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INTRODUCCION

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocida

como CMNUCC (UNFCCC en inglés) fue establecida en mayo de 1992, en la denominada

«Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro»; entró en vigencia en marzo de 1994 con la

premisa de reforzar la conciencia pública a escala mundial sobre los problemas relativos al

cambio climático y ha sido ratificado por 196 países.

Esta Convención Marco es una convención universal de principios que reconoce la

existencia de un cambio climático debido a la actividad humana y atribuye a los países

industrializados la responsabilidad principal para luchar contra este fenómeno. La

Conferencia de las Partes (COP), compuesta por todos los Estados «Partes», constituye el

órgano supremo de la Convención. Se reúne anualmente en conferencias mundiales en las

que se adoptan decisiones para alcanzar los objetivos de lucha contra el cambio climático.

Las decisiones solo se pueden tomar por unanimidad de las Partes o por consenso.

Entre sus objetivos principales se destaca la estabilización de las concentraciones de gases

de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, para impedir riesgos en el sistema climático.

En las reuniones anuales han participado expertos en medio ambiente, ministros o jefes de

estado y organizaciones no gubernamentales. La primera conferencia, la COP1, se realizó

en Alemania, en 1995, la cual produjo el Mandato de Berlín, especie de catálogo de

compromisos bastante indefinidos, que permitía a los países escoger las iniciativas

ajustados a sus necesidades particulares. En la COP 2 Ginebra 1996, se convino en la no

uniformidad de soluciones por países.


DESARROLLO

La COP24 no tuvo una cogida como debe ser, Sin menospreciar el arduo y continuo

trabajo de la señora Patricia Espinoza, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las

Naciones Unidas sobre Cambio Climático, y los esfuerzos que viene ejecutando la ONU en

materia climática y ambiental desde 1972, la 24ª Conferencia de la Partes fue una de las

reuniones más herméticas y menos divulgadas que se ha visto.

No sé por qué razones esta conferencia de la COP24 no tuvo una cobertura informativa ya

que el evento es un evento de alcance mundial, Quizás el lugar y la fecha elegidos

contribuyeron a la poca cobertura mediática y al escaso interés de parte del público durante

el evento. El 90% de las personas no saben lo que es una COP y la COP24 no ayudó a

mejorar la percepción general sobre estas importantes conferencias climáticas.

Una de las razones también se podría atribuir de la falta de divulgación por el lugar elegido,

ya que el país de Polonia no iba a ser muy activa en cuanto a la conferencia ni a los

acuerdos climáticos, por ser el principal productor de carbón de Europa, y por la cantidad

de veces que ha dado muestras de no estar en capacidad de abandonar su principal recurso

energético. Esto sin contar algunos otros “pecados” ambientales que tiene en su haber,

como la deforestación del último bosque virgen de Europa.

También se puede mencionar que la fecha que se eligió entre el 3 y el 14 de diciembre, es

un período en que ya mucha gente tiene la mente ocupada en las vacaciones y fiestas de fin

de año. Quizás por ello la COP24 no fue tan afortunada, mediáticamente hablando, como la

COP23, Bonn-Fiji, entre el 6 y 17 de noviembre de 2017.


El éxito de la conferencia del año pasado (2017) tubo logros importante debido a la

elección de un buen lugar y también a la determinación de una buena fecha para hacer

dicha cumbre, ya que Fiji, al contrario de Polonia, está muy interesado en que el Acuerdo

de París llegue a buen puerto, por ser una isla muy vulnerable al incremento de las aguas

marinas. La alegría y entusiasmo demostrado por el señor Frank Bainimarama, primer

ministro de Fiji y presidente de la COP23, cosa que no ocurrió en 2018 con el país polaco.

Otro patrón que se observa es que cuando faltan cinco o seis años, por ejemplo, para iniciar

una acción climática, todas las partes muestran su aprobación y prometen cumplir los

convenios acordados en una COP. Pero, a medida que pasa el tiempo, las promesas de

algunos países, generalmente los más influyentes, se van desdibujando hasta el momento de

materializar los compromisos adquiridos. Sobran los ejemplos en este aspecto en casi

cuarto de siglo de vida de las COPs. Una vez vencido el plazo, estos actores tratan de ganar

tiempo y no pocas veces han logrado diferir temas relevantes para el año siguiente. Cuando

ya no hay más espacio para los aplazamientos, sus representantes, sin ruborizarse, se niegan

de plano a cumplir los compromisos adquiridos. El principal exponente de esto fue el

Protocolo de Kioto, que se perfilaba como uno de los documentos más importantes y

esperanzadores de la humanidad para regular las actividades antropogénicas, capaz de

frenar el cambio climático, pero que finalmente pasó al basurero de la historia.

La controversia ocurrida en Katowice no fue en torno al Acuerdo de París directamente,

sino sobre el documento del IPCC, Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio

Climático, que presentó en octubre de este año su Quinto Informe de Evaluación, cuyo

principal objetivo es limitar la subida de temperaturas a 1,5 grados centígrados desde su


nivel preindustrial. Esta meta, según dicho informe, “requerirá de cambios sin precedentes”

a nivel social y global, por la gravedad de la situación del planeta, debido al incremento

sostenido de la temperatura mundial, y todas sus consecuencias previsibles. Ya que el

informe del IPCC ya desde ese momento se había anunciado como un importante aporte

para las negociaciones de Katowice. Sin embargo, se constituyó en el principal obstáculo

de la conferencia.

