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Salvador Redonet Cook no. 4: 112-120, octubre–diciembre, 1995.

Vivir del cuento


(y otras herejías)

Salvador Redonet Cook

Profesor. Universidad de La Habana.

I. ¿Otra antología más? Así las cosas, uno bien puede preparar más de una,
dos... antologías generales de textos narrativos sin
repetirlos, con una indudable calidad ideoestética, de esta
P resentar otra antología 1 de los llamados novísimos
—si no una herejía— es sencillamente exagerar (eso
dirán, lo sé).2 Pero como uno sabe quiénes, no hay por
promoción, que marca —a mi modo de ver— la línea
dominante en el género. Entre paréntesis, a nadie se le
qué defenderse y solo —al paso— curarse en salud. puede ocurrir pensar que estos autores salen de la nada: a
Simplemente: estas alturas, negar las dialécticas leyes de la continuidad
y la ruptura, de la asimilación y del rechazo, de la
a) Como soplan vientos posmodernos (bien criollos, por aceptación (consciente o no), sería evidenciar mayúscula
cierto), no hay nada más fragmentario, mayor muestra ignorancia. Y no lo sería menos, no ver que la conciencia
de disolución del sujeto, de la muerte del autor, etc., estética de esta promoción —nacida en el seno mismo de
etc., que una antología (sobre todo, si hacerla es un las conmociones producidas entre aquellos años—
placer). refractan, de una u otra medida, los contextos, los
b) Si textos abundan sin publicar (ya sabemos por qué) referentes locales y universales de su trayectoria vital.
—entre el Cabo de San Antonio y la Punta de Maisí Resumiendo: los textos de estos narradores (sus
(por no ir más lejos)— son precisamente los de estos inquietudes significantes y significativas) se alzan —por
novísimos, que siempre prefiero llamar —aunque no rechazo y/o simpatía— sobre el sustrato cultural, artístico
(y en particular genérico), del tratamiento lingüístico de
sea nada sintético—: la más reciente promoción de
las promociones precedentes.
jóvenes cuentistas cubanos (nacidos entre 1958/1959 y
En una revisión y pronóstico de la literatura cubana
1972, hasta más ver).
(aquel Coloquio sobre la Literatura cubana, celebrado
del 22 al 24 de noviembre de 1981, en Ciudad de La
Prólogo a la antología Las cosas por su nombre (jóvenes cuentistas Habana) apunté que en los últimos cinco o seis años, en la
cubanos). Inédita. no planificada emulación entre los géneros literarios, el

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cuento había dejado de ocupar el sitio relevante en el que La cuentística nacional en su evolución ha experimentado
antes señoreaba. —como todo fenómeno cultural— momentos de esplendor
y momentos grises. Utilizando las más diversas vías expresivas,
Como me pareció —y me sigue pareciendo— los más jóvenes creadores abordan muchas de las complejas y
inamovible aquella valoración3 (válida para el cuento a variadas facetas de nuestra dinámica realidad contemporánea.
partir de 1972), tanto en aquella ponencia como en trabajos Rasgos comunes y diferenciadores pueden hallarse en esta
ulteriores he ofrecido algunos argumentos, que pueden o última promoción de cuentistas, quienes —con cada texto—
buscan situarse a la altura de las actuales necesidades histórico-
no compartirse. culturales [...] Uno es el objetivo de estos narradores:
A mi modo de ver, la riqueza contenidista y formal, la enfrentar y vencer el reto de nuestros nuevos tiempos, que
desautomatización que había logrado la cuentística cubana es —como siempre ha sido el de todo verdadero creador—
en el Quinquenio de Oro (1966-1970) se convierte —pocos llamar las cosas por su nombre.
años más tarde— en mimetismo, escamoteo de conflictos,
desvitalización y estereotipia creativas, redundancia
informativa de todo tipo, esquematización II. Por donde se deslizan los tiempos, los
caracterológica... En fin, de un Quinquenio de Oro se espacios, nuevas escrituras y otros personajes
pasaba a más de un Quinquenio Gris (1971-1975); período que habrían de venir
en que —para ser justos— aparecen chispazos cuentísticos
notables.
Quien piense que estoy exagerando, recuerde que No se trata solo (ni tanto) de que el libro de Carlos
estoy sintetizando, y por tanto, en cierto modo, Calcines (1964) —Los otros héroes (1983)— obtuviera
esquematizando. Pero exageración aparte: ¿cómo mención en el concurso David, de la UNEAC, en 1981, y
explicar, entonces, el entusiasmo de la crítica ante las con ello marcara —por sí mismo— el inicio de una nueva
nuevas voces (escritores nacidos en los años cincuenta, promoción de creadores que arranca en los años ochenta:
más o menos) que irrumpían en el medio de lo que se me el inicio de este decenio es impensable sin el estremecedor
ha ocurrido llamar «¿La Mala Hora?» de la cuentística movimiento que produjeron las artes plásticas: «Década
cubana (1971-1982). Basta decir momentáneamente que prodigiosa» ha llamado Rufo Caballero a este período;
una parte del mérito de aquella nueva promoción, dentro «un salto en las artes plásticas y, en general, en toda la
de la serie cuentística, consiste en haber iniciado la práctica cultural cubana», considera Gerardo Mosquera
recuperación del conflicto, y —sobre todo— en su la inauguración —en enero de 1981— de la exposición
preocupación por la efectividad de los aspectos formales, Volumen I, al funcionar esta como hecho desautomatizador
que tanto se habían abandonado. en el arte nacional, que venía gestándose desde la segunda
Mas si aquella promoción (denominada «tardía») de mitad de los setenta, y aun en el centro del penosamente
los nacidos en los cincuenta, comienza a recuperar la célebre Quinquenio Gris.
esencial naturaleza del género (el conflicto literario), esta La segunda mitad de los setenta también sería
de ahora —la que presenta esta antología— lo agudiza; si impensable —para la esfera artística— sin la creación del
los primeros retomaron problemas inmediatos de Ministerio de Cultura en 1977, que contribuyó a viabilizar
nuestras realidades, la más reciente promoción se vuelca los vasos comunicantes entre el ímpetu creador de los
sobre dilemas inmediatísimos (sin dejar de penetrar en años sesenta y las nuevas fuerzas de finales de los setenta.
nuestra universalidad). Los otros héroes de Calcines venía, por una parte, a
En mayo de 1989 se celebró en Cárdenas, Matanzas, enunciar lo que habría de venir y presentar los primeros
un encuentro de jóvenes narradores cubanos, en el cual modelos creativos de esta promoción. Si es cierto que ya
—entre otras cosas— nació una primera versión en la cuentística inmediatamente precedente los
—reducidísima— de esta selección. Observé entonces: protagonistas eran niños y adolescentes, estos de ahora
la conciencia artística de esta promoción; su diversidad también lo son; pero han nacido en plena Revolución.
de asuntos y temas; el claro deslinde entre asuntos Por ello no es nada casual que el principal entorno de los
seleccionados y temas creados; la no confusión (noción personajes lo constituyan la escuela, la familia; y que los
bien diferente a la del entrecruzamiento enriquecedor principales conflictos se centren en la relación entre los
adolescentes, entre ellos y sus adultos: los padres, los
—y por tanto válido— de los géneros); el rechazo al
maestros, fundamentalmente («Por donde se desliza el
mimetismo y la búsqueda de un estilo propio; el énfasis
tiempo que ha de venir» de Calcines).
en los conflictos de nuestra propia realidad; la búsqueda
Lo que sí debe advertirse, desde ya, es que
de formas funcionales; el respeto —antaño perdido, en rápidamente los textos comienzan a ganar en profundidad
general— por el lenguaje, la escritura; el esfuerzo en hacer dramática y psicológica, y por tanto en riqueza,
surgir la tendencia de la acción misma, de las situaciones, complejidad lingüística y de estructuración argumental:
del seno mismo de la escritura; las reflexiones en torno a en la medida en que la mirada autoral penetra en aristas
la dimensión humana... y todo cuentísticamente engarzado esenciales, tanto las voces (del narrador y de los
en el discurso. personajes) como toda la recreación del mundo
Fue por todo esto que en aquel epílogo —o aquella presentado, comienzan a conquistar matices referenciales
versión de esa antología— que no se concretó, resumía (y vitales y plena autonomía textual. En otros términos (o
me permito, otra vez, un autoplagio): para decir las cosas por su nombre): de una mirada a veces

