones a
8608 millones de libras esterlinas, y la suma promedio de recursos de cada banco, de
5,6 millones a 574 millones de libras esterlinas; en EE. UU., desde 1900 hasta junio
de 1967, los recursos totales de los bancos crecieron de 11 000 millones hasta
471 000 millones de dólares, y la suma promedio de recursos de cada banco, de un
millón a 33 millones de dólares.

7.2. La centralización del capital bancario


Junto a la concentración se lleva a cabo también la centralización del capital
bancario, o sea el desplazamiento de los pequeños bancos por los grandes y la
unificación de los grandes bancos con otros mayores. La centralización del capital
bancario se lleva a cabo sobre todo en base a la concentración de la producción:
las grandes empresas industriales depositan sus capitales monetarios libres, como
regla general, en los grandes bancos, lo que refuerza sus posiciones y contribuye al
desplazamiento de los pequeños bancos por aquellos. La centralización del capital
bancario es producto de la lucha competitiva en la esfera bancaria, donde los grandes
bancos disponen de ventajas decisivas frente a los pequeños. En primer lugar, tienen
mayores posibilidades de atraer depósitos, ya que los depositantes prefieren colocar
su dinero en los grandes bancos por ser más estables y solventes que los pequeños,
que con frecuencia suelen quebrar. En segundo lugar, los grandes bancos disponen
516 Francisco Chaparro Zapana

habitualmente de una red de filiales (secciones, agencias y oficinas) ubicadas es-


tratégicamente en muchas ciudades, donde captan depósitos de diversos sectores,
mientras que los pequeños bancos están privados de estas posibilidades por carecer
de filiales. Y en tercer lugar, los bancos grandes aventajan significativamente a los
pequeños en el plano de la organización técnica, y porque los gastos administrativos
de las operaciones bancarias son relativamente menores en gran escala. Todo esto
contribuye a incrementar enormemente las ganancias de los grandes bancos.

En la segunda mitad del siglo XX, la ventaja de los grandes bancos sobre los
pequeños se refuerza a consecuencia de la introducción de la técnica electrónica en
la actividad bancaria. Hacia fines de 1963, en EE. UU., cerca de 700 grandes bancos
aplicaban ya equipos electrónicos automatizados en la ejecución de una serie de
operaciones; mientras que a los pequeños y medianos bancos aún no les era accesible
semejante tecnología.

Una manifestación típica de la centralización del capital bancario es la absor-


ción de los pequeños bancos por los grandes. Las crisis económicas dan un gran
impulso a la centralización, en cuyo proceso quiebran muchos pequeños bancos.
Durante la crisis de los años 1929-1933, en Norteamérica, quebraron cerca de diez
mil bancos. Y en el período 1953-1964, en ese mismo país, se produjeron cerca de
dos mil unificaciones y absorciones de bancos. A consecuencia de las quiebras de los
pequeños bancos y de su absorción por los grandes, con el desarrollo del capitalismo
monopolista, el número total de bancos se reduce. Así, en Inglaterra, desde 1890
hasta 1962, el número de bancos accionistas de depósitos disminuyó de 104 a 13, y
en los EE. UU., desde 1921 hasta 1967, el número de bancos disminuyó de 31 000
a 14 000.
La centralización del capital bancario se manifiesta también en la fusión de
los grandes bancos con otros más poderosos. En 1955 uno de los bancos estadouni-
denses más poderosos –el Chase Nacional Bank– se fusionó con el Bank of Mann-
hathan, recibiendo el nombre de Chase Manhathan Bank y aumentando sus recursos
luego de esta unificación de 5900 millones hasta 7600 millones de dólares. En el
mismo año, otro banco gigante –el National City Bank– se fusionó con el First Na-
tional City Bank of New York, elevando sus activos hasta 6 900 millones de dólares.
En 1961, como resultado de la unificación de dos grandes bancos se conformó uno
de los bancos actuales más poderosos: el Manufacturer Hanover Trust, ocupando el
cuarto lugar por la suma de activos entre todos los bancos de EE. UU.

La concentración y centralización del capital bancario se pone de manifiesto


también en el crecimiento expansivo de la red de filiales de los grandes bancos.
Igual que un pulpo gigante, que extiende sus tentáculos a todos los lados, los grandes
bancos abren en todas partes sus agencias y oficinas, lo que les permite movilizar
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 517

enormes capitales monetarios y desplazar a los pequeños. En 1890, en Inglaterra,


104 bancos accionistas tenían 2203 filiales, y en 1961 tan solo 5 bancos londinenses
más grandes poseían 9322 filiales. Desde 1933 a 1965, el número de filiales banca-
rias en EE. UU. aumentó de 2019 a 16 634.

7.3. La separación de un puñado de bancos poderosos


La expresión final de la concentración y centralización del capital bancario es
la acumulación de una parte creciente de los recursos bancarios en manos de unos
pocos más grandes y poderosos bancos. Por ejemplo, en Alemania antes de la Prime-
ra Guerra Mundial destacaron inicialmente nueve y, posteriormente, seis bancos más
grandes, que concentraban cerca de la mitad de la suma total de depósitos bancarios.
Posteriormente, en la misma Alemania, tan solo tres bancos gigantescos asumen el
rol decisivo en el sector, a los que, en 1960, les pertenecía el 57% de la suma total
de depósitos bancarios.

Otro ejemplo palpable de concentración mayoritaria de recursos bancarios en


manos de un puñado de bancos gigantes está en Inglaterra. Aquí, en la época del
imperialismo, de todos los bancos comerciales destacan cinco londinenses más gran-
des, conocidos como los “cinco grandes”. Su participación era, en 1900, del 27%,
y en 1962, cerca del 90% de la suma total de depósitos de los bancos accionistas
ingleses.

En EE. UU., el sistema bancario a primera vista se diferencia por su descen-


tralización, por cuanto hay formalmente una cantidad de bancos independientes. Sin
embargo, la “independencia” de la mayoría de pequeños bancos es solo aparente; en
los hechos, muchos de estos son dependientes de los grandes bancos. El liderazgo
que ejercen en los EE. UU. está confirmado por los siguientes datos: en 1955, cerca
de 13 000 pequeños bancos poseían menos de la cuarta parte de la suma total de
depósitos bancarios, mientras que en 280 bancos grandes se concentraba cerca de
58% de los depósitos. De estos poderosos bancos estadounidenses, a su vez, se se-
para un puñado de bancos gigantes. La participación de los 10 bancos más grandes
de los EE. UU. en la suma total de depósitos bancarios desde 1929 hasta 1966, se
incrementó del 18 al 23%.

La concentración y la centralización del capital bancario alcanzaron un alto


nivel también en la Rusia prerevolucionaria. Desde 1900 hasta 1914, la suma de
recursos bancarios correspondientes, en promedio, a un banco comercial accionista,
se incrementó en 3,5 veces (de 27 millones a 93 millones de rublos), y el peso espe-
cífico de los cinco bancos más grandes en la suma total de capitales y depósitos de
todos los bancos se elevó de 41,3 a 48,5%.
518 Francisco Chaparro Zapana

7.4. El surgimiento de los monopolios bancarios y sus formas


En la actividad bancaria se manifiesta la tendencia de que, en la industria, la
libre competencia conduce a la concentración, y la concentración, al alcanzar un
nivel elevado de desarrollo, engendra el monopolio.

Los monopolios bancarios son las uniones de los bancos, o bancos gigantes,
que asumen una función predominante en la actividad bancaria y obtienen altas
ganancias de monopolio. Algunos de los monopolios bancarios representan en sí los
acuerdos o alianzas que unifican algunos grandes bancos; otros monopolios banca-
rios actúan en forma de bancos independientes (por ejemplo, cada banco del “gran
quinteto Inglés”). Pero estos son los bancos gigantes, que se conformaron mediante
acuerdos o alianzas entre muchos otros bancos. Los monopolios bancarios actúan
bajo las siguientes formas:

Los cárteles bancarios: son acuerdos entre bancos, que en alguna medida
limitan su independencia y la libre competencia entre ellos, mediante el estableci-
miento de tasas únicas de interés, la aplicación de una política de dividendos unifor-
me, etc.

Los sindicatos bancarios o consorcios: son acuerdos entre varios bancos para
la administración conjunta de grandes y ventajosas operaciones financieras (habi-
tualmente por la emisión de especies valoradas), las cuales no pueden ser asumidas
por un solo banco. Por ejemplo, en Alemania, en 1958, el Dressner Bank, el Doige
Bank y el Comerce Bank en conjunto con 17 bancos dependientes conformaron un
consorcio para la distribución de las especies valoradas, emitidas nuevamente por el
consorcio industrial Farberks Hëheth A. G. por la suma de 100 millones de marcos.

Los trust bancarios: son aquellos monopolios que surgen de la integración


total de dos o más bancos, dándose la unificación de la propiedad del capital de estos
mismos y de su administración. Como método de unificación del trust bancario sirve
la absorción de los pequeños bancos por los grandes y la alianza de los grandes ban-
cos con otros mayores. Por ejemplo, en Inglaterra, el Medlent Bank absorbió al Ban-
co Birmano, el Banco Central Londinense, los Bancos del Norte y Sur de Wells, los
Bancos Inglés y Wells y otros. De la misma forma, cada uno de los bancos ingleses
del “gran quinteto”, al absorber una serie de otros bancos, aumentó en gran medida
sus recursos y se transformó en un trust bancario.

Los consorcios bancarios: son asociaciones de varios bancos que en lo for-


mal conservan su independencia, pero son controlados financieramente por un gran
banco, el cual ha comprado los paquetes de control de sus acciones. Por ejemplo, ya
antes de la Primera Guerra Mundial, en Alemania, el Consorcio Doige Bank estaba
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 519

integrado por 87 bancos. Disponiendo de un capital de 200 millones de marcos, este


banco mantenía bajo su control un capital de 2-3 millones de marcos.

En EE. UU. tienen una gran importancia los así llamados “grupos bancarios”,
que representan al conjunto de bancos controlados por una compañía-holding, es
decir, por un conjunto de accionistas, especialmente agrupados para la adquisición
de acciones de otras compañías. El número de estos grupos bancarios antes de la
Segunda Guerra Mundial era de 43, y después de la guerra llegó a 160. El más pode-
roso de ellos era la compañía Holdein-West Bank Corporation, que a fines de 1951
controlaba 24 bancos con activos mayores a 5 800 millones de dólares.

Por más diferentes que fuesen las formas de los monopolios bancarios, todos
tienen una misma esencia, una misma finalidad: apropiarse de elevadas ganancias
monopólicas. El elevado nivel de la ganancia monopólico-bancaria lo confirma, por
ejemplo, el hecho de que por las acciones de los más poderosos bancos alemanes, en
1960, se pagaban dividendos del 16% (frente al 6% de 1952); las ganancias del “gran
quinteto” de bancos ingleses crecieron desde 1945 hasta 1960, de 7,9 millones a 21,6
millones de libras esterlinas.

7.5. La competencia entre los bancos


Tanto en la industria como en la actividad bancaria los monopolios no logran
eliminar la competencia. Esta competencia se produce: 1. Entre los bancos no mo-
nopolizados; 2. Entre los monopolios bancarios y los bancos-outsider; 3. Entre los
monopolios bancarios, y 4. En el interior de los monopolios bancarios.

En su lucha competitiva con los bancos-outsider, los monopolios recurren al


método de despojo de la clientela, valiéndose de la propaganda, instalando sus filia-
les en las regiones donde operan los outsider y atrayendo a la clientela mediante el
otorgamiento de una serie de franquicias. Los bancos monopolistas exigen que sus
depositantes y prestamistas no negocien con los bancos-outsider. En otros casos, los
monopolios bancarios privan de su independencia a los outsider mediante la compra
directa de acciones.

Entre los propios monopolios bancarios se lleva a cabo una pugna feroz por la
clientela. Para ampliar su esfera de influencia y despojar de clientes a los competido-
res, cada banco monopolista establece sus filiales allí donde antes actuaban solo las
filiales de otros monopolios bancarios.

Entre los bancos monopolistas se da también la lucha por el control sobre las
empresas en las cuales ellos participan. Si, por ejemplo, las acciones de una compa-
ñía industrial son posesión de dos o más bancos grandes, entonces, cada uno de ellos
pretende captar en sus manos el paquete de control de las acciones.
520 Francisco Chaparro Zapana

Y así, en la actividad bancaria, al igual que en la industria, no existen mo-


nopolios puros, donde el dominio monopólico se conjuga y alterna con una feroz
competencia.

8. LA NUEVA FUNCIÓN DE LOS BANCOS EN LA ÉPOCA DEL IMPERIALISMO


En la época del capitalismo premonopolista, los bancos eran, en lo fundamen-
tal, simples intermediarios de pagos y créditos, mientras que los capitales monetarios
captados por ellos eran transferidos habitualmente como préstamos de corto plazo
a los capitalistas industriales y comerciales. Entonces, los bancos no participaban
directamente, como regla, en la industria.

En la época del capitalismo monopolista, cambia sustancialmente el carácter


de las interrelaciones entre los bancos y la industria. En primer lugar, se consolidan
los vínculos crediticios entre los grandes bancos y las grandes empresas industriales.
En segundo lugar, los bancos sobrepasan los estrechos marcos de las operaciones
puramente crediticias y terminan convirtiéndose en copropietarios de las empresas
industriales.

8.1. El aumento del crédito y la ampliación de sus plazos


En la época imperialista, los créditos otorgados por los bancos aumentan en
sus dimensiones. Y ello se debe a que, en una parte, las grandes empresas indus-
triales requieren de enormes capitales monetarios y, de la otra, los bancos gigantes
tienen la posibilidad de otorgarles grandes créditos. En EE. UU., de la suma total
de préstamos comerciales e industriales otorgados por los bancos, correspondía, en
1946, a la participación de los grandes prestamistas empresariales (con activos de
más 5 millones de dólares) más del 44% y en 1957 más del 48%.

El aumento del crédito hace que los bancos se interesen más en la marcha
de las actividades de las empresas industriales, ya que en caso de quiebra de un
prestatario el banco puede ser el más afectado.

Además de incrementarse el crédito bancario, también tiene lugar la amplia-


ción de sus plazos. En la base se encuentra el cambio estructural del capital industrial.
La concentración de la producción y el desarrollo técnico conducen al incremento
del peso específico del capital fijo de las empresas industriales; y en las inversiones
de capital fijo son más útiles los capitales monetarios propios o los capitales obteni-
dos mediante el crédito de largo plazo.

La concentración de la producción genera en la industria capitalista la necesi-


dad de los créditos a largo plazo, y, al mismo tiempo, la concentración de los bancos
facilita la posibilidad de satisfacer esa necesidad. Los bancos grandes movilizan en
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 521

proporciones enormes sus propios capitales y los depósitos a plazos; estos medios
pueden ser otorgados como préstamos de largo plazo. Incluso, una pequeña parte de
los depósitos a la vista, que formalmente pueden ser retirados en cualquier momento,
conforma un remanente estable, y cuanto más grande sea este último tanto mayor
será la suma total de depósitos. A cuenta de este remanente estable de depósitos a la
vista, los bancos también pueden otorgar créditos a largo plazo.

El incremento significativo del crédito a largo plazo es confirmado por el he-


cho de que en EE. UU., de 1937 a 1957, la participación de los préstamos con pla-
zos mayores de un año se incrementó del 13 al 38% en la suma total de préstamos
comercial-industriales de los bancos. Se debe tener en cuenta, además, que por su
naturaleza el crédito a largo plazo puede tomar externamente la forma del corto pla-
zo. También se ha difundido el así llamado crédito de cuenta corriente, por el cual el
banco registra en la cuenta corriente del prestatario las sumas acreditadas, reserván-
dose para sí el derecho de reclamar los préstamos otorgados en cualquier momento.
Pero los bancos, en la práctica, no hacen uso de este derecho por un tiempo prolon-
gado, debido a lo cual el crédito en cuenta corriente se transforma significativamente
en cuenta de largo plazo.

La ampliación de los plazos del crédito estrecha aún más los vínculos de in-
terdependencia entre los grandes bancos y las grandes empresas industriales. Por
ser de su propio interés que la prosperidad de las empresas acreditadas sea prolon-
gada, los bancos adoptan medidas especiales para ejercer influencia sobre la marcha
de aquellas. Por ejemplo, a menudo el banco exige que el cliente mantenga todos
sus capitales monetarios libres en el mismo banco y que haga uso de su crédito. Para
controlar este crédito, el banco envía a sus representantes a los órganos de dirección
de la empresa prestataria.

8.2. El crédito como arma de dominación del capital monopolista


Los cambios cuantitativos en el crédito bancario –que son el aumento del
crédito y ampliación de sus plazos–, al fin de cuentas, traen consigo también los
cambios cualitativos en la función de los bancos. Estos fueron advertidospor V. I.
Lenin en los siguientes términos: “Al llevar una cuenta corriente para varios capi-
talistas, el banco realiza, al parecer, una operación puramente técnica, únicamente
auxiliar. Pero cuando esta operación crece hasta alcanzar proporciones gigantescas,
resulta que un puñado de monopolistas subordina las operaciones comerciales e in-
dustriales de toda la sociedad capitalista, colocándose en condiciones –por medio de
las relaciones bancarias, de las cuentas corrientes y otras operaciones financieras–,
primero, de conocer con exactitud la situación de los distintos capitalistas, después,
de controlarlos, de ejercer influencia sobre ellos mediante la ampliación o la restric-
ción del crédito, facilitándolo o dificultándolo y, finalmente, de decidir enteramente
522 Francisco Chaparro Zapana

su destino, de determinar su rentabilidad, de privarles de capital o de permitirles


acrecentarlo rápidamente y en proporciones inmensas, etc.” 10.

El más importante cambio cualitativo del crédito bancario radica en que se


transforma de medio de libre competencia en arma de dominación del capital mo-
nopolista. Esto se manifiesta, ante todo, tanto en el empleo de los créditos banca-
rios por las empresas monopolizadas como también por el hecho de que el crédito
se convierte en una importante palanca en la lucha de los monopolios industriales
contra los outsider. Uno de los métodos de esta lucha es la suspensión del crédito a
los outsider, y esto lo pueden lograr los monopolios industriales solo a través de los
bancos estrechamente vinculados con ellos.

Finalmente, los propios bancos cumplen un rol activo en la formación y el


desarrollo de los monopolios industriales. La unificación de una serie de empre-
sas acreditadas en uniones monopólicas favorece a los bancos, ya que disminuye
el riesgo de quiebra de las empresas prestatarias y expande, al mismo tiempo, las
dimensiones de sus operaciones financieras, de cuya administración gerencial los
bancos obtienen ganancias. En Alemania, por ejemplo, los bancos cumplieron un rol
fundamental en la fusión de las fábricas de automóviles, en la organización del trust
del acero, en el consorcio del potasio y de otros monopolios industriales. “Los ban-
cos, en todo caso, en todos los países capitalistas, cualquiera sea la diferencia entre
las legislaciones bancarias, intensifican y hacen muchas veces más rápido el proceso
de concentración del capital y de constitución de monopolios”11.

8.3. La expansión directa del capital bancario monopolista sobre la in-


dustria
En las condiciones del capitalismo monopolista, los bancos traspasan los mar-
cos de las empresas acreditadas, cuyo fenómeno fue analizado antes. La más im-
portante expresión de la nueva función de los bancos es la intromisión directa en la
industria, la que se lleva a cabo mediante: 1. La compra de acciones de las compañías
industriales por los bancos; 2. La emisión y difusión de las acciones de las empresas
industriales por los bancos, y 3. La participación de los bancos en la constitución de
nuevas empresas.

La compra de acciones de las empresas industriales por los bancos se expli-


ca por la afanosa búsqueda de la ganancia monopólica. Los bancos monopolistas
gigantes habitualmente no se conforman con la ganancia obtenida en las operacio-
nes crediticias. En su afán de captar gran parte de las altas ganancias de monopolio
obtenidas en la industria por cárteles y trust, los monopolios bancarios compran las

10 Lenin, Vladimir Ilich. El Imperialismo, fase… Óp. cit., p. 32.


11 Lenin, Vladimir IIich. El imperialismo, fase… Óp. cit., p. 34.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 523

acciones de las compañías industriales. En consecuencia, una parte de las superga-


nancia monopolista es transferida de la industria a los bancos mediante la obtención
de dividendos por las acciones industriales.

Los bancos también se interesan por la compra de acciones de las empre-


sas industriales porque adquieren la capacidad de influir sobre la empresa o incluso
asumen su control. Tanto la influencia como el control son usados para obligar a
la empresa a conservar sus depósitos solamente en un determinado banco, del cual
obtiene préstamos con exclusividad. Esto contribuye a aumentar el volumen de las
operaciones crediticias del banco y multiplica sus ganancias. Finalmente, los bancos
a menudo adquieren acciones de las empresas industriales para especular en la bol-
sa de valores. Esperan el momento en que la cotización de estas acciones se eleve,
incluso provocan artificialmente su elevación, entonces revenden sus acciones y ob-
tienen una enorme ganancia en bolsa.

El nuevo rol de los bancos, y también de las compañías de seguros, en el ma-


nejo de las acciones, es confirmado por los datos registrados en el censo de 1959, que
muestran que el 50% de las acciones puestas en circulación en la bolsa neoyorquina
pertenecía a las instituciones financieras.

Los bancos aceptan una participación activa en la emisión y difusión de


las especies valoradas industriales. Esto se explica porque en los grandes bancos
se concentran enormes capitales monetarios. Las empresas recurren a la emisión de
nuevas acciones y obligaciones cuando necesitan capitales adicionales, pero la co-
locación de las especies valoradas requiere más o menos de un tiempo prolongado.
Como las compañías industriales a menudo no pueden esperar, entonces, mientras se
encuentren compradores para sus especies valoradas, se ven obligadas a transferirlas
a los bancos o a los sindicatos bancarios. La colocación de las especies industriales
valoradas, no por las compañías industriales sino por los bancos, es facilitada por el
hecho de que estos poseen un aparato ramificado, a través del cual pueden vender y
colocar estos papeles entre una amplia clientela.

Los bancos se encargan de emitir las especies valoradas para captar la ganan-
cia por derecho de emisión. Esta ganancia es igual a la diferencia entre la cotización
de venta de las acciones y obligaciones realizadas por los bancos, y la más baja coti-
zación de compra por la que los bancos las toman de las compañías industriales. Las
ganancias por emisión alcanzan grandes dimensiones, siendo corrientemente de 4 a
8% y pudiendo alcanzar hasta más del 10% de la suma de la nueva emisión de espe-
cies valoradas. En la emisión de las acciones de las pequeñas compañías, la ganancia
de los bancos llega incluso hasta 15 ó 20%.

Los bancos participan en calidad de fundadores en la constitución de las


nuevas compañías accionistas-industriales, comerciales, de transportes, etc. En la
524 Francisco Chaparro Zapana

época del capitalismo monopolista, para organizar nuevas grandes compañías se re-
quieren de enormes medios, los cuales no pueden ser movilizados sin la ayuda de los
bancos. Por eso, en el grupo de fundadores también se incluye habitualmente, junto
a los magnates industriales, a uno o varios bancos grandes, lo que es estimulado por
el afán de estos por obtener la ganancia por concepto del derecho de fundación.

Mediante la compra de acciones y en mérito a su participación como funda-


dores y/o emisores de acciones, los monopolios bancarios terminan siendo socios
directos de la industria monopolizada, sus copropietarios. Esta nueva función de
los bancos es caracterizada por Lenin de la siguiente forma: “A medida que van au-
mentando las operaciones bancarias y que se concentran en un número reducido de
establecimientos, de modestos intermediarios que eran antes se convierten los ban-
cos en monopolistas omnipotentes, que disponen de casi todo el capital monetario de
todos los capitalistas y pequeños patronos, así como de la mayor parte de los medios
de producción y de las fuentes de materias primas de uno o de muchos países”12.

Como un ejemplo palpable de que las compañías bancarias son, al mismo


tiempo, copropietarias de las empresas industriales, nos pueden servir los grandes
bancos de Alemania. Así, el Doige Bank posee no menos del 25% del capital accio-
nista de una serie de compañías de la industria química, la industria electrotécnica,
industria del acero, del petróleo, del automóvil, etc.

De este modo, en la época del imperialismo los bancos cumplen un nuevo rol,
transformándose de simples intermediarios del crédito en propietarios directos de las
empresas industriales.

12 Lenin, Vladimir Ilich. El imperialismo, fase… Óp. cit., p. 27.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 525
CAPÍTULO XV

El capital financiero y la oligarquía financiera

1. FORMACIÓN DEL CAPITAL FINANCIERO Y SU CONTENIDO

1.1. La fusión de los monopolios industriales y bancarios


En la época del capitalismo premonopolista el capital industrial y el capital
bancario actuaban y coexistían independientemente, es decir, que los empresarios
industriales no se ocupaban de los problemas bancarios, y los bancos, pese a que
estaban vinculados con los industriales mediante el otorgamiento de créditos, no se
ocupaban de la gestión administrativa de las empresas industriales.

En la época del imperialismo, en cada país capitalista desarrollado transcurren


los siguientes cambios económicos: 1. En base a la concentración gigantesca de la
producción nacen y se desarrollan los monopolios industriales; 2. En base a la gigan-
tesca concentración de la actividad bancaria, nacen y se desarrollan los monopolios
bancarios; y 3. Los monopolios industriales y bancarios se entrelazan y fusionan
asociándose entre sí.

Aquí lo novedoso radica en que en manos de los más grandes monopolistas se


unifica la propiedad sobre el capital industrial y bancario. A su vez, esta unificación
de la propiedad es el resultado de dos procesos que transcurren de modo paralelo, la
injerencia del capital monopolista bancario en la industria y la injerencia del capital
monopolista industrial en la actividad bancaria.

El primero de estos procesos ya fue caracterizado en el análisis de la nueva


función de los bancos en la época del imperialismo en un acápite anterior. Como
ejemplo de incursión de los magnates bancarios en la industria puede servirnos el
caso de la firma bancaria Morgan. A comienzos del siglo XX, el banquero estado-
unidense John P. Morgan compró las acciones a una serie de compañías ferroviarias,
en 1902 ya poseía una red ferroviaria de 90 000 km. Al mismo tiempo, adquirió
los paquetes de control de las acciones de una serie de compañías metalúrgicas y,
en 1901, fundó el trust siderúrgico United State Steel Corporation. Más adelante,
Morgan continuó siendo dueño de un poderoso banco, y simultáneamente capturó en
sus manos el control sobre un conjunto de compañías industriales, adquiriendo los
paquetes mayoritarios de sus acciones.
526 Francisco Chaparro Zapana

De igual manera, los monopolios industriales penetran las actividades ban-


carias que para ellos tienen mayor importancia. Manteniendo el control sobre de-
terminados bancos, el monopolio industrial puede obtener de estos grandes créditos,
colocar las acciones con su ayuda, etc. Al adquirir, además, el control sobre los
bancos, el monopolio industrial erosiona las posiciones de sus competidores, obli-
gando a que estos bancos les nieguen a las empresas competidoras el otorgamiento
de créditos.

La penetración del capital industrial monopolista en la actividad bancaria se


lleva a cabo de dos maneras. En primer lugar, los monopolios industriales compran
acciones de los bancos, de los que terminan siendo socios. Refiriéndose a este res-
pecto, Lenin escribía: “…Los dueños de los trusts son dueños de los bancos: median-
te la compra de acciones”1. En segundo lugar, los monopolios industriales estable-
cen nuevos bancos, los cuales desde un comienzo se encuentran bajo su control.
Por ejemplo, los monopolios industriales más poderosos de Italia fundaron, después
de la Segunda Guerra Mundial, sus propias instituciones bancario-crediticias.

Un ejemplo elocuente de cómo los magnates industriales se apoderaron de


la actividad bancaria puede ser el caso del magnate petrolero John Davison Roc-
kefeller, quien en 1870 fundó el colosal trust petrolero Standart Oil Company. Las
enormes ganancias obtenidas por este trust, en parte, eran invertidas en otras ramas
de la industria y del transporte. Rockefeller compró acciones en una serie de compa-
ñías del gas, de vías ferroviarias, de minas de cobre, de compañías siderúrgicas, etc.
Más tarde incursionó en la actividad bancaria, adquiriendo el paquete de control de
acciones del Nacional City Bank of New York, lo que le permitió usar con amplitud
este banco para la financiación de sus empresas. Así es cómo, de magnate industrial,
terminó convirtiéndose también en magnate banquero.

A consecuencia de la penetración de los monopolios bancarios en la industria,


y de los monopolios industriales en la actividad bancaria, surge un nuevo fenómeno
económico, el capital financiero.

1.2. La esencia del capital financiero y su rol en el enriquecimiento de la


burguesía monopolista
Según Lenin, “el capital financiero es el capital industrial monopolista fu-
sionado con el capital bancario”2. Esta es una categoría económica específica de la
época del capitalismo monopolista. El capital financiero no es un simple capital mo-
nopolista que opera en una rama cualquiera. El capital monopolista comprende tanto

1 Lenin, V. I. “Sobre una caricatura del marxismo y sobre la ‘economía imperialista’”. Obras completas. T. 30, p. 94,
traducido del ruso por F. Ch. Z.
2 Lenin. “El imperialismo y la división del socialismo”. Obras completas. T. 30. p. 164; la cursiva pertenece a F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 527

el capital industrial como el capital bancario. El capital financiero presupone no solo


la presencia de los monopolios industriales y bancarios, sino también la unificación
o asociación de unos y otros monopolios en una sola fuerza. “La concentración de la
producción; monopolios que se derivan de la misma; fusión o ensambladura de los
bancos con la industria: tal es la historia de la aparición del capital financiero y lo
que dicho concepto encierra”3.

Con anterioridad se ha aclarado que el predominio del capital monopolista


en la industria trajo consigo el surgimiento de una elevada ganancia monopolista.
Pero los ingresos de la burguesía monopolista no se reducen solamente a la ganancia
obtenida por los monopolios industriales. Los magnates del capital financiero se
apropian tanto de la ganancia industrial monopolista como de la ganancia ban-
caria monopolista obtenida por los bancos más grandes. Aquí el rol principal está
en el hecho de que los bancos monopolizan el empleo de una gran masa de capitales
monetarios ajenos. Los más grandes bancos-monopolio obtienen por cada dólar o
por cada libra esterlina de su propio capital más dólares o libras esterlinas de capital
ajeno (en forma de depósitos) que los pequeños bancos. Y cuanto mayor sea en su
capital la parte del capital prestado –con cuyo volumen opera el banco– tanto más
alta será la tasa de ganancia bancaria.

Los magnates del capital financiero monopolizan también la emisión de va-


lores. Por ejemplo, en los EE. UU., de 1950 a 1955, los 5 más poderosos de 500
bancos inversionistas realizaban el 52% de todos los valores. La monopolización de
la emisión permite a los organismos financiero-crediticios, encargados de colocar los
valores, adquirirlos de las compañías emisoras por una cotización significativamente
más baja, para después venderlos. En consecuencia, los capitales financieros obtie-
nen la ganancia por la emisión monopolista.

Los magnates del capital financiero monopolizan también la fundación u orga-


nización de nuevas compañías accionistas. Por eso, los grandes financistas obtienen
considerables ganancias por derecho de institución. Por ejemplo, al fundar el trust
siderúrgico United States Steel Corporation, Morgan y otros financistas asociados
obtuvieron más de 62 millones de dólares de ganancia por concepto de fundación.
Los magnates financieros se enriquecen también con la elevación de las cotizaciones
de las acciones, las que concentran en sus manos. Con frecuencia las acciones de
los fundadores de las nuevas compañías perciben una cotización baja, pero con el
transcurso de cierto tiempo, la cotización de las acciones se eleva en relación con
el incremento de las ganancias de estas compañías, en consecuencia los financistas
se convierten en poseedores de grandes fortunas. Por ejemplo, la matriz bancaria
Leman Brazers, en los EE. UU., participó, en 1950, en la fundación de la compañía

3 Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Obras completas. T. 27, p. 344.
528 Francisco Chaparro Zapana

petrolera Monterrey Oil, y compró de esta muchas acciones a 9 centavos de dólar


cada una. En noviembre de 1957, la cotización de cada acción alcanzó los 20 dólares,
y la riqueza personal del dueño del banco, Robert Leman, se incrementó en 60-70
millones de dólares a raíz de la reevaluación.

Las operaciones rentables de los magnates del capital financiero se relacionan


no solo con los valores, sino también con la especulación de los lotes de tierras. Los
grandes bancos otorgan créditos a las firmas constructoras, estos compran lotes de
tierras que se encuentran en los alrededores más cercanos de las crecientes ciudades,
y también yacimientos petrolíferos y otras tierras. Cuando los precios de estos se
elevan, revenden los lotes con mayores ganancias.

Por consiguiente, confluyen también, en las manos de los poseedores del ca-
pital financiero, las ganancias de la industria, de la actividad bancaria, de las opera-
ciones con los títulos, valores, etc.

1.3. La fusión personal de los magnates de la banca y la industria


La fusión de los monopolios bancarios con los industriales se pone de mani-
fiesto, concretamente, en el entrelazamiento gerencial de los bancos y monopolios
industriales, es decir, que las mismas personas encabezan y dirigen los grandes
monopolios que abarcan bancos, industrias, comercio y otros sectores de la eco-
nomía capitalista. Los banqueros se infiltran hasta ocupar puestos directivos en las
corporaciones industriales, y los representantes de estas últimas son a menudo di-
rectores de los consejos administrativos de los más importantes bancos. De igual
forma, los dirigentes políticos y los dirigentes económicos son intercambiables y a
veces son los mismos, especialmente en EE. UU.: pasan del directorio de las grandes
corporaciones a funciones de gobierno y recíprocamente. Por ejemplo, en 1960, en
los EE. UU., los directores del Chase Manhattan Bank ocupaban puestos directi-
vos en 105 compañías; los directores del First National City Bank of New York, en
104 compañías; los directores del banco Morgan Garanty Trust Company, en 145
compañías, y los directores de las 4 más grandes sociedades aseguradoras tenían
sus representantes en 118 compañías industriales, bancarias y otras. En 1960, 140
compañías industriales y de transporte compartían 582 directores comunes de las 60
más grandes, y 177 eran los directores comunes de las 30 compañías aseguradoras
más grandes.

En otros países capitalistas sucede de modo análogo. En 1959, en Inglaterra


los directivos del Banco Inglés y de siete bancos comerciales mayores tenían más
de 1200 puestos directivos en las compañías industriales y de otras actividades. De
50 monopolios industriales y comerciales más poderosos de Inglaterra, 30 estaban
vinculados mediante la gerencia unificada con 8 bancos principales. En 1961, en
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 529

Alemania Federal, los representantes de los 3 monopolios bancarios más poderosos


(Doiche Bank, Dresner Bank y Comerse Bank) copaban más de 1800 cargos direc-
tivos en la administración y en los consejos de vigilancia de numerosas compañías
industriales, comerciales, bancarias, de seguros y otras actividades.

La confluencia del capital monopolista industrial y del monopolista bancario


en el capital financiero no significa la liquidación de las categorías “capital indus-
trial” y “capital bancario”. No todo capital industrial y bancario se fusionan entre sí.
Junto a los que se fusionan uno con otro, existen numerosas empresas industriales no
monopolistas, las cuales no se inmiscuyen en la actividad bancaria. Existen también
los bancos monopolistas que se ocupan solo de la actividad bancaria y no se inmiscu-
yen en la industria. Por consiguiente, los capitales industriales y bancarios continúan
existiendo incluso cuando se fusionan entre sí. Sin embargo, en el contexto de la
economía capitalista, el capital financiero juega un rol predominante, en el cual el
capital monopolista industrial y monopolista bancario no intervienen aisladamente,
sino juntos.

1.4. Crítica a la teoría del capital financiero de R. Hilferding


Desentrañando la verdadera esencia del capital financiero, Lenin sometió a
rigurosa crítica a la categoría económica de capital financiero de Rodolfo Hilferding,
conocido ideólogo social-demócrata alemán, cuyo libro El capital financiero fue
publicado por primera vez en 1910.

El concepto de capital financiero de Hilferding está trastocado por la con-


cepción cambista. Al ignorar el rol decisivo de la producción, Hilferding eleva a un
primer lugar la circulación monetaria y los bancos. E incluso asigna a los bancos un
rol preponderante en la formación de los monopolios industriales. Pero es totalmente
incorrecto considerar la política de los bancos como la principal causa de los mo-
nopolios industriales, cuando en realidad el verdadero origen es la concentración de
capitales. Los bancos solo aceleran el crecimiento de los monopolios.

Según Hilferding, el capital financiero es “el capital que se encuentra a dis-


posición de los bancos y que es empleado por los industriales”4. El defecto esencial,
como lo señaló Lenin, consiste en que: “Esta definición no es completa, por cuanto
no se indica en ella uno de los aspectos más importantes: el aumento de la concen-
tración de la producción y del capital en un grado tan elevado, que conduce y ha con-
ducido al monopolio”5. La definición de Hilferding oculta el hecho de que el capital
financiero es un fenómeno específico del capitalismo monopolista. Su definición a
esta categoría se la podría hacer extensiva también al capitalismo premonopolista,

4 Hilferding, Rodolfo. El capital financiero. Ed. soc., 1959, p. 301, traducido del ruso por F. Ch. Z.
5 Lenin, V. I. El imperialismo, fase superior, óp. cit., p. 45.
530 Francisco Chaparro Zapana

por cuanto, entonces, una parte de los capitales que se encontraba a disposición de
los bancos, también era empleada en la industria.

La teoría de Hilferding sobre el capital financiero se caracteriza por sobre-


dimensionar al extremo el rol de los bancos. La unión de los monopolios bancarios
con los industriales la sustituyó por el “predominio” de los bancos sobre la industria.
Este autor sostenía que el “poder de los bancos crece, ellos se constituyen en fun-
dadores y al final de cuentas en dueños de la industria”6. La tesis del “predominio”
del capital bancario sobre el industrial es incorrecta. En realidad no es el capital
bancario el que predomina sobre el industrial, ni es el industrial que predomina so-
bre el bancario; en la época imperialista, tanto sobre el capital bancario como sobre
el industrial predomina el capital financiero, que es el resultado de la unión de los
monopolios bancarios con los industriales.

La desnaturalización del marxismo por Hilferding se ponía también de mani-


fiesto al atribuir a los bancos la función “organizadora” de la economía capitalista.
Él imaginaba la actividad bancaria como una esfera organizada planificadamente en
los marcos del capitalismo. Y como los bancos supuestamente “imperan” sobre la
industria, sustituyen gradualmente la anarquía en la producción por su organización
planificada.

Por ser teóricamente erróneas las tesis de Hilferding sobre el capital financiero,
sirven de base para sacar conclusiones políticas también incorrectas y perjudiciales,
como la que afirma que de las propias entrañas del capitalismo, por acción prepon-
derante de los bancos, se pondría gradualmente en marcha el principio socialista de
la organización planificada de la producción. Esto no es otra cosa que una variante
de la teoría reformista del crecimiento evolutivo del capitalismo al socialismo, ne-
gando la necesidad de la revolución socialista y del establecimiento de un poder
democrático popular.

2. LOS FENÓMENOS ACTUALES DEL CAPITAL FINANCIERO

2.1. El llamado “autofinanciamiento”


Después de la Segunda Guerra Mundial, en la industria capitalista adquie-
re un gran significado el “autofinanciamiento”, es decir el financiamiento de las
nuevas inversiones a cuenta de los recursos propios de las compañías industriales,
de los fondos de amortización y de las ganancias no redistribuidas. Esto se explica
principalmente porque en las enormes ganancias obtenidas por las compañías indus-
triales durante y después de la Segunda Guerra Mundial, con ritmos relativamente

6 Hilferding, R., óp. cit., 302, traducido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 531

lentos de crecimiento de la producción (es decir, la correlación entre la cantidad del


capital y los volúmenes de producción), la reproducción ampliada puede realizarse
principalmente a cuenta de los recursos propios. Una parte de las fuentes internas en
el financiamiento de las inversiones conjuntas del capital de todas las corporaciones
de los EE. UU. se elevó del 71% en los años 1897-1914 hasta el 79% en los años
1920-1929 y hasta el 87% en los años 1946-1962. En Inglaterra en el período de
posguerra cerca del 60% de todas las inversiones de capital de las empresas privadas
fue realizado a cuenta de las acumulaciones propias.

Algunos economistas burgueses (por ejemplo, A. Berly) interpretan el creci-


miento de la “autofinanciación” como la liberación de las corporaciones industriales
de la dependencia de los bancos. Sin embargo, metodológicamente no es correcto
contraponer el capital industrial al bancario en las condiciones del capitalismo mo-
nopolista, que es cuando estos se fusionan entre sí. La disminución del peso específi-
co del crédito bancario (y también de las emisiones de valores) en el financiamiento
de las inversiones de capital y la elevación del peso específico de los recursos pro-
pios de las compañías industriales no eliminan la fusión del capital industrial con el
bancario, en la medida que tanto el uno como el otro se concentran en las manos de
los mismos magnates del capital financiero.

Además, no se debe dejar de valorar el significado de las “fuentes externas”


(es decir, de los medios movilizados con ayuda de las emisiones de valores y la ob-
tención de créditos bancarios) en el financiamiento de las inversiones conjuntas de
las corporaciones de EE. UU., que pese a su significativa disminución en el período
de posguerra en comparación con el período anterior, manifiesta un determinado
crecimiento en las décadas posteriores: de 21% en los años 1946-1949, de 22% en
los años 1950-1952, de 26% en los años 1953-1957 y de 27% en los años 1958-1962.
Si agregamos a esto los créditos recibidos por las corporaciones, entonces se deduce
que, en la actualidad, más del 40% de la demanda total de las corporaciones estado-
unidenses en recursos financieros para las inversiones de capital se cubren captando
medios de afuera.

2.2. Los cambios estructurales del capital financiero


Durante las últimas décadas, entre las compañías –en especial las que se ocu-
pan de las operaciones crediticias y financieras– disminuyó relativamente el signifi-
cado de los bancos en algunos países, pero el significado de las compañías de seguros
–que actúan como las más serias competidoras de los bancos– creció abruptamente.
Desde 1929 hasta 1965, en EE. UU., los activos de todos los bancos aumentaron en
6 veces (de 72 000 millones a 435 000 millones de dólares), mientras que los activos
de las compañías de seguros de vida, en 9 veces (de 17 500 millones a 158 900 mi-
532 Francisco Chaparro Zapana

llones de dólares). Y de 1953 a 1960, la participación de las compañías de seguros


significaba el 35% de toda la acreditación de corto plazo de la industria de los
EE. UU.

El gran desarrollo de las compañías de seguro para casos de enfermedades,


muerte, incendios, etc. se debe a que amplias capas sociales de los países capitalistas
están expuestas a la más desoladora incertidumbre sobre el futuro. A fin de preservar
a sus familiares de la miseria en caso de pérdida del sustento, muchos adquieren pó-
lizas de seguro (una clase especial de títulos por los que las compañías aseguradoras
pagan en caso de enfermedad o muerte del asegurado, por pérdida del patrimonio,
etc.) incluso pagando un precio que recorta su consumo corriente.

El desarrollo de las compañías aseguradoras introduce ciertos cambios en la


estructura del capital financiero, sin embargo, no cambia su naturaleza. Los bancos
continúan ocupando el primer lugar entre todas las instituciones financieras por las
dimensiones de sus recursos, y se mantienen como una ciudadela del sistema finan-
ciero capitalista. También las propias compañías aseguradoras se fusionan con la
industria, colocando gran parte de sus capitales en valores industriales. Así, en 1965,
del conjunto de los activos de las compañías estadounidenses de seguros de vida
–que constituían 158,9 mil millones de dólares–, más de 79 000 millones de dólares
estaban invertidos en obligaciones y acciones. Las compañías monopolistas de se-
guros se han fusionado con las compañías monopolistas de la industria y la banca,
conformando el actual sistema orgánico del capital financiero internacional.

Otro nuevo fenómeno es el desarrollo de los llamados fondos de pensiones,


creados por las compañías capitalistas para el pago de pensiones a los obreros y
empleados que alcanzan la edad de la jubilación. Pese a que el seguro social de los
jubilados a través de los fondos de pensiones es una de las conquistas de los traba-
jadores, los propios fondos de pensiones son usados con amplitud por los magnates
del capital financiero poniéndolos al servicio de sus intereses.

Formalmente, los fondos de pensiones son considerados como instituciones


financieras independientes; sin embargo, es un hecho que estos se encuentran bajo
el control de los monopolios capitalistas. Los fondos de pensiones son un nuevo
eslabón en el sistema del capital financiero.

En primer lugar, a la cabeza de estas instituciones financieras “independien-


tes” se encuentran los protegidos por el capital financiero. Aproximadamente 4/5
partes de la suma total de activos de los fondos de pensiones de los EE. UU. corres-
ponden a las grandes compañías con un número de obreros y empleados de cinco
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 533

mil. Formando sus fondos de pensiones, las compañías capitalistas se liberan de


pagar impuestos de las sumas descontadas para estos fondos, que se encuentran bajo
su control.
En segundo lugar, los fondos de pensiones superan significativamente la suma
anual de pensiones pagadas y a su cuenta se realizan las grandes inversiones de las
corporaciones capitalistas. Desde 1939 hasta 1965, los fondos de pensiones de las
corporaciones de EE. UU. crecieron de 1,1 miles de millones hasta 52 900 millones
de dólares, mientras las inversiones en acciones y obligaciones de las corporaciones
con estos fondos aumentaron de 0,8 mil millones hasta 44,6 mil millones de dólares.
La participación de los fondos de pensiones invertidos en acciones aumentó del 25%
en los años 1955-1957 hasta el 38% en 1964. El incremento de los fondos de pensio-
nes es acompañado por el incremento de la demanda de acciones y por el incremento
de sus cotizaciones, lo que beneficia íntegramente a los monopolios capitalistas.

Considerando los cambios actuales en la estructura del capital financiero, se


arriba a la conclusión de que el capital financiero contemporáneo es el resultado
de la fusión de todas las instituciones financiero-crediticias monopolistas (no solo
bancarias) con los monopolios industriales.

2.3. El rol de las operaciones crediticias en la fusión de los bancos con la


industria
En lo que respecta al capital monopolista bancario, este continúa unificándo-
se con el capital monopolista industrial, pero también en este aspecto se observan
nuevos fenómenos. Una nueva forma de unificación de los bancos con la industria
son las así llamadas operaciones crediticias. Se llaman operaciones de “crédito” de
los bancos administrados por la confianza depositada en ellos los clientes sobre sus
bienes, en particular de las especies valoradas. Lo particular de estas operaciones
consiste en que en su ejecución los bancos formalmente participan solo en calidad
de intermediarios, de hecho no pueden utilizar los bienes de los poderdantes para
sus intereses. Los poseedores de estos papeles confían a los bancos no solamente su
conservación, sino también su disponibilidad en determinado grado. En EE. UU., en
Alemania y otros países los bancos pueden otorgar acciones de sus comitentes en
reuniones de accionistas y obtienen así el derecho a voto. Esto permite a los grandes
bancos usarlos para establecer el control sobre las empresas que le pertenecen, así
como también las acciones de sus comitentes. A fines de 1963, los activos de los ban-
cos estadounidenses transferidos en administración crediticia constituían la fabulosa
suma de 144 000 millones de dólares.

Por todo esto se puede decir que los fenómenos nuevos más recientes del capi-
talismo contemporáneo confirman la teoría leninista sobre el capital financiero.
534 Francisco Chaparro Zapana

3. LOS GRUPOS FINANCIEROS MONOPOLISTAS

3.1. Concepto de grupo financiero monopolista


Los grupos financieros monopolistas conforman grandes complejos que in-
cluyen la industria, el transporte, la construcción, la banca, los seguros y otras
compañías, que se encuentran bajo control financiero de una o de varias familias
asociadas entre sí de alguna compañía “líder”.

Los grupos financieros monopolistas no tienen límites determinados como los


cárteles y trust, por cuanto la composición de estos grupos no se formaliza mediante
convenios o alianzas legales para actuar conjuntamente. El parecido entre un grupo
financiero monopolista y un consorcio radica en que en ambos casos su inclusión en
la conformación de su fusión se realiza sin la pérdida de la independencia jurídica,
sobre la base del establecimiento de un solo grupo financiero monopolista con un
consorcio cualquiera. El primero es, digamos, un superconsorcio que incluye en su
composición a muchos monopolios. Así como intervienen compañías independientes
como socios de un consorcio –cada una de las cuales por sí misma aún no constituye
una unión monopolista de capitalistas–, como socios de un grupo financiero-mono-
polista intervienen las alianzas monopólicas, las cuales operan en diversas ramas de
la economía, en la industria, en la banca, en los seguros, etc.

3.2. El número y el poder de los grupos monopolistas financieros en los di-


versos países
La expresión más clara de los grupos monopolistas financieros se da en los
EE. UU., donde se contabiliza una mayor cantidad. Según dados correspondientes
a los inicios de 1963, en Nueva York se concentraban 8 grupos monopolistas finan-
cieros, los cuales tenían bajo su control los activos de un conjunto de compañías
por una suma aproximada de 213 600 millones de dólares (los datos corresponden
a comienzos de 1963), de cuya suma 101 500 millones de dólares estaban en la in-
dustria, el comercio, el transporte y las comunicaciones. Además, había 18 grupos
financieros provinciales que controlaban activos por 223 500 millones de dólares,
de los cuales 120 400 millones eran de la esfera bancaria y 103 100 millones de la
industria, el comercio, el transporte y las comunicaciones. De esta forma, 26 grupos
monopolistas financieros estadounidenses acaparaban bajo su control un capital de
437 000 millones de dólares, que constituía cerca de 1/3 de los capitales de todas las
compañías accionistas de los EE. UU.

Según sus dimensiones, la mayoría de grupos monopolistas financieros esta-


dounidenses superaba a los grupos similares de otros países capitalistas. Así, solo
dos poderosos grupos financieros de EE. UU. –Morgan y Rockefeller– controlaban
una suma mayor de capitales que los siete grupos financieros ingleses y diez france-
ses de mayor tamaño, tomados en su conjunto.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 535

El segundo y tercer lugar, según su número y poderío, eran ocupados por los
grupos monopolistas financieros ingleses y franceses. En Inglaterra, estos constitu-
yen de 10 a 20, mientras que solo 7 de los más poderosos controlaban activos por la
suma aproximada de 43 000 millones de dólares7. En Francia, los 10 más importantes
grupos financieros controlaban activos por una suma cercana a los 53 000 millones de
dólares. El mayor de los grupos financieros ingleses, que dirige dos bancos comer-
ciales: el Lloyds Bank y el National Provincial Bank controlaban cerca de 13 000
millones de dólares. El mayor de los grupos financieros franceses: el Banco de París
y de Pei-Ba controlaban más de 10 000 millones de dólares.
La unión de la oligarquía financiera con el aparato gubernamental burgués se
realiza no solo mediante la ocupación directa de cargos gubernamentales por los pro-
pios magnates financieros o por sus representantes plenipotenciarios, sino también
mediante la concesión de algunos “carguitos” en los directorios de sus monopolios
industriales y bancarios a quienes hayan ocupado cargos de gobierno.
Grandes grupos financieros monopolistas existen también en otros países ca-
pitalistas desarrollados; pero estos, por lo general, según su tamaño, son menores
que los ya citados. Tres principales grupos financieros de Alemania Federal –el Doi-
ge Bank, el Dresden Bank y el Comerce Bank, tomados en conjunto, controlaban
un capital cercano a los 21 000 millones de dólares. El más poderoso de ellos era el
grupo Doige Bank (con más de 10 000 millones de dólares). En Japón cumplen un
rol fundamental tres grupos financieros monopolistas –Mitsubishi, Mitsui y Sumito-
mo–, los cuales en su conjunto controlaban un capital de 24 000 millones de dólares.
El mayor de ellos era Mitsubishi (con 9,5 mil millones de dólares).
El poderío económico de estos grupos financiero-monopolistas a escala de
todo el mundo capitalista, lo confirman los datos estadísticos correspondientes al
período comprendido entre los años 1960-1962, cuando 50 principales agrupaciones
financieras de una serie de países (incluidos 19 estadounidenses, 7 inglesas, 10 fran-
cesas, 3 alemanas, 3 japonesas, 2 holandesas, 2 belgas, 2 suizas y 2 suecas) contro-
laban, en conjunto, activos en compañías de diversas ramas de la economía por una
suma total de 529 000 millones de dólares.

3.3. La estructura de los grupos financiero-monopolistas


El rasgo común de todos estos grupos es que cada uno de ellos opera no en
una sola rama de la economía, sino en una serie de ramas. Pero por su estructura los
grupos financieros monopolistas no son del todo iguales.

7 Los datos acotados aquí y más adelante sobre los grupos financieros de Europa Occidental y Japón se refieren a los
años 1960-1962.
Teitelbaum, Alejandro. “Las crisis del sistema capitalista”, artículo extraído del libro El papel de las sociedades trans-
nacionales en el mundo contemporáneo. Buenos Aires, 2003.
Ver: Drouin, Michel. Le sisteme financier internacional. Ed. Armand Colin, París, 2001; Galbraith, John Kenneth:
Voyage dans le temps économique, témoignage de premiérre main Seuil, París, 1995.
Ver: Despacho AFP del 21/07/02.
536 Francisco Chaparro Zapana

Muchos grupos financieros son capitaneados por bancos monopolistas pode-


rosos. Así, en EE. UU., a la cabeza del grupo Morgan están dos compañías banca-
rias: Morgan Guarantee Trust Company y el Bankers Trust Company y el banco de
inversiones Morgan, Stenly, dirige otro grupo financiero el First National City Bank
of New York, por el trust bancario Dillon, Reed and Company; en Francia la mayoría
de grupos financieros son encabezados por los bancos más grandes; en el Japón cada
grupo financiero es dirigido por un banco poderoso.

Pero no es imprescindible semejante estructura de los grupos bancarios. Tam-


bién hay grupos financiero-monopolistas en los cuales el rol fundamental lo ejercen
las compañías industriales. Por ejemplo, en Francia el grupo de Lotaringia actúa
en base a la metalurgia ferrosa y otras ramas de la industria; en el centro del grupo
Sneider está el consorcio militar-industrial que pertenece a la misma familia. En al-
gunos casos la supremacía en el grupo la comparten las corporaciones y los bancos.
Por ejemplo, en la dirección del grupo Rockefeller se encuentran sus trust petrolero-
industriales (el más poderoso de ellos es el Standar Oil Company New York) y los
bancos Chase Manhattan Bank y Quimical Bank New York Trust.

Tampoco es igual la estructura de los activos de las compañías controladas por


diversos grupos financieros. Así, en EE. UU., entre los 26 más importantes grupos
financieros neoyorquinos y provinciales, tomados en conjunto, un poco más de la
1/2 de la suma total de activos controlados le corresponde a la esfera bancaria y algo
menos de esa 1/2 a la industria, al comercio, al transporte y a las comunicaciones.
Pero en medio de estos grupos financieros existen también aquellos cuya tajada del
león de los activos controlados le corresponde a la esfera bancaria (a tres grupos ca-
lifornianos el 75%, a uno de Boston 76% y a otro de Hardford, incluso, el 97%). Por
otra parte, existen también grupos financieros que poseen una parte preponderante
de los activos controlados que corresponden a la industria, el transporte y comercio
(por ejemplo, el grupo Mellon posee 78% y Dupont el 81%). Semejante diversidad
se observa también en otros países.

La estructura de los grupos financiero-monopolistas se diferencian además


en otro aspecto. Existen grupos financieros familiares dentro de los cuales el con-
trol sobre el conjunto de compañías se concentra en manos de una sola familia. Por
ejemplo, en EE. UU., los grupos de las familias Mellon, Dupont, Harriman y otras;
en Francia, los grupos Rothschild, Lazarov, Sneider. También hay muchos grupos
financieros, cada uno de los cuales se encuentra bajo control compartido de varias fa-
milias. Esto es típico en especial entre los llamados grupos financieros “territoriales”
de EE. UU. (los de California, Chicago, Texas, Boston, Cleveland), y también entre
los grupos alemano-occidentales. Por ejemplo, en el grupo financiero-monopolista
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 537

Doige Bank, junto a las jefaturas de este banco, como apoderados, están las familias
Simens, Mannesman, Klekner; en el grupo Dresner Bank – Krupp, Flik y otros.

3.4. Ejemplo clásico de un grupo financiero monopolista


Para tener una idea más exacta de lo que es un grupo financiero-monopólico
tomemos como ejemplo al de la familia Morgan. En este grupo los bancos cumplen
un rol más activo. Su fundador, John Pierpont Morgan (1837-1913), fue jefe de la fir-
ma bancaria que concentraba en sus manos los depósitos de las especies valoradas de
muchas compañías industriales. Luego de decretada la ley, en 1934, sobre la división
de los bancos en comerciales e inversionistas, el banco Jh. P. Morgan and Company
se dividió en banco comercial Jh. P. Morgan y banco de inversiones Morgan Stenly.
En 1959, el primero de ellos se fusiona con el banco comercial Guarantee Trust,
conformando uno de los más poderosos bancos comerciales de EE. UU. –el Morgan
Guarantee Trust Company–, cuyos activos, a inicios de 1963, eran de 5,3 mil millo-
nes de dólares. Al grupo Morgan se asocia también el, por entonces, poderoso banco
Bankers Trust Company, con activos de 3,9 mil millones de dólares, además de otros
bancos menores.

El grupo Morgan incorpora también otras instituciones financieras, sobre todo,


las compañías de seguros. Así capturó el control sobre la mayor parte de activos de
la más grande compañía de seguros Prudential Insurance of America (cuyos activos
a comienzos de 1963 eran de 18,6 mil millones de dólares, de los cuales los Morgan
controlaban las 2/3 partes). El total de activos de la esfera bancaria y de los seguros
controlado por los Morgan sumaba cerca de 30 000 millones de dólares.

En la esfera de influencia del grupo de los Morgan también se incluye un


conjunto de compañías industriales, las que están controladas íntegramente por este
grupo. Entre estas se encuentran algunas de las más poderosas compañías de la in-
dustria alimentaria como la Kampells Soup Company, dedicada a la producción de
productos alimenticios en conservas; la Compañía Nacional de Güisqui, en el rubro
de panadería y confitería, la conocida Coca-Cola Company y otras. En relación con
muchas de estas compañías, el grupo Morgan no ejerce el control absoluto, sino que
es copartícipe del control conjunto de dos o varios otros grupos financieros. Así,
bajo control predominante de Morgan se encuentran el trust electrotécnico General
Electric Company, la petrolera Continental Oil Company, la constructora de máqui-
nas American Machine and Foundry Company, la compañía Columbia Gas Sistem
Incorporated y otras. El trust United States Steel Corporation controlaba la mitad
del grupo de Morgan, la compañía constructora de máquinas Internacional Business
Machin Corporation, la compañía de la electricidad industrial consoliderted Edison
538 Francisco Chaparro Zapana

Company of New York, etc. Finalmente, el grupo Morgan participaba en las compa-
ñías industriales que mayormente están vinculadas a la esfera de influencia de otros
grupos. Debido a su capacidad de control en la industria, el comercio, el transporte y
en las comunicaciones, los activos de este grupo eran estimados en cerca de 40 000
millones de dólares.

Los Morgan son un ejemplo típico de capitalistas financistas. Ya sea como


banqueros, como industriales o poderosos financistas representan en sí la personifi-
cación simultánea del monopolio bancario e industrial.

3.5. La lucha entre los grupos financiero-monopolistas


La aparición y el desarrollo de los grupos financiero-monopolistas no ha signi-
ficado de ningún modo que se haya eliminado la lucha entre los monopolistas. En esa
lucha se emplean infinidad de métodos, como la compra de acciones y la promoción
de testaferros en los directorios de las compañías.

La pelea entre los diversos grupos por las esferas de influencia a menudo
está acompañada de grandes cambios en la correlación de fuerzas, mientras unos
pierden su peso anterior, otros rápidamente se promueven hacia adelante. Por ejem-
plo, en EE. UU., durante las últimas décadas se han formado varios nuevos grupos
financieros en el estado de California (el grupo del Bank of America, Los Ángeles,
la Segunda San Francisco, el grupo Getty, el grupo Hiusa), y en el estado de Texas
(los grupos Dalaskaya y Hiustonskaya). A inicios de 1963, bajo el control de estos
nuevos grupos se encontraban activos por una suma mayor a los 89 000 millones de
dólares, es decir cerca de la 1/2 de la suma total de activos controlados en conjunto
por los principales grupos financieros de EE. UU.

Estos grupos luchan entre sí por controlar la mayor cantidad de bancos y com-
pañías industriales. A consecuencia de esta pugna permanente, a menudo, un deter-
minado banco o una compañía industrial pasa de la esfera de control de un grupo
financiero a la esfera de control de otro grupo. Por ejemplo, el National City Bank
of New York se encontraba hasta antes de los años 30 bajo el control del grupo
Rockefeller, en los años 30 pasó a ser controlado por el grupo Morgan, y después
de fusionarse este banco, en 1955, con el First National Bank asociado con el First
National Bank of New York, se convirtió en líder de un grupo financiero especial.
La lucha por la influencia se da no solamente entre distintos grupos financieros, sino
también dentro de cada grupo entre sus miembros integrantes.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 539

4. LA OLIGARQUÍA FINANCIERA

4.1. La esencia social de la oligarquía financiera


La oligarquía financiera nace junto con el capital financiero. La palabra “oli-
garquía” es de origen griego y significa literalmente traducido al español “el poder
de unos cuantos”. La oligarquía financiera es un puñado de magnates del capital
financiero, que concentra en sus manos el control de todas las ramas de la econo-
mía capitalista y también el poder político.

La premisa económica para la formación de la oligarquía financiera es la se-


paración efectiva entre la forma de capital-propiedad y la forma de capital-función
en su expresión más elevada en la época del imperialismo. Los monopolistas son
propietarios de enormes cantidades de valores –en acciones y obligaciones–, por
los cuales obtienen inmensas ganancias. El funcionamiento de estos capitales está
separado de su propiedad, y se encuentran administrados por funcionarios especiales
o directivos. “El predominio del capital financiero sobre todas las demás formas res-
tantes de capital implica el predominio del rentista y de la oligarquía financiera…”8.
Lenin subraya que el dominio de la oligarquía financiera es una consecuencia inevi-
table de la explotación predominante de los monopolios capitalistas.

La oligarquía financiera es una parte de la burguesía monopolista; es la


cúpula conformada por las más ricas e influyentes familias. No es muy numerosa,
en cada país capitalista desarrollado, la oligarquía financiera está formada, a través
de diversas etapas históricas, por algunas decenas y hasta por dos o tres centenares
de familias más pudientes.

En los EE. UU., a mediados de los años 20 del siglo XX, había 60 familias
más ricas con capitales superiores a los 30 millones de dólares cada una, y a media-
dos de los años 60, se contaban ya entre 250 a 300 familias con capitales que supera-
ban los 50 millones de dólares cada una. Esta plutocracia estadounidense constituía
solo una parte de algunas decenas de multimillonarios que conforman la oligarquía
financiera en su expresión más exacta, la cual detenta en sus manos las posiciones
más importantes de toda la economía estadounidense. La oligarquía financiera está
conformada por los más ricos magnates, quienes lideran los conglomerados finan-
cieros monopolistas. La integran las familias Morgan, Rockefeller, Mellon, Du Pont,
Getty y otras. Algunos incrementaron, en las últimas décadas, las fortunas de los
magnates financieros antiguos, como lo demuestran los siguientes datos.

8 Lenin V. I. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Moscú, s/a. Ed. Progreso, p. 58.
540 Francisco Chaparro Zapana

LAS FORTUNAS PERSONALES DE LAS FAMILIAS CAPITALISTAS


MÁS RICAS DE EE. UU. (EN MILLONES DE DÓLARES)

A mediados de la década de los A comienzos de la década de los


Familias
años 20 años 60

Rockefeller 1080 4000


Morgan 90 240-260
Ford 660 3700-3800
Mellon 450 4700
Dupont 239 5000

Además, durante los años 60 y 70 aparecieron nuevos magnates financistas


con capitales que alcanzaban varios centenares de miles de millones de dólares
(Hant, Richardson y Markingsson –hasta los 600 millones cada familia–) e incluso
los 1000 millones de dólares (Getty). La participación del 1% de los estadounidenses
–de las familias más ricas– en el total de las riquezas personales alcanzaba el 33%
en 1922 y el 40% en 1960.

En Inglaterra, la oligarquía financiera comprende a las familias dueñas de


las casas bancarias –entre ellas Armstrong, Rothschild, Lazary, Baring, Schreider
y otras–. Así también los representantes de la aristocracia terrateniente (la más rica
de ellas la del conde de Boukle, cuya familia es la mayor propietaria de tierras y al
mismo tiempo controla varios bancos) y las personas que amasaron grandes fortunas
en las nuevas ramas de la industria (por ejemplo, la familia Sambeeth en la industria
de la aviación). En 1961, más del 50% del total de las riquezas personales del país
pertenecía al 2,5% de los ingleses ricos, y el 0,5% –la parte más rica de Inglaterra–
poseía el 27% de todas las riquezas personales.

En Francia, aun antes de la Primera Guerra Mundial, “200 familias” encar-


naban nítidamente la oligarquía financiera del país y, posteriormente, a fines de la
década del 70 del siglo XX, el círculo de la oligarquía financiera comprendía a solo
algunas decenas de familias, entre las cuales las más ricas son varias dinastías finan-
cieras, como los Rothschild, David-Baily, Bandeli, Boreal, Michilene, Perro, Po-
liaky, Bussaky.

4.2. Los métodos de dominación de la oligarquía financiera


Como principal arma económica de dominación de la oligarquía financiera
actúa el sistema de participación, es decir el dominio de una compañía mediante
el control del paquete de acciones sobre una serie de otras compañías, a conse-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 541

cuencia de ello nace el sistema de la múltiple dependencia de una gran cantidad de


empresas de un magnate financiero o de un determinado grupo capitalista financiero.
Aclarando lo que significa en sí el sistema de participación en un ejemplo esquemá-
tico, partiendo del supuesto que el paquete de control de las acciones constituye la
mitad de todo el capital accionariado.

Supongamos que un magnate financiero posee el 50% de acciones de una


compañía de 100 millones de dólares de capital, por cuya razón la mantiene bajo su
control. Y supongamos que una compañía dada coloca 50 millones dólares en accio-
nes de otras cinco compañías, cada una de la cuales tiene un capital de 20 millones de
dólares. En tal caso cinco compañías con un capital total de 100 millones de dólares
serán controladas directamente por la mencionada compañía. Esta última se erige en
la sociedad “madre” y las compañías bajo su control, en sociedades “hijas”. Supon-
gamos, más adelante, que cada una de las sociedades “hijas” invierte la mitad de su
capital, es decir, la suma de 10 millones de dólares en acciones de la compañía, cada
una de las cuales posee un capital de 4 millones de dólares. En consecuencia cada
sociedad “hija” controlará 5 compañías con un capital de 20 millones de dólares, las
cuales en relación a ella, a su turno, son “hijas” y en relación a la sociedad “madre”
son sociedades “nietas”. En total se obtiene que la sociedad “madre” sea partícipe
directo de 5 compañías, e indirectamente (a través de sus sociedades “hijas”) además
en 25 compañías, mientras que en el complejo general ella controlará un capital de
200 millones de dólares. Y de la misma forma que la sociedad “madre” es controlada
por un magnate financiero, entonces resulta que la última, poseyendo un capital de
50 millones de dólares, mantiene bajo su control a 31 compañías (1 sociedad “ma-
dre”, 5 sociedades “hijas” y 25 sociedades “nietas”) con capital total de 300 millones
de dólares.

Pero para mantener el control sobre una compañía accionista no era necesario
poseer el 50% de sus acciones. Muchos accionistas (principalmente los pequeños) no
figuran como accionistas en las asambleas generales y no participan en la adminis-
tración de las empresas accionistas. Por eso en la vida real es suficiente disponer del
20-30% de las compañías accionistas, y en muchos casos aún con solo una porción
del 10% sería posible mantenerlas bajo un control monopólico.

En las actuales condiciones del capitalismo, en especial en los EE. UU. se ha


difundido un nuevo tipo de control financiero, los grandes capitalistas se unen for-
mando grupos de poder para ejercer un control conjunto más efectivo sobre las com-
pañías industriales y los bancos. Para semejante control no se requiere que una sola
posea un gran paquete de acciones. En 1963 en los EE. UU. solamente en 16 de las
principales 111 compañías industriales y en 3 de 50 importantes bancos comerciales
los paquetes individuales de acciones apenas superaban el 10%, pero la oligarquía
financiera ejercía con creces un control mas efectivo sobre todas ellas.
542 Francisco Chaparro Zapana

La diferenciación de las acciones sirve como importante medio de consoli-


dación del poder de la oligarquía financiera. Antes que nada las acciones se sub-
dividen en “corrientes” y “especiales”. Las últimas se diferencian de las primeras
en que por ellas se pagan los intereses anticipadamente. La sociedad accionista está
obligada a devolver como pago de interés financiero como obligaciones y acciones
“especiales” y toda la ganancia neta restante se la usa para completar el capital ac-
cionista y para el pago de dividendos por las acciones “ordinarias”. Como resultado,
cuando la situación de la sociedad accionista marcha bien, en una situación ventajosa
los propietarios de las acciones “ordinarias”, la masa fundamental de las cuales se
encuentran en manos de los magnates del capital financiero. Ellos reciben por sus
acciones no solo toda su ganancia y el interés, o sea que la ganancia empresarial por
el capital invertido por lo propietarios de las acciones “especiales”. Esto en gran
medida determina el enriquecimiento de los magnates financieros. En los EE. UU.
en el período comprendido entre los años 1941-1943 y 1966 las cotizaciones de 500
clases de acciones corrientes se elevaron casi en 9 veces.

Además de dividirse las acciones en “especiales” y “corrientes”, estas se sub-


dividen: en las que otorgan una o varias voces y aquellas no otorgan ningún derecho
a voz en las reuniones generales de accionistas. Los organizadores y directivos de
las compañías accionistas frecuentemente se reservan para sí las acciones que le
otorguen los derechos a la votación, ellos se deshacen de los accionistas minoristas.
Como resultado de ello los magnates financieros tienen la posibilidad de mantener
bajo su control enormes capitales, valiéndose de las inversiones en las compañías
accionistas, comparativamente con los capitales pequeños. Por ejemplo, el magnate
financiero estadounidense Kerby, quien en sus inicios invirtió en acciones de una se-
rie de compañías solo la suma de 3 millones de dólares, pero en 1961 había adquirido
en gran medida un control sobre un capital accionista de 8000 millones de dólares.

Como medio que consolida el poder de la oligarquía financiera actúa tam-


bién la colocación de las acciones en los bancos, mediante la cual los clientes con
frecuencia transfieren a los bancos el derecho de usar las acciones adquiridas en las
asambleas generales y participar en las votaciones. De esta forma los bancos, que en
la época del imperialismo constituyen el epicentro del poder del capital financiero,
pueden también usar las acciones ajenas para lograr el control sobre las compañías
accionistas y promover sus agentes a sus órganos de dirección. En el año 1955, en
los EE. UU. cerca de 1/5 parte de sus acciones se encontraban en “cuentas personales
de confianza” en las así llamadas trast-secciones de los bancos comerciales, mientras
que aproximadamente por las 2/5 partes de las acciones colocadas en sus cuentas
los bancos gozaban del derecho de voto en las asambleas de accionistas. Y en el
año 1965 los bancos alemanes eran dueños de acciones de las empresas por la suma
1,2 miles de millones de marcos y, además, tenían derecho a votar en las asambleas
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 543

generales de accionistas según la cantidad de acciones colocadas por los clientes, la


cual era de 5,8 miles de millones de marcos.

Para ampliar su poderío y radio de influencia, la oligarquía financiera usa el


método de las reorganizaciones empresariales de “saneamiento” (reactivación). En
la época del capitalismo monopolista toda una gran cantidad de empresas individua-
les se transforma en compañías accionistas. En tales organizaciones la emisión de
las acciones frecuentemente es transferida a los grandes bancos, de los cuales eran
deudoras determinadas empresas, y los paquetes de control de las nuevas compañías
creadas se quedaban en manos de los bancos. Cuando algunas empresas se encuen-
tran en situaciones críticas y son amenazadas por la quiebra, los magnates del capital
financiero llevan a cabo su “saneamiento” una parte del capital accionista anterior
se “inscribe” y, se emiten nuevas acciones, los paquetes de control de las cuales se
los reservan para sí los grandes bancos, reservándose también la distribución de las
acciones.

4.3. Crítica a la teoría del “sistema del gerenciamiento”


Los economistas burgueses pretenden ocultar por todos los medios la domina-
ción económica de la oligarquía financiera. Una de las teorías actuales que persigue
este fin es la teoría del sistema de la “gerenciación”, cuyo promotor es el economis-
ta estadounidense Bernheim. Según esta teoría, en las condiciones del capitalismo
contemporáneo se ha producido la “revolución gerencial”, puesta de manifiesto en el
supuesto de que el rol decisivo en las empresas se ha trasladado de los propietarios
a los administrativos, quienes realmente dirigen las empresas no en interés de los
capitalistas, sino a favor del bien común. La teoría del “sistema gerencial” es una de
las partes conformantes de la actual teoría apologético-burguesa del llamado “capi-
talismo popular”.

La afirmación de que el rol preponderante en las actuales empresas capitalista


ya no pertenece a los capitalistas, sino a los directivos, es completamente inconsis-
tente y demagógica. En la realidad los directivos se encuentran al servicio de los ver-
daderos dueños de las corporaciones capitalistas, de los grandes capitalistas, quienes
realmente concentran en sus manos los paquetes de control de las acciones. Incluso
los directores y presidentes de las corporaciones capitalistas pueden ser desplazados
de sus puestos según la voluntad de los magnates financieros, quienes controlan de-
terminadas compañías.

Por ejemplo, en 1960 por decisión de Rockefeller fue separado de su puesto


el presidente del consejo de directores del First National Bank of New York G. She-
ppard, y en 1961 el magnate financista de Chicago Brown, al comprar el paquete de
control de las acciones del General Dynamics Corporation, despidió a Pease de la
dirección de esta compañía.
544 Francisco Chaparro Zapana

Los miembros de la cúpula dirigencial, bajo la máscara del “reconocimiento al


trabajo” perciben enormes sueldos, que representan en sí por su esencia apenas una
parte de las elevadas ganancias de monopolio, de las cuales se apropian las grandes
corporaciones. En los EE. UU. el “sueldo” de los directivos de las corporaciones en
la industria y en la banca era en promedio de 120-130 mil dólares al año, y en una
serie de casos sus ingresos alcanzan incluso los 500-600 mil dólares. Por ejemplo,
en 1960 el presidente Withford del directorio de la poderosa empresa petrolera Gulf
Oil Corporation Withford percibió, en calidad de “sueldo”, de “bonos” (premios) y
en otras formas, 552 000 dólares. Además, la compañía vendió a Withford 7351 ac-
ciones a $11,83 por cada una, cuando la cotización de estas acciones equivalían a los
35,69 dólares; esto le permitió obtener 175 000 dólares más de ganancia.

No es correcto contraponer a los directivos de las corporaciones capitalistas


con la clase capitalista en sí; ellos conforman una parte especial de la burguesía
monopolista contemporánea, la cual se apropia de una porción de la alta ganan-
cia de monopolio (pese a sus formas de “sueldo”, “bonos”, etc.) y participa de la
explotación de los obreros asalariados, así como de otros sectores de trabajadores.
Los directivos sirven al capital financiero, y no a la sociedad como se pretende hacer
creer. De esta forma la teoría del “sistema gerencial” es solo una nueva variante de la
apología burguesa, orientada a encubrir la dominación de la oligarquía financiera.

4.4. El poder político de la oligaraquía financiera


En la época del capitalismo monopolista los monopolios cumplen una función
decisiva en la economía; por eso el Estado burgués se erige en comité que resuelve
los problemas de la burguesía monopolista. Y como la oligarquía financiera es el
núcleo dirigencial de la burguesía monopolista, ella concentra en sus manos, además
del control de la economía capitalista, también el control del aparato estatal.

En la época del imperialismo se produce una mayor ligazón de la oligar-


quía financiera con el aparato estatal burgués. La manifestación concreta de esta
ligazón radica en la captura de cargos gubernamentales claves por un puñado de
testaferros a su servicio o por miembros directos de la oligarquía financiera. Esta
unión personal de los monopolios y el gobierno se pone de manifiesto con mayor
claridad en EE. UU. A los gobiernos de EE. UU. acceden muchos representantes de
la oligarquía financiera, como ejemplo tenemos el caso de Douglas Dillon, quien a
comienzos de los años sesenta del siglo XX fuera ministro de economía y a su vez
presidente del directorio del banco Dillon, Reed and Company, o el caso del ministro
de defensa McNamara, quien antes fuera presidente de Ford Motor Company, entre
muchos otros.

De modo análogo, suceden casos similares en otros países imperialistas: los


puestos gubernamentales más importantes son ocupados ya sea por los propios mag-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 545

nates capitalistas, o bien por personas de su confianza. Por ejemplo, el ministro y


más tarde presidente G. Pompidou de Francia, antes de ocupar dichos cargos fue
director general del banco Rothschild y miembro activo de los directorios de más de
40 compañías industriales, comerciales y financieras.

De esta forma, en las actuales condiciones del capitalismo se pone de mani-


fiesto muy ostensiblemente el siguiente fenómeno, el que fue advertido incluso por
Lenin: La ‘unión personal’ de los bancos y la industria se completa con la ‘unión
personal’ de unas y otras sociedades con el gobierno”9. Esta unión de la oligarquía
financiera con el aparato estatal burgués se realiza no solo cuando los cargos guber-
namentales son ocupados directamente por los propios magnates financieros o por
sus testaferros, sino también concediendo cargos en los directorios de sus empresas
a quienes han ocupado cargos gubernamentales. Por ejemplo, el otrora ministro de
defensa de EE. UU. Gate llegó a ser director de la Morgan Guarantee Trust Company
y el ex ministro de comercio Muller fue director de la Detroit Edinson Company.

La unión de la oligarquía financiera con el aparato estatal burgués se diferen-


cia sustancialmente de la unión del capital bancario con el industrial. En el último
caso no se puede decir de un dominio de un solo lado: el capital bancario no pre-
domina sobre el industrial, como tampoco el capital industrial predomina sobre el
bancario; el dominio sobre toda la economía capitalista corresponde al producto de
la unión entre ambos, al capital financiero. En la unión del capital financiero con el
aparato estatal burgués al primero le corresponde un dominio absoluto, y el Estado
se somete a los dictados de la oligarquía financiera y sirve a sus intereses. El capital
monopolista, detentando completamente los principales medios materiales, no com-
parte con nadie el poder político y tampoco divide el poder político. Él impone su
dictadura, la dictadura de la minoría sobre la mayoría, la dictadura de los monopolios
capitalistas sobre la sociedad.

La oligarquía financiera valiéndose de diversos medios emplea también el Es-


tado burgués al servicio de sus intereses. Así, los monopolios capitalistas reciben
grandes y altamente rentables contratos militares del gobierno, y también subsidios
directos o camuflados con los recursos del presupuesto nacional; la oligarquía finan-
ciera se enriquece con la emisión de préstamos estatales; el Estado es usado para
decretar leyes antilaborales, limitando los derechos a los sindicatos y “congelando”
el salario, lo que les permite incrementar las ganancias de los monopolistas, etc.

4.5. La faz reaccionaria de la oligarquía financiera


La oligarquía financiera emplea su poder político con fines particularmente
reaccionarios. Lenin advertía que el capital financiero no promueve la libertad ni la

9 Ibídem, p. 39.
546 Francisco Chaparro Zapana

democracia, sino los métodos y los regímenes de dominación política más reaccio-
narios en todas sus facetas.

En el campo de la política interna la posición reaccionaria se pone de ma-


nifiesto en la aplicación de medidas que tienden a reducir o a eliminar incluso las
libertades democrático-burguesas, en la persecución a los partidos y ciudadanos pro-
gresistas, en la eliminación de los derechos sindicales, etc. Por ejemplo, en EE. UU.
después de la Segunda Guerra Mundial se aplicaron las reaccionarias leyes de Taft-
Hartly (1947), McCarren (1950), entre otras. La ley de Taft-Hartly prohibió que los
sindicatos puedan realizar actividades políticas y limitó sus derechos a la huelga. La
llamada ley de “seguridad interior”, conocida como la ley McCarren, dispone que el
partido comunista y demás organizaciones progresistas de izquierda se registren en
el Ministerio de Justicia en calidad de “agentes externos”. En caso de resistencia, la
ley McCarren sanciona con cinco años de cárcel y una multa de 10 000 dólares por
cada día de negativa a registrarse. En aplicación de esta ley fue enjuiciado y senten-
ciado el Partido Comunista de EE. UU. en el año 1962, y muchos de sus militantes
más destacados fueron encarcelados.

En EE. UU. la política reaccionaria se pone también de manifiesto en enjui-


ciamientos a destacadas personalidades de la ciencia, del arte y de la literatura por
realizar supuestas “acciones antinorteamericanas”, en el sometimiento a “pruebas
de fidelidad” a los funcionarios de gobierno y en la expulsión de los organismos
gubernamentales a las personalidades progresistas, en la prohibición de sus derechos
políticos a los negros de los Estados sureños, etc. La política reaccionaria se desarro-
lla también en otros países imperialistas.

La política reaccionaria extremista es el fascismo, es una dictadura terrorista


de los círculos más cavernarios y agresivos de la oligarquía financiera. En Alemania
hasta nuestros días los nazis y neonazis ocupan cargos importantes en los órganos
gubernamentales, en el poder judicial y en las fuerzas armadas, y el partido comunis-
ta es mantenido en la clandestinidad.

En la esfera de la política externa la influencia reaccionaria de la oligarquía


financiera se manifiesta en la agresión, en la preparación y conducción de las guerras
de rapiña a favor del enriquecimiento de los monopolistas, y también en el otorga-
miento de ayuda a los regímenes reaccionarios del exterior.

En las actuales condiciones de la dominación económica y política de la oli-


garquía financiera se agudizan extremadamente las contradicciones de la sociedad
burguesa. La consolidación de la explotación de la oligarquía financiera a la clase
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 547

obrera profundiza las contradicciones entre el proletariado y la burguesía. Pero al


mismo tiempo se consolida también la explotación de las masas no proletarias de la
población por oligarquía financiera, se desarrolla entonces la contradicción entre
la burguesía monopolista, liderada a la oligarquía financiera, y todo el pueblo. Se
levantan en pie de lucha cada vez más amplias masas en contra de la dominación
económica y política de la oligarquía financiera internacional.
CAPÍTULO XVI

La renta de la tierra y las relaciones agrarias


en el capitalismo

1. LOS ORÍGENES DE LA RENTA CAPITALISTA DE LA TIERRA

1.1. Las vías de instauración del capitalismo en la agricultura


El proceso de instauración del capitalismo en el campo ha sido diferente según
cada país1. Las relaciones capitalistas en la agricultura y la renta capitalista de la
tierra surgen como resultado a) de la estratificación económica del campesinado, y
también b) de la expropiación violenta de sus tierras en la época de la acumulación
primaria del capital.

Fue Inglaterra donde se cometieron los mayores desmanes contra la población


campesina para consolidar el régimen capitalista en la agricultura. Desde fines del
siglo XV, y a lo largo de varios siglos, los labradores y pastores fueron desposeídos
totalmente de sus tierras, mediante la violencia, por los grandes terratenientes, que
luego las arriendan a los capitalistas-granjeros y continúan gozando una vida para-
sitaria. En otros países, el saqueo a los campesinos y la implantación del sistema
capitalista en el campo tuvieron lugar de modo algo distinto que en Inglaterra. Y solo
en algunos países, por ejemplo, Francia, los campesinos realizaron una “depuración
de la tierra”, liquidando a la aristocracia terrateniente y desbrozando el camino al ca-
pitalismo. El régimen feudal fue derruido por la revolución burguesa de 1789-1794.
Las propiedades de los terratenientes y de la nobleza fueron expropiadas y vendidas
a los campesinos y, en parte, a la burguesía.

Entre las múltiples peculiaridades de origen y evolución del sistema capita-


lista en la agricultura, Lenin distinguía dos vías, a la primera de las cuales llamaba
“prusiana” y a la segunda “americana”.

La vía prusiana. El nombre de esta forma de desarrollo del capitalismo en la


agricultura proviene de las reformas que se llevaron a cabo en Prusia Oriental. Su
característica es que la gran economía terrateniente se mantiene en lo fundamental;

1 Ver: Spiridonova. Atlas y otros. Curso superior de Economía Política. México, Ed. Grijalbo, 1965. pp. 250-152, tra-
ducción corregida del ruso por F. Ch. Z.
550 Francisco Chaparro Zapana

pero lenta y gradualmente, a través de reformas parciales, va convirtiéndose en eco-


nomía capitalista. Las “reformas” van acompañadas de un despojo abierto de los
campesinos. Los terratenientes se apoderan de las tierras comunales y cobran a los
labriegos sumas enormes por su rescate de los tributos de la servidumbre.

En las tierras comunales de las que se han apoderado, los terratenientes inician
la implantación de los métodos capitalistas. Lo peculiar de dichos métodos radica en
que, además de utilizar el trabajo asalariado de los braceros, los terratenientes siguen
aplicando el viejo sistema feudal de explotación. Debido a ello sobreviven en el
campo relaciones de semiesclavitud de los campesinos a los terratenientes, es decir,
la prestación personal, la aparcería y otros antiguos tipos de explotación feudal. Por
estos rezagos el desarrollo capitalista es más lento y tortuoso para los campesinos.

Por tanto, la vía prusiana es el reformismo evolutivo. Y lo siguieron Alemania,


Italia, Japón, la mayor parte de las zonas de la Rusia zarista y la mayoría de los paí-
ses latinoamericanos. En la Rusia zarista, la transformación de la hacienda feudal en
capitalista según el modelo prusiano se inició con la reforma de 1861. Esta permitió
a los terratenientes despojar de sus tierras a los campesinos, arrebatarles las mejores
tierras, incluidos los prados, los embalses, los pastizales de altura, los bosques, etc.
Por ello, los campesinos fueron obligados a arrendar de los terratenientes las tierras
que estos les habían arrebatado, y, a la vez, tenían que comprar, o rescatar, aquellas
tierras –las peores– que les habían dejado. Además de que debían abonar un rescate
por su propia independencia personal.

La segunda etapa del desarrollo del capitalismo en la agricultura de la Rusia


zarista por la vía prusiana fueron las reformas de Stolipin, realizadas de 1906 a 1911.
El zarismo, conservando la propiedad terrateniente, inició la supresión forzada de
la propiedad comunal campesina y la creación de economías campesinas ricas en
forma de granjas y alquerías.

Las reformas stolipianas otorgaban a los kulaks (campesinos ricos) el derecho


a saquear en las tierras comunales, de apoderarse de las mejores parcelas, a comprár-
selas a los campesinos más pobres por un precio irrisorio, etc. Por consiguiente, las
reformas stolipianas contribuyeron al ulterior avance del capitalismo en el campo, ya
que aceleraron la liquidación de la comunidad medieval, y acentuaron el proceso de
concentración de la tierra en manos de los kulaks y de los usureros.

No obstante, hubo zonas agrícolas de la Rusia zarista en las que el capitalismo


también se desarrolló por la vía americana.

La vía americana. Su nombre se debe a las reformas agrarias que tuvieron


lugar en las tierras occidentales de EE. UU. durante la segunda mitad del siglo XIX.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 551

Así se explica que desde fines del siglo XVIII se entablase una lucha frontal entre los
granjeros y la gran burguesía de los estados del nordeste a causa de las tierras libres
del oeste. Esta pugna se entrelazó con la lucha contra la esclavitud en el sur. Y por
ello, su desenlace fue determinado en gran medida por el éxito de la guerra civil de
1861-1865 entre el norte y los esclavistas del sur. En 1862, el Congreso de EE. UU.,
bajo presión de las masas revolucionarias que intervenían activamente en la guerra
civil, se vio obligado a aprobar el homestead-act o ley de las parcelas, resolviendo
de este modo el problema de las tierras libres del oeste. Según la mencionada ley,
cada ciudadano estadounidense que abonase una cuota de diez dólares podía obtener
65 hectáreas de tierra. A los cinco años de haberlas obtenido, si verdaderamente las
cultivaba se convertía en propietario de ellas, y se le otorgaba el correspondiente
certificado.

De este modo, la vía americana de desarrollo del capitalismo en la agricultura


fue una vía revolucionaria, exenta de todo vestigio feudal. El desarrollo del capita-
lismo en el campo según esta vía es mucho más rápido; va acompañado de la rápida
ruina de los pequeños granjeros, de la formación del proletariado agrícola y de la
creación de sectores considerables de campesinos ricos. Esta vía acarreó un acelera-
do progreso de las fuerzas productivas: mejoramiento de los cultivos, empleo de la
maquinaria, etc.

Una vía similar de desarrollo del capitalismo en el campo fue también la que
siguieron Francia y algunos de otros países. Sin embargo, tanto en EE. UU. como
en Francia, luego de realizadas las revoluciones agrarias, la tierra retornó paulatina-
mente a manos de la burguesía y de los granjeros acomodados. Esto prueba que, bajo
el capitalismo, junto a la propiedad feudal un tanto transformada, comenzó a nacer
y a desarrollarse la gran propiedad rural capitalista, adquirida por la burguesía a los
antiguos señores feudales y a los campesinos pequeños y medios que iban arruinán-
dose. Los capitalistas (industriales, banqueros, comerciantes o granjeros ricos), al
convertirse en propietarios de la tierra, disponen como terratenientes del monopolio
sobre ella.

Además de estas dos formas de gran propiedad rural (la propiedad feudal
transformada y la propiedad capitalista) existe también bajo el capitalismo la forma
campesina de propiedad de la tierra, basada en el trabajo personal de su dueño. Sin
embargo, pese a que los pequeños propietarios rurales son en todos los países, ex-
cepto Inglaterra, una clase bastante numerosa, poseen solo una parte insignificante
de toda la tierra y, al igual que los obreros asalariados, soportan una explotación
implacable por parte de los terratenientes, los usureros, los campesinos ricos, los
comerciantes y el alto clero.

Según las relaciones entre las formas de propiedad rural, el régimen capita-
lista se caracteriza en el campo por la presencia de tres clases: a) los terratenientes,
552 Francisco Chaparro Zapana

b) los capitalistas-arrendatarios o dueños de la tierra, y c) los obreros asalariados y


los campesinos pobres y medios. Los terratenientes no participan directamente en la
producción. Sus tierras son arrendadas a los capitalistas (granjeros) y los pequeños
productores (campesinos). Los capitalistas toman la tierra en arriendo para hacerla
producir contratando trabajo asalariado y obtener una ganancia mediante la venta de
los productos. Por eso, su arriendo es de tipo empresarial. Por el contrario, el peque-
ño campesino arrienda un trozo de tierra para poder mantenerse. El arrendamiento
constituye su modo de vivir.

El arriendo de la tierra trae consigo la separación entre la propiedad rural


y la producción agrícola. Mientras el terrateniente se limita a percibir la renta, el
capitalista-arrendatario cultiva la tierra con ayuda del trabajo asalariado.

1.2. Las diferencias entre la renta capitalista de la tierra y la renta feudal


En la sociedad capitalista, además de la clase capitalista, existen otra clase
explotadora, la de los terratenientes, quienes se apropian de una parte de la plusva-
lía bajo la forma de renta de la tierra. A la renta capitalista de la tierra la precede la
renta feudal. Tanto la renta feudal de la tierra como la capitalista representan en sí un
pago por el uso de la tierra a la clase parasitaria de los terratenientes, cuya base es la
explotación del trabajo ajeno.

La renta capitalista de la tierra se diferencia de la feudal en que expresa el tipo


capitalista de relaciones de producción en la agricultura. En la economía agraria feu-
dal existían dos clases sociales (señores feudales y siervos campesinos), mientras que
en el capitalismo existen tres: terratenientes, capitalistas y trabajadores asalariados.
Los terratenientes son los poseedores privados de la tierra, pero, generalmente ellos
mismos no conducen la explotación de sus tierras, sino que las entregan en arriendo a
los capitalistas, quienes instalan en ellas empresas agrícolas capitalistas. Los obreros
agrícolas asalariados venden su fuerza de trabajo a los capitalistas arrendatarios para
producir productos agrícolas y crear plusvalía. Esta plusvalía se disgrega en ganan-
cia media, que es la parte que se queda con los capitalistas arrendatarios, y la renta
de la tierra, que es la parte con la que pagan a los terratenientes. De este modo, la
renta capitalista de la tierra expresa las relaciones sociales de producción entre los
obreros asalariados, capitalistas arrendatarios y terratenientes.

Las diferencias concretas entre la renta capitalista y la renta feudal son:

a) Según su fuente de origen. En el feudalismo la fuente de la renta era el trabajo


excedente (y en parte el trabajo necesario) de los siervos o de los campesinos
productores dependientes; mientras que en el capitalismo la fuente de la renta
es la plusvalía creada por los trabajadores agrícolas asalariados.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 553

b) Según la forma de apropiación. Mientras que de la renta feudal de la tierra se


apropiaban mediante la violencia, en el capitalismo se apropian de la renta de
la tierra mediante las relaciones monetario-mercantiles, las cuales adquieren
la forma jurídica de un contrato de arrendamiento de la tierra entre el terrate-
niente y el capitalista-arrendatario.
c) Según su dimensión. La renta feudal de la tierra absorbe todo el producto
excedente creado por los campesinos; en el capitalismo la renta de la tierra no
puede absorber toda la plusvalía, ya que en este caso los capitalistas-arrenda-
tarios no obtendrían ninguna ganancia, y en consecuencia perderían el interés
por invertir su capital en la agricultura.

En el capitalismo la renta de la tierra es “una parte de la plusvalía, que queda


después descontar la ganancia media por el capital”2.

1.3. La renta, categoría económica de la sociedad capitalista


Si el terrateniente concediese en arriendo al capitalista solo la tierra como tal,
entonces la suma monetaria cancelada por el arrendatario al terrateniente coincidiría
con la renta de la tierra. Pero si el terrateniente entrega en arriendo la tierra dotada
de equipos de irrigación, construcciones de la empresa, etc., entonces en el pago por
concepto de arriendo se incluyen: 1. La renta, o pago por el uso de la tierra como
tal, y 2. La tasa de interés pagada por el uso temporal de los capitales invertidos
en esta tierra.

La renta, como categoría económica de la sociedad capitalista, no es otra cosa


que la parte de la plusvalía que se incorpora a la suma básica del pago por arriendo
abonada al dueño de la tierra por el arrendatario a cambio de usufructuarla. El pro-
pietario, por ende, percibe esta parte de la plusvalía en forma de renta por el solo
hecho de poseer la tierra en propiedad privada. Por eso, la renta capitalista, según
Marx, es la forma en que la propiedad territorial se realiza económicamente y reporta
un valor, una ganancia.

En consecuencia, es necesario señalar que la renta capitalista se diferencia


sustancialmente de la renta feudal. La renta capitalista –decía Lenin– “no es, en
modo alguno, un ingreso de la ganancia media del capital. Quiere decirse que la
renta implica trabajo asalariado en la agricultura, implica la conversión del agricul-
tor en granjero, en patrono”3, que toma la tierra en arriendo a un gran propietario
terrateniente.

2 Lenin, Vladimir Ilich. El programa agrario de la socialdemócrata en la primera revolución rusa de los años 1905-
1907. En: "Obras completas". T. 16, p. 274, traducido del ruso por F. Ch. Z.
3 Ibídem. T. 13, p. 269, traducido del ruso por F. Ch. Z.
554 Francisco Chaparro Zapana

La renta de la tierra en el capitalismo actúa bajo dos formas: 1. Como renta


diferencial obtenida de las relativamente mejores tierras o por las inversiones de ca-
pital comparativamente más productivas, y 2. Como renta absoluta obtenida de todas
las tierras independientemente de su calidad.

2. LA RENTA DIFERENCIAL DE LA TIERRA

2.1. El monopolio de la tierra en la economía capitalista y la formación del


precio
La tierra de cultivo se diferencia de los demás medios de producción porque
no es producto del trabajo, porque su área es limitada y no puede ser reproducida.

La limitación de la tierra en el sistema económico capitalista trae consigo el


surgimiento del monopolio de la tierra. Esto significa que cada parcela de tierra
como objeto de trabajo de la economía es monopolizada por un determinado capi-
talista, quien impide la inversión de algún otro capital más en ella. El monopolio
económico capitalista sobre la tierra acondiciona una particular formación del precio
en la agricultura.

Los precios de producción de las mercancías industriales son iguales a los


gastos promedios de producción del mayor volumen de una determinada mercancía,
más la ganancia media. En la agricultura el problema es diferente. Aquí sobre el
nivel de los gastos de producción ejerce gran influencia la calidad de la tierra. Por
ejemplo, con un mismo nivel técnico y en condiciones constantes, en las tierras ne-
gras la cosecha será mayor, y los costos de producción de cada unidad producida será
menor que en las arcillosas. Si el precio social de producción de los productos agrí-
colas es igual a los gastos de producción en las tierras medianas (o, con mayor ra-
zón, en las mejores) más la ganancia media, entonces, los capitales invertidos en las
tierras peores no reportarían la ganancia media a los capitalistas y, por consiguiente,
el labrado de estas tierras les resultaría perjudicial. Sin embargo, a consecuencia de
que la tierra es limitada, toda la demanda de productos agrícolas de la sociedad no
puede ser satisfecha solo con la producción de las tierras mejores y medianas; las
peores también serán cultivadas, siempre que el precio de sus productos compense
los gastos de producción y reporte al capitalista una ganancia media.

Lo limitado de la tierra y el monopolio de ella en la economía capitalista de-


terminan que el precio social de producción de los productos agrícolas sea regula-
do por los precios de producción en las parcelas de tierra peores (se sobrentiende,
con un nivel técnico promedio, normal). En otras palabras, este precio es igual a los
gastos de producción en la tierra (de las cultivables) de calidad peor más la ganancia
media.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 555

2.2. Surgimiento de la renta diferencial de la tierra


Noción general de renta diferencial. En la sociedad capitalista, la renta di-
ferencial aparece como una plusvalía suplementaria sobre la ganancia media. En
esencia, es una plusvalía extraordinaria, de igual forma que lo es la plusvalía extraor-
dinaria en la industria.

Es notorio que la plusvalía extraordinaria en cualquier rama de la industria


procede de la labor de los obreros asalariados de las mejores empresas, es decir, que
emplean una maquinaria y una tecnología más perfectas y modernas. También en la
agricultura hay tierras mejores, medianas y peores. Las mejores son las más fértiles
o las situadas más cerca de los mercados. Es en las mejores tierras donde se crea la
plusvalía extraordinaria de la que se apropia el dueño de la tierra en forma de renta
diferencial. Sin embargo, mientras la plusvalía extraordinaria en la industria es un
fenómeno pasajero para cada capitalista aislado, en la agricultura esta no es un
fenómeno temporal, sino relativamente constante.

Si en alguna rama de la industria surgen empresas mejor equipadas técnica-


mente, y sus dueños perciben una plusvalía mayor, los restantes capitalistas de la
misma rama pueden instalar empresas similares cerca de aquellas o en cualquier
otro lugar, privando de plusvalía extraordinaria al primer dueño. Sin embargo, en
la agricultura esto no puede suceder porque la tierra es el medio fundamental de
producción, y sus zonas más fértiles son limitadas y están explotadas por empresas
capitalistas privadas. Los capitalistas-granjeros, que cultivan los terrenos medianos
y mejores, poseen una especie de monopolio de la tierra como objeto de explota-
ción. Poseen este monopolio porque los otros capitalistas-arrendatarios no están en
condiciones de crear haciendas similares cerca o lejos, a causa de la limitación de los
terrenos y porque los mismos se hallan ocupados. Este monopolio es el que da lugar
a que el valor excedente creado en las tierras mejores y medianas se convierta, dentro
de la agricultura, en un fenómeno relativamente constante.

La diferencia de fertilidad de las tierras en la agricultura capitalista da lugar


a que el precio social de producción (coste de producción más ganancia media) de
los productos agrícolas no se determine –como sucede en la industria– por las con-
diciones medias, sino por las peores condiciones de producción, es decir, por las
condiciones de producción socialmente necesarias en las tierras peores en fertilidad
y ubicación.

Ello obedece a que la población urbana y la industria, que se desarrollan bajo


el capitalismo, no pueden ser abastecidas con artículos de consumo y materias primas
tan solo con los productos de las tierras medianas y mejores, sino que debe contarse
también con los de las peores. Por tanto, los precios de producción de las mercancías
procedentes de la agricultura deberán ser también determinados por las condiciones
556 Francisco Chaparro Zapana

de producción en las tierras peores. Si, por el contrario, se determinaran según las
condiciones de producción en las tierras mejores o medianas, las peores no se culti-
varían, pues el capital invertido en ellas no reportaría a los granjeros-capitalistas la
ganancia media, y más bien transferirían su capital a otros sectores de la producción
donde fuese posible obtenerla. Pero ello repercutiría reduciendo la producción de
artículos agrícolas y encareciéndolos, por cuanto la demanda crecería considerable-
mente. Los precios de los productos agrícolas subirían hasta un nivel que permitiría
obtener la ganancia media cultivando las tierras peores. Como vemos, a causa de la
imposibilidad de satisfacer la demanda de productos agrícolas cultivando tan solo las
tierras mejores y medianas, entran en juego las peores, y las condiciones de produc-
ción en ellas son las que determinan el precio social de la producción.

Este precio, que se establece de modo objetivo y espontáneo, permite al ca-


pitalista-granjero, que cultiva las peores tierras, cubrir los gastos de producción y
obtener una ganancia media sobre el capital, y al capitalista-granjero que cultiva
una tierra relativamente mejor, percibir un beneficio mayor, constituyendo la renta
diferencial. Sin embargo, no es la mejor tierra como tal la que crea la ganancia ex-
traordinaria. Esta es fruto de un trabajo más productivo de los trabajadores agrícolas
que la cultivan.

2.3. Las formas y la diversidad de la renta diferencial


Las propias tierras facilitan las condiciones para una productividad diferente.
En una tierra de mejor calidad el trabajo rinde más que en otra peor. Y “el trabajo,
cuando su fuerza productiva es excepcional, actúa como trabajo potenciado creando
en el mismo espacio de tiempo valores mayores que el trabajo social medio de la
misma clase”4.

En la agricultura, el trabajo socialmente necesario se determina por las con-


diciones de producción en las tierras peores, y suele encarnar en un producto menor
que el trabajo altamente productivo en una tierra mejor de la misma extensión y con
el mismo consumo de capital. De ahí que el capitalista-arrendatario de la tierra mejor
logre un precio individual de producción inferior al precio social. Pero el capitalista-
arrendatario de la tierra mejor, valiéndose del monopolio de la tierra como objeto de
explotación, vende sus productos al precio social de producción y, por consiguiente,
percibe una ganancia superior, que suele ir a parar al bolsillo de los dueños de la
tierra en forma de renta diferencial. De modo que, aunque la propiedad privada de la
tierra no guarda relación con la formación de la renta diferencial, sí tiene un vínculo
directo con su apropiación.

Por lo visto, la renta diferencial es un excedente sobre la ganancia media


normal del capital; dicho de otro modo, la renta diferencial representa la diferencia

4 Marx, Carlos. Óp. cit., El capital. La Habana-Cuba, 1980. Ed. CCSS. T. 1, p. 274.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 557

entre el precio social de producción en las peores tierras y el precio individual de


producción en las tierras mejores y medianas.

La fuente de la renta diferencial es el trabajo de los obreros agrícolas asalaria-


dos, y la causa de su formación radica en el monopolio de la tierra como objeto de
explotación capitalista.

Las condiciones indispensables para la formación de la renta diferencial son:


1. La existencia de tierras distintas según su fertilidad o su ubicación respecto al
mercado, y 2. La inversión sucesiva de capital adicional en un mismo terreno.

Marx llamó renta diferencial I, a la renta determinada por una diferencia


de productividad en tierras distintas según su fertilidad y su ubicación geográfica
en relación a los mercados, y llamó renta diferencial II a la que procede de una
productividad distinta obtenida mediante la inversión adicional de capitales en un
mismo terreno.

La renta diferencial I, a su vez, se subdivide en dos variantes: a) renta según


la fertilidad, obtenida de las tierras de mayor fertilidad relativa; y b) renta según la
ubicación, obtenida de las tierras relativamente mejor ubicadas.

A continuación examinemos cada tipo de renta:

2.4. La renta diferencial según la fertilidad del suelo


Supongamos que de tres parcelas de tierra de igual extensión, pero de fertili-
dad distinta, la primera sea la peor; la segunda, la mediana, y la tercera, la mejor. Y
que, con una inversión igual de capital en todas ellas –100 dólares en cada hectárea–,
en la tierra peor (parcela A) la cosecha de trigo sea 10 quintales por hectárea, en la
tierra mediana (B), 12 quintales y en la mejor (C), 15 quintales; cuando la tasa me-
dia de ganancia es de 20%. En tal caso, el precio individual de producción (costo de
producción más ganancia media) de todo lo producido en cada parcela será de 120
dólares (100 + 20), es decir, idéntico.

Mientras tanto, el precio individual de producción por cada unidad (1 quintal)


en la parcela A será de 12 dólares (120 ÷ 10); en la parcela B, de 10 dólares (120 ÷
12), y en la parcela C, de 8 dólares (120 ÷ 15).

La cantidad de todas estas tierras es limitada y monopolizada como objeto


de explotación económica capitalista, el precio social de producción de 1 quintal de
trigo es regulado por los costos de producción de las tierras peores, es decir, que en
nuestro ejemplo este es igual a 12 dólares.
558 Francisco Chaparro Zapana

Pero como en el mercado todo el trigo será vendido según el precio social de
producción, determinado por las condiciones de la parcela A, el capitalista obtiene
de la venta del trigo: 120 dólares (12 dólares × 10 quintales), en la parcela B: 144
dólares (12 dólares × 12 quintales) y en la parcela C: 180 dólares (12 dólares × 15
quintales). En tal caso, los 120 dólares obtenidos en la parcela A solo cubren los cos-
tos de producción del capitalista (100 dólares) más la ganancia media (20 dólares),
pero en las parcelas B y C por encima de la amortización de los costos de producción
y de la obtención de la ganancia media se forma una ganancia suplementaria en las
proporciones de 24 dólares (144 – 120) en la parcela B y de 60 dólares (180 – 120)
en la parcela C. Esta ganancia suplementaria es transferida por los capitalistas-arren-
datarios a los terratenientes latifundistas como pago por el uso de sus tierras y se
convierte en renta diferencial de la tierra.

Este ejemplo lo representamos en el siguiente cuadro:

CUADRO N.° 1: RENTA DIFERENCIAL I

Precio individual Precio social de


de producción producción

Ganancia adicional o renta


Producción en quintales

De toda la producción (7#4)


Inversión de capital
(clase de suelos)

Ganancia Media

De toda la producción

De un quintal (5/4)

(8-5) (en $)
diferencial
Parcelas

De un quintal
(en $)

(en $)

(en $)

1 2 3 4 5 6 7 8 9
A 100 20 10 120 12 12 120 -
B 100 20 12 120 10 13 144 24
C 100 20 15 120 8 12 180 60

Por lo visto, la renta diferencial I según la fertilidad es igual a la diferencia


entre el precio social de producción y el precio individual de producción de los
productos agrícolas en las tierras de fertilidad mediana y mejor.

Así, la creación de la renta diferencial depende de la fertilidad natural y de


la ubicación de la tierra, siendo de notar, como dijo Marx, que desde el punto de
vista de la influencia sobre la magnitud de la renta, “(…) la fertilidad y la situación
pueden actuar en sentido opuesto. Una tierra puede estar muy bien situada y ser muy
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 559

poco fértil, y viceversa. Esta circunstancia tiene importancia, pues explica por qué
para roturar las tierras de un país dado se puede proceder empezando por las tierras
mejores y pasando luego a peores, o al revés”5.

El capitalista-arrendatario no puede apoderarse de la renta diferencial I; tiene


que cederla al dueño de la tierra, según contrato.

2.5. La renta diferencial I según la ubicación del suelo


La renta diferencial I también se crea en virtud de la diferencia de ubicación
de las tierras. Algunas están ubicadas cerca al mercado de venta de sus productos,
otras más o menos a cierta distancia. Cuanto más lejos del mercado esté ubicada la
tierra, tanto mayor serán los gastos de transporte por el traslado y la realización de
la producción en el mercado, los que son incluidos en el precio de producción. Por
eso, para una tierra más alejada del mercado el precio de producción del producto es
mayor que para las tierras más cercanas.

La cantidad limitada de tierras cercanas al mercado y la necesidad de satisfa-


cer la demanda social de productos agrícolas determinan que las tierras más alejadas
sean también cultivadas, en virtud de lo cual el precio social de producción es igual
al precio individual de producción de las tierras alejadas. En consecuencia, en las
tierras cercanas al mercado se forma la ganancia suplementaria, la misma que se
convierte en renta diferencial.

Esclarezcamos esto con el siguiente ejemplo: supongamos que tanto en una


parcela de tierra alejada del mercado A como también en una parcela cercana B, la
cantidad de trigo producido es 12 quintales, y además que los gastos de producción
de cada quintal son 8 dólares, pero para trasladarlo desde la primera parcela hasta
el mercado es necesario gastar 1 dólar por 1 quintal, y desde la segunda parcela, 2
dólares. Entonces, cuando la tasa media de ganancia es de 20%, el precio social de
producción de 1 quintal de trigo, mientras el precio individual de producción es el de
la parcela A, será de 12 dólares (10 dólares son los gastos de producción y transpor-
te, y la ganancia media es de 2 dólares), en la parcela B cercana al mercado el precio
individual de producción de 1 quintal es de 10,8 dólares (9 dólares son los costos de
producción y transporte y 1,8 dólares es la ganancia media). Por consiguiente, en la
parcela B al venderse cada quintal de trigo por 12 dólares se obtiene una sobrega-
nancia de 1,2 dólares (12 – 1,8), y toda la ganancia suplementaria de esta parcela es
de 24 dólares (1,2 dólares # 12 quintales).

La diferencia entre el precio social de producción de los productos agrícolas


y su precio individual de producción en las parcelas cercanas al mercado, consti-
tuyen la renta diferencial I según su ubicación.

5 Ibídem. T. 3, p. 661.
560 Francisco Chaparro Zapana

2.6. La renta diferencial II


El incremento de la producción de productos agrícolas puede ocurrir de dos
formas: 1. Mediante la ampliación del área cultivable de las mismas tierras, y 2. Me-
diante un cultivo más intensivo de aquellas mismas tierras.

La intensificación de la producción agrícola6 en el capitalismo se da cuando


en las parcelas de las tierras de cultivo se efectúan gastos adicionales de capital en
máquinas, abonos químicos, irrigaciones, mejoramiento de suelos, etc.

Con varias inversiones de capital en un mismo suelo la productividad de estas


inversiones adicionales puede ser variada. Por ejemplo, si en la primera inversión
de capital de 100 dólares se obtienen 12 quintales de producción, entonces a conse-
cuencia de la segunda la inversión adicional de capital en 100 dólares la producción
puede aumentar en 15 quintales (con productividad creciente) o bien en 12 quintales
(si la productividad es constante), o en 11 quintales (si la productividad es decre-
ciente). Pero en cualquier caso, si solo el producto de las inversiones adicionales
de capital en las tierras mejores y medianas supera lo producido con igual gasto de
capital en la tierra peor, surge la ganancia adicional de las inversiones adicionales de
capital. Esta ganancia adicional también conforma la renta diferencial II.

Por regla general, las inversiones adicionales de capital se llevan a cabo en las
tierras mejores, debido a que estas, por su natural fertilidad, ofrecen más garantía de
conseguir una ganancia mayor.

Ilustremos esto con el siguiente ejemplo: supongamos que todas las tierras
disponibles de la sociedad –según los datos del cuadro N.° 2– se dividen solo en dos
categorías: las peores A y las mejores B, mientras que en las primeras el gasto de
capital de 100 dólares da 10 quintales de producción y en las segundas, 12 quintales.
Además, que en la tierra mejor se efectúa una inversión adicional de capital de 100
dólares, y como resultado de ello se obtiene una producción adicional de 15 quinta-
les (un caso de productividad creciente). Optamos una tasa media de ganancia igual
a 20%.

6 Se entiende por agricultura intensiva, a diferencia de la extensiva, que toda nueva inversión de capital implica una
extensión del área cultivada y la concentración de capital en un mismo terreno, o sea la inversión consecutiva de
capital en una misma finca.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 561

CUADRO N.º 2: RENTA DIFERENCIAL II

Precio individual Precio social de


de producción producción

Ganancia adicional o renta


Producción en quintales
(en $) (en $)
Inversión de capital
(clase de suelos)

Ganancia Media

De toda la producción

De toda la producción

diferencial
De un quintal (5/4)
Parcelas

(en $)

(en $)

(8-5)
De un quintal

(7 × 4)
2 3 4 5 6 7 8 9
A 100 20 10 120 12 12 120 -
24
100 20 12 120 10 12 144
B 100 20 15 120 8 12 180 60

En el ejemplo dado: 24 dólares (la ganancia adicional de la primera inversión


de capital en la mejor tierra) es la renta diferencial I, y 60 dólares (la ganancia
adicional de la segunda inversión de capital en la misma tierra) conforman la renta
diferencial II.

En resumen, la renta diferencia II es la ganancia adicional obtenida de las


inversiones de capital adicionales en una parcela dada de tierra, bajo la forma
de la diferencia entre el precio social y el precio individual de producción de los
productos agrícolas.

2.7. Las diferencias entre ambas formas de renta diferencial y la renta dife-
rencial en su conjunto
La primera diferencia entre ambas formas de renta diferencial radica en que
la renta diferencial I surge aun sobre la base de una explotación agrícola exten-
siva, pero la renta diferencial II surge solo sobre la base de la intensificación de
la producción agrícola. De aquí se infiere que la renta diferencial I precede históri-
camente a la renta diferencial II. Al penetrar en la agricultura, el capitalismo, en un
principio, no modifica la técnica de la producción; se limita a ampliar el volumen de
la empresa, y esto fue posible por la abundancia de tierras de cultivo que había en-
tonces. Pero a medida que el capitalismo evolucionaba (expandiendo la técnica y la
ciencia) y se ampliaba la demanda de productos agrícolas, los capitalistas-arrendata-
rios, en su afán por obtener mayores ganancias, pasaron al cultivo intensivo creando
las premisas para el surgimiento de la renta diferencial II.
562 Francisco Chaparro Zapana

La segunda diferencia entre ambas formas de renta diferencial se da en fun-


ción de quienes la obtienen. De la renta diferencial I se apropian íntegramente
los terratenientes; mientras que de la renta diferencial II se apropian, parcial y
transitoriamente, los capitalistas-arrendatarios. Al entregar la tierra en arriendo al
capitalista, las dimensiones de la renta son acordadas anteladamente mediante un
contrato de arriendo por varios años. Si antes del vencimiento del plazo de contrato
el capitalista-arrendatario realiza en las mismas tierras inversiones adicionales de ca-
pital, y estas le reportan una mayor ganancia, entonces de esta ganancia adicional se
apropia él mismo, sin tener que cederla al terrateniente. Pero cuando caduca el plazo
del contrato de arrendamiento, el terrateniente, sin duda, toma en cuenta la ganancia
adicional obtenida de las inversiones adicionales de capital y la incluye en el nuevo
contrato en el pago por arriendo.

