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Un año antes del término legal de su mandato, Balta convocó a elecciones en medio de una

gran crisis económica. Varios candidatos se presentaron, pero entre todos destacó la figura
de Manuel Pardo y Lavalle, líder del recién fundado Partido Civil, el primer partido propiamente
dicho fundado en el Perú como respuesta al predominio militar en la política peruana y que
agrupaba a profesionales liberales, comerciantes, empresarios, hacendados, que
conformaban la naciente burguesía nacional. Pardo triunfó, pero faltando pocos días para que
asumiera el poder, Balta fue derrocado y apresado por los coroneles Gutiérrez (que eran
cuatro hermanos), originando así un golpe de estado conocido como la rebelión de los
coroneles Gutiérrez. Estos fueron incitados a realizar tal acción pues temían perder sus
privilegios castrenses con la ascensión al poder del civilismo. El mayor de dichos
hermanos, Tomás Gutiérrez, se autoproclamó Jefe Supremo; unos días después Balta era
asesinado en la prisión (26 de julio de 1872), lo que provocó una violenta reacción de la
ciudadanía, que asesinó en las calles a tres de los Gutiérrez (entre ellos Tomás) y restituyó la
constitucionalidad.

Manuel Pardo y Lavalle, presidente del Perú (1872-1876).

Manuel Pardo, que había huido a Pisco, retornó a Lima y tomó el mando de la nación el 2 de
agosto de 1872. Pese a las medidas que tomó para contrarrestar la grave crisis económica
(entre ellas la nacionalización de la riqueza salitrera), no tuvo éxito. El contrato Dreyfus ya no
rendía pues la Casa Dreyfus se negó a dar más adelantos con garantía del guano, arguyendo
que el Estado peruano le debía.
Durante el gobierno de Pardo se firmó el Tratado de Alianza Defensiva entre Perú y Bolivia, el
6 de febrero de 1873, que luego sería usado como pretexto por Chile para desatar la Guerra
del Pacífico.
En 1876 la transmisión del mando se produjo sin incidentes. Los principales candidatos eran el
ex presidente Mariano Ignacio Prado y el contralmirante Lizardo Montero. El triunfador fue
Prado.
Durante su gobierno, Prado enfrentó el problema de la cuantiosa deuda externa y la galopante
crisis económica y hacendaria. Tratando de paliar la situación, Prado declaró disuelto el
Contrato Dreyfus y firmó un nuevo contrato para la venta del guano con la firma inglesa
Raphael e Hijos, el llamado Contrato Raphael, pero no tuvo éxito. El precio del guano iba por
entonces cayendo en el mercado internacional y ya no constituía un negocio rentable. La crisis
se agudizó. El Estado peruano se declaró en bancarrota y anunció la moratoria de su deuda
externa.
Para colmo, Prado tuvo que enfrentar la oposición de Nicolás de Piérola, que acaudilló dos
revoluciones, que si bien fueron sofocadas, causaron un gasto a la ya exhausta caja fiscal.
Suceso luctuoso de este período fue el asesinato de Manuel Pardo, entonces presidente del
Senado, el 16 de septiembre de 1878. Al año siguiente estalló la guerra con Chile, pese a los
intentos de Prado de evitarla diplomáticamente. Chile, con su característica perfidia, esperó el
momento adecuado para atacar al Perú, es decir cuando éste se hallaba en plena bancarrota
y prácticamente desarmado.

Guerra del Pacífico (1879-1883)[editar]


Artículo principal: Guerra del Pacífico

"Hoy es una verdad histórica, comprobada con documentos oficiales de Chile y por sus
mismos publicistas, que la verdadera causa de la guerra declarada por esta nación al
Perú y Bolivia en 1879… era la ambición de ensanchar su territorio a costa de éstos; los
guanos de la costa y las salitreras de Atacama y Tarapacá embargaban pues la codicia
del gobierno y del pueblo chileno".

—Mariano Felipe Paz Soldán.

