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Fallo: 293-07.

SENTENCIA DE LA CORTE SUPREMA:


Santiago, veintitrés de julio de dos mil ocho.

VISTOS:

En estos autos rol Nº 2308-1998, seguidos ante el Décimo Noveno Juzgado


Civil de Santiago, caratulados "Quintana Seguel, María Gloria con Banco de A.
Edwards", doña María Gloria Quintana Seguel dedujo demanda en juicio
ordinario de indemnización de perjuicios en contra del Banco de A. Edwards.

Sostiene que el 28 de agosto de 1991, junto con su cónyuge don Javier


Andrés Aliaga Foichi abrieron una cuenta corriente bipersonal en el Banco
demandado. En el contrato de apertura de cuenta corriente se facultaba a
cualquiera de los dos titulares para girar los cheques, bastando la sola firma
de uno de ellos para expedirlos.

Indica que debido a problemas financieros que tuvo su cónyuge, durante el


año 1993 se protestaron 63 cheques, todos ellos girados exclusivamente por
don Javier Aliaga Fiochi, de los cuales veinte fueron protestados por falta de
fondos o cuenta cerrada, según detalle que indica.

Manifiesta que no obstante ser ajena al giro de los mencionados cheques, el


Banco en el acta de protesto indicó como giradores de los mismos al señor
Aliaga y a ella, estampando el protesto de la siguiente manera:" El Banco de
A. Edwards no paga el presente cheque girado por el (os) sr (es) Aliaga F
Javier y/o Quintana S. María, suscrito en su representación por el (los) sr(es)
Javier Aliaga Fiochi."

Señala que acto seguido envió la lista de los cheques protestados por cuenta
cerrada y falta de fondos a la Cámara de Comercio, en la que
equivocadamente se indica que los giradores fueron don Javier Aliaga y doña
María Quintana Seguel, lo que significó que desde 1993 estuviera en la lista
de la Cámara de Comercio con documentos protestados y en Dicom.
Expone que este grosero descuido del Banco lesionó enormemente su
dignidad y honra, causándole un menoscabo que afectó sus relaciones con
terceros y su desarrollo individual.

Explica que en el año 1997 se dedicó a ubicar y recuperar los documentos


protestados y a principios de 1998, a través de la Superintendencia de Bancos
e Instituciones Financieras se le hizo ver al banco el error, quien reparó esta
situación enviando al Boletín de Informaciones Comerciales una rectificación
el 23 de febrero de 1998.

Solicita se le indemnicen los perjuicios que sufrió a raíz del incumplimiento


del Banco, respecto del contrato de cuenta corriente bancaria.

Demanda la suma de $3.800.000 a título de daño material, consistente en el


gasto en que incurrió para sanear su situación financiera, para recuperar los
documentos protestados y el lucro cesante correspondiente a los intereses
sobre dicha cantidad, los que ascienden a $300.000.

El daño moral producto del daño o perjuicio consistente en una clara afección
a la honra y prestigio, reduciéndose sus posibilidades de estudio, fuentes de
trabajo y de desarrollo económico, lo estima en la cantidad de $15.000.000.

Contestando la demanda, el apoderado del Banco de A. Edwards solicitó el


rechazo de la demanda con costas.

Sostiene que el acta de protesto fue extendida con estricto apego a las
normas que rigen la formalidad de los protestos, pues los dos titulares de la
cuenta corriente bipersonal siempre son sus giradores y por lo tanto
responden por todos los cheques girados en contra de dicha cuenta, sin
perjuicio que uno sólo de ellos lo firme.

En relación a la información que se remitió a la Cámara de Comercio en 1993,


la demandante cinco años después, esto es el 16 de enero de 1998, le hizo
presente al Banco que se había informado a la Cámara de Comercio como
giradores de los cheques protestados a ambos titulares, lo que se explica
porque el acta de protesto es una pro forma computacional en la que
aparecen señalados todos los titulares de la cuenta corriente y en el caso
concreto no se hizo la distinción al informar los protestos. Indica que la
situación quedó regularizada el 23 de febrero de 1998.

Señala, que si la actora hubiere reclamado de la situación desde el primer


protesto e información dada al boletín comercial no habría sufrido los
perjuicios que alega.