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ingenua, a veces idílica, se pasa a una observación más maneras de teorizarlos (y practicarlos). Y si además la
penetrante, más aguda de las relaciones entre los voz es la del adolescente —que anda descubriendo la
personajes, del entorno escolar o familiar. Héte ahí comunicación, la más íntima, la más profunda, las secretas
entonces: el fraude escolar y las relaciones entre el maestro intenciones— todo «se complica» más aún.
—también adolescente— antes compañero de aula, en No sé si mañana será, pero siempre fue así; y siempre
«De las palabras y el silencio» de Alfredo Galiano (1967), es así en estos tiempos de tanta celeridad intelectual,
o las tensas y difíciles relaciones entre el niño y su familia científico-técnica, de industrialización. ¿Y el amor?, ¿y el
en «El barrio, la casa y yo» de Alberto Abreu (1961), o las sexo?, ¿y todo lo demás?
establecidas entre el padre y el niño —filtradas por el Apartados de visiones esquemáticas, idealizadas, los
tratamiento histórico, casi legendario— en «La gruta» de textos de esta promoción subrayan, en el plano de la
Carlos Deus (1959). historia y en el plano del discurso, los vínculos
No menos penetrante será la autorreflexión, la traumáticos de la pareja hombre-mujer (sean legales parejas
evocación de los recuerdos a partir de «Graffity» de «amantísimas» o parejas no tan legales y ocasionales).
Arsenio Rodríguez (1964), en cuyos relatos no solo los Por ejemplo, desde el mismo argumento, el
principales personajes, sino también la voz regente de la paralelismo temporal de los acontecimientos, el carácter
narración, son mujeres (mujeres adolescentes), cuyos complementario y contrastante de los sueños (pesadillas),
discursos —al menos el de la protagonista de la mayor toda la historia de «La aventura» de Alberto Garrandés
parte de los relatos del autor— se alzan como estandartes (1960), se articula y se explicita a través de una suma de
del llamado feminismo; y como si fuera poco, el personaje rupturas y relaciones, que culminan con la muerte de la
central va descubriendo y mostrando su naturaleza pareja, tan pronto ambos deciden aderezar sus destinos
homosexual, su «otra carne»: oníricos: el juego de los dobles de estos personajes, la
identificación cortazariana (al modo de «Continuidad de
Dormía desnuda después que ambas habíamos limpiado el los parques»: un mismo alto sillón de cuero verde en los
albergue, su desnudez la hacía más inocente envuelta en el dos sueños de «La aventura»), los dos puntos de vista
silencio y la calma. Aquel reposo estético anterior a la comida
formaba parte de la atracción diaria que generaba su cuerpo narrativos, la fragmentación de las oraciones y la peculiar
al saber que su costumbre era desnudarlo bajo las sábanas. utilización del punto y seguido (de las minúsculas), se
El sueño va acompañado de esos girones leves e inconscientes, convierten en un espejo de fragmentada y penosa
cuando se adormece la sangre que va entre la carne. Este existencia sexosentimental de esta pareja.
modesto trastorno de posiciones y la corta longitud de pliegues
de sábanas que tenía sobre el pecho y el cuello hizo que un Si en verdad existe eso que ha dado en llamarse
seno saliera sin pudor bajo la tela. Eso tiene que haber ocurrido feminismo literario (como corriente), habría que detenerse
otras veces porque apareció sin timidez en su naturaleza. (y no es el caso) en las peculiaridades y dominantes de
Las pasiones son bellas en tanto que permanecen aquel en la promoción estudiada, ya que —amén de las
inconfesables y malditas. Yo intentaba concentrarme en la
lectura pero los matices bronceados del pecho y el cuello representaciones de esta línea (Ena Lucía Portela, Karina
formaban un contraste notable con la democracia pálida de Mendoza, Verónica Pérez Kónina, Rita Martín...)— es
aquel seno ondulado y pasivo. Nunca había podido observar significativo cómo, en la posible oposición hombre/mujer
con tanto detenimiento un seno. Su seno marginado y (o machismo/feminismo; dominante/dominada; etc.,
sublime reproducía su rostro en mármol y sin párpados, daba
una idea exacta de la esbeltez de sus nalgas tapadas, risueñas y etc.), el punto de vista autoral en los textos de estos
tranquilas en su respiración. Su pezón reposaba sobre su narradores-hombres, se halla a favor de las protagonistas,
círculo con el sostén que genera el equilibrio de esa carne no obstante (o precisamente por eso) los desenlaces
débil capacitada sólo para el tacto húmedo de la lengua. Entre trágicos —o casi trágicos— en que estas se hallan.
la areola carmelitosa del pezón y las líneas de su masa adiposa,
se cierra parte de su magia como la del caracol sobre su oído. Verbigracia: «Merchy» de Raúl Aguiar (1962) y «La
No deseaba tocarlo, sería un crimen desdibujar con una caricia manzana magenta» de Daniel Díaz Mantilla (1970).
la forma de algo que ha condicionado toda una cultura A mi modo de ver, ello es el resultado de una visión,
contemplativa con el carácter de sernos necesaria, útil por el una recepción desprejuiciada, muy diferente,
placer que representa. No miré con odio ni recelo, no deseaba
competir, competir entre mujeres es ser tonta heredera de —ideoestética y éticamente hablando—, que se resuelve
Safo. Había algo perdurable en su seno que lo hacia alcanzar artísticamente, por ejemplo, en el relato de Rita Martín
su eternidad. Es como estar en el seno de Dios. Su belleza (1963), «J. W. G», a cuyo protagonista (Werther, nada más
sobrevive ahora bajo cualquier blusa sin sostén y no sé la y nada menos) somete la autora al reconocimiento de su
razón, este resto de fe no está en mi poder.
doble condición de hombre y de mujer, retomando aquel
Orlando de Virginia Woolf.
Desde esta misma visión desprejuiciada, liberada (no
III. Del sexo y sus tribulaciones (o más de un normada), se ofrece la representación del homosexual.
gato bajo la lluvia) No era la primera vez que aparecía en la narrativa cubana:
El ángel de Sodoma, de Hernández Catá, lo presentaba
(pero envuelto en sus temores individuales y colectivos e
Amor, sexo, (com)penetraciones; los prontuarios son
inhibiciones, aplastado por el grave complejo de culpa...);
infinitos; tantos, como seres peregrinos habitan en el reino
de este mundo. De ahí la diversidad de criterios, las y la excelente novela Hombres sin mujer, de Carlos

