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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN CRISTÓBAL DE

HUAMANGA
ESCUELA DE POST GRADO
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
MAESTRÍA EN SALUD PÚBLICA

ASIGNATURA: SOCIEDAD Y SALUD

PROFESORA: Dra. Ruth E. Alarcón Mundaca

TEMA : DESIGUALDADES EN SALUD SEGÚN GÉNERO

PRESENTADO POR:

 BLGO. LAURA BENDEZÚ, EMILIANO


 LIC. ENF. PEREZ LAPA, MARY LUZ

AYACUCHO – PERÚ

2019
DEDICATORIA:
Dedicamos este trabajo a nuestros
padres por ser nuestro motor y
motivo de seguir nuestros
objetivos, y a nuestra docente por
ser la inspiración, guía en cada uno
de nosotros nuestros aprendizajes
como salubristas.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
El concepto de desigualdad ha cambiado a lo largo del tiempo: hay quien lo ha
utilizado para designar un sentido de injusticia, mientras que otros lo han utilizado para
designar diferencias. Según la OMS el término desigualdad se refiere a las diferencias
en materia de salud que son innecesarias, evitables e injustas. El concepto de
injusticia también puede ser muy variable, pero un criterio utilizado es el grado de
libertad que la persona tiene para escoger sus condiciones de vida.

Los objetivos de esta revisión son describir el concepto de género y las teorías que
explican las diferencias y desigualdades según el género, poner en evidencia las
desigualdades de salud según el género y describir la influencia de los trabajos
(productivo y reproductivo) en las desigualdades de salud según el género. Varios
autores definen el género como un constructo analítico que se fundamenta en la
organización social de los sexos (la construcción social del sexo biológico). Las teorías
sociológicas y sociobiológicas de género son las más utilizadas para explicar
diferencias y desigualdades en la asignación de los roles desempeñados por mujeres
y hombres. La diferencia básica entre la visión sociológica y la visión sociobiológica es
que para esta última el principal eje que diferencia mujeres y hombres se fundamenta
en las diferencias biológicas y no en las sociales. La salud de mujeres y hombres es
diferente y es desigual. Diferente porque hay factores biológicos que se manifiestan de
forma diferente en la salud y en los riesgos de enfermedad. Desigual porque hay otros
factores, explicados en parte por el género, que afectan de una manera injusta la salud
de las personas. Los roles ocupacionales y familiares son primordiales en la vida de la
mayoría de los adultos y por lo tanto han sido utilizados con frecuencia como ejes en
la investigación de las desigualdades en salud según género. El trabajo, tanto el
productivo (remunerado) como el reproductivo (no remunerado), tiene unas complejas
relaciones con el género y con la salud, pues traduce las estructuras normativas de
socialización y oportunidades.

Es importante tener en cuenta la perspectiva de género tanto en la recogida y análisis


de datos poblacionales, como en el diseño de estudios específicos. El análisis desde
el punto de vista del género ofrece un material fértil para comprender las relaciones
entre sociedad y salud porque, por un lado dependen de una base biológica que tiene
características diferentes para mujeres y hombres (el sexo) y, por otro, del contexto
social en el cual nos desenvolvemos.
CONTENIDO

CONCEPTOS BÁSICOS

A).- EL SEXO

Son las características biológicas que definen a los seres humanos como hombre o
mujer. Estos conjuntos de características biológicas tienden a diferenciar a los
humanos como hombres o mujeres, pero no son mutuamente excluyentes, ya que hay
individuos que poseen ambos. En el uso general de muchos idiomas, el término
«sexo» se utiliza a menudo en el sentido de «actividad sexual», aunque para usos
técnicos en el contexto de la sexualidad y los debates sobre salud sexual se prefiere la
definición anterior. (1)

b).- EL GÉNERO

Se refiere a los roles, las características y oportunidades definidos por la sociedad que
se consideran apropiados para los hombres, las mujeres, los niños, las niñas y las
personas con identidades no binarias. El género es también producto de las relaciones
entre las personas y puede reflejar la distribución de poder entre ellas. No es un
concepto estático, sino que cambia con el tiempo y del lugar. Cuando las personas o
los grupos no se ajustan a las normas (incluidos los conceptos de masculinidad o
feminidad), los roles, las responsabilidades o las relaciones relacionadas con el
género, suelen ser objeto de estigmatización, exclusión social y discriminación, todo lo
cual puede afectar negativamente a la salud. El género interactúa con el sexo
biológico, pero es un concepto distinto. (2)

c).- IDENTIDAD DE GÉNERO

Es la identificación primaria de un individuo con uno u otro sexo. Depende en gran


parte de un proceso de aprendizaje en los primeros años de vida y concuerda con la
asignación del sexo del neonato a partir de características morfológicas externas.
Aunque en escasas ocasiones esta «asignación social» no es coherente con algunas
características biológicas del individuo, lo más frecuente es que una hembra sea
naturalmente designada como niña y un macho como niño y que sus patrones de
socialización sean distintos.
GÉNERO Y SALUD: DIFERENCIAS Y DESIGUALDADES

La salud de mujeres y hombres es diferente y desigual.


