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Las personas piensan y deciden sobre la comida, aunque no sean conscientes de ello.
Muchas de las opciones y decisiones tomadas sobre la comida se encuentran limitadas por nuestro
medio ambiente, nuestras costumbres, nuestra rutina.
Lo opuesto a elección no es coerción, sino instinto. Este escapa a nuestro control.
Nuestra manera de comer hoy día s el resultado de fuerzas ocultas a nosotros, a las que casi nunca
prestamos atención porque sus efectos se han convertido en algo normal.
Muchos grupos han intentado descubrir, cambiar y redefinir la elección de sus alimentos.
La comida es de Marte
Existe una estrecha relación entre los hábitos alimenticios y las guerras históricamente.
Por ejemplo, en la armada británica muchos miembros sufrían de escorbuto. En un barco, un doctor
realizó un experimento dándole distintos tipos de comida a los enfermos. Encontró que aquellos que
habían recibido cítricos habían mejorado en comparación a los otros. De esta forma se consolidó y se
empezó a proveer de cítricos en los barcos de la Marina británica.
Otro ejemplo es el de la conservación de alimentos de parte de los militares franceses. Ya que era
difícil y a veces peligroso conseguir comida en los distintos lugares, buscaron la forma de poder
conservar los alimentos sin que estos se descompongan. Se inventó el método de hervirlos y
almacenarlos en vasijas cerradas con corchos. Esto llevó luego al invento de los enlatados.
Estos descubrimientos hechos en el ámbito militar también sirven para la fabricación a gran escala.
La invención de una técnica de procesado de los alimentos que permitía mantenerlos en buen estado
y transportarlos a enormes distancias cambió radicalmente y de forma inmediata las posibilidades de
qué se podía comer y quién podía comerlo. Estas tecnologías se mantuvieron en la postguerra.
La Segunda Guerra Mundial dio un ejemplo de con qué maneras sutiles puede el poder militar cambiar
nuestros gustos, relacionándolos directamente con el patriotismo.
Por ejemplo, el caso de los estadounidenses con la Coca-Cola. Con su posición en la Segunda Guerra
Mundial, la Coca-Cola llegó a significar, en su país y en el extranjero, el apogeo del estilo de vida
estadounidense.
Algo similar ocurre con Burger King en Irak, donde se recibe a los soldados con Whoppers gratis. Así
Burger King ha logrado pilotar la ola de “comida casera” para los estadounidenses.
El trigo es mortal
La ciencia de la nutrición es una herramienta clave en el arsenal de los que quieren persuadirnos de
que siempre hay un alimento nuevo mejor que el viejo.
Ejemplo: la ciencia de la nutrición estableció la superioridad nutritiva del pan integral sobre el plan
blanco en Reino Unido. Esto no era beneficioso en términos productivos y de lucro para los fabricantes
de pan. Tras investigaciones se llegó a que ningún pan era superior al otro.
En la Segunda Guerra Mundial el trigo se ofrecía como ayuda alimentaria y cuando luego las
economías dependían de las importaciones, lo hicieron el cereal más caro.
El alimento es importante ya que al comer fisiológica y semánticamente e alimento se convierte en
parte de nosotros.
Siempre se da un gran esfuerzo por vincular el significado de los alimentos. Están asociados no sólo
a la nación, la comunidad y la identidad, sino al estatus, el sexo, los destinos y el deseo.
El intento de cambiar nuestra manera de pensar acerca de los alimentos y sus significados se vuelve
tan normal, que no damos más vueltas al tema.
Las preferencias de la comida moderna han sido configuradas por la guerra, las exigencias de la
seguridad nacional, la tecnología y los intentos de las corporaciones por lucrar con lo anterior dando
formal al significado de los alimentos.
Los gustos y las dietas del siglo XX fueron alterados por el refrigerador y la televisión.
Las comidas congeladas fueron diseñadas más para la conveniencia de sus productores que la de los
consumidores.
Un ejemplo fue la TV Dinner, creada en base a los sobrantes de pavo de Acción de Gracias de una
empresa. Se introduce como facilitador de las vidas de las mujeres, ya que en la postguerra éstas
habían tenido que empezar a trabajar y además se seguía esperando que preparasen la comida.
Se realizó una gran campaña de marketing alimenticio, donde estas cenas se presentaban en bandejas
de aluminio semejantes a televisores.
Tras la creciente participación de los televisores en los hogares, las mujeres buscaron alimentos que
requirieran una preparación mínima para poder ver los programas. Esta fue una gran oportunidad para
los creadores de TV Dinner.
La interacción de la televisión con la comida también consolidó una forma moderna de comer.
Las transformaciones que trajo la televisión han tenido consecuencias más allá de la manera de comer
de las familias: ha tenido también efectos sistémicos.
Ejemplo: las empresas de electricidad de Reino Unido monitoreaba la demanda de energía. El pico
televisivo es el momento entre programas donde las personas se levantan para preparar una taza de
té. Estos son biológicos (la gente tiene sed), cultural (el té es una bebida muy británica), tiene que ver
con el espacio en las casas de la gente (la televisión está en la sala y el hervidor en la cocina) y es un
fenómeno social (una gran cantidad de personas hace la misma cosa al mismo tiempo).
El hecho de ver la televisión de forma colectiva demuestra cómo nuestros gustos están sincronizados
(incluso cómo están coordinados) y determinados por fuerzas que raramente conocemos o meditamos.
La comida siempre está en alguna parte, en el espacio y en el tiempo.