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En el período 1966-1970 se escribieron, premiaron y publicaron


textos capitales para la cuentística, la narrativa y la literatura
cubana en general. Autores jóvenes que no llegaban a los
treinta años, su mérito descansa fundamentalmente en haber
incorporado a la historia de la literatura nacional, de modo
certero, asuntos y temas del acontecer más inmediato.

Montenegro, se atrevió a presentar un bello romance, no que está frente a un relato inusual en nuestra cuentística:
superado —creo yo— por El beso de la mujer araña. un triángulo amoroso: una pareja (homosexuales
En el período revolucionario pueden distinguirse hombres) y ella (con todos los rasgos de un ser no
grosso modo —en este sentido— cuatro maneras en que consciente de su naturaleza homosexual); sometidos los
ha sido representado el homosexual: tres a un relato en que, relevante y funcionalmente, se
alternan las personas gramaticales y puntos de vista; y
1. El travestismo —más que homosexualismo— en «El sometidos —dos de ellos— a la implacable escala de
cambio» de Antón Arrufat. Kinsey (y al no menos implacable lecho).
2. El homosexual, «atrapado» por la violencia histórica: Si en los relatos precedentes nos encontramos con
el personaje de «Siempre la muerte su paso breve» de personajes adolescentes; si el de Urías bordea el
Reinaldo González, el maestro de «El cojo» de Jesús melodrama y el de Saunders disfruta las travesuras del
Díaz, y «La yegua» de Norberto Fuentes. montaje y de la escritura —dizque— posmodernas, y «La
3. El homosexual, o bien reprimido o profundamente Carta» es un duelo, entre otras cosas, de sarcasmo, humor
inhibido, débil... caracterizado en los textos de negro e ironías; Luben Ernesto (1967) se dedica a divertirse,
narradores de la promoción anterior. contándonos la macabra y farsesca historia de un incidente
4. La visión desenfadada del homosexual, ofrecida por la (varios incidentes) homosexual(es) en las altas esferas: si
más reciente promoción, cuyo paradigma —en el homosexual es un mal —tal vez nos interroga el
términos históricos— es el protagonista de Roberto relato— ¿quién lanza la primera piedra?
Urías (1959) en «¿Por qué llora Leslie Caron?»: loca de
atar, es cierto; pero lengua de idem que críticamente le
ajusta las cuentas a su entorno: especialistas que lo
atiborran de esquemas, prejuicios...; un padre, una IV. FSD Freakes (y otros tantos) in the sky with
madre y un hermano, y amigos entre comillas. Leslie diamonds
Caron —nunca se dirá demasiado— reactualiza el tema
del homosexual en la narrativa cubana más reciente y Ya se ha dicho: los ochenta fueron años en que la
vuelve a abrirle las puertas a un personaje necesario plástica cubana actualizó senderos, actualizados
que ya habíamos querido olvidar. Por esas mismas precisamente por artistas jóvenes, nuevos creadores. Junto
puertas, sin embargo, ha comenzado a desfilar —hasta a aquellos plásticos recorrieron esos senderos
más ver— una larga estirpe, que tal parecería se hubiese ideoestéticos muchos de los narradores que han cultivado
proclamado el siguiente lema: «Usted también puede lo que podemos llamar el cuento freake. No siempre
tener un gay en su obra». participaron de manera creadoramente activa en aquella
revolución plástica, pero en ellos sí hicieron eco los
Mientras tanto, han aparecido distintas aristas y principales presupuestos estético-artísticos de esos años
tratamientos del tema; Rogelio Saunders (1963) con su que se oponían a las normas sociológico-ideológico-
«Coronación» se arroja a las aventuras de una escritura (y vulgares del Quinquenio Gris y sus secuelas; premisas en
de un montaje) de personajes materialmente —a la vieja que se fundían positivamente ética, estética, política y
usanza— desdibujados; sólidamente significantes en su ir cultura; indagación, búsquedas, sentido crítico y
y venir, que desplaza significados y construye experimentación, tendrían que vérselas con los
acontecimientos solo aparentemente incorpóreos: los remanentes de un pensamiento fosilizado, anquilosado,
personajes femeninos, el personaje masculino y el burocrático, falso...
hombrecito de goma celebran un sexual y libidinoso ritual Algunos de estos escritores del cuento freake —muy,
en que se trasgreden las normas sexuales ad usum. muy jóvenes entonces— han ampliado su espectro
Algo semejante ocurre —pero ahora con tintes en los temático (más de uno arma ya su novela); pero los relatos
cuales se mezclan los procedimientos del mejor escritos en la segunda mitad de los ochenta y estos años
neorrealismo italiano y de El último tango en París— en noventa constituyen destacados ejemplos en que se funden
«La Carta» de Pedro de Jesús López (1970): contar esta relatos, escritura y memoria, y resultan artísticamente
historia sería otra nueva herejía: el lector solo debe saber valiosos documentos testimoniales.