Diferente porque hay factores biológicos (genéticos, hereditarios, fisiológicos, etc.)
que se manifiestan de forma diferente en la salud y en los riesgos de enfermedad, que
muchas veces siguen invisibles para los patrones androcéntricos de las ciencias de la
salud.
Desigual porque hay otros factores, que en parte son explicados por el género, y que
influyen de una manera injusta en la salud de las personas (Rohlfs, Borrell y Fonseca,
2000).
Una de las primeras ideas que tienen que quedar claras en el estudio de las
desigualdades en salud según el género es la de que género no es una variable.
El género se constituye y expresa a través de las relaciones sociales, roles y
expectativas ligados a las atribuciones femeninas y masculinas, que no son fijas y
cambian según la cultura y a lo largo de la historia (Scott, 1988). Para medir o
entender el efecto del género en el análisis de datos poblacionales uno de los primeros
pasos es desagregar la muestra según sexo. «El análisis separado por sexos
evidencia circunstancias e interrelaciones entre variables únicas para mujeres y únicas
para hombres. Esta dinámica específica de género estaría enmascarada en una
muestra agregada» (Kunkel y Atchley, 1996).
En muchos campos de la ciencia y especialmente en la epidemiología y en la
presentación de datos biomédicos, la diferenciación entre sexo y género es difícil y a
veces confusa.
La palabra género se emplea de forma indiscriminada, tanto en su correcta acepción
para definir las relaciones sociales entre los sexos, pero también como sinónimo
«políticamente correcto» de la palabra sexo (Urdir, 1994). Un error frecuente en la
bibliografía es la utilización del término género en artículos o estudios en los que no se
han tenido en cuenta los conceptos de género en los parámetros de análisis o a
justificar su uso sólo por el hecho de que la población de estudio esté desagregada
según el sexo. Así, frecuentemente se encuentran tablas y figuras de datos
cuantitativos crudos desagregados según sexo que incluyen el género en su título, por
ejemplo: «Mortalidad por cáncer según género», que dentro del marco teórico que
proponemos sería un error. En este ejemplo para utilizar el término género de manera
correcta se tendrían que haber interpretado los datos de mortalidad en la búsqueda de
los determinantes sociales y biológicos de la enfermedad (en el ejemplo cáncer) que
fueran diferentes y desiguales para mujeres y hombres, y sólo así se podrían explicar
los resultados según el género.
Las mujeres tienen una esperanza de vida más larga que los hombres, sin embargo
presentan mayor morbilidad e incapacidad, lo que ha generado un amplio campo de
investigación. De este contexto surge una pregunta crucial:

¿Cuáles son los determinantes que podrían explicar las diferencias y


desigualdades existentes en la mortalidad y morbilidad de mujeres y hombres?

Además de los factores biológicos ligados al sexo también se deben considerar los
factores sociales. Cabe mencionar los patrones de socialización, roles familiares,
obligaciones, expectativas laborales y tipos de ocupación que, frecuentemente,
generan situaciones de sobrecarga física y emocional en las mujeres y que tienen una
marcada influencia en su salud, lo que en gran medida justificarían su mayor
morbilidad por trastornos crónicos que se extienden en toda la vida sin producir la
muerte. El reconocimiento de la importancia del impacto del trabajo doméstico y de las
condiciones en que éste se realiza es fundamental para entender las desigualdades en
salud entre mujeres y hombres (Rohlfs et al., 1997).
Asimismo cabe destacar que los roles de género también afectan a la salud de los
hombres, por ejemplo condicionando su vida personal y autoestima a las expectativas
sociales de éxito laboral y económico, a las dificultades decurrentes de las situaciones
de paro. La falta de socialización para expresar sentimientos y padecimientos
mentales y físicos, así como las deficiencias del propio sistema sanitario significan
mayores dificultades para diagnosticar problemas afectivos y psicológicos encubiertos
por somatizaciones o conductas de riesgo (adiciones, conducción agresiva de
vehículos, comportamientos sexuales de riesgo) (Bonino, 2001).
Primariamente, la salud de la mujer fue estudiada básicamente con relación a su
fisiología reproductiva. Y, debido a la invisibilización de su salud como un todo, hay
patologías, que si los/las médicos/as no las investigan, su diagnóstico pasa
desapercibido. Un ejemplo puede ser el de una mujer que llega a una consulta de
atención primaria con quejas de cansancio, malestar general, dolores en las piernas y
que sale con un tratamiento contra la depresión, cuando una prueba permitiría saber
que sus síntomas se explican por una anemia por falta de hierro.
El «pensar el mundo en masculino» también representó para las ciencias de la salud
(y en algunos casos sigue representando) una interpretación de que los hechos
relacionados con la producción de enfermedad o la secuencia exposición–enfermedad
no tienen matiz de sexo, mucho menos de género. Sin embargo, a partir de principios
de la pasada década, el estudio de las desigualdades en la salud de mujeres y
hombres, que sobrepasaban sus diferencias biológicas (sexuales), ha ido poco a poco
ganando espacio en las publicaciones científicas.
Históricamente, muchos estudios epidemiológicos se han centrado en una población
exclusivamente masculina. El patrón básico ha sido un hombre blanco (anglosajón) de
1,75 m de altura, 35 años y complexión fuerte. Las generalizaciones hechas a partir de
este patrón han servido para disminuir o enmascarar las desigualdades en
salud. Debido a que las desigualdades de género no actúan aisladas y sí interaccionan
con otros factores, tales como el nivel socioeconómico, la etnia o la religión, no todas
las mujeres u hombres de una determinada sociedad experimentan las desigualdades
en salud de la misma manera (Gender y Health Group–Liverpool School of Tropical
Medicine,1998).

