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Oscilación de la frontera norte


vadory otrosp&
n Antropología;
mesoamericana: un nuevo ensayo
iference for Maf
Beatriz Braniff
uraldelos maya
arto Ruz, pp. i® i
moma de Méxicc

F ste artículo es un intento más por entender la región de Antropología, Mesa Redonda XVIII, 1983, Taxco),
septentrional de Mesoamérica a la cual, alguna vez, lla­ pero en ningún caso se ha llegado a conclusiones en
mé la Mesoamérica Marginal. Se trata, al mismo tiempo, cuanto a su esencia.
de un resumen sobre los diferentes enfoques: ajenos y Estamos, pues, ante una serie de problemas comple­
personales, viejos y recientes, que han permitido avan­ jos que no se pretende organizar aquí, ni proponer solu­
zar en el conocimiento de esta región y de sus diferen­ ciones generales, pues estos temas requieren de amplia
cias y a la vez de sus relaciones con la Mesoamérica discusión. Sólo se presentarán algunas alternativas de­
tradicional, aquélla ubicada al sur de la frontera delimita­ rivadas de proposiciones incluidas dentro de los varios
da para el siglo XVI y que ha recibido más atención por modelos y diversas hipótesis que hay al respecto. Se
parte de ios antropólogos. Intento presentar también tiene como meta aclarar lo que es Mesoamérica, espe­
una basé para la diferenciación de lo que no es meso- cialmente en contraste con lo que no es —el área nor­
americano, más al norte. te— para así entender cultural y cronológicamente a
Siendo ésta una región de fronteras, es necesario Mesoamérica.
adoptar modelos e hipótesis que sirvan para entender
las interacciones entre grupos de diferente clase y nivel
cultural: Los modelos aplicables son numerosos, pues­
to que deben incluirse tanto aquéllos que puedan servir Antecedentes
para definir las "áreas culturales" que entren en juego,
como los qüe sirvan para entender las relaciones inter­ En términos generales, el problema inicia hace un siglo,
nas de los sistemas socio-políticos dentro de las áreas cuando los antropólogos norteamericanos descubren
culturales, como las externas; es decir, los sistemas al nuevo "Suroeste", dentro de su reciente adquisición
socio-políticos no necesariamente imbricados dentro territorial. Ellos elaborarían esquemas culturales y cro­
de las áreas culturales. Se requiere, igualmente, dé pa­ nológicos particulares, sin manifestar mayor interés al
rámetros que sirvan para puntualizar los distintos nive­ hecho de que la región había pertenecido a México
les de desarrollo, puesto que el tipo de relaciones será hasta hacía muy poco tiempo —por lo que el término
de diferente categoría de acuerdo con ellos. "suroeste" era a todas luces inadecuado. Además,($n
Un problema interesante que se analizará es qu^el esta región persistían elementos del centro y del sur de
término Mesoamérica se refiere desde su concepción México que entohces se interpretaban como intrusio­
original a un área cultural, mientras que a la región al nes recientes de épocas coloniales^Afortunadamente,
norte no se concibe hoy en díacomo tal; es decir, se está este enfoque centralista norteameTícano cambió con el
ante concepciones diferentes.j t l occidente de México, tiempo, y recientemente, el problema de las conexiones
que está muy relacionado TStfn la Mesoamérica Sep­ con Mesoamérica es un tema de estudio muy relevante
tentrional ocupa un lugar impreciso dentro del desa­ (verWilcox. 1986, para un análisis histórico de estas ideas).
bolló mesoamericano, quizá porque los parámetros Sería Kroeber quien, en 1939, delimitaría las "Areas
empleados han sido siempre los determinados para Culturales y Naturales de Norteamérica” definiendo un
s regiones nucleares de Mesoamérica. Tampoco se "Suroeste” centrado en Arizona, Nuevo México y Colo­
¡n ?oncebicio estos núcleos como centros de redes que rado. Sin embargo, pronto se anexarían, en forma bas­
ocluyan agrupaciones menos complejas en sus peri- tante forzada, culturas evidentemente diferentes como
nas, las cuales pueden estar ubicadas tanto dentro la muy antigua cochise y las supervivientes de cazado­
v.®re®cultural como fuera de ella, res-recolectores; así como la de los nuevos cazadores
vaiiri •’.abido importantes esfuerzos por reanalizar la atapascanos. Luego se ampliaría geográficamente el

tamh ir°POl°9Ía'
df»a f del ‘A ce pto Mesoamérica (Sociedad Mexicana
Mesa Redonda XIX, 1985, Querétaro) y
°ién por reubicar al occidente (Sociecfad Mexicana
concepto para integrar culturas supuestamente rela­
cionadas, ubicadas en el norte de México, ahora bajo el
nombre del El Gran Suroeste (ver Kirchhoff, 1954, para

99

a
1-1989 A rqueología
un análisis histórico del Gran Suroeste), lo cual "es un
acto superfluo de colonialismo cultural” (Beals, 1954: ¡tigación qui Los mod
193). i delin
Como es de todos conocido, pocos años después, en
1943, Paul Kirchhoff definiría la Mesoamérica Tradicional problemas de cómo identificarla, vistas la ambiguas
como una área cultural con base en una lista de elemen­ posiciones a las que se ha hecho referenciay especialr criterios arqt
tos etnográficos diagnósticos y específicos, que se re­ n los límites fronterizos donde debiera
ferían tanto a las superestructuras, como a aspectos de darse situacio nes de marginalidad y retraso con respe he planteadc
carácter básico. Estos se presentaban dentro del área lucleares, así como actividades de penetr trabajo.
cultural,'cuya frontera norteña corría a lo largo del Pá- ción (aculturación y colonización) y de retracción, Se presentí
nuco, LermaySinaloa, en una línea curvada hacia el sur como de interrelación entre grupos de diferente ni\ estableciendi
(Kirchhoff, 1943) que colindaba con regiones “áridas" al (En forma simplista se utilizaron tres elemer no sólo a Mes
norte (Sanders y Price, 1968. fig. 5), donde vivían grupos lógicos para_definir que se estaba en Mesoamérica:¡ ciones respei
de muy bajo nivel cultural llamados chichimecas, quie­ evidencia de sedentarismo (cimientos, basureros), se considera
agricultura (granos, metates planos) y cerámi cepto inspirai
nes formaban parte de los recolectores-cazadores del gadores, enti
norte de México y estaban integrados, por lo tanto, decir, los elementos básicos del Formativo. Estos
dentro del Gran Suroeste (Kirchhoff, 1942: XVIII; 1943j~J trumentos funcionaron 1969), Sande
no se encuentran al norte de la propuesta fronter Plog(1973)yl
Como contraste con esta realidad que se daba en€i
siglo XVI,¡en esa misma región chichímeca al norte de! a frontera ecológica*
río Lerma, se han reconocido desde hace muchos años del desierto de Chihuahua^
restos arqueológicos que pertenecen a asentamientos de del Gran Salado; por el límite entre los climas °"
tipo mesoamericano, que lógicamente corresponden a ticos) y C (húmedos y templados), y el determ a calidad
una época anterior a la que mencionan las fuentes et- isoyeta de los 500 mm anuales (Braniff, 1961^71 is trabajo:
nohistóricas (Hers, 1989 capítulo 1; Reyes, 1879). Esta Esos trabajos I aunque sólo
es la Mesoamérica SeptentrionaC£uya evolución se tra­ en dos importar I diseños basac
tará a la luz de nuevos datos e hipótesis. Es en la década I el desarrollo >
de los cincuentas cuando empieza a concretarse la pro­ problema del abandono de aquellas regiones nortef i. Olivé profi
blemática de esta otra Mesoamérica. por parte de los agricultores hacia el siglo XII; E políticas y Ni£
USirchhoff intentaría mejorar el enfoque del Suroeste y mismos trabajos reinterpreta la información de < rácter ecológi
del Gran Suroeste, proponiendo la existencia de dos etnohistórico, que por una parte concuerda cor
áreas culturales: América Arida y Oásis América. La trucción de Tula, y por otra muestra el rechazo que lostt Un modelo i
base de ésta diferenciación sería, en esencia, el patrón nochcas tenían hacia el chichimecatlalli. Revisa tambié soamericano,
de subsistencia, y se incorporaría dentro del primer las diferentes categorías de chichimecos reconocí cial, pero que i
grupo a los recolectores-cazadores, y dentro del se­ por los etnohistoriadores: los verdaderos y “ recalcitran ¡í^tros^aróu *”
gundo a los agricultores, estos últimos considerados tes" salvajes; los agricultores bárbaros, los mesoamei ¡?
como una derivación de Mesoamérica!]Era evidente, sin canos transculturados (los tolteca-chichimeca), y otro modelo dr|,
embargo, que había grupos intermedios y otros que de origen norteño que preservaban elementos de ai , ■^ h¡
revertían a la caza, la recolección y la agricultura se­ cultura (los chichimecas de Xolotl). Armillas no sea estructuras de
gún las circunstancias y necesidades, por lo cual era frentó especialmente al problema del avance de la fro de ^ 2 ^
imposible clasificarlos/Esta proposición recibió duras tera de los cultivadores, que ubicaba a fines del Clásii aS( C0^ 0 )as ,.
críticas, puesto que el concepto de área cultural era, así, y que concebía como reflejos de movimientos actiw información de
prácticamente inaplicable, ya que en la región existe una procedentes de los núcleos vecinos de civilización, <jas ¡ntemamei
enorme gama de medioá ambientes naturales, a veces como el resultado de una progresiva aculturación de a corta y |arga
vecinos, que condicionaron y permitieron toda clase de población local (Armillas, 1964 y 1969). (1988), Broda
adaptaciones (Kirchhoff, 1954; ver tamhién comenta­ A fines de los años setenta hice una síntesis de 50n obviament
rios de varios autores en ésa misma obra)7i conocido hasta entonces en la Mesoamérica (Brani yna pr0p0Sjc
Por otra parte, los arqueólogos que se'fian especia­ 1972,1975a y 1975b) y volví después a retomar lospr a que Dj PesQ
lizado en la Mesoamérica Tradicional, la conceptualizan blemas generales sobre este tema y los enfoqué hac jeran(j0 todo
como una unidad homogénea y han elaborado esque­ regiones más norteñas, extramesoamericanas (Brani midad llamad
mas para reconocerla a través del tiempo como un desa­ 12§5a; 1985b; 1986; 1988a; 1988b; 1988c 1989a y 198* ;ncajonamientl
rrollo también homogéneo, que se inicia a partir de una Cj-os trabajos recientes, llevados a cabo en Zacateca , se ref¡ere s¡
base neolítica durante el Formativo, para alcanzar un Durango, han sido analizados y resumidos en la obra: ,| norte de| yrd
nivel urbano (Clásico y Postclásico), que se liquidaría Marie Areti Hers (Hers, 1989). Para la región norcen# jor <je car¿cter
en el siglo XVI con la colonización europea (Pifia Chan, (Guanajuato y Querétaro), el nuevo análisis del Cen# !sa reg¡ón vjvj
1985, eñtre otrós). Regional de Querétaro (1989) cubre las importan! ¡azadores-reco
En la región nororiental de la Mesoamérica Septentrio­ aportaciones sobre esa zona. Otra obra actual de Fosl igricultores civ
nal se establecería una impresionante y larga secuencia y Weigand (1985) se refiere al noroeste e incluye trab erentes medios
arqueológica en la Sierra de Tamaulipas, donde en for­ jos sobre el occidente de México. El estudio más« a Qran Qh¡Ch¡
ma insospechada se daba el desarrollo de la agricultura portante sobre la región noreste, Río Verde, San U oeste y Gran S
en una época muy temprana fuera de la Mesoamérica Potosí, es de Michelet (1984 y 1986). Otras dos imp° explicar las evic
tradicional (MacNeish, 1958). Asimismo, en ese tiem­ tantes investigaciones arqueológicas se refieren > egión (Di Pese
po se iniciaron en Zacatecas y Durango las investi­ muy descuidada cultura de los chichimecas (Rodrigó En cuanto a I
gaciones de J. Charles Kelley y su grupo, que incluía a 1983/ 1985)^) Messistemas d