Esta es la razón por la que los capitalistas-arrendatarios están interesados en


que los plazos de los contratos de alquiler sean prolongados, y los terratenientes, en
que dichos plazos sean más cortos. Así se evidencia la contradicción entre capita-
listas y terratenientes; pero esta contradicción es solo entre dos clases explotadoras
que se reparten la plusvalía entre ellas, la cual unos y otros obtienen en base a la
explotación de la clase obrera.

Y la tercera diferencia entre ambas formas de renta diferencial, es que la


renta diferencial I solo se forma en las tierras mejores y medianas, pero la renta
diferencial II puede formarse incluso en las tierras peores. Esto es posible, por
ejemplo, cuando en parte de las tierras peores los cultivos se llevan acabo de un
modo más intensivo, se harán inversiones adicionales de capital y su productividad
será mayor que en aquellas tierras peores, donde la producción agrícola continúa
siendo explotada extensivamente.

Hay algunos rasgos generales comunes a ambas formas de la renta diferencial.


En primer lugar, la causa que origina la renta diferencial capitalista siempre es el
monopolio capitalista de la tierra, vinculada con la limitación de esta. En segundo
lugar, cuantitativamente la renta diferencial siempre es igual a la diferencia entre el
precio de producción social y el precio individual de producción de los productos
agrícolas. Y en tercer lugar, la fuente general de la renta diferencial es la plusvalía
adicional, creada en la agricultura por los obreros asalariados. La fertilidad de la
tierra es solo la condición natural del origen de la renta diferencial, pero no su
fuente. Lo principal radica en que en las tierras mejores según su fertilidad o cul-
tivadas con mayor intensidad, la productividad del trabajo de los obreros es mayor
que en las tierras peores y que en las explotadas intensamente, y el trabajo de mayor
productividad crea el excedente de plusvalía sobre la ganancia media. Este exceden-
te también conforma la renta diferencial.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 563

Al expropiar la renta, terratenientes y capitalistas son copartícipes en la ex-


plotación de los obreros asalariados. Por eso, hay contradicciones antagónicas entre
ambas clases explotadoras (capitalistas y terratenientes) tomadas en su conjunto, de
una parte, y entre explotadores y clase obrera, de la otra.

2.8. Crítica a la llamada “ley de la fertilidad decreciente de la tierra”. Su con-


tenido clasista
En sus desmedidas ansias de ganancia, los capitalistas emplean la tierra de un
modo rapaz, sin preocuparse de mejorarlas, lo que provoca su agotamiento y, por
consiguiente, la disminución de los frutos del trabajo en el cultivo de la tierra. Para
ocultar este hecho, los economistas burgueses han inventado la denominada “ley de
la fertilidad decreciente de la tierra”.

La “ley de la fertilidad decreciente de la tierra” fue bosquejada por primera


vez en el siglo XVIII por el fisiócrata francés Anne Robert Jaques Turgot, y en el
siglo XIX dicha “ley” fue adoptada por David Ricardo y Thomas R. Malthus. Al
relacionar con esta supuesta ley su teoría, Ricardo sostenía que la renta diferencial
presupone necesariamente el paso al cultivo de tierras cada vez peores. Pero, como
le refutó Carlos Marx, este paso puede realizarse lo mismo de las mejores tierras a
las peores, que de las peores a las mejores.

Este error teórico de Ricardo fue aprovechado, en su interés de clase, por los
representantes de la economía política burguesa vulgar, empezando por Malthus y
terminando por los apologistas modernos del capitalismo, incluidos en especial los
neomalthusianos y neoliberales.

Durante el siglo XX también los economistas Alfred Marshall y John M. Ke-


ynes pretenden explicar las contradicciones propias del capitalismo y, ante todo, el
creciente empobrecimiento de las masas trabajadoras mediante la “ley de la ferti-
lidad decreciente”. Por ejemplo, según Marshall: “Cualquiera que fuese el futuro
desarrollo de la técnica agrícola, el crecimiento continuo de la inversión de capital y
trabajo sobre la tierra debe, al fin de cuentas, tener como resultado la reducción de la
producción adicional, la cual puede ser obtenida con un determinado gasto adicional
de capital y trabajo”7.

Entonces, ¿a qué llaman “ley de la fertilidad decreciente de la tierra”? Se-


gún sus partidarios, en la agricultura cada nueva inversión de capital en una deter-
minada unidad de superficie produce menos resultado que las anteriores, que cada
innovación aplicada sobre el terreno tiene un efecto cada vez menor.

7 Marshall, Alfred. Principles of Economics. New York, 1927, p. 153, traducido del inglés por F. Ch. Z.
564 Francisco Chaparro Zapana

Para respaldar sus afirmaciones, los voceros de la “ley de la fertilidad decre-


ciente” aducen el siguiente argumento: “Si las inversiones consecutivas de trabajo y
capital en la tierra no diesen una cantidad menor, sino igual, de productos, no habría
necesidad alguna de ampliar las tierras de cultivo. En una sola hectárea sería posible
producir todo lo necesario para la existencia de toda la sociedad humana”.

Al criticar a los portavoces de esta “ley”, en particular a Bulgákov, Lenin dice,


en su libro El problema agrario y los “críticos” de Marx, que el citado argumento
no representa sino una abstracción hueca “que deja al margen lo principal: el nivel
de la técnica, el estado de las fuerzas productivas”8.

Evidentemente, como lo señalara Lenin, las inversiones sucesivas de trabajo


y capital son posibles en pequeña escala y con una técnica invariable, y “(…) en tal
caso es aplicable hasta cierto punto la ‘ley de la fertilidad decreciente’; es aplicable
en el sentido de que el estado invariable de la técnica deja un margen muy estrecho
a las inversiones adicionales de trabajo y de capital (…) Pero incluso en estos estre-
chos márgenes, donde, pese a todo, son posibles las inversiones adicionales de tra-
bajo y de capital, no siempre y no incondicionalmente va a observarse un descenso
de la productividad de cada inversión adicional”9.

En los demás casos, cuando progresa la técnica y mejoran los métodos de cul-
tivo, la “ley de la fertilidad decreciente” no es aplicable en absoluto.

No era posible que los promotores de la mencionada “ley” no reparasen en


la innovación técnica en la agricultura. Por eso, a fin conciliar de algún modo su
“teoría” con la realidad virtual, es decir, con el progreso técnico de la agricultura,
recurrieron a la argucia polémica de que el progreso técnico representa una tendencia
temporal, mientras que la fertilidad decreciente del suelo era una “ley universal”.
Lenin sometió también al fuego de su crítica estos argumentos de los apologistas del
capitalismo.

A fin de hallar cierto asidero a la “ley de la fertilidad decreciente”, los econo-


mistas subjetivos alegan también que el hombre primitivo lograba los dones de la
naturaleza con menos trabajo que la humanidad moderna, ya que ahora es mucho
más difícil procurarse alimentos.

Para rebatir tan burda afirmación, Lenin anotaba: “Jamás ha existido un siglo
de oro, y el hombre primitivo estaba totalmente agobiado por la dificultad de la
existencia, por lo arduo de la lucha contra la naturaleza. El empleo de la maquinaria

8 Lenin, V. I. Obras. T. 5, p. 93.


9 Ibídem.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 565

y el mejoramiento del sistema de producción han aliviado de manera inconmensura-


ble esta lucha del hombre en general y la producción de alimentos en particular. La
dificultad que ha aumentado no es la de producir alimentos, sino la del obrero para
conseguirlos; ha aumentado porque el desarrollo del capitalismo ha inflado la renta
del suelo y el precio del mismo”10.

Queda, pues, al descubierto la índole apologética de esta supuesta “ley”. La


necesitaban los defensores del capitalismo para atribuir a la naturaleza todos los
sufrimientos de los trabajadores, pretendiendo ocultar, de tal modo, las profundas
contradicciones del sistema económico capitalista.

Tanto en los propios países capitalistas como en los países socialistas, la prác-
tica ha demostrado la inexistencia de semejante “ley”. El agotamiento del suelo bajo
el capitalismo se explica por el carácter depredador de su empleo, pero no es el resul-
tado de la vigencia de esta ficticia “ley de la fertilidad decreciente de la tierra”.

La teoría de la “fertilidad decreciente”, por su contenido de clase, es una teoría


anticientífica de la apologética burguesa. Sus partidarios sostienen que a consecuen-
cia de la “ley de la fertilidad decreciente de la tierra” se experimenta una creciente
escasez y falta de productos agrícolas y una mayor elevación de sus precios, que ex-
plicaría la necesidad y la privación de las masas. Así se expresaba, por ejemplo, J.M.
Keynes, cuando dice que la “ley de la fertilidad decreciente de la tierra” es como un
“espíritu del mal” desencadenado, culpable de la falta de alimentos y de su carestía.

Al criticar la teoría de la “fertilidad decreciente”, Lenin desenmascaró su con-


tenido clasista, señaló que ella pretende justificar el régimen capitalista culpando
del empeoramiento de la situación de las masas populares a la naturaleza, y no al
capitalismo. En contraposición a la “teoría de la fertilidad decreciente”, Lenin anotó:
“No se incrementa la dificultad de producir alimentos, sino la dificultad de obtener
alimentos para el obrero, aumentó porque el desarrollo capitalista elevó la renta de la
tierra y el precio de la tierra, concentró la producción agraria en manos de los gran-
des y pequeños capitalistas, concentró aún más las máquinas, instrumentos, dinero,
sin los cuales es imposible una producción exitosa. Explicar esta dificultad creciente
de existencia de los obreros que la naturaleza reduce sus dones, significa terminar
siendo un apologeta burgués”11.

En las actuales condiciones la “ley de la fertilidad decreciente de la tierra”,


junto a las teorías neomaltusianas de la población, es usada no solo para justificar el
capitalismo, sino también para justificar las guerras saqueadoras del imperialismo.

10 Ibídem, p. 95
11 Ibídem, El problema agrario y la “crítica de Marx”. T. 5, pp. 103-104.
566 Francisco Chaparro Zapana

Los apologetas del imperialismo ven en las guerras un medio para restablecer algún
contrapeso entre la cantidad poblacional del globo terráqueo y la creciente escasez
de alimentos. El hecho de que la teoría de la “fertilidad decreciente” sirve a la apolo-
gía de las guerras imperialistas, muestra claramente su carácter archireaccionario.

3. LA RENTA ABSOLUTA DE LA TIERRA

3.1. Las dos formas de monopolio en la agricultura


Al examinar la renta diferencial, partimos del supuesto de que la tierra peor
no produce renta. Pero como la tierra es propiedad privada, su dueño no la concede
en gratuidad al arrendatario aun si es de las peores, y exige una renta por ellas. Por
eso, Marx llamaba renta absoluta a la percibida por el arriendo de todas las tierras,
cualquiera fuese su fertilidad o su ubicación. Él señalaba como causa formadora de
la renta absoluta otro tipo de monopolio en la agricultura: el monopolio de la pro-
piedad privada de la tierra.

Además del monopolio económico capitalista de la tierra existe el monopolio


de la propiedad privada de la tierra. El monopolio económico capitalista sobre la
tierra consiste en que la tierra es monopolizada por los capitalistas como objeto
de la economía, mientras cada parcela de tierra es explotada de modo monopólico
por un determinado capitalista, quien no permite a otros capitalistas la posibilidad de
invertir sus capitales en aquella misma tierra. El monopolio de la propiedad privada
de la tierra se resume en ser monopolizada por los terratenientes como objeto de
propiedad, de quienes depende permitir o no la inversión de capital en su tierra.

Este monopolio significa que la tierra se encuentra en manos de los grandes


terratenientes, por lo que solo ellos pueden permitir la aplicación del capital en la
agricultura. El monopolio de la propiedad privada de la tierra abarca todas las zonas
territoriales, independientemente de su fertilidad o de su ubicación respecto de los
mercados, dificulta la movilización del capital de la industria a la agricultura, frena
la aplicación de nuevas técnicas agrícolas y contribuye al retraso de la agricultura
con respecto a la industria. A causa de los factores señalados, la composición orgá-
nica media del capital invertido en el campo es siempre inferior a la del capital en
la industria. Ello significa que, en la agricultura, por cada 100 unidades de capital se
crea más plusvalía que en la industria con la misma cuota de explotación. Pero como
el monopolio de la propiedad privada de la tierra obstaculiza el paso del capital de la
industria a la agricultura, la plusvalía adicional no se distribuye entre los capitalistas
agrarios e industriales (no toma parte en la formación de la cuota media de ganan-
cia), sino que se queda en la agricultura y va a parar al bolsillo del propietario de la
tierra en forma de renta absoluta.

Por lo tanto, el monopolio de la tierra en la economía capitalista condiciona la


aparición de la renta diferencial de la tierra. Pero esta renta, por lo general, se forma
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 567

en las tierras de calidad mejor y mediana. El monopolio de la propiedad privada de


la tierra crea la renta absoluta, la cual es pagada por el uso de cualquiera de las
tierras, sin importar de la calidad que sea. Pero, ¿de qué modo puede el capitalista-
arrendatario pagar la renta absoluta y, a la vez, obtener la tasa media de ganancia
(condición que es necesaria para que el capital sea invertido en la tierra)?

3.2. El mecanismo de formación de la renta absoluta


El monopolio de la propiedad privada de la tierra limita la inversión de capital
en esta: el terrateniente no permitirá al capitalista invertir incluso en la peor tierra sin
que le sea pagada la renta. Y esto limita también la propia producción de productos
agrícolas. A su vez, la limitación de las cantidades de la producción de productos
agrícolas, cuando su demanda es grande, trae consigo que sus precios se eleven en el
mercado por arriba del nivel de su precio social de producción.

Supongamos que el precio de producción de 1 quintal de trigo en la peor tierra


es de 10 dólares, de los cuales 8 dólares amortizan los gastos de producción, y 2 dó-
lares es la ganancia media. En este caso, mientras el precio real del trigo se mantenga
en el nivel de 10 dólares, no será ventajoso arrendar la tierra peor y pagar por ella
la renta. Pero si las tierras peores no son cultivadas, entonces la producción de pro-
ductos agrícolas cubre su demanda. Por eso el precio de mercado de estos productos
empiezan a elevarse desde los 10 dólares, por ejemplo, hasta 11 ó 12 dólares, es decir
por encima del precio social de producción. Cuando ocurra esto, el capitalista podrá
arrendar también la peor tierra, ya que el precio de su producto no solo amortizará
los gastos de producción, proporcionará la ganancia media y también una ganancia
adicional que podrá ser transferida al terrateniente en forma de renta de la tierra.

Si el precio social de producción del trigo es igual a K + g, donde K representa


los costos de producción en la tierra peor y g, la ganancia media, entonces el precio
real por el que el trigo es vendido en el mercado es igual a K + g + r, donde r es la
renta absoluta. Por consiguiente, el monopolio de la propiedad privada de la tierra
conduce a que los precios de los productos agrícolas se elevan por encima del pre-
cio social de producción, a consecuencia de lo cual incluso en las peores tierras se
obtiene la ganancia complementaria, la cual se convierte en renta absoluta.

Al cosechar los productos agrícolas, la renta absoluta es al mismo tiempo una


de las causas del empeoramiento de las condiciones materiales de vida de las masas
populares en la sociedad capitalista.

Pero entonces se plantea la pregunta: ¿será compatible la renta absoluta con


la acción de la ley del valor?
568 Francisco Chaparro Zapana

Suponiendo que la existencia de la renta en las tierras de peor calidad se con-


trapone a la ley del valor, David Ricardo negó la existencia de la renta absoluta.
La teoría científica de la renta absoluta fue formulada por primera vez por Carlos
Marx, quien descubrió que la existencia de la renta absoluta no contradice a la ley
del valor.

El mecanismo a través del cual se forma la renta absoluta está determinado


por la diferencia entre la magnitud del valor y el precio social de producción de
los productos agrícolas. El margen de esta diferencia depende de la competencia en
el mercado. Sin embargo, sea cual fuere la desviación del precio respecto del valor
en el mercado, la obtención y la apropiación de la renta absoluta, como lo demostró
Marx, tiene como base la ley del valor.

3.3. La fuente de la renta absoluta


Como quedó aclarado en el capítulo X, en las ramas con elevada composición
orgánica del capital el precio de producción se desvía por encima del valor, y en las
ramas con baja composición orgánica del capital se desvía por debajo del valor. La
agricultura en el capitalismo, en el largo plazo, según el nivel de la técnica, se retrasa
significativamente de la industria; como resultado de esto se configura una composi-
ción orgánica del capital más baja en la agricultura que en la industria. Esto significa
que el precio de producción de los productos agrícolas es menor que su valor y, por
consiguiente, el valor de los productos agrícolas supera su precio de producción.

Ilustremos esto con el siguiente ejemplo: supongamos que c : v en la in-


dustria = 4 : 1, y en la agricultura = 1,5 : 1. Entonces, la composición orgánica
media del capital en la industria es de 80c + 20v, y en la agricultura, por ser más baja,
de 60c + 40v. En tal caso, con una tasa de plusvalía idéntica en la industria y en la
agricultura (convengamos en 100%), por cada 100 unidades de capital se producirá
una cantidad desigual de plusvalía. En la industria se producirán 20 unidades y 40
en la agricultura.

De acuerdo con ello, el valor de la producción industrial equivaldrá a 120


unidades y el de la agrícola a 140. Pero como la tasa media de ganancia (en nuestro
ejemplo, la de la agricultura equivale al 20%), el capitalista-arrendatario, al igual que
el capitalista industrial, obtendrá un beneficio medio igual al 20%.

Por esto, el precio de la producción agrícola (precio de coste más ganancia


media) ascenderá a 120 (100 + 20), mientras que el valor de esta producción equi-
valdría a 140 unidades. Por consiguiente, el valor de la producción agrícola rebasa
el precio general de producción. La diferencia entre el valor y el precio general de
producción en la agricultura (140 – 120) equivale, en nuestro ejemplo, a 20 unidades
y forma la renta absoluta.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 569

De lo expuesto deducimos que la renta absoluta representa un excedente del


valor sobre el precio social de producción, excedente que se crea en la agricultura a
causa de la más baja composición orgánica de su capital y que va a parar a manos del
propietario de la tierra. La causa de que este excedente de plusvalía quede en poder del
terrateniente radica en el monopolio de la propiedad privada de la tierra, el cual dificulta
el paso del capital de la industria a la agricultura. De no existir la propiedad privada de la
tierra, el excedente pasaría al fondo común de redistribución de la ganancia capitalista,
elevando en cierto modo la cuota media de ganancia de cada capitalista.

3.4. La propiedad de la tierra y la composición orgánica del capital en la for-


mación de la renta absoluta
No se debe confundir la causa de la renta absoluta y su fuente. Es necesario
diferenciar dos preguntas: 1. ¿Por qué existe la renta absoluta? y 2. ¿De dónde se
la extrae?

El monopolio de la propiedad privada de la tierra limita la posibilidad de la


inversión de capital en ella; por eso, los precios de los productos agrícolas se elevan
por arriba del precio social de producción y surge la renta absoluta de la tierra. Por
tanto, el monopolio de la propiedad privada de la tierra es la causa de la existencia
de la renta absoluta, mientras que la renta diferencial surge de modo independiente
de la propiedad privada de la tierra a consecuencia del monopolio de la economía
capitalista sobre la tierra.

En relación a ello, Marx anotó: “La renta diferencial se caracteriza porque en


ella la propiedad territorial solo absorbe la ganancia excedente, que se embolsaría el
arrendatario (…) En cambio, cuando la clase peor de tierra A no puede ser cultivada
–aunque su cultivo arrojase el precio de producción, una renta–, la propiedad de la
tierra actúa como la causa creadora de esta alza del precio. Es la misma propiedad
territorial la que engendra la renta”12. El verbo “crear” aquí significa que la propie-
dad privada de la tierra es la causa que crea la propia existencia de esta renta.

Entonces, la fuente de la renta absoluta es el excedente de plusvalía sobre la


ganancia media, el cual es creado en la agricultura por los obreros asalariados como
resultado de la baja composición orgánica del capital; pero su origen, igual que el de
la renta diferencial, es el trabajo excedente de los obreros agrícolas asalariados.

3.5. La renta monopolista en la agricultura


Marx considera a la renta diferencial y renta absoluta formas normales de la
renta capitalista en el campo. Pero, aparte de estas formas de renta, señalaba que en
la agricultura existía otra más: la renta monopolista.

12 Marx, C. Óp. cit. T. 3, p. 764.


570 Francisco Chaparro Zapana

La causa creadora de la renta monopolista es el precio alto –precio de mono-


polio– que “(…) se determina exclusivamente por la apetencia de compra y la capa-
cidad de pago de los compradores, independientemente del precio determinado por
el precio general de producción o por el valor de los productos”13.

El alto precio monopolista rebasa siempre el valor del producto agrícola. Ha-
bitualmente se fija para aquellos artículos de la agricultura que, en virtud de las es-
pecíficas condiciones de producción relacionadas con el clima, con el suelo, etc., no
bastan para satisfacer la demanda (clases de uvas, agrios, etc.).

La diferencia entre el precio de monopolio y el valor de estos productos es


abonada por los consumidores y constituye una superganancia que, en forma de ren-
ta monopolista, pasa a poder del dueño de la tierra en que su cultivan los productos
raros.

En el caso al que nos referimos, la creación de la superganancia monopolista


no depende de la propiedad privada de la tierra. Esta propiedad, no hace otra cosa
que convertir la superganancia en renta monopolista del suelo. Pero puede darse
también el caso de que la propiedad privada de la tierra constituya, de por sí, la cau-
sa de la creación de la renta monopolista. Esto sucede si el propietario de la tierra
dificulta el acceso del capital al cultivo de la misma, en virtud de los cual se reduce
la producción de productos agrícolas, elevándose sus precios por encima del valor y
convirtiéndose en precios monopolistas. En este caso, la fuente de la renta monopo-
lista será el alto precio de monopolio.

Así pues, como la causa de la formación de la renta monopolista está deter-


minada por el alto precio de monopolio, su origen no reside solo en el trabajo de los
obreros agrícolas, sino también en la redistribución de la plusvalía creada por los
obreros tanto en la industria como en la agricultura.

3.6. La renta en la industria minera y en la construcción


La renta no es privativa de la agricultura, existe también 1. La renta de la tie-
rra en la minería y 2. La de los lotes de terreno cedidos por sus propietarios para la
construcción de viviendas, oficinas, etc.

En la minería, al igual que en la agricultura, se forma la renta diferencial.


El subsuelo del que se extraen minerales (hierro, petróleo, carbón, etc.) se dife-
rencia a) por la riqueza de sus reservas y la profundidad de los yacimientos; y b)
por la proximidad o lejanía de los mercados. Allí donde el subsuelo es más rico,
donde el mineral se halla más cerca de la superficie y los mercados están próximos,

13 Ibídem, p. 783.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 571

el rendimiento de los obreros es mayor. En virtud de ello, el precio individual de


producción de una tonelada de hierro, de petróleo, de carbón, etc., extraída en con-
diciones favorables será inferior al precio social de producción. Pero, en el mercado,
cada una de estas mercancías se venderá según el precio social de producción, de-
terminado, igual que en la agricultura, por las peores condiciones de producción. La
ganancia extraordinaria, obtenida de esta manera en las minas mejores y medianas,
constituye la renta diferencial de la que se apropia el dueño de la tierra.

Pero el dueño de la tierra, además de la renta diferencial, percibe una renta


absoluta que se la proporcionan los capitalistas de la industria minera. La posibilidad
de la existencia de la renta absoluta en la minería se explica porque en ella la compo-
sición orgánica del capital es inferior a la composición orgánica media del capital en
toda la industria de la transformación. Esta circunstancia tiene su origen en el hecho
de que en la industria minera el nivel de mecanización es relativamente bajo, y no se
gasta nada en la adquisición de materias primas. Como resultado de todo ello, en la
industria extractiva se crea más plusvalía que en la de la transformación. Este super-
beneficio, es decir, la diferencia entre el valor y el precio social de producción en la
industria minera, va a parar a manos del dueño de la tierra como renta absoluta. Por
consiguiente, la renta absoluta en la minería eleva el precio del mineral, del petróleo,
de la hulla, etc., ya que se venden no por el precio social de producción, sino por un
precio aproximadamente igual a su valor.

En la industria minera, además de las rentas diferencial y absoluta, existe la


renta monopolista, que se obtiene en aquellas tierras cuyo subsuelo contiene mate-
riales raros, como uranio, diamantes, etc., los cuales se venden a precios superiores
al valor de la extracción. Cuando en estas ramas surgen y se desarrollan los monopo-
lios, que venden sus productos a precios por encima de su valor, entonces una parte
excedente del precio de monopolio sobre el valor puede ser absorbida por los terra-
tenientes y convertirse en renta monopolista. Así, en 1960, tan solo algunas firmas
petroleras de EE. UU. pagaron más de 2000 millones de dólares a los terratenientes
por arriendo de yacimientos petrolíferos.

La renta de la tierra en la minería repercute desfavorablemente en la empleo


del subsuelo. El monopolio de la propiedad privada de la tierra contribuye al fraccio-
namiento de las empresas extractoras. Y esto, a su vez, dificulta la mecanización de
las operaciones y provoca un encarecimiento de la misma producción en las ramas
de la industria minera.

Como lo expusimos antes, la renta del suelo se extiende a las zonas cedidas por
sus propietarios para construir viviendas, oficinas y otros locales. En las ciudades,
una parte considerable de la renta procede de los solares edificados. En el volumen
de la renta diferencial ejerce considerable influencia la ubicación de las zonas edi-
572 Francisco Chaparro Zapana

ficables. Cuanto más cerca del centro y de las empresas industriales se encuentran,
tanto mayor es la renta diferencial de ubicación. Su magnitud es determinada por las
dimensiones de la economía que reporta su más favorable ubicación.

Los propietarios de predios urbanos, aprovechándose de la escasez de estos


en muchas ciudades y centros industriales, y valiéndose de la creciente demanda de
viviendas, elevan verticalmente el pago de arrendamiento de los solares. Por eso, los
alquileres bajo el capitalismo rebasan siempre el precio de producción y el valor de
la unidad de superficie. Esta situación permite a los dueños de los solares cobrar una
renta monopolista, y en aquellos casos en que la composición orgánica del capital en
la construcción es menor que la composición orgánica de todo el capital social, se
apropian también de la renta absoluta.

Con el desarrollo del capitalismo aumentan todos los tipos de renta de los so-
lares edificables. Un ejemplo ilustrativo nos lo ofrece Inglaterra, donde, en los años
30 del siglo XX, sobre un total de 155 millones de libras esterlinas de renta del suelo,
100 millones correspondían a la renta territorial urbana.

La preponderancia de una elevada renta trae consigo un aumento ininterrum-


pido de los alquileres, frena la construcción de viviendas, es el principal motivo del
hacinamiento en las grandes ciudades de los países capitalistas y suscita un rápido
incremento de los precios de la tierra.

La propiedad privada de la tierra representa, asimismo, un freno para el de-


sarrollo de la industria. Los capitalistas de las ramas industriales se ven obligados a
invertir de manera improductiva una parte de sus recursos para adquirir predios en
los cuales construir sus empresas o en el pago de la renta del suelo a los propietarios
de esta.

4. EL PRECIO DE LA TIERRA Y SU ELEVACIÓN EN EL CAPITALISMO

4.1. Los factores determinantes del precio de la tierra


En el régimen capitalista, la tierra se convierte en objeto de compra y ven-
ta, entrando en la circulación mercantil con un precio determinado. ¿Cómo se
calcula su precio? No puede calcularse según el valor de la tierra, porque no lo
posee, pues no es producto del trabajo humano. “Lo que se compra con el precio
abonado –anotaba C. Marx– no es en realidad la tierra, sino la renta que de ella
se obtiene, calculada a base del tipo normal de interés”14. Por eso, los factores
determinantes de este precio son: la magnitud de la renta de la tierra y el nivel
de la tasa de interés.

14 Ibídem, p. 635.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 573

El dueño de la tierra la vende (transfiriendo a otra persona el derecho de pro-


piedad sobre la tierra y sobre la renta que ella proporciona) solo por una suma de
dinero (precio) que, puesta en el banco, le permitiría obtener unos intereses iguales
al ingreso que reporta la renta. Pero de ello se infiere que el precio de la tierra no es
otra cosa que la renta capitalizada.

Para mayor claridad, observemos el siguiente ejemplo: supongamos que la


parcela de tierra a vender proporciona a su dueño 2,000 dólares de renta anual, y el
interés pagado por los bancos equivale al 5%. En tal caso, el precio de una parcela
será igual a:
200 # 100 40 000 dólares
5 =
En este ejemplo, el dueño de los 40 000 dólares al comprar la tierra se encuen-
tra en la misma situación como si colocara su dinero en el banco, porque en ambos
casos con los 40 000 dólares obtendría un beneficio anual de 2000 dólares. Pero si
esta parcela no cuesta 40 000 dólares sino 50 000, entonces pagar semejante precio
no tendría sentido; porque colocando 50 000 dólares en el banco con un interés anual
del 5%, podría obtener un beneficio anual de 2400 dólares, en lugar que dicha parce-
la proporcione solo una renta anual de 2000 dólares.

Y así, el precio de la tierra es la renta de la tierra capitalizada. Ella es igual a


la renta de la tierra multiplicada por 100 y dividida entre la tasa de interés. De ello se
infiere que la elevación de la renta de la tierra trae consigo la elevación de su precio.
Si esta renta se eleva de 2000 a 4000 dólares, o sea en dos veces, entonces el precio
de la tierra se elevará de (2000 × 100) ÷ 5 = 40 000 dólares a (4000 × 100) ÷ 5 =
80 000 dólares, o sea en el doble.

De lo expuesto se infiere también que el precio de la tierra se eleva con la caída


de la tasa de interés. Tomemos como punto de partida nuestro primer ejemplo, donde
la renta = 2000 dólares, la tasa de interés = 5% y el precio de la tierra = 40 000 dólares.
Supongamos que la renta es la misma de antes y que la tasa de interés desciende al 2%;
en ese caso el precio de la tierra se elevará y será (2000 × 100) ÷ 2 = 100 000 dólares.

La renta y la tasa de interés determinan el nivel promedio del precio de la tie-


rra. En cada momento dado sus precios de mercado se configuran bajo la influencia
de la demanda de la tierra y de su oferta.

4.2. La elevación de la renta y del precio de la tierra con el desarrollo del


capitalismo
¿Qué sucede con el precio de la tierra a medida que se desarrolla el capita-
lismo? En general, con el desarrollo del capitalismo se eleva el precio de la tierra.
Por ejemplo, en EE. UU. el precio promedio de 1 hectárea era de 22,5 dólares en el
574 Francisco Chaparro Zapana

año 1900 y de 145,5 dólares en 1950. De 1950 a 1954 el precio promedio de la tierra
bajó de nuevo en 30%. Todas las tierras de uso agrícola en EE. UU., pertenecientes
a propietarios privados se valoraban en 14 500 millones de dólares en 1900 y en
87 600 millones en 1958.

La elevación de los precios de la tierra con el desarrollo del capitalismo se


debe a dos causas: 1. Al aumento de la renta de la tierra y 2. A la disminución de la
tasa de interés.

Al mismo tiempo, se eleva también la demanda de productos agrícolas y, con


ella, crece la renta diferencial I y II. La renta diferencial I crece debido al cultivo de
nuevas tierras, ya sean mejores o peores en cuanto a fertilidad y ubicación; pero la II
crece a causa de la forma más intensiva de los cultivos.

Simultáneamente se amplía la renta absoluta a causa del aumento de la dife-


rencia de la composición orgánica del capital agrario y el industrial. Esta diferencia
se hace mayor porque la agricultura, a medida que se desarrolla el capitalismo, se
rezaga más y más de la industria en lo que respecta al grado de mecanización.

Pero como la renta, absoluta y diferencial, crece sin cesar a medida que se
desarrolla el capitalismo, mientras que el interés bancario muestra una tendencia de-
creciente, el precio de la tierra aumenta siempre. Por ejemplo, si tomamos como 100
el año de 1933, el índice del precio de un acre de tierra en los EE. UU. se modificó
de la manera siguiente15:

1933 1940 1945 1950 1955 1959


100 117 176 245 317 400

Las cifras consignadas están referidas al primero de marzo de cada año. Del
ejemplo aducido sacamos en conclusión que los precios de la tierra aumentan rápi-
damente en los EE. UU. Una situación parecida observamos en los restantes países
capitalistas.

La elevación del precio de la tierra repercute fuertemente sobre los costos de


producción, ya que se invierten cuantiosos capitales no en la adquisición de maqui-
naria agrícola y de fertilizantes ni en mejorar los procedimientos de cultivo, sino
sencillamente en la compra de la tierra.

Solo así puede explicarse que en cualquier país capitalista el precio de la tierra
constituya la parte principal del valor de las empresas agrícolas. Refiriéndose a este

15 Materiales de estudio de economía política. Moscú, Gospolitizdat. 1961, p. 41, traducido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 575

fenómeno, Lenin citó el siguiente ejemplo en su obra Nuevos datos sobre las leyes
del desarrollo del capitalismo en la agricultura.

En el período de 1900 a 1910, el valor de todas las granjas de los EE. UU.
aumentó en 20 500 millones de dólares, correspondiendo al valor de los edificios,
locales de explotación, maquinaria y aperos tan solo 5000 millones de dólares, mien-
tras que el precio de la tierra aumentó en 15 000 millones de dólares16.

Son particularmente altos los precios de la tierra adquirida por los campesi-
nos, por cuanto la unidad de superficie territorial en las pequeñas parcelas se cotiza
siempre más que la de las grandes extensiones.

La elevación del precio de la tierra impide que la adquieran los campesinos


pobres o los braceros agrícolas, quienes se ven obligados a arrendarla de los grandes
terratenientes, cediendo a estos del 40 al 60% de sus ingresos. A consecuencia de
todo ello, se acentúa el empobrecimiento y la miseria de las masas trabajadoras del
campo.

Pero como el aumento del precio de la tierra es originado por la constante ele-
vación de la renta, la renta absoluta y la renta monopolista hacen subir el precio de
los artículos agrícolas, lo que, a su vez, acarrea a la clase obrera una depauperación
mayor.

5. EL DESPLAZAMIENTO DE LA PEQUEÑA PRODUCCIÓN POR LA GRAN


PRODUCCIÓN CAPITALISTA EN LA AGRICULTURA

5.1. Las peculiaridades del capitalismo en la agricultura


Como en la agricultura capitalista predominan las mismas relaciones que en
la industria, en ella rigen las mismas leyes económicas, a saber: la ley económica
fundamental del capitalismo, la ley general de la acumulación capitalista, la ley de la
concentración y de la centralización del capital y de la producción, la competencia
y la anarquía de la producción, etc. No obstante, el desarrollo del capitalismo en
la agricultura tiene sus peculiaridades. En primer lugar, en la agricultura capitalis-
ta predominan cuantitativamente las pequeñas economías campesinas. En segundo
lugar, el aumento de la gran producción agrícola bajo el capitalismo tiene lugar, en
gran parte, gracias a la intensificación de cultivos, como resultado de lo cual hay
fincas pequeñas por su extensión que se convierten en grandes empresas capitalis-
tas. Y en tercer lugar, el proceso de empobrecimiento de los pequeños productores
agrícolas, originado por la concentración de la producción, es mucho más traumático
que en la industria.

16 Lenin. V. I., óp. cit. T. 22, p. 82.


576 Francisco Chaparro Zapana

El tercer caso se explica, de una parte, porque el pequeño productor agrícola


está vinculado a la tierra. Se debate hasta la última gota de sudor, pero se aferra a su
terruño. De otra parte, el proceso de concentración de la producción en la agricultura
va acompañado muy a menudo por la desconcentración, es decir, por el aumento de
los minifundios. Los propietarios de estos son, en esencia, semiproletarios, braceros
con un trozo ínfimo de tierra. Los grandes terratenientes y los capitalistas-granjeros
tienen interés en conservar a este tipo de jornaleros, pues les proporcionan mano de
obra muy barata.

5.2. Las ventajas de la gran producción agrícola


Las leyes de la concentración y centralización del capital actúan tanto en la
industria como en la agricultura, y su accionar repercute incrementando la produc-
tividad del trabajo y reduciendo los gastos de producción en las fincas más grandes.
Las ventajas decisivas de la gran producción agrícola sobre las pequeñas economías
son:
A) La supremacía técnica. Solo las grandes empresas tienen acceso a la meca-
nización de la producción agrícola en gran escala, la que les permite reducir
significativamente los gastos de producción e inclinar el peso a su favor en
la lucha competitiva con las pequeñas granjas. Por ejemplo, en 1959, en
EE. UU., poseían dos o más tractores tan solo el 38,4% de las granjas;
cosechadoras mecánicas de cereales, el 26,3%; cosechadoras de maíz, el
20,7%; hacinadoras de heno, el 18,1%; ensiladoras, el 7,4%; ordeñadoras
eléctricas, el 18%; frigoríficos para leche, el 11,6%; y secadoras de cerea-
les, piensos bastos, etc., el 1,4%. Un cuadro parecido se observa en otros
países capitalistas. De donde se desprende que el grueso de la maquinaria
agrícola en la sociedad burguesa se concentra en los grandes latifundios y no
existe en absoluto en los pequeños fundos. Esto se explica porque la maquina-
ria agrícola, demasiado cara, es poco asequible al presupuesto del campesino.
Y si el pequeño agricultor adquiere un tractor o cualquier otro apero mecáni-
co, contrae una deuda agobiante que suele llevarle a la ruina, ya que no puede
sostener económicamente este dispendio. De ahí que actualmente el trabajo
manual predomine en las haciendas modestas de los países capitalistas.
B) La mejor agrotecnia. La gran producción capitalista está en condiciones de
comprar semillas seleccionadas y abonos artificiales, hacer uso de servicios
agronómicos y aplicar sistemas de cultivos mejorados, que no están al alcance
de las pequeñas economías campesinas. Por eso, es significativamente mayor
la cosecha de las grandes granjas, y los gastos de producción de cada unidad
de producción es considerablemente menor que en las pequeñas. Por ejemplo,
en EE. UU., en 1949, en las pequeñas granjas, con una producción mercantil
de 250 a 1200 dólares, la cosecha de trigo de una Ha era solo de 6,7 quintales
y de maíz, de 13,1 quintales; mientras que en las granjas más grandes, con una
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 577

producción mercantil anual de 25 mil dólares y más, la cosecha era de 12,1 y


28,2 quintales, respectivamente.
C) La mayor economía de gastos en medios de producción. Las grandes uni-
dades productivas emplean mejor y economizan más trabajo vivo y trabajo
social. Así, por ejemplo, la construcción de una vaquería, proyectada para 50
cabezas, resulta más barato que construir 50 establos, para mantener una vaca
en cada uno de los establos.
D) La mejor organización del trabajo y de la producción. Las grandes granjas
capitalistas, que explotan a un considerable número de obreros asalariados,
aplican con mayor amplitud la cooperación y la división del trabajo, lo que les
permite ejecutar en plazos breves importantes faenas agrícolas y elevar la pro-
ductividad de este, en comparación con las pequeñas economías campesinas a
las cuales semejante organización del trabajo no les es accesible.
E) Las ventajas en la venta de productos y en la compra de medios de pro-
ducción. Los gastos por la conservación de los productos agrícolas, por su
transporte y realización en las ventas al por mayor de cada unidad de pro-
ducción son menores que cuando son vendidos al por menor. Igualmente, las
grandes granjas capitalistas compran máquinas, abonos, etc, al por mayor y a
precios más bajos que los pequeños granjeros. Así, el gran productor coloca
sus productos en aquellos mercados y en los momentos en que los precios
son más altos. Como organiza la venta en gran escala, puede prescindir de
los numerosos intermediarios con los que siempre tiene que tratar el pequeño
productor, quien, por carecer de medios de transporte propios, no puede elegir
mercado para sus productos. Necesitado siempre, y abrumado por la carga de
los impuestos, tampoco puede vender su producción en la época del año más
propicia para él; en la mayoría de los casos la vende recién recogida, y a veces
incluso antes de recogerla.

Además, el pequeño productor está tan atado a los monopolios comerciales,


a los industriales que transforman los productos agrícolas y a las fábricas de
productos cárnicos y de insumos (abonos, pesticidas, etc.), que no puede ven-
der sus mercancías a nadie más que a los monopolios. Estos últimos, aprove-
chándose de las circunstancias, imponen precios bajísimos a los productos del
campo, aunque venden los suyos a los campesinos por altos precios monopo-
listas, despojándoles, de ese modo, de una parte considerable de sus ingresos.
Por otra parte, los monopolios venden a la población urbana a precios altísi-
mos los artículos alimenticios comprados a los campesinos. A causa de todo
ello, desciende la participación del pequeño productor en cada dólar pagado
por el consumidor a cambio de los productos alimenticios. Por cada dólar
cobrado al consumidor americano por los artículos procedentes de la agricul-
578 Francisco Chaparro Zapana

tura, solo 38 centavos van a manos de los granjeros. Los restantes 62 pasan al
bolsillo sin fondo de los monopolios.
F) Las ventajas en la obtención del crédito. Las grandes haciendas capitalistas
obtienen créditos de los bancos en condiciones mucho más ventajosas que los
pequeños granjeros. Por ejemplo, en EE. UU. en los prestamos hipotecarios,
otorgados bajo fianza de tierras y granjas, las tasas de interés son más bajas
cuantos mayores son las sumas otorgadas en préstamo, lo que coloca en con-
diciones privilegiadas a las grandes granjas.

Por eso, en el empobrecimiento de las pequeñas economías rurales juega un


importante rol el crédito hipotecario, o sea el crédito bancario otorgado al
campesino poniendo como garantía la tierra y los inmuebles. La miseria del
pequeño productor, provocada por la carencia de medios pecuniarios, o la
necesidad de comprar un retazo de tierra, contribuye a incrementar las deudas
hipotecarias y de otra índole. Las deudas hipotecarias de los granjeros estado-
unidenses crecieron de 4800 millones de dólares en 1946 a 11 200 millones en
1959, es decir, en más del doble. En los años sesenta, en EE. UU. una de cada
tres granjas estaba hipotecada y en el 2000, dos de cada tres.

5.3. Crítica a la teoría de “estabilidad de la pequeña economía campesina”


Los economistas burgueses, apologistas del capitalismo, a fin de ocultar su
naturaleza expoliadora en la agricultura, han inventado la llamada teoría de la “es-
tabilidad de la pequeña economía campesina”. Con sus especulaciones “teóricas”
pretenden demostrar que la doctrina de Marx sobre la concentración y centralización
del capital y de la producción no es aplicable a la agricultura, porque en ella actúan
leyes propias en virtud de las cuales la pequeña producción rural mantiene su esta-
bilidad en la lucha contra la gran producción y posee una serie de ventajas frente a
aquella, “ventajas”, a su juicio, consistentes en que la pequeña producción disfruta
de la armonía interna de la economía campesina. El pequeño agricultor no limita su
jornada; trabaja con toda su familia mientras se lo permiten sus fuerzas y, por último,
porque en la pequeña economía rural no existe la contraposición entre el propietario
y el bracero.

Según sostienen los pregoneros de esta “teoría”, el pequeño campesino no es


explotado por los grandes terratenientes ni por los capitalistas.

No es difícil comprender que todas estas especulaciones “teóricas” tienden,


en primer lugar, a defender a los capitalistas y grandes terratenientes; en segundo
lugar, a demostrar que en la agricultura capitalista no se verifica ningún tipo de
empobrecimiento de los pequeños productores, sino que, por el contrario, la pe-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 579

queña producción es más sólida que la grande; y en tercer lugar, a aseverar que los
obreros y los campesinos según su mentalidad social son antípodas, por cuya razón
el campesino no puede ser aliado natural de la clase obrera en la tarea histórica de
transformar revolucionariamente la sociedad sobre una base socialista y que, por
consiguiente, el triunfo del socialismo en la agricultura es imposible.

Defendiendo las teorías de Marx de los ataques de aquellos “teóricos”, Le-


nin demostró en Nuevos datos sobre las leyes del desarrollo del capitalismo en la
agricultura, y en otras obras, que la pequeña economía campesina, debido a la vi-
gencia de las leyes económicas del capitalismo en la agricultura, no posee la menor
“estabilidad” y, por el contrario, está siempre amenazada por una potencial ruina
catastrófica.

Además, otra importantísima ventaja de la gran producción es su capacidad de


producción para el mercado. En los EE. UU., en 1970, los granjeros ricos proporcio-
naban el 90% de toda la producción mercantil agrícola; 40 000 grandes haciendas de
Francia venden tantos cereales como 1 200 000 pequeñas haciendas.

Estas enormes ventajas de la gran producción conducen, en definitiva, a la


ruina de las economías pequeñas, incapaces de competir con las mayores.

Así, de 1954 a 1959, el número de granjas de los EE. UU. disminuyó en


1 078 000 a causa de la ruina de los granjeros. Un proceso semejante, de empo-
brecimiento de los agricultores, se observa también en otros países. En ese mismo
período, 2 146 000 campesinos emigraron de las aldeas japonesas; en Italia, durante
los cuatro últimos años de aquel período abandonaron las aldeas 1 000 000 de cam-
pesinos, y en los últimos doce años en la República Federal de Alemania se arruina-
ron cerca de 350 000.

La teoría de la “economía familiar” ha alcanzado una difusión particularmente


grande en Alemania y en algunos otros países capitalistas de Europa occidental, así como
también por los socialistas pro neoliberales. Y ello significa que, tanto los propagandistas
del ideario burgués como sus acólitos, quiéranlo o no, se ven obligados a reconocer que
el desarrollo del capitalismo en la agricultura es inevitable y que conduce a la extinción
de las pequeñas economías y al florecimiento de las grandes haciendas.

6. EL RETRASO DE LA AGRICULTURA RESPECTO A LA INDUSTRIA Y LA


CONTRADICCIÓN ENTRE LA CIUDAD Y EL CAMPO

6.1. El retraso técnico y económico del agro en el capitalismo


Los aspectos comunes de las principales leyes del desarrollo capitalista en la
industria y en la agricultura, no excluyen que el desarrollo de esta última transcurra
con ciertas particularidades.
580 Francisco Chaparro Zapana

El desarrollo del capitalismo en la agricultura va acompañado de su creciente


retraso en relación con la industria y de una acentuación del contraste entre la ciudad
y el campo.

Es sabido que la agricultura se rezaga de la industria, y su retraso se revela en


lo concerniente al nivel de las fuerzas productivas y de la saturación técnica, al ritmo
de incremento de la producción, al volumen de esta, al fomento de la cultura, etc.

En el capitalismo el desarrollo de la producción maquinizada en la agricultura


transcurrió durante mucho tiempo más lentamente que en la agricultura, a conse-
cuencia de ello, pese a la rápida mecanización de las faenas agrícolas en los últimos
80 años, según el grado de saturación de la técnica maquinizada, la agricultura aún
está retrasada en comparación con la industria. Por ejemplo, en 1963, en EE. UU., en
la industria de transformación el valor de la capacidad productiva instalada por cada
obrero ha sido en promedio más de 5000 dólares; mientras que en la agricultura por
cada trabajador ocupado (incluyendo tanto a los obreros asalariados como también a
sus familiares) el valor de las máquinas y herramientas era de solo de 3500 dólares.

El principal indicador del atraso económico de la agricultura es su relativa


fragmentación. No obstante, el proceso de concentración de la producción también
actúa aquí, pero según el grado de concentración de la producción alcanzado, la
agricultura se retrasa enormemente de la industria. Así, en EE. UU., en 1958, a cada
empresa industrial en promedio le correspondían 52 trabajadores, y a cada granja, en
promedio, en 1959, le correspondía solo cerca de dos trabajadores ocupados.

Una muestra evidente del retraso de la agricultura en relación con la industria


en el plano económico es el ritmo de crecimiento significativamente más lento de
la agricultura. Así, en EE. UU., entre 1950 y 1965, la producción de la industria de
transformación se incrementó en 91% y la producción agrícola tan solo en 35%.

6.2. Causas del retraso agrario con respecto a la industria


Una de las principales causas del retraso de la agricultura con respecto a
la industria, es el monopolio de la propiedad privada de la tierra como objeto de
la producción capitalista. En la industria, en presencia del capital suficiente, siem-
pre se puede organizar una nueva empresa grande. En la agricultura, la situación es
distinta. Lenin anotaba que cuando toda la tierra está ocupada, “(…) solo es posible
incrementar el número de empresas agrícolas mediante la fragmentación de las ya
existentes; la creación libre de nuevas empresas junto a las antiguas no es posible.
El monopolio de las tierras de cultivo frena el desarrollo de la agricultura, el cual, a
diferencia de la industria, retiene el desarrollo del capitalismo en la agricultura”17.

17 Lenin V. I. Nuevos datos sobre las leyes del desarrollo del capitalismo en la agricultura. Óp. cit. T. 27, p. 218, tradu-
cido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 581

La segunda importante causa del retraso de la agricultura con respecto a la


industria es el monopolio de la propiedad privada de la tierra. Su influencia nega-
tiva sobre el desarrollo de la agricultura se manifiesta en:

A) El consumo improductivo de la renta por los terratenientes. Debido a ello


una parte significativa de la plusvalía, creada en la agricultura, no es destinada
al desarrollo de la producción agrícola, lo que frena su crecimiento.
B) La limitación de las inversiones adicionales de capital en la tierra mediante
arriendos de corto plazo. Al arrendar la tierra del terrateniente, al capitalista
solo le interesa invertir en ella capitales que le sean recuperables en el curso
del plazo de arrendamiento. Por eso el capitalista-arrendatario y el dueño de
la tierra sostienen una pugna en torno a los plazos de los contratos de arrenda-
miento. Esta lucha, que más que por los plazos es por la ganancia adicional,
repercute negativamente en la evolución de la agricultura bajo el capitalismo.
El capitalista-arrendatario, al hacerse cargo de la tierra por un plazo breve, no
está interesado en explotarla racionalmente, en desarrollar las fuerzas produc-
tivas en la agricultura y esto presupone, de una parte, la utilización rapaz del
suelo, y de otra, el retraso de la agricultura respecto de la industria. Queda de
manifiesto que “(…) todo progreso realizado en la agricultura capitalista no
es solamente un progreso en el arte de esquilmar al obrero, sino también en
el arte de esquilmar la tierra, y cada paso que se da en la intensificación de
su fertilidad dentro de un determinado período es a la vez un paso dado en el
agotamiento de las fuentes perennes que alimentan dicha fertilidad”18.
C) La distracción improductiva de capitales en la compra de tierras. Si, por
ejemplo, un capitalista posee un capital de 300 000 dólares, de los cuales
100 000 dólares los gasta en comprar la tierra, entonces para comprar má-
quinas y abonos, para contratar fuerza de trabajo, etc., es decir, para explotar
productivamente esa tierra, le quedan solo 200 000 dólares. Y cuanto mayor
sea el precio de la tierra tanto mayor son los descuentos improductivos del
capital para comprar la tierra, y tanto más limitada es la posibilidad del desa-
rrollo de la propia agricultura.

La tercera causa importante del retraso de la agricultura con respecto a la


industria, son los rezagos semifeudales que aún subsisten en muchos países sub-
desarrollados. Sus exponentes en el campo en el sistema capitalista son los grandes
latifundios y las formas semifeudales de explotación (la aparcería y el bracero con un
trozo de suelo insuficiente). La supervivencia de los latifundios hace que la propie-
dad territorial se concentre en manos de un puñado insignificante de terratenientes.
Hacia fines de los años sesenta, en Italia, 1200 grandes propietarios poseían tanta
tierra como cinco millones de campesinos. En América Latina se observaban los

18 Marx, C. Óp. cit. T. 1, p. 454.


582 Francisco Chaparro Zapana

siguientes fenómenos: en Bolivia, el 4% de los propietarios tenían el 70% de toda la


superficie agrícola del país; en el Ecuador, el 0,4% de los propietarios concentraban
en sus manos el 45% del área de cultivo; en Chile, el 40% de las tierras cultivables
pertenecían al 3% de los propietarios y el 44% de los campesinos poseían tan solo el
5% de la tierra; en Colombia, el 27% del terreno pertenecía al 0,34% de la superficie
cultivable; en consecuencia, bajo el capitalismo, la propiedad territorial se concentra
en manos de los grandes terratenientes y aquella parte insignificante que corresponde
a las pequeñas economías no siempre es propiedad del agricultor, sino que a menudo
está arrendada.

El mantenimiento de los rezagos semifeudales abarata la fuerza de trabajo


en la agricultura hasta el nivel más bajo, y ello, en cierto modo, dificulta la intro-
ducción de las maquinarias en el campo, frenando así el desarrollo de las fuerzas
productivas.

6.3. La contradicción antagónica entre la ciudad y el campo


En el capitalismo hay contradicción de intereses entre la burguesía urbana y
las masas trabajadoras del campo.

Aún en tiempos del capitalismo premonopolista la burguesía urbana explota-


ba a la población campesina mediante el comercio. Aprovechándose de la falta de
contacto de los campesinos con los mercados, los capitalistas recortaban los precios
de los productos agrícolas comprándolos a precios por debajo de su valor. Pero la
explotación del campo por la ciudad a través del mecanismo de los precios adquirió
mayor desarrollo y carácter específico en la época del capitalismo monopolista, lo
que demostraremos más adelante (ver: sección 7).

Al mismo tiempo que los capitalistas industriales y comerciales explotan al


campesinado principalmente a través de los canales del comercio, los bancos los ex-
plotan mediante el crédito y el cobro de intereses elevados. El endeudamiento total
de los granjeros estadounidenses se incrementó, desde 1945 hasta 1966, de 8300
millones de dólares a 21 100 millones. Los granjeros pagaron en forma de intereses
solamente por endeudamiento hipotecario la suma de 221 millones de dólares en
1945 y de 1067 millones de dólares en 1965.

Así, la explotación de la ciudad por el campo –base económica de la opo-


sición entre la ciudad capitalista y la aldea campesina, de pequeña producción
mercantil– es también una importante causa del retraso de la agricultura respecto
a la industria. En la época del capitalismo, las relaciones entre la ciudad capitalista
y el campo se rigen por la ley económica fundamental del capitalismo, la ley de
la plusvalía. En su afán de alcanzar mayores ganancias, los magnates de la ciudad
capitalista (industriales, banqueros, financistas y comerciantes) explotan, saquean y
arruinan sin piedad a la población rural.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 583

Tanto la renta como el sistema de impuestos directos e indirectos desempeñan


un papel de primera magnitud en la tarea de explotar y arruinar a los campesinos
labriegos bajo el régimen capitalista. Según las propias estadísticas burguesas, se
registran más de 100 tipos de impuestos que recaen sobre los hombros de la pobla-
ción rural. Todo ello no puede por menos disminuir los ingresos de los labradores.
En 1959, los ingresos netos de los granjeros de los EE. UU. sufrieron un descenso
del 16% en comparación con el año anterior.

Por ello, la causa de que la economía agrícola se retrase, bajo el capitalismo,


radica en el propio sistema capitalista de producción. Por consiguiente, el retraso de
la agricultura respecto a la industria y la agudización de las contradicciones entre la
ciudad y el campo no están determinados por las condiciones naturales imperantes
en el campo, sino por el régimen de producción capitalista.

En lo referente a los capitalistas industriales y a los capitalistas-arrendatarios,


la propiedad privada de la tierra obliga a los primeros a comprar materias primas
agrícolas a precios más altos, y a los segundos, a ceder buena parte de la plusvalía a
los terratenientes, en forma de renta absoluta.

Los métodos de explotación del campo por la ciudad capitalista son los pre-
cios de monopolio, las contribuciones, la renta, el crédito, la obtención de mano de
obra barata procedente del campo, etc.

Entre los principales métodos de explotación del campo por la ciudad hemos
citado los precios de monopolio. Los monopolios establecen precios desmesurados
para los artículos industriales y precios míseros para los artículos agrícolas que ellos
adquieren. De tal modo, los campesinos son esquilmados no solo como comprado-
res, sino también como vendedores.

Simultáneamente con la reducción de los ingresos de la población trabajadora


rural tiene lugar el empobrecimiento, absoluto y relativo, de la clase obrera de los
países capitalistas. Desciende verticalmente su poder adquisitivo, lo que acarrea un
mayor retraso de la economía agrícola con respecto a la industria.

Por todo lo expuesto, se observa que la causa de que la economía agrícola


se retrase bajo el capitalismo radica en el propio sistema capitalista de producción.
Por consiguiente, el retraso de la agricultura respecto a la industria y la agudización
de las contradicciones entre la ciudad y el campo no están determinados por las
condiciones naturales imperantes en el campo, sino por el régimen de producción
capitalista.
584 Francisco Chaparro Zapana

6.4. Consecuencias de la explotación del campo por la ciudad


La explotación de las masas trabajadoras del campo por la ciudad trae consigo
consecuencias económicas, sociales y políticas.

En primer lugar, la explotación del campo por la ciudad profundiza el retraso


de la agricultura respecto a la industria. Puesto que esta explotación significa el tra-
siego del campo a la ciudad de una parte considerable del valor de la riqueza creada
en la agricultura, y por eso ella reduce aquellos medios que podrían ser usados para
ampliar la producción en la propia agricultura.

En segundo lugar, el resultado directo de la explotación del campo por la


ciudad es el bajo nivel de vida de la mayor parte de la población campesina. Así,
en Francia al sector de la población rural corresponde menos de una cuarta parte
de toda la población rural del país, pero tan solo una décima parte de la renta
nacional. En EE. UU., cerca de la mitad de granjeros reciben un ingreso que no
cubre el mínimo vital. La miseria es la suerte de la mayor parte de la población
rural en el capitalismo.

Y en tercer lugar, la acentuación de la explotación del campo por la ciudad


capitalista trae consigo que aumente cada vez más el descontento de amplias masas
del campesinado contra la burguesía y el Estado burgués. Esto motiva a las masas
campesinas, aliadas con la clase obrera y demás sectores democráticos, a orientar su
lucha en contra del capitalismo.

Solo la revolución socialista puede permitir a todos los trabajadores, incluido


al campesinado, liberarlos del yugo de la explotación capitalista.

7. LA RENTA Y EL DESARROLLO DE LA AGRICULTURA EN LA ÉPOCA DEL


IMPERIALISMO

7.1. La unión del capital financiero con la propiedad de la tierra y la apropia-


ción de una parte de la renta por los monopolios capitalistas
Lo característico de la época del capitalismo monopolista es la unión del capi-
tal financiero con la propiedad de la tierra, que se lleva a cabo de tres formas:

En primer lugar, los monopolios, formados en la industria, en las esferas de


la banca y los seguros, compran tierras. En los EE. UU., desde el año 1920 hasta
1939, más de 91 000 granjas pasaron a ser propiedad de los bancos y las compañías
aseguradoras. En el año 1954, 57,5 millones de acres de tierras agrícolas pertenecían
a las corporaciones capitalistas, entre ellas también a las corporaciones industriales.
Por ejemplo, Anderson, Clayton and Company, poseedora de 225 fábricas desmota-
doras, adquirió en California plantaciones de algodón con un área de 56 000 acres;
la compañía consorcio California Perking poseía en el año 1956: 92 000 acres de
huertos frutales. Uno de los magnates del capital financiero de los EE. UU., Hant,
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 585

cuyo patrimonio personal se valora en 1 ó 2 millones de dólares, tiene extensiones


de tierra por un valor 200 millones de dólares.

En segundo lugar, los grandes terratenientes invierten parte de sus ingresos


en acciones industriales, bancarias y de otras compañías. En EE. UU. existe un pode-
roso grupo de hacendados multimillonarios (Klaybergy, Berronery y otros).

En tercer lugar, los monopolios bancarios y de seguros, que otorgan crédito


hipotecario, pese a que jurídicamente son considerados solo como acreedores, en
realidad son los propietarios de las tierras. Tan solo en el período de 1950 a 1961 en
EE. UU. el área de las tierras de las granjas con deudas hipotecarias aumentó de 304
millones hasta los 361 millones de dólares.

A consecuencia de ello, el capital y la propiedad de la tierra se entrelazan mu-


cho más. Al mismo tiempo, la renta de la tierra se entrelaza con la alta ganancia
de monopolio obtenida por los monopolios industriales y bancarios.

El capital monopolista se apropia de una parte de la renta de la tierra, ante


todo, directamente, bajo la forma de pago por el uso de aquella tierra que es pro-
piedad de los monopolios. En EE. UU. la renta pagada por los granjeros a los así
llamados “propietarios no granjeros de la tierra”, entre los cuales cumplían un rol
visible los monopolios bancarios, de seguros y otros, era de 448 millones de dólares
en 1940 y de 1241 millones de dólares en 1965.

Además, los monopolios bancarios y de seguros se apropian de la renta de


la tierra en forma de intereses por crédito hipotecario. A consecuencia de un gran
endeudamiento hipotecario muchos granjeros de hecho pierden la propiedad de la
tierra, pese a que jurídicamente aún la conservan. Están obligados entregar la renta
en forma de intereses por los préstamos hipotecarios a los acreedores.

7.2. El dominio del capital monopolista en la agricultura y los métodos de


explotación de los monopolios a los pequeños granjeros
Al aparecer inicialmente en la industria y en la banca, el capital monopolista
en adelante somete también bajo su dominio a la agricultura. Pero hay una serie de
diferencias entre la dominación de los monopolios en la agricultura y su dominio en
otras ramas de la economía capitalista.

En primer lugar, en la agricultura el nivel de la concentración de la produc-


ción no es tan alto como para que en ella se desarrollen los cárteles, sindicatos y otras
formas de asociación monopolista.

En segundo lugar, debido a ello es que en la agricultura dominan principal-


mente los monopolios industriales y bancarios, y no los agrícolas.

Y en tercer lugar, a diferencia de la industria, donde el dominio del capital


monopolista se basa en la concentración de la producción de una gran parte de la
586 Francisco Chaparro Zapana

producción en las empresas monopolizadas, en la agricultura la dominación mono-


polista se realiza mayormente mediante métodos artificiales, sobre todo a través del
comercio y el crédito.

Por supuesto, no se puede absolutizar las diferencias señaladas. En la agri-


cultura de los países capitalistas desarrollados se forman las grandes compañías, las
que acaparan en sus manos una gran cantidad de firmas. Así, en la agricultura de los
EE. UU. en 1963 se contaban 23 270 corporaciones, cuya ganancia monetaria total
era de cerca de 8000 millones de dólares. Mientras tanto las grandes corporaciones
con activos de hasta 10 000 dólares y más, que conformaban el 45% de la cantidad
total de corporaciones agrícolas, concentraban cerca del 84% de la ganancia total.
Una parte de estas corporaciones representan en si las corporaciones agrícolas. En
ellas se incluyen, por ejemplo, Kerry Count land company, la cual posee más de un
millón de acres de tierra. Más o menos en la agricultura la monopolización interna,
es decir la concentración de la producción en manos de los monopolios agrícolas no
alcanzó gran desarrollo, pero un significado mayor tienen los monopolios industria-
les, comerciales y bancarios.

El dominio de estos monopolios sobre la producción agrícola se impone


sobre todo a través de la compra de los productos agrícolas. Los monopolios de la
industria de la harina y también los monopolios que comercializan granos concen-
tran en sus manos la compra de granos a los granjeros (en EE. UU., en 1965, una
sola compañía comercializadora de granos gigante Carrhil Inc compra el 20-25% de
todo lo producido en el país); los monopolios de la industria láctea compran gran
parte de la leche y otros productos lácteos; los monopolios de la industria de la carne
acaparan la compra de la mayor parte de la producción pecuaria. Por ejemplo, en
EE. UU. cerca de 600 000 granjeros que crían animales pueden comprar su pro-
ducción solo a la compañía Armor, que es una de las principales monopolios de
la industria de las carnes.

A la monopolización de las compras de productos agrícolas se agrega el esta-


blecimiento de precios de monopolio bajos sobre ellos, al mismo tiempo que aque-
llos productos (el trigo, la leche, la carne, etc.) son vendidos por los monopolios
de la industria de alimentos a los consumidores a precios de monopolio altos. A
consecuencia, la creciente diferencia entre estos precios tiende a reducirse cada vez
más la así llamada “participación del granjero en cada dólar de consumo”, es decir
aquella parte que se queda con los granjeros de todo el precio, pagado a los consumi-
dores por los productos agrícolas. Esta participación en los EE. UU., incluso según
la información oficial, se redujo de los años 1947-1949 hasta 1965 por artículos de
panadería, de 29 a 21%. Por los productos lácteos, de 54 a 44%; en carnes de 67 a
54%; por legumbres y frutas en el período 1946-1965, de 33 a 28%.

A consecuencia de la explotación de los productores agrícolas, de una parte y


también de consumidores urbanos, de otra, los monopolios de la industria de alimen-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 587

tos obtienen las enormes y crecientes ganancias. Así, la suma anual de la ganancia de
25 grandes corporaciones de la industria de alimentos de los EE. UU. se incrementó
entre 1948 y 1965 de 700 millones a 1710 millones de dólares. Gran parte de esta
ganancia recae a la participación de siete más grandes monopolios.

La explotación a los productores granjeros por los monopolios a través de las


compras de los productos agrícolas a precios bajos se combina, de una parte, con
la explotación que ellos soportan al vendérseles productos industriales, en especial
medios de producción, a precios altos de monopolio. En los EE. UU. el índice de
precios de las mercancías destinadas a la producción, que son compradas por los
granjeros, se elevó en 2,2 veces de 1940 a 1965.

Como consecuencia del establecimiento por los monopolios industriales de


elevados precios a sus mercancías y precios bajos a los productos agrícolas se forman
las “tijeras de los precios”, el aumento de cuyo ángulo es el índice de consolidación
de la explotación del campo por la ciudad en la época del capitalismo monopolista.
Es característico que en EE. UU. desde los años 1950 hasta 1965 los precios sobre
los productos de los granjeros se redujeron en promedio en 4%, entonces como los
precios de las mercancías compradas por los granjeros se elevaron en promedio en
el 25%. Para comprar un pequeño tractor, el granjero estadounidense debe vender en
1947: 484 de fanegadas de trigo y en el año 1956, 1427 fanegadas, es decir, tres ve-
ces más. Esto confirma el reforzamiento del cambio no equivalente entre la industria
y la agricultura.

Además de aumentar el ángulo de las “tijeras de los precios” de los productos


industriales y agrícolas en las condiciones del capitalismo monopolista crece la di-
ferencia entre los precios por los que los monopolios compran los productos agrí-
colas de los granjeros y los precios por los que ellos venden estos productos a los
consumidores urbanos. Por ejemplo, en los EE. UU., desde el año 1947 hasta 1964,
el precio el grano de la granja descendió en 15%, y los precios de los artículos hari-
neros en las tiendas se elevaron en 54%; en el mismo período el precio de la carne
de vacuno comprada a los granjeros se redujo en 14%, pero el precio de venta de su
venta en las tiendas se elevó en 26%. En la explotación de los granjeros se benefician
no solo los industriales, sino también los monopolios comerciales.

La explotación y avasallamiento de los campesinos por los monopolios in-


dustriales y comerciales mediante los canales comerciales se complementa con la
explotación de la que son objeto por los monopolios bancarios, a través de los ca-
nales del crédito. Mediante el otorgamiento del crédito hipotecario el capital finan-
ciero somete a la agricultura a su dominio. Aún sobre la base de datos relacionados
con el período anterior a la primera guerra mundial, V. I. Lenin llegó a la siguiente
conclusión: “Quien concentra los bancos en sus manos, aquel concentra directamen-
588 Francisco Chaparro Zapana

te en sus manos un tercio de todas las firmas de América, e indirectamente domina


sobre todas ellas”19. Desde entonces el dominio del capital financiero sobre la agri-
cultura de EE. UU. se fortaleció significativamente. Las granjas hipotecadas en el
año 1961 constituían el 42% del valor de todas las granjas de EE. UU.

Los monopolios, sin limitarse a someter a los granjeros a su yugo de ex-


plotación a través del comercio y el crédito, también se expanden a la producción
agrícola. Aunque esta en su mayor parte se no realiza en forma directa mediante la
adquisición de empresas agrícolas, sino bajo formas encubiertas. Por ejemplo, en
EE. UU. en los últimos tiempos se desarrolló la así llamada “integración vertical”
de la producción agrícola. Según esta, los monopolios de la industria de alimentos
suscriben contratos de créditos con las granjas, mediante los cuales las compañías
capitalistas otorgan crédito a los granjeros, y en reciprocidad estos últimos se com-
prometen a comprar las mercancías de determinadas compañías (por ejemplo, los
granjeros criadores de aves, el alimento balanceado para pollos) y colocar sus pro-
ductos a determinados precios. En el caso dado como máscara de las relaciones
negociadas con frecuencia de facto se encubre la transformación de los pequeños
granjeros “independientes” en trabajadores asalariados a domicilio.

La acentuación de la explotación del campo por la ciudad disminuye los ingre-


sos de la masa de productores agrícolas. Desde 1950 hasta 1964 el ingreso neto de
los granjeros estadounidenses por la conducción de la economía granjera disminuyó
del 13 700 millones a 12 100 millones, lo cual fue provocado principalmente por el
crecimiento de los gastos de producción granjera a consecuencia de la elevación de
los precios sobre los medios de producción. La caída de los ingresos de los granjeros
limita considerablemente la reproducción ampliada en la agricultura.

Una mayor acentuación de la explotación de la masa trabajadora campesina


por el capital monopolista de la ciudad, que se realiza por una diversidad de medios,
significa una agudización de la contradicción entre la ciudad y el campo.

7.3. La elevación de la composición orgánica del capital en la agricultura y


su influencia sobre la renta
Hasta hace poco tiempo la composición orgánica del capital en la agricultu-
ra fue significativamente más baja que en la industria; pero después de la segunda
guerra mundial en la agricultura de los países capitalistas desarrollados transcurre la
revolución técnica, que inaugura el tránsito definitivo, también en esta rama de la
economía, de la manufactura al estadio de la producción maquinizada. En los últi-
mos 25 años (1940-1965) la cantidad de tractores en las granjas de EE. UU. aumentó
casi en 3 veces (de 1 567 000 a 4 625 000); la cantidad de trilladoras de trigo creció

19 Lenin, V. I. Nuevos datos, óp. cit., p. 224.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 589

en más de 5 veces (de 190 000 a 990 000) y las trilladoras de maíz en más de
76 veces (110 000 a 815 000). En los países de Europa Occidental solo en el
período 1954-1964 la cantidad de tractores aumentó en más del doble (de 1,6 mi-
llones a 3,9 millones). El equipamiento técnico de la agricultura trajo consigo una
elevación significativa en ella de la composición orgánica del capital. En relación
con ello se plantean las siguientes preguntas: ¿no se nivela acaso la composición
orgánica del capital en la agricultura y en la industria?, ¿a consecuencia de ello
no habrá desaparecido la renta absoluta?

Ante todo es necesario tener en cuenta que la causa generadora de la renta


absoluta es el monopolio de la propiedad privada sobre la tierra y así como en el
monopolio se conserva también en el capitalismo contemporáneo, manteniéndose
entonces la base de la renta absoluta.

En lo que respecta a la composición orgánica del capital, lo que, sin duda,


durante la segunda mitad del siglo XX se produjo un acercamiento de ella en la
agricultura y en la industria; pero esto aún no significa que ellas sean iguales. Por
ejemplo, el equipamiento de capital trabajo en la agricultura en los EE. UU., después
de la segunda guerra mundial seguía siendo aún menor que en la industria: en el año
1959 el capital fijo per cápita por cada trabajador ocupado era 75% total en relación
al índice correspondiente en la industria de transformación. En el valor global de
la producción industrial de los EE. UU. durante el año 1963 la relación del capital
constante con el variable era de 7,5 : 1 y en los costos corrientes de las granjas en
1965 esta relación era de 5,4 : 1.

Una acelerada renovación técnica de la agricultura de los países capitalistas
desarrollados durante la segunda mitad del siglo XX tiende a reducir la inconexión
entre la composición orgánica del capital en la agricultura y su composición en la in-
dustria. Esto constituye un factor que influye ocasionando una influencia decreciente
sobre la renta absoluta. Por cada 100 unidades de capital invertido en la agricultura la
diferencia entre el valor y el precio de producción (a cuenta de la que se paga la renta
absoluta) es menor cuanto menor es la diferencia entre la composición orgánica del
capital en la agricultura y en la industria. Pero sobre el volumen general de la renta
absoluta en el país influye también otro factor, la cantidad absoluta de capital inver-
tido en la agricultura: con el crecimiento de esta magnitud se eleva el valor conjunto
de la producción de la producción agrícola, que ejerce una influencia creciente de la
renta absoluta. Pero estos factores confirman que el capital invertido en la agricultura
y la suma del valor de la producción agrícola se elevan. Por ejemplo, en EE. UU. el
valor de la producción agrícola vendida constituía en el año 1954 24 600 millones
de dólares y en 1959 – ya era 30 500 millones de dólares. En estas condiciones es
posible la elevación de la cantidad de la renta absoluta a escala de toda la sociedad,
no obstante el acercamiento de los niveles de la composición orgánica del capital en
la agricultura y en la industria.
590 Francisco Chaparro Zapana

Finalmente, es necesario destacar que incluso en caso de que se igualen la


composición orgánica del capital de la agricultura con la de la industria el monopo-
lio de la propiedad privada sobre la tierra continuaría actuando, y los propietarios
de las tierras continuarían apropiándose de la renta de todas las tierras, incluso de
las peores. Sin embargo, en este caso esta renta se supondría una venta de productos
agrícolas superior a su valor, y la fuente de ella sería no la plusvalía, producida en la
propia agricultura, sino el valor creado en otras ramas de la producción.

7.4. La regulación estatal en la agricultura y la política agraria de los gobier-


nos burgueses
En las actuales condiciones la situación crítica por la que atraviesa la agricul-
tura de los países capitalistas, se manifiesta en la reproducción de productos agrí-
colas cuyos precios caen y los granjeros se arruinan masivamente. Para paliar esta
situación, para estimular el desarrollo capitalista de la agricultura y del posterior
enriquecimiento de la cúpula capitalista del campo la burguesía monopolista apela
a la regulación estatal de la economía agraria. Esta regulación se orienta hacia las
siguientes principales direcciones: 1. La regulación de los precios de los productos
agrícolas; 2. La compra de los productos agrícolas excedentes por cuenta del Estado;
3. La regulación de las medidas de la producción de estos productos; y 4. El crédito
estatal a la agricultura.

Las medidas de regulación estatal de la agricultura se llevan a cabo con fre-


cuencia bajo la máscara de la “ayuda” a los campesinos y granjeros; pero en realidad
ellas refuerzan el yugo de dominación del gran capital sobre la agricultura y no
fortalecen las posiciones de los pequeños productores, sino, al contrario, facilitan su
desplazamiento. Este fenómeno se advierte en los ejemplos de política agraria de los
EE. UU. y Alemania.

En los EE. UU. el Gobierno aplica el “programa de precios subsidiados” a


los productos agrícolas de las granjas. Para ello como disposición obligatoria se
redujeron las cuotas de las extensiones cultivadas, y por los sembríos por encima de
la cuota establecida de los granjeros se les impone multas; más adelante, a través de
una institución gubernamental especializada –Corporación mercantil-crediticia– se
otorgan préstamos semimercantiles y se compran los productos agrícolas según los
precios establecidos por el gobierno.

La reducción de las áreas sembradas afecta a los pequeños granjeros, reducien-


do sus ingresos, en tanto que los grandes granjeros capitalistas transfieran fácilmente
esta reducción a las inversiones de capital complementarias en cada hectárea. Las
compras de la producción agrícola por el Estado también benefician a los grandes
granjeros, principales productores de artículos mercantiles, de quienes compran la
Corporación Mercantil del Crédito. Según datos publicados en el año 1959, 2,7 mi-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 591

llones de pequeños granjeros que vendieron productos por una suma menor a 2500
dólares al año, recibieron del programa gubernamental de precios de ayuda solo 109
dólares en promedio por unidad económica, mientras que 1,3 millones de granjeros
relativamente grandes, a quienes se les compra productos por una suma superior a
los 5 mil dólares, recibieron en promedio 1993 dólares por unidad productiva, los
grandes granjeros capitalistas y las corporaciones recibieron incluso decenas y cen-
tenares de miles de dólares.

También es similar la orientación de la política agraria de las demás potencias


imperialistas. Un claro ejemplo de esto es Alemania. En el año 1953 aquí fue decre-
tada la ley “sobre la liquidación de haciendas personales”, la cual otorga el derecho
a las comisiones gubernamentales especializadas para “unificar” por la fuerza las
parcelas de tierras. Esta ley fue ampliamente favorable a las economías capitalis-
tas terratenientes, quienes compran parcelas de tierra a los pequeños campesinos,
incapaces de solventar sus gastos en la habilitación de los suelos de cultivo. Ya en
el año 1957 los pequeños y medianos campesinos, que poseían hasta 10 ha, fueron
afectadas en el 9% de su área cultivable a consecuencia de la política gubernamental
de “liquidación de haciendas personales”. En el año 1955, en la República Federl
Alemana fue decretada la Ley Básica de la Agricultura, que prescribe que la ayuda
gubernamental se otorgará solo a “las más solventes”, es decir, a las empresas rela-
tivamente grandes.

La regulación estatal de precios de los productos agrícolas en la RFA también


sirve a los intereses de las economías capitalistas más fuertes. Los órganos guber-
namentales establecen precios diferenciados de los granos según las estaciones. Mí-
nimos para agosto y septiembre, cuando los pequeños campesinos en cantidad ma-
siva participan en el mercado, y máximos, para los meses de invierno y primavera,
cuando la producción disminuye en las empresas capitalistas grandes. El sistema de
precios gubernamentales garantizados se aplica a los granos que sirven como forraje
para la alimentación de los animales, producidos principalmente por las empresas
capitalistas y terratenientes, pero no en carnes cuyos productores son en su mayoría
pequeños y medianos campesinos. De esta forma se obliga a comprar a los pequeños
campesinos forrajes caros para el ganado, lo que les perjudica directamente.

Y así, la política agraria de los estados imperialistas perjudica a la situación de


las masas campesinas y ahonda la contradicción entre la ciudad y el campo.

8. LA NACIONALIZACIÓN DE LA TIERRA Y LA RENTA DE LA TIERRA

8.1. La posibilidad de la nacionalización de la tierra en el capitalismo


Según lo analizado, la existencia de la propiedad privada de la tierra trae con-
sigo que una enorme masa de plusvalía fluye a los bolsillos de los grandes terrate-
592 Francisco Chaparro Zapana

nientes a través de la renta y del precio de la tierra. Esto amortigua el ritmo de la


evolución del capitalismo en la agricultura, frena el desarrollo de las fuerzas produc-
tivas en el campo, provoca el retraso de la economía agrícola respecto de la industria,
determina la conservación de residuos semifeudales, provoca el encarecimiento de
los comestibles y, por consiguiente, acentúa la depauperación absoluta de las masas
trabajadoras del campo y la ciudad.

En relación a ello surgen las siguientes preguntas: 1. ¿Sería razonable nacio-


nalizar la tierra en los marcos del capitalismo?, 2. ¿Cuáles serían sus consecuen-
cias? y- 3. ¿Qué impide su realización?

Por lo tanto, teóricamente, la nacionalización de la tierra es posible en los mar-


cos del capitalismo. Empero, el traspaso algunas formas de medios de producción de
propiedad privada de personas y compañías en propiedad del Estado burgués no sig-
nifica la liquidación de la propiedad capitalista. El propio Estado burgués, al tomar
en sus manos unos u otros medios de producción, actúa como capitalista colectivo,
porque representa los intereses de toda la clase capitalista. Por eso, teóricamente, la
nacionalización de la tierra es compatible con el capitalismo.

Ello equivale a decir que la propiedad privada de la tierra bajo el capitalismo


repercute desfavorablemente no solo en la situación de las clases trabajadoras –obre-
ros y campesinos–, sino que incluso, hasta cierto punto, lesiona también los intereses
de la burguesía. De ahí el interés de la burguesía por eliminar la propiedad privada
de la tierra. Y en los marcos del régimen capitalista, la medida más radical para su-
primir tal propiedad sería la nacionalización de la tierra, es decir, su transformación
en propiedad del Estado. Por eso, en más de una ocasión, la burguesía ha pretendido
promover políticas de nacionalización de la tierra.

Sin embargo, en la historia del capitalismo no se conoce un solo ejemplo de


nacionalización plena de la tierra en no importa qué país.

Este hecho se explica, en primer lugar, porque la burguesía teme eliminar la


propiedad privada de los terratenientes, comprendiendo que esto elevaría la con-
vicción revolucionaria de la clase obrera sobre la necesidad inexorable de suprimir
la propiedad privada de los medios de producción que se encuentran en manos de
la burguesía; y en segundo lugar, porque muchos capitalistas se han convertido en
terratenientes, adquiriendo propiedades rurales a los latifundistas y a los campesino
arruinados. El problema de la nacionalización de la tierra no puede, pues, ser resuel-
to dentro del capitalismo. Solamente el proletario, los campesinos trabajadores y sus
partidos revolucionarios son capaces de combatir hasta el fin por suprimir o limitar
la gran propiedad territorial.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 593

A partir de esta realidad objetiva, la teoría económica marxista propugna las


siguientes medidas para eliminar la propiedad latifundista y los rezagos del feuda-
lismo: a) nacionalización de la tierra; y b) reparto de la misma, en propiedad, entre
los campesinos. Es de destacar que las tesis marxistas-leninistas sobre la nacionali-
zación de la tierra y su reparto se distinguen radicalmente de la nacionalizaron y del
reparto promovido por la burguesía. Sus tesis preconizan que, al distribuir la tierra,
se nacionalicen el subsuelo, las aguas y la mayor parte de los tierras libres. En lo que
concierne a las tierras de cultivo, la menor parte de ellas se nacionaliza y el resto
se entrega en propiedad a los campesinos, es decir, a los agricultores, mientras que
con la nacionalización pura y simple, no solo el subsuelo y las aguas, sino todas las
tierras restantes pasan a manos del Estado.

Al argumentar la necesidad de nacionalizar la tierra en el período de la revolu-


ción democrático-burguesa, Lenin partía de la tesis de que bajo el régimen capitalista
existen dos tipos de monopolio en la agricultura: el de la propiedad privada del suelo
y el de la tierra como objeto de explotación.

Al nacionalizar la tierra, el monopolio de la propiedad privada de la misma queda


eliminado y, por ende, se suprime también la renta absoluta, derivada de aquel.

En lo concerniente a la renta diferencial, esta subsiste después de nacionaliza-


da la tierra, porque subsiste y queda en vigor la causa que la origina: el monopolio de
la tierra como objeto de explotación. Si la tierra se nacionalizase en los marcos del
capitalismo, la renta diferencial no iría a parar a manos de terratenientes privados,
sino que pasaría a ser patrimonio del Estado burgués, que sería entonces el propie-
tario de la tierra.

8.2. La influencia de la nacionalización de la tierra sobre la renta


La nacionalización capitalista de la tierra, al eliminar la propiedad privada
rural, desbroza el camino para un rápido progreso del capitalismo en la agricultura.

En relación con esto surgen las siguientes preguntas: 1. ¿Sería razonable la


nacionalización de la tierra en los marcos del capitalismo?, 2. ¿Cuáles serían sus
consecuencias? y 3. ¿Qué impide su realización).

Teóricamente, la nacionalización de la tierra es posible en los marcos del capi-


talismo. Empero, el traspaso de algunas formas de medios de producción de propie-
dad privada de personas y compañías en propiedad del Estado burgués no significa
la liquidación de la propiedad capitalista. El propio Estado burgués, al tomar en sus
manos unos u otros medios de producción, actúa como capitalista colectivo, porque
representa los intereses de toda la clase capitalista. Por eso, teóricamente, la nacio-
nalización de la tierra es compatible con el capitalismo.
594 Francisco Chaparro Zapana

La nacionalización de la tierra no puede liquidar la renta diferencial, ya que


ella no es engendrada por la propiedad privada de la tierra. Pero ya que, como re-
sultado de la nacionalización de la tierra, su propietario sería el Estado burgués,
entonces éste también se apropiaría de un pago diferencial. En consecuencia, la na-
cionalización capitalista de la tierra tendría como resultado el traspaso de la renta
diferencial de manos de los terratenientes a los del Estado burgués.

Completamente diferente es la influencia de la nacionalización de la tierra


sobre la renta diferencial. Así como la causa generadora de la renta absoluta es la
propiedad privada de la tierra, así también la nacionalización de la tierra trae con-
sigo la liquidación de la renta absoluta.

Junto con la destrucción de la propiedad privada de la tierra desaparecerían


también los obstáculos al trasiego de capitales de la industria a la agricultura y de las
inversiones de capitales de largo plazo hacia esta última, cesarían las transacciones
de compra-venta de la tierra, y todo esto junto con la liquidación de los rezagos feu-
dales en la agricultura le daría un gran impulso a esta última en su desarrollo.

Desde el punto de vista de la clase obrera, la nacionalización de la tierra es


una medida democrático-burguesa progresista, porque contribuiría al desarrollo del
capitalismo en la agricultura, al crecimiento del proletariado agrícola y al desarrollo
de la lucha de clases en el campo. Por eso el partido bolchevique en la Revolución de
Octubre incluía en su programa agrario la nacionalización de la tierra.

En el capitalismo, el mayor obstáculo que impide a la burguesía nacionali-


zar la tierra es su temor a la consigna proletaria que postula no solo nacionalizar
la tierra, sino también socializar la propiedad privada de los principales medios
de producción. La nacionalización de la tierra demandaría de la burguesía una lucha
más firme contra los terratenientes. Pero los terratenientes terminan como aliados de
los capitalistas en la lucha contra la clase obrera. No les queda les queda otra salida
que cesar sus ataques a la clase terrateniente. Por esta razón la burguesía cambia de
estrategia y deja de atacar a los terratenientes. Porque comprende que la liquidación
de una forma de la propiedad privada de la tierra, en este caso podría terminar po-
tenciando aún con más fuerza el ascenso del movimiento revolucionario del prole-
tariado, orientado contra las demás formas de propiedad privada de los medios de
producción, los cuales son de propiedad de las clases explotadoras.

Otro obstáculo a la nacionalización de la tierra es la unión de la burguesía


con los terratenientes. Cuanto más se desarrolla el capitalismo, tanto mayor es el
número de capitalistas que compran tierras. En la época del capitalismo monopo-
lista, como ya lo describimos, los monopolios mismos –industriales, bancarios y de
seguros– compran grandes predios territoriales. Pero a los capitalistas acaparadores
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 595

de tierra no les interesa su nacionalización. Además, porque la nacionalización de


tierras ocasionaría una pérdida directa a una parte significativa de la burguesía mono-
polista, que acapara tierras agrícolas, ya que ella le privaría de grandes ganancias.

La incapacidad de la burguesía para realizar la nacionalización de la tierra se


puso claramente de manifiesto en Rusia. Solo después de la Revolución Socialista de
Octubre el Poder Soviético pudo nacionalizar la tierra. Pero como esta medida fue
llevada a cabo en las condiciones de la dictadura del proletariado, ella no solo des-
bordó los marcos de las transformaciones democrático-burguesas, sino que también
distorsionó su orientación en la perspectiva del socialismo. No obstante, la naciona-
lización de la tierra tuvo un doble significado: de una parte, significó la realización
de las tareas de la revolución democrático-burguesa, no culminadas en el curso de
esta última; de otra parte, se convierte en la premisa potencial más importante de las
transformaciones socialistas en la agricultura.
CAPÍTULO XVII

La reproducción y la circulación
del capital social

1. EL PROBLEMA DE LA REPRODUCCIÓN DEL CAPITAL SOCIAL

Hasta ahora hemos examinado la dinámica del capital en varias esferas de la


producción y también en varias de sus facetas. Así, hemos observado la dinámica
funcional del capital en la industria, en el comercio y como capital de préstamo. Pero
ahora examinaremos cómo opera el movimiento del capital en el marco de toda la
sociedad y cómo se renueva constantemente.

La teoría objetiva de la reproducción capitalista –desde la óptica científica de


C. Marx– responde a la pregunta de: ¿cómo se verifica la reproducción del capital
social, cómo se lleva a cabo la comercialización de las mercancías y cuáles son las
condiciones de su realización? Demuestra, además, por qué el capitalismo, pese a
sus crisis periódicas y estructurales, no se hunde espontáneamente, sino que requiere
de una fuerza social, conciente y organizada, capaz de derribarlo.

Al examinar en la primera parte el problema de la reproducción, nos intere-


saba más la reproducción de las relaciones capitalistas de producción; por eso nos
abstrajimos de la reproducción de los bienes materiales, partiendo del supuesto de
que el capitalista encuentra en el mercado: los medios de producción y la mano de
obra indispensables, y que al vender las mercancías producidas no experimenta di-
ficultades. Entonces era natural que las cosas fuesen planteadas así, ya que entonces
tan solo nos interesaba el problema general de la reproducción, la reproducción de
las relaciones de producción; por eso era suficiente presentar todo el capital como
uno solo, como un capital individual, y a toda la clase capitalista como un solo ca-
pitalista.

El capital social es el conjunto de los capitales individuales o particulares,


cada uno de los cuales abarca una determinada esfera de la producción. El capital
social no representa una simple suma de capitales individuales, sino el conjunto
de esos capitales recíprocamente entrelazados.
598 Francisco Chaparro Zapana

1.1. La reproducción del capital social y el problema de la realización


La realización en el mercado de las mercancías producidas con anterioridad
(o bienes acabados), es una condición indispensable para que se renueve el pro-
pio proceso de la producción capitalista. Si el empresario capitalista no realiza sus
mercancías, entonces él no podría comprar los medios de producción ni la fuerza
de trabajo y, por consiguiente, no podría continuar produciendo. De esta forma, el
proceso capitalista de la reproducción representa en sí la unidad del proceso de la
producción y el proceso de la circulación en renovación permanente.

En el primer tomo de El capital, el objeto de la investigación de C. Marx es el


proceso capitalista de la producción. La reproducción es analizada aquí solo como
una renovación ininterrumpida y permanente del proceso de la producción.

El segundo tomo de El capital está consagrado especialmente al análisis del


proceso de la circulación del capital. De ahí la reproducción también es analizada
aquí como la unidad de los procesos de producción y circulación. Al mismo tiempo,
en las dos primeras secciones del segundo tomo de El capital, se investiga la repro-
ducción del capital individual, y en la tercera sección: el objeto de la investigación
es la reproducción del capital social global.

A causa de la división social del trabajo cada empresa capitalista está ligada
estrechamente con muchas de otras empresas. Por ejemplo, una fábrica productora de
máquinas tejedoras se vincula, de una parte, con las fábricas textiles compradoras de
estas máquinas y, de otra parte, con las fábricas laminadoras de metales, a las cuales
les compra el hierro y el acero, con las minas de carbón proveedoras de combustible,
etc. Por eso en cada empresa la reproducción puede transcurrir con normalidad solo
si las otras empresas le compran su producción y le venden los medios de producción
necesarios. La reproducción de cada capital individual se entrelaza con la reproduc-
ción de muchos otros capitales individuales. Por eso el capital social viene a ser el
conjunto de capitales individuales estrechamente entrelazados entre sí.

Para cada capitalista el mercado es algo que se encuentra fuera de su empresa;


pero para el capital social en su conjunto el mercado constituye un momento de su
propio movimiento. Todas las mercancías realizadas en el mercado ingresan de la es-
fera de la producción a la esfera de la circulación, y en su propio producto social de-
ben estar contenidas todas las mercancías necesarias para continuar la producción.

Si en el análisis de la reproducción del capital individual no se considera el


problema de la realización, entonces en el análisis de la reproducción de todo el capi-
tal social este problema trasciende a todo su crecimiento. Precisamente en este nivel
del análisis es necesario aclarar, cuáles son las leyes de la realización del producto
social global en el capitalismo.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 599

1.2. Los supuestos metodológicos del análisis en el problema de la realización


Aplicando el método de la abstracción científica, C. Marx en su teoría de la
reproducción parte de los siguientes supuestos:

A) Que la reproducción se realiza en las condiciones de un capitalismo puro.


Lo que significa abstraerse de las formas precapitalistas de producción y el
supuesto de que toda la producción se lleva a cabo bajo una forma capitalista
pura, ya que toda la sociedad estaría conformada solo por capitalista y traba-
jadores asalariados. Aunque en realidad no existe un capitalismo puro, en el
análisis teórico de la reproducción capitalista es preciso examinar un supuesto
capitalismo puro, no obstante que al lado de las formas capitalistas de la eco-
nomía pueden existir y existen formas precapitalistas y restos de economía
mercantil simple, las cuales cumplen una función subordinada y no tienen ca-
pacidad determinante del proceso de la realización; por eso en el capitalismo
no solo existen la burguesa y la clase obrera.
B) Que la reproducción se realiza sin comercio exterior. Es decir que nos abs-
traemos del comercio exterior y analizamos el mundo capitalista como un
todo, y todo el mercado como si fuese un solo mercado. En la realidad con-
creta los capitalistas de cada país solo realizan una parte de sus mercancías
en el mercado interno, y la otra parte en el extranjero. Pero a cambio de las
mercancías exportadas se importan otras mercancías, de modo que en la suma
total del valor de las mercancías realizadas en el mercado, el comercio externo
no la altera sustancialmente. Por eso en la teoría de la reproducción es necesa-
rio abstraerse del comercio exterior y examinar el mundo capitalista como un
todo único cerrado.
C) Que las mercancías son vendidas a precios que coinciden con su valor. En el
análisis de la reproducción del capital social Marx se abstrae de las oscilacio-
nes de los precios de mercado, y también de las desviaciones de los precios de
producción del valor de las mercancías. Y esta abstracción es correcta porque
es científica, ya que las oscilaciones de los precios de mercado por encima y
por debajo del valor durante un determinado período se compensan mutua-
mente, y las desviaciones de los precios de producción en relación al valor se
anulan mutuamente en la escala social.
D) Que en la supuesta circulación no se cuenta más que con dinero metálico.
El supuesto de la continuidad de los precios se deriva, de una parte, de la tesis
de que la composición orgánica del capital es constante y, de otra, de que la
circulación del dinero metálico descarta la inflación.
E) Que una tasa de plusvalía permanente del 100% y una composición orgáni-
ca del capital homogénea. Son los coeficientes de los supuestos teóricos bajo
cuyo accionar simultáneo se eliminaría el problema del desempleo.
600 Francisco Chaparro Zapana

V. I. Lenin calificó a la teoría de la reproducción de Marx como la teoría cien-


tíficamente abstracta de la realización, por cuanto la tarea de esta teoría
es descubrir las principales leyes de la reproducción y de la circulación de
todo el capital social, y no busca descubrir la marcha concreta y particular
de la realización de las mercancías producidas en uno u otro país.

2. EL PRODUCTO SOCIAL GLOBAL Y SU ESTRUCTURA

2.1. La división del producto social según su valor y según su forma natural
Todo el producto social global de la sociedad capitalista representa en sí
un enorme arsenal de mercancías, producidas en un determinado período, por
ejemplo un año. De una parte, todo el producto social es una determinada suma de
valores, y de otra, una gran masa heterogénea de valores de uso.

El valor del producto social global, como también el de cada una de las mer-
cancías, se expresa mediante la fórmula: W = c + v + p. Sí, por ejemplo, toda la socie-
dad capitalista ha gastado durante el año un capital constante de 400 000 millones
de dólares y un capital variable de 50 000 millones, cuando la plusvalía creada por
la clase obrera (o trabajadores asalariados) ha sido de 100 000 millones, entonces, el
valor del producto social global será igual a 550 000 millones de dólares.

De esta forma, según su valor el producto social global en el capitalismo se


divide en tres partes: capital constante, capital variable y plusvalía.

Al fundamentar esta tesis, C. Marx sometió a crítica las erradas suposiciones


de A. Smith, quien sostenía que el valor de las mercancías se divide solo en tres clases
de ingresos: el salario, la ganancia y la renta. Smith anotaba: “Se dirá, acaso, que aún
se necesita de una cuarta parte componente de aquel precio, que es lo que se invierte
en la reparación del ganado y aperos de labranza, para cuyo reemplazo es necesario
cargar algo al valor del grano; pero también se debe considerar que el precio de los
instrumentos de labranza, como un caballo, mula, o cualquier animal que trabaja, y
todas las demás cosas necesarias para las labores del campo, vaya compuesto de las
mismas tres partes constituyentes de los precios en general, a saber, de la renta de la
tierra en que se mantienen, del trabajo de darles pienso, pasto y cuidarles, y de las
ganancias del labrador, que adelanta tanto las rentas de esta tierra como los salarios
de este trabajo. Luego, aunque el precio del grano pague el precio particular de aquel
animal y de su mantenimiento, el total vendrá a resolverse, o inmediatamente o como
en primer origen, en las mismas tres partes de renta, trabajo y ganancias”1.

1 Smith, Adam. Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. Editorial Orbis, Barcelona,
1984, pp. 97-98.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 601

Este dogma de Smith es totalmente errado. Él omitió el hecho de que el capital


constante forma parte del valor no solo de los objetos de consumo, sino también de
los medios de producción. Por ejemplo, si en el valor de una tela se incluye el valor
del hilado y una parte del valor de la máquina de tejer, entonces, en su momento,
en el valor del hilado se incluye el valor del algodón y una parte de la máquina de
tejer, y el valor de la máquina de tejer comprende en sí el valor del metal y una parte
del valor de las máquinas, con ayuda de las cuales ella fue elaborada, etc. El error
de Smith radica en haber ignorado el capital constante, el cual conforma el valor de
todas las mercancías.

Como lo demostró Marx, el error de Smith estaba relacionado con el hecho


de haber confundido el valor del producto anual de la sociedad con el nuevo valor
anual creado. Esta segunda parte es el resultado del trabajo vivo, gastado en el trans-
curso de una año dado, y es igual a v + p. Pero el valor del producto anual es igual
a c + v + p y esta última magnitud es mayor que el nuevo valor anual creado, en la
medida que incluye en sí el valor del capital constante (c).

Según su forma natural, es decir por su valor de uso, todo el producto social
se subdivide en dos grandes porciones: 1. Medios de producción y 2. Medios de
consumo. El primer grupo de bienes materiales incluye en sí las materias primas, los
materiales auxiliares, las maquinarias, las herramientas, etc. En el segundo grupo se
incluyen todos los objetos de consumo personal, como los alimentos, el vestido, el
calzado, los productos de lujo, etc.

De este modo, el primer sector de la producción social abarca todas las ra-
mas productoras de medios de producción (o bienes de capital), y el segundo sector
comprende todas las ramas productoras de medios de consumo personal (ya sea
de carácter individual o colectivo). Esta división de todo el producto social en dos
grandes sectores fue dada, por vez primera, por C. Marx, y es de enorme importancia
para la teoría de la reproducción.

Para el capitalista individual la naturaleza de los valores de uso no tiene mayor


importancia. Al capitalista le es totalmente indiferente producir petróleo o perfumes,
máquinas o bebidas alcohólicas. A él lo que más le interesa es el valor y la plusva-
lía. Es cierto que para continuar su producción él requiere de determinados valores
de uso, por ejemplo: maquinarias, herramientas, combustible, materias primas, etc.
Pero no es de su competencia ocuparse de producir los medios de producción nece-
sarios para su empresa. Él no restituye estos medios de producción con parte de su
propio producto, sino que los obtiene de afuera, del mercado.

El asunto es totalmente diferente si nosotros analizamos no el capital indi-


vidual, sino el capital social. Este, en el contexto social de la economía capitalista,
602 Francisco Chaparro Zapana

debe abastecerse así mismo tanto en medios de consumo necesarios como en medios
de producción necesarios. Aquí se lleva a cabo “(…) no es solamente reposición del
valor, sino también reposición de materia, por cuya razón se halla condicionada tanto
por la relación mutua entre las partes integrantes del valor del producto social como
por su valor de uso, por su forma material”2. Por ello, no solo el valor tiene un signi-
ficado esencial, sino también el valor de uso. Al analizar la reproducción del capital
social, el problema estriba precisamente en esto: ¿de dónde tomarán los obreros
y los capitalistas los artículos de consumo?, ¿de dónde tomarán los últimos los
medios de producción?, ¿de qué manera el producto obtenido cubrirá todas estas
demandas y permitirá ampliar la producción?” 3. He aquí el por qué en el análisis
del proceso de la reproducción en escala social, es necesario delimitar con precisión
la producción de medios de producción y la producción de medios de consumo.

2.2. Las diferencias entre los sectores I y II


La producción de medios de producción y la producción de medios de con-
sumo se diferencian la una de la otra, ante todo, según el carácter del uso de sus
productos. Los productos del sector I, según su forma natural, solo son útiles para
el consumo productivo, y los productos del sector II para el consumo personal. Por
ejemplo, las máquinas no pueden servir como alimentos, como tampoco la mante-
quilla o el pan podrían servir como instrumentos de trabajo.

Además, en el capitalismo los productos de ambos sectores se diferencian


unos de los otros según su significado social: los medios de producción sirven en
calidad de capital y se encuentran en manos de la clase capitalista; y los medios de
consumo sirven en calidad de ingresos y se distribuyen entre los trabajadores y los
capitalistas.

Y así, el punto de partida de la teoría marxista de la reproducción son las


dos formas de división del producto social global: este se divide según su valor en
tres elementos: capital constante, capital variable y plusvalía, y según su forma
natural en dos partes: medios de producción y medios de consumo.

3. EL MODELO DE LA REPRODUCCIÓN SIMPLE

3.1. Las magnitudes iniciales del modelo


C. Marx ilustra teóricamente el análisis de la reproducción simple valiéndose
del siguiente esquema de cifras iniciales como ejemplo:
I. 4000c + 1000v + 1000p = 6000
II. 2000c + 500v + 500p = 3000

2 Marx, C. El capital. La Habana, Editorial Ciencias Sociales. T. 2, 1980. p. 374.


3 Lenin, V. I. Obras completas. T. 3. “El desarrollo del capitalismo en Rusia”, p. 39.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 603

Se supone que el sector I, que produce bienes-medios de producción, gasta


durante el año en capital constante la suma 4000 unidades, 1000 unidades de capital
variable y, operando con una tasa de explotación del 100%, produce una plusvalía
de 1000 unidades. De esta forma, el valor sectorial de toda la producción es igual a
6000 unidades.

En el sector II, productor de bienes-medios consumo, el capital constante es


de 2000 unidades, el capital variable de 500 y, operando también con una tasa de
explotación del 100%, se crea una plusvalía de 500 unidades. El valor total de la pro-
ducción anual del sector II está conformado por 3000 unidades. Y todo el producto
social global de ambos sectores es igual 9000 unidades.

Para renovar la producción en el año siguiente, los capitalistas deben, ante


todo, realizar en el mercado las mercancías producidas en el año anterior. Y enton-
ces, ¿cómo se lleva a cabo esta realización?

3.2. La realización de la producción del sector I


Los propios capitalistas del sector I, para renovar su producción, requieren
de nuevos medios de producción. Por ejemplo, los fabricantes de maquinarias nece-
sitan: hierro, acero, máquinas para producir máquinas, etc. En el ejemplo dado los
capitalistas del sector I, para reponer su capital constante, se compran y venden entre
sí medios de producción por la suma de 4000 unidades.

Restando estas 4000 unidades en el sector I, quedan todavía medios de produc-


ción por la suma de 2000 unidades, materializados en capital variable y plusvalía.

La realización del capital variable y la plusvalía del sector I dentro del mis-
mo sector I, es imposible debido a la falta de correspondencia entre el valor y el
valor de uso de sus mercancías. Como elementos del valor, v + p constituyen los
ingresos de los obreros (el salario) y los capitalistas (la ganancia), los cuales en la
reproducción simple, supuestamente, en su integridad son destinados al consumo
personal de ambas clases. Pero en el sector I estos elementos del valor están materia-
lizados en valores de uso no aptos para el consumo personal, bajo la forma de mate-
rias primas, máquinas, herramientas, etc. Para satisfacer las necesidades personales
de los obreros y de los capitalistas del sector I se necesitan artículos de consumo, los
cuales solo se pueden obtener del sector II.

Y así, de toda la producción del sector I: 4000c se realiza dentro del mismo
sector I, y 1000v + 1000p deben ser intercambiadas por productos del sector II.

3.3. La realización de la producción del sector II


Los obreros del sector II gastan 500 unidades del salario percibido por ellos,
mientras que los capitalistas del sector II gastan 500 unidades de plusvalía en la
604 Francisco Chaparro Zapana

compra de medios de consumo, es decir, productos del sector II. De esta forma, de
toda la masa de artículos de consumo 1000 unidades (v + p) se realizan mediante sus
ventas a los obreros y capitalistas del propio sector II.

Restando esta parte en el sector II aún queda producción por la suma de 2000
unidades, que representa en sí la materialización del capital constante gastado du-
rante el año. La realización del valor del capital constante del sector II dentro del
mismo sector II, es imposible debido a la falta de correspondencia entre el valor
(trabajo abstracto) y el valor de uso (trabajo concreto). El capital constante es el
valor de los medios de producción empleados en las empresas capitalistas; pero ma-
terialmente este valor está plasmado en el sector II en objetos de consumo personal,
no aptos para reponer el capital constante. Para producir un paño, por ejemplo, se
necesita: algodón, máquinas hiladoras, maquinas tejedoras, etc., y ellos no forman
parte de la producción del sector II. Por consiguiente, de toda la producción del
sector II: 500v + 500p se realizan dentro del mismo sector II, y 2000c se realizan y
amortizan mediante su intercambio con el sector I.

Y así, el sector I vende al sector II medios de producción por la suma de


1000v + 1000p = 2000 y, a su vez, le compra objetos de consumo por la suma de
2000c. A consecuencia de ello, los obreros y los capitalistas del sector I obtienen
los objetos requeridos por ellos, y los capitalistas del sector II reponen sus medios de
producción gastados durante el año.

3.4. Condiciones de equilibrio requeridas para la realización de la reproduc-


ción simple
De todo lo expuesto se concluye que la condición necesaria para la realización
normal del producto social global en la reproducción simple, es la estricta observan-
cia de la siguiente igualdad: I (v + p) = II c, o sea, que la suma del valor del capital
variable más la plusvalía del sector I debe ser igual a la magnitud valorativa del
capital constante del sector II.

En la reproducción simple, supuestamente toda la producción anual del sector


I es destinada a la reposición del capital constante gastado durante el año por los
capitalistas de los sectores I y II. Por consiguiente, si representamos el valor de
la producción del sector I mediante IT, entonces obtendremos la siguiente ecua-
ción: IT = Ic + IIc, por tanto, el valor anual de la producción del sector I es igual
a la suma valorativa de los capitales constantes de ambos sectores.

La producción del sector II se destina al consumo personal de los obreros y los


capitalistas de ambos sectores, y se realiza intercambiándola por el salario y la plus-
valía. Por eso, en la reproducción simple el valor de la producción anual del sector
II debe ser exactamente igual a la suma del capital variable y la plusvalía de am-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 605

bos sectores. Si representamos el valor de la producción anual del sector II mediante


IIT, entonces obtendremos la siguiente ecuación: IIT = I (v + p) + II (v + p).

Del análisis del modelo de la reproducción simple derivan las siguientes con-
clusiones: 1. Que la realización del producto social global es posible solo si existe
una determinada proporcionalidad entre los sectores I y II, la cual está expresada por
las tres ecuaciones anteriormente expuestas; y 2. Si la proporcionalidad se altera, lo
que es inevitable en medio de la anarquía de la producción capitalista, entonces la
realización de las mercancías no puede llevarse a cabo con normalidad y, por consi-
guiente, se altera todo el proceso de la reproducción.

3.5. El intercambio mercantil intersectorial y el rol del dinero circulante


Los medios de producción no son cambiados directamente por los artículos de
consumo, sino que este cambio se realiza con la intermediación del dinero.

Al comprar la fuerza de trabajo, los capitalistas del sector I pagan a sus traba-
jadores un salario monetario por la suma de 1000 unidades, y los obreros del sector I
gastan este dinero en comprar artículos de consumo a los capitalistas del sector II. A
su vez, los capitalistas del sector II gastan este dinero en comprar medios de produc-
ción a los capitalistas del sector I. Por consiguiente, las 1000 unidades monetarias,
gastadas por los capitalistas del sector I en la compra de fuerza de trabajo, pasan de
manos de los obreros a los capitalistas del sector II, y de estos últimos retornan nue-
vamente a las manos de los capitalistas del sector I. Mediante esta circulación mone-
taria se lleva a cabo el intercambio de 1000v del sector I por 1000c del sector II.

En lo que respecta al intercambio de 1000p del sector I por 1000c del sector
II, se puede suponer entonces que tanto los capitalistas del sector I como los capita-
listas del sector II ponen en circulación 500 unidades monetarias simultáneamente,
los cuales son transferidos dos veces de mano en mano: de los capitalistas del sec-
tor I a los capitalistas del sector II (en la compra de artículos de consumo) y de los
capitalistas del sector II a los capitalistas del sector I (en la compra de medios de
producción).

De lo antes expuesto se desprenden las siguientes conclusiones:


1. El dinero puesto en circulación por los capitalistas realiza un ciclo de rotación,
retornando al final de cuentas a los mismos capitalistas que lo pusieron en
circulación;
2. La cantidad de dinero circulante es menor que la suma de los precios de las
mercancías en circulación debido al paso reiterado del dinero de unas manos
a otras.
606 Francisco Chaparro Zapana

3.6. La diversidad de proporciones de la reproducción capitalista


Ya hemos analizado aquellas proporcionalidades de la producción que debían
existir entre los sectores I y II en las condiciones de la reproducción simple. Pero
estas son solo las principales proporcionalidades que deben ser observadas para sos-
tener una serie de proporcionalidades en el interior de cada uno de los sectores.

Dentro del propio sector I son necesarias determinadas proporcionalidades,


por ejemplo, entre la industria del carbón, la metalurgia y la metal-mecánica, entre la
extracción de petróleo y las refinerías de petróleo, etc.

En el propio sector II también deben observarse determinadas proporcionali-


dades entre sus diversas ramas independientes, por ejemplo entre la producción de
alimentos, bebidas, vestidos, vivienda, calzado, muebles de uso doméstico, etc. Es-
tas proporcionalidades dependen de cómo se distribuye el fondo global de consumo
entre los diversos artículos de consumo.

La producción del sector II en las condiciones del capitalismo se divide en dos


clases: a) los medios necesarios de subsistencia, destinados tanto al consumo de los
obreros como de los capitalistas; y b) los artículos de lujo, consumidos solo por la
clase capitalista. El valor de los medios de subsistencia producidos durante un año
debe ser igual al salario total de la clase obrera más aquella parte de la plusvalía total
que la clase capitalista gasta en el consumo de los medios necesarios de subsistencia.
A su vez, el valor de los artículos de lujo, producidos durante el año, debe ser igual
a aquella parte de la plusvalía total que la clase capitalista gasta durante el año en el
consumo de artículos de lujo.

La diversidad de proporciones que deben ser observadas en la reproducción


capitalista simple, muestra ya lo complejo y difícil que es garantizar su normal desa-
rrollo. Y la inobservancia de las estas proporcionalidades necesarias al sistema, colo-
ca a la reproducción capitalista simple en potencial grave riesgo de desequilibrio.

4. EL MODELO DE REPRODUCCION AMPLIADA. LA LEY DEL CRECIMIEN-


TO PREFERENTE DE LA PRODUCCIÓN DE MEDIOS DE PRODUCCIÓN

4.1. Las condiciones de equilibrio de la reproducción ampliada


La reproducción ampliada –a diferencia de la reproducción simple– requiere
de otras proporcionalidades entre los sectores I y II. La reproducción ampliada no es
posible sin contar con la existencia disponible de medios adicionales de producción
en la sociedad, por encima de aquella cantidad con la que se amortiza los medios
de producción gastados durante el año. Por eso, el valor de la producción anual del
sector I debe ser mayor que el capital constante gastado durante el año en ambos
sectores: I T > Ic + IIc.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 607

Pero así como IT = I(c + v + p), por lo mismo, sustituyendo este significado
de IT en la fórmula anterior, obtenemos: I(c + v + p) > Ic + IIc. Reduciendo en
ambas partes de la desigualdad por la misma magnitud, la cual resulta ser Ic, en
conclusión obtenemos:
I(v + p) > IIc. Y de este modo, en la reproducción ampliada la suma valora-
tiva del capital variable y la plusvalía del sector I es mayor que el capital constante
del sector II, mientras que en la reproducción simple estas magnitudes eran iguales
entre sí.

4.2. El modelo de reproducción ampliada. Premisas iniciales


Al analizar la reproducción ampliada, Marx emplea el modelo matemático
que configura en el primer año las siguientes cifras iniciales:
I. 4000c + 1000v + 1000p = 6000
II. 1500c + 750v + 750p = 3000

En su análisis de la reproducción ampliada, Marx parte de las siguientes pre-


misas: 1. Supone que en el sector I se capitaliza la mitad de la plusvalía, y la otra
mitad es destinada al consumo personal de los capitalistas; y 2. Supone que la
composición orgánica del capital en ambos sectores es constante.

La plusvalía del sector I es igual a 1000 unidades. Ella se divide en fondo


de consumo personal de los capitalistas por la suma de 500 unidades y en fondo de
acumulación capitalista también por la suma de 500 unidades. Cuando la composi-
ción orgánica del capital sea constante (en el sector I c : v = 4 : 1), 500 unidades de
plusvalía capitalizada es igual a 400 unidades de capital constante adicional y 100
unidades de capital variable adicional.

Y así, en el tránsito del primer año al segundo, el valor de la producción anual


del sector I se divide en las siguientes partes:
I. (4000 + 400)c + (1000 + 100)v + 500pn = 6000

En esta ecuación 4000 representa la suma inicial de capital constante, 400


representa el capital constante adicional, 1000 representa el capital variable inicial,
100 representa el capital variable adicional y 500pn representa la plusvalía consu-
mida por los capitalistas.

