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Friedman se pregunta acerca de la razón por la cual el dinero tiene valor y por qué las
personas aceptan intercambiar bienes por este “papel”. La respuesta que da es que cada
persona lo acepta porque confían en que los otros hagan lo mismo. Estos trozos de papel
tienen valor porque todo el mundo piensa que lo tienen. Y lo creen así porque en su
experiencia han tenido valor. “Los EE.UU no podrían funcionar más que a un ritmo menor
que su nivel actual de producción sin un medio de cambio común y ampliamente aceptado,
no obstante, la existencia de este medio de cambio común y ampliamente aceptado se
apoya en una convención que debe su existencia a la aceptación mutua de lo que, desde un
punto de vista, es una ficción”. A pesar de que el valor de la moneda se apoya en una
ficción, el dinero cumple una función económica extraordinariamente útil, es un instrumento
para obtener con rapidez y comodidad lo que se conseguiría, aunque con más lentitud y
fatiga sin el.
Este capítulo examina el camino opuesto en el que el dinero deja de cumplir las funciones
encomendadas: al aumentar demasiado su cantidad.
“La inflación es una enfermedad, peligrosa y a veces fatal, que si no se remedia a tiempo
puede destruir a una sociedad”. Ningún gobierno está dispuesto a aceptar la
responsabilidad de haber provocado la inflación. Los funcionarios públicos encuentran
siempre una excusa: hombres de negocios voraces, sindicatos codiciosos, consumidores
despilfarradores, los jeques árabes, o cualquier otra que parezca plausible. Es cierto que
todas esas causas pueden conducir a un aumento de precios de bienes individuales, pero
no pueden llevar a un incremento general de los precios de los productos. No pueden ser la
causa de una inflación continua por una simple razón: ninguno de estos aparentes culpables
posee una máquina de imprimir billetes.
-En el mundo moderno, la inflación es un fenómeno relacionado con la impresión de billetes,
es decir, un fenómeno monetario.
Si la cantidad de bienes y servicios que se pueden comprar (la producción) aumentara tan
rápidamente como la de dinero, los precios permanecerian estables. Incluso descenderían
paulatinamente, ya que la tenencia de ingresos superiores llevaría a los individuos a
mantener una parte superior de su riqueza en forma de dinero. La inflación se produce
cuando la cantidad de dinero aumenta más rápido que la de bienes y servicios, cuanto
mayor es el incremento de la cantidad de dinero por unidad de producción, la tasa de
inflación es más alta.
Los recursos físicos y humanos disponibles y la mejora en el conocimiento y la capacidad
para utilizarlos fijan un límite a la producción. La producción crece de un modo bastante
lento.
La cantidad de dinero-mercancía está sujeta a límites físicos similares, a pesar de que a
veces (como lo muestra el ejemplo del tabaco o los metales preciosos del nuevo mundo) el
dinero-mercancía ha crecido más rápidamente que la producción.
Las formas modernas de dinero no están sujetas a límites físicos. La cantidad nominal, es
decir, el número de dólares (o la unidad monetaria que sea) puede crecer a cualquier tasa, y
a veces los aumentos de ésta pueden ser enormes.
Una de las explicaciones señala que los sindicatos son uno de los causantes del aumento
de precios. Se los acusa de utilizar su poder de monopolio para conseguir aumentos
salariales que elevan los costes, y a su vez, los precios. Friedman dice que los sindicatos
pueden prestar servicios realmente útiles a sus miembros. Pueden igualmente hacer
bastante daño limitando las oportunidades de empleo de otros trabajadores, pero no son
causantes de la inflación. El aumento salarial por encima de la productividad constituye una
consecuencia de la inflación, no una causa.
Los empresarios tampoco provocan la inflación. El aumento de los precios de sus productos
es una consecuencia o reflejo de otras fuerzas. Los empresarios no son en realidad más
ambiciosos en los países que han experimentado un aumento muy importante de los
precios que en aquellos cuya inflación ha sido pequeña.
Otras explicaciones que se han dado son la baja productividad…
De esta forma, Friedman refuta otras explicaciones que se han dado y sostiene que la
inflación es principalmente un fenómeno monetario, provocado por un crecimiento mayor de
la cantidad de dinero que de la producción. El papel de la cantidad de dinero es el factor
más importante, el de la producción, el secundario.
Muchos factores pueden producir fluctuaciones temporales en la tasa de inflación pero sus
efectos sólo pueden ser duraderos en tanto en cuanto afecten a la tasa de crecimiento
monetario.
El remedio a la inflación
“Oímos comentar que una cifra de paro más elevada y un crecimiento económico menor
constituyen soluciones a la inflación, que las alternativas a las que debemos enfrentarnos
son o más inflación o más paro. Sin embargo, a lo largo de las últimas décadas, el
crecimiento de la economía norteamericana ha disminuido, la cifra media de desempleo ha
aumentado, y la tasa de inflación también ha sido más alta. Hemos sufrido al mismo tiempo
más inflación y más paro”. ¿Cómo se explica?