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BBAN|R ' OSCILACION DE LA FRONTERA A R QUEOLOGI A

délos que se refieren a sistemas económicosy políticos,


Los modelos teóricos que dejan a un lado el concepto de área cultural. Estos
pueden organizarse en dos grupos: los que se refieren a
Ante la necesidad, siempre presente, de tener a la mano interrelaciones a nivel preestatal y los que se refieren a
criterios arqueológicos para entender ef proceso histó­ interrelaciones entre estados. Sugiero que en este últi­
rico la esencia y límites de esta nueva Mesoamérica, mo caso, puede coexistir el primer nivel.
he planteado hipótesis sucesivas que aún requieren Dentro del primer grupo es adaptable el modelo llama­
do "Esferas de Intercambio"; dentro del segundo son
'^presentó un estudio sobre el tema del área cultural, utilizables los modelos que se aplican a las interrelacio­
estableciendo un modelo aplicable a cualquier región, nes que se dan entre "Unidades Políticas Equivalentes"
no sólo a Mesoamérica y se incluyeron algunas proposi­ y las que se dan entre unidades sociopolíticas de mayor
ciones respecto a sus relaciones externas^Bn esta obra poder hacia otras de menor categoría, como es el diseño
se considera el área cultural como un ecosistema, con­ de Sistemas y Economías Mundiales. El modelo de Este­
cepto inspirado en los planteamientos de varios investi­ raste Interacción, es aplicable a ambos grupos.
gadores, entre los que sobresalen Armilias (1964 y I Las "Esferas de Intercambio” se basan en analogías
: 1969), Sanders y Price (1968), Litvak (1975), Martín y etnográficas, que se establecen con base en el inter­
&Plog (1973) y Pailesy Whitecotton (1979). Dicho modelo cambio de diferentes objetos o servicios. Las "Esferas"
I enlista las categorías de carácter especial y temporal pueden tener el carácter de intercambio de objetos o
e deben conducirnos-a establecer el carácter especí­ conocimientos relacionados con la subsistencia básica
fico de una área cultural^¡incluyendo tanto los denomi­ o con el intercambio de objetos de prestigio (Nelson, 1986).]
nadores comunes corriólos más desarrollados, El modelo de "Esferas de Interacción" se inspiró en el
a calidad de "intensidad" (Braniff, 1983). antiguo concepto griego del “mundo conocido" o o/'-
s trabajos de Olivé (1985) y Niederberger (1987), koumena que se aplicó originalmente a la expansión del
n integratici aunque sólo se refieren a Mesoamérica, desarrollan mundo hopewelliano. Estas esferas son:
n los que resal! diseños basados en modelos universales para entender
r, sobre todo,t e| desarrollo y proceso de complejidad de Mesoaméri- ...matrices espaciales donde se da una articulación interso­
giones norteña Ca. Olivé profundiza en categorías socio-económicas y
iglò XII; en eso políticas y Niederberger añade consideración!
:¡ón de caréete r¿cter ecológico e ideológico,
erda con ladej Un modeio muy interesante por ser típicamente
¡chazoque ose soamer¡cano, aunque restringido en su aplicación
i. Revisa tamiw* . . - ' “
recalcitra metros arqueológicos con indicadores que pueden si nes difusionistas y tiene como meta el entender el desa­
rrollo de los sistemas socio-políticos, así como la emer­
;, IOS mesoame reconocidos en el campo (Castañeda, ef al., 1988). Este gencia de su complejidad, integrando los variados tipos
chimeca), y oro m0delo podría ampliarse, empleando igualmente l< de intercambio entre unidades socio políticas (cacicaz­
lementos dea» ana|0g[as histórico-etnográficas relacionadas con lao gos y estados primitivos) independientes y “en igual­
mullas no se estructuras de los “imperios"; como el huey tlatocáyotl dad", que existen dentro de una sola unidad geográfica,
»vanee de la ™ de López Austin (1985:221) para los mexicas y tarascos, y en algunos casos más ampliamente, j
i fines dei oía as, como las "provincias” mayas y otras, integrando la El modelo de "Sistema Mundial" (Waílerstein, 1974) y
vimientos acw nformación de cómo éstas unidades estaban constitui- el paralelo "Economía Mundo" (Braudel, 1984) contem­
de civilizado , las-internamente y cómo se interrelacionaban entre sí plan las acciones de colonización y explotación por
aculturaciónoe , corta y larga distancia. Trabajos como los de Attolini parte de estados fuertes en competencia (los núcleos)
• . -c rfP 1988)' Broda <1985)- Lameiras (1985:359-365) y otros sobre organizaciones menos poderosas (las periferias y
- ' sintes,l? „ «Uqbviamente aplicables. áreas externas). En el primer caso (Waílerstein, 1974)
jamérica (eran Una propos¡c¡ón simp|ista y revolucionari las periferias se caracterizan por una especialización
retomar osP a quei Di Peso enfoca a lo no mesoamericano, consi- diferencial (ecológica, ocupacional o política). Las áreas
enfoqué lerando todo lo que sucede al norte, como una sola externas están fuera del sistema económico-político,
!nl d llamada La Gran Chichimeca. En ella evita el pero proveen artículos específicos al sistema. Los sis­
7oV-atec¡ “ 'Ol?amiento de la re9'ón dentro de áreas culturales temas mundiales pueden ser sólo económicos (como el
-. ffanbra i nn! ieíe,S'mplem^nte a una zona geográfica ubicada capitalismo) o económico-político (los “ imperios”).
nidos e # rtedel Trópico de Cáncer, cuyo común denomina Con base en estos modelos se han propuesto hipóte­
í o ripi Cení « r®^ racter ec°lógico es la aridez generalizadajÉn sis respecto a las probables interrelaciones de los esta­
Va,i0S “ P“ de <=“ ichim eoir/fe* dos mesoamericanos y algunas localidades en La Gran
HeFos ariri¡H«SreC-0 ectores• 'os agricultores bárbaros y los Chichimeca. Esta primera proposición fue posterior­
T e S S J S 3 ¡ ^ ^ c iv iliz a d o s ) ,quienes se adecuaron a los di- mente ampliada y perfeccionada por los mismos auto­
" ^.ndio más i Gran-^hdluSy circunstancias temporales. Dentro de res, qujenes vuelven a analizar los varios conceptos de
verdTsanl S ^ h'meCa e' au,or incluye el discutib,e Su’ economías "mundiales", así como los varios modelos
Ve ’. Suroeste, y presenta proposiciones para imbricados en éstas, en una importante aportación, cu­
1 0t,M »"evidentes presencias mesoamericanasen la ya lectura se recomienda (Whitecotton y Paites, 1986).
as se refierenW 9'on h f - —
(©, peso. 1968 1972vL
Finalmente, otro modelo aplicable (al que todavía le
¡mecas (R o dfh^JU é ^jo ^ las-sugereneftfti-i; a reconocer le falta una estructuración concreta) utiliza la ideología
l¡°ssistemas de intercomunicación, existen varios rr religiosa y mítica (que se manifiesta a través de objetos

101
BRANiff ^ ACION PE LA FRONTERA A rqueología
(izada con connotaciones sagradas. Son centros de ción de Occidente, se desarrolla a partir de una antigua
concentración de la riqueza (del surpluss producido por base formatíva que se da hacia 1500 a.C., en Michoacán,
un sistema agrario eficaz y de los recursos comerciales Jalisco, Colima, Nayarit y Sinaloa. Esta tradición está
así como del intercambio de bienes básicos y mercan­ claramente desprovista de influencias olmecas y del
cías exóticas). El intercambio se basa en la producción centro de-México (Braniff, 1975a; Weigand, 1985:69 y
y explotación específica de cada región, lo cual produce Scott, 1985)[La fase El Arenalfca. 350-300 a.C., a 150-200
una trama multldireccional densa, compleja y formal­ d.C.) errTeuchitlán, Jalisco, representa la culminación
mente organizada.lEste sistema de bienes materiales es del típico culto funerario (tumbas de tiro), y consolida­
paralelo a otro sistema, igualmente regular, de intercam­ ción en fqjroa submonumental del patrón arquitectónico
bio de información de mensajes, que se basa en un básico (plataforma circular y construcciones circun­
conjunto de símbolos visuales asi como en un sistema dantes simétricas) y sus asociaciones específicas (jue­
mítico y un campo semántico común. Cada unidad par­ go de pelota abierto, etc.) que serán la base de las
Has, 1985:38 ticipa e irriga la vida y el organismo social del conjunto; subsecuentes fases dentro del Clásico. Existen desarro­
•egión eco» dicha participación dinámica contiene un esquema cos­ llos regionales diferentes: una región'nuclear en Teu-
ilación mogónico y mítico común, y constituye uno de los prin­ chitlán y las vecinas áreas lacustres de Nayarit, una
cipales motores de una integración cultural interregional segunda zona menos compleja que se extiende hasta la
(Niederberger, 1987:747-752). zona costera de Jalisco, Nayarit y Colima; finalmente
f |_a diferencia con las etapas posteriores se da con otra, más sencilla y*dispersa, en el norte de Jalisco y sur

ras
basé en la importancia y densidad de este modo de organi­ de Zacatecas. En la zona nuclear, rica en recursos no
zación política del territorio típicamente mesoamericano, comunes y estratégicos, las complejas tumbas son evi­
que se define por esa confederación de cités política­ dencia de linajes importantes, y las ofrendas asociadas,
mente autónomas. El periodo siguiente, llamado Proto que incluyen laturquesaquimicaque proviene deregio­
urbano, se da hacia 500 a.C., se caracteriza por capi­ nes extramesoamericanas, indican contactos con am­
tales regionales mayores, coqmás poder político de plios territorios y son evidencia clara de una habilidad
integración regional (¡bid.: 695). s sociológica para obtener riqueza con fines funerarios y
Es en este mismo tiempo (equivalente al Preclásico de estatus (Weigand, 1985: 63-70).
Superior o Formativo Terminal y Protoclásico) durante Corresponden a esta época, entre otros sitios en Oc­
el cual cidente: Morett, en Colima, en su fase Temprana (300
los que a.C.-100d.C.) (Meighan, 1972:18), y posiblemente Ama­
i orden yeqii Los avances tecnológicos Impulsaron el desarrollo de las pa, Nayarit, en su fase Gavilán; así como la fase Tierra
:ionesopua del Padre en Chametla, Sinaloa (Meighan, 1976:16,267
necesaria para que pudieran formarse los primeros centros yfig. 6).
urbanos... Ello repercutió en una modificación superestruc­ En estos tiempos se coloca, además del ya mencionado
tura! drástica, surgiendo el Estadocomo la organización social
apropiada... Fueron estos adelantos quizá los que abrieron la Cuicuilco, CLF., aNmportantísimo sitio deChupicuaro,
posibilidad de que algunos grupos se aventurasen a coloni­ Guanajuatoi Mientras unos autores ven a Chupícuaro
zar un habitat que antes los hombres no habían podido esta­ como el componente de un sistema estatal en óxpan-
blecerse (Olivé, 1985:95-98). sión, cuya foco es Cuicuilco (Florance, 1985:45), otros
ven en este último un fuerte impacto que proviene de
luos simboli /~La estructura del Estado mesoamericano está en for­ Occidente (Bennyyhoff, 1686:20). La arquitectura cir­
; también: mación entre 800 a.C. y 100 d.C. En este tiempo existen cular de Cuicuilco, que no tiene" antecedentes en la
ial, concepii cuatro geometrías constructivas, asociadas desde en­ Mesoaméríca Tradicional (Yadeun, en prensa), puede
ger, 1987:71 tonces a la cosmovisión particular mesoamericana. Las estar relacionada con las plataformas circulares de Teu-
s un elemerl geometrías son la cirqular, la rectangular, la perpendi­ chitlán (Weigand, 1985:70)£2p considero a Chupícuaro
5, como dek cular y la tetraespacial.íEsta última es la única que tiene como un heredero de la tradición del Occidente (Bra­
? comercioi continuidad en el segundo tiempo (100 a.C. a 650 d.C.) niff, 1975a). ?
(Yadeun, 1985:122-123). Finalmente, dentro del proceso de desarrollo de Mesoa-
mérica, la cristalización de metrópolis o superpotencias
La homogeneidad arquitectónica de las estructuras, es una calificadas como “centros de integración supraregio-
manifestación material de otras homologías relacionadas nal" se dan en un período urbano, entre el primer y sexto
con la organización social y con el sistema de creencias siglo de nuestra era (Neiderberger, 1987:694) o entre
(Renfrew, 1986:5. Ver además Weigand, 1985:90, nota 1). 200 y 900 d.C. (Piña Chan, 1985:68). El carácter de las
superestructuras es en este tiempo de tipo teocrático
^-Periodo Proto-urbano, según Niederberger, o (Olivé, 1985:103-104) y la forma arquitectónica tetra-
is —hacia20 .6 a “ ®volución Urbana de acuerdo a Olivé, existen en espacial es la más adaptada, desapareciendo la geóme­
en la natura* región norcentral de Mesoaméríca —por debajo del tra circular (Yadeun, 1985:123, en prensa).
•riodo preurt o Lerma—, por lo menos dos tradiciones (ver mapa 1) C_Hacia 650 d.C., desaparece Teotihuacan como centro
jmergencia1 fLnrm caracteri2an Por arquitecturas, tipos cerámicos, de integración supraregional; construyéndose luego y
je integra» guriuas y otrps datos específicos. Una de ellas corres- hasta 950 d.C., el mayor número de capitales de Estado
(villages)sí trai h 8»ix t!’ansfor™ación que se da en la cuenca cen- en toda Mesoaméríca. Es también el momento de coe­
es a las dj oímao ’ ■/j * c° ’ después de la fase de "deculturación xistencia del mayor número de variantes temporales de
stóricas. Es* I-meca (después de 700-850 a.C.) y son característicos la geometría espacial. Vuelve a aparecer en los valles
en el centro' íMto* u*dQSsltiosdeZacatenco,TicományCuicuilco centrales (Tula-EI Corral) la geometría circular, esta vez
eolítica cent; xieaerberger, op. c/f.;695). La otra, que llamo Tradi­ asociada a la rectangular (Yadeun, en prensa). Es tam-

