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Congreso Político Educativo


“Defendiendo la escuela pública para construir
futuro”
a cargo del Licenciado Axel Rivas

EXPOSITORA: SILVINA MARICEL PADULA


DNI: 20.946.355
AÑO: 2019

Eje a desarrollar: Nuevas prácticas como defensoras renovadas del derecho a la


educación.

Título: “Hacer visible lo invisible”


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INTRODUCCION

La Convención sobre los Derechos del Niño, c onstituye una expresión firme del
compromiso de los Estados por garantizar las mejores condiciones para el
crecimiento y desarrollo de todos los niños/as.
En su preámbulo, se reconoce la especificidad de los cuidados y asistencia a los
que tiene derecho la infancia.
En este sentido, el derecho de los niños/as al juego y a las actividades
recreativas propias de su edad es establecido expresamente por la Convención
en su Artículo 31. Por primera vez, los Estados se comprometen a garantizar
que los niños gocen del derecho al juego y al esparcimiento.
Argentina asume este compromiso en la Ley de Educación Nacional, sancionada
en el año 2006. Es objetivo, tanto para el Nivel Inicial como para la Educación
Primaria, “promover el juego como actividad necesaria para el desarrollo
cognitivo, afectivo, ético, estético, motor y social”, siendo un deber de las escuelas
defender especialmente el derecho a garantizar una educación de calidad.
Se intenta desde los nuevos paradigmas del niño/a, infancia y enseñanza, que las
experiencias cotidianas en los jardines brinden a los alumnos/as propuestas
educativas ricas y didácticamente adecuadas, para promover su placer por
conocer y aprender. En la línea de este pensamiento, se insiste en hacer
foco en la evaluación como parte intrínseca de un proceso de enseñanza y
de aprendizaje en vista a la mejora de las oportunidades que se les ofrecen
a los alumnos/as.
La enseñanza educativa enfrenta dos desafíos fundamentales: el desafío de la
democratización y el de la transformación. Ambos suponen sacudir los estereotipos de la
enseñanza rutinaria y poner en movimiento transformaciones vitales para la escuela.
El desafío de la democratización es el desafío de incluir las diferencias para excluir las
desigualdades. Para esto, es necesario pensar a la vez en tres movimientos que afectan
de manera directa las matrices organizacionales y culturales de la escuela: primero, se
trata de pasar de la escuela homogénea que excluye las diferencias, a una comunidad
democrática de aprendizaje asentada en la diversidad, la singularidad, la equidad;
segundo, pasar de la cultura de la enseñanza a la cultura del aprendizaje, reconociendo la
incertidumbre de lo no sabido e instalando la enseñanza como proyecto; y tercero, pasar
de las estructuras burocráticas y fragmentadas a estructuras abiertas, flexibles y en red.
El desafío de la transformación supone operar en las profundidades, transformando los
sentidos y las prácticas más arraigadas. Este desafío define también, al menos, tres
movimientos específicos: primero, convertir los rituales y cierto sentido común en
problemas para la reflexión; segundo, pasar de la gestión escolar basada en la norma y el
control a la gestión integrada e interactiva basada en la generación de conocimiento; y
tercero, ir de la competencia desaprovechada y la incompetencia ignorada —generada
por las condiciones de aislamiento y soledad en las que se desarrolla la tarea docente— a
la conformación de auténticos equipos de trabajo.
Observar, documentar e Interpretar nos ayuda a pensar en una nueva forma didáctica;
una didáctica que comparten y en la que participan los docentes en equipos y los niños/as
al mismo tiempo. Porque la documentación, independientemente del medio utilizado, se
lleva a cabo durante el proceso no al final de la experiencia. Este proceso de dejar y
recoger rastros reúne en primer lugar a los adultos, pero también a los pequeños. No son
sólo memoria de algo ya sucedido, son también procesos que nos permiten entender
cómo hemos hecho lo que hemos hecho.
La evaluación del proceso de cambio es imprescindible. Por eso es importante reconocer
la situación inicial y el impacto que las decisiones provocan a través de una dinámica
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participativa de recolección/documentación y análisis/reflexión de la información. En este


sentido, la evaluación, la autoevaluación, la co-evaluación y la metacognición se
constituyen por sí mismas en procesos de mejora.
En relacion con el libro “50 innovaciones educativas para escuelas” del disertante y autor-
compilador Axel Rivas, la ponencia se vincula con el tercer caso de Equipo Cippec “Hacer
visible el aprendizaje: documentar para aprender”, ya que el autor expresa que…”desde
las Reggio Emilia y el proyecto Making Learning Visible del Project Zero de Harvard,
proponen desarrollar la práctica de documentar el aprendizaje, a partir de la consolidación
de un grupo de investigación capaz de formular hipótesis y registrar los procesos que
ocurren en el aula, con la finalidad de reflexionar con otros, estudiantes y docentes, sobre
cómo se aprende y cómo se enseña.