La respuesta es que un crecimiento económico menor y un desempleo más elevados no
son remedios para la inflación. Son los efectos secundarios de una solución adecuada.
Muchas políticas económicas que impiden el crecimiento económico y aumentan el
desempleo, pueden al mismo tiempo incrementar la tasa de inflación. Esto es cierto en el
caso de algunas de las políticas que se han utilizado: controles esporádicos de precios y
salarios, una creciente intervención estatal en la actividad económica, todo acompañado de
un gasto público cada vez mayor, y de un crecimiento rápido de la cantidad de dinero.
Estos efectos secundarios son desagradables, de modo que es importante comprender las
razones debido a las cuales ocurren e intentar encontrar los medios para mitigar sus
efectos.
Consideremos, en primer lugar, lo que ocurre cuando se inicia un crecimiento de la oferta
monetaria inflacionario.
El efecto inicial secundario de un crecimiento más rápido de la oferta monetaria consiste en
la aparición de una cierta prosperidad económica y una cifra de empleo más alta. Pero tarde
o temprano esta señal general se hará notar.
Si el crecimiento de la oferta monetaria no continúa acelerándose, el estímulo inicial que se
había convertido en un aumento del empleo y de la producción se ve reemplazado por la
tendencia opuesta: ambas magnitudes disminuirán como consecuencia de unos precios y
salarios mayores.
Es necesario un cierto tiempo para que estas reacciones se produzcan.
La secuencia de los acontecimientos que conducen a una disminución del crecimiento de la
oferta monetaria es la misma que se acaba de explicar, excepto que se produce en
dirección opuesta. La reducción inicial del gasto se interpreta como una disminución de la
demanda de productos concretos que, tras un intervalo, conduce a una baja en la
producción y en el empleo. Tras otro ínterin, la inflación disminuye, y va acompañada a su
vez de un aumento de la producción y el empleo.
Los cambios que se producen en las tasas de crecimiento de la oferta monetaria y en la
inflación ponen en marcha todos estos ajustes.
No hay modo de evitar los efectos secundarios que una solución a la inflación genera, sin
embargo, es posible suavizar dichos efectos.
El instrumento más importante para moderar estas consecuencias consiste en reducir la
inflación gradual, pero continuamente mediante una política anunciada de antemano y que
reciba apoyo de los distintos grupos del país.
La razón de la progresividad y la notificación previa de la política económica que se va a
poner en práctica consiste en dar a la gente tiempo para que ajuste sus acuerdos y
medidas, y para inducirla a que lo haga. (Muchos individuos se han comprometido en firme
en contratos a largo plazo basándose en anticipaciones respecto a la probable tasa de
inflación, si se da un cierto tiempo, estos contratos pueden ser completados, renovados o
renegociados y pueden ajustarse entonces a la nueva situación).
Otro mecanismo que ha demostrado su efectividad para mitigar las adversas consecuencias
secundarias que la eliminación de la inflación plantea, es un regulador automático de la
inflación que se utiliza en los acuerdos a largo plazo, conocidos como cláusulas móviles.
Un ejemplo de esto consiste en la estipulación de ajuste al coste de la vida incluida en
muchos contratos salariales. Un contrato de este tipo especifica que el salario por hora
aumentará en, por ejemplo, un dos por ciento más la tasa de inflación. De este modo, si la
inflación es baja, el aumento salarial nominal es pequeño, si es elevada, tal aumento es
alto, pero en cualquier caso el poder de compra del salario (salario real) permanece intacto.
Estas estipulaciones móviles reducen el retraso temporal que se produce entre la reducción
del crecimiento monetario y el subsiguiente ajuste de los salarios y los precios. De este
modo, acortan el periodo de transición y reducen los efectos secundarios intermedios.
Sin embargo, aunque sean útiles, estas condiciones están lejos de ser una panacea. Es
imposible que todos los contratos sean móviles, y por otra parte es costoso ajustar la mayor
parte de ellos.
Sin embargo, estas estipulaciones son muy útiles como una medida permanente en la
esfera de influencia de la Administración federal. Las ayudas de seguridad social y otras
percepciones de jubilación, los sueldos de los empleados federales, y muchos otros gastos
del gasto público se encuentran en la actualidad automáticamente ajustados a la inflación.
Pero, existen dos olvidos evidentes e inexcusables: los impuestos sobre la renta y el
endeudamiento público de préstamos. El ajuste de la estructura del impuesto de las
personas físicas y de las sociedades a la inflación (de modo que un aumento de precios del
10% aumentara los impuestos en términos monetarios en un 10%) eliminaría la imposición
de gravámenes mayores sin haber sido votados. De este modo, reduciría el incentivo que
en la actualidad tiene el estado a crear inflación, ya que las rentas generadas por la inflación
disminuirían.
Como remedio a la inflación se proponen a veces los controles de precios y salarios. Pero
se ha demostrado que los controles no constituyen una solución, ya que distorsionan la
estructura de precios, reduciendo la eficiencia con la que el sistema trabaja.
Conclusiones