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105
1*1989 A rqueología
do la cantidad de lluvia era menor {Ibid., fig. 9.2). Tam­
bién se tienen datos dendrocronológicos que sustentan Hay que hacer énfasis e
una gran sequía entre 1279 y 1299 d.C., aunque Martín ción que se construyeror ___
(1979: 65-68) refuta esta teoría Hay información acerca desierto por los pueblos Hohokam son infinitaniJ ciones debe
de la reducción de nivel freática y profundización de más amplios y complejos que cualquiera de sus con¡ j¡
arroyos en esos tiempos. partidas mesoamericanas, apesardequeladens¡<ja
I_gin embargo, los estudios polínicos que se han lleva­ estas poblaciones es mucho menor (Doolittle, t
do a cabo en el norte de México qo confirman clara­ sugiriéndose asi que éste es un desarrollo regio™
mente dichas sequías (Brown. 1985)/ importado de Mesoamérica (Braniff, 1985: 83). L g jnS6f(
Como contraste, en la cuenca de México, hacia 1000 ¡En relación a la arquitectura, las casas más antiq,
d.C., hay una tendencia hacia una mayor precipitación y en el suroeste de E.U. (200 d.C.) son las casas fo$j¡ ® de Mesoí
temperatura que las actuales. Hacia 1250 d.C., la lluvia planta circular y semihundidas, que difieren totalnu a “ la Mese
sigue en aumento y la máxima se alcanza hacia 1750 d.C. de la antigua habitación mesoamericana. Sedisti
Hacia 1250 d.C., la tempertura alcanza su máxima y se en aldeas, a vec§s alrededor de una casa princip;
reduce notablemente hacia 1500 d.C., cuando alcanza un dell. op. cit.: 218jQEste tipo de casa es el que poste!
nivel similar al de hoy en día. Hacia 1750 la temperatura mente se da en Chihuahua (San Antonio de Pat áre?
desciende mucho más (Niederberger 1987, fig. 596). hacia 750.d.C. (Di Pesó, 1974' volumen 1) y en sj pe" od° P,eU
Los niveles de lluvia en la cuenca actualmente son de (San José Bavícora), entre los siglos XI y XIV (Pj
800 mm, y la temperatura (oscilación media) es de 6o 1980: 29){En la región Hohokam la casa foso difie
(Rzedowski, op cit.', figs. 18 y 13). cuanto a qüe tiende a ser rectangular, con entrada
Una información que puede ser utilizada analógica­ ral de rampa, que se da entre 300 a.C., y 1100
mente, es de tiempos coloniales, cuando se registran (Haury, 1976: 82, fig. 3.28) aunque los recientes y mensajes q
mítica compa
tudios cronológicos sugieren que la primera fechai gráficos,
fluctuaciones climáticas de años buenos y malos para la que
agricultura, que se suceden cada 10 años. cionada es mucho más reciente (500 d.C. Schi tante de cohe
Las crisis de 1624 y 1692 fueron memorables. En el 1982:335 L ^n Snaketown lazonahabitacionaldea Durante el s
siglo XVIII las sequías y heladas produjeron una serie de foso rodea tina "plaza" central (zona llana circular)] i.C —proseg
hambres y escasez entre 1724 y 1810, las más terribles montículos plataformas circulares de carácter ij que ahora las
fueron las de 1749-50; las de 1785-86, y la de 1809-10 (Haury, op. cit., 82), se ubican al sur de la zonah
(Florescano, 1986: 52 y 71-73). tacional. Los juegos de pelota de muros combados«
De acuerdo con la información anterior es precisa­ pan igualmente una posición alrededor <
mente en 1750 d.C., cuando la lluvia alcanza un punto casas (Wilcox ef al., 1981, fig. 32). Póster
máximo, pero también cuando hace más frío. 700 y 1000 d.C., se da un cambio en ciertas localidi cüaro,
Los datos históricos sugieren, por otra parte, que en hacia la construcción de "pueblos", que-------- --
los valles centrales existió una época de sequías hacia que integran cuartos contiguos de múlti
1150-1200 d.C. (fin de Tula), acompañadas de migracio­ mayoría de ellos se encuentra la Kiva de plant estatales,
nes chichimecas (Armillas, 1964 y 1969). Esto contrasta hundida y circular, cuya función .entreoirá tados de igual
con la información arriba indicada, que señala una si­ algunas áreas (Chaco) la planta del pueblo Un estudio de
tuación totalmente opuesta a la de 1750 d.C., que es de anfiteatro (Cordell op. cit.: 237-301). dará a entendí
también de sequía, pues es entonces cuando la precipi­ Es en el periodo prehistórico final de "pu r las Esferas
tación pluvial fue mayor que la actual y la temperatura gados", que se inicia hacia 1175 d.C., en el peridoC Es precisarr
co Hohokam (McGuirey Schiffer, 1982:193 y 335)< nformación se
Es evidente que se requieren estudios climáticos más 1300 d.C. (Cordell op. cit. capítulo 10), cuando s< Aesoamérica {
precisos. Sin embargo, como señala Michelet (1984), en gura una nueva época durante
las regiones semiáridas norteñas, una sequía de dos o comunidades muy grandes de e
tres años consecutivos es suficiente para acarrear el contiguos), varios de los cuales fueron conocido Irional
desastre a pueblos cultivadores. los españoles. En la región Hohokam entre 1300y
Para el problema que aqui se analiza es de todas d.C., se alcanza la mayor complejidad y se consto Infiero que la
formas interesante la concordancia cronológica entre ("complejos", compouds, "casas grandes" de muros |os' “ debe a
los cambios que se dan en el extremo noroeste hacia sivos de adobe, plataformas y los "cerros de Trincfi^¡ugiere una col
1100-1200 d.C., y el desplome progresivo de la frontera (Me Guire y Schiffer, op. cit.). De éste periodo esl nuevos
de los agricultores que está bien ubicado en Guanajua- Paquimé que corresponde al auge de Casa iriamenti
to hacia esas fechas. Chihuahua, el cual se caracteriza, precisai ición de I
En cuanto a la agricultura, en gran parte del suroeste sus casas grandes de muchos cuartos contiguos,' vagar
de E.U., las plantas cultivadas fueron las que suplían la pisos y muros de adobe (Dean y Ravesloot, ir°‘
mayor parte de la alimentación, pero siempre se requirió obstante que en esta última, existen elementos
invertir una considerable mano de obra para asegurar el mesoamericano, su conformación es totalmenl y
éxito de la cosecha, empleándose siempre una multitud rente a la arquitectura mesoamericana (Braniff,1 »mún denomi
de sistemas ingeniosos para llevar agua a los campos Yadeun, en prensa).
para conservar la humedad y para detener la erosión. La Pat§ concluir y con base . . . ------ ---- —
agricultura de temporal requirió siempre de esa inver­ que¿se ha referido fundamentalmente a los asp orrespondient
sión. En otras localidades la agricultura fue sólo suple­ ecológicos y arquitectónicos, me parece que» o modo sigue,
mento de la caza y recolección y en otras más, sólo un suficientes argumentos para distinguir a la Grafl "mera coloniz
experimento corto y sin éxito (Cordell, op. cit., capítulo chimeca (o Gran Suroeste) de Mesoamérica. Aden iadispersa qur
6). claro que mientras ésta última todavía puede

106
A rqueología 1-1989

r .orno una "área cultural” (sensu Kirchhoff, 1954). un tiempo equivalente al de los “Estados" del Clásico en
cerse com (0 qUe sus evidentes interac- Mesoamérica.
, a* * J “ /nMdé’ en ».rse » través de otros parémetrc /En esta discusión cobra importancia mayúscula el sitio
i apartado- refere a modelos. yfér'Tradición” Chupícuaro de Guanajuato7no sólo por
i d e suscoj » s s u f r i d — su participación- e impacto en la cuendrde México
3la densidj —que ya mencionamos— sino porquelge le ha recono­
Doolittle, it cido como la base de desarrollos ulteriores en Guana-
juato (Braniff, 1972) y Zacatecas (Kelley, 1966J))Desa-
S í S T l Ua Inserción fortunadamente, las investigaciones en Chupíóuaro se
ní9Íd e Mesoamérica Septentrional enfocaron, solamente, hacia el complejo funerario, y si
bien aportaron valiosas colecciones, la secuencia cro­
n totali - |a Mesoamérica Tradicional nológica aún no es clara^Los elementos intrusivos en la
cuenca de México, permiten ^colocar a la “Tradición"
De acuerdo a lo mencionado anteriormente, dentro del Chupícuaro, en términos generales, dentro del Preclá­
mesoamericana tradicional y occidental, en el pe- sico Superior, pero no existe todavía la suficiente in­
periodo Preurbano 1250 a 700 a.C., florecen diversas formación para precisar su ubicación (Florance, 1985)7)
capitales regionales, cuyas características han sido ya ¡Parte del problema radica en que a esta “tradición" se fe
descritas. Esas capitales participan entre sí de una sim- adjudica una larguísima temporalidad —entre 500 a.C.,
a foso difiei iosis de carácter económico y cultural, definida esta últi- y 350 d.C. (Castañeda et al., 1988, fig. 2); es decir, casi
iacon base en intercambios regionales de información un milenio, durante el cual existe una región nuclear
X y 1100*1 mensajes que se asocian a una ideología religiosa y (¿más temprana?) alrededor de la Presa Solis (Ibid: 323)
>s reciente? mítica compartida, representada por símbolos icono­ y versiones regionales y/o temporales del complejo ce­
ñera fechan gráficos, que a su vez sirven comojjn elemento impor­ rám ica^-
3 d.C. ScW tante de'cohesión política y sociap Es evidente que entre la cerámica del sitio Chupí­
acional dec /Durante el sigu ¡ente periodo Protourbano —700 a 150 cuaro, según Porter (1956) y la Fase Morales que esafín
¿C —proseguirá el mismo sistema arriba descrito, aun- al sitio del mismo nombre (cerca de Comonfort) existen
carácter que ahora las capitales regionales son mayores y tienen similitudes, pero también discrepancias, que en mi opi­
~ "— una más amplia capacidad y potencialidad tecnológica, nión implican una diferencia cronológica. Poruña parte
ieconómica y política, alcanzando así la “Revolución hemos identificado en la Fase Morales varios elemen­
Urbana", que cristaliza en las grandes construcciones tos similares e idénticos a la Fase Ticomán (Braniff,
las de Cuicuilco y Tlapacoya en el D.F.; Chupí- 1972, lista 1), que se ubica entre 400 y 150 d.C. (Nieder-
, en Guanajuato, y Teuchitlán, en Jalisco^ berger, 1987, fig, 595) lo que me hacen suponer que
interrelaciones de estos centros de poder debie- Chupícuaro es más antiguo y cercano a la herencia de la
ir estudiadas como el preludio de las formacio- tradición de Occidente, cuya presencia en Tlatilco es
• de planta: statales, y el modelo utilizable sería el de “Es­ evidente en tiempos anteriores (Braniff, 1975: 216).
tados de igualdad", que describimos superficialmente. Una discrepancia importante es el diseño de la greca
teblo tieneli Un estudio de tipo arquitectónico e inconográfico ayu­ escalonada, que aun cuando tiene gran antigüedad en
dará a entender dichas interrelaciones, así como a defi- Sudamérica (Braniff, 1974b), se presenta, aunque en for­
- , 'ueblos nir las Esferas de Interacción coetáneas. ma no muy clara, en Morales, Guanajuato. Otros diseños
■nel peridol f Es precisamente en este tiempo que se incluye la importantes que no existen en Chupícuaro son de aves y
193 y 335)o rtfórmación sobre los primeros grupos agrícolas de la cuadrúpedos. Estas decoraciones son muy importan­
~ ,o" H0S* £e*oamér¡ca Septentrional, en su porción norcentral y tes, pues considero que son símbolos tradicionales y
orno ióroccidental. (Los pocos fechamientos que tenemos míticos, que deben contener aquella calidad ideológica
pueblo (cu Jarael Formativo Terminal en la Mesoamérica Septen- y de cohesión social que mencionábamos arriba. Estos
,n conocido rlonal se insertan en un apéndice al final de este tra- diseños aparecen posteriormente en los Altos de Jalis­
entre1300y «jo). co hacia 100-250 d.C. (Bell, 1974), después en Zacate­
cons1« /jhfiem que |a emérgencia de los asentamientos referi- cas, en la Fase AltaVista, hacia 300 d.C. (Kelley y Kelley,
^deTrinchK'>SiSe debe a es,a revolución cultural, lo que a su vez 1971; Lam. 1) o 750 d.C. (Kelley, 1985; fig. 11.3), y luego
. ,,„.«1 *ug,ereuna colonización, másqueunatransculturacipn en Sriaketown, Arizona en la región Hohókam, donde
Pr « í Gr! nuevos ,erritorios.|Esta proposición no implica, comienzan a aparecer en la Fase Snaketown —hacia 350
5fritamente J f¡Sar,amente' una HÍéjoMa climática para explicar la d.C. (Haury, 1976; fig. 12.93 y 16.1) o 750 d.C. (Schiffer,
Continuos' nvLartÓndela,ron,eramesoamericanáicomohasido 1982; p. 335), y proliferan en las siguientes fases Gila
fCnñ? S ¡ H ? vagamen,e e" el pasado; aur/cuando es de Butte y Santa Cruz —hacia 550 d.C. (Haury, 1976; fig.
T a n to s * M,?a^er< que el meíl10 ambiente debió ser el adecuado 12.93 y 16.1) u 800-1000 d.C. (Schiffer, 1982: 335). Cier­
™ 5“ '° rmar las sW “ P'emsas de una agricul- tos diseños, especialmente la greca escalonada, el ave,
5 (Rran¡ff ,*.■ ®za * temporal, que hemos propuesto como la serpiente y combinaciones de éstos, sobrevivirán
a (Bree'e ^ u n denominador mesoamerlcano. En este sentido en contextos más tardíos póst 1200 d.C., en Casas
DOSwanaratfü16 hacer notar clue esta colonización tem­ Grandes, Chihuahua y entre los pueblos históricos del
as? »rrptsnrf ^ Canza la máxima extensión mesoamericana sur-oeste deE.U. (Braniff, 1986). Estas similitudes sugie­
ren, ciertamente, la continuidad de una ideología
e aue ei oS
,C0 ,r0n,eras climó,icas Vgue a aros-
, la Gran wltnera r n ^ 6 Tf^P de Cáncer (ver mapa 3), Esta
t í Adc” C s n P °i0nización tiene- por lo demás, una apaPTén-
(¿transculturación?), más no pueden constituir Esferas
de Interacción o Sistemas Mundiales porque no son
V® .ieCjet¿ pej 5 gue sólo se ctínsolidará posteriormente, en sincrónicas.

107
1*1989 A rqueología ~ ~ ^ ^ OSCILACIC

Un diseño ausente en Chupicuaro es la greca esgra- to la región que dominaba el núcleo