OTRO ASPECTO CLAVE A TENER EN CUENTA EN EL ESTUDIO DE LAS


DESIGUALDADES SOCIALES EN LA SALUD

Es la estratificación socioeconómica de nuestra sociedad. El nivel socioeconómico es


uno de los más importantes determinantes del estado de salud, conductas
relacionadas con la salud y utilización de los servicios sanitarios (Borrell et
al., 2000). Prácticamente, en todos los continentes, debido a las estructuras de poder y
oportunidades, son sobre todo las mujeres las más vulnerables a situaciones de
pobreza y exclusión social. Es esencial analizar cómo el género se correlaciona con
las circunstancias socioeconómicas individuales y familiares, observando que a
medida que empeoran las condiciones del entorno los indicadores de salud son más
negativos. Hacer un abordaje exclusivo de clase o de género sería incompleto. El
género y las clases sociales deberían ser comprendidos como un proceso continuo y
dinámico que tiene su origen en los entresijos de las relaciones sociales entre
personas del mismo o de diferentes sexos (Saffioti, 1992).
Una de las maneras que han encontrado las mujeres para hacer oír su voz y ampliar
sus opiniones y necesidades en relación con muchos temas, aunque más
específicamente los ligados a la salud, ha sido y sigue siendo el asociacionismo.
Muchas veces, las asociaciones sirven de plataforma para poner en evidencia o sacar
a la luz problemas de salud de las mujeres que habían quedado invisibles para la
ciencia. La interacción entre las realidades y preocupaciones de la población
(representada por los movimientos sociales) y la investigación científica, debería
permitir priorizar el estudio y la resolución de los problemas que realmente preocupan
y afectan a la salud de una alta proporción de personas y, a su vez, también servir
como un control social y científico de las políticas sanitarias.
La mayor morbilidad de las mujeres y su paradójica mayor esperanza de vida es un
tema que sigue generando innumerables investigaciones que, frecuentemente, acaban
en un callejón sin salida. Lo que pone en evidencia la necesidad de una estricta
metodología de estudio para el análisis de riesgos y exposiciones, que debería estar
amparada por un marco conceptual que tenga en cuenta los factores sociales y
psicológicos que afectan de forma desigual a mujeres y hombres, o sea, el análisis
desde la perspectiva del género. Este tipo de investigación ayudaría a explicar cómo el
género repercute de forma desigual y, por tanto, injusta en la calidad de vida, salud y
bienestar de las personas.
Una de las finalidades de la investigación de género y salud es señalar y suplir la
ausencia de datos indispensables para el conocimiento de la vida de las mujeres,
además de poner en evidencia los sesgos producidos por generalizaciones de
conocimientos que, a menudo, se fundamentan en investigaciones basadas sólo en
población de sexo masculino (Ruiz y Verbrugge, 1997). Asimismo, hay temas de
especial interés en el estudio de las desigualdades en salud según el género, como
por ejemplo el impacto de las situaciones de violencia de género en la salud física y
mental de las mujeres. Aún no se disponen de estadísticas y fuentes de datos fiables
para que se puedan planificar y protocolizar actuaciones sanitarias que no sean un
sufrimiento añadido a las víctimas de estas situaciones. También hay que avanzar en
el impacto de la medicalización de los procesos naturales como el embarazo y la
menopausia: poniendo énfasis en el aumento imparable de los partos por cesárea, las
consecuencias de las fecundaciones in vitro y en el uso indiscriminado de la reposición
hormonal sustitutiva en la menopausia. Este último tema viene provocando un intenso
debate en la comunidad científica y entre las propias usuarias de estos tratamientos,
debido a que la divulgación pública de los mismos tiene una serie de efectos
colaterales en la salud de las mujeres y que su utilización debería obedecer a unas
pautas individualizadas que consiguieran controlar y minimizar los riesgos para la
salud (Paoletti y Wenger, 2003).
Aún quedan muchos temas por citar, estudiar y seguir avanzando: por ejemplo, la
salud de las mujeres mayores y el impacto de los apuros económicos generados por
los insuficientes ingresos económicos de las pensiones, la mayor vulnerabilidad tanto
biológica como social de la mujer a infectarse por el virus del sida o bien la necesidad
de incorporar esta visión diferencial y el enfoque de género en la formación de las
personas que hagan asistencia o investigación en el campo sociosanitario
(profesionales de la enfermería, medicina, trabajo social y psicología, entre otros).
El abordaje transversal o mainstreaming en género y salud es parte fundamental de
las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y también de las
directrices políticas de la Comunidad Europea. A medida que podamos conocer mejor
los determinantes biológicos y sociales, tanto de la salud como de las enfermedades,
estaremos caminando en la posibilidad de diseñar programas y políticas sanitarias que
actúen en el sentido de mejorar la calidad de vida, evitar y minimizar los efectos de las
enfermedades y eliminar las inequidades en la salud de mujeres y hombres.
Según Alleyne (2000), «el género es una de las dimensiones importantes y ubicuas de
la inequidad. Frecuentemente, investigadores/as y planificadores/as pasan por alto el
hecho de que incluso la biología establece diferenciales por sexo en materia de
riesgos y necesidades para la salud, ya que en muchos casos se considera que el
hombre sigue representando el patrón de funcionamiento fisiológico y social de todas
las personas. La segmentación de la sociedad en ámbitos de
acción masculinos y femeninos marca asimismo diferencias sustantivas entre los
hombres y las mujeres no sólo en materia de riesgos y necesidades sociales y
biológicas, sino también en cuanto a oportunidades, recursos y contribuciones para la
salud».

LOS DETERMINANTES DE LA SALUD

Relacionados con el género son las normas, expectativas y funciones sociales que
aumentan las tasas de exposición y la vulnerabilidad frente los riesgos para la salud,
así como la protección frente a los mismos, y que determinan los comportamientos de
promoción de la salud y de búsqueda de atención sanitaria y las respuestas del
sistema de salud en función del género. Son uno de los principales determinantes
sociales de las inequidades sanitarias. (3)

INTERSECCIONALIDAD

Se refiere al significado y la relación entre el sexo, el género y otros determinantes


sociales, así como a los factores que crean inequidades sanitarias en los procesos y
sistemas de poder a nivel individual, institucional y mundial (2) .

Se basa en el análisis de las cuestiones relacionadas con el género, y lo amplía.