4.3. La realización del producto en el primer año


Los capitalistas del sector I se compran y venden unos a otros los medios de
producción por la suma de 4000 unidades para reponer el capital constante gastado
durante el año, más 400 para ampliar la producción. De esta forma, dentro del propio
sector I: de la producción anual de 6000 unidades se realizan 4400 unidades.
608 Francisco Chaparro Zapana

Luego de restar esta suma, quedan todavía medios de producción por la suma
1600 unidades, los cuales se materializan el capital variable y la plusvalía de con-
sumo personal de los capitalistas. Esta parte del producto del sector I no puede ser
realizada dentro del propio sector I, ya que a los obreros y capitalistas del sector
I no les hace falta medios de producción por las sumas de 1100 y 500 unidades,
respectivamente, sino artículos de consumo. Por lo tanto, 1600 unidades de valor
materializado en medios de producción deben ser vendidas por el sector I al sector
II, y en reciprocidad deben ser compradas 1600 unidades de valor materializado en
artículos de consumo.

Como los capitalistas del sector I, después de restar la parte de los medios de
producción que les son necesarios, disponen para vender al sector II 1600 unidades
de su producción, cuya suma es el margen que limita la reproducción ampliada del
sector II. Los capitalistas del sector II de nuestro ejemplo pueden aumentar su capital
constante de 1500 unidades a 1600, es decir, solo en el margen de 100 unidades.

A medida que el capital constante del sector II aumenta en un margen de 100


unidades, el capital variable aumenta en 50 unidades, debido a que la composición
orgánica del capital es constante (en el sector II c : v = 2 : 1).

De esta forma, toda la plusvalía del sector II, equivalente a 750 unidades, se
divide en: 100 unidades de capital constante adicional, 50 de capital variable adicio-
nal y 600 de plusvalía destinada al consumo personal de los capitalistas.

Al mismo tiempo, el valor de todo el producto anual del sector II en el tránsito


del primer año al segundo se divide en las siguientes partes:

II. (1500 + 100)c + (750 + 50)v + 600pn = 3000

En nuestro ejemplo, al sector II le son necesarios medios de producción, o


sea la producción del sector I por la suma de 1600 (1500 para amortizar el capital
constante gastado durante el año y 100 para ampliar la producción). Por consiguien-
te, de todo el producto del sector II una parte, igual a 1600, puede ser realizada solo
intercambiándola con el sector I.

En lo que respecta a la parte restante (1400), entonces ella puede ser realizada
dentro del propio sector II. Los obreros del sector II compran a los capitalistas del
sector II artículos de consumo por la cantidad de 750 + 50, es decir por 800 unidades
y los capitalistas del sector II se compran y venden unos a otros artículos de consumo
por 600 unidades.

4.4. La reproducción ampliada en los balances totales del segundo y tercer años
Suponiendo que la tasa de plusvalía del 100% se mantiene constante, nosotros
obtendremos en el segundo año las siguientes cantidades:
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 609

I. 4400 + 1100v + 1100p = 6600


II. 1600 + 800v + 800p = 3200

Y si nosotros tenemos que operar después con las mismas premisas, suponien-
do que la mitad de la plusvalía del sector I, o sea 550, será gastada en el consumo
personal de los capitalistas, y la otra mitad, que es también 550, es destinada a la ca-
pitalización, dividida en 440 unidades de capital constante adicional y 110 de capital
variable adicional:
(4400 + 440)c + (1100 + 110)v + 550pn = 6600

De aquí se debe a que dentro del sector I serán realizados los medios de pro-
ducción por la suma de 4840 (4400 + 440), y los restantes 1760 (1100v + 110v + 550p)
deben ser realizados mediante su intercambio con el sector II.

Así es cómo está determinada la magnitud de 1760 unidades de capital cons-


tante del sector II para el tercer año. Consiguientemente, el capital constante del
sector II al transitar del segundo año al tercero se incrementa en 160 unidades
(1760 – 1600) = 160. De ello se desprende que el capital variable del sector II au-
menta en 80 unidades (por cuanto en el sector II c : v = 2 : 1).

De esta forma, la plusvalía acumulada del sector II está conformada por


160 + 80 = 240. Consiguientemente, la plusvalía consumida personalmente en el
sector II es igual a 800 – 240 = 560.

Y así, al transitar del segundo año al tercero, el valor de la producción del


sector II se divide en las siguientes partes:
II. (1600 + 160)c + (800 + 80)v + 560pn = 3200

La realización del producto transcurre así: 4840 (4400c + 440c) unidades de me-
dios de producción se realizan dentro del propio sector I, y 1760 (1100v + 110v + 550pn)
se realizan mediante su intercambio con el sector II; de todos los artículos de consu-
mo: 1760 (1600c + 160c) unidades se realiza mediante su intercambio con el sector
I y 1440 (800v + 80v + 560pn) se realizan dentro del propio sector II.

En esas condiciones el balance del tercer año muestra los siguientes resultados:
I. 4840c + 1210v + 1210p = 7260
II. 1760c + 880v + 880p = 3520

4.5. Las leyes de la reproducción capitalista ampliada


De todo lo antes expuesto se desprenden las siguientes conclusiones:
En primer lugar, que para la realización del producto social global en la repro-
ducción ampliada, se requiere que la suma inicial de valor del capital variable más su
610 Francisco Chaparro Zapana

incremento y la parte de la plusvalía destinada al consumo personal del sector I, debe


ser igual a la suma de los capitales constante inicial y adicional del sector II.

Esta igualdad puede ser representada mediante la siguiente fórmula:


I(v + ∆v +pn) = II(c + ∆c)
Donde c y v representan al capital constante y capital variable, ∆c y ∆v re-
presentan al capital constante y variable adicional, y pn es la parte de la plusvalía
destinada al consumo personal de los capitalistas del sector I.

Además de esta proporcionalidad, la reproducción ampliada presupone tam-


bién la siguiente proporcionalidad:
IT = I(c + ∆c) + II(c + ∆c)
Es decir, que el valor anual de la producción del sector I es igual a las sumas
inicial y adicional del capital constante de ambos sectores.

Finalmente, la reproducción capitalista ampliada requiere además de la si-


guiente proporcionalidad:
IIT = I(v + ∆v + pn) + II(v + ∆v + pn)
Es decir que el valor de la producción anual del sector II es igual a la suma de
los capitales variable inicial y adicional de ambos sectores, más la plusvalía desti-
nada al consumo personal de los capitalistas de ambos sectores.

En segundo lugar, que en el proceso de la reproducción ampliada existe


una estrecha interrelación entre las diversas esferas de la producción capitalista,
bajo la función directriz del sector I. El sector II obtiene del sector I los medios de
producción adicionales, mientras que las dimensiones de la acumulación y el con-
sumo en el sector I dependen de las dimensiones de la acumulación y el consumo
en el sector II. Pero el sector I, a su vez, no puede realizar la reproducción ampliada
aisladamente del sector II, para el que él produce una parte de toda su producción.

En tercer lugar, que se cuenta con una vinculación interna entre el crec-
imiento de la producción y el crecimiento del mercado, mientras la ampliación
del mercado interno transcurre sobre la base de la ampliación de la producción
capitalista. En efecto, la causa de la demanda creciente de medios de producción es
el incremento del capital constante en el transcurso de la reproducción ampliada, y la
causa de la demanda creciente de artículos de consumo es el incremento del capital
variable y de la plusvalía consumida de modo personal por los capitalistas, lo que
también es resultado de la reproducción ampliada.

4.6. La ley del crecimiento preferente de la producción de medios de producción


En el análisis de la reproducción ampliada hasta ahora nosotros partimos del
supuesto de que el crecimiento de la producción transcurre sobre la base técnica an-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 611

terior y con una composición orgánica constante del capital. Pero semejante carácter
podía tener, aproximadamente, solo la reproducción capitalista ampliada en
sus etapas aurorales de desarrollo, de antes de la aparición de la gran industria
maquinizada.

La ley de la reproducción ampliada en las condiciones de una tecnificación


maquinizada progresiva, es el de mayor crecimiento de la producción de lo medios
de producción en comparación con la producción de medios de consumo. El prob-
lema radica en que con el desarrollo de la técnica maquinizada y con la elevación de
la productividad del trabajo, el volumen de los medios de producción empleados se
eleva más rápidamente que la cantidad de trabajo vivo agregado a él, es decir que por
cada obrero se requiere cada vez mayor cantidad de máquinas y equipos, materias
primas, combustibles y materiales auxiliares. Como resultado del progreso técnico
disminuye la parte del trabajo vivo en la cantidad total del trabajo social, gastado
en la producción de productos, y se eleva la porción del trabajo materializado. Y
esto significa que en el producto social global se incrementa el peso específico de la
producción de medios de producción, los cuales son la encarnación del trabajo mate-
rializado, y disminuye el peso específico de la producción de artículos de consumo.
Por lo consiguiente, la producción de medios de producción crece más rápidamente
que la producción de artículos de consumo.

En el capitalismo, el progreso técnico encuentra su expresión en el crecimien-


to de la composición orgánica del capital. Como el capital constante se incrementa
en toda la sociedad más rápidamente que el capital variable y como los elementos del
capital constante se producen en el sector I, la reproducción capitalista ampliada,
llevada a cabo en las condiciones de elevación de la composición orgánica del capital,
significa un crecimiento más rápido del sector I en comparación del sector II.

Los datos de facto confirman la acción de esta ley. Por ejemplo, en la industria
de Alemania de los años 1860-1937 la producción de medios de producción aumentó
en 12,8 veces y la producción de artículos de consumo, en 4,3 veces; de esta forma,
los ritmos de crecimiento de la producción de medios de producción sobrepasó en
casi 3 veces los ritmos de crecimiento de la producción de artículos de consumo. En
la industria de la República Federal Alemana (RFA) durante los años 1950-1962,
el ritmo promedio de crecimiento de la producción de medios de producción era de
9,7%, y el de la producción de artículos de consumo 7,2%.

La estadística estadounidense divide la industria en la producción de objetos


de uso duradero y la producción de objetos de uso inmediato. El primer grupo in-
cluye en sí principalmente la producción de medios de producción, pese a que en él
se encuentra también la producción de algunos artículos de consumo (por ejemplo,
los automóviles, los muebles, etc.). El segundo grupo incluye en si principalmente la
612 Francisco Chaparro Zapana

producción de artículos de consumo, no obstante que en el se encuentra también la


producción de algunos medios de producción (por ejemplo, los productos quími-
cos). Desde el año 1947 hasta 1966 la producción de artículos de uso duradero
en EE. UU. aumentó en 124%, y la producción de artículos de uso no prolon-
gado – en 90%. Esto refleja también (pese a que solo aproximadamente) el mayor
crecimiento de la producción de medios de producción.

Además de la principal tendencia de un mayor crecimiento de la producción


de medios de producción, también actúan factores que neutralizan o que morig-
eran la elevación del peso específico del sector I en el producto social global. Entre
ellos: 1. El abaratamiento de los medios de producción; y 2. El empleo más efectivo
y económico de los medios de producción.

Al elevarse la productividad del trabajo en el sector I, se reduce el valor de


cada unidad de los medios de producción. A consecuencia de ello, la relación del tra-
bajo materializado con el trabajo vivo se eleva en menor grado que el incremento de
la composición técnica del capital. Por ejemplo, si la cantidad de máquinas corres-
pondiente a cada obrero se eleva de uno a cuatro, pero al mismo tiempo el valor de
cada máquina disminuye en el doble, entonces la relación de trabajo materializado
en las máquinas con el trabajo vivo se eleva no en cuatro, sino solo en dos veces.
Entonces, el abaratamiento de los medios de producción frena el crecimiento del
peso específico del trabajo materializado y a la vez, contrarresta el mayor grado de
crecimiento del sector I en comparación con el sector II.

Con el desarrollo del capitalismo, los medios de producción son empleados


con mayor eficacia: la intensidad-material y la intensidad-capital tienden a disminuir
en la producción, es decir que por cada unidad de producción se gasta menos materia
prima, menos combustible y menos capital fijo. En alguna medida esto actúa también
en contra del mayor crecimiento del sector I. Sin embargo, los referidos factores solo
tienden a atenuar el grado de ese adelantamiento, pero no es capaz de eliminarlo.

A consecuencia de que los ritmos de crecimiento del sector I sobrepasan a los


del sector II, con el desarrollo del capitalismo se eleva el peso específico del sector I
y disminuye el del sector II en el producto social global. Este fenómeno se pone de
manifiesto en la industria en la elevación del peso específico de la industria pesada.
Así, desde el año 1938 hasta 1963 el peso específico de la industria pesada en el
contexto de la industria manufacturera del sistema capitalista mundial aumentó del
47,7 hasta el 63,5%; mientras que en los países industrializados ella creció del 49,3
al 65,1%.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 613

5. Las contradicciones antagónicas de la reproducción ca-


pitalista. el aporte de lenin a la teoría marxista de la re-
producción

5.1. La contradicción fundamental de la reproducción capitalista


El carácter de la reproducción está determinado por el sistema de producción
predominante en la sociedad. Por eso la contradicción fundamental del modo de
producción capitalista –que es la contradicción entre el carácter social de la pro-
ducción y la forma capitalista privada de apropiación del producto– es también al
mismo tiempo la contradicción fundamental de la reproducción capitalista. Ob-
servemos cómo se manifiesta y se agudiza esta contradicción en el proceso de la
reproducción.

Del producto social global se transfiere al consumo de los obreros solo una
parte de la producción del sector II, equivalente al capital variable. Toda la parte res-
tante del producto social global se realiza a cuenta de la demanda de los capitalistas,
y se queda en sus manos. De este modo, el propio mecanismo de la reproducción ca-
pitalista garantiza a los propietarios-capitalistas privados la apropiación de la mayor
parte de los productos de la producción social.

Precisamente, los medios de producción conforman aquella parte del producto


social global que, en las supuestas condiciones de un capitalismo puro, se queda en
su integridad en manos de los capitalistas, mientras que los artículos de consumo se
distribuyen entre los obreros y lo capitalistas. Como en el curso de la reproducción
ampliada el sector I crece más rápidamente que el sector II, entonces el peso espe-
cífico del sector I en el conjunto de la producción social tiende a elevarse mientras
que el peso específico del sector II tiende a disminuir. Por consiguiente, de todo el
incremento del producto social global se apropia la clase de los propietarios-capita-
listas privados. De esta forma, la acción de la ley del crecimiento más rápido de la
producción de medios de producción en las condiciones capitalistas conduce inevi-
tablemente a la agudización de la contradicción entre la producción social y la forma
de su apropiación privada.

5.2. La contradicción entre la producción y el consumo


Una de las principales formas de manifestación de la contradicción funda-
mental del capitalismo, es la contradicción entre la producción capitalista y el con-
sumo de las masas populares, la misma que se manifiesta en un crecimiento de la
producción que no es acompañada del respectivo crecimiento del consumo popular,
cuyo fenómeno en la etapa capitalista de la globalización es más cruelmente patético
debido fundamentalmente al desmesurado enriquecimiento de los capitalistas mono-
polistas transnacionales y a la miseria desoladora de las masas populares, en especial
de las del tercer mundo.
614 Francisco Chaparro Zapana

Además de la agudización de la contradicción fundamental del capitalismo


y sobre su base, en el proceso de la reproducción capitalista ampliada, se agudiza
también la contradicción entre la producción (oferta) y el consumo (demanda). El
propio mecanismo de la reproducción capitalista limita el consumo personal de la
clase obrera mediante las dimensiones que son necesarias para la reproducción de la
mercancía-fuerza de trabajo e incluso tiende a reducir el salario por debajo del nivel
del valor de la fuerza de trabajo, por cuanto sobre la base de la composición orgánica
del capital se forma y crece el ejército industrial de reserva (integrado hoy también
por los trabajadores de los países subdesarrollados), cuya presencia ejerce activa pre-
sión negativa sobre el salario de los obreros ocupados de todo el mundo capitalista.

Paradójicamente, los límites del consumo de la clase obrera crean dificul-


tades para la realización de las mercancías, cuyo volumen crece cada vez más a
consecuencia de la reproducción ampliada.

Marx anotaba lo siguiente: que por la “Contradicción del régimen de pro-


ducción capitalista: los obreros como compradores de mercancías, son importantes
para el mercado. Pero como vendedores de su mercancía –de la fuerza de trabajo–,
la sociedad capitalista tiende a reducirlos al mínimo del precio”4. Lo que significa
que cuando los capitalistas compran a los obreros la mercancía-fuerza de trabajo, por
añadidura ellos hacen todo lo posible por reducir el precio de esta mercancía, es decir
el salario, a su nivel más bajo, pero cuando los capitalistas intervienen en el mercado
en calidad vendedores de sus mercancías, el bajo nivel del consumo de los obreros
se venga por ellos limitando las posibilidades de su venta.

5.3. El desarrollo asimétrico de las diversas esferas y ramas de la produc-


ción capitalista
Al capitalismo le es inherente la contraposición entre la organización planifi-
cada de la producción en cada empresa independiente y la anarquía de la producción
en toda la sociedad. Esta última trae consigo que en unas esferas y ramas la produc-
ción se amplíe más desmesuradamente que en otras, es decir que la proporcionalidad
entre ellas sea alterada permanentemente.

Como lo advertíamos antes, la realización del producto social es posible solo


si existe proporcionalidad entre los sectores I y II, y también en el interior de cada
uno de ellos. Pero como la proporcionalidad es inevitablemente alterada a con-
secuencia de la anarquía de la producción capitalista, entonces la realización de
las mercancías en el capitalismo tropieza con enormes dificultades, y la marcha
normal de la reproducción se interrumpe de tiempo en tiempo.

4 Marx, C. Óp. cit., T. 2, p. 300.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 615

Al descubrir el carácter contradictorio de la realización en el capitalismo, Marx


anotaba que: “(…) ciertas condiciones del cambio normal, peculiares a este sistema
de producción, son por tanto condiciones del desarrollo normal de la reproducción,
lo mismo en escala simple que en escala ampliada y que se truecan en otras tantas
condiciones de desarrollo normal, en otras tantas posibilidades de crisis, puesto que
el mismo equilibrio constituye algo fortuito dentro de la estructura elemental de este
régimen de producción”5.

5.4. El análisis leninista de la reproducción ampliada en condiciones de cre-


ciente composición orgánica del capital
La teoría marxista de la reproducción fue desarrollada por Lenin en sus traba-
jos, quien refutó las distorsionadas interpretaciones de los populistas y de los “mar-
xistas legales”. Durante la década de los años noventa del siglo XIX, el carácter de
la economía de Rusia y las perspectivas de su desarrollo constituían el problema
central, en torno al cual se trabó una intensa batalla ideológica.

En el modelo de la reproducción ampliada de Marx se supone una composi-


ción orgánica del capital constante. Desarrollando la investigación de Marx, Lenin
concibió un modelo de la reproducción ampliada con una creciente composición or-
gánica del capital. Comparemos a continuación el modelo de Marx con el de Lenin:

EL MODELO DE MARX
1.er año: I. 4000c + 1000v + 1000p = 6000
II. 1500c + 750v + 750p = 3000
2.o año: I. 4400c + 1100v + 1100p = 6600
II. 1600c + 800v + 800p = 3200
3.er año: I. 4840c + 1210v + 1210p = 7260
II. 1760c + 880v + 880p = 3520
4.o año: I. 5324c + 1131v + 1131p = 7986
II. 1936c + 968v + 968p = 3872

EL MODELO DE V. I. LENIN
1.er año: I. 4000c + 1000v + 1000p = 6000
II. 1500c + 750v + 750p = 3000
2. año: I. 4450c + 1050v + 1050p = 6550
o

II. 1550c + 760v + 760p = 3070


3.er año: I. 4950c + 1075v + 1075p = 7100
II. 1602c + 766v + 766p = 3134
4.o año: I. 5467,5c + 1095v + 1095p = 7657,5
II. 1634,5c + 769v + 769p = 3172,5

5 Marx, C. Óp. cit. T. 2, p. 468.


616 Francisco Chaparro Zapana

En el modelo de Marx, a partir del segundo año y en adelante, los ritmos de


crecimiento de la producción en ambos sectores son iguales (la producción de pro-
ductos de cada sector desde el 2.o al 3.er año aumenta en 20%) y el peso específico
de ambos sectores tampoco varían (la participación del sector I en el producto social
global es de 67,3% y la del sector II, 32,7%). En tanto, en el modelo de Lenin los
ritmos de crecimiento del sector I todo el tiempo superan a los ritmos del crecimiento
del sector II, mientras que en los cuatro años la producción del sector I aumenta en
27,6%, la producción del sector II aumenta solo en 5,7%. En consecuencia, el peso
específico del sector I aumenta de 66,7% hasta 70,7%, y el del sector II disminuye
de 33,3% hasta el 29,3%.

Lenin aplicó la ley del crecimiento de la composición orgánica del capital


descubierta por Marx en el modelo de la reproducción ampliada y en base a ella for-
muló el sustento teórico de la ley del mayor crecimiento de la producción de medios
de producción. Al respecto él anotó: “Así pues, la única conclusión justa que puede
sacarse de las investigaciones de la obra de Marx anteriormente expuesta, es que en
la sociedad capitalista crece más rápidamente la producción de medios de produc-
ción que la producción de medios de consumo”6.

Lenin dividió la producción del propio sector I en dos partes: 1. En medios de


producción para la producción de medios de producción; y 2. En medios de produc-
ción para la producción de artículos de consumo. En el modelo leninista de la repro-
ducción ampliada de varios años el producto social global crece en 20%, incluidos
los medios de producción para la producción de medios de producción, en 36,7%,
los medios de producción para la producción de artículos de consumo, en 9,5% y los
artículos de consumo en menos de 6%. “Vemos, por tanto, que lo que más rápida-
mente crece es la producción de medios de producción para medios de producción,
después la producción de medios de producción para medios de consumo y lo que
más despacio crece es la producción de medios de consumo”7.

De la ley del mayor crecimiento de la producción de medios de producción


Lenin formula la siguiente conclusión en relación a la realización del producto social
global, señalando que: “El crecimiento de la producción capitalista y, por consi-
guiente, del mercado interior no se efectúa tanto a cuenta de los artículos de con-
sumo como a cuenta de los medios de producción”8.

6 Lenin, V. I. “A propósito del así llamado problema de los mercados”. En: Obras completas. T. 1, p. 87.
7 Ibídem, pp. 85-86.
8 Lenin, V. I. “El desarrollo del capitalismo”. En: Obras completas. T. 3., p. 43. Cursiva y negrita pertenecen a F.
Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 617

5.5. La posición leninista sobre el carácter contradictorio de la reproducción


capitalista
Lenin señalaba que la contradicción inherente al capitalismo entre la produc-
ción y el consumo se agudiza debido al mayor crecimiento de la producción de
medios de producción, ya que el progreso técnico trae consigo, de una parte, una
significativa reproducción ampliada de los medios de producción y, de otra parte,
la proletarización de las masas, el deterioro de sus condiciones materiales de vida
a consecuencia de acentuarse la explotación de los obreros ocupados, por el creci-
miento del desempleo, etc., limitan el crecimiento del consumo personal.

Según V. I. Lenin, “El desarrollo de la producción (y, por consiguiente, del


mercado interior) a cuenta más que nada de los medios de producción parece algo
paradójico y constituye, indudablemente, una contradicción. Es una auténtica ‘pro-
ducción para la producción’, la ampliación de la producción sin la correspondiente
ampliación del consumo. Pero esto no es una contradicción de la doctrina, sino de la
vida real: es, precisamente, una contradicción que corresponde a la naturaleza misma
del capitalismo y a las restantes contradicciones de este sistema de economía social.
Justamente esa ampliación de la producción sin la adecuada ampliación del consumo
corresponde a la misión histórica del capitalismo y a su estructura social específica:
la primera estriba en el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad; la segun-
da excluye la utilización de estas conquistas técnicas por la masa de la población”9.

Al mismo tiempo, Lenin destacó la imposibilidad de un desarrollo proporcio-


nal y armónico de la producción capitalista y la inevitabilidad de las desproporcio-
nes en ella, señalando que la correspondencia entre las partes independientes de la
producción social es alterada permanentemente por la anarquía de la producción. De
aquí, Lenin saca la conclusión sobre la extremada contradicción del proceso de la
realización en el capitalismo, subrayando que “el proceso de realización no se desen-
vuelve en la práctica, según una proporción idealmente uniforme, sino solo a través
de ‘dificultades’, de ‘fluctuaciones’, de ‘crisis’, etc.”10.

Constatando las contradicciones inherentes al capitalismo de su época, Lenin


confirma la conclusión marxista sobre el carácter transitorio del régimen capitalista,
sobre la inevitabilidad de su hundimiento revolucionario y sustitución histórica de
este régimen por el socialista.

El gran mérito de Lenin es haber defendido y enriquecido la teoría marxista


de la reproducción, de sus distorsiones por los populistas y los llamados “marxistas
legales”.

9 Ibídem, pp. 45-46.


10 Lenin, V. I. “Algo más sobre la teoría de la realización”. En: Obras completas. T. 4, p. 86.
618 Francisco Chaparro Zapana

5.6. Crítica leninista a la teoría populista de los mercados


Los populistas consideraban que el capitalismo no podría desarrollarse en Ru-
sia. En la línea del economista suizo J. Sismondi, los populistas sostenían que la
realización de la plusvalía en el mercado interno de una sociedad capitalista pura era
imposible. Ellos fundamentaban esta tesis de la siguiente forma: los obreros pueden
comprar mercancías solo por la suma de sus salarios y como con el desarrollo del
capitalismo la situación de la clase obrera se deteriora, entonces el mercado interno
no puede crecer a cuenta de la demanda de los obreros. Los capitalistas, según los
populistas, pueden demandar en el mercado solo en la medida que gasten la plusvalía
en su consumo personal; pero como los capitalistas gastan una parte significativa de
sus ganancias en la ampliación de la producción, entonces esto limita su consumo,
y a su vez su demanda en el mercado. De aquí se desprende la conclusión de que
para realizar la plusvalía son necesarias “terceras personas”: el campesinado y los
artesanos. Pero como el capitalismo conduce al empobrecimiento de la gran masa
de pequeños productores, esto significa, según los populistas, un estrechamiento del
mercado interno para el capitalismo. Por ello, la realización de la plusvalía dentro de
un país es imposible.

La única solución al problema es el empleo de los mercados externos. Pero


en ese aspecto, señalaban lo populistas, el capitalismo ruso se mostraba en una si-
tuación excepcionalmente desfavorable, ya que Rusia emprendió la vía capitalista
de desarrollo más tarde que otros países, los cuales ya habían capturado todos los
mercados externos en sus manos. De aquí los populistas extraían la conclusión de
que el problema del mercado para el capitalismo ruso en general era irresoluble y
que por eso el capitalismo en Rusia no podía desarrollarse. Rusia, según ellos, debe
marchar al socialismo sin atravesar el capitalismo, sino directamente a partir de la
comunidad campesina.

La teoría de los populistas estaba enfilada en contra del marxismo y tenía


como objetivo demostrar que la principal fuerza revolucionaria en Rusia no sería el
proletariado, sino el campesinado. V. I. Lenin advirtió los siguientes errores cardi-
nales en esta teoría:

El primer error de los populistas estribaba en haber identificado las dimen-


siones del mercado con las dimensiones del consumo. La ruina económica de los
pequeños productores significa una reducción de su demanda; por consiguiente, afir-
maban los populistas, se reduce también su demanda en el mercado. Lenin demostró
que esta conclusión era totalmente errada, ya que las dimensiones de la demanda,
puestas de manifiesto en el mercado y las dimensiones del consumo son magnitudes
distintas. Los pequeños campesinos conducen una economía seminatural, es decir,
que en gran medida consumen productos de su propia economía. Por el contrario,
los obreros asalariados viven exclusivamente de la venta de su fuerza de trabajo,
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 619

y todos los productos que les son necesarios los compran en el mercado. Por eso,
al arruinarse y transformarse en obrero asalariado, el pequeño campesino de antes,
según Lenin, “consume menos, pero compra más”, es decir que las dimensiones de
su consumo disminuyen, pero las dimensiones en el mercado aumentan. Por con-
siguiente, la ruina de los pequeños productores no reduce, sino al contrario, crea y
amplía el mercado interno para el capitalismo.

El segundo craso error de los populistas era que identificaron erradamente


cualquier forma de consumo con el consumo personal. Lenin subrayaba que el
mercado en el capitalismo crece no tanto a costa del consumo personal, como cuanto
por el consumo productivo, al cual los populistas ignoraban totalmente. Este era
uno los fundamentos de su errada tesis sobre la imposibilidad de la realización de la
plusvalía sin la intervención de “terceras personas”. Pero en los hechos, la realiza-
ción de la plusvalía es totalmente posible en las condiciones de supuesto un capita-
lismo puro, mientras una parte significativa de ella se realiza no a costa del consumo
personal, sino a cuenta de las compras de medios de producción adicionales de los
capitalistas, los cuales son usados para incrementar el capital constante.

La tercera tesis errónea de los populistas era su comprensión unilateral del


proceso de descomposición del campesinado. El cual era entendido por ellos solo
como la ruina económica de los pequeños productores, sacando de aquí la conclu-
sión de que la descomposición del campesinado provoca la reducción del mercado
interno. En oposición a los populistas, Lenin demostró que la descomposición del
campesinado es un proceso ambivalente: de una parte, se produce efectivamente el
empobrecimiento y la ruina económica masiva de los pequeños campesinos, pero,
de otra, simultáneamente se lleva a cabo el enriquecimiento de una cúpula del cam-
pesinado, la cual se transforma en la burguesía agraria. Y así como esta burguesía
incrementa su consumo, incluido no solo su consumo personal, sino también el pro-
ductivo, amplía su economía y compra una creciente cantidad de equipos, máquinas,
abonos, etc., lo que significa que el mercado interno no disminuye, sino que, por el
contrario, se amplía cada vez más.

La cuarta tesis equivocada de los populistas era la interpretación distor-


sionada del rol del mercado externo. Al igual que Sismondi, los populistas consi-
deraban que sin los mercados externos la realización de la plusvalía era imposible.
Lenin demostró el error de esta tesis. Ridiculizando a los populistas, él precisaba
que la exportación de mercancías por los capitalistas al extranjero de ningún modo
equivale a que se las arrojan al mar o que se las regalan a los extranjeros. Al exportar
las mercancías al extranjero, los capitalistas, en su momento, compran e importan a
cambio otras mercancías. Por lo consiguiente, el comercio externo no puede servir
como lumbrera alguna de la realización de la plusvalía.
620 Francisco Chaparro Zapana

Y así, Lenin refutó punto por punto todos los supuestos teóricos de los popu-
listas. A su vez él señaló que los populistas asumían posiciones reaccionarias en su
afán de detener el desarrollo del capitalismo en Rusia.

5.7. Crítica de Lenin a las distorsiones de la teoría marxista de la reproduc-


ción por los “marxistas legales”
El representante del “marxismo legal” P. Struve, citando los modelos de
la reproducción de Marx, sostenía un sistema económico capitalista de forma y
funcionamiento armónicos, en cuyo sistema todas las ramas económicas se de-
sarrollasen proporcionalmente y en perfecta armonía unas con otras. A la teoría
marxista de la realización Struve llamaba “teoría de la distribución proporcio-
nal”. Por eso, al desenmascarar la falsedad de esta afirmación, Lenin subrayaba
que en el capitalismo la proporcionalidad representa solo una cara aspiración
ideal y no su realidad, porque según Marx a la producción capitalista le es inhe-
rente precisamente la desproporcionalidad. “Struve –anotaba Lenin– se equivoca
al llamar a la teoría de la realización teoría de la distribución proporcional(…)
La teoría abstracta de la realización presupone –y debe presuponer– una distri-
bución proporcional del producto entre las diferentes ramas de la producción
capitalista. Pero al suponerlo, la teoría de la realización no afirma, en modo al-
guno, que en una sociedad capitalista los productos siempre se reparten o pueden
repartirse proporcionalmente (…) Como cualquier otra ley del capitalismo, la
ley de la realización “se cumple solo en su incumplimiento”11.

Lenin sometió también a severa crítica a la teoría de otro representante del


“marxismo legal”, Tugán-Baranovski. Este último sostenía que las dimensiones del
mercado no dependían en absoluto de las dimensiones del consumo personal. Con
el crecimiento técnico, alegaba él, crece rápidamente la producción de medios de
producción y, al mismo tiempo, crece también el mercado, como si a este crecimien-
to del mercado no le afectara el deterioro de las condiciones de vida de las masas
populares, ya que la reducción del consumo personal se compensa con creces con
el crecimiento del consumo productivo. El sector I, según Tugán-Baranovski, puede
crecer en forma totalmente independiente del sector II. Supongamos, decía él, in-
cluso que todos los obreros, menos uno, son desplazados por las máquinas y que las
dimensiones del consumo personal se reducen sistemáticamente. Esto, sin embargo,
no altera en lo más mínimo la realización de las mercancías, ya que se amplía la
producción de carbón, hierro, máquinas, etc., los cuales serán usados en una nueva
producción de carbón, hierro, máquinas y así sucesivamente.

Lenin demostró que Tugán-Baranovski desnaturalizó la teoría marxista de la


reproducción, suponiendo un funcionamiento del sector I como algo independien-
te y desvinculado del sector II. Pero en los hechos, el sector I produce medios de

11 Ibídem, pp. 74-76.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 621

producción no solo para autoabastecerse, sino también para el sector II y por eso el
crecimiento del sector I no puede llevarse a cabo sin un determinado crecimiento del
sector II.

En contraposición a Tugán-Baranovski, quien suponía una producción abso-


lutamente independiente del consumo y al sector I del sector II, Lenin demostró
que esta “independencia” era extremadamente relativa. “Sería, sin embargo, erróneo
–afirmaba Lenin– comprender esa ‘independencia’ en el sentido de que el consumo
productivo se halla desligado por completo del personal: el primero puede y debe
crecer con más rapidez que el segundo (a ello se reduce su ‘independencia’), pero
se comprende que, a fin de cuentas, el consumo productivo queda siempre ligado al
personal”12.

5.8. La lucha de Lenin librada en dos frentes


Desarrollando de modo creador la teoría marxista de la reproducción y defen-
diéndola de sus adversarios, Lenin libró la lucha en dos frentes: de una parte, contra
los populistas, y de otra, contra los “marxistas legales”.

Los populistas encarnaban la posición crítica pequeño-burguesa más radical al


capitalismo. Al advertir la contradicción inherente al capitalismo entre la producción
y el consumo, a partir de ella ellos formulaban una conclusión errónea sobre la posi-
bilidad de realización de la plusvalía en los marcos del capitalismo. Los “marxistas
legales” asumían en los hechos la función de apologistas burgueses, al afirmar que la
realización puede llevarse a cabo sin obstáculos en el capitalismo, sin contradicción
alguna y que el capitalismo es capaz de desarrollarse ilimitadamente.

En oposición a los populistas, Lenin demostró que la contradicción entre la


producción y el consumo no excluye la posibilidad de la realización de la plusvalía y
del desarrollo del capitalismo. Al mismo tiempo, Lenin –refutando a los “marxistas
legales”– demostró que la reproducción capitalista no representa en sí un proceso ar-
mónico, sino que es profundamente contradictorio. Las contradicciones antagónicas,
inherentes a la reproducción capitalista, pueden ser eliminadas solo si el régimen
capitalista es sustituido revolucionariamente por el socialismo. Esta es la principal
conclusión teórica del análisis leninista de la reproducción capitalista.

6. LA RENTA NACIONAL EN LA SOCIEDAD CAPITALISTA

6.1. Definición de renta nacional


Al igual que el valor del producto anual de una empresa consta de c + v + p, el
producto global anual creado en escala de toda la sociedad consta de un valor que se

12 Lenin, V. I. "El desarrollo del capitalismo". óp. cit., p. 44.


622 Francisco Chaparro Zapana

destina a reponer los medios de producción consumidos y de un nuevo valor. El nue-


vo valor creado en escala de toda la sociedad es lo que constituye la renta nacio-
nal; dicho de otro modo, la renta nacional es la diferencia existente entre el producto
social global y los gastos de reposición de los medios de producción consumidos.

La renta nacional representa la parte del producto social global que queda a
disposición de la sociedad y que se destina al consumo y la acumulación. En las con-
diciones de un capitalismo puro, desden el punto de vista del valor, la renta nacional
es igual a la suma de capital variable y la plusvalía (v + p). Y desde el punto de vista
natural-material, está conformada por los medios de producción necesarios para am-
pliar la producción, y por los objetos de consumo personal requeridos para satisfacer
las necesidades de los obreros y capitalistas.

La renta nacional en el capitalismo tiene dos caras: 1. Ella representa en sí una


suma de valores y 2. Está materializada en una gran masa de valores de uso. En la
reproducción simple toda la renta nacional está materializada en objetos de consumo
personal para los obreros y capitalistas. Pero en la reproducción ampliada una parte
de la renta nacional está materializada en objetos de consumo personal y la otra parte
en medios de producción empleados en la ampliación de la producción.
Como en la sociedad capitalista existe la pequeña producción mercantil –la
de los artesanos y campesinos– junto a las empresas capitalistas, la renta nacional
comprende también el nuevo valor creado (agregado) por los pequeños productores.
El peso específico de la pequeña producción dentro de la renta nacional es distinto
en cada país capitalista. Sin embargo, la mayor parte de la renta nacional de la so-
ciedad capitalista es generada por aquellas empresas que se basan en la explotación
del trabajo asalariado.

La renta nacional, como parte del producto social global, en su dinámica pasa
por las fases de: 1. La producción; 2. La distribución; 3. La redistribución y 4. El
gasto (o consumo final).

La dinámica de la renta nacional está sujeta a la ley económica fundamental


del capitalismo: la producción de la plusvalía, cuyo proceso transcurre con esponta-
neidad y anarquía.

Observemos, pues, cada una de las fases de la dinámica de la renta nacional.


Los sectores de la producción material son: la industria, la agricultura, la construc-
ción, la minería, los transportes y las comunicaciones, en la medida que los dos
últimos representan una prolongación del proceso productivo, así como el comer-
cio, prolongación del proceso de producción dentro de la esfera de la circulación:
clasificación, embalaje, conservación, etc.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 623

6.2. Las fuentes generadoras de la renta nacional y los factores que incenti-
van su crecimiento
La renta nacional es creada por el trabajo de las personas ocupadas en la esfera
de la producción material. Sus fuentes directas en el capitalismo puro son: 1. El tra-
bajo de los obreros asalariados ocupados en la esfera de la producción material;
2. El trabajo de los técnicos e intelectuales que sirven directamente a la produc-
ción capitalista; y 3. El trabajo de los pequeños productores. En las condiciones del
supuesto capitalismo puro solo son consideradas las dos primeras fuentes.

Al lado de la esfera productiva, en la que se crean el producto social global y


la renta nacional, existe la esfera económica no productiva, llamada también esfera
de los servicios, en la que se desempeñan los médicos, abogados, maestros, etc., y
también los maestros, los empleados públicos y los miembros de las fuerzas arma-
das. La esfera de los servicios no crea la renta nacional, pero se sostiene con parte de
la renta nacional creada en la esfera productiva.

Las fuentes de la renta nacional son el trabajo de los empleados ocupados en la


producción material, el de los campesinos, el de los artesanos y el de los intelectuales
que trabajan directamente en la producción.

La clase explotadora y sus servidores no crean renta nacional. El origen de


la riqueza de los explotadores radica en la renta nacional creada en la esfera de la
producción material. No se crea renta nacional en los sectores no productivos, como
son: los servicios públicos y socioculturales, los organismos administrativos del Es-
tado, el ejército, la iglesia, etc. Por tanto, las actividades de las personas ocupadas en
estos sectores no crean bienes materiales y, por consiguiente, son improductivas.

La teoría económica marxista sobre el trabajo productivo e improductivo con-


tradice a la economía política burguesa, la cual, al negar la división del trabajo en
productivo e improductivo, considera que todo trabajo es productivo siempre que dé
algún resultado.

F. Ferrer, economista francés, negaba en general la existencia del trabajo im-


productivo. De igual forma, el renombrado economista inglés A. Marshall, escribe
que todo trabajo es productivo, salvo aquel que no alcanza su objetivo.

Semejantes afirmaciones sirven de criterio teórico para incluir en la renta na-


cional indiscriminadamente cualquier tipo de ingreso de la población, sobredimen-
sionando así artificialmente el volumen de estos últimos. La renta nacional es falsea-
da también por la viciada práctica metodológica que incluye en ella parte de la renta
nacional de otros países, arrancada valiéndose de diversos procedimientos: como el
intercambio desigual, los intereses por empréstitos, los dividendos, etc.
624 Francisco Chaparro Zapana

¿Cómo se caracteriza el trabajo productivo? Desde el punto de vista de cada


capitalista, es productivo todo trabajo que reporta ganancia. Pero desde el punto de
vista social, es productivo el trabajo realizado en la esfera de la producción material,
cuyos productos forman parte directamente en la constitución del producto social
global.

Desde el punto de vista social, el trabajo ocupado en la esfera de la circulación


(mutaciones de la forma del valor) no es productivo, puesto que no crea un nuevo
valor tangible. Pero sí lo es según el criterio de los capitalistas, ya que les permite
obtener ganancias (así, el trabajo del empleado en el comercio es productivo para el
comerciante, y el del artista, para el empresario). Pero, desde el punto de vista social,
el trabajo ocupado en los servicios públicos no es productivo porque no crea un valor
nuevo. Los trabajos improductivos (o de la prestación de servicios) son remunerados
con fondos creados por los trabajadores productivos, es decir, de la ganancia de los
capitalistas.

Por cuanto la renta nacional es fruto del trabajo realizado en la esfera de la


producción de bienes materiales, estos adquieren la forma de mercancías. Por con-
siguiente, el aumento de la renta nacional se expresa, ante todo, en el crecimiento
de la cantidad de valores de uso. Y los factores que contribuyen al crecimiento de la
renta nacional son:

1. El incremento de la cantidad de trabajo gastada en la esfera de la produc-


ción material. La magnitud del valor de la renta nacional depende de la can-
tidad de trabajo socialmente necesario encarnado en ella. Con una jornada
igual, con igual intensidad y con un rendimiento igual del trabajo, la magnitud
de la renta nacional depende del número de trabajadores ocupados en la esfera
de la producción material. A mayor cantidad de trabajo gastado en la sociedad
durante un año en la esfera de la producción material, mayor será también la
renta nacional anual. Y a su vez, un aumento de la cantidad de trabajo puede
resultar tanto por el incremento del número de trabajadores en la esfera de la
producción material como también por prolongarse la jornada diaria de tra-
bajo y elevarse la intensidad del trabajo, es decir por la intensificación de la
explotación de los trabajadores asalariados.
2. La elevación de la productividad del trabajo. Este es el factor más importante
en el crecimiento de la renta nacional. Es cierto que la elevación de la produc-
tividad del trabajo no eleva la renta nacional en su expresión valorativa: si,
por ejemplo, en un año se gasta 100 000 millones de horas-hombre de trabajo,
cuyo efecto crea una renta nacional de 400 000 millones de dólares, pero al
elevarse la productividad del trabajo esta suma no se incrementa. A pesar de
ello, el incremento de la productividad del trabajo provoca un incremento de
la renta nacional en su expresión natural, o sea, que aquel valor mismo se ma-
terializará en una mayor masa de valores de uso.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 625

Sin embargo, bajo el capitalismo, el aumento de la productividad del trabajo


adquiere la forma específica de una elevación de la composición orgánica del
capital, cuya esencia radica en la disminución del número de personas ocu-
padas en la esfera de la producción material. Por su propia índole, la vigencia
de la ley del incremento de la productividad del trabajo en el capitalismo no
permite un crecimiento permanente e ininterrumpido de la renta nacional. Y
ello es confirmado por los datos del cuadro siguiente:

LA DINÁMICA DE LA RENTA NACIONAL EN LOS EE. UU.


(En precios comparativos, por 100%, respecto a 1913)
Volumen de la Producción de renta
AÑOS
renta nacional nacional per cápita
1913 100 100
1928 130 105
1932 90 70
1937 142 107

Estos datos demuestran que hay una especial reducción de la producción de


renta nacional, tanto en escala general como por habitante en los años de la
crisis de 1928-1932. Algunos cálculos señalan que las pérdidas totales de la
renta nacional, a causa del paro forzoso en los EE. UU., desde 1929 hasta
1938, alcanzaron a 132 600 millones de dólares, lo que casi duplica la renta
nacional del año 1929.
3. El ahorro de capital constante, impuesto por el apetito insaciable de extraer
la mayor ganancia posible en cada empresa privada y en escala de toda la
sociedad, conduce al más desenfrenado despilfarro de trabajo social. “Mien-
tras que el régimen capitalista de producción impone la economía dentro de
cada empresa individual, su sistema anárquico de competencia engendra el
despilfarro más desenfrenado de medios sociales de producción y fuerza de
trabajo, obligando, además, a sostener un sin número de funciones que si ac-
tualmente se hacen inexcusables son, de suyo, perfectamente superfluas”13.

6.3. La distribución primaria de la renta nacional


En el supuesto capitalismo puro la renta nacional, es creada por el trabajo de
los obreros asalariados, se divide en dos partes antagónicas: el salario y la plusvalía.
El primero es percibido por la clase de los obreros asalariados, y la segunda es perci-
bida por las clases explotadoras bajo la forma de ganancias. A su vez, la plusvalía es
distribuida entre los diversos grupos de capitalistas, adoptando las formas de ganan-
cia industrial, ganancia comercial, tasa de interés renta de la tierra.

13 Marx, C. Óp. cit. T. 1, p. 476.


626 Francisco Chaparro Zapana

Concebida de este modo, la renta nacional constituye la única fuente de ingre-


sos de todos los sectores de la sociedad. Su distribución entre los diversos sectores
y clases de la población se lleva a cabo de acuerdo con los cánones del régimen
económico de cada sociedad dada, según a quien pertenezcan los medios de produc-
ción. En la sociedad capitalista, la renta nacional se reparte en el interés de la clase
capitalista, siempre ávida de riqueza. La distribución de la renta nacional refleja la
genuina situación de las clases. Por eso, los economistas burgueses pretenden disfra-
zar por todos los medios su inicua distribución, ocultando los problemas relativos a
ella. Este proceso de distribución de la renta nacional consta de: 1. Una distribución
primaria consistente en transformar una parte del nuevo valor creado en rentas de
las clases fundamentales (ingresos básicos) y de 2. Una redistribución consistente
en crear ingresos derivados. Este proceso puede representarse mediante el siguiente
gráfico:

Salario de los
obreros industriales
p = 1000

1000
Renta de
empresario

Producto social Renta racional Ganancia de los Ganancia


global v + m = 3000 capitalistas comercial
c + p + m = 9000 p = 1500 320

Reposición de
medios de Renta del suelo 180
producción m - p = 500 Pago de interés
consumidos de préstamo
c = 6000

La parte de la renta nacional creada por el trabajo de los pequeños producto-


res, también se divide en los ingresos percibidos por estos y los ingresos de los que
se apropian los capitalistas y terratenientes a costa de su explotación. Mediante el
mecanismo del cambio desigual, una parte del valor creado por los pequeños produc-
tores es transferida a manos de los monopolios comerciales e industriales; mediante
el pago de intereses por deudas hipotecarias una parte del valor creado por los peque-
ños y medianos granjeros, es transferida a manos de los banqueros; finalmente, me-
diante el pago de los arriendos de la tierra una parte del valor, creado por el trabajo
de los campesinos, también es objeto de apropiación por los terratenientes.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 627

Los ingresos de la clase obrera, de los campesinos pobres y medianos y demás


trabajadores tienen como base su trabajo productivo individual. Los ingresos de los
capitalistas y terratenientes, basados en la explotación del trabajo ajeno, son parasi-
tarios, porque no provienen del trabajo productivo.

Tanto los capitalistas como los terratenientes y los obreros perciben sus ingre-
sos, en forma de dinero y después, con ellos, adquieren las mercancías correspon-
dientes.

Por consiguiente, la renta nacional se distribuye, en un principio, entre tres


clases fundamentales: capitalistas, terratenientes y obreros. En consonancia con ello,
se generan tres formas de ingresos básicos: ganancia, salario y renta de la tierra. Pero
el carácter antagónico de la producción capitalista condiciona el carácter antagónico
de la distribución de la renta nacional en la sociedad capitalista. Esto se expresa, en
especial, en que con el desarrollo del capitalismo la participación de la burguesía cre-
ce en el conjunto de la renta nacional, mientras que la del proletariado disminuye.

El proceso de distribución primaria se complementa con la redistribución, en


virtud de la cual se crean las rentas derivadas de las que se benefician las personas
ocupadas en la esfera de los servicios (o del trabajo no productivo): funcionarios pú-
blicos, militares, trabajadores de la educación y la sanidad, artistas, escritores, etc.,
es decir, todos aquellos que no crean renta nacional y viven de la redistribución del
salario, la ganancia y la renta del suelo.

6.4. La redistribución de la renta nacional. Las funciones del presupuesto


nacional
En el capitalismo los ingresos básicos son: el salario, la ganancia y la renta
de la tierra14. Mientras que los ingresos derivados son aquellos que se forman como
resultado de la redistribución de la renta nacional, cuya fuente de formación son
los ingresos primarios. Entre los ingresos derivados se incluyen los ingresos de los
sectores que están ocupados en la esfera no productiva (o prestación de servicios),
como los abogados, médicos, funcionarios públicos, sacerdotes, militares, etc. Cada
ingreso derivado tiene su fuente en uno u otro ingreso derivado. Por ejemplo, los
honorarios del abogado o del médico provendrán de la ganancia capitalista o de la
renta del terrateniente, si sus servicios han sido requeridos por el capitalista o el te-
rrateniente, pero este honorario provendrá del salario de los obreros, si los servicios
de abogacía o salud han sido prestados a los obreros.

14 Esto es así en las condiciones del supuesto capitalismo puro. Pero además de ello, en la realidad concreta del
capitalismo entre los ingresos básicos, o primarios, se incluyen también los ingresos de los pequeños productores.
628 Francisco Chaparro Zapana

Una de las principales fuentes de la que se originan los ingresos derivados es


el pago por los servicios prestados por los trabajadores de la esfera no productiva
(los médicos, abogados, servidumbre doméstica, etc.) a costa de los ingresos básicos.
La función de estos miembros de la sociedad es el trabajo no productivo, porque no
crea bienes materiales, ni valor ni plusvalía. No obstante, los ingresos percibidos por
ellos son las retribuciones por su trabajo, cuya fuente de pago por sus servicios no
es su propio trabajo, sino el trabajo productivo de los productores directos de bienes
materiales (en especial, de la clase obrera). En el capitalismo, el trabajo productivo
es el trabajo que crea la plusvalía y está materializado en unos u otros bienes mate-
riales.

La redistribución se lleva a cabo a través de tres canales: a) del presupuesto


nacional, b) del pago por los servicios y c) de la inflación.

El presupuesto es una relación contable de los ingresos y gastos del Estado,


expresada en dinero. La definición general del presupuesto no revela su naturaleza
de clase, la cual depende de la esencia y funciones que asume el Estado. Refiriéndose
a la esencia clasista del presupuesto del Estado burgués, Marx tipificaba a este como
“un presupuesto clasista, un presupuesto de la burguesía…”15.

El Estado burgués tiene la misión de servir los intereses de la clase dominan-


te, los capitalistas. Para llevar a cabo su cometido, tanto en el interior como en el
exterior, necesita recursos. Y estos los obtiene mediante la recaudación forzosa, con
el consiguiente recorte de los ingresos de la población. Al caracterizar el rol de los
impuestos, Marx decía que: “En los impuestos se personifica económicamente la
existencia del Estado. Los empleados públicos y los sacerdotes, los soldados y las
balerinas de ballet, los maestros de escuela y los policías, los museos griegos y las
torres góticas, la plana jerárquica civil y militar, todas estas obras maravillosas ger-
minan sobre la base de una simiente común: los impuestos (…) La personificación
económica de la existencia del Estado son los impuestos”16.

Para este fin, el principal mecanismo son los impuestos, que suelen propor-
cionar las tres cuartas partes del presupuesto. Así como el salario constituye la base
económica de supervivencia del obrero, así también los impuestos representan la
base existencial del Estado burgués, y constituyen una palanca adicional para acen-
tuar la explotación de la clase obrera, palanca que utiliza la burguesía con ayuda del
aparato coercitivo del Estado. Durante los últimos años ha crecido en todos lo países
imperialistas el número de contribuyentes por haber sido aumentado el mínimo im-
ponible y abolidas las ya de por sí escasas exenciones. Por ejemplo, en los EE. UU.

15 Marx, C. Obras completas. T. 9, p. 64, traducido del ruso por F. Ch. Z.


16 Marx, C y F. Engels. Obras completas. “La crítica moralizadora y la moral criticona”. T. 4, pp. 308-320, traducido del
ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 629

se recaudaron entre los años 1954-1955 cerca de 59 300 millones de dólares, frente
a los 6000 millones recaudados en los años 1937-1938.

Además de los impuestos, la otra fuente de ingresos presupuestarios son la


deuda pública, las operaciones de crédito fiscales y la emisión de papel moneda. El
aumento de la carga tributaria no cubre los gastos de los Estados burgueses, siempre
agobiados por las asignaciones militares. Durante la administración Aisenhower, el
presupuesto de los EE. UU. solo tuvo un superávit de 3200 millones de dólares por
dos años; en el resto de su gestión, los gastos superaron a los ingresos en 37 000
millones.

Para salir del apuro, los gobiernos burgueses recurren periódicamente y con
creciente frecuencia a los empréstitos internos (deuda pública) y a la emisión infla-
cionaria de papel moneda.

El rubro de gastos del Estado burgués se emplea totalmente en beneficio de la


burguesía monopolista. Los presupuestos de los actuales Estados imperialistas han
pasado a ser un instrumento que garantiza colosales ganancias de monopolio a las
oligarquías financieras.

En 1929 se redistribuyó, por intermedio del presupuesto de los EE. UU., el


6,5% de la renta nacional, mientras que en 1957 se redistribuyó el 27,9%. El presu-
puesto, como una gigantesca bomba de succión, transfiere colosales sumas de dinero
de los bolsillos de los trabajadores a los de los monopolistas.

En los presupuestos, los gastos militares ocupan un lugar preponderante, los


mismos que, por ejemplo, en EE. UU. alcanzan casi al 80%. Tan enormes asignacio-
nes de tipo bélico reflejan la esencia del Estado burgués que, guiado por el interés
de unos cuantos monopolistas, se prepara aceleradamente para la guerra. Con el pre-
supuesto, se financiaban la “guerra fría” y las actividades subversivas en los países
socialistas de Europa oriental.

Entre los gastos fiscales ocupa un lugar destacado la deuda pública, constitui-
da por los préstamos internos. Como estos se emiten con el fin de recaudar fondos
para las necesidades bélicas, los gastos de la deuda pública pueden ser catalogados
entre las asignaciones militares indirectas. En las décadas de los años sesenta y se-
tenta del siglo XX, la deuda pública de los EE. UU. creció en 15 veces y la de Japón
en 25. También, en otros países capitalistas aumenta a marchas forzadas este tipo de
deudas estatales. En el año 1901, la deuda pública de los países capitalistas alcanza-
ba los 31 000 millones de dólares; a consecuencia de la Primera Guerra Mundial se
elevó a 130 000 millones, y como resultado de la Segunda Guerra Mundial ascendió
hasta los 600 000 millones de dólares.
630 Francisco Chaparro Zapana

El último rubro de gastos es el de los servicios de tipo social y cultural, rubro


que en el presupuesto de los EE. UU. constituye la miserable suma: del 0,2 al 0,4%
de todos los gastos.

Ese aspecto ofrece el presupuesto de los países capitalistas, empleado íntegra-


mente por el mecanismo gubernamental para favorecer al capital.

La redistribución de la renta nacional se verifica también a través del pago de


los servicios de tipo social y cultural. Cuando los capitalistas y los terratenientes re-
muneran sus servicios a los abogados, médicos, artistas, músicos, maestros, sirvien-
tes y lacayos, les transfieren en forma monetaria parte de sus ingresos –ganancias
y rentas– o sea una porción de aquella parte de la renta nacional que han recibido.
Lo mismo puede decirse acerca de los ingresos por servicios prestados a las clases
trabajadoras.

Por tanto, la distribución primaria proporciona los ingresos básicos y la redis-


tribución, los ingresos derivados.

Solo el conjunto de los primeros coincide con la magnitud de la renta nacio-


nal. Sin embargo, ni siquiera la división en ingresos básicos y derivados excluye su
elevación a la categoría de fetiche. El propio hecho de que la renta nacional se divida
en ingresos de clases y sectores diversos de la población adultera la idea de la natu-
raleza de los mismos.

El fetichismo de los ingresos básicos (ganancia, renta y salario) consiste en


que cada uno de ellos aparece como resultado de fuentes distintas y propias: del
capital, de la tierra, del trabajo. En apariencia, la renta nacional figura como el con-
junto de las tres rentas, aportadas por tres fuentes. En realidad, la renta nacional no
se compone de tres rentas distintas, sino que se divide en ellas, y la fuente de todas
es el trabajo de los obreros ocupados en la esfera de la producción material.

El fetichismo de los ingresos derivadas se refleja en que aparecen como pro-


cedentes de las actividades de sus beneficiarios. Valiéndose de esta apariencia, los
economistas burgueses consideran todos los ingresos como básicos.

6.5. El consumo de la renta nacional en el capitalismo


Después de las distribuciones primaria y secundaria, la renta nacional es con-
sumida finalmente. La renta, considerada desde el punto de vista de su utilización,
se divide en: fondo de acumulación y fondo de consumo. El primero se destina a
ampliar la producción y el segundo, a satisfacer las necesidades materiales y cultu-
rales de la población.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 631

La división de la renta nacional en los dos fondos –de acumulación y de con-


sumo– se lleva a cabo espontáneamente y es determinada por la fase del ciclo de
la reproducción capitalista. En virtud de la creciente inestabilidad de la economía
capitalista, la parte de la renta nacional dedicada a la acumulación desciende rela-
tivamente. En 1960, la renta nacional de los EE. UU. se elevó aproximadamente
a 320 000 millones de dólares, destinándose 90 000 millones a la acumulación,
a gastos relacionados con la técnica militar, a reserva, a necesidades administrati-
vas, al fomento de la ciencia, etc.

Por su sentido social, el fondo de consumo no es homogéneo. Una parte es


consumida por los trabajadores; la otra, por los explotadores. Si calculamos el fondo
de consumo en su uso per cápita obtendremos el fondo-promedio por habitante. En
1960, en EE. UU. dicho fondo ascendía a 1270 dólares por persona. Es un índice
relativamente alto, pero no da una idea acerca de los verdaderos ingresos de los tra-
bajadores. El ingreso real por habitante, calculado sobre toda la población en bloque,
es en un 25% superior al de las familias trabajadoras.

Existe una enorme diferencia en los ingresos reales de los diversos sectores de
la población, diferencia originada no solo por el abismo existente entre las burguesía
y los trabajadores, sino también por la discriminación en el pago del trabajo de las
mujeres, de los negros y de numerosas categorías de obreros y empleados, así como
por las enormes pérdidas producidas por el desempleo total o parcial.

Aproximadamente, el 2% de todas las familias –un total de 1 300 000–


perciben hasta 500 dólares, o sea, un ingreso 10 veces menor que la renta media;
3 250 000 familias (el 6% del total), perciben de 500 a 1000 dólares; 7 400 000
familias (el 13%), de 1000 a 2000 dólares; y 6 258 000 familias (el 11%) de 2000
a 3000 dólares. Esto significa que, aunque el nivel de ingresos es relativamente alto,
muchos millones de familias estadounidenses son pobres, están semialimentadas y
viven en tugurios.

Pero ni siquiera el examen de las rentas por grupos poblacionales da una idea
del verdadero nivel de vida, ya que se trata de ingresos nominales. Es importante
conocer la estructura de los gastos. Si tomamos como 100 todos los ingresos mo-
netarios de los obreros y empleados de los EE. UU., los impuestos directos cons-
tituyeron en 1960 el 12%; las cuotas de seguros sociales, el 4%; el alquiler y los
servicios públicos, el 19%; sanidad y construcción, el 6%; los transportes, incluidos
los automóviles particulares, el 13%; otros gastos de servicios domésticos, el 9% y
la adquisición de artículos alimenticios e industriales, el 37%.

Resulta, pues, que los trabajadores pueden invertir en alimentos y en artículos


de uso diario únicamente el 37% de sus ingresos nominales, mientras que la burgue-
632 Francisco Chaparro Zapana

sía norteamericana gasta cada año, como término medio, cerca de 30 000 millones
de dólares en artículos de lujo.

La economía y la estadística burguesa emplean diversos procedimientos para


falsear los cálculos de la renta nacional y, en particular, al examinar la distribución y
la redistribución de la renta nacional.

Interpretando el interés de los explotadores, los economistas burgueses pre-


tenden que la clase obrera renuncie a la lucha por elevar su nivel de vida, alegando
que en la sociedad burguesa se verifica una “revolución” en la distribución de los
ingresos, como que los ricos “se empobrecen”, mientras que los pobres “se enri-
quecen”. La revista norteamericana Fortune ha llegado a aseverar que “el proceso
de nivelación de los ingresos ha avanzado tanto, que todos los estadounidenses son
consumidores de clase media”.

Si comparamos las fluctuaciones de las diversas partes de la renta nacional


durante un período prolongado, resulta que la suma de las rentas desde 1941 hasta
1952 aumentó en 7,6 veces respecto a los veinte años precedentes, mientras que la
del salario nominal en el mismo período creció tan solo en 2,9 veces. Estos datos
confirman que no hay una “nivelación” de las rentas, sino que, por el contrario, la
parte de la renta nacional correspondiente a los salarios va descendiendo.

7. PARTICULARIDADES DE LA REPRODUCCIÓN CAPITALISTA EN LA SE-


GUNDA MITAD DEL SIGLO XX

7.1. Influencia del Estado burgués sobre la reproducción capitalista


El capitalismo contemporáneo se caracteriza por la activa intervención del
Estado en el proceso de la reproducción, cuya finalidad no solo es garantizar las altas
ganancias a los monopolios, sino también la consolidación del sistema capitalista en
su integridad. En las condiciones de la crisis general del capitalismo, cuando en el
mundo transcurre la lucha contra la dominación imperialista unipolar, el Estado bur-
gués aplica una serie programas para intensificar la reproducción ampliada y elevar
sus ritmos de crecimiento.

Los Estados burgueses realizan enormes inversiones con los recursos del pre-
supuesto nacional, otorgan pedidos estatales en la compra de mercancías por enor-
mes sumas, etc. Sobre las dimensiones de la intervención estatal en el proceso de la
reproducción testimonian, por ejemplo, los siguientes datos. Las inversiones en nue-
vas construcciones en los EE. UU. constituían 33 600 millones de dólares en 1950
y 71 900 millones en 1965, incluidos 6900 millones de dólares; o 20,5% por cuenta
de las inversiones estatales en 1950; y 21 900 millones, o sea el 30,5%, en 1965. Las
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 633

inversiones en equipamiento superaron en los años 1950-1964 de 23 600 millones


hasta 58 100 millones, entre ellos las inversiones estatales: de 4900 millones hasta
18 700 millones de dólares, o sea, del 20,7% hasta el 32,2%. Las compras estatales
de mercancías y servicios se elevaron en los EE. UU. en el período 1950-1965 de
37 900 millones hasta 134 800 millones de dólares, y el peso específico de estas
adquisiciones en el producto nacional bruto se elevó del 13% al 20%.

En Inglaterra, en los años de posguerra a la participación del sector estatal le


correspondía del 40 al 56% de las inversiones internas.

La intervención estatal en el proceso de la reproducción capitalista puede fa-


cilitar en gran medida a los monopolios capitalistas la comercialización de sus mer-
cancías y acelerar la reproducción ampliada. De este modo, las inversiones estatales
aumentan la suma total de las inversiones en la economía nacional, lo que da un
impulso significativo al crecimiento económico. La realización de una gran parte de
la producción en el mercado estatal, o sea, a cuenta de las compras de las mercancías
por las instituciones gubernamentales, facilita el proceso de la realización de algunas
ramas de la industria capitalista. El mercado estatal se diferencia por ser más estable
que el privado; en él la demanda no está sujeta a fuertes oscilaciones y experimenta
una tendencia general creciente. El Estado puede estimular el proceso de la repro-
ducción ampliada valiéndose de sus medidas económicas, como otorgando créditos
a las más grandes compañías capitalistas, ya sea subsidiándolas o liberándolas de
impuestos, o introduciendo sistemas de acelerada amortización del capital fijo, etc.

Sin embargo, la intervención estatal ejerce una acción contradictoria sobre


el proceso de la reproducción capitalista ampliada. A medida que con los recursos
del Estado se realizan inversiones productivas, los ritmos de crecimiento de la pro-
ducción se aceleran. Pero una mayor parte de los medios, confiscados de la renta na-
cional para el presupuesto nacional, bajo las condiciones del capitalismo es emplea-
da improductivamente, en la carrera armamentista y en el sustento de la burocracia
estatal. El uso improductivo de una parte creciente de la renta nacional, es un factor
que influye negativamente sobre la reproducción ampliada y reduce sus ritmos.

7.2. La militarización de la economía y el proceso de la reproducción


La influencia estatal sobre el proceso de la reproducción en los países impe-
rialistas se realiza en gran medida a través de la militarización de la economía. El
capitalismo contemporáneo se caracteriza por la militarización de la economía, vin-
culada a la carrera armamentista y a colosales gastos militares. Desde la formación
de la NATO (OTAN: Organización del tratado del Atlántico Norte, 1949) hasta el
año 1957, los países miembros de este bloque agresivo gastaron cerca 1200 millones
de dólares y en los 20 años de posguerra los gastos militares de los EE. UU. supera-
ron en más de 48 veces a los gastos militares de los 20 años anteriores a la guerra. La
escalada militar en Vietnam ocasionó los crecientes gastos militares posteriores en
los EE. UU. El peso específico de los gastos militares en la renta nacional bruta de
los EE. UU. constituía el 7,3 % en el año 1965 y 8% en 1966.
634 Francisco Chaparro Zapana

La militarización de la economía distorsiona todo el proceso de la repro-


ducción capitalista, agudizando sus contradicciones. Los principales efectos de la
militarización de la economía sobre la reproducción son los siguientes:

En primer lugar, en las condiciones de la militarización de la economía ocurre


la expansión de la industria bélica, y en relación con ello se eleva significativamente
su peso específico en el volumen general de la producción industrial. Además de
los medios de producción y de los artículos de consumo personal el producto social
global empieza a incluir en sí cada vez en mayor medida objetos específicamente de
consumo militar.

En segundo lugar, cambia la estructura del sector I: en ella crece el peso espe-
cífico de los medios de producción del armamentismo a costa de la disminución del
peso específico de los demás medios de producción. Una mayor cantidad de metales,
máquinas, combustibles y otros medios de producción se destinan a la producción
de cañones, tanques, aviones de combate, armas nucleares, etc. Por eso, la milita-
rización de la economía ejerce una influencia contradictoria sobre el proceso de la
reproducción en el sector I: ella estimula un crecimiento acelerado de la producción
de medios de producción con destino militar, pero frena el crecimiento de la produc-
ción de medios de producción civil.

En tercer lugar, La militarización de la economía capitalista retrasa los ritmos


de la reproducción ampliada en la producción de artículos de consumo personal,
reduce su peso específico en el producto social global y cuando los gastos militares
alcanzan un nivel muy alto, provocan incluso una reducción absoluta de la produc-
ción de estos productos. Los efectos negativos de la militarización de la economía
sobre la producción de artículos de consumo personal es diversa: a) ella limita el
abastecimiento de las ramas productoras artículos de consumo personal, a través de
los medios de producción, necesarios para la realización de la reproducción amplia-
da; b) ella priva estas ramas de parte de los capitales, ya que los últimos tienden hacia
las ramas de alta rentabilidad de la industria bélica; y c) ella reduce la demanda a
su producción, por cuanto los gastos militares se cubren a costa de la reducción del
nivel de vida de las masas trabajadoras.

En cuarto lugar, la militarización de la economía influye de dos formas, influ-


ye contradictoriamente sobre le proceso de la reproducción capitalista en su conjun-
to. De una parte, la militarización de la economía engendra una coyuntura bélico-in-
flacionaria específica y da un impulso al crecimiento de la producción. Estando con
frecuencia ligada con la inflación, la militarización de la economía es acompañada
de un incremento de la demanda monetaria de mercancías, con incremento de los
precios y las ganancias, y esto estimula momentáneamente un crecimiento acelera-
do de la producción capitalista. Pero, de una parte, la distracción de una creciente
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 635

porción de la mano de obra y recursos materiales de la sociedad para fines militares


se convierte en freno de la producción social. Al respecto, incluso Marx anotaba
que una guerra “en su expresión económica directa, es lo mismo que si una nación
arrojara al agua una parte de su capital”17. Y esta observación está confirmada por la
realidad actual.

Una serie apologistas burgueses cantan loas a la militarización de la economía,


afirmando como si el incremento de los gastos militares acelerase la reproducción
ampliada y que presta un influencia benéfica sobre la economía; pero semejantes
afirmaciones son totalmente infundados. Un crecimiento acelerado de la producción,
sustentado en factores bélico-inflacionarios, es muy inestable y pasajero. Al fin de
cuentas, un incremento del consumo bélico improductivo no acelera, sino, al revés,
limita las posibilidades de la reproducción ampliada y retarda sus ritmos. Esto se
confirma con los siguientes datos estadísticos del cuadro siguiente:

EL GRADO DE MILITARIZACIÓN DE LA ECONOMÍA Y LOS RITMOS


DE CRECIMIENTO DE LA PRODUCCIÓN EN LOS PRINCIPALES
PAÍSES CAPITALISTAS DURANTE LOS AÑOS 1953-1960
(en %)

Participación de los
Crecimiento promedio
gastos militares en el
PAÍSES anual en la producción
Producto Nacional
industrial
Bruto
2,5
EE. UU.…………………. 10
3,5
INGLATERRA………….. 7
8,0
FRANCIA……………….. 6
9,0
RFA……………………… 4
9,0
ITALIA………………….. 4
15,0
JAPÓN………………….. 2

Por lo visto, los ritmos de crecimiento de la producción en diversos países


capitalistas se encuentran en proporción inversa al peso específico de los gastos mi-
litares en la renta nacional. Dicho en otras palabras, cuanto mayor sea el grado de
la militarización de la economía, tanto menor serán los ritmos de la reproducción
ampliada. Esto contradice las ocurrencias de los apologistas de la militarización de la
economía, quienes ven en ella un factor de aceleración del crecimiento económico.

La proporcionalidad inversa de los ritmos de la reproducción ampliada de


la cantidad relativa de gastos militares se evidencia claramente en el ejemplo de

17 Archivo de C. Marx y F. Engels. T. IV. Moscú, 1935, p. 29, traducido del ruso por F. Ch. Z.
636 Francisco Chaparro Zapana

la RFA. Durante los años cincuenta la participación de los gastos militares en el


producto nacional bruto de la RFA no fue comparativamente grande; sin embargo, los
ritmos de crecimiento de la producción fueron relativamente altos. Empero, desde fines
de los años cincuenta se inicia un crecimiento a saltos de los gastos militares. Ellos se
incrementaron de 7150 millones de marcos en 1956 a 18 600 millones en el año 1966, o
sea, en 2,6 veces (más rápido que el crecimiento del producto nacional bruto y la renta
nacional). Simultáneamente, y en alguna medida debido a ello, disminuyen los ritmos de
la reproducción ampliada. Desde el año 1954 hasta 1960 la producción industrial de la
RFA creció en 61% y desde 1960 a 1966 su crecimiento fue de 34%.

La militarización de la economía agudiza las contradicciones de la reproduc-


ción capitalista. Ella contribuye a la concentración de más capitales en manos de una
elite de poderosos monopolistas, ya que precisamente a estos últimos se les otorga la
mayor parte del abastecimiento bélico del Estado. Al mismo tiempo, se profundiza
la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista de
la apropiación del producto: de toda la parte mayoritaria de los frutos del trabajo
social se apodera la élite monopolista de proveedores de producción bélica al Esta-
do: los medios necesarios de la militarización. Estos son extraídos por los Estados
burgueses principalmente de los impuestos pagados por los trabajadores; por eso la
militarización de la economía capitalista actúa como un nuevo factor que limita el
consumo de las masas populares y que agudiza la contradicción entre la producción
y el consumo. Finalmente, la expansión de la industria bélica provocada por la men-
cionada militarización de la economía y el retraso ostensible de las demás ramas en
relación a ella, acentúan las desproporcionalidades de la producción capitalista.

7.3. La influencia de la revolución científico-técnica sobre el proceso de la


reproducción
En el capítulo VII se muestra que en las condiciones del capitalismo contem-
poráneo se ha iniciado la revolución científico-técnica, la cual representa una nueva
etapa en el desarrollo de las fuerzas productivas. Esta influye sustancialmente sobre
los ritmos de la reproducción ampliada en las diversas ramas y sobre la estructura de
la producción capitalista. Las principales consecuencias de la revolución científico-
técnica en ese sentido son:
A) Los ritmos de crecimiento más altos de las ramas de la producción deter-
minan las principales direcciones del progreso técnico contemporáneo. En
las actuales condiciones se desarrollan con los ritmos más acelerados aquellas
ramas de la industria que cumplen el rol de vanguardia en la revolución cientí-
fico-técnica. Y estas son la electroenergética, la construcción de máquinas, la
construcción de aparatos de precisión (en especial la electrónica) y la industria
química. Por ejemplo, en los EE. UU. durante el período de 1950 a 1965, al
crecer la producción total de la industria de transformación en 1,9 veces, la
producción eletroenergética creció en 3 veces; la producción de la construc-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 637

ción de maquinarias, en 2,2 veces; la de instrumentos y artefactos, en 2,6; y


la industria química, en 3,1 veces. Un cuadro análogo se observa también en
otros países. Así, en Inglaterra de los años 1957-1962 el ritmo promedio anual
de la producción de la electroenergética y del gas (5,4%) superó en más de 2
veces al ritmo de crecimiento de toda la industria (2,6%) y la producción de
plásticos aumentó en el período de posguerra en un promedio anual del 14%.
En la RFA, del año 1958 a 1966, toda la producción industrial se elevó en un
60%, incluida la producción de la industria energética, en 81%; de la electro-
técnica, en 84%; y de la química, en 134%.
B) La elevación del peso específico de las ramas determinantes del progreso
técnico en toda la producción social. Este cambio en toda la estructura de la
producción social es el resultado directo de un crecimiento rápido de las ramas
aludidas en comparación de todas las demás. Por ejemplo, en la industria de
transformación de EE. UU. en el período de posguerra se elevó el peso especí-
fico de la construcción de máquinas (en especial en la construcción de máqui-
nas eléctricas), de la construcción de instrumentos y de la industria química;
al contrario, descendió el peso específico de muchas ramas productoras de
objetos de consumo: de bebidas, de textilería, de confecciones y de calzado.
Esto se demuestra con los datos del siguiente cuadro:

CAMBIO DE LA ESTRUCTURA SECTORIAL DE LA INDUSTRIA DE


TRANSFORMACIÓN DE EE. UU. DURANTE LOS AÑOS 1954-1964

Volumen de la Producción de renta


AÑOS
renta nacional nacional per cápita
1913 100 100
1928 130 105
1932 90 70
1937 142 107

Como se puede apreciar en el cuadro, durante el período de los años 1958-


1964, cuando se puso en marcha la revolución científico-técnica, el peso específico
de las primeras cuatro ramas se elevó del 21,9% a 29,6%, mientras que el peso espe-
cífico de las últimas cuatro ramas disminuyó del 21,4% al 19,6%.

7.4. Los ritmos de la reproducción capitalista ampliada en las actuales con-


diciones
Con las particularidades de la reproducción capitalista de la segunda mitad del
siglo XX se relaciona una aceleración comparativa de los ritmos de la reproduc-
ción ampliada.
638 Francisco Chaparro Zapana

Si analizamos la época de la crisis general del capitalismo en su conjunto y


la comparamos con los períodos anteriores, entonces se manifiesta una reducción de
los ritmos de la reproducción capitalista ampliada. Pero en los marcos de la propia
crisis general del capitalismo, el período de posguerra muestra una determinada ele-
vación de los ritmos de crecimiento de la producción. Así, durante los 18 años de
posguerra, de 1948 a 1966, la producción industrial del mundo capitalista aumentó
en 2,8 veces, mientras que en el mismo período, entre las dos guerras mundiales, de
1920 a 1938, ella aumentó solo en 1,6 veces. El ritmo anual promedio de crecimiento
de la producción de la industria de transformación de los EE. UU. durante los años
1950-1965 era de 4,4%, mientras que en los años 1925-1939 era igual a menos de
1,6%. Se elevaron significativamente los ritmos de crecimiento de la producción, en
comparación con el período anterior a la guerra, en los países de Europa Occidental
(en especial en la RFA e Italia) y también en el Japón.

Las causas de la aceleración de los ritmos son muchas. La revolución cien-


tífico-técnica requería un rápido crecimiento de la producción de un equipamien-
to industrial más nuevo y trajo consigo una renovación amplia y prolongada del
capital fijo, eso aceleró el crecimiento de la industria. La propagación de la revo-
lución técnica hacia la agricultura dio un fuerte impulso al crecimiento de aque-
llas ramas, como la construcción de máquinas agrícolas y la producción abonos
químicos, lo que contribuyó a elevar los ritmos de crecimiento de la producción
industrial en conjunto. En las condiciones de la creciente competencia económi-
ca de los dos sistemas, los Estados burgueses le asignan un gran significado a los
ritmos de crecimiento de la producción e influyen activa e intensivamente a la
marcha de la acumulación del capital como un medio de la estimulación estatal
de las inversiones privadas de capital. Finalmente, una profundidad menor y una
duración menor de las crisis económicas en el período de posguerra, en compara-
ción con el anterior a la guerra es un factor de la elevación de los ritmos anuales
promedios de crecimiento de la producción.

Si embargo, es necesario destacar que también en el período de posguerra el


sistema capitalista mundial se retrasa significativamente en los ritmos de crecimiento
de la producción del sistema socialista mundial.

8. CRÍTICA A LAS TEORÍAS BURGUESAS CONTEMPORÁNEAS DE LA RE-


PRODUCCIÓN Y DE LA RENTA NACIONAL

8.1. Crítica a la teoría keynesiana de la reproducción


Durante la primera mitad del siglo XIX, los economistas vulgares en su in-
terpretación de la reproducción capitalista apelaban a los métodos primitivos de la
apología burguesa. Por ejemplo, J. B. Say proclamaba la tesis de que la producción
capitalista se encuentra siempre en equilibrio con el consumo, que la oferta se equili-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 639

bra con la demanda y que la realización del producto social no tropieza con ninguna
clase de contradicción. En el siglo XX los métodos de la apología burguesa se hicie-
ron más agudos y sofisticados. Durante la crisis general del capitalismo se difundió
ampliamente la teoría keynesiana, la misma que reconoce algunas “insuficiencias”
en la economía capitalista, pero que las considera plenamente superables en los mar-
cos del capitalismo con la ayuda de la “regulación” gubernamental.

J. M. Keynes parte del supuesto que la demanda cumple un rol determinante


en el proceso de la reproducción y que los volúmenes de la producción y los rit-
mos de su crecimiento dependen de la demanda de mercancías en el mercado. “El
consumo –dice Keynes– (…) es el fin supremo de toda actividad económica. Las
posibilidades de lograr un empleo son inevitablemente limitadas por las escalas de la
demanda global. La demanda global puede provenir solo del consumo presente o de
las empresas recientes, que han de abastecer el consumo futuro”18. Keynes, conside-
ra como la principal insuficiencia del capitalismo contemporáneo al hecho de que las
dimensiones de la demanda son insuficientes para generar el pleno empleo de mano
de obra y de los recursos materiales de la producción. A diferencia de Say, Keynes
reconoce que no hay correspondencia entre la producción y el consumo, entre la
oferta y la demanda. Él pretende establecer las causas de la falta de correspondencia
y encontrar el remedio para este mal.

Keynes aplica las siguientes fórmulas: 1. Renta = valoración del producto =


consumo + inversión; 2. Ahorro = renta – consumo; de ahí 3. Ahorro = inversión.

Keynes descubre las dificultades de la realización de la producción y del límite


de la reproducción ampliada, ante todo, en la limitación de la demanda de consumo
de las mercancías, la cual la resume de la eterna ley psicológica de retrazo del cre-
cimiento del consumo del crecimiento de la renta. En su opinión, con el incremento
de la renta crece la propensión de los hombres a ahorrar y disminuye la propensión
al consumo. “Cuanto mayor son nuestros ingresos, tanto mayor, por desgracia, es la
diferencia entre nuestros ingresos y nuestro consumo”19.

Además de la demanda de consumo, según Keynes, existe la demanda de


“bienes de capital”, o sea de medios de producción, demanda que depende de las di-
mensiones de la inversión (inversiones de capital). Si la insuficiencia de la demanda
de consumo se compensa con mayores y creciente inversiones, entonces, según al
opinión de Keynes, la realización del producto social y la reproducción ampliada po-
drían llevarse a cabo sin obstáculos (…) Pero desgraciadamente en ese caso también
la demanda de medios de producción es insuficiente a consecuencia de las limitadas

18 Keynes, J M. Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. Cambridge, 1936, p. 99, traducido del inglés por
F. Ch. Z.
19 Ibídem.
640 Francisco Chaparro Zapana

inversiones. Esta limitación es explicada en significativa medida por Keynes me-


diante factores psicológicos: por la incertidumbre de los capitalistas frente al futuro,
por los peligros de las conmociones económicas y políticas, por la llamada “prefe-
rencia por la liquidez”, o sea por aquello que los capitalistas prefieren tener, capitales
en la forma más movible posible, antes que contraer el riesgo de colocarlos en las
empresas, etc. Como el factor importante que limita el volumen de las inversiones,
Keynes considera el nivel muy alto de la tasa de interés.

Viendo la raíz del mal en la insuficiencia de la “demanda efectiva”, conside-


rando precisamente como responsable del desempleo masivo a la dificultad de la
realización y los ritmos bajos de la reproducción ampliada, Keynes busca los reme-
dios contra estos “males” del capitalismo en las actividades estatales que eleven la
demanda y el empleo. Él se pronuncia a favor de “la ampliación de las funciones del
gobierno en relación a la tarea de coordinar la propensión al consumo y para reacti-
var las inversiones”20. Estas funciones, según su opinión deben hacer que el Estado,
de una parte, aumente las demandas de consumo aumentando sus gastos y, de la otra,
estimular el incremento de las inversiones mediante el incremento del dinero circu-
lante y la reducción de la tasa de interés.

Uno de los elementos de la teoría keynesiana es la llamada teoría del multipli-


cador. De acuerdo con ella, el incremento de las inversiones (inversiones de capital)
genera un incremento multilateral del empleo, de la renta y del consumo, mientras el
incremento de la renta se iguala al incremento de las inversiones, multiplicado por el
multiplicador, y el multiplicador es la relación del incremento de la renta en relación
al incremento de las inversiones. Esto se representa en las fórmulas siguientes:
∆Y = ∆IK; K = 9y
9I
Donde: ∆Y = incremento de la renta.
∆I = incremento de las inversiones.
K = el multiplicador.

Por ejemplo, las inversiones adicionales en la construcción de maquinarias


por la suma 100 millones de dólares trae consigo un incremento adicional directo de
20 000 obreros con un ingreso promedio anual de 5000 dólares; pero para ampliar la
construcción de máquinas se requiere aumentar la producción de hierro, acero, etc.,
y, en correspondencia, un incremento del empleo y de las rentas en estas ramas, y el
incremento del empleo en la construcción de máquinas y en las ramas vinculadas a
ella genera una demanda adicional de los obreros en artículos de consumo, lo que da
un impulso en el incremento de la producción, el empleo y los ingresos en la produc-
ción de las mercancías de consumo. En total, el incremento de las inversiones por la

20 Keynes, J. M. Óp. cit., p. 367.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 641

suma de 100 millones de dólares trae consigo un incremento de los ingresos por la
suma de 100 millones, y, supongamos, 300 millones de dólares. En el caso plantea-
do, el multiplicador es igual 300/100 = 3. El mismo multiplicador, según Keynes,
se encuentra en dependencia de la “propensión marginal al consumo”, medido por
el peso del consumo personal en la renta nacional. Por ejemplo, con una propensión
marginal al consumo de 2/3 el multiplicador es de 3, y con un incremento de la pro-
pensión marginal al consumo de 3/4 el multiplicador crece hasta 4. De esta forma,
según la teoría keynesiana, la “propensión al consumo” mediante el multiplicador
determina todo el proceso de la reproducción ampliada.

La teoría keynesiana de la reproducción interpreta de un modo totalmente


incorrecto la interacción entre la producción y el consumo, entre la producción y la
demanda. Sosteniendo que la finalidad suprema de toda actividad económica es el
consumo, Keynes tergiversa la esencia de la economía capitalista, en la cual, la causa
motriz de la actividad empresarial no es el consumo, sino la búsqueda de la ganancia.
Partiendo de la concepción cambista, Keynes comprende también, distorsionada-
mente, el rol de la demanda. En contra de Keynes, en el proceso de la reproducción
ampliada el principal significado le corresponde no a la demanda, sino a la produc-
ción. Como ya lo señalamos antes, las dimensiones de la producción son determi-
nadas por las dimensiones del mercado, y, al revés, sobre la base de la reproducción
ampliada se incrementa la demanda de los objetos de consumo, y en especial de los
medios de producción, a consecuencia de lo cual se amplia el mercado interno.

También son erradas las fórmulas que fueron representadas antes y de las cua-
les parte Keynes. El valor de la producción en la sociedad es igual a c + v + p; ella es
mayor que la renta nacional –que es v + p–, ya que incluye en sí también al capital
constante. Confundiendo el valor de la producción con la renta, Keynes, en la prác-
tica se solidariza con el dogma de Smith, cuya inconsistencia ya fue expuesta. No
solo es incorrecta su primera fórmula, en la cual él equipara el valor de la producción
con el de la renta, sino también la segunda, en la cual el ahorro es determinado como
la diferencia entre el ingreso y el consumo. El problema es que en calidad “ahorro”
participa no solo aquella parte de la renta nacional que no circula para el consumo
personal, sino también una parte del capital constante (el fondo de amortización).
Finalmente, tampoco es correcta la tercera fórmula de Keynes, en la cual los aho-
rros se equiparan con las inversiones, bajo los cuales él comprende las inversiones
de capital empleadas para la reproducción ampliada. En realidad una parte de las
“inversiones” es empleada para la amortización del capital constante, consiguiente-
mente, para la reproducción simple; además, no todos los “ahorros”, formados en un
período dado, son invertidos en la producción, y una parte de ellos se queda bajo la
forma de dinero acumulado no empleado en la reproducción ampliada.

El principal defecto de la teoría keynesiana radica en que ella ignora las con-
tradicciones reales de la reproducción capitalista, la contradicción entre la produc-
642 Francisco Chaparro Zapana

ción social y la apropiación privada, entre la producción y el consumo, etc., sustitu-


yéndolas por contradicciones imaginarias. Con las últimas, relaciona Keynes la falta
de correspondencia entre el crecimiento de la renta y el crecimiento del consumo. En
realidad, una parte preponderante de los trabajadores consume todo su ingreso, sin
tener posibilidades de ahorrar; no hay falta de correspondencia entre el crecimiento
de la renta y el crecimiento del consumo, sino entre el crecimiento de la producción
capitalista, de una parte, y la limitación de los ingresos y el consumo de los trabaja-
dores, de la otra. Haciendo pasar la eterna “ley” psicológica del retraso del consumo
en relación a la renta, Keynes mete en el mismo saco el consumo de todas las clases
sociales, ignorando el antagonismo de clases entre el proletariado y la burguesía.

Keynes explica desacertadamente no solo la limitación de la demanda de consu-


mo, sino también los factores que regulan las dimensiones de las inversiones. Partiendo
de su metodología idealista, coloca en primer plano los factores subjetivo-psicológicos
y no las condiciones económicas objetivas. No porque son bajos los ritmos de la repro-
ducción ampliada en las condiciones del capitalismo contemporáneo, los capitalistas de-
bilitan la “propensión” a las inversiones, sino por el contrario: una menor “propensión”
a colocar capitales en las empresas se explica por contradicciones que se agudizan en la
reproducción capitalista, por el freno de los monopolios al progreso de la técnica, por la
capacidad ociosa crónica del aparato productivo, etc., es decir, por las condiciones eco-
nómicas objetivas. En segundo lugar, Keynes sobrevalora extremadamente el rol de la
tasa de interés, asignándole la función de principal regulador del volumen de las inversio-
nes. En los hechos mismos, un bajo nivel de la tasa de interés con frecuencia se combina
con un bajo nivel de las inversiones, como esto también se observaba, pese a la teoría de
Keynes, en especial en los años treinta.

En lo que respecta a la teoría keynesiana del multiplicador, ella misma refle-


ja algunos fenómenos económicos, pero en forma distorsionada. Dentro de límites
conocidos, el crecimiento de las inversiones de capitales puede, gracias a la presen-
cia de una relación en cadena entre las distintas ramas, provocar el incremento del
empleo y la renta en una serie de ramas, Pero, la teoría keynesiana del multiplicador
contiene en sí una serie de errores.

En primer lugar, la teoría keynesiana ignora el progreso técnico, sosteniendo


que las inversiones adicionales conducen proporcionalmente sus dimensiones hacia
una absorción a la producción de la fuerza adicional de trabajo y al incremento de los
ingresos correspondientes. Pero en los hechos mismos, el progreso de la técnica es
acompañado de un crecimiento de la composición orgánica del capital, y por ello un
incremento de las inversiones de capitales, por ejemplo, en 3 veces no trae consigo
un incremento del empleo en 3 veces, sino solo de 1,5 o de 2 veces.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 643

En segundo lugar, la teoría del multiplicador adolece de la inconsistencia


metodológica general del keynesianismo: el enfoque subjetivo-psicológico al abor-
dar los fenómenos económicos. Ella, le asigna un significado decisivo en el proceso
de la reproducción de la mentada “propensión al consumo”, la que, según Keynes,
se encuentra en proporción inversa a la “propensión a invertir”. Pero en realidad,
las dimensiones del consumo en la sociedad capitalista no son determinadas por las
“propensiones” psicológicas de los agentes económicos, sino por factores objetivos:
por la cantidad de la renta nacional y por su distribución entre las clases sociales.

En tercer lugar, el enfoque keynesiano “global” del consumo, en el que se


mete en el mismo saco el consumo de los obreros y los capitalistas, ignora las contra-
dicciones antagónicas de la reproducción capitalista, en particular, encubre la contra-
dicción entre la producción y el consumo, manifestándose en el retraso de la capaci-
dad adquisitiva de los trabajadores del crecimiento de la producción capitalista.

La inconsistencia de la teoría de Keynes predetermina también la inconsisten-


cia de aquellas recetas que él propone para “sanar” el capitalismo. La intervención
del Estado burgués es incapaz de inyectar a la reproducción capitalista ampliada
aquella intensidad y aquellos ritmos que en tiempos pasado tuvo este sistema. De he-
cho, la apología keynesiana de los gastos estatales –con el pretexto de que su acción
estimula la demanda, la producción y el empleo– es la apología del militarismo, por
cuanto los Estados burgueses aumentan principalmente sus gastos militares. Y la mi-
litarización de la economía, como quedó demostrado en el parágrafo anterior, no su-
pera, sino, al contrario, agudiza las contradicciones de la reproducción capitalista.

Sin embargo, se debe tener en cuenta que en el keynesianismo mismo existen


dos corrientes. Los keynesianos de derecha inciden en las medidas que estimulan
el incremento de las ganancias de los capitalistas. En nombre de ello, luchan por
reducir el salario real con ayuda de una “inflación moderada” y por las subvencio-
nes del Estado a los monopolios mediante los pedidos de guerra, las exoneraciones
tributarias, el incremento de las compras estatales, etc. En lo que respecta a los key-
nesianos de izquierda (entre ellos: Jhoan Robinson), ellos son partidarios de elevar
el salario para incrementar la demanda y estimular la reproducción ampliada. Pero
es ingenuo suponer que los capitalistas acepten voluntariamente elevar el salario y
reducir sus ganancias en aras de realizar sus mercancías. Empero a los capitalistas
no les es necesaria la realización por la realización, sino una que les permita obtener
la ganancia máxima.

8.2. Crítica a la teoría del “crecimiento económico”


Después de la Segunda Guerra Mundial la teoría keynesiana empezó a ser so-
metida a crítica de parte de una serie de economistas burgueses por no prestar la de-
bida atención al problema del crecimiento económico. A diferencia de Keynes, que
colocaba en primer lugar el problema del empleo, del pleno empleo de los recursos
644 Francisco Chaparro Zapana

productivos y de mano de obra de la sociedad capitalista, los representantes de la teo-


ría burguesa contemporánea del “crecimiento económico”, el economista inglés R.
Harriod, el economista estadounidense E. Domar y otros, consideran como problema
central la garantía de altos ritmos del crecimiento de la producción capitalista.

La especial atención de los economistas burgueses contemporáneos para con


los ritmos de crecimiento económico no es un hecho casual. Y ello se explicaba
ante todo por su preocupación ante el retraso evidente de los países capitalistas en
relación a los ritmos de crecimiento de los países socialistas, lo que debilitaba las
posiciones del sistema capitalista en la competencia con el sistema socialista.

Al criticar a Keynes, R. Harriod, escribía: “El pleno empleo, es una cosa, pero
el ritmo sostenible es algo totalmente distinto. El deseo de lograr el pleno empleo en
los límites de un período corto sin considerar aquellas condiciones necesarias para
lograr un ritmo estable, es hablar sandeces”21. En lugar del pleno empleo Harriod
plantea al escenario la idea del ritmo estable del desarrollo. A su vez, E. Domar
sostiene que los recursos de capital ociosos son formados por los bajos ritmos de
crecimiento económico y porque “hay una tasa de crecimiento de la renta, (…) la
que, de ser lograda, no genera la reducción de la tasa de ganancia, la falta de con-
diciones para la inversión, el desempleo crónico y a otras desgracias parecidas”22.
Los representantes de la moderna teoría del “crecimiento económico” se ocupan de
construir modelos de un crecimiento económico que garantice un capitalismo esta-
ble, de pleno empleo de todos los recursos y capaz de competir exitosamente con el
sistema socialista.

Representando por la G (de la palabra inglesa growth: crecimiento) un incre-


mento de la producción general de mercancías, expresada en forma de la parte de
toda la salida a través de C (de la palabra capital: capital) la densidad de capital o
crecimiento de la producción en aquel período y por S (de la palabra saving: ahorro)
a la parte de la renta destinada al ahorro, Harriod formula la siguiente ecuación: GC
= S, de donde se deduce que G = S/C, es decir, que el ritmo de crecimiento de la
producción es directamente proporcional a las dimensiones de los ahorros y es inver-
samente proporcional a la capacidad producto-capital de la producción.

A continuación, Harriod formula la “ecuación fundamental”, que, según sus


palabras, “expresa el equilibrio del movimiento de ingreso incisamente”23. Ella se
conforma así:
Gw.Cr = S, donde Gw es “ritmo garantizado del ritmo de crecimiento”;
Cr es el “coeficiente requerido de capital”.

21 Harrioid, R.F. Hacia una teoría de la dinámica económica, p. 114, traducido del ruso por F. Ch. Z.
22 Domar, E. Essays in theTheory of Economic Growth. New York, 1957, p. 8.
23 Harriod, R. F. Óp cit., p. 121.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 645

En otras palabras, la idea de Harriod se resume en que mediante la determi-


nación del nivel de la tasa óptima de acumulación (llamado por él la “porción de
la renta, destinada para los ahorros) puede ser logrado un crecimiento económico
estable en los marcos del capitalismo en un futuro ilimitado.

Uno de los elementos de las tesis burguesas contemporáneas sobre el “creci-


miento económico” es la así llamada teoría del acelerador. El principio de la ace-
leración consiste en que el crecimiento de las inversiones de capital es acelerado en
relación con el crecimiento de la renta nacional y de la demanda de consumo, a los
cuales condiciona el incremento de las inversiones. De acuerdo con esta teoría, cada
incremento de la renta genera un gran crecimiento de las nuevas inversiones. Se lla-
ma acelerador a la relación del crecimiento de las inversiones con el crecimiento de
la renta; su fórmula es la siguiente:
I
a = y ty
t - t-1
Donde: a es el acelerador.
It son las nuevas inversiones de un período dado.
Yt la renta del período dado.
Yt-1 la renta del período anterior.
De esta forma, el incremento de las inversiones es igual al producto del incre-
mento de la renta por el acelerador:
It = a(yt - yt - 1)
Por ejemplo, si la renta nacional aumenta en 10 000 millones de dólares, en-
tonces las inversiones, con acelerador igual a 5, crecerán en 50 000 millones. Junto
a la situación de que el crecimiento del capital transcurre tras el crecimiento de la
renta, pero en una escala mucho mayor, el modelo de la aceleración que incluye tam-
bién la condición de que la producción de los bienes de capital (es decir de medios
de producción) crece más rápidamente que la producción de las mercancías de con-
sumo. Para fundamentar esto, los representantes de la teoría del “crecimiento econó-
mico” se basan en los períodos largos de la elaboración y consumo de los equipos,
en relación a que el crecimiento de la demanda del producto final, supongamos en
un 10% condicionando un crecimiento de la demanda de capital fijo en la proporción
de un 50 o del 100%.

El principal defecto metodológico de la teoría del “crecimiento económi-


co” radica en que ella se abstrae de las contradicciones internas inherentes a la
producción capitalista. En el capitalismo la renovación de la producción en escala
ampliada es posible solo en la condición de la realización del producto social glo-
bal, producido en el período anterior. A su vez, la realización se tropieza, en primer
lugar, con la consecuente consolidación de la explotación capitalista por la falta de
correspondencia entre el crecimiento de la producción y el crecimiento de la ca-
pacidad adquisitiva, en segundo lugar, en el crecimiento desproporcionado de las
646 Francisco Chaparro Zapana

distintas esferas y ramas de la producción capitalista. Los teóricos del “crecimiento


económico” se enajenan de las contradicciones económicas y sociales de clases in-
herentes al capitalismo y en consecuencia llegan a la conclusión apologética sobre
la posibilidad de un crecimiento sostenidamente alto y de un crecimiento incesante
de la producción capitalista. Pero las contradicciones antagónicas del capitalismo
excluyen semejante posibilidad.

Las propias fórmulas de Harriod están construidas de tal modo que en ellas
se enmascara lo específico de la reproducción capitalista. En estas fórmulas figuran
algunas magnitudes “generales”, aplicadas a cualquier régimen social, pero aquellas
magnitudes no expresan las relaciones capitalistas de producción. Por ejemplo, el
“ahorro” está calculado como una parte de la “renta” en general que se destina a
la acumulación. Pero en el capitalismo existe la acumulación capitalista, y la tasa
de esta acumulación se caracteriza como la relación de una parte capitalizada de la
plusvalía con toda la plusvalía. Considerando que el ritmo de la reproducción am-
pliada depende solo de la cantidad del “ahorro”, Harriod ignora injustificadamente
el problema de la realización, la cual es extremadamente aguda para el capitalismo
en general, y en particular para el capitalismo contemporáneo.

La teoría del “crecimiento económico” distorsiona la realidad, viendo la causa


del mal en la acumulación insuficiente. Esta teoría sostiene que todo el problema
radica en las dimensiones de los ahorros y que mediante su incremento se puede
fortalecer el capitalismo. Pero en los hechos mismos el capitalismo no adolece de la
insuficiencia, sino de una relativa acumulación excedente, es decir, que los capitales
acumulados no encuentran suficiente aplicación y una parte significativa está ociosa.
Así, en EE. UU. desde el año 1949 hasta 1962 los recursos internos y externos de
largo plazo de las corporaciones crecieron de 19 200 millones de dólares hasta los
45 100 millones y las inversiones de capital fijo, de 16 300 millones hasta 32 000
millones de dólares. Esto significa que los recursos de las corporaciones superan a
sus inversiones de capital (fijo) en el año 1949 en 18% y en 1962, ya en 41%. El
crecimiento de las acumulaciones supera al crecimiento de las inversiones de capital.
Por consiguiente, no es la insuficiencia de las acumulaciones, sino las contradiccio-
nes inherentes al capitalismo contemporáneo, las que determinan los bajos ritmos de
la reproducción ampliada.

La moderna teoría del “crecimiento económico” aspira a conservar y forta-


lecer al régimen capitalista mediante la elevación de los ritmos de crecimiento de
la producción. Y en ello, también está contenida la esencia clasista burguesa.

Se debe destacar que algunos aspectos de la teoría del “crecimiento econó-


mico” reflejan varios aspectos de la reproducción capitalista; por ejemplo, el prin-
cipio de la aceleración refleja en alguna medida el mayor crecimiento del sector I
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 647

en comparación del sector II. Sin embargo, las teorías burguesas de la reproducción
no aportan un reflejo adecuado de la realidad capitalista, ya que al fin de cuentas la
distorsionan. Esto se relaciona con la teoría de la aceleración. Esta teoría parte de
una representación incorrecta, como la dinámica de las inversiones está determinada
por la dinámica de la renta y de la demanda de consumo; pero en los hechos mismos
los cambios en el volumen de las inversiones de capital son determinados por la
búsqueda de la ganancia y dependen de la misma. Las dimensiones de la demanda
de consumo no determinan las dimensiones de la acumulación del capital, sino, al
revés, la acumulación del capital, la reproducción capitalista ampliada condiciona el
crecimiento de la demanda de consumo.

Posteriormente, la teoría de la aceleración ignora la presencia de las capacida-


des ociosas de producción en los países capitalistas, considerando que el incremento
de la producción es posible solo a costa de nuevas inversiones. En realidad, con
un potencial ocioso de las empresas el incremento de la producción es posible en
determinados marcos y sin inversiones adicionales de capital, a cuenta de empleo
pleno de las potencialidades productivas disponibles. El principal defecto de toda la
teoría del “crecimiento reeconómico” radica en ella y en la teoría de la aceleración,
consiste en enmascarar la naturaleza antagónica de la reproducción capitalista, que
condena al fracaso todos los intentos por garantizar un crecimiento sostenible e inin-
terrumpido de la producción en los marcos del régimen capitalista.

8.3. Crítica a los métodos del cálculo contable de la renta nacional


Al calcular la renta nacional, los economistas burgueses juntan generalmente
la producción de los bienes materiales con la esfera de los servicios, interpretando la
renta nacional como el conjunto de los bienes materiales producidos más la presta-
ción de servicios. Por ejemplo, según el economista inglés Colin Clark “la renta na-
cional puede ser calculada para cualquier período como aquellos bienes y servicios,
los cuales se conforman en el transcurso de un período dado y los mismos que con
frecuencia son cambiados por dinero”24. A su vez, el economista estadounidense S.
Kuznets sostiene que la renta nacional “comprende el flujo de todas las mercancías
y servicios destinados al consumo final”25.

La debilidad teórica de esta interpretación de la renta nacional consiste, ante


todo, en mezclar el trabajo, que crea bienes materiales, con el trabajo improductivo,
que no crea bienes materiales. En lo que concierne a los “servicios” prestados por las
personas ocupadas en la esfera no productiva, como ellos no crean renta nacional,
porque no crean bienes materiales. El pago por estos servicios representa solo la
redistribución de la renta nacional, y no su creación. Al sumar los bienes materiales

24 Clark, C. National Income and Outlay. London, 1937, pp. 4-5.


25 Kuznets, S. y K. Goldsmith. Income and Wealth of the United States. Cambr., 1952, p. 29.
648 Francisco Chaparro Zapana

con los “servicios”, los economistas burgueses mezclan los ingresos básicos o pri-
marios con los ingresos derivados o secundarios.

El carácter apologético de la aludida interpretación de la renta nacional por


los economistas burgueses radica, ante todo, en que ellos pretenden hacer pasar el
gasto improductivo de una parte de la renta nacional, con la que se pagan los “ser-
vicios” de los funcionarios públicos, magisterio, militares, servidumbre, etc., como
su creación.

Al confundir la renta que reciben uno u otros sectores de la sociedad ca-


pitalista con la creación de la parte correspondiente de la renta nacional, los
estadísticos burgueses al calcular la renta nacional agregan al valor creado en
la producción de bienes materiales, los ingresos de los trabajadores de las pro-
fesiones liberales, de los sirvientes, de los funcionarios públicos, etc., mientras
que en la realidad misma estos ingresos son tomados de la renta nacional, creada
por los trabajadores de la esfera de la producción material. De esta forma, la
interpretación burguesa de la renta nacional ocasiona las valoraciones sobre-
dimensionadas de la renta nacional de los países capitalistas. Por ejemplo, de
la renta nacional calculada por la estadística norteamericana contable de EE. UU.,
aproximadamente, un 20-25% es producto de la doble contabilización, de agregar
indebidamente los ingresos derivados a los básicos.

Luego, mediante la contabilización de todo género de “servicios” como fuen-


tes generadoras de la renta nacional, los economistas burgueses, ocultan la explota-
ción adicional a los trabajadores, realizada a través del presupuesto nacional, y jus-
tifican el incremento de los gastos militares de los Estados capitalistas. Por ejemplo,
el economista estadounidense Hansen cataloga abiertamente a los gastos estatales
como “productivos”, proclamando que los “gastos estatales tienen como consecuen-
cia el surgimiento del proceso productivo y la infusión de fondos a la corriente de los
ingresos con igual precisión que lo hace cualquier empresa privada”26.

8.4. Crítica a las teorías burguesas de las tres fuentes “generadoras” de la


renta nacional
Ya en la primera mitad del siglo XIX el economista francés J. B. Say sostenía
con la teoría de los tres factores de la producción y de las tres fuentes de la renta na-
cional. De acuerdo con esta teoría, en cualquier sociedad, en el proceso de la produc-
ción intervienen tres factores: trabajo, capital y tierra, mientras que cada uno de ellos
contribuye con su “servicio productivo” y crea una forma especial de renta. Según
Say, el trabajo de los obreros crea el salario, el servicio del capital – la ganancia y el
servicio de la tierra –y la renta de la tierra.

26 Hansen, A. H. Fiscal Policy and Employment. New York, 1946, p. 3.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 649

La teoría de los “factores productivos” también logra difundirse en la Eco-


nomía política del siglo XX. Por ejemplo, el economista estadounidense Schoup
proclama que: “El salario y los sueldos son, hablando con propiedad, la retribución
al trabajo. La suma de los restantes tres pagos –la renta, el interés y la ganancia– re-
presenta en sí principalmente la renta proveniente del patrimonio y en ese concepto
se paga por el uso de la tierra y el capital”27.

La teoría de los tres factores de la producción mezcla fenómenos completa-


mente diferentes. El trabajo representa en sí la actividad productiva de los hombres,
la tierra es parte de la naturaleza y el capital es la relación de producción de la socie-
dad capitalista, una suma de valores que genera plusvalía mediante la explotación de
los obreros asalariados por los capitalistas.

Burlándose de la “fórmula trinitaria” de Say, Marx escribía: “(…) que las


pretendidas fuentes de la riqueza anual disponible (se tiene en cuenta el capital, la
tierra y el trabajo, según F. Ch. Z.) corresponden a esferas completamente distintas
y que no guardan la menor analogía entre sí. Se parecen como pueden parecerse, por
ejemplo, los aranceles notariales, la remolacha y la música”28.

Después, el círculo vicioso de la teoría de las tres fuentes de la renta nacional


radica en que ella mezcla la forma de obtención de una parte de la renta nacional con
la forma de su creación. Aquella situación de que los capitalistas y terratenientes se
apropian de una parte de la renta nacional en forma de ganancia y de renta de la tie-
rra, de ningún modo significa que ellas mismas o que los medios de producción de su
propiedad y la tierra crean sus ingresos. La renta nacional es un nuevo valor creado y
el valor es creado solo por el trabajo gastado en la esfera de la producción material.

La teoría de los tres factores de la producción y de las tres fuentes de la renta


está orientada a justificar los ingresos de las clases explotadoras de la sociedad bur-
guesa y de la existencia misma de estas clases. Al desenmascararse esta teoría, Marx
demostró que el capital no es del todo la fuente de la ganancia, pero sirve al capita-
lista como una especie de bomba para succionar la plusvalía y que la tierra tampoco
es fuente de la renta de la tierra, pero sirve al terrateniente como imán que succiona
una parte de la plusvalía en forma de renta de la tierra.

La tarea clasista de las teorías burguesas de la renta nacional consiste en la


aspiración de los apologistas burgueses de esconder el carácter antagónico de la
producción y de la redistribución de la renta nacional en el capitalismo, encubriendo
su naturaleza explotadora.

27 Schoup, C. S. Principles of National Income Analysis. Cambridge, 1947, p. 70.


28 Marx, C. Óp. cit. T. 3, p. 821.
CA CAPÍTULO XVIII

Las crisis económicas de sobreproducción
en el sistema económico capitalista

La teoría de la reproducción capitalista aclara cuáles son las condiciones ne-


cesarias para que la economía capitalista funcione con normalidad y de modo que
no sea interrumpida, para que su producto social global se realice a plenitud. Sin
embargo, en la sociedad capitalista la realización de la producción mercantil y su
ampliación no se llevan a cabo ininterrumpidamente, porque periódicamente son
interrumpidas por las crisis de sobre producción o superproducción. La teoría de las
crisis debe responder a las tres, siguientes preguntas fundamentales: 1. ¿Por qué son
posibles las crisis?; 2. ¿Por qué son inevitables las crisis?; y 3. ¿Por qué las crisis
transcurren periódicamente? Y al mismo tiempo deben ser analizadas las conse-
cuencias de las crisis.

1. LA POSIBILIDAD DE LAS CRISIS

1.1. La base general de posibilidades de las crisis


Antes de C. Marx, la mayoría de economistas burgueses negaban la posibi-
lidad de la superproducción de mercancías en general, admitían solo la posibilidad
de una sobreproducción parcial. Esta teoría fue formulada por los teóricos de la
economía política subjetiva: James Mill (inglés) y Jean Bautista Say (francés). Par-
tiendo del supuesto de que unas mercancías son cambiadas por otras, Say sostenía
que la oferta de una mercancía engendra al mismo tiempo la demanda de otra. De
ello, Say sacaba la conclusión de que entre la oferta y la demanda siempre hay un
equilibrio y que la sobreproducción de mercancías a escala de toda la sociedad no es
posible. Esta misma posición fue compartida por David Ricardo.

Esta teoría de Say y Ricardo fue sometida a una profunda y rigurosa crítica
por C. Marx. Marx demostró que la tesis fundamental de Say y Ricardo, que supone
que unas mercancías s mpre son cambiadas por otras, es absurda. Porque en realidad
las mercancías generalmente son cambiadas por dinero, por lo que el intercambio
mercantil no puede quedar reducido al simple trueque, al cambio directo de unas
mercancías por otras.
652 Francisco Chaparro Zapana

La base general que hace posible las crisis, es la contradicción ya existente


en la producción mercantil simple entre el trabajo privado y el trabajo social. Los
propietarios privados producen las mercancías sin previo cálculo ni conocimiento
de las reales necesidades de la sociedad. Por eso, es completamente posible que las
mercancías sean producidas en cantidad excesiva en relación a su demanda y que no
puedan ser vendidas.

1.2. Las posibilidades abstractas de las crisis en la producción mercantil


simple
La primera posibilidad de las crisis está vinculada con la función del dinero
como medio de circulación.

Como es sabido, la circulación mercantil simple se expresa mediante la fórmu-


la M - D - M, a diferencia del intercambio mercantil directo cuya fórmula es M - M.
En el cambio directo las transacciones de la venta y la compra se funden en un solo
proceso, y por eso aún no puede haber desconexión alguna entre ambas. La situación
es diferente en la circulación mercantil: aquí las transacciones de venta y compra son
dos actos específicos, que en la generalidad de los casos no coinciden en el tiempo
entre sí. Por eso la venta de una mercancía no es aún por sí misma y necesariamente
la compra de otra mercancía, en cuyo proceso integrado podría mantenerse siempre
el equilibrio entre la oferta y la demanda. El poseedor de una mercancía, al venderla
puede abstenerse de comprar otra mercancía ajena y sustraer el dinero de la circula-
ción, dado que el dinero representa en sí el equivalente universal, a cambio del cual
en cualquier momento puede ser comprada otra mercancía cualquiera. Y así, tras el
acto M - D puede no continuar el acto D - M, y entre las transacciones de venta y
compra puede producirse una desconexión.

Pero si el agente A, después de vender su mercancía, no compra la mercancía


del agente B, entonces esto significaría que B no podría realizar sus mercancías, por
consiguiente no podrá comprar las mercancías de C; como tampoco C, a su vez, no
podrá realizar sus mercancías ni comprar las mercancías de D, y así sucesivamen-
te, esta cadena de insolvencias de compra deviene en la primera posibilidad de la
crisis.

La segunda posibilidad de la crisis está vinculada con la función del dinero


como medio de pago. El poseedor de mercancías puede quedarse insolvente en el
momento de vencerse el plazo de sus obligaciones de pago. Esta capacidad de in-
solvencia de pago se puede deber a dos causas: 1. A la caída de los precios de las
mercancías; y 2. A consecuencia del entrampamiento de la realización de las mer-
cancías.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 653

Supongamos que un tejedor compra el hilado a un hilandero por la suma de


100 dólares al crédito, extendiéndole una letra de pago por esta suma a un plazo de
tres meses. Al contraer esta transacción crediticia, el tejedor calculaba que en tres
meses él podría vender su tejido a un determinado precio, y que como resultado
de ello obtendría la suma suficiente de dinero que le permitiese cancelar su deuda
al hilandero. Sin embargo el vendedor de mercancías propone, pero la fuerza del
mercado dispone, introduciendo correcciones a todos sus cálculos. Es totalmente
posible que en tres meses caiga el precio del tejido y en consecuencia el tejedor no
obtenga al vender su mercancía los 100 dólares previstos, sino solo 50. En tal caso
puede suceder que, al momento de vencerse el plazo de pago por la letra, el tejedor
no disponga del dinero necesario. De otro lado, es también totalmente posible que
al tejedor le sea necesario no tres, sino cuatro o cinco meses para cancelar por el
hilado. Entonces, al vencer el plazo de los tres meses, cuando debe pagar, el tejedor
nuevamente aparece con insolvencia de pago.

Debido a que las relaciones crediticias involucran a una serie de poseedores


de mercancías, la insolvencia de pago de uno de ellos trae consigo la insolvencia de
pago de muchos otros. Por ejemplo, si A compró mercancías al crédito de B, B de C
y C de D, y después A resulta con insolvencia de pago y no cancela el monto de su
obligación a B, entonces como resultado de ello B no obtendrá el dinero necesario
para pagar la deuda a C, al mismo tiempo que C tampoco podrá cumplir sus obliga-
ciones de pago con D, etc. Pero si una serie de poseedores de mercancías resultan
con insolvencia de pago, entonces esto se refleja en todo el proceso de la realización.
En caso de insolvencia de pago del tejedor, por ejemplo, él no puede comprar el hila-
do para continuar su producción, lo que significa que el hilandero no puede vender el
hilado ni comprar algodón, el algodonero no podrá vender el algodón ni comprar los
instrumentos de producción, etc. En tal caso se produce un excedente general de la
oferta de mercancías sobre su demanda, la sobre producción y la crisis.

