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1.

Con relación al hábitat y a las condiciones habitacionales, los indicadores que se


seleccionaron permiten evaluar el acceso pasado y actual a un aspecto de las
condiciones materiales de existencia logradas en el tiempo. En cierto modo miden
situaciones menos coyunturales, si bien no se pueden evaluar, con los indicadores
usados, qué acciones se llevaron a cabo para llegar a este nivel, como por ejemplo el
"sacrificio de bienes pasados".
2. Vinculada a los tipos y formas de la organización familiar, así como a la posición
social de los hogares, ya que las características sociodemográficas de los hogares y
su ubicación social importan para analizar requerimientos y necesidades y la
posibilidad de satisfacción, según diferentes etapas del ciclo vital, responsabilidades
según género y generaciones.
3. Ligadas a las características educacionales, ya que no sólo advierte sobre las
capacidades operativas de la población y la posibilidad de dar respuestas a los
requerimientos del mercado laboral, sino también de los posibles niveles en la
adquisición de, y en la exposición a, redes de socialización. Incidiría también en la
conformación de determinado capital social y cultural. En este punto es
particularmente importante considerar los niveles de escolaridad de modo
diferencial según los grupos de edad y de los lugares que ocupen en la estructura
familiar.
4. Con relación al ámbito laboral, ya que el trabajo como recurso generador de
recursos, no sólo posibilita el sustento material de la existencia, sino también que
determinadas formas y condiciones de trabajo provean –o no- seguridad,
reconocimiento e inserción en alguna clase de mecanismo de integración y cohesión
social. En esta dimensión sería pertinente considerar también las trayectorias como
uno de los recursos explicativos de mayor o menor logro en los niveles de
acumulación de activos materiales y no materiales, estos últimos vinculados a las
formas de capital social que se pueden generar a través de la inserción en diferentes
ámbitos.
5. Con aspectos relativos a lo previsional ya que muchas de las garantías asociadas a
la condición salarial están en retroceso.
6. En el ámbito relacional, que contemple las posibles inserciones de redes de
relaciones, en sistemas de sociabilidad, de contención que hacen a la integración en
diferentes lazos sociales.

Las diferentes situaciones de privación y de fragilidad se definirán por la interrelación de


distintas dimensiones considerando el peso diferencial que se le otorgue a cada una. Con
condicionamientos del "contexto" se deben interrelacionar las características propias de los
grupos a analizar, familiares o corresidenciales, sus atributos, sus capacidades, las normas y
valores, los sistemas simbólicos, las diferencias de género, entre otras. Se intenta lograr en
fin, una medida compleja que diferencie situaciones de mayor o menor fragilidad,
incluyendo también distintos plazos. A modo de ejemplo: los indicadores de la dimensión
laboral estarían referenciando una situación vulnerable, en el plazo inmediato, cuando el
tipo de inserción ocupacional es precario; en la misma dimensión los indicadores
relacionados a lo previsional, podrían considerarse como un elemento de potenciales
situaciones de vulnerabilidad en el futuro. De igual modo, un índice que conjugue nivel de
instrucción con rango etáreo y posición en el hogar indicaría diferentes condiciones de
riesgo, actual o futura.

Con esta propuesta metodológica se propone identificar hogares en situación de mayor o


menor riesgo o debilidad, por "desbalance" entre recursos, en sentido amplio y necesidades.
Por otra parte, los atributos individuales inciden también en la determinación del tipo o
forma de fragilidad.

A modo de ejemplo, si se trata de jóvenes que buscan su primer empleo, considerando las
características de los hogares de pertenecia, probablemente se esté en presencia de una
situación que en el futuro será de mayor debilidad ya que o bien han interrumpido la
escuela secundaria o están dispuestos a abandonarla ante la posibilidad de obtener algún
ingreso para aportar al grupo familiar.

Un tipo distinto de condiciones de vulnerabilidad es la que representan los hogares cuyos


jefes pertenecen al estrato de 25 a 29 años que, independientemente de su inserción
ocupacional actual, no concluyeron el ciclo secundario. Esta característica constituiría un
indicador de riesgo futuro, particularmente por los requerimientos cada vez más complejos
del mercado laboral.

Las distintas formas específicas del tipo de vulnerabilidad de los hogares deberían ser
tomadas en cuenta al decidir maneras de intervención. Cuando la misma está asociada
fundamentalmente a la escasez de los ingresos y a la situación de desempleo de uno o
varios miembros, las políticas sociales implementadas deberían tender a cubrir esta
situación a partir del diseño de políticas de empleo focalizadas tanto para jefes de hogar
como para mujeres o jóvenes. Asimismo contemplar las necesidades de las madres a través
del funcionamiento de guarderías en distintos centros barriales, con personal capacitado que
atiendan a los niños cuando aquéllas deban participar del mercado laboral. Dicho personal
podría ser seleccionado en los mismos ámbitos de pertenencia brindándole formación a las
jóvenes para que puedan cumplir con las tareas. Cuando la situación es de riesgo futuro y se
vincula básicamente con el déficit educativo las políticas tendrían que tender hacia una
capacitación polivalente que les permita insertarse en un mercado cada vez más exigente
respecto de los conocimientos y las habilidades.

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