fiada en líneas quebradas que se encuentran dentro de gión dé Teuchitlán y que extendía su poderío hasta' Teotihuacan y
los platos de la Fase Morales (Braniff, 1972; lam. 1 f.) e Zacatecas (Weigand, 1985; fig. 218), palmas, vasos
—muy similar a los diseños que aparecen en un tipo de ios de La Quemada y Chalchihuites, qi negros esgrafi;
la Fase Manantial (Zacatenco 1) de Zohapilco, D.F. n Zacatecas y Durango y las diversas cul¿¡ juegos de pelo
(Niederberger, 1976; lám. LVII, 1-6,10,11). Este tipo es el regionales localizadas en Guanajuato. que presencia de a
que encontramos distribuido hasta el norte de Guana- centros de diversas jerarquías durante el periodo c¡ (Franco, 1970,
juato, en el Cóporo (Fase Cóporo Temprano) (Braniff; 241 y Michelet
sico, pudieran considerarse bastante ajenas a los sue explotación
1972: 277 y 1974 fig 3) y el Cubo (Braniff, 1974a: fig. 3). mi
is de Mesoamérica (Weigand, 1985:60-9Q)
f”Én relación g_los tipos de arquitectura de carácter autor sugiere, sin embargo, que los desarrollos fuera muy utili:
>sespe,
clVico o religiosojque pueden sugerir ideologías y cen­ ficos de las fases del Clásico pudieron haber sido" 1977).
tros de poder y, precisamente en Chupicuaro, éstos, "respuesta social que mantuvo su independencia
que son pocos, se concentran en el sur del estadop Se identidad, intensificando su herencia del Foi
ilustra una plataforma rectangular con construcciones transformándose asi en un componente de la gene El ocaso -
superpuestas que recuerda la deTlapacoya, D.F. (Barba lizada civilización mesoamericana". Jiménez grandes, F
de Piña Chan, 1956; planos 7 y 8) y una versión de la 5 yCastañedaef al.. 1988, figs. 5.13)sugierenquepu
geometría tetraespacial aunque le falta un lado (Casta­ den establecerse Esferas de Interacción basadas en lad Existen claros ii
ñeda et al., 1988; figs. 3 y 4). Estas construcciones son tribución de ciertos tipos cerámicos, figurillas y dem¡ •egión septentri
verdaderamente monumentales, pues alcanzan entre 80 que podrán en el futuro reconocerse como unida 100 d.C. (Branif:
y 120 m por lado. Se menciona además una pirámide socio-políticas, autónomas, rivales o satélites de. también puede
circular en Chupicuaro y una construcción circular en la estados sureños. En un caso servirá bien el modelo
región de Salvatierra (Brown, 1985: 225)) Aquí hay que Estados en Equivalencia, en el último, podrá aplicara
anotar un dato curioso, pues en el norte de Tlaxcala de Sistema Mundial. ción progresiva
existe un complejo con centro ceremonial, zona resi­ En cuanto a relaciones a larga distancia, la tempra dos, hacia una I
dencial y construcciones de tipo fortaleza, asociado a presencia de turquesa en Jalisco (Weigand, 1985; p.| ionado con un
materiales típicamente Chupicuaro (Porter, 1956) (Gar­ y Zacatecas (Weigand et al., 1977) bien puede inb ue impidió la ai
cía Cook y Rodríguez, 1975). Desafortunadamente, el pretarse como una explotación minera de tipo Sistei norteñas, cerca
estudio está inconcluso. Esta investigación serviría mu­ Mundial, en Nuevo México. Esta interrelación esta
cho para aclarar la posición de Chupicuaro mismo. corroborada por la presencia de un mosaico de ti
Se ha mencionado ya la arquitectura de Teuchitlán, mesoamericano. de turquesa, que se encuentra ení
Jalisco, que es circular asociada a juegos de pelota de niveles más antiguos de Snaketown, Arizona (Hau
tipo abierto y a tumbas de tino, que sobrevivirá en 1976: fig. 17.3).
forma monumental durante el Clásico (Weigand, 1985: Por otra parte, la arquitectura de "Espacios interna
70). Muy posiblemente, la geometría circular, que se da columnatas y pórticos a los que se referían Acosta
en Snaketown, Arizona (montículos —plataformas re­ Piña Chan en relación a Tula, Hidalgo, quecitamosa
cubiertas con estuco, ampliadas periódicamente, con su­ teriormente, tiene sus claros antecedentes en LaQu
perposiciones) desde la Fase Snaketown (Haury, 1976: mada y Chalchihuites, las cuales se ubican en pie
82-94) y en el sitio Gatlin en el Gila Bend (Wasley John­ Clásico (Hers, 1989, ver discusión en el Capítulo 1).E¡
son, 1965) pertenezcan a esta tradición, como es posi­ evidencia, más el burdo Chacmool, y tzompantlii
ble que lo sean también las construcciones posteriores Huejuquilla, Jalisco (Hers op. cit., capítulo 3: 45,
en Ixtlán del Rio, Nayarit y en la región de Tomatlán, capítulo 4) el Tzompantllóe Chalchihuites (kelley, 191
Jalisco (Mountjoy, 1987). los chacmooles de piedra y cerámica de Snaketoi
' Volviendo al Formativo, en Totoate, Jalisco, para una Arizona (Haury 1976, figs. 11.25, 12, 26, 12.34 y 17.3)
fecha muy temprana (100-1 a;C.), la geometría circular diseño del ave devorando la serpiente en Chalchi' '
de Teuchitlán, aparece junto con la construcción rec­ (Kelley y Kelley, 1971 Lam. 48 b.) y entre los Hohoka
tangular con .un altar central, que será la arquitectura (Haury, 1976; fig. 15.28 f), así como los cascabeles!
típica de la cultura de Chalchihuites, que incluye a La cobre y la turquesa en el culto a Tezcaltlipoca (Di Pe
Quemada durante el Clásico (Hers, 1989: 34 y fig. 3) y ! 1968: 5; Jiménez, 1989: 37) son más antiguos
también características del,mismo periodo en Guana­ que en Mesoamérica, lo que viene a sustentar másfi
juato, lo que sugiere una participación con Mesoamé- memente mis antiguas proposiciones —basadas
rica, por lo menos de tipojdeológico, que tal arqui­ otros elementos— de una cultura prototolteca nortefi
tectura tetraespacial implicaJSin embargo, no parece que tiene bases én el Preclásico Superior y q
existir en esta región centraTnoroccidental de la Meso- del Clásico e inicios del Postclásico irrumpe
américa Septentrional una filiación política hacia nin­ ylles centrales, específicamente en Tula. Hidalgo (B
gún Estado dentro de Mesoamérica (Braniff. 1989). La | niff, 1972: 289-299). Esto mismo es sugerido porf
presencia teotihuacaná se detecta sólo en la porclúrr' quien propone que esa "Ida y vuelta" está implicitai
sureste de Guanajuato y oeste de Querétaro (Castañe­ información histórica de los mexica (Hers, 1989:
da et at„ 1988:. fig. 14) y en Salvatierra (Braniff, en I 197).
elaboración). Algunos tiestos de Anaranjado Delgado _ Mientras esto sucede en la porción central y non)
se encontraron en el Cóporo (Braniff, 1972:276) y otros cidental de nuestra Mesoamérica Septentrional, una*
en Teuchitlán, Jalisco, lo que contrasta con la clara tuación muy diferente se desarrolla enQa región i*
presencia teotihuacaná en el vecino valle de Atemajac, oriental que incluye la Sierra Gorda, la meseta de'
Jalisco (Weigand, 1985:90)] Esto hace suponer que, tan- Verde y la Sierra de Tamaulipas^Las relaciones!)

108
A rqueología

' .¡h.iacan y la costa del Golfo son evidentes: yugos, debieron haberse abandonado primero. Esto se sustenta a
Teotinu vasQs de f0n(jo plano y paredes almenadas, los medias con base en la información que ahora se tiene
palf" “ 'Psaraf¡ados Zaquil, las figurillas moldeadas, los sobre la cultura de Chalchihuites y la región de Rio
ne9^c rie oelota. perfiles de edificios, etc., verifican la Verde, San Luis Potosí y la Sierra de Tamaulipas. que
‘ msencla de aquellos centros de poder en la región nunca más fueron habitadas por mesoamericanos. Sin
presenoi |flm 2o-31,51-52-55; Braniff, 1975c: 223- embargo, el sitio de Villa de Reyes, o Electra, en el
(F? M i’chelet 1984 y 1986) que Michelet asocia con la altiplano potosino, que es la región más árida de Me-
I nlotación mineral del cinabrio (Michelet, 1984), que soamérica Septentrional, aun cuando muestra una dis­
1? muy utilizado en la pintura mural (Weigand et al.. continuidad arqueológica, puesto que el complejo del
Clásico (Valle de San Luis) termina abruptamente, al
contrario de lo que la lógica sugiere, volvió a habitarse
(fase Reyes) por gente que traía un complejo cerámico
o —los chichlmecos, muy parecido al de la fase Tollan de Tula, Hidalgo
(Braniff, 1975; Crespo, 1976). Otros sitios toltecas de la
grandes, pequeñ° s y medianos fase Tollan (900-1150 d.C.), se encuentran en Guana-
juato: El Cóporo Tardío (Braniff, 1972: 276), El Cerrito,
Existen claros indicios acerca de que el abandono de la cerca de la ciudad de Querétaro (Crespo, 1985, en Cas­
reqión septentrional mesoamericana se inicia hacia 900 tañeda et al., 1988:328) y Carabino, cerca de San Luis de
100d.C. (Braniff, 1989; Castañeda ef al., 1988: 329), que la Paz (Braniff, 1972, lista 2). En este último aparece, por
también púede interpretarse como una "colonización" primera vez en la entidad, un juego de pelota que es de
—si es que el nombre es el adecuado— de grupos "sal­ tipo cerrado —como los de Tula—; las construcciones
vajes" chichimecas no agrícolas, o como una involu­ ahora son rectangulares, sin el patio central caracte­
ción progresiva de los grupos mesoamericanos civiliza­ rístico del Clásico (Crespo y Flores. 1984, en Casta­
cia. la tempri dos hacia una barbarie y salvajismo, lo cual está rela­ ñeda et al., 1988, fig. 16) que organizaba el patrón
and. 1985; p.üij cionado con un cambio climático hacia la desertización tetraespacial. La disposición de estas construcciones
en puede que impidió la agricultura de temporal; las regiones más difiere de la geometría del centro d° Tula (Yadeun, 1985,
de tipo SisteJ norteñas, cerca del desierto —el Trópico de Cáncer- fig. 7).
relación estar*

109
A rqueología
Estos sitios toltecas en el Altiplano potosino y nores­
te de Guanajuato no tienen carácter defensivo por lo
que la presencia de “aguerridos chichimecas" no se sus­
tenta.
En estos mismos tiempos, hacia el centro oriental del
estado, existe, al parecer, un reacomodo hacia una eco­
nomía mixta de caza recolección con agricultura; y hacia
el poniente aparece una nueva tradición cerámica aso­
ciada a sitios defensivos (Castañeda et al., 1988: 329-

Los tarascos habitan algunos sitios en el sur del esta­


do entre 1350 y 1530 para cuando la frontera se retrae
muy al sur, en los limites con Michoacán (Ibid., fig. 22 y Cuenca de Mi
23). tihuacan, XI Mesa Redonda 1966 Sociedadi
xicana de Antropología, 273-323. “ '
Este proceso de abandono que se inicia en el Epi-
Clásico y que se resume en el momento de los con­ 1974a “Oscil
tactos hispanos podría simbolizarse quizá con lo prime­ ina", The Archaeology of We¡
ro que representa Mixcoatl y luego Xolotl para terminar Jitor, p. 40-50, Ajijic, Jalisco.
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lugar de miseria, dolor, sufrimiento, fatiga, rte, Vol. 23-30 INAH, México.
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lugar de lamentación, un lugar de muerte por sed, un
lugar de inanición. Es un lugar de mucha hambre, de
mucha muerte. Queda al norte" (Sahagún, 1963, p. 263)
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ge Jr. And S.l-A >1concepto de Mesoamérica,
fica con el mismo tipo de la Fase Morales
f Oklahoma Pr» Sitios de tradición Chupicuaro en el sur del estado,
entre 500 y 350 d.C. (Castañeda et al. 1988. fig. 2).
icial y cultural^ La diacrosincronia de la estructura urbana del
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part 5 The Ai"®1
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Enprensa Arqueología del movimiento.

he Modern World System. Studies in Social Dis-


continuity, Academic Press.
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114
Oscilación de la frontera norte
mesoamericana: un nuevo ensayo
Beatriz Braniff

F 5te articulo es un intento máspor entender la región de Antropología. Mesa Redonda XVIII, 1983. Taxco),
septentrional de Mesoamérica a la cual, alguna vez, lla­ pero en ningún caso sa ha llegado a conclusiones en
méis Mesoamér Ica Margcnal Se Irata, al mismotiempo. cuanto a su esencia
Ce un resumen sobre loa diferentes enloques: ajenos y Estamos, pues, ente una serie de problemas comple­
personales, viejos y recientes, gue han permitido avan­ jos qua no se pretende organizar aquí, ni proponnrsolu-
zaren el conocimiento de esla región y de sus diferen­ ciones generales, pues estos remas requieren de amplia
cias y a la vez da tus relaciones con la Mesoamérica discusión Sólo se presentarán algunas alternativas de­
tradicional, aquélla ubicada al sur de la frontera delimita­ rivadas de proposiciones incluidas dentro de los varios
da parael Siglo XVI y que ha recibido más atención por modelos y diversas hipótesis que hay al respecto Se
parle de los antropólogos Inlenln presentar también liene como meta aclarar lo que es Mesoamérica, espe­
una base para la diferenciación de lo que no es meso-
te para asi entender cultural y cronológicamente a
Siendc ésta una región de fronteras, es necesaria Mesoamérica.
adoptar modelos e hipótesis que sirvan para entencer
lasinteracciones entre grupos de diferente clase y nivel
cultural. L09 modelos aplicables son numerosos, pues­
toqueceben Incluirse tanto aquélIosque puedan servir Antecedentes
para definir las "áreas culturales" que entren en juego,
como los que sirvan para entender las relaciones inter­ En términos generales, el problema inicia hace un siglo,
nas de los sistemas socio políticos dentro de las áreas cuando los antropólogos norteamericanos descubren
culturales, como las externas: es decir, los sistemas al nuevo "Suroeste", dertro de su reciente adquiaiciór
50C10-P0uticos no necesariamente imbricados dentro territorial. Ellos elaborarían esquemas culturales y cro­
ce las área» culturales. Se requiere, Igualmente de pa­ nológicos particulares, aln manifestar mayor Interés al
rámetrosque sirvan para puntualizar las distintos nive- hecho de que la reglón había pertenecido a México
'esde desarrollo, puesto que el tipo de relaciones será hasta hacía muy poco tiempo —por lo que el término
de diferente categoría de acuerdo con ellos "suroeste" era a todas luces inadecuada. Además,(fin
Un problema Ingresante que se analizará es quq^el esta reglón persistían elementos del centro y del 9urde
lémino Mesoamérica se tefiere desde su concepción México que entonces se interpretaban como ¡ntrusio
anginal aun área cultural, mientras quo a la reglón al nes recientes de épocas coloniales. Afortunadamente,
nortenoseconcibe hoy en día como tal: es decir, seestá asle en loque centralista norteamencano cambió con el
anteconcepciones dilerentes. El occidente de Méxiro, tiempo y recientemente, el problema de lasconexiones
que está muy relacionado ÍOn la Mesoamérica Sep­ cor Mesoamérica es un tema de estudio muy relevante
tentrional ocupa un lugar Impreciso dentro del desa­ (ver Wilcox. 1986. para unanálisishistóricode estas ideas)
filo meaoamerlcano. quizá porque loa parámetros Serla Kroeber quien, en '939 delimitaría las Areas
«tipleados han sido siempre los determinados para Culturales y Naturales de Norteamérica' definiendo un
,85 piones nucleares de Mesoamérica Tampoco se "Suroeste" centrado en Arlzona, Nuevo México y Colo­
«concebido estos núcleos como centros de redes que rado. Sin embargo, pronto se anexarían, en forma bás­
tciuyan agrupaciones menos complejas en sus peri­ tante forzada, culturas evidentemente diferentes como
stas. las cuales pueden estar ubicadas tanto dentro la muy antigua eochute y las supervivientes de cazado­
Cultural como tuera de ella. res-recolectores: asi como la de los nuevos cazadores
« b i d o Importantes esfuerzos par rennellzar la atapascanos Luegu se ampliarla geográficamente el
d * a f Üal conceP,° Mesoamérica (Sociedad Mexicana concepto para integrar culturas supuestamente rela­
rttiircpoiogia, Mesa Redonda XIX, 1985. Querétaro)y cionadas. ubicadas en el norte de México, ahora bajo el
tién por raublcar al occidente (Saciedad Mexicans nombre del El Gran Suroeste (ver Kirchhoft, 1954, para
A r q u e o lo g ía

