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Música y matemáticas: relación que sale a

cuenta
Hemos podido comprobar en los números artículos publicados en nuestro blog,
la influencia de la música en tan variadas disciplinas y ámbitos de la vida (en la
salud, la motivación, la literatura,..). Pero hay una ciencia en la que la música
posee una gran influencia: las matemáticas.

Es casi lógico pensar que la música utiliza las matemáticas a la hora de su


formulación. Cuando abrimos una partitura, suele estar llena de números, tales
como el compás y el ritmo.

Para ver el origen de tan estrecha relación entre ambas disciplinas, habría que
remontarse a la antigua Grecia (siglo IV a.c.), en la que el filósofo y matemático
Pitágoras estableció esta estrecha relación, incluyendo incluso a la música
como una disciplina de las matemáticas (dicha consideración se mantuvo hasta
la Edad Media). A raíz de los estudios de Pitágoras, surge la relación entre la
frecuencia y la longitud (la calcularon utilizando cuerdas tensadas que
percutían y median la sonoridad y la diferencia tonal según la longitud de la
cuerda), estableciendo las unidades de medida de frecuencia utilizadas a día
de hoy en los pentagramas: octava, cuarta, y quinta.

De hecho fue Pitágoras el que estableció la primera escala musical basada en


los cálculos matemáticos, que se definió como escala pitagórica.

Ya en el siglo XVII fue cuando se estableció la escala musical que se utiliza a


día de hoy: la escala temperada, que se compone de 7 octavas, con 12
semitonos cada una, y que a nivel de frecuencia abarcarían desde los 21
herzios hasta los 8 kiloherzios. (teniendo en cuenta que el oído humano puede
llegar a captar sonidos que abracan desde los 20 hz a los 20 khz, siendo los
sonidos superiores a los 10 khz tan agudos, que resultan excesivamente
molestos, por lo que no se contemplan en dicha escala temperada).

Aunque probablemente el mejor representante de esta relación matemático-


musical sea el músico barroco alemán Johann Sebastian Bach, el cual estudió
la simetría y la organización musical. Bach, en los últimos años de su vida creo
una serie de acertijos o problema musicales para sus alumnos, presentes en
sus cánones y fugas, los cuales debían ser descifrados para poder ser
interpretados correctamente.

Pero no solo influyen las matemáticas en la música. La relación es


inversamente proporcional. El uso de la música en las matemáticas suele
hacerse a nivel formativo y educativo. Son muchas las canciones cuyas letras
suelen hablar de los números (aprendizaje de los números de 1 al 10 para los
más pequeños, o las tablas de multiplicar, reglas aritméticas). Los ritmos
pegadizos que suelen emplearse, llevan asociada la comprensión y
memorización de dichos contenidos.
Y otra poderosa influencia que aporta la música dentro de las matemáticas es
el incremento de ventas. La música motiva al oído y es un elemento esencial
en el marketing sensorial.

Por ello, desde Motiva te ofrecemos la posibilidad de crear tu propio canal


personalizado (con música y publicidad) acorde a tu marca, que a buen seguro
potenciara y aumentara las ventas y la productividad de tu empresa.

¿Se le dan mal las matemáticas?


¡Apúntale a música!
Diversos estudios científicos han demostrado que la música, y más
concretamente el aprender a tocar un instrumento, desarrolla la atención,
la concentración, la memoria, la tolerancia, el autocontrol y la
sensibilidad. Además favorece el aprendizaje de las lenguas, de
las matemáticas, de la historia, de los valores estéticos y contribuye al
desarrollo intelectual, afectivo, psicomotor físico y neurológico.

En concreto, el doctor Martin F. Gardiner, director de la Escuela de


Música de Providence (Rhode Island, EE.UU) publicó un artículo e n el
que afirma que una educación musical y artística especialmente diseñada
puede contribuir a mejoras espectaculares en otros campos de
aprendizaje, como la lectura y en particular las matemáticas. En este
artículo que publicaba El País, cuentan como en este experimento con
niños de entre 5 y 7 años y en solo 7 meses aquellos alumnos que habían
tenido malos resultados en la etapa preescolar y habían estado
aprendiendo música, logran igualar la capacidad de lectura de los más
aventajados y mejoraron su actitud y comportamiento y lo más
sorprendente de todo lograban superarles en matemáticas.