1.3. Las posibilidades reales de las crisis en el ciclo de rotación y reproduc-


ción del capital
Ambas posibilidades de las crisis, según C. Marx, en las condiciones de la
reproducción mercantil simple solo son abstractas o formales. Ellas se concretizan y
transforman en posibilidades reales de las crisis solo en el proceso de la circulación
del capital.

En primer lugar, la posibilidad de la interrupción general entre las ventas


y las compras en el capitalismo serán más reales que en la producción mercantil
simple. A escala social los ciclos de rotación de muchos capitales individuales se
entrelazan, son interdependientes, y si se interrumpe un ciclo de rotación, entonces
esta no puede dejar de reflejarse en muchas otras.
654 Francisco Chaparro Zapana

En segundo lugar, la interrupción general de las obligaciones de largo pla-


zo en el capitalismo se convierte en una posibilidad real. En la economía mercantil
simple la venta de las mercancías al crédito aún no tenía una repercusión amplia, de
modo que la insolvencia de pagos de algunos productores mercantiles aislados no
podía provocar las quiebras masivas y la conmoción de toda la vida económica de la
sociedad. Al contrario, en el capitalismo la venta de las mercancías al crédito es obje-
to de una difusión generalizada. A medida que cada capitalista vende sus mercancías
al crédito y, en su lugar, compra mercancías al crédito a otros capitalistas, en tanto la
interrupción de la cadena de obligaciones de largo plazo debido a la insolvencia de
pago de los prestamistas no se limita a márgenes estrechos, sino que puede provocar
la conmoción de toda la vida económica de la sociedad.

Aún más real es la posibilidad de las crisis en relación a la reproducción del


capital. Como ya lo mostramos con anterioridad, para la realización del producto
social global son necesarias determinadas correlaciones entre la producción de los
medios de producción y la producción de objetos de consumo, de igual forma en el
interior de cada uno de sus sectores. Sin embargo, en la anarquía de la producción
capitalista no hay ningún mecanismo que garantice el mantenimiento de la propor-
cionalidad necesaria entre las diversas esferas y ramas de la producción. Por eso, la
alteración de las condiciones de realización del producto social global y las crisis
constituyen una posibilidad real.

2. EL CARÁCTER INEVITABLE DE LAS CRISIS EN EL CAPITALISMO


Si las relaciones entre las transacciones de compra y de venta son interrum-
pidas, es posible el desenlace de la crisis. Pero, de otro lado, tras cada acto de venta
puede continuar un acto de compra sin interrupción alguna entre ambos, en tal caso
no se produciría crisis alguna.

En la medida que puede ocurrir una interrupción en la cadena de obligaciones


de pago en el largo plazo, las crisis son posibles. Sin embargo, esta posibilidad no
necesariamente se hace realidad. El rompimiento de la cadena de obligaciones de
pago de largo plazo puede ocurrir o no. De este modo, las funciones del dinero como
medio de circulación y como medio de pago solo son portadoras de las posibilidades
de las crisis, pero no necesariamente son las causantes de ellas.

Entonces, la posibilidad de las crisis y su inevitabilidad son dos fenómenos


totalmente distintos, confirmada por los hechos históricos. Ambas posibilidades de
las crisis analizadas por nosotros existían ya mucho antes del capitalismo; las crisis
periódicas de la sobreproducción empezaron a ocurrir más o menos solo desde 1825,
es decir, solo en las condiciones del capitalismo desarrollado. Desde entonces se de-
ben buscar las causas que generan la inevitabilidad de las crisis, no en las condicio-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 655

nes existentes aun en la economía mercantil simple, sino en el modo de producción


capitalista.

2.1. La contradiccion fundamental del capitalismo como causa de la inevita-


bilidad de las crisis
Las crisis periódicas de la sobreproducción se enraízan en la contradicción
entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropia-
ción de los productos de la producción. Recordemos en qué consiste la esencia de
la contradicción fundamental del capitalismo: en las empresas capitalistas las mer-
cancías son producidas no en forma individual, sino mediante el trabajo colectivo de
un conjunto de obreros asalariados. Esta socialización del trabajo alcanza un nivel
superior en la gran producción mecanizada. F. Engels escribía que: “En el lugar de la
rueca, del telar a mano y del martillo del herrero, aparecieron la máquina de hilar, el
telar mecánico y el martillo pilón a vapor; en el lugar del taller individual, la fábrica
que impone la colaboración de cientos y miles de personas. Del mismo modo que
los medios de producción, se transformó la producción misma, que pasó de ser una
serie de acciones individuales a ser una sucesión de actos sociales, y así también los
productos pasaron de productos de individuos a productos sociales. Los hilados, los
tejidos y las mercancías metalúrgicas que ahora salían de la fábrica eran producto co-
mún de muchos obreros, por cuyas manos tenían que pasar antes de ser terminados.
Ningún individuo puede decir, esto lo he hecho yo, es mi producto”1.

La socialización del trabajo no solo se reduce al trabajo colectivo de muchos


obreros en una empresa. El modo capitalista de producción presupone una amplia
división social del trabajo. La industria se separa completamente de la agricultura y
ella misma se subdivide en una gran número de ramas independientes: de bebidas,
calzado, carbonífera, metalúrgica, química, etc.

Cuanto más desarrollada es la división social del trabajo, tanto más estrecha es
la interdependencia entre las ramas independientes de la producción. Por ejemplo, las
fábricas de confecciones de vestidos deben recibir los tejidos de las fábricas textiles,
el carbón de las minas, las máquinas de las fábricas constructoras de máquinas, y así
sucesivamente. Debido a la división social del trabajo “muchos procesos desmem-
brados, de la producción se fusionan en un solo proceso de producción social”2.

Al carácter social de la producción se le opone la forma capitalista de apro-


piación. El modo de apropiación en el capitalismo se caracteriza por las dos formas
siguientes: En primer lugar, esta es una apropiación privada, o sea que los medios

1 Engels, F., El Anti-Düring. Ed. Grijalbo, México, D. F., 1981, p. 266.


2 Lenin V. I. “¿Quienes son los “amigos del pueblo” y cómo luchan ellos contra los socialdemócratas?”. Obras comple-
tas. Tomo I, p. 177, traducido del ruso por F. Ch. Z.
656 Francisco Chaparro Zapana

de producción y los productos del trabajo no pertenecen a toda la sociedad, sino que
son propiedad privada de algunas personas o compañías. En segundo lugar, esta es
una apropiación capitalista, o sea apropiación basada en la explotación del trabajo
asalariado.

Y así, la producción capitalista tiene carácter social: contrariamente, la apro-


piación tiene carácter privado. Al reunir en las fábricas millones de obreros, socia-
lizando el proceso del trabajo, el capitalismo imprime a la producción un carácter
social, pero de los resultados del trabajo se apropian los capitalistas. Esta contradic-
ción fundamental del capitalismo es la contradicción entre el carácter social de la
producción y la forma capitalista privada de apropiación, la cual se manifiesta en la
anarquía de la producción y en el retrazo de la capacidad adquisitiva de la sociedad
en relación a la ampliación de la producción, conduciéndola periódicamente a las
crisis económicas destructivas.

¿De qué modo la contradicción permanentemente inherente al capitalismo


entre el carácter social de la producción y la forma privada de apropiación, la
conduce de tiempo en tiempo a las crisis de superproducción?

2.2. La expansión de la producción capitalista por encima de los límites de


la capacidad adquisitiva
El móvil supremo de la economía capitalista es la producción de plusvalía,
o sea la obtención de la ganancia. A fin de incrementar su plusvalía, los capitalistas
invierten en la producción cada vez más y más capitales. Y en la medida que la sed
de ganancia es insaciable, a la economía capitalista le es inherente una tendencia
expansiva ilimitada de la producción.

Sin embrago, la ampliación de la producción en el capitalismo no está acom-


pañada del correspondiente incremento del consumo. Entre la producción y el con-
sumo en la sociedad capitalista existe una contradicción antagónica, mientras la pro-
ducción tiende a ampliarse ilimitadamente, el consumo de las masas populares es
limitado por estrechos marcos de la distribución capitalista.

Las dimensiones del consumo de la clase obrera están limitadas por la suma
de los salarios percibidos por ella. Es cierto que con la acumulación del capital en
alguna medida también crece el capital variable, y por consiguiente, también crecen
el fondo de los salarios y las dimensiones del consumo de la clase obrera. Pero en
general, la capacidad adquisitiva de los trabajadores tiende retrazarse en relación al
crecimiento de la producción.

Ante todo la elevación de la estructura orgánica del capital trae consigo un


incremento más lento de la suma de los salarios de la clase obrera que el incremento
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 657

de la suma del valor de las mercancías producidas en la sociedad capitalista, es decir


que se produce una reducción relativa de la capacidad adquisitiva de la clase obrera.
Además, la elevación de la estructura orgánica del capital trae consigo un incremen-
to del ejército industrial de reserva, y el crecimiento del ejército de desempleados
influye negativamente sobre el nivel del salario real de la mano de obra ocupada, lo
que consolida el retrazo de la capacidad adquisitiva de los obreros del incremento de
la producción. Esto de ningún modo significa una caída absoluta del nivel del salario
real; pero incluso si este se eleva, en el mejor de los casos, el incremento del fondo
total del salario en su magnitud real se retraza del crecimiento de la producción de
medios de consumo.

En lo concerniente a la burguesía, pese a que experimenta una demanda cre-


ciente de medios de consumo, ella no puede absorber toda la producción creciente
del sector II, conformada en gran medida por productos de consumo masivo. Al acu-
mular el capital, los empresarios elevan en mayor proporción la demanda de medios
de producción que la de medios de consumo.

Y así, a una ampliación de la producción capitalista no le corresponde en la


misma proporción un crecimiento de la demanda efectiva de medios de consumo.
En el período de auge industrial la producción capitalista se amplía rápidamente,
pero la capacidad adquisitiva de las masas trabajadoras3 se reduce relativamente; es
decir que este disminuye comparado con todo el volumen creciente de la producción.
Por eso tras el auge continúa inexorablemente la crisis, cuando se manifiesta la so-
breproducción de mercancías.

Como señalaba C. Marx, “(...) cuanto más se desarrolla la fuerza productiva,


más choca con la base estrecha sobre que están fundadas las relaciones de consumo”4.
En las crisis económicas se pone de manifiesto la falta de correspondencia en-
tre la fuerza productiva y la capacidad de consumo de la sociedad capitalista, la
contradicción entre la tendencia de la producción capitalista hacia su ampliación
ilimitada y la limitada capacidad adquisitiva. Pero esta contradicción misma, que
conduce directamente a las crisis, es el resultado y la forma de expresión de la con-
tradicción fundamental del capitalismo.

2.3. La anarquía y las desproporcionalidades en el desarrollo económico ca-


pitalista
La contradicción fundamental del capitalismo se manifiesta también bajo la
forma de contradicción entre el carácter organizado de la producción de las unida-

3 Para el mercado es especial es importante la demanda efectiva, y no la demanda en sí. Por ejemplo, no obstante
que los desocupados tienen una serie de necesidades insatisfechas, ellos son incapaces de constituirse en deman-
da efectiva de mercado.
4 Marx, C., El capital, T. 3. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana-Cuba, 1980, p. 267.
658 Francisco Chaparro Zapana

des empresariales y la anarquía de la producción en el contexto de toda la sociedad


capitalista.

En los marcos de la empresa capitalista individual existe una organización


consciente y planificada de la producción, capaz de garantizar las necesarias pro-
porcionalidades en la distribución de los recursos productivos: trabajo y medios de
producción. Así, por ejemplo, si en una fábrica textil se emplean mil trabajadores,
entonces los directivos de la producción calculan anticipadamente qué parte de ella
debe trabajar en la sección de hilados, de tejidos, de teñido, etc. Aquí, según opina
Marx, actúa la más rígida ley de hierro de determinadas proporcionalidades. Una
determinada planificación existe también en el interior de los trusts capitalistas.

En el conjunto de toda la sociedad capitalista se observa una situación total-


mente contradictoria. La propiedad privada de los medios de producción excluye la
posibilidad de una organización planificada de la producción social en el capitalis-
mo. Cada empresa capitalista produce mercancías por su cuenta y riesgo, sin tener
en cuenta las necesidades sociales, a ciegas, sin conocer antes qué mercancías y en
qué proporciones le son necesarias a la sociedad.

La anarquía de la producción capitalista conduce inevitablemente a un de-


sarrollo desigual y desproporcionado de las diversas ramas de producción. El cre-
cimiento de la producción en los sectores I y II transcurre sin una coordinación de
sus esferas productivas entre sí, y por eso la proporcionalidad entre ellas se infringe
inevitablemente. Pero, como lo señalamos en el capítulo anterior, para la realización
de las mercancías es necesaria una determinada proporcionalidad de la producción
social. Si a consecuencia de la anarquía de la producción capitalista se infringe esta
proporcionalidad, entonces se infringe también todo el proceso de la realización, y
en la economía capitalista se desencadena la crisis.

Sin embargo, se debe tener en cuenta que no toda desproporcionalidad signi-


fica crisis económica. Para el sistema económico capitalista la desproporcionalidad
es un fenómeno típico y permanente; en cambio las crisis se producen periódicamen-
te, no son permanentes. Hasta ahora, mientras la desproporcionalidad inherente al
capitalismo actúa en forma de desproporciones particulares, afectando a las ramas
individuales de la producción, ella no deriva aún en crisis; semejantes despropor-
cionalidades particulares pueden ser superadas mediante el desplazamiento de los
capitales de unas ramas productivas a otras. Pero cuando la desproporcionalidad
empieza a generalizarse, cuando se infringe bruscamente la correspondencia entre
los dos principales sectores de la producción social, entonces se desencadena en su
seno inevitablemente la crisis económica.

Es necesario destacar, más adelante, que la desproporcionalidad del desarro-


llo de las distintas esferas de la producción capitalista y la falta de correspondencia
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 659

entre el crecimiento de la producción capitalista y el limitado consumo de las ma-


sas populares, no son dos factores autónomos y desligados entre sí que conducen
a las crisis, independientemente el uno del otro. Según V. I. Lenin: “La capacidad
de consumo de la sociedad y el tamaño de las diversas ramas de la producción, no
son de ningún modo variables autónomas e independientes, desvinculadas unas de
otras. Al contrario, la situación conocida del consumo es uno de los elementos de la
proporcionalidad”5. Como ya lo advertimos en el capítulo anterior, una de las condi-
ciones para la realización del producto social global en la reproducción ampliada, es
la representada en la siguiente ecuación: I (v + ∆v + pb) = II (c + dc)

La parte izquierda de esta ecuación muestra las dimensiones de la demanda


de productos del sector II por parte de los obreros y capitalistas del sector I. El
retraso de la capacidad adquisitiva de la sociedad en relación al crecimiento de la
producción se expresa en que I (v + ∆v + pb) crece más lentamente que II (c + ∆c).
Y esto significa que la falta de correspondencia entre el crecimiento de la producción
capitalista y los límites de la capacidad adquisitiva genera inevitablemente la despro-
porcionalidad entre los sectores I y II de la producción.

C. Marx analizaba la limitación del consumo de las masas populares y la des-


proporcionalidad de la producción capitalista como dos formas interdependientes
de expresión de la contradicción fundamental del capitalismo. A consecuencia de
esta, el crecimiento de la producción sobrepasa los estrechos límites de la capacidad
adquisitiva de las masas populares, y esto trae consigo una desproporcionalidad ge-
neral entre la producción capitalista y la crisis.

Así como la causa que genera las crisis es la contradicción fundamental del
sistema económico capitalista, de ello deriva la importante conclusión sobre la impo-
sibilidad de evitar las crisis en los marcos del capitalismo y la necesidad de sustituir-
lo para garantizar un desarrollo sostenido y sin crisis de la producción social.

3. LA PERIODICIDAD DE LAS CRISIS Y EL CICLO INDUSTRIAL

3.1. La periodicidad de las crisis y el concepto de ciclo


Las crisis económicas se repiten con regularidad en determinados intervalos
de tiempo. En sus inicios, las crisis se distanciaban unas de otras por intervalos de
10-11 años. Así, la primera crisis se desencadenó en el año 1825, la segunda en 1836,
la tercera en 1847 y la cuarta en 1857. En aquella época, la crisis de 1825 repercutió
solo en Inglaterra, la crisis de 1836 abarcó a Inglaterra y EE. UU., la de 1847 a Ingla-
terra, EE. UU., Francia y Alemania, y la crisis de 1857 fue ya una crisis económica
mundial.

5 Lenin, V. I., “Acerca del problema de la teoría de los mercados”. Obras completas. T. 4, p. 48, traducido del ruso por
F. Ch. Z.
660 Francisco Chaparro Zapana

Durante la segunda mitad del siglo XIX, se observa que las crisis acaecen con
mayor frecuencia, ya que el período que separa una crisis de otra, que dejó de ser de
10-11 años, se redujo a 7-9 años. Así, tras la crisis de 1857 sucedió la crisis de 1866,
posteriormente la crisis de 1873, más adelante las crisis de 1882 y 1890.

En la época del imperialismo las crisis también transcurren con una periodici-
dad regular: al comienzo los intervalos fueron de 7-9 años, y posteriormente se hicie-
ron más frecuentes. La primera crisis de la época del imperialismo fue la crisis del
año 1900. Tras esta sucedió la crisis de 1907. Entre la Primera y la Segunda Guerra
Mundial, se produjeron tres crisis económicas mundiales del capitalismo: la de los
años 1920-1921, 1929-1933 y 1937-1938.

Después de la Segunda Guerra Mundial en la ciudadela del capitalismo con-


temporáneo –en los EE. UU.–, además de reducirse bruscamente la producción al
finalizar la guerra (en los años 1945-1946), se sucedieron cuatro crisis económicas:
la de 1948-1949, 1953-1954, 1957-1958 y 1960-1961.

Se llama ciclo industrial al período que media entre el inicio de una crisis y
el inicio de la siguiente. El ciclo está conformado por cuatro fases: 1. La crisis; 2.
La depresión; 3. La reactivación; y 4. El auge industrial. La fase fundamental del
ciclo es la de la crisis, que sirve de punto de partida para un nuevo ciclo.

3.2. Los rasgos característicos de las crisis económicas


Los rasgos específicos de la crisis son:

A) La sobreproducción de mercancías en relación a la capacidad adquisitiva


para ellas. Durante la crisis el volumen de las mercancías producidas excede
a su demanda, y por ello no pueden ser realizadas.
B) La caída brusca de los precios a consecuencia de la mayor oferta de mer-
cancías en relación a su demanda. Por ejemplo, durante la crisis de 1857 los
precios al por mayor en Inglaterra descendieron con un promedio del 13%;
en los EE. UU., con el 16%. Una caída catastrófica de los precios se produjo
durante la crisis de los años 1929-1933, a consecuencia de la cual los precios
en los EE. UU. cayeron en un 54% y en Inglaterra casi en el 58%.
C) La reducción brusca de los volúmenes de la producción. La causa motriz de
la producción capitalista es el afán por obtener la ganancia. Pero durante la
crisis, cuando los precios de las mercancías caen, se produce una caída signifi-
cativa de la tasa de ganancia, por lo que muchas empresas resultan arruinadas.
Por eso es comprensible que en esas circunstancias los capitalistas no estén
interesados en ampliar la producción, sino, por el contrario, en reducirla. Por
ejemplo, durante las crisis de los años 1948-1949 y 1953-1954 la producción
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 661

industrial de EE. UU. se redujo en un 10%, y durante la crisis de los años


19567-1958 se redujo en un 15% comparado incluso con el nivel más alto del
período anterior a la crisis. La caída de la producción es el rasgo característico
más importante de la crisis económica.
D) La quiebra masiva de empresas. Durante la crisis las mercancías no se rea-
lizan o son realizadas con precios más bajos; por eso muchos capitalistas se
encuentran incapacitados de saldar sus obligaciones de largo plazo y sufren la
ruina. Durante el período de la crisis económica de 1929-1933 el número de
quiebras empresariales alcanzó proporciones colosales. Tan solo en esos tres
años (1930-1933) en Inglaterra quebraron más de 20 000, en Alemania cerca
de 71 000, en los EE. UU., más de 86 000 empresas.
E) El incremento desmesurado del desempleo y la caída del salario. La reduc-
ción de la producción trae consigo que una masa de obreros sea desplazada
de la producción hacia las filas del ejército de desempleados, y el salario de
los activamente ocupados tiende a disminuir. Durante la crisis de los años
1929-1933 el número de desocupados en 32 países superó la cifra de los 26
millones. Las crisis contemporáneas también acarrean una gran desocupación
de mano de obra. Por ejemplo, en el año 1957 en los EE. UU. el número de
desempleados plenos superaba los 2,9 millones; pero, a consecuencia de la
crisis, en marzo de 1958, esta cifra, según la información oficial, se elevó
hasta los 5,2 millones; y más de 6 millones, según la versión de los propios
sindicatos.
F) La conmoción del sistema crediticio. La crisis industrial provoca la crisis
del sistema monetario-crediticio, cuya expresión es la reducción brusca del
crédito comercial y bancario, el retiro masivo de activos y las quiebras de
los bancos, la caída de la cotización de las acciones y obligaciones, etc. La
manifestación más típica de la crisis en la esfera del crédito es la elevación
brusca de la tasa de interés, cuyo fenómeno se explica en la búsqueda afanosa
de todos por encontrar dinero, en tanto que se ha reducido la oferta de los
capitales de préstamo debido al retiro masivo de los depósitos bancarios. Por
ejemplo, en el año 1857 la tasa de interés en el Banco de Inglaterra se elevó
del 5 a 10% y en los EE. UU. en el momento culminante de la crisis de 1907
la tasa de interés por los préstamos se disparó hasta el 130%.

3.3. Los rasgos característicos de la depresión


A diferencia de la crisis, la depresión se caracteriza por los siguientes rasgos
principales:

1. El desvanecimiento de la producción mercantil excedente. Las dimensiones


de la capacidad adquisitiva son inversamente proporcionales a los precios de
662 Francisco Chaparro Zapana

mercado. Después de la caída de los precios del período de crisis, en la fase de


la depresión, la realización de las mercancías se renueva gradualmente.
2. La contención de la caída brusca de los precios. Durante la depresión los
precios de las mercancías al comienzo continúan cayendo, pero no tan brusca-
mente como durante la crisis, y más adelante cesa la caída de los precios.
3. La eliminación de la caída de la producción. En la fase de la depresión los
volúmenes de la producción se incrementan un poco en comparación con el
mínimo de la crisis, pero aún no alcanza el nivel máximo anterior a la crisis.
4. La caída de la tasa de interés. Una masa creciente de capitales monetarios,
que confluyen en los bancos por no encontrar empleo en la industria ni en el
comercio, provoca que su demanda sea insignificante y, por ende, que la tasa
de interés tienda a su nivel mínimo.

3.4. Los rasgos característicos de las fases de la reactivación y el auge


Tanto la reactivación como el auge se caracterizan por el incremento de la
producción. La diferencia entre ambas fases radica en que la reactivación solo logra
renovar el volumen de la producción industrial anterior al de la crisis; sin embargo,
durante la fase del auge se logra superar el nivel mínimo anterior a la crisis, alcan-
zando un nuevo nivel máximo en los marcos de un determinado ciclo de rotación del
capital industrial.

La fase más importante de ambas es la del auge industrial. Y sus rasgos esen-
ciales son:

A) Un incremento rápido de la producción. Por ejemplo, durante el auge indus-


trial que precede a la crisis de 1857, la fundición de acero se incrementó en
63% en Inglaterra, en más de 2,5 veces en Alemania y en un 40% en los EE.
UU. El ritmo de crecimiento posterior de la producción capitalista decayó
significativamente. Así, por ejemplo, en los EE. UU. a la crisis de los años
1957-1958 le precedió el incremento de la producción industrial de tres años
(1954-1957) consecutivos en el 16%.
B) Una elevación significativa de precios mercantiles. Cuando el incremento
de la producción está acompañado de un incremento de la demanda de mer-
cancías, los precios se elevan rápidamente. Por ejemplo, en el lapso de 1851
a 1857 el índice de precios al por mayor se elevó en 32% en los EE. UU., en
40% en Inglaterra y casi en 43% en Alemania. En la época del imperialismo la
elevación de los precios se lleva a cabo no solo debido a los factores cíclicos,
sino también a consecuencia de la acción constante del encarecimiento del
costo de vida debido a los precios de monopolio.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 663

C) La disminución del desempleo. Una expansión acelerada de la producción


trae consigo un incremento del empleo de mano de obra, a causa de la cual
disminuye el desempleo.
D) La elevación de los salarios. El incremento de la demanda de fuerza de tra-
bajo y la disminución del desempleo contribuyen a elevar los salarios. Pero
una elevación del salario no necesariamente significa una elevación del salario
real, puesto que simultáneamente crecen los precios de los artículos de consu-
mo.
E) La expansión del crédito. Es decir la ampliación de los créditos otorgados por
la banca a los capitalistas industriales y a los comerciantes. En el transcurso
del auge industrial el incremento de la demanda de capitales de préstamo so-
brepasa al incremento de su oferta y se eleva gradualmente la tasa de interés
bancario.

3.5. La crisis como la fase más importante del ciclo industrial


La fase más importante del ciclo industrial, cuyo significado es determinante
en todo el ciclo, es la crisis. Cada crisis sirve de punto de partida para las siguientes
fases del ciclo y crea las condiciones para su desenlace, y cada fase de auge o pros-
peridad se desgarra inevitablemente en una nueva crisis. El carácter cíclico de la
reproducción capitalista no es una simple sustitución del movimiento ascendente
de la producción por un movimiento descendente, sino un cambio violento de las
fases de auge por las fases de crisis, de la reproducción ampliada por una caída
brusca de la producción.

Pero así como en los períodos de crisis se ponen de manifiesto con mayor in-
tensidad las contradicciones propias del capitalismo, muchos economistas burgueses
se esfuerzan por excluir generalmente la ‘crisis’ del ciclo industrial. Por ejemplo, el
economista estadounidense W. Mithchel anuncia que: “La palabra “crisis” no es el
término más adecuado para designar a una de las cuatro fases del ciclo económico”6.
Mithchel y muchos otros economistas burgueses contemporáneos sustituyen el con-
cepto de ‘crisis’ por el de “recesión”, bajo el cual ellos consignan simplemente una
ola descendente en los marcos del ciclo económico. Al mismo tiempo, ellos plantean
la idea de que tras el auge no necesariamente continúa un grave desorden de la pro-
ducción capitalista, porque es totalmente posible un descenso armonioso del auge
a la “depresión”. Sin embargo, pese a las fantasiosas sutilezas de los apologistas
burgueses, las crisis económicas representan en sí una fase importante e indesligable
del ciclo industrial.

6 Mithchel, W., Los ciclos económicos, Moscú, 1930, p. 391, traducido del ruso por F. Ch. Z.
664 Francisco Chaparro Zapana

3.6. El mecanismo de transición de la crisis a la depresión y a la reacti-


vación
Cada fase del ciclo industrial crea en su interior mismo las condiciones ne-
cesarias para transitar a la siguiente fase.

El proceso de salida de la crisis y del tránsito a la depresión es el resultado de


la acción de muchos factores, de los cuales los principales son los siguientes:

A) La caída de los precios de las mercancías. Las dimensiones de la demanda


de las mercancías dependen del nivel de sus precios. Cuanto más bajo sean
los precios de las mercancías, tanto mayor será su demanda. Por eso la caída
de los precios provocada por la crisis al fin al cabo trae consigo que las mer-
cancías, que no han logrado ser vendidas antes, empiezan poco a poco a
realizarse.
B) La reducción de los volúmenes de la producción. Durante la crisis la produc-
ción se reduce bruscamente, lo que trae consigo la disminución de la oferta
de las mercancías en el mercado. De ese modo las dimensiones de la oferta al
final de cuentas se adaptan a las dimensiones de la capacidad adquisitiva, es
decir que la sobreproducción de mercancías disminuye gradualmente.
C) La destrucción de una parte de las mercancías. Algunas mercancías, al in-
movilizarse durante la crisis, se deterioran. Las maquinarias paralizadas con-
tinúan desgastándose durante la crisis y parte de ellas son dadas de baja. De
este modo, las mercancías excedentes en parte son liquidadas mediante su
destrucción directa. Durante la crisis económica mundial de los años 1929-
1933, los empresarios capitalistas y sus gobiernos destruían incluso parte de la
masa mercantil para liquidar sus excedentes. Así, por ejemplo, en los EE. UU.
en el año 1933 fue destruida la cosecha de algodón en un área de 10 millones
de hectáreas, el gobierno compró y eliminó 5 millones de cerdos, en Brasil
anualmente incineraron o arrojaron al mar más de 5 millones de sacos de café,
y así sucesivamente.
D) La devaluación de los elementos del capital constante. Durante los períodos
de crisis los precios de los medios de producción con frecuencia caen con más
fuerza que los precios de los medios de consumo. La devaluación de los ele-
mentos del capital constante trae consigo la elevación de la tasa de ganancia,
estimulando a los capitalistas para que efectúen nuevas inversiones en sus
empresas. Por eso la caída de la producción es sustituida gradualmente por su
expansión.
E) La caída del salario. Debido a que durante la crisis el salario de los obreros
cae, los capitalistas logran reducir sus gastos de producción. La elevación de
la tasa de plusvalía y, por ende, de la tasa de ganancia, lograda gracias a la re-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 665

ducción del salario, estimula a los capitalistas a acumular capitales y ampliar


la producción. Por consiguiente, los capitalistas se libran de la crisis mediante
la intensificación de la explotación a la clase obrera.

3.7. La innovación del capital fijo y la transición de la reactivación al auge


La caída de los precios y la exacerbación de la competencia durante la crisis
obligan a los capitalistas a valerse de todos los medios para reducir los costos de pro-
ducción. Pero para reducir los costos de producción, los capitalistas deben renovar
las antiguas instalaciones por otros nuevos, más productivos. Por eso, después de las
crisis se inicia la renovación del capital fijo. Cuando esta renovación adquiere una
dimensión masiva, se realiza el tránsito de la reactivación al auge industrial.

La sustitución de los viejos equipos y maquinarias por otros nuevos y la cons-


trucción de nuevas fábricas trae consigo un incremento de la demanda de medios de
producción y conduce a un rápido crecimiento del sector I. El crecimiento del sector
I, a su vez, trae consigo un incremento de la cantidad de obreros ocupados en él y un
incremento de la demanda de artículos de consumo, lo que motiva un crecimiento
del sector II. De esta manera, la renovación masiva del capital fijo sirve de base ma-
terial para el auge industrial.

Pero la renovación del capital fijo no se prolonga indefinidamente. En el curso


de algunos años de auge industrial el nuevo equipamiento de las empresas viejas y la
construcción de nuevas fábricas culminan, a consecuencia de ello se reduce aquella
demanda excedente de medios de producción (de maquinarias, hierro, acero, carbón,
materiales de construcción, etc.), que fuera provocada por la renovación del capital
fijo. Al mismo tiempo, entran en funcionamiento nuevas empresas, las cuales lanzan
al mercado considerable cantidad de mercancías. Pero a este acelerado crecimiento
de la producción mercantil no le corresponde un incremento de la capacidad adqui-
sitiva debido a las causas ya señaladas con anterioridad; por eso después del auge
inevitablemente se desencadena la crisis.

En la renovación periódica del capital fijo C. Marx descubrió la base mate-


rial de la periodicidad de las crisis. Pero no se debe confundir a esta con su causa.
La sustitución de los auges por las crisis, como ya lo aclaramos antes, es generada
por la contradicción fundamental del capitalismo, pero la reproducción del capital
fijo determina en gran medida la duración del ciclo. Sin embargo, esta duración
depende no solo de los plazos de la renovación del capital fijo. En una de sus cartas
dirigida a F. Engels, C. Marx señalaba que: “El plazo promedio en que se lleva a
cabo la renovación del equipamiento maquinizado, es uno de los momentos más
importantes para explicar un ciclo de varios años, por el cual transcurre el desarrollo
666 Francisco Chaparro Zapana

industrial desde que se consolidó la gran industria”7. Pero también hay otros momen-
tos importantes además de este. Cuanto más se agudizan todas las contradicciones
del capitalismo, tanto más frecuentes son las crisis económicas.

4. LAS CRISIS AGRARIAS EN EL CAPITALISMO

4.1. La influencia de las crisis industriales sobre la economía agraria y las


crisis agrarias específicas
La producción agraria en el capitalismo es influida por las oscilaciones del
ciclo industrial, cuyo epicentro es la industria capitalista. En los períodos de auge
industrial se eleva la demanda de materias primas agrícolas, y el ejército creciente
de obreros industriales demanda de una mayor cantidad de víveres producidos por la
agricultura. Y esto trae consigo la elevación de los precios de los productos agrícolas
y le imprime un impulso al crecimiento de la producción.

De otro lado, en los períodos de las crisis industriales se reduce la demanda


de la industria y de la población urbana por productos agrícolas. En consecuencia
los precios de los productos agrícolas caen, afectando fuertemente a este sector de la
economía nacional.

Pero en la economía agraria del capitalismo se producen también las crisis


agrarias específicas, no vinculadas con las crisis industriales y se diferencian por una
serie de particularidades. Las crisis agrarias específicas: 1. Abarcan solamente a la
producción agraria; 2. No tienen carácter cíclico; y 3. Son significativamente más
prolongadas que las crisis industriales. Al mismo tiempo que la crisis industrial se
prolonga a lo más algunos años (con frecuencia durante uno o dos años), la crisis
agraria puede prolongarse durante décadas.

La historia del capitalismo anterior a la Primera Guerra Mundial registra dos


crisis agrarias extraordinariamente prolongadas: la primera de ellas abarcó la agri-
cultura de Europa y se prolongó desde los años setenta hasta mediados de los no-
venta del siglo XIX, es decir casi un cuarto de siglo; la segunda fue la crisis agraria
que abarcó todo el mundo capitalista, el cual se inició en los años veinte del presente
siglo y se prolongó hasta la Segunda Guerra Mundial. Después de la Segunda Guerra
Mundial empezó de nuevo la crisis agraria, la cual aún no concluye.

4.2. La crisis agraria europea de fines del siglo XIX


Por el transcurso de un largo período en los países europeos se produjo una
caída sistemática de los precios de los granos. Así, de los años 1871-1875 a

7 Marx, C., “Carta dirigida a F. Engels, el 02 de marzo de 1858”. En: Marx, C. y F. Engels. Obras completas. T. 29, p.
237, traducido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 667

1891-1895 el precio del trigo cayó en 48% en Inglaterra, en 27% en Alemania y en


3% en Francia. La causa directa de ello fue la invasión de una gran cantidad de gra-
nos de países trasatlánticos a Europa, la cual estimulaba el desarrollo del transporte
ferroviario marítimo.

En el período examinando la agricultura de los países de Europa Occidental


por primera vez tropezaron con la competencia transatlántica. El empleo de tierras
fértiles, el progreso técnico en la agricultura estadounidense y la ausencia de la renta
absoluta en este período en los EE. UU. explican la baratura de sus granos, con cu-
yos precios no podían competir los granos de la agricultura de Europa Occidental.
Además, en este período también empezaron a llegar a los mercados de Europa Oc-
cidental los granos de Rusia e India.

La sobreproducción de granos y la prolongada caída de sus precios repercutió


destructivamente sobre la producción de granos de Europa, tornándose deficiente y
cargada de pérdidas. La esencia de la crisis agraria reside en que: “(...) a consecuen-
cia de la competencia de los países que producen cereales a un costo sumamente
bajo, la agricultura europea ya no puede hacer recaer sobre las masas consumidoras
las cargas que la propiedad privada de la tierra y la producción mercantil capitalista
imponen a la agricultura (...) La más importante de estas cargas es la renta del suelo.
En Europa, la renta del suelo (lo mismo la diferencial que la absoluta) ha sido enor-
memente elevada por el desarrollo histórico precedente y consolidada en el precio de
la tierra (...) Hasta ahora, como era natural, la agricultura capitalista de Europa hacía
recaer sobre los consumidores (en forma de altos precios de los cereales) la renta
del suelo extremadamente inflada. Hoy, en cambio el peso de esta renta recae en los
propios propietarios rurales y terratenientes, arruinándolos”8.

La crisis agraria provocó no solo el empobrecimiento masivo de los pequeños


productores agrarios, sino también la extinción de las pequeñas empresas capitalistas
en la agricultura. En lo que respecta a las grandes empresas capitalistas, ellas supe-
raron al fin y al cabo la crisis mediante la reestructuración técnica de la producción
y su adaptación a las condiciones cambiantes del mercado. En los países de Europa
Occidental empezó a hacerse realidad la intensificación de la agricultura: aumentó
el empleo de abonos minerales y de las maquinarias agrícolas, se amplió el área de
cultivo de forrajes y cultivos técnicos y fue desarrollada la ganadería. La gran bur-
guesía agropecuaria logró salir de la crisis agraria en medida significativa a costa de
intensificar la explotación de los trabajadores: en Inglaterra, por ejemplo, la caída del
salario de los obreros agrícolas durante el período de la crisis fue de 10 a 30%.

8 Lenin, V. I., “El capitalismo en la agricultura”, Obras completas, Ed. Progreso. Moscú, 1981. T. 4, pp. 159-160, tradu-
cido del ruso por F. Ch. Z.
668 Francisco Chaparro Zapana

4.3. La crisis agraria mundial de los años veinte y treinta del siglo XX
Durante la Primera Guerra Mundial y en los primeros años siguientes la eco-
nomía agraria europea sufrió una caída, en los países ultramarinos la producción de
productos agrícolas se incrementó significativamente, mientras que ellos abastecían
de esos productos a Europa en grandes cantidades. En los años 1919-1921 la pro-
ducción de granos en Europa disminuyó en comparación con el nivel anterior a la
guerra en 21%, y en Norteamérica aumentó en 26%. La exportación de trigo de los
EE. UU., en los años 1919-1921, superó el nivel anterior al de la guerra en 3,7 veces;
en Canadá, en 1,5; en Argentina, en 1,4; y en Australia en 1,8 veces.

Después de culminada la guerra, los gobiernos de los países de Europa Occi-


dental dejaron de comprar en gran escala granos, carnes y otros productos agrope-
cuarios en los EE. UU., Canadá, Argentina y Australia para el sustento de sus ejérci-
tos. En lo que concierne a la demanda de las masas populares, respecto al deterioro
de sus condiciones ella se encuentra en un nivel bajo. De otro lado, la producción
agrícola de los países europeos fue restableciéndose poco a poco, y su producción al
comienzo logró igualar y después sobrepasar el nivel anterior al de la guerra. El vo-
lumen total de la producción mundial agrícola sobrepasó a la capacidad adquisitiva
para sus productos y el mundo capitalista fue envuelto por la crisis agraria.

La crisis agraria dada se diferenció por varias particularidades en compara-


ción con la crisis agraria de fines del siglo XIX.

En primer lugar, la crisis agraria de las décadas de los años veinte y treinta
del siglo XX alcanzó dimensiones mundiales (por supuesto, en los marcos del mun-
do capitalista), entonces al igual que en el siglo XIX se produjo solo la crisis de la
economía agraria de los países europeos.

En segundo lugar, en el siglo XX la crisis agraria abarcó todas las ramas


de la producción agropecuaria de los países del mundo capitalista (la producción
de granos, la ganadería, etc.), mientras que en el siglo XIX ella fue una crisis básica-
mente de la producción de granos de los países europeos.

En tercer lugar, en el siglo XX la crisis agraria tenía una fuerza destruc-


tiva inmensamente mayor que en el siglo XIX, en tanto que este se agudizó
especialmente después que se fundió con la crisis económica mundial de los
años 1929-1933. Durante los años 1930-1934 el índice de precios de los artículos
agrícolas en los EE. UU., cayó en 45% en comparación con el período de los años
1915-1919, y el ingreso global de la producción agraria de los EE. UU. desde 1929
hasta 1935 disminuyó en 33%.

En las condiciones de la crisis agraria la ruina de los pequeños productores


alcanzó dimensiones colosales. En los EE. UU. durante el período de los años
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 669

1926-1937 fueron rematadas forzadamente más de 2 millones de granjas, es decir,


más de la tercera parte de su número total.

4.4. El rol del monopolio de la propiedad privada sobre la tierra y el de las


rentas en la agudización de las crisis agrarias
El arriendo de la tierra encarecido como resultado de un desarrollo histórico
prolongado, se fija en contratos de alquiler con frecuencia para varios años. Cuando
se produce una crisis agraria y los precios de los productos agrícolas caen en flecha,
los pagos por arriendo durante mucho tiempo no son revisados y se mantienen altos.
En los EE. UU., la porción de la renta en el precio del trigo se elevó del 30% que
era durante los años 1924-1929 al 50-54% en los años 1930-1932. Esto empeoró
extremadamente la situación de la economía agraria y estimuló la prolongación de
la crisis agraria.

Al caer los precios en el período de la crisis agraria los capitalistas-arrenda-


tarios de la tierra se esfuerzan ante todo por trasladar el peso de la crisis sobre los
hombros de los obreros agrícolas, reduciendo sus salarios. Desde 1919 hasta 1940
en los EE. UU. el salario por hora-hombre de los obreros agrícolas disminuyó casi
en el doble. Pero pagar una renta elevada solo mediante la reducción del salario no
les es posible, por eso una parte de esta renta en las condiciones de la crisis agraria
no puede ser pagada de las sobreganancias, sino de la ganancia media o incluso me-
diante la reducción del capital invertido en la agricultura. El peso de una elevada
renta de la tierra limita la inversión de capitales en la agricultura, obstaculiza la
renovación del capital fijo y la solución de la crisis agraria, a la cual prolonga
extremadamente.

En el mismo sentido actúa la gran cantidad existente de pequeñas economías


agrícolas, las cuales no funcionan para obtener ganancia, sino para lograr los medios
esenciales de subsistencia. Al caer los precios, los capitalistas reducen la producción,
pero los pequeños granjeros están obligados a continuar produciendo en los mismos
volúmenes anteriores, para tener la posibilidad de sobrevivir y de poder pagar el
arriendo y los impuestos. Por eso en la agricultura la sobreproducción se elimina
más lentamente que en la industria. Esta situación también profundiza y prolonga
las crisis agrarias.

4.5. La crisis agraria de posguerra y sus particularidades


Después de la Segunda Guerra Mundial, en los países capitalistas, en especial
en los países proveedores de productos agrícolas al mercado mundial, entre los cua-
les se encuentran los EE. UU., Canadá, Argentina y Australia, se desencadenó una
670 Francisco Chaparro Zapana

nueva crisis agraria. Comenzando a fines de los años cuarenta, la crisis se prolongó
por casi dos décadas. La crisis agraria de posguerra más aguda se manifiesta entre los
años 1948-1950 y 1953-1962.

La crisis se manifestó ante todo en la acumulación de una gran masa de pro-


ductos agrícolas no comercializados. Las reservas mundiales de las principales mer-
cancías agrícolas a comienzos de los años sesenta sobrepasaron en el doble al nivel
del año 1952, y en los cuatro principales países exportadores ya mencionados las re-
servas de trigo se incrementaron desde el año 1947 hasta 1961 en más de ocho veces.

Una de las principales manifestaciones de la crisis fue la estrepitosa caída de


los precios de los productos agrícolas en su expresión absoluta y una caída aún ma-
yor de estos en relación al nivel de precios de los productos industriales. Así, en los
EE. UU. la correlación de los precios de las compras y las ventas de los granjeros,
empeoró en un 24% para los precios de las ventas en el período comprendido entre
1950 y 1965.

La manifestación de la crisis agraria y sus consecuencias ocasionaron una


caída brutal de los ingresos de los granjeros. El ingreso neto de los granjeros en los
EE. UU. (después de cancelar los alquileres) disminuyó entre los años 1947-1957 en
6500 millones de dólares, o sea en 43%, y en el año 1965 este se mantenía aún en un
26% por debajo del nivel del año 1947. La crisis agraria trajo consigo la ruina de una
enorme cantidad de granjeros.

La crisis agraria de fines de la década de los años setenta tiene algunas parti-
cularidades en relación con las anteriores.

En primer lugar, la crisis agraria está vinculada estrechamente con la re-


volución científico-técnica, la cual transcurría en la agricultura de los países
capitalistas desarrollados después de la Segunda Guerra Mundial. El paso de la
agricultura a los rieles de la actual tecnología automatizada trae consigo un incre-
mento considerable de la producción agrícola, que rebasa los limitados marcos de la
capacidad adquisitiva de las masas populares. De ello deriva la sobreproducción de
productos agrícolas y la crisis agraria.

En segundo lugar, la actual crisis agraria de fines de los años setenta y co-
mienzos de los ochenta, se desencadenó en las condiciones de una activa interven-
ción de los Estados burgueses en la vida económica del país, pero al mismo tiempo
la crisis dio un mayor impulso a la intervención estatal. Empezaron a aplicarse los
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 671

programas de “los precios de apoyo” a los productos agrícolas, las compras de los
excedentes de productos agrícolas por los organismos gubernamentales, su expor-
tación al extranjero, etc. En los EE. UU., el gobierno apeló incluso a medidas que
limitaban abiertamente la producción agraria, establecía cuotas para los sembríos de
los principales cultivos agrícolas. Sin embargo, lo característico es que la regulación
monopolista-estatal resultara incapaz de liquidar las crisis agrarias.

5. LAS CRISIS ECONÓMICAS Y SUS CONSECUENCIAS EN LA ÉPOCA DEL


IMPERIALISMO

5.1. La aceleración de las crisis durante el siglo xx


El tránsito del capitalismo a su fase superior de desarrollo monopolista, lleva-
do a cabo entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, muy a pesar de la prédica
tendenciosa de su defensores, aceleró la frecuencia de las crisis, y no significó de
ningún modo su eliminación. Durante los últimos 75 años del siglo XIX en el prin-
cipal país capitalista de aquella época –Inglaterra– se desencadenaron ocho crisis
económicas, o sea en promedio una crisis por década; sin embargo, en el correr del
siglo XX en la principal potencia imperialista –EE. UU.– trascurrieron catorce crisis,
es decir, en promedio una crisis cada seis años.

La causa fundamental de la acentuación de las crisis es la agudización de


las contradicciones del capitalismo en su etapa monopolista. Cuanto más se pro-
fundizan y agudizan las contradicciones propias del sistema capitalista, tanto más
breves son los intervalos que separan una crisis de otra.

El principal factor para que las crisis se hagan más frecuentes en la época
del capitalismo imperialista es la reducción creciente del término de vida del ca-
pital fijo. Durante el siglo XX, debido a la intensificación del progreso técnico, se
aceleró el desgaste moral del capital fijo y se redujeron los períodos de construcción
e instalación de las nuevas fábricas. Y con ello está relacionado el hecho de que los
períodos de auge industrial se acortaran, y que las crisis se hicieran más frecuentes.

5.2. La profundización de las crisis durante el siglo XX


Las crisis económicas en la época del imperialismo anteriores a la Segunda
Guerra Mundial fueron más profundas que antes. Este fenómeno lo podemos apre-
ciar con los datos del cuadro siguiente:
672 Francisco Chaparro Zapana

CUADRO: PROFUNDIDAD DE LA CAÍDA EN LAS CRISIS MUNDIALES DE LA


PRODUCCIÓN DEL CARBÓN, HIERRO Y ALGODÓN PARA CONSUMO
INDUSTRIAL (EN %)*

Fechas
Crisis Carbón Hierro Consumo de
mundiales algodón

1873 –2,7** –8,0 -


1882 –2,5** –9,4 –6,8
1890 –1,9 –5,5 –21,7
1900 Incremento 0 –12,5
1907 –4,3 –20,3 –10,1
1920 –14,2 –40,1 -
1929 –30,9 –64,8 –26,7

* Para carbón y hierro, al concluir la crisis del año 1907, el total mundial incluye a Rusia; desde el año 1920 la
cifra mundial no incluye a la URSS. El consumo mundial de algodón es la suma del consumo de los EE. UU.,
Inglaterra, Alemania, Francia e Italia.
** EE. UU., Inglaterra, Alemania y Francia.
FUENTE: Las crisis económicas mundiales de los años 1848-1935. Moscú, 1937, p. 34, traducido del ruso por F.
CH. Z.

Como se puede apreciar, durante las crisis del último tercio del siglo XIX la
extracción mundial del carbón se redujo en menos de 2-3%, y durante las crisis del
primer tercio del siglo XX la intensidad de su descenso alcanzó el 14%, e incluso el
30%; la fundición mundial de hierro, a consecuencia de las crisis del último tercio
del siglo, se redujo en 5-9%, pero a consecuencia de las crisis del primer tercio del
siglo XX se redujo en 20-25%.

Las crisis de la época del imperialismo alcanzaron una profundidad mucho


mayor y según otros indicadores, en especial por el grado del índice de precios. Así,
por ejemplo, la máxima caída de los precios de crisis en las condiciones del capita-
lismo premonopolista fue en el año 1870 en Inglaterra de 25%, en los EE. UU., cerca
del 34%; en tanto que las crisis de los años 1920-1921 y 1929-1933 trajeron consigo
la caída de los precios: en Inglaterra en 37 y 58% y en los EE. UU., en 38 y 54%,
respectivamente.

La profundización de las crisis durante el siglo XX está determinada al fin de


cuentas por la agudización de la contradicción fundamental del capitalismo.

En la época del imperialismo el desarrollo progresivo de la división social


del trabajo (precisamente en esta época apareció en la industria una serie de nuevas
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 673

ramas –la automovilística, la aviación, la electrónica, la producción de caucho sin-


tético, de fibras sintéticas, de la masa plástica, etc.) y la enorme concentración de la
producción imprimió en la economía capitalista un carácter social mucho mayor que
antes. Las mercancías son producidas colectivamente en las gigantescas empresas
capitalistas por una enorme cantidad de trabajadores asalariados, y muchas ramas de
la producción social funcionan en estrecha interdependencia.

De otro lado, en la época del imperialismo el control sobre una parte predo-
minante de la propiedad se concentra en manos de un reducido grupo de magnates
capitalistas, de la oligarquía financiera. Al mismo tiempo, se agrava en general el
carácter privado capitalista de apropiación del producto social. La agudización de las
contradicciones entre la producción social y la apropiación privada capitalista al fin
de cuentas conduce hacia una peculiar profundización de las crisis en las condiciones
del capitalismo monopolista.

Las causas concretas de la profundización de las crisis en la época del im-


perialismo son el predominio de los monopolios y la formación del capital finan-
ciero.

Los monopolios tienen mayores posibilidades que las empresas no monopo-


lizadas para ampliar más rápidamente la producción en los períodos del auge indus-
trial, ya que ellos, en primer lugar, poseen una enorme fuente de acumulación en
forma de ganancia de monopolio y, en segundo lugar, pueden emplear con mayor
amplitud la emisión de acciones y la obtención de créditos de los bancos. Pero al
mismo tiempo los monopolios ejercen presión sobre el nivel de vida del proletaria-
do, y además los precios de monopolio se constituyen en un nuevo factor que actúa
sobre el salario real en sentido descendente. A consecuencia de todo ello, la falta
de correspondencia entre el crecimiento de la producción capitalista y la relativa
reducción de la capacidad adquisitiva de las masas populares alcanza en la época del
imperialismo su más elevada expresión, y al mismo tiempo las crisis de sobrepro-
ducción, su mayor profundidad.

Un importante rol en la profundización de las crisis lo cumple la formación del


capital financiero. Al fusionarse con los monopolios industriales, los bancos orientan
enormes capitales a las empresas monopolizadas, recortando al mismo tiempo los
créditos a los outsiders. Esto acentúa la desproporcionalidad del desarrollo industrial
y de la agricultura, de las industrias pesada y ligera. La posibilidad de obtener capita-
les excedentes de los bancos, y también a cuenta de la emisión de acciones y obliga-
ciones, crea condiciones favorables para un crecimiento rápido de la producción en
la industria monopolizada, pero este crecimiento no se condice con las dimensiones
de la capacidad adquisitiva para tantas mercancías producidas. El costo inevitable de
ello son las crisis.
674 Francisco Chaparro Zapana

La fusión del capital bancario con el capital industrial hace también que uno
y otro sean sensibles a las crisis económicas. Las compañías industriales, que se
apoyan en gran medida en el crédito de los bancos estrechamente ligados a ellas,
durante las crisis, cuando los bancos deciden congelar sus operaciones, resultan ines-
peradamente privadas del apoyo crediticio, y esto trae consigo un mayor número
de quiebras. De igual forma, los bancos que realizaron durante el período del auge
industrial grandes inversiones de capital, al momento de iniciarse la crisis sufren
grandes pérdidas, motivándose así las quiebras bancarias.

5.3. Particularidades de la crisis mundial de los años 1929-1933


Los EE. UU. aparecieron como gran potencia tras la Primera Guerra Mundial.
Como los países europeos habían priorizado la industria bélica frente a la economía
productiva, perdieron sus mercados en el resto del mundo; de ello se beneficiaron
“potencias emergentes” como Canadá, Australia, Japón y, en especial, los EE. UU.

Los EE. UU. llegaron a concentrar el 42% de toda la producción industrial


mundial; Nueva York se convirtió en el nuevo centro financiero mundial desplazan-
do a Londres. La economía estadounidense crecía de forma incontenible gracias a
las exportaciones a los países europeos. Al mismo tiempo, para poder pagar estos
productos, los países europeos pedían créditos a los EE. UU.; esto desató un proceso
de endeudamiento que llegó a ser asfixiante hacia fines de la década de los veinte: la
reducción consiguiente de las importaciones europeas fue un duro golpe a su econo-
mía; sus empresas se colmaron de stocks que no tenían donde colocar. Simultánea-
mente, el despegue de las economías europeas era el anuncio de una seria crisis de
superproducción.

La deuda pública en Francia llegó a multiplicarse por 6,5; la de Inglaterra


por 11 y la de Alemania por 27. A su vez, las monedas europeas se devaluaron fuer-
temente frente al dólar, mientras que la lentitud de la producción estadounidense
aumentaba las deudas impagadas y las ventas caían.

Al mismo tiempo, muchos capitales fugaron de los circuitos de la economía


productiva y, simplemente, se volcaron a la especulación. En EE. UU. se facilitó el
crédito para que la gente pudiera comprar acciones en la Bolsa, que subía sin parar.
En agosto de 1929 más del 75% de las acciones que compraban los pequeños inver-
sores provenían del crédito. El monto de los préstamos era ya de 8500 millones de
dólares, cifra superior a la suma total de dinero circulante en todo EE. UU. Las arcas
de la Reserva Federal quedaron prácticamente agotadas.

El 24 de octubre de 1929 es, pues, el “jueves negro”, cuando la bolsa de Nueva


York se hunde estrepitosamente, arrastrando a la quiebra a todo el sistema financiero,
falto ahora de liquidez. Ese día 13 millones de títulos son puestos a la venta a bajo
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 675

precio y no encuentran comprador, provocando la caída de la bolsa. El lunes 28 de


octubre de 1929 más inversores decidieron salir del mercado y la caída continuó
con una pérdida récord del 13% en el Dow Jones ese día. El mercado de valores se
deslizó en una caída constante desde abril de 1931 hasta 1932 cuando el Dow Jones
cerró en 41,22 el 8 de julio, concluyendo un deterioro de 89% de declive desde el
punto más alto. Este fue el punto más bajo en el que estuvo el mercado de valores
desde el siglo XIX.

La crisis económica mundial de los años 1929-1933 fue la más profunda y


destructiva de todas las crisis de superproducción. Según los principales indicado-
res sobre la contracción de la producción, la caída de los precios de las mercancías,
el número de quiebras, etc., esta crisis sobrepasó a todas las anteriores crisis econó-
micas. Por ejemplo, la producción de hierro fundido del mundo capitalista durante
la crisis de los años 1929-1933 disminuyó en 65% frente a una reducción de 20% en
la crisis del año 1907 y 40% en la de 1920. La producción industrial de todo el mun-
do capitalista, a consecuencia de la crisis de los años 1929-1933 se redujo en 44%,
haciéndola retroceder en 20 años, y en algunos otros países, incluso a los niveles del
siglo XIX. Y en los EE. UU., a lo más profundo de la depresión, en 1933, el PBI cayó
en 33%, la producción industrial en 53% y la inversión en 88%.

La crisis económica mundial de los años 1929-1933, se diferencia de todas


las anteriores crisis también por su duración extremadamente prolongada. La re-
ducción de la producción se mantuvo por tres, cuatro y hasta más años (en algunas
ramas aisladas de producción), mientras que antes una crisis económica se prologaba
durante uno o dos años, e inmediatamente se transitaba a la fase de la depresión.

Un rasgo característico especial de la crisis económica de los años 1929-


1933 fue el entrelazamiento de la crisis industrial con la crisis agraria. La prolon-
gada crisis agraria del sistema capitalista se inició aún en los años veinte del siglo
XX, pero a comienzos de la década del treinta se produjo el entrelazamiento de am-
bas crisis, de la industrial con la agraria, agravando cada una de ellas sobre la otra.
La crisis agraria acentúa la crisis industrial, por cuanto una caída de la producción
agraria y el empobrecimiento masivo de los granjeros trajo consigo una reducción de
la demanda de maquinarias agrícolas, de abonos químicos, etc., así como también de
medios de consumo de la población campesina. A su vez, la crisis industrial agrava
la crisis agraria, ya que la caída de la industria trae consigo una reducción de la de-
manda de materias primas agrícolas, y también de aquellos productos agrícolas que
sirven como medios de consumo de la población urbana.

Con las particularidades de la crisis económica de los años 1929-1933 se


relaciona también el entrelazamiento de la crisis del sistema crediticio, de la crisis
de las reservas de divisas y de la crisis de los recursos fiscales. Las crisis del crédito
676 Francisco Chaparro Zapana

con frecuencia son derivadas de las crisis industriales; pero en este caso la crisis
mundial del crédito creció más que la crisis mundial de divisas: durante los años
1929-1933 se produjo la caída del patrón oro en muchos países del sistema capitalis-
ta, el cambio de los billetes bancarios por oro quedó suspendido y muchas monedas
se devaluaron bruscamente. Durante los últimos meses del año 1929 y también en el
curso del año 1930 el patrón oro fue eliminado y las monedas se devaluaron en: Uru-
guay, Argentina, Brasil, Bolivia, Perú, Venezuela, Australia y Nueva Zelanda. En el
año 1931, la crisis monetaria se produjo en los países de Europa Occidental: Austria,
Alemania, Inglaterra (donde el cambio de la libra esterlina quedó suspendido el 20
de septiembre de 1931). Siguiendo el ejemplo de Inglaterra, el patrón oro también
quedó abolido durante el mismo año en muchos otros países, incluyendo Japón.
Finalmente, a comienzos del año 1934 la caída del patrón oro se extendió también
a los EE. UU.: según el “acta sobre reservas de oro” del 31 de enero del año 1934,
el cambio de los billetes de banco por oro fue suspendido, y el contenido de oro del
dólar disminuyó en 40%.

La reducción brutal de la producción y de la renta nacional provocó una sig-


nificativa reducción de los ingresos fiscales por contribuciones y aranceles; pero la
reducción de los ingresos fiscales no se produjo a consecuencia de los gastos mili-
tares y de la aparición de las sui géneris crisis de gastos relacionados con los sub-
sidios otorgados por el gobierno de las compañías capitalistas, que se encontraban
amenazadas por la quiebra. En consecuencia se produjeron enormes déficits de los
presupuestos estatales, y para cubrirlos los Estados burgueses apelan a las copias en
los bancos emisores, lo que se tradujo en una amenaza de inflación.

5.4. El sui géneris ciclo industrial de los años treinta del siglo XX
El ciclo capitalista de los años treinta se diferenció de los ciclos anteriores
por la ausencia de la fase del auge industrial. Tras la crisis de los años 1929-1933
continuó un período depresivo, tras la depresión, iniciada en el año 1933 y que se
prolongó hasta los años 1934-1935, continuó una breve reactivación industrial, la
cual, sin embargo, no creció más que el auge de entonces9, por lo que se desencadenó
la crisis de los años 1937-1938.

La ausencia de la fase del auge industrial en el mencionado ciclo se debió a la


ausencia de una renovación masiva del capital fijo. Aun antes de la crisis tuvo lugar
un empleo incompleto crónico de la capacidad instalada de la industria capitalista,
la crisis de los años 1929-1933 elevó el empleo incompleto a dimensiones colosa-
les: por ejemplo, en los EE. UU. en el año 1932 no se empleaba más del 80% de la
capacidad productiva de la industria del acero, 86% de la capacidad instalada de la

9 Si tomamos el nivel del año 1929 como 100, entonces en 1937 el volumen de la producción industrial de los EE. UU.
era solo el 92,2, pero en todo el mundo capitalista fue el 103,5%.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 677

industria del automóvil. El empleo incompleto de las empresas en funcionamiento


impedía a los capitalistas la instalación de nuevas empresas en gran escala, frenaba
la renovación del capital fijo. Esto obstaculizaba el tránsito de la reactivación indus-
trial al auge.

En el año 1937, cuando la producción industrial del sistema capitalista mun-


dial apenas sobrepasó el nivel anterior al de 1929 se desencadenó una nueva crisis
económica, la cual continuó hasta el año 1938. Esta crisis trajo consigo una nueva
reducción brusca de la producción industrial; así, por ejemplo, en los EE. UU. el vo-
lumen de la producción industrial en 1938 fue 22% menor que en el año 1937. Una
caída significativa de la producción tuvo lugar también en Inglaterra, donde el índice
de la producción industrial se redujo un 15% en comparación al 10% del año 1937,
y en Francia se redujo en un 15%.

La crisis de los años 1937-1938 no fue una repetición de la crisis económica


de los años 1929-1933; a diferencia de esta ella no alcanzó dimensiones mundiales.
La política agresiva de los países capitalistas –Alemania, Italia, y Japón– a fines de
los años treinta no sufría la crisis de sobreproducción, ya que la reestructuración de
sus economías en base a la carrera armamentista dio un impulso al desarrollo de una
serie de ramas de la producción industrial.

La crisis de los años 1937-1938 se produjo en una situación histórica diferen-


te: no en todo el mundo capitalista, sino en las condiciones en las que se encubaba la
guerra. Durante este tiempo ya se había extendido la ofensiva de los países fascistas
–Alemania e Italia– en África (la invasión a Abisinia) y la agresión del imperialismo
japonés en el Lejano Oriente (la invasión a China). La crisis de los años 1937-1938
fue el presagio de la Segunda Guerra Mundial.

5.5. La dinámica de la economía capitalista de los años 1939-1946


Durante la Segunda Guerra Mundial los factores de carácter cíclico se en-
trelazaban con los factores específicamente militares, motivando una deformación
del ciclo industrial. Con el estallido de la guerra, la economía estadounidense salvó
la Depresión, primero con la venta de material bélico a los aliados y luego con la
intervención directa en el conflicto. La actividad económica creció más de un 30% y
acabó liquidando el paro, pues mientras millones de jóvenes estaban luchando en el
frente de batalla, muchas mujeres y jóvenes, y hasta personas mayores entraron en
el mercado laboral.

La guerra no solo creó una enorme demanda de armamentos, sino también de


equipamiento y avituallamiento de las fuerzas armadas. Por cuanto en la producción
de armamentos se gasta una gran cantidad de diversos medios de producción, como
materias primas, combustibles, maquinarias, etc., la enorme demanda de armamen-
678 Francisco Chaparro Zapana

tos de los gobiernos provocó una gran demanda de diversos productos del sector I
de parte de la industria bélica, lo que a su vez dio un fuerte impulso a este sector.
Posteriormente, la guerra provocó una fuerte reducción del desempleo, en la medida
que la mayor parte de desocupados fue captada por la producción bélica o por las
fuerzas armadas. El incremento del empleo trajo consigo un aumento de la demanda
de la producción del sector II. Todo ello permitió superar rápidamente la crisis de
los años 1937-1938. En relación con las condiciones de una economía militarizada,
la depresión que sustituyó a la crisis fue muy breve, e igualmente sucedió una sui
géneris expansión de la industria bélica.

Durante los años 1939-1943, se registró un intenso crecimiento de la produc-


ción en la industria bélica y un débil crecimiento en las ramas del sector I relaciona-
das con ella (en EE. UU.), llegando incluso a reducirse (en varios países) la produc-
ción de artículos de consumo civil. En el período de los años 1938-1943, en EE. UU.,
el índice general de la producción industrial creció en 2,7 veces: mientras que la
producción de la construcción de máquinas aumentó en 5,4; la producción de equi-
pos de transporte en 10; la producción de productos químicos en 4; al mismo tiempo
que la producción en la industria textil se elevó en 1,8 veces; en la de alimentos en
1,4; en la de calzado solo en 1,2. En Inglaterra, la guerra motivó un aumento de la
producción de aluminio en 2,4 veces (de 1938 a 1943); la fundición cobre en 1,4 (de
1937 a 1942): entre tanto la producción de los tejidos de algodón y de locomotoras
disminuyó en más del doble en comparación con el nivel anterior al de la guerra. En
Alemania, entre los años de 1938 a 1943 la producción bélica aumentó en 5 veces, y
la producción de mercancías para el consumo disminuyó en 1,4 %. De esta forma, no
se llevó a cabo un ciclo normal, sino un auge sui géneris de la industria bélica.

Tras este auge, en una serie de países continuó una reducción brusca del vo-
lumen total de la producción, la que se había iniciado aún en los últimos años de la
guerra y que se mantuvo por varios años posteriores a ella. Desde 1943 hasta 1946 la
producción industrial en EE. UU. cayó en casi 30%; en Inglaterra, 19%; en Canadá
(1944 a 1946), 20%. La reducción general de la producción industrial se debió ante
todo a la reducción de la producción bélica. La demanda de armamentos y otros
artículos de parte de los gobiernos, a finales de la guerra y después de ella, se redujo
bruscamente y, a su vez, se redujo también bruscamente la producción bélica. Por
ejemplo, en los EE. UU. desde el año 1943 hasta 1946 la producción de equipos
de transporte (rama que entonces producía principalmente armamentos) disminuyó
en más de 3 veces; la producción de metales no ferrosos en 41%; la producción de
maquinarias en 45%; la producción de productos químicos en 39%. En Inglaterra, la
producción de aluminio disminuyó en 43% (de 1943 a 1946); de cobre en casi 2,5
veces (de 1942 a 1945).

Pero la reducción de la producción no se limitó solo por la producción béli-


ca, sino que también abarcó a otras ramas. Así, en los EE. UU., la producción de la
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 679

industria textil disminuyó en 7% (de 1942 a 1945), la industria del papel y cartón
también en 7% (de 1941 a 1945), la industria de alimentos en 2% (de 1944 a 1946).
En Inglaterra, del año 1943 a 1945, la producción de tejidos de algodón se redujo en
14%, la producción de tractores en 7%.

La caída de la producción en el período analizado estuvo determinada por


causas de dos tipos. En primer lugar, en las ramas de la industria bélica y otras ale-
dañas a ella del sector I se produjo la reducción de los pedidos militares del Estado.
En segundo lugar, en las ramas de la producción bélica se produjo una asimetría
entre el volumen de la producción y las dimensiones de la capacidad adquisitiva de
la población. De este modo, la reducción de la producción industrial en los años
1944-1946 es el resultado de la confluencia de factores específicos –del tránsito de
la guerra a la paz– con los factores cíclicos. Por eso, la caída de la producción en
algunos países capitalistas durante estos años no se puede considerar como una crisis
cíclica común; esta fue una crisis económica específica, en la cual se entrelazaban
los factores cíclicos y no cíclicos.

La crisis repercutió trágicamente en la situación de la clase obrera, condu-


ciéndola a una reducción del empleo, a un rápido crecimiento del desempleo y, por
ende, a la disminución del salario. Así, en los EE. UU. el número de desempleados
absolutos aumentó durante los años 1944-1946 de 670 000 hasta 2 270 000, el fon-
do del salario en la industria de transformación disminuyó en 21%, y el salario real
promedio disminuyó casi en un 15%.

5.6. Particularidades del ciclo y de las crisis posteriores a la Segunda Guerra


Mundial
Las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial repercutieron fuertemente
en todo el desarrollo de la economía capitalista posterior a la guerra. Ya que al finali-
zar la situación de la industria en los diversos países capitalistas fue extremadamente
desigual. En algunos países en el año 1946 el volumen de la producción industrial
sobrepasó significativamente al nivel anterior al de la guerra (en los EE. UU. en 1,5
veces; en Canadá en 1,6; en Suiza en 1,4; en Argentina en 1,5 en comparación al año
1937). En otros países este índice fue cercano al del período anterior a la guerra, o
bien aún no le alcanzaba (la producción industrial de Inglaterra en 1946 era el 95%
en relación a la de 1937), o bien porque a duras penas lo superaba (en Dinamarca,
Noruega y Finlandia). Finalmente, en otros terceros países similares, fuertemente
afectados por la guerra (Francia y Grecia), y también en los países agresores, derro-
tados en la guerra (Alemania, Italia y Japón), se produjo una fuerte reducción de la
producción comparada con el nivel anterior al de la guerra.

Una de las particularidades más importantes del ciclo de la posguerra es la


asincronía de las fases del ciclo en los diferentes países del sistema mundial capita-
680 Francisco Chaparro Zapana

lista. Así, en los EE. UU. después de una breve fase de auge se desencadenó la crisis
de los años 1948-1949, mientras que otros países no eran afectados simultáneamente
por ella. Al mismo tiempo que en los EE. UU., en el año 1949, comparado con el año
anterior, cuando su producción industrial disminuyó en 8%, en una serie de países
la producción industrial aumentó: en Inglaterra 6%; en Francia 10%; en Alemania
Occidental 41%; en Italia 10% y en Japón 26%. De esta forma, la crisis económica
de los años 1948-1949 fue de carácter local, y no fue una crisis mundial.

Y posteriormente las fases de auge y crisis no coincidían en distintos países.


Por ejemplo, en los años 1951-1952 se produjo una crisis económica de carácter
local en una serie de países europeos (Inglaterra, Bélgica, Suecia, Dinamarca y Gre-
cia), pero EE. UU., en aquel momento, se encontraba en la fase del auge industrial.

Otra particularidad del ciclo de posguerra es su aceleramiento de las crisis


en el principal país capitalista, en los EE. UU. Aquí, después de la Segunda Guerra
Mundial se produjeron cuatro crisis: la de los años 1948-1949, la de 1953-1954, la
de 1957-1958 y la de 1960-1961. Cada una de ellas repercutió sobre la economía
mundial capitalista, en la cual los EE. UU. ocupa el lugar más importante; pero solo
a la crisis de los años 1957-1958 se la puede considerar una crisis económica mun-
dial, ya que junto a los EE. UU. ella abarcó también a una serie de países del mundo
capitalista, entre ellos: Inglaterra, Canadá, Bélgica y Finlandia.

Las crisis económicas de posguerra, que transcurrieron en el principal país


capitalista –los EE. UU.– con mayor frecuencia antes de la guerra, se diferencian
al mismo tiempo por ser menos prolongados e intensivos. Ninguna crisis de pos-
guerra fue tan prolongada como la crisis de los años 1929-1933, cuya duración fue
de 37 meses en los EE. UU. Las crisis de posguerra en los EE. UU. abarcaron un
período de 7 (la crisis de 1953-1954) a 16 meses (la crisis de 1848-1949). Al mismo
tiempo, el grado de la caída de la producción industrial en cada una de las crisis
de posguerra fue menor que las de antes de la guerra. Así, la crisis de los años
1948-1949 trajo consigo una reducción de la producción industrial en 10,5%10, la cri-
sis de los años 1953-1954 en 10%, la crisis de los años 1957-1958 en 15% y la crisis
de los años 1960-1961 en 8%; mientras que la crisis de los años 1920-1921 provocó
una caída de la producción en 33% y la crisis de los años 1929-1933 en 53%.

Las dos particularidades señaladas de las crisis de posguerra –de mayor fre-
cuencia, pero de duración e intensidad menores– se encuentran íntimamente entrela-
zadas. Dado que entre una crisis económica y la siguiente crisis transcurre un perío-

10 Esta cifra, como también las que aludimos a continuación, muestra el grado de la caída mensual de la producción
industrial y por eso es mayor que la cifra aludida anteriormente (8%), relacionada con todo el año.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 681

do breve, la sobreproducción no puede ser muy grande, y por eso también la crisis
se extingue más rápido que antes de la guerra, como cuando entre las crisis de los
años 1920-1921 y 1929-1933 transcurrieron 8 años, en el curso de los cuales a la
sobreproducción la alcanzó una enorme dimensión.

Las crisis de menor intensidad, pero más frecuentes, actúan aproximadamente


tan negativamente sobre la economía estadounidense como también las más inten-
sivas, pero menos frecuentes. En este caso es aplicable la teoría de C. Marx que
dice: “(...) La repetición frecuente de las crisis en parte compensa su insuficiente
intensidad”11.

La disminución de la intensidad de los auges industriales caracteriza tam-


bién a los EE. UU. del período de posguerra. Con excepción del auge de comienzos
de los años cincuenta, cuando el crecimiento de la producción fue incentivada por
el “boom bélico” desencadenado por la guerra de Corea, los auges industriales de
posguerra en los EE. UU. arrojaban un incremento de la producción, en comparación
con el punto más elevado de la crisis anterior, no mayor del 10%, mientras que en
vísperas de la crisis de los años 1929-1933 fue del 25%.

Una de las particularidades del ciclo capitalista de posguerra es el auge


industrial intensivo en los países que fueron derrotados en la guerra. Las enormes
pérdidas causadas por la guerra a la economía popular de estos países, la destrucción
directa de una parte de su aparato productivo y la obsolescencia de la otra parte de-
bido a que durante la guerra esta no fue renovada, motivó la necesidad de grandes
inversiones de capital de largo plazo para la renovación del capital fijo en el período
de posguerra. Esto sirvió de base de un prolongado crecimiento sostenido de la pro-
ducción. En el mismo sentido actuaba la revolución científico-técnica (RCT), que
entonces se iniciaba, la cual requería la instalación de nuevas ramas de la industria
(la electrónica, los nuevos elementos de la industria química, etc.). El crecimiento
de la producción industrial de estos países estaba influida también por su comercio
exterior: hacia fines de la guerra la participación de Alemania Federal, Italia y Japón
en el comercio mundial disminuyó ostensiblemente, pero después de la guerra ellos
empezaron a ampliar sus exportaciones, conquistando cada vez con más fuerza nue-
vas posiciones en el mercado mundial, lo que dio un gran impulso al crecimiento de
una serie de ramas de la industria.

No obstante, sería incorrecto pensar que estos países poseen algún tipo de “in-
munidad” a las crisis económicas. Lo que pasa es que en estos las crisis trascurrieron
en plazos muy breves; ellas fueron advertidas, por ejemplo, en Japón en la segunda

11 Marx, C. “Carta dirigida a F. Engels el 4 de junio de 1864. En: Marx, C. y F. Engels”. Obras completas. T. 31, p. 14,
traducido del ruso por F. Ch. Z.
682 Francisco Chaparro Zapana

mitad del año 1949, en la primera mitad de 1954 y desde julio de 1957 hasta junio de
1958, cuando el índice mensual de la producción industrial cayó en 6%. La dismi-
nución de los volúmenes de la producción en el Japón ocurrió nuevamente en el año
1965: de marzo hasta agosto de ese año toda la producción industrial disminuyó casi
en 13%. En Italia la caída de la producción provocada por la crisis tuvo lugar a fines
del año 1963 y en el curso de una parte considerable del año 1964: desde octubre
de 1963 hasta agosto de 1964 el índice general de la producción industrial cayó en
el 8%. Finalmente, en la RFA en el período de posguerra se produjeron varias crisis
parciales (en 1952, 1958 y 1963), las que se distinguieron por la reducción de la pro-
ducción en una serie de ramas de la industria, y desde el IV cuartal del año 1966 em-
pezó la caída por la crisis de toda la producción industrial. Desde noviembre del año
1966 hasta agosto del 1967, la producción industrial de RFA se redujo en el 18%.

De todo lo expuesto, se evidencia que la economía capitalista de posguerra


continúa desarrollándose cíclicamente y que a ella le siguen siendo inherentes las
crisis económicas periódicas.

Estas crisis influyen de modo extremadamente negativo sobre las condicio-


nes materiales de vida del proletariado. Por ejemplo, a consecuencia de la crisis de
los años 1957-1958 el número de desempleados absolutos aumentó en decenas de
países capitalistas de 4,4 millones en el año 1956 hasta los 7,1 millones de personas
en 1958, es decir, en 2,7 millones más, o sea que en más del 60%. Las crisis traen
consigo también la caída del salario real de los obreros empleados y la elevación del
grado de explotación.

De esta forma, las crisis en las actuales condiciones del capitalismo, al igual
que en el pasado, continúan provocando la agudización de las contradicciones de
clases.

Como factor que consolida la influencia negativa de las crisis sobre las con-
diciones materiales de vida de la clase obrera, es que en las actuales condiciones
del capitalismo las crisis pueden estar acompañadas por la elevación de los precios
de las mercancías, en lugar de su caída. Esta particularidad actual es observada
tanto en la crisis de los años 1943-1946 como también en la crisis de los años 1957-
1958. En el primer caso el rol principal en la elevación de los precios lo cumplía la
inflación, en el segundo, los precios sobredimensionados por los monopolios. El
mantenimiento de precios altos durante las crisis deteriora la situación de los traba-
jadores.

5.7. La capacidad reguladora del Estado y la militarización de la economía


en el desarrollo cíclico del capitalismo
El período posterior a la Segunda Guerra Mundial se distingue por el desa-
rrollo del capitalismo monopolista de Estado, que influyó sustancialmente sobre el
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 683

ciclo industrial. Los estados burgueses llevan a cabo programas de gobierno12 en


contra de la crisis aplicando para ello una serie medidas: las inversiones de capital
estatal, el incremento de las inversiones públicas en general y de los gastos militares
en particular, la ampliación de las compras del Estado, la regulación estatal de las
tasas tributarias y el crédito, etc. Estas políticas en alguna medida permiten atenuar
la intensidad de las crisis y su duración. Así, las inversiones de capital estatal, reali-
zadas en gran escala incluso en los años de las crisis económicas, permiten mantener
relativamente en un nivel alto el volumen total de las inversiones e impiden su caída
brusca; las compras estatales en gran volumen, incrementadas durante las crisis, per-
miten salir rápidamente de ellas; las medidas de regulación estatal del sistema mone-
tario-crediticio de las crisis cumplían un rol decisivo en la prevención de las agudas
crisis monetario-crediticias: las crisis de posguerra no estuvieron acompañadas por
el retiro masivo de depósitos ni por un gran número de quiebras bancarias.

La intervención estatal no está en condiciones de eliminar más o menos las


oscilaciones cíclicas de la producción capitalista y liberar al capitalismo contem-
poráneo de las crisis económicas. Esto se explica, porque en las condiciones del
capitalismo monopolista de Estado se mantienen vigentes las bases objetivas del
carácter cíclico de la reproducción. Continúan subsistiendo e incluso se profundiza
la contradicción fundamental del capitalismo. El crecimiento de la producción capi-
talista de tiempo en tiempo rebasa los limitados marcos de la capacidad adquisitiva,
y esto inevitablemente conduce a las crisis.

Los partidarios de una economía militarizada intentan enmascarar el creci-


miento de los gastos militares del Estado como antídoto contra las crisis económicas.
Pero en realidad tampoco la militarización de la economía puede salvar al capitalis-
mo de las crisis.

La influencia de la militarización de la economía sobre el movimiento cícli-


co de la reproducción capitalista, es ambigua y contradictoria.

De un lado, la militarización de la economía engendra el ambiente del boom


bélico de la industria, contribuyendo con un rápido crecimiento de la economía y
alejándola momentáneamente de la crisis. En ello tiene un significado esencial la re-
lación en cadena entre las diversas ramas de la producción capitalista. Una industria
militarizada en rápida expansión muestra una demanda creciente de materias primas,
combustibles, maquinarias, etc., lo que estimula el crecimiento de la producción de
los medios de producción correspondientes. Más adelante, la producción ampliada
en la industria bélica y en las ramas derivadas de ella conllevan hacia un crecimiento
del número de trabajadores empleados en esas ramas, los cuales plantean una de-

12 Ver: Economía política del capitalismo monopolista contemporáneo. Capítulos XIX y XX. Ed. Progreso, Moscú, 1975,
redactado por N. Inozémisev y V. Martínov, pp. 5-43.
684 Francisco Chaparro Zapana

manda creciente de artículos de consumo, y esto da un impulso al crecimiento de la


producción de estos. De esta forma, el crecimiento de la producción bélica y de su
demanda específica crece más rápido que el incremento general momentáneo de la
producción y de la demanda.

Pero la militarización de la economía, al contrario de lo que sostienen sus


apologistas, no es capaz de superar las crisis ni de garantizar un auge permanente de
la producción capitalista. En la medida que se expande esta militarización la situa-
ción de las masas trabajadoras se empeora, lo que provoca una disparidad entre la
capacidad adquisitiva de la población y los volúmenes de la producción. Al mismo
tiempo, la militarización de la economía, al originar una inflación de la industria
bélica a costa de la caída del peso específico de la producción civil, profundiza la
desproporcionalidad de la producción capitalista. De este modo, desatando el boom
de la industria bélica, la militarización de la economía al mismo tiempo prepara
las condiciones para el desencadenamiento de la crisis. Los cálculos fallidos de
los economistas burgueses acerca la seguridad de un desarrollo capitalista sin
crisis mediante la militarización de la economía, se evidencian en el ejemplo
de los EE. UU.: precisamente en este país, donde en el período de posguerra la
militarización de la economía alcanzó el mayor desarrollo, las disminuciones de la
producción por la crisis transcurren con mayor frecuencia.

6. LA CRISIS DEL ACTUAL SISTEMA FINANCIERO-PRODUCTIVO CAPITA-


LISTA

6.1. Antecedentes socioeconómicos y políticos


En 1943, al vislumbrarse el fin de la Segunda Guerra Mundial, estadouniden-
ses e ingleses inician la discusión de las bases de la organización de la economía
mundial de posguerra. Y en julio de 1944, la Conferencia Monetaria y Financiera
de Bretton Woods acordó crear el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRD) o Banco Mundial.

John Maynard Keynes, representante británico en las deliberaciones, propug-


naba la creación de una cámara de compensación mundial (Clearing Union) que per-
mitiese hacer todas las transacciones internacionales a un tipo de cambio fijo referido
a una moneda internacional regulador emitida por el Clearing House, el “banco”. Se
trataba de un verdadero sistema monetario internacional reguladora de las finanzas
internacionales, que conservaba la simetría entre las partes, con mecanismos de con-
trol y eventualmente de financiación para los países deficitarios y una participación
de cada país en función de sus capacidades financieras. Sería una especie de banco a
escala internacional en el que los “clientes” serían los Estados.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 685

Pero esta propuesta fue desechada por EE. UU., en ese momento en el cenit
de su poderío económico como único beneficiario de la Segunda Guerra Mundial,
que impuso en Bretton Woods las reglas de su mayor conveniencia: un sistema de
cambios fijos (con elasticidad del 1% en más o menos sobre la paridad establecida
entre las monedas) y la paridad establecida en relación con el oro o con el dólar de
EE. UU. (artículo IV de los Estatutos del FMI, antes de la reforma de 1978). Así es
como en la práctica el dólar se convirtió en moneda internacional, obligando a todos
los países a acumular reservas en dólares para hacer frente a las fluctuaciones de
sus respectivas monedas, resultante del estado de su balanza de pagos. El sistema
de Bretton Woods estableció pues un privilegio desmesurado a favor de EE. UU.
en materia de pagos internacionales, que en los hechos sirvió para que el resto del
mundo financiara su déficit presupuestario.

Aquella fue la base de un desorden creciente del sistema monetario interna-


cional que se institucionalizó desde 1975 con el abandono del sistema de tipos de
cambio fijos (vigente desde 1978, reformando el artículo IV de los Estatutos del
FMI). Así, se abandonó un principio ordenador del sistema monetario (de cambios
fijos) pero se mantuvo en los hechos al dólar como moneda internacional, para que
el resto del mundo continúe financiando la economía de EE. UU., pues los Bancos
Centrales de los demás países siguieron impidiendo la caída del dólar.

Este es el sistema financiero –cuyas ideas centrales son la desregulación y la


libre circulación de capitales– que acompañó un cambio profundo de la economía
mundial a partir de 1979.

En la esfera de la producción de bienes y servicios, desde 1945 hasta 1970,


EE. UU., Europa Occidental y Japón registraron tasas aceleradas de crecimiento, im-
pulsando un desarrollo espectacular de las fuerzas productivas, del comercio mun-
dial y de la división internacional del trabajo, sin parangón con ningún otro período
anterior del capitalismo. La fuerza motriz de este crecimiento ha sido, sin lugar a
dudas, las grandes inversiones de capital que hicieron aparecer nuevas ramas de la
producción y multiplicaron la capacidad de crear manufacturas en masa. Pero esta
fase de ascenso también fue liquidada por las contradicciones insalvables del capi-
talismo, dando paso a la recesión de los años sesenta y las acciones de protesta en
todo el mundo. Pese a no representar riesgo alguno para la propiedad capitalista, las
teorías keynesianas fueron desacreditadas y desplazadas por las reaccionarias con-
cepciones neoliberales y monetaristas, acusándoselas de “populistas”13.

De un modo totalmente inesperado para los economistas burgueses estallaron


las crisis sociopolíticas en una serie de países en medio de una coyuntura relativa-

13 Mileikovski, A.G., I.M. Osádchaia y otros. Economía política no marxista actual. Moscú, 1977. Ed. Progreso, pp.
17-37.
686 Francisco Chaparro Zapana

mente alta. Se insertan en esa cadena de acontecimientos, el poderoso movimiento


huelguístico de 1968 en Francia y la dimisión del gobierno de Charles de Gaulle,
vinculada a sus consecuencias. Fue de carácter análogo el movimiento obrero en Ita-
lia, en 1969, que trajo consigo el fortalecimiento de las fuerzas populares de izquier-
da, y los disturbios en el gueto negro y el movimiento de masas en EE. UU. contra
la guerra en Vietnam, que obligaron al presidente Lyndon Johnson a renunciar a la
lucha por el cargo en las elecciones de 1968. También resultaron inesperados para
los teóricos burgueses los cambios cualitativos en el proceso de reproducción, que
desbarataban uno tras otro los postulados en los que se apoyaban sus concepciones.
Entre estos cambios figura sobre todo el impetuoso desarrollo inflacionario no solo
en la fase de auge, sino también durante la crisis.

Los cambios patológicos en el organismo económico de EE. UU., su incapa-


cidad para controlar la inflación, se revelaron durante la crisis económica de 1969-
1971, que se desencadenó durante la guerra de Vietnam. Fue la primera crisis en la
historia de EE. UU. en la que los precios de los artículos siguieron aumentando.

También el auge económico que se inició en 1972-1973 exteriorizó una pro-


funda perturbación en el mecanismo de la reproducción. Se convirtió también en un
febril boom inflacionario. En las condiciones de un crecimiento de los precios en
flecha, las grandes corporaciones hicieron compras extraordinarias de combustible,
materias primas y otros productos, colmando sus reservas. Esto creó un déficit de
muchas mercancías, constituyó un factor agravante de la crisis energética y de mate-
rias primas y contribuyó a un alza aún mayor de los precios. La inflación acentuó la
bancarrota masiva de empresas pequeñas y medianas que no poseían recursos para
crear reservas de combustible y materias primas, a causa de su encarecimiento y la
posibilidad de obtener créditos por la abrupta elevación de las tasas de interés. De tal
modo, la inflación que acompañara al boom, lo anuló.
En 1974, en los países capitalistas se desencadenó una crisis económica mun-
dial, acompañada de la inflación que continuaba y el incremento del desempleo.

Así, las crisis de los años 1969-1971 y 1974-1975 pusieron de manifiesto que
la “ley de Phillips”, reconocida por la teoría económica burguesa como axioma,
según la cual el mejor antídoto contra la inflación es el incremento del desempleo,
perdió credibilidad. Ocurrió que en varios países operaba simultáneamente la infla-
ción y el desempleo.

Es evidente que la doctrina keynesiana de regulación estatal-monopolista de


la economía, que preveía estimularla por medio del déficit presupuestario y la mi-
litarización, demostraba ser inconsistente e inoperante. También era irrealizable la
manipulación flexible de la tasa de interés vinculada con su elevación forzosa. En
medio de una inflación “galopante” los acreedores, teniendo en cuenta la devalua-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 687

ción del dinero circulante, trataban de transferir al deudor el pago de riesgo a que se
exponían.

Las dificultades para refrenar la creciente anarquía en la economía capitalista


se vieron redobladas por el fracaso del sistema de Bretton Woods de pagos interna-
cionales, basado en la concepción de Keynes. La crisis del dólar, que se manifestó
en su devaluación y en el cese de su libre convertibilidad, dificultó al máximo la
aplicación de los métodos keynesianos para regular no solo las relaciones mone-
tarias, sino incluso la circulación monetaria dentro de cada país. La afluencia de
dólares despojados de su respaldo en oro, que fueron trasferidos de un país a otro por
las corporaciones transnacionales en aras de ganancias especulativas, hizo aún más
incontrolable el proceso inflacionario.

Estos fenómenos nuevos desacreditaron no solo los dogmas del keynesia-


nismo, sino que también socavaron las bases a los neoliberales privándolos de su
principal argumento contra la política keynesiana del “pleno empleo” a la que con-
sideraban la causa fundamental de la inflación. Los neoliberales liderados por el
economista estadounidense Milton Friedman, el adversario más belicoso de la teoría
de Keynes, consideraba que el retorno al ciclo “normal” con desocupación masiva en
tiempo de crisis es el recurso más seguro para librarse de la inflación. Pero, a raíz del
curso inusual de la crisis, ellos mismos llegaron a la conclusión de que el incremento
del desempleo engendra consecuencias sociales no menos peligrosas que el proceso
inflacionario y tuvieron que admitir la necesidad de la financiación deficitaria para
luchar contra el desempleo.

La crisis del dólar reveló otra circunstancia más que comprometía la doctrina
de los neoliberales: los precios más elevados resultaron ser los denominados precios
regulados administrativamente. Se hizo evidente que la responsabilidad del proceso
inflacionario no solo es del Estado con su política de financiación deficitaria, sino
también de las grandes corporaciones, hacia cuya política de mercado exhortaban a
orientarse los neoliberales.

La crisis de los años setenta, que debilitó fuertemente a los trabajadores y sus
representantes, facilitó el desarrollo de teorías que suponían un cambio radical en
la política económica a favor de los intereses del gran capital. Apoyándose en las
ventajas que permitían la operación mundial del capital, la competencia global y la
potencialidad de las nuevas tecnologías (como un círculo virtuoso para el capital),
junto con el debilitamiento y la desintegración de las fuerzas populares, con la ayu-
da de las instituciones internacionales y los gobiernos, las grandes corporaciones
transnacionales lograron imponer una estrategia muy favorable para ellas, la que les
permitió una rápida recuperación de la tasa de ganancia, conocida como estrategia o
política económica neoliberal.
688 Francisco Chaparro Zapana

6.2. El rol del capital financiero y las actuales crisis del capitalismo
Las relaciones entre las corporaciones transnacionales son una combinación
de una guerra implacable por el control de mercados o zonas de influencia, absorcio-
nes o adquisiciones forzadas o consentidas, fusiones o ententes y el intento perma-
nente pero nunca logrado de establecer reglas privadas y voluntarias de juego limpio
entre ellas. Porque la verdadera ley suprema de las relaciones entre las corporaciones
transnacionales es “la ley del tiburón y las sardinas”.

Cuando se oye hablar del mercado y de que “el funcionamiento de la econo-


mía debe quedar librado a las fuerzas del mercado” se debe entender que este fun-
cionamiento de la economía (y de la sociedad en general) debe quedar sometido a
la estrategia diseñada por el capital monopolista transnacional, cuyo objetivo básico
es maximizar sus beneficios apropiándose por cualquier medio del fruto del trabajo,
de los ahorros y de los conocimientos tradicionales y científicos de la sociedad hu-
mana.

Actualmente, sobre el fondo de una tendencia permanente, y a ritmo cada vez


más acelerado, de concentración y acumulación del capital a escala mundial, la pre-
eminencia del capital financiero es el rasgo dominante del sistema. Esta preeminen-
cia del capital financiero –según Alejandro Tetelbaum14– sobre el capital productivo
es el resultado de un cambio profundo de la economía mundial a partir de la década
del setenta, momento que marca el fin del Estado de bienestar, caracterizado por la
producción en masa y el consumo de masas, impulsado este último por el aumento
tendencial del salario real y por la generalización de la seguridad social y de otros
beneficios sociales. Es lo que los economistas llaman el modelo económico “fordis-
ta”, de inspiración keynesiana.

El agotamiento del modelo del Estado de bienestar obedeció a varios factores,


entre ellos: llegó a su término la reconstrucción de posguerra, que fue la fuerza mo-
triz impulsora de la expansión económica, el consumo de masas tendió a estancarse
o a disminuir lo mismo que las ganancias empresariales. También incidió el shock
petrolero de comienzos del setenta (ver: capítulo XVIII, sección 6).

Entonces, para dar un nuevo impulso a la economía capitalista y revertir la


tendencia decreciente de la tasa de ganancia, se hizo necesario incorporar la nueva
tecnología (robótica, electrónica, informática) a la industria y a los servicios, y eso
requirió enormes inversiones de capital.

Alguien tenía que pagar la factura y comienza entonces la época de la auste-


ridad y de los sacrificios (congelamiento de salarios, deterioro de las condiciones de

14 Teitelbaum, Alejandro. “Las crisis del sistema capitalista”, artículo extraído del libro El papel de las sociedades trans-
nacionales en el mundo contemporáneo. Buenos Aires, 2003.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 689

trabajo, y aumento de la desocupación) que acompañaron a la reconversión indus-


trial. Al mismo tiempo, la revolución tecnológica en los países más desarrollados
impulsó el crecimiento de los servicios y se produjo el desplazamiento de una parte
de la industria tradicional a los países periféricos, donde los salarios eran –y son–
mucho más bajos.

En esas condiciones toma cuerpo la llamada “mundialización neoliberal”: el


paso de un sistema de economías nacionales a una economía dominada por tres cen-
tros mundiales: EE. UU., Europa y Japón y un grupo constituido por los llamados
“cuatro tigres asiáticos”: Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singapur. Después se
produjo el ingreso impetuoso de China y, en cierta medida de India, en los primeros
rangos de la economía mundial.

Con la incorporación de nuevas tecnologías aumentó enormemente la produc-


tividad del trabajo, es decir, que con la misma cantidad de trabajo la producción de
bienes y servicios pasó a ser mucho mayor.

Predominó entonces un ritmo lento de crecimiento económico, a causa de


que un mercado relativamente estrecho imponía límites a la producción y surgió el
fenómeno de grandes masas de capitales ociosos (incluidos lo petrodólares), puesto
que no podían ser invertidos productivamente.

Pero para los dueños de dichos capitales (personas, bancos, instituciones fi-
nancieras privadas y estatales) era inconcebible dejarlos arrinconados sin hacerlos
fructificar.

Es así como la función tradicional de las finanzas al servicio de la economía,


actuando en el proceso de producción y del consumo (con créditos, préstamos, hipo-
tecas, etc.) quedó relegada por el nuevo rol del capital financiero: producir benefi-
cios sin participar en el proceso productivo.

Entonces surgió la ilusión y hasta teorizaron connotados premios nobel acerca


de que el dinero y los productos financieros, tan solo circulando en los mercados,
son capaces por sí mismos de crear valor. Pero lo cierto es que estos no crean valor
sino que representan un valor (ver: teoría del valor en el capítulo V). Esa supuesta
creación de valor y generación de beneficios por el dinero y los productos financie-
ros no es otra cosa que la apropiación del valor creado por el trabajo en el proceso
productivo de la economía real.

Partiendo del supuesto de que el dinero y los productos financieros circulando


en los mercados crean valor, para enriquecerse no hay otra cosa que hacer que crear
productos financieros o adquirir los ya existentes y hacer que se reproduzcan me-
diante adecuadas operaciones especulativas.
690 Francisco Chaparro Zapana

La consecuencia de todo esto ha sido la automatización e “inflación” de pro-


ductos financieros (“burbujas financieras”).

Además de los productos financieros tradicionales (acciones y obligaciones)


se han creado muchos otros. Entre ellos los productos financieros derivados, que
son papeles cuyo valor depende o “deriva” de un activo subyacente y que se colocan
con fines especulativos en los mercados financieros. Los activos subyacentes pueden
ser un bien (materias primas y alimentos: petróleo, cobre, maíz, soja, etc.), un activo
financiero (una moneda) o incluso una canasta de activos financieros. Así los precios
de materias primas y de alimentos esenciales ya no dependen solo de la oferta y la
demanda sino de la cotización de esos papeles especulativos y de ese modo los ali-
mentos pueden aumentar (y aumentan) de modo considerable en perjuicio de la po-
blación y en beneficio de los especuladores. Por ejemplo, cuando se anuncia que se
fabricarán biocombustibles los especulares “anticipan” que el precio de los produc-
tos agrícolas (tradicionalmente destinados a la alimentación) aumentará y entonces
el papel financiero (producto derivado) que los representa se cotiza más alto, lo que
repercute en el precio real que paga el consumidor por los alimentos.

Las inversiones de productos financieros implican diversos niveles de riesgo.


Con la esperanza de cubrir dichos riesgos se han inventado una compleja serie de
productos financieros que inflan cada vez más la burbuja y la alejan aun más de la
economía real.

Según Michel Drouin: “El desarrollo de los capitales internacionales, impul-


sado por la desregulación y la descompartimentación casi general de los mercados
financieros, hizo de los años ochenta el decenio de la mundialización financiera (...)
Las operaciones financieras, cuyo volumen estaba ya desconectado del volumen de
las transacciones de bienes y servicios, se hicieron autónomas, es decir movidas no
por la lógica de las transacciones corrientes sino por la de los movimientos de capi-
tales. La esfera financiera basó su desarrollo sobre ella misma a partir de la búsqueda
de un beneficio surgido de la variación de los precios de sus propios instrumentos. El
carácter especulativo de esta lógica de crecimiento permite hablar del surgimiento de
una economía internacional de la especulación”15.

Los EE. UU. y una parte de la población de dicho país son los primeros bene-
ficiarios del proceso de mundialización financiera, la que les permite apropiarse del
producto y de los ahorros de los pueblos de todo el planeta.

Con esta “economía internacional de la especulación” se aceleró la acumula-


ción de grandes capitales en pocas manos a expensas sobre todo de los trabajadores,

15 Ver: Drouin, Michel. Le sistème financier internacional. Ed. Armand Colin, París, 2001; Galbraith, John Kenneth.
Voyage dans le temps économique, témoignage de premièrre main. Seuil, París, 1995.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 691

de los jubilados y de los pequeños ahorristas, quienes participan también de la ilu-


sión de que el dinero y los productos financieros se reproducen (crear valor) por sí
solos. Hasta que la burbuja financiera estalla.

De modo que a la tradicional expropiación del fruto del trabajo que practica el
capital en el proceso productivo (mediante la obtención de plusvalía), se ha venido
a sumar la que realiza el capital financiero especulativo sin participar en el proceso
de producción.

El capital financiero, además de estos mecanismos “legales” destinados a ob-


tener una tajada cada vez mayor de los valores creados en la esfera productiva, se
apropia directamente de los bienes de los trabajadores, jubilados y pequeños ahorris-
tas, perpetrando verdaderas estafas.

Por ejemplo, en EE. UU., el gigante internacional de la energía ENRON se


declaró en quiebra reconociendo una deuda de 40 000 millones de dólares y dejó
en la calle a 12 000 de sus servidores, a quienes, por añadidura, despojó del capital
previsional de la jubilación, invertido en acciones de la propia empresa. Después se
sucedieron otros casos similares como el de WorldCom y resultaron implicados los
dos más grandes bancos estadounidenses: Citygroup y JP Morgan Chase.

En el caso de WorldCom, un pequeño ahorrista que en marzo de 2000 compró


10 000 dólares en acciones se encontraba en julio de 2002 con que sus acciones va-
lían solo 200 dólares16.

Los escándalos financieros revelados en el curso de 2002 causaron enormes


pérdidas a los más grandes fondos de pensión estadounidenses, los que decidieron
iniciar juicios contra los responsables, entre ellos Enron y su auditor Arthut Ander-
sen, WorldCom y otros. CALPERS, que administra el dinero de 1,3 millones de fun-
cionarios californianos, CAISTRS 687 000 docentes del mismo Estado) y LACERA
132 000 empleados de Los Ángeles) han perdido 318 millones de dólares a causa de
la quiebra de WorldCom (más de 7000 millones de dólares evaporados). El fondo de
pensión de los funcionarios del Estado de Nueva York (112 000 millones de dólares
de activos) perdió 300 000 millones de dólares en la quiebra de World Com.

Es en ese marco que se producen las crisis financieras como la actual del 2008
que son diferentes de las crisis cíclicas clásicas del capitalismo, en las que después
de un período más o menos largo de crecimiento económico la producción sobrepa-
saba las posibilidades del mercado (superproducción).

16 En: Despacho AFP del 21/07/02.


692 Francisco Chaparro Zapana

Esta modalidad especial de crisis específicamente financiera, no son crisis de


sobreproducción pero conllevan graves “efectos colaterales” sobre la industria y el
comercio, pudiendo desencadenar el receso productivo en el sistema.

Estas crisis tienen como centro de gravitación el capital-dinero y que, por tan-
to, se mueven dentro de la órbita de los bancos, la bolsa y de las finanzas. Aunque las
consecuencias son similares: empresas que quiebran, los despidos se generalizan y
aumenta la desocupación, se acentúa la concentración monopolista hasta que la eco-
nomía se recompone sobre los escombros de la crisis que deja un tendal de víctimas
entre los trabajadores y empresarios.

6.3. Visión panorámica de la actual crisis financiera


En principio, la crisis del 2008 tiene su origen en el estallido de una burbuja
inmobiliaria que se había extendido por EE. UU. y Europa.

La actual crisis financiera se configura en los siguientes acontecimientos más


importantes:

1. La mayoría de bancos de inversión, aseguradoras y cajas de ahorros de


EE. UU. quebraron. Para evitar o mitigar un colapso aún mayor, el gobierno
de George W. Bush, continuado por el de Barack Obama, se ha lanzado a una
gigantesca operación de rescate, sin evitar hasta fines del 2009 la caída de los
mercados. Así, la conmoción, como era previsible en una economía mundiali-
zada y con unos mercados financieros integrados a una escala nunca vista, ha
contagiado a Europa que también se precipita hacia la recesión. La extrema
gravedad de la situación es confirmada por el colapso económico de Islandia
(exhibida hasta hace poco por el FMI como modelo de economía de “libre
mercado”) y los gobiernos de Irlanda y Gran Bretaña, que han asegurado por
dos años los depósitos de sus ahorristas.
2. Desde agosto de 2007 hasta el 21 de septiembre de 2008, la administración
estadounidense gastó más de 900 000 millones de dólares, sin poder evitar el
caos. A esa cantidad descomunal se sumaron las inyecciones de liquidez en el
mercado interbancario por parte de la Reserva Federal de EE. UU. (FED), el
Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Inglaterra y los Bancos Centrales
de Japón y Alemania, que superan de lejos el billón de euros. Pero todos estos
aportes de capital no lograron restaurar la confianza ni evitar el estrangula-
miento del crédito. Por un lado, las montañas de deudas bancarias y empre-
sariales acumuladas en estos años de orgía especulativa son muy difíciles
de recuperar en un momento en que la economía real, productiva, se desliza
con fuerza hacia la recesión. Refinanciar la deuda de empresas en dificulta-
des, cuyas expectativas de negocio van hacia abajo, no es una operación muy
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 693

rentable. Este es el caso de todas las grandes constructoras e inmobiliarias cu-


yos activos se han depreciado a un ritmo vertiginoso y sus valores en la bolsa
se han derrumbado. Al mismo tiempo, los grandes bancos de todo el mundo,
que están atrapados en el apalancamiento generalizado de las últimas décadas,
no tienen ninguna garantía de recuperar sus créditos. Su pasivo aumenta y la
falta de liquidez en el mercado interbancario mengua por la falta credibilidad
generalizada.
3. Los valores bursátiles de las empresas financieras, bancos de inversión y co-
merciales, constructores, aeronáuticas, automotrices, empresas eléctricas, de
telecomunicaciones, etc., edificadas sobre una montaña de créditos, ahora se
tornan impagables. El parón de la economía productiva, el descenso en las
ventas, el crecimiento del desempleo y de la morosidad y, por supuesto, el crac
financiero, ponen en entredicho la desenfrenada orgía especulativa. Solo en
un año (de agosto del 2007 y septiembre del 2008), las bolsas mundiales han
perdido el 22% de su valor, una caída equivalente a 12,4 billones de dólares.
Si se suma el desplome acumulado en septiembre la pérdida se acerca a los 15
billones. En las bolsas estadounidenses se han evaporado cerca de 5 billones
de dólares, una cantidad que supera al PBI de América Latina y el Caribe en
el 2007, juntos.

De esta manera, el sistema mundial capitalista está inmerso en una quiebra de


proporciones inconmensurables. Tan solo hace 20 años, el colapso del estalinismo
en la URSS y en Europa del este concitó la euforia de la burguesía mundial. No era
para menos. Intoxicados por su victoria, los imperialistas se lanzaron a campo abier-
to para imponer su doctrina en todos los países del mundo, es decir, neoliberalismo
económico a ultranza: privatizaciones, desregulación de los mercados financieros,
saqueo de los países pobres, extensión de la precariedad laboral y aumento de la
explotación, caída de los salarios, intervenciones militares y guerra al “terrorismo”.
En semejante contexto, los “teóricos” de la economía capitalista sentenciaban el fin
de las crisis y de la historia; los políticos y los gobernadores de los bancos centra-
les hablaban de un “círculo virtuoso” de crecimiento sin fin y los premios nobel de
economía eran contratados por los grandes bancos de inversión para que aplicasen
sus “prodigiosas” fórmulas matemáticas al negocio del dinero que genera dinero, las
finanzas. La confianza lo inundaba todo.

Por lo tanto, la euforia en la que ha vivido la burguesía internacional engen-


dró, dialécticamente, las condiciones para su propio desastre. Miles de millones de
dólares que no encontraban una colocación rentable en la producción de mercancías
fluyeron con fuerza hacia el sector inmobiliario y provocaron un alza espectacular de
los precios, que era sostenido a su vez por una masa de créditos baratos concedidos
indiscriminadamente a particulares y empresas. A pesar de las serias advertencias
de entonces (la crisis asiática, el estancamiento de Japón o el hundimiento de los
694 Francisco Chaparro Zapana

valores tecnológicos y de las empresas puntocom en el 2000), la gigantesca deuda


hipotecaria que se iba generando era vendida como un “activo” sólido en el mercado
bancario y bursátil, gracias a la intervención de la “ingeniería financiera creativa”
(subprime y demás fondos basura).

Se trataba de una dinámica desenfrenada. A la espectacular burbuja inmobi-


liaria le corresponde una cuarta parte del PBI estadounidense, cuatro de cada diez
empleos creados en EE. UU. en la última década, la mitad del consumo doméstico
y una parte sustanciosa de los beneficios capitalistas; ella espoleaba la especulación
bursátil y un endeudamiento empresarial y bancario sin precedentes en la historia.
Desde fines de los años 90 y de manera cada vez más intensa, el crédito y el endeuda-
miento se convirtieron en el factor decisivo para garantizar y sostener la producción
y el consumo, a la vez que creaban las condiciones para la explosión actual.

El capital ficticio se hizo omnipresente dando cumplido sentido a la máxima


aspiración de todo capitalista: obtener el capital-dinero del capital-dinero (D-D’) sin
tener que pasar por el pesado trajín de tener que invertir en el proceso productivo
(D-M-D’). Esta masa flotante de billones de dólares de capital ficticio se elevó de tal
manera por encima de la economía real que, finalmente, se transformó en una pesada
losa justo en el momento en que la sobreproducción se hace presente. Y los costos de
su quiebra son asumidos por los gobiernos capitalistas de EE. UU., Europa y Japón,
mediante fabulosas operaciones financieras de rescate subvencionadas con recursos
del erario nacional. Sombrío panorama que se configuró así:

1. Antes del verano fue Bear Stearn, vendida a precio de saldo con el aval del
Tesoro Público y la intervención en IndyMac Bancorp. Después de las vaca-
ciones, el colapso en bolsa de las grandes hipotecarias Fannie Mae y Freddie
Mac (que concentraban la mitad de los créditos hipotecarios de los EE. UU.,
5,5 billones de dólares) obligó al gobierno a hacerse con el control de am-
bas asegurando una inyección de liquidez cercana a los 200 000 millones
de dólares. En horas, la erupción arrastró a Merrill Lynch, que fue adqui-
rida in extremis por Bank of America y empujó el hundimiento del Lehman
Brothers. La bancarrota de este banco centenario ha sido la más grande de la
historia de los EE. UU.: 453 200 millones de euros. Cuarenta y ocho horas
después de la quiebra de Lehman, el gobierno norteamericano desembolsó 60
490 millones de dólares para hacerse con el control del 79% de las acciones
de AIG (American Internacional Group), la mayor aseguradora del planeta.
2. Luxemburgo, Holanda y Bélgica nacionalizaron las pérdidas del banco Fortis,
uno de los grandes de Europa y decidieron una inyección de 11 200 millones
de euros. En Bélgica, el gobierno extendió la operación de rescate al banco
franco-belga Dexia, entidad especializada en financiación de administraciones
locales, que tienen además unos 5,5 millones de clientes particulares. El ale-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 695

mán Hypo Real Estate fue rescatado, gracias a un crédito de 35 000 millones
de euros, por un consorcio bancario y una garantía del Estado. En Dinamarca,
el Banco Central colocó bajo su garantía el Banco Roskilde. En Gran Breta-
ña, se nacionalizó Bradford & Bingley, mientras HBOS tuvo que fusionarse
precipitadamente con Lloyds TSB para evitar su caída. HBOS cuenta con de-
pósitos de 370 000 millones de euros, el 20% del total del país, pero más de
650 000 millones de euros prestados en el mercado inmobiliario (sus acciones
cayeron en tres días de septiembre más de un 50% por miedo a una escalada
descontrolada de impagos).
3. Algunas cifras pueden ilustrar el alcance del fenómeno: 1. La gran banca re-
caudó en el 2006 un 40% del total de las ganancias empresariales de los EE.
UU. En las décadas de los 50-60 del siglo XX, este porcentaje era del 10-
156%. 2. La capitalización bursátil de todas las bolsas de EE. UU. pasó de 5,4
billones de dólares en 1994, a 17,7 billones en 1999 y 35 billones en 2007. A
su lado, la especulación en Wall Street de los años 20 parece un juego de niños.
3. El déficit por cuenta corriente, de EE. UU., es de un billón de dólares, por
lo que necesita ingresar más de 100 000 millones al mes para financiarlo. 4. El
90-95% de los movimientos actuales de capitales no responden a operaciones
comerciales o de inversión, son puramente especulativos. En el caso de AIG,
los datos son asombrosos: de una cartera contra posibles impagos de 441 000
millones de dólares que la compañía ofrecía como garantía a sus asegurados
(bancos de inversión y fondos), solo tenía colocados en el mercado de fondos
307 000 millones. Este mercado llamado Credit Default Swaps (CDS), mueve
la friolera de 58 billones de dólares en las bolsas mundiales, sin ningún tipo de
control o regulación. El mercado mundial de “derivados” mueve 500 billones
de dólares, diez veces más que la producción mundial de bienes y servicios.

Debido a todo esto, no hay duda de que la recesión adquiera una duración,
amplitud y profundidad impredecible.

6.4. La esencia estructural de la sobreproducción tras la actual crisis finan-


ciera
El economista Atilio Borón, al precisar los ejes fundamentales de la crisis
de 2008, dice: “Nos hallamos ante una crisis general capitalista, la primera de una
magnitud comparable a la que estallara en 1929 y a la llamada Larga Depresión de
1873-1896. Una crisis integral, civilizacional, multidimensional, cuya duración, pro-
fundidad y alcances geográficos seguramente habrán de ser de mayor envergadura
que las que le precedieron.

Se trata de una crisis que trasciende con creces lo financiero o bancario y afec-
ta a la economía real en todos sus departamentos. Afecta a la economía global y que
va más allá de las fronteras estadounidenses.
696 Francisco Chaparro Zapana

Sus causas estructurales: es una crisis de superproducción y a la vez de sub-


consumo. No por casualidad estalló en EE. UU., porque este país hace más de treinta
años que vive artificialmente del ahorro externo, del crédito externo, y estas dos
cosas no son infinitas: las empresas se endeudaron por encima de sus posibilidades;
el Estado se endeudó también por encima de sus posibilidades para hacer frente no
a una sino a dos guerras no solo sin aumentar los impuestos sino que reduciéndolos,
los ciudadanos son sistemáticamente impulsados, por vía de la publicidad comercial,
a endeudarse para sostener un consumismo desorbitado, irracional y despilfarrador.

Pero a estas causas estructurales hay que agregar otras: la acelerada finan-
ciación de la economía, la irresistible tendencia hacia la incursión en operaciones
especulativas cada vez más arriesgadas. Descubierta la ‘fuente juvencia’ del capital
gracias a la cual el dinero genera más dinero prescindiendo de la valorización que le
aporta la explotación de la fuerza de trabajo y, teniendo en cuenta que enormes ma-
sas de capital ficticio se pueden lograr en cuestión de días, o semanas a lo máximo, la
adición del capital lo lleva a dejar de lado cualquier cálculo o cualquier escrúpulo.

Otras circunstancias favorecieron el estallido de la crisis. Las políticas neoli-


berales de desregulación y liberalización hicieron posible que los actores más pode-
rosos que pululan en los mercados impusieron la ley de la selva.

Una enorme destrucción de capitales a escala mundial, caracterizándolo como


una ‘destrucción creadora’. En Wall Street esta ‘destrucción creadora’ hizo que la
desvalorización de las empresas que cotizan en esa bolsa llega casi al 50%; una
empresa que antes cotizaba en bolsa un capital de 100 millones, ¡ahora tiene 50 mi-
llones! Caída de la producción, de los precios, de los salarios, del poder de compra.
‘El sistema financiero en su totalidad está a punto de estallar. Ya tenemos más
de 500 000 millones de dólares en pérdidas bancarias, hay un billón más que está por
llegar. Más de una docena de bancos está en bancarrota y hay cientos más esperando
correr la misma suerte. A estas alturas más de un billón de dólares han sido transferi-
dos desde la FED al cartel bancario, pero un billón y medio será necesario para man-
tener la liquidez de los bancos en los próximos años’. Lo que estamos viviendo es la
fase inicial de una larga depresión y la palabra recesión tan utilizada recientemente,
no captura en todo dramatismo lo que el futuro depara para el capitalismo”17.

