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LA NATURALEZA HUMANA

IVAN DARIO QUINTERO DE LA PAVA


ISNN 0123—2185

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Publicación de la
ORDEN ROSA CRUZ KABALISTA
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LA NATURALEZA HUMANA
IVAN DARIO QUINTERO DE LA PAVA

ISNN 0123—2185

INTRODUCCIÓN
A través de los tiempos los Rosacruces se han interesado por profundizar en los
diferentes estados de la evolución, no solamente en su aspecto físico sino también en lo
metafísico, estudiando el devenir evolucionario de la materia y de los seres, al igual que la
evolución de la sensibilidad y de la consciencia en una progresiva adquisición de experiencia
a lo largo de la evolución.
La Vida que es la única realidad, es imposible fabricarla en tubo de ensayo en un
laboratorio. La Vida es lo Cósmico, lo divino. Es lo que las religiones llaman Dios, los
filósofos consciencia y los científicos energía. Son maneras de referirse a la única realidad,
a la realidad interna, intrínseca que está latente en el mineral, que es desarrollo y
exhuberancia en los vegetales, instinto en los animales y pensamiento, sentimiento y
conciencia en el ser humano.
La Vida es el Misterio Magno, pues conocer la Vida en su esencia, sería
conocer la Causa Causorum, la Divinidad misma. Por eso nos es dable conocer únicamente
su manifestación e internamente su realización.

LA NATURALEZA HUMANA
La Inteligencia Universal, el Alma del Mundo naturalizada en el ser humano, nos permite
amar, sentir, desear, comprender, tener carácter, adquirir la maestría en el arte, en la ciencia,
en la filosofía, en la arquitectura, en las artes plásticas; es la Vida interior que está
constantemente evolucionando en tiempo y espacio para hacer posible que la
Consciencia Cósmica se convierta en conciencia individualizada.
Esa Energía Cósmica está latente en todos y en cada uno de nosotros. Su realización
es lo que han venido a mostrar parcialmente los grandes seres. El Señor Jesús haciendo
referencia a la evolución de la Vida Infinita dentro de la forma, dijo: “Lo que yo hago lo haréis
vosotros y cosas más grandes haréis”. Un ser de tal magnitud no podía mentir, estaba
diciendo que a él le faltaba aún mucho por lograr y que todos nosotros inexorablemente
habríamos de llegar a la etapa a la que él había llegado y mucho más.
Todos los grandes seres han hablado de la existencia de esa fuerza interior que
observamos en la mirada luminosa de los niños, en la sonrisa alegre del adolescente, en el
estado interior que percibimos en cada momento de la existencia y que nos proporciona
unas veces momentos de felicidad y otras de dolor.
La Vida interna como guía de nuestro destino es lo más natural del ser humano, pero
también lo más desconocido; por eso debemos estar atentos a nuestra Vida interior
utilizando los magnos poderes del Espíritu: La Voluntad, la Sensibilidad y la Imaginación,
para aprovechar todas las experiencias de la existencia en nuestro eterno devenir.

