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ANÁFORAS Y CATÁFORAS
MICROESTRUCTURA Y MACROESTRUCTURA TEXTUAL
1. Los culpables son los pájaros. Son los pájaros migratorios los que pasean de
un lado a otro del mundo los distintos tipos de virus de la gripe que afectan
a hombres y animales. Catafora.
2. El estudio confirma la hipótesis esbozada en los años 70, según la cual los
diferentes virus de la gripe viajan en las alas de los pájaros. Los
investigadores aclararon el proceso a través del cual los virus,
originariamente incubados en el cuerpo de las aves, son contagiados a los
animales y a los seres humanos, mediante mutaciones genéticas. Catafora
3. Sobre la base de estas investigaciones los expertos en temas ambientales
están trabajando en dos importantes caminos. El primero para aclarar las
relaciones entre virus, excrementos de pájaros y rutas aéreas de las
migraciones. El segundo para profundizar en los intercambios que ocurren
a nivel genético en el virus. Catafora.
Texto 2
Texto 2
El Coloso de Rodas
Yo fui una estatua a la que denominaban Coloso. Era de bronce y estaba al lado del
puerto de una pequeña isla del mar Egeo, llamada Rodas. Yo era tan alto como veinte
hombres y el dedo pulgar mío era tan grande que tú no lo hubieras podido rodear con las
manos tuyas; Si tú te hubieras subido sobre mi cabeza, hubieras podido ver la tierra y el
mar a muchos kilómetros a la redonda.
Hace mucho tiempo, los habitantes de Rodas trataron de salvar la isla donde vivían de
una invasión de millares de hombres de otras tierras. Ellos tenían pocas esperanzas, pero
tanto los hombres como las mujeres lucharon con gran valentía. El valor de ellos se vio
recompensado cuando un insigne amigo de la isla, Tolomeo, llegó en la ayuda con una
poderosa escuadra de barcos y él consiguió batir a los enemigos de Rodas.
Los habitantes de Rodas quedaron tan agradecidos por haber sido salvados que
construyeron la estatua mía. Yo permanecí muchos años en la bahía y me llamaron una
de las siete maravillas del mundo. La palabra «colosal» proviene del nombre mío.
Un día la tierra comenzó a temblar. El temblor fue tan intenso que yo me derrumbé y ellos
no pudieron recomponerme.
Hoy en los libros, yo no soy más que una estatua, llamada Coloso de Rodas. Pero de vez
en cuando se encuentran grandes o pequeños fragmentos de bronce que formaban parte
del cuerpo mío.
(El texto original fue tomado de El mundo de los niños Tomo 10)