Pedro Armilias (ve-Hers, 1989. para un análisis y iH


acto superfluo de colonialismo cultural” (Beals. 1954: men) y Branill inicia su primera investigación que in,a
193) loria im iiim m ■« másame tiomeio mMoamentaats.
Como es de lodos conoc do. pocos años después, en la porción norcenlral Desde entonces surgieron |.
1943, Paul Kirchfioff definiría la MesoaméricaTradicional
como ura área cultural con base en una lista de elemen­ posic onesa las que se ha hecnoreferenciay especializa
tos etnográficos diagnósticos y específicos, que se re­ te po' estar en los limites fronterizos donde debítn
ferían lanío a las superestructuras, como a aspectos de da'se siluaciones ce margiralicad y reiraso con resp^
carácter básico. Estos se presentaban dentro del área lo a laszonas nucleares, asi comoactividades de pensil,
cultural,' cuya frontera norteña corría a lo largo del Pa­ ción (acuIturación y colonización) y de reiracc ón. >
nucó, Lerma y Sinalca, en una linea curvada hacia el sur como de Interrelación entre grupos de diferente ni«,
(Kirchholl. 1943) que colindaba con reglónes "áridas"al
norte |Sandeis y Price, 1S68. fig. 5), dor de vivían grupos lógicos para.definir que se estaba en Mesoamérica,
de muy bajo nivel cultural llamados chichimecas. quie­ evicencia de sedentarísmo (cimientos, basureros: q
nes formaban parle de los recolectores-cazadores del agricultura (granos, metates planos) y cerámica.,
rorie de México y estaban integrados, por lo tanto decir, los elementos básicos del Fonnalivo. EsIcsli
centro del Gran Suroeste (Kirchhoff 1942. XVIII: 1943]"i trurrenlos funcionaron bien en la reglón, puesio p,
Como contraste con esia realidad que 9e daba ervSi no se encuentran ai norle de la propuesta frontera |
siglo XVI,(en esa misma región chichimeca al norte del
río Lerma. se lian reconocido desde hace muchos años finida por el limile sureño del desierto deChihuahui
restos arqueológicosque pertenecen a asentamientos de del Gran Salado; por el limite entre losclimas B (desi
tipo mesoamericano, que lógicamente corresponden a ■>cos| t C rr«in*ádoi > tempiadaei y al dwom.nag« ,
una época anterior a la que mencionan las fuentes et- •a i»3yatj da lea MU mw anuaias iBrafii" VlKijJ
nohistoricas (Hers. 19B9 capitulo 1; Reyes, 1979). Esla Esos trabajos d» • ••• •
es la Mesoamérica Septentrional,Jruya evnlución se tra­
tará a la luzde nuevos datos ehlpotes<s. Esenia década w ik 4 h m amolaréalíela pma eaphcar iot*e toa;.
de los cincuentas cuando empieza a concretarse la pro­ problema del abandone de aquellas regiones norteé
blemática de esta otra Mesoamérica. per parle de los agricultores hacia el siglo XII; e* m
USirchboff ntenlaria mejorar el enfoque del Suroeste y mismos trabajos reinterpreta la información de cinta
del Gran Suroeste proponiendo la existencia de dos etnohistórico. que por una parle concuerda con Itft
áreas culturales. América Arida y Oésis América La trucción de Tula, y por otra muestrael rechazoque los»
bese de ésta diferenciación sería, en esencia, el patrón nochcas tenían hacia el chichimecatlalii. Revisa lambe
las diferentes categorías de ctvchimecos reconoció:
grupo a ios recoleclores-cazadores, y dentro del se­ por los etnohistoriadores: los verdaderos y "recalcitra
gundo a los agricultores, estos últimos considerados les" salvajes los agricu1lores bárbaros, los mesdamt
como una derivación de Mesoamérica}Era evidente, sin
embargo, que habia grupos intermedios y otros que de origen norteño que preservaban elemenlos de al
revertían a la caza, la recolección y la agricultura se­ cultura (los chichimecas dé Xo/olf). Armillas no tai
gún las circunstancias y necesidades, por lo cual era frenló especial menle al problema del avance de lafra
imposible clasificarios! Esta proposición recibió duras teradeloscultivadores.queubi cata a fines del Clás»
criticas, puestoque el concepto deárea culturaIera, asi. y que concebía como reflejos de movimientos a-?»
prácticamente inaplicable, ya que en la regiónexiste una procedentes de los núcleos vecinos de civilización
enorme gama de medios ambientes naturales, a veces como el resultado de una progresiva aculturaciónéf
vecinos, que condicionaron y permitieron loda ciase de población local (Armillas. 1984 y 1989).
adaplacionea (kirchfioff, 1954: ver también comenta­ A Unes de los años setenta hice una simes s de
rios de varios autores en esa misma obra).1 conocido hasta entonces en la Mesoamérica (Brali
Por otra parte, los arqueólogos que se'Fían especia­ 1972.1975a y 1975b) y volví despuésa relomar lospi
lizado en la Mesoamérica Tradicional, le conceptualizan blemas generales sobre esle tema y los entoqué bar
como una unidad homogénea y han elaborado esque­ legiones más norteñas, extramcsoamcricanas (8ni>
mas para reconocerla a través del tiempo como un desa­ 12£>5a; 1985b; 1906; 1988a: 1988b. 1998c 198Sá y 198#
rrollo también homogéneo, que se inicia a partir de una CTos trabajos recientes, nevadosa cabo en Zacateó
base neolítica durame el Formativo, para alcanzar un
nivel urbano (Clásico y Postclasico), que se liquidaría Mane Areti Hers (Hers 1989). Para la región norcen)
en el siglo XVI con la colonización europea (Pina Chan, (Guanajuato y Querétaro). el nuevo análisis del C«d
1995, entre otros). Regional de Ouerélaro ('9891 cubre las importan!
En la región nororiental de la Mesoamérica Septentrio­ aportaciones sobreasa zona Oirá obra actual de Fe*
nal se establecerla una impresionante y larga secuencia y Weigand (1985) se refiere al noroestee incluye Ir*1
arqueológica en la Sierra de Tamaulipas donde en for­ jos sobre el occidente de México. El estudio más1
ma insospechada se deha el desarrollo de la agricultura portante sobre la región noreste. Río Verde, San ü
en una época muy temprana luera de la Mesoamérica Potosí, es de Michelet (1994 y 198Q). Oirás dos im»
tradicional (MacNeish, 1959). Asimismo, en e9e tiem­
po se iniciaron en Zacatecas y Durango las investi­ muy descuIdada cullura de los chichimecas (Rodrígif
gaciones de J. Charles Kelley y su grupo, quo incluía a 1983 y 1985)'"l

100
ION OS U> FRONTERA A RQ U EOI.OCI A

delos que se reIieren a sistemaseconómicosy poI(ticos,


L o tm o d e jc ^ e o n c o s que dejan a un lade el concepto de área cultural Estos
pueden organ zarse en dos grupos los que se refieren a
ftnle i»recesidad. siempre preserle. 0e ter er a la mano inle'relaciones a nivel preesiatal y los que 3e reiteren a
criterios arqueológicos para entender el proceso histó­ ■nierrelaciones entre estados Sugiero que en este últi­
rico la esencia y límites de esta rueva Mesoam ética, mo caso, puece coexistir ei primer nivel
rie planteaco hipótesis sucesivas que aún requieren Dentro del primer grupo es adaptableel modelo llama­
da "Esteras de Intercambio", dentro del segundo son
* Sepresentó lo estudio sobreel tema del área cultural, útilizables las modelos que se aplican a las interrelacio­
estableciendo ur modelo ap icable a cualquier región, nes que se dan entre "UnidBdes Políticas Equivalentes
notó oa Mesoarrórica y se incluyeron algunasproposi y las que se dan entre unidades sociopol[ticas de mayor
cienes respecto a sus relaciones »ternas. En esla obra poder hacia otras de menor categoría,como esel diseño
se considera el área cultural como un ecosistema, con­ des stemas y Economías Mundisíes. El mode o de Esfe­
cepta irsp rado en los piar tearrientos de varios investi­ ras. 0e Interacción, es aplicable a ambos grupos
gadores entre .os que sobresalen Armillas (1964 y i Las "Esferas de Intercambio" se basan en analogías
1969). ¿andera y Pnce (1968), Litvah (1975), Martin y etnográficas que se establecen con base en el inter­
Piog (1 973)y Pailesy Whiiecottcn (1979). Dicho modelo cambio de diferentes objetos o servicios. Las "Esferas"
enlista las categorías de carácter especial y temporal pueden tener el carácter de intercambio de objetos o
que deben cor ducirnosa establecer el carácter especi­ conocimientos relacionados con la subsistencia básica
en una área cultural,'incluyendo lanío los denomi- o conel intercambiodeobjetosde prestigio(Nelson. 1986).]
los más desarrollados, asi co­ El modelo de "Esteras de interacción" se inspiróen el
la calidad de intensidad" (Branifl 1983). antiguo concepto griego del "mundo conocido" o or-
trabajos de Olivé (I98S) y Niederberger (1987), katimena queseaplicóoriginalmertealaexpsnsiórdel
ique sóio se refieren a Mesoaménca. desarrollan mundo hopewelliano. Estas esferas son:
iseños basados en modelos universales para entender
desarrollo y proceso de complejidad de Mesoaméri-
Olivé profundiza en categorías socio-económicas y
meas y Niederberger abade consideraciones de ca­
rácter ecológico e ideológico
Un modelo muy interesante por ser l ipicamente mc-
soamericano aunque restringido en su aplicación ini- El diseño de "Estados en Equivalencia" (Peer Polily)
peroque puede ampliarse, se basaen la estructura (Rérrtrew, 1986) tiende a borrar lasantiguas proposicio­
señorio" de la época histórica, convertida en pará- nes difuslonislas y tienu como metaelen tenderel desa­
m arqueológicos con indicadores que pueden ser rrollo de los sistemas socio-políticos, asi como le emer­
inacidos en el campo (Castañeda, «raí.. 1988) Este gencia de su complejidad, integrando loa variados tipos
modilo podría amp iarse. empleando igualmente las de intercambio entre unidades socio pclftlcas (cacicaz­
anelogias bistóricc-elnográt.cas relacionadas Con las gos y estados primitivos) independientes y “en igual
tuelimas de ios “imperios"; como el buey rlalaciyoli
LópezAustin (1985:??1| paralas mexicas y tarascos, y en algunos casos más ampliamente j
' tomo las "provincias" mayas y otras, integrando la El modelo de "Sistema Mundial” (VVállerstein, 1974) y
(litación de cómo éstas unidades estaban conatitui- e paralelo "Economía Mundo" (Brandal 1984) contem­
intamamorta y cómo se Interrelacíonaben éntre si plan las acciones de colonización y explotación por
■lay larga distancia. Trsbajos como los de Attolini parte de estados tuertes en competencia (los núcleos)
•968). Broda (1885). Lameiras (1985:359-365) y oíros sobre organizacíones trenos poderosas (las perifaríasy
‘sn obviunen« aplicables. áreas externas). En el primer caso (Wallerstein, 1974)
Una proposición simplista y revolucionaria a lavez.es las periferias se caracterizan por una especialización
que O Peso enteca a lo no mesoamericano. consi- diferencial (ecológica, ocupacional o politice). Lasareas
larsndo todo lo que sucede ai norte, como una sola externas están fuera del sistema económico-político,
lad llamada La Gran Chichimeca. En ella evita el pero proveen artículos específicos al sistema. Los sis­
libramiento de la región dentro de áreas culturales temas mundiales pueden ser sólo económicos (como el
'•ere simplementea una zona geográbea ub cada capitalismo) a económico-político (los "imperios").
>"edel Trópico oe Cancer. cuyo común denomina- Con base en estos modelos se han propuesto hipóte­
carácter ecológico es la aridez generalizada lÉr sis respecto a las probables interrelAciones de ios esta­
región vivieron varias tipos de chichimecaí"íltw dos mesoamericenos y algunas localidades en La Gran
Cd-eetores. las agricultores bárbaros y los Chichimeca. Esta primera proposición fue posterior­
civilizados), quienes se adecuaron a losdi- mente ampliada y perfeccionada por IOS mismos auto­
iosy circunstancias temporales Dentro de res, quienes vuelven a analizar los varios conceptos de
Chichimeca el autor incluye el discutible Su- economías "mundiales", sal como los vsrios modelos
~ presenta proposiciones para imbricados en éstas, en ura importante aportación, cu­
masante ya lectura se recomienda (Whilecotton y Pailes, 1986)
É fí,21 Pe*°. 1968Pyei9 '7 ^ a? Finalmente, otro modelo aplicable (ai que todavía le
(alta una estructuración concreta) utiliza la ideología
religiosa y mítica (que se manifiesta a través de objetos

101
A rqueología
materiales), para reconocer a una unidad cultural tanto cer una primera base de ditererelación y una r*-»,
internamente como en sus extensiones en espacio y precisión cronológica del desarrollo cultural. que»j
tiemoo que puede ut'l zarse para organizaciones esle­ de a entender las ¡ntnrrolaciones en el tiempo ¿
íales, a.ir» cuando "a mayor complejidad cu toral los ensayo es apenas un principio
intereses y obielivos (de un grupo) serán más claros y la
ideología que acompaña al poder será más consistente"
(Mancha y Rivera 1904, en Branífl. 198b: 26-27).

Los denominadores comunes a nivel bási,

Como ecosistema a nivel rural. Mesoamérica tiene -


Dase la agricultura de roza y temporal {Armillas. 19¿1
por lo que requiere ubicarsedentro de una región«2
gicamcnle adecuada, especialmente en relación,
trón de lluvias age posibilita tales cultivos veranil,
(Bramff, I998b£ La isoyetade 700 mm anuales mate;
limite por debajo tlel cual la agricultura de temporal
lotalmente aleatoria y precaria ÍNiéderberqer. 1907.51 .