La integración de la perspectiva de género implica evaluar el modo en que el género
determina las medidas planificadas, incluidas la legislación, las políticas y los
programas, en todos los ámbitos y a todos los niveles. La incorporación de la
perspectiva de género también puede contribuir al empoderamiento de las mujeres y la
igualdad de participación en todos los niveles del personal sanitario.
EL GÉNERO COMO CAUSA DE INEQUIDAD SANITARIA

De acuerdo con el desglose por sexo de los datos, los hombres tienen una menor
(3)
esperanza de vida (4,4 años menos en 2016) y una mayor carga de años de vida
(4)
ajustados por discapacidad (AVAD) que las mujeres . Gran parte de estas
diferencias se deben a factores relacionados con el género:

Por ejemplo, hay normas sociales que determinan que los hombres estén más
expuestos al tabaco y las bebidas alcohólicas, lo que a su vez genera tasas de AVAD
(5)
tres veces superiores en los hombres que en las mujeres . Sin embargo, también
existen normas sociales y de género que aumentan la carga de algunas enfermedades
entre las niñas y las mujeres:

Por ejemplo, debido a que tienen relativamente menos acceso a los servicios de
tratamiento de la catarata, sus tasas de ceguera son más elevadas.

EL GÉNERO INFLUYE EN LA SALUD Y EL BIENESTAR EN TRES ÁMBITOS:

1.-Los determinantes de la salud relacionados con el género, incluida la interacción


con otros determinantes sociales y estructurales.

2.-Las conductas en la esfera de la salud en función del género; y

3.-La respuesta del sistema de salud en función del género.

En el cuadro que figura a continuación se ofrecen ejemplos ilustrativos de los factores


determinantes y las conductas en la esfera de la salud que causan inequidades
sanitarias en relación con nueve metas del ODS 3. Más abajo se expone la influencia
del género en la respuesta de los sistemas de salud.

Cuadro: Ejemplos de determinantes y de conductas en la esfera de


la salud en función del género, y su influencia en el logro de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible
Meta de los Objetivos Factores determinantes de la Conductas en la esfera de la salud
de Desarrollo salud relacionados con el géneros en función del género
Sostenible

Las niñas con niveles más bajos de La falta de recursos económicos y de


autonomía pueden recibir presiones otra índole puede impedir que algunas
3.1: Mortalidad materna
para abandonar la escuela, contraer mujeres acudan a centros de atención
matrimonio y tener hijos en la edad sanitaria y se retrase la atención
adolescente, lo cual se asocia con obstétrica.
un mayor riesgo de muerte materna.
(6)

3.2: Muertes evitables La influencia de la mujer en la toma El género de un niño enfermo puede
de recién nacidos y de decisiones en el hogar y en el influir en las decisiones de sus padres.
niños menores de 5 control de los recursos determina los En ocasiones, ello da lugar a que las
años recursos asignados a la alimentación niñas tengan menos probabilidades de
y el bienestar de los niños. ser atendidas cuando lo necesitan.

3.3: Epidemias de sida, Las ocupaciones de los hombres En ocasiones, los horarios de apertura
tuberculosis, (por ejemplo, las que implican de los centros de salud no son
paludismo, trabajar al aire libre) pueden compatibles con los compromisos
enfermedades aumentar la exposición a los laborales de los hombres. Además, los
tropicales desatendidas, mosquitos. Asimismo, las tareas varones pueden tener menos acceso a
hepatitis, enfermedades domésticas que realizan las mujeres, intervenciones como las pruebas y el
transmitidas por el agua como la recogida de agua, también tratamiento de la infección por el VIH
y otras enfermedades pueden aumentar la exposición. que, a menudo, se prestan a través de
transmisibles. los servicios de salud reproductiva que
utilizan principalmente las mujeres. (7)

3.4: Mortalidad Si la etnia, la situación Las normas relacionadas influyen


prematura por socioeconómica y la ubicación mucho en la aceptabilidad de
enfermedades no geográfica influyen las tasas de determinadas exposiciones de riesgo
transmisibles (ENT) y ENT, el género puede interactuar muy asociadas con las tasas de
promoción de la salud estrechamente con estos factores mortalidad por ENT (9) .Por ejemplo, en
mental. para aumentar las tasas de estas algunas sociedades se considera que
enfermedades. Por ejemplo, las fumar tabaco es un aspecto positivo de
mujeres de las minorías étnicas que la masculinidad y un hábito mal visto
viven en entornos urbanos en una mujer. Sin embargo, las
obesogénicos tienen tasas de empresas tabacaleras se adaptan a los
diabetes más elevadas. (8) cambios en las normas sociales
aumentando la publicidad dirigida a las
mujeres, que se ven expuestas a más
riesgos para su salud.

3.5: Drogadicción y Los adolescentes de orientación Las mujeres tienen menos


consumo excesivo de homosexual (gays y lesbianas), probabilidades que los hombres de
bebidas alcohólicas bisexual (10) y transexual (11) tienen acceder a programas de tratamiento
índices más altos de drogadicción y porque deben cuidar de los niños o por
consumo excesivo de bebidas temor de perder la custodia de los
alcohólicas. mismos, entre otros aspectos (12).
3.6: Accidentes de Las expectativas culturales y Además, los hombres jóvenes suelen
tránsito sociales de los empleos adoptar comportamientos de riesgo
«aceptables» (como conductor de influidos por normas y expectativas
autobús, camión o taxi) aumentan la asociadas a la masculinidad, como
exposición de los hombres (13). ocurre con la manera de conducir
vehículos.

3.7: Acceso universal a Las tasas de embarazo, matrimonio En algunos países, las mujeres
los servicios de infantil y violencia de género son necesitan el permiso de los hombres
atención sexual y más elevadas entre las adolescentes para utilizar anticonceptivos (15).
reproductiva que viven en zonas afectadas por
catástrofes naturales (14).