La guerra desencadenada por Chile contra el Perú y Bolivia en 1879 fue denominada Guerra
del Pacífico por el historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna y así se ha impuesto en la
historiografía actual, pero se trata de una denominación equívoca, pues no fue una guerra
absolutamente marítima, sino que la mayor parte de las acciones militares se desarrollaron en
escenario terrestre, y se definió en el mismo. La más apropiada es la denominación que le dio
el historiador peruano Mariano Felipe Paz Soldán, en una de sus obras: la Guerra de Chile
contra el Perú y Bolivia. Otro historiador, el venezolano Jacinto López, la definió también de
manera acertada: la Guerra del guano y del salitre.2
Efectivamente, está fuera de duda de que la causa principal de la guerra fue
el expansionismo chileno: Chile ambicionaba los yacimientos peruanos y bolivianos de salitre,
y adicionalmente, los de guano, que por entonces alcanzaban precios ingentes en el mercado
mundial. Pero no se habría lanzado a una aventura como esa si no hubiera sido movido,
armado, preparado y animado por las potencias europeas, principalmente Inglaterra. Las
razones por las que las potencias europeas se pusieron contra el Perú fueron las siguientes:

 La política salitrera peruana, contraria al liberalismo propiciado por Inglaterra y otras


potencias.
 Las maniobras antiperuanas de los acreedores del Perú, principalmente Dreyfus.
 La interrupción de los servicios de la deuda externa peruana.3
En cuanto al pretexto esgrimido por Chile, fue el famoso impuesto de 10 centavos por quintal
de salitre exportado, que Bolivia impuso a la Compañía de Salitres y Ferrocarril de
Antofagasta, empresa con capitales chilenos asentada en el litoral boliviano. A decir de Chile,
este impuesto violaba el Tratado boliviano-chileno de 1874, que prohibía elevar los impuestos
durante 25 años a los ciudadanos chilenos. Bolivia argumentó que la compañía no era
«ciudadano chileno» sino una sociedad mercantil constituida de acuerdo a las leyes de Bolivia,
y sujeta, por lo tanto, al ius imperium de ésta. Ante la negativa de la Compañía a pagar el
impuesto, el gobierno boliviano reivindicó las salitreras y anunció el remate de las propiedades
y material de la compañía (1 de febrero de 1878). El gobierno de Chile inició entonces las
hostilidades, enviando a su flota a Antofagasta, donde desembarcaron sus tropas. Todo el
litoral boliviano fue ocupado por los chilenos. El Perú envió una misión diplomática para
mediar en el conflicto, la misma que estuvo encabezada por José Antonio de Lavalle y que fue
vejada por una turba desaforada al arribar a Valparaíso. El gobierno chileno no aceptó la
mediación peruana y adujo que acababa de descubrir la existencia del Tratado de Alianza
Defensiva entre Perú y Bolivia de 1873, lo cual era falso, pues si bien dicho pacto fue firmado
con carácter de secreto, lo cierto es que la cancillería chilena estuvo desde un principio al
corriente del mismo. La versión chilena sostiene que el Tratado peruano-boliviano de 1873, si
bien era defensivo en la forma, era ofensivo en el fondo, por lo que considera la mediación de
Perú como una forma de ganar tiempo, mientras se realizaban preparativos de guerra. Sin
embargo, la cruda realidad era que el Perú no tenía ningún interés en ir a la guerra, ya que se
hallaba sumido en una total bancarrota y era consciente de su inferioridad bélica; por ello el
presidente Prado agotó todos los recursos para solucionar el conflicto por la vía diplomática,
pero fracasó ante la intransigencia chilena. Chile exigió al Perú que se mantuviera neutral en
el conflicto, a lo cual el Perú se negó pues el Tratado de 1873 lo obligaba a ayudar a Bolivia.
Acto seguido, Chile declaró la guerra al Perú el 5 de abril de 1879; ya Bolivia lo había hecho a
Chile, el 14 de marzo.
A partir de este momento dio comienzo la guerra, en la cual se pueden distinguir cinco fases.

La campaña marítima[editar]

Combate Naval de Angamos, óleo de Thomas Somerscales.