En el mes de octubre del 2008, al estallar la crisis financiera en la economía


de los EE. UU. y su inmediata propagación mundial, tanto los gobiernos capitalistas
como los medios de difusión masiva le dieron este carácter; limitándola a la esfera de
las finanzas y ocultando que también entrábamos en una crisis de tipo productivo, es

17 Una reunión que valió la pena. Fidel Castro, 08-03-09. En: Giribets Martínez, Miguel. Algunas consideraciones sobre
la crisis actual del capitalismo, octubre 2009.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 697

decir, de la reproducción del capital en su conjunto. Por tanto, la actual crisis mun-
dial del capitalismo no es obra de una conspiración, aunque así pareciera, que esos
medios de comunicación insisten afanosamente en presentarnos como producto de la
perversidad de unos cuantos y misteriosos especuladores; como una crisis financiera.
La principal razón que los llevó a esconder esta realidad radica en el temor a desatar
el pánico en los medios financieros y económicos en general si, en pleno estallido de
la burbuja especulativa, se supiese que la economía ha entrado en su fase de crisis y
estancamiento, sobre todo en su elemento clave: la producción. Solo hacia fines de
noviembre del 2008 las entidades gubernamentales, que se supone regulan las finan-
zas estadounidenses, reconocieron abiertamente que su aparato productivo no solo
había entrado en crisis, sino además, que se encontraba desde hace meses en la fase
de estancamiento, la más grave de todas.

Las crisis financieras de los años 1982-84, 1997 y 2000-01 no se comparan con
la magnitud de la crisis actual. Hoy la especulación y el aliento del capital ficticio al-
canzaron niveles extraordinarios, solo comparables con las grandes crisis del sistema
capitalista de los años treinta y setenta del siglo XX. Al igual que aquellas, la actual
crisis mundial también es una crisis del sistema de reproducción del capital social
en toda su extensión, pues el proceso de acumulación ha excedido sus capacidades
y con ello ha obligado a poner freno a la producción de mercancías y servicios a
escala mundial; asimismo, es una crisis que se manifiesta en prácticamente todos los
elementos que componen el capital financiero. Y de ahí pasaron a erosionar el frágil
sistema monetario internacional que, en aras de salvar el dólar a como de lugar, hizo
caer las monedas de otros países, provocando un gran desorden en sus equivalencias
y en los valores de las mercancías que se realizan en el mercado internacional.

A diferencia de los años dorados de la posguerra, la rentabilidad que ofrecía


la inversión productiva durante las últimas dos décadas se hacía cada vez menos
atractiva para el capital. A pesar de la aparición de mercados como China e India,
que atrajeron fuertes inversiones occidentales y mitigaron los efectos negativos de
la recesión del sudeste asiático, a mediados de los años noventa, la acumulación de
capital tropezó con los límites de un mercado mundial que reflejaba la tendencia
a la sobreproducción. El fortalecimiento de China como potencia exportadora de
manufacturas baratas agudizaba esta tendencia. Así, la sobre acumulación de capi-
tales ha estimulado el movimiento ascendente hacia la especulación, forzando una
desregulación absoluta del mercado financiero. Como en su momento reconoció
Alan Greenspan (antiguo directivo de la FED), se trata de un fenómeno imposible de
controlar en un sistema basado en la obtención de la ganancia máxima.

Así, la crisis económica que hoy asola al mundo no es solo financiera (de cré-
dito y/o de liquidez), es una crisis estructural de sobreproducción relativa de mercan-
cías (cuyas connotaciones teóricas son expuestas en las secciones 1 y 2 del presente
698 Francisco Chaparro Zapana

capítulo). Porque las industrias en el sistema están produciendo más mercancías de


las que el mercado puede consumir; por lo que, debido a que no logran vender parte
de sus productos, se ven incapacitadas para pagar sus deudas (por ello la crisis apa-
renta ser solo financiera), sus ganancias se estancan o reducen y no pueden seguir
reinvirtiendo para continuar produciendo, pues no venderán lo que produzcan. En
consecuencia, el problema es más grave, profundo y de larga duración que una sim-
ple crisis financiera o una pasajera caída de las bolsas de valores.

Desde los últimos años del siglo XX muchas empresas de diversos sectores
productivos comenzaron a percibir mayor dificultad para colocar sus productos, ya
que las empresas del sector comercio requerían más tiempo para vender las mer-
cancías, razón por la que alargaron los períodos entre un pedido y el siguiente. Esta
situación fue, como mostramos líneas arriba, la consecuencia de veinte años de po-
líticas económicas y prácticas laborales dirigidas a reducir los costos de la mano de
obra y el aumento de la productividad (incremento del rendimiento de cada traba-
jador) que dieron por resultado la reducción del poder adquisitivo de los salarios en
todo el mundo, incluido los países desarrollados.

Como los trabajadores de todas partes tenían menor poder adquisitivo fueron
reduciendo paulatinamente su consumo. Pero, gracias a la aplicación de tecnologías
que incrementan la productividad, los costos de producción se redujeron y por ello
la ganancia creció compensando en parte la reducción en las ventas. Obteniendo una
ganancia mayor por cada producto, los empresarios lograron durante un tiempo man-
tener sus ganancias en niveles satisfactorios. Sin embargo, la capacidad de consumo
de la gente siguió contrayéndose. La alternativa que encontraron los empresarios
fue formar alianzas fusionando empresas para abaratar sus costos de producción y
operación y controlar una mayor fracción del mercado.

Al mismo tiempo, el sector comercio se asoció con los banqueros para hacer
más accesible el crédito para el consumo, estimulando el otorgamiento masivo de
tarjetas bancarias de crédito. Esto encarecía las mercancías porque los consumido-
res debían pagar los productos y el costo del crédito, pero permitía a las personas
adquirirlos y pagarlos poco a poco, conservándose temporalmente la capacidad de
consumo.

El crédito al consumo (tarjeta de crédito) es el más caro en todas las econo-


mías, pero en América Latina la diferencia entre los intereses que la banca ofrece a
los ahorradores y los que le cobra a los usuarios de tarjetas de crédito está entre los
más caros del mundo, a lo que se agregan comisiones onerosas, cobro de intereses
sobre intereses y sanciones misteriosas. El resultado es que el costo real de una tarje-
ta de crédito puede duplicar y hasta triplicar la tasa de interés que el banco aplica al
crédito. Los bancos ofrecen al ahorrador una tasa de beneficio menor que la de la in-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 699

flación nominal, pero le cobran por los préstamos hipotecarios una tasa de intereses
mayor al 15%. El interés para el crédito en tarjeta es en promedio mayor al 50%, con
oscilaciones que van desde el 40% al 140%. Al mismo tiempo que el costo promedio
del crédito al consumo en EE. UU. es de 16% y en España ronda el 20%.

El crédito al consumo permitió durante casi una década ocultar la progresiva


contracción del mercado, posponiendo el estallido de la crisis. Entre tanto, la reduc-
ción en las ventas fue alcanzando lentamente los primeros eslabones de las cadenas
productivas, es decir, a las industrias extractivas y las productoras de maquinarias y
equipos para las industrias que producen mercancías para el consumidor final.

El conjunto de las cadenas productivas intentó, dado que el mercado para el


consumidor final y el gran mercado entre industrias tendían a la contracción, colocar
parte de sus ganancias en las bolsas de valores y en instrumentos bancarios, en lugar
de invertirlos en la producción. El resultado fue el crecimiento del monto de dineros
o capitales flotantes que buscaban obtener beneficios sin poder ni querer insertarse
en los procesos productivos.

Los dineros o capitales flotantes llegan a la bolsa de valores a fortalecer eco-


nómicamente a las empresas que cotizan en la bolsa comprando acciones a cambio
de obtener parte de las ganancias de las empresas. Pero, como ya dijimos, estas
tenían cada vez más dificultades para acrecentar sus ganancias y, en consecuencia,
pagar los beneficios ofrecidos.

En la bolsa se capitaliza una empresa al comprar sus acciones y se la desca-


pitaliza al venderlas, se puede jugar con los precios de las acciones comprándolas
baratas y vendiéndolas cuando han subido de precio. El precio de las acciones puede
subir de manera natural cuando sus ganancias se incrementan, cuando el sector está
creciendo o incluso cuando de manera artificial, sin ninguna razón específica, se
incrementa su demanda.

Los empresarios de todos los sectores buscaron otras posibilidades más ren-
tables y más rápidas para obtener ganancias que el mercado empezaba a negarles.
Lo encontraron en la banca, financiando diversas formas de crédito y empezaron a
comprar “acciones” de sistemas de crédito. Los banqueros ofrecían jugosas ganan-
cias a cambio de dinero para prestarlo, como lo hacía CLAE en el Perú. Llegaron
al extremo de vender deudas que parecían de pago seguro, como las hipotecas y los
comodities. Los comodities son compras a futuro de materias primas y otros insumos
para la producción (como los combustibles) que aún no se producen. Al comprarlas
los empresarios se aseguraban un precio determinado de sus materias primas e insu-
mos, de manera que un sobresalto en el mercado no les creara problemas en el futuro,
pero al aumentar la demanda de los comodities estos subieron de precio y llevaron
700 Francisco Chaparro Zapana

los precios del petróleo y los granos básicos, por ejemplo, a niveles desmesurados,
pues la idea de comprar comodities era protegerse contra futuras alzas inesperadas
en los precios.

Con los créditos hipotecarios y otros semejantes se llegó al extremo de re-


venderlos. Un banco otorgaba créditos para la compra de viviendas y luego vendía
el conjunto de las deudas, en el supuesto que los pagos futuros de los deudores
serían seguros. Así se venden documentos que representan pagos futuros. Con esta
operación un banco obtenía dinero a cambio de promesas de pago y el comprador a
su vez vendía “acciones” respaldadas en dichas promesas de pago o pagarés. Para
lograr la venta se ofrecían rendimientos superiores con la esperanza de colocar el
nuevo dinero, respaldado con promesas de pago, en forma de nuevos créditos. Miles
de empresas por todo el mundo jugaron a prestarse mutuamente dinero a cambio de
mayores rendimientos (ganancias) que en la realidad eran inexistentes, pues al final
de la cadena de préstamos se encontraban millones de personas y miles de empresas
con escasa capacidad de pago.

Para colmo, en un ambiente en el que sobraban capitales (dinero) que busca-


ban donde colocarse para generar ganancias sin poder llegar a donde se genera la ga-
nancia (la industria productora de mercancías) las complicaciones se agudizaron por
el masivo arribo al mercado financiero (el de los préstamos sobrepréstamos, el del
dinero virtual) de cantidades descomunales de dinero proveniente de la delincuencia
organizada (narcotráfico, tráfico de personas, prostitución, pornografía, delincuencia
cibernética, fraudes financieros, contrabando, robo de autos, secuestro, venta de pro-
tección, etc.) que buscaba lavarse para entrar en la economía legal y así ser disfru-
tado por sus poseedores sin problemas legales. Así, la competencia por colocar los
capitales sobrantes y el dinero que requiere ser lavado produjo que los dueños de los
sistemas de crédito ofrecieran mayores rendimientos, buscando captar parte de esa
enorme masa de dinero que busca reproducirse.

Todos sabían que semejante situación terminaría mal pero esperaban que un
milagro los salvara o cuando menos que antes de que estallara la burbuja lograran
hacer realidad las promesas de pago que tenían en sus manos. Pero, obviamente, la
mayoría no lograría cobrar esos pagarés. Llegó el momento que los consumidores
finales, los trabajadores, desde obreros hasta profesionales y ejecutivos de empresas,
llegaron al límite de su capacidad de endeudamiento y se rezagaron cada vez más en
sus pagos o dejaron de pagar. Al saberse que una empresa tiene listas de deudores
que están atrasándose o dejando de pagar (carteras vencidas), todos los poseedores
de promesas de pago emitidas por esa empresa buscan venderlas cuanto antes para
recoger de inmediato sus ganancias, recuperar lo invertido o de menos no perder
mucho.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 701

Cada promesa de pago o pagaré tiene un plazo de vencimiento en que debe ser
pagado y quienes comercian con las deudas deben pagarlos. Pero si les están llegan-
do menos recursos porque al final de la cadena la gente no puede pagar sus créditos,
pierden liquidez, es decir, no tienen dinero para pagar a sus clientes los rendimientos
ofrecidos. Entonces las exigencias de pagos se multiplican al grado que los dueños
de las listas de deudores se declaran en quiebra, por no poder pagar lo prometido. A
esto le llaman crisis financiera. Cuando la burbuja de la especulación revienta, es
decir, cuando el gran fraude de todos contra todos se cae, todos denuncian que han
sido víctimas y exigen a los gobiernos que alguien les pague el dinero que como ren-
dimientos (insistimos dinero inexistente) se les prometió y dado que este no existe
nadie puede pagarlo. Los gobiernos salen al rescate de los empresarios otorgando
dinero del erario público a los bancos y empresas semejantes para que puedan pagar
(hacer realidad el dinero inexistente) a sus clientes y consumar el fraude. Así, cientos
de empresas prometen rendimientos que se hacen realidad al final de cuentas solo a
costa de los contribuyentes.

Pero, como decíamos, la mayoría no logra cobrar las promesas de pago, por
lo que muchos quiebran o reducen su nivel de operaciones despidiendo trabajado-
res, con lo que el desempleo se incrementa. Como las empresas quedan endeudadas
compran menos a otras empresas y el mercado entre empresas se contrae aún más y
con el incremento del desempleo y las reducciones salariales el mercado de consu-
midores finales se contrae también más. El resultado es más empresas que cierran
o quiebran y más desempleo, que contrae aún más el mercado. El círculo vicioso se
detiene cuando el conjunto de la economía se reduce a su valor real, es decir, cuando
desaparece el dinero ficticio, que al estallido de la crisis tenía un valor nominal equi-
valente a tres veces el valor de la economía real. Para que ello ocurra, las promesas
de pago deben cobrarse; la mayoría no son cobrables pero algunas sí. Se trata de una
guerra por ver quiénes siguen vivos en la economía y quiénes desaparecen pagando
con dinero real las deudas ficticias que entre todos generaron. Aquí no hay justicia
ni equidad, es la ley de la selva, gana el más fuerte y el más tramposo, el que tiene
mejores contactos con los gobiernos. Miles de empresas desaparecen y millones de
trabajadores quedarán sin empleo y una vez que en la economía no hay o casi no hay
dinero ficticio el proceso se reinicia: las empresas crecen y generan ganancias que
reinvierten para crecer más, pero cuando las ganancias son tan grandes que “no ca-
ben” en la empresa o en el sector productivo migran a otros sectores en busca de ma-
yores y más rápidas ganancias y luego se convierten, mediante la banca, en créditos.
Y otra vez, a la larga crecerán tanto los capitales (dinero) que tratarán de autorepro-
ducirse prestándose a cambio de intereses, al punto, que llegará el momento en que
serán impagables y vendrá otra crisis. Pero, para evitar que la tragedia se convierta
en un Apocalipsis muchas de las deudas son renegociadas a nuevos plazos para que
en el futuro ese dinero ficticio sea pagado con dinero real (valor real) generado pos-
teriormente, de manera que el sistema no colapse y pueda continuar funcionando
702 Francisco Chaparro Zapana

hasta la próxima crisis, consumiendo anticipadamente el valor que será creado en el


futuro, o en otras palabras comiéndose el futuro.

6.5. Similitudes y diferencias entre la crisis de los años 2007-2009 y la de


1929-1933
Las previsiones de los organismos internacionales y de los analistas, incluso
en un período muy avanzado de la crisis, son que la economía de EE. UU. se encami-
na hacia una caída, aunque no de la magnitud de la que se produjo en los años treinta
del siglo XX. No obstante, las continuas referencias a la Gran Depresión, los acon-
tecimientos configuran un panorama un poco distinto. En 1929, cuando estalla la
crisis, en lo más profundo de la depresión, en 1933, el PBI de EE. UU. cayó en 33%,
la producción industrial en 53% y la inversión en 88%. En cambio, la economía de
EE. UU. en el segundo trimestre de 2008, o sea, en medio de la crisis financiera,
todavía estaba creciendo a una tasa del 2,8% anual. Mientras que las previsiones del
FMI eran, en septiembre de 2008, todavía de crecimiento débil, no de caída en tér-
minos absolutos18. Recién en octubre el FMI admite la posibilidad de un crecimiento
negativo para EE. UU. y el resto de las economías desarrolladas en 2009; y del 3%
de la economía mundial. Pero no es de prever un escenario como en los treinta, en
EE. UU. ni a nivel mundial.

Por tanto, convenimos en que por ahora no se avizora que la economía esta-
dounidense esté en camino hacia una depresión de la gravedad de la de los 1930.
Es que del hecho cierto de que la crisis tenga grandes similitudes con la crisis finan-
ciera y bancaria de los treinta no se puede deducir mecánicamente que la caída de la
producción y la inversión alcance los mismos niveles. Por eso una mirada a algunas
de las diferencias reales entre la situación de la década de los 1930, y la actual, pue-
de ayudarnos al análisis. En sus aspectos más generales observamos las siguientes
diferencias más importantes:

En primer lugar, las condiciones de explotación de la clase trabajadora a


nivel mundial, en los últimos años, fueron favorables para el capital. A diferencia
de la década del treinta, cuando se produjeron aún fuertes convulsiones revolucio-
narias (Francia, España) y el peligro del socialismo sobrevolaba en todas partes; los
últimos 20 años después de la caída del socialismo real fueron de relativa tranquili-
dad para el capital. Los niveles de organización y movilización política y sindical de
las masas trabajadoras se mantuvieron mucho más bajos que en décadas anteriores
(por ejemplo, que en la década de 1970) debido a los regímenes represivos de dere-
cha instaurados por el imperialismo en muchos países. La movilidad internacional
de los capitales, las aperturas de las economías nacionales a la competencia bajo la

18 El FMI preveía en septiembre un crecimiento de la economía de EE. UU. del 1,3% en 2008, y del 0,8% en el 2009.
En el 2006 el crecimiento había sido del 2,9% y en 2007 del 2,2%.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 703

égida de las políticas neoliberales, ayudaron a controlar los salarios, y a deprimir las
condiciones laborales. Como resultado operó una fuerte contratendencia a la baja de
ganancia, a saber, la elevación de la tasa de plusvalía.

En segundo lugar, el contexto económico internacional es distinto. La crisis


de los treinta se desata luego de una década de crecimiento débil de la economía
mundial, y cuando ya estaba en marcha un impulso hacia el fraccionamiento del
mercado mundial. El mercado termina estallando en 1931; a partir de entonces sur-
gen áreas monetarias y económicas relativamente autónomas en torno a las grandes
potencias. Una situación que desembocaría en guerra mundial unos años después. El
contexto de la actual crisis es bastante distinto. Entre 2003 y 2007 la economía mun-
dial mantuvo un crecimiento anual promedio de 4,5%. El crecimiento del PBI por
habitante en los últimos 5 años fue superior al de los mejores años de la década de
1960. En un marco más general, la economía mundial en los últimos 30 años creció
a tasas superiores al 3% anual. Aun habiéndose desacelerado, el crecimiento en el
primer trimestres de 2008 fue un notable 4,5%. Incluso con el estallido de la crisis
en EE. UU., y los datos –a comienzos de octubre de 2008– de recesión en Europa y
Japón, muchas economías importantes, como China e India, siguen creciendo a altas
tasas. Esto generó, por lo menos durante este primer año de la crisis, una demanda
para las exportaciones de EE. UU. y otros países desarrollados, que ayudó a com-
pensar la caída de la demanda interna. A lo que se sumaron las importantes ganancias
realizadas por las empresas estadounidenses en el exterior, en la actualidad represen-
tan más del 30% del total de los beneficios.

Por su parte el mercado mundial se expandió a tasas aún superiores a los de la


producción. Nada indica que haya una tendencia hacia el hundimiento del comercio,
como sucedió en la década de 1930. La mayor interrelación de los países explica que
sea previsible una dinámica distinta de la que hubo en la década del 1930. Durante
la Gran Depresión el hundimiento del mercado mundial dio lugar a desarrollos de
tipo autárquico –como la industrialización por sustitución de importaciones– en la
periferia. Hoy todo apunta a que se produzca una mayor internacionalización de
las economías. No se advierte una tendencia hacia algún tipo de “desconexión” del
mercado mundial por parte de los países de la periferia.

En tercer lugar, la crisis estalla en el marco de un período en el que hubo un


incremento excepcional de la productividad, impulsada por la revolución en las
tecnologías informáticas y de la comunicación. Si bien esta expansión dio lugar a
un fenómeno de sobreacumulación del capital, que fue muy agudo en algunas ramas
de las nuevas tecnologías, al mismo tiempo abrió nuevos campos de inversión. En
la óptica de los teóricos neoschumpeterianos, o de los partidarios de la teoría de las
“ondas largas” de Kondriatev, estaríamos ante una revolución tecnológica de propor-
ciones, por cuanto afecta a los paradigmas tecnológicos. Puede no adherirse a esta
704 Francisco Chaparro Zapana

teoría, pero es evidente que están ocurriendo cambios en las tecnologías básicas, que
repercuten en los costos del capital. Se trata de una de las tendencias contrarrestantes
de la caída de la tasa de ganancia, señalada por Marx. La profundidad de la crisis
financiera no debería hacer olvidar este factor.

En cuarto lugar, es importante la situación distinta en los mercados de las


materias primas. La Gran Depresión estuvo marcada por una fuerte caída de los pre-
cios de los productos agrarios, que habría ejercido un efecto transmisor muy fuerte
de la depresión hacia el resto del mundo (ver: Madsen, 2001), sobre esta cuestión.
Los precios de hecho estaban cayendo ya desde 1928, y seguirán haciéndolo fuerte-
mente hasta 1932. De 1928 a 1932 los precios de los productos agrícolas para Cana-
dá y EE. UU. disminuyeron un 45%; las caídas para otros países fueron también muy
altas. Esto significó una caída abrupta de los ingresos de los granjeros. Los efectos
fueron considerables, si tenemos en cuenta que la mayoría de la población entonces
estaba ligada al agro19. El ingreso real de los granjeros y campesinos de EE. UU. y
Canadá disminuyó fuertemente desde 1928 a 1931; cayeron los precios de la tierra.
Se derrumbó la demanda de inversión por parte de estos sectores y se extendieron las
quiebras hipotecarias, arrastrando a muchos bancos. La caída del ingreso agrario a
nivel mundial contribuyó a deprimir la demanda mundial e impulsó la deflación. En
cambio, la crisis que se inicia en 2007 ha estado precedida de un auge de los precios
de las materias primas. Este ascenso fue producto de la fuerte dinámica de acumula-
ción de países como China e India.

Si bien afectó negativamente los costos del capital en los países adelanta-
dos, siguió generando poder de compra para los países exportadores, y por lo tanto
demanda en el mercado mundial. A partir de la crisis financiera, los precios de los
alimentos y otras materias primas han bajado desde los picos que habían alcanzado a
comienzos de 2008. Volvieron a sus niveles de un año antes, pero aún es muy prema-
turo predecir que ya se ha entrado en un derrumbe similar al que ocurrió en los 30.

En quinto lugar, y vinculado a lo anterior, la internacionalización del capi-


tal, junto al rol asumido por EE. UU. como refugio de los capitales, ha contribuido
a que hubiera inyecciones de capitales, aun en el marco de fuerte incertidumbre y
aun cuando el ritmo de entrada de inversiones de cartera a EE. UU. se haya desace-
lerado con respecto a los promedios previos a la crisis20. Esta es una situación de
reserva que estuvo ausente en los años treinta.

19 Aun en Europa Occidental, Japón y EE. UU. los trabajadores empleados en la agricultura superaban a los industria-
les. Madsen, 2001.
20 En 2007 la compra de bonos a largo plazo y acciones en EE. UU. por parte de extranjeros ha sido de 596 000 millo-
nes de dólares, contra 722 000 millones en 2006, según datos del Departamento del Tesoro, la economía estadou-
nidense necesita la entrada de unos 2000 millones diarios para financiar su déficit en cuenta corriente. De todas
maneras la caída del dólar atrajo inversiones directas extranjeras, según datos del Bureau of Economic Análisis.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 705

En sexto lugar, hay que contar con el efecto de las IED de las empresas de
EE.UU. sobre sus tasas de rentabilidad, y sobre los ingresos. Tampoco este factor
entraba en el análisis durante la Gran Depresión.

En sétimo lugar, se debe incluir en el análisis el comportamiento diferente


que ha tenido la FED en la actual crisis con respecto a lo que hizo en los treinta años.
Durante la crisis de los treinta no existían los seguros de depósitos, de manera que
cuando se difundían rumores sobre que un banco estaba en problemas, los depositan-
tes corrían a retirar sus depósitos y los bancos colapsaban, agravando hasta límites
increíbles la debacle. En cambio, en la actualidad los seguros de depósitos –hasta
100 000 dólares, ampliados a comienzos de octubre a 250 000 dólares– impiden que
se dé un fenómeno similar. Pero además a lo largo de esta crisis la FED y otros ban-
cos centrales, han tenido una política mucho más activa que hace siete décadas. En
los treinta todavía existía un fuerte compromiso con el oro, y el criterio imperante era
que el dólar no podía desvalorizarse. Cuando se desencadena la crisis internacional
de 1931 la Reserva Federal reacciona subiendo la tasa de interés, con el argumento
de que había que preservar el valor del dólar a toda costa. En esa situación, las inyec-
ciones tardías de liquidez por parte de la FED no lograban evitar la caída de precios
(cayeron un 28% desde 1929 hasta 1933). Esto hacía que la tasa de interés real fuera
fuertemente positiva. Los bancos se proveían de liquidez, pero la masa monetaria no
aumentaba, tanto porque se negaban a prestar, como también porque no se pedían
préstamos. Solo cuando lo peor de la crisis ya había hecho colapsar el sistema, se
devaluó el dólar (el precio de la onza de oro pasa de 20 a 35 dólares). Es importante
destacar el peso de la deflación sobre las deudas hipotecarias y de las empresas a lo
largo de la crisis del treinta. A diferencia de los treinta, en la actual crisis la FED ha
intervenido masivamente inyectando liquidez. Si bien esto no ha impedido que exis-
tiera un fenómeno de preferencia por la liquidez, se ha logrado evitar que el sistema
entrara en una espiral deflacionaria, y se han detenido los episodios más peligrosos
de “hemorragia”. Las intervenciones monetarias no solucionan los problemas de
fondo. Sin embargo, sí cambia la dinámica de la crisis.

En conclusión, no hay suficientes elementos de juicio para proclamar que es-


tamos en presencia del inminente derrumbe del sistema capitalista y/o que se está
entrando en una depresión de proporciones similares a las de la Gran Depresión.
Indudablemente, la crisis financiera es de proporciones descomunales, como no se
ha visto desde la década del treinta. Sin embargo, las tendencias que se pueden vi-
sualizar ahora no apuntan a que se vaya a una caída de la producción mundial de
tipo catastrófica, ni a un colapso del mercado, como sucedió en los treinta. Cuando
hablamos de caídas “catastróficas” nos estamos refiriendo a caídas del orden de las
que hubo en Argentina en 2001-2002 o en EE. UU. entre 1929 y 1933. Pero sí se está
yendo a una fuerte desaceleración de la economía mundial y a un crecimiento cero
o negativo, en las potencias imperialistas más poderosas, en especial en EE. UU. Es
706 Francisco Chaparro Zapana

muy probable que con esta dinámica se produzca una desvalorización generalizada
de capitales. Las intervenciones masivas de los bancos centrales y de los gobiernos
podrían impedir que ocurra una desvalorización masiva, de tipo deflacionario, de
los capitales mercancías. Asimismo, estarían frenando que las quiebras se extiendan
en efecto dominó, como ocurrió en los treinta. Los bancos caen, pero son interveni-
dos y en su mayoría tienden a ser absorbidos por otras entidades, con ayuda de los
gobiernos. Hubo algunas corridas, pero la garantía de los depósitos ha impedido, al
menos hasta ahora, que sean masivas e indiscriminadas sobre el sistema bancario.
Esto puede generar las condiciones para que haya una desvalorización más lenta y
amortiguada de los capitales. A la par se potencian la centralización –fusiones y ad-
quisiciones– y la internacionalización del capital. Como no puede dejar de suceder
en las crisis, las condiciones de vida de las masas trabajadoras tenderán a empeorar,
ya está habiendo bajas de salarios reales, y aumento de la desocupación.

7. LAS CONSECUENCIAS DE LAS CRISIS Y SU SIGNIFICADO


“La razón última de todas las crisis reales es siempre la pobreza y la limitación
del consumo de las masas frente a la tendencia de la producción capitalista a desarro-
llar las fuerzas productivas como si no tuviesen más límite que la capacidad absoluta
de consumo de la sociedad”21.

7.1. En el capitalismo: la falta de correspondencia de las relaciones de pro-


ducción con el carácter de las fuerzas productivas se expresa mediante
la crisis
Durante las crisis una parte significativa de los medios de producción disponi-
bles de la sociedad dejan de funcionar, ya que una parte de las empresas se cierran y
muchas otras solo funcionan a medias en su capacidad instalada. Las crisis provocan
también el desempleo parcial y la destrucción de la principal fuerza productiva de
la sociedad: durante las crisis una gran parte de la clase obrera es despedida de la
producción y condenada al desempleo, privada de medios de subsistencia y por ello
no puede reproducir su fuerza de trabajo con normalidad. De esta forma, las conse-
cuencias más funestas de las crisis son el desempleo y la destrucción masiva de
las fuerzas productivas de la sociedad, cuyos hechos confirman que las relaciones
capitalistas de producción se encuentran en conflicto frontal con el desarrollo de
las fuerzas productivas.

Durante las crisis las condiciones materiales para una ampliación de la pro-
ducción están dadas: existen los medios de producción y la fuerza de trabajo, con
cuya ayuda las escalas de producción podrían ser incrementadas sustancialmente.
La causa para que esto no suceda así, y de que en lugar de la ampliación de la

21 Umpiérrez Sánchez, Marx Francisco, La crisis capitalista. Rebelión (Cuba), 25/10/2008. En: La crisis capitalista
mundial. Dossier, 8 documentos, octubre 2008, p. 53.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 707

producción se observa su reducción, es única y exclusivamente culpa del régimen


capitalista. La ampliación de la producción en el capitalismo solo sirve como medio
generador de ganancia, cuyo afán por obtenerla es la fuerza propulsora de la produc-
ción capitalista. Pero así como en las crisis la tasa de ganancia cae bruscamente, en la
misma medida la ampliación de la producción pierde sentido para los capitalistas, y
entonces ellos optan por reducir la producción. De este modo las crisis reflejan clara-
mente la contradicción antagónica del capitalismo entre las fuerzas productivas y las
relaciones de producción, demuestran claramente el carácter rapaz del capitalismo,
su incapacidad para garantizar un crecimiento ininterrumpido de la producción.

A consecuencia de ser sustituidas las fases de la expansión industrial por


las de la crisis y la recesión, las tasas promedias de crecimiento de la producción
son más bajas que los ritmos de crecimiento de la producción del momento de las
expansiones. Al mismo tiempo, la aceleración de las crisis económicas en la época
de la crisis general del capitalismo es uno de los factores más importantes del retraso
de los ritmos de la reproducción ampliada capitalista.

A diferencia del capitalismo, en el socialismo la reproducción ampliada debe


tener carácter ininterrumpido, sin crisis, en la medida que logre socializar también
los medios de producción. Esta será una de las más importantes ventajas del sistema
socialista en lo económico frente al sistema capitalista y una de las condiciones de-
cisivas de las altas tasas de la reproducción socialista ampliada.

7.2. Las crisis y la agudización de las contradicciones del capitalismo


Por ser expresión de las más profundas contradicciones propias del capitalis-
mo, las crisis conducen al mismo tiempo a una agudización futura de estas contra-
dicciones. Ante todo, ellas profundizan las contradicciones entre el carácter social de
la producción y la forma capitalista privada de apropiación.

Como fue ya aclarado, las crisis empujan a los capitalistas a la renovación del
capital fijo, a la sustitución de los medios de producción antiguos por nuevos, a la
reconstrucción y potenciación de sus empresas. Pero cuanto más grande es la pro-
ducción y cuanto mayor es el nivel de la técnica, tanto más se socializa el carácter del
proceso productivo. De otro lado, las crisis consolidan aún más el carácter privado
de apropiación capitalista. El problema es que las crisis traen consigo una enorme
redistribución de la propiedad dentro de la propia clase capitalista: las pequeñas y
medianas empresas capitalistas durante las crisis resultan perdiendo, debido a que
muchas de ellas terminan quebradas. Al contrario, los grandes capitalistas se aprove-
chan de las crisis para comprar las empresas devaluadas de los pequeños y medianos
capitalistas, aumentando así su capital. Por consiguiente, las crisis intensifican
extremadamente el proceso de centralización del capital.
708 Francisco Chaparro Zapana

De esta forma, una mayor parte de medios sociales de producción se con-


centra en manos de un puñado cada vez menor de grandes capitalistas, o sea que se
profundiza el carácter privado de apropiación de los medios sociales de producción.
Al mismo tiempo como resultado de las crisis se profundizan aún más la contra-
dicción fundamental del capitalismo.

Las crisis repercuten pesadamente sobre la situación de las masas trabajadoras.


El enorme crecimiento del desempleo y la caída brutal del salario en el período de las
crisis condenan a millones de obreros a los sufrimientos y las penurias, hundiéndolos
en el hambre y la miseria. En los períodos de las crisis los ingresos de los pequeños
productores caen catastróficamente, una gran cantidad de pequeños propietarios se
arruinan y pasan a engrosar las filas del proletariado. A consecuencia de ello la so-
ciedad capitalista cada vez con más dureza se divide en dos polos: el proletariado y
la burguesía. La creciente desigualdad social y el deterioro extremado de las con-
diciones de vida de las masas populares configuran las principales consecuencias
sociales de las crisis económicas.

Las crisis demuestran contundentemente a la clase obrera cuan falsas son las
prédicas de los economistas burgueses sobre la posibilidad de la elevación sistemáti-
ca del nivel de vida del proletariado en los marcos del capitalismo. Las crisis enseñan
al proletariado el único camino de la liberación del desempleo y de las privaciones es
la sustitución del capitalismo, la conquista del poder por la clase obrera y sus aliados
con el objeto construir el socialismo.

7.3. Las crisis y el carácter histórico transitorio del capitalismo


Las crisis demuestran concretamente la limitación histórica del modo de pro-
ducción capitalista, su incapacidad para garantizar el libre desarrollo de las fuerzas
productivas de la sociedad.

A través de las crisis el capitalismo intenta “resolver” sus contradicciones de


un modo especialmente violento: por ejemplo, la correspondencia entre la produc-
ción y el consumo en algún momento se logra establecer, pero no mediante la eleva-
ción del consumo, sino mediante la reducción de la producción. Pero el capitalismo
no puede lograr una solución plena de las crisis.

En lugar de lograr unas relaciones de producción en armonía con las cre-


cientes fuerzas productivas, las crisis empujan forzadamente las fuerzas productivas
hacia los estrechos marcos de las relaciones capitalistas de producción. Pero esta no
es una solución al problema. Las crisis muestran descarnadamente que las fuerzas
productivas están encasilladas en los estrechos marcos del capitalismo y que para
garantizar su libre desarrollo se requiere de la sustitución del régimen capitalista y
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 709

el cambio revolucionario de las relaciones capitalistas de producción por las rela-


ciones socialistas. Los clásicos del marxismo prestaron una especial atención a este
problema. Así, por ejemplo, F. Engels destacó que “las crisis reflejan la incapacidad
de la burguesía para conducir en adelante el desarrollo de las fuerzas productivas
contemporáneas”22.

Las crisis demuestran el carácter históricamente limitado del modo de produc-


ción capitalista y son las campanadas de alerta, cuyos golpes demoledores preludian
el fin inevitable del capitalismo.

Las desgarradoras lecciones de las crisis a la clase trabajadora no pasan sin


dejar huellas. Convenciéndose cada vez más que el capitalismo le impone una ma-
yor desocupación, penurias y sufrimientos, los trabajadores empiezan a asumir una
posición de lucha más decidida contra el capitalismo. Desde este punto de vista, las
crisis constituyen un poderoso factor que contribuyen al despertar de la conciencia
revolucionaria de la clase obrera y demás sectores explotados.

Y así, las crisis económicas, de una parte, muestran con claridad objetiva la
necesidad histórica de que el capitalismo debe ser sustituido por el socialismo, y de
la otra, contribuye a transformar al proletariado en una fuerza revolucionaria capaz
de crear las premisas subjetivas para la extinción del capitalismo.

8. CRÍTICA A LAS TEORÍAS BURGUESAS Y PEQUEÑOBURGUESAS


ACERCA DE LAS CRISIS

8.1. Crítica a la teoría de la desproporcionalidad


Aun desde los tiempos de J. B. Say muchos economistas burgueses explican
las crisis económicas como la simple falta de proporcionalidad entre ramas indepen-
dientes de la producción. A fines del siglo XIX y comienzos del XX, como repre-
sentante de la teoría de las desproporcionalidades destaca Mijail Tugan-Baranovski,
quien sostenía que: “El único obstáculo para (...) la realización es la desproporcio-
nalidad de la distribución de la producción social, pero que de ningún modo es la
insuficiencia de la demanda social sobre los objetos de consumo”23.

La teoría burguesa de la desproporcionalidad tuvo como su partidario y de-


fensor al conocido socialdemócrata Rodolfo Hilferding, para quien las crisis son
provocadas por la desproporcionalidad en el desarrollo de las ramas productivas con
mayor y menor composición orgánica del capital. Las ramas de mayor composición

22 Engels, F. “El Anti-Düring, en Marx, K. y F. Engels”. Obras completas. T. 20, p.289, traducido del ruso por F. Ch. Z.
23 Tugan-Baranovski, M.I. Las crisis periódicas industriales. Ed. KNIGA”. Moscú, 1923, p. 205, traducido del ruso por
F. Ch. Z.
710 Francisco Chaparro Zapana

orgánica, sostenía él, requieren de mayores plazos para la innovación de su instala-


ción productiva; por eso en ellas en el período del auge, mientras avanza la construc-
ción, el crecimiento de la producción mercantil se retrasa en relación a su demanda,
y los precios y las ganancias se elevan, lo que trae consigo un flujo considerable de
capitales. Y como resultado de ello, se produce una sobre acumulación de capital y
una sobreproducción en las ramas de mayor composición orgánica de capital, todo
lo cual provoca la crisis económica.

En la teoría económica burguesa contemporánea también hay economistas


que no ven en las crisis la expresión de lo general, sino solo la sobreproducción par-
cial, provocada por la alteración de las proporcionalidades entre algunas ramas de la
producción. B. Anderson, a partir de la mentada “teoría de Say”, sobre la igualdad
entre la demanda y la oferta, saca la siguiente conclusión: “Si las mercancías son
producidas en una determinada proporción, entonces cada una de ellas se constituye
en el mercado para otra. Así, el trigo, al ingresar al mercado como oferta de trigo, al
mismo está representando la demanda de azúcar, de automóvil, de tejido o de otras
mercancías, de las cuales necesita el productor del trigo (...) Por lo tanto, la produc-
ción y el consumo se expanden simultáneamente”24.

La teoría de la desproporcionalidad está fundamentada en una premisa to-


talmente falsa: en el supuesto de que unas mercancías son cambiadas directamen-
te por otras mercancías. Pero en realidad las mercancías generalmente son vendidas
y compradas con la intermediación del dinero. Por eso, la demanda y la oferta no
son totalmente idénticas. Las crisis económicas en el capitalismo se caracterizan por
la sobreproducción general de mercancías en relación a su demanda efectiva. Por lo
que, de acuerdo con la teoría de la desproporcionalidad, la sobreproducción de unas
mercancías pareciera que necesariamente significara la producción insuficiente de
otras.

La teoría de la desproporcionalidad ignora esencialmente la explotación del


trabajo asalariado por el capital, afirmando como que productores siempre son en
alguna forma también consumidores, y el consumo siempre será igual a la produc-
ción, ya que las crisis de ningún modo están vinculadas con el limitado consumo de
las masas populares en el capitalismo, y que pueden ser provocadas solamente por
las desproporcionalidades entre algunas ramas aisladas de la producción. En la vida
práctica los trabajadores son los productores directos de todas las mercancías, pero
solo son consumidores de una parte de ellas (de la producción del sector II).

La teoría de desproporcionalidad ignora también el hecho de que los medios


de producción sirven, al fin de cuentas, para la producción de medios de consumo.

24 Financing American Prosperity. N. Y., 1945, p. 12.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 711

Por ejemplo, Tugan-Baranovsky consideraba que si se producía en exceso muchos


objetos de consumo, entonces esto solo significaba que los medios de producción
habían sido producidos insuficientemente, y que la desproporción podía ser superada
mediante una ampliación de año en año de la producción de medios de producción
para el propio sector I. Asimismo, él concebía en total desorden la relación entre los
dos sectores de la producción social y suponía a la producción de medios de produc-
ción como algo totalmente aislado de la producción de medios de consumo.

Pero en realidad los medios de producción sirven para producir los objetos
de consumo, y por eso la sobreproducción de medios de consumo incluye ya por
sí mismo también la sobreproducción de los medios de producción. Desarrollando
esta idea, escribía C. Marx: “Supongamos que tiene lugar una superproducción en
hierro, telas de algodón, tejidos de lino, sedas, paños, etc.; entonces no cabe decir,
por ejemplo, que se produjo muy poco carbón y que esto sea la causa de dicha su-
perproducción; porque esta superproducción de hierro, etc.; en efecto, incluye en sí
la superproducción del carbón, digamos, al igual que la superproducción del tejido
incluye en sí la superproducción del hilado”25. Por eso, las ideas de los partidarios de
la teoría de la desproporcionalidad, en el sentido de que la superproducción de unas
mercancías necesariamente significa la producción insuficiente de otras mercancías,
fueron catalogadas por C. Marx como una “sofística pobre”.

Es necesario destacar que el defecto de la teoría de la desproporcionalidad no


consiste en que ella señale la presencia de la desproporcionalidad, sino en que ella
aísla esta desproporcionalidad, que en realidad existe, de la contradicción fundamen-
tal del capitalismo y le otorga la calidad de causalidad primaria de las crisis económi-
cas. Al separar la desproporcionalidad de la contradicción fundamental del capitalis-
mo, los representantes de la teoría de la desproporcionalidad llegan a la conclusión
sobre la posibilidad de la superación de las crisis en los marcos del capitalismo. Por
ejemplo, Hilferding afirmaba que en las condiciones del capitalismo monopolista las
proporciones entre las diversas ramas de la producción empiezan a ser planificadas y
que las crisis pierden su razón de ser. De esta forma, la teoría de la desproporcionali-
dad se combina con la teoría burguesa del desarrollo del capitalismo sin crisis.

8.2. Crítica a la teoría del infraconsumo


A diferencia de Say y Ricardo, el economista suizo Y. Sismondi admitía la
posibilidad e incluso la inevitabilidad de la sobreproducción de mercancías, por lo
que explicaba las crisis económicas como un consumo insuficiente de las masas po-
pulares. Sismondi señalaba que con el desarrollo de la gran producción maquinizada
se incrementa el desempleo disminuyendo el salario y a consecuencia de ello el con-

25 Marx, C., “Teoría de la plusvalía”. Parte II. En: Marx, C. y F. Engels. Obras completas. T. 26, parte II, p. 589, traducido
del ruso por F. Ch. Z.
712 Francisco Chaparro Zapana

sumo de los trabajadores absorbe una menor porción del producto social. Por su con-
dición de ideólogo pequeño burgués él destacaba especialmente el empobrecimiento
de los pequeños productores, el cual, según su opinión, conduce a la reducción de
las dimensiones de la demanda, puesta de manifiesto en el mercado. Otorgando un
significado decisivo a la contradicción entre la producción y el consumo, Sismondi
escribía: “(...) El consumo no es una consecuencia necesaria de la producción,
(…) al contrario, el resultado inevitable del sistema existente es la obstrucción de
los mercados”26.

Después de Sismondi, la teoría del infraconsumo fue sustentada por el econo-


mista alemán K. Rodbertus. Él situó en el vértice del ángulo no la producción, sino
la distribución, y consideró que las crisis se enraízan en la insuficiencia del consumo,
provocada por una desigual distribución de la renta nacional. Según Rodbertus, la
causa de las crisis es todo aquello que “con una creciente productividad del trabajo
social, el salario de las clases trabajadoras terminan siendo unas parte cada vez me-
nor del producto nacional”27.

A comienzos del siglo XX K. Kautiski intentó hacer pasar la teoría del infra-
consumo como la teoría marxista de las crisis. Uno de sus artículos fue intitulado
como “La explicación de las crisis mediante el consumo insuficiente”.

La inconsistencia de la teoría del infraconsumo fue analizada profundamente


por V.I. Lenin. Él señalaba ante todo el defecto metodológico fundamental de la
teoría del infraconsumo, que consistía en que ella coloca en el primer plano no
la producción, sino otros procesos económicos: la distribución y el consumo, los
que no cumplen un rol determinante en el quehacer económico de la sociedad.
Al contraponer a dicha teoría la teoría marxista de las crisis, Lenin decía: “Las dos
teorías de las crisis (...) le dan a él explicaciones completamente diferentes. La pri-
mera teoría la explica mediante la contradicción fundamental entre la producción y
el consumo de la clase obrera, la segunda mediante la contradicción entre el carácter
social de la producción y el carácter privado de la apropiación. La primera, ve la raíz
del fenómeno fuera de la producción (...), y la segunda, precisamente, en las condi-
ciones de la producción”28.

Lenin refutó categóricamente a la teoría del infraconsumo, señalando que el


infraconsumo de las masas populares no es una característica inherente solo al modo
de producción capitalista; que él existió también antes del capitalismo (en el escla-
vismo y en el feudalismo), cuando las crisis de sobreproducción no tenían lugar en

26 Sismondi, Y. Los nuevos principios de la economía política. T. I. Moscú, 1936, p. 319, traducido del ruso por
F. Ch. Z.
27 Rodberthus, K. Apuntes de economía. Moscú, 1936, p. 183, traducido del ruso por F. Ch. Z.
28 Lenin, V. I. “Sobre el carácter del romanticismo económico”. Obras completas. T. 2, p. 159.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 713

las formaciones precapitalistas. No es correcto deducir un rasgo distintivo del régi-


men capitalista –como la crisis– del infraconsumo, cuyo fenómeno tiene lugar en
distintos sistemas económicos.

Según la teoría del infraconsumo, las crisis no son originadas por la propiedad
privada de los medios de producción, sino solo debido a la desigual distribución de
la renta nacional. De ello se desprende que mediante algunas reformas en la distri-
bución de la renta nacional se pueda eliminar las crisis en los marcos del sistema de
producción capitalista. A esta conclusión arribó Rodberthus aún en el siglo XIX y en
el siglo XX también el socialdemócrata alemán Tarnov, quien sustentando la teoría
del infraconsumo alega que los propios capitalistas pueden superar las crisis median-
te la elevación de los salarios. Pero la idea del desarrollo del capitalismo sin crisis
es una apología pura del capitalismo, esforzándose por esconder su contradicción
fundamental que genera inevitablemente las crisis.

8.3. Crítica a la teoría monetario-crediticia


Desde hace mucho tiempo los economistas burgueses intentan explicar las
crisis mediante los factores monetarios-crediticios. En la economía política burguesa
la teoría monetario-crediticia alcanzó en el siglo XX su más amplia difusión. Uno de
sus más connotados representantes, el economista estadounidense L. Mints, quien
afirma que la causa de las oscilaciones cíclicas de la producción capitalista son “los
cambios desacertados de la cantidad de dinero circulante, provocados por la reduc-
ción o por el incremento de los activos bancarios” y que el cambio de las fases del
auge industrial por las fases de las crisis es debido al “completo desorden y a la falta
de expectativas que se tienen en la actualidad en nuestro sistema monetario”29.

La teoría monetario-crediticia de las crisis es inconsistente ante todo en su


aspecto metodológico. Sus representantes enfocan el problema desde posiciones
idealistas, intentando explicar un fenómeno objetivo de la economía capitalista –las
crisis– como errores subjetivos de los bancos, que aplican una incorrecta política
monetario-crediticia. Sin embargo las raíces de las crisis económicas no se encuen-
tran en política alguna, en los desaciertos o confusiones de alguien, sino en la con-
tradicción objetiva propia del capitalismo entre la producción social y la apropiación
privada del producto social.

En la teoría monetario-crediticia de las crisis, el enfoque idealista se com-


bina con la concepción cambista. Sus partidarios no ven las raíces profundas de las
crisis que agobian al sistema económico capitalista, solo pretenden deducir las crisis
de los fenómenos superficiales de la esfera de la circulación, lo que es totalmente
incorrecto. C. Marx desenmascaró este error capital, caracterizando las crisis como

29 Mints, L. W. Monetary Policy for a Competitive Society. N. Y., 1950, p. 121, traducido del inglés por F. Ch. Z.
714 Francisco Chaparro Zapana

“(...) las grandes tempestades del mercado mundial, a través de los cuales explota
la contradicción de todos los elementos del proceso de la producción capitalista” y
advertía que los partidarios de la teoría monetario-crediticia de las crisis: “Buscan
el origen de estas tempestades y los modos de defenderse de ellas tan solo en la
superficie y en la esfera más abstracta del proceso, en la esfera de la circulación del
dinero”30.

La teoría monetario-crediticia de las crisis es inconsistente no solo en su as-


pecto metodológico, sino también en su contenido esencial, porque falsea el vínculo
causal de los fenómenos económicos, presentando las oscilaciones de la cantidad de
dinero circulante y de crédito como la causa de las oscilaciones cíclicas de la produc-
ción capitalista. En la realidad de los hechos, es lo contrario, la expansión industrial
trae consigo la expansión del crédito, y la crisis trae consigo una reducción brusca
del crédito. Por su puesto que un incremento del crédito en las condiciones del ca-
pitalismo contribuye a la superproducción, y una reducción del crédito conduce a la
profundización de la crisis, pero estos son factores secundarios, y no primarios.

El contenido clasista de la teoría monetario-crediticia de las crisis consiste


en echar la culpa de las crisis al sistema monetario-crediticio y, liberando de res-
ponsabilidad al sistema económico capitalista, proclamar la posibilidad de liqui-
dar las crisis en los marcos del capitalismo. No obstante, las afirmaciones de los
apologistas burgueses acerca de la superación de las crisis mediante la aplicación de
una política monetario-crediticia más perfeccionada, para el capitalismo contempo-
ráneo conserva plena actualidad la sentencia de C. Marx, que dice: “(...) La enferme-
dad crónica de la sociedad burguesa no se la puede curar “reformando” los bancos o
creando un racional ‘sistema monetario’”31.

8.4. Crítica a la teoría sicológica de John M. Keynes


Tanto las tesis de Keynes como las de sus seguidores recogen elementos teó-
ricos diversos sobre las crisis. Por ejemplo, Keynes ve como una de sus causas la
estrechez del mercado en su peculiar idea del “infraconsumo”, al que concibe no
como un consumo insuficiente de las clases trabajadoras, sino como una tendencia
sicológica de todos los hombres de no consumir todo su ingreso, sino también de
ahorrar más en la medida que este aumenta. La crítica a estos conceptos la formula-
mos ya en un capítulo anterior. Lo que también en especial caracteriza a Keynes y los
keynesianos es que destacan en un primer plano los factores monetario-crediticios,
como si influyeran decisivamente sobre el proceso de la reproducción. Sin embargo,
al explicar el movimiento cíclico de la producción capitalista, Keynes proclamó aun

30 Marx, C., “Crítica a la economía política”. En: C. Marx y F. Engels”. Obras completas. T. 13, p. 162, traducido del ruso
por F. Ch. Z.
31 Archivo de Marx y Engels. T. 4, p. 41, traducido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 715

a una teoría psicológica más primitiva, como motivadora del cambio de los auges
por las crisis en el cambio de las actitudes optimistas o pesimistas de los empresarios
capitalistas.

Al describir el auge industrial, Keynes lo caracteriza de la siguiente manera:


“El boom es la condición en la que gana terreno un desmesurado optimismo sobre
la tasa de interés, demasiado elevada a la luz de los cálculos más sensatos”32. Se-
gún sus palabras, en ese momento los capitalistas cifran expectativas desmesuradas
en cuanto a sus futuros ingresos. “Cuando llega la frustración, entonces semejantes
cálculos desmesurados se truecan en lo opuesto, en un ‘errado pesimismo’, desen-
cadenándose de ahí una ‘caída brusca de las nuevas inversiones’33 y de la crisis. De
esta forma los “cálculos desmesurados” y el consiguiente “desencanto” de ellos, los
cambios de ánimo de exagerado optimismo y de exagerado pesimismo, tales son las
“explicaciones” del movimiento cíclico de la producción capitalista.

En esta “teoría” queda plasmada con claridad la metodología idealista anti-


científica de Keynes, quien sustituye los procesos económicos objetivos por valo-
raciones psicológicas subjetivas. Por su puesto, la “explicación” keynesiana de las
crisis al final de cuentas no nos explica nada en absoluto. ¿Por qué los empresarios
capitalistas deben necesariamente “equivocarse” en sus cálculos? ¿Por qué su
psicología es de carácter caprichoso, pero regularmente cambiante entre los “esta-
dos de ánimo” optimistas y pesimistas? La teoría keynesiana es incapaz de respon-
der a estas interrogantes. En la vida práctica ni el auge industrial ni las crisis son
determinados por los estados de ánimo optimistas o pesimistas de los capitalistas,
sino al revés: el auge provoca en ellos una ola de “optimismo” y la crisis una ola
de “pesimismo”. La teoría keynesiana tiene por objeto ignorar la regularidad obje-
tiva del ciclo capitalista y de las crisis, y tender puentes a la ilusa creencia de los
apologistas burgueses acerca de un capitalismo sin crisis.

8.5. Las concepciones teóricas de la apología burguesa acerca de un desa-


rrollo capitalista sin crisis
Las teorías burguesas de las crisis, no obstante explicar de modos diferentes
las crisis, coinciden entre sí en dos aspectos: 1. Todas ignoran la causa esencial de las
crisis: la contradicción fundamental del sistema económico capitalista; y 2. De una u
otra forma, todas llegan a la conclusión deseada de los defensores del sistema de que
es posible superarlas sin destruir el capitalismo.

Los economistas burgueses contemporáneos en su mayoría proponen uno


u otro programa de “política anticrisis”. Por ejemplo, el keynesiano estadouniden-

32 Keynes, Jh. M. Teoría general del empleo, del interés y del dinero. P. 312, traducido del ruso por F. Ch. Z.
33 Ibídem.
716 Francisco Chaparro Zapana

se A. Hansen propone una política financiera “compensatoria”, la cual consiste en


confiscar durante la fase del auge una parte de la capacidad adquisitiva excedente,
mediante la elevación de impuestos, y aumentar los gastos del gobierno al desenca-
denarse la caída de la coyuntura, sin considerar los déficit presupuestales y aumentar
de esa forma la demanda, compensando así la insuficiencia de inversiones privadas
y conjurando anteladamente las crisis.

Pero los proyectos de “estabilización” de la coyuntura capitalista en un nivel


elevado y de prevención de las crisis en los marcos del capitalismo no son consisten-
tes, por las siguientes razones:

En primer lugar, ellos parten de una interpretación equivocada sobre el rol


económico del Estado burgués, al que se le adscribe la capacidad de influir decisi-
vamente sobre la situación de la economía capitalista. En realidad el Estado burgués
no tiene en sus manos los medios más importantes de la producción, y por eso no es
capaz de dirigir planificadamente el desarrollo de toda la producción social, como
tampoco es capaz de conjurar las crisis.

En segundo lugar, los programas “anticrisis” de la política burguesa se basan


en la concepción cambista, que erradamente les asignan a los mecanismos moneta-
rio-crediticios y financieros la capacidad de cura de las crisis conservando intocada
la propiedad privada de los medios de producción.

En tercer lugar, los ingresos de los Estados burgueses tienen carácter deriva-
do, ya que son obtenidos mediante la confiscación de una parte de la renta nacional.
Por eso una caída crítica de la renta nacional no puede ser “compensada” mediante
la reducción de impuestos, con la que solo se produce una redistribución de la renta
nacional entre la población y el Estado.

En cuarto lugar, los gastos fiscales, por cuyo incremento abogan los econo-
mistas burgueses, en las condiciones del imperialismo contemporáneo son priorita-
riamente los gastos militares; estos gastos enriquecen a una cúpula de monopolistas,
pero lesionan la situación de los trabajadores. Así, bajo la careta de política “anticri-
sis” de los Estados imperialistas en la práctica se oculta una política pro monopolis-
ta, orientada en contra de los intereses populares.

Durante el último tercio del siglo XX, en la teoría económica burguesa alcan-
zó amplia difusión una nueva teoría de las crisis, la teoría “tecnológica” del desarro-
llo del capitalismo sin crisis. Como sus representantes más connotados figuran los
economistas Jhon Deebold (estadounidense), Peter F. Drucker (alemán), P. Eynthig
(inglés) y otros. Esta teoría se resume en que la técnica automatizada contemporánea
impone siempre un nivel elevado de inversiones de capital y esto, a su vez, garantiza
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 717

un permanentemente elevado nivel de la producción industrial. Según Deebold, la


automatización de la producción crea “estabilidad económica”, eliminando la al-
ternancia periódica de los auges industriales por las crisis. Drucker afirma que las
inversiones de capital en grandes instalaciones automatizadas, si son ya iniciadas, no
pueden ser interrumpidas o reducidas. De aquí saca la conclusión que: “Una parte
significativa de los gastos capitalistas será cada vez más independiente de las osci-
laciones coyunturales, lo que, a su vez, traerá consigo una estabilización del movi-
miento cíclico”34.

La principal insuficiencia metodológica de dicha teoría radica en su intento


por reducir los fenómenos socioeconómicos a simples fallas de procedimientos téc-
nicos. Esta teoría ve la raíz de las crisis en la naturaleza de la técnica maquinizada de
antes de la automatización de la producción y, de conformidad con ella, busca el an-
tídoto contra las crisis en la actual técnica automatizada. Pero las crisis económicas
son engendradas por el sistema capitalista de relaciones de producción, sobre todo
por la contradicción fundamental del capitalismo, y de ninguna manera por la técnica
misma. Por eso solo los cambios en la técnica no pueden salvar al capitalismo de las
crisis económicas.

La teoría tecnológica se contradice con la realidad capitalista. La técnica con-


temporánea de ningún modo libera al capitalismo de las bruscas oscilaciones cíclicas
de las proporciones de las inversiones de capital. Por ejemplo, en los EE. UU. las
inversiones de capital en la industria de transformación se redujeron durante la crisis
de los años 1957-1958 en 28%. No obstante que por entonces cerca de la mitad de
todos los pedidos de equipos industriales de los EE. UU. estaban conformados por
equipos automatizados y estos pedidos como antes fueron sometidos a una brusca
oscilación en relación con el movimiento cíclico de la producción capitalista.

La orientación clasista de las concepciones “tecnológicas” es la misma, al


igual que en sus otras variantes teóricas del “desarrollo sin crisis” del capitalismo.
Con ellas se pretende ignorar teóricamente las contradicciones inherentes al capita-
lismo, proclamando la conservación y perpetuidad del régimen capitalista.

34 Drucker, Peter. Die nächsten zwanzig Jahre. Dusseldorf, 1957. S. 69.


CAPÍTULO XIX

El sistema económico mundial capitalista

El sistema económico mundial capitalista comprende en sí no solo las rela-


ciones económicas capitalistas formadas al interior de cada país, sino también las
relaciones económicas capitalistas que se forman e integran cada vez más en el es-
cenario mundial.

1. EL SURGIMIENTO Y LA ESENCIA DEL SISTEMA ECONÓMICO MUNDIAL


CAPITALISTA

1.1. Surgimiento y desarrollo del mercado mundial


El comercio mundial ya existía en la antigüedad; por ejemplo, Grecia y Roma
practicaban el comercio con otros países, con relativa intensidad. Pero el mercado
mundial surgió por primera vez solo en las condiciones del capitalismo; en los re-
gímenes anteriores el comercio se realizaba entre algunas tribus, pueblos y naciones;
pero en el capitalismo el comercio internacional abarca todo el mundo y se realiza
cada vez más sistemática y regularmente.

La aparición del mercado mundial se remonta al período de la acumulación


primaria del capital. En los siglos XVI-XVIII una serie de países de Europa Occi-
dental exportaban a las colonias conquistadas artículos industriales e importaban de
ellas metales preciosos, especias orientales, seda, algodón y otras mercancías. Puesto
que el comercio colonial arrojaba enormes ganancias, entonces el funcionamiento
del mercado mundial aceleró el proceso de la acumulación primaria del capital. En
consecuencia, el mercado mundial fue una de las premisas del sistema económico
capitalista.

De otra parte, el desarrollo del mercado mundial fue resultado del desarro-
llo de la producción capitalista. Con el paso de la manufactura a la gran industria
maquinizada, la venta de productos industriales en el mercado mundial capitalista
se expandió significativamente, y como los productos de la industria maquinizada
invadieron los mercados externos debido a su baratura, esto provocó la ruina de la
pequeña producción artesanal en las colonias. Por ejemplo, los tejidos de algodón
ingleses invadieron el mercado hindú, y muchos tejedores hindúes se arruinaron.
720 Francisco Chaparro Zapana

La incursión de todos los pueblos en el circuito del mercado mundial le impri-


me carácter internacional al régimen capitalista y una tendencia a la socialización de
la producción en escala mundial. Pero al carácter social de la producción continuó
oponiéndose la forma privada de apropiación, lo que inevitablemente la condujo a
las crisis, las cuales durante la segunda mitad del siglo XIX se transformaron ya en
crisis económicas mundiales.

El capitalismo monopolista trajo consigo la expansión posterior del mercado


mundial. En primer lugar, en la época del imperialismo todos los países de la tierra
fueron absorbidos al comercio en el mercado mundial. La burguesía monopolista
amplió en gran medida los dominios coloniales de las potencias capitalistas; ella des-
truyó la economía cerrada de los territorios conquistados, obligando a las colonias a
proveerla de materias primas y a comprarle sus mercancías.

En segundo lugar, en la época del imperialismo se formó, por primera vez,


el mercado mundial de capitales, que estaba vinculado con el amplio desarrollo de
la exportación de capitales.

Y en tercer lugar, junto al mercado mundial de mercancías y al mercado


mundial de capitales se formó también el mercado mundial de la fuerza de trabajo,
la migración de la fuerza de trabajo de unos países capitalistas a otros experimentó
un amplio y creciente desarrollo.

1.2. La división internacional capitalista del trabajo


La internacionalización de las relaciones económicas, que alcanzó un enorme
desarrollo en la época del imperialismo, se basa en la división internacional del tra-
bajo, la misma que sirve de vínculo material entre los pueblos de los distintos países.
La división internacional del trabajo es la especialización de los diferentes países
en la producción de determinados tipos de productos, los cuales son intercambia-
dos entre estos países.

En las condiciones del capitalismo la división internacional del trabajo tiene


las siguientes peculiaridades:

A) La naturaleza explotadora. La división internacional del trabajo en el capita-


lismo sirve a los intereses de la clase capitalista y refuerza la explotación de
los trabajadores. Ante todo, esta división del trabajo favorece a la reducción
del valor de la fuerza del trabajo y a la elevación de la tasa de plusvalía. Va-
liéndose de la división internacional del trabajo, los capitalistas de los paí-
ses desarrollados importan productos baratos para el consumo de los obreros,
comprándolos de aquellos países donde su valor y precios se encuentran en
un nivel más bajo. Gracias a ello se abarata la fuerza de trabajo, lo que ele-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 721

va el grado de explotación a los obreros. Además, en el capitalismo también


mediante la división internacional del trabajo se explota a los productores
directos no proletarizados (pequeños productores independientes del campo
y la ciudad). En especial los campesinos de los países en vías de desarrollo,
quienes, al especializarse en la producción de determinados tipos de productos
agrícolas para el mercado mundial, se ven obligados a vender sus productos a
los monopolios extranjeros a precios bajos y a comprarles a estos sus produc-
tos a precios altos, lo que enriquece a la burguesía de los países económica-
mente desarrollados.
B) El carácter espontáneo. Al igual que la división del trabajo entre las empresas
y ramas de la producción dentro de cada país capitalista, la división del trabajo
entre los países capitalistas no está organizada planificadamente. La división
internacional capitalista del trabajo se desarrolla espontánea y anárquicamen-
te, y en su desarrollo la competencia cumple un rol muy importante. Así, la
competencia de parte de la industria de los países capitalistas desarrollados
obliga económicamente a los países en vías de desarrollo a limitar su produc-
ción industrial y especializarse en la producción de productos agrícolas.
C) La especialización unilateral. Un rasgo específico de la división internacio-
nal capitalista del trabajo es la división de los países en industriales y agrarios.
Los primeros se especializan en la producción de artículos de la industria de
transformación, y los últimos desarrollan unilateralmente algunas ramas de la
producción agrícola (azúcar, caucho, café, cacao u otros), o bien de las indus-
trias extractivas (por ejemplo, petróleo, cobre, plomo, etc.), pero no desarro-
llan su propia industria de transformación. Incluso Marx advirtió “la forma
unilateral del trabajo” en los países coloniales. Para la época del imperialismo
es característico en especial la transformación de estos países en apéndices
proveedores agrarios de las metrópolis, lo que veremos detalladamente más
adelante (ver: sección 9).
D) La obligación forzada de una estrecha especialización económica de los
países en vías de desarrollo. Esto es característico en mayor grado en la época
del imperialismo. Por su interés en extraer de las colonias determinados tipos
de materias primas o productos agrarios, las potencias imperialistas imponen
artificiosamente la producción de estos productos en las colonias, por ejemplo
las grandes plantaciones algodoneras, caucheras, cafetaleras u otros cultivos.
Al mismo tiempo las potencias imperialistas, al exportar productos manufac-
turados a las colonias y neocolonias, privan a estas del derecho de la defensa
aduanera para su débil industria, a la cual terminan por destruir.

De lo expuesto, queda claro que la división internacional capitalista del traba-


jo es profundamente contradictoria. De un lado, la división internacional promueve
el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad: en la medida que contribuye
722 Francisco Chaparro Zapana

a elevar la productividad del trabajo, esta tiene un sentido progresista. Pero, de otro
lado, en las condiciones del capitalismo la división internacional del trabajo se trans-
forma en arma de dominación de unos países sobre otros, en medio artificial que
frena el desarrollo económico integral de los países dependientes.

1.3. El sistema económico mundial capitalista


En el capitalismo las relaciones de producción rebasan los límites de un solo
país. Junto a las relaciones económicas establecidas entre las diversas clases y gru-
pos sociales dentro de cada país, surgen las relaciones económicas internacionales
basadas en la división internacional del trabajo. El conjunto de relaciones económi-
cas capitalistas internacionales forma el sistema económico mundial capitalista 1.
¿Cuáles son entonces sus particularidades más importantes? Sus particularidades
más importantes son las siguientes:

En primer lugar, el rasgo más importante del sistema económico mundial


capitalista son las relaciones de explotación impuestas por la burguesía de los
países capitalistas desarrollados a los pueblos de los países en vías de desarrollo.
La formación misma del sistema económico mundial capitalista se articuló mediante
el sometimiento y la explotación de los países débiles por los poderosos, mientras el
rol decisivo era asumido aquí por la invasión colonial de las potencias imperialistas y
el avasallamiento de los pueblos coloniales. El desarrollo posterior del sistema eco-
nómico mundial capitalista culminó con la consolidación de esta explotación, cuyos
métodos y dimensiones serán analizados más adelante (ver: sección 7).

En segundo lugar, otro rasgo característico del sistema económico mun-


dial capitalista son las relaciones de competencia y lucha entre los capitalistas
de los diferentes países y también entre las propias potencias imperialistas. Los
capitalistas libran entre sí una intensa lucha competitiva en el mercado mundial de
mercancías y también luchan por las fuentes de materias primas y por las esferas de
inversión de capitales.

Mientras tanto, la burguesía de cada país capitalista utiliza el Estado burgués


sometiéndolo a su servicio. En la época del imperialismo la lucha entre los capita-
listas de los diferentes países por los mercados internacionales coincide con la lucha
que libran entre sí los estados imperialistas por el reparto del mundo, por la captura
de las esferas de influencia y de las colonias y/o neocolonias.

En tercer lugar, al sistema económico mundial capitalista le son típicos el


carácter espontáneo del desarrollo y la ausencia de la planificación. Al igual que

1 Se debe tener en cuenta que el concepto “sistema económico mundial capitalista” es más estrecho que el concepto
“sistema mundial capitalista”. El primero abarca solo las relaciones económicas internacionales en los marcos
del sistema capitalista; en cambio, el segundo caracteriza también las relaciones económicas, políticas, militares y
socioculturales.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 723

la economía de cada país capitalista, la economía mundial capitalista se caracteriza


por un crecimiento discontinuo e irregular; se mueve de modo cíclico a través del
cambio de las fases de expansión industrial por las crisis económicas mundiales. Es-
tas crisis conmueven a la economía mundial, conduciéndola a la caída del comercio
mundial y a la destrucción de muchas relaciones económicas internacionales. Por
ejemplo, como resultado de la crisis económica mundial de los años 1929-1933 la
circulación internacional de mercancías del mundo capitalista se redujo en 66%.

1.4. El sistema económico mundial capitalista como una categoría económi-


ca del imperialismo
No obstante que el comercio externo y el mercado mundial surgieron aun antes
del imperialismo, el sistema económico mundial capitalista es un engendro del im-
perialismo. Solo en determinadas condiciones históricas el crecimiento cuantitativo
de las relaciones económicas internacionales conduce a cambios cualitativos, hacia
tal internacionalización económica en la que las economías nacionales individuales
se transforman en partes integrantes de la economía mundial capitalista, a la cual
la teoría económica burguesa, pretendiendo ocultar su carácter capitalista explotar,
denomina “economía globalizada”.

Al relacionar esto con el paso del capitalismo premonopolista al monopolista,


V. I. Lenin destacaba: “El incremento del cambio y el incremento de la gran produc-
ción, tales son las principales tendencias observadas en el curso de los siglos de modo
absoluto en todo el mundo. En un determinado nivel de desarrollo del cambio y de
desarrollo de la gran producción, precisamente en el nivel alcanzado aproximada-
mente entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, cuando el cambio propició se-
mejante internacionalización de las relaciones económicas y la internacionalización
del capital, la gran producción llegó a ser tan grande que la libre competencia empezó
a ser sustituida por el monopolio (…) El capital financiero que ya era ‘amo’ absoluto,
el cual era sumamente móvil y maleable, se fusionó extraordinariamente tanto dentro
del país como internacionalmente…”2. El sistema económico mundial capitalista
presupone la dominación mundial del modo de producción capitalista; mientras
tanto en la época del capitalismo premonopolista, pese a que los países capitalistas
ya comerciaban con las colonias, en estos últimos aún no existía el capitalismo. En la
época del imperialismo la exportación de capitales hacia los países económicamente
menos desarrollados estaba acompañada de la implantación en ellos de la economía
capitalista. Precisamente a consecuencia de ello, en la época del imperialismo las
relaciones capitalistas adquirieron una difusión mundial 3 (esto, a propósito, no
excluye que en algunas colonias incluso en la época del imperialismo conservaran

2 Lenin, V. I. Prólogo al folleto de N. Bujarin “La economía mundial y el imperialismo”. Obras completas. T. 27, p. 95,
traducido del ruso por F. Ch. Z.
3 Ibídem, p. 278.
724 Francisco Chaparro Zapana

el predominio de las formas precapitalistas de producción). Un importante elemento


integrante del sistema económico mundial capitalista ha sido el sistema colonial del
imperialismo, al cual analizaremos más adelante (ver: sección 8).

En los marcos del sistema económico mundial capitalista se desarrollaron las


siguientes formas de relaciones económicas internacionales: 1. El comercio interna-
cional; 2. La exportación e importación de capitales; y 3. La migración internacional
de la fuerza de trabajo. A continuación pasaremos a analizarlos. Cada una de estas
formas de relaciones económicas internacionales en la época del imperialismo sufre
cambios sustanciales y adquiere un carácter específico.

2. LA EXPORTACIÓN DE CAPITALES

2.1. La diferencia entre la exportación de capitales y la exportación de mer-


cancías
El comercio internacional (ver: sección 5 del capítulo XIII) –la exportación e
importación de mercancías– es la principal forma tradicional de las relaciones eco-
nómicas internacionales en las épocas del capitalismo premonopolista. En la época
del imperialismo ella continúa desarrollándose, pero la forma típica y fundamental
de las relaciones económicas internacionales es la exportación del capital. Por ser el
capital un valor que reporta plusvalía, la exportación de capital es la exportación de
una determinada suma de valores al extranjero para obtener allí un incremento
de los mismos.

Para exportar mercancías estas son producidas de principio a fin en un país


dado y solo después son comercializadas en el extranjero. Por cuanto en el comercio
exterior, donde no se produce ningún incremento del valor, se lleva a cabo un inter-
cambio de equivalentes, en él solo se realiza el valor (y la plusvalía) creado dentro
del país. La exportación de capital al extranjero no es una transacción comercial,
sino una inversión de valores, para de allí retornarlos al país de origen con un incre-
mento dado.

La exportación de capital se inició aún antes del imperialismo, cuando el capi-


tal se exportaba para obtener mayor ganancia, es decir que se orientaba de los países
capitalistas desarrollados, donde la estructura orgánica del capital era alta y la tasa
de ganancia, relativamente baja, hacia los países en vías de desarrollo económico y
a las colonias, donde la estructura orgánica del capital era baja y la tasa de ganancia
era alta. Sobre semejante exportación de capital C. Marx decía: “Cuando se envía
capital al extranjero, no es porque este capital no encuentre en términos absolutos
ocupación dentro del país. Es porque en el extranjero puede invertirse con una cuota
más alta de ganancia”4.

4 Lenin, V. I. “El imperialismo, como la fase superior del capitalismo”. Obras completas. T. 27, p. 360, traducido del ruso
por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 725

2.2. Particularidades de la exportación de capitales en la época del imperia-


lismo
Con el tránsito del capitalismo premonopolista al capitalismo monopolista en
la exportación del capital ocurren tanto cambios cuantitativos como también cam-
bios cualitativos.

En primer lugar, en la época del imperialismo se observa un enorme cre-


cimiento de la exportación de capitales. Sí, por ejemplo, a comienzos de los años
setenta del siglo XIX Inglaterra y Francia tenían capitales invertidos en el extranjero
por la suma total de 25 000 millones de francos, en 1914 esta suma alcanzaba entre
135 000 y 160 000 millones de francos, es decir que se había incrementado en seis
veces.

En segundo lugar, entre los exportadores de capitales se incluyen todos los


países capitales desarrollados. En la época del capitalismo premonopolista la ex-
portación de capitales se producía solo en Inglaterra y Francia. Pero en la época del
imperialismo a ellas se les unió Alemania, EE. UU., Bélgica, Holanda, Italia, Japón
y otras potencias.

En tercer lugar, la exportación de capitales la realizan con mayor ventaja


los monopolios, convirtiéndose en un importante instrumento para la obtención de
elevadas ganancias de monopolio. La explotación de los pueblos de otros países re-
porta a los monopolistas ganancias colosales y los principales instrumentos de esta
explotación son la exportación de capitales y el intercambio desigual. En cuanto
son mayores las ganancias obtenidas por los monopolios de la exportación de capi-
tales, se ve, por ejemplo, que la suma total de ganancias remitidas a los EE. UU. por
concepto de inversiones de capital en el extranjero alcanzó en el período 1945-1960
la suma de 31 500 millones de dólares. Pero en ella no se agotan los beneficios de
los monopolios por la exportación de capitales: una parte de las ganancias obtenidas
por los capitales invertidos en el extranjero no son remitidos al país, otra parte del
capital exportado se queda en el extranjero en forma de empresas (llamadas también
reinversiones).

No solo se incrementa la suma absoluta de ganancias obtenidas de las inver-


siones de capital en el extranjero, sino que también su peso específico en la suma
total de las ganancias. Así, las ganancias oficialmente declaradas sobre las ganancias
de las inversiones de EE. UU. en el extranjero se incrementaron desde 1950 hasta
1965 de 1600 millones de dólares hasta los 6100 millones de dólares, y su porción
en la suma total de las ganancias declaradas de las corporaciones (antes de descontar
impuestos) se elevó durante el mismo tiempo del 4 al 8%. Pero además de las ga-
nancias oficialmente declaradas por la exportación de capitales existen las ganancias
encubiertas, las cuales también alcanzan sumas significativas.
726 Francisco Chaparro Zapana

2.3. La posibilidad y la necesidad de exportar capitales


Para que sea posible la exportación de capitales hacia los países en vías de de-
sarrollo, se requiere de la previa inserción de estos países al circuito comercial inter-
nacional, y también de la creación en ellos de las vías de comunicación y transporte,
sin los cuales no podrían entablar relaciones económicas con el mundo capitalista.
Pero el desarrollo del comercio y el transporte crea solo las condiciones que posibi-
litan la exportación de capitales.

La necesidad de la exportación de capitales en la época del imperialismo


está condicionada por el surgimiento de un relativo excedente de capitales en los
países capitalistas desarrollados. En los países capitalistas desarrollados la acumu-
lación del capital excede a las posibilidades de la anexión de los capitales acumula-
dos en esos mismos países. ¿Por qué se sucede esto?

La acumulación del capital en las condiciones del capitalismo monopolista


se consolida gracias a la obtención de elevadas ganancias de monopolio. Pero las
posibilidades de anexar capitales acumulados de nuevo dentro de los países capita-
listas desarrollados no se amplían en la misma proporción que crece la acumulación
del capital. En primer lugar, el retraso de la agricultura en relación a la industria
limita las posibilidades de la anexión de los capitales dentro del país, por cuanto solo
una mínima parte de los capitales puede ser invertida en la agricultura. En segundo
lugar, la acumulación del capital engendra en el otro polo un relativo deterioro de
las condiciones de vida del proletariado y de las masas trabajadoras en su conjunto
y en algunos períodos incluso un empobrecimiento absoluto, lo que también limita
las posibilidades de la anexión del capital en la industria. El bajo nivel de vida de las
masas populares obstaculiza a las inversiones de capital en las ramas de la industria
productoras de medios de amplio consumo popular.

De esta manera, la falta de correspondencia entre las proporciones de la acu-


mulación del capital en los países económicamente desarrollados con las posibilida-
des de su anexión en los mismos países determina la necesidad de la exportación de
capitales.

Los economistas pequeño-burgueses sostienen con frecuencia que la exporta-


ción de capitales al extranjero ya no es una necesidad, porque los capitales siempre
podrán encontrar colocación y ser invertidos en el interior del país contribuyendo a
elevar la economía agraria y mejorando el bienestar del pueblo. Pero estas afirmacio-
nes son inconsistentes porque carecen de veracidad al ignorar que la fuerza motriz de
la producción capitalista no es elevar el bienestar general, sino obtener la ganancia
máxima.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 727

Al criticar a quienes negaban la necesidad de la exportación de capital, V. I.


Lenin advertía que: “Mientras el capitalismo continúe siendo capitalismo, el capital
excedente no se moviliza con el fin de elevar el nivel de vida de las masas populares
de un país dado, lo que significaría la disminución de la ganancia capitalista, sino
para elevar la ganancia mediante la exportación de capital al extranjero, a los países
menos desarrollados”5.
Últimamente, en la literatura económica burguesa de nuevo se difunden las
versiones como que la exportación de capitales ya no constituye una necesidad. Así,
el laborista ingles Jhon Straige en su obra El fin del imperialismo, publicada en 1959,
proclamaba que en las condiciones actuales la exportación de capitales había deja-
do de ser necesaria debido a la elevación del nivel de vida del pueblo en los países
capitalistas desarrollados. Pero esta tesis carece de fundamento. Incluso en aquellos
períodos cuando el nivel de vida de las masas populares en los países capitalistas
desarrollados se eleva (lo que no siempre ocurre), se mantiene una diferencia abis-
mal entre la acumulación del capital y el consumo de las masas, por lo consiguiente,
continúa manteniéndose un excedente relativo de capital y la necesidad de ser ex-
portado.

2.4. Los tipos y las formas de la exportación de capitales


Según de quien sea la propiedad de los capitales exportados, la exportación
de capitales se divide en dos clases: 1. La exportación privada de capitales, reali-
zada mayormente por las compañías industriales y bancarias más poderosas y 2. La
exportación estatal de capitales, realizada por los gobiernos burgueses con recursos
del presupuesto estatal.
Ambos tipos de exportación de capitales se efectúan bajo dos formas: 1. La ex-
portación del capital funcional, cuando el capital exportado es colocado en el extran-
jero ya sea en empresas industriales, agrícolas, de transporte, comercio u otras ramas;
y 2. La exportación de capitales de préstamo, cuando los capitalistas o los gobiernos
de un país otorgan préstamos a los capitalistas o a los gobiernos de otros países.
En la exportación privada de capitales predomina la inversión de capital en las
empresas extranjeras, es decir la exportación del capital funcional. En la exporta-
ción estatal de capitales predomina la exportación del capital de préstamo, es decir,
otorgados como préstamos externos por unos estados a otros. De toda la exportación
de capital funcional destacan las inversiones directas, que son las inversiones de ca-
pital en las empresas extranjeras, capaces de garantizar el control sobre estas.
La exportación de capitales de préstamo se dividen en: a) inversiones de ca-
pitales de préstamo en el extranjero a corto plazo bajo la forma de colocaciones

5 Se supone que la exportación de capitales es solo uno de los muchos factores determinantes del desarrollo econó-
mico de un país.
728 Francisco Chaparro Zapana

en los bancos extranjeros; y b) préstamos al exterior de largo plazo. Pero cuando


estos préstamos son otorgados por los capitalistas o los bancos privados, en tales ca-
sos estas operaciones adquieren con frecuencia la forma de compra de obligaciones
emitidas por las compañías o por los estados extranjeros. Los préstamos en forma de
obligaciones son emitidos para plazos de 10 a 20 años, o más. Cuando el capital di-
nero es otorgado en calidad de préstamos por el Estado de los recursos del tesoro pú-
blico, entonces los préstamos se tramitan mediante convenios intergubernamentales,
en cuyos casos no se requieren de la emisión ni de la colocación de obligaciones.

2.5. Las causas y las tendencias de la exportación de capitales


Por el transcurso de mucho tiempo la principal tendencia en la exportación
de los capitales fue su exportación de los países capitalistas desarrollados hacia
los países económicamente menos desarrollados, en primer lugar hacia las colo-
niales y los países dependientes. Esta tendencia de la exportación de capitales está
determinada por la tasa de ganancia y la tasa de interés, que son mayores en los paí-
ses menos desarrollados, por eso la exportación de capitales hacia allá es especial-
mente ventajosa. Por ejemplo, a comienzos de los años cincuenta la tasa de ganancia
para las inversiones norteamericanas en las colonias y países dependientes era 1,5-2
veces menor que en los EE. UU.

LA EXPORTACIÓN DE CAPITAL DE LOS ESTADOS CAPITALISTAS


DESARROLLADOS A LOS PAÍSES EN VÍAS DE DESARROLLO

1950-1954 1956-1960 1961-1965


(promedio (promedio (promedio 1966 1970 1974 1977
del período) del período) del período)

Exportación total en
miles de millones de
dólares. 2,6 7,3 9,3 10,4 15,8 21,1 49,5
Capital público en miles
de millones de dólares. 1,5 4,2 6,1 6,4 7,9 13,5 18,6
Porcentaje del total de
la exportación. 57,7 57,5 65,6 61,5 50,0 61,1 36,4
Capital privado en miles
de millones de dólares. 1,1 3,1 3,2 4,0 7,9 8,6 31,5
Porcentaje del total de
la exportación. 42.3 42,5 34,4 38,5 50,0 38,9 63,6

NOTA: según la estadística internacional, la exportación se presenta en forma de empréstitos, créditos y subsidios
públicos y privados, así como inversiones privadas directas y en cartera, excluidas la amortización de la
deuda exterior y la repatriación de las inversiones privadas.
FUENTES: OECD, The Flow of Financial Resources to Less-developed Countries, 1961-1965, p. 201: OECD, De-
velopment Cooperation, 1978 Review pp. 193, 194: W.P Michael, Measuring International Capital Move-
ments. New York, 1971, pp. 6-11.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 729

El incremento del volumen absoluto de la exportación de capital extranjero a


los países en vías de desarrollo constituye un rasgo distintivo del período poscolonial.
Ha sido sobre todo considerable su aumento desde mediados de los años cincuenta.
En los años sesenta ha desempeñado un papel decisivo la participación de los go-
biernos de los estados capitalistas desarrollados. Se ha empleado mucho la “ayuda”
estatal para intervenir en los asuntos internos de los países en vías de desarrollo.

La exportación de capital estatal estimuló al paso la de mercancías de los es-


tados capitalistas desarrollados. Sirvió también a objetivos del capital transnacional
como la formación de un adecuado clima económico, político e ideológico en los
países en vías de desarrollo y el fortalecimiento de las posiciones de los monopolios
extranjeros que operaban en estos países.

Pero los capitales no solo se exportan hacia los países menos desarrollados.
En especial, en las actuales condiciones tiene un mayor significado la exportación
de capitales de unos países capitalistas desarrollados a otros países capitalistas de-
sarrollados. La causa motriz de esta exportación de capitales también sigue siendo,
ante todo, la búsqueda de la ganancia.

Junto a las causas económicas en la exportación de capitales, las causas po-


líticas también cumplen un rol muy importante, en especial, cuando es el Estado
es el agente exportador. De modo que los EE. UU., después de la Segunda Guerra
Mundial, otorgó ingentes sumas de préstamos a sus aliados con el fin de consolidar
estos bloques y de reforzar sobre ellos la influencia estadounidense.

Para diferentes países exportadores de capitales, el destino de la exportación


de capitales y las formas de esta exportación a menudo no son iguales. Por ejemplo,
los capitales ingleses eran exportados de mucho antes, principalmente, a los domi-
nios coloniales transoceánicos de Inglaterra, y allí eran invertidos en las empresas
inglesas extranjeras y en calidad de préstamos a las colonias. Francia de antes de
la Primera Guerra Mundial exportaba más capitales a Europa que a otras partes del
planeta, y preferentemente bajo la forma de préstamos otorgados al exterior. Por eso
V. I. Lenin llamó al imperialismo inglés “imperialismo colonial” y al francés “impe-
rialismo usurario”. Además, después de la Primera Guerra Mundial, estas diferencias
se atenúan por cuanto Francia empezó más intensamente a desarrollar la exportación
de capitales hacia sus dominios coloniales e invertirlos no solo en préstamos, sino
también en las empresas, es decir exportando capital funcional.

2.6. La influencia de la exportación de capitales sobre los países exportado-


res e importadores de capitales
Cuando unos u otros países capitalistas exportan capitales en gran escala al
exterior, entonces esto disminuye relativamente la inversión interna de capitales. Por
730 Francisco Chaparro Zapana

lo consiguiente, la exportación de capitales retarda el desarrollo económico de los


países exportadores de capitales. No en vano antes de la Primera Guerra Mundial,
cuando Inglaterra era el mayor exportador de capitales, las tasas de crecimiento in-
terno de la producción industrial eran menores que en otros países capitalistas desa-
rrollados; en la actualidad las tasas de crecimiento de la producción industrial son
más bajas en los EE. UU., que es el país exportador de capitales más importante6.

De otra parte, la exportación de capitales, en la medida que estos son in-


vertidos productivamente en el extranjero, acelera el desarrollo capitalista de los
países importadores de capital. Como ejemplo palpable pueden servir los casos de
los EE. UU. y Rusia. Antes de la Primera Guerra Mundial ambos países importaban
capitales en considerable mayor proporción que los que exportaban. La importación
de capitales extranjeros era uno de los factores que aceleraron el desarrollo del ca-
pitalismo en los EE. UU. y Rusia, y según las tasas de crecimiento de la producción
industrial estos países se situaban por delante de los países del viejo capitalismo –In-
glaterra y Francia–, grandes exportadores de capitales. De esta forma, la exportación
de capitales profundiza las diferencias en las tasas de desarrollo económico de los
países capitalistas.

Para la burguesía monopolista de los países exportadores de capitales, la ex-


portación de capital actúa como un medio efectivo para la expansión comercial en
el exterior, ya que la exportación de capital permite en gran medida incrementar la
exportación de mercancías.

Cuando los capitalistas de uno u otro país desarrollado exportan capitales a


los países en vías de desarrollo económico e instalan allí sus empresas, entonces el
equipamiento para estas empresas a menudo es exportado por el mismo país expor-
tador del capital. Por ejemplo, cuando la India era aún una colonia inglesa y en ella
se construían, con capitales ingleses, los ferrocarriles, las fábricas textiles, el equipa-
miento del transporte y de la industria, lo hacían las mismas empresas inglesas.

En la consolidación de la exportación de mercancías tiene gran importancia


también la exportación de capitales: en el otorgamiento de préstamos al exterior a
menudo el país acreedor pone como condición que a cuenta de los préstamos el país
prestamista debía importar las mercancías del país acreedor. Así, durante los años
1902-1928 en 17 convenios de otorgamiento de préstamos a China, firmados con los
países capitalistas para la construcción de ferrocarriles, se estipulaba la condición de
que China debía comprar el equipamiento ferroviario en los países acreedores. Des-
pués de la Segunda Guerra Mundial los EE. UU. otorgaron enormes préstamos a los
países de Europa Occidental según el Plan Marshall (con vigencia durante los años

6 Lenin, V. I. “El capitalismo y la inmigración obrera”. Obras completas. T. 24, p. 89, traducido del ruso por F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 731

1949-1952), que contribuyeron en gran medida a que los monopolios estadouniden-


ses coparan los mercados europeos, ya que los países prestatarios estaban obligados
a gastar los préstamos principalmente en la compra de productos estadounidenses.

Durante el período de la posguerra, de julio de 1945 hasta comienzos de 1966,


los EE. UU. otorgaron préstamos a los países extranjeros por la suma total de 27 400
millones de dólares, mientras gran parte de estos préstamos eran gastados por los
Estados prestatarios en la compra de mercancías y en pagos por los “servicios” esta-
dounidenses, reportándoles enormes ganancias a los monopolios estadounidenses.

La exportación de capitales –en la medida que esta fluye hacia los países
en vías de desarrollo económico– expresa las relaciones de explotación entre los
monopolios y los gobiernos de los países imperialistas, de una parte; y los pueblos
de los países en vías de desarrollo económico, de la otra. Como resultado de la ex-
portación de capitales se produce la redistribución de las rentas nacionales entre los
países: en forma de intereses y dividendos para los capitales extranjeros una parte
de la renta nacional de los países en vías de desarrollo económico, importadores de
capital, se transfiere a manos de los monopolios y de los Estados de las potencias im-
perialistas exportadoras de capital. De esta manera, enriqueciendo a la burguesía de
los países imperialistas, la exportación de capitales deteriora la situación económica
de las masas populares de los países en vías de desarrollo económico, a cuyo costo
se pagan las ganancias por las inversiones de capital extranjero y los intereses de los
préstamos externos. Por consiguiente, la exportación de capitales actúa como un
importante factor que agudiza las contradicciones entre las potencias imperialis-
tas y los pueblos de los países menos desarrollados económicamente.

En el campo de la exportación de capitales surgen también determinadas con-


tradicciones entre la burguesía de los países altamente desarrollados y la burguesía
de los países subdesarrollados. Esta última no puede realizar sin obstáculos la acu-
mulación del capital, ya que choca con la competencia de las empresas extranjeras.
Por ejemplo, el dominio del capital inglés en la India impidió por mucho tiempo el
desarrollo de su industria nacional.

Finalmente, en el campo de la exportación de capitales se desarrollan tam-


bién las contradicciones entre las propias potencias imperialistas. Monopolistas
de distintos países, valiéndose de la influencia de sus gobiernos, luchan exacerbada-
mente por las esferas de imposición del capital. Por ejemplo, entre los monopolios
ingleses y estadounidenses desde hace mucho se libra una sórdida batalla por las
esferas de imposición del capital a los países de Asia, África y América Latina, y
además en esta lid el mayor poderío del imperialismo norteamericano desplaza al in-
glés. Y después de la segunda guerra mundial los EE. UU. invadieron también a sus
732 Francisco Chaparro Zapana

mercados, los cuales antes eran zona monopolizada de dominación de los capitales
ingleses: estos eran países que antes conformaban el imperio colonial inglés.

Y así, la exportación de capitales agudiza en muchos aspectos las contradic-


ciones del imperialismo.

3. LAS PARTICULARIDADES DE LA EXPORTACIÓN DE CAPITALES EN


LAS CONDICIONES DEL CAPITALISMO CONTEMPORÁNEO

3.1. La estrechez de las esferas de la exportación de capitales


Después de la Segunda Guerra Mundial en una serie de países de Europa y
Asia se produjeron revoluciones socialistas, y en consecuencia estos países se des-
prendieron del sistema mundial capitalista y pasaron a conformar el sistema mundial
socialista. Y esto afectó sensiblemente las posiciones internacionales del imperialis-
mo hasta fines de la década de los años ochenta del siglo XX, hasta que se produjo
el colapso económico y político del bloque de países socialistas de Europa Oriental
encabezada por la URSS.

En primer lugar, los monopolios de los países imperialistas fueron privados


de una aparte de sus inversiones de capital en el extranjero a consecuencias de las
nacionalizaciones de empresas extranjeras en los países socialistas. Las burguesías
de EE. UU. y de Europa Occidental, al perder estos capitales, fueron privadas de los
ingresos que obtenían año a año.

En segundo lugar, la burguesía monopolista quedó privada de la posibi-


lidad de realizar nuevas inversiones de capital en aquellos países que se habían
desprendido del sistema mundial capitalista. Por eso las esferas de la inversión de
capitales se redujeron territorialmente de modo significativo.

Además de la formación del sistema económico mundial socialista, sobre la


exportación de capitales de las potencias imperialistas en las condiciones posteriores
ejerció enorme influencia la caída del sistema colonial del imperialismo. Es cierto
que la independencia política lograda por los pueblos, que no hace mucho fueron co-
lonias, no significa que la importación de capitales extranjeros haya sido liquidada.
La insuficiencia de recursos propios obliga en parte a los jóvenes Estados nacionales
atraer capitales del extranjero para realizar sus programas de desarrollo económico.
La suma total de inversiones de capital extranjero en los países en vías de desarrollo
económico después de la Segunda Guerra Mundial no solo disminuyó, sino que in-
cluso aumentó considerablemente. Por ejemplo, en la India las inversiones de capital
extranjero aumentaron desde 1948 hasta 1964 en más de 3 veces, alcanzando 1500
millones de dólares. El volumen de las inversiones extranjeras en los países en vías
de desarrollo es enorme: en 1964, según cálculos aproximados, estas en América
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 733

Latina fueron cerca de 17 000 millones de dólares, en el África cerca de 19 000


millones y en el Asia (solo las inversiones extranjeras privadas) cerca de los 10 000
millones.

Pese a que el hundimiento del sistema colonial no priva a las potencias im-
perialistas de las posibilidades de exportar capitales a los países que antes fueron
colonias, no obstante limita los apetitos de los exportadores de capitales. Los países
en vías de desarrollo establecen control estatal en importantes ramas y no permiten
el libre ingreso de capitales extranjeros, como también en muchos casos limitan a los
inversionistas extranjeros la libre remisión de ganancias.

Tuvo un significado muy especial el hecho de que los países en vías de desa-
rrollo recibieran asistencia económica de parte de ex URSS y demás países socialis-
tas. Por eso, las potencias imperialistas fueron privadas del monopolio absoluto en
el otorgamiento de préstamos a los países en vías de desarrollo. En esas condiciones
estaban obligadas en una serie de casos a otorgar algunas concesiones bajo la forma,
por ejemplo, de reducidas tasas de interés por los préstamos.

El estrechamiento de la esfera territorial a la exportación de capitales agudiza


la lucha competitiva entre las potencias imperialistas por las esferas de inversiones
de capitales en el mundo.

3.2. Los cambios estructurales en la exportación de capitales


Antes de la Primera Guerra Mundial los principales exportadores de capitales
eran Inglaterra y Francia, pero después de la guerra el primer lugar en la exportación
de capitales fue ocupado por los EE. UU. La exportación de sus capitales en el perío-
do 1924-1929 alcanzó la suma 6400 millones de dólares, mientras que a Inglaterra le
correspondían 3100 millones y a Francia solo 400 millones de dólares. Sin embargo,
se debe diferenciar la exportación nueva de capitales de la suma total de las inver-
siones en el extranjero. En el período entre la primera y la segunda guerras mun-
diales EE. UU. sobrepasó a los otros países en la nueva estructura exportadora de
capitales, pero según la suma total de inversiones en el extranjero el primer lugar
continuaba siendo ocupado por Inglaterra. Así, en el año 1938 las inversiones totales
de los EE. UU. en el extranjero eran de 11 500 millones de dólares, las de Inglaterra,
22 900 millones. Pero en esta época los EE. UU. sobrepasaban significativamente
en la suma total de inversiones de Francia (en 1938 esta última tenía en el extranjero
una inversión de capitales de 3900 millones de dólares) y Alemania en el extranjero
(en ese mismo año, no más de 2500 millones de dólares).

El nuevo fenómeno de la correlación de fuerzas en el mercado mundial de


capitales, después de la Segunda Guerra Mundial, es que los EE. UU. dejaron
atrás a todos los países capitalistas, incluyendo también a Inglaterra, no solo en
734 Francisco Chaparro Zapana

los volúmenes de la nueva exportación de capitales, sino también por la suma total
de inversiones en el extranjero.

En 1965, las inversiones de largo plazo de los EE. UU. en el extranjero (es-
tatales y privados) alcanzaban los 93 000 millones de dólares, incrementándose en
más de 8 veces en comparación con el año 1938. En lo que respecta a Inglaterra,
sus inversiones de largo plazo en el extranjero aumentaron desde 1938 hasta 1965
solo en 17%, constituyendo en 1965 los 27 000 millones de dólares. De esta forma,
los EE. UU., que antes de la Segunda Guerra Mundial tenían 2 veces menor capital
en el extranjero que Inglaterra, en 1965 tenían inversiones de largo plazo en más de
3,4 veces que Inglaterra. El tercer lugar en la exportación de capitales corresponde a
Francia, cuyas inversiones de largo plazo en 1965 eran de 17 000 millones de dóla-
res; en el cuarto lugar se encontraba Alemania Federal, con un volumen de inversio-
nes de 8000 millones de dólares. La hegemonía de los EE. UU. en la exportación de
capitales es confirmada por el hecho de que en 1965 sus inversiones en el extranjero
sobre pasaban en 41 000 millones de dólares a las inversiones totales de Inglaterra,
Francia y Alemania en el extranjero.

Una de las particularidades de la exportación de capitales después de la


Segunda Guerra Mundial, es la elevación del peso específico de los países indus-
trialmente desarrollados como esfera de aplicación del capital extranjero. Esto lo
confirman los siguientes datos. Del año 1950 a 1965 la suma total de inversiones
directas de los EE. UU. en el extranjero aumentó de los 11 800 millones de dólares a
49 200 millones, es decir casi en 4,2 veces; en ese lapso en Canadá se incrementaron
de 3600 millones a 15 200 millones de dólares, es decir en más de 4,2 veces, y en Eu-
ropa Occidental aumentaron de 1700 millones a 13 900 millones de dólares, es decir
en 8 veces. La exportación de capitales a Canadá y a Europa Occidental se eleva,
después de la Segunda Guerra Mundial, rápidamente en relación a los países en vías
desarrollo económico. Esto se explica por razones de orden económico y político. La
situación política en muchos países en vías de desarrollo no era favorable para la ex-
portación de capitales desde los países imperialistas. Los capitalistas de las potencias
imperialistas fueron afectados por la nacionalización de empresas extranjeras en una
serie de países liberados de la dependencia colonial (como Argelia, RAU, Birmania
y otros) y amenazados con nuevas pérdidas más adelante. Esto les obligó a buscar
en el Canadá y en los países de Europa Occidental nuevas zonas de inversión para
sus capitales relativamente excedentes, donde consideraban que las condiciones eran
más estables para el régimen capitalista.

A fines de los años cuarenta y comienzos de los cincuenta, la amplia exporta-


ción de capitales de los EE. UU. hacia los países de Europa Occidental tuvo mucho
que ver con las enormes pérdidas que aquellos habían sufrido en la Segunda Guerra
Mundial, por lo que no estaban en condiciones de garantizar la reconstrucción ni
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 735

su desarrollo económico solo con el aporte de sus propios capitales. Estos países
requerían imperiosamente de la importación de mercancías, pero no tenían las posi-
bilidades de balancear esa importación con la exportación de sus mercancías, y sus
reservas de oro se habían esfumado totalmente. En tales condiciones la exportación
de mercancías estadounidenses hacia Europa Occidental se financió, en gran medida,
mediante la exportación de capitales: el Gobierno de los EE. UU. otorgó enormes
préstamos a estos países y estos últimos los invertían en la importación de mercan-
cías estadounidenses. En el otorgamiento de estos préstamos los EE. UU. imponían
sus condiciones políticas, promoviendo la consolidación del régimen capitalista en
Europa Occidental comprometían a los gobiernos europeo-occidentales para la con-
formación de un bloque político-militar, orientado en contra de los países socialistas
y encabezado por los EE. UU.

Como nuevo factor estimulante del incremento de la exportación de capitales


estadounidenses hacia Europa Occidental actuaba la formación del “Mercado Co-
mún” por seis países. Reduciendo fuertemente los aranceles a las importaciones en
el comercio mutuo, estos estados mantuvieron elevados aranceles aduaneros para las
mercancías de los países que no integraban el “Mercado Común”, en especial para
las mercancías estadounidenses. Pero allí donde no pueden penetrar las mercancías
penetran fácilmente los capitales. Los monopolios estadounidenses compran las em-
presas en Europa Occidental y crean sus filiales, mientras sus empresas en Francia,
en la República Federal Alemana y en otros países europeo-accidentales gozan de
las mismas ventajas que las empresas de los capitalistas de estos mismos países. El
número de empresas estadounidenses en los países del “Mercado Común” se amplió
en un 70% entre los años 1957 y 1965.

La siguiente información confirma los grandes volúmenes de inversiones


de capital extranjero en los países industrialmente desarrollados. A comienzos del
año 1965 la suma total de inversiones de capital extranjero en la RFA era estimada
aproximadamente en 50 000 millones de marcos, o sea, cerca de 12 600 millones
de dólares; en Francia, en 7500 millones de dólares; y en cinco pequeños países
europeo-occidentales (Suiza, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Suecia), en 6600 mi-
llones de dólares. Como principales exportadores de capital a Europa Occidental
figuran los monopolios estadounidenses. Incluso los capitales estadounidenses pene-
traron con mucha más facilidad a Inglaterra: en 1963 las inversiones estadouniden-
ses directas alcanzaron en Inglaterra los 4200 millones de dólares. Las empresas es-
tadounidenses en Inglaterra aún en el año 1957 sobrepasaron el 6% de la producción
manufacturera industrial del país y ocupaban cerca del 12% de sus exportaciones. Al
mismo tiempo tiene también especial significado que las empresas estadounidenses
radicadas en Inglaterra pudiesen exportar sus mercancías a los países socios de la
Comunidad Británica, gozando de las mismas exoneraciones aduaneras que las em-
736 Francisco Chaparro Zapana

presas inglesas, cuando los aranceles a las mercancías importadas de EE. UU. por
estos países eran elevados.

3.3. La tendencia creciente de la exportación de capitales estatales


Una particularidad importante de la exportación de capital después de la
segunda guerra mundial, es el enorme incremento de la exportación del capital
estatal. Antes de la segunda guerra mundial, casi todas las inversiones extranjeras de
los EE. UU. en otros países capitalistas eran mayormente privadas. En la posguerra
la exportación de capitales del Estado se incrementó más rápidamente que la expor-
tación de capitales privados. Desde 1939 hasta 1965, las inversiones privadas de
EE. UU. en el extranjero se incrementaron de 12 500 millones a 80 900 millones de
dólares, es decir en 6,5 veces, y las inversiones estatales más sus activos en el extran-
jero se incrementaron de 40 millones a 25 100 millones de dólares, es decir en 627
veces. El peso específico de las inversiones estatales en la suma total de inversiones de
EE. UU. en el extranjero constituía en el año 1939 el 0,003% y casi 24% en 1965.

El desarrollo del capitalismo estatal monopolista sirvió de base fundamental


del gran crecimiento de la exportación de capitales estatales (ver: capítulo posterior).
La causa concreta del peculiar incremento de la exportación de capitales estatales,
después de la Segunda Guerra Mundial, era el afán de los monopolios privados por
endosar al Estado (o sea a los contribuyentes) el financiamiento de la exportación de
capitales, cuando los monopolistas consideran arriesgado y no quieren comprometer
en este asunto sus propios medios. En especial, la concesión de préstamos a los es-
tados extranjeros está llena de peligros, de que estos préstamos no sean devueltos en
caso de convulsiones políticas y económicas en los países-prestatarios. Por eso, los
monopolistas privados prefieren trasladar el riesgo del otorgamiento de los présta-
mos estatales externos a su gobierno, pese a que ellos son los grandes beneficiarios
de estos préstamos, por cuanto estos son gastados mayormente en la compra de sus
mercancías.

Así, por ejemplo, en la exportación de capitales con recursos fiscales de los


EE. UU. se da una curiosa “división del trabajo”: el Gobierno estadounidense otorga
miles de millones de dólares de los bolsillos del pueblo, de sus millones de contri-
buyentes; pero después a cambio de estos miles de millones de dólares los estados
extranjeros compran las mercancías de los monopolios estadounidenses. Por consi-
guiente, estos dólares retornan a los EE. UU., pero no a los mismos bolsillos de los
que fueron sustraídos: se produce un transvase de colosales recursos de los contribu-
yentes a los monopolistas.

En estrecha relación con la expansiva exportación estatal de capital se en-


cuentra también una particularidad más de la actual exportación de capitales:
el gran desarrollo de esta exportación con fines político-militares. Cuando la ex-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 737

portación de capitales se realiza con recursos fiscales, a veces los afanes de obtener
ganancias e intereses se posponen ante las consideraciones políticas. Por ejemplo, el
gobierno de EE. UU. otorga fuertes préstamos a sus aliados de los agresivos bloques
político-militares –NATO, CEATO y CENTO– para obligarlos a enrolarse en la
carrera armamentista y conceder a EE. UU. bases militares, etc. El Gobierno de
EE. UU. otorgó, por ejemplo, grandes préstamos a los regímenes reaccionarios de
Corea del Sur, Vietnam del Sur, Taiwán y otros. En todos estos casos las considera-
ciones político-militares cumplen un rol hegemónico en la exportación de capitales.

Otro rasgo característico de la actual exportación de capitales, es su cre-


ciente monopolización. En los niveles inferiores de desarrollo del imperialismo, los
capitales exportados se concentraban en un numeroso grupo de rentistas, quienes
compraban en la bolsa de valores las acciones y las obligaciones de las empresas
extranjeras, y también las obligaciones por los préstamos externos. En las actuales
condiciones del capitalismo la mayor parte de inversiones de capital en el extranjero
se concentra en algunos grupos monopólicos. Así, en EE. UU. más de 50% de la
suma total de inversiones privadas en el extranjero pertenece a una cúpula de 25
corporaciones monopolistas y 200 poderosas corporaciones obtienen más del 90%
de las ganancias de esas inversiones. De este modo, la consolidación del poder de los
monopolios se manifiesta también en el campo de la exportación de capitales.

Sin embargo, hoy, a diferencia de décadas anteriores, ya no son solo


EE. UU. y Gran Bretaña los principales exportadores de capitales sino que se pro-
yectan en un futuro cercano como principales exportadores de capital los bancos
de China y Brasil, que empiezan a desplazar a los EE. UU. e Inglaterra; sobre
el particular, Entitats Financeres se ha encargado recientemente de señalar que
aparecen portentosamente los bancos brasileños en los lugares 5, 7 y 9 de los
primeros diez sitiales que venían ocupando durante la década pasada, la banca
estadounidense e inglesa 7.

Para la cotización de las acciones de las empresas en la bolsa (capitalización


de mercado), Patrick Jenkins, del The Financial Times (TFT), sustenta su ranking
en el precio de las acciones como múltiplo de su valor en libros; una pirueta contable
muy criticable que estimula la especulación. Pero, por otra parte, una apreciación
más conservadora que prefiere la capitalización de mercado, que pone de relieve los
cinco primeros bancos mundiales: en los primeros cuatro lugares, los bancos chinos;
y, en el quinto sitio, un banco brasileño: 1.o China Merchants Bank (precio/valor
en libros: 4.3); 2.o China Citic (3.4); 3.o ICBC (3.1); 4.o China Construction Bank
(3.1); y 5.o Itaú Unibanco, de Brasil (3.1). The Financial Times (TFT, 10/01/2010),

7 Sagastizábal, Raúl de. “Crisis financiera global y guerra monetaria”. In Depth News Analisis That Matters. Montevi-
deo, 2009.
738 Francisco Chaparro Zapana

portavoz del neoliberalismo global, advirtió sobre la gravedad del declive financiero
anglosajón, y la irrupción y posicionamiento de dos integrantes del BRIC (Brasil,
Rusia, India y China) en el otrora inexpugnable mundo financiero de la dupla an-
glosajona, en particular, y del G-7, en general, lo cual (en)marca el barómetro del
retroceso y rezago de EE. UU. que apunta el declive de esta potencia imperialista.

La banca brasileña se ha ubicado con tres bancos entre los primeros diez luga-
res: detrás de China, que detenta cinco sitios, pero antes de la anglósfera (inventora
del jueguito financiero con el aventurero megaespeculador escocés del siglo XVII:
John Law) que ostenta dos lugares rezagados cuando no aparece ningún banco esta-
dounidense ni británico. Están considerados en el resto de los diez primeros lugares:
6.o Bank of Communications, de China (3.1); 7.o Bradesco, de Brasil (2.7); 8.o Com-
monwealth Bank of Australia (2.7); 9.o Banco do Brasil (2.5), y 10.o Royal Bank of
Canada (2.5). Que los principales bancos chinos hayan duplicado su valor en 2009
refleja la creciente confianza en los mercados emergentes, en particular de China y
Brasil.

Contrario al avance de los capitales exportadores de los países del BRIC, no


obstante que los bancos de inversiones occidentales (sic) prosperaron durante 2009,
quedaron muy atrás: Goldman Sachs (con todo y las ayudas celestiales, se encuentra
en un mediocre lugar 22.o), y JP Morgan-Chase (que se encuentra en el 31.o). Aunque
no andan tan mal cuando ambos supuran activos tóxicos por sus heridas contables
ocultadas en el esotérico nivel 3, que solamente conocen los banqueros. ¡Y eso que
nos encontramos a inicios del siglo XXI, cuando la nigromancia medieval se trasladó
a las finanzas modernas de Wall Street y la City!

4. LA MIGRACIÓN INTERNACIONAL DE LA FUERZA DE TRABAJO

4.1. Las escalas y direcciones de la migración de la fuerza de trabajo


En el sistema económico mundial capitalista la migración internacional de la
fuerza de trabajo, representa en sí un traslado espontáneo de la fuerza de trabajo de
unos países capitalistas a otros. La migración de la fuerza de trabajo comprende: a)
la emigración, o sea la salida al extranjero de una parte de la mano de obra; y b) la
inmigración, o ingreso de mano de obra del extranjero.

La inmigración a los EE. UU., durante los años 1820-1890 fue de 15,4 millo-
nes de personas y en los años 1891-1965 de 28,1 millones. De esta forma, las escalas
de inmigración a los EE. UU. fue enorme, incluso aún en las épocas del capitalismo
premonopolista. Una gran avalancha de inmigrantes se desplazó también hacia Ca-
nadá: la inmigración a este país fue en los años 1851-1901 de casi 2 millones y en
los años 1901-1960 de de 6,7 millones de personas.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 739

Al contrario, aún en el siglo XIX Inglaterra se caracterizó por una emigración


significativa de trabajadores. Así, de 1847 a 1889 la cantidad total de emigrantes de
Inglaterra e Irlanda fue igual a 5,4 millones de personas. En la época del imperialis-
mo la emigración de la fuerza de trabajo de Inglaterra hacia los países de otros con-
tinentes se mantuvo, alcanzando grandes dimensiones después de la Segunda Guerra
Mundial: así, solo en los años 1946-1957 esta emigración fue de 1,8 millones, y tan
solo durante 1964 fue de 275 000 personas.

Entre otros países de Europa Occidental, Italia se caracterizó por una migra-
ción de cantidades significativas, de donde emigraron durante los años 1951-1957 en
promedio más de 300 000 personas por año.

En la época del imperialismo, también los países en vías de desarrollo econó-


mico se convierten en fuente de emigración internacional de la fuerza de trabajo, en
particular las colonias y los países dependientes que participan en calidad de provee-
dores de mano de obra barata para los países capitalistas desarrollados. Así, hacia los
EE. UU. inmigraron una gran cantidad de obreros de la entonces semicolonial China,
de México, Puerto Rico y otros países. A Inglaterra inmigró una gran cantidad de
obreros de los países de la Comunidad Británica: siendo esta, por ejemplo, durante
los años 1946-1957 de 0,8 millones de personas.

En los últimos tiempos, varios países de la Comunidad Europea se convirtie-


ron en importantes focos de la inmigración de la fuerza de trabajo, principalmente
la RFA y Francia. El número total de obreros inmigrantes a los países del Mercado
Común alcanzó en el año 1965 aproximadamente los 2,6 millones de personas.

4.2. Las causas económicas de la migración internacional de la fuerza de


trabajo
La emigración es producto de numerosas causas, ya sean económicas, políti-
cas, nacionales o religiosas; pero aquí nos toca analizar en especial las causas econó-
micas. La principal causa económica es el desempleo. Frecuentemente emigran las
personas de un país porque no pueden encontrar trabajo en él. Por eso la migración
internacional de la fuerza de trabajo está ligada estrechamente con la acción de la
ley capitalista de la población.

Las fuentes de la emigración son todas las formas de la superpoblación relati-


va: la superpoblación corriente, encubierta y flotante (ver: capítulo VII, sección 2).
Cuando emigran de un país los obreros industriales, que perdieron temporalmente
su trabajo en su patria, esto constituye una migración de la superpoblación flotante.
Cuando emigran los campesinos semiempobrecidos, entonces esta es una migra-
ción de la superpoblación latente. La migración de la superpoblación estancada es
característica especial del capitalismo contemporáneo, a la cual le es inherente un
masificado desempleo crónico.
740 Francisco Chaparro Zapana

Pero el desempleo no es la única causa económica de la emigración. Porque


emigra también una parte de la población que posee empleo en su país. En tal caso la
principal causa económica de la migración internacional de la fuerza de trabajo, es la
diferencia de niveles salariales. Así, en la época actual del imperialismo el nivel de
pobreza del salario en los países neocoloniales y dependientes, es la causa para que
una parte de sus trabajadores emigre hacia los países capitalistas de mayor desarro-
llo, donde el nivel salarial es más alto.