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VOLUNTAD
La voluntad es el primum móbile, la razón primigenia de toda actividad. Sin voluntad no
puede existir la posibilidad de adquisición de experiencia, de conocimiento, ni de
actividad. Si tenemos hambre, la voluntad nos fuerza a levantarnos, caminar y por lo menos
ir a buscar qué hay de comer, ver qué trabajo hacemos para recibir un estipendio y poder
conseguir con qué alimentarnos.
La Vida Infinita, la Inteligencia Universal, debe evolucionar a través de la forma, para que
ésta sirviéndole como resistencia, haga posible que la consciencia individual vaya
emergiendo. Sería imposible adquirir experiencia si estuviéramos absolutamente inmóviles
e inconscientes; solamente adquirimos experiencia de lo que es el sufrimiento, la alegría, la
salud, la enfermedad, cuando forman parte intrínseca de nuestra existencia.
Cuando nos despertamos en la mañana, la Vida interna nos hace levantarnos, asearnos,
tomar algún alimento, ir a trabajar, a conocer, a visitar, a comprender, a hablar, a inquirir, a
razonar, con el fin de ir adquiriendo experiencia, la que progresivamente se va convirtiendo
en sensibilidad y en consciencia.
La Vida Cósmica se centraliza en los gametos (óvulos y espermatozoides), mediante la
voluntad subjetiva del universo, la que lleva a que ese zoospermo migre a través del útero
hacia las trompas, hasta encontrarse con el óvulo listo para ser fecundado y fecundarlo. La
ciencia biológica y médica dirá que es un proceso quimiotáctico en el que simplemente el
óvulo libera una sustancia química que atrae a los espermatozoides para lograr la
fecundación, pero es más que sustancias químicas, es la energía subjetiva del Cosmos,
Dios mismo, actuando a través de la semilla.
A mayor cantidad de energía progenésica en el ser humano, mayor juventud, mayor
capacidad de concentración, de voluntad, de carácter, de amor, de sabiduría, de
consciencia, de acción fecunda. A menor cantidad de esa energía acumulada, menor
posibilidad de juventud, de alegría, de armonía espiritual, de consciencia, de comprensión,
de carácter, de voluntad y de todo lo que hace a cada uno un verdadero ser humano.
Es por eso que el niño es fresco en sus tejidos y que el joven está pletórico de alegría;
sonríe día y noche, está feliz. Se torna prepotente de los 18 a los 30 años, porque está
pleno de energía progenésica, en donde la Vida Cósmica comienza apenas su primer
proceso del devenir evolucionario, que ha de convertirse en voluntad, en vida independiente,
en sensibilidad fisiológica en inteligencia diferenciada y en plena sensibilidad y consciencia.
Pero como ésta energía progresivamente va siendo desgastada a través de la fase natural
del instinto y de la generación, el ser humano se va tornando viejo, desagradable, huraño,
inconsciente, falto de voluntad.
Es la voluntad subjetiva la que lleva al varón a enamorar a la dama o ésta al
varón. Cuando se es joven no se le tiene temor a nada, se piensa que todo se puede lograr.
Cuando pasan los años se le tiene miedo a todo y se piensa que ya las cosas no se pueden
obtener.
Es curioso observar personas de 70-80 años a quienes se les conoció hace 20-30 años
como personas con carácter, con decisión y con voluntad, a las que con el paso de los años
se les observa con temor, sin carácter, sin decisión; alguien los grita e inmediatamente huyen
y se ponen a llorar. Es porque falta algo…la portentosa energía de la Vida, manifestada en
la esfera germinal.
La esfera generadora es el altar de la Divinidad, por eso no debemos buscarla en templos
hechos por las manos de los hombres, pues está viviente en cada uno de nosotros, en cada
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una de nuestras células y muy especialmente en los gametos que hacen posible que Egos
expectantes puedan renacer, como parte de la Vida Universal manifestándose en las formas
temporales en las cuales subsiste la Vida.
¿Qué mayor milagro que el del nacimiento de un nuevo ser? ¿Qué mayor milagro que
el hecho de que nos levantemos cada día, que podamos alimentarnos, que podamos realizar
nuestras actividades, que podamos compartir nuestras ideas, nuestro mundo interior,
nuestro amor con otro ser? Ese es el milagro de la existencia, es el milagro de la naturaleza
y de la evolución.
Los milagros surgen como resultado de la fuerza interior que cada uno moviliza
consciente o inconscientemente y que se exteriorizan a través de sucesos aparentemente
imprevistos, pero que son el resultado de fuerzas internas que estamos dirigiendo la mayoría
de las veces de una manera inconsciente.
Es la voluntad el primer movimiento de esa Energía-Vida, la que lleva a que el ser
humano busque perpetuarse a través de la generación, siendo la energía del inconsciente
colectivo la que se encuentra almacenada en los genes, para que a través de la generación
se haga posible que esa información pase a los hijos, y que ellos, por Ley de Causa y Efecto
sufran los desequilibrios de sus padres o mediante la Epigénesis logren actualizar las
posibilidades latentes que existen en todo ser humano.
La voluntad nos presiona a ir en busca del ser amado para compartir los mágicos
momentos que se suelen dar en la relación de lo masculino y lo femenino de la existencia.
Es la voluntad la que nos impulsa a conocer, a saber, a comprender en todos los
instantes de la vida. Es la voluntad dirigiendo la consciencia interna luchando por el
conocimiento que es experiencia, la que nos lleva a que cada vez que nos encontramos con
alguien, a decir: ¿qué hay de nuevo? Si nos hemos visto con una persona por la mañana y
la volvemos a ver por la tarde, nuevamente le preguntamos, ¿qué hay de nuevo? Y si la
vemos en la noche otra vez inquirimos ¿qué hay de nuevo?
Es la voluntad Cósmica manifestada en la naturaleza terrestre, la que hace que los
vegetales dirijan sus raíces en el subsuelo para buscar el agua, y en ella, disueltas las sales
minerales para subsistir y desarrollarse.
Es la misma voluntad subjetiva de la naturaleza la que hace que la planta utilice los rayos
del sol para realizar la fotosíntesis y fabricar no solamente sus propios alimentos, si nó
también para los animales y el ser humano.
La voluntad es una sucesión de hechos pequeños que se han de sumar día a día y que
se tornarán grandes. El sólo hecho de levantarse temprano en la mañana para cumplir con
los deberes, es parte del cultivo de la voluntad. Es también ir dejando los caprichos, los
vicios y muchas cosas que se sabe que no son sanas y que antes se solían hacer.
Se tiene voluntad para ver televisión, para ir a las fiestas sociales, pero, ¿se tiene acaso
voluntad para estudiar las grandes leyes de la vida? ¿Se tiene voluntad para meditar, para
discernir, para lograr conscientemente aquellas metas que se anhelan?
Aplicando la voluntad y la imaginación como poderes creadores, se van logrando en una
sola encarnación muchos de los fines que nos vamos proponiendo. ¿Quién puede decir que
no ha ido logrando algunos o muchos de sus anhelos en la vida? Todos sin excepción lo
hemos conseguido, porque los logros forman parte de la Epigénesis, es decir, de hacer
realidad nuestros sueños. Pero así como hemos obtenido tantas cosas en la actualidad, así
también podemos lograr todas las que nos propongamos de aquí en adelante.