Y es que, como afirma Iñigo Pirfano en su libro La Inteligencia


Musical (Ed. Plataforma Editorial, 2013) “Los expertos en neurofisiología
explican que la música es un ejercicio en el que participa todo el
cerebro… demuestra por otra parte la importancia fundamental de la
música, puesto que involucra, de manera admirable, a todos los
elementos de nuestra mente y les hace entablar un diálogo: al hemisferio
izquierdo con el derecho; requiere el concurso de la lógica y de la razón,
pero también de los sentimientos.”

Las investigaciones que se han referido al efecto de la música sobre el


cerebro infantil, han coincidido en que ésta provoca una activación de la
corteza cerebral, específicamente las zonas frontal y occipital, implicadas
en el procesamiento espaciotemporal.

Asimismo al evaluar los efectos de la música a través de registros de


electroencefalogramas, se ha encontrado que la música origina una
actividad eléctrica cerebral tipo alfa. Todo lo anterior se traduce en:
La música provoca:

 Aumento en la capacidad de memoria, atención y concentración de los niños.


 Mejora la habilidad para resolver problemas matemáticos y de razonamiento
complejos.
 Es una manera de expresarse.
 Introduce a los niños a los sonidos y significados de las palabras y fortalece el
aprendizaje.
 Brinda la oportunidad para que los niños interactúen entre sí y con los adultos.
 Estimula la creatividad y la imaginación infantil.
 Al combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio, y el desarrollo muscular.
 Provoca la evocación de recuerdos e imágenes con lo cual se enriquece el intelecto.
 Estimula el desarrollo integral del niño, al actuar sobre todas las áreas del desarrollo.
Por desgracia, en nuestro sistema educativo la enseñanza musical es, en
general, pobre y no va más allá de aprender a tocar la flauta y leer
algunas notas en el pentagrama..

Para todos aquellos que no somos músicos, ni conocemos en detalle las


grandes obras, pero que nos gustaría descubrirles a nuestros hijos ese
universo increíble que es la música, la única manera que encontramos
son las escuelas de música.

A finales del siglo XIX y comienzos del XX se produce un proceso de


renovación pedagógica, provocando la aparición de numerosos métodos
de enseñanzas. Este movimiento fue general en todas las materias, por
lo que numerosos pedagogos musicales se cuestionaron la forma
tradicional de enseñar la música. Defendieron que la educación musical
debía realizarse en las escuelas, en un ambiente de juego y confianza,
desarrollando la creatividad. Así han ido surgiendo algunos métodos
activos, así denominados por favorecer la participación del niño, que
logran el conocimiento teórico a partir de la experimentación y la ciencia
musical.

Por si os animáis aquí os presentamos algunos de los métodos de


enseñanza musical más difundidos entre las escuelas de música de
España.

Método Suzuki

Basa su filosofía en la creencia de que todos los niños tienen talento para
hacer aquello que se propongan. Si todos los niños son capaces de
aprender correctamente su lengua materna, también son capaces de
aprender el lenguaje musical.

Con este método, los niños empiezan a practicar música con 2-3 años.
Se les pone música para escuchar, se les da un instrumento
para investigar, para descubrir y cuando consiguen hacer un pequeño
paso para imitar un sonido, se les motiva a continuar por ese camino.

El método Suzuki concede una gran importancia al papel de los


padres en el aprendizaje de su hijo. De hecho, se pide que cuando el
niño es muy pequeño, el padre o la madre estén en clase con su hijo y el
profesor, formando de esta manera el llamado “Triángulo Suzuki”.

Este método nos pide una dedicación continua y sistemática. Un alumno


que empieza debería tocar cada día acompañado de uno de sus padres
durante 10-15 minutos aproximadamente. (La frecuencia corta diaria nos
recuerda al método Smartick, ¿verdad?)