En seguida sostiene que no se reúnen los presupuestos de la responsabilidad


contractual y opone como excepción perentoria la prescripción de la acción
de indemnización de perjuicios contractual, fundado en que los cheques serie
Nº 2045046 al Nº 2045072, fueron protestados entre el día 12 de febrero de
1993 y el día 14 de junio del mismo año, luego el incumplimiento de parte del
Banco de A. Edwards se produjo respecto de todos los cheques mencionados
con fecha 14 de junio de 1993 y desde ese día hasta la notificación de la
demanda -esto es, el 26 de junio de 1998- ha transcurrido el plazo de
prescripción de la acción de indemnización de perjuicios contractual.

La jueza titular de dicho tribunal, por sentencia de treinta y uno de octubre


de dos mil, escrita a fojas 133 y siguientes, rechazó la demanda, sin costas.

La demandante interpuso recurso de apelación en contra de dicho fallo y una


de las Salas de la Corte de Apelaciones de Santiago, por resolución de quince
de noviembre de dos mil seis, escrita a fojas 334, lo confirmó.

En contra de esta última sentencia, la demandante deduce recursos de


casación en la forma y en el fondo, el primero de ellos fue declarado
inadmisible por este tribunal, según se lee a fojas 356.

CONSIDERANDO:

PRIMERO: Que el recurrente sostiene que en la sentencia impugnada, que


dispuso rechazar la demanda, se han cometido los errores de derecho que a
continuación se indica:

a) Respecto de la prescripción:

Sostiene que los jueces del grado incurren en un error de derecho en el


cómputo de la prescripción de la acción de indemnización de perjuicios, por
incumplimiento contractual. Las irregularidades del Banco consisten en
individualizar en los protestos de los cheques a la demandante como giradora
de los mismos y en remitir a la Cámara de Comercio la información de los
protestos individualizando a la demandante como giradora, lo que le causó
perjuicio a la actora.

Indica que la prescripción debe contarse para cada incumplimiento, así lo


dispone el artículo 2514 del Código Civil al señalar en su inciso segundo que:
"se cuenta el tiempo desde que la obligación se haya hecho exigible". Sin
embargo, en el considerando cuarto se cuenta el plazo de la prescripción
desde el protesto y no desde el envío de la información errónea a la Cámara
de Comercio, como debió haberse hecho.

Concluye que debe acogerse la excepción de prescripción, sólo sobre aquellos


protestos cuyas fechas de envío a la Cámara de Comercio fue anterior al 26
de junio de 1993 y rechazarla para los demás casos, fechas que se encuentran
acreditadas con el documento de rectificación que el Banco de A. Edwards
envió al Boletín de informes comerciales, dependiente de la Cámara de
Comercio.

b) Respecto de la acción de indemnización de perjuicios, por responsabilidad


contractual.

En cuanto al incumplimiento del Banco y la relación de causalidad con los


perjuicios, expresa que la sentencia incurre en un error al aplicar los artículos
44, 1558, 2316, 2329, 1557 y 2330 del Código Civil:

El artículo 44 del citado Código señala que la ley distingue tres tipos de culpa,
grave, leve y levísima. En el considerando 17º se expresa, que el
incumplimiento del Banco demandado al enviar la lista a la Cámara de
Comercio consistió en un error manifiesto, con lo que el tribunal calificó la
falta del Banco como culpa grave, por ser muy ostensible y obvia, al no
desplegar el banco la diligencia mínima exigida en estos casos.

Explica que el artículo 2316 del Código Civil, dispone que está obligado a
indemnizar el que hizo el daño, en este caso el Banco que fue quien envió la
lista incluyendo a la demandante como giradora de los cheques y ese hecho
ocasionó perjuicios a la demandante, por lo que dicha institución debe
asumir las consecuencias de sus propios actos.

El artículo 2329 del Código sustantivo, establece que por regla general todo
daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser
reparado por ésta y el artículo 1558 del mismo estatuto jurídico, dispone que
en caso de dolo del deudor será responsable tanto de los perjuicios previstos
como los que no se pudieron prever al tiempo del contrato.

Estima que la culpa grave, que fue en la que incurrió el demandado, se


equipara al dolo, por lo que debe responder de los perjuicios directos
previstos e imprevistos.

Sin embargo, manifiesta que para exonerar de culpa al Banco la demandante


debió poner algún obstáculo o resistencia que entorpeciera la labor del
mismo, pero ello no ocurrió.

