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INTRODUCCION
La Convención sobre los Derechos del Niño, c onstituye una expresión firme del
compromiso de los Estados por garantizar las mejores condiciones para el
crecimiento y desarrollo de todos los niños/as.
En su preámbulo, se reconoce la especificidad de los cuidados y asistencia a los
que tiene derecho la infancia.
En este sentido, el derecho de los niños/as al juego y a las actividades
recreativas propias de su edad es establecido expresamente por la Convención
en su Artículo 31. Por primera vez, los Estados se comprometen a garantizar
que los niños gocen del derecho al juego y al esparcimiento.
Argentina asume este compromiso en la Ley de Educación Nacional, sancionada
en el año 2006. Es objetivo, tanto para el Nivel Inicial como para la Educación
Primaria, “promover el juego como actividad necesaria para el desarrollo
cognitivo, afectivo, ético, estético, motor y social”, siendo un deber de las escuelas
defender especialmente el derecho a garantizar una educación de calidad.
Se intenta desde los nuevos paradigmas del niño/a, infancia y enseñanza, que las
experiencias cotidianas en los jardines brinden a los alumnos/as propuestas
educativas ricas y didácticamente adecuadas, para promover su placer por
conocer y aprender. En la línea de este pensamiento, se insiste en hacer
foco en la evaluación como parte intrínseca de un proceso de enseñanza y
de aprendizaje en vista a la mejora de las oportunidades que se les ofrecen
a los alumnos/as.
La enseñanza educativa enfrenta dos desafíos fundamentales: el desafío de la
democratización y el de la transformación. Ambos suponen sacudir los estereotipos de la
enseñanza rutinaria y poner en movimiento transformaciones vitales para la escuela.
El desafío de la democratización es el desafío de incluir las diferencias para excluir las
desigualdades. Para esto, es necesario pensar a la vez en tres movimientos que afectan
de manera directa las matrices organizacionales y culturales de la escuela: primero, se
trata de pasar de la escuela homogénea que excluye las diferencias, a una comunidad
democrática de aprendizaje asentada en la diversidad, la singularidad, la equidad;
segundo, pasar de la cultura de la enseñanza a la cultura del aprendizaje, reconociendo la
incertidumbre de lo no sabido e instalando la enseñanza como proyecto; y tercero, pasar
de las estructuras burocráticas y fragmentadas a estructuras abiertas, flexibles y en red.
El desafío de la transformación supone operar en las profundidades, transformando los
sentidos y las prácticas más arraigadas. Este desafío define también, al menos, tres
movimientos específicos: primero, convertir los rituales y cierto sentido común en
problemas para la reflexión; segundo, pasar de la gestión escolar basada en la norma y el
control a la gestión integrada e interactiva basada en la generación de conocimiento; y
tercero, ir de la competencia desaprovechada y la incompetencia ignorada —generada
por las condiciones de aislamiento y soledad en las que se desarrolla la tarea docente— a
la conformación de auténticos equipos de trabajo.
Observar, documentar e Interpretar nos ayuda a pensar en una nueva forma didáctica;
una didáctica que comparten y en la que participan los docentes en equipos y los niños/as
al mismo tiempo. Porque la documentación, independientemente del medio utilizado, se
lleva a cabo durante el proceso no al final de la experiencia. Este proceso de dejar y
recoger rastros reúne en primer lugar a los adultos, pero también a los pequeños. No son
sólo memoria de algo ya sucedido, son también procesos que nos permiten entender
cómo hemos hecho lo que hemos hecho.
La evaluación del proceso de cambio es imprescindible. Por eso es importante reconocer
la situación inicial y el impacto que las decisiones provocan a través de una dinámica
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DESARROLLO
los procesos de meta reflexión y meta conocimiento los que nos permiten construir
conocimiento. Cuantas más situaciones se creen para reflexionar en grupo, más rico será
este proceso, pues más puntos de vista se recogerán.
Metacognición: En este ejercicio de relectura de lo que se ha hecho, se produce un
fenómeno muy importante que contribuirá a fundamentar los descubrimientos y los
nuevos aprendizajes: la metacognición, es decir, la conciencia del conocimiento.
Escuchar para documentar: Creer en una imagen de niño o de niña capaz, potente,
protagonista de sus aprendizajes, pide, casi exige, crear contextos donde sean posibles
espacios de observación para comprender cómo los pequeños construyen este
conocimiento. Los elementos que se recogen de la observación se leen y se ordenan para
facilitar su lectura: se interpretan. De este ejercicio nace una documentación que, tanto en
el momento de hacerse como en el de leerse, habrá enviado una imagen de niño que pide
y reivindica con fuerza ser escuchada para ser mejor comprendida. No se trata
simplemente de escuchar aquello que dicen, sino de crear un clima receptivo en el cual se
encuentren todos los protagonistas de la escuela, sean niños, padres o maestros. La
escucha es una actitud receptiva que presupone una mentalidad abierta, una
disponibilidad de interpretar las actitudes y los mensajes lanzados por los otros y, al
mismo tiempo, la capacidad de recogerlos y legitimarlos.
Documentar para dar visibilidad a los procesos. En este sentido, se entiende a la
documentación como herramienta de autoformación Todo este proceso realizado en su
mayor parte por los profesionales de la escuela, representará, en primer lugar, un ejercicio
de formación y de autoformación permanente. La finalidad de la documentación es
reflexionar sobre lo que se ha escrito y compartir la propia Interpretación con otros puntos
de vista.
La elección del foco: qué pretendemos documentar
Observación: Observar no se limita a la acción de tomar nota o de fotografiar, es una
acción que pone a los adultos en relación con aquello que se está observando. Por ello, el
observador es un personaje que interpreta y que interviene en el proceso que está
observando No hay que pensar, sin embargo, que esta observación sea el fruto de una
actitud improvisada, si estamos de acuerdo en que la observación supone cierta manera
de «escoger», es evidente que el adulto tiene que delimitar lo que quiere observar.
Definiendo los objetivos, se define el ámbito de la observación.
CONCLUSION
Los términos cambio, innovación, reforma, mejora se utilizan para designar los procesos
de transformación que acontecen en el aula, en la escuela o en el sistema educativo.
Cada uno de estos términos, aunque suelen usarse como sinónimos, se refieren a
significados y a prácticas diferentes. Es preciso detenerse un momento en la palabra
mejora. Este vocablo pertenece al lenguaje cotidiano y expresa una realidad sencilla y
fácil de comprender. Es una palabra que admite una realidad preexistente, denota un
hacer a partir de lo que existe y, en este sentido, recoge la idea de que la transformación
no se produce desde la nada, sino que implica preguntarse qué se quiere cambiar y por
qué, y qué se quiere conservar y por qué. Para mejorar, es tan necesario innovar como
conservar; la sabiduría consiste en saber definir qué vamos a cambiar y qué vamos a
conservar, porque la mejora no opera por demolición sino mediante procesos de
reconstrucción de lo existente.
El cambio opera en promover y acompañar la conformación de una cultura escolar
reflexiva de mejora continua de la enseñanza, y el fortalecimiento de la capacidad de
toma de decisiones, individual y colectiva, a partir de la investigación y el trabajo basado
en evidencias. La reflexión y el trabajo basado en evidencias son claves para la
consolidación de comunidades de aprendizaje conscientes de su propia práctica y
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BIBLIOGRAFIA
Libro “Hacer de una escuela una buena escuela” de Claudia Romero- Editorial Aique
Libro “Documentar, una mirada nueva” -Red Territorial de educación infantil de Cataluña-
Editorial Octaedro