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ADOLESCENCIA Y TECNOLOGÍA

La juventud es una libertad de la vida porque está enloquecida por un alma


deseosa, unas ilusiones que se sienten infinitas y un cuerpo fuerte y sin temores
que hospeda esta combinación esplendida. Cada época tiene su encanto, pero
está en particular, gracias a internet, tiene un potencial creativo, confuso y,
naturalmente, cierta cantidad de riesgos extremadamente grandes.

En la actualidad los jóvenes deberían, saber que si aprovechan el acercamiento a


la información global y a sus experiencias podrán llegar a alcanzar grandes
conocimientos, estudiar a distancia en las instituciones más destacadas, obtener
la facilidad de hablar sobre variedad de temas y apoyar las causas más nobles
en cualquier lugar del planeta.

A su vez, los jóvenes de hoy tendrían que saber que se mueven entre una vida
real y una virtual, deben entender que aunque no usen falsas identidades, todo el
tiempo que pasan en internet es considerado como una vida virtual y puede llegar
a convertirse en obsesión y enfermedad. Es por eso, que cada uno de ellos
debería preguntarse el “porqué” y el “para qué” está en cada una de las redes
sociales que frecuentan, de tal manera, que encuentren el “cómo” desean
comportasen en ellas y no se pierdan así mismos en el caos adictivo de lo virtual,
porque allí conviven lo maravilloso con lo temible y es entonces solo el criterio el
que actúa como su mente y el orden la que los defiende como escudo.

Así mismo, deberían, saber, opinar y debatir sobre algo maravilloso hecho con
respeto, argumentación y buenos criterios. De igual manera, saber que la
Constitución colombiana consigna que la difamación y la calumnia son un delito
cada vez que se publican información o noticias falsas se está faltando ante la
verdad. Aunque el Ministerio de las Tic no ha hecho una tarea relevante en la
regulación del uso de la tecnología, en Colombia ya existen los primeros casos de
demandas instauradas y ganadas a tuiteros, blogueros y páginas web que han
generado y distribuido contenidos falsos en el país. Por tal razón, los jóvenes
tienen la responsabilidad de escoger bien sus fuentes de información, de
comprender que las redes sociales son soportes y no fuentes, también, entender
que son responsables por aquello que certifican, al compartir en sus redes
personales y privadas.

De igual manera, deberían saber que oscilan entre su vida privada y su vida
pública, cuando se comparte tanta intimidad se abren unas puertas y se cierran
otras. ¿Cuánta información tienen las redes sociales de sus vidas? ¿Es la
información que gritarían en medio del colegio o la universidad acerca de si
mismos? ¿Saben cuáles derechos han entregado al crear una cuenta en estos
servicios? Vale la pena recordar algunos nombres como Facebook, Google,
Twitter, YouTube, Instagram, Snapchat o Tumblr. Analicemos por un instante el
universo de las redes. Por ejemplo, en el caso de Facebook, de las diez redes
sociales que mayor audiencia aglutinan en el mundo. En estas redes sociales
están incluidos nuestros jóvenes y adultos que se encuentran en una o varias de
ellas, pero este ámbito representa la dimensión del poder informativo que tienen
estos anfitriones tecnológicos y la importancia de tener control sobre la manera
como se es parte de ellos.

Los jóvenes de hoy no pueden olvidar su libertad, su derecho a construir su futuro,


el privilegio que tienen a la recreación y a compartir de manera personal con el
otro sin dejar a los miembros de su familia a un lado. Es importante que no
confundan las herramientas y sus posibilidades con el éxito. Es primordial que
esta generación sea capaz de observarse lejos de la pantalla para que tengan una
mejor perspectiva y vean, en términos reales, su verdadero destino.

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