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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ARAGÓN

NOMBRE DEL EQUIPO: CLEVELAND

TEMA: CARACTERÍSTICAS DE CADA ORDEN NORMATIVO

GRUPO:1904

MATERIA: FILOSOFÍA DEL DERECHO

PROFESOR: FLORES CRUZ FRANCISCO

INTEGRANTES:
CERVANTES AVILA RAFAEL
CHAVEZ SANCHEZ BRIAN ALEXANDER
COHUO HERNANDEZ ALAN VIRGILIO
LÓPEZ SANCHEZ ROGELIO
PEREGRINA CHÁVEZ JUANA CAROLINA
Introducción

En el presente trabajo de investigación se hablara de un tema de la materia de


filosofía del derecho la cual es una rama de la filosofía que estudia los
fundamentos filosóficos del derecho y los valores como orden normativo e
institucional de la conducta humana en sociedad sin perder el punto de vista ético y
los valores respectivos que conlleva el mismo.
Por lo tanto, el siguiente tema tiene que ver con el mundo normativo y su estructura
por lo que las normas reguladoras de la conducta humana no se encuentran
aisladas y en desorden, si no que constituyen conjuntos orgánico-sistematizados de
preceptos vinculados entre sí, denominados ordenamientos normativos.
El conjunto sistematizado de normas que regulan el obrar o comportamiento del
hombre y tienen la misma razón de validez, se llama ordenamiento normativo.
 4.4 Características de cada orden normativo

Característica es un rasgo o una singularidad que identifica a alguien o a algo.


Normalmente se emplea el término en plural, pues son varios los elementos que
sirven para describir las distintas realidades.

Un ordenamiento no es solo un conjunto de normas, es la estructura, la función y


fin normativo que da sentido a las normas, que permite predicar su validez, su
existencia, sus características, jerarquía y clasificación. Las normas jurídicas sin
inscribirse en un ordenamiento no podrían explicarse, reconocerse como jurídicas,
ubicar su jerarquía, su lugar en alguna clasificación, determinar su validez,
existencia y eficacia.

 4.4.1 Autonomía y heteronomía

Autonomía. En la acepción legal del término, es la capacidad de una persona


(individual o colectiva), de darse las leyes que han de regir sus actos.

Según Emilio Betti, “autonomía significa, en general, actividad y potestad de darse


un ordenamiento, esto es, de regular las relaciones e intereses propios, potestad y
actividad que son ejercidas por el propio ente o por los miembros que a él
pertenecen”.

Considerada desde el ángulo visual de la competencia, la autonomía puede ser


asumida independientemente por el mismo ente o sujeto, o bien ser delegada y
reconocida por una instancia superior.

Mientras que autonomía, en sentido ético del vocablo, es un atributo de nuestro


querer o, en otras palabras, la posibilidad que este tiene de autodeterminarse,
autonomía, en la acepción legal de la voz, es un derecho subjetivo del individuo o
el ente autónomos.
El concepto moderno de autonomía surge principalmente con Kant y da a entender
la capacidad del sujeto de gobernarse por una norma que él mismo acepta como tal
sin coerción externa. Por el hecho de poder gobernarse a sí mismo, el ser humano
tiene un valor que es el de ser siempre fin y nunca medio para otro objetivo que no
sea él mismo. Pero para Kant, esta autolegislación no es intimista sino todo lo
contrario. Una norma exclusivamente individual sería lo opuesto a una verdadera
norma y pasaría a ser una "inmoralidad". Lo que vale -según Kant y según la
mayoría de los sistemas éticos deontológicos- es la norma universalmente válida,
cuya imperatividad no es impuesta desde ningún poder heterónomo sino porque la
razón humana la percibe como cierta y la voluntad la acepta por el peso de su misma
evidencia. Esta capacidad de optar por aquellas normas y valores que el ser
humano estima como válidas es formulada a partir de Kant como autonomía. Esta
aptitud esencial del ser humano es la raíz del derecho a ser respetado en las
decisiones que una persona toma sobre sí misma sin perjudicar a otros.

La autonomía es una forma de libertad, que revela alta autoestima, pues revela
confianza en uno mismo, sentido de control de la propia vida y madurez psicológica.
Puede asociarse con la autenticidad en el sentido de que la persona con autonomía
ejerce su libre albedrío sin la urgencia de caer bien o complacer a otros, en
detrimento de sus deseos y necesidades reales. La autonomía nos lleva a vivir por
leyes personales, por una ética que dicta lo correcto, lo sano, lo adecuado, lo
necesario. Nos dota de congruencia, nos aleja de tener que asumir deberes
indeseados e innecesarios, y de quedar comprometidos por los favores que nos han
hecho. La autonomía es maravillosamente liberadora.

Sabemos que no estamos actuando de manera autónoma cuando orientamos la


conducta a complacer a otros y nos sentimos culpables por ello; cuando llenamos
la agenda con actividades que odiamos realizar pero que creemos socialmente
necesarias, aunque después, en la sinceridad de la soledad, experimentemos vació
y frustración.