Dónde vivimos y trabajamos configura qué y cómo comemos y bebemos.
Debemos entender mejor quién controla el espacio, y cómo esto configura sistemáticamente qué
elegimos para comer en nuestras casas, en el lugar más íntimo y más directamente sujeto a nuestro
control e influencia.
El presente de la comida
Las dietas malas son síntoma de una sistemática falta de control sobre nuestros espacios y nuestras
vidas.
Somos inducidos a creer que la obesidad es una falla psicológica. La obesidad es vista como pobres
capacidades de elección de los alimentos y no como falta de opciones.
Se encontró que dos tercios mencionaban causas individuales para la obesidad, mientras que menos
de un tercio a la industria o la geografía.
El aumento de casos de diabetes se da al mismo tiempo que los fondos para la investigación
disminuyen. Esta, como otras enfermedades, se encuentra ligada a la obesidad.
Sentir la quemazón
La individualización de la culpa juega a favor del modo en que nos incitan a luchar contra la obesidad
en nuestra sociedad.
Según Robert Atkins, las fuerzas que configuran lo que comemos son colectivas y sociales.
La industria azucarera es responsable de muchas cosas y continua debilitando iniciativas de salud
pública, como la estrategia global de la OMS de 2004 sobre la dieta, la actividad física y la salud.
La industria del adelgazamiento es un negocio muy lucrativo.
La idea de que un solo cuerpo es el correcto, así como la apariencia física ha sido una manera de
contraatacar al problema de la obesidad. Sin embargo la “aceptación” de la gordura es sólo un aspecto.
El enfoque de estar saludable en cualquier peso está cada vez más presente, promociona una mezcla
de dieta sana y ejercicio, así objeta los tipos de cuerpo socialmente aprobados.
La televisión fue una forma de transmitir la idea del cuerpo perfecto pero a su vez creo casos de bulimia
y anorexia.
El sistema de producción de alimentos está estructurado de la siguiente forma: se detecta quién hace
negocio con la obesidad y luego ofrece una solución para ésta.
Cada vez se muestra un control más centralizado de la fuente de nuestra comida moderna y la mejora
de las enfermedades que lo acompañan.
Uno de los movimientos que se ocupan de las preguntas acerca de quien produce la comida, de donde
viene y cómo podríamos disfrutarla mejor es el Slow Food. Éste lucha por el derecho a elegir los
alimentos de forma diferente y saborearlos a fondo.
Los alimentos se producen regionalmente; para el movimiento es importante que sean cultivados y
comidos en un lugar en particular, pues comer lo que se ha cosechado in situ facilita una conexión
social con el productor que hace que se pueda saber cómo, dónde y por qué las cosas se cultivan de
esa manera.
Al movimiento no solo le importa disfrutar la comida, sino también hacerla, de modo que se dedica
apoyo a los productores.
Slow food es un refugio de la tradición del goce consciente del gusto y del sabor, que se opone a los
alimentos industriales y también a los importados.
Existe tensión entre preservar una tradición culinaria y admitir que tradiciones cambian
constantemente. Esto genera complicaciones a un movimiento que promueve cierta pureza de tradición
excluyendo novedades.
Slow food tiene en cuenta que la cocina no es estática.
“Con los inmigrantes, los grupos locales de Slow Food prefieren desarrollar una participación basada
en el intercambio de culturas e identidades alimentarias.” De esta forma exploran una nueva tendencia.
Una de las mayores dificultades que debe encarar el movimiento es la cuestión de asequibilidad. Esta
es una crítica para el movimiento ya que los precios de sus productos son muy altos.
Anti-malbouffe
José Bové (productor de queso y criador de ovejas) forma parte de un movimiento internacional que
busca retrasar el “reloj” que está asociado a los tiempos de cocina. La acción de Boyé se inició tras su
lucha contra un Mc Donalds en su región que ofrecia “malbouffe” (mala comida).
El movimiento de Bové apunta a cambiar el significado de la comida, para que deje de ser un requisito
para una celebración.
De acuerdo a Bové, cuando la gente no quiere comer en casa o cocinar, la familia comienza a
desintegrarse.
La cantidad de tiempo que se pasa cocinando y comiendo ha ido disminuyendo debido a nuevas formas
de cocina y el desarrollo de la industria.
El problema al que uno se enfrenta esta en las limitaciones tiempo y dinero. Con respecto a lo último
existen movimientos que se encargan de exigir mejores sueldos para erradicar la pobreza y se pueda
acceder a comida saludable.
Los movimientos sociales ofrecen maneras de elegir dietas de distinta forma, teniendo en
consideración a los cultivadores o productores y la experiencia de comer.
Para asegurar esto, el proyecto político debe ser colectivo y social, en vez de manejado por elecciones
individuales de compra.
Comentario Personal
Considero la lectura un enfoque distinto sobre los hábitos alimenticios al planteado siempre, que es el de
comida no saludable. El texto ofrece un contexto histórico sobre la influencia de fuerzas como la militar que
nunca habría pensado tenían conexión con la comida. Da a conocer y hace énfasis en el movimiento Slow
Food, el cual me parece una iniciativa importante y de gran impacto, pero que ignoraba hasta que leí la
lectura. También conocí a través de la lectura sobre el movimiento de José Bové el cual me parece, si bien
un poco radical ya que incurre en la violación de la propiedad privada y actos vandálicos, una forma de
preservar tradiciones tales como el comer en familia.