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Considerados como marginales (las reflexiones sobre de todos modos si lo lee al revés estará bien. Nilda es como
la posible marginalidad ocuparían páginas y páginas), los quiera imaginársela, no creo imponerle este personaje según
mi punto de vista, sin embargo me interesa que vea a Yazmín
personajes de estos cuentos emergieron en los relatos de como a una gente un poco atrás. No hace mucho se nos
Sergio Cevedo (1957) y Verónica Pérez Kónina (1968). Sin juntó y nos está imitando bastante; el otro día casi se muere
embargo, los cuentos de ambos se aferran (como también de una borrachera para que creyéramos en su cultura
ocurre en «¿Por qué llora Leslie Caron?», más de un texto alcohólica. El Bizco es bizco aunque no mucho, llega siempre
de la primera etapa de Raúl Aguiar o algunos relatos que tarde y se pone a dibujar —según él— sus últimas impresiones
subconscientes. Ayer pintó un ahorcado desnudo orinando
recrean temas del internacionalismo bélico, o de la esfera la capucha de su verdugo o de un verdugo cualquiera. Lo
escolar o familiar) a un tratamiento anecdótico, o tituló El cotidiano. Ahora le echo un vistazo a lo que está
estrictamente documental; o declaman —sin miramientos haciendo y me veo dibujado con un bolígrafo en la mano y
una pluma que bien puede ser de ganso atravesada de ojo a
estéticos— sus tesis, sus postulados, sus mensajes. ojo. Alberto es largo. Carlos tiene el pelo crespo y se cuelga
La indagación, la búsqueda, la experimentación, las una argolla al estilo George Michael, le gusta repetir
lecturas (y sobre todo las vivencias y en particular las constantemente que esto es una mierda aunque nunca dice lo
mismas realidades nacionales y universales) fueron que significa «esto», él cree que lo sabemos. Nosotros también.
ajustando y profundizando sus maneras expresivas. Yo soy parecido a Nilda.
Ya que están presentados los personajes voy a contar algo de
No por otras vías deben haber alcanzado el ellos como conjunto...
reconocimiento los textos de Raúl Aguiar, Ricardo
Arrieta, (1967), José Miguel Sánchez (1969), Ronaldo Si en «Merchy» de Raúl Aguiar a la relación sexual de
Menéndez Plasencia (1970), Daniel Díaz, Karina Mendoza la pareja desenfadada, pero no menos traumática, se le
(1971) y Ena Lucía Portela (1972), después de tantas incorporan, aquí y allá, textos de rock, el desarrollo textual
dificultades: desde la no simple aceptación de sus textos del acontecimiento queda interrumpido por las
(con sus personajes raros, extravagantes; con actitudes y evocaciones de la protagonista, que llevan casi a la nada
vestimenta raras y extravagantes, con sus narradores que el argumento para golpear con el desenlace; en «La
intercalan textos raros, en inglés, of course; con modos de manzana magenta» de Daniel Díaz —con una situación
comunicación y de divertirse raros y extravagantes...) dramática más o menos similar—, el lector no solo tiene
hasta su sentido crítico, traducido a veces como que tratar de recomponer la historia (digo tratar, porque
irreverente, conflictivo, hipercrítico, etc., etc., etc. Allí allí no solo hay varias posibles soluciones y varios
donde aparecen las palabras RARO o acontecimientos precedentes incluso), sino también de
EXTRAVAGANTE, el lector debe, por supuesto, colocar armar todo el discurso: en un ambiente sicodélico y
comillas: las rarezas y la extravagancia —ya se sabe— cinematográfico, los hechos se someten a un juego óptico
están en otra parte: en la misma realidad: aquella de prismas y espejos.
vestimenta rara, por ejemplo, responde a normas de moda, Si «La aventura» de Garrandés ofrecía determinadas
sentido práctico, atributos con que se identifican a veces claves para el sentido del relato, «La manzana magenta»
algunos jóvenes (¿y por qué no?, también a las escaseces); nos ofrece un sentido: el suicidio de la protagonista; pero
la intertextualidad de los textos de rock y heavy metal hay varias claves para otros varios sentidos: la reiteración
responden también a criterios de gusto estético, a las y la amplificación de las frases y de las escenas, una
sonoridades actuales... y así sucesivamente, hasta llegar a también peculiar puntuación y una no menos peculiar
concluir que nada es raro (y mucho menos, extravagante) utilización de las minúsculas (solo parecida a la de «La
en las viñas de marras. aventura») y el sentido apocalíptico de su discurso,
Nada raro entonces resulta el cuento de Ricardo convierten los textos de Daniel Díaz en un verdadero
Arrieta, «Alguien se va lamiendo todo», cuyo valor reto para el lector.
testimonial no desplaza los estéticos; ni tampoco «Habrá Por esta misma línea —el cuento freake— marcha una
llegado el momento de sacarle el espíritu a la botella», de de las vertientes creadoras de José Ramón de la Portilla
Ronaldo Menéndez, que acentúa las funciones lúdicra, (1970). En general, uno de los rasgos significativos de los
autorreflexiva y autorreferencial del texto: textos de esta promoción, —además de su carácter
Ahora se me ocurre que hace un párrafo empecé a escribir el interrogador, cuestionador— es su condición
cuento que le puede haber parecido interesante, o quizá sólo autorreflexiva, autorreferencial. Se ha dicho que
por impulso usted ha seguido leyendo y ya está de lleno en el —además de la intertextualidad— este hecho atraviesa la
segundo párrafo, que por cierto, consta sólo de un enunciado mayor parte de la literatura posmoderna. En verdad, si
por lo que inmediatamente pondré un punto. Una vez puesto
pienso narrar algo interesante, pero Nilda me interrumpe bien el autor contemporáneo ha tratado de ocultarse en el
para comentar sobre la voz de Fito Páez que canta muy alto texto, como también la crítica se ha esforzado en separar
que todo da vueltas como una gran pelota, y yo ni siquiera lo el autor real del autor implícito, del autor virtual, más de
noto. Olvidé advertir que iba a poner un punto porque atendía un narrador contemporáneo trata de asomar y
a Nilda que me explicaba algo que ya tampoco recuerdo.
Fijándome un poco en lo que hago resuelvo que el párrafo convencernos —en más de un segmento textual— de la
está saliendo más largo de la cuenta, pienso terminarlo dentro presencia del autor real en el discurso y/o en la historia.
de un momento, pero en el siguiente prometo presentar a (Lo cual, digo yo, no es sino una nueva espiral de aquel
mis personajes porque no estoy solo. otro procedimiento con que el narrador tradicional
Yo, Carlos, Alberto, El Bizco, Yazmín, Nilda. Qué falta de
ética, debí presentar primero a las mujeres y a mí por último; omnisciente se dirigía a su «Querido lector...».)