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La voluntad es la fuerza categórica del ser humano que le ha de ayudar a actualizar
consciencia, siendo ésta la que lo que diferencia de los animales. La voluntad unida a la
consciencia es la que guía al ser humano por el camino del recto vivir, del recto pensar y del
recto actuar.
Si no se utiliza la voluntad no somos absolutamente nadie. Quien no tiene voluntad es
como una roca inerte, estática en medio del camino, siendo más lo que estorba y lastima a
los demás, que lo que puede servir en un momento determinado.
La voluntad es la que lleva constantemente al ser humano a lograr todos los éxitos que
esté buscando en su diario vivir.
Se necesita voluntad para caminar, para pensar, para ingerir los alimentos, para amar,
para vivir, para sonreír.
Es la voluntad de sobrevivir la que hace que se manifiesten los deseos innatos que
surgen en nosotros, pero que deben hacerse a plena consciencia, sin dejar que las cosas
sucedan porque tienen que suceder.
“Que voy a comer simplemente porque tengo hambre”. ¡No! “Voy a nutrir este cuerpo
porque es necesario proporcionarle los elementos biogenésicos para que pueda mantener
su integridad físico-química”.
“Que quiero ir a un sitio determinado porque tengo ganas”. ¡No! Quiero ir porque el
Espíritu haciendo consciencia de que es necesario ir a ese sitio a aprender, a trabajar, etc.,
hace que la voluntad me lleve hasta ese lugar.
Hay que canalizar la voluntad en cada uno de los actos de la existencia, porque la
voluntad está íntimamente vinculada con la adquisición de consciencia. Así como la
consciencia no puede ocuparse al mismo tiempo de todas las diferentes situaciones que se
le presentan, si nó que debe enfocarlas una a una, así mismo debe ser con la voluntad.
Debe ser enfocarla una y otra vez en un sentido o en otro, para ir aprovechando todas las
experiencias que la evolución nos ofrece.
Gracias a la voluntad podemos conquistar las más altas cimas de la evolución y del
progreso, aprovechando la fuerza del entusiasmo y de la emoción como acción fecunda, de
la mente como comprensión, de la imaginación como poder creador y de la sensibilidad
como divina estética. Todo aquello aunado es lo que hace al ser humano grande, es lo que
lo hace sublime, es lo que lo hace perfecto, pero hay que esforzarse por llegar a la cima de
la humana perfección.
Hay que cultivar el ideal de tener un cuerpo físico sano, fuerte y lleno de energía y una
exuberante vitalidad que logre fijar mayor cantidad de energía solar en los momentos de
mística, de armonía y de espiritualidad que se puedan tener.
La energía emocional que unida a la voluntad es también impulsora de nuestros
actos, debe ser guiada por el poder del entusiasmo para lograr todo cuanto se desea, pero
siempre que esa emoción sea limpia y altruista, alejando el egoísmo, la ira, la envidia, los
celos, la incertidumbre, el odio, los temores y la pesadumbre, los que inhiben la salud y la
felicidad, porque no hay por qué estar sufriendo pudiendo estar felices.
La experiencia que se obtiene a través del dolor es nuestro mejor maestro. Todos los
sufrimientos físicos o morales no los olvidamos. Es por eso que hay que saber que el dolor,
no solamente nuestro sino ajeno, debe servir para hacer consciencia y para que la
sensibilidad ilumine nuestras vidas, llegando a la plenitud de la existencia.
Además de cuidar el cuerpo físico, incrementando la vitalidad a través de la mística,
cultivando emociones puras y entusiastas, debemos mantener pensamientos optimistas,

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positivos y progresistas e imágenes de éxito y de autorrealización, cultivando la sensibilidad
estética, el altruismo y la bondad que se deben tener por los congéneres, para que cada día
nuestro amor abarque a toda la humanidad.
Como resultado, la auto-senso-consciencia, cualidad de nuestro Espíritu, que llegará a
su realización tal como sucedió en el caso de Hermes en el antiguo Egipto, del Sr. Jesús en
Israel, de Buda, Rama, y Krishna en la India, de Pitágoras y Platón en Grecia, de los grandes
sabios de todas las épocas, así como también de los eminentes músicos tales como
Beethoven, Motzart, Bach, etc.
Ese es el futuro que la humanidad tiene como promesa para todo aquel que realmente
quiera y se esfuerce en progresar.