3.8: Logro de la Cuando la vulnerabilidad asociada a En los lugares donde los seguros de
cobertura sanitaria la etnia y la ubicación geográfica se enfermedad se contratan
universal suma a la relacionada con el género, voluntariamente, la menor capacidad
se limita el acceso a los servicios de de pago de las mujeres y la necesidad
salud (16). de cuidar de sus hijos suelen influir en
esta decisión (17).

3.9: Polución y El trabajo (ya sea dentro o fuera del Los hombres, cuyas tasas de
contaminación hogar) influye en las tasas y los tipos tabaquismo son más elevadas, están
ambiental de exposición a los riesgos. Por también más expuestos a los
ejemplo, los hombres suelen estar contaminantes del aire. Estos dos
más expuestos a los contaminantes factores agravan las diferencias entre
de los vehículos de motor, y las sexos en relación con determinados
mujeres, a los humos de las cocinas. resultados sanitarios (18).

LA PROMOCIÓN DE SISTEMAS DE SALUD QUE EVITAN LAS INEQUIDADES


RELACIONADAS CON EL GÉNERO PUEDE REDUCIR LAS INEQUIDADES
SANITARIAS.

Los sistemas de salud que tienen en cuenta las cuestiones relacionadas con el género
incorporan la perspectiva de género para adoptar las siguientes medidas en los seis
componentes básicos de los sistemas de salud:

 Prestación de servicios: Realizar intervenciones de calidad integrada, segura,


eficaz, aceptable y basada en datos probatorios, al tiempo que se garantiza la
equidad de género en el acceso a todos los servicios (promoción de hábitos
saludables, prevención y tratamiento, desde la atención primaria hasta la
terciaria).
 Información e investigación: garantizar la recogida, el cotejo, el análisis y la
utilización de datos desglosados por sexos para que las respuestas de los
sistemas de salud se basen en datos comprobados sobre los factores
determinantes y la salud de las personas, y asignar recursos en consecuencia.
 Productos y tecnologías médicas: garantizar el acceso equitativo de
hombres y mujeres a medicamentos, vacunas y tecnologías esenciales.
 Personal sociosanitario: promover políticas y estrategias que transformen las
relaciones de género, a fin de evitar los prejuicios y las inequidades
relacionados con el género en el personal sanitario y de garantizar un trabajo
digno para todos los profesionales sociosanitarios, e integrar la igualdad de
género en la formación, la capacitación, el empleo y la progresión profesional.
 Financiación de la atención sanitaria: lograr el acceso universal a los
servicios sanitarios al tiempo que se garantiza la equidad de género en el
acceso a las estrategias de protección financiera. Promover la inclusión de la
perspectiva de género en las evaluaciones de los riesgos financieros y la
elaboración de presupuestos.
 Liderazgo y gobernanza: fomentar la buena gobernanza sanitaria y la
integración de la perspectiva de género en las políticas y las estructuras de
gobernanza de la salud pública, promover estrategias que tengan en cuenta las
cuestiones relacionadas con el género y legislación que las favorezca en lo
relativo a la capacidad de respuesta, la equidad y la eficiencia. Fomentar la
paridad de sexos en los puestos directivos y asegurarse de que los sistemas
de salud rinden cuentas a todos.

GÉNERO Y PERSONAL SANITARIO

En muchos países, las mujeres representan más del 70% del personal sanitario
(19)
remunerado y, a menudo, son las principales profesionales de atención domiciliaria
y comunitaria. Además, son las principales prestadoras de cuidados no remunerados.
A pesar de ello, están infrarrepresentadas en los puestos directivos y de toma de
decisiones de los sistemas de salud. Los prejuicios relacionados con el género, la
violencia física y sexual y el acoso siguen siendo grandes problemas para los
trabajadores sociosanitarios. Si la diferencia global de sueldo entre hombres y mujeres
es del 20 %, en el sector sociosanitario alcanza una media del 26 % en los países de
(20)
ingresos altos y del 29 % en los de ingresos medio-altos .

DESIGUALDAD EN EL ACCESO A LOS SERVICIOS DE SALUD EN EL ESTUDIO


DE ANÁLISIS DE LA DEMANDA Y EL ACCESO A LOS SERVICIOS DE SALUD EN
EL PERÚ,

Se encontró que los problemas de salud tienen una distribución desigual, tanto los del
tipo agudo como las enfermedades crónicas. También se observó una distribución
desigual en el acceso a la búsqueda de atención médica en instituciones de salud. Sin
embargo, estas desigualdades no son explicadas por la variable económica del gasto
per cápita, existiendo otras variables que estarían influyendo en estas desigualdades.
Estas variables fueron definidas en un análisis de regresión lineal múltiple,
encontrándose que la probabilidad de tener cualquier enfermedad disminuye por
factores como, el haber recibido atención preventivo promocional, el estar afiliado al
Seguro Integral de Salud (SIS) y el contar con el servicio de desagüe. Por otro lado,
aumentan la probabilidad de enfermarse, el hecho de no buscar atención médica
cuando se tiene un problema de salud reconocido y el buscar atención de salud en
farmacias y boticas. Asimismo se encontró que, la atención médica en
establecimientos institucionales se incrementa, cuando aumenta el porcentaje de
población afiliada al SIS y la búsqueda y acceso de atención odontológica. Del mismo
modo, se incrementa cuando se reduce la atención privada y la atención en farmacias.
También cuando disminuye la decisión de no buscar atención y el no tener servicio de
desagüe. Finalmente se incrementa al disminuir el porcentaje de la población que
manifiesta como motivo de no consulta a la falta de dinero.