No se trata de convertirnos en egoístas o desadaptados sociales, sino de saber


cuándo es realmente indispensable intervenir a favor de otros, qué es lo más justo
para nuestros objetivos y bienestar emocional. La solidaridad se le brinda a los
débiles, no a los cómodos.

La autonomía tiene muchas ventajas, pues aumenta nuestra seguridad personal,


reduce la ansiedad de la soledad, y marca distancia a los abusadores, controladores
y entrometidos.

Heteronomía. En sentido etimológico significa legislación que dimana de un querer


ajeno. En segundo sentido heterónoma es toda legislación a que nuestra voluntad
debe incondicionalmente someterse, pero que no tiene su origen en un sujeto
distinto del actuante, sino en una instancia objetiva, ya sea la universalidad de la
razón, ya, como lo afirma Max Scheley y Nicolai Hartmann, los valores en que estos
filósofos encuentran el fundamento inconmovible de toda moralidad.

Heteronomía significa que el creador de una norma jurídica es diferente del


destinatario, esto es que las normas jurídicas son creadas por otra persona distinta
al destinatario de la norma, y, que ésta, además, es impuesta en contra de su
voluntad; esta característica se opone a la Autonomía que significa que la norma es
creada de acuerdo a la propia conciencia de la persona, es auto legislación (darse
sus propias leyes).

Las leyes a las que está sometido no tienen origen en su propia razón sino que le
vienen dadas de fuera. La voluntad puede estar determinada por dos principios,
puede tener dos fundamentos: la razón o la inclinación.

Cuando es la propia razón la que decreta el modo en que debe actuar la voluntad,
ésta es autónoma porque se da a sí misma sus propias leyes. Sin embargo, cuando
la voluntad está determinada por la inclinación (palabra con la que Kant se refiere
al conjunto de apetitos sensibles) la voluntad es heterónima.

Esta tesis kantiana puede parecer extraña para la forma actual de entender las
cosas, pues ahora es más bien común creer que se es libre si se es capaz de
realizar todos y cada uno de los apetitos que se tengan, por lo que se considera a
la ley moral como un estorbo para la libertad absoluta, entendida como capacidad
para hacer lo que plazca. Sin embargo, Kant pensó que cuando existe el propósito
de seguir las reclamaciones de los deseos o apetitos la conducta no es libre, pues
su realización sólo es posible plegándose a las exigencias que impone el mundo y,
por tanto, a algo exterior a la propia voluntad. Por ejemplo, si alguien considera que
el principio que debe regir su conducta es el de obtener reconocimiento social por
encima de todo, su conducta no será constante pues tendrá que someterse a las
exigencias determinadas por el cambiante orden social: si desea conseguir el
aplauso de la mayoría deberá cambiar de partido político, o de amistades, o de ideas
cuando las circunstancias lo hagan necesario.

La voluntad puede estar determinada por dos principios, puede tener dos
fundamentos: la razón o la inclinación. Cuando es la propia razón la que decreta el
modo en que debe actuar la voluntad, ésta es autónoma porque se da a sí misma
sus propias leyes particulares o discretas. Sin embargo, cuando la voluntad viene
determinada por la inclinación (palabra con la que Kant se refiere al conjunto de
apetitos sensibles venidos de lo ajeno) la voluntad es heterónoma por su
generalidad o sincretismo.

 4.4.2 Interioridad y exterioridad

Interioridad. Es característica esencial de las normas morales la interioridad. Es en


el fuero interno de la conciencia donde el hombre tiene que decidir por el bien y
rechazar el mal. La decisión moral es aquella que brota desde lo más íntimo del ser
humano que es su conciencia. En el actuar del individuo lleva toda la intención para
cumplir una determinada norma, es decir, que sin importar el resultado material de
la conducta, la persona actúa de acuerdo con su propia conciencia de lo que él
considera bueno o malo, un ejemplo de esta norma es el contraer matrimonio dos
veces con distintas personas, aquí el actuar del individuo no le importó divorciarse
del primer matrimonio, ya que según su criterio es bueno el haberlo hecho pero esto
es un impedimento que consigna el Código Civil. Pero, una vez tomada la decisión
esta debe fraguarse la mayor parte de las veces en actos externos. De allí que, en
las normas morales, predomina la interioridad, pero esto no excluye, si no que
muchas veces exige, la exterioridad.

Exterioridad. Supone mirar fundamentalmente, la interna. Estas normas no


atienden la intención del sujeto, si no que enfocan al resultado material de la
conducta, por ejemplo: a este tipo de normas no le interesa si una persona mata a
otra que se encuentra en fase de una enfermedad terminal y sufría mucho, y por
misericordia se consideró necesario matarlo, de cualquier forma existe el homicidio,
o bien es un homicidio imprudencial, toda vez que la persona que decidió matarla
no tenía la intención, pero de cualquier forma cometió tal acto y es castigado con
una sanción que impone el poder del Estado.