Sostiene que otra cosa distinta es la conducta que pudo haber desplegado la
demandante una vez que el Banco incurrió en el incumplimiento con
posterioridad a su infracción, pero esta no afecta la falta de diligencia o
cuidado que le cabe a la entidad financiera demandada en su incumplimiento
y las consecuencias que deriven de éste.

También estima transgredido el artículo 1557 del Código Civil puesto que en
el considerando 16º la sentencia señala que la obligación del Banco consistía
en un deber de abstención (no incluir a la demandante en los protestos),
vulnerando una obligación de no hacer, pero en el resto de la sentencia no se
sigue la lógica que trae aparejado el incumplimiento de obligaciones de no
hacer, desatendiéndose de esa determinación.

El citado precepto señala que en caso de contravenir una obligación de no


hacer se debe indemnización de perjuicios desde el momento de la
contravención.

Respecto de la conducta de la demandante con posterioridad al


incumplimiento, el Tribunal comete un error de derecho en la aplicación del
artículo 2330 del Código Civil, que establece que la apreciación del daño
estará sujeta a reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él
imprudentemente.

Indica que los sentenciadores, sin señalarlo se sustentan en dicha norma para
eliminar absolutamente la responsabilidad que tuvo el Banco y que aún
cuando según la sentencia, la demandante pudo haber tenido una conducta
negligente para reparar el mal que se le causó, en ningún caso esa conducta
es suficiente para eliminar completamente la responsabilidad y el daño
causado por el banco, más aún si éste pudo haber resuelto el error en
cualquier momento. Al aplicar de esta forma la citada disposición incurre en
una impropiedad jurídica extendiéndola a un alcance que está fuera de su
sentido que es sólo ponderar la indemnización o reducirla pero en ningún
caso eliminarla como lo hizo la sentencia impugnada.

Manifiesta que en relación al daño material, la sentencia impugnada estimó


tales desembolsos como inútiles o innecesarios, por cuanto al demandante
pudo arreglar su situación comercial con el envío de la carta rectificatoria al
Banco demandado, conclusión errada, infringiéndose las normas reguladoras
de la prueba especialmente el artículo 346 del Código de Procedimiento Civil,
al no asignarle valor a los documentos acompañados en el juicio.

En relación al daño moral la circunstancia de encontrarse una persona con


veinte cheques protestados en el Boletín Comercial y en Dicom, constituye un
hecho público y notorio que produce perjuicios comerciales, laborales y
psicológicos, traduciéndose en un evidente descrédito que sufre una persona,
prueba de ello son las leyes Nºs 19.628 y 19812.

Señala que la jurisprudencia ha sido conteste en concluir que los hechos


públicos y notorios no necesitan ser probados, menos tratándose de daños
morales, por ello estima que la sentencia impugnada ha infringido las leyes
reguladoras de la prueba.

SEGUNDO: Que son hechos establecidos por los jueces de fondo, relevantes
para la decisión del asunto que viene propuesto, los siguientes:

a) con fecha 28 de agosto de 1991, Javier Aliaga Fiochi y María Gloria


Quintana Seguel celebraron con el Banco el contrato de apertura de la cuenta
corriente bipersonal número 01-60-713518, que facultaba a cada uno de los
titulares a girar cheques contra la señalada cuenta indistintamente y sin
necesidad de firma del otro.

b) durante el año 1993, el Banco de A. Edwards protestó los siguientes


cheques girados por sólo uno de sus titulares, Javier Aliaga Fiochi: 1.- cheque
serie 804-4469, del 25 de junio de 1993, por la suma de $55.194, protestado
por falta de fondos. 2.- Cheque serie 204-5073, del 26 de junio de 1993, por
la suma de $316.709, protestado por cuenta cerrada. 3.- Cheque serie 060-
3152, del 30 de junio de 1993, por la suma de $128.669, protestado por falta
de fondos. 4.- Cheque serie 804-4470, del 25 de julio de 1993, por la suma de
$56.009, protestado por cuenta cerrada. 5.- Cheque serie 204-5074, del 26 de
julio de 1993, por la suma de $16709, protestado por cuenta cerrada. 6.-
Cheque serie 060-3153, del 30 de julio de 1993, por la suma de $128.669,
protestado por cuenta cerrada. 7.- Cheque serie 804-4471, del 25 de agosto
de 1993, por la suma de $56823, protestado por cuenta cerrada.