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La visión desenfadada del homosexual, ofrecida por la más


reciente promoción, reactualiza el tema del homosexual en la
narrativa cubana y vuelve a abrirle las puertas a un personaje
necesario que ya habíamos querido olvidar. Por esas mismas
puertas, sin embargo, ha comenzado a desfilar una larga
estirpe, que tal parecería se hubiese proclamado el siguiente
lema: «Usted también puede tener un gay en su obra».

Entonces también funcionan aquí las digresiones de clandestina en la ciudad, Girón, la lucha contra bandidos,
Juan Ramón de la Portilla en su relato «En el techo», las y en haber asimilado y decantado los procedimientos
incursiones del autor en el cuento de Ronaldo Menéndez artísticos del boom, que se correspondían con una
y también en el cuento de Alberto Garrido (1967), «La observación más abarcadora (y vertical) de nuestros
noche», en que se superponen la realidad del mundo tiempos y realidades que obligaban al lector a desentrañar
representado con la técnica y los elementos la verdadera perspectiva del autor.
cinematográficos. En un mundo no freake —pero sí Las circunstancias socio-político-culturales
urbano— Garrido desmonta las piezas de determinadas (fundamentalmente, lecturas unilaterales) condujeron a
proyecciones socioculturales (una fiesta de perchero, las malas interpretaciones, las tergiversaciones, de
traficantes de divisas, bolsa negra, suicidios, las algunos de esos textos. A aquel Quinquenio Gris se le
emigraciones no documentadas) mediante montajes debe una masa aplastante de relatos (y no solo los centrados
paralelos, juegos de tomas y secuencias, cambios de en el internacionalismo) unilaterales, chatos, desprovistos
narrador y alteraciones espacio-temporales. de aristas y raíces vitales y esenciales.
Probablemente a estas alturas el lector puede haber Para tratar de decir, más o menos, las cosas por su
concluido que los personajes protagónicos de los relatos nombre: a los responsables del Quinquenio Gris y de
de esta promoción son, simple y llanamente, antihéroes. toda «La Mala Hora», les debemos el más lamentable
OJO: la norma precedente había propuesto —hasta período de la cuentística más reciente, en la segunda mitad
anquilosarse— un modelo de protagonista casi siempre de los setenta y primera de los ochenta.
unilateral, monolítico, desprovisto de luces y de sombras La manera en que se transcribió cuentísticamente el
y de complejidades; un modelo espacial rígidamente internacionalismo bélico en Angola, acentuó los ángulos
bipolar; un narrador —cualquiera sea— solidarizado, épico-heroicos; y redujo los dramas individuales. La
desde todo punto de vista, ya no solo con el autor real ausencia de una mirada más integral y compleja del
sino también con el autor implícito. Los textos novísimos hombre participante en situaciones límites (toda guerra
desmovilizan, desarticulan estas normas narrativas y nos lleva a la pregunta: ser o no ser), no permitió lo que
proponen nuevos modelos: de narrar, de espacio y —por los contextos nacionales e internacionales exigían: la
supuesto— también de personajes. representación artística del combatiente que, allá situado,
puede y debe haberse hecho preguntas, cuestionarse, sufrir,
temer, averiguar...; completándose así la figura del
adolescente que se mueve entre los polos de la vida y de
V. La guerra tiene más nombres la muerte. De ahí, la recuperación —por parte de algunos
autores de esta promoción— de aquella perspectiva
En el período 1966-1970 se escribieron, premiaron y autoral de los más destacados representantes del
publicaron textos capitales para la cuentística, la narrativa Quinquenio de Oro, la vuelta a la representación de las
y la literatura cubana en general. Los años duros, de Jesús tensas situaciones dramáticas o incluso similares
Díaz, Condenados de condado de Norberto Fuentes, La procedimientos artísticos para la formulación de las
guerra tuvo seis nombres y Los pasos en la hierba de Eduardo preguntas que —sin dejar de actuar— se hacen los
Heras. Estos y otros libros (Escambray ‘60 de Hugo
personajes en locaciones, escenarios diferentes. Ello
Chinea, Días de guerra de Julio Travieso...) permitieron
explica las preguntas lanzadas por el protagonista de «En
que se bautizara a aquel momento y aquel conjunto como
la llanura» de Amir Valle (1967) y la introspectiva segunda
narrativa de la violencia.
Autores jóvenes que no llegaban a los treinta años, su persona de «Sueño de un día de verano» de Angel
mérito descansa fundamentalmente en haber incorporado Santiesteban (1966), inconcebibles sin los modelos
a la historia de la literatura nacional, de modo certero, narrativos de Los pasos en la hierba y La guerra tuvo seis
asuntos y temas del acontecer más inmediato; y nombres de Eduardo Heras. O sin las proposiciones
especialmente, en haber recreado artísticamente (y por rulfianas que desembocan en «La noche en que nos
lo tanto con humana profundidad) asuntos de la lucha mandaron a matar» de Jorge Luis Arzola (1967).