L* a¿nr<j*n3 tue la >k "•uue Humaru «>*» .mpunarea,

la cultura 'm jn w f •Macana 19M i


Los símbolos, ritos y mitos están intimamente rea:
nados con la agricultura y a fertilidad, los ques
característicamente concebidos dentre de un orden yfq
librío cósmico que es el resultado de posiciones opa
Proposiciones semejarles sor utilizadas para corrobo­ las inseparables Estos conceptos de lerriiidad y eg
rar la presenc a de estados mesoamericanos con base 11bno están presentes en loco tipo de materiales, cw
en símbolos religiosos particulares, que se encuentran en la simetría arquitectónica, evidente, partí cuiarrrei
en varios sitios de la Gran Chichi meca (Di Peso, 1960) en los centros cívicos y ceremoniales asi como»
asi como en la definición de una ruta y sistema mundial juego de pelota (Braniff. 1985:46-46). Los d'seftescoi
comercial, que unía sillos como Casas Granees en Chi­ la greca escalonada, el jaguar, el lagarto, la serpei
huahua. la región de Trincheras deSonora. el Occiden­ los peces y las combinaciones de éstos, a veces a
te de México, la región mixteca-puebla y Chichón Itzá ciados al hombre, se relacionan con antiguos simMl
en Yucatán después de 1200 d C. (Kelley, 1986 y Branitt, de fertilidad y cultivo (Braniff. 1974b); son tambiéns¡
1988 a). bolos de comunicación e integración social, cancepl
religiosos y formas de poder (Niederberger. 1987'
715). La navaja prismática de obsidiana es un eleme»
característico tanto de los niveles básicos, comodel
Mesoamérica más complejos y por ello fue artículo de comercie
primera necesidad
Esta serie de modelos y otros no mencionados, deben
ser coordinados para ser aplicados en torma coheren­
te lo que no se pretende hacer ahora aunque sí se
utilizan algunas proposiciones, añadiendo intormación Los denominadores
particular para establecer un primer y simplificado mo­
delo de lo que es Mesoamérica. contrastándolo des­ comunes a nivel superestructura!
pués con lo que es La Gran Chichimeca (sensu, Di
Peso), para luego integrar información que se tiene I A partir de una base rural de alceas agrícolas—hacia?)
sobre la región mesoamericana septentrional Será evi­ L a.C.— y con base en una transtormación en lanatun
dente para el lector la omisión de muchos temas ce za de los asentamientos, se establece un periodo preiA
investigación que dichas modelos sugieren, y que es no hacia 1200 a C., caracterizado por la emergencH
necesario cubrir para ^qtender mejor la zona que nos capitales regionales, que son centros de ntegr»
ocupa. Acepto además; como lo demuestra la informa­ regional de una constelación de pueblos (villages S
ción arqueológica y eTTOlógica. que hubo conexio­ ites. que no son radicalmente diferentes a las o
nes entre Mesoamérica y la Gran Chichimeca a través (ciudades) autocétaias de épocas protohistóricas. &
de Jargos milenios,^ las hipótesis que en adelante se capitales (cabeceras, no urbes) constituyen el cenW
presentan tienen como meta principal intentar eslahle- un pocer estable y de ur a organización política esn1

102
NDE LA FRONTERA A rqueología
lizada con connotaciones sagradas Son centros de ción de Occidente, se desarrolla a partir de una antigua
roncenlración de la riqueza (del surpiuss producido por base formativa que se da hacia 1500 a.C., en Michoacán,
,,r s stema agrario eficaz y de los recursos comerciales Jal'sro, Colima, Nayarii y Sinaloa Esta tradición está
asi como del intercambio de bienes básicos y morcan claramente desprovista de influencias olmccas y del
das exóticas). El intercambie so basa en la producción ceilro de México (Branifl, 1675a; Waigand. 19B5:E9 y
I v explotación especifica de cada región, lo cual produce Seo», 1905)[La fase El A«ena»ce. 350-300 a.C., a 150-200
i *na (rama muUidireCCional densa, compleja y tormal­ d C.) errTeuchitlán. Jalisco, representa la culminación
t mente organizada Este sistema de bienes materiales es del tipleo culto Funerario (tumbas de tiro), y consolida­
| paralelo a oiro sistema, igualmenle regular, de interca m­ ción en Iqpna submonumental del patrón arquitectónico
h tío de información de mensajes, que se basa en un básico (plataforma circular y construcciones circun­
I conjunto de símbolos visuales así como en un sistema dantes Simétricas) y sus ssociac ones específicas Lue­
mitico y uncampo semánlicocomún. Cada unidad par­ go de pelota abierto, etc ) que serán la base de las
I tlcipa e irriga la vida y el orga nismo social del conjunto; subsecuentes Fases dentrodei Clásico. Existen desarro
I «jichB participación dinémicB contiene un esquema cos- líos regionales diferentes una región nuclear en Teu-
[ mogónico y milico común, y constituye uno de los prin­ chitlán y las vecinas áreas lacustres de Nayarit. una
cipales motores de una integración cultural mterregional segunda zona menos compleja que se extiende »asía a
(Niederberger, 1987:747 752). zona cosiera de Jalisco, tvlayarit y Colima; firalmente
! La diferencia cor las etapas posteriores se da con otra, más sencilla y*dispersa, en el norte de Jalisco y sur
base en la importancia y densidad de esle mododeorgani de Zacatecas En la zona nuclear, rica en recursos no
zación política del territorio típicamente mesoamericano. comunes y estratégicos, las complejas tumbea son evi­
que se define por esa confederación de citós política dencia de linajes impórtenles, y las ofrendas asociadas,
manta autónomas El periodo siguiente. Mamado Proto que incluyen laturqueasqulmicaqueprovienede regio
urbano, se da haofl 500 a.C. se caracteriza por capi­ nes extramesoamericaras, indican contactos con am­
tales regionales mayores, congruas poder político de plios territorios y son evidencia ciara de une habilidad
¡nlegración regional (fbid.. 6951 j sociológica para obtener riqueza con Unes lunerarics y
Es en este mismo tiempo (eqtm/alente al Preclásico de estatus (Weigand, 1965 63-70)
Supenor o Formalivo Terminal y Protoclásico) durante Corresponden a esta época, entre otros Sitios en Oc­
el cual cidente Morelt, en Colima, en su tase Temprana (300
a.C -100 d C.) (Meighan 1972 18). y posiblemente Ama­
uiJiaiuaiJMaflÉÉilMaJHMHCH i i M M i a i i t pa Nayaril, en su fase Gaviláh, asi como la fase Tierra
fuerzas productivas, que a su vez proporcionó la estructura cel Padre en Chametia, Slnaioa (Meighan 1976:16.26/
necesaria para que pudieran formarse los primeros centros V tía 6)
urbanos... Ello repercutió en una modificación superestruc­ En estos tiempos se coloca, además del ya mencionado
tura! drástica, surgiendo el Estadocomo la organización social
apropiada... Fueronestos adelantos quizá ios que abrieron la Cuicuilco. D.F , al-importanlisimo sitio deChupIcuam.
posibilidad de que algunos grupos se aventurasen a coloni- Guanajualoi Mientras unos autores ven a Chupicuaro
como el componente de un sistema estatal en expan­
blecerse (Olivé, 1985:95-98).° ^ ° a ,an podldoes,a sión, cuya foco es Cuicuilco (Plorance, 19S5 4S), otros
ven en este último un fuerte impacto que proviene de
/ La estructura del Estado mesoamericano está en for­ Occidente (Bennyyholf, 1606:20). La arquitectura cir­
mación entre 8ÚÚ a C. y 100 d.C En esle tiempo exister cular de Cuicuilco, que no tiene antecedentes en la
cuatro geometrías constructivas, asociadas desde en­ Mesoamérica Tradicional (Yadeun. en prensa), puede
tonces t jacosmovisión particular mesoamencana. Las estar relacionada con las plataformas circulares de Teu-
geometrías son ta circular, la rectangular, la perpendi­ chltlán (Weigand, 1985:70^0 considero a Chupicuaro
cular y la telraespaciaUEsta última es la única que tiene como un heredero de la tradición del Occidente (Bra-
continuidad en si segündo tiempo (100 a.C a650d C.) nitf, 1975a) /
[Yadeun. 1965 122-123) Finalmente, dentro del proceso de desarrollo de Mesoa­
mérica, la cristalización de metrópolis n superpotenoins
LaHomogenelded arquiieciónica de las estructures, es una calificadas como "centros de integración supraregio­
nal'' se dan en un periodo urbano, antreel primarysexto
yfn ür'„ú'izacinr social y cor Bl slstmna üo :ruu-ic as siglo de nuestra era (Nciderberger. 1907 694] o entre
[flenfrew. 19Ä65 Ver además Weigand, 190S9O, ñola 1). 200 y 900 C.C. (Pida ¿han, 1985:60). El carácter de las
superestructuras es en este tiempo de tipo teocrático
. periodo Proto-urbano según Niederberger.o (Olivé. 1985:103-104) y la forma arquitectónica tetra-
, * “evolución Urbana de acuerdo a Olivé, existen en espacia es la más adaptada, desapareciendo la geóme­
¡* «gion norcentral de Mesoamérica —por debajo del tra circular (Yadeun. 1985 123, en prensa)
o Lsrma—, por lo menos dos tradiciones (ver mapa 1) /_Hacla 650 d.C , desaparece Teotihuacan comocentro
^-caracterizan por arquitecturas, tipos cerámicos, ce integración supraregional; construyéndose luego y
■Buqllas y otros datos específicos Una de ellaa corres- baste 950 d.C , el mayor número de capitales de Estaco
tmi a B,l* transformación que se da en la cuencacen- en toda Mesoamérica Es también el momento de coe­
m ** ”t " C6' óespuéa de la fase de deculturación xistencia del maynr númerode variantes temporalea de
¡maca (después de 70Q-65Da.C.) y son caracleristicos la geometría especial. Vuelve a aparecer en ios valles
(Mí^?2Í1k1qs ai1los de Zacatenco. Ticomón y Cuicuilco centrales (Tula-EI Corral) la geometría circular, esta ve2
^erberger, op. crf .695). La otra, que llamo Tradi­ asociada a la rectangular (Yadeun. en prensa). Es tam-

10.3
MM 9 A r QiJ F.or o c i A

bién er esta época cuando er Mesoamérica aparece el


mayor número de canchas de juego de pelóla (Taladoi- L a G ran C hlchim eca (GC)
re. 1981, en Branlff, 1989)
Hacia 900 d.C., los centros de integración de tipo urbe Empleo las ideas de Oí Peso para una definición 4
no tienen carácter militarista 10livé, 1985 106) y es carácter general En forma selectiva y limitada sadrem
también cuando la estructura urbana se contrae al mí­ birán algunos aspecios de esta enorme y variada regió
nimo. Entre esa techa y 1250 después de Cristo: con al objeto de contrastarla con Mesoamérica y «»
hleeer una diferenciación
Él reproductor cósmico forma ahora parte de la plaza car- La Gran Chichimeca no es un sólo ecosistema tu
iral y se agrega a ella el exhibldot de ia muerta (Yadaun, várroSTcuyo común denominador es una genara ni
IMS) aridez (Cordel!, 1984:21. propia de rag ones fuera d« e
Ccn la llegada de loa tellecas al centra de México, aparece
un nuevo pensamiento arquitectónico . Ea el concepto da trópicos (Brnnifl, 1985 55) Su limite meridional es ¡fl
'espado interior' en un conjunta. Los lollecasllegaran ado­ consiguiente, el Trópico de Cáncer (Di Peso, 1S74, fy
minar el eapac o interno por medio de soportes aislados y 4.1 ) más no es una linea recta, pues la región desértf
lograron una mayor amplitud en el interior de los edificios y intruye (por razones topográficas, meteorológico
pudieron construir grandes columnatas y pórticos lachados Oirás), er forma combada hacia el sur, hasta la portó
tAcosté Jorge en Olivé, 1965:106). central del Alliplaro Potosí no (Branlfl 1961. mapas
Asi, les loItecas dominan y organ izan a varios grupos aldea 1985 fig. 1 81 La Gran Chichimeca asi definí da.se ütn
nos que se encuentran par levecindad de Tula; luncun allí su en la porción mexicana por debata de la isoyefa de*
eapltal. conatruyand□primero pobreseatructuiiedaadabay
lajas paro después edificios más ricos con columnas asr- 4C0 mm (Rzedowski, 1970. fig. 18) (ver mapa 2) po'1
pennnas. pilastras, Banquetas, chacmoias, colosos, etcétera, que se inliare que la aqricullura de temporal es precH
cuya inspiración vino de Ctuehén Itzá...adoptan el cuito a o impositíWh.
Quetzalcoatí inician el estilo de loa temples Crculares-rec- A partir deljslglo Xy en definitiva desde el XIII. hasU
tanguiares y de as altares decorados con calavera«... carro llegada de los españolea, la Chichlmacatlalh sa
se ven en EJCorral, lo mismo que ios muras decorados con expandido hacia el aur, anexándose tierras que a**
serpientes (Pina Chan, 1985:73) lueron mesoamerícanas siguiendo en forma más o“*