Las dos causas señaladas sobre la migración internacional de la fuerza de


trabajo pueden fusionarse resumidamente: tanto cuando la emigración es ocasionada
por el desempleo como por el nivel de precariedad del salario, es la pobreza la causa
suprema de la migración. “No cabe duda, –afirmaba V. I. Lenin– que solo la pobreza
extrema obliga a los hombres a abandonar su patria…”8.

4.3. La relación entre la exportación del capital y la migración de la fuerza de


trabajo
La correlación entre la exportación de capital y la migración de la fuerza de
trabajo en las diversas fases de desarrollo del capitalismo no es igual. En las épocas
del capitalismo premonopolista la migración internacional de la fuerza de trabajo
transcurría en la misma dirección que el movimiento internacional de capitales: In-
glaterra, país exportador de capital, era al mismo tiempo el lugar de donde se llevaba
a cabo la emigración; de otro lado, los países de ultramar, importadores de capitales
europeos (EE. UU., Canadá, Australia y otros) eran al mismo tiempo países hacia
donde inmigraban los obreros.

Con el desarrollo posterior del capitalismo, la correlación entre la exportación


de capital y la migración internacional de la fuerza de trabajo se lleva a cabo en
gran medida un cambio: en la época del imperialismo la inmigración con frecuencia
acompaña a la exportación, y no a la importación de capital. Esto se advierte clara-
mente en el ejemplo de EE. UU., cuyo país en la etapa del capitalismo contempo-
ráneo es el más grande exportador de capital y, al mismo tiempo, “importador de
fuerza de trabajo”. En las condiciones del capitalismo monopolista las potencias
imperialistas, exportadoras de capital, importan mano de obra barata de los países
dependientes que se encuentran en vías de desarrollo económico; por el contrario,
estos países importan capital y exportan fuerza de trabajo.

La relación inversa entre la exportación de capital y la migración de la fuerza


de trabajo de ningún modo es un fenómeno casual. La exportación de capital de las
potencias imperialistas hacia los países coloniales y dependientes logró al mismo

8 Lenin, V. I. “El capitalismo y migración de los obreros”. Obras completas. T. 24, p. 89, traducido del ruso por
F. Ch. Z.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 741

tiempo implantar ahí la producción capitalista a costa de arruinar económicamente


a una gran masa de artesanos y campesinos; por ello, a muchas de estas personas
empobrecidas no les quedaba otra alternativa, que emigrar.

4.4. La trascendencia económica y social de la migración internacional de la


fuerza de trabajo
El movimiento internacional de la fuerza de trabajo cumple una función
ambigua en el proceso de la reproducción capitalista. De una parte, la inmigración
complementa el ejército de la mano de obra activa en correspondencia con las ne-
cesidades de la reproducción capitalista ampliada en aquellos países donde se lleva
cabo la inmigración. De otra parte, la inmigración complementa en los países capi-
talistas desarrollados el ejército industrial de reserva, apoyándolo en el nivel nece-
sario al capital. Lo primero tiene lugar en la medida que los inmigrantes encuentran
aplicación de su fuerza de trabajo en la industria y en otras ramas de la economía; y
lo segundo sucede cuando los inmigrantes no encuentran trabajo y terminan en las
filas del ejército de desocupados.

En las condiciones del capitalismo monopolista la migración internacional


de la fuerza de trabajo sirve como uno de los medios que permite garantizar la
ganancia de monopolio. El problema radica en que la inmigración abastece a los
monopolios en los países imperialistas no solo de fuerza de trabajo, sino de fuerza
de trabajo barata. Según V. I. Lenin: “Los capitalistas explotan de la forma más des-
piadada a los obreros inmigrantes”9. Por ejemplo, es conocido que en los EE. UU.,
además de la brutal discriminación que sufren los trabajadores negros, se practica
una discriminación similar en las relaciones laborales con los obreros inmigrantes,
ya sean mexicanos, portorriqueños, peruanos o de otras nacionalidades, quienes re-
ciben salarios más bajos y son explotados por el capital monopolista estadounidense,
generando con ello enormes ganancias de monopolio.

La migración hacia los países capitalistas desarrollados influye negativamente


sobre el nivel del salario, ya que los inmigrantes compiten con los obreros locales,
disminuyéndoles su salario.

Los monopolios capitalistas se aprovechan de la migración internacional de la


fuerza de trabajo para promover también la división de la clase obrera, contraponien-
do a los obreros locales, que ganan un salario más alto, con los inmigrantes, a quie-
nes obligan a trabajar por salarios de hambre y refugiarse en tugurios. Sin embargo,
en contra de los deseos de los monopolistas, los inmigrantes también son atraídos
por el movimiento obrero, y la migración internacional de la fuerza de trabajo, al fin
de cuentas, contribuye a la unificación internacional del proletariado y el desarrollo
de la clase obrera.

9 La así llamada balanza de cuenta corriente no incluye en sí la exportación ni la importación de capital.


742 Francisco Chaparro Zapana

5. LA BALANZA DE PAGOS Y EL TIPO DE CAMBIO

5.1. La balanza de pagos y su estructura


La balanza de pagos (BP) es una gran cuenta que incluye en sí la suma de
todos los pagos monetarios realizados por un país dado con otros países por un de-
terminado período y las sumas de todos los ingresos monetarios recibidos por este
por el mismo período de otros países. La BP se compone en la actualidad de cinco
balanzas parciales la balanza comercial, la balanza en cuenta corriente, la balanza
de servicios, la balanza de capitales de corto plazo y la balanza de capitales de largo
plazo.

La BP incluye las transacciones de los siguientes elementos: 1. La exportación


e importación de mercancías, por los cuales en un período dado se han efectuado
pagos; 2. Los pagos e ingresos por servicios (de transporte, correos, telégrafos,
etc.); 3. Los pagos e ingresos no comerciales (ganancias y gastos relacionados con el
turismo extranjero (egresivo y receptivo), y también con la mantención de las emba-
jadas, consulados y delegaciones, remisión de dinero por los emigrantes a su patria,
etc.); 4. Ingresos y pagos por anteriores inversiones extranjeras, es decir, las remesas
obtenidas por intereses y dividendos provenientes de las inversiones de capital en el
extranjero y el pago de intereses y dividendos por los capitales extranjeros invertidos
en un país dado; 5. Ingresos y pagos por las operaciones de créditos, y por las nuevas
inversiones extranjeras, es decir, la obtención de créditos del extranjero y la impor-
tación de capitales monetarios, y también el otorgamiento de créditos a otros países
y la exportación del capital dinero.

La BP es mucho más amplia que la balanza comercial, que incluye solamente


la exportación e importación de mercancías. La balanza comercial es solo una parte
integrante de la balanza de pagos (ver: capítulo XIII, sección 5.4). Por eso, un país
puede tener una balanza comercial pasiva, o como también una balaza comercial
activa, cuando las importaciones superan a las exportaciones, y al mismo tiempo una
balanza de pagos activa, es decir que los ingresos de divisas del extranjero superan
a los pagos a otros países. Así resulta la situación cuando la importación sobrepasa
a las exportaciones más que la compensación con los ingresos sobre los gastos por
otros rubros de la balanza de pagos. De otra parte, es posible una balanza comercial
activa en una balanza de pagos pasiva, ya que esto tiene lugar en los años sesenta del
siglo XX en los EE. UU.

El pago de los saldos de las balanzas de pago se lleva a cabo frecuentemente


mediante la exportación del dinero internacional, el oro. Un saldo pasivo de la ba-
lanza de pagos genera un reflujo del oro en el extranjero, una balanza de pagos activa
trae consigo una afluencia de oro del extranjero.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 743

Pero no siempre se pagan los saldos de las balanzas de pago mediante la ex-
portación de oro. Durante las crisis económicas mundiales esto se produce en forma
de liquidación de una parte de la deuda internacional mediante las quiebras de las
empresas prestamistas y de los estados deudores. Esto tuvo lugar, por ejemplo, du-
rante la crisis económica mundial de los años 1929-1933.

En la BP se expresa una diversidad de relaciones económicas internacionales.


En primer lugar, en ella se registran los resultados de la balanza comercial de cada
país, por cuanto la ganancia de dinero por la exportación de mercancías ingresa al
activo de la balanza de pagos, y los pagos en dinero por la exportación de mercan-
cías ingresan a su pasivo. En segundo lugar, en la balanza de pagos se registran las
relaciones vinculadas con la exportación del capital: la propia exportación del capi-
tal, por cuanto transcurre bajo la forma de dinero, ingresa al pasivo de la balanza de
pagos, pero los intereses y dividendos, obtenidos por las inversiones en el extranjero,
ingresan al activo de la balanza de pagos de los países exportadores de capitales. En
tercer lugar, la migración internacional de la fuerza de trabajo también se refleja en
las balanzas de pagos: los emigrantes, con frecuencia remiten dinero a sus parientes
a los países de donde emigraron, y estas remisiones ingresan al pasivo de la balanza
de pagos de los países de la inmigración y al activo de la balanza de pagos de los
países de los que emigraron.

5.2. La balanza de servicios y la balanza en cuenta corriente


La balanza de servicios (BS), es la cuenta de las transacciones del país en los
rubros de amortización de préstamos, remesa de inversiones, pagos de royalties por
concesiones de tecnología, amortización de inversiones y turismo egresivo y recep-
tivo. En los países con grandes sedes diplomáticas (Suiza, Nueva York, Londres,
Santiago de Chile) los sueldos de altos funcionarios constituyen un ingreso adicional
de divisas sin contrapartida similar de salidas. La BS contabiliza también los pagos
y cobros de fletes, seguros, reaseguros y los gastos de las misiones diplomáticas del
Perú, así como las misiones oficiales del Gobierno, que no pueden tener contrapar-
tida y son gasto neto10.

En los países en vías de desarrollo la BS es la principal fuente del déficit.


Debido a que las remesas de utilidades y los pagos (amortizaciones de inversión
extranjera) no tienen una contrapartida de ingreso equilibrador, la BS absorbe los
saldos de la balanza comercial con creces y obliga a la descapitalización de reservas
y/o la transferencia de parte del ingreso nacional o en su defecto la BS determina la
necesidad de endeudamiento productivo externo, es decir a endeudamiento, no para
proyectos sino para cancelar deudas de corto plazo.

10 Abadie Linares, Jorge. Balanza de pagos, sistemas cambiarios y el FMI. Lima, 1883, pp. 13-14.
744 Francisco Chaparro Zapana

La BS de los países desarrollados es muy diferente. Aun cuando estos países


puedan tener déficit en la balanza comercial, la BS es positiva. Las inversiones de
EE. UU., Inglaterra, Alemania y Francia proporcionan ingresos anuales que les per-
mitan adicionar nuevos fondos a su ingreso nacional. La BS de los países desarrollos
entre sí observa la tendencia al equilibrio, pues estos países poseen inversiones entre
sí, e incluso multiplicidad de inversiones conjuntas en variados territorios de terceros
países. El significado de la BS es muy grande para los países en vías de desarrollo.
El manejo (gestión) de la BS es de crucial importancia en tanto que a través de ella
fuga la formación de capital y se consume el ligero saldo que pueda formarse en la
balanza comercial. La BS debe ser el foco de atención para una adecuada gestión
de la balanza de pagos en su conjunto. Mientras la BC es la balanza principal para
la formación de excedentes, la BS es la balanza principal de la salida de fondos. En
tan solo un año descontrolado de salidas de fondos, se puede perder una década de
saldos positivos de la balanza comercial.

La balanza en cuenta corriente (BCC), es una cuenta de saldos entre “sal-


dos”. La BCC se forma por la diferencia algebraica entre balanza comercial y la
balanza de servicios. El monto positivo indica una abstracción neta de fondos del
exterior y debe adicionarse al país, es decir al ingreso nacional. La BCC indica el
beneficio neto del país al participar en el comercio exterior. Si la BCC es negativa,
el moto indica la cuantía de créditos externos requeridos por el país, si no se desea
erosionar divisas ni vender oro de las reservas11. La BCC positiva para los países
en vías de desarrollo significa la posibilidad de tres medidas clave: 1. Incrementar
reservas; 2. Efectuar importaciones de inversión y/o iniciar proyectos de desarrollo;
3. Invertir en valores en el exterior y/o cancelar deudas atrasadas o vencidas. Para
los países desarrollados un saldo positivo en la BCC significa: 1. Exportación de
capital; 2. Inversiones de materias primas a largo plazo; 3. Política de préstamos que
promocionen sus exportaciones (préstamos atados).

5.3. La balanza de capitales


La balanza de capitales (BK) indica las propiedades de los extranjeros sobre
los activos nacionales. La BK puede ser dividida en BK de corto plazo y BK de lar-
go plazo o inversiones extranjeras. La balanza de pagos de corto plazo es el monto
de fondos externos que la economía nacional ha captado para financiar los déficits
temporales de la balanza comercial. Por ello, la BK de corto plazo no contribuye a la
formación de capital ni al financiamiento de grandes proyectos de desarrollo. Retrata
mas bien de créditos bancarios, mas no de financiamiento del desarrollo. La BK de
corto plazo indica también el ingreso de divisas que pueden potenciar el mercado
cambiario local. La BK de corto plazo indica el capital para cancelaciones de fletes,

11 Jonson, H. “Hacia una teoría general de la balanza de pagos”. En: Comercio Internacional y crecimiento. Ed. Amo-
rrortu. Buenos Aires, 1971, pp. 167-184.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 745

seguros y financiamiento de importaciones (bancarios) dentro del plazo de un año.


Los bancos extranjeros pueden prestar así mismo a las empresas establecidas en el
país, fondos para capital de trabajo, pero en un plazo no mayor a un año.

Pero la balanza de pagos de largo plazo afecta a variables macro de mayor


envergadura: proyectos nacionales de irrigación; construcción de carreteras; explo-
taciones mineras, petróleo y gas; financiamiento del gobierno para importaciones de
emergencia y créditos de endeudamiento para importaciones, por ejemplo, de armas
y alimentos.

La BK a largo plazo muestra el monto de inversiones extranjeras y préstamos


a largo plazo, provenientes de diversas fuentes: gobiernos, proveedores, organismos
multilaterales, bancos consorciados, agencias oficiales de Estados extranjeros, etc.
La BK a largo plazo señala la presión potencial sobre la balanza de servicios que
tendrán a largo plazo las amortizaciones de inversión y las remesas de utilidades.
En el corto plazo la BK de largo plazo, señala el flujo de divisas de los extranjeros
que ingresarán al Banco Central de Reserva, permitiendo financiar deudas de corto
plazo, disminuyendo así la presión de deuda externa nueva.

En resumen, el país recibe divisas extranjeras por seis rubros de la balanza de


pagos: 1. Exportación de mercancías, 2. Exportación de servicios, 3. Crédito de corto
plazo, 4. Inversiones extranjeras, 5. Donaciones y 6. turismo receptivo.

5.4. Las particularidades de la balanza de pagos en la época del imperia-


lismo
Para el capitalismo premonopolista la forma típica de las relaciones económi-
cas internacionales fue la exportación de mercancías; por eso el principal rol en la
balanza de pagos le correspondía a la balanza comercial. En la época del capitalismo
monopolista, debido al enorme desarrollo de la exportación del capital, en la balanza
de pagos de los países imperialistas empiezan a jugar un enorme y decisivo rol las
ganancias de las inversiones de capital en el extranjero. Por ejemplo, en 1957 el
saldo activo de la balanza de cuenta corriente12 de Inglaterra era de 333 millones de
libras esterlinas, de los cuales 110 millones conformaban la ganancia neta por la ex-
portación del capital y 110 millones era la ganancia neta por el transporte marítimo;
pero según la balanza comercial, al contrario, los gastos superaban las ganancias en
56 millones de libras esterlinas. Según las cuentas oficiales, durante los años 1960-
1965 el saldo activo total de la balanza comercial de los EE. UU. fue de 37 500
millones de dólares, y el saldo de las ganancias por las inversiones en el exterior era
de 20 600 millones de dólares. Sin embargo, se debe tener en cuenta que los datos
oficiales disminuyen las ganancias por los capitales exportados al exterior.

12 Se entiende como centralizadas a las reservas de oro acumuladas por los bancos centrales, por los gobiernos, de
los órganos financieros estatales y de los organismos internacionales.
746 Francisco Chaparro Zapana

En la época del imperialismo se produce una diferenciación de las balanzas


de pago, determinada por la diferente situación de los países en el sistema capita-
lista de la economía mundial. En un polo se encuentran las potencias imperialistas
exportadoras de capital, en cuyas balanzas de pagos las enormes ganancias se refle-
jan como un flujo de ganancias e intereses por las inversiones en el extranjero. En
otro polo, los países económicamente subdesarrollados (incluidas las neocolonias),
que son importadores de capitales y están obligados a pagar enormes partidas a los
países imperialistas bajo la forma de ganancias e intereses por las inversiones en el
extranjero. Lo que sirve como principal rubro de la ganancia en las balanzas de pa-
gos del primer grupo de países, es el mayor rubro de gastos en las balanzas de pagos
del segundo grupo de países.

¿A cuenta de qué los países económicamente subdesarrollados pueden efec-


tuar pagos por las inversiones de capital extranjero? Una de las fuentes de ob-
tención de divisas extranjeras necesarias para estos pagos puede ser una balanza
de pagos activa. Por ejemplo, en los años treinta del siglo XX la India, cuando era
un país colonial, tenía un saldo activo de la balanza de pagos, lo que le posibilitaba
cancelar a Inglaterra los intereses por los préstamos y los dividendos por los capi-
tales ingleses invertidos en la India. En este caso el carácter activo de la balanza de
pagos no significaba una situación favorable para la India en la economía mundial
capitalista, pero expresaba la explotación que sufría de parte de Inglaterra: a la India
le correspondía exportar más mercancías que lo que ella importaba, para pagar los
intereses y los dividendos por los capitales ingleses. Al contrario, Inglaterra podía
permitirse tener una balanza de pagos pasiva, ya que la elevación de la importación
de mercancías sobre la exportación se cubría con las ganancias de las inversiones en
el extranjero.

Pero los países en vías de desarrollo económico no siempre pueden cubrir los
pagos por las inversiones de capital extranjero a cuenta de las ganancias del comer-
cio externo. Si el saldo activo de las balanzas de pago de los países subdesarrollados
es insuficiente o si en general no existe, entonces la balanza de pagos de estos países
termina siendo pasivo y están obligados a exportar oro o tener que recurrir a la ob-
tención de nuevos préstamos.

La importación del capital por los países económicamente subdesarrollados al


fin de cuentas repercute negativamente en sus balanzas de pago. Los enormes pagos
anuales a los inversionistas y acreedores extranjeros son un factor importantí-
simo del carácter pasivo de las balanzas de pagos de los países económicamente
subdesarrollados. Otro factor que actúa en la misma dirección, es el intercambio
desigual. Las compras de productos agrícolas y minerales que hacen los capitalistas
de las potencias imperialistas a los países subdesarrollados a precios bajos de mo-
nopolio, vendiéndoles productos industriales manufacturados en los mercados de
los países del primer grupo a precios altos de monopolio disminuyen la ganancia de
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 747

estos países e inflan sus pagos por la importación de mercancías. Esto deteriora su
balanza comercial, así como también su balanza de pagos.

5.5. Situación de las balanzas de pagos de las potencias imperialistas des-


pués de la Segunda Guerra Mundial
El capitalismo contemporáneo se caracteriza por el desequilibrio económico
no solo de las balanzas de pagos de los países subdesarrollados, sino también de una
serie de países capitalistas desarrollados.

Después de la Segunda Guerra Mundial, aproximadamente, después de una


década, tuvo lugar una crisis de las balanzas de pago de los países de Europa Occi-
dental y un gran saldo activo de la balanza de pagos de los EE. UU. Los países de
Europa Occidental, cuyas economías habían sido derruidas por la guerra se vieron
obligados a importar productos estadounidenses en grandes cantidades, por no tener
la posibilidad de equilibrar esta importación con la exportación. A la vez que fueron
privados de una parte considerable de sus inversiones extranjeras anteriores a la gue-
rra, y por consiguiente, de sus ganancias. A consecuencia del pasivo de las balanzas
de pagos de Europa Occidental y de otros países y el activo de la balanza de pagos
de los EE. UU. se produjo la redistribución de las reservas mundiales de oro a favor
de los EE. UU. Entre los años 1937 y 1949 las reservas de oro centralizadas13 por los
EE. UU. se incrementaron de 12 800 millones de dólares hasta los 24 600 millones,
mientras que las reservas de oro de Inglaterra disminuyeron de 4100 millones a 1400
millones de dólares, y las reservas de oro de los países de Europa Central se reduje-
ron de 6600 millones a 3700 millones de dólares (en 1948).

Al agotar sus reservas de oro, los países de Europa Occidental cayeron en una
gran dependencia de EE. UU., recurriendo a la obtención de préstamos externos y
por recibir la “ayuda” estadounidense según el Plan Marshall. La “ayuda” del Plan
Marshall, consistente en 12 000 millones de dólares, era en parte bajo la forma de
préstamos y en parte en forma de “donaciones” o subsidios sin devolución. Sin em-
bargo en los hechos estos recursos no eran una ayuda desinteresada de los EE. UU.
hacia los países de Europa Occidental. El problema era que a cuenta de esta “ayuda”
los países europeos debían importar productos estadounidenses. El tesoro público de
los EE. UU. pagaba, con recursos del presupuesto estatal con precios elevados por
las mercancías proveídas, que eran producidas por las compañías estadounidenses
para los países de Europa Occidental. Por consiguiente, los monopolios estadouni-
denses de ningún modo entregaban sus mercancías como donaciones sino que se
enriquecían obteniendo grandes ganancias por este abastecimiento. Además, el go-
bierno de los EE. UU. colocaba su “ayuda” bajo condiciones políticas, ahorrando

13 El grano es el peso equivalente a la vigésima cuarta parte de un escrúpulo, o equivalente a unos 5 centigramos de
oro puro; un dólar igual a 23,22 granos.
748 Francisco Chaparro Zapana

en las operaciones comerciales con estos países, y obligándolos a participar de la


política militar del bloque de la NATO (Tratado del Atlántico Norte).

Después que la industria de los países europeos fuera restablecida y su pro-


ducción sobrepasó el nivel anterior a la guerra, estos países empezaron a aumentar
con mayor intensidad la exportación de sus mercancías, compitiendo con los
EE. UU. en el mercado mundial. Al mismo tiempo los países europeos restablecieron
la exportación de capital, en relación con ello se incrementaron sus ganancias por
sus inversiones en el extranjero. En consecuencia, en una serie de países de Europa
Occidental las balanzas de pagos resultaron activas, lo que trajo un aumento de sus
reservas de oro. De 1949 a 1964 las reservas de oro de los países continentales de
Europa Occidental se incrementaron desde 3700 millones hasta 18 300 millones de
dólares.

Por el contrario, la situación de la balanza de pagos de los EE. UU. se deterio-


ró bruscamente. La principal causa de ello fueron los enormes gastos militares de los
EE. UU. en el extranjero, para sostener las bases militares y las fuerzas armadas en
el extranjero y en el otorgamiento de la ayuda militar a los regímenes reaccionarios
de otros países. Desde 1960 a 1965 los gastos militares de los EE. UU. en el exterior
fueron la enorme suma de 17 700 millones de dólares. En este mismo período el sal-
do pasivo de la balanza de pagos de los EE. UU. fue de 15 200 millones de dólares.
La comparación de estas cifras muestran que si no se hubiesen efectuado los gastos
militares en el extranjero, entonces la balanza de pagos de EE. UU. no habría sido
pasivo.

El pasivo de la balanza de pagos provocó la fuga del oro de los EE. UU. Des-
de 1950 hasta mayo de 1967 la reserva de oro de los EE. UU. disminuyó de 22 800
millones de dólares hasta 13 200 millones, es decir en un 42%. Esto corroyó fuer-
temente las posiciones financieras internacionales de los EE. UU. y puso en grave
situación al dólar.

5.6. Los tipos de cambio de las divisas


Para saldar las cuentas internacionales se necesita cambiar la moneda de un
país por las divisas de otros países. Este cambio se efectúa según el tipo o paridad
de cambio. El tipo de cambio es el “precio” de cada unidad monetaria de otro país
expresada en las unidades monetarias de los otros países. ¿Cómo se determina el
tipo de cambio?

Si en dos países hay la divisa oro, entonces el tipo de cambio de las monedas
depende del contenido de oro de las unidades monetarias de ambos países. La corre-
lación de las cantidades pesadas del metal contenido en las unidades monetarias
de los países se llama paridad monetaria. Por ejemplo, antes de los años treinta la
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 749

paridad monetaria de la libra esterlina se cotizaba en 4,8665 dólares, ya que una libra
esterlina contenía 113 granos14 de oro puro; y un dólar, 23,22 granos.

De este modo, con la presencia en distintos países de la divisa oro (o plata) el


tipo de cambio en promedio se equipara con la paridad monetaria.

Sin embargo, en cada momento dado el tipo de cambio puede no coincidir con
esta paridad. Las diferencias del tipo de cambio de la paridad monetaria las determi-
na la situación de la balanza de pagos del país. Si la balanza de pagos es pasiva, en-
tonces en el país dado se manifiesta una gran demanda de la divisa extranjera, a con-
secuencia de ello el tipo de cambio del último supera la paridad monetaria, y el tipo
de cambio de su moneda caerá por debajo de la paridad monetaria. Por el contrario,
si la balanza de pagos es activa entonces en el extranjero aparece una gran demanda
de la divisa del país dado, y su tipo de cambio superará la paridad monetaria.

Las desviaciones del tipo de cambio de la paridad monetaria no pueden ser


significativos, ya que con una libre exportación de oro los capitalistas no comprarán
la divisa extranjera según el tipo de cambio, el cual ha sido elevado por muy encima
de la paridad moneteria, pero preferirán remitir oro al extranjero. Por eso, en presen-
cia de la divisa oro el tipo de cambio puede desviarse de la paridad monetaria solo en
los límites de los así llamados puntos de oro, bajo los cuales se comprende la paridad
más o menos los gastos por el envío del oro de un país a otro (estos gastos a menudo
superan el 1% de la paridad monetaria).

El tipo de cambio se configura de otra manera con la circulación del papel


moneda. El curso del papel moneda depende de la cantidad de oro que representa
efectivamente en un período dado, y por consiguiente, del grado de la devaluación
del papel moneda. La devaluación del papel moneda de un país dado en relación
al oro trae consigo la caída del tipo de cambio. Además, en la circulación del papel
moneda la caída del tipo de cambio puede ser provocada (como en la de la moneda
oro) por el deterioro de la balanza de pagos del país. Así, el pasivo de la balanza de
pagos de Inglaterra provocó la devaluación de la libra esterlina en noviembre 1967.
En la actualidad el pasivo de la balanza de pagos de EE. UU. deteriora seriamente la
estabilidad del dólar.

Desde 1934 hasta comienzos de la década del setenta del siglo XX, en EE. UU.
el dólar se cotizaba oficialmente en 1/35 onzas de oro, y los órganos financieros
de los EE. UU. compran el oro extranjero por el precio: 1 onza = 35 dólares. En

14 Lenin, V. I. El Imperialismo, fase superior del capitalismo. Moscú. Ed. Progreso, pp. 65-66.
750 Francisco Chaparro Zapana

realidad, sin embargo, este precio es rebajado si se considera la gran caída de la ca-
pacidad adquisitiva del dólar en todo este tiempo. EE. UU. sacó mucho provecho de
la compra de oro extranjero a bajo precio. Pero la crisis actual de la balanza de
pagos de EE. UU. tiende a devaluar el dólar, es decir a una disminución oficial
de su contenido de oro.

5.7. El dumping monetario


Durante la inflación el tipo de cambio puede caer con más fuerza que la capa-
cidad adquisitiva del papel moneda en el mercado interno. Esta fisura entre el tipo
de cambio y la capacidad adquisitiva interna sirve a los intereses de los capitalistas
exportadores. Con frecuencia los gobiernos aplican la política del dumping mone-
tario, orientada hacia la devaluación de sus monedas para dar a sus capitalistas la
posibilidad de exportar sus mercancías a precios más bajos que los del mercado
internacional y capturar los mercados externos.

Cuanto más cae el tipo de cambio, tanta mayor cantidad de moneda nacional
pueden obtener los exportadores a cambio de la divisa extrajera por la que venden
sus mercancías en el mercado externo. Y si el incremento de los precios de las mer-
cancías en el país se retraza en relación a la elevación del tipo de cambio de la mo-
neda extranjera (y, consiguientemente, de la caída del tipo de cambio de la moneda
nacional), entonces los gastos de los exportadores al comprar las mercancías en el
mercado interno para la exportación se elevarán en menor medida que su ganancia
por la venta de sus mercancías en el extranjero, y ellos recibirán una significativa
superganancia por la exportación, incluso si ellos tienen que vender sus mercancías
en los mercados externos con precios menores que los del nivel internacional. De
esta forma, a los exportadores les interesa la caída del tipo de cambio de su moneda
en comparación con la divisa extranjera, ya que esto les permite aplicar el dumping
monetario y captar los mercados externos. En especial, esto explica el hecho que du-
rante la crisis económica mundial de los años 1929-1933 muchos países capitalistas
competían entre sí en el proceso de la devaluación de sus monedas.

La esencia clasista del dumping monetario radica en que los capitalistas de


un país dado, reforzando la explotación de sus trabajadores mediante la inflación,
reducen sus costos de producción a costa de reducir el salario real y a consecuencia
de ello tienen la posibilidad de bajar los precios en los mercados externos y a su vez
obtener superganancias. La inflación y el dumping monetario introducen el caos en
el comercio internacional y corroen la capacidad competitiva de los países con mo-
nedas más estables.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 751

6. LOS MONOPOLIOS TRANSNACIONALES, EL REPARTO ECONÓMICO


DEL MUNDO Y LA LUCHA POR LOS MERCADOS

6.1. Las causas del surgimiento de los monopolios internacionales


El proceso de monopolización en la época del imperialismo traspasa las fron-
teras nacionales: además de los grupos monopólicos, cada uno de los cuales agrupa a
varios grandes capitalistas de un determinado país y opera principalmente en el mer-
cado interno, aparecen los monopolios con capacidad de unificar a los capitalistas de
varios países y actúan en el mercado mundial. El término “monopolio internacional”
se le emplea en dos acepciones: a) en el amplio sentido de la palabra, se entiende
por monopolios transnacionales los monopolios en su significado internacional,
independientemente de qué capitalistas lo integran; b) en la acepción estrecha de
la palabra, se llaman monopolios transnacionales a las asociaciones monopólicas
que unifican a capitalistas de distintos países, los cuales negocian entre sí el re-
parto del mercado mundial. Los monopolios de importancia internacional pueden
ser considerados los cárteles y sindicatos más poderosos de uno u otro país; pero con
más frecuencia actúan como tales los más poderosos trusts nacionales. Por ejemplo,
el trust estadounidense Dupont de Nemur and Company, el trust petrolero Standard
Oil Company (Nueva Jersey), el trust automovilístico General Motors Corporation,
el trust químico inglés Imperial Quimical Industries, etc., son trusts de escala mun-
dial y de importancia internacional.

Existen grandes consorcios que tienen su base principal en algún país, pero
mantienen bajo su control financiero toda una red de compañías de diversos paí-
ses. Así, por ejemplo, el consorcio inglés Unilever, entre sus principales integrantes,
cuenta con más de 800 fábricas ubicadas en muchos países capitalistas (Inglaterra,
Holanda, EE. UU., Canadá y otros). El campo de su actividad es la industria de jabo-
nes, bebidas, química, farmacéutica, etc.

Lo específico de los monopolios transnacionales en el sentido estrecho de la


palabra, de los que nos ocuparemos más adelante, consiste, en primer lugar, en que
ellos admiten en su seno a los monopolios de diversos países y, en segundo lugar,
realizan el reparto del mercado mundial capitalista entre sus integrantes. A estos
monopolios transnacionales V. I. Lenin los llamó “supermonopolios”. A su vez, él
destacó que el asunto no solo se reduce a la participación en la alianza grupal de los
capitalistas de varios países; aun antes del imperialismo ya existían las agrupaciones
transnacionales organizadas de capitalistas bajo la forma de asociaciones de accio-
nistas con la participación de capitalistas de diversos países. El nuevo fenómeno
característico del imperialismo consiste en que mediante los trusts internacionales se
contraen convenios sobre la división económica del mundo, es decir que se reparten
los mercados internacionales.
752 Francisco Chaparro Zapana

La concentración de la producción sirve de base para el surgimiento de los


monopolios a escala mundial. A medida que se desarrolla el capitalismo monopolis-
ta una gran parte de la producción mundial de diversos tipos de producción se con-
centra en manos de un puñado de monopolistas de países capitalistas más desarro-
llados. Por ejemplo, en la primera mitad de los años 60 tan solo 200 más poderosos
monopolios de los EE. UU., Inglaterra, RFA, Francia y otros, concentraban en sus
empresas una tercera parte de la producción industrial de todo el mundo capitalista.

Otro importante factor de la formación de los monopolios transnacionales


es el creciente comercio internacional. Con las enormes dimensiones de la produc-
ción y el relativamente limitado mercado interno, los monopolios de cada país se ven
obligados a incursionar inevitablemente con sus mercancías al mercado mundial. El
riesgo de sufrir grandes pérdidas por la competencia en el mercado mundial despier-
ta en los monopolistas de distintos países el afán de contraer entre sí convenios para
repartirse el mercado mundial.

También cumple un rol importante en el surgimiento de los monopolios in-


ternacionales la exportación del capital. Al invertir una parte de sus capitales en el
extranjero, los monopolios de un país dado crean sus filiales en otros países, reali-
zando su producción en el mercado mundial donde colisionan con las empresas de
otras agrupaciones monopólicas. El afán por obtener la mayor ganancia motiva a los
monopolistas de distintos países a ponerse de acuerdo para limitar la competencia y
establecer entre ellos altos precios únicos de monopolio.

V. I. Lenin señala que: “Las asociaciones monopolistas –carteles, sindicatos,


trusts– se reparten entre sí, en primer lugar, el mercado interior, apoderándose de un
modo más o menos completo de la producción del país. Pero bajo el capitalismo el
mercado interior está inevitablemente enlazado con el exterior. Hace ya mucho que
el capitalismo ha creado un mercado mundial. Y a medida que ha ido aumentando la
exportación de capitales y se han ido ensanchando en todas las formas las relaciones
con el extranjero y con las colonias y las “esferas de influencia” de las más grandes
asociaciones monopolistas, la marcha “natural” de las cosas ha llevado al acuerdo
universal entre las mismas, a la constitución de los carteles internacionales”15.

6.2. El desarrollo de los monopolios internacionales


La primera asociación monopolista transnacional fue el gran cartel ferroviario
internacional fundado en 1884, que unificó las fábricas de ferrocarriles de Inglate-
rra, Alemania y Bélgica. El convenio entre ellas consideraba su negativa a competir
en los mercados interiores de los países integrantes del cartel y la división de los
mercados externos estableciendo determinadas cuotas de la exportación (las fábri-

15 Ibídem, p. 69.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 753

cas ferroviarias inglesas obtuvieron una cuota del 66%; las alemanas, el 27% y las
belgas, el 7%). Pero el cartel resultó poco estable y después de ser abandonado por
dos firmas inglesas se desmembró en el año 1886. Sin embargo, en 1904 el cartel
ferroviario internacional fue refundado sobre la base de las fábricas de ferrocarriles
de aquellos mismos países, pero con otras cuotas de la exportación (las inglesas
recibieron 53,5%, las alemanas 28,8% y las belgas 17,7%). Posteriormente al cartel
ferroviario ingresaron también las empresas francesas, estadounidenses, austriacas
y españolas.

Tras el cartel ferroviario apareció una serie de monopolios transnacionales, en


1897 ya se contaban 40 carteles internacionales. A comienzos del siglo XX se pro-
dujo un intenso crecimiento de los monopolios transnacionales, su número alcanzó
los 100 en 1910. Entre los más poderosos monopolios transnacionales de aquella
época figuran: el cartel internacional electrotécnico, organizado en 1908, que unifi-
có al monopolio alemán AEG (Alemaine Electricitethgezelshaft) con el monopolio
estadounidense General Electric Company; el sindicato internacional del zinc, fun-
dado en el año 1909 en base a las fábricas inglesas, alemanas, francesas, belgas y
españolas; el convenio para la comercialización de barcos, firmado en 1903 entre las
compañías navieras estadounidenses, inglesas y alemanas.

Durante la Primera Guerra Mundial se desmembraron muchos monopolios


transnacionales. Pero luego de la guerra repercutió una nueva ola de convenios en-
tre los monopolistas de diversos países capitalistas. En 1931 el número de carteles
internacionales fue 320. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial se contaban ya
1200 monopolios, que controlaban más del 40% del comercio exterior del mundo
capitalista.

Entre los más grandes carteles internacionales, establecidos en el período


comprendido entre las dos guerras mundiales, destacan: el cartel ferroviario (disuel-
to en el año 1914 y restablecido en 1926), de abonos potásicos (1926), de pinturas de
anilina (1927), del petróleo (1928), de fibras sintéticas (1927), del aluminio (1931),
del estaño (1931), del cobre (fundado en 1926, disuelto en 1932 y restablecido en
1935).

Durante la Segunda Guerra Mundial una parte de los monopolios transnacio-


nales se disolvió, pero después de la guerra la mayoría de ellos renació y, además,
surgiendo muchos convenios entre los monopolistas de distintos países capitalistas.
Con mucha frecuencia tales convenios tienen un carácter secreto, y los datos sobres
ellos no trascienden a la prensa. Es por eso que en la actualidad el número total
de monopolios transnacionales no es conocido. Entre los más poderosos, surgidos
después de la guerra, figuran: el cartel internacional del petróleo, que unifica siete
compañías estadounidenses, inglesas y holandesas, las cuales concentran en sus ma-
754 Francisco Chaparro Zapana

nos en 1960 más de las 4/5 partes de todo la extracción y más de las 2/3 partes del
petróleo refinado de todos los países del mundo capitalista tras los límites
de EE. UU.; el cartel internacional de la química, que asocia la compañía estadouni-
dense Dupont de Nemur and company y la compañía inglesa Imperial Quimical In-
dustrie; el cartel internacional del acero (fundado en 1953, que asociaba inicialmente
los monopolios de la industria del acero de Francia, Bélgica y Luxemburgo, y más
tarde se integraron a su seno también las compañías del acero de la RFA y Holanda);
el cartel europeo de tubos (se fundó en 1948, y unificó a los monopolios ingleses,
franceses y alemanes); el cartel internacional del azogue (formado en 1962, unificó
una decena monopolios químicos de distintos países europeo-occidentales).

En la etapa actual aparecieron gran cantidad de monopolios internacionales,


que unificaron a los monopolistas de los países del Mercado Común Europeo: ale-
manes, franceses, italianos, holandeses y de Luxemburgo, los cuales entre 1958 y
1961 firmaron más 500 convenios de carteles.

6.3. Las formas de monopolios transnacionales


La forma más típica y difundida de monopolios transnacionales son los car-
teles internacionales. Estos son convenios entre monopolios de distintos países para
establecer precios elevados únicos de monopolio para las mercancías y para delimi-
tar los mercados de venta. Los carteles internacionales a menudo establecen cuotas
contingenciales de exportación, es decir, determinan las dimensiones generales de la
exportación para el cartel en general estableciendo determinadas partes –de las cuo-
tas de exportación– para sus miembros. Por ejemplo, al fundarse el cartel europeo
del acero en el año 1953, se establecieron las siguientes cuotas de exportación: el
45% para las fábricas belgas y de Luxemburgo, 30% para las francesas, 18% para las
alemanas y 7% para las holandesas.

Frecuentemente, los convenios internacionales de los carteles se mantienen en


secreto y no actúan en forma de convenios formales y legalmente suscritos, sino que
operan como acuerdos sujetos a la “palabra de caballeros”.

Una variante especial de los acuerdos de los carteles son los convenios de
monopolio de patentes internacionales. Estos convenios entre monopolistas de dis-
tintos países sobre el intercambio mutuo de patentes para las nuevas maquinarias y
nuevos métodos tecnológicos y sobre el no otorgamiento de las patentes a terceros.

La forma menos frecuente de carteles son los sindicatos internacionales, que


son aquellas asociaciones monopolistas que asumen íntegramente la comercializa-
ción de determinadas mercancías de sus socios en el mercado internacional.

Los monopolios transnacionales con frecuencia no adoptan las formas de


trusts y consorcios, pese a que unos ni otros raramente son integrantes de los acuer-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 755

dos internacionales de los carteles. El trust o los consorcios pueden ser internacio-
nales según el status de sus participantes, es decir, que las acciones de sus empresas
pueden pertenecer a los capitalistas de distintos países; pero, en el pleno sentido de
la palabra a los monopolios internacionales les son característico no solo que en ellos
se asocien capitalistas de distintos países, sino también por la firma de acuerdos es-
peciales, convenios por los que se dividen el mercado internacional. Mientras tanto
en el interior del trust semejante acuerdo no tiene razón de ser, porque el trust mismo
es el único propietario de las empresas que lo integran. Si dos o más trusts de dis-
tintos países capitalistas contraen entre sí un acuerdo sobre la división del mercado
mundial, entonces semejante convenio es en sí ya un cartel internacional.

Antes nos hemos referido a los monopolios internacionales. Pero después de


la Segunda Guerra Mundial apareció y se desarrolló una nueva forma de monopolio
internacional, que son las agrupaciones monopolistas estatales internacionales, cu-
yos miembros no son compañías capitalistas privadas, sino los Estados burgueses.
Semejantes monopolios internacionales están relacionados con el desarrollo del ca-
pitalismo monopolista de Estado.

6.4. División económica del mundo y la lucha por una nueva repartición
El objeto de los monopolios transnacionales, como también de los monopolios
de los países, es la obtención de la alta ganancia monopolista. El principal medio
para garantizar esta ganancia parte de la división económica del mundo, es decir, el
acuerdo entre los miembros de las agrupaciones monopolistas internacionales sobre
el otorgamiento del poder monopólico de cada uno de una parte determinada del
mercado mundial, por ejemplo, cuando en 1908 se formó el cartel electrotécnico
internacional, entonces entre sus miembros se contrajo el acuerdo por el cual la Ge-
neral Electric Company obtuvo el derecho exclusivo de vender sus productos en los
mercados de EE. UU. y Canadá, a la AEG se le otorgó el derecho de vender sus pro-
ductos en una serie de países europeos. En el período comprendido entre la Primera y
Segunda Guerra Mundial el mercado del petróleo del mundo capitalista fue dividido
principalmente entre el trust petrolero estadounidense Standar Oil Company, el trust
petrolero irlandés Royal Duch Shell y la Compañía Petrolera Anglo-Iraní. Después
de la Segunda Guerra Mundial el mercado petrolero del mundo capitalista fue divi-
dido principalmente entre los miembros del cartel petrolero internacional, en el que
se incluían cinco compañías estadounidenses: Standar Oil Company (Nueva Jersey),
Standar Oil Company of California, Texas Oil Company, Socony Bakoom Oil Com-
pany y Golf Oil Company, la compañía petrolera anglo-holandesa Royal Duch Shell
y la Compañía Petrolera Anglo-Iraní.

La división económica del mundo entre los miembros de los monopolios in-
ternacionales nunca puede ser definitiva y por ello no liquida la competencia en
el mercado mundial capitalista. En primer lugar, la venta de las mercancías en el
756 Francisco Chaparro Zapana

mercado mundial a menudo no es monopolizada totalmente por los miembros de las


agrupaciones monopolistas: como competidores intervienen las firmas outsaiders.
En segundo lugar, en algunas ramas puede actuar una, dos o más monopolios in-
ternacionales. Por ejemplo, en 1962 se fundaron dos carteles internacionales en la
aviación, a uno de los cuales se incorporaron cinco compañías de la industria de la
aviación (estadounidense, inglesa, francesa, alemana y holandesa), a la otra: cuatro
compañías (dos francesas, una inglesa y una alemana). En estos casos los monopo-
lios internacionales competían no solo con las outsaiders sino también entre sí. En
tercer lugar, la formación de lo monopolios internacionales no elimina del todo la
lucha de la competencia ni siquiera entre los propios monopolios integrantes del
cartel. Cada uno de ellos lucha por apoderarse de los mejores mercados y las ma-
yores cuotas de exportación. A menudo los convenios sobre la distribución de los
mercados entre los miembros de las agrupaciones monopolistas internacionales son
revisados por la presión de algunos de sus miembros, a los cuales se debe satisfacer
con nuevos acuerdos.

La lucha por la división del mercado mundial inevitablemente es generada


por el cambio de correlaciones de fuerza de los diversos miembros integrantes de
los monopolios internacionales. Con el transcurso del tiempo su poderío económico
cambia, pero en grados diferentes, ya que el crecimiento de las empresas indivi-
duales y monopolios transcurre de modo desigual. Por eso, aquellos miembros de
los monopolios internacionales, cuyo poder económico aumentó en mayor grado,
empiezan a reclamar un nuevo reparto del mercado mundial en su provecho. Como
lo señalara V. I. Lenin: “La división del mundo entre dos trusts fuertes no excluye,
naturalmente, un nuevo reparto si se modifica la relación de fuerzas a consecuencia
de la desigualdad del desarrollo, de las guerras, de los cracs, etc.”16.

6.5. Agudización de la lucha por los mercados externos en la época del im-
perialismo
El capitalismo monopolista agudiza por muchas causas su lucha por los mer-
cados de venta y por las fuentes abastecedoras de materia prima.

El establecimiento de altos precios del monopolio en el mercado interno limita


la capacidad adquisitiva y plantea la necesidad de limitar artificialmente las escalas
de la producción. Pero así como para reducir los gastos por unidad de producción los
monopolios requieren ampliar las dimensiones de la producción, así también ellos
están extremadamente interesados en vender en los mercados internos aquella parte
de su creciente producción, la cual no la puede vender en el interior de su país. De
ello deriva una lucha encarnizada por los mercados externos.

16 Ibídem, p. 74.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 757

La lucha por los mercados de venta se profundiza también porque intervienen


como sus principales miembros los gigantes monopolistas, la lucha entre los cuales
conlleva un carácter especialmente encarnizado. Mientras tanto, los monopolistas
de cada país emplean al Estado para consolidar sus posiciones y para desplazar del
mercado mundial a los competidores.

La lucha por las principales fuentes de abastecimiento de materias primas


en las condiciones del capitalismo monopolista se agudiza, ante todo, por el afán
de cada monopolio por apoderarse de dichas fuentes. Las empresas monopolistas,
productoras de unos u otros artefactos industriales, tienen una situación más sólida
cuando monopolizan también la comercialización de las materias primas. La pose-
sión de estas permite a los monopolios luchar con más éxito contra los outsaiders,
privándolos de su abastecimiento.

El retrazo de la agricultura en relación al desarrollo industrial trae consigo que


con un crecimiento rápido de la producción industrial surge la búsqueda de algunas
materias primas agrícolas, y los monopolistas pretenden capturar por cualquier me-
dio no solo la compra de estos productos, sino también el control de su producción.

El progreso técnico trae consigo una disminución del significado de algunas


especies antiguas de materias primas, pero al mismo tiempo genera un gran consumo
en las nuevas especies de estas, producidas artificialmente (caucho sintético, fibras
sintéticas, etc.). Se expande la lucha de los monopolistas por estas nuevas especies
de materias primas.

El principal factor que agudiza la lucha por las fuentes de abastecimiento de


materias primas, es la militarización de la economía capitalista. Con el incremento
de los gastos militares de las potencias imperialistas y el crecimiento de la industria,
se acentúa la lucha por las fuentes de abastecimiento de materias primas para la
producción de armas, por ejemplo, por las fuentes de extracción del uranio, cuyo
elemento es empleado en la producción de armas nucleares.

6.6. El rol de los monopolios internacionales en la preparación de las gue-


rras
El destacado líder socialdemócrata Karl Kautsky sostenía la hipótesis de que
el desarrollo de los monopolios internacionales puede promover la paz entre los
pueblos. Esto lo fundamentaba afirmando que en los marcos de los monopolios in-
ternacionales se pueden superar las contradicciones y la lucha entre sus miembros,
y que en la medida que los monopolios se apoderan de una mayor cantidad de em-
presas de distintos países las contradicciones internacionales deben, en su opinión,
reducirse a cero y las guerras pueden ser eliminadas. Esta concepción reformista fue
sometida a severa crítica por V. I. Lenin. Él señalaba que Kautsky, en primer lugar,
758 Francisco Chaparro Zapana

ignora los cambios de la correlación de fuerzas de los miembros de los monopolios


internacionales, que conducen inevitablemente a una exacerbada lucha entre ellos y,
en segundo lugar, que mezclaba el problema sobre el contenido de la lucha entre las
uniones de capitalistas con el problema de sus formas.

El contenido de la lucha entre las alianzas de los capitalistas en el mercado


mundial es la división económica del mundo, en las que los monopolistas de cada
país imperialista se afanan por capturar el mejor bocado. En lo que respecta a las
formas de esta lucha, estas, según las condiciones históricas concretas, son diversas:
pueden ser pacíficas, pero la lucha económica con el tiempo puede cambiar en lucha
armada. “Suplantar el contenido de la lucha y de las transacciones entre los grupos
capitalistas por la forma de esta lucha y de estas transacciones (hoy pacíficas, ma-
ñana no pacíficas, pasado mañana otra vez no pacíficas) significa descender hasta el
papel del sofista”17.

Los monopolios internacionales en la historia real del imperialismo no cum-


plen un rol pacifista, sino que, por el contrario, participaron activamente en la prepa-
ración de las guerras mundiales.

Aun en vísperas de la Segunda Guerra Mundial los monopolios internaciona-


les aparecieron también en la producción de armas. Así, en 1886 se fundó la alianza
monopolista internacional del comercio de armas y de los materiales de guerra, cu-
yos artífices eran las grandes empresas de la industria bélica de una serie de países,
incluidas las inglesas y alemanas. En 1904 el monopolio de la industria bélica Kru-
pp, el monopolio austro-húngaro Shkody y el consorcio francés Shnaider Kresso se
asociaron. En vísperas de la guerra el más poderoso monopolio inglés de la industria
bélica Vickser se asoció con el monopolio alemán Krupp. Los monopolios interna-
cionales de la industria bélica encendieron la hoguera de la guerra, porque estaban
interesados en aumentar la producción y en la venta de armamentos, de cuyas activi-
dades extraían enormes ganancias.

Después de la Primera Guerra Mundial resurgen los monopolios internacio-


nales de la industria bélica. Así, en 1925 el grupo industrial inglés Nobel, el trust
químico estadounidense Dupont de Nemur and company y dos fábricas alemanas de
dinamita, que se vinculó con el trust químico IG Farbeniindustri, firmaron un conve-
nio de cooperación técnica y de intercambio mutuo de patentes y acciones.

En vísperas de la Segunda Guerra Mundial los monopolistas alemanes eran


socios activos de muchos monopolios internacionales, en tanto que la Alemania
hitleriana empleaba esta situación para reforzar el potencial de su industria bélica.

17 Ibídem, p. 82.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 759

Firmando una serie de acuerdos sobre patentes con compañías de EE. UU. y otros
países, los industriales alemanes accedieron a los inventos técnicos de mayor impor-
tancia para su industria bélica. De otra parte, ellos usaron sus vínculos con el exterior
para frenar el crecimiento de la producción de importantes materiales bélicos de
otros países. Por ejemplo, el convenio entre el trust químico alemán IG Farbeniin-
dustri y el trust petrolero estadounidense Standar Oil company comprometieron la
negativa de este último para la producción de gasolina de aviación de alto octanaje.

Después de la Segunda Guerra Mundial se renovaron y surgieron nuevos vín-


culos entre los monopolios alemanes y estadounidenses, contribuyendo a ello la ex-
portación expansiva del capital norteamericano hacia la RFA. Como es sabido, el
gobierno de la RFA fue desligado de armas atómicas, y el Gobierno de los EE. UU.
le dio el encuentro. Pero tras los gobiernos de ambos países actúan los monopolios,
incitan la carrera armamentista y promueven nuevos conflictos.

Por lo tanto, los monopolios internacionales no son factores de un desarrollo


pacífico del capitalismo, sino, por el contrario, incitan el desarrollo del militarismo y
la preparación de nuevas guerras.

7. EL REPARTO TERRITORIAL DEL MUNDO Y LOS SISTEMAS COLONIAL


Y NEOCOLONIAL DEL IMPERIALISMO

7.1. Los dominios coloniales de fines del siglo XIX y comienzos del XX
El surgimiento del capital monopolista dio un gran impulso a la expansión
colonial de las mayores potencias imperialistas. En 1876, los dominios coloniales de
Inglaterra configuraban un área de 22,5 millones de km2; los de Rusia, 17 millones
de km2, y los de Francia, menos de 0,9 millones de km2; mientras que Alemania, EE.
UU. y Japón carecían de colonias.

Desde 1876 hasta 1914, la extensión total de dominios coloniales de las gran-
des potencias se expandió de 40,4 millones de km2 a 65 millones, y su población, de
274 millones a 523 millones de habitantes. Durante este período Inglaterra usurpó
11 millones de km2 de nuevos dominios coloniales; Francia, 9,7 millones; Alemania,
2,9 millones; EE. UU., 0,3 millones y Japón, 0,3 millones de km2. Esta expansión
colonial se llevó a cabo de la siguiente forma: Inglaterra invadió Egipto, Nigeria,
Sudán, Sudáfrica y Somalia. Francia invadió Túnez, extensos dominios en África
occidental (curso superior del río Níger, Dahomey y Costa de Marfil), Marruecos y
Siam. Alemania inició su expansión colonial a partir de los años 80 invadiendo Su-
dáfrica Occidental, Tanganica, Togo, Camerúm y una serie de islas. EE. UU. en los
años noventa ocupó las Islas de Hawai, Cuba, Puerto Rico, las Islas Filipinas y parte
de las Islas Samoa. Y Japón, después de la guerra con Rusia, ocupó en 1905 Sajalín
del Sur y durante los años 1907-1910, Corea.
760 Francisco Chaparro Zapana

Las conquistas coloniales se intensificaron aceleradamente en la fase de tran-


sición del capitalismo premonopolista a la del imperialismo. En la afanosa búsque-
da de ganancias monopólicas, los carteles y trusts conquistan de nuevos mercados
donde poder vender sus mercancías a precios elevados y obtener materias primas
baratas. “Cuanto más desarrollado está el capitalismo, cuanto más sensible se hace
la insuficiencia de materias primas, cuanto más dura es la competencia y la busca de
fuentes de materias primas en todo el mundo, tanto más encarnizada es la lucha por
la adquisición de colonias”18.

La creciente exportación de capitales en la época del imperialismo incentivó


significativamente la conquista de nuevas colonias. Los monopolios exportan sus
capitales hacia las colonias siempre que sus estados les garanticen las condiciones de
saqueo de materias primas de las nuevas fuentes de abastecimiento, incluida la de-
predación de recursos naturales. “Los intereses de la exportación de capitales –dice
Lenin– empujan del mismo modo a la conquista de colonias, pues en el mercado es
más fácil (y a veces solo en él es posible), utilizando medios monopolistas, suprimir
al competidor, garantizarse pedidos, consolidar las “relaciones” necesarias, etc.”19.

La expansión colonial se consolida también mediante factores no económicos:


la burguesía de los países imperialistas pretendía distraer la atención de las masas
trabajadoras de la lucha de clases y atenuar las contradicciones sociales mediante
las conquistas coloniales. Con ese propósito el colonizador inglés Cecil Rhods decía
que “(…) para salvar a los cuarenta millones de habitantes del Reino Unido de una
mortífera guerra civil, nosotros, políticos coloniales, debemos posesionarnos de nue-
vos territorios; a ellos enviaremos el exceso de población y en ellos encontraremos
nuevos mercados para los productos de nuestras fábricas y de minas”20.

La dominación colonial se manifiesta bajo diversas formas concretas:

Las colonias. Son los países privados de soberanía estatal y dominados por las
potencias ocupantes. La metrópoli, el Estado que domina a las colonias, las gobierna
manteniendo allí una administración y sus fuerzas armadas.

El protectorado. Es una forma típica de establecimiento de la dependencia de


un Estado de otro, que consiste en que el Estado “protector” se arroga la represen-
tación legal del Estado “protegido” en las relaciones externas e impone su política
externa. En su mayor parte tras el protectorado se esconde la dominación colonial en
forma enmascarada. Por ejemplo, después de una larga ocupación (desde 1882) de

18 Ibídem, p. 84.
19 Ibídem, p. 78.
20 Se deben diferenciar los términos: “potencias coloniales” y “países coloniales”. Se llaman potencias coloniales a
aquellas que poseen colonias, y países coloniales son aquellos que se encuentran bajo dominio de otros.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 761

Egipto, Inglaterra, en 1914, mediante una declaración unilateral estableció el protec-


torado sobre este. Con frecuencia, tras el establecimiento del protectorado continúa
la conversión directa del país dependiente en colonia. Por ejemplo, Francia suscribió
un convenio de protección con Madagascar en 1885, y en 1896 anuló dicho convenio
y declaró a Madagascar como su colonia. El Japón suscribió con Corea un convenio
de protectorado en 1905, y en 1910 la convirtió en su colonia.

Después de la Primera Guerra Mundial aparecieron los territorios bajo man-


dato. Estos fueron colonias alemanas separadas por Inglaterra, EE. UU. y Francia,
cuyos mandatos de gobierno se arrogaron las potencias vencedoras de la Liga de
Naciones, En los hechos eran colonias, solo que fueron transferidas de una metrópoli
a otras.

Después de la Segunda Guerra Mundial también aparecieron los llamados


territorios tutelados, que son países que se encuentran “bajo tutela” de una u otra po-
tencia imperialista, la cual los representa en la dirección de la ONU. En lo esencial,
los países “tutelados” son colonias.

Los países semicoloniales. Son aquellos que jurídicamente no se encuentran


gobernados por otros países, pero en los hechos dependen económica y políticamen-
te de ellos. El imperialismo de EE. UU. mantuvo por mucho tiempo en condición
de semicolonias a una serie de países latinoamericanos. Antes de la Primera Guerra
Mundial, también se encontraban en condición de semicolonias China, Turquía y
Persia.

7.2. El reparto territorial del mundo y la política colonial en la época del im-
perialismo
Durante el último cuarto del siglo XIX muchas tierras de África y Oceanía
aún no pertenecían a ninguna potencia imperialista. Las invasiones coloniales se
acrecientan hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX, cuando todo el mundo
terminó siendo repartido entre las potencias imperialistas.

Desde 1876 hasta 1900 las potencias coloniales21 consumaron el reparto terri-
torial del continente africano. Hasta 1876 solo les pertenecía el 11% del territorio de
África, pero en 1900 más del 90%. Los principales poseedores de colonias en África
eran Inglaterra, Francia y Alemania. Pero, además de estas grandes potencias impe-
rialistas, el dominio colonial también fue compartido con potencias menores como
Bélgica, España y Portugal. De estas últimas, fue Bélgica la que se apoderó de zonas
muy extensas del África, llegando incluso a fundar el Congo Belga.

21 Ibídem, p.75.
762 Francisco Chaparro Zapana

Las islas oceánicas de la parte central del Pacífico, conocidas como polinesias,
estaban pobladas inicialmente por tribus primitivas; después estas fueron ocupadas
por las potencias capitalistas. En 1876, a las potencias coloniales europeas les per-
tenecía ya cerca del 57% del territorio de la Polinesia; pero no obstante, cerca de la
mitad de sus tierras aún no habían sido convertidas en colonias. En el transcurso del
último cuarto del siglo XIX culminó el reparto territorial de la Polinesia, y en 1900
cerca del 99% de su territorio pertenecía a las potencias coloniales.

Al describir las particularidades más importantes del período de transición


del capitalismo premonopolista al monopolista, V. I. Lenin anotó que “(…) el rasgo
característico del período que nos ocupa es el reparto definitivo del planeta, defini-
tivo no en el sentido de que sea imposible repartirlo de nuevo –al contrario, nuevos
repartos son posibles e inevitables-, sino en el de que la política colonial de los países
capitalistas ha terminado ya la conquista de todas las tierras no ocupadas que había
en nuestro planeta. Por primera vez, el mundo se encuentra ya repartido, de modo
que lo que en adelante puede efectuarse son únicamente nuevos repartos, es decir,
el paso de territorios de un ‘propietario’ a otro, y no el paso de un territorio sin pro-
pietario a un ‘dueño’22.

El reparto territorial del mundo se debe diferenciar del reparto económico del
mundo examinado en el parágrafo anterior. En primer lugar, el objeto del repar-
to económico son los mercados externos, y el objeto del reparto territorial son los
países económicamente atrasados, y sus territorios. En segundo lugar, el reparto
económico del mundo lo realizan los monopolios capitalistas, y el reparto territorial,
los estados capitalistas.

La política colonial de las potencias imperialistas se diferencia de la política


colonial de la época del capitalismo premonopolista. En el período premonopolista
de desarrollo del capitalismo la política colonial estuvo orientada a la ocupación de
tierras libres. La política colonial imperialista está orientada a consolidar la domi-
nación monopolista de cada potencia imperialista en los territorios ocupados por
ella, y también a despojar de sus dominios coloniales a otras potencias. La lucha
por las colonias es la lucha por el reparto final del mundo.

Otra diferencia sustancial es que en las condiciones del capitalismo premo-


nopolista la política colonial servía, principalmente, a los capitalistas industriales;
mientras que en la época del imperialismo la política colonial sirve a los intereses
del capital financiero. El liderazgo de la política colonial de esta época lo asumen los
monopolios capitalistas y la oligarquía financiera.

22 Ibídem, p. 7.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 763

7.3. El sistema colonial del imperialismo


Con la culminación del reparto territorial del mundo se formó el sistema colo-
nial del imperialismo, convirtiéndose este en parte integrante del sistema económico
mundial capitalista. El sistema colonial como una categoría teórica de la economía
política no solo se reduce al conjunto de los países coloniales, ya que las categorías
económicas expresan determinadas relaciones de producción. El sistema colonial del
imperialismo expresa relaciones de explotación, las cuales se dan entre la burguesía
monopolista de las potencias imperialistas y los pueblos de las colonias y países
dependientes.

Pero el sistema colonial del imperialismo no se limita solo a las relaciones


económicas; su rasgo de mayor connotación es la dominación política de las colo-
nias por las potencias imperialistas. Por eso la pérdida del dominio político ejercido
por las potencias imperialistas sobre sus antiguas colonias, la conversión de estas
últimas en estados soberanos significó el derrumbe del sistema colonial del imperia-
lismo, que se inició después de la Segunda Guerra Mundial y se fue consolidando en
el transcurso las décadas posteriores.

Así, el sistema colonial del imperialismo es el conjunto de relaciones eco-


nómicas de explotación y relaciones políticas de dominación de un puñado de
potencias imperialistas sobre miles millones de habitantes de las coloniales y paí-
ses dependientes. “El capitalismo se ha transformado en su sistema universal de
sojuzgamiento colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la
población del planeta”23.

El sistema colonial imperialista se diferencia del sistema colonial precapitalis-


ta. En primer lugar, en la época del imperialismo la explotación colonial la llevan a
cabo la burguesía monopolista y el capital financiero, mientras que en las condicio-
nes del capitalismo premonopolista era liderada por la burguesía comercial-indus-
trial. En segundo lugar, en la época del imperialismo el sistema colonial surgió en
estrecha relación con la culminación del reparto territorial del mundo.

En los marcos del sistema capitalista de la economía mundial el sistema colo-


nial ocupó un lugar especial. A los países industriales desarrollados del imperialismo
las colonias se les contraponían en calidad de países agrarios económicamente atra-
sados. En el sistema de la división internacional capitalista del trabajo las metrópolis
participaban en calidad de “ciudad mundial”, y las colonias, en calidad de “campo
mundial”, como apéndice agrario-minero de las potencias imperialistas.

23 En: Expansionist of 1898. N. Y., 1951, p. 9, traducido por F. Ch. Z.


764 Francisco Chaparro Zapana

La economía de las colonias se diferencia sustancialmente de la economía de


las metrópolis también por el nivel de su desarrollo y de su estructura. Las principa-
les particularidades de la economía colonial son:

1. El predominio del capital extranjero. La dominación colonial permite a los


monopolios de las potencias imperialistas concentrar en sus manos las posi-
ciones estratégicas de la economía de sus coloniales. Por ejemplo, en víspe-
ras de la liberación de India de la dependencia colonial, en 1948, el capital
extranjero controlaba directamente la gran industria del país: en la refinería
industrial del petróleo, el 97%; en la de caucho, 93%; de yute, 89%; en la de
carbón, 62%; en la restante industria extractiva, 73% de todo el capital inverti-
do en estas ramas. La parte predominante de este capital extranjero era inglés.
De forma análoga, el capital holandés dominaba en Indonesia; el belga, en el
Congo Belga, etc.
2. El bajo nivel de desarrollo económico. Como prueba irrefutable pueden ser-
vir, en comparación con los países capitalistas desarrollados, los volúmenes
de la producción de importantes clases de productos en las coloniales. Así,
en 1937, en Inglaterra la fundición de acero per cápita fue de 279 kg; y en la
India, menos de 7 kg.
3. Una economía de carácter agrario. La parte predominante de toda la pobla-
ción de las coloniales estaba ocupada en la agricultura, y la parte mayoritaria
de toda su producción le correspondía a la agricultura. Por ejemplo, en la In-
dia antes de la Segunda Guerra Mundial el peso específico de la industria era
menos de 1/5 de toda su economía, y en la agricultura estaba ocupada más del
70% de toda la población.
4. Una estructura industrial atrasada. Las potencias imperialistas obstruyen el
desarrollo de la industria pesada en las colonias, en especial el de la metalur-
gia y la construcción de máquinas. La industria colonial tiene una orientación
unilateral: de preferencia hacia la industria liviana, productora de artículos
de consumo de la materia prima local (tejidos de algodón o de yute, azúcar,
etc.). En la India, en víspera de la Segunda Guerra Mundial, más del 80% de
todos los obreros de su industria fabril estaba ocupado en las empresas de la
industria liviana, de los cuales el 57% le correspondía a la industria textil. De
las ramas industriales productoras de medios de producción, en las colonias
se desarrollaban solo las ramas de industria extractiva, las que abastecen a
las metrópolis de valiosas materias primas y combustibles (por ejemplo, la
extracción de petróleo en los países árabes, de estaño en las islas de Malasia,
etc.).
5. Una agricultura extremadamente atrasada. Pese a que la agricultura es el
principal sector económico de las coloniales y países dependientes, esta se
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 765

encontraba en extremado atraso técnico y económico. El campesinado de las


colonias –que conformaba la clase social más numerosa– conducía su econo-
mía sobre una base técnica manual primitiva, y la productividad de su trabajo
era muy baja.
6. Por tener mayor significado las formas precapitalistas de producción. Una
de las manifestaciones del atraso económico de las colonias es la supervi-
vencia en ellas de fuertes rezagos precapitalistas de producción. En algunas
coloniales se conservaban aún formas comunales primitivas; mientras que en
muchas otras las relaciones feudales cumplían un rol gravitante, sus rezagos
fueron conservados premeditadamente por las potencias imperialistas buscan-
do un apoyo social en la clase terrateniente feudal.

El atraso económico de las coloniales está atado estrechamente al yugo de la


dominación imperialista sobre ellos. El desarrollo de la industria nacional tropieza
aquí con dos serios obstáculos: en primer lugar, con la insuficiencia de recursos para
las inversiones en la industria a consecuencia del trasiego de una parte significativa
de la renta nacional de las colonias a las potencias imperialistas (por pago de intere-
ses, préstamos y dividendos a los capitales extranjeros, por el intercambio desigual,
etc.); en segundo lugar, las condiciones competitivas desfavorables para el capital
nacional, que en su mayor parte no está en condición de competir exitosamente con
el poderío del capital extranjero y la importación de mercancías extranjeras. El fac-
tor que frena el desarrollo industrial de las colonias es también la estrechez relativa
del mercado colonial debido a la supervivencia de rezagos de economía natural y la
miseria de amplias masas de la población.

7.4. El rol de las colonias durante el imperialismo


En el pasado la burguesía monopolista de los países imperialistas se benefició
explotando a las colonias; pero hoy continúa explotando los rezagos coloniales que
aún le quedan (que son cada vez más escasos después del hundimiento del sistema
colonial), o aplicando sofisticados medios de dominación neocolonial.

Las colonias sirvieron esencialmente al imperialismo como:

1. Fuentes proveedoras de materia prima barata. Las metrópolis no solo ex-


traen de las colonias importantes especies de materia prima agrícola (algodón,
yute, lana, etc.), sino también materia prima industrial (petróleo, metales fe-
rrosos, etc.). Además, la dominación absoluta sobre una determinada colonia
permitía a la metrópoli monopolizar la compra de las materias primas a pre-
cios bajos, garantizando ganancias fabulosas a los monopolios. En vísperas de
la Segunda Guerra Mundial EE. UU., Inglaterra y Francia acaparaban en las
coloniales y países dependientes la explotación de muchas especies de materia
766 Francisco Chaparro Zapana

prima industrial del 74 al 85% de sus reservas (bauxita, zinc, cobre, plomo,
cromo, hierro), y el 100% de otras especies (vanadio y molibdeno).
2. Mercados de venta. Especialmente significativas fueron las colonias como
mercados de venta para Inglaterra, de cuya exportación total a la parte de
mercancías enviada a sus dominios coloniales de ultramar le correspondió
el 32% en 1900, el 42% en 1938 y el 55% en 1949. La venta de mercancías
en los mercados coloniales fue especialmente ventajoso para los monopolios
imperialistas, los cuales cuentan aquí con grandes posibilidades de inflar los
precios y obtener elevadas ganancias de monopolio. Según algunos cálculos,
los monopolios estadounidenses obtuvieron solo en un año (1948) 2500 mi-
llones de dólares de ganancia por la venta de sus mercancías por encima de su
valor en las coloniales y países dependientes.
3. Esferas de inversión de capital. Al analizar la exportación de capital vimos
las enormes ganancias que obtenía la burguesía monopolista por este concep-
to. Además, las colonias constituyen las esferas más rentables para la inver-
sión de capital.
4. Objetos del saqueo no económico. Las potencias imperialistas, que mantienen
en las colonias un aparato gubernamental y sus fuerzas armadas, imponen a
los pueblos coloniales impuestos elevados para cubrir gastos de mantenimien-
to del aparato de dominación imperial. Antes de la Segunda Guerra Mundial
las ganancias extraídas en la India por los ingleses, como parte de su contribu-
ción colonial, oscilaban entre 30-35 millones de libras esterlinas al año.
5. Bases de apoyo estratégico-militar. Algunas colonias a veces podían no ser de
gran valor económico para la metrópoli, pero tenían un importante significado
estratégico-militar. El mismo significado tienen aun ahora, por ejemplo, para
Inglaterra el Gibraltar, para EE. UU., las islas japonesas de Okinawa ocupadas
por ellos, o las bases que se aprestan a instalar en Colombia. La importancia
militar de las colonias para las metrópoli se expresa también en que las metró-
polis reclutan en las colonias la “carne de cañón” en los períodos de las gue-
rras. Así, durante la Primera Guerra Mundial la obtuvo de la India, y Francia,
de sus colonias africanas ejércitos hasta de 1,5 millones de hombres.

7.5. Evolución de la política de dominación imperialista: el neocolonialismo


El neocolonialismo es el sistema de relaciones económicas y políticas de do-
minación impuesto por las potencias imperialistas a los países que antes fueron co-
lonias o semicolonias, después del hundimiento del sistema colonial en el mundo;
es un sistema orientado a mantener en los países liberados la influencia económica y
política hegemónica del imperialismo.

Después de Segunda Guerra Mundial, el fortalecimiento de las posiciones in-


ternacionales del socialismo hasta mediados de la década del setenta del siglo XX y
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 767

la liquidación de la dominación colonial motivaron la formación de nuevas relacio-


nes entre los centros fundamentales de la economía capitalista mundial y extensas
áreas de Asia, África y América Latina. Sin ser ya parte integrante del sistema polí-
tico del imperialismo, la mayoría de excolonias y países subdesarrollados continúa
todavía enmarcado en el contexto de la economía capitalista mundial. Se encuentran
en situación de desigualdad y sometimiento, debido fundamentalmente a su enorme
atraso económico y dependencia, en muchos aspectos, del capital monopolista trans-
nacional. Eso ha permitido al imperialismo seguir explotando a los pueblos de Asia,
África y América Latina.

A la vez, el imperialismo ya no puede continuar basando sus relaciones con


las ex colonias y países que fueron dependientes mediante la política de la coerción.
Para conseguir sus fines, se vale, ante todo, del atraso de los países liberados con re-
lación a los Estados capitalistas desarrollados, el sistema asentado en la desigualdad,
que mantiene a numerosos estados independientes de reciente formación sujetos a
los centros del capital mundial. El colonialismo ha sido sustituido por el sistema
del neocolonialismo.

La esencia económica de la política neocolonialista es la lucha por mantener


la situación privilegiada de los estados imperialistas en la economía capitalista mun-
dial, el reforzamiento de las posiciones de las corporaciones monopolistas transna-
cionales en la producción y en las relaciones económicas externas de los países en
vías de desarrollo, el sometimiento del desarrollo de la economía nacional de los
nuevos estados independientes a los intereses del capital transnacional. En el plano
social es la lucha por el afianzamiento de las relaciones capitalistas en los países en
vías de desarrollo como régimen dominante basado en la cooperación del capital
transnacional con los sectores más reaccionarios de la burguesía nacional y burocrá-
tica, con las cúpulas militares y tecnocrático-militares procapitalistas. En la esfera
político-militar es el afán de incorporar a los países liberados a diversas alianzas y
bloques bilaterales y multilaterales enfilados antes contra la comunidad socialista, y
ahora a dividir el movimiento de liberación nacional e impedir de cualquier modo
su ascenso al poder.

La desigualdad económica es la base sobre la cual se asienta el sistema neoco-


lonial de relaciones económicas, políticas, militares e ideológicas de los Estados
capitalistas desarrollados con los países en vías desarrollo. En este sistema, los mé-
todos más difundidos, además del de la imposición abierta, son los de control y
sometimiento indirecto de los nuevos Estados independientes y la discriminación de
estos en todas las esferas de las relaciones internacionales.

El desarrollo de la revolución científico-técnica (RCT), así como la creciente


internacionalización de la producción y el fortalecimiento de los nexos económicos
768 Francisco Chaparro Zapana

entre los Estados entran en violenta contradicción con la anterior estructura colonial
de la división capitalista internacional del trabajo. El imperialismo se opone a todo
intento de revisión radical del carácter de la participación de los países liberados en
la economía capitalista mundial, y permite solo cambios parciales que no van más
allá de convertir a estos países en bases de suministro de materias primas y apéndices
de la industria de los países capitalistas desarrollados.

La eliminación de las antiguas barreras coloniales socavó la omnipotencia de


las metrópolis en sus ex colonias y facilitó allí la penetración de otros Estados capi-
talistas. El debilitamiento de las esferas de principal influencia de algunos Estados
imperialistas, formadas en la época colonial, y la reducción de las fronteras geográ-
ficas del capitalismo mundial exacerban radicalmente las contradicciones interimpe-
rialistas en los países de Asia, África y América Latina. Así, la intensificación de la
lucha interimperialista deviene un factor importante que influye en las relaciones de
los estados capitalistas desarrollados con los países en vías de desarrollo.

Sobrevienen cambios profundos en la vida socioeconómica de los países emer-


gentes en los que se ha iniciado la demolición de la estructura económica colonial y
se crea la base de la economía nacional.

Las potencias neocolonialistas, obligadas a otorgar determinadas concesiones


bajo la presión de las fuerzas de liberación nacional, intentan por todos los medios
maniatar a los pueblos de Asia, África y América Latina en el sistema del capitalismo
dependiente. Ponen empeño en incrementar su expansión política, económica e ideo-
lógica con el fin de afianzar y perpetuar el capitalismo. Tomando en consideración
los cambios cardinales registrados en la situación internacional, los gobiernos de las
potencias imperialistas se han visto obligados a adaptarse a las nuevas condiciones.
Han introducido determinados cambios en la estrategia y en la táctica, revisado las
prioridades en el cumplimiento de tales o cuales tareas y aplicado diversos métodos
para alcanzar los objetivos principales. En este aspecto se advierte cierta evolución
de la política del imperialismo en cuyo proceso se perfilan tres etapas de su desarro-
llo: la primera va desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta mediados de los
años cincuenta; la segunda finaliza a comienzos de los años setenta, y el advenimien-
to de la tercera arranca de la profunda crisis que azotó al capitalismo mundial en los
años 1974 y 1975.

Al mismo tiempo, para mantener a los países en vías de desarrollo en la órbita


periférica del capitalismo mundial, adquiere suma importancia entre las medidas
neocolonialistas la tarea de asegurar la estabilidad política de los gobiernos proim-
perialistas, de desplegar procesos espontáneos de crecimiento de las fuerzas capi-
talistas locales, limitar y, en la medida de lo posible, reducir al mínimo el ascenso
político democrático y antiimperialista de las masas populares. A esas tareas especí-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 769

ficas corresponden en mayor medida las posibilidades que a los estados imperialistas
les brinda la exportación de capital hacia los países dependiente (ver: sección 2 del
presente capítulo).

En el contexto de la aguda crisis de los años 1974-75 del sistema capitalista


y de sus graves consecuencias, destacan cada vez más ciertos cambios en las rela-
ciones entre los países en vías de desarrollo y el neocolonialismo. Este último no ha
renunciado a las tentativas de aplastar por la violencia el movimiento emancipador
de los pueblos. Pretende utilizar al máximo los métodos del intervencionismo militar
y las amenazas políticas. Pero la derrota militar y política en Vietnam evidenció que
la agresión directa de los estados imperialistas se volvía cada día más infuncional,
contra sus propios intereses.

Al proponerse el objetivo de impedir el desarrollo libre e independiente de los


Estados que han elegido la vía de las transformaciones democrático-populares in-
ternas y el rumbo antiimperialista en la política exterior, el imperialismo inclinó sus
preferencias por los métodos de la agresión encubierta. Para lograr sus propósitos
–como lo confirman la experiencia de la crisis mesoriental de 1973, el golpe fascis-
ta en Chile en septiembre de 1973 y los sucesos de Angola, Etiopía e Irán– llega a
imponer una profunda y minuciosa preparación de las fuerzas reaccionarias internas
en los países en vías de desarrollo. Un importante aspecto de la posterior política
neocolonialista es la mayor atención prestada a los problemas económicos de los
países en vías de desarrollo. Los ideólogos burgueses de Occidente han atribuido a
esta política las altisonantes denominaciones de “coparticipación en el desarrollo” y
de diálogo Norte-Sur.

De los medios de expansión económica adquiere especial importancia la


exportación de capital privado, con la particularidad de que ocupan una posición
preponderante las inversiones en la explotación de las fuentes de materias primas.
Mediante las inversiones privadas se acentúan las tentativas de atar más los países
en vías de desarrollo a la economía capitalista mundial. Apoyándose en el capital
privado, el imperialismo procura intervenir más en la economía de los países en
vías de desarrollo, establecer nexos directos con las capas sociales necesarias para
los monopolios y consolidar su influencia política e ideológica. Desempeñan en ello
un importante papel las CTN y BTN. Además de los tipos tradicionales de actividad
–creación de filiales y sucursales–, emplean cada vez más formas y métodos nuevos
de penetración: la organización de compañías mixtas con participación de capital
privado y estatal, la concertación de convenios de asistencia técnica en la organiza-
ción de la producción y de la comercialización, la aplicación del sistema de conve-
nios de dirección de las empresas locales sin adquirir la mayoría de las acciones, la
firma de acuerdos sobre la parte del producto que se destina al pago de los servicios
prestados en la organización de proceso productivo, etc.
770 Francisco Chaparro Zapana

Para contrarrestar el auge sucesivo del movimiento de liberación nacional, las


potencias imperialistas procuran hacer ajustes de su política en los países en vías de
desarrollo. Con este propósito utilizan organizaciones de carácter general como son,
por ejemplo, la Organización de Cooperación Económica y Desarrollo; las institucio-
nes internacionales existentes en algunas esferas de las relaciones económicas, como
la GATT, la OMC, el FMI, el BIRF y la CFI; los consorcios internaciones de ayuda
pública y las corporaciones transnacionales especiales de inversión privada. Hacia
fines de la década del setenta se otorgó gran importancia a las reuniones en la cumbre
de las principales potencias imperialistas. A las mismas tareas sirve la política de los
neocolonialistas de imposición de diversos bloques económico-comerciales a los
países en vías de desarrollo. Un ejemplo típico fue el Convenio de Lomé concertado
entre los miembros de la CEE y 46 países de África, del Caribe y del Pacífico. No
obstante, las tentativas de coordinar las acciones de países capitalistas por separado
(como los tratados bilaterales de libre comercio) no suprimen la competencia inte-
rimperialista. Estos países despliegan tenaz lucha dentro de los bloques y alianzas de
este tipo, y no solo para obtener mayores ventajas de los países en vías de desarrollo,
sino para redistribuir las esferas de influencia neocolonial.

7.6. La situación de los trabajadores en las colonias


En las colonias y países dependientes la mayor parte de trabajadores son con-
denados a niveles de vida y trabajo extremadamente deprimentes, además de la po-
blación desempleada y semidesempleada.

El bajo nivel salarial en los países coloniales es determinado por: 1. La gran


superpoblación relativa que aquí es, principalmente, la superpoblación agraria for-
mada a consecuencia del saqueo de las masas campesinas; 2. El bajo nivel de desa-
rrollo económico y cultural de estos países determina que aquí “el elemento moral e
histórico” influya en grado muy limitado sobre el valor de la fuerza de trabajo; 3. La
débil organización de la clase obrera, que le impide lograr incrementos salariales y
mejorar las condiciones de trabajo.

Se debe destacar en especial el significado de la política racista de discrimina-


ción aplicada por los imperialistas en el pago de salarios a los trabajadores nativos.
Por ejemplo, según datos vertidos en la Conferencia de Países Asiáticos y Africanos
realizada en 1955 (cuando muchos eran aún colonias), el salario de un obrero afri-
cano era cuatro veces menor, y el del bracero agrícola, cinco veces menor que el de
trabajadores blancos en las mismas actividades económicas.

La clase social más numerosa en las colonias y países dependientes, con un


nivel de vida extremadamente pobre, era el campesinado hasta la década del sesenta,
y posteriormente la población de los suburbios de las de las grandes ciudades. La
propiedad de la tierra estaba distribuida en un elevado grado de desigualdad, con
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 771

frecuencia la parte mayoritaria de la tierra estaba en manos de los terratenientes,


quienes explotaban a los campesinos mediante un arrendamiento leonino, cuyas con-
notaciones son de carácter semifeudal. Además de la explotación terrateniente, los
campesinos en las colonias sufren también la explotación de un comercio usurero.
Finalmente, otro importante factor que deprime el nivel de vida de los campesinos
es el yugo de la tributación. Los trabajadores de las colonias están obligados a cargar
con el peso de los impuestos para mantener la administración colonial y el ejército,
y también para pagar los intereses a las potencias imperialistas por los préstamos.
En el período en que la India era una colonia inglesa, aproximadamente 2/3 de los
ingresos generados por los campesinos eran absorbidos por la renta, los intereses
y los impuestos, y el número de campesinos sin tierra era más de 70 millones. En
Indonesia, antes de su independencia, cerca del 95% eran campesinos sin tierra y
pequeños parceleros.

Hasta fines de la década del sesenta, la enorme superpoblación agraria en las


colonias, que afectaba tanto al campesinado como la clase obrera, estaba determina-
da por las particularidades de la economía colonial. El desarrollo de la industria aquí
era limitado a consecuencia de la dominación imperialista. Por eso, el proceso de
saqueo al campesinado sobrepasaba al proceso de desarrollo del capitalismo en las
colonias y adquiría forma no tanto por la proletarización de los campesinos arruina-
dos como por su pauperización.

El factor específico del empobrecimiento de los trabajadores en las colonias


era la combinación de la forma capitalista de explotación con las formas precapitalis-
tas, hasta el grado de la esclavización. La esclavización por endeudamiento (llamada
peonaje) logró anidarse con amplitud en las colonias y países dependientes.

7.7. Crítica a la apología burguesa del colonialismo


Muchos estudiosos burgueses actúan como defensores del colonialismo, pre-
tendiendo justificar la invasión a las colonias por las potencias imperialistas con el
pretexto de que son pueblos bárbaros en relación a la “civilización moderna”. Por
ejemplo, el sociólogo estadounidense John Pratt a fines del siglo pasado escribió:
“Gran parte de la tierra esta habitada por pueblos que no han podido crear Estados ci-
vilizados. En los hechos, no están en condición de cumplir con semejante tarea, y su
destino es quedarse como bárbaros o semibárbaros (…) Esta situación impone a los
pueblos políticamente maduros el deber no solo de hacer eco del pedido del resto de
naciones para ayudarlos y orientarlos, sino que también los obliga a someterlos”24.
Y el sociólogo también estadounidense T. Adam define al colonialismo como “una

24 Adam, T. Modern Colonialism. N. Y., 1955, p. 1, traducido por F. Ch. Z.


772 Francisco Chaparro Zapana

expansión histórica natural de la cultura occidental hacia los territorios menos desa-
rrollados del mundo”25.

Partiendo de esta interpretación del colonialismo, los teóricos burgueses di-


funden la teoría de la “descolonización”, cuya esencia radica en hacer creer de que
las metrópolis, exportando capitales a las colonias e implantando allí la industria,
elevan el nivel de desarrollo económico de aquellas lo suficiente como para eliminar
gradualmente la diferencia entre las metrópolis y las colonias, y que las colonias
poco a poco se “descolonizarán” convirtiéndose en países económicamente desa-
rrollados. Así, el defensor del colonialismo francés P. Gusse, al analizar el problema
de la interdependencia entre las metrópolis y las colonias, anunciaba su “gradual
descolonización”.

Los ideólogos burgueses distorsionan la esencia de la política colonial impe-


rialista, cuyo verdadero objetivo es la explotación, y no la supuesta “civilización”
de los pueblos coloniales. Las potencias imperialistas ocupan las colonias, se pre-
supone, no en interés de los pueblos coloniales, sino para enriquecer a su burguesía
monopolista. Las colonias les son útiles solo como fuentes de materias primas bara-
tas, mercados ventajosos para vender y esferas rentables para invertir capitales. La
búsqueda afanosa de una elevada ganancia de monopolio es el verdadero móvil de
la política colonial imperialista, y no la ayuda a los pueblos coloniales.

La teoría de la “descolonización” distorsiona la realidad: por lo general la


conservación de la dominación imperialista no transforma las colonias en países
económicamente desarrollados, sino, por el contrario, los mantiene rezagados.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en vísperas del derrumbamiento del siste-
ma colonial imperialista, los países coloniales y dependientes producían apenas el
5% de la producción industrial mundial, pese a que en ellos habita casi los 2/3 de la
población mundial. A comienzos de los años cincuenta, cuando Kenia aún era una
colonia inglesa, y el Congo, de Bélgica: la renta nacional anual per cápita de la po-
blación en Kenia era tres veces menor que la de Inglaterra (60 dólares contra 780), y
en el Congo Belga, casi en 12 veces menor que la de Bélgica (70 dólares contra 800).
De manera que no cabe hablar sobre una supuesta liquidación del atraso económico
de las colonias mientras se mantenga el yugo de la dominación sobre ellas por las
potencias imperialistas.

Las expectativas de los representantes de la teoría de la “descolonización”,


cifradas en la exportación de capitales, carecen de fundamento. La exportación de

25 Ibídem, 95.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 773

capital acelera el desarrollo industrial de los países coloniales y dependientes solo en


la medida que este capital sea invertido en la industria. Sin embargo, la mayor parte
de capital exportado a las colonias no se invierte en la industria, sino en préstamos
estatales, comercio, banca, y en plantaciones agrícolas. Además, de la parte del ca-
pital extranjero invertida en la industria, en su mayoría es invertida en la industria
liviana y en ramas de la industria extractiva. Las colonias y países dependientes ca-
recían de importantes ramas de la industria pesada, sin las cuales es imposible lograr
un elevado nivel de desarrollo económico que garantice la independencia económica
de las potencias imperialistas.

La teoría de la “descolonización” en su esencia es una descarnada apología del


imperialismo, pretende disfrazar el carácter rapaz de su política colonial. El sentido
práctico de esta teoría radica en que ella busca distraer a los pueblos coloniales de su
lucha contra el yugo imperialista, asfixiándolos en la falsa idea que el imperialismo
por sí mismo los conducirá gradualmente hacia la vía de la “descolonización”.

En realidad la condición necesaria para que las colonias logren conquistar


la independencia económica es el derrocamiento del yugo de la dominación impe-
rialista y la conquista de su independencia política, y esto ha sucedido y sucederá
solo como obra de un poderoso movimiento nacional de liberación de los pueblos
coloniales (ver: sección 8).

8. LA ACCIÓN DE LA LEY DEL DESARROLLO DESIGUAL EN EL SISTEMA


CAPITALISTA DE LA ECONOMÍA MUNDIAL

8.1. La desigualdad del desarrollo económico en el capitalismo


A la producción capitalista le es inherente un desarrollo económico desigual
de las empresas individuales, de los sectores de la producción y de los países. Es
necesario subrayar que por desarrollo desigual se debe admitir no solo la diferencia
de ritmos de crecimiento de la producción (tendencia manifiesta también en el so-
cialismo). La desigualdad del desarrollo de la producción capitalista, que son las
diferencias en los ritmos o en la orientación del desarrollo de las partes separadas
de la economía capitalista, las cuales ocurren en el proceso de la competencia
entre las diversas empresas, sectores productivos y países, las mismas que son
acompañadas por la agudización de sus contradicciones.

La principal causa de esta desigualdad es la contradicción fundamental del


capitalismo. Como los productos de la producción social en el capitalismo son obje-
tos de apropiación privada, y mientras como fuerzas motrices del crecimiento de la
producción actúen ciega y espontáneamente la competencia y la búsqueda afanosa
774 Francisco Chaparro Zapana

de la ganancia, en las condiciones de la sociedad burguesa no podrá haber un desa-


rrollo armónico y consensuado de las partes individuales de la economía nacional y
mundial.

El desarrollo desigual de las unidades empresariales radica en que unas em-


presas capitalistas se catapultan hacia delante en la lucha competitiva con las otras,
a las cuales empujan a veces a su extinción. Este desarrollo desigual siempre inhe-
rente al capitalismo se refuerza en la época del imperialismo, en especial cuando las
empresas monopolizadas se expanden rápidamente, entonces muchas empresas no
monopolizadas sobreviven a duras penas, llegando incluso a su ruina.

El desarrollo desigual de las ramas individuales de la producción se mani-


fiestan en que 1. Algunas ramas desplazan a otras debido a la encarnizada lucha
competitiva de mercado, empujándolas a veces a su ruina; 2. Las diversas ramas de
la producción se desarrollan sin la debida proporcionalidad entre ellas, en desequi-
librio. La desigualdad del desarrollo de las diversas ramas de la producción también
se refuerza en la época del imperialismo. Las nuevas ramas de la industria que nacen
como producto del progreso técnico (por ejemplo, las que producen artículos de
materiales químicos) compiten exitosamente con las ramas antiguas, a las cuales
terminan por desplazar. Las ramas más monopolizadas sacan ventajas de las menos
monopolizadas, las desplazan y conquistan posiciones de privilegio.

El desarrollo desigual también transcurre a escala mundial. Los capitalistas


de distintos países se topan entre sí en los mercados internacionales, mientras unos
países se catapultan hacia delante y dejan atrás a otros. Semejante desigualdad se
observaba ya en la época del capitalismo premonopolista, por ejemplo, inicialmente
(siglos XVI-XVII) las manufacturas se desarrollaron más en Holanda que en Ingla-
terra, pero después de la Revolución industrial Inglaterra se situó en el primer lugar,
quedando relegada Holanda a un segundo plano.

8.2. La disparidad de ritmos de crecimiento de la producción en los países


capitalistas en la época del imperialismo
La disparidad de ritmos de crecimiento de la producción en los distintos países
en las condiciones del capitalismo monopolista es significativamente mayor que la
de antes. Esto se aprecia con los datos siguientes:
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 775

CUADRO N.° 1:
LOS RITMOS DEL CRECIMIENTO DE LA PRODUCCIÓN INDUSTRIAL (En %)

Países De 1860 a 1880 De 1890 a 1913 De 1913 a 1929

Inglaterra 56 61 –1
Francia 65 79 38
Alemania 78 148 3
EE. UU. 113 156 70
Rusia 113 270 - (*)
Japón – – 197

(*) No se incluye a la URSS, por lo tanto se comparan solo los ritmos del desarrollo económico de los países capi-
talistas.
FUENTE: Nuevos Materiales en la obra de Vladimir I. Lenin. El Imperialismo, fase superior del capitalismo.
Part-ed., 1935, p. 276, traducido del ruso por F. Ch. Z.

Según el cuadro, en las condiciones del capitalismo monopolista (1860-1880)


para los cinco países consignados el ritmo más alto se relaciona con el menor como
2 : 1 (113 : 56); pero ya a inicios de la época del imperialismo (1890-1913) la co-
rrelación entre el ritmo máximo y mínimo era de 4,4 : 1 (270 : 61). Después de
la Primera Guerra Mundial estas disparidades de ritmos de crecimiento económico
fueron aún mucho mayores. Así, en el ejemplo de EE. UU. y Alemania la correlación
de los ritmos de crecimiento de la producción industrial de 1913 a 1929 fue de 23 : 1.
Pero para entonces el ritmo estadounidense ya no era el mayor; en el primer lugar
destacaba Japón, donde el crecimiento industrial, de 1913 a 1929, fue de 197%. De
otra parte, Alemania tuvo un ritmo que no era el más bajo; en la Inglaterra de aquel
período (1913-1929) la producción industrial en general no solo no aumentó, sino
que disminuyó en 1%. De esta forma, la mayor disparidad de ritmos de los principa-
les países capitalistas, entre 1913 y 1929, se expresa en las cifras: +197% (Japón) y
–1% (Inglaterra).
El problema, se presupone, no solo radica en la desigualdad de ritmos de cre-
cimiento de la producción industrial en los diversos países capitalistas, sino en que
el retrazo de unos países y el impulso de otros hacia delante son acompañados
por una encarnizada lucha competitiva y la agudización de las contradicciones
interimperialistas. Lenin, subrayaba que en la realidad capitalista encontramos que
“(…) la desproporción extrema en la rapidez de desarrollo de los distintos países,
etc., la lucha rabiosa entre los Estados imperialistas”26.
Después de 1929 se desencadenó una crisis económica mundial sin prece-
dentes por su fuerza y duración, y en víspera de la Segunda Guerra Mundial la eco-

26 Lenin, V. I. El imperialismo, óp. cit, 95.


776 Francisco Chaparro Zapana

nomía de varios países capitalistas (EE. UU., Inglaterra y Francia) fue nuevamente
conmocionada por la crisis de 1937-1938; sin embargo, Alemania y Japón no fueron
afectados por esta crisis. Como resultado de la década anterior a la guerra, los ritmos
de desarrollo económico de los países capitalistas se diferenciaron de nuevo fuerte-
mente: la producción industrial de Alemania, de 1929 a 1938, aumentó en 32%, y la
de EE. UU. disminuyó en 19%.

Fueron demasiado grandes las disparidades en los ritmos de crecimiento eco-


nómico de los principales países del mundo capitalista después de la Segunda Guerra
Mundial, las cuales se aprecian con los datos siguientes:

CUADRO N.° 2:
EL CRECIMIENTO (+) O LA CAÍDA (–) DE LA PRODUCCIÓN INDUSTRIAL EN
LOS PRINCIPALES PAÍSES CAPITALISTAS EN LOS AÑOS 1938-1966 (En %)

Países De 1938 a 1948 De 1948 a 1960 De 1961 a 1966

EE. UU. ……………. 121 59 43


Inglaterra ………… 10 51 18
RFA ……………… –49 358 26
Francia …………… 2 112 29
Italia ……………… 2 191 43
Japón …………….. –61 609 63

FUENTE: Datos calculados según la situación económica de los países capitalistas desarrollados y subdesarrolla-
dos. Una visión de 1966 a comienzos de 1967, Impresiones Pravda, 1967, p.8, traducido del ruso por F.
Ch. Z.

En el cuadro se muestra que la correlación de la dinámica de la producción


industrial en los distintos países capitalistas fue muy diferenciada en los primeros
años de posguerra y en el siguiente período. En 1948 la producción industrial de
EE. UU. creció en comparación con el nivel anterior a la guerra en más del doble;
mientras tanto en los otros principales países capitalista se elevó muy poco (Ingla-
terra), o bien se mantuvo en el nivel anterior a la guerra (Francia e Italia), o bien se
redujo un poco en comparación con aquel nivel (Alemania y Japón). Por el contrario,
desde 1948 hasta 1960 EE. UU. se encontraba en uno de los últimos lugares según el
ritmo de crecimiento de la producción, pero Alemania y Japón pasaron a un primer
lugar. Finalmente, durante la década del setenta la situación cambió nuevamente, ya
que el ritmo promedio de incremento de la producción en EE. UU. se elevó, mientras
que en Europa Occidental y Japón descendió fuertemente. A consecuencia de ello, en
el período 1961-1966 la producción industrial de EE. UU. ascendió en mayor grado
que en Inglaterra, RFA y Francia.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 777

8.3. La consolidación de la disparidad de ritmos de crecimiento económico


de los países durante el imperialismo
Un importante factor que eleva la disparidad de los ritmos de crecimiento eco-
nómico de los distintitos países capitalistas en la época del imperialismo fue que en
su contexto ocurrieron grandes adelantos técnicos. Los “jóvenes” países capitalistas
(Alemania, EE. UU. y Japón) tuvieron la posibilidad inmediata de dotar a su indus-
tria de una nueva técnica sin tener que transitar paso a paso los mismos peldaños que
tuvieron que recorrer los “antiguos” países capitalistas (Inglaterra y Francia).

Las exportaciones de capitales cumplen un importante rol en la ampliación


de las diferencias en los ritmos de desarrollo económico entre los países capitalistas
en la época del imperialismo. A fines del siglo XIX e inicios del XX, Inglaterra y
Francia eran exportadores de capital en gran escala; por el contrario, EE. UU. y Ru-
sia fueron preponderantemente importadores de capital. Esto retardó relativamente
los ritmos de crecimiento de la producción en los “viejos” países capitalistas y ace-
leró los ritmos de su crecimiento en los “jóvenes” países capitalistas. Después de
la Segunda Guerra Mundial la importación de capitales estadounidenses hacia los
países de Europa Occidental fue uno de los factores que aceleró la recuperación y el
incremento de la producción de estos últimos, al mismo tiempo que en EE. UU. el
crecimiento de la producción se hacía más lento.

Las crisis económicas influyen decisivamente en la diferenciación de los rit-


mos de crecimiento de la producción en los distintos países capitalistas. En las con-
diciones del capitalismo contemporáneo la frecuencia y profundidad de las crisis son
también muy desiguales en los distintos países. Un ejemplo elocuente de ello son los
EE. UU. donde, desde 1948 hasta 1960, ocurrieron cuatro crisis y, al mismo tiempo,
según los ritmos de crecimiento de la producción, quedaron situados en uno de los
últimos lugares entre los principales países capitalista del mundo.

Las guerras mundiales influyen también decisivamente sobre la correlación


de los ritmos del desarrollo económico de los distintos países capitalistas. Ambas, le
dieron un fuerte impulso al crecimiento de la producción industrial en EE. UU., país
en cuyo territorio no tuvieron lugar acciones armadas y sus monopolios se enrique-
cieron fabulosamente con el abastecimiento a otros países. Al contrario, los países
que fueron derrotados en la guerra, resultaron temporalmente rezagados.

8.4. El carácter específico del desarrollo desigual de los países capitalistas


en la época del imperialismo
Fue Marx quien descubrió la desigualdad del desarrollo del capitalismo, com-
probando que, a causa del predominio de la propiedad privada, de la competencia
y de la anarquía de la producción, era imposible en el régimen capitalista un creci-
miento equilibrado, proporcional y armónico de las diversas empresas entre sí y de
778 Francisco Chaparro Zapana

las ramas y esferas de la economía nacional en comparación con la demanda social


de sus productos.

El solo incremento cuantitativo de las disparidades de los ritmos del desa-


rrollo económico de los diferentes países capitalistas no caracteriza aún de modo
específico las desigualdades de su desarrollo en la época del imperialismo. Por eso,
es necesario centrar la atención en las particularidades cualitativas de este proceso
en las condiciones del capitalismo monopolista en comparación con las de la etapa
premonopolista.

Aún en los peldaños iniciales del capitalismo algunos países, al desarrollar


más rápidamente su industria, con el paso del tiempo alcanzaron y sobrepasaron
el nivel de desarrollo económico de otros. Pero entonces este proceso transcurría
muy lentamente. Por ejemplo, Inglaterra necesitó de 100-150 años para alcanzar y
sobrepasar a Holanda. Al contrario, en la época del imperialismo se observa que
según el grado de desarrollo económico unos países ganan a saltos la delantera a
otros. Para lograr semejante despunte ya no se requieren siglos, sino solo de dos a
tres décadas.

Un ejemplo característico: Inglaterra, EE. UU. y Alemania. Hasta la década


del setenta del siglo XIX, Inglaterra estaba industrialmente más desarrollada que
EE. UU. y Alemania en conjunto, y según sus principales ramas en particular. Así, en
1870, en Inglaterra la fundición de acero era de 215 000 toneladas (t); en Alemania,
170 000 t; en los EE. UU., 69 000 t. Con el transcurso de dos décadas EE. UU. ya
había alcanzado a Inglaterra en este rubro: en 1890 la producción de acero en
EE. UU. fue de 4,3 millones de t contra 3,6 millones en Inglaterra y 2,2 millones de
t en Alemania. Con el transcurrir de una década más Alemania alcanzó a Inglaterra,
y, en 1913, la fundición de acero en EE. UU., era 31,3 millones de t; en Alemania de
18,3 y en Inglaterra solo de 7,7.

El desarrollo económico desigual de los países capitalistas en la época del im-


perialismo transcurre en una situación nueva, en las condiciones de un mundo ya re-
partido. Puesto que antes los “viejos” países capitalistas se proveían de colonias más
extensas que las “jóvenes” potencias, entonces el acelerado repunte de unos países
(“jóvenes”) imperialistas sobre otros (“viejos”) condujo a una enorme desigual-
dad en la correlación del poder económico de estos países y de su peso específico
en los dominios coloniales. Esto se advierte claramente en el ejemplo de Alemania
e Inglaterra de antes de la Primera Guerra Mundial. En 1913, Alemania sobrepasó
a Inglaterra según el volumen de producción industrial, pero sus colonias eran 11,5
veces menores que las de Inglaterra (en la proporción de 2,9 millones de km2 contra
33,5 millones de km2).
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 779

Los países imperialistas en rápido desarrollo empiezan a librar, en especial,


una encarnizada lucha con otros países por las fuentes proveedoras de materias pri-
mas, por los mercados de venta y las esferas de inversión de capital. Y como el
mundo ya estaba territorialmente dividido, esto trajo consigo la pugna por un nuevo
reparto del mundo. Pero como aquellas potencias imperialistas, que poseían extensos
dominios coloniales, no habrían de ceder voluntariamente parte de estos últimos en
favor de las nuevas potencias, entonces la lucha por el reparto territorial del mundo
se tornó en agudos conflictos y, en determinadas condiciones, en guerras mundiales.
Así, Alemania cumplió un rol activo en el desencadenamiento de la Primera Guerra
Mundial, al mismo tiempo que el imperialismo alemán considerándose “estafado”
en el reparto de las colonias, se propuso redistribuir el mundo en su beneficio a costa
de Inglaterra, Francia y Rusia.

En realidad La Primera Guerra Mundial trajo consigo un reparto del mundo,


pero no en favor de Alemania (que resultó derrotada), sino a favor de los países ven-
cedores, Inglaterra y Francia, entre los que se repartieron las colonias arranchadas de
Alemania. Como resultado de esta guerra Alemania fue despojada completamente
de colonias, y los dominios coloniales de Inglaterra aumentaron de 33,5 millones de
km2 a 34,9 millones y los de Francia de 10,6 millones de km2 a 11,9 millones.

Pero en poco tiempo Alemania no solo restableció su poderío industrial de an-


tes de la guerra, sino que lo sobrepasó significativamente (para lo que no fue poca la
ayuda suministrada por EE. UU. exportando capitales hacia ella). Y, cuando la banda
hitleriana capturó el poder, Alemania intentó de nuevo repartir el mundo mediante
la Segunda Guerra Mundial. Y en el Lejano Oriente actúa Japón como aliada de la
Alemania nazi, cuyo poderío económico también había crecido rápidamente.

Y así, el desarrollo desigual de los países capitalistas en la época del impe-


rialismo adquirió un carácter no solo a saltos, sino también carácter conflictivo,
llegando a generar dos guerras mundiales.

8.5. La ley del desarrollo económico y político desigual del capitalismo bajo
el imperialismo
Las particularidades económicas del capitalismo premonopolista tuvieron de-
terminadas consecuencias desde el punto de vista de las probables perspectivas de
una revolución proletaria. La evolución del capitalismo, relativamente tranquila y
pacífica, hizo que las contradicciones económicas y políticas existentes entre de-
terminados países no alcanzasen gran profundidad. Por su parte, el proletariado era
todavía relativamente débil e insuficientemente organizado como para intentar una
revolución proletaria en algún país por separado. Debido a la debilidad política y
orgánica de la vanguardia proletaria, su aspiración a procurarse un aliado de clase
780 Francisco Chaparro Zapana

numeroso –el campesinado– no podía culminar en un proyecto serio. Por entonces,


la masa campesina fundamental seguía fuertemente influida por la burguesía.

Partiendo de esta situación histórica concreta, Marx y Engels consideraban


que la revolución socialista podía triunfar tan solo mediante un golpe simultáneo
contra el capitalismo en todos los países capitalistas o, por lo menos, en su mayoría.
Esta apreciación de las perspectivas de triunfo de la revolución socialista era correcta
y correspondía en todo al carácter del desarrollo del capitalismo hasta fines del siglo
XIX.

Sin embargo, la situación cambió radicalmente al convertirse el capitalismo


premonopolista en imperialismo. En las nuevas circunstancias, la ley del desarrollo
desigual del capitalismo modificó cualitativamente sus efectos y adquirió importan-
cia decisiva en el proceso del desarrollo histórico de la sociedad. Este carácter cuali-
tativamente nuevo de la ley del desarrollo desigual económico y político del capita-
lismo en la época del imperialismo fue descubierto por Lenin. Y este descubrimiento
le sirvió de clave para descifrar la esencia y las causas del surgimiento de profundas
contradicciones y de los conflictos bélicos entre los países imperialistas, es decir, le
sirvió de punto de partida para desarrollar la teoría de la revolución socialista.

Según Lenin, el nuevo carácter de la desigualdad del desarrollo económico de


los países capitalistas bajo el imperialismo origina la desigualdad en su desarrollo
político. El aspecto político de la ley de la desigualdad del desarrollo del capitalismo
se expresa en la diversidad cronológica de maduración de las condiciones políticas
para la revolución socialista en los diversos países del sistema capitalista mundial.
Entre las premisas políticas de la revolución socialista figura, en primer término, la
agudización de las contradicciones entre las clases, el grado de desarrollo de la lucha
entre ellas, el nivel de conciencia clasista, de organización política y de audacia re-
volucionaria del proletariado, su capacidad para unificar en torno suyo a las amplias
masas populares y para guiarlas al asalto decisivo del capitalismo. Este descubri-
miento de Lenin tiene singular trascendencia para la teoría y la práctica de la lucha
revolucionaria del proletariado. De esta ley dedujo la conclusión sobre la posibilidad
del triunfo del socialismo en países aislados.

Al demostrar la imposibilidad del triunfo simultáneo de la revolución socia-


lista en todos los países capitalistas y la posibilidad de su triunfo primero en algunos
países aislados, o incluso en uno solo, Lenin concluyó en que revolución socialista
no sería un acto simultáneo, sino que ocuparía toda una época histórica en la que
irían separándose del sistema capitalista un país o un grupo de países tras otro. Por
tanto, el principio leninista de la coexistencia de dos sistemas económico-sociales
opuestos fue ideado para la época histórica de sustitución del capitalismo por el
socialismo.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 781

El triunfo histórico de la Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia


fue la primera confirmación práctica de la teoría leninista de la revolución proletaria.
Y después de la Segunda Guerra Mundial, el triunfo de las revoluciones socialistas
en diversos países de Europa, Asia y América Latina y el derrumbe del sistema de
dominación colonial constituyeron las mayores conquistas de trascendencia históri-
ca en el proceso de liberación de los pueblos del yugo de la explotación capitalista
en su etapa de dominación imperialista.
CAPÍTULO XX

El capitalismo imperialista globalizado:


origen, desarrollo y perspectivas

1. EL IMPERIALISMO: FASE SUPERIOR DEL CAPITALISMO

1.1. Rasgos esenciales del imperialismo


“El imperialismo surgió como desarrollo y continuación directa de las pro-
piedades fundamentales del capitalismo en general. Pero el capitalismo se trocó en
imperialismo capitalista únicamente al llegar a un grado determinado, muy alto, de
su desarrollo, cuando alguna de las características fundamentales del capitalismo
comenzaron a convertirse en su antítesis, cuando tomaron cuerpo y se manifestaron
en toda la línea los rasgos de la época de transición del capitalismo a una estructura
económica y social más elevada. Lo que hay de fundamental en este proceso, desde
el punto de vista económico, es la sustitución de la libre competencia capitalista por
los monopolios capitalistas. La libre competencia es la característica fundamental
del capitalismo y de la producción mercantil en general; el monopolio es todo lo
contrario de la libre competencia capitalista, pero esta última se va convirtiendo ante
nuestros ojos en monopolio, creando la gran producción, desplazando a la pequeña,
reemplazando la gran producción por otra todavía mayor y concentrando y el capital
hasta tal punto, que de su seno ha surgido y surge el monopolio”1. A partir de esta
importante premisa teórica V. I. Lenin caracterizó resumidamente el imperialismo en
cinco rasgos fundamentales (los cuales fueron ya analizados por nosotros separada-
mente en varios de los capítulos anteriores): “1. La concentración de la producción
y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los
monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2. la
fusión del capital bancario y el industrial y la creación, sobre la base de este ‘capital
financiero’, de la oligarquía financiera; 3. la exportación de capitales, a diferencia de
la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande;
4. la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las
cuales se reparten el mundo; y 5. la culminación del reparto territorial del mundo
entre las potencias capitalistas más importantes”2.
El primero de ellos expresa directamente el dominio de los monopolios: al im-

1 Lenin, Vladimir Ilich. El imperialismo, fase superior del imperialismo. Ed. Progreso, Moscú, s/a, p. 87.
2 Ibídem, p. 88.
784 Francisco Chaparro Zapana

perialismo le es característico no solo la concentración de la producción y el capital


(esta concentración tenía lugar ya en la época del capitalismo de libre competencia),
pero la concentración alcanza su más alto grado de desarrollo y por eso genera los
monopolios, los cuales juegan un rol decisivo en la economía de los países capita-
listas.

El dominio de los monopolios es característico también en la actividad banca-


ria de la época del imperialismo. El capital bancario monopolista se une con el capi-
tal monopolista industrial, a consecuencia de lo cual se forma el capital financiero.
Por consiguiente, el dominio de los monopolios se configura también como el segun-
do rasgo del imperialismo. Al definirlo, Lenin señalaba que “el capital financiero es
el capital bancario de algunos grandes bancos monopolistas fundido con capital de
los grupos monopolistas industriales”3.

El dominio de los monopolios caracteriza no solo aquellas relaciones econó-


micas, que se forman dentro de los países capitalistas desarrollados, sino también en
la esfera de las relaciones económicas internacionales.

La exportación de capitales adquiere mayor importancia debido precisamente


a su relación con el dominio de los monopolios. Esta relación radica en que el domi-
nio de los monopolios refuerza la acumulación del capital y, al mismo tiempo, limita
las posibilidades de la inversión de nuevos capitales acumulados en el interior mis-
mo de los países capitalistas desarrollados, y esto genera ahí un relativo excedente de
capital y plantea la necesidad de la exportación del capital al exterior.

Las asociaciones internacionales de capitales, que se reparten económicamen-


te el mundo, son creadas en la fase monopolista del desarrollo del capitalismo. Por sí
mismos son un tipo especial de monopolios.

Finalmente, la división territorial del mundo significó el dominio de un puñado


de potencias imperialistas sobre todos los territorios del planeta. En relación a ello, el
monopolio incentiva también la política colonial del imperialismo. Al describir esto,
Lenin decía que: “El reparto del mundo es el tránsito de la política colonial, que se
extiende sin obstáculos a las regiones todavía no apropiadas por ninguna potencia
imperialista, a la política colonial de dominación monopolista de los territorios del
globo enteramente repartido”4.

3 Ibídem.
4 Ibídem.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 785

1.2. El monopolio como la unidad en la diversidad


De lo señalado, de ningún modo se debe deducir que los cinco rasgos del
imperialismo representan en sí una misma cosa; cada uno de ellos expresa alguna ca-
racterística específica de la economía del capitalismo monopolista. Al mismo tiem-
po, los dos primeros caracterizan nuevos fenómenos en el interior de la economía de
los países capitalistas desarrollados, y los restantes caracterizan aquellos fenómenos
nuevos que se observan en la época del capitalismo monopolista en la economía
mundial.

Pero las diferencias no excluyen la unidad. Todos los rasgos del imperialismo
están impregnados por un principio general, el imperialismo. Por eso Lenin aplicaba
en relación con estos rasgos el concepto “las principales formas de monopolio”, la
sustitución de la libre competencia por el monopolio, el llamó rasgo económico fun-
damental del imperialismo, su esencia.

El concepto de “monopolio imperialista” en la acepción amplia de esta palabra


se encuentra lejos de los marcos solo de las alianzas monopolistas de los industriales,
de carteles, sindicatos y trusts. Ella comprende también los monopolios en la banca,
la dominación monopolista de la oligarquía financiera sobre toda la economía capita-
lista, a la monopolización de las fuentes de materias primas, el monopolio colonial.

El monopolio imperialista en el amplio sentido de la palabra es la concen-


tración del poder económico en manos de unos cuantos magnates capitalistas, que
les da la posibilidad de obtener las ganancias monopolistas.