 4.4.3 Unilateralidad y bilateralidad

Unilateralidad. La norma moral es unilateral porque le impone deberes


independiente mente de los deberes que tengan otros individuos. Determina la
bondad o maldad de los actos, según que sea o no adecuados para realizar el bien
racional del sujeto agente. Consiste en que las normas unilaterales no prevén la
existencia de un sujeto facultado para exigir el cumplimiento de las obligaciones
contenidas en esa norma al destinatario, es decir, o confieren facultades o imponen
obligaciones, por ejemplo: un poder notarial, un convenio, un contrato. Compara
siempre las posibilidades de actuación, frente a la conciencia, del sujeto y en
relación con su bien de manera que los actos conducentes al bien personal del
sujeto, debe este realizarlos, y por la misma razón debe omitir los actos
inconducentes. En uno y otro caso el hombre se encuentra siempre frente a un
deber, ya sea de acción o de omisión. En moral no hay más que deberes, jamás
pretensiones o derechos; pues la moral en el sentido estricto, no compara los actos
posibles para una conciencia, con los actos posibles de otra conciencia en relación
con su bien.
La característica más importante de las normas jurídicas, la que más las distingue
de las normas morales y religiosas: la bilateralidad creadora de deberes y derechos
correlativos.

Bilateralidad. Se explica como la obligación de una persona que exige


cumplimiento a otra. Estas normas contemplan la existencia de un derecho que es
desprendido de una obligación o viceversa y por lo tanto, la de un sujeto autorizado
para exigir el cumplimiento de la obligación, por ejemplo: en un contrato de compra-
venta, el vendedor tiene la obligación de entregar el bien y el comprador de pagarlo
o desde otro punto de vista, si el vendedor recibe el dinero, el comprador tiene la
obligación de exigirle que le entregue el bien.

 4.4.4 Incoercibilidad y coercibilidad

Incoercibilidad. Significa la usencia de presiones externas dirigidas a obtener una


determinada conducta o la omisión de ella. La conducta moral ideal es precisamente
aquella que puede realizarse con pleno conocimiento y completa libertad: el
perfeccionamiento del hombre, la realización de su bien personal, solo es posible
con su esfuerzo consiente y libre. La aplicación de esta norma no es exigida por el
Estado, no puede ser impuesta por la fuerza o coacción, ya que su cumplimiento
queda sujeto a la voluntad del individuo, por ejemplo, si una persona muy allegada
a la religión, decide no ir a misa, nadie puede obligarla a ir a la fuerza y a
consecuencia de su acto no puede ser castigada por su incumplimiento.

Coercibilidad. Es necesaria para poder obtener una pacífica convivencia ordenada


al bien común. El ideal de las normas jurídicas será lograr la cooperación voluntaria
de los súbditos, pero, como esta no siempre es posible, hay que acudir a presiones
externas y, en su caso, a castigos. Consiste en que el cumplimiento va a ser exigido
al individuo aún en contra de su voluntad e incluso con el uso de la fuerza, por
ejemplo: si el padre niega dar alimento a sus hijos menores de edad, la norma
jurídica lo sanciona y le ordena cumplir con esa obligación.
La coercibilidad es la obligación, independientemente de la voluntad, es decir, de
haber cumplido satisfactorio, el órgano del Estado puede exigirlo.

Normas Morales Religiosas Jurídicas


Autoridad Orden normativo La divinidad El gobernante
supremo (heteronomía) (Heteronomía)
(heteronimia)

Todos como Fieles Tomados en


Súbditos individuos y cuanto miembros
de categorías

Norma Se manifiesta en Y en la revelación Se manifiesta en


la conciencia la promulgación y
(interioridad) publicación.
Igual Esencialmente
Contenido Principalmente social.
normativo interno, también Principalmente
externo externo, también
interno.

Obligación Solo impone Igual Impone deberes


deberes correlativos
(unilateralidad) sin (bilateralidad)
presiones Apoyándose en la
externas coacción
(coercibilidad)
Valor protegido (Incoercibilidad) La voluntad de
La perfección Dios. El bien común de
integral del La satisfacción del la sociedad.
individuo individuo.
Conclusión
El ser humano es social por necesidad de supervivencia biológica y necesita al
derecho para regular la conducta de las personas con el propósito de asegurar la
convivencia social. No obstante, el derecho por sí mismo es insuficiente para
alcanzar tal fin.
Ante tal situación, se inventaron distintos órdenes normativos para regular la
conducta social de manera simultánea. Estos órdenes normativos coexisten de
manera simultánea, teniendo como objetivo común regular la vida social, ya sea en
lo individual o en lo colectivo.
Cada una tiene características específicas que son necesarias diferenciar, pues, de
lo contrario, estaríamos expuestos a cometer serios errores conceptuales.

Bibliografía
HEGEL, G.W.F., Filosofía del Derecho, 3ª ed., UNAM, México, 1998

TERÁN Mata, Juan Manuel, Filosofía del Derecho, 17ª ed., Porrúa, México, 2004.

BODENHEIMER, Edgar, Teoría del Derecho, 14ª Reimpresión, F.C.E., México, 1994.

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