c) las actas de protestos respectivamente expresan "El banco de A. Edwards


no paga el presente cheque girado por Javier Aliaga Fiochi y/o María
Quintana y suscrito en su representación por Javier Aliaga Fiochi.

d) el Banco demandado, informando a la Cámara de Comercio, señaló a los


dos titulares de la cuenta corriente 01-60-713518- como giradores de los
cheques protestados, sin advertir que sólo Aliaga Fiochi revestía tal calidad.

e) en enero de 1998, la demandante reclamó ante el banco el error en la


información dada a la cámara de comercio, el que envió una rectificación al
boletín de informaciones comerciales el 23 de febrero del mismo año,
regularizándose la situación.

f) la primera de las infracciones en que la actora ha fundado su demanda


consiste en haber extendido mal las actas de protesto de los cheques de
autos, al incluirla como giradora de los mismos, en circunstancias que no los
firmó.

g) las normas que regulan las menciones que debe contener el acta de
protesto disponen la identificación tanto del titular de la cuenta corriente
como la del firmante del cheque, si bien la deficiente redacción de que
adolece el texto de los señalados protestos -con la excepción ya anotada- es
reprobable, no llega a constituir una infracción a las normas que regulan la
materia, desde que las actas respectivas individualizan correctamente tanto a
los titulares de la cuenta corriente como al suscriptor o firmante de los
cheques, por lo que uno de los pretendidos incumplimientos en que se funda
la acción de indemnización deducida no se configura en la especie.

h) no se ha discutido que el Banco demandado envió información no


fidedigna a la Cámara de Comercio, al incluir a la demandante como giradora
de los cheques de autos, que con esta conducta, además de contrariar las
normas respectivas del Decreto Supremo 414 de 24 de junio de 1978, el
Banco vulneró el contrato de cuenta corriente bancaria celebrado entre las
partes.

Sólo al banco le correspondía y podía informar a la cámara aludida la correcta


identidad del girador de los cheques protestados, obligación que respecto de
la demandante se traducía en un deber de abstención que contravino, no
siendo la demandante la suscriptora del documento su nombre no debió ser
informado a la cámara.

i) la prueba documental rendida por la demandante da cuenta que en virtud


de los pagos que realizó, puso término a las querellas criminales por giro
doloso de cheque incoadas en contra de su cónyuge Javier Aliaga, en la que la
demandante era una tercera extraña.

Este hecho importó la solución de un litigio que le era enteramente ajeno y


cuyos resultados no le empecían, luego no puede estimarse que fue realizada
forzadamente y para precaver un mal mayor, como si hubiese sido el caso de
querellas deducidas en contra de la actora.

j) el Banco rectificó ante la sola reclamación de la demandante y previa


constatación del error, la información enviada el año 1993 a la Cámara de
Comercio, por lo que el pago extrajudicial resultó además de innecesario,
inútil, pues no fue a causa de ello que se corrigió la situación de la
demandante.

k) los hechos que configurarían el daño sufrido por el actor, no han resultado
suficientemente probados.
TERCERO: Que sobre la base de los hechos establecidos, los sentenciadores
concluyeron que no satisfaciendo la acción deducida uno de los presupuestos
básicos de la responsabilidad, la existencia de perjuicios, tampoco concurre la
necesaria relación de causalidad entre incumplimiento y perjuicio, por lo que
rechazaron la acción intentada.

CUARTO: Que en relación a la vulneración del artículo 346 Nº 3 del Código de


Procedimiento Civil, se reclama que los jueces de la instancia no le han dado
valor a los documentos acompañados en el juicio al desestimar aquellos que
dan cuenta del desembolso en que incurrió la demandante para regularizar
su situación comercial y el informe de Dicom, donde aparece la actora con
veinte protestos, los que a juicio del recurrente son sumamente claros para
determinar la existencia de daño material y moral.

De este capítulo de casación, se advierte que los cuestionamientos esenciales


del recurso dicen relación con el valor y alcance que corresponde conferir a la
prueba rendida en el proceso, específicamente la documental, sin embargo,
tal actividad se agotó con la determinación que a este respecto hicieron los
jueces del grado, quienes en uso de sus facultades privativas consignaron que
los hechos que configurarían el presunto perjuicio sufrido por el actor, no
constituye un daño indemnizable y el perjuicio moral no resulta
suficientemente probado.