SENSIBILIDAD
La sensibilidad es el segundo gran estrato en la naturaleza del ser humano, que
inicialmente se manifiesta como sensibilidad fisiológica. Ésta fue uno de los más grandes
logros en la evolución, la que permitió que todos los organismos fueran adaptándose
progresivamente a lo largo de miles de millones de años a los ambientes en los cuales se
iban desarrollando.
Es la sensibilidad fisiológica la que nos hace saber cuando un alimento nos cae bien o
mal; es la sensibilidad fisiológica la que nos enseña si un ejercicio nos hace daño o nos
beneficia, así como es la sensibilidad fisiológica la que nos hace sentir cómodos con una
actividad o con otra.
Antes de que la evolución pudiera entregarnos la posibilidad de pensar, de discernir, de
amar, de sentir, de vivir independiente y conscientemente, vivíamos de una manera subjetiva
sin poder exteriorizar nuestra incipiente Vida interior.
La sensibilidad fisiológica inervó los cuerpos que habitábamos para que pudiéramos
escaparnos del calor, del frío, de los peligros, del dolor, protegiéndonos de los relativos
peligros que se podían enfrentar y así ir progresando en la evolución.
La sensibilidad fisiológica se observa en los animales inferiores. A los biólogos les
enseñan esos procesos en los laboratorios, al estudiar un gusano primitivo en su evolución
como la planaria (gusanos planos que viven a la sombra siempre escondidos de la luz,
debajo de las piedras en los ríos); se les echa una gota de ácido sulfúrico y ellos se retuercen
aparentemente de dolor y seguramente puede ser así, porque tienen un sistema nervioso
primitivo que recorre su cuerpo. Estos animales también son sensibles a los cambios de luz
y de oscuridad, pues si se les deja en la oscuridad ellos salen libremente, pero si se les
aplica luz, inmediatamente se ocultan.
Es la sensibilidad la razón de ser del instinto, que es natural en los microorganismos, en
los vegetales, en los animales y en el ser humano. Si a un vegetal constantemente se le
golpea, se le lastima, éste se seca.
Las personas saben empíricamente (y ya lo han investigado los científicos), que si a los
vegetales se les cuida con esmero, se les da cariño, se les contempla, se les habla, se les
coloca música clásica, se tornan más exuberantes que los vegetales testigo que se tienen
aparte, a los que nadie contempla aunque se les eche la misma cantidad de agua y de
sustancias químicas que necesitan para su desarrollo.
Se habla de que hay personas que tienen “buena mano” para los vegetales y de otras
que tienen “mala mano”. Por eso algunas personas suelen decir: “mi abuela cuidaba las