Morbilidad según género Al igual que en la población general, durante el año 2011, las
enfermedades infecciosas y parasitarias fueron el principal motivo de consulta externa
en los varones (43,6%), seguidas de las enfermedades de la piel, del sistema
osteomuscular y del tejido conjuntivo con 9,9% del total, manteniendo –en ambos
casos- el primer y segundo lugar que ocuparon en el año 2009, respectivamente. Se
observa, además, un aumento muy significativo de las enfermedades dentales y de
sus estructuras de sostén que en el año 2011 ocuparon el tercer lugar con 9,7%, a
diferencia del año 2009 en que se situaban en el sexto lugar con 4,3%. La proporción
de las enfermedades endocrinas, metabólicas y nutricionales así como de las
enfermedades dentales y de sus estructuras de sostén han aumentado muy
significativamente en el período 2009 y 2011, a diferencia de las enfermedades
infecciosas y parasitarias y de las de la piel y del sistema osteomuscular, que
muestran una disminución en este período.
Al realizar el análisis por enfermedades específicas, se observa que en el 2011, las
infecciones de vías respiratorias agudas aparecieron como el principal diagnóstico de
los varones que acuden a los consultorios externos (29,0%), seguidas de las
enfermedades infecciosas intestinales que registraron 6,6%. La desnutrición y
deficiencias nutricionales se posicionaron en el tercer lugar con 5,3% en ese mismo
año.

En relación a la población femenina, el 62,5% de las atenciones registradas en los


consultorios externos durante el año 2011, correspondieron a las realizadas por
esta población. Estas tienen similar patrón al observado en la población general y en
los varones, pues durante el año 2011, las enfermedades infecciosas y parasitarias
también ocuparon el primer lugar con 35,8%, de forma similar a lo registrado en el año
2009. Las enfermedades dentales y de sus estructuras de sostén representaron el
10,9%, y las enfermedades de la piel, del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo
el 9,6%, ocupando el segundo y tercer lugar, respectivamente. En este grupo, las
complicaciones del embarazo, parto y puerperio han mostrado incremento porcentual,
entre los años 2009 y 2011, al igual que las enfermedades neoplásicas, así como los
traumatismos y envenenamientos. A diferencia de la población general y de los
varones, las enfermedades endocrinas, metabólicas y nutricionales han mostrado
disminución en este período, de 7,9% en el 2009 a 6,5% en el 2011.
En relación a las causas específicas de consulta externa, en el 2011, las infecciones
de las vías respiratorias agudas se ubicaron en el primer lugar con 22,5% de todos los
diagnósticos registrados, seguidas de la caries dental con 5,7% y de las enfermedades
infecciosas intestinales con 4,5%.

SITUACIÓN DE LA PRINCIPALES ENFERMEDADES CRÓNICAS NO


TRANSMISIBLES

Neoplasias malignas Según los datos de la Vigilancia epidemiológica del cáncer, en el


período 2006-2011, del total de neoplasias malignas, el 61,4% correspondieron al
sexo femenino y el 38,6% al sexo masculino. El análisis por grupo de edad mostró
que, en las mujeres los cánceres se presentaron a menor edad que en los hombres.
En ellas, el incremento de los casos es a partir de los 30 años de edad presentándose
el 58,6% de las neoplasias entre los 40 y 69 años. En el sexo masculino, el incremento
de los casos se produjo a partir de los 45 años con una mayor frecuencia en el grupo
de 60 y 79 años en donde se presentó el 45,9% de los casos. Distribución de los
casos de cáncer por grupo de edad y sexo. Perú, 2006-2011.
El mayor promedio de casos de cáncer por año se presentaron en Lima, La Libertad,
Lambayeque y Piura. A nivel nacional, el cáncer registrado con mayor frecuencia fue el
de cérvix (14,7%) seguido del cáncer de estómago (11,4%) y el cáncer de mama
(10,4%). En el sexo masculino predominaron el cáncer de estómago (15,4%), el
cáncer de próstata (15,4%) y el cáncer de piel (7,8%); mientras que, en el sexo
femenino predominaron el cáncer de cérvix (23,9%), el cáncer de mama (16,8%) y el
cáncer de estómago (8,9%).

DIFERENCIA ENTRE AMBOS SEXOS

Por primera vez, la OMS separó sus estadísticas por sexos, confirmando varios
estudios que señalan que las mujeres tienen mejores perspectivas de vivir una vida
larga que los hombres.

Una de las razones por las que las mujeres parecen vivir más, según el informe de
la OMS, es que tienden a usar mejor los recursos sanitarios. Por ejemplo, en los
países con epidemias de VIH, las mujeres tienden más a someterse a pruebas y a
acceder a terapias antiretrovirales, explica.
La OMS advirtió también que la desigualdad en ingresos y en el acceso a cuidados en
varios países se traduce en una vida más corta para muchos.

La composición de la población por sexo a nivel departamental presenta diferencias,


así la población masculina es mayor que la femenina en ocho departamentos y la
Región Lima. Ellos son: Madre de Dios (52,3%), San Martín (51,0%), Tumbes y
Ucayali (50,5%, cada uno), Pasco, Amazonas y Moquegua (cada uno con 50,4%); y,
Loreto y Región Lima (50,2%, en cada caso). En el resto de departamentos la
proporción de mujeres oscila entre 50,3% y 51,5%, estos son: Lambayeque
(51,5%), Huancavelica y la provincia de Lima (51,4%, cada uno), La Libertad y
Provincia Constitucional del Callao (51,2%), Junín (51,1%), Arequipa y Cajamarca
(51,0%, cada uno), Áncash, Ica y Puno (50,7%, cada uno), Ayacucho (50,6%),
Cusco, Piura, Apurímac y Huánuco (50,5%, cada uno); y, Tacna (50,3%)

SALUD Y GÉNERO

El Ministerio de Salud (Minsa) presenta, en el compendio de Indicadores Básicos de


Género, Salud y Desarrollo, en el cual se evidencia que las inequidades de salud
relacionadas al género tienen un impacto significativo en la situación sanitaria y
desarrollo del país.
El documento muestra las desigualdades existentes entre varones y mujeres en
ámbitos diversos como demografía, bienestar e ingresos, salud ambiental, gastos en
salud, participación política, educación y empleo.