En todo caso, el citado precepto constituye una regla procedimental que


dispone que los instrumentos privados se tendrán por reconocidos cuando,
puestos en conocimiento de la parte contraria y bajo este expreso
apercibimiento, no se alega su falsedad o falta de integridad dentro de sexto
día, contados desde su presentación; disposición que difiere del fundamento
de la impugnación, en cuanto a la insuficiencia de ponderación de un los
citados instrumentos, con lo cual no se observa ninguna vulneración a la
norma antes aludida;

QUINTO: Que como se advierte, con el recurso se pretende alterar los hechos
fijados en la sentencia, desde que no obstante lo concluido por los
sentenciadores, el demandado insiste en sostener lo contrario, esto es, que
se encuentra acreditado el daño. Este planteamiento no puede aceptarse, en
la medida que la fijación de aquellos hechos en los términos que se
establecieron se basa en la apreciación que de las pruebas se hiciera por los
sentenciadores del fondo, lo que es inherente a las facultades que le son
propias y excluyentes, en términos que tales hechos no son susceptibles de
modificación, a menos que en su establecimiento haya existido vulneración a
las leyes reguladoras de la prueba y, en la especie, el recurrente se limita a
señalar que se han infringido tales reglas, pero sin enunciar ni explicar a
continuación cuáles serían las disposiciones que tendrían tal calidad, siendo
por ende insuficiente una mención en términos generales como pretende la
recurrente a "las leyes reguladoras de la prueba", para lograr revertir aquello
que viene decidido.

SEXTO: Que en lo que hace a la infracción a las normas referidas a la


prescripción, por haberse computado su plazo desde que se extendió el acta
de protesto y no desde que se remitió a la Cámara de Comercio la
información de los protestos individualizando erróneamente a la demandante
como giradora, hay que señalar que de acuerdo a lo prescrito en el artículo
767 del Código de Procedimiento Civil, para que se justifique la anulación de
una sentencia en virtud de un recurso de la especie del que ahora se analiza,
es necesario que el error de derecho en que incurra la resolución impugnada
influya de modo sustancial en lo dispositivo de la misma, de forma tal que
pueda afirmarse que, de no haberse incurrido en él, la decisión habría sido
distinta de aquélla a que se arribó.

En consecuencia, el Tribunal de Casación, de constatar la existencia de la


infracción de ley, debe establecer, antes de anular la sentencia, si al dictar
fallo de reemplazo efectivamente concluiría de modo distinto al que lo
hicieron los magistrados de la instancia.

Teniendo presente lo anterior, en el caso de autos, aún en el evento de


considerarse que los sentenciadores efectivamente incurrieron en error de
derecho en el cómputo del plazo de prescripción, la solución del litigio habría
sido de todas formas rechazar la demanda, al no haberse configurado uno de
los presupuestos de la responsabilidad contractual, esto es, la existencia del
daño.

SÉPTIMO: Que, en consecuencia, el yerro que se imputa a la sentencia, aún


en el evento de ser efectivo, no tiene la influencia sustancial en su parte
dispositiva que reclama, por definición, el recurso de casación en el fondo
para que resulte procedente.
OCTAVO: Que de la forma como se ha concluido en lo motivos precedentes
resulta innecesario analizar las demás disposiciones invocadas por la
demandada como infringidas, por cuanto, como se ha dicho, no pueden
alterarse los hechos que los jueces del fondo dejaron establecidos en el fallo
impugnado.

NOVENO: Que por todo lo señalado cabe concluir que el recurso de casación
en el fondo intentado debe ser rechazado.

Y visto, además, lo dispuesto en los artículos 764, 765, 767 y 785 del Código
de Procedimiento Civil, se rechaza el recurso de casación en el fondo
deducido en el primer otrosí de la presentación de fojas 335, por el abogado
Francisco Mariani Martin, en representación de la demandante, en contra de
la sentencia de quince de noviembre de dos mil seis, escrita de fojas 334.

Regístrese y devuélvase con sus agregados.

Redacción a cargo de la ministra señora Herreros.

Nº 293-07.-

Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema por los Ministros Sres.
Milton Juica A., Sergio Muñoz G., Sra. Margarita Herreros M. y Sr. Juan Araya
E. y Abogado Integrante Sr. Oscar Carrasco A.

Sentencia de la corte de apelaciones: 1624-2001

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