Las formas concretas de manifestación del monopolio son diversas. Al interior


de cada país imperialista sus principales formas son: los monopolios industriales y
monopolios bancarios. La expresión sintetizada de la dominación de los monopolios
en la economía de los países capitalistas desarrollados es el capital financiero, en el
cual dos formas de monopolios no actúan separadamente, sino juntas. En la econo-
mía mundial capitalista se desarrollan los monopolios internacionales, y en base a
la división territorial del mundo se impuso la dominación monopólica de un puñado
potencias imperialistas sobre centenares de miles de millones de seres humanos de
las colonias y países dependientes.

Todo esto significa que el imperialismo es la fase monopolista del capitalismo.


El dominio de los monopolios que sustituyó el dominio de la libre competencia, es la
principal diferencia económica del imperialismo en relación al capitalismo premo-
nopolista de la libre competencia.
786 Francisco Chaparro Zapana

1.3. El imperialismo como la fase superior del capitalismo


De los cinco principales rasgos del imperialismo analizados por Lenin, los
cuatro primeros mantienen vigencia plena en la actualidad: en la industria de los paí-
ses capitalistas desarrollados predominan las agrupaciones monopólicas, en especial
las asociaciones financieras en la época del “imperialismo globalizado”; por ende, la
función directriz la asumen el capital financiero y la oligarquía financiera; en el siste-
ma de la economía mundial la exportación de capitales adquiere mayor importancia.
Los monopolios transnacionales llevaron a cabo el reparto y la redistribución del
mercado mundial capitalista. Pero es distinta la situación del quinto rasgo, el reparto
territorial del mundo.

Cuando Lenin escribió su obra El imperialismo, fase superior del capitalis-


mo, el sistema capitalista era único. Todo el mundo se dividía entonces en un puñado
de potencias imperialistas. Desde entonces hasta nuestros días han sucedido muchos
cambios radicales: en primer lugar, triunfó la revolución socialista cuya experiencia
como sistema mundial colapsó en 1990, logrando en su trayectoria debilitar signifi-
cativamente las posiciones del imperialismo; en segundo lugar, la mayoría de paí-
ses coloniales conquistaron su independencia y se formaron como nuevos Estados
soberanos. Ambos acontecimientos históricos contribuyeron al logro de importantes
reivindicaciones a favor de las masas explotadas del mundo. Pero en la actualidad
las potencias imperialistas han logrado recuperar sus posiciones de dominación om-
nímoda que les permiten continuar explotando y saqueado a las clases trabajadoras
del mundo bajo nuevas condiciones: en las del neocolonialismo.

Por tanto, el imperialismo, incluida su versión “globalizada”, es la continui-


dad directa del desarrollo de las propiedades fundamentales del capitalismo en su
etapa superior. Sin embargo, el imperialismo, a pesar de ser portador de una serie de
nuevos fenómenos económicos y tendencias, no representa un régimen económico-
social nuevo y diferente del capitalismo, como pretenden hacer creer muchos de
sus defensores. En efecto la naturaleza esencial de las relaciones de producción que
caracteriza el régimen capitalista se conserva también en el imperialismo. La base
económica de la sociedad burguesa, tanto en las épocas premonopolistas como en la
del imperialismo, está cimentada en la propiedad capitalista de los medios de pro-
ducción, en cualquiera de sus formas concretas que actúe (de propiedad capitalista
individual, estatal o corporativa). La piedra angular de todo el edificio de la econo-
mía capitalista en todas sus etapas es la producción de la plusvalía (y, por ende, la
obtención de ganancia), y las relaciones de producción fundamentales de la sociedad
burguesa continúan siendo las relaciones capitalistas de explotación entre la clase
burguesa y la clase obrera.

Lenin destacaba siempre que el imperialismo no reforma ni puede reformar


la economía capitalista en sus aspectos esenciales. Él llamó imperialismo a la nueva
“estructura cimentada en el viejo capitalismo”, teniendo en cuenta el hecho de que
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 787

con el dominio de los monopolios se conserva el conjunto de empresas privadas, que


continúa existiendo la competencia, se mantienen la anarquía de la producción y su
desarrollo cíclico.

El imperialismo es la expresión de una fase monopolista superior, es la


fase monopolista del capitalismo, pero de ningún modo es una nueva y particular
formación socioeconómica. En él se mantienen los cuatro rasgos fundamentales
inherentes al modo de producción capitalista a diferencia de otros modos de produc-
ción.

2. CAPITALISMO IMPERIALISTA GLOBALIZADO


Según la acertada interpretación marxista bosquejada por Camilo Valqui Ca-
chi (México)5, la enmarañada metamorfosis del capital monopolista contemporáneo
ha conducido efectivamente a una transfiguración de la totalidad capitalista y de las
fuerzas productivas en las que este se sustenta; pero esto no está reñido con la dialéc-
tica del propio capitalismo ni significa un cambio en su esencia, como pretenden ha-
cer creer sus agentes de imagen: políticos, académicos y comunicadores sociales al
poner en entredicho e ignorar el enfoque epistemológico leninista del imperialismo y
reemplazarlo por términos de uso corriente como globalización y/o mundialización.
El abandono de la teoría marxista-leninista del imperialismo, herramienta teórica
central de la crítica de la economía política burguesa, conduce a falsear la naturaleza
expoliadora, opresora y depredadora de la totalidad del capitalismo salvaje del siglo
XXI, así como a mistificar sus metamorfosis y carácter histórico con la pretensión
de naturalizarlo y perennizarlo.

2.1 Los orígenes tendenciales de la globalización en el desarrollo económico


El término “globalización” (de uso anglosajón) y su equivalente “mundializa-
ción” (de uso francés), se utilizan por lo general como sinónimos. Conforman hoy
una semántica ideológica de moda que se ha popularizado rápidamente a través de
todas las redes mediáticas del capital monopolista transnacional, hasta convertirse
ahora en una clave del lenguaje cotidiano, académico y político a nivel planetario.

Sobre el origen de la globalización hay variados criterios, algunos opinan que


es una tendencia que surge desde el mismo desarrollo del hombre y su expansión,
otros consideran que fue producto del desarrollo de los antiguos imperios, hay quie-
nes hablan del encuentro entre dos culturas, otros argumentan que es un proceso
complejo que tiene su surgimiento y desarrollo en el siglo XX. Según Immanuel
Wallerstein, en la Historia han existido muchas globalizaciones: el Imperio roma-
no, la Iglesia Católica medieval, el Imperio británico, la revolución protestante, el

5 Valqui Cachi, Camilo. El imperialismo y la lucha de clases en el siglo XXI. Universidad Autónoma de Guerrero, Méxi-
co. Fuente: Email. dctr1aprodigy.net.mx.drevcpayahoo.com.mx
788 Francisco Chaparro Zapana

Imperio español, entre otros. No estamos ante un fenómeno original, sino frente a
una etapa que Cornelius Castoriadis y Herbert Marcuse, y antes Rosa Luxemburgo,
caracterizaron en la tensión socialismo o barbarie.6 Lo cierto es que el origen histó-
rico de la globalización puede verse al tiempo que hacemos una interpretación de lo
“global” y lo comparamos con lo mundial o internacional.

La idea de un mundo global a lo largo de la historia posee varios siglos de


existencia, sin embargo hace relativamente pocas décadas que adquiere mayor rele-
vancia y vigencia esta idea producto del desarrollo de nuevas tecnologías asociadas
a la comunicación y la sociedad de la información.

A partir de la década de los años setenta es cuando las economías de los dis-
tintos países iniciaron un proceso económico más interrelacionado que nunca antes,
constituyendo una nueva dinámica mundial en la que los países capitalistas son cada
vez más interdependientes; es decir, a partir de este tercer impulso de la globaliza-
ción es que asistimos a la constitución de un mundo más interrelacionado. Desde
entonces se habla con mayor fuerza de la globalización como un fenómeno nuevo y
sin precedentes.

La “globalización” puede verse como un proceso objetivo e histórico que


aparece como resultado del propio desarrollo no solo del capitalismo, sino de la
humanidad donde el desarrollo tecnológico ha ido ganando espacio en el mundo;
este proceso se refiere básicamente a la creciente integración de las economías de
todo el planeta, especialmente la integración que se ha dado a través del comercio y
los flujos financieros. En algunos casos este término hace alusión al movimiento de
los capitales y el desplazamiento de personas (mano de obra) y la transferencia de
conocimientos (tecnología) a través de las fronteras internacionales.

Pueden advertirse diferentes dimensiones de la globalización: económica, fi-


nanciera, cultural, política, ambiental, social, etc., lo que hace ver a este proceso con
un alcance más amplio; sin embargo, resulta de medular importancia a los efectos
de entender la trascendencia de la idea de un mundo en proceso cada vez más glo-
balizado.

La humanidad no deberá mostrar indiferencia ante tendencias que pueden re-


sultar amenazadoras y que se presentan producto de la globalización del modelo
neoliberal por medio del cual se excluye en forma creciente las posibilidades del
mejoramiento humano de millones de personas.

Los clásicos del marxismo-leninismo –que estudiaron la problemática de la


economía y la internacionalización– previeron en sus obras tempranas las tendencias
motivadoras del presente proceso de su globalización.

6 Cobiere, E. J. El mito de la globalización capitalista. Ed. e-libro.net, 2002, p. 13.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 789

Existen tres grandes impulsos históricos asociados a la globalización; estos se


asocian con: 1. La conquista, colonización e integración de América en el mercado
mundial, 2. La generalización de la revolución industrial y la expansión colonial del
siglo XIX y 3. El desarrollo y universalización de los aspectos culturales que fueron
favorecidos por los medios de comunicación; básicamente después de la Segunda
Guerra Mundial, en especial a partir de la década de los setenta hasta nuestro días.

¿Qué es la globalización? En la actualidad se aprecia que “en lugar del anti-


guo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas, se establece
un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y eso se
refiere tanto a la producción material como a la intelectual. La producción in-
telectual de una nación tiende a convertirse en patrimonio común de todas. La
estrechez y el exclusivismo nacionales van resultando de día en día más infun-
cionales e incompatibles.

Por lo tanto, la globalización no es un fenómeno nuevo, está asociado al pro-


pio desarrollo del sistema capitalista. Y lo podemos definir como un proceso objetivo
que se disemina y fortalece en la actual economía mundial, que está caracterizado
por un incremento sustancial del capital transnacional en las economías de los países
capitalistas desarrollados y subdesarrollados.

La globalización se vio favorecida por un reordenamiento geopolítico y los


últimos adelantos tecnológicos que han tenido lugar en las comunicaciones, la com-
putación y el transporte, entre otros sectores de acelerado desarrollo en la economía
internacional. Este proceso es una de las macrotendencias que redefine el contexto
mundial de fines del siglo XX e inicios del XXI y se aprecia en la emergencia de
un único espacio global de interdependencias, flujos y movilidades que atrapan al
planeta. En este espacio se despliega un conjunto de sistemas globales cuyos com-
ponentes funcionan muy integrados por la comunicación tan estrecha a pesar de la
dispersión y la distancia.

En la visión teórica marxista según la opinión de José M. Pérez Gay, quien


dice: “El manifiesto del partido comunista, obra maestra de Karl Marx y Friedrich
Engels, publicada en 1848, sigue causando gran sorpresa y admiración: es el más
conciso y escalofriante testimonio de un proceso que causa estragos en el mundo
contemporáneo: la presión inexorable de la globalización”7.

Por su parte, Marx y Engels en el Manifiesto señalaban ya cómo, “espoleada


por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre
el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear

7 Ver: Pérez Gay, José María. Cuánta Globalización podemos soportar. La Habana, 2005.
790 Francisco Chaparro Zapana

vínculos en todas partes”8. Y así mismo precisan que: “Mediante la explotación del
mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al con-
sumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a
la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas
y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya
introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por in-
dustrias que ya no emplean materias primas indígenas sino materias primas venidas
de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no solo se consumen en el
propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades,
satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para
su satisfacción productos de los países más apartados y los climas más diversos. En
lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas,
se establece un intercambio universal de las naciones, una interdependencia univer-
sal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la produc-
ción intelectual. La producción intelectual de una nación se convierte en patrimonio
común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resultan de día en día
imposibles; de las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una litera-
tura universal”9. También es interesante resaltar cómo los fundadores del socialismo
científico, ya a mediados del siglo XIX preveían la inexorable “globalización” del
modo de producción capitalista, gracias al “rápido perfeccionamiento de los instru-
mentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación...”10.

Posteriormente, los marxistas de comienzos del siglo XX continuaron el aná-


lisis de la “globalización” del capitalismo como modo de producción, al interior del
cual, según su interpretación, maduraban las contradicciones que lo llevarían a su
fin. En los escritos de Lenin, Bujarin, Luxemburgo y otros se muestra cómo entonces
el capitalismo había ya entrado en su fase imperialista, caracterizada por el dominio
de los monopolios y el expansionismo económico y político de unas cuantas poten-
cias hacia el resto del mundo. Este capitalismo monopolista, al asociarse al poder del
Estado, daría como resultado el capitalismo monopolista de Estado que, según los
marxistas, era la antesala del socialismo. Continuando con este razonamiento podría-
mos decir que si la fase monopolista del capitalismo se tradujo en la consolidación
del imperialismo, la fase transnacional del capitalismo monopolista corresponde a
lo que eufemísticamente se conoce hoy en día como “globalización”, uno de cuyos
rasgos es la reducción del papel del Estado a simple guardián del mercado. De esta
manera, todo parece indicar que el fenómeno de la globalización tiene sus raíces en
los comienzos mismos del sistema capitalista; no obstante, sus características en la
actualidad son cualitativamente distintas a las observadas antes de la Segunda Guerra

8 Marx, C. y F. Engels. El Manifiesto Comunista. Ed. Progreso, Moscú, 1983, p. 31.


9 Ibídem, pp. 31-32.
10 Ibídem, p. 32.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 791

Mundial en el siglo XX, así su esencia en principio siga siendo el expansionismo, el


sometimiento y la explotación.

Durante la segunda mitad del siglo XX, la globalización cambió de signo,


tuvo una perspectiva de violencia ecuménica inevitable. A partir de la explosión
de la bomba atómica en Hiroshima nació una comunidad global, anota Safranski,
cuyos principios eran la amenaza y el terror. Ahora los misiles alcanzan cualquier
punto del planeta. El arsenal de armas nucleares hace posible el suicidio colectivo
y la devastación total. La vida en la tierra puede desaparecer. Las guerras ya no se
limitan a regiones, ni las hacen solo los estados. Grupos de terroristas con apoyo en
varios países, bandas transnacionales del crimen organizado, pueden tener acceso a
las armas de destrucción masiva. En cualquier momento, como escribe Enzensber-
ger, puede suceder la catástrofe.

Por eso la globalización se ha convertido en tema obligado de análisis y dis-


cusión, tanto en los foros de economía, política y empresariales como en el ámbito
académico. Pese a ser tan difundido el concepto, aún no existe consenso sobre las
proyecciones del proceso de la globalización a escala mundial, sino que más bien
se presenta una verdadera confrontación de ideas, en función de los intereses so-
cio-económicos que ellas encarnen. Así, las teorías económicas burguesas –como
la neoliberal– defienden a ultranza el actual statu quo capitalista internacional, bajo
el pretexto de que todos los países tienen las mismas oportunidades para desarrol-
larse, mientras que otras –por lo general, de corte democrático pequeño-burgués,
incluido un sector marxista– rechazan cualquier posibilidad de inserción ventajosa
en la actual división internacional del trabajo. Pero una tercera posición trata de con-
ciliar los puntos de vista extremos y de formular una especie de síntesis, en la cual
las fortalezas y las debilidades dependen no solo de la correlación de fuerzas en el
plano económico y político a escala mundial, sino también de las transformaciones
estructurales que se lleven a cabo al interior de las naciones menos desarrolladas,
entre estos últimos destaca también un sector de teóricos marxistas más próximos al
movimiento obrero.

2.2. Características del actual imperialismo capitalista globalizado


Hacia fines del siglo XX e inicios del XXI, asistimos a un nuevo estadio de
desarrollo del capitalismo en su fase imperialista, considerada como una transfor-
mación del capitalismo monopolista de Estado, caracterizada por un nivel superior
de la internacionalización del capital, que no se limita solo a la producción, sino que
abarca al comercio, las comunicaciones, el transporte, la cultura, las finanzas, los
servicios, lo social, lo político e ideológico. A este proceso actual, se le denomina
globalización, que no es más que una etapa superior de la internacionalización de
las relaciones de producción capitalistas, donde se pone de manifiesto una fuerte
interconexión e interdependencia entre las economías nacionales del sistema eco-
792 Francisco Chaparro Zapana

nómico capitalista mundial. Un proceso de internacionalización que brota de las


propias leyes y contradicciones del modo de producción capitalista y en particular
de su acumulación, por lo que es un proceso objetivo e inevitable.

La globalización es acelerada por diversos factores, entre ellos por 1. El de-


sarrollo de una revolución científico-técnica, 2. El crecimiento de la exportación
del capital, 3. El crecimiento del comercio internacional; y 4. El incremento de la
actividad del capital financiero. Además de haber tenido en las políticas económicas
neoliberales o de capitalismo salvaje, una fuerte palanca para su expansión a todo el
mundo.

Producto a una vertiginosa y novedosa revolución científico-técnica (RCT),


han surgido nuevas producciones: como la microelectrónica, la nuclear, la biotecno-
logía, los nuevos materiales, los servicios han alcanzado un gran desarrollo. Estas
asimilan la mayor cantidad de capital en forma directa y que son monopolio de las
siete potencias capitalistas, agrupadas en los tres centros de fuerzas: EE. UU., Ja-
pón y la Unión Europea. Es característico para este estadio un cambio de ritmo de
crecimiento de la actividad económica, ya no es la producción de bienes materiales,
sino la de los servicios la que lleva el peso fundamental en el Producto Interno Bruto
(PIB) de los diferentes países: para los capitalistas desarrollados, representa las 3/4
partes y para los países subdesarrollados la 1/2 del PBI. Es decir, que los servicios,
constituye uno de los sectores más privilegiados para las inversiones extranjeras
directas, mientras que la producción de mercancías destinadas a satisfacer tanto las
necesidades personales como productivas, tienden a disminuir relativamente.

Cabe destacar, que las inversiones extranjeras directas, además de constituir


un nuevo capital, vienen a acompañadas de nuevo mercado, de experiencia gerencial
y novedosas tecnologías, elementos tan necesarios para el crecimiento de la econo-
mía de cualquier país en los momentos actuales. Hoy, la presencia del capital extran-
jero se ha convertido en algo imprescindible para el desarrollo de la producción de
mercancías, su comercialización y transporte, para las comunicaciones y en particu-
lar para la estabilidad financiera del país. Sin embargo, de forma contradictoria, el
capital que más abunda en la actual economía mundial, es el capital ficticio, que no
proporciona al país ninguna de las ventajas antes mencionadas y que corresponde al
capital directo.

A lo expuesto, se le unen otras características económico-sociales de los paí-


ses subdesarrollados, que actualmente no se pueden obviar por la fuerte presencia en
la economía mundial: se refiere a persistentes índices de inflación, desempleo, su-
bempleo, la devaluación de la moneda nacional, privatización de la vida económica
y social, explotación del trabajo infantil, diferencias salariales no a partir de lo que
se aporta, sino por el sexo, la edad, la raza y la nacionalidad, una política impositiva,
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 793

que agobia más a los trabajadores asalariados que a las ganancias de las transnacio-
nales. Están presentes además, las desigualdades económicas y sociales, el hambre,
la desnutrición, el analfabetismo, altos índices de mortalidad infantil y bajo límite de
vida. Tales características, se han internacionalizado junto al capital y son propias de
todos los países subdesarrollados y forman parte de la vida económica y social de las
capas más pobres existentes en los países capitalistas desarrollados.

En todo este contexto de la globalización, por ejemplo, la competencia mono-


polista se ha especializado en presentar productos de altas tecnologías, bajos costos
de producción y precios diferenciados, donde solo tienen acceso aquellas naciones
y corporaciones transnacionales (CTN), cuyos PIB y ganancias, se contabilizan en
MM (moneda mundial) de USD (dólares estadounidenses) que sobrepasan el PIB
de los países subdesarrollados. Se ha formado una triada de poder, donde solo pue-
den competir ellos mismos, quedando excluidos los países subdesarrollados. Los
créditos, se otorgan por las organizaciones financieras internacionales (FMI, BM)
y por los BTN privados, en lo fundamental para auxiliar las economías de los paí-
ses industrializados y apoyar las actividades de las CTN. Para los subdesarrollados,
se otorgan créditos, pero se les imponen condiciones de reformas neoliberales, que
lejos de contribuir al desarrollo industrial y agrícola los somete a una dependencia
económica y a una deuda externa insostenible. Es decir, tanto la competencia como
el crédito como palancas de la acumulación, se desarrollan a favor de las CTN y los
BTN, ambas han contribuido a impregnarles nuevas características a las vías a través
de las cuales se incrementa la acumulación, se refiere al proceso de concentración y
centralización de la producción y el capital. Por un lado, aparentemente es como si
la historia retrocediera, se observa, un auge de las PYMES en todas las actividades
del capital, pero por otro lado, existe un proceso de absorción y fusión de los mo-
nopolios por otros monopolios, pero en esencia, la acumulación capitalista continúa
desarrollándose sobre la base de sus propias leyes y contradicciones, de ahí que sea
un proceso objetivo, como sucediera en la época que vivió Carlos Marx.

En aquella época Marx planteó: “Paralelamente con esta centralización del


capital o expropiación de muchos capitalistas por unos pocos, se desarrolla en una
escala cada vez mayor, la forma cooperativa del proceso de trabajo, la aplicación
técnica consciente de la ciencia, la explotación sistemática y organizada de la tierra,
la transformación de los medios de trabajo en medios de trabajo utilizados colec-
tivamente, la economía de todos los medios de producción al ser empleados como
medios de producción de un trabajo combinado, social, la absorción de todos los
países por la red del mercado mundial y como consecuencia de esto, el carácter inter-
nacional del régimen capitalista”. Pero entonces la economía capitalista se consolidó
sobre la base de la descomposición del régimen feudal, en el capitalismo de hoy, se
consolida sobre la base de la desaparición del sistema económico socialista mundial,
donde se evidencia el protagonismo de las CTN Y los BTN, portadoras de un alto
794 Francisco Chaparro Zapana

grado de socialización de la producción y el trabajo, pero al mismo tiempo, dueñas


absolutas de la riquezas que se crean en la economía mundial actual. Basta decir, que
el 20% más rico de la población mundial, se apropia del 60% de los ingresos que se
generan en el mundo.

Y si por un lado, se afirma que la globalización es un proceso objetivo, pro-


ducto de la acumulación, también le es inherente, el conjunto de contradicciones
económicas que le han acompañado en toda su historia, es decir: 1. La contradicción
entre la producción y el consumo, que se refleja entre la oferta y la demanda. 2. La
contradicción entre la organización de la producción en cada empresa y la anarquía
de la producción a nivel social. 3. La contradicción entre el objetivo de la producción
capitalista y los medios para alcanzarlos. 4. La contradicción entre el trabajo y el
capital. 5. La contradicción entre la clase obrera asalariada y la clase burguesa.

Contradicciones que al llegar a un determinado grado de su agudización, ge-


neran a su vez, una contradicción más profunda, general y fundamental, que despier-
ta como un volcán en erupción y hace estallar la economía en una crisis económica
de superproducción, se refiere a la contradicción entre el carácter cada vez más social
de la producción y el carácter cada vez más privado capitalista de la apropiación.
Esta contradicción económica general, calificada por Marx, como la contradicción
económica fundamental del capitalismo, le es inherente a este modo de producción y
la causante en toda su historia del estallido de las crisis económicas de superproduc-
ción, momento difícil para el capitalista y para el sistema económico capitalista mun-
dial, pero es también una muestra de la evolución contradictoria de la acumulación y
la continuidad del ciclo industrial capitalista, un proceso objetivo e inevitable.

En la época de la globalización, la contradicción económica fundamental del


capitalismo, además, de haber adquirido un carácter internacional, está llena de las
contradicciones tradicionales más la que han generado la actual RCT, la actividad de
la CTN y los BTN y la política económica neoliberal, donde se destacan la desregu-
lación y la privatización de la economía. Por un lado, la socialización de la produc-
ción es cada vez mayor, cualquier necesidad a satisfacer depende del trabajo de miles
de obreros no de un país, sino de diferentes países, y por otro lado, los resultados de
la producción se hacen cada vez más privados concentrándose cada vez en menos
manos. Hoy de 39 000 CTN en todo el mundo, solo 500 manejan el mayor monto de
capital que circula en la economía mundial y se apropian de los mayores ingresos,
superiores incluso al PIB de muchos países desarrollados y subdesarrollados.

Es decir, que cuando en el contexto de la globalización actual, se habla del es-


tallido de una crisis económica de sobreproducción, ante todo, esta tendrá la misma
causa fundamental expuesta por Marx en su época: la agudización de la contradic-
ción económica fundamental del capitalismo y no otra, y dado el nivel de internacio-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 795

nalización actual del capital y de todas sus leyes y contradicciones, su alcance no se


limitará a un país, con extensión mundial gradual, sino que será una crisis mundial
global que además de ser internacional por esencia, abarcará todas las esferas de la
vida económica, social y política de la sociedad mundial.

Si la teoría marxista y no marxista, coinciden en que la globalización es un


proceso objetivo, inherente al desarrollo mismo del capitalismo, aunque categoricen
y expliquen de formas diferentes, digamos, los representantes de la primera como
una etapa superior de la internacionalización del capital, los de la segunda como
un proceso de mundialización, que supone la transición del capitalismo desde una
base nacional a una mundial o como la necesaria interconexión de las economías
nacionales, vuelven a coincidir en que la crisis global, en las condiciones actuales
es inevitable.

La fuga de capitales. El capital llegó a las naciones en tres formas: inversiones


directas, de préstamo e inversiones en bolsas (de cartera), esta última llamada tam-
bién capital ficticio, especulativo. Para evitar que los capitales se fugaran, se han ele-
vado las tasas de interés, pero al mismo tiempo, esto tiende a reducir el crecimiento
económico, manifestada en la caída del PIB de los diferentes países, por ejemplo, en
Hong Kong el PIB, se reduce a un ritmo del 5 % anual, en Indonesia podría sufrir una
disminución del 20 %, esto afecta tanto a las exportaciones como a las importacio-
nes, pues los precios de los productos básicos se deprimen. Digamos, entre 1997 y
1998, los precios del petróleo disminuyeron en alrededor en un 30 %, los del café en
un 43 % y los de oro en un 17 %. Es evidente que las ganancias provenientes de las
exportaciones de estos productos se reducen, lo que obliga a disminuir las importa-
ciones por falta de recursos monetarios para adquirir las mercancías que se necesitan
y que no se producen en la nación.

Entre 1997 y 1998, de los países donde ha estallado la crisis financiera, se ha


fugado una gran cantidad de capital, la realidad es que estos capitales llegaron a la
nación con toda la intención de valorizarse a través de la especulación y del cobro de
altos intereses por los préstamos concedidos y no de su inversión en la producción,
el comercio, el transporte, las comunicaciones, etc., lo que pone de manifiesto una
vez más la aguda contradicción entre el objetivo de la acumulación capitalista y los
medios para alcanzarlo.

Además de lo expuesto, la crisis se ha manifestado socialmente, en altos índi-


ces de desempleo, aumento de la miseria y el hambre, la desnutrición, la desarticula-
ción de los sindicatos obreros, etc.

Es evidente, que tales momentos contradictorios económicos y sociales, cons-


tituyen manifestaciones de la crisis global que a envuelto a la economía mundial.
796 Francisco Chaparro Zapana

Ayer estuvo en Asia, Rusia y en América Latina, pero como estos países tienen co-
mercio con EE. UU., Unión Europea y Japón (tríada del poder actual que representa
el 40 % de la economía mundial), el estallido de la crisis financiera global ha sido
inevitable (ver: capítulo 18, sección 6).

Lo antes planteado, era cuestionado por algunos economistas estadouniden-


ses, partiendo de la coyuntura económica de los EE. UU., que denotaba una relativa
fortaleza, la demanda era fuerte, el PIB crecía, la inflación era baja, el nivel de em-
pleo era relativamente alto y el desempleo era bajo, sin embargo, ya había algunos
elementos negativos: la deuda de los consumidores (incluyendo los préstamos de
vivienda) era alta, el ahorro del consumidor era bajo porque el creciente mercado de
valores, hacía que muchos estadounidenses se sintieran más ricos. En parte, los gas-
tos del consumidor han sido financiados con las ganancias del mercado de valores,
que se han convertido en dinero en efectivo. Estos eran en 1992, de 127 000 millones
de dólares y para 1997 fue de 382 000 millones. Los precios bajos de las acciones,
ponen en peligro el poder adquisitivo del consumidor, esto unido a los efectos de la
crisis asiática (los países asiáticos compran las 3/4 partes de las exportaciones de
EE. UU.), provocaron la caída brusca en los gastos del consumidor y de hecho, en el
consumo de bienes materiales. Por ejemplo, por cada dólar de pérdida en acciones,
los consumidores reducirían sus gastos en 2,5 centavos. El 2,5 % de 2 billones de
dólares que han perdido en valor las acciones, sería igual a 50 000 millones de dóla-
res menos del 1% de PIB, pero la cantidad de accionistas a precios bajo era cada vez
mayor, luego el efecto adverso fue también mayor.

Entonces se podría afirmar que según la teoría económica de las crisis de


Marx, la economía estadounidense, se encuentra en el límite máximo de la prospe-
ridad, fase última del ciclo industrial, donde se agudizan las contradicciones y
dan paso a una nueva crisis y con ella a un nuevo ciclo. Para tal caso, ¿podrían
los EE. UU. haber evitado que estalle la presente crisis global?

Considerar la desregulación, la libertad de comercio y financiera es también


parte de las políticas neoliberales, sin embargo, en la crisis financiera del 1997, se
puso de manifiesto la inconsistencia práctica de dicha teoría de libertad: para el mes
de septiembre de 1998, algunos mercados fueron cerrados por el Estado: Malasia,
impuso controles de cambio, con lo que impidió que los inversionistas extranjeros
reclamaran fondos (la moneda nacional no podía ser cambiada por dólares); Rusia,
puso en moratoria su deuda exterior y dejó de convertir rublos en moneda dura (dó-
lares y marcos) y después vino la intervención del Estado en el mercado de valores
en Hong Kong. La intervención repentina del Estado en estos mercados, asustó a los
inversionistas quienes huyeron en desbandadas.

Por otra parte, el propio Estado en estos países, ha reconocido mundialmente


de que gran parte del capital extranjero, había sido derrochado a través del capital
especulativo. A raíz de esta crisis financiera, los estados tomaron diversas medidas:
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 797

A) Aumento de las tasas de interés. Se han aumentado las tasas de interés, para
mantener a los inversionistas locales en el país y no adquieran la moneda dura,
esto evidentemente busca la devaluación de la moneda nacional, además de
tratar de evitar que del país se fugue capital.
B) Condonación de la deuda externa. Hay una tendencia muy tenue de condo-
nar la deuda externa de los países subdesarrollados fundamentalmente. Para
lograrlo, se debe convencer a las organizaciones financieras internacionales y
a los BTN privados de la necesidad, pues en la mayoría para no decir en todos
los países del mundo, sus deudas externas se encuentran transformadas en
bonos.
C) Inyección de nuevos capitales. Esta acción sirve para sustituir los viejos capi-
tales. Las compañías extranjeras comprarían a las compañías locales a precios
de liquidación. Ante todo, esto es alimentar aún más la política neoliberal,
como propulsora de la globalización y acelerador de la crisis global.

Como se observa, los países que están en crisis actualmente, se encuentran en


un círculo vicioso, liberan mercados, luego los cierran; desregulan, luego vuelven a
regular; elevan las tasas de interés, ahora las están disminuyendo; se fugan capitales
de las bolsas por un lado y por el otro le inyectan nuevos capitales. En realidad, todo
es un mar de contradicciones que no ha tenido otro resultado que el estallido de la
crisis económica de superproducción global.

Carlos Marx en su época planteó: “Las crisis son siempre soluciones violentas
puramente momentáneas de las contradicciones existentes, erupciones violentas que
restablecen pasajeramente el equilibrio roto”11.

3. PROBLEMAS CENTRALES DE LA GLOBALIZACIÓN

3.1. Nivel esencial del capitalismo. Fases y estadios


A partir del año 1900 aproximadamente, el capitalismo arriba a una nueva y
superior fase de su desarrollo reconocida como imperialismo. Desde entonces su
historia configura tres etapas o fases: capitalismo mercantil, capitalismo premo-
nopolista y capitalismo monopolista, o imperialismo. Por lo visto “El problema
de las fases periodizantes no apareció con Marx, sino durante la recuperación eco-
nómica que sucedió a la larga depresión de 1873-96. Al caracterizar este período
Bernstein afirmaba que las crisis tendían a desaparecer como consecuencia del nue-
vo funcionamiento monopólico, mientras que Kautsky afirmaba que la tendencia a

11 Marx, C. El capital. T. III. pp. 271.


798 Francisco Chaparro Zapana

la depresión crónica se mantenía inalterable. En cambio Lenin –junto a Hilferding


y Bujarin– introdujo la caracterización novedosa de una nueva fase imperialista y
esta nueva delimitación del capitalismo en etapas quedó incorporada a todo el pen-
samiento marxista posterior”12.

La principal diferencia entre esta fase y las anteriores es el dominio de los mo-
dernos monopolios capitalistas en la vida económica, política y social (ver: sección
1.1 del presente capítulo).

El imperialismo marca un cambio cualitativo en la existencia del capitalismo,


sin embargo, significa también su continuidad. El tipo de propiedad fundamental
continúa siendo la propiedad privada, la variación se registra en la forma históri-
ca-concreta que asume. Así, en el primer estadio del imperialismo se distingue la
denominada propiedad privada monopolística, en el segundo la propiedad privada
monopolista-estatal, en el tercero la propiedad privada monopolista estatal trasnacio-
nal. Estos estadios de desarrollo son los siguientes: capitalismo monopolista privado
(1900-1930), capitalismo monopolista de Estado (1945-1970) y capitalismo mono-
polista de estado transnacional (1970-hoy), al cual identificamos también como el
de “imperialismo globalizado”. La sucesión en el tiempo de estos momentos está
condicionada por los incesantes procesos de socialización, concentración y monopo-
lización de la actividad productiva en las condiciones del capitalismo.

Es bajo el capitalismo monopolista de Estado que el sistema concede gran


espacio a la propiedad pública, comienzan a desarrollarse las prácticas y los cono-
cimientos acerca de la política macroeconómica y la planeación económica alcanza
niveles insospechados. Se considera que más que un estadio que irremediablemente
haya quedado en el pasado, el capitalismo monopolista de Estado es una práctica
consumada para el sistema capitalista, es un grado de desarrollo alcanzado que ha
quedado adherido a su funcionamiento efectivo o potencial para ser utilizado cuando
las condiciones lo demanden y propicien.

Consideramos que el capitalismo monopolista de Estado en una de sus princi-


pales manifestaciones, de regulación, intervención y proteccionismo del Estado en
la reproducción del sistema, es una cualidad que asume el capitalismo cada vez que
intenta emplear un paradigma de desarrollo centrado en la economía real, sustentado
en lo que denominamos como patrón de acumulación productivo comercial. Bajo

12 “El problema de las fases periodizantes no apareció con Marx, sino durante la recuperación económica que sucedió
a la larga depresión de 1873-96. Al caracterizar este período, Bernstein afirmaba que las crisis tendían a desapare-
cer como consecuencia del nuevo funcionamiento monopólico, mientras que Kautsky afirmaba que la tendencia a
la depresión crónicas se mantenía inalterable. En cambio Lenin –junto a Hilferding y Bujarin– introdujo la caracteri-
zación novedosa de una nueva fase imperialista y esta nueva delimitación del capitalismo en etapas quedó incorpo-
rada a todo el pensamiento marxista posterior”. Ernest Mandel y la teoría de las ondas largas. Claudio Katz, Razón
y Revolución n.° 7, verano 2001, Revista da Sociedade Brasileira de Economía Política, n.° 7, decembro 2000, Sao
Paulo).
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 799

tal paradigma es ya una necesidad crónica, objetiva, la intervención del Estado en la


economía para lograr el equilibrio macroeconómico global (OT = DT), por lo que
no es solo cuestión de etapas o estadios históricos extinguidos. Una vez surgido, el
capitalismo monopolista de Estado podrá revitalizarse como instrumento cada vez
que el capitalismo recree las condiciones que le hicieron necesario surgir.

El capitalismo monopolista de estado Transnacional es el estadio en el que


hoy vive el sistema, al cual los teóricos burgueses llaman “globalización”. Tiende a
potenciarse cada vez más como fruto de los incesantes procesos de internacionaliza-
ción y transnacionalización de la actividad económica, principalmente monopolista.
Se conjuga en él la propiedad estatal con la monopolista trasnacional y el mecanismo
de regulación económica intenta, con fuerza quizás desconocida en la historia, tras-
pasar el umbral de lo nacional y alcanzar el ámbito global.

En tal sentido se pretende integrar la acción espontánea del mercado mundial,


sobre todo el financiero, con las acciones conscientes de los organismos financieros
internacionales, las corporaciones transnacionales y los Estados-Nación imperialis-
tas. Pero creemos que aún dista el día en que el capitalismo monopolista de Estado
Transnacional haya encontrado un mecanismo de regulación plenamente desarro-
llado, y tarda precisamente porque los procesos materiales que apuntan hacia la in-
ternacionalización y trasnacionalización no han logrado aún imponerse más allá de
como una cierta, aunque muy fuerte tendencia.

En general, se puede plantear que el eje sobre el cual se despliegan estas fases
y estadios está dado en las mutaciones de la forma de la propiedad privada. Como
fuerza histórica que los impone está la correspondencia fuerzas productivas-relacio-
nes sociales de producción y como mecanismos de transmisión desde esta base al
organismo del sistema capitalista están los procesos de socialización y concentración
del capital, y la producción.

Precisamente a este nivel de desarrollo capitalista, expresado en fases y es-


tadios de desarrollo, lo identificamos como nivel esencial. Lo consideramos como
tal dado que expresa el desarrollo histórico-concreto de las variables esenciales del
modo de producción capitalista: tipo y forma de propiedad, procesos de sociali-
zación y concentración de la producción y el capital. Este nivel es el básico, más
profundo y de un carácter acumulativo en la vida del sistema.

3.2. La nueva división internacional “globalizada” del trabajo


El análisis actualizado que se desprende del análisis de las tendencias mundia-
les de la producción, la inversión, el comercio, el flujo de capitales y de información
confirma que nos encontramos frente a una mayor profundización de la división
internacional del trabajo, con nuevas formas de integración interregional e intra-
800 Francisco Chaparro Zapana

rregional, intersectorial e intrasectorial. Las formas más avanzadas de integración


se dan al interior de la Unión Europea, y menor grado en el NAFTA y en el bloque
asiático. Estos procesos son liderados tanto por los gobiernos como por las empre-
sas. En cuanto a los flujos intrasectoriales, según Petit y Soete, estos son de dos tipos:
“Aquellos que son el resultado de la diferenciación de los productos (una creciente
mezcla internacional de marcas) y aquellos que parten de una especialización cua-
litativa entre los países asociados para la producción de un determinado producto.
En el primer caso, se da una especie de diferenciación horizontal de los productos,
resultado de la integración económica entre países más desarrollados. En el segundo
caso, se da un especie de diferenciación vertical, como resultado de la tendencia de
las economías con diferentes niveles de desarrollo a aprovechar ya sea los costos de
producción más bajos o las mejores capacidades organizativas y de innovación para
producir productos de bajo precio o de alta calidad”13.

De esta manera, el factor predominante en la actual división internacional


del trabajo continúa siendo el control de la producción, el comercio, los flujos de
capital financiero, la inversión y, lo que es más importante, los mayores avances
tecnológicos, por parte de las empresas transnacionales, lo que de hecho ha modifi-
cado sustancialmente el ordenamiento mundial, configurando una especie de divi-
sión transnacional del trabajo, bajo la cual los procesos productivos y sus resultados
aparentemente pierden la nacionalidad, debido a que el producto se elabora al mismo
tiempo en varios países, pero parcialmente14. Aparte de este control (el cual corres-
ponde no solo al presente), lo que más llama la atención es el contenido estructural
de dicho proceso, más concretamente, “la importancia que en estos flujos están ad-
quiriendo las denominadas operaciones internas de una red global en expansión: el
intercambio de insumos y de bienes tecnológicos (resultados de la investigación y
desarrollo) al interior de la empresa transnacional global, la cual se entiende no solo
como una empresa o conjunto de empresas ligadas por un centro de control finan-
ciero común”,15 sino también como “una compleja y extendida red de relaciones de
competencia y colaboración (alianzas estratégicas) y que progresivamente se van
integrando en vastos conglomerados o sistemas complejos de interdependencia en
donde las tareas de investigación y desarrollo, las de producción, mercadeo y finan-
ciamiento se van compartiendo y configurando entidades económicas y organizacio-
nales de vastas proporciones y de singulares atributos”16. Se trata en realidad de un
esquema avanzado de acumulación capitalista transnacional, que lejos de eliminar

13 En: “Mandel Ernest y la teoría de las ondas largas”. Katz Claudio. Razón y Revolución n.° 7, Revista de Sociedade
Brasileria de Economía Política, decembro 2000, Sao Paulo.
14 “La especialización geográfica del proceso productivo, en el cual intervienen diferentes países y regiones, hace que
se camufle cada vez más el origen real de las mercancías; es como si estas no tuviesen nacionalidad. En estas
condiciones, la economía mundial es cada vez menos la suma de economías nacionales aisladas, para convertirse
en una economía global e interdependiente, lo cual da la impresión de homogeneidad” (Romero, 1999, pp. 22-23).
15 Ibídem, p. 24.
16 Ibídem.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 801

las viejas contradicciones las reproduce en forma ampliada, adicionando nuevas for-
mas de dominio y control.

Se estima que en 1997 doscientos monopolios transnacionales aportaban el


33% del Producto Bruto Mundial, frente a un 24% en 1982. Si tomamos las primeras
quinientas firmas en todo el mundo esta participación alcanzaba el 45%. En general,
se calcula que el conjunto de las empresas transnacionales (aproximadamente 35
000) pueden estar generando el 65% del Producto Bruto Mundial. La mayoría de
estas empresas tienen su sede en los países más desarrollados, especialmente los
pertenecientes al grupo de los siete (G7)17.

En este nuevo esquema de división transnacional del trabajo, los países menos
desarrollados tienen pocas opciones de insertarse en los mercados mundiales de ma-
nera independiente y deben hacerlo cada vez más en calidad de apéndices económi-
cos (y políticos) de las grandes empresas trasnacionales y sus países de procedencia,
de acuerdo con el esquema trazado por ellas y con la implacable competencia, con-
dicionada por las tecnologías de punta. Solo aquellas naciones que inviertan mayores
recursos en investigación y desarrollo, en infraestructura y en educación, podrán
ofrecer mejores condiciones para que las empresas ejerzan el liderazgo tecnológico.
Por eso, “la riqueza nacional pasará a aquellas naciones que desarrollen un amplio
espectro de habilidades que se complementen entre sí”18. Según este autor, “en el
siglo XXI la ventaja comparativa determinada por el hombre, con la importancia
asignada a las tecnologías de los procesos, será el punto de partida de la competencia
económica. Muchas áreas del mundo elaborarán estrategias destinadas a apoderarse
de lo que esas regiones perciben como las industrias básicas del futuro”19. Igualmen-
te, los incrementos de la productividad laboral y su distribución internacional depen-
derán cada vez más del conocimiento, favoreciendo a los trabajadores calificados en
las tecnologías de la información, en detrimento de los escasamente calificados, los
cuales son confinados a tareas rutinarias en la producción de bienes y servicios.

El resultado del creciente proceso de concentración mundial de la producción


y del conocimiento en un puñado de países más avanzados, ha sido el aumento de
las desigualdades en todos los sentidos. En 1997 el 20% de la población más rica,
residente en los países de renta alta, participaba en el 86% del producto bruto mun-
dial, al tiempo que en el otro extremo el 20% de la población más pobre, residente
en los países de renta baja, participaba en tan solo el 1% del mismo. Igualmente, en
ese mismo año al primer grupo de países ricos le correspondió el 82% de las exporta-
ciones mundiales y el 68% de la inversión extranjera directa mundial, al tiempo que

17 En: Beinstein, Jorge. La declinación de la economía global, 1999.


18 En: Thurow, 1996, p. 89.
19 En: Thurow, 1992, p. 59.
802 Francisco Chaparro Zapana

al grupo de los más pobres solo le correspondía el 1% por ambos conceptos. Similar
situación se observa con relación al uso de las líneas telefónicas y a la conexión a la
Internet: 74% y 93% para el primer grupo, y 1,5% y 0,2% para el segundo, respec-
tivamente20.

De igual forma, Alberto Romero (Colombia) advierte que “para 1999 los 28
países más desarrollados, con el 15,5% de la población mundial, generaban el 57,4%
del PIB y controlaban el 77,6% de las exportaciones de bienes y servicios a escala
planetaria. Dentro de estos 28 países los 7 más industrializados, conformados por Es-
tados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Canadá, con el 11,6%
de la población mundial, generaban el 45,8% del PIB y controlaban el 48,9% del co-
mercio. Al otro extremo, 128 de los llamados países en desarrollo, con el 77,7% de la
población mundial, generaban el 36,8% del PIB y participaban con tan solo el 18%
de las exportaciones de bienes y servicios”21. Este proceso ha conducido a la conso-
lidación de una mayor monopolización mundial. Y como opina otro destacado autor,
“las firmas y países que constituyen este “oligopolio mundial” establecen relaciones
con las diversas regiones del mundo fuertemente asimétricas y jerarquizadas, y cons-
tituyen un espacio de interdependencia y feroz competencia basado en la expansión
mundial, las inversiones cruzadas y la concentración derivada de adquisiciones y
fusiones entre estos grandes grupos que en general son originarios de alguno de los
polos de la tríada”22.

Según D. Félix, el argumento teórico para globalizar la libre movilidad de los


capitales especulativos se fundamenta en una supuesta eficiencia de los mercados,
libres de la ingerencia de los gobiernos. A partir de este supuesto, los mercados
de capital optimizarían “la determinación de precios de los activos de capital y la
asignación eficiente de los recursos susceptibles de invertirse”; cualquier resultado
insatisfactorio dependería no tanto del mercado, sino de políticas erradas o de fac-
tores exógenos imprevistos, tales como fenómenos naturales o políticos23. La reali-
dad es que la creciente terciarización de la economía, sustentada en la especulación
financiera a escala mundial, se constituye en uno de los principales factores que no
solamente desestabilizan el funcionamiento de las economías sino que contribuyen
a profundizar las desigualdades entre los países. Como se anota en un informe de la
CEPAL: “La coexistencia de la globalización financiera con políticas macroeconó-
micas nacionales, que aún se diseñan en función de intereses y contextos internos,
origina no pocas tensiones para los países en desarrollo, que están sujetos a incer-
tidumbres que generan las políticas macroeconómicas adoptadas por los países in-
dustrializados, los cuales no “internalizan” adecuadamente sus efectos sobre el resto

20 En: Nayyar, 2000, p. 11.


21 En: Romero, Alberto, 2001, p. 60.
22 En: Romero, Aldo, 1998.
23 En: Félix, David, Revista de la CEPAL, octubre de 1998
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 803

del mundo y carecen de mecanismos de coordinación para garantizar su coherencia


global. A ello se agregan los problemas propios del mercado financiero, en especial
la volatilidad y los fenómenos de “contagio”, que han golpeado duramente a los paí-
ses latinoamericanos y caribeños en la década de 1990”24. En este mismo sentido se
manifiesta José A. Ocampo, refiriéndose a América Latina, afirma que la volatilidad
de los capitales tiende a transmitirse a la actividad productiva. Esto es particularmen-
te cierto en América Latina, donde existe una relación muy fuerte entre crecimiento
económico y financiamiento internacional. La razón básica de esta relación es la
tendencia de los auges de financiamiento internacional a generar “burbujas especula-
tivas”: aumentos rápidos del crédito y del gasto, público y privado, aumentos de los
precios de los activos (finca raíz y mercados bursátiles), reevaluación de las monedas
y deterioro de la cuenta corriente de las balanzas de pagos con el exterior. Estas “bur-
bujas” estallan cuando desaparecen las condiciones excepcionales de financiamiento
externo u extrasectorial, dando lugar a crisis severas25. A este proceso ha contribuido
el negocio del narcotráfico y de equipos bélicos, que moviliza enormes cantidades
de dinero alrededor del mundo.

Pero además de los cambios cuantitativos en la estructura económica de la


economía mundial, lo que realmente caracteriza a la actual etapa del desarrollo son
los cambios cualitativos, iniciados a partir de los años cincuenta, más conocida como
la época dorada, en el siglo XX. Es allí donde se origina la fuente principal de supre-
macía creciente de las economías más desarrolladas sobre el resto del mundo. Por
eso, la principal ventaja de esas economías se ubica en el campo del conocimiento,
materializado en los más importantes adelantos tecnológicos del momento y en el
alto valor agregado tecnológico contenido en los bienes y servicios que producen y
comercian. Los cambios tecnológicos surgidos después de la segunda guerra mun-
dial en el siglo XX, modificaron profundamente la forma en que funciona la eco-
nomía global tradicional. Esto a dado lugar para que actualmente se hable de una
“nueva economía”, liderada por los EE. UU. La nueva economía es vista ante todo
como el conjunto de empresas y sectores económicos estrechamente asociados con
la revolución tecnológica digital y con el crecimiento de la Internet. A diferencia
de la era industrial de producción masiva, la “nueva economía” se caracteriza por
el desarrollo de producciones flexibles, capaces de reaccionar oportunamente a los
cambios del mercado. Este esquema, llamado por algunos “postfordismo”, ha sido
posible gracias a la introducción de las nuevas tecnologías en los procesos, hacién-
dolos cada vez más “inteligentes”. Al mismo tiempo que se producen cambios pro-
fundos en la manera como funcionan los negocios, en el mercado laboral ha surgido
un sinnúmero de nuevas profesiones, asociadas al manejo y desarrollo de las nuevas
tecnologías de comunicación e información. De otro lado, al tiempo que avanza el

24 CEPAL, abril de 2000, p. 47.


25 En: Ocampo, José A., 2001
804 Francisco Chaparro Zapana

proceso de concentración del conocimiento y del capital mundial en un puñado de


potencias imperialistas, en los países, especialmente en los menos desarrollados, se
reproduce constantemente la economía informal, ante la incapacidad de la economía
convencional de generar los puestos de trabajo necesarios. Cientos de miles de per-
sonas, carentes de derechos laborales, con ingresos mínimos e integrados indirecta-
mente al capital transnacional y a la llamada economía subterránea, sobreviven en la
jungla del capitalismo salvaje. A estos grupos sociales la globalización les llega por
la puerta falsa, a través de los representantes de las compañías extranjeras y de toda
una constelación de distribuidores que tienen en los informales una fuente inagotable
de fuerza de trabajo extremadamente barata.

3.3. El Estado-Nación frente a la globalización


Una de las consecuencias de la profundización de la división internacional del
trabajo, sustento material de la globalización, es la pérdida relativa de autonomía
de los estados nacionales en el manejo los grandes problemas económicos, políti-
cos socioculturales ambientales, etc. Precisamente, la globalización de los grandes
problemas como los conflictos regionales por la delimitación de las fronteras geopo-
líticas, o por el control de los recursos naturales y los mercados; la creciente conta-
minación del medio ambiente y sus secuelas como la destrucción de la capa de ozono
y el consecuente cambio climático; la propagación de enfermedades como el SIDA;
el resurgir del terrorismo mundial; el desborde del sistema financiero, imposible de
controlar por un solo país; el control del enorme potencial nuclear, que amenaza con
desaparecer al planeta; el problema del narcotráfico mundial; el problema de la po-
breza extrema y tantos otros, han hecho necesaria la creación de organizaciones de
carácter transnacional, tales como la ONU, la OMC, el FMI, el Banco Mundial y un
sinnúmero de ONG, como Amnistía Internacional, Greenpeace, etc. Según Drucker,
en las últimas décadas el Estado-Nación ha venido perdiendo importancia, siendo
“superado” en áreas cruciales en que la soberanía ha perdido todo significado. Las
nuevas demandas que afrontan todos los gobiernos son retos que sencillamente no se
pueden manejar por acción nacional ni siquiera internacional. Requieren “entidades
transnacionales” que tengan soberanía propia. También el “regionalismo” está ha-
ciendo a un lado el Estado-Nación. Y en lo interno el Estado-Nación está siendo mi-
nado por el tribalismo”26. Es más, el accionar de las organizaciones transnacionales
no ha dado los resultados esperados. Muchos de los acuerdos alcanzados en los foros
mundiales no se cumplen en la práctica, lo que genera desconfianza y desasosiego
dentro de la comunidad de los países menos desarrollados. En el plano netamente
económico el Estado-Nación, especialmente en los países subdesarrollados, ha veni-
do perdiendo cada vez más el control de las principales variables macro, al punto que
las políticas deben diseñarse no solo a partir de las necesidades internas, sino, fun-
damentalmente, teniendo en cuenta los cambios internacionales controlados por el

26 Drucker, Peter F. La sociedad capitalista. Bogotá, 1994, pp. 156-157.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 805

capital transnacional. Como acota J. Vargas H. “(...) en la época de la globalización


los Estados nacionales y sus gobiernos dejan de tener el protagonismo de antaño:
son solo necesarios para mantener el orden social y político, pero ya no lo son para
el proceso económico” y su intervención incluso es considerada un estorbo para el
proceso globalizador. En realidad, el protagonismo de los estados y sus gobiernos
“es asumido ahora por poderosas entidades financieras internacionales y los no me-
nos poderosos consorcios multinacionales”, que son los verdaderos protagonistas de
la globalización. Como consecuencia, él considera que la política debe de abandonar
su influencia en la economía. De ahí que otros afirmen que “en la era de la globaliza-
ción el Estado-Nación está en crisis, la cual lo empuja a su transformación, señalada
como un componente de los procesos de ‘reestructuración global’ asociados con la
emergencia de un capitalismo transnacionalista. Ya no es el Estado-Nación modela-
do como un actor que tiene coherencia y un destino propio dentro de una jerarquía
de poder internacional y como resultado de una racionalidad de intereses”27. Así,
de todos modos, cómo concluye Ocampo, “la globalización no ha renunciado a los
Estados nacionales como unidad básica de articulación de las sociedades, pero los ha
debilitado. Les sigue entregando la inmensa tarea de manejar múltiples temas econó-
micos, sociales y políticos para los cuales no existen instituciones eficaces a escala
mundial, pero les otorga cada vez menos instrumentos y márgenes para hacerlo”28.

3.4. Los países subdesarrollados frente a la globalización


El rasgo característico de la actual división internacional de trabajo es que a
medida que los países menos desarrollados se insertan en los circuitos financieros,
mercantiles y de conocimiento a escala mundial, sus economías se tornan cada vez
más vulnerables. Esta vulnerabilidad, según Ocampo, se debe entre otros factores
a las “asimetrías básicas en las estructuras financieras y en el funcionamiento ma-
croeconómico, en particular en la profundidad del desarrollo financiero y en el gra-
do de autonomía macroeconómica de los países”29. Las posibles oportunidades que
ofrece la globalización a los países menos desarrollados se ven truncadas por “el ca-
rácter incompleto y asimétrico del actual proceso de liberalización de los mercados”,
lo cual obedece a que los países industrializados mantienen una alta protección a los
productos agrícolas y a los bienes industriales intensivos en mano de obra y, espe-
cialmente, en que no existe libertad para la movilidad de mano de obra, especialmen-
te de mano de obra no calificada. En realidad lo que se da es la fuga sistemática de
recurso humano calificado, especialmente de los países más pobres, hacia los centros
de mayor desarrollo industrial. Como anota Granell: “La realidad de las fuerzas de
un mercado laboral globalizado no ayuda tampoco a los países mas pobres y vulne-
rables puesto que la llamada de la competencia llevada a sus últimas consecuencias

27 En: Vargas, H. José, 2001.


28 Ocampo, José A., 2001.
29 Ocampo, José A., 2001, p. 5.
806 Francisco Chaparro Zapana

hace que estas personas bien calificadas sean atraídas por puestos de trabajo bien
remunerados solo disponibles en los países ricos o en países de desarrollo intermedio
como Brasil o la India sin que el sistema profesional de los países mas pobres y vul-
nerables ofrezca suficientes salidas laborales de nivel. La globalización laboral con-
lleva una fuga de cerebros desde los países mas pobres hacía los países avanzados
que si bien encuentra a veces su contrapartida en las remesas que estos emigrantes
calificados envían a sus familiares en sus países de origen, en muchas ocasiones no
la conlleva por la propensión de tales emigrantes a consolidar su residencia en los
países de destino reagrupando sus respectivas familias al amparo de la legislación
que lo hace posible en el país de acogida”30. La producción agrícola es, además,
objeto de subsidios masivos en la mayoría potencias industrializados. “Las barreras
arancelarias de los países ricos son cuatro veces más altas para los países pobres que
para otros países industrializadas. Los subsidios agrícolas en el norte excluyen a los
países pobres de los mercados mundiales y les supone una injusta competencia en los
mercados locales. Mientras que los países ricos mantienen las barreras sobre los sec-
tores que consideran sensibles, han forzado liberalizaciones masivas a través de la
OMC y de programas de ajuste del Fondo Monetario Internacional en sectores como
el agrario, estratégico desde el punto de vista del desarrollo. Así, más de una veintena
de países africanos se convirtieron en la década de los noventa en importadores netos
de alimentos, lo que ha puesto en grave riesgo su seguridad alimentaria”31.

Por su carácter apendicular las economías en desarrollo, que constituyen la


mayoría de países del mundo, pierden cada vez más autonomía al momento de de-
cidir las estrategias de crecimiento a mediano y largo plazo. De ahí que su inserción
en los mercados internacionales y, en general, en la división internacional del tra-
bajo, está supeditada a la estrategia económica y geopolítica de las corporaciones
transnacionales y de los países de donde son originarias. Aparte de la participación
tradicional en la división internacional del trabajo en calidad de proveedores de bie-
nes primarios, la inserción de los países menos desarrollados en los mercados inter-
nacionales se está dando cada vez más bajo el control directo del capital extranjero,
a través de las industrias de ensamble o la “maquila” de insumos importados. Si bien
es cierto que este esquema de inserción utiliza algunos insumos y recursos locales,
el valor agregado doméstico es mínimo y el proceso tecnológico, así como los mer-
cados son controlados por las empresas extranjeras. De esta manera, los sectores
claves de la industria local se desarrollan no de acuerdo con las necesidades de cada
país o región en desarrollo, sino en concordancia con la estrategia global del capital
transnacional. El resultado es que a medida que las economías en desarrollo logran
alguna mejoría de su presencia en los mercados internacionales, se acentúa el grado
de control por parte de las empresas transnacionales, no solo en el aspecto económi-
co y tecnológico, sino también en el político.

30 Granell, Francesc. 2001.


31 En: Carreras, Ignasi y Jordi Barba. “Comercio y pobreza”. La Vanguardia Digital. Enero, 16 de 2002. <http:// www.
lavanguardia.es>
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 807

4. REFLEXIONES FINALES Y ALTERNATIVAS


Los partidarios de la globalización neoliberal ven como única alternativa al
lento crecimiento en los países en desarrollo la apertura a la competencia externa, no
sin antes introducir ajustes económicos y sociales de carácter regresivo y antipopu-
lar, incluyendo el desmantelamiento del sector estatal de la economía, la desregula-
ción de la economía y el recorte en importantes renglones del gasto social (en educa-
ción, salud, medio ambiente, etc.). Como señala Otto Boye: “Cuando las fuerzas de
la globalización adquirieron tal magnitud que se hacía imposible negar su realidad,
hubo quienes las saludaron como algo inevitable y como una muestra del progreso
de la humanidad ante las cuales la única actitud posible era adaptarse. La globaliza-
ción era una especie de nueva mano invisible de alcance mundial que nos llevaría
a todos a la concordia y la modernidad. Si algo había que hacer era desmantelar los
residuos de una época anterior que significaban resistencias a esas fuerzas, tales
como las regulaciones estatales, y las actitudes que no fueran amistosas con ellas,
particularmente con el predominio omnipresente de las leyes del mercado”32. Por
eso, cualquier readaptación a las nuevas realidades del mundo actual necesariamente
debe pasar por reformas estructurales profundas, partiendo de las particularidades de
cada país y sobre la base de la búsqueda del bienestar para la mayoría de la pobla-
ción, fortaleciendo al mismo tiempo la capacidad competitiva en los mercados inter-
nacionales. Para que lo anterior sea posible es urgente revisar a fondo los enfoques
teóricos que han servido de soporte a las políticas adelantadas por los gobiernos de
los países en desarrollo. Definitivamente, hay que abandonar el fetichismo mercantil
como la única salida a los problemas que padece la mayor parte de la humanidad.
Como anota Fernando Enrique Cardoso: “La globalización no puede ser sinónimo
de fundamentalismo del mercado. No puede ser sinónimo de capitalismo salvaje de
dimensiones globales”33. Igualmente hay que desactivar la corrupción que impide al
Estado cumplir con su papel regulador, evitando que la “racionalidad” del mercado
profundice las desigualdades sociales. En última instancia, solo el esfuerzo man-
comunado de los países menos desarrollados, sobre la base de movilizar todo su
potencial socioeconómico y político, puede contribuir a modificar su situación en
la actual división internacional del trabajo.

La dialéctica científica señala la necesidad de comprender los cambios mun-


diales, no solo porque afectan los equilibrios globales existentes y, porque a la pos-
tre sus resultados harán que el mundo sea distinto a como ha sido, sino, porque la
dinámica del entorno mundial, en lo económico, político, cultural, étnico, es decir
social, está cambiando y ello requiere de la elaboración de propuestas para enfren-
tarla. Profundizar en la naturaleza epistemológica de los mismos es de un gran valor
heurístico para el “diseño o aprehensión” de estrategias nacionales que permitan

32 Boye, Otto. 2001.


33 Ver: Cardoso, Fernando Enrique. “La globalización y el capitalismo salvaje”. En: <http://gentealternativa.galeon.com/
tribunaoradores/tribuna145.htm>. Consultado, diciembre 19 de 2001.
808 Francisco Chaparro Zapana

producir transformaciones en la praxis de la globalización, a favor de las sociedades


atrasadas. La tarea hoy consiste en la búsqueda de alternativas ante el inminente
proceso de globalización capitalista. Tomamos en cuenta la tesis marxista que llama
a la acción colectiva de los hombres para intervenir como sujetos históricos en las
decisiones globales y que expresa: “Los hombres hacen ellos mismos su historia,
pero hasta ahora, no con una voluntad colectiva y con arreglo a un plan colectivo,
ni siquiera de una sociedad dada y circunscrita”34. Tal es la tarea que se presenta a
la izquierda, particularmente en América Latina, y a los diversos sectores populares,
progresistas y democráticos del mundo; de no cumplirse, el siglo XXI se inscribiría
en la historia de la humanidad como cualquier otro: oscuro, preñado de la más pro-
funda desigualdad, contaminación ambiental, miseria, explotación, dependencia, y
ese no es el futuro que merecen nuestros pueblos.
En el plano teórico, este análisis requiere de un profundo ejercicio de reflexión,
con la concentración de los esfuerzos de todas las disciplinas de las ciencias sociales
que se ven frente a un nuevo contexto epistemológico y que exige de otras formas de
organización e interpretación de la realidad social contemporánea, actual y futura.
Las ciencias sociales deben incorporar una perspectiva humanista de globalización
que permita examinar las interacciones y el comportamiento social producido en
diferentes escalas políticas, económicas, ecológicas, temporales y espaciales, de ma-
nera que se evite el actual y futuro costo social del proceso de globalización capita-
lista con su tendencia devastadora y marginante.

En la valoración de la significación científica del fenómeno de la globalización


y de su trascendencia para los países del llamado Tercer Mundo, y particularmente,
América Latina, resulta necesario esclarecer el grado de sistematización alcanzado
por su objeto de estudio.

Esto está determinado porque el pensamiento generalmente requiere de una


época histórica para alcanzar una idea precisa del conjunto de problemas teóricos,
metodológicos y prácticos que enfrenta el país o la región, y a partir de aquí elabo-
rar o aprehender los instrumentos epistemológicos que permitirán interactuar con la
realidad circundante35.

34 Carta de Engels a W. Borgius, en Brestan Londres, 25 de enero de 1894. En: Obras Escogidas en tres tomos. Edi-
torial Progreso, Moscú, 1980, t. III, 531.
35 Nota: Investigadores latinoamericanos destacados en los estudios de la globalización, citando solo algunos como.
Jonh Saxe-Fernández (México), Octavio Ianni (Brasil), Aldo Ferrer (Argentina) –resaltan la necesidad de rescatar el
estudio de la globalización por medio de una crítica epistemológica. Cfr. Jonh Saxe-Fernández, en "La globalización:
aspectos neoeconómicos y geopolíticos". Documentos n.° 11, "Globalización, integración y derechos humanos en
el Caribe", 1995, Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos, Colombia pp. 23-38. Octavio Ianni,
"Globalizacao: Novo paradigma das Ciencias Sociais", en Estudios Avanzados, vol. 8, n.° 21, mayo-agosto, 1994,
Instituto de Estudios Avanzados, Universidad de Sao Paulo, Brasil, pp. 147-163. Aldo Ferrer, "Historia de la globali-
zación. Orígenes del orden económico mundial", Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1996, p. 418.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 809

Toda discusión de las perspectivas globales debe partir de que el proceso de


profundización de la globalización no puede detenerse, y de que el mismo supera la
simple internacionalización del capital, así como que este ha asumido los rasgos de
una socialización global cada vez más intensiva. Esta se encuentra bajo la influencia
de la revolución científica técnica que determina la evolución de las fuerzas pro-
ductivas, de las relaciones sociales de producción y de la superestructura que las
representa, en una dirección que impacta cada vez más las diversas relaciones que se
establecen entre los hombres en el ambiente global.

Como fenómeno social, la globalización es un proceso objetivo resultado del


desarrollo de las fuerzas productivas y de la cada vez más desplegada internacio-
nalización de las relaciones sociales de producción en un mundo heterogéneo en lo
económico, social, cultural, demográfico, político, e histórico.

Esta heterogeneidad impregna a la globalización de una naturaleza compleja


y multifacética, tanto, por los ámbitos diferentes de la vida social en que se des-
envuelve, como por sus impactos, los cuales son también heterogéneos en su
perspectiva social clasista y en sus efectos sobre las diferentes regiones, países
y clases sociales.

Por otro lado, los problemas ecológicos y sociales que enfrenta el mundo exi-
gen de esa socialización global intensiva para enfrentarlos, lo que objetiviza de he-
cho los “tiempos de globalización” y la “conciencia de globalización”; ya no solo
por el carácter de los cambios sino por su tendencia a interconectar regiones distan-
tes entre sí geográficamente.

En una perspectiva histórica, sin lugar a dudas, globalización e internacionali-


zación no son categorías de un mismo orden. La internacionalización es el reflejo de
partes separadas entre sí, la que en su carácter capitalista genera exclusión, reprodu-
ciendo interconexiones segmentadas. En cambio, la internacionalización indica so-
metimiento a la autoridad de varias naciones o de un organismo que las represente.

La primera forma de internacionalización apareció con el surgimiento de la


Nación; la historia recoge dos tipos específicos de internacionalización: las relacio-
nes desarrolladas dentro de las comunidades internacionales de estados y las estable-
cidas entre esas comunidades y los pueblos sociales externos o los estados de alguna
otra comunidad internacional36.

La globalización supera la simple internacionalización al asumir una fisono-


mía cada vez más social, es el modo en que se independiza lo social de los procesos.

36 Cfr. Rodoslasv Stojanovic. “La interdependencia en las relaciones internacionales”. En: Revista Internacional de
Ciencias Sociales. Vol. XXX, n.° 2, 1978, pp. 249-315.
810 Francisco Chaparro Zapana

La misma caracteriza fenómenos de conjunto no desglosados en partes; vista así se


podría interpretar como un fenómeno universal, como la unidad de lo diverso. Por
consiguiente, la globalización como tendencia, no indica un Estado, sino un movi-
miento en dirección hacia un Estado, “el cual por definición resulta hipótetico”37.

Desde el punto de vista epistemológico, en la propuesta conceptual de la glo-


balización debe quedar clara la contradicción permanente entre cada entidad na-
cional y las demás partes del sistema mundial; por ello es necesario precisar los
objetivos de autonomía e independencia sin olvidar la dimensión integradora que las
condiciona y justifica en parte.

Esto significa plantear la globalización en términos de unidad y diversidad;


unidad en una perspectiva de universalidad, con principios universalistas y di-
versidad, si se tiene en cuenta, el mantenimiento de ciertas formas de identidad
nacional.

Globalmente, el desarrollo no puede significar la mera extensión directa al


mundo de los conocimientos, modos de pensamiento, de vida o experiencia de una
región; es necesario tomar en cuenta que el desarrollo local esté en relación con sus
valores y con su cultura propia.

La concepción del desarrollo económico implica la adopción de una posición


de lo que se entiende por cultura, la cual, tiene sus raíces en varias esferas y, en par-
ticular, en la economía. Según la UNESCO (1977), la cultura es el elemento funda-
mental de la vitalidad de una sociedad que sintetiza las actividades creadoras de un
pueblo, sus modos de producción, creencias, padecimientos, trabajos, esparcimiento,
sueños y conquistas.

A partir de lo anterior, pretendemos reflexionar ante el concepto globalización


humanista, alternativa, a la globalización capitalista liderada por las fuerzas del mer-
cado, y que tiene una incidencia enajenante con su efecto (push-pull) o de empuje o
atracción.

Solo se podrá mantener y crear una verdadera diversidad de naturaleza, asig-


nando un lugar a la racionalidad nacional, garantizándole un poder de iniciativa
equivalente, por lo menos al poder de integración del sistema mundial.

El espacio nacional, es el lugar de transformación de los impulsos externos


con arreglo a procedimientos específicos, y está ligado en alguna medida al exterior

37 Cfr. Daniel Mato, "Procesos culturales y transformaciones sociopolíticas en América Latina en tiempos de globaliza-
ción". En: Compilación de artículos de América Latina en tiempos de globalización: procesos culturales y transforma-
ciones sociopolíticas. Centro Regional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe, Caracas, 1996, pp.
11-47. Consúltense los términos conciencia de globalización, tiempos de globalización, procesos de globalización y
tendencia a la globalización, p. 12-14.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 811

y, por ende, al sistema mundial. Partimos del criterio de que como el mundo no es
un todo homogéneo, la globalización humanista debe tener como base la unidad de
acción, lo que no debe significar obligatoriamente identidad ideológica. Su funda-
mento tendrá como sostén el bienestar social a nivel mundial: al hombre, su creador;
tomará lo racional de los sistemas sociales respetando lo nacional a partir de su inte-
racción con lo internacional.

La globalización del capital y la aplicación de las políticas económicas neoli-


berales, han precipitado el estallido de la actual crisis económica de sobreproducción
de carácter global bajo la forma de crisis financiera.

No será en un país o en un grupo de países, sino en toda la economía mundial


y no será solo para las finanzas, sino para todos los sectores de la vida económica y
social de la humanidad. No será producto a la caída de la bolsa o la fuga de capitales,
estos solo son sus manifestaciones. Su verdadera causa está en la agudización de
la contradicción fundamental del capitalismo y en cada una de sus manifestaciones
concretas e ahí lo inevitable de la crisis.

Tampoco habrá soluciones por separado, esta tiene que ser tan global como el
propio funcionamiento del capital y la propia crisis. El Estado tendrá que recuperar
su papel de regulador y controlador de la economía y de hecho, la propiedad privada,
demostrará una vez más su ineficiencia.

Como comentario final proponemos algunos lineamientos programáticos que


pudieran ser tenidos en cuenta en la elaboración de programas frente a la globaliza-
ción capitalista.

1. Fortalecimiento del liderazgo del Estado en la gestión del mercado, que debe
incluir tanto los elementos del sector público como los del privado. Ello supo-
ne levantar barreras a la hegemonía del capital transnacional, de manera que
esta responda a los intereses de las mayorías.
2. La preservación de la identidad cultural y los valores nacionales38; esto indi-
ca la necesidad de crear programas educativos para el Tercer Mundo. No es
posible enfrentar los cambios de la globalización tecnológica, con los 1200
millones de analfabetos y 2000 millones de subescolarizados que puebla el
mundo.
3. Si un país quiere circular por la autopista del desarrollo económico, debe crear
su ventaja comparativa en términos de capacidades naturales, debe dar prio-
ridad a la ciencia y la tecnología para construir un sitio a sus exportaciones y

38 Cfr. Emmery, Louis, "Las transformaciones de la economía mundial y el financiamiento del desarrollo latinoamerica-
no". En: Comercio Exterior de México. Vol. 42, n.° 10, octubre de 1992, p. 906.
812 Francisco Chaparro Zapana

conectarse así con los mercados mundiales. Los recursos humanos, la educa-
ción y la formación son básicas en este vínculo.
4. Crear una población sana, lo que escapa a las expectativas actuales de la glo-
balización capitalista.
5. Crear una verdadera integración social que comience por la organización so-
cial de los habitantes de una región, donde el hombre y sus organizaciones se
transformen en protagonistas; ello permitirá una forma superior de participa-
ción democrática, donde el trabajo comunitario desempeñará un papel impor-
tante.
6. Actuar en el mundo de hoy como bloque regional, a nivel de América Latina,
pues la soberanía nacional se protege y fortalece al actuar conjuntamente con
otros pueblos de la región. Así se contrarrestan las fuerzas de los grandes cen-
tros imperialistas, lo que permite integrarnos a la comunidad internacional con
independencia a partir del cultivo de nuestra identidad.
7. Replantar patrones de desarrollo sostenible en sus distintas dimensiones eco-
nómicas, políticas, culturales, ecológicas, etc., donde no se hipoteque el futuro
de las generaciones venideras, pero tampoco el de las generaciones actuales.
8. Desarrollo de medidas relativas al medio ambiente para detener los problemas
ecológicos que afectan al mundo.
9. Frente a la globalización capitalista debe imponerse la soberanía nacional, lo
que a su vez supone soberanía económica y política.

En realidad no es como pretenden argumentar los teóricos del ultraimperia-


lismo de Kautsky que señalan deben reformularse los patrones tradicionales de so-
beranía, según ellos, bajo el pretexto de libertad para el capital; debe fortalecerse la
capacidad de actuar independiente de la acción transnacional con verdadera sobe-
ranía nacional. La autodeterminación de los pueblos no ha perdido vigencia como
contenido obligado de la soberanía.

Se impone cada vez más en el campo teórico revisar, no el criterio de sobera-


nía nacional, pues este está definido, sino el criterio de globalización inducida que
han asimilado históricamente los países del Tercer Mundo, poniéndose en práctica
patrones de inversión extranjera descapitalizantes, desnacionalizadores, reproducto-
res de la desigualdad, etc.

El problema de la globalización versus Estado-Nación, versus soberanía na-


cional, es tan viejo como el colonialismo, el imperialismo y las redes de subordina-
ción que han predominado en el mundo en las relaciones entre países.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 813

La situación hoy es más grave debido a la nueva encrucijada que se le presen-


ta a la globalización versus soberanía nacional. Esto se expresa en que si antes este
proceso tendía a vincular a los países subdesarrollados en las redes de intercambio
y producción, hoy el surgimiento de nuevos patrones da lugar a un nuevo tipo de
relación entre países capitalistas desarrollados y subdesarrollados marcado por la
exclusión, con lo cual se profundiza el carácter de la globalización capitalista versus
soberanía nacional. A la antigua forma de subordinación y de extracción de recursos
se añaden las de menos participación en el comercio y en los flujos de inversión
internacional. Persistiendo el proceso bidireccional de la acumulación capitalista,
consistente en que los países subdesarrollados financian el progreso de los otros
países capitalistas desarrollados y el de las burguesías nacionales.

La soberanía nacional supone actuar con autodeterminación con cultura na-


cional, lo que no anula la inserción activa de un país en las corrientes del mercado
mundial, pues el mundo de hoy no es el mundo de la autarquía, lo que no supone
tampoco la violación de la soberanía. Es el mundo de la interdependencia y esta
debe tornarse simétrica y esto debe llevar implícito el levantamiento de barreras a
la reproducción de la dependencia, a la acción transnacional, a la desigualdad, al
hambre, e evitar que el capital se apodere de las riquezas del Tercer Mundo, etc.
Debe ser tenida en cuenta la globalización como un fenómeno dialéctico, en el cual
los sucesos que se producen en un extremo no determinan de forma unívoca los
acontecimientos que se gestan en el otro, sino que muchas veces dan lugar a fenó-
menos o movimientos que pueden ser distintos y hasta opuestos al del lugar donde
inicialmente se originaron39.

Todo depende del grado con que se dominen los procesos nacionales e inter-
nacionales, del grado de desarrollo de la soberanía nacional.

Marx previendo los impactos globales que provocaron sobre la clase obrera
en Europa, la guerra de Independencia y de Secesión en EE. UU., en los siglos
XVIII y XIX, respectivamente destaca que estos revestirían “formas más brutales o
más humanas, según el grado de desarrollo logrado en cada país por la propia clase
obrera”40.

39 Cfr. Gina Zabludovsky. "Los retos de la sociología frente a la globalización". En: Sociológica, año 7, n.° 20, "Perspec-
tivas y problemas teóricos hoy", septiembre de 1992, México, p. 35.
40 Marx Carlos. El capital. “Crítica de la Economía Política”. T. I, p. XI.
CAPÍTULO XXI

Introducción al estudio
de las doctrinas económicas

1. ECONOMÍA POLÍTICA, HISTORIA DE LAS IDEAS Y DE LAS DOCTRINAS


ECONÓMICAS
Al determinar las cuestiones que estudia la historia de las doctrinas económi-
cas, se debe establecer claramente la diferencia entre esta, la historia de la economía
política y la historia del pensamiento económico. Actualmente, son conocidas las
cuestiones a indagar por la historia del pensamiento económico. En la introducción
al primer tomo de la Historia del Pensamiento Económico de Rusia, se anota que el
pensamiento económico “refleja, de una u otra forma, en la conciencia del individuo,
las relaciones sociales y de producción entre las personas, es decir, las relaciones
económicas, en otras palabras las relaciones que se establecen entre las personas en
el proceso de producción de los bienes materiales”1.

La historia del pensamiento económico puede abarcar, en su totalidad, las


diversas formas en que se reflejan las relaciones económicas, en la conciencia del
individuo, sin tener que restringirse a la economía política. En cambio, la historia
de las doctrinas económicas incluye las cuestiones relacionadas con la historia de la
economía política, pero no se limita tan solo a ellas.

Al comprender la historia del pensamiento económico de un modo amplio, no


es posible identificarla con la historia de las doctrinas económicas. Tanto la historia
de las doctrinas económicas, como la historia de la economía política pueden pasar
por alto toda una serie de ideas económicas interesantes e importantes de determi-
nados pensadores y hombres públicos, renunciando a la característica completa y
detallada de sus concepciones económicas en sus conclusiones. No todos los pensa-
mientos económicos se desarrollan y llegan a convertirse en conceptos sistematiza-
dos, ni tampoco cada pensamiento que surge en la conciencia del individuo alcanza
un valor histórico. Por eso, no todo lo que forma parte de la historia del pensamiento
económico pasa a integrar la historia de las doctrinas económicas, y menos aún a la
historia de la economía política.

1 Historia del pensamiento económico ruso. T. 1, parte 1, Moscú, 1955, p. 15.


816 Francisco Chaparro Zapana

A la historia del pensamiento económico se le exige, con razón, que muestre


el proceso de aparición y desarrollo de las ciencias económicas, que descubra las
leyes que regulan el desarrollo del pensamiento económico científico. La historia de
las doctrinas económicas constituye, en comparación con la historia del pensamiento
económico, una fase superior del conocimiento teórico de cómo se reflejan, en las
conciencia de las clases sociales y en sus representantes, las relaciones económicas
entre las personas, tomando en consideración las condiciones históricas concretas de
la lucha de clases y los cambios en la economía de la sociedad.

La historia de las doctrinas económicas estudia el proceso histórico de apari-


ción, formación, desarrollo, lucha y evolución de las doctrinas económicas en todos
los sistemas sociales. Las doctrinas económicas reflejan el sistema de conceptos que
tienen las clases sociales de las relaciones de producción entre las personas, de los
fenómenos económicos y de otras cuestiones relacionadas con la actividad económi-
ca. El sistema de conceptos económicos se va creando paulatinamente en el proceso
de desarrollo histórico de la sociedad y de una determinada clase social. La historia
de las doctrinas económicas analiza la aparición y formación de las ideas económi-
cas, pero no de todas ellas, sino aquellas que han pasado a constituir un sistema de
conceptos de determinada clase social.

No todas las doctrinas económicas pueden identificarse con la economía po-


lítica; Las primeras surgieron cuando aún no existía esta última. Por su contenido,
las economías precapitalistas no pueden formar parte de la historia de la economía
política, pero están incluidas en la historia de las doctrinas económicas.

La historia de las doctrinas económicas analiza las ideas económicas de las


clases explotadas, que están en contraposición con las ideas de las clases dominan-
tes. La ubicación del estudio de las ideas económicas a través del tiempo es impor-
tante porque sus corrientes y escuelas corresponden al desarrollo económico de cada
etapa de la sociedad.

2. LAS IDEAS ECONÓMICAS EN LAS SOCIEDADES PRECAPITALISTAS


“Para comprender el pensamiento económico tenemos que relacionarlo con
su ambiente, lo que implica determinar los criterios acerca de las relaciones entre las
ideas humanas y el medio social que las rodea”2. O como afirma Eric Roll: “(…) la
estructura económica de una época dada y los cambios que sufre son los factores que
ejercen influencia más poderosa sobre el pensamiento económico”3.

La fuente primaria de las ideas sociales radica en las condiciones materiales


de vida de la sociedad. La base de la estructura económica en una etapa concreta de

2 Astudillo Ursúa, Pedro. Lecciones del pensamiento económico. México, UNAM, 1978, 1.ª reimpresión, p. 14.
3 Roll, Eric. Historia de las doctrinas económicas, México, FCE, 9.ª reimpresión, 1974, p. 18.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 817

desarrollo determina en gran medida la superestructura (conjunto de concepciones


políticas, jurídicas, religiosas, artísticas, filosóficas y económicas de la sociedad. Y
las correspondientes instituciones políticas, jurídicas y de otro tipo y determinadas
formas de la conciencia social). Las relaciones políticas y sociales, establecidas por
las personas en el proceso de la producción de los bienes materiales, se reflejan en
las distintas formas de la conciencia social. Los conceptos económicos están rela-
cionados con los conceptos filosóficos, jurídicos y hasta con los religiosos. Las ideas
económicas pueden manifestarse en el arte, la literatura, las leyes jurídicas, en la
política del Estado, etc.

Aun cuando la economía política se desarrolla como ciencia en forma sis-


temática solo a partir de los siglos XVII y XVIII, cuando empieza a consolidarse
el desarrollo del capitalismo, ya se habían esbozado desde la comunidad primitiva
los gérmenes de algunas ideas económicas que son importantes como antecedentes,
incluso, de muchas de las actuales doctrinas económicas. Sin embargo, las ideas que
surgieron en las sociedades precapitalistas no pueden ser consideradas propiamente
como tales, ya que corresponden al bajo desarrollo de la sociedad de esos tiempos.
Así, se ha dividido los antecedentes en tres partes: a) los principios, que abarcan el
período de la comunidad primitiva hasta su desintegración; b) Grecia y Roma, que
abarcan el período del esclavismo clásico; y c) la Edad Media, que comprende el
derecho económico y la escolástica.

Debido a que en la antigüedad el proceso económico era muy simple y primiti-


vo, las ideas económicas estaban enfocadas únicamente a la mejor forma de obtener
los bienes para satisfacer las necesidades de la colectividad. Pero, cuando la sociedad
primitiva fue evolucionando y las relaciones sociales de producción fueron cambian-
do y haciéndose más complejas, el pensamiento económico se tuvo que transformar.
Esto se ve reflejado sobre todo en el Antiguo Testamento de la Biblia del cristianis-
mo, especialmente en la parte de los profetas.

El punto de vista de los profetas y todo el pensamiento hebreo fue totalmente


idealista, ya que pensaban en la venida del Mesías y el problema económico tenía un
carácter religioso. Los testimonios del pensamiento social antiguo que hasta ahora
conocemos consisten en mitos que tratan de justificar o de atacar un orden social
existente en términos sobrenaturales. Las principales ideas económicas de los profe-
tas expresan: a) la división que existe entre ricos y pobres; b) la necesidad de restrin-
gir los derechos de propiedad; c) que los principios rectores de la vida social deben
ser la justicia y la piedad; d) el deber de castigar los abusos del comercio y la usura;
y e) oposición al embargo de ropa o de útiles de trabajo del deudor.

Los derechos individuales de propiedad quedaron severamente restringidos


por mucho tiempo, aunque el margen de la propiedad privada se amplió hasta incluir
818 Francisco Chaparro Zapana

la tierra. Son ejemplos de las limitaciones de carácter comunal impuestos a los de-
rechos individuales las leyes dictadas para conservar la relación de la familia con la
propiedad de la tierra y la institución de un año de jubileo. Pero la desintegración de
la comunidad primitiva no podía detenerse. Con el desarrollo de la propiedad priva-
da nació el comercio interior y exterior, y con estos la posibilidad de acumular rique-
za. Este fue el período cuando se estableció la monarquía hebrea. El lujo de la corte
se sostenía, entonces, gracias al gradual crecimiento de una clase esclava. Los gastos
dispendiosos de la casa real se costeaban con los derechos de peaje y las utilidades
del monopolio real sobre el comercio exterior, también, reclutando trabajadores y
cobrando impuesta muy elevados. El resultado fue el empobrecimiento de las masas,
la enajenación de la tierra y la aparición de una clase “desposeída”.

Este cambio en las estructuras económicas se refleja en la rebeldía espiritual


de los profetas. Denunciando la avaricia de la nueva sociedad, trataron de retrotraer
a los hombres a las formas de vida de la alianza, de revivir la justicia y la clemencia
como principios de la conducta social. Condenaban los excesos de las nuevas clases
comerciales, usureros y “despojadores de tierras”. Predicaban la vuelta a las limita-
ciones del derecho de propiedad privada.

“Pero el principal ataque de los profetas fue infructuoso, pues si fueron capa-
ces de describir claramente las consecuencias del orden social existente, no lo fueron
para comprender las fuerzas mismas que lo engendraban. Podían tan solo anhelar
el retorno a una edad pretérita, sin darse cuenta de que su estructura social ya era
inadecuada. Algunos de los profetas parecen haber comprendido vagamente el ca-
rácter utópico de sus protestas; no tenían ninguna esperanza en el futuro; únicamente
esperaban ver que la ira de Dios acarreara la destrucción universal que consideraban
como el único destino que su mundo merecía. Otros pusieron su fe en la venida del
Mesías que redimiría a los hombres del mal y los conduciría de nuevo a los modos
de vida de la comunidad patriarcal”4.

Por lo tanto, la rebeldía de los profetas, importante para su tiempo, llegó a su


cenit con la aparición del cristianismo; pero aun esta explosión de descontento social
fue incapaz de mejorar la situación del pueblo en aquel tiempo. Su idealización pro-
gresiva le hizo perder una relación directa con los problemas sociales de su época;
pero ha seguido siendo una de las influencias más vigorosas sobre el pensamiento
humano de siempre y la fuente de inspiración particular más poderosa para la con-
ducta individual.

2.1. En Grecia: Platón y Aristóteles


Cuando el esclavismo ya se había asentado y se desenvolvía en forma sistemá-
tica y permanente, el pensamiento económico evoluciona y se empieza a desarrollar

4 Ibídem, pp. 22-23.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 819

ideas que corresponden a este nuevo sistema de producción, superando el pensa-


miento hebreo.

Aunque era Platón uno de los primeros estudiosos de la sociedad y de la ciu-


dad Estado, fue Aristóteles el que más hizo avanzar el pensamiento económico de la
época. Las ideas económicas de ambos pensadores se encuentran contenidas en La
República y Las leyes de Platón, y Ética a Nicómaco y Política de Aristóteles. Sus
ideas más importantes se resumen en que: 1. Platón explica la división del trabajo
como consecuencia de las diversas aptitudes naturales de los hombres y de la gran
cantidad de necesidades humanas. 2. Platón piensa que la ciudad se forma porque
existe la división del trabajo. Por ello, justifica el sistema de castas y las diferentes
clases sociales. “En el Estado ideal de Platón –según Eric Roll– existen dos clases:
los gobernantes y los gobernados. Los primeros se dividen en guardianes y auxilia-
res; los segundos están conformados por los artesanos. Ninguno de estos últimos,
entregados como estaban a las faenas serviles de la producción y la circulación de
la riqueza, podía tener el talento necesario para gobernar. Los individuos de la clase
gobernante debían ser seleccionados desde la primera infancia, y recibir cuidadosa
educación, no solo en filosofía, sino también en el arte de la guerra, ya que tendrían
que proteger a su Estado de ataques del exterior”5. 3. Platón pensaba, por lo tanto,
que había ocupaciones indignas o serviles, además de que despreciaba el comercio
exterior.

Según el mismo autor, Aristóteles fue: 1. “(…) el primer economista analíti-


co; no era de origen aristocrático y parece haber aceptado mejor que su maestro el
desarrollo de la sociedad (…) Él fue quien sentó los cimientos de la ciencia y el pri-
mero que planteó los problemas económicos que han estudiado todos los pensadores
posteriores”6. 2. Aristóteles definió la economía dividiéndola en dos partes: a) La
economía propiamente dicha, que es la ciencia encargada de la administración do-
méstica; y b) La ciencia del abastecimiento que se ocupa de la adquisición, o sea que
estudia la circulación de los bienes. 3. Sentó las bases de la teoría del valor al distin-
guir entre valor de uso y valor de cambio (aunque no en forma precisa). 4. Se refiere
a las funciones del dinero explicando que su uso se debe al desarrollo del cambio y
a que los hombres crearon un artículo que lo facilite (el dinero). 5. Distingue entre
dinero y capital real, dependiendo de la función que los bienes tengan. 6. Reconoce
que el cambio se basa en la equivalencia entre los productos.

2.2. En Roma: Plinio y Cicerón


Los romanos no aportaron mucho al pensamiento económico debido a que
se limitaron a repetir los preceptos griegos. Algunos de sus aportes al desarrollo del

5 Ibídem, p. 32.
6 Ibídem, p. 34.
820 Francisco Chaparro Zapana

pensamiento económico fueron: 1. Su gran aprecio por las actividades agrícolas.


2. Menospreciaron las formas no naturales de ganar dinero (usura, comercio,
venta ilícita, especulación, etc.). 3. Plinio afirma que el oro tiene cualidades que
lo convierten en un medio de cambio más importante que el hierro o la plata, con
lo cual avanza la teoría monetaria. 4. Cicerón afirmó que la industria y el comer-
cio eran despreciables y solo la agricultura es elogiable.

Aunque los aportes de los romanos no fueron muy importantes en el campo de


las ideas económicas, es necesario recordar que del Derecho romano deviene la base
de todo el aparato jurídico del sistema capitalista.

2.3. En la sociedad feudal: el derecho canónico escolástico


En la Edad Media, período en el que se desarrolla el feudalismo, los aportes al
pensamiento económico fueron pocos y provenían de pensadores ligados a la Iglesia,
quienes desarrollan lo que en la actualidad se conoce como derecho canónico, que
es un conjunto de preceptos religiosos y de normas de conducta que regulaban la
sociedad de ese tiempo. Por su parte, la escolástica es la filosofía de la Edad Media
que trata de conciliar la fe con la razón. Las principales ideas económicas de ese
tiempo fueron: 1. En primer lugar, el pensamiento económico de la Edad Media se
basa en los preceptos aristotélicos y la doctrina de la Iglesia Católica, que figura
principalmente en los Evangelios y en las obras de los primeros padres de la Iglesia.
“Las ideas económicas formaban parte de las enseñanzas morales del cristianismo”7.
2. Consideraban la economía como un conjunto de leyes, entendidas como preceptos
morales cuya finalidad era la buena administración de las actividades económicas.
3. Formularon el principio del precio justo, el cual dependía del valor inherente a
las mercancías. Quien se apartara de aquel era inmoral. 4. Tomás de Aquino habla
vagamente de un valor de cambio basado en el costo de producción, pero revestido
de carácter ético. 5. Del precio justo deriva el salario justo que es: “(…) aquel que
permite vivir al obrero y a su familia con razonable decencia en el medio de la vida
en que se encuentra”8. 6. Solo justificaban el comercio en la medida en que otorgaba
ventaja a las dos partes y era necesario para el bienestar social. 7. Consideraban que
la usura era injusta y condenaban, por lo tanto, el interés por el dinero. 8. El préstamo
era considerado como un cambio de propiedad y el interés como impuesto sobre el
trabajo del prestatario.

Podemos concluir afirmando que las ideas de la escolática se circunscriben al


campo de la ideología y no tienen fundamento científico, sobre todo porque eran una
representación idealista y subjetiva de la realidad.

7 Ibídem, p. 46.
8 Astudillo Ursúa, Pedro, óp. cit., p. 31.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 821

3. FORMACIÓN DE LAS PRIMERAS DOCTRINAS ECONÓMICAS

3.1. La corriente mercantilista


En la lucha contra el poder feudal y por la consolidación del naciente régimen
capitalista, la burguesía creó su propia economía política, la que desplazó las con-
cepciones económicas de los ideólogos del feudalismo, porque estas ya obstruían el
progreso de las fuerzas productivas de la sociedad.

Desde los siglos XII, XIV y XV se van gestando en las propias entrañas del
feudalismo las condiciones que serán predominantes en los siglos posteriores; es de-
cir, las premisas del desarrollo capitalista. Con la aparición del capitalismo en siglo
XVI, aparecen también los primeros intentos de comprender y explicar los fenóme-
nos del sistema. Así surgió y se desarrolló, del siglo XVI al XVIII, la corriente del
pensamiento económico y de la política económica denominada mercantilismo. Las
premisas que hicieron posible el desarrollo del mercantilismo son: a) la formación
de los estados nacionales modernos (monarquías absolutas); b) la crisis del sistema
feudal y de las ideas medievales; c) el mayor interés por el comercio y las actividades
económicas; d) la aparición del capitalismo comercial y de los monopolios comer-
ciales; e) los descubrimientos marítimos y la colonización; f) mayores vínculos entre
el Estado y el comercio, desarrollo de políticas nacionalistas; y g) el desarrollo de
una economía monetaria y del capital dinero.

Esta era la época cuando el capital –bajo la forma de capital comercial y usu-
rero– dominaba en la esfera del comercio y el crédito. En cambio, en el campo de la
producción apenas comenzaba a dar los primeros pasos con la creación de la manu-
factura. Después del descubrimiento y la conquista de América, afluyó a Europa un
torrente de metales preciosos. El oro y la plata se fueron redistribuyendo, luego, de
manera ininterrumpida entre los diversos estados europeos, por medio de las guerras
y/o por la vía del comercio exterior.

3.2. Las ideas económicas mercantilistas fundamentales


Al formular su concepto de riqueza, los mercantilistas partían de los fenóme-
nos superficiales de la vida económica. En sus estudios no focalizaban la produc-
ción, sino el comercio y la circulación del dinero, en especial el movimiento del oro
y la plata. Los representantes iniciales más importantes de la corriente mercantilista
fueron: Juan Bodino, precursor del mercantilismo propiamente dicho y autor de un
tratado sobre la moneda. Gerald Malaynes, quien distingue entre usura e interés y es
el principal representante de la corriente metalista dentro del mercantilismo. Eduar-
do Misselden (1608-1754), primero en enunciar el concepto de balanza comercial.
Antonio Serra, afirma que la industria es mejor que la agricultura por las ventajas
que ofrece. Tomás Mun (1571-1641), mercantilista inglés que desarrolló con más
amplitud la doctrina mercantilista.
822 Francisco Chaparro Zapana

El mercantilismo es la doctrina económica que refleja las condiciones del ca-


pitalismo comercial de los siglos XVI y XVII. Las principales ideas del mercan-
tilismo, según Pedro Astudillo Ursúa9 son: 1. “Es una doctrina nacionalista. 2.
El Estado juega un importante papel en la dirección y realización de la política
económica. 3. Concede mucha importancia a los metales preciosos. 4. Obtener
metales preciosos mediante una balanza comercial favorable o a través de la ex-
plotación minera (altos impuestos a la importación de artículos manufacturados
y a la exportación de materias primas. 5. El comercio exterior es una actividad
más importante que el comercio interior y la industria es la actividad económica
más importante. 6. Una población numerosa es un factor esencial para la riqueza y
el poderío nacional, ya que proporciona mano de obra barata. 7. Las colonias de-
ben ser fuente de materias primas para la metrópoli y mercado para sus productos
manufacturados”10.

Todos los mercantilistas compartieron las siguientes ideas comunes: a) la ac-


titud favorable a vender; b) el “horror” a los bienes; c) el deseo de acumular dinero;
y d) la oposición a la usura.

Los mercantilistas en sus obras prestaban mayor atención a los problemas del
comercio y el dinero, contraponiéndolos a las cuestiones de la economía feudal y a
los fundamentos naturales de la hacienda de los señores terratenientes. La riqueza
de los señores feudales era, principalmente, riqueza en forma de bienes de uso. La
riqueza del capital comercial radicaba en la forma monetaria; la cantidad de dinero
aumentaba extraordinariamente como resultado de las ventas. Por eso, consideraban
que la fuente de la riqueza radicaba en el comercio, y sobre todo, en el comercio
exterior, mediante el cual podían transformar los productos en dinero, con gran ga-
nancia para ellos.

Las cuestiones relacionadas con la producción de mercancías las enfoca-


ban desde el punto de vista de los intereses del comercio exterior. La producción
de mercancías dentro del país debía subordinarse, según ellos, a la exportación, y
por eso defendían la expansión de las manufacturas, cuyos productos podían ven-
derse en el extranjero a precios más elevados. Mientras que el comercio interno es
naturalmente útil, pero no hace que aumente la cantidad de dinero en el país. El país
no percibe beneficios, el capital comercial no aumenta, ya que, como resultado del
comercio interno, lo que gana uno lo pierde otro. Únicamente el comercio exterior
es el que enriquece al Estado.

A consecuencia de todo lo expuesto, los mercantilistas llegaban a la conclu-

9 Ibídem, óp. cit., pp. 36 y 37.


10 Ibídem.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 823

sión de que en el comercio exterior había que tener irremisiblemente un balance


activo. El principal fundamento que defendían era vender más y comprar menos,
obtener en el comercio exterior más ingresos que gastos.

ETAPAS DE DESARROLLO DEL MERCANTILISMO


La política y la doctrina mercantilista atravesaron dos etapas:

1. El mercantilismo inicial (al que corresponde la teoría del balance monetario)


reducía la tarea económica a conservar y acumular dinero en el país. Durante
el feudalismo, se observa en muchos países el envilecimiento de la moneda,
ya que la monarquía feudal, a fin de conseguir beneficios para el tesoro real y,
en parte, para cubrir los gastos de Estado, con frecuencia recurría a la acuña-
ción de monedas de valor inferior al que le correspondía. Se hacía necesario
lograr que en cada país entrara más oro y plata, impidiendo al mismo tiempo
que el dinero saliera al extranjero. Por eso, los gobiernos trataban de controlar
por todos los medios el comercio exterior y de estimular el ingreso al país de
monedas de oro y plata, sobre todo, de pleno valor. De ahí que la doctrina de
los mercantilistas preconizase disminuir las compras en el extranjero, ya que
esas operaciones reducen el dinero de que dispone el país. Al mismo tiempo,
se impulsaba la venta de mercancías al extranjero, pues así aumentaba el di-
nero del país. Según la teoría del balance o sistema monetario, es necesario
gastar menos y ahorrar más, considerándose al dinero como tesoro.
2. El mercantilismo en su última etapa, o mercantilismo propiamente dicho (al
que corresponde la teoría de la balanza comercial), continúa identificando la
riqueza con el dinero, considerado a este como capital que da lugar al aumento
de más dinero. Por eso se plantea la necesidad de aumentar su movimiento, no
acumularlo, sino ponerlo en circulación para que traiga nuevo dinero.
A diferencia de los mercantilistas del período inicial, los de este último período
admitían ampliar compras de mercancías en el extranjero, pero a condición de
que se mantuviera la balanza comercial, de manera que la suma en dinero de
las compras debía ser inferior a la suma de la venta de las propias mercancías.
Los mercantilistas de este período proponían ampliar al máximo el comercio
exterior, sin olvidar la necesidad de asegurar la entrada de más dinero al país.
Todos los mercantilistas eran partidarios de la intervención del poder estatal
en la vida económica del país, con el fin de asegurar el saldo positivo de la
balanza monetaria y comercial.

SISTEMA MONETARIO-MERCANTIL
En general, los mercantilistas no realizaron investigaciones teóricas profun-
das. Sus obras se distinguen por un empirismo ingenuo y un gran pragmatismo. Sin
embargo, sus primeros intentos teóricos de explicar y justificar la búsqueda de dinero
824 Francisco Chaparro Zapana

contribuyeron en gran medida a la aparición de la economía política, que al princi-


pio era consecuencia natural de la amplitud alcanzada por el comercio. Al aparecer
los primeros elementos de la economía política en relación al sistema monetario, la
simple charlatanería seudocientífica, fue sustituida por un desarrollado sistema de
engaño autorizado, por una ciencia cuyo objeto era el enriquecimiento. Esta son los
rasgos específicos de la aparición de la economía política, que llevaba impreso el
sello del egoísmo más repulsivo. Esto se manifiesta con mayor crudeza en Inglaterra,
país clásico de la aparición y desarrollo del capitalismo.

En los siglos XIV y XV, Inglaterra era una nación agraria, con una industria y
un comercio poco desarrollados. Los productos industriales los introducían, princi-
palmente, los mercaderes hanseánticos e italianos. Los ingleses exportaban materias
primas agrícolas y, en primer lugar, lana a Flandes, para la fabricación de paños,
industria que se estaba desarrollando. La economía urbana inglesa tenía, al igual que
otros países, carácter corporativo. Los artesanos eran miembros de los gremios, y
los mercaderes, de las corporaciones, que se encargaban de reglamentar el comercio
para evitar la competencia y defender sus intereses. El poder real protegía de forma
ruin y mezquina el comercio exterior, por un lado, a causa de su interés por recaudar
impuesta y contribuciones con destino al tesoro, y por otro, para realizar la política
de la balanza monetaria. Los mercaderes tenían la obligación de enviar a Inglaterra
el dinero que obtenían de sus ventas en el extranjero; estaba terminantemente prohi-
bido sacar dinero del país.

La política del mercantilismo reflejaba en forma monetaria, la unión entre


la naciente burguesía y el absolutismo. Como la burguesía necesitaba de un fuerte
poder estatal que defendiese sus intereses, apoyaba al absolutismo, que se fortalecía
en su lucha contra los señores feudales. Además, el poder real tenía necesidad de
aliarse con la burguesía, ya que el dinero ayudaba al absolutismo a transformar a los
miembros de la nobleza feudal en militares a su servicio.

A partir de la segunda mitad del siglo XVI, Inglaterra se incorpora activamen-


te al comercio internacional. Los comerciantes ingleses traficaban en todos los sitios,
pero el comercio se encontraba concentrado en dos tipos de compañías comerciales
monopolistas: las reglamentadas, como, por ejemplo, la Compañía de Comerciantes
Ambulantes, cuyos afiliados eran comerciantes individuales que gozaban del mono-
polio; y las compañías de capital unificado, como la Compañía de la Indias Orienta-
les, cuyo capital lo constituían cuotas aportadas por sus miembros, que no gozaban
de independencia y en algunos casos no estaban directamente relacionadas con el
comercio. Estas dos clases de monopolios se repartían todo el comercio exterior.

3.3. Los fundadores de la economía política


A fines del siglo XVII y sobre todo en el siglo XVIII, se desarrolla notablemen-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 825

te el capitalismo industrial, que es la base del capitalismo actual. Aquel desarrollo


trae consigo la evolución de las ideas económicas, por lo que las ideas mercantilistas,
que habían cumplido con su función, van desapareciendo, al mismo tiempo que sur-
gen nuevas explicaciones de la realidad económica. Los pensadores que desarrollan
sus ideas en este período reciben el nombre de fundadores de la economía política y
representan la transición entre el mercantilismo y la economía clásica. Los represen-
tantes de este período fueron: William Petty, John Locke, Dadley North, John Law,
David Hum, Ricardo Cantilion, James Stuart y Tomás Hobbes.

“El primero y más importante de los economistas ingleses que prepararon


el terreno para el sistema clásico, es Sir William Petty (1623-1687), a quien se ha
llamado con justicia el fundador de la economía política”11. Además, es el primero
que introduce en Inglaterra el término de economía política. El principal aporte de
Petty fue su esbozo de la teoría del valor, que fue reelaborado por los clásicos y,
posteriormente, por Marx.

Petty favorece la propiedad privada que determina la posición social de los


individuos en la sociedad. El Estado debe proteger la propiedad industrial y todos
deben ayudar con los gastos del Estado.

Otra valiosa contribución de Petty fueron sus conceptos de precio natural y


precio político. Habla también de una ley del salario, expresando que a cada tra-
bajador se le debe dar solamente lo necesario para subsistir, porque si se le da más
trabajará menos, no rendirá igual.

Además, sostenía que la única actividad que produce excedente es la pro-


ducción agrícola; el excedente de la tierra era la renta que equivalía a la utilidad o
ganancia. Partiendo de aquí es que él elabora una teoría de la renta diferencial, ade-
lantándose a Ricardo. Petty: “(…) Pensaba que el dinero y el comercio exterior eran
importantes porque ayudaba a su país a desarrollar y perfeccionar su industria. Al
mismo tiempo, el país debería esforzarse, por medio de una política adecuada, en me-
jorar la eficacia de la producción de las mercancías necesarias para el comercio”12.

En la misma época de Petty, aparecen otros pensadores ingleses, como John


Law, John Locke, Dadley North y David Hum13. Locke y North destacan sobre todo
por sus estudios acerca de la renta y el interés. Merecen, al mismo tiempo, ser men-
cionadas las teorías monetarias de John Law. “A Law se le ha considerado también
fundador de una teoría subjetiva del valor, con especial referencia al valor del dinero.

11 Roll, E., óp. cit., p. 102.


12 Ibídem, p. 112.
13 En: Roll E., óp. cit, pp. 114-130.
826 Francisco Chaparro Zapana

Rechazó definitivamente la idea de que el dinero tenía un valor imaginario. Según


él, nada tenía valor si no es el uso que uno le da… Con esta teoría, Law viene a
ser un precursor de la escuela austriaca”14. David Hume, considerado como el más
importante de los economistas presmithianos, destaca la importancia de la cantidad
de dinero en circulación y llega a expresar el esbozo de una teoría de “inflación con
utilidades”. Hum es el precursor del monetarismo. El holandés Ricardo Cantillon
estudia y hace referencia a dos valores: el valor normal o intrínseco basado en la
tierra, y el valor de mercado o intrínseco basado en el dinero. James Stuart explica
el desarrollo del capitalismo y señala con claridad la diferencia entre valor de uso y
de cambio. Y el inglés Tómas Hobbes añade muy poco a la doctrina económica; se
le conoce más como el principal teórico del absolutismo monárquico y del indivi-
dualismo.

3.4. La escuela económica fisiócrata


3.4.1. Antecedentes y contenido

La escuela fisiócrata surge en oposición al mercantilismo durante el siglo


XVIII y es, a juicio de algunos autores, la precursora de la economía moderna. El
mérito de los fisiócratas consiste, ante todo, en que desplazaron sus investigaciones
de la esfera de la circulación a la de la producción. Fueron ellos, precisamente,
quienes establecieron las bases para analizar la producción capitalista. Pero, pese
a que desarrolló concepciones teóricas burguesas, progresistas para su tiempo, la
escuela fisiócrata inicial no se pronunció contra las bases del régimen feudal que
existía en Francia. Esta inconsecuencia y dualidad la corrigieron, en gran parte,
sus continuadores más tardíos, lo que le permitió a la Asamblea Constituyente de
1789 incluir en su programa de reformas económicas una parte de los postulados
fisiocráticos.

“Esta escuela considera a la agricultura como la única actividad realmente


productiva porque es la única que da un producto neto, y a la industria, al comercio
y a los servicios como económicamente estériles, en vista de su concepción mate-
rialista de la riqueza; que las sociedades humanas al igual que el mundo físico están
sujetas a un orden natural, al que frecuentemente atribuyen carácter providencial y
que tiene las notas de un ser universal e inmutable, por lo que el Estado debe limitar
su intervención, de manera que el individuo pueda desenvolverse libremente; estima
que la riqueza circula a través de las clases sociales por causes preestablecidos y que
el Estado es copartícipe de la propiedad por lo que debe cubrir sus gastos a través de
un impuesto único a cargo de los propietarios territoriales”15.

La importancia de la escuela fisiócrata en la economía política burguesa se

14 Ibídem, p. 120.
15 Astudillo Ursúa, Pedro, óp. cit., p. 59.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 827

debe, ante todo, a que, trasladando sus investigaciones de la esfera de la circulación


a la de producción, declararon que la fuente de la riqueza la constituía el “producto
neto” de la agricultura capitalista, y no el comercio y el dinero como sostenían los
mercantilistas.

Los fisiócratas encontraron un principio científico acertado al postular que la


ciencia económica estudiase los fundamentos de la producción social. Esta tentativa
de presentar todo el proceso social de la producción, la distribución, el cambio y el
consumo, como un todo único, y mostrar la dinámica del producto social global entre
las diferentes clases de la sociedad, constituye un mérito, de importancia verdadera-
mente histórica para la ciencia. Una expresión palpable de esta importantísima idea
de los fisiócratas fue el famoso Cuadro Económico (Tableau Economique) de Ques-
nay (1758). Marx lo consideraba como una exposición genial, para su tiempo, del
proceso anual de reproducción, tal como se desenvuelve mediante la circulación.

La evolución del pensamiento económico que impulsaron los mercantilistas


hacia al investigación de la producción sirvió de fundamento a Marx para llamarles
verdaderos padres de la economía política. Precisamente gracias a los fisiócratas,
esta se convirtió en una ciencia especial e independiente. El fundador de la escuela
fisiócrata fue Francois Quesnay (1694-1774); después, las ideas fisiócratas fueron
expuestas de forma más completa por Anne Robert Jacques Turgot (1727-1781).

Quesnay fue un hombre de muy elevada cultura. Médico de profesión y cono-


cido también como un prominente biólogo. Alcanzó el título de Doctor en Medicina,
manifestándose como hábil cirujano y terapeuta. En 1749, fue nombrado médico de
la corte de Luis XV. En aquella época, las cuestiones económicas preocupaban de tal
manera a toda Francia, que incluso un médico como él se dedicó a ellas. El sentir de
la sociedad francesa a mediados del siglo XVIII lo refleja Voltaire con extraordinaria
claridad al decir que la nación, harta de versos, comedias, tragedias, novelas, razona-
mientos morales y discusiones teológicas, se dedicó, por fin, a hablar del pan.

A partir de 1756, Quesnay colabora con la Gran Enciclopedia que editaban


Diderot y D’Alembert. A él le corresponden los artículos sobre los colonos y sobre
el trigo. Había llegado a la conclusión de que la difícil situación que atravesaba la
agricultura francesa era consecuencia de las elevadas contribuciones y los bajos pre-
cios de este cereal.

Contaba ya cerca de sesenta años cuando Quesnay escribió artículos originales


de economía relativos a los problemas agrarios. Esta suscitaron tal interés por sus ideas,
que pronto aparecieron discípulos y continuadores suyos, entre ellos algunos aristócratas.
Merece ser destacado el marqués de Mirabeau (el Viejo), escritor muy popular en el siglo
XVIII, que realizó una gran labor para divulgar las ideas de los fisiócratas.
828 Francisco Chaparro Zapana

La doctrina de Quesnay alcanzó un éxito brillante, pero efímero. La revolu-


ción burguesa, que no se hizo esperar en Francia, dejó muy atrás las ideas de los
fisiócratas. La burguesía mantuvo durante mucho tiempo en el olvido a su genial
teórico, que fue el primero que había intentado abarcar, en su conjunto, todo el sis-
tema económico del régimen de producción capitalista. Solo Marx le rindió justicia
al considerarlo, junto a Petty, como el verdadero fundador de la economía política
burguesa clásica.

3.4.2. Principales postulados teóricos de tipo burgués de los fisiócratas


Los principales postulados de la teoría fisiócrata y su sistema de opiniones de
tipo burgués se resumen en que: 1. Concibieron la idea de la creación del excedente
económico, al que llamaron produit net, y la agricultura es la única que produce el
produit net (diferencia entre bienes producidos y bienes consumidos). 2. Dividen el
trabajo en dos categorías: uno productivo y otro estéril. El trabajo productivo es el
que crea excedente; cualquier trabajo que no produzca excedente es estéril. 3. Ana-
lizan la circulación del excedente entre las diversas clases sociales. Hay tres clases
sociales: los dueños de la tierra (los terratenientes), los agricultores que arriendan
la tierra (clase realmente productora) y la clase estéril, formada por artesanos, co-
merciantes, etc. 4. Al analizar el proceso de circulación, también se refieren a la
reproducción. 5. Elaboran una teoría del precio, basada en el costo de producción
de los artículos manufacturados. 6. Suponen que la industria no produce valores,
solo los transforma, por lo que no añade nada a la riqueza de la sociedad. El trabajo
industrial es estéril. 7. Son partidarios de un impuesto único a la tierra (por ser la
actividad productiva). 8. Se refieren al salario estrictamente necesario para satisfacer
las necesidades de los productores. 9. Estuvieron de acuerdo en que la sociedad está
regida por un orden natural.

En particular, su defensa de la agricultura la encubrían con el deseo de mejorar


el régimen feudal, sobre todo en lo referente a la agricultura. Pedían la implantación
en Francia del arrendamiento de la tierra en gran escala a los colonos capitalistas, si-
guiendo el ejemplo de Inglaterra, donde por aquel entonces se había generalizado se-
mejante forma de explotación agraria. Los terratenientes continuarían conservando
el derecho de propiedad, cederían la tierra a la burguesía rural (colonos acomodados)
solo en usufructo temporal, y obtendrían un ventajoso arrendamiento.