DESARROLLO

“Observar” quiere decir, ante todo, «conocer». Pero no se trata de un conocimiento


abstracto, se trata de una emoción del conocimiento que contiene toda nuestra
subjetividad, expectativas, aquello que esperamos que pase, nuestras hipótesis y
nuestras teorías de referencia, en las cuales nosotros también estamos reflejados. Toda
observación que hacemos, tenemos que ser conscientes, no es la verdad de lo que ha
pasado: toda observación es parcial porque lo que nosotros sabemos ver, captar,
fotografiar, etc; depende de nuestro punto de vista subjetivo. Depende también de las
preguntas que nos hacemos ante cada situación. Cuando nos disponemos a hacer algo,
contamos con algunas preguntas que nos hacen reflexionar sobre nuestros imaginarios.
Preguntas que son un terreno fértil que nos ayuda a captar los imprevistos. Cuantas más
hipótesis tengamos sobre una determinada situación, más capacitados estaremos para
comprenderla. Por lo tanto, «observar» es un verbo activo, un acto creativo que requiere
nuestra interpretación. Por este motivo, observar implica pensar de nuevo, pensar sin
prejuicios.
“Documentar” para narrar, describir, interpretar y construir. Cuando documentamos una
experiencia, se recoge un gran volumen de materiales, apuntes, fotografías,
grabaciones... Cuando hemos recopilado por fin todos los materiales, debemos tomarnos
el tiempo necesario para ponerlos en relación, para interconectarlos (el lenguaje oral, las
fotografías, los productos de los niños...). Después, tenemos que tratar de “interpretarlos”,
relacionar la teoría con la práctica, construir conocimientos nuevos, etc. Sobre lo que
interpretarnos podemos ir más allá y tratar de hacer un avance teórico, por ejemplo, sobre
el aprendizaje y el desarrollo del lenguaje verbal, o del lenguaje escrito, que haga
referencia tanto a un grupo de niños concreto, como a la teoría del aprendizaje y la
construcción del conocimiento.
Observación, documentación e interpretación constituyen tres partes inseparables de un
mismo proceso.
Los documentos que producimos nos ayudan a seguir aprendiendo y construyendo
nuestro rol, porque cada día tenemos que volver a aprender. Servirnos de la observación,
de la documentación y de la interpretación nos ayuda, e incluso llega a ser Indispensable.
Estos documentos que procuramos producir se convierten en documentos útiles tanto
para valorar las experiencias de enseñanza y de aprendizaje de los niños/as, como para
autovalorarnos, nos dan apoyo en la formación profesional individual y de grupo. Otro
aspecto fundamental que concierne a niños/as y adultos por igual es vivir, hacer,
experimentar... que, pese a ser importante, no es suficiente. El activismo es un riesgo que
corremos con los niños /as (hacer muchos productos, hacer muchas cosas...). Hacer es
importante, pero no es suficiente. Hay que permitir a los niños y niñas, y a nosotros
mismos, tiempo para reflexionar sobre lo que se ha hecho y sobre cómo se ha hecho. Son
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los procesos de meta reflexión y meta conocimiento los que nos permiten construir
conocimiento. Cuantas más situaciones se creen para reflexionar en grupo, más rico será
este proceso, pues más puntos de vista se recogerán.
Metacognición: En este ejercicio de relectura de lo que se ha hecho, se produce un
fenómeno muy importante que contribuirá a fundamentar los descubrimientos y los
nuevos aprendizajes: la metacognición, es decir, la conciencia del conocimiento.
Escuchar para documentar: Creer en una imagen de niño o de niña capaz, potente,
protagonista de sus aprendizajes, pide, casi exige, crear contextos donde sean posibles
espacios de observación para comprender cómo los pequeños construyen este
conocimiento. Los elementos que se recogen de la observación se leen y se ordenan para
facilitar su lectura: se interpretan. De este ejercicio nace una documentación que, tanto en
el momento de hacerse como en el de leerse, habrá enviado una imagen de niño que pide
y reivindica con fuerza ser escuchada para ser mejor comprendida. No se trata
simplemente de escuchar aquello que dicen, sino de crear un clima receptivo en el cual se
encuentren todos los protagonistas de la escuela, sean niños, padres o maestros. La
escucha es una actitud receptiva que presupone una mentalidad abierta, una
disponibilidad de interpretar las actitudes y los mensajes lanzados por los otros y, al
mismo tiempo, la capacidad de recogerlos y legitimarlos.
Documentar para dar visibilidad a los procesos. En este sentido, se entiende a la
documentación como herramienta de autoformación Todo este proceso realizado en su
mayor parte por los profesionales de la escuela, representará, en primer lugar, un ejercicio
de formación y de autoformación permanente. La finalidad de la documentación es
reflexionar sobre lo que se ha escrito y compartir la propia Interpretación con otros puntos
de vista.
La elección del foco: qué pretendemos documentar
Observación: Observar no se limita a la acción de tomar nota o de fotografiar, es una
acción que pone a los adultos en relación con aquello que se está observando. Por ello, el
observador es un personaje que interpreta y que interviene en el proceso que está
observando No hay que pensar, sin embargo, que esta observación sea el fruto de una
actitud improvisada, si estamos de acuerdo en que la observación supone cierta manera
de «escoger», es evidente que el adulto tiene que delimitar lo que quiere observar.
Definiendo los objetivos, se define el ámbito de la observación.