La campaña marítima se desarrolló de abril a octubre de 1879, entre la escuadra chilena y la


peruana, pues Bolivia carecía de marina. La superioridad de Chile era abrumadora y se
cimentaba en sus dos buques blindados, el Blanco Encalada y el Cochrane. Mientras que los
buques principales de Perú eran la fragata Independencia y el monitor Huáscar, adquiridos en
la década de 1860 e inferiores en poderío frente a cualquiera de los blindados rivales. La flota
de Chile empezó bloqueando el puerto peruano de Iquique; a mediados de mayo de 1879
partió rumbo al Callao para enfrentar a los buques peruanos, dejando en el bloqueo de
Iquique a la corbeta Esmeralda y a la goleta Covadonga. Pero la flota peruana se adelantó y el
21 de mayo de 1879 arribó a Iquique con el objetivo de levantar el bloqueo. Se trabó
el combate naval de Iquique. El Huáscar, al mando de Miguel Grau, hundió a la Esmeralda y
puso en fuga a la Covadonga, que fue perseguida por la Independencia, la cual encalló y se
hundió en Punta Gruesa. Si bien ambas flotas perdieron una de sus naves, la peor parte la
llevó el Perú, que perdió a su principal buque de guerra. En los meses que siguieron, los
buques peruanos desarrollaron una política de hostigamiento en los puertos de Chile.
El Huáscar, siempre al mando de Grau, practicó numerosas incursiones que resultaron muy
perjudiciales para Chile, siendo la más sonada la captura del vapor Rímac, a bordo del cual
iba un regimiento chileno completo, los carabineros de Yungay. Finalmente, la flota chilena
pasó a la ofensiva y acorraló al Huáscar frente a Angamos, librándose un combate desigual, el
8 de octubre de 1879. Allí murió Grau, convirtiéndose desde entonces en el mayor héroe del
Perú. Al margen de su heroísmo, se debe destacar en el jefe peruano la nota de humanidad y
su respeto a las leyes de la guerra que imprimió en todos sus actos durante el desarrollo del
conflicto, lo que le valió el apelativo de «El caballero de los mares».
Libres de peligro en el mar, los chilenos iniciaron la campaña terrestre.

La campaña de Tarapacá[editar]
Batalla de Tarapacá.

La campaña de Tarapacá, primera fase de la campaña terrestre, se desarrolló en el mes de


noviembre de 1879. Chile invadió la provincia peruana de Tarapacá, de importante valor
económico debido a sus yacimientos de guano y salitre. Esta campaña comenzó el 2 de
noviembre con el desembarco chileno en Pisagua, puerto que fue defendido por mil soldados
aliados peruanos y bolivianos al mando de Isaac Recavarren, los que, naturalmente, no
pudieron contener el masivo desembarco de diez mil chilenos. El ejército aliado acantonado
en Tarapacá estaba al mando del general Juan Buendía y sumaba diez mil hombres (6000
peruanos y 4000 bolivianos). Se esperaba la llegada del presidente boliviano Hilarión Daza y
su ejército de 3000 efectivos que se hallaban en Tacna, para poder realizar una maniobra
conjunta contra los invasores. Pero desde el primer momento hubo descoordinación entre las
fuerzas aliadas. Daza pasó a Arica y continuó hacia el sur, pero al llegar a la quebrada de
Camarones retrocedió «abrumado» por el desierto. Mientras que en Tarapacá, Buendía, que
ignoraba la deserción de Daza, avanzaba para recuperar Pisagua. Los chilenos, por su parte,
se fortificaban en el cerro San Francisco. En la tarde del 19 de noviembre, avanzadas del
ejército peruano, sin que mediara orden del comando, trabaron escaramuzas con el enemigo,
hasta que la lucha se extendió. Se libró así la batalla de San Francisco, conocido por la
historiografía chilena como batalla de Dolores. Héroe de la jornada fue el coronel
cuzqueño Ladislao Espinar, que al frente de sus batallones trepó el cerro San Francisco para
capturar la artillería enemiga. Con gran esfuerzo los chilenos rechazaron la embestida y se
hicieron finalmente del triunfo. Las tropas peruanas retrocedieron, pero días después, el 27 de
noviembre, tuvieron aun fuerzas para ganar la batalla de Tarapacá, donde
destacaron Belisario Suárez y Andrés Avelino Cáceres. Sin embargo, este triunfo no cambió el
curso de la guerra y las fuerzas aliadas continuaron su retirada hacia Tacna, cruzando el
abrasador desierto. En enero de 1880, toda la provincia de Tarapacá pertenecía ya a Chile, y
la exportación del salitre comenzó a dar réditos a su gobierno.

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