El niño sigue dos tipos de lecciones: una individual y otra en grupo. En la


lección individual se trabajan los elementos técnicos como la postura d el
cuerpo, el movimiento del arco (en los instrumentos de cuerda, como el
violín o el violonchelo), la colocación de las manos (sobre el piano, sobre
el violín,…). En las clases de grupo, el niño comparte la música con los
otros niños, reforzando todo aquello que ha aprendido en la clase
individual.

Las canciones y obras que los niños aprenden con el método Suzuki son
muy atractivas, de forma que motivan al niño a aprender otras nuevas y
así avanzar hacia obras más difíciles.

Método Dalcroze

En este método el profesor construye su clase sobre la escucha, la


práctica y la improvisación.

 Escucha: Jaques-Dalcroze encontró maneras de hacer que los niños fueran


comprendiendo la música gracias a su audición en la clase teórica.
 Práctica: La teoría sigue a la práctica. Una serie de ejercicios, que van desde lo que el
niño conoce a lo que no conoce, lleva a los alumnos a comprender teóricamente un
concepto gracias a haberlo escuchado y experimentado previamente.
 Improvisación: En un primer nivel, es el profesor el que improvisa en clase a través
del piano. En un segundo nivel, los estudiantes improvisan con el movimiento, con la
canción y con los instrumentos.
El inconveniente de este método se presenta para aquellos que quieran
“resultados rápidos”. El método Dalcroze tiene profundos efectos en la
interpretación musical, pero no está orientado a ofrecer resultados
visibles a corto plazo.

Método Kodáli

Las principales características de este método son:

 La música es una necesidad primaria de la vida.


 Sólo la música de la mejor calidad es buen para la educación de los niños.
 La educación musical empieza en el vientre materno.
 La instrucción musical debe ser una parte de la educación general.
 El oído, el ojo, la mano y el corazón deben ser educados a la vez.
Se trabaja mucho con la canción. La coral sirve para convertir el
aprendizaje de la música en algo útil y práctico para el niño. Kodály cree
que el mejor sistema para desarrollar las aptitudes musicales es la voz,
que es el instrumento más accesible a todos.

Se enseña música a través de las canciones por una razón: las canciones
infantiles acostumbran a utilizar las mismas notas, los mismos ritmos, etc.
Así, el niño se acostumbra a escuchar esas notas, esos ritmos y, en
consecuencia, parte de la práctica para llegar después a la teoría.

En este método se trabaja principalmente con la música tradicional del


país natal del niño, pretendiendo que su aprendizaje sea paralelo al
aprendizaje de la lengua materna del niño. Sólo cuando el niño domine
esta música podrá introducirse material extranjero.

El inconveniente que tiene este método es que las canciones con las que
se aprende son muy básicas y sencillas. Por eso, si nos decidimos por
este método, es muy importante que el niño empiece a estudiar música de
bien pequeñito. Si nuestro hijo ya tiene 11 años no querrá cantar “Cinco
lobitos”, pero si se lo podemos pedir a un niño de 3 años, estará
encantado.

Método Orff

Con el método de Carl Orff se pretende enseñar los elementos musicales


en su estado más primitivo. Los instrumentos utilizados en este
método no requieren una técnica especial (como el violín o el piano).
Así, hablamos de pies, manos, etc., o instrumentos básicos como el
tambor o el triángulo. Se basa en los juegos de los niños y en aquello
que el niño comprende y utiliza normalmente.

El método está muy relacionado con el lenguaje, ya que los ritmos se


trabajan muchas veces con palabras. De ahí se deduce que también las
palabras se pueden trabajar con los ritmos, y por lo tanto encontramos en
este método una gran ayuda para el habla de nuestro hijo.

Se trabaja también con canciones populares, como hemos visto en el


método Kodály, para que el niño practique con los elementos musicales
más sencillos y pueda pasar después a aprender la teoría.

Un aspecto muy desarrollado por el método Orff es el del movimiento,


pero se trata de un movimiento corporal básico, no de ballet. Así,
estamos hablando de caminar, saltar o trotar al ritmo de la música.

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