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plantas y se mantenían bellas; en cambio, tengo una tía que toca una planta y ésta se
muere”.
Dicen que es el humor de la gente, pero se están refiriendo a la cualidad
electromagnética que cada quien irradia, la que está en directa relación no solamente con
su sensibilidad fisiológica, si nó, especialmente, con su sensibilidad interna, es decir, la clase
de Alma, de fuerza moral, de energía espiritual, de bondad, de altruismo, de dulzura que una
persona tenga. Quien es más sensible le llega más fácilmente a los demás; quien es huraño,
vanidoso, ostentoso, desagradable, no le cae bien a nadie.
Hay personas con las cuales uno se siente muy a gusto en su compañía, conversar con
ellas, escucharlas, acompañarlas. Hay otras ante las que se “quiere salir corriendo” en
cuanto se las ve; no se soporta estar a su lado.
Hay personas con las cuales uno se siente bien abrazándose, dándose la mano,
sonriendo; hay otras que uno no soporta que le vayan a dar la mano o que le vayan a
acariciar.
Esto depende del nivel de evolución interna de cada uno, de cómo su Vida interior ha
madurado, ha evolucionado adecuadamente a través de la bondad, del altruismo y del
servicio, o simplemente si se ha ido degradando por el egotismo, por el odio, por el temor,
por la incertidumbre, los celos, la ira, la envidia.
La sensibilidad inicialmente es subjetiva en nuestra naturaleza, pero progresivamente se
debe convertir en sensibilidad consciente. El fonema de la palabra consciencia –con sc-,
no es la palabra que se puede encontrar en un diccionario, en donde no tiene la s añadida;
es la consciencia sensorial, el resultado progresivo de la evolución, que se logra a través
del instinto sublimado, como parte de la energía más natural que existe.
Un gran sabio expresó: “la sensibilidad es la razón de ser del instinto en plantas y
animales y de la autoconciencia en el hombre”. La sensibilidad y el instinto están
intrínsecamente relacionados, porque es la sensibilidad la que se convierte en instinto en
plantas y en animales, desarrollando los tactismos en los vegetales (haciendo que busquen
la luz, el agua y las sales minerales), que los animales busquen su alimento y se
reproduzcan; pero ese mismo instinto nuevamente guiado por la sensibilidad es el que se
convierte progresivamente en amor y en consciencia diferenciada en el ser humano.
Debemos hacer nuestra vida cada día más armoniosa y consciente; liberarnos de los
dogmas que anquilosan nuestro pensar, las creencias que nos obligan a aceptar lo que los
demás dicen para no tomarnos el trabajo de pensar, impidiendo que nuestra evolución llegue
a su plenitud.
Es el magno proceso de la Vida Cósmica o del Alma del Mundo en la
Naturaleza terrestre, actuando de una manera subjetiva en nosotros. A eso le llamó
Sigmund Freud lo inconsciente. Después C. G. Jung lo llamaría el “inconsciente colectivo”,
porque realmente de esa energía no somos conscientes. Es realmente la misma Vida
Cósmica que se trasmite a través de los genes, manifestándose en la forma a través de
generaciones sucesivas, haciendo posible que pueda producirse la evolución. Por eso la
gente dice: “este niño sacó el carácter de su padre”, “heredó las debilidades y las flaquezas
de su abuelo”, “esta niña actúa igualito a una tía”.
Toda la evolución de la Vida dentro de la forma, depende de la sustancia germinal. A
medida que se va agotando ese poder a través del proceso de la generación y de la
satisfacción del instinto genitor, se va agotando la vida-forma, no la Vida interna, y el
organismo se va marchitando progresivamente.
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Cuando uno está joven y sano no le importan estas disquisiciones filosóficas y uno se
dice: “¿serán verdad estas enseñanzas?”. La respuesta la tienen quienes han llegado a
conocer el aspecto íntimo de la sexualidad; cómo se sentían inicialmente en su juventud
antes del desgaste sexual, cómo se sentía en el noviazgo antes de llegar a la intimidad.
Había armonía, había poesía, todo era felicidad. Llega la sexualidad y son momentos
de locura, momentos de explosión de esa Vida interna, la que a través de la voluntad
subjetiva, lleva a que la sensibilidad fisiológica en la membrana mucosa de los centros
generadores pueda percibir ese impulso efímero llamado orgasmo. Pero luego vienen los
momentos en los cuales el ser humano se siente vacío, asqueado, en desagrado consigo y
con la compañera, por lo que progresivamente esa armonía que antes existía se convierte
en desarmonía, ese enamoramiento se convierte en peleas y en disgustos, esas palabras
cariñosas y tiernas se convierten en gritos y en desplantes.
Es la realidad de la Vida Infinita convertida en Sustancia-Vida en la esfera germinal, que
tiene su primer movimiento como voluntad, luego como sensibilidad y que finalmente se
convierte en inteligencia, como expresión de las experiencias de la vida.

IMAGINACIÓN
El tercer gran estrato de la naturaleza interna del ser humano corresponde con la
imaginación como Poder Creador.
Al señor Einstein le dijeron alguna vez: ¿qué importantísima es la ciencia
verdad? Respondió: “sí, la ciencia es muy importante, pero más grande es la imaginación
de quienes descubren los secretos de la ciencia”; agregó: “más grande es la imaginación
que el conocimiento, porque para llegar al conocimiento se requiere imaginación”.
A nosotros nos falta imaginación constructiva y quizás tenemos mucho de imaginación
destructiva. Los males que aquejan a la humanidad, las enfermedades, los vicios, las
tristezas, los problemas, las miserias, se deben a que utilizamos mal nuestra imaginación,
pues ésta es previa del pensamiento, de la emoción y del acto.
Prácticamente toda la humanidad está generando constantemente imágenes de
pesimismo, de enfermedad, de celos, imágenes negativas que entorpecen no solamente
nuestra armonía interior sino también el normal funcionamiento del organismo, llevándonos
a la enfermedad física y a la miseria moral.
Es uno de los grandes problemas del ser humano, pues nadie le ha enseñado el poder
extraordinario de la imaginación. Cuando nos concentramos intensamente en una imagen y
luchamos denodadamente por lograrla, estamos atrayendo fuerzas o energías no solamente
en nuestro entorno, si nó también movilizando energías internas que han de llevar
categóricamente a la realización de aquello que estamos imaginando con persistencia. En
eso consiste la magia. Así se logran los llamados milagros.
Es imaginando con persistencia, con perseverancia, con confianza, entusiasmándonos,
emocionándonos, apasionándonos por el ideal que queremos alcanzar, para que podamos
concretar de un momento a otro aquello que realmente estamos imaginando.
Si queremos conocimiento, tenemos que imaginar todos los procesos que la ciencia nos
ofrece en un campo determinado para ir desentrañando los secretos con respecto a aquel
conocimiento que estamos investigando.
¿Cómo fue que Einstein llegó a la conclusión de que el espacio y el tiempo son relativos,
que el universo es curvo y que en él todo está intrínsecamente relacionado? A través de la
imaginación.