El Compendio incluye además indicadores de salud reproductiva, violencia, acceso a


servicios, protección social, morbilidad y gestión de la salud.

El documento desarrollado por la Dirección de Promoción de la Salud de la Dirección


General de Intervenciones Estratégicas en Salud Pública del Minsa, en colaboración
con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en el Perú, informa que las
mujeres peruanas tienen mayor expectativa de vida al nacer que los hombres.

 Ellas viven en promedio 77,8 años a diferencia de los hombres que viven 72,5
años en promedio. Dichos indicadores son mayores en el Callao, donde los
mujeres viven 81.2 años versus los hombres que pueden llegar a vivir 75.5
años.
 Esto podría estar determinado por los estilos de vida y otros factores. Por
ejemplo, los hombres presentan mayor incidencia de enfermedades no
trasmisibles como diabetes, cirrosis y neoplasias. Las mujeres en cambio
enferman menos por enfermedades neoplásicas siendo la tasa de 29.9 en
mujeres; así como de enfermedades isquémicas del corazón 18.64 (27.10 los
hombres). Y tienen menor tasa de SIDA (1.2) que los hombres (4.6).

La presentación del Compendio, durante la Conmemoración del Día Internacional de la


Mujer, busca fortalecer el manejo de datos que permitan comprender las
desigualdades en salud por causas que se entrelazan con los roles y normas sociales
de larga data, las cuales afectan el desarrollo justo y equitativo de las mujeres.

Se propone además ser de gran utilidad para la integración del enfoque de género
entre el personal técnico, tomadores de decisión, personas de la academia y sociedad
civil, involucrada en el planeamiento y evaluación de proyectos con impactos en la
población.

DATOS Y CIFRAS

 Los roles de género son construcciones sociales que conforman los


comportamientos, actividades, expectativas y las oportunidades que se
consideran apropiados en un determinado contexto sociocultural para todas las
personas. Además, el género hace referencia a las relaciones entre las
personas y a la distribución del poder en esas relaciones.
 El género guarda relación con las categorías del sexo biológico (hombre y
mujer), no se corresponde forzosamente con ellas.

 Es un factor que crea inequidades sanitarias por sí solo y que puede agravar
las que son producto de la situación socioeconómica, la edad, la etnia, la
discapacidad, la orientación sexual, etc.

 El género afecta a todas las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 3


porque interactúa con otros determinantes e influye en los riesgos y las
exposiciones, los comportamientos y la respuesta del sistema de salud.

 Además, influye en el empleo, las condiciones de trabajo y las trayectorias


profesionales de los trabajadores del sector sociosanitario.

 La OMS ayuda a sus Estados Miembros promoviendo sistemas de salud que


tienen en cuenta las cuestiones relacionadas con el género y que reconocen,
comprenden y modifican el modo en que este factor determina las conductas
en relación con el sistema de salud, el acceso a los servicios, las vías de
atención sanitaria e interactúa con otros factores determinantes de la salud y
causantes de inequidades.

RESPUESTA DE LA OMS A LAS INEQUIDADES RELACIONADAS CON EL


GÉNERO

La Organización Mundial de la Salud participa en la Agenda 2030 objetivos del


Desarrollo Sostenible y vela por que toda la Organización incorpore un enfoque
integrado de las cuestiones relacionadas con el género, la equidad y los derechos
humanos.
La resolución WHA 60.25 (2007) de la Asamblea Mundial de la Salud y la
posterior Estrategia para incorporar el análisis y las acciones de género en las
actividades de la Organización Mundial de la Salud (2008) representan el compromiso
adquirido por la Organización y de los Estados Miembros de aplicar una estrategia
para integrar el análisis del género y las medidas encaminadas a garantizar la
igualdad. Su objetivo es evaluar y solventar las diferencias e inequidades relacionadas
con el género en la planificación, la ejecución, el seguimiento y la evaluación de la
labor de la OMS, e incluir este asunto en las descripciones de los puestos y en los
criterios de evaluación del desempeño.

Todas las secciones de la Secretaría de la OMS comparten la responsabilidad de


integrar la perspectiva de género, a través de medidas como las siguientes:
 garantizar que la OMS es capaz de realizar análisis y planificar sus actividades
teniendo en cuenta la perspectiva de género.
 incorporar la perspectiva de género en las funciones de la OMS, por ejemplo,
mediante la planificación, la elaboración de presupuestos, el seguimiento y la
evaluación de la gestión basada en los resultados que tenga en cuenta las
cuestiones relacionadas con el género.
 Desglosar los datos por sexo, edad, etnia, situación migratoria, zona geográfica
y otros factores estratificadores, y realizar análisis basados en el género.
 Exigir la rendición de cuentas relativa a la integración de la perspectiva de
género.

LA OMS LLEVA A CABO LAS SIGUIENTES ACTIVIDADES:

Este conjunto de medidas ofrece a los sistemas nacionales de salud instrumentos para
recopilar, analizar y comunicar datos sanitarios para analizar la equidad. Estos
instrumentos se basan en los derechos humanos y ayudan a transformar las
relaciones de género, entre otras cosas promoviendo la inclusión de las cuestiones
relacionadas con el género en el análisis de los datos desglosados por sexo. Los
componentes de este programa (entre ellos, el manual técnico Innov8 e instrumentos
para hacer un seguimiento de las inequidades sanitarias y para realizar evaluaciones
de los obstáculos) se han puesto a prueba en varios países. Actualmente se está
ampliando el programa para ayudar a reforzar la capacidad en determinados países.

En 2017, la OMS introdujo una política sobre paridad entre los sexos en la dotación de
personal y se comprometió a lograr aumentos anuales de, al menos, un 1,5% en la
proporción de funcionarios con nombramientos continuos y de plazo fijo en la
categoría P4 y en categorías superiores durante los próximos cinco años, teniendo en
cuenta los distintos grados de progreso en la Sede y las oficinas regionales y haciendo
un seguimiento de los mismos.