104
A RQUEOLOGlA

i u la anterior línea combada (ver mapa 3). La cultural y de cambios en el medio amhiante Estos mo­
noS A n te r a del siglo XVI y la anterior de los siglos X y vimientos coinciden con una suslitución momentánea
« T r |UV(j regiones cuya lluvia es menor que los 800 de una producción agrícola intensiva por una menos
¡ 5 anuales por lo que aclámenle la aqrj^lrur» Oa intensiva, y por una mayor actividad de caza y reco­
el es también precaria |ver mapa lógico lección. Sin embargo, pronto se reorganizaría toda la
e s¡ esta expansión hacia el sur «¡ene que ver región dentro de sistemes que fueron de diferente ca­
proceso de deseri¡7aeión progresiva serian las l dad que los anteriores (Cordall oo cit, capitulo 1)
jnás norteñas las grimeras en ser abandona Sin embargo, en la región desért ca del suroeste los
.7« oor grupo® cultiva flor as_5sta proposición paree« hchokam. hacia 1100 d.C muestran igualmente una
firmarse en Guanajuato. puesto que enlre los siglos inseguridad cultural que se basa en cambios del medio
“ , xv la frontera entre grupos sedentarios y cazado- ambiente, que produjeron cambios culturales sustan­
-ecoleciores había descendido hasta aproximada- ciales. Entre otros, se abandona el lamoso sitio deSna-
H »i i'pniro del estado y pare el siglo XVI todavía kelown y se inicia una reorganización política con
^ cait a*t toa li***<1e* con Michoacón tendencia a la secularización (a diferencia del carác­
ter religioso anterior) Asimismo, se nota un cambioen
TcasBWa’s' « . ' « « "9* 22 y 23> los sistemas comerciales, por lo que sede|ande recibir
Si de acuetdo con nuestras proposiciones el abando-
0 d€ eS3S tierras está correlacionado con un impe- objetos de origen o inspiración mesoa menean a. como
imento de carácter ecológico, ascciado a la falta de sen Ia9 guacamayas, vasijas trípodes y figurillas {¡bit) :
jvías cíclicas que permite c no el Cultivo de roza y 189: 305-323)
wncorai. es interesante ahondar más acerca de esos En cuanto a estudios del medio ambiente, se mencio­
airones pluviométnccs. na que entre 900 y 1200 d.C., existió un cambio en el
En el extremo noroeste de la Gran Chichi meca (el régimen de lluvias, que consistió en dos largas épocas,
Lroe9tR para los norteamericanos), se tiene informa­ durante Ia3 cuales llovió mucho más que antes (las
ron arqueológica ce una época de cambios culturales máximas se alcanzan en 950 d.C y luego en 1150 d.C ),
¡refundes, que se dieron entre 1200 y 1300 d.C.. duren- separadas por una sola, pero muy larga 3equia (cuya
ai se abandonaren grandes regiones, se poblá­ máxima se ubica hacia 1050 d.C). Antes de 900 d.C ,y
is y se adoptaron nuevos patrones Las explica- después de 1200 d.C., la oscilación entre épocas da
nenes que sedan para estos movimientos son de tipo lluvias y ce sequías era mucho més frecuente aun cuan-

105
A RQUEOLOGIA
do la caridad ce lluv.a era menor (fbrd. lig. 9.2). Tam­
bién se tienen datos dendrccrcnológicos quesustentan Hay que hacer énfasis en que los sistemas tjg....
una gran sequía entre 1279 y 1299 d C.. aunque Martín ción e je se construyeron en ciertas locaiidadei
(1979: 65-08) refuta esta teoría Hay información acerca des eriu pee los pueblos Hohokani so*> nfmi¡aJ
de la reducción de nivel freático y prcfundización de más amplios y complé|os que cualquiera de susc<,„
royos en esos tiempos. parí das mesoamencanas a pesar dequeladensi«,
Sin embargo, los estudios polínicos que se dar lleva­ estas poblaciones es mucho menor (Duolitlle «
do a cato en el norte de México qo confirman clara­ sugiriéndose asi que ésie es un desarro lo regional
mente dichas sequías (Brown. 1985)7 importado de Mesoarnérica (Braniíf. 1985. 83i
Como contraste, en la cuenca de México, hacia 1000 En relación a la arquitectura, las casas más anin
d.C., hay una tendencia hacia una mayor precipitación y en el suroeste de t.U I2Ü0 d.C.) son las casas loto
temperalura que las actuales. Hacia 1250 d.C.. la lluvia planta circular y somih andidas, que difieren loialrn,
sigue en aumento y la máxima se alcanza hacia 1750 d.C. de laanligua habitación mesoamericana.Sedislrith,
Hacia 1250 d.C.. la tempertura alcanza su máxima y se en aldeas, a veces alrededor de una casa principa*
reduce notablemente hacia 1500 d.C. cuando alcanza un dell. op. clt 218).'Este lipo de casa es el que posta
nivel s milar al de hoy endia. Hacia 1750 la temperatura mente se da en Chihuahua (San Antonio de p*
desciende mucho más (Niederberger 1987, lig. 596) harria ?Sít d O. (Di Peso. 1974: volumen I) yens.;,
Los niveles de lluvia en ia cuenca actualmente son de (San José Bavicora). entre os siglos XI y XIV (pt
800 mm, y la temperatura (oscilación media) es de 6° 1980 29)/En a reglón HohoKam ia C3sa toso hiten
(Rzedowski. op cil.'. flgs. 18 y 13). cuantos qiie tiende a ser reci anguiar. coneniradsi
Una información que puede ser utilizada analógica­ ral de rampa que se oa enlre 300 a C . y 110c 4
mente. es de tiempos coloniales, cuando se registran (Haury, 1976. 62. lig. 3.28) aunque los reciente
fluctuaciones climáticas de años buenos y malos para la ludios cronológicos sugieren que la primera lechan
agricultura, que se suceden cada 10 años. clonada es mucho más recreóle (SOO c.C. Schi
Las crisis de 1674 y 1697 tueron memorables. En el 1982 335 ) En Snakelovrn la zona habitación al da;
siglo XVIIII assequías y helacas produjeron una serie de foso rodea úna "plaza" central (zona llana circular|
hambres y escasez entre 1724 y 1810, las más terribles montículos plataformas circulares de carácter 1
tueron las de 1749-50. las de 1785-86. y la de 1809-10 (Haury op. c it. 82). se ubican at sur de la zonal
(Florescano. 1986: 52 y 71-73). lacional. Los juegos Oc pelota de muros corrbadosi
De acuerdo con la ¡nlormación anterior es precisa­ pan igualmente una posición alrededor ce aseccig
mente en 1750 d.C.. cuando la lluvia alcanza un punió casas (Wilcox ef a/.. 1961. tig. 32) Posteriormente.!
máximo, pero también cuando hace más frió. 700 y 1000 d C . se oa un cambio en ciertas leeak
Los datos históricos sugieren, por otra parle, que en hacia la construcción de "pueblos", quesonesima
los valles centrales existió una época de sequies hacia que integran cuartos contiguos de múltiples usos.l
1150-1200 d.C. Clin de Tula), acompañadas de migracio­ mayoría de ellos se encuentra ¡a Kiva de plañía1
nes chichi mecas (Armillas. 1964 y 1969). Estn contrasta hundida '/circular, cuya (unción es ritual entre on
con la iniormacicn arriba indicada, que señala una si­ algunas áreas iChaco) m planta dei pueblo tieret
tuación totalmente opuesta a la de 1750 d C., que es de anfiteatro (Cordell op c/f : 237-301)
también oe sequía, pues es entonces cuando la precipi­ Es en el periodo prehistórico (¡nal de "pueble; 1
tación pluvial íue mayor que la actual y la temperatura gados", que se inicia hacia 1175 d.C.. en ei per-coi
co Hohokam (McGu.re y SchiHer, 1982.193 y 33S|ol
Es evidente que se requieren estudios climáticos más 1300 d.C. (Cordell np. cif. capitulo 10). cuando se
precisos. Sin embargo, como señala Micheiet ¡1984). en gura una nueva época duran le la cuál se corlo
las regiones semiéridas norteñas, una seguía do dos o comunidades muy grandes de estilo "pueblo |cj
tres años consecutivos es suficiente para acarrear el contiguos), varios de los cuales fueron conocido
desastre a pueblos cultivadores. los españoles En la regiór Hohokam entre 130C)
Para el problema que aquí se analiza es de todas d.C , se alcanza la mayor ccnrptejldari y se consto
formas interesante la concordancia cronológica enlre ("complejos", compouds. "casas grandes" de mure
los cambios que se dan en el extremo noroeste hacia 5ivos de adobe, plataformas y los "cerros deTi indi
11DO-1200 d.C., y el desplome progresivo de la (ronte ra (Me Guire ySchitfer.op cil |. De éste periodo«*
de los agricultores que está bien ubicado en Guanajua­ Paquime que corresponde al auge ce Casas Gi
to hacia esas fechas. Chihuahua, el cual se caracteriza, preasamertr
En cuanto a la agricultura, en gran parte del suroeste sus casas grandes de muchos cuartos cont giros,'
de E.U.. las plantas cultivadas fueron las que suplian la pisos y muros de adobe (Dean y Ravesloot 19®
mayor parte de la alimenlación, pero siempre se requirió obsiante que en esta úliima. existen elementosd
invertír un a considera ble mano de obra para asegurar ei mesoarnericano, su conformación es lotalntenU
éxito de la cosecha, empleándose siempre une multitud rente a la arquitectura mesoamericana (Bramb.1
de sistemas ingeniosos para llevar agua a los campos Yadeun en prensa).
para conservar la humedad y para detener la erosión. La Para concluir y con base en ésta sintética expá9
agricultura de temporal requirió siempre de esa inver­ que^se ha referido fundamentalmente a los
sión. En otras localidades la agricultura fue sólo suple­ ecológicos y arquitectónicos me parece qLed
mento de la caza y recolección yen otras más. Sólo un suficientes argumentos para distinguir a la Gis*
experimento corto y sin éxito (Cordell. op. cit., capitulo chímeca (o Gran Suroeste) de Mesoarnérica Ado*
6) claro que mientras ésta ultima tndavia puedete

106
a i'o e u tq o w g i.
A rqueología

i "áre»cultural" (sensuKirchhofl. 1954). un tiempo equivalente al de ios Estados del Cíasicoe


Mesaamérica.
¿En esta discusión cobra importancia mayúscula el sitio
y!3"T ’adición" Chupicuaro de GuanajuatoTno sólopor
su participación e impacto en la cueníS^de México
—que ya mencionamos— sino porquelge le ha recono­
cido como la base de desarrollos ulteriores en Guana­
juato (Branitf. 1972) y Zacatecas (Ke.ley, l96fiQCesa-
L a in s e rc ió n lortLnadámenle, las investigaciones en ChupiCuaro se
de M e s a a m é ric a S e p te n trio n a l enfocaron, solamente hacia el complejo funerario, y si
a |a M e s o a m á ric a T r a d ic io n a l bien aportaron valiosas colecciones la secuencia cro­
nológica aún no es clarados elementos intrusivos en la
cuenca de México, permiten ^colocar a la "Tradición'
Chupicuaro en lórminos generales, dentro del Preclá­
»reo .'íesoainencara Iradicional y occldertal. en el pe- sico Superior, pero no existe todavía la suficiente in­
nerioóo Preurbano 1250 a 700 a.C.. llorecen diversas formación para precisar su ubicación (Florance, 1985).)
tales regionales cuyas características han sido ya Panedel problema rao caen queaesta"tradiclOn"sefe
¡rilas. Esas capitales part.cipan entre si de unasim- adjudica una larguísima temporalidad —entre 500 a.C ,
¡sdecarácter económicoy cultural, definida esta úIli­ y 350 d.C. (Castañeda eí a/.. 1988. fíg 2): es decir, casi
on baseen intercambios regionalesde información un milenio, durante el cual existe una región nuclear
tnsajes que se asocian a ura ideología religiosa y (¿más temprana?) alrededor de la Presa Solís tibia! 323)
iparOda. rep tada por simbolos icono- y versiones regionales y/o temporales del complejo ce­
gráficos, que a su vez comQ_un elemento impor-
le cohesión poli! ¡ca y social.J Es evidente que entre la cerámica del sitio Chupí-
/Durante el siguiente periodo Protourbano —700a 150 cuaro. según Porter (1956) y la Fase Morales que esatln
~.C.—proseguiréel mismosistema arriba descrito, aun­ al sitio del mismo nombre (cerca de Comontort) existen
queabara las capitales regionales san mayores y tienen similitudes, pero también discrepancias, que en mi opi­
unamás ampliacapacidady potencialidad tecnológica, nión implican una diferencia cronológica. Por una parte
a y política, alcanzando asi la "Revolución hemos identificado en la Fase Morales varios elemen­
que cristaliza en las grandes construcciones tos similares e idénticos a la Fase Ticomán (Branifl.
rln Cuicuilco y Tlapacoya en el D.F.; Chupl- 1972. lista 11, que se ubica entre 400 y 150 d.C. (Nieder­
GuanajuatO, y Teuchitlán. en Jalisco'! berger, 1987, tig. 595) lo que me hacen suponer que
rrrelaciones de estos centros de poder riebie- Chupicuaroes más artig uoy cercanoa Ia herenciadela
sludiadas como el preludio de las lormacio- tradición do Occidente, cuya presencia en Tlatiico es
ales. y el modelo utilizable seria el de "Es­ evidente en tiempos anteriores (Branitf. 1975: 216).
tadosde igualdad", que describimos superlicialmenle. Una discrepancia importante es el diserto de la greca
Unestudiode tipo arquitectónico e inconográfico ayu- escalonada, que aun cuando tiene gran antigüedad en
üiráa entender dichas mterrelaciones, asi como a defi Sudamérica(Braniff. 1974b), se presenta aunque en for­
tir tes Esteras de Interacción coetáneas ma no muy clara, en Morales, Guanajuato. Otros diseños
' Ea precisamente en este tiempo que se incluye la importantes que no áxistenen Chupfcuaro sonde aves y
formación sobre ios primeros grupos agrícolas de la cuadrúpedos. Estas decoraciones son muy importan-
Heeoamáríc» Septentrional, en su porción norcentral y lea, pues considero que son símbolos tradicionales y
teroetídental. (Los pocos (echamientos que tenemos míticos, que deban contener aquella calidad ideológica
Normativo Terminal en la Mesoamérica Septen- y de cohesión social que mencionábamos arriba. Estos
*e insertan en un apéndice al final de este tra-l diseños aparecen posteriormente en los Altos de Jalis­
co hacia 100-250 d.C. (Bell. 1974). después en Zacate­
l Miera que la emergencía de losasentamientos referi- cas. en la Fase AltaVista, hacia 300 d.C. (Kelley y Kelley,
~ i» debe s esta revolución cultural, lo que a su vez 1971; Lam. 1) o 750 d.C. (Kelley, 1B8S; tig. 11.3). y luego
igiareunacolonización, masque unaIransculturacion en Snaketown, Arizona en la región Hohokam, donde
i os nuevos territorios' Ésta proposición no implica comienzan a aparecer en la Fase Snakelown —hacia350
«•esañámente una mejoría climática para explicar la d.C. (Haury, 1976; fíg. 12.93 y 16.1) o 750d.C. (Schifter,
•£iar ondE la frontera mesoamericanal como ha sido 1932: p. 335), y proliferan en as siguientes fases Gila
—1 « vagamente en el pasado; aun- cuando es de Butle y Sania Cruz —hacia 550 d.C. (Haury. 1976; fig.
ner que ei medio ambiente debió set el adecuada 12.93 y 16.1) u 000-1000 d C. (Schlffer, 1962:335). Cier­
ra ? '1,ormar lss supuestas premisas de una agricul- tos diseños, especialmente la greca escalonada, al ave,
ibiün íí*” * v.,eraP°ral- qbe hemos propuesto como la serpiente y combinaciones de éstos, sobrevivirán
aenominedor mesoamertcanó. En este sentido en contextos más tardíos post 1200 d.C. en Casas
MruJÜTL® *1-Mr no,ar que esta colonización tem- Grandes. Chihuahua y entre ios pueblos históricos del
tofnuor,»J!canzfl ’a maxíma extensión mesoamericara sur-oeste de E.U. (Branitf 1986) Estas similitudes sugie­
ren. ciertamente, la continuidad de una ideología
finiera colV i . p!co de Cáncer (ver mapa 3). Esta (¿transculluraeión?), más no pueden constituir Esteras
ZHC!*n P°r 10 demás, unaapárlen- de Interacción o Sistemas Mundiales parque no son
rn¡rs®quesólose consolidará posteriormente, en
A rqueología