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Se cuenta en sus biografías, que de niño era el peor de los estudiantes de su clase; de
adolescente no lo querían en ningún colegio, todos los profesores decían que iba a ser un
vago, que debía ser idiota, porque sólo se pasaba alelado mirando perdidamente el espacio
y no estudiaba, no escribía y aparentemente no aprovechaba la academia.
Es que desde niño traía la magnífica cualidad de la imaginación, por lo que se mantenía
abstraído en conocimientos suprafísicos, lo que hacía que sus profesores no le
comprendieran. ¿De dónde había derivado tales posibilidades de conocimiento? De una
ciencia arcaica, la Kábalah, porque él era de origen judío; por lo tanto, había estado
investigando el conocimiento kabalístico en la Torah, específicamente en el Génesis. Había
encontrado allí una sabiduría ancestral que enseña acerca del proceso de expansión del
Universo y de cómo se mantiene la armonía de los mundos, por lo que se dedicaba
constantemente a meditar en ello.
Posteriormente leyó una obra kabalística por excelencia: “La Doctrina Secreta” de H.
P. Blavatsky. Se dice que leía el primer volumen de esta obra y luego se quedaba totalmente
abstraído; estaba con su imaginación remontándose hacia los orígenes del Universo,
indagando las leyes que regían el Cosmos.
¿Qué es lo que hace el esoterista para meditar en todos esos aspectos cósmicos para
derivar su propio conocimiento? Inicialmente debe meditar en un círculo imaginándolo
vívidamente, convirtiéndose en la esfera celeste y luego imaginar un vórtice de
manifestación, una semilla Cósmica.
Un círculo es un espacio que puede ser o no vacío, un círculo lleva a imaginar una esfera
de radio infinito que puede ir hacia cualquier punto del Universo sin agotar jamás la
posibilidad de crecimiento. Comprender que esa es la energía cósmica por excelencia en
donde el espacio-tiempo se encuentran relativamente en una eterna comunión, en un eterno
maridaje, en una eterna bipolaridad, en donde ambos se mantienen gracias a la mutua
reacción del uno sobre el otro.
El tiempo es Eternidad, el Espacio es Infinitud. Espacio-Tiempo, Infinitud y Eternidad,
son la razón de ser de todo cuanto existir pueda.
Posteriormente, meditar en un punto en el centro de ese círculo, un Primum Móbile, la
voluntad manifiesta, en donde se focaliza el maridaje Espacio-Tiempo, haciendo posible que
surja la vida manifestada y que pueda evolucionar a lo largo del tiempo.
La voluntad subjetiva y la sensibilidad fisiológica van desarrollando un proceso
inteligente en cada ser viviente, para facilitar su existencia diferenciada.
Da la impresión que existe una inteligencia subconsciente en el vegetal que hace posible
que se manifieste como fecundación, desarrollo, crecimiento, producción de frutos.
Pareciera también que los animales que conviven con nosotros fueran inteligentes, pero
es la Inteligencia Cósmica que se manifiesta en ellos la que los guía y los ayuda a interactuar
con nosotros.
En el ser humano la inteligencia se manifiesta al reaccionar adecuadamente en todos
los momentos críticos que la vida ofrece, gracias a la experiencia que se va obteniendo día
a día a lo largo de la evolución.
Es inteligente la persona que sabe qué hacer en un momento de peligro, salvándose a
sí mismo y a los demás; es inteligente quien sabe qué decisión tomar cuando otros no
encuentran soluciones inmediatas.
Son personas inteligentes aquellos que saben responder exactamente a los demás
cuando le inquieren acerca de un tema o de otro.

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Es difícil encontrar personas inteligentes. Intelectuales, sí, a eso nos preparan las
escuelas, colegios y universidades, pero la inteligencia solamente se obtiene a través de la
evolución, a través de las experiencias que obtenemos todos los días y a lo largo de la
existencia.