La OMS participa también en el Plan de Acción para todo el Sistema de las Naciones
Unidas sobre la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU-
SWAP), y rinde cuentas a ONU-Mujeres sobre 15 criterios comunes de desempeño.
Además, la Organización evalúa periódicamente la integración de las cuestiones
relacionadas con el género, la equidad y los derechos humanos en las políticas y los
programas de la Secretaría y de los países. Desde el presente año, la OMS participa
en el ONU-SWAP 2.0, que se centra en los resultados y está vinculado a la Agenda de
los Objetivos del Desarrollo Sostenible 2030.
En la Región de Europa se ha presentado en 2018 una nueva estrategia para la salud
y el bienestar de los hombres, basada en una revisión de las evidencias sobre temas
como la mortalidad prematura, la intersección entre la masculinidad y las
desigualdades existentes, las respuestas de los sistemas de salud en el curso de la
vida de los hombres y el papel de los hombres en la promoción de la igualdad entre los
sexos en la salud.
CONCLUSIONES

El análisis presidido por el concepto de género ofrece un material fértil para


comprender las relaciones entre sociedad y salud porque, por un lado, éstas dependen
de una base biológica que tiene características diferentes para mujeres y hombres (el
sexo) y, por otro, del contexto social. El análisis según género puede hacer patentes
estereotipos y sesgos generados por el análisis según sexo, así como evidenciar
desigualdades que antes eran tratadas como diferencias. Aunque el estudio de las
relaciones entre género y salud muestre con más claridad los patrones de
desigualdades, no se puede afirmar que todas las divergencias en la salud de mujeres
y hombres son resultado de injusticias: las diferencias según género existen y no
implican siempre un resultado que favorezca o perjudique a uno de los dos

Las acciones en medicina preventiva y salud pública se enriquecen y expanden al


considerar las especificidades de género. Como ejemplo cita el estudio de la
morbimortalidad materna, un problema que si bien está controlado en los países
desarrollados, sigue siendo una de las primeras causas de mortalidad en los países
del tercer mundo. «En lugar de reducirlo [el problema de la morbimortalidad materna]
al análisis y vigilancia de unos cuantos procesos vinculados al parto y asociados a los
casos de defunción, se abre la mirada hacia los procesos de deterioro laboral (ligados
al aborto y la hemorragia, las posturas y forzamientos ligados a tromboflebitis y
embolias), al deterioro del consumo (ligado a la desnutrición femenina...), la violencia
estructural (accidentes y agresiones tanto en el medio familiar como extrafamiliar
vinculados al aborto, ruptura uterina y homicidio) y, por último, el deterioro ambiental
(con exposición a contaminantes ligada a la intoxicación por plomo, plaguicidas y/u
otros químicos)». No obstante, en países como España, que ya superaron en la
mayoría de su territorio la problemática anteriormente citada, aún existen focos de
desigualdad y marginación social y el fenómeno de feminización de la pobreza es cada
día más evidente. Así pues, el análisis de la salud de la mujer en este contexto será
más completo si se consideran temas como la calidad de vida y el trabajo
reproductivo, las familias monoparentales, la disminución de la natalidad (actualmente
una de las más bajas en nuestro país) o la violencia de género. Al estudiar la
morbilidad y la mortalidad de cualquier grupo social es necesario tener en cuenta las
necesidades propias de los diferentes ciclos vitales de mujeres y hombres. Por lo
tanto, el análisis del estado de salud teniendo en cuenta el efecto del género debe
abrir nuevas hipótesis, iluminar varias lagunas del conocimiento y ampliar los modelos
de antecedentes e impactos relacionados con la salud. También deberá motivar
nuevas cuestiones respecto a los servicios sanitarios y a la construcción social del
conocimiento de la salud.

RECOMENDACIONES

 Que los recursos de atención se asignen, y los servicios se reciban


diferencialmente de acuerdo con las necesidades de cada sexo, etapa de vida,
y contexto cultural, social y económico
 Que los aportes al financiamiento de la atención de salud se realicen de
acuerdo con la capacidad económica
 Los sistemas de salud coberturen planes de aseguramiento públicos o privados
para que las mujeres no enfrentan limitaciones.
 Valorización social del trabajo que realizan las mujeres.

 Como salubristas exigir una distribución justa del costo real de la provisión de
atención, no solo entre hombres y mujeres sino, también, entre la familia, la
comunidad, el estado, y el mercado.

 Una participación equitativa e igualitaria de mujeres y hombres en la toma de


decisiones sobre definición de prioridades y asignación de recursos necesarios
para asegurar la salud.

 Los gobiernos nacionales, regionales y locales deben crear mejorar las


condiciones basicas para que todos las personas ya sean mujeres y varones
cuenten con (vivienda, educación, trabajo seguro, atención sanitaria oportuna,
información alimentación de calidad) para gozar de una vida digna.

 La salud es un derecho y su respuesta institucional surge políticas y programas


con mayor liderazgo, participación, eficacia y transparencia; que suman
esfuerzos a nivel local, nacional y subregional. Para alcanzar mayor equidad en
salud se requiere la eliminación de barreras y desigualdades socioeconómicas,
de género y etnia que la determinan.

 Para solucionar las inequidades que afectan predominantemente al sexo


femenino, deben adoptarse enfoques orientados específicamente a solventar
las necesidades de las mujeres en los métodos de contratación, retención de
trabajadores y desarrollo profesional y a conseguir que los hombres participen
en las tareas domésticas (por ejemplo, fomentando las bajas maternas y
paternas compartidas para atender a los niños) con el fin de reducir la doble
carga de trabajo que soportan las mujeres.
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