También en dicho acuerdo se puede observar como los países que más contaminan de CO2

a la planeta tierra se nieguen a acatar algunas reducción del uso de combustibles fosiles, ya

que sus presidentes sutilmente tratar de negar la gravedad de la situación del cambio

climático afectados por la emisión del CO2 ya que Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudí y

Kuwait no le dio la bienvenida al informe. Estados Unidos argumentó que darle la

bienvenida significaba aceptarlo. El presidente Trump fue tajante al expresar que no

estaban de acuerdo con el informe del IPCC, ni creía en su contenido. El representante de

Arabia Saudí fue más lejos y se atrevió a decir, tras bastidores, que “el Acuerdo de París ha

muerto”.

Por último, en el comunicado final de la ONU podemos leer: “Los gobiernos han adoptado

un robusto conjunto de directrices para aplicar el histórico Acuerdo de París sobre el

cambio climático que fue aprobado en 2015. La aplicación del acuerdo beneficiará a todas

las personas, pero especialmente a las más vulnerables. Se ha acordado el Paquete de

Katowice para el clima, que está diseñado para hacer operativo el régimen de cambio

climático contenido en el Acuerdo de París. Bajo los auspicios de la secretaría de las


Naciones Unidas para el Cambio Climático, este paquete de directrices promoverá la

cooperación internacional y provocará una mayor ambición en la acción climática.

Gracias a las directrices, los países podrán tener confianza en que todos ellos están

desempeñando el papel que les corresponde frente al desafío del cambio climático”.

Sin embargo, en el comunicado reconoce que: «Desafortunadamente, al final, no se han

superado las diferencias». Preocupante corolario cuando apenas faltan dos años para la

entrada en vigor del Acuerdo de París.

También se puede considerar algunos puntos que tomaron en dicha cumbre tale como:

Estados Unidos y Arabia Saudí se han encargado de embridar todo lo referente a la

reducción de emisiones de carbono, que implica una reducción del uso de combustibles

fósiles y una migración paralela a recursos sostenibles. Y Brasil ha ralentizado

pesadamente el debate sobre el intercambio de cuotas de emisiones de gases de efecto

invernadero entre países, una surte de industria cuyo auge le beneficia especialmente, al

contar con tanta amplitud forestal.

En el lado opuesto, Europa, y algunos países en vías en desarrollo (muchos de ellos

insulares, y por tanto más vulnerables a la subida del nivel del mar por el cambio

climático), han reclamado que se integraran en las conclusiones de la cumbre las últimas

voces de alerta de la comunidad científica, que piden pisar más el acelerador porque el

tiempo con el que creíamos contar es menor, y se agota a pasos agigantados. Grandes

potencias petroleras y gasísticas como Rusia, Estados Unidos, Arabia Saudí y Kuwait, han

insistido en restar importancia al informe y a sus conclusiones. Por eso al final se ha

incluido como una mera referencia. Los acuerdos de esta cumbre, en la que participan casi
200 países, solo pueden adoptarse por unanimidad, por eso tan fácil poner palos en las

ruedas. Y es el motivo de que la firma final hay resultado un poco descafeinada o, cuando

menos, no haya cubierto las expectativas más ambiciosas. En cualquier caso, se ha logrado

pactar un cuerpo de reglas y un mecanismo de transparencia que regirán la lucha contra el

calentamiento global en las próximas décadas. La ministra española para la Transición

Ecológica, Teresa Ribera, ha declarado al finalizar la cumbre que tenemos «una serie de

decisiones que hacen operativo el Acuerdo de París y que son tremendamente robustas y

operativas». En la misma línea, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres,

ha opinado que el documento consensuado en la COP24 «demuestra la resistencia del

Acuerdo de París como hoja de ruta para la acción climática».

CONCLUSION

Varias veces hemos dicho que no hay que atender a lo que dicen los participantes de las

COPs durante las dos semanas que duran las conferencias, sino mirar lo que hacen durante

todo el año. A lo largo del tiempo se ha demostrado que una cosa es la teoría y otra muy

distinta la práctica.
En concreto los términos de sostenibilidad y sustentabilidad son conceptos muy diferentes

y abarcan diferentes puntos a pesar que algunos autores mencionen que estos términos son

sinónimos, por ello cuando se habla se sostenibilidad hablamos del concepto de equilibrio

del manejo del planeta en tres aspectos, tales como: económico, ambiental, social teniendo

en consideración que ningún recurso deberá utilizarse a un ritmo superior al de su

generación y por otro lado el termino sustentable menciona que es la exigencias a los

diferentes actores de una sociedad a tener compromisos y responsabilidades al aplicar

mecanismos económicos: políticos, económicos y sociales.

Bibliografía
Chiriboga, M. (2012). La sostenibilidad y sustentabilidad en los museos, dos enfoques
principales: La musiologia tradicional y la nueva museologia.estudio de caso de
dos museos en la provincia de pichincha. Ecuador.

Villamizar, F. (. (s.f.). ¿Desarrollo Sostenible? O ¿Sustentable? (c.s). (s.f).

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