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Desdibujando los contornos cronotópicos, «No leo nada» —escribe el narrador sujeto lírico de
innombrando las fuerzas actanciales del relato y solo Jorge de Armas (1967) en su «Monólogo de Jorge mientras
designándolos como nosotros y ellos, sumergiéndose en veía llover en La Habana»—, «ni las líneas que escribo
las fronteras de lo posible («Tal vez había niebla, tal vez sólo para mí, no doy claves, nada hay que buscar, la poesía
no había niebla, creo que»), Arzola destaca los efectos de es la mentira de las palabras [...]»
la violencia, subraya la igualdad (y la necesidad) de ambos De nuevo un sentido apocalíptico, tremendista y
bandos para proponer una consigna de convivencia —alguien lo diría, por supuesto— posmoderno: « [...] Todo
pacífica: está finalmente lejano, todo está finalmente acabado.»
Es como si —de nuevo— estuviéramos asistiendo al
Si pudiera asegurar categóricamente algo, diría que casi todos momento en que la serpiente se muerde la cola, a otro
estábamos moribundos, las heridas abiertas como flores instante del eterno regreso. Sin embargo, nada más
escarlata, y que nuestros enemigos, de los cuales éramos parecido a un instante que otro instante. Todo proceso de
prisioneros, se parecían mucho a nosotros.
No recuerdo tampoco por qué nos habíamos enemistado indagación, de búsqueda, arranca desde un inicio. Nada
con ellos, ni con qué armas les hicimos la guerra y ellos nos la más parecido a un momento que otro momento. Y nada
hicieron a nosotros, y nos hirieron de ese modo. Que eran más diferente; para cada individuo, para cada promoción,
armas crueles, es lo más que puedo decirles. que están obligados a formar sus preguntas y buscar sus
En ocasiones, también, me pregunto de qué estaba hecha la respuestas. De allí salen las reflexiones, las
celda donde nos encerraron mientras tanto, pero sólo logro
deducir que no era de madera, de eso sí puedo dar cuenta. introspecciones del hombre de «El último público» de
Cómo no sé, pero por ahí por algún lugar seguro se me ha Alberto Rodríguez Tosca (1962) y los exorcismos de
quedado el piar de un polluelo de codorniz que encontré un «AKM» de Ernesto Fundora (1965); de allí también aflora
día bajo una trampa hecha por mí o por alguno de los míos. «El acertijo» de Gustavo Fernández-Larrea y todas las
Detalles no tengo muchos más que contarles, fuera de estos. preguntas y respuestas explícitas o implícitas que hallará
Sólo puedo añadir que nuestros enemigos nos odiaban y que
durante toda la noche, hasta el amanecer, estuvieron el lector en los textos de esta promoción, para la cual la
injuriándonos y tirando piedras hacia adentro. A veces, creación artística, el mismo oficio, se convierten en temas
cuando no había jefes en derredor, alguno pudo tratarnos particulares y asunto general de los relatos. Pueden
como a personas, y hablarnos tristemente de su tierra y aparecer: a través de los cauces del asunto, en el
preguntarnos por la nuestra, y lamentar que se aproximara «disparatado» monólogo de «Usted» de José Mariano
el amanecer. Ya no me acuerdo bien.
En la noche las fogatas ardieron incansablemente. Al Torralbas (1962) en el que se apunta hacia la creación
amanecer nos sacaron afuera y nos mandaron a matar. misma, las actividades literarias (encuentros, concursos,
talleres...); al trazado lírico de los textos de Ernesto
Santana:
«El día de cartas» de Roberto Rodríguez Lastre (1958),
es ejemplo de otra vertiente en la representación del Para exaltar su corazón, Juan recorrió los ásperos senderos
internacionalismo, apoyado sobre el gran escenario épico, del día y los laberintos de la noche; para aquietarlo, después,
entre la enorme colectividad de hombres, la focalización puso un nombre a cada joya de la memoria y se propuso el
olvido. Pero los recuerdos se revelaban y, por fin, cada joya
interna, el drama individual que pasa a ser colectivo. El estuvo a la sombra de un ángel.
gran tema (vida/muerte), la zozobra, la inquietud, la Aturdido, Juan veía crecer los dones y atributos de aquellos
posibilidad de dejar de ser, atraviesan todo el texto, que guardianes; los sucesos y los rostros cobraron música propia
y peculiar naturaleza, un espectro de colores irrepetidos, una
—sin dejar de ser— traduce la agonía del hombre, de sus épica intrincada como los relatos de un reino submarino,
signos, sus escrituras. una poesía de todos los órganos. Y Juan, entre las cosas y los
ángeles, no hallaba donde reclinar su cabeza, yendo y viniendo
de abismo en abismo, de la vorágine a la inercia, de la paz al
caos.
VI. La creación como agonía (y la agonía, Entonces, una noche, vino a él un ángel cuya apariencia
simplemente) Juan no pudo ver en la oscuridad. Y el ángel le dijo: —Yo no
quiero abrumarte. Ningún ángel quiere abrumarte. Hay
árboles que llegan al mar y en él se sumergen, pájaros que se
«El simple hecho de sentarse o estar de pie o clavan en el cielo y jamás regresan a las hojas; hay también
arrodillarse ante un espacio vacío, un libro puro, una venas que, naciendo en el corazón de la tierra, no buscan
hoja blanquísima implica desafío, un juego que puede sino el viento aromado. Del mismo modo, hay guardianes
terminar mal». desesperados que necesitan guardianes a su vez, y los invocan,
«The dark side of the moon» los encuentran. Esos ángeles vertiginosos, ángeles de los
Atilio Caballero (1958) ángeles, no son las cosas, sino los nombres de las cosas.
(«Fábula de ángeles»)
Inquietud y angustia del hombre enfrentado a la vida Y de «Llamamiento de Eliseo» de Roger Vilar (1968);
y/o a la muerte, inquietud y angustia del hombre frente al el faustiano relato de Félix Lizárraga (1958): «Las aguas
lienzo puro o la hoja en blanco. La inquietud existencial, del abismo», en que el hombre y su doble (Satán) dialogan
en suma, que —en el fondo— anda en busca de la sobre el alma, la moral, el arte, las ideas o un plátano,
comunicación por las más diversas vías, aun en aquellos porque bien vistas las cosas —con espejo o sin espejo—
casos en que se ande convencido de la inutilidad de las las ideas «son tan naturales como un plátano o como este
palabras. cigarro que, dicho sea de paso, se ha apagado [...]»