Los fisiócratas defendían la gran propiedad sobre la tierra, pero al mismo


tiempo abogaban por que el sistema feudal agrario fuera sustituido por el sistema
capitalista de arriendo. Esta exigencia práctica de los fisiócratas no era ni más ni
menos que el programa agrario burgués con divisa feudal. Semejante reforma agra-
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 829

ria debería crear condiciones favorables al desarrollo de la agricultura, pero no de


manera general, sino de la agricultura capitalista. Los fisiócratas pedían el abandono
de la política mercantilista de reducir los precios del trigo, tratando de lograr el mer-
cado libre de este dentro del país y su exportación sin trabas; defendían la idea de
liberar a la clase de los colonos de impuesta, haciendo que estos recayesen sobre la
renta de los terratenientes. Los fisiócratas argumentaban teóricamente sus exigencias
prácticas. Afirmaban que únicamente la realización de las reformas propuestas por
ellos podría asegurar el movimiento justo de la reproducción social y crear un gran
“producto neto” (renta neta).

Las teorías de la reproducción social y la del producto neto (o plusvalía), crea-


das por Francois Quesnay, constituyen el primer intento por analizar la economía
capitalista en su conjunto.

Como partidarios del absolutismo ilustrado, los fisiócratas alimentaban la ilu-


sión de que un monarca culto, dueño del poder absoluto, debía realizar la reforma
agraria y asegurar la reorganización radical de la agricultura y de toda la economía
del país. Estas ideas tan conservadoras descubren también la forma feudal de las con-
cepciones económicas burguesas de los fisiócratas. Su deseo de implantar la reforma
agraria desde arriba, bajo la égida del poder real, significaba, en realidad, el deseo
de evitar la revolución. Por eso, las masas no acogieron con simpatía el programa
agrario de los fisiócratas, y, en la práctica, no tuvo éxito. Al ideal fisiócrata de un
Estado agrario que exportase el trigo en cantidades ilimitadas e importase objetos in-
dustriales a bajos precios oponían el ideal de un Estado desarrollado que consumiera
la producción de trigo del país, e incluso importara cantidades suplementarias.

Uno de los fundadores de la escuela fisiócrata, Anne Turgot, en su calidad de


ministro de Finanzas de Luis XVI, declaró libre el comercio interior del trigo, pu-
blicó la ley sobre la supresión de los gremios, sobre la libertad de las profesiones; y
sustituyó el derecho natural de posta, que era muy duro para los campesinos, por los
pagos en dinero, que estaban obligados a realizar todos los propietarios de tierras,
incluso los nobles. Sin embargo, todas estas reformas provocaron el descontento de
la aristocracia y los recaudadores de contribuciones, entonces, el ministro reforma-
dor se vio obligado a dimitir. Por tanto, en contra de las ilusiones de los fisiócratas,
la monarquía absoluta y la clase de los terratenientes resultaron incapaces de llevar a
cabo reformas sociales a favor del régimen de producción capitalista.

El hecho de que las reformas de Turgot se frustrasen fue un fracaso para los
fisiócratas, en su calidad de ideólogos y defensores del capitalismo, a pesar de la eti-
queta feudal de su sistema. Con este motivo, señala Marx: “Las etiquetas de los siste-
mas se distinguen de las de otros artículos, entre cosas, en que no engañan solamente
830 Francisco Chaparro Zapana

al comprador, sino también, no pocas veces, al mismo vendedor. El propio Quesnay


y sus discípulos más cercanos creían, en efecto, que su divisa feudal era verdadera.
Y así siguen pensando hoy nuestros sabios oficiales. La verdad es que el sistema
fisiocrático es la primera versión sistemática de la producción capitalista”16.

Uno de los méritos históricos de los fisiócratas consiste en que fueron ellos
quienes llevaron a la ciencia económica, de un modo firme, el método utilizado en
las ciencias naturales, que Petty había aplicado por primera vez a la economía políti-
ca. Veían la sociedad como un organismo vivo y analizaban la vida económica como
un proceso natural, que poseía leyes internas propias. En sus concepciones econó-
micas, los fisiócratas aplicaban, de forma rigurosa, el principio del “orden natural”,
puesto en boga por la filosofía de entonces.

La actitud negativa de los fisiócratas respecto a la clase de los comerciantes


e industriales, calificándolos de “clase estéril”, concitó la actitud antifisiocrática de
estos, porque percibían su clara orientación pro burguesía agraria, aliada de la aris-
tocracia feudal. Según los fisiócratas, era la burguesía agraria quien debía invertir
grandes capitales, ya que la agricultura era una buena esfera de inversión. Aunque,
al mismo tiempo, la reforma agraria propuesta por ellos suponía la ruina y la prole-
tarización de las grandes masas campesinas, que carecían de capitales para llevar a
cabo el arrendamiento en gran escala.

4. LA ESCUELA ECONÓMICA CLÁSICA: ADAM SMITH Y DAVID RICARDO

4.1. Las premisas materiales para su surgimiento


En la segunda mitad del siglo XVIII, la economía agraria inglesa se transfor-
mó rápidamente en industrial. Adquiere amplio desarrollo la industria de la lana, la
del algodón, sobro todo, y la metalúrgica; también se incrementó enormemente la
industria de construcciones navales. Inglaterra superó a todos los demás países por el
desarrollo de su industria capitalista. Aparecieron centros industriales urbanos, cre-
ció rápidamente la población en esta. Ampliándose y consolidándose las relaciones
monetario-comerciales, se creó un mercado interno que ofrecía grandes posibilida-
des de desarrollo capitalista industrial.

En la agricultura se operó también un impetuoso proceso del desarrollo capi-


talista. Se mantuvo la expropiación de tierras al campesinado mediante el sistema
del “cercamiento” de las tierras y se amplió cada vez más el sistema de haciendas
explotadas por los arrendatarios. Se había desarrollado ya la clase de los colonos-
capitalistas, y la burguesía adquirió fuerza. Pero al mismo tiempo surgió y se ahondó
la contradicción entre la nueva nobleza y los colonos-capitalistas. Los propietarios
agrarios, dueños del poder, utilizaban su influencia en la legislación para despojar a
la clase de los arrendatarios.

16 Marx, Carlos. El capital. T. 2. Ed. CCSS, La Habana, Cuba, 1980, p. 341.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 831

Todos estos cambios económicos plantearon la necesidad de transformar la


vieja política mercantilista. El proteccionismo no regulaba ya la política económica
interna y externa. Desapareció la necesidad de adoptar medidas prohibitivas en el
comercio exterior. Inglaterra no temía a la competencia de otros países. Por eso había
madurado la cuestión de renunciar al mercantilismo y de adoptar la política del lla-
mado libre comercio, que en aquella época significaba la libertad para las mercancías
inglesas en relación con las de otras naciones menos desarrolladas.

El progreso capitalista de la industria y la agricultura exigía profundos cam-


bios en la política económica. Así, el apoyo de que era objeto, durante la época
mercantilista, la industria de la lana, tan importante en el pasado, se convirtió en un
freno para la industria algodonera, que después logró desarrollarse en forma extraor-
dinaria, asegurando a Inglaterra el primer lugar en el mercado mundial.

Para ampliar los horizontes del desarrollo industrial inglés, era también ne-
cesario suprimir las leyes anticuadas que concedían privilegios a los gremios y a
las guildas, los que frenaban la libre competencia y a las que se aferraban el capital
comercial y los restos de las industrias artesanales medievales, importantes todavía
en aquel tiempo.

Era igualmente necesario normalizar la explotación de las numerosas colonias.


A consecuencia de las guerras de agresión y de rapiña, la Inglaterra de la segunda mi-
tad del siglo XVIII se había convertido en un vastísimo Estado colonial. Las guerras
anglo-holandesas, al reforzar el poderío colonial inglés, fueron una de las causas más
importantes del rápido desenvolvimiento que alcanzó el capitalismo en la metrópoli.
Las colonias se convirtieron en un gigantesco mercado para la industria inglesa.
Estas proporcionaban al incipiente capitalismo inglés enormes cantidades de oro y
plata, además de que favorecían el desarrollo del potencial marítimo de Inglaterra.

Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVIII, los métodos de saqueo
extraeconómico de las colonias ya resultaban anticuados. Era necesario sustituirlos
por otros más “civilizados” de explotación económica. La máquina de vapor y el
libre comercio resultaron ser las armas más eficaces para la explotación colonial del
fortalecimiento potencial de Inglaterra en las colonias.

Por tanto, si en la época de William Petty predominaba la agricultura en la


economía, en la de Adam Smith, Inglaterra no solo se había convertido en un país
industrial, sino que su economía tenía una gran necesidad de que la circulación in-
dustrial y comercial, tanto interior como exterior, se expandieran amplia y libre-
mente. Smith vivió en la época aún de predominio de la producción manufacturera,
en vísperas de la Revolución industrial. Por eso, a pesar de ser el economista que
culminó el período manufacturero, pudo ya intuir las estertores de la Revolución
industrial en cierne.
832 Francisco Chaparro Zapana

4.2. Principales antecesores inmediatos de A. Smith


En Inglaterra, la economía política burguesa iba evolucionando mediante un
proceso de análisis de los nuevos fenómenos capitalistas, progresaba en medio de
la lucha con las concepciones mercantilistas. Entre los más destacados críticos del
mercantilismo figuran:

John Locke (1632-1704), destacado filósofo del siglo XVII, fue precursor de
los materialistas franceses del siglo XVIII. Pero al mismo tiempo fue, según defi-
nición de Marx, “(…) representante de la nueva burguesía en todas sus formas, de
los industriales contra los obreros e indigentes (paupers), de los comerciantes contra
los usureros anticuados, de la aristocracia financiera contra los deudores estatales,
demostrando incluso en una obra especial que la razón burguesa es la razón huma-
na normal”17. Locke fue uno de los fundadores y accionistas del Banco Inglés en
1694.

Como señalara Marx en el tomo IV de El capital, Locke fue el representante


clásico de las concepciones jurídicas de la sociedad burguesa en contraposición al
feudalismo. Analizó la renta agraria y el interés desde el punto de vista de la teoría
burguesa del derecho natural.

Ante la condena feudal de la que era objeto el interés (rédito), Locke soste-
nía que este era un fenómeno natural. Afirmaba que el dinero al producir intereses
adquiere la misma naturaleza que la tierra. La tierra arrendada produce una renta,
y el dinero prestado, intereses. Manifestó también que la renta agraria y el interés
trasladan al bolsillo de unos la ganancia, que es remuneración del trabajo de otros. El
arrendatario de la tierra entrega su ganancia al poseedor de la misma, y el prestatario
al dueño del dinero. Reduce, así, el interés y la renta agraria a la explotación del tra-
bajo. Es decir, que en Locke encontramos gérmenes de la teoría de la plusvalía. En su
polémica con la nobleza feudal, demostró que el interés tiene la misma procedencia
que la renta de los señores feudales: el trabajo ajeno no remunerado. Continuó y
desarrolló la doctrina de Petty sobre la renta agraria y el interés por préstamo, a los
que consideraba fruto de la explotación capitalista.

Dudley North (1641-1691). Gran comerciante y famoso economista inglés,


estableció que el tipo de interés no está determinado por la cantidad de dinero que
hay en el país, sino por la demanda y la oferta de capital-dinero. Consideraba que el
interés es una renta dineraria, del mismo modo que la renta agraria es el beneficio
del terrateniente. Semejantes concepciones reflejaban la lucha entre los dueños del
dinero y los propietarios de la tierra. North fue el primero en comprender la esencia

17 Marx, C. “Contribución a la crítica de la Economía política”. En: Marx, C. y F. Engels, Obras... p. 68.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 833

del interés. A diferencia de Petty y Locke, no lo relacionó con el dinero como tal,
sino con el dinero-capital. Estableció la diferencia entre capital y dinero, y fue el
primero en iniciar el análisis de la economía del capitalismo como un proceso natural
que se desarrolla de forma espontánea, independientemente de las prescripciones del
poder público.

El mayor mérito de North para la economía polítca burguesa es su decidida


oposición a la intervención del Estado en la vida económica. Era enemigo de la teo-
ría mercantilista de la balanza comercial. Como exitoso comerciante, también era
enemigo del proteccionismo y defensor del librecambio.

David Hume (1711-1776). Renombrado filósofo, historiador y economista


inglés, criticó a los mercantilistas y exaltó el régimen capitalista, que entonces se
desarrollaba en Inglaterra con gran rapidez. Sin embargo, Hume manifiesta también
puntos de vista retrógrados, sobre todo cuando elogia la actividad de los comercian-
tes. Todavía consideraba que únicamente el comercio era capaz de aumentar las ga-
nancias del capital. Pero a la vez que se declaraba contrario a la teoría de la balanza
comercial y demostraba lo útil que era la salida del país del oro y la plata. Hume creó
su propia teoría cuantitativa del dinero.

Al defender la libertad del comercio, opinaba que la disminución del oro y la


plata dentro de la nación lleva consigo la reducción de los precios. Esto favorecería
la exportación de mercancías propias y dificultaría la importación de las de origen
extranjero, lo que da lugar, en última instancia, a que el oro y la plata vuelvan al país
de procedencia. Su teoría cuantitativa del dinero fue el fundamento de su política
antimercantilista. Según afirmaba, la masa monetaria circulante es la que determina
los precios. Si disminuye aquella, el precio global de las mercancías estará expre-
sado en una cantidad menor de dinero y, por tanto, bajarán los precios. Si la masa
de dinero aumenta, el precio global de los productos se verá reflejado en una mayor
cantidad de dinero, y subirán los precios. En realidad llegó a conclusiones tan falsas
porque, para él, el dinero era única y exclusivamente un medio de valoración de las
mercancías. En su opinión, el dinero es el representante del trabajo y de las mercan-
cías, y, por tanto, la cantidad de dinero determina la valoración de los productos.
Así soslayó la cuestión del valor de las mercancías y el valor del dinero. Semejante
interpretación del dinero iba dirigida contra los mercantilistas, para quienes era un
medio de acumulación.

En sus razonamientos, David Hume casi llega a impugnar su propia teoría, al


comprobar que la subida del precio de las mercancías no sigue inmediatamente al
aumento de la cantidad de dinero, y que dicho aumento origina una reactivación en
el comercio. Por eso, introdujo modificaciones en sus opiniones anteriores, recono-
834 Francisco Chaparro Zapana

ciendo que el aumento de oro y plata no implica, de forma inmediata, la subida de los
precios. A pesar de ello, su teoría cuantitativa del dinero continuó siendo errónea.
James Steuart (1712-1780). Intentó crear un sistema de economía política
burguesa. En 1767 publicó una obra titulada Investigación sobre los principios de
la economía política (An Inquirí into the Principles of Political Economy). Marx
apreció en forma debida semejante tentativa por parte de Steuart. Sin embargo, su
sistema se basaba en el mercantilismo, doctrina económica que ya entonces era an-
ticuada. Por ejemplo, Steuart deducía la ganancia del cambio; consideraba que, en
el cambio, el beneficio de unos corresponde a la pérdida de otros, y por eso limitaba
las fluctuaciones de la ganancia a las oscilaciones de la riqueza entre las partes con-
tratantes.

Al defender la teoría mercantilista de la balanza comercial, Steuart se mani-


festó contra la teoría cuantitativa del dinero. Declaraba que el precio del mercado
está determinado por la acción de la demanda y la competencia, las cuales no de-
penden absolutamente de la masa de oro y plata. Defendía la política mercantilista
estatal, y era enemigo del liberalismo económico. La doctrina de James Steuart no
alcanzó gran difusión.

4.3. Principales aportes de los clásicos


A fines del siglo XVIII se dio una serie de cambios que habrían de modificar
las relaciones económicas predominantes en el mundo capitalista y, en consecuencia,
las doctrinas económicas también fueron evolucionando en la búsqueda de explica-
ciones a los nuevos fenómenos que se desarrollaban. Adam Smith y David Ricardo
hicieron contribuciones muy importantes que analizaremos a continuación.

ADAM SMITH (1723-1790). Respecto a los fisiócratas, dio un paso impor-


tante en el análisis científico del sistema económico capitalista. Su principal obra es
Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones (1776),
más conocida como La riqueza de las naciones. Antes había publicado Teoría de los
sentimientos morales (1759). La riqueza de un país se cifra, según Smith, en toda la
masa de sus mercancías producidas. Refuta la tesis unilateral de los fisiócratas, se-
gún la cual el “producto neto” (la plusvalía) es fruto exclusivo del trabajo agrícola,
y proclama por vez primera que todo trabajo, cualquiera sea la rama de producción
en la que se aplique, es fuente creadora del valor. Por haber estudiado el período
manufacturero del capitalismo, ve en la división del trabajo la base sobre la cual se
eleva su productividad.

Este autor investiga, de una parte, los nexos internos entre estos fenómenos,
tratando de penetrar con su análisis en la estructura interna o, para emplear la ex-
presión de Marx, en la fisiología del sistema económico capitalista. De otra parte,
describe los fenómenos como aparecen en la superficie de la sociedad burguesa y,
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 835

por tanto, tal como el capitalista los ve. El primero de estos dos métodos de interpre-
tación es científico; el segundo no lo es.
Al investigar los nexos internos entre los fenómenos del capitalismo, Smith
definía el valor de la mercancía según la cantidad de trabajo invertido para su pro-
ducción; y al hacerlo, consideraba el salario del obrero como parte del producto de
su trabajo, determinado por el valor de los medios de subsistencia, y la ganancia y
renta del suelo como deducción del producto creado por el trabajo del obrero. Sin
embargo, Smith no mantuvo consecuentemente este punto de vista. Confundía per-
manentemente la determinación del valor de las mercancías por el trabajo contenido
en ellas con la determinación del valor de las mercancías por el “valor del trabajo”.
Alegaba que la determinación del valor por el trabajo se refería solamente al “estado
primitivo de la sociedad”, que es como entendía la economía mercantil simple de
los pequeños productores. En cambio, en las condiciones del capitalismo, el valor
de la mercancía se compone, según él, de diversos ingresos: el salario, la ganancia
y la renta. Semejante afirmación presenta en forma engañosa los fenómenos de la
economía capitalista. En consecuencia, también el valor de todo el producto social
se halla formado solamente por aquellos ingresos –el salario, la ganancia y la renta–,
prescindiendo erróneamente del valor del capital constante empleado en la produc-
ción de las mercancías. Con este “dogma de Smith” era imposible emprender un
proceso de reproducción.

Este economista fue el primero en señalar la estructura de clase de la sociedad


capitalista, integrada por tres clases: los obreros, los capitalistas y los terratenien-
tes. Pero sostenía que en la sociedad capitalista reina la comunidad de intereses,
por cuanto cada uno aspira a su propio beneficio, y el choque entre las diferentes
ambiciones –según él– redunda en interés de la colectividad. Se manifestaba re-
sueltamente en contra de las ideas y la política de los mercantilistas, defendiendo
enérgicamente la libre competencia y rechazando la intervención del Estado en la
actividad productiva.

Sus principales contribuciones al desarrollo de la doctrina económica son las


siguientes: 1. Su filosofía naturalista, según la cual la ley natural es superior a la ley
humana; por lo que la economía está regida por una supuesta mano invisible, sin in-
tervención del Estado en ella. 2. El supuesto de que el equilibrio natural se consigue
en la sociedad porque cada individuo, al buscar su propio beneficio, beneficia a los
demás. La afirmación por la que Smith se yergue como representante del liberalismo
económico (laissez faire), que quiere decir “defensa de la libre competencia”. 3. Al
suponer que los intereses personales coinciden con los generales, concibe que el sis-
tema es armónico y, en consecuencia, es muy optimista; por lo que su teoría pretende
tener carácter universal, es decir, hacer válidas para todas las épocas las caracterís-
ticas de la sociedad capitalista. “La riqueza de una nación –dice– dependerá de dos
condiciones: primera, el grado de productividad del trabajo al cual se debe; segunda,
836 Francisco Chaparro Zapana

la cantidad de trabajo útil, es decir, trabajo productor de la riqueza que se emplee”18.


4. La elevación de la productividad del trabajo se debe a la división del mismo. 5. Su
teoría del valor-trabajo. Habla de valor de uso (utilidad de un bien y valor de cambio)
(capacidad de un bien para cambiarse por otros), teoría del valor trabajo. 6. De aquí
deriva la paradoja smithiana, que no supo resolver “(…) algunas de las mercancías
más útiles, como el agua, dice, apenas tienen valor en cambio, mientras otras, como
los diamantes, aunque de poco uso, pueden comprar por trueque gran cantidad de
otros”19. 7. Su teoría de la distribución afirma que los salarios, las utilidades y la
renta son la fuente de los ingresos de las clases sociales y son también la fuente del
valor de cambio; es decir, habla del costo de producción. 8. Habla de un precio na-
tural (suma de los precios naturales de sus partes) y precio de mercado (determinado
por la oferta y la demanda). 9. Formula una teoría de la renta diferencial antes que
Ricardo. 10. Desarrolla una teoría del capital y afirma: “(…) el capital es solo aquella
parte del acervo que se usa para poner en movimiento trabajo productivo, es decir,
trabajo que reemplazará y aumentará la inversión originaria”20.

DAVID RICARDO (1772-1823). Con Ricardo la economía política clásica


burguesa llega a su cúspide. Él llevó más adelante los aportes realizados por Smith.
Le tocó vivir en el período de la revolución industrial de Inglaterra. Su principal
obra es Principios de economía política y tributación (1817), donde desarrolla sus
principales aportaciones a la teoría del valor y la distribución.

Ricardo desarrolló la teoría del valor-trabajo del modo más consecuente que
cabía hacerlo en el contexto de la visión burguesa. Rechazó la tesis de Smith según
la cual el valor lo determina solamente el trabajo en el “estado primitivo de la so-
ciedad”, poniendo de manifiesto que el valor creado por el trabajo del obrero es la
fuente de la que brota tanto el salario como la ganancia y la renta. Además, pone
de manifiesto la contraposición de los intereses de clase en el seno de la sociedad
capitalista, tal como se manifiesta en la esfera de la distribución. Según Marx, Ri-
cardo “toma concientemente como eje de sus investigaciones la contradicción de los
intereses de clase, la contradicción entre el salario y la ganancia y entre la ganancia y
la renta del suelo, aunque viendo simplemente en esta contradicción una ley natural
de la sociedad”21. Formuló la importante ley económica de que, cuanto más alto sea
el salario del obrero, más baja será la ganancia del capitalista, y a la inversa. Asi-
mismo, mostró la oposición entre la ganancia y la renta; pero se equivocó al admitir
la existencia de solo la renta diferencial, la que empalmaba con la supuesta “ley del
rendimiento decreciente del suelo”.

18 Roll, E., óp. cit., p. 155.


19 Ibídem, p. 157.
20 Ibídem, p. 170.
21 Marx, C., El capital, óp. cit., T. 1, pp. XIV-XV.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 837

Sus principales contribuciones son: 1. La economía política debe determinar


las leyes que rigen la distribución de la riqueza entre las clases que contribuyen a
formarla. 2. “El valor en cambio se deriva de la escasez o del trabajo”22. 3. El valor
del trabajo es superior a lo que el capitalista paga en forma de salarios (de hecho es
una forma de expresar la plusvalía, de la que ya había hablado Smith sin llamarla
así). 4. El valor está determinado no solo por el trabajo presente, sino también por
el pasado (incorporado en la maquinaria, instalaciones, etc.). 5. Ricardo considera al
trabajo como mercancía. 6. Habla de un precio natural y un precio de mercado del
trabajo. El primero está determinado por los medios de subsistencia y el segundo por
crecimiento de la población. 7. Niega la renta absoluta y habla de la renta diferencial,
basada en las diferencias de fertilidad del suelo y en la cercanía o lejanía de los mer-
cados. 8. Ricardo duda de que el sistema se autorregule en base al equilibrio general.
“Expuso una teoría cuantitativa del dinero muy rigurosa, y la aplicó al mecanismo
internacional. Puso de manifiesto que la inflación y la depreciación ocasionaban una
salida de oro, y propuso que el Banco de Inglaterra redujera la cantidad de billetes
en circulación hasta que el precio del oro hubiera bajado a su nivel anterior”23 9. La
teoría ricardiana del comercio exterior es muy importante y es conocida como Teoría
de los costos comparativos.

Al mismo tiempo, la doctrina de Ricardo reflejaba los rasgos propios de los


limitados horizontes de la visión burguesa. Al igual que Smith, él consideraba na-
tural e imperecedero el régimen capitalista, con el antagonismo de los intereses de
clase inherentes. No llegó a plantearse el problema del origen histórico de categorías
económicas como las de mercancía, dinero, plusvalía, capital, ganancia, etc. No en-
focaba estas categorías desde un punto de vista histórico; identificaba, por ejemplo,
el capital con los medios de producción.

5. LA TEORÍA ECONÓMICA MARXISTA

5.1. Los antecedentes históricos y sus fuentes teóricas


A mediados del siglo XIX, el sistema económico capitalista era ya predomi-
nante en los principales países de Europa Occidental y en EEUU. Se había formado
ya el proletariado, que empezaba a levantarse contra la burguesía. En estas condicio-
nes, Carlos Marx y Federico Engels convirtieron el socialismo de utopía en ciencia.
Su doctrina expresa los intereses de la clase obrera y es la bandera de lucha de las
masas proletarias de entonces por el triunfo del socialismo.

La teoría económica marxista enfoca el desarrollo de la sociedad como un


proceso natural e histórico y estudia las leyes económicas de la producción social y
la distribución. En otras palabras, investiga las leyes, tanto generales como especí-

22 Ibídem, p. 178.
23 Ibídem, p. 193.
838 Francisco Chaparro Zapana

ficas, del desarrollo de diferentes sistemas económico-sociales, así como el proceso


de transición de una formación a otra superior. Estudia la necesidad histórica, las
condiciones y las formas de esta transición. La economía política marxista es, ante
todo, una ciencia histórica, que estudia los fenómenos que cambian en las diferentes
etapas de la sociedad.

La teoría económica marxista empieza a desarrollarse en el siglo XIX y es la


sucesora legítima de la economía clásica de Smith y Ricardo, constituyendo la piedra
angular de la concepción marxista. “Surgió como la continuación directa e inmediata
de las doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía políti-
ca y el socialismo”24. El genio de Marx estriba –como dice Lenin– en que solucionó
los problemas que habían formulado ya las mentes más lúcidas de la humanidad. Su
doctrina es la legítima heredera de las mejores creaciones del pensamiento humano
en el campo de las ciencias sociales.

El desarrollo del capitalismo en diversos países creó las condiciones objetivas


para estudiar las leyes que rigen este sistema económico y las contradicciones que
lo caracterizan. Estas leyes solo podían ser estudiadas después de que el capitalis-
mo hubiese alcanzado cierto grado de desarrollo, cuando sus rasgos característicos
se pusieron de manifiesto por entero. Por eso, el desarrollo del capitalismo fue la
premisa más importante para la aparición del marxismo, que contiene el análisis
científico del régimen de producción capitalista. Sus fuentes históricas originarias
–según Lenin– son tres: la filosofía clásica alemana, la economía política inglesa y
el socialismo utópico francés, las mismas que devienen en materialismo dialéctico,
economía política y socialismo científico.

Fuentes del marxismo

Filosofía clásica alemana Economía política inglesa Socialismo utópico francés

A. Smith D. Ricardo Ch. Fourier


F. Hegel L. Feuerbach
Teoría del H. Saint Simón
Dialéctica Materialismo valor trabajo R. Owen

Materialismo dialéctico Economía política Socialismo científico

Partes integrantes
del marxismo
Fuentes y partes integrantes del marxismo.

24 Lenin, Vladimir Ilich. Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo. En: Marx-Engels-Marxismo. Ed. Lenguas
extranjeras, Moscú, 1948, pp. 65-71
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 839

El triunfo del capitalismo provocó un cambio en la estructura de clases de la


sociedad: burguesía y proletariado se convirtieron en las clases fundamentales. El
proletariado había surgido con los primeros brotes del capitalismo, en el siglo XV.
A medida que se arruinaban, los pequeños productores de la ciudad y el campo se
iban transformando en proletarios. Los primeros proletarios fueron los obreros ma-
nufactureros, quienes, sin embargo, no constituían aún una clase formada comple-
tamente. Estaban esparcidos, vinculados a la pequeña producción y a la agricultura;
trabajaban frecuentemente a domicilio. La formación definitiva de la clase obrera
como tal tuvo lugar como consecuencia de la revolución industrial. Si bien el obre-
ro manufacturero podía aún ser propietario de los instrumentos de trabajo manual,
el desarrollo de las fábricas dio lugar a la separación total entre los productores y
los medios de producción, que pasaron a ser propiedad capitalista. El proletariado
industrial se diferencia de los obreros de las manufacturas y la pequeña producción,
por su unidad y sus cualidades productivas y sociales revolucionarias. Engels es-
cribe: “Solo al desarrollo de la producción capitalista, de la industria moderna y la
agricultura en gran escala se debe que su existencia se haya hecho permanente, que
haya aumentado numéricamente y se haya constituido en una clase específica, con
intereses específicos y con una misión histórica específica”25.

La explotación de la clase obrera constituye la principal fuente de enriqueci-


miento de los capitalistas. Cuanto más se desarrolla el capitalismo, mayor es el grado
de explotación de los obreros, mayor es el desempleo y más profunda se hace la ofen-
siva de la burguesía contra los derechos vitales de los trabajadores. Y a medida que
aumenta la opresión del capital, se hace más necesaria la lucha común de los obreros
contra sus explotadores. Esta lucha comienza con la aparición de la clase obrera. Sus
primeras manifestaciones fueron las rebeliones obreras espontáneas. En el período
de la Revolución industrial, son características las acciones de los obreros contra la
maquinaria. Entonces no estaban en condiciones de comprender que la culpa no la
tenía la maquinaria en sí, sino su utilización capitalista. Posteriormente, poco a poco,
el movimiento obrero comienza a adoptar formas más coherentes y organizadas, que
le permitirán convertirse de clase en si en clase para si. Las primeras organizaciones
obreras fueron los sindicatos, cuya aparición se remonta al siglo XVIII.

Los representantes clásicos del marxismo son Carlos Marx (1818-1883), Fe-
derico Engels (1820-1895) y Vladimir Ilich Lenin (1870-1921). Entre sus princi-
pales contribuciones figuran: a) la filosofía materialista dialéctica; b) el estudio de
la historia a través del materialismo histórico; c) la función del régimen económico
como la base del desarrollo social, sobre la cual se eleva la superestructura; d) la
teoría del valor-trabajo; e) la teoría de la plusvalía y de la explotación del hombre por
el hombre; f) la fuerza de trabajo es una mercancía; g) la concepción del socialismo
científico como un nuevo tipo de sociedad diferente al capitalismo; etc.

25 Marx, C. y F. Engels. Obras... T. XVI, 1.ª parte, p. 287, trad. rusa.


840 Francisco Chaparro Zapana

En síntesis, “(….) Marx descubre, a través del estudio de la propia realidad,


leyes que el economista debe estudiar, leyes que afectan el reparto de la riqueza y el
régimen de utilización del excedente, el módulo del proceso productivo, la acumu-
lación y la composición de capital, la tasa de ganancia, la crisis, el crecimiento de
la población, las relaciones económicas internacionales, etc. y la comprobación de
que esas leyes tienen un carácter histórico altera la perspectiva social del filósofo,
el sociólogo y el economista, y convierte a la economía en una cuenca histórica, en
una disciplina cuyos principios no son universales ni absolutos, sino restringidos a
ciertas dimensiones de espacio y tiempo”26. Tras las relaciones entre las cosas, Marx
descubrió las relaciones entre las personas, descubrió las contradicciones cada vez
más agudas entre el trabajo y el capital, entre el carácter social de la producción capi-
talista y la apropiación privada de los resultados de esta producción. Marx mostró la
necesidad objetiva de la explosión revolucionaria de estas contradicciones, el ocaso
inevitable del régimen capitalista y su sustitución por el sistema socialista.

Alemania fue la patria del socialismo científico. Hacia 1840, Alemania se


hallaba en vísperas de la revolución burguesa, en la que el proletariado debía des-
empeñar el papel decisivo. La burguesía alemana, asustada por el movimiento re-
volucionario adoptó una posición conciliadora respecto a la aristocracia. Marx y
Engels escribían: “Alemania es objeto de especial atención por parte de los comu-
nistas porque se halla en vísperas de la revolución burguesa, porque realizará esta
transformación en una situación que corresponde, en general, a un mayor progreso
de la civilización europea, disponiendo de un proletariado mucho más desarrollado
que el de Francia e Inglaterra en el siglo XVIII. Por consiguiente, la revolución bur-
guesa alemana solo puede ser el prólogo inmediato de la revolución proletaria”27. En
virtud de estas circunstancias, el centro del movimiento revolucionario se trasladó a
Alemania, siendo los dirigentes del proletariado internacional ambos creadores del
socialismo científico.

En 1848, Marx y Engels habían creado ya los fundamentos del materialismo


dialéctico e histórico además de revelar la misión histórico-universal del proletaria-
do. En el período de 1872 a 1904 en los países de Europa Occidental se produjeron
revoluciones burguesas, y en los restantes aún no habían madurado las condiciones
para semejantes revoluciones. En este período surgen los primeros monopolios y, en
el tránsito de un siglo a otro, el capitalismo entra en su fase superior de desarrollo:
el imperialismo. Con el desarrollo del capitalismo, se agudizan sus contradicciones
y la lucha de clases. El proletariado continúa acumulando fuerzas y combatiendo en
defensa de sus reivindicaciones y por el socialismo. En este período, Marx y Engels,
a la par que continúan dirigiendo el movimiento revolucionario del proletariado y

26 Aguilar, Alonso. Economía política y lucha social. México, Nuestro Tiempo, 1970, p. 43.
27 Marx, Carlos y Engels Federico, Obras... T. IV, pp. 459.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 841

generalizando su experiencia, siguen desarrollando su doctrina, defendiéndola de


sus enemigos abiertos o encubiertos. La doctrina de Marx logra un triunfo completo
y se amplía su difusión. Y en la década de 1890 aparece en la escena histórica V. I.
Lenin, quien defendió y desarrolló con espíritu creador la doctrina del marxismo
revelando descubrimientos extraordinarios. Creó la doctrina sobre el imperialismo y
desarrolló la teoría de la revolución socialista.

5.2. Obras y aportes marxistas más importantes


Inicialmente, Marx formula y desarrolla sus tesis fundamentales del mate-
rialismo histórico en Contribución a la crítica de la economía política. Define las
relaciones de producción, subraya su carácter objetivo, así como su dependencia de
un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.

La economía política clásica burguesa nunca fue capaz de deducir la forma de


la mercancía de su valor. Conocía muy bien la existencia del dinero, y no ignoraba
el fenómeno de los precios de las mercancías, pero, veía las mercancías y el dinero
como cosas independientes entre sí y externas las unas respecto del otro. Marx fue
el primero en fundamentar la necesidad de la forma del valor de las mercancías.
Como el valor es una categoría social que refleja las relaciones de producción de los
productores de mercancías, puede manifestarse únicamente en la relación social de
las mercancías entre sí. “El valor de cambio de cualquier mercancía no se manifiesta
en su propio valor de uso”28, escribe Marx. A consecuencia de ello, la relación social
entre las personas se manifiesta como relación social entre las cosas. Señala que el
proceso histórico del cambio hace que se destaque una mercancía especial, que se
convierte en la materialización directa del tiempo general de trabajo, es decir, en el
equivalente general. El análisis del valor le condujo a explicar el origen del dinero.

En realidad, Marx estudió con todo detalle las obras de sus antecesores y va-
loró en alto grado sus méritos. Pero lo que creó Marx no es ni copia ni continuación
de la teoría de Ricardo, sino una nueva teoría del valor-trabajo.

La aparición del tomo I de El Capital en 1867 fue un gran acontecimiento


histórico. Los científicos burgueses trataron de ignorar la publicación de este tomo,
pero fracasaron en su intento. Marx y Engels lucharon resueltamente contra la “con-
juración del silencio”. En el período comprendido entre 1867 y 1868, Engels escribe
nueve reseñas dedicadas al tomo I de El Capital, que fueron enviadas a diversos
periódicos y revistas. El Capital es “la obra básica fundamental en que se expone el
socialismo científico”29. Contiene la exposición de la doctrina económica de Marx.
En el prólogo al tomo I de El Capital, Marx escribe: “El objetivo de esta obra con-

28 Marx, C. “Contribución a la crítica de la economía política”. En: Marx, C. y F. Engels, Obras... T. 13, p. 24.
29 Lenin, V. I. “Quiénes son los ‘amigos del pueblo’ y cómo luchan contra los socialdemócratas”. Obras... T. 1, p. 187.
842 Francisco Chaparro Zapana

siste en mostrar la ley del desarrollo (…) de la sociedad contemporánea…”30. Ya


antes de aparecer El Capital, Marx había escrito numerosos e importantes trabajos
económicos. Entre ellos se cuentan varias obras de los años 40 y contribución a la
crítica de la economía política. Pero solo en El Capital investiga a plenitud la fisiolo-
gía de la sociedad burguesa y analiza el desarrollo del capitalismo, comenzando por
sus primeras fases para terminar con la fundamentación de su inevitable extinción.
Expone la teoría de la plusvalía, que –según palabras de Lenin– es la piedra angular
de la teoría económica del marxismo. Marx no se limitó a descubrir los orígenes y la
fuente de la plusvalía, sino que explicó cómo se enmascara y esfuma la explotación
capitalista e investigó la naturaleza del salario como precio de la fuerza de trabajo,
que se presenta bajo la forma metamorfoseada de precio del trabajo mismo. Además,
procedió a un profundo análisis científico de las diversas formas que adopta la plus-
valía. Hizo ver cómo la plusvalía se presenta bajo una forma transmutada, bajo la
forma de ganancia, y, también, cómo reviste las formas de renta del suelo e interés.
Esto hace que se establezca la apariencia engañosa de que el salario es el precio del
trabajo, que la ganancia nace del propio capital y de que la renta brota del suelo, y
el interés, del dinero.

Con su teoría del precio de producción y la ganancia media, Marx resuelve


la contradicción por la que, bajo el capitalismo, los precios de mercado difieran de
los valores. Al mismo tiempo, descubre la base objetiva en la que se sustenta la soli-
daridad de clase de los capitalistas con respecto a la explotación de los obreros, por
cuanto la ganancia media de cada capitalista la determina el grado de explotación no
en cada empresa por separado, sino en toda la sociedad capitalista en su conjunto.
Marx elaboró la teoría de la renta diferencial y fundamentó científicamente,
por primera vez, la teoría de la renta absoluta. Esclareció así el papel reaccionario y
parasitario de la gran propiedad territorial, la esencia y las formas de la explotación
de los campesinos por los terratenientes y los capitalistas.

También se debe a Marx el descubrimiento de las leyes de la acumulación del


capital, la demostración de que el desarrollo del capitalismo, la concentración y la
centralización del capital ahondan y agudizan inevitablemente las contradicciones
inherentes a este régimen; todas ellas basadas en la contradicción entre el carácter
social de la producción y la forma privada capitalista de apropiación. Formuló así la
ley general de la acumulación capitalista, que determina el incremento de la riqueza
y el lujo en un polo de la sociedad, y el incremento de la miseria, la opresión y las
torturas del trabajo en el otro polo.

Asimismo, el análisis marxista de la reproducción de todo el capital social es


de gran importancia. Luego de corregir el error de Smith, que consiste en dejar de

30 Ibídem, pp. 132-133.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 843

lado el capital constante en la producción de mercancías, dividir el valor del produc-


to social en tres elementos integrantes (c + v + p), y su forma natural en medios de
producción y medios de consumo, Marx descubre la ley económica general según
la cual el desarrollo de las fuerzas productivas, en cualquier régimen social, el de-
sarrollo de la producción de medios de producción se opera más rápidamente que la
producción de medios de consumo. Analiza las condiciones de la reproducción capi-
talista simple y ampliada, además, las profundas contradicciones que la realización
capitalista lleva consigo y que conducen inevitablemente a las crisis de sobreproduc-
ción. Al investigar la naturaleza de las crisis económicas, demuestra científicamente
por qué estas crisis son inevitables en el sistema capitalista.

Al mismo tiempo, en El Capital se ofrece una generalización profunda de la


experiencia práctica del movimiento obrero internacional. En él se elabora, en todos
sus aspectos, una teoría que “une un riguroso y elevadísimo nivel científico (por ser
la última palabra de la ciencia social) al espíritu revolucionario; y no lo une casual-
mente, no solo porque el fundador de la doctrina reunía en su persona las cualidades
del hombre de ciencia y de revolucionario, sino que dicha unidad lo realiza en la misma
teoría, interna e indisolublemente”31. Esta vinculación interna de la teoría y la práctica
revolucionarias se traduce en la fundamentación de la inevitabilidad de la revolución
socialista como obra del proletariado en alianza con las demás clases explotadas. Se puso
en claro la finalidad del movimiento obrero y los medios necesarios para alcanzar este
fin. La teoría revolucionaria se convirtió en guía para la acción.

5.3. El método marxista de investigación


El Capital, además de una grandiosa obra político-económica, es también obra
filosófica. En ella, el materialismo dialéctico e histórico no solo halló plena aplica-
ción, sino que lo enriqueció. Lenin escribía: “Aun cuando Marx no nos legó una
“Lógica” (con letra mayúscula), nos dejó en cambio la lógica de El Capital (…) En
El Capital se aplica a una ciencia la lógica, la dialéctica y la teoría del conocimiento
materialista”32. Según el materialismo dialéctico e histórico, la vida de la sociedad
se basa en la producción de bienes materiales, como la primera condición de la exis-
tencia humana. Esta desempeña un papel determinante respecto a la distribución, el
cambio y el consumo. Frecuentemente, los predecesores de Marx atribuían el primer
lugar a la distribución y el cambio. Consideraban que la economía política debía
ocuparse del estudio de las leyes de la distribución de las riquezas. Marx fue el pri-
mero en establecer que el carácter y la forma de la distribución vienen determinados
exclusiva y fundamentalmente por el proceso de la producción.

Marx investiga el desarrollo de las formas del valor, comenzando por la más

31 Ibídem, p. 341.
32 Lenin, V. I., Carlos Marx. Obras... T. 21, p. 38.
844 Francisco Chaparro Zapana

simple, o casual, y terminando con la monetaria. Mediante la abstracción científica.


Marx no solo llegó a conocer la esencia de los fenómenos característicos del modo
capitalista de producción, sino que descubrió bajo qué formas se manifiesta esta
esencia. En sus investigaciones, la esencia y el fenómeno aparecen una al lado del
otro, y, la mismo tiempo, independientes entre sí. Así, por ejemplo, identificaba el
valor con el precio de producción, la plusvalía con la ganancia. Ello traía consigo
contradicciones e impedía adquirir una idea correcta de la realidad.

El desarrollo del capitalismo se basa en la agudización de las contradicciones


que le son innatas. En contraposición a los economistas burgueses, Marx afirma que
las contradicciones internas son inherentes a todas las relaciones económicas de la
producción mercantil, y pone de manifiesto que estas contradicciones hallan su ex-
presión en las categorías económicas.

En consecuencia, es natural que ellos no pudiesen ver tampoco el nacimiento


de una nueva calidad y redujesen el proceso del desarrollo solamente a cambios
cuantitativos. Mientras que Marx fue el primero en señalar que el desarrollo posee
una forma cuantitativa y otra cualitativa, y que es un proceso de transformación de
los cambios cuantitativos en cualitativos. Sus predecesores consideraban el desa-
rrollo únicamente como un crecimiento cuantitativo, sin saltos, sin la aparición de
una nueva calidad. Pero él demostró que el desarrollo es un proceso de constante
negación de lo viejo y aparición de lo nuevo. En El capital, describe la trayectoria
real de la dinámica de la sociedad capitalista. Se trata de “un desarrollo que parece
repetir las fases ya pasadas, pero que las repite de un modo distinto, sobre una base
más elevada (“negación de la negación”), un desarrollo que se produce en espiral y
no en línea recta”33.

5.4. Economía política marxista-leninista del imperialismo


La doctrina económica marxista encontró fecundo desarrollo en los trabajos
de V. I. Lenin. Sintetizando las nuevas experiencias de lucha de la clase obrera, elevó
la doctrina del marxismo a una fase superior. En sus obras de la década del 90 –En
torno al llamado problema de los mercados (1893), ¿Quiénes son los “amigos del
pueblo” y cómo luchan contra los socialdemócratas? (1894), Contenido económi-
co del populismo y su crítica en el libro del señor Struve (1894), y en 1897, Aporta-
ción a la característica del romanticismo económico– Lenin refutó a los populistas
que afirmaban que el capitalismo no podría desarrollarse en Rusia, y a los “marxistas
legales”, quienes exaltaban las “virtudes” del capitalismo tratando de encubrir sus
profundas contradicciones e hipotecar programáticamente el movimiento obrero a
los intereses de la burguesía. En El desarrollo del capitalismo en Rusia (1899) y en
otras obras de la misma época, Lenin analiza profundamente la economía de Rusia y

33 Lenin, V. I. Cuadernos filosóficos, p. 215.


Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 845

esclarece las causas económicas de las contradicciones y lucha de clases, avisora las
perspectivas del movimiento revolucionario. Sintetizando la experiencia del desarro-
llo económico y político de Rusia y de otros países en las últimas décadas del siglo
XIX, defendió y amplió las tesis marxistas sobre las leyes del origen y desarrollo del
sistema económico capitalista, sobre las insolubles contradicciones y la ineludible
necesidad de sustituir revolucionariamente al capitalismo por el socialismo.

También en esta obra se resume una serie de trabajos de Lenin relacionados


con la teoría de la reproducción capitalista. En ellos, puso de manifiesto la total
inconsistencia de las afirmaciones de los populistas, inspiradas en Sismondi, acerca
de la imposibilidad de realizar la plusvalía sin la existencia de pequeños productores
y de mercado externo, y fundamentó en sus diversas facetas las tesis marxista de
que el mercado capitalista va creándose en el transcurso del desarrollo del propio
capitalismo. También amplió las tesis del marxismo acerca de la ley del desarrollo
preferente de los medios de producción en la reproducción ampliada, acerca de las
contradicciones de la realización capitalista de las mercancías, de la creciente com-
posición orgánica del capital como factor pauperizante del proletariado y del carácter
inevitable de las crisis periódicas de superproducción bajo el capitalismo.

Otro valioso aporte a la teoría económica marxista constituyen los trabajos


de Lenin sobre el problema agrario, en los que se sintetiza científicamente abun-
dante material sobre el desarrollo agrario del capitalismo en Rusia y en otros países
(Francia, Alemania, Dinamarca, EE.UU.). En El problema agrario y los “críticos
de Marx” (1901-1907), El programa agrario de la socialdemocracia en la primera
revolución rusa, de 1905-1907 (1907), Nuevos datos acerca de las leyes del desa-
rrollo del capitalismo en la agricultura (1914-1915), y otros trabajos, investiga acu-
ciosamente las leyes del desarrollo capitalista en la agricultura, que apenas habían
sido esbozadas por Marx en líneas generales.

Lenin puso al descubierto la carencia absoluta de fundamentos de la crítica


a la economía política marxista realizada por los revisionistas, demostró su incon-
sistencia de todos los problemas teóricos fundamentales de la economía política: la
teoría del valor, la teoría de la plusvalía, la de la concentración del capital, la de las
crisis, etc. En el desarrollo de la teoría marxista tuvo una importancia capital la de-
fensa consecuente que hizo Lenin del materialismo dialéctico e histórico en su obra
Materialismo y empiriocriticismo, cuyos argumentos refutaron las raíces mismas de
las “teorías” revisionistas, y a la filosofía idealista en que se apoyaban.

Le correspondió a Lenin el gran mérito de investigar la fase monopolista del


capitalismo. Fue el primer marxista que, a partir de las tesis fundamentales de El
Capital y sintetizando los nuevos fenómenos que se manifestaban en la economía de
los países capitalistas, analizó de manera integral el imperialismo como la fase su-
846 Francisco Chaparro Zapana

perior del capitalismo, como la antesala de la revolución socialista del proletariado.


Este análisis magistral se resume en su obra clásica, El imperialismo, fase superior
del capitalismo (1916), y en otros trabajos correspondientes al período de la Primera
Guerra Mundial, El socialismo y la guerra, La consigna de los Estados Unidos de
Europa, Sobre una caricatura del marxismo y el “economismo imperialista”, El
imperialismo y la escisión del socialismo y en El programa militar de la revolución
proletaria.
La teoría sobre el imperialismo parte del hecho de que la raíz más profunda
del imperialismo, su esencia económica, es el dominio de los monopolios; de que el
imperialismo es el capitalismo monopolista. Lenin investiga en todos sus aspectos
los rasgos económicos fundamentales del imperialismo y las formas concretas de
dominación de los monopolios. Descubrió que el imperialismo surge a partir del
desarrollo y la prolongación de los rasgos esenciales del capitalismo en general.
Porque el imperialismo no elimina las leyes del capitalismo, no liquida el cambio,
el mercado, la competencia ni las crisis, sino que, por el contrario, agudizar aún más
las contradicciones inherentes al régimen capitalista. Esta teoría pone de relieve las
características peculiares con que las leyes del capitalismo actúan en su fase impe-
rialista. Bajo el imperialismo y sobre la base del dominio de los monopolios, surge la
alta ganancia monopolista, que no es sino una forma específica de la plusvalía, adap-
tada a esta época. Lenin caracteriza el imperialismo como una fase nueva y superior
del capitalismo, con lo que define el lugar histórico que ocupa, además demuestra
que el imperialismo es el capitalismo monopolista, parasitario y en descomposición.
Pone de manifiesto las contradicciones del capitalismo en la fase monopolista de su
desarrollo, las agudísimas contradicciones entre el trabajo y el capital, entre las me-
trópolis y las colonias y entre los distintos países imperialistas. También explica las
causas profundas por las que son inevitables las guerras imperialistas, que siempre
procuran un nuevo reparto del mundo. La agudización y profundización de todas
estas contradicciones llegan a un punto extremo, pasado el cual las premisas obje-
tivas de la revolución son más evidentes. Lenin fundamentó lo justo de la lucha de
liberación de los pueblos contra el yugo y la dominación imperialistas.

Al revelar la ley de la desigualdad del desarrollo económico y político de los


países capitalistas en el período del imperialismo. Lenin parte de ella para realizar el
gran descubrimiento científico de la posibilidad de romper la cadena del imperialismo
mundial por su eslabón más débil y llega a la conclusión de que puede ser posible que
el socialismo comenzara triunfando en algunos países o incluso en uno solo, y que era
imposible la victoria simultánea del socialismo en todos los países. Fundamentó la
enorme importancia de los campesinos como aliados del proletariado en la revolución.
Elaboró el problema nacional-colonial y señaló el camino para resolverlo. Puso de
manifiesto la posibilidad y la necesidad de combinar el movimiento proletario de los
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 847

países desarrollados con el movimiento de liberación nacional de las colonias en un


frente común de lucha contra el enemigo común, contra el imperialismo.

La teoría leninista del imperialismo argumenta la necesidad histórica de la


dictadura del proletariado para las duras condiciones de aquella época, que es de
lucha frontal y decisiva por el socialismo. Asimismo, sienta las bases sobre las que
descansa la doctrina de la crisis general del capitalismo y del triunfo de un régimen
social nuevo y superior, el socialismo. Durante los años de la Primera Guerra Mun-
dial, Lenin llegó a la conclusión de que la época del desarrollo relativamente pacífico
del capitalismo había pasado, de que aquella guerra, exponente de una terrible crisis
histórica, abría la era de la revolución socialista. En vísperas de la Revolución So-
cialista de Octubre, Lenin proclamaba que la guerra había originado una crisis de tan
enormes proporciones, que colocaba a la humanidad ante la disyuntiva de hundirse
o poner su suerte en manos de la clase más revolucionaria, para pasar sin pérdida de
tiempo a un modo más alto de producción. Al mismo tiempo, fundamentó la posibi-
lidad y la necesidad de la coexistencia pacífica, de los dos sistemas, el capitalista y
el socialista, durante un largo período histórico.

La teoría del imperialismo y de la crisis general del capitalismo se yergue en


contra de los economistas burgueses y los líderes de la Segunda Internacional. De-
muestra la absoluta inconsistencia teórica y el daño político de la antimarxista teoría
del “ultraimperialismo”, formulada por Kautsky, y sus variantes, representadas por
Trotski y Bujarin. Contra la deformación del marxismo por Bujarin, subrayó reite-
radamente que el “imperialismo puro” no había existido ni existiría jamás. Lenin
puso al descubierto las raíces de las corrientes oportunistas en el movimiento obrero,
demostrando que se desarrollan gracias a la labor de captación venal a que recurre
la burguesía para captar a las capas dirigentes de la clase obrera. Demolió la exalta-
ción apologética que los oportunistas hacían del capitalismo monopolista de Estado,
tratando de presentarlo como “socialismo”. El triunfo de la revolución socialista en
Rusia no habría sido imposible si Lenin y el partido proletario dirigido por él no
hubiesen desarrollado la teoría de la revolución.

6. DESCOMPOSICIÓN Y CRISIS DE LA TEORÍA ECONÓMICA BURGUESA

6.1. Economía política burguesa vulgar o subjetiva


La economía política burguesa constituye la parte de la supraestructura ideo-
lógica de la sociedad capitalista que está más íntimamente vinculada a su base o
estructura. Cuando el capitalismo era un sistema social progresista y sus ideólogos
luchaban contra el feudalismo, la economía política ocupaba las posiciones del co-
848 Francisco Chaparro Zapana

nocimiento científico de la realidad y no se esforzaba por ocultar las contradicciones


de clase que les son propias. Los clásicos, Adam Smith y David Ricardo, no solo
revelaron la objetividad de las leyes económicas que rigen el desarrollo del capita-
lismo, sino que también elaboraron una teoría de la política económica que permitió
el avance de las relaciones de producción capitalista, las que sustituyeron la domi-
nación del sistema feudal.

La economía política burguesa representa los intereses y la ideología del sis-


tema social capitalista. Por eso, desde el momento en que el marxismo apareció en
la palestra de la historia, los economistas burgueses se empeñaron en “refutarlo” por
todos los medios, satanizándolo y calumniándolo, en especial, en el campo de la teo-
ría económica. Las diversas escuelas y corrientes de la economía política burguesa
se asientan sobre los fundamentos metodológicos de todas las posibles variantes de
la filosofía idealista y de la sociología burguesa subjetiva.

Fue en Alemania donde surgió, a mediados del siglo XIX, la llamada Es-
cuela histórica de la economía política (W. Roscher, B. Hildebrand y otros). Sus
adeptos negaban abiertamente la existencia de las leyes económicas de desarrollo
de la sociedad y suplantaban la investigación científica por la simple descripción de
fenómenos históricos aislados, como si fuesen hechos casuales. La negación de las
leyes económicas les servía de pretexto para justificar su posición reaccionaria y para
ensalzar el Estado burocrático-militar. Los representantes posteriores de la escuela
histórica, como G. Schmoller, formaron la llamada tendencia ético-histórica o jurí-
dico-histórica de la economía política. Rasgo característicos de esta tendencia es la
suplantación de las investigaciones económicas por disquisiciones idealistas y reac-
cionarias acerca de los fines morales, las normas jurídicas, un extremado empirismo,
la renuncia a toda síntesis teórica y la reducción de los trabajos científicos a simples
descripciones de fenómenos históricos aislados. “No hay –dice Schmoller– para qué
plantear grandes problemas históricos; lo que hace falta es estudiar lo concreto por
medio de un riguroso método histórico”.

Algunos economistas de la escuela histórica (como Hildebrand) en conjunto


con otros economistas burgueses (Adolph Wagner, L. Brentano, W. Sombart) crea-
ron en 1872 la llamada Liga de Política Social, para “difundir desde la cátedra” las
reformas sociales, con el fin de prevenir el hundimiento de la sociedad capitalista.
Siguiendo las tradiciones de sus predecesores, los representantes de esta tendencia,
a quienes se les llamó irónicamente “socialistas de cátedra”, servían a los planes
del Estado militarista alemán. Algunos de ellos consideraban como “fragmentos de
socialismo” cualquier clase de medidas de este Estado. Los socialistas de cátedra
glorificaban la política reaccionaria de Bismarck y le ayudaban en sus intentos de
engañar a las clases trabajadoras.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 849

En los últimos decenios del siglo XIX, a medida que iban extendiéndose
las ideas del marxismo y para luchar contra ellas, la burguesía hubo de echar
mano a nuevos recursos ideológicos. Apareció en escena la llamada Escuela
austriaca, cuyo nombre se debe a que los principales representantes de esta
tendencia –E. Böhm von Bawerk y otros– eran profesores en universidades de
Austria. Los exponentes de esta escuela, a diferencia de la tendencia histórica,
reconocían formalmente la necesidad de investigar las leyes económicas, pero,
a fin de paliar las contradicciones del capitalismo. Buscaban estas leyes, no en
la esfera de las relaciones económico-sociales, sino en el campo de la psicología
subjetiva, es decir, por los derroteros del idealismo. Y respecto a la teoría del
valor, la escuela austriaca sostenía el llamado principio de la “utilidad margi-
nal”, según el cual el valor de la mercancía no está determinado simplemente
por su utilidad, como antes afirmaban algunos economistas subjetivos, sino por
su utilidad límite, es decir, la valoración subjetiva de la utilidad de una unidad
de mercancía que satisfaga las necesidades menos apremiantes del individuo,
partiendo de una magnitud dada de la existencia de mercancías. En realidad, esta
teoría no explica nada. Es evidente, por ejemplo, que la valoración subjetiva de
un kilo de pan difiere radicalmente según que se trata de un burgués hastiado o
de un desocupado hambriento, pero, a pesar de ello, ambos lo compran al mismo
precio. Como base de este precio actúa el valor de la mercancía, cuya propiedad
es independiente de las valoraciones subjetivas. Según la teoría de la “utilidad-
marginal”, la magnitud del valor depende de la escasez relativa de las mercan-
cías. En realidad, la escasez relativa depende del alto valor de estas, determinado
por la inversión de trabajo socialmente necesario para producirlas. El valor de
las mercancías, a través de los precios del mercado, influye en el volumen de la
demanda solvente, pero a este se suma también la oferta de las mercancías. Los
economistas de la escuela austriaca oponían a la teoría marxista de la plusvalía
unas u otras variantes de la nueva modalidad de la teoría subjetiva de los “tres
factores de la producción” o una variante de la teoría de la “abstinencia”, según
la cual la ganancia es una especie de prima legítima concedida al capitalista por
abstenerse de consumir.

Este mismo método psicológico-subjetivo de abordar la explicación de fenó-


menos como los de valor y precio, unido a la teoría de los “tres factores de la produc-
ción” en la forma de tratar el salario, la ganancia y la renta, es característico de una
serie de economistas ingleses y norteamericanos de fines del siglo XIX y comien-
zos del XX. El economista inglés Alfred Marshall (1842-1924) trata de conciliar
de modo ecléctico las tres diferentes teorías subjetivas del valor: la de la oferta y la
demanda, la de la utilidad marginal y la de los gastos de producción. El economista
estadounidense John B. Clark (1847-1938), que preconizaba la idea de la “armonía
de intereses” entre las distintas clases de la sociedad burguesa, sostuvo la teoría de
la “productividad marginal”, que no es, en realidad, sino un intento de conciliar a su
850 Francisco Chaparro Zapana

modo la vieja teoría subjetiva del “capital productivo” con la teoría subjetiva de la
“utilidad marginal” de la escuela austriaca. Clark desliga totalmente la ganancia em-
presarial del interés del dinero, aunque en realidad uno y otro son partes integrantes
de la ganancia media. El interés, según su teoría, se determina por la productividad
máxima del capital, es decir, por la productividad de las últimas sumas de capital
invertido. Y la ganancia empresarial es, a su juicio, una “prima” por el progreso
técnico logrado por los empresarios que introducen nuevos métodos de producción,
gracias a los cuales se reduce el costo de producción con respecto al costo medio. Sin
embargo, se sabe que todos los capitalistas industriales obtienen la ganancia empre-
sarial y que los que primero introducen determinados perfeccionamientos técnicos se
apropian, además, de la ganancia extraordinaria o plusvalía excedente.

6.2. Economía política burguesa del imperialismo


Al instaurarse la dominación de los monopolios e iniciarse la etapa del impe-
rialismo, los economistas burgueses pretendían refutar la teoría marxista del valor-
trabajo y justificar los ingresos obtenidos por los magnates del capital (que no traba-
jan), haciéndolos pasar como si fuesen una retribución natural y justa a los diferentes
factores de la producción por su participación en la creación del valor del producto.
Pero, ya en el período del imperialismo, vienen a sumarse a estos viejos cometidos de
la economía subjetiva las nuevas tareas consistentes en justificar la rapaz actuación
económica y política de los monopolios, tanto en el ámbito nacional como interna-
cional. Después del triunfo de la revolución socialista en Rusia, la principal función
que se asigna la apologética burguesa es la de desprestigiar al socialismo, atacándolo
sistemáticamente bajo una envoltura seudocientífica y seudodemocrática.

Pretendiendo diluir o disfrazar por todos los medios el papel dominante de los
monopolios, los economistas burgueses plantean la llamada teoría del “oligopolio”.
Entienden por monopolio solo casos sumamente raros en la práctica capitalista, en
los que una empresa controla totalmente la producción de una determinada rama. Y
califican de oligopolio los casos usuales, en los que algunas empresas controlan la
mayor parte de la producción de una determinada rama. Según ellos, en los oligopo-
lios no se dan el precio ni la ganancia monopolistas.

Las pretensiones de contraponer el oligopolio al monopolio carecen totalmen-


te de fundamento y constituyen uno de los recursos de la apologética del capital
monopolista. Pero tanto en uno como en otro caso, se limita la libre competencia y se
establecen los precios y las ganancias monopolistas, teniendo bajo una y otra forma
la misma naturaleza cualitativa.

Los servidores académicos de los monopolios presentan el imperialismo, que


no es sino el capitalismo en la fase de la crisis general de su desarrollo, como un
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 851

sistema progresista, que se encuentra –según ellos– en pleno florecimiento de sus


fuerzas y posibilidades. Los magnates del capital financiero, que disponen el destino
de millones de personas, se declaran “servidores de la sociedad”. El Estado burgués,
centinela de los intereses antipopulares de los monopolios, se proclama a sí mis-
mo como un poder situado por encima de las clases y al margen de ellas, como un
“Estado popular” y presenta cada una de las medidas encaminadas a desarrollar el
capitalismo monopolista de Estado como un “paso hacia el socialismo”, el cual va
plasmándose gradualmente, sin lucha de clases, por obra de los mismo monopolios
y de sus agentes en los gobiernos.

Las ideas de los apologistas burgueses, en su forma más reaccionaria, fueron


utilizadas durante el período intermedio entre la Primera y la Segunda Guerra Mun-
dial por el fascismo en Alemania y en otros países. Los fascistas alemanes, enemigos
extremistas del socialismo, recurrieron a la demagogia anticapitalista y no tuvieron
reparos en llamarse nacional-socialista. Los fascistas italianos llamaban a su Estado
el “Estado corporativo” y sostenían que en él se había acabado con el capitalismo,
con las clases y sus contradicciones y la lucha entre ellas. Los fascistas alemanes
proclamaban a la Alemania imperialista como el país del “socialismo alemán”, de-
signando a los magnates de los monopolios como führers (jefes) económicos. Los
economistas fascistas intentaban “fundamentar” la práctica bandidesca de conquista
de territorios extranjeros por la Alemania hitleriana con ayuda de la llamada “teoría
racista” y la “teoría del espacio vital”. Según estas, los alemanes eran una “raza se-
ñorial superior” y todas las demás naciones gentes “de segundo rango”, lo que daba
derecho a implantar su dominación sobre el mundo entero. La experiencia histórica
se ha encargado de demostrar cuán absurdos y disparatados eran los planes hitleria-
nos de dominación mundial.

En el período de crisis general del capitalismo, los círculos dominantes, alar-


mados ante las perspectivas del paro masivo forzoso, unidas al peligro de conmocio-
nes sociales, han comenzado a poner en circulación diversas teorías que infunden la
ilusión de la posibilidad de asegurar un “pleno empleo” y de acabar con la anarquía
de la producción y con las crisis, sin necesidad de suprimir el régimen capitalista.
Entre estas teorías, que pretenden paliar el carácter reaccionario del capitalismo con-
temporáneo y presentarlo como un régimen social progresista, se ha puesto en boga,
sobre todo, la del economista inglés John Maynard Keynes (1883-1946), expuesta
en su obra Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (1936).

Keynes pretende demostrar que la crisis y el paro forzoso masivo y crónico


no se deben a la naturaleza congénita del capitalismo, sino a la psicología humana.
Según su criterio, el paro forzoso es el resultado de la demanda insuficiente de obje-
852 Francisco Chaparro Zapana

tos de consumo personal y productivo. La insuficiencia de la demanda es provocada


–según él– por la propensión del hombre a ahorrar una parte de sus ingresos, y la
de objetos de consumo productivo por el hecho de haberse amortiguado en los ca-
pitalistas el interés por invertir sus capitales en las diferentes ramas de la economía
a causa del descenso general de la “rentabilidad del capital”. Keynes sostiene que
para aumentar el empleo, hace falta que se aumente la inversión de capitales, con
cuyo objeto el Estado debe, de una parte, asegurar el aumento de la rentabilidad del
capital mediante la reducción del salario real de los obreros, recurriendo para ello
a la inflación y al descenso de la tasa de interés de los préstamos; y de otra parte,
efectuar grandes inversiones de capitales a expensas del presupuesto. Para expandir
la demanda de artículos de consumo, recomienda seguir aumentando el consumo pa-
rasitario y el despilfarro de las clases dominantes e incrementar los gastos de guerra
y otros desembolsos improductivos por parte del Estado.

La aplicación de los métodos keynesianos de regulación económica se propa-


gó más ampliamente en los años cincuenta y sesenta. El antiguo modelo de Keynes
que preveía en lo fundamental solo medidas para prevenir las crisis periódicas, fue
sustituido por los “modelos dinámicos” de los neokeynesianos que aspiraban a fun-
damentar una política de crecimiento prolongado. Junto a la política coyuntural de
nivelar las fases del ciclo, se emprendieron esfuerzos para realizar una política gu-
bernamental de programación y planificación económica a mediano y largo plazos.
Como resultado se obtuvo no solo la estimulación del crecimiento económico de
los monopolios, sino también una modificación simultánea de la estructura sectorial
de la economía que tenía en cuenta las tendencias de la RCT con miras a elevar la
capacidad competitiva del país en los mercados externos. Esa política caracterizó en
especial a los Estados de Europa y Japón.

La elevación de las tasas de crecimiento de la economía en los países capita-


listas desarrollados se debió a varios factores. Entre ellos tuvieron particular impor-
tancia los éxitos de los trabajadores que como consecuencia de sus luchas lograron
elevar su nivel de vida. Este hecho contribuyó en medida significativa a ampliar los
mercados incrementado la producción de bienes duraderos. Pero los economistas
burgueses, ignorando las profundas contradicciones de la reproducción capitalista
condicionadas por el desarrollo de la crisis general, adjudicaron este resultado a la
eficacia de la “política de crecimiento”. El auge económico de los años sesenta, que
se prolongó inusitadamente por casi ocho años, fue proclamado como triunfo de la
política económica keynesiana. Pero, ya a mediados de esos años se fue haciendo
cada vez más evidente que la política keynesiana de estabilización y crecimiento,
aplicada mediante métodos de financiación deficitaria, creaba la amenaza de trans-
formar la inflación “regulable” en un proceso de hiperinflación incontrolable, como
en el caso del Perú de fines de la década del ochenta.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 853

Cuando Keynes creó su teoría, se consideraba que el peligro fundamental para


el capitalismo era el desempleo masivo. Pero en el curso de los años setenta y ochen-
ta, los gobiernos de los países capitalistas desarrollados declararon “enemigo núme-
ro uno” a la inflación, que por primera vez había alcanzado dimensiones catastróficas
en tiempos de paz.

La intensificación de la inflación provocada por la creciente participación del


Estado en la regulación económica y el propio auge económico fueron la causa de
que, desde los años sesenta “renaciera” paulatinamente la teoría neoclásica. Al pro-
pugnar sus modelos de crecimiento económico, los neoclásicos se convirtieron en
serios competidores y críticos del keynesianismo. El credo político neoclasista o
neoliberal –restricción del papel del Estado a la esfera crediticio-monetario de la re-
gulación y severa reglamentación de los derechos sindicales en la lucha por aumen-
tos salariales– respondía a los intereses de las fuerzas más reaccionarias del capital
monopolista transnacional.
La corriente neoclásica, renovada en el plano teórico bajo las banderas del
neoliberalismo, comenzó a conquistar las esferas del neokeynesianismo: la teoría
del crecimiento económico, el análisis de la inestabilidad económica y del ciclo, las
relaciones monetarias y de divisas, etc. Esto dio nacimiento a la concepción de la
“síntesis neoclásica”, destinada a brindar una fundamentación más amplia al capita-
lismo monopolista de Estado, como sistema que combina el mecanismo espontáneo
del mercado con medidas indirectas de regulación estatal. La “síntesis neoclásica”
fue la base teórica de la “economía mixta” postulada por Paul A. Samuelson y Wi-
lliam D. Nordhaus.

La inconsistencia de la teoría de Keynes se desprende ya del hecho de que la


insuficiente demanda de los consumidores se halla determinada, no por una mítica
“propensión de las gentes al ahorro”, sino por el bajo nivel de vida de las masas
trabajadoras de la población. Las medidas que Keynes propone son la inflación y
el aumento de los gastos improductivos, entre ellos los relacionados con la carrera
armamentista, aunque estimulen la ampliación temporal de la producción conducen
a un descenso todavía mayor del nivel de vida de los trabajadores, a la reducción del
mercado y al crecimiento del paro forzoso.

La teoría keynesiana sirve de base a las teorías de la “regulación económica”,


difundidas en los países capitalistas y con las que se trata de insertar los rasgos de la
“economía planificada” a un régimen como el capitalista, cuya característica inevita-
ble es la anarquía de la producción.

Algunos economistas norteamericanos, entre los que destaca Alvin Hansen,


considerando que se han reducido mucho las posibilidades de que el capitalismo
854 Francisco Chaparro Zapana

siga desarrollándose por la sola acción de las fuerzas económicas naturales, señalan
la necesidad de la “regulación” de la economía capitalista por el Estado, forzando la
inversión de capitales mediante una intensificación de los pedidos públicos. Según
la teoría de Hansen, las partidas de gastos de los presupuestos deben servir de “re-
guladores del empleo”: en tiempos de crisis y depresión, el gobierno debe ampliar
sus gastos y en tiempos de inflación, reducirlos. Partiendo de aquí, preconizan la
necesidad de extender la práctica de los pedidos del Estado, la creación de empresas
mediante empréstitos públicos, la compra en grandes proporciones de materiales
estratégicos y la ampliación del ejército y del aparato estatal. En la práctica, el au-
mento de los gastos públicos, relacionado con la carrera armamentista, contribuye a
acrecentar las ganancias de los monopolios.

Las teorías sobre la “regulación económica”, a las que se recurre para funda-
mentar el crecimiento del capitalismo monopolista de Estado y la militarización de
la economía, se han difundido en Norteamérica, Inglaterra, Francia y otros países.
Estas concepciones sirven de base a la política económica que los gobiernos desa-
rrollan en interés de los monopolios dominantes. La realidad se encarga de refutar
la aseveración de los partidarios de la “regulación económica” en el sentido de que
la militarización de la economía constituye un remedio contra las crisis económicas.
De hecho, no hace otra cosa que embalsar por algún tiempo el avance de la crisis de
superproducción pero, al fin de cuentas, ahondará inevitablemente la contradicción
entre el crecimiento de las posibilidades productivas y la reducción de la demanda
solvente, contradicción que es la que determina las crisis económicas.

Las teorías sobre la “economía regulada” constituyen una de las principales


variantes que adopta la apologética burguesa actual. Otras variantes de ella, muy
extendida, son las teorías que se formulan bajo la bandera del “libre juego de las
fuerzas” y de la “libre empresa”. Quienes mantiene este punto de vista se dan cuenta,
ante todo, de que la reglamentación estatal implantada en beneficio de los mono-
polios es cada vez más impopular, no solo entre las masas trabajadoras y pequeña
burguesas, sino también en determinados círculos de la burguesía media. En estas
condiciones, muchos economistas burgueses, que de hecho defienden los intereses
de la dominación monopolista, abogan por la “libertad económica” para lograr al-
guna audiencia en la opinión pública. El carácter de clase de la teoría de la “libre
empresa” se manifiesta de un modo bastante franco en las tesis de los economistas
estadounidenses e ingleses que abogan abiertamente por la libertad ilimitada de los
monopolios para explotar a los obreros y esquilmar a los consumidores.

La doctrina económica oficial de los círculos monopolistas dirigentes de Ale-


mania es el llamado “neoliberalismo”, que defiende el capitalismo contemporáneo
bajo la etiqueta de “economía social del mercado” o “economía del libre mercado”.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 855

Los difusores de esta teoría, W. Eucken y I. Erchardt, aprovechan el fracaso del


sistema de economía socialista planificada, de la práctica de regulación económica
con rigurosa reglamentación estatal de la vida económica por el gobierno hitleriano,
y más tarde de las políticas de “economía regulada” aplicadas por los gobiernos de
posguerra, y desacreditados al extremo a los ojos de las grandes masas del pueblo
alemán. Los neoliberales propagan la ilusión de que las medidas de política eco-
nómica pueden contrarrestar las dañinas consecuencias de los monopolios, atenuar
la acción que estos ejercen en la economía y asegurar la libre concurrencia. Estos
autores caracterizan la economía que actualmente se practica en Alemania como
una “economía de mercado libre”, tratando de demostrar que en ella se ha acabado
efectivamente con la dominación de los monopolios.

Las discrepancias que se manifiestan entre los partidarios de la “regulación


económica” y los de la “libre empresa” tienen, en considerable grado, solamente un
carácter táctico, pero, a la par reflejan la divergencia de intereses entre diferentes
grupos del capital monopolista y entre diversos sectores de la burguesía. Los defen-
sores de la “libre empresa” tienen en cuenta el descontento de la pequeña y media
burguesía, a quienes perjudica la preponderancia de los monopolios y que sueñan
con un capitalismo no monopolista. Son muy numerosas y variadas las medidas
implantadas bajo la bandera de “regulación económica” y que responden al enorme
aumento de los gastos públicos, lo que trae consigo el reforzamiento de los procesos
inflacionistas. Los partidarios de la “regulación económica” suelen manifestarse en
contra de la inflación. Pero en su propaganda antiinflacionista hay mucho de dema-
gogia, ya que ellos son acérrimos partidarios de la militarización económica, es de-
cir, la causa más importante de las que provocan el aumento de los gastos del Estado
y refuerzan la inflación. Al mismo tiempo, la propaganda antiinflacionista refleja
también los intereses efectivos de determinados grupos de la burguesía, en particular
de los grandes tenedores de papel de la deuda pública, ya que la depreciación de la
moneda trae consigo, inevitablemente, la depreciación de estos valores.

Las discrepancias entre los partidarios de la “regulación económica” y los del


“neoliberalismo” reflejan, asimismo, hasta cierto punto, la divergencia de intereses
entre ciertos grupos del capital monopolista respecto a la política del comercio exte-
rior. Los monopolios que explotan en grandes proporciones el comercio de exporta-
ción suelen apoyar las ideas de la “libre empresa” a fin de quebrar la resistencia de
los países económicamente más débiles, que se oponen a la agresiva competencia de
las potencias imperialistas. En cambio, los monopolistas que se orientan principal-
mente hacia el comercio interno abrazan de mejor grado las teorías de la “regulación
económica”, que justifican, en particular, los elevados aranceles aduaneros.

El sector más reaccionario de los economistas, en su empeño por justificar la


agresiva política exterior de las potencias imperialistas, en especial de los EE.UU.,
856 Francisco Chaparro Zapana

se aferran a la descabellada “teoría racista” del nazismo alemán predicando la va-


riante de la “superioridad” de las naciones de lengua inglesa y de su misión civiliza-
dora con relación a las naciones explotadas y dependientes.

Los intentos encaminados a resucitar la teoría de Malthus desempeñan un


papel relevante en la propaganda por una nueva guerra mundial. El rasgo caracte-
rístico del malthusianismo actual es la combinación de sus ideas reaccionarias con
la teoría económica racista. Los economistas neomalthusianos sostienen hoy que la
tierra se halla superpoblada por efecto del “crecimiento excesivo” de la población
y que en ello radican las causas del hambre y demás males que aquejan a las masas
trabajadoras. Plantean la reducción tajante de la población, sobre todo en los países
subdesarrollados y dependientes, cuyos pueblos luchan por liberarse de la domina-
ción imperialista. También pretenden inculcar en la opinión pública la idea de que
si no se reduce el excedente poblacional, las guerras serán inevitables, incluso con
armas nucleares y otros medios de exterminio masivo. Estas teorías son difundidas
profusamente en los países densamente poblados y débilmente desarrollados, don-
de la dominación colonial dejó la pesada herencia de un masivo paro forzoso y un
bajo nivel de vida de las masas populares. Pero la opinión pública de esta países va
convenciéndose cada vez más de que la única salida del subdesarrollo es la lucha
contra la rapacidad de las grandes corporaciones transnacionales y la instauración de
un nuevo orden económico internacional, que promueva el desarrollo de todos los
países y pueblos del mundo preservando la paz y la justicia social.
TEORÍA ECONÓMICA
DEL CAPITALISMO
ANÁLISIS MARXISTA ACTUALIZADO
Francisco Chaparro Zapana

TEORÍA ECONÓMICA
DEL CA P I TA L I S M O
ANÁLISIS MARXISTA ACTUALIZADO
Canción de luna para Hermelinda
Francisco Chaparro Zapana

© Francisco Chaparro Zapana

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Primera edición: 2010


Tiraje: 1000 ejemplares

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú


Reg. N.° 2010-
ISBN: 978-9972-38-894-1
Reg. de proyecto editorial N.° 3150100090

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra,


sin previa autorización escrita del autor y el editor.

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Aníbal Paredes Galván
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6 Francisco Chaparro Zapana

1 Ver: Engels, Federico. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado; Marx, Carlos y Engels Federico.
Obras escogidas, T. 21 (cita traducida del ruso por Francisco Chaparro Zapana).
2 National Geographic Channel. Junio-2006; El Comercio, suplemento El Dominical, 02.01.2005, pp. 1 y 8-9.
3 Visto desde la perspectiva de las ciencias naturales, el hombre es un ser constituido de acuerdo a las leyes que
rigen el conjunto entero de la naturaleza. Las ciencias biológicas lo consideran como una especie incluida dentro del
orden zoológico de los primates. Hoy ningún biólogo pone en duda la teoría de la evolución de las especies, según
la cual unas especies han surgido de otras, siguiendo un proceso de desenvolvimiento que se remonta a la aparición
de la vida sobre la Tierra hace mucho más de mil millones años.
4 La originalidad biológica humana “puede determinarse teniendo en cuenta los siguientes rasgos: posición vertical,
erecta; constitución y uso de la mano como órgano de aprehensión; rostro pequeño en relación al volumen del
cráneo; un cerebro excepcionalmente grande; y órganos de fonación especiales. Es su unidad dinámica la que da
al hombre originalidad biológica. Estos rasgos son particularmente importantes tomados en conjunto y consideran-
do su funcionamiento correlacionado. Cada uno de ellos está vinculado con los otros en su surgimiento evolutivo.
En efecto, la posición vertical ha posibilitado la liberación de las manos y su especialización como órgano prensor
para el trabajo, lo cual ha permitido a su vez la liberación de las mandíbulas y su orientación hacia los usos de la
fonación. El aligeramiento de las mandíbulas ha hecho posible el crecimiento del cráneo en la medida necesaria
para permitir una gran expansión del cerebro. Por su parte, el cerebro así desarrollado ha determinado el desen-
volvimiento del lenguaje articulado y este, a su vez, por el paso de la expresión oral a la escritura, una acentuación
del uso instrumental de la mano. Es preciso también destacar que el cerebro del hombre es notable no solo por su
tamaño, es decir, por el número de neuronas que lo componen (catorce mil millones), sino además y sobre todo
por la complejidad y variedad de las relaciones nerviosas que ese gran número de células permite, o sea, por su
enorme riqueza funcional. Considerando todos estos caracteres y sus interconexiones se puede pues decir que el
tipo humano es una nueva estructura biológica en movimiento. (Salazar Bondy, Augusto y Francisco Miró Quesada.
Introducción a la Filosofía y la Lógica. Lima, Ed. Universo; 1978, pp. 15-16.; palabras en cursiva y negrita por F. Ch
.Z.).
5 No obstante, Marx afirma en La ideología alemana que son la revoluciones socialistas comienza la historia de la
humanidad y constituye su prehistoria.
6 Childe, Gordon, Los orígenes de… óp. cit., p. 10.
7 Clark, Graham. From Savagery to Civilization. London, 1946, p. 26.
8 Marx, Carlos. El capital. Crítica de la economía política. T. 1, La Habana, Ed. CC. SS., 1980, T. 1, p. 282, (palabra en
cursiva por F. Ch. Z).
9 Puesto que la función del hombre en el proceso de la procreación era, en un principio, ignorada y más tarde, cuando
ya se la conoció, no tuvo peso sobre la asignación de los hijos debido a los numerosos casos de promiscuidad, la
mujer tuvo en la sociedad una función directiva en la edad del estado salvaje (matriarcado).
10 Al respecto, es útil recordar que siempre se consideró como un gran progreso en la historia de la humanidad el
hecho de que los hombres pudieran vivir mejor en un espacio vital más exiguo. Solo en la época del imperialismo, y
en particular con el nazismo alemán, nace la teoría de que “cuanto mayor es el nivel alcanzado por un pueblo o por
una raza” tanto más extenso debería ser el espacio vital que necesitan.
11 La “teoría” según la cual los hombres se reproducen más rápidamente que los medios de sustento, es solo el pro-
ducto de una concepción apologética orientada a mantener relaciones sociales en que la gran masa de los hombres
vive en condiciones de explotación, atraso y miseria.
12 Traducimos como “agricultura propiamente dicha” el término Ackerbau. El autor distingue Ackerbau, agricultura en
la que ya se hace uso del arado, de Feldbau, que es el cultivo de los campos practicado solo con la mano o con la
azada. (N. del T.).
13 Esto no excluye una opresión en algunos casos, por ejemplo, en la costumbre de las “reinas”, sobre la que existen
varios testimonios, de elevar al hombre a los honores de divinidad y hacerlo morir luego de haber sido fecundadas
por él. (S. Thomson, Studies in Ancient Greek Society. London, 1949, p. 158).
14 Engels, Federico. El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, en Obras escogidas, óp. cit. p. 596.
15 Ibídem, p. 594.
16 Ibídem, p. 596.
17 Ibídem, p. 596.
18 Marx, Carlos. El capital, óp. cit., T. 1, p. 312.
19 Lenin, Vladimir Ilich. Obras completas. T. 29, p. 681
20 Marx, Carlos. El capital, óp. cit., T. 1, p. 54.
21 Sedillot, René. Historia de las principales monedas. Madrid, Ed. Guadarrama, 1975, Punto Omega, 179.
22 Marx, Carlos y Engels Federico. Obras escogidas. Op. cit., T. II, p. 296.
1. Marx, Carlos. El modo de producción asiático …
2. Núñez Anavitarte, C. “Teoría del desarrollo incásico”. En compilación de Espinoza Soriano, Waldemar. Los modos
de producción en el Imperio de los incas. Lima, Ed. Amaru, 1989, pp. 15-87.
3. Engels, Federico. Anti-Dühring. México, Ed. Grijalbo, 1964, p. 175.
4. Engels, Federico. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Óp. cit., p. 653.
5. Por ejemplo, compárense muchos pasajes de la Ilíada de Homero, algunos
de los cuales cita S. Thomson, Studies in Anciente Greek Society, óp. cit., London, 1949, p. 329.
6. Engels, Federico. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Óp. cit., p. 653.
7. Homero. Ilíada, XXI, 102.
8. Homero. Odisea, XV, 482.
9. Ver: Heichelheim, Fritz M., Wirtschaftsgeschichts des Altertuns. Vol. I. Leiden, 1933.
10. Engels, Federico. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, p. 655.
11. Rosental, M. M. Diccionario Filosófico. Buenos Aires, Ed. Pueblos Unidos, 1990, p. 199.
12. Lenin, Vladimir Ilich. “Sobre el Estado”, en Marx, Engels y el marxismo, Moscú, Ed. Lenguas Extranjeras, 1947, pp.
453 y 457.
13. Rosental, M. M., Diccionario Filosófico. Buenos Aires, Ed. Pueblos Unidos, 1990, p. 289.
14. Carta de Federico Engels, a Carlos Marx, 6 junio 1853, en Marx-Engels, Gasmtausgabc, Sección III, T. I.
15. Marx, Carlos y Federico Engels, “Trabajo asalariado y capital”. Obras escogidas. T. I. Ed. Cit., p. 70 (cursiva en
negrita por F. Ch. Z).
16. Marx, Carlos. El capital. T. III, p. 591, S p. 41.
17. Marx, Carlos y Federico Engels. Obras escogidas. T. II, Ed. Esp., p. 280. S. p. 51.
18. Engels, Federico. Anti-Dühring, óp. cit., p. 434. A p. 39.

1. Avdakov, Polianski y otros. Historia económica de los países capitalistas. México, Ed. Grijalbo, 1965, pp. 98-104.
2. Editorial Grijalbo. Curso Superior de Economía Política, T. 1, México, 1965, pp. 53-54.
3. Ponemos la palabra “nacional” entre comillas para subrayar el hecho de que no se trata todavía de naciones consti-
tuidas plenamente, sino de comunidades de las que nacieron, en el curso de la lucha contra Roma, “nuevas nacio-
nalidades” (Engels) y que ya en esa época tenían “características nacionales” (Engels).
4. Engels, Federico. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, óp. cit., pp. 648-649.
5. Ibídem, pp. 645-646.
6. Marx señala en el prefacio de El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, que “en la antigua Roma la lucha de clases
solo se ventilaba entre la minoría privilegiada, entre los libres ricos y los libres pobres, mientras la gran masa pro-
ductiva de la población, los esclavos, formaban un pedestal puramente pasivo para aquellos luchadores”. (Obras
escogidas, p. 158).
7. Kuczinski, Jürgen. Breve historia de la economía. México, 1976, pp. 102-103.
8. Marx, Carlos. El capital, óp. cit., p. 588, nota 27.
9. Macera, Pablo. Trabajos de historia. Lima, 1986, pp. 157-178.
10. Editorial Grijalbo. Manual de economía política. México, 1969, p. 42 de la Academia de Ciencias de la URSS, Insti-
tuto de Economía.
11. Marx, Carlos y Federico Engels. Obras. T. 3, p. 253.
12. Lenin, Vladimir Ilich. Obras completas. T. 3, p. 159.
13. Marx, Carlos. El capital, óp. cit., T. 1, p. 44.
14. Lenin, Vladimir Ilich. Obras completas, T. 29, p. 444.
15. Marx, Carlos. El capital, óp. cit., T. 1, p. 655.
16.
8 Francisco Chaparro Zapana

1. Marx, Carlos. El capital. La Habana, 1980. T. 1, p. 512 (El subrayado corresponde a F. Ch. Z.)
2. Ibídem, pp. 512-513.
3. Ibídem, pp. 486-487.
4. Ibídem, p. 524.
5. Senior, Nassau William (1790-1864). Economista inglés, educado en Eton y en la Universidad de Oxford; en 1819
se le admitió como abogado y, en 1836, fue nombrado Maestro de la Cancillería. En 1825, fue nombrado Drummond
Profesor de Economía Política de la Universidad de Oxford. Senior fue una persona muy activa, tanto en el mundo
académico como en el político, sirviendo en diversas comisiones del gobierno. En sus obras principales, Introduc-
tory Lectures on Political Economy y And Outline of the Science of Political Economy (1836), formuló sus principios
doctrinarios sobre el campo y el método de la economía política, a la que consideró como una ciencia puramente
deductiva. Sus obras le sitúan entre los fundadores de la economía pura.
6. Senior, N. W. Outlines of the Science of Political Economy. London, 1863, p. 58 (Traducido por F. Ch. Z.).
7. Marshall, A. Principles of Economics. L., 1927, p. 81 (Traducido por F. Ch. Z.).
8. Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 1, p. 539.
9. Ibídem, p. 572.
10. Lenin, Vladimir Ilich. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Moscú, 1975. Ed. Progreso, p. 13.
11. Ibídem, pp. 16-17.
12. Lenin, Vladimir Ilich, óp. cit., p. 87.
13. Ibídem, óp. cit., p. 23.
14. Chamberlain, E. H. Teoría de la competencia monopolista. I. L., 1959, p. 38 (Traducido del ruso por F. Ch. Z.).
15. Ibídem, p. 41.
16. Ibídem, 123-124.
17. Galbraith, J. K. American Capitalism. The Concept of Countervailing Power. Boston, 1952, p. 118 (Traducido por F.
Ch. Z.).

1 Marx, Carlos. El capital. La Habana, 1980. Ed. CC. SS. T. 1, p. 18, cursiva en negrita pertenece a F. Ch. Z.
2 Ibídem. T. 3, p. 301.
3 Ver: Lenin, Vladimir Ilich. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Moscú. Ed. Progreso, 132 pp.
4 Marx, Carlos. El capital, óp. cit. T. 3, p. 304.
5 Esta igualdad tiene lugar si se prescinde de la existencia de la clase terrateniente y de la renta de la tierra.
6 El ejemplo dado simplifica en algo la realidad: en los hechos y en presencia del capital comercial, los capitales
industriales no solo tienen un capital productivo (c + v), sino también un capital en la circulación.
7 Marx, Carlos. El capital, óp. cit., T. 3, p. 297.
8 Ibídem. T. 3, pp. 321-322.
9 Lenin, Vladimir Ilich. “Sobre la cooperación”. Obras completas. T. 45, p. 374, traducido del ruso por F. Ch. Z.
10 Lenin, Vladimir Ilich. El proyecto de resolución sobre las cooperativas de la delegación social-demócrata rusa en
Congreso de Copenhague. Obras completas. T. 19, p. 310, traducido del ruso por F. Ch. Z.
11 Marx, C. El capital. T. 3. La Habana, 1980. Editorial de Ciencias Sociales, p. 260.
12 Ver: Giudice Baca, Víctor M. Ensayos de Economía Internacional. Lima, 1989, Apuntes – Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pp. 79-130.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 9

1. Marx, Carlos. El capital. Óp. cit. T. 3, p. 412.


2. Fisher, I. Elementary Principles of Economics. New York. 1923, p. 371.
3. Marx, Carlos. El capital. Óp. cit. T. 3, p. 401.
4. Marx, Carlos. El capital. Óp. cit. T. 3, p. 504.
5. Además de las acciones corrientes, por las cuales se pagan dividendos, que oscilan en torno a las variaciones de la
magnitud de la ganancia de las empresas accionistas, se practica la emisión de las llamadas acciones especiales,
por las cuales se pagan tasas de interés establecidas anteladamente. En ese sentido, las acciones especiales es-
capan de las obligaciones.
6. Lenin, Vladimir Ilich. “El crecimiento de la riqueza capitalista”. Obras completas. T. 23, p. 186, traducido del ruso por
F. Ch. Z.).
7. Marx, Carlos. El capital. Óp. cit. T. 3, p. 461.
8. Además de las colocaciones de los clientes que ingresan a los bancos, existen las llamadas colocaciones aparentes
que surgen cuando los bancos suspenden el crédito a sus clientes en forma de notas en sus cuentas de determina-
das sumas monetarias.
9. Ver: Diccionario de Contabilidad. Terminología empresarial. Lima, 1999/2000, 1.a. Ed., pp, 226-228.
10. Lenin, Vladimir Ilich. El Imperialismo, fase…Óp. cit. p. 32.
11. Lenin, Vladimir Iich. El imperialismo, fase…Óp. cit. p. 34.
12. Lenin, Vladimir Ilich. El imperialismo, fase…Óp. cit. p. 27.

1. Lenin, V. I. Sobre una caricatura del marxismo y sobre la “economía imperialista”. Obras completas. T. 30, p. 94,
traducido del ruso por F. Ch. Z.
2. Lenin. “El imperialismo y la división del socialismo”. Obras completas. T. 30. p. 164; la cursiva pertenece a F. Ch. Z.
3. Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Obras completas. T. 27, p. 344.
4. Hilferding, Rodolfo. El capital financiero. Ed. soc., 1959, p. 301, traducido del ruso por F.Ch.Z.
5. Lenin, V. I. El imperialismo, fase superior, óp. cit., p. 45.
6. Hilferding, R., óp. cit., 302, traducido del ruso por F. Ch. Z.
7. Los datos acotados aquí y más adelante sobre los grupos financieros de Europa Occidental y Japón se refieren a
los años 1960-1962.
Teitelbaum, Alejandro “Las crisis del sistema capitalista”, artículo extraído del libro El papel de las sociedades trans-
nacionales en el mundo contemporáneo. Buenos Aires, 2003.
Ver: Drouin, Michel. Le sisteme financier internacional. Ed. Armand Colin, París, 2001; Galbraith, John Kenneth:
Voyage dans le temps économique, témoignage de premiérre main Seuil, París, 1995.
Ver: Despacho AFP del 21/07/02.
8. Lenin V. I. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Moscú, s/a. Ed. Progreso, p. 58.
9. Ibídem, p. 39.
10 Francisco Chaparro Zapana

1 Engels, F., El Anti-Düring, México, D. F., 1981, Ed. Grijalbo, p. 266.


2 Lenin V. I., “¿Quienes son los “amigos del pueblo” y cómo luchan ellos contra los socialdemócratas?”. Obras com-
pletas, Tomo I, p.177, traducido del ruso por F.Ch.Z.
3 Para el mercado es especial es importante la demanda efectiva, y no la demanda en sí. Por ejemplo, no obstante
que los desocupados tienen una serie de necesidades insatisfechas, ellos son incapaces de constituirse en deman-
da efectiva de mercado.
4 Marx, C., El capital, T. 3, La Habana-Cuba, 1980, Editorial de Ciencias Sociales, p. 267.
5 Lenin, V. I., “Acerca del problema de la teoría de los mercados”, Obras completas, T. 4, p. 48, traducido del ruso por
F. Ch. Z.
6 Mithchel, W., Los ciclos económicos, Moscú, 1930, p. 391, traducido del ruso por F. Ch. Z.
7 Marx, C., “Carta dirigida a F. Engels, el 02 de marzo de 1858, en: Marx, C. y F. Engels”, Obras completas, T. 29, p.

237, traducido del ruso por F. Ch. Z.


8 Lenin, V. I., “El capitalismo en la agricultura”, Obras completas, Ed. Progreso, Moscú, 1981, T. 4, pp. 159-160, tradu-
cido del ruso por F. Ch. Z.
9 Si tomamos el nivel del año 1929 como 100, entonces en 1937 el volumen de la producción industrial de los EE. UU.
era solo el 92,2, pero en todo el mundo capitalista fue el 103,5%.
10 Esta cifra, como también las que aludimos a continuación, muestra el grado de la caída mensual de la producción
industrial y por eso es mayor que la cifra aludida anteriormente (8%), relacionada con todo el año.
11 Marx, C., “Carta dirigida a F. Engels el 4 de junio de 1864, en: Marx, C. y F. Engels”, Obras completas, T. 31, p. 14,
traducido del ruso por F.Ch.Z.
12 Ver: Economía política del capitalismo monopolista contemporáneo, Moscú, 1975, redactado por N. Inozémisev y V.
Martínov, Ed. Progreso, capítulos XIX y XX, pp. 5-43.
13 Mileikovski, A.G., I.M. Osádchaia y otros, Economía política no marxista actual, Moscú, 1977, Ed. Progreso, pp. 17-
37.
14 Teitelbaum, Alejandro, “Las crisis del sistema capitalista”, artículo extraído del libro El papel de las sociedades trans-
nacionales en el mundo contemporáneo, Buenos Aires, 2003.
15 Ver: Drouin, Michel, Le sistème financier internacional, Ed. Armand Colin, París, 2001; Galbraith, John Kenneth,
Voyage dans le temps économique, témoignage de premièrre main, Seuil, París, 1995.
16 Ver: Despacho AFP del 21/07/02.
17 Una reunión que valió la pena, Fidel Castro, 08-03-09. En: Giribets Martínez, Miguel, Algunas consideraciones sobre
la crisis actual del capitalismo, Octubre 2009.
18 El FMI preveía en septiembre un crecimiento de la economía de EE. UU. del 1,3% en 2008, y del 0,8% en el 2009.
En el 2006 el crecimiento había sido del 2,9% y en 2007 del 2,2%.
19 Aun en Europa Occidental, Japón y EE. UU. los trabajadores empleados en la agricultura superaban a los industri-
ales, Madsen, 2001.
20 En 2007 la compra de bonos a largo plazo y acciones en EE. UU. por parte de extranjeros ha sido de 596 mil mil-
lones de dólares, contra 722 000 millones en 2006, según datos del Departamento del Tesoro, la economía esta-
dounidense necesita la entrada de unos 2000 millones diarios para financiar su déficit en cuenta corriente. De todas
maneras la caída del dólar atrajo inversiones directas extranjeras, según datos del Bureau of Economic Análisis.
21 Umpiérrez Sánchez, Marx Francisco, La crisis capitalista, Rebelión (Cuba), 25/10/2008. En: La crisis capitalista
mundial Octubre 2008 (Dossier, 8 documentos, p. 53).
22 Engels, F., “El Anti-Düring, en Marx, K. y F. Engels”, Obras completas, T. 20, p.289, traducido del ruso por F. Ch. Z.
23 Tugan-Baranovski, M.I, Las crisis periódicas industriales, Moscú, Ed. KNIGA”, 1923, p. 205, traducido del ruso por
F. Ch. Z.
24 Financing American Prosperity, N. Y., 1945, p. 12.
25 Marx, C., “Teoría de la plusvalía, parte II, en: Marx, C. y F. Engels”, Obras completas, T. 26, parte II, p. 589, traducido
del rudo por F. Ch. Z.
26 Sismondi, Y., Los nuevos principios de la economía política, T. I, Moscú, 1936, p. 319, traducido del ruso por F. Ch.
Z.
27 Rodberthus, K., Apuntes de economía, Moscú, 1936, p. 183, traducido del ruso por F. Ch. Z.
28 Lenin, V. I., “Sobre el carácter del romanticismo económico”, Obras completas, T. 2, p. 159.
29 Mints, L. W., Monetary Policy for a Competitive Society, N. Y., 1950, p. 121, traducido del inglés por F. Ch. Z.
30 Marx, C., “Crítica a la economía política, en C. Marx y F. Engels”, Obras completas, T. 13, p. 162, traducido del ruso
por F. Ch. Z.
31 Archivo de Marx y Engels, T. 4, p. 41, traducido del ruso por F.Ch.Z.
32 Keynes, Jh. M., Teoría general del empleo, del interés y del dinero, p. 312, traducido del ruso por F.Ch.Z.
33 Ibídem.
34 Drucker, Peter, Die nächsten zwanzig Jahre, Dusseldorf, 1957, S. 69.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 11

1. Se debe tener en cuenta que el concepto “sistema económico mundial capitalista” es más estrecho que el concepto
“sistema mundial capitalista”. El primero abarca solo las relaciones económicas internacionales en los marcos
del sistema capitalista; en cambio, el último caracteriza también las relaciones económicas, políticas, militares y
socioculturales.
2. Lenin, V. I. Prólogo al folleto de N. Bujarin “La economía mundial y el imperialismo”. Obras completas. T. 27, p. 95,
traducido del ruso por F. Ch. Z.
3. Ibídem, p. 278.
4. Lenin, V. I. “El imperialismo, como la fase superior del capitalismo”. Obras completas. T. 27, p. 360, traducido del
ruso por F. Ch. Z.
5. Se supone que la exportación de capitales es solo uno de los muchos factores determinantes del desarrollo econó-
mico de un país.
6. Lenin, V. I. “El capitalismo y la inmigración obrera”. Obras completas. T. 24, p. 89, traducido del ruso por F. Ch. Z.
7. Sagastizábal, Raúl de. “Crisis financiera global y guerra monetaria”. In Depth News Analisis That Matters. Montevi-
deo, 2009.
8. Lenin, V. I. “El capitalismo y migración de los obreros”. Obras completas. T. 24, p. 89, traducido del ruso por F. Ch.
Z.
9. La así llamada balanza de cuenta corriente no incluye en sí la exportación ni la importación de capital.
10. Abadie Linares, Jorge. Balanza de pagos, sistemas cambiarios y el FMI. Lima, 1883, pp. 13-14.
11. Jonson, H. “Hacia una teoría general de la balanza de pagos”. Ver: Comercio Internacional y crecimiento. Ed. Amo-
rrortu. Buenos Aires, 1971, pp. 167-184.
12. Se entiende como centralizadas a las reservas de oro acumuladas por los bancos centrales, por los gobiernos, de

los órganos financieros estatales y de los organismos internacionales.


13. El grano es el peso equivalente a la vigésima cuarta parte de un escrúpulo, o equivalente a unos 5 centigramos de
oro puro, un dólar igual a 23,22 granos.
14. Lenin, V. I. El Imperialismo, fase superior del capitalismo. Moscú. Ed. Progreso, pp. 65-66.
15. Ibídem, p. 69.
16. Ibídem, p. 74.
17. Ibídem, p. 82.
18. Ibídem, p. 84.
19. Ibídem, p. 78.
20. Se deben diferenciar los términos: “potencias coloniales” y “países coloniales”. Se llaman potencias coloniales a
aquellas que poseen colonias, y países coloniales son aquellos que se encuentran bajo dominio de otros.
21. Ibídem, p.75.
22. Ibídem, p. 7.
23. Ver: Expansionist of 1898. N. Y., 1951, p. 9, traducido por F. Ch. Z.
24. Adam, T. Modern Colonialism. N. Y., 1955, p. 1, traducido por F. Ch. Z.
25. Ibídem, 95.
26. Lenin, V. I. El imperialismo, óp. cit, 95.
12 Francisco Chaparro Zapana

CAPÍTULO I

Introducción a la economía política:


objeto y método de la investigación económica

1. LA PRODUCCIÓN DE BIENES MATERIALES, BASE PRIMARIA DEL DE-


SARROLLO DE LA SOCIEDAD HUMANA

1.1. El rol de la producción y su trascendencia social e histórica


La vida de la sociedad humana de todos los tiempos gira en torno a la pro-
ducción de bienes materiales. En su acepción conceptual más genérica, bien es todo
aquello capaz de satisfacer alguna necesidad humana, por ejemplo, las carnes, los
granos, la vivienda y los vestidos, entre los bienes materiales de primera necesidad;
o la música, los ritos religiosos y los espectáculos artísticos entre los bienes espiri-
tuales. Para vivir, los hombres necesitan de bienes materiales elementales como el
alimento, el vestido, el abrigo y otros, sin los cuales su existencia es inconcebible.
Al respecto, destacando la importancia de la producción de bienes materiales, Car-
los Marx advertía que: “Hasta el último de los chiquillos sabe que cualquier nación
moriría de hambre si suspendiese el trabajo no ya por un año, sino incluso por unas
cuantas semanas” 1.

Los bienes materiales son los objetos tangibles que sirven al hombre para sa-
tisfacer sus necesidades, sean estos de consumo personal o de consumo productivo.
Si son obtenidos directamente de la naturaleza se les denomina bienes naturales, y
cuando son creados por los hombres se les denomina bienes económicos o bienes
producidos. Para poseerlos se tiene que trabajar. La producción de bienes materiales
consta de la fabricación de medios de producción, cuando estos son empleados pos-
teriormente para producir otros bienes materiales (herramientas, máquinas, materias
primas, insumos, etc.), y de medios de consumo, cuando son destinados a satisfacer
directamente las necesidades del hombre (alimentos, ropas, vivienda, calzados, etc.).
Este proceso productivo debe renovarse permanentemente porque “ninguna socie-
dad puede dejar de consumir ni puede tampoco, por tanto, dejar de producir” 2.

1 Marx, Carlos y Federico Engels. Cartas escogidas. Moscú, Gospolizdat, 1947, p. 208.
2 Marx, Carlos. El capital. T. 1, La Habana, Ed. CC.SS, 1980, p. 512.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 13

Los hombres, al producir los bienes materiales, es decir, cuando libran su


lucha frente a la naturaleza, nunca actúan individualmente, sino juntos, en grupos,
en sociedades. Por eso, la producción es siempre, bajo cualesquiera condiciones en
las que se realice, una producción social, y el trabajo una actividad del hombre so-
cial. Tesis reconocida y compartida también por el renombrado economista burgués
Robert L. Heilbroner, quien dice: “Desde que el hombre bajó de las ramas de los ár-
boles, encaró el problema de supervivencia, no como individuo, sino como miembro
de un grupo social.” 3.

Así, en todas las etapas del desarrollo de la sociedad humana, la producción


de bienes materiales ha tenido siempre un carácter social. El hombre no puede vi-
vir al margen de la sociedad, de las relaciones de producción con sus semejantes.
Los Robinsones, los personajes aislados que tanto gustan resaltar especulativamente
muchos economistas burgueses, jamás existieron más allá de su imaginación. De
ser cierta la historia de Robinson Crusoe, este solo pudo haber sobrevivido como
portador de las habilidades productivas de la sociedad en la que se formó como ser
racional. Los hombres intercambian sus actividades de manera ininterrumpida en el
proceso de producción de bienes materiales. Por cuanto cualquier tipo de producción
es social, resulta natural que entre los hombres que la realizan se establezcan siem-
pre, en la producción misma y en todo lo referente a ella, determinadas relaciones a
las que llamamos relaciones sociales de producción.

La producción social de cualquier formación económico-social represen-


ta siempre la unidad de las fuerzas productivas con las relaciones de producción
correspondientes, en cada etapa histórica, o sea un modo de producción o sistema
económico. Y la humanidad en su desarrollo transita por cinco modos de producción
hasta ahora conocidos, nítidamente diferenciados en el espacio y el tiempo: a) Pri-
mitivo, b) Esclavista, c) Feudal, d) Capitalista y e) Socialista, obviando varios otros
sistemas intermedios, yuxtapuestos y/o atípicos, o en perspectiva histórica como el
de la sociedad comunista.

1.2. Los elementos o factores del proceso productivo


En cualquier proceso de producción de bienes materiales, sea cuales fueran
las condiciones sociales en que se lleva a cabo, concurren siempre los siguientes
elementos o factores productivos: 1. El trabajo del hombre; 2. El objeto del trabajo,
y 3. Los medios de trabajo, a cuyo conjunto la teoría económica burguesa cataloga
también como recursos económicos.

3 Heilbroner, Robert L. Vida y doctrina de los grandes ecomistas. T. I, Barcelona, Ed. Orbis, 1972, p. 25.
14 Francisco Chaparro Zapana

El trabajo es la actividad consciente del hombre orientada hacia un deter-


minado fin, mediante la cual transforma y adapta los objetos de la naturaleza para
obtener los bienes con los cuales satisface sus necesidades. El trabajo es una exi-
gencia natural y una condición indispensable de la existencia del hombre. Sin el
trabajo, hasta la misma vida humana sería imposible. Federico Engels destacaba que
el trabajo “es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en
tal grado que, hasta cierto punto, podemos decir que el trabajo ha creado al propio
hombre” 4. Sin el hombre no hay trabajo. Solo el hombre, a diferencia de los ani-
males, puede poner en movimiento los medios y los objetos de trabajo, haciéndolos
participar en una determinada función en el proceso de producción. Según palabras
de Marx, solo “el trabajo vivo tiene que hacerse cargo de estas cosas, resucitarlas de
entre los muertos, convertirlas de valores de uso potenciales en valores de uso reales
y activos” 5. El hombre, al actuar sobre la naturaleza e introducir en ella modificacio-
nes mediante el trabajo, modifica su propia naturaleza, evoluciona él mismo a la par
que se desarrolla la producción, se perfeccionan sus órganos naturales, progresa su
intelecto y adquiere nuevos hábitos. El hombre es el único ser de la naturaleza que
se ha creado y se recrea a sí mismo. Esto ha sido posible gracias a su actividad cons-
ciente, a la práctica humana. El ser humano para sobrevivir y desarrollarse requiere
del éxito de su práctica social y la base de su éxito depende de la objetividad de su
pensamiento; conocer, reflejar correctamente los fenómenos de la naturaleza, tanto
de sus relaciones internas como externas, para poder intervenir en sus procesos de
cambio de acuerdo con sus necesidades concretas.

Solo gracias al trabajo ha podido el entendimiento humano lograr grandiosos


descubrimientos técnicos como el empleo de la energía atómica, el lanzamiento de
las naves cósmicas, etc. Y gracias al trabajo la mano del hombre ha conseguido
crear obras maravillosas, descubrir muchas propiedades de la materia y distinguir los
vínculos entre los diversos fenómenos de la naturaleza y la sociedad. Al inventarse
nuevas maquinarias productivas, cambia también de nivel el desarrollo de la propia
fuerza de trabajo. La moderna producción maquinizada presupone un elevado grado
de evolución de los hombres, quienes han de ser capaces, gracias a una determinada
experiencia productiva, de poner en movimiento la maquinaria. Así, el empleo de la
electricidad, del gas o de la energía atómica requiere un nuevo y elevado nivel de
conocimientos del hombre, un mayor perfeccionamiento de su intelecto.

En la sociedad humana en general la principal fuerza productiva son siempre


todos los productores directos; y en la sociedad capitalista, los trabajadores asala-

4 Marx, Carlos y F. Engels. Obras escogidas. T. II, Moscú, 1952, p. 71.


5 Marx, Carlos. El capital, óp. cit., p. 145.
Teoría económica del capitalismo. Análisis marxista actualizado 15

riados. Son ellos quienes producen la mayor parte de los bienes materiales, contri-
buyendo, a su vez, a crear los valores de la cultura material y espiritual, además de
transformar y perfeccionan los instrumentos de producción. Lenin destacaba que “la
primera fuerza productiva de toda la humanidad es el obrero, el trabajador” 6, o sea
el productor directo y fundamental del sistema económico capitalista.

El trabajo se divide en: a) trabajo simple, que es aquella actividad cuya eje-
cución no requiere de un aprendizaje previo, sino que es suficiente la capacidad bio-
lógica elemental del hombre, por ejemplo: bolear ladrillos en la construcción, reco-
ger y cargar leña, cavar la tierra, etc.; y b) trabajo complejo, cuando se trata de una
actividad productiva que requiera de un previo aprendizaje (breve o prolongado), por
ejemplo: el trabajo del sastre, del ingeniero, del maestro, del científico, etc.

La realización de cualquier trabajo solo es posible gracias a la participación de


la fuerza de trabajo. Y se llama fuerza de trabajo al conjunto de capacidades físicas
e intelectuales del hombre para llevar a cabo una determinada actividad productiva.
Por eso, la mayor o menor productividad del trabajo por cada unidad de tiempo de-
pende fundamentalmente del grado de calificación de la mano de obra o fuerza de
trabajo.

El objeto del trabajo es todo aquello sobre lo que recae el trabajo del hombre,
es decir, las cosas susceptibles de ser transformadas por el trabajo en bienes. Los
objetos de trabajo pueden ser: a) la materia bruta, cuando son elementos suminis-
trados directamente por la naturaleza, como ocurre, por ejemplo, con las tierras vír-
genes, los árboles de los bosques, los minerales del subsuelo o los peces de los ma-
res y los ríos, susceptibles de ser extraídos o transformados por el trabajo humano;
b) las materias primas, cuando son elementos sometidos previamente a la acción
del trabajo, como los minerales sustraídos del subsuelo, el algodón cosechado en la
agricultura, etc.; c) los insumos, los que son bienes semielaborados que sirven para
producir bienes acabados, como los hilados o la hilaza de lana o algodón utilizados
en la industria textil, las láminas metálicas en la industria metal-mecánica, etc.; d) la
tierra, cuando es transformada en su estructura físico-química como en la agricul-
tura o en la minería.

Los medios de trabajo son todas las cosas de que se sirve el hombre para ac-
tuar sobre los objetos del trabajo y transformarlos o adaptarlos a sus necesidades de
consumo. Figuran a la cabeza de ellos los instrumentos de producción. Estos elemen-
tos se clasifican en: a) medios directos, cuando sirven o participan directamente en

6 Lenin, Vladimir Ilich. Obras completas. T. 29, p. 334.


16 Francisco Chaparro Zapana

el proceso mismo de la producción de bienes, como los instrumentos de producción:


herramientas, maquinarias e insumos, tanto en la industria como en la agricultura; b)
medios indirectos, cuando sirven como elementos condicionantes del proceso pro-
ductivo, por ejemplo, las carreteras, los canales, los almacenes, puertos, aeropuertos,
etc., y c) la tierra, cuando sirve como lugar de ubicación tanto de los centros de
producción como de los medios indirectos. Entonces, los más importantes de todos
los medios de trabajo son los instrumentos de producción , que comprenden las
más diversas herramientas empleadas por el hombre para trabajar, desde los toscos
instrumentos de piedra del hombre primitivo hasta las máquinas modernas más so-
fisticadas. El grado de desarrollo de los instrumentos de producción mide el poder de
la sociedad sobre la naturaleza y el nivel al que ha llegado la producción. Las épocas
económicas se distinguen unas de otras no por lo que se produce, sino por el modo
cómo se producen los bienes materiales, es decir, por la calidad de instrumentos de
producción empleados.

Los objetos de trabajo más los medios de trabajo en su conjunto conforman


los medios de producción o elementos materiales productivos. De por sí solos, ais-
lados de la fuerza de trabajo, los medios de producción no pueden crear nada en
absoluto. Para que el proceso de trabajo, de creación de bienes materiales, se inicie
es necesario que a los medios de producción se les incorpore la fuerza de trabajo.
Por eso, la fuerza de trabajo constituye el elemento más activo de la producción, el
elemento que crea y pone en movimiento los medios de producción disponibles. Al
perfeccionarse los instrumentos de producción se perfeccionan también la capacidad
de trabajo del hombre, su conocimiento, su destreza, sus hábitos y sus experiencias
productivas.

2. EL SISTEMA ECONÓMICO O MODO DE PRODUCCIÓN SOCIAL

2.1. LAS FUERZAS PRODUCTIVAS DEL SISTEMA


Laslfakdjlfkjaldfasdfñl asdjfojadflñkj aofjlajdf oijadofjaodklfj oadifjao dfjadjfoia-
jdfo ajdofij aodi

Los medios de producción con que se crean los bienes materiales y los hom-
bres que los ponen en acción constituyen las fuerzas productivas de la sociedad.
“Cualesquiera que sean las formas sociales de la producción, sus factores son siem-
pre dos: los medios de producción y los trabajadores” 7. Las fuerzas productivas
no están conformadas solamente por los instrumentos de producción, sino también
por los objetos del trabajo. Y aunque los instrumentos de producción tengan una

7 Marx, C. El capital. óp. cit., T. 2, p. 38.

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