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Biografía
Edgar Allan Poe perdió a sus padres, actores de teatro itinerantes, cuando
contaba apenas dos años de edad. El pequeño Edgar fue educado por John
Allan, un acaudalado hombre de negocios de Richmond. Las relaciones de
Poe con su padre adoptivo fueron traumáticas; también la temprana muerte
de su madre se convertiría en una de sus obsesiones recurrentes. De 1815
a 1820 vivió con John Allan y su esposa en el Reino Unido, donde comenzó
su educación.
Hijo de Elizabeth Arlold Poe y David Poe, actores de teatro itinerantes que
fallecieron cuando él era un niño.
Fue criado por John Allan, un hombre de negocios de quien tomó el "Allan".
En 1815, cuando contaba seis años, se trasladan a Inglaterra donde ingresó
en un internado privado.
Fue autor además de 'Los crímenes de la calle Morgue' (1841), 'El misterio
de Marie Rogêt' (1842-1843) y 'La carta robada' (1844) están considerados
como los predecesores de la moderna novela de misterio o policiaca. Entre
sus cuentos sobresalen 'La caída de la casa Usher' (1839), 'El pozo y el
péndulo' (1842) 'El corazón delator' (1843) y 'El barril del amontillado'
(1846).
Ray Bradbury
Nació el 22 de Agosto de 1920 en Waukegan, Illinois.
La tercera década del siglo pasado fue testigo de un amanecer literario que
afectó no solo la historia del cuento fantástico, sino la del cuento corto en su
totalidad, y moldeó indirectamente las tendencias y fortunas de una gran
escuela estética europea.
Cualquiera fueran sus limitaciones, Poe logró lo que nadie había o podría
haber realizado, y a él le debemos el cuento de terror moderno en su forma
final y perfecta.
El cuervo cuyo pico se clava en el corazón, los vampiros que redoblan las
campanas en torres pestilentes, la tumba de Ulalume en la oscura noche de
octubre, los majestuosos capiteles bajo las olas, de "la región salvaje y
misteriosa que descansa, sublime, más allá del Tiempo y del Espacio" -todo
ello y mucho más nos observa entre el repiquetear maníaco y la febril
pesadilla de la poesía. Y en la prosa, se abren frente a nosotros las mismas
bocas del infierno -anormalidades inauditas levemente insinuadas por el
poder de unas palabras de cuya inocencia apenas dudamos, hasta que la
voz quebrantada y sonora del narrador, tensa de emoción, nos revela las
temibles implicaciones; siluetas y presencias demoníacas adormecidas, que
despiertan súbitamente en un instante fóbico acarreando la locura, o
retumbando en memorables y cataclísmicos ecos. Un aquelarre brujeril del
horror que desgarra los mantos del decoro -una visión tanto más
monstruosa debido a la destreza científica que hace que cada detalle se
ubique, con aparente facilidad, en relación con las conocidas miserias de la
vida material.
Para Poe, al contrario que sus antecesores: Horace Walpole (El Castillo
de Otranto), Anne Radcliffe (Los Misterios de Udolfo), Charles Maturin
(Melmoth el Errabundo) etc…, lo perverso, lo maligno no está afuera sino
adentro y esto es lo que hace a la obra del poeta de Boston pionera en un
nuevo tipo de literatura macabra: el horror psicológico. Al respecto, dice
Lovecraft en su libro El Horror Sobrenatural en la Literatura: “Poe estudiaba
la mente humana más que las costumbres de la ficción gótica, y trabajaba
con un conocimiento analítico de las verdaderas fuentes de terror, lo que
duplica la fuerza de sus narraciones y las libran de todo lo absurdo
inherente a las obras puramente convencionales del género”.
Sin embargo, a pesar de ser conocidas las fuentes en las que abrevó
Lovecraft, es innegable que él dio un paso más allá y le dio forma a todos
los demonios, espectros, endriagos y demás criaturas que poblaban su
atribulado cerebro, y creo toda una mitología propia, sumamente original,
alejada de las existentes.