CONCLUSION

Los términos cambio, innovación, reforma, mejora se utilizan para designar los procesos
de transformación que acontecen en el aula, en la escuela o en el sistema educativo.
Cada uno de estos términos, aunque suelen usarse como sinónimos, se refieren a
significados y a prácticas diferentes. Es preciso detenerse un momento en la palabra
mejora. Este vocablo pertenece al lenguaje cotidiano y expresa una realidad sencilla y
fácil de comprender. Es una palabra que admite una realidad preexistente, denota un
hacer a partir de lo que existe y, en este sentido, recoge la idea de que la transformación
no se produce desde la nada, sino que implica preguntarse qué se quiere cambiar y por
qué, y qué se quiere conservar y por qué. Para mejorar, es tan necesario innovar como
conservar; la sabiduría consiste en saber definir qué vamos a cambiar y qué vamos a
conservar, porque la mejora no opera por demolición sino mediante procesos de
reconstrucción de lo existente.
El cambio opera en promover y acompañar la conformación de una cultura escolar
reflexiva de mejora continua de la enseñanza, y el fortalecimiento de la capacidad de
toma de decisiones, individual y colectiva, a partir de la investigación y el trabajo basado
en evidencias. La reflexión y el trabajo basado en evidencias son claves para la
consolidación de comunidades de aprendizaje conscientes de su propia práctica y
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capaces de expandir su capacidad de aprender.


La escuela es, por definición, el lugar de la construcción del futuro y, por eso, está
obligada a ensanchar los límites de lo posible.
Para mejorar, es necesario introducir nuevas prácticas y saberes; por eso, las escuelas no
mejorarán si los docentes no se cuestionan individual y colectivamente. La escuela debe
permitir el tiempo y el espacio para preguntarse, interrogarse, abrir la duda, generar la
inquietud, la curiosidad, potenciando el aprendizaje profesional de sus docentes y debe
constituirse en centro de esa actividad, promoviendo la evaluación constante de los
procesos de enseñanza y de aprendizajes en forma trasversal, que atraviesen el hacer
cotidiano, que estimule a la cultura de la autoevaluación y la co-evaluación pensando
entre todos/as la escuela que queremos, a partir de la toma de conciencia de la escuela
que tenemos y de la creación de una visión compartida que apunte a un horizonte al que
juntos aspiremos llegar.
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BIBLIOGRAFIA

Libro “50 innovaciones educativas para escuelas” de Axel Rivas-Fundación Santillana

Libro “Hacer de una escuela una buena escuela” de Claudia Romero- Editorial Aique

Libro “Documentar, una mirada nueva” -Red Territorial de educación infantil de Cataluña-
Editorial Octaedro

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