118
Vivir del cuento (y otras herejías)

La norma precedente había propuesto un modelo de


protagonista casi siempre unilateral, monolítico, desprovisto
de luces y de sombras y de complejidades; un modelo espacial
rígidamente bipolar; un narrador solidarizado ya no solo con
el autor real sino también con el autor implícito. Los textos
novísimos desmovilizan, desarticulan estas normas narrativas
y proponen nuevos modelos: de narrar, de espacio y —por
supuesto— también de personajes.

VII. Dos veces breve profundamente esencial de la llamada obra realista, una
obra fantástica y una pieza del absurdo.
Noticias, ejemplos, apólogos, anécdotas, fábulas, Si «Hijo de Dios» de Midiala Rosales (1966) —al
sueños, acaecimientos... Bajo estos rubros nació la recorrer la leyenda lírica— se detiene en los bordes de lo
cuentística cubana a través del Papel Periódico de La fantástico y nos hace vacilar entre el probable fanatismo,
Habana (1790-1805). No hay duda. Que después el cuento y la incursión de la fantasía en lo real, y Marcia Gala
y el artículo de costumbres se metamorfosearan a lo largo (1964) —en «Los Cargados de Rosas»— establecen nexos
del siglo XIX , es lógico (en su rastreo de identidad entre lo puramente fantástico y el realismo mágico
nacional); que también la narración breve se ocultara en garciamarquiano, que también ha marcado a más de un
las redes de lo lírico, también es lógico (la novela —en novísimo, el cuento cubano más reciente en una cuartilla
sus búsquedas de desentrañamiento social— desplaza al prefiere los mecanismos del absurdo: de herencia criolla
género narrativo breve); que en el transcurso de los piñeriana —«¡..de un hilo..!» de Patricia Semidey (1958),
primeros veinte-treinta años del siglo XX aún «La posición» de Ramón Funcia (1959), «Ejercicio» de
anduviéramos definiendo qué es un cuento, también es Jorge Angel Pérez (1963)—, eliseana —«Fábula de ángeles»
explicable. de Ernesto Santana (1958)—; o de filiación también
Lo cierto es que, a partir de los años 40 de la presente garciamarquiana —«Evocaciones I», de Rogelio Riverón
centuria el cuento breve, brevísimo, el minicuento, la (1964)—, o puramente kafkiana —«Macaos», de Enrique
viñeta, el cuento nuclear cubano va recorriendo todo el Carreño (1963).
resto del siglo. Lo recorre y se enraíza con autores y textos Entre otros, debe destacarse, en la creación del cuento
significativos, paradigmáticos, como Virgilio Piñera y breve de esta promoción: la individual originalidad
Eliseo Diego. estilística de cada autor; el plausible preciosismo en cada
Desde 1959 hasta la fecha aparecían —y no con poca texto (la condensada textura poética de la clásica
frecuencia— los relatos breves. Sin embargo, si bien en el miniatura de Santana), el afán experimental de trasfondo
período de búsqueda, de tradición y ruptura (1959-1965) filosófico en casi todos, pero acentuado —con humor—
su presencia es notable y en el Quinquenio de Oro (1966- en «El lector de matrices (Ciencia infusa)» de Radamés
1970) aparecen textos relevantes como los de Norberto Molina (1968), y en el relato de Jorge Angel Pérez Sánchez;
Fuentes, el funesto Quinquenio Gris y toda «La Mala el sustento marcadamente existencial del texto de Patricia
Hora» hacen mermar la cantidad y la calidad de la viñeta Semidey, y «Miedo» de Erick D’Fauster (1972); la
(con sus excepciones): los textos de Francisco Garzón plasmación parabólico-satírica de Ramón Funcia, Enrique
Céspedes, Guillermo Prieto; y los memorables de Rafael Carreño y Rogelio Riverón; y —dentro de su variedad
Soler. temática y expresiva— la intertextualidad genérica de
Tal parecería que —como reacción a extensos relatos «El acertijo» de Gustavo Fernández-Larrea (1959):
olvidables— la más reciente promoción de jóvenes
cuentistas cubanos trata de demostrar que si es breve: es Por tercer año consecutivo el ermitaño mostró sus
bueno; pero si es dos veces breve: mejor. Más de veinte puños cerrados al discípulo. «En esta tengo a Dios»,
autores —localizados— cultivan esta modalidad genérica, dijo levantando la mano izquierda, «y en esta a
bien de manera sistemática, esporádica o exclusiva; todos Satanás», indicó con la otra. En las dos ocasiones
los temas y los modos creativos de estos narradores anteriores preguntó a su discípulo qué encerraba en
emergen a través de esta comprimida vía narrativa, a la cada una. Y el joven había fallado. «Vuelve a la ciudad
cual recurren habitualmente lo fantástico y lo absurdo. y encuentra la respuesta», le había ordenado. Pero
No será necesario recurrir a una semántica ahora el aprendiz estaba seguro de descifrar el acertijo.
extensional, a la intensionalización literaria o las «En la izquierda no tiene nada, maestro. Porque Dios
reflexiones todorovianas sobre lo fantástico y lo absurdo es inatrapable. Está en todas partes y en ninguna. Y en
para argumentar que —más que borrosos— son la derecha esconde una moneda, símbolo del pago de
inexistentes los límites entre el carácter verosímil y las almas en su viaje hacia el infierno. Símbolo del