Lin diserto ausente en Chupicuaro 69 la greca esgra­


llada en líneas quebradas que se encuentran der tro de
to la región que dominaba el núcleo ubicada p -
gión de Teuchillán y que extendía su poderío
2
los platos de la Fase Morales (Braniff. 1972; lam 1 f.) sur de Zacatecas (Weiqand. 1985: f g. 2181. asi con,0,
—muy similar a los disertos que aparecen en un tipo de núcleos «JeLa Quemada y Chalchihuites, que donurji
b Fase Manantial (Zacatenco i) ce Zohapilco. DF -egiores en Zacatecas y Curangoy ias diversasruiii-
(Ntíderberger. 1976; lim. LVII. 1-6.10.11). Este tipoes el regionales loca izadas en Guanaiuato. que mues^
que encomiamos distribuido hasta el norte deGuana- centres de diversas jerarquías durante el periodoo
juato. en el Cóporo (Fase Cóporo Temprano! (Braniff; sico. pudieran considerarse bastante ajeras a losJtlc
1072; 277 y 1B74 lig 3) y el Cubo (Braniti, 1974a: lig. 31 sos politices de Mesoamér en (Weigand, 1985 60-9q
' En relación 4 los tipos de arquitectura de carácter autor sugiere, sin embargo, que los oesarrollosesp»
canco 0 religiosa]que pueden sugerir ideologías y cen fíeos de las lases del Clásica pudieron haber s¡gQ
tros de poder y, precisamente en Chupicuaro. éstos, "respuesta social que mantuvo su indepencenpj
que son pocos, se concentrar en el sur del estadal' Se identidac, intensificando su herencia del Formu-
ilustra una plataforma rectangular con construcciones transformándose asi en un componente de la gene
superpuestas que recuerda la deTlapacoya. D F (Barba litada civilización rresoamericara* Jiménez (19£g t
de Pina Chan. 1956: planos 7 y B) y una versión de la 5 y Castañeda el al 1988. tigs 5 13) sugieren que n»
geometría tetraespacial aunque le falta un taco (Casta den establecerse Esferas de Interacción basadasenlaf
rtieda el al., 1988; liga 3 y 4) Estas construcciones son tribucionde ciertos lipas cerámicos, figurillas y
verdaderamente monumentales, pues alcanzan entre 80 que podran en el luluro reconocerse como uní*
y 120 m por lado. Se menciona además una pirámide socio-poiticas autónomas, rivales o satélites <w
circular en Chupicuaro y una construccióncircuíaren la estados sureños En un caso servirá bien e modela]
región de Salvatierra (Brown, 1985 225£> Aquí hay que Estados en Equivalencia, er el último, podrá aplica«^
anotar un dalo curioso, pues en el norte de Tlaacala de Sistema Mundial.
existe un complejo con centro ceremonial, zona resi­ En cuanto a relaciones a larga distancia, a temp<«
dencial y construcciones de tipo fortaleza, asociado a presercia de turquesa en Jalisco (Weigard. 1985 gj
materiales típicamente Chupicuaro (Poder. 1956) (Gar­ y Zacatecas (Weigand el ai 19771 bien puede n
cía Cook y Rodríguez. 1075). Desalortunadamenie. el pretarse como una explotación minera de tipa Rme
estudio está inconcluso. Esta investigación serviría mu­ Mundial, en Nueva México Esta interrelación esta
cha para aclarar la posición de Chupicuaro misma. corroborada por la presencia de un mosaico de n
Se ha mencionado ya la arquitectura ce Teuchillán, mesoamencano de turquesa, que se encuentra en|
Jalisco, que es circular asedada a juegos de pelota de niveles más ant guos de Snaketown. Anzona (Han
tipo abierto y a tumbas de tino, que sobrevivirá en 1976 fig. 17.3|.
(orma monumental durante el Clásico (We<gand. 1985: Por otra parte, la arquitectura de "Espacios interna
70) Muy posiblemente, la geometría circular, que se da columnatas y pórticos a los que se retenían Accsli
en Snaketown. Arlzona (montículos - plataformas re­ Pifia Chan en re.ación a Tula. Hidalgo, gue ciiamasi
cubiertas con estuco, ampliadas periódicamente, con su­ tenormente. tiere sus claros antecedentes en La Oí
perposiciones) desde la Fase Snaketown (Hatiry. 1976. mada y Chalchihuites, las cuales se ubican en pta
82-94) y en el sitio Gallin en el Gilí Beño (WasleyJohn­ Clásíco (Hers. 1989. ver diseusión en el Capitulo 11.b
son 1965| pertenezcan a esta tradición como es posi­ evidencia, más el burdo Cfiacmool. y rzompsnií
ble que lo sean tambiér las construcciones posteriores Huejuqui'la. Jalisco (Hers op. cil, capítulo 3. 45
en Ixtlán del Rio. Nayaril y en la región de Tcmatlán, capitulo 4) el TzompanMice Chalchihuites (kelley. 191
Jalisco (Mountjoy, 1687). ,os chacmooles de piedra y cerámica de SrakM'
’ Volviendo al Formalivo. en Totoate, Jalisco, para una Arízona (Haury 1976, liga. 11 25 12. 26, 12.34 y 175]
techa muy temprana (100-1 a.C.), la geometría circular diseño del ave devorando la serpiente en Chalchihuíi
de Teuchitlán. aparece junto con la construcción rec­ (Kelley y Kelley. 1971 Lam. 48 b ) y entre los Hohcb
tangular con un altar central, que será la arquitectura (Haury. 1976; lig t5 28 l|, asi como los cascabel«'
típica de la cultura de Chalchihuites, que incluye a La cobre y la turquesa en el culto aTezcaltlipoca (DiFe
Quemada durante el Clásico (Hers, ig89: 34 y fig. 3) y 1968 5: Jiménez 1989:3?) son más antiguos enel n»
también características del mismo periedo en Guana­ que en Mesoamérica. lo que viene a sustentar misl
juato. lo que sugiere una participación con Mesoamé- memente mis |gt¡guas proposiciones basadas1
rlca, por lo menos de tipojdeológico. que tal arqui­ otros elementos— de una cu'tura prolotolteca norte
tectura tetraespacial implíca'TSm embargo, no parece que tiene bases fenel Preclásico Superior y que afin
existir en esta región centrarnoroccidental de la Meso del Clásico e inicios cal Postclásica irrumpe en les'
amerina Septentrional una filiación política hacia nin­ lies centrales, específicamente en Tula. Hidalgo (9
gún Estado dantro de Mesoamérica (Braniff. 196& La nilf 1972 289-299) Esto m.smo es sugerido por ki
presencia teolihuacana se detecta sólo en la porción" quien propone que esa "Ida y vuelta' está implícita*
sureste da Guanajoato y oeste deQuarétaro (Castañe­ información histórica de los mexica (Hers. 1989 4
da e< a i. 1988' lig. 14) y en Salvatierra (Braniff. en 197)
elaboración) Algunos tiestos de Anaranjado Delgado Mientras esto sucede en la porción central y nofi
se encontraran en el Cóporo (Braniff. 1972: 276) y otras c dental de nuestra Mesoamérica Septenjrional lN
en Teuchillán. Jalisco, lo que contrasta con la clara luación muy diferente se desarrolla erQa región ■’
presencia teolihuacana en el vecino valle de Atemajac. oriental qi.e incluye la Sierra Go.rda. a meseta de'
Jalisco (Weigand. 1985:90)] Estohacesuponerque. tan­ Verde y la Sierra de Tamaulipas ¡tas relaciónese

108
Hde LA fBONTEBA A r q u e o l o g ía

r .. acan y d cosía del Godo son evidentes yugos, debieran haberse abandenedo primero. Esloses usténía a
’ T « omos de londo pian o y paredes aImanadas os medias enn hnne en Ja Información que ahora se liere
raimes, ados Zaquil las figurillas moldeadas los sobre la cultura de Chalchihuites y la región de Rio
n’ 7* depeída, perfiles de cdilicios ele verifican la Verde. San Luía Folcsl y la Sierra ríe Tamaulrpas, que
' de aquellos centros de poder en la región nunca más luáron habitadas por mesoamerlcanos. Sin
presflRCi ^ 20.31 51 -52-55; Bianlll, 1975c, 223- embargo, el sitio de Villa de Rayes o Electra en el
(Frano«. * ig86) que ^icheler asocia con la altiplano potosino, que es la región más árida de Me
241 y M'cneiei ' a j' . . . in IMi. h - | . n „_
soamérica Septentrional aun cuando muestra una dis­
continuidad arqueológica, puesto que el complejo de
uerajT"
7
H ?T I
Clásico (Valle de San Luis| termina abruptameme, al
contrario de lo que la lógica sugiere, volvió a habitarse
(fase Reyes) por genle que Iraía un complejo cerámico
muy parecido al da la fase Tollan de Tula. Hidalgo
El ocaso —los chichimecos, (Branfl, 1975; Crespo 1976) Otros sitios toitecas de la
nrandes, pequeños y medianos fase Tollan [900-1150 d C.] se encuentran en da ña
juato: F Cóporo Tardío (Branilf 1972 276), El Cerriic
cT^Jer^laros indicios acerca deque el abandono déla cerca de la ciudad de Queráiaro (Crespo, 1965, en Cas
rtúldn septentrional mesoamericana se inicia hacia 900 lañada alai.. 1980:326)yCarabino.cercadeSanluisde
100 (I C- iBraniir, 1905: Castañeda al a l. 198B. 329). que Ja Pa2 (Branilf. 1972, lista 2]. En esta ultimo aparece, par
lamdllTi pbede inlerpreiarse como una "colonización" primera vez en la entidad un juego de pelota que es de
-ales que el nombre es el adecuado—de grupos 'sal- tipo cerrado como los de Tula—, las construcciones
/iies” chichimecas no agrícolas, o come una involu­ ahora son rectangulares, sin al patio central caracte­
ción progresiva de los grupos meso america nos civiliza­ rístico del Clásico (Crespo y Flores. 1904. en Casta­
dos hacia una barbarie y salvajismo, lo cual está rela­ ñeda el ai., 1988 fig. 16) que organizaba el pairón
cionado con un cambio climático hacia la desertización letraespacíai La disposición de asías construcciones
que impidió ia agricultura de terr peral, las regiones más difiere de la geometría del centro d*>Tula (Yadeun, 1985,
norteña*. cerca del desierto —el Trópico de Cáncer - lig 7)
A rq u e o lo g ía

Estos silios toliecas en el Altiplano polos¡no y nores­


te fle Guanajuato ro tienen carácter defensivo por lo
que la presencia de "aguerridos chictiimecas" ra se sus-
En estos mismos tiempos, hacia el centro oriental dei
estado, existe al parecer, un reacomodo hacia una eco­
nomía mixta de caza recolección con agricultura; y Hacia
el puniente aparece una nueva tradición cerámica aso­
ciada a silios defensivos (Castañeda et al 108A 329­
330)
Los tarascos habitan algunos sitiosen el sur del esta­
do entre 1350 y 1530 para cuando la frontera se retrae
muy al sur, en los limites con Michoacán {Ibid., fig. 22 y
23).
Este proceso de abandono que se inicia en el Epi-
Clásico y que se resume en el momento de los con­ ■Oscilación de la irontera septr
tactos hispanos podría simbolizarse quizá con lo prime­ maricini ", Thu Archaeology ot
ro que representa Mixcoatl y luego Xolotl para terminar Bell editor, p 40-50, Ajijlc. Jatiai
con aquello que dice. 1974U La greca escalonada en el nonane
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n lugar de lamentación, un lugar de muerte por sed, un ■The Wesi Mexican Uaditu
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Sitio El Cubo (sitio 3. en Braniff. 1974 tig 3). Se identi­
o d» Mtíoamirica, fica con el mismo tipo de la Fose Morales
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:.:vrc
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A RQUEOI.OGI A

piejo Tumbas de Tiro de Occidente Una (echa porC14 arrojó la lecha 20202200170 a.C. para esta tase (Ei
dio 1800 60 AP (100 a 250 d C.) (Bell. 1974). aflr h
Sido Toloate. Fechas por C14, entre 100 y 1 a C Cerrito de Bayas, León. Guanajuato (Ran«- -■ I. 3
(Herí. 1989. lig
vanos sitios que se concentran en la Ircntera entre
Jalisco y Zacatecas, del periodo Forruativo Medio y
Tardío (Weigand. 198.6; tig. 7.S ). 'i Querétaro

Zacatecas Bocamina El Garambullo. Trinchera. Sin asociar*


precisa. Fechamientn por Ci4- 15 d C (Franco. v.»
Varios sitios de la lase Canutillo, enIré 1 y 500 d.C. 23 49) (Sierra Gorda).
(Hers, 1989, (¡g. 3.) Ocho sitios en la región de San Juan del Rio v¡,,
Sitio de AltaVista o Chalchihuites. Fase Canutillo, er- lipas cerámicos con termas similares a las del Precia
en Superior de la cuenca- en un sitio asociado a F¡„
tre 200 d.C., y 650 d.C. (Kelley, 1985. flg. 11.4T" .
ri Ilas H4 y H1, se prapone una Crenol ogia entre 50r 1

*77-7
y 1 (Nalca. 1975:82 97 y 99) Hay Indicaciones (per
San Luto Potosí **tn ii • .»-a de ellas de carácter ceremon -
no se ofrecen planos, \ibidem.: 102]. La secuenci,
Sitio Electra (o Villa de Reyes) Fase San Juan (Branilf, linúá con una segunda lase— 1-400 d.C , 48 sitios,
1975. 34-38: Crespo, 1976: 45-47). Una lecha por C14 estructuras de tipo ceremonial (Nalda op. cir.. 102

114

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