Poe y Bradbury
En Usher, por ejemplo, el incesto entre los hermanos (insinuado por el
narrador) es un hecho anormal que debe ser corregido o condenado. La
única solución posible, según el mismo protagonista, es la muerte. Este final
es un triunfo listo desde la filosofía poetiana, pues representa una vuelta al
equilibrio y a la perfección. La grieta será el agente de justicia (catalizador),
pues evitará que se siga destruyendo la célula familiar como estructura de
lazos consanguíneos que no deben mezclarse. Los males genéticos se dan
tanto en la familia como en la mansión de igual nombre. Es por esta razón
que hablamos de la grieta como metáfora de problemas éticos que deben
ser resueltos, pues algo en el ser, la casa o el país está rasgado y debe
volver a reunirse en un todo ordenado y ético.
Por otra parte, la grieta que atraviesa y divide la casa podría ser leída como
el reflejo o la proyección de una fisura de la psiquis humana, a manera de
un yo real y otro irreal, y que según parece tendría su origen en los traumas
no resueltos, fruto de las relaciones parentales de nuestra infancia. Esta
interpretación es posible si pensamos en la destrucción que devolvería el
orden a la enferma personalidad de Roderick quien eligió enterrar viva a su
hermana melliza para borrar sus pecados y apagar esa otra personalidad
que tanto lo agobiaba, aunque esto implicara su propia muerte.
En Usher dos, la grieta, doble por dividir en dos la casa y por ser réplica de
la creada por Poe, también podría ser metáfora de una realidad que
amenaza con destruir algo más que una casa o un individuo, tal vez una
sociedad, un país, un mundo. Por la época en que Bradbury publicó “The
Martian Chronicles”, el país se hallaba embarcado en la Guerra Fría y en los
prolegómenos de la guerra de Vietnam. La sociedad norteamericana estaba
dominada por el miedo al extranjero, -eternamente- al negro, pero sobre
todo, al comunista (“el terror rojo”). Era la época del senador McCarthy y la
famosa “caza de brujas”. La sociedad estaba dividida en expectativas,
deseos e ideologías diferentes. Las intervenciones cívico-militares
norteamericanas que en el cuento se dan en Marte, ocurrían en realidad en
varios frentes, entre ellos, oriente. Esto no era unánimemente aceptado y
abría una brecha profunda en el alma de los norteamericanos, la cual, sin
duda, se ahondaría más hacia 1955. En este relato, Bradbury nos alerta del
temor a “lo otro” que ha llevado a muchos humanos a marginar y a vulnerar
los derechos más elementales. Aquí vemos la censura, pero todos los
cuentos de Crónicas marcianas son un abanico que muestra una variada
gama de errores que la raza humana (léase en este caso, norteamericanos)
estaban cometiendo o podrían llegar a cometer, por soberbia o por
ambición, y que podría derivar en la muerte de muchos seres e incluso en el
fin del planeta.
El género gótico
El doble:
Usher uno: Todo sucede “un día de otoño, triste, oscuro, silencioso, cuando
las nubes se cernían bajas y pesadas en el cielo”, en una “región
singularmente lúgubre del país”. El protagonista llega a la “melancólica
casa Usher” cuando las “sombras de la noche”, caen sobre el “estanque
negro y fantástico”. Observa “las paredes desnudas, las ventanas como ojos
vacíos, los ralos y siniestros juncos, y los escasos troncos de árboles
agostados”, “vacías ventanas como ojos”, los hongos, las telas de araña.
Nos dice el narrador/testigo: “a la primera mirada que eché al edificio
invadió mi espíritu un sentimiento de insoportable tristeza”.
La influencia:
Conclusión:
Tal como se ha planteado, entendemos que la grieta podría ser leída como
una división profunda tanto del ser individual como social, y aun como un
abismo que llegaría a dividir a la especie humana. A la luz de los contextos
políticos que posiblemente están aludidos en cada relato, cabría plantearse
el peligro que tal fisura podría acarrear. Tanto “La caída de la casa Usher”
(Poe) como “Usher dos” (Bradbury) nos permiten transitar por el gótico a
través de sus elementos constitutivos. Lo sublime, el doble, los ambientes
fantasmales y decrépitos, los ánimos disfóricos y muchas otras
características hacen de estas obras, ejemplares de la literatura gótica en
versiones magistrales. Por último, quien afirme que el gótico es literatura
pasatista y un género menor se equivoca, pues el género, al tiempo que
permite al lector internarse en mundos oníricos y tenebrosos, también lo
coloca en obligación de plantearse cuál es el trasfondo político-económico,
social y filosófico que lo sustenta y le da materia para construir los conflictos
literarios.