119
Salvador Redonet Cook

vicio, del interés por lo mundano y de la destrucción También no hay por qué (ni para qué) declararse
de la virtud». El anciano sonrió. El joven no cabía en posmoderno. Ni los rasgos que se le atribuyen a la
sí de regocijo. «Entonces —dijo—, ¿puedo posmodernidad literaria son inherentes solo a ella.
quedarme?». El ermitaño abrió su mano derecha. (¿Cuáles son los procedimientos del existencialismo, del
«Toma a Satanás», dijo lanzando la moneda al aire. El romanticismo, del realismo?)
joven la atrapó al vuelo. Abriendo la mano izquierda En un texto como «Umbral» de Rolando Sánchez
el viejo mostró otra moneda. «Y toma a Dios» Mejías (1959) —o los de Rogelio Saunders, Daniel Díaz,
—dijo—, lanzándola también. El aprendiz las observó Jorge de Armas, por ejemplo— pueden localizarse rasgos
con detenimiento. Eran idénticas. «Pero, maestro...» atribuidos a la posmodernidad literaria, pero también a
El ermitaño ordenó silencio con un gesto. «Vuelve a la vanguardia y al realismo más tradicional. Lo importante
la ciudad», dijo secamente. «Aprende a convivir con —pienso yo— es el resultado textual creado por el autor
Dios y con el diablo. Sólo entonces regresa». con esos u otros procedimientos.
Ciertamente, la estructuración fragmentada de las
VIII. ¿Y qué bolá con la pojmodernidá? secuencias de «Umbral», la vía tangencial de la
caracterización, la ambientación fantasmagórica del
Aquí sobra tela para cortar: ¿posmodernidad en —¿se relato, las elipsis tanto en los diálogos como en la
acuerdan?— el Tercer Mundo, en los países narración y la descripción, el uso intertextual de Sartre
visita a Cuba y de las propias piezas de Sánchez Mejías, la
subdesarrollados (o en vías de desarrollo —¿se
parodia de los textos, de las figuras, el «juego» entre el
acuerdan?); ¿posmodernidad en Cuba? narrador, el autor y los personajes, el intento de
Entre la evocación del quinto centenario, los
desfocalizar, diluir y descentralizar la representación,
acontecimientos en el Primer y Segundo Mundos, los
hacen de «Umbral» un relato transgresor de la norma.
fenómenos naturales y otras etcéteras, se atenuó el dilema; Pero lejos de encerrarse en sí misma, la escritura establece
pero sigue en pie, entre aquellos a quienes se les calientan
un diálogo con (y sobre) las revoluciones, la historia, la
las neuronas dándole vueltas a la posmodernidad. A casi
cultura, el destino del hombre: las conversaciones entre
todos. Mientras tanto no hay que darle vueltas: la el muchacho (freake, a todas luces), Sartre, Simone y el
posmodernidad sigue siendo (y es) un hecho socio-
¿protagonista? (y todo el relato), obligan al lector a
político-económico-cultural (y de pensamiento) que si bien
preguntarse qué hay más allá del otro lado, del
arranca en las regiones posindustrializadas, nos atañe, nos
(«)Umbral(»); donde —quizás— «tampoco debe haber
toca, y bien de cerca.
nada interesante». Quizás.
Y por supuesto, también en literatura: fragmentación,
descanonización, falta de profundización, la no
representación, ironía, hibridización genérica,
carnavalización, construccionismo, inmanencia... De Notas
todo eso uno puede encontrar en la literatura llamada 1. Teniendo en cuenta solo los relatos incluidos y no los
posmoderna, pero también muchísimo antes —ya no solo procedimientos y temas generales de los autores, pues quien haya
en el boom— en Rabelais, Cervantes, Sterne, Voltaire, en podido observar distintos textos de estos narradores, advierte la
gama de asuntos y maneras expresivas de cada uno de ellos.
la generación del 98, en la vanguardia... y en nuestros
novísimos narradores, quienes han asistido a crisis claves 2. Así ocurrió después del lanzamiento en La Habana, en noviembre
de los años ochenta y noventa, a la exacerbación de una de 1993, de Los últimos serán los primeros, coedición entre el Instituto
realidad en que lo serio resulta degradado, la ironía es un Cubano del Libro, el Instituto de Cooperación Iberoamericana y la
arma, la fragmentación es una constante, la relatividad es Embajada de España.
otra constante y la mezcla de géneros (la ausencia de 3. Ver Salvador Redonet, «Problemas ideotemáticos y
fronteras) se redescubre como otra constante, el llamado composicionales de la más reciente cuentística cubana», en: Vivir
realismo y su contrario son las caras de una misma moneda, del cuento, La Habana: Ediciones Unión, l994: 65-71.
la simulación es un procedimiento (y no siempre
estético)...Todo ello está. Con la diferencia de que en
nuestros narradores —en general, los creadores de este
Tercer Mundo (mundo otro le dicen)— siempre hay un
ideal estético-socio-político-cultural que —choteo no
obstante— se lanza hacia un proyecto histórico,
detectable en su misma textualidad, en su misma escritura. © , 1995.

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