ACTIVIDAD
La actividad, es el devenir de la existencia lograda a través de la evolución, que se
cumple a través de las Leyes de Causalidad y de Renacimiento.
La evolución de la Vida en la forma se ha producido a lo largo de miles de millones de
años en el planeta, pero la evolución de la consciencia, es decir, de las posibilidades
latentes e infinitas que de la Conciencia Universal se deben educir en la consciencia interna
a través de la evolución, solamente se logra a través de la reencarnación.
Los Rosa Cruces, reencarnacionistas ciento por ciento, comprenden que lograr la
maestría en cualquier campo del humano existir, no se puede en toda una encarnación por
más fructífera que sea ésta para llegar al conocimiento total y absoluto en todos los campos.
Para que el ser humano llegue a obtener el summum del conocimiento y de la
experiencia, tiene que encarnar una y otra vez en este mundo tridimensional para irse
perfeccionando.
A Leonardo Da Vinci le dijeron alguna vez: “usted tiene un conocimiento profundo en
pintura, arquitectura, escultura, ingeniería, fisiología, además es inventor; ¿cómo es posible,
si para llegar a la maestría en una sola de esas ramas se requiere toda una vida de
estudio?”. Respondió: “es que yo recuerdo mis últimas cuarenta vidas”. Él había logrado
una mayor experiencia en su evolución, se había esforzado mucho más que el resto de las
personas.
El hombre es el mediador entre el Cosmos y la Naturaleza y síntesis de la
evolución. Todo lo que existe como posibilidad en el Universo, está latente en nosotros. Ese
es la actividad de la Vida modelando la forma para despertar la dormida divinidad latente en
todos los seres.
No existe una creación en donde el hombre aparece súbitamente en el esquema
evolutivo, siguiendo el camino de nacer, crecer, reproducirse y morir, perdiendo todos los
logros obtenidos y continuando en unos hipotéticos cielo e infierno, que no existen;
son estados internos del alma que sentimos tanto si estamos “vivos”, como si no lo
estamos (en el cuerpo).
No existe muerte, porque muerte es antítesis de la Vida y ésta no puede tener antítesis
pues la Vida es Eterna, Dios mismo. No existe sino Vida y más Vida; Vida dentro de la
forma o Vida fuera de ella, pero es exactamente la misma.
Cuando la Vida se encuentra fuera de la forma en ese proceso llamado muerte, el centro
de consciencia -nuestra Vida interior, nuestro Espíritu- deja de adquirir momentáneamente la
experiencia necesaria y por lo tanto debe dormir durante algún tiempo más o menos largo
(algunos siglos), antes de volver a la forma, buscar padres que a través de la generación le
permitan tener un cuerpo denso con el que pueda continuar adquiriendo experiencia.
Es la Vida y únicamente la Vida la que permite que a través de la reencarnación se
puedan ir adquiriendo las experiencias necesarias, que se obtienen y se cumplen
mediante la Ley de Causa y Efecto, la que implica que cada uno de nosotros tiene
exactamente lo que se merece, pues somos artífices ciento por ciento de nuestro destino.

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No podemos culpar a nadie de que tengamos menos de aquello que creemos
caprichosamente merecer o que, igualmente, otros tengan más.
Muchos muchachos le dicen a sus padres cuando se enojan: “yo no elegí nacer en esta
familia”. Resulta que él sí eligió a sus padres, no los padres al muchacho.
Lo que hicieron los progenitores fue proporcionarle la oportunidad, por medio de la
sensibilidad (fisiológica y del amor), de la voluntad y del instinto, que los llevó a cohabitar
para permitir que sus gametos se fusionaran y que de esa forma el Espíritu de ese muchacho
o muchacha desde los mundos suprafísicos dijera: “éstos son quienes me pueden entregar
las posibilidades a través de los genes, para que yo pueda cumplir con mi destino, para que
yo reciba lo que me merezco en salud, en inteligencia, en comprensión, en voluntad, para
que tenga lo que merezco en el medio ambiente físico y social en el cual voy a crecer y
desarrollarme y así adquirir las experiencias necesarias para continuar mi
perfeccionamiento”.
Entonces, por qué culpar a los padres si la culpa la tenemos nosotros mismos que los
elegimos.
Y pensamos que Dios nos va a dar más o nos va a quitar porque le oremos o no le
oremos; esa sería una Deidad inconsciente a la cual habría que mandar a hacer las cosas;
es por eso que se escucha a la gente decir: “que Dios lo acompañe”, “que el Espíritu Santo
lo ilumine”, “que Dios lo proteja”.
¿Podemos concebir una deidad caprichosa, inconsciente a la que hay que mandarle y
decirle qué es lo que tiene que hacer? De manera que si no le decimos a Dios que
acompañe a alguien, entonces no lo hará porque no se lo dijimos. Son tonterías, futilezas
de nuestra inconsciencia y de la ignorancia en la cual nos han sumido quienes creen que
nos están dirigiendo adecuadamente.
La Inteligencia Universal, la Inteligencia Cósmica no hay que dirigirla, no hay que
ordenarle, no hay que enseñarle, porque es la Consciencia de todo cuanto es, ha sido y
será, la que nos ha conferido el libre albedrío, para que a través de él hagamos lo que
deseamos y de esa manera recibir lo que nos merecemos.
¿Por qué culpar a los demás de nuestra miseria, de nuestra mala suerte, de nuestra
ignorancia? O, ¿por qué decir que es un golpe de la fortuna el hecho de hacerse millonario,
de ser buen mozo? No, es simplemente Ley de Causa y Efecto en donde cada uno
obtenemos lo que nos merecemos.
Sí podemos ayudar a que sea mejor el destino de nuestros hijos; se logra cuando una
pareja que se ama idealmente, que saben o por lo menos intuyen la santidad del acto
generador, llegando a comprender que durante el connubio son uno con la Divinidad,
estando en esos momentos con ternura, con cariño, además sanos física y moralmente, con
empleo, así un ser de evolución, una persona de carácter, un gran artista, un genio de la
raza podrá encarnar; ese ser será prodigioso, alegría para sus padres y para el mundo en
general.
Si la unión sexual se hace bajo la presión y la locura del instinto psicosexual, de las
pasiones, si además en esos momentos se está intoxicado por el alcohol y las drogas, esos
seres que se engendren serán inferiores mental y emocionalmente; personas que serán
drogadictas, asesinas o nefastas para sí mismas y para la sociedad.
Todos los seres que se encarnan como hijos, es por afinidad vibratoria para bien o
para mal. Los Egos rezagados en la evolución que van a renacer, encuentran las parejas
irresponsables que están borrachas, drogadas, quienes le proporcionan la vibración

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necesaria para cumplir con el destino auto generado. Así, sufren no solamente quien renace,
si nó también los progenitores y a través del sufrimiento y el dolor tanto los Egos de los
padres como de los hijos harán consciencia de la santidad del cuerpo y de la energía
generadora para no seguir incurriendo en errores.
Debemos aprender a utilizar y a dirigir inteligentemente la energía generadora. Al sentir
el despertar de la energía de la Vida que nos lleva a buscar a la otra polaridad bien sea para
enamorarla, para conversar con ella, para cohabitar, entonces, con la imaginación y con la
mayor estética posible, imaginar que esa energía que se encuentra radicada
como energía en la base de la espina dorsal, se eleva por ella para eclosionar en el corazón
y llenarnos de estética, de amor impersonal, de fuerza crística.
Imaginar que esa energía se dirige a la garganta para convertirse en inteligencia y en
elocuencia, en capacidad de instruir a los demás para mostrarles un camino de superación;
que esa energía se dirige hacia el cerebro para permitirnos coordinar el pensamiento con
inteligencia, con sabiduría, para ir educiendo las diferentes posibilidades de ser cada día
más conscientes en la vida y en la evolución.
Los místicos Rosa Cruces simbolizaron este proceso en la Cruz y en la Rosa. La Cruz,
haciendo referencia a la eterna polaridad, porque nada puede venir a la existencia si no es
gracias al poder del binario, de la dualidad; no puede mantenerse la armonía de los mundos
si no es gracias a esa fuerza centrífuga del planeta que se quiere ir a los espacios infinitos
y a la fuerza centrípeta que el Sol ejerce sobre los planetas para mantenerlos en la órbita
precisa.
Es el poder de la cruz el que permite que de una semilla sembrada en la tierra, surja la
Vida interior de esa semilla al cruzarse con la tierra en sus principios químicos y energéticos
y que vaya desarrollándose la planta que ha de convertirse en árbol.
Es el poder de la cruz el que permite que se cruce la mirada de un hombre y de una
mujer y que a través del cruce de sus cuerpos y de sus gametos surja como Rosa divina y
bendita del amor de esa pareja, un ser de evolución.
Es el poder maravilloso de la cruz, cuando logramos que la energía progenésica
cruzándose sobre la cruz de nuestro cuerpo se convierta en la Rosa sublime del Cristo, que
no es, que no fue ni será una persona. El Señor Jesús comulgó conscientemente en la
cruz de su cuerpo con el Cristo cósmico, haciendo que la fuerza divina del amor floreciera
en su corazón, por eso fue grande, espiritual, trascendente. Esta es la senda del amor
impersonal, universal, cósmico.
Para que la fuerza del Cristo surja en nuestro corazón, se deben ir convirtiendo el instinto,
la pasión, la lujuria, en Rosa de amor. Y para que tomemos contacto con la Inteligencia
Universal, debemos transformar la emotividad, el temor, los celos, la incertidumbre, la
ignorancia, la inconsciencia, la emotividad, el negativismo y el pesimismo en el cual vivimos,
para que se transforme en la Rosa de consciencia.

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